Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 EL MITO DE DEMÉTER Y PERSÉFONE: LA RELACIÓN PRIMARIA CON LA MADRE Y LA FEMINIDAD Graciela Cardó Soria Julio 2006 “Todo Dios, hasta el del Verbo, reposa sobre una Diosa-madre” (Kristeva, 1987) La presente ponencia es una aproximación desde el punto de vista psicoanalítico, al mito de Deméter (y Perséfone). Freud se basó en dos grandes mitos griegos para su comprensión de la conformación del psiquismo humano, la tragedia de Edipo Rey y el mito de Narciso. trabajo Apelaré en este a otro, que describe las vicisitudes de la relación de la pareja emblemática madre-hija: el mito de Deméter y Perséfone; pensamos que éste, puede enriquecer las visiones del psiquismo femenino. ¿Por qué recurrir a un mito? En el trabajo titulado “El múltiple interés del psicoanálisis”, Freud (1913a) planteaba los aportes que esta disciplina podría realizar para la comprensión de la historia de la civilización. Señalaba la posibilidad de aplicar los hallazgos psicoanalíticos resultantes del estudio de los sueños a los productos de las fantasías de los pueblos, tales como los mitos y las fábulas. El creador del psicoanálisis consideró a los mitos y a otras obras culturales, como una vía privilegiada para el conocimiento del inconsciente. Desde Freud: La voz del padre del psicoanálisis Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 Los orígenes del psicoanálisis estuvieron estrechamente ligados a la mujer. Fueron mujeres las primeras pacientes de Sigmund Freud; fue gracias a ellas –y por supuesto por los aportes de estudios sobre la cultura y el autoanálisis del mismo Freud- que arribó a la comprensión del funcionamiento psíquico del ser humano. Al escuchar las historias de sus pacientes, entendió la existencia de “otras escenas”, que lo remitieron a pensar el síntoma que las aquejaba como otro lenguaje o como una segunda lengua. Freud siempre escuchó, y por ello pudo modificar su pensar, recibiendo siempre el cambio con mucha agudeza y honestidad. Acompañado en parte por estas mujeres en su travesía por las profundidades de la psique, descifró muchos enigmas, como aquel famoso que la esfinge hizo a Edipo, o el de Medusa, o el dilema de Los tres cofrecillos. Pero quizás uno que siempre lo inquietó desde los inicios de su teorización, fue aquel que sus primeras pacientes empezaron a mostrar, el de la relación primaria con la madre y la feminidad. Fue inherente al pensamiento freudiano la idea de cambio y evolución. El poder mirar “otra escena” para descifrar jeroglíficos que brindaran nuevos entendimientos en la comprensión del ser humano, fue una tendencia fundante y constante en el descubridor del psicoanálisis. Esta premisa, nos alienta a realizar el presente trabajo sobre la mujer ya que, a ciento cincuenta años del nacimiento del maestro, muchas dudas, cuestionamientos e incógnitas siguen vigentes. En 1931 Freud escribió “Sobre la sexualidad femenina”, plantea allí el tema de la estructuración del deseo en la mujer como producto de sus vivencias, las que mediane el complejo de Edipo producirían un sujeto libidinal Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 y deseante singular. feminidad”; Luego, en 1933 Freud abordaba el tema de “La en una de las primeras líneas de aquel trabajo afirmaba que, “sobre el problema de la feminidad han meditado los hombres en todos los tiempos… Tampoco vosotros, los que me oís, os habréis excluido de tales cavilaciones… pues las mujeres sois vosotras mismas tal enigma” (pp. 3164). La feminidad fue planteada en aquel entonces como un problema y como un enigma. En su intento por entenderla, encontró la trascendencia de la comprensión de la “fase de la vinculación a la madre, anterior al complejo de Edipo” (pp. 3169), período que posibilitaría la comprensión de la mujer. Queda explicitado entonces, el rol de la relación con la madre. Los títulos “La sexualidad femenina” y “La feminidad”, pensamos, dan cuenta de la incorporación al pensamiento freudiano de la repercusión de lo social y cultural en la conformación de la subjetividad. Desde el Mito: Deméter y Perséfone En nuestro intento de contribuir al esclarecimiento y comprensión de la conformación de la feminidad, cuyas bases se encuentran en estos momentos primarios y para ejemplificar las vicisitudes del recorrido de la mujer, apelamos a la voz del pasado: el mito. García Gual (1993), señala la configuración y su función, destacando su significado en el contexto social y su valor en tanto instrumento mental en la representación colectiva del mundo. Se refiere a tiempos primordiales, al tiempo en el que el acontecimiento tuvo lugar por primera vez; a esto alude Mircea Eliade (1963), al hablar del “tiempo fuerte” del mito, el tiempo Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 prodigioso, sagrado, en el que algo nuevo, fuerte y significativo se manifestó plenamente; por ello son historias significativas, preciosas y ejemplares (pp. 32). Tomando en cuenta entonces que los mitos son modelos que permiten entender lo complejo de la mente humana, que se enfrenta con el dolor y la frustración del desconocimiento en la relación de cada individuo consigo mismo y con los otros (Péndola, 2002; Campbell, 1963), tomaremos el mito de Deméter y Perséfone, como paradigma de lo femenino ligado a la relación primaria con la madre. Existen múltiples versiones de este mito, nos basaremos en la más antigua, el Himno Homérico a Deméter (siglo VIII a C.). Según el relato, Kore la joven hija de Deméter y Zeus, se encontraba juntando flores en la pradera con sus media hermanas Atenea y Artemisa, cuando atraída por un narciso, lo arranca. La tierra se abre repentinamente y Hades, dios del infierno y de la muerte, la secuestra llevándola dentro de la tierra al inframundo. Nadie oye sus gritos ni su llanto. Luego Deméter desesperada, baja del Olimpo a la tierra a buscar a su hija. La furia y el dolor de Deméter producen hambruna y sequía en toda la tierra. Zeus es llevado por la catástrofe a convencer Hades de que libere a Perséfone. Pero ésta, engañada por Hades, comió un fruto del infierno, granos de granada, que la hicieron quedarsujeta a Hades, no pudiendo regresar y quedarse con su madre en la tierra. Los dioses llegan a una solución negociada en la que participan Hermes, Rea, Zeus, Hades y Deméter. Perséfone, entonces, pasará un tercio del año con Hades y dos tercios con la madre. Dicha solución de compromiso era, en la antigüedad la explicación del origen de las estaciones del año. El invierno, el frío y la tristeza gobiernan Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 cuando Perséfone está lejos de su madre, y la tierra florece en primavera y verano, época que la hija pasa con la madre (PUCP, 2001). Después de Freud: Las voces contemporáneas sobre la feminidad Diversas autoras continuaron el trabajo de comprender la feminidad, labor delegada por Freud. Este mito como los sueños, posee muchas interpretaciones. Haremos un cruce entre el mito y los postulados teóricos centrándonos en esta ocasión, en los conceptos de genealogía femenina, el duelo de la omnipotencia materna y los caminos de la feminidad. A la búsqueda de la genealogía femenina El primer cuerpo a cuerpo con la madre, abre el esbozo de la genealogía femenina, concepto desarrollado por Luce Irigaray (1984, 1985). Esta noción se refiere a la dimensión del “entre mujeres”, siendo las mujeres emblemáticas la madre y la hija. Al respecto dirá Alizade (1992) que “el cuerpo de mujer ocupa el lugar de ´forma preferida´ en tanto constituye el cuerpo primario sobre el cual se plasman las primeras vivencias fundamentales. El intercambio deseante inicial femenino se juega en este terreno ´homosensual´ que da lugar a la primera especularidad estructurante” (pp. 100). Esta postura se diferencia de la clásica freudiana, ya que desde ésta, es a través del padre que es posible la separación de la niña con su madre, logrando así el acceso a lo simbólico. El concepto de genealogía femenina explica que sí es posible acceder a lo simbólico a partir de las primeras experiencias vividas con la madre, ya que éstas brindan las bases de la simbolización. Lo femenino primario sirve de mediación: para acceder a lo Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 simbólico, son las madres quienes –generalmente- educan a sus hijas e hijos, y les transmiten el lenguaje, no en vano se dice “lengua materna”. Relacionamos el concepto de genealogía femenina con el de la chora semiótica de Kristeva (1993). La chora, que es el receptáculo en el cual se desarrollan los procesos iniciales de la vida, correspondería a momentos iniciales, pre-especulares, de identificaciones primarias, que devienen internos por lo simbólico y están mediados por éste. Desde esta autora encontramos también que el orden simbólico comienza a establecerse necesariamente en la relación arcaica y corporal con la madre pre-edípica, y forma parte de ésta. Luisa Muraro (1991) afirma que la chora es fundamental y es la posibilidad para la creación de lo simbólico; éste comenzará a establecerse en la relación con la madre, o nunca lo hará. Recuperar la genealogía femenina pasaría por rescatar el saber transmitido entre mujeres de diferentes generaciones, representado en todas las culturas por la imagen de la vieja que transmite su saber a la joven. Este saber se recupera sin envidia como una función posible y real, ya que existe en cuanto a su naturalidad, todos somos hijos e hijas de mujer. Si no se inscribe en lo simbólico, será renegada y desconocida, como generalmente sucede, y de ello dan cuenta una serie de patologías. En “Amo a ti”, Irigaray (1992) plantea que “la niña experimenta el deseo de relacionarse con su madre, desde luego transferido casi exclusivamente sobre el hombre por buenos y malos motivos, ya que nuestra tradición carece de mediaciones que le permitan conservar su identidad de mujer. La melancolía de las mujeres resulta de un deseo de intercambios más que de una nostalgia de retorno” (pp. 193). Al respecto Benjamin (1996), dirá que el Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 individuarse no es sólo una expresión de hostilidad respecto de la dependencia; también expresa amor al mundo. El predominio de la hostilidad o el amor dependerá de la historia de cada quien. No son pues, sólo la desilusión y el odio concomitante –como lo señalaba Freud (1931a), los únicos motivadores de la separación y el crecimiento, lo son también el deseo de salir al mundo y relacionarse. Muchas veces se observa sufrimiento en algunas relaciones entre madre e hijas, el cual traduce un silencio que encubre una incapacidad para que la hija se identifique con su madre (Irigaray, 1984). La hija buscará de este modo, una imagen que no encuentra y que sólo le refleja un espejo vacío. Es así que una posible genealogía femenina aparece más bien, como un lugar invadido por su negativo: el odio y la ingratitud. La cuestión de la genealogía femenina para una mujer, parte entonces, del lugar (o del no lugar) de su relación con la mujer que ha sido y es su madre. Los hombres confunden a sus mujeres con sus madres, y aquellas se confunden a sí mismas con sus madres; de este modo dirá Muraro (1991), al no haber cabida para la genealogía femenina, este lugar quedará marcado por el resentimiento y el conflicto con la mujer que debería ser la fuente principal de fuerza y de identidad de una mujer, la mujer que es su madre. Diversos personajes de la mitología griega han servido de modelos para explicar aspectos de la femineidad. Figuras como Palas Atena, Antígona, Clitemnestra y Electra, Deméter y Kore, han sido representantes de la continuidad o discontinuidad de la relación madre-hija (Irigaray 1984, 1985, 1992, 1997; Benjamin 1997; Muraro 1991, 2002). Precisamente el concepto de genealogía femenina, es ejemplificado por estas autoras a través de estas mujeres mitológicas. En Atenea y Electra, se encuentra una genealogía Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 femenina abolida en la cultura patriarcal; Atenea no tiene madre, y Electra es la mujer que ha olvidado y está fuera de cualquier linaje de mujer, colabora con el hombre para el asesinato de su madre; representa a la mujer en un cuerpo a cuerpo patológico con su madre, fuente de sufrimiento y de locura. Clitemnestra –madre de Electra- a su vez, personifica el no olvido del origen, ella recuerda a su hija Ifigenia muerta en manos de su padre Agamenón. Antígona, hija de Edipo y Yocasta, sería la mujer paralizada en su devenir, demostración carnal de lo femenino privado de su ser y de su hacer. Hablar de Deméter implica hablar de Kore, no hay un mito de ésta, lo hay de la madre. La imposibilidad de la unión y la distancia, el dolor y el detenimiento que ello trae consigo, son ejemplificados en la pareja DeméterKore; la separación forzosa de esta madre y su hija, su imposibilidad y su necesidad de permanecer juntas, reflejan que una mujer pertenece primordialmente a la genealogía materna (Irigaray 1984, 1985, Muraro, 2002), ya que, como mujeres están inscritas en una descendencia femenina, y que sólo secundariamente pertenecerán a una familia. El mito nos habla de la necesidad de reparación debido a que la relación madre-hija/Deméter-Kore, ha sido interrumpida, originándose sufrimiento, privaciones, rencores e incomprensiones. Del duelo de la omnipotencia materna El recuperar la genealogía femenina perdida, graficado en el mito en el reencuentro de Deméter con Perséfone, nos lleva a pensar en los procesos internos necesarios en la mujer para inscribir esta relación en la vida anímica y social. Los procesos psíquicos que marcarán las sendas hacia la feminidad Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 tienen que ver –tal como lo ejemplifica el mito-, con el hacer el duelo de la madre todopoderosa dueña de la vida y de la muerte. Experiencia psíquica inevitable que para toda hija, inaugura la posibilidad de entrar en “este cuerpo a cuerpo que restituirá vida, carne y palabra a la madre” (Muraro, 2002, pp. 16). A este respecto, Bemjamin (1997), señala que para Irigaray, la negación de la dependencia con respecto de la madre está vinculada al fracaso de la representación que borra a ésta. La incapacidad para representar simbólicamente dicha relación primaria, hace de la mujer “un agujero peligroso en el que puede desaparecer el individuo” (Benjamin 1997, pp. 116). Tal pues, como sucede con Perséfone, ella es llevada al agujero infernal y permanece allí, hasta que se da una negociación y un acercamiento entre los géneros. Ello implica hacer el duelo, y esto es algo temible, como si la muerte de una debiera llevar consigo la muerte de la otra (Muraro, 1991). Recordemos el mito, mientras la hija no es visible ni palpable, la tierra deviene yerma. No hacer el duelo lleva a albergar dentro un objeto materno muerto; no cabe espacio para la identificación, se da un silencio entre madre e hija, sólo queda el llanto de Deméter, su búsqueda errática, y el vacío de la ausencia de Kore. Benjamin (1997) dirá que la omnipotencia materna ocupa el mismo lugar que el narcisismo primario; si no puede establecerse una frontera clara, o respetarse el deseo del infante, es probable que la madre aparezca como una figura todopoderosa, capaz de un control omnipotente, o como una figura débil que absorbe y ahoga. Si no se procesa la idealización y la denigración, esta escisión obstruirá el camino a la representación de la subjetividad sexual de las mujeres y negará la sexualidad de la madre. Si bien el mito no da cuenta abiertamente del deseo de Kore, pensamos que el cambio de nombre a Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 Perséfone al pasar a ser esposa de Hades, refleja la separación psíquica con la madre todopoderosa, deviniendo la hija con una identidad propia como sujeto sexuado. Cuando el poder de la tristeza de Deméter subvierte el orden de la naturaleza produciendo la muerte de la vida, encontramos a esta figura omnipotente de la madre-diosa, lo que nos lleva a pensar en cómo se puede obstaculizar el proceso de diferenciación, discriminación y aceptación de las mutuas diferencias y elecciones. Recordemos que es cuando madre e hija están juntas, que queda garantizada la generatividad. Estos aspectos hacen pensar en el posible detrimento de la individualidad y en la dependencia, aspectos reflejados en el mito. Podemos apreciar también de que modo una mujer, hija o madre – Deméter o Kore/Perséfone- puede transformar el espacio de separación y la pérdida inevitable, en uno de creación, encuentro y juego. Esta zona creativa ofrece consuelo para la experiencia inmanente de la vida de dejar y perder al otro, de ser o no ser, de tener o no tenerlo todo (Benjamin, 1997). Desde otro ángulo, el reencuentro entre madre e hija, puede leerse también, como el logro del espacio “entre mujeres”, concepto desarrollado por Alizade (1992), espacio de la primera especularidad estructurante de intercambios iniciales de orden femenino. Este “entre mujeres” concuerda con la idea de la posibilidad de reparación de la genealogía femenina, que pasa necesariamente por la declinación de la madre grandiosa y primitiva, es el resultado de un profundo deseo de desprenderse de algo divino. Irigaray (1997), nos recuerda que seguir siendo dos, significa renunciar a la infancia que ubica la omnipotencia de lo uno en lo alto, significa querer ser Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 adulto en el renunciamiento a las necesidades de la infancia. En el mito en cuestión, Perséfone se convierte en la esposa de Hades, diosa de los infiernos, dueña de cofres, secretos y misterios femeninos. En palabras de Alizade (1992), representa “lo femenino que ruge y se hace oír en la cultura” (pp. 18), y sobre todo, el espacio propio separado del de la madre, y que no en vano se ubica fuera del alcance de la mirada de ésta. Se posesiona la hija entonces, de los misterios de la vida y de la muerte, del enigma de la creación, a imagen y semejanza que su madre. Hacia la femineidad La niña-mujer (Kore), accede a lo femenino a través de varias separaciones vividas como pérdidas, siendo el desprendimiento de la madre la separación por excelencia. Efectúa los cortes de las uniones con la madre, y la va incorporando, de modo tal, que la hija pueda ejercer la “maternización psíquica” (Alizade, 1992) que implica “internalizar un vínculo trófico que impulsa a la mujer a amar-se, a cuidar-se, etc., vale decir, a llevar a cabo operaciones en tiempo reflexivo” (pp. 162). Este concepto se une al de “entre mujeres”, la mujer en este trabajo sobre sí misma, interactúa consigo y también con otras mujeres que le brindan posibilidades identificatorias. Es un proceso de intrasubjetividad positiva, un estar bien que se expandirá al intercambio con otras mujeres, libre de rivalidad, odio y resentimientos. Una línea de entendimiento del mito, es el que da cuenta de cómo es posible recuperar la feminidad primordial, de cómo en este primer cuerpo a cuerpo, se abre un primer esbozo de la dimensión del “entre mujeres”. El reencuentro de las diosas de las tres generaciones –Rea, Deméter y Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 Perséfone- conduce a la recomposición del ciclo de la naturaleza, reorganiza y devuelve a cada quien, sus derechos y obligaciones, se da la posibilidad de una separación, ya no de la ruptura que hiere. Para ello fue menester procesar lo vivido dramáticamente tanto por la madre como por la hija, el dolor y la angustia, lo no dicho pero actuado en tanto muerte. Diversas tareas hubo de realizar la hija para realizar los intercambios: construir básicamente un espacio de individuación y libertad, en el cual se dio un cruce de soledad y feminidad, de plenitud y de incorporación (Alizade, 1992). Debió desidentificarse de lo primario omnipotente, realizando el proceso de maternalización psíquica. La relación primaria con la madre, como señala Kristeva (2002), deberá convertirse en una relación adulta, plena de transformación, plasticidad y diferenciación. La mujer reconocerá en ella lo que le es propio, el verdadero símbolo de su identidad, recuperando la memoria de la madre en la memoria de la carne (Buzzatti, 2002). Al mismo tiempo se reapoderará de aquel lugar psíquico y afectivo generador de imágenes, sensaciones y fantasías que entrelazan a la hija y le brindan un legado vívido en los primeros momentos, aquellos de la chora semiótica que Kristeva (1993) hacía alusión. Perséfone, la mujer diferenciada, aprendió de su madre la consistencia del vínculo que se construyó sin negar el odio, el deseo y la imposibilidad; así como de la vivencia de la distancia y de la separación. Es precisamente la integración de todas las vivencias, el fin de las escisiones, idealizaciones y denigraciones, lo que posibilitará la reinstauración en el mito y en la actualidad, de la organización que brinda una genealogía femenina. Recuperar la pertenencia a una genealogía (Hécate-Deméter-Perséfone) da fuerza, abre el espacio de retraimiento que permite vivir, producir, tener relaciones. Permite Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 que una mujer (Kore/Perséfone), pueda existir más allá de sí y de su madre, saliendo de sí sin perderse (debajo de la tierra). Accede la mujer –ser de apego- a cuidar a los otros con quienes continuará los lazos de dependencia iniciados con la madre; re-encuentros, dependencia, cuidados y empatía, regirán su vida anímica (Chodorow, 1984; Gilligan 1994; Alizade, 2005). Algunas reflexiones “La vida cambia y el psicoanálisis también. Estamos en los albores de una nueva ciencia” (Sigmund Freud, 1930) Nos propusimos como tarea crítica cuestionar y repensar aspectos de la construcción imaginaria de la sexualidad, específicamente de la femenina. Desde otra orilla, la de las mujeres después de Freud, intentamos reflexionar sobre la constitución de la mujer dentro del universo socio simbólico en que se construye. Con los planteamientos de Castoriadis (1998) acerca de que “la reflexión aparece cuando el pensamiento se vuelve sobre sí mismo y se interroga, no sólo acerca de sus contenidos particulares sino acerca de sus presupuestos y fundamentos” (pp. 324), nos atrevemos a esbozar las siguientes reflexiones. Freud otorgó importancia a la fase pre-edípica de la mujer; la estructuración psíquica de ésta se daría desde la relación “primitiva y arcaica” de la niña con su madre. Reconoce los efectos de esta relación y a la vez los ubica con un matiz negativo (fijación, patología). Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 Rescata que en la niña ninguno de los estratos de su vinculación con la madre se supera del todo; remarca que es la fase de vinculación amorosa preedípica la decisiva para la vida de la mujer (1925). Sin embargo manifiesta luego que lo específicamente femenino aparece a partir de lo fálico y del complejo de Edipo, ¿borra acaso con una mano lo escrito con la otra? Encontramos en estos postulados de la primacía fálica y de los tiempos edípicos los del triunfo del Padre sobre la Madre, una devaluación de lo femenino que conlleva la pérdida de la memoria del cuerpo de la madre, todo lo que queda nombrado entonces peyorativamente como “la pre-historia”, “lo arcaico”, “lo primitivo”. Lo que Freud vio fue una sexualidad femenina entendida según un único modelo masculino; se valorizó lo que se ve, lo interno, lo no visible, lo propio de la mujer fue negado. Por ello pensamos que el complejo de Edipo en la mujer posee otro armado, otros ingredientes en los que la interioridad no debe ser leída como carencia. Lo que Freud no vio fue el aspecto trófico de la separación con la madre, en la que la hostilidad y el odio son elementos, pero no los únicos. Los efectos de la relación primaria con la madre en la vida de la mujer, no son sólo producto o reflejo de fijaciones patológicas en dicha etapa; también producen – como lo grafica el mito- lo específico femenino: lo cíclico, el re-encuentro, lo relacional, la re-generación, todo lo que produce una estructura psíquica propia. Esto último va de la mano también con lo específico de lo biológico femenino: los ciclos vitales de la mujer. Queremos resaltar que no se niega la separación estructuradora y necesaria con la madre que permite el devenir del sujeto y de la feminidad, Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 pero se relativiza el lugar de la tristeza, del odio y de la rivalidad, enfatizando la posibilidad de la aparición de la alegría y la generatividad. El “no” será visto como estructurador, al decir de Alizade (1992, 2005), en tanto fundante de un espacio de soledad y libertad. Después de re-conocer la importancia de los momentos primarios fundantes en la vida de la mujer, advendrá el re-encuentro y el re-conocimiento de dos sujetos con diferencias y similitudes que se relacionan influyéndose mutuamente (Benjamin, 1996, 1997). Pensamos que los planteamientos teóricos de las nuevas voces sobre la feminidad encuentran eco retrospectivo en los mitos. La voz del pasado llega para regalarnos, a modo de un ejemplo paradigmático, una historia primordial y ejemplar sobre la pareja emblemática madre e hija. El rapto de Perséfone, además de la separación con la madre representa un viaje por procesos inconscientes que permitirán arribar al logro de una subjetividad e identidad en la mujer. En el mito es Hades quien realiza el llamado corte “tético”, al decir de Kristeva; pese a ello, o quizás precisamente por ello, la joven Kore crece y asume nuevos roles: cambia de nombre a Perséfone. Sin embargo, lo reunido en la chora, seguirá ejerciendo atracción e influencia propiciando el regreso de la hija, nos habla ello del regreso de los momentos fundantes de la genealogía femenina. La niña saldrá del paraíso así como del infierno sin perder sus vínculos identificatorios con la madre, mediante una serie de encuentros, desencuentros y re-encuentros. Efectuará un trabajo intrapsíquico de transformación y creación, en cuya base se encuentra la renuncia a la ilusión de la igualdad absoluta, así como la aceptación de las diferencias. La separación de Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 Deméter y Perséfone recuerda que para que exista memoria, algo debe perderse; prepara el terreno para el encuentro cíclico –propio de lo femeninoque garantizará la creatividad y la generatividad, viviéndose todo en los tiempos de la repetición y la eternidad (Kristeva, 1993). La separación, que sería la muerte simbólica de la madre, permitirá el rescate de las identificaciones primarias al encontrar luego el objeto perdido. Y, cabe resaltarlo, a partir de la armonía y el acuerdo entre los géneros. La madre de la infancia será periódicamente re-visitada, lo que implicará recuperar improntas e identificaciones que actualizan la identidad de la mujer en sus diferentes roles. En cada momento de la vida, una imagen, una huella de la madre se hace presente y vuelve a marcar las vivencias actuales; lo atemporal del inconsciente así como del mito, se hace oír y produce eco en la persona. Coincidimos en el papel estructurador de lo edípico, así como en el rol del padre como representante de lo cultural; sin embargo pensamos que la resolución edípica en la mujer se da vía una vuelta a lo pre-edípico y mediante la adición y no la pérdida de sujetos de amor. El “no” pasa de representar carencia, a posibilidades infinitas de la psique para generar representaciones (Castoriadis, 1998). De la fusión la mujer pasa a la unión, manteniéndose el espacio del fluir de las vivencias del cuerpo a cuerpo con la madre que contribuirá a la generación de nuevas y originales formas de subjetividad. Pensamos entonces, que lo cultural y lo simbólico son también de un orden femenino y no exclusividad del masculino. El mito nos permitió reflexionar acerca de lo más importante para la vida psíquica de la mujer, la relación única con la madre, ya que todas las mujeres Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 son hijas, aunque no todas sean o lleguen a ser madres. Nos referiremos a estos tiempos como la historia fundante, originaria, primaria. Pensamos entonces, que la niña mantendrá una relación con la madre de los inicios, con la edípica y post-edípica, con la madre de toda la vida en tanto fuente de bienestar, de dependencia, así como de conflictos, rivalidades y pasiones, entre otros afectos nombrables. Queremos enfatizar en que no planteamos modelos que expliquen esencias sobre la feminidad, creemos en la singularidad de las historias libidinales Nos referimos a las experiencias con la madre de la buena tierra, aquella fértil que propicia el reconocimiento de hijas e hijos, pensamos en aquella madre al decir de Winnicott, “suficientemente buena”. La estructuración de la subjetividad femenina comienza con la historia – no la pre-historia- del cuerpo a cuerpo con la madre, con las vivencias fundantes y primarias -no arcaicas-, que son huella y motor para el devenir edípico. La tarea capital de la mujer se centrará en identificarse y desidentificarse de su madre; se hallará a la madre amiga, a la madre persona, a aquella que lleva en la memoria de su cuerpo, como otrora a su hija en el vientre, la historia de esa persona: su hija. Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Alizade, Mariam (1992). La sensualidad femenina. Buenos Aires: Amorrortu. ------------------- (1998). La mujer sola, ensayo sobre la dama andante de Occidente. Buenos Aires: Lumen. --------------------- (2005). Adiós a la sangre. Reflexiones psicoanalíticas sobre la Menopausia. Buenos Aires: Lumen. Benjamin, Jessica (1996). Los lazos de amor. Psicoanálisis, feminismo y el Problema de la dominación. Buenos Aires: Paidós. ---------------------- (1997). Sujetos iguales, objetos de amor. Ensayos sobre el reconocimiento y la diferencia sexual. Buenos Aires: Paidós. 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