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ANO CUARTO.
IViim. 1 s e .—Julio 8 d e 1 8 6 6 .
L A VIOLETA.
REVISTA HISPANO-AMERICANA
, DEDICADA
A S . NT. LA REINA D Ú A A ISABEL M,
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DECLARADA
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TEXTO POE EEAL ORDEN DE 1 5
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DE NOVIEMfiRB
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1864
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PROPIETARIA
DOÑA FAÜSTINA SAEZ DE MELGAR..^
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PRECIOS DE SUSCRICION.
En Madrid: un mes.;. . ., 8 rs.
tres id . . . . . 23
un año
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En provincias: un mes, .
^ . tres nleses. .
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100
Estranjero Y Ultramar: un año, 10 pesos fuertes.
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^ ' ' • I A seis meses, 6 pesos fuertes.
No se sirve ninguna susoricion que no venga acompañada de su importe en, libranzas ó
letras de fácil cobro.
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BSDÁCCION T Al^miSWACION, CO^CaPQI0N,,pE»ÓÍ<JMA, ^ 3 , pai^q^pÁt DBj^^^
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ADVERTENCIA.
i' ' Suplicamos á nuestros suscritores nos dispensen la falta del pliego,
(Je novela, que á pesar de nuestros buenos deseos nos ha sido imposible
itepartir; esperamos cese muy pronto la causa que nos lo impide y entonces resarciremos debidamente á nuestros consecuentes y buenos abonados,
dando juntos los pliegos que hayan dejado de recibir.—El secretario de
la Redaceion.
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'.
CORRESPONDENCIA PARTICULAR DE LA VIOlílTA.
Doña C. P.—Mahon.—Renovada la suscricion de D. Hl A.—Gijon.—Queda tomada nota de la nue' V. por un año, que terpi^^á en fin de Junio
vji suscricion que ha pedido V. hasta fin de Di; de 1 867. Se ha remitido á V La Lira del Tajo.
ciembre,
í
Hoña M. J. L.—Sevilla.—Queda renovada la suscri- D. J. A.—Peñón de la Gomera.—Queda V. suscri-,
; cion de V. hasta fin de Diciembre y se ha recibido
to por seis meses desde 1 .• de Junio y se le han
enviado los números de dicho mes.
'la libranza,
doña C. M.—Antequera.—Queda renovada la sus- Doña E. R. S.—Coruña.—Renovada la suscricion
de V. hasta fin de Agosto, se han remitido á V. los
. cricion de V. hasta fin de Setiembre.
números de Junio.
Doña C. L .—Tuy.—Queda renovada la suscricion
i de V. hasta fin de Diciembre; recibido su importe. Doña I. D. M.—Córdoba.—Renovada la suscricion
de V. hasta fin de Setiembre; recibido su importe.
Doña V. S. y R.—Valencia.—Queda V. suscrita desde
Julio á fin de Setiembre.
Dpña C. C. —Santander.—Queda renovada la susd. R. M.—Cacabelos.—Renovada la suscricion de
cricion de V. hasta fin de Diciembre y se ha recibido su importe.
( de V. hasta fin de Agosto.
l|ofia P. D.—Tarazona.—Se han recibido los 27 rea- Doña T. I. de L.—Granada.—Renovada la suscricion de V. hasta fin de Setiembre; recibido su im' les para su suscricion de V., que vence en Agosto.
porte.
I)oña E. R. de G.—Cádiz.—Queda renovada la sus' cricion de V. hasta fin de Octubre y se le han re- D. M. F. A.—Bailen.—Renovada la suscricion de
V. hasta fin de Mayo del próximo año; recibida la
! mitido los números desde el 1.° de Junio.
f
libranza.
[joña C. G.—Palma de Mallorca.—Queda renovada
D. F. M.—Málaga.—Queda tomada nota de la nueva
i la suscricion de V. por el presente mes.
suscricion que pide V.
Doña C. J.—Ciudad-Rodrigo.—Queda renovada la
' suscricion deV. hasta fin de Setiembre.
VARIEDADES.
gan á bien socorrerla con alguna cantidad, en la
confianza de que nunca serán mas agradecidos ní
i üíia señora desgraciada que ha ocupado en la so- mejor empleados sus beneficios. En la redacción de
ciedad una posición distinguida y que por efecto de este periódico, Concepción Gerónima, <3, principal
las circunstancias se encuentra sin recursos para derecha se admitirán los donativos, y se suplica á
soSífeKKer á su numerosa familia y á su marido, ce- los periódicos de Madrid la reproducción de estas
sante y. enfermo, suplica á las almas caritativas ten- líneas.
CARIDAD.
Igle<ias mayores en Europa. La iglesia de San Pedro, en Roma, tiene cabida para 54,000 personas; la
catedral de Milán para 37,000; la iglesia de San Pablo en Londres para 25,000; la de Santa Sofía en
Constantinópla para 23,000; Notre Dame de París
para 21,000; la catedral en Pisa para 13,000; y San
Marcos en Venecia para 7,000 personas.
El amor. Es un Sentimiento muy dulce (he dicho
mal, era); que nació en el corazón de los seres desde
, el primer raomento|de su existencia. Andando el tien^po vino Éíl mundo su antagonista el interés y le quitó
la plaza, dejándole á pedir limosna. Hoy, si existe
. en algún corazón, es en clase de lacayo de inUrés
para llevar recados de su amo, que son generalmente bien recibidos.'Cuando habla por sí solo so le
trata como lacayo y no se le permite pasar de la
puerta.
'•
^
Coches ei> Pari«. En el aíio 1500 habia en París
solo 3 carrozas de dos asientos. En 1600 llegó el n ú mero á 320 carruajes. A fines del mismo siglo llegaban á 1,500. En 1833 habia 16,892 de dos y cuatro
ruedas; añadiendo las diligencias, malas postas, coches públicos, chirriones, camiones y carretas, ascendían á unos 50,000 vehículo^, para una población
de 750,000, ó sea un carruaje por cada 15 habitantes.
En 1883 el número llegó á 22,000. En 1869 á 39,000.
La circulación se acreció en ptoporciones análogas;
por ejemplo, en el boulevar de los Italianos, donde
en 1850 circulaban 16,550 coches, se contaban pn
<839 22,750 por dia. En 1863 el movimiento integral,
ha escedido de 51,551 al de 1862. En 1864 ha sido
igual. La población es en el dia de 1.700,000 almas:
Pensamientos sobre la mujer.
La furia del diablo
Do es tan temible como la de una mujer, porque el
diablo está solo, y la mujer tiene la ayuda del espíri^^n^ligno.
(Tertuliano.)
—La.mujer es un enemigo de la amistad, una pena
lamentable, un mal necesario, una tentación natural, Una calamidad deseable, un peligro doméstico
y Un daño deleotable. (San Juan CriSóstomo.)
Mata-tercianas. Parece, segUB un periódico de
Barcelona, que la empresa del canal de ürgel tiene
y* Una gran porción de semilla de «wcotópíus para
plantarla en los terrenos donde reinan intermitentes; á jin ¿e q^g g^ 9clim,ata,cion sea mas fácil,,poS6e, según el mismo periódico, en las inmediaciones
de Barcelona algunos pies de uíia regular elevación,
•íuya semilla será la primera que se sembrará.
•~En el CáucaSo se acaba de hacer la mayor pereoeion del'cultivo. No negárnosla influencia de estas causas; pero en España, cdmo en Francia, la
verdadera causa de este fenómeno consiste en los
grandes gastos improductivos que hacen los gobiernos, que nO permiten medrar á las familias ni que
la población consuma todo el pan que necesita.
Si el pauperismo no estuviera encarnado en la
población de los campos lo mismo que en la ciudad,
el argumento tendría gran fuerza: pero no solo es
asi, sino que ou medio do la abundancia falta el pan
á muchas gentes, y en medio de la plétora de p r o ductos industriales, falta á los pueblos camisa limpia y ropas para vestirse con decericia.
. Saludo previsor. Estando un individuo bastante
chato sentado en el café tomando el ídem, estornudó. Un chusco que estaba inmediato le saludó d i ciéndole:
—Dios conserve á V, la vista.
Chocóle al chato la frase y la sonrisa, y dijo al
entremetido saludador:
—¿Por qué hadicho V. que Píos me conserve la
vista?
.
^-Porque en el caso de acortársela no podría
V. usar anteojos.
.
Un labrador que estaba agonizando, mandó á su'
hijo ir corriendo á avisar al cura. Así lo hizo el chico en efecto, pero después de haber estado- llamando dos horas a l a puerta:
—¿Por qué no has llamado mas recio? le pregun- ^
tó el sacerdote.
—Señor, por miedo de despertarle.
—¿Pues entonces á qué vienes?
—Vcingo porque me dijo mi padre: anda, vé al señor cura y díle que venga corriendo, porque estoy
muriéndome.
—¡Jesús, qué bruto! ¿y has estado dos horas á la
puerta?
—Sí, señor.
,
,—Pues entonces escuso ir, ya se habrá muerto á
estas fechas,
—¡Quiá! ¡no señor! sé ha quedado el tío Pedro haciéndole compañía, y me ha prometido entretenerle
hasta que Y. vaya.
—En una comedia casera se hallaba un joven muy
tímido colocado detrás de una señorita que le gi^staba mucho y con la cual no sabia como entablar
conversación. De pronto ifió un insecto que subía
por la manteleta d é l a jóvfiu,.y la dijo:
'
—Señorita, la advierto á V . critó tiene u n .animal
detrás.
, .
,
—¡Ay Dios «iól dijo amostazada, no sabia q^e es^
tuviese usted aquí.
CONDICIONES DE LA PUBLleACION.
El periódico constará de 8 páginas con 16 columnas de texto, en escelente papel y elegantes t i pos; llevará su cubierta de color, y además 16 páginas de novela compaginada para que pueda encuadernarse aparte. Terminaremos en los pritneros
meses del año la novela Angela ó el RamUlete dé
Jazmínea, de la que solo falta el tercer tomo, y a l ternando con ella se concluirán l^S Tradioione» granadinas, de la señorita doña Rogelia Leen. Los s e ñores nuevamente suscritos que deseen adquirir los
dos tomos que van publicados de Angela, pueden
pedirlos enviando su importe en libranzas á razón
de 8 rs. tomo, en Madrid y 9 en provincias, y los recibirán francos de porte.
En cuanto a l a parte de grabados'mejoraremos
notablemente nuestra publicación; daremos cada
mes tres ó cuatro ngurines de los mejores que se
publican en París, Uno ó dos pliegos de dibujos, v a rios de patrones y modelos de abrigos en la primadvera y otoño. Alternativamente se darán también
dibujos dq crochet, |t^picería y labores para las
maestras.
Se publicará con la mayor regularidad los dias 8,
16, 34 yj3Q de cada njes,. evitando de este modo á
nuestros repartidores el ímprobo trabajo.que tienen
los domingos que spn dias destinados para el descanso.
Con objeto de simplificar la^^contabilidad y evitar
errores, todas fas suscricipnes empezarán á contarse desde 1." de mes, no sirviéndose ninguna sin que
esté pagada anticipadamente. Todos lo^ señores que
gusten suscribirse pueden hacerlo remitiendo el importe en libranzas á nuestra administración central
establecida en [Madrid, Concepción Gerónima, n ú mero 13, principal derecha; ó por conducto de los
corresponsales de la casa, que tendrán números^
demuestra.
Los señores que anticipen elimporte de un año,
recibirán como regalo una de las obras siguientes, á
su elección:lia; Lira del.Tajo, poesías de la señora
de Melgar.—Matilde ó El Ángel de Valdereal, nOVela
de la misma.—Eco» de Gloría, leyendas históricas,
de la, misma.—Lot Com^añeroi d^ Jchú, novela, por
Alejandro Dumas.—^El Sitio de niaestrik, novela histórica.—Una Floí «(«erida, novela sentimental.
PRECIOS OE SUSCRI&IOH.
En Madrid: un mes, 8 rs.>; tres meses, 23; seis,
44; u n año, 82^—-EnProvincias:unmes, 10rs.; tres
%*1; seis, 52; uii año, 100.—Estranjero y Ultramar:
Seis meses, 6 pesos; 1*» año, 10 pesos.—Portugal
tres meses, 34 rs.) seis, 66; un año 430.
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN, CONCEPCIÓN GERÓNIMA, 1 3 , PRINCIPAL DERECHA.
Obras déla SEÑORA DOÑA FAUSTINA SAEZ BEjVfELGAR, qm se hallan de venta eú la i educción de.
LA 'SiGveik, Concepción Gervíúma, rmnii 13, principal derecha, Madrid^ y se cederán á los señores suscritores á la misma con un tO por 100 de rebaja. .
, ,
f á taiARQYTESA v s PINARES, qovela origipial,
segunda parte y conclusión de La. PASTORA DEIi
aDADlEl.A. Forma un grueso volihnén con 730
páginas, Uustradi) con once magníficas láminas. Su
argumentó es la continuación dé los sücesds que- se
han iniciado en l a p r i m w a {Jarte, siguiendo hasta la.
muerte de sus priB|0.ipales,persoijiajes. Su precio 46
reales en Madrid y 5() en provincias: iio.se sirve nia-i
fetm pedido que no venga ao()ij)pa6adp de su i m porte en libranzas.
, .
' "
XiOS miSERARLES DE ÍBSI^ASÍA, níDVéla oHgi^
ilál'. CónStá de 54 entregas (dos gpapi4?s tojnos)., ilustrados con 16 láminas litografiadas.^ Preció en Madrid, 54 rs.; en provincias, 60.
kíA U R A DELVAao, coiecqloade poesiajB: u n
precioso volumen con el retrato de su autora, 20 r s .
en Madrid y 22 en provincias.
'
mATIX.DE Ó Bt. ANOEI. BE VALSERSAZ.,
episodio histórico de la Güera civil: un tomo grande
en 4." prolongado, con cinco l^minías, Í2 rs; eb Má*
drid y 24-fin provincias.
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^ - :'
ECOS SE GLORIA, leyendas históricas,' en verso. Comprendé las biografías de Alfonso I, el Cató^
lico;,una leyenda'de'Alfopso IX, el Casto, titulada
La Cruz de los Angelu. La Batalla de loh Mavas de'Toloia, bscrita en octavad reales, finalizando con unas
composiciones dedicadas al príncipe de Asturias coni
motivo de la tomai de Tetuan. Precio, 5 rs. eh Madrid y'8 fen provincias. ' • •• '• :.: >
.: ,ííA P A S t l ^ A OEL «IJADn»Ul, novela origi^
nal. (Tercera edición.) Consta dé ün grueso tomó dé
más de SÓO páginas, ilustrs¿iJó«pn'ocho lótoiAas.Preeio, ^a.rs-en Madridjy 86.€ín provincia^.
AtfOELA Ó EX^ RAMILLETE DE ^AZniMfES'
consta d¿ trfes tíamosí;' «a vendeií á 8 tea. en Madrid y
9 ien provincias. E^tá en prenda el tercero.
MADRID, 1865,—Imprenta de R. Viconle, Clavel 4.
Madrid 8 d e Julio d e 1 8 6 6 .
Año V I .
Núxn. 188.
PRECIOS.
CONDICIONES.
Se publica los dias 8, 16, 24 y 30, en un pliego de 8 páginas casi folio, á dos columnas.
Además 16 páginas en octavo prolongado de
novelas compaginadas.
Contiene igualmente figurines, dibujos, labores
!
y patrones.
Un mes
Tres
Seis
Un año
Un mes
Tres
Seis
Un año
8 r».
23 »
44 »
82 »
iQ "
27 »
52 »
100 »
Ultramar y eslranjero. .
un año 10 ps. fs.
—
seis meses 6 ps. fs.
LA
VIOLETA.
REVISTA HTSPANO-AMERICANA.
DE
INSTRUCCIÓN PRIMARIA, EDUCACIÓN, LITERATURA, CIENCIAS, LABORES,
SALONES, TEATROS Y MODAS.
DEDICADA A S. M. LA REINA DOÑA ISABEL I I .
T DECLARADA DE TEXTO POR REAL ORDEN DEL 15 DE NOVIEMBRE DE 1 8 6 4 ,
AUTORIZANDO A LAS ESCUELAS NORMALES DE MAESTRAS Y LAS SUPERIORES DE NIÑAS PARA QUE SE SUSCRIBAN
CON CARGO AL MATERIAL.
DIRECTORA PROPIETARIA, DOÑA FAÜSTIHA SAEZ DE MELGAR.
SUMARIO.
Prólogo para La Pastora del GuadieJa, por D. Leandro A. Uernro.—Ejemplo,
por doña Rogelia León.—Carenares de D. Mel-
chor de Paiau, por D. R. Ferier y Bigné.—Exámenes en el Co'ígio de Santa Isabel.—Esplicacion del Fignrin.—Variedades.
PROLOGO
LA PASTORA DEL GÜADIELA.
A ruego de algunos amigos y suscrilores que
tienen La Pastora del Gtiadiela, insertamos á continuación el prólogo que para la cuarta edición do
"icha obra que actualmente se publica en París ha
escrito nuestro amigo D. L. A. Herrero.
En el estado actual de las cosas, cuando las luces del progreso no llenan todavía completamente
"e luz los sombríos receptáculcs de las almas y de
las inteligencias, la novela, producto bellísimo de
la imaginación, puede ser un medio mas ó monos
elicaz de enseñanza puesto al servicio de la civilización. Escasa y todo como es la afición á la lectura en
un pais como España, donde tan poca fortuna suelen iiacer los libros, la novóla ba logrado alcanzar
un éxito muy satisfactorio, y esta risueña perspectiva ha decidido sin duda á\iuestros ingenios á tributarla un culto especial, razón por la cual vienen las
prensas ofreciéndonos el ejemplo de una fecundidad incansable.
No merece esto censuras sino encomios, que la
novela, si no reporta la utilidad de las ciencias, forma parte do los placeres del alma y del entendimiento, los cuales no se deben economizar sabiendo que
todos ellos son de un orden superior á los materiales, y asi se ve, que donde predominan los primeros
se debilitan y anonadan los segundos, en lo que
nada pierden los pueblos ni los individuos.
Y aunque no fuera mas que esta la misión de la
novela, aunque no tuviera mas objeto que el de proporcionar grato descanso á los fatigados espíritus,
que, como dice el gran Cervantes, no siempre han de
194
LA VIOLETA.
vivir entregados al cálculo, á la devoción, ni á las
continuas dolencias y trabajos de la vida, bastarla
esto para ¡jue nosotros la concediéramos suma importancia, considerándola como manantial do purísimos placeres morales, y en su consecuencia dispensadora de ventura y felicidad, siempre que no d i funda malas ideas, ni enseñe ejemplos perniciosos,
ni ofrezca en dorada copa veneno impuro que perjudique á las buenas costumbres, á la familia, á la
sociedad y á la religión.
Y si la novela bien encaminada puede conducirnos á la adquisición <' conquista de inefables deleites intelectuales y morales, sirviendo de regocijo á
los cansados espíritus, y reduciendo el imperio de
los goces materiales que abrasan la carne y entumecen los corazones, preciso es pensar en darla
formas perfectas y adecuadas á su trascendental objeto, considerando que cuando llama á las puertas del
hogardoméstico, siempre sale á recibirla una juventud embellecida por los arreboles déla itiocencia y de
la ignorancia; una juventud ansiosa del alimento del
alma, soñadora, romancesca, sedienta de lo maravilloso; juventud, en fin, impresionable en tan alto grado, que toma por verdadero lo que no es mas que
una ficción, siguiendo su curso con fiebre, con curiosidad vertiginosa, y participando de todos los
afectos y sentimientos de los personajes de la fábula, hasta el punto de identificarse completamente
con ellos.
Hoy que el poema ha desaparecido y (|ue el teatro se resiente de una decadencia visible, la novela puede tomar con provecho algo de aquellos dos
géneros, abrazando un campo mas dilatado y moviéndose d(>ntro de una órbita mas estensa, circunstancia muy favorable para acrecentar su variedad y
amenidad, de la cual pueden sacar un partido notable los ingenios, satisfaciendo á todas las exigencias
del gusto y á sus naturales inclinaciones.
El éxito, cada vez mas creciente de esta literatura
en España, nos ha acarreado de una manera insensible una verdadera inundación novelesca, y serla tarea muy complicada formar la estadística de las obras
que han sudado las prensas en el periodo de veinte años, que es en el que se lia despertado y desarrollado la afición á estas lecturas. Verdad es que ese
torrente no está compuesto en su totalidad de aguas
claras y cristalinas, abundando en él por desgracia
las olas turbias y cenagosas (¡uo el grosero mercantilísimo pone en circulación para realizar sus mise-
rables ganancias; pero también es verdad que la mayor parte del cieno que arrastra ese rio no ha sido
tomado de las playas propias sino de las estrañas,
lo cual honra mucho á los ingenios patrios, cuya
originalidad mas ó menos Interesante ha sabido basta hoy [ireservarse de los estragos espantosos del
gusto que lauta celebridad han alcanzado en otras
naciones.
En época reciente, cuando esta actividad literaria
de que hemos hecho mención llegó al último grado
de su incremento, salló á luz el libro (|ue va al frente
de estas páginas, debido á la tierna inspiración de
una joven escritora, desconocida entonces, muy estimada hoy, que desde un pcíjueño pueblo reclinado
en los pintorescos estribos de la sierra de Cuenca,
pueblo donde se meció su cuna y donde están las
tumbas de sus mayores, comenzó á cultivar con provecho las hermosas llores de la literatura, uniendo
á sus perfumes los de una juventud bella y honesta, pasada en el recogimiento y la virtud, entregada
á las santas alecciones de la familia y á los éxtasis de
la contemplación de la naturaleza.
Bajo estas suaves influencias, bajo estas encantadoras impresiones, y además bajo un cielo diáfano
y puro donde el sol centellea de alegría y donde el
ambiente no se halla inficionado por los miasmas y
efluvios de los grandes centros de corrupción, se e s cribió La Pastora del Guadiela, obra que refleja maravillosamente el estado moral del ánimo de la autora, y la sencilla y elocuente poesía de la vida rural,
rica en santos afectos y no combatida por los deseos
furiosos y las ambiciones desapoderadas que nos
asaltan en las populosas ciudades. Mas tarde, j
cuando la joven escritora fué llamada á la corte por
los deberes de su casamiento, verificado con una
persona digna con quien comparte en la actualidad
los bienes inapreciables de un matrimonio venturo- so, dio á la estampa La Pastora del Guadiela, cuya
cuarta edición tenemos á la vista, circunstancia que
nos dispensa de hacer mención del éxito que habrá
obtenido y del juicio lisongoro que habrá alcanzado
en el tribunal inapelable de la opinión pública.
Nada mas frecuente y natural que los autores se
equivoquen en la apreciación del valor de sus propias obras, y así se ve que la generalidad de ellos,
lo mismo los grandes que los pequeños, -rara vez
han dispensado justificadas iireferencias á sus concepciones. Algo de esto ha sucedido á la Sra. de Melgar, la cual no concede á La Pastora del (¡uadúla
LA VIOLETA.
importancia tan notable como á otras de las obras
que han brotado de su fecunda y discretísima pluma; y sin embargo, por muy apreciables que sean
aquellas, como lo son indudablemente, es la verdad
que ninguna ha alcanzado vida tan feliz y tan dilatada como La Pastora del Guadiela, creación encantadora concebida bajo la suave influencia de la vida
campestre, inspirada en la observación de las armonías de la naturaleza y en el estudio de las costumbres ferales y de la dicha patriarcal que se goza en
las campiñas y en las montañas.
Dejándose arrebatar la autora por el vuelo do su
imaginación al trazar su primera obra, son lie notar
la templanza y sobriedad del colorido de los cuadros
que presenta A nuestra vista, los cuales no solo no
adolecen de monotonía y pesantez, sino que se distinguen por la corrección del dibujo, por la pureza
de las tintas y por la distribución proporcionada del
ambiente y de las luces.
Cuando la Sra. de Melgar concibió y ejecutó
í-a Pastora del Guadiela, tal vez no habría gustado todavía el humor acre y disolvente de la literatura
francesa, que lia llegado en los tiempos modernos
á la plenitud de la corrupción y del estrago; y esta
circunstancia felicísima hizo que su primera obra
no adoleciera de mistificaciones repugnantes de géneros, brotando por lo mismo de su fantasía con seductora espontaneidad y originalidad, y á la vez con
cierto color local, do un gusto y carácter completauieule españoles.
Esta cualidad es altamente recomendable, máxime hoy que predomina la tendencia á las ¡milacio"es estranjeras, encaminadas á anular y destruir
lodo lo que lleva el sello nacional. Por lo mismo
'i' obra de la Sra. de Melgar entraña el mérito
niapreciable de aparecer calcada en nuestras costumbres, tomadas en sus fuentes mas puras.
No es La Pastora del Guadiela una creación donde
''i'illan las impurezas eróticas (lue ha destilado la
pluma de Jorge Sand, ni el sombrío escepticismo
que rellejan las producciones de Mad. Girardin:
es una obra que participa de la enervante y deslumbradora poesía (jue sobrenada en los cuadros de
líernardino de Saint-Vierre y de las descripciones
de Waller Scot: no se remonla á la grandeza é|)ic;'
como las atrevidas inspiraciones de Mad. Cottin,
pero participa del sabor mas agradal>le de las antiguas leyendas españolas y alemanas, y comprende
Una serie de cuadros pacíficos y tranquilos donde se
198
reflejan la inefable beatitud del espíritu de la autora,
la sublime ternura de una mujer delicada, el casto
perfume de una esposa joven, y la calma seráfica de
una madre de familia que templa su lira bajo el
apacible asilo doméstico y pide acordes armoniosos
á la religión y á la cuna de sus hijos.
La testura de la obra es interesante y no pierde
su amenidad desde la primera hasta la última página. Tanto la parte dramática como la legendaria están conducidas con soberana discreción, sin grandes
complicaciones ni rodeos inútiles que producen cansancio y monotonía á los lectores. La misma economía de medios que se emplea para el desarrollo y
desenlace de la fábula, facilita su comprensión y la
presta un carácter de simplicidad adorable. El estilo
es castizo y puro, y la dicción correcta y esmerada,
sin ampulosidades ni redundancias.
Tres son los tipos salientes do esta obra, y todos
ellos personifican caracteres interesantes. En el de
Isabela se corporaliza á la inocencia revestida de sus
arreboles mas ardientes de hermosura, siempre desgraciada en el mundo, pero siempre triunfadora de
las asechanzas de la maldad egoísta y del crimen.
En Rogelio se caracteriza el tipo caballeresco de la
juventud española, siempre generosa, siempre hidalga, tal y como la describen nuestras antiguas tradiciones. En Flora hallamos personificado el tipo
de la mala educación, de la soberbia, de la ruindad
de los sentimientos de la mujer, estraviados por
una dirección tortuosa en la edad mas lozana de la
vida. La acción de estos tres caracteres produce una
lección moral en que la virtud queda triunfante y
airosa, recibiendo el premio de sus glorias i n mortales.
Bosquejada la juventud de Isabela d é l a manera
que aparece en la obra de la Sra. de Melgar, caracterizadas admirablemente su inocencia, su bondad,
su hermosura y sus desgracias en el abril florido de
su existencia, faltaba á la autora completar el cuadro y sintetizar su pensamiento, presentándonosla
en el hogar do la familia, elevada á la gerarquia
santa y superior de esposa y madre, y esto lo ha verificado al fin escribiendo una segunda parle que
lleva por título La Marquesa de Pinares, la cual es
digna por cierto de figurar al lado de la primera.
Ambas obras han alcanzado una fortuna muy lisongera, y abrigamos el convencimiento de que en
todos los hogares merecen ser recibidas con cariño
y benevolencia, puesto que sus flores no abrigan la
LA VIOLETA.
196
ponzoña que envenena á los corazones, ni su filosofía es tan irracional como las de otras obras
pretenciosas que ilustran poco y moralizan menos,
ni sus ejemplos acusan daños á la moral, á las coutumbres y á la religión.
Estos privilegios son lan raros como preciosos, y
el autor de estas líneas halla un placer grande en
reconocerlos, haciendo justicia á los talentos de la
ilustre escritora que ha tenido la suerte de poseerlos en tan alta escala, por cuya razón felicita á la literatura patria por la colaboración de la Sra. de Melgar, cuyas obras pueden proporcionar á las familias
solazy deleite honesto en sus deliciosas veladas.
LEANDRO ÁNGEL HEBRERO.
EJEMPLO
1.
Una señora de la más alta clase de la sociedad,
conocida y respetada por sus virtudes, habia bajado
de su carruaje en un dia nebuloso de invierno y se
habia detenido á orar en una iglesia de las más solitarias y lejanas á la población.
Hincada de rodillas como so hallaba oyó un suspiro cercano, y volviendo la cara como asustada de
no haber sentido pasos ni ver á nadie al entrar, se
encontró con una mujer alta y harapienta, que tendiendo la palma suplicante le pedia ¡una limosna por
amor de Dios!
La señora era en estrenio caritativa, pero tenia
la costumbre de repartir sus beneficios solo á aquellas personas que sabia positivamente eran pobres
de solemnidad; pues abrigaba la idea de que hay
pobres vagabundos que piden por holgazanería, á
los cuales no se debe dar.
Sus limosnas eran muchas; pero las más veces
se desvirtuaban con sus preguntas íncjuisitoriales;
pues necesitaba ver apuradas las heces del infortunio para decidirse á tributar sus beneficios.
Nosotros, que seguimos la uiarcha siempre de
Haz bien y no miren ú quien, nos espantamos cuando
vemos que se aguarda al dia siguiente para socorrer
una desgracia, sin mirar las consecuencias de este
retardo. ¡Ay que horrible es auuardar al que tiene
hamljre!
La pobre de aquel templo .solitario, como decíamos, tendió la descarnada mano á la señora que
oraba, y esta, levantándose al momento, la hizo una
seña para alejarse de allí, invitándola á que la siguiese.
—¿De qué parroquia sois, pobre mujer? la preguntó cuando se hallaron en el pórtico de la iglesia.
—jDe San Cecilio, señora!
—¿Sois casada ó soltera?
—Viuda con dos hijos.
—¡No me engañéis! ¿son esos niños de legítimo
matrimonio? ¿observáis buena conducta y los educáis bien?
—La pobre abrió los ojos con estrañeza y dijo á la
señora:— ¡Mis hijos tienen hambre y os he pedido
una limosna por amor de Dios!
—¡Esas son evasivas á mi pregunta, buena mujer!
porque cuando yo reparto mis intereses necesito
cerciorarme de que no los empleo en gentes de malas costumbres ni faltas de cristiandad, dijola señora con tono dulce, pero severo,
—¡Mis hijos se mueren de hambre! replicó aquella
infeliz sin cuidarse de lo que oia. ¡Me podéis socorrer, señora!
—¡Juan! dijo la dama á su cochero: ¡toma las señas de la casa de esta mujer y mañana sin falta
ve á ver al cura de su parroquia para pedir informes
y llevarle socorros!....
—Y satisfecha con el bien que iba á dispensar á
las veinticuatro ó cuarenta y ocho horas de aquel
triste encuentro, se metió en el carruaje y se tiró en
los blandos almohadones de damasco carmesí, mientras la pobre tendía hacia ella sus palmas suplicantes y seguía díciéndola con voz doliente:
—¡Una limosna por el amor de Dios!
II.
Al dia siguiente de tan triste escena el cochero
de la señora no tuvo tiempo de dar un paso en favor
de aquella infeliz.
Al otro dia no encontró al cura ni en la parroquia ni en su casa.
Y al tercero, cerca de noche, vino á decir á su
ama que se había enterado que la situación de
aquella desgraciada era terrible.
Que era una buena mujer, viuda de un hombre
muy honrado.
Y añadió que la infeliz estaba muy enferma, y
por eso no podía trabajar para ganar el pan á sus
hijos.
La dama no esperó mas ni aguardó á la doñee-
LA VIOLETA.
lia para que la diese una modesta mantilla que llevaba á sus actos benéficos.
Ella misma abrió la cómoda con presteza y colocó esta graciosa prenda sobre sus hermosos cabellos, con un solo alfiler, diciendo entre tanto al
cochero.
—¡El carruaje no puede subir las pendientes calles donde vive esa desgraciada! ¡No importa, iremos
á pié!
—Y ligera como una ave atravesó la aristocrática
dama la ciudad para internarse en aquel pobre barrio, que se eleva sobre una colina, y estanpedragoso y desigual, que las delicadas plantas de la señora
parecían herirse con su delicada bolita de rusel.
Era Dien entrada la noche cuando llegaron allá,
y después de cruzar un grandísimo patio ruinoso
los condujo una mujer, á quien preguntaron en el
camino, á una húmeda y sombría vivienda, que era
el sótano en otro tiempo de aquella casa denunciada
y derruida mas de treinta añoshá.
Un aire nauseabundo y horriblemente frió heló
los nervios de la delicada señora, que aplicó un
pañuelo blanco á su boca y se sintió atacada de un
horrible frió.
—¿Y viven gentes aquí? preguntó estremeciéndose?
—¡No viven que mueren! respondió una voz ronca y lejana, y un suspiro profundo se unió á este eco
sutural y dolorido á la vez.
La dama dio un grito de espanto, pues á la luz
de un negro candil colgado en la pared habia visto
ía figura alta y descarnada de la pobre del templo,
estrechando entre sus brazos convulsos dos tiernos
niños, de los cuales uno era cadáver ya.
Ll otro le afianzaba al cuello de su madre y posaba su rostro frío y cadavérico también en las desCarnadas mejillas de aquella madre infeliz.
—¡Desgraciada! murmuró la señora con angustia.
jYa os traemos socorro y felicidad!
¡Es ya muy tarde, señora!
fué lo único que
pudo contestar la infeliz, y cayó con sus dos hijos
íjobre el duro suelo para no alzarse jamás.
La dama dio un agudo grito y se desmayó; pero
•"eanimáiKjose pronto, pudo oir el llanto de uno de
los niños que vivia aun.
El otro estaba muerto desde la noche anterior, v
'a madre acababa de morir estrechándole siempre
sobre su corazón.
Aquella escena era horrorosa, y tuvieron que
197
apartar de allí la convulsa dama; pero antes de partir tuvo cuidado de que su servidor le llevase el niño
que lloraba, abrazándose al cuerpo de su madre con
desesperada agonía.
Al día siguiente las campanas de San Cecilio doblaban tristemente por la mujer mas desgraciada de
la ciudad. La señora costeaba su entierro y el de su
pequeño hijo, que la precedía en una caja blanca
forrada de seda y llena de lazos y flores preciosas.
Un gentío inmenso lloraba y seguía el cortejo fúnebre lleno de fervor y santo respeto.
III.
Pasaron algunos años de tan triste suceso, cuando una noche á la una llamaron al cura de la parroquia de San Matías para que fuese á auxiliar á una
señora que habia sido atacada de un mal repentino.
El caso era urgente y no se pudo aguardar á conducir el Santo Viático.
El sacerdote entró en una alcoba suntuosa y encontró moribunda á una dama de cabellos blancos,
pero de tez joven y hermosa todavía.
Un joven adolescente estaba arrodillado á los pies
del lecho murmurando oraciones entre sollozos y
lágrimas.
—¿Es vuestra madre la que espira? preguntó el
sacerdote enternecido.
—¡Es mi bienhechora! respondió sollozando el j o ven.
— ¡Entonces hacéis bien en llorar, hijo mío! respondió el sacerdote, que tanto tira la sangre como el
bien recibido.
Y haciéndole una seña ])ara que se apartase de
aquel sitio, se quedó solo con la moribunda, que á
la sazón abría los ojos y parecía disponerse á h a blar.
Su confesión fué larga é interrumpida por terribles abscesos nerviosos.
A la madrugada llamó junto á su lecho al lloroso
joven, que gomia en una antesala inmediata, y le
dijo en i)resencia del sacerdote:
—¡Eres mi único heredero, Miguel! Así pierso r e compen.sar la injusticia que cometí con tu pobre
madre. ¡Ella me pedia una limosna para sus hijos
que se morían de hambre! y yo la contestaba á sangre fria que esperase mi limosna, ultrajando la caridad hasta el punto de creer que para ser compasivo es menester consultar con el mundo lo que á
ojos cerrados nos manda Dios.
19S
LA VIOLETA.
Yo era entonces joven y bella, y en pocos años
he encanecido torturada por el remordimiento y la
agonía.
Hace muchos dias que anda la muerte á mi alrededor, y los remordimientos me devoran.
Me hinco de rodillas ó imploro y escucho siempre una voz justiciera que me dice:
. —¡Espera tú, como hiciste esperar á la pobre madre desvalida!
Mi salvación es dudosa; ¡ya lo veis, padre mió!
La muerte horrible de aquellos dos seres desgraciados pesa sobre mi corazón como una losa.
El joven, á quien se revelaba por primera vez
la muerte de su madre y hermano de aquella manera terrible, dio un grito agudo de dolor.
—¡Decidle que me perdone! dijo la dama mirando con angustia al joven.
Este por toda respuesta se arrojó en los brazos
del sacerdote y escondió sus lágrimas en el pecho
venerable de aquel ministro del Señor.
El resto de la noche fué terrible, pero la muerte
de la dama se prolongó muchos dias.
El joven y el sacerdote oraron de continuo á los
pies de su lecho prodigándola consuelos.
La enferma en sus delirios pronunció mil veces
estas terribles palabras: «¡Es ya muy tarde, señora!»
Las mismas que habia pronunciado la pobre viuda al espirar de hambre.
Aquellas palabras fueron el torcedor de la vida
y la muerte de quien ejercía la caridad después de
buscar la realidad descarnada y el origen del sufrimiento y la miseria.
¡El hambre siempre es hambre, sea por vicios ó
por desgracia, y desdichado de aquel que aplaza
para mañana el socorrerla!
RoGELU
LEÓN.
CANTAfiES.
i>. Mi:r.,ciiorv r>K P A L A U
La literatura popular es lii ((ue priva.
La égloga, el idilio y el género pastoril en general, inventado y cultivado por poetas cortesanos,
nunca estuvo tan en voga como en los siglos y en
las sociedades mas distanles del estado de naturaleza á que en versos y prosas se rendia culto, y tal
vez por la misma razón en nuestros tiempos, en
que la reflexión, como elemento literario, reempla-
za á la espontaneidad, y en nuestras sociedades en
que improvisadas aristocracias de todas clases r e niegan del pan-populartsmo democrático, tal vez por
la misma razón, repetimos, y sin duda por la misma
causa de aquel fenómeno, se ha hecho de moda la
literatura popular, especialmente entre las gentes
de buen tono, por lo mismo que les es mas estraña y
desconocida.
Valera se ha aprovechado de ella para sus Cuentos; Fernán Caballero la ha invocado en sus Cuadros;
Trueba la ha idealizado en el campo; Garcia Gutiérrez la ha levantado en la Academia, y resultado
de ello ha sido que los copiladores se afanan en r e cojer canciones antiguas, y los poetas componen
cantares nuevos, cuyo mérito principal consiste en
copiar é imitar los que, como cosa do nadie, andan
en boca del vulgo.
El anónimo tiene ante la opinión cierto misterioso ascendiente que no carece de magia y atractivo.
Sea efecto de curiosidad no satisfecha, ó de instinto
de la naturaleza humana, es lo cierto que esta suele mirar con veneración y respeto algunas cosas,
cuyo origen no conoce, y en la necesidad de suponerles un autor, siempre les atribuye el mas digno.
Por eso al oir ingeniosos cantares, tanto mas nos
admiran, cuanto su origen os mas oculto he ignorado, y en vez de atribuirlos á algún coplero, se
dice que son obra de un gran poeta, el pueblo.
El pueblo, así considerado como poeta, tiene
también su amor propio de artista, y no acoge de
buen grado sino lo que se le hace creer que es obra
suya. El anónimo cantar en que esto suceda ha h e cho ya su fortuna, y sin necesidad de fijarse ni r e producirse por medio de la prensa, vivirá en la
voz del pueblo mas que los efímeros libros de n u e s tros dias.
Este es, pues, el defecto capital de los libros de
cantares que ahora se han hecho de moda, con el
nombre del autor á la cabeza, y en cada una de sus
páginas, invocando el derecho de propiedad, como
quien dice: ciEste libro es propiedad de su autor,
quien perseguirá ante la ley á quien, etc.»
El pueblo, que no gusta de libros, y que es d e masiado temeroso de lajuslicia y acatador de la jurisdicción para que no le hagan efecto tales amenazas y derechos esclusivos, ni lee ni compra el
libro, ni mucho menos lo reproduce en los siempre
vivos caracteres de la tradición, de mayor p u blicidad y fama que los caracteres de imprenta.
No podemos, pues, tener fé en la proCetica aserción del Sr. Cañete, en el elegante erudito prólogo
que precede á los Cantares de Palau, cuando dice:
«No pasará mucho tiempo sin que todos, ó la mayor
parte de ellos, corran de boca en boca perlas poblaciones de nuestra Península y por las que hablan
todavía la sonora lengua do Cervantes en uno y
otro hemisferio.»
Todavía no hemos oido cantar una sola vez las
seguidillas del poema de Espronceda, y eso que
LA VIOLETA.
son la popularidad misma en su fondo y forma.
Por si lo mismo sucede con los clásicos versos
de Palau, y no se oyen cantar por esas calles y plazas, como el Sr. Cañete indica, no queremos retardar por mas tiempo á nuestros lectores el gusto de
conocer á alguna de estas bellisimas composiciones
que no conseguirán tal vez la popularidad, pero
(|ue han conquistado para su autor el renombre de
poeta.
Véase si no lo merece e! que sabe espresar poéticamente estos delicados pensamientos:
Fuiste flor que perfumaste
El aire de mi existencia;
Mas fuiste flor, y viviste
Lo que una flor en la tierra.
No de otra suerte dijo Malherbe:
Et rose elle a vecu ce que vivent les roses.
¿Queréis ver continuada la elegia?
Cada ángel mas en la gloria
Es del mundo un ángel menos;
Que al tiempo que aquí le entierran
Le bautizan en el cielo.
Como complemento de este género, solo citaremos los siguientes versos, que parecen escritos sobre la tumba de un niño:
¡Oh madre, no llores,
No llores así!
Un hijo perdiste, mas tienes un ángel
Que vele por tí.
¿Quién al leer este cantar no lo imagina, mejor
que en la boca del pueblo, sobre la losa de un sepulcro? Lo conocido y común de su pensamiento,
repelido en tantos epitafios, no arguye, sin embargo, la falta de originalidad en el poeta, pues sabido
6s el precepto non nova sed nove.
La musa que inspira á Palau no está reñida, á
pesar de sus pretensiones de popularidad, con los
poéticos modismos de los clásicos castellanos del siglo de Oro.
Oí que quien siembra coge,
Y no di paz á la mano;
Sembré dichas y esperanzas,
Y recogí
desengaños.
¿Quién no reconoce en esc cantar de Palu de
''•••«y Luis de León?
Muestra del lirismo clásico es también el siguiente:
Arroyo que tan de prisa
Te diriges hacia el mar.
Despacio caminarías
Si supieses donde vas.
No nos detendremos en buscar estos rasgos que
^e deslizan involuntariamente de la pluma del poeta .
*us Cantares con un conjunto de naturales aspira-
V 199
ciones y de espontáneos pensamientos, pero que demuestran en la forma el refinado gusto producido
por el estudio de los diversos géneros literarios.
La poesía bucólica y piscatoria, el madrigal y el
epigrama hallan respectivamente su manifestación
en composiciones de Palau.
Sí buscamos máximas y pensamientos morales y
religiosos, encontraremos algunos, como los siguientes:
Muchos hay que oro y mas oro
En amontonar se afanan.
Sin pensar que para Dios
Toda esa moneda es falsa.
No cubras nunca de flores
Los sepulcros de los muertos;
Eleva en ellos plegarias
Que son las flores del cielo.
El germen del apólogo filosófico y moral se bosqueja en las siguientes composiciones:
Dijo un sabio: «Yo no paro
Hasta encontrar la verdad:»
Y en los brazos de la muerte
Vino por (in á parar.
Dios, con rodear de espinas
Las rosas de los rosales.
Nos enseñó que lo bueno
Se logra á fuerza de sangre.
¿Dónde está, pues, la verdadera poesía popular
de estos Cantares?
Prolijo seria citar otros versos en que se hallan
reunidas esa delicada espontaneidad en el fondo, y
esa difícil facilidad de la forma que complacen el
iliterario gusto del vulgo.
No se crea por ello que desdeñamos este género
de composiciones, mas difícil de lo que realmente
se cree, si han de ser la espresion espontánea y genuina de los sentimientos del pueblo, en la forma
característica de su poesía peculiar. No participamos
del esclusivismo de cierta aristocracia literaria que no
precia la belleza sino envuelta en la forma clásica;
vale lo bello demasiado en sí mismo para que lo
tengamos en menos que en la grandilocuente oda ó
en el conceptuoso soneto, bajo la forma de la popular
seguidilla ó del español romance.
Los Cantares de Palau son la espresion algún
tanto ingenua y algún cuanto artificiosa de sentimientos íntimos pero individuales. Si nos aviniésemos con los términos filosóficos de moda, tal vez
pudiéramos decir que el motivo de los Cantares de
Palau es perfectamente subjectivo.
Algún escritor de la corte, haciendo uso del escalpelo de la crítica, masque para descubrir cualidades
literarias para averiguar vidas agonas, se ha empeñado en buscar á estos dispersos Cantares la unidad
de una tierna historia, que ha tratado de reconstituir, dándoles un orden diferente del del libro, para
suponer una hilacion lógica, que su actor tuvo el
buen tacto de ocultar.
200
LA VIOLETA.
No contribuiremos á individualizar el asunto de
este librito, viendo en él un poema, una tierna historia ó el corazón de su autor, pues creemos que generalización es lo que necesitan sus Cantares sueltos, incoherentes, sin ilación ni sistema, para merecer el nombre de populares.
Tal vez exageremos nuestra idea: pero creemos
que para alcanzar estos Cantares la popularidad que
pretende, todavía les sobra descosas: la forma de
libro y el nombre del autor.
Confirman nuestra idea las siguientes palabras
que el mismo Sr. Cañete ha escrito á propósito de
tales Cantares:
«Vivos en la memoria del pueblo, dice, cuando
el oleaje de los tiempos haya hecho desaparecer las hojas frágiles y perecederas en que ahora salen á pública
luz, no faltará quien los tenga por hijos legítimos de
la musa popular, é ignorando el nombre de su verdadero
padre, los atribuya discretamente al ingenio desconocido y siempre oculto que se inspira de sus propios sentimientos.»
Entretanto, el librito de Cantares sirve de selecta
lectura en los elegantes gabinetes de nuestras grandes poblaciones, como el género pastoral servia
para hacer las delicias de los mas aristócratas cortesanos.
inteligencia y aplicación de las señoritas que reciben tan esmerada educación en este notable establecimiento.
El dia 27 fué la repartición de premios y los exámenes de música, recogiendo las alumnas gran cosecha de coronas, libros y bandas, como recompensa debida á su laboriosidad y talento.
Distinguiéronse en la parte de música y canto
varias de las mas antiguas educandas, y algunas de
muy corta edad entusiasmaron á la concurrencia
cantando con la mayor gracia y espresion bellísimas
canciones, compuestas espresamente para este acto
por el distinguido profesor Sr. Ovejero, que tiene á
su cargo esta sección. Cantaron dos ó tres coros con
mucha perfección y tocaron algunas piezas de una
manera muy esmerada.
Damos la enhorabuena al profesor, al Sr. Administrador, á la superiora y á las ilustradas y jóvenes profesoras por el brillante éxito obtenido en
estos exámenes, que supera todas las esperanzas,
haciendo adquirir á las familias de las alumnas y á
cuantas personas los han presenciado la mas íntima
confianza sobre la perfecta y distinguida educación
que reciben las señoritas en este colegio, que recomendamos á todas las madres de familia.
B. FERRER Y BIGNÉ.
ESPLICACION DEL FIGURÍN.
EXÁMENES El\' EL REAL COLEGIO DE SANTA ISABEL.
En los dias 25, 26 y 27 de Junio víltimo hemos
tenido el gusto de asistir á la csposicion de labores
y exámenes verificados en este acreditado y notabilísimo colegio, quedando agradablemente complacidos, por la brillantez, inteligencia y esmero que han
reinado en tan solemne acto.
Las señoritas educandas han sido examinadas
de lectura, doctrina, gramática castellana, aritmética, francés, historia sagrada, geometría, geografía,
historia de España, higiene y economía doméstica,
recitando, por último, fábulas y versos una sección
de niñas pequeñitas, algunas que apenas cuentan
seis anos, y que se espresaron admirablemente,
siendo muy aplaudidas por el numeroso y escogido
concurso que llenaba el salón.
Todas las señoritas se distinguieron , rivalizando
á porfía en todas las secciones, y demostrando con
sus notables adelantos el buen orden y esmero de
sus profesoras, que saben presentar alumnas tan
aventajadas, igualmente en las secciones de instrucción elemental como en las clases de adorno.
En la exposición de labores se presentaron obras
bellísimas, no siéndonos posible citar ninguna en
particular, por no herir susceptibilidades, máxime
cuando todas y cada una en su género demuestra la
Primera figura. Vestido de foulard azul, falda lisa
y cuerpo alto, adornado con un fleco de pasamanería que guarnece también el delantero y el bajo de
la falda. Manga justa. Sombrero bullonado de tul
con guirnalda de florecitas azules.
Segunda figura. Vestido liso color gris lila. En el
delantero,de la falda á los dos lados lleva un entredós de guipur que baja desde la cintura formando
cuadros entrelazados. Paletot de la misma tela muy
corto y ceñido, adornado en el mismo género. Manga justa. Sombrero de crespón rosa con follaje verde y flores blancas.
Tercera figura. Niña de i años. Vestido de fulard
moteado, adornado en el bajo de la falda con tres
tiras de guipur negro puestas encima de una cinta
encarnada. Corselillo de la misma tela con tirantes
y lazos en los hombros adornado del mismo modo.
Camiseta de batista blanca con plieguecitos y cuello
de encaje. Botinas encarnadas.
Por lodo lo no firmado,
El Secretario de la Redacción, JUAN DE MOLINA.
Editor propietario, VALENTÍN MELGAR.
Madrid: 1866.—Eslablecimiento tipogiáfico de R. Vicente.
Calle del Clavel, 4, bajo.
2Sfl
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Concepción Geronima, N°.l5, Pml Derecha
MADRID
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