MERCEDES (Merche) Ojos verdes, Verdes como la albahaca. Verdes como el trigo verde y verde, verde, limón. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y Mercedes en el alma. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas. Tú. Y ahí estás tú. Tú. Y ahí estás tú. Tú. 1 Verde y anaranjada soledad, mas compañía en la mustia tarde silenciosa, silencio sólo roto por el revolotear de no se sabe qué, por el cruce de platos o de vasos. Una mujer bella, curtida y hermosa, trabaja y, enhiesta, la mirada limpia, limpio el pensamiento, trabaja y limpia. Me arrebata estas líneas que, a decir verdad, no sé siquiera por qué escribo. Sólo por ella; por esos tristes ojos verdes, ojos misteriosos que, como hiedra, me enmudecen en su abrazo. Hiedra de ojos verdes, piedra o muro, que todo lo entrelaza, tejedora de sueños en esta somnolienta tarde. Tejedora. 2 No eran aún las cinco de la tarde. pájaros al lado; saltos, picoteos. Y el sol, abrasador, cubriendo todos los instantes, todos los momentos, las horas todas. Alrededor, la tarde. 3 A la espalda, morena y anaranjada, una mujer contempla su presente. Lo busca Y no lo encuentra. Nada. alrededor, cegadora y mortecina, asoladora, la tarde, la sacromontal tarde granadina, la tarde más larga, nunca presentida, presente siempre, Sangre de una tarde roja. Roja y amoratada. Alrededor no había nadie.