Eduardo de la Fuente Rocha Adolescencia, corporalidad e inserción social Ante la problemática actual que manifiestan los adolescentes, expresada en diversas formas de conductas sintomáticas, resulta necesario retomar aquellos estudios que nos acerquen al conocimiento de lo que constituye el imaginario del adolescente para proponer formas funcionales que permitan el abatimiento de dificultades en la inserción social por las que cursan los grupos de esta edad. En este trabajo se revisan aportaciones psicoanalíticas en adolescencia y su proceso de maduración, así como las concepciones de los grupos primitivos y sus prácticas iniciáticas para adolescentes, vistas como instrumentos culturales a través de los cuales un colectivo trata de pensarse a sí mismo, para que a partir de tales comparaciones se haga una reflexión para dar respuesta a las cuestiones arriba planteadas. Palabras clave: adolescencia, ritos, iniciaciones, inserción e imaginario. A nte la problemática actual que podemos encontrar en sujetos que aún no acceden a la etapa de vida adulta, expresada en diversas formas de conductas sintomáticas tales como “la anorexia, la bulimia, el abuso de sustancias, la violencia [...] la promiscuidad, la masturbación compulsiva” (Alufre, 1996:348), la agresión desbordada, el aislamiento, los suicidios, la falta de interés ANUARIO DE INVESTIGACIÓN 2011 • UAM-XOCHIMILCO • MÉXICO • PP. 455-469 por la participación en las acciones sociales, la ansiedad ante el porvenir y la desorientación, resulta necesario retomar algunos estudios que nos acerquen al conocimiento de lo que constituye el imaginario del adolescencia. Por lo anterior, cabe cuestionarse hasta dónde los conceptos psicoanalíticos propuestos para el entendimiento de la adolescencia pueden apoyarnos para hacer un adolescencia, corporalidad e inserción social 456 análisis con las prácticas de tribus precivilizadas que pretendían lograr insertar al adolescente en la vida adulta y al trabajo grupal. Desde esta mirada, surge el siguiente cuestionamiento ¿qué tan pertinentes son los ritos de iniciación practicados por los grupos tribales al relacionarlos con los planteamientos psicoanalíticos actuales relativos a las necesidades que señala el proceso de maduración del adolescente hacia la vida adulta? En este ensayo se revisan las aportaciones actuales que desde la mirada psicoanalítica se tienen en cuanto al tema de la adolescencia, como estadio que antecede un proceso de maduración, para posteriormente retomar las concepciones de los grupos primitivos y sus prácticas iniciáticas en adolescentes, vistas como instrumentos colectivos a partir de los cuales se realiza una reflexión. Inicialmente el trabajo retoma los conceptos de diversos autores que ha trabajado en la concepción de la adolescencia, en especial Moses Laufer (1928-2006), quien la define “como una fase evolutiva (de desarrollo) y de la juventud (young adulthood), como un tiempo (una época) en el que el desarrollo estructural se fija y cuando el carácter está menos dispuesto a cambiar” (1976:297); y a partir de estas propuestas se pretende repensar las posibilidades de integración psíquica en sujetos que transitan la pubertad, mediante la utilización de ritos de iniciación. Sobre elementos psicoanalíticos Se han dado diversos conceptos acerca de la adolescencia. Una de las concepciones que ha cobrado gran importancia y que ha permitido abrevar de ella a diversas propuestas teóricas de importancia es la que liga este estado con la corporalidad. Todo ser humano tiene una representación de su propio cuerpo, la cual llega a formarse a través de años y le acompaña toda su vida. Esta representación puede ser o no aceptada por el sujeto que la porta. Ello conlleva diversas consecuencias en cuanto a la madurez mental del sujeto y su propensión a manifestar patologías. Anteriormente, y durante muchos años, existió una concepción platónica dual cuerpo-alma que apartaba cada uno de estos aspectos y mantenía una escisión en la concepción de la naturaleza humana. Para los estudiosos actuales del tema la adolescencia puede definirse como la asimilación e integración de los cambios fisiológicos de su cuerpo, los cuales una vez integrados le permiten juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? eduardo de la fuente rocha acceder al mundo adulto. A diferencia de colectividades donde el paso de la niñez a la edad adulta era marcado por una ceremonia iniciática que le daba acceso al infante al mundo de los mayores, en la actualidad la adolescencia fue creada de manera artificial para definir la etapa que media entre el momento en el que el sujeto deja de ser niño y el ingreso a la vida de los adultos. Los movimientos históricofilosóficos han hecho hincapié en diversos aspectos del adolescente para derivar una definición acerca del mismo. Entre estos aspectos han sido considerados la emoción, el sentimiento, la pasión y la exaltación de los valores como manifestaciones de esta etapa. En otras épocas la capacidad sexual por ejemplo fue reprimida durante la etapa de latencia, sirviendo para caracterizar también la fase adolescente. La concepción dual del ser humano como mente y cuerpo fue superada en los trabajos de Sigmund Freud cuando aborda la conversión histérica, así como la pulsión. Más tarde los trabajos de Jacques Lacan refieren el encuentro con la corporalidad en el estadio del espejo (Lacan, 2009:99), quien habló de un real, imaginario y simbólico, así como de un cuerpo de significaciones. juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? Fue Freud quien introdujo el concepto de yo corporal (Pastor, 2002:103) como consecuencia de haber hallado una relación entre el cuerpo y la formación del yo, corporalidad que recibe las percepciones externas así como las internas generadas por el propio cuerpo, estructurando así dicho yo corporal, que no es más que la proyección mental de la superficie del cuerpo; este mismo autor señaló que “las pacientes histéricas le permitieron descubrir una sensibilidad particular corporal a las representaciones inconscientes”. Para designar el traspaso de la energía libidinal y la inscripción de los pensamientos inconscientes en el cuerpo, Freud recurrió al concepto de conversión. En 1905 precisó que las representaciones reprimidas hablaban en el cuerpo. Freud también habló de los síntomas histéricos como mensajes codificados, semejantes a los jeroglíficos, dirigidos por el sujeto a quien quisiera entenderlos, con la esperanza y el temor simultáneos de que este otro pudiera también descifrarlos. Ese mismo año, el padre del psicoanálisis formuló la noción de pulsión (trieb), concepto límite entre lo psíquico y lo somático que designa la delegación energética en el psiquismo de una excitación somática de origen interno (Chemama, 2004:111). 457 adolescencia, corporalidad e inserción social En la percepción interna y externa del cuerpo se origina la parte organizada del psiquismo, asiento de la identidad que podemos definir como el yo. Durante la etapa diádica, el infante permanece fundido con el cuerpo materno y es a través del tiempo que va entendiendo los límites entre su cuerpo y el entorno. Desde la postura psicoanalítica se dice que conforme madura el infante se conforma el yo en relación con la percepción de la propia corporalidad. Laufer afirma que durante la adolescencia: 458 La naturaleza de la relación al cuerpo es dominada por el miedo a una rendición pasiva al objeto, representado por el cuerpo cambiante, lo cual es vivenciado por el adolescente como si tuviera el poder de abandonar su cuerpo y dejarlo sentirse totalmente necesitado y carente de vitalidad. Lo que se busca después defensivamente es una relación en la cual el adolescente pueda sentirse omnipotente a través de su fusión con el objeto omnipotente, representado por el cuerpo indestructible, para sentirse a salvo de la amenaza de quiebre o aniquilación (1996:352). Winnicott sostiene que no existe la identidad entre cuerpo y psique. El infante a partir de una vivencia de extrañeza, se apropia de su cuerpo. Winnicott habla en 1974 de un miedo en el adolescente, como “la temida repetición de algo que ya había sido experimentado en la infancia” (Laufer, 1996:352), es la psique la que se encarga, a través de un proceso denominado de personalización, de integrar el cuerpo y por lo mismo los límites del cuerpo van acordes con los de la psique. De esta manera se posesiona y asienta la psique en el cuerpo. Para este autor, que el sujeto se identifique con su cuerpo dependerá del proceso relacional del infante entre sus experiencias pasionales y el sostén adecuado de ellas por parte de la madre. Lo anterior permite al bebé conocer los límites de su cuerpo y su erotización. Por tanto, la adquisición de la identidad corporal está ligada a la relación temprana que estableció el bebé con el cuerpo de su madre. Para Lacan es en el estadio de espejo donde el infante descubre su propia imagen y con ello asume una vivencia unificada con su yo je. Winnicott señala que es el rostro materno el espejo donde el niño se mira y se descubre, por tanto considera que los inicios de la identidad están unidos a la persona, su cuerpo y al rostro de la madre. La intimidad de niño con la madre se disuelve paulatinamente a partir del destete y esta renuncia es paliada por el acceso a la simbolización. El lenguaje sustituye la relación juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? eduardo de la fuente rocha corporal. El toque relacional entre cuerpos se produce mediante la palabra. También para Lacan su participación en el corte favorece la separación de infante con la madre y la asunción del propio sexo. Este proceso continúa hasta la adolescencia en la que el sujeto descubre que su propio cuerpo es fuente de placer y autonomía. Cuando falla la simbolización en momentos de estrés puede ser reactivado un núcleo psicótico. Laufer Moses se opuso a Anna Freud defendiendo la posibilidad de psicoanalizar a los adolescentes, lo que le permitió ahondar en sus concepciones relativas a esta etapa de la vida. De sus estudios se desprende una propuesta acerca de la patología de los adolescentes, así como su concepto de break down, descompensación psicótica o evento cuasi psicótico (1984), correspondiente a este grupo de edad. Dicho estado evolutivo del adolescente ejerce un efecto acumulativo durante la adolescencia con manifestaciones graves, pero fue instalado durante la infancia en el momento de la disolución edípica, que debe ser tratado para evitar la instalación de una verdadera psicosis. La patología que se manifiesta en un adolescente, a pesar de tener rasgos psicóticos tales como delirios paranoides o alucinaciones pueden ser tan sólo síntomas pasajeros relacionados con juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? la defensa del joven, manifiesta en actos, con los que trata de enfrentar sus conflictos evolutivos. Laufer retomó de Winnicott el término apropiación del cuerpo y lo describe en un proceso que denomina personalización, que consiste en la localización del self en el propio cuerpo. Laufer sostiene que para que el proceso de personalización sea llevado con éxito dependerá del cuidado materno y de las experiencias pulsionales adecuadas, pues la adquisición de este proceso se relaciona con el cuerpo de la madre. Laufer considera que la pérdida de la madre debe ser sustituida por un duelo y por la simbolización, ya que de no hacerse hay una propensión a experimentar los cambios genitales como amenaza a la relación que lo fusiona imaginariamente con el cuerpo de la madre. Si no se da este proceso de separación con la madre el adolescente percibirá al propio cuerpo como una fuente de amenaza permanente a su omnipotencia sustentada en la bisexualidad, con el daño de la pérdida de la infancia. El rechazo al cambio corporal trae como consecuencia un daño a la integración del yo y por tanto una propensión a la manifestación de distintas patologías. 459 adolescencia, corporalidad e inserción social La adolescencia es una etapa en la que: Los deseos edípicos se prueban dentro del contexto de la persona que tiene los genitales físicamente maduros, y se encuentra un compromiso de solución (entre lo que desea y lo que se puede permitir); este compromiso de solución es el que, dentro de las variaciones de la normalidad, define la identidad sexual de la persona (Laufer, 1976:298). 460 Este proceso tiene como finalidad la asimilación del cuerpo maduro como parte de la representación de sí mismo. El proceso conduce a la organización sexual final que se alcanza con el compromiso entre lo que el adolescente desea y lo que le es permitido, lo que desemboca en la identidad sexual del mismo. Laufer añade: Si bien la disolución del conflicto edípico significa que las principales identificaciones sexuales se fijan y que el núcleo (el corazón) de la imagen del cuerpo se establece a tiempo, es sólo durante la adolescencia que el contenido de los deseos sexuales y las identificaciones edípicas se integran en lo que creo es una identidad sexual irreversible (1976:298). Por otra parte, actualmente se considera que: El cuerpo es el campo de todos los acontecimientos psíquicos. A esta concepción se llegó después que la psicología inició su emancipación del ámbito filosófico, en el que estaba incluida (como ya se mencionó), intentando reunir el nexo soma-psique que la filosofía había separado en la antigüedad con el dualismo platónico, y en la edad moderna con la dicotomía cartesiana entre rextensa y res cogitans (Galimberti, 2002:270). En nuestra sociedad, el escenario del proceso de transformación es el mismo cuerpo de los adolescentes, entendiendo el cuerpo físico como las significación y la representación inconsciente que no es la réplica del cuerpo físico sino el lugar donde se albergan los recuerdos, las fantasías, los temores, productos de su historia personal acumulados desde momentos tempranos. Psique y cuerpo mantienen una relación estrecha que no siempre es armoniosa y es precisamente durante la pubertad y la juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? eduardo de la fuente rocha adolescencia que se acrecienta esta relación desarmónica. Para Laufer, tal desarmonía se expresa en el rechazo inconsciente del cuerpo sexual y un sentimiento que lo acompaña para estar pasivo frente a las demandas que provienen de su propio cuerpo con el resultado de que los propios genitales son ignorados o negados, o en los casos más severos, el sentimiento de que son diferentes de lo que uno necesitaría. La interferencia específica en el proceso de desarrollo que puede ser definida como patología adolescente queda incluida en la opinión distorsionada del adolescente de su cuerpo y su relación con él, expresada mediante odio o vergüenza hacia el cuerpo sexual. Las tres tareas para el desarrollo de la adolescencia propuestas por Laufer (1976:299) son: •El cambio de la relación con los objetos edípicos. •El cambio de la relación con los contemporáneos. •Y el cambio en la actitud hacia el propio cuerpo. Este autor sostiene que para consolidar el proceso antes descrito, es necesario dejar abierta la posibilidad de elección al adolescente de sus vivencias para propiciar su capacidad juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? de elección con lo que diluirá sus núcleos patológicos y podrá acercarse a una manera de vivir más plena. Sobre rituales de iniciación Retomando la mirada hacia las comunidades primitivas sabemos que facilitaban la resolución de sus conflictos de identidad y la integración de su función procreativa mediante rituales, los cuales giraban en torno al reconocimiento de los genitales maduros y de la aceptación psíquica, social y cultural de los jóvenes de ingresar a una sociedad adulta, renunciando así al estatus infantil, de tal manera que conservaban una vivencia de identidad a pesar de los cambios físicos previos sabiéndose ser ellos mismos pero ahora como seres diferentes. Para acceder a los registros relativos a iniciaciones de jóvenes en grupos tribales es importante recurrir al procedimiento que podemos encontrar en diversas culturas que pudimos encontrar con indicios de estos procesos y así identificar en ellos un sentido de las ceremonias de iniciación. Los rituales de paso varían de región a región y 461 adolescencia, corporalidad e inserción social 462 por épocas, pero aun así, conservan algunas peculiaridades estables a las que nos interesa acceder, pues en ellas puede hallarse un contenido además de social, psíquico, cuya significación toca de cerca las propuestas psicoanalíticas antes mencionadas. El aborigen sujeto del estudio en los procesos de iniciación es un ser humano que pertenece a una civilización que se inserta de manera particular en un tiempo y en un espacio específico, al cual pertenece una cosmovisión que nos permite mirarlo como sujeto cultural. Desde la mirada lacaniana hemos entendido que el sujeto ha de ser desprendido del cuerpo de la madre por el padre simbólico para, posteriormente, ser llevado a la cultura. Estos son los ritos propuestos contemporáneos de nuestro mundo occidental. Este es el mito de nuestro tiempo que sostiene una de las formas de cultura actual, la psicoanalítica. La problemática adolescente actual pone en la mesa de discusiones si las condiciones de organización social que prevalecen en nuestro medio son las únicas formas y las adecuadas, que tienen la eficacia simbólica para permitir la maduración del joven y su inserción en la cultura, convirtiéndolo en un sujeto individual y social. Existen ritos contemporáneos que favorecen la legitimación y ubicación del adolescente en su tiempo y contexto. Todavía hasta hace pocos años se utilizaban como ceremonias de paso e iniciación las ceremonias de 15 años o las de recepción profesional. Actualmente, el niño es iniciado antes de la pubertad por medio de una introducción prematura a la cultura a través de los medios electrónicos y tecnológicos y su inmersión en el mundo de la globalización por medio de la inoculación de la necesidad de compra y pertenencia. Los padres intervienen adelantando con este acercamiento a sus hijos a los juegos tecnológicos, con el fin de que logren en forma óptima una base que les asegure su inclusión futura en un medio competitivo, deseando al mismo tiempo que sus hijos desarrollen habilidades excepcionales. Pero ello, además de tratarse de una intervención anticipada y lejana a los valores fundamentales del ser humano, por ejercerse en una etapa todavía diádica, promueve un desplazamiento de la dependencia del objeto madre al objeto cosa. En contraposición podemos observar que existen otros caminos donde hay permisión para la transformación del adolescente y entre éstos pueden contarse ritos y mitos de iniciación. En los ritos de iniciación no sólo espera el adolescente convertirse en adulto, sino el adulto también demanda tal cambio. En el mundo actual, a diferencia de juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? eduardo de la fuente rocha los rituales iniciáticos, los cuerpos jóvenes ya no cursan su iniciación como cuerpos sexuados que se habilitan en un rol de género acorde con las expectativas del grupo. Las vivencias sexuales se anticipan a la asunción de la identidad del adolescente como adulto individual y responsable, causándole inquietud y desconcierto en cuanto a las responsabilidades que le acechan. Desea el goce erótico pero no el compromiso con la cultura. En oposición a tal estado de cosas, en las comunidades tribales la palabra está ligada al mito sagrado y éste al ritual. Esta trabazón cobra expresión en los marcos morales, en las organizaciones comunales, y se extiende hasta las acciones prácticas. Los procesos humanos se validan sobre la base de un modelo divino que rememora las acciones y logros propuestos por dioses, héroes o antepasados. Estos procesos encierran la sabiduría secreta tradicional que preserva la identidad individual y colectiva brindando una estructura social que garantiza la cohesión grupal. Como ejemplo del proceso de separación entre el adolescente y la madre para que el sujeto se constituya en un adulto y en parte de su tribu, Mircea Eliade (1907-1986), en su libro Nacimiento y renacimiento. El significado de la iniciación en la cultura humana, describe el rito de iniciación juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? en la tribu de los Kurani. Esta es una de las ceremonias consideradas menos violentas (Eliade, 2000:32). Inicia la ceremonia con las madres sentadas detrás de los novicios. Acto seguido, se forma una fila de hombres que avanzan separando a los novicios de las madres. Enseguida los instructores levantan en vilo por los aires a los novicios al tiempo que éstos estiran los brazos, significando que están siendo consagrados al dios del cielo. Posteriormente los conducen al recinto sagrado donde los ponen con los brazos cruzados sobre el pecho y los cubren con alfombras. A partir de ese momento los iniciados ya casi no escuchan y no ven nada. Se entona una monótona canción y se espera a que duerman. Posteriormente las mujeres se retiran. Otro ejemplo mencionado por Mircea Eliade en el mismo texto es el de los australianos indígenas “Yuin” de las tribus Merimbula. Esta tribu designa dos guardianes para cada novicio, cuya función será darle a los éstos agua y alimentos así como instrucción acerca de los mitos y las leyendas, los poderes del hechicero y las obligaciones que tendrán los iniciados para con la tribu. En la noche después de encender una hoguera, los novicios son llevados en hombros hasta ella. Se les pide que miren el fuego y que permanezcan inmóviles pase lo que pase. Las madres se 463 adolescencia, corporalidad e inserción social 464 reúnen tras ellos totalmente cubiertas de ramas y durante 10 o 12 minutos los jóvenes son expuestos muy cerca de la hoguera. Cuando el jefe considera que ya es tiempo suficiente de exposición al fuego da la indicación para que se hagan sonar las zumbadoras. En ese momento los jóvenes corren al recinto sagrado donde son cubiertos con pieles de zarigüeya y alfombras. Después las mujeres se retiran a gran distancia donde ponen un campamento. Esta iniciación corresponde a la separación de las madres, el conocimiento de mitos, la prueba corporal del fuego con enfrentamiento a la muerte y su inclusión en el mundo de los adultos. A partir de esa noche los novicios sólo comparten la vida de los hombres. En estos procesos iniciáticos, el cuerpo es marcado, se le imprime una marca individual que lo inscribe en la ley, lo afilia a un mito y le da pertenencia. El adolescente, ser inmaduro e indefenso, es arrancado de un estado de protección y es arrojado al mundo circundante, obligándolo a replantearse el propio origen y el sentido de su vida y de su muerte. Por ello puede conceptualizarse a la iniciación como el transcurso de la infancia hacia la pubertad, donde el cuerpo es marcado, para que no olvide este tránsito y la sexualidad es asumida a partir de la toma de posesión del propio cuerpo. Los rituales iniciáticos guardan entre sí similitud y conllevan el proceso antes descrito. Son practicados por chamanes adultos o sacerdotes que se encargan de disolver mediante una participación tríadica, una díada existente. Tal díada está relacionada con la presencia de la madre o de mujeres protectoras y envolventes. La iniciación es entonces una separación entre el infante y las mujeres encargadas de su cuidado, logrando la separación, la iniciación y el retorno al grupo, en un proceso que contiene en el iniciado la angustia de separación, apoyado por un par que lo alienta y acompaña en el transcurso del proceso iniciático. El proceso busca que el iniciado adquiera el conocimiento de sí mismo y del medio para no quedar atrapado en la desintegración o en la muerte. Psique y cuerpo forman un todo que enfrenta la muerte y es la conclusión de una etapa y el renacimiento del iniciado en otra. Después del proceso iniciático el sujeto retorna conociendo dos mundos: el infantil (que ha dejado atrás) y el del héroe (que ha logrado el cumplimiento de una tarea demandada por su pueblo). Al hacerlo, el joven adulto juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? eduardo de la fuente rocha ha alcanzado un estatus diferente; por el conocimiento de los misterios revelados logra una simbolización de lo que antes le era ajeno y puede re-significar su corporalidad y su sentido de vida, pues la palabra ha quedado inscrita en su propio cuerpo. De acuerdo con Claude Lévi-Strauss, el chamán actúa como creador del orden, ordenador del caos, conocedor del camino y de los procesos físicos y psíquicos. El chamán es un especialista en el arte y la terapia, un sacerdote y un ser dotado de gran intuición, que enlaza los mundos sagrados y profanos. Un profesional significador que enlaza lo no simbolizado y enigmático utilizando el mito en relación con la vida cotidiana. Los rituales dejan una marca corporal, herida que funciona como marca simbólica que se encarga de la continua transformación de la realidad del sujeto y sus significaciones. Al adolescente lo provee de un nuevo discurso que le da legitimidad y sentido en el propio reconocimiento de su singularidad e integridad como sujeto social. juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? Discusión Con base en los puntos antes desarrollados, podemos observar que los ritos de iniciación practicados por los grupos tribales tienen relación con los planteamientos psicoanalíticos actuales relativos al proceso de maduración del adolescente hacia la vida adulta, pues plantean la necesidad de una separación simbólica del infante con la figura de la madre diádica. Esta situación se presenta en los ritos de iniciación, interviniendo el chamán como padre simbólico que señala la necesidad y la exigencia de tal separación, para que el proceso de iniciación y el de maduración e inserción en la sociedad. Por tanto, podemos inferir que los ritos iniciáticos tribales impuestos a los púberes contienen los elementos psíquicos y conductuales que permiten lograr un tránsito adecuado hacia la edad adulta. Además, se observa que los modelos de iniciación actuales propuestos a los jóvenes en la sociedad actual se basan, por una parte, en el desarrollo tecnológico y, por otra, en la inserción en la mercadotecnia y en la competitividad. El tiempo de nuestro presente, atravesado por una invasión de medios de comunicación, no busca la disolución diádica, antes bien la promueve fomentando una relación 465 adolescencia, corporalidad e inserción social 466 adictiva. Desde los primeros años, los sistemas comerciales y educativos fomentan la relación con los juegos tecnológicos que tienen la particularidad de bloquear la relación con el otro, promoviendo el ensimismamiento, rasgos autistas y la sensación de omnipotencia en la medida en la que el infante es capaz de ganarle a la máquina. Esta forma de dependencia se polariza en una relación diádica en la que la nueva madre es la tecnología, sin la cual el adolescente no puede subsistir. La sustitución de la madre original por la tecnología cosifica la relación entre el infante o el adolescente y en lugar de permitirle un avance hacia la maduración psíquica, lo conduce a una involución que lo aparta cada vez más de la relación humana con el otro y lo conecta más y más en la relación con la cosa, generando rasgos autistas en el sujeto. Se ha perdido con ello la importancia del sujeto y se le identifica con la cosa. Se incorporan a los cuerpos infantiles partes electrónicas para facilitar su cuidado y protección, desplazándose al objeto electrónico la relación de dependencia diádica. La postmodernidad ha quedado parcialmente huérfana de nuevos modos de subjetivación para los adolescentes, de rituales que revivan su historia mítica, que les dé sentido colectivo, continuidad filogenética y que les permita redimensionar la propia imagen, su identificación, su vida relacional, sus pulsiones, sus prohibiciones y su sexualidad. Los rituales actuales contemporáneos tienden a la búsqueda del ser y su existencia. Al adolescente le cuesta más trabajo adquirir una identidad y una integración corporal ante las fuertes demandas sociales de ser, debido, por una parte, a la mercadotecnia y a los medios masivos y, por otra, a las pseudoculturas de consumo y posicionamiento en la competitividad, los cuales desorientan al púber mostrándole una realidad ficticia en la cual sustentarse pero cuyo mito es insostenible, pues los héroes actuales sociales modelan conductas y roles que cuando son seguidos por el adolescente, lo invitan a la agresión extrema y a la autoafirmación omnipotente. Ello hace que el púber se mantenga en la díada del sistema comercial con el político que somete al adolescente, considerando que es en el posicionamiento y en el consumo donde terminará por resolver su identidad. Lo anterior coincide con las afirmaciones de Laufer, quien señala que “la fantasía de poseer un control omnipotente de su cuerpo permite al adolescente creer que él puede continuar el vínculo con su cuerpo prepuberal, como si pudiera prevenir los cambio físicos” (1996:348). juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? eduardo de la fuente rocha Tales sistemas no sólo no favorecen la separación diádica, sino que hacen del adolescente un ser cada día más dependiente, inseguro y falto de autorreconocimiento. El cuerpo del joven adolescente ha sido significado como un elemento defectuoso o incompleto por los sistemas comerciales, que le ofrecen de distintos modos cambiar su cuerpo, su nariz, el color de sus ojos, el tamaño de sus genitales, su peso, su color de piel, etcétera. “Los ataques sobre el cuerpo pueden ser entendidos como simbolizando la relación de los adolescentes hacia su cuerpo en tanto asumido y tratado como objeto de odio” (Laufer, 1996:348). Este rechazo corporal continúa en la edad llamada adulta, en la que el joven eterno, el adolescente tardío o el adulto inmaduro permanece cambiando de edad pero sin una significación propia. Por ello, la comercialización mantiene su control diádico, ofreciéndole las ropas de marca, las operaciones faciales y corporales reconstructivas y rejuvenecedoras, el implante de cabello, de senos, de múltiples tipos de prótesis, de sustancias que le dan omnipotencia sexual y erotismo irresistible. El sistema político y comercial se ha constituido en la nueva madre diádica que mantiene en su regazo no sólo al joven adolescente sino a la población en general, juventud y salud mental, ¿nuevas patologías en los jóvenes? en estado adolescente. Pseudosacerdote, pseudopadre, pseudomadre, pseudofamilia... el sistema retiene a sus hijos con una aparente promesa de protección que no se cumple, pero que tampoco les permite significarse como seres independientes, como cuerpos plenos capaces de vivir en la aceptación de su propia realidad y quedar significados por una imagen de sí mismos. El pueblo no tiene espejo en el cual reflejarse. La imagen propia no se devuelve, se devuelve la imagen comercial y extranjerizada del triunfador, cuyas costumbres, modos de vida y propuestas heroicas hay que imitar. La imagen del adolescente se pierde en el concurso de intereses y el ritual de iniciación se lleva a cabo en las plazas comerciales, dirigidos por el sacerdote de la mercadotecnia, reviviendo un mito similar al de Sísifo, que cada día subía una piedra a la montaña, que al día siguiente la volvía a encontrar en la base de la montaña y retornaba al trabajo de volverla a subir. Para que el mito sea efectivo debe llevar implícito el modelo de disolución diádica; aspecto que no tienen los mitos de la posmodernidad, que con sus megarelatos destruyen las tradiciones ancestrales dando sustento a nuestra cultura. 467 adolescencia, corporalidad e inserción social 468 La pérdida de oportunidades de disolución diádica en adolescentes, crea desánimo y miedo en estos grupos. La falta de fe en las oportunidades reales los conduce a afiliarse a nuevas formas diádicas que les ofrecen el paraíso con poco esfuerzo. Tal es el caso del mundo de las drogas cuando no de su inserción en los grupos del crimen organizado. Es por ello que en cierto modo podemos concluir que los procesos seguidos por estos grupos tribales, en cuanto a que se mantiene la prioridad de la presencia de otro y la existencia de mitos que sustentan un proceso de independencia real, tienen una estructura más adecuada que las formas educativas familiares en particular y sociales en general actuales. Los rituales de iniciación nos invitan en la actualidad a recapacitar acerca del olvido que se ha hecho del ser humano como fuente de crecimiento e independencia, lo cual ha repercutido en la falta de identificación y maduración, no sólo en los adolescentes, que es el caso que nos ocupa, sino en las poblaciones actuales en general. Es necesario que con base en nuestros valores culturales básicos, como son la preservación de la vida, el entendimiento de la muerte, la asimilación de lo que el adolescente es en sí mismo, en su identidad sexual, así como en su autorrespeto, en las posibilidades que da al otro, se reconstruyan en forma actualizada rituales de integración y asunción de la corporalidad, acordes con esta época, que disuelvan las dependencias diádicas y preserven en el adolescente el valor relacional que lo enlaza con el otro y la cultura al tiempo que le ofrece la posibilidad de elección acorde con su propia identidad. 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