Cultura de paz: una utopía viable, urgente y - unesdoc

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CULTURA DE PAZ
£ —1"
Una "Utopía
Viable, Urgente
y Necesaria
Francisco José Lacayo Parajón
INDICE
—
Educación y Desarrollo en el Contexto de una
Paz Permanente
— Comentarios a la Propuesta de la U N E S C O para
una Cultura de Paz
—
1
15
El Programa Cultura de Paz en El Salvador.
Proceso y Etapas de una Utopía Viable y Necesaria
21
—
Críticas y Preguntas al Programa Cultura de Paz en El Salvador .
39
—
El Promotor de la Cultura de Paz, un nuevo Personaje
en el Humanismo Moderno
49
Especificidad y Sostenibilidad del Programa de Acción
para Promover una Cultura de Paz de la U N E S C O
55
Indicadores e Instrumentos de Verificación del Desarrollo
H u m a n o en La Participación, El Dialogo y
La Concertación en los proyectos de la Cultura de Paz
59
—
La Tolerancia: U n Sustantivo que pide Adjetivos
65
—
La Cultura de la Seguridad Ciudadana con Participación
de la Comunidad
71
—
—
Nota del Autor
Estos textos son una recopilación de exposiciones y artículos elaborados por Francisco José Lacayo Parajón, entre de 1993 y 1995.
En los años 92 y 93 el autor trabajó como consultor de la
UNESCO
en El Salvador, viéndose vinculado, por ello, a tareas
relacionadas con la consolidación del proceso de paz y a la promoción de la cultura de paz.
En 1994, el autor asumió el cargo de Coordinador de la
UNESCO
para el Programa Cultura de Paz en El Salvador, experiencia
pionera e inspiradora de la UNESCO,
en el marco del Programa
Cultura de Paz de la Organización, aprobado por la 27a. Conferencia General afinalesde 1993. Actualmente el autor es Representante de la UNESCO ante el Gobierno de El Salvador.
Las ideas expresadas en estos textos son de la responsabilidad
exclusiva del autor y no comprometen el criterio oficial de la
UNESCO.
San Salvador, Diciembre 1995
Educación y Desarrollo en el Contexto
de una Paz Permanente1
D e todos es sabido que "en el Sistema de las Naciones Unidas, la
U N E S C O está investida de una misión ética particular, en relación con el
fomento de una cultura democrática que favorezca una aplicación efectiva de los derechos humanos y la instauración de una cultura de paz"2,
igualmente se conoce "la responsabilidad que incumbe a la Unesco de
suscitar y apoyar cualquier acción encaminada a promover la educación
de todos en el sentido de la justicia, la libertad, los derechos humanos y
la paz"3. Es por esta razón que la U N E S C O ha auspiciado y apoyado,
desde su inicio, este Foro Nacional de Reflexión sobre Educación y Cultura de Paz en El Salvador. Se nos ha pedido abordar el tema: "Educación y Desarrollo en el Contexto de una Paz Permanente".
Sabemos que no se trata de sumar tres temas interesantes, sino de
aportar reflexiones sobre la articulación e interdependencia de tres
facetas de una misma realidad: el perfil de la Nueva Sociedad Salvadoreña.
N o estamos invitados a exponer sobre la educación y el desarrollo en
sí, sino desde la perspectiva y las exigencias de una cultura de paz. Y ,
viceversa, no se trata de abordar la construcción de una cultura de paz en
abstracto sino, en función de y en coherencia con un proyecto nacional
1. Ponencia con motivo del "Primer Foro Nacional de Reflexión sobre Educación y Cultura de Paz". San Salvador, 28 de abril de 1993.
2. Conferencia General de U N E S C O , 26a. Reunión.
3. Conferencia General de Naciones Unidas, 18a. Reunión, París, 19 noviembre
1974. Recomendación sobre la educación para la comprensión, la cooperación
y la paz internacionales y la educación relativa a los derechos humanos y las
libertades fundamentales.
2
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
autosostenible, eficiente y equitativo de desarrollo y de educación. E n
ese sentido, ninguno de los tres elementos es instrumento para la consecución de los otros, sino una forma de ser de cada uno de ellos.
"...los procesos económicos, socioculturales y ambientales están
estrechamente vinculados; el desarrollo o la decadencia en u n a
dimensión afecta profundamente a las d e m á s " . "Esta naturaleza
interactiva del cambio requiere una visión multisectorial ..."4
LA VOCACIÓN DE PAZ EN EL SALVADOR
Por decisión y esfuerzo de los salvadoreños y, a partir de ello, m á s
allá, incluso, de las voluntades explícitas individuales, la historia de El
Salvador, sobre todo su historia reciente, expresa una vocación de paz.
C o n esto queremos decir que, por sus vivencias, incluido el conflicto
y los posteriores acuerdos de paz y proyectos de reconciliación nacional,
en este país todo es propicio para construir una nueva sociedad, cuya
personalidad sea la cultura de paz. Podemos afirmar que El Salvador está
"embarazado de paz". E s por esa razón que este Foro tiene lugar hoy.
El construir una cultura de paz conlleva, entre otros, los siguientes
rasgos o condiciones:
— Sólo puede realizarse como proyecto de consenso y de concertación
nacional.
— Tiene que llevarse a cabo como un proceso y no como una suma de
acciones o actividades independientes.
— Debe de ser un proceso que impregne todos los otros procesos y
proyectos nacionales y se mantenga en coherencia con ellos. La
construcción de la cultura de paz debe de estar presente, más aún,
definir la personalidad de los diferentes quehaceres económicos, sociales y políticos.
— La construcción de una cultura de paz es un proyecto estratégico.
4. Satisfacción de las Necesidades Básicas de Aprendizaje: U n a visión para el
Decenio de 1990. Documento de Referencia. Conferencia Mundial sobre la
Educación para Todos. Jomtien, Tailandia, 1990.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
3
LA CULTURA DE PAZ C O M O UN PROYECTO NACIONAL
L a decisión histórica de construir una cultura de paz en El Salvador
pide que los principios, estrategias y líneas de acción de dicho proyecto
sean el fruto de una concertación, entre los diferentes sectores de la
sociedad. El que exista un proyecto de cultura de paz y de identidad
nacional, n o quiere decir que deba homogenizarse la sociedad. L a
concertación a la que nos referimos presupone que las diferentes partes
en conflicto, a partir cada uno de sus principios y en coherencia con
ellos, reconocen en el proyecto nacional sus propios intereses y los de
los otros sectores, así c o m o los intereses comunes que legitiman el proceso.
U n a cultura de paz n o hace desaparecer los naturales conflictos y
diferencias que existen en toda sociedad, sino que concerta los intereses
comunes fundamentales que impiden la desintegración de la sociedad y permiten construir un futuro justo y equitativo, garantizando a todos sus m i e m bros reconocerse c o m o partes vivas, interrelacionadas e interdependientes,
dentro de una identidad nacional. Por ello, un proyecto de cultura de paz,
debe de integrarse dentro de un proyecto nacional global, consensuado en
sus m á s importantes dimensiones sociales, políticas y económicas.
M á s aún, un proyecto nacional, c o m o el de la cultura de paz, no sólo
no puede ni debe homogenizar mecánicamente a las partes, sino que se
enriquece de la variedad de éstas, siempre y cuando haya entre ellas un
consenso básico esencial, que las defina c o m o una comunidad, les dé una
identidad c o m ú n , así c o m o , en un árbol, la variedad de hojas, flores y
frutos, sustentadas por una raíz y tronco comunes, permite crear un individuo armónico en su heterogeneidad. L a opción por una cultura de paz
es pues, un hecho ideológico, ético y político que cada sector de la sociedad debe tomar, a partir de su posición y de sus principios.
LA CULTURA DE PAZ COMO PROCESO
Por todas las anteriores razones, la construcción de una cultura de paz
no es un acto, ni una suma de actividades o proyectos, sino un proceso
participativo, concertado, sistemático y global.
El proceso de construcción de una cultura de paz no puede desarrollarse
abriendo un cauce independiente, sino que debe insertarse en la dinámica de
todos los otros procesos de concertación y reconstrucción nacional: en lo
4
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
económico, en lo político, en lo social y, por ende, en lo educativo.
C o m o todo proceso, éste tiene sus leyes. Se parte de lo simple a lo
complejo, de lo urgente a lo postdatable, del conocimiento del otro a la
negociación y a la concertación, hasta concluir en proyectos y acciones
asociadas, en donde todas las partes reconozcan sus intereses, derechos y
deberes esenciales. N o obstante, la naturaleza de un proceso exige que,
desde el primer m o m e n t o , las diferentes etapas y actividades estén presididas y orientadas por una visión global y sistemática de todo el proceso.
LA CULTURA DE PAZ C O M O PROYECTO ESTRATÉGICO
U n cese al fuego puede ser una decisión táctica. U n proyecto de cultura de paz para una nueva sociedad, sólo puede ser estratégico. L a viabilidad de la paz firme y permanente pide que ésta se convierta en la
forma de ser de la sociedad, en cultura e identidad nacional y, precisamente, la cultura y la identidad de un pueblo nunca pueden ser un proyecto táctico, temporal o de afeite. Por eso, el compromiso y el reto que
dicho proyecto plantea a los diferentes sectores de la sociedad es tan
exigente y serio c o m o trascendente y entusiasmante.
CULTURA DE PAZ Y EDUCACIÓN
N o es posible plantearse un proyecto nacional de cultura de paz sin que
éste se base en un adecuado proceso educativo. M á s aún, no podemos hablar, en este caso, de la planificación, desarrollo y transformación de la
educación en abstracto. Se trata de la educación para una sociedad concreta
con un proyecto nacional concreto. El proyecto educativo, en una sociedad
que optó por construir una cultura de paz, exige definiciones m u y precisas.
Es costumbre afirmar que el futuro va a depender del tipo de educación pero, en un contexto de cambios tan profundos y acelerados, el
futuro empieza hoy. E n este caso, es necesario que el pronóstico del
futuro defina previamente en sus grandes líneas, el proyecto educativo.
LA COHERENCIA EN LA EDUCACIÓN
Pueden existir muchos análisis sobre los parámetros del tipo de educación que necesita el futuro de una sociedad c o m o la salvadoreña. Sin
excluir otros, creemos que hay dos principios fundamentales para la defi-
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
5
nición de un proyecto educativo, en las circunstancias que vive El Salvador y a partir de su proyecto nacional de paz, desarrollo y justicia.
El primer principio es la coherencia
Sin renunciar a su vocación universal, el proyecto educativo de un país
debe ser en, primer lugar, coherente con su propia sociedad, es decir, con su
historia, su cultura, sus recursos, su idiosincrasia, sus proyectos económicos,
sociales y políticos. E n el caso concreto de El Salvador, el proyecto educativo debe, además, ser coherente con el proyecto nacional de cultura de paz.
Desde el punto de vista del proyecto educativo, la sana coherencia con el
pasado, con la historia, con la cultura, con las raíces de un pueblo significa
que estos no son un punto de llegada pero sí, un insoslayable punto de
partida.
L a nueva identidad y las raíces culturales de El Salvador
L a configuración de esta nueva identidad debe partir de las raíces de
la historia salvadoreña re-creando los valores auténticos que se identifican con la paz e "injertando" en ellos los nuevos valores. Se trata de una
verdadera "operación de injerto", y no de "collage", en la personalidad
social e individual de los salvadoreños. Esto supone un esfuerzo especial
por re-conocer su propia historia, su cultura, sus raíces y su identidad.
N u n c a nada en contradicción con las raíces pero, siempre a partir y m á s
allá de las raíces, recreándolas continuamente y dándoles una personalidad autóctona, pudiera ser la línea de acción en este aspecto.
La Señora Ministra de Educación de El Salvador, en su exposición El
Futuro de la Paz en El Salvador (Foro Reconciliación en Tiempos de Transición, San Salvador, 12 de enero de 1992), señala la necesidad de "la
formulación de una identidad nacional, segunda variable necesaria para
una transición en paz". "El futuro de la paz, afirma, dependerá del concepto que tengamos de nuestra propia identidad nacional". Y añade, "La transición actual se fundamenta en la negociación y los acuerdos que lo hicieron posible, sin embargo, es como lo dicen los mismos acuerdos, un acuerdo político. De este acuerdo político tenemos que extraer su humanidad, su
relevancia y significado para el individuo, para el salvadoreño. Y esto se debe a
que la paz no será una verdadera base para nuestro futuro mientras la
sociedad civil, que somos todos nosotros, no interioricemos los acuerdos. "
»
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
"Esto implica buscar consensos no solamente entre fuerzas políticas
sino acuerdos con la sociedad salvadoreña ".
Se trata de conceptualizar en el nuevo sentido c o m ú n (lenguaje, c o m portamientos y pensamiento cotidianos), principios fundamentales c o m o
los siguientes:
—
Todas las personas humanas somos iguales por naturaleza.
—
Toda persona se desarrolla en la convivencia con los demás, tanto
con los iguales y cercanos, c o m o con los diferentes y lejanos.
—
El respeto al derecho ajeno es la paz y todo derecho conlleva un
deber.
_
Las diferencias entre las personas y grupos deben de ser superadas
por medio del diálogo, la negociación y la concertación.
—
El conocimiento del otro facilita la comprensión de sus puntos de
vista y esto facilita el diálogo, la negociación y la concertación.
—
Si en determinados momentos no se puede vivir c o m o hermanos o
amigos, siempre se puede, al menos, convivir c o m o semejantes, a
partir de los intereses fundamentales comunes.
—
El costo del diálogo, la negociación y la concertación social, es
casi siempre m u y inferior al costo del conflicto armado.
—
Siempre que se está de acuerdo en buscar una salida negociada a
un conflicto, hay que iniciar la negociación y concertación a partir
de los puntos comunes y m á s simples, para pasar luego al tratamiento de las diferencias y de lo m á s complejo.
—
El primer enemigo de nuestros principios es nuestra incoherencia
en llevarlos a la práctica.
—
L a coherencia con los propios principios es siempre merecedora
de respeto en el adversario u opositor.
—
Negociar y buscar la concertación no son, en sí, signos de debilidad sino de fe en la capacidad de la naturaleza humana y pueden
coexistir con la fidelidad a los propios principios.
—
El convivir con los semejantes y diferentes es el fruto de un aprendizaje social. Nadie nace sabiendo tolerar, negociar y concertar,
por lo tanto es necesario sistematizar y programar la educación y
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
7
culturización en la tolerancia, la negociación y concertación.
—
T o d o lo que promueva el sentido y el respeto a la vida promueve
la paz.
—
L a promoción de la armonía y el respeto con y hacia la naturaleza
alimenta la actitud hacia la paz social.
—
El triunfo de nuestros principios no estriba en destruir al que piensa distinto, sino en lograr juntos una forma positiva de convivencia.
—
L a paz no es posible sin la justicia.
—
L a satisfacción de las necesidades básicas de todas las personas de
una sociedad es una condición indispensable para la paz estable y
duradera.
—
L a diversidad de las minorías son, en sí, enriquecedoras de la totalidad social, si logran conservar su identidad, en articulación con
el resto de la sociedad.
L a promoción de la paz c o m o un hecho de cultura, educación y comunicación de la sociedad debe de concretarse en la operativización e
institucionalización de éstos y otros principios o valores que expresen lo
que podría llamarse "el nuevo sentido c o m ú n " de una personalidad de
paz, en lo cotidiano de los individuos, grupos e instituciones.
UNA EDUCACIÓN INNOVADORA
Otra de las expresiones de la coherencia del proyecto educativo es la
innovación. Porque debe ser coherente con la sociedad salvadoreña, su
historia y su futuro, la educación debe ser innovadora.
Si el proyecto de cultura de paz es un proyecto innovador, es decir,
orientado hacia la construcción de una Nueva Sociedad, el proyecto educativo debe de definirse en función del cambio: de lo que ha de ser, a
partir de lo que se fue y de lo que se es.
Necesitamos una educación que promueva la innovación. "Los conocimientos relacionados con la aplicación llegarán a ser en los decenios
venideros la fuente principal de innovación e invención de la sociedad y
las instituciones intelectuales, en tanto que centros de innovación, tendrán un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad" afirma Raja
»
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
R o y Singh, en su artículo "Cambiar la educación en un m u n d o que c a m bia".
E n esta reflexión sobre la educación innovadora es pertinente el pensamiento de Einstein: "la formulación de un problema es, muchas veces,
más importante que su solución, que puede ser sólo cuestión de habilidad matemática o experimental. Plantearse nuevas preguntas y nuevas
posibilidades, examinar los viejos problemas desde un ángulo nuevo requiere imaginación y es el signo del verdadero progreso de las ciencias. "
Pero, en este caso, la coherencia es sinónimo de identidad y la innovación coherente, es la garantía de la creación y re-creación de la identidad nacional, "...en la etapa de transición de una sociedad como la
nuestra hacia la paz, afirma la Señora Ministra de Educación de El Salvador, es un reto esa capacidad creadora y de ingenio del salvadoreño
para dar soluciones creativas a los problemas que se nos presentan.
Uno de los principales problemas que tenemos en los diferentes sectores: políticos, económicos, universitarios es el enquistamiento de una
generación que debe ir permitiendo el paso a la creatividad y energía de
las nuevas generaciones" (Foro Reconciliación en Tiempos de Transición. El Futuro de la Paz en El Salvador. San Salvador, 12 de enero de
1992).
LA EFICIENCIA Y LA EFICACIA EN LA EDUCACIÓN
El segundo principio del proyecto educativo es su eficiencia y su eficacia. Todo proyecto educativo debe ser eficiente y eficaz, es decir, conseguir
un resultado cuyos indicadores esenciales son ( sin desconocer otros más) el
desarrollo humano y el crecimiento del P N B y de la oferta de empleo.
Existe un imperativo de coherencia entre el proyecto educativo y el proyecto
de desarrollo que exige que la educación sea eficiente y eficaz.
L a Señora Ministra de Educación de El Salvador, en su exposición
arriba mencionada afirma: "Estamos redescubriendo la verdad elemental, de que el centro de todo desarrollo debe ser el ser humano y el
objeto de la educación, por ende, debe ser la ampliación de oportunidades para los individuos. " N o obstante, el proyecto de desarrollo debe
reconocer su relación dialéctica con el proyecto educativo y no determinar, desde su propia óptica, el modelo educativo.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
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En otras palabras, no se define primero un proyecto de desarrollo,
para el cual se construye luego un proyecto instrumental de educación,
sino que es necesario partir del modelo de sociedad al que se aspira
para construir los modelos de educación y desarrollo.
LA EDUCACIÓN EFICAZ Y EL D E S A R R O L L O H U M A N O
El punto de articulación y concertación entre ambos proyectos parece
ser, en estos tiempos, el concepto de desarrollo humano, el cual propone
formas de crecimiento destinadas a mejorar la calidad de vida de la población, a partir de la tesis de que el crecimiento económico no mejora
automáticamente las vidas de las personas, ni en sus propias naciones, ni
a escala internacional. "El problema no es sólo cuánto crecimiento económico se genera, sino qué tipo de crecimiento. Los modelos de crecimiento de los países en desarrollo e industrializados deben convertirse
en modelos de desarrollo humano sostenible ", afirma el "Informe Desarrollo H u m a n o 1992" de las Naciones Unidas.
"Hay un consenso cada vez mayor en el sentido de que el desarrollo
humano debe ser el centro de todo proceso de desarrollo; de que en tiempos de ajuste y austeridad económica es preciso proteger los servicios
para los pobres; de que la educación- la capacitación de las personas
mediante el suministro de niveles básicos de instrucción- es verdaderamente un derecho humano y una responsabilidad social". (Satisfacción
de las Necesidades Básicas de Aprendizaje: U n a visión para el Decenio
de 1990. Documento de referencia para la Conferencia Mundial sobre la
Educación para Todos. Jomtien, Tailandia, 1990. E d . W C E F A , Nueva
York, 1990, p.l).
Algunos pensadores van más lejos y proponen el concepto alternativo
de sociedad sostenible ante el concepto de desarrollo sostenible. Es prerrogativa soberana de los salvadoreños definir en estos momentos, cuál
es el perfil de la sociedad nacional a partir del cual se definirán los proyectos de educación y desarrollo económico.
L o que aquí queremos señalar es la importancia de la coherencia y
crecimiento equilibrado, e interdependiente de ambos proyectos. "Al desarrollo humano le interesa tanto el desarrollo de capacidades humanas
como su utilización productiva. Lo primero exige invertir en las personas, mientras que lo segundo requiere que las personas contribuyan al
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LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
crecimiento del PNB y al empleo. Ambas partes de la ecuación son esenciales" (Desarrollo H u m a n o : Informe 1992. O N U ) . L a discusión sobre el
desarrollo "deja de ser un debate en torno a los medios (crecimiento del
PNB) para convertirse en un debate sobre losfinesúltimos. Al desarrollo
humano le interesan tanto la generación de crecimiento económico como su
distribución, tanto las necesidades básicas como el espectro total de las
aspiraciones humanas... " "El concepto de desarrollo humano no comienza
a partir de un modelo predeterminado. Se inspira en las metas de largo
plazo de una sociedad. Teje el desarrollo en torno a las personas y no las
personas en torno al desarrollo". (Desarrollo H u m a n o : Informe 1992.
ONU).
"El desarrollo humano, a nivel individual, entraña un proceso de
aprendizaje de aplicación de lo aprendido para mejorar la calidad de la
vida. Con un mayor nivel de conocimientos, las personas y los grupos
están en mejores condiciones de obtener un sustento del entorno, de
participar efectivamente en la sociedad, de enfrentar desafíos, de idear
nuevas soluciones y de mejorar así el mundo. El aprendizaje es un
catalizador de todo el proceso de desarrollo, ..." "Tras cuatro años de
decenios de éxitos y fracasos en el proceso de desarrollo económico, se
ha puesto de manifiesto que los procesos económicos socioculturales y
ambientales están estrechamente vinculados; el desarrollo o la decadencia en una dimensión afecta profundamente a las demás ". "Esta naturaleza interactiva del cambio requiere una visión multisectorial a largo
plazo e internacional del desarrollo en el diseño de programas y políticas". (Desarrollo H u m a n o : Informe O N U 1992).
LA DECLARACIÓN M U N D I A L SOBRE EDUCACIÓN PARA T O DOS Y E L N U E V O P R O Y E C T O EDUCATIVO D E E L SALVA-
DOR
El Salvador ha hecho propio el contenido de la "Declaración Mundial
sobre Educación para Todos. Satisfacción de las Necesidades Básicas de
Aprendizaje" de Jomtien, Tailandia, 1990. Los considerandos y las proclamaciones subsiguientes de la Declaración Mundial son plenamente
coherentes y pertinentes con y para el proyecto nacional salvadoreño de
democracia, paz y desarrollo y pueden inspirar el marco conceptual y las
líneas de acción del proyecto educativo autóctono del país.
Pareciera m u y oportuno que los contenidos de la Declaración M u n -
LA CULTURA DE PAZ UNA «UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
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dial, que han ya comenzado a ser asumidos, conceptual y operativamente, por el Gobierno de El Salvador y por lo demás gobiernos centroamericanos, fueran difundidos ampliamente entre las diferentes instituciones
abocadas a la educación, tanto en el estado c o m o en la sociedad civil,
convirtiéndose en temas de diálogo e intercambio para buscar, con el
aporte de todos, una expresión autóctona de esos principios universales.
Creemos que este es el sentido del texto de la Señora Ministra de El
Salvador cuando afirma que "Esto implica buscar consensos no solamente entrefilenaspolíticas sino acuerdos con la sociedad salvadoreña " y
la frase antes citada "... la paz no será una verdadera base para nuestro
futuro mientras la sociedad civil,... no interioricemos los acuerdos".
Sabemos que ya se han dado pasos en este sentido. Dentro de la
decisión nacional de concertación, evidentemente, u n o de los temas
privilegiados es el de la educación. Los representantes de los países del
m u n d o entero formularon y redactaron la Declaración Mundial sobre
Educación para Todos en Jomtien pero, queda la tarea de darle a esta
declaración, en cada país, su rostro autóctono, su personalidad e identidad local.
Aunque no es nuestra intención exponer aquí el contenido de la D e claración, sí quisiéramos resaltar dos de los artículos que nos parecen
particularmente relevantes en este Foro:
El artículo 4 "Concentrar la atención en el aprendizaje" afirma:
"Que el incremento de las posibilidades de educación se traduzca en un
desarrollo genuino del individuo o déla sociedad depende, en definitiva,
de que los individuos aprendan verdaderamente como resultado de esas
posibilidades, esto es, de que verdaderamente adquieran conocimientos
útiles, capacidad de raciocinio, aptitudes y valores.
En consecuencia, la educación básica debe centrarse en las adquisiciones y resultados eficaces del aprendizaje, en vez de prestar exclusivamente la atención al hecho de matricularse, de participar en forma continuada en los programas de instrucción y de obtener el certificado final"
El otro artículo de la Declaración que queremos resaltar en este Foro
es el artículo 7 "Fortalecer la concertación de acciones" del cual
citamos algunos párrafos: "Las autoridades nacionales, regionales y
locales responsables de la educación tienen la obligación prioritaria
12
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
de proporcionar educación básica a todos, pero no puede esperarse
de ellas que suministsren la totalidad de los elementos humanos, financieros y organizativos necesarios para esa tarea. Será necesaria
la concertación de acciones entre todos los subsectores y todas las
formas de educación, teniendo en cuenta el especial papel profesional del personal docente y el de los administradores y demás personal de educación; la concertación de acciones entre el ministerio de
educación y otros ministerios...; la cooperación entre organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales.el sector privado, las comunidades locales, los grupos religiosos y la familia. Es particularmente
importante reconocer el papel vital de los educadores y de las familias. " "La acción concertada está en la base de lo que llamamos una
visión ampliada y un compromiso renovado ".
¿EDUCACIÓN PARA QUE?
E n su discurso "Educación para la Paz" (Salamanca, 6 de m a y o de
1991), el Director General de la U N E S C O , Sr. Federico Mayor, se plantea¿Educación para qué? y responde:
"Para la irrestricta expresión de pensamiento y creatividad, que son
la características distintivas de la condición humana. "
"Para la adquisición de lenguajes y representaciones simbólicas del
conocimiento básico, con el propósito de usar, compartir y extender
ese conocimiento. "
"Para una comprensión de otros pueblos, sus culturas y modelos de
comportamiento, con miras a una convivencia pacífica compartida y
contribuir al progreso de todos. "
"Para una aproximación que traerá colectivamente un desarrollo
sostenido en armonía con el medio ambiente. "
"Para la construcción en los niveles nacionales, regionales y mundiales de una sociedad democrática capaz de hacer frente a los grandes desafíos de nuestro tiempo en libertad, equidad y justicia y para
prever tan lejos como sea posible las circunstancias que un futuro
incierto puede traer en su surgimiento. "
"Aprender a aprender en primer lugar; pero también aprender a
actuar... "
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
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Y continua el Director General: "Una de las tareas fundamentales de
los próximos años será decidir qué tenemos que enseñar"
"Tenemos que priorizar la enseñanza de los derechos y deberes humanos. "
"La historia del pensamiento y la actividad creativa, confirman que
los grandes logros del pasado no están presentes en términos de poder y confrontaciones militares sino como descubrimientos y conquistas de la inteligencia humana "
CULTURA DE PAZ Y EDUCACIÓN PARA LA DEMOCRACIA
N o podemos concebir una educación para la paz sin incorporar el
contenido de la educación para la democracia. Pero, ¿es posible enseñar
la democracia? ¿Se trata de una ciencia, una técnica o de un tema que
releva de la epistemología?.
Estas y otras interrogantes similares se plantea el Director General de
U N E S C O , Sr. Federico Mayor, en su exposición en el Foro Internacional
sobre Educación para la Democracia (Túnez, noviembre, 1992).
"La democracia, afirma el Director General, es mucho más que una
estructura institucional. Es, según Pierre Mendes France 'un estado
mental' y para Thomas Masaryk, "no sólo un concepto político, sino
también, un concepto moral". "De hecho, añade, la democracia no es
un modelo, un sistema prefabricado que puede ser importado... ella
es un conjunto de valores que cada país puede interiorizar en coherencia con su idiosincracia particular y su identidad cultural".
El Director General señala así las dimensiones éticas y culturales de
la democracia. E n efecto, la democracia es un sistema de valores que se
expresan en la vida cotidiana de los individuos c o m o modelos de c o m portamiento. Pero, para que la democracia se consolide, es necesario que
ella también se convierta en cultura.
L a cultura de paz conlleva pues, una cultura y una educación para la
democracia.
Comentarios a la Propueta de la
U N E S C O para una Cultura de Paz*
Desde un inicio es necesario vincular esta propuesta de cultura de paz
con las principales funciones y actividades por medio de las cuales la
U N E S C O ha venido promoviendo, desde su fundación, la paz en el m u n do, en una estrategia preventiva y de largo plazo. U n o de los retos que se
plantea a la U N E S C O y a la humanidad, en estos momentos, es el de
profundizar en el concepto operativo de la Paz y de la Cultura de Paz.
Y a se superó la definición negativa. L a paz no es sólo "la ausencia de
guerra". Se han definido componentes positivos de la paz, tales c o m o :
a)
el respeto a los derechos h u m a n o s ;
b)
la democracia participativa en todos los niveles;
c)
el desarrollo h u m a n o sostenible;
d)
la equidad económica, política, social y cultural;
e)
el ejercicio del poder, no c o m o una relación de dominación, sino
c o m o la coordinación de la participación en las responsabilidades;
f)
la concertación nacional d e los proyectos estratégicos d e la sociedad (económico, político, educativo, etc.), d e f o r m a que trasciendan los períodos gubernamentales y los límites d e los intereses
partidarios y sectoriales;
g)
el ejercicio del diálogo, de la tolerancia y de la creativa y no
violenta administración de las diferencias y de los conflictos,
h)
el rechazo de todo tipo de discriminación;
5. Artículo escrito por F. Lacayo, comentando la propuesta del Programa Cultura de Paz de la U N E S C O . 1993
1°
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
i)
una política de "discriminación positiva" en beneficio de ciertos
sectores poblacionales, en situación de grave desventaja y exclusión (mujeres, minorías étnicas, sectores juveniles, refugiados,
desplazados, etc).
N o obstante, hay frecuentes confusiones entre los espacios de conceptos
que, aunque cercanos, son diferentes en su extensión, tales c o m o : Paz, Proceso de Pacificación, Cultura de Paz, Programa de Cultura de Paz, etc. Sería
m u y útil que el Programa de Cultura de Paz de la U N E S C O promoviera este
tipo de reflexiones conceptuales y epistemológicas, a partir de estudios e m píricos.
Por otra parte, hay contradicciones ante las cuales no se tienen respuestas satisfactorias. Así por ejemplo, la paz supone la libre expresión
de las ideas pero, la cultura de guerra se divulga utilizando este m i s m o
principio. ¿ C ó m o definir, sin grave riesgo de arbitrariedad, los límites de
la libre expresión y de la libertad de prensa, sin menoscabo del bien
c o m ú n y de la paz?
L a forma en la que se llevan a cabo los Acuerdos de Cese al Fuego,
en los países que padecen conflicto bélico, así c o m o el manejo de la
etapa inmediata posterior, parecen ser decisivos para sentar las bases de
una Cultura de Paz, la cual se encuentra en germen en esta primera
etapa.
LA PROMOCIÓN DE LA CULTURA DE PAZ EN CONTEXTOS
DE POST-CONFLICTO
D e la experiencia en América Central, surgen ya, sobre este tema, algunas constantes que pueden inspirar acciones del Sistema de Naciones Unidas y, concretamente, de la U N E S C O . E n efecto, tras la firma de un Cese
al Fuego hay una serie de demandas y tareas prioritarias que fundan las
bases para una Cultura de Paz. Algunas de estas son: garantizar el cumplimiento de los Acuerdos de Paz y consolidar los métodos, actitudes, condiciones y principios que los hicieron posibles, creando instituciones y mecanismos para lograr su interiorización, institucionalización y socialización
masiva.
Estos mecanismos e instituciones pueden priorizar áreas o temas tales
como:
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
17
— El desarme.
— L a desmovilización y la atención especial a los desmovilizados, generando procesos de adaptación al nuevo estilo de vida y fuentes de
empleo para ellos.
— L a discriminación positiva para los m á s afectados por el conflicto
bélico (lisiados, viudas, etc.) a través de proyectos específicos que
respondan a sus necesidades básicas m á s urgentes de salud (sin descuidar la salud mental), alimentación, educación, vivienda, tierra, e m pleo, crédito, transporte. L a meta es lograr, a la mayor brevedad, una
estabilidad sostenible en lo económico-social y en las condiciones
sociales de estas poblaciones.
— L a apertura de las instituciones tradicionales, sobre todo las estatales,
a la participación política, económica, cultural, social. Esto conlleva
una reforma institucional, sin la cual no hay posibilidad de
sostenibilidad del Proceso de Paz.
— L a creación de espacios de participación en las comunidades de base,
sobre todo en las comunidades de reinserción de los desmovilizados,
repatriados, refugiados, etc.
— El reconocimiento, fomento y consolidación de toda forma constructiva de organización de la sociedad civil, sobre todo en las poblaciones
y zonas m á s afectadas por el conflicto.
— L a promoción de la moderación del lenguaje, en los discursos políticos, en los medios, etc.
— L a promoción de la reconciliación de los componentes de la memoria
histórica, de cada una de las partes en conflicto.
— L a definición concertada del tratamiento que se dará a los "delitos"
cometidos durante el conflicto ¿(olvido? perdón?,¿ juicio con sanción?, ¿amnistía?...).
— La atención a los estados de "anomia" (confusión de los sistemas de referencia en relación a valores, actitudes, "roles", "status") y a la "reconciliación"
con sanidad ética y sicológica, de cada una de las partes en conflicto, con los
principios y doctrinas que los llevaron a la confrontación (cómo, sin renunciar
a los valores positivos en los que cada uno creyó, promover un nueva forma
de relación con el, hasta ahora, adversario).
— L a socialización amplia del contenido de los Acuerdos de Paz, pre-
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LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
sentándolos c o m o el inicio de una Cultura de Paz, es decir c o m o el
inicio de un proyecto permanente, estratégico y nacional. Es necesario
partir de los Acuerdos de Paz, que son la base concreta y más sólida. L a
Cultura de Paz debe surgir c o m o una consecuencia y continuidad de
aquellos y de las voluntades y condiciones que los hicieron posible.
— L a promoción de múltiples formas de encuentro, diálogo y conocimiento de las partes en conflicto. L a desconfianza ante el adversario
suele disminuir fuertemente en la medida en que se le conoce m á s a
fondo y en la medida en que hay comunicaciones directas.
— L a promoción de nuevos acuerdos concertados, en función de proyectos de interés c o m ú n . Al principio pueden hacerse proyectos independientes para cada una de las partes, luego proyectos de diseño y ejecución participativa y beneficio común.
— L a promoción de foros de concertación, sobre diferentes temas, con
participación no sólo de los sectores m á s representativos de las partes
en conflicto sino también de aquellos que, al no haberse involucrado
tan fuerte y directamente, tienden a no sentirse concernidos y c o m prometidos por los Acuerdos de Paz e, incluso, sienten c o m o injustas
ciertas discriminaciones positivas de interés nacional. Estos foros deberían abordar los grandes temas (políticas nacionales, instituciones y
leyes, etc.) que deben de renovarse en función de un "nuevo contrato
social". El m o m e n t o exige que la sociedad y el estado se pongan en
"estado de diálogo nacional", sobre las principales causales del conflicto y las condiciones de una paz firme y duradera.
— L a promoción del compromiso de los medios de comunicación masiva con la Cultura de Paz.
— L a promoción de procesos de sistematización, conceptualización y
toma de conciencia del Proceso de Paz, entre sus actores, con miras a
discernir la racionalidad que lo hizo posible, para consolidarla.
— L a promoción del aprendizaje de métodos y técnicas de una correcta
negociación de conflictos, rescatando los ya experimentados en el
procesoyios que gozan de práctica tradicional.
— L a promoción de una sana conciencia de "orgullo nacional" por el
logro de los Acuerdos de Paz.
Así m i s m o , parece necesario realizar investigaciones para inventariar
y analizar los programas, instituciones gubernamentales y no guberna-
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
19
mentales que están abocados, en forma significativa, a la promoción de
una Cultura de Paz en el m u n d o , con miras a promover el intercambio
entre los actores de estos programas e instituciones y los sectores nacionales.
El Programa Cultura de Paz
en El Salvador
Proceso y Etapas de una Utopía
Viable y Necesariaô
INTRODUCCIÓN
Les agradezco la invitación a este encuentro, que fue promovido por
iniciativa de algunas de las organizaciones aquí presentes, ante la necesidad de construir con ustedes, una fórmula organizativa para el número
considerable de Organizaciones N o Gubernamentales que ya se han involucrado, en algún momento, en el Programa Cultura de Paz en El
Salvador. Trataré de exponerles el proceso de dicho Programa, sus principios, sus ambiciones y sus limitaciones.
L o que hasta ahora ha realizado el Programa Cultura de Paz, es un
proceso que tiene todas las marcas y todo el perfil del contexto y del
m o m e n t o nacional salvadoreño, en lo positivo y en lo negativo. Pero eso,
en resumen, es positivo, porque significa que se está dando un fenómeno
de injerto, con todos los costos y los riesgos, así c o m o con los beneficios
que ello supone.
L o que existe hasta ahora del Programa Cultura de Paz, no ha sido
algo pre-fabricado, una propuesta que alguien trajo y que fue aceptada en
el país, sino que ha sido, a todo lo largo de su elaboración, un encuentro
de dos corrientes, de dos realidades ya existentes:
6. Resumen, adaptado a lenguaje escrito, de charla dictada por Francisco José
Lacayo Parajón a 40 O N G s de educación y cultura en San Salvador, El Salvador, sobre el Programa Cultura de Paz. Mayo 1994.
22
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
— el Proceso de Paz de El Salvador y,
— el paradigma mundial de la paz, expresado en decisiones y documentos de las Naciones Unidas y en un Programa de Acción para Promover la Cultura de Paz, a nivel mundial, de la U N E S C O .
E n la búsqueda de su "rostro salvadoreño", el Programa Cultura de
Paz en El Salvador ha vivido, durante meses, un proceso de diálogo,
negociación y concertación, que lleva las limitaciones de toda negociación y hasta ciertas incoherencias, en sus documentos constitutivos pero,
que conlleva también, la fuerza vital de un consenso alcanzado por sus
actores, a partir de sus principios y sin renunciar a ellos.
Del Diálogo a la Negociación, de la Negociación a la Concertación
El Programa se desarrolló, y creemos que se seguirá desarrollando,
por un camino de tres etapas:
1. El diálogo y el reconocimiento del otro, del diferente.
2. L a negociación sobre las "leyes del juego" (que no supone todavía
acuerdos de concertación).
3. L a concertación propiamente dicha, que es una forma superior de
negociación y que conlleva discernir proyectos nacionales de interés
común, que los actores del diálogo asumen en forma asociada, c o m o
una tarea más allá de los intereses sectoriales y partidarios, en actitud
de servicio al pueblo salvadoreño.
Condiciones y Presupuestos del Programa
Son condiciones "sine qua non" del Programa:
a) la convicción de que la cultura de paz no sólo es deseable sino también necesaria y viable;
b) el diálogo permanente, incluso en los momentos en que no se logran
acuerdos;
c) la fe en la capacidad de la negociación y en la existencia de cierta
coincidencia con los valores del otro, del diferente; y
d) la convicción de que la concertación sobre proyectos de interés nacional, no sólo es positiva y posible, sino necesaria para todos.
LA CULTURA DE PAZ UNA «UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
23
Se puede afirmar que ya hay una plataforma conceptual y estratégica
que ha sido aceptada en consenso, por representantes del gobierno y por
una parte significativa de las O N G s de El Salvador. Otros sectores de la
sociedad también se han expresado sobre la necesidad y viabilidad del
Programa, aunque han insistido en las condiciones para ello.
Internacionalmente, el Programa ha despertado mucho interés, sobre todo
por la especificidad innovadora en los campos de la participación y la
concertación.
L a Génesis del Programa
Quisiera aclarar algunas cosas sobre la génesis de este Programa en el
entendido que, aun cuando muchos de ustedes han participado en el Programa, algunos lo han hecho desde un momento y desde un contexto que
no siempre les ha permitido una visión global del proceso. E n primer
lugar, señalaré brevemente lo que hemos dado en llamar la Génesis del
Programa, ¿de dónde surge esto?. C o m o decíamos antes, este Programa
tiene dos grandes raíces:
— U n Movimiento Internacional, y
— el Proceso de Paz Salvadoreño.
L a Génesis Internacional
La Génesis Internacional está marcada por una reflexión, en estos
últimos años, en donde se cuestiona el papel de las Naciones Unidas en
el m u n d o moderno, en referencia sobre todo, a la temática de la guerra y
la paz. Existe un documento ya conocido mundialmente, que suele llamarse Carta de Boutros Boutros-Ghali, Secretario General de las Naciones Unidas o Plan de Paz de las Naciones Unidas. E n ese documento, la
O N U trata de responder a las siguientes interrogantes:
¿ Cuáles deben de ser, en el mundo de hoy, las nuevas funciones de
las Naciones Unidas que le permitirán ir más allá del cese al fuego y
de los acuerdos de pacificación, hacia una construcción de la paz?
¿Cómo pasar del "Peace Keeping", salvaguarda de la paz, al
"Peace Building", construcción de la paz?
"El Plan de Paz plantea a la comunidad internacional que el Sistema
de las Naciones Unidas debe prestar s'a concurso de manera
24
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
innovadora, para asegurar una base duradera a la paz y rebasar su rol
tradicional para abocarse a la construcción de la paz" J
En ese contexto, la U N E S C O —que nace hace medio siglo tras la
segunda guerra mundial, con el mandato de "erigir los baluartes de la
paz en la mente de los hombres-", en un gesto de "retorno a sus raíces",
constituye y promueve un Programa Mundial de Cultura de Paz. El Programa Cultura de Paz en El Salvador es la primera experiencia nacional,
dentro del marco del Programa Mundial de la U N E S C O .
L a Génesis Nacional
Por el lado nacional, la génesis del Programa de Cultura de Paz son
los Acuerdos de Chapultepec, el Primer Foro Nacional de Educación y
Cultura de Paz (abril 1993) y todo el Proceso de Paz Salvadoreño. Los
Acuerdos de Paz conllevaron una serie de cambios estructurales e institucionales y contribuyeron a consolidar la práctica del diálogo, la negociación y la concertación en la sociedad salvadoreña. Todos conocem o s lo que ha supuesto de flexibilidad, renegociaciones y
recalendarizaciones este Proceso de Paz.
Posterior a la firma de los Acuerdos de Paz, el Gobierno de El Salvador solicitó el apoyo de la U N E S C O para llevar a cabo un Foro Nacional
de Educación y Cultura de Paz (1993). Es dentro de esa dinámica que
surge la idea, propuesta por el Gobierno de El Salvador y por los participantes al Foro Nacional, de impulsar un Programa de Cultura de Paz,
con amplia participación y en forma concertada, entre el gobierno y la
sociedad civil. Fue durante ese foro que el Director General de la
U N E S C O invita al gobierno de El Salvador y a los pueblos del mundo, a
implementar un programa de cultura de paz.
El Nacimiento de una Utopía
Podemos pues afirmar que ya existían, a nivel nacional e internacional, una conceptualización, una práctica y unas condiciones para que El
Salvador, con los auspicios de la U N E S C O , diera a luz un Programa de
7. Documento de Programa Cultura de Paz en El Salvador. G O E S / U N E S C O ,
1993. p.15
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
25
Cultura de Paz. Se trata del nacimiento en un país, de una "utopía viable", dentro de lo que podríamos llamar la "familia de las nuevas utopías".
Utilizamos el concepto de "utopía" en su connotación m á s positiva,
es decir, c o m o una propuesta alternativa que, aunque de concepción y
realización difíciles, por tener que contraponerse a los paradigmas habituales, posee sólidas bases de viabilidad y se presenta c o m o una opción,
no sólo deseable, sino también necesaria. U n a de las más destacadas,
dentro de esta "familia de las nuevas utopías", es la de preservación del
medio ambiente o las nuevas relaciones de la sociedad humana con la
naturaleza. Todas estas nuevas utopías, que en el fondo son nuevos humanismos, nacen de reflexiones de sectores analistas e intelectuales, los
cuales tratan de interpretar la realidad histórica y las vivencias de los
pueblos.
Estas ideas se van convirtiendo, en un movimiento al que van adhiriéndose corrientes de diferentes posiciones ideológicas y políticas. E n
ese espacio, se discuten intereses que son concernidos por estos planteamientos, c o m o sucedió en el caso del movimiento ecologista. Luego,
estos movimientos generan organizaciones e instituciones que se dedican
a promover la nueva propuesta. Se realizan investigaciones para darle
concreción, para darle bases científicas y, por último, el proceso puede
alcanzar una dimensión de movimiento internacional. Algunos de los
nuevos paradigmas, c o m o el Movimiento Ecologista, han logrado, incluso, institucionalizarse a nivel mundial.
Señalo este ejemplo, porque considero que el concepto de Cultura de
Paz, al igual que el concepto del Movimiento Ecologista y el de Desarrollo H u m a n o , y otros similares, han ido apareciendo y planteando, en los
últimos años, cuestionamientos de fondo al marco filosófico, ético e
ideológico de lo que ha dado en llamarse el humanismo del m u n d o de
hoy.
Cabe señalar, que todas estas grandes utopías o "sueños viables", surgen siempre desde una "anti-utopía", desde una experiencia contraria a
lo que se está proponiendo. Así, la utopía de la cultura de paz surge de
la experiencia de la guerra; el movimiento ecológico, de la experiencia
del agotamiento de la naturaleza y del medio ambiente, etc.
Por otra parte, todos estos movimientos, los recientes y los anteriores,
comparten conceptos y componentes antiguos y nuevos. Ese es el rasgo
26
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
de los humanismos. Así, en el caso del Programa Cultura de Paz en El
Salvador, hay componentes compartidos con otras "utopías" modernas
y antiguas, tales c o m o :
— los derechos humanos, en todas sus generaciones;
— la equidad social y económica;
— la priorización de las poblaciones y sectores m á s excluidos de la sociedad;
— un concepto de desarrollo que integre el concepto de Desarrollo H u m a n o y promueva la equidad en todos los campos;
— el paso de una democracia formal hacia una democracia con mayores
niveles de participación y descentralización;
— el enfoque de género y la discriminación positiva de la mujer y de la
juventud; etc.
El Documento Azul
Para la elaboración del Documento de Programa, se vivió un verdadero proceso de diálogo y negociación sobre los conceptos del Programa y
sobre los perfiles de los proyectos. H u b o momentos de participación m á s
altos y momentos m á s bajos. Definitivamente, c o m o en todos los procesos, nadie pudo garantizar que, en ese momento (1993), fueran convocadas todas las partes que podían haber participado, ya que nadie tenía la
información, ni la capacidad para hacerlo. N o obstante, se puede afirmar
que se logró involucrar a una cantidad significativa y relevante de O N G s
y O G s de las áreas de educación, cultura, derechos humanos y comunicaciones sociales.
Estas instituciones y organizaciones participaron en la elaboración del
Documento del Programa y, al día de hoy, ya han leído y reflexionado el
texto final, en el que quedaron plasmadas las líneas principales de lo
concertado entre Gobierno, O G s y O N G s . El Documento de Programa
logró conservar las principales líneas del consenso. Este texto, que hem o s dado en llamar Documento Azul o Documento de Programa, es un
punto de partida, no necesariamente un punto de llegada.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
27
Las tres grandes Areas del Programa en el Documento Azul
Por razones metodológicas, pero sin pretender encasillar el fenómeno
de la cultura de paz de una sociedad, el Programa se dividió en tres
grandes áreas que son:
1. El área de Ciudadanía Democrática: E n esta área se ubican proyectos
del campo sociocultural y político, alrededor de los temas de Ciudadanía
Democrática y Desarrollo H u m a n o . Amerita señalar que el Programa
asume, c o m o componente, la propuesta del Desarrollo H u m a n o .
2. Rescate y Fomento de la Identidad Nacional: El Area Dos se titula
Rescate y Fomento de la Identidad Nacional en una Cultura de Paz.
Aquí se ubican los proyectos de lo que tradicionalmente hemos llamado la cultura. Decimos tradicionalmente, porque el concepto de cultura, tal a c o m o lo concibe este programa, es más amplio.
3. Aprendizaje y Vivencia de una Cultura de Paz: Esta es el area de
lo que tradicionalmente se ha llamado educación, aunque también
este concepto es manejado en una forma más amplia en el Programa y
asume acciones de educación formal, no formal e informal.
Finalmente tenemos los proyectos llamados transversales, los cuales
son de información, comunicación y formación-capacitación del personal
que actuará en el Programa.
La primera fase de esta tarea fue m u y interesante. H u b o algunos perfiles de proyecto en los que realmente se puede decir que se alcanzó un
nivel ejemplar de diálogo y concertación. Este diálogo presupuso intercambio y conocimiento de las partes, definición de los objetivos c o m u nes, respeto de las diferencias y concertación de' intereses nacionales,
!
más allá de las discrepancias e incluso de las contradicciones.
Sin ser la única, una de las experiencias más interesantes fue la elaboración del perfil del Proyecto de Alfabetización. Se logró que, tanto el
sector gubernamental, c o m o las O N G s coincidieran en proclamar que la
alfabetización en este país es una tarea nacional, más allá de las posiciones partidarias e ideológicas y m á s allá de los cambios de gobierno; que
la lucha contra el analfabetismo sólo puede ser exitosa si se logran aunar
todos los esfuerzos patrióticos disponibles. Los funcionarios del gobierno y las O N G s participantes acordaron concertar estrategias, contenidos
programáticos, materiales y metodologías de capacitación, respetando
ciertos espacios propios de cada organización o institución.
28
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
Las Dos Grandes Partes del Documento del Programa
El Documento del Programa tiene dos grandes partes.
1. L a Primera Parte que abarca desde la introducción hasta la página
30 de la versión en español. A esta parte la podríamos llamar la parte
conceptual, metodológica y estratégica. L a U N E S C O considera que
allí está el alma del Programa. Sobre todo en el Capítulo 4o., donde
aparecen los lineamentos estratégicos y características del programa:
su carácter de programa nacional, participativo y concertado, de
co-responsabilidad; su naturaleza de proceso de enseñanza - aprendizaje, descentralizado y de enfoque sistémico, con prioridades de
atención hacia ciertos sectores y poblaciones más afectados por el
reciente conflicto y hacia la mujer y la juventud.
Allí se define c o m o un programa por etapas, que exige flexibilidad
y creatividad innovadoras; c o m o un proceso que debe garantizar la
sostenibilidad una vez que termine el Programa y que debe convertirse en un punto de referencia, si no ejemplar, al menos
inspirador, para otros proyectos similares, a nivel nacional e internacional.
2. L a Segunda Parte, en esta parte del documento encontramos los 23
perfiles de proyectos que componen el Programa, con sus respectivos
presupuestos.
Logros y Limitaciones del Documento de Programa
La redacción concertada del Documento del Programa, no fue fácil, ni
se mantuvo siempre en los mismos niveles y no fue igual en todos los
perfiles de los proyectos. Esto nos parece natural. N o obstante, puede
decirse que fue suficiente c o m o punto de partida, si se toma en cuenta el
momento, la dificultad de la tarea y la falta de experiencia en este tipo de
práctica. Se procuró que, en este documento, quedara expresado lo esencial de lo que se había logrado concertar entre los actores involucrados.
Podríamos decir que, este primer momento y experiencia de diálogo y
concertación se asemeja a la travesía de un lado al otro de un río, en una
canoa de remos. U n o decide ir hacia un punto pero, la corriente tiende a
desviar la canoa. Al final, lo importante es haber cruzado a la otra orilla,
no m u y lejos del punto planificado.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
29
La U N E S C O considera este documento c o m o un pequeño acuerdo
nacional, entre el Gobierno de El Salvador y una representación importante y significativa de las O N G s y O G s que trabajan en las áreas de
competencia de la U N E S C O : Educación, Cultura, Ciencias Sociales y
Comunicación.
Aunque los elementos conceptuales y los lineamentos estratégicos del
Programa pueden considerarse suficientemente claros y perdurables, el
Documento del Programa no es perfecto, conlleva limitaciones, le falta
mayor definición sobre la estructura organizativa y los mecanismos de
ejecución y pueden señalársele, incluso, ciertas contradicciones. Considerarlo un hecho acabado, en estos últimos elementos, sería un error. El
Documento es un punto de partida suficiente, siempre y cuando sus actores continúen perfeccionándolo y adecuándolo, a la luz de sus principios
y lineamentos estratégicos. D e alguna forma es c o m o un trampolín que
permite ir más allá, siempre y cuando se mantengan, por parte de los
actores, los niveles suficientes de voluntad política, en pro del Programa
y de sus objetivos.
Así nació este Documento de Programa el cual, una vez redactado, tras
varias propuestas y contrapropuestas, fue aceptado por el Gobierno de El
Salvador y por las O N G s y O G s que participaron y por la U N E S C O .
L a Conciencia de los Límites del Programa
El Documento afirma la conciencia de la "especificidad y límites" del
Programa. Quisiera enfatizar este punto. Este Programa no pretende hacer la paz en El Salvador, ni iniciar la paz en El Salvador, ni construir la
cultura salvadoreña, ni instaurar la cultura de paz en el país. El Programa
intenta contribuir con el Proceso de Paz Salvadoreño, injertándose en las
dimensiones positivas de dicho proceso; en aquellos espacios, actores y
momentos que ya están llevando adelante la construcción de una cultura
de paz, pagando su necesario precio.
El P r o g r a m a c o m o u n Proceso de Injerto
Utilizamos la imagen del injerto, porque nos parece m u y ilustradora
de los esfuerzos de ustedes, de nosotros, y de cualquier otro que intente
apoyar o promover algo nuevo en un contexto social. El injerto no es una
"calcomanía vegetal", ni la suma de dos plantas diferentes. El injerto
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LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
parte del reconocimiento de que existe una "planta patron" que nació en
esta sociedad, en este pais —del cual es fruto histórico— ; una planta
que está vacunada contra los males endémicos del medio y que comparte
sus contradicciones pero, que es la única sobre la cual puede injertarse
una nueva vida.
Si queremos expresarlo en imágenes m á s concretas, podemos pensar
en el caso del limón sin semilla. Es sobre la naranja agria de nuestros
pueblos, que ofrece resistencia a las enfermedades locales y que soporta
estos climas y suelos, en donde tradicionalmente nuestros campesinos
han injertado la y e m a nueva del limón sin semilla. D e este proceso
surge una planta nueva que tendrá todos los rasgos positivos y negativos
del patrón criollo y de la y e m a nueva.
Esa es una de las líneas o concepciones del Programa. L o señalo
porque alguna que otra voz ha dicho que este Programa es otra forma
más de intervencionismo. Nosotros consideramos que el proceso de Paz
de El Salvador es salvadoreño y que el Programa debe ser de El Salvador
y para El Salvador, es decir, de toda la sociedad salvadoreña.
El Programa c o m o Sistema
Por otra parte, el programa es un sistema y no una suma de proyectos.
Existen muchos proyectos en este país, que están aportando positivamente, de alguna forma, a la construcción de una nueva sociedad, de una
nueva cultura, de una nueva forma de convivencia social, pero la especificidad de este programa, es que pretende ser un sistema en el que todo
se convierta en una práctica de cultura de paz.
El hecho de que ustedes estén reunidos aquí, aunque no aparezca en
el programa una acción o proyecto que diga "reunión de coordinación de
las O N G s " , es un hecho de cultura de paz. ¿En qué sentido? E n el sentido de que la cultura de paz, que exige necesariamente la participación
madura, organizada, positiva, plural, creativa de la sociedad civil, se está
dando, de alguna forma, en este hecho.
L a reunión que próximamente sostendrán los representantes de ustedes con la Señora Ministra de Educación para concertar los mecanismos
operativos y organizativos del Programa, será también un hecho de cultura de paz. Las reuniones y actividades por medio de las cuales se logró
redactar el Documento del Programa de Cultura de Paz fueron también
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
31
hechos de cultura de paz. Esto no sólo fue un concepto, sino que fue un
hecho, porque hubo reuniones de personas concretas que se aceptaron, se
reconocieron y llegaron a un cierto nivel de acuerdo y concertación, el
cual quedó plasmado en el "Documento Azul".
M á s aún, el Programa define que lo esencial de su naturaleza es lo
cualitativo y no lo cuantitativo. Aunque el programa señala una ambición
de 23 proyectos- que podrían ser 100 ó 3- y un presupuesto de 3 2 millones de dólares —que podrían ser 100, ó 10, ó 5 — , sin subvalorar los
resultados cuantitativos, se prioriza lo cualitativo. E n estos proyectos, no
nos v a m o s a preocupar únicamente por los objetivos y los resultados,
sino también, en c ó m o vamos a alcanzar dichos resultados y objetivos.
N o va a ser suficiente afirmar que por medio de tal proyecto se
alfabetizaron tantos miles de personas o se atendió a tantos niños afectados
por el conflicto, sino que vamos a preguntamos, también, si esos resultados
se alcanzaron con las políticas del programa, es decir, con participación,
concertación y el protagonismo de los llamados beneficiarios.
Preferimos que se alcancen cuantitativamente menos resultados y menos
objetivos pero que los resultados que puedan presentarse c o m o una experiencia histórica, dura y bella de lo que es tratar de crear una nueva forma de
convivencia social en este país, sin renunciar a las diferencias y sin suponer
que ya no van a existir conflictos. Por eso hemos dicho que el Programa no
pretende hacerlo todo en El Salvador, sino que aspira únicamente a ser un
modesto espacio, en donde se elabore un fermento, una vivencia, que construya hechos de cultura de paz e inspire vivencias similares.
Cultura y Cultura de Paz
Visto esto, queremos precisar un poco m á s los conceptos de cultura y
de cultura de paz en el marco del Programa. Y a hemos hablado algo del
alma del programa y qué entendemos en él c o m o cultura. Sabemos que
hay varias definiciones del concepto de cultura. N o pretendemos aquí
dirimir este tema de discusión científica. N o obstante, asumimos una
definición que, sin pretender ser exclusiva, ni excluyeme, se articula coherentemente con el objetivo de promover la cultura de paz.
N o s referimos a la cultura c o m o la personalidad histórica de un pueblo.
Entendida así, la cultura se expresa en las bellas artes, en las artesanías, en el
lenguaje, en los campos del patrimonio cultural y en todo aquello que tradi-
32
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
cionalmente ha sido considerado tema cultural pero, asume también los valores, modelos de comportamiento, instituciones, normas, formas de
convivencia social, política y económica que confieren una personalidad
cultural específica, al quehacer económico, político, público, privado, recreativo, familiar, etc. de una determinada sociedad.
L a cultura es la forma con la que habitualmente piensan, valoran,
actúan y se relacionan los grupos, sectores e individuos -mayoritarios o
minoritarios- de una sociedad. E n este concepto, la cultura es un fenómeno siempre vivo, en evolución y abierto. Así, por ejemplo, nosotros recibimos, en un momento de nuestra historia, el idioma español, en condiciones que no todos califican de ideales.
Para los indígenas de Centroamérica, la incorporación del español fue
el fruto de un encuentro violento entre dos civilizaciones. D e ese encuentro surge el idioma mayoritario de nuestros pueblos, el cual va evolucionando, a un punto tal que el español que ahora hablamos y escribimos ha
ido adquiriendo una personalidad propia que integra, en forma m á s o
menos coherente y precisa (como todo fenómeno social y vivo), c o m p o nentes comunes al español universal y rasgos m u y propios de Nuestra
América, que han sido reconocidos mundialmente por su excelencia.
Quiere decir que esa lengua ya es nuestra porque tuvimos capacidad de
integrarla y darle nuestra personalidad.
E n nuestras culturas centroamericanas tenemos raíces indígenas, españolas, francesas, afrocaribeñas y hasta anglosajonas (el fútbol y el
béisbol son productos culturales deportivos nacidos desde una
cosmovisión anglosajona pero, los pueblos latinoamericanos les han
dado una personalidad m u y propia, indiscutible).
D e alguna forma, se ha ido realizando en la historia, aquella utopía de
los griegos, asumida luego por el Concilio Vaticano II: "todo lo que es
humano nos pertenece", en la medida que tengamos las posibilidades
objetivas y subjetivas de darle una personalidad autóctona.
Concepto de Cultura de Paz
¿Cuál es el concepto de Cultura de Paz? Este concepto conlleva c o m ponentes universales y componentes nacionales. El Programa de Acción
para Promover la Cultura de Paz y el Programa de Cultura de Paz en El
Salvador, aportan elementos para la definición de la Cultura de Paz.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
33
Todavía no se han dicho todas, ni las últimas palabras al respecto. Se va
avanzando por aproximaciones.
E n un artículo que se titula: "Preguntas y Críticas al Programa de Cultura
de Paz", tratamos de responder con seriedad a las principales interrogantes,
confusiones y críticas que se han hecho a la propuesta del Programa de
Cultura de Paz en El Salvador. E n el caso del Programa, entendemos por
Cultura de Paz una nueva forma de convivencia social y de la sociedad
con la naturaleza, que esté marcada por los rasgos de lo que, a estas
alturas de la historia, logramos definir c o m o un "estado de paz".
E n la primera parte del Documento Azul, encontramos definidos algunos de los pricipales rasgos de la Cultura de Paz a los cuales quiere
aportar el Programa. N o se afirma que estos sean todos. E n esta ocasión
haremos énfasis en algunos de estos rasgos.
L a Cultura de Paz es una "utopía" pero, una utopía viable y necesaria, una inevitable utopía. E n ese sentido, la guerra es también una utopía posible pero, no necesaria. L a paz, por ser m á s necesaria, es m á s
viable que la utopía de la guerra. Alguien decía que la guerra es evitable
pero, la paz es inevitable. D e hecho, todas las guerras terminan buscando
c o m o restablecer algún tipo de convivencia que no suponga los niveles
de destrucción que conlleva una guerra.
Por otra parte, este programa no pretende ser un juicio, ni sobre las
diferencias, ni sobre los conflictos. Nuestra posición es que las diferencias no son, en sí, negativas y, muchas veces, son m u y enriquecedoras, si
se sabe construir con ellas un todo orgánico y armónico. Aquí, en este
encuentro, por ejemplo, no hay homogeneidad, hay muchas diferencias
pero, hay elementos que nos permiten constituir, con ustedes, un todo
orgánico.
Sabemos que en este país, aún siendo pequeño, hay diferencias incluso, culturales entre sectores de población y entre comunidades locales.
Precisamente, uno de los proyectos del Programa Cultura de Paz pretende establecer un instrumento de cultura móvil, al que se ha llamado V e hículos para la Cultura de Paz. Se trata de intentar, con la ayuda de unos
vehículos, un presupuesto y un equipo especializado, que la cultura del
Oriente del país visite el Occidente, la de Occidente visite el Oriente;
que la cultura nacional salga hacia afuera y la internacional venga hacia
adentro; que las zonas recién conflictuadas puedan traernos su cultura a
San Salvador y San Salvador lleve la cultura hasta allá; que la cultura
34
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
tradicional llegue a la capital y viceversa, que los nuevos productos culturales c o m o la computadora, el cine, etc. lleguen también al sector rural.
Pero, todo ello, con la intención de que esta dinámica promueva el
conocimiento, re-conocimiento y apropiación cultural mutuos, de todos
los salvadoreños para, por ese medio, resaltar los valores comunes, apreciar las diferencias y enriquecernos con ellas. El Salvador acaba de superar un conflicto. Las partes que más participaron en el proceso de los
Acuerdos de Paz reconocen que se llegó a una madurez suficiente para
pasar a otra etapa, en la que se manejen las diferencias y las contradicciones en forma más constructiva. Esa es la etapa en la que nos encontramos y a la que pretender aportar el Programa.
L a Sociedad Civil
Quisiera hacer énfasis en el concepto de sociedad civil, a la que el
Programa hace referencia. E n el marco del Programa, por sociedad civil
entendemos lo que no es estado, ni sociedad política. E n ese sentido,
sociedad civil es el sector empresarial, las organizaciones religiosas, las
asociaciones comunales, los sindicatos, los niños exploradores, los gremios, las O N G s , etc. Hay una tendencia reciente de identificar o de limitar la sociedad civil a las O N G s . Nos engañaríamos si nos encasillamos
en ese concepto.
Las O N G s no son toda la sociedad civil sino una expresión nueva,
m u y interesante, e incluso necesaria de la sociedad civil. N o obstante, ya
dijimos que el Programa no va a poder abarcar a toda la sociedad civil,
ni a todo el estado, ni a todo el gobierno, en formas de participación
directa pero, sí pretende articularse, inspirar e impactar, de alguna forma,
con toda la sociedad y a toda la sociedad. Para ello, inicia el espacio de
participación, sobre todo con las O N G s , y con las instituciones del gobierno.
Institucionalizar e Interiorizar la Cultura de Paz
El Programa aspira a de que se consoliden las bases para no regresar
al conflicto bélico. L a forma en la que el Programa pretende aportar a
este objetivo es la de promover la institucionalización de una nueva form a de convivencia social; es decir, convertir en leyes, normas, hábitos,
costumbres, instituciones y sentido c o m ú n los valores, los conceptos, las
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
35
actitudes, las destrezas y habilidades propias de la cultura de paz:
derechos humanos, justicia, democracia participativa, capacidad de
diálogo, capacidad de negociación, capacidad de concertación, capacidad de apertura al desconocido, diferente o adversario, etc.
Pero, el reto no está sólo en institucionalizar sino también en
interiorizar, todos estos valores, actitudes, normas, modelos de comportamiento, etc., de forma que lleguen a ser parte de la personalidad de cada
uno de los ciudadanos.
Límites del Programa
C o m o lo hemos dicho anteriormente, el Programa no inicia el proceso de
paz, ni el de la cultura de paz, no pretende hacerlo todo, ni pretende abarcar
a todos. Nos parece útil citar aquí los siguientes textos del Documento Azul:
"El Programa Cultura de Paz, en estas condiciones y con estos actores, es una tarea ambiciosa y al mismo tiempo muy consciente de sus
limitaciones, que no son otras que las que emanan de la naturaleza
de los procesos de Paz "•
"El Programa en su totalidad, desde su diseño hasta su ejecución y
evaluación, debe ser una práctica de Cultura de Paz, proceso continuamente inacabado. Irá de lo simple a lo complejo, de lo común a lo
diferente. De la práctica extraerá los elementos para precisar, aún más
los conceptual. Se iniciará con un marco conceptual básico de referencia, un sistema de coordinación, evaluación y sistematización y con unos
proyectos concretos en cuya ejecución, serán los actores participantes
los que harán de estos proyectos verdaderos hechos de Cultura de Paz. "
(Documento de Programa Cultura de Paz en El Salvador. Pág. 15)
"Uno de sus rasgos específicos lo constituye el ser un Programa que
se realiza dentro de los ámbitos de competencia de la UNESCO.
La
conciencia de sus limitaciones es tan importante como la sana ambición de sus objetivos" (O.C. Pág. 21).
£1 Financiamiento del Programa
La U N E S C O asumió la gestión de los recursos financieros del Programa, a nivel internacional, ante fuentes de financiamiento. El D o c u -
36
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
mentó Azul fue distribuido por la U N E S C O entre los gobiernos e instituciones que podían apoyar al financiamiento del Programa. L a reacción
de la comunidad internacional fue positiva. L o que m á s atraía a los potenciales donantes, eran los rasgos originales del Programa, en lo que se
refiere a la participación y a la concertación. Así m i s m o , destacaban el
aporte del Programa a la consolidación de la paz y su función pionera en
el m u n d o .
El Programa puede recibir dos tipos de cooperación:
— Fondos multilaterales y
— Fondos bilaterales.
Queremos recordar también la política del Programa que determina,
que todos los proyectos que no estén orientados directamente hacia la
mujer o a hacia la juventud, deben aplicar, al menos, el 10% de su presupuesto en acciones específicas para y con mujeres y jóvenes.
L a Fórmula Organizativa del Programa
E n cuanto a la organización, la línea que promueve la U N E S C O se
puede resumir en estas palabras:
— participación,
— coherencia y
— eficacia.
a) Participación de los actores del Programa, en todos los niveles y
momentos de éste. Se entiende que esta línea de participación tiene
que definir criterios operativos. Habrá varias formas, momentos y
niveles para la participación.
b) Coherencia de la fórmula organizativa con los principios del Program a , expresados, sobre todo en el Capítulo IV del Documento Azul.
c) Eficacia que permita alcanzar en este momento y en este contexto,
los objetivos y resultados a los que aspira el Programa.
Por el lado nacional, el gobierno creó una Comisión de Alto Nivel
compuesta por cuatro Ministros, el Designado Presidencial para los derechos h u m a n o s y la Delegada Permanente de El Salvador ante la
U N E S C O , en París. Esta Comisión de alto nivel es gubernamental. L a
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
37
U N E S C O , por una parte ha abierto una oficina nacional que atiende el
Programa.
La U N E S C O considera positivo que se constituya una instancia nacional de coordinación del Programa, en donde estén presentes, tanto el
gobierno, c o m o los representantes de la sociedad civil y otros entes del
estado, comenzando por aquellos que ya se han incorporado en las etapas
transcurridas. L a U N E S C O estaría también presente en dicha instancia8
y seguirá aportando sus buenos oficios, para promover la participción de
los diferentes actores del Programa, en todos los momentos y en todos
los niveles estructurales del m i s m o , reconociendo que no somos h o m o géneos y que hay variadas formas de participación. Por otra parte, todos
estamos de acuerdo en que la participación en este Programa tiene que
ser m u y altruista. L a primera pregunta no es ¿qué voy a recibir del Programa? sino, ¿qué voy a aportar?.
El criterio último de esta representatividad es el principio de que el
Programa no es para la U N E S C O , no es para el Gobierno de El Salvador, no es para las O N G s , es para el sociedad salvadoreña, a través de las
poblaciones a las que van dirigidas los proyectos.
La U N E S C O ha intentado y seguirá intentando ser, desde sus campos
de competencia, un instrumento de servicio, para el gobierno y el pueblo
salvadoreño. Creemos que esta actitud de servicio no es exclusiva de la
U N E S C O , en este Programa, tal c o m o ustedes y el gobierno lo han
concebido, todos somos un instrumento de servicio y esto significa que,
en algunos momentos, debemos ceder, sacrificar algo, con tal de que ese
Programa en el que creemos y al que hemos dado una definición, alcance
sus objetivos y resultados con el espíritu que lo hace realmente
innovador.
8. En febrero 1995, por Decreto Ejecutivo de la Señora Ministra de Educación
se creó el Consejo Nacional de Coordinación del Programa Cultura de Paz en
El Salvador. En este Consejo participan numerosas (15) instancias estatales,
gubernamentales y de las O N G s .
Críticas y Preguntas
al Programa Cultura de Paz
en El Salvador9
El Programa Cultura de Paz en El Salvador, ha sido objeto, en su
gestación, de una serie de críticas y de interrogantes que conviene
sistematizar, con miras a encontrarles argumentación y respuestas convincentes.
H e aquí algunas de las críticas e interrogantes al Programa:
1. ¿ Q u é es la Cultura de Paz?
Eso suena m u y etéreo, puede ser todo y, por consiguiente, nada. El
concepto Cultura de Paz puede ser tan "etéreo" c o m o los de soberanía,
identidad nacional, nacionalismo, universalidad, desarrollo, etc. pero,
c o m o es un concepto de socialización m á s reciente y restringida, suena
m á s vago que los anteriores. Podemos decir que los conceptos que expresan un nuevo paradigma tienen dos características:
a) L a mayoría de las personas y sociedades se refieren a ellos (igualdad,
fraternidad, solidaridad, universalidad, identidad nacional, cultura de
paz, etc.) y muchos discursos los utilizan con la connotación de contenidos reales, cotidianos, actuales y familiares.
b) Exigen definiciones operativas, empíricas o, al menos, variables o
indicadores (no necesariamente cuantitativos) que permitan identificarlos en las situaciones concretas.
El concepto de Cultura de Paz encuentra su concreción en forma
9. San Salvador, El Salvador, 8 de diciembre de 1993
40
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
multifacética. E n primer lugar, es la ausencia de guerra pero, superando
el c a m p o de las definiciones negativas, la paz y la cultura que se identifica con ella se definen c o m o la forma socio-cultural que se caracteriza:
*
por la vivencia de los Derechos H u m a n o s en todas sus generaciones,
*
por modelos de desarrollo que incorporan el concepto y la práctica
del desarrollo h u m a n o ,
*
por una correcta administración de la justicia,
*
por la práctica habitual y ampliamente socializada de la resolución no
violenta, racional y respetuosa de las diferencias y los conflictos,
*
por la práctica de la democracia formal y de la ciudadanía democrática en todos los niveles de la organización social,
*
por la búsqueda y práctica de un nuevo tipo de relación con la naturaleza, que garantice la conservación y renovación de los recursos naturales,
*
por la superación de la pobreza crítica en todos los niveles,
*
por el énfasis en la seguridad ciudadana m á s que en la seguridad
nacional,
*
por un nuevo modelo de gobernación, en el que la concertación sobre lo
proyectos nacionales permita la gobernabilidad en función de todos,
Estos son algunas de las principales facetas de la cultura de paz. Para que
éstas se conviertan en una forma cultural, es preciso que sean interiorizadas
e institucionalizadas por las sociedades. Ayuda a comprender esta realidad
el analizar lo que, en la historia, se ha dado en llamar una cultura de guerra.
H a n existido y existen sociedades humanas que se proponen c o m o m o delo de desarrollo humano, en todas sus dimensiones, al "guerrero", al "conquistador". E n esas sociedades, el proceso de formación, de grupos e individuos, en valores, actitudes, normas, roles, destrezas, habilidades busca formarlos para la guerra, para la conquista, para la eliminación del adversario o
diferente.
E n esos contextos, el triunfo de la educación, de la socialización y de
la culturización se alcanza si la media de los miembros de la sociedad ha
interiorizado la personalidad del "guerrero eficaz" o contribuye a "hacer
eficaz a los guerreros". Por otra parte, el éxito y el status están definidos
por su relación directa con la eficacia en la guerra, en un tipo de c o m p e tencia que triunfa por la eliminación del adversario o diferente.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
41
C o m o todo nuevo paradigma, la Cultura de Paz no existe en estado
puro y su vivencia conlleva siempre contradicciones. Filosófica y psicológicamente podríamos decir, que estas contradicciones son inherentes a
la naturaleza dialéctica de las personas humanas y de las sociedades
(para la psicología y la sociología dialécticas, el conflicto no es un accidente sino la forma natural de los individuos y grupos).
Por otro lado, la Cultura de Paz no se confina en una concepción de la
cultura c o m o campo de las bellas artes, del lenguaje, del llamado folklore,
de las artesanías, del patrimonio cultural o de la comunicación. La cultura es
una dimensión presente en todas las formas de ser y modelos de la sociedad.
Existe una cultura política, una cultura económica, una cultura familiar, una
cultura de gobierno y de participación ciudadana.
2. El Programa de Cultura de Paz y la Cultura de Paz son una "utopía .
Esto es cierto, si por "utopía" se entiende una realidad nueva, viable,
globalizante y sostenible, difícil de alcanzar pero, teóricamente
alcanzable y que se opone al status quo. Esta es la utopía c o m o alternativa construible.
E n primer lugar, diríamos que la Cultura de Paz no es la única "utopía", necesaria y viable, que promueven las sociedades modernas. El
modelo de desarrollo moderno es tanto o más "utópico" que la cultura de
paz. L a lucha por la conservación y re-creación del medio ambiente es
también una "gran utopía" y, no obstante, las naciones del mundo se apuntaron a esta "utopía" en la Cumbre de Río de Janeiro hace pocos meses.
Todo nuevo paradigma tiene imagen de "utopía". Podemos decir que
hay utopías viables y otras que no lo son. También se puede afirmar que
hay dos tipos de utopías:
*
aquellas cuya realización exige la transformación del individuo y de
la sociedad y
*
aquellas cuya realización exige la transformación y conquista de realidades fuera de la sociedad humana.
Las hay que conllevan las dos dimensiones: c o m o es el caso de la
Preservación y Re-creación del medio ambiente. E n este caso, hay dos
obstáculos que vencer:
42
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
— uno en la forma de ser y de actuar de los individuos y de las sociedades con sus instituciones,
— otro, en la forma de ser de los recursos naturales renovables y no
renovables, necesarios o suntuarios.
La Cultura de Paz es una "utopía viable" si se toman las medidas para
convertirla en status quo, por medio de su interiorización social y de su
institucionalización. E n resumen, se trata de una utopía, modelo o paradigma necesario, urgente y vital, nada suntuario y que, en principio, es de
menor costo, a mediano plazo, que la "utopia" guerra, a c o m o puede demostrarse empíricamente
3. El país necesita desarrollo, empleo, salud, m á s que u n P r o g r a m a
de Cultura de Paz.
M á s de uno argumentará que, ante la escasez de recursos, deben de
priorizarse los proyectos económicos y sociales antes que un Programa
de Cultura de Paz. Esta afirmación esconde la falacia de que el Programa
de Cultura de Paz va a competir en recursos con otros proyectos.
E n primer lugar, es sabido que no porque una fuente de financiamiento deje de apoyar al Programa de Cultura de Paz va, por ello, necesariamente, a apoyar otro proyecto en el país. H a y cierta cooperación
internacional que, si no se orienta hacia el Programa de Cultura de Paz,
no se orientará hacia ningún otro proyecto.
Por otra parte, mientras los presupuestos para las guerras y el armamentismo sigan estando m u y por encima de los fondos para la paz, siempre tendremos argumentos para demostrar que la paz debe ser financiada,
al menos tanto c o m o la guerra. Es empíricamente demostrable que si la
paz no se consolida tras un conflicto bélico y no se despolariza la sociedad, no hay clima favorable para ningún proyecto de desarrollo.
Conviene precisar que cada uno de los proyectos que configuran el
Programa de Cultura de Paz en El Salvador, responde a necesidades de
desarrollo humano tan urgentes, c o m o la alfabetización, la atención a los
niños y mujeres afectados por el reciente conflicto, la promoción de la
capacidad nacional del sector del libro, etc. N o se han inventado necesidades ni prioridades. Por conciencia de las limitaciones, se ha iniciado
esta experiencia en los campos de la educación, la ciencia, la cultura y
las comunicaciones pero, cualquier proyecto, así sea de desarrollo econó-
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
43
mico, puede asumir las líneas y el alma de la Cultura de Paz.
La Cultura de Paz es columna vertebral del concepto de desarrollo
humano, ella garantiza un excelente clima para la promoción de cualquier tipo de proyecto. Sería m u y interesante investigar cuántos proyectos, cuánto dinero de cooperación no han podido implantar, tras muchos
años y recursos, las raíces del desarrollo sostenible, porque no alcanzaron el cambio de actitudes, comportamientos, valores, habilidades de diálogo, convivencia y cooperación que eran indispensables para que los
menos favorecidos crecieran en capacidad de diálogo, acciones cooperadas y autogestión. E n resumen, porque no pudieron interiorizar e
institucionalizar la alternativa de una Cultura de Paz.
La Cultura de Paz, sobre todo en los países que están en proceso de
superación de conflictos bélicos, comienza a través de Acuerdos de Paz,
que son un hecho político. Sin esta condición política no es posible un
plan de desarrollo sostenible que incorpore el concepto y la práctica del
desarrollo humano. Sin una Cultura de Paz interiorizada e institucionalizada, el regreso a la guerra sigue siendo una tentación.
Ordinariamente, en las experiencias conocidas, las partes en conflicto
han firmado el cese al fuego y han buscado una paz firme y duradera,
porque han llegado a la conclusión de que un proyecto nacional de desarrollo estable, sostenible, equitativo y competitivo sólo es posible en un estado
de paz.
L a dimensión cultural, a c o m o aquí la entendemos, es pues condición
básica y consiguiente a los Acuerdos de Paz para el desarrollo de un plan
nacional económico-social. Pero, la Cultura de Paz es también una causa
final o la razón de ser del desarrollo, si este es concebido en función del
desarrollo humano. L a Cultura de Paz no es sólo un instrumento sino
también un fin, que se justifica en sí.
4. Transformar u n a cultura o crear una nueva es una tarea que
d e m a n d a m u c h o tiempo. ¿ C ó m o podrá u n Programa de mediano
plazo crear una Cultura de Paz, en u n país que recién supera u n
grave y prolongado conflicto bélico?
El Programa de Cultura de Paz no pretende iniciar la paz ni la Cultura
de Paz. A m b a s realidades ya existen en forma embrionaria en un país
que ha logrado un Acuerdo de Paz. El Programa tiene c o m o objetivo
44
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
contribuir a la definición concreta, la interiorización, la institucionalización y práctica de la paz. Se trata de un aporte, entre otros muchos, pero,
poniendo explícitamente el énfasis en la dimensión cultural.
El Documento del Programa Cultura de Paz en El Salvador afirma
que la Cultura de Paz es un "proceso continuamente inacabado. Irá de lo
simple a lo complejo, de lo c o m ú n a lo diferente. D e la práctica extraerá
los elementos para precisar, aún más, lo conceptual. Se iniciará con un
marco conceptual básico de referencia..." "El Programa de Cultura de
Paz... es una tarea ambiciosa y al m i s m o tiempo m u y consciente de sus
limitaciones, que no son otras que las que emanan de la naturaleza de los
procesos de Paz."
La hipótesis que sustenta la opción de la Cultura de Paz es la que
afirma que una sociedad que fue capaz de concertar un cese al fuego y
una salida n o violenta al conflicto bélico, a pesar del alto grado de polarización y de las profundas heridas enconadas, es capaz de construir una
Cultura de Paz que sustituya a la cultura de guerra.
5. Si el P r o g r a m a de Cultura de Paz se propone concertar todos sus
proyectos y actividades, n o será posible llevarlo a la práctica. L a
concertación es difícil, aún entre amigos, con m u c h o m a y o r razón
entre los que, hasta hace poco, se enfrentaban en conflicto bélico.
Está fuera de duda que la concertación, entre las partes de un conflicto, es una tarea difícil. Pero, también es cierto que, en contextos
post-bélicos, sin concertación n o hay Programa de Cultura de Paz. El
Programa Cultura de Paz tiene un "alma" que la constituyen su filosofía,
sus líneas estratégicas y políticas de las cuales las dos principales son la
participación y la concertación.
E n este Programa, las políticas o líneas de acción son tan sustantivas
c o m o los objetivos y los resultados. Al evaluar los resultados, interesa el
que estos hayan sido alcanzados de una determinada forma: participativa
y concertadamente. Esto es lo que garantiza que desde la concepción y el
diseño hasta su ejecución y evaluación el Programa sea un verdadero
ejercicio de Cultura de Paz.
El que esta tarea sea difícil, no significa que sea innecesaria e imposible.
Los Acuerdos de Paz fueron, no sólo la afirmación explícita de que la guerra
era difícil y desgastadora sino, de que la paz era necesaria y posible.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
45
L o que está en discusión no es si la paz es preferible a la guerra, ni si
la paz es difícil o no, sino qué condiciones y que esfuerzos hay que
garantizar para consolidar una Paz firme y duradera, interiorizada e
institucionalizada nacionalmente.
6. El Salvador está en pleno período pre-electoral. Este no es el m o mento para proponer el Programa, la gente está abocada a las
futuras elecciones.
El período pre-electoral tiene rasgos que facilitan y dificultan el diseño, la concertación y ejecución de un Programa de Cultura de Paz. Quizás el plantear un Programa de Cultura de Paz se ubica mejor cerca de la
fecha de los Acuerdos de Paz ya que ambos se alimentan de las mismas
convicciones y decisiones políticas de concertación.
Pero por otra parte, si se logra que las diferentes fuerzas políticas que
competirán en las elecciones se comprometan en la promoción del Programa y de la Cultura de Paz, estaríamos garantizando su sostenibilidad,
más allá de cualquier cambio de gobierno.
N o obstante, es cierto que durante un período pre-electoral puede
aparecer, en las partes en competencia, la tentación de manipular e
instrumentalizar electoralmente dicho Programa. L o innegable es que,
durante el período de transición, se dieron las condiciones para que la
sociedad nacional se planteara la opción de una Cultura de Paz y de su
institucionalización e interiorización c o m o garantías para impedir la reaparición del conflicto bélico. N o fue el Programa de Cultura de Paz el
que escogió su momento, sino que el momento engendró el Programa. El
reto estriba actualmente en que el Programa sea incorporado en el proceso electoral y asumido consensualmente por todos sus actores.
7. Si se inicia en 1993 u n Programa concertado entre el Gobierno y
los sectores de la sociedad civil, con el cambio de Gobierno en
1994, habrá que empezar todo desde cero. Eso le ha pasado a
todos los proyectos iniciados por u n gobierno cuando asume otro
nuevo.
Si durante el momento de la transición, durante el período electoral el
Programa de Cultura de Paz es asumido por el estado y la sociedad civil,
por las fuerzas sociales, políticas, económicas religiosas del país; si la
46
LA CULTURA D E PAZ U N A "UTOPIA" VIABLE U R G E N T E Y NECESARIA
Cultura de Paz y los proyectos que la promuevan se convierten en contenido de un verdadero contrato social, un cambio de gobierno no tiene por
qué suponer reiniciar todo de cero. E n todo caso, será responsabilidad de
todos el velar porque el consenso nacional sobre una Cultura de Paz sea
llevado a la práctica, cualquiera que sea el resultado electoral.
E n este sentido, la Cultura de Paz y el Programa no son sólo, por su
naturaleza, un programa de gobierno sino un programa nacional.
8. U n a vez m á s , llega a El Salvador una iniciativa foránea que quiere cambiar nuestra forma de ser y decirnos lo que tenemos hacer.
Nada más opuesto a una intervención foránea que la opción por una
Cultura de Paz. C o m o toda realidad cultural, la Cultura de Paz debe de
nacer de las raíces nacionales. E n el caso que estamos abordando no hay
duda de que esto es así.
La opción por la Paz y por la Cultura de Paz sólo fue y será posible
en la medida en que sea una decisión y una tarea nacional, a la que
puede contribuir, pero nada más que contribuir, la comunidad internacional. Es tarea de los nacionales darle a la Cultura de Paz un rostro autóctono. L a Cultura de Paz en un país tendrá necesariamente su idiosincracia y sin ella no tiene viabilidad. E n El Salvador, la Cultura de Paz
será salvadoreña o no será.
El crear lo nuevo, en coherencia con las propias raíces, es una tarea
m u c h o más exigente que la de copiar modelos. N o obstante, en el caso
de la Cultura de Paz, la creación autóctona es condición "sine qua non".
9. Los Acuerdos de Paz en El Salvador pasan por crisis frecuentes,
¿cómo se puede ejecutar u n Programa de participación y concertación nacional en medio de tantas crisis?
Ni para la Cultura de Paz, ni para ningún paradigma o proyecto nuevos hay manuales prefabricados de procedimiento y ejecución. El reto
planteado a la sociedad nacional es el de aprender a administrar la crisis,
es decir, el cambio, no sólo en lo que concierne al Programa de Cultura
de Paz. Esto conllevará seguramente nuevas concepciones metodológicas
de planificación y evaluación de proyectos y actividades.
Laflexibilidadsostenida por una argumentación sólida; la evaluación
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
47
permanente de los proyectos que permita prolongar y actualizar el proceso de planificación; la desmistificación de los resultados previstos, cuando la realidad impone necesarias correcciones, en coherencia con los
objetivos finales, son algunos de los instrumentos para la administración
de las crisis.
E n momentos c o m o los que vive la sociedad salvadoreña, no se puede
planificar viajes en autopista sino- valga la imagen- recorridos por caminos imprevisibles y "sísmicos", en donde lo importante es tener bien
claro a dónde se quiere llegar y la pericia para tomar los "atajos" necesarios, sin abandonar el camino principal.
10. Si vemos los proyectos del Programa, nos d a m o s cuenta de que
se parecen m u c h o a otros proyectos que ya están en ejecución, o
que podrían plantearse fuera del Programa de Cultura de Paz,
entonces, ¿qué es lo nuevo y específico de este Programa?
El Programa de Cultura de Paz no pretende ser la Cultura de Paz, ni
siquiera iniciarla. Este Programa se mira a sí m i s m o c o m o un aporte,
desde los campos de competencia de la U N E S C O : la educación, la ciencia, la cultura y las comunicaciones.
E n el Programa encontramos proyectos de alfabetización, de atención
a los niños afectados por el conflicto, de casas de cultura, de museos, de
proyectos orientados a la mujer, etc. Pero lo que tiene de específico es su
filosofía, sus estrategias y sus políticas. Los actores que participaron en
el diseño de los perfiles discernieron y escogieron problemáticas del m o mento y se proponen abordarlas c o m o un ejercicio de cultura de paz. El
Programa aspira a una nueva forma de diseñar, ejecutar y evaluar proyectos de interés para el país, en los campos de la educación, la ciencia,
la cultura y las comunicaciones.
El primer objetivo del Programa es lograr, en sus proyectos, la
interiorización, socialización e institucionalización de los valores, actitudes, conocimientos, normas de comportamiento, destrezas y habilidades
propios de una Cultura de Paz. L a esperanza es que su éxito inspire a
otros proyectos y programas para que asuman también este m i s m o espíritu.
48
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
11. L a comunidad de donantes, no está garantizando el financiamiento suficiente de los proyectos derivados de los Acuerdos
de Paz en el Plan de Reconstrucción Nacional, ¿cómo vamos a
esperar que el Programa Cultura de Paz encuentre fuentes de
financiamiento que lo apoyen?
La humanidad ha sido testigo en este siglo, de la facilidad con la que
los conflictos bélicos han obtenido fácil y elevado financiamiento. A
finales del siglo veinte, cuando hay un consenso para rechazar la guerra
c o m o medio de solución de conflictos, es responsabilidad de todos convencer a las fuentes de financiamiento que el apoyo a los proyectos de
paz merece, al menos, tanto apoyo financiero c o m o el que recibieron las
guerras.
El reto para El Salvador estriba en demostrar c ó m o la acción sistemática para construir una Cultura de Paz, no sólo no compite económicamente con otras acciones de desarrollo, educación, etc. sino que es una
de sus condiciones y garantías.
El Promotor de la Cultura de Paz
Un nuevo Personaje
en el Humanismo Moderno i o
INTRODUCCIÓN
La Cultura de Paz es una de las grandes propuestas humanistas que
están contribuyendo a definir el rostro de la nueva sociedad mundial. L a
Cultura de Paz comparte esta responsabilidad con otras grandes "utopías" o humanismos modernos tales c o m o :
— el Movimiento Ecologista,
— el Enfoque de Género,
— las Nuevas y Viejas Generaciones de Derechos H u m a n o s ,
— la Promoción del Papel Protagónico de la Sociedad Civil,
— un Nuevo Concepto de Ciudadanía Democrática,
— el concepto de Desarrollo H u m a n o sustentable y otros mas.
Todos estos Movimientos han nacido c o m o propuestas, m á s o menos
claras y sistematizadas, planteadas por minorías creadoras de opinión. Este
tipo de movimiento, genera prontamente su teoría (a veces su doctrina) y
surgen luego las organizaciones y sujetos promotores de dichas concepciones. M u y pronto, se inician procesos educativos que intentan masificar la
adhesión a la nueva propuesta, por parte de las grandes mayorías.
E n todas ellas y en todos sus momentos (definición de la propuesta,
generación del movimiento, diseño y realización de proyectos, constitución de organizaciones propias, universalización, institucionalización del
movimiento), han jugado y siguen jugando un papel importante los promotores. El sujeto promotor (individuo, grupo, organización o institu10. San Salvador, El Salvador.
50
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
ción) pasa siempre por un proceso de formación y, con frecuencia, asum e papeles dirigenciales.
Especificidad y especialidad del Promotor de Cultura de Paz
E n principio, toda persona e institución puede y debe ser un promotor
de cultura de paz. Si hablamos de "promotores" en forma específica tenem o s que poder definir esta especificidad que, en este caso, se convierte en
especialidad y que, de una forma u otra, conlleva un papel dirigencial. U n
promotor de cultura de paz es pues un especialista en la promoción de dicha
cultura. La especificidad está dada por la especialidad en: valores, actitudes,
conocimientos, roles sociales, destrezas y habilidades.
E n otros términos, estamos ante el perfil de un sujeto educador, conductor, facilitador, convocador, movilizador y comunicador.
L a Cultura de Paz define al Promotor de Cultura de Paz
L a Cultura de Paz es la propuesta de un nuevo paradigma y c o m o tal,
su definición es histórica, es decir "hie et nunc".
N o hay pues una definición "natural", "universal", "homogénea". N o
obstante, aunque no puede existir si no es con "rostros autóctonos", "nacionales", "culturalmente específicos", algunos de sus componentes son
universales.
Pero, esta universalidad no es un elemento "a priori" de lo autóctono.
Por el contrario, es desde lo autóctono que aparece lo universal en cada
caso y no viceversa.
El sujeto-promotor: ¿individuo o institución?
El objetivo de la Cultura de Paz es interiorizar e institucionalizar los
valores, actitudes, conocimientos, modelos de comportamiento, destrezas
y habilidades propios de una Cultura de Paz. Por ese motivo, el
sujeto-promotor puede ser una institución, un grupo o un individuo. Claro está que la formación tendrá particularidades m u y propias para cada
uno de los tipos de sujeto.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
51
El Promotor de Cultura de Paz es en primer lugar un promotor
Esta perogrullada es m u y importante c o m o punto de partida. C o n esto
afirmamos que el perfil de nuestro promotor compartirá rasgos comunes
con otro tipo de promotores socio-culturales afines. Dentro de esa línea,
el estudio de experiencias de promotores (de derechos humanos, de solución negociada de conflictos, de educación popular, etc.) puede inspirar
la definición del perfil del promotor de Cultura de Paz.
U n punto de partida local
E n cada país, región, etnia, género, grupo etario, clase social, etc. conviene discernir una experiencia clave que ilumine la "forma" y "rasgos" del
promotor concreto en ese contexto. Así por ejemplo, en América Latina,
existen personajes sociales que han jugado un papel relevante en la promoción de paradigmas sociales, con atención especial a las grandes mayorías
desfavorecidas o marginadas. E n algunos casos, son los "promotores de la
palabra" de las Iglesias Cristianas, en otros casos son "los maestros populares o promotores de educación popular". N o puede tener éxito un perfil de
promotor de Cultura de Paz que no se "injerte" en la experiencia
socio-cultural e histórica de una localidad específica.
L a promoción de la nueva propuesta c o m o un proceso de 'injerto"
L a imagen del "injerto" es válida para comprender todo proceso masivo de educación y culturización. Toda "utopía viable y necesaria" está ya
presente y nace de la anti-utopía que la precede históricamente. Nunca se
genera en el vacío, ni en un tiempo cero, sino en un proceso de "injerto".
E n el "injerto", existe un "patrón" nativo, con sus cualidades y defectos, pero "adaptado al terreno". Sobre ese injerto, en el m o m e n t o y lugar
apropiados y con las técnicas y métodos adecuados se ubica la " y e m a " o
"vareta" que, al integrarse al "patrón", dará origen, junto con éste, a un
nuevo sujeto que contará con los rasgos m á s positivos de ambas partes:
patrón y y e m a . Forma parte de la "sabiduría" de las sociedades (que es
una forma especial del conocimiento), el discernir el punto, m o m e n t o y
técnicas adecuadas del injerto en un contexto preciso.
52
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
L a Cultura de Paz c o m o educación formal, no formal e informal
Es relativamente aceptado por todos, que existen tres modalidades de
educación: la formal, la no formal y la informal. Desgraciadamente, hay
todavía mucha confusión e imprecisión cuando se trata de definir estas m o dalidades. E n el caso de la llamada educación no formal, creemos que el
término no es correcto. Toda educación tiene una forma. N o hay educación
sin forma. L a llamada educación no formal suele ser aquella en la que la
forma del proceso educativo no está dado por la escuela sino por el ritmo y
forma de la vida cotidiana. Por eso, en el caso de la educación no formal, la
forma de la educación no define el status del educando. El niño escolar se
define socialmente c o m o estudiante, el "adulto en educación" no se define
c o m o estudiante, sino c o m o campesino, obrero, a m a de casa, etc. en "proceso educativo". Hecha esta aclaración, podemos aceptar seguir utilizando el
concepto de educación no formal para nuestra reflexión.
Si el objetivo de la promoción de la Cultura de Paz es interiorizar e
institucionalizar valores, conocimientos, actitudes, modelos de comportamiento, destrezas y habilidades de paz, el promotor de Cultura de Paz
debe ser un educador. N o está de más añadir que no se trata de un educador
cualquiera sino de un educador nuevo, innovador, flexible, dotado de ciencia, método y técnica eficaces y de un compromiso profesional y social con
la Cultura de Paz. Formar al promotor de Cultura de Paz no es solamente,
una tarea de capacitación sino también de educación integral.
El Promotor de Cultura de Paz u n educador popular
Los países del Sur han aportado a la humanidad moderna, perfiles de
personajes sociales que amerita estudiar para aproximarnos a la definición del promotor de Cultura de Paz. U n o de estos personajes, al menos
en el caso de América Latina, es el Educador Popular.
Desgraciadamente, la conceptualización de este sujeto social nuevo, no
ha alcanzado la claridad yrigorque se desea. N o obstante, ya en la actualidad se pueden recabar experiencias positivas y negativas en este campo, que
pueden ser útiles en la formación de promotores de Cultura de Paz.
Los contenidos de la formación de los Promotores de Cultura de Paz
Sin pretender entrar en detalles, sí creemos que a estas alturas pode-
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
53
m o s plantearnos un propuesta estructural de estos contenidos. Creemos
que hay tres elementos que pueden inspirarnos en esta tarea:
a) L a naturaleza de la Cultura de Paz, sus objetivos, sus contenidos operativos (derechos humanos, protección del medio ambiente, promoción de los derechos de la mujer y el niño, promoción de la ciudadanía democrática, apoyo a la organización y autogestión de los sectores
más oprimidos y marginados, solución pacífica de conflictos, etc.)
b) Las raíces histórico-culturales, económicas y sociales de un país o
comunidad concretos; sus mitologías (claves en la promoción de un
nuevo paradigma), las experiencias recientes de anti-utopías.
c) El sujeto en formación c o m o promotor de Cultura de Paz, sus experiencias de educación en valores, conocimientos, actitudes, roles, destrezas y habilidades, sus "sueños" objetivos y subjetivos, su proyecto
social e individual.
Al responder a las preguntas qué es la Cultura de Paz, qué se propone, con quién, dónde y cuándo se lo propone, estamos sentando los criterios para definir los contenidos de la formación concreta del promotor de
Cultura de Paz. Pero aún así, los contenidos de la formación de un promotor, no pueden surgir únicamente de la naturaleza y objetivos de la
Cultura de Paz y del contexto local e histórico. También debe de tomarse
en cuenta el sujeto específico que estará en proceso de formación.
Así por ejemplo, no pueden ser los mismos contenidos y los énfasis
para formar un promotor en sujetos que han vivido en carne propia la
experiencia protagónica de la guerra, que formar un promotor en sujetos
que no han vivido este tipo de experiencias.
Especificidad y Sostenibilidad
del Programa de Acción para Promover
una Cultura de Paz de la U N E S C O »
L a Especificidad
Una de las críticas más frecuentes a la propuesta del Programa Cultura de Paz de la U N E S C O es la falta de precisión y el riesgo de que "al
ser todo, termine siendo nada". Este riesgo no es exclusivo de la Cultura
de Paz, el concepto de Desarrollo H u m a n o lo comparte también. El Programa de la U N E S C O debe de buscar el m á x i m o de precisión y
especificidad posible. D e lo contrario, su propuesta puede ser mal interpretada y su ejecución difícil y llena de confusiones.
En ese sentido, podemos afirmar que el Programa Cultura de Paz de
la UNESCO es:
*
U n Programa Mundial
*
Desde y en los Campos de Competencia de la U N E S C O
*
Con Principios, Estrategias y Tácticas:
—
—
Universales,
Regionales y Nacionales
* Con:
—
—
Componentes Específicos y
Componentes Compartidos con otras propuestas humanistas del
mundo moderno (Derechos Humanos, Movimiento Ecologista,
Desarrollo H u m a n o , etc.)
11. San Salvador El Salvador, Mayo 1995.
56
*
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
Q u e Promueve la Paz:
—
—
c o m o un Proceso y un Sistema Cultural
como una reafirmación de las "raíces constitutivas" y del m a n dato de la U N E S C O
c o m o u n m o m e n t o m á s de la concepción y praxis de la
U N E S C O en los campos de:
—
—
—
la Paz y
la Cultura
Si se acepta este esquema conceptual, vemos que el proceso de definición del Programa de Acción para Promover una Cultura de Paz presupone:
a)
U n a definición de Paz (concepto histórico y en continuo proceso
de redefinición)
b)
U n a definición de Cultura (concepto histórico y en continuo proceso de redefinición)
c)
U n a reflexión sobre los C a m p o s de Competencia de la U N E S C O
en el m u n d o moderno y en el contexto de cultura de paz
d)
U n a definición de los Componentes Universales de la Cultura de
Paz, en sus dos niveles
e)
1)
Los Componentes Compartidos y/o las Condiciones de la Cultura de Paz (Democracia, Derechos H u m a n o s , Desarrollo H u m a n o , Protección del Medio Ambiente, etc.)
2)
Los Componentes específicos de la Cultura de Paz
U n a definición de los Objetivos y Estrategias del Programa en
cada uno de los C a m p o s de Competencia de la U N E S C O .
L a Sostenibilidad en el Programa Cultura de Paz
El Programa Cultura de Paz de la U N E S C O debe de tener c o m o
política la sostenibilidad. El Programa debe aspirar a ser asumido por
todos los sectores de la la sociedad mundial, a un punto tal, que la Cultura de Paz se convierta en una cultura universal, con sus expresiones
nacionales, regionales, étnicas, etc.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
57
Los C a m i n o s de la Sostenibilidad para la Cultura de P a z
H a y dos caminos para garantizar la sostenibilidad del Programa Cultura de Paz Cultura de Paz:
a) L a instinacionalización de:
los valores, actitudes, conocimientos, destrezas, habilidades, modelos de
conviviencia social y comportamiento, propios de una cultura de paz.
b) L a interiorización de:
esos mismos valores, actitudes, conocimientos, destrezas, habilidades,
modelos de convivencia y comportamiento.
A m b o s procesos son simultáneos y se refuerzan mutuamente.
Partir del P r o g r a m a para Llegar al Movimiento
El Programa Cultura de Paz debe de promover la institucionalización
y la interiorización de sus componentes, para contribuir a generar un
movimiento nacional y universal de Cultura de Paz. E n ese sentido el
Programa es un punto de partida y no un punto de llegada.
L a Cultura de Paz es una propuesta humanista (centrada en la persona
humana) que constituye una "familia", en el m u n d o moderno, con otras
propuestas humanistas similares, tales c o m o :
Desarrollo H u m a n o , Movimiento para la Preservación y Protección del Medio Ambiente, el Enfoque de Género, las Nuevas G e neraciones de Derechos H u m a n o s , etc.
Por esa razón, el Programa de Acción para Promover una Cultura de
Paz puede inspirarse en el estudio del proceso y el comportamiento del
Movimiento Ecologista.
E n el caso del Movimiento Ecologista, pareciera que los pasos que ha
seguido son los siguientes:
a) L a propuesta de un nuevo paradigma que se contrapone a la experiencia de un modelo y sistema actuales de relación sociedad-naturaleza,
el cual se presenta c o m o indeseable e inviable.
E n este caso la "propuesta utópica" (movimiento ecologista) nace de
la experiencia de "una anti-utopía" (el actual modelo y sistema de
relación sociedad-naturaleza).
58
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
L a propuesta se presenta c o m o abierta a u n a amplia participación d e
los m á s variados sectores. Sólo se autoexcluyen los q u e rechazan los
principios d e la propuesta.
b) Los promotores de la propuesta obtienen la adhesión de ciertos sectores significativos de la sociedad nacional y/o mundial.
c) Estos primeros adhérentes promueven proyectos, acciones, etc., a través de los cuales, se va concretizando la propuesta y se va avanzando,
por reflexión sobre la práctica, en la definición conceptual, estratégica
y táctica.
d) L a propuesta va creciendo en adhérentes y en espacios, conviertiéndose en un movimiento nacional, regional y luego mundial.
e) L a propuesta se v a institucionalizando cada vez m á s : surgen organizaciones, asociaciones, foros, acuerdos e, incluso, leyes (cfr. C u m b r e d e
R í o d e Janeiro sobre M e d i o A m b i e n t e ) .
f) L a propuesta, paralelamente a los puntos anteriores, v a precisando su
concepción, definiendo sus objetivos específicos, sus límites y sus
indicadores cuantitativos y cualitativos.
g) L a propuesta se va interiorizando cada vez más, en la vida cotidiana,
hasta convertirse en punto de legitimación y de referencia de una gran
parte de las sociedades.
Indicadores e Instrumentos
de Verificación del Desarrollo H u m a n o
en la Participación, el Diálogo
y la Concertación en los Proyectos
de Cultura de Paz
Pareciera evidente que el concepto de Cultura de Paz debe ir definiendo los indicadores que permitan evaluar los resultados de sus proyectos y
actividades. Esta tarea exige un rigor técnico especial a semejanza del
concepto de Desarrollo H u m a n o . U n a vez más, es válido el principio de
caminarde lo simple a lo complejo, de lo c o m ú n a lo diferente.
Presentamos aquí una propuesta metodológica para la definición de
esos indicadores:
a) Distinguir, en primer lugar las condiciones de la cultura de paz en los
campos de:
—
—
—
—
—
—
la democracia.
los derechos humanos.
el desarrollo humano sostenible.
la preservación y protección del medio ambiente.
la justicia social y la equidad en la distribución económica.
un sistema de administración de justicia adecuado y eficaz.
b) Iniciar la definición de indicadores, en contextos de sociedades y países
que acaban de superar un conflicto bélico, sobre temas tales como:
— Acuerdos de Paz o de Cese al Fuego.
— Solidez jurídica, social, nacional de dichos acuerdos.
— El fenómeno del desarme.
60
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
— Las garantías para los actores más directamente involucrados en el conflicto.
— Sostenibilidad de la reinserción de los desmovilizados, desplazados, etc.
— Reformas estructurales, legales e institucionales orientadas a eliminar
las causas fundamentales e históricas del conflicto.
— Institucionalización de la práctica del diálogo, la negociación y la
concertación en todos los niveles y sectores de la sociedad.
— Formación de dirigentes en los principios, contenidos y prácticas propias de una cultura de paz.
— Reformas del sistema educativo y capacitación de sus actores en función de una educación para la paz.
Buscar los indicadores del crecimiento en la Participación, el Diálogo y la Concertación
L a cultura de paz es un sistema de valores, conocimientos, actitudes,
comportamientos, destrezas y habilidades que conlleva muchos c o m p o nentes. E s imposible focalizarlos todos al m i s m o tiempo y con la m i s m a
intensidad. E n el caso del Programa Cultura de Paz en El Salvador se
han privilegiado, entre otros, el diálogo, la participación y la concertación, c o m o dimensiones de una nueva forma de convivencia social.
Esta selección está en coherencia con el m o m e n t o de post-conflicto
bélico y de reconciliación nacional que vive el país. E n otros contextos,
es posible que se prioricen otras dimensiones de la cultura de paz.
Supuesto esto, la pregunta es: ¿cuáles son los indicadores e instrumentos de verificación objetivos (no necesariamente cuantitativos) de
crecimiento en la participación, el diálogo y la concertación en todos los
niveles, momentos y agentes de los proyectos?.
Para ello proponemos c o m o criterio metodológico, definir los indicadores en:
a) Los m o m e n t o s del Proyecto:
— Concepción, definición de objetivos, resultados, actividades, poblaciones beneficiarias, agentes participantes, etc.
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
61
— Ejecución del proyecto.
— Seguimiento del proyecto.
— Evaluación del proyecto.
b) Los niveles del Proyecto
— Niveles Nacionales y Centrales.
— Niveles Intermedios (instituciones y organizaciones gubernamentales
y no gubernamentales participantes).
— Niveles de Base: poblaciones y comunidades beneficiarías sujetos del
proyecto.
¿ Q u é indicadores hay que definir?
H a y que definir indicadores de:
a) L a interiorización (valores, actitudes, modelos de comportamiento,
etc.).
b) L a institucionalización (modelos organizativos, leyes, normas, etc.)
de:
a)
el diálogo
b)
la participación
c)
la concertación
Por parte de los diferentes actores, en todos los niveles y en todos los
momentos, de un proyecto y actividades.
Instrumentos de verificación de los indicadores
E n cada contexto social hay que elaborar los instrumentos de verificación pertinentes para discernir y evaluar los indicadores de la
interiorización e institucionalización de la cultura de paz, en sus dimensiones de diálogo, participación y concertación. N o creemos que puedan
dictarse o proponerse instrumentos universales. E n el caso de la experiencia salvadoreña, por ejemplo, la existencia del Consejo Nacional de
Coordinación, del Comité Ejecutivo, del Comité Técnico de los proyec-
62
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
tos, del Consorcio de O N G s participantes en el Programa, del Decreto
Ejecutivo que constituyó al Consejo Nacional y de otros fenómenos
institucionales similares, pueden ser considerados verdaderos indicadores
de la institucionalización de la cultura de paz, c o m o fruto del Programa.
Q u e d a por buscar los intrumentos científicos para medir dichos
indicadores.
E n lo que se refiere a la interiorización, es preciso realizar la misma
tarea. Las ciencias sociales y sicosociales, pueden aportarnos elementos
para medir los cambios de actitud y de comportamiento que nos indican
(en los diferentes momentos del proceso) hasta qué punto, todos los actores del programa vamos creciendo en esa "nueva forma de ser" que es la
cultura de paz, expresada por la práctica del diálogo, la participación y la
concertación.
Papel de la U N E S C O en este proceso
El papel de la U N E S C O en este proceso no puede limitarse al de la
tradicional asistencia técnica. C o m o promotora de la propuesta de Cultura de Paz, la U N E S C O se compromete y participa activamente. Al mism o tiempo ofrece sus buenos oficios en las funciones de: mediación y
facilitación del diálogo, la negociación y la concertación.
Estas funciones las puede ejercer, tanto en el campo de la teoría, c o m o
en el de la metodología, las técnicas y en el de la acción diplomática.
Las d e m a n d a s específicas de este tipo de proceso
Este proceso de aprendizaje del diálogo, la participación y concertación en la definición de un proyecto y en su ejecución, exige un ritmo
propio, casi siempre más lento que el de los proyectos tradicionales de
cooperación técnica en donde estas exigencias no se plantean.
El dialogar, negociar y concertar entre diferentes o adversarios, en un
contexto de postguerra, es posible, necesario y bello pero, pide una inversión de tiempo, paciencia,flexibilidady comprensión m u y particulares.
Del Programa al Movimiento
Los programas y proyectos de cultura de paz deben de ser vistos
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
63
c o m o una primera etapa cuya meta es contribuir a generar un M O V I M I E N T O nacional y universal de Cultura de Paz, al cual puedan adherirse amplios sectores de diferentes génesis, concepciones y rasgos, una vez
que hayan asumido que esta nueva forma de convivencia social es necesaria y posible.
E n este sentido, el nacimiento de u n Movimiento de Cultura de
Paz, c o m o impacto de los proyectos de este tipo, no sólo es meta sino
que se convierte en indicador privilegiado de la sostenibilidad y del
éxito de dichos proyectos.
L a Tolerancia un Sustantivo
que Pide Adjetivos12
El año para la tolerancia
Las Naciones Unidas, a propuesta de la U N E S C O , han declarado
1995 el " A ñ o para la Tolerancia". Evidentemente la intención es positiva
y plausible. Pero no se puede evitar que, quizás, para aquellos que han
defendido con honesta intolerancia algunos valores humanistas reconocidos universalmente, la promoción, a secas, de la tolerancia puede ser
percibida c o m o la llave de un "relativismo", bajo cuya bandera se podrían justificar muchos "status quo" de injusticia, opresión y violación a
los derechos humanos.
L a Tolerancia: ¿un Principio o una Actitud?
Parece necesario, pues, precisar si la tolerancia es un una meta en sí o
si debemos promoverla c o m o un camino, una etapa, hacia una meta superior; si estamos ante un principio o ante una forma de vivir determinados principios.
Modestamente opinamos que la tolerancia no es un valor en sí, sino,
más bien, una actitud. E n efecto, la práctica de la tolerancia se ubica
siempre dentro de un determinado sistema ético o de valores, dentro de
una opción humanista, dentro de una concepción de lo fundamental y
c o m ú n en la especie humana.
12. San Salvador, El Salvador, Febrero 1995.
66
LA CULTURA DE PAZ UNA «UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
Las Connotaciones de la Tolerancia
Por lo tanto, conviene profundizar sobre cuál es esa tolerancia que
debe ser preconizada, qué es lo hay que tolerar y qué es lo no se debe
tolerar. Entre las varias connotaciones posibles del concepto tolerancia existe la de la "aceptación de un mal menor", "la aceptación de lo no deseado
pero inevitable". Así, por ejemplo, la mayoría de los sistemas éticos han
condenado la prostitución y, no obstante, han tolerado su práctica.
Por otra parte, la historia de la humanidad muestra frecuentes c o m portamientos de grupos oprimidos que optaron por tolerar ciertos abusos,
opresiones, discriminaciones, en determinadas circunstancias, por un lapso de tiempo pero, con la intención de eliminarlos, una vez que se dieran
las condiciones para ello.
Estos son casos de "tolerancia táctica o pragmática de la intolerancia". D e hecho, estas prácticas de tolerancia conllevan desprecio y rechazo hacia lo tolerado. Esto nos permite afirmar que la interpretación
del concepto de tolerancia pasa siempre por la connotación histórica y no
sólo por su denotación abstracta.
El siglo veinte ha vivido diferentes formas de radicalismos y fundamentalismos que, en nombre de principios naturales o sobrenaturales,
han tratado (y, con frecuencia, han logrado) de imponer modelos, fórmulas, principios de vida que excluyen, marginan, niegan, rechazan, oprim e n o eliminan a una parte de la humanidad que no posee determinados
rasgos o componentes, definidos c o m o "ideales" o "naturales" por quien
impone o trata de imponer el modelo. ¿Debemos preconizar la tolerancia
hacia este tipo de intolerancias?.
¿Intolerancia ante la Intolerancia?
Es innegable que hay principios y valores (como los contenidos en la
Carta de los Derechos H u m a n o s ) cuya defensa debe ser, en cierta forma,
intolerante. N o obstante, aun en estos casos, se impone una actitud de
recelo ante cualquier juicio absolutista y es necesario actualizar las conclusiones, ante la continua evolución de las situaciones y de las sociedades. L a definición de los valores y de los anti-valores es un proceso,
igualmente deben de serlo el concepto y la práctica de la tolerancia.
Parece evidente que la tolerancia que promueven las Naciones Unidas, es una propuesta dirigida, en primer lugar, contra ese tipo de pro-
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
67
yectos de opresión, discriminación, violación de los derechos humanos y
desconocimiento de la igualdad de las personas humanas. Es decir, la
tolerancia de las diferencias que no niegan los Derechos H u m a n o s Universales.
Algunos de estos proyectos intolerantes ya tienen nombre propio: discriminaciones y persecuciones a partir de rasgos étnicos, etarios, de género, de ideas, de credos religiosos, etc. L a mayoría de los países se han
comprometido oficialmente, por medio de convenciones o acuerdos, a
luchar contra ellos. L a tolerancia que debemos preconizar es pues, un
sustantivo que exige adjetivos para terminar de definirse y adquirir fuerza ética y operativa.
Metodológicamente, ante la evidente dificultad de definir parámetros
universales en lo ético-social, conviene partir de los consensos éticos y
humanistas alcanzados ya por la mayoría de la humanidad.
L a Concertación de las Diferencias Tolerables
En las últimas décadas es comunmente aceptado que la especie h u m a na, siendo una, se expresa con rasgos diferentes en el campo de lo
étnico, de lo religioso, de las ideas, del género, de lo etario, etc.
Etapa tras etapa, la humanidad ha ido discerniendo y concertando
algunas de las diferencias humanas que deben ser aceptadas y respetadas,
sin negarles su naturaleza y reconociendo, muchas veces, su potencial
complementario.
La distinción entre las diferencias respetables-aceptables y las inaceptables ha partido de una previa definición, concertada, de lo c o m ú n esencial y fundamental de la persona humana.
L a Tolerancia c o m o Principio y la Tolerancia c o m o Modelo de C o m portamiento
Pero, llegados a este punto, la puesta en práctica de la tolerancia o de
la intolerancia se complejiza. El primer momento de la tolerancia o de la
intolerancia se realiza en el campo de los principios y, posteriormente, en
el terreno de la acción.
Hay conceptos y prácticas, c o m o el racismo y la opresión injusta que
deben ser rechazados en todo momento y circunstancia, tanto en las de-
68
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
claraciones de principios c o m o en la práctica. N o obstante, la experiencia
nos dice que, en la acción concreta, nos veamos obligados a discernir aquellas estrategias eficaces que, rechazando los pragmatismos oportunistas, garanticen los derechos de los oprimidos y discriminados injustamente.
Visto así, el ejercicio de la tolerancia es también un proceso de "sabiduría", entendiendo por ello la acumulación positiva de una experiencia
humana, en el c a m p o de la aplicación de los principios a la práctica, en
donde la meta es conjugar los principios con las inevitables complejidades y limitaciones de la vida real, transitando eficazmente por el puente
colgante que separa el oportunismo pragmático de los fundamentalismos
irrealistas.
Podríamos afirmar que el ejercicio de la tolerancia debe ser realista y
eficaz pero no pragmático, entendiendo que el pragmatismo no se refiere
a un sistema de principios y el realismo sí.
L a Necesidad de una Teoría y de un Enfoque Metodológico para el
Ejercicio de la Tolerancia
Es necesario acompañar la exhortación a la tolerancia con una reflexión profunda y pluralista sobre los contenidos universales de este
principio y de esta práctica en las relaciones humanas. Sin negar los
contenidos universales de la tolerancia, hay que reconocer los rasgos
culturales, históricos, sectoriales, que le dan un rostro individual y concreto a su práctica.
E n esa reflexión, además de una necesaria inmersión en las grandes
doctrinas filosóficas, éticas, religiosas que han marcado y siguen marcando los sistemas de valores de la humanidad, es necesario re-leer las recientes experiencias históricas de este siglo e intentar proyectar las líneas
futuras de la tolerancia, a partir de u n m o m e n t o de la humanidad en la
que los cambios profundos y acelerados en lo técnico-científico, conllevan cambios, igualmente acelerados, en los esquemas de valores y en las
relaciones sociales.
U n Enfoque Dialéctico de la Tolerancia
L a naturaleza dialéctica de lo social e, incluso de lo ético, parece
conllevar una tendencia hacia la intolerancia, a pesar de que, cada vez
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
69
m á s , las sociedades humanas se ven enfrentadas a reconocer y manejar
concertadamente la innegable unidad de la humanidad y las también innegables diferencias, individuales, grupales, étnicas, etc. El abordaje
pues, de la tolerancia pasa por el sendero de una concepción dialéctica,
tanto de lo social, c o m o de lo ético. Es la sabiduría que permite reconocer valorativamente las diferencias, sin negar la existencia de los principios y en coherencia con ellos.
Necesidad de Profundizar la Reflexión
Aunque no es intención de este artículo, parece necesario seguir profundizando, a lo largo de este año, sobre:
— qué es lo que se debe tolerar y qué es lo que no se debe tolerar,
— quién debe tolerar y a quién hay que tolerar,
— c ó m o hay que ejercer la tolerancia,
— cuándo hay que tolerar y cuándo hay que ser intolerante,
— c ó m o educar dialécticamente en y para la tolerancia.
Estas notas no pretenden agotar las interrogantes levantadas aquí, en
forma general e incompleta. Sólo aspiramos a aportar algunos trozos de
carbón al brasero de una necesaria y permanente reflexión, en un m u n d o
en el que los acercamientos de todo tipo, entre las personas y las sociedades, nos obligan a buscar nuevas formas de convivencia dignas y beneficiosas para todos pero, particularmente, para los m á s oprimidos,
excluidos y desfavorecidos de los medios de poder modernos.
La Cultura de la Seguridad Ciudadana
con Participación de la Comunidad 13
INTRODUCCIÓN
Las nuevas concepciones humanistas y los cambios en el m u n d o moderno han conllevado una evolución en el concepto de seguridad. El concepto
de "Seguridad Ciudadana" complementa y, de alguna forma, modifica el
viejo concepto de "Seguridad Nacional". E n realidad, la seguridad ciudadana ha estado siempre implícita en la práctica de los derechos- humanos, no
obstante, en la época actual se le da un énfasis especial.
Esta nueva concepción de seguridad es la expresión de una necesidad
subjetiva -objetiva y de la evolución histórica. H e m o s comprendido que
la seguridad nacional está al servicio, en primer lugar, de la seguridad
ciudadana, en todos los momentos y espacios de su vida cotidiana.
N o es la intención de esta exposición profundizar sobre la génesis y la
evolución del concepto de seguridad ciudadana. N o podremos tampoco,
aunque es evidentemente necesario, reflexionar sobre los puntos de articulación y complementariedad entre seguridad nacional y seguridad ciudadana. N o s limitaremos a ubicar el tema en el marco de las propuestas
humanistas modernas y a proponer estrategias y líneas de acción para
llevarlo a la práctica, con la participación de la sociedad civil, c o m o un
proyecto nacional concertado, urgente, necesario y posible.
Contenido del Concepto de Seguridad Ciudadana
Puede afirmarse que hay contenidos universales y contenidos nacionales
13. Conferencia presentada en el Seminario sobre Seguridad Ciudadana,
Seguridad Democrática e Integral de la Sociedad. Colegio Nacional de
Defensa de las Fuerzas Armadas. Tegucigalpa, Honduras. 10-11 de julio 199S.
72
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
o locales, en el concepto de seguridad ciudadana. N o se trata de un rasgo
exclusivo de este concepto. L a misma situación encontramos en conceptos
c o m o democracia, desarrollo humano y otros paradigmas humanistas.
L o que tienen en c o m ú n es que, en todos ellos, la persona humana es
un fin y no un medio. Por eso se les considera conceptos humanistas.
Claro está que la persona humana se entiende aquí, citando a un conocido pensador español, c o m o el "yo y sus circunstancias", es decir la persona c o m o miembro de una comunidad, de una cultura y de una experiencia histórica. E n el concepto "seguridad ciudadana" el énfasis se da
en el componente "ciudadanía", es decir, en la seguridad de la personas a
partir de su condición de ciudadanas.
Sin negar otras dimensiones, en este momento queremos priorizar la
seguridad ciudadana en el espacio de lo cotidiano, el de las relaciones más
primarias. L a pregunta que queremos hacernos es: ¿cómo y en qué puede
participar la comunidad- como sociedad civil- en la interiorización y en la
institucionalización de la seguridad ciudadana en la vida cotidiana?
Implícitamente estamos afirmando que esta tarea no es exclusiva del
estado. Adelantándonos un poco, podríamos afirmar que el proyecto nacional de seguridad ciudadana sólo es posible c o m o tarea concertada
entre el estado y la ciudadanía. M á s aún, sólo una amplia participación
democrática de la ciudadanía garantiza una seguridad ciudadana eficaz,
impide la tentación de ahogar la seguridad ciudadana en nombre de la
seguridad nacional y garantiza la complementariedad de ambas.
¿Cuáles son las d e m a n d a s de seguridad ciudadana y cuáles
priorizar?
Antes de plantearnos el problema del " c ó m o " , tenemos que precisar
"de qué seguridad estamos hablando". Las necesidades de seguridad de
los ciudadanos son múltiples. Hay demandas de seguridad de empleo; de
mínimos ingresos económicos para una vida decente y digna; de salud;
de educación; de desplazamiento; de acceso a una distracción tranquila y
restauradora; de seguridad ambiental; de seguridad ante la agresión de la
delincuencia, ante los abusos de la autoridad estatal, etc.
Gran parte de estas demandas coinciden, implícita o explícitamente,
con los derechos humanos reconocidos y proclamados por los estados
modernos. E n este sentido se puede hablar de seguridades ciudadanas
LA CULTURA DE PAZ UNA "UTOPIA" VIABLE URGENTE Y NECESARIA
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políticas, económicas, sociales, educativas, culturales, ambientales, etc.
N o obstante, c o m o nos hemos propuesto focalizar la reflexión en las
vivencias ciudadanas cotidianas m á s primarias, vamos a partir de las
demandas concretas y cotidianas, m á s espontáneas de la ciudadanía en el
m o m e n t o actual.
Por poco que monitoreemos los medios de comunicación y algunas
encuestas de opinión de nuestros países, veremos c ó m o define y prioriza
el ciudadano c o m ú n y corriente sus demandas de seguridad ciudadana.
N o vamos a identificar pues, en este caso, seguridad ciudadana con derechos humanos, aunque continuaremos afirmando su familiaridad.
Presupuesto esto, podemos proponer una tipología sobre seguridad
ciudadana, a partir de las posibles fuentes o causas de inseguridad, cotidianas y concretas en nuestras sociedades. Tendremos entonces que el
ciudadano de hoy, en nuestros países, afirma que su seguridad está a m e nazada a diario por:
1. Desastres naturales (terremotos, inundaciones, etc.).
2. Amenazas graves y frecuentes a la salud de la población (epidemias,
contaminaciones masivas, etc.).
3. Agresiones, arbitrariedades o abusos de instituciones estatales en su
relación con la ciudadanía.
4 . Agresiones de los diferentes tipos de delincuencia.
N o vamos a profundizar en esta exposición, sobre las causas y naturalezas de este tipo de inseguridad. Otros panelistas abordarán estos aspectos. N o s limitaremos a reflexionar sobre una estrategia para promover la
participación comunitaria de la sociedad civil, en la promoción de la
seguridad ciudadana.
H e m o s afirmado que la seguridad ciudadana es un problema que concierne a toda la sociedad. E n este campo, el estado es el primero pero no
el único responsable. L a comunidad civil puede y debe contribuir, sobre
todo cuando el estado no logra salir adelante por sí solo pero, incluso
cuando éste cuenta con la voluntad y los recursos para hacer frente al
problema. Y esto por dos razones:
1) Ningún estado puede garantizar por sí solo que la viviencia de la
Seguridad Ciudadana se convierta en una forma cultural, en cultura
de seguridad.
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2) L a Seguridad Ciudadana no es sólo un derecho sino también un deber
de los ciudadanos, quienes están obligados a participar
protagónicamente en su construcción.
Esto sólo es posible, c o m o afirmábamos antes, si se logra un pacto
social, una concertación patriótica sobre la seguridad ciudadana, entre el
estado y la sociedad civil y, al interior de ésta, entre sectores diferentes e
incluso adversarios, en sus conceptos e intereses ideológicos, religiosos,
políticos, económicos, sociales y culturales.
¿Es esto posible? Creemos que las recientes experiencias de cambio
en la conciencia y el comportamiento de la sociedad moderna permiten
esperar que sí pero, para ello son necesarias ciertas condiciones.
U n a Propuesta necesaria, viable y eficaz
Para que un proyecto nacional de seguridad ciudadana pueda llevarse
a cabo, es necesario que sea percibido y vivido, no sólo c o m o algo deseable con lo que se simpatiza, sino c o m o necesario, urgente, posible,
eficaz y de interés c o m ú n .
U n proyecto necesario
L a seguridad ciudadana es necesaria para todos los sectores y para
todos los proyectos de una sociedad en nuestros países. Felizmente, en el
m u n d o moderno ya n o se puede plantear un proyecto de desarrollo económico, de paz socio-política, de identidad cultural sin seguridad ciudadana.
L a seguridad ciudadana es la cara interna de la paz, de la paz doméstica. Si hemos aceptado c o m o necesaria e inevitable la paz internacional
y la paz nacional (el fin y rechazo para siempre de la guerra civil c o m o
camino) tenemos que aceptar que igualmente es necesaria la seguridad
ciudadana.
L a historia nos ha enseñado que un estado permanente de inseguridad
ciudadana es caldo de cultivo excelente para el conflicto bélico nacional o
internacional y para las dictaduras de cualquier cuño. A su vez, las situaciones graves de inseguridad ciudadana son un indicador infalible de que el
sistema político, económico, social y cultural de una sociedad es ineficaz.
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L a seguridad ciudadana es un componente necesario de cualquier proyecto de democracia, de respeto a los derechos humanos, de desarrollo
económico, de justicia social, de estado de derecho, de imperio de la
justicia, de estabilidad social.
U n proyecto posible
U n estado social de seguridad ciudadana es posible porque es pragmáticamente necesario, urgente e inevitable. Al igual que la paz, de la cual es
una de las dimensiones, su posibilidad no está sólo sustentada por la fe en
los valores, sino también por una lógica pragmática. Muchos han luchado
por la paz a partir de sus valores pero, otros lo han hecho a partir de un
razonamiento pragmático, de sobrevivencia y bienestar común. L a viabilidad del proyecto de seguridad ciudadana será tanto más alta cuanto lo sea la
convicción de que es necesaria, urgente, útil e inevitable.
Nadie tiene en nuestros países la fórmula mágica para superar el c o m plejo problema de la inseguridad ciudadana. D e lo que sí estamos seguros es de que la falta de seguridad ciudadana es inaceptable desde una
concepción humanista y desde una concepción pragmática de convivencia social y desarrollo económico.
E n esta posición estamos m u y cercanos al llamado movimiento ecologista. El que ahora se haya convertido en un movimiento mundial,
institucionalizado universalmente en la reciente Conferencia de Río de
Janeiro, no ha sido el fruto, únicamente de la fuerza de los valores y del
humanismo, sino también de la necesidad pragmática de supervivencia
de las sociedades. Así c o m o el sistema esclavista, no desapareció únicamente ante la fuerza de los valores sino también porque el sistema de
producción industrial no era viable en una sociedad de esclavos.
U n proyecto eficaz
L a seguridad ciudadana no es una propuesta utópica (en el sentido peyorativo de la palabra). Se trata de una nueva forma de convivencia social
necesaria para cualquier modelo moderno de democracia, creatividad, desarrollo económico, ejercicio de los derechos humanos, correcta administración de la justicia y desarrollo de las iniciativas de la sociedad civil.
L a seguridad ciudadana no sólo es válida en sí misma, c o m o un valor
humanista y c o m o un derecho de las personas, sino también porque es
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eficaz en la medida en que crea las condiciones para alcanzar otras metas
menos humanistas de la sociedad.
U n Proyecto Nacional
El proyecto de seguridad ciudadana en nuestros países sólo es posible
si se convierte en un verdadero pacto nacional del que nadie quede excluido de participar. Tiene que ser un proyecto nacional, y no sólo u n
proyecto estatal, gubernamental, sectorial o partidario, porque se trata de
una propuesta nueva e integral, de un paradigma moderno, que necesariamente encontrará fuerte y desesperada oposición de parte de aquellos
sectores que crecieron en el caldo de cultivo de la inseguridad.
Felizmente, frente a los cada vez más escasos defensores del viejo status
quo, surgen ya no sólo argumentos de base ética y humanista sino argumentos de perfil científico, técnico, cuantitativo y pragmático, que sostienen la
necesidad y viabilidad de una cultura de seguridad ciudadana.
H o y en día, apostar al status quo de la inseguridad ciudadana ya no
beneficia realmente a nadie, ni siquiera a corto plazo. Ningún proyecto
nacional es sostenible sobre esta apuesta y casi ningún proyecto sectorial
puede afincar raíces de largo plazo sobre ella.
Este proyecto nacional debe ir más allá de los partidos, gobiernos,
sectores de la sociedad. Concierne a todos y deberá beneficiar a todos.
Esta concertación nacional conllevará que, tanto el estado c o m o la
sociedad civil incluyan la dimensión de seguridad ciudadana c o m o c o m ponente de cualquier proyecto de dimensión nacional. U n a vez m á s la
referencia al proceso del movimiento de protección del medio ambiente
puede inspirarnos en esta tarea.
Esto supone que, al definir cualquier proyecto económico —macro o
micro—, cualquier proyecto social, cualquier propuesta de ley o de institución, etc. siempre esté presente la pregunta "¿cómo garantizamos aquí
la seguridad ciudadana?".
El proyecto concertado de Seguridad Ciudadana no excluye las diferencias ni los conflictos
U n proyecto concertado de seguridad ciudadana, c o m o una de las
expresiones de la paz social, no niega ni excluye las diferencias ni los
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conflictos, muchas veces inevitables y hasta positivos. El reto estriba en
concertar un proyecto nacional de seguridad ciudadana, a partir de los principios e intereses de cada uno de los sectores participantes. N o obstante,
toda concertación exige que sus actores negocien, con altruismo, sentido del
bien común, realismo e, incluso, pragmatismo los aportes y las renuncias
que corresponden a cada uno en función del proyecto común.
L o primero que hay que negociar son las leyes del juego de la
concertación que va a exigir el proyecto nacional. El proyecto sólo es
posible en la medida en que haya voluntad de ceder parte de las posiciones e intereses propios, conscientes sus actores de que esta aparente pérdida se convertirá a corto plazo en beneficio general y particular. El planteamiento no es nuevo, este es el m i s m o argumento que se ha empleado
siempre para movilizar la entrega y el sacrificio personal y sectorial en
pro de la seguridad nacional.
L a Seguridad Ciudadana c o m o una forma cultural de la sociedad
L a meta final es convertir la vivencia de la seguridad ciudadana en la
personalidad cotidiana y generalizada de la sociedad, es decir, en una
cultura de la seguridad. Las culturas de los pueblos no han sido dadas a
priori, n o son pre-existentes a su práctica social histórica. L a forma m á s
garantizada de sostenibilidad de un concepto, de un valor o de un movimiento se da cuando se convierte en cultura, es decir, en institución y en
conciencia de la gran mayoría de la sociedad.
Sólo a manera de ejemplo, citaremos el caso de aquellos países en
donde el hábito de la limpieza se ha convertido en una forma cultural, de
m o d o que sin necesidad de vigilantes represores, la mayoría de los ciudadanos adoptan, espontáneamente, hábitos de limpieza en su comunidad. El trasgredir esta norma y valor cultural no necesita, la mayoría de
las veces, una sanción estatal, la sola reprobación personal y social son
suficiente garantía de su cumplimiento.
Transformar la seguridad ciudadana en cultura, entendida ésta c o m o
personalidad de un pueblo, no es tarea fácil, ni sencilla y, sin la participación activa y decisiva de la sociedad civil, no es posible. Pasaremos a
proponer algunas ideas sobre c ó m o puede participar la ciudadanía en construir un estado de seguridad ciudadana, en la vida cotidiana y a convertirla, a
mediano y largo plazo, en una forma cultural de la sociedad.
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¿ C ó m o puede participar la comunidad?
Para interiorizar e institucionalizar la necesidad, la urgencia y la posibilidad de poner en marcha, en nuestros países, un proyecto nacional
concertado en pro de la seguridad ciudadana, es necesario, en primer
lugar, un proceso de organización de la sociedad civil en función de esta
meta.
Está comprobado que la delincuencia (por señalar a uno de los enemigos de la seguridad ciudadana), independientemente de los esfuerzos estatales, se enseñorea m á s , en la medida en que la sociedad civil está
desorganizada y atomizada. Los desastres naturales y las epidemias suelen causar m á s daño a las sociedades en donde la comunidad civil está
menos organizada para enfrentarlos.
U n a de las grandes debilidades de nuestros países, en comparación
con otras latitudes, es que nuestras sociedades civiles son m u y débiles.
Ante las amenazas naturales y de otro tipo, la reacción m á s frecuente es
la de refugiarnos en el clan familiar y no en las instituciones comunitarias o estatales. E n este c a m p o , no en todos, las sociedades anglosajonas
han alcanzado un mayor desarrollo de la sociedad civil no empresarial,
sino específicamente cívica.
Conviene señalar, de paso, que han surgido en nuestros países —pero
también en otros calificados de desarrollados— respuestas "espontáneas"
de organización social y cultural que ofrecen identidad y seguridad a sus
miembros. E s el caso de muchas pandillas de barrios que, sintiéndose sin
referencias sociales sólidas, se agrupan buscando la seguridad y la identidad primaria, en un clan, tribu o grupo. Desgracidamente esta respuesta
los lleva a afirmarse abusiva y arbitrariamente contra otros ciudadanos y
la mayoría de las veces terminan funcionando c o m o pandillas de delincuentes comunes, con algunos rasgos culturales propios.
N o siempre la explicación se encuentra sólo en el desempleo o en
causas económicas. Por otra parte, aunque los mensajes de los medios
pueden influir en el fenómeno, no bastarían por sí solos si no encontraran tierra fértil en las personalidades desarraigadas, huérfanas de seguridad social, sin asideros de relaciones primarias reconfortantes en su propia sociedad o comunidad. Aunque incorrectas y totalmente rechazables,
estas respuestas señalan un vacío de organización, de identidad y de
seguridad en la sociedad.
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Otra respuesta, menos explicable e igualmente injustificable es la de
los grupos de sectores poderosos, que obviando las medidas legales pretenden eliminar de la sociedad a todos aquellos que ellos califican c o m o
delincuentes e indeseables.
Ninguna de estas respuestas lleva los rasgos de un proyecto nacional
concertado y altruista. Se trata de modelos de organización desintegradores, injustos e incapaces de erradicar realmente el mal que pretenden
atacar. Lejos de garantizar la seguridad ciudadana atenían contra ella.
Superar la desmotivación y la desconfianza ante la organización ciudadana
H e m o s dicho que el primer paso de nuestra propuesta es la organización de la sociedad civil. N o podemos ignorar que en nuestros países, la
organización de la sociedad en torno a estos temas, pide superar altos
niveles de desmotivación y de desconfianza. L a promoción de la organización de la comunidad en función de la seguridad ciudadana pide pues
despertar la motivación y la confianza.
Para ello son necesarias, teóricamente, dos condiciones: que al menos
un núcleo social promotor esté convencido de que es necesario (no sólo
deseable o interesante) organizarse para construir la seguridad ciudadana
y, en segundo lugar, que estos promotores demuestren, a corto plazo, que
dicho proyecto es posible, necesario y eficaz.
H a y ejemplos históricos recientes sobre este planteamiento. Cuando
hace ya cerca de dos décadas, grupos de ciudadanos europeos empezaron
a promover lo que hoy llamamos movimiento ambientalista o ecologista,
fue porque estaban convencidos de que era necesario hacer algo ya para
defender la seguridad de la especie humana, ante el deterioro alarmante
del medio ambiente. Fue una angustia vital y la convicción de que era
necesario y que se podía lograr algo, lo que los puso en marcha. Esta
semilla fue convirtiéndose en movimiento mundial, hasta llegar a alcanzar un nivel interesante de institucionalización en la C u m b r e Mundial de
Río de Janeiro. Este movimiento, en pro de la seguridad ecológica, surgió fundamentalmente de las sociedades civiles.
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D e lo evidente y sentido a lo complejo y controversial
Otra línea probada históricamente es que para motivar la organización
en pro de la defensa de la seguridad ciudadana, hay que proponer metas
evidentes, alta y cotidianamente sentidas y alcanzables a corto plazo.
Aquí se aplica el principio de "ir de lo m á s simple y evidente a lo m á s
complejo, de aquello en lo que casi todos coinciden a aquello en lo que
hay mucha divergencia de opiniones".
Felizmente, en varios de nuestros países existe actualmente amplio
consenso sobre la necesidad de hacer algo y ya para detener la ola creciente y aterradora de criminalidad y delincuencia, cualesquiera que sean
su origen y sus responsables.
Cada sociedad debe definir cuáles son los retos m á s urgentes, agudos
y evidentes de seguridad ciudadana a los que hay que hacer frente organizadamente y de inmediato. Esto nos lleva a la propuesta de una concertación o pacto social, para construir la seguridad ciudadana, desde los
primeros núcleos comunitarios (barrios, caseríos, municipios) hasta las
instancias centrales y nacionales.
Aunque el problema de la seguridad conlleva una fuerte dimensión
política, hay que plantear esta concertación m á s allá de las afiliaciones y
activismos religiosos, políticos o ideológicos. N o se puede pedir todo de
la noche a la mañana. H a y que partir de aquellos problemas m á s básicos,
evidentes, urgentes y coincidentes.
Es recomendable que los convocadores iniciales de esta concertación
nacional sean instituciones, personas o grupos reconocidos por sus valores morales y por su actitud de servicio, honestidad y coherencia dentro
de su propio sector, en primer lugar y luego a nivel nacional. Esto es
importante para crear confianza.
L a organización naciente debe velar rigurosamente para impedir que
se introduzcan en ella intereses que intenten usufructuar lo que es de
interés c o m ú n . Al m i s m o tiempo que se crea la confianza hay que generar motivación, fe en la posibilidad de vencer los problemas que enfrenta
la seguridad ciudadana.
Es necesario partir de lo evidente y más sentido a lo m á s controversial y menos sentido. D e lo c o m ú n a lo diferente, de lo sencillo a lo
complejo.
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Los primeros triunfos consolidarán la fe en la capacidad de la sociedad para ir venciendo paulatinamente los problemas de inseguridad ciudadana. Este es un problema que nadie puede resolver solo. Se sugiere
una metodología de metas a corto plazo y viables. Aquellas en las que se
puede encontrar con m á s facilidad un acuerdo común. Presentar propuestas sencillas y m u y viables. Invitar a todos, aunque se sepa que al inicio
no todos participarán.
D e lo micro a lo macro
C o m o la construcción de una cultura de seguridad ciudadana debe
institucionalizarse e interiorizarse en todos los niveles de la estructura
social, desde un primer momento y simultáneamente hay que promover
el movimiento en los espacios micro y en los espacios macro.
N o obstante, en una primera etapa, puede ser m á s importante la organización de la sociedad en los núcleos m á s primarios de la sociedad,
c o m o son el barrio, la escuela, el municipio.
Este libro se terminó de imprimir
en los Talleres Gráficos U C A ,
en el mes de enero de 1995
la edición consta de 300 ejemplares.
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