1 ICONOGRAFÍA LITERARIA Y PLÁSTICA DE TRES ORADORES: DEMÓSTENES, FOCIÓN Y DÉMADES Carlos Alcalde Martín Universidad de Málaga. En la obra de Plutarco encontramos numerosísimos y variados recursos literarios: citas poéticas, máximas, fábulas e imágenes literarias. Consciente de su valor, lo hace explícito en varias ocasiones1 y en los Consejos políticos recomienda su uso en el discurso político por su fuerza expresiva capaz de conmover. Los gustos particulares y la personalidad de Plutarco, se ha dicho2, quedan reflejados en estos recursos. Pero además, en las Vidas paralelas, el biógrafo transmite con ellos una imagen de sus personajes más sólida y expresiva que si solo ofreciera la enumeración de los rasgos de su carácter. En las dos biografías de las que aquí nos ocupamos, observamos que, de forma sistemática, la caracterización general de los personajes más importantes, así como cada uno de sus aspectos principales, están reforzados, si no expresados directamente, mediante las imágenes y las elaboraciones de episodios importantes de su vida. En la Vida de Foción y en la Vida de Demóstenes, los respectivos protagonistas son comparados con otros personajes de su propia época. Las comparaciones más importantes se establecen entre Foción y Demóstenes y entre cada uno de ellos con Démades. Este tiene la misma función en ambas Vidas: hacer resaltar, con sus defectos, las virtudes de los protagonistas3. Con su caracterización empieza la Vida de Foción y con su muerte termina la Vida de Demóstenes. La estrecha vinculación que Plutarco establece entre los tres justifica un estudio conjunto y comparativo. La Vida de Foción tiene este sorprendente comienzo: El orador Démades, que gozaba de poder en Atenas por su política favorable a los macedonios y a Antípatro pero se veía forzado a presentar y exponer muchas propuestas contrarias a la dignidad y el carácter de la ciudad, decía que merecía el perdón porque administraba los restos del naufragio del Estado (Phoc. 1.1)4. Plutarco vuelve contra Démades sus propias palabras y las convierte en su retrato político y moral (Foc. 1.3) 5: El propio Démades era, de hecho, un resto del naufragio del Estado ∆ηµάδης µὲν γὰρ αὐτὸς ἦν ναυάγιον τῆς πόλεως Sigue la explicación de esto, también de Plutarco, y el juicio de Antípatro, una comparación igualmente impactante: 1 Como recurso mnemotécnico: Coniug. praec. 138C. Como recurso estético: Dem. 2.3. Por su capacidad enfática y mimética: Quaest. Conv. 747. 2 Cf. Fuhrmann 1964, p. 18. 3 Cf. Brun 2000, 23. Sobre las numerosas imágenes en las obras de Plutarco que relacionan la vida política con el mar y la navegación, cf. Fuhrmann 1964, 234-237. 5 Sin embargo, en Consejos políticos 803A las cita como ejemplo del uso oportuno de las metáforas en el discurso. 4 2 pues vivió y gobernó de forma tan impúdica que Antípatro dijo de él, ya en su vejez, que era como una víctima sacrificada de la que sólo quedaba la lengua y el vientre. El comienzo de la biografía de Foción con el retrato de Démades sirve para introducir una caracterización general, también mediante las imágenes, del gobierno de Foción, al que sí se podrían aplicar, según Plutarco, las palabras de Démades. La vida y la política impúdica de Démades sirven para resaltar la virtud (la ἀρετή) de Foción, que Plutarco personifica en un metafórico combate con circunstancias adversas y enfrentada a la fortuna, Τύχη, asimismo personificada6: En cambio, a la virtud de Foción, que hubo de batirse, por así decirlo, con unas circunstancias abrumadoras y violentas, la oscurecieron y empañaron los infortunios de Grecia (Foc. 1.4). Lo más que debemos conceder a la fortuna, cuando se opone a los hombres buenos, es que puede ocasionar a algunos de ellos malvados reproches y calumnias, en lugar de la estima y reconocimiento que merecen, y menguar la creencia en su virtud (Foc. 1.5). De esta forma tan efectista por la acumulación de metáforas, tanto ajenas como propias, hace Plutarco el resumen anticipado de la biografía en el primer capítulo, que se completa en el capítulo segundo mediante comparaciones con la enfermedad y la medicina7. Con ellas se ilustra y se explica la falta de sintonía entre Foción y los atenienses. Plutarco aprovecha la ocasión para decir cómo considera que debe ser el gobierno ideal de una ciudad recurriendo de nuevo a las figuras de estilo: no debe oponerse en todo a los deseos del pueblo ni dejarse arrastrar por los errores de la mayoría, de la misma forma que el sol no lleva el mismo curso que el cielo ni otro directamente contrario (Foc. 2.6-7). Es algo difícil de conseguir pero, si se logra, surge la combinación más melodiosa y musical de todos los ritmos y todas las armonías, con la que también la divinidad, según se dice, gobierna el universo, no por la violencia, sino introduciendo lo necesario suavemente con la persuasión y la razón (Foc. 2.9)8. Las imágenes que hemos visto hasta ahora proceden de campos usuales en Plutarco y la literatura griega en general, pero lo que llama la atención es su extraordinaria acumulación en tan solo dos capítulos. Ello revela la gran importancia que Plutarco otorga a este proemio de la Vida de Foción que no solo ilumina la biografía sino que es un resumen anticipado de la misma, semejante a lo que hoy denominaríamos un “abstract”. 6 Sobre el enfrentamiento entre la virtud de Foción y la tyche, cf. Duff 1999, 137-140. Leâo 2010, 186-193. Fialho 2010, 198-200. 7 Sobre otras imágenes en las obras de Plutarco tomadas de estos campos, cf. Fuhrmann 1964, 238-240. 8 Sobre estos temas relacionados con la música, las leyes y la armonía del universo, cf. Fuhrmann 1964, 241, 250251. 3 A lo largo de la biografía, las metáforas y las comparaciones surgen constantemente, pero mencionaremos solo algunas de las que afectan a los rasgos fundamentales del carácter de Foción. De su oratoria, Plutarco admira la concisión, que le permitía ofrecer mucho significado con muy pocas palabras, y la compara con la moneda, cuyo mérito es tener el mayor valor en el menor volumen posible. Lo sitúa por encima de todos los oradores contemporáneos, incluido Demóstenes, quien solía decir al ver a Foción dirigirse a la tribuna: “Aquí está el hacha de mis discursos”9. Era conocido en la Antigüedad como “Foción el bueno”, Φωκίων ὁ χρηστός10. Puede parecer asombroso, dice Plutarco, que un hombre tan rudo (τραχύς) y hosco (σκυθρωπός) 11 recibiera ese apelativo, pero reconoce que no es imposible que, como un vino, también la misma persona sea a la vez agradable y seca (Foc. 10.45). La virtud más destacada de la vida pública de Foción, relacionada con su vida sencilla, es la incorruptibilidad, uno de los motivos centrales de la biografía. Foción rechaza sistemáticamente todos los regalos que le ofrecen Alejandro, Antípatro y otros dirigentes macedonios12. Cuando Hárpalo llegó a Atenas con el dinero robado a Alejandro y sobornó a muchos políticos de facciones diferentes (entre otros Démades y Demóstenes), intentó corromper también a Foción pero, asediándolo por todas partes como a una fortaleza, veía que no se dejaba conquistar por el oro (Foc. 21.5). El otro rasgo fundamental de su política es la búsqueda de la paz13, evitando siempre el conflicto bélico con Macedonia. Su posición queda reflejada de forma breve pero eficaz en las imágenes literarias empleadas en los debates con sus oponentes políticos. Veamos solo dos casos: Reprende a Demóstenes por sus invectivas a Alejandro con un verso de la Odisea y con una expresión metafórica: Desgraciado, ¿por qué quieres irritar a un hombre salvaje? (Odisea 9.494) … ¿es que quieres arrojar a la ciudad a tamaño incendio como el que se acerca? (Foc. 17.1). 9 Foc. 5.3-10. Dem. 10.3. Cons. pol. 803E. D. S. 17.15.2. Ael., VH 3.47, 4.16, 12.43. Nepote, Foc. 1,1 dice que recibió el apelativo de bonus por su integritas vitae. Suda 769 informa de que la asamblea decidió por votación concederle este título. En tal caso, el honor debió de serle otorgado por servicios importantes a la comunidad mas no conocemos las circunstancias en que se produjo. Cf. L. A. Tritle, Phocion the good, Londres, 1988, págs. 143-145. 11 Es notoria la contradicción entre su aspecto y su carácter: cf. Foc. 5.1: Τῷ δ' ἤθει προσηνέστατος ὢν καὶ φιλανθρωπότατος, ἀπὸ τοῦ προσώπου δυσξύμβολος ἐφαίνετο καὶ σκυθρωπός. Aunque era de carácter muy agradable y humano, por el rostro parecía insociable y hosco. Se trata de un caso excepcional en el que la fisionomía no refleja, como es habitual, la virtud de la φιλανθρωπία: cf. Frazier 1996, 234. 10Cf. 12 Cf. Foc. 18.1-7, 30.1-4. 13 Cf. Foc. 8.1. 4 Su política pacifista queda simbolizada, cuando Leóstenes le preguntó qué bien había hecho a la ciudad, en la contestación que le dio: que los ciudadanos sean enterrados en sus sepulcros particulares (Foc. 23.1). Pero la escena que Plutarco elabora con mayor intensidad dramática es la de la muerte (Foc. 36.1-37.2), que se configura sobre el modelo de la muerte de Sócrates relatada en el Fedón de Platón14. Lo mismo que el filósofo, Foción hace gala de una extraordinaria serenidad y grandeza de ánimo en su comportamiento y en las palabras que dirige a los amigos antes de beber la cicuta. Las circunstancias de la muerte también recuerdan la de Socrates: a una condena injusta, se añadió que la ejecución no se pospuso -como se había pospuesto la de Sócratesaunque tuvo lugar en un día de fiesta. La comparación entre Foción y Sócrates, implícita en la escena de la muerte, se hace explícita en la frase que cierra la biografía: Lo sucedido con Foción recordó a los griegos lo sucedido con Sócrates, porque esta falta y desgracia para la ciudad había sido semejante a aquella (Foc. 38.5). La Vida de Foción, por tanto, se enmarca entre dos comparaciones: Démades al comienzo y Sócrates al final. Desde sus extremos opuestos, el antihéroe y el filósofo perfilan el retrato político y moral de Foción. Se enmarca también, como señaló el profesor Delfim Leâo, entre el enfrentamiento de la virtud de Foción con una τύχη adversa, expuesto en el capítulo 1, y la δυστυχία o infortunio que padece Atenas al estar privada de Foción, infortunio causado por su propia ἁµαρτία, el trágico error cometido al condenar a muerte a Foción. En cuanto a Demóstenes, el comienzo de su carrera política está representado mediante dos comparaciones tomadas de las competiciones deportivas: su entrenamiento en la oratoria para solucionar sus asuntos privados, fue semejante al de un corredor de fondo, y así pudo sobresalir en los asuntos públicos como en las competiciones premiadas con coronas (Dem. 6.2). Plutarco nos ha legado una representación muy viva de sus esfuerzos, que son de sobra conocidos, por superar las deficiencias de su voz. Estos esfuerzos y el hecho de que sus discursos eran muy meditados, como él mismo reconocía, se ilustran perfectamente con la burla de Piteas, que dijo que sus razonamientos olían a mecha de lámpara (Dem. 8.4). Lo que más admira Plutarco en Demóstenes es su constancia en las convicciones y posiciones políticas: Como si se atuviera siempre a una única e inmutable escala musical, conservó siempre el mismo tono en su actividad política (Dem. 13.4). Los dos rasgos más negativos son su falta de valor en la batalla y su venalidad15. Como símbolo de su cobardía, Plutarco cita la inscripción con letras de oro en el escudo que abandonó en Queronea: ἀγαθῇ τύχῃ, “con buena fortuna” (Dem. 20.2). El mismo metal brilla en las dos representaciones “del hombre enamorado del oro” (ἐρωτικοῦ πρὸς χρυσίον ἀνδρός): una es la 14 Pl., Phd. 115-117. Cf. Alcalde-Martín 1999. Trapp 1999. Duff 1999, 141-145. Bearzot 1985, 238-239, se refiere a la Vida de Foción de Plutarco, y en especial a la escena de la muerte, como “ricostruzione agiografica”. 15 Los analiza detenidamente Pecorella Longo 1995, 130-136. 5 copa regalada por Hárpalo, que arrrancó destellos de codicia en los ojos del orador (Dem. 25.35). La otra, una metáfora en la que Demóstenes, al contrario que Foción, sí se deja conquistar, e incluso inundar: Demóstenes … no era digno de confianza en las armas … ni … inexpugnable frente al soborno, y si no se dejó conquistar por el oro de Filipo y Macedonia, en cambio fue accesible y se dejó inundar por el que bajaba de Susa y Ecbatana (14.2). Las alusiones al teatro en la Vida de Demóstenes tienen una relevancia singular. Lo vemos en la caracterización de su oratoria. Plutarco señala que tomó consejo del actor Sátiro para su declamación (Dem. 7.1-5), consciente de Todo el realce y la gracia que se añade a la palabra con la actuación (Dem. 7.5). Buscaba la credibilidad mediante el tono y la actuación (τὸν τόνον καὶ τὴν ὑπόκρισιν); por eso, a la mayoría le encantaba cuando actuaba -ὑποκρινόµενος es el término empleado por Plutarco, comparando así a Demóstenes con un actor de teatro16- (Dem. 11.3). El símil del teatro, negativo para caracterizar la oratoria, se convierte en positivo cuando Plutarco elogia su política por subordinar a los asuntos públicos los problemas … domésticos y conservar la dignidad mucho mejor que los actores que hacen papeles de reyes y tiranos, a los que vemos en los teatros llorando y riendo no conforme a sus deseos sino como lo requiere el argumento de la obra (Dem. 22.5). Pero la representación suprema de Demóstenes, en la que se invistió con toda la dignidad de un héroe trágico, fue en el momento de su muerte (Dem. 29.1-7)17. Refugiado como suplicante en el templo de Posidón en Calauria, soñó que representaba una tragedia y competía con su perseguidor, el actor Arquias; aunque Demóstenes tenía el favor del público, el otro lo venció por la superioridad de sus medios escénicos. Tras este sueño, ya en la realidad, Arquias llegó hasta él e intentó convencerlo para que lo acompañara a ver a Antípatro asegurándole que no sufriría ningún daño, pero Demóstenes se negó y, al amenazarlo Arquias encolerizado, le dijo: “Ahora estás hablando desde el trípode macedonio, pero hace un momento estabas representando un papel”. Se retiró al interior del templo para tomar el veneno y se cubrió la cabeza. Los soldados comenzaron a insultarlo llamándolo cobarde. Pero cuando el veneno ya le estaba haciendo efecto, salió y mirando a Arquias, le dijo: No actuarías con precipitación si representas ya el papel del Creonte de la tragedia y ordenas que arrojen este cuerpo sin darle sepultura (Dem. 29.6)18. Mas no es con la muerte de Demóstenes con la que termina su biografía, sino con la de aquél que había redactado el decreto de su condena, Démades. Fue a Macedonia en una misión diplomática cuando se descubrió que conspiraba contra Antípatro. Plutarco describe una sangrienta escena en la que primero su hijo y después el propio Démades murieron degollados Aspecto señalado por Mossman 1999, 87. Sobe la escena de la muerte de Demóstenes y sus connotaciones con la tragedia, cf. Pecorella Longo 1995, 144145. Mossmann 1999, 96-100. 16 17 18 Alusión a la Antígona de Sófocles, 26 ss., 198 ss. 6 por Casandro19. Había sido conducido hasta Macedonia por la divinidad: ὑπὸ δαίµονός τινος leemos en la Vida de Foción, donde también se cuenta el episodio. En la de Demóstenes, quien lo conduce es ἡ ∆ηµοσθένους δίκη. Su muerte, merecida según Plutarco, a manos de aquellos a los que antes había adulado de forma vergonzosa y después pretendía traicionar, es el contrapunto que Plutarco sitúa frente a quienes, como Foción y Demóstenes, van a la muerte con serenidad y permaneciendo fieles a sus principios. Con la muerte no acaba la vida de los personajes. Su fama póstuma es un tópico muy frecuente en las biografías, y en relación con ella son mencionadas las estatuas de los tres oradores20. Démades fue el único de ellos que tuvo en vida una estatua en bronce en el ágora de Atenas (probablemente por haber librado a Atenas del castigo de Alejandro)21, hecho que censuraron sus enemigos políticos22. Antes de que la estatua fuese erigida, Polieucto de Esfeto pronunció un discurso Contra Démades del que conservamos un fragmento (Rhetores graeci, Walz IX 545). Pregunta Polieucto: “τὶ γὰρ σχῆµα ἕξει;”, ¿Qué apariencia tendrá? ¿Irá embrazando el escudo? Pero lo arrojó en la batalla de Queronea. ¿Llevará el mascarón de proa de una nave? ¿Cuál? ¿la de su padre? ¿O un papiro en el que estarán escritas denuncias y acusaciones? Esas imágenes negativas de la estatua, que Polieucto no conocía todavía, nos transmiten en realidad una imagen negativa de Démades. Plutarco, en los Consejos políticos (820E), cuenta la suerte póstuma de sus estatuas: las fundieron para hacer orinales. Pero poco fiable es este testimonio, ya que habla de estatuas en plural y además otros autores atribuyen ese mismo final a las de Demetrio de Falero23. Pero este destino último de la estatua de Démades está en completa consonancia con la imagen negativa del personaje que ofrece Plutarco. En cuanto a Foción, según el biógrafo, poco tiempo después de su muerte, el pueblo reconoció su sentido de la prudencia y de la justicia, por lo que le erigió una estatua de bronce y le hizo un funeral de Estado (Foc. 38.1)24. Plutarco en este caso tampoco ofrece ningún dato que nos permita conocer el aspecto de la estatua (posiblemente no existía ya en su tiempo). Solo le interesa lo que esta representa, justo lo contrario que la estatua de Démades. El honor que le otorgaron en vida a Démades se transformó en odio. En cambio, la injusticia sufrida por Foción fue reparada mediante la estatua que, tras su muerte, le dedicaron los atenienses. Con este sentido, la estatua cumple también una función en la estructura interna de la biografía. Recordemos que en el capítulo 1 se dice que la virtud de Foción fue oscurecida por circunstancias adversas y que una fortuna contraria le privó de la estima que merecía. En el 19 Sobre su muerte, cf. Brun 2000, 123-130. Colonnese 2007, 73-77. Obradovic 2012, 40-41. Plutarco habitualmente se fija más en el significado que en la apariencia las retratos y los emplea sobre todo como elemento de caracterización. Por ese motivo no hace descripciones de las estatuas, sino que selecciona de ellas los rasgos o los aspectos que le interesan. Cf. Marín Valdés 2008, 129. Mossman 1991, 88-9. 20 21 Sobre la estatua de Démades, cf. Brun 2000, 79-83. Conocemos el dato por la reacción contraria de algunos oradores contemporáneos. Cefisódoto presentó el decreto con la propuesta, y contra él compuso Licurgo un discurso (Fr. IX). Dinarco, en su discurso Contra Demóstenes 101, le reprocha a este que no se opusiera a la erección de la estatua. 23 Cf. Estrabón 9.1.20. Diógenes Laercio 5.77. 24 Sobre la época de la rehabilitación de Foción, en la que se erigiría la estatua, cf. Vit. X or. 850B. Bearzot 1985, 248-250. Tritle 1988, 150-151. 22 7 último capítulo, vemos que la estima del personaje y el reconocimiento de su virtud, simbolizados en la estatua, llegaron tras su muerte. La estatua de Demóstenes fue también un honor que los atenienses le otorgaron después de la muerte25. Esta sí pudo verla Plutarco en Atenas, pero no la menciona al principio de la Vida, como ocurre en otras biografías cuando describe el aspecto físico del personaje. Lo hace al final, al hablar de su fama póstuma. Dada la finalidad ejemplarizante de las biografías de Plutarco, la fama póstuma de los personajes es un tópico de suma importancia. En el caso de estos tres oradores, las estatuas son la mejor imagen, no tanto de su personalidad, sino de la fama que Plutarco quiere dejar de ellos para la posteridad. La estatua fue obra de Polieucto y, según Vidas de los diez oradores 847D y 850F, se erigió en el ágora, cerca del altar de los Doce Dioses, a propuesta de su sobrino Demócares, bajo el arcontado de Gorgias (c 280 a.C.). También menciona la existencia de la estatua Paus.1.8.2. Sobre las circunstancias y motivos por los que se erigió la estatua, cf. Worthington 2000, 1-3. Las réplicas en mármol de época romana, como la que se conserva en los Museos Vaticanos y la de Ny Carlsberg Glytothek de Copenhague, muestran a Demóstenes con un papiro entre sus manos, detalle que se considera un añadido del escultor que realizó la copia o posterior, pues el original tendría los dedos de las manos entrelazados. Así puede verse en un retrato del orador, una estatuilla de bronce de unos 23 cm de alto, fechada entre el s. I a.C y s. II a.C., procedente de Asia Menor, que actualmente forma parte de las colecciones de Harvard Art Museums: cf. http://www.harvardartmuseums.org/art/4842 25