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La Tlaxcaltquidad: XIII Jornadas sobre la
identidad del noreste
TLAXCALA
GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE TLAXCALA
Lic. José Antonio Álvarez Lima
PRESIDENTA DEL DIF ESTATAL
Verónica Rascón de Álvarez Lima
SECRETARÍA DE FINANZAS
C. P. Vicente Mercado Zúñiga
CONSEJO EDITORIAL
Bernardo Lima
Glafira Magaña Perales
Emilio Pérez Cruz
Cecilia Rascón Córdova
Hilda Rodríguez Peña
Ignacio Tapia Echevarri
DISEÑO DE PORTADA:
Lic. Thelma Idalia Flores Cortés
DISEÑO DE INTERIORES: Ing. Leoncio Herrera Calvillo
CAPTURA Y FORMATACIÓN
Dirección de Informática de la Secretaría General de Gobierno del Estado de Nuevo León
FOTOGRAFÍA: Alvaro Ríos
RESPONSABLES DEL CUIDADO DE LA EDICIÓN:
Monseñor Pedro Gómez Danés
Lic. Carlos Jesús Gómez Flores
Lic. Elsa González
Impreso en México/Printed in México
ISBN: 968-6751-81-5 © 1998,
Derechos Reservados, Gobierno del Estado de Tlaxcala. Autores.
Nota: El libro cuenta con aparentes faltas ortográficas que se escribieron con el completo
conocimiento de ellas.
Presentación por parte de Monseñor Pedro Gómez Danés.
A través de la Historia, consciente o inconscientemente, nuestros antepasados, al celebrar el
presente han vuelto los ojos al ayer tratando de recrear los orígenes. Ha más de cincuenta años,
recuerdo, siendo niño participaba con otros compañeros de aquello, donde, hombres a caballo,
corazas, alabardas, personas y compañeros disfrazados de indios, carretas, banderas y estandartes,
en medio del pueblo que hacía vaha, desfilábamos con alegría y a pleno sol regiomontano,
celebrando los trescientos cincuenta años de la fundación realizada por don Diego.
Pasaron los años y el aspecto cultural no se mostraba en grandes fuegos, sin que por ello, aquí y allá,
se hicieran notorias las pequeñas lumbritas que mantenían el calor. Poco a poco los ánimos fueron
agrupándose hasta, que en un momento dado surgió el Consejo Cultural de Nuevo León, A. C.
El surgimiento de dicho Consejo fue apoyado, aparte de Gobierno, Municipios e Instituciones
Educativas, tanto por Arte, A. C, como por Fundaciones culturales surgidas de pujantes empresas
regiomontanas, pero me atrevo a decir que dicho Consejo plenamente surgió cuando sus dirigentes,
introduciéndose en el meollo de la cultura, tras programar y llevar a cabo la PRIMERA JORNADA
SOBRE LA IDENTIDAD DE LA CULTURA NORESTENSE, se abocaron, como tarea, el ir
descubriendo el rostro cultural norestense en nuevas jornadas por realizar que, en cada una,
mediante el cincel de la investigación y exposición, fueran mostrando nuestra propia identidad
regional.
Quince años de bregar, casi contra corriente, ahondando el propio rostro y, ayudando a descubrirlo
en esa humanidad norestense que todos conformamos y, hay que decirlo, sólo con dos publicaciones
de lo realizado que estuviesen al alcance de nuestro pueblo y, especialmente, de los jóvenes que
inician sus estudios humanísticos.
Es verdad que, desde los inicios, la realidad indígena estaba presente. Entre otras personas, la figura
relevante de don Felipe de Jesús García Campuzano avivaba el considerar este factor
preponderante, que ya antes de que hubiese "noreste" estaba presente y que, cuando surgiera el
Nuevo Reyno de León, no sólo fue fundamental su presencia, sino que, sin quedar sus nombres
propios escritos y siendo en mucho sus personas denigradas, hicieron factibe el nacimiento de esta
realidad.
Ya por 1993 se indagaban las raíces. Fue el momento de, no sin cierta sorpresa general, encontrar
otra raíz olvidada, los negros, que más como esclavos que como libres, también con su actividad
fueron fortaleciendo nuestro fundamentar y, sin embargo, algo muy importante faltaba.
Si hoy nos escuchamos, advertimos con facilidad que los diminutivos no sólo están presentes en
nuestra lengua cotidiana, sino que son fundamentales en la expresión para mostrar el rostro
de la identidad. Notamos que a los viejos, o al menos a las personas maduras, por tradición les
anteponemos el "don", al mencionar su nombre. Notamos que el "por favor" y aún el "por favorcito"
están presentes en toda interelación personal que conlleve acción del otro. Y, sobre todo, en ese gran
misterio de las antiguas lenguas locales, que murieron con la cultura aborigen, está el interrogante de
cómo fue posible que estos modos de comportamiento sean nuestros.
Podríamos hablar, apoyados en las similitudes que por investigación hemos encontrado entre los
pueblos locales y los mesoamericanos, decir que es posible que en las lenguas locales algo de esto
haya estado presente, más, tenemos que advertir que la fuerza de este lenguaje hoy la encontramos
fuera de lo local. Por lo mismo, la pregunta de cómo este lenguaje se nos hizo propio, parecía surgir y
al mismo tiempo ocultarse cuando, al final de cada Jornada sobre la Identidad se reunía el Consejo a
planear la siguiente.
La realidad tlaxcalteca, en cuanto coadyuvante para la fundación de los Pueblos Misión, desde fines
del XVII, todos la afirmaban. Pero la realidad tlaxcalteca como insigne raíz de nuestra propia
identidad norestense, no en todos estaba ni al menos afirmada rotundamente.
Hoy se muestran las notorias pruebas de esta raíz nuestra, que unida a la aborigen, a la hispana, a la
negra, nos formaron y que portamos con todas aquellas que desde el siglo pasado se hicieron
presentes, se fundieron en nuestra identidad, dándonos el rostro que con orgullo hoy portamos.
Por primera vez, creo, la misma raíz se hace presente desde sus orígenes, cuando al inicio de estas
Jornadas sobre la Identidad, el rostro tlaxcalteca se nos muestra en el aporte de palabras y hechos
del investigador e insigne pintor don Desiderio Hernández Xochitiotzin, que desde la hermana
Tlaxcala nos visita y hace presente su pueblo, parte de nuestra Historia. Con él, Monseñor don Rafael
Montejano y Aguiñaga, el Maesro don Armando Fuentes Aguirre, don Octavio Herrera y don David
Castañeda Román hacen presentes los hermanos Estados de San Luis Potosí, Coahuila, Tamaulipas
y Zacatecas, donde esta raíz también conformó la Historia e Identidad. Con la presencia de ellos se
hizo notoria la falta de Tejas, donde también la raíz tlaxcalteca fructificó.
En nuestro Estado, aparte del actual Presidente y Coordinador de las Jornadas, que también es
Cronista de Bustamante, el Lic. Carlos J. Gómez Flores, otros pueblos de gran calidad tlaxcalteca se
hicieron presentes, con la insigne figura del Profesor e Historiador don Israel Cavazos Garza , tanto
por Guadalupe como por el Estado en general; de un servidor, como Cronista Diocesano de Linares,
en representación de las antiguas Misiones de Purificación, Concepción y las más antiguas de Santa
María de los Angeles de Río Blanco, y la de "Gualagüisses" (hoy Gil de Leyva, la comunidad de
Escobedo, Aramberri y Hualahuises).
Así mismo, tanto señores Cronistas como jóvenes investigadores se hacen presentes para alegrar
con sus trabajos estas Jornadas.
Tenemos, en justicia que decir que, en mucho y no sin su colaboración sincera y ayuda, estas
jornadas fueron posibles con la labor y presencia tanto del señor Licenciado don José Antonio Alvarez
Lima, Gobernador de Tlaxcala, como de su distinguida esposa, doña Verónica Rascón de Alvarez,
quienes no sólo dieron actividad y presencia a las Jornadas, sino que hicieron posible que hermanos
tlaxcaltecas, con sus artesanías manuales y culinarias dieran realce al evento. Con ellos y junto a
ellos, el apoyo dado por el señor Gobernador de Nuevo León, don Benjamín Clariond, dignamente
representado por el Secretario de Gobierno, el Lic. Juan Francisco Rivera Bedoya.
Los presentes escritos, son versión estenográfica de las conferencias dictadas. Siento cosquilieos de
hablar de la Tlaxcaltequidad, es verdad, pero mejor debemos escuchar a los conferencistas, y digo
esto, escuchar, ya que se ha tratado de conservar al máximo su peculiar forma expresiva.
Ohalá que, dado este Décimo Tercer paso en las JORNADAS SOBRE LA IDENTIDAD DE LA
CULTURA NORESTENSE, no sólo se pudiesen encontrar y exponer a futuro aquellos rasgos
nuestros que aún aguardan ser mostrados, sino se llegara al momento de valorar tantos años de
trabajo y, dar a luz la edición de una obra sintetizadora, misma que se pusiera al alcance de nuestro
pueblo y, en especial de la juventud estudiosa, para que, como dijera "Catón", pusiéramos los pies en
nuestro suelo y en la fuerza telúrica que nos hermana, mostráramos con alegría la dignidad de
nuestra identidad al avanzar, en el presente, hacia el mañana.
Gracias.
Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey, 1998
Pedro L. Gómez Danés.
Programa General de Actividades de “La Tlaxcaltequidad” XIII
Jornadas sobre la identidad de la Cultura Norestense
Miércoles 6 de agosto de 1997
(San Miguel de Bustamante, N.L.)
10:30 Reunión de invitados en el Centro Cultural Jorge Treviño.
11:00 Sesión Extraordinaria de Cabildo para entregar la Presea XICOTENCATL al Lic. José Alvarez
Limas, Gobernador del estado de Tlaxcala, representado por la Lic. Verónica Rascón de Alvarez
Lima, Presidenta del Voluntariado del Estado de Tlaxcala, al Lic. Cesáreo Teroba Lara, Presidente
Municipal de la ciudad de Tlaxcala, al Mtro. Desiderio Hernández Xochitiotzin y a Don Cayetano
Gómez, personaje popular de San Miguel de Bustamante.
• Palabras del Profr. Artemio Hernández, alcalde de Bustamante, N.L.
• Palabras del Lic. Cesáreo Teroba, alcalde de la ciudad de Tlaxcala, Tlaxcala.
• Mensaje de la Lic. Verónica Rascón de Alvarez Lima, Presidenta del Voluntariado del
Estado de Tlaxcala.
11:45
• Exposición de Acuarelas sobre San Miguel de Bustamante de la artista Cristina Flores de
Enriquez. Inaugurada por la Lic. Verónica Rascón de Alvarez Lima, primera dama del Estado
de Tlaxcala.
• Presentación de la Banda de Música del Gobierno del Estado de Nuevo León.
12:00 Inauguración del Archivo Histórico de San Miguel de Bustamante, N.L., "Maestro Desiderio
Hernández Xochitiotzin".
12:30 Paseo por el Centro Histórico de San Miguel de Bustamante, N.L.
13:00 Comida en la Casa Grande.
14:30 Reunión de alcaldes de la región, y miembros del Patronato de las Grutas de Bustamante, para
el proyecto: Circuito Eco-Turístico del Noreste de N.L.
15:30 Presentación de la Banda Musical TRI CITY CHIRISTIAN SCHOOL, de Kansas, Missouri,
E.U.A.
16:00
• Develación de la escultura donada por la Presidencia Municipal de Tlaxcala e inauguración del
Paseo Xicoténcatl.
• Palabras del maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin.
• Palabras del Lic. Cesáreo Teroba.
• Caminata hacia la Plaza de Armas de la Villa.
17:00 Inicio de las procesiones populares en torno al Señor de Tlaxcala. Se partirá del Templo de San
Miguel Arcángel.
20:00 Pirotécnica y celebración religiosa en el Templo de San Miguel.
Jueves 7 de agosto de 1997 (Monterrey, N.L.)
20:00 Tianguis de artesanías tlaxcaltecas, a cargo de la Coordinación General de Artesanías del
Estado de Tlaxcala. Explanada de los Héroes.
20:30 Muestra gastronómica tlaxcalteca. Explanada de los Héroes.
21:00 Presentación de grupos de danza autóctona del Estado de Tlaxcala y de San Miguel de
Bustamante en la Explanada de los Héroes.
Viernes 8 de agosto de 1997
08:30 Desayuno presidido por el Lic. José Alvarez Lima, Gobernador Constitucional del Estado de
Tlaxcala, y el Lic. Juan Francisco Rivera Bedoya, Gobernador en funciones del Estado de Nuevo
León con la presencia de miembros del Consejo Cultural de N.L., Historiadores y Cronistas. Patio de
Tesorería, Palacio de Gobierno.
09:30 Rueda de prensa presidida por el Lic. José Alvarez y los directores de Turismo de los estados
de Tlaxcala y Nuevo León, para promover sitios turísticos de Tlaxcala.
10:00 Apertura de las XIII Jornadas sobre la Identidad de la Cultura Norestense en el Museo Estatal
de Culturas Populares, Monterrey, N.L., con la presencia del Gobernador del Estado de Tlaxcala, Lic.
José Antonio Alvarez Lima.
• Palabras del Lic. Carlos Jesús Gómez Flores, Presidente del C.C.N.L.
• Mensaje y declaratoria inaugural del Lic. José A. Alvarez Lima.
10:15 Conferencia magistral del Maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin. "La emigración de los
tlaxcaltecas, simiente primigenia de la colonización de Aridamérica".
10:45 Conferencia magistral del Maestro Armando Fuentes Aguirre "Catón", sobre la
Tlaxcaltequización en Coahuila.
11:15 Conferencia magistral del Maestro Israel Cavazos Garza sobre la presencia tlaxcalteca en el
Nuevo Reino de León.
11:45 Ponencia sobre los tlaxcaltecas en Saltillo por el Maestro Carlos Valdéz Dávila, director del
Archivo Histórico de Saltillo, Coahuila.
12:15 La tlaxcaltequización en la región sur de Nuevo León. Ponencia presentada por Monseñor
Pedro Gómez Danés
12:45 Ponencia sobre la tlaxcaltequización en San Luis Potosí Por Monseñor Rafael Montejano y
Aguiñaga.
13:15 Ponencia sobre Rasgos Culturales de los Tlaxcaltecas por parte Del Dr. Tomás Martínez
Saldaña.
13:45 Sesión de preguntas y respuestas
14:15 Muestra Gastronómica Tlaxcalteca.
RECESO
15:00 Las Tribus Nómadas en el Noreste de México y la Huella Tlaxcalteca, por parte del Maestro
José Resendez Balderas.
15:15 La tlaxcaltequización en Zacatecas. Caso de Pinos, Zacatecas. Por David Castañeda Román.
15:30 Los Tlaxcaltecas en el Poblamiento del Norte de México. Por el maestro Inocencio Noyola.
15:45 Huellas Tlaxcaltecas en el Norte Por el Maestro Rolando Guerra.
16:00 La Tlaxcaltequización en Tamaulipas Por el historiador Octavio Herrera.
16:15 La Herencia Tlaxcalteca. Realidad y Mitos Por parte de Raúl García Flores.
16:30 La tlaxcaltequización en la Región Citrícola de N.L. Por parte de Agustín Carvajal
16:45 Los Tlaxcaltecas en Hualahuises Por Napoleón Nevarez Pequeño
17:00 Los Tlaxcaltecas en Guadalupe por el Profr. Francisco Arredondo Cano
17:15 Los Tlaxcaltecas en la Misión de Nuestra Señora de Dolores Por el Profr. Jesús Iruegas
17:30 Los Tlaxcaltecas en San Miguel de Aguayo de la Nueva Tlaxcala Por Carlos Jesús Gómez
Flores.
17:45 Relatoria Final de las XIII Jornadas sobre la Identidad de la Cultura Norestense a cargo del
Maestro José Antonio Olvera, Presidente de la Asociación de Historiadores del Noreste.
18:00 Clausura de las XIII Jornadas sobre la Identidad de la Cultura Norestense, por parte del Lic.
José Alvarez Limas, Gobernador Constitucional del Estado de Tlaxcala.
Intervención de la Licenciada Verónica Rascón de Álvarez Lima,
Presidenta del Voluntariado del Estado de Tlaxcala, durante la Sesión
Extraordinaria de Cabildo para entregar la presea "Xicoténcatl".
San Miguel de Bustamante, N.L.
Miércoles 6 de agosto de 1997.
Igual que Don Cesáreo Teroba me siento aquí como en mi casa, vengo representando a mi esposo el
gobernador José Antonio Álvarez Lima, quien hace unos momentos, me llamó nuevamente para
decirme que les comunicara a los miembros del Ayuntamiento, a don Artemio, a su esposa, a todas
las personas que nos acompañan a esta ceremonia este día, al joven historiador don Carlos Gómez
Flores, y a usted señor Rangel Guerra.
Que para él, el no haber podido estar aquí esta mañana es una de las ofuscaciones más grandes que
ha tenido, porque soñaba con este momento desde que fue notificado por don Cesáreo de la
invitación, así como por el presidente municipal y, por el joven Carlos Gómez que hace un mes le
reiteró la invitación y porque él sabe perfectamente bien que muchas comunidades en el norte de
México, en Centroamérica, e inclusive en Asia, se fundaron gracias a este grupo de valientes familias
tlaxcaltecas que, dejando sus territorios, se venían con toda certeza a coadyuvar en el
establecimiento de las fundaciones de las colonias que después llegarían a ser grandes ciudades.
Este esfuerzo, este valor surgía de la certeza de que lo que ellos habían ido adquiriendo como bienes
tecnológicos para la producción, como bienes culturales, pero sobre todo con la llegada de los
franciscanos, como bienes del espíritu, eran bienes que debían ser difundidos en el mundo nuevo.
Entonces esa gesta tlaxcalteca se puede considerar una de las más importantes de la historia de
México, y desafortunadamente una de las menos conocidas.
El hecho de que aquí en Bustamante en manos de ustedes, señores miembros del Ayuntamiento,
señoras, esté tan vivo este conocimiento, esté tan celebrado, se tenga tan fresca la memoria, significa
que México tiene una fuerza increíble en sus raíces y que son precisamente ellas las que nos van a
permitir sobrevivir en este nuevo milenio, gracias a esta fortaleza de sus habitantes, esta memoria
histórica que siempre estamos recobrando, que no hemos permitido que el olvido acabe con ella y
que ahora vemos que ustedes están distinguiendo a nuestro tlaxcalteca número uno en el área de la
cultura y de la sociedad civil, que es el maestro Desiderio, y cuyo nombre honrará a la biblioteca y al
Archivo Histórico, nos sentimos muy contentos, nos sentimos felices. Les agradecemos de verdad
que al Santo Señor de Tlaxcala lo tengan como el personaje espiritual más importante, que no lo
hayan olvidado.
Todo esto para nosotros nos hace sentirnos sus hermanos de verdad, a mí que vengo en
representación de mi esposo. Espero que también van a ser de las cosas memorables que algún día
pueda juntamente con los grandes cronistas de Tlaxcala, dejar en alguna parte para la memoria de
las nuevas generaciones, pero sobre todo, que esta presencia que ahora estamos teniendo con gente
de la cultura de Tlaxcala, active de una manera real y nos hablen nuestras comunicaciones.
Están todos ustedes invitados a visitar Tlaxcala, a reencontrarse con su pasado, les va a gustar
mucho, se van a sentir muy orgullosos porque gracias a Dios, Tlaxcala sigue siendo una sociedad
igual que la de ustedes, compuesta por gente muy trabajadora, muy noble, digna, que ha conservado
sus tradiciones; que no ha permitido nunca que la injuria, el tiempo, las malas interpretaciones
posteriores acaben con su noble historia; y eso es lo que queremos compartir con ustedes que
forman parte de esta maravillosa comunidad.
Alguien me decía que era una comunidad muy pobre, pues no sé, yo creo que es una comunidad
muy rica, lo vemos por su arquitectura, por su pueblo, por la belleza, por la idea de cómo han
conservado todos sus huertas, esas maravillosas nogaleras que vimos a la entrada.
Esto habla de un pueblo muy civilizado, muy digno, muy rico, que a lo mejor objetiviza la riqueza no
en el dinero, no en el aire acondicionado, en los coches, pero sí en un habitat como éste, lleno de
verdores, lleno de casas cómodas, con este noble material que es el adobe y el ladrillo, hoy en día en
el mundo es lo que verdaderamente se está reconociendo como lo más valioso de México.
La agricultura, la arquitectura, el arte se difunde aquí como en Tlaxcala. Decía don Cesáreo, que este
auditorio, es como son todos los auditorios en Tlaxcala. Así se toman las decisiones,
democráticamente y por eso es que hemos avanzado. La gente se pregunta ¿por qué todo mundo
habla de Tlaxcala? Porque se ha reconocido ese esfuerzo tesonero del pueblo que ha ido poco a
poco, a pesar de todo, acumulando eficacia, acumulando nobleza, acumulando esfuerzo, empezó a
dar estos frutos tan ricos que queremos también compartir con ustedes.
Todos son muy bienvenidos en Tlaxcala en el momento que lo deseen, estamos a sus órdenes
personalmente los aquí presentes.
Gracias al Licenciado Rangel, al Gobernador, por favor nuestro agradecimiento; gracias a la Señorita
Nuevo León y a todo el público hoy por su presencia aquí.
Gracias.
Intervención del Maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin, durante la
develación de la placa del Archivo Histórico Municipal que lleva su
nombre.
San Miguel de Bustamante, N.L.
Miércoles 6 de agosto de 1997.
Voy a tratar de estar sobrio, es muy difícil pero sí es posible la Tlaxcaltequidad ya que ahora suena y
resuena más allá de Tlaxcala, cuando fuimos forjando poco a poco esta palabra Tlaxcaltequidad un
poco atrevida y, no admitida porque se pensaba en la mexicanidad nada más.
No se entendía hasta hace algunos años que esto tomó una resonancia definitiva, una anécdota le da
mayor claridad, nos encontrábamos en la ciudad de México con ese movimiento católico para que los
tres niños mártires tlaxcaltecas fueran elevados a los altares, y la prensa dijo de uno de estos
elementos atrevidos, por qué niños tlaxcaltecas y no niños mexicanos, y el señor Secretario General
de la Mitra dijo:
Porque ya existía Tlaxcala cuando aún no existía México, por eso son los Niños Mártires
Tlaxcaltecas, fue entonces cuando empecé a insistir en que la historia de México tiene hondas raíces
en la cultura y en la historia de Tlaxcal, la tlaxcaltequidad empezó a tener mayor conciencia de ser
allá en Tlaxcala, poco a poco y sin ninguna mala interpretación, viajamos por muchos pueblos
buscando las raíces; confirmando lo que los historiadores habían escrito; para tener la certeza de lo
que yo iba a pintar en el mural que se llama "El siglo de oro" Tlaxcalteca, se justificaba.
En algunos lugares no pude llegar físicamente, pero en mis cartas sí. Es el caso de aquí de
Bustamante, pero puedo decir con toda certeza de que esta población era una entidad que, si no
tenía el cien por ciento de etnia, cultura y superviviencia de los tlaxcaltecas, sí era una entidad
conocida en esas regiones como pueblo de Tecos, es decir, de tlaxcaltecos. El escudo de armas me
atrevo a decir, el antiguo sin los agregados, con todo respeto político, lo registré en mis murales
porque la historia debe ser apolítica. Pueblos como estos que fundaron tlaxcaltecas, después se
consideraron colonias ya con el nacimiento de lo liberal.
Desde esas épocas sentí cariño y curiosidad física por estar acá, se cumplió el Tercer Centenario, el
gobierno del estado alquiló o consiguió un avión para que viniéramos a esa fiesta con el gobernador
don Tu lio Hernández Gómez; pero un avión más chico y lógicamente mi persona no vino.
Pero hace un año sí tuve la fortuna de venir, y también de convivir aquí con el señor presidente.
Inclusive allá en Tlaxcala la identificación no se hizo esperar, pero con Carlos ya teníamos
antecedentes humanos, físicamente vivos allá en Tlaxcala, testimonios perdurables y, en el fondo,
había esa misma preocupación de reconocer o dignificar o dar testimonio o resembrar las semillas de
los tlaxcaltecas. Cuánta falta hace que la historia oficial sea justa con Tlaxcala, con la historia de
Tlaxcala, con los hijos de Tlaxcala que están regados por muchos estados de la República Mexicana.
Ahora cuando Carlos me enseñó el cartel que tiene como título "La Tlaxcaltequidad" me dio un gusto
enorme, un gusto personal porque ciertamente esta idea la veo fructificar poco a poco con mayor
fuerza, el año pasado hablamos de estos proyectos y me dijo; a ver si traes un autoretrato; y qué
bueno que sea la petición así, y ahí está el autoretrato. El autoretrato es un diálogo permanente con
las gentes de acá, cuando uno se autoretrata, uno dialoga consigo mismo y se pregunta: me retrataré
con soberbia, ¿me retrataré como sabio?.
Uno tiene la oportunidad de presentar el rostro con el que uno se identifique, lo pensé en esa ocasión
y quise pintarlo y creo que ahí está con los ojos cansados pero viendo lejos, muy lejos hacia la
historia, que es la memoria de nuestros pueblos, la memoria colectiva que no debemos olvidar: que la
debemos cuidar como una flamita que no debe apagarse, que la debemos de heredar como la mayor
herencia que podemos dejar a nuestros hijos, a las generaciones siguientes.
El autoretrato no conlleva ningún elogio personal, simplemente quiere decir, diálogo y ver lejos,
estudio y más estudio, búsqueda sincera, búsqueda con la intención de acercarse a la verdad
histórica sin partidismos, sin épocas de exaltación a héroes falsos, sino tratar de decir lo que hay que
decir. Llegando al final de mis palabras quiero que sepan que la idea final de esta tlaxcaltequidad, es
el hacer notable que los verdaderos héroes de México son los héroes de la cultura, y entre esos
héroes de la cultura se encuentran nuestros antepasados que salieron de Tlaxcala hace muchos años
a buscar el aliento de nuevas tierras, localizando esa agua que el año pasado por la devoción de
vida, tomé. Alguien me dijo: ¿Cuándo va usted a regresar? Yo constesté, yo regreso tomando agua y
sin tomar agua, y dije que lo único que me faltaba el año pasado era oír el sonido de las campanas
del pueblo, no lo pedí porque sé que cuando repican las campanas fuera del momento oficial no es
signo positivo, puede ser signo negativo o de inquietud, por eso ahora que llego a la fiesta ya empecé
a oír el sonido de las campanas, en mi corazón y en el corazón de cada uno de ustedes porque es la
fiesta mayor de esta comunidad que, como una buena herencia tlaxcalteca, tienen dentro la
religiosidad: esa herencia de San Francisco que tiene que ver con la cristología, de ahí el culto mayor
al Señor de Tlaxcala.
Muchas gracias a todos, absolutamente a todos, y que este espacio se llene de estudiantes; se
enriquezca con nuevos datos y, sobre todo, con toda la prudencia necesaria el Gobierno del Estado
les dé la mano para desarrollar esos trabajos tan difíciles, tan incomprendidos, porque se hace
necesario para lograr valorar la estatura que tenemos nosotros a través del tiempo.
Muchas gracias a todos.
Palabras del C. Gobernador Constitucional del Estado de Tlaxcala,
Licenciado José Antonio Álvarez Lima, durante el desayuno con
miembros del Consejo Cultural de Nuevo León, historiadores y
cronistas.
Palacio de Gobierno, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Señor secretario de gobierno, encargado del despacho del gobierno, señora; señoras y señores:
Hace tiempo que inicié mi última campaña política para postularme para la gubernatura de Tlaxcala y
salí muy temprano de mi casa y le pregunté a mi esposa qué me aconsejaba que dijera yo en mi
primer discurso porque no quería decir ninguna mentira.
Entonces ella me dijo que no llevara nada escrito, que dejara que hablara mi corazón, y he seguido
esa fórmula y la voy a repetir hoy en esta reunión.
No tengo nada escrito y voy a dejar que hable mi corazón.
En primer lugar, decir a ustedes que me siento muy orgulloso porque represento a una entidad
cultural, a la nación de Tlaxcala, y estoy consciente de la enorme trayectoria histórica que tiene mi
patria chica.
Nosotros siempre hemos estado conscientes de que gracias a un esfuerzo de muchos siglos, de
muchas personas, somos herederos de una cultura que tenemos que emular y que tenemos que
recrear todos los días.
Nosotros estamos conscientes de que el siglo XVI, y el siglo XVII, fueron siglos donde la cultura
tlaxcalteca tuvo la posibilidad de expandirse por las tierras de la Nueva España y ayudar a tareas tan
importantes como la civilización,- la evangelización franciscana y la expansión de la agricultura que
son las partes o los rostros hermosos de la Colonia.
Mis antepasados no participaron como opresores en el lado obscuro e irrecordable de la Colonia,
como fueron la explotación, la encomienda y otros eventos muy tristes que vivió nuestra patria en
esos años. Pero sí participaron en eventos que dejaron una huella muy importante en el centro y en el
norte de México y, en el sur de lo que ahora son los Estados Unidos.
Precisamente para tratar de documentar esta experiencia es que hemos fortalecido los recursos para
el Archivo de Tlaxcala, hemos establecido contactos con muchos intelectuales de otros lugares para
hacer publicaciones, y ahora nos hemos encontrado con el señor Gómez, que como cronista de
Bustamante tiene en su sangre esa memoria histórica de Tlaxcala y se ha echado a cuestas el buscar
la recreación de este evento, muchas gracias señor Gómez por su esfuerzo y muchas gracias al
gobierno de Nuevo León, a la Secretaría de Educación y Cultura y al señor Secretario de Gobierno, y
al señor Gobernador, para el cual dejo un saludo muy afectuoso por buscar en las raíces múltiples
que tiene esta parte de México, también la raíz tlaxcalteca, muchas gracias a nombre de todo nuestro
pueblo.
Decirles por último que nosotros en Tlaxcala estamos ciertos también de la enorme influencia positiva
que Nuevo León ha tenido en la historia de México. Nosotros sabemos muy bien, yo lo sé porque viví
aquí, que la cultura de Nuevo León ha mostrado a México varias cosas importantes que no debemos
olvidar.
Primero, que la única manera digna de ganarse la vida es a través del trabajo; segundo, que todos los
seres humanos somos ciudadanos por llamar esta igualdad de alguna manera, y que tenemos
derecho a elegir nuestro destino político por nosotros mismos.
Tercero, buscar en todas las experiencias educativas del mundo una síntesis que pueda ofrecerse a
los mexicanos y que les permita la posibilidad de tener oportunidades educativas iguales en cualquier
punto cardinal del planeta.
Existen muchas otras enseñanzas que sería largo relatar, pero sería bueno tener presentes esta
mañana como una enseñanza de Nuevo León hacia México, el valor del trabajo, el valor de la
democracia y el valor de la educación.
Muchas gracias por esta recepción tan amable y tan cariñosa, para mi esposa y para mí, Tlaxcala
sinceramente es la casa de todos ustedes en más de un sentido.
Muchas gracias.
Rueda de prensa con los medios de comunicación acreditados en
Nuevo León. Palacio de Gobierno, Monterrey, N.L.
Pregunta: Señor, ¿nos podría platicar algo sobre este intercambio cultural que se da entre Nuevo
León y Tlaxcala?
JAAL: Hace más de 400 años un grupo importante de tlaxcaltecas, decidió trasladarse al norte de
México para encontrar nuevos horizontes y colaborar con los franciscanos en la evangelización de la
Gran Chichimeca, como se llama entonces a esta parte de México.
Ellos, originalmente fueron 400 familias, cerca de 5 mil personas, viajaron desde Tlaxcala, desde
luego en los medios de comunicación de entonces, que era a través de sus propios pies. En los
Estados de Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes, Zacatecas, Jalisco, Coahuila y Nuevo León,
dejaron algunos asentamientos humanos, continuaron algunos hasta Texas y Nuevo México, lo que
ahora son esos Estados, recuerden que entonces no existían.
Durante tres siglos tuvieron una gran comunicación con nuestros paisanos en Tlaxcala, vinieron
muchas personas y ellos establecieron comunidades en donde se difundían el cristianismo
franciscano, se difundía la agricultura, cultivo de maíz, de la nuez, entre otros, se difundía una
manera de vida comunitaria en donde los propios tlaxcaltecas se daban así su gobierno de manera
democrática y creando organización, de lo que ahora podemos llamar la sociedad civil, como fueron
las cofradías, las fiscalías, las mayordomías.
Los tlaxcaltecas participaron en el establecimiento de esta gran nación que ahora es México, nosotros
pensamos que los habitantes de estas regiones tienen un activo, tienen un capital cultural en esas
raíces que junto con otras muchas forman la raíz cultural de Nuevo León, de Tamaulipas, de
Coahuila, etcétera.
Nosotros pensamos que cuando uno sabe de donde viene es más fácil saber a donde va, y junto con
muchos otros académicos, intelectuales de estos estados hemos hecho varios esfuerzos.
Uno de ellos es el de realizar este evento, el de hacer en él una conferencia de prensa, como ahora
con ustedes, una exposición gastronómica, los invitamos a todos ustedes, a una reunión de los
cronistas de las ciudades que fueron fundadas por tlaxcaltecas, un concurso para los artistas
plásticos a fin de que presenten proyectos para una escultura sobre este fenómeno cultural que sería
instalada en Bustamante, que es pueblo de origen tlaxcalteca, y vamos a establecer también un fondo
con algunos recursos para propiciar la investigación en los académicos e intelectuales, en los
historiadores tan buenos que hay aquí en Nuevo León para que presenten algunos trabajos y puedan
estos ser publicados.
Tenemos también un convenio con otros Estados de la República donde hay este fenómeno, la idea
es buscar antecedentes y elementos que puedan recrear la vida de hoy, porque como bien se sabe,
los seres humanos han vivido experiencias en el pasado que pueden ser también muy útiles para la
vida de hoy, y por otra parte también ha sido legítimo por parte de los seres humanos el buscar cuál
es su origen y aprovechar todos los rasgos culturales.
Así es que nosotros venimos en esta embajada cultural con mucho interés en despertar esta
curiosidad en los habitantes de Monterrey, en Nuevo León, sobre esta parte de sus múltiples raíces
culturales que ustedes tienen y que les han servido para construir esta gran ciudad, este gran Estado.
Pregunta: ¿Nos podría explicar sobre el fondo cultural?
JAAL: Lo vamos a iniciar con un modesto capital de 250 mil pesos, pero conforme vayan llegando los
trabajos vamos a buscar financiamiento público y privado para que no se quede ningún trabajo que
valga la pena sin publicar.
También las universidades han manifestado su interés y solamente estamos esperando que a través
de ustedes se dé a conocer ésto para que tengamos, seguramente, algún éxito.
Pregunta: ¿Dónde sería manejado ésto, en el Estado de Nuevo León?
JAAL:. En el estado de Nuevo León, claro, es para la gente de Nuevo León.
Pregunta: ¿Por parte del Colegio de Cronistas o de la Universidad?
JAAL: Nosotros vamos a poner el fondo y, a través de la Dirección de Acción Cívica del Gobierno
vamos a buscar la participación de otras entidades culturales y educativas.
Este es el detonante de algo que esperamos que con el apoyo de ustedes suene muy bien.
Pregunta: Su Estado es uno de los favorecidos con el programa recién anunciado por el presidente...
JAAL: No, el nuevo programa está destinado a comunidades de niveles de pobreza extrema que no
tenemos afortunadamente en Tlaxcala.
Pregunta: ¿Usted considera que no se regresa al estatismo, al populismo?
JAAL: Yo considero que todo el combate a la pobreza debe estar en manos de los ayuntamientos, no
en manos del gobierno federal, ni en manos de los gobiernos estatales.
Pregunta: ¿Por qué?
JAAL: Porque son las autoridades municipales quienes mejor conocen los niveles de pobreza y a los
ciudadanos que los padecen, entonces hay una mayor precisión en el gasto público cuando se hace
más cerca de los ciudadanos.
Pregunta: Han surgido críticas en el sentido de que es una nueva versión y que va a ser electorero
este programa.
JAAL: Falta mucho para las elecciones, yo creo que sería un programa electorero muy ineficaz, falta
mucho.
Pregunta: Falta mucho para las elecciones, pero el PRI perdió mucho terreno, ¿no será que el PRI
está preparando terreno?
JAAL: Pues eso pregúnteselo al PRI.
Pregunta: A usted se lo pregunto, ¿no lo considera así?
JAAL: No, no tengo una opinión al respecto porque le he dicho a usted con toda claridad que creo
que el gasto público, social debe estar en manos de los ayuntamientos, ése es mi punto de vista.
Pregunta: ¿Así se aplica en su Estado?
JAAL: Así se aplica en mi Estado, exactamente, por eso hablo con esa autoridad moral.
Pregunta: Señor, ¿cómo recibe en Nuevo León el cambio que se vio en cuanto al proceso electoral?
JAAL: Creo que la democracia divierte y dignifica y yo creo que ustedes han hecho una elección
transparente, donde todos los participantes han quedado satisfechos y creo que los que decida el
pueblo de Nuevo León para sí mismo es lo que le conviene al pueblo de Nuevo León, nadie mejor
que el pueblo de Nuevo León para saber por qué autoridades deben votar.
La democracia es el único camino para poder resolver los problemas políticos de México.
Pregunta: Señor Gobernador, en días pasados el señor de Tavira señaló que el señor Salinas, y
Córdova Montoya, fueron los que ordenaron matar a Colosio.
JAAL: Que presenten sus pruebas, yo no soy investigador ni soy fiscal, así que no tendría una opinión
que darle, pero si tiene datos que los entregue.
Pregunta: Señor, el proceso de actividades culturales está llegando, por ejemplo, ahora que se realizó
la visita de ustedes aquí a Monterrey, se están invitando a varios grupos a que lleven su exposición
para allá, ¿qué otras actividades culturales están ustedes interesados en llevarse a Nuevo León?
JAAL: Nosotros queremos, primero, que haya una investigación seria y múltiple para determinar
claramente cómo se llevó a cabo este evento cultural y qué organizaciones sociales se fundaron
desde entonces, qué avances en el arte, la ciencia y en la agricultura se dieron por aquí, cómo esa
actitud de vida austera y basada en el trabajo influyó en el carácter de la gente de Nuevo León de
nuestros días y como los artistas plásticos, los historiadores, los intelectuales pueden recrear todo
ésto para buscar a lo que es lógico del ser humano, satisfacer su curiosidad de todas sus raíces
culturales, de dónde viene su cultura y ver de qué manera puede mejorar la vida del día de hoy.
Este es el propósito, vamos a hacer este concurso, este fondo, la exposición artesanal y
gastronómica, que ya les hemos invitado y a propósito de ésto vamos a seguir trabajando muy de
cerca con la gente que se interese sobre este asunto.
¿Alguna otra pregunta, señores?, con confianza.
Palabras pronunciadas por el Licenciado José Antonio Alvarez Lima,
para inaugurar el ciclo de conferencias de las XIII Jornadas sobre la
Identidad del Noreste.
Centro Estatal de Culturas Populares
Jueves 8 de agosto de 1997
Solamente para agradecer al gobierno del estado de Nuevo León, al señor Gobernador y al señor
Secretario de Gobierno, encargado del despacho, y a todos los funcionarios, su hospitalidad, y dar
paso al conferencista del día de hoy que va a ser don Desiderio Hernández Xochitiotzin. Es un
intelectual muy importante de Tlaxcala que mucho mejor que yo va a disertar sobre estos temas tan
importantes.
Creo que lo mejor que puedo hacer, ya he hablado demasiado esta mañana, es darle paso a nuestro
conferencista para que él nos ilustre sobre el tema tan importante que nos trae aquí a Nuevo León y
agradecerle a todos ustedes su preferencia, y a Nuevo León también todo el buen ejemplo de trabajo,
de democracia, de dignidad y de alegría que le ha dado a México.
Muchas gracias.
Palabras del Lic. Carlos Jesús Gómez Flores, Presidente del Consejo
Cultural de Nuevo León, en la ceremonia de inauguración.
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Hay elementos sustantivos en la historia de nuestra comunidad norestense que se desconocen, mas
no por ello debemos ignorarlos. Las tesis sensibleras que postulan los que se perciben a sí mismos
como neo-hispanos o neosefarditas han sido rebasadas por fantasiosas, ya que no es creíble la
exterminación total de los grupos tribales y la ausencia entonces de un mestizaje primitivo entre los
componentes de estos grupos y los indios madrineros. Si bien no se podría probar en la actualidad el
mestizaje primigenio, ni aún con un DNA en pobladores de ínsulas demográficas como San Miguel de
Mixquitic o San Miguel de Bustamante, tampoco se puede rebatir el hecho de que a partir de la
coexistencia de indios colonizadores y chichimecas surgieron lazos consanguíneos. Lo que tuvo que
ocurrir, por ejemplo, entre los miembros del barrio separado de San Antonio de los Alazapas (grupo
tribal) y pobladores de San Miguel de Aguayo de la Nueva Tlaxcala, actualmente cabecera del
municipio de Bustamante, N.L. y los indios madrineros, llamados así entre otras cosas por permitir el
acceso a la civilización occidental de los antiguos pobladores de Aridamérica, fueron indios nobles de
la República Tlaxcalteca que propiciaron una expansión cultural de su propia identidad, quizá superior
a la expansión hispánica.
Aún así, una gran mayoría de los habitantes de esta geografía, descendientes de los fundadores,
desconocen que por sus venas corre la simiente tlaxcalteca, aunque su tez o talla física no sea la del
hombre promedio de la raza tlaxcalteca; por lo que mi primera reflexión gira en torno a la lamentable
carencia de reconocimiento a la presencia o huella tlaxcalteca como factor trascendente en la
colonización y culturización en las recientes celebraciones del Cuatricentenario de la ciudad de
Monterrey. Y esta omisión, también la debemos subrayar bajo la mística del reconocimiento oficial, ya
que en distintas ciudades de Nuevo León se han levantado monumentos que representan a los
colonizadores españoles, y no hay uno solo que represente a la tlaxcaltequidad. Seguramente esta
tendencia de homenajes escultóricos se repite en otras entidades federativas cuyo poblamiento inicial
fue posible gracias a los tlaxcaltecas.
Sin embargo, y pese a esta ignorancia generalizada, la presencia tlaxcalteca sigue vigente en la
herbolaria, en la cultura del árbol, en las acequias que abrieron con sus manos, en patrones
genéticos donde innegablemente las aptitudes innatas para la poesía, la plástica, el gusto y la belleza
siguen latentes en las tradiciones religiosas, en las costumbres culinarias y en la alegría del ser.
Qué bueno que sea la ciudad de Monterrey, a manera de descargo de conciencia, la plataforma para
que estudiosos del universo tlaxcalteca se congreguen y discutan en lenguaje académico un tema
que ya resultaba inaplazable. Este encuentro que hoy iniciamos y que da marco a "La
Tlaxcaltequidad", XIII Jornadas sobre la Identidad Cultural del Noreste, no se daría sin la confluencia
de voluntades como la de los Gobiernos de los Estados de Tlaxcala y
Nuevo León; Municipios de Tlaxcala, San Miguel de Bustamante: y fundamentalmente sin el espíritu
generoso de hombres y mujeres que arropa los hechos trascendentes. Puedo decir que a partir de
este gran esfuerzo compartido, se revitalizará nuestra mexicanidad y se iniciará en el centro del norte
del país, el camino de la dignificación del noble, visionario y fecundo pueblo tlaxcalteca.
Abrevemos del espíritu guerrero de Xicoténcatl, y de la sabiduría sempiterna de Quetzalcóatl; del
placer por lo bello de la diosa Xochiquetzal, para decir: ¡Alegrémonos, el rito ha comenzado!
Conferencia Magistral del Cronista Desiderio Hernández Xochitiotzin,
"La emigración de los tlaxcaltecas, simiente de la colonización de
Aridamérica".
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Ante todo agradezco a las autoridades de esta entidad, señores gobernadores; a todas las
autoridades de este Estado progresista y tan amado por nosotros desde Tlaxcala, de una manera
muy especial al poeta Carlos Gómez Flores que fue el contacto para esta circunstancia.
Para mi persona no es extraño estar en Monterrey, era más extraño estar en Bustamante. Sin
embargo, en ambas entidades, en estos días hemos vivido intensamente emociones, hemos
convivido de una manera desbordante y paralelamente las vivencias.
Llegamos a Bustamante, tomamos la palabra, según las circunstancias, volvimos al ojo de agua que
es tan importante en estos lugares, más que en otros lugares, en estas zonas desérticas el manantial
es sagrado. El manantial es vida, el manantial es lucha por sobrevivir por las circunstancias
circundantes, por eso fuimos por segunda vez al ojo de agua, allá en Boca de Leones.
También convivimos con las autoridades municipales como lo hemos hecho en otras ocasiones y por
qué no decirlo, con nuestra religiosidad contemporánea, compartimos con el pueblo una
manifestación religiosa con características cristológicas y franciscanas.
Y aquí, en Monterrey, qué no decirlo, fuimos a San Luisito, aunque de raíces potosinas también
tienen raíces tlaxcaltecas; lógicamente no podría dejar de ir a la Purísima a visitar a la Virgen
Chiquita, "la zapaterita"; vivir intensamente estas oportunidades que no se dan todos los días, y luego
agradecer de una manera infinita este tercer encuentro titulado "La Tlaxcaltequidad".
Se habla de mexicanidad constantemente, aun demagógicamente, pero no se había hablado de
tlaxcaltequidad. La historia oficial ha sido muy injusta con nuestra tierra tlaxcalteca. Lógicamente la
voz tenía que surgir lo más hermoso es que ha surgido con resonancias en estas regiones.
En estas regiones que tienen tantas raíces profundamente tlaxcaltecas. Lo bueno es que esas
resonancias no nomás son para la entidad o para las grandes ciudades, son también para aquellas
personas que reconocen sus orígenes tlaxcaltecas. Yo siempre he dicho allá en Tlaxcala, en todas
las oportunidades, que ser tlaxcalteca es tener una gran dignidad, una dignidad verdadera, no
demagógica como eso de los aztecas, porque aztecas nunca hubo, hubo tenochcas, y, de pilón, con
todo respeto, imperialistas.
Es un contraste tremendo con el concepto democrático a la manera prehispánica de Tlaxcala.
Esto lo digo. Quizá a algunos no les parezca bien. Siempre hablo de esto porque es lo que pienso, lo
que vivo, lo que es mi experiencia, con el respeto debido a los historiadores de carrera, a los
académicos, a los doctores, ellos con su técnica oficial, técnica universitaria. Consultan los
documentos de los archivos y consultan los libros, los libros de historia, y, si no me equivoco, aquí
quedan las cosas.
Mi persona ha ido a otros tres aspectos, la historia de todos los pueblos siempre tiene un alto
porcentaje de religiosidad, ¿por qué los conceptos liberales han olvidado este aspecto tan importante
de lo religioso?
Un pueblo sin religión no existe. Nuestros antepasados prehispánicos elementalmente cultos eran
religiosos. Nuestros indígenas durante la etapa novohispana, eran religiosos. Los españoles que
llegaron, ni se diga, también eran religiosos. Nosotros seguimos siendo religiosos. Por qué entonces
la voz oficial de la historia hace a un lado el fenómeno religioso para darnos una historia fragmentada.
Por eso es que yo también estudio el mundo religioso, para entendernos mejor en el pasado y en el
presente.
Otro aspecto muy interesante es la tradición verbal, los historiadores interpretan la historia en cada
época, según su criterio político, ideológico, etcétera, de un bando o de otro bando, inclusive dentro
del mundo religioso. Pero la tradición, la tradición verbal, la tradición de padres a hijos es la mejor
expresión, es la conservación de los grandes acontecimientos de la comunidad.
Quizá no sea la gran historia, pero es la historia local: la historia familiar; el acontecimineto de la
Plaza de Armas; el crimen famoso; el hombre predilecto; el hombre que se ha sacrificado por los
demás; es la memoria viva y justiciera de los pueblos. .
Todo esto viene al acercarse uno a la historia, yo no soy historiador. Yo soy un hombre que en un
momento dado me comprometí a pintar la historia de Tlaxcala y así empezó todo. ¿Cómo y por qué
sucedieron los acontecimientos tantas veces falseados? El hombre habla: camino a los archivos que
encontró cerrados para no decir cosas más desagradables.
Compró libros o los consultó en las bibliotecas, contradictorios con el mismo principio, por estas
pasiones que nos han hundido tanto en nuestra historia.
Recurrí a los viejos, a los hombres viejos de los pueblos, y me hablaron con esa verdad con la que
les estoy hablando a ustedes, me dijeron: -Ten cuidado de lo que estás oyendo, busca la verdad en
estas palabras adornadas por la pasión de los hijos del pueblo.
Y así, entre neblinas de historia o entre oscuridades y contradicciones, fui entendiendo cómo caminar.
Todos los pueblos han sido apasionados en su momento histórico. Allá en el mundo prehispánico
encontré que los texcocanos exaltaron los valores de Texcoco.
Los tenoxcas exaltaron los valores de Tenochtitlán; los chalcas igual, los tlaxcaltecas también.
en ese descubrimiento mi persona entendió que debía reconocer todos esos testimonios, porque en
medio de ese maremagnum, había algunos lineamientos generales; y así lo hice y me fui acercando a
la verdad histórica.
¿Por qué lo hice?, no quiero ser un hombre que hable de más. Hacer un mural es hacer una historia
para el pueblo de hoy, y, como digo, del mañana y de pasado mañana, hay que tratar de dejar
testimonio en el mural, hasta donde sea posible tratando de alcanzar la verdad histórica. Esa
responsabilidad que aprendí de mis padres cuando trabajé la artesanía. En una ocasión me dijo mi
padre: "los clientes no saben lo que quieren, pero nosotros sí sabemos lo que el cliente quiere,
seamos honrados con ellos que han puesto su confianza en nosotros"; mi padre trabajaba la herrería
artística, la hojalatería artística y la orfebrería, y recordé esas palabras y por eso mi obra tiene pocas
horas de pintura, pero muchas horas de investigación, lo digo con orgullo y con alegría. Muchos han
querido refutar mi trabajo plástico y no han encontrado los argumentos, porque han leído las historias,
y otra vez discúlpenme las historias, oficiales, o escolares o noveladas, y no han ido al fenómeno
humano, como mi persona lo ha intentado.
He ido al lugar donde se realizó el fenómeno histórico. He subido a la montaña para ver si
ciertamente ahí había un teocalli. Para ver desde ahí cómo se veía el paisaje que vieron nuestros
antepasados. Me he asomado al Popocatépetl antes de que éste hubiera escandalizando a los
capitalinos.
Varios me ha dicho: "maestro ¿usted qué opina del volcán?". No se preocupen, no pasa nada. Hace
miles de años que está echando humo y por eso se llama Popocatépetl, cerro que humea, ¿de qué
nos asustamos?.
En uno de mis murales está pintado el Popocatépetl con sus fumarolas, el tema histórico es 1505. En
estas circunstancias llegó un momento para mí muy importante, que me permitió regresar a Tlaxcala:
el poeta Tlaxcalteca Miguel N. Lira, había sufrido en carne propia como tantos de nosotros, esa
leyenda negra que inventaron los liberales después de la independencia: "Los tlaxcaltecas traidores
se aliaron con los españoles y traicionaron a México". ¿Cuál México?. Si no existía México, ¡por
favor!. Lo que existía era un territorio con tribus autóctonas que estaban constantemente peleando o
defendiéndose, como en el caso de Tlaxcala.
Por cierto el poeta me dijo lo siguiente: "Desi"..., Mi nombre es Desiderio, entonces, "de-si, haznos un
mural". Se refería a un panel. "Posiblemente sea la obra que nos dejes". Y empezó mi trabajo.
Empezaron mis dudas; empezaron mis estudios; empezó mi gloria y mi calvario que no ha terminado.
Pero entre más se estudia, entre más se asoma uno al pasado crecen las interrogantes. Tratando de
ser corto en el tiempo: los tlaxcaltecas vivieron 62 años peleando contra el imperialismo tenochca,
encerrados en esa muralla militar para capturarlos como víctimas y llevarlos a su Dios en la piedra del
sacrificio.
De esos 62 años estudié hasta donde fue posible, sus rasgos característicos. Este descubrimiento me
ha dado grandes satisfacciones y por eso estoy contento en Tlaxcala con todas las limitaciones
económicas, de gloria, de aplauso y demás. No me quejo porque he recibido enormes homenajes en
Tlaxcala,, por las autoridades y el pueblo. Pero no es lo que otros tienen, o lo que los otros han
hecho. Que un museo; que van a Londres, que van a Nueva York y que pasean su gloria, no me
interesa eso. Lo que me interesa es estar al servicio del pueblo, hoy y después de hoy, dándoles lo
que tienen que recibir para todos los tiempos. Precisamente la historia de esos 62 años en los que los
tlaxcaltecas fueron autosuficientes en esa tierra, también pobre en sus regiones; peleando por todo el
redondel del territorio que más o menos es la entidad actual.
Ahí también, éso los hizo concebir un gobierno que es mezcla de paternidad o patriarcalismo, pero
también de democracia, un gobierno que se reparte el poder entre los grandes para felicidad de ellos
y de todo el pueblo, ahora se llama democracia —con otra disciplina—. En esa época se llamaba
señorío.
En esos 62 años instituyeron sus dioses, instituyeron sus sociedades, crearon lo que podríamos
llamar su nacionalismo. Por eso cuando llega Hernán Cortés, los tlaxcaltecas estaban unidos, era una
nación. Pero el talento de Cortés le permitió ver que esa nación era orgullosamente libre. Y pidió
permiso para pasar por Tlaxcala, y como había 4 autoridades mandó a 4 embajadores para que
dialogaran con los 4 grandes señores.
Los tlaxcaltecas pelearon porque creían que era una estrategia tenoxca y el primero de septiembre de
1519, en el primer contacto militar, los tlaxcaltecas derribaron el mito de que los intrusos eran dioses.
Dieron muerte a hombres y sobre todo a los animales, a la famosa yegua de morón se le separó la
cabeza del cuerpo de un solo macanazo. El cadáver fue a los altares para gloria de sus dioses y
comunión del pueblo: para perderles el miedo a estos seres y adquirir sus fuerzas.
Cortés peleaba con las armas y con la diplomacia, y se había enterado de que los tlaxcaltecas
esperaban una alianza divina, y, Cortés siguió bombardeando que él era quien venía a aliarse con
ellos, para que se hicieran fuertes y unidos.
Por eso es que cuando se realiza la alianza hispano-tlaxcalteca, se realiza también étnicamente, se
hacen amigos, se hacen parientes, y ya juntos van a Tenochtitlán, regresan de la Noche Triste y
después, retornan a la conquista de esta ciudad.
Después de eso vienen las otras conquistas militares y los tlaxcaltecas van al norte, al sur, hasta
Guatemala, a El Salvador y a las Filipinas, y llegan hasta Texas. Pero llegan a mediados ya del siglo
XVI, los españoles han llegado hasta Zacatecas y han descubierto las minas, pero los indígenas
autóctonos de esta región de zacatecas asaltaban los presidios, es decir, las pequeñas colonias
militares de los hispanos.
Los antepasados eran crueles, se quedaban con las señoras de los españoles y les daban muerte a
los españoles. Se llevaban a los niños para integrarlos a su comunidad. El gobierno español acordó
comprar a los indios muertos, un precio por cada cabeza de indio muerto, de indio rebelde; surge
entonces esa gran figura de Miguel Caldera, mestizo zacatecano, y pide a la colonia 2 mil indios del
Valle de Anáhuac, hoy llamado México, y del Valle, hoy llamado Nueva Tlaxcala, para ser indios
madrineros y enviarlos a tierras desconocidas.
Es así como llegan nuestros antepasados a esta región del noreste en el año de 1591; habiendo
salido el 6 de julio de Tlaxcala. Lo importante y lo que quiero hacer hincapié, es que habían pasado
72 años de mestizaje civil, religiosa y militar. Los franciscanos habían enseñado a los tlaxcaltecas la
cultura occidental y el cristianismo; los habían enseñado a ser abogados, defensores de sus
derechos, conocedores de la cultura occidental.
Habían aprendido ya los nuevos valores hispanos, la presencia de los caballos, la presencia de los
burros, la presencia de los toros, la presencia de los borregos, las cabras, de los frutos, de la
manzana, las naranjas, la caña de azúcar. Los tlaxcaltecas habían conquistado para sí el trigo,
habían enriquecido sus elementos nutricionales, pero lo habían enriquecido de tú a tú, no como
esclavos, porque los tlaxcaltecas encontraron un respaldo hispano, inclusive la colonia española les
otorgó el derecho de ser primos del rey. A un tlaxcalteca no se le podía enjuiciar si no había de por
medio una autoridad de España.
No podían enjuiciarlo ni la iglesia, ni los militares, ni los civiles. Habían aprendido a gobernar ya con el
criterio que hoy tenemos de municipio, el municipio castellano que tiene una gran herencia en
Tlaxcala y después en la República.
Todo eso se hacía. Muy largo ir detalle por detalle. Los tlaxcaltecas ya eran plenamente mestizos y
por eso les llamaron indios madrineros, o indios padrineros, porque tenían el proyecto que al llegar a
esas tierras se iban a juntar con los autóctonos, que en algún caso sucedió. Porque los derechos que
traían les permitían tener y defender las tierras que ellos habían venido a labrar. Trajeron el arado,
trajeron el servicio de las aguas, la irrigación, es decir, sus conocimientos indios, prehispánicos y, los
nuevos conocimientos hispánicos, fusionados.
Y esas 400 familias se repartieron en 4 grupos, según la voluntad hispana, y fundaron las primeras 4
colonias. La línea que corresponde a esta zona es la del señorío de Tizatlán. Llegaron a San Esteban
de la Nueva Tlaxcala.
Los españoles, particularmente Cortés, inventan la frase, "Nueva España". Los tlaxcaltecas "La nueva
Tlaxcala". Aquí cerquita está San Miguel de la Nueva Tlaxcala, hoy Bustamante; a un lado de esta
ciudad está Ciudad Guadalupe, colonia de Tlaxcaltecas.
Esta esencia que es muy importante, de cómo llegaron, en un trabajo que yo escribí decía que
dejaron sus sementeras en jilote, se desprendieron de la Malintzi, para nunca más volver a verla; pero
tuvieron el valor de sembrarse en la tierra a donde llegaron; se hicieron hijos de estas tierras. Algunos
regresaron, pero los demás no. Muchos murieron bajo esa aventura y los descendientes, de los que
viven, muchos están presentes.
¿Qué tan difícil fue reintegrarse a un paisaje diferente?. Entregarse, sembrarse, evolucionar y estar
tantos días, hasta que viene la etapa triste y desagradable de los Borbones: cuando inventan las
nuevas autoridades, las Intendencias, y luego, cuando llega el liberalismo con las Leyes de Cádiz. Al
indio, con el pretexto que todos sean iguales, le quitan sus propiedades y, desaparecen el respeto a
las leyes que había otorgado la Corona Española. Para concluir. Quiero decirles que Fray Jerónimo
de Mendieta, cronista de la Orden Franciscana, asienta que también vino aquí el cronista civil Diego
Muñoz Camargo, y creo que Fray Jerónimo de Mendieta también tuvo algo que ver, y mis
conclusiones son las siguientes:
¿Qué intervención tuvieron los franciscanos?. A esas alturas de 1591, en Tlaxcala ya había 11
conventos franciscanos, hoy diríamos 11 universidades de cultura liberales y universidades de cultura
relacionados con el campo y las artesanías.
El convento grande de Tlaxcala, de Santa María de la Asunción, que se fundó en 1524; cuando
salieron los tlaxcaltecas tenía 67 años de trabajo, de integración, de oficios, y abarcaba 5 grandes
pueblos, donde los franciscanos tuvieron la suerte de entender la religión del indio y de transferir el
culto idolátrico por un elemento cristiano paralelo a las necesidades.
A Tláloc lo hicieron a un lado, pero ahí está San Isidro Labrador.
Toci, abuela de los dioses prehispánicos, desapareció su culto, pero ahí está Nuestra Señora Santa
Ana, y así sería muy largo hablarles de todos y cada uno de estos pueblos y de estas deidades.
Porque los franciscanos de los 11 conventos habían trabajado en 65 pueblos, con este sincretismo y
con esta minuciosidad. Y antes de que salieran los tlaxcaltecas firmaron las capitulaciones,
documento que hoy diríamos contrato de la República de Tlaxcala con el Rey Felipe II, a través del
Virrey Don Luis de Velasco. Por eso es que lograron sobrevivir junto con sus costumbres esos años.
Finalmente y de una manera sencilla lo que sobrevive de los tlaxcaltecas es, fundamentalmente la
cultura y parte de la civilización. Cuando hablo yo de cultura me refiero a la poesía, la literatura, las
artes sublimes, la música, la danza; todas ellas manifestaciones del espíritu.
Cuando hablo de civilización, me refiero a la calidad de vida. Hoy, viajar en un avión o andar en
bicicleta, hacer los frijolitos en una olla express, esa es la civilización. Pero hacerlos con todas las
cosas antiguas, esa es cultura.
Civilización es ir al supermercado y comprarlos en una bolsita de plástico y echarlos en un, para qué
digo más, eso no es cultura, eso es civilización: se hace el alimento en dos minutos, pero no saben ni
con qué se hace.
Cuando visitamos estos pueblos, y mi persona que casi conoce todas las colonias tlaxcaltecas de
estas regiones y otras poblaciones, Saltillo ni se diga, siempre ha cantado su grandeza tlaxcalteca.
Otras ciudades se hacen de la vista gorda y se olvidan de sus orígenes tlaxcaltecas.
Finalmente, quiero agradecerles este trabajo, esta reunión, y sobre todo el nombre de
Tlaxcaltequidad, la cultura de Tlaxcala. Tlaxcala es una serie de etnias pero Tlaxcala es cultura: "Lo
que sobrevive entre nosotros, en estas tierras, son sus valores espirituales y culturales".
Muchas gracias.
Conferencia Magistral del Maestro Armando Fuentes Aguirre "Catón",
sobre la tlaxcaltequización en Coahuila.
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Muchas gracias.
Hace unos días, un sacerdote de esta ciudad me llamó por teléfono a mi casa, la de ustedes, en
Saltillo, y me dijo que iba a ir a Tierra Santa, algo debe haberle ocurrido porque yo lo estuve
esperando en Saltillo y nunca llegó.
Con eso quiero decirles que yo vengo de esta ciudad, Saltillo, que es lo mismo decir que vengo un
poco de Tlaxcala, de ahí soy yo también, y confío en que la infinita misericordia de Dios, y el tino de
mis antepasados, haya puesto en mis venas algo de la misma sangre que corre por las del maestro
Xochitiotzin.
Santa es mi tierra, todas lo son, ésta, aquélla, las otras, y si algo tenemos de santidad los hombres es
esa, estar hechos de tierra, del suelo. Para aquellos que, en el cielo no creen mucho, nos viene la
santidad, otra más no la necesitamos, nos hermana la común maternidad de nuestra tierra, si de ella
estamos hechos, de ella debernos hablar.
Esta ciudad, la mía, Saltillo, fue fundada, todo lo indica, en el año de 1577. La hicieron primero gente
de la Europa, Alberto del Canto. Nuestro padre primero fundador, era de Portugal, nació en la Isla
Terceira, pero quizá tenía sangre de Inglaterra, su apellido Canto tiene resonancia del Kent, de los
ingleses. Llegaron los europeos, venían del desierto, y se toparon de pronto con un oasis que tenía
en el centro un salto de agua pequeñito. De ahí el nombre de mi ciudad, "Saltillo", etimología de a dos
por cinco, es cierto, pero díganme ustedes otra mejor. Se enfrentaron a aquellos bravos, bárbaros
gallardos, que poblaban las serranías que circundan, como en un magnífico peristilo, mi ciudad.
Nombres resonantes conservan esas alturas, Zapaliname se llama la primera: quizá el nombre de
alguno de aquellos caudillos de tribus que se acabaron pero no se rindieron. Todavía en 1841 hubo la
indiada grande, aquellos belicosos aborígenes irreductibles, que nunca bajaron la cerviz para
someterla al yugo de los hombres nuevos, bajaban de vez en cuando de sus riscos y atacaban a la
naciente población.
La indiada grande del 41 costó la vida de muchos buenos saltillenses, entre ellos mi ancestro, don
José María Goribar Aguirre, que murió defendiendo a su ciudad. En armas debían vivir aquellos
primeros pobladores y por eso la plaza de la ciudad, cuyo nombre oficial es el de Independencia, se
sigue llamando "Plaza de Armas": porque ahí pasaban revista aquellos soldados labradores, que en
una mano llevaban la mancera del arado y, en la otra, desenfundada y presta la tizona.
Hubo necesidad, entonces, de proponer ejemplo de paz y mansedumbre a aquellos bravos bárbaros
gallardos, la idea fue quizá de Francisco de Urdiñola. El 13 de septiembre de 1591 llegaron los
tlaxcaltecas a Saltillo. No sé por qué no celebramos esa fecha con encendido amor, pues si nuestros
padres estaban ya en Saltillo, entonces llegó la madre nuestra porque es Tlaxcala, nuestra otra mitad,
no la más cara ni la más querida, porque amamos por igual nuestra raíz hispánica y nuestra radical
esencia indígena, pero sí la que más huella nos dejó en sentimientos y en estilo.
A Francisco de Urdiñola, quizá, se le ocurrió la idea de que si se traían indios pacíficos los belicosos
mirarían su ejemplo y se someterían a la paz, por eso llegaron a nuestra tierra aquellos indios venidos
del corazón de México. 400 venían, afirma una leyenda que todos, sin excepción descendían de
Xicoténcatl que tuvo, al decir de la leyenda, lo mismo que Salomón, 500 esposas y 500 concubinas.
Alguien ha preguntado ¿qué les daría de comer?, yo más bien, con sana envidia, me pregunto ¿qué
comería él?. Al frente del tlaxcalteca saltillense venía don Buenaventura de Paz, dije "don" porque los
tlaxcaltecas venían investidos de señorío y dignidad, podían usar el "don" igual que los hidalgos
españoles.
Qué generosidad la de los padres nuestros venidos de la España. Mientras otros juzgaban que el
indio mejor era aquel muerto; mientras otros los redujeron a ghetos, reservaciones o colonias, los
españoles, tan deturpados por la leyenda negra, se fundieron con ellos. Del pueblo aborigen tomaron
sus esposas, les dieron trato igual. Hubo abusos, es cierto, ¿en qué conquista no los hay?, pero aquí
estamos nosotros, testimonio mejor de un pueblo que no hizo desaparecer a su vencido, sino que lo
alzó con él en una dignidad de mestizaje, fruto maravilloso del cual nosotros somos hijos.
Por eso ni mixtificado indigenismo, ni hispanismo, es no, por eso España y los pueblos originales de
esta tierra fundidos en un producto generoso, que es esta patria nuestra, tan antigua y tan nueva.
Llegaron los tlaxcaltecas a Saltillo y se les dieron tierras, junto a la villa de los españoles. En Santiago
del Saltillo se fundó, sólo calle de por medio, el pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Los
dividía una acequia que corría por la que hoy es la calle de Allende, de esa hacia el oriente la villa de
los Españoles, de esa al lado por donde se pone el sol, el pueblo tlaxcalteca.
Por eso el cerro que está al occidente de Saltillo, se llama así, cerro del pueblo, y no como afirma la
mala esencia, porque más de la mitad del pueblo haya sido engendrado ahí bajo la tentadora
invitación de, "ven mi vida, vamos a ver las lucecitas de Saltillo desde el cerro del pueblo".
Llenaron de verdura los tlaxcaltecas a mi ciudad, todavía hoy, en estos días nuestros, si volamos
sobre la ciudad veremos del lado que fue de los de Tlaxcala, gran verdor, y del lado de españoles un
cuasi desierto. Aquellos padres nuestros tlaxcaltecas eran laboriosos, plantaron aquellas huertas
umbrías que todavía en los años de mi niñez eran un deleite. A ellos debemos perones y membrillos
de donde se saca la dulcísima pulpa que sirve a las galanas señoras saltilleras para hacer la
riquísima cajeta; esa que hace decir que "en Saltillo, el que no es poeta hace cajeta".
Por más que se haya perdido la vieja tradición, y ahora las nuevas generaciones confundan los
extremos, como aquel muchachil lo que pensaba que Manuel Acuña fue pelotero de béisbol, porque
leyó en el pedestal de su estatua la inscripción "al vate Manuel Acuña".
Cuánto no les debemos a los tlaxcaltecas; calles aún llevan su nombre, tenemos en mi ciudad la calle
de Xicoténcatl, tenemos la calle de Moctezuma y la de Ahuízotl, la de Mixcoac y Penquita, todas esas
calles están del lado poniente de Saltillo.
Muchas de mis gentes llevan en sí los rasgos tlaxcaltecas. Tengo en mi biblioteca un hermosísimo
retrato que pintó en 1891, tres siglos justos después de la llegada de los tlaxcaltecas, el pintor
saltillense Antonio Costilla. Él era pintor oficial, los retratos de los alcaldes y los gobernadores los hizo
él, pintaba por encargo; pero, me contó aquel, de cuya mano adquirió ese cuadro, que está en mi
biblioteca ahora. Una vez Antonio Costilla pintó a la muchacha que era criadita del gobernador Miguel
Cárdenas, y, en ese rostro de muchacha joven está la belleza de aquella raza pura bendecida por el
contacto con la tierra: ojos grandes, hermosos, de negro color profundo y luminoso, ancha nariz,
labios carnosos; el rostro redondeado; la mejilla rica y una suave sonrisa que deja en mueca la de la
Gioconda.
Muchos saltillenses conservan aún esos rasgos, todavía en mi niñez oía la palabra "teco", usada para
designar a aquellos que venían de rama tlaxcalteca. Los merenderos de Saltillo, los que están por el
rumbo de los panteones, son de gente de Tlaxcala, conservan aún los rasgos y hacen todavía el
sabrosísimo pan de pulque, gala y orgullo grande de Saltillo, anticipo de delicias paradisíacas, y nos
dejaron el sarape, cuanto más bello cuanto que para nada sirve, en eso está su belleza.
El sarape no es tilma ni es quexquemétl, ni jorongo, ni manta, no es para cubrirse del frío, para
taparse del sol, para embozarse; el sarape, como todo lo bello, es nada más para lucirlo, para
mostrarlo como espléndida joya. El charro se lo ponía sobre el hombro; en las viejas casonas
saltilleras estaba desplegado sobre el piano alemán con candelabros; era prenda de lujo. Hay un
refrán "Nos veremos en el baratillo sarape de Saltillo", eso quería decir que aún lo de más lujo, aún lo
más valioso en este mundo tiene que descender a humilde extremo, en ese refrán el símbolo de lo
lujoso y de lo caro es el sarape.
Ese sarape que nos enseñaron a hacer nuestros antepasados tlaxcaltecas. Ese sarape que recoge
todo el sol y todos los arcoiris del mundo y los hacen quedarse quitecitos en sus pliegues para deleite
del corazón y de la vista.
No se consiguió el sabio deseo de Urdiñola, el ejemplo de mansedumbre de los tlaxcaltecas no caló
en la hirsuta conciencia de aquellos hombres aborígenes que se acabaron, pero libres.
Desaparecieron sin dejar huella de su presencia en este mundo; no hay restos de ellos,
arqueológicos ni cerámica; apenas, lejos, algunos petroglifos y pinturas rupestres desvalidas.
Lo que sí quedó fue Tlaxcala, está en mi ciudad, vive en ella. En una hermosa estatua se simbolizó la
presencia de los tlaxcaltecas, está en ese monumento el conquistador de España con su pendón, el
tlaxcalteca con el suyo, y en medio, como fusión de amor, un misionero que acaricia con ternura a
una pequeña niña que representa aquello que desapareció, los pueblos aborígenes.
De toda esa materia estamos hechos: tal es nuestra identidad. Somos de Saltillo, o de Monclova, o de
Monterrey, o Bustamante, ahí va la huella que no se borra nunca, porque está hecha de carne que se
va renovando cada día en hijos nuevos.
Vamos perdiendo cada día nuestra identidad, estamos amenazados de extranjerismo. No se trata de
volvernos ínsulas con ancoras puestas en el pasado inerte, no, pero se trata de no perder la raíz,
porque aquél que la pierde, con ella también pierde su fronda y no puede dar frutos. Esto que
hacemos no es ejercicio vano, la presencia de estos hombres tan sabios, de Xochitiotzin, de Israel
Cavazos, de Gómez Danés, de todos los que toman aquí la palabra, no es estéril erudición, ni
infecundo ejercicio, es voz de alerta. Es invitación a hacer lo que Anteo, aquel gigante mitológico
descalzo, del contacto con la tierra sacaba su poderosa fuerza para aniquilarlos, Hércules debió
levantarlo, sostenerlo entre sus membrudos brazos y no dejar que Anteo pusiera sus pies en la tierra,
porque si lo dejaba, de la tierra iba a sacar su fuerza nueva, y murió. Es símbolo de la mitología
porque no pudo ya tocar su tierra. No muramos nosotros, toquemos con amoroso tacto nuestro suelo,
sea telúrica nuestra fuerza; con ella vivifiquemos la sangre de nuestro corazón. Amemos más a
México que tanto nos da cada día y al que nosotros, a veces, le regateamos todo.
Pongamos los ojos en nosotros mismos, reconozcámonos tlaxcaltecas y españoles, porque al hacerlo
nos vamos a reconocer mexicanos.
Muchas gracias.
Conferencia del Maestro Israel Cavazos Garza, sobre la presencia
tlaxcalteca en el Nuevo Reino de León.
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Desiderio Hernández Xochitiotzin, nos ha hablado de esta capitulación celebrada por el Virrey Luis de
Velasco con la República de Tlaxcala para que viniesen 400 familias al norte.
De sobra son conocidas las referencias de cómo salieron de aquellos 4 barrios de Quiahuixtlán,
Tizatlán, Ocotelulco y Tepeticpac, ante la presencia de Gregorio Nacianceno, Gobernador
Tlaxcalteca, aquellas gentes.
Arrancarlos para situarlos en otro medio, que terrible debió haber sido espectacular aquella salida, no
cabe duda, la idea era formar en esta barrera de Mesoamérica formar una cadena de pueblos que
ayudara a la colonización del norte.
Yo he pensado mucho que si los tlaxcaltecas fueron decisivos para la obra de Hernán Cortés, lo
fueron indudablemente para la colonización del Norte y en particular para la del Noreste, sin ellos no
hubiera sido posible esta colonización, porque el indio de acá no se domeño en la forma verbal
antigua, como el del centro y el del sur ante el español, sino que era indómito y difícil de someter.
De suerte que con esta cadena de pueblos, entre los cuales podemos citar a San Miguel de Mixquitiq,
Vanegas, Venado, Guadalcazar, Santa María de los Rebozos y San Luis Potosí, convertida más tarde
en ciudad, y de la que nos hablará el padre Rafael Montejano y Aguiñaga con maestría extraordinaria.
Se formó esta barrera verdaderamente benéfica para este nuevo tipo de colonización, y ya sabemos,
nos lo ha dicho Fuentes Aguirre, como San Esteban del Saltillo es el último eslabón de esta cadena
que sirviera de barrera en la tarea colonizadora.
Es muy importante subrayar el hecho ya referido, sobre los privilegios con que fueron investidos los
tlaxcaltecas en esta capitulación: no solamente podrían anteponer el título de "Don" a su nombre sino
que podrían montar a caballo, que parece trivial esta referencia, pero montar era para caballeros, de
ahí la palabra.
También podrían usar armas, ya que estaba estrictamente prohibido que las usaran, podrían también
recibir mercedes de tierras como los colonizadores, en fin, muchos privilegios, tantos como los
caballeros e hidalgos de casa y solar reconocidos de la vieja prosapia española.
Entonces, ya en San Esteban es muy importante, aunque en una rápida mirada, el tiempo así lo
exige, ver cómo se bifurcan por esta zona.
Quizá y no quizá, sino la primera proyección es un poco hacia occidente, muy cercana a Saltillo, para
establecer un pueblo, una misión que era obra de los padres jesuítas, Santa María de las Parras, este
pueblo habría de ser de suma importancia para la vida económica y social de lo que ahora llamamos
"La Laguna", esta fundación, 18 de febrero de 1598, dentro de pocos meses irá a cumplir Parras 400
años; las viejas haciendas antecedentes de esta fundación están cumpliéndolos ya; la hacienda de
San Lorenzo de los Vinos los cumplirá el 19 de agosto próximo, pero estas haciendas no eran más
que del valle de Santa María de las Parras, pero el pueblo indígena era otro pequeñito encerrado en
una sola legua en cuadro.
La Fundación de Santa María, del Padre Agustín de Espinosa y de Antón Zapata, redactada en un
acta que podemos ver en el Frontis de la Parroquia de Parras, es sumamente interesante.
Pero vamos a ver cómo van entrando sumamente temprano hacia diversas regiones de Nuevo León
estos colonizadores tlaxcaltecas, verdaderamente admirables, no cabe duda, por el sur de Nuevo
León, y de ellos veo en el programa que también nos hablará en detalle Monseñor Gómez Danés, en
el sur hay dos misiones muy antiguas, ahora poblaciones florecientes San José de Río Blanco es
establecida en 1626, y que muy pronto va a convertirse en la misión de San José de Río Blanco, y
más arriba Santa María de los Angeles de Río Blanco, (ahora municipio de Zaragoza y Aramberri en
el sur de Nuevo León).
Se ve claramente la presencia tlaxcalteca en estos lugares muy temprana en el sur del Nuevo Reino
de León.
Avanzando en el tiempo y a riesgo de ser pesados en la cronología, el cronista Alonso de León, que
concluyó su historia en 1649, nos cuenta cómo el gobernador Martín de Zavala lo comisionó para
fundar muy cercana a la Villa de San Juan Bautista de Cadereyta, aquí al oriente de Monterrey, un
pueblo. Todos irían a tener el apellido de Tlaxcala, de San Juan de Tlaxcala, y él lo establece en
1648, lamentablemente es una zona región sumamente peligrosa y no logra prevalecer, a los dos
años los indios bárbaros dan sobre el pueblo, incendian, matan a muchas mujeres y niños, y el
pueblo desaparece.
Es la primera huella ya formal de un pueblo pensando en la expansión del Nuevo Reino de León. Y
otra vez al sur, aunque un poco más tarde, hay un lugar verdaderamente interesante de estudiar, se
llamó San Antonio de los Llanos. Ahora es Hidalgo, Tamaulipas, porque en la colonización del Nuevo
Santander, ya en el siglo XVIII, José de Escanden, un tanto abusivo, se metió a la nueva jurisdicción
del Nuevo Reino de León, por ese lado, y pasó a ser de la jurisdicción del Nuevo Santander, San
Antonio de los Llanos.
Yo me quedo profundamente admirado cómo en el Archivo Municipal de la Ciudad de Monterrey, que
es a la vez archivo del Nuevo Reino de León, vemos constantemente infinidad de documentos
tlaxcaltecas en los que están pidiendo mercedes de tierras hacia esta zona. Ellos son los
colonizadores de aquella parte tan peligrosa.
Se ve claramente, por medio de estas mercedes, como si fuera un rompecabezas, cómo se van
situando las piezas y cómo se va dando el proceso de la ocupación del suelo.
Luego, San Antonio de los Llanos, fundación de un apóstol laico, el general Fernando Sánchez de
Zamora, cronista también del Nuevo Reino de León; para la protección de ganaderos que van a estar
entrando con sus grandes rebaños hacia esta zona.
Bueno, ya hacia el norte van a aparecer también pequeños manchones, llamémoslos así en el
término poblacional de pueblos tlaxcaltecas. Hay uno mucho más temprano que el de Bustamante, tal
vez hacia mil seiscientos setenta y tantos, no he logrado precisar la fecha, en la rivera norte del Río
de la Pesquería Grande, que también se va a llamar San Juan de Tlaxcala.
Se conocen muchísimos datos acerca de este pueblo, de su organización, pero lamentablemente
está en una zona sumamente peligrosa en el Río de los Cuanales, indios terribles que difícilmente
toleraban la presencia de extraños, y el pueblo desaparece.
Este es otro pequeño avance, frustrado si se quiere, pero ahí está. Continuaron otras fundaciones,
ustedes estuvieron ayer, -yo no tuve este privilegio-, en San Miguel de Aguayo, hoy Bustamante: ¡qué
increíble de que hayan entrado allá los tlaxcaltecas!
Es indudable que la penetración fue por el rumbo de Saltillo y cruzando el desierto encontraron esta
zona verdaderamente espléndida; muy rica en aguas en la Boca de los Leones, así se llama el puerto
de la serranía que comunica hacia Monclova, la puerta que Luis de Carvajal pasó había usado
muchos años antes.
Y con permiso del Gobernador, Marqués de San Miguel de Aguayo, los tlaxcaltecas se establecen ahí
en 1686. La historia es sumamente conocida, entonces no vamos a profundizar en ella, solamente
vamos a subrayar el hecho: la extraordinaria importancia de que también fue puesto de protección,
frontera para los asaltos de los indios hacia esta zona.
No cabe duda que esto fue sumamente benéfico para el Nuevo Reino de León. Poblar en el norte era
un suicidio pasando el aeropuerto antiguo hacia Camino a Laredo, era un suicidio ir en la primera
mitad del siglo XVII, ir a poblar allá.
Entonces, eso era un verdadero servicio al Rey pero además ellos son los descubridores de metales,
ellos descubren los yacimientos mineros de esa zona y propician a que entren los españoles a
colonizar y a dar lugar a que se pueble lo que se llamó muy pronto, en 1688, San Pedro de Boca de
Leones, hoy Villaldama, Nuevo León, pueblo delicioso, ciudad ahora. Irónicamente Villaldama como
Villahermosa o Villa Acuña, que por mucho tiempo fueron villas siendo ciudades, nunca me he
explicado ésto. La minería propicia también la ocupación de esta población de San Miguel de Aguayo,
otro real de Minas extraordinariamente importante, un poco más abajo de San Pedro de Boca de
Leones: el de Real y Minas de Santiago de las Sabinas, hoy Sabinas, Hidalgo; ciudad sumamente
próspera, también sobre la actual carretera a Laredo. Otro pueblo lo sería el de San Juan de Tlaxcala,
también sobre la ribera del río de la Pesquería. Aquél desaparecido, del que hablamos hace un
momento, ahora muy cerca del Cerro de Camajac, muy próximo al municipio de Higueras, entre el
municipio de Higueras y el de Zuazua, Nuevo León.
Abajo de la cabecera municipal actual de Zuazua está un pequeño lugar que se llama Carrizalejo.
Hemos visitado el lugar, se ven vestigios de la capilla antigua; de los cimientos de algunas
construcciones y, es voz popular que ahí estuvo el asentamiento del pueblo de San Juan de Tlaxcala,
también posterior al de San Miguel de Aguayo, del año de 1688 en adelante.
Este pueblo desapareció, pero no desapareció en el siglo XVII, todavía lo vemos florecer hacia 1714 y
1715, es decir, que tuvo una existencia de más de 20 ó 25 años. Valdría la pena que investigadores
jóvenes se dedicaran, a ver estos papeles que nos hablan de esta riqueza documental que se
conserva sobre estos pueblos.
Los tlaxcaltecas que ya avanzaron hacia esta zona de San Miguel de Aguayo tienen mucho que ver
en la penetración y en la estabilización definitiva de lo que habría de ser Santiago de la Monclova;
con diversas fundaciones, las conocemos desde el siglo XVI, desde luego la segunda mitad del XVII,
hasta que Alonso de León, el hijo, funda la Villa de Santiago de la Monclova. Pero no lo hubiera
podido hacer si los tlaxcaltecas no establecen antes el pueblo de San Francisco. Quienes hayan
estado en Monclova ven la cabecera municipal e inmediatamente hacia el norte, el pueblo de San
Francisco de Tlaxcala. Está como una huella pero, como lo decía Catón, nuestro amigo, hasta con
olor a pan y a todas las cosas que nos hablan de la presencia tlaxcalteca.
Entonces esto sucede en los años 90 del siglo XVII, ochentas, noventas del XVII, a fines del XVII otra
penetración hacia el noreste: Nuestra Señora de los Dolores de la Punta de los Lampazos, Nuevo
León. En 1698, Fray Diego de Salazar y otros misioneros andariegos establecen esta misión en ese
año y claramente, no claramente sino que históricamente está la presencia de los tlaxcaltecas ahí. Es
quizá el único lugar que conserve físicamente la misión más encantadora, la iglesia más preciosa que
conserva Nuevo León de este tipo, y en la que un amigo nuestro, Francisco Zertuche ha logrado la
hazaña de establecer ahí un museo verdaderamente extraordinario.
Además es el único lugar en el que se puede advertir la traza de una misión del siglo XVII al XVIII.
Valdría la pena incluso hacer una excursión especial para ver este lugar, ejemplo de este tipo de
colonización.
Bueno, y a principios del siglo XVIII y temiendo ser exhaustivos o reiterativos en este aspecto, sucede
algo verdaderamente extraordinario, los indios mismos, los misioneros, están elevando protestas
constantes ante el Virrey, ante el rey. Algunos viajan hasta España para quejarse personalmente
porque acá no reciben respuesta alguna. Algunos, Fray Francisco Estevez de Lampazos va a Roma a
quejarse del abuso de los encomenderos y, constantemente estos grupos de indios van con sus
misioneros a pie hasta la ciudad de México a quejarse ante los virreyes del abuso de los
encomenderos. Pero esto no tiene solución.
Entonces va a tenerla a principios del siglo XVIII cuando un virrey de la casa de Borbón, de esos de
peluca rizada que llegan hasta la cintura, el Duque de Linares, le va a poner remedio al mal. En una
junta de guerra y hacienda que convoca en la ciudad de México, los ojos de todos los caballeros se
fijan en un personaje que ha de ser fundamental para el Nuevo Reino de León y que se llamó
Francisco de Barbadillo Victoria.
Él emprende el viaje como comisionado directamente del virrey para acabar con este vicio de las
encomiendas. Lo logra en cierta manera, no nos detengamos a analizar el problema, solamente para
decir que una solución ésta, y esto lo había sugerido ya la reina Mariana de Austria en alguna de sus
cédulas: que se congregue a los indios en pueblos, ya no en manos de un encomendero.
Se había intentado y no había sido posible. Francisco de Barbadillo emprende el viaje, él lo califica de
molesto, incómodo y dilatado: mes y medio para llegar de la ciudad de México aquí a caballo.
Entonces fuese ahora él con dos asistentes logra encontrar aquí con una energía verdaderamente
admirable, va hacia donde estaban concentrados los indios, lo que es ahora la sierra de San Carlos,
en lo que es Villagran, Tamulipas. Y los trae, repuebla las misiones de Hualahuises y Agualeguas.
Obsérvense los nombres indígenas. Establece dos misiones en el Valle del Pilón, ahora
Montemorelos, esas misiones se iban a llamar Concepción y Purificación. Para visita Montemorelos,
claro, los nombres ya no son los mismos ahora, son Gil de Leyva y Escobedo; son ejemplos de dos
misioncitas antiguas verdaderamente interesantes.
Entonces con los indios que quedaban, viene y anticipándose 200 años a Lázaro Cárdenas, expropia
las tierras de los hacendados antiguos en los aledaños de Monterrey, y aquí, al oriente, funda el
pueblo de Nuestra Señora de Guadalupe, a 7 minutos del Centro de Monterrey.
Conserva todavía su misioncita primitiva, lamentablemente afectada con un templo moderno al lado,
pero de extraordinaria riqueza o belleza. Barbadillo opinaba que para pacificar a los indios se requería
más de ángeles que de hombres.
La obra franciscana era admirable, pero les tenían que enseñar a mover el arado hasta alimentarse a
todos. Entonces, esto es verdaderamente conmovedor, esta fundación de Guadalupe es de 1715. Es
interesante advertir que las misiones de Purificación y Concepción del Valle del Pilón decayeron y,
entonces, los tlaxcaltecas, habitantes de ahí, fueron trasladados a la de Guadalupe, y Guadalupe de
misión pasó a ser pueblo, pueblo de la Nueva Tlaxcala de Nuestra Señora de Guadalupe de
Horcasitas, por el virrey Horcasitas, primer conde de Revillagigedo, que apoyó esta idea.
Mi familia, perdonándome la referencia personal, presumía de que el apellido Cavazos tiene cierto
origen, y esto es histórico. De Italia, en la punta de la bota de Italia, hay un lugar que se llama Cavazo
Caruco y de ahí pasaron, no sé, pues en el siglo XVI ya vivían en España.
Gabriel Cavazos vino con los primeros pobladores de Nuevo León hacia 1630; pero él vivía en
Castilla la vieja, de ascendencia italiana. Un poco envanecidos con esto revisamos el Archivo
Parroquial de Guadalupe y, oh, sorpresa, muchos no lo admiten, pero Ignacio y Timoteo, sin
apellidos, provenientes de las misiones de Purificación y Concepción, gobernadores del pueblo en
distintas épocas, (porque los pueblos tenían un gobernador, dos alcaldes, dos regidores, un
procurador y un fiscal de la Santa Iglesia), Ignacio y Timoteo, fueron mis ancestros y adoptaron el
apellido Cavazos. Yo no sé cuándo, pero a mucha honra.
Los pueblos, decíamos, eran repúblicas de "res", cosa en latín, "la cosa" pública; la autoridad estaba
compuesta, ya lo dije, por un gobernador, 2 alcaldes, etcétera. Tenían todas las preminencias de los
cabildos, ya lo subrayó nuestro amigo Catón en los cabildos antiguos, lo mismo hizo Desiderio.
Bueno, el pueblo, los pueblos estaban divididos en barrios para separarlos de cada una de las castas,
y entonces los Carimas, los Pelones, los Comepescados estaban en distintos barrios y, no pocas
veces, tenían representación en el cabildo como regidores.
Un dato sumamente interesante era de que vivían en perfecta comunidad, todo era de todos, es decir,
ni siquiera el predio donde estaba su modesto jacal era suyo. Lo fueron a recibir después de la
independencia, ya en el reparto de tierras. De suerte que entonces este vivir en comunidad,
sembraban las tierras, la cosecha se recogía en un almacén especial, y yo de niño, y esto ya es
histórico, conocí en el Centro antiguo de Guadalupe el tapanco que había en cierto lugar, más o
menos como el coro de esta capilla y allá almacenaban la cosecha, y cada semana el misionero y el
protector, entre comillas "El protector español" nombrado por el Ayuntamiento de Monterrey o en su
caso de la villa inmediata a los otros pueblos, repartían cada 8 días la ración conforme al número de
cada familia.
Entonces este vivir en comunidad los hermanaba mucho más. Eran extremadamente laboriosos, el
padre Agustín Morfin en estas visitas que conocemos y que son clásicas, los califica como que
aborrecen la ociosidad y que constantemente tiene; ya lo dijo también nuestro amigo "Catón", es un
vergel aquel pueblo de San Esteban, así era Guadalupe.
Por citar un caso local, perdonen el localismo, pero yo me subí al campanario de la iglesia y no se
veían más que las casas de la plaza, lo demás eran nogales y aguacatales, y luego el sistema de
riego de las acequias; una acequia por cada fila de manzanas. El gobernador Barbadillo le dio a
Guadalupe los ojos de agua de Santa Lucía de Monterrey, y había una acequia por cada fila de
manzanas, membrillos, nogales; había infinidad de parras silvestres, duraznos, todas las frutas
habidas y por haber. Todo esto se acabó con la industrialización lamentablemente.
Los tlaxcaltecas fueron misioneros laicos, como pocos puede haber, participaban con el misionero de
la obra evangelizadora, los ayudaban a adoctrinar a los indios neófitos, en fin, hacían un papel
verdaderamente notable.
Entonces, por otra parte, además de su calidad de caballeros hacían campañas de pacificación y, las
alegaban después como los propios españoles para recibir mercedes de tierra; "yo fui con el
gobernador a pacificar a los indios tales".
Bueno, pero qué herencia cultural nos han dejado. Ya se ha hablado aquí ampliamente de ello, pero
yo quiero subrayar, a mi vez, algunas de mi propia observación.
En el lenguaje, yo le oí a mi madre y a mis tíos y a mis abuelos nahuatlismos que ya han ido
desapareciendo lamentablemente en algunos pueblos, Bustamante debe conservarlo con mayor
precisión, y entonces, es claro, Saltillo y Bustamante tienen en sus archivos muchos documentos en
náhuatl. Mi padre, en paz descanse, me contaba cómo él de niño oyó hablar el náhuatl aquí a unos
cuantos kilómetros de Monterrey; todavía había familias que se entendían en la lengua náhuatl.
El alcalde Albino Daniel Fuentes, ya Catón se refirió al retrato de una india; al alcalde Albino Daniel
Fuentes Moreno, que lo retrató Eligió Fernández, notable retratista, escondió el retrato, porque dijo,
"me puso los labios rojos y yo los tengo cenizos"; "yo soy tlaxcalteca".
Entonces entre estos nahuatlismos por citar algunos solamente: tlaxcalcuatl, un cierto tipo de
cucaracha; el chimal, cuando anda uno despeinado; quequechimal, el que trae plumerío por la
cabeza; totache, al padre de la iglesia o al cura que era a la vez médico; totache; el chahuixtle; en fin,
tengo recogidas unas 500 palabras usadas en Guadalupe.
En el campo de la construcción ellos nos trajeron, (claro el español lo aprendió también allá), el uso
del adobe y ciertas modalidades en la techumbre de hojas de caña o de qué se yo. También en las
cercas de carrizo que llevan el nombre en náhuatl de tachacual: una cerca de carrizos es el
tachacual.
En las artesanías, lamentablemente aquí en nuestra región no somos muy ricos, pero los tlaxcaltecas
en Aramberri o en Bustamante o en Guadalupe hacían sus sillas de tenasta, cierto arbusto de madera
más o menos flexible. La cestería, los chiquihuites y colotes, etcétera; alfarería con sus ollas y otras
cosas, pero particularmente en los tejidos a que ya se han referido. Siempre he peleado con los de
Saltillo, porque Nuevo León era una tierra extraordinaria, rica, extraordinariamente rica en ganadería
y, entonces había mucha lana y aquí se tejían los sarapes que se vendían en la feria de Saltillo y por
eso recibieron su nombre.
Perdónenme.
No se diga en el aspecto de la música, tenían una sensibilidad extraordinaria para la música: el violín;
la flauta; el clarinete; el tambor; el redoblante, y otros instrumentos, los tañían con maestría y
organizaban o tenían bandas especiales que eran traídas a los desfiles coloniales o a las fiestas
religiosas.
Acaba de publicar nuestro amigo Nevares Pequeño un libro sobre las alabanzas en Hualahuises. En
Guadalupe, también el Jueves Santo las alabanzas en versos, bellísimas, y con unas tonadillas
lloronas muy lindas.
Las danzas, los matachines, no son otra cosa que aunque ahora muy mixtificadas porque los trajes
tienen agregados de plástico y otras cosas, pues son de allá.
La gastronomía, es inútil hablar porque ahora vamos a tener una muestra, pero aquí en Guadalupe y
en todos los pueblos tlaxcaltecas hay maravillas en este sentido.
Medicina, habilísimos también no como curanderos y brujos, sino por el conocimiento de la
herbolaria. He hallado recetas en los archivos para curar heridas y está la fórmula, que no digo ahora,
no la tengo registrada, que eran infalibles para muchas cosas.
En el folklore la herencia es riquísima en los coloquios y en las pastoleras; en las representaciones de
Semana Santa y otras cosas. No hace mucho, yo lo vi de niño, en las iglesias estaban los indios
descendientes de aquellos, hechos regazo, tocando un arpa; llevaban las jaulas llenas de pajarillos el
Jueves Santo para que se inundara de cánticos la iglesia y empezaban estas alabanzas y estos
cantos tan hermosos.
Escultores, no cabe duda, que eran extraordinariamente hábiles. Hualahises, Agualeguas, Villaldama,
conservan ejemplos de esculturas hechas por ellos, verdaderamente admirables.
En el campo de las devociones es donde quedan muchas más huellas todavía. Una de las más
antiguas, indudablemente, es el de la Virgen del Roble, patrona de la Arquidiócesis de Monterrey, que
tiene un paralelismo increíble con nuestra señora de Ocotlán; fue aparecida en el hueco de un roble,
aquella en el de un ocote: todos los datos coinciden con Nuestra Señora de Ocotlán y la devoción
misma en las alabanzas que se conservan en su novena antigua, no se diga.
Desiderio ha hablado ahora de la Zapatera, hacia el poniente de la ciudad. Antonia Teresa y su
marido, el zapatero, tenían en su jacalito una Purísima en escultura pequeña. El Río de Santa
Catarina siempre traidor se desbordó, la india sale devotamente y ¡oh fe de aquellos tiempos!, las
aguas turbulentas cesan y la capilla se convierte en un santuario. Luego se levanta una capilla de
sillar y ahora una maravilla arquitectónica que ganó el premio nacional de arquitectura; del arquitecto
Enrique de la Mora con su obra "La Virgen Purísima de Monterrey".
Y claro, ustedes visitaron ayer al señor de Tlaxcala, qué interesante que conserve ese nombre desde
el siglo XVIII. El bachiller Nicolás de Saldívar lo había donado al matrimonio de Bernabé y Ana María,
quienes se vinieron a vivir al Real de las Sabinas y, quedando viva ella se los dona a su vez a los
tlaxcaltecas de Bustamante, y surge este culto interesantísimo que se ve, si ustedes, bueno hay
novenas modernas, pero si ustedes tienen la original que escribió.
Entonces es un Tláloc moderno, a la vez lo llaman el Señor de la Lluvia porque muchas veces, a mí
me consta, aunque esté el sol como está ahora, se viene, no sé de dónde, un nubarrón negro y las
señoras que traen vestidos de telas encogibles llegan con el vestido más arriba de la cintura.
Otras devociones hay en muchas partes, la Dolorosa de Hualahuises, etcétera. Bueno, pero
detengámonos porque el tiempo es terrible, los tlaxcaltecas fueron leales al español, habían jurado
fidelidad al rey y lo cumplieron, pero en los casos terribles fueron tan patriotas como cualquier otro.
Tengo constancias, otra vez la cita de Guadalupe porque me consta," los realistas pegaron ahí, en el
cancel de la iglesia, pegaron sus proclamas y sus bandos condenando al que no siguiera la causa
realista; y los tlaxcaltecas las arrancaron y se sumaron al grupo de los insurgentes; Mariano Jiménez
estuvo aquí en Monterrey.
Un dato interesante: no solamente indios tlaxcaltecas vinieron también aquí, podría registrar varios
nombres de tlaxcaltecas importantes. Dos solamente, uno a quien le decían "Huamantla", no se le
conocía otro nombre, tenemos el testamento y era un personaje sumamente importante a fines del
siglo XVIII; otro Sebastián de Villegas Cumplido, nacido en Nativitas, como se dice en Tlaxcala,
fundador de Linares, Nuevo León, vino aquí desde el siglo XVII y es un personaje que está esperando
un libro. Alcalde mayor del Valle de San Cristóbal, que suele confundirse al valle con San Cristóbal, el
pueblo indio.
Entonces, estos dos personajes están esperando quien los estudie. Pero Nuevo León está en deuda,
por citar sólo el caso que me ha tocado relatar, está en deuda, y todo el noreste de México, desde
luego, con Tlaxcala.
Yo le rindo, en nombre de Nuevo León, mi homenaje y mi pleitesía.
Muchísimas gracias.
Ponencia del Maestro Carlos Valdez Dávila, "Los tlaxcaltecas en
Saltillo".
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Como les decía, voy a cambiar mi conferencia puesto que no voy a repetir; voy a decir algunas cosas
un tanto diferentes, basado en documentación del Archivo Municipal de Saltillo.
Soy director del Archivo Municipal de Saltillo, que es un depositorio en donde guardamos varios miles
de documentos tlaxcaltecas, es decir, no sobre los tlaxcaltecas, sino tlaxcaltecas, escritos por ellos
mismos, entre ellos casi 700 en lengua náhuatl.
Se ha hablado mucho y se han mitificado algunas cosas de los tlaxcaltecas, una de ellas es la de las
400 familias. 400 sabemos que es un número totalizador para todos los náhuatls. Pero en realidad las
familias que salieron, que son computar izadas, son 235; a Saltillo nos llegaron 87 familias y 57
solteros, perdón, 57 niños.
Lo que nos hace ver que la mayor parte de tlaxcaltecas que salen para acá son matrimonios jóvenes,
prácticamente recién casados, puesto que muchos de ellos todavía no tienen hijos.
El atractivo del norte para los tlaxcaltecas fue muy sencillo, precisamente la mayor parte de los
tlaxcaltecas que salen para acá, para Saltillo, para el norte; o sea, no iban a Saltillo, nunca tuvieron la
idea de salir a Saltillo.
Eran muy sencillos, las capitulaciones que ellos negociaron con el virrey de Velasco por adquirir una
serie de privilegios que no tenían en Tlaxcala, a pesar de lo que se pueda decir, los tenían sus
caciques y los tenían los nobles, pero no los tenían el pueblo bajo de Tlaxcala, gran parte de los
cuales llegan acá, se vienen con esta idea, y precisamente lo podemos asegurar porque los caciques
tlaxcaltecas, o sea, los mandatarios de los señoríos, se oponen a que se vengan tlaxcaltecas para
acá.
Se trataba de una sangría extraordinaria: perder a muchos, digamos centenares de familias, que eran
quienes los proveían de impuestos.
También se oponen los españoles de esa región, muchos de los cuales tenían entre su mano de obra
a los tlaxcaltecas que se vienen para acá, este es un problema que se ha trabajado poco y del que sí
tenemos algunas constancias.
Los tlaxcaltecas vienen en contra de sus propios caciques, en contra de los españoles, y se tienen
que basar precisamente en el mandamiento del virrey Luis de Velasco. Vienen por intereses
personales, es evidente, no vienen digamos, por expander la fe, por ampliar la corona, por apoyar al
Rey de España para nada, ellos vienen por sus intereses personales y, esto es muy lógico, es normal
que lo hagan así, y de hecho aquí tienen muchísimas cosas que los ayudan a desarrollarse.
Se ha hablado también de otro de los mitos de los tlaxcaltecas, es el de la democracia, tal vez no sea
el punto de vista del maestro Xochitiotzin: en Saltillo tenemos más de 100 actas de las votaciones que
se hacían para elegir gobernador de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
A los errores exactos, como era por elección anual, verdad, se va uno con la finta creyendo que había
democracia, o sea, que porque había una votación existía una democracia. Esto está completamente
fuera de la realidad, o sea, votaban entre los nobles, y votaban por un noble: no podía haber un
gobernador, ni un mandatario tlaxcalteca, que no fuera noble aquí en Saltillo.
De hecho estas actas nos muestran 11 votos, 12 votos, 17 votos verdad, pero no había una votación
de los 500 jefes de familia del pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
Entonces hay una cierta democratización por el cabildo, esa es otra cosa, el cabildo tlaxcalteca es
una entidad extraordinariamente activa, muy movible y muy aguerrida, y el cabildo sí es el que
asegura que la democracia vaya progresando muy lentamente; o sea, mientras se fueron
enriqueciendo algunos de los macehuales, (algunas de las personas que habían venido nada más
con lo que traían puesto) se fueron enriqueciendo por su habilidad, por su capacidad productiva, por
el número de hijos que tenían, que era una gran riqueza tener hijos.
Entonces vamos viendo que de 1591, digamos al primer siglo, empiezan a cambiar las clases
sociales entre los tlaxcaltecas, de tal manera que van creciendo algunos macehuales que se van
enriqueciendo, y entonces empiezan a ocupar cargos públicos, pero 120, 130 años después de haber
llegado los tlaxcaltecas a Saltillo; o sea, inicialmente nada más son los caciques que venían como
tales de Tizatlán los que ocupan este cargo.
De todas maneras el cabildo fue un manejo maravilloso en Saltillo, en los tlaxcaltecas, y eso es
demostrable porque hay documentos. El cabildo tlaxcalteca fue un cabildo luchador, un cabildo de
empuje, un cabildo de contraste, verdad, y precisamente se muestra en toda una serie de conflictos
que tienen no solamente con los españoles de Saltillo que son conflictos interminables, sino que a
veces los tienen con los mismos franciscanos y los llegan a tener con los curas. Voy a poner un
ejemplo muy sencillo, un Cura párroco de Saltillo, el padre Pedro de la Selva ocupa un predio con
agua, que es lo más importante, como decía el maestro Israel, el agua ocupa un predio muy
importante para los tlaxcaltecas, y duran los tlaxcaltecas 15 años peleando contra el Cura Párroco
para recuperar su tierra.
¿Qué hicieron?, bueno, lucharon por medio del Virrey; por medio de Guadalajara, de la Audiencia de
Guadalajara; por medio del obispo, etcétera. La solución llegó cuando los tlaxcaltecas hicieron que el
Obispo de Guadalajara lanzara una "ex-comunión mayor reservada" al cura de Saltillo si no
regresaba la tierra y, el agua a los tlaxcaltecas; pero esto ocupó 15 años de lucha de los tlaxcaltecas
en que tuvieron comisiones y comisiones y muchísimo dinero gastado para recuperar la tierra del
cura-párroco de Saltillo.
Esto les puede mostrar a ustedes que no fue fácil para ellos su estancia acá en el norte, ni mucho
menos gratuito. Que lucharon siempre por conservar sus privilegios y por desarrollarlos.
Tenemos una de las cosas más interesantes de esta colonia de Tizatlán de Saltillo, es su
demografía, como decía el maestro Israel. Tienen ellos, además de una gran producción, muchos
remedios para enfermedades y tenían sus propios curanderos.
La situación demográfica es muy grande, sin embargo había una mortandad infantil extraordinaria
también. Actualmente estoy trabajando en el Fondo Testamentario, en donde se puede recurrir a
cada uno de los tlaxcaltecas que van empezando y, encuentra uno, un documento como este: "hago
mi testamento en favor de mis tres hijos de los nueve que tuve", o bien "de mis 4 hijos de los 13 que
Dios me dio".
Podemos encontrar una gran, digamos, explosión demográfica; sin embargo, con una gran
mortandad infantil, o sea, había los dos aspectos. Sin embargo los tlaxcaltecas seguían teniendo hijos
tenían más que los españoles. Eso es evidente comparando ciertamente, en donde se puede ver el
número de hijos de ambos.
Entonces la demografía hizo que en este lugar tan pequeño, que era una parte del Valle de Saltillo, la
que se les había encomendado a los tlaxcaltecas, que fueran expulsados de allá grupos de
tlaxcaltecas que ya no cabían, que ya no tenían tierra, y, en ese sentido empiezan a fundar nuevas
colonias. En Saltillo nacen 14 colonias que perseveran, porque hubo como unas 19, o sea, alrededor
de 5 ó 7 que fracasaron.
Pero 14 que sí. Por ejemplo, Bustamante, (que dicen que ayer lo conocieron). La gente de
Bustamante es hermana absolutamente de la gente de Saltillo. O sea, de ahí salió la colonia para
acá; sin embargo, ya no todos eran tizatlaneros, con el tiempo vemos cómo llega gente de Tepeticpac
y de algunos otros de los señoríos, de Chiautempan, etcétera, y empiezan a engrosar también las
colonias que se van fundando.
En este sentido podemos ver cómo el panteón de los tlaxcaltecas, o sea, sus santos, Pero su santoral
va creciendo, inicialmente San Sebastián, Santo Tomás, o sea Tomás, Sebastián; Esteban, Ana,
Margarita, etcétera, son los nombres más socorridos.
Posteriormente empieza a haber muchos más nombres que corresponden con todo el santoral de
Tlaxcala. Es increíble, pero muchísima gente de aquí empieza a tener nombres de los santos
tlaxcaltecas; por ejemplo, hay muchos Natividades, no estoy seguro de que vengan de Nativitas, sin
embargo, alguna cosa tiene que haberlos hecho bautizar a estos niños con ese nombre; en otros
nombres, como en los testamento que estoy por publicar, se pueden encontrar estos centenares de
nombres del panteón tlaxcalteca.
Las ampliaciones de los tlaxcaltecas no fueron así gratuitas: "vamos a ampliar la corona", "vamos a
ayudarle al Rey de España"; eso lo dijeron porque eran bastante capaces, muy inteligentes para
negociar; sin embargo, lo hacen por sus intereses y lo vemos en misiones concretas. Por ejemplo,
vamos a poner el ejemplo de la Misión de Nadadores. Es una población que está muy cerca del
Bolsón de Mapimí donde más atacaban los indios nómadas. El Cura de Nadadores estaba
desesperado porque no avanzaba su misión.
Llega a Saltillo y por medio de un escrito de él mismo, que lo tenemos en el archivo, trata de
convencer a los tlaxcaltecas saltillenses de que se vayan a Nadadores. Aceptan a cambio de una lista
de sus peticiones adquieren un par de bueyes para cada uno; piden azadones; piden 50 pesos para
cada uno; piden que las capitulaciones de Saltillo se vayan a Nadadores, etcétera, y todo se les
concede.
Vemos la gran capacidad de negociar de los tlaxcaltecas que siempre tuvieron para salir adelante con
sus intereses.
Esta es una colonia muy perdida de la que les estoy hablando, la de Nadadores, es de 1735, muy
tardía con respecto a las primeras, o sea, esto quiere decir que los tlaxcaltecas siempre tenían sus
capitulaciones en la mano y, de hecho las llevan a todas partes; las traen hasta Bustamante y las
llevan a Monclova también; a Río Grande: eran grandes negociadores.
También eran muy buenos litigantes, el ejemplo que puse de 15 años de lucha por un predio nos
muestra su capacidad y su perseverancia. Hay muchos otros ejemplos como éste en los que pelean
con los españoles de Saltillo por predios a veces minúsculos. Hay un pleito que también dura
alrededor de 14 años por un español que puso su casa, digamos uno de los cuartos de la casa dentro
del pueblo tlaxcalteca; y querían quitarle esa casa porque la raya, la guardarraya pasaba por ahí. O
sea eran muy peleoneros para sus asuntos.
En este Fondo exactamente, tenemos cerca de 700 documentos en lengua náhuatl, algunos de ellos
los han traducido gente de Tlaxcala; ya vino para acá el maestro Luis Reyes García que se supone, o
se dice, es el mejor nahuatlato que hay en el mundo. Él nos empezó a hacer las primeras
traducciones.
Pero para completar nuestro catálogo testamentario, recurrimos también a algunos muchachos
nahuatlatos que estudian en Saltillo; nahuatlatos de Veracruz; nahuatlatos del Valle de México y
nahuatlatos del Norte de Guerrero. Con ellos hemos recogido los 700 documentos y cuando menos
podemos decirle a la gente, más o menos, lo que está ahí; o sea, quién es la testadora; quién está
testando; quién es el escribano; qué es lo que se testa.
Hay algunas cosas impresionantes. Tenemos, en 1683, por ejemplo, un testamento en náhuatl de
una anciana que primero empieza a contar su vida y dice, "yo he vivido de esta manera, he tenido 4
esposos, con los primeros tres tuve tales y tales hijos, con el último no he tenido porque ya éramos
viejos".
Después, empieza a dar consejos, "a mis nietos fulano quiero que le hagan esto y a mi nieta quiero
que la eduquen así"... después, viene la revista de todas sus posesiones. Esta señora que no
hablaba español, que nada más hablaba su lengua originaria, deja tierras impresionantes, o sea, deja
a sus hijos una tierra en el pueblo de Nadadores; deja a su otro hijo tierras en Monclova; deja también
una tierra en Chihuahua. Es impresionante, digamos, cómo esta gente había llegado a acumular
bienes, y digamos a mantenerlos de esta manera.
Quiero decirles nada más que la lengua tlaxcalteca no se usó aquí en Saltillo como una lengua
indígena, sino como una lengua franca, o sea, era la lengua que se hablaba en el mercado, la misma
que se hablaba en Saltillo y, la lengua que se hablaba en la iglesia.
Tenemos algunos sermones que se predicaron. Por supuesto, aparece en varios escritos en las
iglesias, tanto en Parras como en Saltillo. También una cosa curiosa es que siempre se dice que los
jesuítas hablaban lenguas, que los franciscanos hablaban lenguas, pero también los sacerdotes
diocesanos hablaban lenguas. Esos documentos náhuatls en Saltillo son escritos por sacerdotes
diocesanos.
Y digo que era la lengua franca porque precisamente para el comercio era una lengua indispensable.
No solamente para cuestión religiosa o para meterse con el pueblo. La hablaban en las misiones: los
jesuítas en Parras hablaban en náhuatl; los misioneros de Saltillo; de Monclova, hablaban en náhuatl.
Pero los ricos de Saltillo también hablaban náhuatl, don Ambrosio de Zepeda, español toledano,
aparentemente de origen judío, hablaba en náhuatl perfectamente y en él se movía.
Además hablaba varias lenguas, las más de las lenguas de los indios del norte. ¿Por qué?, porque él
tenía su encomienda de indios del norte.
Una de las cosas curiosas, y con ésta termino, porque los tres antecesores acabaron con mi plática.
Los tlaxcaltecas fueron también grandes educadores. Tenemos el ejemplo de algunos educadores de
los primeros años del siglo XVII, maravillosos, en los que se nos dice, y eso lo dice un fraile
franciscano: que eran los que educaban a los españoles de Saltillo; los que les enseñaban la lengua
castellana; la gramática castellana; les enseñaban cantos. Pero lo asombroso es que estos
tlaxcaltecas enseñaban latín a quienes se estaban preparando para ser sacerdotes.
Todo esto se encuentra en un documento que me gustaría mandarles a Tlaxcala en el que se inscribe
por ejemplo que: "fulano de tal, un tlaxcalteca, preparó a tal y tal sacerdotes, un carmelita, un
franciscano, para que aprendieran el latín suficiente para ordenarse".
Entonces tenemos tlaxcaltecas también plurilingües. No solamente manejaban su lengua, el
castellano también, eran maestros de castellano, y además de la lengua latina.
Solamente es uno de los aspectos; que quería decir; que se encuentra en el archivo, del cual soy
orgullosamente director, continuamente estamos revisando nuestra documentación en la que todavía
hay mucho de los tlaxcaltecas que no se ha mencionado. Que definitivamente no solamente nos
sentimos contentos de tener esta ascendencia, como decía Catón, de ambos grupos de españoles y
tlaxcaltecas; sino que pensamos que en Saltillo somos un pueblo mestizo, no hay ninguna duda, y
además un pueblo con una cultura también mestiza.
Muchas gracias.
Ponencia de Monasñor Pedro Gómez Danés, “La tlaxcaltequización
en la región Sur de Nuevo León”.
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de Agosto de 1997.
Al sur de Nuevo León, pensemos que lo más esencial para los españoles y aún para los obispos de
Guadalajara, era no solamente el cimentar el cristianismo, sino sobre todo el crecimiento de las
poblaciones y que fueran estables.
El obispo Fray Ruíz Colmenero en 1648 descubre o le hacen descubrir el paso por Río Blanco para
llegar a los llanos que luego van a ser San Antonio de los Llanos, cuando un poquito después
también se descubre el paso por medio del Río Pilón para llegar al Valle de San Mateo del Pilón, los
indios de Venado y los indios de Mixquitic estaban ahí presentes, al grado de que ya para 1684
podemos encontrar que hay quien vivía en San Antonio de los Llanos y diga que lleva 20 años
viviendo ahí: familias tlaxcaltecas.
O sea, los tlaxcaltecas no sólo llegan mucho antes que a Bustamante, y mucho antes que a la Punta
de Lampazos, a lo que van a ser Santa María de los Angeles, hoy Arramberri, y lo que va a ser San
Antonio de los Llanos que nos quitaran los Tamaulipas en 1750.
Pero van a continuar avanzando poco a poco. Pensamos que de Saltillo, aun cuando había una
prohibición de fundación o de que salieron familias para fundar por mucho tiempo, muchos
tlaxcaltecas en cuanto que eran gente de progreso y buscaban un mejoramiento material para sí
mismos y para sus hijos, pudieron haber ingresado en el Nuevo Reino de León.
El primer cronista citado por don Eugenio del Hoyo, nos habla que cuando matan, allá por 1616, a
quienes fundan un ingenio de azúcar lo hacen en un sitio y el habla antes de 1660, en un sitio en
donde habitan tlaxcaltecas, y ese va a ser lo más probablemente entre Apodaca y Zuazua, siguiendo
las márgenes del riachuelo que se va a juntar al Santa Catarina y el Río San Juan.
En 1700 empieza toda una invasión, gracias a Dios, de los tlaxcaltecas. Los tlaxcaltecas van a ser
traídos ya oficialmente por don Francisco de Vitoria y Barbadillo, cuando junto con Fray Juan de
Lozada se logra pacificar el sur del estado, y van a "refundarse", (como dicen los historiadores), o
mejor dicho, a aumentar la población de San Antonio de los Llanos y de lo que va a ser San Pablo de
Labradores, hoy Galeana, donde no hemos encontrado ningún nombre tlaxcalteca en los archivos
parroquiales desde 1714, del primer libro, hasta 1750.
Pero sí los encontramos en Guadalupe donde llegan en 1716; los encontramos profusamente en las
misiones de la Inmaculada Concepción de los Nazas y, la Purificación de la Virgen María,
fundaciones de Barbadillo a fines de 1715, principios de 1716, que están ampliamente ya datadas por
don Israel Cavazos.
De los tlaxcaltecas de estas misiones, tenemos dos datos muy importantes: a través de las
investigaciones en los archivos parroquiales he logrado la publicación de "Las Misiones de
Purificación y Concepción", encontrar las familias que aquí llegaron.
Lo segundo, encontré gracias a Carlos Manuel Valdez, en el Archivo de Saltillo, una nota que mandan
los 4 gobernadores de Purificación a Saltillo, avisando que ellos son en 1734 los descendientes de los
que habitaron San Juan del Carrizal, porque éstos fueron trasladados hacia esa misión en dicha
fecha.
Dentro de San Juan del Carrizal, donde se nos diera, de San Juan pasan a ser los habitantes de
Purificación y Concepción. En 1756 y de acuerdo con las notas oficiales que hay en el Archivo de la
Nación, se ha logrado entrever, y lo asegura Montemayor, que en paz descanse, don Andrés, que los
tlaxcaltecas fueron sacados de estas misiones para transportarlos hacia Guadalupe, lo cual va a
constituir una mentira histórica.
Los tlaxcaltecas no solamente permanecieron, continuaron bautizándose, continuaron casándose,
continuaron muriendo y todavía viven sus hijos en lo que hoy es Gil de Leyva junto a Montemorelos, y
lo que hoy es el pueblito de Escobedo.
Características muy importantes de la tlaxcaltequidad que tenemos: hemos notado cómo en el
estado, a través de la historia, los municipios de Bustamante, y lo que es Hualahuises, no solamente
tienen una cultura muy particular en lo religioso, muy viva, también son profundamente políticos, o
sea, tienen una gran actividad comunal, hemos encontrado que en Nuevo León, por desgracia,
muchos historiadores han afirmado que tenemos una gran influencia sefardí o judía, porque hablan
mucho de las tortillas de harina.
Las tortillas de harina no pueden ser judías, son tlaxcaltecas, llevan mucha grasa de animal, de
marrano, y llevan sobre todo el ser tortillas, cosa que los judíos en España jamás conocieron.
El asado de puerco no puede ser judío ni es hispánico por el contenido de chile, posiblemente los
hispanos tenían un alimento muy similar, pero sin los condimentos debidos para que perdurara el
asado a través de meses y fuera un alimento de subsistencia: es mestizaje tlaxcalteca.
Pensemos en las relaciones, las formas de pedir a la novia, las formas de comportarse los hijos con
el padre, las formas de asociarse las casas de los hijos junto a la casa del padre, mientras que las
hijas van a formar parte de otra casa, es cultura náhuatl, no es cultura hispánica, es cultura en la cual
está el mestizaje presente y que se fue adoptando por nosotros mismos.
Las construcciones de los templos, ya le he mostrado a don Desiderio una fotografía del templo que
construyó en 1765 Fray Juan Jurado Caballero, del cual mucho se ha hablado bien y mal, era muy
ladino, digamos, pero él levantó el templo y lo levantó trayendo maestros de obra del Centro de
México, esta es una muestra de un templo con toda la configuración tlaxcalteca.
Uno de los más antiguos templos en el estado, cuando todavía no teníamos ni siquiera aquí una
capilla muy firme en Monterrey; según dicen los historiadores.
La iglesia de Santa María de los Angeles de Río Blanco, en Arramberri, es otro prototipo no
solamente franciscano sino también tlaxcalteca. Y eso es muy importante para todo lo que va a ser la
influencia tlaxcalteca, pero lo más importante para nosotros al encontrarnos hoy, es otro problema; en
la región en donde no hubo tlaxcaltecas, lo que comprendería actualmente los municipios de Los
Aldama, Los Herrera, Doctor Coss y China, hay todavía un matriarcado presente.
El matriarcado se logra descubrir por 1765 por Fray Juan Jurado Caballero, en la Misión de
Purificación cuando estas tribus son traídas de la Misión de la Divina Pastora, cerca de lo que es hoy
Méndez, Tamaulipas, hacia acá por los pleitos de los misioneros y los indios con los hispanos que les
quieren quitar su tierra, y ahí se logra asentar en los libros de bautismo el matriarcado que imperaba
en las tribus norestenses aborígenes.
Tezozomoc y otros historiadores de 1500 tratan de esconder un poco que dentro de las tribus
náhuatl, los herederos, de los Tlatoani, que mal llamamos emperadores, siempre eran los sobrinos,
hijos de la hermana, lo cual nos va a indicar que hay una cultura matrilineal, no solamente en las
tribus del centro de lo que es hoy Estados Unidos, en las tierras que nos robaron, sino también en
todo lo que va a ser Mesoamérica, el noreste de Mesoamérica, y América Central.
Esta cultura matrilocal se da muy fuertemente en Tehuantepec, es cierto, pero la matrilineal se va
dando en toda nuestra cultura, donde a fin de cuentas la última palabra la va a tener la madre, ¿por
qué?, porque ella es portadora de todas las cosas y ella va dando la cultura más que el padre que
tiene que trabajar.
En cuanto al problema de la inmensidad, los pueblos que se formaron con el auxilio y padrinazgo de
los tlaxcaltecas fueron pueblos libres, cuando se constituye el estado de Nuevo León se roban las
misiones de Purificación y Concepción, cuando debió de haberse constituido otro municipio aparte;
pero no solamente era un municipio aparte, era un estado aparte, porque jamás dependieron del
gobernador. Hoy se habla mucho, dentro de la federación, del municipio libre, y nunca se ha
estudiado realmente lo que fue el municipio en nuestras comunidades que fueron libres y que muy
poco dependían de las influencias hispánicas sino que brotaban de su propia cultura, y tenemos que
volver los ojos a la historia, y aunque no queramos, continuará siendo maestra para afrontar los
problemas de hoy.
O sea, no constituyeron nunca parte de otra comunidad intermedia, era lo que hoy constituyen los
estados confederados, por lo mismo, una actividad cotidiana que unía a autoridades y comunidad
entera, cimentados con una cultura propia y dentro de una dirección política de progreso como bien
común, estas comunidades o pueblos misión constituyen hoy un paradigma olvidado.
Es verdad que hoy en la educación oficial se da mayor énfasis a la nacional, al mismo tiempo que se
reduce la historia local, sin darse cuenta que con ello, al contemplar lo general, se pierde la identidad
particular, misma que fortifica la identidad general, la nacional; y al mismo tiempo incorpora a la
persona, a los grupos humanos, a su rostro común, a su rostro propio.
Hablamos mucho de unidad, pero estamos confundiendo unidad con univocidad que es diversa;
univocidad para que todo mundo se entere, cómo andan Los Legionarios o los del Opus Dei, igualitos
todos, con el mismo traje, el mismo corte, las mismas uñas, el mismo maletín, o cómo andan los de
las sectas, con la misma corbatita: son sectas a fin de cuentas.
Esto es univocidad, todos son ¡guales y todos deben de parecer iguales. La unidad se da en la unión
de los diversos como en la familia: en la familia hay unidad porque hay padre y hay madre y hay hijos,
y es lo que no hemos visto hoy en México y es un problema nacional, que también tenemos que
volver los ojos hacia atrás para encontrarnos con la historia, buscar qué es la unidad a partir de los
legados que nos han dado los pueblos aborígenes, que son nuestra raíz, y que también nos han dado
nuestra propia identidad, el rostro que hoy tenemos.
Por otro lado, nos encontramos en un momento histórico en el cual regresar los ojos a los tlaxcaltecas
no solamente es encontrarnos con nosotros mismos y encontrar nuestra dignidad propia, nuestra
identidad, sino que al mismo tiempo es fortalecernos para poder entablar relaciones de todo tipo;
como económicas, comerciales, diplomáticas, con otros pueblos en un sentido de igualdad, mientras
que nosotros continuamos con estos mitos y estas falsedades que nos ha legado, por 150 años un
liberalismo, y que nos ha quitado toda nuestra historia y toda nuestra realidad, nuestra identidad
propia y verdadera. No tendríamos realmente un fortalecimiento de personas para enfrentarnos hacia
afuera: o corremos para besar los pies de cualquier mamarracho que llega o, lo que es peor, caemos
en manos de un pueblo que ni siquiera tiene cultura como la tenemos nosotros, que solamente tiene
economía y esto sería fatídico.
La historia y estas Jornadas de Identidad Cultural son importantísimas, no solamente en nuestra
región, sino en todo el país: encontrarnos con nosotros mismos, encontrarnos con nuestra verdad,
pobre o rica, no nos debe importar, pero nuestra verdad, lo que nos da nuestra identidad que siempre
va a ser rica porque ló vamos descubriendo, y en ese mismo momento enfrentarnos al hoy y
progresar. Lo demás se los entregaré para que sea publicado después.
Gracias.
Ponencia de Monseñor Rafael Montejano y Aguiñaga, "La
tlaxcaltequización en San Luis Potosí."
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Como advierte Gurría Lacroix, "ella no nació en territorio mexicano y no era pues ciudadana
mexicana"; hay que tener en cuenta que los mexicas eran odiados por el resto de los pueblos
mesoamericanos, por lo que no debe extrañarnos, concluye este autor, la actitud de tlaxcaltecas,
zempoaltecas y demás señoríos que se unieron a los españoles en contra del imperio azteca, y a
estos, tampoco les cabe la denominación de "traidores".
Las segundas víctimas: los tlaxcaltecas. Estos, lograda la fundación de lo que sería la antigua
República de Tlaxcallan, pudieron mantener su libertad, su autosuficiencia, sin ser tributarios del
imperio mexica, a pesar de las continuas contiendas y de las Guerras Floridas, la prosperidad de
Tlaxcala no decayó.
Aprendieron a ser, con ciertas limitaciones, autosuficientes como agricultores, artesanos, artistas y
buenos astrónomos. Se aliaron a Cortés, como es sabido, después de las crueles batallas del 2 al 5
de septiembre de 1519.
Para la expansión de la cultura novohispana en Aridamérica, una vez alcanzada la paz chichimeca,
se escogió a los tlaxcaltecas, precisamente a tres cuartos del siglo de la conquista de Tenochtitlán, no
sólo por haber sido eficaces aliados de los españoles sino también por otras muy singulares razones.
Su organización cívica y política. Su larga experiencia como guerreros en las Guerras Floridas. Su
tradicional apego a la libertad. Su estructura social y su rápida asimilación de la naciente cultura
mestiza novohispana.
La república de*Tlaxcala, con sus 4 señoríos, estaba rodeada por el imperio azteca pero no sujeta a
él; los representantes de cada señorío eran autónomos y de común acuerdo trataban todos los
asuntos que les atañían, especialmente la paz, guerra, comunicaciones y relaciones con otros
pueblos.
Tenían una formación única de organización política mientras los demás constituían monarquías
absolutistas. Jamás se rompió la armonía entre los cuatro tecutlatos o senadores. Eran religiosos al
estilo mesoamericano, recibieron la herencia de sus antepasados chichimecas y las que adoptaron de
los olmecas, toltecas, mexicas y otras etnias.
Profesaban un sincretismo religioso y por lo mismo llegaron a los sacrificios y a la antropofagia.
Destacaron por la corrección y elegancia con que discurrían y por la calidad de su literatura,
cultivaron la poesía, la música, la danza, el teatro, la arquitectura, la pintura y la cerámica.
De todo esto dejaron pruebas, como por ejemplo los textos que recopilaron Garibay y León Portilla.
Practicaron una justicia muy estricta, con la muerte castigaban la embriaguez, los
robos y el adulterio.
En consecuencia, la grandeza de Tlaxcala estaba cimentada en la familia; la eduación hogareña se
completaba con el Calmecac, colegio para nobles y con el Telpochcalli para los plebeyos.
Acompañaron a Cortés y a sus capitanes en la conquista y la colonización de muchas tierras, desde
lo que hoy es el Distrito Federal hasta la América Central. Gracias a sus hazañas se les concedieron
importantes privilegios; uno de ellos, en 1525, la extensión del obispado de Yucatán hasta Tlaxcala
donde se estableció la sede.
En la Nueva España se dio el mismo fenómeno que se había dado en el imperio romano. Ese fue un
imperio militarista que al contrario del griego no creó pero sí unlversalizó; aprovechó las culturas
anteriores y las difundió, inclusive el sincretismo religioso. El imperio mexica igualmente asimiladas
las culturas olmeca, tolteca y otras, universalizó y difundió en América española la cultura mexica. El
idioma, primer medio de comunicación, se hablaba en toda Mesoamérica; gracias a esto la Malintzi
pudo servir de intérprete y de nexo de unión.
Por los caminos de su imperio pudieron transitar, como en las grandes vías romanas, miles de indios
guerreros. Aun en mesoamérica marginal, como lo recuerda el viajero inglés Shilton, cuando por 1570
viajó de Panuco a los valles y estepas. Excepto algunos señoríos insúbitos como el de Tlaxcala,
lograron unidad política y comunicación; especialmente en el comercio y entre las colonias náhuatl en
varios señoríos que recolectaban los tributos, como se ve en los códices, particularmente el
Mendocino.
Aculturar a Aridamérica poblada por seminómadas dispersos en grupúsculos, exigía un esfuerzo
inimaginable. Los aculturadores, los misioneros y los maestros labradores, eran pocos. Si a los niños
se les podría adoctrinar en las escuelas a los adultos era sumamente difícil, como en buena parte lo
describen el doctor Powel, Torquemada y Arlegui.
Powel recogió mucha documentación, en buena parte la conservamos en el Archivo Histórico del
Estado, y ahí podemos ver que entre las numerosas certificaciones de los regalos de paz como
víveres, ropa, instrumentos y un sinfín de baratijas, se incluyen juegos de bolos y de barras y cartillas,
para enseñar a los muchachos indios a leer.
Para la gran masa de adultos bárbaros no había más remedio que la enseñanza objetiva clásica y
cotidiana: que vieran como los tlaxcaltecas, chicos y grandes, hombres y mujeres, se asentaban y
organizaban en pueblos; cómo vestían, cómo preparaban sus alimentos, cómo construían sus
viviendas, cómo se divertían, cómo trabajaban la tierra y cultivaban sus animales cómo organizaban
sus prácticas religiosas y cómo trasplantaban el recién nacido folklor novohispano a la Aridamérica
bárbara.
Ellos fueron los que apenas en 1592 trajeron la tauromaquia o el correr los toros, junto con los
Encuentros de "Moros y Cristianos" a alegrías. En las corridas de toros, al estilo siglo XVI, los
guachichiles, salteadores y guerreros, encontraron una magnífica canalización de sus ímpetus
bárbaros.
Las 400 familias tlaxcaltecas traídas para acá, pertenecían a la tercera o cuarta generación
novohispana, ya habían asimilado lo esencial y básico de la nueva cultura. Ya conocían y explotaban
los nuevos cultivos y frutos como la caña de azúcar, el trigo y, desde 1525, los molinos de harina.
Bernal Díaz, en su primer viaje, trajo las primeras semillas de naranja. En cuanto a los animales
domésticos estaban las gallinas, cerdos, chivos, reses, caballos o muías, y el burro que liberó al indio
de su condición de tameme o bestias de carga, y toda la herramienta imaginaria en ese entonces en
Europa. Pero lo que más importaba era el testimonio vivo y constante de la vivencia oganizada,
creadora y cristiana de estos colonizadores: por acá los dividieron.
Descubrí una relación de los que en agosto de 1591 llegaron a Venado y a Charcas: eran de los 4
barrios de Tlaxcala. En seguida, en septiembre y octubre, Urdiñola asentó en el Saltillo a los que le
tocaron, según lo describe Alessio Robles. Acá los recibieron mejor que en San Miguel Mexquitic en
donde se instalaron en noviembre. Pero a los que fueron a Venado, Charcas, San Luis y Mexquitic,
les dieron tierras malas y centros mineros. Acá se formó una frontera ecuménica de tal manera que
los tlaxcaltecas no estuvieron solos.
Después de los dos barrios Santiago para los guachichiles, y Tlaxcala para los tlaxcaltecas, se
fundaron inmediatamente Nuestra Señora de los Remedios, San Miguel, San Francisquito, la
Santísima Trinidad, San Sebastián, y un poco más tarde, San Juan de Guadalupe o Tierra Blanca.
En esta forma los tlaxcaltecas quedaron circunvalados por otras etnias y más todavía por los negros,
los mestizos y los mulatos. Por eso, como nos dice el Primo Feliciano Velázquez, el plan de la
colonización tlaxcalteca en San Luis Potosí no se logró sino en parte. Viviendo con indios cristianos y
sumisos no volvieron ya los feroces guachichiles de la provincia de Mexquitic a sus antiguas
correrías, a sus asaltos y emboscadas con que tanto daño causaron: Pero cosa singular, no se
unieron por el matrimonio a las familias tlaxcaltecas sino que se mantuvieron en aislamiento, o se
revolvieron con las otras etnias.
Muy pronto se extinguieron los de San Luis y Mexquitic. Los del Venado llevaron una vida miserable
que se agravó cuando los tumultos de 1767 y les quitaron sus privilegios y tierras. Vida rayana en la
esclavitud bajo la presión de advenedizos que disfrutaron las tierras o las arrendaban en condiciones
en que los indígenas no alcanzaban provecho.
Además, como nunca se deslindaron sus tierras, los tlaxcaltecas mismos, jamás supieron hasta
dónde llegaban sus propiedades. En cambio, los que llegaron a Saltillo como asentuales o nobles, y
como lo acabamos de escuchar, eran todos excelentes horticultores, escultores y músicos, sabedores
que en Tizatlán se labran y tallan todavía los famosos bastones que se venden en Apizaco. Según el
doctor González, la mayor parte de las esculturas de madera que se veneraban en los templos de la
región, procedían de manos de los artífices tlaxcaltecas.
Sin embargo, ellos llevaron a Saltillo y Aridamérica un trasunto de la vida de su metrópoli: el
pintoresco traje de los mexicas y la reverencial y dulce lengua náhuatl, con las alteraciones de su
patria.
Llevaron los magueyes y sus demás danzas típicas. Aportaron su laboriosidad, su indiscutible valor y,
sobre todo/ su amor al árbol y a las flores.
En Aridamérica, los tlaxcaltecas, por estar en la gran Chichimeca pudieron ser factores de cambio:
puede decirse que transformaron totalmente esta nueva tierra. Sin embargo, creo que lo más valioso
que trajeron, más que la agricultura, que la horticultura, o que las artesanías, fue el imponderable
bagaje de la nueva cultura mexica y novohispana, que trajeron, más que en los 200 carros, en su
propio corazón y en su propia alma.
Gracias.
Conferencia del Dr. Tomás Martínez Saldaña, "Los rasgos culturales
de los colonizadores tlaxcaltecas y sus descendientes en la Región
Norestense de México."
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Presentación
En el Norte de México existen pueblos agrícolas cuyo origen ha sido tlaxcalteca. Dato que pasa
desapercibido hoy en día para la inmensa mayoría de los habitantes y, de los estadistas modernos
del norte del país. Esta tlaxcalidad se volvió ¡rrelevante para la historia y para la economía
contemporánea; así como el saber que de ahí nació el brote informativo de la nacionalidad mexicana.
Pero sus orígenes son muy modestos, surgidos de los pueblos agrícolas cuya tradición era
mesoamericana, y por supuesto, poco o nada aportaban al producto interno bruto y al desarrollo
regional, en términos monetarios.
Dicho desprecio y descuido no es original, existe desde el siglo pasado de tal forma que, la historia
regional, del Norte de México, es irreconocible delante de la realidad agrícola. Si esta historia la
contara un agricultor jamás la ubicaríamos cómo nos ha llegado. La historia norteña ha sido también
la herencia del saber de un pueblo agrícola y pastoril, cuyo derrotero, éxitos y fracasos, han pasado
desapercibidos, pero su impacto cultural en la economía regional ha sido trascendental. Esta
sabiduría propia, nativa, nacida de la centenaria práctica agroganadera de los pueblos, conformó un
acervo técnico que por su versatilidad y por su adaptabilidad, y su rentabilidad, permitió la
sobrevivencia de una cultura material que venció al desierto, y enriqueció a un grupo que pudo
trascender a la economía industrial. Este pueblo conformó el ejemplo clásico de lo que el reconocido
antropólogo Eric Wolf ha denominado como la historia de los pueblos sin historia, en el entendido que
la historia se escribe con signos monetarios.
La herencia cultural, y el conocimiento técnico de estos pueblos campesinos, acrisolaron la
mexicanidad durante cuatrocientos años mediante la forja de la agricultura y la ganadería en los
eriazos norteños y, se constituyeron en el sostén de la transformación de la economía moderna a
través del apoyo y el sustento, al capitalismo mercantil europeo, primero mediante el
aprovisionamiento de los productos necesarios para la acumulación y la reproducción del capital
circulante de la época y con la vinculación productiva y laboral, después, a la región metropolitana de
la Cd. de Monterrey, en su proceso de consolidación, como centro comercial, mercantil e industrial.
De este proceso se han narrado las epopeyas de las conquistas del Nuevo Reino de León y han
quedado escritos los anales de sus capitanes, de los virreyes y de la aristocracia de sus gentiles
hombres. Pero de los humildes soldados, pastores y campesinos, que pavimentaron el camino de la
epopeya, y que produjeron los alimentos, defendieron el proceso y aseguraron su continuidad, no
existe rastro, sus usos y costumbres han venido pasando sin dejar huella en la historia oficial.
La herencia tlaxcalteca norteña
Esta herencia agropecuaria se reconoce en los descendientes vivos y contemporáneos de los
tlaxcaltecas del siglo XVI. Quienes fueron colonizadores, campesinos y soldados y se convirtieron en
héroes ignorados. Quienes a pesar de su importancia por el rol que jugaron en la colonización, en la
estructura colonial, en la guerra de Independencia y en la conformación de la nacionalidad mexicana,
poca presencia han tenido en la historia escrita y menos en la historia oficial. Aparecen en la literatura
especializada como una leyenda, o una novedosa novela al margen de la historia nacional y, se le ha
tocado de una manera muy tangencial por pocos investigadores, de tal manera que es muy difícil
encontrar en la historiografía contemporánea rastros de este aporte. La revisión histórica
decimonónica del siglo pasado y la revisión oficial revolucionaria fulminó una condena a la herencia
colonial Ibérica, la que incluyó también el rechazo al aporte agrícola y cultural tlaxcalteca. Con ésta
condena oficial los pueblos tlaxcaltecas norteños recibieron una carga infame de pueblos traidores y
renegados, carga convertida en una leyenda negra, que lo menos que hizo fue poner en duda la
existencia del proceso colonizador. Nada más lejos de la verdad histórica. Los tlaxcaltecas del norte
fueron los primeros mexicanos que convirtieron su tlaxcaltequidad en mexicanidad. Nos toca ahora
dilucidar el proceso y convertir esa leyenda negra en una epopeya épica nacional.
Este hecho trascendente y evocador se perdió en la leyenda en una nebulosa y difusa fábula. Ante
ello y con los instrumentos y con los avances de la Etnobotánica, de la Etnografía, de la Agronomía,
Antropología social, así como de la Historia Social, se ha empezado a rescatar la herencia de los
tlaxcaltecas colonizadores. Los que ofrecieron su capacidad agrícola y su adaptabilidad ecológica al
poder español primero, y luego al estado mexicano, al convertirse como comunidad de agricultores y
hortelanos que proveyeron de alimentos al norte; como comuneros defendieron sus pueblos, cabildos
y cofradías; y como soldados colonizadores y defensores de la Nueva Vizcaya y de la Nueva Galicia.
Fueron experimentados y valientes; colonizaron allende sus fronteras comunales más allá del Bolsón
de Mapimí, del Tunal Grande y de la Gran Chichimeca, alcanzando sus correrías hasta la Luisiana y
el Nuevo México. Labrando la expansión del capitalismo mercantil en el dominio colonial por
doscientos años, y fundando la nacionalidad mexicana en todos los ámbitos de la región a partir de
1800.
La influencia del pueblo tlaxcalteca, colonizador de regiones enteras del Nuevo Mundo y allende los
mares, dejó pocos elementos propios, porque sus aportes se mezclaron con los procesos de la
colonización que implicó la fundación de pueblos, de presidios y misiones; relatados en las anuas
jesuíticas, en los reportes militares de los capitanes de guerra y en los teatros americanos de los
juglares y escribanos de la Colonia.
En este devenir, todos los aportes tlaxcaltecas fueron identificados con las ordenanzas Reales y con
las realizaciones de un colonizador español. Pero su aporte agrícola, su armazón social, así como
sus instituciones, fueron acciones distintivas que han sobrevivido a la destrucción y desmoronamiento
del Imperio Español; así como a la desaparición de las misiones, de los presidios, a revoluciones y
repartos agrarios, generando pueblos mestizos y modificando costumbres y hábitos de muchas
gentes en Nuevo León, en Coahuila y en otras regiones del México moderno. Además, se ha logrado
llegar a la justipreciación de la presencia agrícola y cultural tlaxcalteca, gracias al apoyo de la teoría
sociológica y de la praxis histórica de la Antropología y la Agronomía, que ha encontrado el camino
de la forja del conocimiento de lo que fue la colonización agrícola del Septentrión de la Nueva
España; ocurrida en las postrimetrías del siglo XVI, en la aurora del siglo XVII y al inicio de la época
colonial. Este proceso colonizador fue básico y sustantivo para la expansión española ya que se
constituyó en el soporte material de la llamada "Ruta de la plata" primero, y en su defensor después;
y probó ser un aporte sustantivo para lo que fue la conformación étnica del futuro del país.
Los cuatrocientos años de tlaxcaltequidad
Gracias al rescate surgido del Cuarto Centenario del inicio de la Colonización Agrícola Tlaxcalteca,
iniciado en junio de 1591, en diversas partes de ese antiguo Septentrión novohispano, se ha venido
conmemorando dicha hazaña. Gracias a esa remembranza se ha venido revalorando la cultura y
rescatando la tradición y la riqueza botánica de los herederos culturales de los colonos, habitantes
actuales del campo y de la ciudad en el Norte mexicano; pueblos usufructuarios de la tradición
cultural, religiosa, así como agropecuaria, surgidos en el proceso de adaptación. El orgullo de este
proceso es que el rescate ha sido una apropiación de la propia historia por parte de los herederos
mismos en el norte del país, así como el reconocimiento de los nativos de la Tlaxcala contemporánea,
que, si no reconocen la herencia de sus hermanos de sangre en el norte, no conocen su propia
capacidad creativa.
De esta forma se han venido celebrando calladamente esta odisea de la expansión agrícola en las
nuevas tierras del norte realizada por sus ancestros. Se han remosado iglesias, capillas,
camposantos, avenidas, pueblos enteros; monumentos y calles; otros más exitosos editaron
memoriales y documentos que recordaban el proceso. Así en el Archivo Histórico de la ciudad de
Saltillo, Coahuila, heredera del Antiguo San Esteban de la Nueva Tlaxcala, inclusive se editó por un
año, un periódico conmemorativo de la fundación con documentos de la época.
Hay que notar que la labor entusiasta de maestros rurales, de profesores de secundarias, de
profesionales, religiosos, de académicos y gente del pueblo, los ha convertido en sus propios
historiadores y cronistas locales, y han producido frutos, puesto que han logrado dar realce al
aniversario y con su paciente trabajo conformaron un cuerpo narrativo y temático, quizá más
anecdótico que etnográfico, pero fuente primaria y acuciosa de lo que es la herencia cultural y
agrícola mesoamericana en la historiografía local, y regional, de la colonización agrícola tlaxcalteca
del Norte Mexicano.
De esta manera ha comenzado a tomar forma el orgullo de los ancestros por el prestigio de la
herencia recibida, y revalorado el reconocimiento de la literatura regional. Este rescate no se ha
reducido a los descendientes tlaxcaltecas contemporáneos, también el tema ha sido tratado por los
políticos e ideólogos quienes han descubierto este filón, canalizándolo en la pelea partidaria y
constituyendo justificaciones para una ideología localista.
Los mismos académicos hemos entrado en este proceso al conformar un análisis histórico de la así
llamada diáspora tlaxcalteca. Buscándole un parangón en la literatura con el fin de darle su real
dimensión, juzgándola como una hazaña y epopeya campesina de altura mundial; soporte y cimiento
de la nacionalidad mexicana en estos lares. A pesar de los avances que se han logrado en la
recolección de esta enorme y difusa riqueza, gracias al trabajo arduo de cronistas anónimos y de los
estudiosos del tema, nos falta mucho camino por recorrer. Por desgracia no todos los pueblos
herederos de esta colonización generaron sus propios intelectuales orgánicos, unos han perdido su
riqueza material, a otros se les privó de su legado de manuscritos y archivos, y los más, sufrieron el
saqueo de sus tierras y heredades. Esta es la razón de porqué el análisis es fragmentado, anecdótico
y disperso, por eso y para intentar la hazaña de entender la colonización en su conjunto.
Así pues habrá que repetir esa hazaña, una vez más, recopilando lo que hasta ahora conocemos y
hemos logrado conjuntar, conjugándolo con las hipótesis de trabajo y analizando su proceso
mediante las comparaciones regionales. Un paso de este proceso consistirá en difundir lo conocido,
así como enriquecer la síntesis ya lograda con los aportes de otros investigadores, especialistas, así
como del mismo público interesado. Muchos desearían mejor conocer la tradición de sus ancestros, a
ellos podemos ofrecerles lo que ya existe y lo que ¡es interesa conocer. Gracias a ellos se constituye
un gran público lector, soporte de este proceso y de este trabajo por recrear la cultura norteña
heredera de la colonización tlaxcalteca.
Uno de los aportes obtenidos hasta el momento ha sido la espontánea y amplia acogida recibida por
los "informantes": campesinos y productores, ciudadanos comunes descendientes de los tlaxcaltecas
ubicados en muchos pueblos del Norte y Occidente del país. Ellos han venido guardando muy en su
hogar historias vivas, recuerdos, parafernalia, imágenes, tradiciones, costumbres, libros y panfletos.
Pero habrá que fundar un centro o una coordinación de este proceso, hasta el momento he tenido la
suerte de estar en la dinámica de la acción de los aniversarios y de compartir los eventos con los
mismos descendientes de los protagonistas; aporte fundamental porque ha dado nuevas pistas, ha
corregido hipótesis, y nos ha animado a seguir en la búsqueda de este proceso vivo y latente en la
abigarrada cultura nacional. Pero es iluso el pensar que una persona puede continuar en el
seguimiento de estas acciones. Hoy en día vengo a poner en sus manos mi aporte para que lo
continúen, conformando un nuevo grupo, una nueva cofradía que tome en sus manos la herencia y el
rescate.
No todos los que emprendimos esta aventura académica han visto su fin; el camino ha sido largo,
además de pesado y sinuoso, con altas y bajas. En este andar han quedado hombres valiosos
quienes con su trabajo, dedicación y amor al México rural, señalaron otras rutas, veredas y caminos
por recorrer con el fin de rescatar la herencia tlaxcalteca. Hombres tales como el doctor, ingeniero y
maestro don Efraín Hernández Xolocotzi, tlaxcalteca de raza y nacimiento; quien estudió, conoció e
impulsó, hasta donde pudo, el estudio de la agricultura tlaxcalteca, no sólo en su tierra natal sino en
todo el país. El mismo nos diseñó las hipótesis básicas y señaló el papel preponderante que la
agricultura mesoamericana jugó en el proceso colonizador colonial en el Norte Mexicano.
El trabajo de investigación fue iniciado por el Maestro Efraín Hernández Xolcotzi quien tuvo la
oportunidad de conducirnos por su estado natal, Tlaxcala, mostrándonos sus campesinos y sus
secretos agrícolas. De esta forma se estableció la metodología de trabajo, a seguir en el estudio, al
quedar enfatizado el doble sentido que la investigación debía tomar para comprender el éxito
colonizador del pueblo tlaxcalteca, en el ámbito cultural y en el arsenal botánico, agronómico y
técnico: dando así una dirección específica a las hipótesis de trabajo y la recolección de datos de
campo y de gabinete.
Es importante señalar que el rescate de la herencia tlaxcalteca ha venido de la tradición agrícola
realizada por maestros rurales y profesores de normales, de universidades y de instituciones oficiales,
además de eclesiásticos e historiadores, archivistas y aficionados a quienes me he unido. Entre todos
se han sumado esfuerzos a la hazaña de nuestros antepasados tlaxcaltecas y buscamos conformar
una élite académica y bravia emuladora de aquellos mexicanos que han hecho y seguirán forjando
patria, en la oscuridad de un laboratorio, de un gabinete, a la vera de los campos o en las faldas de
los cerros, sin un lauro reconocido ni una nota de agradecimiento, tan sólo con el orgullo de rescatar y
defender la agricultura y la herencia tlaxcalteca en los pueblos olvidados por la política
gubernamental; seguidos de los entusiastas lugareños y, de algún iluso discípulo o de un cansado
alumno.
La tradición reconocida hasta ahora en una primera instancia se debe a los eventos conmemorativos
que se han venido realizando por los vecinos de Venado, S.L.P., así como a los de San Miguel de
Mezquitic, hoy Miguel Carmona, S.L.P, a los eventos de San Luis Colotlán, Jal., así como a los de
San Esteban de la Nueva Tlaxcala en el Barrio de Abajo y en las calles de Salazar, en Saltillo,
Coahuila, donde el Ing. José del Bosque Celestino, heredero de la tradición tlaxcalteca saltilíense,
ofreció su herencia iconográfica, su saber familiar, a este acervo; así como el lie. Carlos Valdés,
verdadero saltillense y erudito amanuense del archivo histórico de la ciudad de Saltillo. En
Hualahuises, N.L., el ing. Francisco González, aportó su apoyo, reconociéndose heredero de los
tlaxcaltecas y profesor apasionado de la tecnología agrícola. De la misma manera el Dr. Francisco
Rodríguez investigador de Botánica de la Universidad Antonio Narro permitió que conociéramos los
aportes de su trabajo en Lampazos, N.L., y en Candela, N.L., las cuales llegaran a celebrar su tercer
centenario. Ahora, al unirme a este esfuerzo me encuentro que el camino no se termina, Bustamante
nos brió sus tesoros y para el 18 de febrero de 1998 se cerrará el ciclo de los colonizadores
fundadores, al conmemorarse los cuatrocientos años de la llegada de los Tlaxcaltecas a Santa María
de las Parras, Coah. Todo lo anterior nos permite poner al alcance de la cultura norestense los
aportes hasta donde hemos llegado, esperando que este rescate no sea sólo un aporte bibliográfico,
sino un aporte social a la comunidad neolonesa.
La tradición tlaxcalteca modernizada.
Muchos de estos herederos campesinos, agricultores, comerciantes y pueblo en general viven en los
pueblos del norte, en los estados de Nuevo León, en Coahuila, Zacatecas, San Luis y Jalisco, así
como en los dos lados de la frontera. Algunos todavía se reconocen como tlaxcaltecas y se
enorgullecen de compartir entre ellos los valores, creencias y tradiciones de sus ancestros, así como
los tlaxcaltecas modernos, a pesar de la lejanía geográfica y del aislamiento histórico en que han
vivido. Pero no sólo hay que notar el orgullo de una ancestría, en esa herencia existen enormes
potenciales y riquezas que, hoy en día, pueden ser explotadas y ofrecer no sólo orgullo a sus
poseedores, sino recursos materiales. No pensemos que la herencia tlaxcalteca se reduce al habla y
la tradición lingüística, ni a los bailes tradicionales, danzas y coloquios, ni a las fiestas religiosas. Ni
siquiera la herencia se limita a los rasgos fenotípicos, porque estos ya no son compartidos. Estos
elementos son los más comunes, pero hay otros más vivos y más importantes que no se reconocen y
menos se aprovechan.
Este es el caso de la herencia mesoamericana traída por los tlaxcaltecas en el siglo* XVI, la herencia
botánica reconocida ahora en la herbolaria y en la farmacopea tlaxcalteca, así como en las fuentes de
germoplasma de fruta, de verdura y de sistemas agrícolas. Herencia que sigue viva en los pueblos
agrícolas y en los barrios populares, en los curanderos y hasta en la magia blanca que podemos
encontrar en Linares, en la Petaca, N.L., y en los mercados de las grandes ciudades. Además, la
riqueza culinárea se sigue disfrutando en los pueblos y en las ciudades, y por cierto no se reduce sólo
al cabrito a las brasas; la tradición de dulces, panes y postres, todavía nos deleita, así como la
tecnología de la deshidratación de productos.
Estos sistemas productivos pueden ser modernizados y tecnificados, y pueden ser la base para una
economía de escala, como lo han sido los dulces de Linares. Pero no sólo hablo de productos
terminados, existe una riqueza botánica y una capacidad genética que han que explorar
detenidamente en las plantas, en las cactáceas, en los arbustos, en los diversos árboles frutales,
guardados, mejorados y manejados por cuatrocientos años. Dicha riqueza también está en los
humildes borregos y en las cabras, herederos directos de aquellos traídos de España hace
cuatrocientos años. Allí es donde tenemos que buscar los aportes que la herencia tlaxcalteca nos ha
legado a nosotros y a la economía actual. Un caso patético que hemos perdido: los tlaxcaltecas,
gracias a su tecnología y a su capacidad de selección, por centurias lograron domesticar la nuez
pecanera y, los que han disfrutado de su producción comercial no hemos sido nosotros. Dígase lo
mismo de las uvas de Parras, las cuales salvaron en el siglo pasado de la filoxera a la producción de
vino de Europa; lo cual se logró fundamentalmente al llevar sarmientos de Parras a Francia e
injertarlos a los viñedos franceses. Este milagro técnico se debió al potencial que los tlaxcaltecas
tenían en sus parras al conservar el vigor genético de la parra americana, y a las mezclas que los
tlaxcaltecas realizaron de las uvas europeas con las nativas, donde surgió un vigor genético propio de
las parras americanas. Una pregunta obvia: ¿quién ha rescatado o siquiera estudiado la capacidad
genética de nuestras parras y de los nogales silvestres existentes hoy en día en esta zona; dónde
están los herbarios y las colecciones botánicas para su estudio y su reproducción?. Estos son
recursos que tienen valor no sólo científico, sino comercial. La reproducción vía clonación ha
facilitado la venta de estos recursos genéticos, y en México ni siquiera los tenemos registrados,
menos aprovechados.
Pero no se acaba ni se agota allí la riqueza desconocida de la tradición tlaxcalteca norteña. Un
ejemplo más de los recursos inexplotados lo conforma la tradición artesanal de manufactura y uso de
los sarapes, rebosos, mantas; cuyos diseños tradicionales tlaxcaltecas pueden ser adaptados a la
tecnología moderna y generar nuevos estilos de vestir mediante nuevas mezclas textiles de lana, de
seda, de algodón y de toda la gama de fibras derivadas del petróleo. Hay un ejemplo exitoso en la
ciudad de Parras, Coah., en la confección de mezclilla: ¿no se podrá repetir este ejemplo?.
Recordemos que los sarapes mexicanos y en especial los que fabricaban en el norte fueron parte del
bagaje cultural del norteño y, llegaron en su comercio hasta las Filipinas en el siglo XVIII, y a toda
frontera americana en el siglo pasado. Creo que con la tecnología actual y con un poco de ingenio,
los estilos y diseños tlaxcaltecas pueden repetir dicha hazaña.
Los tlaxcaltecas en el noreste fueron grandes criadores de caballos, productores de cajetas, hates y
dulces de fruta y leche que se recuerden en toda la historia colonial en el norte de la Nueva España.
Esas tradiciones son todavía un acerbo que espera que se les reutilice en el mercado moderno de
consumo de los pueblos, que verían con agrado el regreso de sus productos tradicionales ahora en
formato moderno.
Pero la herencia más importante está por descubrirse, me refiero al germoplasma, perdido y olvidado
en los huertos tlaxcaltecas, en los corrales de las casas y en los jardines de las iglesias, así como en
las plazas de los pueblos. Los árboles frutales tlaxcaltecas representan una riqueza botánica por
explorar y explotar. Esos árboles muchos son herederos de los que trajeron los frailes franciscanos al
Convento de Huejotzingo a mediados del siglo XVI, y fueron transportados al norte por los
tlaxcaltecas. Dichos árboles guardan su germoplasma y esperan que la fitotecnia permita desarrollar
su gran potencial. La combinación de la herencia tlaxcalteca repartida en todo el norte será además
un detonador del rescate frutícola del norte de México que espera que alguien reconozca su potencial
financiero. Desarrollo que además de rescatar la tradición tlaxcalteca generará desarrollo ecológico
equilibrado y permitirá mantener el equilibrio necesario entre la ciudad y el campo en los pueblos y
ciudades del norte del país. Elemento que los tlaxcaltecas manejaron con maestría y que ha venido
siendo destruido por el desarrollo inmoviliario depredador.
En este tenor, habrá que recordar que en el siglo XVI al XVIII los tlaxcaltecas acompañaron a la
conformación económica de la Nueva España comerciando, produciendo conjuntamente con la
Corona Española, con la Iglesia y con grandes comerciantes de la época, un sistema basado en la
explotación de la plata y que permitió la conformación de un sistema imperial comercial donde Saltillo
y los recursos Norestenses fueron parte, al introducir alimentos, sarapes y vino a la cadena comercial,
y recibiendo productos de sistemas comerciales tan lejanos como China y la India a través de los
mercados del Galeón de Manila y de las Ferias Novohispanas; donde se incluían dos ferias donde los
tlaxcaltecas participaban de una manera importante la de Saltillo y la Santa Fe y Taos en el Nuevo
México.
Una pregunta surge hoy en día, cuál sería el impedimento para repetir las ferias tlaxcaltecas que se
realizaban tanto en la Plaza de la Nueva España en San Esteban de la Nueva Tlaxcala como en San
Miguel de los Tlaxcaltecas en Santa Fe, y en Taos en el Nuevo México. La Nao de China era un filón
de riquezas que con visión puede repetirse, que implicaba un sistema de vinculación de productos
que durante la colonia permitió el comercio suntuario de los productos de ultramar y parte de él, se
logró en el norte de la Nueva España, en parte a los laboriosos artesanos y arriesgados arrieros y
jinetes tlaxcaltecas, quienes además, fungieron como colonizadores y productores de las vituallas en
la ruta del Galeón de Manila.
Además, gracias a las prerrogativas de libertad de comercio qué la Corona Española les ofreció,
facilitaron las plazas comerciales para instalar ferias anuales. Una pregunta obvia surge hoy en día
conforme a la demanda de los pueblos indígenas mexicanos de autonomía. ¿Por qué no reclamar los
derechos tlaxcaltecas otorgados por la Corona a perpetuidad, de libertad de comercio, de rescate de
edificios, de derechos comunales, de manejo de aguas y exención de impuestos ahora que se busca
dar importancia a las regiones étnicas, así como a las nacionalidades y a las etnias? Derechos que
por cierto fueron suprimidos por las 1821, no canceló, ley que ya fue modificada para dar derechos. Si
se otorgó este derecho constitucional de ser distinto a pueblos indígenas modernos, por qué no se les
da a aquellos pueblos que desde el origen mismo de la nacionalidad mexicana se reconocieron
diferentes para crear una economía y una estructura social. Así por qué no se puede reconocer las
estructuras políticas de los cabildos indígenas norteños, desconocidos por los gobiernos locales en
1830 al arrebatarse el control de sus tierras y aguas y destituyendo los cabildos indígenas norteños.
Por qué no rescatamos los sistemas comunales de manejo de bienes como fueron las cofradías
civiles suprimidas por don Benito Juárez, en el año de 1857, además ya la ley de 1992 permiten su
existencia y el rescate de derechos comunales de las tierras manejadas por corporaciones civiles.
Esto es una nueva oportunidad para que las cofradías tlaxcaltecas norteñas vuelvan a tener
existencia en las regiones que todavía mantienen sisteas agrícolas y estructuras agrarias herederas
de los tlaxcaltecas: como serían Bustamante y Parras.
¿Por qué entonces no se rescata esta tlaxcaltequidad?, reconstituyendo los grupos de los barrios, las
comunidades basadas en los derechos agrarios y en el usufructo de recursos naturales, que la
reforma constitucional del artículo 27, hecha en 1992, ya reconoce; derechos que inclusive el
legislador constituyente de 1917 regresó al campesino mediante el modelo ejidal y que sólo
recientemente se reconoce a los grupos étnicos; solicitando ante la nueva estructura política del país
el rescate de esta jurisprudencia, de estos recursos que permitieron la sobrevivencia a una cultura
que dio a luz la actual sociedad norteña. No olvidemos que argumentos de este tipo permiten el
rescate de tierras en litigio como las huicholas, las huaves, las tepehuanas. En la misma ciudad de
México en la delegación Magdalena Contreras se acaba de ganar un litigio de usufructo de tierras que
duró más de trescientos años.
Antes de terminar hay que señalar que los tlaxcaltecas del norte de México ya no son tlaxcaltecas; en
el sentido moderno, no lo pueden ser ni física ni moralmente. Son simplemente los herederos de una
herencia genética y cultural del siglo XVI, amplia, dispersa y omnipresente, ya que la mayoría de los
actuales habitantes de los pueblos de la Diáspora tlaxcalteca apenas si logran reconocer una
vinculación genealógica, o una herencia fenotípica tlaxcalteca, con los colonizadores que en 1591 se
dispersaron en Cuicillo y, llegaron a San Esteban de la Nueva Tlaxcala, y de allí, se multiplicaron y
colonizaron Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Texas después de una o diez generaciones. Si a
estos campesinos, rancheros, citadinos, los comparamos con los actuales residentes en el estado de
Tlaxcala, aparece una diferencia de cuatrocientos años surgida de las mezclas raciales y étnicas, con
lo que sufrieron una transformación fenotípica en el proceso de adaptación al nuevo ambiente
norteño. Esta transformación implicó la mezcla con razas de recolectores cazadores, con hispanos,
con moriscos y con otros grupos de colonizadores como los tarascos y los otomíes. Además habrá
que añadir al proceso de transformación el cambio en los hábitos culinarios que se caracterizaron por
el consumo de leche y carne, por la recolección de piñón, nuez y tuna, además de la tradición
hervívora traída de Mesoamérica.
Por supuesto que se reconoce que hay un tronco común basado en una herencia que nació de una
cultura madre que fue el patrón cultural en el apogeo de la Tlaxcala colonial al final del siglo XVI. Esta
herencia y este vigor facilitó la formación de pueblos y de culturas en diversos ámbitos del país, así
como fuera del mismo. Gracias a esta herencia nacieron pueblos que se reconocen herederos
tlaxcaltecas en Jalisco y San Luis Potosí. Y de esta simiente, esta herencia, continuó propagándose a
Nuevo León, a Texas, así como a Tamaulipas, a Durango y al Nuevo México.
Esta herencia tlaxcalteca doscientos años después se transformó en una base de recursos
económicos y de aprovechamientos ganaderos y agrícolas, así como en el origen de lealtades
políticas que ayudaron a la conformación de la nacionalidad mexicana en el siglo pasado, y abrió
caminos a la diversidad cultural del país. De esta forma en el norte mexicano, el tlaxcalteca fronterizo,
desarrolló las estrategias de la cultura de la frontera, se volvió soldado, artesano, así como hombre
de a caballo, además de convertirse en un hortelano de oasis, en un agricultor de secano y un
cultivador de sistemas de riego en la estepa y en el eriazo; se desenvolvió como pastor en zonas
desoladas de rebaños de cabras y ovejas.
Así, a pesar de los años y cambios transcurridos, reconocemos patrones comunes, riquezas
compartidas que nos toca evaluar, rescatar y conservar para la posteridad. Esa es la lección que
aprendemos los estudiosos de este proceso y, la obligación ética surgida, nos conduce a seguir
reconociendo el proceso, entendiendo e interpretando los datos históricos y sociales, y conformando
una metodología de trabajo, para el rescate y la conservación de la tradición cultural de la que nos
sentimos admirados y respetuosos. Además de la obligación que este conocimiento de la herencia
tlaxcalteca nos impone de estimular y generar este orgullo de pertenencia a los herederos
tlaxcaltecas, a cuatrocientos años de haberse desprendido de la fuente de vida cultural y social,
surgida de la herencia de la Tlaxcala madre.
Conferencia del historiador Octavio Herrera sobre "La
tlaxcaltequización en Tamaulipas".
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Tamaulipas es un poblamiento tardío.
Entonces una buena parte de su región central perteneció a la jurisdicción del Nuevo Reino de León,
y es aquí donde va a ocurrir la presencia de estos indios tlaxcaltecas, sobre todo porque hacia la
parte sur del Nuevo Reino de León existió un acceso que comunicaba el altiplano central con los
agostaderos de la costa del seno mexicano, y este acceso fue la vía de una ruta de colonización
promovida desde el Nuevo Reino de León hasta 1666, que va a dar lugar a las fundaciones en la
cuenca alta del Río Blanco, lo que hoy es Zaragoza y Aramberri, Nuevo León.
también se va a establecer el pueblo de San Antonio de los Llanos, este pueblo se ubica en donde
actualmente se encuentra el municipio de Hidalgo, Tamaulipas, y era el acceso más meridional para
introducirse, para salir del Nuevo Reino de León en la segunda mitad del siglo XVII, pero bueno, aquí
esta es una frontera de colonización que no logra madurar por diversas circunstancias, pero'
principalmente por el enfrentamiento entre la colonización del Nuevo Reino basada en una relación
con los indígenas chichimecas locales, sobre un enfrentamiento, digamos, vinculado con esta
esclavitud o sometimiento en congregas a los chichimecas, se hicieron polarizar las relaciones entre
los novohispanos de esta parte de la Nueva España y los Chichimecas. Entonces es ahí donde se va
a pensar, esa guerra constante va a hacer permanecer la costa del seno mexicano despoblada hasta
el siglo XVIII, y es ahí donde va a intervenir la idea de incorporar a los tlaxcaltecas en un rol mucho
más activo.
Similar al que ya habían venido utilizando desde fines del siglo XVI, como ya se ha mencionado aquí,
tanto en San Luis Potosí, en Coahuila, lo que va a ser Coahuila y en el Nuevo Reino de León. Pues
bien, esta esclavitud y este sistema de congregas que polariza la relación indígena, colonia en el
Nuevo Reino de León origina que después de muchos reclamos en el siglo XVII, a lo largo del siglo
XVII origina que a principios del siglo XVIII el virreinato ordene la reforma del reino, del Nuevo Reino.
Y en qué se va a basar, bueno, se tratará de desmantelar el sistema de congregas y con ello
establecer un nuevo patrón de relación indígena donde intervienen los tlaxcaltecas muy
importantemente.
Es aquí donde se nos dibuja la presencia del licenciado Francisco Barbadillo y Victoria, seguramente
ha sido señalado por algunos de los otros autores, pero bueno, quiero hacer algunas
puntualizaciones de la importancia, el modelo instrumentado por Barbadillo en sus famosas
instrucciones y ordenanzas que se basaban, era la estrategia para desmantelar el sistema de
congregas y, de hecho, constituían un extracto de las Leyes de Indias en donde expresaba
explícitamente los mandamientos de la Corona Española acerca del trato a los indios.
Estaba basado en el espíritu de la religión católica que debían adecuarse en lo que fue la conquista
de los naturales del Nuevo Mundo, o sea, toda la estructura filosófica que se instrumentó estará
impregnada en estas instrucciones de Barbadillo y Victoria.
Como base fundamental se estipuló que se fijaría el castigo para quien incurriera en la práctica de la
esclavitud y las congregas con perdimiento de sus bienes aplicados al fisco y presidio y azotes en
caso de que se violaran esas disposiciones, no se permitiría convencer a los naturales chichimecas
para trabajar obligadamente con los encomenderos del Nuevo Reino de León, ni tampoco que les
aplicaran el famoso lazo corredizo por el pescuezo, dicho textualmente. Ni la existencia de cárceles
particulares.
La piedra angular y aquí es donde intervienen muy importantemente en este modelo de pueblos de
indios y tlaxcaltecas, la piedra angular de Barbadillo y Victoria para eliminar las congregas fue el
establecimiento de los pueblos de indios que fueron tres: Guadalupe, situado en las cercanías a
Monterrey, al pie del Cerro de la Silla, y los de Concepción y Purificación, situados en el Valle del
Pilón. Más tarde y de acuerdo a este patrón se repoblaron las misiones y pueblos de San Cristóbal de
los Hualahuises, de Agualeguas y, de San Antonio de los Llanos, o sea, lo que va a ser Tamaulipas.
Según Fray Vicente de Santamaría esos pueblos quedaron situados en los lugares más pingues y
provistos de lo necesario para la vida, cercenándolos a las haciendas a que pertenecían, no obstante
los reclamos y protestas que hacían los dueños, o sea, los hacenderos.
A los pueblos se les dotó de una propiedad de 4 leguas en cuadro, aboliéndose el derecho de los
propietarios españoles, según lo estipulaban para estos casos las Leyes de Indias. Se dispuso
también que el Real erario erogara los gastos para la compra de aperos y el mantenimiento de los
pueblos por un año, librándose el apoyo con la caja de San Luis Potosí. Aquí nuevamente otra
vinculación regional, San Luis se transformará años más tarde en la intendencia de las provincias
internas de oriente las aglutinará.
Los pueblos serían mixtos, formados por los tlaxcaltecas y los chichimecas, los tlaxcaltecas tendrían
el apoyo del rey, según las capitulaciones que desde el siglo XVII disfrutaban, y serían en calidad de
indios madrinas, y reclutados en los pueblos fundamentalmente de San Esteban de Venado, en el
altiplano potosino.
Los chichimecas provendrían de las congregas y de los que bajarán de los montes y serranías,
calculándose que al fundar los nuevos pueblos Barbadillo agrupó alrededor de 4 mil 500 indios del
Nuevo Reino de León. La administración de los pueblos estaría sujeta directamente al virrey a través
de un protector general que devengaría un sueldo de mil quinientos pesos anuales, con título formal.
La responsabilidad del protector era hacer cumplir las instrucciones y ordenanzas visitar los pueblos y
procurar su fomento; lo mismo que apoyar el quehacer de los misioneros encargados de la atención
religiosa de la comunidad indígena. La aplicación de justicia sería competencia del protector y en
última instancia del virrey, en caso de alzamiento el gobernador de la provincia del Nuevo Reino,
como responsable de las armas, tomaría cartas en el asunto en conformidad con las leyes en materia
de guerra, notificando enseguida al protector de los hechos sucedidos para evitar abusos.
Cuando los indios huyeran del pueblo, el protector los mandaría á seguir con otros indios, y aunque
estos no llevaran las armas no serían en son de guerra, evitando enseñar en estas tareas a los
tlaxcaltecas, para evitar que estos se malavistaran con los naturales.
Entre las reglas, a observar por los chichimecas dentro de los pueblos, estaba la prohibición de ir a
comer tunas, debido a los males que ello implicaba; en cambio tendrían permiso para ir a recoger sal
y capturar ganado mesteño con la debida licencia del protector. Ningún indio tendría el título de
capitán, estando prohibido el uso del arco y la flecha, los tatuajes, la celebración de los famosos
mitotes peyoteros y, la salida de la provincia sin el permiso del protector.
Los tlaxcaltecas por su parte, y como una continuidad de sus antiguas canonjías, estaban autorizados
a usar caballo y portar armas; pero no tendrían que alejarse de la provincia sin licencia.
Los pueblos de indios constituirían su propio gobierno integrado por un gobernador y varios oficiales.
El gobernador sería invariablemente un tlaxcalteca, durante un año en el cargo, con posibilidad de
reelección, pero susceptible de ser separado de su cargo por el protector, en caso de ameritarse.
Los alcaldes y justicias se nombrarían entre los tlaxcaltecas y chichimecas, estando autorizados a
portar sus insignias fuera de su jurisdicción. Cito, pues, en esto se ha reconocido particular gusto y
vanidad por ello y ningún prejuicio. Un escribano tlaxcalteca completaba el cuadro de funcionarios del
pueblo de indios, con el importante encargo de manejar los papeles de la comunidad, las ventas y
testamentos, y la administración de la escuela; con ejercicio vitalicio del puesto y libre de cargas y
tensiones comunes a los demás.
El escribano tlaxcalteca utilizaría un libro de aperos para el registro de los bienes de comunidad; el
gobernador reconocería cada año las mojoneras del pueblo, y en caso de una invasión el asunto se
ventilaría en los tribunales de la corte de México; sería prohibido vender, enajenar o arrendar las
tierras y aguas del pueblo.
La siembra de maíz era la prioridad de los pueblos de indios, cuya cosecha repartiría el misionero
equitativamente, estando todos los miembros de la comunidad obligados a participar en su cultivo.
Los excedentes se venderían a fin de renovar los aperos de trabajo y para la adquisición de
ornamentos religiosos o bien para adquirir vestimenta de los indios que se hallaren más desnudos,
con los productos de la cosecha se mantendría un hospital dentro del pueblo. Dichas transacciones
las controlaría el misionero, procurando hacer las ventas claras, para evitar que los indios
interpretaran algún fraude contra sus intereses.
Barbadillo y Victoria recomendó que los tlaxcaltecas apoyaran las labores de siembra de los
chichimecas para evitar su huida, por gobierno y economía, ni encargando paciencia al misionero
para conservarlos dentro del pueblo. Llegando el caso de que algún chichimeca quisiera sembrar lo
propio, se le apoyaría con la esperanza que este ejemplo motivara a sus restantes compañeros.
Por su parte, los tlaxcaltecas si dispondrían de sus propias tierras y aguas sin mezclarse con los
chichimecas en las ganancias y distribución de su cosecha, trabajando en común o en particular y
con sus propios aperos de labranza, además se obligarían a sembrar una milpa de comunidad a fin
de mantener a los indios de su nación que estuvieran impedidos, cuyos excedentes se utilizarían
como más conviniera.
En materia de contrato de trabajo, las instrucciones y ordenanzas de Barbadillo y Victoria exigían que
todos los indios matriculados en los pueblos podrían engancharse con algún patrón español, quien se
obligaba, so pena de castigo, a dar seguridades para la utilización de esta fuerza de trabajo, pues
según lo manifestó Barbadillo, existe en el Nuevo Reino de León la costumbre envilecida de no pagar
a los indios su trabajo.
De ahí que el misionero y el propio gobernador estarían atentos al trato de los indios contratados, la
regulación del trabajo hecho por los indios fuera del pueblo sería reglamentada muy de cerca, pues
había casos en que un indio salía por largas temporadas sin licencia del misionero y el protector,
exigiendo a su regreso, el derecho a la cosecha de comunidad, los bribones.
Por tanto, se les traería amarrados y se les darían 12 azotes multándose con 6 pesos a los españoles
que los contrataran sin la autorización debida. Los indios principales tendrían limitaciones para dejar
sus cargos e irse a trabajar afuera.
El gobernador de los indios por ningún concepto lo haría. Las ordenanzas marcaron que los sueldos
serían de dos reales al día con comida y de tres reales sin alimentos. El trabajo doméstico de las
indias, en las casas de los españoles, sería remunerado por un real. El trabajo por deuda se impidió
con la prohibición expresa de otorgar préstamos a los indios por más de cinco pesos.
Según las ordenanzas dictadas por Barbadillo y Victoria, ningún indio podía ser escoltero ni aun los
tlaxcaltecas; no obstante, cuando ocurría algún robo de los bienes de comunidad, se autorizaba a los
indios a salir en campaña para recuperarlos, pero con la autorización del gobernador del pueblo.
Todos los indios estaban obligados al trabajo debiendo aplicar sus sueldos y productos en el
mantenimiento de sus familias. Servir al misionero era otra importante obligación, recibiendo a
cambio, no pagar las subvenciones por los servicios religiosos.
Las disposiciones de Barbadillo estipularon que los gobernadores del Nuevo Reino de León
brindarían los auxilios solicitados por los protectores de los indios, dando cuenta al virrey de este
apoyo, divulgarían las instrucciones y ordenanzas para que nadie alegara su desconocimiento,
teniendo la responsabilidad de aplicarlas. Un notario en Monterrey recordaría a los nuevos
gobernadores estas disposiciones con pena de privación de oficio, multa económica o presidio, en
caso de no acatarlas.
Además, varían las causas judiciales presentadas por los protectores de indios. Los pueblos
oganizados por Barbadillo y Victoria tendría una amplia plaza, un espacio para casas reales, donde
viviría un gobernador de los indios, se dotaría de un lugar, o se dotó un lugar para hospital del pueblo,
así como los solares particulares para los indios que serían de 30 varas cuadradas para los
tlaxcaltecas y de 20 varas para los chichimecas.
Con su correspondiente ramal de la asequia madre que se sacara para regar los solares del pueblo.
No se permitirían las permutas de solares sin causa justificada, ni tampoco se podía vender ningún
bien del pueblo, o sacar cualquier cosa, sin el permiso del protector. En las piezas se dispondrían de
algunas reses para ser consumidas, pero sólo en caso de existir esa
herencia.
Aunque hasta hoy en día aun no tenemos una comprensión a fondo, e interpretativo de la evolución
histórica de los pueblos indios establecidos por Francisco Barbadillo y Victoria, aunque existen
excelentes citas y algunos trabajos introductorios, algunas noticias nos indican que permanecieron a
pesar de la fuerte oposición de los colonos, y de hacendados.
Así es que, de acuerdo a información que estaba en 1799 por el gobernador de esa provincia, indica
que los pueblos de Purificación y Concepción, situados en lo que hoy es el Valle de Montemorelos,
aproximadamente a 70 kilómetros de Monterrey, al hablar de sus indios decía: "Han sido más
inquietos y pacíficos que los de la sierra madre y en la actualidad lo están todos, pues los principales
de conversión son ya muy viejos y acostumbrados al sosiego que les proporciona la misión".
Más tarde, al secularizarse los pueblos se convirtieron en congregaciones agrícolas en el Valle de
Montemorelos, por lo que respecta al pueblo de Guadalupe, después de su secularización, alrededor
de 1830 pasó a convertirse en una villa y finalmente en nuestros días forma parte de la trama
conurbada de esta hermosa ciudad de Monterrey.
Para finalizar quise señalar, es inevitable en este momento citar este modelo de pueblos de indios
porque será utilizado más tarde en el Nuevo Santander. Cuando se establece el Nuevo Santander,
por el Conde de Sierra Gorda, a mediados del siglo XVIII, va a quedar compuesto el mosaico regional
del noreste mexicano. Ya está el Nuevo Reino de León, fundado a fines del siglo XVI ya queda
definida Coahuila, definida, a fines del siglo XVII, principios del siglo XVIII y, finalmente, el Nuevo
Santander en el siglo, mediados del siglo XVIII. Con esto se compone el modelo regional del noreste
y, Texas a principios del XVIII; Texas porque forma parte de una misma unidad cultural e histórica.
Pues bien, y ya para finalizar, porque ya viene el verdugo sobre mí. Quiero citar que este pueblo de
San Antonio de los Llanos se ubicaba, insisto, en lo que hoy es parte occidental y centro de
Tamaulipas, era el acceso más meridonial al Nuevo Reino que José de Escandón se lo incorpora al
fundar el Nuevo Santander. San Antonio de los Llanos también tuvo el modelo de pueblos de indios
de Barbadillo y Victoria, y en 1740 el gobernador del Nuevo Reino, José Antonio Fernández de
Jáuregui decía que era misión y pueblo de indios compuesto por 21 vecinos de las naciones
tlaxcaltecas y guachichiles.
¿Qué va a pasar después?, cuando se establece el Nuevo Santander a partir de 1748, aquí no se usó
en primera instancia el modelo de pueblo de indios, como había sido en el Nuevo Reino, sino se trató
de utilizar el modelo de Misiones, a través del exitoso plan que tenían desarrollado en Texas, sobre
todo el colegio de Propaganda Fide de Guadalupe de Zacatecas; lo trataron de instrumentar en el
Nuevo Santander, pero fracasa hacia 1776, porque los franciscanos de Guadalupe no se entienden
con José de Escandón.
Esto motiva la caída de José de Escandón del poder y la salida de los franciscanos zacatecanos del
Nuevo Santander, pero hay dos gobernadores en Tamaulipas, uno, Vicente González de Santianés
en 1773, y al año siguiente el hijo de José de Escandón, Manuel Ignacio de Escandón, que tratan de
reproducir el modelo de Pueblos de Indios con la utilización de los tlaxcaltecas, y se alcanza a
instrumentar en cierta medida, pero que, al final de cuentas, viene siendo el patrón y el modelo de
Barbadillo y Victoria, que reforma el Nuevo Reino a principios del siglo XVIII.
Entonces, este modelo de Pueblo de Indios es una aportación importantísima del último período de la
historia y de la cultura de los indios tlaxcaltecas en el noreste de México. Para el caso del Nuevo
Reino de León, afortunadamente tenemos esta constancia escrita, este magnífico documento de las
ordenanzas e instrucciones del famoso Juez de la Audiencia y de la Corte de México, don Francisco
de Barbadillo y Victoria, y, para Tamaulipas, que aunque tardíamente se incorpora a la composición
política de la Nueva España, tendrá los resabios, las resonancias de esta cultura, de esta milenaria
cultura mexicana que va a tener sus rebrotes coloniales, y que vendrán a ser un eslabón más de la
apasionante historia del noreste de México.
Muchas gracias.
Conferencia del Maestro José Reséndiz Balderas, I "Las tribus
nómadas en el noreste de México y la huella de Tlaxcala".
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
A todos, esperamos que la estancia de los que no son de aquí de Monterrey sea bastante placentera,
y sobre todo que tengan mucha voluntad para aguantar estos calores tan tremendos.
A la vez doy las gracias por la oportunidad que me brindan de conversar con ustedes un poco sobre
este trabajo que hemos realizado y que está basado fundamentalmente en fuentes del Archivo
General del Estado de Nuevo León, donde hemos consultado de manera muy especial el periódico
oficial, incluidos los que son estadística general, municipal, y un gran número de fuentes primarias,
así como también de fuentes secundarias.
Eso para editar las citas en el transcurso de la plática.
En realidad mi trabajo versa sobre el problema de las tribus que, digamos tribus nómadas o tribus
rebeldes, más que el proceso de tlaxcaltequizaicón que se da en esta parte, que en realidad yo no he
visto, sino que mi trabajo se centra fundamentalmente en este fenómeno que se da como
consecuencia de la política colonizadora española de mediados del siglo XVI.
Por eso titulamos, es mi trabajo, como la efusión de las tribus nómadas en el norte de México, ese
fenómeno se gesta, como ya se puede concluir de las diferentes exposiciones que se dieron en el
transcurso de la mañana, a mediados del siglo XVI cuando se inicia la política de colonización
española hacia el norte de México, hacia lo que es el mundo chichimeca.
Desde entonces, a mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XIX, este fenómeno social, el
fenómeno de la existencia y de las tribus nómadas, esto se convierten una fuerza social que debe ser
considerada en el diseño de la política económica, social, cultural, etcétera, del gobierno mexicano
que enmarque la parte norte de nuestro país, porque es una fuerza social que tiene una repercusión
muy fuerte, no solamente en el norte de México, sino que llega a convertirse en una preocupación
nacional.
Decimos que este fenómeno se gesta como consecuencia de la colonización española, ya que los
españoles encuentran esta parte del norte de México poblado por un gran número de indios que se
diferencian grandemente de la población indígena que encuentran hacia el centro de nuestro país.
Indios que vivían de una manera nómada y que fue habitando constantemente el pedazo de tierra y
las aguas que les servían de subsistencia.
Cuando llegan los españoles, en su política colonizadora y que tenían como objetivo la
castellanización de esta población o la integración a la economía española, la población indígena, en
su mayor parte, rechaza este objetivo español, se rebela contra esta política en su gran mayoría y se
replegan hacia el norte de México, hacia una distancia bastante considerable de la margen izquierda
del Río Bravo. Ello va a constituir desde entonces un problema social persistente, pero van a vivir de
manera tranquila en una distancia señalada bastante al norte de nuestro país, muy lejos de la margen
izquierda del Río Bravo, ahí van a permanecer sin constituir ningún elemento inquietante para las
poblaciones norteñas de México, ya que habían encontrado en aquellos lugares tierras y aguas que
les permitían subsistir tranquilamente.
Esas tierras y aguas que les habían sido despojadas violentamente, como consecuencia de la
colonización, ahora se encontraban en aquella parte y van a vivir de una manera más o menos
tranquila, pero al darse el fenómeno de la colonización del norte por parte de los Estados Unidos
hacia el sur, y más que todo de los colonos anglo norteamericanos, esa población indígena va a ser
replegada ahora hacia el sur y hacia el este del Río Misisipi de manera particular.
Desde entonces, a partir de ese momento, esta población indígena ahora aprisionada entre dos
barreras de dos políticas, de dos gobiernos diferentes, pero que tenían un objetivo común, la
eliminación o el exterminio de la población indígena, ese era el objetivo esencial, el indio no servía
vivo, había que eliminarlo. A partir de ese momento, muy pronto, dice en este caso Gastón García
Cantú que ha estudiado mucho el problema de las intervenciones norteamericanas a México, de un
libro que se llama precisamente "Las intervenciones norteamericanas", de editorial Lira, él nos dice
que en un término de 100 años el espacio de movilidad del indio lo constituyen dos fronteras
atizonadas por dos fuegos, la de los presidios o la de los puestos militares implementados por
Andrew Jackson y la de los presidios militares puestos en práctica por los españoles. De tal manera
que esta población indígena se ve aprisionada entre dos políticas que cada vez le reducen su
movilidad libre, cada vez le constriñen más su habitat, y esto lo va a obligar en ciertos momentos a
tener que romper las barreras que le imponen a su libertad, y las barreras las va a romper por la parte
más débil y la constituye precisamente la del lado mexicano.
De ahí que el indio vaya a traspasar esta barrera y la va a atacar, a cometer una serie de
depredaciones en las poblaciones norteñas, ciertas temporadas de manera natural, por ejemplo
cuando baja el caudal del Río Bravo en la época de invierno, es una coyuntura natural que le permite
al indio cruzar la frontera mexicana de manera más fácil, pero también van a estar las coyunturas
históricas como el caso de la sublevación de los téjanos, la guerra de secesión de los Estados
Unidos, las dos intervenciones extranjeras que padeció nuestro país, la norteamericana y la francesa.
Estas coyunturas históricas son también factores muy favorables para incrementar las incursiones de
las tribus nómadas.
Las actividades de las tribus nómadas se caracterizan fundamentalmente por la destrucción de
sembradíos, el rapto de mujeres y de niños, el incendio de rancherías, destrucciones de haciendas,
asesinatos de peones, en fin. Es un comportamiento violento, que les permite, además, vuelvo a
insistir, obtener lo necesario para subsistir, pero es necesario e importante remarcar que el
comportamiento de estos indios de ninguna manera se debe a su carácter salvaje o bárbaro, sino que
es una respuesta a la aplicación de una política que le había despojado violentamente de lo que
constituía su habitat.
El indio se sentía ahora perseguido, aprisionado, se sentía herido de muerte y se comportaba como la
bestia salvaje que tira zarpazos a diestra y siniestra contra sus enemigos, cuando se siente herido de
muerte, tratando de evitar su final. Este era el indio de este momento.
Insistimos, es todo un problema bastante serio, un problema social, pero aparte de esa coyuntura es
necesario considerar que nuestro país, especialmente el país independiente, hablamos ya de
principios del siglo XIX, es un país que está viviendo una situación bastante crítica y difícil, con una
inestabilidad política bastante profunda. Una estabilidad y una política y un aspecto económico
bastante difícil. México, para principios del siglo XIX, está ya como país independiente articulándose
de manera económica a un mercado internacional cuyo centro hegemónico es Inglaterra que está
viviendo su revolución industrial, y México tiene serios problemas de articulación económica, desde el
punto de vista de la competitividad. Pero esto era debido a que México carecía de un mercado interno
eficiente que le permitiera dar respuestas satisfactorias a aquella coyuntura internacional desde el
punto de vista económico, y ese atraso radicaba fundamentalmente, aunque no de manera exclusiva,
en la ausencia de una infraestructura del transporte eficiente donde no había caminos prácticamente
en buen estado, los ferrocarriles brillaban por su ausencia, era un México incomunicado, un México
parcelado, un México que dadas sus condiciones de parcelamiento era propio para la existencia de
grupos económicos o caudillos regionales que difícilmente acataban la normatividad de un gobierno
federal que trataba de imponer una política nacional.
Pero por otro lado, era un gobierno federal que carecía de la fuerza política y económica para
imponerse, y entre esos caudillos económicos está Santiago Vidaurri, aquí, en Nuevo León, y hemos
de señalar que Santiago Vidaurri constituye, en esta parte, el primer intento de aplicar una política
sistemática asistida con un paquete financiero más o menos considerable para atacar este problema
de las tribus nómadas.
Santiago Vidaurri es uno de los gobernadores más sobresalientes que ha tenido Nuevo León, algún
estudioso, un investigador de la Facultad de Filosofía y Letras lo comparaba como un Porfirio Díaz
adelantado.
Vidaurri gobierna de 1855 a 1864, él va a diseñar toda una política para atacar este problema de las
tribus nómadas que va desde lo que es el fomentar la construcción de colonias por nacionales,
extranjeros, por negros, por indios, hasta lo que es la formación de una coalición de estados del
noreste de México, un frente común constituido especialmente por los estados de Chihuahua,
Zacatecas, Nuevo León, San Luis Potosí, Coahuila, Durango, para que conjuntamente instrumenten
una política que pudiera hacer frente a este problema de las tribus nómadas.
Cabe señalar que el gran problema que va a tener Vidaurri es la falta de recursos financieros y el celo
del gobierno federal porque podía convertirse en un caudillo o en un gobernante de una dimensión
política nacional que pudiera enfrentar, en cualquier momento, al gobierno federal con cierta
posibilidad de derrotarlo como sucedió en el año de 1856.
Vidaurri va a gobernar a 1864, pero termina en 1864 y su gran pecado es haberse integrado a lo que
es el gobierno, a las fuerzas de intervención francesa, ese fue el gran pecado de Vidaurri. Debido a la
ausencia, a la falta de tiempo y las presiones, hay mucho que decir. Pero lo dejamos aquí.
Gracias.
Conferencia del Profr. Francisco Arredondo Cano, “Los tlaxcaltecas
en Guadalupe”.
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997
De las cuatrocientas familias que salieron de Tlaxcala en 1591 a solicitud del Virrey Don Luis de
Velasco, para ayudar a los españoles a fundar pueblos y misiones por el norte del país, algunas de
ellas se ubicaron en Nuevo León, por el sur en el nacimiento del Río Blanco en el municipio de
Zaragoza, en Aramberri, por Hualahuises, y en el Valle del Pilón las misiones: Purificación y
Concepción.
En 1627 los hermanos de Don Diego y Don Juan de Solís fundaron, respectivamente, las haciendas
San Marcos en la ribera norte del Río Santa Catarina en lo que es ahora la colonia Arboledas y la
Santa Cruz en el área del ahora Centro de Guadalupe.
Don Juan vendió en 1658 su hacienda al Capitán Nicolás Ochoa de Elejalde, quien le cambió el
nombre de Santa Cruz por el de San Agustín y la hace progresar. Este hombre no se apega a las
leyes de Encomienda dando mal trato y esclavizando a los indios que capturaba. Por tal motivo, en
febrero de 1915, Don Francisco de Barbadillo y Victoria le expropió la hacienda y fundó la Misión y
Pueblo de Nuestra Señora de Guadalupe con indios chichimecas, otorgándoseles los títulos de sus
tierras el 4 de enero de 1716 considerada fecha de fundación. Es en esta fundación cuando aparecen
los primeros vestigios de Tlaxcaltecas en Guadalupe, pues Barbadillo, como otros españoles
conquistadores, se hacían acompañar por estos indios para fundar misiones y pueblos; además al
formarse el Cabildo de la Misión, se supone que debieron ser Tlaxcaltecas, pues eran los que tenían
sabiduría y estaban capacitados para ello.
Por los 1750s los indios tlaxcaltecas del Valle del Pilón, ahora Montemorelos, tuvieron dificultades por
las tierras con los indios Guajolotes y Cometunas, que habían sido sometidos y bajados de la sierra;
por orden del Virrey Francisco de Güemez y Horcasitas se acordó congregar a los Tlaxcaltecas en la
Misión de Nuestra Señora de Guadalupe, donde podían formar un nuevo pueblo y tener un curato
para la práctica de su espiritualidad religiosa.
Llegaron en octubre de 1756 cambiando el nombre de la Misión por el de Pueblo de la Nueva
Tlaxcala de Nuestra Señora de Guadalupe de Horcasitas, esto último por el apellido del Virrey Juan
Francisco de Güemez y Horcasitas quien en 1755 había sido suplido por Don Agustín de Ahumada y
Villalón.
Desde los primeros meses de 1715 se veneraba en la Misión de Guadalupe el Señor de la
Expiración. Este Cristo es semejante a los de La Capilla de Saltillo y al Señor de Tlaxcala de San
Miguel de Aguayo de Bustamante; los tres son obras de los tlaxcaltecas.
Trajeron a Guadalupe su cultura consistente en: arraigo familiar, autoridad y organización en grupos
de barrios, Consejos de ancianos, creencia en la Virgen de Guadalupe, creencias religiosas de la
muerte.
En alimentos: además de la tortilla, atoles: de pinole, arroz con leche, maizena, etc. Tés: de zacate de
limón, poleo, yerbabuena, etc., el garbanzo, la miel de abeja, fermentos, etc. Artesanías: muebles de
madera y tenasa, tejidos, textil de palma y detule, plumería, colores, y textil de lana. Para uso casero:
el jabonsillo y la lejía a base de ceniza en agua. Hierbas medicinales. Danzas con matlachines.
Cánticos religiosos como las pastorelas. La talla de piedra, cantera, barro. Adobe para construcción
de jacales. Los jacales hechos con paredes de carrizo enjarrado, con horcones, soleras, latas y
carrizos güilotes, techados con hoja de caña, utilizando para atar, la pita suavizada en la lumbre para
sacar tiras a manera de hilos.
Sus instrumentos musicales originales, cuando salieron de su tierra hacia el norte, eran pitos de
barro, flautas de carrizo, concha de tortuga, caracol de mar, semillas cascabeleras en los tobillos e
instrumentos de percusión.
Después fueron buenos músicos, formaban bandas y pequeñas orquestas tocando instrumentos de
cuerdas como el violín; de aire: el clarinete y la flauta; y de percusión como la tambora y el
redoblante.
Guadalupe tomó categoría de Villa el 4 de marzo de 1825, sin embargo se le seguía diciendo Pueblo,
hasta por la década de 1940 y a los habitantes se les llamaba tecos.
Por los años de 1930s comencé a conocer Guadalupe, con poco más de 3,000 habitantes. Pude
identificar las familias con rasgos de indio y otras con facciones españoladas. El panorama de
aquellos años era: que los descendientes de españoles vivían al lado norte y oriente del poblado, los
Treviño, los González, los Flores, algunos Garza y otros; ellos eran agricultores los dueños de las
labores. Por el lado sur y al poniente habitaban los descendientes de los Tlaxcaltecas, ellos
trabajaban en la Maestranza, también había agricultores como: Don Bernardino Salinas Reyes, él y
su hermano Juan eran mayordomos en la Fundidora. (Maestranza se le decía a la fundidora).
Predominaban los descendientes de generaciones mestizas, que habitaban por ambos rumbos y por
el centro del pueblo, dedicados al comercio, oficios y menesteres varios.
Es de suponerse que cuando los Tlaxcaltecas llegaron, escogieron para radicar, el lado sur y
poniente de la Misión, porque en lo que ahora es la colonia Paraíso y el Realito había un bonito
paraje de nogales y las tierras tuvieron que ser buenas para la agricultura, pues era la entrada de las
acequias que corrían de poniente a oriente con agua del Río Santa Lucía, además tenían por el sur el
Río de la Silla y al poniente el Río Santa Catarina, y era por el poniente que iniciaba el declive natural
por donde corría el agua de lluvias.
Eran grandes deportistas, se distinguían en atletismo y béisbol. Los hermanos Bernardino y Juan B.
Salinas Reyes, de quienes ya hablamos, fueron pioneros del béisbol en Guadalupe. Marín Paz, casi
indio puro, ganó la carrera de 5 mil metros en 1934 con tiempo de 17'25" en los eventos atléticos del
5 de febrero que organiza el Partido Revolucionario Institucional desde 1920 con la participación de
los más distinguidos atletas de la República. Manuel Salinas ganó la carrera de 5,000 metros en
Linares, N.L. en enero de 1945 y Ezequiel de Luna, "El cantarito", la de 1,500 metros. Eran
aficionados a la pesca, ellos mismos tejían las redes para pescar, no sólo lo hacían en los Ríos de la
Silla y Santa Catarina, sino que buscaban otros ríos más caudalosos como el San Juan.
Tuve oportunidad de jugar béisbol con muchos de ellos como: Feliciano López, Paz Bernal, Simón
Martínez, Armando Ramos, Vicente y Guadalupe Paz, Baltazar Rodríguez, Manuel Salinas y su
hermano Lalo, Jesús Rodríguez Rubio y otros más. Recuerdo también a los señores Adolfo Reyes,
Pablo Meléndez, la familia Escalona, Don Raymundo Tanguma, comerciante que le gustaba que le
dijeran el indio, Don Francisco Salazar, a Juan Torres, a Don Valentín Ramos y a los hermanos Juan
y Andrés Martínez, entre otros.
Al crecer la industria de Monterrey, gente de otras entidades vinieron en busca de trabajo,
encontrando en Guadalupe el lugar ideal para vivir por su cercanía a sus fuentes de trabajo,
empezaron por ocupar las tierras no cultivables por las faldas del Cerro, siguiendo luego con las
labores, formando colonias hasta convertir Guadalupe en la gran ciudad que ahora es, se acabaron
las labores, los cañaverales, las moliendas, las acequias, las nogaleras, los aguacatales.
Los 4,391 habitantes de 1940 se convirtieron en 159,930 en 1970; 534,782 en 1990; encontrándonos
actualmente muy cerca del millón. Guadalupe fue declarada ciudad el 28 de abril de 1971.
Muchos descendientes de Tlaxcaltecas han pasado a mejor vida, algunos de los más jóvenes han ido
a radicar a colonias circunvecinas. Ahora todos nos parecemos, unos un poquito más blancos, otros
un poco más morenos, solo los que conocimos a los pobladores del pequeño pueblo podemos
identificar hijos de algunos de ellos, como a Lalo Salinas Flores "La negra" gran pitcher de softbol a
nivel nacional y Adolfo Reyes Moreno, próspero concesionario del transporte entre otros.
Vemos también algunos viejos que se defienden con sus noventa años o más sobre sus espaldas
como: Paz Bernal, Esteban Salas, Feliciano López y Antonio Sena.
Debo aclarar que jamás escuché que alguien hiciera referencia o distinción de que fuera
descendiente de tlaxcalteca o de español. Los guadalupenses siempre nos vimos como iguales,
respetando a cada quien su vida.
Se acabaron los hombres puro nervio, sin gota de grasa, delgados, fibrosos, trigueños, lampiños y de
pelo lacio que conocimos por los años treintas y cuarentas de este siglo.
De los tiempos idos solo nos quedan como mudos testigos del pasado el Templo del Señor de la
Expiración de los 1750s, el Palacio Municipal y el Monumento a la Cruz por el poniente, edificados al
principiar el 1900.
No sé por qué añoro tanto el pueblo de los años de mi infancia. Es como si a un niño le quitan algo
que ama entrañablemente ofreciéndole aquello que le dicen es mejor. No, no es lo mismo.
Cd. Guadalupe, N.L., 8 de agosto de 1997.
Profr. Francisco Arredondo Cano.
Conferencia del Profesor José Sánchez Hernández “Los rasgos
vigentes de los tlaxcaltecas”
Centro Estatal de Culturas Populares. Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Muy buenas tardes. En primer lugar quiero agradecer esta importantísima oportunidad que me dan,
que es mi primera oportunidad de dar a conocer la investigación que se está realizando sobre los
rasgos culturales que aún prevalecen en el estado de Nuevo León.
Que se iniciaron hace 400 años y como flechas han pasado por todos los infortunios y ha llegado y
van a llegar al año dos mil. Entre ellos, para no cansar tanto, quisiera nombrarles algunos.
Los rasgos culturales que existen en nuestra ciudad, en nuestra sociedad, como herencia tlaxcalteca,
podemos nombrar las tradiciones, las pastorelas, la danza de los matachines, el viacrucis en Semana
Santa, el festejo a la Virgen de Guadalupe el día 12 de diciembre; artesanías, las canastas que
vemos en la parte de fuera, los chiquehuites que todavía salen en la actualidad podemos buscarlos,
como decían hace un rato los compañeros cronistas e historiadores, maestros para mí, se encuentran
en Zaragoza, Aramberri.
Madera, la artesanía que decía el maestro que me antecedió, las sillas de cruceta, todavía vigentes
actualmente, algunas de estas actividades se han convertido en altos emporios como son los tejidos
que provienen, nosotros decimos viene del Saltillo, que funda una fábrica en Villa de Santiago.
De Villa de Santiago pasa a la Fama, Nuevo León, por ahí me encuentro a personas que nos platican
cómo fueron a emigrar de la Villa de Santiago a la Fama, Nuevo León, la mayoría de los habitantes
de la Fama son procedentes de villa de Santiago por esta actividad, lo textil.
Otra actividad que nuestros Tlaxcaltecas, antiguos antecesores, ya manejaban, la lechuguilla que se
vino a establecer aquí en las zonas áridas del estado de Nuevo León, las técnicas para hilar.
En la arquitectura que esta, posiblemente estamos en una casa hecha con técnicas tlaxcaltecas,
sobre todo el adobe, los techos de zacate; eran grandes talladores de piedra como ya lo dijo el
maestro, eran grandes arquitectos para llevar las aguas a sus plantas por medio de las acequias.
Tenemos un acueducto ya en extinción, también en la Fama, Nuevo León, en arte, música, el violín,
la tambora, líricos populares también. Todos estos, uno de ellos, me voy a referir a uno que es al
teatro, ya desde 1538 los Tlaxcaltecas ya hacían teatro, aquí en Nuevo León nos encontramos con
las-pastorelas, unas pastorelas en la cual la gente, por el solo traslado desde su lugar de origen al
lugar donde se va a realizar el evento, y por la comida realizan una pastorela de 12 horas, empieza a
las 7 de la tarde y termina a las y 7 de la mañana, y los cánticos, no se repite ninguno de ellos, son
los cánticos que rezan toda la noche, se baila con los bastones de mando que tenemos en Tlaxcala y
sin embargo esas tradiciones se nos están acabando.
Yo ayer platicaba con uno de los historiadores que andan por aquí, me decía, no es necesario
rescatar esas tradiciones, es una obligación rescatarlas, vamos a poner un poquito de nuestra
experiencia personal y nuestro tiempo para que estas tradiciones renazcan, aquí en mi poder traigo
un cuaderno en donde están todos los rezos de esa pastorela y es incansable, es algo precioso
estarlos viendo y ver cómo ellos veneran a la Virgen, veneran al Niño Dios.
Pero no como nosotros lo hacemos, en 12 horas continuas, sin descanso. Podemos tomarnos toda la
tarde, hacia el adobe que vemos nosotros aquí en Monterrey, aquí en el Barrio antiguo, hay infinidad
de casas de adobe, podemos ver otros instrumentos, otros rasgos tradicionales, y hace rato le decía
a uno de los compañeros, por acá también nos hizo mención el maestro de que los Tlaxcaltecas eran
grandes atletas, y me acordé de Tlahuicole, un gran guerrero que con un pie y una mano amarrada
tuvo el valor de morir, pero morir como querían morir ellos, peleando.
Después de varios personajes él murió.
El profesor cronista de Cd. Guadalupe nos decía que Marín de la Paz era un gran atleta, y por aquí
tengo los vestigios que dentro de las 400 familias venía la nieta de Don Vicente Xicoténcatl (Antonia
de la Paz), llegó a Saltillo a la edad de 12 años y se trasladó a Monterrey a la edad de 16 años, pero
ya como cofundadora, porque era esposa de Don Diego Maldonado, que ya traía consigo a un hijo de
ambos, esta referencia la podemos encontrar en el libro de Nuevo León, a los datos estadísticos
podemos decir si las personas que llegaron a Monterrey eran 30 las que llegaron conformando las 12
familias que fundaron la ciudad de Monterrey, eran 28 españoles y con ellos venían dos Tlaxcaltecas
conformando el grupo humano que hizo posible la fundación del Nuevo Reino de León en 1596.
Muchas gracias.
Conferencia del Cronista David Castañeda Román, "La
tlaxcaltequización en Zacatecas".
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Hemos estado escuchando una gran cantidad de documentos, o hemos estado escuchando grandes
fundamentos de lo que fueron los tlaxcaltecas. Yo soy de Pinos, Zacatecas, a mí me tocó que los
tlaxcaltecas nos controlaran, nos humanizaran, nos cultivaran positivamente.
Pinos es una región de Zacatecas donde es un pueblo pequeño, pero lo hemos dividido en tres
barrios principalmente, el Barrio de la Cuadrilla, el Barrio de los Arquitos y el Barrio de Tlaxcalita.
En ese barrio de Tlaxcalita nadie nos va a quitar ese pedacito que nosotros tenemos ahí, porque es
uno de los barrios, yo pienso, que más organizados de todos los demás, es un barrio muy cultural,
muy tradicional, muy unido en cada uno de ellos.
Posiblemente lo hagamos así o lo hicimos así porque cuando llegaron los españoles nos pidieron que
los indios estuviéramos separados de los españoles al llegar ellos, y nos dividía un arroyo, hicieron
esto, del arroyo hacia arriba los indios, del arroyo hacia abajo la casa de los grandes españoles, así
fue más o menos.
Posiblemente sea una de las causas motivo por la cual nosotros nos sentimos tan grandes formar
este Barrio de lo que es Tlaxcalita. También contamos con uno de los mejores templos ahí dedicado
a la Purísima Concepción del Barrio de Tlaxcalita. Voy a ser breve en mis comentarios sobre lo que
es Pinos, Zacatecas.
Su situación geográfica, dice, tomando como referencia la torre de su parroquia a una altura de 2 mil
419 metros sobre el nivel del mar, sus coordenadas latitud norte 20, 22 grados, 17 minutos, 54
segundos, longitud oeste del meridiano de Greenwich a 101 grados 54 minutos y 23 segundos.
El municipio se encuentra en la Sierra de Pinos con el Cerro de la Gallina, con una altura de 3 mil 3
metros sobre el nivel del mar, una de las partes más altas del estado de Zacatecas. Lo habitan 296
comunidades con categorías de rancherías, pequeñas propiedades, comunidades y ejidos, cuya
extensión es de 3 mil 40 kilómetros, su clima es extremoso, una precipitación pluvial
aproximadamente de 450 mililitros por año.
Suelo calizo, flora formada principalmente por xerofitas, su fauna la integran coyotes, zorras, conejos,
víboras de cascabel, y también se encuentra en nuestra región el águila real, emblema de nuestro
escudo nacional, y otros animales más.
La población, la distribución geográfica la población del Municipio de Pinos, en 1990, ascendió a 59
mil 550 habitantes que representa el 4.7 por ciento total del estado de Zacatecas, de esta población el
49.9 son hombres y el 50.1 por ciento son mujeres. La población del municipio se encuentra dispersa
en 296 comunidades, de las cuales sólo la cabecera municipal tiene más de 3 mil 278 habitantes, y
en ella reside el 5.5 por ciento de la población, el resto de las localidades tiene una población menor a
56 mil 273 habitantes, tomando en cuenta las comunidades forma un total de 59 mil 550 habitantes.
La edad promedio en este municipio es de 16 años, la ocupación principal y su productividad en el
Municipio de Pinos muestra que los mayores porcentajes de concentración es en la actividad
agropecuaria en un 60.5 por ciento, los ayudantes y similares representan un 6.2 por ciento de la
población ocupada.
Trabajadores de la educación 2.7 por ciento, comercio y dependencias con un 2.9 por ciento, es
bueno mencionar que en la cabecera municipal se encuentran gambusinos con una actividad de
pepenadores del mineral de oro principalmente. Los mineros viejos, son los únicos que desempeñan
esta actividad pero tienen una capacidad enorme, ellos van a los terreros y únicamente seleccionan la
piedra que tiene oro, sabemos que el oro principalmente se da en vetas cuartíferas y ellos conocen el
cuarto lechoso que es donde ellos seleccionan este tipo de oro.
Después es muy sencillo. Se van a sus casas y utilizan una herramienta muy primitiva todavía, lo que
son las mentadas taunas. La tauna es una piedra encima de otra piedra, ellos colocan adentro de las
taunas los pequeños pedacitos de piedra que contiene el mineral y le dan vuelta, manualmente se le
está dando vuelta. Trituran también el mineral que lo hacen un tipo de polvo, después ellos utilizan el
azogue, que viene siendo el mercurio. Después el mercurio tiene la capacidad de adherir a las
pequeñas partículas de oro, después ellos lo embeben en una tela, esa tela la llevan a fundir, el
azogue o el mercurio se transforma en ahídrido o en humo y se queda ya fundida la pepita del oro.
Si no se tenía esto antes, ¿cómo lo hacían?, ellos utilizaban lo que nosotros allá comúnmente
conocemos como las buñigas o el excremento de la vaca. ¿Qué era lo que hacían?, en un tepetate
buscaban el lugar, un tepetate duro, después colocaban la buñiga y ahí iba o ahí se colocaba el oro,
ya en la tela y el azogue que era el mercurio lo depositaban ahí, y ahí esperaban, depende del clima,
para allá es muy frío, ahí puede durar hasta un día ese excremento de vaca, de res, produce una
temperatura fuerte, lo que hace que el oro se transforme y así es como sacan el oro.
En la actualidad los señores grandes todavía se les aprecia esta actividad que desarrollan como
pepenadores en los terreros de las antiguas minas que tenemos por ahí. Podemos estar
mencionando más, pero tenemos el tiempo un poco reducido.
Los datos históricos de la ciudad de Pinos, desde los tiempos prehispánicos, nos indican que fue
habitada por la tribu huachichil, hace aproximadamente 500 años, era una de las tribus más grandes
por ocupar una gran extensión del terreno, llamado por los españoles El gran tunal.
Esto formaba parte de la nación chichimeca, la palabra huachichil quiere decir cabeza colorada, se
pintaban además la cabeza, la cara y otras partes del cuerpo con almagre rojo, usaban también unos
gorros picudos rojos para tener un parecido con el gorrión que era su pájaro mitológico. Esta tribu
huachichil era tremenda y no aceptábamos a los españoles, nosotros no los aceptamos y llegan ahí
los tlaxcaltecas, nos empiezan a trabajar y es como nosotros vamos cediendo un poco.
Estábamos en la Sierra de Pinos, si ustedes van ahorita se van a reír porque en Pinos no existe
ningún pino, es un cerro pelón, pero en aquellos entonces era una tierra grande que únicamente la
conocían los mentados huachichiles, ellos sabían por dónde entrar y por dónde salir.
Contando también las tribus confederadas a los chichimecas, eran nómadas cazadores, recolectores
de frutas y semillas, a la llegada de los españoles, los huachichiles y sus aliados lucharon durante 50
años para que Pinos y su región no decayeran en poder de los soldados españoles, se unieron con
las demás tribus y formaron una poderosa guerra de guerrillas que se encargó de hostigar a las
tropas españolas, asaltando el transporte de mercancía de México al mineral de Zacatecas, el arroyo
de la plata o el camino de la plata. El que nosotros más o menos conocemos o hemos tenido algo
sobre él, apoderándose de los caballos, telas, alimentos, herramientas, etcétera, matando a los
españoles y secuestrando a las mujeres.
Desde 1550 Pinos fue explorado por capitanes españoles que apresaban indios guachichiles y
vendiéndolos como esclavos, también pasaban frailes misioneros predicando la doctrina cristiana,
como Fray Antonio de Segovia, otros personajes importantes fueron el General Víctor Rosales y el
General español Francisco Javier Mina que tomó Pinos el 17 de julio de 1817.
La fundación de Pinos con exactitud no existe, los historiadores que se han dedicado a examinar
documentos de la época y de la región, como el investigador Powel, asegura que Pinos se fundó el
24 de febrero de 1588, al parecer los frailes franciscanos edificaron una misión con una ermita
primitiva, con familias españolas, posiblemente gente del capital mestizo, Miguel Calderas, fue ya
quien intervino para nuestro apaciguamiento ahí.
Uno de los primeros documentos que mencionaba la existencia de Pinos es la denuncia de una mina
de oro y plata, con fecha del 18 de octubre de 1593, para entonces era alcaldía mayor, perteneciente
al gobierno de Guadalajara, capital de la Nueva Galicia. El Virrey Don Luis de Velasco desconoce al
alcalde y toma posesión el 12 de febrero de 1594, con le nombre de Real de Minas de Nuestra
Señora de la Concepción del Cuzco.
En 1603 el Rey de España envió a un oidor, al señor licenciado Gaspar de la Fuente el cual confirmó
que la tierra de Pinos pertenecía a la Nueva Galicia y sugirió cambiar el pueblo cerca del Nigromante
con el nombre de la Nueva Toledo, lo que no prosperó. El primer alcalde fue el capitán Lorenzo de
Padilla y Dávila, y el primer cura don Juan de Ortega.
Durante 1594, época de la colonia, se menciona el primer minero descubridor de metales que fue el
capitán Juan López Pallares, otro fundador y descubridor fue Rodrigo de Vargas, el capitán Pedro
Narvaez Carvajal, Alonso, Rodríguez, etcétera.
Durante este período intervinieron más de veinte capitanes en la pacificación de estas tierras,
destacando el vizcaíno Gabriel Ortiz, que fue alcalde; Juan Ramos de la Vega, originario de Segovia;
y el capitán Miguel Caldera, zacatecano, hijo de español y de una india guachichil, quien trabajó para
que su raza viviera en paz.
Más tarde la lucha de la independencia, donde la Corona Española siente que sus colonias se
descartan en el año de 1800, modifica sus acciones para retener sus dominios llamando a los colonos
americanos a formar un congreso, pidiendo que se destinaran diputados, tocándole a Zacatecas
mandar al doctor Miguel Gordoa a la corte de Cádiz, Miguel Gordoa también es nacido en Pinos,
Zacatecas.
En lo político Pinos ya no era alcaldía mayor ni pertenecía a Guadalajara, le nombraron
subdelegación de tierra de Pinos y formaba parte de la intendencia de Zacatecas, más adelante el
gobierno español mandaba a San Luis Potosí al teniente coronel Félix Calleja para formar el
regimiento donde quedaban encuadradas las haciendas de la subdelegación de Pinos, acentuando
las diferencias entre los pinenses y los militares.
El pueblo de Pinos estaba en la mente de Calleja, por dos naturales de este lugar que tomaron parte
en los tumultos de San Luis Potosí, en el año de 1767, fueron Joaquín Vera y Pedro Hermenegildo,
los cuales fueron azotados y mandados a la prisión de San Juan de Ulúa.
Al dar el grito de independencia, el intendente de Zacatecas ordenó vigilar estrechamente a los
trabajadores de veinte fábricas de mezcal, para nuestra región el mezcal es una de las fuentes
económicas que tenemos muy grande, muy amplia, y a los de las minas que ya optaban por la
insurrección, recibiendo el comunicado del capitán Andrés López Portillo, subdelegado en Pinos y
que pasara a cuchillo a todos los revoltosos y se diera una recompensa a los denunciantes.
Después de 1821, Pinos sufrió los estragos de la post-guerra de independencia, en la constitución de
la primera república federal en 1824, Pinos pasa a ser municipio del estado de Zacatecas y cabecera
municipal del partido político, para representar con diputados locales y federales a sus respectivos
congregas.
En 1860 Pinos logra su mejor época de minería, en este año permite la tala de árboles para que
sirvieran para fundir el oro y la plata, quedando los cerros desérticos.
Por eso la gente que llega a Pinos se ríe, que bueno, se llama Pinos, pero no hay ningún pino, los
únicos que tenemos ahí son en el jardín, al frente tenemos el cerro de la Gallina, con una altura de 3
mil metros sobre el nivel del mar, pero no encontramos ningún pino, tal es el caso, de que aquí lo
estamos mencionando, que en esta época de gobierno se dio permiso para talar los pinos que
sirvieron como combustible para fundir el oro y la plata quedando un lugar desértico, y ese es el
motivo y la causa por la cual tenemos el nombre de Pinos.
Después de la muerte de Madero y para derrocar a Huerta del poder, el 25 de mayo de 1914, en
Pinos se libra una batalla entre los revolucionarios, comandados por el general José Isabel Robles, y
los federales, comandados por el coronel José Gil Sotomayor, combate que duró seis horas,
triunfando los revolucionarios.
Pinos también tiene sitios muy importantes, la capilla de la Veracruz, en el archivo parroquial sobre el
edificio de lo que fue la capilla de esta real tierra de Pinos, son muy escasas y escuetas las noticias
que se pueden obtener para demostrar su actividad.
En el libro de entierros de 1697 a 1705, folio 3, en una partida correspondiente al 25 de noviembre de
1697, se hace constar el traslado de restos de personas sepultadas en esta capilla, la cual
supuestamente sirvió de iglesia mientras concluían las actividades de construcción de la parroquia.
Si no puede presentarse prueba en contrario, podemos afirmar que la capilla es la sala que alberga la
biblioteca Tomasa Reyes, dependiente de la SEP, antes de la biblioteca pública fue escuela, cuartel,
caballeriza, y en 1982 biblioteca pública.
Otro de los templos que tenemos ahí es el templo parroquial, es probable que la obra del actual
templo parroquial haya comenzado en el año de 1667, la administración del cura fue Enrique de
Medrano y termina en el año de 1705 con lo más necesario, con esplendor churrigueresco en la
fuente de la sacristía, y su fachada se iniciaba con tres naves, una terminada y las otras dos
inconclusas, no están terminadas. Este templo iba a ser formado por tres naves, únicamente tiene
una, las otras cuando ustedes vayan a Pinos, van a ver unos arcos inmensos nada más, iba a ser
impresionante en ese entonces.
El templo de San Francisco también es otro, se construyó el primitivo, vamos a decir, barroco
mexicano, en el siglo XVII con una sola nave, ni cruces, ni cúpula.
Sitio importante también es el templo de la Purísima Concepción de Tlaxcalita, cronológicamente
atendiendo a los datos existentes sobre los templos de Pinos, el de Tlaxcalita fue el primero en ser
levantado, naturalmente que no es el presente sino una ermita primitiva dedicada a la atención
espiritual de los tlaxcaltecas.
El templo actual se edificó, cuando menos en su mayoría, durante el siglo XVIII, donde hay una
inscripción en el relieve, en el cubo de la torre antigua, en el lado poniente a la altura de la primera
comiza que indica claramente su construcción, la fecha delineada es el 15 de septiembre de 1758.
Ponencia del Profesor Jesús Iruegas, "Los tlaxcaltecas en la misión
de Nuestra Señora de los Dolores".
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Yo soy cronista del municipio de Lampazos, Nuevo León, donde allá por el año de 1698, con la
fundación de la misión de Nuestra Señora de los Dolores se inicia el avance de lo que muchos de
nosotros podemos llamar la civilización del noreste, ya 10 años antes los indios tlaxcaltecas vivían en
esa región, en la hermosa región de Villaldama, Bustamante y Lampazos.
Una región que para nosotros, los que tenérnosla oportunidad de caminar día a día y respetar, pero
con mucho cariño y respeto a nuestras raíces y los pobladores de aquellos municipios, hemos visto
como un municipio como Bustamante ha podido conservar mucho de la cultura tlaxcalteca.
Por eso, 10 años después, al tratar la cultura tlaxcalteca en la misión de Nuestra Señora de los
Dolores, hoy Lampazos de Naranjo, encontramos que los indios de aquella región nuestra que
conocemos como tierra brava, donde los grupos de chichimecas convertidos en grupos de indios
pisas, borrados, de indios que según los que han estudiado la historia, eran como una barbarie más
fuerte que en cualquier región del noreste del Nuevo Reino de León.
En la misión de Nuestra Señora de los Dolores, no podemos decir que tuvimos la oportunidad de
tener el avance de la cultura de los indios que en esta ocasión nos ha tocado tomar ejemplo.
Nosotros, en Lampazos, actualmente y desde aquella época, nuestras bardas son de piedra, nosotros
en Lampazos, a pesar de haber recibido tan linda devoción, como nos dejaron los tlaxcaltecas en
todo el Nuevo Reino de León, nosotros no tenemos una devoción como la que tiene Bustamante, en
un día de Tlaxcala, como la tiene Villa Aldama en un 3 de mayo. Para nosotros, en Lampazos, es
más fácil reunimos un 15 de septiembre que poder reunimos en un día de San Juan Bautista, que es
el patrono de nuestro pueblo.
Por eso cuando el cronista de Bustamante me decía hablar de la cultura en la misión de Nuestra
Señora de los Dolores, la cultura la recibimos nosotros, nosotros tenemos oportunidad de caminar por
esa carretera a Colombia, y hace no mucho tiempo la caminábamos en un tren que nosotros le
llamábamos "La marranita" y nos daba tiempo de poder voltear a Bustamante.
Ver sus arboledas, ver esa vereda llena de esperanza para llegar a sus grutas, ver, como decía un
gran maestro, don Celso Flores de Zamora, de Bustamante, cómo los habitantes se han pulido para
llegar a ser hoy uno de los municipios con una cultura y un trabajo que más se ha distinguido.
Bustamante, para nosotros, representa la cultura de este pueblo, por eso en esta ocasión y viendo y
caminando, conociendo de cómo la alfarería y la escultura de los indios tlaxcaltecas todavía, en
nuestros días, la tenemos en el Nuevo Reino de León; hay que recordar ese hermoso cristo de la
iglesia de Villa Aldama; hay que recordar con veneración este otro cristo que, en la iglesia de
Guadalupe, nos hace recordar una hermosa leyenda de cómo llegó a ser venerado, ellos son
verdaderos escultores, sus piezas de escultura fueron vendidas en Monterrey en aquellos años y eran
bien recibidas.
Ellos nos dejaron la tortilla y los tamales, nos dejaron la alfarería, su música, ellos nos dejaron sus
danzas, y anoche tuvimos la oportunidad de volver a recordarlas.
Por toda esa cultura, nosotros, los de Lampazos, los que caminamos de Villa Aldama y cruzamos ese
camino, hoy quiero recordar lo que un maestro mío en la Normal me decía: "Rodolfo Canales es uno
de los grandes maestros de Bustamante", como es posible que Bustamante, el pueblo de San
Antonio de Tlaxcala, el pueblo que vio nacer la cultura de un gran pueblo de México, tenga que llevar
el nombre de un personaje que por ser presidente de México, en Nuevo León lo recordamos con uno
de los grandes municipios.
Bustamante fue un presidente de México que tuvo la oportunidad de perseguir a Morelos y a Hidalgo,
Bustamante fue un presidente que tuvo que luchar en contra de Vicente Guerrero, Bustamante luchó
en contra de aquellos, dieron su mejor sangre por darnos independencia.
Por eso pensamos los que caminamos por esa carretera de Colombia, y al voltear a la izquierda,
yendo de Monterrey a Lampazos, vemos cómo la cultura de Bustamante es recordada y nos lleva al
origen de San Miguel de Aguayo, porque, y hoy viene lo que también me platicaban mis maestros
como Celso Flores Zamora, por qué no pedirle hoy en una época de cambio, por qué no pensar en
que un colegio de cronistas, y pedir que a Bustamante podamos cambiarle el nombre por San Antonio
de Tlaxcala, y sería muy hermoso que en los cincuenta y uno dijera San Antonio de Tlaxcala, Nuevo
León.
Muchas gracias.
Conferencia del Historiador Raúl García Flores, "La herencia
tlaxcalteca. I Realidades y mitos".
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
De antemano quiero informar que el contenido de este texto va a chocar un poco con lo que se ha
expuesto en otras ponencias hasta este momento, mi intención no es molestar, ni causar una
polémica artificial, en realidad lo que trato de hacer es consecuente con mi ignorancia. Esta
conferencia trata sobre lo que no sé, de lo que no tengo pruebas.
Todos los presentes estaremos de acuerdo en que la presencia tlaxcalteca en el noreste es un tema
que requiere atención académica, investigación y difusión. Uno de los aspectos que más nos puede
llamar la atención en regiones y localidades que recibieron emigrantes y colonos es la difusión y
reproducción de rasgos culturales tlaxcaltecas.
El tratamiento de este aspecto por desgracia ha sido llevado en algunas ocasiones con demasiada
ligereza, y sobre todo falta de pruebas casi siempre que hablamos del aporte tlaxcalteca, de la cultura
norestense, y por supuesto de Nuevo León, aparecen lugares comunes, bien intencionados, pero que
no siempre resisten a la crítica. Dícese por ejemplo, que a la inculturación tlaxcalteca debemos la
alfarería, los textiles tradicionales, ciertas pautas culinarias, entre ellas la elaboración del pan, el uso
de voces derivadas del náhuatl, la danza ritual, la música, artesanías, y hay hasta quien afirma que la
organización en barrios o en las relaciones familiares.
Desgraciadamente apenas conozco estudios que con un mínimo de rigor metodológico describan la
cultura tradicional norestense, no hablemos ya de que comprueben o refuten las atribuciones antes
dichas, es el gran problema que tenemos en Nuevo León, en el noreste, pero en Nuevo León en lo
particular.
Casi no tenemos investigaciones regionales serias, por ejemplo, si, para el caso de la alfarería, no
conozco una sola monografía que compare morfológicamente nuestras vasijas con las del resto del
país, con la alfarería de la época prehispánica colonial o contemporánea. Si bien no tenemos muchas
noticias sobre alfarería en el siglo XVII o XVIII, es poco creíble que no se desarrollará esta artesanía
entre los colonos e indios navoríos que antecedieron a las familias tlaxcaltecas.
Quiero recordar aquí, como ya se ha estado repitiendo, que la afluencia masiva de colonos
emigrantes tlaxcaltecas ocurrió a fines del siglo XVII y principios del XVIII. Otro ejemplo es el uso del
náhuatl, otro rasgo que antecedió a la masiva emigración de tlaxcaltecas a Nuevo León. A lo largo de
todo el siglo XVII descubrimos autos judiciales, documentación civil, militar y religiosa con el uso del
náhuatl como lengua franca entre los indios chichimecas de Nuevo León.
Entonces se les llama ladinos en mexicano, es la palabra que se usa en los documentos coloniales,
ladino en mexicano, no podemos negar que la cercanía de San Esteban del Saltillo pudo incidir en la
adopción de dicha lengua, pero también es cierto que el náhuatl era la segunda lengua oficial
novohispana por medio de la cual se estableció comunicación con decenas de grupos étnicos,
zapotecas, chontales, totonacas, en fin.
Lengua en la cual se redactaban e imprimían bandos y proclamas, idioma obligatorio para los curas
doctrineros. En otras palabras, formaba parte del programa político de estado, queda por último el
hecho de que hubo familias nahuatlatlas, no tlaxcaltecas, que se asentaron en el noreste durante la
colonización.
Para poder resolver esta duda de si la influencia del náhuatl en el noreste deriva de la presencia
tlaxcalteca, es necesario que nos apoyen lingüistas, especialistas en la lingüística histórica que
conozcan los procesos dinámicos y la variedad dialecto del náhuatl, de otra manera nos vamos a
quedar con la duda.
Otro tema del que quiero hablar, la alimentación, y aquí me siento un poco cohibido porque sé comer
pero ignoro el arte culinario. No sé si tengamos pruebas y testimonios para hablar con certeza sobre
el asado o el mole como alimento tlaxcaltecas, no lo sabemos, es necesario una vez más, repito,
revisar investigaciones para no proceder con ligereza.
Empíricamente viví un año en Totolac, municipio panadero si lo hay en Tlaxcala, sostengo que entre
el pan de Tlaxcala y el de Bustamante apenas si hay similitud, pero independientemente de esas
apreciaciones subjetivas, repito, es necesaria la investigación y recordar que desde fechas tempranas
en Nuevo León, indios naborios y chichimecas sembraban y segaban el trigo, y que muchas indias
chichimecas trabajaban en la cocina de las haciendas en donde de perdido, de vista, vieron cómo se
elaboraba, vieron elaborar el pan.
Quizá de lo que pueda hablar con un poquito más de seguridad es de la música y de la danza
tradicional, toda vez que es de lo que vivo y he realizado investigaciones de campo tanto en el
noreste como en Tlaxcala, en la música.
*
Entre las tradiciones de origen colonial que podemos encontrar en Tlaxcala está el denominado, mal
denominado, conjunto de música azteca, dotado de chirimía, tarólas y huehues, la ejecución de un
jarabe compuesto de varios sons característicos, el jarabe tlaxcalteca y varios sones de boda de la
familia de xochipitzáhuatl. Pues bien, de todas estas tradiciones referidas ninguna cuenta con un
equivalente en el noreste.
Forzadamente podríamos encontrar parecido entre la música de chirimía y nuestros tamborileros,
pero en realidad ni el repertorio, ni la dotación, ni el contexto los asemejan, el mundo de las danzas
rituales no sale mejor librado, lo más característico en la tradición artística tlaxcalteca contemporánea
son las danzas de carnaval, las contradanzas de carnaval o de los moros y cristianos de rancio
abolengo.
Algo que ver con las danzas del noreste, no, la inmensa mayoría de las danzas del noreste se
vinculan con lo que románticamente se asocia con los indios que se cristianizaron.
Danzas de matachines, de a pie, comanches, indios, de palmas, extensa gama de expresiones
emparentadas entre sí pero que no tienen parangón en Tlaxcala.
Compartimos dos danzas, es cierto, aquí son denominadas juegos, el juego del torito que en
Tlaxcala conocido como danza de toriteros o vaqueros, que podemos encontrar en los municipios de
Huamantla, San Pablo del Monte, Atlangatepec, Tetla, aquí en el sur de Nuevo León se practica y en
algunas colonias del área metropolitana de Monterrey.
Y el juego o danza de cintas o garrocha, yo creo que todos lo hemos visto, es un poste en el cual se
baila y se van encerando las cintas, pero aun en esos casos difícilmente podemos asegurar una
relación, estas danzas las encontramos en muchas partes de Latinoamérica y es harto probable que
tengan un origen hispánico, y en el caso de la danza de cintas, un antecedente también prehispánico.
Tengo la impresión subjetiva y sujeta a toda crítica, que el mayor aporte tlaxcalteca a nuestra cultura
es de tipo político, la organización comunitaria de tipo republicano de esa etnia, que esa etnia
gozaba, debió resultar en el noreste ejemplar y subversiva en la época de la colonia. Ejemplar,
porque mostró a muchos indios, mestizos, mulatos, la forma en que un colectivo puede organizarse,
defender sus derechos, promover y desarrollar servicios públicos como la limpia de acequias, las
fiestas patronales o las escuelas de primeras letras. Por sus propios medios, sin la indispensable
presencia del terrateniente, el funcionario nombrado por el rey o el rico comerciante.
Pero el ejemplo republicano tlaxcalteca fue también subversivo, porque mostró que era posible una
forma de organización en la que todos podían votar y ser elegidos, nos comentaban que en Saltillo el
caso no fue así, en Nuevo León, sí, en los pueblos tlaxcaltecas de Nuevo León todos podían votar,
todos podían ser electos.
En que existía un fondo de dinero manejado por un cabildo propio, y que podía administrarse el
presupuesto sin necesidad de funcionarios casi desconocidos y de dudosa honestidad. Imaginemos
el impacto que produjo un pueblo de indios de este tipo, tlaxcaltecas, en la masa de jornaleros, de
artesanos pobres, de indios de encomienda, de esclavos, de colonos desarraigados.
Creo que este fue el aporte más importante. Baste lo dicho para simplificar mi primera afirmación. No
cuento con elementos para atacar o defender la tesis de la difusión cultural tlaxcalteca, me limito a
señalar que existen muy pocas investigaciones al respecto, además, si vamos a hablar de
tlaxcaltecas en el noreste es menester remitirnos a la historia colonial.
Paso al segundo punto de esta ponencia. El problema de los números, el problema de la población.
A nadie se le ocurriría negar el hecho de que hubo presencia tlaxcalteca en el noreste colonial, sin
embargo, creo que valdría la pena considerar algunos aspectos para proseguir la difusión: Primero, la
masa de población tlaxcalteca, es decir, ¿cuántos eran en números?, y su presencia relativa en cada
región o localidad el hecho de que hubiera muchos tlaxcaltecas en Guadalupe Bustamante no
resuelven nuestras dudas sobre el impacto que tuvieron en toda la región, necesitamos conocer
números.
Segundo punto, la dinámica demográfica, cultural, social y económica del sector tlaxcalteca, los
pueblos no se quedan quietos, cambian, se incrementan o bajan su número, reciben
influencias e influyen a otros, no se ha estudiado al pueblo tlaxcalteca en su proceso dinámico, no
esperemos encontrar al tlaxcalteca en el noreste igual a como vivía en Tizatlán, tuvo que cambiar.
¿Cómo fue ese cambio?, no se ha estudiado.
Tercer punto, el impacto que causó su presencia en cada región o localidad repito, distinguir en cada
espacio su presencia, su no presencia, su influencia.
Veamos primero el aspecto de la masa de población tlaxcalteca. Bueno, esto es algo que se comentó
ya, de que fue .hasta finales del siglo XVII, principios del XVIII cuando se dejó venir el mayor número
de familias de origen tlaxcalteca al Nuevo Reino de León, y que un programa de estado promovido
por el licenciado Francisco Barbadillo y Victoria. Pero también vale la pena recordar que este
movimiento se generó casi 100 años después de que ya se había fundado esta provincia.
Son muy pocas las fuentes que nos permiten hablar sobre la población colonial del reino, aun así
podemos saber algunas cosas si analizamos los archivos parroquiales, creo que esa es la fuente que
debemos atacar con más energía para poder hablar sobre la población tlaxcalteca, los archivos
parroquiales.
Un estudio que debe hacerse con mucha seriedad, mucho rigor metodológico, puesto que vamos a
tener que usar la resbaladiza estadística, y en que debemos tener cuidado al usar el llamado método
agregativo, es decir, no ponernos a contar uno, dos, tres, cuatro, cinco, diez nacimiento tlaxcaltecas,
porque es movedizo el ambiente en que vamos a descubrir ¿por qué?, porque como ya mencionó
muy acertadamente Inocencio, los tlaxcaltecas no fueron el único grupo indígena que se presentó en
el noreste, no nada más fue el único, fue minoritario, por lo menos en el Nuevo Reino de León, por lo
menos aquí.
La presencia ñañu-otomí fue enorme, la presencia purépecha fue enorme, la presencia pame, la
presencia de indios desarraigados, indios que ya no sabían a qué pueblo pertenecían, pero seguían
siendo tratados como indios.
El área que más hemos estudiado en análisis de archivos parroquiales, el oriente de Nuevo león,
Linares, Montemorelos, Hualahuices, nos permiten descubrir que en esas tres jurisdicciones, si no
tomamos en cuenta las misiones y pueblos de indios de hualahuices ni de Purificación y Concepción
donde se concentraban los indios, en el resto de la población probablemente hasta una cuarta parte
era de indios. Entonces ninguno era tlaxcalteca.
Los tlaxcaltecas tendían a aislarse del resto de la población y a concentrarse en núcleos previos de
los que ya mencionamos, Guadalupe y San Miguel de Aguayo, no podía ser de otra manera, los
pueblos tlaxcaltecas garantizaban los privilegios de ese sector, a un tlaxcalteca que se le hubiera
ocurrido irse de colono por la brava a una villa, a una hacienda o a un rancho, no iba a contar ni con
tierras, ni con fondos de comunidad ni iba a contar con el apoyo de otras familias tlaxcaltecas, iba a
perder su capacidad de participar en los gobiernos. En fin, iba a perder esa relativa autonomía de que
gozaba en los pueblos de indios.
El hecho de que hayan vivido juntos, tlaxcaltecas, otomíes, purépechas, muchos mulatos, mestizos,
españoles pobres, llevó a una situación, el mestizaje tan profundo que al final ya cada quien no sabía
a qué grupo pertenecía.
Me permito leer el fragmento de un texto datado en 1677, en Saltillo, para que la reducción de dichos
guachichiles, policía y buenas costumbres de ellos en cuya conformidad los asentaron y poblaron al
linde de nuestro pueblo, se entiende San Esteban de Tlaxcala, y con ocasión de estar juntos y
congregándonos nos hemos ligado de tal suerte que con el tiempo se perdía el nombre de dichos
guachichiles por habernos vuelto todos los tlaxcaltecas.
Procesos similares de confusión de etnias hemos detectado en misiones como Purificación,
Concepción y hualahuices, repito, ya hemos estudiado en sus archivos parroquiales, cuantitativa y
cualitativamente, por lo menos hasta el siglo XVIII.
Durante el siglo XVIII, esto es muy interesante, por favor, el número de naturales, el número de indios
nativos del noreste, decían las cuentas, superaba con mucho a los tlaxcaltecas, los tlaxcaltecas
tenían sus privilegios pero los indios chichimecas también, en qué cantidad los superaban, en
hualahuices, en 1794, frente a 349 chichimecas había nada más 41 tlaxcaltecas.
Sin embargo, en la época de la independencia, a principios del siglo XIX, se invierte la situación, y al
ver los padrones, el número de tlaxcaltecas se dispara y parece que no hubiera indios chichimecas,
todos eran tlaxcaltecas, revisa uno los padrones tlaxcaltecas, familia siguiente tlaxcaltecas, familias
nacianceno tlaxcalteca, familia tal tlaxcalteca, todos son tlaxcaltecas, tal vez porque en Nuevo León la
guerra de independencia se asimiló como una guerra con fuerte participación indígena chichimeca.
Sin embargo, al momento en que se disuelven los pueblos de indios de pronto, como resulta que
legalmente los propietarios de las tierras eran los chichimecas, y los tlaxcaltecas sólo eran madrinas y
se estaba discutiendo la posibilidad de que a los tlaxcaltecas no se les dotara de tierras, al final
también se les dotó, se las repartió el pueblo.
Mientras la discusión se centraba en esto, el padrón nos indica que todos otra vez eran chichimecas,
¿qué es lo que sucede?, que tenemos que comprender que el mestizaje fue tan profundo que así
como puede afirmarse que todos somos tlaxcaltecas, también podremos decir que todos somos
chichimecas y que todos tenemos algo de mulatos y todos tenemos algo de español, es un mestizaje
muy profundo, y para principios del siglo XIX la identidad ya se hallaba muy borrada, la identidad
étnica.
Del mismo modo, último punto, quisiera que viéramos la dinámica interna de estos pueblos mixtos
tlaxcaltecas y chichimecas como un problema a investigar.
De una cosa sí podemos estar seguros, no era un mundo idílico, "pueblo chico infierno grande", todos
los que hemos vivido en pueblos sabemos lo que significa eso, todo el tiempo hubo una disputa entre
los sectores de la población, podemos imaginar que los chichimecas se quejaban de los tlaxcaltecas,
los tlaxcaltecas de los chichimecas y de pronto tlaxcaltecas y chichimecas se unían para pelearse con
los mestizos, o con los mulatos o con los españoles.
Un ejemplo neolonés que nos puede mostrar hasta dónde este conflicto podía llegar, Bustamante, en
1826 cuando se inicia el proceso de disolución del pueblo de San Miguel de Aguayo, los chichimecas
que vivían ahí pegan el grito en el cielo y dicen, no queremos saber nada de vivir con los tlaxcaltecas,
empiezan a lanzar toda su documentación para poder irse a donde les permitieran, toda esa
información la podemos encontrar en los expedientes del Congreso del Estado o del fondo congreso
del Archivo General del estado.
El Congreso y el gobernador les permiten a chichimecas irse porque los tlaxcaltecas habían llegado a
tal punto en que estaban vendiendo sus tierras, sus casas y sus instrumentos de labores, hay que
investigar más, no sé cuántos se habrán ido, pero el hecho es que más de la mitad de los
chichimecas que vivían en San Miguel Aguayo, los antiguos pobladores de San Antonio, se van a
Villa Aldama.
Debemos estar en guardia contra todo extremo, podemos decir, no, es que los indios chichimecas y
tlaxcaltecas jamás se entendieron, no es cierto, como en toda relación humana las alianzas,
amistades, suspicacias y peleas se suceden y combinan por diferente motivo y sin razón.
Concluyo este segundo punto. Es muy poco lo que sabemos sobre la población tlaxcalteca y su
dinámica socio-cultural en el noreste, y sobre todo en Nuevo León. Su impacto se ha magnificado no
por investigaciones serias, sino por conseguir explicaciones que a veces son demasiado simplistas.
Termino, pareciera que mi meta en este momento ha sido afirmar que el aporte cultural tlaxcalteca en
el noreste fue mínimo, y no es ese el propósito, lo que propongo es que se realicen investigaciones
serias sobre nuestra historia y nuestra cultura, que nos permitan sustentar afirmaciones basadas en
pruebas objetivas, no en creencias, en leyendas, en supuestos de orgullo localista.
Creo que el pueblo tlaxcalteca tiene un lugar de honor, y lo peor que podemos hacer es inventarle
leyendas, las leyendas caen y el aporte tlaxcalteca debe parecer muy firme.
Muchas gracias.
Conferencia del Cronista Carlos Jesús Gómez Flores, "San Miguel de
Bustamante: Ecos de Tizatlán".
Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Todos procedemos de alguna parte. De algún lugar con rasgos y heredades particulares. El perfil
étnico contemporáneo de los pobladores del noreste de México, aunque enriquecido con movimientos
migratorios recientes, es espejo también de aquel grupo de 345 parejas y 56 solteros o viudos que
partieron desde la capilla consagrada a nuestra Señora de las Nieves en San Juan Tutulac un 6 de
julio de 1951. Se considera convencional mente que fueron 400 familias, (que era la cantidad pactada
por el virrey y los principales de Tlaxcala) las que emigraron en 1951. Sin embargo y de acuerdo al
censo levantado por el oficial Agustín de Hinojosa Villavicencio quien tuvo la tarea de escoltar a los
tlaxcaltecas hacia el norte, los expedicionarios se componían por la primera cantidad aquí citada de
migrantes que hipotéticamente se casarían con chichimecas. Era una estrategia que había nacido de
la visión de un hombre mestizo, el Capitán zacatecano Miguel de Caldera, quien sabía de la
trascendencia del hecho histórico. Miguel de Caldera fue nombrado Justicia Mayor de toda la frontera
chichimeca en marzo de 1590 por el virrey Luis de Velasco II, dados sus logros en materia de paz con
los guachichiles. Caldera era hijo de padre español y madre guachichil o zacateca. Su tesis partía de
que se podía obtener la paz por parte de los chichimecas si en vez de atacarlos con armas, se le
proveía de víveres y vestimenta, estrategia llamada "paz por adquisición" que se fortalecía en
paralelo con la doctrina cristiana impartida por misioneros franciscanos y por el ejemplo de vida de los
tlaxcaltecas. Cuatro señoríos comprendían la nación tlaxcalteca, y en cada uno de ellos, la valentía y
la aspiración a un mejor destino se sembró en sus hombres y mujeres. El tercero de los señoríos era
el de Tizatlán, formado a partir del de Ocotelulco. Tizatlán, comunidad de guerreros, cuna del sabio
Xicoténcatl el viejo del aguerrido Xicoténcatl Axayacatzin.
Tizatlán, lugar de la tierra blanca, semillero de artistas, particularmente de poetas, envío a las
jornadas expansionistas a 246 de sus hijos en treinta carretas de Pedro Gentil: siendo de ellos 103
hombres, 85 mujeres y 58 menores de edad. Al frente de este contingente se blandía el pendón
colonial del Señorío de Tizatlán y encabezando la marcha epopéyica el Capitán Buenaventura de la
Paz. Este hombre era un aristócrata tlaxcalteca que llevó el liderazgo de las familias de su señorío
hasta el punto de partida para la emigración. De acuerdo a la crónica de las 400 familias tlaxcaltecas
1591-1991 escrita por Desiderio Hernández Xochitiotzin; el Capitán don Buenaventura de la Paz
Xicoténcatl marchó al frente de 246 personas portando el pendón colonial del Señorío de Tizatlán.
Todos ellos fundaron San Esteban de la Nueva Tlaxcala, junto a la Villa de Santiago del Saltillo, el
mismo año del movimiento migratorio.
Hubo de transcurrir casi una centuria para que los descendientes de esta comunidad hicieran posible
la salvaguarda de los intereses mineros de la corona en el inhóspito norte del Nuevo Reino de León
beneficiándose, de facto, hasta el 12 de octubre de 1690 con la repartición de tierras y aguas en torno
al pueblo de indios que había sido fundado de forma en 1686, con el nombre de San Miguel de
Aguayo de la Nueva Tlaxcala. Aunque la autoridad virreinal había concedido el permiso de la
fundación el 16 de septiembre de 1686, fue cuatro años después cuando el Capitán Diego de
Villarreal fue comisionado para ejecutar la fundación dando posesión de las tierras a los tlaxcaltecas
Melchor Cázarez, José Felipe, Santiago y Silvestre Salvador representantes de un grupo de familias.
Una fundación que tuvo como causa directa la ambición de pobladores tlaxcaltecas de San Esteban
de la Nueva Tlaxcala arropados por su Capitán Protector Francisco de Barbarigo, bajo el dudoso
capelo de la catequización de los naturales de la región. El Capitán Francisco de Barbarigo (de origen
italiano), gestionó el permiso de exploración motivado por Agustín de la Cruz, Bernabé González y
Juan Francisco de Luna, quienes eran tlaxcaltecas de San Esteban de la Nueva Tlaxcala y
seguramente habían sido soldados auxiliares que al internarse en la región combatiendo tribus de la
sierra se habían percatado de su potencial minero. Barbarigo y sus socios tlaxcaltecas localizaron
posteriormente ricas vetas minerales, mismas que luego registrarían como propias. Este objetivo era
muy ajeno al de cristianizar a las tribus nativas. De los tlaxcaltecas el que merece mención especial
es Agustín de la Cruz ya que auxilió al Capitán Alonso de León (hijo) como batidor e intérprete en la
tercera expedición a Texas, y también a la restauración de Candela, población que pertenece
actualmente a Coahuila. San Miguel, como colonia se distinguió de otras por la poca presencia
española en su fundación y por la inadecuada e injusta merced de tierras y aguas que le otorgaron
originalmente.
La expansión tlaxcalteca tenía carácter corporativo y sin duda alguna, las prerrogativas logradas a
partir de las capitulaciones firmadas por el Virrey Luis de Velazco en 1591, le habían brindado a esta
etnia de indios sureños una posición envidiable en las colonizaciones de las inexploradas fronteras
del norte de la Nueva España. Sin embargo no fue bajo esta óptica de derechos que se fundó San
Miguel, ya que solamente les concedieron a sus colonizadores tlaxcaltecas una legua cuadrada de
tierras, contra cinco ofrecidas a los tlaxcaltecas que fundaron poblaciones a finales del siglo XVI. A
pesar de los múltiples reclamos al respecto, los sanmiguelinos hicieron de aquel espacio geográfico
del semidesierto un verdadero vergel. A la par de culturizar a los nativos y de enseñarles técnicas de
irrigación y conocimientos sobre la fruticultura y herbolaria, se posicionaron como la vanguardia para
enfrentar los ataques contra los habitantes criollos del Real de Minas de San Pedro Boca de Leones.
San Miguel de Aguayo era un puesto paramilitar fronterizo, ya que los merodeadores tobosos tenían
que pasar por ahí para llegar al pueblo minero de San Pedro y a otros mas hacia el sur. Era una
"barrera" entre los criollos y las tribus atacantes y sus residentes resistían sin apoyo español la furia
de los indios tobosos e indios que huían del sistema de congregas de las misiones vecinas.
A pesar de que formaban parte de una jurisdicción "españolizada" estaban facultados para tener sus
propios cabildos y gobernadores como en todos los demás casos de fundaciones poblacionales
similares. Desde esa perspectiva tenían el derecho de protesta, mismo que ejercieron pues la codicia
que despertaban las tierras que los madrineros habían transformado de yermas a prósperas, propició
una serie de problemas que sortearon los lugareños con prudencia y rabia, ya que más de una vez
algún intruso llevó su ganado a pastar en terrenos en los que aún no habían levantado la cosecha,
como clara acción ofensiva en pos de la enajenación de sus propiedades. Por señalar una de estas
injusticias, en un documento del Archivo Histórico de San Miguel de Bustamante fechado el día 30 del
mes de junio de 1704 en el que se inscribe una petición al Gobernador y Capitán General del Nuevo
Reino de León, Francisco Báez Treviño por parte de Gobernador y Cabildo indígenas de San Miguel
de Aguayo en donde se acusa al Capitán Juan Méndez Tovar de pretender posesionarse de sus
tierras, cito: "habiéndose mantenido en ellas haciendo contradicho el pueblo su vecindad, por el
perjuicio que ocasiona y daño que nos hacen sus cabras y manadas a nuestras cementeras que nos
la tienen asolada" Dicha petición la hicieron Antonio de la Cruz y Felipe Santiago.
Para una mejor percepción del crecimiento y desarrollo poblacional de esta comuna madrinera
consideremos algunos datos estadísticos. Los tlaxcaltecas fundadores del antiguo San Miguel,
estaban vinculados consanguíneamente con los 246 hombres y mujeres que provinieron del Señorío
de Tizatlán. A finales del siglo XVII algunos de ellos ya se habían unido a naturales de la Gran
Chichimeca por lo que no sería difícil para esta comunidad culturizar a los Alazapas que habitaban la
región y producir nuevos mestizajes. Inclusive se puede suponer, que dentro del grupo de
tlaxcaltecas de esta sexta generación había algunos que emigraron de lo que ahora es la región de
Parras de la Fuente, Coahuila, e inclusive de San Luis de Colotlán, en el norte del actual Estado de
Jalisco del pueblo de Tacuitapa o de Tlaxcalilla del actual Estado'de San Luis Potosí; dado que los
apellidos Corona y Cazares no eran propios de los apellidos castellanos que adoptaron los primeros
emigrantes de Tizatlán, y considerando que estos dos apellidos pertenecieron a fundadores
tlaxcaltecas de San Miguel de Aguayo, y que aún el segundo apellido sigue prevaleciendo en la
población.
Se puede inferir que con la bandera de la religión católica y a nombre de la Corona Española, estos
audaces americocristianos tuvieron en aquellos tiempos de transición, una posición envidiable y
fueron fundadores de sitios a los que ninguna otra raza de migrantes podría accesar. Sobre el caso
de Bustamante se puede puntualizar que las características fenotípicas de sus habitantes, son
tlaxcaltecas.
Consideremos ahora estadísticas más contemporáneas. En el año 1835 había una población de 335
familias del mismo origen; para 1986 ya casi culminado el siglo XX la población estaba integrada por
2600 habitantes conformadas en 484 familias cuyas raíces estaban en el mismo municipio: que se
traduce en una población completamente definida e identificada con el lugar.
En 1997 Bustamante, N. L. cuenta con 4500 habitantes conformados en un millar de familias. Su
comunidad se integra con descendientes de tlaxcaltecas aunque hay familias emparentadas con
nativos de los municipios vecinos. En la década de los años cincuenta se disparó la población a 7000
habitantes gracias al boom de los cultivos algodoneros de Anáhuac y a la producción de la Mina del
Refugio y de las Minas Viejas; pero prácticamente fue una población flotante que emigró al culminar
la corta bonanza regional. Sin embargo en las duras y en las maduras, los bustamentenses han sido
celosos de conservar sus costumbres ancestrales.
En el transcurso de los siglos la masa social fue transformándose, pero la huella tlaxcalteca siempre
estuvo presente. Ocurrieron los mestizajes entre esos indios madrineros e indios norteños
particularmente alazapas. Con los alazapas se conformó un barrio separado o misión. Esta tribu
también hizo posible la consolidación de Santa María de la Punta de los Lampazos. De acuerdo a una
petición que hizo el alazapa Ignacio de Ayala fue en marzo de 1708 que abandonaron la misión
quejándose de que a pesar de haberle informado a Agustín de la Cruz la localización de las minas
que ahora explotaban, no tenían ni las aguas ni las tierras necesarias para el cultivo.
Ocurrió la emancipación del pueblo con respecto a San Pedro Boca de Leones y el nacimiento de la
Villa de San Miguel de Bustamante en 1832 pero los ecos de Tizatlán siguen presentes en múltiples
manifestaciones. Mencionaré algunas de ellas.
El sistema de irrigación de la villa, que se nutre a partir del Ojo de Agua de "San Lorenzo" y que nace
de la Sierra de Gomas, y luego alimenta al Río Tlaxcala, se bifurca a través de las acequias Madre,
Iglesia y de Llanos y Valdéz, que proveen las necesidades de agua para las siembras en el pueblo y
para las inmensas nogaleras que allí se imponen a la vista. Estas acequias fueron diseñadas y
construidas por manos tlaxcaltecas y sus descendientes han sabido cuidarlas, respetando el sistema
de distribución de las aguas que ha prevalecido, y que en los últimos tiempos es aprovechada en su
mayoría por un puñado de regantes.
El connotado especialista Ing. Héctor Flores Salgado estima que en la región ya existían nogales y
parras silvestres antes de la llegada de los colonizadores. Con la presencia de los tlaxcaltecas se
introdujo el cultivo del aguacate (del tipo Tepeyanco), tejocote y desde luego el maíz. Hay crónicas en
las que se informa sobre el cultivo de la vid y el duraznero. Este último árbol muy esencial en la
cultura agrícola madre de esta población. De acuerdo al acta de Ayuntamiento del 28 de febrero de
1821 donde se hacen apuntes sobre la población se anota que: "Propaga abundante nogalería y muy
elevados, que le dan una vista muy alegre, a más de la fruta que produce; higuerales de diversas
clases melocotones lo mismo membrillo, granada; se da muy buena pera de San Juan y bergamoto,
aguacates, naranjos, fruta de guía se da buena y de buen gusto."
Es un hecho que la gran arborización que presenta la villa entre la que destacan 60,000 nogales fue
producto del sacrificio, planeación y terquedad de los tlaxcaltecas.
En Bustamante y de acuerdo al ya citado Ing. Flores Salgado se plantó el primer huerto de nogales
en el mundo. Además es un regalo para los sentidos caminar por las viejas huertas del poblado y
contemplar nogales que acusan siglos de vida. Resulta natural que una de las actividades productivas
más importantes en el municipio ha sido la producción de nueces y el desarrollo de nuevas
variedades, como la "Bustamante" famosa por la calidad de sus frutos.
A cestería es una artesanía típica tlaxcalteca. Aún en San Miguel de Bustamante y con material de
palmito, los pobladores tejen esta fibra vegetal para confeccionar sombreros, tapetes, cestos y un sin
fin de objetos, algunos de los cuales decoran con dibujos quizá ingenuos, pero bellos. El palmito se
obtiene de la planta del mismo nombre que crece sobre los desfiladeros en la Sierra de Gomas y en
la Sierra Morena. Después de cocerse al fuego y de secarse al sol se hacen "pitas" de este material
que luego se van trenzando. La trenza se elabora con 5 pitas entrelazadas de palmito que de acuerdo
a Jesús Jiménez, introdujo como manufactura en el pueblo Don Julio Santos, en la década de los
años cincuentas. Esta actividad productiva es de carácter familiar y representó de los años 40's a los
60's una fuente secundaria de ingreso muy representativa para la población. Las trenzas de palmito
se vendían a través de intermediarios en el Valle de Texas, Estados Unidos de Norteamérica, para
elaborar sombreros. Actualmente el sanmiguelino promedio sabe trenzar palmito y algunas familias
continúan elaborando productos de cestería.
El popular pan y repostería que se elabora en la población y que ahora se vende bajo una marca,
"pan de Bustamante", que algunos vivales han aprovechado para producir fuera de villa con una
calidad inferior al pan que se hace dentro del pueblo, denota que a las fuerzas mercantilistas no se
les escapó el prestigio que ha tenido este producto por generaciones.
Afortunadamente y además del pan que se produce en las casas, hay mas de 10 panaderías que
ofrecen su producto a viajeros.
Aún hay quienes, como la Señorita Dolores Casso, propietaria de "La Superior" y sus hermanas
elaboran de manera artesanal el pan cocido con leña. Ellas gustosamente abren las puertas de su
taller por la calle Escobedo para que propios y extraños constaten la buena factura de sus semitas,
empanadas, chorreadas y hojarascas.
Sin la menor duda esta manifestación de cultura popular proviene de los tlaxcaltecas quienes
sumaron al maíz ancestral, los sabores del trigo endulzados con aguamiel de caña o piloncillo y
decorados con corazones de nuez. En poblaciones hermanas del Estado de Coahuila se confecciona
panadería semejante pero nunca con el sello característico de la panadería bustamantense.
Por siglos, los pobladores de San Miguel han disfrutado de mezcal de agave. Bebida que tiene
influencia de tlaxcaltecas novohispanos y que se sigue elaborando en "La Guadalupana" bajo
procesos tradicionales: cocer con calentamiento de tierra los agaves de maguey, y luego obtener su
jugo con molienda de tracción animal para después de reposado en barricas de madera pasar por
alambique y producir así un destilado digno de exportación. La planta de maguey - claro esta - fue
traída a estas tierras por los tlaxcaltecas fundadores.
La práctica del curanderismo, y de la brujería también están presentes en San Miguel de Bustamante.
El mundo esotérico enmarcado entre el chamanismo y los trabajos "negros" sigue enseñoreándose
en los lugareños.
La influencia de los sobrenatural, que ni la misma doctrina cristiana socavó del espíritu de los
tlaxcaltecas, se ha perfilado en las temidas brujas que aún se dice, tienen presencia en el valle que
se ha bautizado con su nombre. A algunas de ellas, "confabuladas" con mujeres de San Pedro Boca
de Leones, la Santa Inquisición les inició procesos que fueron muy sonados en la época de la
Colonia. Todavía y muy cercano al Templo de San Miguel, el famoso "Momo" sigue practicando la
brujería, así como también, este hombre es muy ducho en labores de molienda.
Algo que llama la atención a los visitantes del pueblo, es la veneración que se tiene por EL SEÑOR
DE TLAXCALA porque en primera instancia les resulta extraño el nombre del santocristo que vino a
desplazar como Santo Patrono a San Miguel. Sería algo similar a ir de visita a algún poblado del
estado de Tlaxcala y encontrar que allí se venera al Señor de Nuevo León. Pero esta imagen
confeccionada de pasta de maíz con estructura de esta misma planta, desde 1715 ha sido figura
central de la mística religiosa de toda la región, aunque la imagen data por lo menos de un siglo
anterior al de su legado por parte de Ana María, india ladina que a su vez recibió la responsabilidad
de cuidarla como una heredad y compromiso de su esposo Bernabé García. Hay un documento
techado el 26 de abril de 1688 en el que el Bachiller Nicolás de Saldívar Cura del Real de Ramos
entregó a Bernabé García la imagen del Santo Cristo. Esta imagen pasó a ser de su viuda la india
Ana María, quien la legó al pueblo de San Miguel de Aguayo un 19 de diciembre de 1715.
La ciudad de Tlaxcala fue tan importante para el virreinato que se constituyó como la primer sede de
un arzobispado. Además fue cuna de la fiesta brava en América, lo que hizo naturalmente que los
tlaxcaltecas se convirtieran en expertos en la cría de toros de lidia.
Esta manifestación de origen español, llegó a ser parte de la cultura mexicana. En nuestros días hay
una huella precisa de esta costumbre en San Miguel de Bustamante, pues en sus cercanía se ubican
dos de las ganaderías de toros de lidia mas importantes del país "Golondrinas" y "La Playita".
Los ecos de aquella comunidad culturizadora resuenan todavía. Aún muchas familias conservan los
apellidos castellanos que las familias Tizatlecas de las Gran Tlaxcallan tenían al momento de la
diáspora. Apellidos como Hernández, Molina, Sánchez, Ramírez, Torres, Muñoz, Gutiérrez, Ramos,
García, Rodríguez, y Bautista. Y de los fundadores de San Miguel de Aguayo de la Nueva Tlaxcala
predomina el apellido Cazares.
La valiente comunidad de tlaxcaltecas fundadores merece ser dignificada por su aportación para
consolidar una cultura mestiza.
Aquellos hombres dotados de experiencia para localizar minas, construir templos y viviendas, para
confeccionar imágenes religiosas y sobre todo para instalarse como agentes de cambio entre la
población autóctona que habitaba Aridamérica, merecen un sitial de honor entre la sociedad
norestense del país.
Al amadrinar grupos tribales resumían en su habencia miles de años y grandes conocimientos sobre
la herbolaria, los sistemas de irrigación, y sobre la destreza para las artes.
Qué bueno que los ecos de Tizatlán continúan escuchándose y viviéndose en San Miguel de
Bustamante donde siempre ha existido el orgullo por las raíces tlaxcaltecas.
Y qué bueno que los nuevoleoneses están emprendiendo el camino del reencuentro con ese pueblo
todo luz que fue tan fundamental para la construcción de los cimientos de la patria mexicana.
Relatoria Final de las XIII Jornadas sobre la Identidad Cultural del
Noreste por el Maestro José Antonio OIvera, Presidente de la
Asociación de Historiadores del Noreste.
Centro Estatal de Culturas Populares. Monterrey, N.L.
Viernes 8 de agosto de 1997.
Lo que es la posibilidad clara, crónica, la historia oral y el relato, sin embargo no soy quién para
evaluar un perfil u otro. Lo que sí puedo concluir es que los trabajos fueron hechos con pasión, con
encono y con mucha pasión, con mucho enfoque, con mucho amor al tema.
En los siete trabajos que nos tocó ver en la mañana, si, expuestos en forma magistral y con pasión
por el tema a tratar, destacaron varios elementos que resultan relevantes para comprender y abordar
esto que llamamos "Cultura Norestense".
En primer lugar, se destacaron los puntos de la región que reúne el mayor número de vestigios
tlaxcaltecas, dándosele mucha importancia a Bustamante, al centro-sur de Nuevo León sin olvidar a
Saltillo.
Los hemos relacionado con la vida y trayectoria de los grupos y la cultura tlaxcalteca. Despierta
enorme interés y, sobre todo, polémica y discusión, tal como se dijo hoy en la tarde. Es un tema que
en cierto grupo de historiadores se trata de manera peyorativa, sin profundidad y, sobre todo, con
mucho prejuicio, siendo vistos los tlaxcaltecas, muchas veces, como enemigos de la patria.
Además, hay que indagar más en su mundo interno, su singularidad y su vida cotidiana, hay que
luchar contra la satanización, se dijo en la mañana, de la historia Tlaxcalteca.
Obviamente la que ha hecho sobre todo la historia, parte de la historia oficial, se hizo un recorrido
sobre el espacio socioeconómico de los tlaxcaltecas durante el período colonial, en relación con los
demás grupos étnicos, se destacó que a diferencia de los demás grupos indígenas, los tlaxcaltecas
contaban con una gran capacidad negociadora que les permitió recibir una serie de privilegios, entre
comillas, que iban desde el acceso a la tierra y el agua hasta montar a caballo y usar armas.
Estas prerrogativas las van a presumir hasta finales del virreinato que es cuando comienzan a ser
desplazados por otros grupos, como se dijo hoy en la tarde, mestizos, indígenas y sobre todo
españoles, para finalmente, en el siglo XIX, perder esa mayoría de privilegios o de prerrogativas que
habían adquirido durante el paternalismo colonial, por llamarle de alguna manera.
Hay que darle más difusión e importancia al papel que desempeñó la inmigración tlaxcalteca en la
conformación demográfica del gran norte oriental. Existen demasiados vestigios que permiten afirmar
que a esta etnia le debemos una buena parte de nuestra cultura actual; por encima, se remarcó
muchas veces, incluso, de la que nos otorgó la cultura hispana, sajona y otras más.
La cultura tlaxcalteca contaba con un gran soporte educativo y una diversidad artística que acuñó en
el periodo pre y post cortesiano, se dijo con muchos ejemplos.
Los tlaxcaltecas fueron los verdaderos colonizadores del seno mexicano, todas sus costumbres y la
identidad cultural la arraigaron en los pueblos que fundan bajo la dirigencia española, en ese sentido
se destacó el papel de las 400 familias que inicialmente pulularon por todo el norte del seno
mexicano.
Si bien hay que ponderar a la cultura tlaxcalteca, tampoco debemos cegarnos en cuanto al papel que
jugaron en su alianza con el estado español, por lo menos, en las primeras décadas del dominio
blanco los tlaxcaltecas fueron la plataforma de despegue de la expansión española.
Por último, en cuanto a los rasgos culturales que se señalaron, que son una lista muy amplia,
mencionaré algunos, se decía en el caso de Saltillo y otros lugares que dieron nombres a calles y
lugares, a espacios públicos. Se hablaba de que existen 500 vocablos modificados; se hablaba de
una incipiente artesanía; se hablaba de una gastronomía diversa y por lo tal desde tortillas hasta
tamales; de devociones y rituales en ese sentido se habló de Tlaxcala, obviamente, y de Bustamante
y de otros espacios del noreste.
Costumbres que también se manejaron en los rasgos familiares en el cortejo, y sobre todo en el papel
que juega la madre en sectores familiares muy amplios del estado de Nuevo León.
Se habló también del impacto tlaxcalteca en la horticultura y la herbolaria en general, otros ejemplos
que se dieron fueron muy diversos.
Podemos decir entonces que cualquier celebración que hagamos de la identidad norestense, debe
partir de la base del papel que nos ha legado la cultura Tlaxcalteca.
Gracias.
Palabras pronunciadas por el Licenciado José Antonio Álvarez "Lima,
previas al ofrecimiento de la muestra gastronómica y artesanal del
Estado de Tlaxcala en el Patio del Nogal del Museo Estatal de las
Culturas Populares.
Muy buenas tardes, paisanos, si les puedo decir así, porque después de escuchar a las personas que
presentaron sus trabajos hoy por la mañana, aquí en este bello recinto, es indudable que la presencia
de Tlaxcala en el noreste de México fue muy importante y es muy importante.
Hoy hemos pasado un día inolvidable mi esposa y yo, mi familia, muy agradecidos con las
autoridades de Nuevo León, muy agradecidos con las autoridades de Bustamante, muy agradecidos
con los intelectuales: académicos, profesores, y sacerdotes que nos hicieron favor de presentar una
serie de trabajos muy interesantes que van a ser publicados por el gobierno del Estado de Nuevo
León y el gobierno del estado de Tlaxcala a través de un fondo editorial que ya establecimos.
Nos sentimos realmente muy emocionados. Para nosotros como tlaxcaltecas y como mexicanos es
un orgullo estar aquí con ustedes, porque sabemos que Nuevo León es una tierra de trabajo, es una
tierra de democracia, es una tierra de alegría en donde nuestros paisanos encontraron un ámbito muy
propicio para su desarrollo.
Aquí, en Coahuila, en San Luis Potosí, en Aguascalientes, en Zacatecas, en Jalisco, en Texas, en
Nuevo México —entonces eran parte de la colonia española y después de México Independiente—
se desarrollaron muchos pueblos tlaxcaltecas que se integraron a la cultura de los chichimecas en un
principio y posteriormente a la cultura mestiza y criolla de esta gran zona de México.
Nosotros vamos a presentar una muestra artesanal de lo que se hace en nuestra tierra, que es la de
ustedes también por muchas razones, vamos a dejar esta muestra durante un mes aquí, el señor
director quería que así fuera, así va a ser.
Hay también una muestra gastronómica en donde van a encontrar muchas cosas parecidas que aquí
ya se han ido modificando con algunos ingredientes locales, pero que tienen su razón de ser en
Tlaxcala.
Muchas gracias por estar con nosotros, la herencia Tlaxcalteca, junto con otras herencias que
ustedes tienen aquí en esta parte de México, es un activo que no les va a costar nada y que si
descubren les va a producir mucha satisfacción porque en esta tierra, se han hecho cosas muy
importantes desde hace muchos años.
Muchas gracias a todos ustedes, muchas gracias señor Secretario, Gobernador en funciones,
muchas gracias señora, muchas gracias señor Presidente Municipal, muchas gracias don Carlos, que
es el director de Acción Cívica, don Carlos Gómez, y es el culpable en buena medida de que estemos
nosotros por aquí y se haya llevado a cabo este evento.
Estoy muy emocionado, ya no tengo nada que agregar más que invitarles a que vean la exposición, a
que prueben los platillos y, sobre todo, a que vayan a Tlaxcala porque es un lugar muy bello y van a
encontrar ahí alguna parte de sus raíces que los enriquecerá más y les dará la certidumbre de que si
saben de dónde vienen pueden tener mayor claridad hacia a dónde van.
Muchas gracias.
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