Youkali: revista crítica de las artes y el pensamiento nº 6, diciembre de 2008 revista semestral en formato electrónico para encontrarla: www.youkali.net edita: tierradenadie ediciones, S.L. I.S.S.N.: 1885-477X las afirmaciones, las opiniones y los análisis que se encontrarán en el presente número de Youkali, son responsabilidad de sus autores. © los autores (copyleft) coordinación: Montserrat Galcerán Huguet y Matías Escalera Cordero participan en el número: Arturo Campos Langa, Mario Domínguez Sánchez, Arturo Borra, Matías Escalera Cordero, Rafael Carrión Arias, Maite Aldaz, Juan Pedro García del Campo, Aurelio Sainz Pezonaga, Antonio Orihuela, Antonio Orihuela, Antonio Martínez i Ferrer, Arturo Borra, Gustavo Bustos Gajardo, Augusto Illuminati, Iris M. Zavala, Raniero Panzieri, José Luis Ruiz Delgado, Han-Dieter Bahr, Miguel Morata, Santiago Martín, Srecko Kosovel, José Luis Moreno Pestaña, Bruno Muel, Marta Sanz, Ángela Martín, Ildefonso Marqués, Alirio Buenaventura, Stephen Heath, Alberto García-teresa, Bernardo Santos, Miguel Pastrana, Ricardo Bórnez, Verónica Pedemonte, Francis Vaz, José Manuel Camacho, Lucas Rodríguez, Mara Romero, Patricio Rascón, Vicent Camps, Laura Giordani, Viktor Gómez, Antonio Méndez Rubio y Enrique Falcón. maquetación: tallerV portada y contraportada: Maite Aldaz Los fotogramas de la película Le Joli Mai (1962), de Chris Marker, que salpican las páginas de este número han sido capturados a partir de una copia digitalizada del original. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Í N D I C E pág. Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 El conocimiento y el mundo - Gustavo Bustos Gajardo: Ética y reificación en las ciencias sociales: hacia un análisis del mundo incalculable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - Augusto Illuminati: La síntesis de lo múltiple. Del trabajo sans phrase a la flexibilidad laboral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - Iris M. Zavala; La mujer y la labor de civilizar en la cultura contemporánea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - Raniero Panzieri: El uso capitalista de la maquinaria: Marx frente a los “objetivistas” (con estudio de Mario Domínguez Sánchez) . . . . . . . - Arturo Campos Langa: Crítica y política. El conocimiento de la historia en Kant y Lyotard . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - Hans-Dieter Bahr: La estructura de clase de la maquinaria: notas sobre la forma-valor (con estudio de Mario Domínguez Sánchez) . . . . . - José Luis Ruiz Delgado: El conocimiento del poder. Una respuesta a las críticas de Rorty al pensamiento de Foucault . . . . . . . . . . . . . . . . . . - Rafael Carrión Arias: El cine (de terror) como forma trágica por excelencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - Inter(w)express... Miguel Morata: Nueve (9) respuestas rápidas para nueve (9) preguntas clave (cuestionario de la redacción) . . . . . . . - Más allá de la condena de Luis García Montero (notas de la redacción) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 27 39 45 61 85 107 116 123 125 Elementos de producción crítica - Santiago Martín y Srecko Kosovel: una farola en la calle (cómic) . . . . . . - Poesía vida trabajo capital: Voces del extremo, un encuentro que genera encuentros (carpeta) . . . . . . . . . . . . . . . . Voces del extremo: el campo-base de la poesía crítica [crónica del IX-X encuentro de Moguer 2008], por Alberto García-Teresa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Documento y espíritu: el silencio y el dolor de los compañeros de trabajo: Comunicación a des/tiempo para los asistentes –in materia et in espirito– al IX-X Encuentro de Moguer 2008, por Matías Escalera Cordero . . . . . . . . . . . . . . . . . . Voces (en realidad, ecos de voces de voces): Selección de poetas y de poemas. Bernardo Santos, Miguel Pastrana, Ricardo Bórnez, Verónica Pedemonte, Francis Vaz, José Manuel Camacho, Alberto García-Teresa, Lucas Rodríguez, Mara Romero, Patricio Rascón, Vicent Camps . . 129 133 134 136 138 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net - Antonio Martínez i Ferrer: una obra, un poeta y un tiempo con memoria. Vindicación y homenaje (carpeta) . . . . . . . . . . . . . . . “Reflexiones sobre un devenir poético: entre lo político y lo literario”; por Arturo Borra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Entrevista (coral) a Antonio Martínez i Ferrer; por Arturo Borra, Laura Giordani y Viktor Gómez . . . . . . . . . . . . . . . Un poema (con dedicatoria), por Laura Giordani . . . . . . . . . . . . . . . . Tres prólogos: “secreto a voces” (al poemario corre, corre, niño de arena), por Antonio Orihuela; “Contra el cerco del silencio” (al poemario Angustia), por Enrique Falcón; y “Las plazas del futuro” (al poemario El grito del oasis), por Antonio Méndez Rubio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Una “carta abierta” de Viktor Gómez a Antonio Martínez i Ferrer . . La voz (en realidad, el eco de una voz). Selección de poemas realizada por el propio autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un pensamiento abierto al mundo: “Perplejidad: una visión social, crítica e integrada de los acuerdos de Bolonia por un obrero industrial”, por Antonio Martínez i Ferrer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 153 158 162 163 168 170 175 Análisis de efectos / Reseñas - José Luis Moreno Pestaña: Un cine sobre encuentros improbables: notas sobre la cinematografía de Bruno Muel, seguido de A propósito de Septiembre Chileno, del propio Bruno Muel . . . . . . . . . . - Marta Sanz: reseña de El país del miedo, de Isaac Rosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - Ángela Martín: reseña de Tratado de la servidumbre liberal, de Jean-Léon Beauvois . . . . . . . . . . - Ildefonso Marqués: entrevista a José Luis Moreno Pestaña a propósito de su libro Filosofía y Sociología en Jesús Ibáñez . . . . . . . . 185 192 195 197 Colombia, las claves de un largo conflicto - Alirio Buenaventura: Se tejen lazos entre los pueblos noticia/análisis sobre el encuentro “Tejiendo lazos de solidaridad por la paz de Colombia” (Córdoba, 17-18 de octubre, 2008) . . . . . . . . . . 203 Un clásico, un regalo - Sobre la sutura, de Stephen Heath . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 207 EDITORIAL Queridos amigos, como comprobaréis fácilmente, consultando el Índice, este número seis –en realidad, el séptimo– de nuestra revista, por su densidad, variedad y extensión, os ocupará y amenizará, sin duda, este primer semestre de 2009, a la espera del siguiente, allá por el mes de junio. Los artículos del primer bloque, que hemos dado en llamar “el conocimiento y el mundo”, así como algunos otros materiales, por ejemplo, el cómic de Santiago Martín y Serecko Kosovel –desde Eslovenia–, poseen esta vez un hilo conductor que tiene que ver con la naturaleza bifronte de la tecnología –cual moderno dios Jano–, en cuanto fuente de desarrollo y/o de explotación. En tal sentido, de los artículos de Panzieri y de Bahr, bastaría decir que se trata de dos textos básicos para pensar tales relaciones en las nuevas fases del capitalismo avanzado; teniendo en cuenta, además, que las introducciones de nuestro compañero Mario Domínguez, sitúan a ambos artículos en su justo contexto, en relación con las principales disputas teóricas en curso, hoy día. Augusto Illuminati, por su parte, plantea retomar la “unidad de múltiples determinaciones” de la que hablaba Marx en la Introducción de 1857, un texto pensado para la producción y la lucha obrera del siglo XIX, que no obstante nos puede servir como propuesta teórica y política para el actual estado de trabajo precario. En tanto que Arturo Campos estudia la concepción kantiana de la historia y su conocimiento en relación con la separación entre las diferentes facultades, y con la lectura de esa separación de las facultades que ha hecho más recientemente Lyotard; concluyendo con la defensa de tal visión –kantiana– para el marxismo actual, y con la convicción de que la actual Revolución Bolivariana es un signo de historia, como para Kant lo fue la Revolución Francesa. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 5 Además, Iris M Zavala nos ofrece –en un estimulante texto– la posibilidad de repensar, en términos lacanianos, la “labor civilizadora” de la mujer en nuestra cultura; en tanto que Rafael Carrión la de revisar el cine “de terror” como la forma genuina y actual de la tragedia. página 5 José Luis Ruiz, por otro lado, al contestar a las críticas que Rorty realizó acerca de los posicionamientos teóricos y políticos de Foucault, nos da cuenta de los diferentes aspectos de las relaciones entre conocimiento y poder tal como el pensador francés las estudió. Mientras Gustavo Bustos reivindica una recuperación del concepto de reificación que se sitúe en el centro de los debates actuales (para lo que convoca a todas o casi todas las posiciones teóricas de la izquierda), y que abra la posibilidad de pensar –y de alcanzar– una comunidad que se sepa atravesada necesariamente por el conflicto. En el otro gran bloque, el dedicado a los elementos de producción crítica, os ofrecemos dos carpetas, cuyos contenidos giran en torno a la poesía como espacio crítico e instrumento de respuesta a la realidad presente; la primera, Poesía vida trabajo capital, se articula a partir del encuentro Voces del extremo, celebrado en Moguer, el pasado mes de julio; y, la segunda, alrededor de una de las figuras más atractiva, sorprendente y viva, de la poesía crítica actual, Antonio Martínez i Ferrer. La cantidad de voces y la riqueza de los materiales incluidos en ambas carpetas harán las delicias de los amantes de la poesía y de la literatura concebidas como instrumentos dialécticos de comunicación, expresión, exploración y mutación de lo real. Nuestra habitual Inter(w)express, a Miguel Morata, librero que –como nosotros– no concibe el libro como mera mercancía; o las reseñas de la novelista Marta Sanz, sobre la última novela de Isaac Rosa, y la de Ángela Martín sobre un libro clave en el pensamiento social crítico actual, como es el de Jean-Léon Beauvois, Tratado de la servidumbre liberal; así como la entrevista realizada por Ildefonso Marqués a José Luis Moreno Pestaña, con motivo de su reciente libro acerca de la obra del sociólogo Jesús Ibáñez; o la extraordinaria crónica sobre la situación actual, y la historia reciente, de Colombia, en donde se nos dan las claves justas para comprender las raíces verdaderas del conflicto en todas sus dimensiones, hecha por Alirio Buenaventura; constituyen otras tantas razones para abonarse a la lectura y relectura de este número seis de Youkali. Sin olvidar, por supuesto, a nuestro clásico semestral –un inédito, siempre; como sabéis, traducido especialmente para nosotros–; esta vez, uno de los textos escritos en inglés más importantes de la teoría del cine de los años setenta y que recoge una discusión que implica al psicoanálisis y al marxismo, para dar cuenta del emplazamiento del espectador que realiza el discurso cinematográfico, y cómo, sobre ese emplazamiento, constitutivo de un sujeto, es sobre el que, justo, el cine opera ideológicamente. Complemento ideal para la lectura del trabajo de José Luis Moreno Pestaña: Un cine sobre encuentros improbables: notas sobre la cinematografía de Bruno Muel, al que siguen las reflexiones del propio Bruno Muel sobre su A propósito de Septiembre Chileno. YOUKALI, 5 página 6 En fin, veréis también un apartado especial dedicado al caso Luis García Montero. Conocida nuestra postura, nos hemos limitado a daros la posibilidad de acceder directamente, mediante los enlaces correspondientes, a una serie de artículos y de entrevistas (reproducimos una de ellas) que consideramos claves para entender el asunto, de modo que cada uno saque sus propias conclusiones. No digáis luego que no sabéis qué hacer, ni qué leer, de aquí a finales de la primavera, casi a las puertas del verano próximo (pues habrá verano, claro que lo habrá, como habrá número siete de Youkali, y como hay otros mundos, dentro de éste llamado mundo). Que disfrutéis. Tierradenadie ediciones Ciempozuelos Diciembre de 2008 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net por Gustavo Bustos Gajardo* Recuperar un concepto olvidado *.- Chileno, Psicólogo de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (U.A.H.C). Actualmente se desempeña como coordinador del área de intervención del Centro de Estudios Socio-Culturales (CESC). Este escrito es parte de los resultados del proyecto realizado por el núcleo temático de investigación “Ética y Modernidad:. fundamentación moral, contingencia y bienes morales”, financiado por la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (2006). gbustosg@gmail.com 1.- Julia Kristeva en sus libros El porvenir de la revuelta (1998) y en Sentido y sinsentido de la rebeldía (1999) analiza en extenso la noción de revuelta, asumiendo en su análisis una posición que va de lo etimológico, pasando por lo literario y la filosofía, al psicoanálisis, para dar cuenta de los sentidos y posibilidades políticas de la revuelta como expresión pulsional que permite revelar la memoria y recomenzar el sujeto. En adelante, escribiremos re-vuelta de este modo con el objeto de indicar un retorno del pasado que en sus pretensiones se orienta hacía el por-venir, es decir, hacia el momento articulador entre lo que es, lo que vendrá y lo que ya fue a partir de la pulsión freudiana. 2.- Cada referencia a las ruinas del pasado en adelante estarán basadas en las Tesis Sobre el concepto de historia de Walter Benjamin, Ed. Contrahistorias, México, 2004 ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net página 7 par y por tanto que se opone a las lógicas aritméticas del calculo (económico) político neoliberal. Lo impropio es permitir la re-vuelta del cuerpo, es la posibilidad de establecer que el cuerpo no es una cosa, un objeto, que toma distancia del sujeto. Cabe decir, entonces, que la re-organización de la re-vuelta hacia lo impropio no es nada más ni nada menos que el hecho de que nuestro cuerpo esta necesariamente compuesto de otros cuerpos, tal y como nos lo señalara Spinoza contra Descartes. YOUKALI, 6 Actualmente las configuraciones de la teoría crítica, teoría social, teoría cultural, e inevitablemente, del pensamiento político de izquierda han rehusado utilizar la noción de reificación en sus estudios. Pareciera que conceptos como reificación, lucha de clases y la crítica de las armas fueran nociones anacrónicas que han de ser olvidadas y sepultadas. El uso de estas nociones ya no tendría valor alguno para la configuración de las luchas del presente, es más, se les negaría toda posibilidad de dirigir nuestras luchas hacia un por-venir incalculable. Incluso más, podríamos decir, sin descaro ni falsedad, que el hecho mismo de buscar configurar las luchas del presente fuera ya en sí mismo un gesto anacrónico, impropio y pasado de moda. No obstante, cierta necesidad histórica puede interpelarnos con el fin de re-organizar una re-vuelta hacía lo impropio. Esta re-vuelta, expresión de retorno de lo reprimido1, es el signo de la lucha de clases que nos desborda y solicita a gritos reencontrarse con el sentido negativo de la crítica de la economía política de Marx, con el sentido negativo del inconsciente freudiano, con la necesidad de re-interpretar críticamente las ruinas del pasado2. De este modo, la re-vuelta es lo impropio porque es aquello que esta entre las cosas, aquello que no se deja atra- El conocimiento y el mundo ÉTICA Y REIFICACIÓN EN LAS CIENCIAS SOCIALES: HACIA UN ANÁLISIS DEL MUNDO INCALCULABLE. El conocimiento y el mundo La necesidad histórica, en cuanto entendamos que esta es una ética superior de la vida que anula la eficacia simbólica de las normas morales existentes y difundidas por los gobiernos (que no son otra cosa más que administradores del capital) emerge como posibilidad en el instante en que nuestros análisis teórico-político-sociales recuperen la noción de reificación como uno de los conceptos que facilitan una re-articulación conceptual y práctica de la lucha de clases. El concepto de reificación es un concepto teórico-político que nos permite dilucidar y desentramar las actitudes de disposición puramente instru- YOUKALI, 6 página 8 mental de la formación social capitalista neoliberal (Honneth, A; 2007; pág. 11). Ahora bien, de acuerdo a las nuevas configuraciones hegemónicas culturales la reificación debiera pensarse bajo nuevas coordenadas que ya no son las que nos presentará Lukács en su ensayo “La reificación y la consciencia del proletariado”, puesto que las condiciones económicas que producen el distanciamiento del sujeto de sus propias condiciones de vida no son las de antaño. Lo que si debiéramos conservar de la noción de reificación de Lukács es que esta designa un desacierto de la razón y de las prácticas que definen nuestra forma de acercamiento a la vida cotidiana. El valor, la fuerza y la potencia del concepto de reificación es que nos permite tomar distancia de los comités de ética3: el análisis de la reificación es el establecimiento, en si mismo, de un cuestionamiento político del mundo del cálculo económico (mundo de los oligoi). La potencia de dicho concepto se despliega, por tanto, al desarticular todo ordenamiento legal de la toma de decisiones. Para decir esto de otro modo, el concepto de reificación le permite a la teoría crítica –ya sea esta social, cultural y/o políticainterrogar la ontología del presente, facilita establecer una descripción de la realidad capaz de interpelar el habla de la mercancía4. Axel Honneth señala que el concepto de reificación de Lukács “nos aporta la explicación socio-ontológica de una patología de nuestra praxis de vida” (Honneth, A; 2007; 20). En este sentido, el concepto de reificación es una noción que nos permite dilucidar con precisión los efectos del saber bio-político, a saber, el disciplinamiento, control y administración de lo social. El retorno de lo reprimido, la re-vuelta que se encamina hacia lo abierto, se manifiesta como una de las estrategias donde la liberación de la mente tan sólo puede advenir en la medida que se dé una liberación del cuerpo, incluso más, tenemos que “no puede haber salvación individual que no sea parte de una salvación colectiva” (Montag, W; 2005; pág.59)5. Es decir, para que los cuerpos puedan liberarse de las cadenas que les 3 Siguiendo la lectura que Eric Laureant y Jacques Alain Miller despliegan en el libro El Otro que no existe y sus comités de ética, hoy nos encontramos con que la ética se encuentra en un callejón sin salida donde los teóricos buscan nuevas conjuraciones para ella. Estas nuevas conjuraciones son producto del levantamiento de un sin fin de comités de ética que expresan –valga la redundancia- una ética de comité. En otras palabras, actualmente nos encontramos con una práctica vociferante y locuaz que se sostiene en el consenso. La ética de nuestra época es la de un saber útil al valor de cambio donde la verdad esta representada por un equivalente general que niega toda contingencia, es decir, nos encontramos frente a una ética absolutamente reificada. 4 Marx en el Capital fue quien nos señalo por primera vez que las mercancías tenían su propio lenguaje, un leguaje que se incardinaba en nuestra vida cotidiana a través del fetichismo de la mercancía. Fue Lukács quien, después, reelaboró el análisis marxista del fetichismo de la mercancía bajo la forma de la reificación. Lukács configuro esta reelaboración en una crítica directa al esquema sujeto-objeto cartesiano que permitió, lo que Žižek bajo el sub-titulo de uno de sus libros nos indica como el centro ausente de la ontología política. Wermer Hamacher en un clarificador articulo, publicado en Demarcaciones espectrales. En torno a Espectros de Marx de Jacques Derrida titulado <<Lengua amissa>>: el mesianismo de la mercancía y los Espectros de Derrida (2002), nos presenta –más allá de su búsqueda de justificar la relación entre marxismo y deconstrucción- un certero análisis de cual es el lenguaje de la mercancías y como este lenguaje no es otro más que la lengua del capital. 5 Esta lectura de Spinoza que realiza Warren Montag es profundamente althusseriana, en tanto es un llamado al materialismo, un llamado en el cual el proyecto comunista adquiere forma y sentido en cuanto la liberación de la unicidad entre mente y cuerpo implican siempre una liberación colectiva. En otras palabras, y esto es lo que trabajaremos en el siguiente sub-titulo, la lucha contra la reificación de la ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net vida cotidiana depende del hecho de que “no puede haber salvación individual que no sea parte de una salvación colectiva”. La ruptura del esquema sujeto-objeto implica una lucha, y esta lucha es en principio una lucha interna, es decir, una lucha contra la enajenación inducida por la reificación. La lucha por la liberación (salvación) colectiva es una lucha que ocurre tanto en lo individual como en lo social, razón por la cual el materialismo spinoziano hace de la lucha un acto de implicación entre los cuerpos del lazo social. 6 Respecto a un reposicionamiento del valor de uso por sobre el valor de cambio, me permito sugerir humildemente, el artículo de mi autoría publicado en el número 6 de la revista Actuel Marx Intervenciones: El valor de uso y su lugar en una ética de la Lucha de Clases. Reflexiones para una estrategia de izquierda anterior a los usos políticos de la memoria. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 9 por el reconocimiento se configuran como luchas reificadas. Importan más las imposiciones de la mercancía que el carácter social de las relaciones, borrando de este modo todos los cuerpos de la escena para anteponer los objetos ante ellos. Este borramiento de los cuerpos es una negación de la ex-sistencia. Para decirlo desde el psicoanálisis lacaniano la supresión de esta ex-sistencia es la negación positiva de la falta en ser. Jorge Alemán, en una lectura paralela de Ser y Tiempo y de la obra de Lacan, nos señala que la falta en ser no es más que el vacío fundamental constitutivo del sujeto del inconsciente, es decir, una estructura sin fundamento que para tener existencia ha de inventarse sus propias condiciones de posibilidad. “La ex-sistencia no tiene nada ganado de antemano, está arrojada, quiere decir que no tiene un punto de partida, un objetivo que realizar, ni nada que la programe, ni nada que establezca desde el comienzo al final, un objetivo que pueda sostener, sino que la ex-sistencia como tal se tiene que inventar” (Alemán, J; 2007; pág. 44). Ahora bien, la negación de la ex-sistencia o de la falta en ser representa la brecha entre el cuerpo y su agente (el sujeto) donde este último no se deja afectar por los acontecimientos sino simplemente los observa desde la peculiar posición del solipsismo. En otras palabras, el sujeto es YOUKALI, 6 imponen la cosificación y mercantilización bio-política de la vida cotidiana, tanto las mentes como los cuerpos, han de liberarse del accionar intersubjetivo predominante, a saber, de la lógica aritmética de intercambio mercantil, o bien del cálculo cuantitativo de la vida (explicación socio-ontológica de los tiempos neoliberales). Recuperar la noción de reificación es un imperativo ético en la medida en que nos permite estructurar un análisis donde la razón instrumental se evidencia en el contexto de las luchas por el reconocimiento. La instrumentalización del hombre y el aprovechamiento económico hoy, como siempre, se manifiestan a través de las relaciones sociales –entre hombres- que han sido cosificadas. Marx y Lukács al igual que Heidegger y Freud, se percataron que lo importante antes de hablar de ética -pues ninguno de ellos lo hizo directamente-, era dar cuenta de cómo habitamos y de qué esta hecha la realidad. Lo destacable es que, en cada una de las estrategias narrativas que implican estos autores, nos confirman que la realidad se define de acuerdo a su carácter contingente, a sus sinsentidos y al carácter radical de toda singularidad. En otras palabras, cada uno de ellos analizó su época de acuerdo a modos de pensar que no se dejaron engatusar por las estrategias de la reificación. Rechazaron en todo momento la distancia que Descartes medio entre sujeto-objeto. Lo que estas narrativas nos indican, en consecuencia, son las posibilidades de enfrentarnos a la ontología de la imagen, ontología que refuerza el valor de cambio de las cosas6. Es a raíz de esta necesidad que el concepto de reificación ha de volver a ocupar un lugar central en el pensamiento político y las ciencias sociales si estos desean recuperar su condición de articuladoras de la crítica de las armas. Paralelamente pero en la misma dirección, las posibilidades de leer el movimiento actual de reificación de la vida cotidiana nos permite descifrar y develar los componentes que configuran lo que Lukács llamo la “segunda naturaleza” del hombre. Las relaciones entre sujetos bajo la lógica del mercado se convierten en relaciones donde los sujetos se ven forzados a percibirse a si mismos y a su mundo como cosas, razón por la cual hasta las luchas El conocimiento y el mundo página 10 YOUKALI, 6 situado como un observador neutral donde no es protagonista de las acciones que tienen lugar en su entorno; ¿no es acaso esto una muestra palpable de la destrucción del mundo a manos de la plusvalía capitalista donde nosotros somos meros espectadores de la catástrofe por-venir? Espectadores que consumen, por cierto, pero consumidores sometidos a la expansiva lógica del intercambio de mercancías, y en este sentido espectadores del habla entre mercancías. El acontecer social deja de pertenecernos, esa es la condición sine qua non de la reificación; y hay quienes quieren dar muerte por segunda vez a este concepto propio de la teoría crítica. La reificación esta en todo aquello que busca distorsionar la perspectiva de la falta en ser. En este sentido, no podemos olvidar que somos nosotros mismos quienes rechazan lo impropio a favor de la conciencia –por algo existen las ciencias-, sin embargo, nos queda todavía la crítica radical de “salvar y redimir para las prácticas de izquierda política lo que todavía es factible y valioso en los legados de clase de los que somos herederos” (Eagleton, T; 2006; pág. 59): y en este sentido es que el concepto de reificación recupera toda su vigencia revolucionaria. En definitiva, aquello que ha borrado la falta en ser es que lo impropio ha sido desplazado por lo propio, por el objeto que puede ser caracterizado como de nuestra propiedad, pero que además de eso, esta para intentar garantizar nuestra satisfacción plena. No obstante, Lacan ya había afirmado que tal satisfacción es imposible: no hay objeto para el goce total. El gran problema de la actualidad es que el mercado da rienda suelta a los objetos/mercancías al decir de Marx o bien al mundo como imagen como diría Heidegger. La propiedad –lo propio- pierde toda posibilidad de estar siendo, es decir, de ex-sistir puesto que se anula su poder ser, lo único que sucede es que cada cierto tiempo se la mide y evalúa con tal de re-definir su valor de cambio, no obstante, no vuelve nunca más –dentro de las coordenadas del capitalismo- a ser tiempo y proyecto inconcluso. Ocurre, entonces, que la vida es la que es reificada, pierde su condición de empirismo trascendental. Eliminar la noción de reificación de nuestro vocabulario, de la crítica radical, es permitir la eliminación de la vida como ex-sistencia, ya que al no estar siendo posibilidad de desear (falta en ser) la vida pierde su condición de ser una inmanencia, por decirlo deleuzeanamente, o bien el goce se vuelve imperativo categórico, para decirlo lacanianamente7. Esto es, la reificación es una noción que se expresa en nuestra cotidianidad tanto como una praxis fallida así como una conducta moralmente establecida. Y para que no quede duda, esta conducta moralmente establecida se expresa bajo la forma contemporánea del imperativo categórico, a saber, gozar a cualquier precio8. Bajo la forma de un imperativo categórico la reificación pretende eliminar de una vez y para siempre que la mente y el cuerpo son una y lo mismo, en definitiva, lo que se nos pretende ocultar bajo las nuevas formas de reificación es que “el cuerpo es llevado a mover su manos o a producir sonidos por fuerzas exteriores a la mente, por fuerzas que son solamente corporales, cuerpos que mueven otros 7 La perdida del carácter de ser una inmanencia o bien la inscripción en cuanto imperativo categórico del goce, hacen de la vida una escena donde el objeto se posa sobre el sujeto impidiendo que la caída del objeto advenga como aquello que causa un puro vacío, sin sujeto ni objeto, sino como un puro “movimiento que no comienza ni termina” (Deleuze, G. La inmanencia: una vida… En Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida. Giorgi, G y Rodríguez (comp.), editorial Paidós, Argentina, Buenos Aires, 2007, pág. 35) Pero este movimiento que no comienza ni termina, este puro flujo de vida como nos señala Žižek en su texto Deleuze: ¿no es acaso la consciencia presubjetiva de la inmanencia absoluta deleuzeana equivalente al sujeto del inconsciente freudiano-lacaniano? (Žižek, S. Deleuze. En Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida. Giorgi, G y Rodríguez (comp.), editorial Paidós, Argentina, Buenos Aires, 2007, pág. 144). 8 La tesis del imperativo categórico del capitalismo como un llamado al goce sin importar costos ni consecuencia ha sido trabajada por Slavoj Žižek (2001) en El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política; Gerard Pommier (2002) en Los cuerpos Angélicos de la posmodernidad y Charles Melman (2002) en L´homme sans gravité. Jouir à tout prix, entre otros destacados teóricos contemporaneos. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Recuperar el concepto de reificación parece ser una urgencia, sobre todo cuando deseamos restituir la comunidad como una noción donde se despliegan, verdaderamente, relaciones de implicación. Restituir el lugar de la reificación al interior de la teoría crítica es una apuesta ética por implicar nuestras ideas con nuestras prácticas y anhelos de transformación radical del actual lazo social. Es decir, contra las acciones de la depredación instrumental de la vida, no hay que olvidar que el cuerpo sobrevive a condición de ser quien facilite tal accionar. Si el cuerpo reconoce su relación de implicación con otro cuerpo, la reificación cae y el objeto de la significación es investido nuevamente por los recursos miméticos y expresivos que acompañan al significante para dotarlo de sentido. El lugar desde el cuál proyectar la crítica y construir el futuro se convierte así en una plataforma de lucha. Es un hecho insoslayable, entonces, la necesi- ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 11 La comunidad: una verdadera relación de implicación dad de recuperar un topos revolucionario que se presente a partir de su propio valor de uso, es decir, un lugar desde el cual lo particular se anude con lo universal y viceversa con la finalidad de que la unidad se presente bajo la forma de lo común. En este sentido, el cuerpo ha de leer la reificación de su propia ex-sistencia, rechazando de este modo la relación entre el cuerpo y sus placeres en cuanto categoría afirmativa e incuestionable, esto puesto que toda categoría afirmativa tiene por pretensión colonizar la mente y someter el cuerpo a su desalojo. Lo monstruoso de esta situación es que la depredación instrumental impone un acercamiento neutral a la realidad, promoviendo y configurando una ceguera ontológica que impide al lazo social formularse las preguntas por las estructuras de su existencia. Sin embargo, el hecho de que las acciones de un cuerpo estén siempre determinadas únicamente por causas corporales nos permite leer la implicación bajo los designios de una cadena significante denominada comunidad. La relación de implicación, es una relación lingüística donde el primer término solo adquiere sentido gracias al segundo, actúa como el mecanismo de desplazamiento constante que nos permite quitar el velo ontológico que esconde la facticidad del cuerpo. En otras palabras, la articulación entre lo común y la unidad operaría al modo de un nudo que se va desplazando a través de la historia, permitiendo así que la comunidad se fragüe como un proyecto descomunal, es decir, un proyecto siempre inacabado que impide el desenlace de una interpretación incorrecta respecto de una praxis correcta. Al igual que la cadena significante la comunidad se estructuraría y giraría en torno a un vacío fundamental, esto es, alrededor de fallas, errores y faltas que dan cuenta del antagonismo como lo real de la realidad políticasocial. En definitiva, la reificación es el velo ontológi- YOUKALI, 6 cuerpos” (Montag, W; 2007; pp. 67-68). En otras palabras, la reificación pretende descartar la cooperación como acto de implicanción del sujeto con otro sujeto. Destruir las prácticas de implicación equivale a posicionar al valor de cambio como cursor de la historia, en consecuencia, es impedir la re-vuelta de lo impropio y su posible estructuración de la unidad como lugar de lo común. Aquí una diferencia nos aleja de Lukács, no creemos que la superación de la reificación pase por una toma de consciencia de la clase trabajadora, aunque nos mantenemos firmes ante el postulado marxiano de que “los objetos sociales no son cosas, sino relaciones entre hombres”. No existe vuelco espontáneo del conocimiento, sino, como he propuesto siguiendo a Walter Benjamín en otro lugar, sólo existe re-interpretación crítica de las ruinas y por ende la posibilidad de atravesar los fantasmas con los que nos engañamos. Siguiendo a Adorno, el único modo de enfrentar el momento particular que emerge cuando lo universal se cruza con lo singular, esta en devolverle el pensamiento al cuerpo y viceversa. Es decir, cuando la reificación se manifiesta nuestros conceptos han de conectarse con nuestra práctica material cotidiana. Vale decir, antes de resolver un problema a través de un planteamiento ético categorizado y bien delimitado como código del acto, es necesario re-construir una re-vuelta de lo impropio, es decir, desplegar un análisis sobre cómo –parafraseando un titulo de Hedeigger- construimos, habitamos y pensamos la realidad. El conocimiento y el mundo página 12 YOUKALI, 6 co que expulsa la intención fuera de toda realización. La perspectiva teórica y política que nos permite avanzar contra la reificación es el camino de la implicación. No hay mirada neutra, menos cuando la implicación (en Lukács) o la sorge (cura; en Heidegger) explicitan la presencia de una socialidad afectiva. No es la razón la fuerza que nos autoriza a develar el entramado ontológico que impide a la inter-subjetividad ir más allá del esquema sujeto-objeto, sino por el contrario, es la inclinación existencial quien rompe con los contenidos de significación instrumental. Es, entonces, la inclinación ex-sistencial el pedestal de toda estrategia revolucionaria, puesto que, inevitablemente, ha de entender lo social desde una perspectiva que subvierta el contenido hegemónico de la razón instrumentalizada. Es decir, tanto la cura de Heidegger, la implicación lukácsiana, el compromiso práctico de John Dewey o el reconocimiento hegeliano9 nos permiten formular esta sub-versión bajo el enunciado lacaniano de que el inconsciente es lo social. Esta equivalencia teórica, entre autores tan disímiles, se explica por que cada uno de ellos tiene en mente “la idea fundamental de la precedencia de un interés existencial por el mundo” (Honneth, A; 2007; 55). En consecuencia, las formaciones del inconsciente presentan en lo no-dicho los vestigios de las ruinas del pasado, y es el inconsciente quien ata, abraza y/o liga a los sujetos entre sí en una exsistencia más allá del principio del placer y más acá del principio de realidad. De esta manera, si tenemos que el inconsciente es lo social, la comunidad es una de sus formaciones políticas, no obstante, si nuestras acciones están orientadas bajo el sentido de la lucha contra la reificación, la comunidad qua formación política adquiere la forma de una trinchera orientada a conservar una interacción fluida con el mundo circundante. Re-inscribir en la teoría crítica la noción de reificación facilita la re-construcción de la misión revolucionaria, y de este modo el Discurso se estructura a partir del desacuerdo recuperando la falta de distancia existencial entre un cuerpo y otro cuerpo. Esta re-inscripción de un lenguaje y una práctica revolucionaria permite que la comunidad se entienda como un acontecimiento indómito, sostenido este gracias a la toma de partido por una verdad universal donde lo común resulta de discusiones que no cesan de presentarse, ya que lo común tendría todo su valor por ser una relación con el mundo. Ahora, esta relación con el mundo no es otra cosa más que una relación de reconocimiento donde toda experiencia cualitativa es una bandera de lucha contra el esquema sujeto-objeto. La implicación es, en este sentido, el instrumento de la unidad, es lo que nos permite ocupar un lugar para defender la Promesa revolucionaria puesto que la Promesa es la máxima negación de toda aprehensión neutral de la realidad. La comunidad: una verdadera relación de implicación, es ante todo asumir y mantenerse en un lugar donde el antagonismo no esta dado por los coordenadas del esquema sujeto-objeto, sino por el contrario, donde el antagonismo sería aquello que nos permite cuestionar el entramado ontológico que niega el poder ser de lo impropio. En esta dirección, importa señalar que la defensa de la Promesa revolucionaria es un estar siendo que impide de una vez y para siempre formas materiales e históricas que la agoten. Dicho esto, la fidelidad al acontecimiento es una apuesta por mantener la diferencia mínima como único horizonte de verdad política. El único modo ético de insistir por un pensamiento contra la reificación esta en asumir un análisis de 9.- Es Axel Honneth en el capitulo 2 de su libro Reificación. Un estudio en la teoría del reconocimiento quien nos señala las similitudes entre los conceptos de implicación, sorge (cura), compromiso práctico y reconocimiento. No obstante, y a pesar de realizar un magnifico trabajo de lectura y articulación Honneth deja de concebir la fuerza o potencia que permite, por ejemplo, sostener el secreto que esconde la materialidad. Es por ello que aquí incluimos la noción de inconsciente en Lacan, puesto que el inconsciente implica una fuerza que conduce al sujeto, inevitablemente, a concebir el deseo del otro, esto debido a que todo deseo es el deseo del Otro, por tanto, el Otro (el lenguaje, la ideología, el cuerpo material de la diferencia) están siempre implicados en la constitución de lo social, es decir, el sujeto es movido por otro sujeto que trae inscrito bajo los pliegues de su piel una apelación al reconocimiento de la ex-sistencia. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo que “reproducido en el mismo pensamiento como su inmanente contradicción” (Adorno, T; 1990; pág. 146). Si nos mantenemos fieles a la lectura materialista, el pensamiento dialéctico definido por Adorno nos remite, necesariamente, a la tesis spinoziana de que la liberación de la mente exige ipso facto la liberación del cuerpo. En otras palabras, la relación de implicación es la expresión materialista que funda al ser a partir de un fundamento negativo que esta mediado por otros cuerpos y que queda develado, incesantemente, por la nada, lo real, el antagonismo. En este sentido, el materialismo dialéctico establece una lógica del ser que sólo es posible en la medida en que devela la ceguera ontológica de lo propio. Lo impropio es la re-vuelta del acontecimiento como anticipación de su propia posibilidad. Agamben (2002) en su libro El lenguaje y la muerte. Un seminario sobre el lugar de la negatividad nos señala que el ser para ser efectivo en cuanto realidad ha de expresarse como “posibilidad de la imposibilidad de la existencia en general”, es decir, de un modo puramente negativo. Y es esta referencia la que confirma nuestra apuesta por no olvidar que el pensamiento reificado es un quehacer donde la reificación es pura y llanamente imposibilidad de la existencia en particular. En otras palabras, la reificación impide las relaciones de implicancia al posibilitar sólo el acontecimiento de la propiedad positiva del objeto, el cual finalmente se antepone al sujeto a través de las relaciones de intercambio. El pensamiento reificado nos sumerge en el esquema sujeto-objeto con la finalidad de anular nuestro ser-arrojado; impide la lucha de clases como sujeto de la historia. El mundo se vuelve calculable y, por tanto, el análisis de la realidad es clausurado impidiendo asir el Esto, es decir, la nada constitutiva de la negatividad material. Materialismo dialéctico y diferencia mínima 10.- El libre mercado de Von Mises y Hayek promueve como “única forma racional de cooperación humana: la de dejar morir”. Este tipo de cooperación humana sostenida por Von Mises y Hayek está orientada al progreso y/o desarrollo económico, lo que para ellos significa un aumento en la cantidad de ahorro y acumulación de capital. Para que la existencia esté en entredicho es el deseo el que tiene que ser suprimido. En este sentido, el sujeto deja de ser el agente de la política y el mercado asume su lugar al realizar los ajustes necesarios sobre las actividades de todos los sujetos que conforman la sociedad. Es decir, los sujetos tienden a cooperar con este orden sin saberlo o no teniendo la intención de hacerlo. En palabras de Von Mises, “el mercado por si sólo ordena el entero sistema social y le dota de sentido y significado”. Lo problemático de esta concepción es que la ex-sistencia social y política del sujeto depende de la estructura del mercado. En otras palabras, la existencia social está supeditada a la estructura de los precios, es decir, a la totalidad de las proporciones de intercambio, como lo señala Von Mises. Lo que el libre mercado pone en juego para parafrasear a Hayek es un orden sin mandato. Para una lectura detallada de estas ideas, ver “El peligroso derecho a la existencia: la necro-economía de Von Mises y Hayek” de Warren Montag publicado en la. Revista crítica de las artes y el pensamiento Youkali. También puede revisarse el tratamiento que de esta tesis realice en El valor de uso y su lugar en una ética de la Lucha de Clases. Reflexiones para una estrategia de izquierda anterior a los usos políticos de la memoria. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net página 13 Tal y como lo indica Axel Honneth, la reificación en los tiempos actuales actúa como olvido del reconoci- YOUKALI, 6 la realidad donde nuestra praxis tenga las cualidades de una participación con poder que considere en su despliegue un deseo político. Es decir, la insistencia es el deseo y la acción de desplegar el desacuerdo en cuanto núcleo de la formación política del inconsciente. La insistencia es interacción y la interacción es implicancia donde un cuerpo depende de otros cuerpos con los que interactúa. En este contexto, lo que la reificación nos quiere imponer es una suerte de auto-posición del sujeto frente al objeto, razón por la cual el objeto puede devenir sujeto para un objeto, ¿no es esto acaso la configuración de una economía donde se nos deja morir10? La idea de que el objeto puede ser atrapado es un precepto que nos indica que el saber puede ser instrumentalizado, siendo esta instrumentalización la posibilidad de borrar la expresión de los cuerpos. En otras palabras, ocurre que la instrumentalización del saber, la técnica, busca hacer del sujeto un sujeto indivisible, articula las partes del cuerpo para arrancarle a este el significado de sus ruinas. Lo que el capital demanda –puesto que la mercancía habla- es reconstituir el cuerpo fragmentado de la ex-sistencia para establecer una unidad organicista del cuerpo junto con la tecnología. Esta reificación del cuerpo neutraliza la emergencia de un cuerpo colectivo, puesto que al arrancarle al cuerpo el significado de sus ruinas la razón domina por sobre la práctica libidinal. La relación de implicación entre lo común y la unidad rechaza la identidad permitiendo, de este modo, a los cuerpos transgredir las fronteras de exclusión que levanta el pensamiento reificado. La comunidad es una verdadera relación de implicación en cuanto se restituye y restaura el poder ser del lenguaje y del cuerpo. A través del decir de Theodor Adorno, Terry Eagleton nos hace notar que esta restitución/restauración es la condición del pensamiento dialéctico, a saber porque “el pensamiento dialéctico busca captar aquello que es heterogéneo al pensamiento como un momento del propio pensamiento” (Eagleton, T; 2006; Pág. 419). En palabras de Adorno: el pensamiento dialéctico es aquel El conocimiento y el mundo página 14 YOUKALI, 6 miento. La reificación y el pensamiento reificante designan, de este modo, el proceso de una pérdida de reconocimiento entre los cuerpos, por tanto, apareciendo como un indicio de la manifestación reificada de las circunstancias sociales. Resulta, debido a esto, que la reificación se extiende a través del lazo social como un efecto de las relaciones de intercambio: es el lenguaje de las mercancías quien ilusiona a los sujetos a adoptar visiones ontológicas del mundo que deforman su accionar, esto porque someten al sujeto a los movimientos del saber instrumental que libera al objeto/mercancía. La resistencia a la reificación –científica/capitalista- no se articula con un llamado a la ética del ordenamiento legal. Muy por el contrario, resistir la reificación es un llamado a implicarse en la emergencia del por-venir, es atre-verse a mirar el mundo denotando su incalculabilidad. Es en esta dirección que la relación de implicación promueve y define a la comunidad como una instancia ingobernable en la medida en que su propio núcleo sea ingobernable. Políticamente, la posibilidad de que la comunidad se proteja de si misma es que su núcleo corresponda a una diferencia mínima consigo misma. Esta diferencia es una división interna, la instalación de una contradicción inmanente entre lo común y la unidad. Es decir, para que se dé la unidad alrededor de un bien común que se desplaza es necesaria la circulación de proposiciones lógicas que abren una brecha que imposibilita la reconciliación de los contrarios, lo único –el rasgo singular de la unidad- con lo que es de todos –el bien universal contingente/particular- no han de manifestarse como oposición sino como tensión. Tesis y antitesis operan como proposiciones lógicas que van más allá ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net del pasado y que escapan del presente, no pudiendo éstas ser formuladas como propiedades sustanciales positivas, resultando de ello, entonces, que la distancia entre lo común y la unidad se nos manifieste como diferencia mínima. La comunidad sólo así puede ser denominada revolucionaria porque posibilita el “cortocircuito imposible” entre la tesis y la antitesis impidiendo que estas se reúnan en una proposición objetiva, a saber, la síntesis. El materialismo dialéctico y la diferencia mínima son armas teóricas que resguardan a la comunidad de ser reificada. El asunto es, lamentablemente, que no son las armas que las ciencias sociales han definido como suyas. En consecuencia, recuperar en gloria y majestad a la teoría crítica como arma de combate es posibilitar el despliegue de la comunidad como instancia que garantiza la rebelión. Es importante recordar que la brecha que inaugura la diferencia mínima es una brecha interna, por tanto, no corresponde ella al espacio intermedio del esquema sujeto-objeto. Es decir, la brecha que separa las proposiciones se formula como diferencia mínima entre significantes, impidiendo el cierre de la comunidad al promover el desplazamiento permanente entre el vacío y su llenado, lo cual nos indica que el objeto siempre cae para convertirse en un fantasma. Es a raíz de los tratamientos de esta caída que la reificación ocurre, sin embargo, una mirada materialista atenta permite atravesar este fantasma, dado su carácter implicativo puesto que: “una mirada que sólo problematiza el mundo y su orden si problematiza la pretensión (inducida por la coherencia simbólica de lo visto con la construcción simbólica de la mirada) de ser una mirada neutra” (García del Campo, J.; 2007; pág. 15). Lo que la brecha pone en juego en el núcleo de la comunidad es la ubicación de la palabra en relación a las demás palabras. La organización de la cadena significante da cuenta del sentido que un Discurso puede adoptar, sin ir más lejos, el sentido depende de como se hayan organizado los significantes al interior de la cadena, razón por la cual la raíz de la comunidad esté en impedir llenar el vacío con un contenido positivo. En este sentido, el materialismo es la mirada que en su práctica se resiste a lo Absoluto fundante de la reificación, especialmente, de la reificación capitalista. Lo que la mirada materialista neutraliza es la capacidad del pensamiento reificante de introducir en el Discurso un Orden o un Sentido objetivo. Aún más, la diferencia mínima se inserta como procedimiento del materialismo dialéctico con la intención de insistir en la necesidad de ruptura. El carácter ingobernable de la comunidad protege al nudo subjetivo de los dictámenes ideológicos ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 15 YOUKALI, 6 que tienen por objetivo anular las discusiones y divergencias entre sujetos históricos, asimismo, autoriza y legitima el despliegue permanente de su propósito como meta fundamental. Esto, en otras palabras, quiere decir que el núcleo de cualquier comunidad revolucionaria está en el materialismo dialéctico. Aquí, el materialismo dialéctico es leído en su radicalidad más penetrante, deja de ser la lucha de los opuestos y es reemplazado “por el concepto de tensión inherente, brecha, no coincidencia del propio Uno” (Žižek, S; 2006; Pág. 16). La tensión actúa como una brecha de paralaje, separa al Uno de si mismo y establece una diferencia ontológica, es decir, una discordancia entre lo óntico (lo Real) y lo trascendental-ontológico (lo Simbólico; el sentido). El que la comunidad no coincida consigo misma se debe a que la tensión es un deslizamiento respecto a la posición en que los sujetos históricos se presentan sobre el contexto político-económico, deslizamiento que impide que el objeto sea atrapado (y que atrape a los sujetos) y que obliga a los sujetos a desplazarse permanentemente. La lógica establecida por el desplazamiento es hacer de la brecha la posibilidad de emergencia de una perspectiva política. Por una parte, el desplazamiento sostiene al deseo dotando al objeto de su condición de errante, molestoso y traumatizante, en tanto, por otra parte, esto moviliza al sujeto en su inacabable búsqueda de una perspectiva que le permita articularse con otros cuerpos. Spinoza señalaba en su Tratado teológico-político que las “decisiones mentales no son otra cosa que los apetitos mismos, que varían de acuerdo con la variada disposición del cuerpo” (Spinoza, B; 1986; pág. 373), lo cual de acuerdo a nuestra línea argumental viene a decir que el objeto ocupa el lugar de lo desconocido al interior de la comunidad, promoviendo de esta manera el desacuerdo como la mirada política que demarca las posibilidades de reconstrucción del objeto colectivamente. Aunque ya lo habíamos señalado, confirma nuestra posición teórica el siguiente enunciado de Warren Montag: “los cuerpos son movidos por otros cuerpos, otros cuerpos que les impulsan a actuar de ciertas maneras” (Montag, W; 2007; pág. 72): a esto consignamos como implicación e interés. Ahora bien, es en este punto que la mirada política se inscribe en todo momento en el objeto percibido, es decir, la mirada está -como dice Lacan- “en el objeto más que el propio objeto” (Lacan, J; 1986). Esto quiere decir que tenemos que el objeto está en el ojo del sujeto, pero también el sujeto está en el objeto, por tanto, no existe allí esquema posible para la instrumentalización del saber. La inclusión del objeto en el ojo es -en palabras de Žižek- “la subjetivación, la dependencia de la realidad en su constitución subjetiva”, y suplementariamente la inclusión del sujeto en el objeto da cuenta del “suplemento materialista, reinscribiendo al sujeto en su propia imagen bajo la forma de una mancha” (Žižek, S; 2006; Pág. 26). En el primer sub-titulo de este artículo, hemos dejado entrever que la reificación es el mecanismo que ha adoptado el capital para impedir que lo común se incluya en la unidad y que la unidad se presente siempre-ya en lo común. Sólo ahora, cuando demarcamos políticamente la necesidad de armarnos contra la reificación es cuando el acontecimiento adquiere la forma de un tener-lugar. En otras palabras, es la negatividad que confronta la positividad del esquema sujeto-objeto quien re-articula la re-vuelta de lo impropio, es decir, donde la inclusión de la unidad en lo común se debe a que lo común está constituido por los debate y las acciones de todos los otros-uno de la lucha de clases. Asir el Esto, entonces, no es otra cosa más que querer captar el acontecimiento de lenguaje, acontecimiento que gracias a la noción de significante deja libre todas las posibilidades de sentido, esto es, en la medida en que ocupa un determinado lugar adquiere un determinado sentido, sin embargo, la anexión siempre o excesiva o insuficiente de significantes reconfigura toda la disposición del vector. La diferencia mínima u ontológica es definida, únicamente, por causa del objeto causa del deseo, debido a que este inaugura la brecha de paralaje. La caída del objeto en el proceso de constitución psíquica conduce al sujeto a un engaño fundamental, es la forma de responder desde una perspectiva particular a la fantasía que elude toda comprensión simbólica. El objeto causa del deseo, por ende, provoca múltiples horizontes de comprensión simbólica. La diferencia pensada desde el objeto causa del deseo no es la diferencia entre dos objetos positivos, sino al ser la respuesta ante la fantasía no simbolizable pasa ella a El conocimiento y el mundo página 16 YOUKALI, 6 ser en sí misma un objeto. La cadena significante organizada bajo el estatuto de lo común es esta diferencia mínima, es el objeto que impide reducir el nudo subjetivo a una síntesis de los opuestos. ¿Acaso no coincide esto con que lo real es el antagonismo? Si el antagonismo es el límite político de lo social, y por tanto, es lo que se resiste a la simbolización entre el dos (la comunidad como lugar de implicación que se alza en lucha) y el Uno excluyente (hegemonía), claro que la diferencia mínima no es la reconciliación de los opuestos. Incluso más, si consideramos el enlace entre el significante amo (lugar que comanda la cadena significante; término inicial que configura el Discurso) y el saber (el significante que permite develar cierto sentido del significante amo) nos percatamos que estos no actúan como opuestos directos, sino más bien el saber representa la ausencia de sentido del vacío, es decir, el desplazamiento abre una diferencia mínima en el seno de la cadena significante. La brecha entre una clase y otra, entre un significante y otro se manifiesta igual que en el interior de la comunidad. Lo relevante es distinguir que lo radical no es más que el carácter irreductible de la tensión. Cuando nos percatamos de esta condición de irreductibilidad, la crítica se convierte en un arma subversiva y radical porque escapa de la oposición directa entre dos objetos positivos, oposición que las más de las veces es una trampa que conduce al pueblo a proposiciones morales de la reificación capitalista. La comunidad es el nudo a partir del cual enfrentamos la realidad desde la diferencia, ella es una de las respuestas de la diferencia mínima. El que los sujetos ocupen un lugar donde se articulan en una fuerza material no quiere decir en ningún caso que ese lugar represente una síntesis entre ellos. Por el contrario, la comunidad representa una manifestación de lo trascendental-ontológico que no se cierra sobre sí misma. Žižek señala a propósito de Kant que “lo trascendental” se presenta bajo formulaciones como “el alma es nomortal” puesto que este tipo de enunciados representa un conjunto abierto e ilimitado, las almas no son ni mortales ni inmortales. Lo trascendental-ontológico aparece como el vacío mismo y no como un vacío más allá de los fenómenos. Esto es, en la estructuración de la comunidad lo común aparece siendo el vacío mismo y la unidad es el objeto trascendental, “el vacío más allá de las apariencias fenoménicas” (Ibíd.; Pág. 31). Podría decirse que lo común es no-unidad en el sentido en que lo común es ilimitado y no puede ser apresado por el conjunto cerrado de la reificación. Lo inverso pero complementario sería que la no-unidad devenga posibilidad de los otros-uno de articularse y rearticularse en un conjunto que no es definible en términos positivos, es decir, inscribirse en lo común. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Otra lectura de la diferencia mínima que nos conduce a los mismos resultados es que la unidad es el exceso de lo común, o bien es el núcleo traumático de éste. Dicho de otro modo: lo no-común es la posibilidad incesante de nuevas articulaciones orientadas a definir un campo de batalla donde librar el desacuerdo entre las partes de los sin partes. Lo común desborda de este modo las unidades, y éstas al no alcanzar llenar el vacío se vuelcan inmediatamente en la estipulación de nuevas fórmulas. Esta lectura, nos indica que la diferencia mínima es ontológica en la medida en que escenifica la tensión entre la realidad sin sentido y su horizonte político de significación. Lo común es así el vacío de sentido que tiene que ser inscrito y reinscrito, una y mil veces, por las unidades con significaciones alrededor de la falta constitutiva. En otras palabras, la nada está para engendrar un lazo social que subvierta la formación social capitalista. Una traducción de sentido para esta expresión de la diferencia mínima es que toda universalidad depende de una excepción. Lo universal es la falta y la excepción, es que no-todo es falta, es decir, la realidad es la ex-sistencia y el Ser la comunidad, o sea, aquello que está más allá de la realidad. La excepción tiene por directriz el trazar el no-todo, esto es, hacer de la comunidad la verdad de la crítica de las armas, en tanto, que cada acto de violencia que rompe con el orden policial es la posibilidad permanente de subvertir el propio acontecimiento. La dictadura del proletariado de Lenin, leída desde las coordenadas que hemos bosquejado se constituye en la excepción que sostiene la verdad del Pueblo-como-MultiplicidadArticulada. No obstante, es necesario que un mecanismo operativo sostenga la imposibilidad de totalizar el campo social con proposiciones dogmáticasestáticas: el nombre de este mecanismo es centralismo democrático. Lo que esto pone en juego es que las proposiciones políticas que vectorizan el proyecto inconcluso deben entenderse como finitos. Tanto las luchas y reivindicaciones como los sujetos históricos son finitos, razón por la cual el horizonte ontológico de las significaciones políticas también lo es, no obstante, la finitud es constitutiva del horizonte de significación política. La brecha es así lo referido al notodo, se establece entre lo óntico (lo real) y lo ontológico (el trazo simbólico que intenta definir lo real). Como lo señala Žižek, la libertad está en la brecha que prioriza el “antagonismo inherente a la múltiple/fallida reflexión de la Cosa trascendente/imposible” (Ibíd.; Pág. 38). La comunidad es un lugar de implicación ya que adviene en toda su radicalidad cuando la brecha asume el antagonismo como aquello que le es inherente. El antagonismo es el centro, el núcleo de la El conocimiento y el mundo página 17 verdad comunitaria a hablar por si misma. En definitiva, la comunidad es ingobernable en la medida en que ella es capaz de mantener una diferencia interna consigo. Es un hecho el que no puede haber complitud para una comunidad que pretenda enarbolar el nudo subjetivo revolucionario más aún cuando ésta se opone como fuerza material a la formación social del Uno excluyente. Žižek expresa que lo real leído desde una visión de paralaje difiere de lo Real tal y como Lacan lo entendía. Para Lacan lo real es algo que “siempre vuelve a su lugar” a diferencia de la visión de paralaje que desplaza lo real permanentemente. La concepción de Lacan estipulaba que lo Real permanencia idéntico a si mismo en todos los universos simbólicos, es decir, aquello que se resistía la simbolización no estaba dotado de una apariencia única. La paralaje real en cambio expone una verdadera multiplicidad de apariencias de lo real, es decir, este real más que resistirse a lo simbólico se escapa de él. La brecha de paralaje es lo real que no tiene sustancia alguna pero que es inherente a lo simbólico. ¿Cómo es posible que la brecha de paralaje escape y sea al mismo tiempo inherente a lo simbólico? La doble condición de la brecha es que la tensión no es simbolizable, el antagonismo no se deja atrapar directamente por lo simbólico por una parte, y por otra, denota que “no existe ningún lenguaje neutral que nos permita traducir uno al otro y menos postular que uno es la verdad del otro” (Ibíd.; Pág. 351). El 11.- Cabe destacar que la violencia revolucionaria es todo el proceso que transita desde las armas de la crítica hasta la crítica de las armas. Esto porque el transito entre las armas de la crítica a la crítica de las armas pone de manifiesto las distintas intensidades de implicación con la realidad que los sujetos van adquiriendo en el camino de develamiento de la ceguera ontológica. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 comunidad, pudiéndose expresar como desacuerdo entre las partes en proceso de unificación o bien como violencia revolucionaria11. La lucha contra la reificación es un andar contra la primacía del objeto, razón por la cual las relaciones de implicación devienen comunidad. La comunidad, así, representa el espacio de libertad en tanto que la división inherente a la lucha de clases no llega a ser disposición objetiva entre el Uno excluyente y el dos. El despliegue de la teoría crítica al contemplar la reificación tanto como proceso, como producto, nos permite recuperar nuestra capacidad de implicación. A partir de la recuperación de nuestra capacidad de sentirnos implicados es que somos capaces de actuar y de estructurar nuestra ex-sistencia sabiendo que lo real es el núcleo traumático que potencia el desequilibrio de la sociedad (formación política económica de la dominación del hombre por el hombre). Lo crucial de la implicación es que lo real distorsiona nuestra visión como sujetos históricos estableciendo así la mirada política que permite establecer la comunidad. Dicho de otro modo: la comunidad expresa una mirada política fundada en el sesgo propio de las posiciones a ocupar en la lucha de clases. El materialismo dialéctico hace de la comunidad una formulación en la cual la antinomia radical, la brecha, que hace de obstáculo para el acceso de los sujetos a la comunidad es ya la comunidad en sí. A partir de la diferencia ontológica la comunidad no puede asumir una identidad plena constituyéndose así en la formación política que representa al antagonismo para lo inconsciente (lo social), y de ese modo, la comunidad en sí es el límite que impide a los sujetos históricos cerrar el sendero de construcción de su proyecto. Lo que la comunidad protege es la brecha, espacio de lo irreconciliable entre una Totalidad y la expresión implicada de sus singularidades. La imposibilidad de complitud protege al nudo subjetivo de las estipulaciones dogmáticas, evitando que la política se legitime por medio de la represión de las singularidades en favor de una falsa universalidad, es decir, un universo totalitario. El mantenerse abierta al análisis de las fuentes sociales de la reificación le permite a la comunidad configurar espacios reales para el despliegue del desacuerdo, evitando de este modo el establecimiento de contornos autorreificados. La brecha en ningún caso representa una negación de la verdad, sino por el contrario, autoriza a la El conocimiento y el mundo página 18 YOUKALI, 6 hecho de que algo escape siempre a lo simbólico da cuenta de la división interna del lenguaje, pero es precisamente esto lo que conduce al pueblo organizado a “permanecer leal a esta división como tal, registrarla” (Ídem). Registrar la brecha, la tensión, no es sucumbir a la tentación de postular la distinción en sí (reificación) como la reconciliación de los opuestos. Muy por el contrario, caer en la tentación de señalar que la brecha es en si misma un elemento reconciliador es postular que la comunidad es posible sólo mediante la imposición de un contrato, cuando en realidad es producto de un pacto entre los sujetos históricos. El pacto bajo el cual se articulan los sujetos históricos representa una apuesta determinada por registrar la brecha. La comunidad actúa del mismo modo en que lo hace la cinta de moebius, aquel nudo donde lo externo se encuentra con lo interno y cambia de posición en la medida en que es recorrida. El pacto representa al interior de la comunidad el desacuerdo que legitima el avance incesante del proyecto político del pueblo organizado. La cara externa del pacto es la extensión radical del desacuerdo, es la puesta en escena de la otra historia. En esta dirección, debe ser leída “la negación de la negación” de la dialéctica hegeliana. Este tipo de lógica plantea algo acerca de lo existente y de sus incoherencias. Permanecer leal a la división interna del lenguaje –castración simbólica en el decir lacaniano- nos remite al planteamiento wittgenstaniano de “los límites de mi mundo significan los límites de mi lenguaje”. El pacto presupone la diferencia mínima en tanto material que facilita la articulación de los sujetos ya que el pueblo se sirve -al decir de Marx- de un lenguaje prestado que representa la nueva escena de la ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net historia universal. La lección básica del materialismo dialéctico está en mostrarnos que no debemos temer a la parcialidad, sino muy por el contrario, hay que abordarla tomando partido desde nuestros propios límites, es decir, la apuesta política que gira en torno al antagonismo es una necesidad ética en el contexto de la lucha de clases. Evitar las antinomias, las brechas o las proposiciones lógicas contradictorias es renegar del desacuerdo y de los límites de nuestro mundo. Dicho de otro modo, la máxima traición a la comunidad es no abordar la diferencia mínima y quedarse en las redes del pensamiento reificante. Es fundamental reconocer que lo común difiere de la unidad, no obstante, es ese principio el que vuelve curvo el espacio sobre si mismo y establece la asimetría de la visión de paralaje. El quehacer ético se manifiesta en la única asimetría que se presenta en la brecha puesto que tenemos sólo una perspectiva, nuestra toma por asalto de la razón, y tenemos aquello que la elude o bien trata de negar nuestra propia toma de partido. La toma de partido por lo universal es la apuesta por hacer de la comunidad el proyecto de la diferencia mínima, más aún, la comunidad es la “no-coincidencia constitutiva de una cosa consigo misma la que provee la llave para la central categoría hegeliana de la universalidad concreta” (Ibíd.; Pág. 46). El espacio posible para lo común es éticamente el lugar donde las formaciones particulares no son neutras, incluso más, es la batalla misma que se expresa en un campo donde las disputas giran alrededor de lo particular de cada toma de partido por el bien común. En resumidas cuentas, la comunidad es un llamado radical a asumir nuestra implicación junto a los demás para combatir a quienes nos tratan como si el pueblo fuese un resto. La diferencia mínima interpela al sujeto para que este asuma que la toma de partido sólo es posible en cuanto confiamos en que el otro no nos engañará a pesar de que siempre exista esa probabilidad. Sólo una cosa debemos aclarar en esta línea, la apuesta por el otro jamás reduce el pacto a la expresión de un sacrificio ético. Todo sacrificio ético es una falsedad puesto que su fundamento no se encuentra entre las distintas coordenadas del pacto sino es una simple aceptación retrospectiva de la culpa. El pacto pone de manifiesto que la ética es un acto que pospone la satisfacción y sostiene la fantasía deseante. Es decir, el acto ético manifiesta la responsabilidad de los sujetos históricos al habitar éstos su palabra en relación a sus deseos. En esta dirección, el acto ético establece un corte en el discurso de la comunidad, corte que produce un detalle marginal que modifica sustancialmente su propio horizonte político; esta es la fuente revolucionaria de los desplazamientos que posibili- ¡Revolución en la revolución! Cualquier proceso que se proclame como revolucionario no lo es sino hasta que la revolución acontece subvirtiéndose a si misma. Marx consideraba que toda perspectiva revolucionaria que se preciaba de ser tal no podía perder aquel enunciado de su horizonte político. Es por ello que la articulación de lo común en una unidad tiene que fundamentarse de un modo radical, es decir, la formulación de una Promesa política de la comunidad viene a ser la realización de una apuesta por llevar a cabo las transformaciones estructurales de la sociedad capitalista. El desenlace de la revolución dentro de la revolución es posible porque la mirada política va más allá de la realización literal de la revolución, lo que significa que las acciones de los sujetos históricos están orientadas a desbordar y no restringirse a los límites que la producción del capital nos exige. La revolución sucede como la posibilidad del pueblo de controlar ideológicamente a los aparatos de Estado, sin embargo, el desacuerdo como factor estructurante de la comunidad facilita que la crítica al capitalismo no sea entendida únicamente como una crítica económica. El desborde de los límites 12.- El camino de crítica política presentado aquí no tiene por objetivo definir categorialmente esta construcción posible de un Estado paralelo del pueblo, nuestro objetivo es, simplemente, conducir a las ciencias sociales hacia una interrogación política de las coordenadas que facilitan las múltiples posibilidades de inventar nuestra existencia. El reverso del objetivo señalado es establecer metodológicamente que el camino de crítica política está en ir habitando lo común sin desalojar las particularidades de la unidad (o bien de las múltiples singularidades). ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 19 La crítica subversiva, raíz de la revolución YOUKALI, 6 tan la brecha de paralaje. Los límites de la comunidad se definen en relación a lo ingobernable del acontecimiento. impuestos por el capital y la estrategia del cálculo aritmético queda neutralizada sólo cuando el pueblo es capaz de generar un marco de pensamiento crítico vuelto hacía sus propias prácticas. Desmantelar el marco cultural y teórico que sostienen el sentido común imperante, supone también dirigir nuestras críticas contra la teoría jurídica, la moralidad del intercambio, la disciplina, el castigo, la industria cultural pero, por sobretodo, cuestionar nuestros propios modos de construir, pensar y habitar la realidad. Los dos momentos del acontecimiento indómito representan el quiebre con la estructura y la superestructura del pasado, por tanto, ya no se trata de una continuidad entre una formación social y otra sino que se trata de una ruptura, un corte epistemológico. La razón –y la necesidad- del doble golpe revolucionario es dar garantías para que el pueblo transite, en primera instancia, por un camino equivocado pero que facilita asestar el segundo golpe. La comunidad se presenta en su inicio como el espacio subjetivo que facilita la organización del dos de la lucha de clases y posteriormente se consolida como la formación política donde las unidades reconocen en el propósito el anhelado por-venir aunque sepan que no pueden calcular el futuro. Los dos momentos del proceso de quiebre y renuncia son la toma del Estado por parte de los sin partes (la revolución rusa de febrero de 1917, por ejemplo) y segundo, la interpretación de este triunfo como una victoria incompleta e incluso superflua que debe ser consumada. La toma del Estado representa tan sólo la posesión y el control de las instituciones, sin embargo, queda inscrita tanto en los aparatos como en las prácticas la ideología del Estado anterior. La necesidad de asestar un segundo golpe tiene como finalidad desarticular el Estado fortaleciendo la Promesa engendrada desde lo común de la unidad que se representa a si misma. La apuesta revolucionaria no puede consumarse si nos detenemos en la toma de Estado, incluso más, la toma del Estado no garantiza una verdadera revolución. La garantía pasa por establecer un giro en términos políticos: en vez de sucumbir a la tentación de la toma del Estado lo primordial es construir, organizar, pensar y habitar un Estado paralelo del pueblo12. La gestación de un Estado paralelo es la expresión de que la comunidad establece su propio Discurso, El conocimiento y el mundo página 20 YOUKALI, 6 sus propios modos de hacer lazo social. Sin embargo, las nuevas enunciaciones no son suficientes para desmarcarse de la ideología sostenida por el discurso de los Aparatos Ideológicos de Estado capitalista, lo que falta para concretar la revolución es que ésta tenga lugar ante todo al interior de la propia clase obrera. La desarticulación de los contenidos ideológicos de la hegemonía pasa por establecer una nueva forma para la concreción de la justicia y la libertad. De este modo, es sólo la discusión descarnizada al interior del pueblo la que facilita que la Promesa engendre las unidades que se enlazarán en lo común. El contenido es la primera tarea a la que se abocan los sujetos históricos, es decir, los distintos sujetos se comprometen en un proceso de discusión en el cual afinan las ideas y perspectivas que permitan la reunión y la cohesión de cada uno de ellos en una plataforma de lucha compartida. Como hemos susurrado a lo largo de este artículo: sólo desde una posición subjetiva parcial podemos acceder a una Verdad universal donde el antagonismo atraviesa a todos los grupos y sujetos. Si el pueblo comienza a construir su propio Estado esto se debe a que los nuevos contenidos del pueblo abren una brecha al interior del Uno de la hegemonía, es por ello que la organización de la comunidad como Estado organizado del pueblo permite a los sujetos históricos separarse del Uno excluyente al generar su propia fuerza material. Esto es, la comunidad al ser una relación de implicación nos autoriza a re-construir nuestra impropia cotidianidad. Lenin en sus tesis de abril aclara que la toma y el control del Estado no es más que un momento de transición, el poder real no está en manos del proletariado por tener en su manos al Estado, esto es, el proletariado no produce las condiciones subjetivas que recubren el mínimo de objetividad de la realidad al controlar los aparatos ideológicos de Estado. Lo verdaderamente necesario es que la revolución se constituya en un acto de afectación de los cuerpos. Sólo la duplicación de la revolución permite el “paso del poder a manos del proletariado y de los sectores más pobres (...); b) la renuncia de hecho y no de palabra, a todas las anexiones; c) ruptura completa de hecho con todos los intereses del capital” (Lenin, V. I; 2000). Lo que Lenin pone en juego es que la verdadera revolución adviene cuando el pueblo es capaz de afrontar responsablemente las tareas correspondientes a los medios y modos de producción bajo una nueva lógica del intercambio, es decir, cuando es capaz de liberarse realmente de las condiciones reificantes del cálculo aritmético. En consecuencia, la comunidad es la verdad de la revolución. El llenado de lo común por parte de la unidad, es una ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net operación en torno a múltiples discusiones por encontrar en el desplazamiento de los contenidos aquello que coincida con una multiplicidad de formas, y cuando esto ocurra serán los desplazamientos quienes protegerán la relación entre forma y contenido al re-inventar la cadena significante de la Promesa revolucionaria. Esta no-coincidencia sin fin entre el contenido y la forma es producida por el ejercicio crítico de reinterpretar las ruinas del pasado y establecer un lazo social donde lo común es la unidad de singularidades anudadas tras un determinado propósito: hacer de la comunidad un acontecimiento indómito. La verdad de la comunidad es que el acontecimiento ha de formularse como un proyecto descomunalmente inacabado, revolucionario y radical que hace del desacuerdo y las argumentaciones el sostén del pacto entre sujetos. El problema es cómo podemos develar la verdad de la comunidad. Pues, serán necesarios al menos tres pasos lógicos para estructurar lo común sin dejar de contemplar la no-coincidencia entre contenidos y la forma inacabada del proyecto. Primero, si la comunidad es un acontecimiento y no un mero lugar a ocupar es importante destacar que la noción de bien común no puede ser encarnada por ningún objeto concreto, tampoco resulta de la identificación de un problema común. Estos últimos, no son más que una especie de sendero inicial de la unificación de las fuerzas contra el capital y sus efectos como establecimiento de relaciones cosificadas. En esta dirección, lo que importa es leer la relación de diferencia entre el primer y el segundo golpe a partir de la noción psicoanalítica de temporalidad, a saber, que en el curso de cualquier proceso de análisis siempre perderemos un tiempo en falsos movimientos antes de dar furtivamente con las formulas ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 21 fantasmas. La experiencia de la cura analítica nos permite establecer que la dirección de la revolución es sólo posible cuando los pueblos re-interpretan las ruinas –en tanto restos de las derrotas- más allá de todo contenido y de toda forma sedentaria. Dicha reinterpretación exige una interrogación política que perturbe e incomode el ordenamiento hegemónico de la vida, por tanto, se expresa como un ejercicio de desmantelación que va de lo presente al pasado con el fin de construir el por-venir. Segundo, el acontecimiento requiere que lo común se estructure de acuerdo a los alcances de la reinterpretación crítica de las ruinas. La crítica es en principios un arma, permite y facilita que el pueblo cuestione las coordenadas de su experiencia pasada y las justificaciones jurídicas, culturales y políticas de los lugares actuales por los que transita. El que todas las formas de lucha sean válidas sólo quiere decir que las “armas de la crítica” están para diseñar y moldear los mecanismos e instrumentos de organización del pueblo, para luego ser estos capaces de controlar la fuerza material que se gesta para combatir las fuerzas materiales del Uno excluyente. En otras palabras, las “armas de la crítica”, como dice Marx en el Manifiesto Comunista, preparan “la crítica de las armas” con el objeto de que “la finalidad de la agrupación de los trabajadores comunistas, deberá ser la doctrina, la propaganda, etc. Pero a la par con ello, van asimilándose de ese modo una nueva necesidad, la necesidad de asociarse, y lo que pareciera ser un medio se convierte en un fin”. ¿No es acaso esto una parte fundamental de la implicación como verdad del acontecimiento? La fuerza material de la revolución nace como las “armas de la crítica” para convertirse en la “crítica de las armas”. El objetivo es que los trabajadores unidos no cesen en el desacuerdo permitiendo el desarrollo de las transformaciones internas al interior de la organización de la cadena significante que sostiene al dos del antagonismo. El tercer momento: Si la violencia es la partera de la historia, la crítica subversiva es la partera de una otra escena. La crítica de las armas es el potencial radical de la otra historia. Este es el instante en que comienza a hacerse efectiva la revolución en la revolución, esto es, la comunidad se convierte en la única forma posible de soberanía revolucionaria. Quien esté familiarizado con las Tesis de abril de Lenin se dará cuenta de que hemos desplazado el significante Soviet (de los diputados obreros) por la cadena común-unidad. El movimiento metonímico realizado no es en ningún caso un capricho sino que es una exigencia revolucionaria. Cuando Lenin establecía que todo el poder del Estado pase a los Soviet señalaba que solamente los soviets podían reivindicar un “Estado-Comuna”. Aquí lo que se propone es una ligera modificación a la lógica del texto el Estado y la revolución, puesto que la apuesta revolucionaria comienza en el instante en que la crítica subvierta la relación del sujeto al discurso y desde ese lugar poner en movimiento las fuerzas materiales del dos contra las del Estado y el mercado capitalista. La comunidad es el lugar desde donde la revolución puede producir un Estado-Comuna sin perder nunca de vista su finalidad. Es decir, la revolución ya no puede ser pensada como un proceso donde las luchas del pueblo culminan con la toma del Estado y posteriormente se transformen las bases estructurales del capitalismo. Una mirada que se precie de tal debe asumirse en tanto objeto, facilitando así el que la comunidad se presente como la superficie de la perspectiva catacrética, es decir, como aquello que da forma y permite al bien común ocupar un lugar sin tener este que ser un ente positivo. La crítica subversiva es, en consecuencia, interna al proceso mismo de la reconstrucción social del edificio social. Lo radical en el proceso revolucionario es asumir el trabajo duro de la construcción de un Estado-Comuna como fuerza material de combate. Sin lugar a dudas, esta construcción utiliza la crítica como arma para combatir “la explotación imaginaria de la libertad” YOUKALI, 6 correctas, sin embargo, retroactivamente son estos falsos movimientos los que nos permiten llegar a las formulas correctas. (Cf. con Žižek, S; 2004). La unidad de las singularidades llega a cohesionarse al perder meses en falsos movimientos orientados al establecimiento de un programa unificado de lucha, sin embargo, todos los recorridos son necesarios para que el pueblo pase por la experiencia de atravesar sus El conocimiento y el mundo página 22 YOUKALI, 6 y el “entusiasmo sublime, en tanto momento mágico de la solidaridad” (Zizek, S; 2004; Pág. 15). La crítica como arma es quizás el elemento más importante para renunciar a las visiones políticas miopes e instaurar una mirada política revolucionaria en tiempos de severa explotación, enajenación y reificación, pero no es el primer paso. Marx señalaba que el comunismo no puede acontecer si no es por medio de la revolución. Por su parte, el comunismo no es más que la forma articulada del Estado-Comuna en tanto gobierno del Pueblo-como-Multiplicidad-Articulada. En la Ideología alemana Marx señalaba: “la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que está hundida y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases”. El problema es que la revolución, bajo las condiciones del capitalismo tardío, no puede advenir sino es como su propia gestación, es decir, autorizándose a si misma. Más aún, “para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual” (Marx, K.; Engels, F; 1973; Pág.31), por tanto, este movimiento real que anula y supera el estado de reificación ha de ser en si mismo un proyecto político que en su forma de organización sostenga la posibilidad de interpretar críticamente su propio por-venir desde la lógica de lo incalculable. La comunidad es esta forma, pues ella se estructura a partir del desacuerdo y el desacuerdo es una fuerza que no puede ser sometida ni al cálculo ni a la medición positivista. Además, cabe destacar que la comunidad es una instancia donde las necesidades radicales confluyen con un pensamiento radical, esto es, el lugar donde las singularidades se unen para desencadenar la lucha revolucionaria, primero debilitando y destruyendo los fundamentos ideológicos y políticos dominantes, y posteriormente, socavando los aparatos ideológicos de Estado al ejercer la crítica de las armas en el mismo instante en que la revolución se despliega como una repetición de la crítica. En pocas palabras, la revolución es radical sólo si las necesidades y el pensamiento son sometidos a una estricta crítica dirigida a las raíces de la subjetividad. Convertir la crítica en un elemento subversivo es una necesidad revolucionaria. La raíz de la revolución es la capacidad de los sujetos históricos por desmantelar un determinado orden de cosas que los mantiene sometidos. Cada vez que los discursos del Uno excluyente operan para fragmentar el lazo social la crítica debe reforzarse y convertirse en crítica ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net material, es decir, la reinterpretación de la historia tiene que enfocarse a develar los fundamentos de la estabilidad, no los de la desigualdad. La subversión refuerza aquí el ejercicio demoledor del cuestionamiento puesto que da forma a un pensamiento que interroga las necesidades y que va más allá del ámbito del pensamiento. La comunidad al ser detonante y explosivo de la revolución dibuja ella los límites que separan al dos del Uno. Es por ello que los sujetos históricos, con el fin de no abandonar la crítica de las armas como momento de duplicación de la revolución deban sembrar y cosechar en su interior la autocrítica. La crítica es una acción material y transformadora cuando ha sido la crítica de sí. Recuperar la crítica teórica es asumir la necesidad de recuperar el pensamiento radical, es decir, conseguir que las armas de la crítica se conviertan en la crítica de las armas. La historia y la política se conjugan en ese punto en una mirada donde la lucha es una crítica implacable pero a su vez un movimiento (pre)ocupado por el porvenir del movimiento. Las dificultades teórico revolucionarias del siglo XXI se deben en parte a que el marxismo se ha visto desprovisto de su fuerza, a saber, el materialismo dialéctico. El materialismo dialéctico dota a la mirada política revolucionaria el elemento de la crítica en sus dos versiones. A saber, las luchas del pueblo –tal y como Marx lo enunciará en la Ideología Alemanacontemplan que: «Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir la crítica de las armas, que el poder material tiene que ser derrocado por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta encubrir la realidad de la producción social de la vida. Recordar es el primer paso para frenar la reproducción-repetición de acciones independientes del quehacer político del sujeto. La repetición de lo olvidado y reprimido aflora en la realidad como acción estableciendo con ello determinados modos de relaciones entre sujetos. Freud ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 23 Lo común es así la raíz de la unidad y la unidad es lo común radicalizado. La relación entre lo radical y la raíz es el lento y dificultoso sendero de la construcción del por-venir desde la mirada del pueblo que se articula. La apuesta dialéctica es pensar la crítica como la posibilidad de hacer de la comunidad un acontecimiento permanente. “Veinte años son más que un día, aún cuando en el futuro puedan venir días en que estén corporizados veinte años” -le escribía Marx a Engels-. El tiempo, tal y como lo señaláramos anteriormente, es un recorrido donde se pierden días, meses y años –incluso siglos- en falsos movimientos que terminan siendo retroactivamente necesarios (en la medida en que se sometan al despliegue de la re-interpretación crítica) para hacer de la meta de la revolución su propósito emancipador. Los sujetos históricos deben aprovechar las épocas donde la lucha de clases no es la expresión de las fuerzas materiales del Estado sobre el pueblo para demarcar los límites que les permitan tomar partido y establecer su propia fuerza material. Los días “en que estén corporizados veinte años” son los momentos decisivos en que las armas de la crítica se transforman en las balas que alimentan los fusiles de la crítica de las armas. Preparar las fuerzas materiales que se desplegarán en el campo de batalla es una necesidad histórica radical que ha de ser argumentada a través de un pensamiento crítico que va a la raíz de las tensiones, oposiciones, contradicciones, a la raíz de lo real, es decir, que se dirija directamente hacía el antagonismo. La fuerza combativa esta en librar -“en tiempos de paz”- una guerra ideológica, cuestión que ha de evitar que la crítica desfallezca, puesto que si ello ocurre no quedará más que ver el mundo y los acontecimientos a través de los ojos del Angelus Novus (el progreso). La crítica es una de las armas más potente para combatir la enajenación y la reificación de la vida cotidiana. Ella trata de hacer evidente lo que es invisible, busca desenmascarar aquello que ancla en el discurso las prácticas que atentan contra el pueblo. Sólo a partir de las críticas el malestar puede convertirse en descontento y el descontento en prácticas de insurrección. El pensamiento crítico permite describir las presiones, descongelar la inercia del descontento y eliminar la desconfianza que impide al pueblo asumir el riesgo de cortar sus cadenas. La crítica tiene múltiples expresiones y campos sobre los cuales operar, no obstante, pareciera que las armas que la revolución necesita son la crítica del derecho, la crítica de la política y la crítica de la economía. Cada una de estas críticas se vuelve un arma poderosa al establecer la verdad del acá y al disipar la verdad del allá. Las acusaciones dirigidas al Uno excluyente develan las contradicciones de la vida material, “el conflicto existente entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción” que afectan a los distintos sujetos históricos. La crítica en relación a lo señalado no obedece a la consciencia, la consciencia no es la fuente que nos brinda los recuerdos que tienen que ser reelaborados, es el inconsciente quien nos brinda tal material y por ello su análisis es indispensable. La hipótesis del inconsciente hace de la crítica el arma fundamental a la hora de suspender la acción performativa de las relaciones de producción en la determinación de la consciencia social de los sujetos históricos. Principalmente entre sus funciones está discernir las resistencias que impiden el avance de las transformaciones políticas. En 1914 Freud señalaba en un hermoso ensayo titulado Recordar, repetir y reelaborar que la técnica psicoanalítica buscaba que el sujeto pudiera vencer las resistencias de represión para hacerle frente al “olvido de impresiones, escenas, vivencias…” (Freud, S; 1993; Pág. 150). El olvido no es más que un bloqueo de las vivencias, escenas e impresiones de algo que le provoca sufrimiento al sujeto. El devenir de las armas de la crítica es deshacer la consistencia de los recuerdos que están para YOUKALI, 6 y demuestra ad hominem cuando se hace radical. Ser radical es atacar los problemas por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo…» El conocimiento y el mundo página 24 YOUKALI, 6 expresaba esto del siguiente modo: “podemos decir que el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego, que lo hace”, es decir, el modo de producción condiciona el proceso de la vida social y política al propagar una compulsión a la repetición (Ibíd.; Pp. 151-152). Lo reprimido retorna y se instala como acto, no obstante, el análisis está para interrogar las coordenadas bajo las cuales se sitúa el síntoma y donde se levantan las resistencias. La reinter- pretación de las ruinas es una interpretación en presente, es decir, cualquier sujeto histórico actualiza lo pasado y lo actúa en el presente como si no fuese un episodio histórico sino un poder actual del ser. La reconducción del pasado es una interrogación directa alrededor de lo ocurrido antes. La crítica se constituye como la tramitación de los recuerdos reprimidos para que el sujeto deje de descargar por medio de acciones sintomáticas su malestar. El punto crucial de las armas de la crítica es impedir sofocar e incentivar la compulsión a la repetición. ¿Qué quiere decir esto? No sofocar la compulsión a la repetición es permitir la circulación del acto para poder simbolizarlo, es decir, posibilitar la simbolización de ese trazo de lo real (del antagonismo) que aparece como acto. En cambio, no incentivar la compulsión a la repetición es poder escuchar y dar cabida al recuerdo para su reelaboración. La crítica es un modo de escuchar el pasado y mirar el porvenir, no obstante, la reelaboración de lo reprimido anula la compulsión a la repetición dando paso a la manifestación de la lucha política como conquista de lo impropio ex-sistencial como poder político. La mirada política revo- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net lucionaria actúa con ojos críticos, rechaza y combate rotundamente todo tiempo de paz que implique esclavitud y explotación al promover una perspectiva de lucha por la libertad. Asimismo, una mirada crítica revolucionaria reconoce que sus orígenes están en los escombros del pasado, es decir, la mirada está inscrita desde siempre en los objetos caídos y en los ideales olvidados de la historia negada-reprimida. Como lo señalará Trotsky “el grupo Marx-Engels surgió como un escombro de la izquierda hegeliana. La Internacional Comunista fue preparada en plena guerra por los escombros de la socialdemocracia internacional. Si esos iniciadores fueron capaces de crearse una base de masa, fue sólo porque no temieron al aislamiento. Sabían de antemano que la calidad de sus ideas se transformaría en cantidad. Esos escombros no sufrían de anemia; al contrario, contenían en ellos la quintaesencia de los grandes movimientos históricos del mañana” (Trotsky; L; 1973; Pág. 191; el destacado es mío). El único modo de romper la continuidad de las formaciones sociales es que las transformaciones políticas se nutran de los escombros. Los restos, es decir, aquellos que no pertenecen a la comunidad de Amos, bien pueden apropiarse de la teoría y subvertir su sentido político. La misión emancipadora de los esclavos es subvertir el lugar del Amo y de ese modo reinscribir el marco de las prohibiciones. La consigna es la lucha popular y su método esta en darle tiempo a los sujetos históricos para que puedan reelaborar la resistencia (salir de su situación de sometimiento), pero para ello deben enfrascarse en las resistencias para poder vencerlas, ese es el sentido de la crítica como arma. El nombrar las resistencias no basta para renunciar y detener las resistencias. La crítica es la fuente de la teoría revolucionaria y la memoria histórica es su material. Tanto la crítica como la memoria histórica son armas insustituibles de la revolución porque “la revolución es el acto supremo de la política” (Engels, F; 2003). Si el acto supremo de la política es la revolución, la comunidad es el acontecimiento indómito de la crítica revolucionaria. El carácter ingobernable de la comunidad equivale a que la causa de la revolución es la causa de lo Común, causa de la completa emancipación política y económica de los trabajadores. En síntesis, las dos perspectivas de la crítica actúan como lo literal del cuestionamiento de las normas y lo figural de un nombre para designar lo necesariamente inconcluso del proyecto emancipatorio. - Benjamín, Walter. (2004) Tesis Sobre el concepto de historia. Editorial. Contrahistorias, Distrito Federal, México. - Eagleton, Terry. (2006) La estética como ideología. 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Revista crítica de las artes y el pensamiento Youkali, Tierradenadie ediciones, Madrid, España. - Montag, Warren. “Necro-economía: Adam Smith y la muerte en la vida del universal”. Volumen 1 (2006). Revista crítica de las artes y el pensamiento Youkali, Tierradenadie ediciones, Madrid, España. - Montag, Warren. “El peligroso derecho a la existencia: la necro-economía de Von Mises y Hayek”. - Lenin, V. I. (2000) Las tareas del proletariado en la presente revolución (Las tesis de abril); Edición digital: Marxists Internet Archive: http://www. marxists.org/espanol/lenin/1910s/abril.htm NOVEDAD en TIERRADENADIE EDICIONES YOUKALI, 6 página 26 JUAN PEDRO GARCÍA DEL CAMPO MANUEL MONTALBÁN GARCÍA ATLAS HISTÓRICO DE FILOSOFÍA (DEL MUNDO GRIEGO AL INICIO DE LA ILUSTRACIÓN) ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net (diciembre 2008) por Augusto Illuminati* La población es una abstracción si no se tienen en cuenta las clases de las que se compone y estas, a su vez, son una expresión vacía si se prescinde de los elementos en los que descansan (trabajo asalariado, capital, cambio, división del trabajo, precios, etc.). Sólo después de haberlos explicado se puede volver a la población, pero ya no como representación caótica de un Todo, sino más bien como una rica totalidad de múltiples determinaciones y relaciones. De aquí en adelante las cosas se hacen más complejas. Pero estas categorías simples, ¿no tienen una existencia histórica o natural autónoma, anterior a las categorías concretas? Ça dépend. El comienzo de la tercera sección plantea lo concreto como síntesis de múltiples determinaciones (Zusammenfassung vieler Bestimmungen), unidad de lo múltiple, resultado y no punto de partida, excepto para la intuición y la representación. El proceso lógico y el histórico se diferencian en tanto que la jerarquía de los conceptos en su combinación sitúa la definición de cada concepto en función de su posición en el sistema y del orden diacrónico de su aparición en el discurso de la demostración2. Decide la Gliederung, la combinación jerarquizante, que fija cada vez la determinación en última instancia, y cuya sucesión – y no el flujo homogéneo del tiempo – construye la historia como conjunto de historias, de temporalidades plurales. Aquel proceso, con su valor de verdad, se presenta desde el co- *.- Traducción del autor. 1.- Karl Marx, Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie, Dietz Verlag, Berlin 1953. Einleitung, pp. 21 y ss. (Traducción española en Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, I, trad. Pedro Scaron, Siglo XXI, México, 1971) 2.- Louis Althusser, Dal Capitale alla filosofia di Marx, 13 e 19, in VV. AA., Leggere il Capitale (1965), trad. it. Mimesis, Milano, 2007, pp. 44 y ss. y 58 y ss. (Traducción española: “De El capital a la filosofía de Marx” en Louis Althusser y Étienne Balibar, Para leer El capital, trad. Marta Harnecker, Siglo XXI, México, 1990) ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net página 27 Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, por ej., en la economía por la población que es la base y el sujeto del acto social de la producción en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela [como] falso1. YOUKALI, 6 Es interesante retomar la muy a menudo analizada Introducción de 1857 a los Grundrisse no para volver a examinar la metodología marxiana, sino para ponerla a prueba a la luz de los nuevos acontecimientos, tales como la relevancia postfordista dada al trabajo intermitente y la exigencia de una traducibilidad reciproca entre los varios niveles de colisión en que se ha dispersado la lucha de clases. La verdad de un texto se prueba y, por así decirlo, se regula por medio de su comparación con otra situación diferente de la de su contexto originario. Aquí la abstracción del trabajo actúa como case study, es decir como premisa para una propuesta estratégica. El conocimiento y el mundo LA SÍNTESIS DE LO MÚLTIPLE. DEL TRABAJO SANS PHRASE A LA FLEXIBILIDAD LABORAL. El conocimiento y el mundo página 28 YOUKALI, 6 mienzo como contingente: así ocurrió, pero podría haber sucedido de otro modo, otra vez ocurrirá de manera diferente. La totalidad, nexo y unidad de las diferencias, implica, según Antonio Negri3, una discontinuidad materialista de los procesos reales. El momento dialéctico evidencia la potencialidad de una escisión entre los componentes y confiere a la abstracción un tono dinámico, que pone inmediatamente de relieve el antagonismo4 y produce la ideología como vehículo de sentido. Al contrario, tomar en serio las categorías más simples en su trascendencia suprahistórica o inmediatez operativa significa hacer apología de lo existente y reducir el modo de producción a una lucha de la sociedad humana con la naturaleza, variante historizada del eterno cambio orgánico y de la gradual revelación de la Verdad en el Tiempo. Veamos ahora como se forma una categoría abstracta que procede de una manera muy concreta y poderosa, justamente porque en tanto que síntesis “innatural” desde una perspectiva fijista, pero “natural” según la evolución histórica típica de la fitness humana, que no es adaptativa, no se conforma a un nicho ecológico. Negación y abstracción son instrumentos muy eficaces para efectuar modificaciones ambientales y componer una naturaleza segunda, mejor dicho una naturaleza coherente con la específica flexibilidad a la que los hombres han llegado por vía evolutiva e histórica, auto- matizando por exoneración muchas actuaciones instintivas. El concreto-empírico, en tal sentido, es mucho más abstracto que el abstracto. La indiferencia frente a un género determinado de trabajo supone una totalidad muy desarrollada de géneros reales de trabajos, ninguno de los cuales predomina sobre los demás. Así, las abstracciones más generales surgen únicamente allí donde existe el desarrollo concreto más rico, donde un elemento aparece como lo común a muchos, como común a todos los elementos. Entonces, deja de poder ser pensado solamente bajo una forma particular5. Hay un mercado donde los diversos tipos de trabajo se confrontan equilibrándose, hay pues un trabajo medio calculado en tiempo común, según proporciones aritméticas y no analógicas. La desviación de la particularidad del trabajo concreto y del valor de uso mide la distancia entre el mundo de los hombres (en plural) y el medio ambiente o mundo ambiental (Um-welt) de la especie animal. El mundo es también un medio ambiente – no es el lugar de una confrontación privilegiada entre el Hombre en singular y el Ser–, sino la sucesión de los hábitat, de las adaptaciones por exoneración, no es algo distinto del efecto antropológico de las relaciones de producción que organizan las sociedades humanas. Se trata de relaciones objetivas, procesos sin sujeto pero subjetivantes, que instituyen ilusiones jurídicas de personalidad e individuaciones efectivas, no son relaciones intersubjetivas que hacen dialogar entidades preconstituidas produciendo así “mundo”. La diferencia entre mundo y medio ambiente, entre hombres y animales, es de grado, no cualitativa. No hay divisiones ontológicas. Mente, lenguaje, subjetividad son formas naturales y cada mundo se encoje en medio ambiente a través de la rutina, mientras que cada medio ambiente se amplía en mundo gracias a la innovación. Inútil subrayar el papel de la ciencia y de la técnica en tal proceso. Se trata por lo tanto de un proceso social, no mental, es una abstracción presente y productiva en la realidad de cada día, no en la esfera de las ideas o de las metodologías: Por otra parte, esta abstracción del trabajo en general no es solamente el resultado intelectual de una totalidad concreta de trabajos. La indiferencia por un trabajo par- 3.- Antonio Negri, Marx oltre Marx (1978), Manifestolibri, Roma, 1998, III, p. 62. (Traducción española en Marx más allá de Marx, trad. Carlos Prieto del Campo, Akal, Tres Cantos, 2001). 4.- Ibid., pp. 66-68. 5.- Grundrisse, cit., p. 25.. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El estadio más reciente –la combinación con que el carácter aleatorio de la relación salarial toma consistencia gracias al carácter aleatorio de la prestación– produce la verdad práctica, la efectividad poderosa de la abstracción. La produce como explotación e incremento vertiginoso de la productividad. Podría decirse que aquello que en los Estados Unidos se presenta como un producto histórico -me refiero a esta indiferencia hacia un trabajo determinado- entre los rusos por ejemplo se presenta como una disposición natural (naturwüchsige Anlage). Pero, en primer lugar, existe una diferencia enorme entre bárbaros con disposición para ser empleados en cualquier cosa y civilizados que se dedican ellos mismos a todo. Además, entre los rusos, a esta indiferencia hacia el carácter determinado del trabajo corresponde prácticamente la sujeción (festgeritten, subyugado) tradicional a un trabajo enteramente determinado, del que sólo pueden arrancarlos las influencias exteriores. Es decir, sin la iniciativa individual de los yankees7. Casualidad y movilidad asumen significados muy distin- 6.- A. Negri, Marx oltre Marx, cit., p. 25. 7.- En una nota del libro I del Capital (cap. 13/n.308) narra Marx que un obrero francés de vuelta de California contaba que nunca se habría creído capaz de ejercitar todos los trabajos que allá había realizado: minero, tipógrafo, carpintero, soldador: «como consecuencia de esta experiencia, me siento menos molusco y más hombre». ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net página 29 El trabajo se ha convertido entonces, no sólo en cuanto categoría, sino también en la realidad, en el medio para crear la riqueza en general y, como determinación, ha dejado de adherirse (verwachsen zu sein) al individuo como una particularidad suya. Este estado de cosas alcanza su máximo desarrollo en la forma más moderna de sociedad burguesa, en los Estados Unidos. Aquí, pues, la abstracción de la categoría “trabajo”, el “trabajo en general”, el trabajo sans phrase, que es el punto de partida de la economía moderna, resulta por primera vez prácticamente cierta. De este modo, la abstracción más simple que la economía moderna coloca en el vértice, y que expresa una relación antiquísima y válida para todas las formas de sociedad, se presenta no obstante como prácticamente cierta en este [grado de] abstracción sólo como categoría de la sociedad moderna. YOUKALI, 6 Se aclara ahora el significado más profundo de la célebre expresión “elevarse desde lo abstracto a lo concreto”, vom Abstrakten zum Konkreten aufsteigen, que tanto intriga a quien hace de esto un problema únicamente epistemológico. Lo abstracto construye realidad, invenciones, máquinas. Está tan lejos de una abstracción mental que el mismo trabajo concreto se presenta como el fruto de una reflexión, mientras que el trabajo en los Grundrisse aparece como inmediatamente abstracto y como tal desde el comienzo está relacionado con el antagonismo y la crisis6. La nivelación es una aproximación probabilística: zufällig = gleichgültig. Pero implica también una despreocupación, la desafección respecto del trabajo. El máximo de indiferencia respecto a un trabajo determinado es el rechazo del trabajo en general, posibilidad inmanente y contrastante en cada encuentro efectivo entre capital y fuerza de trabajo. Si esto se garantiza por adelantado, tendremos un sistema de esclavitud, que por otra parte la acumulación originaria no desdeña inicialmente utilizar junto a nuevos métodos de extracción del plusvalor, más prometedores pero todavía experimentales. Después, el remolino del trabajo abstracto se traga el trabajo a domicilio, «sección externa de la fábrica o de la manufactura» (El capital I, 13), o las maquillas o los esclavos niños, apoderándose de mecanismos que refuerzan la pobreza, la familia patriarcal, el crimen organizado, el chantaje de la condición emigrante. Encontramos una «polícroma confusión de formas de transición» en acto. La inestabilidad, muy productiva, de la subsunción real multiplica el tranquilizante recurso a la subsunción formal, que se sirve de las relaciones vigentes de subordinación y explota la multiplicación de las divisiones entre regímenes de trabajo y de admisión selectiva a la ciudadanía. El conocimiento y el mundo ticular corresponde a una forma de sociedad en la cual los individuos pueden pasar fácilmente de un trabajo a otro y en la que el género determinado de trabajo es para ellos fortuito y, por lo tanto, indiferente. El conocimiento y el mundo página 30 YOUKALI, 6 tos en coyunturas diversas. Hay muchas “naturalizaciones” para la misma Anlage. Tal vez Marx utilizaba un concepto demasiado irreversible de civilización. El obrero meridional que ejercía mil oficios y fue la cantera del obrero masa fordista italiano en los años cincuenta y sesenta, era él también una forma de indiferencia “bárbara” respecto del trabajo determinado, pagano (versus el cristianismo sindical-productivista) en su subordinación inicial y en el posterior rechazo del trabajo. En todo caso, las migraciones vierten cada día en los países “civilizados” masas naturwüchsige en condiciones de adaptarse rápidamente al trabajo abstracto y a los servicios concretos que lo integran. Indiferenciación bárbara, fragmentación avanzada del trabajo y nomadismo de la frontera, y ¿después? ¿Es distinto hoy el equivalente del trabajo sans phrase que es el trabajo precario? ¿Cómo se declina zufällig en flexible? Ça dépend, precisamente. Dos son las novedades: la tipología de las actividades y los efectos en la composición de clase. 1.- El vinculo entre particularidad corpórea y trabajo concreto, el que el segundo verwächst sobre el primero, como la hiedra sobre el tronco, no desaparece completamente por el hecho de que contribuya a crear la riqueza en general en proporción incomparable con la de una comunidad asentada en el autoconsumo. En un campo cada vez más relevante para la ocupación y el equilibrio social se propagan formas de servicio personal (asistentes de todo tipo, encargados de relaciones externas, promotores y alcahuetes de variada especie, personal managers, proveedores de servicios morales y sexuales, etc.) donde la cualidad del que suministra, la Besonderheit, resulta decisiva para la aceptación o el rechazo de la prestación. El servicio de cuidados está muy personalizado, moviliza los afectos y la capacidad de ilusionar, está envuelto en una reciprocidad que hace más complicado voice y exit, la protesta y el abandono. No por casualidad los mayores éxitos de la protesta se vinculan con una estética y una simbología mediática muy diferentes del habitual estilo sindical. 2.- El trabajo sans phrase y el material humano yankee producen en época fordista, cuando la cadena de montaje ofrece el máximo de intercambiabilidad, el más típico y generalizable efecto de producción de masas disciplinadas, al tiempo que el trabajo flexible, que es su desarrollo más barato y adaptable a la demanda, genera multitudes dispersas: más singularizadas y menos sindicalizadas. Los dos aspectos de la multitud son complementarios, pero si en el primero hay un elemento de exceso y de éxodo, en el segundo la des-masificación es funcional a la extorsión de plusvalor y a la reducción del gasto social, hasta el límite de un régimen de workfare. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El ejemplo del trabajo muestra de una manera muy clara cómo incluso las categorías más abstractas, a pesar de su validez -precisamente debida a su naturaleza abstracta- para todas las épocas, son no obstante en lo que hay de determinado en esta abstracción, el producto de condiciones históricas y poseen plena validez sólo para estas condiciones y dentro de sus límites. La sociedad burguesa, el más complejo dispositivo histórico de producción, autoriza así, gracias a la autocomprensión de su propia estructura, la comprensión de aquellas estructuras anteriores, sobre cuyas ruinas (Trümmer) y con cuyos elementos ella se ha construido. La Anlage, la disposición, representa papeles muy diversos en el desarrollo de la estructura combinada y combinante (Gliederung), hasta volver a adquirir apariencia naturwüchsig, casi primitiva, en la asistente eritrea y en el aparcacoches cingalés después del obrero fordista de Detroit o Torino, ¡pero como figura postmoderna más que premoderna! Lo mismo se puede decir de aquella prefiguración del intermitente que es el trabajador estacional. Todos los Trümmer son reciclados. Incluso más que la famosa (y tal vez demasiado continuista) frase acerca de la anatomía del hombre que explica la del mono, vale aquí la observación de que en cada forma de sociedad hay una determinada producción que decide el rango y la influencia de las demás y cuyas relaciones deciden el rango y la influencia de cada una de las otras, la metafórica allgemeine Beleuchtung (iluminación general), donde todos los colores se bañan y son modificados en su particularidad, un éter particular (ein besondrer Äther) que decide el peso especifico de lo que envuelve. Para Marx, que escribía antes del experimento de Michelson y Morley de 1887, el éter es un substrato físico modificante, no una forma de hablar. El cambio de disposición de los componentes de la estructura altera real- 8.- Grundrisse, 212; cf. A. Negri, op. cit., pp. 84-85 y 218-219. 9.- Grundrisse, 74; cf. 133 y ss. y 156 y ss. 10.- Ibid., 231, 312-314, 387-388 , 438-440, 592-597 , 716. Cf. A. Negri, cit. lección 8. 11.- Ibid., 182-183, 203-205. Cf. A. Negri, cit., lección 4. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 31 El trabajo sans phrase está materialmente ligado a la subsunción real bajo el régimen capitalista, a la extorsión de plusvalor relativo, a la fijación de un estándar medio necesario. Además se refiere a situaciones en las que el trabajador es productor de plusvalor y no movilizado en cualquier cambio de la circulación simple o del consumo8. Es el estadio más progresivo de socialización, dado que «la mutua y general dependencia de los individuos recíprocamente indiferentes constituye su nexo social» –tal Zusammenhang, descendiente del spinoziano nexus rerum et hominum, contiene ya toda la fenomenología simmeliana del dinero, del relativismo y de la prostitución9. Representa un progreso respecto a condiciones medievales de dependencia personal, extingue la comunidad orgánica perteneciente a relaciones no desarrolladas que es ridículo contemplar con nostalgia como si poseyeran una plenitud originaria, sustituye la dependencia personal con la dependencia abstracta que sintetiza las relaciones materiales dominantes. Idealmente su reverso es la omnilateralidad de los fragmentos más visionarios de los Grundrisse10, el cultivo de las cualidades del hombre colmado de relaciones, cuya universalidad choca contra la barrera del capital, de la que se libera cuando el obrero es un mero supervisor de las máquinas y el producto deja de ser el del trabajo inmediato, aislado, y resulta de la combinación de las actividades colectivas. Ahora bien, una vez borrada la limitada forma burguesa, la riqueza no es más que la universalidad de las necesidades y de los gozos creada en el intercambio universal, el hombre no se reproduce en una dimensión determinada, sino que produce su propia totalidad. El vaciamiento completo, la universal objetivación como alienación integral, se invierte en exteriorización completa de la naturaleza interna del hombre. Con clara abundancia de resonancias humanistico-feuerbachianas y de metafísicos enderezamientos de la dialéctica, una orgía de plenitud, para decirlo con Negri, que en este caso repite la feroz crítica althusseriana. La ciencia, en el contexto, es fuerza productiva y potencia de liberación sin contradicciones, con más de un matiz saint-simoniano. Las ilusiones alrededor de los efectos liberadores de la automatización –tal vez la mitificación más explícitamente postpositivista del papel de la ciencia– volverán un siglo después en la escuela de Frankfurt y en la generosa utopía marcusiana muy influyente en los movimientos de los años sesenta. Desgraciadamente existía la posibilidad (que ganó) de que la reducción del tiempo necesario de trabajo se convirtiera en un factor de la competencia entre capitalismos e imperialismos y de que el trabajo-juego, con el consiguiente triunfo del principio del placer sobre el de actuación, se pusiera a trabajar como multiplicador de la ganancia y mecanismo de nueva dependencia. Volvamos a Marx. El salto entre trabajo medio indiferente y universalismo comunista es en esos textos demasiado brusco y dialéctico, anclado además en el desarrollo de las fuerzas productivas. Mejor proceder con prudencia. Entonces, en oposición al trabajo objetivado en esta o aquella mercancía con valor de cambio, el trabajo no-objetivado, que todavía tiene que ser objetivado, es la subjetividad11, absolutamente indiferente a cada determinación particular pero capaz de toda determinación, energía puramente mecánica pero fuente de todo tipo de bienes. Este trabajo no-objetivado es, en negativo, no-capital, no-materia prima, no-instrumento, no-producto en bruto, trabajo vivo como abstracción de todo momento de su realidad efectiva, por lo tanto no-valor, miseria absoluta como objeto, posibilidad general de la riqueza como sujeto y actividad, no privación sino completa exclusión respecto de la rique- YOUKALI, 6 mente cada uno de ellos y su relación total, produciendo una dislocación dinámica de las fuerzas y una representación distinta, una neue Darstellung. El conocimiento y el mundo página 32 YOUKALI, 6 za objetiva, a la que no puede acceder hasta que no cobre un salario. Trabajo que no es objeto sino actividad, que no es valor sino su fuente viva –por la misma posición contradictoria del trabajo, existencia antitética del capital que lo presupone y es su presupuesto. Actividad “puramente abstracta”, simplemente formal o material, indiferente a la forma –lo que confirma el tema de la Introducción de 1857, según la cual la particular determinación de un modo de producción se vuelve verdadera sólo en un cierto nivel de desarrollo de las fuerzas industriales. Todo gira alrededor del eje de la separación de la propiedad respecto del trabajo, que sostiene el entero desarrollo capitalista sobre la base del antagonismo y no de la dialéctica12, y se manifiesta más bien en el juego aristotélico de la potencia y el acto, explicando la emergencia del trabajo abstracto, intercambiable (consecuentemente descualificado y pagado con lo mínimo), sólo aludiendo al comunismo desde una perspectiva humanista. La potencia, precisamente, no es ausencia, sino un todavía que no ha pasado al acto, que ha sido previamente separado de la riqueza acumulada y apropiada. Subjetividad disidente y rebelde, pero no plenitud neoplatónica o deleuziana, porqué está en tensión con el capital: quizás no estará eternamente en tensión con él, pero por el momento tiene que conseguir encontrarlo o fallar en el intento, “ser puesto a trabajar”. En el sistema de las máquinas, analizado en uno de los pasajes más citados de los Grundrisse13, el individuo es productivo sólo en cuanto se halla integrado en el colectivo subordinado a la máquina y la creación del valor no depende ya del tiempo ni de la cantidad de trabajo empleado, sino de la potencia de los agentes movilizados, de su powerful effectiveness, puesta en acción por el estado de la ciencia aplicada a la técnica. El desarrollo del individuo social, que ha pasado a través de la abstracción real, el trabajo sans phrase, es el gran pilar de la producción y de la riqueza y el valor de cambio deja de ser la medida del valor de uso. Cuando la producción pasa a estar bajo el control del general intellect y del saber, knowledge, se convierte en fuerza productiva inmediata, entonces se dan las premisas para el comunismo. El individuo puede entonces desplegar juntas las capacidades de producir y de gozar, el talento individual y la productividad, valerse del tiempo libre para el ocio y para actividades superiores y exactamen- 12.- A. Negri, cit., pp. 143, 152-153, 162. 13.- Op. cit., 505, 588 y ss. 14.- Ibid.., 715-717. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net te por medio de este pasaje vuelve a entrar en el proceso de producción inmediato como un sujeto diverso, als dies andre Subjekt, disciplinado y experimental, científico-universal y relacional, regulador de las fuerzas naturales. Los individuos se reproducen como individuos sociales (als gesellschaftliche Einzelne), ya sea bajo el mando de un patrón, ya sea cuando las máquinas, continuando como agentes de la producción social, devengan propiedad de los obreros asociados14. La incorporación de las ciencias al capital, que la socialización de los medios de producción convierte en incorporación a la clase, por lo tanto liberación potente de la misma, se representa como materialidad de las máquinas. Estas pueden funcionar para los obreros en lugar de hacerlo para los patrones, restituyendo el knowledge y la potencia expropiados. No es cierto en este sentido que el fragmento de las máquinas sea recuperado por el operaismo italiano, ya que su primer uso todavía no va más allá de los límites del fordismo, aunque rechace toda idea de neutralidad de las fuerzas productivas. Mucho más correcto será, en el así llamado postoperaismo, referir el general intellect no a la maquinaría sino a la polimorfa incorporación de la ciencia en el trabajo vivo y a la definición de un individuo social cuya capacidad relacional es una nueva fuente de ganancia y también de virtualidad revolucionaria. En la fabrica moderna –la intuición de los Grundrisse se encuentra más desarrollada en el llamado “Libro I, capítulo VI inédito” de El capital (1863-1866)–, en la cumbre de la subsunsión real y luego del modo especifico capitalista, el verdadero agente del proceso laboral total no es el individuo, sino una fuerza de trabajo cada vez más combinada, un trabajador colectivo (desde el peón hasta el ingeniero) que reúne un número creciente de papeles en el concepto inmediato de trabajo productivo, haciendo indiferente la aportación del individuo y la menor o mayor proximidad al trabajo manual. Para trabajar productivamente (cap. 14 de El capital I), ya no es necesario intervenir con las propias manos en la obra, basta con ser miembro del trabajador general y llevar a cabo cualquiera de sus funciones subordinadas (Unterfunktionen). Al mismo tiempo, Marx sigue considerando improductivos todos los servicios en los que el trabajo es consumido por su valor de uso y es cambiado por dinero-renta, que por tanto no valorizan el capital, mientras juzga residuales todas las situaciones donde el producto es inseparable de la acción de produ- ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 33 articulación de un modo de producción históricamente determinado o más bien dentro del carácter fetichista de la mercancía y su secreto, según el titulo del § 4. El modo en que el trabajo se apodera y se sirve de la naturaleza es el argumento del cap. 5 (Proceso de trabajo y proceso de valorización, cf. cap. 13 § 3 b), que introduce el papel del trabajo vivo en la conservación del valor y su trasmisión al producto acumulado del trabajo, manteniendo las máquinas en funcionamiento: con su simple contacto, afirma en el primer párrafo del capítulo siguiente, «hace que los medios de producción resuciten de entre los muertos, les infunde vida como factores del proceso laboral y se combina con ellos para formar los productos». El énfasis sobre el aspecto cualitativo (y gratuito) del trabajo vivo, “fuego”, “tiempo vivo”, reasume la más amplia redacción de los Grundrisse, pp. 264 y ss. Es decisiva la representación de este material en el cap. 13 (Maquinaria y gran industria), donde las ultimas huellas dialécticas se desvanecen convenientemente en el análisis del proceso histórico-social y de la evolución tecnológica, dado que del medio de trabajo nace la revolución del modo de producción, en un primer momento en una esfera y después en todas las otras, en el ámbito de una historia diferencial que interrumpe el continuum temporal y no tiene un plan trascendental de referencia. En la gran industria la supresión del obrero aislado por parte del obrero socializado parece siempre menos casual y la maquinaría funciona generalmente sólo entre manos del trabajo inmediatamente socializado, o sea en común. La cooperación se vuelve necesidad técnica, a menudo sofocada por la pobreza de la sociedad burguesa (n. 116 a), donde el trabajo humano es a veces más barato que las máquinas. Por fin, el uso de las máquinas hace superflua la energía muscular, autorizando un dramático empleo extensivo de mujeres y niños y ampliando el campo y el grado de explotación de parte del capital. Lo mismo vale para la extensión del horario laboral: la pluralidad de las formas y lugares de extorsión del plusvalor es orgánica a la modernización capitalista, donde cada medio está animado por la voluntad del patrón de reducir al mínimo de resistencia el límite natural, reacio pero elástico, de los hombres. Para Marx, en todo caso, el plusvalor relativo se hará necesariamente predominante, después de una primera fase de coexistencia, respecto del plusvalor absoluto (la intensificación cualitativa no es a la larga compatible con la extensión cuantitativa del trabajo) y la reducción de la jornada laboral se impone, gracias a una violenta resistencia obrera y a la intervención de la legislación estatal, como medida de eficiencia capitalista. El mismo Estado social parece ser un efecto inevitable de la estabilización capitalista; en realidad el horario laboral ahora está alar- YOUKALI, 6 cir: artistas, actores, profesores, médicos, curas, etc. Ciencia y técnica están separadas de la corporeidad del trabajo vivo, cuya productividad está sometida a una clasificación mercantil, aunque en otros lugares Marx apuntó correctamente que la definición de productividad nunca se refiere a la relación entre dos personas o entre persona y tipología laboral, sino que depende del contexto social, de la combinación circunstancial de los componentes de la estructura. Sólo poniendo a trabajar, como hará el post-operaismo, la capacidad relacional del trabajador post-fordista, emergerá científicamente (no ya ideológicamente) la extensión de la productividad a toda la fuerza de trabajo combinada. Hans-Jürgen Krahl fue el primero que lo intuyó y lo empleó políticamente. En El capital I la exposición del trabajo se encuentra en el cap. 1, con el doble carácter de trabajo útil y abstracto (work y labour), correspondiente al valor de uso y al valor de cambio de la mercancía y a la distinción entre trabajo simple y complejo (§ 2), con una explicación posterior en el § 3 de que la fuerza de trabajo humana en la fase fluida crea valor pero no es valor, volviéndose tal sólo en la fase coagulada, en la forma objetiva y fenoménica. En efecto el valor (§ 1) se presenta como simple concreción de trabajo humano indiferenciado, espectral objetividad de la Verausgabung de la fuerza de trabajo sin consideración respecto al criterio del gasto. El trabajo privado se vuelve inmediatamente social, porque, a diferencia de la sociedad griega a la que se refería Aristóteles y que se fundaba en la esclavitud, la equiparación de todos los trabajos descansa en la forma de la mercancía generalizada y en el concepto de igualdad humana, que ha adquirido la solidez de un prejuicio popular. La igualdad de trabajos toto coelo diferentes se abstrae de su real desigualdad, reduciéndolos al común gasto de fuerza de trabajo dentro de la El conocimiento y el mundo página 34 YOUKALI, 6 gándose después de la reducción constante durante el siglo XX y el empleo de los menores vuelve a aumentar con la extensión de la globalización. En la medida en que penetra en estratos que eran inaccesibles al capital, la evolución de las maquinas desbanca otras y crea una población obrera excedente, que permite bajar los salarios y aplicar condiciones cada vez peores: es el mejor medio para transformar todo el tiempo de vida del obrero y de su familia en tiempo de trabajo disponible para la valorización del capital. La supresión del obrero aislado se manifiesta como traslado de la habilidad del obrero a la máquina, liberada de los límites personales de la fuerza de trabajo humana. De aquí proviene una tendencia a la nivelación de los trabajos de los encargados de la maquinaría, en oposición a la jerarquía de obreros especializados típica de la manufactura – ¡los sindicatos industriales italianos llegaron a comprenderlo sólo después del otoño caliente del 1969! Hacemos notar en un inciso que el trabajo sans phrase parece ser ahora una consecuencia más de la división técnica que de la social, un efecto de la lógica interna de la fabrica más que del intercambio entre oficios en el mercado. Las diferencias residuales son artificiales, excepto por la distinción entre peones (en general menores) que alimentan el proceso (feeders) y trabajadores que controlan las máquinas. La jerarquía es técnico-militar: soldados (tendencialmente automatizables), suboficiales, oficiales. La función es definida por el sistema de maquinas, que se sirve abusivamente de las tradiciones de la organización del trabajo pero en realidad hace del obrero parcial parte de una máquina parcial, puesto a su servicio y cuyo movimiento tiene que seguir, mientras que en la manufactura y en la artesanía los trabajadores se servían del instrumento. En la manufactura constituían las articulaciones de una maquina viviente, en la gran fabrica hay ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net un mecanismo muerto independiente, en el que son incorporados como apéndices humanos. De esta manera, la inversión dialéctica y la adaptación alternativa de la ciencia al proletariado parecen más difíciles. La weberiana jaula de acero nace con las mismas premisas, trasfiriendo el Gestell técnico desde la fábrica a toda la sociedad. La máquina confisca toda la energía libre física y mental, no libera del trabajo sino que vacía su contenido; el trabajo muerto domina y absorbe la fuerza del trabajo vivo, degradándola además en una especie inferior de habilidad, que el trabajador puede aprender rápido, apto en pocos meses para sustituir a quién decida entrar en lucha con el patrón. Son las nuevas figuras del despotismo patronal por comparación con las de la esclavitud o de la manufactura. Las variantes de la autocracia (ahora conciliables con la democracia fuera de la fábrica) expresan todavía la substancial discontinuidad de la historia, su diferencia intrínseca, por otra parte congruente con la índole de revolución permanente de la base técnica de la industria moderna. Las recaídas son ambivalentes: por un lado la máquina hace superfluo el obrero parcial, inaugurando a nivel de masas una lógica totalitaria, incluido un «holocausto (Opferfest) ininterrumpido de la clase obrera», por otro el reconocimiento de la variación de los trabajos y de la mayor versatilidad posible del obrero como ley general de la producción exige, en lugar del empleo miserable de una excedencia parada, la disponibilidad absoluta del hombre según las demandas de la producción, el desarrollo integral del individuo, la enseñanza politécnica que une teoría y práctica, la abolición de la vieja división del trabajo, un tipo superior de familia para la cual la gran industria ha creado los presupuestos a través del abuso de las mujeres y los menores. El dominio directo del capital, desmantelando sus formas anteriores, generaliza la lucha contra aquel mismo dominio y expone simultáneamente los elementos de formación de una sociedad nueva y de subversión de la vieja. En el § 9 del capítulo 13 del Capital volvemos a encontrar el énfasis progresista del Manifiesto y de los Grundrisse, vistiendo un traje dialéctico menos vistoso. Holocausto y desarrollo omnilateral son implicaciones exclusivas, que se presentan de manera alternativa y casual y además en contextos muy diferentes. La degradación del trabajo adquiere matices menos dramáticos cuando se ha consolidado, a pesar de los reflujos neoliberales, una legislación industrial, mientras que el desarrollo omnilateral pierde su aura humanístico-feuerbachiana aún perceptible en las páginas citadas. El fordismo, que Marx había genialmente prefigurado, empuja hasta sus más extremas consecuencias la fragmentación del trabajo, compensándola con institucio- Las partes que entraban en la Gliederung estructural de la época marxiana tenían, fuera de aquella combinación, una consistencia exclusivamente virtual, y el paso de una formación social a otra o entre variantes del mismo modo de producción no tiene exactamente el 15.- Paolo Virno, Do you remember counterrevolution?, en N. Balestrini-P. Moroni, L’orda d’oro, nueva ed., Feltrinelli, Milano 1997, p. 648. (Traducción española: en cap. 12 de La horda de oro. La gran ola creativa y existencial, política y revolucionaria (1968-1977), trad. Raúl Sánchez Cedillo y Ana Méndez, Traficantes de sueños, Madrid, 2006). 16.- Michael Hardt-Antonio Negri, Impero, Rizzoli, Milano 2002, pp. 243-244. (Traducción española: Imperio, trad. Alcira Nélida Bixio, Paidós, Barcelona, 2002.) ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 35 Podríamos decir que a partir de la mitad de los años ochenta, los conceptos con los que Marx analiza el ejercito industrial de reserva [fluido = turnover, latente = tecnológico, estancado = trabajo en negro, cf. Capital I cap. 23] resultan adecuados, en cambio, para describir el modo de ser de la misma clase obrera ocupada. Toda la fuerza de trabajo realmente empleada vive las condiciones estructurales de “sobrepoblación” (fluida, latente o estancada). Es siempre, potencialmente, superflua15. YOUKALI, 6 nes de tutela sindical y compensación social conquistadas a precio muy caro por el movimiento sindical y político y otorgadas también como reflejo de una revolución pasiva respecto al éxito de las revoluciones proletarias. La relación salarial, normativizada en sentido reformista, gana estabilidad y logra la máxima plausibilidad “natural”. El régimen de completa ocupación y de desocupación asistida parece congelar la contradicción entre la degradación del trabajo y la virtualidad de emancipación, que vuelve a abrirse brutalmente en los modos postfordistas y neoliberales de la prestación laboral y del régimen de producción. Tomemos una sintética descripción de aquella desestabilización que hoy aparece como la tendencia de toda una generación: carácter de un progreso lineal ni tampoco el de una filiación legitima, así que cada elemento (por ejemplo el trabajo) se mueve según lógicas independientes o recicla rasgos de otro origen, que pueden pasar de secundarios a primarios o viceversa; la misma instancia jurídico-política representa un papel que a su vez no corresponde en apariencia con la lógica estructural del modo de producción, como ocurre con la intervención pública y legislativa en la acumulación originaria. Aquel mecanismo, que ciertamente marcó un salto cualitativo en la “liberación” del trabajo y en la coacción al trabajo, tendría que ser revisado en términos menos histórico-genealógicos y más contemporáneos. Es en efecto un fenómeno que se repite periódicamente en el encuentro aleatorio entre capital y fuerza de trabajo, que puede tener éxito o fracasar, faire prise o no en la terminología althusseriana, y del cual la precarización y el rechazo del trabajo normativizado son los dos extremos virtuales. Lugar en el que coexistían en tiempos de Marx, que tal vez hizo evidentes sólo los rasgos más avanzados, y en el que coexisten hoy la subsunción real y la formal, extorsión de plusvalor relativo y absoluto, lógica de mercado y regulación jurídica, inclusión y exclusión, reducción del tiempo de trabajo necesario y aumento de la jornada laboral, enclosures agrícolas e informáticas, etc. La heterogeneidad constitutiva del capital global actual vale en una medida reducida también para el pasado, para la acumulación “originaria”, así como aquel origen se reproduce a cada instante, incluida la privatización de siempre nuevos commons por medio de enclosures, ya no sólo de tierras sino de campo abstractos de tipo genético o informático. En el paso del fordismo al postfordismo las relaciones capitalistas tienen que ser reproducidas sin descanso y la acumulación originaria no puede por lo tanto haber ocurrido una sola vez sino continuamente, abarcando bienes cada vez más inmateriales, incluyendo relaciones colectivas, sistemas de comunicación e información, el universo de los afectos, en breve todo los aspectos de lo social16, saltando de un paradigma energético a otro lingüístico-cognitivo. Versatilidad de las tareas y recorte de los costos (gracias a la deslocalización y el trabajo negro) van unidos, aunque conceptualmente sean cosas distintas. La destrucción creativa –que para Schumpeter es un rasgo constante del capitalismo– no innova sólo tecnología y productos, sino que además disuelve la comunidad, cancela las inflexiones emotivas obsoletas y El conocimiento y el mundo página 36 YOUKALI, 6 suscita nuevas tonalidades de afecto, altera toda costumbre consolidada. La asociación bajo una única etiqueta sans phrase (con reducción relativa y a la vez absoluta del salario) de los diversos tipos de ocupaciones, que en la época de Marx se daba en el trabajo abstracto, abstrayéndose de las practicas concretas, por ejemplo del tejedor y del sastre, tiende hoy a moverse en el plano del trabajo concreto, dada la ulterior reducción de heterogeneidad que se sigue de la introducción de máquinas de control numérico y de procedimientos informáticos17. Con la difusión del ordenador se hace aún más sensible la inmanencia directa de la cooperación en la misma actividad laboral, permaneciendo la distinción entre funciones creativas y otras (la mayoría) integralmente ejecutivas, seriales y alienadas –distinción inherente al modo de producción capitalista y por cierto no superable por vía tecnológica. Por otra parte, la infraestructura de la información está directamente incorporada en los nuevos procesos productivos y es a un tiempo instrumento y propiedad, aunque contestada y transgredible, del patrón (data base, server, programas propietarios, autopistas informáticas, etc.). Esta doble inmanencia muestra claramente el papel contradictorio de la cooperación y de la ciencia que es su estructura lógico-operativa. Omitimos hablar aquí de la acumulación de saber cooperativo que se realiza en los aparatos bélicos cuyo uso ordinario no se dirige evidentemente hacia la emancipación de los pueblos y de las clases subalternas... Al lado de la producción industrial, que casi ha fagocitado completamente la agrícola y se distribuye en medida desigual entre metrópolis imperiales, nuevos centros geopolíticos de desarrollo y poder, áreas de subdesarrollo, crece en inextricable interdependencia una cadena de servicios, ya casi mayoritaria en Occidente, donde domina el trabajo psicoafectivo y comunicativo y la tonalidad abstracta intercambiable coincide con lo más concreto de la corporeidad –desde el empleo de las manos para lavar, cocinar, limpiar, curar y acunar hasta el tono de la voz para ofrecer, seducir, explicar, contratar y la atención obediente que anticipa el mandato o la invitación. Los lemas de lo auténtico y de lo inauténtico heideggeriano adquieren un uso plenamente mundano: miedo, angustia, charlas, cura, curiosidad. La escucha es la dócil disponibilidad del precario. El equívoco y el presentimiento se ponen a prueba en los avisos publicitarios y de trabajo y en la búsqueda de las más frágiles ocasiones. La inquieta curiosidad empuja a la creatividad y a la innovación18. En la confluencia operativa de las dimensiones instrumental y comunicativa del actuar triunfa la potencia de la abstracción real, hasta diluir las diferencias entre trabajo productivo e improductivo que ahora se mezclan en el plano de la división social del trabajo, del enlace entre subsunción real y formal, centro y periferia, producción, información y servicios. El reverso de la productividad general y de la parcial desmaterialización es la dominante precarización, última recaída de la nueva fase de acumulación originaria y de la importación sistemática de mano de obra extraída de las áreas menos desarrolladas. La descualificación de enteros sectores precarizados corresponde, en el ámbito postfordista, a la descualificación fordista por medio de la fragmentación. Extensión del trabajo productivo significa movilización integral de la vida para el trabajo, convocatoria de todo el mundo para la valorización del capital. Se confirma así la acre frase de El capital I, 14: ser un obrero productivo no es una suerte sino una desgracia (ein Pech – mala suerte). El papel privilegiado del trabajo asalariado se agrieta por la apariencia de autonomía que asumen muchas formas de actividad sustancialmente dependiente y sub-remunerada. El desplazamiento de la productividad hacia el grueso de la fuerza de trabajo que interactúa con sistemas productivos automatizados e informatizados mueve además parte del capital fijo hacia el trabajo vivo, en el que llegan a mezclarse las dos secciones del capital constante (fija y variable), sin ningún reconocimiento salarial, o más bien con el empeoramiento que se deriva de la condición intermitente de esta tipología de encargados y de la concomitante decadencia del gasto social del Estado. La reducción de los costos de amortización y la disminución de la incidencia porcentual del capital constante actuaría así como una contratendencia clásica de la caída de la tasa de ganancia. Detrás de los fenómenos de camuflaje y de trabajo negro, la actividad autónoma no puede ser reducida al trabajo salarial, sino que, al contrario, indica una crisis de la definición clásica de productividad, de la centralidad de la fábrica, de la composición del ejército de reserva. Lo demostró en páginas extraordinarias Sergio Bologna19. El capital adopta estrategias complejas de control que pueden reducirse a la racionalidad instru- 17.- Ibid., pp. 273-274 y 279-280. 18.- Un análisis ya clásico del asunto está en Paolo Virno, Grammatica della moltitudine, DeriveApprodi, Roma 2002, III parte. (Traducción española: Gramática de la multitud. Para un análisis de las formas de vida contemporáneas, trad. Adriana Gómez y otros, Traficantes de sueños, Madrid, 2003) 19.- Textos que se encuentran on line y en Ceti medi senza futuro?, DeriveApprodi, Roma 2007. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 37 Entre los diversos efectos mencionamos el hecho de que la misma clase se haya vuelto un concepto problemático: no basta repetir que la clase no preexiste a la lucha de clases sino que se deriva de ésta, ya que se han alterado las formas mismas de la lucha. La deriva tenemos que entenderla en sentido fuerte: se presenta y procede de un modo impredecible. La crisis de la autolegitimación del poder burgués (capitalista, imperial), el fracaso de la democracia representativa o de la guerra como instrumento de control, se transforman en ocasiones de combate coyuntural y suscitan movimientos tan precarios como los modos de trabajo, pero que se parecen bastante a lo que antes se llamaba lucha de clases. Por esta razón, la multitud flexible parece ser una buena candidata para suceder a la clase, aunque por ahora sólo en términos hipotéticos. Por esta razón, abandonada la historia teleológica, cada estructura se manifiesta en coyunturas aleatorias y de ahí que nos tiente el utilizar retroactivamente los criterios de análisis, revisando los fáciles esquemas que hubieran debido justificar desarrollos que no han sucedido. Acordémonos de la admonición marxiana: ça dépend. Si el asalariado concentrado en las grandes empresas no es ya el resorte principal de la producción y la revolución, sino una parte cada vez más reducida y no especialmente subversiva de la población total, la atención tendría que dirigirse hacia una composición diversa de los dominados, tanto a escala mundial (donde continúan los esquemas fordistas y las masas proletarias, como en el siglo XX euro-americano) como nacional, donde el obrero masa declina tan rápidamente como el obrero profesional a mitad del siglo pasado. El momento indiferente-casual (zufällig) atañe a la descomposición no sólo técnica sino social del trabajo, a la combinación de los factores productivos entre áreas antes distintas, por ejemplo en tanto que subordinadas y autónomas, encontrándonos en medio toda la tipicidad posible, o más bien la atipicidad. Sólo manteniendo juntos esos aspectos en apariencia heterogéneos podremos reconstruir un resultado distinto del punto de partida, un buen concreto sintético de la variedad, una Zusammenfassung vieler Bestimmungen, que se haga unidad coherente del múltiple de las luchas. He aquí, sin ahondar, los campos de lucha donde se precipitan las consideraciones precedentes: la recíproca traducibilidad de las luchas heterogéneas en oposición a la traducción en trabajo abstracto y valor que el capital realiza, para su beneficio, de las múltiples formas de explotación con una composición de capital diversa y con distinto régimen jurídico20 –un desarrollo post-fordista de la noción gramsciana de traducibilidad, que en aquel momento se refería a la época del fordismo y de la III Internacional–, el consiguiente carácter del proletariado como sujeto en tránsito y no como sujeto esencial, la desconfianza hacia cualquier agregación identitaria que haga homogénea la diferencia –agresiva cuando vence, con actitud victimista cuando (casi siempre) pierde, la reivindicación de la democracia no como un procedimiento para sujetos jurídicos, sino como contexto multitudinario de un proceso sin sujeto, más o menos en los términos de una toma de la palabra y de la visibilidad de los excluidos, según la fundamental lección de Jacques Rancière21. 20.- Cf. Yann Moulier Boutang, De l’esclavage au salariat– Économie historique du salariat bridé (1998) (Traducción española: De la esclavitud al trabajo asalariado, trad. Beñat Baltza Álvarez, Marisa Pérez Colina y Raúl Sánchez Cellido, Akal,Madrid, 2006). Para un concepto de traducción en los Post-colonial Studies son fundamentales «Traces» vol. 4, Translation, Biopolitics, Colonial Difference, a cargo de Naoki Sakai e Jon Solomon, Hong Kong University Press 2006, Naoki Sakai, Translation and Subjectivity, University of Minnesota, Minneapolis 1997), 6, y Sandro Mezzadra, Condizione postcoloniale. Storia e politica nel presente globale, Ombre Corte, Verona 2008, cap. VI. 21.- La mésentente (1995). (Traducción española: El desacuerdo. Política y filosofía, trad. Horacio Pons, Nueva Visión, Buenos Aires, 1996). ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 mental, al secuestro de las potencias mentales de la producción, a la máxima eficacia de los factores productivos y de su combinación en el ámbito de la relación salarial ordinaria con extorsión de plusvalor relativo. Esto permanece, pero es sólo una parte de lo que entra en juego en la competencia entre los agentes estratégicos capitalistas –los funcionarios necesarios para la producción capitalista de que hablan las Notas al “Manual de Economía Política” de Adolph Wagner– y de la eventualidad de la crisis siempre inmanente al sistema. El conocimiento y el mundo página 38 YOUKALI, 6 Las luchas obreras italianas, de intensidad y distribución diversa, de los años sesenta y setenta, precedidas, acompañadas y seguidas por una espléndida época de discusión política y cultural a nivel internacional, habían dado una respuesta adecuada al trabajo abstracto fordista y habían exigido su metamorfosis postfordista. El éxodo fuera de la cultura del trabajo, al menos en la experiencia italiana, era casi un lugar común. El neoliberismo, a partir de los años ochenta, constituye la respuesta. En parte espontánea, en parte guiada de arriba a abajo (Reagan y Thatcher, por no hablar de Pinochet, el preferido de Milton Friedman). El fracaso del Estado asistencial. El regreso a la economía salvaje del mercado en el este. El impetuoso arranque de la emigración, ya no interna a la Europa occidental, sino proveniente de la Europa oriental, de África y de Asia, hacia los países de la CEE, Australia y los Emiratos Árabes, con la intensificación de la emigración tradicional desde la América Latina hacia los EE.UU. Los años setenta italianos fueron en particular el escenario de una guerra de movimientos aislada, un asalto al cielo inevitablemente derrotado, que oponía frontalmente al trabajo abstracto el rechazo del trabajo y se hacía la ilusión de poder vencer, con el uso de una violencia difusa, a un aparato estatal corrompido pero aún demasiado eficaz en el plano represivo y apoyado por el consenso de unos partidos de masa en vías de demolición pero aún no demolidos. 1977 separa dos épocas, con los defectos de la que muere (vanguardismo organizacional donde la forma partido se miniaturizaba en banda, extremismo ideológico-verbal, etc.) y de la naciente (pérdida del centro, individualización, huídas hacia adelante, informatización de las prácticas laborales). Sin embargo, la crítica de los «Quaderni rossi» al ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net productivismo, las estrategias sindicales del otoño caliente y las experiencias de la Autonomía estuvieron a la altura del trabajo sans phrase, produjeron una crisis del sistema, pero no resistieron la reorganización internacional del aparato productivo y estatal que le siguió. Los años siguientes presenciaron una restauración conjunta con una crisis local de paso hacia el nuevo sistema productivo con fenómenos de desindustrialización y decadencia de la clase política, estrechamente vinculados con la especificidad italiana. El neoliberismo mundial galopante destruyó el movimiento revolucionario con la ayuda de un bloque de partidos en fase terminal, encerrados en su mezquindad y corrupción. En cierta medida, sin embargo, funcionó el mecanismo de la revolución pasiva. El rechazo de la fabrica se convirtió en incertidumbre del empleo gracias a una drástica reducción de los grandes conglomerados obreros, la evolución del trabajo hacia una dimensión intelectual e inmaterial fue absorbida por la proliferación de los servicios y de los cuidados a las personas (en donde confluyeron buena parte de los inmigrantes y de los trabajadores seudo-autónomos), la rebelión antiautoritaria fue asimilada por la degradación del sistema escolar y por la tranquila extinción del Edipo familiar, la crítica de la representación acabó en populismo. El trabajo sans phrase, realizándose en una explotación integral taylorista-fordista y no en la versatilidad comunista, chocó contra una resistencia obrera triunfante y de la crisis nació la nueva figura de la flexibilidad, término que resume tanto la metamorfosis toyotista de la gran fabrica como la dispersión del trabajo industrial deslocalizado y de los servicios precarizados. Esto neutralizó temporalmente el potencial salarial y político del proletariado; tal vez bloqueó la trasformación de la clase en sí en clase para sí. Resulta por lo tanto irremediablemente obsoleto todo aquel dispositivo de alianzas, de distribución orgánica de papeles, de memoria histórica, expectativas de un curso necesario que imprimían una marca evolutiva o palingenésica al siglo fordista. Como se manifiesta hoy en el nuevo e intenso ciclo de luchas de los estudiantes italianos, que en sustancia es una rebelión del trabajo precarizado que no tiene intención de pagar el precio de la crisis mundial de la economía y que se mueve con total independencia respecto de la tradición y de las organizaciones de la izquierda. por Iris M. Zavala* página 39 de que hace falta algo más que el lenguaje para civilizarlo, repito: goce, lo extralimitado, el sufrimiento, el dolor, y eso que llamamos después de Freud, la pulsión de muerte. Hemos de intentar civilizar la crueldad de ese depredador que somos, que nos lanza al pasado, a volver a formar parte de una manada, y sus exigencias de sacrificio. Contra estos imperativos modernos propongo un retorno a la ética, entendida como una subversión en la estructura del saber; un saber al servicio del trabajo de civilizar —el arte, el único discurso que en la modernidad le otorga un lugar al sujeto. La pintura —escribe Lacan (1992:112-127)— incluye una función subjetivadora, que tiene el poder de hacer o conformar o transformar a los sujetos. Lacan deduce que la pintura no trata de la representación, y que la historia de la plástica es la secuencia de las variaciones de la estructura de subjetivación. Esta reflexión nos debiera llevar lejos, y de manera directa a los intentos de cercar lo *.- Este texto fue leído por la autora en 10º Congreso Internacional Interdisciplinar Sobre Las Mujeres, Mundos De Mujeres/ Women’s Worlds 2008; celebrado en la Universidad Complutense de Madrid, del 3 al 9 de julio de 2008 ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Comienzo con una insubordinación: la posición femenina, es un modo de desafiar al Otro, de situarse en la frontera, de preguntar desde el borde, y descentralizar desde el margen el orden institucionalizado. Inicio el recorrido con la “cultura de fronteras” bajtiniana: el dominio cultural no tiene territorio interior: las fronteras lo recorren por todas partes. La palabra vive, en la frontera, entre su contexto y el ajeno, tiene así doble vida… como la réplica: la frontera rehúye el centro, está en los márgenes. Este margen es fundamental en la posición femenina. Afino y retomo a Bajtin y a Lacan par esbozar la tarea que propongo. Cultivar y civilizar han sido a menudo tareas en manos de mujer, las que hablan desde el margen, desde la exotopía. La cultura semeja una serie de artificios simbólicos, discursivos que nos permiten resistir lo real imposible de soportar; domestica y cumple una importante función sublimatoria en las sociedades, atempera lo que Lacan llama “el goce” del ser hablante: lo desmedido, sobrepasar los límites, se expresa en el sufrimiento; las pesadillas del sujeto acosado y objeto de crueldades. La muerte y el holocausto, los fantasmas de la vergüenza, la creación de infiernos y suplicios. El masoquismo primordial que doblega siempre al principio del placer. La compulsión de repetición, que nos impulsa, como a Sísifo a subir una y otra vez la piedra. Se trata de civilizar cuestionando. Ya Roland Barthes sostuvo que la historia es histérica, y sugiero que en la histerización, está el recurso de lo que puede ser una nueva tarea para la posición femenina. Histerizar equivale a transformar la estructura del discurso dominante. Expliquémonos; si histerizar, según Lacan, es suscitar un deseo de saber la causa del sufrimiento, y toma la forma de una pregunta; la histerización supone un cuestionamiento, una apertura al Otro, y un cambio de posición del sujeto en el discurso. Civilizar equivale a domesticar el goce, conscientes El conocimiento y el mundo LA MUJER Y LA LABOR DE CIVILIZAR EN LA CULTURA CONTEMPORÁNEA. El conocimiento y el mundo página 40 YOUKALI, 6 Real, abordado de manera directa por los grandes innovadores del arte. El artista creador emplea profusamente los símbolos, y cuanto más le sirven para expresar los conflictos entre el amor y el odio, la destructividad y la reparación, los instintos de vida y de muerte, tanto más universal será la forma que adopten. ¿Y cómo se socava la consistencia de la realidad en nuestro mundo contemporáneo, si con el neoliberalismo y el capital sabemos que no es necesario combatir las doctrinas, sino esperar a que se pasen de moda, y hacer pactos y chapuzas; y la metáfora del dinero hace del arte moneda falsa? Como trabajadora de la palabra, invito a conocer bien la espiral a la que la época nos arrastra en la obra continuada de Babel y que sepamos nuestra función de intérprete en la discordia de los lenguajes, y entender los “nuevos procesos de subjetivación” que el arte produce en cada momento histórico. Concebir la cultura como intervención civilizadora, conscientes de que los procesos de subjetivación también pueden acabar convirtiéndose en campos reconstruidos para el ejercicio del poder. Y reconocer que todo texto o expresión artística puede y debe ser entendida como señal y síntoma de antinomias sociales, y que hay una ética de la escritura, como hay una de la lectura, y hablo ahora como escritora; nos permitiría rechazar que la única libertad se dirija hoy al mercado, y a la masacre que representa la aldea global del pragmatismo más cruento. He ahí la paradoja en que me encuentro. ¿Qué hacer con esta contemporaneidad, de la cual yo también soy responsable?; ¿cómo intentar transformarla?, ¿cómo elaborar una nueva ética?, ¿cómo hacer una torsión, un reverso que nos abra a la suprema ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net libertad, que es al mismo tiempo el peligro absoluto, ya que se rompen los caminos y se establecen nuevos principios? Freud, Bajtin y Lacan nos han abierto senderos nuevos, han anticipado lo que hoy día nos produce más dolor, y nos deja a la deriva. En El reverso del psicoanálisis (Seminario 17, 196970), Lacan nos recuerda —y repito— que el discurso histérico implica una oposición al discurso del amo — hoy el mercado—, cuestiona la existencia del Otro con obstinación, cuestiona su saber y pone en entredicho su poder. Histerizar nos induce a cuestionar la historia, el arte, y todas las actividades humanas establecidas y aceptadas. En el discurso histérico lo que se pone por delante no es la integración tiranizante de lo compulsivo, sino el descentramiento propio del mundo interior, su incoherencia, su división entre los ideales y lo que estos han reprimido. Lo que se hace evidente no es la sumisión sino la insatisfacción. La actitud histérica lleva implícita la demanda de nuevos ideales, de un nuevo amo. Nueva paradoja. El discurso de la libertad toma un giro en mayo de 1968 —el objetivo está abiertamente declarado, el complejo monoteísta patriarcal se agrieta definitivamente, toda forma de autoridad se vuelve automáticamente sospechosa. De ahí que Lacan desconfiara de aquella protesta estudiantil, señalando que esos estudiantes histerizados querían otro amo. Ahora lo sabemos, era el amo global. Lo que propongo es que desde la cultura —escritura, pintura, música, educación— es decir, todos los vínculos sociales, es posible histerizar el discurso, llenarlo de preguntas, de retos, y estás preguntas se responden con el enigma. Histerizar forma parte de la investigación ética que no sucumba al amo global. Así, pues, el trabajo de civilizar supone un enfoque crítico. Sugiero que la posición femenina podría establecer un diálogo para “civilizar” y, si no erradicar, al menos aminorar los efectos terribles de la paranoia que nos habita, el discurso de la violencia con sus desvaríos psicóticos y su feroz delirio, signo y marca de buena parte de la cultura actual, sobre todo la audiovisual. El paisaje es desolador... ¿Cómo crear una nueva ética y un nuevo discurso cultural? Este parece ser el gran reto de la política y los feminismos hoy. La ética a la que aludo nada tiene que ver con una doctrina de valores o normas que dirían dónde está el bien del sujeto. No es una ética prescriptiva, universal, sino individual “relativa al discurso” del sujeto; ética del “Bien Decir”. La elección ética se enmarca dentro del deseo inscrito en el discurso desde el cual el sujeto habla. La posición ética se centra en la responsabilidad del sujeto frente a su deseo, concierne a su síntoma, a su modo de goce, a su inconsciente; solo desde esa dimensión sufriente podrá hacerse responsable de sus ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo activamente su peso simbólico al pasado. Sobre este fondo sombrío del goce actual una nueva ética nos permitirá desmoronar los universales, desnudar la falsa neutralidad de la ciencia y de la razón, y reconocer el “uno por uno”, lo particular. Pero construirla desde el margen, desde un discurso histerizado que no acepta la autoridad sin cuestionarla. Quizá así, y con la conciencia de que “el inconsciente es la política” podremos comenzar a entablar un diálogo que no excluya lo singular, el uno por uno, lejano de aquella propuesta habermasiana, de consenso, el otro universal. Esta labor, es labor de muchos, de diálogo entre disciplinas y culturas, con/y las diferencias. Y más pertinente hoy día; diálogo para “civilizar” y aminorar los efectos terribles del discurso de la violencia que es el consumismo, del individualismo hedonista. El paisaje es desolador... Es necesario intentar ese viraje civilizatorio, capaz de hacer surgir el respeto, el pudor, la vergüenza, la autoridad, un saber otro más allá del poder. Es decir, un cambio en el modo de habitar la lengua supone un cambio libidinal, un cambio en la relación del sujeto — hombre y mujer— con su deseo. Este es nuestro desarraigo, un exilio del suelo en el que habitualmente nos reconocemos. Y confieso que como escriba de la letra, tengo memoria en el rostro, la voz ronca, como si tuviera una lágrima en la herida. Cuando el carnaval mediático arrastra, volver a la frontera sería el modo de implicarnos en la tarea paradójica de lo social. Paradoja, el modo más enérgico de presentar la verdad, dice Unamuno; la cultura está construida por paradojas y equívocos; conocerlos permite afrontar mejor la paranoia moderna y sus mortíferos resultados. Pero volvamos a nuestro presente y a los fantasmas que hemos de vencer. El siglo XXI irrumpe con la violencia, con enormes y fuertes procesos de segregación, inscritos en la lógica misma del capitalismo. La mira- página 41 Lo que propongo desde un cuestionamiento ético, es la posibilidad de las mujeres de ser “trabajadoras de la cultura”, de construir mundos de saberes, civilizar histerizando el discurso. Si se exige un lugar para la mujer en la cultura, sería desde lo que hoy llamamos la diferencia, no como una segregación más, sino diferencia en el sentido preciso que le otorga Lacan: “La mujer no existe, no hay un conjunto en el cual inscribirse, es notoda, y encuentra su ser en la excepción”. Esta es la diferencia y supone otra lógica opuesta al paradigma masculino, fálico, universal. Nada hay que permita al sujeto situarse como hombre o mujer si no hay una relación, o posición subjetiva respecto del falo, símbolo de lo universal. Repito. Es una dificultad que alcanza a uno y otro sexo. El concepto de diferencia que invoco aquí es el que, de un modo sintomático denuncia el carácter “no-todo” de lo social, y desmonta desde dentro la consistencia de la ideología dominante. Retomado en un sentido reductivo, la mujer como notoda nos obliga a repensar los estudios feministas. El pasado y la memoria histórica nos exigen intentar esta exploración ética, situándonos en territorio de frontera, de la exotopía y, simultáneamente, en la responsabilidad recíproca entre el arte y la vida. Es necesario comprender —y me conduce Bajtin— la especificidad de lo estético en la cultura humana. He aquí el reto, para un mundo de semblantes, narcisista, hedonista, exhibicionista y dominado por el lucro, impúdico y obsceno. ¿Cómo incluir lo otro —y lo femenino— como otredad, en un mundo dominado por la tecnología, que produce objetos adictivos —y lucrativos— que nos separan del deseo y del saber que el deseo produce? Es una ética de lo particular, que supone que cada uno debe hacerse responsable de sus actos, en efecto. Y, como se ha señalado, nada tiene que ver con una doctrina de valores o normas que dirían dónde está el bien del sujeto, no da preceptos, pues es una ética “relativa al discurso”. La elección ética de cada sujeto se enmarca dentro del discurso en el que dicho sujeto se inserta; desde dónde se habla. He aquí el vuelco ético de la filosofía lacaniana. Y prosigo ahora ligando la ética al desgarramiento que ha supuesto esa fecha traumática del siglo XXI en el dominio histórico, el 11 de septiembre. Si aceptamos que cada ruptura histórica, cada advenimiento lejano en el tiempo cambia retroactivamente el significado de toda la tradición, reestructura la narración del pasado, la hace legible de otra forma, hemos de leer este acontecimiento a la luz del pasado, en la medida en que se simboliza en el tejido de la memoria histórica. Con la fecha coyuntural de 11 de septiembre se reescribió la historia, dando retro- YOUKALI, 6 actos, todo ello marca una diferencia. Hasta aquí el vuelco ético de Lacan. El discurso Amo hipermoderno hace vínculo con la mercancía y tiene en la democracia una útil coartada. El significante Amo parece inatacable, precisamente en su imposibilidad. ¿Dónde está?, ¿cómo nombrarlo?; es necesario situarlo en sus efectos mortíferos en el terrible malestar que produce: las “crisis de identidad”, decimos, y los “procesos de segregación”. En suma, “estamos evidentemente en una época de segregación... nunca hubo más” —dice Lacan ya en 1970. Cuanto existe hoy está fundado en la segregación, en primer término esa utopía que se llama la fraternidad universal. Sea como sea, “los humanos se han descubierto hermanos, y uno se pregunta en nombre de qué segregación” —agrega con ironía. Lo que demuestra Lacan de forma contundente es que el desbarajuste y ersatz actuales, que producen tanto espanto y horror, son sólo el principio. “Nuestro porvenir de mercados comunes —dice— será contrapesado por la extensión cada vez más dura de los procesos de segregación”. Después de ese “primer intento de segregación social a gran escala que fue el nazismo”, nos enfrentamos hoy la segregación por motivos político religiosos, como la sexual o por el género, o “la segre- YOUKALI, 6 página 42 El conocimiento y el mundo da va dirigida hacia lo semejante en lo que tiene de diferente. Es además, marca fundacional del ser humano, repite la grotesca concepción de la política como creencia en la palabra del otro; palabreo político que no disimula cómo se cautivan los incautos. La historia ya no la hace la religión, “ahora son los discursos los que realizan las rupturas.” Alude a esos discursos fundamentalistas, xenófobos o misóginos, de un individualismo feroz que se baten para imponer el discurso del consumo: todo tiene un precio... El mundo está entre la derecha occidental y el irracionalismo extremo del islamismo. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net gación de la anomalía” tan actuales. El efecto real llamado segregación que asfixia hasta la identidad simbólica, pone en marcha la operación imaginaria (la fraternidad) que produce desechos humanos, sin olvidar que segregar significa “separar o apartar una cosa de otra u otras”. El discurso es un modo de tratamiento del goce, tan eficaz como lo fue la creencia religiosa. Es evidente que no hay necesidad alguna de ninguna ideología para que haya racismo; es suficiente un plus de goce que se reconozca como tal: el sudaca, el moro, el negro, el gitano. Lo más evidente es la intolerancia radical de los “modos de vida diferentes”. El peso de ese goce mueve el discurso social, y en este proceso contemporáneo de reabsorción por disolución de las creencias, Lacan confirma la irrupción de un nuevo fenómeno de segregación, un racismo de discurso, propio de nuestra época. Esta novedad adquiere todo su peso si la situamos en el contexto de la explosión de diferencias propias de la posmodernidad. El reto consiste en no confundir el respeto a la diferencia con el establecimiento de ghetos o la instauración y/o colaboración con procesos de segregación. Otra trampa: la diversidad es una forma de velar, ocultar, modalidades de goce irreductibles. En su conocida respuesta a Einstein, Freud invocó a la agresividad devenida del instinto de muerte en su expresión externa como instinto de destrucción. El trabajo de civilizar supone poner el peso en la vida, reconociendo el sufrimiento del síntoma y el malestar que produce en el sujeto el vínculo social. Lo sustancial del arte no está en el contenido, en la materialidad, sino en la creación de un sentido que nos aleja de la pulsión destructiva. De aquí que la utilidad social del arte no está en ser un bien de mercado, sino en remitir al sujeto a representarse, a significar para otro lo ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 43 YOUKALI, 6 irrepresentable, a decir lo indecible sobre su propia verdad, su propia muerte. De ésta manera hace lazo social. Todo el mundo pretende y tiene derecho a conseguir la felicidad y este ideal es, en tanto tal, sólo una ilusión, tal como demuestra Freud. Nuestro reto es desescribir el pasado para construir nuevos futuros. Un acto verdaderamente subversivo si hacemos un reverso de los cantos de sirena del discurso Amo capitalista, y dejamos la piedra en la cumbre... para que no vuelva a rodar. Urge pues leer en retroactivo nuestras historias personales y sociales para desnudar ese goce obsceno que interpela desde el goce de la opereta trágica, en la paródica repetición del pasado en Amo moderno. Necesariamente debemos producir una conversión, una “rectificación subjetiva”, que nos permita facilitar el camino de civilizarnos y civilizar. Nadie escapa al signo de la época. ¿Cómo reconocer entonces que en una obra de arte —cuya injerencia en el estado de una cultura es central— hay algo que nos concierne como sujetos, algo que nos habla, algo que nos mira…? Algo que toca el corazón de nuestro ser y nos permite vislumbrar un saber inédito. Repensemos la función del arte en nuestra contemporaneidad. La sublimación es una modalidad de recubrir y, a la vez, de hacer surgir lo real, es decir, lo imposible de comprender: el silencio de la muerte. Sugiero examinar lo que las obras del arte “han hecho saber de lo insabido” —el inconsciente. Y sin duda la obra literaria aporta claves, respuestas para lo que se interroga desde el arte. Pero, y hoy, ¿somos intérpretes de la subjetividad de nuestra época u objetos del mercado de los goces? Si el capitalismo ha incorporado al artista en el circuito de la producción de la industria del entertainment, tanto como animador cultural y artífice de eventos sociales, o agente de cultura visual, poco se puede esperar. Y además, en una época que sustituye la historia por un parque temático, ¿cómo puede haber narración sin historia? Y la cuestión ética que no puede obviarse, ¿qué oferta de “subjetivación” tiene éxito hoy en el mercado? La hostilidad del mundo contemporáneo por la letra escrita es síntoma central, por ejemplo. En el actual desierto simbólico el arte nos hace sentir y saber cuánto de incivilización produce el capitalismo, incidiendo funestamente en los destinos del sujeto contemporáneo. Pero conocer qué obras del arte “hacen saber” el estado de nuestra civilización, y lo que anuncia para tiempos venideros no es fácil, cuando lo que domina en el arte hoy es el “evento” cultural global, la intención del mercado hace estallar en pedazos el concepto de “obra del arte”. La retórica vacía que alimenta el discurso de la crítica contribuye poco a separar las aguas. Lo que deseo subrayar, finalmente, ante todo, es el derecho de la mujer a ser “trabajadora de la cultura”, a construir mundos de saberes, a civilizar, a autorizarse. Y repito lo dicho muchas veces, desacralizar por una parte, e histerizar y poetizar, sería nuestro trabajo hoy; para hacer posible una nueva ética que responda al deseo. Este parece ser el gran reto que la política elude. Nos encontramos ante “una nueva problemática del riesgo”: la imposibilidad de quienes deben afrontar las transformaciones ocurridas a partir de los 70, con el debilitamiento del Estado social, nos coloca en situación de vulnerabilidad, y nos induce a vivir vicariamente y de manera indirecta a partir de emociones y sentimientos creados y re-creados por el consumismo que divide el mundo en grandes masas empobrecidas y desamparadas, y pequeñas minorías enriquecidas. Lo central es que el individualismo hedonista es resultado de la modelación de la subjetividad llevada a cabo por las instituciones del propio Estado. Las invito a ejercitar el pensamiento para adquirir saber y autoridad, el poder puede imponerse, sólo la autoridad sabe hacerse obedecer, sin esclavizar. Se trata de buscar la autoridad, no el poder. Claro que la desconsiderada consecución de los propios intereses predomina en el ámbito cultural e intelectual, no hay institución que se salve. Y, sin embargo, “el filósofo tiene hoy el deber de desconfiar, de mirar maliciosamente de reojo desde todos los abismos de la sospecha”, escribió Nietzsche, y ese deber ha de ser nuestro horizonte. Implica socavar los prejuicios que anidan bajo la actual caída de la cultura y la autoridad. Autoridad, autorizarnos como trabajadoras de la cultura supone buscar respuestas a nuestras preguntas, consientes de que ningún texto puede ser un núcleo fijo de sentido, proponer nuevos puntos de vista. Civilizar con la letra escrita, con el trazo pictórico, con la nota musical. Y domesticar, civilizar el goce. Instaurar la vergüenza, el pudor, el respeto a la autoridad del saber. Volvamos, por último, sobre el “malestar en la civilización” repensándolo a partir de los efectos del lenguaje normativo sobre el sujeto. Hoy se vive al día, y todo el mundo dice que ¡goza!... un goce obsceno el que no civiliza... El lenguaje se emplea para agredir, amenazar, desafiar, retar, pero ya sabemos en nuestra propia carne que algunas palabras dejan huella, tienen capacidad de marca, porque las palabras tienen poder. A la vez, toda palabra llama a una respuesta, y si la palabra constituye al sujeto, no podemos olvidar que de nuestra posición de sujeto somos siempre responsables. YOUKALI, 6 página 44 El conocimiento y el mundo ¿Qué pasa entonces cuando la vergüenza desaparece? Entonces se instaura el primum vivere como valor supremo. Y de ahí a la vida como realitiy show: “la mirada que allí se instaura (...) es una mirada que ya no avergüenza (...) Lo que se refleja en esa vergonzante práctica generalizada es la demostración de que tu mirada, lejos de avergonzar, no es sino una mirada que también goza” (Dice Jacques-Alain Miller). ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Raniero Panzieri: una crítica de la tecnología* A pesar de las divisiones existentes en cuanto al legado de Marx, existe un extraño consenso en el tema de la tecnología que ha dominado durante todo un siglo aunque sólo sea por defecto. No es que el vocablo tecnología se halle ausente del análisis marxista, al contrario, está presente en los debates sobre la transición al socialismo y figura como una cuestión de principios básicos. Sin embargo, la tecnología en sí misma apenas se ha considerado un problema para la teoría marxista, y cuando se aborda el tema, se retrocede a un nivel pre-crítico: al igual que la economía política se agota en la intuición de que el contenido de la forma-valor es el trabajo, el marxismo se agota en la concepción de que el contenido de la tecnología es “racionalidad científica”. Así, se puede decir desde el punto de vista marxista sobre la tecnología lo que Marx dijo de la perspectiva económica sobre el valor: “nunca se ha cuestionado la pregunta de por qué este contenido ha asumido esa forma particular”. De ahí que la comprensión marxista de la tecnología permanezca al nivel de las apariencias inmediatas, de los fenómenos. De acuerdo con el esquema evolucionista de la “dialéctica de la historia” las sociedades clasistas “desarrollan” los medios de producción de acuerdo al objetivo de extraer el máximo plusvalor de los productores. Este interés, lejos de determinar los medios de producción, es el inconsciente portador del último objetivo trascendental que es la perfección del dominio técnico de la naturaleza por el ser humano; todo lo cual obviamente implica la existencia de relaciones sociales de producción, aunque estas se hallan impresas en forma de “circunstancias concomitantes” en el proceso técnico autónomo que constituye el “núcleo esencial” del actual desarrollo histórico. De esta forma la perspecti- va crítica del materialismo histórico considera subordinada la subsiguiente teleología de la “técnica” y es por esta razón por la cual la crítica de la tecnología supone la destrucción de una ilusión ideológica que puede denominarse “tecnicismo”. Aún hoy la tarea de elaborar la importancia de la crítica de la economía política marxiana sigue siendo todavía algo novedoso a aplicar en la crítica de la tecnología, sin embargo sea quizá a partir de los años sesenta del siglo pasado cuando se haya roto de forma consciente el hechizo del tecnicismo. Gracias en gran medida a una generación comprometida con la ruptura y la subversión de lo existente, desencantada de las grandes narraciones comunistas de principios de siglo. Es algo bien conocido que para Marx el capitalismo revoluciona tanto “las agrupaciones en las que se divide la sociedad”, como “los procesos técnicos del trabajo”. Lo que es menos conocido es que teoriza la unidad de estos dos momentos (agrupaciones sociales y procesos técnicos) en tanto que “constituyen un modo de *.- Estudio introductorio de Mario Domínguez Sánchez. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo precedido del estudio de Mario Domínguez Sánchez “Raniero Panzieri: una crítica de la tecnología” página 45 por Raniero Panzieri YOUKALI, 6 EL USO CAPITALISTA DE LA MAQUINARIA: MARX FRENTE A LOS “OBJETIVISTAS”. El conocimiento y el mundo página 46 YOUKALI, 6 producción específicamente capitalista”. Tomados de manera aislada de los procesos técnicos del trabajo, las agrupaciones sociales –esto es, los trabajadores asalariados y los capitalistas– constituyen lo que Marx denomina una subsunción formal del trabajo bajo el capital; pero sobre la base de esta subsunción formal se ha erigido un conjunto de “métodos, medios y condiciones” de producción que Marx denomina subsunción real del trabajo bajo el capitala. Todo ello aparece elaborado por extenso en el famoso Capítulo VI (inédito) del libro I de El Capital titulado “Resultados del proceso inmediato de producción”b, pero la misma perspectiva es bastante obvia en el resto de esta obra, tal y como demostró Raniero Panzieri en el artículo que publicamos a continuación. Nacido en Roma (Italia) en 1921, la vida adulta de Panzieri (trágicamente desvanecida por su repentina e inesperada muerte en octubre de 1964 a la edad de 43 años)c fue la de un teórico y militante marxista del movimiento obrero. Su afiliación formal al Partido Socialista Italiano (PSI), del que llegó a ser miembro del Comité Central y portavoz de asuntos culturales durante la década de 1950, no impidió que se situara siempre en el ala izquierda representada por Morandi. Sin embargo Panzieri rompió con la estrategia, común al PSI, al Partido Comunista Italiano (PCI) y a los sin- dicatos de izquierdas, de una alianza corporativista que pretendía “desarrollar” Italia a nivel nacional mediante una consolidación “planificada” de la “racionalidad” que el capitalismo había establecido a nivel de fábrica. Para basar teóricamente su rechazo a esta estrategia, Panzieri volvió con entusiasmo a la lectura directa de Marx. Por una parte, hizo su propia contribución al ampliar el conocimiento que existía en Italia de los textos de Marx, traduciendo el segundo volumen de El Capital (que se demostró clave en su comprensión del capitalismo); por otra parte, complementó tales textos con toda una serie de elaboraciones teóricas, en principio en el periódico socialista Mondo Operaio (Mundo Obrero), y más tarde, cuando dichos artículos crearon tal tensión con la cúpula del PSI que se le obligó a dejar Roma y desplazarse a Turín, como animador de la revista Quaderni Rossi (Cuadernos Rojos), de la que Panzieri fue cofundador y redactor jefe, y en la cual participaron entre otros Sergio Bologna, Maximo Cacciari, Toni Negri y Mario Tronti. Con un estilo no siempre fácil pero sensible a los aspectos pedagógicos, su actividad y elaboración creativa son decisivas en la gestación y desarrollo de la corriente marxista autónoma. Sus obras, en gran medida dispersas, son La ripresa del marxismo leninismo in Italia (La reactivación del marxismo-leninismo en Italia) (Milán, Sapere, 1972; Roma, Nuove Edizioni Operaie, 1977); La crisis del movimiento operaio (La crisis del movimiento obrero) (Scritti interventi lettere, 1956-1960); Lotte operaie nello sviluppo capitalistico (Lucha obrera en el desarrollo del capitalismo) (Turín, Einaudi, 1976). Mucho más elocuentes, pero aún lejos de conocer una exposición definitiva para comprender las leyes fundamentales de la sociedad capitalista, sus artículos se fueron publicando en los Quaderni Rossi hasta 1964, el año de su muerte. La vuelta a Marx no fue tan sólo filológica o hermenéutica; su objetivo era verificar la posibilidad para una crítica teórica que pudiera a su vez funcionar como intervención política (“teoría entendida como pensamiento de la revolución”), de ahí su propuesta de verificar la validez de El Capital respecto al nivel de la lucha del movimiento, la relación clase-partido, el uso ingenuo de la “objetividad” tecnicista y la asunción de la fábrica como centro de gravedad y laboratorio de a.- «La producción del plusvalor relativo, pues, supone un modo de producción específicamente capitalista, que con sus métodos, medios y condiciones sólo surge y se desenvuelve, de manera espontánea, sobre el fundamento de la subsunción formal del trabajo en el capital. En lugar de la subsunción formal, hace su entrada en escena la subsunción real del trabajo en el capital.» Karl Marx, El Capital. Crítica de la economía política. Libro primero, volumen 2, p. 618. Madrid, Siglo XXI Editores, 6ª ed. Trad. Pedro Scaron. b.- Karl Marx, El Capital. Libro I, Capítulo VI (inédito), Madrid, Siglo XXI, 12ª ed., 1981, pp. 54 y ss. c.- Últimamente han aparecido testimonios escritos en recuerdo de su figura y su vida tempranamente truncada. Destaca el libro de Paolo Ferrero (ed.), Raniero Panzieri un uomo di frontiera, Milán/Roma, Ed. Punto Rosso, 2005. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net En los años que siguen a la aparición del presente artículo, el trabajo pionero de Panzieri se ha visto considerablemente ampliado, en especial por otros compañeros de militancia. El primero en reivindicar y profundizar estas cuestiones fue Mario Tronti en Obreros y d.- Como puede comprobarse en Karl Marx, El Capital, libros segundo y tercero. Hay versión castellana en Siglo XXI editores, Madrid, 1976. La importancia de todo ello fue mencionada sistemáticamente por Mario Tronti en “El Plan del Capital” (Obreros y Capital. Madrid, Akal, 2001, pp. 64-89. Su título original era “El Capital Social”, Quaderni Rossi, nº 3, 1963). e.- Véase nota anterior. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 47 1.- Establece la base sobre la que se teoriza la maquinaria en El Capital. 2.- Contrasta esto último con la perspectiva marxista ortodoxa que Panzieri denomina “objetivismo” (el vocablo que utiliza en vez de tecnicismo). 3.- Detalla la dimensión política del problema en términos de conciencia de clase, estrategia y transición revolucionaria. Capital (1966)e. Continuando la perspectiva de Panzieri sobre “la objetividad capitalista del mecanismo productivo respecto a los trabajadores”, Tronti sostuvo que una clase revolucionaria consciente presuponía “la estrategia de la negación”. Ya que la fábrica era el lugar en el cual la fuerza de trabajo vivo reproducía su subordinación al trabajo muerto, este Rechazo tomaba forma entonces en la “lucha contra el trabajo”, y con ello la supresión del trabajo por la clase obrera y la violenta destrucción del capital acababan siendo una y la misma cosa. Por su parte Panzieri, que no llegó a tiempo de vivir el 68, había sido testigo de la explosión (subversiva, creativa) del antagonismo de clase que había tenido lugar en las fábricas, sin embargo no creía que pudiera desestructurar al menos inmediatamente la sociedad; Tronti en cambio pensaba que si bien dicho diagnóstico era posible a corto plazo, a medio plazo no tenía razón, aunque a ha venido a reconocer que estaban todos equivocados largo plazo. En cualquier caso, esta visión apocalíptica fue esencial en el desarrollo de la lucha de clases en Italia en los años sesenta y setenta del siglo pasado, incluso aunque Tronti regresara vergonzosamente al PCI que antes había abandonado. Un grupo denominado Potere Operaio (Poder Obrero) recoge entonces el legado de Panzieri, grupo que se disuelve en 1973 en el difuso “espacio” de la Autonomia Operaia (Autonomía Obrera). En vez de proponerse la toma de lo que de hecho había sido una forma de capital, tanto dentro como YOUKALI, 6 constatación científica dado que la fábrica es la forma más general con la cual del capital se conduce como modo dominante de producción. Así, centrándose en las categorías favoritas del movimiento obrero, a saber la “anarquía” y la “planificación”, la preocupación de Panzieri era desmontar la versión reformista dominante que producía una tesis doble: en principio y a nivel social, el capital no es simplemente “anarquía”, sino capital sociald; como tal, el capital es capaz de planificar y mientras no se niegue esto de alguna forma, las leyes contradictorias de la acumulación capitalista mostrarán de una manera cada vez más clara que no hay nada inherentemente “transicional” en la “planificación”, en el sentido abstracto de esta palabra. La proposición complementaria de Panzieri es que a nivel social, la planificación capitalista sigue siendo capitalista, al igual que lo es a nivel de fábrica. Frente a la perspectiva marxista dominante de que las fuerzas productivas son el motor autónomo de la historia, Panzieri antepone que las relaciones de producción están dentro de las fuerzas productivas. E igualmente, ante la hegemónica idea de la inherente racionalidad de la tecnología, contrapuso la objetividad capitalista del mecanismo productivo con respecto a los trabajadores. En todas estas intervenciones Panzieri ofrece una discusión quizá demasiado condensada de la tecnología; ello se debe a que ya había dedicado en el primer número de los Quaderni Rossi (1961) un artículo entero a dicha cuestión, que es el que editamos a continuación. Así pues, la significación del siguiente artículo es triple: El conocimiento y el mundo fuera de la fábrica, el movimiento revolucionario se define a sí mismo como una lucha contra la “objetividad capitalista” de la “sociedad civil y el Estado” como un todo. El título de Toni Negri Dominio y sabotajef resume en gran medida este movimiento. Si los autonomistas amenazaban por eso toda la base de la complicidad del movimiento obrero tradicional a la hora de apoyar el tambaleante Estado italiano, este último no fue precisamente lento en reconocer dicha amenaza y actuar con extrema contundencia frente a ella, comenzando con la criminalización de ese pensamiento. Pero esto es otra historia, quizá la nuestra. EL USO CAPITALISTA DE LA MAQUINARIA: MARX FRENTE A LOS “OBJETIVISTAS”1 Raniero Panzieri (1972) YOUKALI, 6 página 48 Es algo bien conocido que para Marx la cooperación simple aparece históricamente al comienzo del proceso del desarrollo del modo capitalista de producción. Pero esta figura básica de cooperación es tan sólo una forma particular de la cooperación que constituye la forma fundamental de la producción capitalista2. «La forma capitalista presupone desde un principio al asalariado libre que vende su fuerza de trabajo al capital»3. Pero el trabajador, como propietario y vendedor de su fuerza de trabajo, entra en relación con el capital sólo en tanto que individuo; la cooperación, la relación mutua entre trabajadores, «… no comienza sino en el proceso de trabajo, pero en el proceso laboral ya han dejado de pertenecerse a sí mismos. Al ingresar a ese proceso, el capital se los ha incorporado. En cuanto cooperadores, en cuanto miembros de un organismo laborante, ellos mismos no son más que un modo particular de existencia del capital. La fuerza productiva que desarrolla el obrero como obrero social es, por consiguiente, fuerza productiva del capital. La fuerza productiva social del trabajo se desarrolla gratuitamente no bien se pone a los obreros en determinadas condiciones, que es precisamente lo que hace el capital. Como la fuerza productiva social del trabajo no le cuesta nada al capital, como, por otra parte, el obrero no la desarrolla antes que su trabajo mismo pertenezca al capitalista, esa fuerza productiva aparece como si el capital la poseyera por naturaleza, como su fuerza productiva inmanente»4. f.- Toni Negri: Dominio y sabotaje, Barcelona, El Viejo Topo, 1979. Véase por ejemplo esta cita: «El capital ha aceptado muchas veces que la lucha obrera fuese el motor del desarrollo, e incluso que la autovalorización proletaria dictase las motivaciones del desarrollo; lo que sí se ha visto siempre obligado a cancelar es el significado antagonístico, pero no la realidad, del movimiento obrero. En el límite, y paradójicamente, se podría decir que para el capital no hay estabilización política eficaz (es decir, posibilidad de imponer su ley y su explotación en la dimensión de una reproducción ampliada del beneficio) si no es en la medida en que se dan posibilidades de reestructuración a partir del Movimiento proletario. El interés proletario se mueve en otra dirección. La de captar críticamente el nexo existente entre estabilización y reestructuración, y atacarlo. Destruir esta relación en un proyecto de desestabilización y, conjuntamente, de desestructuración, representa el interés obrero.», p. 25. 1.- Raniero Panzieri, “Sull’uso capitalistico delle macchine nel neocapitalismo” en Quaderni Rossi (Cuadernos Rojos) y reimpresa en La ripresa del marxismo-leninismo en Italia (La reactivación del marxismo-leninismo en Italia, Milán, Edit. Sapere Edizione, Milán, 1972). [La presente traducción del inglés, de Mario Domínguez Sánchez, procede de: Raniero Panzieri: “The Capitalist Use of Machinery: Marx Versus the ‘Objetivists’”, en Phil Slater (ed.): Outlines of a Critique of Technology. Londres, Ink Link, Humanities Press-Atlantic Highlands, 1980, pp. 39-68. N. del T.]. 2.- Karl Marx, El Capital. Crítica de la economía política. Libro primero, volumen 2, p. 408. Madrid, Siglo XXI Editores, 6ª ed. Trad. Pedro Scaron. 3.- Ibíd. p. 406. 4.- Ibíd. p. 405. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net «La especialidad vitalicia de manejar una herramienta parcial se convierte en la especialidad vitalicia de servir a una máquina parcial. […] De esta suerte, no sólo se reducen considerablemente los costos necesarios para la reproducción del obrero, sino que a la vez se consuma su desvalida dependencia respecto al conjunto fabril; respecto al capitalista, pues»8. El progreso tecnológico aparece como un modo de existencia del capital, como su desarrollo: «Hasta el hecho de que el trabajo sea más fácil se convierte en medio de tortura, puesto que la máquina no libera del trabajo al obrero, sino de contenido a su trabajo. Un rasgo común de toda la producción capitalista, en tanto no se trata sólo de proceso de trabajo, sino a la vez de proceso de valorización del capital, es que no es el obrero quien emplea a la condición de trabajo, sino, a la inversa, la condición de trabajo al obrero. Pero sólo con la maquinaria ese trastocamiento adquiere una realidad técnicamente tangible. Mediante su transformación en autómata, el medio de trabajo se enfrenta al obrero, durante el proceso mismo de trabajo, como capital, como trabajo inanimado que domina y succiona la fuerza de trabajo viva»9. La fábrica automática establece potencialmente la dominación de los productores asociados sobre el proceso de trabajo. Pero en la utilización capitalista de la máquina en la fábrica moderna «es el autómata mismo el sujeto, y los obreros sólo se coordinan como órganos conscientes anejos a los órganos inconscientes de aquél, quedando subordinados con éstos a la fuerza motriz central»10. Se puede entonces concluir, entre otras cosas: primero, que el uso capitalista de la máquina no es, por decirlo así, una mera distorsión, una desviación de algún desarrollo “objetivo” que es en sí mismo racio- 5.- Ibíd. p. 440. 6.- Ibíd. pp. 447-448. 7.- Ibíd. p. 449. 8.- Ibíd. p. 515. 9.- Ibíd. p. 516. 10.- Ibíd. p. 511. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo El desarrollo de la tecnología tiene lugar dentro de este proceso capitalista que va de la manufactura a la fábrica. Aunque el trabajo se halla dividido en parcelas, la manufactura aún se basa en la destreza artesanal, y ya que «el mecanismo colectivo que funciona en ella [la manufactura] no posee un esqueleto objetivo, independiente de obreros mismos, el capital debe luchar sin pausa contra la insubordinación de éstos». La manufactura tiene así una «estrecha base técnica» que entra «en contradicción con las necesidades de producción» generadas por ella misma6. La introducción de la maquinaria a gran escala marca la transición de la manufactura a la industria a gran escala. Esta transición significa que «[S]e suprime así, por una parte, el fundamento técnico de la anexión del obrero a una función parcial», y «caen, por otra parte, las barreras que ese mismo principio oponía aún a la dominación del capital»7. La tecnología incorporada en el sistema capitalista, destruye por una parte el viejo sistema de la división del trabajo y lo consolida sistemáticamente, “de una forma más odiosa”, como un medio de explotación de la fuerza de trabajo: página 49 «Es un producto de la división manufacturera del trabajo el que las potencias intelectuales del proceso material de la producción se les contrapongan como propiedad ajena y poder que los domina. Este proceso de escisión comienza en la cooperación simple, en la que el capitalista, frente a los obreros individuales, representa la unidad y la voluntad del cuerpo social de trabajo. Se desarrolla en la manufactura, la cual mutila al trabajador haciendo de él un obrero parcial. Se consuma en la gran industria, que separa del trabajo a la ciencia, como potencia productiva autónoma, y la compele a servir al capital»5. YOUKALI, 6 El proceso productivo capitalista se desarrolla a través de sus diversas fases históricas como un proceso de desarrollo de la división del trabajo y el terreno básico de este proceso es la fábrica: El conocimiento y el mundo nal, sino que el capital ha determinado el desarrollo tecnológico; segundo, que «la ciencia, ante las descomunales fuerzas naturales y el trabajo masivo social» que «están corporificados en el sistema fundado en las máquinas y que forman, con éste, el poder del ‘patrón’ (master)»11. Así, frente al trabajador individual “alienado”, el desarrollo tecnológico se presenta como un desarrollo del capitalismo: como capital y «en cuanto tal el autómata posee en el capitalista conciencia y voluntad»12. En la mente del patrón, «la maquinaria y el monopolio que ejerce sobre la misma están inextricablemente ligados»13. El proceso de industrialización en tanto alcanza niveles cada vez más avanzados de progreso tecnológico, coincide con un continuo crecimiento de la autoridad capitalista. Ya que los medios de producción, contrapuestos al trabajador, crecen en volumen, la necesidad del capitalista de aumentar su control también crece. El plan capitalista constituye la figura ideal con la que «[L]a conexión entre sus trabajos se les enfrenta idealmente como plan, prácticamente como autoridad del capitalista, como poder de una voluntad ajena que somete a su objetivo la actividad de ellos»14. Así, al desarrollo de la cooperación, del proceso de trabajo social, le corresponde –bajo la dominación capitalista– el desarrollo de la planificación como despotismo. En la fábrica, el capital impone su poder a un nivel cada vez mayor, “como si fuese un legislador privado”. Su despotismo es su planificación, una «caricatura capitalista de la regulación social del proceso laboral»15. YOUKALI, 6 página 50 Transformaciones técnicas y organizativas del capitalismo e interpretaciones objetivistas de lo mismo El análisis de Marx acerca de la división del trabajo, en el conjunto de la industria a gran escala bajo dominación capitalista, ofrece una metodología válida para refutar las diversas ideologías “objetivistas” que de nuevo florecen en el terreno del progreso tecnológico (en especial, relacionadas con la fase de automatización y robotización). El desarrollo capitalista de la tecnología supone la aparición de unas formas cada vez más sofisticadas de integración, un crecimiento continuo del control capitalista. El factor elemental de este 11.- Ibíd. p. 516. 12.- Ibíd. p. 491. 13.- Ibíd. p. 516. 14.- Ibíd. p. 403. 15.- Ibíd. p. 517. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net proceso es el continuo crecimiento del capital constante respecto al capital variable. En el capitalismo contemporáneo, la planificación capitalista crece enormemente con la transición a las formas monopólicas y oligopólicas, lo cual supone la progresiva extensión de la planificación desde la fábrica al mercado y a la esfera social exterior. No existe ningún factor oculto, “objetivo”, inherente a las características del desarrollo tecnológico o planificación en la sociedad capitalista actual que pueda a su vez garantizar la transformación automática o el derrumbamiento “necesario” de las relaciones existentes. Las nuevas “bases técnicas”, progresivamente alcanzadas en el proceso productivo, dotan al capitalismo de nuevas posibilidades para la consolidación de su poder. Esto no significa, por supuesto, que las posibilidades de colapso del sistema no crecen al mismo tiempo, pero estas posibilidades coinciden con el carácter subversivo que la “insubordinación” de la clase obrera tiende a asumir de cara al “marco objetivo” cada vez más independiente del mecanismo capitalista. A todas luces, los aspectos más interesantes de las ideologías “objetivistas”, “economicistas”, tienen que ver con los problemas del desarrollo tecnológico y de la organización productiva. No nos referimos con ello a las ideologías del capitalismo tardío (neocapitalisti- 16.- Es habitual, en nuestra opinión, citar los documentos incipientes del “cambio” sindical, ya que el debate continúa desarrollándose sobre su base: I lavoratori e il progresso técnico (Los trabajadores y el progreso técnico) (Actas de la Conferencia sobre “Cambios técnicos y organizativos y modificaciones de la relación laboral en las fábricas italianas”, realizadas por el Instituto Antonio Gramsci de Roma en junio y julio de 1956), y S. Leonardi, Progresso tecnico e rapporti di lavoro (Progreso técnico y relaciones laborales), Turín 1957. Tomamos como referencia básica el trabajo de Leonardi, quien amplía y desarrolla el ensayo que presentó en la Conferencia del Instituto Gramsci. Para desarrollos más recientes de la discusión, véanse los ensayos y contribuciones al reciente Congreso sobre “Progreso tecnológico y sociedad italiana”, citados a continuación. Véase también la encuesta de Dino de Palma en el número actual de los Quaderni Rossi (Cuadernos Rojos). En estas notas, omitimos cualquier referencia a la vasta literatura existente sobre los temas en cuestión (ya sea de inspiración tardo-capitalista o marxista) y pretendemos aludir tan sólo al debate en curso en el seno de nuestro movimiento sindicalista. 17.- Progresso tecnico e rapporti di lavoro (Progreso técnico y relaciones laborales), Turín 1957, p. 93; véase también pp. 35, 46, 55 y ss. 18.- Ibíd. p. 48. 19.- Ibíd. p. 50. “La simple demora o ausencia de un único trabajador, o incluso una merma en su producción, puede verse reflejada en una línea entera de máquinas”, etc. (Ibíd. pp. 50 y ss.). 20.- Ibíd. pp. 50 y ss. 21.- Ibíd. p. 52. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 51 estudiar los métodos!”18 De nuevo se ha olvidado que –en la gran empresa moderna “con una producción planificada conseguida a través del flujo continuo”– “la no correspondencia de un trabajador o un grupo de trabajadores con lo que se pide de ellos sobre la base de las previsiones establecidas en el plan de producción empresarial”19, tiene un enorme potencial destructivo. En vez de ello, lo que se explica hasta la náusea es la necesidad (“racional”, por supuesto) de la denominada “relación moral entre empresarios y trabajadores, relación que constituye la condición previa y el propósito de las escuelas de ‘relaciones humanas’, precisamente porque sólo sobre esta base se establecerse la colaboración”. Así, “la producción integrada debe estar acoplada mediante una integración del trabajador con la empresa, y esta integración debe ser voluntaria, ya que no se puede conseguir ninguna constricción o disciplina de los hombres a menos que renuncien a su libertad, por ejemplo, para producir un poco menos un día y un poco más otro día”, etc., etc.20 De esa manera, “la razón por la que este movimiento [de ‘relaciones humanas’] puede desaparecer estriba en que pueda absorberse la parte válida de sus ideas” –¡aunque, por supuesto, los sindicatos deben intervenir para “destruir las formas perjudiciales de ‘compañerismo’ estrechamente ligadas con tales ‘relaciones humanas’”!21Así pues, se acepta la sustancia de los procesos de integración: parece que éstos suponen una necesidad intrínseca que procede de forma inevitable del carácter “moderno”de la producción. Se nos recuerda que ciertas “distorsiones” que el capitalista utiliza inyectándolas en esos procesos han de ser correctas. Incluso la organización “funcional” de la producción se concibe dentro de este marco en su forma tecnológica “sublimada”, como un salto adelante más allá de la jerarquización característica de las anteriores YOUKALI, 6 che) sino a las posiciones manifiestas del movimiento obrero y a su problematización teórica. En oposición a las viejas cristalizaciones ideológicas de la acción sindical, los procesos de renovación de los sindicatos de clase se han basado en un reconocimiento de las “nuevas realidades” del capitalismo contemporáneo. Pero la atención que se ha prestado correctamente al presente tecnológico y a la fase económica –con toda una serie de posiciones y análisis–, se desvían hacia una representación de tales modificaciones como si sucediesen de una manera “pura”, idealizada, arrancada de toda conexión concreta con los elementos generales y determinantes (poder) de la organización capitalista16. La racionalización, con su parcelación extrema del trabajo, su “vaciamiento” del trabajo obrero, se percibe como una fase de tránsito –una “dolorosa” pero necesaria transición a la etapa que “agrupe de nuevo y con un sentido unitario a los trabajos atomizados”. Se reconoce con ambigüedad que la utilización del trabajo vivo en la producción y el correspondiente crecimiento del capital constante empujan en la dirección de una continuidad ininterrumpida del ciclo, mientras que «los lazos de la interdependencia externa e interna aumentan: como si en la unidad productiva, el puesto de trabajo y el trabajador individual sólo se pudieran contemplar como parte de un todo orgánicamente integrado, así también en el exterior cada unidad productiva individual y su comportamiento tienen lazos más fuertes de interdependencia con el orden económico total»17. Las nuevas características asumidas por la organización capitalista se confunden entonces con los análisis para desarrollar una “racionalidad” objetiva. Así por ejemplo, se subraya la función “racional”, positiva, de los Métodos de Medida del Tiempo de modo que “¡al estudiar los tiempos, el técnico se ve obligado a El conocimiento y el mundo página 52 YOUKALI, 6 fases de la mecanización. Ni siquiera se sospecha que el capitalismo puede utilizar las nuevas “bases técnicas” ofrecidas por el tránsito desde las etapas previas a ésta de alta mecanización (y automatización) para perpetuar y consolidar la estructura autoritaria de la organización industrial: por supuesto, todo el proceso de industrialización aparece dominado por la fatalidad “tecnológica” que conduce a la liberación del hombre de esas “limitaciones impuestas por el entorno y por sus capacidades físicas”. Por otra parte se percibe la “racionalización administrativa” y el enorme crecimiento de las “funciones de organización externas” en su “forma” puramente “técnica”. La relación existente entre estos desarrollos y los procesos y contradicciones del capitalismo contemporáneo (su requerimiento de cada vez más medios complejos para cumplir e imponer su planificación) o la concreta realidad histórica en la cual el movimiento de la clase obrera se encuentra viviendo y luchando (el cotidiano “uso capitalista” de la maquinaria y la organización) –todo ello se ignora en favor de una imagen tecnológica idílica. Una perspectiva “objetiva” de las nuevas formas de organización tecnológica da lugar a serias distorsiones de la naturaleza del empleo en la industria moderna. Existe una tendencia a apreciar la desaparición de las funciones parceladas y a establecer nuevas tareas de carácter unitario, que abrigan supuestamente mayor responsabilidad, a adoptar decisiones y una multiplicidad de destrezas técnicas22. El desarrollo de técnicas y funciones relacionadas con la gestión se aísla del contexto social concreto en que se ocurre, esto es, de la centralización creciente del poder capitalista y así se comprende cómo la base para nuevas categorías de trabajadores (técnicos, “intelectuales productivos”) que aportarán “con naturalidad” –como un reflejo directo de sus nuevas categorías profesionales– una solución a las contradicciones “entre las características y los requisitos de las fuerzas productivas y las relaciones de producción”23. El choque entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción aparece aquí como una “no-correspondencia” técnica: por ejemplo, «al elegir la mejor combinación de los factores específicos de la producción (algo que ahora incluso se puede lograr con métodos más válidos desde el punto de vista objetivo)» el ‘nuevo tipo’ de trabajadores se ven «obligados a desechar las soluciones más válidas desde una perspectiva objetiva para respetar los límites impuestos por los intereses personales»24. Y es cierto que desde esta perspectiva ¡«la hoz y el martillo… sólo pueden ser un símbolo del trabajo humano actual desde un punto de vista ideal”!25 Todo esto tiene por supuesto un impacto directo en la forma de concebir la lucha de clases y en la manera en que los protagonistas actuales la perciben. La realidad de las luchas actuales muestra los diferentes niveles de trabajadores creados por la actual organización de la gran industria, que además tienden a converger con las demandas de autogestión (self-management). Esto funciona sin explicitar que se trata de un proceso que tiene lugar sobre una base de factores objetivos, representados precisamente por las diversas modalidades en que se sitúa a los trabajadores en el proceso productivo, a los diversos tipos de relación de la producción y la organización, etc. Pero se confunde e incluso se niega el elemento específico del proceso de recomposición unitario, el cual no se puede asumir sin la conexión entre los elementos tecnológicos y políticoorganizativos (poder) en el proceso productivo capitalista. El nivel de clase expresa por sí mismo no tanto un progreso como una ruptura, no una “revelación” de la oculta racionalidad inherente al moderno proceso 22.- Ibíd. pp. 55 y ss. 23.- Ibíd. pp. 82 y ss. Sobre la “alienación total” de los “intelectuales productivos”, véase no obstante las observaciones de Pino Tagliazzucchi, realmente perspicaces y que van al grano, en “Aspetti della condicione impiegatizia nell’industria moderna” (Aspectos de las condiciones utilizadas en la industria moderna, Sindacato Moderno, febrero-marzo 1961, pp. 53 y ss. 24.- Progresso tecnico e rapporti di lavoro (Progreso técnico y relaciones laborales), Turín 1957, pp. 81 y ss. 25.- Ibíd. p. 67. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Es obvio que el hecho de ratificar simplemente la racionalización de los procesos (entendidos como la tota- 26.- R. Alquati, “Documenti sulla lotta di clase alla Fiat” (Documentos sobre la lucha de clases en Fiat), Quaderni Rossi, nº 1. 27.- Véase N. Mitrani, “Ambiguité de la technocratie” (Ambigüedad de la tecnocracia), Cahiers Internationaux de Sociologie, vol. XXX, p. 111. 28.- Franco Momigliano ha señalado correctamente que «en el marco del proceso productivo global la fábrica moderna no excluye cada vez más a los trabajadores de toda participación consciente en el proceso actual de diseño y planificación racional de la producción; precisa además que los trabajadores, subordinados a la nueva racionalidad, personifiquen al mismo tiempo el momento ‘anti-racional’, que corresponde a la vieja filosofía empírica del ‘arreglárselas’. De este modo, –paradójicamente– se explota racionalmente la propia resistencia de la clase trabajadora». (F. Momigliano, “Il sindicato nella fabbrica moderna” (El sindicato en la fábrica moderna), Passato e Presente, nº 15, pp. 20 y ss.). ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 53 Integración y equilibrio del sistema YOUKALI, 6 productivo, sino la construcción de una racionalidad radicalmente nueva y contrapuesta respecto a la racionalidad practicada por el capitalismo. Lo que caracteriza los procesos en los que los trabajadores adquieren conciencia de clase en la gran industria (como los que se estudian en este número de los Quaderni Rossi) no es en la actualidad “la simple demanda de ampliación de la personalidad en el trabajo, sino una demanda estructuralmente motivada para ejercer el poder político y económico en la empresa, y a través de ella en la sociedad”26. Por consiguiente, los factores antes mencionados que “objetivamente” caracterizan los diversos estratos de trabajadores en el proceso productivo tienen en efecto alguna importancia a la hora de formar una conciencia “colectiva”, por parte de los trabajadores, de lo que los factores de producción implican en términos políticos. Pero estos factores relativos a la formación de una fuerza unitaria y disruptiva tienden a invertir cada aspecto de la realidad tecnológica-organizativa y de la propiedad privada de la empresa capitalista en el día de hoy. lidad de las técnicas productivas cultivadas en el marco del capitalismo) supone olvidar que es precisamente el “despotismo” capitalista el que adopta la forma de racionalidad tecnológica. En la práctica capitalista no son las máquinas, sino más bien los “métodos”, las técnicas organizativas, etc., los que se hallan incorporados al capital y se enfrentan a los trabajadores como capital: como una “racionalidad” ajena. La “planificación” capitalista presupone la planificación del trabajo vivo, y cuanto más se esfuerza por presentarse a sí misma como un sistema de reglas cerrado y perfectamente racional, tanto más abstracta y parcial resulta, preparada para su utilización exclusiva en el seno de un tipo de dominación jerárquica. No tanto la “racionalidad”, sino el control; no tanto la programación técnica, sino un esquema para el dominio de los productores, pueden asegurar una relación adecuada a los procesos tecno-económicos globales. De hecho, en el marco de un estudio “técnico”, pseudo-científico, de los nuevos problemas y contradicciones que afectan a las empresas capitalistas en la actualidad, es posible encontrar soluciones que son incluso más “avanzadas” que los nuevos desequilibrios, sin alterar por ello la sustancia de la alienación, y que además garantizan el mantenimiento de la estabilidad del sistema. En realidad las ideologías sociológicas y organizacionales del capitalismo contemporáneo ponen de manifiesto varias fases –del taylorismo al fordismo y por último el desarrollo de técnicas de integración, ingeniería humana, relaciones humanas, regulación de las comunicaciones, etc.27– precisamente en un intento cada vez más sofisticado y complejo de adaptar la planificación del trabajo vivo a los estadios progresivamente alcanzados, mediante el continuo crecimiento del capital constante por los requisitos de la planificación productiva28. Es evidente en este contexto que las técnicas de información designadas para neutralizar la protesta de la clase obrera y que proceden directamente del carácter “total” que los procesos de alienación asumen en la fábrica racionalizada, tienden a adquirir una importancia cada vez mayor. Es natural que los análisis concretos se hallen enfrentados con situaciones que pue- El conocimiento y el mundo den ser del todo distintas entre sí, que dependen desde este punto de vista de una considerable cantidad de factores específicos (disparidades en el desarrollo tecnológico, métodos subjetivos diferentes en la gestión capitalista, etc.). Pero el aspecto que queremos subrayar aquí insiste en que con la utilización de las técnicas “informacionales” como la manipulación de las actitudes de la clase obrera, el capitalismo posee inmensos márgenes para la “concesión” (o mejor dicho, “estabilización”). Es imposible definir el límite tras el cual la “información” que afecta a todo el proceso productivo deja de ser un hecho de estabilización para el poder del capital. Lo que es cierto es que las técnicas de información tienden, en la situación más compleja en que se halla la empresa capitalista contemporánea, a restaurar el “encanto” (satisfacción) del trabajo el cual ya denunciaba el Manifiesto Comunista29. La propagación de las técnicas de información y su campo de aplicación, igual que la difusión de la esfera de las decisiones técnicas30, encaja a la perfección en la caricatura de una regulación social de la producción. Es por tanto necesario subrayar que la “conciencia productiva” no supone una transformación del sistema, que la participación de los trabajadores en el “plan funcional” del capitalismo es un factor de integración –de alienación, por decirlo de algún modo– en los límites extremos del sistema. Pero también es cierto que este desarrollo de los “factores estabilizadores” del capitalismo tardío representa una condición que, en lo concerniente a la acción de la clase obrera, hace que el derrocamiento del orden capitalista sea cada vez más necesario. La lucha de la clase obrera se presenta por tanto como la necesidad de una oposición global al plan capitalista, donde el factor esencial es consciente —permítasenos decir dialécticamente consciente— de la unidad de los momentos “técnicos” y “despóticos” en la actual organización de la producción. La relación que tiene la acción revolucionaria con respecto a la racionalidad “tecnológica” es de “comprenderla” pero no para reconocerla y exaltarla, sino más bien para someterla a un nuevo uso: el uso socialista de las máquinas31. 29.- «Más aún, cuanto más se desenvuelven la maquinaria y la división del trabajo, más aumenta la cantidad de trabajo. El creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletario todo carácter propio y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apéndice de la máquina», Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto comunista, Obras Escogidas en 3 volúmenes, vol. 1, Moscú, Edit. Progreso, 1974, p. 117. YOUKALI, 6 página 54 30.- De la forma en que una administración capitalista más racional precisa de la participación “democrática” de los trabajadores, véase el muy importante libro de S. Melman, Decision-Making and Productivity (Toma de decisiones y productividad), Oxford, 1958. 31.- Los más recientes desarrollos de la investigación económica y técnica en la Unión Soviética plantean un carácter ambiguo: el llamamiento a la autonomía de la investigación representa indudablemente una ruptura respecto al tosco voluntarismo estalinista de la planificación; sin embargo, el desarrollo de los procesos “racionales”, con independencia del control social de la producción, parece más bien representar (¿hasta qué punto ya en la actualidad y hasta qué punto una posibilidad futura?) la precondición y la base para nuevos desarrollos de los viejos procesos de burocratización. Pero no perder de vista la característica distintiva de la planificación soviética comparada con el plan capitalista: el elemento despótico, autoritario, de la organización productiva surge dentro de las relaciones capitalistas, sobrevive en economías planificadas de tipo burocrático. Las burocracias, en su relación con la clase trabajadora, no pueden apelar únicamente a la racionalidad objetiva; han de interpelar a la misma clase trabajadora. Por así decirlo, la desaparición del elemento básico, el de la propiedad privada, priva a la organización burocrática de su propia base. Por consiguiente, en la URSS y las democracias populares, las contradicciones se manifiestan de forma diferente, y el despotismo presenta un carácter más precario que orgánico. Esto no significa, por supuesto, que sus manifestaciones no puedan asumir formas tan toscas como las de la sociedad capitalista; véase las influyentes observaciones de Rodolfo Morandi en “Analisi dell’economia regolata” (Análisis de la economía regulada) (1942) y “Criteri organizzativi dell’economia collettiva” (Criterios organizativos de la economía colectiva) (1944), reeditadas en Lotta di Popolo (Lucha del pueblo) Turín, 1958. La exclusión del elemento de la propiedad y el mero estudio del aspecto autoritario-burocrático o de la alienación técnica (o ambos) están, como sabe cualquiera, en el centro de una por ahora ilimitada literatura ideológica neocapitalista y neoreformista; de cuyo análisis se ocupará uno de nuestros Quaderni Rossi. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net «Que el decir que la condición más favorable para el trabajo asalariado es el incremento más rápido posible del capital productivo, sólo significa que cuanto más rápidamente la clase obrera aumenta y acrecienta el poder enemigo, la riqueza ajena que la domina, tanto mejores serán las condiciones en que podrá seguir laborando por el incremento de la riqueza burguesa, por el acrecentamiento del poder del capital, contenta con forjar ella misma las cadenas de oro con las que le arrastra a remolque la burguesía»33. Por otra parte el mismo Engels reconoció en la Crítica al Programa de Erfurt que «el sistema de trabajo asalariado es por tanto un sistema de esclavitud que aumenta su severidad de forma inconmensurable con el desarrollo de las fuerzas sociales productivas del trabajo, independientemente de si el trabajo está mejor o peor pagado»34. Lenin recalcó este aspecto del marxismo, «La teoría de Marx, que reconoce que el rápido crecimiento de la riqueza, el extenso desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo y su socialización, y la mejora en la posición del trabajador, se hizo cargo de esta perspectiva de la acumulación desde la literatura de los economistas clásicos»35. 32.- Véase F. Engels, “Introducción a K. Marx Trabajo asalariado y capital”, edición de 1891 en: K. Marx y F. Engels, Obras Escogidas en 3 volúmenes, vol. 1, Moscú, Edit. Progreso, 1974, p. 153. 33.- K. Marx, Trabajo asalariado y capital, en Karl Marx y Friedrich Engels, Obras Escogidas en 3 volúmenes, vol. 1, Moscú, Edit. Progreso, 1974, pp. 171 y ss. 34.- [El citado texto de Engels es el de “Una crítica del borrador del programa socialdemócrata de 1891”, que se puede encontrar en K. Marx y F. Engels, Obras Escogidas en 3 volúmenes, vol. 3, Moscú, Edit. Progreso, 1974, pp. 450 y ss. Sin embargo, el pasaje que cita Panzieri no pertenece de hecho a Engels, sino que se ha extraído de la Crítica del Programa de Gotha de K. Marx, Madrid, Ricardo Aguilera Editor, 1971. N. del T.] 35.- V.I. Lenin (1897), “Para una caracterización del romanticismo económico”, Obras Completas vol II., Buenos Aires, Editorial Cartago, 1969, p. 80. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo Con la moderna organización de la producción aumentan “en teoría” las posibilidades de la clase obrera para controlar y dirigir la producción, pero “en la práctica” –mediante la cada vez más rígida centralización de las decisiones de control– se intensifica la alienación. En consecuencia, la lucha de clase proletaria, cualquier lucha de clase, tiende a proponer una destrucción política del sistema. Y el agente de esta destrucción no es el conflicto entre las demandas “racionales” implícitas en las nuevas técnicas y la utilización capitalista de ellas, sino la oposición de una colectividad proletaria que reclama la subordinación de los procesos productivos a las fuerzas sociales. No se puede afirmar que exista continuidad en el salto revolucionario, en el orden del desarrollo tecno-económico: la acción de la clase obrera cuestiona los fundamentos mismos del sistema, y todas sus repercusiones y aspectos a cualquier nivel. Es obvio que el progreso tecnológico se halla profundamente implantado en el proceso capitalista: Engels hablaba de «descubrimientos e inventos que se sobreponían uno a otro en una proporción siempre en página 55 Salarios y esclavitud política YOUKALI, 6 aumento» y de un «rendimiento del trabajo humano que va creciendo día tras día en proporciones antes insospechadas»32. Pero mientras Engels deducía de este proceso «la división de la sociedad entre una pequeña e inmensamente rica clase y una gran clase de trabajadores asalariados sin propiedad», Marx previó un incremento no sólo del salario nominal sino también del salario real: «si los ingresos de los trabajadores aumentan con el rápido crecimiento del capital, el abismo que separa a los trabajadores del capitalista aumentan al mismo tiempo, y el poder del capital sobre el trabajo, la dependencia del trabajo respecto al capital, aumenta igualmente y en la misma proporción». Así pues, cuanto más rápido sea el crecimiento del capital, más mejorará la situación material de la clase trabajadora. Y cuanto más ligado esté el salario al crecimiento del capital, más directa será la dependencia del trabajador respecto al capital. El conocimiento y el mundo página 56 YOUKALI, 6 Marx también escribió sobre la progresiva ampliación del abismo social existente entre trabajadores y capitalistas, en la fórmula de un –declinante– salario relativo. Pero es obvio que este concepto implica un factor de conciencia política, puesto que la conciencia de que la mejora de las condiciones materiales, el crecimiento de salarios reales y nominales, corresponde a una intensificación de la dependencia política. La denominada inevitabilidad de la transición al socialismo no se sitúa en el plano del conflicto material, más bien –precisamente sobre la base del desarrollo económico del capitalismo– se refiere a la “intolerabilidad” de la escisión social y sólo se puede manifestar como la adquisición de conciencia política. Pero por esta misma razón la clase obrera, al destruir el sistema, genera una negación de toda la organización en la que el desarrollo capitalista se expresa, y en primer lugar y ante todo, en la tecnología por cuanto está ligada a la productividad. La ruptura, la sustitución del mecanismo salario/productividad, se puede pues generar por una demanda general de aumento del nivel salarial. Es obvio aislar la creciente dependencia política respecto al capital, es posible formular una verdadera acción general de clase36. En otras palabras, la fuerza subversiva de la clase obrera, su capacidad revolucionaria aparece (potencialmente) más fuerte precisamente en los momentos de desarrollo del capitalismo, donde la preponderancia abrumadora del capital constante sobre el trabajo vivo, junto a la racionalidad inserta en el primero, enfrenta a la clase obrera con el problema de su esclavización política. Por otra parte, la creciente dependencia del conjunto de procesos sociales “externos” respecto al plan capitalista, tal y como éste se manifiesta primero a nivel empresarial, sirve para hablar de la lógica elemental del desarrollo capitalista. Es bien sabido que Marx en más de una ocasión subrayó dicha proliferación en contraste crecimiento con la raíz del poder capitalista: incluso a la larga, la división del trabajo en la fábrica tiende a coincidir con la división social del trabajo –que por supuesto no se debe percibir de una manera crudamente economicista. Consumo y tiempo libre que la acción que trata de sustituir las desigualdades salariales constituye un aspecto de la sustitución de esa relación; por sí misma no garantiza en absoluto una destrucción del sistema, sino que meramente “encadena con oro más brillante” a toda la clase obrera. Sólo al atacar la raíz de los procesos de alienación y El “objetivismo” acepta la “racionalidad” del capitalismo a nivel empresarial y dirime la lucha dentro de las estructuras y los momentos de desarrollo, pero tiende a acentuar el valor de la acción en la esfera externa de los salarios y el consumo. Las consecuencias de esto (con la indagación “dialéctica” a alto nivel, dentro del marco del sistema, entre capital y trabajo) están exagerando la acción a nivel estatal, una distinción/separación entre los movimientos sindicales y políticos, etc. De este modo, incluso en las discusiones más serias y “puestas al día” (que en Italia tienen hoy lugar ante todo en el ámbito de los sindicatos de clase) uno acaba por encontrar una simple confirmación, en formato más crítico y moderno, de las viejas concepciones “democráticas” de la lucha de la clase obrera. Toda la labor de investigación, toda la adaptación de la acción sindical a los modos de desarrollo del capitalismo, el riesgo arrinconado en una mera ratificación de las viejas posiciones, enriquecido por un nuevo contenido, pero de una manera mistificada. De este modo, «la acción autónoma de amplias masas viene a definirse sólo como consecuencia de las decisiones adoptadas por los dirigentes, nunca anticipándose a ellas»37. 36.- Véase el debate actual en Politica ed Economia, con artículos de Garavini, Tato, Napoleoni, etc. 37.- R. Spesso, “Il potere contrattuale dei lavoratori e la ‘razionalizzazione’ del monopolio” (El poder contractual de los trabajadores y la ‘racionalización’ del monopolio), Politica ed Economia, noviembre de 1960, p. 10. Las posiciones manifestadas por Momigliano merecen una consideración especial; evoca correctamente que la consideración de los “instrumentos para la organización y racionalización del mundo moderno” deben constituir para los sindicatos una precondición “para descubrir las con- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo Mientras los procesos intrínsecos de acumulación capitalista son cada vez más determinantes en términos globales, tanto “interna” como “externamente” (al nivel de la fábrica y de la sociedad en general), las diversas posiciones que de nuevo aparecen desde la matriz keynesiana (incluso dentro del movimiento en el mundo obrero) representan ideologías genuinas, un reflejo de los desarrollos del capitalismo tardío. El peli- gro detectado por Marx aún sigue siendo –e incluso más que antes– válido contra ellos: «La esfera de la circulación o del intercambio de mercancías, dentro de cuyos límites se efectúa la compra y la venta de la fuerza de trabajo, era, en realidad, un verdadero Edén de los derechos humanos innatos»38. No por nada el “próspero” consumo que la clase obrera debería proponer se contrapone al consumo “impuesto” por el capitalismo; y no por nada un aumento general de los salarios, esto es la ratificación de la esclavitud capitalista, presentó como un “atractivo” para el trabajador como “ser humano” (¡dentro del sistema!) que demanda el reconocimiento y afirmación de su dignidad39. Incluso la invocación de las necesidades sociales (cultura, salud) como contrarias al abanico del consumo impuesto por el capitalismo, no tiene sentido sin una refutación de la racionalización capitalista y una demanda de la clase obrera por asumir el control y la autogestión en la esfera de la producción40. No tiene sentido desear un consumo cultural creciente si no se puede considerar factible para el individuo actualizar esta cultura precisamente en su actividad creativa; en otras palabras, en el proceso de trabajo por excelencia. Un consumo individual está enteramente condicionado por su posición en la actividad diciones de una competencia y una capacidad hegemónica de la clase trabajadora” (“Il sindicato nella fabbrica moderna” [El sindicato en la fábrica moderna], pp. 20 y ss.). Y en múltiples ocasiones ha insistido en la necesidad de la clase obrera de reconquistar, por estos medios, una verdadera y completa autonomía enfrentada con el capital. Pero es difícil comprender cómo puede reconciliar tales tesis y demandas con su ratificación del “terreno institucional específico” del sindicato, que le lleva a rechazar el reconocimiento de que la acción misma tiene el carácter de una destructiva tensión creciente respecto al sistema: véase F. Momigliano, “Struttura delle retribuzioni e funzioni del Sindacato” (Estructura de las retribuciones y funciones del sindicato), Problemi del Socialismo, junio de 1961, p. 633; véase también, del mismo Modigliano, “Una tematica sindacale moderna” (Una temática sindical moderna), Passato e Presente, nº 13, y su informe al Congreso en “Progreso tecnológico y sociedad italiana” (Milán, junio de 1960), sobre el tema de los “Trabajadores y sindicatos enfrentados a las transformaciones del proceso productivo en la industria italiana”. 40.- «Desear un… consumo cultural aumentado no tiene sentido si uno no puede considerarlo factible precisamente en su actividad creativa, en otra palabras par excellence en el proceso de trabajo… Un consumo individual está en sí mismo totalmente condicionado por su posición en la actividad productiva… Sus ‘necesidades esenciales’ (cultura, salud) surgen de, están definidas, impuestas, en el rechazo de las ‘reglas del trabajo’, en la adquisición de una conciencia de clase obrera del significado y el papel del trabajo». (“Il potere contrattuale dei lavoratori e la ‘razionalizzazione’ del monopolio” (El poder contractual de los trabajadores y la ‘racionalización’ del monopolio), Politica ed Economia, noviembre de 1960, pp. 9 y ss.). La representación de la alienación en el capitalismo tardío como alienación del consumidor es a la vez uno de las más ridículos y difundidas ideologías del presente. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 39.- Véase A. Tato, “Ordinare la struttura della retribuzione secondo la lógica e i fini del sindicato” (Ordenar la estructura de la retribución según la lógica y los fines del sindicato), Politica ed Economia, febrero-marzo de 1961, pp. 11 y ss. La creciente incidencia social en la esfera de la producción se ve, obviamente, acentuada en toda investigación marxista. Como otros autores, Paul Sweezy ofrece una demostración de esto mismo que en muchos sentidos aún es válida en la actualidad: véase P. Sweezy, La teoría del desarrollo capitalista, 1942, reeditada en Nueva York en 1968, (FCE, México, 1969), en particular las páginas 239 ss. y 270 ss. Sweezy rememora el siguiente pasaje de Reforma o Revolución de Rosa Luxemburgo: «’El control social’… lejos de ser… una reducción de la propiedad capitalista… es, por el contrario, una protección de dicha propiedad. O, expresado desde una perspectiva económica, no es una amenaza a la explotación capitalista, sino sencillamente la regulación de esta explotación» (Rosa Luxemburgo, 1976, Obras Escogidas, Tomo 1, “Reforma o Revolución”, introducción de Mary-Alice Waters, Bogotá, Editorial Pluma). Para las leyes inglesas de la limitación de las horas de trabajo, véase K. Marx, El Capital, ibíd., pp. 277 y ss. página 57 38.- Karl Marx, El Capital. Crítica de la economía política. Libro primero, volumen 1, p. 214. Madrid, Siglo XXI Editores, 6ª ed. Trad. Pedro Scaron. El conocimiento y el mundo página 58 YOUKALI, 6 productiva. Sus necesidades “esenciales” (cultura y salud) son, se definen y se afirman en el rechazo de las reglas del trabajo, en la adquisición de una conciencia por parte de la clase trabajadora del significado que tiene el papel del trabajo. La representación de la alienación bajo el capitalismo como alienación del consumidor es, al menos, una de las más ridículas y extendidas ideologías del presente. Es significativo que estas posiciones “revisionistas” se refieran, y distorsionen, a la concepción marxiana del tiempo libre, su relación con el tiempo laboral y su lugar en la perspectiva de una sociedad comunista. En otras palabras, existe una tendencia sobre la base de una interpretación “economicista” de identificar la libertad comunista del pensamiento de Marx con la expansión del tiempo libre sobre la base de una mayor planificación objetiva y racionalizada de los procesos de producción41. En realidad, para Marx el tiempo libre, entendido como la actividad mental y social libre de los individuos, no coincide en absoluto con la reducción del día de trabajo. Presupone una transformación radical de las condiciones del trabajo humano, la abolición del trabajo asalariado y la regulación social del proceso de trabajo. En otras palabras, presupone el derrumbamiento total de la relación capitalista entre el despotismo y la racionalidad, por la formación de una sociedad administrada por productores libres en la cual –con la abolición de la producción por la producción– el desarrollo planificado, el plan mismo, la racionalidad y la tecnología estarán sometidos al control permanente de las fueras sociales, será así capaz (y sólo así) de convertirse en una “necesidad vital” humana. Superar la división del trabajo, como un objetivo del proceso social y de la lucha de clases, no significa un paso adelante en el “ámbito del tiempo libre”, sino la consecución de una dominación de las fuerzas sociales sobre la esfera de la producción. El desarrollo completo del hombre y de sus capacidades físicas e intelectuales (que a tantas críticas “humanistas” de la socie- dad industrial les gusta invocar) aparecen como una mistificación si se representan como un “disfrute del tiempo libre”, como una “versatilidad” abstracta, etc., independientemente de la relación del hombre con el proceso de producción y de la reapropiación del trabajador, del producto y del contenido del trabajo en una sociedad de productores libremente asociados42. El control de los trabajadores en una perspectiva revolucionaria Las “nuevas” demandas de la clase trabajadora que caracterizan las luchas sindicales (estudiadas en este mismo número de los Quaderni Rossi), no deparan directamente un contenido político revolucionario, ni implican un desarrollo automático en esa dirección. Sin embargo, su significación no se puede despreciar, ni tampoco su valor, en tanto constituyen una adaptación a los modernos procesos tecnológicos y organizativos en la fábrica moderna –condición previa de una “sistematización” de las relaciones laborales en general 41.- Véase Paul Cardan, The meaning of Socialism (El significado del socialismo), Solidarity Panflet nº 6; debería no obstante quedar claro que Cardan alude a este tipo de interpretación para expresar un motivo revolucionario en la oposición polémica al marxismo. [Paul Cardan es el seudónimo de Cornelius Castoriadis. N. del T.] 42.- La representación de la sociedad comunista como una sociedad de “abundancia” de bienes (incluso no sólo materiales) y de “tiempo libre” está muy extendida en la ideología soviética, y constituye obviamente el resultado de negar cualquier regulación social efectiva de los procesos laborales. “Las ilusiones ‘tecnológicas’ intervienen en la actualidad para sostener tal ideología, por ejemplo en R. Strumilin (On the Road to Communism) (Camino al comunismo), Moscú, 1959), “que al encauzar funciones en los procesos de producción” se ven identificadas con el control “técnico”, con el “contenido altamente intelectual” del trabajo hecho posible gracias al “desarrollo de la tecnología con sus maravillosos mecanismos automáticos y máquinas electrónicas que ‘piensan’”. Por consiguiente, la automatización hará posible alcanzar una verdadera sociedad “opulenta” de consumidores de “tiempo libre”; ¡véase antes la nota 30! Como ejemplo de la deformación típica de los textos de Marx sobre este aspecto, véase G. Friedmann, Industrial Society (Sociedad industrial), New York 1955, ¡donde la reapropiación que realiza el trabajador del producto y del contenido mismo de trabajo se identifica con “el control psico-fisiológico del trabajo”! ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 43.- [Los Consigli di Gestione (Consejos de Gestión) se establecieron para mantener las empresas durante los últimos meses de la guerra, y la Resistencia se extendió sobre todo por el norte de Italia. Reconocida por todos los partidos antifascistas el 25 de abril de 1945, fueron durante la mayor parte órganos de la colaboración de clases, y como tal se consideraron por parte de los principales partidos de clase trabajadora. El movimiento alcanzó su cima cuando se convocó un consejo nacional en noviembre de 1947, y fue brevemente desviado hacia la izquierda gracias a un giro por parte del Partido Comunista. Tras esto, declinó con rapidez. N. del T.] ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 59 relación entre salarios y productividad, etc., tenderán obviamente a oponerse al capital dentro del mecanismo de acumulación y al nivel de sus “factores de estabilización”. El hecho de que tales contratos se extienden pari passu con la lucha de los núcleos de la clase obrera en las empresas más sólidamente desarrolladas es una confirmación de su naturaleza subversiva y su carácter de vanguardia. El intento de utilizarlos para los propósitos de una lucha general que se circunscribe a los salarios es sólo una ilusión para buscar una nueva y vasta unidad de la acción de clase. En este sentido, lo que se consiga en la práctica será precisamente lo que según se afirma es el propósito a evitar, esto es, un retroceso a situaciones de aislamiento dentro de la empresa, una inevitable consecuencia de la malversación de los elementos potenciales de la lucha políti- ca. La línea a seguir que se puede identificar de forma objetiva como una hipótesis–guía no obstante válida, reside en el fortalecimiento y expansión de las demandas de autogestión. Ya que las demandas de autogestión no se establecen sólo como demandas de participación “cognitiva”, sino que afectan a la concreta relación de racionalización/jerarquía/poder, no permanecen confinadas en el ámbito de la empresa. En vez de eso, se dirigen directamente contra el “despotismo” que el capital proyecta y ejerce sobre la sociedad como un todo, a todos los niveles y se expresan como la necesidad para un derrocamiento total del sistema, por los efectos de una prise de conscience global y una lucha general de la clase trabajadora como tal. Consideramos que, de forma práctica e inmediata, esta línea se puede expresar en la demanda del control obrero. Sin embargo, hacen falta algunas aclaraciones. El lema “control obrero” ha de juzgarse ahora como algo ambiguo, asimilable a una posición centrista que atenúa las demandas revolucionarias convocadas en la lucha o las concilia con la línea tradicional del parlamentarismo nacional democrático. Y es verdad que ahí existen señales de una utilización del lema en tal sentido. Por ejemplo, la referencia al control obrero es voluntaria y ambigua cuando lo que se quiere decir con ello es la continuación o el restablecimiento de la teoría y la práctica de los Consigli di Gestione (Consejos de Gestión)43. En el movimiento de los Consigli di Gestione, una auténtica demanda del control obrero se ve subordinada hasta la absoluta aniquilación por el elemento “colaboracionista” ligado a las ideologías de la reconstrucción nacional y por un enfoque que instrumentalizó el movimiento real con el propósito de un proyecto electoral institucional. Se puede percibir la misma ambigüedad al proponer la línea del control obrero como una alternativa “aceptable”, como un “antídoto” del extremismo de una autogestión total de los trabajadores. Es obvio que una formulación no mistificada del control obrero tiene sentido social en relación a un objetivo de la ruptura revolucionaria y a una perspectiva de autogestión socialista. En este marco, el control obrero expresa la necesidad que existe de salvar el abismo entre las demandas más avanzadas de la clase trabajadora a nivel sindical y la perspec- YOUKALI, 6 y a un mayor nivel. Contienen indicadores de desarrollo relativos a la lucha de la clase obrera como un todo y a su valor político. Sin embargo, tales indicadores no proceden de la nada o se añaden simplemente a tales demandas, demandas no obstante distintas y más “avanzadas” que bien pueden compararse con los objetivos tradicionales. Los contratos que gobiernan el ritmo y el tiempo del trabajo, la fuerza de trabajo, la El conocimiento y el mundo tiva estratégica. Así representa en una versión no mistificada, o más bien puede representar, una línea política que supone una alternativa enfrentada a las propuestas habituales establecidas por los partidos de la clase trabajadora. Obviamente esta línea del control de los trabajadores se propone a priori como un factor que puede acelerar la escala temporal de la lucha de clases total, como un instrumento político para la consecución de una escala temporal “acortada” en las brechas revolucionarias. Lejos de la posibilidad de presentarle como un sustituto de la conquista del poder político, el control obrero ha de constituir pues una fase de máxima presión sobre el poder capitalista (como una amenaza explícita dirigida a la raíz del sistema.) Por consiguien- te, el control obrero se ha de contemplar como una preparación ante situaciones de “poder dual” en conexión con una conquista política total del poder. No hay motivo para insistir en las razones de rechazar el control obrero aquí y ahora como una propuesta política general. Lo que importa realmente es que una polémica contra los eslóganes no debería servir como una excusa para evadir los problemas políticos generales dictados por las luchas obreras; y que concretamente uno debería esforzarse en reconstruir, sobre la base de tales lucha, una perspectiva política nueva que esté asegurada contra la degeneración “sindicalista” de la actividad de la clase obrera y su reabsorción en el desarrollo capitalista. NOVEDAD EN TIERRADENADIE EDICIONES YOUKALI, 6 página 60 (diciembre 2008) ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net En La Condición Posmoderna Lyotard pretende presentar una informe del estado del conocimiento en las sociedades occidentales desarrolladas. Según Lyotard, el saber en nuestros días se caracteriza fundamentalmente por la incapacidad de generar una teoría universal que dé un sentido global y unitario al mundo natural y social. El desafío que presenta el libro se refiere especialmente a cómo legitimar el conocimiento en un mundo en el que ya no existe una creencia en fundamentos comunes o en una dirección común del desarrollo histórico de la humanidad. Por lo que concierne a este trabajo (a saber: la crítica kantiana de la historia según Lyotard), la expresión “condición posmoderna” acuñada en este informe para presentar el estado actual del saber, designa principalmente el estado de crisis en el que han caído lo que Lyotard denomina los “grandes relatos” o “metarelatos” modernos de la historia. Lyotard entiende a la filosofía como un género de discurso dedicado a la cuestión de la legitimación de los saberes. Cuando este metadiscurso en el que consiste la filosofía decide recurrir a tal o cual otro “gran relato” para legitimar el sentido del devenir histórico (como por ejemplo, la emancipación del sujeto razonante – la Ilustración - o de los trabajadores –Marx-, la realización de la razón en la historia mediante la dialéctica del Espíritu –Hegel- o el desarrollo continuo hacia un ideal de progreso material y técnico –positivismo-), Lyotard conviene en llamarlo Modernidad. Por el contrario, por “posmoderno” se ha de entender la incredu- lidad con respecto a los metarelatos filosóficos que tratan de dar un sentido unitario a la historia universal. Lyotard señala que el desuso de estos dispositivos metanarrativos de legitimación ha venido dado por una serie de acontecimientos históricos contemporáneos que han acabado por sumir en la crisis a la filosofía metafísica clásica (y también sea dicho de paso, al modelo de institución universitaria asociada a ella1). Después de casi dos siglos de Modernidad (iniciada con la Revolución Francesa en lo político y con la Ilustración en lo filosófico) y de alteraciones sociales (guerras, revoluciones y barbaridades varias), las sociedades occidentales desarrollistas habrían alcanzado un periodo de estabilidad social y política tal que habría terminado por hundirlas en el escepticismo ante cualquier relato moderno de la historia. En esto consiste 1.- Es lo que ocurre por ejemplo cuando se funda la Universidad de Berlín entre 1807 y 1810, cuya influencia será considerable en la organización de la enseñanza superior en los países occidentales hasta las actuales reformas universitarias conocidas como “proceso de Bolonia” en las que se está cambiando el modelo universitario vigente por otro modelo marcadamente “tecnocrático” y completamente subordinado al sistema productivo. Detrás de este modelo clásico de universidad se encuentra el recurso al relato ilustrado de la libertad en el que el Estado ha de tomar directamente a su cargo la educación del pueblo bajo el nombre de la Nación y su encaminamiento por la vía del progreso y de la ciencia. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo “Lo político” se bate en retirada en la condición posmoderna página 61 por Arturo Campos Langa YOUKALI, 6 CRÍTICA Y POLÍTICA. EL CONOCIMIENTO DE LA HISTORIA EN KANT Y LYOTARD El conocimiento y el mundo página 62 YOUKALI, 6 precisamente la condición posmoderna por lo que toca a la política: ya no creemos en ninguna relato de la historia, hemos caído en un escepticismo anti-moderno, y, por tanto, ya no sabemos qué se puede hacer en política: “De lo que se trata es de comprender, de notar, la seriedad del problema aquí implicado: el concerniente al qué se puede hacer político. Y este es en realidad el problema posmoderno”2. Al diluirse en el escepticismo los grandes relatos de la historia también se disuelve la unidad y sentido que éstas narraciones conferían al modo de entender el devenir histórico y la práctica efectiva de la política, lo cual ha dado, en su lugar, a la liberación de una pluralidad heterogénea e inconmensurable de “pequeños relatos” que ya no tratan de dar una unidad de sentido al desarrollo de la historia universal. Ante esta situación de perdida de la unidad histórico-política, Lyotard halla una respuesta en su particular concepción de los juegos de lenguaje de Wittgenstein : cada uno de nosotros ya no viviría en el contexto del despliegue de una historia universal dadora de sentido al destino humano y a la praxis política, sino que ahora más bien nos encontraríamos en una encrucijada de muchos y muy diversos juegos de lenguaje fragmentados:“Así, la sociedad que viene parte menos de una antropología newtoniana (como el estructuralismo o la teoría de sistemas) y más de una pragmática de las partículas linguísticas. Hay muchos juegos de lenguaje diferentes, es la heterogeneidad de los elementos”3. 2.- T. Oñate, “Entrevista a J. F. Lyotard”, META, I, 2 (1987), pág. 114. 3.- La condición posmoderna, Madrid, Cátedra, 1984, pág. 10. 4.- La condición posmoderna, Madrid, Cátedra, 1984, pág. 118. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Puede que la mayoría de nosotros sienta nostalgia por la narrativa perdida y por el sentido de la historia emanado de ella, pero de esto no se sigue de ningún modo que estemos abocados irremediablemente al nihilismo. Lo que nos salva de esto es el conocimiento de que la legitimación de los juegos del lenguaje que practicamos en nuestra vida sólo puede surgir de su propia práctica lingüística e interacción comunicacional. Más aún, se puede hacer de la necesidad virtud y ver la condición posmoderna como una nueva situación llena de posibilidades gracias precisamente al descrédito de los antiguos metarrelatos. Por fin nos habríamos liberado de los viejos proyectos revolucionarios del último siglo y medio que situaban al espacio publico como el lugar prioritario que había que liberar o emancipar. De este modo, en lugar de orientar el problema de la legitimación por la vía de la búsqueda de un consenso universal igualmente válido para todos los miembros de una misma sociedad, se trataría, por el contrario, de buscar consensos limitados en el espacio y el tiempo entre los jugadores implicados en cada juego de lenguaje: “El reconocimiento del heteromorfismo de los juegos de lenguaje es un primer paso en esta dirección. Implica, evidentemente, la renuncia al terror, que supone e intenta llevar a cabo su isomorfismo. El segundo es el principio de que, si hay consenso acerca de las reglas que definen cada juego y las “jugadas” que se hacen, ese consenso debe ser local, es decir, obtenido de los “jugadores” efectivos, y sujeto a una eventual rescisión. Se orienta entonces hacia multiplicidades de meta-argumentaciones finitas. O argumentaciones que se refieren a metaprescriptivos y limitadas en el espacio-tiempo”4. En su obra El entusiasmo, de la que aquí nos vamos a hacer cargo, Lyotard insiste en este mismo hilo argumental: “lo político”, que no la política ordinaria, se bate en retirada, desaparece de los discursos filosóficos y ya no dota de sentido y fin a la praxis política cotidiana. En El entusiasmo Lyotard expone su crítica de la "historia" y de la "revolución" basándose para ello en los textos histórico-políticos de Kant (fundamentalmente se basa en la Crítica del Juicio y en algunos textos menores como Ideas para una historia universal en clave cosmopolita o El conflicto de las facultades). Recordemos que Lyotard pretende demostrar que Kant es un filósofo que no cayó en un metarrelato de la historia, justamente porque en su filosofía no podemos encontrar un conjunto de reglas universalmente válidas para todas las facultades, o para todas las familias ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 63 te, o este mar que baña a todas las islas, no tiene objeto propio (esto es precisamente lo que contrariamente han pensado las distintas filosofías de la historia), no tienen su propia isla, pero al menos proporcionan un medio entre todas ellas que las dota de cierta comunicación. En suma, lo que está en juego aquí es la posibilidad de dejar de lado las metahistorias filosóficas y redefinir “lo político”, o lo “histórico-político”, abandonando el plano doctrinario que proporcionaban las metanarrativas que pretendieron en el pasado hegemonizar el discurso acerca de la historia humana, y, por ende, también, de la forma en la que se debía hacer política (por ejemplo, tal como sucede con la idea de desarrollo económico-técnico indefinido, el ideal de democracia burguesa asentada sobre un Estado de Derecho o el ideal de una sociedad comunista, metanarrativas todas ellas que llevaban parejas una forma determinada de hacer política, ya fuera en función del progreso material de la humanidad, de la emancipación del sujeto razonante o de la liberación de la clase trabajadora). Todas estas teleologías han sido refutadas, según Lyotard, por los propios hechos históricos de los últimos sesenta años que nos han llevado al escepticismo posmoderno de nuestras sociedades actuales que nadan en la opulencia del consumo. Pero, además, de lo que se trata es de mostrar los límites de toda “filosofía política” que pretenda legitimar las familias de proposiciones heterogéneas restableciendo una unidad universal y homogénea de “lo histórico-político”. De lo que se trata, por el contrario, es de vivir positivamente esta perdida de unidad y cambiar la forma de entender no sólo lo político (como falta de unidad) sino también la política o el quehacer político de todos los días. YOUKALI, 6 de proposiciones. A lo más que puede apelar Kant para unificar las facultades en el contexto de su obra crítica es a un juez (el Juicio o la facultad de juzgar) capaz de establecer “pasos” o mediaciones entre las distintas familias de proposiciones pero sin reducirlas nunca a unas mismas reglas de validación universal. La tarea del filósofo es la crítica de las pretensiones de validez de una u otra familia de proposiciones (las referentes, por ejemplo, a lo que es conocimiento, a lo que es verdad, a lo que es justo, etc.), tarea que no tiene en sí misma un único criterio de validez sino muchos y muy diversos, cada uno de ellos relativo a cada discurso parcial de la realidad, siendo éstos inconmensurables entre sí. Se trata, por tanto, de una tarea teórica de deslegitimación de la legitimación metanarrativa (filosófica) que pretendía dar validez a la unidad de todos los saberes y actividades humanas en el contexto del despliegue de una historia universal. Las narraciones de las filosofías de la historia se desvelan así como una “ilusión transcendental” incapaz de ofrecer un campo de conocimiento propio. La familia de las proposiciones histórico-políticas carece de reglas de validación propias, al contrario de lo que ocurre con otras familias de proposiciones, y por ello no puede fundar su propio campo o dominio de conocimiento: toda proposición que trate de revelar una narrativa histórica se desvela necesariamente como falsa. Lo histórico-político en cuanto tal es inobjetivable, inefable, impresentable, puesto que las reglas de la objetivación (o de la presentación intuitiva) por definición no pertenecen a lo históricopolítico. A lo sumo lo histórico-político, como ocurre con la facultad de juzgar o con lo crítico en general, sólo puede reconocer la legitimidad de las respectivas pretensiones de validez de las diversas familias de proposiciones, pero no puede establecer un criterio o regla universal que las haga a todas ellas conmensurables, como sucedería en el supuesto de que, en efecto, la historia universal tuviera un campo propio de conocimiento con sus propias reglas de validación en la que confluyeran todos los diversos campos del saber. Lo histórico-político (que para Kant como para Lyotard es análogo a lo crítico) sugiere “pasos” entre regiones de objetos sometidos a reglas que son, sin embargo, diversas e inconmensurables. Estos “pasos”, restablecen la “unidad de lo histórico-político”, pero una unidad que sólo puede ser una conciencia de la fragmentación inconmensurable de las distintos campos del saber, una unidad que no es sino afinidad de lo heterónomo y heterogéneo, diversidad en la unidad. De ahí la metáfora del archipiélago que presenta cada uno de los géneros de discurso como una isla y a la facultad de juzgar (el tribunal de la crítica) como un almirante que envía de una isla a otras expediciones destinadas a presentar a una lo que encontraron en otra. Este almiran- El conocimiento y el mundo página 64 YOUKALI, 6 DETERMINACIÓN DE LA IDEA DE CRÍTICA EN EL CONJUNTO DE LA OBRA DE KANT Nuestro propósito a continuación es determinar el significado que posee la idea de crítica en el conjunto del sistema kantiano con el fin de clarificar el sentido que va a cobrar la crítica kantiana de la historia. En esta medida, el siguiente apartado puede entenderse como una “propedéutica” para la reconstrucción que más adelante vamos a hacer del problema que aquí nos ocupa: la crítica que Kant hace a lo histórico-político. timada, cuya legitimación le viene de fuera, de la labor que previamente ha hecho la crítica en cuanto tal. Kant distingue entre filosofía, entendida como “sistema del conocimiento racional por conceptos”, y crítica de la razón pura: “La filosofía es el sistema del conocimiento racional por conceptos, lo cual ya basta para dis- Lo crítico es análogo a lo político La obra de Lyotard El entusiasmo tiene como tema fundamental “lo político”, que no la política ordinaria, en su retirada. De ahí que en su libro Lyotard se refiera principalmente a los textos kantianos relativos a lo histórico-político, excluyendo de éstos el cuerpo filosófico kantiano sobre la doctrina del derecho (que fundamentalmente se encuentra expuesta en la primera parte de la Metafísica de las costumbres). Ésta “elección” se debe a una determinada perspectiva de lo histórico-político que adopta Lyotard, y que en el fondo se reduce a una determinada forma de entender la praxis política y lo político. Es decir, se debe a una “decisión política” el hecho de que Lyotard escoja determinados textos kantianos en lugar de otros (como los relativos a la doctrina positiva del derecho, que aquí quedan excluidos) para exponer lo que será, a su modo de ver, la crítica kantiana de la historia. La primera tesis sobre la que asienta Lyotard su crítica de la historia consiste en analogar lo propiamente crítico en el sentido kantiano a lo político. Según Lyotard, la proposición política en Kant es análoga a la proposición crítica en la medida en la que lo crítico no es doctrinal. ¿Por qué? Porque según Lyotard existe una afinidad o analogía entre lo crítico kantiano (el “tribunal” de la razón, el “juez”, metáforas a las que se refiere Kant para expresar la labor de la crítica) y lo histórico-político: ambos han de juzgar sin poseer la regla del juicio, a diferencia de lo que sucede con una doctrina positiva del derecho (de una jurisprudencia positiva) que sí posee siempre un cuerpo de leyes positivas con el que juzgar. La proposición doctrinal o sistemática (metafísica) en la obra crítica de Kant ha de venir siempre después de la proposición crítica: lo doctrinal o la doctrina tiene la regla de su validez fuera de sí misma: en la idea crítica de sistema. En este sentido, la proposición doctrinal es siempre una proposición legi- 5.- Crítica del juicio, Madrid, Espasa Calpe, 2007, pág. 101. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net tinguirla de una crítica de la razón pura, puesto que ésta última supone una indagación filosófica sobre la posibilidad de semejante conocimiento sin formar parte integrante empero de éste por el hecho mismo de que esboza primero la idea y luego la pone a prueba”5. La idea de filosofía aquí mentada es la idea que tiene Kant de filosofía en sentido “escolar” (la filosofía dogmática de las escuelas o la filosofía escolástica no crítica), que es aquella “ciencia” que procedería por meros conceptos sin previa crítica de sus posibilidades y límites para proporcionar conocimiento verdadero. Por el contrario, una crítica de la razón pura (o una filosofía crítica) sería aquella que somete a los conceptos generados por la razón a una crítica previa de sus límites y posibilidades, sin que esta indagación forme parte integrante (parte positiva, doctrinal) del sistema de conocimientos. Así pues, la cuestión de la crítica es, según lo expuesto, la cuestión de en qué consiste la validez de las proposiciones, que en el caso de la primera crítica es la validez de las proposiciones que proporcionan conocimiento y en el caso de la segunda de las proposiciones que se ajustan a la ley moral. Esta validez o legitimidad de la que hablamos será aquello por lo que determinados enunciados son válidos en tanto que otros no; se trata simplemente de la posibilidad de distinguir entre válido y no válido en los distintos dominios o campos del saber. 6.- Idem, pág. 99. 7.- Crítica de la razón pura, Madrid, Taurus, 2005, pág. 652. 8.- Idem, pág. 9. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 65 más difícil de sus tareas, a saber, la del autoconocimiento y, por otra, para que instituya un tribunal que garantice sus pretensiones legítimas y que sea capaz de terminar con todas las arrogancias infundadas, no con afirmaciones de autoridad, sino con las leyes eternas e invariables que la razón posee. Semejante tribunal no es otro que la misma crítica de la razón pura”8. Ahora bien, este tribunal de la razón o juez consiste en un caso especial y anómalo de tribunal, pues a diferencia de lo que ocurre con los tribunales ordinarios de un Estado, no cuenta con ningún código civil de derecho positivo ni con una compilación de jurisprudencia empírica resultado de otros juicios previos que le pueda servir para juzgar. Los criterios con los que este tribunal de la razón ha de juzgar cada una de las proposiciones que se pretendan válidas no surgen de ninguna doctrina previa, sino que la razón ha de sacarla de sí misma sin que se apoyen en ninguna otra cosa. La crítica establece la validez de unos criterios y con ellos juzga la legitimidad de los casos particulares (con ellos dice si tal o cual proposición hacen al caso o no), pero no puede fundar esos criterios en otro criterios anteriores. Aquí, por tanto, surge una dificultad para la crítica, pues, o bien 1) hay que admitir una indagación que regrese ad infinitud en su búsqueda del fundamento último (lo cual impediría de facto todo juicio), o bien, 2) la crítica nos proporciona sin más un criterio válido que permita establecer el juicio en cada caso particular sin necesidad de remontarnos a un principio anterior, o bien 3) borramos las diferencias entre crítica y doctrina y tra- YOUKALI, 6 Una proposición de doctrina (una proposición que pretenda establecerse como efectivamente verdadera, justa, libre, etc.), para ser aceptada como tal, antes tuvo que ser juzgada por el tribunal de la crítica: esta es la obra de la crítica en cada uno de los campos, territorios o dominios del saber, o en cada una de las “familias de proposiciones” (usando las expresiones wittgenstenianas de Lyotard). La crítica, por tanto, es aquella indagación previa (propedéutica) que se ocupa de todo aquello en lo que consiste la validez de cada modo de discurso con anterioridad e independencia del contenido al que en cada caso haya de reconocerse esa validez. El mismo Kant lo expresa de este modo: “La crítica de las facultades del conocimiento, en consideración de lo que pueden éstas realizar a priori, no tiene propiamente esfera alguna en lo que toca a los objetos, porque no es una doctrina, sino que se propone investigar tan sólo, según el estado de nuestras facultades, si una doctrina es posible por medio de ellas y cómo lo sea. Su campo se extiende sobre todas las pretensiones de las mismas para mantenerlas en los límites de su legitimidad”6. Así, habremos de entender lo doctrinal como algo contrapuesta a lo crítico, en tanto que lo doctrinal es lo legitimado y lo crítico lo legitimador. O dicho de otro modo, lo crítico es la indagación de las condiciones de validez de cada uno de los modos de discurso o familias de proposiciones, mientras que lo doctrinal será lo que se dice de forma válida en cada una de esas familias. La crítica pregunta en qué consiste la validez de tal o cual proposición, y la doctrina será lo que se dice en dicha proposición. La crítica es lo formal condicionante, y la doctrina es lo positivo condicionado. En definitiva, no se trata de otra cosa sino de distinguir entre crítica y metafísica: “La filosofía de la razón pura es o bien propedéutica (preparación), que investiga la capacidad de la razón respecto de todo conocimiento puro a priori y se llama crítica, o bien el sistema de la razón pura (ciencia), el conocimiento filosófico (tanto verdadero como aparente) global, sistemáticamente conjuntado, y derivado de la razón pura, y que se denomina metafísica”7. La metáfora que usa Kant para representar esta labor de la crítica es la de un tribunal o la de un juez: “Es obvio que tal indiferencia no es efecto de la ligereza, sino del Juicio maduro de una época que no se contenta ya con un saber aparente; es, por una parte, un llamamiento a la razón para que de nuevo emprenda la El conocimiento y el mundo página 66 YOUKALI, 6 tamos de fundar la crítica en un primer principio a priori autoevidente que no necesite de otra justificación previa para su validez que la de su propia evidencia, y deducir de ahí el contenido doctrinal de las distintas metafísicas. La solución de Hegel (que en el fondo podemos considerarla como el paradigma de todos los grandes relatos de la historia) irá encaminada por esta “tercera vía”, tratando de construir el sistema de la filosofía a partir de un solo principio que unifique lo racional con lo real, los criterios, o más bien, el criterio, con la doctrina. Sería muy largo desarrollar aquí una explicación del sistema hegeliano para mostrar a fondo y en forma esto que estamos señalando. Baste con decir que en Hegel, a diferencia de Kant, el relato histórico del engendramiento de la filosofía que valida a todos los saberes (o familias de proposiciones) es al mismo tiempo el juicio pronunciado por el tribunal de la razón. Para Kant, la filosofía crítica sólo expone e indaga las condiciones de posibilidad de los distintos saberes, los cuales poseen a su vez distintas condiciones de posibilidad según el modo de discurso en el que nos encontramos. Para Kant, la filosofía no es ella misma saber ni tampoco es capaz de proporcionar los principios de las cuales se deduce el conocimiento; antes al contrario, hallar las condiciones de posibilidad de cada saber es remontarse a sus principios a partir del material ya dado en la intuición. En cambio, para Hegel, el desarrollo de la historia y la legitimación de los saberes constituyen un mismo proceso que se deduce de un solo principio. Todas las formas del pensar (todos los criterios de validación de los saberes) son al mismo tiempo principios de lo real que se despliegan en el devenir de la historia a partir de la deducción del Absoluto. La lógica en Hegel se transforma en metafísica y hace desaparecer toda diferencia entre forma y contenido, método y aplicación, crítica y doctrina. Ahora bien, para Kant lo crítico nunca puede prestarse a doctrina. La indagación filosófica habrá de remontarse hasta los criterios o reglas de validación de cada uno de los saberes positivamente dados, pero nunca podrá establecer unos principios de los que se deduzca el saber. Esto significa que el juez o el tribunal de la crítica no tiene necesidad de la validez o legitimación que por el contrario sí requiere la doctrina. Por lo tanto, los juicios del tribunal (las reglas de validez que determina el juez) juzgan la validez de las proposiciones sin poseer a su vez una regla de validación, regla que, por otra parte, tampoco necesita y que no tiene que buscar. Por decirlo de algún modo, su misma autoridad le asiste. En conclusión, diremos que así como lo crítico en Kant no puede ni debe prestarse a doctrina, tampoco lo histórico-político puede prestarse a doctrina. Es en ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net este sentido en el que lo político en Kant es análogo a lo crítico: lo político al igual que lo crítico no tiene propiamente esfera alguna en lo que toca a los objetos, porque no es doctrina, sino crítica, discernimiento, establecimiento de condiciones de validación. Más adelante veremos en que sentido lo histórico-político puede entenderse como crítica de los saberes (la imagen del archipiélago nos lo clarificará) y como crítica de los acontecimientos históricos. El archipiélago de las facultades Hasta aquí hemos presentado la labor de la crítica (del tribunal de la razón) como aquella investigación filosófica que consiste en remontarse hasta los principios que validan o invalidan las pretensiones de las proposiciones de cada género de discurso. Siguiendo el modo de proceder de la crítica kantiana, también hemos determinado la existencia de una pluralidad irreductible de distintas reglas o rangos de validez para los distintos géneros de discurso. El hecho de sostener que jamás se puede deducir de una proposición perteneciente a un género de discurso otra que pertenece a otro, por ejemplo, que jamás podremos deducir de una proposición cognoscitiva una proporción de conducta moral, nos obliga a reconocer una frontera infranqueable entre los distintos géneros de discursos. Afirmar que no puede haber discurso válido que transite de lo cognoscitivo a lo práctico o viceversa (por seguir la distinción kantiana entre razón teórica y razón práctica) equivale a afirmar que lo cognoscitivo y lo práctico no son partes de un todo, si no que por así decirlo, cada dominio forma en sí mismo una “totalidad” diferente e irreductible. Ahora bien, la idea de una razón fragmentada parece entrar en contradicción con la idea de razón misma, ya que el concepto de razón implica la capacidad de El conocimiento y el mundo página 67 cada una, según el contenido, su propia legislación, por encima de la cual no hay ninguna otra (a priori), y que justifica, por tanto, la división de la filosofía en teórica y práctica. Pero en la familia de las facultades de conocer superiores hay, sin embargo, un término medio entre el entendimiento y la razón. Este es el Juicio, del cual hay motivo para suponer, por analogía, que encierra en sí igualmente, si no una legislación propia, al menos su propio principio, uno subjetivo, a priori, desde luego, para buscar leyes, el cual, aunque no posea campo alguno de objetos como esfera suya, puede, sin embargo, tener algún territorio y una cierta propiedad del mismo, para lo cual, justamente, sólo el tal principio sería valedero”10. Es, por lo tanto, la facultad de juzgar el medio con el cual Kant tratará de resolver el problema de la unidad de la razón. ¿Pero en qué sentido resuelve Kant el problema de la unidad de la razón, esto es, que tipo de unidad es la que posee la razón? De nuevo la unidad no podrá ser doctrinal (no podrá ser, por ejemplo, la unidad del Absoluto tal y como ocurre en el idealismo hegeliano), sino sólo aquel tipo de unidad que le pueda conferir la crítica. En este sentido, es la facultad de juzgar la que interviene para dar unidad a la razón en tanto que es esta facultad la que interviene en cada caso particular cada vez que se trata de decir que “esto hace al caso” y validar una proposición según las reglas específicas del género de discurso al que pertenece. 9.- Quizá convenga subrayar aquí que para Lyotard la cuestión ya no se debate dualmente entre “naturaleza” y “libertad”, como sucediera con Kant, sino entre una pluralidad pragmático-lingüística de “géneros de discurso” distintos y heterogéneos, “juegos de lenguaje” o “islas de proposiciones” (es en este punto en el que Lyotard más se aleja de la “lógica de las facultades” de Kant para aproximarse al resultado de las investigaciones filosóficas del segundo Wittgenstein). El contexto filosófico en el que se mueve cada uno es distinto; no obstante, el propósito de ambos se puede entender en los mismos términos: abandonar la dialéctica hegeliana desde un Kant “post-hegeliano”, es decir, desde una concepción de la historia de la humanidad que no se resuelva en un desarrollo cerrado y predeterminado de la misma, sino abierto y sin finalidad. 10.- Crítica del Juicio, Madrid, Espasa Calpe, 2007, pág. 99-100. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 insertar a todos los saberes en una sola totalidad o en un mismo sistema racionalmente organizado de conocimientos. Además de una razón “teórica” y de una razón “práctica”, hay la necesidad de que se trate de una sola y única razón. Kant mantuvo la distinción radical entre ambas razones con el fin de subrayar que la razón pura puede ser inmediatamente práctica, esto es, que su uso práctico no depende de un previo uso teorético ni que tampoco se deduce de él, pero una vez distinguida la validez específica de cada tipo de discurso es necesario resolver el problema de en qué sentido es uno y el mismo sujeto el que de derecho posee todas las facultades, tanto las teórico-cognoscitivas como la práctico-moral. Que necesariamente sea el mismo sujeto el que se enfrenta teoréticamente a la naturaleza y el que al mismo tiempo haya de ser libre en su conducta moral, es la cuestiòn que tiene que resolver Kant cuando se plantea el problema de la unidad de la razón. Todo decir válido ha de poder formar contexto con cualquier otro decir válido en un sistema de los discursos válidos; todo ello, por lo tanto, ha de ser de derecho los distintos discursos válidos (o las distintas facultades) de un mismo sujeto. En otras palabras: aparte del hecho de que haya dadas distintas reglas de validación en virtud de las diversas formas de los distintos géneros de discurso, es una exigencia de la razón buscar la unidad entre todas ellas. De ahí que desde la perspectiva de la razón, todas las reglas de validez hayan de poder ser consideradas desde el punto de vista de la unidad de lo diverso. Es precisamente este problema el que Kant pretende resolver en la tercera crítica (Crítica del juicio), que pretende ser el puente entre las otras dos críticas9 . En esta obra la función del juicio se presenta como una actividad capaz de mediar entre la razón teórica y la razón práctica. El juicio es aquí el engarce que viene a mediar entre la naturaleza (el ser) y la libertad (el deber ser): “Los conceptos de la naturaleza, que contienen la base de todo conocimiento teórico a priori, descansaron sobre la legislación del entendimiento. El concepto de libertad, que contiene la base de todos los preceptos prácticos incondicionados, descansó sobre la legislación de la razón. Ambas facultades, pues, además de poder, según la forma lógica, aplicarse a principios, cualquiera que sea su origen, tienen El conocimiento y el mundo página 68 YOUKALI, 6 En la Introducción a la Crítica del juicio, Kant reconoce esta dispersión de las familias de proposiciones (o de las “familias de las facultades”, en términos de Kant) y plantea el problema de su unidad en términos de encontrar pasos o tránsitos entre familias heterogéneas: “Todas las facultades del alma o capacidades pueden reducirse a tres, que no se dejan deducir ya de una base común, y son: la facultad de conocer, el sentimiento de placer y dolor y la facultad de desear. Para la facultad de conocer, solamente el entendimiento es legislador cuando aquélla (y esto debe ocurrir cuando se la considera en sí, sin mezcla con la facultad de desear), como facultad de conocimiento teórico, es referida a la naturaleza (…). Para la facultad de desear, como facultad superior, según el concepto de libertad, sólo la razón (en la cual solamente este concepto reside) es legisladora a priori. Ahora bien: entre la facultad de conocer y la de desear está el sentimiento de placer, así como entre el entendimiento y la razón esta el Juicio. Es, pues, de suponer, al menos provisionalmente, que el Juicio encierra igualmente para sí un principio a priori, y que, (…), realiza también un tránsito de la facultad pura de conocer, o sea, de la esfera de los conceptos de la naturaleza, a la esfera del concepto de la libertad, del mismo modo que en el uso lógico hace posible el tránsito del entendimiento a la razón”11. Dejando a un lado las cuestiones relativas a la facultad de placer y dolor y al gusto que Kant tematiza en su tercera crítica, por lo que aquí nos interesa sólo nos fijaremos en la función que cumple la facultad de juzgar en relación con las otras facultades. En primer lugar, lo que nos ha de llamar la atención es que Kant reconoce a las tres facultades del 11.- Idem., pág. 99-100. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net alma humana (entendimiento, razón y Juicio) como tres facultades que no se dejan deducir de una base común, sino como tres facultades independientes con una validez distinta para cada una de ellas: la validez que proporciona el entendimiento en el caso del conocimiento, la validez de la razón en el caso de la conducta libre y la validez del Juicio en tanto que “raíz común” a ambas. En efecto, la facultad de juzgar, a causa de su ubicuidad en todo acto de juzgar la validez de una proposición según las reglas de validación de cada género de discurso, se presenta como una capacidad de poner en comunicación (de “hacer posible el tránsito”) a las distintas facultades, hasta el punto de que por esta razón se considerara al Juicio como un poder capaz de unificar a la diversidad de familias de proposiciones, pero de unificarlas sólo en este sentido crítico y no doctrinal. La validez de la facultad de juzgar, por tanto, no consistirá en la validez de tal o cual género de discurso, sino en el hecho mismo de que para todo género de discurso ha de haber una validez determinada. La validez del Juicio consiste simplemente en que todo campo de objetos (o toda familia de proposiciones) ha de poseer su propia validez y reglas. En esta medida, la función del Juicio consistirá tan sólo en buscar o en remontarse a las reglas propias de validez de cada discurso, y de ahí que éste no posea campo alguno de objetos como esfera suya, pues, considerado en general, el Juicio no puede tener ninguna metafísica de objetos adscrita, en tanto que, en general, sólo consiste en la capacidad de validar a cada proposición dentro de las reglas propias de su género de discurso. En todas y cada una de las familias de proposiciones, el Juicio o la facultad de juzgar interviene estableciendo la validez que pertenece respectivamente a cada una de esas familias y esa es la única unidad que puede poseer la razón. Ahora bien, un segundo desafío para Kant, afrontado también en laCrítica del Juicio, tiene que ver con circunscribir más de cerca los contornos de la facultad de juzgar en tanto que ésta ha de tener la posibilidad de poner en comunicación géneros de discurso radicalmente distintos, sin dañar o afectar la singularidad e independencia “jurídica” de cada uno. En este sentido, Lyotard propone la metáfora de un archipiélago para presentar la idea de dispersión de las facultades que encontramos en la obra crítica de Kant en tanto que éstas son entendidas como capacidades de conocimiento en general, es decir, como capacidades para determinar mediante reglas campos de objetos distintos con distinta validez. Así, pues: “Cada uno de los géneros de discurso sería como una isla; la facultad de juzgar sería, por lo menos en parte, como un almirante que enviara de una isla a otras expediciones 12.- El entusiasmo, Barcelona, Gedisa, 1994, pág. 39. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 69 YOUKALI, 6 destinadas a presentar a una lo que encontraron en la otra y que podría servir a la primera intuición “como si” para validarlo. Esta fuerza de intervención (el Juicio) no tiene objeto, no tiene su isla, pero exige un medio que es el mar, el Archepelagos, el mar principal como se llamara otrora el mar Egeo”12. Las facultades (o las familias de proposiciones, en el lenguaje de Lyotard) encuentran así su objeto en cada una de las islas; cada una de ellas delimita en el archipiélago su territorio propio de acuerdo con una legalidad determinada que las separa de todas las demás, pero la facultad de juzgar no encuentra ningún territorio propio, ninguna isla que le pertenezca, sino que sólo se limita a asegurar puentes o pasos entre ellas. El punto que ahora interesa resaltar es el siguiente: mientras que cada facultad juzga la validez dentro de su propio territorio, en el archipiélago hay un juez (facultad de juzgar) que juzga y determina los puentes que se establecen entre las distintas islas. Pero, ¿cómo ejerce la autoridad este juez? Es importante recordar que este juez es el filósofo, y la crítica, el tribunal desde el cual enjuicia. Las distintas facultades juzgan de acuerdo a reglas ya establecidas en cada territorio con las que la razón no hace otra cosa que encontrárselas dadas; el entendimiento tiene a la mano las reglas para juzgar las intuiciones; la razón práctica tiene las reglas de la ley de la libertad para juzgar la moralidad de los actos humanos. Pero, en cambio, el juez (filósofo) que observa y ordena a todas las facultades, juzga desde un tribunal que no tiene reglas previas y que tampoco puede tenerlas. Recordemos de nuevo que para Lyotard Kant es un filósofo que no cayó en un “metarrelato” de la historia justamente porque no encontró un conjunto de reglas válidas para todas las facultades, o para todas los géneros de discurso (no encontró ninguna “ciencia de la lógica” que dispusiera de la forma pura de todo tipo de saber). Es por esto por lo que el juez filósofo entra en juego sólo para establecer los puentes que permitan comunicar o navegar entre islas y no para deducir los pasos lógicos que las unifiquen en un mismo todo. Pero, ¿cómo pone en comunicación la facultad de juzgar a las distintas facultades? Esto sólo es posible a partir de la “guerra” o enfrentamiento que hay entre las legalidades heterogéneas e inconmensurables de las facultades y que la facultad de juzgar se encarga de poner de manifiesto. En este sentido, es posible mostrar algunos de estos pasos o enfrentamientos entre legalidades heterogéneas que encontramos en las facultades. Por ejemplo, la ilusión transcendental: ¿cómo sabemos que las proposiciones dialécticas que tienen la forma aparente de una proposición cognitiva en realidad no son sino un espejismo de conocimiento?; ¿y en base a qué podemos decir que la validez de los meros razonamientos lógicos no coinciden con la legalidad del entendimiento? La validez de los meros razonamientos y la validez del conocimiento no es la misma porque no podemos presentar en el caso de las proposiciones silogísticas un objeto dado en la intuición, es decir, dado en el espacio y el tiempo, como si ocurre en el caso de las proposiciones cognitivas. En este sentido, el proceder de la razón por “meros conceptos” es algo totalmente distinto del entendimiento. El entendimiento es la facultad de los conceptos, pero de los conceptos en tanto que estos no son meros conceptos de razón, sino en tanto que funcionan como representación de la unidad de una regla según la cual una multiplicidad de intuiciones es recorrida, reunida y enlazada. El entendimiento está referido a la intuición; la razón, en cambio, toma los conceptos como meros conjuntos de notas, prescindiendo su relación con la intuición y operando con ellos sólo según las reglas de validez de la lógica general. Por eso la razón no es una facultad de conocimiento (Kant dice que es la “facultad de los principios” en tanto que es capaz de derivar proposiciones a partir de principios generales), sino sólo una facultad que procede por meros conceptos según las reglas de la lógica general y que busca en la serie de las condiciones lo incondicionado (o el absoluto). Pero lo que es susceptible de presentación en las proposiciones de la razón como objeto propio para legitimarlas (alma, mundo y Dios), no es nunca un objeto de experiencia posible (la totalidad de las condiciones de lo empírico nunca puede ser al mismo tiempo una experiencia dada en la intuición). La labor de la crítica consiste aquí, una vez identificada la regla de proceder de la razón, en aislarla de la validez propia del entendimiento y declarar que los productos de la mera razón no son nunca conocimien- El conocimiento y el mundo página 70 YOUKALI, 6 to. Lo que resulta del proceder de la razón es así, ciertamente, una apariencia, pero una apariencia necesaria (una “ilusión transcendental”) porque su apariencia de conocimiento no se disipa ni siquiera una vez advertida: “La ilusión transcendental no cesa, en cambio, aunque haya sido ya descubierta y se haya comprendido claramente su nulidad a través de la crítica transcendental”13. Así, la razón hace “como si” hablará de fenómenos, pero la crítica la restablece a sus justos límites o a su propia validez. Otro ejemplo no menos importante de tránsito o paso entre facultades es el que Kant llama “tipo de la ley moral” en la Típica del Juicio puro práctico, que se encuentra en el segundo capítulo de la Analítica de la Crítica de la razón práctica. Aquí se trata de la cuestión de determinar en cada caso si una acción posible para nosotros en la sensibilidad es un caso que cae o no bajo la regla práctica que impone la razón pura. El Juicio práctico es el que se encarga de aplicar a cada acción particular lo que ha sido establecido universalmente en la regla práctica. Ahora bien, dado que todos los casos que ocurren de acciones posibles para nosotros no pueden ser más que casos empíricos, el problema que se plantea aquí es saber cómo es posible aplicar a una acción particular una ley universal de la libertad así como también la idea suprasensible de bien moral. Todo en la experiencia nos es dado en la intuición según condiciones, mientras que el bien moral es algo incondicionado y suprasensible por lo que se refiere a su objeto y, por tanto, no puede encontrarse para él ninguna intuición en la sensibilidad que lo pueda validar. Entonces, ¿cómo saber si una acción dada en la experiencia cae bajo el caso de la ley moral? La razón pura especulativa disponía de un medio para escapar a esta dificultad: como su uso teórico versaba sobre intuiciones sensibles, a las cuales se podían aplicar los conceptos puros del entendimiento, tales intuiciones podían darse a priori. De este modo, a la ley natural, como ley a la que se someten las intuiciones sensibles (o todo objeto de experiencia sensible), tiene que corresponder un esquema, esto es, un procedimiento universal que bosqueja la imaginación transcendental. Pero la ley de la libertad (como causalidad incondicionada o no condicionada sensiblemente), y por ende, también el concepto de bien moral, no pueden tener ninguna intuición a su base, y por esto mismo, tampoco ningún esquema. Así pues, al parecer de Kant, no queda más remedio para solucionar el problema del conocimiento práctico de las acciones morales que acogerse al recur- 13.- Crítica de la razón pura, Madrid, Taurus, 2005, B-354/ A-297. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net so de una ficticia sensibilización de la ley moral misma concibiéndola “como si” fuera una ley natural y haciendo así de la ley natural “el tipo de la ley moral”. Nos encontramos, por tanto, ante lo que Kant llama fórmula o formulación de la “ley universal de naturaleza” del imperativo categórico. Según esta fórmula, el imperativo categórico reza como sigue: “obra como si la máxima de tu acción hubiera de volverse, por voluntad tuya, ley universal de la Naturaleza”. Para Kant, es a partir de esta regla como todo el mundo juzga si una acción es moralmente buena o mala, y aunque esta comparación de la máxima de mi acción con una ley universal no es fundamento de determinación de la voluntad, consiste al menos en un criterio para reconocer la moralidad de mis acciones. No podemos hacer un inventario de todos los “pasos” que Kant hace a lo largo de su obra crítica para mostrar pormenorizadamente de qué modo el Juicio pone en contacto a las distintas facultades. Baste los dos ejemplos que hemos puesto (la ilusión transcendental y el tipo de la ley moral) para dar muestra de este tipo de operación de analogía por la que se muestra una síntesis de lo legalmente heterogéneo (de lo que parece conocimiento pero no lo es o de lo que parece una ley de la naturaleza pero no lo es) para poner en comunicación a facultades distintas y mostrar la diferencia de legalidad que hay entre ellas. Obviamente, esta síntesis efectuada por la analogía (por el “como si”), como no puede ser de otro modo, no es de derecho, sino más bien hecha contra el derecho, operación a la que el juez crítico transige o permite hacer sin que ninguna regla le autorice simplemente para mostrar la diferencia entre facultades o familias de proposiciones heterogéneas. Recapitulando, diremos, pues, que el juez crítico decide sobre la legitimidad que corresponde a la validez de cada familia de proposiciones. Al hacerlo, divide al sujeto transcendental en facultades “insulares”, y al campo de todos los objetos posibles en general en un archipiélago de dominios separados por legalidades heterogéneas. El tribunal de la crítica reconoce la legitimidad de las respectivas pretensiones de las diversas familias de proposiciones y, por ende, su inconmensurabilidad. El juez muestra de este modo que no hay un conjunto de reglas válidas para todas las facultades, o para todas las familias de proposiciones (como pretendió hacer más tarde el idealismo hegeliano), sino que cada una posee las suyas propias. Ahora bien, el juez también permite el paso o el tránsito de unas islas a otras para presentar el resultado de lo La radicalidad de la crítica kantiana de la historia reside precisamente en el hecho de que va a negar la realidad de un posible objeto (metafísica) histórico-político, de lo cual resultará la imposibilidad de una facultad de conocer histórico-política (“sobre la historia no puede haber ciencia o conocimiento”, esto es lo que resumidamente sostendrá Kant). Como ya hemos visto, dentro de la crítica kantiana de la facultad de conocer, sólo los fenómenos dados en la intuición pueden tener una realidad cognoscible, es decir, sólo aquello del concepto que es aplicable a las intuiciones posee realidad y puede ser objeto de conocimiento. Ahora bien, los fenómenos también poseen la propiedad de estar condicionados y ser condicionantes de otros fenómenos, cuyas series completas, que nunca están dadas de modo absoluto en la intuición (pues no son sino “simples ideas” que se refieren a la totalidad de la síntesis de los fenómenos), constituyen un “sistema de las ideas cosmológicas”, esto es, un sistema de aquellas ideas transcendentales que se refieren a la absoluta totalidad de la síntesis de los fenómenos dados en la intuición. Ya hemos hablado de la ilusión transcendental como aquel espejismo de conocimiento que se genera cuando la razón humana se inclina a formular meros razonamientos lógicos prescindiendo de la intuición. Cuando esto sucede y se considera a la lógica general como órgano de conocimiento, ésta se convierte siempre en una “lógica de la apariencia”. Esto ocurre porque la lógica, por sí sola y sin la ayuda de la experien- El conocimiento y el mundo Sobre la historia no puede haber ciencia página 71 “NO SABEMOS, PERO SENTIMOS”: LO QUE SE DA EN EL ENTUSIASMO O LA CRÍTICA KANTIANA DE LA HISTORIA cia, no puede producir conocimientos, sino sólo nociones aparentes o ficticias que se presentan “como si” fuesen conocimientos. En esta medida, la razón no produce conceptos en sentido propio, sino que más bien “libera” a los conceptos del entendimiento de las limitaciones que impone toda experiencia posible al intentar extenderlo más allá de las intuiciones (aunque siempre en referencia a todas ellas). Ahora bien, ¿cómo se produce esta “emancipación” del concepto? Para ello la razón realiza el siguiente razonamiento: “si se da lo condicionado –el fenómeno-, se dará también la suma de las condiciones y, por tanto, lo absolutamente condicionado”. La razón exige así para un condicionado dado cualquiera una totalidad absoluta de las condiciones y convierte a la categoría del entendimiento en una idea transcendental, con el fin de conferir a la síntesis empírica una completitud absoluta. Cuando aplicamos de este modo la razón a la síntesis objetiva de todos los fenómenos y pretendemos dar por bueno su resultado (la unidad incondicionada de la totalidad de las intuiciones) nos encontramos con las ideas cosmológicas. Aquí, la idea de mundo (idea que subsume bajo sí misma a todas las ideas cosmológicas), como totalidad absoluta de todos los fenómenos, revela su ilegitimidad o falta de validez al motivar ideas antitéticas que se presentan provistas de igual verosimilitud. Estas afirmaciones son las célebres “antinomias de la razón pura”, verdaderos conflictos de la razón consigo misma, de los cuales ella no puede salvarse si no es abandonando el principio mismo del que nacen, la idea de mundo. Ahora bien, por lo que aquí nos interesa discutir, sólo diremos que la historia humana entra al mundo como ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 encontrado en una a otra. Es decir, el juez no se detiene simplemente en la presentación de las distintas formas de legalidad: sugiere “pasos” precisamente entre regiones de objetos sometidos a reglas que son, sin embargo, diversas e inconmensurables. Estos “pasos” restablecen la unidad de la razón, aunque de un modo débil o fragmentado en tanto que tan sólo se limitan a mostrar la diferencia inconmensurable de legalidades heterogéneas. Finalmente, con ello se expresa también el tipo de unidad que pertenece a lo históricopolítico en tanto que, al igual que lo crítico (recordemos la primera tesis: lo crítico es análogo a lo histórico-político), lo histórico-político no se puede expresar bajo un género de discurso, sino que consiste precisamente en reconocer la pluralidad irreductible entre géneros de discurso distintos. El conocimiento y el mundo página 72 YOUKALI, 6 una serie más de fenómenos14. Dicha serie, como sucede con todas las series de las ideas cosmológicas, no está dada en la experiencia como intuición, cosa del todo inconcebible, sino que sólo nos es “dada” como objeto de una simple idea. Ciertamente, siempre será posible hacer una proposición del entendimiento, es decir, un conocimiento científico, acerca de las secuencias particulares de la serie en la cual pueda haber una presentación en la intuición. Pero lo que interesa señalar a este respecto es que la totalidad de la experiencia, en tanto que totalidad sintética de todos los fenómenos, no puede ser nunca a su vez una experiencia, esto es, algo dado en la intuición, y, por consiguiente, ninguna totalidad de condiciones puede tener nunca un valor objetivo o cognoscitivo. Precisamente por esto las ideas transcendentales son ideas y no objetos, de lo cual se desprende que la historia, como totalidad sintética o como serie completa de todos los fenómenos, no puede tener un objeto propio sobre el cual fundar una ciencia. Pero a esta dificultad que plantea la serie de los fenómenos históricos para constituirse como ciencia, aún se le pueden añadir más inconvenientes teóricos o cognoscitivos. En el caso de la síntesis regresiva de los fenómenos que asciende hacia el principio de la serie (los antecedentes), se añade además la dificultad de que tanto la totalidad de hechos pasados como su comienzo no son intuibles. El tiempo transcurrido hasta el momento presente es pensado necesariamente como dado, pero no puede ser determinado (conocido) por nosotros. Las condiciones antecedentes se dan por supuestas, pues de ellas dependen que se nos puedan dar las condiciones presentes, pero salvo que se tenga algún registro positivo de ellas, nada podemos saber. Ahora bien, todavía se presenta peor, por otra parte, en lo que se refiere a la síntesis progresiva de los fenómenos que desciende hacia el futuro (las consecuencias). Aquí además se agrega la dificultad de conectar efectos que todavía no están presentes y sobre los cuales no hay documentos en absoluto (como en ocasiones ocurre en el caso de las causas o antecedentes) con fenómenos presentes o reales. Más aún: hasta se podría admitir que cuando se trata de la síntesis de las series descendentes (es decir, los fenómenos futuros) el problema de su unidad con el presente se convierte en un problema superficial. La serie de los fenómenos sólo plantea el problema de su comienzo cosmológico, pero no el problema de su fin. Como no son las consecuencias las que hacen posible sus condiciones, sino que, por el contrario, las presuponen, se puede prescindir del descenso de la condición hacia lo condicionado por ella misma, con lo cual el problema de si la serie termina o tiene continuidad se desvanece: “Cuando esto último ocurre, nos hallamos ante un problema arbitrario, no ante un problema necesario de la razón pura, ya que, si queremos entender de forma completa lo que se nos da en el fenómeno, necesitamos, efectivamente, su fundamento, pero no sus consecuencias”15. Por lo tanto, desde el punto de vista especulativo, y por lo que toca al tiempo cosmológico, se puede concluir lo siguiente: el juez crítico no tiene ninguna proposición de conocimiento que validar. A la crítica de la historia no le pertenece ninguna metafísica o doctrina al igual que a la facultad de juzgar tampoco le pertenece ninguna esfera propia de objetos (recuérdese ahora la analogía entre lo crítico y los histórico-político). Precisamente, la crítica de la historia, en términos metafísicos, consiste en esto: en mostrar que no puede tener un campo de fenómenos propios sobre el cual fundar una ciencia (al menos en sentido “fuerte”, pues ya hemos dicho que sobre fenómenos particulares y concretos dados en la intuición siempre será posible establecer algún conocimiento por humilde que sea). Por 14.- En las antinomias de la razón pura Kant no entra a discutir propiamente el problema de la historia humana; este tipo de cuestiones las discute especialmente en otros textos menores que veremos más adelante. No obstante, podemos valernos de las reflexiones críticas discutidas por Kant en esta parte de la Crítica de la razón pura para plantear en términos metafísicos el problema general de la posibilidad de una ciencia de la historia. 15.- Crítica de la razón pura, Madrid, Taurus, 2005, B-438/ A-411. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net “Pronto se ve que la Ilustración es algo sencillo en teoría, pero que resulta muy arduo y lento de poner en práctica” . Inmanuel Kant, Crítica del Juicio Ahora bien, si en la filosofía de Kant, como hemos visto, no cabe una metafísica de la historia, si que cabe, al menos, una crítica de la misma. Es cierto que Kant no escribió nunca una Crítica de la razón histórica o algo semejante (sus escritos sobre filosofía de la historia son más bien poco numerosos y breves), pero no es menos cierto que Kant manifestó al final de su obra crítica un interés por no impedir al tribunal crítico de la razón práctica juzgar sobre los acontecimientos históricos. En este sentido, la filosofía de la historia de Kant habrá de encuadrarse dentro de su filosofía moral en tanto que será la razón práctica la única que tendrá potestad para juzgar los acontecimientos históricos. En su breve opúsculo Idea para una historia universal en clave cosmopolita Kant plantea la naturaleza del discurso sobre lo histórico-político en los siguientes términos: si se atiene uno a lo dado intuitivamente en la historia, esto es, a lo dado en la historia como acontecimientos o fenómenos efectuados por las acciones de los hombres, la historia política de los pueblos es un 16.- Idea para una historia universal en clave cosmopolita, en ¿Qué es Ilustración? y otros escritos, Madrid, Alianza editorial, 2004, pág. 98. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 73 El significado kantiano de una filosofía de la historia: la razón como hilo conductor de la historia completo caos. Ésta carece de sentido y suscita indignación ante un espectáculo lamentable que sugiere estar regido por una desazonante casualidad que no conduce a nada: “No puede uno librarse de cierta indignación al observar su actuación (la de los hombres) en la escena del gran teatro del mundo, pues, aun cuando aparezcan destellos de prudencia en algún que otro caso aislado, haciendo balance del conjunto se diría que todo ha sido urdido por una locura y una vanidad infantiles e incluso, con frecuencia, por una maldad y afán destructivo asimismo pueriles; de suerte que, a fin de cuentas, no sabe uno que idea debe hacerse sobre tan engreída especie”16. Ahora bien, esta concepción de la historia no es justa desde el punto de vista de la crítica de la razón práctica. El afecto de desazón e indignación que acompaña a esta “comprobación” de la falta de sentido de la historia humana es por sí mismo signo o expresión de que otro género de discurso es posible acerca de la historia: aquel que pertenece al de la idea de libertad, aunque dado el carácter absurdo de este mundo casi parezca no poder empalmar con él. La razón práctica tiene al menos el interés de no cejar en su empeño por juzgar los acontecimientos históricos, y en este sentido le es lícito intentar trazar un plan que le permita interpretar el decurso histórico “como si” hubiera sido escrito en clave cosmopolita, esto es, como si persiguiera el designio de un desenlace cosmopolita para la trama de relaciones que mantienen entre sí los individuos de toda sociedad civil así como también la que mantienen unos Estados con otros: “En este orden de cosas, al filósofo no le queda otro recurso –puesto que no puede presuponer en los hombres y su actuación global ningún propósito racional propio- que in- YOUKALI, 6 delante de nosotros (en el futuro) no hay ningún objeto histórico dado, así como por detrás (en el pasado) es imposible encontrar un registro de la serie de todos los fenómenos, aunque esto último haya que darlo “formalmente” por supuesto para que la historia pueda ser posible (sin postular antecedentes no hay condición presente que pueda ser entendida). Y por supuesto, mucho más ilegítima es la idea de una totalidad de las experiencias históricas que aglutine bajo sí misma y en un mismo objeto el desenvolvimiento de la totalidad de los fenómenos históricos. De este modo, la historia para Kant podría concebirse fácilmente como una simple “silueta” de ciencia en la que muy bien podría quedar en blanco la mayor parte de sus fenómenos sin que nada relevante se perdiera por el camino. La serie completa de sus fenómenos no es más que una simple idea (cosmológica), un concepto sin objeto y vacío, desprendido de las intuiciones, que ni tan siquiera demanda ser rellenado por documentos empíricos y que tampoco permite fundar ciencia alguna sobre la historia. El conocimiento y el mundo página 74 YOUKALI, 6 tentar descubrir en este absurdo decurso de las cosas humanas una intención de la Naturaleza, a partir de la cual sea posible una historia de criaturas tales que, sin conducirse con arreglo a un plan propio, sí lo hagan conforme a un determinado plan de la Naturaleza. Vamos a ver si logramos encontrar un «hilo conductor» para diseñar una historia semejante, dejando en manos de la Naturaleza el engendrar el hombre que habrá de componerla más tarde sobre esa base”17. Desde el punto de vista que nos confiere una historia de criaturas racionales, podemos observar en el género humano ciertas disposiciones naturales que tienen que ver con el uso de la razón. En esta medida, si la historia de la humanidad estuviera abocada necesariamente al caos y la guerra, habría de concluirse un supremo absurdo, pues, la naturaleza, al dotar a los hombres de esas disposiciones para el uso de la razón, sin embargo, les habría privado de los medios para llevarlas a cabo. Antes bien, es esa parte de la naturaleza la que contiene primordialmente la finalidad de la historia del género humano. Llegados a este punto, es aquí en donde el tribunal de la crítica ha de intervenir para clarificar toda posible confusión. El juez crítico, que vela por el interés práctico de la razón, ha de convocar a las dos concepciones de la historia, a la que dice que la historia humana es un completo y cruel absurdo y a la que dice que está ordenada por un plan de la Naturaleza. Según lo que hemos visto más arriba (la crítica kantiana a las pretensiones de un supuesta facultad de conocer históricopolítica), el tribunal crítico habrá de convocar a la primera parte en litigio y explicarle: si te atienes al género de discurso del conocimiento y puedes suministrar ejemplos intuitivos de las proposiciones que estableces acerca de los acontecimientos histórico-políticos, entonces estarás legitimada para hablar de desorden en la historia, pero sólo dentro de los límites que hemos determinado en el apartado anterior (esto es, siempre y cuando no se pretenda subsumir al conjunto de todos los acontecimientos históricos bajo una ley del devenir de la totalidad histórica-política y sólo se pretenda un conocimiento histórico-inductivo de las realidades políticas). Con esta concepción de la historia, sólo se podrá hacer una política pragmática, “maquiavélica”, que sólo busque el éxito y la eficacia de los medios, pero no una “política moral”. Se podrá estudiar el poder político y sus mecanismos para obtenerlo, mantenerlo y acrecentarlo sin tener en cuenta a ningún presupuesto moral, y únicamente se atenderá a los hechos históricos para obtener de ahí los principios generales que 17.- Idem. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net nos permitan una acción política eficaz, pero no nos preocuparemos lo más mínimo por juzgar su moralidad y justicia. En definitiva, podremos estudiar cómo son los hombres y sus gobernantes, y cómo podemos intervenir en la medida de lo posible sobre las realidades políticas para hacernos con su control, pero no podremos juzgar con arreglo a nada como deben ser los regímenes políticos. Ahora bien, el juez crítico también convoca a la otra parte en pugna y le dice: tú presupones en la naturaleza la idea de una finalidad que obra en la historia de la humanidad y que conduce al fin último de la libertad (esta parte nos dice: “la naturaleza obra como si tuviera por fin el cumplimiento de la libertad”). Pero ¡ojo!, te expresas no según las reglas de validez del discurso cognoscitivo, no según las reglas del concepto y la intuición propias de las proposiciones cognoscitivas, sino según las reglas de la analogía o del “como si”. Entonces esta parte podrá apelar a ciertos fenómenos históricos dados en la intuición, pero no como ejemplo que valide y presente intuitivamente lo que se dice, sino más bien como ideal que señale a lo que se debe tender. Al juntar todos los fenómenos de la intuición no se obtendrá, por tanto, el desenvolvimiento histórico de una ley general de la naturaleza, sino solamente un “hilo conductor” que ha de guiar las políticas de los Estados. Este hilo conductor de la razón no quita validez al discurso cognoscitivo del político pragmático que se afana por conocer los fenómenos históricos con el fin de controlarlos. El mismo referente, un mismo fenómeno histórico dado en la intuición, podrá valer como ejemplo que avale el discurso desolador acerca 18.- Idem., pág. 118. 19.- Idem. pág. 115. 20.- Idem., pág. 118. 21.- Idem. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 75 En conclusión, conviene aclarar que cuando Kant habla de un plan de la naturaleza que se desarrolla en la historia como hilo conductor de la razón, con esto no quiere decir que exista una “mente suprema” o “una astucia de la razón” llamada naturaleza que elabore conscientemente un plan que ha de cumplirse necesariamente en la historia; quiere decir simplemente que los hombres han de proceder en sus acciones “como si” la historia estuviera legislada de tal modo. El mismo Kant insiste en que “mi propósito sería interpretado erróneamente si se pensara que, con esta idea de una historia universal que contiene por decirlo así un hilo conductor a priori, pretendo suprimir la tarea de la historia propiamente dicha, concebida de un modo meramente empírico; sólo se trata de una reflexión respecto a lo que una cabeza filosófica (que por lo demás habría de ser muy versada en materia de historia) podría intentar desde un punto de vista distinto”18. Lo que Kant intenta simplemente es ensayar una historia universal en clave cosmopolita conforme a una idea de cómo tendría que marchar el transcurso de la historia y de los Estados si se adecuasen a ciertos fines raciona- les que aspiren a la perfecta integración civil de la especie humana. “Se diría que con tal propósito sólo se obtendría una novela”19 , y en efecto, esta historia universal en clave cosmopolita tiene más de ficción que de realidad o verdad, pero puede resultar de una gran utilidad al menos como “ideal regulativo” de la razón histórico-política. Además, tal y como se nos presenta el absurdo decurso de los acontecimientos históricos, difícilmente la existencia de la humanidad podría cobrar un sentido histórico-político sin la referencia a un fin racional que se da entre las capacidades naturales de la especie, cuyo desarrollo o realización completa en la historia (que para Kant se materializaría mediante la construcción de sociedades civiles administradas universalmente por el derecho y la instauración de una reglamentación de las relaciones interestatales), si bien nunca podrá cobrar una certidumbre científica (más bien se mantiene meramente como meta para los esfuerzos políticos del hombre), al menos no autoriza al individuo a negar la posibilidad de un progreso moral de la humanidad. Sin esta convicción, el ser finito, caería en la desesperación y cesaría de trabajar para el reino de los fines. De este modo, la fe en un progreso moral de la humanidad se convierte en un deber moral que ha de regir en la construcción de los gobiernos civiles y de las relaciones entre los Estados. Es así, pues, como la moral nos conduce en Kant a la filosofía de la historia: los hombres han de intervenir en la historia como si ésta tuviera un plan para la mejora del mundo. Pero todavía queda otro motivo para intentar una filosofía de la historia en clave cosmopolita: “encauzar tanto la ambición de los jefes de Estado como la de sus servidores hacia el único medio que les puede hacer conquistar un recuerdo glorioso en la posteridad”20. Se trata, en efecto, de estimular la ambición de los gobernantes en orden a fomentar metas que sólo busquen el bien común de todo el género humano, aunque lo hagan sólo por mor de su egoísta megalomanía. Así es como la historia podría entrañar a priori un plan para el mundo: haciendo dignas del recuerdo de la posteridad sólo a aquellas acciones que conciernen a la prosperidad de toda la humanidad y amenazando a los políticos con el recuerdo de sus desmanes. Una historia filosófica como la que plantea Kant valorara la historia de las épocas pasadas y presentes aplicando sólo un criterio universalista “evaluando lo que los pueblos y sus gobiernos han hecho a favor o en contra desde un punto de vista cosmopolita”21 . YOUKALI, 6 del curso de la historia, y al mismo tiempo podrá valer como un mal ejemplo de lo que se debe hacer. Son discursos heterogéneos, y cada uno dentro de su respectivo campo es válido por igual. Ahora bien, la diferencia es que sólo con el segundo género de discurso se podrá intervenir en el mundo para hacer una política moral que vaya más haya de una política eficaz. El conocimiento y el mundo página 76 YOUKALI, 6 Kant ante la Revolución Francesa: lo que se da en el sentimiento del entusiasmo Si en el texto de la Idea... la expresión clave era la de “hilo conductor”, en otro escrito breve de Kant pero no menos importante sobre filosofía de la historia (en el “Conflicto de la facultad de filosofía con la facultad de derecho”), la expresión que hay que retener es la de “signo de historia”. En este texto, Kant se plantea la cuestión de “si el género humano se halla en continuo progreso hacia lo mejor”, aunque ahora esta pregunta cobrará una nueva perspectiva que no se encontraba en el texto de la Idea...: si antes era la naturaleza o el destino el que había de ser presupuesto como hilo que conduce a la historia hacia el progreso de la humanidad, cuyos designios sólo eran descifrables por el filósofo, ahora es el obrar mismo de los hombres el que se presentará como medio capaz de orientar el curso de la historia hacia lo mejor. El mismo Kant se lo pregunta de este modo: “¿Pero cómo es posible una historia a priori? Cuando el profeta hace y organiza él mismo los hechos que predice”22. Los hombres devienen así en el texto del “Conflicto...” en agentes capaces de intervenir en el curso de la historia gracias al entusiasmo que suscita en ellos la idea de derecho, como de hecho muestra la revolución republicana que Kant contempla en Francia desde la distancia. La primera dificultad que se presenta para responder a la pregunta de si el género humano se halla en un continuo progreso hacia lo mejor, consiste en que dicha cuestión hace referencia a una parte de la historia humana que está todavía por venir (esta dificultad no aparecía en el texto de la Idea..., pues, si se recuerda, allí sólo se hacia referencia al pasado y al recuerdo del presente en la posteridad). Se trata de una proposición de anticipación o de pronóstico que no puede ser conocida según leyes naturales como ocurre con la predicción de los eclipses o el movimiento de los astros. Dado que esta proposición de anticipación se refiere al futuro de la historia de las naciones políticas y no al desenvolvimiento futuro de un fenómeno que funciona conforme a leyes de la Naturaleza, no es posible predecir o conocer hacia qué estado nos encaminamos. Se trata de nuevo de una proposición que no se puede validar conforme a las reglas de la razón cognoscitiva. Ahora bien, aquí, una vez más, nos encontramos con que la razón práctica se reserva el derecho a juzgar el acontecer de los fenómenos históricos, los cuales, no olvidemos, son producto de las acciones de los hom- bres: “Pues nos las habemos con seres que actúan libremente, a los que, a decir verdad, se les puede dictar de antemano lo que deben hacer, pero de los que no se puede predecir qué harán”23. Cuando se trata de prever las acciones libres de los hombres no podemos colocarnos en el punto de vista de Dios, quizá el único capaz de conocer con certeza el desarrollo de todas las cosas, de las acciones libres de los hombres y del encadenamiento de los fenómenos conforme a las leyes de la Naturaleza. Por eso, nos encontramos ante una inevitable incertidumbre cognoscitiva que nos impide predecir el decurso histórico del futuro, pero al menos siempre nos quedará el derecho a juzgar los acontecimientos históricos presentes conforme a las reglas del juicio práctico y obtener así alguna conclusión acerca de lo que podemos esperar en el futuro. Para validar esta confianza en el progreso moral de la humanidad en la historia será necesario prescindir del género de discurso cognoscitivo y cambiar a otro. Es cierto que debe haber en la historia de las naciones alguna experiencia que, como acontecimiento o evento dado en los fenómenos, indique una manifestación de la capacidad de los hombres para tal progreso moral. Ahora bien, esta experiencia no se tratará de una experiencia más en el sentido que se le da a este término en la Crítica de la razón pura cuando se habla de una “experiencia posible”. Habrá de ser un acontecimiento que a la vez de ser un hecho dado en la historia sea además un acto de la libertad, esto es, un acontecimiento que haya sido causado por libertad con absolu- 22.- “Conflicto de la facultad de filosofía con la facultad de derecho”, en Conflicto de las facultades, Buenos Aires, Losada, 1963, pág. 102. 23.- Idem., pág. 106. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 77 ma que nos permite pronosticar el progreso de la humanidad, progreso que se refleja en la instauración de constituciones republicanas fundadas en los principios de la libertad. “Se trata, simplemente -dice Kant-, del modo de pensar de los espectadores que se delata públicamente ante esta representación de grandes revoluciones y que, aun a pesar del peligro de los serios inconvenientes que podría crearle su parcialidad, manifiesta, sin embargo, una simpatía tan universal como desinteresada hacia los actores de un bando y en contra de otro, que demuestra un carácter del género humano en su conjunto, y al mismo tiempo, a causa de su desinterés, un carácter moral de la humanidad, cuando menos como disposición, que no sólo permite esperar el progreso hacia lo mejor, sino que ello mismo ya lo constituye, en tanto que la capacidad para tal progreso”25. Así, el signo que nos manifiesta el progreso en la historia no es algo que podamos conocer en sentido estricto, no es un conocimiento, sino una pasión, el entusiasmo, aunque éste no se trata de una pasión patológica cualquiera fundada en las inclinaciones propias o el interés personal, sino de un sentimiento puro y desinteresado derivado directamente de la ley moral misma que vemos aplicar en las constituciones políticas de otros pueblos que promueven la libertad conforme a leyes: “el auténtico entusiasmo se ciñe siempre tan sólo a lo ideal y en verdad a lo puramente moral, como es el caso del concepto de derecho y no puede injertarse en el interés personal”26. No nos debe extrañar que el 24.- Idem., pág. 108. 25.- Idem., pág. 108-109. 26.- Idem., pág. 110. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 ta espontaneidad y no un acontecimiento que obedezca a leyes mecánicas como ocurre con los fenómenos naturales. Este acontecimiento habrá de reconocer, por tanto, la cláusula de independencia de la causalidad por libertad con respecto a la serie diacrónica de los fenómenos que obedecen a causas bien determinadas. Ahora bien, este acontecimiento del que hablamos no probará nada, esto es, no demostrará el progreso en la historia humana, sino que sólo indicará o mostrará que el ser humano es capaz de tal progreso. Esto es precisamente lo que entiende Kant por “signo de historia”: “ese hecho no es tomado como causa del progreso, sino sólo como indicio, como signo histórico (signum rememorativum, demonstrativum, prognosticon)”24, esto es, como manifestación de que el ser humano, en tanto que muestra que es capaz de progresar hacia lo mejor en un momento puntual mediante un acontecimiento dado, también muestra que lo pudo haber hecho en otras épocas del pasado y que también podrá hacerlo en el futuro. Así, el hecho dado en la experiencia histórica que indica el progreso de la humanidad habrá de presentar una causalidad por libertad bajo la forma de un acontecimiento espontáneo, que por mucho que se pueda contextualizar históricamente, nunca se podrá reducir a una mera causalidad mecánica y sincrónica en tanto que el motor principal que lo hace posible habrá de ser el impulso que la libertad infiere en los agentes prácticos que realizan dicho acontecimiento. Este acontecimiento, además, será indicio de que el género humano puede iniciar un progreso hacia lo mejor en la historia. Pero, ¿cuáles son esos indicios de los que habla Kant? Pues nada menos que los procesos revolucionarios que instauran constituciones republicanas inspiradas en la idea de libertad allí en donde antes no había sino despotismo, cuyo máximo exponente es para Kant la Revolución Francesa que él mismo contempla como espectador desde Könisberg. Para Kant el entusiasmo que suscita la Revolución Francesa es un signo de historia que da fe de cómo la idea de libertad se puede encontrar presente en la historia. Ahora bien, Kant no habla del entusiasmo de los actores que están ejecutando la revolución, pues ese se da por descontado, sino el de los espectadores que como Kant contemplan la revolución desde la distancia. Dicho entusiasmo que este fenómeno suscita en el ánimo de los espectadores no puede tener otra causa sino la de una “disposición moral” del género humano. Tal es, por tanto, el sínto- El conocimiento y el mundo página 78 YOUKALI, 6 indicio de la realización de la libertad en la historia acabe siendo un sentimiento, pues, al fin y al cabo, ¿cómo podríamos reconocer la idea de república cosmopolita en un mero dato empírico? El entusiasmo revolucionario constituye una presentación “como si” de la idea de una república cosmopolita, es decir, de la idea de una moralidad que pretende presentarse en la experiencia cuando en realidad ésta no puede ser presentada intuitivamente. En este sentido, si bien se trata tan sólo de una presentación indirecta de una causalidad libre que se manifiesta en un hecho subjetivo, el sentimiento, al menos tiene el valor de “indicio” para la proposición que afirma el progreso moral en la historia. Ahora bien, para Lyotard, el último signo de historia fue el entusiasmo revolucionario suscitado hace cuarenta años por el mayo del 68. Hoy, en cambio, parece que ya no hay perspectivas de que surjan nuevos signos de historia capaces de suscitar un entusiasmo igual. Las políticas de los estados son tranquilas y hacen pensar que la política se trata tan sólo de la gestión de la cosa pública. Hoy, la política es incapaz de entusiasmar a nadie, pues lo que más predomina en la atmósfera de la condición posmoderna que algunos han vitoreado a los cuatro vientos es la melancolía y la desilusión por las viejas ideas revolucionarias que en otro tiempo fueron capaces de movilizar a miles de activistas políticos, pero que en la actualidad parecen haberse relegado a las tinieblas de la historia. En este sentido, se podría objetar a esta visión posmoderna y pesimista de Lyotard trayendo a colación un aconteci- miento de nuestro tiempo que, al igual que sucedía con la Revolución Francesa en los tiempos en los que la contemplaba Kant, demuestra precisamente esta posibilidad moral y material del género humano para la constitución de republicas inspiradas en los principios de la libertad. Este acontecimiento no es otro que la revolución que actualmente está viviendo Venezuela. Como muy bien han mostrado en un libro recientemente publicado los profesores Carlos Fernández Liria y Luís Alegre Zahonero titulado Comprender Venezuela, pensar la democracia, “en Venezuela nos encontramos hoy, en efecto, con una ciudadanía que siente un respeto infinito por las posibilidades de la instancia legislativa. Y esto, desde luego, no es casual. Los campesinos, por ejemplo, se han encontrado con que, por primera vez, las leyes pueden no ser mero papel sino, de repente, convertirse en parcelas de tierra arrancadas de las manos por las que había circulado hasta ahora el poder real (los terratenientes en este caso o los gerentes del petróleo en otros) –y, por una vez, no se tratan de gestos puramente decorativos: desde 2001 han sido repartidos nada menos que 2 millones de hectáreas entre los campesinos sin tierra. En este mismo sentido se expresaba una señora a la que conocimos visitando algunos resultados de la Misión Hábitat (destinada a convertir las chavolas en casas): “¿Cómo no vamos a apoyar el proceso bolivariano?, ¿cómo no vamos a interesarnos más en los procesos electorales si ahora lo que deciden los diputados a los que elegimos, en vez de quedarse en puras palabras, se convierten en casas?”. En efecto, esa especie de milagro por el que los papeles, las palabras, en definitiva, el «lógos» consigue ponerse manos a la obra y colocar ladrillo sobre ladrillo hasta que se edifica una casa, se construye una escuela, se abre un centro médico o incluso se expropia algún latifundio de Gustavo Cisneros, ese milagro no puede dejar de producir entusiasmo”27. El acontecimiento insólito que hoy en día se vive en Venezuela con la llamada “Revolución Bolivariana” ha supuesto una completa ruptura inesperada con el presente que hasta ahora habíamos padecido. Lo que está ocurriendo en Venezuela tiene una gran importancia, entre otras razones porque con su ejemplo se está contribuyendo a refutar el fin de la historia que hace ya algunos años los defensores del determinismo histórico de Wall Street Journal proclamaron para avalar el consenso en torno a la democracia liberal y el capitalismo como formas definitivas de gobierno y economía. Pero el acontecimiento venezolano también es importante por otra razón. En la asfixiante atmósfera posmo- 27.- Comprender Venezuela, pensar la democracia: el colapso moral de los intelectuales occidentales, Hondarribia (Guipúzcoa), Hiru, 2006, pág. 103. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 28.- Idem., 104-105. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 79 socialismo para el siglo XXI”, tal y como lo llaman los venezolanos con entusiasmo revolucionario, en donde antes no había sino despotismo neoliberal y reajustes estructurales del FMI disfrazados de democracia? Al igual que pensaba Kant con la Revolución Francesa podemos creer (aunque no saber) que se inaugura una nueva época en donde el género humano deje de caminar por la senda del neoliberalismo, salpicada de continuos retrocesos, para encaminarse hacia un progreso social y político hasta ahora desconocido. Que Venezuela se halla en el camino de fundamentar una constitución de la cual todos los pueblos, especialmente sus vecinos del sur, no pueden sino esperar justicia y libertad, es algo que suscita una gran estima y admiración, porque al proscribir el orden económico mundial, inaugura un progreso hacia lo mejor que no podía tener lugar con los regímenes políticos que actualmente nos gobiernan. Al menos, podemos contar por seguro que este acontecimiento no caerá en el olvido, y que sus posibles retrocesos, en caso de que los tenga, sólo podrán desembocar en nuevos intentos que no cejarán hasta resultar vencedores contra la injusticia, es decir, hasta proclamar la única constitución verdaderamente legítima, una constitución, que como ya defendía Kant con la Revolución Francesa, esté en consonancia con el derecho natural de los hombres según el cual quienes obedecen a la ley deben ser al mismo tiempo, mancomunadamente, legisladores, o sea, una constitución de corte republicano que tienda hacia el cosmopolitismo y el cambio hacia mejor, lo cual se cifra fundamentalmente en un aumento de los efectos de la legalidad de los actos humanos conforme al deber. En efecto, “desde luego, resulta fascinante el espectáculo que nos ofrece una ciudadanía firmemente dispuesta a que el poder legislativo tome por una vez las riendas del curso de la historia aunque para ello tenga que enfrentarse a intentos de golpe de estado, atentados terroristas, paros petroleros, todo tipo de boicoteos electorales y asesinatos a sueldo. (…) Por lo tanto, no resulta imposible comprender por qué, ante el compromiso de edificar un verdadero estado de derecho, nos encontramos de repente con una ciudadanía entusiasmada y plenamente comprometida no sólo con la defensa de las leyes sino con la defensa de la idea misma de ley, en la que la mayoría localiza la única posibilidad de salir de la exclusión provocada por los privilegios de una minoría”28. Podemos asegurar con espíritu “profético” (y por profético no entendemos otra cosa que pronóstico, pero pronóstico que se posiciona parcialmente en el conflicto abierto en Venezuela a favor de la parte revolucionaria y que intenta modelar el porvenir aunque sólo sea a golpe de señalar un horizonte utópico al que conducirse) que un fenómeno como el proceso bolivariano no se olvidará en mucho tiempo, especialmente en el continente latinoamericano, por la capacidad de mejoramiento que está mostrando para los pueblos de aquella zona del mundo, y que, aunque el fin propuesto por este insólito evento no sea alcanzado ahora, o que si la revolución bolivariana fracasa o si después de durar un tiempo todo vuelve nuevamente a lo de antes (como muchos dentro y fuera de Venezuela desean), nuestra anticipación filosófica no perderá nada de fuerza, pues ese acontecimiento es demasiado grande y tiene demasiada influencia en los pueblos de la región como para que no sea recordado y evocado para la repetición en cualquier otra ocasión propicia para la revolución y el cambio hacia mejor. En este sentido, ni siquiera importa que lo que vemos realizarse en Venezuela pueda ser una meta utópica; siempre será útil en cuanto arquetipo al que ir aproximando la realidad, aunque su cumplimiento efectivo casi se trate de un imposible. YOUKALI, 6 derna que respirábamos parecía que a los filósofos ya no nos quedaba nada que hacer ante el sorprendente descubrimiento por parte de algunos intelectuales franceses e italianos de que en política ya no nos cabía nada que esperar, salvo quizá olvidarnos de ella y dedicarnos a trabajar como burócratas en la Unión Europea. Ahora bien, ¿qué puede significar para nosotros, espectadores de la revolución bolivariana, el intento de implantar en Venezuela una república que instituya “el El conocimiento y el mundo página 80 YOUKALI, 6 CONCLUSIÓN: OBJECIONES A LYOTARD Y ACTITUD FRENTE AL MARXISMO Hasta aquí hemos visto resumidamente los puntos fundamentales sobre los que se asienta la crítica kantiana de la historia. Hemos visto en qué sentido su crítica a las filosofías de la historia descansa, en primer lugar, sobre su aparato crítico, el cual impide de iure un discurso metafísico acerca del devenir histórico al modo y manera en como por ejemplo lo ensayó el idealismo absoluto de Hegel. Para Kant, cada género de discurso tiene sus propias reglas de validez, y no puede haber ningún género “supremo” que pueda unificar a todos los saberes en un mismo discurso. También hemos visto en qué sentido la crítica de la razón cognoscitiva impide un conocimiento científico sobre el decurso de la historia, dejando a la razón práctica el único derecho a juzgar según las reglas de validez del discurso moral los acontecimientos históricos. Más en particular, hemos visto que la crítica kantiana de la historia se desenvuelve a partir de dos ideas clave que el denomina “hilo conductor de la razón” y “signos de historia”. Kant no cree que la historia de los hombres se desarrolle según un plan preordenado y armónico anterior a la voluntad de los mismos, pero si cree que es posible trazar un plan filosófico que sirva de hilo conductor para orientar a los hombres en las vicisitudes de la historia. El plan de una historia humana no es una realidad ontológica inherente a la historia misma, sino más bien un ideal regulativo en el que los hombres deben inspirar sus acciones y que el filósofo sólo puede aclarar en su posibilidad, mostrándola conforme a las capacidades racionales de los hombres. Los signos de historia, por otra parte, vendrían a atestiguar esta idea de que el progreso moral en la historia de la humanidad es posible cuando los hombres actúan en ella conforme a los principios de la libertad. A partir de esta crítica kantiana de la historia, Lyotard pone en juego su crítica de lo que el llama los grandes metarelatos modernos de la historia. Lyotard pretende demostrar que Kant no fue un filósofo que cayó en ninguna de estas metanarrativas filosóficas, justamente porque en su obra crítica se funda la imposibilidad de encontrar un conjunto de reglas válidas para todos los géneros de discurso o familias de proposiciones. En esta medida, Lyotard se apoya en esta reconstrucción de la crítica kantiana de la historia para legitimar la deslegitimación de las grandes filosofías modernas sobre la historia, es decir, para legitimar la posibilidad de dejar de lado las metahistorias filosóficas de la modernidad y redefinir “lo político”, o lo “histórico-político”, abandonando el plano doctrinariopolítico que proporcionaban estas metanarrativas que en el pasado pretendieron hegemonizar el discurso ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net acerca de la historia humana, y, por ende, también, de la forma en la que se debía hacer política. Es aquí en donde Lyotard deja intencionadamente en blanco toda legitimación de una posible filosofía (relato) alternativo que trate de dar unidad a todos los discursos parciales, cosa que de hacerla entraría en contradicción con su propios propósitos filosóficos. Ahora bien, es justo en las pretensiones de este “programa sin programa” o de esta “filosofía de mínimos” en donde queremos situar la primera objeción a la obra de Lyotard. Nos parece bastante sospechoso que Lyotard se apoye en la crítica kantiana de la historia para deslegitimar las pretensiones de totalización filosófica de los relatos modernos y que luego renuncie al particular relato que contempla la filosofía de Kant. Es decir, por mucho que Lyotard trate de mostrar que Kant fue un filósofo que no cayó en las grandes filosofías modernas de la historia, es inevitable dejar de reconocer que en Kant encontramos una especial fundamentación del discurso histórico-político, el cual descansa en su fundamentación moral, de la cual se desprende toda una doctrina jurídico-política bien definida. Por todos es sabido que en la filosofía de Kant el concepto de derecho se funda sobre el concepto de legalidad, entendiendo por esta (muy resumidamente) la conformidad de las acciones humanas con la forma universal de la ley. Esta labor crítica de fundamentación la lleva a cabo en dos obras, en la Crítica de la razón práctica y en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres. A partir de esta fundamentación crítica del derecho que descansa sobre la moral, Kant expone su doctrina positiva del derecho, la cual se encuentra desarrollada principalmente en la Metafísica de las costumbres. En esta obra Kant entiende por legislación jurídica aquella legislación que admite, como motivo de la acción, un impulso distinto de la idea ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 81 definida en términos universalistas. En estos textos, como hemos visto, el plan racional que ha de guiar la voluntad de los hombres en la historia ha de ser la consecución de una sociedad política universal que comprenda bajo sí misma una misma legislación de todos los diversos Estados y garantice así el pleno desarrollo de las ideas de libertad. En definitiva, lo único que queremos decir con todo esto es que en Kant también encontramos un relato filosófico que pretende totalizar en términos universalistas todas las relaciones sociales que se dan no sólo en una misma sociedad civil sino también en el conjunto de todas las relaciones interestatales. Por el contario, Lyotard, después de servirse de Kant para fundar su deslegitimación de los grandes relatos modernos, se deshace de su doctrina jurídica y política que él mismo ha derivado de su fundamentación crítica del discurso moral. A mi modo de ver, Lyotard realiza un salto injustificado en su modo de proceder crítico. Se sirve, en primer lugar, de Kant hasta el punto que le conviene, que es precisamente en la crítica de los relatos históricos que tratan de fundar la validez de los diversos saberes a partir de un desarrollo histórico en el que el engendramiento histórico de los mismos y su validación teórica se funden en una misma argumentación (el caso de la filosofía hegeliana es un caso paradigmático para ilustrar esta forma de relato filosófico). Ahora bien, en segundo lugar, da un paso que ya no se sigue de lo anterior, y que consiste en dar una vuelta de tuerca más al argumento en el que ha fundado su crítica a los grandes relatos modernos: para Lyotard, así como no hay un conjunto de reglas válido para juzgar a todos los saberes (de ahí que la filosofía no pueda construir un relato que haga conmensurables a todos los saberes), tampoco puede haber un género de discurso que goce de autoridad universal para juzgar políticamente. Ahora bien, kantianamente, si bien es cierto que no es posible fundir a todos los géneros de discurso bajo un mismo conjunto o régimen de reglas de validación, dado que Kant da como un factum a una pluralidad de discursos heterogéneos e independientes (o por lo menos dos, el del conocimiento y el de la conducta moral), cada uno de los cuales tiene sus propios criterios de validación, no es menos cierto que el discurso moral goza de autoridad universal como para hacer conmensurable una doctrina jurídica sobre el conjunto de las relaciones sociales y políticas de los hombres. Por eso, es justamente en este punto en donde Lyotard se ve obligado a romper (de una forma que no queda clara) con Kant para apoyarse en el peculiar uso que hace de la teoría de los juegos del lenguaje del segundo Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas. Así pues, ante esta supuesta situación de perdida de la unidad histórico-política, Lyotard intentará encontrar una respuesta en su particular concepción de los juegos de lenguaje de Wittgenstein: así, cada uno de nosotros ya no viviría en el contexto de un lazo social capaz de hacer conmensurables a las distintas prácticas sociales, sino que ahora más bien nos encontraríamos en una encrucijada de muchos y muy diversos juegos de lenguaje fragmentados. De este modo Lyotard pasa de lo que podríamos llamar la “lógica de las facultades” de Kant a una concepción “lingüístico-pragmática” de los saberes. Así, cada proposición formaría parte de un “juego del lenguaje” determinado, de manera que sólo con respecto a ese contexto se puede entender su significado correctamente, el cual viene dado por su “uso” (performatividad). El lenguaje no se entiende, por tanto, como un término que dé nombre a un fenómeno unitario, sino más bien como una clase “extensional” (no intensional, puesto que no hay una esencia común, sino sólo un “cierto aire de familia”) de un número indeterminado de miembros: los juegos del lenguaje. Ahora bien, dicha expresión es una metáfora YOUKALI, 6 de deber. Los deberes impuestos por la legislación jurídica son, pues, todos deberes “externos”, ya que ella no exige que la idea interna de deber sea el motivo determinante de la voluntad en las acciones que han de ser juzgadas sólo jurídicamente; de ahí que el derecho no deba servirse de una imposición moral, sino de una coacción de hecho. El derecho considera así la relación externa de una persona con otra sólo en cuanto que sus acciones pueden tener de hecho efectos sobre otras. Aquí, la ley de la libertad se funda en el conjunto de las condiciones por las cuales la voluntad de uno ha de concordar externamente con las de otro, cuya fórmula la expresa Kant del siguiente modo: “obra externamente de manera que el libre uso de tu albedrío pueda estar conforme con la libertad de todos los demás según una ley universal”. Pero también en sus escritos históricopolíticos encontramos en Kant una doctrina política El conocimiento y el mundo página 82 lugar de orientar el problema de la legitimación por la vía de la búsqueda de un discurso universalmente válido para todos los miembros de una misma sociedad, se trataría, por el contrario, de buscar consensos limitados en el espacio y el tiempo entre los jugadores implicados en cada juego de lenguaje. El mismo Lyotard lo expresa así: “El reconocimiento del heteromorfismo de los juegos de lenguaje es un primer paso en esta direc- YOUKALI, 6 característica del segundo Wittgenstein, cuyo único propósito es subrayar, en primer lugar, que se trata de una actividad vital. Todo juego del lenguaje tiene reglas que lo hacen posible, pero lo único que permiten esas reglas es “hablarlo” y entenderlo en tanto que se ejercita o realiza. La legitimación de los juegos del lenguaje que practicamos en nuestra vida surgiría así simplemente de su propia práctica lingüística e interacción comunicacional. De este modo, ante la pérdida de unidad del lazo social, se puede hacer de la necesidad virtud y ver la condición posmoderna como una nueva situación llena de posibilidades gracias precisamente al descrédito de los antiguos metarrelatos modernos que conferían unidad a los antiguos órdenes político-sociales. Por fin nos habríamos liberado de los viejos proyectos revolucionarios y racionalizadores del último siglo y medio que situaban al espacio publico como el lugar prioritario que había que liberar o emancipar, ya fuera bajo la forma de leyes mediante un Estado, o de una transformación de las relaciones sociales de producción (mediante una revolución social). De este modo, en ción. Implica, evidentemente, la renuncia al terror, que supone e intenta llevar a cabo su isomorfismo. El segundo es el principio de que, si hay consenso acerca de las reglas que definen cada juego y las “jugadas” que se hacen, ese consenso debe ser local, es decir, obtenido de los “jugadores” efectivos, y sujeto a una eventual rescisión. Se orienta entonces hacia multiplicidades de meta-argumentaciones finitas. O argumentaciones que se refieren a proposiciones meta-prescriptivas y limitadas en el espacio-tiempo”29. Y ahora, una vez que ya hemos introducido el problema de unidad del lazo social tal y como lo tematiza Lyotard, es cuando queremos plantear nuestra segunda objeción en relación con la polémica que se abre aquí en torno al marxismo y a su concepción de la sociedad. Dentro de su crítica a los grandes metarrelatos, Lyotard diagnostica que el marxismo ha sido el último gran relato moderno. Para Lyotard el marxismo es un heredero de la Ilustración que, como tal, está basado en una filosofía de la historia y forma parte de los relatos de legitimación del siglo XIX. Su rechazo a los metarelatos y la defensa de una filosofía que sólo puede legitimar pequeños y múltiples relatos heteromorfos, conduce a Lyotard a dejar de lado al marxismo. A Lyotard le sigue pareciendo que el marxismo todavía posee la capacidad de poner en tela de juicio algunas verdades del sistema capitalista, y sacar a la luz su “doble lenguaje”, pero en términos generales considera que el marxismo está desfasado y pertenece al pasado de los relatos modernos: “El marxismo, en este punto fundamental, ha sido definitivo para mí. Pero todo lo demás (el stalinismo, el trotskismo, y todo el resto… es otra cosa, ¡y no digamos el maoísmo, qué espanto!) Sobre esta cuestión no he cambiado nada desde hace cuarenta años. Lo que si es absolutamente seguro es que el marxismo ha comprendido que en algo tan simple como el empleo, hay una diferencia escondida bajo un contrato de trabajo, que constituye la justicia económica social: tú me vendes tiempo de trabajo por hacer tal cosa, y yo te lo compro. Esto quiere decir que la fuerza de trabajo es considerada como mercancía, es bien simple. ¿Y quien puede intervenir esto?... Es como si hubiera dos lenguajes diferentes: uno es el del contrato, el del intercambio; y otro que es un lenguaje casi-ontológico o en cualquier caso metafísico: que es el de: “sólo el hombre es creador de valores y cuando se compra el tiempo de creación de un hombre no se trata de una mercancía. Esto me parece meridianamente claro”30. 29.- La condición posmoderna, Madrid, Cátedra, 1984, pág. 118. 30.- T. Oñate, “Entrevista a J. F. Lyotard”, META, I, 2 (1987), pág. 115-116. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 31.- La condición posmoderna, op. cit., pág. 30. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 83 YOUKALI, 6 Ahora bien, al considerar la sociedad como una multiplicidad de juegos del lenguaje fracturados, Lyotard se deja de lado u oculta la violencia estructural que la tradición marxista diagnóstico en la base material de la sociedad, esto es, en la esfera de la producción de la vida humana por medio del trabajo conjunto. Al negar la unidad del lazo social, Lyotard ignora el análisis estructural que el marxismo hizo de las relaciones sociales de producción capitalista, de ahí que acabe reduciendo a la sociedad a un inmenso operador de energía que controla, distribuye y organiza las demandas del sistema de cara a optimizar los resultados pero en el cual no es posible localizar en dónde reside su particular violencia estructural. Para Lyotard, los individuo humanos intervienen en ese sistema como dadores, transmisores o apropiadores de energía, pero qué cantidad de energía pertenezca a cada uno y en qué condiciones opera con ella parece que es lo que menos importa. Lo que ocurra con ellos pasa inadvertido, pues Lyotard sólo se fija en el marco general del sistema:“la verdadera fiabilidad del sistema –dice Lyotard en La condición posmoderna-, aquello para lo que él mismo se propaga como máquina inteligente, es la optimización de la relación global de sus «inputs» con sus «outputs», es decir, de su perfomatividad. Incluso cuando cambian sus reglas y se producen innovaciones, incluso cuando sus disfunciones, como las huelgas o las crisis, el paro o las revoluciones políticas pueden hacer creer en una alternativa y levantar esperanzas, no se trata más que de reajustes internos, y su resultado sólo puede ser la mejora de la vida del sistema; la única alternativa a ese perfeccionamiento del sistema es la entropía, es decir, la decadencia”31. A partir de aquí podríamos dividir a nuestra segunda objeción en dos partes. La primera consistiría en lo siguiente: según vemos, Lyotard concibe que el sistema sólo se puede destruir a partir de su decadencia interna o entropía. Lo único posible, por tanto, parece ser la destrucción de los poderes del sistema y hacer estallar su estructura mediante su deslegitimación tal y como se hizo, por ejemplo, en el mayo del 68. En este sentido, la tarea revolucionaria consistirá en la deconstrucción de la armonía del sistema y de sus relaciones sociales dadas, una tarea de transgresión y de desmitificación verbal y real de sus estructuras que habría que realizar desde dentro. Ahora bien, lo que Lyotard quizá no sabía, y nosotros sí sabemos después de 40 años que nos separan de mayo del 68, es que el capitalismo puede soportar casi cualquier desestructuración interna para luego estructurarse de nuevo. Como prueba de ello podemos alegar el hecho de que todas las consignas revolucionarias del mayo del 68 han sido absorbidas por el sistema, y todo su poder de desgaste, desactivado. Negar los análisis de clase de la tradición marxista y el tipo de lucha anticapitalista que preconizaban las doctrinas clásicas del movimiento obrero para acabar en este estado de nulidad revolucionaria que sostiene Lyotard tampoco parece que nos vaya a llevar muy lejos. La segunda parte de la objeción consiste en lo siguiente: concebir al sistema sólo como un operador global de energía deja de lado o esconde la realidad sangrienta que se da en la esfera de la producción capitalista. Es cierto que hoy en día no hay un movimiento obrero potente capaz de amenazar al sistema, y también es cierto que en los países de economía neoliberal y de sociedad de consumo de nuestros días las luchas obreras y sus organizaciones sindicales y políticas se han convertido en meros gestores del sistema, pero no por ello la realidad criminal del capitalismo ha dejado de existir. Por mucho que en las sociedades de la abundancia de nuestros días hayan desaparecido los discursos revolucionarios de las organizaciones obreras clásicas, la estructura de explotación capitalista que se manifiesta en lo que la tradición marxista llamó lucha de clases y que Marx desgranó en El Capital sigue siendo cierta. No entendemos, por tanto, en qué sentido podemos considerar al marxismo como un pensamiento superado, obsoleto o “pasado de moda” tal y como nos lo quiere presentar Lyotard. En otros tiempos de mayor seriedad y rigor filosófico que el de la posmodernidad, al pensamiento sólo se le podía liquidar opo- El conocimiento y el mundo YOUKALI, 6 página 84 niendo otro pensamiento con una potencia teórica mayor capaz de reintegrar en sus interpretaciones a las tesis contrarias y reducirlas al absurdo. Pero a Lyotard parece que se le olvida esto, y especialmente por lo que toca al marxismo, en lugar de ir directamente a reducirlo al absurdo atacando a su núcleo argumental que reside en su crítica a las relaciones sociales de producción capitalista, se limita a llamarlo sin más metarelato, y como tal, a condenarlo a las tinieblas de la historia. Se nos presenta así a un Marx que parece que descubrió las “leyes del acontecer social” como objeto de conocimiento científico, a partir de las cuales se deduciría una revolución socialista inevitable que habría de acontecer al final de la historia. Cuando esto se hace y por marxismo se entiende un “relato” de este género es fácil echarlo a la fosa del olvido sin arreglar teóricamente las cuentas con él, pues, dado el fracaso del movimiento obrero internacional que aconteció en las últimas décadas del siglo XX y la ausencia de la tan esperada revolución que nunca llegaba, resultaba muy fácil postergarlo al olvido sin necesidad de entrar a rebatirlo teóricamente. Cosa muy distinta sería considerar a Marx como el filósofo que estudió (fuera de todo tipo de futurologías o narraciones históricas) la “ley del movimiento” de la sociedad capitalista. Cuando Marx estudia esos procesos lo único que hace es poner los conceptos que nos permiten entender el modo de funcionar de la sociedad capitalista, y es a esto a lo que hay que oponer alguna objeción seria si es que se quiere deslegitimar el pensamiento de Marx, y no limitarse a tacharlo sin más de ser una filosofía historicista que ha fracasado por el hecho de no haber cumplido sus predicciones históricas e ideales revolucionarios. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Bibliografía Lyotard, J.F.; La condición posmoderna,Madrid, Cátedra, 1984. ------ El entusiasmo. Crítica kantiana de la historia, Barcelona, Gedisa, 1994. ------ La diferencia, Barcelona, Gedisa, 1988. Galcerán, M.; “Lo nuevo y lo viejo en el posmoderno Lyotard”, en El Basilisco, nº10, págs. 76-85. Oñate, T.; “Entrevista a J.F. 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Fue profesor asistente de investigación en la Universidad Libre de Berlín y tras su habilitación, pasa a formar parte del Departamento de Ciencias Sociales en la Universidad de Bremen, impartiendo su docencia sobre cuestiones de cognición y teoría social. Ha sido profesor visitante durante dos años en la Facultad de Arquitectura de Milán. En 1984 se traslada al Instituto de Filosofía de la Universidad de Viena, donde se jubila en 2000 y reside actualmente en Tubingen. Entre sus obras destacan las que versan sobre cuestiones de estética y ocio, máquinas y filosofía de la ciencia, medios de comunicación y mitos. - Kritik der ‘Politischen Technologie’, Frankfurt, 1970. - Das gefesselte Engagement, Bonn, 1970. - Über den Umgang mit Maschinen, Tubingen, 1983. - Machinationen. Fährtenwechsel zwischen Philosophie und Kunst, Tubingen, 1986. - Die Sprache des Gastes, Leipzig, 1994. - Den Tod denken, Munich, 2002. - Der Babylonische Logos, Viena, 2005. Para Bahr, el intento de construir una crítica de la tecnología sobre la base de la crítica de la economía política marxiana ha de enfrentarse a la cuestión de la relación de la tecnología con la forma-valor: «la más abstracta, pero también la más universal forma del modo burgués de producción». El capital ofrece suficientes indicadores a este respecto: al principio, la fase de manufactura (basada en el artesanado), la ley universal del valor del capitalismo («la regla por la cual el tiempo de trabajo gastado en una mercancía no ha de exceder el tiempo socialmente necesario para producirla») se identifica como una ley técnica del proceso mismo de producción, pero esta ley técnica está viciada hasta el punto que «ya que la cualificación artesanal es el fundamento de la manufactura [...] el mecanismo de la manufactura como un todo no posee un marco objetivo que sea independiente de los propios trabajadores». Si las máquinas erradican el papel del artesano en tanto que principio regulador de la producción social, entonces la base para teorizar la maquinaria está dispuesta como fundamento del específico modo capitalista de producción, esto es, del valor en proceso. Esta es la tarea de que nuestro autor se propone desentrañar, aunque como veremos no se restringe al estrecho horizonte intelectual de las “ciencias sociales”. Hans-Dieter Bahr pertenece a esa generación de intelectuales alemanes cuya vinculación al marxismo no pasó por ningún partidismo o por cierta complicidad con el socialismo real. Se trata además de la tercera generación de la Teoría Crítica, la cual hasta ahora ha sido tratada como una composición poco unida y menos unificada, lo que cuestionaría su denominación como “escuela”. Ocurre que la teoría crítica en la actualidad sigue presente en un amplio y diverso espectro de enfoques filosóficos, influencias y áreas temáticas. Sus integrantes ya no están unidos por lazos nacionales, geográficos o incluso lingüísticos; ni siquiera precisan compartir su compromiso con el cambio político radical que caracterizaba a la primera generación de la Escuela de *.- Estudio introductorio de Mario Domínguez Sánchez. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo precedido del estudio de Mario Domínguez Sánchez “Hans-Dieter Bahr: hacia una crítica no esencialista de la tecnología” página 85 por Hans-Dieter Bahr YOUKALI, 6 LA ESTRUCTURA DE CLASE DE LA MAQUINARIA: NOTAS SOBRE LA FORMA-VALOR El conocimiento y el mundo página 86 YOUKALI, 6 Frankfurt. Y no obstante mantienen una cierta identidad de grupo, por cuanto Horkheimer cuando estableció las bases de la teoría crítica de la sociedad, en explícito contraste con la teoría “tradicional”, indicó entre otras cosas que la teoría crítica lo era por su voluntad de convertirse en otra forma de tradición teórica. En su análisis teórico de la tecnología, la Escuela de Frankfurt parte de la noción de “cosificación” propuesta en los años veinte del pasado siglo por el filósofo de origen húngaro György Lukács. En particular “es incorrecto y antimarxista separar la técnica de las otras formas ideológicas y proponer para ella una autosuficiencia par- tiendo de la estructura económica de la sociedad”a. Con ello señalaba que los requisitos sociales de la moderna maquinaria industrial precedían a la última realización técnica, la cual sólo puede teorizarse como la “consumación del capitalismo moderno, no su causa inicial”. Las implicaciones de esta perspectiva se destacan en su clásico trabajo Historia y conciencia de clase cuyo primer principio es que la teoría marxiana del fetichismo de la mercancía puede estar construida “para producir un modelo de las formas objetivas de la sociedad burguesa junto a todas las formas subjetivas que le corresponden”. Lukács aplica esto no sólo a la forma subjetiva del tecnicismo, sino al mismo sistema fabril: “el tiempo se desprende de su cualidad, variación, naturaleza fluida; se congela en un continuum perfectamente delimitado, cuantificable, relleno de ‘cosas cuantificables’ [...] En este medio donde el tiempo se ha transformado en abstracto, exactamente medible, espacio físico, un medio en el cual la causa y el efecto de la producción especializada del objeto de trabajo se ha fragmentado científica y mecánicamente, el sujeto de trabajo ha de ser por lo mismo matemática y minuciosamente analizado [...] La mecanización lo atomiza de forma aislada y abstracta, átomos cuyo trabajo se mediatiza de forma creciente sólo por las leyes abstractas del mecanismo que los encarcela”b. La fábrica ya no podía lograr esto, añade Lukács, y eso era por el hecho de que ya no “contiene en forma concentrada la estructura global de la sociedad capitalista”. Esto revela de manera notable y provocativa la profunda diferencia entre los aislados aforismos marxistas repetidos como un eslogan de la “dialéctica de la historia” y el que se basa de forma directa en los análisis contenidos en El Capital. Tras Lukács, la crítica del tecnicismo se divorció, al menos temporalmente, del movimiento obrero organizado. Esto se ilustra con claridad por el creciente aislamiento de Korsch tras su ruptura con Moscú, pero más aún en el caso de uno de los autores principales de la Escuela de Frankfurt, Marcuse quien, aunque nunca participó de forma activa en la política obrera, estuvo destinado a mantener vivo algo del espíritu crítico. Común a este grupo fue el rechazo que Lukács expresó hacia el materialismo vulgar, la teoría del reflejo y la tecnocracia; pero quizá sea Marcuse quien, siguiendo a Lukács amplió esto ya en 1941 a un ataque al taylorismo, en tanto que “autocracia aerodinámica” en la cual las leyes de la ciencia física y de la razón tecnológica se fusionaron de forma inextricable con el principio de beneficio capitalistac. La teoría de esta Escuela encuentra su más radical expresión en el trabajo de H. Marcuse. A principios de los años sesenta del siglo pasado desarrolla estas ideas en su famosa tesis de la unidimensionalidad, en el cual el ataque a la racionalidad tecnológica constituía su núcleo: no sólo la aplicación de la tecnología, sino la misma tecnología es dominación (de la naturaleza y los seres humanos) - control metódico, científico, calculado. «Los propósitos científicos y los intereses de dominación no encajan en la tecnología a posteriori [sino a priori], y desde el exterior introducen la misma construcción del aparato técnico»d. Como algo integrante de los que denominaba la Gran Negación, Marcuse buscó signos de una lucha de a.- G. Lukács, “Technology and social relations”, New Left Review, nº 39, 1970, p. 29 y ss. b.- G. Lukács, Historia y conciencia de clase, Instituto del Libro, La Habana, 1970, pp. 90 y ss. c.- Herbert Marcuse: “Some Social Implications of Modern Technology” en The Essential Frankfurt School Reader, Oxford, 1978. d.- Herbert Marcuse, Negations (essays in critical theory), Boston, Beacon Press, 1969. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net e.- Herbert Marcuse, El hombre unidimensional: Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Barcelona, Ariel, 1987, edición original 1964. f.- Herbert Marcuse, An Essay on Liberation, Boston, Beacon Press, 1969. g.- Hay versión en castellano, en la editorial Tecnos, Madrid, 2001. h.- Thomas Mc Carthy, La teoría crítica de Jürgen Habermas, Madrid, Taurus, 1981. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 87 variables, su estructura lógica básica está arraigada en la propia naturaleza de la acción racional con arreglo a fines. En un principio Habermas argumentó que “trabajo” e “interacción” cada uno poseía su propia lógica. El trabajo está “orientado al éxito”, es una forma de “acción racional con arreglo a fines” orientada a controlar el mundo. En estos términos, el desarrollo tecnológico es un “proyecto genérico” que consiste en la sustitución de miembros y facultades humanas por dispositivos mecánicos. Por contraste, la interacción involucra comunicación entre sujetos que persiguen un entendimiento común. La tendencia tecnocrática de las sociedades modernas resulta de una falta de balance entre estos dos tipos de acción. Todo ello permite afirmar pues que la “quinta columna” de la Escuela de Frankfurt es Habermas para quien la racionalidad tecnológica es “neutral” en la esfera de la producción material (donde lo que denomina como acción con arreglo a fines es adecuado) y sólo llega a ser peligrosa cuando se expande más allá de sus fronteras legítimas hasta la esfera de la “interacción simbólica” (donde el ideal es la comunicación libre de dominación). Una vez extendida a esta esfera, la racionalidad tecnológica produce “comunicación distorsionada sistemáticamente” y es este proceso (para el cual la expresión marcusiana de uni-dimensionalidad está bien elegida) el que según Habermas lleva a Marcuse a conclusiones erróneas a la hora de acusar a la YOUKALI, 6 clase proletaria contraria a este monolito tecnológico y en 1964e escribió con entusiasmo acerca de un colapso de la disciplina del trabajo, aumento de la desobediencia a las reglas y a las regulaciones, huelgas salvajes, boicots, sabotajes. Y para hacer aún más explícito este rechazo del tecnicismo socialdemócrata y bolchevique en tanto que sistema metafísico y como estrategia política, un trabajo inmediatamente posterior, An Essay on Liberationf identifica los elementos de una conciencia revolucionaria en la lucha contra toda la organización del trabajo capitalista y socialista de Estado (la línea de montaje, el sistema taylorista, la jerarquía) y aporta un concepto escatológico de una revolución estética en la técnica. Pero a pesar de su ruptura con la teoría y la práctica del tecnicismo, el revisionismo de Marcuse no se puede pasar por alto: aunque no llega a rechazar el análisis marxiano del valor, se aleja asustado de adaptar las últimas consecuencias como su marco de referencia. En su lugar, como en el caso de sus colegas de la Escuela de Frankfurt se supone que todo el peso de la crítica incipiente de la tecnología ha de confirmarse por la elusiva categoría de “dominación”. El resultado es que la contribución crítica de Marcuse se restringe a un número de intuiciones estimulantes, pero dispersas, difusas y semiaforísticas, que en ausencia de un marco teórico que las sostenga, son precarias en extremo. El proyecto total de Habermas está enraizado en una crítica al tipo de acción característico de la tecnología, el cual le ha provisto un modelo para su última interpretación de los modos específicos de “acción racional con arreglo a fines” que sí lo preocupan específicamente. La evidencia para sostener este argumento es en primer lugar la temprana preocupación de Habermas por la comprensión positivista de la razón y su realización histórica en una sociedad tecnocrática. Estos argumentos, desarrollados especialmente en el ensayo Ciencia y técnica como ‘ideología’ (1970)g, conforman la estructura que subyace a la teoría de Habermas a pesar de su continuo refinamiento y enriquecimiento en su mirada de la sociedad moderna con el paso del tiempo. En cualquier caso, este autor ofrece una teoría transhistórica de la esencia de la acción técnica en general. Tal como escribe McCarthyh, el punto de vista de Habermas es que mientras las formas históricas específicas de la ciencia y tecnología dependen de arreglos institucionales que son El conocimiento y el mundo página 88 YOUKALI, 6 tecnología. Dado que la hegemonía de la tecnología descansa en la extensión del control técnico más allá de los límites tradicionales para abrazar a la fuerza de trabajo, Habermas considera que el capitalismo tiende a identificar a la técnica como un todo junto con las instrumentalizaciones a través de las cuales ese control es asegurado. Mientras tanto, otros aspectos de la técnica son olvidados o tratados como no-técnicos. Es esta racionalidad técnica capitalista la que está reflejada en el estrecho esencialismo de Habermas. Porque su caracterización de la tecnología está confinada a la instrumentalización privilegiada del capitalismo moderno, no puede desarrollar una concepción social e históricamente concreta acerca de su desarrollo y potencial. Hace su propio trabajo de abstracción, a través de la cual se eliminan la dimensión socio histórica de la acción técnica, como evidencia de la naturaleza no social de la tecnología. El error del esencialismo de Habermas y en cierta medida de la Escuela de Frankfurt no es arbitrario sino que es una consecuencia de las propias dimensiones socio-históricas negadas de la acción técnica. Este error refleja la reificada forma de objetividad tecnológica en la sociedad moderna, esto es una ilusión social necesaria con consecuencias reales. Tales ilusiones se convierten en un aspecto de la realidad social en la medida que constantemente actuamos sobre ellas. El concepto puede compararse con la noción de marco de referencia determinado culturalmente: mientras que la cultura sea entendida no meramente como manera de ver sino también como manera de hacer, como sistema de prácticas. Marx ya ofreció el análisis original de este fenómeno: el fetichismo de la mercancía no es amor al consumo sino la creencia práctica en la realidad de los precios relacionados con los bienes en el mercado. Tal como señalaba, el precio no es un atributo “real” (físico) de los bienes sino la cristalización de la relación entre fabricantes y consumidores. Sin embargo, el movimiento de bienes de vendedores a compradores está determinado por el precio como si fuera real. Lo que está enmascarado en la percepción fetichista de la tecnología es, similarmente, su carácter relacional: aparece como una instancia no social de pura racionalidad técnica más que como el nexo social que efectivamente es. Es esta forma y no la realidad de la tecnología lo que teoriza el esencialismo. En un libro titulado Crítica de la Tecnología Política: un debate con H. Marcuse y J. Habermas (1970), Hans-Dieter Bahri entra en este terreno pero no sólo junto a, sino radicalizando la postura de Marcuse. El propósito de Bahr es comprehender la racionalidad tecnológica y sus construcciones individuales en términos —paradójicos en apariencia— del modo no político por el cual se establecen como dominación política. Sin embargo tal empresa se ve obligada a “volar a favor de la historia” y el auténtico valor del libro es una provocativa —y polémica con Habermas— exploración de los términos del problema, más que una crítica sistemática de la tecnología como tal. Una perspectiva más constructiva aparece en la ponencia al simposio en Heidelberg (1971) “Inteligencia técnica en el capitalismo tardío” que fue revisada dos años más tarde y que constituye el presente artículo. El artículo de Bahr tiene dos propósitos principales: en primer lugar, elaborar por fin el papel de la máquina en la subsunción real del trabajo bajo el capital; y en segundo lugar, identificar la forma constitutiva tras este proceso como la forma-valor. No es de sorprender entonces que sea un artículo difícil, ya que aparte de la típica idiosincrasia alemana de utilizar la etimología como un indicador del significado (por ejemplo, uniformidad significa literalmente una-forma [sustantivo]) y el problema de la predilección que tiene Bahr por las citas hegelianas implícitas, la verdadera dificultad reside en la profundidad del significado que Bahr encuentra en la teoría del valor. En efecto, uno de los méritos de este autor es mostrar que la crítica de la tecnología no amplía tan sólo la teoría del valor, sino que en realidad lleva directamente al corazón de esta. i.- Hans-Dieter Bahr, Kritik der ‘Politischen Technologie’, Frankfurt, Europäische Verlagsanstalt, 1970. Traducción de Mario Domínguez Sánchez. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net La ciencia burguesa percibe el hecho de que el conjunto de medios de trabajo procede de la objetivación de tales formas dialécticas de las relaciones vivas de trabajo, simplemente como resultado de una arqueología; esto se deduce de su método de razonamiento retrospectivo con respecto al resultado, el producto, de la formación social viva. Por ejemplo, dado que una determinada tribu está al borde de un asentamiento estable, se terminan utilizando ciertos cebos y trampas —en contraste con los proyectiles de caza o los arpones—; tipos específicos de instrumentos políticos que requieren una compleja manufactura, indican configuraciones más rígidas de la división del trabajo. El modo de vida de las relacio- nes sociales particulares y de las estructuras existentes hasta entonces reside ahora en la figura tangible y sintomática del conjunto de los materiales dados por la naturaleza, transformados por la acción del trabajo social. Esa arqueología no cambia sus criterios y los aplica a su propia base material, pero la confina en los órdenes sociales pre- o no-burgueses: no habrá pues arqueología de los sistemas de medios de producción burgueses. Las formas desarrolladas de los medios de producción en el presente están cada vez más mediatizadas a través del trabajo científico. Podemos especificar esta relación un poco más diciendo lo siguiente: aunque es bien sabido que el trabajo manual crea los medios para transformar las formas naturales dadas en figuras intencionalmente sociales, se presta poca atención al hecho de que el trabajo científico difiere del primero sólo en términos de forma de los medios que crea para la producción de sus saberes. Incluso las críticas de las ciencias deductivas puras tienen que ver menos en general con criticar la posibilidad de tal pureza científica que con cuestionar su actual sostenibilidad en la práctica. En términos históricos el comienzo de las ciencias deductivas coincide con la producción empírica de instrumentos, modelos, dibujos y símbolos, en tanto que medios de la supuesta pureza, esto es, de la expansión coherente del conocimiento; tales medios incluyen rituales (como memoria colectiva) junto con el lenguaje, la escritura y la impresión mecánica y el proceso numérico y de datos. Aunque el equipo científico experimental era una condición previa para la tecnologización de la producción, no ha constituido —como Sohn-Rethel señala correctamente— la fuente activa de aquella. Ni la lanzade- j.- “Die Klassenstruktur der Maschinerie. Anmerkung zur Wertform”. In: Technische Intelligenz im Spätkapitalismus (S. 39-72). Hrsg. v. Vahrenkamp. Frankfurt: Suhrkamp, 1973. La traducción es de Mario Domínguez Sánchez. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo El desarrollo histórico de los medios de trabajo (Arbeitsmittel) así como la transformación mediante el trabajo de las formas naturales dadas en configuraciones del proceso de trabajo (cuyo propósito es social) constituye al mismo tiempo la “naturalización” de las formas sociales de los instrumentos de uso (Gebrauchsmittel). Como elemento material, los medios de trabajo no sólo median entre la naturaleza y el sujeto de trabajo, sino que también sirven como mediación, los “medios” entre aquellos que llevan a cabo el trabajo. El hecho de que el instrumento sólo puede ejercer la función de mediar la relación viva entre los trabajadores y los no trabajadores, o entre diversos tipos de trabajo. Si los medios de trabajo, como medios de producción, llegan a mediar entre la clase dominante y la clase subordinada, han de adquirir entonces un carácter social en el curso de su desarrollo histórico: los medios de trabajo son medios por los cuales la clase dominante puede satisfacer directamente sus necesidades, pero son también la “base intencional” para perpetuar la relación desigual entre los trabajadores y los no trabajadores. Por tanto, el instrumento como medio no sólo permanece entre la naturaleza, la historia y la sociedad, sino también entre distintas clases en la sociedad: no constituye tan sólo el medio, sino de hecho la base intencional para la unidad desigual del sujeto de trabajo con el sujeto de la apropiación. Así, como base objetiva, la génesis de los medios de producción constituye en realidad el proceso de mediación de dos sujetos sociales asimétricos. página 89 por Hans-Dieter Bahr YOUKALI, 6 La estructura de clase de la maquinaria: notas sobre la forma-valorj El conocimiento y el mundo página 90 YOUKALI, 6 ra, ni el telar mecánico, ni la máquina de vapor están en conexión directa con alguno de los descubrimientos o los aparatos técnicos de la física teórica. Por otra parte, la estructura precientífica de la maquinaria —ya que ha existido antes del desarrollo de las técnicas químicas y de la aplicación industrial de la electricidad— representaba una forma de desarrollo que mostró algo más que la “unidad personal del trabajo intelectual y manual” que Sohn-Rethel proponía para las herramientas artesanas. En tanto que medios de trabajo, los mecanismos simples ya poseían una estructura que la maquinaria, como base intencional del proceso de trabajo capitalista hizo más aparente: esto es, las dos bases del “golpeo” (fuerza) y de la “herramienta” (construcción mecánica), que a su vez se hallan directamente mediatizadas mediante el mecanismo de transmisión. El lenguaje se ha mantenido vivo en los conceptos que ahora sólo aparecen en su aspecto material: en vez del gasto de la fuerza de trabajo como fuerza motriz, léase golpeo (drive); en vez de cualificación y destreza como base intencional de la transformación social de la naturaleza forjada por la actividad mental y práctica, léase herramienta (tool). Y el mecanismo transmisor bien podría interpretarse como el modelo naturalizado del intercambio entre los trabajadores, o dicho en términos históricos, la figura osificada del comercio se podría interpretar como la mediación entre la forma artesana plebeya y campesina del trabajo en la cual —junto a los antagonismos prevalecientes de clase— también está al acecho una antítesis incipiente entre el intelecto y la creciente abstracción de la naciente fuerza de trabajo proletaria. En este sentido, la herramienta correspondería al intelecto y la nueva fuerza motriz (golpeo) al proletariado, en tanto que fuerza de trabajo despojada de su cualificación, ya que la mediación de los dos momentos era directa, puesto que aún reside en los mismos trabajos artesanos. Toda esta alusión sirve para indicar que los instrumentos y la base misma de la producción científica del conocimiento sólo llegan a ser una condición para el desarrollo del mecanismo (a través de las etapas de la maquinaria y la mecanización hasta la automatización) porque la organización social de las condiciones del trabajo vivo ya ha asumido una modalidad racional, esto es, un modelo matemático que por tanto se podría convertir en el fundamento de una cientifización sistemática (Verwissenschaftlichung) de los procesos de producción. Esta mediación entre el trabajo científico y proletario, anticipada en la artesanía, y que más tarde asume su propia independencia y forma objetiva en la maquinaria, señala a su vez a un tercer factor subyacente a estos dos modos de actividad, lo cual a pesar de un modo de aparición histórica distinto, integra el principio del factor común posible: la forma-valor inmanente de los medios de producción, como “forma abstracta natural”, o como propósito abstracto social en la figura osificada de la materia natural dada. Las siguientes descripciones intentan en principio pergeñar el desarrollo de los “medios de trabajo” mecánicos y tecnológicos en términos de su apariencia superficial: es un requisito previo para la cuestión más profunda del desarrollo de la forma interna como (determinada por la clase) estructural y de la forma externa (instrumental) como forma (shape) y de su unidad como función. La apariencia superficial La naturaleza social de las relaciones de producción que históricamente sólo aparecían en primera instancia en el modo de intercambiabilidad generalizada, llega a ser esencial o real únicamente en la acción viva de cooperación, donde el trabajo concreto individual se reduce en realidad al trabajo medio abstracto. «Por ende, para el productor individual, escribe Marx, la ley de la valorización no se realiza plenamente sino cuando él produce produce como capitalista, cuando emplea al mismo tiempo muchos obreros, o sea, cuando, desde un comienzo, pone en movimiento trabajo social medio»1. La cooperación, que según Marx permanece en la base de la producción industrial, consiste en principio 1.- K. Marx, El Capital Libro I, vol. 2, Siglo XXI Editores, Madrid, 1979, 6ª ed., pp. 393-394. La cursiva es de H-D B. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 91 ra de aportar fuerza motriz. La disolución de la unión interna de los sujetos que trabajan y sus cualificaciones altera la relación entre el objeto de trabajo, el cual es reasumido de un nuevo modo, y el resultado final de la transformación operada en el material, el producto: el objeto ya no es un producto en referencia directa al sujeto individual de trabajo, sino sólo en relación al capital individual. Incluso en una cooperación cuantitativa muchos objetos de trabajo se habían fabricado de manera conjunta hasta la realización de un objeto de uso en las manos de los maestros artesanos; pero en la manufactura, el objeto de trabajo pasa a través de una serie de etapas (preparación, transformación, modelado) que en sí mismas suponen que la materia prima pueda ser desmembrada y reconstituida: el estadio final es así una conjunción nueva de la materia. Sin embargo, la transmisión de estas operaciones parciales (excluyendo los procesos de trabajo químico o eléctrico) siguen siendo externos e indiferentes al producto que se está fabricando; en otras palabras, el producto no asume la configuración de aquellas operaciones. La transmisión consiste en una forma no mecánica de transporte para las materias primas dentro del taller, junto con la comunicación de las directrices e instrucciones. En este contexto, el discurso (el lenguaje) no está planteado para informar o para comprender; caracterizado como “semicualificado” significa en realidad convertir la comprensión en destreza manual. Más bien, mientras el proceso de trabajo funciona de manera uniforme, el lenguaje sirve sólo en tanto que un conjunto de órdenes para asegurar que las operaciones parciales específicas sobre el objeto de trabajo se ejecutan siempre del mismo modo, esto es, uniformemente. (La ciencia natural ha definido más tarde su propio proceso de trabajo de acuerdo a este modelo, es decir, operacional y experimental: el experimento debería conducir siempre al mismo resultado, bajo idénticas condiciones, para producir una conclusión “válida” o un resultado acerca del objeto de investigación. La terminología revela aquí por sí misma la íntima afinidad existente entre el trabajo científico-natural y la creciente forma natural abstracta en tanto que forma-valor). El movimiento uniforme que ya había aparecido en las demandas solicitadas a los instrumentos de medida del tiempo o a la mecánica estática y dinámica (ejemplificado en el trabajo de construcción o en las máquinas de recolección agraria) constituye una expresión del hecho según el cual se brinda y señala un material natural como analítico por el tipo de trabajo social; esto es, un material dividido y desmembrado por la división del trabajo asume una forma-valor real al contradecir no sólo a su figura natural dada sino también a su forma útil. La razón es que la igualdad formal declarada (pero nunca llevada a cabo) de los movimientos en el trabajo que produce mercancías puede verse como el mismo YOUKALI, 6 en una agregación puramente cuantitativa de unidades artesanales en la que los medios directos de trabajo siguen siendo propiedad del trabajador. La figura inicial del capital constante para incrementar el plusvalor del trabajo aparece como el método para obtener una generalización meramente externa dentro de la división del trabajo existente en el taller. Sin embargo, esto conduce a una dimensión cualitativa tal como la creciente escala de los talleres, almacenes y medios internos de comunicación. Estos medios, o mejor dicho, estas bases tal y como existen en su configuración actual, han de contemplarse como los resultados materiales de específicas relaciones vivas del trabajo; de hecho son la base de la posibilidad por parte de los trabajadores artesanos de ser capaces de trabajar juntos en grandes grupos. Los elementos de la propiedad feudal y del gremio se fusionan en un tipo de patriarquía burguesa absoluta sobre los jornaleros. Junto a ello, la actividad mecánica de la mano en el trabajo y los materiales estructurales aumentan de manera tan sólo cuantitativa. Por el contrario, la manufactura rompe el trabajo agregado en operaciones de talleres, lo cual supone una transformación cualitativa en la relación del trabajador con el objeto de trabajo: los medios de trabajo desarrollan lo que reduce de manera creciente la cualificación, o sea, la destreza manual y la pericia intelectual, al nivel de un gasto abstracto de trabajo. Esta separación del intelecto del trabajo y del gasto de la fuerza de trabajo se transforma entonces en una condición necesaria para el ascenso de la inteligencia científico-tecnológica. La configuración externa de un crecimiento meramente cuantitativo en el número de trabajadores encuentra su correspondiente modelo interno en la descualificación de la fuerza de trabajo como condición previa para lograr de manera colectiva el gasto abstracto de la fuerza a un nivel superior. El “cuerpo” del trabajador colectivo antecede a la aparición de las máquinas a la ho- El conocimiento y el mundo página 92 YOUKALI, 6 tipo de equivalencia del modo en que la relación-valor aparece como la forma idéntica del valor. Esta cuestión se discute más extensamente en la segunda sección. El nuevo modelo cualitativo de socialización que llega a asociarse con la manufactura crea al trabajador colectivo y cooperativo como un todo orgánicamente estructurado (una síntesis analítica) en la cual ha habido una agregación meramente cuantitativa que se ha transformado en una unidad social cualitativa. Al mismo tiempo la pauta de socialización tiende no obstante a ocasionar la negación del trabajador colectivo en el mismo taller, en principio mediante la especialización de actividades y la parcelación de complejas ejecuciones artesanales. La máquina-herramienta supone entonces la primera tras- cendencia de esta aguda especialización, esto es, al combinar dentro de sí una serie de herramientas individuales separadas tal que ya no precisen de la mediación del trabajo humano. La “combinación” significa aquí que el trabajo colectivo, la cooperación viva de un número de trabajadores especializados, desaparece como tal, para ser almacenada como la “forma natural” de un mayor poder mecánico. La objetivación de las específicas relaciones sociales de trabajo corresponde a la des-objetivación del trabajo colaborador vivo; esto se expresa en la antítesis existente entre el trabajador especializado y aislado por una parte, y el trabajador colectivo y tecnológico por otra. Con la objetivación de las condiciones de trabajo subjetivo —que, como la máquina-herramienta, constituyen la base intencional para el proceso industrial de trabajo— el trabajador se ve inicialmente reducido a la función de una fuerza motriz. La inversión de la relación entre trabajador y herramienta (mediante la cual el poder físico del cuerpo se había transformado en el mecanismo estático que conduce a la máquina-herra- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net mienta, la cual modela en realidad la materia) abandona al trabajo vivo con la organización cooperativa del transporte interno de las piezas del trabajo. En este papel, el poder del trabajo abstracto funciona como la fuerza “motriz”, como la transmisión viva, junto a su función en tanto que fuerza motora estática. En este contexto, “vivo” significa que el objeto, la condición intencional, los medios y los propósitos del sujeto, constituyen aún una unidad simple, no especializada, en relación al proceso de trabajo desde el cual seguía pareciendo posible determinar y llevar a cabo el propósito del trabajo mediante la anticipación. Bajo las condiciones de la separación del poder del trabajo por una parte (basadas en la clase) y de los medios de producción por otra, la “objetivación” (objetification) significa que aunque exista una unidad a nivel de taller en las condiciones intencionales (objeto y medios de trabajo) y se propone su fin (la fuerza de trabajo ha de valorizarse), el proceso es “racional” (rational) sólo en el sentido de la “matemática” (rationell). De hecho, hay un antagonismo social generalizado ante la determinación de los fines a los que se está obligando al trabajo, y la unidad inicial antes mencionada; aparece pues un antagonismo que reacciona sobre el modelo de desarrollo de las condiciones productivas. “Vivo” no puede significar un secreto deseo de volver a las actividades artesanales, ya que el trabajo artesanal sólo permitía considerar una vaga utopía que diera lugar a un sujeto social como un sujeto en conjunción con su labor artística. La traducción de la transmisión y la fuerza motriz de los seres humanos en colaboración con las formas “naturales” es la condición previa a la posibilidad de la maquinaria; el ascenso de la maquinaria sólo fue posible porque las decisiones en tanto que objetivo del trabajo (la producción de la clase burguesa por medios capitalistas) seguía siendo totalmente externa al proceso mismo de trabajo en tanto que mera condición funcional, esto es, algo así como lo que supone una sublimación (aufgehoben) para la “simple” satisfacción de las necesidades: una clase social ha de divorciarse por completo de la determinación final de los fines antes que las formas sociales del trabajo puedan llegar a ser más “racionales”, o sea, “no subjetivas”, y asuman por tanto una forma natural intencionada como la maquinaria. De este modo, la racionalidad social directa del proceso de trabajo deja de tener un sujeto y se transforma en irracional (aunque esta ausencia de sujeto es la condición necesaria para la liberación de la razón social de su ciego modelo natural). Precisamente la maquinaria es la prueba palpable (una vez que la génesis de su forma social se ha incorporado a la crítica) que en el proceso de trabajo la sociedad burguesa existe sin un sujeto real y por tanto se enfrenta a la naturaleza como tal en tanto que simple “fuerza de la naturaleza”. Esto explica el que, en principio, la clase trabajadora ha debido hacerse política- ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 93 YOUKALI, 6 mente consciente, y por tanto un sujeto ideal (ideell), antes de la posibilidad de que el sujeto social que se actualiza pueda aparecer dentro del proceso de trabajo. Al mismo tiempo, esta idealidad de la existencia del proletariado como un sujeto —algo establecido incorrectamente como real por Lukács en Historia y conciencia de clase— también se compone del resultado de una tendencia permanente hacia la des-revolucionarización de la clase obrera, ya que su interés en la producción no se genera mediante esto último, sino que está obligado a llegar a ser una idea política antes que pueda producirse de modo espontáneo su propia base material. El “revisionismo” es por tanto un problema bastante más serio que el registrado en las diversas versiones de la teoría de la conspiración. Por otra parte, el proceso de trabajo basado en la maquinaria (donde el trabajador se desentiende de las actividades que directamente dan forma y no deforman a la materia) asume un carácter más ideal: se ofrece a la posibilidad de la politización desde dentro. Expresado en términos tecnológicos, la actividad del trabajo vivo tiende a encerrarse en el montaje, lo cual por lo común se localiza al final de una serie de operaciones parciales del trabajo maquínico. El trabajador se ve así enfrentado a la materia de un modo socialmente dado por la naturaleza, mientras que la forma natural dada se transforma en un objeto estético, se convierte en “escenario”. El objetivo —como una mercancía posible— ya no es arrebatado a la materia natural dada, sino más bien, los elementos de la materia prima que ya han sido pre-formados y pre-estructurados por un sujeto místico y que así aparece como objetivamente social se han construido, montado, ajustado, comprobado y regulado. La transformación de la actividad laboral en la actividad del montaje, transporte y coordinación fue la condición para la invasión de la ingeniería en el trabajo industrial. Antes de esto, los ingenieros habían comprobado históricamente, en la esfera de la ciencia militar y de su prác- tica, el terreno en el cual la sociedad burguesa había anticipado la generalización de la producción mediante la organización “racionalizada” de la destrucción, y en particular, gracias a la apropiación unilateral de la riqueza social; como un sujeto económico que recauda impuestos al modo militar, la formación estatal burguesa despliega esta forma “parcial” de racionalidad. En contraste con la homogeneidad indiferenciada del trabajo artesanal directo sobre la materia, la tecnología mecánica de la construcción permitía la planificación previa de la coordinación, el transporte y las operaciones de montaje. Por tanto, al utilizar la maquinaria como su base intencional, el proceso de producción como un todo ha de cambiar de manera inevitable el carácter de la actividad del trabajo (que antes había tenido una relación directamente determinada con la naturaleza), previo a que la división del proceso de producción en sus componentes ideales y reales hubiera tenido lugar: esto es, la planificación operativa por una parte y la realización individual mediante el trabajo físico por la otra. Esta transformación se logró gracias al análisis práctico y la simplificación (descualificación). Al mismo tiempo, la planificación se convirtió en la forma-precio en proceso dentro de la fábrica, o sea, la forma ideal de la medida del valor; mientras que su objetivación en el trabajo proletario constituía la génesis del capital constante como maquinaria. La maquinaria no es pues una aplicación de mecánica teórica a la producción, más bien fue el desarrollo de relaciones cuantitativas externo a la cooperación viva lo que se convirtió en el a priori de la maquinaria. Así, lo que constituye la mediación real de la ciencia natural es la forma del capital constante, su racionalidad funcional y el grado de la socialización del trabajo en el proceso de producción; el lado técnico de esta mediación (la composición orgánica del capital) consiste en la tecnologización de la producción. Sin embargo este proceso de mediación sólo llega a aparecer cuando dicha relación de la ciencia y el trabajo industrial comienza a transformarse en su opuesto, es decir en la “quimicalización” de la producción, donde el proceso cambia desde la preparación de materiales ya existentes a la creación de otros nuevos o cualitativamente diferentes. A este respecto, la producción de conocimiento científico y sus instrumentos en laboratorios y en departamentos de planificación comienza a funcionar como el elemento activo en la generalización de la producción, un proceso cuya “cientifización” es al mismo tiempo un modo de socialización ideal; es decir, la cientifización de la producción se convierte en un elemento fundamental del poder de la forma actual de socialización. Otro de sus elementos consiste en los modos externos de realización del plusvalor. La maquinaria libera un intelecto formalmente limitado por el proceso de trabajo feudal-artesano. Un inte- El conocimiento y el mundo página 94 YOUKALI, 6 lecto que posee la posibilidad de constituir un trabajador político colectivo, ajeno a los trabajadores parciales divididos. Frente a la ética del trabajo gremial, la cooperación política de los trabajadores asalariados se convierte en una oposición externa, esto es, al igual que lo es la clase dirigente. El hecho de rebajar al mismo nivel a los trabajadores especializados a través de medios de producción tecnológicos crea las condiciones para transformar la lucha por el salario en la socialización política potencial de una clase trabajadora en el proceso de autoorganización. Por otra parte, la contradicción entre el trabajador especializado y el intelecto tecnológico responsable de la dirección, elaboración y transmisión de las detalladas operaciones aisladas, evita que la clase trabajadora reconozca su propio carácter social en ese intelecto, que de hecho representa el suyo propio, incluso aunque el modelo de un producto colectivo inconscientemente alienado de la clase trabajadora adquiera una configuración independiente en la figura de los planificadores, técnicos e ingenieros. Por tanto, el proletariado permanece en oposición externa a su propio intelecto, intelecto que el proceso de producción capitalista ha creado con independencia formal. Era en parte esta hostilidad la que debilitó y anuló la resistencia de la clase trabajadora al fascismo. Además, la ausencia de una crítica teóricopráctica del intelecto productivo ciega a la clase trabajadora, forzándola como un momento variable del capital agregado; en este sentido la clase obrera es un componente antagonista, aunque en absoluto fijo y estable, de la sociedad burguesa. Su ceguera con respecto a su propio intelecto significa que contribuye al mantenimiento de la falsa totalidad de esta sociedad, aunque alienada. Y una “liberación” que tiene lugar a espaldas de los productores establece la libertad como un mero ideal. La uniformidad de las operaciones parciales, como la forma-mercancía en proceso dentro del taller, también se convierte en la condición para hacer circular la producción; por la que adopta inicialmente la configuración material de los modelos industriales para las piezas individuales del trabajo. Por consiguiente, la industria individual ya no ha necesitado a menudo producir las mercancías como “valores de uso” para los sujetos; los segmentos individuales del producto dejaron de tener un valor directo de uso social y han sido “utilizables” sólo para el posible (pero ya no necesario) montaje de objetos individuales en valores de uso. Este montaje se ve mediatizado a través del mercado capitalista y por tanto puede sentirse amenazado por la crisis: las dificultades crecerán a la hora de realizar el plusvalor producido, estos valores particulares de uso se desploman en objetos que no tienen sentido. Tal contradicción estimula la formación de cártels: la parte componente estandarizada es el modo apropiado y objetivado de la intercambiabilidad universal de los valores de uso —no como ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net precio sino más bien como el modelo natural del capitalmercancía. La conciencia burguesa sólo se enfrenta a este proceso en el comercio de reparaciones, es decir, en tanto que intercambiabilidad de componentes que son inútiles por sí mismos pero sin embargo siguen siendo mercancías. Con la estandarización de las partes componentes, incluso el montaje pierde el carácter de actividad constructiva. La configuración compleja de la línea de montaje, con la intervención de máquinas herramientas semi-automáticas, “construye” el objeto, mediatizando las operaciones individuales del proceso de producción. La necesidad de establecer normas para la ejecución de la fuerza de trabajo desmiembra el cuerpo humano en funciones abstractas: los órganos corporales —definidos por la lógica de la medicina moderna— adoptan por sí mismos la forma abstracta de la naturaleza, el substrato perfectamente adecuado de la forma-valor. Sólo entonces el organismo corporal llega a convertirse en efecto en una “forma-valor” pura. El entrenamiento de los órganos para ciertas funciones extremadamente específicas reproduce el cuerpo como un todo desmañado: pierde su función integral como creador del valor de uso. Además, un creciente período de entrenamiento formal y de reciclaje se convierte en algo necesario incluso para los trabajadores descualificados. El gasto desequilibrado de la fuerza y de la cualificación por los miembros individuales y los órganos sensoriales destruye la unidad funcional del cuerpo individual: los individuos dejan de ser un instrumento de uso para sí mismos incluso en la actividad laboral. Al mismo tiempo el capital trata de obtener un beneficio procedente de esta pérdida de unidad corporal mediante las “actividades de ocio”, la medicina y el deporte. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 95 YOUKALI, 6 Con la objetivación del trabajo de montaje, embalaje, distribución, almacenamiento y transporte en mecanismos basados en la máquina, la maquinaria descrita por Marx se reduce a un mero momento de la tecnología, en la cual el proceso mismo de producción industrial asume una configuración circular; al igual que la circulación de mercancías, el capital se ha industrializado. El capital industrial y comercial se han unido mediante el papel funcional desempeñado por el capital financiero. Sin embargo, la etapa de la tecnología mecánica se sigue caracterizando abrumadoramente por el trabajo fabril; la concentración regional de los medios de producción aún sigue siendo la base de los modelos espontáneos de lucha de masas, en la que los tipos de organización sindical y los grupos políticos aún pueden, a este nivel relativamente bajo de desarrollo, coincidir en gran medida. Las comunicaciones de masas basadas en la tecnología adoptan no obstante una importancia creciente como medio para resolver de manera artificial la “idealidad” del trabajador colectivo. Esto también marca el comienzo de la burocratización: necesaria, pero sin embargo incorrectamente, los trabajadores organizados disponen sus cuadros de una manera distinta a su propio e implícito intelecto revolucionario; una fórmula que a menudo empieza a seguir ciegamente su particular contradicción interna de desear conservar el movimiento revolucionario sin saber cómo revolucionar constantemente este trabajo de conservación. Con la aplicación industrial de la electricidad, la maquinaria tradicional comienza a disolver o, más bien, a invadir la esfera familiar e incluso la esfera adyacente de la propiedad privada. La distribución de la energía, esto es, de las fuerzas motrices objetivas sostenidas por el Estado, asume el papel de proveer una conexión fundamental a los capitales individuales mutuamente excluyentes —un proceso que ya había comenzado con la nacionalización de los sistemas de comunicaciones, transporte y educación. Con la transferencia de la generación de energía externa a la mayor parte de las industrias, la maquinaria se ha convertido en “super-fábrica”: las máquinas que demandan fuerza motriz ven crecer su dependencia respecto a la central energética. La red anterior de canales, carreteras y ferrocarriles se amplia y extiende mediante medios más “ideales” de comunicación tales como oleoductos, cables y ondas de radio. En términos de “super-fábrica” se asigna a la empresa individual la función formal llevada a cabo por la máquina herramienta: frente a la máquina de vapor, el motor es un elemento casi sin transmisión en la regulación de la máquina herramienta. Al mismo tiempo, la dirección de los medios lingüísticos de trabajo o de medida y los sistemas de guía en telecomunicación también comienzan a transformarse en una figura tecnológica de la mediación interna y externa de la producción, enfrentándose al proletariado con su intelecto propio de un trabajo colaborador anterior, en un modo totalmente alienado, a la vez que se imponen las vías de comunicación espontáneas y de masas. Aún no se ha lanzado una crítica por parte de los sindicatos y los partidos políticos a este evidente desarrollo —una empresa de creciente importancia ya que los primeros signos de disolución del trabajador masificado en grupos de trabajo, colectivos y equipos pueden conducir de manera espontánea a un renovado tipo de organización gremial o profesional más que a una organización de clase. La lealtad ritual del crecimiento inadecuado de la organización de masas de la clase trabajadora conduce por una parte a representar los intereses de la mercancía fuerza de trabajo y por la otra a continuar la regionalización del proletariado. Este proceso se ha afianzado aún más por la construcción capitalista urbana: con el rápido crecimiento de la urbanización industrial del territorio, el crecimiento real de los núcleos urbanos, tal y como comenzó a finales del siglo XIX, puede estancarse y dormirse en los laureles. El desarrollo de máquinas de alto y bajo voltaje supone que los principios de la producción (extensión del tiempo de plustrabajo mediante su reducción en necesidades) puede alcanzar también la esfera de la reproducción de la fuerza de trabajo. La tecnologización del trabajo doméstico no sólo ha liberado la fuerza de trabajo de la mujer, sino ante todo ha permitido la ampliación indirecta del día de trabajo, ya que el tiempo que los trabajadores gastan en locomoción no se paga. En general, los salarios de los trabajadores ya no cubren los costes de reproducción del poder de trabajo doméstico, en caso de que un miembro de la familia fuese inadecuado para trabajar, ha de intervenir el Estado del bienestar. La increíble miseria física ha sido producto del hecho de que el capital ha destruido la comunicación entre los miembros de un grupo pequeño tradicional El conocimiento y el mundo página 96 YOUKALI, 6 (incluso si, como la familia, constituía un simple producto de la naturaleza) y mantiene artificial y formalmente este grupo unido a través de las actividades del capital estatal y del capital de sector de la construcción. La cruz de la objetivación tecnológica de las políticas sociales es que las relaciones vivas, que abarcan hasta las relaciones sexuales y afectivas, sólo se puede expresar e interpretar en términos mecánicos. La tecnología de alto y bajo voltaje ofrece la más clara prueba de que cuando la producción se generaliza el problema crece únicamente gracias a tales procesos de objetivación. Los representantes de los trabajadores en aquellos lugares donde estos también poseen un poder político como clase, pueden constituir un primer paso en la reunificación del consumo y la producción (trabajo, necesidad e interés que constituyen la sociedad de manera consciente) y también un aspecto en el cual las contradicciones dentro de la división social del trabajo más allá del nivel de empresa pueda solidificar espontáneamente en competencia con la clase trabajadora. Esto a su vez produce de necesariamente una centralización burocrática que dicta una cohesión externa a dichas unidades auto-gestionadas. Se puede hallar una tendencia contraria al proceso de división y subdivisión en la esfera de la tecnología mecánica, en las industrias de máquinas-herramientas y en las de automoción (coches), aunque su principal campo de operaciones se localiza en aquellas ramas que asumen el proceso químico de las materias primas, o donde se introducen las técnicas químicas en otros sectores de la producción. Visto que la actividad de componer y estructurar materiales adquiere en primer lugar una estructura objetiva mediante la mecanización (en sentido amplio), sólo en muy escasas y raras circunstancias se podrían alcanzar cambios en la composición ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net interna de las materias primas mediante el gasto mecánico de la fuerza humana. La consecuencia de ello es que tales procesos que cambian y transforman los materiales o experimentan un menor grado de descomposición en operaciones parciales individuales que aquellos que modelan la materia, y se alcanza mucho antes la tendencia consistente en relegar el aspecto mecánico a una situación intermedia y subordinada de la producción. Por otra parte, ciertas fases de la transformación química se han desarrollado fuera de la naturaleza de las herramientas, en menor medida que fuera de la necesidad de aislar a la gente de. Por esta razón, la monopolización del capital encontró aquí una “forma natural” favorable, ya que en términos de inversión de capital constante hay una menor intensidad de producción de materias primas, esto es, un rápido desplazamiento del capital circulante relativo a la pequeña cantidad de valor transferido desde el capital fijo. Ya que en muchos casos el análisis científico de las características innatas en las sustancias naturales ha sido lo que ha permitido en primer lugar la aparición de nuevos materiales, el laboratorio llegó pronto a constituir una parte integral de la industria química: la cientifización no sólo de los medios de trabajo sino del mismo objeto de trabajo fue —incluso a mayor nivel que en la industria eléctrica— una prioridad absoluta. Muchos procesos sólo se pueden llevar a cabo de modo automático. En la industria química, los elementos particulares de la tecnología mecánica se convirtieron en la base más característica. El “mecanismo de regulación” ha sido necesario, en parte para procesar el material, pero también como una circunstancia interna en el proceso actual de producción química; por el contrario, los mecanismos de transmisión y las herramientas se fusionaron en un único elemento dentro del proceso como el que ocupan los sistemas de almacenamiento y regulación mediante los que fluyen los materiales. La abolición característica de las diferencias entre el objeto y los medios de trabajo ya es evidente en las componentes internos de la máquina de vapor (para el flujo de humo y gases) como en efecto lo es en todas las variables de equipamiento en que se combinan los procesos químicos, físicos y biológicos. La síntesis de objeto y medios de trabajo revela en definitiva que los medios de producción han dejado de ser un medio para los trabajadores, que ya no constituyen su “instrumento” sino simplemente la base intencional autónoma para formas específicas de trabajo, en las cuales el modelo de actividad que produce valores de uso tiende a diferenciarse de la forma que genera valor. La autonomización de los procesos de valorización, tal como produce sus propias estructuras de trabajo (que sólo puede portar valor de uso a través de la mediación del mercado) expresa una “idealidad” en la tendencia hacia la fusión de los capitales de una nación en una organización cuasi estatal para ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 97 YOUKALI, 6 administrar la totalidad de la vida social. En este sentido, la “comunidad de sangre” fascista (Wolksgemeinschaft) no fue tan sólo una ideología, sino también una integración real de gran parte de la sociedad en la organización semi-esclavista de las condiciones de valorización —una integración que se llevó a cabo con una total desconsideración con las divisiones de clase. La característica fundamental de los métodos de producción tecno-maquínicos no es tanto la maquinaria en sí, sino la unión total de máquina y aparato; el proceso de montaje adopta una posición subordinada en la actividad de medir y regular el flujo continuo de una producción interrelacionada por conductos, alimentada por reservas almacenadas y unida a través de las reacciones que someten la materia a una constante transformación junto a los aspectos mecánicos que transportan el objeto-mercancía hasta su realización final. En contraste con los modelos históricos de transformación de las materias primas (por ejemplo, la fundición) en la producción química los diversos modos de movimiento y sus transformaciones, junto con los medios, cualificación y objeto de trabajo se fusionan de una manera que ya no puede contemplarse como el resultado de una lógica espontánea de relaciones laborales cooperativas (como sigue siendo el caso del trabajo basado en la maquinaria): en este caso, la forma material adoptada por el intelecto en el marco de la producción ya no es el intelecto alienado del proletariado —su habilidad para trabajar y organizar— sino más bien el resultado de la cientifización deliberada. El intelecto científico no tiene por tanto un origen proletario alienado (tal como se podría reivindicar) sino que es indiferente a la conciencia de la clase trabajadora y a su establecimiento. En contraste con el intelecto proletario alienado de los ingenieros y los mecánicos, el intelecto del científico de laboratorio es alto-burgués en origen, incluso si esta diferencia tiende a desaparecer a través de la creciente indus- trialización del trabajo científico y técnico; en otras palabras, la división científica del trabajo conduce a la descualificación del trabajo científico. Una vez que el proceso numérico y de datos ha pasado a través de su correspondiente desarrollo, dando lugar a una estructura fija de operaciones parciales en la actividad científica, la cualificación de los científicos perderá así en su totalidad su atributo actual de propiedad privada cuasi artesanal por parte de estos. La investigación y los descubrimientos serían imposibles sin un control real de la propiedad privada de los “medios de pensamiento”. La proletarización de la inteligencia científica sólo se vería aplazada mediante diferencias de salario y privilegios. El paso que va desde la mecanización, vía regulación, hasta la automatización, podría contener precisamente por esta razón, la posibilidad de unir el intelecto proletario y el científico —no a través de la inteligencia académica o de los estudiantes, asumida sobre un carácter proletario aparente, sino mediante una crítica genuina de las estructuras político-económicas de los aspectos científicos y tecnológicos del intelecto. Esto supone no sólo una crítica de la clase dominante, sino también, y de hecho en primer término, una crítica de los “dictados teóricos objetivos”, la presión social y universal de cara a la ejecución eficiente ejercida por el capital en la forma congelada de la perpetuación de su división del trabajo determinado por la clase. La contradicción del rápido cambio en la división capitalista del trabajo que mantiene al mismo tiempo las ocupaciones específicas de clase (esto es, el cambio técnico en la división del trabajo, pero la fijación social asimétrica de la distribución de los tipos de trabajo) aparece en términos técnicos como la separación entre el aspecto material y organizativo de la producción, y en términos sociales como la regulación irracional del reciclaje constante —necesario para mantener una estricta separación del entrenamiento de la mente frente a la aplicada ocupación de las cualificaciones previamente adquiridas, pero ahora redundantes. Las estructuras de clase habrán de buscarse por tanto no sólo en la actitud de los agentes dirigentes de la burguesía, sino también en las veladas figuras técnicas del trabajo y su correspondiente entrenamiento en una lógica de la producción abstracta, sin sujeto. Esta lógica es la fuente de esa actitud que rechaza la dominación en términos subjetivos pero que al mismo tiempo la acepta en forma de necesidad de objetividad y experiencia, por ejemplo, en las obligaciones técnicas y terminológicas, en la regulación abstracta de la productividad y en las exigencias burocráticas y administrativas, pero sobre todo en la destrucción de la capacidad de la gente para comunicar y comportarse mutuamente de una manera emotiva y libidinosa. Estas presiones objetivas de clase aseguran la persistencia de las figuras tradicionales de la vida burguesa y a su vez son capaces de sobrevivir al actual modo El conocimiento y el mundo página 98 YOUKALI, 6 capitalista de producción sin socavar la estructura básica de la sociedad burguesa, es decir, la forma-valor. Para ser capaces de valorar esta naturaleza esencial de la sociedad, es necesario retroceder al aspecto fenoménico de los medios, objetos y condición de los procesos de producción y a la estructura fundamental que allí se reproduce: es decir, la configuración social dual de los objetos “mercancías”, una forma que revela su carácter de clase. Forma como identificación Es difícil evaluar las actitudes desarrollistas de la maquinaria dado que tales formas producen su propio fetichismo. Por ejemplo, en la superficie no se puede establecer ninguna distinción real entre la idoneidad (Zweckgemäβheit) (que se puede designar por las características de la materia natural, aunque el uso actual (Zweck) es un asunto de absoluta indiferencia para ella, sólo les afecta negativamente o, dicho en términos hegelianos, como una “absoluta susceptibilidad”) e intencionalidad (Zweckmäβigkeit). La noción de “idoneidad” viene a expresar la relación indirecta de una cosa con los objetivos de la sociedad; “intencional” por el contrario denota una relación directa. Mientras que la naturaleza sigue siendo una condición externa de ese propósito para el cual es apropiada, la tecnología siempre es interna a tal propósito, o sea, es apropiada en términos funcionales: como un medio, la tecnología se acomoda y encaja respecto a los fines. El objeto intencional puede contener “materia natural” como un substrato subyacente. Sin embargo esta figura aparece en formas que deben considerarse por lo común como “tecnológicas”, esto es, como una creación social pura. Si el material o la materia expresan la condición de la naturaleza en sí, entonces el contenido expresa la forma producida, caracterizada por y que caracteriza al material2 La maquinaria es naturaleza de forma idónea, es decir, los materiales naturales ofrecen sus formas como si ese modo natural dado pudiera convertirse en modelo para otra cosa, en suma, para requisitos sociales: el puro modo natural dado disuelve y se convierte en la base de la configuración social. Por otra parte la maquinaria es intencionalidad, creada y producida por seres humanos y en tal sentido su figura es un producto social puro ya que no se puede encontrar en la naturaleza; por ello esta figura ha de estar disponible de manera simultánea en la naturaleza ya que la forma social de la inten- cionalidad se ha de expresar en un material natural idóneo. Por otra parte seguiría siendo pura necesidad, insatisfecha necesidad humana. En este sentido un torno eléctrico para cortar cabezales es “un modelo natural dado” basado en características naturales. Sin embargo, esta unidad no siempre se ha mantenido: la hoja para cortar se deteriora con el uso; esto es, “el modelo natural dado” se valora a la fuerza frente a su forma social intencional tan pronto como la máquina, en tanto base intencional, “produce” valores de uso por sí misma. La cortadora se vuelve también obsoleta, es decir, su forma social puede bajo ciertas relaciones sociales de producción, valorarse a la fuerza frente a la primera unidad de manera idónea e intencional. En este caso, la estructura interna como forma objetiva social hace añicos la unidad externa que denominaremos la forma tecnológicamente sustituida de un valor de uso indirecto. La máquina, que en sí misma es contradictoria, sólo puede poseer la unidad de la forma social dual y la forma natural dada mediante su funcionamiento y en el modelo histórico de su desarrollo, y así el subproducto derivado de este modelo es precisamente la ruptura de tal unidad. La deficiencia de tales observaciones estriba en que hay que introducir y establecer de manera externa un número determinado de factores; el propio Marx lamentaba la ausencia de una rigurosa historia de la tecnología que, frente al materialismo abstracto de las ciencias naturales, habría de presentar la síntesis de la relación activa existente entre los seres humanos y la naturaleza3. Dicha historia aún no se ha escrito, una que 2.- “La materia contiene la forma en ella encerrada y es de absoluta susceptibilidad a la forma… La materia debe por tanto estar formada, y la forma debe materializarse, debe darse a sí misma en la autoidentidad o subsistencia de la materia”. (G.W.F. Hegel, Ciencia de la lógica; traducción de Augusta y Rodolfo Mondolfo; Editorial Solar; Buenos Aires: Hachette, 1968, p. 451 y ss.). 3.- K. Marx, El Capital, ibid, pp. 427 y ss. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 99 tado, en tanto que instrumento intencional de uso para la producción de objetos de uso, siempre se ha visto en contraposición abstracta (en las críticas efectuadas a la tecnología) a la maquinaria como capital constante por la simple utilización de la fuerza de trabajo y la ampliación del tiempo de plus-trabajo. Esto ha sido así a pesar del hecho de que los dos aspectos se desarrollan en una unidad real. Para prever cualquier confusión hemos pues de recalcar que como un “medio” (Mittel), es decir, medio de trabajo, la maquinaria es simplemente un sistema para producir plusvalor; la maquinaria no es un medio en el sentido de un valor de uso para la creación de valores de uso, ya que el término “medio” o “mediación” (Vermittlung) recae precisamente sobre el sujeto trabajador (sólo él puede organizar y poner los medios en funcionamiento para obtener fines) y no sobre la maquinaria; esta última sólo provee la base intencional para dicha mediación. Lo que existe como “medio” para el capital no es nada más que la condición intencional básica en lo que respecta al proceso de trabajo. Por otra parte, para el capital la máquina figura también como la condición intencional para ampliar el día de trabajo, y para el proceso de trabajo social la maquinaria es a su vez un procedimiento para crear valores de uso. Así, la maquinaria es verdaderamente un medio tan sólo para el sujeto que determina la intención final, es decir, para la apropiación unilateral de los objetos de uso; mientras que para los trabajadores la maquinaria es simplemente la base abstracta para la realización de fines ajenos, con el propósito de mantener su propia existencia. De esta manera, la maquinaria no sólo se caracteriza por la expresión dual que abarca la cultura natural dada y la forma social; su figura social tiene también un carácter dual que denominamos “estructura de clase”. Como forma social adopta en primer lugar la configuración de un medio idóneo para la apropiación del plus-trabajo; en este sentido, la maquinaria es tan sólo maquinaria en un movimiento ininterrumpido. Por otra parte, adopta la configuración abstracta que sólo se valora indirectamente mediante una inversión de la relación fines/medios, de una condición intencional para producir cualquier valor de uso en tanto se realice según requisitos sociales. De esta manera, lo que se afirma de manera harto intrincada, es que la maquinaria sería maquinaria sólo cuando no esté directamente en movimiento, sino que esté simplemente disponible para su utilización en cualquier momento. Tal distinción entre dos formas sociales de la maquinaria no es un mero juego de palabra, se “demuestra” en cualquier crisis de superproducción, donde cada configuración funciona a la fuerza frente a las otras. El desarrollo histórico de la maquinaria no ha tenido lugar exclusivamente dentro de las contradicciones entre las formas naturales y sociales, junto a ello la sociedad de clases produce una forma social contradictoria y dual de la maquinaria como valor y como instrumento de uso. Bajo la condición de la producción de mercancías, la estructura interna de la maquinaria como forma natural dada se desarrolla de manera simultánea tanto como forma de valor de uso y como forma de valor. Así pues, la forma valor se debe manifestar con claridad como uno de sus momentos. La maquinaria “en reposo” no expresa su carácter de disponibilidad a la demanda (como es el caso de una carretera vacía) sino que siempre ha de ser el resultado o bien de su desgaste natural e histórico, o bien el efecto de retroceso de una crisis de sobreproducción. Por tanto es precisamente ese aspecto de la configuración social de la maquinaria el que la convierte en un medio para la satisfacción de necesidades sociales que, bajo las condiciones de un mercado mundial capitalista, sirve para reflejar posibles crisis económicas. Uno de los efectos de la atrofia de la crítica marxiana de la economía política dentro de la “economía marxista” ha sido prestar escasa atención a la forma social de valor de uso en tanto que medio de trabajo. El marxismo —según la fórmula apropiada de Sohn-Rethel— no sólo ha seguido siendo idealista respecto a las ciencias naturales, sino aún más y con consecuencias más graves, en YOUKALI, 6 explique por qué el movimiento histórico real y la generación de relaciones de la ciencia no pueda, al mismo tiempo que nos abastece de ellas, acuñar sus propios conceptos. Marx era más sensible a este vacío respecto a la cuestión de la génesis del capital constante, donde se sentía obligado en repetidas ocasiones a asumir ciertas formas de los instrumentos de uso en el proceso de producción. Hasta ahora, la maquinaria en tanto que resul- El conocimiento y el mundo página 100 YOUKALI, 6 cuanto al tratamiento conceptual de la tecnología. Esto se aplica en particular a los medios de producción que la economía política siempre percibe con el mismo rasero que si hubieran sido planificados y diseñados por la ingeniería, es decir, de manera puramente instrumental. Sin embargo un instrumento “puro”, o sea un instrumento sin relación alguna con propósitos específicos, sería un mero objeto estético y en ningún caso un instrumento: no sería nada más que un funcionamiento abstracto y esto es precisamente la forma-valor-en-proceso, congelada en una forma natural dada. Por lo que respecta a la ingeniería, la maquinaria como anteproyecto no se consumen de manera natural ni social; ni aparece como un medio de producción del plusvalor ni como el posible fundamento de una crisis de sobreproducción. La ingeniería considera sólo el modo más abstracto de su intencionalidad, es decir, debe “funcionar”. Pero al mismo tiempo la ingeniería es inconsciente del hecho de que esta misma concepción corresponde con exactitud a la forma-valor de la maquinaria deseada. Como ya hemos indicado, no existe una directa relación causa-efecto entre la maquinaria como forma natural dada, como instrumento de uso, y la figura de capital constante, ya que la transformación de la forma se efectúa gracias a diferentes sujetos. La cuestión consiste en qué mediatiza estas diferentes y mutuamente contradictorias formas y dónde está el fundamento dentro del cual podemos localizar sus características determinantes. Como Marx sólo realizó un breve examen de tal posibilidad de conexión interna de diferentes figuras características, intentaremos continuar dicha línea y subrayar tal conexión. En Una contribución a la crítica de la economía política, donde esta cuestión es más prominente, Marx escribe: «Esta existencia de la mercancía en cuanto valor de uso y su existencia natural palpable, coinciden»4. Sin embargo, sólo puede coincidir en el resultado porque en principio han tenido que diferenciarse y luego reunirse en el proceso de trabajo. Pero incluso como objeto acabado, disponible para la venta o el intercambio, la mercancía precisa de un modelo específico de mediación entre su valor de uso (como la unidad simple de la forma natural dada y la forma intencional) y su posible valor de cambio; Marx designa sucintamente este modo de mediación como la «medida sensitiva» de los objetos mercancías. Las medidas (Maße) son relaciones cuantitativas (tales como artículos numerados, dimensión espacial y peso) en tanto cualidades sociales de objetos; desde una perspectiva histórica, son medidas específicas de valor válidas para la mayor parte de los elementos anteriores, «formas particulares equivalentes» que han sido incapaces por múltiples razones de desarrollarse más allá de la forma general del valor. Por ejemplo, las escalas en conjunción con los pesos estandarizados (Kilopond) como posible equivalente representan un desarrollo incompleto hacia la forma dinero (no todos los objetos se pudieron pesar como posibles mercancías). No obstante, el peso del hierro mantuvo su “estandarización” social (su forma particular equivalente) como unidad de medida, lo cual en primer lugar es capaz de relacionar la magnitud del valor con su aparición de una manera completamente abstracta, es decir, como expresión de una cantidad de tiempo de trabajo. Las medidas constituyen las cualidades cuantitativamente distinguibles de los objetos mercancías como cantidades netas: número, superficie, volumen y peso. Para la mayor parte, tales medidas mercantiles sólo son “relaciones” en sí mismas, en realidad la determinación de la medida raramente se enfrenta a las mercancías. La venta de mercancías significa que ya poseen idealmente su medida particular en tanto que cantidad, pues el precio es la configuración de su equivalencia con aquellas medidas. La aparición de la magnitud del valor como forma-valor relativa, cuantitativamente determinada, expresa el hecho de que la magnitud del valor aparece en las relaciones particulares de medida de las mercancías: cinco quintales de trigo son menos que una resma de telas, es decir una cantidad especificada de volumen característico de una unidad específica de tela. La forma mercancía cumple así la pa- 4.- K. Marx, Contribución a una crítica de la economía política, México, Siglo XXI Editores, 8ª ed., p. 9. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 101 más bien como cantidades (Mengen) indeterminadas. Sólo la determinación del valor precisa la existencia previa de tales características para llegar a ser la cualidad de formas cuantitativas específicas, es decir, para convertirse en medidas. Pesos, superficies y números que mediante medidas se convierten en una magnitud de medida definitiva, que alcanzan primero como formas inteligibles de objetos mercancías, en la misma realización del valor. Antes que esto, incluso en la producción, las medidas “sensitivas” son simples cantidades indeterminadas de productos, o sea, simples magnitudes. En efecto, las formas naturales dadas siguen siendo abstractas, pero no fenómenos completamente indeterminados substraídos de las medidas mercantiles. Las mercancías se producen en cantidades definidas, según el modo de una determinación cuantitativa que hace posible cambiar y comprar mercancías como cantidades “medidas”. En la producción consciente de valores característica del capitalismo, tales formas inteligibles de la mercancía (“inteligibles” porque dichas formas, como la forma precio, sólo existen a través de la “comprensión” mediante símbolos, no a través de la percepción sensible de cualidades) se transforman en naturaleza del objeto mercancía “dentro” de la producción. La planificación funcional de la producción expresa lo anterior mediante el hecho de que ya no produce cantidades en general, sino que, basada en la experiencia del mercado, ha de producir cantidades más o menos especificadas; y puesto que la división del trabajo significa que el producto industrial ya no constituye un valor de uso completo, sino más bien un fragmento del valor de uso que requiere la mediación del mercado, tales elementos han de asumir medidas que garanticen su posibilidad de ser “montadas” repetitivamente para alcanzar un pleno valor de uso. La base de estas medidas del producto descansa en las medidas “sensitivas” de la ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 radoja de las relaciones equivalentes de medida que son del todo distintas en términos económicos: volumen = superficie. Además, sólo en esta relación de medidas la magnitud del valor aparece como tal; es su figura específica. Aunque el peso en sí mismo sólo permite un tipo abstracto de la identidad de valor, ligado a la forma natural dada del objeto (por ejemplo maíz y vino, pero no ganado y trigo, donde la medida del peso es impracticable como base para la identidad), el desarrollo de la forma-valor crea figuras sociales de cosas que hacen posible el desarrollo de la forma precio de las mercancías. El valor de una mercancía aparece siempre en una relación heterogénea de dos unidades de medida de una cantidad definida; por tanto, la identidad de diferentes cantidades crea la forma del elemento común que subyace a esta relación, una magnitud medida en tiempo que representa una cantidad de trabajo. La forma en cuestión es la forma-valor. Lo mismo se aplica en ocasiones a mercancías que dejan de intercambiarse y se compran y venden; una unidad de medida permanece oculta en la forma del precio (la primera mide en términos de “peso en oro” como el estándar del precio), la otra unidad de medida se halla oculta en la expresión de la cantidad de mercancía que ha adoptado su precio. Esta relación se expresa, aunque de modo algo incierto, en la expresión de Marx sobre la forma natural que se convierte en la forma-valor precisamente de esa mercancía cuya forma natural no lo es. La idea está bien expresada si se entiende la “forma natural” como la unidad social de la forma natural dada y la forma útil. Sin embargo, si se entiende únicamente en términos del aspecto natural dado por el objeto de uso (o por el objeto-mercancía) la expresión es incorrecta, ya que la forma-valor se refleja en la unidad (expresada como cantidad y medida) de la forma-natural dada y de la forma útil. Sólo así es posible apreciar el modo en que se ha realizado el fetichismo de la mercancía: no hay nada más misterioso en el hecho de que la gente “reifique” u objetive sus relaciones vivas en el proceso de socialización de las propiedades de la naturaleza. Mantendré por tanto la distinción de la forma natural dada (Naturform) y de la forma de uso (Gebrauchtsform) y emplearé el concepto de “forma natural” (Naturalform) para expresar su unidad negativa. Esto se debe a que cantidades determinadas de mercancías (esto es, cantidades que sólo podrían determinarse al recurrir en primer lugar a unidades de medida) son formas relacionales tan estrictamente sociales como lo es la forma de la magnitud del valor en su configuración visible como la forma dinero de las mercancías. En principio, las mercancías se producen no como medidas definitivas (que, como por ejemplo el volumen, se origina por lo común en la esfera del consumo, las circunstancias prácticas del uso de diversos objetos) sino El conocimiento y el mundo página 102 YOUKALI, 6 mercancía. Así, la determinación de la cantidad de mercancías ya no tiene lugar durante el intercambio o la venta, sino que se produce desde el principio junto con la mercancía. Dicha determinación se inserta en el desarrollo empresarial de nuevas formas de valor de uso: en el curso del desarrollo de la sociedad burguesa, los valores de uso (productos como mercancías) asumen diferentes formas, es decir, formas-valores internas. El objeto de uso ya no corresponde simplemente a una relación apropiada entre la forma natural dada y la forma pura para la necesidad social, esto es la forma intencional; además el objeto de uso debe en tanto mercancía asumir un segundo modelo social para reproducir el objeto “intencional” de cara al intercambio, a la circulación como mercancía capital y a la relación del valor en general. Los fundamentos de esta intencionalidad de la mercancía han sido las medidas “sensitivas” de las mercancías, en tanto que cantidades cualitativas. Tales medidas son ahora básicas para todas las actividades de investigación técnica y científica, y para las construcciones teóricas; ciertas áreas —en particular, la tecnología eléctrica y química— requieren la invención de nuevas unidades de medida, la mayor parte de las cuales remiten, de un modo análogo y comparativo, a las viejas medidas geométricas y mecánicas. La unificación de tales medidas desempeña un papel importante en el futuro desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, como se puede apreciar en la actual conversión inglesa a los sistemas métricos. Tales unidades de medida constituyen también la condición básica para la posibilidad de los niveles industriales unificados que se pueden considerar unidades de medida sujetos técnicamente a las formas naturales específicas de las mercancías como forma de valor interna. Histó- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net ricamente esta intencionalidad de la mercancía se convierte en la base para la “racionalización”, no sólo en la creación de los estándares industriales, sino también en la organización del trabajo. El concepto de racionalización revela lo que subyace en el corazón de la racionalidad del valor burgués: esto es, como la lógica y en apariencia no contradictoria estructura de pensamiento del puro funcionamiento de la valorización. Cabe suponer que ha sido este modelo característico de la racionalidad tecnológica al sumirse en la relación de valor dentro de la actual producción de mercancías, lo que en principio descubrió Sohn-Rethel, pero que no podría interpretar tan sólo como un “reflejo” en la conciencia de la forma mercancía. Para resumir, la materia natural dada del objeto mercancía ha de asumir una forma intencional no sólo para el uso sino también para el intercambio. A su vez, esta última forma actúa ciegamente en tanto condición para la posibilidad de formas más “racionales”, esto es, representa una parte sustancial dentro de la producción al codeterminar el futuro desarrollo de las adecuadas formas de valor de uso de los productos. El “movimiento uniforme” de la maquinaria ha acomodado la creación de una forma de valor interna de los objetos mercancías (como mutuamente igual) tal como el mismo movimiento maquínico expresa la “forma de valor interna” de los medios de producción en tanto que proceso. La equivalencia de diversas cantidades de mercancías se transforma en su equivalente actual. El hecho de que tales distinciones de la forma no sean más que nimiedades queda demostrado en todos los conflictos que se libran entre, por un lado los planificadores del producto y los técnicos, y por otro entre el departamento de ventas y las ventas de la empresa. En nuestra opinión, la forma social dual asumida necesariamente por la mercancía nos ofrece una explicación genética de los modelos de pensamiento categórico-abstracto que tienen más de una base real de lo que los argumentos de Sohn-Rethel puedan tener. Los últimos son ambiguos: por una parte los modelos de pensamiento “proceden” de actos de intercambio, un punto que nos deja con una cuestión sin resolver; por otra parte, Sohn-Rethel interpola una actuación no específica de reflejo entre la forma de pensamiento y la forma mercancía. Así, el reflejo de una forma en otro medio presupone que esa misma comprensión compara, unas con otras, las formas reales y reflejadas para alcanzar tanto un conocimiento como su identidad formal. Ciertos elementos del intelecto social son tanto productos como momentos de determinación de la universalización del valor; no pueden concebirse ni como meramente presupuestos (por ejemplo en Schelling) ni como simplemente derivados (como en el empirismo, al que Sohn-Rethel pertenece en última instancia). La canti- 5.- Como es bien sabido, Marx destacó la “existencia social” de la conciencia en términos de base material y lo que se derivaba de ella. Si entonces se enfrenta la “conciencia” con el pensamiento, se puede desencadenar una hostilidad a la teoría que aunque se distancie de los supuestos idealismos, de hecho constituye la base misma para la existencia independiente de estos últimos. Sólo la más diminuta parte del desarrollo y la actividad del pensamiento social es consciente, aunque sea este pensamiento el que como un todo permite diferenciar la existencia social de lo meramente natural. A su vez la conciencia es el término dependiente frente al entendimiento; el papel relativamente pequeño de la primera en la determinación social caracteriza la ceguera específica de la razón en el desarrollo social. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 103 YOUKALI, 6 dad de mercancía sólo se puede expresar como una cuantitativamente determinada relación-valor si tales cantidades determinadas asumen un peculiar y adicional aspecto de naturaleza dada (o bien una forma muy abstracta, como el peso o la extensión, o un aspecto inteligible, como el número) y por tanto se convierten en relaciones determinables de la aparición del valor; al convertirse en medida la cantidad de mercancía es abstracta frente a la forma directa del valor de uso, pero no lo son las condiciones de la “identificación” histórica específica de la forma-uso directamente natural de las mercancías, así como de su forma valor. Sin la actividad del conocimiento, la forma ideal de medida del valor en tanto que precio-forma nunca podría desarrollarse ni tampoco mantenerse. Un aspecto específico del conocimiento se transforma en un momento de la forma-valor y llega a ser una —pero no sólo una— de las precondiciones constitutivas del dinero y por tanto del capital. Por otra parte, nunca se puede hablar de la objetividad del valor de la mercancía como de una “suprasensibilidad sensitiva” (sinnlich übersinnlich)5. A partir de aquí seguiremos más estrechamente el problema de los objetos-mercancías en su capacidad como elementos materiales en el proceso de producción inmediato. Así, Marx especifica los resultados de la forma genética antes mencionada: formula la forma social dual en términos de la unidad de los medios de producción y “medios de valorización” esto es, capital constante que abarcaba el concepto de los medios de producción. Ya hemos dejado sentado que esta forma social dual —estructura y configuración en el proceso de su exclusión mutua e identificada como función— ha sido la precondición para desarrollar los “medios de trabajo” que dejan de ser medios del trabajador para convertirse en medios de valorización, esto es, la mera condición intencional para la utilización de una unidad social de fuerza de trabajo o de fuerza de trabajo en cuanto social. Ahora la maquinaria posee formas de valor de uso sólo en relación a la sociedad en abstracto (como capital); concretamente, en relación con el trabajador individual sólo tiene la forma social abstracta parcialmente desequilibrada de ser un valor en sí mismo. Posee pues la forma de valor simple, valor para la producción de cosas que de alguna manera tienen utilidad. En la conciencia de los trabajadores, el “valor” se llega a establecer como una unidad contradictoria apenas diferenciada del valor de uso y del valor abstracto. Por decirlo de algún modo, la máquina tiene medios de “valor” que poseen una significancia, una validez, en tanto que relación de trabajo y en tanto que “bien” (Gut). Aunque aún permanece incierta, la conciencia del proletario revela una comprensión de la distinción fundamental entre las dos formas sociales de la maquinaria - véase la historia del antimaquinismo. Sin embargo para la comprensión política del proletariado esto supone establecer el significado específico de cada uno, así por una parte, es capaz de “reconstruir” teóricamente la maquinaria en su papel de “objeto útil” para la producción de objetos útiles y, por otra parte, es capaz por tanto de aprehender la maquinaria como una propiedad capitalista privada para la extracción del plusvalor. Ya que la maquinaria, e incluso los aparatos y las tecnologías en tanto formas naturales dadas han perdido su sensibilidad elemental en varias profesiones, esto es, su carácter como medios de trabajo; su significado no puede ser aprehendido mediante la percepción sino sólo a través de una comprensión política abstracta en cuanto crítica de tales relaciones. La forma dual socialmente determinada que existe como maquinaria o como medios de producción en general lleva a que ciertas estructura de la división del trabajo basadas en la clase lleguen a congelarse, mientras que otras se revolucionen; en general mediatiza los diferentes tipos de trabajo social y los mantiene de tal manera que “la racionalidad de empresa”, la división El conocimiento y el mundo página 104 YOUKALI, 6 matemática del trabajo dentro de la industria constituya la irracionalidad del trabajo del individuo. Supone la posibilidad absoluta, ya sea que un individuo trabaja sin oportunidad alguna de comunicarse, o que aún pueda existir una posibilidad limitada para desarrollar un interés en cambiar las condiciones de trabajo y los asuntos laborales. En general, el “interés” como tal se ha diluido en la pura esfera de la reproducción. La lógica del desarrollo tecnológico del trabajo se emplea contra las necesidades directas del proletariado en tanto que individuos que trabajan; esto puede comprobarse en cualquier estudio empírico —por ejemplo cómo se introduce la automatización justo en aquellas áreas de la producción que son de hecho las menos enajenadas. Sólo como un todo, como una totalidad abstracta, la razón se afirma ciegamente en el «incremento del componente constante del capital a expensas de su componente variable»6, o sea, en la alteración parcial, objetiva de la composición técnica del capital. Sólo la “subjetivización” de las bases materiales de la producción social podría suponer la creación de un sujeto social. El segundo, el aspecto abstractamente social de la forma como del interior de los medios de producción de la forma-valor, constituye el aspecto activo; el aspecto de los medios de producción en tanto que directamente útiles sólo se puede afirmar en oposición a esto último. La forma social dual del objeto en la producción es por tanto la base de esta sociedad, en dos sentidos. Primero, la maquinaria es la base de la dominación de una clase sobre otra; constituye al proletariado como tal; segundo, instaura la base de la socialización de los procesos de trabajo precisamente en virtud del desarrollo de una “forma-valor interna” de los medios de producción. Este es el lugar de la racionalidad de la estructura social de la producción, a través de la cual las formas directas de valor de uso se destruyen y la mediación ya no se efectúa por la ausencia espontánea del individuo, sino mediante la sociedad en general. Así, la maquinaria y la tecnología establecen la existencia de la sociedad desarrollándose en tanto que sujeto, en el sentido del nivel requerido por las fuerzas productivas. Sin embargo, en contraste con la época de Marx, esta base dual ya no se afirma mediante una mediación espontánea de las clases, sino que este proceso de mediación constituye un producto del intelecto científico y técnico. Los «procesos de producción científicamente organizados»7 han de investigarse en términos de su “disposición”. No basta con presuponer este intelecto como antecedente misterioso del capital y confirmar entonces que los resultados de la investigación científica y técnica son apropiados y utilizados por el capital, esto no explica el modelo específico de desarrollo de ese intelecto. Como indica la crítica que Grossman dirige a Borkenau8, a nivel superficial no es mucho lo que la forma deductiva del pensamiento ha influido sobre la mecánica (la forma básica de la maquinaria) frente a lo que la rodea: los mecanismo y las estructuras dinamomecánicas imprimen su sello específico sobre el modelo deductivo del pensamiento al suplantar el conocimiento en términos sensitivos por la forma abstracta analíticonatural como su materia, como el contenido del pensamiento formal. El todo se da como un a priori, aunque en una forma social que mantiene al mismo tiempo el “saber” de que el todo es analítico (en el sentido de que el aparato, esto es, un mecanismo o sistema de engranaje, se componga previamente de piezas). La deducción teórica presupone la síntesis mecánica práctica: los principios fundamentales vienen dados no sólo como intuición sino como evidencia concluyente. Al mismo tiempo en el funcionamiento de los trabajos mecánicos, el sistema debería construirse “libre de contradicciones”. Por otra parte, se debería abandonar el funcionamiento y entonces la deducción se convertiría directamente en análisis teórico (theoretische Analytik), esto es, si el trabajo de reparación se inicia o se asume un mayor desarrollo 6.- K. Marx, El Capital, ibid, p. 746. 7.- K. Marx, El Capital, ibid, p. 753. 8.- H. Grossmann, “Die gesellschaftlichen Grundlagen der mechanistischen Philophie und die Manufaktur”, Zeitschrift für Sozialforschung, Vol. IV, nº 2. El artículo de Grossmann es una crítica al de Borkenau, Der Übergang vom feudalen zum bürgerlichen Weltbild, Paris, 1934. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 105 siva, su producción material de conocimiento alcanza una independencia abstracta (expresada en términos institucionales como formación en los niveles de educación primaria, técnica y superior). Al mismo tiempo, constituye la presuposición para la industrialización de la diseminación social del conocimiento necesario para la producción y para la producción misma de conocimiento; o sea, es la presuposición para la separación de los medios de pensamiento (laboratorios, bibliotecas, ordenadores para el proceso de datos, etc.) y el poder de pensamiento (Denkkraft). Esta es la señal para la socialización real del entendimiento, el cual, bajo las condiciones de la sociedad burguesa, sólo se puede alcanzar a través de la vuelta a la descualificación del pensamiento individual, es decir mediante la desvalorización fabricada y la estupefacción de aquellos depositarios de la inteligencia que solían ser los creadores y portadores de la cultura. Las dudas de que el desarrollo humano sobrevivirá a dicho tránsito mediante la “des-utopización” de la vida (en tanto condición previa para su embrutecimiento general) están demasiado extendidas como para describirlas, en tanto que fórmula ideológica de la decadencia burguesa basada en el pesimismo cultural. Esto se debe a que lo más importante tal vez sea reconocer que la clase dispone (y por ello se caracteriza por su aspecto desinteresado y sublimado dentro de la división tecnológica del trabajo) para la estructura lo que es real, es decir, “la forma de valor interna de las cosas”. Sin embargo, al contrario que en el caso de la ideología, el carácter fetichista de la “forma-valor interna” de los medios de producción es necesario para su continuo desarrollo —análogo a la manera en que los resultados de las operaciones matemáticas deben a menudo desaparecer en la forma resultante antes que esta última pueda ofrecer la base para que se calculen relaciones más complejas. Y precisamente porque la génesis del desarrollo tecnológico debe desaparecer en el resultado, la conciencia proletaria se esclerotiza en una inmediatez falsa, ahistórica. La ilusión provoca que la herramienta individual, la máquina y el aparato, de hecho toda la tecnología del proceso de producción, sean siempre un medio, un instrumento, que nadie pueda apropiárselo y usarlo. El arma o la herramienta parecen tener la misma forma —en términos de estructura y configuración— en las manos del oprimido como en las manos del opresor, aunque los objetivos puedan haber cambiado drásticamente. El instrumento que funciona y mediatiza parece del todo indiferente a sus dos polos —la propiedad privada burguesa y el trabajo proletario— aunque en un análisis final esta mediación pueda relacionar por sí misma a las dos clases, ya que a largo plazo la mera fuerza político-militar no constituye una base adecuada para mantener la cohesión social de un sistema productivo. Esta es la fuente del papel cada vez más revolucionario YOUKALI, 6 sobre formas de uso que se habían suspendido, o que parecen haberse suspendido, ello ha de ser intencional. El modelo analítico de pensamiento (por ejemplo concebido en la filosofía como la inteligibilidad anterior de la percepción y la intuición) presupone la deducción como un “todo en funcionamiento”, tal y como la deducción presupone el análisis activo-práctico, es decir, la división del trabajo. Sin embargo, no es hasta el momento en que se convierten en elementos de la producción capitalista de mercancías cuando la necesidad y la certeza lógicas, en tanto requisitos para el funcionamiento de la mecánica, se ven despojados de su carácter de mera necesidad. Aunque el sistema de engranajes y mecanismos pueda antes haber sido más o menos intencional respecto al trabajo, en la producción capitalista su funcionamiento se convierte en una necesidad absoluta y la reforma o la crisis es la contradicción inevitable (como deficiencia y pérdida) del beneficio. Por tanto, el carácter dual de los medios mecánicos de producción se expresa en primer lugar en la categoría de “regularidad”, aunque en la producción avanzada de mercancías más bien como “causalidad”, es decir, la relación necesaria y coercitiva de causa y efecto. La lógica tradicional anticipó la tecno-lógica así como el capital comercial había anticipado al capital industrial. Las relaciones técnicas que se desarrollan (no sólo se reflejan) en la comprensión social —materialmente, como el nexo funcional en la maquinaria y la tecnología de la forma de uso y la forma valor— al fin obtiene una constitución autónoma subjetiva (para la mediación del capital y el trabajo) en la configuración de la inteligencia artificial. Por otra parte, esta autonomía constituye a su vez la presuposición necesaria para que el modelo social dual estampe su sello en la forma natural dada del “cerebro”. Como un momento del valor de uso, el intelecto se halla ligado a la materia; como lógica deductiva, discur- El conocimiento y el mundo página 106 YOUKALI, 6 de la inteligencia científico-técnica como la cara subjetiva de esta decisiva mediación entre clases; esta inteligencia tanto co-fundamenta la relación entre clases como mantiene su propia existencia dentro de tal mediación. La razón de por qué la aparición superficial de los medios de producción se ve dominada por la apariencia de la indiferencia ha de hallarse en el hecho de que en la producción industrial la dialéctica viva de la interacción material que la naturaleza ya no experimenta, no es por otro motivo que por lo que respecta a los trabajadores, pues los medios utilizados para trabajar sobre la materia natural dada son simplemente la condición para su actividad abstracta. La construcción de arados y telares reveló tanto la existencia social del campesino y el trabajador artesano de una época histórica particular en tanto que ocupaciones específicas de clase, así como la base y el grado de socialización de este modelo de producción agraria y artesana. La clase, como un estado ocupacional, existió al mismo tiempo en la constitución natural de sus medios de trabajo. Sólo con la separación entre el trabajo y los medios de producción, y la mediación de este desarrollo de los (en permanente evolución) medios de producción con el trabajador a través de la actividad del intelecto, los medios de trabajo asumieron una forma histórica que ya no correspondía a la actividad del individuo. La paradoja estriba en que, aunque la maquinaria y la tecnología se crearon como la base intencional de la dominación de clase burguesa, aparecen como su contrario en la mediación social de los capitales individuales a través del mercado; esto es, aparecen como una base neutral, indiferente para la socialización del proceso de producción mediante la división del trabajo. Aparecen específicamente como neutrales en términos de clase, en concreto si lo comparamos con los objetos procedentes de la esfera del consumo, donde los coches, el mobiliario, el empaquetado imaginativo y los edificios exhiben todavía de manera directa el aspecto de su naturaleza social, es decir, la utilidad y la dominación. Al contrario, el estadio más alto de las formas desarrolladas de los medios de producción, en tanto que “racionalidad de la forma-valor interior” produce una aparición opuesta: ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net la melancólica igualdad de las condiciones del trabajo proletario se jactan al presuponer la “trascendencia de la sociedad de clases” por la simple razón de que el capital, como “forma de valor social interna de los medios de producción” se presenta en abstracto como la naturaleza social y la validez universal de tales medios: de hecho, como sociedad en sí, asumiendo la configuración material en tanto coerción universalmente vívida que caracteriza las condiciones de trabajo. Esta nueva apariencia puede ser la razón por la cual no existe ningún movimiento anti-maquinista en el siglo XX, incluso aunque las mismas relaciones clasistas de producción se han manifestado, no obstante de una forma subjetiva, en este sistema de maquinaria y tecnología. El antimaquinismo se ha convertido hoy en su opuesto: maquinolatría. La crítica de la génesis de estas características figuras sociales dadas, específicas del carácter clasista, tiene ahora la tarea de llamar a los mecanismos de este fetichismo por su verdadero nombre. crática. Por una parte, su identidad moral es un reflejo de las instituciones democráticas; por otro lado, no cree que su identidad moral, en el sentido de su conducta hacia los demás, sea lo más importante. Considera aún más importante su búsqueda privada de autonomía, su propia autodescripción en términos distintos a los ya utilizados por otros hombres. Sin embargo, a juicio de Rorty, descartar el vocabulario de sus congéneres, el “lenguaje de la tribu”, no implica desatender las cuestiones sociales, ni despreciar el vocabulario político que habla el ciudadano común; es decir, se puede ser a la vez intelectual romántico y liberal burgués. La tentación de dejar de ser liberal aparece sólo si el intelectual se considera un modelo para los demás ciudadanos, haciendo de la imitación de sí mismo una obligación moral. La mayoría de las veces, Foucault no cae en tal error, pero otras exige al espacio público imitar su propia búsqueda de autonomía, lo que se traduce en no conceder evaluación positiva alguna al estado y a las instituciones liberales ni reconocer la disminución del sufrimiento y el aumento de la libertad conseguidos durante los tres últimos siglos. La contradicción de Foucault radicaría, para Rorty, en que por una parte, como señalan Taylor y Habermas, amplía y perfecciona la descripción de la Escuela de Francfort sobre las estructuras de poder y dominación; pero, por otra parte, su interés por evitar la connivencia con el poder le lleva a un “cuasi-anarquismo”, a imponer su búsqueda de autonomía personal sobre su identidad moral como ciudadano, y a volver tan ambigua y ampliar tanto la noción de “poder” que llega a volverse vacía. Resulta contradictorio intentar servir a la humanidad a la vez que, en nombre de la autonomía personal, “ser un extraño a la humanidad y a la historia”. Rorty expresa sus deseos de que Foucault hubiera mantenido separados ambos papeles: su iden- 1.- Richard Rorty, “Identidad moral y autonomía privada: el caso Foucault”, en Escritos sobre Heidegger y otros pensadores contemporáneos. Escritos filosóficos 2, Paidós, Barcelona, 1993, pág. 269. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo Richard Rorty recuerda que, según Vincent Descombes, la obra de Michel Foucault ha provocado dos posibles interpretaciones, la norteamericana y la francesa. La primera es asimilable para Rorty a su propia visión de John Dewey, y puede resumirse en la afirmación de “que las democracias liberales podrían funcionar mejor si dejasen de intentar ofrecer autojustificaciones universalistas, si dejasen de apelar a nociones como “racionalidad” y “naturaleza humana” y en su lugar se considerasen a sí mismas simplemente como experimentos sociales prometedores”1. Tal versión está libre de la influencia de Nietzsche; la versión francesa, no. Esta última resulta más anarquista que liberal, en el sentido que exige “despreocuparse de compartir creencias con nuestros conciudadanos” si se desea lograr un proyecto de autonomía propio. Rorty señala que dicha tensión entre las dos versiones existe realmente en el propio Foucault, y que es característica del intelectual romántico que también es ciudadano de una sociedad demo- página 107 por José Luis Ruiz Delgado YOUKALI, 6 EL CONOCIMIENTO DEL PODER. UNA RESPUESTA A LAS CRÍTICAS DE RORTY AL PENSAMIENTO DE FOUCAULT El conocimiento y el mundo página 108 YOUKALI, 6 tidad moral como ciudadano de su búsqueda de la autonomía. Si el objetivo del intelectual romántico de autosuperación y autoinvención constituye un buen modelo para un individuo, no puede decirse que lo sea para toda una sociedad, ya que, refutando a Platón, la sociedad no es “un hombre a lo grande”. Se corre el riesgo de intentar “crear un nuevo género de ser humano”, como ya hicieran Hitler y Mao, mientras que el objetivo de una sociedad liberal y socialdemócrata es más bien conseguir que los individuos alcancen sus distintos fines privados sin perjudicarse mutuamente, mediante una serie de compromisos. Dichos compro- misos no son románticos e inventivos, sino rutinarios y discutibles en un vocabulario común. Las consecuencias, perjudiciales según Rorty, de negarse a separar el ámbito político del privado son, por un lado, la aspiración a una sociedad más allá de la socialdemocracia, a la “revolución total” y al anarquismo, y por otro lado, considerar como “discursos del poder” cualquier resultado de un compromiso político y social. Aunque antiplatónico, Foucault comparte, para Rorty, un supuesto con Platón: que debe existir algún vínculo entre lo más importante para un individuo y sus obligaciones morales con la sociedad. Si Habermas intenta fundamentar la obligación moral y las instituciones sociales en una “naturaleza humana universal”, el “antiplatonismo radical y nietzscheano de Foucault le lleva a inferir de la falta de algo que pueda servir de semejante fundamento la ausencia de necesidad de instituciones sociales”2. Rorty está de acuerdo con el antiplatonismo de Nietzsche y Foucault, pero no logra encontrar la relación entre esto y afirmar que no hay nada bueno en las sociedades liberales. Sea como sea, encuentra válido el antiuniversalismo de Foucault, su demostración de que se puede ser humano sin ser universalista, sin creer que es “racional” interesarse por el sufrimiento de los demás. Lo califica como “un ciudadano útil de un país democrático –alguien que hizo lo mejor que pudo para hacer más justas y decentes las instituciones de ese país (...) tanto si quiso como si no”3. Piensa que, al fin y al cabo, la oposición de Foucault al liberalismo y al reformismo se debió a que en la Francia de los años cincuenta y sesenta no era respetable ser un liberal burgués; se debió a una moda francesa contingente. En resumidas cuentas, las críticas de Rorty a Foucault pueden reducirse a estas seis: 1.- Foucault se distancia demasiado de los problemas de la sociedad contemporánea. Aparece más como un observador estoico y apasionado que como un crítico preocupado. 2.- Su tono histórico, frío, seco y objetivo le hace resultar insolidario, le impide buscar una manera mejor de hacer las cosas y le convierte en un conservador reticente a las reformas. 3.- La narrativa de Foucault debería servir para explicar quién ejerce actualmente el poder y cómo otras personas pueden conseguirlo y utilizarlo para otros fines. 4.- Considera “discursos de poder” a cualquier resultado de un compromiso político y social; “no toma en consideración los logros políticos que supusieron las libertades burguesas para el movimiento obrero como superación del despotismo, el absolutismo y el totalitarismo”4. 5.- Considera más importante su búsqueda privada de autonomía que su coincidencia con otros ciudadanos. 6.- Su desdén por las instituciones y sus propuestas revolucionarias le alejan de todo posible reformismo real y efectivo. En primer lugar, y respondiendo a la crítica consistente en negar que Foucault explique cómo otras personas, 2.- Ibíd, pág. 275. 3.- Ibíd, pág. 276. 4.- Julián Sauquillo, “El discurso crítico de la modernidad: M. Foucault”, en Historia de la Teoría Política (6), recopilado por Fernando Vallespín, pág. 291. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 5.- Michel Foucault, “Entrevista sobre la prisión: el libro y su método”, en Microfísica del poder, Las ediciones de la Piqueta, Madrid, 1979, pág. 99. 6.- Michel Foucault, “Curso del 14 de enero de 1976”, en Microfísica del poder, pág. 149. 7.- Anthony Giddens, “From Marx to Nietzsche? Neo-conservatism, Foucault, and problems in contemporary political theory”, en Profiles and critiques in social theory, California Univ. Press, 1982. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 109 sobre los cuerpos concretos de los individuos. Serán frecuentes métodos de asepsia como la criminología, el eugenismo, la exclusión de los dementes y criminales. Esta interpretación no coincide con los estudios marxistas del poder al nivel de la ideología, cuyos presupuestos son el sujeto y la conciencia de la filosofía clásica. Tampoco coincide con los planteamientos de Marcuse y Reich, que privilegian el papel de la represión, ya que el poder sobre el cuerpo ha originado, no reprimido, un saber fisiológico y una serie de disciplinas. Ni siquiera sería el propio Estado el objetivo de la lucha, sino más bien una serie de mecanismos de poder subyacentes, cotidianos. Aquí es pertinente citar la crítica de Anthony Giddens7 referente a que reducir la historia a la historia del poder no es menos reduccionista que el análisis jurídico y económico. Otro riesgo del análisis de Foucault es que al no existir un centro de poder, un poder encarnado, por ejemplo, en el Estado, sino tratarse de un poder difuso e irreductible, tampoco cabe una resistencia concreta fuera de múltiples luchas puntuales. Pero podría responderse que si el poder se absolutiza en el Estado o en varios puntos determinados ¿no resulta aún más abstracto? Además, para Foucault, la crítica debe ser local y fragmentaria; ni totalizadora, ni teórica, ni unitaria: una extraña síntesis de erudición y de saberes histórica- YOUKALI, 6 distintas a aquellas que detentan el poder, pueden conseguirlo y utilizarlo para otros fines, decir que, para Foucault, es necesario ante todo, si se quiere conseguir el poder, saber cómo funciona, lo que exige un análisis histórico de las instituciones. Pero se da la circunstancia de que los mecanismos de poder nunca han sido adecuadamente estudiados por la historia. Se han estudiado o bien las personas que ostentan el poder, o bien los procesos e infraestructuras económicas, o bien las instituciones o superestructuras. Tampoco ha sido suficientemente estudiada la relación entre saber y poder. Para Foucault, el poder no “ciega”; todo lo contrario: “crea objetos de saber, lo hace emerger, acumula informaciones, las utiliza”5. Además, el poder no debe analizarse de arriba abajo, sino desde una multiplicidad de relaciones de fuerza (marido-mujer, profesor-alumno, patrón-obrero, etc.) que son las condiciones de posibilidad del funcionamiento del Poder de las instituciones. La posición política al respecto no debe ser ni la de una culpabilización individual del tipo “somos cómplices de todas las injusticias”, ni la de esquivar los problemas culpando al sistema capitalista o a la sociedad “podrida”. De hecho, Foucault no cree que la burguesía haya “planeado”, por ejemplo, excluir la locura o reprimir la homosexualidad; sino más bien que estos mecanismos de exclusión y de vigilancia pusieron de manifiesto un beneficio económico y una utilidad política que el sistema del Estado no dejó de aprovechar. Y esta “nueva mecánica de poder se apoya más sobre los cuerpos y sobre lo que éstos hacen que sobre la tierra y sus productos”; extrae “de los cuerpos tiempo y trabajo más que bienes y riqueza”6. Al contrario que la teoría de la soberanía de los siglos XVII y XVIII, el poder se ejerce incesantemente y de modo más económico a través de las vigilancias que mediante impuestos y obligaciones. Es un poder disciplinario típico del capitalismo industrial. Si la teoría de la soberanía continuó vigente fue tan sólo para ocultar las técnicas de dominación. El discurso empleado al ejercer dicha modalidad de poder no es el del derecho, sino el de las ciencias humanas y el saber clínico. El análisis de Foucault de dichos mecanismos defiende la instauración, a partir del siglo XIX, de un cuerpo social constituido menos por la suma de las voluntades que por medio de la aplicación del poder El conocimiento y el mundo página 110 YOUKALI, 6 mente “sometidos”, descalificados por la jerarquía del conocimiento y de la ciencia. Se trata de una crítica dirigida contra la institucionalización del discurso científico allá donde aparezca: universidades, aparatos pedagógicos, comerciales o políticos; “debe dirigir la lucha contra los efectos de poder de un discurso considerado científico”8. Un tipo de discurso que descalifica saberes, individuos, experiencias, sustituyéndolas por otras. Tampoco es deducible de la economía el análisis del poder de Foucault, como sí lo son tanto la concepción jurídica, liberal, del poder político como la concepción marxista. El poder no se cede mediante una operación jurídica contractual y cuasicomercial con el objetivo de constituir la soberanía. Ni está en relación secundaria, ideológica, de superestructura, respecto a la economía. Por ejemplo, el derecho penal no es una simple superestructura, sino un modelo de dominación política moderno. Se trataría más bien de una relación de fuerzas, de guerra continua; un modelo más nietzscheano que marxista. La teoría del derecho basada en la soberanía popular y el pacto social enmascara el hecho de la dominación y del sometimiento; “encubre un ejercicio sutil del poder basado en la cohesión social y la inscripción disciplinaria en el cuerpo de los individuos, a través del trabajo, el empleo del tiempo, la cuadriculación total del espacio social y la vigilancia incesante”9. Además, y no menos importante, el poder no reprime tanto como produce saber y verdad. Para Foucault será, pues, necesario interrumpir el circuito de producción de saber y de verdad de las instituciones modernas. A nivel institucional, la dominación comienza en la organización y la disciplina de los institutos, la dominación como la enseñanza de la información orientada. El saber transmitido funciona como un juego de imposición (de normas ocultas bajo el aspecto desinteresado, universal, objetivo del conocimiento; de la existencia de “los circuitos reservados del poder”) y de exclusión (de quienes no tienen derecho al saber o sólo a un determinado tipo de saber). Por ejemplo, el saber académico ha supuesto siempre que los movimientos populares han sido motivados por el hambre, los impuestos, el paro, pero nunca por la lucha por el poder, reservada a la nobleza y a la burguesía; “como si las masas pudiesen soñar con comer bien pero no con ejercer el poder”10. Existe asimismo “todo un saber político de los obreros (conocimiento de su condición, memoria de sus luchas, experiencias, estrategias)”, utilizado como instrumento de combate y adquirido a través de la propia lucha, que resulta excluido por el saber académico. Sin embargo, se pretende mantener “el viejo sustrato tradicional del “humanismo” entendido como un conjunto de discursos dirigidos al hombre occidental que intenta convencerle de que se puede ser soberano renunciando al poder; incluso más soberano cuanto más sometido. En este orden el humanismo ha creado el alma, soberana sobre el cuerpo, aunque sometida a Dios; la conciencia, sometida a la verdad; el individuo, soberano sobre sus derechos, pero sometido a las leyes naturales y sociales... Llegado este punto, y desmintiendo la acusación de Rorty de insolidaridad y de falta de interés por buscar una manera mejor de hacer las cosas, Foucault propone como alternativa actuar en el exterior de la Universidad, a través de grupos de trabajo, contra los mecanismos de poder impuestos en el sistema de prisiones, hospitales psiquiátricos, justicia, policía. Ya que si la “Universidad representaba el aparato institucional a través del que la sociedad aseguraba su reproducción, tranquilamente y con el menor gasto”11, está inevitablemente relacionada con otras represiones institucionales. Para Foucault es necesario renunciar a la teoría y a los discursos generales si no se quiere llegar a formar parte del sistema que se pretende destruir. Asimismo, propone sustituir la utopía por la experiencia (por ejemplo, la experiencia del poder); una serie de ex- 8.- Michel Foucault, “Curso del 7 de enero de 1976”, en Microfísica del poder, pág. 130. 9.- Julián Sauquillo, Historia de la Teoría Política (6), pág. 278. 10.- Michel Foucault, “Más allá del bien y del mal”, en Microfísica del poder, pág. 32. 11.- Ibíd, pág. 36. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Asimismo, Foucault acusa a la institución penitenciaria de ser una “productora” de delincuencia15. A partir de la temprana constatación de su fracaso como transformadora de individuos, los mecanismos de poder institucionales han utilizado esta situación en su propio pro- 12.- Estos planteamientos resultan coincidentes en más puntos con el pragmatismo de Dewey de lo que Rorty aceptaría reconocer. 13.- Michel Foucault, “Los intelectuales y el poder”, en Microfísica del poder, pág. 83. 14.- Michel Foucault, “Más allá del bien y del mal”, en Microfísica del poder, pág. 41. 15.- Michel Foucault, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Madrid, 1976. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 111 comio, multiplicando las intervenciones en la vida cotidiana mediante asistentes sociales, orientadores profesionales, psicólogos escolares, etc. “Cuando un juicio no puede enunciarse en términos de bien y de mal se lo expresa en términos de normal y de anormal”14. Otra institución, el sistema penal, ha tenido la función específica de introducir un cierto número de contradicciones entre las masas, siendo la principal la oposición entre los plebeyos proletarizados y los no proletarizados. Al efectuarse esta separación entre delincuentes y trabajadores honrados, el proletariado acababa aceptando la ideología moral de la burguesía, a través de distintos instrumentos de represión antipopular. Las alternativas para la plebe no proletarizada son la prisión, el ejército o la policía, dotados por lo general de ideologías racistas y fascistas bastante marcadas. Los medios para escindir a las masas han sido tradicionalmente la prisión y el ejército, pero también la colonización. Desplazadas en el siglo XX las dos últimas de su antiguo papel, se “sobrecarga” el sistema penitenciario, que desempeñará solo las demás funciones, ayudado por la cuadriculación policial cotidiana. YOUKALI, 6 periencias divergentes y dispersas sin el apoyo de un discurso general12. La imagen que Foucault utiliza para representar el tipo de poder estudiado, el modelo reformista de las prisiones de Bentham, refuerza el sistema cuando sirve de pauta a las fábricas, las escuelas, los hospitales, etc. Se refuerzan las estructuras de encierro y se invita a muchas clases profesionales a ejercer funciones policiales: profesores, psiquiatras, educadores en general, etc. Las únicas respuestas a esta política global del poder, según Deleuze y Foucault, serían locales, activas; “conexiones laterales, todo un sistema de redes, de base popular”13. Todos aquellos sobre los que se ejerce el poder pueden comprometerse en la lucha aportando un método propio, como aliados del proletariado, “ya que si el poder se ejerce como se ejerce, es ciertamente para mantener la explotación capitalista”. De modo que las mujeres, los prisioneros, los soldados, los enfermos en los hospitales, los homosexuales pueden luchar de modo específico contra la forma particular de poder y de control que se ejerce sobre ellos. Ahora bien, para Foucault existen otros grandes mecanismos que perpetúan la sociedad “bajo una apariencia de saber”, como periódicos, televisión, escuelas técnicas e institutos. Se da a todos los niveles una exaltación del hombre normal, racional, consciente, adaptado, frente al criminal o a lo monstruoso. Si bien el periodismo ha ido sustituyendo progresivamente a la Universidad como vehículo de transmisión de esta ideología del bien y del mal, de lo permitido y de lo prohibido. Por ejemplo, la versión humanista del sistema penitenciario distinguiría, en primer lugar, entre culpables e inocentes para a continuación reconocerlos a todos como humanos y mejorar las condiciones de vida de los presos en nombre de su esencial humanidad. Por el contrario, una acción puntual y local, del tipo de las propuestas por Foucault, cuestionaría la división social y moral entre inocentes y culpables. Recuerda que cuando los periodistas (presionados, invitados, estimulados) se lamentaban a propósito de un avión de turistas secuestrado por los palestinos, Jean Genet se preguntaba: “¿Sería inocente una señora americana que tiene suficiente dinero para hacer turismo de esta manera?”. Una distinción que refuerza la anterior es la establecida entre lo normal y lo patológico, en nombre de la cual se exporta la psiquiatría al exterior del mani- El conocimiento y el mundo página 112 YOUKALI, 6 vecho, ya que los delincuentes son útiles en aspectos económicos y políticos concretos (prostitutas, rompehuelgas, confidentes, policías). Está claro que sin delincuencia no podría justificarse el control policial de la población. Paralelamente, desde que “la sociedad industrial exige que la riqueza esté directamente en las manos no de quienes la poseen sino de aquellos que permitirán obtener beneficios de ella trabajándola”, la defensa de dicha riqueza ha hecho necesaria la moralización del obrero y su estricta separación de la delincuencia. El delincuente deja de ser un héroe popular –como lo era de hecho en épocas preindustriales- y se convierte en enemigo de las clases pobres. A partir de que la burguesía pone su fortuna prácticamente en manos del proletariado, se crean unas estructuras de vigilancia generales cuyos elementos son el sistema judicial y la prisión, y cuyos efectos son la psicología, la psiquiatría, la criminología, la sociología, etc. Se produce un entrecruzamiento de la función médica y la policial; por ejemplo, los psiquiatras internan o tratan a los individuos para atenuar los sufrimientos de éstos y para contrarrestar el peligro (para sí mismos, para los otros) que dichos individuos representan. Sin embargo, ni “sufrimiento” ni “peligro” son términos clínicos, sino más bien judiciales. Además, y como prueba de los entrecruzamientos de los discursos y de los mecanismos de poder institucionales, Foucault señala que en la actualidad el sistema penal se “humaniza” peligrosamente: el delincuente ya no roba porque es malo, sino porque es pobre. Sin embargo, todos los pobres no roban; por tanto hay algo en el ladrón que no funciona bien (psiquismo, educación). Y el delincuente pasa de estar inscrito en una tecnología penal a estarlo en una tecnología médica, exportable fuera del ámbito de la prisión. Dichas estructuras de encierro son análogas en la escuela, el cuartel, la fábrica, la prisión. Actualmente, el efecto “encierro” puede lograrse más sutilmente mediante la venta a plazos, el endeudamiento del obrero, el pago del salario a final de mes, las ciudades obreras, etc. Después de los análisis anteriormente expuestos sobre el origen y funcionamiento de los mecanismos de poder institucionales y de su implantación a múltiples niveles en la sociedad actual, sería difícil seguir considerando a Foucault, como hace Rorty, un observador desapasionado, demasiado distanciado de los problemas de la sociedad contemporánea. Otra institución considerada decisiva por Foucault en la dominación ejercida por la burguesía es el tribu- nal, el cual representa un poder extraño, superior, neutral, de equidad eterna, y que implica, además, categorías comunes a las partes litigantes (robo, estafa, honestidad, decencia). Para que el tribunal sea justo, la justicia debe ser “administrada por alguien que se mantenga fuera, por un intelectual, un especialista de la idealidad”16, consideración que permite abordar el debate sobre el posible papel a representar por los intelectuales en la actualidad. Para Deleuze y Foucault se están desarrollando unas nuevas relaciones entre la teoría y la práctica mucho más parciales y fragmentarias. No ya considerando la práctica una aplicación de la teoría ni un proyecto de reforma. El intelectual, por consiguiente, deja de ser una conciencia representante y de dar consejos: los que actúan y luchan deben hablar por sí mismos y dejar de ser representados. El proceso, las tácticas y los objetivos deben proporcionarlos las experiencias de los directamente afectados. Sólo queda la acción, “acción de práctica” o “acción de teoría”. Para Foucault, las masas poseen un saber que es, con frecuencia, obstaculizado, prohibido e invalidado por el sistema de poder. No obstante, el intelectual ya no es el portavoz neutral del saber ni debe decir la verdad de todos, sino más bien denunciar las formas de poder. Se trata de una forma de práctica, ahora bien, local y regional, ni totalizadora ni teorizable. Cuando los presos hablan no están conformando una teoría sobre la criminalidad. El intelectual no debe ser ya “universal”, sino “específico”; trabajar en puntos precisos determinados por sus condiciones de vida o de trabajo (vivienda, hospital, 16.- Michel Foucault, “Sobre la justicia y el poder”, en Microfísica del poder, pág. 70. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 17.- Este planteamiento es bastante similar a la distinción realizada por Rorty entre expertos de la “universalidad” y expertos de la “particularidad”, y a la afirmación de que el progreso de la sociedad debe más actualmente a los segundos que a los primeros. 18.- Michel Foucault, “Verdad y poder”, en Un diálogo sobre el poder, Alianza, Madrid, 1988, pág. 138. 19.- Didier Eribon, Michel Foucault, Anagrama, Barcelona, 1992. 20.- Michel Foucault, Un diálogo sobre el poder, pág. 144. 21.- Michel Foucault, “Un diálogo sobre el poder, por Gilles Deleuze y Michel Foucault”, en Microfísica del poder, Las Ediciones de La Piqueta, Madrid. 1979, pág. 80. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 113 disociada de la cultura y de la sociedad. Pero también podrían interpretarse, y sin por ello forzar su sentido, como el intento de redescripción de la “verdad” en un léxico alternativo al de los mecanismos sociales, económicos y políticos predominantes. La consecuencia de esta “resituación” del intelectual en el plano de las reformas institucionales, para Deleuze, es que o bien la reforma se lleva a cabo por “representantes”, con lo que no sería más que una remodelación del poder; “o bien es una reforma, reclamada, exigida, por aquellos a quienes concierne y entonces deja de ser una reforma, es una acción revolucionaria que, desde el fondo de su carácter parcial está determinada a poner en entredicho la totalidad del poder y su jerarquía”21. Para Deleuze, Foucault es el primero en mostrar una cuestión fundamental: la indignidad que supone hablar por los otros. No parece que el posicionamiento de Foucault, cuando exige dejar hablar a los presos y a los dementes y cuando denuncia la estructura policial de la sociedad e invita a la lucha a múltiples sectores de la misma, sea compatible con la imagen insolidaria, fría y seca que Rorty le imputa. La caracterización de Foucault como observador insolidario no casa con su participación, a partir de 1969, en todo tipo de manifestaciones, “luchas”, “críticas” y manifiestos. Su biógrafo, Didier Eribon, menciona cómo fue golpeado y arrestado con motivo de su participación en determinada manifestación y cómo corrió peligro en España, cuando acudió allí para protestar contra las ejecuciones ordenadas por Franco en 1975. Se esforzó igualmente por ayudar a los “disidentes de los países del Este”, lo que le enemistó con algunos intelectuales franceses de izquierda. Colaboró e incluso formó parte de la redacción de distintas publicaciones críticas de izquierda. Tampoco las propuestas referentes a resistencias y luchas fragmentarias, locales y activas, de base popular, casan bien con la imagen de un conservador reticente a los cambios. No obstante, ¿no es éste el problema del propio Rorty, aunque él sí use y abuse del concepto “nosotros”? Su actitud también puede interpretarse como un freno al cambio social, pero desde la óptica, contraria a la de Foucault, de una excesiva confianza en las instituciones YOUKALI, 6 relación familiar o sexual) tomando una conciencia más concreta e inmediata de las luchas reales, materiales, cotidianas, y enfrentándose a los mismos adversarios que las masas: las multinacionales, el aparato judicial y policíaco, la especulación inmobiliaria, etc17. Una consecuencia de esta distinción sería abandonar la concepción del denominado por Foucault marxismo “aguado” que mantiene que si el proletariado es portador de lo universal, no obstante inmediato y no reflexionado, “el intelectual por su elección moral, teórica y política, quiere ser portador de esta universalidad, pero en su forma consciente y elaborada”18. Sin embargo, Rorty se empeña en atribuir a Foucault unas consignas –las del marxismo “aguado”- que el propio Foucault desdeña. De hecho, a pesar de que se le haya calificado en múltiples ocasiones de radical revolucionario de extrema izquierda –y también de reaccionario de derechas–, su abandono del Partido Comunista y su estancia en Polonia desarrollaron en Foucault una profunda desconfianza hacia el comunismo “estatal”. Aunque el propio Sartre describe Las palabras y las cosas como “la última barrera que la burguesía puede levantar contra Marx”, Foucault pretendía encontrarse más a la izquierda que el “marxismo ‘blando, soso, humanista’ que defiende Garaudy”19 y el propio Sartre. A pesar de sus críticas al intelectual “universal”, Foucault reconoce que el intelectual “específico” corre no pocos riesgos: limitarse a luchas coyunturales y reivindicaciones sectoriales; ser manipulado por partidos políticos y sindicatos; carecer de estrategia global y de apoyos exteriores; influenciar sólo a grupos muy limitados. Pero su papel sigue siendo crucial en el combate “por la verdad”, “acerca del estatuto de la verdad y del papel económico-político que juega”, teniendo siempre en cuenta que “verdad” no significa “el conjunto de cosas verdaderas que están por descubrir”, sino “el conjunto de reglas según las cuales se distingue lo verdadero de lo falso y se aplica a lo verdadero efectos específicos de poder”20. El objetivo del intelectual será disociar la verdad de los mecanismos sociales, económicos y culturales predominantes. Estas afirmaciones podrían ser interpretadas por Rorty como la prueba de que Foucault cree en una verdad absoluta, no contextual y El conocimiento y el mundo página 114 YOUKALI, 6 de la sociedad liberal. ¿Cómo explicar, desde dicha visión optimista, la progresiva y decidida involución y despreocupación de la actitud de los estadounidenses, tanto en política nacional como internacional, ante instituciones mundiales que ellos mismos contribuyeron a crear? ¿No se trata de una visible reducción y limitación del “nosotros” lo que denota dicha unilateralidad, reducción contraria a los deseos y expectativas expresadas por Rorty? Pero si se admite tal reducción del concepto de “nosotros”, dejando fuera no ya al tercer mundo, sino incluso a los países occidentales que no suscriben la política de los EEUU, tampoco son excesivamente fiables, de puertas adentro, unas instituciones que no permiten expresarse claramente a los políticos estadounidenses contrarios a la línea imperialista y al insuficiente gasto social, ante el temor de ser calificados de antipatriotas y de un consiguiente fracaso electoral. Sea como sea, el problema crucial para Rorty es que, en palabras del propio Deleuze, las propuestas de Foucault estarían más de acuerdo con acciones revolucionarias que con acciones reformistas. La condición para tales acciones es “que sean radicales, sin compromisos ni reformismos, sin tentativas para modelar el mismo poder consiguiendo como máximo un cambio de titular”22. No en vano, según Foucault, el humanismo pretende cambiar la ideología sin tocar las instituciones; el reformismo pretende cambiar la institución conservando la ideología; mientras que la acción revolucionaria pretende alterar ambas mediante las denuncias al poder. No obstante, históricamente se constata que sólo cuando los obreros se asocian existe una posibilidad de subversión. Y mientras que los sindicatos no alcanzaron personalidad jurídica, el poder intentaba boicotearlos sistemáticamente. Si las propias instituciones cambian (y quizá a mejor) debido a elementos como las asociaciones sindicales, que en su origen fueron calificadas de revolucionarias, y no precisamente de “reformistas” ¿quién dudaría actualmente del papel integrado, incluso anquilosado, de los sindicatos? Lo que en un principio pudo ser considerado como revolucionario por los sectores más conservadores de la sociedad puede llegar a integrarse perfectamente en ésta e incluso formar parte de las propias instituciones. El propio Foucault llega a considerar injusta la actitud que había suscrito durante largo tiempo, consisten- te en la siguiente posición: “nuestro problema es denunciar y criticar; que se despabilen con su legislación y sus reformas”23, aunque no concrete nada más. También enfrenta la crítica de que considera “discursos del poder” a cualquier resultado de un compromiso político y social cuando advierte que es preciso “distinguir la crítica del reformismo como práctica política y la crítica de una práctica política por la sospecha de que pueda dar lugar a una reforma”24. Este es un error típico de la extrema izquierda, según Foucault, consecuencia de considerar que acciones demasiado locales y objetivos demasiado aislados permitirán sobreponerse al adversario mediante una reforma. Es decir, un ataque local no tendría sentido ni legitimidad si no va dirigido contra el eslabón más débil de la cadena que, al saltar, actuará sobre el todo. La insuficiencia de esta crítica de la extrema izquierda se deriva, para Foucault, del desconocimiento de las estrategias de las luchas políticas. Es más, al abordar directamente el problema de la revolución, Foucault se pregunta si ésta es deseable; si, en términos de Bernard Henry-Levy, es deseable algo más que el “simple deber ético de luchar, aquí y ahora, junto a los locos y los prisioneros, los oprimidos y los miserables”. Confiesa que no tiene respuesta, pero que es necesario plantear esta pregunta y “explorar esa terrible madriguera en donde puede acabar la política”25. Incluso llegó a ofrecer “su apoyo público y espectacular al nuevo gobierno [el socialista de Mitterrand] en una entrevista que se publica en Libération”26. Aunque las relaciones con los socialistas se deterioraron rápidamente, llegó a redactar, en colaboración con el ministerio, un listado de problemas sobre un determinado número de campos –cultura, educación, investigación-, aportando soluciones y propuestas de actuación. De hecho, Eribon se pregunta: “¿Quién puede decir, hoy en día, que Foucault no podría presidir una comisión de reforma del Código Penal?”. El propio Rorty resulta bastante ambiguo respecto al problema de la revolución cuando afirma en Contingencia, ironía y solidaridad –a propósito de su consideración de la moralidad como un “artefacto humano contingente”, producto del tiempo y del azar, en vez de una parte integrante de la naturaleza humanaque los héroes de la sociedad liberal no son los científicos ni los filósofos, sino el poeta vigoroso y el revolucionario utópico. Además, no considera que estos últimos 22.- Michel Foucault, “Los intelectuales y el poder”, en Microfísica del poder, pág. 86. 23.- Michel Foucault, “Encierro, psiquiatría y prisión”, en Un diálogo sobre el poder, pág. 126. 24.- Michel Foucault, “Poderes y estrategias”, en Microfísica del poder, pág. 171. 25.- Michel Foucault, “No al sexo rey”, en Un diálogo sobre el poder, pág. 161. 26.- Didier Eribon, Michel Foucault, pág. 366. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 115 27.- Richard Rorty, Contingencia, ironía y solidaridad, pág. 79. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 personajes sean alienados que protesten “en nombre de la humanidad contra las restricciones sociales arbitrarias e inhumanas”; sino que más bien protestan “en nombre de la sociedad misma en contra de aquellos aspectos de la sociedad que no son fieles a la imagen que la sociedad tiene de sí misma”27. Rorty concede que estas afirmaciones tienden a invalidar la diferencia entre el revolucionario y el reformador, e incluso que en una sociedad idealmente liberal, semejante diferencia desaparece. Por una parte, Rorty elogia la función del revolucionario utópico en el desarrollo de las sociedades liberales, para pasar a minimizar su papel cuando tiende a suprimir la diferencia entre el revolucionario y el reformador. Es cierto, como se ha mencionado anteriormente, que la historia convierte en simples reformas aquello que en su origen fue considerado como radical y revolucionario. Rorty llega a decir que Foucault no apreciaría la sugerencia de que su obra pueda ser asimilada por una cultura política liberal y reformista. Y piensa que un posible motivo de la desconfianza de Foucault hacia la cultura liberal reformista es su creencia, pese a su acuerdo con Margaret Mead, Habermas y Sellars acerca de que el sujeto humano es producto de la cultura, en que existe algo profundo en el ser humano que es deformado por la cultura. De ahí su insistencia en el “lenguaje del oprimido”, o en que habla “por” el insano y el preso, o en que saca a la luz “conocimientos sojuzgados”. Es difícil extraer de las tesis antiepistemológicas de Foucault acerca del “fin del sujeto” y sobre las distintas rupturas históricas la conclusión de su creencia en una naturaleza profunda del ser humano. Más difícil aún es hacerlo considerando las pruebas que Rorty aporta. En primer lugar, Foucault no habla del “lenguaje” del oprimido como un saber universal reprimido por la cultura burguesa, sino de distintos lenguajes particulares –del preso, del demente, de determinadas minorías- que en ningún momento dejan de ser productos culturales y coyunturales. En segundo lugar, Foucault no pretende hablar “por” el insano y el preso: son los que actúan y luchan los que deben hablar por sí mismos y dejar de ser representados por el intelectual “universal”. En este sentido debe hablarse de sacar a la luz “conocimientos sojuzgados”; se trata de una estrategia política consistente en devolver la palabra a los más desfavorecidos del sistema mediante un proceso contingente, no de una reminiscencia platónica. Por último, en justicia, habría que ser muy ingenuo o muy malintencionado para asociar el aspecto “revolucionario” de las propuestas de Foucault a una definición sociológica de revolución como un “proceso social de mudanza intensa y rápida que arranca de una insurrección armada inicial y produce transformaciones sustanciales en la estructura y la cultura de la sociedad”, o con conflictos violentos y sangrientos. ¿No se trataría más bien, en última instancia, de un incremento de la democracia de base, al invitar a hablar a los afectados de diversos abusos e injusticias? Quizá una consecuencia indeseada para el propio Foucault sea que sus análisis y críticas, al no dirigirse directamente contra el Estado, sean asimilables a cierto reformismo, aunque “radical”. No en vano Taylor y Habermas piensan que Foucault amplía y perfecciona la descripción de la Escuela de Francfort sobre las estructuras de poder y dominación. Precisamente, esta es la visión que de los análisis del poder de Foucault tiene Lipovetsky: un detallado y útil análisis histórico del poder de las instituciones en la época democrática-autoritaria-disciplinaria, que ha perdido quizá parte de su vigencia cuando las sociedades actuales han entrado en una nueva fase y los controles se han reciclado y “humanizado”. por Rafael Carrión Arias Toda forma de expresión implica un tráfico reflexivo continuo con aquello que expresa y que a su vez la expresa. Es decir, expresar es siempre consecuencia de un determinado estado de cosas, pero también la causa que lo determina. En el caso de una sociedad, esto no es menos cierto. La forma trágica, propia del mundo griego de los siglos VI-V a.C., era por un lado la forma de expresión de dicha sociedad; de sus miedos y sus ilusiones, de sus miserias y sus ganancias. Pero por el otro, además, esa forma de expresión era la manera en la que dicha sociedad, al expresarse tal y como era, se configuraba a sí misma. La forma de expresión es un reflejo de aquel que la profiere; pero más allá, el reflejante se torna producto de su propio reflejo. En la forma que una sociedad tiene de expresarse a sí misma hay siempre un carácter social implícito y una práctica social determinada. Descubrirlo nos puede decir entonces sobre esa sociedad mucho más de lo que en un primer nivel ella misma crea expresar. El Cine ha sido para occidente la forma de expresión por antonomasia a lo largo de la mayor parte del pasado siglo XX. La Tragedia, la forma de expresión del mundo antiguo. Entre esos dos mundos median más de dos mil años. Y, sin embargo, están más cerca de lo que parece. Este artículo intenta trazar un puente entre YOUKALI, 6 página 116 El conocimiento y el mundo EL CINE (DE TERROR) COMO FORMA TRÁGICA POR EXCELENCIA esos dos mundos a partir de sus formas de expresión más propias, intentando demostrar la siguiente tesis: que el Cine (-de Terror) es la más trágica de las formas trágicas del S. XX. Las consecuencias de esto, las abrimos a la reflexión. Quem Deus perdere vult, dementat prius. Occidente es Grecia. Tiene de ella mucho más que lo que podamos creer. No es sólo su racionalidad, su alfabeto o su democracia. Es, más allá de todo eso, la configuración trágica del mundo. Nosotros, ciudadanos de occidente, a siglo XXI seguimos hechos con la carne del pathos situado entre el cielo y la tierra. Con el aliento de aquel que, por destino, levanta su voz contra él. Descubrir la tragedia, entender su secreto, es por tanto descubrirnos a nosotros mismos. Confesar su destino, es confesar el nuestro propio. ¿Qué fue de la Tragedia en el Siglo XX? No sólo Sófocles, Esquilo o Eurípides fueron autores trágicos. La forma trágica sobrevive al colapso de la civilización helénica, su aliento recorre la historia de occidente: William Shakespeare, Christopher Marlowe, Calderón de la Barca… La configuración trágica del mundo acompaña el alma de occidente a lo largo de los siglos. Su fantasma se transforma en Opera. Y al final, explota en guerra… Pero después… ¿qué pasó? ¿Dónde quedó la Tragedia? Entender esta cuestión es fundamental si queremos entendernos como sociedad o cuerpo político. Si bien explicar los límites de la configuración trágica es algo que en principio excedería los límites de este artículo, reencontrar la tragedia para el s. XX sí exige sin embargo atender brevemente a su propia constitución. La Tragedia Este artículo está construido esencialmente sobre la teoría aristotélica de la tragedia tal y como leemos en la Poética. Según Aristóteles, el primero y quizás el más grande de aquellos que alguna vez hayan teorizado sobre ella, la Tragedia es... ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 1.- Aristóteles, Poética, 1449b. 2.- Ibid. 3.- Por razones de unidad discursiva, ampliaremos la definición de estos conceptos en otro apartado. 4.- Presentar a un protagonista moralmente exquisito o extremamente reprobable no provocaría en el paso de la desgracia a la felicidad otra cosa que incredulidad o regocijo respectivamente 5.- De ahí que, para el Romanticismo, si la ética es la ciencia de la felicidad mediante la virtud, la “justicia trágica” signifique la muerte de la ética. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo bras, el espectador siente el sufrimiento del personaje en su propia piel, cuando el destino decide por él y cuando le castiga no sólo no obstante, sino más bien por actuar virtuosamente5. Es lo que Paul Ricouer denuncia como la maldad de los dioses que ciegan a los mortales y los conducen a su propia destrucción. La tragedia es la puesta en escena de ese dolor. ¿Cómo es posible que esto provoque el placer en el espectador? Para contestar a esta pregunta tenemos que introducir el concepto de catarsis (katharsis). Y es que, precisamente por el hecho de sentirnos identificados con el protagonista, vivimos lo que él vive, sentimos lo que él siente; le compadecemos o “sentimos con él” aquello que en el fondo no es más que nuestras propias pasiones sentadas ante nuestros ojos. Ello nos revuelve y nos conmueve; y a punto de caer en el abismo con él, sólo nos salva, en el último momento, la pequeña distancia que existe entre el espectador y el espectáculo, entre la tribuna y el escenario. Sintiendo nuestras pasiones en otro sujeto igual que nosotros pero que no es nosotros, nuestro propio dolor queda expurgado. En la experiencia trágica, sentimos lo que pudimos llegar a ser pero por fortuna nunca fuimos, y es ello lo que nos salva, lo que nos libera de nuestra carga cotidiana, a nosotros y al resto del auditorio. La experiencia trágica es un desahogo, una expulsión colectiva y compartida de nuestros malestares personales. página 117 En otras palabras, la Tragedia es una representación pública de una historia (mithos). Esa historia es una composición de personajes y acciones, donde se da el caso de que por lo menos uno de ellos (el protagonista) experimenta un cambio en el decurso de los acontecimientos (metabola o metastasis) que le lleva de la felicidad a la desgracia. Su objeto último: ofrecer una experiencia agradable para el que la contempla. Esto puede parecer una contradicción, ya que: ¿cómo va a ser posible que nos proporcione placer el hecho de contemplar cómo el protagonista pasa de la dicha a la desdicha? Esta pregunta ha de ser, por esencia, la pregunta fundamental para entender la Tragedia, y en última instancia, para entender su razón social y su destino a lo largo de la historia. Veamos cómo se articula. Para Aristóteles, diremos, el objeto de la tragedia es el terror (phobos) y la piedad (eleos)2. Es decir, el personaje protagonista se mueve por una historia de miedo y compasión3, que, a través de la “verosimilitud” (eikos), despierta a su vez el miedo y la compasión en el espectador. Esta verosimilitud, el reconocimiento de que la “situación trágica” es real –puede suceder, y de hecho sucede-, es una pieza clave en todo el proceso, ya que de no ser verosímil lo que se está representando, los sentimientos deseados no se despertarían. Estos sentimientos, además, exigen una condición más, a saber, la de que protagonista y espectador se identifiquen. Esto se produce a través del hecho de dibujar a un personaje protagonista con rasgos medios, de calidad moral usual4. El espectador, que se siente identificado con el protagonista, experimenta con él la compasión y el terror al percibirse envuelto en una situación que le viene grande, que él no ha elegido, y que, de ser por causa suya, no es sin embargo por su culpa (en el mundo griego no existe la culpa), sino por un error, acto involuntario (akousion) o circunstancia por su parte de la que ni siquiera se puede decir que sea responsable (error trágico o hamartía). Por decirlo con otras pala- YOUKALI, 6 la imitación de una acción seria y completa, de cierta extensión, con un lenguaje sazonado, empleado separadamente: cada tipo de sazonamiento en sus distintas partes, de personajes que actúan y no a lo largo de un relato.1 El conocimiento y el mundo página 118 YOUKALI, 6 La Tragedia en el s. XX Se puede seguir de lo dicho que la configuración del espectáculo trágico es la relación entre espectador y espectáculo en una forma de identidad entre ambos. Un personaje, en pugna contra el destino, sufre por querer ser lo que no puede ser (o mejor, por no querer ser lo que ha de ser) y se dirige hacia dentro (de sí mismo y del escenario) arrastrando al espectador con él. La polis habla por medio de él, y abraza desde el escenario a la tribuna que lo observa, con fines a integrarlo en sí. Esta configuración, decíamos, acompaña al arte de la representación a lo largo de la historia de occidente, desde la brutalidad del anfiteatro romano hasta la delicadeza del Fausto de Goethe, pasando por la pasión de Cristo tal y como la describen los Evangelios. Se podría decir, incluso, que dicho arte, tal y como occidente lo concibe, es por esencia un arte trágico: un evento social, de la polis entera, sin otra finalidad que la expurgación de las pasiones con fines a la salud colectiva. ¿Cuál es, en el caso del s. XX, la forma que asume la forma trágica? El Cine. Anunciado poco antes de las dos guerras mundiales, y desarrollado especialmente tras ellas, el Cine es la forma de espectáculo que la polis asume como plataforma de expresión y configuración de sí misma6– y lo hace a partir del canon trágico. Para empezar, no hay que ir muy lejos para constatarlo: espacialmente hablando, el cine, como fue el teatro o la Opera en su momento, toma la forma de un teatro clásico, con una tribuna encarada hacia un escenario donde se cuenta una historia, aunque sin posibilidad de participar en ella más allá de la mera expectación (es decir, la relación planteada es una mera relación de observador-observado). Por otro lado, además, si atendemos por un momento a las obras clásicas del género constataremos una arquitectura narrativa equiparable a la estructura clásica, con una atención esmerada a la unidad en la causalidad de la acción, una cierta complejidad de la técnica escénica, y una búsqueda del conflicto, de la catástrofe, y de su posible solución. Pero, añadimos: ¿no es en el fondo el cine el espejo de nuestros miedos y nuestros deseos (a cada década los suyos), constituyendo héroes con los que tendemos a identificarnos, y creando universos colectivos de dis- curso, compartidos más allá de cualquier limitación espacio-temporal? El Cine es para el siglo XX lo que la Tragedia era para la Grecia clásica. O, mejor aún, el Cine es la forma general que la Tragedia clásica asume para el S. XX. El Cine (de terror) como Tragedia Vamos a afinar un poco más: de entre todos los géneros cinematográficos, el cine de Terror es aquel que mejor encarna el Principio trágico7. Como la tragedia más clásica, en el cine de Terror hay por lo menos un personaje, de calidad moral equiparable a la nuestra (verosímil), que se ve envuelto en una circunstancia no deseada por un error trágico (hamartía) del que no se le puede hacer especialmente responsable, entrando entonces en una espiral de violencia y demencia de la que, aunque lo intente, no podrá salir. En el cine de Terror no se contempla la linealidad (propia de otro tipo de relato) donde por una serie de acciones y reacciones se llega a una salida, sino que todo intento de salida lleva al vacío, y el personaje, si quiere la salvación, sólo la encontrará en un Deus Ex machina, es decir, en un elemento externo al relato. Como consecuencia no hay un desenlace claro, sino que la historia misma se torna una situación insostenible de la que no hay salida posible, una pesadilla sin despertar. En el cine de Terror, como en la Tragedia Griega, el 6.- ¿Es una casualidad que la primera película del cine moderno sea “El Nacimiento de una Nación” (D.W. Griffith, 1915)? 7.- En este apartado nos referiremos sobre todo a las obras maestras del género, y no a otros productos cuyo único fin es el del entretenimiento a base del susto rápido con sabor a palomitas. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo sufrir en soledad el ámbito de sus posibilidades. El universo onírico de amenaza y desesperación creado a partir de ahí es el universo cerrado de las limitadas indeterminaciones humanas, del ámbito de sus posibilidades. El miedo al poder-ser es la lucha interna de todo personaje trágico; y por ser algo que nos alcanza a todos, no existe nada que levante más compasión o piedad, y que por tanto, nos una más a él. Con todo, esa oscuridad de la que hablamos es algo más que un elemento del relato. En la configuración general del Cine como espectáculo se produce un desarrollo formal en los niveles de luminosidad que lo separa en mayor o menor medida del resto de sus antecesores (el teatro o la opera), pero que, precisamente por ello, lo identifica con ellos y acaba por relacionarlos. La oscuridad es entendida así no ya de un modo meramente argumental (la oscuridad como expresión existencial es ciertamente parte esencial del relato trágico), sino que, más allá, es parte formal indispensable de todo relato trágico que quiera llevar a término la expugnación de las pasiones que Aristóteles mencionaba. ¿Por qué decimos esto? La oscuridad física de la sala del cine es elemento constituyente de la forma trágica, ya que sólo de esa manera, envuelto el espectador en la oscuridad de la sala, puede realizarse el acto de identificación entre protagonista y espectador. Este imperativo, que ya empezaba a vislumbrarse en la época dorada del 8.- Que no el susto fácil. El susto es un despertar, y nos lleva a otro apartado. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net página 119 Tragedia y Oscuridad YOUKALI, 6 personaje se encuentra al borde del abismo (si no acaso encima de él) en una situación en la que se enfrenta a su propia oscuridad, a su propia esencia originaria. De ese enfrentamiento con las fuerzas irracionales del destino surge la locura que gobierna. Si hay algo que por esencia caracteriza a una película de terror, es, como la tragedia, ser un mercado de emociones, construido a partir de dos elementos principales: el miedo o terror (phobos) y la compasión (eleos). Cuando hablamos de miedo, nos referimos a un miedo irracional, entendiendo como tal tanto el terror como la angustia8. El miedo creado en una película de terror “auténtica” es un miedo envolvente, enraizado en los miedos más fundamentales del ser humano: el miedo a lo desconocido, el miedo a las posibilidades. El miedo, impalpable estado de ánimo en el que uno se encuentra cuando todos los sentidos están puestos en suspensión (en suspense) es, como diría Sartre “la captación reflexiva de la libertad por ella misma”. No es sólo que a través del miedo el hombre se enfrente con la muerte (como dice Heidegger, la más fundamental y extrema de todas las posibilidades) sino que a través de él el hombre se enfrenta a su condición de ser “posibilidad misma”, a su condición de ser-libre. En el ambiente agobiante, claustrofóbico, de un espacio cerrado tal y como el que dibuja el cine de Terror, el protagonista se encuentra a sí mismo como ser-en-situación, como ser arrojado (geworfen) a un conjunto de posibilidades no elegidas que le definen pero que le son desconocidas. En el oscuro rincón del desván, o al doblar la esquina de aquel pasillo desconocido, le espera al protagonista un ámbito de ser que le pertenece por derecho propio pero al que sin embargo es ajeno. Superada la “nausea”, la decisión de enfrentarse a ese ámbito es el enfrentamiento a su propia condición de ser-libre. El miedo infundido en una película de terror es el miedo a la libertad como tal. La oscuridad mórbida e infecta de la que se alimenta una película de terror, aquella por la que los sentidos están en suspense, es la posibilidad (infinita) de lo desconocido. En último término, la posibilidad de la muerte es la expresión de esta oscuridad, entendida así aquella como la posibilidad por excelencia, como la posibilidad límite, como el límite o la condición de posibilidad del resto de las posibilidades. No en vano, como decía Heidegger, somos un ser-para-lamuerte (Sein zum Tod). La tragedia es el siniestro relato donde el hombre se comprende como morituri, como ser abocado a la muerte, condenado a vivir y a El conocimiento y el mundo página 120 YOUKALI, 6 cine9, se ve con más claridad en lo que respecta a una película de terror, desde el momento en que su visualización integral deja de tener sentido en un ambiente que imposibilite la concentración, con “ruido” alrededor que interrumpa la comunicación entre emisor y receptor. La oscuridad (y el silencio) son así elementos imprescindibles para la comunicación trágica, porque sólo en plena concentración y envolvimiento se puede vivir en su originalidad, en su “placer propio” (oikeia hedone), la compasión y el miedo. Las más modernas salas de proyección han comprendido este hecho, desde el momento en que han incluido el sonido también como forma de asimilación del espectador al relato10. Es en la oscuridad de la sala donde el espectador se encuentra “a solas” con el protagonista, en medio de su pasión, condición indispensable para identificarse con él. Es interesante por tanto este hecho: a lo largo de la Historia la representación trágica ha ido aumentado paulatinamente la oscuridad de la sala, de la mano que ha ido oscureciendo el relato mismo. Como decimos, ese desarrollo histórico no puede ser algo casual, sino que ha de estar intrincado en la esencia de la condición trágica como tal: su causa final (la expugnación de las pasiones o katharsis) es la que determina esta determinación formal misma. La condición social del relato trágico es por tanto la de un evento colectivo que, a través de la identificación individual, crea la expugnación individual de toda una comunidad. Es decir, el ciudadano se dirige al auditorio como un particular que, junto a otros ciudadanos que también se han dirigido allí como particulares, busca la limpieza de sus pasiones individuales para, una vez acabada la representación, esperar lo mismo de los demás asegurándose así que la polis siga siendo polis. En ese sentido, la reducción de la luminosidad, tanto material (del relato) como formal (de la escenificación), responde al deseo de la forma Trágica de expurgar cuanto más y con mayor efectividad las pasiones individuales de los ciudadanos a fin de mantener la ciudad tal y como ya es. Bajo este punto de vista, la Tragedia es una herramienta socialmente “conservadora”, condición de posibilidad para la perpetuación del sistema que la expresa. Cabe decir entonces que en nuestro tiempo no sólo no ha desaparecido, sino que más bien se ha instalado y perfeccionado hasta su grado más supremo. Tragedia y “Ciudad” El decurso de la Historia no nos ha llevado a una sociedad cada vez más libre y democrática sino, lamentablemente, a todo lo contrario. Es por ello interesante el hecho de que aquello que en principio nace en los orígenes de la Democracia haya acabado por transformarse en un arma de dominio de clase. No mantenemos con esto que esté en la naturaleza de la forma trágica erigirse como herramienta de control de la clase dominante (los responsables del cambio histórico apuntan por otros derroteros); sí mantenemos, no obstante, que se ha convertido en su medio de control más eficaz. Como se ha visto, el principal problema de la forma trágica es su prescripción en busca de la identificación entre espectador y representado. La facultad de unir en cada momento y lugar una historia con el espectador que la contempla trae como consecuencia la ahistorización del relato, en el sentido de que, como venimos diciendo, universaliza las relaciones entre hombre y destino (quiérase ver también: entre hombre y sociedad) hasta el punto de impedir la visión de una posibilidad política alternativa. No se trata solamente de que el hombre desconozca las leyes que rigen su vida; se trata en realidad de que desconoce que desconoce las leyes que rigen su vida, representándose, por un lado, que lo que ve es lo que es, y por el otro, que ha sido siempre y siempre lo será. Y lo que es más importante: 9.- ¿Qué si no son, por ejemplo, las Ouverturas de películas como “Lawrence de Arabia” (D. Lean, 1962), “Doctor Zhivago” (D. Lean, 1965), “Lo que el viento se llevó” (V. Fleming, 1939)… sino formas iniciáticas de envolvimiento en la pasión del relato? 10.- Nos referimos a las nuevas condiciones de sonido envolvente (Dolby Sourround). Este fenómeno se ha extendido también al hogar, donde los nuevos sistemas de proyección “Home cinema” (el cine en casa) individualizan hasta el extremo el acto de expectación de lo trágico. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 11.- En un sentido estricto, “épico” es un término utilizado por Aristóteles para designar una forma de la narrativa que no está sujeta al tiempo, en tanto la tragedia estaría constreñida por las unidades de tiempo y lugar. 12.- El título Kleines Organon für das Theater (Pequeño Órgano para el Teatro) está inspirado en la obra de Francis Bacon Novum Organum, uno de los principales representantes del antiaristotelismo en la modernidad. 13.- Las formas del Teatro Épico no se han limitado a la dramaturgia. Por la misma razón que el Teatro abrió la puerta del “Teatro Épico”, el Cine (especialmente en los años 60-70, donde la conciencia de clase todavía estaba despierta) ideó también sus propias formas de distanciación y de ruptura de la identidad. En la nouvelle Vague francesa, por ejemplo, Godard produce el deseado Verfremdungseffekt a través de jump cuts o a través de fallos en la sincronización entre sonido o imagen. En Alemania, R. W. Fassbinder utiliza sus propias maneras de provocar la alienación, cuando por ejemplo en “Katzelmacher” (1969) utiliza planos largos sobre un fondo negro para un diálogo sencillo. En Suecia, tenemos el ejemplo de Ingmar Bergman, cuando en “Persona” (1966) introduce trozos de celuloide entre escenas. En los años 90, el cine ha seguido experimentando con sus propias formas de extrañamiento. Un ejemplo significativo es Lars von Triers y su “cine dogma”; a su manera, también el cine de David Lynch a través de la ruptura de la unidad del relato y de las leyes de causalidad de la acción. Por otro lado, y volviendo al teatro, decir que no sólo Brecht ha intentado poner en práctica el “Teatro Épico”. Ahí tenemos, entre otros muchos ejemplos, a T.S. Elliot, o al “Teatro del Absurdo” (Becket, Ionesco…). ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El conocimiento y el mundo página 121 sal proferido por otros sino una determinación de la praxis. El esfuerzo de Brecht se centra en lograr un teatro capaz de ofrecer una imagen practicable del mundo, con vistas a transformarlo. Ello requiere la adopción de una actitud crítica frente a él y frente a las representaciones que tenemos de él, y es directamente incompatible con un teatro de la identificación, ya que cuanto más intensa sea la participación emocional del público en la representación, menos posibilidades tenemos de sumergirnos en la práctica social más allá de la sala del teatro. La nueva obra de arte ha de ser un arma para transformar el mundo, y ya no más un arma para legitimarlo. Si cuanto más se logre que el público comparta la vivencia (se identifique con ella) menos posibilidades se le ofrecen para comprender el orden social en el que se haya inmerso, entonces el espectador ha de comprender de alguna manera que el teatro es mera mediación entre una verdad por construir y un sujeto que la construye; que el teatro ya no es la vida, sino que tan solo se limita a representarla. Para salir del sueño de la identificación, Brecht recurre al conocido Verfremdungseffekt (efecto de distanciamiento o extrañamiento), mediante el cual, a través de ciertas técnicas formales y argumentales, el espectador ha de poder despertar. Una determinada pero intencionada mala actuación; un determinado efecto de luz o de sonido; una apelación directa al auditorio; una forma en general de ruptura de la unidad del relato pueden ser la manera con la que el Teatro Épico opera su distanciación, consiguiendo así del espectador que salga de su alienación (Entfremdung) para encontrarse cara a cara con la verdad. El nuevo arte ya no puede ser una forma de abstracción del mundo real, sino el medio de transporte hacia él13. El Teatro Épico rompe con los cánones de la forma trágica, por cuanto impide, en palabras del propio Brecht, “la propensión del espectador a identificarse y a abandonarse al espectáculo”. En el Teatro Épico, miedo YOUKALI, 6 a través de la catarsis social producida a la salida de la unión entre tribuna y representación, se olvida y/o se rechaza la posibilidad de cambiar las relaciones sociales defectuosas, puesto que el descontento por ellas producido lo sosegará la próxima representación. En la forma trágica, el enfrentamiento del hombre con los dioses, que en definitiva no es otra cosa que el enfrentamiento del hombre con el kosmos o el orden de las cosas, tiene el sentido de pérdida para el hombre, de renuncia, de aceptación de dicho orden. Porque no hay más. Cualquier posibilidad de cambio queda asimilada dentro del orden social establecido. Ante esa situación, se hace necesaria una nueva forma de representar capaz de hacer que en la batalla entre hombre y cosmos no suponga por esencia la pérdida para el hombre. Bertold Brecht (1898-1956) será el primero en formularlo explícitamente con el nombre de Teatro Épico, en oposición a la forma aristotélica que él designa como dramática11. El Teatro Épico habrá de ser así un teatro histórico (en el sentido en que no pretende universalizar relaciones políticas que no son universales), didáctico (en el sentido en que pretende enseñar cuál es la naturaleza de esas relaciones), y dialéctico-materialista (en el sentido en que instaura una nueva instancia, el espectador, como sujeto de cambio político). Brecht trabajó prácticamente durante toda su vida, no sin dudas o modificaciones, en un teatro de esa naturaleza. Fue en su ensayo “Kleines Organon für das Theater” (1948) cuando le dio por fin una forma más o menos definitiva12. Por presentarlo de alguna manera, el Teatro Épico es un nuevo tipo de teatro en el que la praxis del espectador juega un papel determinante. Mientras que en el teatro clásico la expectación se refiere exclusivamente a la observación de la acción que tiene lugar sobre el escenario, en el Teatro Épico la acción queda directamente determinada por la expectación. Brecht, de posición marxista, pone así en juego un teatro materialista donde la verdad no es un discurso indiscutible y univer- El conocimiento y el mundo página 122 YOUKALI, 6 y compasión, verosimilitud y hamartía, no juegan ya ningún papel, porque la emoción individual deja de ser la causa final. Allí donde antes había una distancia mínima entre escenario y tribuna (una identificación), ahora hay una ruptura infinita que sitúa a la escena lejos del alcance de los sentimientos y a la mano de la reflexión. Como dice Walter Benjamín, “la escena se ha vuelto podium”, y el ciudadano no esta dentro de él. En oposición al ciudadano trágico, que llega a la sala desde la individualidad compartida, que experimenta en ella (por medio de la identidad) la colectividad, y que tras ello vuelve a marchar a la individualidad desde la que vino, el ciudadano “épico” es por contra un revolucio- nario que llega a la sala desde la comunidad, que experimenta en ella (por medio de la ruptura de la identidad) la individualidad, y que vuelve a salir a la comunidad de la que vino- una comunidad que, tras esa experiencia, ya no es la misma. Según este interesante quiasmo, la tragedia, con el cine de terror como exponente máximo, lleva a la individualización por medio de la experiencia individual colectiva, mientras que el nuevo arte (el Teatro Épico) conduce a la vida en comunidad por medio de una experiencia colectiva individual. El nuevo “Yo”, será un Yo eternamente reconstruido, abierto. Conclusión Al renunciar a la cuarta pared de la representación, la Tragedia convertía a la verdad en algo bidimensional, perfectamente asimilable a un plano hacia el que todos estamos vueltos. Como los encadenados de la vieja alegoría platónica de la caverna, que por no haber mirado nunca atrás consideraban las sombras que contemplaban como la auténtica realidad, en la tragedia no había ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net lugar a la reflexión constituyente de la verdad. Su efectismo emocional -reforzado hoy día a base de imágenes y sonidos en perfecta calidad digital- es las cadenas que mantienen a toda una sociedad vuelta hacia el fondo de la caverna, desalentándola de salir a la calle, de ver el sol y de constituir una verdad propia sobre la que existir. La existencia del hombre moderno, que en definitiva es la del hombre trágico, es la de quien contempla “estéticamente” un hombre sufriente sometido a los dioses y disfruta con ello, pero no hace nada por cambiarlo. En la antigua Grecia, la Tragedia era la belleza específica sobre la que se apoyaba la Democracia. Hoy, es la belleza específica que nos sitúa en el plano de la burguesía. Entre el mundo antiguo y el mundo contemporáneo han transcurrido más de dos mil años. Y, sin embargo, seguimos resignados a perder en la lucha contra el destino. “Tragedia”, que nunca significó la legitimación de un determinado kosmos u orden del mundo, sí puede significar, como hemos visto, la legitimación del orden del mundo como tal. “Tragedia” es la negación del carácter vivo de la verdad. “Tragedia” es la inestabilidad que fortifica la estabilidad. Ella es la ceguera de los mortales, cuando los dioses los conducen a su propia destrucción… ¿Qué significa auténticamente ser “ciudadano trágico”? ¿Estamos legitimados a vivir el mundo de forma trágica? A partir de Brecht, la nueva organización de las relaciones entre Sala y Escena anticipa la nueva relación entre ciudadano y sociedad, y responde, en definitiva, a una configuración dialéctica del mundo donde el sujeto tiene siempre algo que decir sobre el objeto. La verdad es tridimensional, y somos nosotros los que le damos forma. Es innegable el carácter político de la Tragedia (el Ágora es el lugar originario del teatro). Pero en un mundo que poco a poco se sume cada vez más en la barbarie y el vacío, quizás la tragedia haya de dejar de ser un punto de partida para convertirse en un punto de llegada. Si partiendo de ella ya sabemos hasta donde llegamos, posiblemente sea que empezando a entenderla exclusivamente como final conseguiremos pasar de espectadores a actores-directores de nuestra propia vida. Sólo así podremos hablar de un mundo en el que podamos sin avergonzarnos disfrutar del derecho a vivirlo de forma trágica. Our wills and fates do so contrary run That our devices still are overthrown; Our thoughts are ours, their ends none of our own. W. Shakespeare, The Tragedy of Hamlet, Prince of Denmark. [nueve (9) respuestas rápidas para nueve (9) preguntas claves] Cuestionario de la redacción Miguel Morata [librero*] 1. ¿Qué probabilidades reales tiene hoy una librería concebida como tú la concibes, más que como un espacio mercantil, como un espacio de encuentro, de lectura y reflexión crítica, no sólo de sobrevivir, a largo o medio plazo; sino de cumplir con cierta eficiencia práctica su función? no deja que veamos las particularidades de cada uno de los árboles. Hoy, el libro debe ayudarnos a desentrañar la complejidad del momento que vivimos, ponernos frente al espejo. Aunque entiendo que haya quien busca simplemente rellenar sus momentos de ocio y para ellos la escritura tiene otra finalidad. Las librerías para sobrevivir pueden combinar la expendeduría de libros con bazares, papelerías, etc. Hasta las grandes cadenas, cada vez más, refuerzan otras actividades comerciales ajenas al libro, como venta de audiovisuales, y cafeterías. Muchos años antes de que la nueva ley del libro, de manera retórica nos asignara a los libreros el papel de agentes culturales, mi elección estaba clara, quería una librería como espacio de agitación cultural, con todo lo que eso conlleva, sabía que apostaba por un “terreno marginal”, la experiencia tras estos años demuestra que, a pesar de las dificultades, hay un reconocimiento, no solo del reducido mundo de los alternativos, sino también de aquellas personas que entienden y aprecian la necesidad de mantener abiertas algunas ventanas al termino cultura con todas sus complejidades. 3. ¿Y cuál sería la de un librero? Inter(w)expresss... INTER(W)EXPRESSS... Buscar entre las publicaciones que se hallan más ocultas aquellas que no aparecen en los aparatos de agiprop del sistema de pensamiento único, separar el trigo de la paja, sin ejercer de censores, poner al alcance de los lectores lo que resulta más interesante; aunque, claro, eso no siempre se consigue. Desde mi punto de vista, el libro tiene, entre otras, una importante función, pues en estos tiempos en que nos desborda la información por la cantidad y la rapidez con que se produce, el texto escrito puede permitirnos reflexionar y profundizar en un entorno en el que los árboles nos impiden ver el bosque; y, al revés, el bosque *.- Librería Primado de Valencia (Avda. Primado Reig, nº 102) ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 123 2. ¿Cuál es, por cierto, la función de la escritura y de los libros hoy? Inter(w)expresss... veinte, podríamos rescatar unos cuantos autores de literatura social, anticlerical, y costumbrista tanto en novela como en poesía. Es el franquismo y lo que representa de indigencia intelectual, la represión impuesta y la autocensura en otros casos, la promoción de los afines al régimen, conduce a la vaciedad y el ensimismamiento burgués. 8. Si se acercase un joven lector a preguntarte, ¿qué le recomendarías leer hoy mismo? 4. ¿Queda algún resquicio o posibilidad real para una escritura no mercantil? Entendiendo como escritura no mercantil aquella que no tiene como objetivo principal el beneficio económico y no hace concesiones al mercado, claro que sí, estamos llenos de grandes ejemplos, que son excepciones pero que mantienen la dignidad por encima de modas o presiones. 5. ¿Has conocido algún caso en que un libro de éxito contradijese la lógica comercial, de un modo u otro? YOUKALI, 6 página 124 Sí, aunque es cierto que el mercado trata de imponer las modas y casi siempre lo consigue, la concentración editorial en torno a grandes grupos unifica el discurso; ahora, novela histórica, mañana fantástica, luego romántica, pero deja fisuras, y surgen decenas de pequeñas editoriales, y autores que publican sus trabajos en esos reducidos espacios, que sumados inciden positivamente en el lector. A nadie se le escapa la interesante labor de espacios como Youkali. 6. ¿Es Internet un aliado o un enemigo de los libreros como tú? Debe ser aliado, como herramienta de publicidad, en mi caso desde que utilizo el blog www.libreriaprimado.blogspot.com mis posiciones han llegado más lejos. 7. ¿En qué momento la escritura cerró los ojos a nuestras vidas reales? No sé, pienso que nunca fue un abandono absoluto, en España repasando los autores de los siglos diecinueve y ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Yo siempre, cuando me piden consejo, respondo con una pregunta, ¿qué es lo último que has leído, te ha gustado?, porque cada lector o lectora necesita un libro, puedo recomendar a Jack London, Durrell o Asimov, pero también a Verne, o Mendoza, pienso que lo importante por tratarse de un joven es que adquiera el hábito de la lectura, no soy un profesor que pueda ejercer un seguimiento crítico, aunque mi responsabilidad no acaba con la recomendación, no puedo evaluar los efectos que tendrá sobre el joven; yo, como casi todos, leí al Capitán Trueno, y hasta llegar a Coetze, pase por Martín Vigil y Cela (Qué vamos a hacer). 9. ¿Y si se acercase un hombre, o una mujer, cansados de todo un día de trabajo? Depende de quién tenga enfrente, pero siempre trato de ser tendencioso y recomendar aquellos autores que son mis preferidos, Belén Gopegui, Jose Luis Sampedro, Galeano, o Mankell, trato de incitarles a lecturas menos fáciles, más comprometidas, y unas veces lo consigo, y otras no. Nota de la redacción Con respecto a los hechos iniciales, aquellos que motivaron, primero, la querella de José Antonio Fortes, y el posterior enjuiciamiento de Luis García Montero, la Redacción de la revista Youkali dejó bien clara su posición en el número 2, de noviembre de 2006, que puede ser fácilmente consultado. Ahora, con respecto a la cadena de acontecimientos que se han sucedido, a lo largo de estos dos años, y especialmente de estos seis meses últimos, antes y después de conocerse la sentencia firme condenatoria del señor García Montero, nuestra revista sugiere a todos los que deseen hacerse una idea del caso y de las posiciones que mantenemos en este lamentable asunto la consulta de los siguientes artículos y documentos accesibles a través de la Red. www.rebelion.org/noticia.php?id=75355 Luis García Montero y José Antonio Fortes: información contra manipulación (o el insulto justificado); de Matías Escalera Cordero Más allá de la condena... MÁS ALLÁ DE LA CONDENA DE LUIS GARCÍA MONTERO www.rebelion.org/noticia.php?id=75983 Acerca del enfrentamiento entre José Antonio Fortes y Luis García Montero. Pensar la literatura; del Colectivo de alumnos de la Universidad de Granada www.rebelion.org/noticia.php?id=76086 Fortes-García Montero: los hechos son los siguientes; de Santiago Alba, Pascual Serrano, Constantino Bértolo, Belén Gopegui, César de Vicente e Ignacio Echevarría www.larepublica.es/spip.php?article13448 El suicidio de Sócrates; de David Becerra Mayor http://www.larepublica.es/spip.php?article13744 Hace falta estar ciego: acerca del manifiesto “A favor de García Montero”, de Juan Antonio Hernández García Finalmente, reproducimos de modo íntegro, por su interés, y valor informativo, en este caso, la entrevista aparecida el día 13 de diciembre, en la edición de Andalucía del diario El Mundo, por Manuel María Becerro. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 http://www.ideal.es/granada/20081207/local/granada/garcia-montero-solo-enfrentado-200812071244.html Entrevista a José Antonio Fortes en el Ideal de Granada, por Victoria Fernández. página 125 http://diario.elmercurio.com/2008/12/07/al_revista_de_libros/critica/noticias/82F2 B9CD-2F57-4474-B7F6-DE85193C513E.htm?id=%7B82F2B9CD-2F57-4474-B7F6DE85193C513E%7D La columna de Ignacio Echevarría, Cultura española, en El Mercurio de Chile Más allá de la condena... ENTREVISTA A JOSÉ ANTONIO FORTES El Mundo. Edición de Andalucía, 13 de diciembre de 2008 Por Manuel María Becerro Tras ganar hace un mes el juicio en el que acusaba de injurias al poeta Luis García Montero, el profesor José Antonio Fortes (Vélez-Málaga, 1949) optó por guardar silencio hasta que la sentencia fuera firme. Ahora explica los motivos por los que llevó a juicio a su compañero en la Universidad de Granada, con la conciencia tranquila y la seguridad que da el contar con la Justicia de su lado. P. ¿Se siente resarcido tras la condena a García Montero? sidad! Vamos… Pero claro: todo está hecho de cara a la galería y a la prensa. R. Mucho. No sólo por la sentencia. También se han puesto al descubierto las posturas engañosas que sólo son aparentemente de izquierdas. Además, alrededor de mis razones se ha movido un buen número de intelectuales, de modo que ya son nuestras razones. Yo nunca estuve solo. Un comunista nunca está solo. P. Con el paso del tiempo, ¿no cree que el ámbito penal no era quizá el más indicado para solventar una cuestión de esta índole? YOUKALI, 6 página 126 P. Pero admitirá que la sentencia es sorpresiva y que difumina los límites de la libertad de expresión. R. En absoluto. La sorpresa puede llevársela quien confunde los hechos enjuiciados con la ceremonia de falseamientos levantada en torno a mi trabajo intelectual. Le aseguro que la sentencia está muy bien escrita para como está el lenguaje jurídico, y muy bien fundamentada. Diferencia claramente la libertad de expresión del insulto, y lo condena como el delito que es y que fue. P. Hay versos del Siglo de Oro más duros que el artículo que publicó en El País García Montero… R. En el siglo XVIII había otras normas de comportamiento colectivo. Pero le aseguro que la patologización y la depuración que me pedían en ese artículo no se reclamaba en el Siglo de Oro. Es que me patologiza. No bebo alcohol y dice que tengo delirium tremens. ¡Y pedía mi expulsión de la Univer- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net R. En un sistema democrático como éste, aunque mi pensamiento sea contrario al sistema, a la monarquía o al capitalismo, yo pago mis impuestos para las duras y las maduras. Y si se me permite ir a una instancia judicial, voy a ella porque, en este caso, no tenía más terreno de defensa para impedir las injurias. Me he visto obligado a ir a los tribunales porque el señor García Montero fue quien sacó las cosas al ámbito de lo público. Las sacó a un terreno que él dominaba: el de las armas de destrucción masiva de Prisa. Y a partir de ahí, hala, a aniquilar y a destruir, como si yo fuese un fundamentalista. P. ¿Qué le parece la ola de solidaridad desatada a favor de García Montero tras la sentencia? R. Un circo. Trastocan todo, incluso hasta convertir la universidad en un cortijo a su antojo. Además, están los abajo firmantes de un manifiesto no ‘a favor de’ sino ‘en contra de’, firmantes que muchos no saben qué firmaban. Un supuesto manifiesto que, en la tradición contrarrevolucionaria del XIX, no sólo patologiza, sino que criminaliza al contrario. R. En absoluto. Soy buena persona, en el sentido machadiano. Jamás me puedo alegrar del mal de nadie por principio. Ahora: lo de abandonar... Me parece que éstas son palabras huecas, que no tienen su concomitancia en la realidad, como todas las que le oí en este asunto. P. ¿Es cierto que usted le acusó del suicidio de su amigo Javier Egea? R. Decir que alguien incita al suicidio de otra persona es un delito muy grave. Y si fuera así, él, que tan dado es a ir a los juzgados aunque cínicamente diga que no va nunca, tendría que haberme denunciado. Lo que yo manifiesto son hechos objetivos e históricos, no personales, y cualquiera puede comprobarlos. ¿En qué lugar aparece la poesía de Javier Egea desde mediados de los 80? ¿Es que no escribía, no existía? ¡Vamos, hombre...! Y, sin embargo, la poesía oficial sí está por todas partes: en antologías, recitales, revistas... P. ¿Mantiene entonces que ese vacío oficialista fue determinante en el desenlace fatal de Egea? R. Creo que habría que salir de nuevo de lo personal y ceñirnos a cuestiones históricas. En los 70 y P. ¿Usted vincula la obra de Lorca o Ayala al fascismo? R. Si reduces las cuestiones a lo personal, no hay nada de qué hablar. Si las cuestiones son los textos escritos y publicados, ahí es donde hay que hablar. Y en estos lugares intelectuales, para responder a la cuestión, habría que irse a la situación histórica, a los años de la dictadura de Primo de Rivera y de la República, y comprobar lo que pensaban los intelectuales españoles de los años 20 y 30 acerca de la obra de Lorca. ¡Hacían unas afirmaciones que se han borrado por completo! Yo lo que hago con Lorca es situarlo en su tiempo histórico y en sus relaciones de clase, y para empezar le aseguro que Gibson, cuya obra pasa por ser la summa lorquiana, falla más que las escopeticas de la feria, incluso en la datación de una reseña. Además, olvida coger ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net página 127 P. ¿Se alegra de que García Montero abandone la Universidad? 80, ¿qué intelectuales de izquierdas se suicidaban? ¿Lo hacían por cuestiones personales? No. Era por cuestiones de aporía histórica, de no salida. O te integra el sistema o te desintegra. Cuando alguien aprieta el gatillo o se tira al tren, ¿vamos a reducirlo a cuestiones personales? ¡Vamos, estamos así desde Larra! Siempre hay cuestiones históricas y colectivas que explican tus decisiones personales, las que sean. Hay que sacarlo de lo personal y relacionarlo con lo histórico: el fracaso de las propuestas de izquierdas en los 90. Habría que cambiar los métodos de acercarse a los escritores y a los intelectuales. No se trata tanto de la idiosincrasia de cada uno, sino del lugar que cada uno ocupa en relaciones de producción, políticas, sociales, de clase... YOUKALI, 6 R. El cinismo es tremendo, ¡jo!... Pero no me gustaría personalizar las cuestiones. Si hay algo positivo en todo esto es que para nada ha habido cuestiones personales, ni siquiera académicas. Se debatían cuestiones de posicionamiento del pensamiento de izquierdas. Para entenderlo quizá baste con ver las relaciones que se han establecido con toda una dinámica de destrucción interna de IU. Y si quiere ver los lazos que unen ambas destrucciones, fíjese en el vaciado mecánico de militantes oficialistas de IU en la lista de los abajo firmantes del manifiesto de marras. Más allá de la condena... P. Hasta el presidente de la Junta se ha solidarizado con su compañero de departamento. Y eso que él también recurrió a los tribunales por unas injurias de este diario desestimadas ya en primera instancia. Más allá de la condena... página 128 YOUKALI, 6 noticias fundamentales que están al lado, en la misma página de periódico de esa reseña equivocada. Por otra parte, si pones en un lugar los trabajos publicados por Lorca, las reseñas de sus libros o su participación en revistas intelectuales de su tiempo, y en otro los trabajos e intervenciones intelectuales de Ayala, encuentras que no hay color, que Ayala gana con creces en su peso histórico social. Y si salimos del círculo de élites dirigentes, entonces ya es abismal la diferencia. Lorca sólo alcanza notoriedad social, fuera de su círculo de clase, desgraciadamente después de su asesinato político. Y ello igualmente por cuestiones políticas, de propaganda de guerra. No olvidemos que el Ministerio de Instrucción Pública estaba dirigido por los estalinistas. cuanto afirme. No me dedico a la crítica literaria, sino a la investigación de la literatura. Y a este respecto, la gran cuestión: la literatura fascista es algo muy complejo de definir. Hoy día el término fascista va de mano en mano y ninguno se lo queda. Sirve de arma arrojadiza. A cualquiera lo tachan de fascista sin saber lo que se dice. La definición histórica del fascismo español es muy compleja. De entrada, no tiene teoría en sentido estricto. Tiene práctica. Además, nadie lee hoy día ni fascismo político ni literario. Yo sí me he tenido que empapar de discursos fascistas de los años 20, 30 y 40. Y para empezar, por ejemplo, no hay ningún escrito fascista que ataque a La Barraca. Y las supuestas críticas de la derecha que censuraban Yerma: ¿alguien las ha leído enteras, no troceadas? Menos afirmaciones gratuitas y más investigación y debate. P. ¿Se considera un incomprendido en estos tiempos de recuperación de la memoria histórica? P. Si fuera familiar de Sor Maravillas, ¿denunciaría a Almudena Grandes? R. No, no, no. Sé que soy un intelectual incómodo. Ser cómodo y de izquierdas es contradictorio. El pensamiento siempre es crítico. Por eso somos muchos los que estamos ya cansados del espectáculo de confundir al intelectual con una mercancía, o de ver cómo la obra de Lorca es una marca registrada que da muchos beneficios y consume muchos impuestos. Preguntémonos por qué tantos millones para hacer una oficina de empleo en La Romanilla. R. Claro. Además: ¡qué desprecio hacia el proletariado y los milicianos! ¡Qué artero convertirlos en una horda de violadores! Eso demuestra una supina falta de conocimiento y entendimiento histórico… ¿Quién, que sepa la historia, va a caer en eso? Yo no digo que no hubiera facinerosos en el año 36, pero en principio el miliciano no lo era, por definición. ¡Mira que quitarle al miliciano su conciencia de clase! Esos juicios hacen el juego contrarrevolucionario. P. Le conmoverá poco la recuperación de los restos del poeta… P. ¿No teme que se le recuerde más por su victoria judicial que por logros académicos o literarios? R. A mí me parece una megalomanía, como tantas que rodean a la marca registrada ‘Lorca’. Lo que tenga que decir del escritor lo haré en un libro que ahora sí que voy a escribir. Y mis temores no me vienen de la derecha, sino de una izquierda dogmática que se mueve por artículos de fe. La socialdemocracia instalada en el poder no consentirá que se le toque su mito. Pero pienso documentar todo ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net R. No. Este intento fallido de aniquilamiento del contrario es un hecho histórico. Marca un antes y un después. Se acabaron los disfraces para el pensamiento de izquierdas. Hay que ir al debate intelectual, cuyo lugar no es la prensa ni los juzgados, sino los libros, donde salgan ideas y conocimientos históricos. cómic Una farola en la calle... ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 129 guión: Santiago Martín y Srecko Kosovel; dibujos: Santiago Martín Elementos de producción crítica elementos de producción crítica Elementos de producción crítica página 130 YOUKALI, 6 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Elementos de producción crítica página 131 YOUKALI, 6 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Elementos de producción crítica página 132 YOUKALI, 6 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Voces del extremo: un encuentro que genera encuentros POESÍA VIDA TRABAJO CAPITAL En los primeros días de julio de este mismo año, se celebró en Moguer el encuentro Voces del extremo, extraordinario en muchos aspectos, por las circunstancias que lo rodearon y por la asistencia y voluntades que concitó. Youkali ha querido hacerse eco de ello y apoyar un proyecto cultural y poético que lo merece. Elementos de producción crítica elementos de producción crítica A ese encuentro asistió, entre muchos, Antonio Martínez i Ferrer; a cuya obra hacía tiempo que queríamos dedicar un pequeño dossier, por su valor intrínseco y por la especial trayectoria personal –tan ilustrativa, en tantos aspectos– de su autor, no sólo en los ámbitos social y político de los años que anteceden y siguen a la denominada transición democrática, sino también en el artístico y en el poético de los últimos años. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Gracias a todos los que en su confección han participado. página 133 Ambos deseos e intenciones, apoyar los encuentros de Moguer y resaltar la figura y obra de Antonio Martínez i Ferrer, se suman y entrecruzan en este pequeño bloque dedicado a la poesía como interlocutora válida del trabajo, de la vida y del Capital. Elementos de producción crítica Voces del extremo: el campo-base de la poesía crítica [crónica del IX-X encuentro de Moguer 2008] Por Alberto García-Teresa Las voces disidentes, si se encuentran, si se acompañan, pueden nutrirse mutuamente, crecer y formar un fuerte árbol común; un puerto de antagonía. Así, se logra una sombra donde reposar, tomar fuerzas, buscar referentes que expresen sentimientos, sensaciones, situaciones y contradicciones que permitan continuar avanzando en el terreno físico, en la lucha cotidiana. Los encuentros Voces del extremo llevan ya diez años sirviendo como punto de reunión (y de proyección) de poetas disidentes actuales. De hecho, hasta la publicación de la histórica Once poetas críticos en la poesía española reciente en 2007, las antologías que han ido acompañando cada una de las ediciones han resultado ser el único medio para adquirir una perspectiva global de la poesía antagonista contemporánea española. Del mismo modo, han dado y dan a conocer las propuestas de muchos autores que aún no han podido hacer públicos sus versos. De este modo, Voces del extremo, que se celebra desde 1999 en Moguer, en Huelva, cubre distintas funciones. Por un lado, aglutina y vincula a poetas con un discurso y una estética disidente. Por otro, mediante los recitales que tienen lugar todos los días y a todas las horas de los encuentros, da voz a sus poemas y permite al pueblo de Moguer, a los mismos escritores participantes y aficionados en general a escucharles de una manera honesta, alejada de toda pomposidad. Además, une poesía y flamenco mediante los recitales nocturnos que se celebran en la Peña del Cante Jondo de Moguer. Finalmente, prolonga su literatura y la perpetúa con la edición de estas gruesas antologías. YOUKALI, 6 página 134 Regularmente, cada verano, los encuentros de Moguer han sido un acontecimiento ineludible para la cultura rebelde. Sin embargo, el proceso que ha llevado a la materialización de la última edición ha sido más duro y laborioso; mucho más de lo habitual. En anteriores ediciones, el proyecto ha contado con el apoyo de la Fundación Juan Ramón Jiménez (en cuya sede, la casa del poeta, tienen lugar buena parte de los recitales) y la Peña del Cante Jondo de Moguer. Sin embargo, en 2007 se decidió no destinar fondos para promover los encuentros en las fechas habituales, en julio, y finalmente tampoco en diciembre, con lo que se suspendió la cita. Al año siguiente, y con los precedentes apuntados, sin apenas apoyos, el coordinador e impulsor, el poeta Antonio Orihuela, considera que es sumamente importante asegurar la continuidad de los encuentros, y apuesta por una edición de mínimos. Se niega a la suspensión, un año más, de Voces del Extremo y decide apostar por la autogestión. Pide a poetas su asistencia pero sin poder cubrir sus gastos (hay que aclarar que en actos de este tipo se llega a remunerar la participación generosamente, aunque la financiación de Voces otros años garantiza sólo desplazamiento y alojamiento). De este modo, asume en un principio que va a contar con un reducido grupo de participantes; personas cercanas, geográficamente próximas, aunque hace un llamamiento general. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Puede ser un buen síntoma de la vigorosa salud de la poesía crítica la respuesta y celebración de Voces del extremo, especialmente de esta complicada edición. Quedan nuevos retos, nuevos objetivos, que no dejan de ser estímulos para proseguir trabajando. En cualquier caso, la cita y el volumen deben ser lanzaderas para nuevos proyectos, para nuevas formas de actuación; un medio, no un fin en sí mismo. Porque la transformación de la sociedad es el objetivo, y la labor de los poetas es acompañar y abrir sendas a quienes aspiran a ello. 1.- Los participantes fueron: Eladio Orta, David Eloy Rodríguez, Begoña Abad, José Manuel Alfaro, Santiago Aguaded, Mada Alderete, Juan Manuel Barrado, Juan Antonio Bermúdez, Manuel Blanco, Isabel Bono, Javier Callejo, Carmen Camacho, José Manuel Camacho, Vicent Camps, Luis Felipe Comendador, Carmen Cordero, Antonio Crespo Massieu, Margarito Cuéllar, Juan Francisco Delgado, Carlos Durá, Matías Escalera, Enrique Falcón, Pablo J. Fernández, Ferran Fernández, David Franco Monthiel, Miguel Ángel García Argüez, Alberto García-Teresa, Antonio Gómez, José Mª Gómez Valero, Santiago Gómez, Abel Hernández, Idoia Ikardo, Juan Carlos de Lara, Elisa Llorca, Pura López, Elvira Lozano, Daniel Macías, Manuel Fernando Macías, José Miguel Mangas, Iván Mariscal, Antonio Martínez Ferrer, José Luis Mata, Eladio Méndez, Marta Merino, Juan Antonio Mora, Ausiàs Navarro, Francisco José Nocete, Jocelyn Pantoja, Verónica Pedemonte, Carmen Peralto, Francisco Peralto, Rafael Peralto, Omar Pimenta, Désirée Piñero, Balbina Prior, Antonio Ramírez Almanza, Patricio Rascón, Francisco Manuel Reyes, Antonio Rodríguez, Diego Ropero-Regidor, María Ruiz Faro, Ramón Ruiz, Juan Sánchez, Ana Patricia Santaella, Bernardo Santos, Mauricio Vidales, Fidel Villar y Uberto Stabile. 2.- “Las voces de la poesía al otro extremo de la centuria” en 1999, “Poesía y conciencia” en 2000, “Poesía y conflicto” en 2001, “Poesía y utopía” en 2002, “Poesía y realidad” en 2003, “Poesía y canción” en 2004, “Poesía y ética” en 2005 y “Poesía y vida” en 2006. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Elementos de producción crítica Durante cuatro días, del 9 al 12 de julio, Moguer se convirtió en epicentro de la lírica crítica, de ese movimiento que se está calificando como “poesía de la conciencia” o simplemente “poesía crítica”. Nuevamente, el intercambio de versos, pareceres, inquietudes e ideas hizo posible que los asistentes reflexionaran sobre su entorno, sobre su propio papel en la sociedad y las formas de transmitir una realidad en permanente crisis. página 135 Así, de la treintena de poetas invitados habitualmente, límite marcado por el presupuesto, en esta edición se ha contado con casi setenta1, animados por la autogestión y por el cariz especialmente reivindicativo de los mismos encuentros en sí. De hecho, el lema que ha ido acompañando cada edición2 ha sido singularmente explícito esta vez: “Poesía y capitalismo”. YOUKALI, 6 Sin embargo, la voluntad y la determinación de quienes creen en estos encuentros, en su capacidad de fomentar la literatura crítica, consiguió no sólo que la cita fuera posible, sino que resultase histórica. Según explicó el propio coordinador, la respuesta fue tan apabullante y entusiasta (con personas provenientes de todos los puntos de la Península, incluso de América, gente que hizo el esfuerzo de viajar para poder asistir sólo un par de horas) que debió posponer para otro año la participación de otras personas, que mostraron su interés en estar y apoyar Voces del extremo. Además, nuevamente pero con un enfoque más multidisciplinar que en otras convocatorias, superó el ámbito de la poesía escrita, y planteamientos como el musical de La palabra y el tiempo o el dramático de Poliposeídas, aparte de las habituales sesiones de cante tuvieron cabida. Elementos de producción crítica Documento y espíritu: el silencio y el dolor de los compañeros de trabajo Comunicación a des/tiempo para los asistentes –in materia et in espirito– al IX-X Encuentro de Moguer 2008 Por Matías Escalera Cordero Objetivación, equilibrio y función Cuando se planteaba la dicotomía Documento versus Espíritu: esto es la dimensión colectiva e histórica de la obra artística, enfrentada a la dimensión individual y personal de la misma, Piscator (en El teatro político) consideraba que ni la Técnica ni el Documento, en sí, o por sí mismos, son objetivos dramáticos “absolutos”, pero tampoco la Sentimentalidad espiritual del Yo (predominante en el arte burgués) debe arrogarse una “posición autocrática”. Para Piscator, lo realmente determinante es la Función; todo debe encaminarse a un fin (el suyo era un fin político: desentrañar las fuerzas y condiciones históricas de nuestra época). De modo que, sin renunciar a los sentimientos, debemos alcanzar una representación objetiva y “funcional” de la espiritualidad humana, que nos permita comprender más exactamente su valor y verdadera significación; teniendo presente (y con qué facilidad lo olvidamos) que ese “Nosotros” (como el “Ellos”) totalizador (lo categóricamente humano/la Humanidad) no existe ni jamás ha existido, más allá de lo puramente biológico; y que toda poesía (arte) construida única o principalmente sobre esos cimientos es una poesía (un arte) fallida en términos materiales e históricos concretos/reales. YOUKALI, 6 página 136 El equilibrio de una poesía (de una obra de arte) dialéctica, crítica y objetiva (materialista), se alcanza, pues, no sólo por el modo colectivo y “constructivo” de su planificación y producción (pues no es ni fruto exclusivo de la excelencia “individual” del artista, ni resultado de la mera “inspiración”); sino también, y fundamentalmente, por la finalidad y la función material e histórica de la obra, considerada en su totalidad, y en cada una de sus partes. Y esto vale también para todos nuestros actos e intervenciones públicas e intelectuales. Si los actos, en efecto, nos definen [El hacer nos define y crea]; yo me pregunto –os pregunto–, ¿realmente este acto –este escrito, incluido en esta revista digital, ahora–, las acciones emprendidas y llevadas a cabo durante estos –aquellos– días nos definen como agentes críticos, o anticapitalistas?; ¿cuál es la verdadera naturaleza de nuestras obras y de nuestras acciones?; ¿en qué se distinguen de aquellas que pretendemos denunciar y desbancar?; ¿poseen una finalidad y función netamente crítica y materialista?; ¿nos cambian nuestras obras, o cambiamos en el proceso de su construcción? O, por el contrario, permanecemos los mismos, (incólumes: a salvo en nuestras certezas de partida), tras el acto de escritura y de comunicación emprendido. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El arte y la poesía crítica de nuestro tiempo tienen otro reto, aún más complejo que “decir algo acerca de la realidad”, o la obligación de determinar su finalidad y su función; y es el de señalar el receptor o los receptores potenciales de sus textos y discursos. ¿Para quién o quiénes escribimos y laboramos?; ¿quiénes son hoy nuestros “compañeros de trabajo”? Cuyo “silencio y sufrimiento” debemos “llevar con nosotros”, tal como Peter Weiss escribe en La estética de la resistencia. Cuando los “sujetos históricos” revolucionarios han desaparecido; cuando el Capital se ha instalado en nuestro interior (penetra y funda nuestras ideas y nuestros actos); cuando nosotros mismos somos los agentes más insidiosos de su inmensa potencia, es cuando debemos preguntarnos, en qué se diferencian nuestras jornadas –nuestras revistas–, nuestras lecturas y recitales, de unos juegos florales de la vieja burguesía, o de cualquier encuentro, jornada –revista–, simposio o recital organizados por los “poetas oficiales” del Reino o las autoridades competentes. ¿Creemos realmente [y esto sería desolador] en el carácter mágico de las palabras; en que por nombrarnos a nosotros mismos poetas críticos, comunistas, socialistas, anarquistas, o anticapitalistas, nos convertimos realmente en poetas críticos, comunistas, socialistas, anarquistas o anticapitalistas? A escondida de nuestros actos y actuaciones. Si así fuese, nos convertiríamos en remedo esperpéntico y lastimoso de lo que combatimos y denunciamos. Elementos de producción crítica El silencio y el dolor de los “compañeros de trabajo” ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 137 Ese es el valor de encuentros como este –como aquel–, mostrar que somos distintos, que nos comportamos, que escribimos, que cantamos y actuamos de modo distinto, llevando con nosotros el silencio y el dolor de nuestros compañeros de trabajo; si no fuese así, no merecería la pena perpetuar su mera existencia ritual e inerte. Y, precisamente, porque tenemos en nuestras manos que no sea así, es por lo que merece la pena el esfuerzo de su persistencia. Elementos de producción crítica página 138 YOUKALI, 6 VOCES (en realidad, ecos de voces de voces) Selección de poetas y de poemas1 BERNARDO SANTOS (De Con el paso cambiado) (AUTO) BIOGRAFÍA Es incomparablemente más fácil saber muchas cosas, por ejemplo, acerca de la historia del arte y tener ideas profundas acerca de la metafísica y de la sociología, que saber intuitiva y personalmente algo acerca de nuestros semejantes, y llevar relaciones satisfactorias con nuestros amigos y nuestras amantes, nuestra mujer y nuestros hijos. Vivir es mucho más difícil que el sánscrito, la química o la economía política. ALDOUS HUXLEY, Contrapunto Uno Como si de efebos que me presentara Pasolini se tratara, he poseído el cuerpo y he manipulado el alma de los innumerables fármacos que la sociedad puso a mi custodia. Sin embargo, hacer utilidad social de la química y su logística ha sido para mí una obligación semejante a colocar un cristal de nieve en el alud de la historia, una cálida satisfacción, nunca un placer de los que regalan un pedazo de cielo, un placer por el que merece la pena corromperse, como me cuenta que siente el cirujano que cierra una barriga o el ingeniero que mete el tren finalmente por el túnel. He acumulado datos, nombres, teorías, pruebas científicas, algoritmos de decisión, y al fin sólo fueron magma, alícuota infinitesimal que muestra la escasez de mi estatura, literatura de la necesidad, pretensión absurda de una teofanía que es a la vez mitigación del sufrimiento, y dinero a fin de mes. Una oportunidad de seguir en el rebaño. Las cardiopatías hipertróficas pueden cursar con síndrome de muerte súbita. Tengo un amigo que investiga en C-nucleósidos posiblemente citostáticos. El steady-state de la administración en dosis múltiples depende de la naturaleza del compuesto, del tau y de la dosis… … 1 No todos estuvieron in materia en Moguer, pero sí in espirito ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net A propósito de la etiqueta de una botella de ron Flor de Caña muy especial, bebida en Matagalpa, a propósito de Toquinho y otros, de la geografía y de la nogeografía. Flor de caña Amargura de una derrota injusta de la historia, pudo más el imperio de las armas (o las armas del Imperio) que la belleza de la alfabetización, el grano básico a buen precio, la red de mujeres más libres que ha conocido el tercer mundo, el M1NSA y la teología de la liberación. Continuamo a suonare a lavorare in citá. Extra Dry Noches únicas en contactos puros, estrellas insolventes, lengua e inmensidad. He olvidado que he vivido y sin embargo olvido no es ahora una palabra que juntar a tu nombre, Nicaragua. Ma sott’acqua i pesci sanno dove andare dove gli pare non dove vuoi tu ed il cielo sta a guardare ed il cielo e’sempre blu. Elementos de producción crítica LA ETIQUETA ... ... ... ... ... ... ... ... ... ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 40” GL 750 ml. Product of Central America Guerra de baja intensidad, corrupción de baja intensidad, miseria de baja intensidad, cirrosis de baja intensidad, hipocresía de baja intensidad, corresponsales de prensa de El País en Managua de mierda intensidad. E il futuro e un’astronave che non ha tempo ne pietá.. página 139 Imported Humo del bombardeo de Puerto Corinto, ayer, hoy horror de las maquilas, fin de semana de tiendas en Miami, huracanes repetidos que extienden la miseria como el manto de la noche. Da un’ainerica all’altra e’uno scherzo ci vuole un secondo... Elementos de producción crítica BIOGRAFÍA EN COLLAGE A Pío Halcón Bejarano, donde quiera que esté (III) Sólo nos queda recortar, pegar e ir atando cabos para identificar al opresor, para identificar estrategias posibles con los oprimidos, para detectar el arte en medio del marketing, para detectar la palabra que florece entre los ruidos, para saber quién nos da paz aunque nos inquiete y nos confunda, para saber quién nos embalsama aunque venga con sonrisas. … MIGUEL PASTRANA (De Combatiente corazón. Inédito) Con-latiente corazón Combate, bate mi corazón, ¿no oyes?, cerca de ti. … YOUKALI, 6 página 140 Cargueros “Se mueve el mundo” –dicen. Y desde luego. Pero no lo hace solo, o por control remoto o mental. No lo mueve Uri Geller con sus cucharas. Ni lo mueven los grandes pensadores, con su genio, tan necesario (pues conste mi respeto para todos, incluido Geller). Pero lo mueven músculos, brazos... Hombres y mujeres de un cosmos en perpetua traslación ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Elementos de producción crítica que pasa inadvertido, eppur si muove; entre los arrecifes, como pecios flotantes que mareas llevaran a su capricho. A veces, en el alto día, a pleno sol, yo me cruzo con mis iguales en el mar de la cotidianidad y las aceras, como se cruzan buques en alta mar a vela o a vapor, con diferentes formas y calados según el porte. Y hago sonar entonces las sirenas (de mi imaginación) como homenaje. RICARDO BÓRNEZ (De El hombre unilateral. Inédito) LA sombra vista de perfil, el alma reflejada en los espejos cóncavos. El amor sin sexo, las olas sin mar, el muerto sin muerte. Los hijos sin útero, la Paz sin olivo, la noche sin día. página 141 El asfalto sin calle, el neón sin luz, la sonrisa sin alegría. El mañana sin hoy, el planeta sin personas. (Sanse, 4/12/07) … ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 La ausencia. Elementos de producción crítica (De Vivir provisional. Inédito) XI Sólo un café solo; sólo una cerveza, solo. Sólo una comida, solo; solo una cama solitaria, solo. Sólo soñar, solo; sólo un despertar, solo. Únicamente los pasos son pares: se acompañan uno al otro. … … … ... ... ... ... ... ... VERÓNICA PEDEMONTE Steam Horses A Eric Blair, hijo de Richard Walmsley, administrador del departamento de opio del gobierno indio. “All the fire is frozen yet still I have the will / Trumpets, violins, I hear them in a distance...” Patti Smith En la fábrica el ruido es monótono. Las manos dulces de las mujeres hacen confites en serie. En la fábrica el ruido es monótono. página 142 Los hombres ponen tuercas y tornillos, en serio. En la granja el ruido es monótono. Rítmicamente succiona la leche de las vacas. Rítmicamente las gallinas ponen huevos. Rítmicamente se trabajan los campos. YOUKALI, 6 Orwell no dice nada. Horses. Los caballos que aún quedan salvajes relinchan. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Las aves de ciudad son grises se posan sobre las luces de neón cuando están apagadas, se arrullan y buscan comida en el asfalto. Nada que objetar desde el Foreing Office. El latido de las estaciones es poderoso el viento mueve las hojas de los árboles, la primavera toma el pulso a los bobbys. Horses. Las arterias de las mujeres laten mientras enlatan, el corazón de los obreros nota la vibración anómala. Horses. Las vacas prefieren las manos de los vaqueros, pero ya está descubierta la vacuna. Un, dos, tres, la Noria de Londres gira sola. La Iglesia tiene cúpula. Lanzan piedras desde el extrarradio. Elementos de producción crítica Horses. Los obreros son de colores: United Colors of Bienestar. Me siento en Elizabeth´s Garden. Doy un rodeo hasta Trafalgar Square. Todo en orden. ¿Strawberry fields forever? Living is easy with eyes closed. ¿Underground? Nothing is real. ¿Picadilly Circus? Cinco españoles se quejan, insuficiente. Horses. Los inmigrantes ya no sudan hay aire acondicionado you are in control. En la cesta de Mansfield Park el libro y las flores de Jane Austen. Ella se pregunta: ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 143 All right. Elementos de producción crítica Ahora que reposo en la catedral, ¿cuánta sangre hay en las letras de imprenta? Un dos tres la sangre se contiene. ¿Flores del Mayflower? Horses Horses HORSES. Burmose days (Hampshire-London 2005-2006) … … … ... ... ... ... ... ... FRANCIS VAZ (De Antología Drink River) Diréis que a qué carajo tanta rabia tanta desolación sellada a tragos si todo es más bello en apacible convivencia página 144 y alzáis las blancas manos el estandarte arcoíris entre pollas enredadas lloráis con penita nuestro sufrimiento cantáis al obrero feliz ya con su día merece sí merece más la mujer trabajadora reivindicáis el derecho a un palacio digno reivindicáis más ocio más sueldo más teatro más día de la ecología más día de los tarados días sin coches días sin tabaco más más más reivindicáis más siempre más ¿y el día de mi abrazo? ¡Hipócritas! yo no reivindico nada salvo este grito y esta rabia con que os mando a hacer puñetas … YOUKALI, 6 El proxeneta piensa: no ha nacido quien me tosa ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net … El mercader viene a por su libra de carne trapicheada en su banco con el constructor deja en la barra la carpeta y aprieta el nudo de su corbata cada vez que la niña Monganga lo mira melosa Paca la travesti lo pone nerviosísimo imagina ese pene erecto entre encajes y se relame pero el deseo de negocio es más fructífero… … esta noche no habrá conversación banal con la señora que duerme a su lado y la pastilla de dormir no le hará efecto … Elementos de producción crítica este es mi barrio el barrio de Caronte soy una agencia de viajes a la muerte placentera o cruel depende de si niquelas el tributo mientras el que no ha nacido aún observa aprende y espera rapiñar la barca para asestarle el golpe y venderlo al amo al honorable poli de refulgente placa el que folla gratis cada vez que le apetece Antes yo era como el soñador también creía posible cambiar el mundo y él como yo entonces defiende con entusiasmo su ideología solidaria y humanista hay que predicar con el ejemplo y por eso no existe superioridad en su mirada hasta que me acerco a él tambaleándome y sin poder evitarlo le vomito entonces la rabia insufla sus venas y en sus ojos se dibuja un gran odio me mataría si pudiese sin saber que así es como mueren la bondad las intenciones y los sueños … … … ... ... ... ... ... ... ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 … la Monganga ve mi llanto me sirve una copa y me consuela: “venga hombre no te aflijas todo pasa” página 145 … Elementos de producción crítica JOSÉ MANUEL CAMACHO (De Tsantsas y otros despojos. Inédito) … camino por el filo de una espada cuando introduzco el Tsantsa. El género ya ha sido grotescamente descrito en el pasado como un cercenar y reducir las cabezas del ocurrir desde una mirada extrahumana y estrábica, si ello fuera acaso imaginable. … En las diferentes situaciones, cada uno actúa como cree que conviene hacerlo … Cuando una ilusión se desvanece es inmediatamente sustituida por otra … Hay siempre un interés en hacerse amar de los hombres … ¿Y luego qué? … Interfiérase en los fenómenos y estos responderán consecuentemente … Todo hombre produce una historia la historia de sí y para sí, que a veces puede ser conmovedora YOUKALI, 6 página 146 … Conciencia, ¿qué eres tú? ¿quién eres tú? … Ocurrir y pensar, juran los hombres. Y mirando al fenómeno: ¿Tú otra vez? … … … ... ... ... ... ... ... ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net (inéditos) El silencio de los buitres no significa que los cadáveres hayan dejado de golpear el suelo. Nos deleitamos tanto con la música de los serruchos y bebiendo ebrios de sus yugulares que despreciamos ingenuos lo bajo de su vuelo. … No desgastes tus labios intentando reblandecer la muerte, intentando oxigenar la agonía. El capitalismo sólo entiende de cifras. … Algún día, esos pequeños puntitos aglomerados que ves en el microscopio, que afanosos almacenan, levantan, tiran, refuerzan y corretean solitariamente vigorosos; algún día, se despojarán de su complejo de átomos, sentirán manar la electricidad del prójimo, desandarán esa altura, harán estallar las lentes y, conscientes del bloque, desbordarán laboratorios. Elementos de producción crítica ALBERTO GARCÍA-TERESA Algún día. Hoy mismo. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 147 … … … ... ... ... ... ... ... Elementos de producción crítica página 148 YOUKALI, 6 LUCAS RODRÍGUEZ (inéditos) POLILLAS Los hijos de las polillas nunca aprendemos a mantenernos tampoco lejos del fuego, y así nos va. … TE VAN A FOLLAR “¡Viva el mal, viva el capital!” LA BRUJA AVERÍA Te van a follar, te van a subtitular, te limitarán la voluntad a voluntad, te harán un peritaje rápido, científico y pondrán tu culo en venta, te van a numerar, te bautizarán, te van a poner sus grilletes de familia normal, te rodearán de gente normal y dirán: Ahora no parece gran cosa. Te van a coger, te van a romper en mil, te mentirán, te bloquearán los oídos, te van a componer un salmo y lo repetirán en TV hasta que te lo aprendas, te amarán, querrán merecer tu amor, te patearán después, cuando hayas cotizado lo suficiente. Te van a colmar de regalos, te prometerán… No duele más que un poco, sólo un rato de nada… te enseñarán el rojo, y el azul, el violeta, y el negro pero ninguno de ellos será de verdad, te mencionarán aquí y allá, te van a ensalzar, te van a consumir y a conservar en formol, te van a coronar con vegetales, con espinas y esos rollos, te van a presentar a dios y resultará un viejo conocido oculto en tu caja de ahorros. Te van follar, suena así, jodido, te van a cultivar en su regazo, olvidarás el único que mereció la pena, el de mamá. Te reirán las gracias y arrancarán con sus uñas la piel de tu espalda, te momificarán te van a introducir un dedo en el alma, te pondrán un post-it y escribirán ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Te van a follar si pueden, sólo si pueden, si te dejas (follar). Elementos de producción crítica Que no se vuelva a repetir. Te van a poner de cara a la pared, levantarán un muro entre tu vida y la de mentira, te romperán tus juguetes favoritos, van a andar sobre tu piso con las botas manchadas de barro, te morderán las carnes lo suficiente te molestarán lo suficiente, te rescindirán tu felicidad, te hurgarán en el cajón, tocarán tu pantalla, se acostarán con la persona a la que siempre quisiste en silencio, te partirán el dos el silencio y los escucharás a medias, te van a montar el teatro a tu medida, te aplaudirán y no pagarán entrada ni apagarán sus móviles. Te van a follar, éste es el mundo, te endeudarán y comprarán a los hijos de tus hijos, meterán la cuchara en tu postre y reirán cuando no deben, te van a endurecer la retina, colocarán puntales en tu corazón de adolescente hasta que ya no quieras más. … BRAGAS DE AMOR. Te las olvidaste pero sé que aunque el emisario no hubiera sido tu ropa interior tú no habrías elegido tampoco un mensaje distinto. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Me agacho a escupir el agua espumosa sabor sensation whitening anti sarro y cada mañana me dicen lo mismo, en la goma de tus bragas está escrito en pequeño como un bucle perimetral: I LOVE YOU I LOVE YOU I LOVE YOU I LOVE YOU I LOVE YOU. página 149 Te dejaste tus bragas sobre el lavabo junto al grifo que me llora a borbotones, allí reposan sin el menor afán de movimiento tus azuladas bragas, y así permanecerán -conociéndome…el tiempo que haga falta hasta que vuelvas de nuevo y te las lleves. Elementos de producción crítica MARA ROMERO (De Identidad de vértigo) Sueño laico búsqueda hilada a los desvelos máscara antesalaangustia sinónimo de miedo indevoción irreverente: locura Cuento minutos celosos de la sombra mancha seres que entrellevan mi paso Siento la tierra muerta silencio que sepulta la coherencia Levanto la mirada árido acertijo de lamentos conclusión fractura ahí en el centro tarareando el miedo minotauro espera que distorsione la idea y justifique mi oración YOUKALI, 6 página 150 … Llega de noche con labios secos y alma ausente impedido de sentir crece la luna piel translúcida irreverente gótica convertida en culpa sin credo que asegure la mañana Inválido reclamo ofrezco cuello palpitante miedo cuarteado en muslos cierro las piernas extiendo los brazos te invoco ardiente: he esperado tanto tiempo … … … ... ... ... ... ... ... ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net (De Parte de paz) para pedro garcía olivo ME LLAMO PATRICIO tengo 39 años he olvidado los lirismos delgados los que evocan pájaros verdores agua labios… yacen bajo la escoba con la que barro el taller donde trabajo han muerto entre el ruido de las máquinas si acaso asoman alguna vez lo hacen revueltos entre ayes de dolor autobiográfico Elementos de producción crítica PATRICIO RASCÓN y parecen gatos despanzurrados en mitad de la calzada verano de 2001 … MILAGROS EMPRESARIALES desde el dueño hasta el último peón absolutamente todos hemos perdido la dignidad y la vergüenza es el precio que le hemos pagado al capital por obrar estos milagros … ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 151 en la empresa en la que trabajo los cojos corren los mancos manipulan los ciegos ven los mudos hablan los sordos oyen los enfermos y los jubilados trabajan... Elementos de producción crítica ¿COMPAÑEROS? manolo es uno de mis compañeros de trabajo me ha dicho que tiene una pistola de aire comprimido en su casa que no tiene una escopeta de caza porque su mujer no se fía de él pues dice que está loco manolo se dedica a dispararles a los pájaros que asoman el pico por su patio le he preguntado a manolo que si no prefiere oír cantar a los pájaros en vez de matarlos y me ha respondido que ya tiene pájaros enjaulados que le cantan … QUISE SER PARA TI COMO LA MÚSICA QUE ESCUCHAS EN TUS HORAS BAJAS y que te hace renacer pero no lo he conseguido... tal vez sea verdad que tengo poco oído para el amor … … … ... ... ... ... ... ... VICENT CAMPS YOUKALI, 6 página 152 YO NO LO VÍ No quiero ser el americano que levanta los hombros cuando le preguntan por el Ku Klux Klan ni el alemán que jura desconocer la existencia de las SS no quiero ser ciego con el paseo ni sordo en la checa no quiero ser criminal por omisión ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Reflexiones sobre un devenir poético: entre lo político y lo literario Por Arturo Borra Alzira, octubre de 2008 I Poetizar en las condiciones del presente es una práctica imposible y necesaria a la vez. «Imposible» –en su sentido psicoanalítico- porque implica una brecha insalvable entre la búsqueda estética y aquello que finalmente se encuentra: paisajes de la desolación, extensión de una máquina devastadora que arrasa cotidianamente cientos de miles de vidas, tanto en las formas más visibles de la guerra o el genocidio, como en sus formas menos perceptibles pero no menos reales: la producción de un ejército de parados y explotados, el saqueo silencioso de las mayorías sociales y el abatimiento de minorías (sexuales, raciales, étnicas, etarias, religiosas) en un sentido más o menos literal. En ese contexto de industrialización de la muerte y fabricación extendida de miseria, ¿cómo seguir poetizando? O más radicalmente, ¿con qué legitimidad seguir haciéndolo? Aún cuando evitemos las trampas de una fundamentación a priori, considero que la renuncia a lo poético sería tanto peor: nos privaría de un recurso central para cimentar un dispositivo de producción de crítica, de discursos que contribuyan a crear las condiciones políticas, sociales y culturales de una rebelión Arturo Borra, Antonio Gamoneda, Laura Giordani y Antonio Martínez social deseable1. 1.- Desde luego, en dicho dispositivo crítico también participan otros discursos sociales, incluyendo cierta producción teórica de las ciencias sociales y de la filosofía. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Elementos de producción crítica ANTONIO MARTÍNEZ I FERRER Una obra, un poeta y un tiempo con memoria página 153 vindicación y homenaje YOUKALI, 6 elementos de producción crítica Elementos de producción crítica página 154 YOUKALI, 6 «Necesaria», a su vez, en la medida misma en que esa práctica poética se auto-implique en la transformación de las condiciones del presente que la hacen “imposible”. Sin embargo, esa necesidad seguirá siendo abstracta en la medida misma en que el discurso poético se refugie en castillos de marfil o en posiciones individualistas que sustraen la creación estética de los procesos sociales que son su condición de (im)posibilidad. Dicho de otro modo: la poesía no es “imposible” en el sentido de que no pueda ser creada en el contexto actual, ni tampoco es “necesaria” en el sentido de que responda a alguna finalidad instrumental o trascendental. Antes bien, la conjugación de imposibilidad y necesidad obedece a algo más concreto: toda escritura que responda a un proyecto estético crítico encontrará en el presente algo incongruente que activa la añoranza de un porvenir distinto. Entre su deseo de cambiar el mundo y el hallazgo decepcionante de no hacerlo se alzará una distancia estructural que, objetivamente, ninguna poética puede suprimir por sí sola. Con todo, tampoco renunciará a radicalizar sus apuestas persiguiendo aquello que le es negado: activar un proceso de cambio histórico-social –proceso que, ciertamente, puede acompañar y apuntalar-. Para decirlo de una vez: por más restringidas que sean sus posibilidades, esas apuestas son, desde nuestro horizonte de sentido, políticamente necesarias. No se trata de proclamar derrotas intemporales (que conducen a argumentos de resignación) ni de proclamar necesidades trascendentales (que ocultan la contingencia de nuestro deseo colectivo de subvertir un mundo social e histórico marcado por la proliferación de injusticias). Antes bien, una vez más, se trata de inscribir los discursos poéticos en campos político-culturales más vastos que participan en la producción y transformación del presente. Lo dicho, pues, vale para la poética de nuestro amigo Antonio Martínez. Constituye uno de sus presupuestos fundamentales. En términos globales, la poética militante de Antonio Martínez es la continuación de la lucha política por otros medios, sin por ello suprimir la diferencia específica que marca una distancia con respecto a la inmediatez de aquella, por más borrosa que sea la frontera en ciertos pasajes poéticos donde irrumpe la dificultad objetiva de elaborar el horror percibido. Desde esta dimensión de análisis, incompleta y parcial por definición, es pertinente poner en conexión, de forma sumaria, su producción poética con algunos fragmentos biográficos. Marcado por la ausencia paterna temprana (su padre fue fusilado por miembros del régimen franquista), toda la infancia de Antonio estará atravesada por esa pérdida, lanzada su familia a sobrevivir en un tiempo de duelo (histórico y personal) y de importantes restricciones económicas. Y aunque nos cuidemos de convertir toda poética en autobiográfica, no es difícil reconocer las huellas de esa orfandad en poemarios donde la infancia retorna como experiencia sufriente. El caso de Corre, corre niño de arena (dedicado a los niños de arena de Irak como metáfora de una infancia sin infancia que no puede más que correr, procurando fugarse del crimen convertido en ley) es el más evidente pero no el único. También irrumpe de forma solapada en El rumor del patio o El grito del oasis (especialmente en la sección “Tiovivo”), por mencionar algunos ejemplos. Incluso en Angustia el espectro de las víctimas se convierte en un manifiesto donde, entre otras figuras de la desigualdad y violencia de género, irrumpe la infancia como desamparo antes que como refugio. Por lo demás, lanzado desde temprano a la militancia partidaria y sindical, A. Martínez padeció no sólo las experiencias de la clandestinidad y el exilio sino también la forzada fractura familiar, la omnipresencia del miedo y la sombra del dolor de los suyos. A esas hebras habría todavía que articular su labor como trabajador de las artes gráficas, espacio en el que pudo poner un rostro material a aquella opresión que sus versos cuestionan. En ese sentido, la poesía de Antonio se constituye como una segunda militancia, quizás nacida de un cierto desencanto partidario. Así lo sugieren algunos versos de Cicatrices: “Mejor cerrar la boca/ y hablar hacia dentro”. Y por si quedaran dudas, luego de aludir al “náufrago de la ilusión”, señala: “Detrás del patio/ encontré/ un pensamiento de hojas otoñales/ con palabras húmedas/ archivando viejas historias”. Sin embargo, la poética de Antonio no es declinación, sino invitación a rearmarse con las voces dispersas. Por eso afirma un tiempo de rebelión contra un orden sacrificial, en el que cabe una ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net II ¿Cómo pueden esos amos gobernar el mundo, pese a su inmensa destructividad? ¿Cómo es posible que el capitalismo mundializado, a pesar de encontrar algunas resistencias sociales significativas no encuentre un límite exterior, un desafío radical que exceda las respuestas de desesperación, dichas en un lenguaje de violencia? Antonio Martínez hace algunos señalamientos oportunos. El capitalismo como “sistema-mundo” instala la idea –reforzada en diversas prácticas sociales- de que las democracias parlamentarias, conjugadas a las economías de libre mercado, son incuestionables, esto es, el mejor de los mundos posibles2. A ese credo neoconservador, que presume ser culminación de la historia, Antonio Martínez toma como blanco –para disparar con versos a tanta máquina indiferente. Elementos de producción crítica protesta rabiosa ante unas efectivas estructuras de poder que además de sostener las desigualdades del presente, avanzan en un holocausto que es destrucción de los otros y aniquilación del planeta. No se trata de una pura constatación. En El Grito del oasis, nos recuerda: “Acantilados de hielo, están atados al vendaval”. El movimiento sacude la estasis de lo actual. Hasta lo gélido puede ser revertido por el viento. Por eso su cuestionamiento no se conforma con mostrar el espanto: lanza un desafío a la configuración clasista de la sociedad, en particular, a los amos del mundo que, atrapados en su propio goce, desconocen radicalmente el sufrimiento generalizado que provocan. En efecto: “El dolor es una multitud”. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 2.- De ahí los entusiastas anuncios de la inteligencia neoconservadora –tan repetidos desde los 60 como desmentidos en la práctica histórica- del “fin de la historia” y del “fin de las ideologías”. página 155 Fachada trasera Norte Pero no habría hegemonía alguna si dichos procesos fueran puramente externos a los sujetos que los encarnan. Más que la tesis de una eterna «naturaleza humana», habría que reafirmar las raíces históricas y sociales de las subjetividades que sostienen este sistema. Las pistas de su constitución hay que buscarlas en un proceso de subjetivación que genera de forma simultánea un consumismo esclavizante y conformista y, como contracara, una expansión de privaciones drásticas. El consumo desenfrenado e insostenible se convierte en verbo de acción (“Todos al fin/ con código de barras” ironiza en Esquirlas en el aliento) mientras la carencia se hace inminencia de muerte. Y por si la lógica consensual fuera insuficiente, también están las “factorías del terror” que se tejen por doquier, en la extensión de la lógica de la guerra como continuación de la política por otros medios (y lo inverso, como advirtió M. Foucault también resulta válido: la política como continuación de la guerra). Así pues, se articulan en la institución efectiva de la sociedad la guerra imperial que arrasa todo lo que le pone freno, el «fascismo de mercado» -como señaló hace décadas el economista Paul Samuelson- en su alianza con un estado policializado y militarizado y la predominancia cultural de un sujeto voraz y predador que monta su bienestar sobre las espaldas de los otros, sea bajo la forma de la explotación, sea bajo una relación de indiferencia práctica ante el malestar ilimitado. Elementos de producción crítica página 156 YOUKALI, 6 La poética de A. Martínez, sin embargo, no constituye una apuesta programática y ni siquiera parte de la convicción de que mediante ese camino pueda afrontarse con eficacia una lucha política más vasta y radical, a pesar del deseo de movilizar sin confundir y, con ello, “de sembrar futuro”. Lo suyo es algo más inmediato y apremiante: “escribo/ para poder respirar” afirma en Huellas. Porque tanto en política como en poesía, lo central remite al pulso de la respiración, en suma, a los anhelos que están en juego en la (re)invención del mundo. Por eso el poeta trabaja como si los versos pudieran convertirse en martillos. Poetizar sería un trabajo de albañilería: puede contribuir a derrumbar los muros blancos de un sistema que tritura por múltiples medios. En este contexto, escribir no es, primariamente, embellecer, aunque nada dispense de la ley de las formas. Es búsqueda activa de una verdad que no preexiste a la escritura, que es producto de un trabajo que no se conforma con reproducir el testimonio del daño sino que incita a explorar en la posibilidad de otras realidades –que irradian, ahora sí, cierta belleza de lo utópico, de lo que aparece como “imposible” y “necesario” a la vez-. Pero el futuro no es certeza sino incertidumbre: “¿Nos vestirán/ con harapos de olvido?” –pregunta en Contraventanas. En otro poemario, nos dice Antonio: “los náufragos gritan, pero las tablas salvadoras/ son huidizas”. Es esa utopía de una morada distinta -una morada en donde la comunidad humana no esté fracturada por un “horizonte de alambradas”- lo que subyace a esta elaboración, aunque toda promesa de reconciliación sea, más que una solución, el nombre de una problemática política. No sugiero con ello que la poética de Antonio Martínez sea utópica. Tantea por momentos: “no se sabe/ si detrás/ del murmullo/ está muerta la sombra// la quimera no se parece/ a nada”, indica en Arrugas en la voz, como si este actor-testigo, casi exhausto, sólo tuviera fuerzas para recordar la incongruencia. Y si bien en Aquellos lugares (su último poemario al momento de escribir estas reflexiones) parece augurar algún paso en esa dirección -a través de la celebración de la amistad y del encuentro-, el poeta nos advierte acerca de su carencia de certezas al respecto. Vuelve la afonía: “hay un poesía sin voz/ de andar por casa/ que se esconde en los rincones// desde allí/ espera/ que amanezca la sangre”. La perplejidad ante las ruinas regresa y la pregunta por el otro –incluso el otro sí mismo, convertido en extranjero- reaparece. Así pues, ese no-lugar deseable parece más bien insinuado en su decir (como la posibilidad a la que conduciría la negación concreta de la formación social presente), pero nunca pronunciado, no tanto porque no pueda ser dicho, sino quizá porque es lo que Detalle late como aquello que está todavía por fachada decir: un mundo porvenir sobre el que principal a sobrevuela la persistencia de la añoranza y escalera la memoria del espanto. III El prolífico discurso poético de Antonio Martínez está marcado por una economía aforística. Sus pasajes más relevantes y fulgurantes acaso estén ligados a lo que nace en esa región oscura donde el sentido, escapando al control del concepto, desborda todo atrincheramiento doctrinal, para dar lugar a lo que desconocemos. Si es verdad que siempre escribimos el mismo libro, habría que señalar que Antonio no escatima en capitulaciones: en pocos años, el autor ha alumbrado numerosos títulos, muchos de los cuales reinciden en la crítica de la actualidad, desde su inicial Rumor ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Si algo hallamos en esta constelación estética es la imposibilidad misma de separar lo personal y lo político (aunque lo auto-biográfico aparezca en registros plurales como el de la militancia clandestina, la rememoración de sus vivencias de infancia, el murmullo delirante de una enfermedad4, el recuerdo de un hogar materno perdido, la huella del amor o las esquirlas de la infamia cotidiana). El poeta-militante clama por un mundo donde la aniquilación no sea la última palabra. Dejo a otros lectores la tarea de evaluar -en términos estéticos, éticos y políticos- cuán lejos llega este trabajo de trepanación del presente. En cualquier caso, son esos resquicios abiertos los que nos invitan -justo allí donde el capitalismo se detiene- a repensar la alteridad e, incluso, a hacerla otra vez pensable. Sobre esas huellas de lo ausente, probablemente, hallaremos una escritura que reactive un deseo que puede devenir revolucionario. Detalle fachada Este sobre escalera 3.- Al respecto, Temblor en las raíces, puede leerse como un sismógrafo de la vida familiar de Antonio. 4.- Este murmullo estructura Efectos secundarios. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Elementos de producción crítica página 157 Que a ese proceder lo denominemos “realismo crítico” es secundario, porque los lectores podrán hallar otras matrices estéticas, donde hay alternancia entre un crudo documentalismo y una cierta pervivencia lírica que interroga la lógica del etiquetado. En última instancia, la condición impura del poeta no es obstáculo para insistir en un posicionamiento ideológico que no duda en asumir abiertamente la condición política de lo poético. Si la poesía vale por su contenido de verdad en el mundo de las formas, como antaño señalara T. Adorno con respecto a toda obra artística, habría que decir que Antonio Martínez procura evocar algunas de esas verdades que hieren de humanidad. La verdad del llanto agujerea su escritura: “siento en la sangre/ heridas/ olvidadas/ detrás de las caricias” dice en un bello pasaje de Voces de pez. YOUKALI, 6 del patio hasta Aquellos lugares. Cada poemario constituye un eslabón de una cadena que retorna al trauma de lo real –y lo real, en este contexto, está en la división humana, en el poder devastador de las fronteras y los imperios, en suma, en el rechazo a nuestra vulnerabilidad constitutiva. El retorno mismo es síntoma de aquello que no logra una inscripción simbólica plena. De ahí, también, la diseminación poética en la que la mano de Antonio “rebusca entre los vacíos” (El vuelo oscuronoche) voces clandestinas más allá de lo políticamente correcto. Y si bien el autor no renuncia a la totalización –y ese persistir está cargado de riesgos, como casi todo aquello que vale la pena-, su escritura se caracteriza más bien por un procedimiento metonímico, al modo impresionista que produce un efecto global a pesar de la economía de la técnica compositiva. Lo que aquí resulta relevante es que su poética se mueve a partir de fogonazos, ráfagas de imágenes que no operan por descripciones sistemáticas, sino más bien por sucesión –a veces lúdica- de saltos e incluso por aproximación a detalles que adquieren creciente significación a medida que nos vamos acercando: los niños y la arena, la angustia esa que acompaña el testimonio de la destrucción y el deseo en su promesa de libertad, los rumores lejanos de infancia y la irrevocabilidad de la pérdida3, las cicatrices del sentido y las máquinas de guerra, la enfermedad que da conciencia de la vida... y la referencia a lo más íntimo, a las figuras del miedo y del olvido, de la soledad y del amor (que, en este caso, lleva el nombre de Antoñita). Elementos de producción crítica ENTREVISTA (coral) A ANTONIO MARTÍNEZ I FERRER Por Arturo Borra, Laura Giordani y Víktor Gómez La irrupción de la escritura poética en tu vida es, desde un punto de vista cronológico, relativamente tardía. ¿Qué factores te llevaron a hacer ese giro hacia la poesía? Como sabéis yo no poseo ninguna formación académica pero las inquietudes hacia la cultura me llevaron a leer en mi primera juventud (entre los dieciséis y los veinte años) a Gustavo Adolfo Becquer, Campoamor, Cervantes y Shakespeare y otros que no recuerdo. Asimismo me relacioné con un médico y poeta alzireño llamado Manuel Just. En esa época escribí algunos poemas, pero pronto me atrajo la política; en concreto el marxismo, como respuesta a la dictadura franquista y la explotación capitalista. Pasé a formar parte de organizaciones revolucionarias, comprometiendo todo mi tiempo a la lucha política y sindical hasta la caída de la dictadura. En ese periodo de tiempo mis lecturas poéticas son autores como Miguel Hernández y Federico García Lorca, entre otros. En el periodo de la transición no encontré sitio en el entorno político-sindical y me aparté de toda actividad, pasando a ocuparme del porvenir de mis hijos montando la empresa de fotocomposición Germanía de donde nació la editorial Germanía, dirigida y construida por mis hijos y tres socios más. Así, en la década de los 90 entré en contacto de nuevo con la poesía de la mano de la colección Hoja por Ojo y leo por primera vez a autores como José Viñals, Antonio Orihuela, Antonio Gamoneda, Eladio Orta, Juan Gelman, y reaparece, de nuevo, mi inquietud por escribir, montando mi primer poemario El rumor del patio en el 2002, a partir de poemas escritos en los años 2000 y2001. Tu biografía está marcada por la militancia partidaria y tu poética parece otra forma de militancia política... ¿Cómo se vinculan estas dimensiones y qué riesgos surgen de este cruce? YOUKALI, 6 página 158 Yo que profeso el «materialismo dialéctico» como respuesta filosófico-humanista de la vida no entiendo, pero respeto, la actividad poética fuera de la ideología que tenga el autor. Considero que nadie puede soslayar, en el momento de la creación poética, su concepción del mundo, por lo que siempre estará implícita en su obra. Por ello, el poeta se desnuda en cada palabra, en cada verso y ahí está la grandeza: abrir el alma ante quien te lee con el riesgo de ser elogiado o rechazado, radicalmente, según la ideología del lector. Esto puede ocasionar que la calidad de la obra se desdibuje por la influencia de su contenido ideológico, pero en mi caso, acepto este riesgo y procuro que el mensaje sea incisivo y provocador. Decía Juan J. Saer que “la infancia es el sólo país, como una lluvia primera, de la que nunca, enteramente, nos secamos”. ¿De qué modo crees que tu propia infancia sigue aún empapando tu escritura? Con certeza mi infancia ha sido determinante en mi posterior visión del mundo. Fui educado en el recuerdo y yo diría la veneración de mi padre Antonio Martínez ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Detalle fachada Este sobre escalera ¿Crees que la poesía es capaz de revitalizar un lenguaje saqueado, casi extenuado, en el presente? En caso positivo, ¿de qué manera podría intervenir lo poético en esa revitalización? La estructura del lenguaje coloquial y culto que predomina en las relaciones entre los seres humanos en esta sociedad burguesa se asienta sobre la construcción de paradigmas que en la actual estructura sociopolítica inciden profundamente en anular cualquier actitud crítica frente a los problemas económicosociales que genera la organización política del sistema. La poesía es una forma de expresión que por su naturaleza minoritaria no parece peligrosa para el pensamiento dominante, por lo que se mueve en un contexto de libertad superior al de otras formas de comunicación. Es muy corriente ante algo que se considera fuera de la lógica dominante decir con un tono peyorativo: “eso es poesía”, por lo que a través de ella se puede profundizar en la difusión de nuevos paradigmas que propongan un nuevo lenguaje crítico-humanista en los diferentes espacios culturales. Yo pienso que es posible llegar a todos los niveles culturales a través de la poesía, por ejemplo, entre los niveles más preparados intelectualmente con poetas de la línea expresiva de Antonio Gamoneda y Antonio Méndez, entre otros, y también a las clases populares en la poesía de Antonio Orihuela y David González y otros más, y la poesía de Quique Falcón, Jorge Riechmann y otros, que puede llegar a todos los niveles de la cultura. Tanto en Corre, corre niño de arena, El grito del oasis, Vuelo oscuronoche o Aquellos lugares, por mencionar algunos de tus libros, la guerra imperial aparece como un objeto privilegiado de tu decir poético. En general, hay una constancia de esta problemática en toda tu producción poética. ¿A qué se debe esta reincidencia crítica? Elementos de producción crítica García, asesinado por el franquismo en el año 1940. Su figura era ensalzada por mis abuelos y mi madre e inclusive por mi padre Lorenzo Llinares Crespo casado en segundas nupcias con mi madre. La idea del carácter criminal del franquismo fue conformando y aun persiste en mi pensamiento. Si a ello añadimos los sufrimientos que en aquellos tiempos pasaban las familias para poder comer y vestirse puede entenderse mi obsesión por la naturaleza injusta del sistema capitalista que propicia las enormes diferencias sociales y el sufrimiento de gran parte de la humanidad. La historia deja a su paso una oscura estela de crímenes y muertes. Tu poesía vuelve continuamente el rostro hacia esas fosas comunes, lo que hace pensar en un vínculo entre poesía y memoria. ¿Cómo describirías ese vínculo? Teniendo en cuenta que mi padre fue enterrado en una fosa común y que durante mi niñez todos los años me desplazaba con mi madre al cemente- Detalle fachada Noreste ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 159 Los imperios han sido en todas las etapas históricas la manifestación más elevada del despotismo, sojuzgando los pueblos según sus intereses imperiales. En nuestra época el imperialismo U.S.A. representa el mayor peligro para el desarrollo de las sociedades civiles de forma solidaria y justa y, asimismo, el mayor peligro para la paz por cuanto su política es depredadora y agresiva con unos resultados catastróficos para la humanidad. Las intervenciones armadas de los Estados Unidos en el último siglo han sido alrededor de 130, muy superiores a cualquier otro país y también mantiene bases o destacamentos militares en cerca de 120 países de los 192 que conforman las Naciones Unidas. Es por ello que en mi poesía soy reiterativo, con la ilusión de que pueda influir en el pensamiento hacia la creación de una resistencia hacia todo lo que sean imperios o poderes despóticos. Elementos de producción crítica rio de Paterna (Valencia) en donde estaba mi padre enterrado, me familiaricé con las grandes fosas comunes donde había docenas de republicanos asesinados por la represión franquista. Está cuestión siempre es recurrente por cuanto cada día estamos presenciando ese criminal espectáculo en muchas partes del mundo -piénsese en algunos países sudamericanos-. Las fuerzas fascistas siempre recurren a ese criminal método con la intención de esconder sus crímenes. A propósito de Cicatrices, ¿qué cicatriz podría cerrar un poema? O más todavía: ¿es lícito pretender hacerlo? Todas las cicatrices son perversas. Me sería muy difícil fijar un dolor concreto que pudiese cerrar el círculo. De todos los que sufrimos nunca podemos saber cuál es mayor o si en el camino nos esperan otros que sean más dolientes. En mi caso, la muerte de mis padres y la separación en 1975 de mi familia por la persecución de la policía franquista han sido los acontecimientos familiares más dolorosos. Ahora, en el día a día, la brutal represión del imperio y sus lacayos, contra pueblos indefensos, asesinando poblaciones enteras sin discriminar niños ni viejos, es lo que me aturde de dolor y me convence de que la vida nos puede producir un dolor mayor de los que ya hemos sufrido. Hay una obsesiva insistencia en tu escritura que pregunta: ¿será este escribir la última batalla contra la desaparición? Cuando se tiene una convicción firme del pensamiento dialéctico la duda forma parte de la afirmación, conocedor de que las verdades absolutas no existen (pues de existir serían ajenas a la naturaleza humana). Siempre deambulo por la línea de la inseguridad aún en mis posiciones más firmes, siempre estoy abierto a la revisión y reformulación de mi pensamiento. Por lo que mi última batalla estará en el último aliento antes de morir. En Efectos secundarios reaparece la memoria del estrago, un testimonio sangrante de nuestra historia contemporánea. Ahora bien, ¿cómo se gestiona la desesperación en tu poética? ¿qué nos pueden decir tus poemas al respecto? La poesía para mí es como una descarga de todas las emociones y tensiones provocadas por el dolor propio y el ajeno, gritar ese dolor y hacer partícipe del mismo a los demás me ayuda a soportarlo. Yo creo que si no pudiese comunicarlo me rompería por dentro y caería en la autodestrucción síquica. YOUKALI, 6 página 160 ¿Crees que existe entre la pasión y la política, entre la poesía y el hecho amoroso, una manera específica de ser en la palabra del poeta, en tu escritura que se diferencia de los posicionamientos canónicos-consensuados de las poéticas primorosas y tan egocéntricas, como la poesía de la experiencia de los años 80 y 90 o el realismo sucio que reaparece a finales del siglo XX con fuerza en España? No es que yo piense en transgredir ciertas concepciones preestablecidas en la composición poética. El caso es que tal como les he indicado en la primera pregunta mi falta de una preparación académica me hace difícil tener un conocimiento de los estilos o corrientes de la poesía que me permitan adoptar esta o aquella forma de composición o transgredirla conscientemente. Yo siempre digo que me he enseñado a escribir leyendo y que al escribir sólo afloran las emociones más profundas provocadas por el dolor, el amor, ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Fachada principal o Sur ¿Cuáles son las lecturas (escucha y reflexión) que crees que más han influido en la formación de tu sensibilidad poética y crítica? ¿Con qué visiones del mundo, con qué poemas o poetas dialogan tus textos? ¿En qué relecturas encuentras afinidad y estímulo creativo? Es evidente que la concepción del mundo que profeso es la derivada del materialismo dialéctico, lo que me hace tener una profunda concepción crítica de cuanto soy y me rodea, siempre con una actitud constructiva. Esto me sitúa entre los poetas que denuncian las injusticias desde cualquier posición ideológica, por lo que de todos ellos me alimento. La lista sería larga, lo cual me complace. De la generación del 27, Miguel Hernández y Federico García Lorca; poetas sudamericanos, Cesar Vallejo, Juan Gelman entre otros y de los poetas contemporáneos Antonio Orihuela, Enrique Falcón, Antonio Méndez, David González, Jorge Reichmann, entre otros. En todos ellos su relectura siempre es enriquecedora y una fuente de descubrimiento de nuevos matices en sus mensajes de carácter revolucionario. En el terreno lírico quiero resaltar la hermosa poesía de mi amigo José Viñals, por la belleza de su lenguaje y su gran riqueza cromática. Asimismo la poesía de Eladio Orta por su valentía para romper esquemas y también por su profundidad lírica en alguno de sus poemarios. He de señalar que a mi alrededor también siento como propios algunos poetas hermanados conmigo, con los que tengo una profunda relación de amistad y complicidad que conforman un esplendido paisaje de donde también me alimento, Antonio Crespo Massieu, Matías Escalera, Ana María Espinosa, Ana Pérez Cañamares, Laura Giordani, Arturo Borra, Vicent Camps, Víctor M. Gómez, José Garés, entre otros que, de seguro, se me olvidará mencionar y a los que pido disculpas. Elementos de producción crítica la solidaridad, entre otros sentimientos, esforzándome en que los poemas posean un ritmo enérgico, que sean incisivos y que con el mínimo de palabras expresen lo que deseo comunicar; todo ello intentando que posean el tono musical que los hagan agradables al oído y que se claven en la conciencia de quien los oye o lee. Por último, ¿qué devenir cabe esperar de tu poética? ¿Qué desafíos consideras que tienes por delante? Enrique Falcón y compañera, Víctor González y Antonio Martínez ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 161 Difícil respuesta mis queridos amigos, a mis 69 años mis proyectos son muchos, dada la naturaleza de mi carácter, pero si quiero ser realista me conformo con ese día a día y el deseo de que mi voz no pierda fuerza y continué en el plano de la denuncia. Mantener vínculos con aquellos que, como ustedes, denunciamos con la palabra tanta insolidaridad e injusticia y construir, junto a al resto de amigos, ese mundo mejor que tanto deseamos. Elementos de producción crítica UN POEMA (con dedicatoria) Por Laura Giordani Mosaicum A Antonio y Antoñita. YOUKALI, 6 página 162 Ellos abrigan su casa con mosaicos caleidoscopio que la luz de los pinos baraja a su antojo asilo del fragmento archipiélago de todas las memorias que regresan como maquis desde alguna sierra rota. Un boceto que se fuga a los ojos afiebra y vuelve laboriosas las manos. Poco importa que el mandala se complete cuando las falanges y los afanes y todo en el cuerpo se aquiete para siempre: la casa seguirá allí como un fruto bueno un corazón sangrando después de la contienda. Poner a conversar las aristas haciendo dócil la herida reunir guijarros para tenderle andamios a la mañana. Mientras las factorías del terror hacen añicos al niño de arena los huesos de Antonio y Antonia se incorporan con la convicción liviana de los pájaros a sellar el dolor del mundo con vendajes de greda a inventarle otros relieves a la esperanza. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Secreto a voces (al poemario Corre, corre, niño de arena) Por Antonio Orihuela En el siglo de Kafka los niños de Iraq son de arena, pero también son de arena todos los niños que no han tenido la fortuna de nacer dentro del ghetto amurallado del primer mundo, donde las cuotas del horros están limitadas a los juegos de la Playstation y a no poder calzar unas Nike de 300 €. Del horror que transcurre más allá de nuestras alambradas está hecho este niño de arena. Un libro escrito por uno de ellos, un lejano niño de España de 1936. Así es, cuando uno daba por enterrada a toda esa generación del hambre grande de la posguerra, cuando una pensaba que poco podría ya surgir de entre esas sombras, cuando se han borrado todos esos nombres que habían sido dados a la Utopía, resulta que uno aún puede encontrar en ella a un poeta que se coloca en mitad del camino de la vida, el al que casi todo lo arrolló en el camino de la vida, para alzar la voz y ponerse a disipar las sombras del fascismo ordinario y cotidiano. Un poeta que es capaz de acunar el dolor de los que lloran y a señalar los demonios de estas tierras y de este inmundo más hoy que nunca de todos los demonios. Elementos de producción crítica TRES PRÓLOGOS Me quedará, también como una incógnita, saber de dónde saca este hombre la potencia de su escritura, la contundencia de sus versos, la firmeza de su recitar en vivo, su limpia y clara mirada entre los ojos vidriosos de las lágrimas. Creo que son las preguntas de siempre, las preguntas del asombro cuando, más allá del hombre concreto, es la voz del pueblo la que oyes ponerse en pie y negarse a que sean otros los que hablen por ella. Así de atenta y generosa con los nuestros es la voz de Antonio Martínez Ferrer, voz del pueblo, grito del pueblo, vigilia del pue- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Tras aquellos días febriles de compartir el pan y la poesía, me dejó Antonio con el aire de una pregunta que yo no llegué a formularle y que, probablemente, quizás él tampoco sepa cómo contestar. ¿De dónde salen los hombres como Antonio Martínez Ferrer?¿Cómo es posible que habiendo existido hombres como él perdiéramos nuestro viejo afán de clase y nos creyéramos las estúpidas predicciones de los poderoAntoñita sos? Pienso entonces en la inmensa soledad que ha debido ir creciendo en compañeros como él, al ver lo poco que iba quedando de una práctica de lucha y un discurso de denuncia sobre este artificio de los días al que el Capital nos han condenado. página 163 Conocí a Antonio Martínez Ferrer a través de su extraordinario primer libro El rumor del patio, y unos meses después al hombre y a la mujer, compañera incansable Antoñita, que se aventuraron por media España para compartir unos días de calor en Moguer con otros poetas arrumbados de mil batallas. Elementos de producción crítica blo que no duerme cuando sabe que están masacrando al pueblo, pisoteando al pueblo aplastando una y otra vez a ese gigante patoso que, de momento, es incapaz de encontrar su destino. Yo he visto en los pasos cansados de Antonio la poesía de los desposeídos. Yo he visto en la tenacidad poética de Antonio la voz de todos los humillados. Yo lo he oído recitar levantando la mano y haciendo del temblor de su voz un refugio cálido para los aterrados. Yo quisiera, compañeros, que pudiéramos merecer a este poeta, porque los tiempos, desde luego, nos vienen contrarios y otros son los que imponen su impostura y creen con ello llevarse las llaves del futuro. Por eso, porque si el presente no nos pertenece, al menos no nos dejemos expropiar el futuro, levantó Antonio este libro. En el tiempo inacabable de las lágrimas, el hambre y la muerte cotidiana pensó Antonio estos poemas que aquí tienes, lector, compañero, generosamente te están entregados. Un íntimo y fiero homenaje a los niños de Iraq, los niños de arena y, por extensión, permíteme maestro, a todos los niños de esos mundos donde es tan fácil deshacerse como arena, como se deshace una risa a golpe de bala allá en las afuera del imperio del señor de los fríos. Un libro a los niños de los misiles y las plazas, a los que nadie pone nombre porque, frente a nuestros rubios y rollizos niños de occidente, estos están destinados no a hacerse hombres sino a deshacerse niños. En el Tercer Mundo no hay otra forma de crecer. El poeta Antonio Martínez Ferrer, que usa bastón desde hace años, le pide una y otra vez al niño de arena que corra. Qué hermosa metáfora para quién nunca se cansó de correr, para quien tendrá que seguir corriendo del lobo, de las alambradas, de los cuellos almidonados, de la Guardia Civil, de los grises, de la policía de la patada en la puerta, del sueño, de la metralla , de los misiles balísticos, de las explosiones, corriendo siempre en pos de una verdad fugitiva y resbaladiza, una verdad que ya estaba escrita en los huesos cansados del padre del Antonio niño, envuelta en su piel adolescente formando extrañas pinceladas rojas en el ocre del horizonte. Una verdad que estaba en los andamios, en las puertas abiertas, en las aceras, en las palomas. Una verdad que usa bastón y quisiera tirar de todos los niños de arena del mundo hacia un futuro donde no nos encontremos con nuestros sueños saqueados. Tampoco se engaña Antonio sobre los límites de su trabajo en poesía. A pesar de él, por encima de él, las bombas siguen su trabajo y el hambre anda a dentelladas con un tercio del mundo. Hay poco que aplaudir, nuestros días son Gernika cotidiano. Los versos del poeta no apagarán las llamas, pero seguirán cavando un hondo pozo fresco en mitad del desierto de la memoria. No es tiempo de olvidar estas dunas, están hechas con los niños de arena, con la sangre del abuelo con los huesos del padre de Antonio Martínez Ferrer, con los sueños de quienes creyeron en el mundo mejor comunista y libertario. No pierde el viento la voz en la huída, suena por ella que vuelve. YOUKALI, 6 página 164 …………………………………. Jerome Rothenberg su compañera Diane y Antonio Martínez ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Por Enrique Falcón El lector que quiera abismarse en los poemas que Angustia –este nuevo libro de Antonio Martínez– recoge, ha de enfrentarse abiertamente con dos cuestiones de peso que habrán de desbordarle más allá del ejercicio de la mera lectura. La primera, si es posible la esperanza en los escenarios del desastre. La segunda, si es posible vencer los silencios con los que se ha poblado este tiempo –el nuestro–, marcado por los signos de una terrible invisibilización de las víctimas. La llegada a nuestra casa del mecanuscrito de Angustia coincidió con la presentación pública del útimo poemario de Marc Granell, un poeta que siento particularmente unido a la pasta insorbonable de la que está hecho Antonio Martínez, y no sólo por las coincidencias de una misma geografía y por el uso de la misma lengua, sino sobre todo por esa voluntad –presente en ambos– de dar relevancia en sus respectivas obras poéticas, y de un modo crítico, al martilleante estado de nuestro mundo, acuciado por una lamentable pérdida de la memoria histórica y por la consignación de un sistemático ninguneamiento de los perdedores –aquí, especialmente, de las mujeres– en las cunetas de la Historia. En aquella presentación, Antonio Martínez alguien le preguntaba a Marc Granell sobre si era posible esperar de su propia poesía (tan cercana a la verdad de los hechos de nuestro tiempo) un solo guiño para la esperanza. Y Granell respondía –y traduzco aquí, al castellano, lo que recuerdo de aquella respuesta– que “sólo ella, la esperanza de transformar la realidad, fue la que me condujo a escribir este tipo de poemas”. Elementos de producción crítica Contra el cerco del silencio (al poemario Angustia) Así, los poemas de Antonio Martínez han querido enfrentarse, de manera radical, a otro libro que el propio poeta consigna como “libro del silencio”. En sus páginas de infamia, nuestro tiempo parece estar escribiéndose desde la amnesia histórica (que deja huérfanos y sin futuro a quienes son arrollados por los perros del Amo y a quienes murieron por causa de la justicia) y desde ese proyecto de “invisibilización total” del que hace gala el capitalismo avanzado (que escamotea del orden del día a un buen número de personas y pueblos acribilla- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Las tensiones que desata toda poesía política son de índole estrictamente espiritual (siempre sobre la base de las condiciones materiales de la vida) y se cifran en tres direcciones: si es posible la esperanza en un mundo repleto de víctimas; si tienen nuestros muertos un futuro (y si es factible llamarlos nuestros muertos) y; si cabe entre nosotros (moradores de una vida cómplice con el sistema que los produce) la posibilidad de una vida plena y resistente que podamos, finalmente, celebrar. Por todo ello, bien se puede decir que lo que despliega este libro –necesario– de Antonio es, en su estallido de rabia encarnada, una poesía de combate. página 165 Bien: creo sinceramente que esta terca voluntad por nombrar el mundo desde el lado de una indignación que anhela –por encima de todo– un acto definitivo de justicia, es ampliamente compartida por Antonio Martínez Ferrer, e incluso en su dicción más trágica. Como en otros libros suyos, los poemas de Angustia enarbolan esa proclama que, a pie de mundo (como casi siguiendo los titulares de una masacre diaria), acoge sin remedio las voces del miedo y las tripas del terror. Contra el cerco de silencios y de olvidos con que se nos va acorralando, hablar –y hablar sin mentir– se convierte así en la urgencia del poeta y en la terquedad de la esperanza. Antonio Martínez moviliza su saber literario –y su vida entera– en este doble, necesario, frente. Elementos de producción crítica dos por la mentira y la intolerancia más flagrantes). Con silencios, con borrados continuos en las puertas de la vida, con enterramientos terribles –lo denuncia este poeta que no ha cerrado los ojos– se teje la trama de los poderes de nuestro tiempo y basta esta pérdida en la voz para mantener en el silencio la posibilidad de una esperanza, la posibilidad de una rebelión. Antonio Martínez, como ya hiciera en El rumor del patio y en Corre, corre, niño de arena, es un poeta (como los hay pocos en nuestras latitudes) que ha querido romper con esa trama cómplice de silencios bastardos. Es suficiente la voz de este poeta valenciano para decir NO, para decir BASTA, para decir AHÍ, las tres palabras con las que empieza el libro de la resistencia, el libro de la indignación, así como toda poesía que se niegue a escamotear el espesor de lo verdaderamente humano. No trate el lector de buscar en estas páginas un “programa para salir del atolladero”. Arriésguese más bien a sentir –junto con su autor– cómo “el amo / escupe nudos de silencio / para trenzar oscuridades” y cómo se nos vuelve inaplazable, ante este estado de cosas, proclamar con rabia la palabra capaz de romper los consensos. De una vez por todas, la palabra capaz de negarse a ser cómplice en las mentiras del mundo. …………………………………. Las plazas del futuro (al poemario El grito del oasis) Por Antonio Méndez Rubio YOUKALI, 6 página 166 En su sobrecogedora novela Galíndez, nos recordaba un personaje secreto de Manuel Vázquez Montalbán que el fascismo de hoy es más difícil de combatir porque está en el fondo de nuestros corazones. Y es comprensible, si se mira con una frialdad imposible, hablar así: demasiado intenso, demasiado inminente, demasiado extendido el imperio de los fascismos contemporáneos como para que se haya tratado sólo de una especie de fugaz desgracia o coyuntura accidental. Hasta autores tan respetados y razonables como Zygmunt Bauman (en Modernidad y Holocausto) han puesto hoy las bases para seguir haciéndonos estas preguntas, como mínimo intempestivas. En este sentido, Bauman cita a Feingold para recordar sin ir más lejos que “la ideología y el sistema que dieron origen a Auschwitz permanecen intactos”. Se dice pronto. Se lee deprisa. Se vive a ciegas. Mientras tanto, no obstante, seguimos en la órbita de lo que podría llamarse de forma casi tranquila un fascismo de baja intensidad: un fascismo cuyo pivote no es ya tanto el estado de masas como el mercado global, cuya incidencia criminal no es explosiva y acelerada, sino tan lenta como constante, y que mantiene sin embargo firmes las pautas operativas el fascismo clásico en lo tocante a la hegemonía de la propaganda, la espectacularización de la política, el racismo y, quizá antes que nada, el mantenimiento insidioso del aislamiento como precondición para el totalitarismo cotidiano. Antonio Martínez ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Ante esta agresión ya interiorizada, ya naturalizada por el transcurso inercial de la historia del siglo XX, En ese cruce tenso entre el abrir y el cerrar, en esa relación callada con la violencia del mundo, arraiga la poesía de Antonio Martínez i Ferrer. Una poesía que, al menos en una de sus posibles lecturas, se concibe como una exploración y extremación de la crisis del mundo, del mundo como vivencia de la catástrofe. Dice John Holloway en Cambiar el mundo sin tomar el poder que “si la crisis expresa la des-articulación extrema de las relaciones sociales, entonces la revolución debe entenderse, en primer lugar, como la intensificación de la crisis”. Esto es, que un lenguaje desarticulado, precario, insuficiente, no es sin más una muestra de impericia o de técnica incompleta -como querrían pensar algunos para quitarlo cuanto antes del medio. Un lenguaje desarticulado, rozado por la abstracción y por los dolorosos hallazgos de las vanguardias, es ante todo el síntoma de un mundo roto, de una sociedad en crisis, y a la vez un esfuerzo por intensificar esa crisis para volverla revolucionaria. No tiene por qué ser tan difícil entender esto. Ojalá no lo sea. Antonio Martínez i Ferrer se ha empeñado en esta pelea, y está dispuesto a jugarse la vida con cada palabra, con cada verso, con cada pausa. Por esta vía, puede interpretarse entonces que una “poesía social”, si es que este rótulo sirve hoy todavía para clarificar algo, no depende sólo de la voluntad comunicativa y de una pluralidad coral de voces, aunque quizá también, sino que está, sin remedio, atravesada por el límite de la falta de voz, de la afonía. Respira en las fisuras de un silencio que ha dado un paso más, después de la agonía, dentro de ella. Como queda la garganta después del grito. Como tiembla la lengua cuando llega hasta el miedo. Como ha sido y sigue siendo tantas veces realmente así. Elementos de producción crítica no es extraño que el lenguaje experimente una doble afección, una doble infección: de un lado se repliega sobre sí en un movimiento como de defensa desesperada, como ante un daño irreparable, o como ante un golpe violento se encoge el cuerpo, se ovilla, se protege de una forma improbable; de otro lado, ese mismo cuerpo se queda al desnudo, expuesto a la intemperie del (sin)sentido, disponible para cualquier abrazo, entregado a un encuentro no menos imposible que necesario. Puede que en ningún sitio se vea la marca de este doble gesto como en el lenguaje poético. De hecho, no es extraño que fuera Paul Celan, el acusado de un habla hermética o supuestamente cerrada sobre sí misma, quien defendiera en voz alta y contracorriente la raíz dialógica del poema. Detalle fachada principal o Sur a escalera ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 167 En esa voz sin voz, tal vez, de pronto, oigamos un día hablar de cómo pasa el tiempo en las plazas del futuro. Elementos de producción crítica UNA CARTA ABIERTA De Víktor Gómez A Antonio Martinez i Ferrer “Pero vivir es siempre la aventura a que nos mueve el otro, un riesgo impune donde apostar con ganas a un destino más favorable que la muerte.” El espesor del mundo. Jenaro Talens Valencia, a 14 de noviembre de 2007 / 2 de octubre de 2008 Sin prisas, con alguna pausa, desde la buena hora del reencuentro epistolar, la cita, el verso, va tejiéndose el presente en un tapiz con nuestra alegría y coraje, con las armonías y contrastes, entretelas que cantan lo que no se saben decir de otra manera. Convivir es material poético, la forma misma: el latido, la escucha, el silencio cómplice -la abierta mano- y la mano que transcribe. Una escucha. Tú vienes de una larga singladura. Atravesó tu cuerpo la fatiga, la dictadura, la clandestinidad, el dolor que metabolizaría lo exterior y lo interiorizado, la enfermedad y sus “efectos secundarios”. Vicent Camps, Antonio Orihuela, Antonio Martínez, Arturo Borra, Laura Giordani y Enrique Falcón YOUKALI, 6 página 168 ¿Qué haremos ahora que hemos juntado el caudal de tu sangre y la nuestra en la humana riada de los inconsolables? No amanece, sigue el mundo en su oscuro reino imponiendo el desamparo. Ese ruido insufrible de una gran maquinaria, los paradójicos olores de un bosque metálico que se oxida donde nuestra saliva engrisecida en un imposible necesario tiene sabor metalúrgico. Y la escupimos, la escupimos. ¿Sin rendición? Así es el combate, también la compasiva naturaleza de ese animal de niebla y silbo que desde la garganta de la noche preguntaba por los sembradores de nanas para los huérfanos del holocausto. No nos rendimos, no hay tregua. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Vivir es una extraña ecuación. Antes que resolver la palabra se tumba sobre los rescoldos del desastre para que las madres amamanten a sus niños sin que les sangren los pies. No sé cuanto durara esto. No sé cuando se desharán de nosotros el tiempo, los secuaces, la ignominia, el azar, “los perros del amo”... ¿Callar? ¿Cerrar los ojos? ¿esconderse? ¿olvidar? No, abrir, abrir bien los ojos para oler las grandes e invisibles siembras que otros que nos precedieron con su muerte posibilitaron, con su derrota servida dejaron para el presente una efímera victoria que pronto se llevarán los cainitas y sus camadas feroces. En el espesor del presente, tu lanza es una mano trémula, tu escudo el verso o el relámpago. Entre tanto, Antonio, con el Grito del oasis, con el Niño de arena que corre, con La angustia y sin desesperanza, lucharemos en las tierras de Goliat, cantaremos en tiempos sombríos, en el tiempo herido. Cantaremos con la liviandad de los pájaros. Por los huérfanos aún, pese al desconcierto, pese a los pesos pesados de la política, la economía de mercado y el mercado de la cultura. Sea así siempre, ‘compañero del alma, compañero’ Antonio Tu Víktor ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 169 Víctor Gómez, Antonio Martínez y Arturo Borra Elementos de producción crítica ¿Amar? ¿Morderse los labios? Elementos de producción crítica LA VOZ (en realidad, el eco de una voz) Selección de poemas de Antonio Martínez i Ferrer (selección realizada por el propio autor) De El rumor del patio La mano pequeña se alza sin lápiz, en el arroyo nadie encuentra su huella ¡es tan pequeña! o acaso cruza con pasos de viento. De los cinco dedos de sus pies, ninguno nos podrá hablar de rozaduras, ¡viven cautivos! en el vientre del frío. Aquella esquina sucia, con olor a colas me está contando historias. …. De Corre corre niño de arena Por los jardines de arena blanca está peregrinando el grito. YOUKALI, 6 página 170 El aire escribe metáforas para esconder el miedo. En el prado de los caídos las doncellas de las aritméticas no supieron distinguir los huesos tiernos del hijo, o los cansados del padre. Todos estaban ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Elementos de producción crítica envueltos por la misma piel formando extrañas pinceladas rojas entre los verdes, azules y ocres del horizonte. ¿Quién provocará la risa, si el bazar de los sueños ha sido saqueado? … De Angustia Niña del pequeño sol en la frente tu mano escasa nació esclava del infortunio. Antes de soñar, sierva. Antes de reír, violada. Pobre voz sin juegos en la palabra. … De Cicatrices Las orillas del tiempo olvidaron mi nombre. Mejor cerrar la boca y hablar hacia dentro. … ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 171 El día ha amanecido muy grande, inmensamente grande, inmensamente azul, ¿Dónde está el engaño? Elementos de producción crítica De Huellas No detengas la mirada. Escribe lentamente en las lágrimas. Cuidado con el torrente. ¿Arrancando el blanco a la luna llena? Qué atrevidas las manos de tu sueño. En las raíces de tu imagen, escribo para poder respirar. La pena es que nunca supe leer en tu mirada. … De El grito del oasis La plaza de las sombra frescas reposaba su tarde de juegos. Entre las encaladas paredes dormitaba el hombre con el aliento de perfume a olivo Amaneció el día vestido de acero. No existe el olivo una foto rota de la abuela, guarda silencio. La estrella de muerte ha pasado. YOUKALI, 6 página 172 … He perdido la placenta de las palabras. El pañuelo espeso se reencuentra con lágrimas altivas. ¡Tú no lo sabes!, pero los ángulos de este universo comienzan a ignorarte. … ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Elementos de producción crítica De Contraventanas Mi universo es escaso en razones y extenso en vacíos. … De Esquirlas en el aliento Me tocó el sudor en el reparto. El engranaje funciona. Al amo, todo. El murmullo de las rupturas no aprendió el método. El camarada de la palabra nos desarmó en el discurso. … Rebelión. En la asamblea de las soledades no te conocen. En que orilla el poeta de la revolución olvidó su voz.. … ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 173 En que combate se enterró la hoz y el martillo. Elementos de producción crítica De Voces de pez la mirada corta de un sueño enano me rodea hoy he despertado en el callejón de los cerrojos el silencio reposa envolviendo el viento húmedo … -aceras de la lluvianoticia de la transparencia en la matriz del frío … … -la palabrayo te deseo insomne escurridiza yo te quiero descalza fría YOUKALI, 6 página 174 yo te tomo anárquica prostituida yo te sueño sin fronteras libre y proscrita ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Perplejidad: una visión social, crítica e integrada de los acuerdos de Bolonia por un obrero industrial Por Antonio Martínez i Ferrer Hay ensayos y escritos técnicos que, por su apariencia de lógica normalidad, y por el prestigio del que dotamos a priori a sus emisores, escapan a los mínimos filtros críticos y solemos pasar sobre ellos sin percibir su inherente simplismo; por lo que, cuando nos paramos a reflexionar verdaderamente sobre lo que dicen y cómo lo dicen, percibimos su auténtica realidad, la superficialidad y estrechez corporativa de sus mensajes. Esa es la sensación que he tenido ante la lectura de diferentes “ensayos críticos especializados” acerca de la Declaración de Bolonia de 1999. En primer lugar, lo primero que me sorprende es el escándalo que parece ocasionar entre ellos el hecho de que en las reformas que periódicamente emprenden los gobiernos para actualizar los métodos organizativos de los planes de estudio y los contenidos de los mismos, estén en la línea de acomodarlos a las necesidades empresariales de las grandes corporaciones que dirigen la vida económica global. Elementos de producción crítica UN PENSAMIENTO ABIERTO AL MUNDO Que los procesos privatizadores aplicados a la Universidad extrañen a estos “especialistas”, cuando la privatización de las actividades sociales potencialmente rentables constituye la columna vertebral de la política “liberalizadora” que rige la economía mundial, incluida la formación y la investigación universitaria; no deja de sorprender, a su vez, a los “no-especialistas” atentos al mundo real. En esta operación colaboraron los partidos políticos reformistas, incluidos los comunistas; y, tras algunas vacilaciones muy tímidas por parte de las organizaciones sindicales, estas se acomodaron al papel que ese periodo de transición les reservaba, que era el de “desmovilizadores” de la clase trabajadora; transformadas en instituciones dedicadas principalmente a la “domesticación” y a la “formación” de la clase obrera a través de “cursillos” preparados, en general, para facilitar la implantación definitiva del liberalismo económico, o directamente ayudar a mantener sus aparatos burocráticos. Un ejemplo paradigmático e inicial de todo ello, en España, fueron los Pactos de la Moncloa, de octubre de 1977; en donde de forma literal se especifica que el objetivo es “evitar la conflictividad laboral”. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 A la caída de la Unión Soviética, la clase intelectual, que, en su inmensa mayoría, se felicitó y aplaudió tal desaparición, acomodó su discurso al proceso político de la socialdemocracia que dirigió el proceso de adaptación de la sociedad global a las estructuras liberal-capitalistas. Aunque, en ese proceso aún se conservaron restos del ideario del viejo socialismo en los partidos y sindicatos de izquierda, y en sus formas y métodos de lucha; especialmente la necesidad de “corrección” de los desajustes que las estructuras capitalistas ocasionan entre las clases sociales. página 175 A la mayor parte de los autores de tales sesudos ensayos, les propondría, en primer lugar, que se pensasen algunas de las siguientes cuestiones. Elementos de producción crítica El citado pacto se firma, primero, por CC.OO., y, poco después, por U.G.T.; el carácter desmovilizador del mismo es evidente y en contrapartida se reconocen parte de los derechos que la Dictadura franquista nos había negado; y esto envuelto en un discurso demagógico, en el que se utilizaban esos derechos básicos no negociables como elementos de negociación para la desmovilización de la clase obrera. Aun cuando no se pueda obviar, tampoco, que de forma puntual los sindicatos han propiciado la movilización, tímida, de la clase obrera ante algunas situaciones en que hubiese sido escandaloso no dar respuesta. En última instancia, la política de acuerdos pactados en la resolución de conflictos con el capital, a través de los convenios colectivos, se instituyó como norma, hasta llegar a la fase subsiguiente de la desmovilización general, y a la mera negación del carácter mismo de clase a las luchas y reivindicaciones de los trabajadores, cuando se normalizaron los conveníos colectivos a tres bandas entre los sindicatos, la patronal y el Estado. Y en esta situación de momentánea derrota y repliegue estamos ahora; y eso se nota en todas las esferas de la vida pública y del pensamiento. Ante todo ello, y desde mi visión de obrero industrial, que se ha pasado la mayor parte de su vida en lucha contra el Capitalismo, y a favor de la creación de las condiciones políticas que propiciaran la implantación del Socialismo, consciente de los errores cometidos –véase la triste experiencia soviética– en su desarrollo concreto e histórico, durante el pasado siglo, aún sigo creyendo que la única posibilidad de poder alcanzar esa sociedad sin explotados ni explotadores pasa, al menos, por una visión de los fenómenos “completa”, histórica y material; una visión que no he detectado en los sesudos análisis que sobre el proceso de Bolonia he leído: reductores, parciales y estrechamente corporativistas. Por eso, desde mi perspectiva de trabajador anticapitalista y ciudadano no-especialista, propondría –para comprender el porqué de La Declaración de Bolonia– abordar los siguientes temas, con el fin de alcanzar una visión verdaderamente global de la misma. 1.- Situación actual de las estructuras socio-económicas. 2.- La Universidad como institución integrada dentro del proceso social-productivo. 3.- El papel de la Universidad en esta coyuntura. 4.- El papel de los partidos políticos y los sindicatos. 5.- Situación de la juventud entre los 14 y 25 años de edad. 6.- Los dogmas y paradigmas establecidos por el pensamiento actual para perpetuar la dominación de clase a través de las corporaciones financieras; y la Universidad como fuente de creación del pensamiento crítico. YOUKALI, 6 página 176 Situación actual de las estructuras socio-económicas. Desde la primera revolución industrial se han venido desarrollando las estructuras empresariales y financieras de acuerdo con el llamado modelo Liberal, combinado con el proteccionismo más descarado de parte de los estados y de sus administraciones, cuando el “libre mercado” no favorece a los intereses y/o a la acumulación de las grandes corporaciones y monopolios capitalistas, dentro o fuera de sus territorios. Protección, por lo demás, exigida (tal vez, paradójica, pero muy lógicamente) por las organizaciones sociales de carácter solidario y benéfico procedentes (muchas de ellas) de la lucha de la clase obrera, tanto industrial como de los estamentos técnicos y profesionales; y por algunos sectores de la burguesía agrícola y comercial, o de la pequeña y mediana industria familiar; con el fin de que el intervencionismo regulador del Estado les subvencione, mediante ayudas directas o aranceles, e intervenga contra las mercancías importadas que llegan a los mercados interiores “de fuera”, a precios más competitivos que los propios. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Elementos de producción crítica Aun constituyendo este comportamiento un elemento sumamente “perturbador” y “esencialmente contradictorio” del Liberalismo y del “Mercado Libre”, anunciado como Buena Nueva universal, ninguno de estos elementos ha conseguido evitar la profundización del modelo, hasta llegar a la actual situación de preponderancia absoluta del mismo, respecto incluso del viejo modelo Socialdemócrata del llamado Estado del Bienestar. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Eliminados aquellos contrapoderes que obstaculizaban su desarrollo, organizaciones políticas obreras y sindicatos; burocratizadas sus estructuras y desmovilizadas sus bases sociales; reducidas estas organizaciones a meras correas de transmisión de los valores y prácticas sociales y económicas dominantes. Controlados, asimismo, los canales informativos y los mecanismos para la creación de conciencia y opinión, uno de los objetivos prioritarios de las corporaciones económico-financieras, desde el principio: las agencias internacionales de distribución de noticias, y la mayoría de los medios de difusión nacionales; así como la industria editorial y la gestión de los asuntos “culturales”, artísticos y literarios. En estos momentos, podemos, pues, afirmar que las grandes corporaciones económicas-financieras se desenvuelven sin ningún contrapoder que pueda regular sus actividades. De modo que las leyes que se han estado legislando en los últimos ciento cincuenta años han sido las adecuadas a los intereses de tales corporaciones. Y las leyes universitarias, por supuesto; a menos que la Universidad sea considerada, como tal institución, límbica o angélica, ajena al mundo histórico y material (que, tan a menudo, resulta ser). página 177 En conclusión, que el modelo “Liberal” está tan plenamente integrado en el pensamiento que regula los planes de desarrollo de las estructuras socio-económicas, a pesar del carácter interesadamente intervencionista de los estados capitalistas, en la realidad; y a pesar de los mínimos controles sociales establecidos por parte de las administraciones en aquellos territorios con una cierta tradición socialdemócrata; tan fuerte ha sido su interiorización social y cultural, que ya no se concibe por la mayoría otro modelo social y económico que no sea el modelo “Liberal”. Elementos de producción crítica La Universidad como institución integrada dentro del proceso social-productivo. Resulta infantil, pues, creer que la Universidad actual puede quedar al margen e independiente del proceso de privatización y desregulación pública que el pensamiento liberal y globalizado, que domina el funcionamiento socioeconómico de la sociedad entera, lleva a cabo. Y este enfoque, parcial y corporativo, que veo a menudo reflejado en los escritos “universitarios” sobre la cuestión, nos impide afrontar el problema en su verdadera dimensión universal. La Universidad es una pieza más de la sociedad que no puede sustraerse al proceso de privatizaciones, la única singularidad del proceso es el momento en que tiene darse, aquel en el que se ha decidido que debe ser absorbida por el Mercado (¿libre?); y es evidente que estamos en ese espacio histórico en que las grandes corporaciones financieras e industriales Europeas necesitan (y han decidido) tener el control total de las estructuras universitarias. En pocas palabras, ha llegado el momento en que el poder dominante, esto es, el Capital, tanto industrial, como comercial, financiero y especulativo, ha decidido romper la frágil independencia actual del Campus y moldear el pensamiento crítico-científico de acuerdo a sus intereses económicos y políticos. Es evidente que sería objeto de un buen trabajo de investigación recopilar todos los elementos y factores que a través de la historia de los dos últimos siglos en Europa han ido conformando los pilares sobre los que ha de descansar la Universidad privatizada, de todos estos elementos que de seguro existirán entre ellos. Veamos, al menos, algunos de los últimos documentos elaborados por la Comisión Europea: la CARTA MAGNA DE BOLONIA de 1988; la DECALARACION DE BOLONIA de 1999; el CONSEJO EUROPEO DE LISBOA de 2000, sobre el aprendizaje permanente; el de ESTOCOLMO de 2001, sobre la mundialización; el de BARCELONA, sobre la inversión privada. Y el COMUNICADO DE LA COMISIÓN Com. (2002) 779: Bruselas 10-01-2002 YOUKALI, 6 página 178 En la primera “representación” orquestada de este proceso, allá por el 1988, en Bolonia, se hace hincapié principalmente en la necesidad de la reforma con el fin de posibilitar la “europeización” del entramado organizativo de todas las universidades del continente sin cuestionar en ningún momento la independencia del Campus ni la libertad de pensamiento y de cátedra; en definitiva lo que se hace muy hábilmente es introducir en el discurso la necesidad de globalizar las estructuras organizativas universitarias a nivel Europeo. En la segunda fase, en 1999, en la llamada DECLARACION DE BOLONIA, se plantea ya con crudeza la necesaria introducción de nuevas reformas y paradigmas. En lugar de una Universidad independiente y crítica, se instiga la creación de un nuevo paradigma la Universidad integrada en los mecanismos productivos, privatizada y globalizada. En lugar de una Universidad de carácter popular, una Universidad elitista, en donde las posibilidades de obtener beneficios económicos sean determinantes en la formación superior, según ellos en la etapa del postgrado, donde deben ser preparados los nuevos dirigentes de las grandes corporaciones, financiando ellas mismas los planes de estudio y eliminando cualquier atisbo de libertad efectiva de cátedra. Así mismo y para disipar cualquier duda de los objetivos de trasformar la Universidad en un campus para la inversión y la “fabricación de cerebros” valga el siguiente documento de la Comisión de las comunidades Europeas. Bruselas 10 /01/ 2003. Com (2002) 779: Invertir eficazmente en educación y formación un imperativo en Europa… En el que el primer elemento destacable es precisamente la modificación del término “aportar los medios necesarios”, por “invertir eficazmente”; con ello se modifica de verdad el paradigma, y la Universidad en lugar de depender económicamente de los Presupuestos del Estado, con objetivos eminentemente sociales, pasa a depender de “inversiones eficaces”, quiere esto decir “rentables”. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Y para concretar con toda claridad el imparable (¿necesario?) proceso privatizador se apuntan los siguientes datos: FINANCIACION PRIVADA EUROPA……………… JAPON...................... ESTADOS UNIDOS… 0,66 del PIB. 1,2 del PIB. 1,6 del PIB. FINANCIACION POR ESTUDIANTE EUROPA………...…… ESTADOS UNIDOS... 1,1 del PIB. 2,3 del PIB. Elementos de producción crítica Si seguimos la lectura del citado documento, iremos comprobando la radical reforma conceptual, inclinada claramente hacia el proceso de privatización de todas las estructuras universitarias. Así, se habla, una y otra vez, de los “altos niveles de fracaso escolar…”; del “desempleo entre licenciados universitarios…”; de la “necesidad de gestionar eficazmente los recursos… / …a través de la descentralización de la educación…”; etcétera. Afirmándose con rotundidad el mecanismo para subsanar estos problemas, en síntesis: que el Estado y las Regiones, todas las instituciones universitarias “pongan a punto acciones e incentivos con vistas a conseguir un incremento constante de las inversiones de empresas y particulares…/ …un aumento real y duradero de las inversiones de todas las partes interesadas; particulares, empresas, interlocutores sociales y autoridades públicas…” “…No debe olvidarse que este déficit de financiación se debe en su mayor parte al bajo nivel de inversión privada en enseñanza superior e investigación y desarrollo en la U.E. en comparación con los Estados Unidos”, se subraya. Pues está claro, estableciendo los medios necesarios para el control total del pensamiento, haciendo una Universidad a la medida de la producción y de los mercados, anulando el factor humanista de la enseñanza, con el fin de eliminar lo que podría constituir un contrapoder del neoliberalismo salvaje que se está imponiendo en la sociedad global. El ejemplo Norteamericano, en efecto, nos puede dar algunos datos del modelo que se pretende: según el INFORME DEL DESARROLLO HUMANO del 2008-2009, realizado por la O.N.G. OXFAM, financiada por las Fundaciones Rockefeller y Conrad Hilton (nada sospecho- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 ¿Las mismas empresas y corporaciones que demandan constantemente, por otra parte, del Estado un menor nivel impositivo, tanto en los impuestos económicos, como en las cuotas de la Seguridad Social, con el fin de rebajar los costes de producción y ser así más competitivas, están de verdad dispuestas a invertir capitales en el mantenimiento económico de la Universidad? ¿Con qué fin y a qué precio? página 179 Es paradójico (y demagógico) que en lugar de proveer los medios necesarios para aumentar la calidad de la enseñanza superior, se nos diga que la única solución es la privatización de la Universidad según el modelo americano, pues así los licenciados estarán mejor pagados y no habrá fuga de cerebros, mientras la realidad es que las mismas empresas y corporaciones que se supone han de financiar el déficit, son las que “malpagando” a esos licenciados que trabajan para ellas, provocan, en realidad, la mencionada huida de cerebros. Elementos de producción crítica página 180 YOUKALI, 6 sas de filocomunismo), los desequilibrios sociales en el país (USA) son de “una magnitud preocupante con diferencias de 30 a 50 años en los parámetros de bienestar y sanidad de unos estados a otros y de unas zonas a otras dentro de los mismos Estados”. En el momento actual Norteamérica se encuentra en el lugar número 12 del mundo en el desarrollo humano. Pero que por su renta per cápita: - Es el mayor deudor del Mundo. - Tiene mayor déficit económico del mundo. - El mayor porcentaje de delincuencia del mundo. - Un sistema electoral con grandes deficiencias en sus mecanismos administrativos. - Un estado dominado por las grandes corporaciones financieras e industriales. - Un estado que infringe las leyes internacionales y desprecia a las Naciones Unidas y a otras instituciones internacionales. - Con una política militar intervencionista y agresiva. - Y, en estos momentos, según los barómetros de la opinión civil mundial, el país más peligroso para la paz mundial. ¿Este es realmente el ejemplo a seguir? El papel de la Universidad en esta coyuntura. Si aceptamos que la Universidad, como institución educativa y elaboradora de conocimientos científicos y técnicos, debe supeditarse exclusivamente a las necesidades de los medios de producción, con programas establecidos directa o indirectamente por las corporaciones que tienen el control de la economía y de la política, obtendremos técnicos e investigadores con la única función de ser apéndices de los procesos productivos y financieros, que tienen como único objetivo la rentabilidad económica y la confrontación “competitiva” en los diferentes planos y espacios de la producción: local, nacional e internacional. Y, sin embargo, dada su particular e insustituible posición en la formación y la configuración del pensamiento de los profesionales, técnicos y científicos, ¿no tendría –también– el ineludible deber de procesar sus planes y programas de estudio, y toda su acción formativa, desde una perspectiva social y crítica, frente al modelo “único” y excluyente impuesto por las necesidades y las coyunturas del mercado? ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net No obstante, no era un mal ensueño: una Universidad formando profesionales, técnicos y científicos con la suficiente capacidad crítica como para afrontar y “compensar” el carácter deshumanizado de los mercados, al servicio, primeramente, del bien social y público. En los términos políticos de la izquierda clásica (o de cualesquiera de las fuerzas sociales progresistas que hoy actúan), si tenemos en cuenta que en este momento la mayor parte de la juventud, en la Europa acomodada, entre los 14 y 25 años, se encuentra incluida en alguna instancia educativa –de los diferentes niveles pre o post universitarios–, deberíamos pensar y considerar, al menos, las posibilidades de su general movilización contra los planes de privatización, instrumentalización y deshumanización de las enseñanzas universitarias; en cuanto que esos millones de jóvenes representan una fuerza social real, con una capacidad de movilización (si se activa) como no se había dado en ningún momento de la historia. Es evidente, por otra parte, tal como afirmábamos antes, la necesidad de enfrentarse a esta situación desde una perspectiva global, no corporativa, pues hasta el momento los procesos de privatización de los servicios básicos para la vida social: energía, comunicaciones, servicios financieros, sanidad y enseñanza, se han ido desarrollando de forma global e interrumpida; mientras la Universidad, en bloque, miraba a otra parte, pensando inocentemente que “a ellos” no les alcanzaría el proceso de privatización y control de las grandes corporaciones económicas. Ahora, no queda otra opción, pues, que promover el acercamiento entre las diferentes fuerzas que conforman el entramado civil: sindicatos y asociaciones cívicas que operan en un contexto social fuera del control de los partidos políticos y de las corporaciones económicas financieras, que posibilite una respuesta organizada a tan destructivo proceso. Elementos de producción crítica ¿O es ya tal aspiración un puro ensueño idealista? Tal vez –en realidad, me temo–, lo haya sido siempre. El papel de los partidos políticos y los sindicatos. Llegados a este punto, no se debe soslayar la responsabilidad que tienen los partidos políticos de izquierda y los sindicatos en el proceso de privatización de las estructuras socioeconómicas de la sociedad occidental. Si, al principio, todo este proceso tuvo la oposición frontal de los sindicatos, con el paso de los años, esta oposición ha ido desapareciendo y ha pasado finalmente a formar parte de los planes de formación de la clase obrera, de acuerdo con los intereses estratégicos de los mercados y el beneficio de las grandes corporaciones. Es realmente humillante, además, este final de toda aquella ideología y práctica reivindicativa de los movimientos sindicales, contra los procesos de privatización, y el silencio de la clase inte- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Las corporaciones económicas y financieras han terminado, así, controlando de forma incontestable todos los mecanismos de carácter legislativo y político que han hecho posible establecer los mecanismos de privatización. Todo ello permitido por los gobernantes de turno, fuese cual fuese su adscripción política. página 181 Los sindicatos, como las organizaciones de izquierda, han ido cediendo imparablemente terreno, ante las presiones del Capital, pasando a políticas de concertación en cuyo contexto la clase trabajadora ha ido cediendo espacios, a veces, ya ganados, en favor de políticas liberales en las que la rentabilidad y la “competitividad” han prevalecido de un modo exclusivo y absoluto. Transformándose, en ocasiones, tales organizaciones, en oficinas de empleo y en escuelas de formación y reciclaje de los trabajadores, en función siempre de los intereses empresariales. Elementos de producción crítica lectual y universitaria, salvo gratificantes excepciones, que, ante los avances del neoliberalismo apenas alzó la voz; sólo, en estos momentos, cuando ven peligrar sus privilegios corporativos, e incluso la independencia y libertad de cátedra, ponen el grito en el cielo y se aperciben de aquello que está sucediendo ante sus ojos desde hace décadas. Porque, si esta es una cuestión de carácter universal, el concurso de todas las fuerzas sociales son necesarias para detener la criminal concentración de poder que se está desarrollando ante nuestros ojos, sin que nadie plantee alternativas posibles y eficaces. Aunque bien es verdad que el movimiento antiglobalización fue, por un momento, una bocanada de aire fresco, absorbido y domesticado por el sistema, en lo esencial ha fracasado; por lo que hace falta que en este frente estén comprometidas todas las fuerzas de la izquierda con programas que puedan ser aceptados por la mayoría; y, de no ser así, es evidente que la batalla está perdida. Situación de la juventud entre los 14 y 25 años de edad. En resumen, los universitarios, hoy, son meras fuerzas productivas en periodo de formación de acuerdo con las necesidades productivas y financieras de las grandes corporaciones. En cada momento histórico el papel de las fuerzas productivas cambia, y el de las fuerzas “en formación”, esto es, los más jóvenes, también. En el siglo pasado, la mayor parte de la juventud entre 14 y 25 años se concentraba en los centros de trabajo y de formación técnica industrial. Formaba parte y tenía la posibilidad, por tanto, de adquirir conciencia de clase, y se movilizaba contra las situaciones de explotación extremas; los sindicatos de clase eran organizaciones activas y contenían en sus programas los elementos teóricos y organizativos adecuados para la movilización contra el Capital. En el actual contexto, la juventud mayoritariamente está en los institutos y en la Universidad, y la parte de ella que se encuentra en los medios productivos está atenazada por la precariedad en el empleo y la falta de continuidad en los puestos de trabajo, si a ello añadimos la parálisis de los agentes sindicales, esta juventud se encuentra sin posibilidad alguna de hacer frente a las agresiones de clase que sufre y ajena a cualquier movimiento reivindicativo. YOUKALI, 6 página 182 Sin embargo, de modo paradójico, la juventud estudiantil (la inmensa mayoría de los jóvenes) tiene las condiciones precisas para su posible integración en movimientos de reivindicación social, pues su entorno, tanto en el campus, como en su vida privada, es estable por lo general, y no dependen de un contrato basura, ni de un patrón, por lo que podrían activar esa independencia contra los procesos privatizadores y agresivos que le afectan, si alguien, o algo, la motivase convenientemente. Los dogmas y paradigmas establecidos por el pensamiento actual para perpetuar la dominación de la burguesía a través de las corporaciones financieras; y la Universidad como fuente de creación del pensamiento crítico. Lo primero fue desmantelar toda manifestación del pensamiento crítico que albergase ideas contrarias al desarrollo e implantación del liberalismo extremo, vaciando de contenido el pensamiento colectivista, mediante la eficaz manipulación de la historia, haciendo exclusivo hincapié en las taras del socialismo real, y la ocultación o minimización de los elementos, resultados y experiencias positivas de tales experiencias históricas. Los medios de difusión del pensamiento, creadores de opinión jugaron y juegan en todo esto un papel fundamental; así como en la creación de tendencias de pensamiento favorables al nuevo orden mundial neoliberal. Este proceso se acelera con la caída de la URSS; y sin contrapoder alguno, el proceso de con- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 183 Si, desde la transición, he venido observando el lento pero progresivo vaciamiento del pensamiento crítico (de base “humanista”), en las actividades de la docencia universitaria, no soy ningún experto, ni teórico académico, simplemente como activista social y político, he podido Elementos de producción crítica centración, privatización y dominio absoluto se despliega sin obstáculos importantes. La aparición en China de una política de “capitalización” (de las famosas dos vías) garantiza de forma definitiva la implantación del neoliberalismo a escala global. Elementos de producción crítica página 184 YOUKALI, 6 apreciar una progresiva decadencia de la presencia sociopolítica y activa de la Universidad, cada vez más evidente. Y la desmovilización de los jóvenes universitarios, de forma semejante a la de los “sindicatos de clase” y los “partidos de la izquierda”, en sus respectivas áreas de acción sindical y política, resulta evidente también. Todo esto ligado al proceso global de integración del pensamiento y de la praxis humanista en el contexto del desarrollo e implantación universal del neoliberalismo. Por ello mismo, y en primer lugar, habría que llenar de contenido “universal” (más allá del corporativismo) a la crítica y a la práctica contra el liberalismo, no seccionando ni simplificando los mensajes en un ejercicio hipócrita de reduccionismo político y chovinismo estructural, que ha roto los lazos que unían a las diferentes fuerzas sociales, tanto en la defensa de los intereses inmediatos, como en las estrategias globales. Aquí, el “divide y vencerás” ha sido determinante. Si cada sindicato, partido político, universidad u ONG de carácter social, tan sólo se preocupa de sus propios problemas de supervivencia y/o de integrarse de la mejor forma posible en el sistema, para que este les garantice los medios económicos para su supervivencia, convirtiéndose así en compactas máquinas burocratizadas que lo único que hacen es mantener la maquinaria del sistema y ocultar el pillaje con programas de carácter caritativo y políticas de convenios con las corporaciones económicas; si sólo nos preocupamos de sobrevivir, ni sobrevivir podremos. La Universidad aparece como uno de los ejes centrales de las actividades humanas y económicas. El creciente desarrollo de la tecnología y la computación están anulando por completo las actividades artesanales en la mayoría de las actividades industriales, en todos los campos, tanto donde interviene la máquina o el ordenador, la complejidad de los medios técnicos hacen de la formación universitaria el elemento central para movilizar las ingentes fuerzas productivas existentes. Hoy, más que nunca, y dada la constante concentración de capitales que reduce en unas pocos corporaciones económico-financieras el control de los mecanismos productivos y comerciales, es necesario el desarrollo de las enseñanzas humanistas para evitar que nos conviertan, aún más, en meros apéndices de los procesos productivos, financieros y comerciales. Las corporaciones económicas y financieras tienden a poseer el control total de la Universidad, tal y como ya ocurre en los Estados Unidos, con el resultado lógico de conformismo y pasividad socio-económica (en donde la firma de convenios colectivos en las empresas, o la seguridad social, son considerados avances casi revolucionarios). En este contexto, la Universidad en Europa debería asumir y recuperar precisamente su carácter “universal”, y comenzar a tomar de forma global los problemas derivados del proceso de privatización, posibilitando la coordinación de todas las fuerzas socio políticas que en estos momentos están contra el citado proceso, y educando a los estudiantes con las herramientas humanista necesarias para hacer frente a esta lenta, pero continua, decadencia de los valores humanos, frente al exclusivo valor capitalista del beneficio (a cualquier precio); pues la actividad económica ha de estar sometida a los hombres, al desarrollo de los valores humanos, y a las necesidades individuales y colectivas, buscando vías que nos ayuden a superar los errores de las prácticas colectivistas ensayadas hasta ahora, y del feroz individualismo depredador y suicida del neoliberalismo actual. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net En ese encuentro, del que surgió una experiencia increíble hoy, participaron, por un lado, Chris Marker, Antoine Bonfanti y Mario Marret, que representaban la generación mayor de los “cineastas”, a quienes los obreros llamaban “los parisinos”. Por otro lado, más jóvenes, Bruno y Francine Muel, un operador de cine y una socióloga nada engullida en la época por la lógica académica. Además, gentes, como Pol Cèbe que, dentro del propio universo obrero mantenían contactos con el mundo de la cultura; eran los intermediarios entre universos separados pero que, como muestra esta historia, no están condenados a estarlo. Gracias a él, Bruno Muel, que había filmado en mayo del 68 la fábrica vacía de Peugeot, se vio interpelado para hacer una película sobre el 11 de junio de 1968. Ese día, la fábrica Peugeot fue asaltada por la policía y produjo dos muertos y bastantes heridos. Encontraron la película de un taxista que ha- 1.- Bruno Muel y Francine Muel-Dreyfus, “Week-ends à Sochaux”, D. Damamme, B. Gobille, F. Matonti, B. Pudal (directores), Mai Juin 68, París, Les Éditions de l’atelier, p. 331. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Análisis de efectos / reseñas Bruno Muel formó parte de los grupos Medvedkine —así llamados en honor del cineasta soviético Alexander Medvedkine— entre 1967 y 1974. Un grupo de cineastas y de obreros (de las fábricas de Rhodiaceta en Besançon y de Peugeot en Sochaux) realizaron un conjunto de películas donde puede observarse, al menos, que Mayo del 68 fue también el contacto de intelectuales y artistas que intentaban vivir de otro modo que como “pingos almidonados” (según explicaba gráficamente Antonio Gramsci) y obreros que quisieron ser más que comparsas de las consignas. Como todas las experiencias, ésta se encontró con la resistencia de lo real y tuvo, también, sus luces y sus sombras: pero tocó lo real. Y no era tarea fácil. Como explican Bruno Muel y Francine Muel-Dreyfus, “esta experiencia de trabajo que salía de lo ordinario y de los marcos militantes, es, en primer lugar, la historia de un encuentro, o mejor de encuentros, entre gentes que pertenecían a universos diferentes pero también, a menudo, entre gentes diferentes dentro de su propio universo”1. Los encuentros, anotaba Althusser, son aleatorios, tanto en sus orígenes como en sus efectos. Cuando se producen, sin embargo, producen un ser nuevo, irreductible a las características de los seres que compusieron su origen. Ese ser puede durar mucho o poco tiempo, lo interesante, sin duda, es que exista. Sobre todo cuando se sale de los encuentros previsibles. página 185 por José Luis Moreno Pestaña / Bruno Muel YOUKALI, 6 Un cine sobre encuentros improbables: notas sobre la cinematografía de Bruno Muel, seguidas de una reflexión del propio cineasta “A propósito de la película Septiembre chileno”. Análisis de efectos / reseñas bía grabado el suceso en súper 8. Con la bobina se montó un film (11 juin 1968) que se proyectó el 11 de junio de 1970: lo vieron entre tres mil y cuatro mil obreros. Un sala cultural mantenida por Pol Cèbe anunciaba en una banderola: “La cultura es como la pesca con caña: se aprende”. Alrededor de esa sala, otros jóvenes obreros inquietos le pidieron contactar con los parisinos. Uno de ellos Christian Corouge —posteriormente clave en las excelentes investigaciones sobre la clase trabajadora de Michel Pialoux y Stephane Beaud2— lo explicaba claramente: se militaba para luchar por mejor salario y condiciones de trabajo pero también para enriquecer la vida y para introducir en ella “el cine, la literatura, el teatro”. Como nos enseñó Juan de Mairena, con una perspicacia sociológica (y ¡ay! una inteligencia política ajena a muchos “amigos del pueblo”) sobre la que se piensa poco, “de Platón no se ríen más que los señoritos”. En 1974 se dispersaron los grupos Medvedkine. No está escrito que un buen encuentro sea eterno. Antes Bruno Muel había rodado con Théo Robichet Septembre chilien. Otro encuentro —desgraciadamente raro, entre un gobierno democrático y el ideal socialista tomado en serio— roto, esta vez, no por la dureza de la vida obrera, de la distancia cultural y de los azares, sino por la violencia fascista, ese momento sucio de la vida política en el que el poder se vuelve anárquico y desmedido. Y nos condena al heroísmo o a la humillación. A propósito de la película Septiembre chileno por Bruno Muel YOUKALI, 6 página 186 Han pasado treinta y cinco años desde que fuimos a filmar a Chile los testimonios de víctimas del golpe de estado que acababa de producirse. Después, a menudo he acompañado a las proyecciones de Septiembre chileno. Creo que me la se de memoria y estoy acostumbrado a las reacciones que suscita. Aunque este documental de 40 minutos parece haber guardado intacto su poder de emoción para todo un público, no sólo chileno, de izquierda o simplemente progresista, se presenta la oportunidad de plantear algunas preguntas sobre la naturaleza y el papel de un simple reportaje. Recientemente he ofrecido a un amigo español, de la Universidad de Cádiz, de paso por París, un DVD de la versión original de la película que él quiere mostrar allí (de esta versión hablada en español –y una secuencia en portugués- ya he enviado copias a Chile, a Cuba y a Brasil) y me ha preguntado si yo tendría un texto de presentación. Entonces, me he dado cuenta de que, salvo algunas líneas escritas aquí o allá, yo no tengo ese texto, de que nunca lo he escrito. La calidad del sonido tomado por Théo Robichet y de mis imágenes no bastan para explicar la prolongada vida de esta corta página de Historia. Teníamos 2.- Ibíd., p. 336. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net En septiembre de 1973, después de bastantes películas “Medvedkine”, acabábamos de obtener un adelanto sobre taquilla del Centre National de la Cinématographie: una suma considerable para nosotros, que hasta entonces habíamos hecho de todo para poder hacer una película más ambiciosa, bautizada en el papel por Chris Marker como “La salida de la fábrica Peugeot”. Esa película la hicimos a la vuelta de Chile: Con la sangre de los otros, una película oscura, que me vi arrastrado a terminar con un sentimiento de aislamiento que marcaba el final de la experiencia “Medvedkine”. El fin, no el fracaso. El final, falto de combatientes, por fatiga, usura, represiones que golpeaban a nuestros camaradas que habían trabajado en las cadenas. A causa también del mal viento que soplaba sobre sus luchas. Prácticamente todos eran cegetistas, eran o habían sido del Partido Comunista y, en cierto modo, lo que había caído sobre los militantes chilenos había caído también sobre ellos. Durante nuestros años de trabajo común, habían visto y comentado muchas películas sobre Chile y lo que allí pasaba les había parecido una vía posible para el cambio. El 11 de septiembre, por tanto, en realidad el 12 por la mañana, escuché la noticia del golpe de estado en la radio. Inmediatamente llamé a Théo, que estuvo de acuerdo en que fuésemos a Chile utilizando el dinero del CNC. Enseguida llamé a nuestro amigo Pol Cèbe a Sochaux para decirle que haríamos la otra película más tarde. Con el paso del tiempo, me sorprende que hiciéramos aquello sin más discusión y sin mayores comentarios. Se trataba de algo totalmente evidente. Le dije a Pol: “voy a enviar una carta para los compañeros”, una carta de la que no tengo copia y que ellos han perdido. En substancia, decía: “si fuera aquí donde suceden esas cosas, no entenderíais que no llegase alguien con material y película ¡pues es exactamente lo mismo!”. Análisis de efectos / reseñas la costumbre de trabajar juntos y formábamos un sólido equipo, pero estoy seguro de que el poder de esta película tiene en realidad más que ver con el estado de ánimo que manteníamos en nuestra relación con aquellos a los que filmábamos. Y ese estado de ánimo era el fruto del trabajo de larga duración en el que estábamos comprometidos, más cerca de nuestra casa, en Besançon y en Sochaux: yo desde hacía seis años y Théo desde hacía tres. Me refiero a los grupos Medvedkine, esa experiencia aventurera que consistía en mezclar obreros, en su mayoría jóvenes, y ceneastas profesionales, para de ese contacto hacer surgir películas que hablasen de las luchas de los obreros, de sus condiciones de trabajo y de vida, de sus sueños y de sus esperanzas. Santiago está más lejos, pero nos dimos prisa. Tuvimos incluso que esperar en Buenos Aires al primer avión porque el aeropuerto de Santiago estaba cerrado. Ese avión, nuestro primer contacto con Chile había sido asaltado por exiliado que volvían tras haber huido de la Unidad Popular. Sobrevolando las cimas nevadas de la cordillera que marcan la frontera, se pusieron a gritar y cantar la gloria de su país “liberado” descorchando botellas de champagne. Al principio era fácil filmar en las calles de Santiago. Todas las carreteras hacia el resto del país estaban cortadas pero habíamos podido ir a uno de esos barrios de chabolas de los alrededores de la ciudad. Y después, nos habían acompañado a citas secretas con militantes que, uno tras otro, querían hablar a toda costa, que corrían el riesgo de hablar a cara descubierta, como aquella joven brasileña que empezó diciendo: “quiero decir al mundo entero...”. En un edificio de oficinas desierto al que nos llevó un joven ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Nuestros contactos se limitaban a un puñado de números de teléfono. Uno de ellos era el de Pierre Kalfon, que era corresponsal del “Monde” en Santiago. Nos ayudó haciéndonos entrar en primer lugar en los jardines de la embajada de Suecia en la que muchos europeos y también chilenos habían encontrado refugio. Fue allí donde recogimos el testimonio de aquél joven economista sueco que su embajada logró hacer salir del Estadio Nacional. Ciertamente más teórico marxista que yo, lo que nos dijo en un momento me confirmó lo que yo había querido decir en mi carta a los amigos de Sochaux: “...la tortura, como todo acto en un régimen de clase, tiene un carácter de clase. Evidentemente, son los pobres, los obreros, esos a los que se llama pobladores, los habitantes de los barrios de chabolas, los más salvajemente torturados, los más salvajemente apaleados...”. página 187 Felizmente para nosotros, los militares habían improvisado un servicio de prensa que aún no era muy hábil. Efectivamente, teníamos cartas de acreditación de una televisión en lengua inglesa (lengua que ambos hablábamos igual de mal) que eran falsas. Ninguna cadena habría confiado en nosotros y Théo había solucionado el problema de manera totalmente ilegal pero suficiente. Análisis de efectos / reseñas página 188 YOUKALI, 6 abogado, encontramos a dos mujeres que habían sido violadas por los militares que fueron a detener a sus maridos. Con la única luz del ángulo de una ventana, me senté en el suelo y al mirar su bello rostro con el ojo de mi cámara y escuchar lo que nos decían, me parecía estar hundiéndome en el suelo bajo el peso de sus palabras. Théo y yo habíamos sentido tal empatía con lo que filmábamos que al caer la noche, en el hotel en el que nos mantenía el riguroso toque de queda, no hablábamos de lo que habíamos visto y oído durante el día: no podíamos hablar de ello. También en nuestras cabezas se había hecho black-out. Al cabo de una decena de días se hizo cada vez más difícil filmar en las calles. Los militares nos paraban cada vez más a menudo, nos pedían nuestros papeles, miraban con desconfianza nuestro ridículo carnet de prensa. Una mañana, después de la conversación filmada en el minúsculo patio de una pequeña casa con los dos estudiantes de la Universidad Técnica de Santiago, le dije a Théo: “creo que tenemos ya nuestra película. Es el momento de partir”. La víspera, habíamos filmado el entierro de Pablo Neruda. No sabíamos que íbamos a asistir a la primera manifestación pública de oposición a los militares golpistas. Media hora antes de la hora prevista esperábamos delante del cementerio cuando cuatro o cinco camiones abarrotados de hombres armados se situaron en medio de la gente que empezaba a aproximarse; después se fueron y el gentío aumentó y, por supuesto, todos se preguntaban si los militares no volverían y dispararían a bulto. Sin duda, la presencia de numerosas cámaras y de diplomáticos extranjeros lo impidió. Y por encima de aquella masa humana, por encima de esa increíble manifestación política, brotaban fragmentos de poemas de Pablo Neruda declamados a voz en grito. Para nuestra última tarde en Chile, los que nos habían guiado y acompañado, con los riesgos que eso entrañaba, quisieron organizarnos una pequeña fiesta. Pero, evidentemente, estaba el problema del toque de queda. Decidieron entonces que en lugar de ser una tarde sería una noche completa. Llevando cada uno algo de beber y de comer nos encontramos de nuevo en un barrio desierto, en un edificio desierto en el que todas las oficinas estaban cerradas. Alguien había llevado un tocadiscos y escuchamos la música de Víctor Jara y todo ese nuevo folklore, ese renacimiento cultural, que había acompañado a la Unidad Popular y que los militares se aprestaban a prohibir. La portera del edificio se unió a nosotros trayendo sus propios discos y todos cantaron canciones revolucionarias. Y después, un poco antes del final del toque de queda, un temblor de tierra hizo temblar los vasos y las botellas, se rompieron algunas piezas de la vajilla, las puertas batieron y nuestro equilibrio se hizo un tanto inestable. No fue una gran sacudida y los chilenos, además, están acostumbrados..., pero a pesar de todo salimos en una fila india un tanto zigzagueante y abrimos la pesada puerta de cristal que daba a la calle. Nos esperaba un extraño espectáculo. Los escasos habitantes del barrio habían hecho lo mismo que nosotros, en pijamas, en camisones, una colcha o una manta por encima, y los soldados armados que se suponían que iban a disparar sobre todo lo que se moviera no sabían qué hacer, ellos mismos de un lado para otro a la pálida luz del alba naciente. En el aeropuerto de Santiago pasamos la aduana, registramos las cajas de material, las películas y las bandas sonoras más importantes de nuestros últimos rodajes (habíamos podido confiar a pilotos de AirFrance nuestras primeras bobinas) y esperábamos en la sala de embarque cuando fui llamado por mi nombre por el altavoz. Yo no estaba muy tranquilo, y lo estuve menos aún al ver nuestras cajas y nuestros paquetes amontonados sobre un mostrador tras el que estaban sentados tres oficiales del ejército chileno con cara de sueño. Sin intentar ver mi carnet de prensa o mi acreditación, el de mayor graduación me preguntó con severidad qué habíamos visto en Chile. Farfullé que habíamos encontrado Santiago muy tranquilo y eso fue todo. Marcaron nuestras cosas con cruces de tiza en señal de autorización y me saludaron de manera educada. Incluso en un ejército golpista se encuentran oficiales chupatintas cortos de miras. En París nos esperaban y se organizaba el movimiento de solidaridad. Son muchos los que intervinieron para hacer posible que la película se viera pronto, Valérie Mayoux, Chris Marker, Roger Louis, Simone Signoret, y bastantes más. Terminado el montaje, fui a Sochaux con la bobina bajo el brazo para un pase previo organizado por los obreros del grupo Medvedkine, que habían pagado de su bolsillo el alquiler del teatro de Montbéliard. Fue un éxito; una quincena de copias circulaban por toda Francia. Era una película militante por el uso que se hizo de ella y, al mismo tiempo, recibió una cierta consagración: ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Análisis de efectos / reseñas página 189 Martes, 22 enero 74 Camaradas... Aquí tenemos una copia de Septiembre chileno. Nos la piden cada día y, a menudo, varias veces cada día. Acabamos de hacer un pequeño cálculo: desde el 15 de diciembre hemos proyectado la película 26 veces más una y hemos realizado 18 debates. En total, por casi nada, 2500 espectadores en el departamento del Franco condado. 21 veces por iniciativa de militantes comunistas (veladas de solidaridad con Chile, de carácter cultural o político, entregas de documentación, congreso sindical, etc...) y podemos escribir sin riesgo de error que más de la mitad de nuestros 2500 espectadores son miembros del partido comunista. Jamás, en ninguna de las 26 proyecciones, en ningún momento de los debates, nadie ha negado ni el valor del film ni la honestidad de los cineastas, y mucho menos “denunciado” los “peligros” de una película-testimonio lúcida, a veces dolorosa, pero totalmente optimista e incluso movilizadora. Si tuviéramos que resumir en una frase toda la riqueza de las discusiones alrededor de la película diríamos: llamamiento a la lucha para reforzar la unidad y vigilancia redoblada para aislar en Francia a las fuerzas fascistas en potencia. Pero si escribimos esta carta es para hablar de la 27ª proyección, la única que no se ha parecido a las otras y que no entendemos... y nosotros somos comunistas y no nos gusta nada no entender. Besançon, 15 enero 74. Los camaradas de Besançon nos habían pedido la película para iniciar una velada-Chile con la presencia del conferenciante Fournial, miembro o colaborador del C.C. (comité central). Copia bajo el brazo, entramos en una sala triste y poco acogedora. Extrañados, al preguntar sólo obtuvimos “explicaciones” vagas y reticentes de los camaradas, del tipo... “parece que es una película muy mala, peligrosa, anti-Unidad Popular... Fournial dice que...” y, de un viejo camarada normalmente lúcido y al que los militantes del partido formados en Besançon (nosotros lo somos) deben mucho, obtuvimos este extraño apóstrofe: “los últimos cinco minutos de esta película son muy palos, peligrosos...” y, ante nuestra pregunta: “¿has visto la película?” respondió “no”, “no, pero Fournial me ha dicho... Y YO ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO CON ÉL, QUE ESTA PELÍCULA ES MUY MALA...”. Un argumento, por supuesto, insoportable... y lo decimos. Fournial tiene derecho a que no le guste Septiembre chileno (conocemos excelentes militantes del partido a los que no les gusta el Potemkin y otros que defienden Morir en Madrid) pero Fournial no se contenta con intentar influenciar a los camaradas antes; esto es lo que pasó después: YOUKALI, 6 un premio sustancioso del CNC, la paloma de plata del festival de Leipzig 1973, el premio Jean Vigo de cortometraje 1974. Y sin embargo, surgió una curiosa polémica sobre el trabajo que habíamos hecho, podría decirse, con total inocencia. La película no les gustaba a los dirigentes comunistas franceses. La encontraban “trotskista” porque esos a los que habíamos filmado hablaban de lucha armada ¡como si alguien se pudiera extrañar de que la primera reacción de las víctimas del fascismo sea una llamada a las armas! Incluso, una proyección en Besançon fue acogida con mucha frialdad. Nuestros amigos militantes no comprendían nada. Pol Cèbe, comunista y combatiente desde hacía mucho en la batalla cultural en la fábrica Rhodiacéta de Besançon y después en la Peugeot de Sochaux, escribió una larga carta al comité central de su partido. Me enviaron una copia, de la que me permitiré citar algunos extractos (está firmada por Pol y por su mujer Jeanine, a la que todos llamábamos Zouzou): Análisis de efectos / reseñas página 190 YOUKALI, 6 ...Tras una larga explicación de lo que es el ejército chileno y del porqué de su actitud, Fournial declara: “yo no digo que mi explicación sea buena o que sea la mejor, digo simplemente que es la mía y que hasta ahora nadie me ha dado nada mejor y que si alguien me lo da... no será uno de nosotros sino nuestros camaradas chilenos” y, a continuación, alzando el tono y encolerizándose: “no soy de esos, como algunos que dan lecciones a los revolucionarios chilenos, no soy de esos que les dicen: la vía pacífica ha terminado, hay que tomar las armas, hay que tomarlas en todo el continente porque en todo el continente hay militares. Es una conclusión estúpida. Incluso en obras cuya primera parte merece la pena mostrar, su primera media hora... seguid mi punto de vista: creo que hay en ellas cosas que no están permitidas. Que se muestren documentos verdaderos, objetivos, emocionantes, como el entierro de Neruda y, a continuación se saquen de forma abusiva e irresponsable conclusiones estúpidas, es algo que no debería estar permitido ni siquiera al mejor de los cineastas. Sobre esta cuestión no iré más allá”. Y volviendo al tono del conferenciante, Fournial prosigue su exposición... ...Esa es la cuestión. Entonces, ¿dónde está la felonía? ¿Quién saca abusivamente conclusiones estúpidas? En todo caso, ni Bruno Muel que ha realizado la película, ni nosotros que la proyectamos, ni los espectadores ante los que la hemos proyectado. El impresionante silencio que sigue a cada proyección y la seriedad con la que después son debatidos problemas tan candentes como la vía pacífica de acceso al socialismo, la vigilancia redoblada que impone la lección chilena, también las diferencias... ...¿Cuál sería entonces esa izquierda francesa y, sobre todo, cuál sería ese partido comunista que rechazase mirar de frente a Chile y que sólo viera estupidez en los testimonios de los militantes chilenos y “conclusiones irresponsables” en el film de Muel?... ... En cuanto a nosotros, que intentamos también hacer bien nuestra tarea de animadores culturales (si se tercia, hacedores de películas), no dejamos de hacer notar a los camaradas que el cine existe y que un film no es ni un meeting ni una conferencia y que si de repente aparece en la pantalla ese rostro de joven brasileña bello como un Modigliani, y que si esos planos de muchedumbres son mucho más que planos de muchedumbres, es porque la cámara de Muel no se contenta con pasar ni con estar ahí, sino que vive al ritmo del pueblo chileno traicionado, mutilado y, sin embargo, bello y orgulloso, del pueblo chileno que tantas cosas tiene que decirnos, gritarnos, enseñarnos, pobre por una derrota provisional pero rico por una experiencia única... ...Esperamos una respuesta. Fraternalmente J. y P. Cèbe Centro de Clermoulin 25340 Roche les Clerval Dos copias : una para el secretario de sección de Besançon otra para Bruno Muel Su carta no recibió nunca respuesta. La polémica continuó, con nuevas secuelas, cuando el film se presentó en una sala (una única sala en París, donde permaneció cuatro o cinco meses). Tuve muchas buenas críticas; entre ellas dos que tiene interés comparar. He aquí un extracto de la de François Maurin en L’Humanité del 3 de abril de 1974: ... Así es el film de Bruno Muel: un crudo documento filmado en vivo, casi en el foco de la acción, en el momento en que el estupor provocado por los acontecimientos aún no se había calmado, cuando las primeras interrogantes de los que vivieron el drama surgieron de manera emocional bajo los efectos del desconcierto y de la cólera, como atestigua esa entrevista final a una joven que afirma, con un profundo sentimiento de decepción, que la vía pacífica hacia el socialismo ha quedado definitivamente excluida en América latina. Es evidente que aquí tocamos, a la vez, el carácter particular de la perspectiva seguida por Bruno Muel al dar cuenta “en caliente” de la situación creada en Chile por el putsch fascista (algo por lo que Septiembre chileno merece plenamente la medalla de plata que se le ha otorgado en noviembre de 1973 en el festival de Leipzig) y los límites de esta perspectiva, privada –y con razón- de la distancia nece- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Es ahí, precisamente, donde se afirma el desajuste entre el crudo documento y su clarificación actual. Porque esta reflexión existe hoy. Ha sido en primer lugar hecha por el Partido Comunista de Chile... Y he aquí un extracto de la de Philippe Billon y Monique Hennebelle en Liberation del 7 de mayo de 1974: ...Bruno Muel y Théo Robichet han podido filmar también los funerales de Pablo Neruda que, sin duda, constituyen la secuencia más conmovedora del film. Qué trágico suena allí el slogan “viva el partido comunista” que utilizan los valientes manifestantes... Por otra parte, es ese el punto de fricción de esta película sin duda excepcional: los autores (que pertenecen al partido “comunista” francés) no han construido su reportaje sobre una crítica de la ilusión reformista que, secretada por la gangrena revisionista, llevó a su perdición a la Unidad Popular. Sólo al final de su película dan la palabra a una militante que habla del derrumbe de la vía pacífica y de la necesidad de otro método de acción. Cuando nos muestran –y cómo duele eso- las capas populares totalmente desarmadas frente a la represión fascista, los autores no sugieren nunca las responsabilidades en esta tragedia... No tengo comentarios que añadir. En todo caso, doy las gracias a mi amigo español que me ha dado la ocasión de reavivar los recuerdos de ese tiempo que fue para muchos, posiblemente, el fin de una época. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 191 Bruno Muel (septiembre 2008) Análisis de efectos / reseñas saria para un análisis serio, en profundidad, del pasado rediente y del presente, tanto como de una reflexión no menos precisa sobre el futuro de la lucha, sus formas en la nueva situación creada por el fascismo. Análisis de efectos / reseñas página 192 YOUKALI, 6 reseña sobre El país del miedo; de Isaac Rosa* por Marta Sanz Empecemos aclarando las cosas para que nadie se vea obligado a leer entrelíneas. El país del miedo es una excelente novela que a mí me hubiera encantado escribir porque comparto sus preguntas y admiro la inteligencia para contestarlas, la lucidez, la economía y el nervio expresivo con los que Isaac Rosa es capaz de transformar una inquietud en un texto literario que es, a la vez, un discurso urgente sobre la realidad, un discurso que debe ser oído entre la maraña de discursos. En El país del miedo, con penetración y sencillez, Rosa se atreve a sacar una fotografía de esa parte de todos nosotros en la que nos angustia reconocernos: la cobardía, la maldad, la pereza, el espíritu acomodaticio, las ganas de estar ciegos y de que nos dejen en paz, la falsa inocencia en un tiempo y un espacio en el que todos, aunque nos pese, somos responsables. Como escritor, Rosa asume el riesgo de poner a los lectores en la incómoda posición de los picores nocturnos y de la sequedad de boca. Retratando a su narrador-personaje desde una perspectiva tan desfavorecedora como humana, saca el monstruo que todos llevamos dentro de los intestinos colaborando en nuestras buenas y malas digestiones de lo que sucede. Al escribir “una perspectiva tan desfavorecedora como humana” me doy cuenta de que conecto el dispositivo de la piedad como forma de justificación y que el dibujo de la mala conciencia nuestra y de la voz de este libro- nos coloca en un sitio desde el que tal vez aún podamos rectificar o salvarnos: una exhibición absoluta de desesperanza sólo sería un ejemplo más de ese dogmatismo, entristecido y reaccionario, que caracteriza alguna de las narraciones de prestigio en nuestra historia literaria reciente. La novela de Rosa pone a cada lector en la tesitura de juzgar si aún estamos a tiempo y si tenemos la voluntad de hacer correcciones; decidir si el fascismo es humano, si la irracionalidad es humana, si el miedo y la maldad son humanos, porque ésa es una de las preguntas que quizá late con más fuerza en la médula de El país del miedo: la de si la maldad es una cualidad innata o si es el resultado de un complejo proceso, un mecanismo de defensa frente a las agresiones de un entorno depredador y deshumanizado que cada día con nuestra acción colaboramos a construir. Un entorno que tiene nombres y apellidos, que es un barrio periférico pero no pobre de una gran ciudad, en España, hoy o hace unos días. Nos sentimos a la fuerza sobrecogidos por la capacidad del escritor para perfilar espacios urbanos a través de una cartografía del miedo que otra vez solapa las miradas del narrador y del lector: la ciudad *.- El país del miedo, de Isaac Rosa, ha sido publicado en 2008 por la editorial Seix-Barral de Barcelona. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Los espacios urbanos son reconocibles como también lo son algunos temas “de candente actualidad” –el bulling– que, en esta novela, dejan de ser oportunistas para convertirse en oportunos junto a otros que se silencian sistemáticamente en los medios de comunicación: pienso en el miedo abstracto a la pobreza y en el miedo concreto al pobre; pienso en los síntomas, las puntitas visibles del gran iceberg de un fascismo que cada vez arraiga con más fuerza en nuestro descolorido corazón. La novela como género, más allá de esa morfología polivalente, de esa idiosincrasia mutante que a veces la caracteriza, suele dar cuenta de cómo un ser humano individual o un colectivo de seres humanos se definen en o contra el mundo. Decir que una novela “da cuenta de...” ya revela una posición frente a lo literario que podría ser cuestionada por muchos. Sin embargo, no me parece que el autor de El país del miedo discrepara de este punto de vista porque Rosa “da cuenta”, testimonia, retrata la naturaleza de un ser humano individual en permanente interacción con el colectivo del que forma parte: una manera de estar en la sociedad de nuestros días, que no se construye contra el mundo sino en el mundo. O lo que es peor, bajo el mundo. Escondidos bajo la alfombra del mundo, con temor a que nos encuentren, así, en esa tesitura, el miedo, como estrategia de manipulación, no sólo aniquila las libertades civiles, sino que nos convierte en monstruos depredadores, en monstruos medrosos: nuestra permeabilidad y sumisión al estado de cosas (en y bajo el mundo) es tal vez un rasgo de un espíritu de supervivencia que consiste en adormecer la conciencia crítica y tomar aire para no asfixiarnos. Análisis de efectos / reseñas se compartimenta en función de la actividad de sus habitantes; se marcan límites, no tan imaginarios, no tan irreales, que no se deben traspasar porque en ellos se acaba el mundo conocido. Nuevas religiones, nuevas mitologías, nuevas conductas supersticiosas, nuevos tabúes, que sustentan una acción política basada en el terror y en la necesidad de preservar la propia vida y los propios intereses. A cualquier precio. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Rosa, a través de esta ficción –espeluznantememte posible– tiñe con colorante la transparente fibra de vidrio que vinculan el realismo con el género de terror: lo literario excede los límites del mero ejercicio de estilo porque se sustenta en una premisa moral, ética, pero sobre todo política. Los pensamientos de Carlos, a los que acabo de aludir, son comunes y también ese dato acredita el rigor de esta novela como artefacto coherente: la base de lo siniestro y de lo terrorífico, según Freud, consiste en que las cosas familiares se vuelven extrañas y todos nosotros vivimos en un universo marcado por una extrañeza que dimana de la desigualdad, de los intereses económicos que motivan las masacres, las depresiones, el deseo de irrealidad, las fantasmagorías y las muertes anticipadas. A la fuerza el mundo es horroroso: incluso la relación entre un padre protector y un hijo atemorizado termina por ser un encubrimiento en el que el cariño casi se diluye para convertirse en camuflaje de la propia cobardía, en excusa que sirve para explicar por qué la gente compra rifles y defiende su granja, su espacio acotado, sus cuatro paredes, “a los suyos”, contra la amenaza informe de lo desconocido o de lo invisible. El corazón, el amor hacia nuestros semejantes, hacia nuestros hijos, la visceralidad primaria de la consanguineidad, lo que nos dicen que tenemos de más humano, es la razón que naturaliza las acciones viles, los exterminios lentos y programados de página 193 En la médula de esta novela laten preguntas a las que se tiene la valentía de responder: así, Rosa a la pregunta sobre qué significa ser valiente opone la peripecia del narrador-protagonista de este libro, un hombre que en el intento de defender a su hijo de la agresión de un compañero del instituto, saca lo peor de sí mismo bajo la máscara de la impotencia... Y la impotencia destruye a los más débiles y los más débiles no solemos ser quienes sabemos formular nuestra impotencia con palabras que nos justifican: la dialéctica víctima-verdugo, del débil y del fuerte, también alimenta El país del miedo. El escritor lo hace tan bien que, con cierta repugnancia, nos identificamos con el monstruo y con su vulnerabilidad. Incluso podríamos haber escrito las listas de las armas que más duelen, de los territorios del miedo o de las situaciones más claustrofóbicas que Carlos, el narrador-protagonista, desmenuza para nosotros haciéndonos evocar la morbosidad de los argumentos con los que nos decantaríamos entre pinchazo o pellizco, entre una muerte por fuego o por agua. Análisis de efectos / reseñas esos otros semejantes que, por su clase, no están tan próximos a nosotros. Quizá, no casualmente, ésta es una novela de hombres: el personaje de la madre se diluye y Rosa nos aleja del estereotipo que unifica maternidad, feminidad, instinto y naturaleza –frente a la civilización y la racionalidad viriles-, para poner la narración en las manos de un hombre acobardado que acaba ejerciendo una fuerza en diferido en la que no hay que sufrir con la contemplación de los efectos. En todo caso, en El país del miedo se busca la síntesis dialéctica entre ciertas antagonías: el texto y el contexto, el individuo y el colectivo, el instinto y la civilización, la emoción y la razón... Desde ese marco de comprensión, el narrador-protagonista es un ser profundamente responsable, entre otras cosas, porque a menudo muestra una lucidez, una conciencia de su propia alienación, que más tarde contradicen sus acciones. Pero su culpa no es una culpa individual, sino una culpa colectiva. Tal vez es que su pánico –el pánico de todos- le impide actuar correctamente; tal vez, el único obstáculo es su propia comodidad –la de todos-. La tensión moral e ideológica del personaje cristaliza en una estructura narrativa claustrofóbica, en un entramado que genera angustia con la maestría de los grandes narradores de la literatura y del cine. Sin grandilocuencia. Sin tregua. Hacia lo que es inevitable. Haciendo uso de una fórmula que recuerda a los cuentos de ayer y de siempre: el bosque, el castillo, un cazador, un niño amenazado que guarda un secreto y se adentra en el follaje, un ángel de la guarda, un duende perverso, la ley, el resguardo del hogar. Después la esencia de cada personaje se pone en tela de juicio, se caen los disfraces del guiñol y el orden se desbarata, se corrompe. La crónica de una, quizá, muerte anunciada renuncia en este texto de Isaac Rosa al gélido sentido del humor que era un rasgo definitorio de sus novelas anteriores y, con implacable austeridad, se critica ferozmente, pero sin pronunciar una sílaba más alta que otra, a las clases medias. Al final pasa lo que tiene que pasar. Rosa no engaña al lector encerrado en su miedo también al leer este libro-, sino que aplica con precisa eficacia la lógica de un efecto mariposa que encadena causas y consecuencias actuando desde dentro hacia fuera y desde fuera hacia dentro. YOUKALI, 6 página 194 Más preguntas y más respuestas alimentan estas páginas: ¿quiénes son los seres indefensos?, ¿la infancia?, ¿los pobres?, ¿los violentos?, ¿los pusilánimes?, ¿las minorías o las mayorías?, ¿los chabolistas o los residentes en bloques de pisos de ochenta metros cuadrados con calefacción central?, ¿qué significa estar indefenso?... En el desenlace, el autor se compromete. Durante la lectura de la novela, recordamos el Columbine de Michael Moore, a la Dafne de Maurier de No mires atrás, al Ibáñez Serrador de ¿Quién puede matar a un niño? Al lado de éstos, hay otras obras, otros discursos que se nos van depositando sobre los ojos como una costrita. En estas circunstancias no existen los productos culturales inocentes y cada vez resulta más complicado conseguir que las cosas visibles se vean. Esta novela lo consigue: los meninhos da rua están aquí, amenazándonos con sus hambres de pan o de amor, y todos somos o seremos en algún momento sus verdugos. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Dos libros aparecen en español del psicólogo social marxista francés Jean-Léon Beauvois: el Pequeño tratado de manipulación para gente de bien (Madrid, Pirámide) y éste del que nos ocupamos aquí, el Tratado de la servidumbre liberal (Madrid, La Oveja Roja). Del primero habría que decir al menos que es un libro muy diferente al Tratado. El Pequeño tratado es un libro sobre técnicas de manipulación, es decir, sobre las maneras en que somos engañados diariamente por la propaganda, el marketing y la publicidad. Pero, pese a lo que dicen sus autores en el prólogo y en diferentes lugares del libro, que el conocimiento de estas técnicas puede ponernos en sobre aviso para no picar en ellas, también es verdad que pueden enseñarnos a manipular: todo depende de las manos en las que caiga el libro. Por otra parte, muchas de estas técnicas se conocen ya a través de libros de management, técnicas de venta, etc. sólo que aquí se usan otros términos. Al contrario, el Tratado de la servidumbre liberal es un libro con un objetivo muy interesante aunque acabe decepcionando un poco. Beauvois describe aquí los mecanismos relacionales por los que se produce la sumisión al actual orden liberal. No se trata del típico ensayo en el que una mente lúcida nos enseña a nosotros, lectores-aprendices, lo que no nos damos cuenta que ocurre (como hace, entre otros, Bauman) sino que Beauvois parte de la “psicología ordinaria” (toda la primera parte está dedicada a ella) y de algunas consideraciones sobre la “libertad ordinaria” (la segunda parte del libro) para, finalmente, cruzar estos dos ámbitos de la vida cotidiana con los modelos de ejercicio del poder que él mismo distingue: el dictatorial, el totalitario y el liberal. La edición contiene un prólogo del lacaniano-marxista esloveno Slavoj Zizek, donde destaca la relevancia del texto de Beauvois para establecer un camino crítico sobre la “libertad”. También se incluye una Introducción de Nicole Dubois y Robert-Vincent Joule (con quien firma, por cierto, el Pequeño tratado) y una Conclusión del propio autor donde reflexiona sobre el poder social a partir de unos dibujos prehistóricos con los que ilustra su afirmación de que es una idea falsa “pensar que hay que buscar en el cerebro humano el origen de las grandes realizaciones de la especie humana” (p. 251). *.- El Tratado de la servidumbre liberal, de Jean-Léon de Beauvois, ha sido publicado en 2008 por la editorial La Oveja Roja, de Madrid. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Análisis de efectos / reseñas por Ángela Martín página 195 del Tratado de la servidumbre liberal un texto de Jean-Léon Beauvois*. YOUKALI, 6 reseña Análisis de efectos / reseñas El título del libro es un homenaje al famoso Discurso de la servidumbre voluntaria de Etienne de la Boëtie (autor francés del siglo XVI) pero ahí acaba la relación entre ambos. El libro de Beauvois se organiza sobre una cierta variabilidad de epígrafes, en cada parte, que se siguen unos de otros, pero que están constantemente interrumpidos por numerosos ejemplos de investigaciones experimentales de psicología social. Si lo primero favorece la justificación argumental, lo segundo ayuda a comprender mejor los elementos, conceptos y enunciados que propone. Si bien Beauvois mantiene este procedimiento en el interior de las partes, esas mismas partes aparecen como bloques en buena medida desconectados unos de otros. El asunto principal del libro, la sumisión liberal, la manera en que somos dominados socialmente en las sociedades donde ha triunfado el liberalismo, es un tema recurrente en las obras de Marx y Weber, por poner dos ejemplos muy relevantes (ninguno de los dos, curiosamente, citados ni usados por Beauvois), y tiene un considerable peso en la literatura politológica posterior en la que éstos autores han influido. ¿Qué es entonces lo que aporta este Tratado de la servidumbre liberal? Pues precisamente aquello que ha quedado fuera de los análisis políticos: los individuos no como “sujetos” únicamente sino los individuos como “agentes”. En los análisis filosóficos y sociológicos sobre los individuos suele estudiarse básicamente lo que determina a éstos, lo que les constituye como sujetos. Lo que transforma, podríamos decir, sus ideas del mundo y de su propia vida. Esta visión es común en los libros de Chomsky, por ejemplo. Estas teorías ponen el énfasis en el cambio de contenidos (ideas) y en la asimilación de lo prescrito por la acción ideológica. Sin embargo, Beauvois se interesa por el estado (“estado agéntico” lo llama, como Milgram, en un capítulo) es decir, por una situación social de sumisión forzada en la que el individuo “identificado, diferenciado y auto-suficiente que describen nuestros ideales liberales” ha aprendido a someterse y sabe someterse a las presiones del poder en la que ha mediado una “declaración de libertad”. Para Beauvois lo fundamental del liberalismo es que es un ejercicio del poder en el que se interpela a la naturaleza psicológica de la gente sometida, a sus necesidades y a su inteligencia. Esto, desde luego, es la base de buena parte de la literatura basura que se vende como libros de autoayuda y libros de marketing y empresariales (los famosos Consiga vender más, Conviértete en tu mejor jefe, o Aprende a vivir). Esa apelación constante en programas de televisión, anuncios, consejos, etc. deriva directamente de este fundamento liberal de sumisión forzada. Beauvois no hace alusión a nada de ello puesto que su interés se centra en el mecanismo y en su origen ideológico transmitido mediante un proceso “socio-psicológico”. Especialmente brillantes son los epígrafes dedicados a la naturalización (precisamente el aspecto que nunca se estudia) de las utilidades sociales de las explicaciones causales, que primero son respuesta a una expectativa o a una prescripción del medio social y que, una vez interiorizada, aparece como natural, como emanación de la naturaleza psicológica del individuo. YOUKALI, 6 página 196 Sin duda el libro de Beauvois tiene unas posiciones firmes de partida que le guían en su tratado: la primera es que lo social determina lo psicológico (ideas salidas del Marx y Engels de La ideología alemana). El segundo que la ideología no es ninguna infraestructura (según el modelo clásico marxista) sino, al contrario, una estructura que “habita” los sistemas de poder político. La tercera es que la batalla por el conocimiento no tiene el sentido de una lucha por determinar si algo es verdadero o falso, sino qué valor social tiene, o para qué está concebido ese conocimiento. El Tratado tiene algunas inconsistencias que deben decirse también. La primera de ellas es que a lo largo del libro se tiene la sensación de que leemos entre fragmentos de textos de diferente procedencia, y que parecen notas de lectura. Esto sucede sobre todo cuando se usan ejemplos de experimentos con los que, si es verdad que se ilustran muy bien los problemas que se tratan, también es cierto que son sacados de sus objetivos y resultados de origen (algunos de ellos de los años sesenta) para reinterpretarlos a la luz de las investigaciones que presenta el libro. La segunda de ella es la petición de principio que Beauvois hace en favor de la historia (lo que significaría tener en cuenta tiempos sociales y geopolíticos distintos) y que, sin embargo, nunca podemos apreciar puesto que la mayor parte de sus ejemplos son de unos Estados Unidos de hace cuarenta años, lo que nos impide saber cómo funcionarían sus argumentos en otras sociedades y en otro tiempo. No conozco el libro posterior de Beauvois, Las ilusiones liberales, pero por su título parece seguir la investigación sobre los mecanismos de dominio liberal. El Tratado es, desde luego y a pesar de algunos de las inconsistencias que he señalado, un libro esencial por muchas razones, aunque seguramente haya una básica: por desentrañar la mistificación con que la ideología liberal se ha impuesto socialmente. Este movimiento del radicalismo en el viejo tablero de ajedrez, en el que triunfa el capitalismo, es ya un acontecimiento importante. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net a José Luis Moreno Pestaña a propósito de su libro Filosofía y Sociología en Jesús Ibañez por Ildefonso Marqués Ildefonso Marqués Perales es investigador en sociología del Centro de Estudios Andaluces y José Luis Moreno Pestaña es profesor de filosofía de la Universidad de Cádiz. Los dos, además de compartir un entusiasmo por la obra del pensador francés Pierre Bourdieu (sobre la que han publicado ya varios textos), trabajan e investigan con el filósofo gaditano —aunque nacido en Sevilla— Francisco Vázquez, catedrático de filosofía de la universidad de Cádiz. Análisis de efectos / reseñas entrevista Jesús Ibáñez ha sido, sin duda, el sociólogo español más carismático de la segunda mitad del siglo XX. Creó, cosa única en la historia de las ciencias sociales españolas, con otros compañeros, una técnica de investigación original (el grupo de discusión), hizo una importante crítica de la encuesta estadística (en la que él era un experto extraordinario y un introductor en España) y, como sociólogo, planificó y asesoró la introducción de muchas grandes firmas comerciales en España y conoció de primera mano el despliegue del capitalismo de consumo en ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 ¿En qué sentido es importante, para un público no especializado en ciencias sociales, pero con ansias de conocer la historia del pensamiento en España, conocer un libro como el que acabas de publicar? O dicho de otra forma menos personal, ¿quién es Jesús Ibáñez y cuáles han sido sus mayores aportes al conjunto de la ciencia social española? página 197 Lo que sigue es una entrevista de Ildefonso Marqués a José Luis Moreno a propósito de la obra de éste último titulada Filosofía y Sociología de Jesús Ibáñez, publicada por la editorial Siglo XXI. Es éste su segundo libro, después de Convirtiéndose en Foucault (Barcelona, Montesinos, 2006), trabajo que fue vertido al francés y que ha tenido una acogida excelente. Análisis de efectos / reseñas España. Ibáñez (con Alfonso Ortí y Ángel de Lucas, otros dos sociólogos potentísimos) generó una escuela, pese a su escaso poder académico y a su marginación institucional de años: eso lo dice todo de su fuerza teórica y de su personalidad, paradójica, divertida y, detrás de su pipa y de su aspecto poco convencional (era gordo, tenía unos jerséis un tanto gastados...), muy cautivadora. Como profesor era extraordinario, aunque, para ser honesto, creo que no todos sus alumnos lo entendían. Con Ibáñez, mucha gente no iba buscando cátedras, pero sí, y lo obtenían, ideas para investigar y un sentido de conjunto sobre qué es hacer sociología. Mis amigos Luis Enrique Alonso, Sergio Ariza y Enrique Martín Criado me han hablado mucho al respecto. Otras personas también. También obtenían una enseñanza de cómo vivir de modo rebelde siendo un profesional competente. Eso es muy importante y conviene insistir hoy en ello: sin sentido de conjunto acerca de qué es pensar y vivir, una biografía intelectual desbarra en el oportunismo político, académico o mediático y, a largo plazo, incluso si tiene cosas que decir, se seca intelectualmente. Políticamente, fue un joven falangista crítico y pasó a la izquierda en 1956 (como otro gran pensador español muy presente en el libro, Manuel Sacristán), pese a que mantuvo contactos con sus antiguas redes en el régimen —Manuel Fraga o Blas Piñar, por ejemplo, continuaron siendo sus amigos—. Los conflictos intelectuales y políticos en el régimen lo colocaron entre quienes aspiraban a la excelencia intelectual y por eso chocaban con la carcunda que, por entonces, se dedicaba a atacar día sí y día también a Ortega y a marginar a Zubiri. Su origen rural, su propia conciencia de hombre poco convencional (hijo de madre soltera nacido un 29 de febrero...) y su sensibilidad falangista, le unieron a quienes rechazaban la conversión de España en una sucursal de EEUU y en un país insensible a la injusticia social. Lo pagó caro. Ibáñez sufrió mucho cuando lo tenía todo para haber realizado una carrera universitaria meteórica. No quiso. Y para una persona de su ambición intelectual, fue un calvario. Después, con la ayuda de algunos amigos (como Salustiano del Campo), consiguió algo difícil: volver a la Universidad gracias al enorme prestigio que alcanzó como investigador de mercados. Ibáñez es una figura enigmática porque su trayectoria es constante: fue, incluso en sus errores, un gran intelectual, es decir, una persona ocupada por cuestiones intelectuales, sea como investigador de mercados o catedrático. Sus críticos lo reconocen. Pero su trayectoria también es ejemplar y representa a la gente que recuperó una conciencia política crítica, socialmente sensible e intelectualmente moderna desde las filas de los vencedores de la guerra civil. Mi libro propone una hipótesis compleja acerca de cómo se produjeron esos cambios y esa es una de, al menos así lo creo (¡qué voy a decir yo!), sus virtudes teóricas. Su marginación intelectual le obligó a renegar un tanto de su saber sociológico y a buscar la pompa filosófica —versión postmoderna— para expresarse. En eso, es un producto de nuestro medio. Es el tipo de cosas en las que está bien reflexionar colectivamente para no repetirlas. El hecho de abandonar las filas falangistas para comprometerse con la oposición política no lo desligó de sus compañeros franquistas. Todo parece indicar que las solidaridades surgidas al amparo del colegio mayor Cesar Carlos fueron más fuertes que aquellas que se crearon al calor de las luchas políticas. ¿Obedece esto a una lógica propia de las elites o es un producto más del provincianismo caciquil? YOUKALI, 6 página 198 Para poder responder a esto, necesitaríamos un estudio de la producción de la nobleza de Estado en España y los lugares en los que se gesta su red de solidaridades, la resistencia de éstas, los espacios sociales en los que opera. La red del César Carlos me parece una red moderna, comparable a las europeas, políticamente plural y unida a ciertos espacios del Estado y del mundo intelectual. ¿Cuál es el motivo, a tu parecer, de que exista aún en España una división entre investigadores concentrados en el cultivo de la encuesta estadística e investigadores que prefieran la entrevista abierta, y como suele decirse, y en profundidad? O mejor dicho, ¿cuál es la razón que impide un acercamiento definitivo a ambas?. Lo intento explicar en mi libro. La escuela cualitativa de sociología considera que las cifras como tales no dicen nada o dicen algo bastante misterioso. Hay que hacerlas hablar. Por lo demás, las estadísticas se han convertido en símbolo de alguna gente (subrayo alguna) que no sabe lo que dice pero que lo dice, primero, según le han encargado, y segundo, pareciendo que habla la ciencia pura por su boca. Ibáñez, siempre atento en captar las mentiras y sus disfraces, decía que antes nos dominaban con los cuentos (en las formas de legitimación más tradicionales) y ahora por las cuentas. Ibáñez estudió mucha estadística y sabía bastante. Las matemáticas, por lo ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net España, como muchos países dominados intelectualmente, alterna entre el nacionalismo rabioso y el papanatismo por el exterior. Habría mucho que decir sobre los viajes y la legitimación por el “maestro” de más allá de nuestras fronteras. En esa mitificación de lo desgraciados que somos, Ortega tiene una parte de responsabilidad, siempre quejándose de cuánto hubiera hecho él si hubiera vivido en un país “normal” —como si no cociesen malas y buenas habas para la creación intelectual en todas partes—. Lo cierto es que, pese al deterioro cultural gravísimo que supuso la guerra civil y el franquismo, la gente continuó pensando, estudiando y leyendo. Zubiri era un pensador de primer orden, continuador del impulso de Ortega y conectado con muchas redes intelectuales europeas. Conde y Gómez Arboleya venían de la izquierda; la guerra, que los cogió muy jóvenes, los cambió de bando, y a tenor de lo que sabemos de ellos, pagaron psicológicamente, cada uno a su manera, su conversión un tanto atropellada y penaron en la doble vida. Debido a factores institucionales, la escuela de Ortega salió en buena parte de la filosofía, en la época ocupada de manera hegemónica por religiosos y asimilados, no todos ellos completamente dogmáticos y enfebrecidos, y se concentró en las ciencias sociales, la historia, la sociología, etc. Todo ello en coherencia con el propio Ortega que creía más bien poco en los corsés institucionales que nuestra universidad cortada por áreas de conocimiento ha interiorizado como evidentes. Si se lee Misión de la Universidad, uno se da cuenta de hasta qué punto era avanzado este hombre. Zubiri sirvió de referente intelectual a un grupo de pensadores más o menos ligados a Falange (entre lo que había antiguos rojos, como los dos por los que preguntas y que tendrían una evolución crítica con el régimen), muy jóvenes, que accedieron a puestos gracias a la guerra y la limpieza posterior, pero a los que educó filosóficamente y les animó a especializarse intelectualmente. De ese modo, a mitad de los 50, en la sociología y la ciencia política en España renace la red orteguiana (u orteguiano-zubiriana) y lo hacen abriéndose a las técnicas cuantitativas y con una base filosófica fuerte. Algo parecido pasa en Francia: Bourdieu y Passeron conocen la sociología desde una formación filosófica con contactos con la de Ibáñez. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Análisis de efectos / reseñas página 199 A muchos lectores se nos cuenta que, en nuestro país, las ciencias sociales vinieron en exclusiva de la mano de la transición democrática. Aunque esto tenga parte de verdad, es una historia sumamente simplificada de nuestra historia. Se nos quiere contar que, como resultado de la libertad política, los investigadores españoles salieron al extranjero (a París, a Chicago, a Londres…), aprendieron las nuevas ciencias y las importaron a nuestro país. Sin embargo, una de las conquistas de Filosofía y Sociología de Jesús Ibáñez ha sido, a mi entender, haber sabido establecer una reciente y nueva micro-historia de los intelectuales en España, en la que la se construyó la historia desde lo que había en suelo patrio. ¿Cuál fue el papel del filósofo Xavier Zubiri, de los intelectuales falangistas Javier Conde y Enrique Gómez Arboleya, en la configuración de uno de los pensadores, considerado en la actualidad, como uno de los sociólogos más críticos de la historia de la sociología española? YOUKALI, 6 demás, eran un ámbito en el que, como muchas cabezas teóricas, disfrutaba como un loco especulando (para mi gusto, más de la cuenta). Ángel de Lucas, un amigo de su grupo, es una persona con fuerte formación matemática. Aunque una parte del mundo académico desconfiaba de los métodos cualitativos, las firmas comerciales los acabaron impulsando: el pragmatismo capitalista tuvo un efecto intelectual buenísimo. Fueron los primeros que vieron que con los informes surgidos de los grupos de discusión se comprendía más la realidad que con muchas sofisticaciones estadísticas. Pero la división entre cualitativo y cuantitativo no tiene fuste e Ibáñez, pese a algunos excesos polémicos, lo sabía. En el fondo, toda buena investigación social es un trabajo artesanal que no puede resolverse en fórmulas estandarizadas o en programas informáticos. Requiere cierta competencia técnica, pero también trato prolongado con el objeto, simpatía por él y distancia psicológica, atención a los detalles, paciencia en la descripción y capacidad de insertar lo que se estudia en tramas más amplias. Análisis de efectos / reseñas página 200 YOUKALI, 6 Ibáñez es uno de los productos de ese entorno. Debido a las circunstancias políticas, no pudo salir de España a estudiar fuera. Pero su historia muestra que, incluso en un territorio tan peculiar como la investigación de mercados, y en un contexto tan duro como una dictadura política (siendo uno un perseguido de la misma...), puede florecer la creatividad intelectual. Para mi forma de ver las cosas, eso se produce porque hay una red colectiva de trabajo que lo permite, no porque la gente sea especial o tocada por las musas. En España, en los años 50 y 60 del siglo pasado, la había y muy interesante, aunque bastante desconocida. La intento describir en mi libro. ¿Podría llegar a afirmarse que esta es una de las diferencias entre un estado totalitario y otro autoritario? Mientras que el primero la red intelectual desaparece –recordemos la figura de Jdanov en la Unión Soviética o la sustitución de los catedráticos universitarios exiliados nada más finalizar la guerra civil española-, en el segundo malvive a trancas y barrancas. En la URSS, por lo que yo sé había una vida intelectual enormemente interesante en ciertas áreas. No se puede hablar en abstracto. Stalin fue un tirano pero tenía posiciones sobre la lingüística de las que hasta Agustín García Calvo ha destacado el interés. El concepto de totalitarismo, si quiere significar (cosa que no está en Hannah Arendt), como se hace a veces, que todo está controlado (una cosa a lo Orwell, en 1984) es un absurdo y tiene que ver más con los fantasmas de los intelectuales acerca de las masas que con la descripción de la realidad de cualquier régimen. Dices en tu escrito que muchos de los filósofos de la generación del 68 –tanto en Francia como en España – pasaron por tres fases. Una primera de contenido marxista, una segunda contracultural y una tercera democrática neoliberal. Señalas que algunos intelectuales han recorrido el trayecto al completo y otros no. ¿Podrías especificarnos con más detalle como se articularon estas trasformaciones? ¿Cómo es comprensible que filósofos, cuyo marxismo ortodoxo o vasta crítica social nos sorprendían tanto, hayan acabado en las filas de la COPE, en los bancos de Gran Hermano o las columnas de La Razón? Hay que afinar más esa tipología y habría que estudiar cada uno de los casos concretos a los que te refieres. Por una parte, la gente hace bien en cambiar de ideas si madura o se hace más sabia. Yo no defiendo la coherencia si eso significa encabezonamiento en el error. Habría que fiarse muy poco de los que nunca se equivocan. Cambiar es bueno y tampoco es absurdo hacerlo discretamente, porque no es cuestión de hacer psicodramas públicos (hay gente que vive intelectualmente arrepintiéndose de tonterías que ha dicho... para decir otras nuevas y continuar la rueda). Por otra parte, hay gente que no cambia aunque cambie de bando ideológico. Siempre han existido en la imprecación, da igual de izquierda que de derecha, siempre han hablado buscando el titular —y para eso vale más lo extremoso que lo matizado— y siempre han estado movidos por el goce instantáneo y perverso de la condena y el trazo grueso. No por los placeres, trabajosos, del análisis, que otorgan la satisfacción de modo más lento. Como tú sabes, Durkheim decía que la sociología, cuando se hace bien, le disgusta a todo el mundo. Sobre todo a los de arriba, claro, que tienen más que perder, pero le disgusta a todos: así no se fundan sectas, ni se tocan los resortes de la entrega fanática, y no puedes pintar el mundo como la lucha del bien contra el mal. Eso tiene poco rendimiento: a la gente, culta o no, nos gusta vivir muchas veces en la economía de la simpleza y la demandamos a los mensajes intelectuales. Por lo demás, hay muchos casos en que nos encontramos ante simples cínicos vulgares vestidos de hombres de principios, maquiaveletes de bolsillo disfrazados de savonarolas —dicho sea con todo mi respeto por esas dos grandes figuras de la modernidad política—. Pero tampoco todo consiste en analizar a los intelectuales. Hay periodistas que trabajan explotadísimos y no tienen tiempo para cribar los mensajes que les llegan, otros con una formación cultural muy baja que sólo entiende de tópicos, y hay una lógica empresarial de existir por el escándalo y el titular que coacciona a decir cosas simplificadas. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Pero esto que nos dices no entronca bien con la imagen de intelectual comprometido que se enclava en la arena pública con criterio de legitimidad. Conocemos incluso los casos de intelectuales que han considerado la prensa más importante que incluso sus libros. Personalmente, creo que, en parte, la génesis de esto se la a debemos a Ortega. No obstante, ahí tenemos el caso de Fernando Savater o Julián Marías cuyo trabajo en El País y ABC ha sido tan importante como sus obras filosóficas. Habría que asumir que esos intelectuales son el modelo de intelectual posible. Y que ser intelectual ayuda a ser más inteligente en política. Yo no lo creo. Ortega, por ejemplo, mantenía que un intelectual, un científico, es un tipo demasiado particular, y demasiado embebido por la gloria de su trabajo, como para fiarse políticamente de él. El intelectual puede discutir como ciudadano. No sé en qué ayuda saber sobre Nietzsche, el ADN o las guerras púnicas para pronunciarse sobre la ley de dependencia, la precarización del mercado de trabajo o la relación con África. Mi impresión es que, a veces, hasta obstaculiza la sensibilidad política. Análisis de efectos / reseñas Bourdieu intentó analizar esa dinámica y le cayó encima todo el mundo. Pero es algo que habría que estudiar aunque quien lo haga lo va a pasar “un poco” mal: existen censuras estructurales muy fuertes, que no se pueden atribuir a la buena o la mala voluntad de nadie en concreto, en los países democráticos. En fin, un intelectual es un ciudadano como cualquier otro. No tiene más competencia política que un tendero, un agente de seguros o un albañil. Porque la virtud política no viene porque se tenga competencia intelectual en un terreno determinado. Requiere sensibilidad, capacidad de conectar con los problemas cotidianos y coraje para enfrentarse a ellos, sentido de la medida, compromiso con ciertos fines, tolerancia ante la diferencia y el conflicto... Y eso se puede adquirir igualmente bien desde todos los lugares del espacio social y se puede distorsionar desde todos los certificados escolares. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 La Universidad española ha cambiado en su composición social y en su extensión. Cada vez hay más gente intelectualmente preparada, de orígenes sociales más diversos y por tanto con sensibilidades más plurales, que conoce más las redes intelectuales de otros países, quizá con menos complejos. Esto último no lo sé. Hay razones para alegrarnos de algunas cosas, agradecerlo (no es malo agradecer...) a la gente que lo ha permitido, pero, en ocasiones, sólo se oye a los profetas del desastre, lo que es completamente irresponsable. Hoy, es verdad, hay gente más modesta y más especializada, aunque los egos inflacionarios se pueden esconder tras muchos ropajes. Además, ser narcisista no es tan malo: sin un poco de narcisismo nadie hace nada. No existe un modelo bueno de intelectual y otro malo: existen buenos o malos intelectuales en distintos modelos. Luego existen buenos o malos ciudadanos y, en fin, buenas o malas personas. Y muchos casos en los que será difícil decidirse por uno u otro adjetivo. Por eso, para un profesor de filosofía como yo, sería una pena que desapareciese el afán de globalidad y la actitud insumisa de gente como Sartre, con quien está de moda meterse desde criterios que yo no comparto. Hay que arriesgarse y equivocarse. Y a veces acertar. página 201 Por otro lado, una de las conclusiones finales a las que llegas – y creo que con mucho acierto – se deriva de uno de los rasgos propios del ámbito intelectual español. En él, en muchas ocasiones es más importante pugnar alrededor de las aportaciones de un pensador foráneo que concentrarse en los problemas de su propia sociedad. Que dicho sea de paso, son los que tienen más a mano y los que les pueden servir para hacer algo creativo y original. ¿Crees que existen esperanzas para pensar hoy hay algo que está cambiando? ¿No crees que los jóvenes investigadores hayan aprendido la lección y aspiran más a hacer investigaciones más concretas y que no emulan ya con el mismo ahínco a los Sartres del momento? Es un estudio de caso limitado en sus conclusiones, pero útil, creo yo, para pensar en otros intelectuales, españoles o no. Y un ensayo, con un material histórico, de filosofía de las ciencias sociales. Eso último me gustaría que no se perdiese de vista. Es un libro donde se ejerce la filosofía, aunque de un modo histórico y sociológico. Eso para mí tiene más valor que la simple discusión escolástica de autores y teorías: aquí se intenta analizar un científico social real en acción. El libro no es un final de investigación, porque hablar de Ibáñez exige hablar de todo su grupo, del que él es un nombre más, aunque lo represente por factores que intento analizar. En ello estoy, dentro de un proyecto del grupo de investigación, en el que tú también participas, en hacer una historia de la investigación cualitativa en España y de su nacimiento en el entorno de los años 50, dentro de las transformaciones de la filosofía española. Me gustaría que no se viera como un libro crítico con Ibáñez (¿quién soy yo para ser crítico con nadie?), sino que intenta ser justo, pese a que me equivoque y mucho, sin beaterio y sin ensañamiento. Lo digo porque estas dos aptitudes abundan más de lo que me gusta cuando se estudia a los intelectuales. Y que se valorase lo que saco con mi método de análisis: qué se ilumina, qué cosas se revelan. Hay algo, me parece a mí: no existen los libros perfectos y hay que medirlos por los obstáculos que tenían ante sí y los que ayudan a salvar. Me encantaría que sirviese para la gente que continúa en la tradición sociológica abierta por Ibáñez —de la que muy modestamente, yo me considero parte— y que les ayudase a situar mejor las coordenadas de su trabajo. Me disgustaría mucho que se viera como un libro por o contra. Pero bueno. Yo digo lo que me parece y la gente también tiene derecho a decir lo que le parezca. Como me conozco, seguro que si me critican, en algún caso, me cabrearé y luego, si soy inteligente, se me pasará y aprenderé. Si hay debate todos aprenderemos y no se me ocurre pensar en mejor recepción de un libro. Hacerlo ya ha sido una experiencia excelente y la larga lista de agradecimientos incluye contradictores duros, que espero que sepan que mi reconocimiento es sincero. YOUKALI, 6 página 202 Análisis de efectos / reseñas Por último, ¿cómo crees que será recibido el libro? ¿Qué tipo de críticas te esperas? ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net por Alirio Buenaventura El encuentro europeo “Tejiendo lazos de solidaridad por la paz de Colombia”, donde se presentó la campaña “Jóvenes por la Paz de Colombia”, celebrado en Córdoba, España, los días 17 y 18 de octubre, organizado por ASPAZ –Asociación para la Paz y la Solidaridad Internacional–, acompañados por las Juventudes del PDA Europa, y con el decisivo respaldo del Ayuntamiento de Córdoba, convocó y logró reunir a destacados luchadores sociales, periodistas alternativos, miembros de organizaciones civiles, representantes de partidos políticos de la izquierda europea, militantes del Polo Democrático Alternativo (PDA, principal partido político de oposición que agrupa todas las fuerzas de izquierda de Colombia), artistas e intelectuales europeos y latinoamericanos, autoridades civiles y ciudadanos cordobeses interesados en profundizar en el (re)conocimiento de las causas del conflicto armado colombiano, con lo que finalmente constituyó un memorable acontecimiento, que puso de manifiesto la inmensa, creciente y conmovedora solidaridad internacional con las auténticas víctimas, esas incalculables y desoladoras pérdidas sociales y humanas, resultantes de la guerra sucia, en el marco del conflicto armado que desangra la geografía colombiana desde hace más de sesenta años. Como se sabe, esta guerra sin fin, surgida en Colombia a partir del Bogotazo, el 19 de Abril de 1948, día en que asesinaron al líder popular liberal Jorge Eliécer Gaitán, ha desencadenado un estremecedor saldo de víctimas que supera con creces –desafortunadamente– la sumatoria de todas las víctimas de las dictaduras militares del Cono Sur de América durante el siglo pasado; y ha recrudecido su virulenta acción represora y sanguinaria contra la población civil con masacres colectivas, desapariciones forzadas y desplazamientos masivos por los escuadrones paramilitares, con la complicidad y estrecha cooperación logística y operativa de las fuerzas militares del Estado colombiano, aún más en los últimos seis años, bajo la política de tierra arrasada de la denominada “Seguridad Democrática” del presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez. Queremos destacar la decisiva importancia que representa un evento como el de Córdoba, para el crecimiento de la solidaridad internacional con Colombia, dadas las organizaciones y personalidades que participaron con sus ponencias; así como por las iniciativas fundacionales del encuentro, que se consolidaron, y por las nuevas estrategias que se concertaron para llevarlas adelante en un verdadero ejercicio de diálogo y de retroalimentación entre los diferentes actores; y por la multiplicidad de miradas y planes de acción que afloraron desde la reflexión profunda sobre una realidad que no puede permanecer más tiempo oculta a la sociedad europea y mundial. Justo por estos días, Colombia asiste a múltiples movilizaciones de amplios sectores sociales populares: agrarios –corteros de caña, organizaciones indígenas–1; judiciales –Asonal, sindicato de los trabajadores de la Justi1.- http://palabranet.net/web/index.php?option=com_content&task=view&id=548&Itemid=1 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Las claves de un largo conflicto Se tejen lazos entre los pueblos. Colombia ayer y hoy, en la ciudad de Córdoba página 203 sobre el encuentro europeo “Tejiendo lazos de solidaridad por la paz de Colombia” (Córdoba -España- 17 y 18 de octubre, 2008) YOUKALI, 6 noticia/análisis Las claves de un largo conflicto página 204 YOUKALI, 6 cia–; y FECODE –Federación Colombiana de Educadores–, entre otros; que evidencian el agotamiento de la paciencia del pueblo colombiano ante tanta indolencia frente a sus reivindicaciones; frente a la macartización de toda protesta civil, asociándola a “conspiraciones terroristas”, ocultando con mentiras inverosímiles la realidad de un verdadero “terrorismo de Estado”2, denunciado y comprobado hasta la saciedad en dos fenómenos recientes, a los que me referiré sucintamente, porque sería inabarcable su completa explicitación en este corto espacio, como son: la “parapolítica” y los “falsos positivos”. La “parapolítica” destapó la olla podrida de los nexos entre la alta clase política de la extrema derecha, los terratenientes, el narcotráfico y los paramilitares en pactos secretos para la “refundación de la patria” que ha cobrado –y sigue haciéndolo– la vida de miles de luchadores sociales, sindicalistas, periodistas, defensores de derechos humanos, militantes de la oposición y ciudadanos inocentes, en un escalofriante ascenso de violencia paraestatal contra la población civil. El segundo fenómeno –evidentemente ligado al anterior– reporta el involucramiento directo de altos mandos militares del Ejército colombiano y de la Policía Nacional, que presentan como bajas de la subversión a campesinos y humildes ciudadanos inocentes, asesinados y vestidos posteriormente como guerrilleros ante la opinión pública –el más reciente y escalofriante suceso, el de los jóvenes de Soacha, municipio al sur de Bogotá–3, en un macabro juego para justificar bonificaciones en sus sueldos por “positivos o bajas” y, como trasfondo mediático, para sugerir la vulnerabilidad de las guerrillas, que aunque, si bien es cierto, han sufrido duros reveses en los últimos tiempos, debido al impresionante apoyo financiero, militar y logístico de EEUU al plan Colombia (el tercer país en el mundo que más ayuda financiera recibe para la guerra), lejos están de ser derrotadas y dejar de ser para una gran parte de la población campesina de sus áreas de influencia, una auténtica fuerza de respaldo4; verdad reiteradamente contrarrestada con la manipulación de los grandes medios aliados e incondicionales del Gobierno colombiano y, valga decir, de poderosos medios españoles, como El País, La Razón, ABC, El mundo y los norteamericanos Washington Post y The New York Times, sin olvidar una multitud de medios latinoamericanos esbirros del imperio, en innumerables acontecimientos; como en el caso de la captura del famoso ordenador –y los miles de correos electrónicos– de Raúl Reyes, masacrado junto a otras veinte personas, durante el bombardeo en territorio ecuatoriano, en un acto de clara violación de fronteras internacionales, con la estrecha colaboración militar norteamericana, y que, a fecha de hoy, se está reconociendo como un verdadero fraude, por la inexistencia de tales correos5. En ese sentido, no podemos dejar de mencionar que el diario El Tiempo, el periódico de mayor circulación nacional en Colombia, pertenece a la familia del vicepresidente y el ministro de defensa (los primos hermanos, Francisco y Juan Manuel Santos, respectivamente) quienes fueron acusados recientemente, por Salvatore Mancuso –jefe paramilitar de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), hoy, preso en Estados Unidos–, de haber sostenido reuniones con él para crear grupos paramilitares en el centro del país, sin que, hasta el momento, sepamos de ninguna investigación seria a los referidos6. Esto, como una de tantas evidencias de la “parapolítica” y de su impunidad, que involucra ya a más de sesenta miembros de la coalición de gobierno, embajadores, ministros y, para que no quede duda, al mismísimo Jefe de seguridad del DAS –Departamento Administrativo de Seguridad–, Jorge Noguera, nombrado directamente por el Presidente, y que, en su día, al ser denunciado por algunos medios, fue “rabiosamente” defendido por el propio Uribe, atacando a los periodistas y afirmando que confabulaban contra el 2.- http://www.europapress.es/epsocial/noticia-dos-misiones-internacionales-denuncian-implicacion-estado-deterioro-ddhh-colombia20081204145201.htm 3.- http://colombia.indymedia.org/news/2008/10/94775.php 4.- http://www.rebelion.org/noticia.php?id=76663&titular=la-vida-en-los-campamentos-de-las-farc-(fuerzas-armadas-revolucionarias-decolombia)5.- http://www.rebelion.org/noticia.php?id=76873 6.- http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=103663 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 7.- http://www.procuraduria.gov.co/html/noticias_2007/noticias_470.html 8.- http://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-dictan-medida-de-aseguramiento-contra-yidis-medina ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Las claves de un largo conflicto página 205 YOUKALI, 6 Gobierno; refiriéndose a Noguera como “un buen muchacho”, e incluso reconociendo haber dormido, alguna vez, en su casa durante una de las campañas por el Caribe Colombiano. Noguera finalmente fue juzgado y condenado con una ridícula pena de inhabilitación para ocupar cargos públicos7, y aunque sigue investigado por la Fiscalía General de la Nación, entre otras fechorías, por filtrar información para favorecer a paramilitares, curiosamente anda de nuevo en libertad, después de miles de argucias y leguleyadas en donde queda comprometida la figura del Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, quien en no pocas ocasiones actúa como aliado del Gobierno, contrariando las investigaciones de la Corte Suprema de Justicia, organismo que ha sido torpedeado reiteradamente por las declaraciones irrespetuosas y maldicientes del señor Uribe contra sus miembros, acusándolos de parcialidad ideológica en sus procesos penales, ya que valientemente van sacando adelante su labor de investigación y enjuiciamiento de gran parte de la bancada criminal de políticos uribistas involucrados en la “parapolítica”. Y para colocar la guinda en el pastel, surge además, la yidis-política, escándalo que desnudó el soborno a la parlamentaria Yidis Medina, para que votara a favor del proyecto de ley que permitió modificar la Constitución Nacional del año 1991, para aprobar la reelección, que de hecho significó la permanencia del señor Uribe hasta el año 2010 en la Casa de Nariño8. Yidis Medina fue condenada por el delito de cohecho, pero hasta ahora, ningún miembro del Gobierno que están siendo investigados en el caso han sido condenados, y eso que donde se supone que hay cohecho, al menos debe de haber dos partes involucradas en el hecho. Todo lo referido hasta ahora sólo son algunas de las monstruosidades que suceden cotidianamente en Colombia, situaciones que en cualquier país del mundo, determinarían –por la presión política y social– la renuncia inmediata del Presidente de la República y de todos sus altos asesores. En medio de este desolador panorama, las fuerzas sociales y políticas colombianas no desmayan en su lucha y, en este caso, desde el Exterior, el papel decisivo de información, de denuncia que se adelanta, es digno de resaltar por la entereza, la disciplina, el compromiso y la valentía que irradian muchos colombianos, cada uno desde sus posibilidades, desde sus respectivos cargos y roles sociales. Refugiados políticos, líderes comunitarios campesinos y urbanos, periodistas, intelectuales, defensores de los derechos humanos, sindicalistas, trabajadores sociales, artistas, estudiantes y obreros, que no desfallecen en muchos lugares del mundo en la tarea de hacer llegar la verdad a sus lugares de residencia, donde los medios cómplices de los grandes monopolios internacionales, con inmensos intereses en Latinoamérica, no cesan de ocultar los incontables crímenes que a diario acontecen en Colombia, bajo la política de “Seguridad Democrática” del –narcoparamilitar– Gobierno colombiano, al que sospechosamente, el Gobierno español se empeña en apoyar irrestrictamente, sin la menor vergüenza. Pero la solidaridad internacional tampoco cesa de crecer; según lo vimos ratificado en este memorable encuentro de Córdoba, donde además de los colectivos españoles y colombianos, asistieron delegaciones de Italia, Grecia, Portugal, Francia y Alemania. Y en donde el consenso que se logró en la Asamblea definió como prioritaria la unificación de esfuerzos en la denuncia de la violación sistemática de los Derechos Humanos por parte del Estado Colombiano y de las fuerzas paramilitares; la firme expresión de una inclaudicable voluntad por la salida política negociada al conflicto, y la decidida protesta por el apoyo del Gobierno español al Gobierno colombiano, incluida la venta de armas a un país en guerra. Y en donde se remarcó, además, que es inconcebible que un gobierno que se autodenomina socialista respalde al más retardatario e incondicional régimen cómplice de EEUU en su lucha por la desestabilización del impresionante y valeroso proceso de integración y consolidación del bloque latinoamerica- Las claves de un largo conflicto página 206 YOUKALI, 6 no que se fragua, como una verdadera alternativa, ante la –decadente ya– hegemonía norteamericana sobre el territorio y el pueblo latinoamericano. Una verdad incontrastable y definitiva, que puede incluso balancear de manera fundamental la correlación de fuerzas políticas y económicas en el panorama mundial. Porque es preciso decirlo ya, sin ambages: del futuro del proceso emancipador e integrador que se libra en los pueblos de Latinoamérica, puede depender el futuro de la humanidad, sin exageraciones. Las riquezas naturales, humanas y culturales de esta región del mundo resultan decisivas para el futuro no sólo del continente sino de la humanidad. La creación de “fuertes y reales” instancias de determinación económica, social y política, que se han abierto en Latinoamérica con procesos como el Alba, la Comunidad Suramericana de Naciones, la refundación del MERCOSUR, con acciones tan concretas como el Banco del Sur, a nivel financiero; la política de un frente común de defensa del bloque suramericano de naciones, liderada por Lula y Chávez, recientemente aprobada en pleno –con una única objeción por parte del Gobierno colombiano–; las políticas energéticas, como el fortalecimiento de Petrosur, y los programas de solidaridad real y efectiva en el plano de la salud, como la Operación Milagro; la organización americana de los pueblos indígenas, el crecimiento de Telesur como fuerza informativa, etc., demuestran, entre otros muchos aspectos, la consolidación de una fuerza irrefrenable, que si bien aún contiene muchas aristas y diferencias –no irreconciliables–, se constituye, de hecho, en una experiencia formidable de resistencia y liberación de los pueblos latinoamericanos en todos los paradigmas fundamentales de las relaciones de este bloque de naciones frente al mundo, con un gran potencial real de consolidación por su misma fortaleza y potencialidades: naturales, humanas, científicas, tecnológicas, filosóficas, políticas y sociales. Aunque estos procesos adolezcan aún de un horizonte homogéneo y cristalizador, tampoco se pueden observar como procesos incipientes y, sobre todo, carentes de una lógica proyectiva, que, dado su propio peso específico por variantes objetivas como la poblacional, que incluye su fuerza como mercado potencial –y eso lo miden mucho los países poderosos, inobjetable y paradójicamente, aunque no es lo fundamental en este caso–, no deben de pasar desapercibidos como fenómenos claros de una nueva puesta en escena de otro orden global, que aunque no derribará los fundamentos del capitalismo salvaje, sí se puede decir que de alguna manera, esta socavándolos; y con la decidida y permanente lucha y apoyo de todas las fuerzas progresistas mundiales terminará por imponer otras condiciones, tal vez no, en el corto plazo, pero sí podríamos afirmar hoy, que es el germen fundacional de nuevos y más esperanzadores paradigmas de relaciones políticas y económicas Norte-Sur. Así mismo, la innegable influencia actual de los llamados países emergentes como Brasil, India, China y Sudáfrica respecto a la OMC, el FMI y el Banco Mundial, no pueden considerarse como casos aislados, sino como la expresión de un auténtico proceso de cohesión de países inmensamente ricos y densamente poblados, pero proporcional y paradójicamente injustos en la distribución de sus riquezas, y cuyo protagonismo presente se inscribe en la creación de un nuevo orden de relaciones global que ralentiza y confronta en la práctica, la política unilateral del imperio norteamericano y de sus aliados, que usan su enorme máquina mediática como ariete demoledor. Por lo que es necesario un replanteamiento fundamental del papel de los medios alternativos, un debate serio, que se está gestando, pero que considero que tendría que asignársele por parte de todos los movimientos sociales y políticos anti-imperialistas una dimensión acorde con el reto que representa. Y estos apuntes surgen, justamente, como una sincera reflexión, desde la vivencia directa de estas experiencias integradoras: entre los latinoamericanos, que aportamos la vivencia real y práctica de la barbarie que nos asola, y la experiencia propia de los camaradas europeos, que reflexionan desde el pasado cercano de sus guerras seculares. Lo que no necesitamos en este momento es la polarización extrema, ni el paternalismo conmiserativo, como tampoco la exacerbación de unos criterios basados en la originalidad de nuestra historia, pues la lucha de las clases sociales es una sola: la lucha por la consecución del poder popular, por y para el pueblo. Por ello, los latinoamericanos y, en este caso, los colombianos, debemos estar abiertos al diálogo, a la interacción con las fuerzas sociales y políticas del Viejo Mundo, sin complejos, sin prejuicios y por el contrario, abiertos a sus sugerencias y, sobre todo, a sus posibilidades reales de coadyuvar, en este crucial proceso histórico que está definiendo el futuro de la Humanidad. El mismo comandante Fidel Castro, en su último libro La paz en Colombia, que recorre la historia de la última mitad del siglo veinte en dicho país, muestra las enormes dificultades para encontrar la paz allí, al sumarse una extrema desigualdad económica y social a la violencia estatal y “paraestatal” frente a una indeclinable resistencia civil. Son, en efecto, grandes las dificultades del sueño bolivariano de emancipación y de construcción de una América Latina soberana y decisiva en la transformación del mundo, pero grande es también nuestra determinación. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net *.- La Traducción es de Aurelio Sainz Pezonaga. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Un clásico, un regalo Stephen Heath forma parte de aquel grupo de teóricos del cine que en los años setenta y en el ámbito del inglés sumaron las herramientas de la semiótica, el psicoanálisis y el marxismo para ponerlas al servicio de un análisis riguroso del aparato cinematográfico. Junto a Laura Mulvey, Colin MacCabe, Jacqueline Rose o Peter Wollen, entre otros, fue responsable de sacar adelante en aquella época la emblemática revista Screen. La posterior teoría feminista del cine (Teresa de Lauretis, Kaja Silverman, etc.), los trabajos de historia del arte de Griselda Pollock o las teorías que en los años ochenta y noventa recuperan el pensamiento lacaniano para la política y la filosofía (Ernesto Laclau, Slavoj Zizek, por ejemplo) deben mucho a las investigaciones publicadas entonces por Screen o en su entorno. Prácticas artísticas como las películas de Laura Mulvey y Peter Wollen o el trabajo de crítica de la representación realizado en Gran Bretaña, con Mary Kelly como artista más conocida, se forjan también en la órbita de la revista. El texto que versionamos con permiso del autor es el capítulo 3 de Questions of Cinema, Bloomington, Indiana University Press, 1981, que a su vez suponía una reedición de “Notes on Suture”, Screen, vol. 18, nº 4, invierno 1977-8, págs. 48-76. Lo que el escrito elabora es en efecto una teoría del cine, pero, al mismo tiempo, proporciona valiosos elementos para el desarrollo y la discusión de una teoría materialista de la construcción del sujeto y de la ideología. página 207 Stephen Heath YOUKALI, 6 SOBRE LA SUTURA Un clásico, un regalo Se ha hecho uso en las páginas anteriores de la idea de una actividad suturante implicada en las relaciones que una película sostiene, y es construida para sostener, con su espectador. La sutura fue inicialmente introducida como concepto dentro del campo del psicoanálisis en un artículo de Jacques-Alain Miller, quien posteriormente se convertiría en el editor del seminario de Lacan, y fue importada a la teoría cinematográfica por el crítico de Cahiers du cinéma Jean-Pierre Oudart. La aceptación que ha logrado el concepto de sutura dentro de la teoría cinematográfica, tanto en los escritos franceses como anglo-americanos, no se ha alcanzado sin ambigüedades o malentendidos. Las siguientes notas intentan proporcionar un contexto para la comprensión de la sutura, indicar algunos de los términos de su elaboración psicoanalítica original y del posterior uso del concepto en la especificación del funcionamiento del discurso cinemático. La sección inicial, que trata de lo primero, consiste por ello en una exposición en cierto modo “técnica” de algunos aspectos de la teoría lacaniana y en consecuencia resulta difícil; esos aspectos, sin embargo, son importantes para captar cómo llega la sutura al pensamiento sobre el cine y los problemas que puede generar. I El artículo de Miller “La suture” fue publicado en el primer número de Cahiers pour l’analyse en 1966 y está basado en una ponencia expuesta el año anterior en el seminario de Lacan en la École Normale Supérieure1 . En él propone la sutura como un concepto necesario en el desarrollo de “una lógica del significante”, un concepto que Miller encuentra presente a cada paso en el trabajo de Lacan, aunque nunca sea nombrado de esa manera (un punto que tendrá que ser matizado más adelante). El artículo debería entonces leerse como una contribución a la teoría lacaniana y es, de hecho, un comentario sobre la explicación de la causación del sujeto que ofreció Lacan en su seminario de 1964 (al que Miller hace referencia directa a lo largo de la sección final acerca de la relación entre el sujeto y el significante), que se puede encontrar hoy en dos versiones: la transcripción del seminario mismo y el artículo “Position de l’inconscient”, escrito ese mismo año (SXI, 185; È, 829)2 . En consecuencia, para entender la introducción a la sutura que realiza Miller es inevitable dirigirse a la teoría psicoanalítica del sujeto tal como la expuso Lacan. YOUKALI, 6 página 208 Lo que pone en movimiento a esa teoría es, por supuesto, la experiencia del inconsciente. ¿Cómo concibe entonces el psicoanálisis la posición del inconsciente (por adoptar el título del artículo de Lacan que acabamos de mencionar)? “El inconsciente es un concepto forjado sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto; el inconsciente no es una especie que defina en la realidad psíquica el círculo de aquello que no posee el atributo (o la virtud) de la consciencia” (É, 830). El inconsciente no es de ninguna manera “primero”, “en el comienzo”, ni nada similar; no constituye al sujeto, no es una simple división fuera de la consciencia; por el contrario, es un concepto forjado sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto. La operación que está en cuestión aquí es aquella del orden de lo simbólico, el lenguaje como “causa del sujeto” (É, 830), y el lugar de lo simbólico, el locus de su operación, es el lugar del Otro. Así pues, hay dos “dominios”: el sujeto y el Otro, y “el inconsciente es entre ambos su ruptura en acto” (É, 839). Mejor que una tópica (que tan a menudo conduce en Freud a las dificultades de una espacialización fija, de una imaginería espacial rígida, como es, por ejemplo, la visualización del inconsciente como una cámara oscura delante de la habitación del preconsciente más allá de la cual reside la atención consciente), la descripción del aparato psíquico exige, exactamente, una lógica, una lógica del significante capaz de perseguir el movimiento incesante de la constitución del sujeto, o, como más tarde desarrollaría Lacan, una topología capaz de asirse a la superficie móvil de la articulación del sujeto. 1.- Jacques Alain Miller, “La suture”, Cahiers pour l’analyse, nº 1 (1966), págs. 39-51. Versión inglesa, “Suture”, Screen, vol. 18, nº 4 (invierno 1977/78), págs. 24-34. Dos discusiones del artículo en el mismo año y contexto fueron publicados también en Cahiers pour l’analyse: S. Leclaire, “L’analyste à sa place?”, nº 1 (1966), págs. 50-2; A. Green, “L’object(a) de J. Lacan, sa logique et la théorie freudienne”, nº 3 (1966), págs. 15-37. 2.- Con el fin de no sobrecargar este artículo con notas de referencia, se seguirán las siguientes convenciones respecto a las obras de Lacan: É = Écrits, París, Seuil, 1966; SXI = Le Séminaire libre XI, París, Seuil, 1973; SXX = Le Séminaire libre XX, París, Seuil, 1975. En el texto se da la referencia al número de página de la edición francesa citada. Versiones castellanas: Jacques Lacan, Escritos 1, trad. Tomás Segovia, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971 y Escritos 2, trad. Tomás Segovia, México, Siglo XXI, 1975; Jacques Lacan, El seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, trad. Juan Luis Delmont-Mauri y Julieta Sucre, Barcelona, Paidós, 1987; Jacques Lacan, El seminario. Libro XX. Aun, trad. Diana Rabinovich, Delmont-Mauri y Julieta Sucre, Barcelona, Paidós, 1987. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net El “¡ábrete sésamo!” del inconsciente es su ser estructura del lenguaje, efecto de habla o de discurso. De este reconocimiento surgen las dos tesis que se repiten en la elaboración realizada por Lacan de la idea del inconsciente como un concepto forjado sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto: el inconsciente es el discurso del Otro; el inconsciente está estructurado como un lenguaje. El Otro es el dominio de lo simbólico como “lugar de la causa significante del sujeto” (É, 841), distribución-circulación de los significantes en la que se produce el sujeto –“el lugar desde el que debe plantearse la cuestión de su existencia” (É, 549). Así, de un modo crucial, el Otro en Lacan responde a la tesis radical respecto al lenguaje que defiende la “primacia” y la “materialidad” del significante: “el lenguaje impone el ser” (SXX, 44). Lejos de la necesidad de que el ser sea para mí para que yo pueda hablar de él, debo en primer lugar hablar para que aparezca el problema del ser, el problema, por ejemplo, de si existe algo o no que se corresponda con lo que estoy diciendo o lo satisfaga (a partir de aquí, Miller considerará que la verdad se sustenta sobre las relaciones entre el sujeto y la cadena significante). Debo en primer lugar hablar y antes que nada que me hablen, que se dirijan a mí: producido desde y por el Otro, ese orden del discurso que yo mantengo (yo como el índice mismo de la sutura). Afuera y dado en lo simbólico, punto de inflexión, el sujeto es una categoría de la división, del déficit (el déficit de ser que es el lugar del sujeto, su experiencia en el lenguaje –“el drama del sujeto en el lenguaje es la experiencia de su manque-à-être” (É, 655)- y la estructura de su deseo, su querer –“el deseo del hombre es el deseo del Otro” (É, 268)): entre el sujeto y el Otro, el inconsciente es el filo cortante, un parpadear constante del sujeto, un parpadear en eclipses (por tomar una expresión de Miller). El inconsciente no está presente en ninguna parte, existe sólo en las relaciones entre lo simbólico y el individuo efectuado como sujeto en estas relaciones, es la estructuración del deseo que producen estas relaciones –el inconsciente exactamente como discurso del Otro. Un clásico, un regalo Como ruptura en acto, el inconsciente es en definitiva no tanto una posición como un borde, el encuentro de la división entre el sujeto y el Otro, un proceso que está cerrándose interminablemente. Acerca de esta conexión, Lacan tiene un pasaje que, al tiempo que apunta explícitamente hacia una topología, contiene no obstante énfasis y términos que son importantes para Miller: “El lugar en cuestión [el lugar desde el que ello –ça, Es- habla] es la entrada de una cueva en vista de la cual se sabe que Platón nos guía hacia la salida, mientras uno se imagina que ve al psicoanalista entrando por ella. Pero, las cosas no son tan fáciles, ya que es una entrada a la que uno únicamente llega a la hora de cerrar (así que este lugar nunca será un buen destino turístico) y porque la sola manera de entreabrirla es llamando desde dentro. Todo lo cual no es irresoluble si el “¡ábrete sésamo!” del inconsciente consiste en tener efecto de habla, es ser estructura de lenguaje, pero exige del analista que regrese sobre su modo de cerrarse. Abertura, parpadeo, una alternancia de succión… eso es lo que tenemos que explicar, y eso es lo que hemos procedido a fundar en una topología. La estructura de aquello que se cierra se inscribe en efecto en una geometría donde el espacio se reduce a una combinatoria: en sentido estricto es lo que se llama un borde” (É, 838). 3.- J. Lacan, “Conference aux États-Unis”, Scilicet, nº 6-7 (1977), p. 49. 4.- Véase, por ejemplo, S. Freud, “The Unconscious” (1915), The Standard Edition of the Complete Psychological Works, vol. XIV, Londrés, Hogarth Press, 1957, pág. 201; y la discusión que le sigue, págs. 203-4. Versión castellana: “Lo inconsciente”, “Obras Completas” Tomo XIV, Trad. José L. Etcheverry, Buenos Aires/ Madrid, Amorrortu, 1979. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Puede objetarse aquí que la idea del psicoanálisis como cura por la palabra de ninguna manera implica una “versión lingüística” del inconsciente y que Lacan se aleja de la sustancia de la propia explicación de Freud en este respecto, siendo que Freud insiste, por ejemplo, en que el inconsciente conoce sólo “presentaciones de cosas” y no “presentaciones de palabras” que son la región del preconsciente-consciente4. Semejante objeción, sin em- página 209 El sujeto así no es otra cosa que aquello que “se desliza en una cadena de significantes” (SXX, 48), su causa es el efecto del lenguaje: “por este efecto, no es causa de sí mismo, lleva consigo el gusano de la causa de su desgarradura” (É, 835). El inconsciente es el hecho de la constitución-división del sujeto en el lenguaje; un énfasis que puede incluso conducir a Lacan a proponer reemplazar la noción de inconsciente por la de sujeto en el lenguaje: “es un círculo vicioso decir que somos seres hablantes; somos ‘hablantes’, una palabra que puede sustituir ventajosamente la de inconsciente”3. Verdadero tesoro de significantes, el inconsciente está estructurado como un lenguaje; el psicoanálisis, la “cura por la palabra”, se desarrolla precisamente como una aguzada atención al movimiento del sujeto en la cadena significante. Un clásico, un regalo bargo, se sostiene sobre una concepción del lenguaje fija y secundaria (la concepción de la misma lingüística). Decir que el inconsciente está estructurado como un lenguaje no es, para Lacan, decir simplemente que es “lingüístico”: la retórica de las operaciones inconscientes, los efectos primarios y sus efectos de sentido, requiere un concepto de actividad lingüística mucho más complejo y extensivo que el que implica el lenguaje-objeto-de-estudio definido por la lingüística (¿dónde trata la lingüística acerca de la construcción del sujeto?)5. Radicalmente en exceso respecto al pensamiento lingüístico de su tiempo, el trabajo de Freud está, de cualquier manera, ligado a los términos de ese pensamiento y por ello a menudo se expresa en formulaciones que repiten una limitada objetivación del lenguaje. El propio énfasis de Lacan, además, se da todavía hoy como un desplazamiento de la lingüística: Saussure y Jakobson se usan, son importantes, pero son modificados críticamente, son recompuestos por la inserción psicoanalítica de la cuestión del sujeto. Mucho más recientemente, en efecto, Lacan ha empleado específicamente el término lalangue con el fin de indicar la modificación o la recombinación que realiza sobre y contra la distinción entre langue / parole (y sus variantes) con la que la lingüística trabaja a expensas de la comprensión del sujeto en el lenguaje. Mientras que langue es un sistema formal que ha de ser descrito y parole es el uso realizado por los agentes de la comunicación, lalangue es una “multiplicidad inconsistente”, que no es ni un sistema ni un uso, sino producción, el área de la problemática del sujeto y la verdad abierta por el psicoanálisis: “El inconsciente es un conocimiento, un saber-como-hacer con lalangue. Y aquello que es saber-como-hacer con lalangue sobrepasa largamente lo que puede ser explicado bajo el encabezamiento de lenguaje. Lalangue nos afecta primero por medio de todo aquello que contiene como efectos que son afectos. Si podemos decir que el inconsciente está estructurado como un lenguaje es en tanto que los efectos de lalangue, que está ya allí como conocimiento, van mucho más allá de lo que el ser que habla es capaz de establecer” (SXX, 127). “Todo emerge de la estructura del significante” (SXI, 188). Dicho lo anterior, vayamos a los términos actuales de la explicación que Lacan realiza de la causación del sujeto en dos operaciones fundamentales que mantienen una relación circular, aunque no recíproca (por citar a Miller citando a Lacan; cf. SXI, 188 y É, 840). YOUKALI, 6 página 210 Lacan llama alienación a la primera de estas operaciones: la división originaria del sujeto respecto de sí mismo en virtud de su aparición en el juego de los significantes. “El significante, produciéndose en el lugar del Otro todavía no localizado, hace surgir el sujeto del ser que todavía no tiene la palabra, pero lo hace a costa de fijarlo. Lo que había preparado para hablar –en los dos sentidos que el pretérito imperfecto francés da a il y avait: poniéndolo en el momento anterior (había y ya no hay) pero además en el momento posterior (un poco más estaría de haber podido estar) –lo que había desaparece al ser ahora únicamente un significante.” (É, 840-1). Esta alienación no es el hecho del Otro (no hay una idea de “enemistad”, “inautenticidad” ni nada parecido), sino el hecho del sujeto. Efecto, el sujeto es sujeto por división, división en lo simbólico, es cortado por el significante, representado y excluido, convirtiéndose en alguien por su constitución como menos-que-uno –“el sujeto es primero construido como menos uno”6. Dado que el sistema de significantes es por definición completa, el sujeto sólo puede entrar allí como estructura de déficit-de-ser: “un trazo que es trazado desde su círculo sin poder ser contado allí; simbolizable por medio de la inherencia de un (- 1) en el conjunto de los significantes” (É, 819). Lo que produce la fuerza simbólica de la castración es entonces, como si dijéramos, su revelación del déficit, su sintetizada metáfora de la división del sujeto: “el falo funciona como significante del déficit de ser que su relación con el significante determina en el sujeto” (É, 710); “el falo… es el significante de la pérdida misma que el sujeto sufre a causa de la fragmentación del significante” (É, 715). Lacan ofrece esta definición de la alienación del sujeto a través de pequeñas ilustraciones que sirven como demostraciones. Consideremos, por ejemplo, la conjunción “o”. Se puede distinguir una “o” exclusiva (“Iré a Glasgow o a Edimburgo”: la elección es absoluta, ir a un sitio significa no ir al otro), una “o” equivalente (“Lo haré de una manera u otra”: el modo no es importante, todas las maneras son iguales cuando prevalece el interés de hacerlo “de alguna manera”) y, percibida menos comúnmente, una “o” que Lacan identifica con la con- 5.- Demostrado por Metz en el curso de su detallada consideración de la posibilidad psicoanalítica de la metáfora y la metonimia; C. Metz, Le signifiant imaginaire, París, Union Genérale d’Éditions, 1977, págs. 251-340. 6.- J. Lacan, L’Identification, París, 1977; edición no autorizada del seminario de 1962, pág. 24. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Un clásico, un regalo junción latina vel: “¡La bolsa o la vida!” –si eliges la bolsa, pierdes la vida y la bolsa; si eliges la vida, pierdes la bolsa, tu vida también queda reducida, elijas lo que elijas la muerte será siempre tu parte. Lacan caracteriza esto como el “vel alienante” y lo traslada a su explicación de la operación del sujeto en el lenguaje: “el vel que condena al sujeto a aparecer sólo en esta división –si a un lado el sujeto aparece como sentido, producido por el significante, al otro aparece como aphanisis” (SXI, 191; aphanisis es una palabra que toma prestada de Ernest Jones para referirse a un continuo eclipsarse, el desvanecimiento del sujeto). En este punto, la teoría de conjuntos es convocada para aportar una mayor clarificación, mostrando Lacan un diagrama de Venn para exponer la unión y la intersección de clases: “Ilustremos el vel con lo que nos interesa: el ser del sujeto, el sujeto que está ahí bajo el sentido. Si elegimos el ser, el sujeto desaparece, se nos escapa, cae en el no-sentido; si elegimos el sentido, entonces el sentido queda privado de la parte de no-sentido, que es, hablando en sentido estricto, lo que constituye lo inconsciente en la realización del sujeto. Con otras palabras, pertenece a la naturaleza de este sentido tal como emerge en el campo del Otro ser eclipsado en gran parte de este campo por la desaparición del ser inducida por la función misma del significante” (SXI, 192). De nuevo con otras palabras, forjado sobre el trazo de lo que opera para constituir el sujeto, el inconsciente entre el sujeto y el Otro es la acción de la división: “así si yo hablo del inconsciente como aquello que abre y cierra, es porque su esencia es la de marcar ese tiempo por el que, nacido con el significante, el sujeto nace dividido; el sujeto es eso que ocurre que justo antes, como sujeto, no era nada, pero que, recién aparecido, se pone como significante” (SXI, 181). ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Efecto del significante bajo el que se desliza, el sujeto se vuelve contra –“ataca”- los intervalos de la cadena significante, admite el deseo del otro: ¿qué quiere en lo que dice? “Es en el intervalo entre los significantes de su articulación alienante donde reside el deseo ofrecido para que el sujeto lo capture en la experiencia del discurso del Otro, del primer Otro con el que tiene que tratar, digamos, como ilustración, aquí la madre. El deseo del sujeto se constituye en tanto que va más allá o permanece a este lado de lo que ella dice, de lo que ella indica, de lo que ella produce como sentido, en tanto que no se sabe cuál es el deseo de la madre, en esta carencia o necesidad. El sujeto –por un proceso no falto de artimañas, no sin presentar esa torsión básica gracias a la cual lo que el sujeto encuentra no es lo que inspiró su movimiento de descubrimiento –vuelve así al punto de partida, que es el de su déficit como tal, el déficit de su aphanisis” (SXI, 199). La separación del sujeto es así su pasaje por esta metonimia del deseo, su auto-procuración a partir y gracias al Otro en una especie de reposición de los significantes por los que está originalmente dividido y a los que por lo tanto se subordina por segunda vez; el sujeto tomando posición ahora en relación con el Otro, separando, respondiendo, esquivando, poniendo imágenes, atrapado en una problemática específica de la representación (“un significante representa un sujeto para otro significante” (É, 840) y de la fantasía (el aplazamiento de la verdad de la división, de la aphanisis): “esta segunda subordinación no solamente cierra el efecto de la primera proyectando la topología del sujeto en el instante del fantasma; lo sella, negándole al sujeto del deseo que él se sepa efecto del habla, o sea, lo que es por no ser otra cosa que el deseo del Otro” (É, 835-6). En la separación del sujeto, su pasaje, se da la invasión del inconsciente, la acción permanente del borde: un déficit cubre otro (la división originaria del sujeto en el significante página 211 La segunda operación fundamental en la causación del sujeto es la descrita como separación, un término que se ha estirado en los potros de la vaguedad y la etimología para significar no únicamente “separación”, sino además “ponerse”, “defenderse” y “parir-se” -¿cómo se procura el sujeto en el significante? La separación es el momento del cambio en lo que Miller llamará “el tiempo del engendramiento”. Un clásico, un regalo página 212 YOUKALI, 6 es desbordada por la división –los huecos, el deseo- a la que el sujeto responde en el significante), lo que en efecto es el entero gasto del sujeto, de ahí en adelante sostenido en la unión, que no cesa de desplazarse, de lo simbólico y lo imaginario, el drama mismo: “El drama del sujeto en el lenguaje es la experiencia de su déficit-deser… Es porque elude este momento de déficit por lo que una imagen viene a tomar la posición de soportar todo el coste del deseo: proyección, función de lo imaginario. Igual que contra ello, hay un índice en el corazón del ser, designando su brecha: introyección, relación con lo simbólico” (É, 655). La introducción de Miller del concepto de sutura se propone como una contribución a esta explicación de la causación del sujeto. Por medio de la referencia a Frege y a la teoría de números (indicaciones de las que se puede encontrar referencia en Lacan; véase, por ejemplo, SXI, 205), al doble movimiento de la ausencia cero y el número cero, el propósito de Miller consiste precisamente en describir la relación entre el sujeto y el significante, la metáfora / metonimia del sujeto en la cadena significante: “Si la serie de los números, metonimia del cero, comienza con su metáfora, si el miembro 0 de la serie como número es únicamente el sustituto que sutura la ausencia (del cero absoluto) que es desplazada bajo la cadena de acuerdo con el movimiento alternante de una representación y de una exclusión, entonces, ¿qué puede impedir que veamos en la relación restablecida del cero con la sucesión de números la articulación más elemental de la relación del sujeto con la cadena significante?” El tema específico del artículo es pues lo simbólico y su operación; de ahí, de forma indicativa, el recurso a la lógica matemática y la insistencia en la extensión general de la función suturante: “La sutura nombra la relación del sujeto con la cadena de su discurso: debemos ver que figura allí como el elemento que falta, en la forma de una suplencia. Ya que, aunque falte allí, no está pura y simplemente ausente. Sutura -por analogía, la relación en general del déficit respecto de la estructura, de la que es un elemento- en tanto que implica la posición de un tomar-el-lugar-de.” La lógica del significante dentro del que la sutura tiene que existir como concepto es una “lógica general”, la disposición formal de todos los campos de conocimiento. Ejemplificar la sutura, señala Miller al mismo tiempo, como si se ejemplificara su índice inmediato, el “yo” de una enunciación: la enunciación establece un lugar del sujeto al tiempo que lo separa de ese lugar por el hecho mismo del lugar de la enunciación, el lugar desde el que se hace la aseveración; el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación nunca llegan a juntarse enteramente, se hallan siempre en las distancias de lo simbólico, el sujeto no es alguien en su representación en el lenguaje. A la luz de semejante ejemplo, sin embargo, puede verse que el recurso a la lógica, a la idea de una lógica, es al mismo tiempo la emergencia de una cuestión que trastorna toda idea de un sistema formal cerrado (de modo que la extensión y la generalidad son en sí mismas los términos de la inserción de esa cuestión en todos los campos; de forma parecida, el mismo Lacan, en un artículo muy poco mencionado que lleva por título “Le temps logique” (É, 197-213), desarrolla en la lógica el tiempo de la enunciación e introduce una reflexión acerca del “yo”. La dimensión de la verdad a la que Miller adapta el concepto de sutura es esta dimensión no de la lógica en su explicación clásica, sino, exactamente, de la lógica del significante, esto es, del psicoanálisis. Cuando Lacan habla de “la división del sujeto entre la verdad y el conocimiento” (É, 864), la verdad es la del psicoanálisis en tanto que atención al drama del sujeto, es la del conocimiento que esa atención hace posible, radicalmente distinto del conocimiento de la auto-posesión del sujeto como “yo” (“no podemos pedirlo del sujeto como yo” (É, 819)). De este modo no es una sorpresa que, en reacción a la ponencia de Miller, el psicoanalista Leclaire insistiera de manera entusiasta en que el psicoanalista fuera reconocido como, por definición, la persona que “no sutura”7. No es una sorpresa porque el concepto de sutura, dado que especifica la relación del sujeto con la cadena de su discurso, no puede ser un concepto simplemente para lo simbólico (no es un concepto de la lógica). La sutura no nombra únicamente una estructura de déficit, sino también una disponibilidad del sujeto, un cierto cierre, en buena medida como el giro en la segunda operación fundamental de Lacan procura al sujeto: el “yo” indica déficit y una disponibilidad suficiente. No es una sorpresa de nuevo, por tanto, que el propio uso de Lacan del término “sutura” (anterior a la ponencia de Miller y en el curso de un discusión en la que éste participaba) le dé el sentido de una “pseudo-identificación”, la define como “unión de lo imaginario y lo simbólico” (SXI, 107), ni que ulteriores ejemplos de su uso por parte de teóricos lacanianos portaran la misma acepción. Jean-Claude Milner, por ejemplo, escribiendo acerca de la objetivización del lenguaje que realiza la lingüística, por la que el límite de 7.- S. Leclaire, “L’analyste á sa place?”, op. cit., pág. 51. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net II Es a partir de este contexto psicoanalítico desde el que Oudart traslada el concepto de sutura al campo de la teoría del cine en el artículo de 1969 de Cahiers du cinéma mencionado anteriormente9. Como resultado de ese artículo (y de otros posteriores en los que desarrolla sus formulaciones iniciales10), el concepto ha alcanzado la resonancia a la que nos referíamos al comienzo de estas notas; resonancia en Francia, particularmente, por supuesto, entre los escritores implicados en Cahiers du cinéma o cercanos a ella11, y posterior a una influyente exposición en inglés de la obra de Oudart por parte de Daniel Dayan en 1974, en la teoría escrita en Gran Bretaña y Norte América. Las notas que siguen no pretenden de ninguna manera repetir lo dicho por Oudart o exponer todos los detalles de la variedad de posiciones ulteriores (la exposición de Dayan, los importantes argumentos contra Oudart y Dayan expuestos por William Rothman, etc.); simplemente, intentan demostrar parte de lo que está en juego en el concepto de sutura en relación con el cine, esperando añadir clarificaciones aquí y allí, planteando uno o dos problemas, quizás avanzando un poco12. Un clásico, un regalo su conocimiento del lenguaje se halla en el “sujeto hablante”, comenta: “el sujeto hablante, punto sin dimensión, deseo o inconsciente, es confeccionado estrictamente a la medida del sujeto de la enunciación y está hecho para enmascararlo o, más exactamente, para suturarlo”8. Lo que está en disputa es claro: el “yo” es una división que, de cualquier manera, une, la suplencia es el déficit en la estructura, pero eso no quita para que sea al mismo tiempo la posibilidad de una coherencia, del rellenado. En el extremo final de la función suturante está el ego, el yo: “¡Soy yo!”, el pequeño escenario lingüístico del ego –que yo soy el único que puede decir, puedo decir en tanto que yo soy alguien. El ego no debe confundirse con el sujeto: es el punto fijo de la proyección y la identificación imaginarias, mientras que el sujeto como tal está siempre del lado de lo simbólico, éste es el orden de su misma constitución; pero, entonces, precisamente no hay ego sin un sujeto, terreno de su necesidad y su asidero: función de lo simbólico, la sutura es hacia lo imaginario, el momento de la unión –supliendo, una ocupación de lugar, un algo, alguien allí. En su artículo, Oudart ofrece una descripción del movimiento de la constitución de lo cinemático y de su sujeto en el proceso de lectura de una película. La sutura especifica ahora la lógica del significante en el cine (“la lógica de lo cinemático”): “la sutura representa el cierre de lo cinemático enunciado conforme a la relación que con él sostiene su sujeto (el sujeto fílmico o mejor el sujeto cinemático), reconocido y ubicado en su lugar, el espectador”. 8.- J-C. Millner, “L’amour de la langue”, Ornicar?, nº 6, 1976, pág. 43. 9.- Jean-Pierre Oudart, “La suture”, Cahiers du cinéma, nº 211, abril 1969, págs. 36-9, y nº212, mayo 1969, págs. 50-5. Versión inglesa: “Cinema and suture”, Screen, vol. 18, nº 4, julio 1970, págs. 39-50. 10.- Ver especialmente (todas las referencias son a Cahiers du cinéma): “Bresson et la verité”, nº 216, octubre 1969, págs. 53-6; “Travail, lecture, jouissance” (con Serge Daney), nº 222, julio 1970, págs. 39-50; “L’effect de réel”, nº 228, marzo-abril 1971, págs. 19-26; “Notes pour une théorie de la représentation” (I), nº 229, mayo-junio 1971, págs. 43-5; “Notes…” (II), nº 230, julio 1971, págs. 43-5; “Un discours en défaut” (I), nº 232, octubre 1971, págs. 4-12; “Un discours…” (II), nº 233, noviembre 1971, págs. 23-6. página 213 Tal como lo describe Oudart, el proceso de lectura de una película se desarrolla por fases, la primera de ellas es un momento de puro júbilo por la imagen (el espectador “fluido, elástico, expansible” –véase su exposición de la experiencia de un plano de El maquinista de La general); un momento en el que, como si dijéramos, la pantalla y el encuadre no incomodan, anterior a la articulación del cine. Llegar a advertir el encuadre entonces rompe la relación inicial, dado que la imagen es vista ahora en sus límites; el espacio que, un momento antes, era la extensión pura del placer del espectador se convierte en un problema de representación, de ser-ahí-enlugar-de –allí en lugar de un campo ausente, fuera de la imagen (“la cuarta pared”), en lugar del personaje fan- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 11.- Véase, por ejemplo, Pascal Bonitzer, Le regard et la voix, París, Union Genérale d’Éditions, 1976, págs. 17, 31, 47-8, 105, 130, 140-1. 12.- Daniel Dayan, “The Tutor-Code of Classical Cinema”, Film Quaterly, otoño 1974, págs. 22-31. Una crítica del artículo de Dayan se puede encontrar en William Rothman, “Against the Sistem of the Suture”, Film Quaterly, otoño 1975, págs. 45-50. (Estos dos textos están incluidos en Bill Nichols (ed.), Movies and Methods, Berkeley y Los Angeles, University of California Press, 1976, págs. 438-59, las referencias las haremos a esta reedición) Un clásico, un regalo página 214 YOUKALI, 6 tasmal que la imaginación del espectador pone como respuesta al problema: “el Ausente”. De manera crucial, lo que esta realización de la ausencia desde la imagen consigue es la definición de la imagen como discontinua, su producción como significante: el paso del cine a lo cinemático, el cine como discurso: “La revelación de esta ausencia es el momento clave en el destino de la imagen, ya que introduce la imagen en el orden del significante y el cine en el orden del discurso”. Lo que opera entonces es el borrado (o rellenado) de la ausencia, la sutura del discurso –su movimiento al modo de una continuidad de articulación- por medio de la reapropiación de la ausencia dentro de la película, un personaje en la película ocupará el lugar del Ausente puesto por el espectador; la sutura como “la abolición del Ausente y su resurrección en alguien”: “el campo puro de la ausencia se convierte en el campo imaginario de la película y en el campo de su imaginario”. Lo más importante de todo esto es que la articulación de la cadena significante de imágenes, de la cadena de imágenes como significante, no opera de imagen a imagen, sino de imagen a imagen a través de la ausencia que el sujeto constituye. El cine como discurso es la producción de un sujeto y el sujeto es de lo que trata esa producción, desapareciendo y moviéndose constantemente a través de las imágenes, la garantía misma del flujo, siendo la sutura, como si dijéramos, la culminación de esa garantía: “[El proceso de Juana de Arco] revela gracias a quién funciona la operación de la sutura y para quién lo hace: el sujeto fílmico, el espectador, y desde un lugar que, aunque permanezca vacío cuando él o ella va a desvanecerse en el campo fílmico, debe reservarse para él o ella a lo largo de la película, a no ser que se pretenda impedir que cumpla su papel de sujeto imaginario del discurso cinemático”. La percepción de la ausencia rompe el deleite inmediato con la imagen; esa ausencia es puesta por el espectador como una ausencia de…, el campo ausente de un Ausente; ese campo ausente es reapropiado dentro de la película, el lugar del Ausente es cubierto por un personaje en la película; así, el campo puro de la ausencia se convierte en el campo imaginario de la película, dado como ausente desde la película, y el campo de su imaginario, dado en términos de la ficción de la película; así la ruptura de la relación inicial con la imagen se sutura, se sutura a través del espectador constituido como sujeto cinemático o fílmico13, esencial para la realización de la imagen como significante y para la articulación conjunta de los planos. Esta es la referencia de Oudart a Miller: el sujeto es una función móvil de la cadena significante (donde un significante representa un sujeto para otro significante), siendo su estructura un “parpadeo en eclipses” (una expresión citada y usada por Oudart); aquí, el sujeto está continuamente fuera y dentro de la película, la incesante posición de intercambio: “ese ‘intercambio’ del que habla Bresson, gracias al cual el significado aparece verdaderamente”. El sujeto produce los sentidos que la película produce para él, es el giro de la película como discurso: “la clave del proceso de cualquier lectura cinemática la provee el sujeto, que por sí mismo no sabe, aunque la lleva a cabo, que es su función la que opera y la que allí es representada”. La posición de intercambio, este giro, además, es la determinación de la oblicuidad subrayada por Oudart: el espectador no es ni un personaje ni el Ausente: “el espectador no se identifica con el personaje situado en el campo invisible de la película, ocupa una posición fuera de lugar respecto al mismo, en desequilibrio respecto al del Ausente que sólo está allí imaginariamente cuando el personaje no está allí y cuyo lugar éste ocupa más tarde”. El imaginario del espectador y el imaginario de la película se hacen juntos a un lado: el espectador pone al Ausente para hacer posible el movimiento de la ficción de la película que cubriendo el lugar de este –la sutura como personaje para el Ausente, desde el campo imaginario de la película al campo de su imaginario- libera el imaginario del espectador una vez más para la renovación del movimiento. Puede así señalarse que la sutura es para Oudart en buena medida un concepto que remite a la unión de lo simbólico y lo imaginario, recayendo el énfasis de hecho en su refuerzo de lo imaginario. La sutura cierra el discurso cinemático (la articulación del cine como discurso), cierra el sujeto-espectador en ese proceso, incesantemente, a lo largo del tiempo de la película que entonces emprende una repetición constante del sujeto como diferencia y una reapropiación constante de esa diferencia a través del espectador desde el Ausente al alguien. Bastante difícil de forma inmediata en la explicación de Oudart es, sin embargo, el estatus que atribuye al concepto –una dificultad que puede ser demostrada considerando el modo en que se utiliza a Bresson en el artículo. 13.- En Oudart se dan tanto el “sujeto cinemático” como el “sujeto fílmico”; este último cuando describe el proceso de lectura de la película, el primero en tanto que esa descripción se da en el contexto del modo en que la película funciona discursivamente, del discurso cinemático. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Un clásico, un regalo página 215 En este sentido, entonces, la continuada referencia que se hace al trabajo de Bresson se convierte de algún modo en problemática. Bresson es presentado como el descubridor de la sutura, el cineasta que da cuenta de la existencia y de la operación del sujeto cinemático, el paso a través del espectador (de ahí el desplazamiento respecto a las simples nociones de un “cine subjetivo”). El proceso de Juana de Arco es importante porque es “la primera película que somete su sintaxis a la necesaria representación cinematográfica de la relación del sujeto con su discurso”. Dejando a un lado las dudas usuales con respecto a la idea de “la primera película”, podría asumirse con Oudart que la película de Bresson provee una demostración visible efectiva del proceso de la articulación del cine como discurso y su sutura. Lo que es menos fácil de entender es por qué, por el contrario, Al azar, Baltasar debería criticarse como una película que, “puramente lineal” pero también “una descomposición de sintagmas”, no sutura, no rellena sus ausencias, “una representación que no puede resolverse porque la sutura es imposible, porque el campo imaginario es siempre el de una ausencia”: “los movimientos de cámara en Baltasar son precisamente, por la ausencia que crean a cada momento y que sólo se rellena en escasas escenas que recuerdan El proceso de Juana de Arco (el encuentro de Gérard y Marie), lo que impide que el imaginario del espectador trabaje y suture el discurso”. El problema es la valoración que asoma tras el estatus que se ha atribuido a la sutura en su descripción. El proceso de Juana de Arco es elogiada porque, dentro del sistema de la sutura, asume la naturaleza específicamente trágica del lenguaje cinemático; Al azar, Baltasar se critica porque no lo hace, porque no consigue poner en práctica de ninguna manera las propiedades de ese lenguaje, “su discurso no cesa de significarse a sí mismo, letra muerta, y su sintaxis aparece a cada instante como el único significado de la película”. El sistema de la sutura parece en este contexto ser una especie de esencia del cine, su “pasión” verdadera (nótese aquí la manera en la que la presencia o ausencia de un rasgo como la profundidad de campo aporta a Oudart un criterio de juicio inmediato: el uso de imágenes sin profundidad en el cine moderno oculta el movimiento fundamental del cine; Baltasar es caracterizada a través de un irritante abandono de toda profundidad; etc.). Parte del elogio de El proceso de Juana de Arco, sin embargo, descansa en que demuestra el sistema, lo expone, trazando el proceso de lectura de una película y ofreciendo, de este modo, una cierta experiencia de lo simbólico: “alejada de las complacencias de un cine como el de Flaherty, que declara recrear el acontecimiento mismo de la comunicación, Bresson sólo se permite el mostrarnos sus signos; pero lo hace dentro de un campo cinemático que, gracias a que no pretende dar la ilusión de su inmediatez, restaura para él una dimensión simbólica que se revela en el proceso efectivo de su lectura”. El vacilante entrelazado de formulaciones parece finalmente depender de una especie de estimación de la potencialidad del cine, casi una poéti- YOUKALI, 6 En Miller el concepto de sutura no es valorativo sino descriptivo, introducido para especificar la lógica del significante, la relación del sujeto dentro de la cadena significante; en Oudart, trazando la lógica de lo cinemático, se vincula de inmediato con “la naturaleza trágica y vacilante” de la imagen, con “la naturaleza específicamente trágica del lenguaje cinemático”. Esto es, el cine como discurso se percibe como si estuviera implicado en una pérdida, la pérdida de la totalidad de la imagen, la pérdida del placer extremo de la absorción en la imagen cuando el espectador es colocado como el sujeto de la película: “el cine se caracteriza por una antinomia entre la lectura y el placer”. Si este es el caso, sin embargo, es entonces necesario desarrollar una teoría efectiva de las diferentes realizaciones del placer en el cine, ofrecer una explicación adecuada, por ejemplo, del campo de lo imaginario de una película. A pesar de algunas indicaciones dispersas y de una nota final apuntando a parte del problema, Oudart no lleva a cabo esta explicación, una insuficiencia que es sintomática de un cierto deslizamiento en el uso de los términos del artículo. Así, cuando Oudart describe la posesión inicial de la imagen por parte del espectador (el espectador poseído totalmente por la imagen), los términos que utiliza son los de la experiencia del niño en la fase del espejo: relación dual –diádica-, júbilo, totalidad, una especie de expansión del placer, imaginario. Al mismo tiempo, de forma significativa, el momento de posesión en estos términos es calificado como “puramente mítico”; “de forma significativa”, porque en el cine no puede hacerse que lo simbólico siga a lo imaginario de esta manera: el cine no es la fase del espejo, todo espectador-sujeto ha tenido que haber superado esa fase (en contraposición al niño pequeño que puede venir al cine pero no venir como espectador), estando siempre ya en la lectura. En este sentido, el momento de la imagen que Oudart subraya no es “anterior” sino “posterior” a lo simbólico, es en mayor medida la dispersión del yo-sujeto que la anticipación de su dominio (vuélvase a mirar el pasaje dedicado a El maquinista de La general). O más bien, dado que no se trata de situarse en una posición simplemente contraria, lo que está en cuestión es un juego complejo y múltiple de lo simbólico y lo imaginario, la producción del espectador como sujeto en la película a través de ese juego: no es el imaginario del espectador, como Oudart parece a veces defender, lo que sutura el discurso; más bien, la función suturante incluye al espectador como parte de una producción imaginaria. Un clásico, un regalo ca del film (no sin ecos de la “función poética” de la perspectiva que abre Praxis du cinéma de Noël Burch, un libro publicado por esos años): “Ahora que todas sus propiedades han sido reconocidas, observamos ese habla para recrear no un objeto, sino un espacio, un campo cinemático que ya no será por más tiempo el medio privilegiado de realizar una ficción, sino el medio que tiene el habla del cine para desenvolverse de acuerdo con sus propiedades, ya que el cine nace dentro del orden del discurso a través del espacio, es designado como habla y su imaginario se despliega a partir del lugar cuya ausencia evoca”. En otro lugar, Oudart es perfectamente claro respecto a que el sistema de la sutura es una escritura cinemática particular (incluso si esa escritura ha sido ampliamente dominante) y este es el énfasis que Dayan desarrolla en su trabajo titulado significativamente “El código-tutor del cine clásico”. Las referencias a la tragedia y a Bresson desaparecen, el término “ideología” es recuperado: el sistema de la sutura es concebido como la operación ideológica del proceso del discurso cinemático; la producción, de hecho, de una constante unidad del sujeto, un cierto vínculo de coherencia que Oudart describe como “teológico” (de ahí probablemente las letras mayúsculas con las que escribe “ausencia” y “el ausente” en el primer artículo): “un cine esencialmente teológico, pensado para un espectador profundamente religioso, en el sentido lacaniano de alguien que pone sobre Otro (Dios, el Artista, el Ausente) el peso de la causa, exigiendo de ese Otro la garantía de un sentido que supuestamente no sea producido por ningún trabajo de escritura, que proceda supuestamente de una visión, de una mirada que da sentido a las cosas. Un cine teológico, de nuevo, en tanto que su escritura consiste en probar lo visible por medio de lo invisible y viceversa: cine de revelación, encarnación y gracia. Escritura cuya función ha sido la de transformar una fantasía en una ficción y una ficción en una visión, el Ausente en alguien, el espectador en un doble de sí mismo y en un duplicado del objeto filmado…”14 YOUKALI, 6 página 216 La cuestión respecto a la sutura tiene que ser considerada con más detalle en este contexto. Caracterizado como “el código-tutor del cine clásico”, el sistema de la sutura es definido como una articulación histórica del cine como discurso, como una escritura en el sentido en el que Barthes usa este término en El grado cero de la escritura15; se puede hablar entonces de “cine de la sutura” y subrayar, por ejemplo, el montaje de plano / contraplano como su figura ejemplar. Dayan, sin embargo, duda: por un lado, hay otros sistemas cinemáticos además del de la sutura16; por el otro, el sistema de la sutura es respecto al cine lo mismo que el lenguaje verbal respecto a la literatura17. Esta última idea es importante por su confusión. El lenguaje verbal es la materia de expresión de la literatura, su fundamento y horizonte, el sistema o código de cualquier realización discursiva (siendo la literatura un conjunto completo de realizaciones discursivas). Aunque el problema de las relaciones entre el sistema lingüístico y la formación socio-ideológica es difícil y enteramente contemporáneo, los términos de ese problema no son tan simples como para equiparar lenguaje e ideología. Si el sistema de la sutura es un sistema ideológico particular (una “escritura”), no puede compararse con el lenguaje verbal. Que Dayan los compare es sintomático de lo confuso del concepto: en Miller y en parte en Oudart, la sutura describe la producción de la posibilidad misma de la significación; en parte en Oudart y en la mayor parte en Dayan, la sutura es una operación ideológica, que el “ejemplo privilegiado”18 del montaje de plano / contraplano demuestra y resume (hasta tal punto que más tarde Rothman puede tomar el “sistema de la sutura” como sinónimo del “montaje del punto de vista”19). 14.- Oudart, “Travail, lecture, jouissance”, op. cit., págs. 45-6. 15.- De ahí una dificultad en la traducción del artículo de Oudart: el término cinématographique se traduce como “cinemático”, de acuerdo con su uso en Metz y vertiendo una generalidad descriptiva; igualmente, sin embargo, y de modo más apropiado, podría traducirse como “cinematográfico”, siendo la logique du cinématographe la lógica de una escritura, la definición de un discurso cinemático, y estando así de acuerdo con Bresson, que opone al cine teatral el cinématographe, “escritura en sonidos e imágenes que forma un texto audiovisual” (véase Notes sur le cinématographe, París, Gallimard, 1975. Versión castellana: Notas sobre el cinematógrafo, trad. Daniel Aragó, Madrid, Árdora, 1997). 16.- Dayan, “The Tutor-Code of Classical Cinema”, op. cit., pág. 450. 17.- Ibid., pág. 439. 18.- Ibid., pág. 451. 19.- Rothman, “Against the Sistem of the Sutura”, op. cit., pág. 454. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 20.- C. Metz, Essais sur la signification au cinéma I, París, Klincksieck, 1968, pág. 72. Versión castellana: Ensayos sobre la significación en el cine, trad. Carles Roche Suárez, Barcelona, Paidós, 2002. 21.- “The Tutor-Code of Classical Cinema”, op. cit., págs. 439, 449, 450; “Against the Sistem of the Sutura”, op. cit., pág. 457. 22.- R. Jakobson, “Entretien sur le cinéma”, en Cinéma Théories Lectures (número especial de Revue d’esthétique), París, Klincksieck, 1973, pág. 66. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Un clásico, un regalo página 217 La realización del cine como discurso es la producción en todo momento a través de la película de una dirección de sujeto, la especificación del juego de incompletitud-plenitud. Para lo que puede ser útil la sutura es para nombrar esta especificación, que se articula de diversos modos pero que es siempre una función de la representación (el juego para un sujeto, su ocupar un lugar). La dificultad en el planteamiento de Oudart reside en el colapso del proceso de especificación en la figura simple del ausente, una figura que no es exigida por la explicación que Miller realiza de la sutura como concepto necesario para una lógica del significante, que remite únicamente al Otro como espacio de la distribución-circulación de significantes. Oudart, partiendo efectivamente de la demostración de una película concreta (El proceso de Juana de Arco) y de la perspectiva que esa demostración ofrece acerca del desarrollo histórico del cine como discurso, describe un régimen específico de la unión de lo simbólico y lo imaginario, un retorno específico sobre el sujeto (muy dependiente de la explotación del montaje del punto de vista) y procediendo así, dadas las condiciones de esta especificación –dominante-, hace valer el ausente (o el Ausente) en lugar del Otro, desapareciendo este del argumento. En el sistema que Oudart considera, la diferencia es tratada dentro de una estructura de ausencia y la producción de la ausencia lo es respecto al interés de garantizar la constancia –la consistencia (la definición de lo imaginario es que consiste, que se sostiene unido)- del sujeto retornado; el ausente es un elemento en esa estructura de garantía, cubre lo simbólico: el espectador tiene que ser implicado como sujeto de la película y a través de la inversión del movimiento mismo -que es el suplemento del cine respecto de la fotografía, el movimiento del cuadro, la sucesión de planos- en una acción narrativa y como la visión verdadera de esa acción, a saber, la representación dual –de y para el sujetoa la que la descripción de Oudart responde con su énfasis en la inclusión y la oblicuidad. YOUKALI, 6 De lo que se trata aquí, el problema real, es exactamente de la comprensión del cine como discurso, de la enunciación y del sujeto de la enunciación en el cine. En un artículo temprano, Metz insistía en la correspondencia entre la imagen fílmica y la oración en el lenguaje natural; la imagen es siempre efectuada: “Un primer plano de un revolver no significa ‘revolver’ (una unidad léxica puramente virtual), sino como mínimo, y dejando a un lado las connotaciones, significa: ¡He aquí un revolver!”20. Tanto Dayan como Rothman están de acuerdo en que esto debe considerarse un error: un plano aislado es gramaticalmente incompleto; es la secuencia de planos lo que consiste en una “aseveración” (Dayan) o una “oración” (Rothman)21. La terminología es confusa y conduce a confusión: una oración es una abstracción metodológica de la lingüística; fuera de esa abstracción, no hay oración que no sea una emisión, la realización de un acto de enunciación. A lo que apunta Metz es al hecho del plano como emisión, su estar-ahí-para, su dirección; cada imagen es la fuerza de un acontecimiento, no la simple presencia de una palabra. Esa fuerza, sin embargo, se presenta con una cierta “inocencia” (el potencial ideológico de la imagen fílmica y fotográfica), las marcas de la enunciación están relativamente inespecificadas en la imagen (no hay equivalentes, por ejemplo, a los pronombres del lenguaje); sabemos cómo contradecir una emisión lingüística, estamos mucho menos seguros de cómo hacerlo con una imagen aislada (de ahí la tendencia común a ver la imagen como correspondiéndose con una palabra, de ahí la idea del cine como “un sistema de signos donde el objeto es el signo del objeto mismo”22), nos enfrentamos con su aparente completitud como imagen (de ahí el problema para Godard de “sonidos que son ya correctos sobre imágenes que son todavía falsas”: la imagen siempre será falsa en tanto que porta consigo un borrado del acto de su proposición; la verdad ha de ser aprehendida no sólo en el enunciado, sino igualmente en la enunciación, en las distancias, huecos, contradicciones de ambos). Cuya completitud, volviendo una vez más sobre la imagen como emisión, es, precisamente, sólo aparente: la imagen nunca está completa en sí misma (si así fuera no habría lugar para alguien que ve y, por ello, definitivamente, no habría lugar para ninguna imagen) y su límite es su dirección (el límite donde entra en la cadena se completa con el sujeto que de ese modo acoge). Entender el cine como discurso, el objetivo general del artículo de Oudart, consiste en comprender la relación de esa dirección con el movimiento de la imagen, con el movimiento de y entre planos. Un clásico, un regalo página 218 YOUKALI, 6 Pueden distinguirse, entonces, dos tipos de problemas: aquellos que conciernen a la descripción de la especificación discursiva particular del cine y aquellos que conciernen a la caracterización de una lógica general del discurso cinemático. Debe prestarse atención ahora a uno o dos puntos relacionados con lo primero, puntos en efecto que también se relacionan con lo último, a lo que eventualmente conducirán. Considérese el “ejemplo privilegiado” del montaje de plano / contraplano al que ya se ha hecho referencia. Para Oudart, esa figura se presenta de alguna manera como el hecho mismo de la operación suturante que describe, su ideal: “la cadena ideal de un discurso suturado, articulado en figuras a las que ya no es apropiado llamar montaje de plano / contraplano, sino que marcan la necesidad, para que la cadena pueda funcionar, de una articulación del espacio tal que la misma parcela de espacio sea representada por lo menos dos veces, en el campo fílmico y en el campo imaginario (con todas las variaciones de ángulo que permite la oblicuidad con respecto al lugar del sujeto)…” Es la oblicuidad la que convierte en inapropiado el término “plano / contraplano”: dejando aparte los dispersos ejemplos del tipo La venganza de Krimilda (“aberraciones”, “las series aberrantes en La venganza de Krimilda, donde los protagonistas parecen irreales a causa de la renuncia categórica de Lang a permitir que la cámara se moviera de la posición de su punto de vista”), la posición de la cámara siempre difiere más o menos respecto de la mirada del personaje, y es con esta diferencia con la que se dice que trabaja el sistema de la sutura; tal como lo plantea Dayan: “La mirada del ausente es la de un nadie que deviene (con el contraplano) la mirada de alguien (un personaje presente en la pantalla). Estando en la pantalla ya no puede competir con el espectador por la posesión de la pantalla. El espectador puede reanudar su relación previa con la película. El contraplano ha “suturado” el agujero abierto por la percepción que el espectador tiene del ausente en la relación imaginaria del espectador con el campo fílmico”23. Hay dos afirmaciones altamente críticas dentro de esta discusión de la sutura y el montaje de plano / contraplano que necesitan ser consideradas aquí, una la realiza Rothman en el artículo anteriormente citado, la otra es de Barry Salt y aparece en un artículo sobre “Film Style and Technology in the Forties”24. Salt ha estudiado cuidadosamente el desarrollo del “montaje de ángulo – contra ángulo menor” (“pensado para incluir todos los cortes que cambian el ángulo de la cámara desde una dirección que está dentro de los 45 grados de la línea del ojo de una persona que aparece en un plano hasta un ángulo suficiente para caer dentro de los 45 grados desde la línea del ojo de la otra dirección… la categoría general de los cortes de ‘ángulo – contra ángulo’ es además pensada para incluir cortes desde un plano de una persona que mira a un plano de lo que se ve desde su punto de vista, dado que esta parece ser la actitud habitual del montador respecto a la definición”) y presenta porcentajes de la frecuencia de tales montajes basados en un corpus de unas doscientas películas desde “los años veinte hasta hoy”, la conclusión que extrae es que “el grueso de las películas continúa teniendo entre un 30 % y un 40 % de cortes de contra ángulo, los mismos que han estado teniendo desde los años treinta”. Sobre la base de sus descubrimientos, Salt critica a Dayan por defender que la mayoría de los cortes en el cine clásico responden al modelo del plano / contraplano y desarrolla esta crítica en lo que él considera una objeción fundamental: “Aparte del hecho de que en la gran mayoría de las películas tales cortes son minoritarios, no hay duda de que las películas que carecen de ellos pueden actuar poderosamente sobre la audiencia; por ejemplo, El nacimiento de una nación. Es más, si el mecanismo es tan poderoso, ¿por qué no se lleva hasta el extremo (digamos un 70 %) en todas las películas comerciales, en lugar de ocupar sólo un poco?” De forma correcta, Salt identifica parte de la tendencia hacia la equiparación de la sutura y los montajes de plano / contraplano o de punto de vista (el pasaje de Dayan del que se trata se refiere a este último: “hay además momentos en los que la imagen no representa el punto de vista de nadie; pero en el cine de narrativa clásica estos son relativamente excepcionales”25) e indica los errores de cualquier explicación simple del cine clásico que se derive de una cruda literalización de esa equiparación. Haciendo esto, sin embargo, permanece ciego respecto a la importancia de la idea de sutura para entender las operaciones del discurso cinemático, respecto a la posibilidad de que el modelo del plano / contra- 23.- “The Tutor-Code of Classical Cinema”, op. cit., pág. 449. 24.- Barry Salt, “Film Style and Technology in the Forties”, Film Quaterly, otoño 1977, págs. 46-57; citas, págs. 50-2. 25.- “The Tutor-Code of Classical Cinema”, op. cit., pág. 447. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Rothman se acerca a Salt en uno o dos puntos o, mejor, podría haber añadido los detalles de Salt a sus objeciones a Dayan. Habiendo notado que este último equipara el sistema de la sutura y el montaje del punto de vista, Rothman estrecha aún más el campo del debate al considerar que Dayan se está refiriendo a una sucesión de planos de punto-de-vista definidos de forma muy estricta (Melanie Daniels en Los pájaros es mostrada mirando más allá de la barca a algo que no podemos ver, el siguiente plano nos muestra la panorámica de Bodega Bay, a la que está mirando), que aparentemente excluyen, por ejemplo, las típicas secuencias de diálogo de plano / contraplano. Su mayor crítica es entonces que el montaje del punto de vista no se compone de dos planos sino de tres, lo que “invertiría específicamente el escenario de Oudart-Dayan”: “No es que el espectador descubra el encuadre del plano mirando a Bodega Bay (de forma inexplicable), infiera un “ausente” soberano y caiga preso de un sistema tiránico que le hace tomar a Melanie, mostrada en el contraplano, por ese ausente. Más bien, siguiendo el plano primero de la secuencia con la indicación convencional que su encuadre afirma, el espectador percibe la ausencia de Melanie desde el siguiente plano. La percepción de esta ausencia específica es la condición para que el lector lo lea como un plano desde el punto de vista de Melanie. Esta lectura es confirmada por el tercer plano de la secuencia, con su retorno a Melanie”26. Es más, pueden construirse series extensas de secuencias de punto-de-vista plegadas, haciendo que el tercer plano de una primera secuencia funcione como el plano inicial de una segunda, etc. Un clásico, un regalo plano pudiera ser una articulación fundamental –aunque no la única- de la sutura (las estadísticas entonces demostrarían esto, mostrarían que las películas del cine clásico se mantienen dentro de los márgenes del 30 % y el 40 % de forma estable, regular), que, en consecuencia, la sutura es un funcionamiento múltiple de la organización discursiva de cualquier película existente de cine clásico. 26.- “Against the Sistem of the Sutura”, op. cit., pág. 455. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 Tómese News from home de Chantal Akerman: la ciudad, imágenes de Nueva York, y lo novelesco, por medio de cartas, una madre en Bruselas escribiendo a su alejada hija, pequeños incidentes y súplicas (siempre cuánto la echan de menos: “ma petite fille, tu nous manques tellement”), leído, susurrado, citado en la banda sonora, sobre o bajo los ruidos del tráfico o del metro. Ningún personaje, ninguna mirada ficticia que ver; los planos se suceden sin ningún otro lazo que el de esa sucesión, hasta el último plano desde una barca que se aleja de Nueva York, la ciudad que se pierde gradualmente en la imagen al extenderse el mar, la película que termina conforme la ciudad se desvanece en el horizonte. Si seguimos el planteamiento de Oudart-Dayan, no hay entonces sutura: la mirada no es apropiada dentro del campo imaginario de la película, el Ausente no se resuelve; la película no tiene secuencias de plano / contraplano, ni figuración de las imágenes, nada excepto su continua sustitución. Sin embargo, el espectador está incluido y es movido en la película, en una estructura y un ritmo de déficit y ausencia (que no son la misma cosa). ¿Cuál es la dirección de estas imágenes para esta voz y esta historia, de esta voz y esta historia para estas imágenes? El plano final puede producir retrospectivamente las imágenes como si fueran de la hija, pero la película permanece en su tiempo en el déficit de cada imagen, significantes página 219 Los énfasis que realiza Rothman son importantes, pero su efecto no es que el concepto de sutura –de la operación suturante del discurso cinemático- deje de ser pertinente; más bien, sugieren un desplazamiento necesario, la necesidad de alejarse de la idea simple de la imagen inmediata, la aprehensión simbólica, la resolución imaginaria, la figura constante y única del ausente. De lo que se trata tanto en Rothman como en Dayan es de la organización y sostenimiento de la mirada y las miradas en la película: la película va por delante de mí, me ve (yo soy su dirección), y no puedo nunca mirar desde donde ella me ve en tanto que ella me adopta como la condición de su relación cambiante, como la condición de su pasaje (se mueve a través de mí, el giro de su representación) y de su sentido (se mueve para mí, la ficción de su unidad) –un equilibrio en el que yo estoy a la vez en lo simbólico y en lo imaginario, producción y producto. El sistema de la sutura, tal como es descrito por Oudart-Dayan comienza a plantear el problema de esta adopción, pero lo hace de una manera que acaba resolviéndose en una concepción demasiado fácilmente monolítica –el Ausente, la concentración en el montaje del punto de vista del plano / contraplano – que tiende a ignorar los múltiples estratos y tiempos y avances, la función suturante en esa multiplicidad. Un clásico, un regalo cuya representación –“un significante representa a un sujeto para otro significante”- se ha roto, incumplida: efecto de la relación de distancia entre la voz y lo visto (hay que señalar que las descripciones de este sistema de la sutura nada dicen de la importancia de los lazos entre la imagen y las pistas de sonido), de la duración de los planos (el sistema de la sutura de hecho depende en gran medida de la constancia relativa y la brevedad del paso de un plano a otro, del desalojo de cualquier margen de la imagen en el tiempo), del juego dentro de esa duración con la carencia de profundidad o el encuadre o la división de la imagen, un proceso de encuentro –no de punto de partida como en la explicación de Oudart-Dayan- de una cierta multiplicidad (el plano en el metro a través del andén sobre el lado más alejado: la gente que espera y se mueve altera la percepción del espacio y la profundidad, señala a los diferentes encuadres proporcionados por una serie de columnas, con trenes que van y vienen hasta que finalmente un tren llega al andén más cercano y redefine de forma abrupta la apreciación de la disposición espacial), de la no emergencia de ningún patrón de mirada (distinto del echar en falta en la película, acentuado por la toma en el tren del metro cuando la gente comienza a cuestionar la mirada de la cámara y el espacio de nuestra mirada, implicándonos en el fracaso de una ficción vinculante que asumiría y daría sentido a las imágenes que se ofrecen). Estamos emplazados en la película, pero esa plaza no es segura, cambia, y gira, en los sentidos que la película produce en esa inseguridad, en aquellas dislocaciones, en la construcción de una ausencia central –la ausencia de la hija, planteada de manera diferente en la imagen y en la pista de sonido. Desde esa ausencia, la película rehúsa suturar, convertir el Otro en el Ausente (una conversión que estaría cerca de la posición de la madre en sus cartas), y por tanto aparecer como el signo de algo para alguien, fijar una unidad –“un signo representa algo para alguien”. O más bien, reencuentra la sutura de manera efectiva como condición de la lógica del significante, plantea el problema de las relaciones del sujeto en lo simbólico y el sostenimiento de esas relaciones en lo imaginario; en cuyo problema descansa lo real de la película, el del feminismo, y del film, el de la imagen, la voz, el ruido, la duración, el ritmo, la pregunta imposible de un deseo de mujer en todo ello. YOUKALI, 6 página 220 Del mismo modo que Miller apunta a una lógica del significante, Oudart apunta a una lógica de lo cinemático, del cine articulado como discurso. Oudart sólo puede venir después de Miller: el espectador de una película está siempre ya en lo simbólico, sobre el escenario de las dos operaciones fundamentales, produciendo la sutura; él o ella solicita la imagen tanto como ésta los solicita a él o a ella, no hay afuera inicial de lo simbólico en el cine, ni un advenimiento inmediato en la imagen que está siempre instituida como tal, imagen para…, imagen de una película. News from home produce un desplazamiento en las uniones establecidas de lo simbólico y lo imaginario, de las condiciones de identificación –y esa es su “inmediatez”. Lo que tenemos son películas, organizaciones discursivas, vinculaciones de espectancia [spectating] (la última expresión que se ha sugerido con el fin de evitar hablar de “un espectador”, con el concepto que ese término arrastra de una unidad necesaria, y con el fin de subrayar la actividad de mirar… y escuchar). Es posible y crucial describir los límites, constricciones, efectos de la máquina cine, plantear, por ejemplo, su realidad como “significante imaginario”, pero una lógica de lo cinemático en el sentido de la articulación del cine como discurso es simultáneamente una lógica de lo cinematográfico, la forma de un modo particular de organización de la significación, tal como el del sistema Oudart-Dayan de la sutura. Decir que el sistema de la sutura es una lógica particular, una escritura, no es, sin embargo, decir que el cine pueda ser articulado como discurso fuera de toda sutura. Lo que supondría retornar a las dificultades del concepto y de su traslado desde Miller a Oudart. En un extremo, la sutura deviene entonces una condición para cualquier lazo de continuidad, para las combinaciones del montaje clásico; así Bonitzer puede escribir: “La puerta es un objeto nodal de la narrativa del cine clásico… lo que Bazin llamaba el “cine del pomo de la puerta”; un objeto utilizable en tanto que permite la transición de un plano al otro, punto de sutura de la cesura sintagmática…”27. De manera más simple, y más general, se equipara con el sistema basado sobre los patrones de montaje del plano / contraplano de “rellenado” a través y para el espectador de imagen a imagen; de ahí la afirmación de Oudart de que Al azar, Baltasar no sutura. Lo que se enfatizó anteriormente en relación con News from home, sin embargo, no era que la película no suturara, sin0 27.- Bonitzer, op. cit., pág. 105. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Según Pêcheux es el discurso el que hace sentir esta pesada ausencia, el que ofrece el área donde la articulación debe desarrollarse. En contra de una concepción íntegramente lingüística, desea describir el discurso haciendo referencia a los mecanismos de puesta en posición de sus sujetos, una descripción que atravesaría por el medio las oposiciones tradicionales del tipo langue / parole para las que el discurso se convierte simplemente en los actos concretos de uso por parte de los individuos del sistema abstracto del lenguaje (hemos visto anteriormente que el psicoanálisis está implicado en un desplazamiento similar). El objetivo, como es evidente, consiste en reintegrar lo lingüístico dentro de lo social sin negar su especificidad y en ese sentido planteándole al lenguaje la cuestión de lo ideológico, para elaborar con detalle el concepto de formación discursiva: “Llamaremos formación discursiva a aquella que en una formación ideológica dada, esto es, desde una posición dada en una coyuntura dada determinada por la situación de la lucha de clases, determina ‘lo que puede y debe decirse…’. Esto viene a ser como decir que las palabras, expresiones, proposiciones, etc., reciben su sentido de la formación discursiva en la que son producidos… los individuos son ‘interpelados’ como sujetos hablantes (como sujetos de su discurso) por formaciones discursivas que representan ‘en el lenguaje’ a formaciones ideológicas correspondientes”31. Esto es, una formación discursiva existe como componente de una formación ideológica sustentada ella misma en condiciones particulares de producción (los aparatos ideológicos de estado) y los términos de la relación entre la formación discursiva y la formación ideológica son los del sujeto y la interpelación. Los individuos son constituidos como sujetos a través de la formación discursiva, un proceso de sujeción en el que el individuo es identificado como sujeto estando la formación discursiva articulada en una estructura de desconocimiento (el sujeto es presentado así como el origen de las significaciones de las que es un efecto). La interpelación nombra el mecanismo de esta estructura de desconocimiento, que es efectivamente la condición del sujeto en lo discursivo y en lo ideológico, el punto de su correspondencia: “No resolveremos aquí el problema de la naturaleza de esta correspondencia. Digamos simplemente que no puede ser una cuestión de pura equivalencia (ideología = lo discursivo) o de una simple distribución de funciones (‘práctica discursiva’ / práctica no discursiva). Sería mejor hablar de un ‘entrelazado’ de las formaciones discursivas en las formaciones ideológicas, un entrelazado cuyo principio residiría preci- 28.- Algunos de los puntos tratado brevemente en esta sección son desarrollados más ampliamente en S. Heath, The Turn of the Subject, Londres, Macmillan, 1981. 29.- P. Raymond, Matérialisme dialectique et logique, París, Maspero, 1977, pág. 57n. 30.- M. Pêcheux, Les Vérites de La Palice, París, Maspero, 1975, pág. 136. 31.- Ibid., págs. 144-5. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Un clásico, un regalo “Cuyo otro lado es político…”28. Desde ese otro lado, como si dijéramos, se ha apelado al psicoanálisis de manera creciente como si tuviera una contribución necesaria y específica que hacer a una comprensión materialista de la operación de lo ideológico en su distribución de posiciones subjetivas de sentido. Así, por ejemplo, Pierre Raymond en su Matérialisme dialectique et logique: “Algunos filósofos insisten en la relación entre los sistemas lingüísticos y el inconsciente. Esta relación es de interés particular para el marxismo, que ve que el lenguaje y el inconsciente tienen en común con las ideologías la puesta en escena del sujeto. Lo que no significa que la relación sea fácil de establecer…”29. O, de nuevo, Michel Pêcheux en Les Vérites de La Palice, un libro que intenta sugerir algunas de las bases para una teoría del discurso dentro de una perspectiva althusseriana: “No hay modo de esconder con fórmulas banales la pesada ausencia de una articulación conceptual elaborada entre la ideología y el inconsciente”30. página 221 III YOUKALI, 6 que no lo hace a la manera del sistema, que plantea de manera diferente –en efecto plantea el problema de- el funcionamiento de la sutura, la unión de lo simbólico y lo imaginario (que es lo que está en cuestión respecto al concepto de sutura). Ningún discurso sin sutura (como la describe Miller, elemento de una lógica general del significante), pero, igualmente, ninguna sutura que no esté desde el comienzo específicamente definida dentro de un sistema particular que le da forma (la lección efectiva de la descripción de Oudart de lo cinemático como cinematográfico); y que no sea además directamente política con respecto a su emplazamiento del sujeto en posiciones específicas de unidad y sentido –la demostración misma de News from home, el reconocimiento de la referencia de Miller a “un sujeto, por lo tanto, definido por atributos cuyo otro lado es político…” Un clásico, un regalo página 222 YOUKALI, 6 samente en la ‘interpelación’”32. Lo que Pêcheux pretende es entonces dar a este entrelazado alguna sustancialidad descriptiva ofreciendo una teoría no subjetiva de la constitución del sujeto en su situación de enunciador (¿cómo posee el sujeto los sentidos que posee y cómo posee esos sentidos en tanto que sujeto?). La interpelación, sin embargo, tomada del sobradamente conocido artículo de Althusser “Ideología y aparatos ideológicos de estado”33, plantea serias dificultades que han sido largamente demostradas por Paul Q. Hirst y que giran, para nuestros propósitos, en el modo en que el reconocimiento exigido por el mecanismo de la interpelación presupondría el sujeto que el mecanismo dice constituir: “El reconocimiento, el momento crucial de la constitución (activación) del sujeto, presupone un punto cognitivo anterior al reconocimiento. Algo debe reconocer aquello que va a ser… La función social de la ideología consiste en constituir individuos concretos (todavía-no-sujetos) como sujetos. El individuo concreto es ‘abstracto’, no es todavía el sujeto que será. Es, sin embargo, ya un sujeto en el sentido del sujeto que sostiene el proceso de reconocimiento. Así algo que no es un sujeto debe poseer ya las facultades necesarias para sostener el reconocimiento que lo constituirá como sujeto. Debe poseer una capacidad cognitiva como condición previa para ocupar su lugar en el proceso de reconocimiento. De ahí la necesidad de la distinción entre el individuo concreto y el sujeto concreto, una distinción en la que las facultades del último se suponen ya en el primero (a no ser por supuesto que la cognición sea considerada una facultad humana ‘natural’)”34. La crítica es correcta en tanto que indica que la interpelación no puede ser de ninguna manera la clave ni de la ideología ni de la subjetividad (el hecho del individuo como sujeto), sostenidas ambas como interdependientes. Una solución que se propone entonces –curiosamente adoptada por Althusser en el uso de la distinción entre individuo y sujeto y en la vaga emergencia de una referencia a Lacan en algunos puntos del artículo- consiste en diferenciar varias instancias en la construcción-constitución del sujeto, tomando al psicoanálisis como la explicación existente de una de estas áreas específicas: (sujeto-)portador, individualidad biológica de los individuos como material base desde los que son llevados a funcionar en las relaciones sociales; sujeto ideológico, lugar en el funcionamiento de las formaciones ideológicas / discursivas, constitutivo de estas, que asegura la entrada de (sujetos-)portadores en los diferentes procesos sociales; sujeto psicoanalítico, posición en las distribuciones del significante, producido en el (sujeto-)portador, efecto de la estructuración de este último por la cadena significante35. El psicoanálisis deviene así, dentro del materialismo histórico, la descripción de la constitución del individuo (sujeto-)portador como sujeto para la interpelación en las formaciones discursivas en tanto que sujeto ideológico; que es un papel al que el psicoanálisis se acomoda sin mucha dificultad, alzándose como la verdad del sujeto individual, abstraído del proceso social, de la formación ideológica –lo político allá al otro lado. Sin embargo, el asunto tendría que ser justamente el contrario. Exactamente, en tanto que el psicoanálisis apunta contra toda idea de que haya una serie de contenidos del inconsciente, hace del inconsciente una condición de la división del sujeto en el significante, una acción en el ser-hablante, de ese modo es implicado, siempre y de forma inmediata, en las relaciones sociales del lenguaje como discurso (y no en sentidos absolutos, arquetípicos, esenciales o lo que sea). A este respecto, la enseñanza de Lacan tiene un doble filo: por un lado, nada excepto discurso, el discurso tomado entonces como la única provincia de la verdad, el analista (Lacan, solitario portador de una palabra “sin igual”) su Maestro (“las mujeres no saben lo que dicen, lo que supone toda la diferencia entre ellas y yo” (SXX, 68)); por el otro, nada excepto discurso, de ahí que no haya una finalidad trashistórica de la verdad, de ahí la posibilidad de una práctica radical y una transformación de la historia completa del sujeto. El mismo tipo de doble filo puede dibujarse en muchos puntos dentro del psicoanálisis: la situación analítica misma, por ejemplo, que es al mismo tiempo el ofrecimiento de un espacio efectivo para la aprehensión de la serie de fantasías en la que la historia de analizante del sujeto se sostiene y el establecimiento de la posición de maestría del analista con los rituales de una posición, una clase, un determinado equilibrio del poder del discurso; o igualmente, el concepto de análisis interminable, que subraya tanto la producción del lenguaje, contra cualquier verdad origi- 32.- Ibid., p. 145n. 33- Louis Althusser, “Idéologie et appareils idéologiques d’État, La Pensée, junio 1970, reeditado en una colección de ensayos de Althusser titulada Positions, París, Éditions Sociales, 1976, págs. 67-125. Versión castellana: Posiciones, Trad. Nuria Garreta y otros, Barcelona, Anagrama, 1977. 34.- Paul Q. Hirst, “Althusser’s Theory of Ideology”, Economy and Society, vol. 5., nº 4, noviembre 1976, págs. 404-5. 35.- Cf. M. Tort, “La psychanalyse dans le matérialisme historique”, Nouvelle Revue de Psychanalyse, nº 1, primavera, 1970, pág. 154. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Para Pêcheux, la interpelación va unida a la identificación y esa unión representa por supuesto parte de su recurso al psicoanálisis: “la interpelación del individuo como sujeto de su discurso es efectuada por la identificación del sujeto con la formación discursiva que lo domina”36. Citando a Althusser, Pêcheux ofrece un resumen de la articulación por él defendida de la ideología y del inconsciente en estos términos: “‘El individuo es interpelado como sujeto (libre) con el fin de que se someta libremente a los mandatos del Sujeto, con el fin de que acepte (libremente) su sujeción.’ Si se añade, primero, que este sujeto con una S mayúscula –el sujeto absoluto y universal- es precisamente lo que Lacan designa como el Otro con una O mayúscula y, segundo, que, también según Lacan, ‘el inconsciente es el discurso del Otro’, se puede ver que la represión inconsciente y la sujeción ideológica, aunque no son lo mismo, están vinculadas materialmente en lo que puede llamarse el proceso del significante en la interpelación y la identificación…”37 Un clásico, un regalo nal o final, como una especie de imaginario del análisis, un concepto que confirma su perduración lejos del otro lado, cerrado al proceso social y a cualquier cuestión de transformación –“terminación”- del sujeto en la historia que ahí vive. El psicoanálisis es utilizable entonces por parte de la llamada que lo reclama, pero no de manera simple; y las dificultades surgen, continúan surgiendo tanto con la solución de la-separación-del-sujeto-en-instancias, como con la de una articulación. La “articulación elaborada entre la ideología y el inconsciente” de Pècheux es quizás una concepción demasiado rígida y estática para lo que está en juego. 36.- Pêcheux, op. cit., pág. 148. 37.- Ibid., págs. 122-3. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 En este sentido, además, es necesario recordar que el concepto mismo de sujeto procede de una perspectiva secundaria y lingüística y tiende constantemente hacia lo imaginario (como ocurre en Althusser, quien reproduce el sujeto como una especie de esencia de la ideología). Lo que “sujeto” designa no es una unidad, ni siquiera una unidad de la división, sino una construcción y un proceso, una heterogeneidad, una intersección. La versión de Lacan respecto a la causación del sujeto y la introducción misma de la sutura son aquí indicativas: el sujeto es menos uno, lo real de la castración; más uno, la resolución de ese real en lo imaginario; un movimiento en lo simbólico –“abertura, parpadeo, una alternancia de succión”. La sutura nombra el emplazamiento del sujeto en lo simbólico que es su conexión en la cadena, su representación de significante a significante (“un significante representa a un sujeto para otro significante”) y su identificación como alguien en la ficción del signo (“un signo representa algo para alguien”). La causación del sujeto por medio de la división-separación describe este proceso, el sujeto volviendo siempre a su implicación en el deseo del Otro –“¿qué quiere?” y “¿quién quiere?”: pre- página 223 De hecho, este resumen sólo expone el problema (y los propios problemas de Pêcheux: con la interpelación, con el vínculo material entre la represión y la sujeción), en conexión con el cual quizás merezca la pena plantear una o dos tesis que clarifiquen parte del entrecruzado de términos como ideología, imaginario, simbólico, inconsciente: 1) lo ideológico no se reduce a lo imaginario (lo que es parte de la dificultad de la explicación de la interpelación en “Ideología y aparatos ideológicos de estado”, así como en Pêcheux); lo ideológico implica siempre una relación entre lo simbólico y lo imaginario (lo imaginario es una ficción específica del sujeto en lo simbólico); 2) lo simbólico no se reduce a lo ideológico; no hay operación ideológica que no implique una construcción simbólica, una producción del sujeto en el sentido, pero lo simbólico es siempre algo más que el efecto de esas operaciones (la ideología no agota el lenguaje); 3) lo simbólico nunca es simplemente no ideológico; el psicoanálisis, y esta es su fuerza, no ha encontrado nunca un simbólico puro, está siempre comprometido con una historia específica del sujeto (la ideología no agota al lenguaje, pero éste sólo puede encontrarse como discurso, dentro de una formación discursiva que produce relaciones de sujeto en la ideología); 4) el inconsciente no es reductible a lo ideológico; es una división del sujeto respecto al Otro, una historia del sujeto sobre la que lo ideológico gira constantemente pero que éste de ninguna manera resume. En pocas palabras, una teoría materialista de la constitución-construcción del sujeto no puede desarrollarse haciendo abstracción de lo discursivo y lo ideológico, pero, del mismo modo, no puede desarrollarse como una explicación de la interpelación que efectivamente toma el sujeto como dado y no en tanto que efecto del significante. El entrelazado de las distintas instancias, ajustándose mutuamente, es difícil y crucial; la sutura podría definirse adecuadamente como la condición de esta dificultad crucial. Un clásico, un regalo página 224 YOUKALI, 6 guntas respecto a las que el sujeto siempre falla (vuelve al hecho de su proceso, su división) y es siempre vuelto a encontrar (su separación, su procurarse a partir de esa división), adoptado de forma inmediata en las significaciones y en su producción en las formaciones discursivas. Una teoría de la ideología debe entonces comenzar no con el sujeto, sino con una explicación de los efectos de sutura, la efectuación de la vinculación del sujeto con las estructuras de significación; esa explicación englobará así la atención a la historia completa del sujeto, al movimiento interminable de esa historia, y no a su simple equiparación con la ideología. IV La realización del cine como discurso es la producción en todo momento a lo largo de la película de una dirección de sujeto, la especificación del juego de incompletitud-plenitud. Este énfasis, que hemos dado anteriormente, debe mantenerse, pero también extenderse un poco. Una película opera con diversas materias de expresión, una variedad de códigos, tanto cinemáticos como no cinemáticos; el sentido no se construye únicamente “en” la película particular, los sentidos circulan entre la formación social, el espectador y la película; una película es un conjunto de actos de sentido, el espectador se encuentra en ella en una multiplicidad de tiempos. En esta conexión y respecto al emplazamiento del espectador como sujeto en la película pueden distinguirse una preconstrucción, una construcción (o reconstrucción) y un pasaje. La preconstrucción engloba las posiciones de sentido ya producidas que una película puede adoptar, no solamente las categorías extensas de definición, argumentos políticos, fronteras temáticas, etc., sino igualmente, por ejemplo, los signos y órdenes del lenguaje mismo, las convenciones sociales existentes acerca del color, las ideas disponibles sobre la película (el género es un factor importante de la preconstrucción). La construcción es la totalización de una posición de sujeto más o menos coherente en la película como su finalidad, su destino, la ficción de conjunto del sujeto emplazado. El pasaje es la efectuación de la película, el movimiento del espectador, adoptado como sujeto, haciendo la película. El logro ideológico de una película no recae únicamente en una u otra de estas instancias, sino primero y sobre todo en su aprehensión de las tres: la apropiación de la preconstrucción en la reconstrucción (la construcción de la película en efecto reconstruye a partir de sus diversos materiales) y el proceso de esa apropiación. La condición de esa aprehensión en las películas de ficción clásica es la narrativización, la conversión continua a la narrativa, capturando al espectador como sujeto en la imagen de la narrativa y en la película como su narración. El sistema de la sutura descrito por Oudart-Dayan es uno de los modos de esta narrativización (otros, que también suturan, todavía necesitan ser examinados, principalmente aquellos que trabajan entre la imagen y las pistas de sonido). Rara vez decimos que una película es “contemporánea”, excepto, permaneciendo dentro del área de la preconstrucción, en referencia a la “urgencia” de su tema. Es, sin embargo, bastante común caracterizar una película como “antigua”, tomándose aquí como referencia los signos de la representación reconocidos como tales, una cierta pérdida en el frágil equilibrio entre la enunciación y el enunciado que es encorsetada como histórica en el sentido más crudo de “su pasado” contra “nuestro presente”, la película particular es entonces declarada por el espectador de hoy como “interesante” o “divertida” (esto es evidente de manera especial con la presentación y consumo de películas en la televisión). La película no “antigua” está entonces cerca, su ordenación discursiva arrastra para nosotros la imagen hacia la unidad, su actividad de significación es colocada dentro de la coherencia de una cercanía; entramos en la estructura de la dirección, nos unimos a la película; el espectador es reasignado como el sujeto del encuentro entre lo simbólico y lo imaginario que la película realiza, su proceso de sutura. Lo que, además, es en gran medida una cuestión de tiempo; hay múltiples tiempos entre el espectador y la película (la explicación que Oudart expone de la experiencia de las imágenes del film puede quizás leerse mejor en esta línea), pero la película, en el cine clásico, es sometida siempre al tiempo con su flujo significante, su equilibrio, su narrativización; produciendo de ese modo su contemporaneidad esencial –constantemente contigo para ti, llevándote con ella en su imagen narrativa. Lacan habla de la “en alguna forma intermitente función del inconsciente”: “sea lo que sea lo que en un instante aparezca en su abertura está igualmente destinado… a desaparecer de nuevo” (SXXI, 44). Detrás de esa formulación descansa la idea del desfiladero de la consciencia desarrollada por Freud en sus Estudios sobre la histeria, publicados en 1895. Freud escribe acerca de un estrecho paso (Engpass) o estrecha fisura (enge Spalte) “enfrente de la consciencia del paciente”, una abertura en la que los recuerdos aparecen durante el tratamiento analítico en un movimiento intermitente; el problema reside en que el movimiento carece de regularidad, el ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Lo que por último nos trae de vuelta a la narrativización: la reducción del flujo de la película a una coherencia vinculante, su memorización, la realización de un solo tiempo que fluye hacia adelante dentro del que se puede dar juego a múltiples tiempos, así como sostenerlos. El sistema de la sutura, anotemos, se rompe tan pronto como el tiempo del plano vacila más allá del tiempo de sus especificaciones narrativas (demostrado por medio de L’assasin musicien de Benoît Jacquot). Un clásico, un regalo pasaje se bloquea continuamente con este o aquel recuerdo, como “una pintura que se negara a desaparecer”: “Hay justificación para hablar del “desfiladero” de la consciencia… En la consciencia del yo los recuerdos sólo pueden entrar uno a uno. Un paciente que reelabora un recuerdo de este tipo no intuye nada de lo que empuja tras él y se olvida de lo que ya se ha abierto camino antes. Si hay dificultades en el modo de dominar este único recuerdo patógeno –como por ejemplo, si el paciente no relaja su resistencia contra él, si trata de reprimirlo o mutilarlo- entonces el desfiladero, por así decirlo, se obstruye. El trabajo se detiene, no puede aparecer nada más, y el recuerdo único que se encuentra en vías de hacer su travesía permanece ante el paciente hasta que este lo acoge en el espacio de su yo. De tal suerte, toda la masa, espacialmente extensa, del material patógeno se filtrará como por una estrecha hendidura, y así alcanzará la conciencia como descompuesta en fragmentos o jirones. Es tarea del psicoterapeuta recomponer desde ahí la organización conjeturada”38. Es como si en el mismo momento de su nacimiento Freud esté describiendo el aparato cinemático, con la diferencia de que este aparato es construido para asegurar la constancia del flujo de imágenes, una unidad de presentación, una memoria estable. 38.- S. Freud, Studies on Hysteria (1895), The Standard Edition of the Complete Psychological Works, vol. II, Londres, Hogarth Press, 1955, págs. 291, 296. Versión castellana: Estudios sobre la histeria, “Obras Completas” Tomo II, Trad. José L. Etcheverry, Buenos Aires/ Madrid, Amorrortu, 1978. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 6 página 225 El sujeto de una película es el juego entre sus múltiples elementos, incluida la formación social en la que encuentra su existencia, y el espectador; no hay ninguna película que no capture al espectador en términos de esa heterogeneidad, que no desplace al espectador en nudos, junturas, relaciones, movimientos de lo simbólico y lo imaginario, con lo real como límite constante e imposible (imposible para la película, ya que implica una transformación que tendría que incluir a la propia película). Una película podría además –¿lo hará además?- proyectar un sujeto, algún tipo de unidad del juego producido; dicho del modo más contenido, una imagen narrativa. La sutura, en fin, nombra el doble proceso de multiplicación y proyección, la conjunción del espectador como sujeto con la película –esta conjunción es siempre el terreno de todas las operaciones ideológicas específicas que lleve a cabo una película.