20/10/2014 Kiosko y Más Artículo anterior Rango del artículo Artículo siguiente 20 oct. 2014 La Vanguardia Luis Racionero De la picaresca al esperpento La desmesura de la ambición ha desbordado los límites de la picaresca hacia situaciones conceptuadas de esperpento El destape de la corrupción generalizada que nos inunda necesita una ampliación del vocabulario que enriquezca el del Siglo de Oro a la altura –o bajeza– de los tiempos. Valle Inclán hizo el trabajo con la anticipación propia del genio: el sainete, que Arniches había ascendido a tragedia grotesca, él lo trasformó en esperpento. http://lector.kioskoymas.com/epaper/viewer.aspx?noredirect=true 1/3 20/10/2014 Kiosko y Más MESEGUER En el Siglo de Oro, España se inventa la novela picaresca, que es una forma temprana de la novela, normalmente narrada en primera persona y que cuenta las aventuras del pícaro al pasar, para sobrevivir, de un lugar a otro, de amo en amo y por diversos medios sociales. Por su estructura episódica se parece a las novelas de caballerías, pero su contenido las parodia, pues el héroe en vez de idealista es cínico, su valor se agudeza por el hambre y sus ideales son utilitarios. Aunque amoral, el pícaro no es un villano, sino un conformista que aprende sus trucos de los miembros respetables de la sociedad que le excluye. Estas definiciones de libro cuadran como anillo al dedo a varios de los pícaros contemporáneos que nos http://lector.kioskoymas.com/epaper/viewer.aspx?noredirect=true 2/3 20/10/2014 Kiosko y Más han agradablemente sorprendido demostrando que la tradición picaresca española no ha muerto, ni siquiera en Catalunya. El sentimiento práctico de la vida, ese Sancho Panza que todos llevamos dentro, sigue vivo en el carácter español, quizás con más arraigo que el sentimiento trágico que preocupó a Unamuno. Pero la picaresca no sirve para explicar las actuaciones desmesuradas, ilimitadas, descomedidas, insensatas de los últimos tiempos. El lazarillo –que empieza con un ciego– se contenta al final con una ligera elevación social que le confiere un poco de responsabilidad; y es que los pícaros pertenecen al universo cerrado, al cosmos finito y plano de la mentalidad medieval. El paso del universo cerrado a lo que el historiador de la ciencia George Sarton llamaría universo abierto, se producirá a partir del siglo XVII con Galileo, Kepler y Newton; la sociedad concienciaría ese cambio de mentalidad sólo en el XVIII. Como aquí fuimos protegidos por la Inquisición y el absolutismo de tales novedades, el programa de la Ilustración nos llegó con Ortega a principios del siglo y con la democracia hace treinta años. Por lo cual España ha vivido mentalmente en el universo mesurado del pícaro del Siglo de Oro, hasta hace poco tiempo: con el desarrollo económico y con el estilo humano de los gremistas y felipistas, aparece un pícaro yuppie, como no podía ser menos en este país de cocaína con churros. “Tengo más cosas materiales de las que podría disfrutar –pone Jesús Cacho en boca de uno de sus personajes reales–. Tengo casas, fincas, yates, equipos de música, billares, coches, caballos pura sangre ¿para qué quiero más dinero?”. El desquiciamiento de la sensatez, la desmesura de la ambición convertida en fin en sí misma, ha desbordado los límites humanos, provincianos, casi razonables de la picaresca hacia unos comportamientos y situaciones que necesitaban el concepto de esperpento. Valle Inclán se anticipa a la posmodernidad al acuñar el concepto “esperpento” y plasmarlo en una obra de arte. Max Estrella, protagonista de Luces de bohemia y trasunto de Alejandro Sawa, dice en 1920: “El esperpento lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse por el callejón del Gato… Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemática deformada. España es una deformación grotesca de la civilización europea”. La picaresca española reflejada en un espejo cóncavo del universo newtoniano –el mundo clásico era plano– da el esperpento. Hamlet le cuenta al cómico que el arte es un espejo alzado ante la naturaleza; en el mundo medieval y antiguo ese espejo era plano, luego Newton y Kepler vieron la tierra redonda y las órbitas elípticas; ahora pensamos el espacio curvado y los héroes clásicos se tornan grotescos. Don Quijote fue el umbral entre dos mundos: fiel a la caballería andante, grotesco como un esperpento moderno. Luego la balanza se inclinaría inexorablemente, alejándose del hidalgo idealista y el pícaro entrañable e inofensivo. ¿En qué ha venido a dar la picaresca española?: el Banco de España, la Guardia Civil, el Boletín Oficial del Estado, incluso ¡la Cruz Roja! Sufrieron sus pícaros. Ahora Andalucía, Madrid (Bárcenas) y los pilares de Catalunya. Encarcelamientos espectaculares, las declaraciones, las escuchas, los fondos de reptiles, que también cobraba Max Estrella, pero por poeta famélico, son la realidad deformada de un país que antes sólo era pícaro y ahora está pasando de sainete grotesco a tragedia esperpéntica. Habrá que enderezar los espejos, atenuar por un tiempo el afán oblicuo, ambiguo y deformante de la posmodernidad, para recuperar la honradez olvidada en la carrera de los yuppies hacia el éxito sin límite, la ambición sin nombre ni forma reconocible. Hay que echar mano del resto de ética que nos queda y que, hoy por hoy, reposa en el poder judicial y en algunos políticos. Por un tiempo deberíamos conformarnos con la actitud premoderna de la picaresca que, con todos sus inconvenientes, al menos es más humana y controlable que este descomedido esperpento yuppie posmoderno. Impreso y distribuido por NewpaperDirect | www.newspaperdirect.com, US/Can: 1.877.980.4040, Intern: 800.6364.6364 | Derechos de reproducción y protegido por la ley. Artículo anterior Artículo siguiente http://lector.kioskoymas.com/epaper/viewer.aspx?noredirect=true 3/3