DR. RAFAEL MUÑOZ MORENTE

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ciencia y práctica
AnálisisdelaSonrisa:
VisiónTransversal
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MaxillariS
Diciembre 2005
DR. RAFAEL MUÑOZ MORENTE
Doctor en Odontología.
Profesor asociado de Ortodoncia y Ortopedia Dentofacial
de la Facultad de Odontología de la Universidad de Granada.
Profesor colaborador del Máster de Ortodoncia
de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Valencia.
Práctica exclusiva en Ortodoncia. Málaga.
E-mail: dr.rafaelmorente@wanadoo.es
Introducción
Como ya comentamos en artículos anteriores, la sonrisa
puede ser evaluada y cuantificada siguiendo el esquema de
Sarver y Ackerman en cuatro dimensiones principales: frontal, oblicua, sagital y temporal. En este artículo continuaremos con la “dimensión frontal” de la sonrisa y revisaremos
las características transversales implicadas en la sonrisa
ideal desde una visión ortodóntica.
Las tres características transversales principales de la
sonrisa en la visión frontal son: la forma de arcada, el corredor bucal y la inclinación transversal del plano oclusal maxilar (fig. 1).
1. La forma de arcada
La forma de arcada tiene un papel pivotante en la dimensión
transversal de la sonrisa. Recientemente, se ha manifestado
mucho interés en la utilización de formas de arcadas anchas
y cuadradas en el tratamiento ortodóntico. Cuando la forma
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de arcada es estrecha o deficiente, la sonrisa se puede presentar también con características transversales inadecuadas1. La expansión ortodóntica-ortopédica-quirúrgica de
una forma de arcada “colapsada” puede beneficiar ampliamente la estética de la sonrisa, mediante la disminución del
tamaño de los corredores bucales, y mejorar su dimensión
transversal. La dimensión transversal de la sonrisa y el corredor bucal están relacionados con la proyección lateral de los
premolares y los molares en los corredores bucales. Cuanto
más ancha es la forma de arcada en el área premolar, mayor
será la porción de los corredores bucales rellenados, independientemente de la realización de extracciones o no de
premolares (fig. 2 a 5).
La expansión de la arcada puede rellenar la dimensión
transversal de la sonrisa, pero se ha de poner especial atención a dos posibles efectos indeseables que pueden tener
lugar. Primero, se pueden llegar a eliminar por completo los
corredores bucales provocando la aparición de una sonrisa
de “dentadura completa”. Segundo, cuando se realiza la
expansión de la zona anterior del maxilar superior, el arco de
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DIMENSIÓN FRONTAL
Índice de la sonrisa
Características
verticales
de la sonrisa
Fig. 1. Características
transversales de la sonrisa en
visión frontal.
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Características
transversales
de la sonrisa
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Fig. 2. Caso I. Tratamiento ortodóntico con extracciones de segundos premolares superiores e inferiores. Fotografías faciales e intraorales iniciales.
la sonrisa se puede aplanar. Este punto es de especial interés en ortodoncia, por la tendencia a las formas de arcada
anchas. Aunque en algunos pacientes no sea posible evitar
estos efectos secundarios de la expansión de la arcada, el
profesional debe hacer un correcto juicio clínico y compensarlo en su tratamiento (figs. 6 a 9).
Una estética de la sonrisa inadecuada ha sido una de las
críticas atribuidas a los tratamientos ortodónticos con extrac-
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ciones en la siempre abierta controversia (extracción/no
extracción). Se ha sugerido2, 3 que las extracciones de premolares dan lugar a un estrechamiento de la anchura de la
arcada dentaria y una disminución en el relleno de la dentición (volumen dental) en la sonrisa. Se postula que los espacios negros intraorales en los sectores bucales resultan de
esta disminución en la anchura de arcada y que estos espacios son antiestéticos.
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A pesar de estas argumentaciones tan importantes del
impacto estético de las extracciones de premolares, sólo
conocemos unos pocos estudios que valoren la estética de
la sonrisa después del tratamiento ortodóntico4, 5, 6. Pero no
todos estos estudios distinguen en sus muestras entre
pacientes tratados con y sin extracciones. Por tanto, podemos afirmar que no existen datos objetivos que contribuyan
a la polémica entre las extracciones de premolares y la estética de la sonrisa.
Estos motivos son los que nos sugirieron completar una
investigación previa sobre las anchuras de las arcadas dentarias en pacientes tratados con y sin extracciones7 con otro
estudio paralelo sobre la estética de la sonrisa de primeros
planos de sonrisas frontales sociales no forzadas, lo más
naturales posible8.
La estética de la anchura de la sonrisa no se encuentra
determinada por qué dientes ocupan un lugar particular en
el segmento bucal, dado que el público general no es capaz
de diferenciar la cara labial de un premolar y de un primer
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molar superior. La estética de la sonrisa sólo se vería mermada por las extracciones si al sonreír se pudieran observar los
extremos distales de la arcada dentaria, y en los pacientes
tratados con extracciones estos espacios quedaran vacíos y
en los pacientes tratados sin extracciones no existieran. Bien
es cierto que al sonreír es bastante improbable mostrar las
superficies bucales de los segundos molares, incluso después de realizar las extracciones de los cuatro primeros premolares. Una consideración a tener en cuenta, y que podría
sesgar el estudio, es que al comparar las técnicas de tratamiento en ambos grupos de pacientes (extracción/no
extracción) se observa que algunas técnicas de tratamiento
sin extracciones intentan específicamente aumentar la
anchura de la arcada dentaria.
Como comenta Zachrisson en una aportación reciente
sobre este tema9, es de especial interés la torsión coronaria
de los dientes anteriores y posteriores. La mayoría de los
ortodoncistas son conscientes de que la presencia de poca
torsión radículo-lingual de los incisivos centrales maxilares va
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Fig. 3. Caso I. Fotografías faciales e intraorales finales.
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a tener un efecto estético negativo sobre la mayoría de los
pacientes. Debido en parte a la diferente reflexión de la luz,
los pacientes con un torque incisivo correcto se consideran
mejor valorados desde el punto de vista estético que los
pacientes que terminan el tratamiento ortodóntico con ángulos interincisivos grandes. Sin embargo, tenemos menos
conocimientos en relación al torque deseable y más estético
para los caninos y premolares maxilares.
Como también discute este autor en otro trabajo previo10,
su hipótesis de trabajo es que una sonrisa llena y amplia
debe ser conseguida mediante el ajuste de la torsión de los
caninos y premolares maxilares en su mejor estética en los
diferentes tipos faciales, más que mediante tratamientos
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heroicos sin extracciones o expansión lateral innecesaria.
También es posible obtener una sonrisa comprimida con tratamientos de ortodoncia sin extracciones y brackets con
prescripción, si la torsión lingual pretratamiento de caninos y
premolares no se corrige con dobleces en el arco durante el
tratamiento (figs. 10 a 12).
Recientemente, Kim y Gianelly11 han valorado la anchura
de arcada y la estética de la sonrisa de 12 pacientes tratados
con extracciones de premolares y 12 pacientes sin ellas. La
conclusión de su trabajo es que cuando las anchuras de
arcada se miden desde la superficie más labial de los dientes a una profundidad de arcada constante, la anchura de
arcada media en ambas es significativamente mayor en los
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Fig. 4. Caso I. Fotografías faciales e intraorales a los dos años de retención.
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Fig. 5. Caso I. Evolución de la sonrisa inicial, final y a los dos años de retención.
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pacientes tratados con extracciones. Además, los resultados
de este trabajo indican que la puntuación estética final y el
número de dientes que se muestran en la sonrisa son los mismos para ambos grupos de pacientes.
La forma de arcada tiene un efecto directo sobre el corredor bucal. La forma de arcada excesivamente estrecha es
normalmente poco atractiva. Se perturban los principios de
la proporción divina y producen unos centrales con demasiada dominancia. Los pacientes con una forma de arcada
demasiado estrecha pueden requerir tratamiento ortodóntico y, en algunos casos, tratamiento combinado ortodónticoquirúrgico antes de realizar el tratamiento restaurador, para
conseguir una estética óptima de la sonrisa (figs. 13 a 15).
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Fig. 6. Caso II. Tratamiento ortopédico-ortodóntico sin extracciones en dos fases.
Fotografías faciales e intraorales iniciales.
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Fig. 7. Caso II. Fotografías faciales e intraorales antes de comenzar la segunda fase con aparatología fija.
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Fig. 8. Caso II. Fotografías faciales e intraorales finales.
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Fig. 9. Caso II. Evolución de la sonrisa inicial, antes de la segunda fase y después del tratamiento ortopédico-ortodóntico.
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Fig. 10. Caso III. Tratamiento ortodóntico sin extracciones en paciente adulto con compresión
máxilo-mandibular acentuada. Fotografías faciales e intraorales iniciales.
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Fig. 11. Caso III. Fotografías faciales e intraorales finales.
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Fig. 12. Caso III. Evolución de la sonrisa y de la forma de la arcada del maxilar superior antes y después del tratamiento.
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Fig. 13. Caso IV. Tratamiento ortodóntico-restaurador en paciente adulta con maloclusión
de Clase III por pérdida de dientes en la arcada superior.
Fotografías faciales e intraorales iniciales.
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Fig. 14. Caso IV. Fotografías faciales e intraorales finales.
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Fig. 15. Caso IV. Evolución de la sonrisa y de la forma de la arcada del maxilar superior antes, durante y
después del tratamiento ortodóntico-restaurador.
2. Los corredores bucales
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El término de corredor bucal fue introducido por primera vez
en la literatura dental por los prostodoncistas Frush y Fisher12,
a finales de los años 50. Cuando preparaban los dientes para
las prótesis completas intentaban recrear una presentación lo
más natural posible transversalmente. Una sonrisa de molar a
molar se consideraba una dentadura de características poco
estéticas, por lo cual se medía el corredor bucal como la distancia entre el ángulo-línea mesial de los primeros premolares a la parte interna de la comisura labial.
Estos autores afirmaban en su trabajo que el tamaño y la
forma de los corredores bucales no eran tan importantes
mientras éstos existieran y se notaran. Los cánones estéticos
de hace 50 años pueden diferir de las preferencias estéticas
de la población actual. Prácticamente ya no rigen los criterios
de las prótesis completas al no existir tantos pacientes totalmente edéntulos. Por todo ello, una sonrisa ideal sin presencia de corredores bucales no se asocia tanto a la prótesis
completa. Este cambio en las tendencias estéticas contemporáneas está redefiniendo el papel de los corredores bucales
en la estética de la sonrisa. Dunn y cols.13 concluyen en su trabajo que en relación al número de dientes que se muestran al
sonreír, las personas en general encuentran mucho más atractiva una sonrisa que muestre un mayor número de dientes que
aquella sonrisa en la que se expongan menos dientes.
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Según la Guía de Criterios para la Acreditación de la
Academia Americana de Odontología Cosmética, el corredor bucal es el “espacio oscuro (espacio negativo) visible
durante la formación de la sonrisa entre las esquinas de la
boca y la superficie vestibular de los dientes maxilares”14.
Su apariencia depende de varios factores macro y microestéticos de la sonrisa, entre ellos:
• La amplitud de la sonrisa y de la arcada maxilar.
• El tono de los músculos faciales.
• La posición de las superficies labiales de los premolares
superiores.
• La prominencia de los caninos particularmente en la líneaángulo facial distal.
• Y cualquier discrepancia entre el valor de los premolares
y los seis dientes anteriores.
Recientemente, Ackerman y Sarver15, en un debate todavía abierto en relación a los corredores bucales y la estética
de la sonrisa en ortodoncia, destacan el análisis de esta
característica de la sonrisa “miniestética”, la cual está influida directamente por otra característica “macroestética”,
como es el patrón facial del individuo, y aconsejan que no
sea evaluada de manera aislada.
Es interesante revisar la escasa literatura ortodóntica sobre
el tema. En 1970, Hulsey16 examina la influencia de los corredores bucales en el atractivo de la sonrisa y demuestra qué
variaciones en estos corredores bucales no tienen un impac-
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Fig. 16. Caso V. Tratamiento ortodóntico-quirúrgico de la maloclusión esquelética con asimetría
mandibular y crecimiento asimétrico del maxilar superior. Registros iniciales.
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to significativo en la estética de la sonrisa. Sin embargo,
Hulsey mide el corredor bucal como la distancia entre los
caninos a las esquinas de la boca, cuando éste no se ajusta
al concepto de corredor bucal, tal y como lo definieron
Frush y Fisher.
En un trabajo más reciente, Johnson y Smith4 estudian el
efecto de los corredores bucales en la estética de la sonrisa
en pacientes después del tratamiento ortodóntico con y sin
extracciones de primeros premolares. En esta investigación
se midió el corredor bucal según los criterios de Frush y
Fisher. No encontraron ninguna relación entre los pacientes
tratados con extracciones y variables relacionadas con el
corredor bucal.
En la actualidad, están proliferando estudios realizados
con metodología apoyada en medios informáticos (aplicaciones de retoque fotográfico) que permiten modificar la
amplitud de estos corredores bucales de la misma sonrisa y
presentarlos a un grupo de personas de la población general para ser juzgados en términos de preferencia estética.
En este trabajo, Moore y colaboradores17 concluyen que
la presencia de unos corredores bucales mínimos es un
rasgo estético preferido por hombres y mujeres, y aconsejan
incluir la presencia de corredores bucales amplios en la lista
de problemas ortodónticos.
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Roden-Johnson y cols.18 estudian el efecto de los corredores bucales y la forma de arcada en la estética de la sonrisa mediante la modificación informática de fotografías de
sonrisa final en varios grupos de pacientes con forma de
arcada triangular y ovoide. Las conclusiones que se extraen
de esta investigación son las siguientes:
1. Los ortodoncistas, dentistas y la población general evalúan las sonrisas de manera diferente.
2. Los ortodoncistas prefieren formas de arcada entre normales y anchas a arcadas triangulares o de sujetos no tratados.
3. La población general no muestra preferencia entre formas
de arcada tratadas y no tratadas.
4. La presencia o ausencia de corredores bucales no tiene
efecto en la puntuación de las sonrisas en ninguno de los
tres grupos evaluados.
En esta misma línea, Cozzani y cols.19 estudian la percepción estética de una sonrisa bella, que es modificada por
medios informáticos creando tres sonrisas diferentes: 1.
sonrisa sin corredores bucales, 2. sonrisa con amplios corredores bucales y 3. sonrisa con presencia de unos corredores
moderados. Durante una entrevista, 1.275 personas de la
población general y 646 dentistas tuvieron que elegir, entre
las tres sonrisas, la más y la menos estética.
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Fig. 17. Caso V. Registros prequirúrgicos. Observamos el canting del plano oclusal del maxilar superior.
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Con respecto a los resultados del estudio, cabe mencionar que no existieron diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos de evaluadores en su percepción
estética. La conclusión más importante de este trabajo es
que la mayoría de los dentistas y de la población general
prefieren una sonrisa amplia, llena y sin corredores bucales
negros.
Parece, por todo lo anterior, que el debate todavía no ha
quedado resuelto y que no se llega a las mismas conclusiones en estos dos últimos trabajos, probablemente porque la
metodología no fue exactamente la misma.
Los corredores bucales dependerán de varios factores
macroestéticos (patrón facial, posición sagital del maxilar
superior), factores microestéticos (diferencia de color, valor,
luminosidad entre restauraciones de dientes anteriores y
posteriores, torsiones de dientes posteriores, caninos con
torsión asimétrica), factores esqueléticos (compresión maxilar superior en presencia o ausencia de mordidas cruzadas)
y de la técnica fotográfica (iluminación ambiental) utilizada.
Finalmente, aunque la tendencia estética contemporánea
se incline por un corredor bucal mínimo, no debemos olvidar
que estos son una característica estética más de la sonrisa
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ideal y no se debe interpretar como argumento en defensa de
filosofías de tratamiento expansivas indiscriminadas en la arcada superior. La expansión del maxilar superior –ortodóntica,
ortopédica o quirúrgica– para corregir una deficiencia transversal del maxilar, puede ser una opción de tratamiento racional, y la reducción de unos corredores bucales excesivos, en
tal caso mejorará la estética de la sonrisa; para lo que deberá
considerarse en el plan de tratamiento. Sin embargo, la reducción de los corredores bucales no debe ser el primer criterio
para la expansión ortopédica de un maxilar superior normal.
No debemos olvidar que, ante una compresión esquelética del maxilar, las compensaciones dentoalveolares se pueden producir tanto en el maxilar como en la mandíbula, y
éstas pueden ser unilaterales o bilaterales20. Además, sabemos que pueden existir maloclusiones transversales severas
(compresiones máxilo-mandibulares) en las que no hay mordidas cruzadas posteriores bilaterales. Por tanto, unos corredores bucales amplios pueden ser una manifestación más
de una deficiencia esquelética transversal del maxilar superior en ausencia de mordidas cruzadas por las compensaciones dentoalveolares que acompañan a toda maloclusión
esquelética.
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Fig. 18. Caso V. Registros faciales e intraorales finales.
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Fig. 19. Caso V. Evolución inicial (exposición asimétrica de encía), prequirúrgica y final de la sonrisa y del plano oclusal.
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3. La inclinación del plano oclusal
Por último, la inclinación o “canting” del plano oclusal
maxilar es importante en el diseño estético de la sonrisa.
Esta inclinación puede deberse a varias causas, desde una
erupción diferencial en los dientes anteriores hasta una
asimetría esquelética de la mandíbula que produce una
inclinación compensadora del crecimiento del maxilar
superior y se refleja en la sonrisa (figs. 16 a 19). Las fotografías intraorales frontales, e incluso los modelos montados en articulador, no son capaces de relacionar correctamente el maxilar superior con la sonrisa. Solamente la
visualización frontal de la sonrisa permite al ortodoncista
descubrir esta asimetría de causa dental o asimetría transversal de base esquelética.
También debemos mencionar que una asimetría de la
sonrisa se puede deber a problemas en los tejidos blandos,
como una cortina de la sonrisa asimétrica. En ésta existe una
elevación del labio superior diferente durante la sonrisa, lo
cual genera una ilusión de existir una inclinación transversal
del plano oclusal. Esta característica de la sonrisa nos sirve
para subrayar la importancia del examen clínico directo en el
plan de tratamiento, ya que la animación de los tejidos blandos no es visible en la radiografía frontal o en modelos de
estudio. Se puede documentar en fotografías estáticas pero
es mejor la utilización de videoclips digitales.
•
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82
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CirugíaPlásticaPeriodontal:Colgajode
ReposiciónCoronalenelTratamientode
RecesionesMúltiples
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DR. FABIO VIGNOLETTI
Dr. Fabio Vignoletti. Máster de Periodoncia, Facultad de Odontología UCM.
Dra. Ana María Echeverría Manau. Máster de Periodoncia, Facultad de Odontología UCM.
Dr. Jorge Ferrus Cruz. Máster de Periodoncia, Facultad de Odontología UCM.
Dr. Sergio Morante Mudarra. Máster de Periodoncia, Facultad de Odontología UCM.
Dr. Mariano Sanz Alonso. Decano de la Facultad de Odontología
de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Introducción
La cirugía plástica periodontal se define como el conjunto
de técnicas quirúrgicas practicadas para corregir o eliminar
deformaciones anatómicas, del desarrollo o traumáticas de
la encía o mucosa alveolar (American Academy of
Periodontology). Una de las indicaciones más comunes para
este tipo de cirugía es la recesión gingival, definida como
migración apical del margen gingival con respecto a la línea
amelo-cementaria (American Academy of Periodontology).
En literatura, se han descrito distintas técnicas utilizadas
para el recubrimiento radicular. Hoy en día, las más usadas
son el injerto de tejido conectivo subepitelial, tanto libre
(Edel, 1976) como combinado con distintas técnicas bilaminares (Perez, 1982; Langer y Langer, 1985; Raetzke, 1985;
Nelson, 1987; Harris, 1992; Bruno, 1994; Allen, 1994;
Zabalegui, 1999) y el colgajo de reposición coronal descrito
inicialmente por Bernimoulin en 1975 y modificado posteriormente en diferentes variantes de la técnica original (Allen
y Miller, 1989; Tarnow, 1986; Zucchelli y De Sanctis, 2000).
Bernimoulin, en su artículo original, describe una técnica
en dos pasos: primero un aumento de encía queratinizada
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mediante un injerto de encía libre según la técnica de
Sullivan y Atkins (1968), y a los dos meses una segunda intervención para desplazar coronalmente el colgajo a fin de
cubrir la recesión. Esto implicaba una mayor morbilidad para
el paciente al someterse a dos cirugías.
Allen y Miller, en 1989, propusieron la misma técnica,
pero sin el injerto previo con la indicación de un mínimo de
2 mm de encía queratinizada. Esta técnica supone una sola
intervención quirúrgica y evita la toma del injerto desde el
paladar, mejorando el posoperatorio del paciente.
Zucchelli y De Sanctis proponen una variante de esta última técnica, modificando el diseño del colgajo, evitando las
incisiones verticales y eliminando el límite de los 2 mm mínimos de encía queratinizada.
En este trabajo se describe y discute esta última técnica
paso a paso, haciendo hincapié en los aspectos que más
pueden influir en la obtención de unos resultados predecibles. Finalmente, se presenta el tratamiento de un caso de
recesiones múltiples en el sextante dos, combinando la técnica de desplazamiento coronal con un colgajo de doble
papila e injerto de tejido conectivo subepitelial, según la
técnica descrita por Harris (1992).
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Tras infiltración de anestesia local y atenta valoración de las
recesiones a tratar, se pasa al diseño del colgajo:
1. Incisiones paramarginales oblicuas dictadas por las
dimensiones de los defectos: se mide la longitud de la
recesión en vestibular y se transporta esa medida a nivel
interproximal (fig. 2).
2. Estas incisiones oblicuas continúan con intrasulculares a
nivel de las recesiones. En este punto, diferenciamos la
papila anatómica de la papila quirúrgica (PC) (fig. 2).
3. Se levanta un colgajo a espesor parcial hasta una hipotética
línea que une el margen gingival de cada diente (línea punteada amarilla), levantando las papilas quirúrgicas (fig. 2).
4. Se continúa a espesor total siguiendo apicalmente con el
levantamiento del colgajo. La extensión apical del espe-
sor total se determina por la dimensión de la recesión (fig.
2 desde línea amarilla hasta línea negra). El objetivo es
mantener el mayor espesor posible del colgajo sobre el
área radicular que queremos cubrir.
5. Finalmente, se acaba el levantamiento a espesor parcial
para poder permitir un adecuado desplazamiento coronal del colgajo (fig. 3).
6. Se procede a la desepitelización de las papilas anatómicas para crear un lecho conectivo para la colocación de
las papilas quirúrgicas, una vez desplazadas coronalmente (fig. 4).
La liberación y el grosor del colgajo representan la parte
más crítica de esta técnica. A este respecto, Baldi (1999) y Pini
Prato (2000) se han dedicado a estudiar estas variables y la
influencia que pueden tener sobre el resultado final del tratamiento. Concluyeron que un colgajo con un grosor >0,8 mm y
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2
Descripción de la técnica
Fig. 1. Situación inicial.
Fig. 2. Esquema de la técnica.
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4
3
Fig. 4. Desepitelización de las papilas anatómicas.
Fig. 3. Elevación del colgajo a espesor parcial-total-parcial.
5
6
Fig. 5. Espesor parcial
profundo.
Fig. 6. Espesor parcial
superficial.
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Fig. 7. Desplazamiento coronal y rotación del colgajo.
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una tensión de 0,4 g estaba asociado con un 100% de
cobertura radicular.
Zucchelli y De Sanctis enfatizan la importancia de la
ausencia de tensiones y consideran que una correcta liberación del colgajo debería permitir la colocación en su posición final (coronal) de forma pasiva sin suturas.
Para obtener tal ausencia de tensiones, describen dos
espesores parciales, uno profundo paralelo al plano óseo
(fig. 5) en posición apical (fig. 6) y uno más superficial paralelo a la mucosa para eliminar las inserciones musculares
superficiales.
Se pasa finalmente a la sutura del colgajo en su posición
final, provocando un desplazamiento coronal y a la vez
rotación de las papilas hacia el centro del área interproximal (fig. 7). Se utiliza una sutura 5.0 con técnica dentosuspendida (fig. 8).
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8
Fig. 8. Sutura.
Fig. 9. Control a las dos semanas.
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Fig. 10. Situación inicial.
Fig. 11. Control a los tres meses.
Paciente de 48 años, que acude a la clínica por razones estéticas y debido a la sensibilidad aumentada en el 23. Presenta
recesiones múltiples maxilares tipo III de Miller, debido a
malposición dentaria y a pérdida de tejido interproximal
(Miller, 1985).
Tras una fase básica consistente en higiene oral supragingival, raspado y alisado radicular e instrucciones de higiene
oral, se pasó a la fase quirúrgica (figs. 12 y 13).
Se decide modificar el diseño original de la técnica debido a la presencia de un póntico en posición 13, que impide
su normal ejecución y para tratar separadamente el 23. Se
realiza una incisión vertical distal al 12 y una vertical distal al
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Caso clínico
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Fig. 13. Situación tras la fase higiénica.
Fig. 12. Situación inicial.
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22 y se continúa con las oblicuas paramarginales. Se unen
con incisiones intrasulculares sin llegar a separar la papila
interproximal del 11 y del 21 (figs. 14 a 16).
Se sigue con el levantamiento de un colgajo a espesor
parcial-total-parcial y, una vez expuestas las superficies radiculares, se continúa con el raspado y alisado radicular con
curetas y fresas tipo Perioset. El siguiente paso consiste en la
desepitelización de las papilas anatómicas (figs. 17 a 23).
Finalmente, se sutura el colgajo en posición coronal con
técnica dentosuspendida y sutura 5.0 no reabsorbible (figs.
24 a 26).
A continuación, se procede al tratamiento del 23, con
colgajo de doble papila e injerto de tejido conectivo subepitelial (Harris, 1992).
Se hace una incisión vertical oblicua distal al 23 y las papilas mesial y distal del 23 se separan a espesor parcial.
Se pasa a la zona donante en el paladar y se procede a la
toma del injerto de tejido conectivo subepitelial mediante
14
una sola incisión (Hurzeler, 1999) horizontal, localizada 3
mm apicalmente al margen gingival del premolar y del molar
(figs 27 a 31).
Se sutura la zona donante con colchoneros horizontales
cruzados y se coloca el injerto en posición 23 (fig. 29). Tras
la colocación del injerto sobre la recesión, se suturan los
extremos con colchoneros horizontales, fijando el injerto
sobre su lecho receptor. A continuación, se procede a la
unión de las papilas mesial y distal entre sí, con puntos simples. Finalmente, se fijan con una sutura dentoanclada en 23
(figs. 32 a 34).
El control posquirúrgico consiste en enjuagues con clorhexidina al 0,12% dos veces al día durante dos semanas, evitando el cepillado de la zona tratada. Se mantiene un régimen de profilaxis supragingival semanal durante un mes. A
las dos semanas se retira la sutura (figs. 35 a 37).
La imagen relativa a los seis meses refleja la estabilidad del
colgajo tras el primer mes de cicatrización. Con respecto al
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Figs. 14, 15 y 16. Incisiones paramarginales oblicuas.
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Figs. 17, 18 y 19. Elevación del colgajo a espesor parcial-total-parcial.
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Figs. 20, 21 y 22. Desepitelización de las papilas anatómicas con excepción de la papila central.
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grado de cobertura obtenido, se considera un resultado
bueno, teniendo en cuenta el tipo de recesiones tratadas. La
pérdida de tejido interproximal a nivel de todo el sextante y
la malposición del 22 limitan el resultado del tratamiento.
Los autores del artículo original tratan a 22 pacientes, con
un total de 73 recesiones y una media de 3,2 recesiones por
paciente. El grado de cobertura radicular al año fue del 97%,
siendo en el 88% de los casos del 100%.
Estos datos hacen referencia a una técnica altamente predecible en el tratamiento de recesiones múltiples. Por otra
parte, reduce la morbilidad del paciente, evitando la necesitad de dos zonas quirúrgicas, además del tiempo de ejecución por parte del operador.
23
Fig. 23. Detalle de la técnica de desepitelización con hoja 15c.
•
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Figs. 24, 25 y 26. Sutura 5.0 dentosuspendida.
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Fig. 27. Colgajo de doble papila
a espesor parcial.
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Fig. 28. Dimensiones del injerto.
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Figs. 30 y 31. Sutura del sitio donante y sutura final.
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Fig. 29. Injerto in situ.
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Figs. 32, 33 y 34. Situación final.
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Figs. 35, 36 y 37. Imágenes del control a las dos semanas antes de la retirada de la sutura. Se puede observar la contracción primaria del colgajo.
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Figs. 38, 39 y 40. Imágenes de control a los 30 días de la cirugía. Se puede observar la estabilidad de los tejidos y la ausencia de inflamación.
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Fig. 41. Situación inicial tras la fase básica.
Fig. 42. Control a los 30 días.
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Fig. 43. Control a los seis meses.
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