Manuel Villoria “Ética pública, integridad y corrupción”. INTRODUCCIÓN: CRISIS DE LA DEMOCRACIA? LA CORRUPCIÓN COMO PROBLEMA, SUS EXPLICACIONES LA BÚSQUEDA DE RESPUESTAS INSTITUCIONALES: LOS MARCOS DE INTEGRIDAD LA CULTURA DE LA LEGALIDAD CONCLUSIONES FINES DEL ESTADO LA DEMOCRACIA HOY LOS FACTORES DETERMINANTES DE LA DESAFECCIÓN LA CORRUPCIÓN COMO PROBLEMA SUS EXPLICACIONES: LA TENSIÓN CULTURALESTRUCTURAL De acuerdo al Eurobarómetro 2013, a nivel nacional, el país en el que los encuestados perciben que ha habido un mayor incremento de la corrupción es España (77%), con un 63% de los que respondieron afirmando que había aumentado mucho. A continuación Eslovenia (76% y 50%), Italia (74% y 45%), Portugal (72% y 39%) y Rumanía (65% y 55%). Según el Eurobarómetro de 2013, el 77% de los españoles creen que la corrupción es parte de la cultura de los negocios en el país (la media europea es del 67%), el 84% creen que el soborno y las conexiones son la forma más sencilla de obtener servicios públicos (media europea 73%), el 67% que la única forma de tener éxito en los negocios son las conexiones políticas (media europea 59%). Esto explica en parte la diferencia antes mostrada, los españoles ven que la conexión entre dinero y política es continua y perversa. 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Serie 1 Serie 2 Serie 3 De acuerdo a la teoría del principal-agente, la “corrupción es el abuso de posición para beneficio personal. La posición se refiere a un puesto desempeñado, para el que se otorga una autoridad sustentada en la confianza de un principal, en el que el actor que lo desempeña (agente) debe actuar en beneficio de tal principal (sea la ciudadanía, los accionistas o los miembros de la asociación) y no en beneficio propio”. Con estas bases, la corrupción se expande cuando el agente dispone de monopolio en la discrecionalidad sobre quién recibe qué y cuánto y, además, no hay control y rendición de cuentas sobre las decisiones. LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN DE ACUERDO CON LA TEORÍA PRINCIPAL-AGENTE. Pero en aquellos sistemas políticos en los que las políticas gubernamentales son ineficientes, parciales (persiguen el beneficio de grupos sociales particulares) y sometidas al soborno, se imposibilita el desarrollo de un sentido de solidaridad social y se estimula la confianza particularizada en diferentes grupos sociales por encima de la confianza generalizada en toda la sociedad. Práctica social depredadora del “sálvese quien pueda”. Un dilema de acción colectiva. La trampa social y la trampa política. Para evitar la corrupción, las medidas disuasorias legales administradas por la maquinaria del Estado como un poder judicial autónomo, responsable y eficaz capaz de hacer cumplir la legislación, así como un cuerpo de leyes eficaces e integrales que cubren los conflictos de interés y la aplicación de una clara separación de las esferas pública y privada. Por otro, medidas disuasorias normativas, normas sociales que incentivan la integridad pública y la imparcialidad del gobierno Path dependence, en realidad no se puede elegir el momento en el que se puede romper el círculo vicioso de la corrupción. Hay que estar especialmente atentos a las coyunturas críticas en las que se abren oportunidades para romper con la trampa. Pero, además, lo que las mejores prácticas nos muestran es que estas reformas deben tener un enfoque holístico Tres ideas clave: la primera es que la calidad de las instituciones es esencial para el desarrollo La segunda es que las instituciones deben ser consideradas en su aspecto formal e informal, y que el éxito del modelo depende de considerar no sólo las normas, sino también los procesos y los órganos adecuados para llevarlos a buen puerto. La tercera, que este conjunto debe diseñarse de forma holística, de manera que afecte a los pilares esenciales de la sociedad y que considere la interacción entre transparencia, rendición de cuentas, imparcialidad, participación ciudadana e integridad. A partir del desarrollo del nuevo institucionalismo, han surgido una avalancha de estudios e investigaciones que tratan de definir cuáles serían los requisitos de las “buenas” instituciones, tanto formales como informales. Por tales podemos entender aquellas que, a partir de un conocimiento acumulativo, acaban siendo legítimas, equitativas, eficientes, estables y flexibles (North, 2005), y, por ello, son reglas del juego que constriñen conductas ineficientes, fraudulentas e ilegales en la sociedad y en el Estado, e incentivan lo contrario, además de dar certidumbre. Con todo ello, llegamos al final a la preocupación por la buena gobernanza. El Instituto del Banco Mundial (1997), la define como el conjunto de: "… instituciones y tradiciones por las cuales el poder de gobernar es ejecutado para el bien común de un pueblo” (Kaufmann et al., 2003, p. 2). A partir de aquí, quedaría precisar los atributos y requerimientos institucionales específicos de la buena gobernanza, que podrían ser objeto de análisis y medición mediante indicadores, comúnmente llamados, por tanto, indicadores de gobernanza (good governance). Según el Banco Mundial, incluye (1) el proceso por el cual aquellos que ejercen el poder de gobernar son elegidos, monitoreados y reemplazados: Voz y rendición de cuentas; estabilidad y ausencia de violencia (2) la capacidad de un gobierno de manejar efectivamente sus recursos y la implementación de políticas estables: efectividad; capacidad regulatoria y (3) el respeto de los ciudadanos y el Estado hacia las instituciones que gobiernan las transacciones económicas y sociales para ellos: estado de derecho; control de la corrupción. De acuerdo al Libro Blanco sobre Gobernanza en la Unión Europea, la Buena gobernanza se refiere al conjunto de reglas, procesos y conductas que afectan a la forma en la que se ejerce el poder, en concreto, en lo relacionado con la apertura, la participación, la rendición de cuentas, la eficacia y la coherencia. No obstante, tras las últimas revisiones teóricas, quizás sería preciso incorporar a estos principios un quinto, cual es el de integridad, y un sexto, esencial en la historia de la Administración democrática, el de la objetividad o imparcialidad en el servicio al interés general, máxime cuando la Constitución española lo proclama como guía. Marco conceptual del NIS – Enfoque institucional Análisis holístico de los pilares del Sistema Nacional de Integridad Permite realizar una amplia evaluación de los pilares que conforman el Sistema Nacional de Integridad. Permite desglosar los pilares en tres dimensiones: “Capacidad”, “Gobernanza” y “Papel o Rol”. Permite examinar el “Derecho” y su “Práctica” Recurre a diversas fuentes de investigación: primarias y secundarias. Utiliza diversos mecanismos de validación. Un buen gobierno debe generar todo un conjunto de reglas formales e informales que favorezcan la eficiencia, imparcialidad, coherencia, rendición de cuentas, transparencia e integridad de sus órganos y empleados. Este conjunto de reglas precisan de procesos coherentes para su aplicación y, además, necesitan organizaciones que no sólo sean actores racionales del juego institucional, sino también actores morales que asuman los valores y fines que las justifican y procedan a asegurar el respeto y aplicación imparcial de las reglas y procesos- INSTRUMENTOS PROCESOS ESTRUCTURAS Normas de transparencia y acceso a la información. Determinar y definir integridad Órganos interdepartamentales e internos responsables de la gestión de la integridad, con suficiente autonomía e independencia de actuación; por ejemplo, una unidad general, con órganos en cada departamento altamente profesionalizados y protegidos de la presión política, un órgano que controle el cumplimiento de los principios de transparencia, etc. Normas de incompatibilidades y conflicto de intereses. Políticas rigurosas de control de las regalías y hospitalidad. Mecanismos de denuncia de casos de corrupción, fraude o abuso de poder. Normas para protección a denunciantes de corrupción. Códigos éticos Evaluaciones sistemáticas de riesgos de corrupción Formación en ética pública Asesoría para servidores públicos que se encuentren en dilemas éticos. Implementación de controles internos y externos para inhibir el riesgo de la corrupción y el fraude y fomento de la minuciosa rendición de cuentas. Guiar hacia la integridad Controlar Sancionar e imponer Evaluar Teniendo claro cuál puede ser el marco normativo y los procesos y órganos adecuados para generar marcos de integridad, el problema ahora es cómo conseguir que se asuman políticamente y se respeten por los funcionarios y, en la medida que les afecte, por los ciudadanos. Para ello es muy importante cambiar el marco de expectativas ciudadanas y fomentar la cultura de la legalidad. No es lo mismo CL que ED (instituciones vs. cultura) La esencia de la cultura no son los artefactos, instrumentos u otros elementos tangibles, sino cómo los miembros del grupo los interpretan, usan y perciben. Los elementos esenciales de la cultura consisten, así pues, en las creencias tradicionalmente consolidadas Creencias: Son las vigencias radicales acerca de la realidad, las interpretaciones recibidas, en que se está; nos sostienen, son continentes, frente a las ideas, que las tenemos (Ortega y Gasset). Las creencias compartidas tienden a generar unas conductas comunes y estas las percepciones sociales Las creencias sobre la ilegalidad de la actuación de los políticos si se expanden pueden llegar a producir una creencia en la tendencia colectiva a no respetar las normas (3 fases). Un problema de acción colectiva de segundo orden (Ostrom, 1998, p.7), pues la gente puede aceptar como natural el incumplimiento de las normas, por ser parte de la vida normal Al final, tras el paso de los años, se genera una creencia compartida en que las leyes no se cumplen, en que existe impunidad cuando se incumplen, en que la aplicación es parcial e inequitativa, etc. Trampa social El respeto a la norma…no aumenta nuestro bienestar personal, ni nuestra aptitud individual para el éxito, mas sin embargo maximiza el bienestar de toda la comunidad; ahora bien, para que se sostenga se necesita socialización adecuada y un equilibrio social favorable a los altruistas frente a los depredadores, con el sistema de sanciones correspondiente. Factores biológicos: ◦ la transmisión epigenética, entre generaciones, de la internalización de normas. ◦ el desarrollo del altruismo recíproco ◦ las emociones prosociales como la vergüenza, la empatía o el remordimiento ◦ circuitos mentales especializados en nuestro cerebro que valoran las relaciones interpersonales y los juicios sociales informados La diferencia entre normas sociales (NS) y normas morales (NM) se basa en la incondicionalidad, en concreto, la diferencia sería la siguiente: Incondicionalidad: Si para un agente A n es una NM, A actuará conforme a n con independencia de la conducta y expectativas de los demás. El incumplimiento generaría sentimiento de culpa. Condicionalidad: Si para un agente A n es una NS, A sólo actuará conforme a n si otros cumplen n, si otros esperan que A cumpla n, si otros, con su conducta, inducen (por ejemplo con sanciones) a A a cumplir n. El incumplimiento no produce culpa, sólo vergüenza si se descubre y las expectativas ajenas sobre el comportamiento propio son traicionadas. Las personas que cumplen las leyes por deber moral seguirán cumpliéndolas con independencia de las conductas ajenas. Esto nos lleva a la teoría del desarrollo moral de Kohlberg : el nivel 4 En suma, en una sociedad donde la asunción moral de la legalidad sea elevada, es seguro que el cumplimiento de las leyes estará casi asegurado, por la propia acción y por los efectos de la propia acción sobre los demás, vía sanción social o denuncia formal. Culpa e indignación No obstante, para muchas personas el cumplimiento de la ley es una norma social, no moral. Por ello, un seguidor de una NS puede ser inducido a violar la norma si sus acciones no pueden ser monitorizadas y castigadas, máxime cuando cree que los demás no cumplen. Es, en suma, la expectativa de que, aunque crea que los demás no cumplen, me observan, esperan de mi el cumplimiento y están dispuestos a la sanción, la que hace que el sistema funcione y se cumplan las leyes como normas sociales. Finalmente, la cultura de la legalidad no necesita medir las actitudes ante las leyes, sino el respeto a las leyes. El caso del autoritarismo. Entendemos por cultura de la legalidad el conjunto de expectativas ciudadanas sobre el respeto a la ley y a los procedimientos legales por parte de los gobernantes, los órganos especializados en la ejecución del derecho y los ciudadanos en general. Esto a su vez puede subdividirse en expectativas empíricas: cuánta gente creo que cumple con la ley (incluido el gobierno); y en expectativas normativas: cuánta gente espera de mi que cumpla con la ley (incluido el gobierno) y cuánta gente desea que yo cumpla con la ley y está dispuesta a sancionarme o a propugnar la sanción en caso de incumplimiento. Una expectativa es una creencia en la alta posibilidad de que una conducta dará lugar a unos resultados La comprensión de que la clave para la mejora estaba en el reforzamiento de la cultura cívica y, sobre todo, en la cultura de la legalidad es un aportación relevante para todos los países donde se produce ese desacople entre formalidad e informalidad, entre normas formales e informales, entre deseos y comportamientos reales. Finalmente, hemos de reconocer que el equilibrio exacto de control y monitoreo gubernamental frente a la corrupción, por una parte, y las reformas de eficacia y eficiencia vinculadas a la innovación y las mejores prácticas, por otra, no se conoce aún.