Desde cuándo es religioso el hombre?

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de la Universidad Autónoma
de Nayarit
¿DESDE CUÁNDO EL HOMBRE ES RELIGIOSO?
Germán Marquínez Argote
1. Evolución y religión
1. 1 La pregunta con que hemos encabezado este capítulo se
refiere al origen de la religión. Pero la palabra origen puede
significar dos cosas distintas: primera, principio o comienzo
histórico de la religión; segunda, causas que originan el fenómeno
religioso. En el primer sentido nos referimos al desde-cuándo, en el
segundo al por-qué. Ni que decir tiene que la segunda cuestión es
la más importante; pero la primera, sin ser decisiva, no carece de
interés. Dejamos para el capítulo siguiente la cuestión causal,
centrándonos en éste en el problema tempóreo.
1. 2 Si la religión ha tenido un comienzo, cabe preguntar si
éste coincide con la aparición del hombre o si el hombre se hizo
religioso en etapas posteriores de la evolución. En cualquier caso
podemos seguir interrogando acerca de la forma más primitiva de
religión y, suponiendo que ésta fue de menor a mayor perfección,
cuáles son las series evolutivas. Pues bien, tales cuestiones
suscitaron enorme interés entre etnólogos e historiadores en la
segunda mitad del siglo XIX y en parte del nuestro.
1. 3 En orden a arrojar un poco de luz sobre dichos
interrogantes desde una perspectiva científica y actual, hay que
empezar afirmando que el universo en el cual vivimos es una
estructura dinámica en expansión y evolución. La expansión se
refiere al hecho universalmente admitido por la inmensa "mayoría
de científicos, independientemente de su ideología, de que el
universo, a partir de una hora cero o estado estacionario en que la
materia hizo explosión, empezó a crecer y sigue ocupando cada
vez más espacio. El radio del universo para la ciencia actual es
finito, pero en crecimiento. El comienzo de este proceso expansivo
lo sitúan los científicos en una edad del orden de los 12.000
millones de años aproximadamente. La evolución es un proceso de
construcción de las diversas realidades que componen el universo,
concomitante al proceso de expansión. Científicamente hay que
afirmar que unas realidades provienen de otras en una secuencia
que se rige por la ley que Teilhard de Chardin llama de
"complejidad-conciencia", es decir: la evolución generalizada va de
lo más simple a lo más complejo, de lo exterior a realidades
crecientemente centradas y conscientes. El hombre se sitúa, según
esta ley, en la cumbre de la evolución, como eje y flecha de la
misma.
1. 4 La presencia del hombre sobre el planeta tierra es de
apenas dos millones de años, como mucho. Nuestra edad, como
especie, representa tan sólo una hora y cuatrocientos minutos si
reducimos los 12.000 millones de edad del universo a la escala de
un año de trescientos sesenta y cinco días. Temporalmente somos
de hoy, apenas acabamos de llegar, como el último de los
huéspedes. Pero nuestra importancia consiste en que somos
infinitamente complejos y conscientes. Constituimos la conciencia
del universo. Pero la mayor parte del tiempo humano lo ocupa la
larga noche de la prehistoria, durante la cual el hombre, venido a la
vida evolutivamente, no sin una especial intervención de Dios, fue
despegando lenta y penosamente de la simple animalidad hasta
constituirse en animal racional u "homo sapiens". Aludiendo a este
despegue, dirá Teilhard de Chardin con frase muy gráfica que el
hombre "entró en la tierra sin hacer ruido". La evolución no sólo
afectó a los caracteres somáticos del animal humano, tal como lo
atestiguan los restos fósiles, sino también y al mismo tiempo a las
manifestaciones culturales, cuyas muestras son industrias líticas y
útiles, monumentos y pinturas rupestres, así como otros indicios.
1. 5 Podemos afirmar que todo en el hombre es evolución,
que nada le ha sido dado gratuitamente. Dios, en su economía
evolutiva, no hace las cosas, sino hace que las cosas se hagan. La
religión no fue una excepción dentro del mundo de la cultura al cual
accede el hombre mediante tanteos, en un principio torpes y
rudimentarios como los primeros pasos de un niño.
Si bien el hombre, por el hecho mismo de la humanización,
fue desde el primer momento potencialmente religioso, como en
otro orden de cosas fue también potencialmente político, jurídico,
estético, etc., estas potencialidades fueron aflorando muy
lentamente. Solamente encontramos manifestaciones religiosas
muy entrada la prehistoria. En este sentido podemos decir que el
hombre no fue desde un principio religioso, como tampoco lo es el
niño antes de entrar en uso de razón.
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1. 6 Si hemos de hacer caso a la paleontología en su estado
actual, la humanización de ciertos homínidos pudiera haber
ocurrido hace un millón setecientos cincuenta mil años en el centro
y sur de África. Se trataría de un primer tipo de humanidad, los
Australopitécidos, rama humanizada de los Autralopitecos,
homínidos no humanizados estos últimos. A este prototipo de
humanidad rudimentaria pertenecen, entre otros, los restos
descubiertos en 1963 por la familia Leakey en el barranco de
Olduvai, Tanzania. Por su capacidad craneal, rayana en 700 cm2,
y por el carácter creador que manifiesta la fabricación intencional
de guijarros (pebble culture), que contrasta con la repetición y fijeza
propias del instinto animal, "denotarían cierta inteligencia" y
estarían, por ello "rudimentariamente humanizados". Pero
inteligencia no es sinónimo de razón. La primera es la capacidad
de aprehender las cosas como reales más allá de la simple
estimulación. Desde el momento en que un homínido responde a
realidades, en vez de obedecer a meros estímulos, se da el paso a
la inteligencia, a la humanización. Sólo más tarde la inteligencia
despliega su poder de abstracción y se convierte entonces en
razón. El animal inteligente, que el hombre es desde un principio,
se convierte en animal racional u "homo sapiens". El "homo habilis"
estaba ya en uso de inteligencia sentiente, concreta, práctica,
enfrentada a las necesidades materiales de un medio hostil. Sería
utópico esperar de esta primera humanidad manifestaciones de
tipo religioso, como tampoco las hay en el niño en los primeros
meses de vida y aún años después.
1. 7 Al anterior tipo de humanidad sigue el de los
Arcántropos, que se remontan al cuaternario medio, hace
aproximadamente medio millón de años. Hoy nadie duda de la
humanidad de estos nuevos homínidos muy extendidos por Asia,
Europa y Africa, y cuyos restos más significativos son el
"Pithecantropus de Java", el "Homo Pekinensis", el "Homo
Heidelbergensis", etc. La capacidad craneal de este nuevo tipo
alcanza una media de 1000 cm2. Fabrican industrias líticas menos
toscas que los guijarros de los Australopitécidos. Conocen y
utilizan el fuego, pero no sabemos si lo podían prender o sólo
conservar cuando se producía por causas naturales como el rayo.
No enterraban a sus muertos. Esto parece indicar que se trata de
hombres con mayor inteligencia que los anteriores, con los cuales
quizás alcanzaron a convivir, pero aún no racionales. De aquí que
las preocupaciones religiosas en ellos, si existieron, debieron ser
muy débiles. Un posible y único indicio de las mismas podría ser el
hecho de que el agujero occipital en los cráneos encontrados en
las cercanías de Pekín esté artificialmente agrandado. Comenta
Zubiri: "Parece indicar que vaciaban el cráneo, extrayendo el
cerebro". Y pregunta: "¿se trata de un ritual antropofágico, o
simplemente de la conservación del cráneo como reliquia, tal vez,
del difunto? Difícil decirlo".
1. 8 A los Arcántropos siguen los Paleántropos, nuevo tipo de
humanidad que vive a mediados del cuaternario medio extendido
por todo el viejo mundo. Al mismo pertenecen los restos del "Horno
Neanderthalensis", del "Homo Rhodesiensis", del "Hamo
Soloensis", entre otros. La capacidad craneal del Paleántropo
alcanza la media del hombre actual, es decir, los 1.500 cm2.
Fabrican instrumentos líticos con perfección superior. Conviven en
pequeños grupos nómadas satisfaciendo sus necesidades
mediante la recolección de los frutos espontáneos, de la pesca y
de la caza. ¿Fueron hombres racionales además de inteligentes?
¿Podemos considerarIos "homines sapientes" o estarían aún en el
limen de la racionalidad y entonces serían, como algunos creen,
"pre-sapientes"? Este es un punto discutido. Con respecto a las
preocupaciones metafísico-religiosas cabe anotar bastantes
hechos, que inequívocamente las sugieren. En efecto, señala X.
Zubiri: "probablemente se pintan algo el cuerpo. Parece que la
caza iba acompañada de mostración de trofeos, una demostración
de que tal vez tuviera carácter de rito de caza, por tanto de cierta
idea de poderes superiores. Algunos objetos podrían interpretarse
como amuletos. Entierran a sus muertos rodeándolos a veces. de
ofrendas, lo que denuncia una cierta idea de la supervivencia".
Estamos entrando finalmente en el terreno de las inquietudes
religiosas que se desarrollarán plenamente con el nuevo tipo de
humanidad.
1. 9 En el cuaternario superior, hace apenas unos cincuenta
mil años, aparece el último tipo de humanidad, los llamados
Neántropos o también el hombre de Cro-Magnon, por sus restos
más significativos. Es éste por excelencia el "homo sapiens" o
plenamente entrado en uso de razón. Quienes consideran
"sapiens" al Paleántropo, al Neántropo lo llaman a veces
reduplicativamente "sapiens-sapiens". A este grupo pertenecemos
los hombres actuales. El nuevo hombre crea la agricultura y
domestica los animales. Se vuelve, por lo mismo, sedentario.
Desde una perspectiva religiosa hay que anotar, con Zubiri, que
"produce pinturas rupestres admirables, pequeños alto y bajo
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relieves; estatuillas que pueden ser ídolos de la fecundidad (la
madre tierra) e ídolos protectores; es decir, posee prácticas
claramente mágico-religiosas, lo cual denota una creencia en
espíritus a los que hace ofrendas. Entierran a sus muertos,
construyendo a veces pequeños monumentos funerarios". Al
iniciarse el neolítico, después de la última glaciación, el Neántropo
pulimenta maravillosamente la piedra, fabrica objetos de cerámica,
construye palafitos y chozas al salir de las cuevas, inicia la vida
pastoril, comienza a tener signos ideográficos, desarrolla un arte
muy estilizado. Con referencia a la evolución religiosa de este
último período, que conduciría rápidamente a la historia
propiamente dicha, anota X. Zubiri que el Neántropo, durante el
neolítico, "posee un claro culto a los muertos, construyendo
monumentos megalíticos (Dólmenes, Menhires, etc.). Tiene
divinidades domésticas (Lares, etc.) y una divinidad de la
fecundidad, un culto del toro y un culto solar". Finalmente, "se
aboca rápidamente a la edad de los metales dejando muy atrás el
largo período de la prehistoria. A este hombre histórico es al que
Aristóteles y la tradición filosófica definen como "animal racional" y
es a él al que el Génesis y San Pablo se refieren cuando nos
hablan de un estado teologal de gracia y amistad ofrecido por Dios
a una humanidad primitiva.
1. 10 En efecto, desde la perspectiva de la revelación, el
hombre es un animal racional-teologal. Como animal racional el
hombre era ya "capax Dei", antes de ser "capax revelationis". La
revelación es la salida de Dios al encuentro del hombre, no sin
antes haberlo buscado éste por los múltiples caminos de la religión
a través de dificultosos tanteos, como si se tratara de los primeros
pasos de un niño hacia la madre, que se complace y espera
dispuesta siempre a salir a su encuentro. La revelación en esencia
es. la elevación gratuita del hombre por parte de Dios a un estado
de gracia y amistad sobrenatural. Pero la amistad supone cierta
madurez' e igualdad en la persona a la cual se ofrece. Ni siquiera
los padres, por mucho que amen al niño pequeño, pueden ser
amigos del mismo hasta que no adquiere cierto desarrollo.
Análogamente, sólo a un hombre evolucionado, entrado en uso de
razón o "sapiens", pudo ofrecerle Dios, además de su amor, su
gracia y amistad. Por tanto, escribe X. Zubiri: "desde un punto de
vista teológico, sólo el estadio del horno sapiens o entrado en uso
de razón cuenta; sólo a él pertenece el hombre de que nos habla la
teología".
1. 11 En conclusión:
a) el hombre fue potencialmente religioso desde el mismo
momento en que fue hombre, es decir, desde que empezó a ser
inteligente y, por lo mismo, a aprehender las cosas como
realidades, más allá del simple estímulo;
b) pero esta potencialidad se manifiesta en estadios muy
avanzados de la prehistoria, quizás cuando el hombre llega a nivel
de "pre-sapiens", no difiriendo mucho en este punto el desarrollo
de la humanidad del desarrollo de un niño;
c) en este sentido podemos afirmar que la humanidad fue
arreligiosa, como también fue amoral, en un largo período de la
prehistoria antes de que, ya madura somática y psicológicamente,
empezara a dar muestras de preocupaciones metafísicas y
religiosas; exactamente como lo es el niño.
1. 12 No se debe confundir, en ninguna forma, nuestra
explicación con la vieja teoría del ateísmo de los pueblos primitivos
de J. Lubbock, que tanta carrera hizo en el pasado siglo. No
conocía éste, ni ninguno de sus contemporáneos, el amplio
panorama de la prehistoria que hemos esbozado gracias a la
ciencia paleontológica de nuestro siglo. Sus conclusiones las
extrajo de ciertas informaciones, no bien interpretadas en muchos
casos, de pueblos primitivos actuales, llamados sin razón
"salvajes". El hecho de que entre primitivos actuales existan grupos
que no tengan clara idea de Dios, no nos autoriza a considerarlos
arreligiosos, pues bien sabemos que entre los mismos existen
muchas formas de religión, no necesariamente teístas, y los hay
también con una alta idea de Dios, como lo mostró el P. Schmidt.
La última palabra en este punto la tiene la paleontología y no la
etnología. Desde la etnología, por extrapolación, se puede
demostrar todo, lo cual quiere decir que no se puede probar nada
acerca de la más remota condición del hombre, a no ser que se
tome el argumento de analogía con cierta prudencia y se consulte
con los resultados de la paleontología. Estas consideraciones se
deben tener también en cuenta a la hora de valorar las siguientes
opiniones acerca de la forma más primitiva de religión.
2. La forma elemental de religión
2. 1 En la segunda mitad del pasado siglo y en las primeras
décadas del nuestro, etnólogos evolucionistas e historiadores se
plantearon y debatieron con ardor la cuestión acerca de la forma
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más elemental de religión. Si la evolución va en todos los aspectos
de la cultura de menor a mayor perfección, la religión no podría ser
una excepción. Establecida la forma elemental, se preocuparon
también por determinar las series intermedias hasta llegar a las
formas superiores en las que se manifiesta hoy el fenómeno
religioso. Así planteada la cuestión, se fueron sucediendo diversas
teorías.
2. 2 El fetichismo en primer lugar. La palabra "fetiche" (en
portugués "feteiço", del latín "factitius") significa un objeto hecho
artificialmente. La emplearon navegantes portugueses para
designar ciertos objetos que los negros de la costa occidental de
Africa veneraban especialmente. Sin embargo, fue el francés
Charles de BROSSES quien la difundió en su célebre obra: Del
culto a los dioses fetiches. De Brosses, relacionando sus
observaciones en África con la religión de los antiguos egipcios,
concluyó que la forma más elemental de religión era la adoración
de fetiches o fetichismo. Un fetiche puede ser cualquier cosa u
objeto, natural o artificial, al que se le atribuyen poderes superiores.
Al fetichismo seguiría el politeísmo y finalmente vendría el
monoteísmo. En esta misma secuencia ordenó August COMTE,
padre del positivismo, las tres etapas del estado teológico o ficticio,
al cual seguiría el estado metafísico o abstracto, para terminar en
el estado positivo o científico. ¿Qué decir del fetichismo? Es cierto
que existen pueblos primitivos que veneran determinados objetos,
al igual que pueblos más desarrollados también lo hacen. Pero,
¿se puede asegurar que lo que se venera en tales casos son los
objetos mismos? En este caso sí habría fetichismo. Pero, más
bien, ¿no serán los objetos símbolos que remiten a una realidad
superior, sobre-natural? En tal caso no existiría propiamente
hablando fetichismo, sino otras formas de religión.
2. 3 Una segunda teoría es la del filólogo e historiador de las
religiones Max MULLER, expuesta en su obra Mitología comparada
sostiene que las ideas religiosas, lo mismo que todas las demás,
provienen de la experiencia sensible. Entre las experiencias
sensibles cotidianas hay dos que llaman la atención del hombre
primitivo: el horizonte o línea por donde sale y se esconde el sol
por una parte; por otra, el curso invariable que describen los astros
de oriente a poniente. De la experiencia de horizonte resulta la idea
de infinito puesto que el horizonte siempre se desplaza más allá sin
que nunca podamos alcanzarlo; y de la experiencia de curso
invariable surge la idea abstracta de ley. Estas y otras
abstracciones del lenguaje se objetivizan en un momento posterior
y nace así el sentimiento vago de lo divino como Infinito y como
Voluntad soberana que impone su ley. Ahora bien, la primera forma
de religión consistiría, según Max Muller, en "un concepto vago de
la divinidad que no implicaba todavía ni unidad ni pluralidad". A
esta forma elemental la llamó henoteísmo ¿Qué pensar de esta
explicación? Es evidente que el hombre primitivo extrajo ciertas
ideas religiosas de las experiencias sensibles cuando se fue
acercando al uso de la razón y que estas ideas las fue expresando
en palabras. Pero que las ideas no tengan más valor que las
experiencias en las cuales se apoyan y que las creencias sean
"enfermedades del lenguaje" abstracto, no es una hipótesis
aceptable. Las ideas además de representar ciertas cosas, pueden
ponerme en dirección a otras que, aunque no las pueda
representar no dejan por ello de ser reales, como más adelante
veremos.
2. 4 A su vez, tercia Edward TYLOR con su teoría animista
expuesta en Cultura primitiva. La forma más elemental de religión
sería el animismo, o la creencia en espíritus. La existencia de éstos
la infiere el hombre primitivo de fenómenos tales como el sueño,
visiones, éxtasis, trances hipnóticos y la propia muerte. En tales
casos el elemento vital se aleja momentáneamente o abandona
definitivamente al cuerpo. El elemento vital o alma sobrevive a la
muerte. De aquí la creencia de espíritus separados de donde va a
resultar el culto a los muertos y la idea de "otra" vida. Por analogía
con el hombre, el primitivo extiende esta concepción animista a
otros objetos de la naturaleza resultando así la creencia de que
todo está lleno de espíritus, que recibe el nombre de animatismo.
Por personificación de los múltiples espíritus habría nacido el
politeísmo y por jerarquización y concentración de los mismos,
finalmente, el monoteísmo. ¿Será el animismo la forma elemental
de religión? La muerte, sin duda, es un hecho que golpea
fuertemente al hombre y lo pone a pensar. Pero también el
nacimiento, la fecundidad, los fenómenos naturales cumplen el
mismo fin. De tal manera que es imposible explicar unilateralmente
el origen de las preocupaciones religiosas desde una sola causa y
afirmar que tal es la forma más elemental de la cual todas las
demás derivan. Y menos, si estas conclusiones se sacan teniendo
en cuenta sólo la etnología de los pueblos primitivos actuales, entre
los cuales, como se ve de todas estas discusiones, existen muchas
formas distintas de religiosidad.
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2. 5 Una nueva teoría sobre la forma más elemental de
religión es el totemismo, palabra derivada de totem que en las
lenguas indígenas de América del Norte significa "antepasado". El
sociólogo francés Emile DURKHEIM en Las formas elementales de
la vida religiosa la puso de moda. Totem puede ser cualquier cosa;
pero de ordinario es un animal, o la representación del mismo, al
cual se sienten ligados ciertos grupos primitivos con lazos de
parentesco. De tal suerte, el animal totémico no es sólo una
especie de mascota, sino la realidad sagrada que todos tienen que
reverenciar y que sólo pueden matar y comer en forma ritual de
sacrificio. Pensó E. Durkheim que dicha realidad totémica, en
últimas, tenía que referirse al único ser real superior al hombre, es
decir, a la sociedad; y así afirmó no sólo el sentido simbólico del
totem, sino también que "la sociedad es el alma de la religión". En
nuestro siglo, Sigmund Freud recurrió de nuevo a la teoría
totemista en Totem y tabú para explicar el origen de la religión en
sentido causal, como veremos en el próximo capítulo. ¿Qué pensar
del totemismo? Que el animal totémico sea símbolo sacral de algo
que lo trasciende parece evidente. Pero que tal realidad última
simbolizada sea la sociedad, y no algo que está en el origen de la
misma y la fundamenta, es una afirmación penúltima. Como forma
elemental de religión, el totemismo no tiene mayores razones que
las que pueda tener el animismo o el henoteísmo.
Por otra parte, la ciencia no puede pretender resolver todos
los problemas reales del hombre si pensamos con criterio no
positivista.
2. 6 James George FRAZER en su monumental obra La
rama dorada: un estudio sobre la magia y la religión opina que
antes de la religión fue la magia. La actitud mágica pretende poner
por medios pseudo-científicos las fuerzas de la naturaleza al
servicio del hombre. Cuando fallan los medios pseudo-científicos
se recurre a medios religiosos, mediante invocación de espíritus o
poderes superiores bajo cuyo poder caprichoso se supone está el
mundo. Finalmente, el hombre supera las fases anteriores o
precientíficas, mediante la ciencia. El esquema evolutivo sería
pues: magia, religión, ciencia. De clara influencia positivista, ¿tiene
algún fundamento el magismo como forma elemental de respuesta
a las necesidades apremiantes del hombre en un medio hostil? Es,
en efecto, muy difícil separar y distinguir magia y religión en las
primeras fases de la cultura. ¿Pero podemos decir que la magia es
anterior a la religión? La instrumentalización de los poderes
superiores es en esencia la magia y esta actitud se da no sólo en el
hombre primitivo sino en muchos hombres actuales. Magizar la
religión es siempre una tentación.
En toda vivencia religiosa encontramos esta polaridad de
signo contrario frente a lo sagrado; pero es utópico pensar que la
experiencia que de la misma tuvieron los melanesios y otros
pueblos primitivos sea la forma más elemental de religión frente a
otras también posibles como ya hemos indicado.
2. 7 El misionero protestante R. H. CODRINGTON puso a
andar a fines del pasado siglo dos palabras: "mana" y "tabú", que,
según él resumían la religiosidad de los pueblos del pacífico, los
melanesios Mana, en primer lugar, es un misterioso poder que se
concentra en ciertas personas, cosas o ritos y que se manifiesta a
través de los efectos sorprendentes que la realidad que posee
mana produce. El guerrero victorioso, el jefe poderoso, el hechicero
del grupo, los colonizadores blancos, el misionero y hasta la misa
misma son eficaces porque tienen gran concentración de ese
misterioso poder. Ciertos objetos también pueden tener mana. Las
realidades cargadas de mana sorprenden, admiran, se las teme,
pero también se las desea. Son realidades tabú. Tabú significa que
no son cosas que podamos tratar familiar y desprevenidamente sin
guardar con ellas debida distancia. Son, en cierta manera, cosas,
aunque deseables, temidas y por lo mismo vitandas o prohibidas.
¿Será ésta la forma más elemental de religión, como pensaba
Codrington? Lo sagrado se presenta aquí como poder sobrenatural
deseable y vitando: "tremendum et fascinans" como diría Rudolf
Otto en su obra Lo santo.
2. 8 Finalmente, en nuestro siglo suscitó gran interés, sobre
todo en medios católicos, la tesis del P. Wilhelm SCHMIDT
expuesta en su magna obra: El origen de la idea de Dios. En vez
de aplicar la idea evolutiva, según la cual las formas de religión
más perfectas son posteriores a las de menor perfección, pensó,
por el contrario, en una involución o evolución regresiva desde un
monoteísmo primitivo o primera forma de religión. La humanidad
según esto habría sido monoteísta en un principio y luego
regresivamente politeísta. Schmidt tenía en mente los relatos
bíblicos, literalmente interpretados en ese entonces, para afirmar la
necesidad de admitir una revelación primera de Dios a los
hombres. Pero el caso es que quiso ver confirmada su teoría
apriorística con cantidad de datos sobre la religión de pueblos
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primitivos, como los pigmeos, supuestamente monoteístas.
Efectivamente, sabemos hoy que no sólo pueblos tan primitivos
como los pigmeos, sino otros muchos en distintas partes de la
tierra, tienen idea del Alto Dios del Cielo. ¿Qué pensar entonces?
En primer lugar, esta cuestión no puede resolverse desde falsos
literalismos bíblicos, así como tampoco desde falsos apriorismos
filosóficos de tipo materialista. En segundo lugar, es cierto que
junto a otras formas de religión ya reseñadas, encontramos entre
primitivos actuales ciertas formas superiores que tienen cierta
analogía con el monoteísmo bíblico. Pero también es cierto que,
por comprobar una tesis teológica mal planteada, exageró el P.
Schmidt los supuestos rasgos monoteístas de dicha forma de
religión en los primitivos actuales. En el fondo, el valor científico de
los aportes de esta magna obra queda desvirtuado en parte por
una clara intención apologética.
2. 9 Resumiendo, las discusiones acerca de la forma más
elemental de religión están viciadas:
a) por una idea aún deficiente de evolución y por
desconocimiento del largo período de la prehistoria humana hacia
la cual se pretendía proyectar los resultados de la etnología sobre
los primitivos actuales;
b) por ciertos prejuicios de tipo positivista o teológicos;
c) si alguna actualidad tiene aún hoy esta cuestión, habría
que resolverla a la luz de los datos que arrojan las ciencias de la
prehistoria en donde encontramos al hombre primitivo en términos
absolutos.
En esta línea podemos concluir con E. O. James: "El estudio
de los testimonios arqueológicos ha revelado que la religión
prehistórica se centró y se desarrolló en torno a los tres hechos
más desconcertantes y críticos con que tuvo que enfrentarse el
hombre primitivo en el curso de su existencia cotidiana: el
nacimiento, la muerte y la obtención de medios de subsistencia en
las precarias condiciones en que vivía". Es decir, que estos hechos
le plantearon interrogantes al hombre primitivo acerca del origen y
el fin de la vida; así como los enigmas y retos de una naturaleza
hostil le hicieron entrever la existencia de una realidad superior,
que imaginaron en distintas formas y a la cual trataron de
acogerse.
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