SACCOMANNO, G., El oficinista, Buenos Aires, Editorial Seix Barral

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Ogigia. Revista electrónica de estudios hispánicos
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SACCOMANNO, G., El oficinista, Buenos Aires,
Editorial Seix Barral, 2010. 199 pp.
ISBN 978-84-322-1282-6
José Manuel Torres Torres
(Pontificia Universidad Católica de Valparaíso)
Guillermo Saccomanno, escritor argentino, en la
actualidad es colaborador del diario Página /12. Ha publicado
diversos libros entre los que destacan Situación de peligro
(1986), El buen dolor (1999) y su trilogía política: La lengua
del malón (2003), El amor argentino y 77 (ambos editados en
2008) Este último ganador del Premio Dashiell Hammett en la Semana Negra de Gijón. El
oficinista, su más reciente novela, obtuvo el Premio Biblioteca Breve 2010.
La novela tiene cincuenta y cinco capítulos de breve contenido. Saccomanno
desarrolla una historia a través de un lenguaje directo sin virtuosismo técnico o de estilo,
con frases cortas, que dinamizan la historia y le confiere un sentido vertiginoso y atrayente
a la narración.
El oficinista relata la historia de un individuo carente de nombre que vive entre la
oscura realidad de su trabajo y, por un encuentro casual, la ilusión de sostener una
relación sentimental con una secretaria de la oficina, que es amante de su jefe. El espacio
discursivo supone a la ciudad de Buenos Aires, no obstante que nunca se nombra, cuya
atmósfera está marcada por una violencia hiperbólica, que por medio de las vivencias del
protagonista adquiere una dimensión relevante.
En el protagonista confluyen los miedos ciudadanos propios del mundo
globalizado, vive en medio de diversas situaciones que activan dichos miedos: el temor al
despido, no obstante ser un empleado que cumple a cabalidad sus funciones, pero que
tiene un visible miedo al Jefe si comete un error, que aumenta desde que sostuvo una
relación sexual con la secretaria de él; el temor a su esposa que se ha transformado con
el correr de los años en una mujer cruel, que lo hostiga de manera mental y física, incluso
lo abusa sexualmente; el temor a recorrer la ciudad, que permanece en un estado de
convulsión social por la acción de guerrilleros y terroristas bajo la presencia de
helicópteros artillados y sus reflectores vigilantes; el temor al Ejército que controla a las
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ISSN: 1887-3731
Reseñas
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personas en las entradas de los trenes subterráneos, perros clonados de alta agresividad
que deambulan por la ciudad; el temor a encontrarse con grupos de reacciones
impredecibles como andrajosos, borrachos y muchachos aturdidos por la droga.
La ciudad con sus múltiples (no) lugares se establece como el espacio de
desarrollo de esta violencia, entre ellos se encuentran distintas calles del
centro y la
periferia, el metro, su departamento y el de la secretaria, en último término la oficina. En la
mayoría de dichos espacios quedan huellas de una violencia de diversa naturaleza,
propia de las características de las grandes urbes latinoamericanas, con una violencia de
distintos matices que provocan el miedo y el enclaustramiento del ciudadano. En el caso
del oficinista, éste se siente impotente ante las diversas situaciones que enfrenta y lo
oprime, siente resignación, no obstante es incapaz de modificar sus actitudes.
Desde el discurso de la novela se colige
la marca de la violencia y su efecto
devastador en las urbes latinoamericanas, que penetra por distintos intersticios, que es el
eje de los estallidos sociales por demandas económicas, por cuestiones de medio
ambiente, por la inseguridad ciudadana, por descontento social, que han afectado la
calida de vida con las actuales políticas de la Globalización. Basta recordar en la década
pasada los sucesos de Arequipa, El Alto, Buenos Aires, Caracas Guadalupe y Martinica.
El oficinista, pese a que algún sector de la
crítica pretende inscribirlo en los
deslindes de la ciencia ficción se adscribe en el ámbito de las narrativas latinoamericanas
de la globalización colocando en el punto de discusión los avatares de este proceso, a
través de elementos relevantes como la fragmentación del sujeto; la sociedad vigilada; el
espacio alterado en los desplazamientos; el ejercicio del sometimiento irrestricto al
superior; el pernicioso individualismo como productor de ambigüedades en la conducta
humana con el fin de alcanzar determinados objetivos; la inequidad económica, que
obliga a mantener el empleo a cualquier costo, con un salario injusto, incluso al extremo
de provocar la desaparición de su compañero de oficina, no obstante lo infundado de sus
sospechas; la pérdida de identidad que convierte a el oficinista en un ciudadano
desechable de acuerdo al concepto de basurización del ser humano que plantea Jean
Franco, que es una consecuencia del mundo globalizado; por último, la violencia como eje
transversal que distorsiona las relaciones humanas y que en El oficinista se constituyen
en elementos significativos.
OGIGIA 8 (2010), 102-103
ISSN: 1887-3731
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