La influencia comunitaria europea en el diálogo social español FÉLIX M. HERRADOR BUENDÍA * INTRODUCCIÓN E l objetivo del diálogo social europeo ha sido, en definitiva, la consecución de un sistema de relaciones laborales adecuado al propio marco económico, político, social e institucional de la Unión Europea (UE), pero siempre ha habido algunos obstáculos reales para su desarrollo, que pueden circunscribirse, de un lado, a la existencia de una delicada relación entre la norma y el convenio colectivo —entre legislación y negociación— (esta relación es difícil ciertamente, ya que la cuestión de saber cuándo una materia debería ser regulada por vía normativa o por vía convencional de negociación entre las partes sociales aún no está resuelta); y la otra dificultad proviene del camino que debe seguirse en la búsqueda de una noción común de contrato colectivo, así como de unos niveles apropiados de negociación colectiva. En España, por su parte, se dan dos factores fundamentales que posibilitan la potenciación del diálogo social: por un lado, la política de consenso y concertación de los interlocutores sociales en materia socioeconómica, puesta en práctica desde 1986 con la * Profesor de Política Social en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. asunción de acuerdos entre los agentes sociales europeos; y, por otro, la incorporación de España a la, en aquel momento, Comunidad Europea (CE), hoy Unión Europea, así como la entrada en vigor del Acta Única Europea (AUE) en 1987, ya que el proceso de diálogo se conforma como la condición indispensable para la cohesión económica y social, pilar fundamental del mercado interior, al que los interlocutores sociales han prestado un apoyo decisivo. El impacto del diálogo social europeo en España ha sido y seguirá siendo importante, en cuanto que las organizaciones sindicales y empresariales han ido asumiendo e incorporando como propias las directrices y los distintos aspectos acordados entre los agentes sociales europeos sobre cuestiones relacionadas con los campos de la Economía social y del trabajo. Sin embargo, en un contexto nacional de consenso (de política de concertación entre sindicatos, empresarios y Gobierno con la aplicación del Acuerdo Económico y Social (AES) en 1985 y 1986 —último Pacto Social—) la evolución negativa del mercado de trabajo constituía el mayor obstáculo por parte de los sindicatos para proseguir con el proceso de concertación. Este era el gran punto débil para una política de consenso entre sindicatos y patronal. No era posible un incremento ilimitado del número de desempleados sin que se pusiera en peligro la paz social. Los REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 45 INFORMES Y ESTUDIOS diferentes comportamientos de las organizaciones sindicales, a la hora de ratificar los acuerdos, confirman el indicio del problema. En esta situación, de agotamiento de la concertación y del consenso social, es cuando el diálogo social europeo influye en España a través de la adopción del compromiso que supone para los interlocutores sociales nacionales el proceso de acuerdos europeos, que se inicia en enero de 1985 a iniciativa del Presidente de la Comisión en aquel momento, Jacques Delors, en la localidad de Val Duchesse (Luxemburgo). Desde entonces, la Comisión propiciaría contactos informales que desembocarían en un encuentro conjunto el día 12 de noviembre del mismo año en esta misma localidad. El objetivo era conseguir el acuerdo previo de las partes sociales mediante consultas tripartitas dentro del seno comunitario. De esta manera, los representantes legales de las partes discutirían previamente los rumbos de la política social comunitaria y del diálogo social europeo. Era necesario un mayor consenso antes de la formulación oficial de esa política por parte de las instituciones comunitarias. También el AUE reforzó las estructuras básicas del diálogo social, poniendo el énfasis en el acuerdo, seguido de un consenso entre los agentes sociales. El hecho de asumir dicho compromiso supone, de una parte, que los interlocutores españoles se encuentren representados institucionalmente en las organizaciones sociales europeas y, de otra, que puedan participar en iniciativas, propuestas y documentos que se elaboren sobre diferentes materias socioeconómicas y laborales y en los que se defiendan los intereses sociales europeos generales y particulares (de todos y cada uno de los países representados). El Consejo y la Comisión, dos de las instituciones claves en la UE, observaban la necesidad de amparar, fomentar y potenciar el marco en el que los agentes sociales pudieran debatir sobre la situación del propio mercado de trabajo. En este trabajo se ofrece, en un primer momento, una visión del impacto del diálogo 46 social europeo. En segundo lugar, se analiza la relación existente entre el proceso de concertación y consenso social de los Pactos de la transición en España con lo que supone el diálogo social europeo. En tercer lugar, se estudia el nivel de influencia concreta del diálogo social europeo sobre el diálogo social en España. Y, por último, se ofrecen unas conclusiones, en las que se examinan las principales consecuencias e implicaciones del diálogo social europeo en la denominada «primera fase» del retomado proceso de diálogo social español, que comprende los años (1996-2000). 1. EL DIÁLOGO SOCIAL EN LA UNIÓN EUROPEA El diálogo social europeo «permanente y sin exclusiones» es la condición imprescindible ante cualquier estrategia de cooperación conjunta para lograr el crecimiento económico sostenido y sostenible, basado en el fomento del empleo en los Estados (casi siempre, por la vía de las incentivaciones económicas nacionales de los poderes públicos a los empresarios). Pero, antes de entrar en el significado del diálogo social europeo, es conveniente tener presente la visión general de quiénes son sus actores principales y cuáles son las instituciones de las que se van a servir. Protagonistas del diálogo social europeo El diálogo social europeo tiene como protagonistas, por un lado, a la Unión de Confederaciones de la Industria y de los Empresarios Europeos (UNICE), que es un grupo de intereses que representa al área de los empresarios, empleadores o industriales. Su ámbito va más allá del estrictamente comunitario, ya que aglutina a representantes de organizaciones empresariales de 22 países europeos. Entre sus miembros se encuentra la Confederación Española de Organizaciones REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 FÉLIX M. HERRADOR BUENDÍA Empresariales (CEOE). Las prioridades de UNICE se centran, actualmente, en el desarrollo del mercado único, promoviendo la tecnología, la investigación y el progreso europeo, y reforzando la cohesión económica y social mediante un diálogo más fluido con los sindicatos europeos. Otro de los protagonistas, por esta misma parte del diálogo, es el Centro Europeo de Empresas Públicas (CEEP), que tiene una importancia secundaria y ha permanecido alineado tradicionalmente con UNICE. Por la otra parte del diálogo está, en primer lugar, la Confederación Europea de Sindicatos (CES), grupo de intereses también, que representa a los trabajadores o empleados, y que, al igual que en el caso de la parte de los empresarios, se configura como organización de ámbito supracomunitario, englobando a representantes sindicales de unos 20 países. España participa en esta organización mediante la presencia de UGT, CC.OO. y ELA-STV. Sus objetivos residen en la colaboración para la puesta en marcha del mercado interior, así como para alcanzar la transformación tecnológica, proporcionar bases generales muy amplias de conocimientos a través de una enseñanza remozada, y lograr el reconocimiento del derecho a la formación continua y al reciclaje profesional. La importancia del diálogo social en la Unión Europea se puede constatar, además, por la creación de una serie de órganos de consulta, en los que tienen presencia y participación activa los interlocutores sociales y que están orientados al establecimiento de la Política Social Comunitaria (PSC), con el firme convencimiento de que son los procesos de diálogo la forma imprescindible, en los niveles comunitario y nacional, de poder establecer las coordenadas en las que se desarrollen adecuadamente la política social, el empleo, las relaciones laborales, las condiciones de trabajo y todo aquello que tenga que ver con la función protectora de las instituciones comunitarias y de los poderes públicos naciona- les; es decir, la protección y seguridad social en el próximo siglo. Como diría P. Flynn (Flynn, 1993) «el Consejo considera, finalmente, que la consecución de una política social y de las estrategias industriales comunitarias implica la prosecución y el desarrollo del diálogo social entre los interlocutores sociales a nivel de la Comunidad. Se invita a la Comisión, por un lado, a examinar las condiciones que permitan, en el marco de los mecanismos existentes, mejorar el diálogo con los interlocutores sociales, con vistas a asociarlos mejor a las decisiones económicas y sociales de la Comunidad. Se le invita, por otro lado, a crear los métodos adecuados que permitan, dentro del riguroso respeto de la autonomía y de las responsabilidades propias de los interlocutores sociales, favorecer el desarrollo de las relaciones paritarias a nivel de la Comunidad» (MTAS, 1997b:12) Hay que señalar, sobre todo, que la institución de diálogo social comunitario por antonomasia es el Comité Económico y Social. No obstante, hay que reconocer que esta institución tiene escasa influencia en la adopción de decisiones comunitarias. Es un débil instrumento de participación de los interlocutores sociales, aunque ha ido consiguiendo mayor autonomía de iniciativa en todos los sectores de la vida comunitaria gracias al derecho de iniciativa otorgado por los Jefes de Estado y de Gobierno en 1972. Y es en el Acta Única donde se prevé la consulta al Comité Económico y Social en varias esferas de competencia. Otras instituciones para el diálogo social europeo son: El Comité Permanente de Empleo (CPE), que tiene como finalidad asegurar el diálogo, la concertación y la información entre el Consejo europeo, la Comisión europea y los interlocutores sociales, a fin de coordinar las políticas de los Estados miembros relativas al mercado de trabajo, haciéndolas coincidir con los objetivos comunitarios. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 47 INFORMES Y ESTUDIOS De otro lado están los Comités Paritarios Sectoriales (CPSs), creados en los años 60. Sus estudios han contribuido a armonizar las condiciones de trabajo, aunque tienen un papel escaso en el desarrollo del diálogo social. Y, finalmente, los denominados Comités Paritarios Informales (CPIs), que han desarrollado una nueva práctica de diálogo informal por oposición a las de los anteriores, siendo la característica de su informalidad la que hace que los representantes de los empresarios y sindicatos se reúnan y trabajen en un interesante intercambio de puntos de vista, con el fin de abordar a otros niveles los problemas concretos ya estudiados informalmente. Los instrumentos para los resultados El diálogo social europeo se traduce en la consecución de una serie de acuerdos de carácter no vinculante que, en principio, se denominan «dictámenes comunes» de los interlocutores sociales. A pesar de este carácter no vinculante, el «dictamen común» permite una lectura diferenciada, según el estadio de desarrollo de las relaciones laborales en los distintos países comunitarios, y a través suyo el diálogo social se constituye en una forma de comunicación que permite llegar a adquirir plenamente el valor de instrumento de regulación, al generar unas relaciones convencionales comparables a las que se establecen en los niveles nacionales. Los «dictámenes comunes» deben de ser tenidos en cuenta por la Comisión europea en el momento de presentar sus diferentes propuestas legislativas al Consejo europeo, convirtiendo el diálogo social en mecanismo con valía y significación, a la hora de llegar a las disposiciones legislativas concretas. Los dictámenes comunes, como expresión de los interlocutores sociales europeos en el contexto comunitario, han venido tratando un conjunto de temas que se ubican dentro la Política Social Comunitaria (MTAS, 1997). Suelen estar interrelacionados y no constituyen cuestiones que puedan ser consideradas como «compartimentos estancos». Su temática, durante el periodo de 1985 a 1995, se circunscribe a las cuestiones de la relación entre las nuevas tecnologías y el sistema productivo, la educación, la formación y el empleo, el crecimiento económico y el empleo, y la dimensión social del mercado interior, tal y como se refleja en el siguiente cuadro: CUADRO 1. LOS DICTÁMENES COMUNES DE LOS INTERLOCUTORES SOCIALES EUROPEOS DURANTE EL PERIODO 1985-1995* • Relanzamiento del Diálogo Social en la Comunidad. Declaraciones del 12 Noviembre 1985 (Comisión Europea, 1985). • Dictamen Común sobre la Formación y Motivación e Información y Consulta, 6 Marzo 1987 (Comisión Europea, 1987). • Dictamen Común sobre Nuevas Tecnologías, Organización del Trabajo y Adaptabilidad del Mercado de Trabajo, 10 Enero 1991 (Comisión Europea, 1992a). • Dictamen Común sobre la importancia de un Nivel de Formación Profesional Inicial de calidad, 10 Enero 1991 (Comisión Europea, 1991). • Dictamen Común sobre la Transición de la Escuela a la Vida Adulta y Profesional, 5 Abril 1991 (Comisión Europea, 1992b). • Dictamen Común de los Interlocutores Sociales relativo a la puesta en práctica del Acuerdo anexo al Protocolo sobre la Política Social del Tratado de la Unión Europea, 29 Octubre 1993 (Comisión Europea, 1994). 48 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 FÉLIX M. HERRADOR BUENDÍA CUADRO 1. LOS DICTÁMENES COMUNES DE LOS INTERLOCUTORES SOCIALES EUROPEOS DURANTE EL PERIODO 1985-1995* (Cont) • Dictamen Común sobre las Mujeres y la Formación, 3 Diciembre 1993 (Comisión Europea, 1994). • Dictamen Común sobre la contribución de la Formación Profesional a la lucha contra el paro y la reinserción de los parados en el Mercado de Trabajo a tenor de la situación nueva creada por el Libro Blanco, 4 Abril 1995 (Comisión Europea, 1995). • Dictamen Común sobre orientaciones de las políticas económicas, 5 Diciembre 1993 (Comisión Europea, 1994). • Declaración de la Unión de las Confederaciones de la Industria y de los Empleadores de Europa —UNICE— sobre la Dimensión Social del Mercado Interior. PARTE 1ª, 31 Mayo 1988 (Comisión Europea, 1989). • Declaración UNICE en la audición de la Comisión Social del Parlamento Europeo sobre la Dimensión Social del Mercado Interior. PARTE 2ª, 28 y 29 Noviembre 1988 (Comisión Europea, 1989). • Acuerdo recogido posteriormente en el Tratado de la Unión Europea (Protocolo sobre Política Social), 31 Octubre 1991 (Comisión Europea, 1991). • Dictamen Común sobre la creación de un Espacio Europeo de Movilidad Profesional y Geográfica, y la mejora del funcionamiento del Mercado de Trabajo en Europa, 13 Febrero 1990 (Comisión Europea 1990). • Dictamen Común sobre las condiciones que pueden permitir el más amplio acceso efectivo posible a la Formación, 20 de Diciembre 1991 (Secretaría de la Comisión Europea, 1991). • Dictamen Común sobre Cualificaciones Profesionales y su Convalidación, 13 de Octubre 1992 (Secretaría de la Comisión Europea,1992). • Dictamen Común sobre las acciones y el papel futuro de la Comunidad en los ámbitos de la Educación y de la Formación, 28 Julio 1993 (MTAS, 1997). • Propuesta de los agentes sociales relativa a la aplicación del acuerdo anexo al protocolo sobre Política Social del Tratado de la Unión Europea, 29 Octubre 1993 (MTAS, 1997). • Dictamen Común sobre la Educación y la Formación, 26 de Enero 1991 (Revista de Trabajo y Seguridad Social, Julio-Septiembre/91). • Dictamen Común sobre una nueva estrategia de cooperación para el crecimiento y el empleo, 3 Julio 1992 (UNICE, 1992). • Dictamen Común sobre Orientaciones para transformar la recuperación económica en un proceso de crecimiento duradero y creador de empleo, 16 de Mayo 1995 (CEOE, 1995). * Fuente: Textos de los acuerdos publicados durante el periodo 1985-1995 por Europe Sociale: («Informe sobre la evolución social de la Comunidad», Comisión Europea); por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (MTAS): («El Diálogo Social en la Unión Europea»); por la Revista de Trabajo y Seguridad Social; por la Unión de Confederaciones de la Industria y de los Empresarios Europeos (UNICE); y por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Los procedimientos del diálogo social europeo Se han desarrollado dos procedimientos de diálogo social. El diálogo social institucional comunitario, que implica un diálogo tripartito, institucionalizado, con la participación de la Comisión Europea como protagonista fundamental; y el diálogo social comunitario europeo —es el modelo o procedimiento de REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 49 INFORMES Y ESTUDIOS diálogo social realmente susceptible de ser calificado como «europeizado»—, que conlleva la no institucionalización; es decir, es un diálogo bilateral, sin la participación institucional de la Comisión. Este segundo modelo de diálogo supone que los interlocutores sociales se reúnen en Comités paritarios y en grupos de trabajo «ad hoc» informales —a los que se ha aludido anteriormente—, en los que se llega a determinados acuerdos, pero sin seguir las directrices normativas comunitarias pertinentes en materia de política social. Este procedimiento de diálogo social conforma un foro de debates y reflexiones entre las partes sociales europeas. La incidencia real del diálogo social europeo no institucional en las políticas públicas del mercado de trabajo de los países comunitarios y de España ha sido verdaderamente muy escasa en la vertiente relacionada con las políticas y programas públicos activos de promoción y generación de empleo. Pero puede decirse que es a través de este segundo modelo como el diálogo social pasa a ser un instrumento de salvaguarda de la negociación/acuerdo, constituyendo los fundamentos del modelo social europeo. Valoración de resultados El difícil proceso de concertación social, que se inicia en Val Duchesse, no ha tenido como efecto ningún tipo de negociación colectiva, a no ser el Acuerdo Marco CES/CEEP sobre formación y preparación para la innovación tecnológica. Es evidente que los dictámenes comunes concluidos hasta la fecha por parte de los interlocutores sociales han quedado como meras reflexiones, a pesar del intento formal y serio iniciado por Delors (Comisión Europea, 8/85) para encontrar el punto de partida de una concertación social europea más que difícil. Con lo cual, los acuerdos sobre políticas activas (formación y empleo) para los merca- 50 dos de trabajo de los países comunitarios han quedado como simples declaraciones de intenciones. Las Organizaciones internacionales del tipo UNICE o CES, por su parte, tampoco han recibido de sus afiliadas organizaciones nacionales el poder requerido para negociar y firmar un acuerdo colectivo de ningún tipo. En el Congreso del CES en mayo de 1991, al aprobarse los nuevos Estatutos que contemplan la atribución de poderes de negociación al Comité ejecutivo, el cual queda facultado para definir el mandato del mismo respecto a las negociaciones con las organizaciones europeas de empresarios y en las relaciones con las instituciones europeas evaluando sus resultados, se superó la cuestión a medias. Y la UNICE sigue aún, en cierto sentido, sin poderes de negociación. Los numerosos Comités paritarios sectoriales, creados entorno a los años 70, tampoco han visto proliferar compromisos negociados en su seno, excepto algunos acuerdos sobre jornada agrícola en el Comité paritario de ese sector. De hecho no han vuelto a renovarse. Ante estas dificultades, las posturas y estrategias de las partes difieren sobre manera. Criterios básicos, estrategias de las partes y temas del diálogo social europeo Según la Confederación Europea de Sindicatos (CES) es conveniente un impulso del diálogo social con las instituciones europeas de cara a la configuración del Espacio Social Europeo (un contexto de cohesión económica y social) y a la promulgación de nuevos instrumentos normativos comunitarios en el campo social. Así, se hace necesario lograr una normativa básica mínima que garantice los derechos sociales de los trabajadores en Europa, incluido el derecho de negociación colectiva —tomando como referencia la Carta Comunitaria de los REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 FÉLIX M. HERRADOR BUENDÍA Derechos Sociales fundamentales de los trabajadores (Carta Social, 1989) y los Convenios Laborales Internacionales (OIT, 1994:15-18)—; conseguir, también, el desarrollo de políticas europeas para reducir o eliminar las diferencias existentes en el nivel regional y obtener una Comunidad más cohesionada; desarrollar la institucionalización del diálogo social europeo para permitir el intercambio de puntos de vista y la preparación o adopción de acuerdos sobre aspectos concretos de las relaciones laborales con las organizaciones empresariales; y llegar a constatar una «europeización de las políticas sociales» con mayor protagonismo para las instituciones europeas en el diseño de las mismas (en este caso, el Parlamento Europeo). La Unión de Confederaciones de la Industria y de los Empresarios Europeos (UNICE) y el Centro Europeo de Empresas Públicas (CEEP) coinciden en la necesidad de preservar el ámbito nacional como contexto específico de las relaciones laborales conformando un campo de orientación para las políticas sociales. La patronal europea cree que los problemas sociales de la Unión Europea, su progreso social, serán una consecuencia lógica del crecimiento económico. Y mantiene una actitud cautelosa, debido a que, según ella, todo diálogo puede llevar indefectiblemente a la contratación colectiva europea. Por lo tanto, se opone a la adopción de nuevas normas comunitarias en materia de empleo. Además, esta organización empresarial manifiesta que el diálogo social no es un elemento dinamizador y activo de la construcción europea; es más un deseo que una realidad operativa. Las dificultades para que una relación convencional europea sea operacional son numerosas. La UNICE tiene escasas declaraciones o pronunciamientos sobre aspectos sociales europeos. Sin embargo, la influencia del diálogo social institucional europeo tiene un gran peso, porque detrás está la Comisión como factor clave de su promoción e impacto y será ella la que promoverá el desarrollo de la filo- sofía del diálogo y consenso de las partes. Como indicadores institucionales baste mencionar el art.22 del Acta Única Europea 1 y el Protocolo XIV sobre Política Social anexo al Tratado de Maastricht 2. En el nivel normativo, tampoco ha existido una sólida base para construir la red de acuerdos colectivos que muchos añoraban (MTAS, 1997c). Sólo hasta 1986 se inserta la primera alusión a los «acuerdos» (convenios colectivos europeos, art.118B del Tratado fundacional) 3, aunque de manera muy tímida, y hasta finales de 1991 no se recoge normativamente la posibilidad de trasponer una Directiva en el ordenamiento jurídico interno de los Estados, no mediante Leyes, sino a través de acuerdos colectivos, aunque alguno de los países comunitarios practicara esa fórmula desde mucho antes. Lógicamente, hay que destacar el «caso último» referido a la nueva orientación que se le ha dado a la Directiva comunitaria 97/80/CE del Consejo de 15 de diciembre de 1997, relativa 1 «La Comisión procurará desarrollar el diálogo entre las partes sociales a nivel europeo, que podrá dar lugar, si estas lo consideran deseable, al establecimiento de relaciones basadas en un acuerdo entre dichas partes». Acta Única Europea, Capt.1º «Cooperación en materia de política económica y monetaria (Unión Económica y Monetaria)». Subsección tercera «Política Social», art. 22. 2 «Las consultas formales de los interlocutores sociales previstas en el artículo 3 del Acuerdo podrán conducir a un dictamen o, en su caso, a una recomendación. Con respecto a la negociación, la Comisión señala que los interlocutores sociales consultados por la Comisión sobre el contenido de una propuesta de acción comunitaria, podrán también informar a la Comisión sobre su voluntad de iniciar un proceso de negociación que podría llevar al establecimiento de un acuerdo». Protocolo XIV sobre Política Social anexo al Tratado de la Unión Europea (Tratado de Maastricht), art. 3 del Acuerdo sobre Política Social adjunto al Protocolo. 3 Se puede observar en la cita número 1 la utilización por primera vez del término «acuerdo», que hace atisbar la idea en un futuro, más bien a largo plazo, de poder establecer un sistema europeo de relaciones laborales basado en convenios colectivos. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 51 INFORMES Y ESTUDIOS a la carga de la prueba en los casos de discriminación por razón de sexo 4. La doctrina se plantea también la cuestión de la representatividad de los negociadores. No existe en Europa, a nivel internacional en su conjunto, ningún mecanismo para deslindar entre sí a las organizaciones representativas de las que no lo son, con lo que los acuerdos firmados por unas y otras quedarían mezclados de una manera muy desorientadora. Bien es cierto, que la Unión Europea lleva tiempo procediendo a seleccionar los sindicatos y patronales más representativos a nivel europeo (en el Comité Económico y Social, en el Comité Permanente de Empleo, en los diversos comités consultivos con participación sindical y patronal o en los numerosos comités paritarios sectoriales existentes), y quizá este aspecto podría solventarse en alguna manera. Si a las reuniones de Val Duchesse se las ha considerado como el referente de la concertación social europea, bien puede considerarse el artículo 118B la base normativa de esta concertación 5. Aunque el simple hecho de promover el diálogo —el texto dice literalmente «procurará desarrollar»— puede entenderse en el otro sentido, el promocional. La relación existente entre la legislación comunitaria y la negociación colectiva europea (futuros acuerdos europeos) debe plantearse a partir del Acuerdo de Política Social (APS) como punto de contacto. Las dudas surgen en el entorno propio del Tratado de Roma y en relación con el artículo 118B, don4 Se considera el hecho de que al concluir la segunda fase de consultas, los interlocutores sociales no informaron a la Comisión de su voluntad de iniciar el proceso, que podría conducir a la celebración de un acuerdo (a que se refiere el art.4 del Acuerdo sobre Política Social perteneciente al Protocolo XIV sobre Política Social del TUE). Esto significa, que como no llega a constituirse en acuerdo, la norma se aprueba tal cual. 5 Véase cita número 1. 52 de se encomienda a la Comisión el papel de promover el diálogo entre las partes sociales en el nivel europeo, que es lo que podrá dar lugar a un acuerdo entre dichas partes (Flynn, 1993). A diferencia de la típica situación en la concertación de firma a tres bandas de un determinado compromiso, podemos encontrarnos con una firma a dos, en donde la autoridad pública (en este caso la Comisión) desempeña una función mínima con presencia y actuación indirecta, sólo cuando los interlocutores sociales no llegan a un acuerdo o incumplen de algún modo los compromisos contraidos. La autoridad pública no asume un compromiso directo. El objetivo prioritario de la integración europea ha sido siempre alcanzar un nivel más alto de competitividad y llegar a convertirse en una entidad más civilizada y humana (lo que viene a denominarse la «Europa de los ciudadanos»). Una forma de lograr ese objetivo es, indudablemente, fortaleciendo el diálogo social entre los agentes sociales europeos. También es provechoso cuestionarse si el progreso económico de Europa es viable sin una política social adecuada, ya que un sistema de relaciones laborales debe basarse en una participación cada vez más consciente de los trabajadores en la vida empresarial; lo que no significa, de ningún modo, obstaculizar la autonomía de los empresarios a la hora de tomar decisiones o limitar la capacidad de adaptación de las unidades de producción. Los empresarios en el momento de tomar decisiones debieran considerar la introducción de mecanismos de participación de los trabajadores. Además, las nuevas tecnologías incitan a reexaminar el papel del trabajo en el proceso productivo. La utilización de los recursos humanos exige, en este contexto cambiante, una mayor instrucción y protección social, pero también, una mayor información, democracia social y participación de los trabajadores en decisiones a todos los niveles. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 FÉLIX M. HERRADOR BUENDÍA El diálogo y la participación deben convertirse en los elementos constitutivos de un nuevo sistema de garantías sociales, encaminado a mejorar la condición de los trabajadores y a ofrecer un marco de referencia estable a las empresas. No obstante, para que el diálogo y la participación se afirmen como formas corrientes de las relaciones entre los interlocutores sociales es necesario definir comportamientos y adoptar normas relativas a los derechos y deberes, a las modalidades y a los procedimientos. La función de las organizaciones de trabajadores y del diálogo entre agentes sociales constituye uno de los elementos inalienables de la identidad europea y una de las condiciones previas esenciales para la construcción comunitaria. Siendo la estructura de las fuerzas sociales cada vez más variada y compleja —y con diversificación creciente en los círculos de trabajadores y de empresarios—, es preciso el despliegue de todos los esfuerzos necesarios para asociar al conjunto de sindicatos y de empresas en el diálogo social europeo, ahora que aquellos se encuentran lejos de la atmósfera conflictiva de tiempos pasados. La cuestión de la consulta a los trabajadores tiene gran importancia política y económica, y su solución puede contribuir a la mejora de las relaciones entre los actores sociales y con ello a un mayor rendimiento de las empresas y de la economía de los Estados miembros. Los problemas más importantes que se tratan con el diálogo social tienen que ver con el empleo, las condiciones de trabajo y la enseñanza/formación profesional. En relación con el empleo, la Unión Europea debe hacer frente hoy día a una tasa de desempleo estructural elevada y persistente, sobre todo en determinados Estados miembros, a pesar que desde 1985 la tasa de crecimiento continuo del empleo en la Comunidad no ha tenido parangón con la de épocas anteriores. Sin lugar a dudas, el principal problema al que se enfrenta la Unión Europea es el desempleo, en cuyo ámbito se han venido produciendo importantes intervenciones, entre las que cabe destacar el Libro de la Comisión sobre el crecimiento, la competitividad y el empleo (Delors, 1993), y las líneas de acción en materia de empleo acordadas en el Consejo europeo de Essen (Boletín CE 12, 1994). Estas medidas han propiciado una mayor sistematización y coordinación de las políticas de empleo y han abierto una vía de esfuerzo del papel de los interlocutores sociales que les permitirá apoyar, completar y eventualmente corregir la actuación comunitaria en este ámbito. El pacto de confianza para el empleo en Europa (Comisión Europea, 1996) refleja la importancia de este papel, del que resultará necesariamente una mejor focalización del diálogo social en el empleo, incluido el ámbito sectorial. El proceso de diálogo está cada vez más centrado en aplicar medidas activas de empleo. Una de las preocupaciones principales de la Comisión es adaptar los procedimientos del diálogo social, no siempre concebidos para el desarrollo de esta tarea. Se puede decir, que en la Unión Europea comienzan a generalizarse unas nuevas condiciones de trabajo, especialmente las relativas a los efectos que ejercen la organización del trabajo y la tecnología en las exigencias de cualificación, la continuidad de los puestos de trabajo y la intensificación del empleo. En relación con la enseñanza y la formación profesional se está produciendo una creciente presión sobre las rutinas formativas y educativas. Las estructuras de formación existentes en diversos sectores descubren, en la actualidad, su inadecuación, así como la falta de homogeneidad entre los sistemas de los diferentes Estados miembros (enseñanza y formación profesional unidas contra formación profesional con un estatus menos favorable), acentuando la necesidad de una reforma en REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 53 INFORMES Y ESTUDIOS profundidad, encaminada hacia una mayor convergencia de la educación con los cambios tecnológicos y las nuevas formas de organización del trabajo, y entre los mismos países comunitarios. Por ello, las organizaciones sindicales propugnan ampliar el campo de la formación profesional, mejorar su control y coordinarla más eficazmente con el sistema educativo. 2. EL PROCESO DEL DIÁLOGO SOCIAL EN ESPAÑA Las organizaciones sindicales españolas más destacadas (UGT y CC.OO) llevaron a cabo, para la defensa y salvaguarda de los intereses de los trabajadores, una estrategia de acción basada en la negociación y en el consenso con la parte empresarial durante el periodo que se viene denominando la transición democrática. La adopción de esta postura estaba vinculada a la necesidad y el deseo de consolidar el sistema democrático. La continuación de esa política de consenso, una vez asentada la democracia, es el resultado de no llegar a la consolidación de estrategias alternativas en un contexto de crisis económica y de fuerte desempleo. La búsqueda de dicho consenso mediante la voluntad de negociación posibilitó que los dos sindicatos mayoritarios desecharan estrategias de confrontación con el capital y enfocasen una regulación de las relaciones laborales a través de una negociación central con la organización empresarial más importante y con la participación directa o indirecta del Gobierno. Hay que reconocer que los sindicatos asumieron en esta política de concertación la subordinación de sus intereses a las premisas de la política de rentas (orientada a la superación de la crisis económica) y, además, lo hicieron para colaborar en la instauración de un sistema político democrático. Esta negociación se llevó a cabo mediante lo que se denominó el 54 principio de rendimiento y contraprestación. Los pactos sociales (Acuerdos marco o Pactos marco) que se firmaron constituyeron el mecanismo fundamental a través de los que se cristaliza la concertación social. La realización de estos acuerdos, desde 1977 hasta 1986, muestra una etapa de «diálogo social» en España —independientemente de sus obstáculos y de sus resultados finales—, que conforma una cultura de la negociación y del consenso entre nuestros interlocutores sociales. Tras la «prescripción» del pacto social de 1986 se observa un cambio en la disposición de diálogo de los interlocutores sociales a alto nivel, de manera que el sistema de unión entre Gobierno, Empresarios y Sindicatos para la regulación de las relaciones laborales era insostenible en aquella forma y contexto. Se continuaría, luego, haciendo hincapié en el principio de la concertación, pero las circunstancias que llevaban a esta estrategia variaron mucho. Se inicia, entonces, un cambio de paradigma, puesto que el sistema democrático está asentado, los pilares de las relaciones laborales están en proceso de consolidación y se ha superado el momento crucial de la crisis económica. Se puede señalar, de manera general, que los dos factores claves de la finalización del proceso de concertación en España han sido la menor disposición al diálogo, en este contexto descrito, y el elevado nivel de paro existente. Ante esta situación, los interlocutores sociales entraron a formar parte del proceso de diálogo social europeo que se estaba originando desde 1985 con la iniciativa del entonces presidente de la Comisión europea, J. Delors. A continuación se muestran los resultados del diálogo social en España durante casi un decenio de concertación y consenso social. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 FÉLIX M. HERRADOR BUENDÍA CUADRO 2. LOS PACTOS DEL CONSENSO SOCIAL* 1. Los Pactos de la Moncloa (25-10-77). En vigor en 1978. Suscritos por el Gobierno y los Partidos con representación parlamentaria. Consecuciones: consolidación de la democracia y la Constitución; derechos sindicales; participación sindical en organismos públicos; política de mercado de trabajo y de empleo; política fiscal; flexibilización del despido. 2. Acuerdo Marco Interconfederal, AMI (5-01-80). En vigor en 1980-81. Suscrito por UGT y la CEOE. Consecuciones: derechos sindicales en la empresa; reestructuración de la política colectiva; reducción de la jornada, desmantelamiento de horas extraordinarias; creación de puestos de trabajo. 3. Acuerdo Nacional sobre Empleo, ANE (9-06-81). En vigor en 1981 y durante 1982. Suscrito por UGT, CC.OO, CEOE y Gobierno. Consecuciones: consolidación de los sindicatos; participación institucional; derechos sindicales en la empresa; patrimonio sindical; subvenciones a cuenta del Patrimonio sindical según el Acuerdo Paralelo al ANE; política de mercado de trabajo y de empleo; jornada laboral, desmantelamiento de horas extraordinarias; desarrollo de formas distintas de contratos temporales y de formación. 4. Acuerdo Interconfederal, AI (15-02-83). En vigor en 1983. Suscrito por UGT,CC.OO. y CEOE. Consecuciones: derechos sindicales en la empresa; participación sindical en organismos públicos (participación institucional); política de mercado de trabajo y de empleo; reducción de la jornada y regulación de horas extraordinarias; mejora de las prestaciones del seguro de desempleo. 5. Acuerdo Económico y Social, AES (09-10-84). En vigor hasta finales de 1986. Suscrito por UGT, CEOE y Gobierno. Consecuciones: derechos sindicales de participación con la dirección de las empresas estatales del INI; Patrimonio Sindical, soluciones definitivas: participación sindical en organismos públicos; política laboral y de empleo; aumento de las prestaciones del seguro de desempleo; jornada laboral: regulación de horas extraordinarias; política fiscal; participación en medidas político-fiscales; modificación de contratos temporales, contratos de formación. * Fuente: Elaboración propia sobre la base de las tablas número 30 Pactos macro en el marco de la política salarial estatal y otros datos socioeconómicos y 31 Pacto Macro, compensación y moderación salarial de Führer, Ilse Marie, Los Sindicatos en España. De la lucha de clases a estrategias de cooperación, Edt. Consejo Económico y Social. Colección Estudios nº 25, Abril 1996, Pp 343-345. Se puede apuntar como nexo común entre el proceso de diálogo social español durante los años 1977-1986 y el proceso de diálogo social que surge en Val Duchesse en 1985 el hecho de que las organizaciones sindicales en el nivel nacional y europeo buscan la posibilidad de implantar un sistema de relaciones laborales basado en la negociación colectiva. De esta forma, podrán defender mejor los intereses de los trabajadores en aspectos fundamentales del mercado laboral en un contexto de inestabilidad política y económica agravada con altas tasas de desempleo —en el caso de España—, y en un contexto de reivindicación de la Política Social Comunitaria con el fortalecimiento del diálogo social - en el caso de la Unión Europea. Pero, lo que los empresarios nacionales y europeos intentan es desvirtuar, cuando no debilitar, la implantación de un verdadero sistema de legislación social comunitaria que pueda establecer y regular las condiciones en las relaciones laborales europeas. Si bien es cierto, que en la Unión Europea es impensable todavía la creación de dicho sistema. Se constata, también, la circunstancia de que los dos modelos de diálogo social, mencionados y descritos anteriormente, pretenden REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 55 INFORMES Y ESTUDIOS mostrar la relación causal existente en España y en la Unión Europea entre los derechos de participación, reconocidos a los trabajadores asalariados, y el progreso de la estrategia sindical. Los procesos de diálogo deben potenciar y generalizar estos derechos de los trabajadores en las tomas de decisión de las empresas. En cuanto al proceso español de diálogo y consenso social, es generalmente aceptado que desde los Pactos de la Moncloa tuvo su indudable transcendencia e influencia europea y mundial, llegándose a hablar de un «modelo España». Bajo las nuevas condiciones políticas, que hicieron posible la participación de las fuerzas democráticas (parlamentarias y extraparlamentarias) más destacadas del país, se despejó el camino hacia la integración política en la Comunidad Europea, y el Estado logró mejorar la capacidad competitiva de la economía del país hasta el punto de que se consideró estable su posición en el mercado mundial (Führer, 1996). 3. EL IMPACTO DEL NIVEL COMUNITARIO SOBRE EL DIÁLOGO SOCIAL ESPAÑOL En términos generales hay que afirmar que los interlocutores sociales europeos han conseguido configurar, sobre unos principios sociales generales consensuados, una serie de mecanismos de actuación que pueden o deben servir de orientación para los Estados interesados y sus agentes sociales y que se reflejan oficialmente en los «dictámenes comunes» como «marcos de actuación». Esta filosofía o cultura de diálogo, de negociación, de consenso sirve como herramienta básica para la consecución del mayor número posible de logros socioeconómicos y laborales en cada país. El impacto del proceso de diálogo social europeo sobre España se produce en el momento en que los interlocutores sociales españoles, CEOE por parte empresarial y UGT, CC.OO. y ELA-STV por parte sindical, asu- 56 men y hacen suyos los acuerdos sobre los diferentes temas de interés de las relaciones laborales. Posteriormente, este impacto será mayor o menor en función del grado de vinculación a que se comprometan dichos agentes sociales españoles. Y, en concreto, el auténtico aumento de la influencia del diálogo social europeo en las estructuras del diálogo social español viene configurada por las determinaciones institucionales comunitarias del Tratado de Amsterdam, con un título, el tercero, dedicado al empleo (Tratado de Amsterdam de 1997) y, sobre todo, por la Cumbre de Luxemburgo (Consejo Europeo extraordinario sobre el Empleo de 1997), que supone un punto de inflexión en los temas de las políticas de empleo. Este Consejo Europeo, celebrado al más alto nivel institucional, impone el seguimiento de unas directrices comunitarias consensuadas para los Estados miembros, que se tendrán que cumplir con la imprescindible aportación cada vez mayor de los interlocutores sociales. Se puede decir que fruto de ello es la reactivación —en gran medida— del proceso de diálogo social en España en un momento político de cambio de Gobierno y en un marco de crecimiento económico, contribuyendo a resaltar el punto de inflexión que aún se estaba generando en la economía, al pasar de un ciclo recesivo a un ciclo expansivo en términos de PIB. Pero el verdadero «empujón» en el diálogo social se concreta en los acuerdos alcanzados por los interlocutores sociales durante el periodo julio-diciembre de 1996. El programa del Gobierno actual estima que el diálogo social constituye un eje fundamental de sus líneas de acción (MTAS, 1997a). En función de esta prioridad, desde mayo de 1996 se ha venido desarrollando un proceso negociador de muy amplio alcance y con una profunda significación en orden a promover los necesarios cambios estructurales. Los acuerdos alcanzados se concretan en el siguiente cuadro: REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 FÉLIX M. HERRADOR BUENDÍA CUADRO 3. ACUERDOS DE LOS INTERLOCUTORES SOCIALES COMO RESULTADO DE LA PRIMERA ETAPA DEL PROCESO DE DIÁLOGO SOCIAL EN ESPAÑA (1996-2000)* • Acuerdo Tripartito en materia de solución extrajudicial de conflictos laborales (BOE, 8 de Febrero de 1996) (MTAS, 1997a). • Mesa Tripartita sobre Seguridad y Salud Laboral (firma, 25 de Julio de 1996) (MTAS, 1997a). • Acuerdo sobre Consolidación y Racionalización del Sistema de Seguridad Social (firma, 9 de Octubre de 1996) (MTAS, 1997a). • Acuerdo para el Empleo y la Protección Social Agrarios (firma, 4 de Noviembre de 1996) (MTAS, 1997a). • Acuerdo sobre Política de Inversiones y Empleo Agrario (firma, 14 de Noviembre de 1996) (MTAS, 1997a). • Acuerdo de Bases sobre la Política de Formación Profesional (firma, 19 de Diciembre de 1996) (MTAS, 1997a). • II Acuerdo Nacional de Formación Continua (firma, 19 de Diciembre de 1996) (MTAS, 1997a). • Acuerdo Tripartito sobre Formación Continua (firma, 19 de Diciembre de 1966) (MTAS, 1997a). • Acuerdo Interconfederal para la Estabilidad del Empleo (firma, 28 de abril de 1997) (MTAS, 1997c). • Acuerdo Interconfederal sobre Negociación Colectiva (firma, 28 de abril de 1997) (MTAS, 1997c). • Acuerdo sobre Cobertura de Vacíos (firma, 28 de abril de 1997) (MTAS, 1997c). • II Programa Nacional de Formación Profesional (firma, 13 de marzo de 1998) (MTAS, 1998a). • Acuerdo sobre Trabajo a Tiempo Parcial y Fomento de su Estabilidad noviembre de 1998) (MTAS, 1998b). (firma, 13 de * Fuente: Elaboración propia sobre la base de los Informes Técnicos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (MTAS, 1997a), (MTAS, 1997c), (MTAS, 1998a), y (MTAS, 1998b). El Acuerdo Tripartito en materia de solución extrajudicial de conflictos laborales (8 de Febrero de 1996) tiene un carácter autónomo respecto a los dictámenes del nivel comunitario y no influyen en el diseño del mismo, ya que no existe ningún otro acerca de esta materia. Respecto al Acuerdo para el Empleo y la Protección Social Agrarios (4 de Noviembre de 1996) y al Acuerdo sobre Política de Inversiones y Empleo Agrario (14 de Noviembre de 1996), se produce la misma situación de autonomía en la negociación social con relación a los acuerdos de los agentes sociales europeos. La misma situación se produce con el Acuerdo sobre Consolidación y Racionalización del Sistema de la Seguridad Social (9 de Octubre de 1996), el Acuerdo Interconfederal para la Estabilidad del Empleo (28 de abril de 1997), el Acuerdo Interconfederal sobre Negociación Colectiva (28 de abril de 1997), y con el Acuerdo sobre Cobertura de Vacíos (28 de abril de 1997), que se constituyen como acuerdos autónomos respecto a los dictámenes comunes. Consecuentemente, se puede decir que en estos cuatro acuerdos del proceso de diálogo social en España el nivel de influencia comunitario europeo es prácticamente inexistente. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 57 INFORMES Y ESTUDIOS Sin embargo, en los siguientes acuerdos se produce cierto «grado de europeización del diálogo social español», entendido este por el nivel de impacto de lo acordado en el ámbito europeo sobre los campos de la Formación Profesional (Formación Inicial o Reglada, Formación Ocupacional y Formación Continua). La Mesa Tripartita sobre Seguridad y Salud Laboral (25 de Julio de 1996) llega a un «Acuerdo global sobre el Reglamento de los Servicios de Prevención», que evalúa los riesgos de los trabajadores y organiza los servicios de prevención. Esta Mesa Tripartita incorpora, con otra denominación y con una mayor concreción, unos instrumentos de seguridad, que los interlocutores sociales acuerdan, denominan, configuran y refuerzan como «Comité Consultivo europeo en materia de seguridad, higiene y protección de la salud en el lugar de trabajo» 6, y que ha de servir como línea de acción para la consecución de mejoras sociales en los Estados miembros. El Acuerdo de Bases sobre la Política de Formación Profesional (19 Diciembre 1996) recoge en su cuarto objetivo general la propuesta de que la Formación Profesional debe atender aquello que los agentes sociales soli6 En el nivel europeo, «dicho comité ha de continuar desempeñando plenamente su papel consistente en asistir a la Comisión en la preparación y realización de las actividades en los ámbitos de la seguridad, la higiene y la protección de la salud en el lugar de trabajo» (MTAS, 1997:123). En el nivel del diálogo social español, «la Mesa Tripartita de Seguridad y Salud en el Trabajo llegó el pasado 20 de Septiembre, tras cinco sesiones plenarias, a un Acuerdo global sobre el Reglamento de los Servicios de Prevención, dando por concluidos los debates sobre su contenido y remitiéndolo a la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo para su debate y formulación de propuestas (...). Este Reglamento desarrolla el Capítulo IV de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales, relativo a los Servicios de Prevención. Está dividido en dos grandes partes: la primera se refiere a la evaluación de riesgos y la segunda a la organización de los servicios de prevención» (MTAS, 1997:12). 58 citan 7. En las líneas de actuación para la Formación Continua se incorpora, del nivel social europeo, la conveniencia de que este tipo de formación tiene que ser competencia de las partes sociales 8. El diseño de la Formación Ocupacional intenta reflejar, en cierto sentido, la importancia que los interlocutores sociales europeos otorgan al aprendizaje, a la combinación entre teoría y práctica y al reconocimiento oficial de cualificaciones 9. Este acuerdo de ba7 «La Formación Profesional que incluye la Formación Inicial, la Formación Continua y el reciclaje debe estar en condiciones de responder a las necesidades de los trabajadores, de las empresas, de la economía en general y del gran mercado en particular». «El Diálogo Social en la Unión Europea», («Dictamen Común sobre Formación y Motivación e Información y Consulta» 6 Marzo 1987), (MTAS, 1997:53). «El cuarto objetivo general viene delimitado por la mejora de la eficiencia en los procesos de Formación Continua y de Formación Ocupacional, como una garantía de los procesos productivos, de las competencias profesionales y la promoción de los trabajadores ocupados, y de quienes buscan insertarse en el empleo.», «Diálogo Social: Principales Resultados», («Acuerdo de Bases sobre la Política de Formación Profesional» Firma, 19 Diciembre 1996-), MTAS, 1997, P.73. 8 «5. La Formación Profesional que se imparta en función de las necesidades de la empresa a lo largo de toda la vida profesional es responsabilidad conjunta de empresarios y de trabajadores». «El Diálogo Social en la Unión Europea», («Dictamen Común sobre enseñanza básica y Formación Inicial, y Formación Profesional y de adultos» 19 Junio 1990), MTAS, 1997, P. 68. «El protagonismo en la gestión de la Formación Profesional Continua corresponderá a los agentes sociales y/o a las empresas y los trabajadores», «Diálogo Social: Principales Resultados», («Acuerdo de Bases sobre la Política de Formación Profesional» Firma, 19 Diciembre 1996), MTAS, 1997, P.77. 9 «Los participantes hacen hincapié en la importancia que otorgan al aprendizaje y a otros tipos de formación, a las combinaciones de trabajo y formación y a los cursos de formación basados en normas que proporcionen una titulación reconocida y que facilite la transición entre la vida escolar y el mundo del trabajo, fomentándose así la integración de los jóvenes en la vida laboral». Ibidem, P.66. «Desarrollar los programas de calificación de demandantes de empleo, y de orientación profesional, dentro del mismo marco (...). Mejorar el ritmo de implantación del Repertorio de Certificados de Profesionalidad, con la colaboración de los agentes sociales y de las Administraciones Autonómicas», «Diálogo Social: Principales REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 FÉLIX M. HERRADOR BUENDÍA ses asume el compromiso, adoptado por la negociación social en el ámbito europeo, de facilitar una serie de oportunidades específicas a los colectivos sociales con mayores dificultades para reintegrarse en el mercado de trabajo (mujeres, jóvenes, desempleados de larga duración, minusválidos, personas con más de cuarenta y cinco años) 10. La influencia del consenso europeo es creciente. El II Acuerdo Nacional de Formación Continua sigue la pauta del dictamen europeo de 6 de Marzo de 1987 11, y por lo tanto se adscribe a los avances en el proceso de europeización que consigue el anterior Acuerdo de Bases. de 13 de noviembre de 1998 recoge el pensamiento que inspira las directrices de la Política Social Comunitaria (PSC) y lo que son las líneas de actuación programadas desde principios de la legislatura (1996-2000). La Cumbre Extraordinaria de Luxemburgo sobre el Empleo (y el Plan de Acción para el Empleo del Reino de España 1998) dedicaban sus recetas a la necesidad de impulsar la figura del trabajo a tiempo parcial, sobre la base de su voluntariedad, estabilidad y adecuada protección social (MTAS, 1998b). 4. A MODO DE CONCLUSIÓN El II Programa Nacional de Formación Profesional de 13 de marzo de 1998, tiene vocación de convertirse en parte fundamental de las políticas activas para contribuir a la consecución del empleo estable, a la promoción profesional y social de los enseñantes y de los destinatarios de la formación y, por último, al desarrollo de los recursos humanos en las unidades económicas de producción (MTAS, 1998a). Finalmente, el Acuerdo sobre Trabajo a Tiempo Parcial y Fomento de su estabilidad Resultados», («Acuerdo de Bases sobre la Política de Formación Profesional» Firma, 19 Diciembre 1996), MTAS, 1997, P.76. 10 «Es necesario adoptar iniciativas específicas en favor de determinados grupos concretos como las mujeres, los minusválidos, los parados de larga duración y las minorías étnicas, con el fin de aumentar sus índices de participación y de hacer frente a los problemas de falta de educación básica y de formación». «El Diálogo Social en la Unión Europea», («Dictamen sobre las condiciones que pueden permitir el más amplio acceso posible a la formación» 20 Diciembre 1991-), MTAS, 1997, P.92. «Prestar una particular atención a aquellos colectivos de personas con especiales dificultades de inserción o reinserción laboral (por su larga permanencia en desempleo, por su larga cualificación, etc.)», «Diálogo Social: Principales Resultados», («Acuerdo de Bases sobre la Política de Formación Profesional» Firma, 19 Diciembre 1996). MTAS, 1997, P.76. 11 Véase la cita a pie de página número 7. En términos generales, la influencia comunitaria europea —en el nivel no institucional, es decir, sin la participación institucional directa de la Comisión— en el marco del diálogo social español es aún realmente escasa. Del conjunto de los acuerdos que retoman el diálogo social en España desde 1981-1982, se puede asegurar que cinco de los mismos todos ellos firmados por los interlocutores sociales españoles en 1996 y 1998 («La Mesa Tripartita sobre Seguridad y Salud Laboral», «El Acuerdo de Bases sobre la Política de Formación Profesional», «El II Acuerdo Nacional de Formación Continua», «El Acuerdo Tripartito sobre Formación Continua» y «El II Programa Nacional de Formación Profesional») muestran cierto nivel de adaptación a los dictámenes comunes europeos, aunque todavía en grado insuficiente. La mayor asunción de contenidos se produce en la materia de Formación profesional, debido a la enorme importancia que tienen las nuevas exigencias cambiantes del sistema productivo, que demandan una continua recualificación de la mano de obra en un contexto dominado por la creciente influencia de las nuevas tecnologías. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 59 INFORMES Y ESTUDIOS No obstante, desde la visión europea comunitaria institucional, (con la participación directa de la Comisión) la influencia del proceso de europeización es progresivamente alta, debido, sobre todo, a la tarea de promoción de la relación permanente entre las partes que realiza denodadamente la Comisión europea. El diálogo y la participación deben convertirse en los elementos constitutivos de un nuevo sistema de garantías sociales encaminado a mejorar la condición de los trabajadores y a ofrecer un marco de referencia estable para las empresas. La Comisión debería desarrollar un verdadero sistema de relaciones laborales europeas, como medio para lograr el éxito en las grandes transformaciones industriales, tecnológicas y sociales con las que se enfrentan las economías europeas. Lo que en última instancia se plantea es la negociación colectiva europea, que lleve a los interlocutores sociales a establecer convenios colectivos a nivel comunitario, para ampliar el acceso a la Formación continua y mejorar así, la calidad de la fuerza de trabajo. Se trata de superar el dictamen común de los interlocutores sociales europeos por el acuerdo o convenio colectivo; el acuerdo consultivo por el acuerdo vinculante de la negociación colectiva europea. Se puede decir que el diálogo social europeo tiende a conformar en un futuro un sistema europeo de relaciones laborales. La búsqueda de consenso, es decir la negociación entre los interlocutores sociales, podría desempeñar un papel fundamental como herramienta de regulación del marco del mercado único. La función del dialogo social, para lo que se necesita un buen funcionamiento de las organizaciones de los agentes sociales, constituye uno de los elementos irrenunciables de la identidad europea y una de las condiciones previas esenciales para la construcción comunitaria. El diálogo social es, a fin de cuentas, un diálogo como tal. Y para que aquel pueda adquirir plenamente su valor de instrumento de regulación, debe de revestirse del mismo va- 60 lor que las demás disposiciones legislativas. De esa forma, cabría la posibilidad de prever en el futuro un convenio colectivo europeo, posibilidad aún lejana por las evidentes dificultades que conlleva. Cabe apuntar, finalmente, la conveniencia de profundizar en el diálogo social, de dos maneras: teniendo en cuenta los temas vinculados directamente con la problemática del gran mercado interior (los que afectan a la libre circulación de personas, la correspondencia de las cualificaciones y la formación) y la posibilidad de su descentralización a nivel sectorial. BIBLIOGRAFÍA COMISIÓN EUROPEA: «Relanzamiento del Diálogo Social en la Comunidad. Declaraciones del 12 Noviembre 1985», (Informe sobre la evolución social de la comunidad), COMISIÓN, 1985. —: «Dictamen Común sobre la Formación y Motivación e Información y Consulta —6 Marzo 1987»—, EUROPE SOCIALE, 2/87. —: «Declaración de la Unión de las Confederaciones de la Industria y de los Empleadores de Europa (UNICE) sobre la Dimensión Social del Mercado Interior». 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HERRADOR BUENDÍA RESUMEN En términos generales, se pretende hacer una aproximación temático-histórica del diálogo social en España, a partir del momento de la transición democrática, contrastando su realidad con el que se ha venido produciendo en la Unión Europea, con el fin de analizar la influencia que este último ha tenido sobre el primero en sus últimas fases. En concreto, se revisan los principales componentes del diálogo social europeo: los factores determinantes, los objetivos y los elementos institucionales en que se basa. En cuanto a su desarrollo en España, se detreminan y estudian las principales fases por las que ha pasado a partir de la transición democrática, diferenciando la que corresponde a los tiempos anteriores a la adhesión a la Unión Europea y la que se desarrolla con posterioridad a la misma. Finalmente, se destacan los resultados de la influencia del diálogo social producido a nivel europeo sobre el desarrollo en la última fase del español. Con todo ello se pretende recoger de forma sintética y sistemática los elementos y puntos claves de la evolución de la relación entre el diálogo social europeo y el mantenido en España por los interlocutores sociales con posterioridad a la transición democrática de nuestro país. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 26 63