A diferencia de las distintas etapas históricas que ha atravesado la humanidad desde sus orígenes, que se caracterizaron por la secuencia de prolongados períodos, cada uno de los cuales estuvo signado por uno, o unos pocos, procesos revolucionarios y transformadores (como fueron, por ejemplo, el fuego, la agricultura, los metales, la imprenta, la navegación y los descubrimientos geográficos, la máquina de vapor, la electricidad o la química), los tiempos actuales están marcados por la aceleración, la convergencia, la intensidad y la simultaneidadde numerosos fenómenos, todos ellos de notable impacto a nivel mundial. Entre todos ellos, uno de los fenómenos más trascendentes, es la aparición y consolidación de una verdadera Revolución Científico– Tecnológica Mundial, cuyo origen puede remontarse a mediados de los años 1970. En esos años entra en crisis el paradigma tecno-productivo sobre el cual el mundo capitalista había estructurado su crecimiento durante casi tres décadas, entre 1947 y 1974, la denominada Edad de oro de la economía capitalista. Se inicia entonces una profunda reestructuración de la economía capitalista, que afecta el orden económico, político, cultural y tecnológico mundial. En esa reestructuración, los países industrializados empezaron a privilegiar a la investigación y al desarrollo de nuevas tecnologías como una herramienta clave para superar la crisis y reafirmar su hegemonía a nivel mundial, estableciendo como estrategia central del Estado, la planificación de políticas científico tecnológicas que se orientaran a la generación de tecnologías de punta. Así, entonces, la Revolución Científico–Tecnológica Mundial surge como respuesta a la crisis del paradigma tecnopro ductivo sobre el cual el mundo capitalista había estructurado su crecimiento. Como resultado de la misma, se estima que el conocimiento científico-tecnológico acumulado en las últimas tres décadas supera el 90 % del conocimiento total acumulado en toda la historia de la humanidad desde sus orígenes. De esta manera, el desarrollo tecnológico se convirtió en uno de los tópicos más importantes de la economía política internacional, ya que el desarrollo de la tecnología industrial y de la ciencia moderna son definitorios en la configuración de la economía mundial moderna. Ahora bien, esta revolución puede definirse como el vertiginoso aumento en el número de descubrimientos científicos, y el acortamiento de los tiempos entre el descubrimiento y su aplicación concreta. En relación a este último punto, el ritmo de aceleramiento entre el descubrimiento y su aplicación concreta, ha sido cuantificado estimativamente, señalando que durante la primer fase de la Revolución Industrial el lapso promedio entre uno y otro era de 100 años; se acortó a 50 años durante la segunda fase de dicha revolución, y llegó a entre 20/30 años a principios del siglo XX. Se estima que en la actualidad el ritmo es de entre 2 a 3 años. AURELIO CAMARILLO SALAS 200937313