Armenia 2038

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ContraPunto-El Salvador
Armenia 2038
Modificado el viernes, 07 de marzo de 2008
Por Edgardo Quintanilla (*)
LOS ÁNGELES - En un reciente día caluroso de febrero vi a una niña con botas de invierno color rosado pasar corriendo
a la par del kiosko amarillo mostaza del parque central de Armenia, El Salvador. Llevaba una blusita blanca y pantalones
negros. Pasó corriendo a la par de ancianos con bordones sentados en las bancas, frondosas veraneras, palmeras, y
grupos de hombres con gorras de béisbol platicando y fumando al mediodía.
A media cuadra del parque 20 personas hacían pacientemente cola para entrar a recibir sus remesas en la sucursal de
“Gigante Express”. Los alrededores del parque se veían muy limpios.
En este sábado, Armenia tenía el ajetreo de los vendedores ambulantes de toallas pintorescas, billetes de lotería,
música pirateada, que desfilaban por los negocios de “Cinthia’s Caffe”, “Laboratorios Clínicos Santa Anita”, y la “Farmacia
San Antonio”, en medio del ruido de camiones, autobuses, y pick-ups.
En frente del parque estaba la iglesia abierta y sin feligreses dedicada a celebrar la vida de los co-patronos San
Silvestre y Santa Teresa. A un lado del vacío atrio, un mural con fondo negro en honor a Monseñor Romero. La iglesia
mira hacia el occidente, hacia el paisaje del Izalco, Cerro Verde, y el volcán de Santa Ana.
Descubrí en el parque central dos monumentos a la poetisa y escritora Claudia Lars (1899-1974) quien nació en Armenia.
Su obra no hace dubitar la ideología de la cultura dominante del poder en El Salvador.
Lamentablemente no hallé en Armenia ninguna huella que recordara a la artista, escultora, y escritora Consuelo de
Saint-Exupéry (1901-1979), contemporánea y vecina de Lars, quien viviera hasta su juventud en Armenia, y la visita de
su tercer esposo, el famoso aviador pionero y escritor francés, Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), hace
exactamente 70 años a Armenia.
La fama del conde Saint Exupéry ha ido subiendo en Francia como uno de las personas más distinguidas del Siglo XX
y su figura aparece en billetes, estampillas, y el nombre de una rosa. Desapareció una noche del 31 de julio de 1944
horas después de salir de Argelia en su avión de reconocimiento del ejército de resistencia hacia las tierras controladas
por las tropas nazis.
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Solamente su libro, “El principito”, una triste oda a la niñez perdida, el cual fue originalmente escrito en francés é
ilustrado en Nueva York en 1943 en medio de una comunidad de franceses divididos políticamente por la Segunda
Guerra Mundial, ha sido publicado, vendido, y leído en números que exceden el total de toda la producción de todos los
libros juntos de todos los escritores salvadoreños de todos los tiempos.
Ninguna editorial salvadoreña se ha atrevido a publicar una traducción original de ninguno de los libro de los SaintExupérys a pesar de su clara conexión a la vida é historia de El Salvador del siglo XX a través de la obra y vida de
Consuelo.
En su libro póstumo publicado por primera vez en Francia en el 2000, “El cuento de la rosa”, del cual tengo solamente la
versión en inglés publicada por Random House en 2001, la condesa de Saint-Exupéry se atribuye a ella la inspiración de
ser la solitaria rosa que el principito cuida entre todas las rosas y que al final tiene que ser abandonada.
Marzo de 1938 fue un mes feliz para las distinguidas y ricas familias Suncín y Sandoval de Armenia. Habían recibido con
fiesta, algarabía, arcos de palma y flores, tamales, y marimbas, el regreso de la bella, elocuente, y vivaz hija Consuelo
después de varios años de ausencia y diáspora. La vieron tomar y beber vino. Era excéntrica y hablaba con acento
afrancesado.
Consuelito, la niña bonita del matrimonio Suncín-Sandoval, salió joven de El Salvador para estudiar en California y
México, donde se casó con un oficial del ejército mexicano quien poco tiempo después moriría, fue después la amante
del escritor, filósofo, político, y burócrata mexicano José Vasconcelos (1882-1927), quien en 1926 la motivó a que radicara
en París, donde conoció a su segundo esposo, el rico empresario, publicador, y fértil escritor de origen guatemalteco,
Enrique Gómez Carrillo (1873-1927), quien fungía como embajador de la Argentina en la capital francesa. Gómez Carrillo
es conocido como el “príncipe de los cronistas”, fue el autor de 80 libros y 3,000 crónicas, y sobrevivió más de una veintena
de duelos a muerte. Lástima que no haya escuchado a José Alfredo Jiménez (1926-1973) cantar “La mano de Dios”.
A la súbita muerte de su segundo esposo, a once meses de estar casados, Consuelo heredó la extensa fortuna y bienes
de Gómez Carrillo para convertirse en una de las salvadoreñas más ricas en toda la historia de su país. Pero optó por no
regresar a su país de origen en desafío a los deseos de su familia. Ella fue independiente en un tiempo cuando el rol de
la mujer era de ser sumisa y buena esposa.
En 1930 en un viaje a Buenos Aires, la viuda de Gómez Carrillo conoció al audaz piloto y escritor de libros filosóficos de la
experiencia de volar por Africa y América del Sur. Se casó al año siguiente con Saint-Exupéry y empezó una vida
matrimonial de encuentros y separaciones, de sufrimiento y aventuras, de vivir en hoteles y casas veraniegas diferentes,
de infidelidades por ambas partes, en el cual la condesa de Saint-Exupéry empezó a encontrar su voz como escritora,
como anfitriona de Radio-París en español, así como su rol de artista y escultora con amigos poetas y bohemios, y llegó
hasta vivir hasta en una comuna de artistas en Oppède en el sur de Francia. Su libro, “Reino de las rocas: memorias de
Oppède”, publicado en inglés en 1946 por Random House, fue dedicado a la memoria de su desparecido esposo.
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Consuelo de Saint-Exupéry siguió participando hasta su muerte en los reconocimientos en Francia que reconocieron la
controversial vida y obra de su esposo.
Interesantemente, “El cuento de la rosa” que fue editado por su supuesto heredero en Francia, no menciona la visita a
Armenia de su tercer esposo en marzo de 1938 mientras éste se recuperaba de un avionazo varias semanas antes en
la pista de aterrizaje de La Aurora en las afueras de la ciudad de Guatemala.
Stacy Schiff en “Saint-Exupéry”, una biografía publicada en inglés en 1994 en Nueva York, relata que los padres de
Consuelo le ofrecieron al famoso aviador y escritor que se quedara en El Salvador a vivir en una de sus haciendas. A lo
cual el francés les respondió en un español aprendido en la Argentina, “Mi querido suegro, mi querida suegra, ya es muy
tarde para mí andar cultivando café. Mi trabajo es arar las nubes”. Al poco tiempo los Exupérys salieron de El Salvador
hacia puntos diferentes.
Me costó un poco encontrar la oficina del correo en Armenia en mi reciente visita a Armenia. En el correo fui atendido por
un amable señor que atrás de un par de mesas que servían de mostrador me enseñó todas las postales que estaban
en venta. Me dijo que no había ninguna postal con la foto de Armenia y que no sabía si alguna vez había salido una
estampilla en El Salvador en honor a los Saint-Exupérys.
Al empezar a tomar la bajada de la salida de Armenia, recordé las palabras de un traductor del esposo de Antoine SaintExupéry, las cuales no son mencionadas en una tesis de una universitaria salvadoreña sobre la famosa hija de
Armenia olvidada por su propio pueblo, que dijo que la mujer del aristócrata francés era el surrealismo hecho vida.
Si la diáspora de un pueblo fuera religión, Consuelo sería una de nuestras sacerdotisas. Aún sin haber vivido en el
exilio, Frida Kahlo(1907-1954) es una de las sacerdotisas de la diáspora mexicana. Es posible que Consuelo y Frida se
hayan conocido en la ciudad de México. La vida de nuestra Consuelo crea preguntas relevantes sobre la identidad,
cultura, y significado de lo que significa ser salvadoreño ó artista salvadoreño. Consuelo nunca tuvo hijos.
Espero que la organización de “Salvadoreños en el Mundo” llegue a reunirse en París algún día y que celebre con un gran
pachangón la obra y vida de nuestra Consuelo y la contribución en todos sus aspectos de la cultura francesa a la cultura
salvadoreña y viceversa, desde la lucha en contra de la monarquía en el siglo XVIII hasta la declaración franco-mexicana
de 1981 que reconoció la legitimidad política del FDR-FMLN, el asentamiento de inmigrantes franceses en El Salvador y el
asentamiento de emigrantes salvadoreños que han hecho de Francia su nueva patria, y la actual contribución de Francia
a la vida de Centro América. El color del gorro frígido y el sabor del pan francés no se olvidan.
Los restos de nuestra Consuelo yacen en el cementerio Père Lachaise de París.
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No me sorprendería que en Armenia del 2038 llegara otro viajero de la diáspora salvadoreña de visita a buscar alguna
huella de los Saint-Exupérys en el primer centenario de la breve estadía de ellos por el pueblo que vio a la niña
Consuelo Suncín Sandoval pasar corriendo un día por su parque central. También tendrá que recordar que nadie es
profeta en su pueblo.
(*) Derechos reservados del autor. Edgardo Quintanilla, miembro de la Barra de Abogados de California, es un abogado
experto en leyes de inmigración en los EE.UU. con oficinas en Sherman Oaks, California, (866) 986-1295,
eqlaw@pacbell.net. El programa radial del abogado Quintanilla sobre la ley de inmigración llamado “Campaña en contra
de la desidia” puede ser escuchado a través de www.wradiousa.com cada miércoles a las 7 de la noche, hora de Los
Angeles, California. El abogado Quintanilla está escribiendo una novela sobre un tópico ignorado de la historia de
América Latina.
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