LA LEY DE VÍCTIMAS Y EL PROBLEMA DE LA TIERRA (JAVIER ALDANA ROJAS) Contenido LA LEY DE VÍCTIMAS Y EL PROBLEMA DE LA TIERRA ................................................ 1 (JAVIER ALDANA ROJAS) ................................................................................................... 1 Las cifras sobre la tierra en Colombia .................................................................................. 2 La distribución de la tierra en Colombia ............................................................................... 3 El proceso de concentración ................................................................................................ 4 La pacificación de país .......................................................................................................... 5 Los victimarios no reparan .................................................................................................... 7 Los pobres históricos que no son contados como víctimas del conflicto .......................... 9 La vía farmer o junker en Colombia; la disputa por la tierra hasta la ley de tierras un pulso desigual. .................................................................................................................. 12 Algunas ideas sobre el hábito en la reforma agraria ..................................................... 13 La solución judicial ........................................................................................................... 18 Bibliografía ............................................................................................................................ 19 Desde tiempos inmemorables la tenencia de la tierra ha generado agrias disputas incluso entre hermanos. El libro del génesis relata la pugna entre dos nombres que han pasado a la historia de occidente: “Abel se dedico a criar ovejas, y Caín se dedico a cultivar la tierra… Un día, Caín invitó a su hermano Abel a dar un paseo, y cuando los dos estaban ya en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató…Entonces el Señor preguntó a Caín:¿Dónde está tu hermano Abel? Y Caín contesto: No lo sé...” (Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, pág. 4) La supuesta ignorancia de lo acaecido a Abel origina una respuesta lacónica y tajante de parte, del sindicado del crimen por Dios, ello se debe entender como una negación de los verdaderos problemas de la disputa entre dos visiones del mundo agricultores y ganaderos. O mejor generalizando la cita de Génesis 4,2-15, en uno de los libros más antiguos y conocidos por occidente, se podrá inferir que la violenta muerte de un ser humano o una colectividad; se relaciona con la lucha entre gentes de todas las culturas y lugares geográficos por la posesión, tenencia, dominio y concentración de la tierra. Las cifras sobre la tierra en Colombia Según el Instituto Geográfico Austin Codazzi (IGAC) establecimiento encargado oficialmente de dar cuenta del registro catastral y que maneja datos que se relacionan en gran medida con la urgencia de los particulares de legalizar sus tierras expresado en hectáreas la tenencia de la tierra en Colombia es como sigue: “El estado tiene 28´590.815, los particulares 67´859.588, las comunidades negras 3´786.826, las comunidades indígenas 30´030. 215 y las áreas forestales y parques 8´003.291 (Martinez Martinez, 2003, pág. 6). Estos datos arrojan cifras interesantes que ayudan a comprender el problema de la tenencia de la tierra en Colombia y la consecuente lucha por su control que desemboca en la victimización por parte de una gran variedad de actores de sus poseedores o propietarios. De esta cita se concluye que el total de tierras rurales susceptibles de apropiación se acerca a 138.290.815 hectáreas. En su respectivo orden la tierra en términos relativos esta en un 49 % en manos de particulares, un 22 % en manos de indígenas, un 21 % es propiedad del estado, un 6 % corresponde a las áreas forestales y parques, y finalmente un 3 % pertenece a las comunidades indígenas. Es de notar que esta información no se incluye a comunidades Rrom. De otra parte las estadísticas sobre la tenencia de la tierra entre predios urbanos en manos de particulares no afectan más que un porcentaje muy bajo las cifras totales de la tierra según el autor ya citado:“se tienen 3.870 000 predios con más de 5.000.000 propietarios, éstos cobijan más de 174.000 hectáreas, cifra en ningún momento comparable con las 67´000.000 que corresponden a la zona rural (Martinez Martinez, 2003). De este modo el porcentaje en términos relativos de la tierra urbana en manos de particulares corresponde al 0.1 por ciento del total de tierra susceptible de apropiación sin contar con la cifra de los predios urbanos en manos del estado. Una dificultad que se presenta al contemplar detenidamente las cifras se relaciona con manejo de cifras muy gruesas muchas veces contradictorias entre sí lo que deja ver un sistema catastral bastante débil como se aprecia a continuación: “En la Base Nacional de Catastro, se encuentra que los predios particulares a nivel rural en Colombia suman 2´600.000 en manos de 3´500.000 propietarios, lo que abarca alrededor de 68´000.000 de hectáreas sobre los 130´000.000 que aproximadamente tiene el país (Martinez Martinez, 2003, pág. 5). La distribución de la tierra en Colombia Colombia posee 1.141.748 Km2. De todos estos kilómetros sólo una pequeña parte es susceptible de ser dedicada a la ganadería o a la agricultura. A pesar de ello, según indicadores internacionales, como el Gini y la curva Lorenz Colombia es uno de los países del mundo donde la tierra se halla distribuida entre los particulares de forma preocupantemente inequitativa y lo más grave resulta ser que el proceso de concentración va en aumento. Aunque las teorías que explican este tipo de mediciones son complejas la idea básica consiste en una especie de tipo o canon ideal de distribución de la tierra un modo fingido o lugar idílico de la equidad al estilo de Juan Jacobo Rousseau en el que todos los hombre libres tiene la posibilidad de tener todo cuanto existe o mejor fingir una especia de velo de la ignorancia al estilo de Rawls que facilite poner el contador en cero para el caso de la curva Lorenz ello se percibe en los siguientes términos: Para determinar la distribución de la tierra se debe tener en cuenta el concepto de distribución equitativa. Existe una distribución equitativa de la tierra entre los miembros de una población cuando a cada uno de ellos le corresponde una fracción proporcional del total de la misma. Por ejemplo, en una población de 100 propietarios, si la tierra está distribuida equitativamente, cada uno de los miembros de la población debe ser propietario de un 1% del total de la superficie de la tierra. (Rodriguez Castillo, 2010, pág. 5) Siguiendo este modo de pensar los estudiosos del tema han llegado a conceptuar sobre la comparación entre el canon ideal y la realidad Colombiana de la concentración de la tierra siguiente siguiendo el índice Gini: Colombia tiene uno de los índices de concentración de la tierra más elevados del mundo: 0.85 para el total nacional (este índice corresponde al Gini de concentración de la tierra excluyendo los predios pertenecientes al estado, los predios de parques nacionales, comunidades indígenas y negras, y empresas de servicios públicos).(Forero Ávarez & Espeleta, 2007, pág. 40) Estudios del año 2000 se identifican con esta misma cifra: El Gini para la concentración de la tierra rural en Colombia, en el año 2000, es de 0.8479. Esto indica una alta acumulación de la tierra en pocos propietarios. (Rodriguez Castillo, 2010, pág. 12). Páginas después precisa los lugares por departamentos en los cuales se hace evidente este consolidado nacional: “Los departamentos del pie de monte llanero, Antioquía y Valle del Cauca son los que tienen mayor concentración. En Colombia el 80%de la tierra está en manos del 10% de los propietarios. (Rodriguez Castillo, 2010, pág. 16) El proceso de concentración Según la FAO, las estadísticas a nivel Latinoamérica sobre concentración de la tierra no son muy alentadoras. En el Censo del año 1995, Colombia tenía un Gini de 0.7 muy superior a las cifras del año 2000. Ello se explica en parte por nuevos fenómenos sociales relacionados con el avance del narcotráfico tanto paramilitar como guerrillero que convirtieron a la tierra en un botín de guerra no tanto por la tierra en sí, como mecanismo de explotación directa, sino como medio para controlar la población civil y el establecimiento de corredores estratégicos con fines políticos. También desde inicios de la administración Uribe, se ha incrementado el deseo de control respecto a las explotaciones mineras y petroleras añadiendo un ingrediente nuevo a la vieja lucha entre terratenientes y campesinos: “La tendencia a la desconcentración de la propiedad territorial…se revirtieron drásticamente a partir de los últimos años de esa década,(de los 90s) con la agresiva intervención del narcotráfico y el paramilitarismo en la compra y apropiación ilegal de pruebas” (Forero Ávarez & Espeleta, 2007, pág. 40). El proceso de concentración de la tierra no sólo se hace evidente ante la FAO, sino que organismos del estado Colombiano así lo reconoce:” Según estadísticas del ICA, al año 1995 de “los 2.792.584 predios que hay en el país, 492.744 ocupan cerca de 52. 000.000 de ha, mientras que todos los predios de minifundio ocupan menos de 10´000.000 de ha” (Perez Correa, 2006, págs. 40-42). Ahora bien, el avance de la concentración es paulatino pero seguro: “Según estadística sobre la concentración de la tierra entre 1995 respecto del año 1988. Las fincas de más de 200 ha pasaron de 2.0 % en 1988 a 2.8% en 1995, las fincas de 50 a 200 ha de 9.4 % en 1988 a 10.2 % en 1995, las fincas 20 a 50 ha de 11.6 en 1988 a 12.8 en 1995, las fincas de 5 a 20 ha de 28.5 a 27.5, las fincas de 0a 5 ha de 48.5 a 46.8 (Perez Correa, 2006, pág. 39) De otra parte como ya se afirmo un actor que ha contribuido a acelerar el proceso de concentración se relaciona con el narcotráfico:”La compra de tierras para narcotraficantes no solo ha elevado la concentración de la propiedad, recomponiendo el latifundio, sino que ha contribuido al desplazamiento forzoso de campesinos hacia las ciudades y hacia las zonas de colonización (Perez Correa, 2006, pág. 39) La pacificación de país Durante los gobiernos de los presidente Betancourt y Andrés pastrana se busco la pacificación del país azotada por las FARC y el ELN, para lo que se adelantaron diferentes conversaciones tanto al interior como la exterior del país. Sin embargo, estas conversaciones no dieron frutos visibles precisamente “Por las posiciones programáticas de ambos grupos que van más allá de reformas políticas al cuestionar los fundamentos estructurales del sistema colombiano de poder y apuntan a la reorganización del acceso a la distribución de de algunos recursos económicos clave (agricultura y materia prima). Estos objetivos no se lograron mediante la desmovilización y la reintegración. (Kurtenbach, 2004, pág. 35) En un primer momento intento la pacificación Belisario Betancourt (1982-1986) y posteriormente Andrés Pastrana (1998-2002) por la vía de la negociación. La FARC, llegado 1998, ya se habían convertido en un problema mayor. Una de las propuestas de la campaña de Pastrana fue la salida negociada al conflicto. Así desde el inicio de su gobierno se plegó al propósito de la paz negociada. Aún en la retina de los colombianos están las imágenes del desplante de Manuel Marulanda al presidente electo confiado más Marulanda en la posibilidad de obtener una victoria militar de la posibilidad real de la salida negociada al conflicto. Tal exacerbación de la guerrilla, el creciente número de tomas guerrilleras a municipios, muertes de miembros de la fuerza pública, secuestro extorsivo afirmo hizo visible a nivel nacional la presencia real y activa de contrainsurgencia en cabeza de los paramilitares así: “Durante el gobierno Pastrana se plantearon un tema una preocupación omnipresente en las conversaciones entre gobierno y guerrilla. (los paramilitares) exigieron su participación directa en los procesos de paz. En mayo de1999 presentaron su propia agenda, reclamando que el gobierno los reconozca como parte beligerantes, que amnistiara e indultara los delitos cometidos y que se discuta un temario amplio (de las reformas políticas hasta el narcotráfico) (Kurtenbach, 2004, pág. 39) En el año 2002 llega al poder el presidente Uribe. Uno de las propuestas que congregó a la sociedad Colombiana alrededor de su campaña política se relaciono la búsqueda no ya de una salida negociada al conflicto con la FARC sino una salida militar, el fin de la zona de distención y la aplicación de la política de seguridad democrática. Y así fue: ” Sí bien el gobierno Uribe ha enfatizado de combatir todos los grupos armados ilegales, durante los primeros 15 meses de su mandato esta lucha se dirigió fundamentalmente contra la guerrilla. En cambio, en Julio de 2003 las primeras conversaciones entre el gobierno y los paramilitares se llevaron a cabo en Antioquia y condujeron a la firma de una declaración conjunta que prevé el desarme y la desmovilización de la mayoría de los paramilitares hasta fines de 2005 (Kurtenbach, 2004, pág. 40) En este contexto el gobierno del presidente Álvaro Uribe la ley de Justicia y Paz. En esta ley se plantea jurídicamente el sometimiento a la justicia de los grupos armados ilegales provenientes del paramilitarismo porque para la guerrilla ya existían otro tipo de normas. Así las Ley de Justicia y Paz, se inscribe dentro de la llamada Justicia Transicional, que busca lograr en la medida de lo posible el sometimiento a la justicia de actores armados a cambio de recibir un trato benigno en el tema punitivo ello se refleja en que quienes se someten a esta ley recibirán un justicia restaurativa siempre y cuando contribuyan al esclarecimiento de la verdad sobre los delitos cometidos con ocasión de su pertenencia a los grupos armados. Y cumplan entre otros requisitos contribuir a la verdad, la reparación, la justicia y se desmovilizan de forma efectiva y definitiva. Con la llegada al mundo jurídico de la Ley de Víctimas la víctimas comienza a hacerse visible puede reclamar derechos entre ellos el recuperar las tierras que le fueron despojadas por cualquier grupo armado al margen de la ley quienes en primer lugar debían ser los llamados a reparar a las víctimas. La realidad se mostro desde el comienzo contraria a las expectativas generadas por la ley. La reparación debía ser el producto de un largo proceso en el que la víctimas y victimario debían encontrarse cara a cara. Aún se escuchan los comunicados radiales y televisivas convocando a las personas víctimas de las conductas delictivas de x o y miembro de las autodefensas, para que se presenten ante la fiscalía delegad ante justicia y paz. Muchas personas se presentaron a solicitar información de sus familiares y solicitar las indemnizaciones correspondientes ante los justicia de transicional que se creó para desatar este tipo de reclamaciones, sin embargo, los victimarios se valen aún de la fuerza para intimidar a sus víctimas para que no reclamen y nuevamente fueron re victimizados. El gobierno nacional y la justicia transicional se concentraron en los victimarios y dejaron de lado las víctimas quienes sufrieron ejecuciones por parte de integrantes de grupos al margen de la ley que les intimidan para que no reclamen sus derechos principalmente sus derechos a reclamar las tierras de los que fueron despojados de forma violenta, con engaños, con documentos falsos, con actos administrativos expedidos por organismos del estado controlados por terratenientes, para militares y políticos. Ello obligo a que un grupo de mujeres presentara una acción de tutela en la que reclamaba que los derechos de las víctimas se hiciesen efectivos de forma real. La consecuencia después de la desaparición de las víctimas fue que el gobierno nacional se vio obligado a expedir los denominados decretos de protección de víctimas y testigos decretos 1737 y 1740 para la protección de funcionarios públicos encargados de la protección de las víctimas del conflicto armado de sus antiguos victimarios. Los victimarios no reparan Durante la administración del presidente Uribe los principales cabecillas de los paramilitares fueron extraditaros a los Estados Unidos, el gobierno Colombiano considero que era más importante honrar los compromisos de extradición por narcotráfico, que la verdad, la justicia y la reparación que le deben a miles de Colombianos víctimas del despojo, el abandono y la violencia por la tenencia de la tierra. Así las cosas en este contexto el gobierno del presidente Santos expide la Ley de Víctimas y Restitución de tierras. Según esta Ley expedida en Junio de 2011 será el estado quien repare los daños causados a las víctimas con ocasión del conflicto armado interno Colombiano. Aunque la ley es de Junio de 2011 comenzó a regir a partir del primero de enero de 2012 y contempla la restitución de tierras para particulares, afroamericanos, indígenas y pueblo Rrom. Los decretos reglamentarios fueron expedidos en diciembre de 2011. La ley escogió como mecanismo para recuperar la tierra la vía judicial habrá que a largo plazo los resultados de esta especie de reforma agraria judicial. Durante lo corrido del año el presidente Santos a participado en marchas a favor de la ley de Víctimas y restitución de tierra hecho que por demás resulta curioso dado que la Ley fue ya sancionada mediante los procedimientos que establece el congreso de la república por lo que resulta valida desde el punto de vista formal y desde el punto de vista material fue encontrada ajustada al ordenamiento constitucional por parte de la Corte por lo que hace falta es ver en el tiempo la eficacia y la contundencia que tenga en este momento histórico para que en realidad se le restituyan a las tierras a quienes las perdieron con ocasión del conflicto. El INCODER es el organismo encargado de adelantar la restitución de tierras y según comunicado de prensa que se encuentra en la página web de esta dependencia del ministerio de agricultura el gobierno nacional calcula que la tierra hurtada a particulares está entre dos millones de hectáreas y seis millones de hectáreas. El Jefe de Estado informó que durante lo corrido del actual Gobierno se han titulado 873 mil hectáreas de tierras. La meta del cuatrienio es dos millones y medio de hectáreas. Santos explicó que para cumplir esta meta el Gobierno necesita acelerar todo el proceso de restitución de tierras. “Ahí ya tenemos unos jueces asignados por el Consejo Superior de la Judicatura y se van a asignar unos más”, dijo. “Tenemos ya, desde enero 16, los primeros cinco juzgados civiles. Y en este mes de abril se terminará de implementar el resto de jueces y magistrados que estaban previstos para este año 2012”, sostuvo. “Quince magistrados y 22 jueces. Para el 2014 va a contar ese procedimiento con 60 magistrados y 134 jueces dedicados exclusivamente a reparar a las víctimas que han sido desplazadas por la violencia de sus tierras y a entregarles un título”, finalizó. (NOTI INCODER, 2012) La pregunta a formular será ¿qué porcentaje bien los dos o los seis millones de hectáreas se pueden recuperar judicialmente de los particulares?. Cuántas hectáreas está el gobierno nacional dispuesto a titular de los veintiocho millones quinientos noventa mil ochocientos quince hectáreas que están en su poder. El presidente Santo ha dicho que en ya ha entregado 873 hectáreas teniendo en cuenta que los jueces aún no conocen de los procesos porque fueron nombrados en enero unos y otros en marzo, en consecuencia, es de suponer que el gobierno Santos esta adjudicando tierras del estado y si cumple lo prometido de entregar en su primer cuatrienio dos millones y medio de hectáreas que pertenecen al Estado y eventualmente de los particulares; ello equivaldría al 8.7 % del total de los 28´590.815 hectáreas en manos del estado con lo que en realidad tendríamos un gobierno que realizo en verdad una reforma agraria. Por otro lado habrá que ver a futuro si ello al menos en los 10 años que tiene proyectado la Ley de Víctimas efectivamente se cumple y sí afecta de forma real el índice Gini para Colombia porque la tierra que se propone entregar en su cuatrienio correspondería al 1.8 del total de la tierra que aparece en el IGAC es decir 138´290.735 sin incluir los predios urbanos. Los pobres históricos que no son contados como víctimas del conflicto El concepto de campo jurídico aportado por Bourdieu, respecto al tratamiento que ha recibido el tema de tierras en Colombia resulta iluminador y suministra categorías de análisis de una parte al diferenciar un campo de otro establece escenarios distintos en virtud de diferentes agentes (terratenientes, estado, paramilitares, guerrilla, narcotráfico, industriales-terratenientes y campesinos) y de otra parte las “instituciones que luchan por apropiarse de productos específicos que se encuentra en disputa” (Bourdieu & Teubner, 2000, pág. 62), que para nuestro caso se corresponde a la tierra y más que la tierra el control sobre la misma. Es entonces claro que cada uno de los agentes e instituciones citadas junto con sus productos específicos de apropiación sé auto regulan por unas lógicas denominadas “reglas de juego…y en ocasiones sobre las mismas reglas del juego con distintos niveles de fuerza entre los competidores…y con muy diversas posibilidades de éxito” (Bourdieu & Teubner, 2000) Ahora bien, los elementos del campo, se cumplen en su gran mayoría para el caso Colombiano en unos límites precisos en consonancia con el control de tierras altamente productivas y que adicionalmente ofrecen otras ventajas con relación a su posición estratégica, como corredor del narcotráfico, por la facilidad que ofrece para el desarrollo ganadero, o para el control guerrillero, o para la fuerza contrainsurgente. Pero el agente de los agentes mucho más importante que las anteriores sobre todo en el campo jurídico es: la producción normativo simbólica presente desde la conquista, pasado por la cooptación de los partidos políticos por parte del estado con sus diferentes amagos de reforma, su transformación institucional en el frente nacional, la contrarreforma de Chicoral, los procesos de expansión a territorios no colonizados, y las disputas entre los detentadores tradicionales de la tierra y los nuevos terratenientes productos de la bonanza marimbera, cocalera y armada. El espacio real de lucha entorno a la tenencia de la tierra generador de violencia entre terratenientes y campesinos se halla presente desde la misma revolución de los comuneros cuando ante la supresión de los resguardos indígenas se paso del ejercicio colectivo del beneficio de la tierra entre los indígenas traducidos en el siglo XXI en los denominados pobres históricos (T-025 de 2004). Esta sentencia en particular se ocupa de los derechos de los desplazados por cuanto las autoridades correspondientes no adoptan correctivos para la protección de los más débiles. Este es un hecho reiterativo que se convierten en denominador común en el escenario del conflicto por la tierra. Así, los indígenas ya se convirtieron en las primeras víctimas de abandono y despojo. Hecho que se generó en la conquista, y en la colonia produjo la unión aunque mecánica y transitoria entre grupos en extremo disímiles: criollos que aspiran al gobierno y al control de las tierras de los españoles, e indígenas sin tierras. Indígenas que de forma simbólica se representaron en la figura Ambrosio Pisco, de la estirpe de los últimos caciques indígenas del nuevo mundo desposeídos de sus tierras por la ambición encomendera. Así lo refiere la Biblioteca Luis Ángel Arango en su colección Bicentenario: Un grupo de Socorranos sublevados llegó al pueblo de Güepsa y nombró al indio don Ambrosio Pisco como capitán comunero del lugar. De 43 años, es sabido que don Ambrosio no buscó las nuevas dignidades de que fue investido. Conocido como honrado y laborioso hacendado y comerciante, y tío carnal del único heredero del cacicazgo de Bogotá, marchó para Nemocón a ponerse a órdenes de Bermeo, el 24 de mayo de 1781. En el camino se le unieron los indios de Chía, Bogotá, Guatavita, Guasca, Tabio, Tenjo, y Suba, entre otros, quienes sumaron cerca de 4.000. En Nemocón fue recibido con tambores, voladores y clarines, y proclamado Cacique de Bogotá y Señor de Chía, convirtiéndose en el líder de los indios de la sabana, a quienes prometió los resguardos que les habían sido expropiados. (Biblioteca Luis Ángel Arango, 2012) Así en una relectura histórica se pueden encontrar situaciones que se repiten desde entonces en “un espacio definido mediante regularidades de conducta y reglas aceptadas”. La referencia más cercana de regularidades se presenta en el mismo título de la denominada Ley de restitución de tierras que ya deja adivinar la regularidad de éste tipo de soluciones al conflicto de la tierra en Colombia precisamente por el calificativo de Ley de Víctimas y Restitución de tierras excluyendo del discurso de la ley otras palabras como redistribución, expropiación negándole una posible intervención directa y atribuyéndole mera dirección orquestal antes más bien llevando el fenómeno a una justicia más que distributiva a una justicia conmutativa resolviendo el proceso por la vía agraria como si fuese una disputa entre particulares, donde el estado se presenta como un tercero imparcial y no un actor que se pone de parte de quien ha sufrido la expropiación de la tierra cuando mucho aportando una vía cuando menos más expedita. El hábito histórico de no pensar en categorías de división de la tierra ha generada tremendas tensiones al interior del campo dándose “momentos de crisis coyuntural donde las reglas que hasta ese momento venía regulando el juego se cuestionan” (Bourdieu & Teubner, 2000, pág. 62). En este punto, la constatación de determinadas percepciones y juicios sobre la tenencia de la tierra y los juicios sobre la intervención de estas tensiones por parte del estado guardan particulares visiones de la propiedad; comenzando desde el momento presente, hacia el pasado. Según las cifras oficiales los motivos de las tensiones sobre la tierra son más que evidentes. Cifras que provienen no de particulares sino de organismos del gobierno nacional a través del programa de protección de tierras y patrimonio (PPTP), según el Registro Único de Población Desplazada (RUPD) y el Registro Único de Protección de Tierras Abandonadas (RUPTA), consolidadas con corte diciembre de 2010, en las que informa una dato global sobre el total de la tierra abandonada por desplazamiento forzado en Colombia que esta sobre 8.000.000 de hectáreas, que corresponde a 280.000 predios que ocupan “el 10 % del total de predios que conforman la base catastral del país” . (Posso, 2011). Este 10 %, se corresponde con “el 17 % de la tierra agropecuaria y de una situación que afecta el 40 % de la población rural” (Posso, 2011). Tal estado de cosas no es un dato accidental sino producto de un hábito en la percepción y juzgamiento sobre quién debe poseer la tierra a título de dominio, y quien como mero tenedor o poseedor o aparcero cuidando el mantenimiento de las cargas de exclusión dentro de unos límites aceptables cuando el problema era entre terratenientes y campesinos, pero inaceptables cuando la actividad del despojo encierra la rapiña de un número creciente de despojadores más allá de lo habitualmente permitido, que de hecho proceden desde antaño se ha procedido. Otro elemento del campo jurídico se relaciona con “ser un espacio dónde se redistribuya la fuerza desigual” (Bourdieu & Teubner, 2000). La ley de tierras del 2011, no busca, adelantar un conjunto de medidas políticas, económicas, sociales y legislativas que pretendan modificar la estructura de la propiedad rural lo que se correspondería con la implementación de un reforma agraria y claro la Ley de Víctimas se refiere únicamente a las personas afectadas de forma directa con la perdida de la tierra bien por abandono o despojo, siempre y cuando medie entre la perdida y la restitución; el conflicto armado. Sin embargo, resulta interesante verificar que teniendo el estado un mecanismo de carácter constitucional como la facultad de recurrir a la expropiación por razón del interés general obligue a las víctimas someterse a un proceso judicial, es decir, en el mejor de los mundos constitucionales se decidió por la judicialización del problema. Tal operación resulta en extremo desconsiderada para las víctimas y desproporcionada respecto a la idea de recomposición de las fuerzas dejando a la deriva una intervención efectiva del espacio social. En la edad media una vez que llego a su fin el imperio romano de oriente en el año 565 d.c. los hombre libres se vieron obligados debido a las invasiones bárbaras a adelantar juramentos de vasallaje y de prestación de servicios al feudal perdiendo autonomía a cambio de la protección del valor esencial de la vida con la consecuente pérdida de la tierra. Allí aparece un intercambio similar al que ocurre en Colombia: tierra por vida o tierra por seguridad. Valiéndose de la situación de indefensión de los hombres libres. La clase feudal logró acumular la mayor cantidad de tierra posible porque en ese campo jurídico el hombre no se consideraba en sí mismo, sin sujeción a la tierra. De forma similar en Colombia el campesino no es campesino sino con relación a la tierra porque en ese tiempo y ahora la tierra era la única riqueza posible y pensar en su distribución resultaba una locura. De otra parte, parece que tal situación aún se evidencia en la ley de tierras. Cuando mucho la intención es restituir, pero no distribuir. Ahora habrá que preguntar si han existido en la historia del mundo situaciones en la que sea posible realizar distribuciones de la tierra sin que ello desquicie la seguridad jurídica y acabe con la propiedad privada. Sobre este particular ya se ha recorrido camino. A modo de ejemplo en el periódico el Tiempo del año 1988 hay una columna que recoge estas vías en los siguientes términos a propósito del tema de la reforma agraria: “En el mundo occidental se han conocido dos formas de hacer reforma agraria…la vía farmer o norteamericana es la redistributiva, que parcela los latifundios, y al convertir a los campesinos en propietarios, los hace agentes activos del desarrollo capitalista. Los excedentes agrícolas se multiplican y se desarrolla el sector enormemente…La vía prusiana o junker (terrateniente en la antigua Prusia) significa el desarrollo capitalista de los grandes latifundios. Aquí el campesino se convierte en asalariado. El terrateniente se convierte en capitalista” (Redacción el Tiempo, 1988) La vía farmer o junker en Colombia; la disputa por la tierra hasta la ley de tierras un pulso desigual. Si ya se conocen en el mundo estos tipos de reforma agraria lo que faltaría será la decisión política que se incline bien por una vía bien por la otra. Haciendo un recuento del desarrollo agrario en Colombia con relación a la implementación de una u otra decisión política respecto a la propiedad de la tierra hasta llegar a la Ley de tierras, que repito, no es una reforma agraria en sentido general, sin embargo, ella no se puede entender sino dentro de un hábito concreto que explique el porqué el legislador recurrió a la restitución y no a la redistribución. Seguramente ello responderá a la categoría de hábito tal cual la entiende Bourdieu: ”sistema de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructurantes, es decir, como principios estructuración de prácticas y representaciones de generación y que pueden ser objetivamente reguladas y regulares… sin presuponer una dirección consciente hacia ellos…los hábitos pueden ser colectivamente orquestados sin ser el producto de la acción orquestante de un director” (Bourdieu & Teubner, 2000, pág. 67) Siguiendo esta lógica muchas prácticas sobre la tierra han sido seguidas por los actores sociales desde luego que no son los mismos en cada momento del espacio social; eso sí, tendiendo a reproducirse de forma positiva consciente y formal en el hábito legal al determinar “las acciones, los pensamientos, las percepciones, pero sólo al interior de las condiciones históricas de su producción, es decir, al interior de las acciones, pensamientos y percepciones ya existentes” (Bourdieu & Teubner, 2000, pág. 68). Siguiendo este razonamiento es entonces posible determinar las categorías constantes respecto a la tenencia de la tierra en el contexto colombiano, y como eventualmente podría proyectarse un cambio en el marco jurídico expresada en la Ley de tierras. Algunas ideas sobre el hábito en la reforma agraria Una rápida mirada al problema pasa por establecer las posibles motivaciones que generaron reformas agrarias en Colombia: tienen seguramente su origen remoto en los conflictos agrarios creados por los españoles en la época colonial que incluía a: españoles, criollos, indígenas y afroamericanos. Posteriormente el conflicto por la tierra encuentra otros actores a mediados del siglo XIX, desde el punto de vista administrativo las tierras de dividen en resguardos, tierras de la iglesia, haciendas y tierras de propiedad del estado. Aquí toma fuerza como actor muy importante la iglesia. Este nuevo agente va a engendrar su propia contradicción: así que con la llegada de los liberales al poder sobre 1850 se decidió que la tierra se hallaba concentrada en extremo en manos de la iglesia con lo que se impedía el desarrollo económico del país, por lo que se implementaron políticas destinadas a limitar la extensión de los resguardos indígenas, tierra clerical improductiva y la consecuente accesión de estos terrenos a los poderes terratenientes. Estas preocupaciones se materializan jurídicamente con la ley de Desamortización de manos muertas durante el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera, en el año de 1861, con la consecuente expropiación de propiedades del clero y expulsión de orden religiosas entre ellos Jesuitas y Dominicos. El paso siguiente a la expropiación fue el remate de estas tierras a manos de liberales restando fuerza a la disputa por la tierra con las élites terratenientes tradicionales. Tenemos de forma contante un hábito tendiente a propender: por la concentración de la tierra, permitiendo la redistribución, pero de manera vertical entre quienes tienen el poder económico para pujar por la tierra. A los campesinos sin tierra no les queda más remedio que lanzarse a las ocupaciones de hecho en constante enfrentamiento con los terratenientes perpetuando la práctica de la tenencia de la tierra sin títulos de propiedad ejerciendo la posesión o la tenencia de predios a nombre de otros poseedores, en constante conflicto con sus detentadores catastrales. Estos hechos unidos a la violencia partidista generan movimientos sociales que reclaman una redistribución justa de la tierra. Así las cosas, se promulga la Ley 200 de 1936 que como novedad importante pretende instaurar la figura de extinción de dominio para tierras improductivas, titulación de tierras, con la intención de hacer competitivo el agro en términos reales. Sin embargo, la exigencia legal podía salvarse mediante prueba judicial de la explotación agraria. Lo importante es la explotación de la tierra para hacerla competitiva. Ocho años después se expide la Ley 100 de 1944, que pretende continuar apoyando el modelo prusiano de explotación de la tierra por encima del modelo farmer, empujado por la necesidad de producir alimentos como consecuencia de la imposibilidad de importar a causa del la crisis de la segunda guerra mundial. La ley 135 de 1961, creo el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA), encargando a este instituto de adelantar la reforma agraria, bajo tres directrices: distribución de tierras a los campesinos, adecuar tierras para su explotación y ofrecer servicios complementarios a los campesinos. Bajo el gobierno de Misael Pastrana en el año 1972, llego la contrarreforma representada en el Pacto de Chicoral, entre los partidos tradicionales y el gremio de propietarios terratenientes que puso fin a la reforma agraria. Los campesinos se habían asociada bajo la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Esta organización tomó fuerza e inicio un proceso de auto reforma mediante medidas de fuerza ante la urgencia campesina de tierras y la inoperatividad burocrática lo que llevo a este movimiento a adelantar invasión de tierras que condeno al movimiento a ser declarado insurgente sobre todo los miembros de (ANUC) Sincelejo de corte marxista quienes; por separarse de la otra vertiente progobiernista de Armenia. Este acuerdo quito la presión a los latifundistas de poner a producir la tierra generando una contrarreforma agraria a cambio del pago de un impuesto denominado renta presuntiva según el avalúo catastral del inmueble de forma tal que se paga impuesto produzca o no el sector agraria latifundista. La estocada final a la reforma agraria se dio durante el gobierno de Misael Pastrana quien remplazo al maltrecho INCORA, implementando el programa de Desarrollo Rural Integrado DRI, dentro del Plan Nacional de Alimentación y Nutrición. De aquí en adelante lo importante no es que el campesino tenga tierra sino que tenga que comer programa que se convirtió en un mecanismo de control electoral resucitado en el actual programa Familias en Acción.. También durante el gobierno de Misael Pastrana desarrollo la Ley 4 y 5 de 1973 estableció una serie de criterios para determinar qué predios serian eventualmente susceptibles de expropiación y redistribución e impulso el desarrollo capitalista del agro. La ley 5 desarrollo el sistema financiero para el agro sustancialmente dirigida a dar asistencia técnica y el otorgamiento de líneas de crédito para grandes terratenientes empresarios. Dentro de este mismo paquete de medidas se desarrollo la Ley 6 de 1975 o Ley de Aparcería Durante el gobierno de Virgilio Barco la Ley 30 se dio mayores instrumentos al INCORA que pretendía la compra de tierras. De ahora en adelante se abrirá paso la entrega de subsidios para la compra directa por parte de los campesinos según la Ley 160 de 1994 durante el gobierno de Cesar Gaviria que creó el Sistema Nacional de de Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino. Esta ley se centro en la colonización de nuevas tierras, titulación de baldíos, respeto los latifundios improductivos. Durante el gobierno del presidente Cesar Gaviria se dio la apertura económica que dio un duro golpe los terratenientes colocando a muchos en situación de bancarrota al no tener el agro colombiano la suficiente competitividad a nivel internacional. Con lo que se facilitó el ascenso de la cultura agraria del narcotráfico que convirtió a Colombia en el primer productor de coca del mundo. Desde entonces llego para quedarse una economía del narcotráfico y la ilegalidad caldo de cultivo de una nueva expansión terrateniente. Ahora al conflicto de la tierra se junta, el narcotráfico, y la organización de sectores de la sociedad civil para defenderse de la insurgencia, produciendo un nuevo agente la contra insurgencia paramilitar. En momento del proceso es cuando el desplazamiento forzado en Colombia alcanza su punto más alto. En la actualidad tal estado de cosas persisten de una parte: pobreza rural, fortalecimiento agroindustrial como consecuencia de los precios internacionales del petróleo y ganadería intensiva. Durante el gobierno Uribe. El INCODER remplazo al Instituto Colombiano de la reforma agraria INCORA. El INCODER asumió algunas de las tareas desarrolladas por el INCORA. Con la creación del INCODER, la mitad de las agencias que trabajaban en la reforma agraria del país desaparecieron, dejando a varios departamentos con una capacidad mínima para manejar o ejecutar proyectos. En detrimento de las familias rurales…quedan por fuera del proceso de adjudicación de lotes o de recibir apoyo para procesos productivos, aumentando su debilidad frente a posibles desplazamientos debido a la violencia. (ONU-HÁBITAD, 2005, pág. 69) Últimamente durante el doble gobierno Uribe las políticas Junker se profundizaron ello explica la resistencia de este gobierno en parte a toda reforma agraria que implique distribución de tierras y mucho menos restitución de las mismas dado que proyecto de tierras fue hundida por el partido gobiernista. De otra parte, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, con la misma coalición pro gobiernista que se opuso a la Ley de tierras; se aprobó la ley de Víctimas y Restitución de tierras que ha generado una ácida polémica entre el ex presidente Uribe y el presidente Santos con el agravante de la judicialización funcionarios de la administración Uribe que participaron en la distribución de millonarias sumas de dinero a Junker, con el propósito de industrializar e impulsar el desarrollo agroindustrial del país, no por el hecho de que el ministro y sus más cercanos colaboradores desde la percepciones y apreciaciones sobre lo que debe ser una reforma agraria Junker, conseguir el efecto de apropiación de aquello que está en juego; en confrontación con otro modelo teórico que el gobierno Santos no impulsa, ni alienta, sino, por los dineros destinados a industrializar la estructura terrateniente sin los debidos controles y asegurando los resultados que una política que entrega recursos públicos virtualmente debía asegurar. A modo de ejemplo tenemos el caso de la modelo Valeri Domínguez, quien solicito recursos, sin reunir los requisitos para hacerse acreedora de los beneficios destinados al desarrollo agropecuario. También es importante recordar el caso Carimagua, que después de haber sido prometido a las familias desplazadas; fue entregado a Ecopetrol. El 30 de junio de 2011, después de un arduo debate en el congreso se conoce el texto final. El texto de la ley en palabras de Bordieu, se inscribe dentro de línea del formalismo jurídico, presentándose a sí misma como una solución justa, legítima, universal que está montada sobre la tradición de la línea terrateniente expresándose como derecho en el sentido de “forma de violencia simbólica por excelencia: el derecho da forma a prácticas que a partir ese momento se reconocen como convenientes, legítimas, necesarias” (Bourdieu & Teubner, 2000, pág. 75). También así la ley de víctimas y restitución de tierras ha tomado partido por la restitución y no la redistribución. Si algunas leyes del pasado se podían acusar de alentar la redistribución ahora se zanja de tajo la discusión y se cierran filas entorno de atentar contra la expropiación y centrar las categorías sobre la tierra en la conservación del poder y consecuentemente del control terrateniente sea de origen paramilitar, guerrillero, narcotraficante, minero y de la información o cultural que sacraliza al sistema judicial como el único capaz de dar la razón a las víctimas del desplazamiento forzado en Colombia. Ahora bien, la Ley de tierras fue bien clara en lo que tiene que ver con la finalidad el juego o capital que se relaciona con el control que sobre ella puedan alcanzar múltiples agentes para sus fines económicos y sociales. Porque los fines culturales y simbólicos ya fueron en alguna medida conseguidos mediante el formalismo jurídico como estrategia de acumulación de capital simbólico. La solución judicial Situaciones relacionadas con la implementación fáctica de la vía judicial hacen dudar de la prontitud y celeridad del estado para cumplir las expectativas de las víctimas como por ejemplo: la inexistencia de los funcionarios judiciales encargados de zanjar los conflictos por la tenencia de la tierra cuando según datos de presidencia de la república se nombraron a 22 jueces encargados de decidir de forma definitiva las pretensiones sobre el 17 % de la tierra cultivable en Colombia. De esta forma en febrero de 2012 las noticias del periódico el tiempo titulan respecto al desarrollo de la ley de tierras ”Los jueces de tierra aún no reciben procesos de restitución…cinco jueces especializados…están hoy dedicados a resolver tutelas, pues no les ha llegado el primer caso…en los tribunales superiores de distrito judicial de Bogotá, Cali, Cartagena, Cúcuta y Medellín, están desde el 11 de enero esperando 300 casos..” (Redacción del Tiempo, 2012). Y hasta el 22 de marzo de 2012 el Consejo Superior de la Judicatura creo los Tribunales y juzgados para la restitución de tierras según declaraciones dadas a la prensa por la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura. En consecuencia, ya existen, los funcionarios judiciales ahora hacer falta ver cómo se van a desarrollar estos procesos ya que la Ley de tierras exige a la víctima despojada entrar dentro de toda una ritualidad. En primer lugar denunciar a su victimario sí él quien ejerce el máximo derecho que se puede tener sobre la propiedad o si ejerce el victimario como poseedor a nombre de otro en calidad de comprador de buena fe o de testaferro. La ley es clara en afirmar que si no se produce controversia un juez será competente pero si hay controversia se tendrá que ír ante un juez de superior jerarquía. Según las últimas noticias quienes se han presentado a reclamar formalmente sus tierras, sus bienes muebles, la reconstrucción del tejido social ahora están siendo amenazadas con lo que la historia medieval se repite en América o se lucha por la tierra hasta el final o se renuncia a ella por un valor de superior jerarquía la vida. Si el campesino se decide en palabras de Von Ihering a enfrentar la “Lucha por el derecho” le espera un largo camino porque no enfrenta el campesino a otro campesino que abuso de su derecho y se apropió del predio vecino por el contrario está en su soledad luchando contra molinos de viento monstros gigantes y bien aceitados que están dispuestos a seguir haciendo girar la aspas como ya se demostró cuando las víctimas se presentaron ante los jueces de justicia y paz, para solicitar la verdad sobre sus muertos. En esa ocasión fueron re victimizados por pedir justicia y verdad. Ello hizo necesario que el gobierno nacional expidiese en su momento los decretos de protección de víctimas y testigos decretos 1737 que posteriormente se extendió a funcionarios públicos que resultaron amenazados y muertos en el ejercicio de sus funciones relacionadas con ocasión del ejercicio de sus cargos. La pregunta que hace falta por formular es que ocurrirá con todas aquellas víctimas del conflicto armada que exigirán la devolución de las tierras o la indemnización correspondientes en el evento que sea imposible restituirlas a sus antiguos propietarios mediante su restitución o la titulación de baldíos. Esto último es lo que ha venido adelantando el presidente Santos con bombos y platillos. Finalmente habrá que decir que si no hay tierra para las víctimas se tendrán que conformar con un bien de calidades parecidas o de lo contrario con recibir algún dinero frustrando, la expectativas, de las víctimas. Y si no es así y la restitución de tierras es un éxito habrá que recurrir a índices internacionales para determinar en qué medida el 17% de la tierra apta para cultivo en Colombia afectó el índice Gini, o Theil o cualquier otro. Bibliografía Biblioteca Luis Ángel Arango. 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Área total de predios inscritos en el IGAC PROPIETARIO ÁREA EN ÁREAS HECTÁREAS ENTREGADAS PROYECTADO CUATRENIO TIERRA HUR % PARTICULAR SANTOS Particulares 67´859.588 6 2´000.000 Comunidades 30´050.215 A tie indígenas Estado 28´590.815 Áreas 8´003.291 forestales 873 2´500.000 8.7 y parques Comunidades 3´786.826 negras Total 138´290.735 Predios 174.000 Urabanos 1.8