do el Consejo de M inistros debe adoptar decisiones por mayoría cuali­ ficada, los Estados m iem bros tienen distinto número de votos, según el número de sus habitantes. Si España ingresara en su form a actual, sin duda tendría en tales casos cuatro votos, lo mismo que Italia, Francia, la Repú­ blica Federal e Inglaterra. Si ingresa­ ran los cuatro Estados citados, Espa­ ña tendría como mínimo ocho votos. Se d irá que ya no sería España, sino a lo sumo cuatro Estados hispanos. Pero me parece evidente que esos cuatro Estados, a los que habría que añadir un Portugal no acom plejado por una España im perialista, form a­ rían una com unidad de intereses que podría pesar dentro de la Comunidad mucho más de lo que pesará el Es­ tado Español si ingresa solo. No a la República Federal de las Nacionalidades Ya me doy cuenta de que este argu­ mento no convencerá a los tim oratos y pusilánim es. Pero tal vez ayudará a los socialistas, que teóricam ente no pueden ser ni lo uno ni lo otro, a ver la cuestión con otros ojos. Y sobre todo a aceptar que no basta pronun­ ciarse „p o r la constitución de una R epública Federal de las N acionali­ dades que integran el Estado Espa­ ñ o l“ , como hace el PSOE en el te r­ cer párrafo de su aludida resolución sobre las nacionalidades ibéricas. Y no basta porque tam bién cada una de esas nacionalidades debería estar estructurada federalm ente. Claro que el PSOE se pronuncia implícitamente por esa estructura cuando, en el párrafo cuatro de su resolución, dice que „re con oce igual­ mente la existencia de otras regiones diferenciales que, por sus especiales características, podrán establecer ór­ ganos e instituciones adecuados a sus p eculiaridades“ . Por esto mismo creo que hubiese sido más acertado plantear explícitamente la cuestión de la única form a que podrá satisfacer las necesidades de la com unidad es­ pañola y los legítim os deseos de una m inoría tan cualificada de la misma como son catalanes, vascos y galle­ gos. Así, por ejem plo: „El PSOE se pronuncia por la constitución de una República Federal, cuyos Estados fe­ derados deberán ser delim itados teniendo en cuenta la personalidad nacional de los diversos pueblos his­ panos y de acuerdo con la voluntad, librem ente expresada en referéndum, de la población afectada.“ EXPRÉS E S P A Ñ O L /J u n io 1975 S E PROHIBE PENSAR J> EN VOZ ALTA UiU> Nunca es tarde si la dicha es buena dad, el PSOE está en trance de con­ vertirse en Cataluña en el partido de los inmigrantes de habla castellana, mientras que los autóctonos buscan un partido socialista propio. En buena ley habrá que reconocer que si el Congreso del PSOE no encontró esta form ulación u otra análoga, no ha sido por falta de ganas de enfrentarse con el problema, como se le podría haber reprochado en anteriores oca­ siones, sino a lo sumo por no haber tenido tiem po de to car fondo en el análisis de la cuestión. Pero lo im ­ portante es que se ha dado el paso decisivo, y que este paso llega indu­ dablem ente tarde, pero tal vez aún no dem asiado tarde para im pedir la con­ solidación de la división del so cia lis­ mo catalán según criterios, los de nacionalidad, que nada tienen que ver con el internacionalism o que debemos profesar. Según parece, esta búsqueda no ha concluido con el nacim iento del „M ovim ent Socialista de C atalunya“ . Por muy diversas razones, ese partido no acaba de cuajar. En consecuencia, sería posible, si la cuestión se plan­ tea con sinceridad y realismo, lograr una unificación del m ovim iento so­ cialista en Cataluña sobre la base de la declaración del Congreso del PSOE sobre las nacionalidades, que ha sido explícitam ente acogida con aproba­ ción por los catalanes del „M o vim e n t“ y ha m ejorado ya notablem ente el clim a entre los socialistas catalanes y el PSOE. Que el paso llega tarde, lo dem uestra el hecho de que el PSOE, cuyo bautis­ mo de fuego (como tal hay que con­ siderar sin duda el prim er Congreso del Partido) tuvo lugar en Barcelona por ser precisam ente en aquella re­ gión donde más fuerza había tom ado el Partido, fue perdiendo terreno en Cataluña por no saber asum ir las aspiraciones nacionales de los cata­ lanes. Y cuando ha iniciado su re­ cuperación, se ha encontrado con el sam benito de centralista, que ha dado lugar a que los catalanes crearan su propio „M ovim ent Socialista de Cata­ lunya“ . Y en numerosos artículos de la prensa barcelonesa más reciente se ha podido leer la exigencia de un socialism o catalán libre de „sucursalism os“ . Para el buen entendedor, esto equivale a e xig ir un partido socialista catalán autóctono, distinto del PSOE. El peligro que ello representa para el socialismo es evidente: En la actuali­ En esta cuestión, los com unistas han sido muchos más prácticos que noso­ tros. Reconociendo inm ediatam ente la im portancia del problema, asum ie­ ron sin titubeos las reivindicaciones nacionales catalanas. Y como el mo­ vim iento com unista catalán ya había cristalizado orgánicam ente en un par­ tido con arraigo, el PSUC, no duda­ ron siquiera en aceptar estas siglas, de form a que hoy el PSUC es la rama catalana del PCE y todo com unista que fija su dom icilio en Cataluña que­ da autom áticam ente afiliado al PSUC, cuyo idiom a „o fic ia l“ es, naturalm en­ te, el catalán. PSUC y PCE no se hacen la com petencia. Tam poco de­ berían hacérsela el PSOE y el „M o vi­ m ent“ . Con la ventaja de que todavía estamos a tiem po de evitar la des­ m em bración orgánica, doblem ente superflua puesto que aspiram os a una estructura federal del Estado español, que elim inará de por sí todo „sucursalism o “ . ■ José Moll Marqués 25