Excmo. Sr. General Director de la Academia de Ingenieros del Ejército. Ilmos. Sres. Compañeros de la XIII Promoción y familiares. Sres. Oficiales, Suboficiales, Sargentos Alumnos, Damas y Caballeros Alumnos y Personal de Tropa. Señoras y Señores: Queridos compañeros: En este día tan especialmente emotivo para todos nosotros en el que conmemoramos los cuarenta años de la superación del XIII Curso de Aptitud para el ascenso a Sargento de Ingenieros, por razón de antigüedad, me habéis encomendado pronunciar estas sencillas palabras sobre nuestra Promoción. Pues, de no haber sido por la triste circunstancia de su fallecimiento, tal honor le hubiera correspondido a nuestro compañero Juan Navarrete Rubio, número uno de la Promoción, al que me honro en suceder y en dedicarle nuestro reconocimiento, admiración y emocionado recuerdo. En nombre de todos, expreso nuestra más sincera gratitud al General Director de la Academia de Ingenieros, que nos honra con su presencia, por haberse dignado acompañarnos y contribuir con su presidencia a la solemnidad de este acto tan significativo para nosotros. Mi General, muchas gracias por su asistencia y apoyo. Hago igualmente extensivo mi agradecimiento a cuantos componentes de esta Academia han colaborado, de una u otra forma, para que sus puertas se nos hayan vuelto a abrir hoy, de par en par, después de 40 años, para acogernos y reencontrarnos en este maravilloso recinto lleno de tantos y tan gratos recuerdos. Muchas gracias también a cuantos nos acompañan en este acto conmemorativo, principalmente, a nuestros familiares, que hoy han querido estar a nuestro lado. A todos, muchas gracias. 1 Permitidme, ahora que, en nombre de los compañeros de la Promoción, demos la más respetuosa salutación de bienvenida a nuestro nuevo Rey S.M. Felipe VI, con el deseo y la esperanza de que tenga los mayores aciertos y coseche toda clase de éxitos en su recién iniciado reinado, para bien de España y de todos los españoles. Como bien sabéis, un día ya lejano nos surgió la feliz idea de ingresar en el Ejército como Soldados voluntarios en el Arma de Ingenieros, a la que estoy seguro de que todos nos sentimos muy orgullosos de pertenecer porque, sin demérito para las demás Armas y Cuerpos, la nuestra, en sus más de 300 años de vida, es una de la que mejores servicios ha prestado al Ejército y a España, contribuyendo, con su diversidad de cometidos derivados de sus dos especialidades fundamentales, Ingenieros y Transmisiones, a la obtención de importantes victorias del Ejército español. Habiendo sido siempre considerada como el Arma del trabajo técnico y especializado, por excelencia. Y, ya en época más reciente, ha sabido adaptarse con gran eficacia a las nuevas exigencias del progreso tecnológico, contribuyendo también con una inestimable aportación a la modernización del Ejército y con ello a la Nación española. Por lo tanto, creo sinceramente que, podemos sentirnos muy satisfechos y orgullosos de pertenecer a nuestra querida Arma de Ingenieros que, en abril del 2011, cumplió su Tercer Centenario, y le cabe el honor a esta Academia y a sus componentes de que los actos conmemorativos de dicho Centenario se celebrasen en estas magníficas instalaciones, siendo presididos por S.M. el Rey, Juan Carlos I. Fue allá a principios del año 1974, cuando llegamos a esta emblemática Academia, entonces Escuela de Aplicación de Ingenieros y Transmisiones del Ejército, para iniciar el Curso de ascenso a Sargento. Y creo que nuestro paso por ella marcó uno de los hitos más importantes no sólo de nuestra vida militar, sino también de la personal. Y lo entiendo así, porque, desde que decidimos ingresar en el Ejército, todos teníamos puesta nuestra mayor ilusión, tantas veces acariciada, en poder superar el citado Curso para acceder a la antigua Escala Activa de Suboficiales, dado que, hasta ese momento no se alcanzaba la condición de militar profesional que 2 con tanta fe y entusiasmo habíamos elegido. De esta manera, tras nuestro ascenso a Sargento, vimos colmada nuestra primera aspiración, la de hacernos para siempre militares de carrera y acceder a una profesión que, como dijera Calderón de la Barca, “la milicia no es más que una religión de hombres honrados”, que ese creo que es uno de los lemas que más nos caracteriza a quienes formamos la “gran familia militar”. Y es por ello, que este día, necesariamente nos tiene que traer a nuestra memoria gratos recuerdos que no tenemos más remedio que evocar con alegría, a la vez que, con cierta nostalgia, dada la importancia tan decisiva que para todos nosotros tuvo este modélico Centro de Formación, depositario de las enseñanzas, principios y valores que con tanto acierto ha transmitido a las distintas Promociones de todas las Escalas que por aquí han ido pasando. Recordaréis, compañeros, que hace 40 años, todos éramos muy jóvenes. La bisoñez se adivinaba en nuestras caras, algunas casi imberbes. Pero, eso sí, todos rebosábamos entusiasmo y estábamos pletóricos de ilusión y en plenas facultades físicas. Habíamos consumido, en los empleos de Soldado, Cabo y Cabo1º, buena parte de los mejores años de nuestra juventud haciendo vida militar entre las paredes del cuartel. Pero, a partir de nuestro ascenso a Sargento, ya pudimos tener más autonomía, habíamos conseguido labrarnos un porvenir; desde entonces pudimos ya organizar nuestra vida personal y algunos contraer matrimonio, fundar nuestro propio hogar y una nueva familia. A lo largo de este tiempo, fuimos pasando por los destinos que la vida militar nos ha deparado; hemos ido promocionando a los distintos empleos hasta haber alcanzado, la mayoría el empleo de Comandante, el máximo que nuestra Escala permitía. Asimismo, algunos compañeros, buscando un perfil de carrera distinto, luego optaron por acceder a otras Escalas y han logrado, en algunos casos, alcanzar el empleo de Teniente Coronel y alguno el de Coronel, y también se encuentran hoy aquí con nosotros. De manera que, cuando por imperativo de la edad, buena parte de los que estamos presentes nos encontramos ya en la situación de reserva, algunos retirados y, muy pocos, en servicio activo, podemos decir, con íntima satisfacción y legítimo orgullo, que nos sentimos realizados y con el deber cumplido. 3 Aquí en esta querida Academia, además de una sólida formación militar, adquirimos conocimientos técnicos que con el paso del tiempo y los avances tecnológicos se quedaron obsoletos, pero que ya forman parte de un rico acervo cultural y militar y, junto a ellos, alcanzamos principios y valores de los que siempre hemos hecho ideal de vida y norma de comportamiento, y que seguirán siendo también para vosotros, los actuales alumnos, pilares básicos y fundamentales de nuestra profesión militar, como son: DISCIPLINA, HONOR, LEALTAD, COMPAÑERISMO, VALOR, ESPÍRITU DE SACRIFICIO, SENTIDO DE LA RESPONSABILIDAD Y DEL DEBER, AMOR AL SERVICIO Y A LA PATRIA, Y RESPETO A NUESTRA BANDERA, valores todos que, por estar hoy tan devaluados, es por lo que, precisamente, recobran su más amplio significado y su más alto sentido. Por eso, yo diría que buena parte de la reserva moral de España, sigue estando hoy en sus Fuerzas Armadas, que con razón son una de las instituciones que mayor confianza infunden, y de las más valoradas por la sociedad y el pueblo español. Y es que además, nos cabe la satisfacción de que estos principios y valores que logramos alcanzar en este magnífico recinto nos fueron inculcados por un Cuadro de Profesores que, fueron para nosotros un referente moral y que, con gran profesionalidad y acierto, supieron transmitirlos y grabarlos en nuestras mentes. A todos ellos, nuestro reconocimiento y sincera gratitud. ¡Compañeros!. Hace tan sólo unos momentos, cuando al compás de la marcha desfilábamos hacia la Bandera, para renovar el juramento de fidelidad, probablemente las sensaciones habrán sido diferentes para cada uno de nosotros, pero al menos un recuerdo ha sido común para todos, el de aquella mañana soleada y radiante del 23 de Junio de 1974, cuando tras recibir nuestro Despacho de Sargento, besábamos a la Bandera y nos despedíamos de ella ilusionados ante un futuro lleno de promesas. Cuarenta años después, la XIII Promoción vuelve a formar en el mismo Patio de Armas, donde lo hicimos entonces, para con orgullo y nostalgia depositar de nuevo un cálido beso a nuestra Bandera, en esta ocasión, acompañados de nuestras esposas y familiares, y de algunas 4 viudas e hijos de compañeros fallecidos. Y, lo hemos hecho en señal de respeto y de agradecimiento hacia Ella, y de los altos ideales que representa, que han marcado especialmente toda nuestra vida. Nuestro beso hoy ha sido, tal vez, más sosegado, pero os puedo asegurar que lo hemos hecho con el mismo espíritu e ilusión de entonces; disfrutando de cuanto aprendimos aquí, donde se nos inculcó el espíritu de superación y de trabajo, así como la capacidad para afrontar las vicisitudes propias de nuestra profesión con coraje, sin desfallecer ante las adversidades, intentando siempre como dice nuestro lema “cumplir la misión con fortaleza, lealtad y valor”, de lo que nos sentimos muy orgullosos. Permitidme ahora dedicar también un especial recuerdo a los compañeros de la Promoción que han fallecido que, como sabéis, son veinticinco. Para ellos, con espíritu de compañerismo y solidaridad, nuestro más emocionado y cariñoso recuerdo, que aunque no estén físicamente presentes, ellos están hoy aquí y los sentimos en formación con nosotros y tenemos, además, la satisfacción de que algunas de sus viudas e hijos nos acompañan. Os agradecemos que hayáis tenido tan encomiable voluntad de honrarlos junto a nosotros con vuestra digna presencia. A la vez que os recordamos a vosotras y al resto de familiares, que nos tenéis a todos a vuestra entera disposición. Quiero hacer extensivo este recuerdo a todos los compañeros fallecidos del Arma de Ingenieros, y de manera especial a los que sufrieron el infortunio de perder la vida en acto de servicio, en cumplimiento del deber. Ellos son el fiel reflejo de la vocación, sacrificio y entrega que la propia profesión militar exige. Y también, en este emotivo día, el corazón y los sentimientos, nos llevan a tener un recuerdo de afecto y cariño para aquellos compañeros de la Promoción que, por diferentes motivos, no han podido estar hoy aquí con nosotros, como así hubiesen sido sus deseos. No quisiera dejar pasar la ocasión que me brinda este acto tan entrañable para dedicarle unas breves palabras de público reconocimiento y admiración a nuestras esposas, por haber sabido llevar con entereza y 5 callada resignación las ausencias y las dificultades que la profesión militar impone por razones de servicios, de destinos, de cursos, de comisiones, de misiones en el exterior, etc., en los que en ocasiones tuvisteis que hacer frente a la soledad y ejercer lo mismo de madre que de padre en la crianza y educación de nuestros hijos, afrontando solas el peso de la familia y los cotidianos problemas del trabajo y del hogar. Habéis sido la otra mitad de nuestros éxitos y la razón de ser de nuestras familias. Muchas gracias a todas por vuestro valioso apoyo y comprensión, y por haber sido tan importantes en nuestras vidas. Por último, para finalizar, permitidme una pequeña reflexión, compañeros: que la vida sigue, y da igual que estemos en activo, en reserva o retirado. Aún nos queda muchos años por vivir intensamente. No olvidéis que el corazón siempre es joven cuando hay un noble ideal que lo guía, cuando hay una familia tan unida y tan querida como la que cada uno tenemos. Os ruego que grabéis en el alma la acertada frase de la Madre Teresa de Calcuta, que dice: “CUANDO POR LOS AÑOS NO PUEDAS CORRER, TROTA; CUANDO NO PUEDAS TROTAR, CAMINA; CUANDO NO PUEDAS CAMINAR, USA EL BASTÓN. ¡PERO NO TE DETENGAS!” ¡No os detengáis nunca, compañeros! Nada más, sino transmitiros a todos la gran alegría compartida de poder celebrar hoy aquí juntos tan feliz acontecimiento. Reiterando nuestro reconocimiento y gratitud a esta queridísima Academia, casa de todos los Ingenieros, a su General Director, profesores y demás personas que la sirven y hacen posible la magnífica labor docente que realizan, puesta al servicio de la formación militar y técnica de los Ingenieros. Y ahora, os ruego, que con el más acendrado espíritu militar y amor patrio, gritéis todos conmigo: ¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA EL REY! ¡VIVA EL EJÉRCITO! Muchas gracias a todos. A la orden de VE. mi General. 6