• aldea global • CRISIS EN LOS PAÍSES ÁRABES: ALERTA MUNDIAL L A crisis de los países árabes ha puesto en alerta a la economía mundial. Cuando aún se viven los coletazos de la crisis financiera internacional, los grandes bancos de todo el mundo tratan de digerir los excesos del boom inmobiliario. Con los países de la zona euro inmersos en una interminable negociación para intentar resolver los problemas de la deuda soberana de algunos de sus miembros y con la recuperación económica todavía titubeante en buena parte del mundo desarrollado, las tensiones geopolíticas surgidas en el mundo árabe han dado paso a un nuevo escenario económico global del que aún desconocemos su final. Las mujeres árabes están desempeñando un papel activo en las protestas. ALEJANDRA GALLEGO RADICIONALMENTE, la inestabilidad política en Oriente Próximo ha sido una fuente de escaladas del precio del petróleo. De hecho, esa inestabilidad ha provocado tres de las últimas cinco grandes recesiones mundiales. Así sucedió con la guerra del Yom Kippur, T Escritura 42 PÚBLICA en 1973; con la revolución iraní de 1979, y con la invasión de Kuwait por Irak, en 1990. En esta ocasión, la guerra de Libia, combinada con las protestas en Yemen, en Bahrein y en Siria, y tras el éxito de las revueltas populares en Egipto y en Túnez, amenazan con desestabilizar la oferta petrolífera en una región que por sí sola acapara más de la mitad de las reservas de crudo de todo el mundo. Aunque Arabia Saudí y Kuwait han anunciado que aumentarán la producción para compensar el parón en las exportaciones libias, todavía existen temores a una interrupción del suministro energético. Como advierte José Ramón Díez Guijarro, profesor de entorno económico y análisis de países del Instituto de Empresa, “la transición de regímenes autoritarios a sistemas más democráticos o bien la resistencia de los primeros a los cambios abren nuevos frentes de riesgo en una región donde el factor geopolítico ya ejercía una importante penalización sobre la calidad crediticia. Además, su efecto sobre los precios de las materias primas energéticas supone un shock de oferta para una economía global aún vulnerable”, apuntaba en uno de sus análisis. 120 dólares el barril Brent. Esa inestabilidad –sin olvidar, por supuesto, la fuerte demanda de las pujantes economías emergentes– ha llevado al petróleo a superar con comodidad los 120 dólares por barril de Brent, el de referencia para Europa. Si los precios se mantuvieran en ese nivel, el coste de las importaciones petrolíferas se situaría un 45 por ciento por encima del de 2010, un incremento que a juicio de los economistas de BNP Paribas “sería suficiente para dañar la recuperación mundial”. Porque esas tensiones lo que ya han provocado ha sido una revaluación de las perspectivas de crecimiento e inflación en todo el mundo y del análisis de riesgos. La regla tradicional impone que un aumento de los precios del 10 por ciento durante un trimestre provoca un incremento de la inflación anualizada del 0,7 por ciento y resta un 0,25 por ciento al PIB mundial. Los últimos datos publicados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) van más allá y aseguran que el shock energético puede restar un 0,7 por ciento al crecimiento de los países desarrollados en 2012 y frenar, a su vez, el crecimiento de los países emergentes, Un Plan Marshall para el mundo árabe UEDE que el impacto se prolongue y la situación sea cada vez más difícil de manejar. De ahí que Roubini haya planteado la necesidad de una especie de Plan Marshall para los países árabes que le ayude a estabilizar sus economías durante un proceso político cuando menos largo y con muchos altibajos. Los fondos, plantea el famoso economista, deberían ser aportados por el FMI, el Banco Mundial, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y a través del apoyo bilateral de distintos países, como Estados Unidos, la Unión Europea, China o los países del Golfo. “Dada la actual sensibilidad mundial a los riesgos que rodean precios del petróleo, el dolor no puede ser confinado únicamente a los países de Oriente Próximo”, sentencia Roubini. P aunque con impacto mucho menor sobre sus números. Los economistas aseveran que todos estos cálculos ya empiezan a verse reflejados en el precio de muchos activos, lo que ha frenado el entusiasmo bursátil en los países emergentes y de otros activos de riesgos que se había percibido desde el pasado mes de septiembre. Díez Guijarro llama la atención sobre el impacto que ese nuevo escenario tendrá sobre la merma del poder de compra para las familias y, en el caso de los países emergentes donde el peso de los productos básicos es más elevado, un factor adicional de inestabilidad social. “Este riesgo supone una amenaza creciente para el ciclo global”, alerta el profesor. En la misma línea, los economistas de Nomura advertían en uno de sus análisis diarios que “un mayor precio del petróleo puede ser interpretado como un impuesto sobre el consumo, dado que no puede ser sustituido de inmediato por nada. Esta inelasticidad crea un escenario para escaladas de precios energéticos, más aún si la oferta llegara a interrumpirse. El efecto neto sobre el consumidor es una pérdida de renta real disponible y una reducción de los gastos discrecionales”. Lo que, en definitiva supone un frenazo a la demanda interna. El gurú de la crisis, Nouriel Roubini, asegura que este escenario de altos precios del petróleo incrementa de forma considerable el riesgo de estanflación, “una combinación letal de muy bajo crecimiento y fuerte incremento de los precios” que, de llegar a materializarse, “dispararía el riesgo de una recaída en la recesión para una economía global que apenas acaba de salir de su peor crisis en décadas”. Con ese temor inflacionista en el horizonte, el Banco Central Europeo (BCE) acordó en su reunión del pasado mes de abril subir los tipos de interés, por primera vez en dos años y medio, hasta el 1,25 por ciento, lo que ponía fin al ciclo de política monetaria ultraexpansiva que los bancos centrales de todo el mundo pusieron en marcha en respuesta a la crisis. Un alza del precio del dinero que recordó al que la entidad adoptó en julio de 2008, cuando, en plena crisis financiera y pocos meses antes de la caída de Lehman Brothers, el BCE sopesó que la amenaza inflacionista era mayor que el riesgo de recesión y acordó subir los tipos de interés del 4 al 4,25 por ciento, una decisión que, según el juicio mayoritario de los analistas, fue errónea y hubo de corregir meses después. Las consecuencias, en esta ocasión, pueden ser nefas- Tradicionalmente, la inestabilidad política en Oriente Próximo ha sido una fuente de escaladas del precio del petróleo Escritura PÚBLICA 43 • aldea global • La aceleración económica, un poco más lejos ON este escenario de revueltas en los países árabes aún abierto y el impacto que puede tener el terremoto y la crisis nuclear en Japón, ya queda claro que 2011 no será el año de la fuerte recuperación económica que muchos preveían hace apenas unos meses. Son muchas las amenazas y los riesgos que afronta la economía global como para lograr esquivar, cuando menos, una desaceleración en el crecimiento económico. Como ya apuntan algunos analistas, 2011 será otro año en el que vivimos peligrosamente, parafraseando el título de la película protagonizada por Mel Gibson y Sigourney Weaver en 1983. Uno más. C El fervor democrático desatado en muchos países del mundo árabe puede provocarle una añadida carga económica. tas para la recuperación, especialmente para el grupo de países, entre los que se encuentra España, más golpeados por la desconfianza de los mercados y que están aplicando severos planes de ajuste para retomar el equilibrio de las cuentas públicas. “Un incremento de los tipos de interés hará más difícil afrontar la batería de retos que deben abordar muchos países, como si fuera una marea en retroceso que aumenta los riesgos para unos barcos que ya llevan sobrecarga”, apunta el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), que agrupa a los principales bancos privados del mundo, en uno de sus últimos informes. Los riesgos inflacionistas llevan ya meses golpeando a muchas economías emergentes, fruto en su caso de un fuerte ritmo de crecimiento y de la cotización de las materias primas, de las que son fuertemente dependientes. China, India, Tailandia, Indonesia, Brasil y Rusia, han liderado los esfuerzos de los países emergentes para controlar los precios, con un aumento de los tipos de interés. Pese a ello, señala el IIF, los tipos de interés siguen siendo negativos en términos reales para muchas economías emergentes de Asia y Europa y ligeramente positivos en el caso de Latinoamérica. Además, el endurecimiento de la política moneta- ria acentúa la llegada de capitales a estos países, con la consiguiente apreciación de las divisas que intentan combatir. De hecho, el IIF calcula que el año que viene se alcanzará un nuevo récord en los flujos de capitales dirigidos a economías emergentes al llegar al billón de dólares. De ahí que buena parte de los gobiernos emergentes hayan empezado a aplicar medidas prudenciales para controlar los efectos adversos de estos flujos –como subidas de los impuestos sobre el consumo y la propiedad, normas más estrictas para la concesión de hipotecas o un incremento de las reservas de capital a los bancos- que empiezan a dar frutos. Si bien muchas economías emergentes han aprendido de los errores y las crisis del pasado, el fervor democrático desatado en muchos países del mundo árabe puede provocar una añadida carga económica a la región. En primer lugar, porque buena parte de las protestas surgían de la demanda de mejor calidad de vida y de más empleo, especialmente para los jóvenes, con el consiguiente aumento de los déficit presupuestarios, una subida de los costes salariales y, a medio plazo, altos niveles de inflación que pueden dañar la maltrecha recuperación de sus economías. Sin olvidar que la inestabilidad política y social de las protestas va a provocar, inevitablemente, una caída del turismo, fuente fundamental de ingresos para países como Egipto o Túnez. De hecho, estos países han empezado a negociar posibles créditos blandos con algunos organismos internacionales, con el fin de amortiguar el impacto inicial que la caída del turismo y la inestabilidad política puede tener sobre sus finanzas. ■ Las protestas provocarán una caída del turismo, fuente fundamental de ingresos para países como Egipto o Túnez Escritura 44 PÚBLICA