Re1', de ;Jfrd. /,',C. Namrm Ill: Z/5, }').)') e o ¡l¡f u N le A el o NE s Los gliomas ele los ventrículos laterales: consideraciones attatomodfoicas y terapéuticas P. Malina-Negro* RESUMEN Se presentan tres casos de glioma de los ventrículos laterales -dos astrocitomas y un ependimoma-, haciendo a continuación un estudio sistematizado de los caracteres clínicos, diagnósticos, histopatología, terapéutica y pronóstico, basado en los casos propios y en la revisión de la literatura existente sobre el particular. El estudio de Jo:, tumores intraventriculares comienza a hacerse de un modo sistemático a partir del año 1918 cuando Dandy 5 describe por primera vez la ventriculografía gaseosa. Hasta entonces, los hallazgos de tumore'> ubicados en las cavidades ventriculares fueron realizados casi siempre en la mesa de autopsias, ya que no existía ningún procedimiento diagnóstico capaz de señalar la existencia de un tumor intraventricular. Desde aquella fecha, muchos han sido los autores que se han ocupado del estudio de estos tumores. Bien conocidos son a este respecto los trabajos de Bailey 1, 2 • 3 • 4 , Dandy 5 • 6 • 7 · 8 , Jefferson y Jackson 11 , Jumentie 12 Olivecrona 15 y To•1• Médico asistente del Servicio del doctor F. Reye3 Oliveros. Dire::ión actual: Departamento ¿,~ Neurología de la Escuela de Medicina del Estudio General de Navarra. losa 19, citando solamente los más destacados. Dentro del vasto campo de los gliomas, los localizados en los ventrículos laterales presentan especiales características clínicas y terapéuticas que justifican el que se 1grupen independientemente tratando de definir cuáles sean sus rasgos clínicos específicos, cuál el proceder terapéutico correcto y qué porvenir aguarda a estos enfermos. Nuestra aportación está basada en el estudio de tres casos, en los que se realizó el diagnóstico preoperatorio de tumor del ventrículo lateral, procediéndose a continuación a la intervención. El estudio anatomopatológico de las piezas operatorias demostró que se trataba de dos variedades de gliomas que son -siguiendo la nomenclatura de Bailey y Cushingun Ependimoblastoma y dos Astrocitomas. Este trabajo ha sido realizado en la Clínica Universitaria de Patología Quirúrgica de Santiago de Compostela. Director: Prof. Dr. J. L. Puente Domínguez. Servicio de Neurocirugía: Dr. F. Reyes Oliveros. PRESENTACIÓN DE LOS CASOS Caso n.0 1.-L. '.VL, 18 años, hembra. Ingreso, 27~1-54; alta, 27-XII-54, por curación. Los antecedentes, tanto personales como familiares, carecen de interés desde el punto de vista neurológico. ' La historia de su enfermedad comienza tres años antes del ingreso en nuestro Servicio. En aquella fecha comenzó a padecer cefalalgias difusas de mediana intensidad, acompañadas de la percepción de acúfenos en ambos oídos, pero sobre todo en el derecho. Durante dos años y cuatro meses, ésta fue la 216 Vol. 111 P. M OLI N A-N EG BO D n Fif. !.- Proyección occípito-placa. Deformación y aumento de tamaño del cuerno frontal izquierdo. Fig. 2.- Proyección fronto-placa. Falta de replección de la porción media del cuerno del ventrículo ·l ateral izquierdo. Fig. 3.- Proyección lateral derecha-placa: Hidrocefalia de los cuernos frontal y temporal izquierdos. Fig. 4. - Proyección lateral izquierda-placa: Desplazamiento de las imágenes ventriculares y amputación de la pOición media del cuerno ventricular izquierdo. un1ca sintomatología subjetiva de la enferma, con alternativas completamente irregulares de frecuencia e intensidad. Transcurrido este periodo de tiempo, las cefalalgias y los acútenos se acentúan notablemente. Cuatro meses antes del ingreso se manifiesta un nuevo sín · toma: crisis de amaurosis completa de comienzo y terminación bruscos y 1de unos trein· ta segundos de duración sin nigún otro fenómeno concomitante. También por esta mis· ma fecha observa la enferma una reducción periférica de ambos campos visuales. A los pocos días el cuadro clínico se completa. con la aparición de vértigos casi continuos y una anestesia de la hemifacies izquierda de insta lación brusca. En resumen , en el momento en que la en· ferma fue vista por nosotros, los síntomas subjetivos eran: cefalalgias, acúfenos, crisis de amaurosis, vértigos, re ducción de los campos visuales y anest e5ia de la mitad izquierda de la cara. La exploración clínica neurológica confirma la existencia del referido 1déficit sensitivo. La exploración oftalmológica muestra la imagen de un estasis papilar de tercer grado con :!ctubre 1959 LOS GLIOMAS DE LOS VENTRÍCULOS LATERALES Fig. 5.-Decúbito supino, placa lateral derecha: Se visualizan ambos polos frontales y temporales. 217 Fig. 6.-Decúbito prono, placa lateral izquierda: Se visualiza la encrucijada del ventrículo lateral derecho, pero no la del izquierdo, cuya imagen queda reducida a la porción más posterior del cuerno occipital. Fig 7 venas fuertemente dilatadas e interrumpidas, no apreciándose hemorragias. El edema compromete discretamente la retina vecina y la diferencia de nivel es superior a 2 mm. en ambos ojos. Existen, además, signos evidentes de atrofia. La agudeza visual está reducida a 1/8 con dificultad. Los reflejos pupilares son normales. La campimetría visual pone de manifiesto la existencia de una marcada reducción perimétrica con discreta característirn hemianópsica nasal superim. El resto de la exploración clínica es completamente normal. A los cinco días se practica una ventriculo- 2 lil l'. ~!OLINA-NEGIW grafía. El sistema ventricular se llena en suficiente cantidad de aire, observándose que en todas las proyecciones, aparte de un 'desplazamiento global del mismo hacia el lado derecho, existe una falta de repleción de la porción media del cuerpo del ventrículo lateral izquifi-do, lo que constituye la imagen típica de un prnceso expansivo intraventricular izquierdo (figuras 1 al 6). Con este diagnóstico se realiza a continuación una craneotomía osteoplástica parietal izquierda. La anestesia se lleva a cabo mediante intubación bucotraqueal, a'dministración de pentotal endovenoso e inhalación de protóxido de nitrógeno y oxígeno al 50 %. Al incindir la duramadre se observa un intenso edema cerebral. Se secciona al cortex por el extremo más posteTior de la craneotomía, abordándose el cuerpo del ventrículo lateral izquierdo, con lo que se advierte la existencia de un tumor de color rojizo-grisáceo y 1de consistencia friable, sin formación capsular alguna, pero sin que al parecer infiltre el tejido cerebral y las formaciones ventriculares. S·.: procede a la extirpación del tumor mediante las pinzas de biopsia y aspiración, consiguiéndose una resección radical desde el punto de vista macroscópico y visualizándose las paredes del ventrículo sin infiltración tumoral. Los plexos -:oroideos que se hallaban englobados en la masa tumoral y que sangraban abundant emente son electrocoagulados. Al finalizar dicho tiempo operatorio el edema cerebral ha desaparecido totalmente con lo que es posible el cierre hermético de la duramadre. Cierre según la técnica habitual dejándose un drenaje de caucho en comunicación con el espacio epidural. El diagnóstico histopatológico fue: Glioepitelioma. Ependimoblastoma de Bailey y Cushing. (Fig. 7). El curso postoperatorio tuvo las siguientes características: a las seis horas la enferma recupera la conciencia y traga líquidos. A las cuarenta y ocho horas se produce una reacción hipertérmica de 40 grados e intensa disnea, sometiéndose a tratamiento mediante hibernación artificial y refrigeración que es perfectamente tolerada. De este modo se consigue yugular la crisis neurovegetativa. A los tres días se presenta un S.H.I. agudo por edema cerebral postoperatorio. La punción del ventrículo lateral derecho arroja la cifra presiona] de 40 e.e. de agua, siendo sometida la enferma a una craneotomía descompresiva subtemporal 1derecha que soluciona el problema. Al quinto día se suspende la hibernación artificial y una punción lumbar practicada da cifras normales de presión del L.C.R. Ambas heridas operatorias cicatrizan por primera intención. A los diez días de la intervención la enferma está totalmente restablecida: el estado 1 Vol. 111 de conciencia es normal y no existe déficit sens1t1vomotor ni trastornos del lenguaje. El edema papilar ha disminuído notablemente, pero, sin embargo, aparece una imagen clara de atrofia óptica bilateral. A los treinta días se somete la enferma a un tratamiento mediante radioterania con una dosis total de 7.000 r. En la actualidad ~-cinco afios desnués de la intervención -la enferma sigue perfectamente quedando como única secuela la atrofia óptica bilateral con intensa disminución de la agudeza visual, lo cual se ,debe a los tres afias de evolución del proceso antes de su ingreso en el Servicio. Caso n. 0 2.-M. R., 20 afias, hembra. Ingreso, 4-XI-57; alta, 19-XI-57, éxitus. Antecedentes personales familiares sin inteTés neurológico. La historia clínica es como sigue: cinco meses antes de su ingreso y encontrándose previamente bien le aparecen crisis bruscas de cefalalgias intensísimas en los primeros momentos del despertar, que la enferma describe como un dolor profundo y continuo en la bóveda craneal, acompafiadas en alguna ocasión de sensación de vértigo y vómitos biliosos. Estas crisis le desaparecían en pocos minutos. Poco después comienza a percibir un zumbido continuo en el oído derecho, per·diendo progresivamente la audición en este mismo lado. Tiene también la sensación de que ve menos y ahora la~ crisis referidas le aparecen en cualquier momento del día con los cambim bruscos de posición, movimientos rápidos d,e la cabeza o simplemente cuando algo la impresiona fueTtemente y se acompafian de péPdida fugaz de la visión. También tiene a menudo sensación de vértigo, debiendo agarrarse a algo para no caer. Hasta el día de su ingreso estos síntomas han persistido con característica semejante, variando caprichosamente la intensidad y frecuencia de los mismos. Los únicos datos 'Jbjetivos que arroja la exploración neurológica son un intenso edema bilateral de la papila con lesiones maculares y una hipoacusia derecha acentuada. Esta pobreza ide síntomas nos hizo sospechar desde el primer momento la existencia de un tumor intraventricu!ar. El E.E.G. acusa una discreta disritmia bilateral en las áreas anteriores, sin que la persistencia de las alteraciones permita fijar predominio lateral alguno (fig. 12). Las radiografías simples de cráneo no presentan ninguna imagen anormal. A los doce días se lleva a cabo la ventriculografía. Al practicar los agujeros de trépano occipitales se observa un intenso edema cerebral. La imagen ventricu]ográfica pone de manifiesto la falta de replección por el aíre Octubre 19.)9 LOOi GLIOMAS DE LOS VENTRÍCULOS LATERALES 219 D Fig. 8.-Proyección occípito-placa. Hj,drocefalia del ventrículo lateral izquierdo por compensación. Del derecho se visualiza parcialmente el cuerno frontal. D Fig. 9.-Proyección fronto-placa. Deficiente visualización del ventrículo derecho. Hidrocefalia compensadora del izquierdo. Fig. 10.-Proyección lateral derecha-placa: Amputación del tercio anterior del cuerpo del ventrículo. Hidrocefalia del izquierdo. Fig. 11.-Proyección lateral izquierda-placa: Amputación del tercio anterior del ventrículo derecho. del tercio anterior del cuerpo del ventrículo lateral derecho (figuras 8 al 11) lo que indica la existencia de un proceso expansivo de la cavidad ventricular derecha. A continuación se lleva a cabo una craneotomía osteoplástica frontotemporal derecha -colgajo de Dandy-. La anestesia es inducida mediante pentotal endovenoso, procediéndose a continuación a la intubación bucotraqueal y manteniéndose con éter-oxígeno a la proporción habitual. Se incinde el córtex cerebral, exponiendo la región correspondiente al tercio anterior del cuerpo ventricular lo que nos permite la visualización de un tumor que ocupa la cavidad ventricular infiltrando las formaciones vecinas al mismo. Su consis- tencia encefaloide permite la aspiración mediante el aparato de succión, lográndose con ello la extirpación de gran parte del tumor, si bien se renuncia a la operación radical, dado el carácter infiltrante rdel mismo. En el transcurso de la exéresis tumoral la hemorragia es intensísima, ya que se trata de una neoplasia muy vascularizada, lográndose finalmente una correcta hemostasia. Se deja una amplia descomprensiva subtemporal derecha, cerrando el resto del colgajo dural. El informe del anatomopatólogo nos con· firmó la impresión primera de que el tumor era un glioma, en alto grado infiltrante, con una intensa neoformación vascular y su diagnóstico fue de astrocitoma protoplásmico. 4 220 Vol. 111 P. MOLINA-NEGRO Fig. 12.-Trazado electroencefalográfico del caso n.º 2. Fig. 13.-Trazado simultáneo de E.E.G. y E.C.G. diez horas antes de hacer éxitus la enferma. en el ventrículo derecho exclusivamente. El trazado simultáneo de electroencefalograma y electrocardiograma obtenido (fig. 14) pone 1de manifiesto la ausencia de actividad bioeléctrica neuronal y la persistencia de una contracción cardíaca a 20 p/m. en vista de lo cual se suspende toda la medicación que se le venía dando, dejando solamente una perfusión endovenosa de suero glucosalino. A las cuarenta y ocho horas ·de finalizar la intervención hace éxitus. El curso postoperatorio tuvo las siguientes características: A las tres horas 1de finalizar la intervención, la enferma tiene una reacción neurovegetativa con cifras de temperatura de 39'5 grados, 40 respiraciones por minuto y 50 pulsaciones, respondiendo ligeramente a las estimulaciones intensas. Se procede a la hibernación artificial. En las horas sucesivas se consigue disminuir la temperatura a cifras casi normales, pero la disnea aumenta y el estado de coma es caida vez más profundo. A las quince horas se establece una respiración periódica de tipo Cheyne-Stokes, con períodos de apnea cada vez más largos, y 36 minutos ·después se produce una parálisis respiratoria. Como la enferma continúa con la cánula buco-traqueal colocada, se práctica respiración artificial con O.M.O. y se inyecta lobelina por vía endovenosa. En vista de que el pulso se mantiene se conecta a la cánula endotraqueal un aparato Poliomat de respirnción automática, regulado a 18 r/m. El pulso es cada vez más debil y la tensión es inapreciable. La punción ventricular da lugar a la salida de unas gotas de L.C.R. hemorrágico Caso n. 0 3.-R. O., 59 años, varón. Ingreso, 21-IV-59; alta, 15-V-59, éxitus. Antecededentes sin interés neurológico. Los primeros síntomas del proceso aparecen dos meses antes de su ingreso, consistiendo en cefalalgia errática, de intensidad media que en muy pocas ocasiones -coincidiendo con los momentos de mayor intensi-dad- se acompaña de vómitos bruscos. Una semana antes de su ingreso le aparecen parestesias -sensación 1de adormecimiento- en la extremidad superior derecha y vértigos casi continuos con propulsión del cuerpo a los lados -uno u otro indiferentemente-. Al mismo tiempo acusa falta de visión. Los familiares del enfermo han observado que pierde progresivamente la memoria y que manifiesta gran dificultad para comprender lo que se le dice. También muestra un desinterés completo por todo lo que le rodea y una tendencia a la maria. La exploración clínica neurológica pone de manifiesto los siguientes signos objetivos: bradipsiquia, disminución notable de la memoria y tendencia a la moria. Intenso estasis papilar bilateral con algunas hemorragias retinianas. Nistagmus horizontal bilaternl e hi- Octubre 1959 LOS GLIOMAS DE LOS VENTHÍCULOS LATEHALES 221 Fig. 15.-Proyección lateral. Fig. 14.-Proyección antera-posterior. Fig. 16.-Proyección occípito-placa. Hidrocefalia por compensación del ventrículo izquierdo. Amputación parcial del cuerno frontal de·recho y falta ·de repleción de la porción más ankrior del cuerpo ventricular homolateral. Fig. 17.-Proyección fronto-placa. Replección insuficiente de la poTción anterior del ventrículo derecho. poacusia global. La estimulación plantar demuestra la existencia de un signo de Babinski incipiente a la derecha. El reflejo patelar está abolido en esta misma extremidad, así como disminuídos todos los reflejos tendinosos ·de la extremidad superior derecha. Los de ambas extremidades izquierdas son normales. El sistema oiramidal oresenta un discreto grado de déficit- en la mitad derecha. Existe así mismo un ligero temblor de reposo en ambas extremidades superiores que se acentúa con los movimientos finos. No existe por el contrario déficit sensitivo alguno. El traza·do electroencefalográfico pone de manifiesto una actividad de base irregular de frecuencia dispersa alfa y theta en áreas occipitales y de amplitud media. Disritmia continua delta irregular y polirrítmica sobre la 222 P. MOLINA-NEGHO Fig. 18.-Proyección lateral derecha-placa. Perfecta replección del ventrículo izquierdo, aumentado de tamaño por compensación. ·----------=...__ ~ ""''" . . . . _.,._,..,_..~. ·~-·~v.·. . . .,~ ~ ._,_~···-.~~~~..._.......... ______ "'-..v,-,~.--....,r-"'v'~·_,,._,_~.I'~,.,...,.."""-~~~ --~~ ~~~p~"-~ Fig. 20.-Trazado E.E.G. del caso n.º 3. reg10n frontal derecha, con actividad delta intermitente contralateral, que se extiende ocasionalmente a zona motora izquierda. En resumen señala una probable etiología expansiva de focalidad frontal derecha con manifiesta comprensión del lóbulo frontal izquierdo (fig. 20). Vol. lII Fig. 19.-Proyección lateral izquierda-placa. Amputación parcial del cuerno frontal del ventrículo derecho. Las radiografías simples de cráneo son normales. La arteriografía derecha realizada muestra imágenes que pueden considerarse como normales (figs. 14-15). A la vista del resultado negativo de la angiografía se procede a hacer una ventriculografía: la imagen ventriculográfica pone de manifiesto la existencia de un proceso expansivo de localización en la oorción más anterior del ventTículo fa teral 'derecho, ya que existe un neto desplazamiento de dicho ventrículo hacia arriba y hacia atrás, así como la consiguiente amputación (figs. 16 al 19). Al día siguiente se lleva a cabo la intervención. Anestesia general con éter y oxígeno. Craneotomía osteoplástica fronto-temporal derecha -colgajo de Dandy- según la técnica habitual. Después de iniciar la duramadre se practica una punción cerebral en la porción media del colgajo, obteniéndose mediante aspiración unos 3 e.e. de líquido quístico de aspecto xantocrómico que se coagula espontáneamente en contacto con el aire. Se incinde el cmtex, exponiendo el cuerno frontal del ventrículo y se visualiza una masa tumoral de color grisáceo. Se inicia su extirpación mediante aspiración por ser de consistencia gelatinosa, comprobándose que está infiltrando el tejido cerebral y las formaciones correspondientes al citado ventrículo, así como al IIJ. Queda libre de invasión desde el punto de vista macroscópico la porción más anterior del suelo ventricular. Se renuncia a la operación radical en vista ·de que se trata de un tumor en alto grado infiltrante, pero se ha conseguido •extirpar la mayor parte del mismo, habiéndose obtenido de esta forma una eficiente descomprensiva interna. Se deja una descomprensiva subtemporal de Cushing. El enfermo no recupera la conciencia por completo en ningún momento, pero responde Ounbre 1959 1 1 LOS GLIOMA S DE LO S VEN TRÍC ULO S LATERALES con fac ilidad a ·los es tímulos dolorosos ligeros. Hay qu e alimentarlo mediant e sonda gástrica por no ex istir reflejo de la deglución completo . A los seis ·días se practica una punción lumbar que da cifras normales de presión del L.C.R. A los doce días el enfermo empeora progres ivamente, entrando en coma profundo y mediante punción ventricular se comprueba una hip ertensión intrncraneal de 35 e.e. de agua. Esto nos lleva a efectuar una exploración quirúrgica por la posible existencia de un hematoma subdurnl o intracerebral tardíos , pero se comprueba que la referida complicación es debida a un fuerte edema cerebral gell'eralizado. El enfermo hace éxitus a pesar rde los recurnos terapéuticos habituales a los dieciséis días de la intervención. El diagnóstico anatomopatológico fue de astrocitoma. ESTUDIO CLÍNICO Coincidimos plenamente con Dandy al afirmar que no exisk ningún síntoma específico de la localización intraventricular y que los tumores de los ventrículos laterales se ponen de manifiesto - salvo rarísimas excepciones -por un síndrome de hipertensión intracraneal. Las, a nuestro modo de ver, mal llamadas ((crisis hipertensivasn a las que algunos dan carácter específico, sólo han aparecido netamente definidas y como síntoma de comienzo en uno de nuestros casos (c. n.º 2). Diremos finalmente que, con excepción del S.H.I. propiamente dicho, el síntoma más constantE - 100 % de nuestra casuística- lo han constituído los trastornos del sistemd vestíbulo-cerebeloso, sin que por ell0 queramos sacar ninguna conclusión particular. Sentado este principio general creemos de utilidad el intentar establecer un cuadro clínico sistematizado, basado en el estudio lo más detallado posible de la casuística propia porque pensamos que en la clínica ha de apoyarse hasta donde sea posible todo diagnóstico. El limitado número de observaciones no nos autoriza a señalar caracteres clínicos en relación con la edad de aparición y sexo preferidos por estos tumores. Lo que sí podemos afirmar es que nuestra esta- dística coincide con Ja de Penfield 16 al presentarse con mayor frecuencia en el sexo femenino -proporción de dos a uno- y en la segunda década de la vida - idéntica proporción- . La brevedad de la historia - con Ja sola excepción del caso n.º 1- ha sido la regla, lo cual es por otra parte comün , en general, a todos los gliomas. Haciendo una concesión a la sistemática , distinguimos en aquélla tres estadios sucesivos que denominaremos períodos de comienzo, de estado y final. Esta división - con los indudables inconvenientes de todo esquema- tiene la ventaja de que nos permitirá en muchos casos una valoración, basada en Ja clínica, del grado de evolución del tumor, y siempre, una mejor comprensión de unos hechos, que, visto en conjunto, son tantas veces difíciles de explicar. a) Comienzo del cuadro clínico. Lo constituyeron cefalalgias y vómitos en un caso; igualmente cefalalgias acompañadas de acúfenos en otro y finalmente, en el tercero, las ((crisis hipertensivasn. Es decir, que el comienzo lo marcó la aparición de un S.H.I. en todos los casos. Desconocemos el estado inicial de la papila, pero es de suponer que precozmente aparecerá un edema bilateral de la misma, dado que existía, y muy acentuado, en el momento en que los enfermos fueron reconocidos por primera vez. La patogenia de este síndrome, tal como Dandy la describió por primera vez, obedece a la producción de una hidrocefalia obstructiva interna: en efecto, el tu- , mor, al crecer dentro de la cavidad ventricular da lugar al bloqueo más o menos rápido del sistema a nivel del agujero de Monro correspondiente. Sin embargo, tanto el sistema ventricular con sus grandes cavidades, como el propio L.C.R. poseen una gran capacidad de adaptación. Las clásicamente denominadas ((crisis hipertensivasn se han invocado muchas veces como específicas de la localización intraventricular, y se aduce como factor 224 patogénico una causa exclusivamente mecánica: el bloqueo por el tumor de un agujero de Monro a consecuencia de un cambio brusco de posición del enfermo o simplemente de la cabeza. Nos parece necesario el buscar otras causas que expliquen mejor la producción de las mismas. Está de una parte, el profundo trastorno de la dinámica circulatoria que determinan la distensión de las paredes ventriculares. Por otra parte es bien sabido, que acopladas al epéndimo ventricular, existen múltiples quimjorreceptores, origen de numerosos reflejos de tipo neurovegetativo. Teniendo en cuenta todos estos elementos, sumados al equilibrio inestable en que se encuentra la dinámica del L.C.R., sí nos parece que un factor mecánico e incluso emocional, determine la ruptura del equilibrio. Esto sería el origen de reflejos circulatorios del tipo de la isquemia, que al alcanzar las estructuras del tronco cerebral producirían los fenómenos descritos: cefalalgias, náuseas, vómitos, crisis de amaurosis, etc. De ahí que nos parezca más exacto denominar a este complejo sintomático con el nombre de ccc1isis neurovegetativas>> que nos recuerda exactamente la etiopatogenía del síndrome. b) Vol. 111 P. MOLlNA-Nl<:GllO Período de estado. En este segundo estadio del S.H.I. inicial alcanza su pleno desarrollo y aparecen los síntomas clásicos de cefalalgia que se acentúa con el clinostatismo, vómitos bruscos sin relación con las comidas, edema de papila y Ja consiguiente disminución de la agudeza visual cuando la extensión de las lesiones compromete la retina. Cuando el S.H.I. evoluciona con marcado carácter de cronicidad hacen su aparición otros síntomas. Así, por ejemplo, en el caso n.º 1, existía en el momento de su ingreso una intensa reducción periférica del campo visual. Es también éste, en nuestra opinión, el origen de los trastornos del sistema vestíbulo-cerebeloso, que se han manifestad<;> en todos nuestros enfermos bajo el síntoma subjetivo de crisis vertiginosas. c) Período final. Esta denominación hay que tomarla con las debidas cautelas, ya que el estado en que se presentan los enfermos es muy variable en razón del diverso carácter evolutivo de los mismos. Hay enfermos que se presentan al poco tiempo de hacer su aparición el primer síntoma, mientras que otros, en los que la cronicidad de su cuadro es manifiesta, dejan pasar años incluso desde la aparición de los primeros signos reveladores de la existencia del tumor. Incluímos en este apartado , ciertos síntomas dependientes, no ya del S.H.I., sino de la participación de diferentes es tructuras nerviosas directamente comprometidas por el tumor cuando alcanza un grado considerable di;: desarrollo . Aunque su existencia haya sido reconocida en estos casos por un autor de la categoría de Dandy 6 , no hemos encontrado en ninguno de nuestros enfermos fenómenos comiciales, ni del tipo jacksoniano, ni de los descritos por este mismo autor bajo el nombre de cccrisis tónico-cerebelosasn, ni de la ccepilepsía diencefálica de Penfield 16n, que son las citadas como más frecuentes. No obstante, podrían identificarse los vértigos que presentaban los tres enfermos con el denominado por Penfield ccrhomboencephalic vertigon, al que este autor atribuye carácter comicial. Tampoco hemos registrado trastornos del lenguaje en mngún caso, a pesar de que en uno de ellos d tumor estaba localizado en el hemisferio dominante. Síntomas más o menos acentuados de déficit sensitivo-motor han aparecido en dos de los casos. La presencia en algunos enfermos de un síndrome psíquico -bradipsiquia, tendencia a la moría, apatía, etc.- induce a la reflexión . En efecto, estos síntomas podrían depender, tanto de la comprensión ejercida por el tumor sobre el polo frontal -como parece lógico pensar O c111/,rc 1959 1 D i.OS G l.IO ~ r A s DE tos en el caso n.º 2- , como de la invasión tumoral del cuerpo calloso. En ningún momento deben ser confundidos estos síntomas tardíos con los dependientes exclusivamente del S.H.I., que pueden hacer aparición muy precozmente y en los cuales se encuentra siempre una relación de causa a efecto casi inmediata entre el grado de hipertensión intracraneal y la intensidad de Ja obnubilación, bradipsiquia , etcétera. Si el tumor continúa desarrollándose, puede, evidentemente, enriquecerse el cuadro clínico con muchos otros signos del tipo de Ja hemianopsia homónima - por afectación del lóbulo temporal-, temblor, hiperreflexia, hiperkinesias y demás síntomas de raigambre extrapiramidal por afectación del sistema lentículo-estriado, etcétera. Sin embargo, no entramos en la descripción detallada de los mismos por considerar que no están en relación inmediata de dependencia con Ja localización propiamente intraventricular, sino que por el contrario indican el crecimiento excéntrico del tumor a partir de un asiento primitivo en el ventrículo o bien la invasión secundaria de éste por un tumor profundo de los hemisferios. d) Electroencefalograma. Los tumores que se alojan en las cavidades ventriculares son justamente los que menos sintomatología bioeléctrica dan entre los supratentoriales. El trazado electroencefalográfico, sea cual sea el tipo histológico de que se trate, se caracteriza por una discreta disritmia generalizada, dependiente en su intensidad del grado de comprensión ejercido por el tumor y raramente permite hacer un diagnóstico de localización. Puede concluirse, pues, lo mismo que decíamos al comenzar este apartado : l.º que no existe ningún síntoma específico de la localización intraventricular; 2.º, que el cuadro clínico de estos enfermos está dominado por la presencia de un S.H.I., y 3.º, que solamente y por exclu - VENTRÍCULOS 1.A'n : RAL ES sión , puede encontrarse un indicio diagnóstico , precisamente en esta pobreza de signos objetivos, pues ante la imposibilidad de referir a ninguna región del encéfalo la etiología del mismo , surge en la mente la sospecha de que se trate de un tumor que crece en el interior de una ca vidad preexistente. DIAGNÓSTICO Para realizar el diagnóstico diferencial hay que acudir a los diferentes medios complementarios: - laboratorio, radiología, isótopos radiactivos, palencefalografía , etc.- No tenemos experiencia en este terreno de estos dos últimos medios auxiliares de diagnóstico. Por otra parte en ninguno de nuestros enfermos hemos sacado ningún dato aclaratorio del estudio de las constantes de sangre, orina y líquido cefalorraquídeo, por lo tanto, nos limitaremos a referirnos al diagnóstico radiológico. Cuarenta años hace que Walter E. Dandy introdujo la ventriculografía gaseosa en el diagnóstico neurológico. Este hecho fue el primer paso que hizo posible el diagnóstico preoperatorio de los tumores alojados en el interior de los ventrículos. Y hoy día, a pesar de los años transcurridos, después de aplicar todos los medios de diagnóstico que posyemos sin resultado Ja gran mayoría de las veces, seguimos encontrando en la ventriculografía el método infalible que pone de manifiesto la exjstencia de tumor intraventricular. Junto a este autor cabe al hablar del diagnós tico radiológico el interés histórico de observación publicado por Bailey y Buey en el año 1931 de un meningioma del ventrículo lateral izquierdo, haciendo un detallado estudio de las modificaciones de los ventrículos. Gran interés tienen también entre muchas otras publicaciones, la monografía de Lysholm, Ebenivs, Lind blon y Sehlstedt 13 del año 1935, con el material en diez años de trabajo junto a Olivecrona, el ya citado trabajo de J effer- 226 I'. M OLl NA·NEG fW son y Jackson (1939) y el publicado por Lowman, Shapiro y Collens H en 1948. Va l. 111 c) Neumoencefalografía. Robertson 17 introdujo en 1941 la técnica de la neumoencefalografía fraccionada y otros a) Radiografía simple de cráneo.- neurorradiólogos han ido completando la Dandy, en la excelente monografía pu - experiencia de aquél en este campo. Reblicada en el año 1934 recogiendo 25 ca- cientemente, R uggi ero rn ha publicado un sos de tumor intraventricular de la litera- extenso tratado sobre la misma . Esta técnica , correctamente aplicada, tura y 15 propios, afirma que la radiografía simple no proporciona ningún dato puede utilizarse aún existiendo un S.H.L, para el diagnóstico de los mismos, excepto pues la introducción fraccionada de aire, cuando existen calcificaciones en su inte- dejando salir a continuación L.C.R., p er· rior. En ningún caso hemos realizado este mite estudiar en ti empos sucesivos el sis· hallazgo. No obstante Lindgren opina que tema ventricular y las cisternas basales se encuentran en el 10 % de los gliomas. sin que en ningún momento se rompa el Evidentemente Dandy se refirió a sín- equilibrio dinámico del L.C.R. No obstante, hay autores - Gillaume 10 tomas radiológicos específicos de esta clase de tumores; el síndrome radiológico entre otros- que consideran ventajosa en de la hipertensión intracraneal puede es- todo caso la ventriculografía directa por tar presente con más o menos nitidez en la sencillez de la técnica e interpretación la radiografía simple de un tumor intra- de las imágenes, con la ventaja de ser rea ventricular. Tampoco aclararía el diag- lizadas ambas por el propio neurocirujano nóstico topográfico, caso de existir, el sin necesitar el concurso del neurorradiódesplazamiento de la glándula pineal cal- logo. Aunque no suscribimos totalmente cificada. esta opinión, es cierto que en los casos de Los tipos histológicos que con más fre- gran hipertensión intracraneal, utilizamos cuencia presentan calcificaciones son los solamente la ventriculografía. oligodendrogliomas en los cuales aquéllas suelen ser pequeñas y de forma esferoid) Ventriculografía.- Existe un enordal, percibiéndose el roce de las mismas me polimorfismo en las imágenes radioal cortar el tumor. También es posible, gráficas de los tumores de los ventrículos aunque más raro, encontrar calcificacio- laterales. Aunque en muchas ocasiones nes en los astrocitomas. En los demás basta con una sola placa para hacer el gliomas prácticamente no aparecen nunca. diagnóstico hácese difícil sistematizar las modificaciones que estos tumores imprib) Angiografía cerebral. - Todos los men en el sistema ventricular. Esta conautores están de acuerdo en la poca utili- clusión se saca del estudio detenido de la dad de la angiografía cerebral en estos literatura y de la casuística personal. casos. Las modificaciones del sistema venEl único dato que puede deducirse de tricular dependen de un hecho bien simla misma por lo común es la existencia ple: la oclusión parcial o total de uno o de hidrocefalia, lo cual no aclara el diag- de ambos agujeros de Monro. Hasta que nóstico. A lo más, de la combinación de esto tiene lugar puede decirse que la imahidrocefalia con desplazamiento de la ce- gen ventriculográfica es normal. Y la direbral anterior, podría deducirse la exis- versidad de formas en que el tumor puetencia de un tumor intraventricular, pero de realizar el bloqueo es la que determiaún en este caso debe confirmarse dicha na ese polimorfismo al que hacíamos resospecha con la práctica de la ventriculo- ferencia. grafía. Lo normal , no obstante, es que la Una eventualidad posible - Davidoff y imagen angiográfica esté comprendida Epstein 9 citan tres casos sobre un total dentro de los límites de la normalidad. de trece- es la de que solo se llene un Octubre 1959 LOS GLIOMAS DE LOS VENT!dCUUJS LATERALl~S ventrículo. En este caso lo normal es que el tumor lo ocupe casi completamente y el aire se aloje en su totalidad en el ventrículo contralateral. Cuando el que se llena es el homolateral es debido a que el tumor, iniciándose en la pared interna, invade o comprime a distancia en un período más avanzado el agujero de Monro del lado opuesto. Cuando los dos ventrículos se llenan de aire se producen modificaciones muy diversas que en beneficio de la sistemática hemos agrupado en relación a tres conceptos diferentes: tamaño, situación y forma de los ventrículos. ~·~ :~'.·L'·~o::::·~ ,_é,_,.~:'~-~.,;·~. l.º Modificación del tamaño. - En más del 9 % de los casos existe un grado varia ble de hidrocefalia -parcial o total- y según nuestra experiencia ésta es tiempre asimétrica. La opinión acerca de cuál es el ventrículo que más se dilata es variable entre unos autores y otros. Los partidarios de la opinión de que, el más dilatado es el homolateral, alegan como causa el que en este ventrículo se obstruye más precozmente el agujero de Monro. Los otros piensan que debe dilatarse más intensamente el ventrículo contralateral por un fenómeno de compensación. La realidad es que pueden ocurrir ambas cosas indistintamente: el caso n.º 1 es ejemplo de la opinión de los primeros y los otros dos, por el contrario, manifiestan una hidrocefalia asimétrica más acentuada en el lado opuesto al tumor. 2.º Modificaciones de la situación.Prescindiendo del tamaño de los ventrículos y de sus deformidades que pueden erróneamente hacernos pensar lo contrario, suele ocurrir que los ventrículos ocupan su situación normal. No obstante esto, hay casos en los que existe desplazamiento de uno o de ambos en cualquier dirección: No es posible hacer de los cambios de posición que los tumores intraventriculares imprimen al sistema ventricular, esquemas del tipo de los que Twining (1939) y Lingren (1954) hicieron el resto de los 227 tumores, debido a que la existencia previa de una cavidad ofrece al tumor un número prácticamente ilimitado de posibilidades direccionales de crecimiento. Lo que sí puede decirse es: l.", que en general el desplazamiento, caso de existir, suele ser contralateral cuando el tumor no invade la línea media; 2.", que cuando éste es infiltrante e invade el lll ventrículo y el contralateral, en las proyecciones antero-posterior y postero-anterior, ambos ventrículos aparecen más separados de lo normal y 3.º, que cuando se trata de gliomas que tienen su punto de partida en el suelo de los ventrículos, todo el sistema se encuentra elevado respecto a su situación normal, al tiempo que en las proyecciones laterales la concavidad inferior del cuerpo da la sensación -ínuchas veces sólo se trata de adelgazamiento- de estar aumentada. 3.º Modificaciones de la forma.-Las deformidades del sistema ventricular dependen fundamentalmente de tres causas: a) tipo histológico --carácter invasivo o no del tumor~; b) tamaño del mismo, y c) grado de invasión de la línea media. La imagen más concluyente es la amputación de parte de un ventrículo en la proyección contralateral que a veces al ser rodeada por el aire dibuja netamente el tumor (fig. 11). Esta amputación a diferencia de lo que ocurre con el quiste dermoide en el que el aire dibuja una imagen dentada -Dique y Davidoff (1937)- es neta y dibujará la cara anterior del tumor cuando éste está situado detrás del agujero de Monro (figs. 3 y 4), la posterior en el caso inverso (fig. 19) o bien ambas superficies si el tumor está en el cuerpo ventricular y no bloquea completamente el ventrículo (fig. 11). En la proyección antero-posterior se confirma aunque no de modo tan espectacular, la falta de replección por el aire de una porción del ventrículo. Cuando el tumor asienta en el suelo de los ventrículos aparecen como mordeduras en el límite inferior de los mismos, o 228 i'. MOLINA-NEGRO bien cuando el tamaño del tumor es considerable, un aumento de la concavidad inferior en las proyecciones laterales. ANATOMÍA PATOLÓGICA Hay tumores, a los que puede llamarse sin ninguna duda, tumores primitivos de los ventrículos: tal es el caso de los papilomas de los plexos coroideos, el de los quistes coloides del tercer ventrículo y el de algunos casos no frecuentes de meningiomas encontrados también en el interior de un ventrículo. Por el contrario, de ningún glioma puede decirse hablando estrictamente que sea primitivamente intraventricular. A lo sumo podría aplicarse con propiedad esta denominación a los ependimomas que, aunque tienen su origen en las paredes del ventrículo, crecen casi siempre de modo exclusivo hacia el interior de la cavidad. Hácese, pues, necesario, y este nos parece el momento oportuno, de aclarar qué queremos decir cuando hablamos de gliomas intraventriculares. En nuestra opinión esta denominación encierra dos conceptos: uno clínico y otro anatómico. En efecto, sólo hemos etiquetado con el apelativo de intraventriculares a aquellos tumores que, presentando en la clínica un S.H.I. claramente definido, no daban absolutamente ningún síntoma referible a una localización cerebral determinada. Lo anatómico viene definido por el carácter preponderantemente intraventricular, aunque, indudablemente, en los casos que son altamente infiltrante, las formaciones parietales, el cuerpo calloso, etc., presentan un grado más o menos marcado de invasión. Aclarado este punto, que nos parece fundamental, sólo nos queda decir que en nuestra estadística, 2 casos -66 por ciento- eran astrocitomas y que también en la de Tolosa 19 los tumores derivados de la astroglia -2 sobre un total de cinco, o sea el 40 por ciento- era el grupo más numerosamente represen- Vol. 111 tado. En todas las demás estadísticas el mayor número co!Tespondía a los epen· dimomas. Esta mayor frecuencia de los astrocitomas es paralela al predominio numérico de los mismos en cualquier otra localización. Como se sabe los tumores derivados de la astroglia constituyen aproximadamente la tercera parte de todos los gliomas, dato en el que coinciden plenamente las estadísticas de Bailey 2 y Zülch 2º. El caso n.º 1 se trataba de un tumor sólido de consistencia friable, que se hallaba perfectamente delimitado, aunque sin ninguna formación capsular. Su color era rojizo-grisáceo. La extirpación del tumor fue,_ desde el punto de vista macroscópico, radical, pudiendo visualizar, al finalizar la misllla las paredes ventriculares en perfecto estado. El informe del anatomopatólogo decía lo siguiente: ccNeoformación sólida histioide. Se encuentran territorios sólidos alternando con otro~ de disposición reticular. Los territorios sólidos están formados por células con núcleos redondos e hipercromáticos. Dichas células tienen prolongaciones protoplásmicas que se entrecruzan formando retículo. En los territorios sólidos existen formaciones conjuntivas muy vascularizadas. En los territorios reticulares es donde mejor se observan las células neoplásicas. Se advierte la presencia de islotes de tejido intacto, lo que prueba el crecimiento intersticial del tumor en algunos puntos. Diagnóstico histopatológico: Glioepitelioma. Ependimoblastoma de Bailey y Cushing (fig. 7). La intervención en el segundo caso comprobó la existencia de un tumor de color grisáceo muy infiltrante que sangraba profusamente. Su consistencia era encefaloide. El diagnóstico anatomopatológico fue de Astrocitoma. El caso n.º 3 era un tumor de color grisáceo y de consistencia gelatinosa, infiltrando el tejido cerebral circundante y el III ventrículo. El informe del anatomopatólogo dice: ((en los fragmentos exa- :Jr111bre 1959 LOS GLIOMAS DE LOS VE N TRÍCULO S LATERALES minados se encuentra un proceso neoformativo de naturaleza glial, constituído por masas de células con núcleos · redondos que aparecen íntimamente unidas y que muestran un acusado isomorfismo. La neoplasia se encuentra ricamente vascularizada infiltrando la sangre amplias zonas del tumor. En la proximidad de los vasos las células se disponen en .algunos casos en forma de corona y en otros en grupos irregulares. Se encuentran zonas de tumor casi completamente necrosadas. D iagnóstico histopatológico : Astrocitoma. TERAPÉUTICA Percival Bailey 2 escribía en el año 1933: «There is only one rational treatment of intracranial neoplasm and this is to remove it by operation as soon as the diagnosis can be established». Hoy, y de manera espepial en el caso de los gliomas alojados eq el interior de los ventrículos laterales, podemos afirmar con más razón que entonces, dado el enorme avance de la técnica, que la ex tirpación lo más radical posible de lo.> mismos es la única actitud terapéutica racional. Solamente el mal estado del paciente puede desaconsejamos el abordaje directo del tumor, dado el carácter chocante de este tipo de intervenciones o bien orientarnos hacia una técnica paliativa, bien sea una descompresión que resuelva momentáneamente el S.H.I. o bien un drenaje ventricular que, equilibrando transitoriamente la presión del L.C.R., permita ulteriormente cuando el estado del paciente lo permita , una actitud terapéutica más definitiva. Píensese, que rara vez puede obtenerse de la clínica ni de los métodos complementarios de diagnóstico una sospecha de la naturaleza histopatológica del tumor y que, por lo tanto, la posibilidad de que se trate de un tumor benigno nos ha de llevar a plantear la terapéutica quirúrgica 229 de un modo sistemático. Solamente, repetimos, cuando el mal estado del enfermo lo desaconseje podemos pensar eh la radioterapia sola o combinada con un a intervención paliativa, sin que personalmente esperemos mucho de aquella técnica. Sin entrar en detalles de sobra conocidos sólo queremos recordar la necesidad de extremar los cuidados t-n este tipo de intervenciones. Y esto no sólo en lo referente a la técnica quirúrgica propiamente dicha, sino también a la anestesia y a los cuidados postoperatorios. En efecto, las tres clásicas complicaciones operatorias de todo tumor encefálico, edema, hemorragia y shock amenazan de modo especial en la extirpación de un glioma intraventricular. T res cosas son fundamentales de llevar a cabo en la intervención: restablecimiento de la normal circulación del L.C.R. , hemostasia perfecta -sobre todo si no ha podido realizarse una extirpación radical- y práctica sistemática de una descomprensiva subtemporal. Aún extremando los cuidados es frecuente la aparición en el curso postoperatorio inmediato de brutales reacciones de hipertermia , hipo o hipertensión arterial, trastornos respiratorios diversos, etc. En ese caso hay que aplicar los correspondientes recursos de hibernación, refrigeración , traqueotomía , etcétera. PRONÓSTICO ¿Qué porvenir aguarda a esos enfermos? Bailey y Cushing dedican la última parte de la citada monografía sobre los gliomas al estudio de las correlaciones anatomoclínicas de los mismos. Buscan para cada grupo de tumores tres datos: l.º Supervivencia media después de la aparición de signos de localización. 2.0 Supervivencia media a partir de la aparición del S.H.1. y 3.º Supervivencia media desde la aparición de los primeros síntomas. La media global en meses que dichos autores dan es la siguiente: P. MOUNA-NEGRO Meduloepitelioma . . . . . . . . . . . . 8 Pinealoblastoma . . . . . . . . . . . . . . . 12 Espongioblastoma multiforme . . . 12 Meduloblastoma .. . .. . .. . 17 Pinaloma .. . .. . .. . .. . .. . 18 Ependimoblastoma . . . 19 Neuroblastoma . . . . . . . . . 25 Astroblastoma . . . . . . . . . 28 Ependimoma .. . .. . .. . .. . .. . 32 Espongioblastoma unipolar 56 Oligodentrogioma . . . . . . . . . 66 Astrocitoma protoplásmico . . . 67 Astrocitoma fibrilar . . . . . . . . . 86 Estos datos que dan una idea bastante exacta de lo que ocurre con los gliomas en general se modifican, sin embargo, cuando se aplican a los gliomas de los ventrículos laterales, pues el hecho de qu;; éstos carezcan en el interior de una cavidad preexistente retarda por lo común no sólo la aparición de síntomas, sino el período de supervivencia. Así el espongioblastoma estudiado por nosotros se presentó en nuestra clínica tres años después de la aparición de los primeros síntomas, es decir, aproximadamente el doble del tiempo que dan los referidos autores. En otros casos. la obliteración precoz de un agujero de Momo, determina la aparición de los síntomas. No puede, por tanto, establecerse ninguna regla en relación al tiempo que tardará en producirse la muerte del enfermo al que no se aplique ninguna medida terapéutica; lo que sí puede decirse es que estará en relación inversa al tiempo que tarde en establecerse el S.H.I. y que la muerte es debido generalmente a la compresión del tronco cerebral. El pronóstico de los casos intervenidos está en relación inmediata con el tipo de tumor -grado de malignidad, de infiltración, etc.- y del tamaño alcanzado por el mismo, ya que son estos datos los que condicionan de modo primordial la posibilidad de una extirpación radical del tumor. Cuando ésta no puede ser llevada a cabo el pronóstico se oscurece. Por el contrario, cuando el tumor no Vol. !!/ tiene carácter infiltrante, el pronóstico mejora notablemente, ya que con la extirpación radical y la radioterapia combinada pueden obtenerse supervivencias prolongadas sin grandes déficits funcionales. El caso n." l, que se trataba de un epcndimoblastoma perfectamente delimitado fue intervenido el día 3-XII-54 y hoy día, casi cinco años después, la enferma se encuentra en perfecto estado sin otra secuela que una atrofia óptica bilateral. Según Zülch, también puede darse una curación permanente o al menos la supervivencia prolongada de muchos años en los astrocitomas fibrilares. En los demás casos el pronóstico es pa ralelo al de los correspondientes tumores localizados fuera de los ventrículos. CONCLUSIONES De la consideración de la clínica, métodos de diagnóstico, terapéutica y pronóstico de los gliomas de los ventrículos laterales, resultan las siguientes conclusiones: l.º El cuadro clínico sigue en su desarrollo un esquema muy semejante en lo esencial consistente en un S.H.L que evoluciona con características de tiempo muy diferentes directamente relacionadas con la rapidez del establecimiento del hidrocéfalo interno. Posteriormente, en razón del carácter infiltrante o no del tumor, la sintomatología se enriquece con signos dependientes del compromiso directo de estructuras nerviosas vecinas; en este orden de síntomas pueden citarse: síndrome psíquico por compresión de polos frontales o invasión del cuerpo calloso; síndrome extrapiramidal por invasión de los núcleos de la base; síndrome deficitario sensitivo-motor cuando el tumor comprime los núclem del tálamo óptico, las vías de conducción o la propia corteza 2.º El diagnóstico debe hacerse mediante la introducción de aire en los ventrículos dado que los demás medios resultan ineficaces. Octubre 1959 LOS GLIOMAS DE LOS VENTRÍCULOS LATERALES Las imágenes más importantes que fundamentan el diagnóstico son: l.º, hidrocefalia asimétrica; 2.º, amputación de parte de un ventrículo lateral. 3.º Las formas histopatológicas más frecuentes son: astrocitoma y ependimoma, en cualquiera rle sus variedades. 4.º El proceder terapéutico correcto es siempre que el estado del paciente lo permita, el abordaje directo del ventrículo ocupado y la extirpación lo más radical posible del tumor. Debe practicarse sistemáticamente radioterapia aunque a priori la variedad de glioma sea considerada poco sensible. 5.º El pronóstico es bueno en las formas no infiltrantes si se practica la extirpación radical. En los tumores invasores, aparte de ser muy elevada la mortalidad en los siete primeros días del post-operatorio, el pronóstico es siempre desfavorable a corto plazo. SuMMARY lateral ventricles' s gliomas: clinic-<'lnatomic and tlterapeutical considerations A detailed description of the three obser~ ved cases is done: clinical history, neurological examination, and complementary methods data, surgical findings and pathologic study of the surgicaI specimen. According other poblished cases and the presented one an trial is made in order to establish a systemic v1ew of the clinic of these tumours. Three evolutiv periuds are shown. 1. 0 Te once consists of increased intercranial pressure signs produced by internal hydrocephalus following the Monro stomata block, after a laten! asymptonic period, with «hypertensive-crisis» like seizure. Sorne ethiopathogenic considerationes are made. 2. 0 A more or less complete intracranial hypertensive syndrome ,develops, according the hydrocephalus's grade, with total absence of focal syndrome. 3. 0 At the end regional symptoms appears associated with envolved paraventricular nervous structures directly envolved compromise. 2211 A study of the severa! complementm·y methods of diagnosis follows: electroencephalogram, radiography, cerebral angiography, neuroencephalography, ventriculography -Iumbal, cisternal and direct- with special description of the Iast technique and the changes in situation, shape and volume of the ventricular system. A pathologic study of the intraventricular gliomas follows, considering the relativ frequency of the difforent types of tumours. The observed cases were: two cytoplasmatic astrocytomas and one ependymoma. Finally, therapeutics and prognosis of these tumours are discussed, and the results in the author's cases: in the three cases the 1diagnosis of intraventricular tumour was made preoperatively, through the cerebral ventriculography being the result of the surgical treatment: two died one after respiratory paralysis and the other from late irreversible, cerebral oedema; uneventful recovery in the third case, that was an ependimoblastoma; now, four and a half years after the operaiion the patient remains quite well with only an optic atrophy already existing pre-operatively. The following conclusions are drawn: 1. 0 The clinical picture has JI very regular pattern, consisting in an intracranial hypertensive syndrom developing in short or long time, according the more OT less rapid establishement of the interna! hydrocephalus. Afterwards, on account of the infiltrating or not, type of tumour symptomatology increases with the signs produced by the direct compromise of neighbour nervous structures, i. e.: psychic sindrome from frontal lobes compression or corpus callosus invasion; extrapyramidal syndrome after invasion of the basal nuclei; motor-sensitiv deficit syndrom when the tumour compresses the optic thalamic nuclei, the conducting paths or even the cortex. 2. 0 Diagnosis can be made only after ventriculography being useless the other methods. The more importan! pictures are: 1. 0 ) curren! asymetric hydrocephalus, 2. 0 ) amputation of a lateral ventricle. 3. 0 The more frequent histopathologic forms are: astrocitoma. ependimoma in its severa! varietis. 4. 0 The corree! therapeutic procedure is when the patient state allows it the direct opening of the occupied ventricle and the most radical removal of the tumour. Aways afterwards, radiotherapy, even if the sort of the glioma rather no radio-sensible. 5. Prognosis is good in the non infiltrating forms if a total removal is oerformed. In the invading tumours, a part of the very high preoperative mortality Tate, prognosis is always poor at a short time P. MOLINA·NEGRO 232 BIBLIOGRAFÍA l. BAILEY. 1, 1924. 2. BAILEY, P. lntracranial Tumors. Charles C. Thomas. Springfielcl. lllinois, 193'3. 3. BAJLEY, P. Ann. d'anat, path, méd.-chir. 2: 481, 192.5. 4. P. Arch. Neurol. Psychiat, 11: BAILEY, P. y H. CusHING. Tumors of the Group. Lippincott. Philadelphia, Glioma 1926. 5. DANDY, W. E. S11rg, Gynec. Obst, 30: 329. 1920, 6. DANDY, W. E. Surgery of the brain, «Lewis'Surgery», Baltimore. W. F. Prior Co .. 19.32. 7. DANDY, W. E. Ann, Surg, 98: ' 1933. DANDY, W. E. Benign encapsulated tumors 8. in the lateral ven/rieles of the brain: diagnosis and treatment. Willíam anrl Wilkins. Baltimore, 1934. 9. DAVIDOFF, L. M. y abnormal B. S. EPSTEIN. 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Da la impresión de que el cuadro inicial de retención sódica propio de la i.c.c. que motivó el empleo de diuréticos y dieta hiposódica se hubiera trocado, al producirse la disminución del sodio sérico, en una retención principalmente hídrica. La administración de NaCl en estas circunstancias puede ser incluso perjudicial L 11. 13 · ya que las reservas de sodio en el organismo pueden estar aumentadas 7 · 12 • Todo ello hace que se deban aceptar dos mecanismos diferentes en la hiponatremia de los enfermos de J.c.c.: a) la hiponatremia en sentido absoluto (falta de Na en el organismo) que, teóricamente al menos, se compensaría dando sodio; y b) la hiponatremia relativa, debida a retención de agua, con hipoosmolaridad de los diversos compartimentos (intra y extracelular) e incluso con aumento del sodio total. Este ultimo mecanismo ha