;•?:•»»;««•:•:•:•:•:'»»:•• El fenómeno Ionesco Estamos próximos al estreno de una de las últimas producciones del autor rumano-francés, Eugenio lonesco, que presentará el Instituto del Teatro de la Universidad de Chile. Ñus referimos a su difundida obra "El Rinoceronte". En nuestro país, Ionesco irrumpió hace solo tres o cuatro años cuando el grupo francés del Instituto Chileno-Francés de Cultura nos presentara su "Cantatrice Chauve". Esta obra despertó la inquietud por conocer algunas d^ las producciones dramáticas de este revolucionario de ia escena contemporánea, agotándose rápidamente los escasos ejemplares que llegaban en la lengua original de sus oLras producciones de mayor envergadura escénica, como "La Lección", "Jacques o la Sumisión", "Víctimas del Deber". "Amadeo", "El Nuevo arrendatario", "Las Sillas", "El impronlu del alma", etc., etc. Hoy. Eugenio Ionesco constituye una de las cabezas visibles de la nueva dramaturgia, y sus obras son representadas en todo el mundo, se le invita oficialmente por diversas instituciones y universidades, da conferencias, compone argumentos de ballet y ahora último se aboca al montaje de una comedia musical en el centro de Nueva York. Es sin duda alguna, un resonante éxito. "Rhinocerontes" o "El Rinoceronte" es su última producción, y en ella, con un tratamiento diverso a las anteriores. enfoca en forma aguda la critica a los "ismos" que tienden a dominar el mundo, impuestos en forma violenta por la autoridad. Pero ¿es ése todo el "fenómeno Ionesco"? No. Sin duda hay mucho más, y a ello dedicaré estas líneas de "Mensaje" con el fin de ubicar al lector en la significación del teatro del más importante dramaturgo de vanguardia contemporáneo, con perdón del ilustre Samuel Beckett. lonesco usa en sus obras una doble raíz creativa, que él mismo explica como una oscilación de conciencia al enfrentarse con la realidad, sintiéndola ya como algo irrisorio, evanescente y desarticulado, o como una gravitación asfixiante. Los estados de -10 conciencia oscilan entre lo etéreo y lo demasiado pesado, io vacío o lo exageradamente presente, la transparencia irreal del mundo o su opacidad, la luz o las tinieblas espesas. En los primeros casos, el que asi contempla el mundo, se siente liberado de las presencias coactivas. En el segundo, todo lo que es solidifica su extráñela, el mundo se hace término hostil, la materia lo ocupa todo, las excitaciones se acumulan. Para penetrar la obra íonescina es necesario estudiar tres factores: el hombre, las cosas y el lenguaje,analizándolos entre si y en su mutua relación. Estos factores no son los usuales en la creación dramática. Su capitalidad se produce con la aparición de los neoconvencionales, y es más, su triple relieve no se ocasiona hasta el nacimiento de las últimas vanguardias, aquellas cuyo arranque puede situarse en la última guerra. Cierto es que el humbre ha sido siempre eje dramático, pero siempre lo fue en cuanto problema sentimental, pasional o en una palabra psicológico. Lo que lonesco, Beckcti, Adamov y «tros autores dramatizan, es en cambio oí problema de su existencia y consistencia. De ahí que el Teatro de lonesco sea de índole puramente ontológica, en oposición al tradicional, cuya índole pudiéramos definirla como psicológica. Como el problema, por otra parte, de la existencia y consistencia rebasa al nombre para abarcar todo, las cosas, en el teatro de lonesco. adquieren un:i lr:i>eendeneia que no tuvieron antes en las producciones dramáticas. Se establece la relación recíproca entre ellas y e! ser humano, y se comprueba que las cosas ejercen influencias sobre éste; y éste practica una irradiación psiquícu sobre las cosas. Por último, el lenguaje propio de Jonesco no traduce sonoramente un argumento, sino que se nos da como parte muy importante del espectámlu. El personaje que habla es utilizado muchas veces sólo en relación de su función lingüística, y no en función del argumento, como sucedía en todo el teatro tradicional, hasta los primeros neoconvendónales. En lonesco, si sus personajes carecen de psico logias, tienen en cambio otra consistencia. Sus conlenidos, aunque no son psicológicos, son psíquicos. Y es en esta paradoja donde radica la esencia del "fenómeno" lonesco, que tendremos oportunidad de apreciar una vez más en el montaje de "El Rinoceronte". Ahura bien, analizando la posición de lonesco frente al mundo que lo rodea y su concepto amplio de la libertad, y la forma en que él nos entrega loque 61 llama su verdad, conviene analizar en esta Revista cual seria su relación con un Ser Superior. En sus obras la materia prolifera. Sus personajes tienen una especial atracción al número, y no al número pitagórico y armonizador, sino al número obstru\ ente y espeso—en consonancia con un carácter típico de nuestra época: el crédito concedido a las estadísticas. Pero la verdad estadística delata una quiebra interior: la falta de fe en la verdad incontestable. Toda estadística no es sino la pretensión de añadirle espesor a la verdad, como si el espesor fuera un certificado de existencia. En realidad, ese espesor está envolviendo un vacío. Porque el ser que es, no necesita un número de apoyo, ni ese espesor que, en definitiva, no es espesor de ser, sino espesor de consistir. El ser que es, no consiste, ya que consistir es siempre ser en otro, ser otro u otros, estar lurmado de otro u otros seres, o sea: no ser en sí. Dios es el único ser que es y que por lo lanlu no consiste. El hombre consiste en Dios: las cosas consisten en Dios, todo lo creado consiste en su Creador. Pero aún ignoramos si lonesco concibe a Dios detrás de la primitiva nebulosa en la que todos los seres de su obra se confunden. Ignoramos si esa conciencia suya de libertad, ante la sustancial vacuidad del hombre, contiene una semilla metafísica. Nío sabemos .si lonesco cree en una semántica superior —Dios— o si llegará a creer. Pero, sea corno sea, da testimonio de este tiempo nuestio en el que hemos hecho ceniza de toda realidad, desintegración de todo cosmo, soledad de toda cumpañía, odio de las soledades reunidas. loncseo da testimonio de este monstruo que hemos desencadenado. Y en ese sentido "El Rinoceronte" mantiene en pie estas observaciones, mostrando en lonesco una leve evolución en su técnica dramática. He aquí, aigunos aspectos del "fenómeno" lonesco. Jaime Celedón Silva.