Prensa Independiente, sin censura, sin propaganda, sin presupuestos, sin guión, sin... casi nada... Con ilusión, con ganas, con creatividad, con... ESO, es decir... CON TODO Impulsa, anima, teclea… coordina a toda la buena gente que colabora…. Tirso. HOJA INFORMATIVA. AÑO VII- Nº 18 del 14 – MARZO de 2010 MIGUEL DELIBES El escritor y académico Miguel Delibes, maestro de periodistas, académico de la Lengua y premiado con los máximos galardones de las letras españolas, ha fallecido a las 7:00 horas del viernes 12 de marzo en su casa de Valladolid, rodeado de sus seres queridos, a los 89 años. Fue uno de los grandes maestros de la narrativa del siglo XX, a la vez que sabio conocedor del hombre, el lenguaje y el paisaje castellanos. Se consideraba "un narrador rural apasionado por la naturaleza" y siempre se mantuvo fiel a sí mismo. El autor de Los santos inocentes, nació en Valladolid el 17 de octubre de 1920, fue el tercero de ocho hermanos. Su padre fue catedrático de derecho en la Escuela de Comercio vallisoletana. Cursó sus estudios a caballo entre los colegios de La Salle y de Lourdes, donde terminó el bachillerato en 1936. La relación de D. Miguel con el Colegio Nuestra Señora de Lourdes, fue siempre muy estrecha y cercana, desde que comenzara sus estudios de Bachillerato en 1930. Como bien ha quedado reflejado en el libro de historia del colegio "Lourdes, stella in Castella", Delibes se involucró desde el principio en todas las actividades colegiales, desde el deporte (era un apasionado del fútbol) hasta las de tipo religioso (fue vicetesorero de la Cruzada Eucarística), pasando por el desarrollo de las clases, en las que, aunque parezca mentira, no destacó en un principio por sus creaciones literarias... Fue la influencia del magisterio de su profesor de Lengua, el H. José Mª Fernández Yáñez, como él mismo reconocería más tarde, lo que le abriría los ojos y le animaría a decantarse por el mundo de las letras, gracias a los concursos literarios y a las composiciones que les mandaba hacer en clase. (En la foto, Delibes aparece en la 2ª fila el 4º por la izqda., junto a su profesor). De hecho, la revista colegial fue el ámbito en el que se fueron publicando sus primeras creaciones, entre las que destacaban unos cuentos y narraciones. Actualmente, además, la Sala de recursos-Biblioteca del Centro lleva su nombre. En la Memoria Escolar de 1936, año en el que finalizó sus estudios de Bachillerato, aparece una breve semblanza de cada uno de los alumnos finalistas, y al llegar a Miguel Delibes el H. León realiza la siguiente apreciación acerca de su personalidad: "Sin ser enciclopédico en sus conocimientos, posee no obstante una sólida formación asaz general, excelente preparación para comenzar los estudios universitarios... Tiene grande aprecio de la virtud cristiana; y lo demuestra en su lenguaje siempre digno y en el ejercicio de las prácticas cristianas y religiosas, Amigo bueno, amable y locuaz con una pizquita de malicia risueña que a nadie ofende". Al término de su estancia en el Colegio no se interrumpió la relación con los Hermanos, hasta el punto de ser la Capilla del Centro el lugar elegido para casarse con su esposa, Dª Ángeles de Castro, el 23 de abril de 1946, y el lugar donde estudiaron sus cuatro hijos varones (Miguel, Juan, Germán y Adolfo), así como la mayoría de sus nietos. Tras estallar la Guerra Civil española, se enroló como voluntario en la Marina del Ejército Nacional en 1938. Como voluntario, prestó servicio en el crucero Canarias, que realizaba sus operaciones en la zona de Mallorca. Nº 18- página – 1 Más tarde, en 1939, al concluir la contienda, regresó a su ciudad natal e ingresó en la Escuela de Comercio. Posteriormente abandonó esta actividad para dedicarse en exclusiva a la novela, donde plasmó con maestría sus conocimientos de la fauna y flora de su entorno geográfico. Delibes ocupaba desde 1975 el sillón 'e' de la Real Academia Española. Su última gran obra, El hereje, homenaje a Valladolid, se publicó en 1998, recibiendo el Premio Nacional de Narrativa como reconocimiento. Posteriormente, se creó la Cátedra Miguel Delibes, con sede en las universidades de Nueva York y Valladolid. Entre los numerosos galardones que recibió a lo largo de su vida figuran el Premio Cervantes (1993), el Premio Nacional de las Letras (1991) y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1982). Autor enraizado en su tierra pero con una visión universal y amante extremo de la naturaleza, siempre tomó como materia prima de su escritura Castilla y Valladolid. El 30 de mayo de 1991 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas. En aquellos años irrumpió en su realidad la muerte, una circunstancia que le obsesionaba desde pequeño. “Desde que tengo uso de razón, creo que empleé parte de esa razón para pensar en la muerte”, ha declarado. Su padre tenía “cincuenta y tantos años” cuando él nació, una “edad propia para morir”. “Esa idea de mi padre viejo me turbó un poco los primeros años de mi infancia, no porque yo temiera mi muerte, sino porque temía la suya, que mi padre me dejara solo”. Precisamente, la angustia ante la muerte ya era uno de los temas capitales de La sombra del ciprés es alargada (1948), tras la cual publicó Aún es de día (1949) y El camino, que vio la luz en 1950 y le convirtió en referencia de la literatura a sus 30 años. Después de publicar El camino llegaron Mi idolatrado hijo Sisí (1953), La partida (1954) —su primer libro de relatos— y Diario de un cazador, novela por la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura, y en la que se apoyó en una de sus grandes aficiones para conseguir, quizá, una de sus novelas más optimistas. La pasión del escritor por la caza se refleja de nuevo en La caza de la perdiz roja (1963), un libro cinegético y El libro de la caza menor En Parábola del náufrago (1969), Delibes muestra el humanismo que rasga toda su obra y su persona, y arremete contra las modernas teorías de la destrucción del lenguaje. En 1972, vio la luz Un año de mi vida, obra biográfica a la que años después (en 1989) se sumó Mi vida al aire libre. El príncipe destronado llegó a las librerías en 1973, año en el que fue elegido miembro de la Real Academia Española, para ocupar el sillón ‘e’ minúscula. Su discurso de ingreso, en 1975, bajo el título El sentido del progreso de mi obra, sorprendió por su fervorizada defensa de la naturaleza. En él decía: “Cuando escribí mi novela El camino, donde un muchachito, Daniel el Mochuelo, se Nº 18- página – 2 resiste a abandonar la vida comunitaria de la pequeña villa para integrarse en el rebaño de la gran ciudad, algunos me tacharon de reaccionario. No querían admitir que a lo que renunciaba Daniel el Mochuelo era a convertirse en cómplice de un progreso de dorada apariencia pero absolutamente irracional". "Posteriormente", continuaba, "mi oposición al sentido moderno del progreso y a las relaciones hombrenaturaleza se ha ido haciendo más acre y radical hasta abocar a mi novela Parábola del náufrago, donde el poder del dinero y la organización —quintaesencia de este progreso— termina por convertir en borrego a un hombre sensible, mientras la naturaleza mancillada, harta de servir de campo de experiencias a la química y la mecánica, se alza contra el hombre en abierta hostilidad. En esta fábula venía a sintetizar mi más honda inquietud actual, inquietud que, humildemente, vengo a compartir con unos centenares —pocos— de naturalistas en el mundo entero”. En 1975, un año después de la muerte de su mujer, publicó Las guerras de nuestros antepasados, al que siguió Aventuras, venturas y desventuras de un cazador, sobre cinegética, y Mis amigas las truchas, en 1977. Poco después salió a la calle El disputado voto del señor Cayo (1978), donde aborda el abandono del mundo rural y lo que ello implica. Tres años después, en 1981, aparecía ‘Los santos inocentes’; dedicado a su buen amigo y compañero de cacerías Félix Rodríguez de la Fuente, fue una de sus obras que ha dejado una huella más profunda en el panorama de la literatura contemporánea, y donde analiza, desde la ironía, la nueva burguesía y la lucha de clases. El Premio Príncipe de Asturias de las Letras le llegó a Delibes en 1992. A partir de ese momento, los reconocimientos se han sucedido en una inagotable cascada. Le faltó el Premio Nobel, al que fue propuesto en 2008 por la Sociedad General de Autores y Editores, y el último galardón que recogió en una vida plagada de reconocimientos fue la Medalla de Oro de Castilla y León, que le entregó en su domicilio vallisoletano el propio presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, el pasado 16 de noviembre. COLABORACIÓN Van pasando los días y las semanas y en nuestro periódico apenas aparece alguna actividad de las que se están realizando en el Centro. Se agradecen los escritos, en ocasiones resúmenes de artículos que han aparecido en la prensa que son interesantes y se felicita a quienes los escriben y firman. Es una pena que terminemos el curso y casi no sepamos nada de la vida del Centro, de esos talleres de las especialidades o de “los miércoles”, de esas “salidas de vales” en casa o fuera, de esas vistas a los eólicos, de esa salidas a ARPA, a caballos, a Carrechiquilla, a la piscina… y claro lo que no se escribe, es como que no se viviera. En un mundo de la comunicación es una pena que lo que menos comuniquemos es lo que vivimos… y luego cuando terminemos el curso nos gustará tener el recuerdo de lo que en este año hicimos… y entonces… la respuesta será, nada. 2 Ánimo. Todavía estamos a tiempo para recordar lo vivido.