EL AFA nº 19 - Revista Cultural - Invierno 2009

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Número 19 • Invierno 2009
Editada por la Sociedad de Amigos de Sorbas
Índice
Número 19 - Invierno 2009
CONSEJO DE REDACCIÓN
Ana Mª Rodríguez Agüero
Rosa Mª Piqueras Valls
Miguel A. Moreno Mañas
Andrés Pérez Pérez
Eulogio López Cayuela
Enrique González Pérez
Pedro Soler Valero
COLABORACIÓN EN ARTÍCULOS
Francisco Martínez Botella
Juan Miguel Mendoza Garrido
Jardín Botánico de Rodalquilar
Jesús M. Contreras
María Ángeles Rodríguez
Inga Nausédaité
W. Sáder
Francisco Hernández Ortiz
FOTOGRAFÍAS
Francisco Martínez Botella
GDR Filabres-Alhamilla
Archivo Rosa Mª Piqueras
Eulogio López Cayuela
Jardín Botánico Rodalquilar
Fotos Zamora
Karin S. de Boer
Eulogio López
Andrés Pérez
Pedro Rodríguez Mañas
Familia García Muñoz
Rafaela Romera Rodríguez
Francisco Hernández Ortiz
Ana Mª Llorente Galera
Francisco José Contreras
ILUSTRACIONES
Pedro Soler Valero
DIRECCIÓN
Andrés Pérez Pérez
COORDINACIÓN
Ana Mª Rodríguez Agüero
EDITA
Sociedad de Amigos de Sorbas
Calle Terraplén s/n
04270 Sorbas (Almería)
DIRECCIÓN ELECTRÓNICA
www.amigosdesorbas.com
E-mail: elafa@amigosdesorbas.com
DEPÓSITO LEGAL
AL.213-2000
ISSN
1887-5505
MAQUETACIÓN
ENARA (info@enarapublicidad.com)
IMPRESIÓN
Escobar Impresores S.L.
El Ejido · Almería
PORTADA
Dibujo del Castillo de San Andrés
(Carboneras). Catastro de ensenada
de Sorbas, año 1752
CONTRAPORTADA
Agradecemos especialmente la colaboración
prestada por las empresas e instituciones
que con su ayuda económica hacen posible
la publicación de esta revista.
«El Afa» Autoriza la reproducción total y
parcial de sus artículos siempre que sea
citada la fuente.
«El Afa» No hace necesariamente suyas
las opiniones y criterios expresados por
sus colaboradores.
Editorial.......................................................................... 3
Historia
· Sorbas también es tierra de cine
Autor: Ana María Rodríguez Agüero ................................. 4
· Diego López de Haro I, constructor del señorío
almeriense de la casa de el carpio (1502-1525)
Autor: Juan Miguel Mendoza Garrido .............................. 11
Etnografía
· Las almazaras de Sorbas
Autor: Jesús M. Contreras............................................. 22
· La matanza del cerdo. Una costumbre y un
oficio casi desaparecidos
Autor: Ana María Rodríguez Agüero.................................30
Naturaleza
· El desierto florido
Autor: Jardín Botánico de Rodalquilar ............................. 37
Folclore
· La música tradicional y los últimos maestros
boleros del levante almeriense
Autor: Francisco Martínez Botella ................................... 38
Sociedad
· Neorrurales los nuevos repobladores .................................41
Literatura
· Misterium
Autor: María Ángeles Rodríguez ..................................... 42
Recuerdos ..................................................................... 44
Literatura
· La calle
Autor: Pedro Soler Valero ............................................. 48
Sociedad
· Nos movemos................................................................ 53
Conserva tu patrimonio
· Un estupido dilema y las farolas del Afa
Autor: Pedro Soler Valero ............................................. 56
Economía
· La Autoridad Portuaria de Almería construirá una nueva terminal
en el puerto de Carboneras
Autor: Autoridad Portuaria de Almería ............................ 57
Y Además...................................................................... 58
3
Editorial
La Sociedad de Amigos de Sorbas, este año celebramos nuestro X Aniversario. Aunque ya llevábamos
un tiempo con la idea rondando por nuestras cabezas, no fue hasta octubre de 1999 cuando decidimos formar
esta asociación y aprobar el reglamento por el que se rige. Desde entonces todos nuestros esfuerzos han
estado dirigidos tal y como recogen nuestros estatutos a divulgar y conservar nuestro patrimonio. La edición
de esta revista de la que ya van dieciocho números publicados, con esta diecinueve, las tres ferias de artesanía
que llevamos a cabo en las Alfarerías, las cinco exposiciones de fotografía antigua, las jornadas de senderismo…y
algunas más han servido para dar a conocer y disfrutar de la riqueza de nuestro municipio.
A esto añadimos, que desde hace algunos años aprovechamos la presentación de la revista “El Afa”
correspondiente al verano para rendir homenaje y mostrar nuestra gratitud a aquellas personas que con su
labor y esfuerzo, emprendieron esta empresa que nosotros humildemente queremos continuar y de los cuales
hemos aprendido mucho. Los artesanos, los creadores de Sorbas Imagen de un pueblo, la asociación Banda
de Sorbas y nuestro gran amigo Pedro Soler, nos han enseñado a querer y respetar a este pueblo nuestro.
Conseguir que ustedes sientan lo mismo, es el principal de nuestros deseos y hacia esa voluntad van dirigidas
todas nuestras acciones.
Es justo, y así queremos expresarlo, reconocer que todas estas actividades se han hecho realidad
porque desde el principio ha habido mucha gente que nos ha apoyado económicamente y gracias a su
contribución se han podido materializar nuestros proyectos. Nos referimos a los socios en primer lugar, y a
las instituciones, empresas y particulares que con sus subvenciones y colaboraciones nos han ayudado en
todas ellas.
Estamos muy satisfechos de todas las actividades que hemos desarrollado aunque reconocemos que
ha habido momentos muy intensos, algunas veces hemos sobrepasado nuestros límites, y los de nuestras
personas más queridas. Por eso creemos justo dar las gracias a todos nuestros familiares a los que tantas
veces hemos abandonado.
Pero diez años dan para mucho, y aunque hemos tenido muchos seguidores también sabemos que
ha habido detractores y mucho peor aún, censuradores, pero aunque les pese ni ellos ni la dichosa crisis que
estamos padeciendo nos van a intimidar para abandonar nuestros propósitos. Y por eso esta nueva revista
viene cargada de nuevos y buenos artículos.
La Junta Directiva
4
historia
SORBAS TAMBIÉN ES
TIERRA DE CINE
Ana María Rodríguez Agüero
Extras de la película “La Guerra de Stella”
Por mi trabajo varios son los
momentos en los que he tenido que
indicar dónde e incluso acompañar
a distintos cámaras que pretendían
filmar algunos rincones de Sorbas,
principalmente para uso turístico
aunque estoy segura de que éste no
es el único motivo por el que los
técnicos acudían hasta aquí en un
pasado no muy lejano. Entiendo que
el pueblo tiene su encanto (puede
ser que lo esté perdiendo para des­
dicha de todos), y que por ello varias
veces los directores hayan escogido
estos lugares para inmortalizarlos
con sus filmadoras. La última vez
este mismo verano.
El pasado mes de septiembre, y
después de unos cuantos años sin
ninguno, hemos vuelto a sentir las
delicias de un rodaje. Ha sido la
“culpable” en esta ocasión, nuestra
ya casi paisana pero holandesa de
nacimiento, Karin S. de Boer enamo­
rada de esta tierra, hace más de
veinte años que nos visita y a Góchar
donde tiene una casa en la que pasa
largas temporadas. Productora de
profesión no lo dudó mucho cuando
le encargaron la localización de ex­
teriores para esta cinta holandesa
pues estaba segura de que los pai­
sajes sorbeños, dada su similitud
con los de Palestina lugar donde
transcurre la acción, eran los ideales
para la filmación. Y no se equivocó,
pues para los técnicos ha sido un
éxito que les ha hecho cambiar de
opinión respecto al destino de la cinta
que estaba pensada en un principio
para la televisión y la buena calidad
obtenida ha propiciado el deseo de
estrenarla esta primavera de 2009
en el cine. Su director ha sido Die­
derick van Rooijen, al que auxiliaron
Karin e Inez Noirot también residente
en Sorbas, como productora y asis­
tente de producción respectivamente.
Tanto técnicos como actores princi­
pales se instalaron en los hostales
Montelés y Sorbas.
El Hueli y Moras en Sorbas, y
algunas ramblas de Tabernas fueron
los escenarios escogidos para desa­
rrollar este film cuyo argumento
narra la historia de una pareja (Stella
y Jur) que la guerra de Afganistán
separa al marcharse este último has­
ta allí para participar en una misión
de Paz en la provincia de Uruzgan
junto a Twan hermano de Stella.
Twan no sobrevive a la misión y
cuando Jur regresa a casa, ya no es
el mismo, el reencuentro con Stella
es todo menos afectuoso y cariñoso.
Ella entonces hace todo lo posible
para conectar otra vez con él pero
éste sigue muy distanciado. Cuando
Stella descubre que Jur conlleva un
secreto cruel empieza a investigar
la historia.
El casting se llevó a cabo en el
mes de Agosto, después de la feria,
en las oficinas que estaban situadas
en la calle Regimiento de la Corona
historia
Secuencia de la película “La Guerra de Stella”
a donde acudieron cuarenta y tres
personas de las que fueron seleccio­
nadas 15 finalmente para las graba­
ciones que se efectuaron durante los
días 5, 6, 7 y 8 de septiembre.
Participaron en el rodaje entre
otros: Diego García, Marie Luise,
Juan Cabezas, Adrián Martínez, María
de los Ángeles Ramos, su hijo Raúl
Idañez, María López, María José
Mañas, su hija, Ari, Juan Ignacio
Grigoriadis, Pedro Francisco, Sergio…
Las jornadas de trabajo eran inten­
sas. Empezaban por la mañana con
la sesión de maquillaje y
caracterización. Para entonces ya se
habían vestido con las ropas que la
misma productora les tenía prepara­
das propias de estas tierras árabes
donde supuestamente se desarrolla
el argumento.
Sobre ésto, María José Mañas a
la que vistieron con un Burka al igual
que a María de los Ángeles Ramos,
nos dice que esa ropa le impresionó
mucho pues el estar atrapada en ese
velo por el que apenas podía ver la
atormentaba e incluso le angustiaba.
Para Diego García la experiencia fué
muy positiva pues era la primera vez
que había participado en un rodaje.
Se le puede ver con un pequeño
rebaño de cabras.
Sin embargo a Juan Cabezas le
hubiera gustado un poco más de
acción, pues no hizo nada. Envidia
por esta razón a los niños Ari, Juan
Ignacio y Pedro que escenificaron
algunas escenas de disparos, en las
que resultaban heridos.
Pero en conjunto todo muy bien.
Quizás un poco más de “jornal” le
hubiera parecido mejor. Aunque no
se quejan del trato recibido, ni de la
comida (un día le hicieron una paella
y también le llevaron pasteles).
Ciertamente una de las cosas que
más atrae de los rodajes es precisa­
mente el “dinerillo” que se puede
conseguir sin apenas hacer nada.
Por esta razón nunca le ha costado
demasiado esfuerzo a los directores
encontrar extras ni figurantes en
nuestro pueblo para realizar sus
trabajos. Algunos incluso han parti­
cipado en más de una de ellas y han
sido varias. Sorbas no vivió ajena al
boom de rodajes que invadió a Al­
mería en los años 60 y 70 principal­
mente, y aunque no es comparable
a los que se efectuaron en Tabernas,
en el Término de Níjar o en el Cabo
de Gata sí hubo unos cuantos. Nunca,
sin embargo, sabremos con exactitud
las películas que se llegaron a rodar,
pues para ello se eligieron exteriores
en distintos lugares del Término Mu­
nicipal. Respecto a las que tuvieron
lugar en el pueblo quizás nos aproxi­
memos y no nos olvidemos de nin­
guna, pero de las que se llevaron a
cabo en otros puntos es casi tarea
imposible.
Dos de ellas, el de María Schnei­
der y Jack Nicholson (El reportero),
y el capítulo de Curro Jiménez (la
Gran Batalla de Andalucía) son los
más recordados a pesar de no ser
los más recientes. En menor medida
el rodaje de la de Antonio Banderas
(Contra el viento).
También he encontrado a perso­
nas que recuerdan la escena pero
desconocen el nombre de la
grabación, del director o de los pro­
tagonistas. Incluso no saben decir si
se trataba de un anuncio o de una
película. Este es el caso que me
comentan Ana Alpañez, su hermana
Isidra y su vecina Isabel Ridao. Ellas
recuerdan que en el año 2000, por
el mes de mayo en las Alfarerías,
concretamente por los alrededores
de la ermita, se rodaron algunas
escenas no saben de qué. La fachada
de la casa de Isidra la decoraron
como si fuese un banco de cuyo
interior salía una ladrona que llevaba
una máscara como la cabeza de una
gallina con su cresta y todo. La fa­
chada de la casa de Isabel pasó a
ser la de una frutería. Isidra y sus
hijas lo que más recuerdan era que
uno de sus nietos Juan Francisco era
pequeño y el ruido de las sirenas de
los coches de policía le asustaban
mucho. Tanto que a pesar de los
años transcurridos todavía lo recuer­
da algunas veces.
De la nostalgia, sin duda, me he
valido sobre todo para hacer este
reportaje, ayudada en algunos casos
por los fríos textos de unos cuantos
libros que eso sí, me han aportado
muchos datos.
Rebuscando entre ellos he podido
saber que la primera cinta en la que
aparecen paisajes sorbeños además
de los de Tabernas, Mójacar, Alhama
y Dalías es en el documental titulado
“Tierra de Fuego”. Cuyo director José
Luis Font junto a Enrique Torán como
jefe de fotografía se recorrieron casi
toda la provincia (1).
No será hasta el año 1964 cuando
el Término de Sorbas acoja a los
técnicos que hicieron realidad el
largometraje “Saúl y David” (2).
Una coproducción italo-española en
la que se cuenta las relaciones entre
Saúl y David. Un relato bíblico,
primera de la saga de películas de
este género que dirigió Marcello
Baldi. En Almería empezaron a rodar
el 30 de abril de 1964 y continuaron
hasta finales de junio. En Italia
comenzaron tres meses antes. Los
actores principales fueron Gianni
Garko como David, Norman Wooland
en el papel de Saúl y la actriz española
nacida en Almería Luz Márquez
caracterizada como Abigail. Aparte
de en Sorbas las localizaciones
exteriores se fijaron en el cortijo
Joya Artica, situado en la carretera
de Gata, en las dunas de Cabo de
Gata, en las ramblas de Tabernas
(Tabernas y confluencias, Lanújar y
Salinillas), en Sierra Alhamilla y en
una rambla de Carboneras. El motivo
de elegir estas tierras fue sin duda
por la gran semejanza existente con
5
6
historia
Palestina, lugar donde transcurre la acción del
film. Los interiores fueron confiados a los
estudios Cinecitá (Roma). Tiene una duración
de 119 minutos, su distribuidora fue la Paramount
Films de España y su estreno se hizo el 2 de
octubre de 1965 en Almería.
En el mes de octubre del mismo año comien­
za el rodaje de “El Último Mohicano” (3), que
empezó llamándose “La venganza del Mohicano”.
Está basada en la novela homónima de Ferni­
more Cooper y suponía la tercera versión cine­
matográfica que se realizaba de esta obra. En
esta ocasión se trata de una coproducción
hispano-germano-italiana. Se hizo en color. Su
director fue Harald Reinl y los actores principales
Karen Door (esposa del director) y Joachim
Fuchsberger, Daniel Martín y Darío France. Los
exteriores se filmaron por completo en España:
en Cuenca a partir del 5 de octubre durante
tres días y en Almería hasta mediados de
diciembre en el paraje de Tendero (Gérgal), en
el Cabo de Gata y entre Rioja y Tabernas (aquí
se construyó un fuerte expresamente para la
película. En Sorbas se rodó en la rambla del
Cucador. De Almería marcharon a Berlín donde
finalizó el rodaje. Tiene la cinta una duración
de 92 minutos de la distribuidora Bengala Film
y su estreno se hizo el 27 de agosto de 1965
en Almería.
El siguiente rodaje no se efectuará hasta el
año 1973, año en el que estas tierras sorbeñas
se utilizarán como escenario para The Reporter
(4), una coprodución hispano-italo-francesa
basada en un relato de Marck People que estuvo
dirigida por Michelangelo Antonioni. Ocuparon
los papeles principales Jack Nicholson y María
Schneider.
La historia, debida entre otros al propio
realizador, giraba en torno a un famoso reportero
metido a traficante de armas que había usurpado
la personalidad de un desaparecido.
El film inició su rodaje en Londres, prosiguió
en Barcelona por espacio de un mes, y poste­
riormente, continuó en Almería. A finales de
agosto los equipos abandonaron la ciudad para
proseguir el rodaje en tierras de Málaga (Este­
pona y Marbella), pero regresaron de nuevo en
el mes de septiembre para rodar otras secuen­
cias en Sorbas y otros puntos de la geografía
almeriense.
Esta filmación logró una gran expectación
pues, la primera actriz no hacía mucho había
acabado de rodar “El último tango en Paris”
junto a Marlon Brando, y en la memoria de
todos vagaban algunas de las escenas eróticas
que ella protagonizaba.
A partir del 6 de Septiembre y durante dos días
más nuestro pueblo se convirtió en un gran
plató de cine, cuyos decorados eran nuestras
calles y algunos de nuestros rincones. Todos
gracias a ella han quedado inmortalizados en
la cinta: las casas colgantes, el Pocico, la placeta
de Nieves, la calles García Roca y la O, todo
muy limpio y decorado con macetas. Incluso
se ve la fachada de Juan Requena donde Jack
Nicholson parece que aplasta una flor. Por este
Recorte de prensa sobre el rodaje de “The Reporter”
historia
desconchón, los dueños de la casa
recibieron un buen dinero.
Muchos de nuestros vecinos ac­
tuaron como figurantes. Entre ellos
Adolfo Mañas (Adolfo Veraguas) que
acompañaba a Jack en la placeta de
Aureliano, Rosa Cazorla que explota
una pompa de chicle, Juan Menchón
en la puerta de su bar Fátima junto
a Jack Nicholson al que le daba unas
señas, Natividad García y José Codina
que se bajan del autobús en el que
se sube María Schneider, Cándida,
Isabel y Carmen Requena que se
suben y otros que iban subidos en
él como Amalia Galera, Ana Requena,
Juan Dionis, Diego Romera, Pedro
Requena, Francisca García, Natividad
Silvente… Desgraciadamente algunos
de ellos ya han muerto pero los de­
más guardan muy buena memoria
y recuerdan algunas anécdotas que
se produjeron durante el rodaje.
Una de estas la siguiente: El
autobús subía hasta Venta Alegre,
daba la vuelta y bajaba hasta la
ermita de Fátima y el Pocico donde
se rodaron la mayoría de las escenas
de Sorbas. Desde el Castillo, que por
cierto aún no estaban construidos
los pisos, se ve perfectamente. Mu­
chos se asomaban allí para seguir la
grabación, entre ellos algunos
jóvenes que no dudaron en silbar,
cuando por exigencias del guión, los
protagonistas se daban un cálido
beso. Estos silbidos provocaron las
iras del director y hubo que repetir
la escena varias veces.
Y esta otra que se originó debido
al desconocimiento de los idiomas,
sordera de una de los figurantes o
ambas cosas. Todos los técnicos del
rodaje, incluido el director, se hospe­
daron en el kiosco. Allí cada mañana
los figurantes se acercaban para
empezar la jornada. Una mañana de
éstas el director muy educadamente
hizo su saludo diciendo: Buongiorno.
Una de las presentes que no lo
entendió muy bien le contestó. “¡Bo­
chorno, Bochorno! Cuéntamelo tú a
mí el calor que estoy yo pasando
esta mañana”.
También en el libro Almería, mun­
do de película aparece otra anécdota,
que se produjo durante el rodaje de
esta película. En su página 178, se
puede leer lo siguiente: “Manuel Alós
Cáceres, que había asumido la Pre­
sidencia de la Agrupación de Figu­
rantes, mandó dos escritos que en
su fecha (septiembre) fueron cursa­
dos al Delegado de Trabajo y al Go­
bernador Civil dando cuenta del al­
calde de Sorbas, por haber
Sancho Gracia en un descanso del rodaje de Curro Jiménez.
contratado éste personal para la
película, cuando la Productora tenía
f i r m a d o u n c o n t ra t o c o n l a
Agrupación, en el cual ésta le pro­
porcionaría toda la figuración nece­
saria.
Otros puntos de rodaje fueron las
dunas de Cabo de Gata, donde se
montó el decorado de un hotel aislado
en el desierto, la localidad de Vera,
donde se hizo igualmente un hotel
(la Gloria) junto a la Plaza de Toros,
la playa de Roquetas de Mar y Rioja.
El largometraje tiene una duración
de 107 minutos. Su distribuidora es
Cinema International Corporation y
se estrenó el día 17 de julio de 1976
en Almería.
Otra de las filmaciones de las que
se tienen bastantes recuerdos es el
capítulo “La Gran Batalla de An­
dalucía” de la serie española Curro
Jiménez (5) protagonizada por el
actor Sancho Gracia muy conocido
por su papel anterior en la serie “Los
camioneros” al que acompañaban
en el reparto Álvaro de Luna como
“El Algarrobo “, José Sancho” como
“El Estudiante” y Paco Algora como
“El Fraile”. Cuenta las aventuras de
un bandolero bueno y su cuadrilla
empeñados en conseguir un gran
Manolo Viola y el joven protagonista de La Gran Batalla de Andalucia. Delante del
horno de Juan Mañas.
7
8
historia
tesoro que tienen escondido los fran­
ceses.
Se rodó durante una semana en
el verano de 1975, posiblemente en
el mes de agosto, aunque nadie re­
cuerda la fecha exacta. En lo que sí
coinciden es en que hacía mucho
calor y por ello, además de a los
extras, hubo que contratar a varias
personas encargadas de tener los
botijos siempre llenos de agua fres­
quita.
Las casas colgantes al principio
nos muestran a Sorbas convertida
en Villamansa para la serie aunque
-misterios del cine- el interior del
pueblo, incluida la plaza del ayunta­
miento pertenecen a Gérgal. En Sor­
bas se rodaron escenas en la calle y
placeta del oficio de Juan Mañas,
donde trabajaba en la ficción el pintor
Manolo Viola que figuraba ser un
alfarero. Al respecto Juan Mañas dice
que sufrió algunos desperfectos en
las tejas de su taller, porque quisieron
tapar todo signo de modernidad como
cables y antenas. Y en la rambla por
donde avanzaba a gran velocidad
una diligencia. En este capítulo diri­
gido por Antonio Drove, además de
los protagonistas también intervinie­
ron Miguel Narros y Elisa Ramírez.
Todos se maquillaban en el bar que
poseía por entonces Ana Alpañez.
Elisa Ramírez es la protagonista
de una de las anécdotas ocurridas
durante el rodaje. Como ya he apun­
tado anteriormente el oficio de Juan
Mañas fue el escenario donde se
rodaron la mayoría de las escenas
de esta serie en Sorbas. En la placeta
el alfarero tenía sus cántaros y otras
piezas puestas al sol. Dentro también
tenía las “panzas” de otros cántaros
que estaban sin terminar. Los tenía
tapados para que no se secaran mu­
cho y guardaran más la humedad.
Elisa, nuestra protagonista ni corta
ni perezosa se sentó encima de ellos
y los aplastó. Ella cayó al suelo. Lo
recuerda muy bien Francisca Oller,
la señora de Juan Mañas.
También es ella la que me cuenta
ésta otra: Un mediodía en el que el
calor apretaba, Sancho Gracia estaba
descansando en el oficio. Fina Ro­
dríguez mientras tanto le abanicaba
para remediarle un poco los sudores,
hay que recordar que en vestuario
predominaban las casacas y trajes
nada apropiados para esas fechas,
alguien preguntó qué ocurría para
tanto mimo, a lo que contestó que
se había mareado. En un momento
se armó un gran revuelo.
Varios fueron los figurantes como
Algunos de los extras (Francisco Yañez, Antonio Cazorla, Juan Rafael Sánchez) que
participaron en el rodaje de Curro Jiménez.
Antonio Cazorla, Juan Rafael Sán­
chez, Juanita Romera, Fina Ro­
dríguez, José Francisco, Isabel Sal­
vador, Natividad García…
Juan Rafael dice por ejemplo que
con el dinero que le pagaron unas
1200 pesetas se compró un reloj.
Otros capítulos que forman parte
de la saga son La Fuga, En la Boca
del Lobo, La Trampa, La Promesa, El
Destino de Antonio Navajo, El
Campeón de Almería, Atrapados,…
Tras terminar los trabajos en la
segunda quincena de Agosto, los
cineastas españoles reemprendieron
viaje a Madrid.
El capítulo tiene una duración de 57
minutos y se estrenó en la 1ª Cadena
de TVE el 27 de marzo de 1977.
En Agosto de 1978 comienza el
rodaje de una producción televisiva
de carácter religioso, “The Nativity”
(6) producida por la 20 Century Fox
para la cadena televisiva CBS, y
dirigida por Bernard Kowalsky e in­
terpretada por M. Stowe, J. Shea,
A. Toter, P. Stewart y G. Voskovec.
El guión fue escrito por Millard Kau­
fman y Mort Fine. La fotografía corrió
a cargo de Gabor Pogany, Lalo Schi­
frin puso la música y Tony Pueo eligió
el vestuario.
historia
Karian S. de Boer y el resto del equipo de rodaje de “La Guerra
de Stella”
Narra las relaciones entre José y
María y las dudas que acogen a José
(John Shea) ante el anuncio del na­
cimiento de Jesús. La serie fue rodada
en su totalidad en tierras almerienses
debido a su semejanza con los pai­
sajes desérticos de Israel.
Las cámaras entraron en acción
el día 9 en el cañón Negro de Senés,
donde se levantó el pesebre. Para
encarnar al Niño Jesús los cineastas
echaron mano de un bebé de pocos
meses de raza árabe, cuyos padres
se encontraban de paso en Almería.
En Sorbas rodaron escenas en la
zona del Río Aguas, lugar donde tiene
lugar la revelación del Señor a María.
Los otros lugares de rodaje fueron
el “oasis”, sito en Tabernas, la rambla
Viciana, la rambla Otero, las dunas,
playa y charcones salinos del Cabo
de Gata entre las barriadas de San
Miguel de Cabo de Gata y Las Salinas,
por donde pasaron los Reyes Magos
camino de Belén. En Polopos se
construyó un maravilloso decorado
representando el Palacio de Herodes,
en el que se filmaron interiores, las
escenas que aparentemente transcu­
rren en Nazareth.
En la rambla de Otero, entre Rioja
y Tabernas, se filmó en horas noc­
turnas la secuencia de José y el león
en el desierto para lo que se necesitó
un estupendo cachorro de más de
150 Kg. de peso. Sus domadores
vinieron desde California.
Este rodaje contó con un gran
número de extras y gran variedad
de animales. Muchos obreros también
fueron contratados para llevar a cabo
la gran cantidad de decorados que
se hicieron para la ocasión.
Kawalski completó las últimas
tomas el día 15 de septiembre y al
siguiente día, acompañado de sus
actores y de su equipo técnico se
despidió de Almería.
Durante el rodaje de “La Guerra de Stella”
“The Nativity” se emitió por la CBS
en diciembre de 1978. Tuvo una
duración de 97 minutos.
Otro rodaje comienza en tierras
almerienses en septiembre de 1985
“Solar Babies” distribuida comercial­
mente como “Los guerreros del
Sol” (7). Su director fue Alan Johson,
los efectos especiales de Richard
Edlund, la música de Maurice Jarre
y el guión de Walon Geen. De la
productora norteamericana Brooks­
films para la Metro Goldwyn Mayer.
Se trata de una filmación futurista
donde los jóvenes protagonistas se
desplazan en patines, requisito im­
prescindible para poder actuar en
ella, y la humanidad habita refugiada
en una especie de reserva, alejada
del mundo exterior donde viven mar­
ginados todos los que no han querido
someterse a este sistema.
El rodaje de exteriores se efectuó
durante doce semanas en paisajes
españoles. En Almería se construye­
ron para ello grandes decorados con
chapas de coches viejos, neumáticos,
deshechos de desguaces y chata­
rrería. En la capital se eligió la Cueva
de Roque en la Molineta para repre­
sentar la ciudad de los marginados
y en el llano de Utrillo en Tabernas
se construyó una gran ciudad y una
fábrica a base de hierros que fue
dinamitada por exigencias del guión.
En Sorbas las cámaras se centraron
en la zona de la cantera de yeso de
Vilovigyps (actual Placo).
Otros lugares almerienses fueron
las minas de oro de Rodalquilar donde
levantaron diversos decorados que
representaban el Orfanato, las dunas
de El Cabo de Gata que durante cinco
días acogieron un extraño campa­
mento de tiendas, la rambla Carriza­
lejo de Gádor y uno de los desagües
de la Central Térmica de Carboneras.
Participaron actores conocidos como
Richard Jordan y Charles Durning y
otros no tanto como Jami Gertz,
Jason Patrick, Lucas Haas -el niño
de único testigo- Sarh Douglas y
Calude Brooks junto a más de un
millar de extras. Hacia mediados de
diciembre el equipo termina su tra­
bajo en Almería y se desplaza a
Madrid para continuar con el rodaje.
Finalmente fue distribuida por la
United International Pictures y su
estreno se hizo en Madrid y Barcelona
el 26 de junio de 1987. En Almería
tuvimos que esperar hasta el 27 de
octubre de ese mismo año.
En 1989 de nuevo un rodaje des­
plazará hasta nuestro pueblo actores
actrices y técnicos. Se trata del lar­
gometraje Contra el Viento (8) del
director Francisco Periñán que supuso
su debut como realizador. Contó con
la aportación financiera de Cartel,
Productora Andaluza de Programas,
Francisco Periñán P.C. y Maestranza
Films, y con una subvención del Mi­
nisterio de Cultura. Los productores
ejecutivos fueron Eduardo Campoy
y Antonio Pérez.
Se trata una historia de amor
incestuosa, cuyos protagonistas son
Antonio Banderas, Enma Suárez,
Rosario Flores y Bruce Maguire. Re­
cuerdo la gran expectación que
suscitó la llegada de Antonio Bande­
ras entre las jovencitas, para mí
entonces un total desconocido. Sin
embargo, fue muy satisfactorio co­
nocer a Enma Suárez y a Rosario
Flores. Incluso recibimos la visita de
Victoria Abril que se desplazó hasta
aquí para saludar a su compañero
Gerard de Battista uno de los técnicos
que auxiliaban al director.
El film fue rodado íntegramente
en tierras almerienses. Rodalquilar
acaparó casi todas las escenas. El
Parque Natural de Cabo de GataNijar, Polopos y San José también
9
10
historia
fueron elegidos para rodar. El golpe
de plaqueta anunció su inicio el 16
de octubre de 1989 y se alargó du­
rante siete semanas.
En Sorbas, todas las tomas que
se grabaron se hicieron dentro del
cine, actual Teatro Villaespesa que
aún estaba sin remodelar. Se
acondicionó para representar una
especie de local de fiestas con una
barra en lo que antes había sido el
patio de butacas (en esas fechas ya
no quedaba nada) donde aparentá­
bamos charlar y divertirnos. Sobre
el escenario y amenizando la reunión
actuaba Juan Sorroche, a su lado,
sentados alrededor de una mesa se
encontraban José María Muñoz y
Francisco González junto a sus
señoras Ana Mañas y Ana María
Pérez. Los protagonistas estaban
mezclados con nosotros. Fue diver­
tido poder compartir algunos momen­
tos con ellos y tenerlos tan cerca,
además de ver en directo una
filmación y todo el ajetreo que eso
lleva consigo.
Se rodó durante dos días, los que
recuerdo como fríos y lluviosos del
mes de Octubre. La climatología, sin
duda, fue la culpable de una de las
anécdotas que ocurrieron: Lo más
aburrido y pesado de cualquier rodaje
es el gran número de veces que se
puede llegar a repetir una escena y
las veces que debes hacer lo mismo
hasta que el director la da por buena.
Por ello, una de las primeras adver­
tencias que te dan es que debes
llevar mientras se rueda la misma
ropa que en este caso no era otra
sino la nuestra.
Una de mis compañeras fue Ana
María Ramos que a causa de la lluvia
Momento del rodaje de “La Guerra de Stella”
(1) Almería un mundo de película. José
Enrique Martínez Moya. Instituto de Es­
tudios Almerienses. Diputación de Almería.
1999. De ahora en adelante. Almería un
mundo de película. Pág. 29
(2) Más detalles de esta película se pueden
obtener en las publicaciones: Almeria
plató de cine. José Márquez Úbeda. Ins­
tituto de estudios almerienses. Diputación
de Almería 1999. (De ahora en adelante
Almería Plató de cine). Págs. 58-60.
Almería un mundo de película Pág. 51.
La producción Cinematográfica en Almería
1951-1975. Lola Caparrós Masegosa,
Ignacio Fernández Mañas y Juan Soler
Vizcaíno. Instituto de Estudios Almerien­
ses. Diputación de Almería.1997. (De
ahora en adelante La producción cinema­
tográfica en Almería 1951-1975). Págs.
80 y 130 La Voz de Almería de fecha 16
de junio de 1964.
(3) Si desea ampliar la información puede
consultar las publicaciones: La producción
cinematográfica en Almería 1951-1975
Págs. 52-53, 132: Almería Plató de cine
se mojó la que llevaba puesta y con
la que ya había grabado algo. Decidió
por ello ir a su casa a cambiarse y
ponerse otra distinta. Cuando se
dieron cuenta de lo que había hecho
tuvo que cambiarse de nuevo y po­
nerse la que llevaba en un principio.
Como estaba mojada, tuvieron que
secarla en la chimenea.
Otros sorbeños que participaron
en este rodaje fueron Inmaculada y
Ana Ramos Requena, Juan de Dios
Martínez, Conchi, José Zamora, Juan
García,…
También recuerdo que Antonio Ban­
deras sufrió una indisposición y tuvo
que acudir al médico. Este hecho me
lo confirma también Inmaculada Ra­
mos.
Distribuida por Lauren Films se
estrenó el día 8 de octubre de 1990
en Sevilla.
Momento del rodaje de “La Guerra de Stella”
Págs. 68-70 Almería, un mundo de pe­
lícula Pág. 54. La Voz de Almería del día
12 de septiembre de 1973.
(4) Más detalles en : Almería un mundo
de película. Pág. 178. La producción
cinematográfica en Almería 1951-1975.
Págs. 117-118 y 174.Almería plató de
cine Págs. 303-305. La Voz de Almería
con fecha 13 de agosto de 1975.
(5) La producción Cinematográfica en
Almería, 1951-1975 Págs. 119, 187 Al­
mería plató de cine. Págs. 327-329. Al­
mería un mundo de película. Pág. 194.
La Voz de Almería del 29 de agosto de
1978.
(6) Almería plató de cine Págs. 349351.Almería un mundo de película. Pág.
204
(7) Almería un mundo de película Págs.
235-236. Almería. Plató de cine. Págs.
388-390
(8) Almería un mundo de película. Pág.
245. Almería plató de cine. Págs. 416417. La Voz de Almería con fecha 22 de
octubre de 1989
Bibliografía:
Almería plató de cine. José Márquez
Úbeda. Instituto de estudios almerienses.
Diputación de Almería 1999.
Almería un mundo de película. José Enri­
que Martínez Moya. Instituto de Estudios
Almerienses. Diputación de Almería. 1999.
La producción Cinematográfica en Almería
1951-1975. Lola Caparrós Masegosa,
Ignacio Fernández Mañas y Juan Soler
Vizcaíno. Instituto de Estudios Almerien­
ses. Diputación de Almería.1997.
Diario La Voz de Almería
Agradecimientos:
Nati García, familia Ramos Requena,
familia Mañas Oller, Isidra y Ana Alpañez,
Isabel Ridao, Rosa María Ramos, Maria
José Mañas, Jose María Muñoz, José Za­
mora, Pedro Jesús Sánchez, Juan Rafael
Sánchez, Rosa Cazorla, José Requena,
Diego García, Juan Cabezas...y a todos
los que de una manera u otra me han
ayudado con este artículo.
historia
DIEGO LÓPEZ DE HARO I
CONSTRUCTOR DEL SEÑORÍO ALMERIENSE
DE LA CASA DE EL CARPIO (1502-1525)
Juan Miguel Mendoza Garrido
Doctor en Historia Medieval
Comunicación presentada al Congre­
so Internacional Los señoríos en la
Andalucía Moderna. El marquesado
de los Vélez. Vélez Blanco / María /
Vélez Rubio, 3, 4 y 5 de mayo de
2007.
1. Introducción.
En julio de 1502 Diego López de
Haro, señor de las villas cordobesas
de El Carpio y Morente por su matri­
monio con doña Beatriz Méndez de
Sotomayor, permutó con su pariente
Bernardino Fernández de Velasco,
Condestable de Castilla y conde de
Haro, sus villas burgalesas de El
Busto y Revilla por las almerienses
de Sorbas y Lubrín. Con esta per­
muta el señorío de Sorbas y Lubrín,
que había sido concedido por los
Reyes Católicos al padre de Bernar­
dino en 1492, pasaba a manos de
uno de los miembros más activos y
destacados de la nueva oligarquía
castellana con intereses territoriales
en el levante almeriense, y se inicia­
ba una vinculación de estos pueblos
con la casa del Carpio que marcaría
su historia durante toda la Edad
Moderna.
El territorio que formó parte de
este señorío equivale, con alguna
variación, sobre todo en su sector
marítimo, a los actuales términos
municipales de Lubrín, Sorbas y Car­
boneras, y se extendió de Noroeste
a Sureste desde la sierra de los Fila­
bres hasta el mar, eso sí, tras una
serie de largos pleitos en los que el
concejo de Vera disputó a los suce­
sivos señores parte de esos términos,
que finalmente quedaron en posesión
de la villa de Sorbas.
La historia de este señorío a lo
largo del siglo XVI, tan apasionante
como poco conocida debido a diver­
sos avatares del destino, nos sitúa,
como en tantas comarcas de la pro­
vincia de Almería, en el contexto de
una dramática sustitución poblacional
que acarreó el paso de una población
morisca, continuadora en gran me­
dida de la tradiciones nazaríes, a una
sociedad de repobladores de distinto
origen que tuvieron que asumir un
espacio heredado y previamente or­
ganizado, intentar mantener sus po­
tencialidades de cara a la supervi­
Dibujo del Catastro de Ensenada de la Villa de Sorbas, en él se representa también
la ensenada de Carboneras hasta donde se extendía el término sorbeño hasta el primer
tercio del siglo XIX.
vencia y transformarlo en la medida
de sus posibilidades, necesidades y
aspiraciones.
Durante la etapa morisca este
señorío había conformado un micro­
cosmos en el que una comunidad
cultural y mentalmente islámica ge­
neraba riquezas para una minoría
cristiana que debía sentirse extran­
jera en ese territorio. Eso sí, en el
transcurso del tiempo la gestión
señorial de ese espacio pasó de la
mentalidad emprendedora y dinámica
de Diego López de Haro I, buen co­
nocedor del terreno por su perma­
nencia en él largas temporadas, a
un cierto espíritu rentista y absentista
de sus sucesores. En el punto de
mira ponemos la construcción y
gestión del señorío que Diego López
11
12
historia
de Haro intentó llevar a cabo entre
1502 y 1525. Podría compararse con
la gestión que llevarán sus herederos
en el resto del siglo XVI para com­
probar las continuidades y diferen­
cias, aunque en ese tema no entraré
de momento1.
2. Diego López de Haro llega al
levante almeriense.
La incorporación definitiva de Sor­
bas y Lubrín a la Corona Castellana
debió producirse en 1489, mediante
una capitulación que permitiría a sus
habitantes musulmanes mantener
su religión y propiedades. Ni Sorbas
ni Lubrín se citan expresamente en
la capitulación conjunta de los pue­
blos de Los Filabres, por lo que parece
v e r o s í m i l q u e e x i s t i e ra u n a
capitulación específica de ambas
villas, tal y como fue alegado por
parte de un procurador de Sorbas
en el pleito que en 1548 se mantenía
en la Chancillería de Granada entre
el señor de Sorbas y el concejo de
Vera por cuestiones de términos. En
dicho pleito se hizo presentación del
presunto documento original de la
capitulación, aunque hasta la fecha
no conocemos su contenido2. Nada
se sabe del número de vecinos mu­
sulmanes que pudieron optar por
emigrar ni de los efectivos militares
que debieron quedar en las guarni­
ciones de ambas localidades, pero
de alguna manera hubo de ser pre­
ciso asegurar el control de sus casti­
llos por parte de los nuevos señores
del territorio.
Concluida la conquista de Grana­
da, los Reyes Católicos iniciaron su
política de concesión de señoríos en
los nuevos territorios y, aunque no
se ha conservado el privilegio funda­
cional, sabemos que las villas de
Sorbas y Lubrín fueron cedidas al
Condestable Pedro Fernández de
Velasco en junio de 14923. Fallecido
éste poco tiempo después, heredó
dichas villas su hijo Bernardino Fer­
nández de Velasco, que efectuó una
permuta con su pariente lejano Diego
López de Haro por la que le cedió
Sorbas y Lubrín a cambio de El Busto
y La Revilla, en tierra de Burgos.
Aunque algunos autores habían fe­
chado dicha operación en 14954, hoy
sabemos que ésta se produjo en 13
de julio de 15025. También ha habido
una mala interpretación, a mi enten­
der, de los términos de la permuta,
pues se ha escrito que, aparte de
sus villas de El Busto y La Revilla,
Diego López de Haro pagó a Bernar­
dino Fernández de Velasco la suma
de 2.500.000 maravedíes, lo que
daría a entender que en el trato se
estimaba un mayor valor de las villas
almerienses frente a las burgalesas6.
La copia del documento que he po­
dido manejar, sin embargo, creo que
deja claro que el pago se efectuó a
la inversa y que, por tanto, El Busto
y La Revilla se consideraban más
valiosas que Sorbas y Lubrín7.
El tema no es secundario, pues
puede variar mucho la comprensión
de la valoración que ambos magnates
daban a sus villas. A mi entender,
en el canje las villas burgalesas se
estimaron de un valor económico
bastante mayor que las almerienses,
y al Condestable no le importaba
añadir una importante suma en la
operación con tal de deshacerse de
una poco atractiva herencia situada
en territorio hostil y tan alejado de
su terruño. Ahora bien, las motiva­
ciones de Diego López de Haro para
ceder sus villas burgalesas, única
herencia de su linaje paterno, y ha­
cerse con un patrimonio en un terri­
torio, según la opinión mayoritaria­
mente aceptada, poco atractivo, no
creo que hayan sido correctamente
interpretadas. La única explicación
aportada hasta la fecha consiste en
considerar que la operación se
enmarcó en una estrategia de redon­
deo del patrimonio señorial de ambos
magnates8, pero entender que ad­
quiriendo dos villas en el conflictivo
extremo oriental del Reino de Gra­
nada, nada menos que en 1502, con
una reciente rebelión mudéjar en el
territorio, Diego López de Haro bus­
caba la mayor cercanía de este
señorío a sus posesiones cordobesas
en El Carpio me parece carente de
toda lógica, máxime cuando sabemos
por la trayectoria vital de este per­
sonaje que se movía de continuo por
toda Castilla y contaba con propie­
dades dispersas por todo el territorio
castellano: Málaga, Écija, Córdoba,
Almería, Vera, Mojácar, Toledo, Pa­
lencia, Murcia…9
¿Quién era este Diego López de
Haro, que buscó y se hizo con el
aparentemente poco atractivo señorío
de Sorbas y Lubrín? ¿Por qué para
conseguirlo se desprendió de su única
posesión señorial en la tierra de
origen de su linaje? Todo parece
indicar que Diego López de Haro veía
las villas de Sorbas y Lubrín desde
una perspectiva distinta a la de un
1
El presente trabajo se inserta en un proyecto más amplio de estudio del señorío de Sorbas y Lubrín a lo largo de todo el
siglo XVI en el que llevo trabajando desde hace varios años.
2
Archivo de la Real Chancillería de Granada (A.Ch.Gr.) 3-604-2. El acta de presentación de dicho documento es de 4 de
mayo de 1548, y se describe como la capitulaçión original quel señor Rey Católico, de gloriosa memoria, hizo con la dicha
villa de Sorvas quando se le entregó. Desgraciadamente, no se ha conservado el traslado del documento, al menos en la pieza
citada. Tampoco he encontrado ninguna otra referencia documental ni bibliográfica a dicha capitulación.
3
Pérez Boyero, E. Moriscos y cristianos en los señoríos del Reino de Granada (1490-1568), Granada, 1997, pp. 29-31.
4
Cfr. Grima Cervantes, J. La fiesta de moros y cristianos en la villa de Carboneras, Almería, 1993, p. 9 y López de Coca
Castañer, J.E., “Los señoríos del reino de Granada (1490-1568)”, en Señorío y feudalismo en la Península Ibérica I, Zaragoza,
1993, p. 138.
5
Pérez Boyero, E. Moriscos y cristianos …, p. 75. El autor se basa en el documento de confirmación del trueque, dado en 10
de marzo de 1506. Personalmente, he podido encontrar una copia del documento de permuta que confirma la data en Toledo,
a 13 de julio de 1502. A.Ch.Gr. 25-6.
6
Pérez Boyero, E. Moriscos y cristianos …, p. 75.
7
En el documento de permuta Pedro Fernández de Velasco afirma: … y todo ello vos lo doy en el dicho troque e cambio e
permutación, e más dos quentos y medio de maravedís de la moneda usual porque vos el dicho don Diego López me dais en
el dicho troque e cambio las vuestras villas de Busto e Rubillas (sic) de Campos, con sus vasallos e fortalezas e con sus tierras
e términos e jurisdiciones alta e baxa... A.Ch.Gr. 25-6.
8
Soria Mesa, E. Señores y oligarcas: los señoríos del Reino de Granada en la Edad Moderna, Granada, 1997, p. 59.
9
De hecho, y pese a la importancia del patrimonio cordobés dentro de los bienes de Diego López de Haro, éste suele considerarse
en los documentos que firma “vecino de Toledo”, tal como sucede en la carta de permuta o en otro documento que firmó en
Mojácar en 29 de febrero de 1496 (Biblioteca de la Academia de la Historia, Colección Salazar, M-93, f. 122r-125v).
historia
Mapa del Levante Almeriense durante el
periodo morisco (S. XVI) según Juan Grima.
noble convencional de la época y,
posiblemente, muy alejada de la de
algunos investigadores actuales, que
han enfatizado tanto los rasgos ne­
gativos de las tierras cedidas en
señorío por los Reyes Católicos en
el Reino de Granada que llegan a
parecer más un castigo que un pre­
mio por los servicios prestados10.
El único historiador que hasta el
momento ha prestado la atención
que se merece a Diego López de
Haro ha sido Juan Grima Cervantes,
que desde luego creo que acertaba
al considerar que “preparó el terreno
para hacerse con uno de los patri­
monios más importantes de todo el
Reino de Granada” 11 , y lo hizo a
conciencia, desde un conocimiento
certero de la comarca obtenido en
su papel de repartidor de Vera y
Mojácar12. Sorbas y Lubrín no pueden
considerarse, en atención a estos
10
hechos, un territorio marginal y pobre
que los reyes cedían en señorío a un
determinado noble siguiendo un plan
premeditado de recompensar sus
servicios con las peores tierras del
Reino de Granada. Al menos no re­
sulta lógico desde la óptica de la
operación llevada a cabo por Diego
López de Haro en 1502, ya que co­
nocía a la perfección el territorio en
cuestión y no dudó en deshacerse,
para poder obtenerlo, del terruño
señorial heredado de su abuelo.
Aunque no podemos extendernos
en el tema, tal vez conviene señalar
algunos datos de la biografía de Diego
López de Haro con anterioridad a su
acceso al señorío de Sorbas y Lubrín
que pueden arrojar luz sobre su
personalidad y su actuación.
Diego López de Haro pertenecía
a una rama menor de la poderosa
casa de Haro que algunos genealogistas hacen descender de Lope
López “el Chico”, hermano menor de
Diego López de Haro “el Bueno”, X
señor de Vizcaya13. Su abuelo Diego
de Haro fundó el mayorazgo de las
villas de El Busto y Revilla en 18 de
febrero de 1451, en un documento
en el que se intitula Guarda y vasallo
de nuestro señor el Rey y guarda
mayor de mi señor el príncipe Don
Henrrique su hijo, y señor de la villa
de Busto14. No es un título nobiliario
ni el patrimonio señorial la base del
estatus social de la familia, sino su
pertenencia a la nobleza de servicio
que obtiene sus principales rentas e
ingresos de los cargos y mercedes
que le concede la Corona por el
desempeño de tareas concretas. Así,
Diego de Haro recibió, por ejemplo,
una renta de 40.000 maravedíes
anuales en la Orden de Santiago, al
tiempo que fue promovido a una
encomienda de dicha orden por En­
rique IV en 145915.
Siguiendo la trayectoria de su
padre, Juan Alfonso de Haro también
encontró en el servicio a la monarquía
su principal actividad y fuente de
ingresos, siendo promovido al cargo
de Merino Mayor de Asturias por el
príncipe Enrique con anterioridad a
145016. La vinculación con Córdoba
de esta rama de los Haro se inicia
cuando Juan Alfonso contrae matri­
monio con Aldonza Mendoza, hija de
Diego Hurtado de Mendoza, primer
Conde de Priego.
Como no podía ser menos, el
nuevo vástago de la familia, Diego
López de Haro Mendoza, accede des­
de muy joven al servicio de la familia
real, siendo el primer documento en
que se le menciona una donación
que la entonces princesa Isabel le
hizo en 1468 de unas minas de alum­
bre en Alcaraz17. Sabemos que se le
negoció un primer matrimonio bas­
tante favorable con Leonor de Ayala,
hija de Pedro López de Ayala, primer
conde de Fuensalida, pero éste se
truncó pronto por la muerte de Leo­
nor, que sólo le había dado una hija,
Aldonza. El segundo matrimonio de
Diego será, a la postre, el que aporte
a sus descendientes la posesión de
la villa cordobesa de El Carpio, que
terminará siendo el buque insignia
de la familia y dará nombre al mar­
quesado que, en 1559, obtuvo de
Felipe II Diego López de Haro II,
nieto de nuestro protagonista.
El matrimonio de Diego López de
Haro con Beatriz Méndez de Sotoma­
yor en 1479 era una apuesta de alto
riesgo en el mercado nupcial de
Córdoba en aquella época. La don­
cella era hija de Luis Méndez de
Sotomayor, poderoso noble local y
titular del señorío de El Carpio, que
aunque no muy extenso ocupaba
algunas de las tierras más fértiles
de la Campiña cordobesa y aportaba
Galán Sánchez, A. y Peinado Santaella, R.G., Hacienda regia y población en el Reino de Granada: la geografía morisca a
comienzos del siglo XVI, Granada, 1997, pp. 53-56.
11 Grima Cervantes, J. La tierra de Mojácar desde su conquista por los Reyes Católicos hasta la conversión de los mudéjares,
Granada, 1987, p.142.
12 Algunos datos sobre su actuación en esta labor pueden verse en del Cerro Bex, V., “El Repartimiento de Vera de 1496”, en
Roel, 6 (1985), pp. 3-33 y, con más detalle y contenido, en Jiménez Alcázar, J.F., El libro del Repartimiento de Vera, Almería,
1994, pp. 24-25. Desde 1491 Diego López de Haro estuvo a cargo del repartimiento, pero al parecer hasta 1493 no estuvo
presente en el territorio. Entre esa fecha y 1496, sin embargo, su presencia en la comarca es continua y su labor le debió
aportar un conocimiento pormenorizado de la zona.
13 Salazar y Castro, L. Historia genealógica de la casa de Haro (Señores de Llodio-Mendoza, Orozco y Ayala), Madrid, 1959,
p. 247.
14 A.Ch.Gr. 25-6.
15 Biblioteca de la Academia de la Historia (B.A.H.), Colección Salazar (C.S.), M-63, f. 103r-104v.
16 Ostentaba dicho cargo cuando el príncipe de Asturias le donó la villa de Iniesta (Cuenca) en 28 de junio de 1450. B.A.H.,
C.S., M-45, fol. 292 r y v.
17 B.A.H., C.S., M-45, f. 303 r y v. Tal vez no sea mera coincidencia este temprano conocimiento del negocio del alumbre por
parte de Diego López de Haro y la importancia que este mineral tendrá en nuestra posterior narración.
13
14 historia
un alto nivel de rentas. Beatriz era
la mayor de tres hermanas y, tras la
muerte de su único hermano varón
en 1476, posible heredera del
señorío. Diego ofreció en arras la
suma más elevada que se conoce de
entre todos los matrimonios nobilia­
rios en la Córdoba del siglo XV,
500.000 mrs., lo que da cuenta de
su poderío económico pese a no
contar con un señorío de entidad. El
problema era que la herencia de
Beatriz iba a ser sin duda disputada
por sus primos varones, por lo que
la inversión de Diego podía irse al
traste si no llegaba a heredar. De
hecho, en 1486, muerto su padre,
Beatriz tuvo que pleitear largo tiempo
con su primo Luis Méndez, que re­
clamaba el señorío de El Carpio, y
el asunto sólo pudo resolverse tras
pagarle Beatriz y Diego 9.000 duca­
dos de oro por su renuncia18. Tras
este elevado precio, Diego López de
Haro ya podía intitularse, aunque
como consorte, “señor de las villas
de El Carpio y Morente”, fórmula que
adoptó en el documento de permuta
de Sorbas y Lubrín en 1502.
El imparable ascenso de Diego
López de Haro en el escalafón del
servicio real y la confianza que la
reina Isabel pone en él se confirman
con su nombramiento en 1484 como
Justicia Mayor de Galicia, zona aún
conflictiva y lejos de pacificar. El
cargo suponía disponer casi de plenos
poderes en la gobernación del terri­
torio, y así se entiende que en 1486
los reyes le concedieran licencia para
poder perdonar en su nombre a los
delincuentes que considerara
oportuno19. El registro del sello de
la corte da cuenta de numerosas
actuaciones de Diego en Galicia,
donde parece residir con cierta con­
tinuidad hasta el inicio de la década
de los 90, aunque mantiene el cargo,
y por lo tanto las rentas a él asigna­
das, hasta 1498.
La participación en la Guerra de
Granada parece que fue el aldabona­
18
zo definitivo en el ascenso político y
económico de Diego López de Haro.
Su activo papel en todas las
campañas no dejó de tener recom­
pensas en salarios, mercedes de
tierras y propiedades en los territorios
conquistados y cargos políticos a los
que iban asociados rentas impor­
tantes20. La llegada al levante alme­
riense de Diego López de Haro se
produce a finales de 1490, cuando
se le hace cargo del repartimiento
de las tierras de Vera a los repobla­
dores cristianos. Al parecer, conflictos
con el otro hombre fuerte de Vera,
el alcaide Garcilaso de la Vega, le
movieron a abandonar la población
y sus obligaciones, pero retornó en
1493 para permanecer en la comarca
hasta 1496, terminando las labores
del repartimiento y, al tiempo, ha­
ciéndose con un importante patrimo­
nio. Sin duda, en ese tiempo debió
alcanzar un inmejorable conocimiento
de toda la comarca y de sus posibi­
lidades económicas, como la impor­
tante fuente de ingresos en que podía
convertirse el control de tierras bal­
días en una zona que, desde tiempo
nazarí, ocupaba un puesto de privi­
legio en los circuitos de la trashu­
mancia entre las sierras del Norte
del Reino de Granada (pastos de
verano) y la zona costera almeriense
(pastos de invierno). La posibilidad
de traducir esos extensos baldíos en
rentas elevadas y seguras era evi­
dente, siempre que se pudiera obte­
ner su control y el derecho a arren­
darlos como pasto21.
En 13 de abril de 1496 Diego
López de Haro fue nombrado emba­
jador en Roma y abandonó provisio­
nalmente Vera. Sin embargo, dejaba
un buen lote de propiedades y, tal
vez, la idea de que podría ampliarlas
y diversificar su hacienda con otras
actividades. No sabemos cuándo
regresó de Roma, pero el hecho es
que en 1502, en Toledo, cerró un
trato que hará que vuelva a la co­
marca en años posteriores, ya no
como hacendado y oligarca de Vera,
sino como el principal enemigo de
este concejo, cuyos confusos térmi­
nos conoce a la perfección y está
dispuesto a apropiarse en beneficio
de su nuevo señorío de Sorbas y
Lubrín.
3. Construcción territorial del
señorío de Sorbas y Lubrín.
3.1. Diego López de Haro lucha
contra Vera y Mojácar por conso­
lidar un término territorial amplio
para sus villas.
Diego López de Haro accedió al
señorío de Sorbas y Lubrín en 1502
en las condiciones establecidas en
la donación real hecha al Condestable
de Castilla, como tantas otras dona­
ciones tempranas de señoríos en el
Reino de Granada, totalmente impre­
cisa en cuanto a los límites terri­
toriales 2 2 . Debía conocer a la
perfección la indefinición jurídica de
los términos concejiles del territorio
por su trabajo como repartidor de
Vera y Mojácar, en cuyas labores
tuvo que recorrer la zona de Sorbas
en más de una ocasión por su carác­
ter limítrofe. El valor de las villas
almerienses, también debía conocer­
lo, estaba relacionado en proporción
directa con la población morisca va­
salla, traducida en pechos y derechos,
pero no menos con la extensión del
territorio a controlar, aunque en apa­
riencia de escaso o nulo valor agríco­
la. Otro elemento, en este caso aza­
roso, que podía multiplicar el valor
del señorío era la posibilidad de en­
contrar en sus tierras alguna riqueza
mineral en alza, como llegará a ser
el caso.
Por el motivo que fuese, Diego
López de Haro diseñó el territorio
que aspiraba a controlar, se hizo con
él a modo de presura y se aprestó a
pleitear hasta su muerte con los
concejos de realengo vecinos, Mojá­
car y, sobre todo, Vera. Veamos
Cabrera Sánchez, M. Nobleza, oligarquía y poder en Córdoba a final de la Edad Media, Córdoba, 1998, p. 57.
B.A.H. C.S.,M-49, f. 9r-10v, 1486-12-22.
20 En 1491 recibió en Málaga una casa, 24 fanegas de tierra, 3,5 aranzadas de viña y cinco cuartas de huerta. En 1494 recibió
en Vera y Mojácar una balsa de agua con 13 tahullas de tierra, 182 tahullas más en otras propiedades, un huerto y un molino.
Cfr. Ladero Quesada, M.A., “Mercedes reales en Granada anteriores al año 1500. Catálogo y comentario”, en Hispania, 112
(1969), pp. 355-424.
21 Jiménez Alcázar, J.F. El libro del repartimiento de Vera, pp. 37-38.
22 Normalmente se mencionaba la cesión de determinadas villas con sus términos, según la fórmula típica en Castilla. Ahora
bien, los señoríos granadinos se construían sobre una base teórica (términos concejiles) ajena a la tradición nazarí que, por
otra parte, debía mantenerse. Esta superposición de una estructura mental y legal castellana sobre un territorio cuya población
continúa entendiendo el mundo según patrones musulmanes será el origen de los numerosos e interminables pleitos sobre
jurisdicción y términos concejiles en el Reino de Granada durante todo el siglo XVI.
19
historia
Desembocadura del Río Alías, donde terminaban los dominios
del señorío de Sorbas y Lubrin
algunos momentos clave en este
proceso.
El pleito que nos informa por pri­
mera vez de un litigio por términos
entre Diego López de Haro y el con­
cejo de Vera data de 151323, aunque
en él se intuye que el señor de Sorbas
llevaba varios años labrando su es­
trategia para incorporar a su señorío
una porción de territorio despoblado,
poco atractivo para la agricultura y
costero, con la peligrosidad que ello
implicaba en la época. Basándonos
en la información de los testigos de
este pleito y de otros posteriores,
podríamos resumir los pasos que dio
23
Diego López de Haro para consolidar
la base territorial de su señorío a
costa de Vera y Mojácar.
Don Diego, sabedor de que los
términos entre los concejos de Al­
mería, Mojácar y Vera estaban con­
fusos en su zona de costa 2 4 ,
construyó una torre en un lugar co­
nocido como “La Carbonera” entre
1505 y 151225. Con ello asume per­
sonalmente el gasto de la protección
de la zona26, pero también reivindica
esa franja costera como término
jurisdiccional de su villa de Sorbas
y, por tanto, de su señorío.
Los hombres de don Diego inician
una política de prendar ganados y
sancionar a vecinos de Mojácar y
Vera que desde el tiempo de la con­
quista compartían el aprovechamien­
to de esos términos27, mencionándo­
se como actividades en esa zona la
caza, la recogida de cañas y esparto
y el pastoreo28.
Se inician pleitos entre los conce­
jos de Vera y Mojácar, de una parte,
y Don Diego López de Haro, de otra,
por la posesión del territorio, y, en
cualquier caso, contra la gestión
“privativa” que el señor de Sorbas
pretende hacer de él.
Se llega a una sentencia arbitral
muy favorable a Diego López de Haro
y sospechosamente aceptada por los
regidores de Vera en cabildo celebra­
do en 9 de julio de 1513. Por ella,
la franja costera desde la desembo­
cadura del río Alías hasta la Mesa de
Roldán (actual costa de Carboneras)
se reconocía como término de Sor­
bas. A cambio, Diego López de Haro
y sus sucesores pagarían una renta
anual de 5.000 maravedíes (cantidad
evidentemente exigua) al concejo
de Vera. En el acuerdo se incluía la
concesión de un préstamo por parte
de Diego López de Haro al concejo
de Vera de 160.000 maravedíes, que
habrían de ser usados para adquirir
heredamientos en la villa de Teresa
para los propios de Vera. Caso de no
devolver el préstamo en el tiempo
estipulado, se establecía que las
tierras adquiridas por Vera con dicho
dinero pasarían a Diego López de
Haro (como a la postre acaeció)29.
Con posterioridad, tanto el con­
cejo y vecinos de Mojácar, que habían
Archivo General de Simancas (A.G.S.), Consejo Real (C.R.), 93-3.
De hecho, el amojonamiento de términos entre Almería y Vera por la zona marítima se había efectuado hacía poco, en
concreto en 30 de junio de 1511. El traslado del acta de amojonamiento en A.G.S., C.R., 93-3.
25 Aunque existen menciones de una estancia de La Carbonera desde 1497, no cabe duda por las declaraciones de los testigos
de que Diego López de Haro mandó construir una nueva torre en esa misma zona y asumió el coste de sus guardas. Un testigo
afirmaba en 1513 que en los últimos días estaba en la Torre de don Diego ganando su sueldo en tapiar con los otros (...) ansí
en guarda como trabajando. Cfr. A.G.S., C.R., 93-3. El problema es que parece que los testigos se refieren a una misma torre
con dos denominaciones distintas, a veces usadas por una misma persona: torre de La Carbonera y torre de Don Diego. En
fecha tan tardía como 1600, las gentes de la comarca aún mencionaban el topónimo “sitio de la torre de Don Diego”, que hay
que suponer las ruinas de la torre edificada a comienzos del XVI: Ha visto este testigo acudir muchas vezes moros cossarios
que de ordinario en esta dicha parte acuden viniendo por las dicha costa en galeotas y saltando en tierra en la parte de la
Carbonera, Río Alías, y Las Salinillas y otras calas questán junto al sitio de la Torre de Don Diego… A.Ch.Gr. 25-6.
26 Los testigos mencionan la presencia en la torre de un alcaide y guardas que cobraban sueldos mensuales de Diego López
de Haro.
27 Así lo expresa un acta del Concejo de Mojácar de 16 de octubre de 1513, en la que el procurador síndico expone que el
alcaide de don Diego López de Haro defiende a los vecinos de Mojácar entrar en la zona del Río Alías, donde se han puesto
unos mojones de piedra seca que en parte ocupan tierras de Mojácar. Alega, además, que dicha zona era de Vera, pero existía
comunidad de términos con Mojácar y se explotaba sin trabas por vecinos de ambas villas. Inserta en A.G.S., C.R., 93-3.
28 Un testigo afirma en 1513 que oyó desir a los que allí estavan, platicando el alcayde de la dicha torre con los que allí estavan,
que avían de defender a quien quiera que fuese, así a los de Vera como a los de la villa de Moxácar, que no les avían de dexar
cortar cañas, ni caçar ni haser otra cosa alguna, porque aquel término era del señor don Diego López. Cfr. A.G.S., C.R., 93-3.
29 La sentencia arbitral se dictó en 5 de julio de 1513 y el amojonamiento de los términos asignados a Sorbas se efectuó en
7 de agosto del mismo año. Cfr. A.G.S., C.R., 93-3.
24
15
16 historia
gozado de dichos términos en man­
comunidad con Vera, como los veci­
nos de Vera, que acusan a sus regi­
dores de prevaricación y de haberse
vendido a Diego López de Haro, van
a iniciar una batalla legal por recu­
perar dichos términos que se
prolongó en el tiempo hasta bien
entrado en el siglo XVI. Diego López
de Haro dejó a sus herederos un
litigio judicial que pendería en distin­
tos tribunales del Reino durante años,
pero también les dejaba un patrimo­
nio territorial de enorme potencialidad
económica que se aprestó a intentar
poner en explotación.
3.2. Diego López de Haro defien­
de su señorío contra intromisio­
nes ajenas.
Inmediato en el tiempo al litigio
con Vera en 1513 es el conflicto que
Diego López de Haro inicia nada
menos que con el tesorero de la
Reina, y al tiempo hombre fuerte de
la Corte, Francisco de Vargas. Al
parecer, poco antes éste había inicia­
do en la comarca del Río Alías (justo
la zona usurpada a Vera) la
construcción de una pequeña explotación en torno a un yacimiento de
alumbre, en virtud de una donación
real que le permitía prospectar y
explotar todos los yacimientos que
pudieran hallarse en tierras del obis­
pado de Almería, incluidas las de
jurisdicción señorial30. Pese al evi­
dente derecho legal de Francisco de
Vargas a explotar las minas de alum­
bre del Río Alías, Diego López de
Haro ordenó atacar y derribar el
incipiente poblado y asumir el coste
de una sentencia real en su contra.
Por cierto, en el tiempo que duró el
proceso criminal contra los hombres
del señor de Sorbas por estos hechos,
el inductor se encontraba en la Corte,
mostrando en algunos escritos un
tono arrogante hacia la propia reina,
como se aprecia en esta carta
fechada en 26 de enero de 1514:
30
Mesa Roldán límite sur del territorio de Don Diego López de Haro.
Muy poderosa señora.
Don Diego López de Haro, digo
que a mi notiçia es venido que vues­
tra alteza ha mandado proveer en
su consejo un pesquisidor para saber
quién mandó derribare derribó çiertos
hedifiçios que el liçençiado de Vargas,
del vuestro consejo, mandó hazer
para sacar alumbres en término de
mi villa de Sorbas, los quales heran
fechos en mi daño e perjuiçio, e
porque el dicho pesquisidor fue pro­
veído estando yo en esta corte de
vuestra alteza, sin ser yo llamado ni
oydo, porque si lo fuera yo mostrara
cómo justa-mentente fueron derri­
bados los dichos hedifiçios nueva­
mente fechos en mi daño e perjuiçio
en término de mi villa (…) suplico a
vuestra alteza mande al dicho pes­
quisidor no conosca de esta cabsa
(…) pues yo mandé derribar los di­
chos hedifiçios y tengo mandado que
los derruequen todas las vezes que
se hizieren...31.
En sucesivas peticiones por escrito
presentadas a la reina, Diego López
de Haro deja de mencionar la justa
causa por la que había ordenado
derribar las construcciones mineras
del río Alías, limitándose a asumir la
culpa en solitario (… tiene confesado
que fueron derribados los dichos
edefiçios por su mandado, y no ay
otros culpantes…), a solicitar que se
libere a los vecinos de Sorbas presos
en Almería por dicha causa y a acep­
tar el pago de los daños causados32.
La sentencia del proceso, final­
mente, fue muy favorable a los inte­
reses de Diego López de Haro, pues
fue declarado único culpable y a
cargo de la reparación de los daños
el alcaide de Sorbas Alonso Ortiz,
que, por cierto, al tiempo de la sen­
tencia debía hallarse a buen recaudo
y protegido, pues no pudo ser hallado
y se le condenó en rebeldía.
Ante la constancia de que Diego
López de Haro no iba a tolerar de
ninguna forma que otro se aprove­
chase de la riqueza de unas tierras
que con tanto trabajo había usurpado
a Vera, Francisco de Vargas abandonó
finalmente el yacimiento de alumbre
del Río Alías. No hay evidencias, sin
embargo, de que don Diego intentara
retomar la explotación del yacimiento
en su beneficio, lo que concede, en
apariencia, escasa lógica económica
a su “guerra privada” con el tesorero
Francisco de Vargas. Antes incluso
de la sentencia definitiva de la Corte
en el proceso por la destrucción de
la mina de alumbre, Vargas contra-
La merced se concedió en 1 de mayo de 1509. A.G.S., Diversos de Castilla, 46-5. Cit. Grima, J., “La Herrería de Sorbas”,
El Afa, 1 (2000), pp. 11-14. La explotación de minas no estaba incluida entre los derechos cedidos expresamente a los señores
del Reino de Granada, por lo que continuaban siendo una regalía que podía donarse en el futuro. Obviamente, esto podía
suponer molestas intromisiones legales en la jurisdicción de los señoríos, como se ve en nuestro caso, y conflictos por el
aprovechamiento de otros recursos necesarios para las explotaciones mineras.
31 A.G.S., C.R., 93-3.
32 .... suplica a vuestra alteza mande al dicho pesquisidor suelte a los dichos presos y se venga sin cobrar costas allá ni otra
pena de ninguno de los dichos vezinos, porque él está presto de pagar todo lo que por vuestra alteza le fuere mandado. A.G.S.,
C.R., 93-3.
33 Soria Mesa, E. Señores y oligarcas: los señoríos del Reino de Granada en la edad Moderna, Granada, 1997, p. 105.
34 Galán Sánchez, A. y Peinado Santaella, R.G., Hacienda regia y población, p. 216, calculan para 1504 90 cabezas fiscales
historia
Afloramiento de alumbres en el Río Alías
atacó iniciando un nuevo pleito contra
Diego López de Haro por la explotación ilegal de una mina de hierro
en término de Teresa (villa pertene­
ciente a Vera pero en la que Diego
López de Haro poseía un importante
patrimonio fundiario, que se incre­
mentaría aun más gracias al impago
del préstamo que hizo al concejo de
Vera).
En cualquier caso, la actitud de
ambos magnates, hombres fuertes
en el Consejo Real, se inserta proba­
blemente no sólo en una pugna por
intereses económicos, sino que adop­
ta tintes de enfrentamiento personal
en el que se intenta, tanto como
obtener ganancias, perjudicar en lo
posible al adversario.
4. Algunos aspectos de la
explotación económica del
señorío de Sorbas y Lubrín por
parte de Diego López de Haro.
No puedo extenderme mucho en
este tema, que pretendo en un futuro
tratar con mayor detenimiento, pero
creo que resulta necesario adelantar
algunos rasgos de la explotación
económica que Diego López de Haro
trató de hacer de su señorío alme­
riense, por que pueden ser cruciales
para entender el porqué de su
extraña apuesta por Sorbas y Lubrín
en 1502. Al tiempo, comprobaremos
que en algunos aspectos Diego López
de Haro se comporta con una men­
talidad empresarial poco acorde con
la que se asocia a la mayor parte de
la nobleza de su época y de los siglos
posteriores.
No se entiendan por tanto las líneas
que siguen como un intento de análisis
de la renta señorial en tono técnico,
al dictado de la consolidada historio­
grafía sobre este tema, sino como
un medio para acercarnos a la men­
talidad de Diego López de Haro.
4.1. Los derechos sobre los va­
sallos moriscos.
El dicho “un morisco vale un te­
soro” debió ser muy evidente para
los señores granadinos de la segunda
mitad del XVI33. Pero alguien que
apostara en 1502 por un señorío en
el reino de Granada, en una tierra
semidesértica, con una población
escasa y compuesta en su totalidad
por vasallos musulmanes recién im­
plicados en una revuelta y, además,
se empeñara en apropiarse de un
trozo de costa, cuyo coste defensivo
tendría que asumir con dudosas po­
sibilidades de obtener beneficios dada
su peligrosidad, debía ser mirado
con cierta sorpresa por la gente de
su entorno social nobiliario.
En cualquier caso, conocemos la
población morisca de Sorbas y Lubrín
en 1504 y no cabe despreciar la
rentabilidad económica que podían
aportar los derechos señoriales sobre
las 230 cabezas pecheras moriscas
de Sorbas y Lubrín34. Ahora bien, un
tema que podía cambiar mucho el
valor de cada pechero morisco era
el derecho que pudieran alegar los
señores a los diezmos pagados por
esos nuevos cristianos a la iglesia.
Aunque no vamos a extendernos
en el tema, conviene recordar que
el reparto del valor económico de
los diezmos a pagar por la población
morisca del Reino de Granada generó
un conflicto a tres bandas entre la
Iglesia del reino de Granada, la Co­
rona y los señores jurisdiccionales
del territorio, y que finalmente se
saldó con el reconocimiento del de­
recho señorial a percibir dos tercios
de los diezmos de los moriscos de
sus señoríos, a cambio de estar a
cargo de la edificación y mantenimiento de las iglesias35. Cierto
es que la bula papal de 1500 no
acabó con los conflictos entre señores
y obispos, y que el momento estelar
de los pleitos entre el Obispado de
Almería y la nobleza de su territorio
comienza justo en tiempos del here­
dero de Don Diego, Luis Méndez de
Haro, pero no menos cierto es que
Diego López de Haro veía venir ese
conflicto y pretendió asegurarse otra
baza a su favor, procurándose un
breve del Papa León X en el que se
le confirmaba nominalmente su de­
recho a los diezmos de Sorbas y
Lubrín36. Contra ese argumento poco
podían alegar los obispos de Almería.
En definitiva, la apuesta de don
Diego López de Haro por hacerse con
un señorío de vasallos moriscos en
1502 podía parecer arriesgada, pero
en 1525, asegurados como mínimo
unos ingresos bastante fijos, seguros
y desligados de inclemencias climáticas
y malas coyunturas económicas,
comenzaba a tomar visos de acierto.
4.2. Los derechos sobre el terri­
torio.
Voy a focalizar este tema en un
aspecto parcial y muy concreto, pero
que es el que más interesa a esta
comunicación. Me refiero al arrenda­
miento de los pastos en todas las
tierras baldías y montes (es decir,
las no cultivables y las no cultivadas),
cuyo beneficio era cedido por la Co­
rona a los concejos, y en el caso de
una villa de señorío, se entiende, al
señor.
La potencialidad económica del
arrendamiento de pastos en el Reino
de Granada a comienzos del siglo
moriscas en Lubrín y 140 en Sorbas.
35 Cfr., entre otros muchos, López Andrés, J.M., Real Patronato eclesiástico y Estado moderno. La Iglesia de Almería en época
de los Reyes Católicos, Almería, 1995, pp. 90-91 y Cabrillana, N., Almería morisca, Granada, 1989, pp. 207-213
36 1519-9-9. Roma. B.A.H., C.S., M-49, f. 2-3.
17
18 historia
Cuarzo de Fluorita. Alumbres.
XVI era un tanto imprecisa. Por un
lado estaba el problemático tema de
la comunidad de pastos entre conce­
jos vecinos, heredada de la legislación
nazarí y vigente, aunque no sin con­
flictos, en los primeros tiempos, y
que de haberse mantenido habría
supuesto una colmatación de anima­
les en los propios términos de los
que no podría obtenerse beneficio
económico. En cualquier caso, la
tendencia que parecía imponerse era
la de la explotación privativa por
cada concejo de sus términos, lo que
acotaba y reservaba a los señores
jurisdiccionales la posibilidad de
arrendar todas las tierras no cultiva­
das de sus villas, incluso a los gana­
dos de los concejos vecinos 37 .
Disponer del derecho a arrendar
pastos podía ser interesante, pero
sólo si se disponía del control de un
territorio amplio y propicio para ello.
En 1502, que sepamos, por lo que
apuntan algunos testimonios en plei­
tos posteriores, el señorío de Sorbas
y Lubrín no tenía un término amojo­
nado, y en una enorme extensión de
terreno baldío y escasamente poblado
los vecinos de los concejos de Vera,
Mojácar e incluso Almería se movían
con cierta libertad con sus ganados
y explotaban en común los recursos
de montes y baldíos. Ahora bien, en
caso de entrada de ganados foraste­
ros (los pertenecientes a vecinos de
villas no limítrofes) se cobraban de­
rechos de pasto, y ahí surgía el pro­
blema en un territorio tan propicio
para el pasto pero tan mal delimitado
37
como el del levante almeriense.
En el caso de Sorbas y Lubrín,
los largos y continuos pleitos por
términos con Vera en el siglo XVI
son un arsenal de datos sobre la
ganadería y aportan informaciones
relativas al período nazarí y a los
primeros tiempos del señorío, incluso
de época del Condestable. No pode­
mos detenernos en ellos ahora, pero
conviene destacar la enorme
confusión que se percibe en los ini­
cios del siglo XVI. Los términos con­
cejiles no estaban bien delimitados,
pero es que Vera alegaba incluso
que el señorío de Sorbas no debía
gozar de término alguno, porque en
época nazarí Sorbas y Lubrín no
tenían términos ni jurisdicción propia
desgajada de Vera, y el señorío se
había concedido sin asignar más
términos de los que dispusieran las
villas en época musulmana. Legiones
de testigos de uno y otro bando nos
informan de ello o de lo contrario,
según quien los presente, y en sus
relatos y recuerdos aportan un arse­
nal de pequeños detalles. Es más,
según los años y el ganadero, algu­
nos pagaban al concejo de Vera o al
señor de Sorbas el precio por entrar
con sus ganados en unos mismos
términos.
La rentabilidad económica del
arrendamiento de pastos en Sorbas
y Lubrín iba a depender del lado
hacia el que se inclinara la balanza
legal, y en este contexto Diego López
de Haro puso en juego todas sus
artimañas, legales o no, para asegu­
rarse un territorio extenso y propicio
para el pasto. Como vimos en el caso
de la franja marítima, en los primeros
tiempos jugó a su favor el control
que tenía sobre los regidores de Vera,
que cedieron a sus deseos. Pero
posteriormente, renovado dicho con­
cejo, ambas partes van a reanudar
una lucha legal, y a veces física, por
dominar la mayor extensión posible
de terreno, iniciándose un rosario de
pleitos nunca ganados ni perdidos
definitivamente por Diego López de
Haro ni sus sucesores, que termina­
ron imponiendo su voluntad adop­
tando la estrategia de hechos consu­
mados y la eterna apelación,
consiguiendo así extenuar las arcas
concejiles de Vera por los gastos
judiciales. A la postre, Sorbas y Lubrín
consolidaron un extenso término
concejil desde los Filabres hasta el
mar, siguiendo el imaginario mapa
trazado por Diego López de Haro.
En cuanto al arrendamiento de
pastos como fuente de ingresos
señoriales en Sorbas y Lubrín, la
apuesta de Diego López de Haro no
carecía de riesgo en 1502. En 1525,
sin embargo, descontado el coste
procesal que conllevaba, el arrenda­
miento de pastos de invierno a la
importante cabaña ganadera de las
sierras de Baza y Segura pudo con­
vertirse en una suculenta fuente de
ingresos para el señor de Sorbas, tal
vez la más atractiva y cómoda y la
que más valoraron sus sucesores.
4.3. Actividades mineras de Die­
go López de Haro.
La riqueza minera del levante
almeriense ha sido conocida y explo­
tada, en diversas formas y medidas,
en todas las etapas históricas. Algo,
aunque poco, sabemos de la actividad
minera en la comarca en época
musulmana38. Tampoco se puede
decir que sepamos todo lo que qui­
siéramos sobre la actividad minera
en el siglo XVI, sobre todo en sus
inicios, pese a algunos casos privile­
giados, como el de la minería del
alumbre en Rodalquilar39, que conec­
ta con Sorbas y Lubrín, aunque sólo
sea porque su impulsor y beneficiario,
Francisco de Vargas, intentó extender
su actividad infructuosamente al
curso bajo del Río Alías, convertido
por obra y gracia de Diego López de
Haro en término de su señorío.
Tendremos que dejar para mejor
ocasión especulaciones personales,
no faltas de indicios, sobre las ver­
daderas motivaciones de Diego López
de Haro al frenar la puesta en
explotación de los alumbres del Río
Alías por parte de Francisco de Var­
gas, posiblemente relacionadas con
su estancia en Roma como embaja­
dor y con la situación internacional
del mercado del alumbre, en el que
tantos intereses tenía el papado de
la época. Como pista, baste recordar
que los agentes comerciales del Papa
habían tratado de gestar un acuerdo
con Francisco de Vargas para que
La costumbre nazarí de mantener la comunidad de pastos entre las villas vecinas, que intentó mantenerse tras la conquista,
se suprimió definitivamente en 1501, salvo libre acuerdo entre concejos. Cfr. Ladero Quesada, M.A., Granada después de la
conquista: repobladores y mudéjares, Granada, 1993, p. 22.
38 Martínez San Pedro. M.D. y García Pardo, M., “La riqueza minera en la Almería medieval”, Boletín del Instituto de estudios
Almerienses, 6 (1986), pp. 274-281.
39 Hernández Ortiz, F., “Minas de alumbre de Rodalquilar en el obispado de Almería: siglo XVI”, Tierra y Tecnología, 2 (2002), pp. 37-45.
historia
éste frenara la producción de alumbre
en Rodalquilar y se mantuviera el
precio del mineral en los mercados
internacionales, ya que el aumento
de la oferta ponía en serio peligro
las rentas papales. Dicho acuerdo se
había frustrado en 1513, precisamen­
te meses antes de que Diego López
de Haro ordenara la destrucción del
nuevo yacimiento abierto en el Río
Alías por Francisco de Vargas 40 .
La motivación de Diego López de
Haro para frenar la explotación del
alumbre de su señorío, no teniendo
posibilidad legal de hacerlo en su
beneficio, se nos manifiesta, por
tanto, poco clara, a menos que de­
mos por buena la explicación que
daba un testigo en un pleito poste­
rior: solamente lo avía hecho el dicho
don Diego López por estorbar al dicho
liçençiado Vargas que no pudiese
labrar ni fabricar los alumbres41. Un
buen servicio prestado por Diego
López de Haro ¿sin saberlo? al Papa
León X, el mismo que algún tiempo
después le otorga la cesión nominal
de los diezmos de sus vasallos mo­
riscos.
En cualquier caso, no era el alum­
bre la única riqueza minera del terri­
torio que Diego López de Haro con­
trolaba o aspiraba a controlar, y es
difícil que ese dato se le hubiera
escapado, habiendo sido responsable
del repartimiento de Vera y Mojácar,
que tuvo que facilitarle un conoc
miento minucioso de la zona.
Antes de 1502 no hay mención
alguna a actividades mineras here­
dadas de época musulmana o inicia­
das por los conquistadores cristianos
en el entorno de Sorbas y Lubrín.
Ahora bien, tampoco podemos afir­
mar que las que se pusieron en mar­
cha en época de Diego López de Haro
40
se debieran a prospecciones iniciadas
por su iniciativa. El único dato cierto
es que en 1511 la reina doña Juana
concedió a Diego López de Haro, el
derecho de explotación de cualquier
yacimiento de hierro que hubiera o
se pudiera descubrir en thérmino de
Theresa e Cabrera, que es juridiçión
de la çibdad de Vera42. La extensión
del territorio cedido se limitaba a dos
leguas en derredor de Teresa y Ca­
brera, que según se señala expresa­
mente en el documento, seguro que
a petición expresa de Diego López
de Haro, irían desde el Puerto de
Onor hasta el mar, curiosamente la
zona que dos años después arrebató
a Vera.
La donación en favor de Diego
López de Haro mencionaba la posi­
bilidad de construir una herrería,
pero sólo le concedía el mineral de
hierro extraído de un territorio bien
delimitado. Su actuación, una vez
más, nos muestra a un jugador de
riesgo que invierte una buena suma
contando con la intención de convertir
el hierro en una nueva fuente de
ingresos apoyada, que no incluida,
en sus derechos señoriales. Es nue­
vamente un pleito el que nos informa
sobre un Diego López de Haro frus­
trado inversor en el negocio de la
minería. No siempre sus apuestas
habían de salir bien.
En este caso sabemos que Diego
López de Haro puso mucho empeño
en montar, arriesgando su propio
capital, una fundición de hierro. El
edificio de producción fue un molino
harinero de agua que Diego López
de Haro compró a uno de sus vasallos
moriscos de Sorbas y adaptó para
su nuevo uso43. El problema radica
en la ubicación de dicho edificio,
situado precisamente en el término
disputado a Vera. No es de extrañar
que tanto el concejo de Vera como
Francisco de Vargas unieran sus fuer­
zas para pleitear con Diego López de
Haro.
En segundo lugar está el tema de
la ubicación de los yacimientos de
hierro que abastecían a la herrería.
Si bien parece claro que parte del
mineral salía de las inmediaciones
de Teresa, y por tanto se ajustaba a
la donación real, hay testigos que
mencionan extracciones de mineral
fuera de los términos de dicha
donación, lo que suponía una
ilegalidad44.
El caso es que no fue la sentencia
judicial la que frenó la empresa de
minería y fundición de hierro, cuya
puesta en marcha supuso una fuerte
inversión en dinero, tiempo y esfuer­
zo por parte de Diego López de Haro,
sino que fue la mala previsión, unida
a imponderables climatológicos, la
que terminó por arruinar un negocio
cuya actividad parece no haberse
reanudado a lo largo del siglo XVI,
aunque debió servir de pista a em­
presarios mineros posteriores y dio
nombre a la actual barriada de La
Herrería.
4.4. Diego López de Haro empre­
sario pesquero.
La actividad pesquera en la co­
marca del levante almeriense en
época musulmana y a comienzos del
siglo XVI resulta un tema poco cono­
cido por la historiografía. Todo parece
indicar que los nuevos pobladores
cristianos conocían perfectamente la
enorme potencialidad de recursos
pesqueros de las aguas situadas
entre Vera y Almería, pero la alta
peligrosidad de dichas aguas suponía
A. Franco Silva, “El alumbre murciano”, Actas de las I Jornadas sobre minería y tecnología en la Edad Media peninsular,
León, 1996, pp. 101-120. Citando a J. Delumeau, este autor afirma que “en 1513 el Papa León X trató de que los genoveses
intentasen cerrar todos los alumbres españoles para evitar la competencia”. En este contexto, la posibilidad de poner en
explotación el nuevo yacimiento en el río Alías debía verse con muy malos ojos por los agentes genoveses del Papa en España.
Por cierto, en 1513 el factor de los negocios de Diego López de Haro en Almería era el genovés Tadeo de Espíndola, al que se
tomó declaración en el proceso por la destrucción de los alumbres del río Alías. A.G.S., C.R., 93-3.
41 A.Ch.Gr., 1083-12.
42 J. Grima, “La Herrería de Sorbas”, p.14.
43 Según afirma un testigo en 1514, el dicho don Diego Lópes de Haro ha gastado en haser y edificar las dichas herrerías y
en abrir las minas para sacar el fierro para ellas, y haser el edifiçio, porque donde lo fizo era un molino de pan que fue de un
alguasil vasallo del dicho don Diego Lópes, e porque le diese logar que fisiese allí el sitio para la dicha herrería le dio en
equivalencia heredamientos en las huertas de la dicha villa, y más cada año mientra el dicho alguasil biviere quatro mill mrs.
de acostamiento porque cada año tuviese cargo de ver la dicha obra mientre se fazía el dicho edifiçio... Calcula que don Diego
ha gastado en todo el asunto más de 2.000 doblas. A.Ch.Gr., 243-1.
44 Al menos se menciona otra mina de hierro situada entre Sorbas y Lubrín, que queda fuera de los límites de la merced. Así
lo afirman dos testigos:
...lo de la vena, se falló en yrla a buscar con un venaquero viscayno que a la sazón allí vino, y la halló çerca de la
villa de Lubrín, ques entre medias de Lubrín y Sorvas, y le dixo e conçertó con el dicho venaquero que toviese cargo de sacar
la vena. Ha oydo desir que se abre la una de las minas çerca de la villa de Lubrín (...) la otra se abre çerca del Puerto de Onor...
19
20 historia
un fuerte obstáculo para su
explotación. La actividad pirática
apartaba a los cristianos viejos del
mar y las costas, y las prohibiciones
fijadas a la población morisca de
dedicarse a actividades marinas y, a
partir de determinado momento,
incluso de permanecer cerca de las
costas, debieron terminar por arrui­
nar la actividad pesquera. Sin em­
bargo, Diego López de Haro se nos
ha mostrado hasta el momento como
inversor de riesgo, y en este tema
todo parece indicar que volvió a
apostar, aunque con poca fortuna.
En fecha tan tardía como 1600,
un testigo conocedor de la comarca
habla de la enorme riqueza pesquera
de las aguas en torno a la actual villa
de Carboneras, inexistente en ese
momento:
es una parte de la mejor pesquera
que ay en toda la playa desde Los
Almaçarrones hasta Almería, y de
mucho aprovechamiento de muchos
géneros de pescados, que con la
dicha seguridad de la dicha fortaleza
avría grande almadrava de pesquería
donde acudirían mucha gente y arrie­
ros a cargar pescado para muchas
partes (...) las dichas villas se enno­
blecerían y serían pueblos de mucha
vecindad.... 45
En el tiempo de la citada información se negociaba por parte de
Luis Méndez de Haro, descendiente
de nuestro Diego López de Haro, la
construcción de una fortaleza que
asegurara esa zona costera y permi­
tiera su puesta en explotación
económica, casi totalmente abando­
nada. Dicho asunto concluirá con el
inicio de la construcción del actual
castillo en torno al que se desarrolló
la villa de Carboneras, en término
de Sorbas y del señorío de los Mar­
queses de El Carpio.
Sin embargo, este proyecto, que
acabará cuajando aunque no de for­
ma fulminante, no fue el primero en
ese sentido, pues un siglo antes
Diego López de Haro ya lo había
intentado, construyendo la primitiva
torre que mencionamos con anterio­
ridad y tratando de asegurar en sus
inmediaciones una pesquería. La
mayoría de los testigos que se refie­
ren a los restos de dichas edificacio­
nes en 1600 la denominan Torre de
Don Diego, y aunque no estoy del
45
todo seguro de su ubicación exacta,
la sitúan en las inmediaciones de la
desembocadura del Río Alías, es
decir, un tanto alejada de la ubicación
del actual castillo de Carboneras.
En un pleito que se desarrollaba
entre Vera y el señor de Sorbas en
1545, Diego López de Haro II, algu­
nos testigos recuerdan la
construcción en tiempos de su
homónimo abuelo de la primitiva
torre por ocho o diez negros de su
propiedad46. Otros recuerdan la ac­
tividad pesquera en las inmediaciones
de dicha torre, lugar de desembarco
de la pesca que se llevaba a vender
a Sorbas, en contra de las disposi­
ciones del concejo de Vera, que pre­
tendía cobrar la tasa impuesta a la
venta del pescado de origen nazarí
conocida como tigual.
Sin duda, la apuesta de Diego
López de Haro por la actividad pes­
quera podía proporcionar altos bene­
ficios, pero acarreaba el coste de la
defensa del territorio, ya que tenemos
datos de la existencia de un alcaide
y una guarnición permanente en la
primitiva torre de don Diego, que
otros denominan en el mismo pleito
Torre de la Carbonera, a su costa.
Un testimonio de 1514 menciona
a Alonso Pérez como alcaide de la
Torre de la Carbonera, en la que aún
se encuentran los negros de Diego
López de Haro. Tal vez los mismos
que habían participado en la
construcción del edificio y que, tras
ésta, seguían residiendo en su entor­
no a las órdenes del alcaide, ¿dedi­
cada tal vez a la pesca, entre otros
posibles usos, esta mano de obra
esclava?
La aventura pesquera, como la
del hierro, terminó en un fracaso. El
empeño puesto en asegurar el con­
trol de la costa pleiteando con Vera,
en construir la torre defensiva y
mantener su guarnición y en poner
en marcha la pesquería acabó trun­
cado ante la evidencia del dominio
de los mares que ejercían los corsa­
rios berberiscos, y que acabó con
cualquier expectativa de aprovecha­
miento económico de las aguas ma­
rinas y de la franja costera del señorío
de Diego López de Haro. La aventura
pesquera acabó precisamente por­
que, según nos cuentan varios testi­
gos, de çierto tiempo passó por allí
Barbarroja con çiertas galeras e
derribó parte de la dicha torre e la
robó, e de allí acá no a vido más
gente en la dicha torre ni se ha vuelto
a edificar.
5. Conclusión.
Aunque hemos dejado muchas
cosas en el tintero en espera de un
estudio más pormenorizado del
señorío de Sorbas y Lubrín en el siglo
XVI, que algún día espero concluir
después de tantos años de
recopilación documental, creo que
lo expuesto refleja a las claras la
mentalidad empresarial emprende­
dora de Diego López de Haro. Desde
luego no parece uno más de los
nuevos señores jurisdiccionales del
recién conquistado Reino de Granada.
A diferencia del resto, no había reci­
bido una donación real, sino que
había elegido concienzudamente un
territorio que conocía y esperaba
poder rentabilizar, dadas sus
múltiples posibilidades económicas.
Indudablemente, la adquisición de
Sorbas y Lubrín fue una apuesta
basada en información privilegiada
y en unas expectativas que, proba­
blemente, desconocía su pariente el
Condestable.
Algunas actuaciones de Diego
López de Haro parecen típicas de la
mentalidad nobiliaria de la época,
interesada en conseguir derechos
jurisdiccionales sobre territorios y
vasallos que pudieran traducirse en
rentas de forma cómoda. Otras, sin
embargo, tienen más en común con
una mentalidad que podríamos con­
siderar burguesa y emprendedora,
que le lleva a arriesgar fuertes sumas
y a tratar de gestionar de forma
directa, aunque mediante agentes,
sus inversiones de riesgo. De las dos
facetas de este complejo personaje,
que pasó bastantes años de su vida
en la comarca en la que construyó
su señorío, parece que sus herederos
se decantaron por la primera. Las
rentas, vasallos y propiedades de la
casa de Haro crecían en diversos
puntos de la geografía castellana, y
Sorbas y Lubrín acabaron convirtién­
dose en una posesión marginal para
los sucesores de Diego López de Haro.
La puesta en marcha de algunos
negocios en el levante almeriense
A.Ch.Gr. 25-6.
Un vecino morisco de Turre de 73 años afirma en dicho pleito que vio edificar la torre de Don Diego, y que trabajaron en
la edificación ocho o diez negros. Otro añade que Diego López de Haro construyó una torre para defensa e guarda de los
pobladores de la pesquería que allí tuvo el dicho don Diego López de Haro, e para los herbajeros (...) e junto a ella se hizieron
dos pozos, e en la dicha obra truxo e tenía el dicho don Diego López de Haro nueve negros.A.Ch. Gr. 1083-12.
46
historia
por parte de Diego López de Haro
parece muy cercana a la mentalidad
empresarial que en pleno siglo XXI
actúa en ese mismo territorio y
aledaños. Regidores de una villa
costera corruptos que ceden a la
tentación del potentado que les pone
una suma ante la mesa, apropiación
particular de tierras de disfrute
común por todos los vecinos de la
zona para su explotación particular,
prevaricación de las instituciones
concejiles, construcciones ilegales,
actividades económicas que degradan
el medio y pleitos interminables cuyas
sentencias nunca acaban de cumplir­
se. Pudiendo ser buenos titulares
que resuman esta comunicación, que
habla del siglo XVI, algunas personas
que los oyeran fuera de su contexto
podrían pensar que hablamos de
nuestro tiempo. Desde esta perspec­
tiva, Diego López de Haro se nos
presenta como un personaje visiona­
rio tremendamente moderno, o tal
vez es que muchos comportamientos
de ahora son terriblemente antiguos.
Funcionamiento de una fábrica de alumbre
Francisco Hernández Ortiz (Geólogo)
Trabajo de exterior en una fábrica de alumbre
Trabajo de interior en una fábrica de alumbre
A) Montón de material extraído de una mina de
alumbre, dispuesto para su calcinación al aire libre.
Se van alternando sucesivamente, las capas de leña
y de material de la mina.
B) Almacén donde se guarda el material ya calcinado.
CCC) Estanques grandes para lixiviar la mina.
DDD) Noques ó estanques pequeños para descargar
en ellos las aguas aluminosas de los estanques grandes.
E) Canal que conduce las aguas desde su depósito a
los estanques mayores.
F) Canal por donde va la lejía desde los noques al
depósito general ó de reunión de las lejías.
G) Continuación del mismo canal.
H) Deposito general ó de reunión de lejías.
I) Edificio de la fábrica de alumbres.
A) Hornilla alimentada por carbón de tierra, cada una
con su caldera montada.
B) Campana de la chimenea.
CC) Escalones para subir sobre las hornillas.
D) Pared de separación que divide el edifico en dos.
EEE) Noques, ó cristalizatorios de alumbre.
F) Estanque ó depósito de refrescar y clarificar el licor,
antes de pasarlas a los noques de cristalización.
G) Deposito de las aguas-madres.
H) Operario que hace pasar el agua-madre a las
calderas por la canal de madera sostenida por varios
pilares.
I) Tonel en el que se echa a cristalizar el alumbre
después de purificado.
L) Canal por donde va el agua aluminosa desde la
caldera al tonel.
21
22
etnografía
LAS ALMAZARAS DE SORBAS
Almazara de Sorbas - Las Alfarerías
Estimado lector:
Tras haber gozado el privilegio en
fechas recientes de haber inventaria­
do las almazaras y el patrimonio
oleícola de la comarca FilabresAlhamilla en general y del término
municipal de Sorbas en particular,
me encuentro ante la obligación de
traspasarte el conocimiento adquiri­
do, a fin de que nuestro patrimonio
etnológico y arquitectónico sea por
todos conocido, y así por tanto pueda
ser protegido y respetado.
En multitud de ocasiones, cuando
hablamos de “patrimonio arquitectónico” parece que únicamente
hiciésemos alusión a los grandes
monumentos, a las iglesias o cate­
drales, a las torres o mezquitas, a
los circos o anfiteatros de la antigua
Roma o a las obras militares que nos
dejaran cristianos y árabes a su paso
por el territorio a través del tiempo
y sus guerras. Con esta actitud con­
seguimos ignorar en la mayoría de
las ocasiones, esas otras obras civiles
que forman parte de la historia de
la sociedad humana reciente, que
las edificó y las utilizó, y que sin
embargo son tan fundamentales para
entender la historia en general como
las de mayor rango, más allá de los
monumentos conmemorativos, reli­
giosos o militares.
¿Qué es una almazara?
Del árabe “masra” (almazara) y
del romano “amurca” (pasta amarga
procedente de la molienda)
En épocas recientes, muy recien­
tes en que la era del consumo y la
globalización aún no habían llegado,
la actividad rural sorbeña se basaba
en la supervivencia y la autosuficien­
cia; no conocedora aún del cómodo
pero frágil concepto de “sociedad del
bienestar”, la sociedad en que se
desenvolvían nuestros padres y abue­
los era una sociedad encaminada
fundamentalmente a sobrevivir. Para
hacerlo, la base de la economía era
el campo, y las cosechas que de él
se pudiesen obtener, a muy duras
penas, en la mayoría de ocasiones.
En este sentido, el olivo jugó un
papel fundamental, que aún hoy lo
sigue desarrollando aunque de una
manera más industrializada; al ser
el Olivo (Olea europaea) una planta
netamente mediterránea, provenien­
te de su estado silvestre que se
conoce como Acebuche (Olea euro­
paea var. sylvestris), el mismo juega
un papel fundamental en esta eco­
nomía, pues su fruto que es la oliva
o aceituna, no sólo puede utilizarse
como alimento de por sí, sino que
una vez estrujado o exprimido opor­
tunamente, proporciona un elemento
esencial tanto para la alimentación
como para otros muchos fines, desde
curativos en forma de ungüentos y
emplastos, hasta cotidianos como la
elaboración de jabones y otros ele­
mentos del hogar.
Estas propiedades plásticas del
aceite de oliva las descubrieron hace
ya muchos siglos los habitantes de
Jesús M. Contreras
INDALODEOZ TOURS ALMERIA
indalodeoz@indalodeoz.com
las comarcas mediterráneas, al igual
que otros pueblos en otras latitudes
utilizaran otros tipos de elementos
grasos, animales o vegetales, para
los mismos fines; como por ejemplo
la grasa de ballena, la manteca de
cerdo u otros.
Pero el reto era difícil, pues para
extraer de una forma provechosa el
preciado líquido había que pasar por
prensar los frutos (aceitunas) rom­
piendo así el duro hueso interior que
conforma su semilla; y aquí es don­
de nace el concepto de la “alma­
zara”, que no es sino un lugar dedi­
cado a la colección y prensado de
las aceitunas del olivo, para obtener
el preciado aceite por un lado y otros
subproductos por otro (entiéndanse
alpechines y orujos, actualmente
conocidos como alperujo, que es un
subproducto único).
Desde el origen de los tiempos
en que el prensado de las aceitunas
se entendió como un recurso de
elaboración de los productos agrícolas
que daba la tierra, el mismo fue
evolucionando desde sus formas más
primitivas, que consistían en una
piedra cónica que giraba alrededor
de un eje arrastrada por la fuerza
de un hombre, a fin de extraer la
máxima cantidad de oleoso jugo;
posteriormente la piedra evolucionó
hacia la prensa, y la fuerza humana
fue sustituida por la fuerza animal
primero y mecánica después, antes
de la piedra incluso, se utilizó la
madera como recurso de prensado.
Ahora, pasado el tiempo, ya en
los siglos XIX y XX de cuya época
son los vestigios de los que les vamos
a hablar de manera no ordenada, la
labor de almazarero ha sido una
profesión especializada que requirió
de avanzados conocimientos espe­
cíficos a fin de que el preciado líquido
fuese obtenido de la forma más pro­
vechosa posible y con calidad, tanto
para el productor/agricultor como
para el profesional almazarero. En
este contexto las almazaras disemi­
nadas por nuestra comarca son edi­
ficios cerrados, que albergan diversas
instalaciones auxiliares (corrales,
trojes, pozos, balsas...) orientadas
todas al mismo fin económico/productivo, y en cuyo interior
yacen los restos de las diversas eta­
pas de modernización que han ido
sufriendo desde su construcción hasta
su cierre, si bien alguna de estas
almazaras (Gafarillos) continúan en
funcionamiento.
Por doquier podemos encontrar
etnografía
restos de piedras de molienda, dise­
minadas y abandonadas por el campo
o reutilizadas para otros fines (deco­
rativos o constructivos), mientras los
edificios que las albergaron, yacen
muchos de ellos, silenciosos y expec­
tantes..., observando el paso del
tiempo y la evolución de las socieda­
des, así como la evolución en los
métodos de molturación de las olivas.
El cultivo del Olivo
Cabe destacar que para la comar­
ca de Sorbas el cultivo del olivo ha
gozado desde siempre de una parti­
cularidad característica de la zona y
es que la complicada orografía
montañosa del terreno, desde los
abruptos arrecifes de Cariatiz hasta
las suaves lomas de Gafarillos ha
configurado la explotación del Olivo
en lo que se conoce como “cañadas”
o coloquialmente hablando
“cañás”, que basan dicha
explotación o cultivo en la utilización
de las vertientes de ladera, que re­
cogen hasta la más mínima agua
caída de cualquier lluvia (el mismo
principio que los aljibes); para ello,
un complejo sistema de balates,
empedrados o ribazos eran elemen­
tos asociados a dicho cultivo para
evitar que las grandes avenidas de
agua descarnaran la tierra y desarrai­
gasen las plantas, arruinando así la
explotación. Téngase en cuenta la
climatología de la zona (entre Sierra
Alhamilla y Sierra de Filabres), que
lo mismo nos proporciona largas
épocas de sequía como igualmente
nos trae intensas y devastadoras
lluvias torrenciales. Este sistema de
balates y aterrazamientos nos viene
heredado de muy antiguo, de los
pobladores bereberes que habitaran
estas tierras antes de la colonización
cristiana, y que posteriormente ha
sido mantenido y mejorado hasta
fechas recientes por sus moradores,
hasta que el abandono del campo
(éxodo rural) se convirtió en una
terrible realidad en los años 60-70
y posteriores.
Respecto a las variedades de oliva
o aceituna más frecuentemente cul­
tivadas en la comarca, hemos tenido
noticia de las conocidas como Picual,
Manzanilla y Caera, y otras en pobla­
ciones cercanas, pero que obviare­
mos por no ser objeto de la presente
exposición.
Las almazaras de Sorbas
No podemos entender la historia
de las almazaras, así como la de los
molinos de molienda y otros elemen­
tos de la primera industrialización
rural, sin tener en cuenta que fueron
elementos funcionales que servían
de utilidad para toda una comarca,
y que por tanto generaban economía,
tras una compleja y arriesgada
inversión económica por parte del
emprendedor o familia emprendedo­
ra; por ello, igualmente estas insta­
laciones eran centros neurálgicos
para el trasiego de personas y
núcleos de actividad social y de ne­
gocios.
Cada pueblo de nuestra comarca
tuvo su almazara en el peor de los
casos, y hasta tres o cuatro en el
caso de pueblos donde el cultivo del
olivo era más concurrente, o donde
por otros motivos se dieron cita una
serie de circunstancias para ello;
como por ejemplo la dispersión de
la población en numerosos núcleos,
tales como aldeas, cortijos y cortija­
das; sea por ejemplo el caso de
Sorbas, que en conjunción con la
gran extensión de territorio que ocu­
pa provocaron que cada núcleo hu­
mano optara por generar sus propios
recursos de elaboración, erigiéndose
así numerosas almazaras a lo largo
y ancho de su territorio, de cuya
presencia tenemos testimonio de al
menos nueve de ellas, que o bien
continúan en funcionamiento,
como la de Gafarillos, o de ellas
quedan aún restos de la más variada
consideración; desde unas meras
ruinas hasta almazaras que nos
muestran perfectamente su maqui­
naria pesada abandonada, sin haber
querido en esta exposición entrar en
detalles cronológicos, sino de inven­
tario de muestreo en general.
Al ser el olivo y su cultivo un
asunto delicado del que dependía en
buena medida la prosperidad de la
familia (hablamos del Sorbas de me­
diados del Siglo XIX hasta bien en­
trado el XX); la labor de almazareo
o prensado y estrujado de la aceituna
era un asunto muy serio, que generó
toda una cultura adyacente, cuya
impronta está hoy sólo grabada en
la memoria de nuestros más mayo­
res; dichos populares, refranes, can­
ciones y bailes, gastronomía, usos y
costumbres, herramientas agrícolas
y neoindustriales en desuso; y en
general, toda una forma de vida que
marcó profundamente a esta comar­
ca, a sus gentes y sus aldeas, junto
con el cultivo de los cereales y los
huertos, así como la cultura que
rodeó la obtención, distribución y
uso de ese bien tan preciado y nece­
sario como es el agua; asunto éste
que configuró igualmente una serie
redes y elementos como acequias,
pozos, aljibes, estanques, norias,
balsas y minas, sin cuya utilización
(la cultura del agua) no hubiera
sido posible la prosperidad de los
cultivos oleícolas en la zona desde
tiempos inmemoriales, ni en la época
que nos atañe, de cuyos vestigios
pasamos a hablarle.
La Almazara de Peñas Negras
Una de las almazaras que aún
permanecen en pie en la comarca
sorbeña es la de la Barriada de
Peñas Negras, en desuso y conver­
tida hoy en almacén por su propie­
tario actual, pero que aún conserva
en su interior multitud de elementos
(escaleras de palo, prensa manual,
rulos de transporte...); aunque la
parte más nueva de la instalación
está restaurada, pues estuvo en fun­
cionamiento hasta fechas recientes,
esta almazara aún conserva en esta­
do original las que fueran sus insta­
laciones anexas, y que sirvieran en
su día para recepción de caballerías
y almacenamiento del fruto, en ele­
mentos unitarios e individuales co­
nocidos como “trojes”, “atrojes” o
“atroces”, vocablo este último adap­
tado a la forma de hablar coloquial
de la comarca; así como también
dispuso de balsa de turbios, en la
que se arrojaba el alpechín sobrante
de la decantación; el orujo o sipia
resultante de la molturación se deja­
ba secar y era reutilizado posterior­
mente para la alimentación del ga­
nado, como combustible u otros fines,
según el caso.
Esta almazara tiene más de cien
años y cerró sus puertas hacia 1973.
Primeramente estuvo dotada de una
prensa manual (de las llamadas de
“tirones”, por la forma en la que
sobre ellas se operaba) y luego fue
movida por un motor de gasoil; la
molienda, antes de disponer de una
prensa hidráulica, fue llevada a cabo
por animales, prensas éstas conoci­
das como “prensas de sangre”.
La barriada de Peñas Negras
fue durante largo tiempo, paso obli­
gado para entrar a la comarca
sorbeña desde el sudeste; de los
innumerables conocimientos que
amablemente nos brindó su actual
propietario, cabe destacar el de la
elaboración de las escaleras utiliza­
das para el laboreo en el olivar, que
Escalera de pintones, Peñas Negras
23
24
etnografía
los experimentados olivareros de los
llanos y colinas de Jaén.
Artesanía del esparto asociada al olivo
se construían en esta zona con palos
de agave (alzabaras, alzabarones,
pitas, pitones o pitacos), planta ésta
abundante en nuestras tierras, y
que si bien hoy la planta sólo forma
parte de la configuración de un pai­
saje típico, en su día fue ésta un
apreciado elemento constructivo,
relativamente resistente pero de
muy bajo coste, utilizado en cons­
trucciones menores y otros elemen­
tos asociados; igualmente sus sucu­
lentas hojas eran dadas de comer
al ganado caprino y ovino, abundan­
tes ambos en la zona; debido a que
la madera del agave es poco resis­
tente, según los anclajes de los
peldaños (palos de olivo o almendro)
de estas escaleras de vareo de acei­
tuna se iban desgastando, los mis­
mos eran reforzados con trenzas de
alambre por lo que la figura de la
escala de pita con alambres es algo
aún usual de encontrar en los viejos
cortijos y en uso, algunas de las
veces en el campo.
Nos encontramos en un límite
Almazara de Sorbas, Las Alfarerías
geográfico y cultural donde el fruto
del olivo se conoce como “oliva” si
nos movemos hacia oriente y “acei­
tuna” si nos movemos hacia ponien­
te; aquí los jornaleros eran los mis­
mos propietarios, y la almazara abría
sus puertas entre los meses de no­
viembre y marzo, pero únicamente
para los años en que había suficiente
cosecha para ello, viniendo a molturar
hasta aquí gentes, incluso, de las
lejanas Alpujarras (curiosamente hoy
sucede en modo inverso). Aunque
nuestra comarca ha sido abundante
en expertos artesanos del esparto,
los elementos conocidos como seras,
cestos o capachos, primero fabri­
cados en esparto y posteriormente
en guita de plástico, eran traídos (en
la primera etapa) normalmente desde
la vecina provincia de Jaén, y espe­
cialmente desde la localidad de Jódar,
cuyos artesanos bien conocían el
difícil arte del trenzado circular de
este elemento, lo cual parece ser
que no era labor fácil ni asequible a
cualquier espartero, excepto para
La Almazara de Sorbas (barrio
de Alfarerías)
Situada en el conocido como ba­
rrio de Alfarerías, que desciende
hasta el paraje del Afa, el cual da
nombre a esta revista, se erigió otra
almazara; la única enclavada en un
casco urbano de relevancia en el
entorno de esta comarca. Esta
instalación ha sido recientemente
restaurada y puesta en valor por
sus actuales propietarios, a modo
de Restaurante, en el que no sólo
se respeta y ensalza la tradición
gastronómica de Sorbas, sino que
se ha convertido también en un es­
merado y detallado Museo Familiar
de la que fuese nuestra muy arrai­
gada actividad almazarero/oleícola
en un pasado reciente; la maquinaria
está perfectamente integrada en la
decoración de la estancia y desde su
techumbre original constituida por
vigas de madera hasta los elementos
de molturación y prensado, todo está
perfectamente recuperado y adecen­
tado; en la pesada prensa de hierro
reza aún la inscripción de su fabri­
cante “J. Chico – Sevilla”.
Esta almazara funcionó hasta hace
pocos años, y debido a su circuns­
tancia de estar actualmente expuesta
al público, entendemos más opor­
tuno invitar al lector a una visita
a la misma, donde será perfecta­
mente informado de cualquier
detalle al respecto.
La Almazara de Cariatiz
Cariatiz es una pedanía sorbeña
que debe su nombre (Andrés Pérez
et al, 2008) a la pasada época islá­
mica (la Alquería de Iz); cercana a
Sorbas, a caballo entre la belleza de
un arrecife fósil que la bordea al
Norte y las explotaciones de yesos
que lo rondan al Sur, esta barriada,
Almazara de Sorbas, Las Alfarerías
etnografía
Almazara de Cariatiz, Los Martínez
compuesta por multitud de cor­
tijos y cortijadas tuvo también
su almazara, que aún hoy conserva,
aunque sus puertas están cerradas,
la delata unos rulos en la entrada y
que según se nos cuenta (A. Pérez)
es una de las más grandes de cuantas
ha habido en la zona en los últimos
tiempos. Esta almazara pertenecía
al Cortijo de los Yepes, cuando era
propiedad de la familia Soler de Cue­
vas, anteriormente fue propiedad de
Doña María Llorente. Esta almazara
molía la oliva de la fonca de Los
Yepes y de los demás agricultores
de la zona. Si bien fue renovada por
los actuales propietarios, dejó de
funcionar en la década de los 90. A
pesar de la parcial modernización
reciente, conserva todas las depen­
dencias y útiles antiguos, así como
las dependencias anexa, patios de
“atroces”, balsa etc. Como dato cu­
rioso en su fachada conserva una
pequeña hornacina donde con toda
seguridad se colocaba un santo ¿qui­
zás San Gonzalo de Amaranto?
Almazara de Góchar
sabido mantenerse en su esencia a
lo largo del tiempo... y que incluso
después de cerradas sus puertas aún
huele a hermosamente rancia, rebo­
sante de cultura popular por los cua­
tro costados. Tras doblar unas calle­
jas, mi guía (A. Pérez) me llevó hasta
un portalón amplio, sobre el que se
derramaba una vieja parra que daba
sombra al que fuera patio de caba­
llerías, en que arribaran en otros
tiempos mulos, asnos, carros y ca­
rretas cargados de negro fruto oleoso
a moler. Esta almazara fue construida
por el abuelo de una vecina que aún
vive en esta solitaria pedanía, y su
fin fue el de evitar tener que trans­
portar las cargas hasta las por en­
tonces más cercanas instalaciones
de prensa en Sorbas y Larache.
Una fachada típica, encalada en
blanco, con gruesas rejas negras en
las ventanas y una puerta enorme
en madera vieja, dan paso a la es­
tancia en la que dos viejos rulos de
La Almazara de Los Castaños
La almazara de Los Castaños se
encontraba junto a la Venta de Abajo,
ocupando los bajos de la casa señorial
de Don Carlos, antiguo propietario
del edificio. Esta Almazara era de
tracción animal y se cerró entorno
al año 50 del pasado siglo. En la
actualidad se encuentra desmantela­
da, no he podido comprobar si en el
edificio se conservan algunos restos.
La Almazara de Góchar
Góchar es otra pedanía de Sorbas,
y que posee una de las almazaras
más bonitas y mejor conservadas de
cuantas hemos tenido ocasión de
visitar mientras durara el inventario
de patrimonio oleícola en toda la
comarca de Filabres y Alhamilla.
Con más de cien años en pie, de
los cuales lleva ya treinta y cinco de
ellos fuera de uso, la de Góchar es
una almazara muy antigua, que ha
Almazara de Góchar
piedra duermen enfrentados sobre
un clásico empiedro, pero sin mulo
que los arrastre ya en su eterno y
cansino girar; esta almazara nunca
se modernizó en su sistema de
molturación y siguió la antigua usan­
za mientras la misma estuvo en fun­
cionamiento. Viejos utensilios ador­
nan sus paredes y una escalera de
pita de las descritas anteriormente,
descansa colgada de unos cáncamos,
perfectamente dispuesta a poder ser
utilizada en cualquier momento.
Una chimenea en un rincón, donde
los niños hacían su deleite mojando
las “torrijas” (pan tostado) en el aceite
recién hecho por el almazarero... y
una prensa antigua de las “de tirones”
con matrícula T. AZNAR E HIJOS –
SUCESOR – ALICANTE, completan la
estancia, dando a la misma un aire
que nos invita a pensar que en cualquier
momento se pondrá todo el engranaje
a funcionar y a destilar nuevamente
el dorado y preciado líquido.
25
26
etnografía
Inscripciones en la Almazara de Los
Molinos del Río Aguas
En la planta superior, cuyos suelos
de madera crujen temerosamente a
nuestro paso, podemos observar
alguna artesa, orzas de barro, arne­
ses para las caballerías, serones y
albardas, alcuzas de aluminio, cestos
de mimbre, garrafas de cristal y otros
tantísimos elementos etnológicos
que yacen en el interior del edificio
tal y como fueron abandonados por
sus últimos ocupantes.
Actualmente la edificación ha sido
apuntalada en su interior, pues corre
grave peligro de derrumbamiento...
una auténtica pena el perder en breve
una parte más de nuestro patrimonio.
La Almazara del Río Aguas
Aunque actualmente es un edificio
en ruinas, debido al paso del tiempo
y a su construcción precaria, esta
almazara sita en la pedanía del Río
Aguas nos ofrece no obstante un
rico legado y una interpretación de
la historia, dignos de mención; así...
en sus paredes medio caídas aún
podemos ver las marcas de maquila
incisas en los yesones... estas marcas
las hacían los almazareros o sus
empleados para recordar y dar a
conocer los valores de la “maquila”,
que podríamos decir que era la uni­
dad en la que se basaba la prestación
del almazarero a cambio de sus ser­
vicios, y que variaba según la alma­
zara y según el año de producción.
Sus techumbres de caña no han
aguantado bien el paso de los años,
y el edificio en sí se nos aparenta
tosco y vulgar; no obstante una cor­
nisa relicta en una de sus paredes
exteriores nos habla de un pasado
no tan estoico como aparenta. En su
interior podemos aún deleitarnos en
la solera del que fuera el empiedro
de molienda, y la lectura de su es­
tructura nos habla de dónde estuvie­
ron enclavados los diversos elemen­
tos funcionales de este singular
edificio, a caballo entre lo artesano
y lo industrial... en el que diversos
orificios basales nos indican dónde
Almazara de Los Molinos del Río Aguas
se ubicaba la cantarera de la que
bebieran agua sus trabajadores y
visitantes, o dónde era vertido el
líquido elemento una vez prensada
la pasta de la molienda; igualmente
acompaña a la vieja instalación una
cuadra que conserva los férreos ar­
gollones donde eran amarradas las
bestias de tiro durante su descanso.
Si bien su procedencia es incierta
y posiblemente antigua, los restos
del banco donde se ubicara un mo­
derno motor de gasoil, nos hablan
de una modernización de la misma,
por lo que podemos entender que
no fue poco tiempo el que estuvo
funcionando esta almazara del Río
Aguas, aunque hay quien nos cuen­
ta que realmente estuvo funcionan­
do durante pocos años; las mismas
fuentes (A. Pérez, 2008) nos infor­
man que los elementos funcionales
de esta almazara (empiedro) fueron
traídos en segunda instancia proce­
Almazara de La Herrería
dentes de otras almazaras más vie­
jas que ya habían cerrado sus puer­
tas... cabe resaltar que este merca­
deo de despieces de “segunda
mano” fue algo muy usual en esta
era de inicio de la España preindus­
trializada.
La Almazara de la Herrería
La Herrería es otra pedanía de
Sorbas, posiblemente la más alejada
de la cabeza de partido de este in­
menso término municipal; según se
nos informa debe su nombre a una
vieja fundición de hierro que hubo
en el lugar en tiempos pasados (Mar­
qués del Carpio), y cuyo funciona­
miento dio posiblemente origen al
actual núcleo de población; a más
inri se nos contó que muy posible­
mente, la que fuese la almazara de
La Herrería esté construida sobre
los restos de aquella vieja fábrica de
fundición (F. Martínez Botella, 2008).
etnografía
tres piezas y de un grosor excepcional
junto a la recia prensa cordobesa
que espera algún día ser despertada
del “sueño de los justos”.
En una primera etapa, la maqui­
naria fue movida por un motor de
gasoil y posteriormente lo hizo uno
eléctrico; la instalación abría sus
puertas de diciembre a enero, en
que se trabajaba a turnos de 74
horas seguidas sin parar; los ope­
rarios tomaban café con bicarbo­
nato para no dormirse (algo así
como los inicios de los actuales re­
frescos de cola).
Se nos cuenta que los largos días
y noches de almazareo eran de un
fluir continuo de personas y bestias,
con fiestas y cantes incluidos, y que
como anécdota; incluso la patrulla
de la guardia civil de por aquel en­
tonces hacían allí su “paradilla noc­
turna de descanso”.
Almazara de La Herrería
Este edificio en sí es una obra de
arte, y quizás la complicada lectura
de su pasado no nos permita llegar
a entenderlo en su total complejidad,
sin un estudio más detallado; no
obstante, cabe anotar que es ésta
la única almazara de la comarca
dotada de un molino de agua de
cubo (de cáncamo o de cárcavo), del
cual se desconoce si en algún mo­
mento pudo formar parte el mismo
en el proceso productivo almazarero,
o tuvo más bien que ver con un
anterior uso que se diera al edificio.
Amén de su mal conservada sala de
trojes, esta almazara mantiene en
su interior diversos elementos como
batidora, rulos de prensa, motor
(marca MATACAS), vieja prensa
(FUNDICIONES ALBA SA – CORDO­
BA), seretas, poleas y un largo et­
Almazara de Larache
cétera de elementos dispersados por
su interior.
Dicho interior está dividido en
varias salas, entre las que destaca
la grandeza de dos inmensos arcos
que separan una de las mismas (la
de la prensa) del resto del edificio.
La Almazara de Larache
Esta almazara sita a orillas de la
carretera y a la entrada de Sorbas,
según se llega desde la vecina Taber­
nas. Está enclavada en un paraje
que porta el mismo nombre: Lara­
che; si bien el edificio mantiene sus
puertas cerradas, las instalaciones
están en perfecto estado de
utilización y puesta en marcha, en
cualquier momento. La misma lleva
en pie unos ochenta años y fue cons­
truida por el padre del actual propie­
tario, cuyo fin era que su hijo pudiera
heredarla al alcanzar la mayoría de
edad a los veintiún años, pero la
entrada en vigor de las nuevas nor­
mativas sanitarias hizo desaconseja­
ble el futuro rentable para la
modernización de las instalaciones,
actualmente en pie y en buen estado
de conservación, pero en desuso.
Dicen de esta almazara que téc­
nicamente hablando, es la mejor
construida de toda la comarca, pues
su propietario y constructor fue la
persona que se dedicó a montar
durante largo tiempo otras almaza­
ras, y por lo cual dedicó a la suya
propia el mayor de los esmeros sin
escatimar un céntimo, reduciendo el
espacio al mínimo para maximizar
los rendimientos operativos; así nos
encontramos en su interior con un
espacio reducido en el que reposa
una inmensa solera de granito en
La Almazara del Puntal
Hasta que me dijeron lo contrario,
yo siempre pensé que El Puntal era
una barriada de Lubrín; ahora ya sé
que El Puntal es una pedanía también
sorbeña.
En un bello entorno a media la­
dera, en la zona más oriental de los
Filabres se ubica la pedanía de El
Puntal, y aquí nos situamos para
hablarle de otra de las almazaras de
la comarca de Sorbas. Tan sólo al
mirar por una de sus ventanas rotas,
después de treinta años fuera de
uso, nos percataremos de que ese
viejo edificio aún en pie fue en un
día una alamazara; la fachada se
delata a sí misma en lo que fuera
entonces una reconstrucción que
sobredimensionara la altura de sus
techos, posiblemente con la finalidad
de modernizar la instalación. Desde
la dicha ventana rota se observa un
viejo y sucio motor de gasoil que
hace ya años dio sus últimos soplidos
de fuerza, junto con algunos otros
elementos de almazareo y muchos
enseres que han convertido el local
en un trastero, aunque permítaseme
el decirlo, un trastero digno de
ser musealizado junto con las dos
enormes piedras de moler que aún
alberga.
Un pozo acompaña al viejo edificio
y una preciosa techumbre de teja
vieja cocida, con principios de hun­
dimiento, recubren toda la unidad
arquitectónica que nos habla sin lugar
a dudas de la importancia del olivo
y su cultivo, también en esta zona
más septentrional de la comarca.
La Almazara de Gafarillos
Muy pocas gentes saben que la
comarca y término municipal de Sor­
bas llegan hasta la misma orilla del
Parque Natural de Cabo de GataNíjar.
27
28
etnografía
billete de mil pesetas, mis hijos no
hubieran cenado esta noche, pero
con la tina de aceite sí que lo harán...
y siguió avanzando calle alante, ti­
rando del ronzal de su burra.”
Adivinanza: “Cien hermanas entraron
en un agujero, todas hembras entra­
ron y todas machos salieron” (Solución
al final del artículo).
De los malos usos del oficio por
parte de algunos: (hubo mala fama de
ciertos profesionales que cometían usura)
Almazara de El Puntal
Allí, en la barriada de Gafari­
llos, tan plena de identidad, nos
encontramos con la última almazara
sorbeña que pudimos descubrir du­
rante el tiempo que duró este estudio.
Actualmente en uso, la nueva
instalación nos permite contemplar
su pasado reflejado en los diversos
elementos que su propietario aún
conserva como reliquias, tales como
viejas tinajas de latón o el viejo y
sofisticado motor de gasoil, fabricado
en la Almería del pasado siglo, en
los extintos Talleres Oliveros (cu­
rioso apellido, por cierto, para fabri­
cantes de maquinaria oleícola). La
actual nave se conserva perfecta­
mente y está totalmente moderniza­
da y actualizada, si bien guarda su
esencia de almazara vieja, con
sólidas vigas de madera en la te­
chumbre, entre otros elementos.
Su actual propietario, si bien ha
sabido actualizarse oportunamente
podemos decir que en la actualidad
es la única almazara de Sorbas
que está en funcionamiento y
con una adecuada proyección de
futuro.
Cultura Popular Oleícola
Existe todo un universo anecdótico
apegado al olivo y al olivar, a la
almazara y al aceite de la oliva, pues
durante años fueron estos elementos
el núcleo del sistema económico de
la zona, en una economía unas veces
de subsistencia y otras, de autosufi­
ciencia.
Nuestros mayores recordaron pa­
ra nosotros algunos chascarrillos
populares que paso a citarles, y que
cada cual los interprete gustosa
y justamente a su manera:
Del valor del aceite frente al dinero:
“Cuentan de un hombre que un día
fue al mercado de Sorbas, donde
compró sin discutir el precio una tina
de aceite, por la que le pidieron el
abusivo precio de mil pesetas... A la
vuelta de una esquina le asaltó un
curioso preguntándole “cómo había
pagado esa cantidad sin discutir” por
algo que no valía ni la mitad de lo
cobrado; a lo que el hombre le
contestó raudo: con el papel del
“Un almazarero viejo en su lecho de
muerte, antes de morir confesaba a
su hijo: Hijo mío, he de confesarte
un gran secreto de nuestra
profesión... ese secreto no lo debes
decir más que a tus hijos cuando
vayas a morir... y es que CON LA
ACEITUNA TAMBIEN SE PUEDE HACER
ACEITE.”
Más acerca de la usura de algunos
profesionales de la época: (dicho
popular) “Junta a cien molineros,
cien almazareros y cien sastres... y
tendrás a los cuarenta ladrones”.
Adivinanza: “Verde fue mi nacimien­
to, y luego de luto vestí. Las ruedas
me atormentaron y oro fino me vol­
ví”. (Solución al final del artículo).
Chascarrillo popular: (en alusión a las
cosechas tempranas y su falta de rendi­
miento) “El que coge la aceituna
antes de enero, se deja el aceite en
el madero”.
Coplilla popular (flor) al santo
pagano de Cariatiz, San Gonzalo de
Amaranto: “San Gonzalo de Amaran­
to, flor de la uva, haz que baje el
aceite y el vino suba”.
Coplilla popular: “La aceituna en
el olivo, si no se coge se pasa; lo
mismo te ocurre a ti, mozuela si no
te casas”.
Y así, tantas de tantas...
Tampoco podemos obviar en el
presente artículo la presencia de
maravillosos olivares centenarios en
Sorbas, como el conocido por Olivar
de la Hoya de Góchar, cuyos pies
antiquísimos estaban ya documenta­
dos en el Libro de Apeo y Reparti­
miento de Sorbas, provenientes de
cultivo en la gloriosa y pasada época
morisca, o la presencia de toda una
cultura popular ante la recolección,
en que se confeccionaban mantas
con los trapos viejos, para colectar
el fruto, si bien en épocas de abun­
dancia incluso se utilizaban las me­
jores prendas de los ajuares, en
definitiva TODA UNA CULTURA DE­
TRÁS DE NUESTRO PATRIMONIO
OLEICOLA.
Almazara de Gafarillos
Almazara de Gafarillos
etnografía
Almazara de Gafarillos
Nota del Autor
El final de las almazaras tradicio­
nales en nuestra comarca llegó de
manos de la modernización, exigien­
do unos niveles de tecnología y sa­
nitarios que no fueron asequibles
para la inmensa mayoría de almaza­
reros que tenían sus negocios como
meros medios de subsistencia y true­
que, muy lejos del actual concepto
de empresa, rendimiento y beneficio.
La mayoría de los que funcionaban
allá por la segunda mitad del pasado
siglo, optaron finalmente por cerrar
sus puertas, condenando así el actual
sistema económico y social, a nuestra
tradición y cultura a la ignominia y
el olvido, al tétrico abandono del
campo en lo que se llamó Éxodo
Rural, y que esperamos que en bre­
ves fechas y debido a las actuales
Olivo del olivar de la hoya de Góchar
circunstancias sociales se reconvierta
en un movimiento inverso de la ciu­
dad al campo, el Éxodo Urbano, en
que nuestros pueblos y aldeas vuel­
van a brillar con el esplendor con
que lo hicieron en épocas pasadas,
no tan lejanas como algunos creen.
Desaconsejamos en todo momento
la visita al interior de los elementos
arquitéctonicos citados, por conside­
rar dichas visitas de extrema peligro­
sidad, ya que muchos de los edificios
aquí referenciados presentan en la
actualidad avanzado estado de ruina
o semirruina.
Agradecimientos
En el presente artículo se han ob­
viado nombres y apellidos de per­
sonas afectadas, pues considera­
mos que al ser una época tan reciente
para nosotros, podríamos caer en
agravio u ofender involuntariamente
a cualquiera de ellos.
No obstante, son multitud las
personas las que me brindaron su
conocimiento, disponibilidad y hospi­
talidad a la hora de realizar el trabajo
de campo en que se basa el presente
artículo y paralelo inventario de pa­
trimonio oleícola de la comarca de
Filabres-Alhamilla, y a ellas/ellos sí
que los deseo nombrar, pues son
esas maravillosas gentes de nuestros
pueblos y aldeas los verdaderos au­
tores, protagonistas y artífices de
este resumen de patrimonio oleíco­
la de Sorbas, y lo que el mismo
representa a nivel social e histórico.
Mi agradecimiento por tanto a,
entre otros que queden por olvido
en el tintero:
Alfarería Juan Simón-Sorbas; Ma­
nuel Martínez Gil-Olula de Castro;
W. Sader-Almería; Francisco Martínez
Botella-Albanchez; Baltasar Pérez
Iniesta-El Arache de Sorbas; Ana
María Pichon & Jessica Rippin-El Mar­
chal de Lubrín; Javier Martínez y
familia-Olula de Castro; Juana More­
no y otros-Rambla Honda de Lubrín;
Cecilia Martínez Mesas-Olula de Cas­
tro; José Marín Ortega-Lucainena de
las Torres; Agustín “el Chispas”-El
Puntal de Sorbas; Mercedes López
Juárez y familia-Turrillas; Jose Anto­
nio Rodríguez Ubeda y otros-Senés;
Rafael Alonso Aguilera-Tabernas;
Antonio Gázquez Expósito-Tabernas;
Antonio Díaz Rituerto-Gérgal; José
Giménez González-Tabernas; Ramón
Lázaro Cortés-Polopos; Juan José
Molina González-Gafarillos de Sorbas;
Rafael García Ramos-Lubrín; Juan
Morales Guerrero-Alcudia de Monte­
agud; Luis Jiménez Alías-Alcudia de
Monteagud; Ana Morales GuerreroAlcudia de Monteagud; Ana Reyes
Paula Rueda-Tahal; Luis Rueda Losi­
lla-Tahal; Juan Francisco Martínez
Carreño-Gérgal; Juana CarreñoGérgal; Melchor Idáñez Llorente y
familia-Peñas Negras de Sorbas.
Igualmente al Grupo de Desarrollo
Rural GDR Filabres-Alhamilla (Al­
mería) y al GDR Sierra Mágina
(Jaén).
Y mi muy especial agradecimiento
a mis amigos y guías por el territorio
Andrés Pérez Pérez (Cariatiz de
Sorbas) y a Jesús Díaz Gómez
(Velefique) por su asistencia y apoyo
constantes mientras duró el trabajo.
Solución adivinanzas:
(1) Las Aceitunas (femenino) al entrar en la
almazara, se convierten en Aceite (masculino).
(2) La Aceituna.
Bibliografía consultada
- Arboles y arbustos de la Península
Ibérica e Islas Baleares. Tomo II. G.
López González. Ed Mundiprensa.
- El Olivo. R. Loussert & G. Brousse.
Ed Mundiprensa.
- Diccionario Arabe marroquí-Español.
Francisco Moscoso García. Fundación
de Estudios Arabes Ibn-Tufayl.
- El viento y el agua en la construcción
de un paisaje cultural. Varios autores.
Junta de Andalucía.
- Almería, Territorio y Cultura. Juan
Salvador & Juan A. Muñoz. Instituto
de Estudios Almerienses.
- Almería andalusí y su territorio.
Jorge Lirola Delgado. Fundación de
Estudios Arabes Ibn-Tufayl.
29
30
etnografía
LA MATANZA DEL CERDO.
UNA COSTUMBRE Y UN OFICIO
CASI DESAPARECIDOS
No cabe duda que el tiempo va
pasando día a día y en su camino va
dejando atrás algunas cosas que no
llegan a desaparecer del todo porque
los recuerdos lo impiden, al igual
que va creando otras nuevas que
con el paso de los años resultaran
igualmente obsoletas. No podemos
negar ya entrado este dos mil (nues­
tros antepasados se echarían las
manos a la cabeza) que muchos
avances y las nuevas tecnologías nos
hacen la vida mucho más cómoda y
mucho más fácil; por ello viejos usos,
maneras y formas de hacer las cosas
han cambiado e incluso algunas han
desaparecido. No podemos ni quere­
mos olvidar aquellos oficios, trabajos
y faenas que tanto nuestros abuelos,
como los vuestros llevaron a cabo
mientras estuvieron en este mundo1.
Algunos de ellos seguro que nos
van a sorprender al principio, a mi
por lo menos así lo han hecho, aun­
que si reflexionamos un poco nos
daremos cuenta que antes eran tan
necesarios como lo son ahora los
técnicos informáticos o los expertos
en telecomunicaciones.
Este número de invierno es el
idóneo para hablar de una actividad
que ya apenas sí se realiza a pesar
de que siempre ha sido una práctica
muy común y en casi todas las casas
se hacía por lo menos una. Se trataba
de un hecho muy relevante y espe­
rado, hasta incluso puede considerarse
como una fiesta familiar2 a la que
acudían los parientes y amigos con
la intención de echar una mano y
hacerlas menos trabajosas. Baste
recordar que en dos días se elaboraba
1
Ana María Rodríguez Agüero
Pedro Rodríguez y Manuela Roca
y se conservaba bien en aceite o
salada, la carne que luego los abas­
tecía prácticamente durante el año.
La matanza (del cerdo) es una
tradición muy arraigada en España.
La forma de hacerla es muy seme­
jante en todas las poblaciones y en
todos los hogares, pues los conoci­
mientos se han ido transmitiendo de
padres a hijos. Se consume en dos
días habitualmente sin contar la vís­
pera que también se trabaja para
ella, pues se pela, parte y cuece la
cebolla para las morcillas, se limpian
y fríen los pimientos, se parten las
almendras3…y además se limpian
tanto la caldera como la mesa de
matar, los lebrillos, los barreños y
demás objetos necesarios que han
estado guardados durante todo un
año en espera de ser utilizados otra
vez, además de preparar las cañas
donde se han de colgar los embutidos
y se hace un acopio importante de
leña4. Al igual que se compran los
avios5, las tripas de ternera, el arroz
para las morcillas, la sal, los hilos de
atar y algunas botellas de licor y
mantecados. Periodo que se puede
extender a todo un año si incluimos
el tiempo de engorde del animal y
que en el verano se han puesto a
secar los pimientos choriceros.
Aunque ya metidos en faena hay
No es nuevo. Comenzamos a hacerlo en “El Afa” número 5, págs. 16-19, correspondiente al verano de 2002, titulado Joaquín
de Haro Cabezas, que como todos sabemos ha sido hojalatero. En “El Afa” nº 13, del invierno de 2006, págs.15-17 en el artículo
“Lo que saben nuestros mayores”, cuando Francisca Martínez Pérez recordaba su trabajo de alpargatera. En “El Afa” nº 14,
págs. 50-53, verano de 2006, “Dolores Salas una turronera de toda la vida”. En “El Afa” nº 16, verano de 2007, págs. 36-39,
con el artículo titulado Juan “El Lilas”. El último esquilador.
2
De tal manera que algunas veces se ha suspendido e incluso no se ha llegado a hacer si en fechas cercanas había ocurrido
alguna defunción en la familia.
3
La víspera se pelan, cortan y cuecen las cebollas (era costumbre antes añadirle un poco de bicarbonato pues se creía que
se guisaban antes). Después se ponen a escurrir en un saco o similar (algo que deje salir el agua) y se cuelga. Otra manera
de hacerlo es poner el mismo saco encima de una mesa y ponerle algo encima, que lo apriete y ayude a sacarle el agua. E
incluso antes de echarla a la masa para preparar las morcillas se suele estrujar cerrando las manos y apretando. Las almendras
se parten y se tuestan.
4
La vasija que se utiliza tanto para calentar el agua para limpiar el chino como para cocer los pellejos y los embutidos es la
caldera. Dada su magnitud es necesaria una lumbre de palos y esta no es conveniente que se apague.
etnografía
Matanza en la Calle de La Iglesia. La Huelga. Años 60.
trabajo para muchos, tanto hombres
como mujeres e incluso es necesaria
la ayuda de los niños, la mayor parte
del trabajo lo realizan como siempre
las féminas ya que preparan todo lo
necesario antes de empezar y tienen
que limpiar todo al acabar.
Las matanzas que recuerdo son
las que he vivido en Los Monicos, en
la casa de mi tío Pedro Rodríguez
Mañas y su señora, mi tía Manuela
Roca. A ellos por tanto he acudido
para pedirles consejo y colaboración.
Sus experiencias me han ayudado a
desarrollar y completar este estudio.
Mi tío Pedro, cuenta en la actua­
lidad 81 años. Siempre ha sido la­
brador, hombre de campo y aunque
son muchas las faenas relacionadas
con este medio en las que es todo
un experto: Labrar, segar, trillar,
hacer y reparar balates… La necesi­
dad en alguna ocasión ha propiciado
que dedicara su tiempo a otras tareas
menos vinculadas a este menester
y por este motivo también ha hecho
escobas de palma y trabajos de es­
parto. A pesar de todos estos traba­
jos, ha sabido también divertirse y
en sus pocos momentos de ocio in­
cluso se ha atrevido a tocar el laúd
yendo de baile en baile.
Por razones distintas y compagi­
nando todo lo anterior durante treinta
años más o menos ha sido matarife,
“mataor” como él se autodefine y
normalmente lo entendemos todos.
Aunque nos explica y nos aclara
que… “Ser mataor no es ningún ofi­
cio, es un trabajo, no se puede en­
tender como un oficio, pues nadie
puede vivir haciendo sólo esto”. Nadie
que él conoce o haya conocido lo ha
hecho, lleva asociada una tempora­
lidad, unas fechas que lo hacen im­
posible:
“La costumbre por estos lugares
es a partir del 20 de Noviembre y
hasta enero. Tiene que ser en esta
fecha para que el chino cuando esté
colgado se hiele para poder cortarlo.”
Añade además que no estaba
pagado:
“la costumbre que tenían aquí era
darle un espinazo al mataor” y claro
eso no es un buen sueldo.
Confiesa que lleva ya unos veinte
años sin matar ningún cerdo pero
que han sido muchos los que ha
sacrificado pues desde que era muy
joven lo ha estado haciendo. Dice
que lo aprendió de su padre, mi
abuelo José María, de verlo como lo
hacía él. No hay secretos pero sí
maña. Es necesario pinchar en el
sitio justo, para que el animal sufra
lo mínimo.
Habitualmente lo ha hecho para
los vecinos y familiares por lo que
5
Se le llama de una forma general a todo lo que se utiliza en las matanzas: especies, sal, tripas de ternera…Las especies
más usadas en Sorbas son: la matalahúva, la canela, el clavo, el orégano, el pimiento molido a ser posible extremeño para
los chorizos. Lo que más se utiliza es la pimienta y la que menos el clavo porque es muy fuerte. Tanto el clavo, como la pimienta
y la canela le gustaba a la gente que se moliera delante de ellos. Algunos también adquirían arroz molido en el molino de mano.
Como curiosidad la matalahúva antes de utilizarla se limpia como si fuese arroz en un cedazo o similar. Después se pone
en remojo de donde se saca para ponerla a secar al sol y por último se tuesta.
Todas estas especies se compran en onzas. Una onza son 28 gr., las tripas en mazos, de unos 30 metros aproximadamente;
La sal en sacos de 25 kilos.
Los hilos de algodón se utilizan para atar las tripas. Se vendían en madejas y cada paquete tenía unos 30 metros. También
en ovillos y luego se cortaban.
31
32
etnografía
su jornada de trabajo empezaba esa
misma mañana. Aunque al principio,
cuando aún no vivía en Cariatiz y
vivía en el cortijo de La Dionisia…
“…había otro cortijo el de los
Magañas, había otras familias allí
también y también iba yo a matarlos.
Allí eran dos chinos fijos y grandes,
y muchas veces había que madrugar
y yo por no madrugar me iba allí a
dormir la noche de antes y a otra
mañana a primera hora pues ya es­
taba listo. Para no pasar frío de un
cortijo a otro”.
Entonces estaba soltero, pero
cuando más trabajo tuvo fue cuando
se fue a vivir a los Mónicos, a la casa
en la que aún vive, después de ca­
sarse en el 57:
“me llamaban de un año para otro
la misma familia, hasta que algunos
de ellos se enseñaba y entonces ya
no iba”.
Normalmente mataba un cerdo
por familia o como mucho dos pero
también han sido más…
“He matado hasta tres chinos,
pero siempre de la misma familia.
Cuando terminaba con una me iba
a otra. Nunca llevaba dos familias a
la vez”.
Sus herramientas eran mínimas,
un cuchillo y el hacha, lo demás lo
ponían las familias, aunque si no lo
tenían, como él también mataba en
su casa pues de allí se las llevaba,
no era como otros “mataores” que
él conocía que iban provistos de toda
clase de útiles:
“Con el mismo cuchillo lo hacia
todo, como yo iba a los cortijos de
aquí, a los vecinos,…había otros que
iban a otros cortijos y tenían que
alejarse, siempre llevaban una capa­
chilla, y llevaban el cuchillo, una
piedra para darle filo al cuchillo, las
cucharas para pelarlo, el cordón para
el hocico, las sogas para amarrarlo…,
muchas cosas…”
Su trabajo consistía en matar y
despedazar al chino, para ello nece­
sitaba dos días “Yo iba dos días. El
primero a matarlo, y cuando termi­
naba de colgarlo, abrirlo y eso…
hacíamos el almuerzo, almorzábamos
y entonces yo me iba a mi trabajo
hasta el día siguiente por la mañana
para terminar, que era cuando se
despedazaba”.
Primer día
Las matanzas, que yo recuerdo
6
Matanza en Los Alías en casa de Francisco Pérez Sánchez. Oficiaba de matador Juan
Ramírez “Gachas”.
siempre han sido de madrugada.
Pedro esto nos lo confirma...”a las
8 o antes… cuando se juntaba la
gente”. Aún de noche, apenas sí se
veía, pues era necesario madrugar
para que cuando asomaran las pri­
meras luces todo estuviera preparado
ya que son días de mucho trabajo y
no se puede perder tiempo.
Los desplazamientos no eran muy
grandes pero la generosidad de las
familias sí lo era:
“Cuando yo llegaba a la casa nor­
malmente me tenían preparada una
botella de licor, anís o coñac y en un
plato unos mantecados, y eso…como
se acercaba la Navidad...”.
Para él la fecha ideal es la coinci­
dente o más cercana al 8 de diciem­
bre (día de la Inmaculada), pues
para la Navidad los chorizos están
en su punto6.
En la calle ya estaba preparada
la caldera en la lumbre, hirviendo
agua para cuando hiciera falta, al
igual que ya estaba dispuesta la
mesa para el sacrificio:
“Yo no empezaba hasta que el
agua de la caldera estuviera calen­
tándose”.
El cerdo desde el día anterior no
había comido, sólo le habían dado
un poco de agua:
“El día de antes no se le daba de
comer nada, a lo mejor la tarde de
antes agua. Si se les daba de comer
el día de antes luego las tripas esta­
ban llenas y entonces se rompían al
sacarlas”.
Con una soga atada a una pata
y con una vara lo iban aproximando
a la mesa, después lo tumbaban y
entre cuatro o cinco lo cogían de las
patas, del rabo y de la barriga y lo
subían encima. Allí lo inmovilizaban
atándole las patas para que no se
moviera mucho. Él, mi tío, entonces
lo sujetaba por la cabeza para que
no le golpeara, ni le mordiera para
ello le ataba también el hocico:
“Al chino lo amarraba, le ataba
el hocico, para que no mordiera,
entre todos lo echábamos a la mesa,
y le pinchaba”.
En la mesa lo sujetaban varios
hombres:
”Según el chino…si era muy gran­
de cuatro o cinco hombres, las patas
de atrás, el rabo, otros las orejas…si
no había quien las cogiera, yo con
el cordón que tenía amarrado el
hocico, para que no abriera la boca…y
entonces con una mano le levantaba
la cabeza para arriba, y a lo mejor
tenía que coger la oreja también y
entonces con la otra mano le pincha­
ba al chino también…”.
Dice que no es difícil pinchar, pero
sí hay que tener mucha maña…
”Siempre se les toca para llegar al
Una costumbre de nuestros antepasados era comer chorizo y torta de aceite el día de Navidad.
etnografía
Matanza en Quijiliana, familia Contreras Mañas, año 1970.
sitio”. Se le lava la zona y se le clava
el cuchillo en la garganta. Las mujeres
ponen un lebrillo encima de una silla
para recoger la sangre sin parar de
moverla con una cuchara de palo
“Para que no se cuaje”.
Es normal que el cerdo se resista
y no pare de moverse para defenderse.
“El que está sujetando las patas
en la mesa tiene que tener mucha
fuerza para que no se vaya de la
mesa…porque empieza a mover las
patas (Hace calceta) También con el
hocico te puede dar…”.
Cuentan que se han dado casos
que algunas veces el cerdo a medio
matar ha salido corriendo pero él
dice muy orgulloso:
“Nunca se me ha escapado ningún
chino de la mesa”.
Cuando deja de sangrar:
“Se le hacen unos agujericos en
el cuello donde está el pinchazo, se
7
le meten unos palillos y se amarraba,
cruzándolos para que no salga más
sangre”.
Se procede entonces al pelado,
para ello se ha estado calentando el
agua en la caldera, porque el agua
es necesario que esté muy caliente.
Se comienza por los apéndices y
para facilitar la labor se atraviesa el
chino en la mesa con las patas col­
gando.
“Se meten, el hocico, las patas y
las puntas de las orejas, en agua
muy caliente para que se puedan
limpiar”.
“Las pezuñas se quitan con un
gancho de hierro, que llevábamos o
lo tenían ya ellos allí en su casa…,
de ancho como un cigarro haciendo
un gancho…, entonces cuando ya
estaban calientes las pezuñas, meti­
das en agua caliente, entonces las
enganchabas y salían…Si no tenías
de eso nada más que cogerlas y las
doblabas con la mano para atrás y
salían…”.
Hecho esto, se continúa con el
raspado con la cuchara, con la que
se acaba con casi todo el pelo. Si
alguno queda se pasará después la
maquinilla:
“Entonces cuando ya está eso
pelado, entonces se pone el chino a
lo largo de la mesa y entonces ya se
le echaba el agua caliente, iban dos
o tres echando con cazos o con unas
ollas, antes se hacía con ollas, de
una punta a la otra, y entonces cuan­
do ya estaba el agua…, estaba que
les echabas la mano a los pelos y se
sacaban los pelos con la mano, en­
tonces ya estaba para pasarle la
cuchara… Si después quedaba algún
pelo se le quitaba con la maquinilla…El
rabo se metía en la olla de agua
caliente y entonces cuando ya estaba
caliente, lo sacabas de la olla y con
un trocillo de saco lo cogías, para no
quemarte las manos, lo cogías le
tirabas y se quedaba pelado…”
Ya limpio, se le hace un corte en
el ano con la intención de encontrar
el intestino y atarlo para que la por­
quería no se saliese:
“Al chino en el culo, se le va qui­
tando un trozo7, buscando la tripa
del culo, y esa tripa es la que se
amarra…, luego cuando está colgado
y abierto de esa tripa es la que vas
tirando para sacar las demás”.
Hecho esto, se procede al pesado
del chino con una romana y se le
cuelga en el camal que está dispuesto
en el techo, por las patas traseras,
para que se pueda abrir más
cómodamente:
“Cuando estaba colgado se lim­
piaba con un trapo por si le quedaba
algún pelo o algo… y después se va
abriendo de arriba a abajo…”
Se pone un lebrillo en el suelo por
si quedara algún resto de sangre no
se desperdicie, y se mantiene abierto
con una caña atravesada sobre la
que cuelgan los lomos, y las costillas.
Así la carne está más aireada:
“Lo primero que se sacan son las
tripas… Las tripas se van despegando
con cuidado de que no se rompan…,
vas tirando y se va despegando…
Que tiene algún telillo que no se
viene con la mano, pues con el cu­
chillo lo cortas…, y las tripas se van
viniendo todas juntas…, las mujeres
están sujetando una criba con espar­
tos, para que las tripas8 no caigan al
Este trozo no se tiraba, se usaba para “engrasar” las sogas (maromas) del pozo, para que corrieran bien.
33
34
etnografía
suelo… Se le saca también el hígado
y el corazón9, los lomos y las costillas
se separan10… para que el chino se
quede abierto se le atraviesa una
caña… en la caña se cuelgan los
lomos…todo queda al descubierto y
se airea mejor”:
En este momento es cuando se
corta algún trocillo para que lo exa­
mine el veterinario:
“Aquí no venía el veterinario…
había que llevar un trocico de carne
para que le hiciera el análisis11”.
Le pregunto si se pagaba algo:
“A lo primero no, cuando yo em­
pecé a matar aquí no se pagaba
nada… después había que pagar por
peso”. “Cuando yo empecé a pagar,
estaba Juan López de alcalde y ese
fue el primero que vino aquí reco­
rriendo las matanzas para cobrarlas.
El primero que yo pagué se lo pagué
a Juan López… no me acuerdo de lo
que pagué”.
Se espera hasta comer la “fritá”,
y después de esta comida se iba a
su casa hasta el día siguiente a con­
tinuar con sus otras faenas. Su tra­
bajo como “mataor” ese día había
terminado.
Segundo día
Chino abierto y colgado para que se “oree”
El segundo día solía llegar más
temprano pues hay mucho que hacer
todavía. El cerdo está casi entero y
hay que despedazarlo:
“Cuando ya estaba toda la noche,
que ya estaba oreado, entonces se­
guía quitándole cosas… Primero quito
las costillas, los lomos…, se le quita
la cabeza que se parte y se cuece
sin las orejas que se salan, se sigue
con las paletillas, las mantas de
tocino, se cortan los espinazos y por
último los jamones que se repelan12
y van a la sal”.
Para ello alguna persona e incluso
el mismo dueño debía de cogerle el
chino y así evitar que se moviera
8
Las tripas una vez desliadas y limpias de sebo, se lavan por dentro y por fuera con mucha agua, naranja y limón. Luego
estas tripas son las que se utilizan para llenar los chorizos y los rellenos. Las morcillas y las butifarras se llenan con las de
ternera.
9
Con esto se hará la cena del primer día. El caldo de hígado
10 Con las papás del chino, las puntas de las costillas y algunas costillas, junto con patatas, pimiento y tomate, se hace la
primera comida de la matanza. La fritá de pimiento, tomate y patatas.
11 Existe una reglamentación especifica al respecto. La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía lo recoge en una disposición
en el BOJA nº 98 del 27-11-1990. Entre otras cosas podemos leer que el periodo para la realización de las matanzas domiciliarias
en Andalucía es el comprendido entre el primer día de Noviembre de cada año y el último de Febrero del año siguiente y
corresponderá a cada uno de los ayuntamientos el desarrollo de la campaña y además donde no exista matadero, podrá autorizar
el sacrificio en los domicilios particulares, poniéndose en tal supuesto, a disposición del Veterinario un local de inspección
acondicionado para la realización del examen micrográfico.
12 Los jamones, las paletillas y los espinazos cuando se separan del chino tienen mucha carne, están muy gordos, por ello se
“repelan”, se les va quitando toda esta carne que sobra. Las “reondas” que se llaman. Todos estos trozos de carne sobrante
se utilizan para los chorizos y los rellenos.
etnografía
nos aprendieron de verme y luego
ya no me llamaban lo hacían ellos…
yo le decía que se hacía de esta
manera o de la otra…”
No era costumbre que él mismo
salara las piezas cortadas, pero al­
guna vez lo ha tenido que hacer. Al
respecto nos cuenta una cosa:
“Los jamones se tapan con la sal
y se dejan en la sal unos 15 o 20
días… Cuando se sacan los miras…
a ver si se han “maleao” o no… Si
están bien, para verlo los pinchas
un poco por arriba y si no huelen
los tapas otra vez con la sal…”
Después de comerse las migas
con “tajás” y morcilla, que es la
comida de mediodía típica del segun­
do día de matanza, su trabajo había­
terminado hasta la matanza siguiente.
Continuamos charlando con mi
tía Manuela que nos va a contar
cómo hacía ella los embutidos y otras
cosas más dulces.
Desliando las tripas en La Rellana, Gafarillos. Familia Muñoz García
Lavando tripas en el Río de Aguas, en la Huelga
mientras cortaba:
“El dueño, o algún zagalillo del
dueño lo sujetaba de una pata para
que no se moviera mientras yo cor­
taba… a veces el dueño estaba con­
migo para ver como lo hacía… algu­
Los embutidos
El primer día de matanza se hacen
las morcillas:
“Se ponen en el barreño, la cebo­
lla ya pelada, partida, cocida y escu­
rrida, el arroz cocido, la sangre y el
reaño del chino, si tiene poco sebo
se parten las mantecas. A
continuación y según la cantidad que
haya en el lebrillo, y a tanteo con
una cuchara como medida 13 le
añades los avíos (matalahúva, cane­
la, pimienta, pimiento molido, clavi­
llo), las almendras “tostás” y no muy
molidas y la sal. Se prueba, para ello
en una sartencilla o en un trozo de
papel se echa un poco de masa y se
asa un poco en la lumbre. Si está
bien se llenan las morcillas con las
tripas de ternera que habíamos com­
prado”.
Nos cuenta un truquillo.”Se sabe
cuando están porque se coge una
tripa por donde está amarrada. Con
la uña la tanteas, si con la uña se
rompe el pellejo es que está cocida…”
Pero hay que tener mucho cuidado
porque se suelen reventar en la cal­
dera. Varías pueden ser las razones:
“Las morcillas hay que tener cui­
dado porque se revientan. Puede ser
porque las tripas no sean buenas,
porque vayan demasiado llenas o
porque el agua esté muy caliente, si
está muy arrebatada se le va echan­
do de vez en cuando agua fría” Mi
13 Aunque no hay medida exacta, todo es a tanteo, según lo aprendido por la experiencia para unos 10 kg. de carne se ponen
4 cucharadas. De clavillo menos que es muy fuerte.
35
36
etnografía
puede poner un poco de pimiento rojo. Se cuecen durante
una hora más o menos (un poco más que las morcillas).
Se utilizan el intestino grueso, junto a la botija (vejiga)15
y el perro (estómago) e incluso los telos de las
mantecas16. Cuando ya están cocidos se ponen sobre
una mesa, puede ser la misma de matar, y sobre ellos
una tabla y encima mucho peso, pueden ser unas piedras
llanas con las que se aplastan y con un molde de tricotar
o algo punzante le vas pinchando para que salga la
grasa.
Los chorizos llevan carne más magrosa, junto con la
carne del pimiento rojo17, ajos, pimienta, clavillo y sal.
Se amasa y se prueba también. Mientras se van llenando
y atando se les va pinchando con un alfiler o una aguja
para que salga todo el aire que puedan haber cogido y
no se pongan malos. Estos no se cuecen y se ponen a
secar.
Repostería
El tio Pedro haciendo caballones
tía tiene otra explicación. “Yo lo tengo comprobado que
si la cebolla está savia, ya un poco grillá, se revientan
las morcillas”. Yo además recuerdo que cuando estaban
con los embutidos, sobre todo con las morcillas no era
aconsejable que ninguna mujer que tuviera la
menstruación tocara demasiado nada de lo que allí se
estaba haciendo.
El segundo día se hacen las butifarras14, los rellenos
y los chorizos.
Las butifarras se hacen igual que las morcillas con
la misma masa, pero se le añaden además los pellejos
ya cocidos junto con la carne guisada y picada de algunos
huesos que no se salan y un poco de tocino. También
se utilizan las tripas de ternera.
Tanto para los rellenos como para los chorizos se utiliza,
ya lo hemos visto los repelos de las paletillas, los jamones
y los espinazos, ya picados. Para los rellenos se utiliza
una carne más grasa que para los chorizos además de
huevos, matalahúva, canela y pimienta. También se le
14
Anteriormente he comentado que se fríen las man­
tecas. Éstas al freírlas no se derriten del todo, sino que
dejan unos restos sólidos que se llaman chicharrones.
Ambas cosas se guardan por separado en unas orzas
pequeñas pues en los días de matanza no se suelen
utilizar. Bastante jaelo hay como para ponerse a amasar.
Con la manteca y los chicharrones se hacen tortas.
Para ello se coge una parte de la masa que se utiliza
para hacer el pan y se le agrega un ingrediente u otro.
Sólo manteca para las tortas de manteca o chicharrones
si se quiere la torta de chicharrones. Se le añade azúcar
al gusto y en un horno de leña están buenísimas. Aún
recuerdo las que hacía otra de mis tías (Beatriz) que
estaban para chuparse los dedos.
También la manteca se utiliza para hacer los mante­
cados. Éstos llevan manteca, harina, huevos, canela,
limón y azúcar. Los huevos y la manteca se baten juntos
hasta conseguir casi diluirlos. Después se va añadiendo
la harina y por último el azúcar, la canela y el limón.
Agradecimientos:
José Angulo García
María Mañas García
Ana Agüero Codina
Antonio Rodríguez Mañas
Inmaculada Maldonado Malo
Bibliografía
Estudio etnolingüístico de la matanza del cerdo en el
ámbito rural almeriense. Olga Cruz Moya. Instituto de
Estudios Almerienses. Diputación de Almería. 2006
Mi tía también las conoce como sangrisebas.
La vejiga es más bien pequeña, para agrandarla y que quepa más se le echa agua y se le va dando pasadas con mucha
fuerza y apretando. Se puede conseguir de esta manera casi el doble de su capacidad original.
16 El segundo día ya las mantecas están oreadas y más tiesas. Con la mano se le va despegando el telo que las cubre (Como
si fuese un adhesivo). Este telo se cose y entonces se puede utilizar también para llenar la masa de los rellenos.
17 Los pimientos rojos secos se ponen en remojo el día primero después de cenar. Están toda la noche en agua y antes de
llenar los chorizos con una cuchara se les va quitando la carne. Ahora es mucho más fácil pues se muele al igual que la carne
en la picadora.
15
naturaleza
EL DESIERTO FLORIDO
Pradera de Linaria Nigricans
Todos los años, con la llegada de
las lluvias, la naturaleza nos sorpren­
de en los subdesiertos de Almería
con un espectacular regalo de colores
que deleita nuestros ojos, tan bello
y fugaz que parece un espejismo.
Este fenómeno lo producen las plan­
tas de vida efímera (también llama­
das plantas anuales o terófitos), que
permanecen en forma de semilla una
buena parte del año, siendo percep­
tibles sólo cuando germinan y crecen.
Este crecimiento sucede en ocasiones
tan rápido que en pocos días cambia
el paisaje de nuestros campos.
Merece la pena destacar que este
modo de vida supone una de las
adaptaciones más efectivas de la
flora a nuestro entorno árido. Su
objetivo, al que inconscientemente
les ha conducido la evolución natural,
es evitar las duras condiciones del
periodo de sequía y aprovechar al
máximo los escasos momentos de
bonanza hídrica. Tras largo tiempo
latentes en el suelo en forma de
semilla, el estímulo de la lluvia des­
encadena su germinación. La canti­
dad de agua es la que determina
normalmente la cantidad anual de
individuos, pudiendo contabilizarse
de miles de plantas en años secos a
millones en años lluviosos. Si hay
una época anual algo más húmeda,
será ésta la que aprovechen para
comenzar una carrera contrarreloj
en su lucha por la vida. En un corto
periodo de tiempo, en ocasiones días,
la planta habrá de germinar, crecer,
Jardín Botánico “El Albardinal”
Consejería de Medio Ambiente
Pradera de Chaenorrhinum Grandiflorum
florecer, fructificar y dispersarse,
antes de acabar sus días sometida
a las duras condiciones climatológicas
imperantes.
Los porcentajes de germinación
de las especies de zonas áridas, por
lo general, son muy bajos. Por esta
razón, una característica mayoritaria
entre este tipo de especies es la alta
producción de semillas. Por ejemplo,
Linaria nigricans es capaz de producir
unas 600 semillas por flor. Parece
que uno de los objetivos primordiales
es mantener un potente banco de
semillas permanente en el suelo. De
esta forma, siempre hay semillas
que permiten asegurar el futuro de
la población, puesto que existen
algunos años en los que la
germinación se adelanta y se da una
pérdida de individuos importante,
derivada de golpes de frío posteriores
que pueden paralizar las plántulas o
producir su muerte. Además, la ma­
yoría de las semillas de estas espe­
cies, tal y como se comenta en el
párrafo anterior, tienen la capacidad
de quedar en estado de latencia
durante años, y no germinar hasta
que las condiciones ambientales les
sean propicias.
Especies como Linaria nigricans
(espuela de Almería), L. pedunculata
o L. oligantha, así como Chaenorrhi­
num grandiflorum subsp. grandiflo­
rum (espuela de yesos) o Campanula
fastigiata (estas últimas característi­
cas de los sustratos de yeso de la
comarca), son algunas de las plantas
Flor de Chaenorrhinum Grandiflorum
anuales que responden a los patrones
antes descritos.
La celeridad con la que suelen
aparecer las flores y lo llamativo de
muchas de ellas, suele crear un pai­
saje que no deja indiferente al pa­
seante. Los rosas, amarillos y blancos
se mezclan con el verde, tanto tiempo
escaso en nuestros campos. A esta
explosión de vida en los territorios
áridos es a lo comúnmente se conoce
como desierto florido (término que
también se utiliza en otras grandes
zonas áridas como Atacama en Chi­
le). Pocas cosas hay comparables
con el renacer, la renovación y la
esperanza de futuro que podemos
observar en la vegetación en estos
meses.
Este año las lluvias han permitido
que las condiciones sean ideales para
disfrutar de este espectáculo en su
mayor expresión. ¡Que no te pase
desapercibido!
37
38 folclore
LA MÚSICA TRADICIONAL Y LOS
ÚLTIMOS MAESTROS BOLEROS DEL
LEVANTE ALMERIENSE
I. LA MÚSICA TRADICIONAL
A la altura del año 2008, aparen­
temente nada queda de los antiguos
cantes y bailes sueltos en el Levante
Almeriense, pero es nada más que
la apariencia. A poco que uno se
decida a investigar -ni que decir tiene
que primero hay que saber qué se
busca y no ir al azar- comenzará a
sorprendernos la ingente cantidad
de coplas de todas clases que viven
en la memoria de los mayores y que
muchos de ellos además saben los
bailes a los que pertenecen dichas
coplas. Como es sabido, los bailes
tradicionales se agrupan en familias,
que grosso modo, podemos reducir
a:
A ) L a s S e g u i d i l l a s : Pa r r a n ­
das/Seguirillas, Sevillanas, Manche­
gas y Campanilleras/Peretas.
B) Fandangos: Malagueñas en sus
distintas variantes, Murcianas y Fan­
dangos “abandolaos”.
C) Jotas.
D) Baile bolero: Soleares, Peteneras,
Mollares, Sevillanas, Malagueña, Jota
Bolera y Bolero.
Las personas que tienen en torno
a ochenta años en todos los pueblos:
Turre, Los Gallardos, Bédar, Lubrín
y su campo, Sorbas y su campo,
Paca Severiana y Juan Clemente junto al
molino de La Herrería
Vera, Garrucha, Mojácar y Cuevas,
vieron a sus padres bailar parrandas
(llamadas también seguirillas en Lu­
brín y parte del campo de Sorbas)
jotas y malagueñas en sus distintas
variantes, además de sevillanas y
otros bailes sueltos “naturales”, es
decir, no aprendidos de maestro bo­
lero. En el término de Lubrín hasta
los años cincuenta estos bailes suel­
tos coexistieron con los consabidos
pasodobles, mazurcas y valses de
vueltas, los bailes sueltos eran sobre
todo las murcianas y sevillanas. En
el Marchal de Lubrín todavía conocen
la malagueña Marchalera o “de arri­
ba” (tocada por Mi) además de la
Garruchera (tocada por Fa sostenido),
junto a las parrandas y algunas va­
riantes de sevillana y una jota (1).
En la sierra Cabrera de Turre se
b a i l a r o n t a m b i é n p a r ra n d a s ,
malagueñas, jota e incluso recuerdan
las manchegas algunos vecinos de
la Carrasca (2). En Cariatiz, recuer­
dan todavía el vistoso baile de las
parrandas de tres o “enrreás” (3).
En los Ventorrillos de Peñas Negras
también bailaban las seguirillas y
malagueñas junto con las jotas (4),
al igual que en la Rambla Honda de
Lucainena y en Polopos (5).
La música tradicional no sólo es
música bailable, también hay piezas
que pertenecen al ámbito religioso.
Las piezas tradicionales de carácter
religioso son: misas de gozo, agui­
landos de ánimas y coplas de aurora.
Los encargados de interpretar
estas piezas eran las cuadrillas de
ánimas o como se decía en la zona,
simplemente “Las Ánimas”, varios
músicos de cuerda (no mas de cinco
o seis) con guitarras y laúdes, ade­
más de los clásicos platillos de bronce
y la pandereta. Algunas cuadrillas
como la de Turre también se
acompañaban de música de viento
(clarinetes) (6) e incluso en la Ca­
rrasca (7) y Gafarillos llevaban un
acordeón (8). El ritual de estas cua­
drillas era el mismo que en los Vélez,
el río Almanzora y las comarcas limí­
trofes de Murcia y Granada:
acompañados de uno o dos "Inocen­
tes” y con una o varias caballerías
Francisco Martínez Botella
Sacerdote y Etnografo
Pilar Clemente tocando la malagueña en
el laúd
recorrían durante los días de Pascua
todas las casas de la Parroquia a la
que pertenecían. El dia de los Ino­
centes, a mediodía, se subastaban
los productos recogidos en forma de
limosna y se hacían los Bailes de
Puja o de Ánimas. Las Cuadrillas
desaparecieron en los años sesenta
como consecuencia de la emigración
y el consiguiente despoblamiento de
las zonas rurales; las últimas que se
mantuvieron activas fueron las de
La Huelga, Gafarillos y La Carrasca,
ya que en la mayoría de los otros
pueblos y aldeas, habían desapare­
cido durante la Guerra Civil. En la
zona que estamos estudiando han
llegado a nuestros dias varios toques
distintos de aguilando, con el común
denominador de usar unos estribillos
preestablecidos para ser repetidos
por los cuadrilleros, enlazándolos
con el último verso de la cuarteta
que el guión acaba de cantar, como
ejemplo, las que cantaba la cuadrilla
de La Carrasca (9):
“Por la Sagrada María,
La que baja al Purgatorio
El sábado a mediodía”
“si a las Animas oyeras,
Sangre dales por limosna
Si otra cosa no tuvieras”.
folclore
“¡ay que dolor y que llanto!,
Que tienen las pobres almas
En el Purgatorio Santo”
En cuanto a las coplas de las
Misas de Gozos, estas pertenecen a
dos familias melódicas, la primera
es la misma que se extiende desde
los Vélez por todo el río Almanzora
y la sierra de Filabres, esta variedad
es la que se cantaba precisamente
en los pueblos de las estribaciones
de Filabres: Lubrín, Bédar y Uleila
del Campo. En todo el valle del río
de Aguas existe otro giro melódico
distinto y las letras de las coplas
también experimentan ciertas varian­
tes. Las auroras todavía se cantan
en Mojácar en el mes de octubre, en
torno a la fiesta de su patrona, la
Virgen del Rosario. En los demás
pueblos las tradicionales coplas de
aurora coincidían en cuanto a las
letras, no así en cuanto a los giros
melódicos, de los que hubo varios.
nuevas mudanzas o incluso nuevos
bailes que posibilitaban un aporte de
novedad y así la continuación de la
profesión. A finales del siglo XIX,
comienzan a ponerse de moda los
bailes centroeuropeos: valses, ma­
zurcas, polcas etc, conocidos genéri­
camente como el “valse” o “el aga­
rrao”. Estas novedades junto a la
posterior llegada del gramófono y la
consiguiente difusión de música gra­
bada y la fuerte emigración hacia el
Oranesado y América hacen que lle­
gue la decadencia en las ciudades y
grandes poblaciones de la escuela
bolera. En cambio, en el medio rural,
la enseñanza de los maestros llegará
sin interrupción hasta los años se­
senta del siglo XX. Los maestros
abandonan las grandes ciudades don­
de ya apenas se demanda sus servi­
cios y se refugian en poblaciones
medianas del medio rural, en cabe­
ceras comarcales desde las que ex­
tienden su tarea docente en un radio
de unos treinta o cuarenta kilómetros
a la redonda. En el levante almeriense
hubo maestros en Garrucha: la fami­
lia Fernández (Juan Luis y su hijo
Frasquito); en Vera: Antonio Caparrós
y el antedicho Frasquito Fernández;
Isabel Escoriza, de Velefique, tocando las
postizas
1890, formó parte de una de las
últimas dinastías de maestros boleros
de nuestra provincia y de toda
España. A comienzo de los años
Los maestros boleros, fueron los
veinte del pasado siglo, estaba afin­
encargados desde la segunda mitad
cado en Cariatiz, concretamente en
del siglo XVIII, de enseñar los bailes
Los Mónicos, donde casó con
“de escuela” y el toque de
María Codina (10). Desde su
las postizas que los
casa de Cariatiz se despla­
acompañaba. Aquellos
zaba por todo en el entorno
“bailes de escuela” o “bailes
llegando incluso a La Mela y
boleros” eran recreaciones
Góchar impartiendo su
coreográficas de bailes po­
enseñanza. El maestro Gálvez
pulares de la época, ela­
empleaba una técnica muy
boradas por los propios
depurada en el aprendizaje
maestros
que
las
del baile bolero, enseñando
enseñaban. El más compli­
primero pasos sueltos y poses
cado de todos estos bailes
que luego serían de utilidad
era precisamente el Bolero,
a la hora de aprender los
creado a partir de las anti­
distintos bailes. En primer
guas seguidillas. Los
lugar se enseñaban unas
maestros boleros, formaron
seguidillas boleras conocidas
parte de compañías de ac­
como “Los Toreros”, a
tores que combinaban la
continuación Peteneras, So­
interpretación dramática con
leares y Seguidillas Mollares
los bailes intercalados en las Bailando seguidillas en la puerta de la iglesia de Benizalón
y Sevillanas. En un segundo
obras representadas o al
nivel de dificultad estaban las
En el término de Sorbas y en Níjar
final de las mismas, a los que se
malagueñas: malagueña primera o
y su campo: José Fernández Contre­
sumaba buena parte del público asis­
sencilla, doble y de tres. Las
ras “El Gálvez” y Francisca Clemente
tente al espectáculo. A mediados del
malagueñas eran simultaneadas con
“Paca Severiana” en su casa de La
siglo XIX, muchos maestros boleros
la jota bolera y finalmente, debido
Huelga.
simultaneaban sus actuaciones en
a su gran dificultad, el bolero: culmen
los “cafés cantantes” con la
y cumbre del baile de este mismo
A) JOSÉ FERNÁNDEZ CONTRERAS,
enseñanza en sus academias o a
nombre. No todos llegaban a bailar
“EL GÁLVEZ” (1890?-1973?)
domicilio. La profesión de Maestro
el bolero, ya que hacían falta más
Bolero era, por su propia idiosincra­
de dos años de enseñanza constante
Se podría escribir un libro, cosa
sia, una profesión itinerante ya que,
para poder llegar a bailarlo. Si tene­
que no descarto, con el relato de la
una vez habían enseñado todo su
mos en cuenta que el maestro Gálvez
vida y obra del que se llamó en los
repertorio en un pueblo o ciudad
cobraba un duro por ocho clases
documentos José Fernández Contre­
tenían necesariamente que marchar
mensuales- en los años veinte del
ras y en lo artístico “El Gálvez”. Na­
a otro y así una y otra vez. Los
siglo pasado- (11), llegaremos a la
cido posiblemente en Níjar hacia
maestros, periódicamente inventaban
II. LOS MAESTROS BOLEROS
39
40
folclore
Cuadrilla de Almendricos junto al horno de los Andreses, en Cariatiz
conclusión de que no todos tenían
posibilidad de culminar el aprendiza­
je. Durante el periodo de aprendizaje
el maestro bolero no empleaba
música, solamente se acompañaba
con el toque de las postizas y al
mismo tiempo tarareaba con la boca
la música correspondiente al baile
que estaba enseñando. Cuando el
maestro había enseñado varios bai­
les, convocaba a los vecinos y llama­
ba a varios tocadores para poder
mostrar los progresos de los alumnos,
generalmente niños y niñas de entre
8 y 15 años. El maestro Gálvez iba
también a las fiestas de Sorbas,
Lubrín y las demás localidades co­
marcanas para exhibir las habilidades
de sus aprendices, para ganar pres­
tigio y además conseguir más alum­
nos y así poder seguir viviendo de
su enseñanza (12).
Al finalizar la Guerra Civil, el
maestro Gálvez se traslada con su
familia al Campo de Níjar, concreta­
mente al Cortijo de la Leche. Desde
este nuevo domicilio, prodigó su
enseñanza en todo el contorno: Los
Perales, El Campico de Honor, Peñas
Negras, Gafarillos, Mizala, los Alami­
llos, Morillas, Polopos, Fernán Pérez,
La Villa de Níjar y otros muchísimos
cortijos dispersos por todo el campo
de Níjar. Aún hoy quedan decenas
de alumnos del maestro, desde los
más veteranos como la tía Isabel
García Mañas, de Cariatiz, con no­
venta años hasta los más jóvenes
como Obdulia López González, de
cincuenta y seis años, natural de los
Pipaces (Níjar). Así pues, hasta poco
antes de morir -en Almería en 1973cuando hacía décadas que en el
resto de España no había maestros
boleros, el Gálvez permaneció dando
clase. Todavía hoy decir Gálvez sig­
nifica baile bolero para una extensa
zona del levante almeriense, yo mis­
mo he comprobado como se hume­
decían los ojos de muchos hombres
y mujeres ya ancianos al recordarles
su años mozos de baile con el Gálvez,
uno de ellos es Rafael Haro Menchón,
de ochenta y dos años, natural y
vecino de Gafarillos. Rafael, hijo de
labradores acomodados, permaneció
aprendiendo con el Gálvez durante
tres años, llegando a saber todos los
bailes, acompañado de un magistral
toque de postizas adornadas con sus
multicolores lazos de tres cuartas de
largo.
A) FRANCISCA CLEMENTE “TIA PACA
SEVERIANA”
Nacida en La Huelga en el año
1900, se casó en 1920 con su primo
hermano Juan Clemente, hijo único
igual que ella. Miembros de una fa­
milia de propietarios, Paca, aprendió
el baile bolero en Vera cuando tenía
trece o catorce años, con uno de los
maestros boleros que entonces había
en dicha ciudad. No sólo aprendió el
baile si no también a tocar magistral­
mente la guitarra y el laúd (13).
Mujer inteligentísima, llegó incluso
a comprar una maquina de fotos
(uno de aquellos armatostes coloca­
dos sobre trípode) y aprender por
sus propios medios no sólo a mane­
jarla sino también a revelar las fotos,
pero esto merecerá un estudio apar­
te. Su marido tocaba también la
guitarra y ellos fueron los que incul­
caron a sus vástagos el amor al baile
y la música. Sus hijos: Pilar, Antonio,
Juan y Cayetano (junto al hijo mayor
llamado igualmente Cayetano y
muerto en 1926), aprendieron el
baile y la música desde la mas tierna
infancia. La tía Paca murió en 1978,
después de toda una vida dedicada
a la enseñanza del baile en su casa
de la plaza de La Huelga. Su reper­
torio bolero era el mismo que el del
maestro Gálvez y el de los otros
maestros de la zona: toreros, pete­
neras, soleares, mollares, sevillanas,
jota, malagueña primera, malagueña
doble, malagueña de tres y bolero,
por lo tanto podemos hablar con toda
propiedad de un “Escuela Bolera
Almeriense” con una serie de carac­
terísticas propias que la singularizan
dentro del panorama bolero español.
Pilar, la hija de la tía Paca, enseñó
también en su casa de La Huelga
(tengamos en cuenta la singularidad
de ser maestra bolera y no maestro
que era lo normal, además al ser
mujer, enseñó siempre en su casa y
no a domicilio como hacían los hom­
bres). Todavía hoy quedan muchas
alumnas que recuerdan perfectamen­
te a la tía Paca y a su hija Pilar
enseñando el baile, el toque de pos­
tizas y el cante. Pilar a sus ochenta
y cinco años y con un enfermedad
que le ha robado casi toda la memo­
ria, conserva sin embargo intacta la
capacidad de tocar la música y bailar
y además una voz de ángel con la
que todavía canta la malagueña ga­
rruchera (tocada en fa sostenido y
sol), “garganteando” de forma
magistral aquella copla que dice:
“Eres chiquita y bonita
Como un grano de cevada,
Lo que tienes de chiquita,
Lo tienes de resalada” (14).
Todo lo anteriormente dicho, no
es más que un pequeño esbozo, si
se quiere impresionista, del riquísimo
patrimonio musical y en definitiva
cultural del Levante Almeriense – y
por ende, del Sureste- que algunos
“locos” intentamos a toda costa res­
catar de las brumas del olvido, aun­
que cada día esta tarea se haga más
y más difícil.
En breve, se darán a conocer los
resultados de una investigación sis­
temática que sobre este tema se
está realizando en toda esta comarca
y en algunos otros pueblos cercanos:
Tabernas, Velefique, Castro de Fila­
bres, Senés y Gergal entre otros.
sociedad
NEORURALES, LOS NUEVOS REPOBLADORES:
Inga Nausédaité
(Sorbas)
Inga Nausédaité con su familia
Soy lituana y mi tierra natal se
encuentra al lado del mar Báltico.
Lituania es muy pequeña comparado
con España y su población es sólo
de 3.6 millones de habitantes. Su
clima marítimo continental.
Llegué a España en marzo de
2000 a través de mi exmarido, que
trabajaba aquí en una empresa de
construcción. Así decidí visitarlo y
conocer España. Mis planes eran
estar en España seis semanas y vol­
ver a Lituania porque en la tempora­
da de verano solía ayudar a mi her­
mana en su restaurante en un puerto
deportivo.
Al llegar a España mi vida cambió.
Al cuarto día ya trabajaba. Sin saber
el idioma era muy difícil, pero yo
conocía mucha gente que me ayuda­
ba en todo. Me encontraba muy a
gusto. El sol y el cielo azul todos los
días, me parecía algo increíble.
En agosto del mismo año mi ma­
dre me visitó. Esto le parecía un
paraíso, gente buena, clima cálido y
la cocina mediterránea, le parecía
que aquí no existía el estrés. Ella
comprendió que yo aquí estaba muy
bien. Cuando se fue lloraba, presintió
que mi estancia aquí sería larga.
Al poco tiempo conocí a Paco, mi
marido. Es una persona honesta,
decente y trabajadora. Tenemos un
hijo en común, Nicolás. Es un niño
muy noble. Va a cumplir siete años
y yo una mamá feliz. Mis raíces cada
vez están más profundas en esta
tierra.
Estoy contenta de vivir en un
pueblo tan pequeño y tranquilo como
Sorbas. Respiramos aire limpio, aquí
no hay fábricas que contaminen, no
hay tráfico que agobie tanto.
Estoy segura, que como se come
en España no se come en ningún
otro país. El jamón, el vino bueno,
queso curado, aceite de oliva, maris­
cos, frutas y verduras, todo lo mejor
lo tenemos aquí. Todo lo eché mucho
de menos cuando visité a mi hermana
en Estados Unidos. El verano pasado
mi hermana de USA con su marido
me visitaron, les gustó mucho el
clima, el mar Mediterráneo.
En casa practico más cocina
española. Sé hacer comidas calientes
como lentejas, gurullos, fideos, es­
tofado de habichuelas y cocido. Me
gustan mucho las migas acompañadas de pimiento frito, morcilla
y habas. Todavía tengo mucho que
aprender. Considero que la cocina
española es más sana que la cocina
lituana.
Algunas veces echo mucho de
menos a mi tierra natal y lo paso
mal en las fiestas más grandes del
año, como Nochebuena y Nochevieja.
Entonces mi hijo me abraza fuerte
y mis amigos me apoyan. Estoy ro­
deada de gente que considero mi
familia. Tengo nacionalidad española
y me considero una española más.
41
42 literatura
MISTERIUM
María Ángeles Rodríguez
madrugada hacía muchas veces a
Doña Paquita había cumplido ya
Ángela María, que dormía en una
los setenta y ocho años. Había vivido
habitación contigua a la suya, des­
hasta entonces en la ciudad pero ya
pertar para tomarse un vasito de
las piernas le flaqueaban y no podía
agua o un zumito de naranja.
realizar todas las labores domésticas
-¡Ay hija! Es que tengo la boca como
en las mismas condiciones que antes.
una salmuera, -decía-.
Sus sobrinos decidieron trasladarla
hasta el pueblecito de Sorbas
a la casa en la que habían
vivido y terminado sus días
todos sus ancestros. Era una
casa antigua pero no había
resultado demasiado costoso
acondicionarla a los nuevos
tiempos que corren, porque
Doña Paquita, aunque se los
podía permitir, nunca le
gustaron en exceso los lujos.
Contaba esta vivienda con
un patio rectangular y amplio
que todavía conservaba a su
alrededor una serie de jar­
dineras encaladas en las que
la muchacha que estaba a su
cuidado, Ángela María, había
plantado toda clase de ro­
sales, claveles y geranios.
Desde la salita donde se
sentaba doña Paquita que
tenía una ventana al patio
esperaba todo el año verlos
florecer. Ángela María tenía
unos veintiocho años de
edad. En estos tiempos en lo
que transcurrió esta pequeña
historia era, aunque resulte
hoy raro, una edad un tanto
avanzadilla para casarse. Lo Ilustración de Pedro Soler
cierto es que Ángela María
Nunca se molestó por esto Ángela
era muy menuda y poco bonita aun­
María que sabía bien cumplir con sus
que eso sí muy pilla y graciosa por
obligaciones hasta que un sábado,
lo que Doña Paquita estaba con ella
de noche le presentaron a un mu­
encantada. La muchacha venía todos
chacho con el que siguió saliendo
los días un rato a casa a hacer la
todos los sábados posteriores. Alber­
comida y la limpieza. El resto del día
to, que así se llamaba el muchacho,
lo pasaba con su madre o como más
tenía novia hacía diez años en el
le placía y a eso de las diez de la
pueblo de al lado, novia formal para
noche volvía de nuevo a casa de
casarse y a la que nunca, como man­
doña Paquita para dormir con ella.
daban los tiempos, le había tocado
La única noche que tenía libre para
un pelo. Alberto iba a visitar a su
salir era el sábado porque uno de
novia en casa un día en semana. Se
sus sobrinos bajaba a hacerle
sentaba en una silla de la salita y
compañía y se quedaba allí a dormir
ella en otra, con la suficiente distan­
con su mujer y su niña.
cia, sin brasero no se fueran a en­
Doña Paquita, que por el día se
redarse los cuerpos de mala manera
portaba bien, tenía sin embargo un
entre las faldas de la mesa de camilla
sueño muy ligero, se acostaba muy
y con la madre de la muchacha la
temprano y bien descansada y de
mayoría de las veces en frente mi­
rándoles de hito en hito. Otras veces
estaba una sobrinita ya crecidita de
la novia deseando pillar algo para
ir corriendo a contarlo. La novia era
una muchachita demasiado joven
para él pero ya iba planteándose
Alberto el fijar fecha para su
boda. Estas cosas tenía en mente
el muchacho cuando conoció a
Ángela María.
Viendo Alberto que Ángela María
le daba confianza en exceso se
atrevió a visitarla todos los
sábados en el pueblo. A eso de
las diez quedaban y aunque
empezaron viéndose un par de
horas terminaron alojados en un
hostal toda la noche. Conoció
con ella Alberto el amor sencillo
y sin recatos, la llamada de la
selva sin las conversaciones in­
trascendentes en la salita de la
casa de su novia, sin nadie que
los pudiera vigilar, pues la madre
de Ángela María creía que pasaba
estas noches en casa de Doña
Paquita y no temía por la honra
de su hija pues siempre se supo
comportar. Pero Ángela María
veía pasar los años y compro­
baba que, dado su escaso
atractivo, ninguno se acercaba
y si alguno lo había hecho no
había sido del todo de su agrado.
Veía también como sus amigas
se iban casando y ella con eso
de la decencia se seguía que­
dando soltera y se atrevió a jugar
una carta arriesgada. Alberto que
pensaba sólo distraerse y casarse
después con su novia se le fueron
complicando un tanto las cosas por­
que quien juega con fuego termina
ardiendo y Ángela María lo sabía bien
llevar; poco a poco iba acomodándo­
se a una situación que no le resultaba
ni desagradable ni desventajosa.
Pero como el destino siempre
enreda, las cosas se empezaron a
complicar para Ángela María. El so­
brino que venía a acompañar a doña
Paquita los sábados manifestó su
intención de ir a la costa un par de
meses, contando con que Ángela
María se pudiera ocupar de doña
Paquita. Azorada y no poco preocu­
pada llevaba la chica la mala noticia
literatura
que por otra parte ya contaba con
algún que otro problemilla con Alber­
to pues quería quedar con ella en
más de una ocasión. Para relajarse
en uno de sus últimos sábados libres
visitó con unas amigas, en una
excursión programada, un jardín
botánico situado en Rodalquilar. Exis­
tían allí muchos arbustos mediterrá­
neos y muchas florecillas difíciles de
encontrar, ya que hay que visitar
zonas alejadas y rocosas del interior
para tropezárselas. Había también
hermosas plantas de otros lugares
que se habían adaptado bien a este
clima y que el guía les iba mostrando.
Se quedó Ángela María un tanto
rezagada contemplando una flor de
alargados pétalos blancos semejante
a la azucena común pero de hojas
más anchas y largas. Las hojas de
la planta eran esbeltas parecidas a
las de las adelfas aunque algo más
estrechas y de color verde aceituna.
Estaba pensando Ángela María, ahora
que los otros andaban más adelan­
tados, arrancar algún que otro tallo
de raíz y plantarlo en el jardín de
doña Paquita; presurosa para que
nadie la riñera arrancó varios y los
metió deprisa en el bolso.
El guía volvió la cabeza y la divisó
a lo lejos acariciando las flores. Se
dirigió raudo de nuevo hacía ella y
le dijo que no tocara la planta porque
era altamente venenosa y al contacto
con la carne provocaba hinchazón y
graves irritaciones en la epidermis.
Ángela María preguntó su nombre:
Misterium,- le dijo- “porque sus flores
aguantan intactas un mes entero y
los botánicos aún no han dado con
la causa de esta singular maravilla”.
Ilustración de Pedro Soler
Preguntó la chica al guía si podría
adquirir una, pero él le explicó que
estas plantas venenosas no se ofre­
cían a la venta, además venía de la
pampa argentina y era muy difícil de
conseguirlas.
Hizo María una mueca de tristeza
ante el guía disimulando así que
llevaba ya la planta en el bolso mien­
tras empezaba a notar en sus manos
una cierta hinchazón. Con todo, más
que preocuparse se alegró y al día
siguiente por la noche una vez estaba
doña Paquita en ese primer sueño
tan profundo, y aunque después solía
marearla con el agua y el zumo, la
persignó con la planta y se fue al
patio donde cuidadosamente la plantó
y regó.
Cuando despertó doña Paquita a
las cuatro tenía la cara completamen­
te hinchada. Haciendo miles aspa­
vientos de preocupación trajo Ángela
María el espejo para que doña Paquita
se viera la cara completamente de­
formada. Ésta con la enorme aprensión que le tenía a las enfermedades
no la dejó dormir en toda la noche
y a la mañana siguiente llamaron
para que la visitara el doctor. Cuando
llegó el médico y vio a doña Paquita
le dijo que se trataba de una reacción
alérgica y le mandó unas pastillas
que no debía dejarse de tomar. En
aquellos tiempos esto se solucionaba
así o con una inyección y los análisis
ni se hacían. Encargada Ángela del
medicamento compró en la farmacia
Transilium 10 y todas las noches se
lo suministraba diciéndole a doña
Paquita que ya sabía lo que había
dicho el doctor:”que no se podía
dejar la pastilla de la alergia”. Con
el Transilium doña Paquita dormía a
cuerpo de rey hasta las diez o las
once del día siguiente y Ángela María
pasaba las noches tranquila y la
mayoría de las veces fuera de casa
con Alberto. Si notaba doña Paquita
a veces cierta irritación intestinal y
algún que otro dolorcillo porque era
un poco delicadilla del hígado y en
más de una ocasión se empeñó en
no tomarse la pastilla de la alergia
mas Ángela María, en el primer
sueño, la volvía a persignar y a la
otra mañana doña Paquita viéndose
la cara de ogro que se le ponía de­
sistía de su intento y terminaba dán­
dole la razón a la chica y así volvía
a la pastilla de la alergia y a sus
molestias y Ángela María a sus esca­
ramuzas.
Alberto estaba cada vez más con­
vencido de que aquella novia formal
que tenía no habría de hacerlo muy
feliz viendo lo bien que se entendía
con Ángela pero no se atrevía a
dejársela después de tanto tiempo
y no se fiaba del todo de cómo esto
pudiera resultar y de si en verdad
estaba bien. Pero pasó lo que tarde
o temprano había de suceder, que
Ángela María quedó en cinta, y los
hermanos viendo a la chica tan pre­
ocupada le preguntaron y asediaron
y dieron con la causa y tomaron
cartas en el asunto. Tuvieron una
reflexión con Alberto en la que poco
faltó para que el muchacho terminara
molido a palos por el atrevimiento;
de esta forma Alberto y ella final­
mente se casaron y se fueron a vivir
a la ciudad donde él tenía muchos
buenos clientes.
Doña Paquita quedó muy triste
con la partida de la chica y hubo de
buscar otra que le acompañara que
fue una señora más mayor y ya ca­
sada, también vecina del pueblo.
Vino por entonces a Sorbas un far­
macéutico nuevo que compró la far­
macia y se afincó aquí y cómo sabía
mucho de análisis se puso un cartel
en la puerta en el que constaba que
los hacía. Preocupada la mujer que
cuidaba a Doña Paquita por el tema
de la alergia y pensando si le podía
dar algo que le sentara mal y también
preocupada por las molestias intes­
tinales y su enfermedad del hígado
se fue a hablar con el farmacéutico
y le contó el caso y éste se comprometió a pasarse por casa de doña
Paquita y hacerle cuantos análisis
fueran necesarios hasta dar con la
causa que la provocaba. Se los hizo
y le dijo a Doña Paquita que la
hinchazón no era a su juicio de nin­
guna alergia y que debía de nuevo
ir al doctor. El doctor al saber que
ya no se le hinchaba nada desde
hacía tiempo le dijo que no tomara
nada y que ya verían como transcu­
rría la cosa.
Florecía por entones en el patio
el magnífico Misterium con sus gran­
des y hermosas flores blancas. Doña
Paquita lo contemplaba extasiada
desde su mecedora. María la nueva
criada para complacerla le arrancó
unos tallos con sus flores y se los
puso en agua encima de la mesa.
Doña Paquita acarició tiernamente
las flores y le dio a María las gracias.
A la media hora ambas tenían ambas
manos hinchadas como botas.
¡Ángela María! Exclamó suspiran­
do y bien indignada al rato doña
Paquita al descubrir ella misma sin
la ayuda del doctor la misteriosa
causa de su mal.
43
44 recuerdos
FOTOS ANTIGUAS
Juan Ramírez “El Gachas” y Pedro Rodríguez con una licera de soga. Los Mónicos-Cariatiz. 2004. Colec. Pedro Rodríguez
Francisco Roca Roca, Quijiliana. 1960.
Col. Manuela Roca
Retrato escolar. Rafael y Emilio Requena. Mediados de los 60.
Col. Fina García Cabezas
recuerdos
45
Miembros de la burguesía de La Huelga. Principios de siglo XX. Col. Familia Llorente Requena
Juana Ramos Mañas, su hija Catalina y su cuñada
María. Año 1920. Col. Emilia Pérez Ramos
Andrés Barranco,
Diego Galera,
Antonio Cazorla,
Francisco
Requena,
Francisco Idañez,
Diego Codina,
Juan Agustín
Herrera, Baltasar
Pérez, Anselmo
Codina,...
Procesión del
Encuentro.
Calle San José.
Viernes Santo.
Década de los 70.
Col. particular
46
recuerdos
Equipo de fútbol de Sorbas y seguidores. Entre otros Joaquín Silva, Joaquín Segura, Pepe Martínez, José Zamora, Diego
Rodríguez,... Campeones. Finales de la década de los 60. Col. Pedro García Martínez.
La tienda de Antonio Pérez Haro en Los Alías. Hacia 1960. Colec. Ana Pérez García.
recuerdos
Puente del Pocico. Años 60. Col. Fina García Cabezas
Mari Luz Cayuela, Luisa Amérigo y Rosa Pérez. Delante de la farmacia. Década de los 60. Col. Rosa Pérez
47
48 literatura
LA CALLE
Pedro Soler Valero
Se habían comprado una casa en
la parte nueva del pueblo que antes
era de bancales con balates, almen­
dros, y olivos quejumbrosos por la
sequía. En aquellos oteros desmo­
chados, crecieron bojas, retamas y
tomillo, donde en otro tiempo, el
trigo y la cebada denunciaban la
primavera con un verde intenso, y
espigas que los chiquillos desgrana­
ban para comerlas. Apenas comen­
zado el mes de Junio, aquel exube­
rante verde se tornaba del color del
oro y se ondulaba suavemente con
la caricia del aire, como un mar de
brillos y sombras imprevistas.
El pueblo había crecido por aque­
llos bancales de forma ordenada y
regular; calles verticales y casas
adosadas con porche y un minúsculo
jardín. En una de ellas habitaba Ade­
la, única hija de Vicente, que se
negaba a pisar la casa de su hija por
el nombre que le habían puesto a la
calle donde vivía. Su yerno, Jacinto,
lo tomaba por una excentricidad de
su suegro y reía con su mujer la
ocurrencia. Pero los nietos, algo cre­
cidos ya, nunca entendieron un
empeño tan pertinaz y firme como
el de su abuelo. Tenían dificultad
para visitarle asiduamente por el
peligro de la carretera. Era necesario
cruzarla para acceder a la parte an­
tigua del pueblo, donde vivía su abue­
lo. Hasta las cenas de navidad y las
celebraciones de santos, cumpleaños
y primera comunión de los nietos,
hubieron de celebrarse en casa de
Vicente, porque ni en tales efeméri­
des torció su voluntad para ir a casa
de su hija.
Hombre cabal y firme, había for­
jado su personalidad en la emigración
y en satisfacer la curiosidad de saber
aquellas cosas que estuvieron nega­
das a todos los de su condición. Por
alimentar esa curiosidad, Vicente se
había forjado una acusada persona­
lidad y un juicio sobre la vida y las
relaciones con los demás, que le
granjearon el respeto y la atención
de todos cuando exponía sus criterios
sobre las cuestiones más diversas.
Llegó a la vejez con la misma firmeza
en las ideas que tuvo en la juventud;
la vehemencia para todo aquello que
no creía justo, y la insistencia en que
no le vendieran duros a cuatro pese­
tas. Por ello, su compañía era apete­
cible para muchos, y evitada por
otros que guardaban el aire de su
dialéctica y razonamiento.
La viudez le proporcionó un dolor
solitario y taciturno que llevó con
dignidad, y le hizo afianzarse con
más firmeza en muchos de sus con­
vencimientos, sobre todo en cuanto
a la religión y algunos de los que la
administraban. Según decía, más
por su beneficio personal que por la
prédica de su doctrina. Su hija Adela
era creyente, aunque no practicante.
Fue educada por su madre en esos
ideales, a los que Vicente nunca se
opuso. Siempre respetó las creencias
de su mujer, aunque ésta, nunca
logró que su marido torciera un
mínimo gesto en favor de ellas.
Adela tenía un profundo respeto
y cariño por su padre, aunque entre
ambos eran frecuentes las discusio­
nes; abrigaba el temor de que influ­
yese y adoctrinarse a los nietos en
su ateismo militante. Fue un temor
infundado, Vicente siempre procuró
no cambiar, ni influir en nada que
entorpeciese o estuviera en contradicción con la educación que recibían
sus nietos. Pero conforme estos iban
creciendo, más se acrecentaba en
ambos la curiosidad por las rarezas
del abuelo, sobre todo, la de no
visitarles en su casa. No os preocu­
péis, -les decía- las personas, cuando
nos hacemos mayores estamos car­
gados de manías y ésta, es una de
ellas. Con semejantes aseveraciones
fue sorteando las preguntas que le
hacían, sobre todo Francisco, el ma­
yor, que sentía una profunda admiración por su abuelo.
Una tarde de otoño, Vicente fue
dando un paseo hasta los colegios,
que habían quedado rodeados por
las casas y las calles del nuevo pue­
blo. A mitad de su camino se
encontró con Adela y su marido, que
llevaban la intención de tomar un
café antes de que los hijos salieran
del colegio. Los tres entraron en el
bar y ocuparon una mesa, dispuestos
a consumir el tiempo que restaba
para su propósito.
Podrías ceder de una puñetera
vez -exclamó Adela- y venir a casa
cuando quieras. Ya está bien que,
“el pérfido” como tú le llamas, a
semejante altura de tu vida ocupe
aún tus manías. Igualmente, deberías
también ser más discreto con tu
anticlericalismo militante.
Parece mentira Adela, -le contestó
el padre- no ejerces la inteligencia
que de siempre has hecho gala. Sa­
bes de sobra que no soy anticlerical,
ni anti nada. Sabes también porque
los has conocido, que he sido amigo
y he disfrutado con su amistad, de
varios sacerdotes. Has conocido
igualmente, la cantidad de amigos
que me han honrado con su afecto.
Muchos de ellos contrarios a mis
ideas sociales y políticas, creyentes
y practicantes de la misma fe que tú
profesas. Pudiste comprobar como
se dirimían nuestras diferencias;
unas veces con vehemencia y otras
con sosiego, pero nunca con violen­
cia, ni sobrepasando el respeto que
imponía nuestra amistad. De esa
forma he ido despidiendo amigos
que se fueron al olvido, aunque en
mi memoria gozan del mismo o más
cariño que cuando vivían. Has vivido
el ejemplo más cercano, que fue la
convivencia entre tu madre y yo.
Desde niña traté de inculcarte el
concepto de la libertad, como el único
bien supremo que debemos preser­
var. ¿Cómo puedes ahora decirme
que soy anticlerical? Soy anti todo
lo que pretenda mediatizar mi vida,
sea sacerdote, médico o titiritero.
Ninguno de los dos últimos, que yo
sepa, lo han intentado. De modo que
sobran aclaraciones.
Adela y su marido se miraron en
silencio. Interrogándose con la mira­
da, quien de los dos contestaba a
Vicente.
De cualquier forma -dijo Adelaespero que sigas preservando a los
niños de referirles determinadas
ideas.
¡Vete a la mierda Adela! -Exclamó
Vicente enfadado- ¿por quién me
has tomado? Aún no estoy chocho,
como para que me aconsejes de
cómo debo comportarme. Sobre el
particular podría darte innumerables
lecciones. Aunque tal como te estás
comportando dudo que las entendie­
ras. ¿Qué ha ocurrido, para que el
entendimiento se te haya cegado de
semejante forma? ¿Quién te crees
que eres? ¿Dónde crees que has
llegado? Escucha de una puñetera
vez, te lo digo aquí, delante de tu
marido, que es el padre de mis nie­
literatura
tos. Jamás les diré nada que sea
contrario a vuestras enseñanzas,
salvo si éstas fuesen tenebrosas o
perversas. Pero cuando los niños
cumplan la mayoría de edad, si aún
vivo, les explicaré el por qué no
quiero pisar vuestra calle, y quien
fue “el pérfido”. Tampoco me privaré
de satisfacer sus preguntas si me las
hacen, por mucho que te desagrade
lo que les diga. Procederé así, con
tu consentimiento o sin él. No creo
que, nada de lo que pueda decirles
o enseñarles les perjudique.
Ilustración Pedro Soler
Adela emocionada, abrazó a su
padre y le dio un beso.
¡Además! -Prosiguió Vicente- Sé
que mi manía es poco razonable y
no justifica el que no vaya a vuestra
casa. Muchas veces me hice el
propósito de arrinconarla, pero mi­
rándolo de otra manera, a mi edad,
la vida ya me ha privado de tantas
cosas, que las manías son los únicos
fantasmas que me permiten ejercer
cierta firmeza. Mientras sean éstos
los que me ocupen, los otros, aque­
llos que sobreviven y que por perti­
naces no me abandonarán nunca,
los mantengo sosegados y en silen­
cio. Por vuestra juventud no enten­
deréis lo que os digo, pero cuando
lleguéis a mi edad podréis comprobar
como gran cantidad de fantasmas
conviven con vosotros. Sólo hace
falta dignidad y destreza para man­
tenerlos en su sitio y que no te hagan
desvariar en demasía. Pero en el
fondo, todo tiene el mismo final; nos
preocupamos de cosas absurdas, nos
enfadamos y peleamos por cuestio­
nes nimias, y mañana todos seremos
el olvido. Unos nos re­
cordarán con afecto, otros
con rencor. Después
vendrán a pisar el suelo
que ocupamos quien ni
siquiera nos recordará.
Entonces no seremos ni
memoria.
A Vicente le cayeron
algunos años más, y con
ellos los achaques y los
devaneos que la salud
depara. Después de una
operación, no tuvo más
remedio que instalarse en
casa de Adela para facilitar
los cuidados de su con­
valecencia. Aunque nunca
quiso confesarlo, comprobó las ventajas de vivir
con su hija; la compañía
y la convivencia con sus
nietos le reconfortaba.
Seguir sus estudios y
crecimiento le llenó de
curiosidad. Aún así,
echaba de menos la in­
dependencia y los rincones
de su casa, reflejo y re­
cuerdo de lo que había
sido su vida. No sabía
como plantearle a su hija
los deseos de regresar.
Sus nietos ya tenían la
edad para ir a visitarlo por
su cuenta, pero el temor
a incomodarla y que lo
tomase como un desaire
a sus cuidados, le hizo
andar de titubeos, flojo de
humor y decaído.
Un domingo por la
mañana despertó reser­
vado y taciturno. No era
lo habitual en él. Después
de enviudar y sufrir de­
terminados incidentes
graves en la salud, se
propuso que en adelante,
su pensamiento y su vida
aliviarían muchos de los
conceptos que hasta en­
49
50 literatura
tonces creía imperturbables. Pero
aquella mañana, éstos volvieron a
la influencia negativa de años que
creía olvidados. Su nieto Francisco,
siempre era el primero en ir a salu­
darle, entre ambos había crecido una
complicidad repleta de afectos y
secretos, alimentada con largas e
incisivas conversaciones. Aquella
mañana se sentó a su lado, preocu­
pado por la actitud poco habitual de
su abuelo. Ambos se mantuvieron
ausentes durante un rato, hasta que
inesperadamente, Adela hizo su
aparición apremiando para el desa­
yuno. Sorprendida y preocupada por
el silencio de ambos, observó como
su hijo le daba a entender con un
gesto, que también ignoraba las cau­
sas del silencio y seriedad de Vicente.
Este creyó llegado el momento
de que su nieto supiera una de sus
manías más pertinaces, y que hasta
entonces Francisco no había enten­
dido. Creyó también que, no tenía
por qué obviar más sus preguntas,
buscando excusas para evitar con­
testarlas. Aprovechando que su hija
estaba presente, decidió que su relato
iniciase el imaginario camino de una
ensoñación.
Esta noche he padecido un sueño
-dijo al fin Vicente-. Un sueño que
me ha dejado en el desaliento y el
desconcierto. Aún estoy en él, trato
de descifrarlo y así, poder desterrarlo
definitivamente. Ha sido tan real,
que no logro desvelar si verdadera­
mente ha sido un sueño, o por el
contrario, la memoria comienza a
traicionarme y fue realmente un
episodio que formó parte de mi vida
y conocí de forma directa. Esta última
posibilidad es la que más me preocu­
pa. Si fuese así indica, que mi me­
moria se trastabilla, y está cercano
el día en el que no pueda dominarla.
He logrado descifrar el origen de tan
taimado sueño; fue un artículo que
leí en el periódico, donde se alababa
y ensalzaba la figura de un cura que
ejerció en éste pueblo. En el centro
de la página, una fotografía del
emérito párroco en su juventud,
delataba una mirada inquisitorial y
ladina, que no casaba en nada con
lo que exponía el periodista, al que
sólo le faltó pedir la apertura de un
proceso de beatificación. Era un
periódico atrasado que estaba en el
bar y que leí para matar el aburri­
miento. Pregunté por el artículo en
cuestión, y alguien me dijo, que ante
la disconformidad de alguno por el
escrito, el autor le contestó sorpren­
dido por los datos que le proporcio­
naron, tan contrarios a las virtudes
que ensalzaba en el periódico. Parece
ser -según el exegeta del cura- que,
el mencionado artículo fue encargado
o recomendado por un grupo de
gente del pueblo y algunos de sus
representantes, quienes le informa­
ron de tan excelsas virtudes. No creo
equivocarme en ligar mi desagradable
pesadilla, con el tema al que me
refiero. Aunque hace días de ello
sabemos, que los sueños nunca
anuncian su visita.
En mi sueño aparece un joven y
vehemente sacerdote, que en tiem­
pos de la República, con la guerra
ya entrada y con las persecuciones
y arbitrariedades que ello conlleva,
él puso aún más empeño en profesar
y propagar la fe en la que creía, a
pesar de los malos tiempos que co­
rrían para tales propósitos. Fue por
ello detenido, encarcelado y creo, no
lo recuerdo bien, que condenado a
muerte. Aunque sobre éste particular
no estoy muy seguro, el sueño se
me escurre algo. Afortunadamente
no llegó a ejecutarse la sentencia;
con el triunfo de los sublevados fue
puesto en libertad y restituido en
sus funciones sacerdotales, como
capellán de una cárcel. En ella, otros
penaban por la misma arbitrariedad
que antes había sufrido él, aunque
muchos con menos fortuna que la
suya. No lograron sobrevivir a sus
condenas.
Las circunstancias, vinieron a co­
locarle como testigo directo de una
sentencia terrible y desafortunada.
En la cárcel donde ejercía como ca­
pellán, internaron a cuatro estudian­
tes, entre ellos una chica que apenas
había alcanzado la mayoría de edad.
Los cuatro eran muy jóvenes y sin
afiliación política alguna. Corrían
malos tiempos; los oscuros y tétricos
años que prosiguieron al final de la
Guerra Civil. Ya estaba iniciada la
Segunda Guerra Mundial y nuestro
invicto Caudillo, decidió que este país
estaría incondicionalmente con los
nazis y fascistas. Empeñando toda
la propaganda de que era capaz en
tal propósito. Los cuatro jóvenes a
los que me he referido antes, reco­
gían en el Consulado Inglés de Al­
mería un periódico editado en Gibral­
tar que daba las noticias de la guerra
desde el bando aliado. Lo traducían
para distribuir copias por algunos
comercios y los sorprendieron, fueron
detenidos, juzgados en un sumarísi­
mo consejo de guerra y condenados
a muerte. Uno de ellos, el sueño me
lo desvela como afín al capellán de
la cárcel, como si hubiese habido
relación de amistad con su familia.
Incluso que le impartió clases y le
administró la primera comunión. Los
pormenores de mi sueño así me lo
indican.
Tan disparatada y criminal sen­
tencia, provocó que personas de bien
se movieran para evitarla. Hicieron
cuantas gestiones pudieron, y por
recomendación de alguien afecto al
régimen y en situación preeminente,
fueron a visitar al capellán de la
cárcel, para que interviniese a favor
de aquellos jóvenes. La conmiserativa
respuesta del capellán, a la insistente
solicitud de que pidiera clemencia
para cuatro muchachos que iban a
fusilar fue: “es bueno para la Patria,
que de vez en cuando se dé un es­
carmiento”. Extraño sueño el mío.
–continuó pensativo Vicente- Extraño
y perverso, porque mis entendederas
me dicen que, cualquier persona por
malvada que sea, en circunstancias
similares guardaría silencio. Claro
es, que tal vez, cualquier Patria es
merecedora de tamañas barbaridades
y por ello, a mi siempre me han
mirado como un bicho raro y poco
de fiar. Porque según he pensado
siempre, no hay patria que justifique
felonías semejantes, ni la sangre
vilmente derramada. Pero, igualmen­
te soy un individuo tosco, que no
aprecia determinados sentimientos
enaltecedores de gloriosas gestas,
que a otros le hacen babear y seguir
banderas e himnos, en pos de em­
presas que casi siempre tienen la
bendición divina.
Bueno ¡A lo que iba! -exclamó
Vicente- Ya sabemos que los sueños
son caprichosos y nos introducen en
túneles de tránsito difícil y oscuro.
El capricho del mío me situó en un
pueblo extraño, donde un sacerdote
predicaba su fe en encendidos ser­
mones. Desde un púlpito donde ana­
temizaba indirecta o directamente,
a todo aquel o aquella que se saliera
de su ortodoxia; bien por unas faldas
que consideraba ajustadas, mangas
que según su criterio eran cortas.
Éste les dejaba con la boca abierta
sin entregarles la ostia cuando pre­
tendían comulgar. Castigándoles así
con el ridículo público, por llevar una
indumentaria que despertaba el lu­
jurioso deseo del sexo contrario.
Este jodido sueño que he tenido,
me ha colocado en la proa de un
bajel en el que nunca quise embarcar.
Siempre navegaba rumbo a “la ver­
dad”, comandado por el párroco de
ese extraño pueblo, que enfervoriza­
literatura
do por su adoctrinamiento militante
lo siguieron ciegamente. Parece ser
(según el sueño) que aunque cándi­
do, yo también era un joven con no
menos fervor que el resto. Hasta que
un día, en uno de los bares del pue­
blo, mi admirado capitán de la fe fue
testigo de un hecho humillante y
malvado; presenció como su amigo,
abofeteaba públicamente al aparcero
de una de sus fincas, por no haberse
quitado el sombrero al dirigirse a él.
Aquel pobre y humillado hombre,
cuando se marchaba avergonzado,
recibió el consuelo (como no podía
ser menos) del sacerdote que era
guía y enseña de su alma. Le puso
el brazo por la espalda y le dijo:
“Venga Juan, que no es para tanto.
Aunque en adelante debes guardar
las formas” Seguramente, aquel
hombre marchó reconfortado por tan
generoso y evangélico consuelo,
mientras su guía espiritual continuaba
el asueto de vinos con su amigo. No
sé por qué extraño y díscolo resorte,
aquella situación me enardeció y me
enfrenté a mi caudillo espiritual; le
dije que minutos antes, encendido
por la inspiración divina, desde un
púlpito de mármol mandaba al infier­
no a quien era ajeno a la caridad
cristiana y en cambio, ante la
humillación pública de un hombre
humilde y honrado, no solamente no
lo había defendido, tampoco hizo
una leve y amistosa advertencia al
agresor. Se limitó a recomendar que
“guardase las formas” al humillado
y agredido. Aquel franco enfrenta­
miento con el sacerdote me
proporcionó después las más dispa­
ratadas situaciones. Fue a ver a mi
padre, con la intención de que tomase
medidas ejemplares y disciplinarias
para la templanza de mis “prontos”.
Pero aquél, que ya estaba advertido
del suceso le contestó; “según mi
criterio, por lo presenciado, mi hijo
ha obrado con normalidad y acorde
con lo sucedido”. Supongo que aque­
llo fue demasiado para él, no tenía
ningún apoyo para doblegar mi ca­
rácter rebelde e indomable. Yo solo
-se dijo- me bastaré para inclinar la
voluntad de un imberbe.
Adela y su hijo escuchaban a Vi­
cente embelesados, absortos por el
éxtasis con que Vicente relataba el
sueño que tuvo aquella noche. Sin
intención de interrumpirlo, hasta que
él mismo lo diese por concluido.
Este jodido sueño que he tenido
-repitió Vicente- no sé a qué viene,
ni por qué ha tenido que visitarme
a mí. Pero ya que estamos en ello
prosigamos. Hay que sacarlo todo
para que se vaya de una vez y no
justifique aquellos versos de Segis­
mundo:
Yo sueño que estoy aquí
Destas prisiones cargado
Y soñé que en otro estado más lisonjero me vi
¿Qué es la vida? Un frenesí
¿Qué es la vida? Una ilusión.
Una sombra, una ficción
Y el mayor bien es pequeño;
Que toda la vida es sueño
Y los sueños, sueños son.
Los versos verdaderamente son
hermosos, pero no interpretan mi
pesadilla.
Por esos extraños vericuetos que
no dominas cuando duermes y que
te hacen ir a su merced, me vi en
ese extraño pueblo siendo amigo de
otro sacerdote; persona joven y diná­
mica, que le habían enviado al pá­
rroco titular para que le ayudase. El
ferviente y arrebatado titular, debió
interpretar mal las intenciones de su
obispo al enviarle un cura joven y
poco dado a la integridad ardorosa
que él predicaba e imponía. Lo
humilló todo cuanto pudo, privada y
públicamente. Lo desacreditaba cons­
tantemente y en una ocasión, cuando
aquel celebraba el sacrificio de la
misa, en medio del altar le increpó
arrebatándole el misal de las manos,
que cayó con estrépito al suelo ante
el asombro de los asistentes. Con
soberbias advertencias le dijo que
se fuera, mientras él seguía oficiando.
Tiempo después, aquel joven sacer­
dote se fue del pueblo humillado y
aburrido. Pero no, no es eso lo que
yo quería decir, -se interrumpió Vi­
cente dubitativo- la cuestión iba por
otro lado, otro lado que me afectaba
a mí. ¡Ah, sí! Ya la tengo. El fervoroso
párroco, aprovechó la amistad del
joven cura conmigo, para hacer co­
rrer un bulo; ambos éramos marico­
nes (eso de homosexual no se llevaba
entonces). Pero con semejante infa­
mia había pisado arenas movedizas;
mi padre, sin dilación y con más
vehemencia que él ponía en sus ser­
mones, se le enfrentó abiertamente
y sin disimulos. Le dijo todo cuanto
se le ocurrió, y dos días después fue
a ver al obispo, a quien encargó que
frenase a su impetuoso sacerdote.
La cosa no fue a más, bien porque
el obispo lo llamó al orden o, porque
al encontrarse con tan sólida
oposición, decidió ponerse coto vo­
luntariamente.
No recuerdo por qué curiosa par­
ticularidad, aquel hombre puso tan
insistente empeño en perjudicarme;
cumplía yo entonces con el precepto
de confesar y comulgar, como corres­
pondía a cualquier miembro de una
familia que se preciase. Creía a pies
juntillas que mis perversiones y pe­
cados me eran perdonados en aquel
oscuro confesionario. Creía también,
que lo dicho en aquel receptáculo de
madera era un secreto inviolable y
sagrado. Qué profundo desconcierto
tuve, cuando personas allegadas a
mí, me reprochaban cuestiones que
sólo aquella guarida tenebrosa sabía.
Pero no me amilané por ello; puse
tan inusual comportamiento en co­
nocimiento de un sacerdote que era
pariente mío, el cual, tras escuchar
lo que le dije montó en cólera, al no
creer nada de lo que le decía. Pero
había contado con ello y le dije: voy
a confesarme de una cuestión, que
aunque falsa, te afecta a ti. Veremos
cuanto tiempo tardas en saberlo.
Dicho y hecho, sin salir de su asom­
bro, en silencio y recogimiento, mi
pariente reconoció que no le había
engañado.
El sueño se me pierde en infinitas
vaguedades más que no logro recor­
dar con limpieza. En una de ellas me
veo en aquel pueblo, donde la miseria
y el hambre campaban a sus anchas,
comiendo a manos llenas queso,
mantequilla, y bebiendo una leche
que se disolvía en agua. Dijeron que
habían llegado en unos camiones, y
que procedía de un país extranjero,
que la donó para paliar las penurias
que padecían muchas familias. El
párroco, que era el más cercano por
dedicación caritativa a los más nece­
sitados, fue el encargado de repartir
entre ellos aquellos alimentos. Pero
por arte de birle y birloque, la ma­
yoría de éstas viandas, en su ma­
yoría, aparecieron en las despensas
de las casas que no las necesitaban.
Parece ser que, en aquellos años,
aún teniendo dinero, determinados
productos no se podían comprar por­
que no existían en los comercios.
Para cubrir el expediente, una parte
de aquélla donación se repartió entre
sus verdaderos destinatarios.
He visto también, en esa penum­
bra de mi sueño, como unos hombres
demolían el interior de la Iglesia,
dirigidos por el párroco y ante el
sometido silencio del pueblo, que vio
51
52 literatura
como quedaba en escombros todo
su pasado religioso. Y como después,
todo el interior de la Iglesia, desnuda
ya de toda su ornamentación fue
pintado en un azul celeste brillante
que pretendía evocar el cielo prome­
tido. Pero lo cierto fue que, aquélla
evocación del Paraíso se parecía más
a una caseta de feria y una cocina
barata y estridente. Donde hacía
falta un gran acopio de fe, para entrar
en el recogimiento que se necesita
en esos lugares.
El silencio entre su hija y nieto
era sepulcral mientras Vicente habla­
ba. Incluso cuando se detenía en
pausados silencios, para recordar
con más fidelidad su sueño.
Como he dicho antes -prosiguió Vi­
cente- hay muchas vaguedades y
cosillas que no logro centrar bien,
pero supongo que en poco afectan
a mi pesadilla. Son partículas meno­
res de un todo, que más o menos lo
he embastado bien. Lo peor de todo,
porque nos afecta a nosotros, y a mi
manía de no visitar vuestra casa es,
que el sueño me dijo con toda fijeza
que, el nombre de aquel fervoroso
y patriótico sacerdote es el mismo
que le han puesto a la calle donde
se ubica ésta casa.
Ilustración Pedro Soler
Es posible -pensó Vicente en voz
alta- que sea así, para que el pueblo
no olvide que existe la infamia y los
infamantes. Puede ser posible tam­
bién, que la vileza en cualquiera de
sus aspectos tenga sus partidarios;
bien lo sean a conciencia, por olvido
o por desconocimiento. Sea lo que
sea, como dije al principio: nos pre­
ocupamos por nimiedades, cuando
todos seremos un día el olvido. Unos
flotarán en el Paraíso prometido (es­
pero que alguno me lo cuente) y
otros, materia inútil, que no ha de
abonar ni la memoria.
sociedad
NOS MOVEMOS
Desde que iniciamos esta sección
hemos podido comprobar con mucha
alegría que en este semestre corres­
pondiente al verano y último del año,
las actividades se multiplican y son
más numerosas de lo habitual. Ello
es debido en gran medida a que es
en este periodo cuando se celebran
la mayoría de las fiestas patronales
del municipio y todos queremos que
estos días sean un poco especiales.
Aunque hay que señalar que la ma­
yoría de ellas son ajenas a nosotros
y además suponen un gran desem­
bolso económico pero no se suele
escatimar en gastos. Este año sin
embargo, las arcas no han debido
de estar muy boyantes pues las fies­
tas han estado alarmantemente po­
bres y las actividades han sido un
poco escasas. Claro que esto no es
nada nuevo, pues la iniciativa y la
creatividad años hace que se acaba­
ron para nuestros políticos y no se
dan cuenta o no quieren darse cuenta
de que estamos muchos en este
pueblo que sí las tenemos y que sólo
e s p e ra m o s u n a o p o r t u n i d a d .
Especialmente me gusta que sea­
mos nosotros los que realicemos las
actividades pues se disfruta doble­
mente: Mientras las estás preparando
y cuando la estás realizando. Y no
debe ser un pensamiento exclusivo,
pues a pesar de todo muchos
sorbeños seguimos llevando a cabo
actividades como éstas:
A comienzos de julio se pone en
marcha, como se ha ido haciendo en
los últimos años la Escuela de Verano
organizada por la asociación juvenil
New Young en la que ha colaborado
el ayuntamiento. También es éste el
que organiza los cursos de natación
en Sorbas y Cariatiz programados
para los meses de julio y agosto.
Ana Mª Rodríguez Agüero
Pocos días después, el viernes 4 la
Banda de Música Santa Cecilia
de Sorbas clausura el curso de la
Escuela de Música que ellos mismos
organizan en el Teatro Villaespesa
con audiciones de los alumnos dando
muestra de lo que habían aprendido
durante el curso.
El fin de semana correspondiente
a los días 12 y 13 de este mismo
mes se lleva a cabo la Fería de la
Juventud, organizada por el Grupo
para el Desarrollo Rural de la
comarca Filabres Alhamilla,
Diputación de Almería y el Ayun­
tamiento de Sorbas. Ese mismo
sábado día 12 por la tarde la Banda
Santa Cecilia marcha hasta Gádor
para participar en el I Encuentro de
Bandas de Música que allí su ayun­
tamiento había organizado. Junto a
ésta estaban la anfitriona, la
Asociación Musical Villa de Gádor y
la Asociación Cultural Musical “Eladio
Guzmán” de Canjayar.
Se celebra a cargo de la cofradía
de San Juan Evangelista y Santa
María Magdalena la festividad de
ésta última en el barrio nuevo (día
19 de julio), con procesión desde la
Casa Hermandad hasta la calle Cádiz
acompañada por la Banda de Corne­
tas y Tambores Sagrado Corazón de
Jesús, donde se le ofreció una misa.
Por la noche y para finalizar hubo
verbena.
Entre los días 22 al 25 se realiza
el taller de Hip-hop y Breackdance,
organizado por el Área de Juventud
del Ayuntamiento de Sorbas.
El domingo 27 la Banda de Sorbas
se desplaza hasta Terreros (Pulpí)
para participar en el XV Festival
Provincial de Bandas de Música
organizado por la Diputación de
Almería, Ayuntamiento de Pulpí,
Participantes en el Taller de Hip-hop y Breackdance
y la Federación Andaluza de Ban­
das de Música.
Finalizando el mes, el Museo de
Almería a través de la Consejería de
Cultura de la Junta de Andalucía
inaugura la exposición “Huellas de
color y barro”, de nuestro paisano
Pedro Soler Valero. Desde el día
31 y hasta el 7 de septiembre, pudi­
mos contemplar esta gran muestra
que como su título contempla estaba
formada por pinturas y piezas de
cerámica.
Con esta maravillosa exposición
nos adentramos en agosto y con él,
en las fiestas que en este mes se
celebran. Las primeras que encontra­
mos en el calendario son las que se
llevan a cabo en Gafarillos en honor
de San Lorenzo (día 10) y las de
Mizala celebradas este año el día 14,
en honor de Ntra. Sra. del Rosario
que coinciden en parte con las acti­
vidades culturales y deportivas pre­
vias a la Feria. La XVIII Edición de
las 24 horas de Futbol-Sala abre este
programa que continúa con los cam­
peonatos de melero, natación, pingpong y más futbol sala en cuanto a
lo deportivo y cine, teatro y magia
en cuanto a lo cultural. A lo que
añadimos la exposición de los traba­
jos realizados en pintura al óleo por
los alumnos de la escuela de Adultos
que estuvo colgada desde el 4 hasta
el 17.
El día 5 de agosto los jóvenes
que participaron en el Taller de Teatro
organizado por el Ayuntamiento el
verano de 2007, se acercaron hasta
Tabernas para participar en la I
Muestra de Teatro Aficionado que
allí se estaba llevando a cabo gracias
a su ayuntamiento y a la colaboración
de la Diputación de Almería. Los
Chorreones que así se hicieron llamar
Participantes en el taller de Creatividad Escénica. Año 2007
53
54 sociedad
Algunos de los participantes en la Feria de la Juventud
realizaron por un lado el montaje de
“me dijeron que no hay ladrón que
por bien no venga” que ya escenifi­
caron en el acto fin de curso del IES
Río Aguas. Y también la escenificación
aprendida durante el Taller de Crea­
tividad Escénica organizado por el
Ayuntamiento de Sorbas y el Instituto
Andaluz de la Juventud en julio de
2007. Todo muy divertido. Casi los
mismos chicos el viernes día 8 y en
la plaza de la Constitución de Sorbas,
nos ofrecieron una exhibición de lo
aprendido en el taller antes mencio­
nado de Hip-Hop y Breackdance.
Alguien debía tomar nota de las ga­
nas que se traen estos chicos.
Al día siguiente, la Banda de
Música Santa Cecilia, lleva a cabo
el XI Encuentro Interprovincial
de Bandas de Música en el Audito­
rio Municipal Juan Rafael García Ba­
rranco que se realiza en la Feria junto
a la Banda de Música de Cehegín
(Murcia) todo ello con la colaboración
del Ayuntamiento.
Un día después, el domingo día
10, La Sociedad de Amigos de
Sorbas presenta el número 18 de
la revista “El Afa” en las instalaciones
de las Cuevas de Sorbas. Durante
el acto la asociación homenajeó al
pintor y escritor Pedro Soler, incon­
dicional colaborador de la revista El
Afa. El recién abierto restaurante al
finalizar el acto ofreció un ágape a
los asistentes.
La noche del miércoles día 13
pudimos escuchar la lectura al Pregón
de las Fiestas 2008 a cargo de su
autor nuestro paisano Joaquín Améri­
go Segura, y ver la presentación de
las Reinas de las Fiestas y su Damas
de Honor, con lo que se da por ini­
ciada la Feria de San Roque y San
Roquillo de este año pasado, a los
que acompañamos en procesión los
días 16 y 17 respectivamente.
Durante todas las fiestas en la
puerta de la iglesia se montó un
pequeño “puesto” donde algunos
miembros de la parroquia estuvieron
vendiendo diversos objetos para re­
caudar fondos para la realización del
retablo del Altar Mayor.
Se lleva a cabo por estas fechas
Presentación de la revista El Afa nº 18 en la terraza del Restaurante Cuevas de Sorbas
un casting para escoger a los figu­
rantes que participaran en el rodaje
de la película titulada La Guerra de
Stella.
Cierran el mes las tradicionales fiestas
de San Agustín (día 28) en La Huelga
y San Ramón (día 31) en Cariatiz.
Pero seguimos con nuestro reco­
rrido con el que llegamos al día 6 de
Septiembre, día en el que comienza
la exposición de lienzos de Eduardo
Roca Silva titulada Viaje Incierto
compuesta por 40 imágenes, en el
palacete del siglo XIX, Villa Anita,
renovado y comprado por Miguel
Servera (arquitecto mallorquín) en
la población de Cuevas del Almanzo­
ra.
Ese mismo fin de semana (6 y 7)
la asociación Sunseed del Río de
Aguas, organiza unas jornadas de
puertas abiertas. Coinciden en fecha
con el viaje organizado por el área
de Juventud del ayuntamiento a Terra
Mítica.
Durante los días 5, 6, 7 y 8 de
septiembre se inicia el rodaje de la
película La Guerra de Stella en la
que participaron varios sorbeños y
también el curso de la Escuela de
Música de la Banda que este año han
ampliado hasta Lucainena de las
Torres.
El día 20 de este mismo mes
comienzan los encuentros del C.F.S.
Sorbas en la categoría de 1 Nacional
B, con el equipo Benalmádena.
A partir del 22 de septiembre se
lleva a cabo el Curso de Diseño Gráfi­
co con una duración de 30 horas.
Organizado por el Área de Juventud
del Ayuntamiento de Sorbas.
El sábado 27 la cofradía Ntra. Sra.
de las Angustias celebra su festividad.
Durante la jornada estaba previsto
celebrar misa y procesión pero ésto
último por previsión ante la amenaza
de lluvias no llegó a realizarse.
Sin darnos cuenta llegamos a
octubre recordando que el 4 de oc­
tubre comenzó el campeonato el
equipo infantil de Futbol Sala que
también está federado en la 1
División de la categoría. Y también
por estas fechas lo hicieron “Los
Pumukis” de la liga independiente.
Los componentes del Espeleo
Club “El Tesoro” viajan hasta Villa­
luenga del Rosario en Cádiz, lugar
en donde se encuentra la Escuela
Deportiva de la Federación Andaluza
de Espeleología. También han prota­
gonizado varias salidas a cuevas.
El 17 de octubre recibimos la
visita de un gran amigo nuestro,
Rafael García Yebra, ex-párroco
sociedad
nombre, dentro del proyecto comar­
cal Cortijos de Arte. Es una iniciativa
de sus propietarios Thomas Neurkich
y Frédérique Edy.
La Escuela de Adultos el miércoles
17 organiza el I Certamen de Villan­
cicos. Las alumnas acompañadas de
Jesús profesor del Colegio Rural Lu­
sor, nos deleitaron en el Teatro Villa­
espesa con algunos villancicos. Una
buena iniciativa que merece conti­
nuidad.
Dos días después el viernes, en
el mismo escenario se pudo ver la
actuación del Grupo de Baile que
iniciaban las actividades culturales
navideñas que el Ayuntamiento había
organizado para estas fechas tan
señaladas. Magia, cine, actividades
para los niños y el clásico Concierto
de Navidad que ofrece la Banda de
Música por estas fechas cierran este
recordatorio semestral.
de Sorbas, que vino a contarnos su
experiencia en tierras de la Patagonia
Argentina. Al Teatro Villaespesa
acudió numeroso público amigos y
conocidos a los que nos encantó su
charla titulada “La Patagonia Bajo la
Mirada de Rafa”.
El lunes 20 de octubre a las 21
horas en el Salón Social de la UNED,
se presenta el libro “AlmeríaEmery: de la A a la Y”, escrito por
Joaquín Amérigo Segura y Txabi
Ferrero Alonso. Ha sido editado
por el Instituto de Estudios Alme­
rienses.
Se inician también por estos días
los talleres de Coro y Rondalla que
organiza el Ayuntamiento de Sorbas.
Con ellos damos por finalizadas las
actividades de Octubre y nos aden­
tramos en Noviembre.
Es en este mes cuando se cele­
bran las fiestas en honor de San
Diego en Gacía Bajo.
También la Banda de Música ce­
lebra la festividad de su patrona
Santa Cecilia (día 22) aunque el día
escogido para tal fin fue el 23 que
era domingo. Lo hizo con procesión
misa y paella.
Ese fin de semana el Área de
Deportes de la Diputación en
colaboración con el Ayuntamiento de
Sorbas organiza un viaje para muje­
res a Roquetas de Mar.
Casi estamos acabando pero todavía
nos queda diciembre. El miércoles
día 3, la Banda de Música Santa
Cecilia acude a la Universidad de
Almería para participar en el Semi­
nario “Organización, Recursos
Humanos y Orquesta”, en la Sala
Bioclimática de la Facultad de Huma­
nidades y Ciencias de la Educación.
Los días 13 y 14 de diciembre
son los días en los que se realiza el
III Curso de Espeleología organi­
zado por El Espeleo Club- El teso­
ro, el Ayuntamiento de Sorbas y
la Diputación de Almería.
El domingo 14 de Diciembre se
inaugura la Sala de Exposiciones la
Barquilla en el cortijo que lleva su
Cartel de las III Jornadas de Espeleología
Portada del catálogo de la exposición de Eduardo Roca. Un Viaje Incierto
SORBAS II
W. Sader
Sobre un peñasco bravío
Sorbas se yergue altanera…
¡Oh, sus vegas y sus fuentes…
Y sus noches silenciosas
Engalanadas de estrellas…!
En su alegre romería…
-¡San Gonzalo de Amaranto…!Le cantan lindas canciones
A este venerado santo…
Nota: Dos interesantes páginas sobre
Sorbas, se pueden visitar en la Red.
www.sorbascofrade.es y
www.sorbasalnatural.com
¡Santo de un Pueblo admirable…
-de solera y con historia…Que a todo el que lo visita
Se le grava en la memoria…!
¡Góchar, Moras, La Herrería…
Gafarillos y La Huelga…
Los Molinos del Río Aguas…
Cariatiz y La Mela…!
Con su Tajo sobre El Afa…
¡Y los bellos panoramas
De sus ramblas y sus montes…
Que enmarcan cumbre lejanas…!
¡Y las mujeres de Sorbas…
Cantadas por sus poetas…!
¡Y sus cuevas…! ¡Maravillas
En yeso cristalizado…!
¡Un mundo de filigrana…
Misterioso y encantado…!
¡Sorbas…Sorbas…quien te ha visto,
-y quien te verá o te viera…Vestida de primavera…!
55
56
conserva tu patrimonio
UN ESTUPIDO DILEMA
Y LAS FAROLAS DEL AFA
Parece ser, que Madrid y Barcelo­
na han importado de Inglaterra una
campaña estúpida e inútil; unos cuel­
gan propaganda con el eslogan: “Dios
sí existe”. Los otros con el contrario,
aunque con el matiz “probablemen­
te”, lo que les da una pátina más
científica y menos fundamentalista.
No voy a entrar en disquisiciones
trilladas por unos y por otros; el
mundo del pensamiento y el científico
ya fueron razonablemente
categóricos al afirmar: “es científica­
mente y fuera de razón, además de
imposible, demostrar lo que no exis­
te. En cambio, si hay que demostrar
y así lo exige su asentimiento, aquello
que afirmamos que existe”. No hay
vuelta de hoja a semejante plantea­
miento, si alguien la tiene que la
diga; si así lo hace, abrirá para la
ciencia y la filosofía un camino tan
inesperado como asombroso. Su
nombre será impreso en todos los
libros y habrá postulado un orden
nuevo. De momento, y atento a unos
y otros, yo me sigo quedando con
aquel lema anarquista: “Si Dios existe
es problema suyo”.
Me agradaría ver que esa
discusión u otra semejante llegara a
Pedro Soler Valero
Sorbas; que cívicamente y con ve­
hemencia, unos y otros se entregasen
a la defensa de sus ideas. Qué es­
pectáculo más edificante sería escu­
char esa controversia en los bares,
por las esquinas y en el mercado; el
pescadero, las carniceras, los que
venden verduras, pollos asados, lo­
teros, municipales etc. Mezclados
entre sí y discutiendo; unos apoyando
a teólogos de tres al cuarto y otros,
enfervorizados por los razonamientos
de filósofos de pacotilla. Sería esper­
péntico ver unidos a cristianos, islá­
micos, semitas y otras creencias,
contra agnósticos, ateos, dubitativos
y cínicos reincidentes. No creo equi­
vocarme si predigo, que los segundos
seríamos aplastados y derrotados
por los defensores de la verdad;
santos y vírgenes con banderas y
estandartes, saldrían a la calle en
procesiones silentes, entre el mur­
mullo de rezos y rogativas. De los
balcones penderían mantones y ada­
mascados con crespones. Tan efusi­
vas y aplastantes serían las muestras
de que Dios sí existe, que los escép­
ticos, pusilánimes y otras estirpes,
quedaríamos relegados para siempre
a las tinieblas infinitas. Es seguro
que en semejante oscuridad no me
encontraría cómodo; sobre todo, si
no tengo mi rinconcito para hacer
mis muñecos y escribir dislates y
divertimentos inútiles. Pero por esa
caridad que predican los creyentes,
estoy seguro que alguno, de vez en
cuando me abriría una ventanica, y
por ella vería la luz. Esa luz de la
que me vi privado por mi ignorante
rebeldía y por no escuchar a la COPE.
Hace ya mucho tiempo que no
me planteo el dilema que ahora,
unos y otros se empeñan en resuci­
tar; tengo otras cuestiones más in­
quietantes e importantes en las que
ocupar mi tiempo y mis pensamien­
tos. Pero puestos en el asunto, y en
el supuesto de que ese señor esté
por ahí, en algún lugar ignoto y
desconocido le preguntaría: ¿por
qué no terminas de una vez con
tanta ignominia y canallada? No me
vengas ahora con esa zarandaja y
superchería de que nos diste “el libre
albedrío”. Le pediría también, que
nos iluminara a muchos para no
decir tantos dislates y tonterías. Que
iluminara a todos aquellos que han
de tomar decisiones, sobre todo si
éstas afectan a los demás y en con­
conserva tu patrimonio
creto a éste pueblo pequeño y apar­
tado, epicentro del mundo según
alguno de sus habitantes. Pediría
esa luz para muchos de los que nos
gobiernan.
Tiempo atrás, cuando Paco Cazor­
la comenzó con las obras de su casa
y ellas afectaban a la fachada, pre­
gunté en la plaza a un destacado
miembro del consistorio, si éste tenía
algún plan u ordenanza para el aca­
bado de esa fachada. Pasmo me dio
cuando escuché su respuesta: “no
lo sé –me dijo- en éste pueblo cada
uno hace lo que le viene en gana”.
Hube de apretar las piernas, creí que
se me descolgaban los pendulares.
Para la fachada de la casa más em­
blemática del pueblo, no había norma
alguna que impidiese a cada propie­
tario hacer lo que le viniera en gana.
El Ayuntamiento dejaba “al libre
albedrío” de cada uno, hacer lo que
sus pelendengues y gusto tuviesen
a bien. Y así ha sido; la restauración
de la parte izquierda es impecable,
podrían objetarse algunos detalles o
cosillas, pero el buen gusto y criterio
ha imperado. Incluso en la fachada
lateral, el propietario se ha atenido
al color que ya habían pintado en la
parte alta. El zócalo o arrimadero
que puso en la fachada principal, lo
ha continuado por la lateral, para
dar criterio y unidad a todo el edificio.
A la vista del buen gusto también
están las puertas y la conducción de
los cables.
Es tanta la evidencia contraria en
la fachada derecha y su lateral, que
no haré mención alguna. No criticaré
a quienes la hicieron u ordenaron su
ejecución, al fin y al cabo obraron
según su criterio. Pero sí hay que
asombrarse de que no se hubiera
previsto el disparate actual y que
podría ocurrir lo que ha ocurrido.
Imagino que los permisos estarían
concedidos y nadie se preocupó de
qué haría cada cual con su fachada.
No quiero pensar si los dos propietarios
de la parte alta hubieran obrado con
distinto criterio y, una mitad fuese
roja y la otra amarilla o verde. ¿Alguien
se lo habría impedido?
Veo también (ya resignadamente)
cómo, aquel pueblo blanco que
mereció ser cartel de reclamo turís­
tico. Poco a poco quiere parecerse a
un pueblo sevillano. Nos quejamos
del centralismo político, pero copia­
mos los colores y el aire de Sevilla.
El ocre y el almagra característicos
de aquella capital se están imponien­
do en Sorbas. No es que tenga nada
en contra de Sevilla y sus colores,
pero... cada uno en su casa y Dios
en la de todos. Pero estas cosas
llevan implícitas aquella condición
atávica: “se admira al poder y se le
imita, aunque se le critique o se le
odie”
¡Señor, Señor! Si estoy equivoca­
do, señálame con el índice de tu
mano y que de él parta un rayo que
acabe con mi perseverante mala
leche, o si quieres, que me fulmine
de una puñetera vez. Al menos, des­
de las tinieblas de la nada no incor­
diaré a nadie.
Y desde las tinieblas más cutres
reivindico las farolas que han de
iluminarnos. Me refiero a las farolas
que están colocando en el nuevo
paseo del AFA. El antiguo sendero
para ganado y caballerías, se con­
vierte en paseo de grasientos, con­
templativos y avariciosos del coles­
terol y los triglicéridos. Al margen
de la guasa, creo que es una buena
y bonita idea. Incluso el barandal
tiene gracia por la sencillez y los
materiales empleados. Pero....¡Vive
Dios! - Aquí sí que reivindico su
intersección e influencia- Qué paste­
lera mente habrá pensado que, unas
farolas iguales a las del otro paseo
(que también tiene su coña) son las
ideales para anular las sombras que
de siempre reinaron en el Afa. No es
que pretenda yo que el barranco
continúe sumido en la oscuridad de
la noche. Pero cualquier cabeza que
se esfuerce un poco sabe, que hay
infinidad de aparatos discretos y sin
artificio para alumbrar el sendero.
Pero igual soy un cachondo mental
que vive en la Luna de Valencia y no
soy capaz de ver más allá. Tal vez,
la idea es convertir todo el Afa en
un parque urbano y las farolas son
un adelanto. Quizás, el que realizó
el proyecto quiera reivindicar en
Sorbas el mar que la abandonó en
los albores de los tiempos, y con las
farolas pretenda emular los paseos
marítimos de los pueblos de la costa.
Si es así me callo, sólo le faltaría un
estanque o una acequia, para que
los niños jugaran con barquitos de
papel. ¡Y menos mal! Parece que la
falta de presupuesto (según me han
dicho) obliga a echar yeso sobre el
camino y no, como se pensaba, ali­
catarlo con un mosaico de color ram­
pante, y como el de la carretera
mostrase a todos el gusto, el atrevi­
miento, y aquel dicho castizo: “¡Me
cago en la leche, aquí lo tenéis, pa
que veáis los guevos que tenemos
en éste pueblo!”
Si no fuese nada de lo que he
pensado y los tiros fueran por otro
lado, aunque me de vergüenza con­
fesarlo; pido a Dios con todas mis
fuerzas para que ilumine a gobierno
y oposición de éste pueblo y, aunque
sea de vez en cuando piensen; “los
proyectos están para discutirlos y
cambiarlos si es preciso”. No todo
es válido, por eminente que sea quien
lo diga o lo proponga. Si el Altísimo
escucha estos ruegos, estoy dispues­
to a colgar una banderola en mis
balcones que diga: “EN ESTE PUEBLO
(al menos) DIOS SI EXISTE”.
57
58
economía
LA AUTORIDAD PORTUARIA DE ALMERÍA
CONSTRUIRÁ UNA NUEVA TERMINAL EN
EL PUERTO DE CARBONERAS
Esta obra podrá generar 300 puestos
de trabajo en el Levante almeriense
La Autoridad Portuaria de Almería
ampliará el Puerto de Carboneras
con una nueva terminal de carga y
descarga. Este muelle, cuyo acto de
presentación de las obras tuvo lugar
el 28 de enero en Carboneras, podría
generar 300 puestos de trabajo en
el municipio levantino y se calcula
que la terminal producirá un volumen
de negocio de 120 millones de euros.
El acto de presentación de la nue­
va terminal comenzá a las 8 de la
tarde en la “Casa de la Música” del
municipio de Carboneras y contó con
la intervención de la Presidenta de
la Autoridad Portuaria de Almería,
Trinidad Cabeo, el Consejero de
Obras Públicas y Transportes de la
Junta de Andalucía, Luis García Ga­
rrido, el presidente de Puertos del
Estado, Mariano Navas Gutiérrez, y
el alcalde de Carboneras, Cristóbal
Fernández Fernández.
La nueva terminal, cuya longitud
será de 220 metros y su calado de
18 metros, ocupará una superficie
de unas 20 hectáreas, de las cuales
6 corresponden al muelle y 14 a la
superficie adyacente al sur del mismo
muelle. Estará abrigado de los oleajes
por el dique del Puerto de Endesa y
podrán atracar barcos de hasta
100.000 TPM.
Con esta obra, se abren, además,
nuevas posibilidades para la
exportación e importación de grane­
les sólidos, que transportan barcos
de gran capacidad que podrán atracar
en este lugar. Asimismo, se puede
dar servicio, sin depender de las
condiciones meteorológicas, a la
desaladora de Carboneras, lo que
permitirá abastecer de agua a las
regiones de España cuando sea ne­
cesario.
Entre los beneficiados por la ter­
minal se encuentran también las
empresas del Polígono Industrial
próximo al Puerto y la futura zona
logística, actualmente en estudio y
con posible ubicación en Níjar.
Dibujo del Fuerte de la Carbonera en el Catastro de Ensenada (S. XVIII) de Sorbas,
jurisdicción en la que se integraba el actual municipio de Carboneras.
Importancia del Puerto de Car­
boneras
El Puerto de Carboneras genera,
por su volumen de negocio y movi­
miento, dinamismos económicos lo­
cales y regionales que posibilitan la
creación de empleo en la zona. Su
Ayuntamiento, atendiendo a criterios
de oportunidad, potencialidad y de­
sarrollo territorial, está promoviendo
la creación de un espacio productivo
contiguo al Puerto, siendo la
construcción de la nueva terminal
un punto de atracción industrial
fundamental para este espacio.
Autoridades durante el acto de presentación
y además
SOCIEDAD DE AMIGOS DE SORBAS
SENDERISMO “CONOCE TU EN­
TORNO, CONOCE TU IDENTIDAD”
El pasado otoño-invierno gracias al
programa de senderismo “CONOCE
TU ENTORNO, CONOCE TU IDEN­
TIDAD” organizado por la Sociedad
de Amigos de Sorbas y el Centro
de Visitantes Los Yesares, gestio­
nado por Natur-Sport Sorbas S.L.,
hemos realizado nuevas rutas pro­
moviendo la difusión del patrimonio
natural, cultural y paisajístico del
municipio de Sorbas y la provincia
de Almería:
26 Octubre: La Vereda de Alco­
záyar (Alboloduy): El Río Naci­
miento, Desierto de Almería, La Bal­
silla de Agua Salobre, Poblado Ibérico
del Peñón de la Reina.
16 Noviembre: La Sierra de Bé­
dar: La Minería de Hierro y Plomo,
Arqueología Industrial, Ferrocarril
Bédar-Garrucha, la aldea de Serena.
14 Diciembre: El Karst en Yesos
de Sorbas: El Marchalico ViñicasCortijo de los Yesares- El Puente de
la Mora-El Tesoro-Los Molinos del Río
Ruta por Alboloduy. Balsica de Agua Salobre
Ruta por las Minas de Bédar
de Aguas. Geomorfología, manantia­
les, huertas de tempranos, caminos
históricos, los secanos, endemismos
botánicos, tortuga mora.
25 Enero: El Río Antas: El volcán
del Cabezo de María, Ermita de la
Virgen de la Cabeza, Los Raimundos
de Antas, Los Matreros de Bédar,
Jauro de Lubrín y El Marchal: los
Bosques ocultos, Floración del Almen­
dro, Cascada del Goterón. Yacimien­
tos argáricos, cortijadas, arquitectura
popular, las riadas históricas del Río
Antas.
Ruta por las Minas de Bédar
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CONSEJERÍA DE AGRICULTURA Y PESCA
Número 19 •Invierno 2009
Editada por la Sociedad de Amigos de Sorbas
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