Fractal Místico Poesía Emel Jiménez Ochoa Diálogo Inconcluso (I) Poema: Fractal Místico ISBN: 978958.959-89.3-6 EAN: 97895895989336 Primera edición: Noviembre de 2.011 © 2.011, Emel Jiménez Ochoa Carátula: fotografía Nebulosa de Helix Todos los derechos de autor reservados conforme a la ley Impreso en Editorial Manuel Arroyave para ediciones Pléyade. Correo electrónico del autor: jimenezemel@gmail.com Todos los derechos reservados conforme a la ley. Emel Jiménez Ochoa Izek: ¿Y está en manos de los mortales ascender al sin fin Eterno. Voz retenida en urnas de dados, desde donde confabula su pequeña ritualidad vistiéndola con la edad de la tierra? Poeta: No dices nada nuevo. La brevedad de lo muy remoto dura mientras salta de un pensamiento que juega para nutrir imágenes en un tiempo fatalmente esparcido, al antojado azar que escapa del acontecimiento; entre tanto, la ilusión nos cerca hasta empotrarnos en un olmo que fija insoportablemente el movimiento a su inmutable destino. Izek: Soy quien emerge del Espíritu para alumbrar las cavernas, no la esperanza que alimenta la fatuidad carnal. Tú perteneces al intervalo de lo sagrado. Entra sin atisbo hasta que sientas a quien en secreto habita tus entrañas. Aún con tus desenfrenos, entra al interior, aíslate del nombre y la duda; ven e implántate en el fondo del fondo, penetra por completo al Verbo Divino. 6 6 7 Fractal Místico Poesía Poeta: La voz que encierras acoraza el escudo del arcángel inventando en la cortedad del paroxismo ¿Por qué intercedes? El ruego es una linterna para engañar a mendicantes. Déjame con mi insomnio ahogarnos en la moría del desencanto. Izek: Escúchame, para ascender al Paraíso no es preciso morir, hay un sendero denso extendido en el croquis que caduca en cada promesa, tus ojos aunque vendados perciben el vasto matiz de los horizontes. Adéntrate, vacíate en la Vacuidad. Te invito a que engendrado por Dios resucites en la nada y escuches el zumbido del tábano alterando el revoloteo del tiempo. Poeta: Para sobrepasar la matriz y regresar a la habitación consagrada, la armadura de arquero queda rezagada. Alma, de pura alma etérea es la fina membrana para atravesar la bóveda carnal y pisar sin huella las arenas celestes; ni me condenses ni me limites los sueños que descansan en la pira de mi fragilidad humana. 7 Emel Jiménez Ochoa Izek: Poeta, hablas con dulzura pero ignoras que en este reino la santidad es un pasatiempo para clavar herraduras. Estás encerrado en la presencia; te ves convulso, poseído de visiones, aferrado a un territorio imaginado. Fúgate de la ruta que encuadra el espacio donde los conjuros incrustan suspiros. Llega al Paraíso donde Dios ora por su obra. Levántate de tus refugios, aléjate del holocausto y la madreselva que son meras tretas para alimentar la tediosa ráfaga de días. Poeta: Izek, eres un heraldo en desuso. El cosmos alumbra con millones de filamentos y en su arquitectura los incendios dejan ahítos a los noctívagos. Izek: Poeta, tus palabras ¿O, dique o daga? ¿Por qué pretendes comprimir en límites la lejanía? ¿Qué hay de las curvaturas? Tus deseos son telones para engalanar el proscenio. ¿Acaso no quieres destruir tus creencias? ¡Hazlo! Ven y arráncatelas pero antes conmuévete con mis periplos; ven y pisa mis huellas con los que he cruzados senderos. 8 8 9 Fractal Místico Poesía Aprecia en este mi espacio como el viento del abismo remoza con su partitura el vientre del penitente; déjate sacudir por la divinidad, donde anidan los imposibles para luego nacido a la vida abrazar los misterios que detrás del bambú aguardan. Apaga tu bullicio, desafía la oscuridad para que de golpe absorbas la gracia misericorde revelada en la palabra. Poeta: ¿En qué crees, Izek? ¿Acaso, al jabalí soñado se le frota su pelambre con sémola y arroz? ¿Intuyes que meciéndome en tus divagaciones esculpirás una salvación limitada por tus visiones? Izek: Quien tiene la capacidad de crear en la infinidad lo inesperado sin completarle a los mañanas sus tiempos, es Espíritu; en su unidad verás germinar los brotes del origen, ensueño de la verdad, ficción de quimera de donde emerge el Cero. Halla tu parte de Dios, Él habita tu despojo sin excederse. 9 Emel Jiménez Ochoa 10 Poeta: ¿Y por qué dejarme atrapar de tu misterios? Irisas tus palabras con un porvenir carente de significado ¿Cómo salir del lugar que habito? Me hablas de ponientes y levantes pero mis manos rasguñan resquicios terrenales. Estoy sujeto a tocar con mis yemas el enigma de los verbos, encontrarle a los huecos sus grietas por donde brotan sus lamentos; plasmar la vida en páginas en blanco hasta desfigurarle su rostro anclándoles en sus mejillas saciedades ¿Y qué de mis brumosas realidades? Quizás sea de los que buscan a dios penetrando el Bosón de Higgs, llegando al punto donde el denso segundo eclosiona en Universo y, no a la espera de nacer después de la muerte. Izek: Poeta, cada ruta ignora la geografía de la otra, con tus tramas te haces mañoso a un atajo, ¿algo esperas? Dios no apuesta a la belleza de la aureola, en su plenitud, en su diáfano cuerpo todos navegamos como simples crisálidas. 10 11 Fractal Místico Poesía Él, infinito, entre tanto nosotros extraños; tras la plegaria coreamos la saga y alucinados descascaramos su silueta hendida en el culto al ruego. Soy quien emerge del Espíritu, del Hacedor de Nadas. Mientras tú rellenas abismos e intentas penetrar los secretos de la madera carcomida convirtiéndola en signo ritual, permítete abrir la totalidad que trepa por tu sagrado velo. Ven y entra por el corredor que conduce al origen. Poeta: Mi sangre contiene el enigma, apenas sí me escapo por la pequeñez creada en su eterno movimiento. Cómo dudar de mi cuerpo anónimo con el que recorro sigiloso su silueta deshabitada trascendiéndole su banal símbolo. Izek: Poeta, soy la bitácora. A través de mí sin enterarte, está escrito, llegarás al Paraíso. Tus poemas cantados sin credo es el inicio para avances retrocediendo hacía la esencia que habla el ermitaño apretujado a su talismán. De tu habla y trazos abrirás ciento de miles de combinatorias ensortijadas en la finitud de la página. Tus versos mapa sin relieve, con ellos cualesquier mortal podrá reconstruir el sendero sin llegar a la gruta donde Él, vela. 11 Emel Jiménez Ochoa 12 Poeta: Izek, con mis dramas a espaldas ¿Cómo entraré a tu Paraíso hilvanado de sigilosas promesas? ¡Y la pureza! ¿Cómo manchar la túnica marfileña que guardan tus cielos? Izek: La mortalidad es polvo que ningún cielo excluye.En tus manos la palabra sol por todos lados se erige sin superficie o quizás sea arteria nérvea de paisajes amarillos. Entra a la memoria de los sueños y como rayo luminoso traspásala y salta a través de la Corona Hueca para luego de pasar los treinta y dos senderos, atisbes al Verbo. Poeta: Izek, de no ser distintos ¿Para qué visitar tu Paraíso? Presumo allá los heliotropo de color a invierno, con sus espigas azuladas reclaman miradas; y sí el galope de los caballos devuelven remembranzas o los girasoles decrecen en los friolentos y prolongados gritos del torturado ¿Cómo quedarme inmóvil? ¿Por y para qué estar en ese éter? De ir a tu Paraíso para languidecer y dejar las huellas al borde del portón prefiero extraviarme en el perenne olvido sin antes erotizarme de inocencia disfrutando de las atrocidades del amor. 12 13 Fractal Místico Poesía Izek: Poeta, estás en la mitad de la nada; del adentro no se llega al afuera como tampoco del afuera se llega a ningún lugar; como cuerpo extraño ensanchas tu percepción entre orillas barnizadas de deseos. Poeta: Izek, presumes mi interés por vivir eternamente, considero estás equivocado ¿Por qué y para qué acompañar a tu insomne Creador? Con mi no verdad trafico hasta amoldar el cuerpo a la silla; con mis fábulas delineo un trayecto hacía el centro del huevo. En mi mente persiste sólo sed ingrávida de torbellino. No quiero atravesar tu plano de conciencia que como la mía se construye entre leyendas. No quiero abandonarme de mis rastros y menos del tiempo al que estoy sujeto y continuaré desgarrándolo hasta hacerle fracasar su mito. ¿Qué tiene tu Paraíso que no tenga el mío? Izek, tu escritura abraza la cumbre, pero yo soy un poeta sin otro goce que romperle al caracol su árida costra para hacerle fluir su agua dulce. 13 Emel Jiménez Ochoa 14 Izek: Poeta, tus manos también atrapan anturios y ¡Sí…! Naciste agazapado, ajeno, atragantado por los incipientes hallazgos del asombro. Tú, siempre acompañado del manto que se pliega y repliega indefinidamente sin terminar de caer. Sé quien eres, y estás en la interinidad, entre espasmos fosforosos pisas el espacio decorado por los arabescos signos con la intención de dejar tu insubstancial rubrica en arena movediza, tierra sin lugar rebosante de soledad. Sólo acudiendo al Paraíso podrás disfrutar de una infinitud repleta de percepciones. La muerte es el olvido, expande la mirada de tus ojos y más que alardear de que tus tímpanos escuchan olas resguardadas en el caparazón de la tortuga, dispérsate en el punto donde la quietud congela la memoria. Poeta: Enarbolas mi fragilidad como disfraz; me enfureces al compararme en tu discurso con un amoldado discípulo ¿Acaso mi tatuaje alado es simple tinta confiscada al ristre, y mi perpetuidad un enigma ensamblado a mi codiciosa inspiración? Para mí, la muerte murió cuando se acostumbró respirar el olor a incienso; viajar con ella es por enésima vez hacerla llegar a la misma calle. 14 15 Fractal Místico Poesía Vivir en la muerte para luego recomenzar en el umbral de tu Paraíso es engaño. Izek mis imposibles, mis paradojas, mis preludios inagotable son espasmos y encandilan. No te indignes…quédate con tu Paraíso, yo lo haré con mi pirotecnia plagiada de noche. Izek: Eres difícil de mirar, poeta, tus giros prohibidos encantan y tu ritmo frenético en vez de crispar son faroles que alumbran el brumal. Habla y deja huella atreviéndote a caminar este viaje sin victoria; camino sin rastro, donde el resplandor ni sobrecoge ni maravilla. Fíltrate, ven y vístete con la túnica de agua que tiene la edad de la tierra y, cuando seas dueño de tu pequeña eternidad, desde la madriguera aférrate a tu voz, no sea te extravíes por el cascarón que permanece inflorado. Poeta: Antes de ocurrir lo anterior, el principio giraba sobre su hondura; primigenia que se disipa soñando en un espíritu que nos acerque a la estancia donde tu Dios o el mío, incesante recorren el signo del balbuceo. 15 Emel Jiménez Ochoa 16 Iré a tu paraíso con mi absurda herencia mortal, llevaré mi suelo al extraño piso de relámpagos; iré con mis letras artificiosas. Visitaré esa otra belleza que bordea el ritual de la ilusión, esa lejanía, con el tonel del violinista deliciosamente despojado de sus eternos y, tantearé con mi lengua los ángulos del trébol; le removeré la escasa llama a las luciérnagas que adormecen las voces de los demiurgos mientras dormitan en la levedad del círculo. Izek: Pero como todo mortal, poeta, tendrás que arrojar tus poemas al aire y combinarlo con el relieve de tus orígenes hasta que del acertijo surja el sendero que conduce a Dios. Eres el poeta de la Geometría Imposible pero tan alto privilegio no te da derecho alguno, tendrás como todos los fugaces y frágiles seres arriesgarte en la aventura, asumiendo el reto de escoger en el azar los enigmas que te lleven al reverbero donde Dios permanece. Ningún talismán podrá salvarte del naufragio como tampoco escampar del tiempo aunque lo pienses, a otro ritmo, recolectado en secuencias o agujereándolo para que dancen con tus figuras repletas de estaciones. 16 17 Fractal Místico Poesía Poeta: Y me adentraré a desempolvar mi nombre sin llevar el hilo que guarda en su interior la ira de las palabras. Entraré a la luz que difumina las antorchas, por fin conoceré los gusanos robustos que arrancan tempestades a los colores mientras hambrientos esperan el ritual de sumergirse en los senderos sin custodio, añoro mi fulgurosa mirada remueva sus indolentes desfiladeros. Izek: Poeta, hasta podrás vomitar el asco. De seguro en tu lanza quedará una lágrima de Dios con la crearás la islas donde quedarán tus palabras vestidas con piel de viento. 17 Monólogo Interminable Emel Jiménez Ochoa Primer Canto Tarde o temprano sin portal despertaré en mis eternidades. Sin llamarme, escurrido por el prisma de la gota salina erraré sin rostro por la pequeña garganta, me abriré en letra primigenia arrebatándole al cepo añorado su canoa fantástica. Sé, extrañaré al xilófono de latón amarillo cuando remonte su apacible y suave aliento; al evocarle su código banal y abreviado de seguro me acercará a la infinitud sin iris. ¡Y sí logro despertar en la inmortalidad! ¿Veré a Dios? ¿Con mirarle le desgarraré su piel de Omega?, última forma encerrada en el alvéolo del cero o, quizás para ese instante mis ojos se hallen fundido en el horno donde el espíritu danza con sus leyendas y sea capaz de correrle su velo y preguntarle ¿En qué firmamento oculta su cielo? Mi ortografía salpica con signos ambulantes la ventana desde donde veo caer el granizo helado y aún persisto en rellanarles con enigmas sus exóticos colores, mientras pienso cómo incrustarme en la interinidad de la hendidura. Dios, contigo no me es posible morir y sin Ti, la tierra se quedaría sin hadas; la luz del alma atrapada en lama del cirio desvelado se extinguiría. Me niego atrapar tu fuego, despojándole sus truenos para reemplazarlo con el umbral de mis dolores aprehendidos. Ignoro si sobrepasando la esfera conserve mis fríos labios, mis pulverizados nombres; pero no quiero fugarme: Dios a tu lado escucharé la suite, acabamiento de la última mirada, al margen de mis disfraces. Para este instante me percibo derretido 20 20 21 Fractal Místico Poesía en el fondo de la gota ¿Acaso renaceré en el origen del corpúsculo con mis ritmos inocentes? Presiento antes del mañana, el hoy se unirá en la huella del réptil y, un silencio encintado rasgará al arroyo sus lágrimas. De ver a Dios, mientras aliso mi fulgor de incendio ¿Dónde quedará mi establo en el que amontoné mis gallardetes y redes? 21 Emel Jiménez Ochoa Segundo canto Dios, la libélula apocalíptica que flota entre salterios, con mis versos agrieté su laberinto. Aquí soy taumaturgo, con vestigios de profeta le persigo a la escarcha su místico paisaje. Aquí mi palabra destellante excede hasta el infinitésimo, metáfora elemental del cuerno condensando el recóndito intervalo donde el espíritu duerme sin refugio, sin antorcha, sin embargo los vahos pestilentes me anuncian que fluyo sobrepasando el nicho en que permanezco. Fracasé en atravesar la quilla de la frase para en mi interior ser canto de caña que como reliquia aún relato; miro el cómo los pétalos en su rocío recrean su danza mientras floto con mi sortija mutilando sus partituras. Por hoy y aquí, con mi piel de abismo amalgamé mis fisuras hasta tornarme olvido, con la gramática del pleno círculo, la pausa es ruido y la seña corredor movedizo: de garabatos son el pabellón sin sendero prolongándose en noche anclada en sus inéditos bestiarios. Y… ¿Dios? Mi dios quedó como palabra ahuecada, su éter si apenas resplandece en mi estridente grito. Mi habla sin conjuros e incierta sólo predice arraigos y mi aura girando en su paradoja estanca su vaticinio. Al saberme mortal, le inventé un rostro a la vida para enloquecerle, de momento camino en los senderos del abismo entregándomele a la liturgia de la oración sin reliquias, sin el baúl donde las estancas puntiagudas y espinosas lastiman mi médula de pino. Sin Dios me acerco al centello sin fondo, siento fallecer 22 22 23 Fractal Místico Poesía mi himno, y escucho romperse mi envejecida huella. Mi piel le huye a la atadura del aliento nacido de la paliada verdad; como mortal mi barro despigmentado carece de la torsión utópica, movimiento apilado en la quietud de mi hoguera. Hasta la ilusión a la que orlé su espacio con cántaro y oasis de desierto, nació muerta. Presiento a Dios no se llega muriendo sino testimoniando vida. Que importa entonces la destrucción del cielo o del infierno o, si los ángeles quedaron prisioneros en velas aromatizadas o, entre mis perecederos versos. Sólo con la idea de escapar de mi piel hago me broten alas, basta erotizar las letras para que surjan; de estorbarme las desbasto deslizándome por los sensuales túneles del meñique mientras escapo hacia agujeros que cicatrizaron en traslucidas túnicas. 23 Emel Jiménez Ochoa Tercer canto 24 Desde aquí, en el molinete giratorio cavando suspiros horado almohadas para rellenarlas de alfileres; luego de cortarlas, amontonarlas, les desabrocho sus pestañas para replegarles sobre mi limbo sombrío castillo de naipes, donde sediento por balcones cuadriculados añoro ser gaitero para fabricarle salida a los vientos. Desde este territorio me asomo innombrado a mis bordes del “Erase una vez”, azoto mi carne para espantarle su levedad inerte y así abandonarme a mis sueños de remolino; entretanto mi alma se degrada en vivas siluetas, se encapsula y zambulle en la viruta arada por horquillas aceradas; de súbito mi careta de vino germina en la vera de cualesquier atajo y, atrapo ánimas en las ruinas incandescentes, las penetro con incensario artificial de esencia a musgo; en sus recónditos peñascos les comparto mis pesadilla, ellas con su cenizo disfraz ( perdurables inquilinas), rutilan en la mirada hendida y discretamente se evaporan en cada silueta. ¿Cómo alejarme de mi antifaz de profeta? Sin visión entreveo mi enervado estigma yace aniquilado entre las membranas del lenguaje. Mudo, como estatua erguida cosí mi mandíbula desencajada sin más pompa que bruñirle al osario su vaho. Para el momento mi reloj está al margen del pentagrama, de la luna y de los horizontes del cangrejo; estoy extraviado del grito del mimo, del hambriento silencio y de mis satinados atuendos; aún 24 25 Fractal Místico Poesía supongo que envolviendo mi olvido con el moho de estación húmeda desvanezca mi finitud. 25 Emel Jiménez Ochoa Cuarto Canto 26 Percibo el abismo sin borde sin límite. La bestia enclavada en sus espacios sembrados de estrellas mudó a mancha de fantasma, quien parapetado en su campanario fluye y refluye, además de atomizarse con mis deseos, pulverizó mis sueños capturándolos en el badajo de madera ¡Ahora sin tablado! ¡Sin escena! Es inútil prohibirle al apetito entre a la vegetación del rojo encaje. En cada paraje y el espectro espumoso rueda trozando estantes. Disfrazado quiere ser sol para derretir el azogue del espejo, ¿Por qué turbarme? Mi inmensidad nunca brinca de soslayo el manantial ¿Acaso en mí dormita el origen sin centro? El tiempo de la hoja jamás indaga cae sin tocar, entre tanto avanzo irremediablemente por sus mismos corredores vestigiales donde el segundo estampa al rocío con la fachada magnetizada del nigromante. Atrás quedaron mis tapetes surtidos, catalejos, cafeteras, con mis estiletes mellados. En el extremo aderezada con su diadema, la Poesía, sonríe mientras esculpe calabacines y zurce el escarpín morado a su vacío ¡Cuánto anhelo me aguijonee el costado con su furtiva flecha! Los rudimentos de la letra deshabitaron su sonido de piedra, corteza afilada. Vestida con su manto gastado se agotó sin atravesar la cubierta del portal de intemperie. De cara al ocaso dentro del cenagal ignora dónde se bifurcan sus romos y tupidos grises y, más allá de frente a frente con la escama endurecida, ni se percibe. 26 27 Fractal Místico Poesía En esta penumbra falto de mi irresistible nombre boté el discurso ajeno que me engulle, sin embargo mientras permanezca en mi totalidad aún siéndome forastero tendré donde germinar. Llegó el instante de recoger mis tiempos navegados, aún mi cuerpo está humedecido para esclarecerme en la trama del origen donde se teje la interinidad de la vida. 27 Emel Jiménez Ochoa Quinto Canto Me alberga un pabellón de voces sordas. Encerrado retoco las ennegrecidas barbas sin relieve hasta degradarlas a su remota voz: Creo estar en el Cero disuelto, fermentándome en su nada ¿Estaré en los límites donde Dios ora? De estarlo, ¿dónde quedó la cítara ungida? O, ¿Estaré hundido en el aro donde el gurú maravilla? Soy piel desnuda rodando sin asomarse, con mi foráneo rito me niego a vivir entre guirnaldas que el viento corteja. Mi deseo se ahoga oculto en su pequeñez, a su vez frenético de odio vi el pájaro encendido sin textura y le fulminé su mirada, urna donde la ceguera encanta por su absurda careta. Caigo en vertical y me explayo en canto, miro todas mis miradas sin resolver la enormidad del vacio ¿Acaso estoy en la fuente donde el notiempo enrollado vira y revira en sentido de una matriz abreviada? Mi pensamiento envuelto en sus voces heridas por la palabra bosteza en fantasías ¿Aquí, qué hago con mis pesadas manos con las que recogía espigas al sol? Encadenado a el, estuve arremolinado sutilmente en su costado sin embargo por mucho que intenté ser cometa no me levanté del suelo. Simple durmiente, mis ojos despojados de luz, considero apenas si logré remontar la anchura fantasiosa del sauce. Ya sabré engañar a mi memoria y repentinamente me traiga el murmullo del arroyo con su gorjeo, me nombre custodio de la yema aunque mengue mis desvelos y despierte ante la solemne y ubicua Mirada. Me imagino renacer colgado en la atalaya del nogal 28 28 29 Fractal Místico Poesía habitando su gesta, aislado, solo con su verdad, con su movimiento sin biografía. Yo el imperceptible, coronado con el cárdeno carisma mientras destiño el decorado, ya ni siquiera con presentir la fría ráfaga de aire, me alegro. Y aquí estoy desparramado, más allá del blanco, expulsado de la percepción del terror, diluyendo mi finitud de tonel en la liviandad del recuerdo. 29 Emel Jiménez Ochoa Sexto Canto 30 Ante mí, sol y luna de mezcalina ahora repujados en extraños maderos son meros flecos amurallados que encorvados protegían la piel carente de alma. El mar dejó de ser de olas rasgadas ¡No hay eternidad cuando la infinitud se transforma en simple croquis para arrullar dolores, lo mismo cuando el sinsonte hecho boceto empuja carretillas atiborradas de sonidos de arpa saturadas de acuarela! Hay un espacio encantador entre le muerte que duerme y su vacío sin lados sin baranda. Entre su fascinante nada, agito mi mano de cera, señuelo, mientras me ahuecó levemente entre la onírica piel, con mi batuta insisto en enzarzarle su aura, flautas de bambú, a la vez humedezco el postigo por donde entro muñecas sin cabeza y una botella grabada en arameo. Vestido con manto y túnica de Mesías, mi hermética boca navega por los ríos de agua viva ¿Será que mis ojos sedientos de heredad podrá mirar la inmutable mirada con la que Dios me mira? Y si me oculto en mi verdad encerrada entre signos ¿Podré salvarme? Cual traidor me aproximo a mi envejecido regreso; retorno a mi frontera limitada fingiendo intervalos, ahora repatriado en mis rutinarios devenires le canto al retrete y a las dulces alacenas; consternado me tumbo rememorando anécdotas. Ni quedó rastro, viajé metaforseado en cánticos proféticos regresando como reliquia al anticuario. Viajé hasta el último segundo donde el Verbo habita, únicamente me acerqué a mi empolvada careta. Él desbordado y fui incapaz de enhebrarme a su 30 31 Fractal Místico Poesía inalterable silencio. De nuevo a oficiar con la palabra centellante de embrujos, que sin escuchar a la nube conversar con su sombra tampoco a la brisa con su música de peñasco apostada en los umbrales del teatro, perfora con sangre la esperanza del soñador. 31 Emel Jiménez Ochoa Séptimo Canto 32 Soy conciencia extraviada de la necesidad del fósforo ¿Cómo liberarme de la historia del cadalso domiciliada en el interminable crepúsculo? Renovado del místico viaje, (La avispa ventrílocua me impedía volar por encima del tabú del alfarero; atrás quedó el aprendiz deslumbrado ante el mito sin lenguaje que dormirá por siempre en el jarrón guardado en el desván) mi neutra mirada, del tiempo abolido, con la predicción de la borrasca dejará de respirar su invierno e intentará tapar sus honduras con insoluble resina. Entre tanto, entrelazando mis manos con envolturas brumosas, atravesé el amnios original, decrecí hasta alcanzar el cero donde Dios atormentado comprime soles para soñando con puntos, con su coloidal mirada, despertarlos a la presencia. 32 Peregrinación Emel Jiménez Ochoa I 36 La leyenda se sacude y en rápidas pulsiones penetro su placenta de imago. Mis lágrimas convertidas en ámbar estallan la memoria, al margen, en mi espalda viento y tiniebla renacen cual piel visionando océanos. El fin del Mito del Carnicero dará paso a Belial y escurriéndome de mi adolorida presencia dejaré mis guirnaldas de laurel; apenas mi voz, hierba caduca ramificándose en lenteja de agua, me engarzará a la vida. ¿Hacía dónde fluyo? ¿Mis huellas volvieron al origen decolorado, amorfo, sin vegetación? Para el momento ignoro los atajos del sutil invierno siéndome imposible atar al aterciopelado limbo de la totora en flor, con su belleza intacta, el frondoso universo. Fugitivo o desterrado de mi horda ¿Cómo aparecieron el clérigo con su cotorra, el santo con su estigma, la doncella alisándose su cabello y, el diablo ataviado con su toga, al interior de mi vacío? Todos envueltos en su cándida cesta se enredan en mi extrañeza, en astillas detienen mis dilemas que duermen arrullando los trozos de la hierática fábula. Y mientras proclaman la salvación, maliciosos deslizan la zozobra, ocaso de la insignia, vestigio trazado por el hierro de la podredumbre a favor del prosternado. Entre piruetas de guerra los navíos les esperan para adentrarlos al gran templo de la divina luz y, el Custodio de los Pergaminos revivirá la arenga de la crueldad; estupefacto ante la carroña huirá al principio para esconderse en su huevo y vomitar las miradas. 36 Emel Jiménez Ochoa IB Y mientras mutilan a su enemigo, cara sin rostro, pregonarán la ruta que llevará a Havona: laberinto de hielo levantado al dorso. Y esparcirán los trozos de carne en las puertas del miedo; mientras cubren con manto de lágrimas la noche del tiempo irradiarán sus sueños envueltos en hálito granizado de Mesías anunciado el fin del asombro. Pretendiéndose guarda de lo eterno condicionarán la memoria de todos sus novicios al amanecer de su magia, a su escritura enmohecida; croquis donde el tridente resplandece y zumba para quienes no veneren la oriflama y arenguen sus mandatos. Y mientras con látigo obligan a correr los túneles de pasillo inexistentes, los atormentados se lanzarán embrujados a la perfección del espejismo con el que suponen traspasaran los anillos legendarios para resucitar a la diestra del Omnímodo. Al disiparse las nubes sentirán ni han saltado la zanja, aún así estarán en el muelle haciendo ruido para ignorar hallazgos, puesto la llave que ancla el aldabón del claustro promete conocer el resplandor que encierran la isla sin frontera. Los humillados aferrados a la coreografía de la salvación ¿Cómo atravesarán los pasadizos constelares si los míticos recovecos mueren al disiparse sus huellas? Saben no llegarán a Dios descifrando logos encriptados como tampoco cruzando con la muerte el trinitario enigma, sin embargo en éxtasis, desde su espacio excedente se deleitarán castigándose alargando con la culpa su vacío. 38 38 Emel Jiménez Ochoa II 40 Hasta descubrí el misterio inalcanzable de Agartha. Toqué su friso suspendido del tiempo donde guarda la edad nativa. Ahora ¿cómo seguir en este devenir siendo portador del velón que contiene el disco solar? Las talanqueras cercan la periferia y la escritura horada las piernas de la Esfigie, para que ningún túnel abra su firmamento en paralelo. Ahora recolectando insondables augurios construyo mis subterráneos, relieve encendido escondido de miradas, belleza ajena, enmudecida y atormentada. Entré al interior del hueco donde brotan semillas de luz que iluminan las galerías, furtiva claraboya perforada a mares mezclados en los sargazos, sin otra alternativa que abrazar al candelabro sin arca sin alianza. Recorro estas cavernas hibrida entre el mito y el infinito; en el ambón: con el recreado garabato creé el canto litúrgico que acompasa sombras fundidas en baldosas de arabescos con los clandestinos pasos transitados sin estigma. 40 Emel Jiménez Ochoa III Atrapada en mi cuerpo la libertad inverna pero no se encierra y con sus oídos sordos a los nunca fijó el deseo a sus carnosos labios. Sólo basta el resplandor del candil para caerse de su balsa atragantándose de horas asoladas antes de percibirse asida en su agonizante monotonía pero en Thule le llegó su hora de expresarse con su cuerpo ¿Cómo logró escurrirse del cascarón y de la escuadra con la que esculpieron sus sinuosas confidencias, relegándole al olvido? Aquí la encontré desatada, vocalizando la Sinfonía del Aserrador, armonio infinito; en su duradero caos su minúscula escritura sucumbe ante la tentación de rozar el cáliz y encender de nuevo fugaces luces sin percatarse se transformará en flamígeras alas. 42 42 Emel Jiménez Ochoa IV 44 La tiniebla del sintiempo absorbió en su portal mi alma. Crucé sus orillas empedradas, expandiéndome en su perenne línea mientras devastadoras rachas pulverizaron mis nocturnos. Aledaño al santuario de Etemenanki mi recóndita mirada, inmovilizada, adormecida apenas distinguí al Templo escurriéndose en su legendaria hiperbórea mientras mi cuerpo empolvado permanecía insensible a las bendiciones derramadas por el majestuoso coleccionador de altares. Mis pies quedaron sepultos en la legendaria tierra donde el hielo fosilizado se sumergió entre los espejismos del arrecife. Tras mi máscara de engaño, desde mi profunda cripta, mostrando llanuras cubiertas de termitas avisté apenas el primer eslabón de un cielo pintado de marino céfiro en forma de escudo. En la víspera decidí subir el Camino Sagrado e inesperadamente sus fronteras se le negaron a mi razón, se le negaron a mis rogativos; ya no hay camino de regreso e improvisé atajos internándome aún más en las abisales dimensiones, saliendo a otra galería aún más profundas e inexplicablemente toqué el punto donde el origen, inmóvil, sin escritura, ensaya comienzos. 44 Emel Jiménez Ochoa V 46 En el ritual de la libación me sumo en la oscuridad envuelta en su impensable silencio. Y mientras la lluvia adorna con su túnica mi lágrima de durmiente, mis sueños despiertan en el lugar que aún no se llama encadenado a su metáfora de luz perpetua, sintiendo su corazón de agua dulce. Atrás quedaron las profecías del peregrino injertas de arcilla mezclada con sangre, el misterio impenetrable del que me ufanaba sin opción le veo paulatinamente deshilacharse, aparezco ante mí, desarropado, vuelto añicos. Oculta mi aura de mis resignados fantasmas, de las bestias que anidan en los riscos, de idolatradas vicarios que abrieron despeñaderos para anidar el mito de la inexorable la salvación, espero nuevamente con mi añil insondable ser uno, aún así sucumbiré en el lenguaje de la admonición, y ya no habrá nada por atrapar, todo expira en la palabra; hasta el legendario dios, traducido de un salto enloquecido, despierto del manuscrito soledoso sin que su enorme raíz que elude la pregunta le añada otro umbral al sitio situado en la plenitud de la letra; también ese inmarcesible rostro será devorado por el disfraz del rasgo, quedando como tabernáculo cicatrizado; hasta el prestidigitador envanecido que aísla lo lejano y esconde entre matorrales precipicios para hipnotizar incautos languidecerá en su acto. La totalidad enceguece desde el secreto inconfesable, habla lo que niega al mostrarse, ¿cuándo un océano se deja horadar por los atisbos de la gramática? 46 Emel Jiménez Ochoa VI 48 El tiempo se detiene en las escrituras y cuando habla todos los movimientos se aferran a su certeza. En sus tierras blancas atrapada en cilindros de papiros se levanta el Paraíso, por sus tapias ascienden el basilisco y descienden sin elección los hombres desterrados de la inmortalidad, atrapados a su historia. Los impensados senderos detienen los centenarios muros, y lo no visto, renueva el espíritu al transitorio cuerpo sin caminos sin rutas. ¿Y quién para este momento ha pisado la Ciudad errante?, fugitivos, en le terreno de la circunstancias adoran de labios para afuera; con apetencia calcan su aislamiento, fantasean con ventanales y pasadizos; cautelosos desocultan el asombro en imágenes para luego reverenciarlas como tesoros. 48 Emel Jiménez Ochoa VII Los engendros de la guerra, ídolos sin talismán, sin hemisferio, distante del sótano donde yacen los trompos tirado al torso, empotran sueños y obligan a soñar crepúsculos vespertinos mientras remueven con cera las costras de los torturados, insomnes pliegue, borrados de sus rastros. Aterrado alteré el brazo del sextante, velo hermético; ahora el firmamento enrojecido sin rumbo naufraga sin alcanzar a conversar con las puntas centellantes de la luciérnaga. Me mata la angustia de ver desvanecerse lo efímero de sus interminables plumas con la que, de quererlo, visitaría las cumbres de inacabadas cimas, a cada ladera avistarle su abandono y mudar a destello de cometa con sus inextinguible cola de hielo; ¿cómo cavar en sus divinas lágrimas la fugaz sonrisa para luego de reconocerle en su alfabeto su réptil, aprehenderlo bajo sus tres formas; sin andar visitando museos? 50 50 Emel Jiménez Ochoa VIII Con mi alma siempre desandando caminos; desprendido del diván gateo hasta deshacerme de su piel disfrazada de sigilo. Añoro la marea alta y el invierno pero sigo encumbrando montes. Relegué la escena donde la puridad de Dios purgó mi boca insignificante, comprendí que mi empeño de negarle a la sorpresa su engaño contrastaba con las voces heridas por los milagros que como murallas atraparon mi corazón, pozo de tiempo silente e iluminado. De repente con aguja atravesé de lado a lado la palma de mi mano, sin espejismo el bálsamo y el eslabón que surte de días mis presagios, asomaron. 52 52 Emel Jiménez Ochoa IX Y el compás volvió sobre su punto. Hallé el recinto donde el abismo insaciable aún duerme, al interior de sus pasillos los muertos sin bondad o maldad, sin placer ni dolor, juntos se cubren con la misma entraña. Desalojados de sus nombres, sin voz sin ceremonia sin castigo sin despertar sueñan los lagrimales por donde discurre la vida. Y vagan insensible entorno al centro. Supongo todo regresa de donde partió; del otro lado, terminante prohibido presenciar eclipses y contorsiones de árboles, a toda costa se evita abran un hueco por donde deslicen el jarrón de la ilusión y aviven la cripta del propio vacío, donde se encerró la mirada para el asombro, urna indescifrable, cubierta, sin anhelo. 54 54 Emel Jiménez Ochoa X Me rehúso a pactar con la coherencia a cambio de representar con mi nombre sus voces. Creo soy espora o quizás rocío y, salto de presencia en presencia como si nada. Ahora sin semblanza actúo como si no fuera yo; de pronto mis pensamientos se conjuntan con el olvido; entonces la noche deja de ser figura para adentrarme a su ficticia superficie hasta transformarme en imperturbable fetiche. Y fijado a la peonza de mi recuerdo lechoso, indiferente franqueo la fuente de yagé y bebo sus lúbricos jugos, tenue tensión entrelazada a la distorsión del tiempo; Mu elástico tallado al paso del Majestuosos Sosiego pero presiento no moverme hacía el espléndido surtidor que con sus dedos confina las voces de sus honduras. 56 56 Emel Jiménez Ochoa XI 58 Sin tregua persisto en descifrarle a Dios su eternidad restringiéndole en la palabra, arca electrizada; pretendí contenerlo en el laberinto poético, territorio que aprisiona, azota y tortura; sin embargo las murallas que le cubrían fueron sólidas duraciones para inmovilizar la arremetida de mi oblicuo lance. Quise usurparle las llaves al Creador, pero Él, insomne desconfiado del verbo se arraigó inconmovible en su estancia. Mientras la realidad florece a mis espaldas, el cadáver erizado oculto del abominable pero sagrado ojo del ámbar se abrazó a mis alucinaciones. Hasta las cosas desenmascaran su ira cuando la palabra las siega del ritual. Al menos vagabundo escudriñé las edades del “Soy quien soy” para luego escuchar de la atemporal Boca Volcánica, la partitura del magma salpicando ecos exiliados en la fosilizada epopeya. 58 Emel Jiménez Ochoa XII 60 Emergí en un Centro donde se levantan fragmentos de utopías ¿Cómo llegué al “Oasis de las pequeñas aves”? Encadenado a su púrpura rejilla de luz me fundí en sus vestigiales cúspides ahuecadas de cristal vibrante. Y al recogerme en su altar infinito, en su interior, sin profecía, dejé de respirar la leyenda; espanté las nubes lenticulares de mis siluetas y soñé me diluía en su arrebatada aura sin himno. Dejé de perpetuarme en mis ficticias negaciones, sin sudario me deslicé por el portón del pequeño zaguán hasta recostarme en la levedad de su costado y, de súbito sentí mi etéreo suspiro expandirse entre alabanza e inesperado me advertí atado a la gratuidad de Dios. 60 Emel Jiménez Ochoa XIII Para los que temen caminar hacía el Ubicuo y pernoctar en sus tormentas; para los que temen desvanecerse en sus secretos tragados por los océanos milenarios. Yo, anónimo me abandoné a su escritura inagotable. Sin santidad atravesé el estuario. En una runa construí mi casa y la alumbré con velitas de olor a sándalo, colgué en viga talismanes con ojos de pavo real, levanté con residuos de tiempos la roca primigenia camuflada en la pilastra, el piso lo rebosé de Siemprevivas y lo sembré de osarios con pezuñas de inusuales constelaciones. Despierto del inconmovible silencio abrazo nebulosas, las hago migajas hasta desvanecerlas en tempestades que trasformo en sonidos, dándoles con mi aliento, vida. 62 62 Emel Jiménez Ochoa XIV 64 Y tanto presente, mientras el chasquido del bosque erra lejos de la realidad, en su interior despierta, sus adentros, se repliega ante la presencia de la brasa, sol reluciente que sin afueras socavó sus playas y se redujo a simple mito. Cubriéndome de espejos, de plumas cenizas, de una larga hacha de yeso para que no resquebrajara el pigmento oscuro y con mi temblorosa voz alcancé a burlar a la historia. Estuve atrapado en su espíritu, moviéndome sin poder atravesar su amnios a pesar de lanzarme con la garrocha del devenir, mi palabra rota petrificó los versos recibidos y recitados desde el abismo hasta desfigurarlos en intuidos ecos. Presiento llegué a los sueños que duermo, aunque pasé desapercibido flameé el penacho de fuego incubado en el armazón de inocencia; sin alfabeto me hundí en las honduras del divino estero donde miré el alma endurecida de los juncos habitando el telúrico pantano. 64 Emel Jiménez Ochoa XV Y traduje “Pájaro siguiendo la ruta de estrellas”, al observar conducido por éxtasis la nube tapizando la arcadia utópica y a los susurros de brea franquearon mi silencioso hasta perforar la eterna morada. Ya sin secreto engaño la verdad con una tragedia idílica. Sobre una roca yace mi voz, cósmica o no, hace parte del primitivo punto. Aquí estoy con mi tiempo girando en su eternidad, relenteciendo el instante con mi mirada extraviada, entre tanto, la huellas del reloj rueda al vaivén del vaticinio, la misma hora sobre la misma recta azotando los moldes de escayola ¿Pero cómo dilatarle al patio su inerte lapso si hace parte de su mansión, manojo de escenarios que el aguacero atavía de olvido? 66 66 Emel Jiménez Ochoa XVI Desde aquí percibo la raíz como si fuera un hilo traspasando el aluciando pensamiento. Del viaje sólo un recuerdo desfigurado hasta volverse quásar; antes huérfano, ostracismo de la intemporalidad; turbulenta creación al alcance de mis manos. Ya Dios no me atemoriza si no mi horma de yeso, el portón de la gruta de regreso y el fruto púrpura; fronteras que filtran la luz de marioneta que descansa en el estante erguido cual espectro indultando y rasgando bendiciones. 68 68 Emel Jiménez Ochoa XVII 70 La ingravidez de mi poema desagua en el lago de la pupila. Su olvido sin realidad entran como pulsar, adentro sus ojos de nieve encantan y le capto su afuera envueltos en aserrín salobre, sin camino reinician en cualesquier punto y aunque sigo creyendo en mis mañanas, pavesas hechas de sudor enmascarando memorias, con ella soy uno desprovisto de significado, sé no hay ruta para mostrarse, enzarzada a la “Ladera del Lapislázuli” exhala ensueños. Esperaré hasta que el círculo del tiempo se agote; mientras tanto mis voces como siempre continuará trasbocando garabatos, líneas indestructibles al pie de la impenetrable “Lanza de Longinos.” 70 Emel Jiménez Ochoa XVIII 72 Inmóvil recibo el olor a frutas, oigo los goznes de la puerta crujir y mis sordos imaginarios alimentan la pesadilla de recuerdos donde la bruma desvanece la luz mientras, la angustia corroe sus cadenas carcomidas de olvido. Mis manos desde esta remota e inhóspita distancia palpan en lontananza las raíces del eucalipto. Mis ojos deambulan entre los espacios que se extienden a lo lejos, ahora sin carne sin eslabones, me habito. Aún mis labios rezuman aquellas mieles y de súbito la hora deshebró mi pensamiento y retorné a la oscuridad. Las salas inundadas de venenos impiden al pantano despertar en su vergel pero seguirá desde aquí añorando sus ritos usurpados a los brillantes ojos de gato. Aunque estoy desterrado de los secos pezones no me impido evocar las siluetas de los frontispicios. Si… me encuentro atiborrado de eternidad sin embargo no desistiré de fabricar con mis signos la perpleja perennidad a mis sueños. 72 Emel Jiménez Ochoa IXX 74 De sobrevivir al origen, de renacer del punto del ensueño. ¿Saldré con mi bullicio colgado en mi collar de amatista? ¿Acaso de mis labios desterraré la muerte del deseo? ¿Mis manos continuarán ahormando las cuevas donde detengo mis fieras que agazapadas aguardan con sus miradas torvas y rezagas el paso del anacoreta? ¿Y mi ciudad de carillones helados, orlados de talismanes; con sus piedras lapidarias, con su pelucas fanfarronas de teatro, reaparecerán en mi memoria? Y si finjo encontrarme al margen del caldero donde yace mi destino, ¿seguiré golpeando con pilón el maíz tierno? Mis espacios nacidos del pensamiento, desfigurado en la palabra seguirán lanzándome en su catapulta, entonces ¿cómo sobrevivir al tiempo distorsionado por el reloj? Aquí hallaré al cometa y al acariciarle ¿almacenaré undívagos recuerdos para aquellos instantes sedientos de imágenes? 74 Diálogo Inconcluso (II) Emel Jiménez Ochoa 78 Izek: ¿Encontraste más abajo del “Medio día” el lugar original donde habita la Vacuidad o, no pudiste traspasar el horizonte oscuro de la palabra que visiona y salta sobre su luz en vuelta en voz? Poeta: Partí apresurado, de súbito me vi atado entre garabatos espinosos, inhalando mi aroma simulé ser aliento y fluí por sus ranuras, me derrame hasta hallarlo. Dios ni es verbo ni yeso ni avatar ni filamento ni suspiro ni hacedor ni soñador. Está aquí entre tú y yo; también en el agujero donde el gusano pasa solaz. Cuando entré el Monte Qaf sentí sus labios susurrantes, apenas un bucle, aunque desvanecido hizo presencia, germen regado entre las volutas de humo. También está en Sheol, allá dejó de ser huésped para ser un perpetuo caminante de sus eternos laberintos; del mismo modo en Merú su trinitaria forma transita entre suspiros de nieves perpetuas. Y hallé su mirada en el monte Shasta, límpidas, de original pureza. Izek: ¿Y cómo vestirás la inmortalidad si eres carne punzada de augurios? 78 79 Fractal Místico Poesía Poeta: Prodigiosamente los adjetivos repujan el hierro y de su traición si apenas quedan perfiles. Y la profecía forjada y fundida en su engaño se propaga prologándose tediosa entre refranes que arden en la chupada del cigarrillo. Mis pies tienen el polvo del Monsalvat. Con hachís trepé al suspiro y peregriné hasta tocarle la arcilla de runa a Urania; con mis ojos cerrados recorrí sus corredores y, sellé mis labios impidiendo la voz profanara la omnipresencia. Izek: ¡Solo alardeas! ¡Presumido! ¿Acaso llegaste al Vientre Original? De verlo ¿cómo renunciaste a Él? ¿Acaso, Dios te vistió de inmortalidad al tocarte con su incorpórea ánima? Poeta: Con mirar la mirada de Dios a mi palabra se le esfumó al signo; de golpe mis infinitos expatriados en devenires, sin error, desincrustados de memoria abrasaron aquella morada y, las paradojas desfilaron por su larga abstracción sin ruido. Al interior del cáliz todo es incendio ¿De qué otra manera se peregrina al origen? 79 Emel Jiménez Ochoa 80 Izek: Poeta, para tocar la túnica del origen tuviste que ser ausencia, desposeído del aquí, sin otra ruta que extraviártele al menguante. Pero eres carne cubierta de marchitos lirios a la espera de ensartarte hasta el cansancio al atractivo yugo. Poeta: Me acechas. Me inspeccionas hasta el más banal de los detalles. Con los mismos ojos disecados con los que presagio amaneceres aguijoneé los silencios fraguados en la hoguera. En el pináculo de la pirámide la moribunda letra, arde. Izek: Fuiste en busca de Dios y regresas como vidente. En tu ausencia la tripulación de locos despertó en la catedral de color azafrán, delirantes por sangre aún rompen cabezas con los bordes de los santos enjaulados. Y presumes de profeta e insistes en maquillar arrogante tu esfera de ópalo. Una vez más en su poliedro Diosquedó incólume. Poeta: Mis mantos de color púrpura los inventaste. Dios no mitigó mi perdición; en su quietud, adrede me desprendió las púas con las que engarcé mi esclavitud al trono de reyes. 80 81 Fractal Místico Poesía Izek: Despertando de tu levedad sientes la líquida ensoñación del tridente. Tu avidez de grandeza es pantalla puesto apenas percibiste la superficie de un cielo inventado. Poeta: ¡Lastimas tu malicia! ¿Cómo mitigar la servidumbre del vasallo? Me encuentro rendido al murmullo del Perpetuo a la vez indiferente a tu libertad sumisa. Tus estruendos adormecen al silencio; destilas momentos sin horas y con ello crees ocultarle al jaspe su vena oxidada. Izek: No impidas a la sombra devore tu nombre, si quieres seguir en el engaño recuerda la fantasía como la falacia se extiende por territorios sin retorno. Dios no es horizonte incorpóreo para conquistar; también su música emerge de las entrañas mortecinas del caballo alucinado; del hechicero acostado en la acera mientras la guirnalda con sus torbellinos danza sobre su leño; de la voz tirana del reyezuelo con sus coronas repujada; de la trama sin textura del pájaro carpintero que trae rumores sobre túneles en el cual habitan silabarios ignotos. 81 Emel Jiménez Ochoa 82 Supongo tu espíritu quedó colgado del otro lado del desván. En tu enlutada risa yace el macabro secreto no del filón que alberga el pretendido imán donde los espejos cincelan la prohibida escritura. Poeta: En mi interregno toqué la túnica de Dios. La imponente lejanía regada sobre las sienes de la belleza es fuente irrenunciable. Con Él asolas sin vaticino sin orificio entré a la infinidad embadurnándome con el inexpugnable misterio e inacepté la muerte puesto era renunciar a la tempestad anclada en la mortalidad del alma. Izek: Desde tu altar ruges sin escapatoria. Dios no desciende de rostros antediluvianos como tampoco de bizarros Mesías. Tus sentidos encarcelados encaran la discreta finitud arraigada en la rama inválida ¿Desde cuándo quieres perpetuarte en el vacío? ¿Acaso lograste ser uno con la vastedad del rocío? Poeta: No me confundas con el artesano que amasa la horma del novedoso sonido. Franqueé el muro curtido de intemperie y escuché al atravesar la garganta de la pesadilla, el crujido de la astilla que los cráneos esparcen como silbidos por el árido sendero. 82 83 Fractal Místico Poesía No me confundas con el soñador de la Infinita Arcilla. Él que con sus lágrimas da vida. Dios ni recorre mis días ni mis rutas; jamás me vanagloriaré de ser fermento almizclado que atrae moscas. Mi trompeta de cuerno le provee eternos a la clepsidra y, matizado en suspiros me abro a la plenitud del crepúsculo a sabiendas que sus entreluces guarda secretos de horizonte. Izek: En tu interior habita el forastero inapresable, anda, mientras la mangosta perfora el estómago alucinado y escurre grietas para que el discurso arrase sus verdes sueños, bebe tu gota de agua viva; pero únicamente estás empeñado en abrir la cómoda jofaina. Si tocaste la túnica de dios ¿Por qué te condenas? ¿Pretendes al ridiculizar a los vicarios de la púrpura estola protagonizar la herejía? Entonces idolatrarías tu tótem, encadenado a sostener como verdad el mismo engaño, ocultando en tu cinto el afilado puñal para matar a quienes no enarbolen tu estandarte de salvación. 83 Emel Jiménez Ochoa 84 Poeta: El dios de mis palabras aún es mixtura parpadeante. Me sentí alejado pero obsesionado con la superstición del triforio y retorné ¿cómo desprenderme de la gramática del odio? Privilegié divinizar al ermitaño, hospedarme en su abismo, silbar al interior de su vientre hasta convertirlo en mi cielo. Con mi parapetada malicia defendiendo mi ritual de piernas inquietas; siento mi alma fanática del símbolo y alambra mis labios. Izek: Tu mente entrelaza conciencia y deseos. Al imitar la doctrina te aferrarte a la caligrafía de la insondable ira ¿Qué conseguiste? ¡Deshuesarla! Y ahora dando tumbos mientras cavas, vendes guijarros que cantan, sin embargo ese beso perforado también es afín al Creador. Poeta: Tanto la árida compuerta del guisante como su terraza me evocan los reciclados espacios del significante envueltos en su vastedad desquiciada. En el tejido laberíntico de la palabra convive pterodáctilo con amor y de querer, un dios con pico rapaz también se hilvana al súcubo del trovador pero, 84 85 Fractal Místico Poesía Dios no es palabra si no suspiro que penetra creencias, habitaciones mezcladas en matices, claro oscuros de alborada y, huecos rellenados de promesas. Izek: Te ves en un hemiciclo discutiendo con los sumos pontífices sobre los textos que dan por sentado el testimonio obsequioso, mientras las espadas zumban al interior de las madrigueras, de la leyenda. Poeta: Cómo decírtelo ¡soy uno con mi soledad! Pese a estar el festón en el quicio del templo reposo al lado del sombrero del lazareto; siendo ambos puntos de partida para atravesarle a la lumbre su belleza. Que otros se sacien con la pestilencia y esparzan incienso con espumas a la descarnada úlcera; nunca seré hechura de heraldo quien con su lustrado violín ameniza auroras ignorando el alba del piadoso; sean otros quienes estropeen la fe con la liturgia puesto jamás le ocultaré el filo a mi daga; con mi pecho descorazonado siempre amenizaré de suspenso a la tragedia. 85 Emel Jiménez Ochoa Izek: Das por cierto que reabrirás las compuertas mágicas. Para este instante has sido derribado y tus cenizas son arrume insepulto. El escombro no resucita, por tanto podrás halar la cuerda del chelo pero seguirás sentado en tu corona de peltre. Poeta: Además cargo en mis espaldas una litera ¡Asómbrate no traigo pluma u hoja pues mis poemas son suspiros! Entonces enfurécete y quémate con tu rosario en el fuego fatuo. En mi finitud soy sol sin ser menos que el famoso Palisandro, quien escapó del fabuloso territorio sin fronteras con el que se pretendía recluirle para que inventara márgenes al milagro. Izek: Pero ninguna imagen fascina si no hay de por medio un áulico. Tu dios relato, fetiche esmaltado con el que franqueas fachadas. Y mientes con tus oraciones mientras restauras corazones. Insaciable exprimes las atormentadas almas. Eres ficción del dogma, devoto a tu corona. Eres rostro sin alma sin espíritu. Poeta: Y mis pasos transitaron por diferentes espacios; no soy ese peregrino sacrílego. Sin semblante, mis intrusas huellas contaminaron los intervalos tonales 86 86 87 Fractal Místico Poesía del Creador. Él apenas contemplándome rizó el agua con rasgaduras de silencio y, a mí, residuo de resina sin otro tesoro que la corona tejida de ovaciones me gratificó con una soledad ataviada de acertijos. Ahora me acuesto en su lecho esperando a que mi memoria queme las epopeyas y añadan un espíritu a mi lámpara inagotable de luz. Izek: ¡Vete! Conmigo durarías lo que el desvencijado saxo tenor. En tu tumba, el olvido ensortijado con el cuchicheo de la salvación sin tregua animará la fiesta. Deja de encantar, agótate con tus nocturnos sin pirotecnia; nada te será vetado pero márchate; tú enigmática pieza no encaja en el rompecabezas al ritmo frenético de mi sintaxis. Conmigo no serás llama, simple imitador de noches encandiladas. Poeta: Mis lustradas hebillas, mi pequeño cetro fulgurante, lo mismo que el escarpado del fiordo, la jaula cismática, la goleta de humo, y el hedor fugado del basurero, son fieles aún a mi sueño. Persistes en clavarme tus incisivos en la frase poblada de nostalgia, sin embargo tus letras transitan monótonas por la rueda del ruido; podrás ser un 87 Emel Jiménez Ochoa 88 experto, pero tu discurso no vence al perfecto silencio que me satura. Eres fama, la retórica corre como savia por tu boca. Jamás osé compararme con la salamandra que al interior de su cascarón viaja atravesando el rústico silabario, tampoco con la libélula de inacabados caminos. Izek: A los santos se canonizan con sus pantuflas ¿Es lo que quieres escuchar? Tus respuestas ni me sobrecogen ni maravillan. Aún piensan que la marea de la tierra es una eternidad diluida en lágrimas de luna. Faisán o Fénix ¿Escoge? ¿A quién adoras como tu dios? ¿Sandalia alada o Vitral templado? ¿A quién adoras como tu dios? Mi Dios ajeno al inferno ¿el tuyo? Hasta del dios que presumes, te es extraño. Poeta: La eternidad deja su cicatriz en la madriguera y su cuerno inconsútil me empuja hacía afuera, me aparta del hemisferio supersticioso, de la creencia en verdades amarradas al antojo y, del éter enrarecido del aprendiz de piano. Yo nací y crecí besando la tierra, mi visibilidad apenas alcanza los horizontes del peciolos. Mientras le rasgaba su tímpano para escucharle sus enigmas que dormitan cerca su repisa de bronce me abrí 88 89 Fractal Místico Poesía las venas, lo hice no para hallar a Dios sino por el deseo de ser humo serpenteante para erosionarle, hasta resecarle la pupila a la palabra. ¡Sí conocieras su soledad! Entre espacios y astillas, tenue pizarra deslizando sonámbula su rastro, con mis llaves descubrió sus ecos y ante el azogue vio tras de ella además de su calavera oculta, una sirena desertora; para sacarla a su presencia la escuché gritar frenética y de sus pavesas nació mi indecible verso. Izek: Apenas fuiste engranaje del giro, del juego de manos. Tu palabra, suelta entre grietas, riada iracunda; danza vestida de pesadilla por demás vetusta entre fingidos concertinos. Sólo quisiste descender hacia la joroba del tiempo evadiéndote entre plantíos de chumberas para morar con tus despojo en el Jardín del Edén. Eres pensamiento enervado, memoria tránsfuga; pasaste de ser signo a un pregón envuelto en el yermo soneto adornado con canutillos y lentejuelas; eres personaje sin línea. Relames con fragancia de tocador tus poemas sólo para encantar. 89 Emel Jiménez Ochoa Poeta: Dios Inconmovible proveyó de belleza a las velas cangrejas, al buitre que escurre en sus garras el olor a vinagre, también al estuario con vaporcillo a bodega de vinos. Cualquier lapso deletrea Dios. Quizás habitando el tiempo que calla halles su canto, única posibilidad de resbalar del sí mismo sin ofenderlo. Izek: Poeta, al recoger tus memorias replegando el mito en su fracaso escucharás tus sentidos sumisos al manojo de llamas sin fuego. Quisiste expulsar la percepción almacenadas en pompas de jabón y, mientras, ni estrujaste al destino. Mientras tangas respuesta para cada trayecto nunca harás vibrar los bordes del abismo. Poeta: Ahora sin ciclos soy pura consciencia; excluido de superficie sin piso. Con mi voz sin ritmo descifro al nocturnino suspendido sus paradojas del afán vaciada en las miradas del deseo. Sé, la claridad de la aurora languidecerá y, a su vez decrecerá conjurando el vértigo que sin torsión gira en la inmensa habitación de inagotable sintaxis; también se disipará hasta tornarse mormulló el vórtice que trae 90 90 91 Fractal Místico Poesía los gritos encapsulados a mis letras; hasta la membrana de mi nombre se desvanecerá en el marasmo de la quietud. Mi cuerpo, indefinido ignoró la oscuridad del bosque ¿cómo encantar lo innombrado? Oculté mis ayeres de la memoria deseosa de empalmar con las hendiduras. Sin grietas me planto en representar un ave gris blanquecina, imperceptible coro para oírle al mar sus conjuros que no alcancé a sentir. Sé, no logré germinar en la caña zambullida entre tormentas pero Dios existe, toqué su túnica sin destino sin corona y sin halo. Bebí su agua viva sin convocar a la efigie. Anonadado horadé mis cantos y me reavivé en su gloria Eterna. 91 Soliloquio Fugaz Emel Jiménez Ochoa 94 _ “Con tus pasos atravesaste el umbral del círculo menos la luz oculta de mis pupilas. Suéltate del relicario, de la sombra y el eclipse, asciende los escalones por los que cruzarás al sueño sin ausentarte” -¡A quién escuché! 94 Emel Jiménez Ochoa 96 -Cuando vi que mis pasos calzaban las huellas rubricadas por las espadas ensangrentadas de los venerados, decidí lanzarme para acceder a la urna donde el ruido embriaga, prefiero el vasto blanco tapizado de inmensidad para así estremecer mis pupilas congeladas. Y Dios, sin misterio, con su manto inconquistable descorazado, expuesto al revoloteo mudó del simple mito: por unos esculcados y por otros lustrados; de su presencia: divinidad vulgarmente envuelta en verbosidad clandestina de ripio y rastro, a inconmensurable aposento. 96 Emel Jiménez Ochoa 98 _“Y emprendiste el camino conquistando a las rutas sus secretos para hallarle a lo atemporal su brevedad” -¡A quién escuché! Envuelto entre miradas huérfanas, esparcí mis olvidos a la ventisca desmemoriada; de súbito Dios, con su tenue eternidad, ante mis ojos ciegos, relampagueó silbante su espesura y en su sagrada perfección despedazó mis infinitos. Ahora deshabitada, mi reseca piel ni recuerda el vaporoso hálito. Y Él abrió sus venas sin fuego, antes de tiempo obsequiosos me lactó con savia sus insondables silencios, haciéndose imposibles para este cuerpo limitado por la palabra, encerrado entre el mito y el dogma, asimilar la dadivosa ofrenda. 98 Emel Jiménez Ochoa 100 -El paraíso artificial recreado en mis andanzas es distinto al silente e inconsútil manto con el que Dios cubre su rostro. Sin visión trashumé los riscos más pavorosos y hundí mi daga con odio mientras observaba el aura desprenderse del extinto aliento, mientras le susurraba a mi alma guardará el arcano pronto a develárseme con sus muecas de terror: unas desvencijadas otras de soledades extenuadas y postizas. Y entre más vocifera el halo rutilante se escapaba en los indefinidos horizontes. Dios en su infinitud me otorgó su Verbo y yo le limité, Él se hizo espíritu para habitarme entre tanto estuve ausente. Poseyéndome lo poseía, conteniéndome le contenía, ahora ¿cómo desentrañar lo que me habita si no lo habito? Mi dios anhelado apenas entre mis ambiciones y deseos, siendo tan real y ficticio que lo indago a mi conveniencia e insolentemente me sorprendo al imaginar su perfección de amanuense. 100 Emel Jiménez Ochoa 102 _ “Y al interior de esa simple gota de agua me dilato hasta romper sus horizontes de espacio. Poeta, lánzate, ven y encuéntrate con tus ritmos ocultos, extraños por lo inexplorados pero estrujando entre las membranas silentes las voces que apenas modulan imágenes, te percatarás” -¡A quién escucho! Sea cual fuere el interior es bóveda y prisión. ¿Será acaso mi sueños el que espera mi llanto para romper la cápsula revestida al verbo y en ella diluirme hasta volverme hallar? 102 Emel Jiménez Ochoa 104 -Y anduve los recovecos de mi ansiedad tratando de encontrar a un dios hecho a imagen y semejanza de mis palabras, entre tanto Dios acariciaba sutilmente mi cuerpo con sus dos manos. Cada beso un oasis en mi desertizada piel. ¿Cómo imaginarme lo que dejé de percibir? Cada grieta encostrada Dios la irriga de vida, pero fui incapaz de fantasear, hasta de soñarme, de verme como ese punto donde el agua eterna revive, de manera simple, la envergadura de los horizontes infinitos. 104 Emel Jiménez Ochoa 106 -Dios y me regalaste la vida y la serenidad para tomarla, siguiendo los leves suspiros de tu voz permitiste me fundiera en tu ópera prima, Tuve que lanzarme a los abismos persiguiendo la fantástica inocencia para a través de la oración penetrar piel y carne, membrana de vientos para absorberme en tu huella, vestigio, simple continente de eternidades. Soy tan mortal que ni sé orar, mis palabras simples rogativas del temor, con mis frases ni penetro mis ensueños ni traspaso la corporalidad que me impide sentirte. Sé estás a mi lado y trato de escurrirme por el frescor de tu espejismo perenne y silencioso. Mi Dios siempre te pienso radiante y aún con mis fatuas creencia de inmortalidad, de caminante torpe y errabundo me extravío de mi insignificante orgullo al percibir que dotaste de belleza todo lo que habita, y arrobado me alejo de la palabra para envolverme en la ubicuidad de tu aliento. 106 Emel Jiménez Ochoa 108 -En el fractal del místico relieve, en mi descendimiento colgué mi silabario entre los tablones del andamio; levanté mis manos para arrancarle a la nervadura de la hoja sus secretos y ella cayó marchitándose sin mis huellas. Ahora mis palabras desnudas se desvanecieron en el telúrico horizonte donde Dios sueña, quedando descalzas al negarle al crepúsculo coloree su sombra, presencia inacabada hecha a imagen y semejanza de la voz. Renací, en la alcanzable perpetuidad de mi polvo percibo alguna vez fui osamenta encerrada en la luz incandescente. Cruce la presencia, sobrepasé la matriz consagrada al origen donde se incubaban miradas mortales preñando a la verdad de leyenda. Dios y sus vacíos fracasan en la letra, con la que se desgarran paulatinamente realidades sin atravesar la urna de la ira. Jamás Dios hierve en la dilatada vasija con la que disequé la ciénaga del poema. Vacío, quedé vacío, sólo me acompaña mi rostro disperso en ángulos, en cada uno yace letanías de abismo. 108