INVESTIGACIÓN EN IMÁGENES EN LA EDUCACIÓN

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IV ENCONTRO NACIONAL DE PESQUISA EM EDUCAÇÃO EM CIÊNCIAS
INVESTIGACIÓN EN IMÁGENES EN LA EDUCACIÓN EN CIENCIAS
IMÁGENES, PALABRAS Y CONVERSACIONES
Maria Rita Otero
rotero@exa.unicen.edu.ar
Grupo de Investigación en Enseñanza de las Ciencias (GIEC)
Departamento de Formación Docente.
Facultad de Ciencias Exactas. UNICEN. Argentina
Resumen
Esta presentación formula, reflexiona y discute algunos aspectos relevantes para la
investigación en imágenes en la Educación en Ciencias. Se analiza brevemente el uso que
históricamente se ha dado a las imágenes externas y la situación actual, caracterizada por una
sustitución de imágenes por palabras. Se considera la tensión imágenes- palabras a la luz de
las relaciones entre el lenguaje, el conocimiento y la cultura en la perspectiva de Maturana
(1995) como un referencial relevante (Moreira, 2003) para la investigación en imágenes en
Educación en Ciencias. Se describen brevemente los referenciales desde los cuales se está
llevando a cabo dicha investigación, y se profundiza el marco cognitivo planteando posibles
preguntas que podrían orientar investigaciones en este campo.
I.
Introducción
Las representaciones externas de carácter pictórico ocupan un espacio creciente en los
materiales que se proponen y utilizan para enseñar ciencias, sobre todo cuando se los compara
con los utilizados hace una década, en los cuales aparecían pocas fotografías, dibujos,
diagramas, gráficos, historietas, infografías (da Silva Carneiro, 1997; Martins, 1997; Otero,
2002; Otero, Moreira, Greca, 2002; Otero, Greca, Silveira, 2003; Pintó, 2002). Además de
modificaciones en la cantidad de imágenes, en las tecnologías de impresión y en las
tecnologías de la información y la comunicación, asistimos a cambios en la relación entre
información visual e información verbal que han llegado producir una sustitución de
imágenes por palabras. Ciertas preguntas surgen inmediatamente al investigador ¿qué efecto
produce dicha sustitución, qué acciones suscita en el aula de ciencias? ¿desde qué paradigmas
dentro del campo de la Investigación en Educación en Ciencias, se podría plantear una
respuesta a dicha pregunta?
El “imaginario pedagógico” está poblado de mitos o prejuicios que influyen en la
praxeología didáctica de los profesores de ciencias y en las realizaciones de los diseñadores
de materiales. Unos y otros, parecen adherir a un conjunto de eslóganes referidos a las
ventajas y bondades del uso de representaciones visuales para, mejorar el aprendizaje, reducir
la abstracción de los conceptos científicos, facilitar la comprensión, mejorar el recuerdo,
promover la imaginación, introducir los fenómenos científicos de una forma vinculada a la
"vida cotidiana", colaborar en la resolución de problemas, motivar a los estudiantes y a los
lectores en general, y podríamos continuar enumerando.
Nuestros primeros trabajos de investigación acerca del uso de imágenes nos pusieron
cara a cara con esta mitología, y actualmente investigamos qué piensan los profesores de
ciencias acerca de la imagen y cómo la utilizan en sus clases (Otero, 2002; Otero, Moreira
Greca, 2002; Fanaro y Otero, 2003). Los resultados preliminares son consistentes con lo que
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hemos denominado "psicología popular" acerca de la imagen y con la llamada "metáfora de la
figura en la cabeza" (Otero, 2002). También se consolida la idea de que las decisiones de los
profesores responderían a organizaciones didácticas espontáneas y a tecnologías didácticas
muy limitadas (Chevallard, 1999) que por ejemplo, los impulsan a seleccionar los libros de
texto para sus alumnos tomando en cuenta la cantidad y calidad visual de las imágenes (da
Silva Carneiro, 1997).
Desde hace mucho tiempo, se suceden férreas discusiones en torno a las imágenes
(internas y externas) y a la concepción que se tiene de ellas, en diversos ámbitos del
conocimiento, como la Filosofía, la Epistemología y la Psicología Cognitiva. Así, en el
terreno de las discusiones filosóficas que desató el surgimiento de la Mecánica Cuántica,
físicos como Planck, Einstein y Schrödinger sostenían una postura realista, y pensaban que la
misión de la física era proporcionar imágenes mentales del mundo físico, externo al hombre e
independiente del observador (Sélleri, 1986). Mientras en las antípodas, Sommerfeld, Bohr y
Pauli, por mencionar algunos, aceptaban el formalismo cuántico y ni siquiera consideraban la
posibilidad de "formarse una imagen de la realidad" (ibid). La concepción de los científicos
acerca de las imágenes internas y externas, así como el papel que ellas desempeñan en la
generación y comunicación del conocimiento científico es un ámbito de investigación en la
dimensión epistemológica y cognitiva.
Algunas investigaciones antropológicas (Berthoud, 1992; Fussell, 1976; Cook 1981)
enfocadas en la educación de los llamados sectores populares, estudiaron las características de
la percepción de imágenes en comunidades de Asia, Africa y América. Ellas señalan que la
comprensión de una imagen depende de la cantidad de detalles significativos que resultaban
reconocidos, pero también que el exceso de detalles irrelevantes o la ausencia de los
importantes, resultaba pernicioso. El color, no modificaba en absoluto la comprensión, y el
significado de los signos dependía de una cultura a la otra. En sociedades en las cuales
transcurre mucho tiempo entre el nacimiento y el acceso de los niños a imágenes fijas, los
estudios reportan el fenómeno del analfabetismo visual y no verbal, dado que ellos se hallan
en contextos lingüísticos desde que nacen. Si obtenemos conocimiento en dominios
especializados: lingüístico, gráfico, numérico, etc. (Karmiloff-Smith, 1992) ¿cómo no incluir
a las imágenes científicas en la educación en ciencias?
En Sociología y en Filosofía de la Educación se investiga el impacto de la cultura
visual en el desarrollo humano, social y científico, enfatizando aspectos semióticos,
gramaticales y sociológicos (Anijar, 2000; Ellsworth, 1997; Fischman, 2001; Novoa, 2000;
Rogoff, 1998). Desde la Psicología Cognitiva, algunas investigaciones muestran que ciertas
imágenes externas podrían afectar la comprensión y el razonamiento (Barlow, 1990;
Duchastel, 1981, 1988; Johnson-Laird, 1983, 1990, 1996; Vezin J. & Vezin L., 1988; Denis,
1996). En la Educación en Ciencias los estudios adoptan referenciales semióticos, cognitivos
y didácticos (Stylianidou & Ogborn, 2002, Pintó, 2002; Testa, 2002; Colin, Chauvet &
Viennot, 2002; Arnaud, 1988; Giordan, 1988; Otero, 2002; Otero, Moreira, Greca, 2002;
Otero, Greca, Silveira, 2003; Otero y Moreira ,2003).
II.
Imágenes Externas y Comunicación Científica
Después de la época de los egipcios y babilonios y más aún en el Renacimiento,
artistas, científicos e ingenieros expresaban sus ideas con imágenes. Un dato interesante de
esa época es que las imágenes no se utilizaban como simples ilustraciones, sino que
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participaban de la producción misma del conocimiento como elementos de modelización y
simulación -por ejemplo los números figurados de los pitagóricos o los dibujos de Oresme
(s.XIV) para estudiar el movimiento con velocidad creciente-. Sin embargo más tarde, a partir
del siglo XVII la "vulgarización científica" en general utilizó el discurso icónico como un
instrumento al servicio de la difusión y vulgarización de las ideas de los científicos buscando
hacerlas "accesibles" a las mayorías (Giordan, 1988).
Durante el siglo XIX y en buena parte del siglo XX soplaron vientos formalistas que
afectaron la manera de expresar el conocimiento científico instalando cierta desconfianza
hacia el uso de imágenes externas para representar conocimiento (Bachelard, 1969, 1985;
Jacobi, 1988). Según Bachelard (1969) "las experiencias demasiado vivas, con exceso de
imágenes, son centros de falso interés", para él las imágenes son obstáculos que
frecuentemente actúan como inhibidores del espíritu científico. Por razones epistémicas, las
imágenes fueron rechazadas como recurso argumentativo y luego esas razones se transponían
al ámbito de la enseñanza y de la comunicación del saber. Simultáneamente y aunque sólo se
otorgara a la imagen un papel subordinado, los medios tecnológicos a disposición de la
industria editorial no facilitaban la inclusión de representaciones externas visuales.
Esta situación cambió considerablemente a partir de la masificación de los soportes
tecnológicos y del advenimiento de las tecnologías de la comunicación y de la información,
que revitalizaron y multiplicaron la utilización del lenguaje visual en la comunicación. Sin
embargo, los recursos icónicos continuaron usándose como formas de "traducción" y
"vulgarización" del conocimiento científico, complementando o sustituyendo los instrumentos
textuales de la enseñanza. Conjuntamente con la adhesión a modas y eslóganes pedagógicos,
los textos han sido progresivamente transformados en libros para "ver" más que para "leer".
Eslóganes como "una imagen vale más que mil palabras" se interpretan a partir de la
idea de que las imágenes provocan una forma de comunicación más libre y menos
formalizada y que permiten al vulgarizador concretizar las ideas científicas, porque ellas
tienen un valor sinóptico y ayudan a considerar varios elementos y sus relaciones en una
misma representación. Otros argumentos señalan que las imágenes funcionan como
mediadores inter-semióticos que luego se reformulan en códigos más universales. La
consecuencia parece ser que algunos científicos, los editores y muchos profesores de ciencias
consideran ventajoso y ¡simple! reemplazar el discurso verbal por otro imagístico. Así,
poseedores de un formidable optimismo epistemológico, cognitivo y didáctico, emprenden la
tarea del destierro de las palabras para ¡ahora sí! explicar sencillamente con imágenes a los
niños como es la molécula de ADN, o el Gen, o las interacciones fundamentales y sus
partículas mediadoras, o el Modelo Standard, o la noción de equilibrio químico o las
características del metabolismo celular y los intercambios de materia y energía que tienen
lugar en la célula, o la estructura fractal de ciertos procesos caóticos.
Ocultas tras buena parte de las discusiones acerca del "poder" de las imágenes versus
las palabras, se esconden visiones realistas y objetivistas acerca de ¿qué es conocer? Quienes
asumen la existencia de un mundo externo, neutro, independiente de nosotros como
observadores encuentran en las imágenes externas y en la percepción, un cimiento firme,
seguro, para obtener conocimiento y para "reproducir" en nuestra mente el mundo "como es".
A continuación discutimos brevemente algunas ideas acerca del conocimiento, el lenguaje y
sus orígenes biológicos que pueden orientar nuevas investigaciones educativas acerca de las
imágenes.
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III.
Palabras, Imágenes, y conversaciones
Semiólogos, lingüistas, y psicólogos cognitivos destacan el desarrollo de una relación
cada vez mayor entre signos icónicos y lingüísticos, que no es producto del azar; sino del
surgimiento de formas de comunicación nuevas, que incluyen al conocimiento científico. La
relación entre imágenes, palabras y conocimiento, tuvo mucha influencia en las discusiones
de los científicos cognitivos, a la hora de plantearse qué representaciones son adecuadas para
explicar el funcionamiento mental.
A pesar del efecto "inflacionario" de las imágenes, son recientes las investigaciones
acerca del interés y la importancia que pueden tener en procesos educativos y culturales
(Fischam, 2001). Algunas investigaciones sólo adoptaron el punto de vista del emisor, sin
considerar que el lector de una imagen puede comprender algo totalmente diferente de aquello
que propone el comunicador. Sin embargo, semiólogos y psicólogos han mostrado que la
misma imagen puede producir significados opuestos según el texto y el contexto que la
acompañe, o que ciertas imágenes características de un grupo social, carecen absolutamente
de significado en otro. Ni para lo figurativo ni para lo verbal, es suficiente describir las
unidades semióticas de un discurso, esperando que una codificación "correcta" asegure una
comprensión adecuada. Necesitamos pensar las relaciones entre palabras, imágenes y gestos
como formas del hacer y del conocer humano en una cierta cultura, para lo cual interesa
reflexionar sobre el lenguaje y su relevancia en la educación (Moreira, 2000, 2003; Maturana,
1995).
Según Maturana (1995) la experiencia humana se realiza en un espacio relacional en el
cual existimos. Dicho espacio se constituye a partir de la relación entre nosotros como
unidades cerradas, estructuralmente determinadas (autopoiéticas). "Los seres vivos, incluidos
los seres humanos somos sistemas determinados estructuralmente. Esto quiere decir que todo
ocurre en nosotros en la forma de cambios estructurales determinados en nuestra estructura,
ya sea como resultado de nuestra propia dinámica estructural interna, o como cambios
estructurales gatillados en nuestras interacciones con el medio, pero no determinados por
este" ( pág. 5). Los seres vivos están continuamente produciéndose a si mismos, conservando
su organización y adaptación al medio, mientras modifican su estructura. Cuando esta
continua producción de si mimos se pierde, dejan de estar en autopoiesis, o sea, dejan de estar
vivos.
La humanidad habría surgido como una forma de vida cultural con el origen del
lenguaje y a raíz de que la práctica del lenguajear se conservó en el transcurso de las
generaciones. "El lenguaje es un fluir de interacciones recurrentes que constituyen un sistema
de coordinaciones conductuales consensuales". Es un proceso esencialmente recursivo en el
cual las palabras son operaciones en el dominio de existencia de los que participan en el
lenguaje, lo que hacemos en el lenguajear tiene consecuencias en nuestro cuerpo y lo que pasa
en nuestro cuerpo tiene consecuencias en el lenguajear. Para Maturana el lenguaje es tan
fundamental a nuestra existencia humana que "somos en el lenguaje". Todo lo que llamamos
experiencias mentales o psíquicas, surgen en nosotros como distinciones reflexivas en el
lenguaje, precisamente esta capacidad de operar reflexivamente es lo que expande nuestro
dominio de existencia y nuestro dominio de acciones, es decir nuestras emociones.
La condición humana ocurre según la manera en que nos relacionamos con los otros y
con el mundo en el cual vivimos " el ser humano surge de la interacción de la corporeidad
humana y de la forma de vida humana, y mientras la corporeidad humana es la del homo
sapiens sapiens, la forma de vida humana es vivir en conversaciones" ( pág. 50). Una cultura
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es una red cerrada de conversaciones, que se conserva en la vida de los seres humanos que la
realizan. Entonces si el hacer humano se realiza en conversaciones, las imágenes y las
palabras sólo tienen sentido cuando forman parte de la red de conversaciones que define a una
cultura. Un cambio cultural, es un cambio en esa red de conversaciones que vive una cierta
comunidad. Las modificaciones en nuestro conversar, originan modificaciones en nuestro
hacer y en nuestro conocer.
Participar de una cultura científica, implica ¡conversar en el lenguaje de esa cultura! y
distinguir sus signos lingüísticos e icónicos, lo cual define nuestro hacer y nuestros dominios
de acción. La posibilidad humana de sostener diferentes tipos de conversaciones, y de
reflexionar acerca de nosotros mismos en el lenguaje amplia considerablemente dichos
dominios de acción y de conversación. Cuando participamos en distintas clases de
conversaciones, por ejemplo en un aula de ciencias, se espera que ellas se realicen adoptando
naturalmente los signos formalizados y las imágenes conceptuales que tienen sentido en la
cultura de la disciplina científica en cuestión. En este marco aproximarse al estudio de una
ciencia requiere estar en su lenguaje, pero no vamos a conseguir que los estudiantes estén en
el lenguaje de la ciencia si no trascendemos los símbolos y las imágenes cotidianas.
En latín conversare significa dar vueltas junto con otros, cuando estamos en el
lenguaje utilizamos signos lingüísticos e icónicos cuyos significados son consensuales, es
decir no están en las cosas sino que dependen de nosotros y cobran sentido sólo en el marco
de una cultura. Si bien hace años que en el discurso educativo aparece con frecuencia la
palabra constructivismo, aún se actúa la relación entre el sujeto y el conocimiento como si
fuera absoluta, objetiva, lineal, simple, unívoca y esto se hace particularmente presente en el
tema de las imágenes. Cualquier investigación educativa acerca del uso de imágenes, requiere
estar dispuesto a sostener que la adecuación de una imagen o discurso visual a cualquier
proyecto educativo o cultural depende esencialmente de quien la lee y de las conversaciones
en las cuales participa. Las ideas de Maturana, tienen consecuencias fuertes para la educación
y también para el ámbito específico de las imágenes, sus ideas sacuden nuestros cimientos
realistas y socavan la ilusión de que las imágenes del mundo lo muestran "como es", cuando
en realidad lo que percibimos e interpretamos de una imagen depende de cómo somos
nosotros.
Estos comentarios se iluminan cuando desde la noción de determinismo estructural,
que para Maturana (1995) caracteriza la forma de nuestro operar como seres vivos. Todo
nuestro conocimiento, nuestra percepción y las respuestas que damos a las perturbaciones de
aquello que distinguimos como el medio externo, dependen de cómo nosotros somos y no de
lo que está "afuera". El medio solo "gatilla" cambios estructurales en nosotros, pero no
instruye los cambios que experimentamos, somos nosotros en nuestro operar como unidades
determinadas por su estructura los que establecemos qué estímulos son perturbaciones para
nuestro sistema y cuales no. Así, la cognición se interpreta no como conocimiento de un
mundo objetivo externo, cuya existencia es independiente de nosotros, sino como un
acoplamiento estructural entre el medio y nosotros. ¡Vivir es conocer! Al nivel humano, el
lenguaje crea al observador, quien es capaz de hablar de las distinciones que realiza en su
medio y que por sus interacciones consensuales con otros seres humanos especifica un mundo
de objetos o "trae un mundo a la mano". Las imágenes y lo que interpreta de ellas el
observador son traídas con ese mundo.
Según Maturana, somos humanos en el lenguaje y lo que no se da en el lenguaje ¡no es
humano! " El enorme compromiso estructural actual de nuestro sistema nervioso, de nuestra
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laringe, de nuestro rostro, así como de otros aspectos de nuestro cuerpo, con el habla como
nuestro modo mas fundamental de estar en el lenguaje, indica que el lenguajear sonoro tiene
que haber comenzado hace varios millones de años, entre dos y tres" (pág.32) . A la vez todo
hacer humano se da en una emoción, el conversar surge en el entrelazamiento del emocionar y
del lenguajear. Somos seres constituidos por y para la palabra y el lenguaje. Quiero insistir en
que somos seres eminentemente verbales (Moreira, 2002, 2003; Maturana, 1995; Ausubel,
1960). Entonces ¿qué sentido tiene pensar sobre imágenes, prescindiendo de palabras, o en
oposición a ellas?
Este es un segundo punto para destacar: Una imagen no vale nada, si no integra una
conversación, es decir que revitalizar el uso de imágenes en la enseñanza parece imposible,
sin revitalizar un aspecto esencial a nosotros como seres humanos, el lenguaje verbal, la
palabra, las emociones y las conversaciones.
IV.
Imágenes e Investigaciones
En los ámbitos especializados la imagen tiene detractores y defensores ¿Qué
argumentan los primeros? Ellas son una distracción para el lector, no son aptas para
comunicar conocimiento -en la medida que no se les puede asignar un valor de verdad- y su
carácter polisémico sólo complica la comunicación. Como las imágenes desbordan de sentido,
están llenas de alusiones, de sobre-entendidos y en consecuencia permiten no una, sino
múltiples lecturas y en consecuencia carecen de la sencillez y transparencia que se les
atribuye. Desde esta posición las imágenes se ven como un obstáculo para la educación
científica y ¡para la ciencia también!
Los defensores destacan el papel motivador, estético, valorizan la importancia de las
imágenes en la comprensión y en el aprendizaje de un mensaje lingüístico, subrayan el hecho
de que el recuerdo de materiales verbales mejora cuando se utilizan imágenes externas y hasta
consideran que por su carácter analógico, motivador, tendrían la capacidad de hacer conocer
"directamente" "de un solo golpe" por encima de las barreras culturales. Como las imágenes
desbordan de "analogía" ¿no serían acaso un doble que no puede sino recordar al original,
constituyendo una representación de "lo real"?
En la Investigación en Educación en Ciencias, el interés por las imágenes externas y
su utilización es relativamente reciente y se plantea desde enfoques diferentes aunque
complementarios. En investigaciones como la nuestra se enfatiza una visión cognitiva (Otero,
2002; Otero, Moreira, Greca, 2002; Otero, Greca Silveira, 2003) y en otras, prevalece una
mirada semiótica (Pintó, 2002; Ogborn, 2002; Viennot, 2002). Voy a tomarme la licencia de
llamar al primer enfoque la versión optimista, porque tengo la impresión de que dichas
investigaciones suponen, que eligiendo las imágenes adecuadamente, realizando experiencias
de referenciación y enseñando las particularidades del lenguaje y la comunicación visual en el
aula, las imágenes efectivamente contribuirán con el aprendizaje de las ciencias. Sin
pretensión exhaustividad las investigaciones de base semiótica se ocupan de tres aspectos
fundamentales:
•
•
Semiología de las imágenes con relación a la enseñanza de las ciencias (gramática del
diseño visual aplicada al análisis de textos)
Referencias y funciones de las imágenes en contextos de aprendizaje (lectura de
imágenes y de textos por los estudiantes).
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•
Imágenes combinadas con otros sistemas de signos y sus consecuencias en la
enseñanza aprendizaje (sistemas de signos combinados).
Digo que nuestra visión es relativamente más pesimista, en primer lugar, porque
sostiene el carácter estratégico de la comprensión y la irreductibilidad de una relación incierta
y subjetiva entre la representación mental y la representación externa, apoyada tanto en los
resultados provenientes del campo de la psicología cognitiva, como en los estudios sobre
percepción e imaginamiento visual (Kosslyn, 1980; 1996). En segundo lugar, nuestros propios
resultados de investigación indican las dificultades y el poco rédito obtenido al utilizar
imágenes en diversas maneras. También el trabajo de Rodríguez Palmero (2000, 2003)
dedicado a los modelos mentales de célula, ha mostrado que la llamada "imagen del huevo
frito" es un obstáculo para una adecuada conceptualización de la estructura y organización
celular y que dicha imagen mental se ha generado la escuela!.
Las imágenes interactúan con la estructura cognitiva del lector y pueden afectar la
construcción y / o modificación de sus representaciones mentales:
¿Las imágenes podrían influir en los modelos mentales que se construyen al
enfrentarse a un problema?
¿Qué papel tienen las imágenes en la modificación de los esquemas del sujeto, en la
comprensión de un concepto científico, en la realización de inferencias?
¿Qué relación hay entre imágenes externas e imaginamiento mental?
¿Cuándo las personas forman imágenes mentales de conceptos científicos, es fácil
modificarlas o ellas actúan como un obstáculo para nuevas conceptualizaciones?
¿Cómo se podrían utilizar las imágenes externas en una situación de enseñanzaaprendizaje, atendiendo las complejidades cognitivas que entraña la representación interna
cuando se aprende ciencias?
¿Cómo se afecta -facilita, dificulta o inhibe- la construcción de modelos y
representaciones mentales adecuadas, a partir de actividades instruccionales que utilizan
recursos visuales externos (imágenes estáticas, animaciones, software de simulación)?
¿Qué relación hay entre leer imágenes y producir imágenes? Los estudiantes de
ciencias son reacios a dibujar ¿cómo se relaciona esto con el imaginamiento mental y con la
exposición a imágenes? (Otero, 2002).
V.
Imágenes mentales y Percepción
¿Quién de nosotros no ha tenido alguna impresión subjetiva como la de "experimentar
una imagen visual", en la que mentalmente "vemos" las propiedades de un objeto o
mentalmente "rodamos" una escena que nos permite concluir algo que quizás ocurra, y
"verlo" previamente en nuestra mente? ¿Qué está más cerca del suelo, la cola de un caballo o
sus rodillas traseras? ¿Cómo se vería nuestro dormitorio si lo observamos desde el techo? ¿Un
mismo resorte, oscila con mayor frecuencia cuando fue estirado diez centímetros, o veinte?
¿Cuándo oscila más rápido?
Al tratar de responder estas preguntas tenemos la impresión subjetiva de que surgen en
nuestra mente representaciones parecidas a dibujos o fotografías, a partir de las cuales
"vemos" las propiedades de los objetos o de las situaciones mencionadas. Las personas suelen
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reportar la experiencia vívida de tener imágenes, sobre todo visuales, que se proyectan como
en una "pantalla mental", en la que los objetos se pueden, activar, mantener si uno lo desea,
escudriñar, trasladar y / o trasladarse a través de ellos y transformarlos de varias formas. A la
luz de estos comentarios, se entiende porqué los primeros intentos de definir las imágenes
fueron guiados por la experiencia perceptiva, sobre todo por la percepción visual. Hoy se
asume la existencia de un estrecho paralelismo entre imagen y percepción, a tal punto que
ambas compartirían al menos parcialmente, los mismos subprocesos cerebrales (Kosslyn,
1996). Sin embargo, se trata de diferentes procesos que en el nivel psicológico es necesario
distinguir.
¿Para qué usamos imágenes mentales visuales? Según Kosslyn (1996) hay dos
respuestas que engloban la mayor parte de las funciones cognitivas que se han atribuido a las
imágenes mentales:
1. Para recuperar y hacer explícita la información almacenada en la memoria de forma
implícita. Si nos preguntan ¿cuántas puertas y ventanas tiene tu casa? Es posible que antes de
responder generemos e inspeccionemos mentalmente una imagen de la casa, que nos permita
contar las ventanas y puertas. Pero si tenemos codificada dicha información en formato
proposicional, recuperaremos esa información de la memoria sin generar ninguna imagen.
Afirmar que las imágenes permiten hacer explícita la información implícita en la memoria, no
significa que esta es la única forma que el sistema cognitivo tiene para recuperar información,
ni tampoco hay que pensar que "guardamos" imágenes en nuestra cabeza como si fueran
fotografías o diapositivas.
2. Las imágenes permiten anticipar los movimientos y los desplazamientos de los
objetos, es decir las imágenes permiten realizar simulaciones mentales de situaciones físicas
reales. (Vía modelos mentales)
En el modelo de imaginamiento de Kosslyn (1980, 1996) una imagen mental visual es
un patrón de activación en el "buffer visual" que no fue provocada por un input sensorial
inmediato. Al evocar un patrón de actividad, el buffer visual lo procesa de la misma manera,
tanto si se lo evocó desde un “input” en los ojos (percepción) o si se lo generó desde la
memoria (imaginamiento). Sin embargo, lo anterior no implica que el sistema perceptivo e
imaginativo tengan las mismas propiedades, el imaginamiento tiene al menos tres diferencias
sustanciales con la percepción que conviene tener presentes:
1. Las imágenes mentales se "apagan" muy rápido, a diferencia de los perceptos
(mientras dura el input, uno está viendo el objeto). Es decir en la percepción el
"mundo" actúa como una memoria externa.
2. Las imágenes mentales se "crean" por información almacenada en la memoria. Es
decir el mundo externo ¡no dicta los contenidos de una imagen de una manera
específica! Las imágenes mentales se generan desde una variedad de contextos y
pueden no tener ningún parecido con la percepción on-line.
3. Las imágenes mentales son muy maleables, se pueden desplazar, rotar, transformar,
mientras los perceptos no lo son!.
¿Cómo se forman las imágenes visuales? En algunos casos uno puede haber visto un
objeto y retener brevemente la imagen, pero en la mayoría de los casos la imagen se genera a
partir de informaciones de la memoria. Como las imágenes mentales no están en relación
directa con el input perceptivo, es que podemos transformarlas.
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Un punto relevante para la investigación educativa es que si bien percepción e
imaginamiento pueden compartir funciones y estructuras a nivel neurológico, son procesos
psicológicamente diferentes. Además es importante recordar que la percepción visual no
“copia” los objetos externos, sino que deriva en un proceso interpretativo, cuyo resultado
depende del perceptor y de sus conocimientos. Al cabo de ese proceso no necesariamente se
origina una imagen mental. Sin embargo, la forma en que los libros y los profesores conciben
a las imágenes externas, asume cierta “objetividad” de la percepción y una relación directa
entre representación externa e interna, que es falsa.
VI.
El Modelo de Kosslyn
El debate librado en la psicología por las imágenes mentales se produjo en varias
etapas o fases. Los padres de la psicología dividían sus opiniones entre quienes aceptaban un
pensamiento con imágenes como Wundt y quienes consideraban esto inaceptable. Las críticas
de Watson y de los conductistas arrojaron a las imágenes fuera de la psicología hasta hace
apenas treinta años, cuando comenzaron las primeras investigaciones sistemáticas con el
trabajo de Alan Paivio. Para establecer que las imágenes mentales no son epifenómenos, se
realizaron experimentos conocidos como investigaciones cronométricas, dirigidos a establecer
el carácter cuasi-pictórico de la imagen mental. Es decir que las imágenes mentales pueden
representar objetos y preservar las propiedades espaciales de los mismos, como las distancias
métricas, y que tales propiedades espaciales afectan el tiempo de procesamiento. Las
imágenes poseen límites espaciales y se “desbordan” en el procesamiento (Kosslyn, Ball y
Reisser, 1978).
Otra cuestión muy investigada es la relación entre imágenes mentales y memoria
¿cómo se almacenan y se recuperan de la memoria? Durante bastante tiempo se pensó que las
imágenes se guardaban como "diapositivas en la cabeza" y se recuperaban de la misma forma.
Los experimentos de Kosslyn mostraron que las imágenes no se generan ni se almacenan de
forma holística sino de manera secuencial, el tiempo para construir una imagen aumenta
cuantos más objetos y detalles se añaden a ella. Es decir que las imágenes no se activan como
las diapositivas en un proyector ni son como fotos en la cabeza. ¿Las partes de una imagen se
almacenan y recuperan como unidades o totalidades de significado o lo hacen en fragmentos
sin ninguna organización particular? La experimentación muestra que el sistema de imágenes
tiene la capacidad de recuperar "unidades" que se encuentran almacenadas por separado en la
memoria de largo plazo.
Con respecto a la generación de las imágenes, ellas se construyen tanto desde
información descriptiva verbal (semántica) como perceptiva, almacenada en la memoria
asociativa. El modelo de Kosslyn (1980, 1996) postula la existencia de dos clases de
estructura de datos: una "matriz superficial" que representaría la imagen propiamente dicha –
como la “vemos”- y una estructura profunda. Kosslyn (1980, 1996) postula procesos para
operar con la imagen mental, que actúan sobre la información contenida en el Buffer visual y
producen los fenómenos imaginativos de Generación, Mantenimiento, Inspección y
Transformación de imágenes mentales.
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VII.
Modelos Mentales, Imágenes mentales, Imaginamiento Físico e Imágenes Externas
En nuestro trabajo de investigación diferenciamos entre las representaciones externas
y el tipo de representación mental que ellas pueden generar, cuestionando los eslóganes de
sentido común, a los cuales globalmente denominamos Psicología popular. Analizamos cómo
la tendencia equivocada que asocia directamente una representación externa con su
codificación interna, influye en los textos que se diseñan para enseñar (Otero, Moreira, Greca,
2002). También testamos la hipótesis de si un tratamiento tradicional, relativamente limitado
a "mirar" las imágenes cuando se enseña, podía influir en el rendimiento escolar en Física,
cuando se proponen situaciones nuevas que requieren explicar y predecir, y obtuvimos que el
tratamiento realizado no afectó el rendimiento de los sujetos del grupo experimental, en
correspondencia con nuestras expectativas y con las predicciones que podíamos realizar a
partir de nuestro marco teórico (Otero, Greca y Silveira, 2002 a y b).
Al analizar las investigaciones sobre la imagen mental (Kosslyn, 1986, 1996) y las
concepciones de imaginamiento mental inspiradas en las teorías usuales de la imagen, se
advierte que esas teorías adoptan una formulación espacial y cinemática de las imágenes
mentales, que resulta inadecuada para describir el imaginamiento físico dinámico. Esta
insuficiencia ha sido señalada por Schwartz (1999) quien propone la noción de imaginamiento
dinámico y "depictive model" . Los modelos pictóricos para el imaginamiento dinámico
explican como y bajo qué condiciones las personas consiguen simular "en su cabeza" las
acciones de los objetos físicos y realizar inferencias que sólo les resultan accesibles por esa
vía.
Sin embargo, no hay contradicción entre los trabajos de Imágenes mentales (Kosslyn,
1986, 1996) y los de modelos mentales. La teorías de imágenes buscan fundamentar la
existencia de imágenes mentales y explicar mediante un modelo de simulación de base
neurobiológica, su generación, mantenimiento y transformación, sin abordar los procesos de
inferencia y comprensión. La generación de una imagen mental depende de información
almacenada y la transformación, requiere conocer anticipadamente los resultados que se
"verán", si esto no está ya almacenado entonces tiene que inferirse y allí se requieren procesos
interpretativos que ¡trascienden a la imagen! y llaman a modelos mentales. Por eso, JohnsonLaird (1996) señala que la explicación de los experimentos de rotación mental de cuerpos de
Metzler y Shepard (1974) que estudiaba aspectos funcionales de la imagen mental, no puede
explicarse sin la noción de modelo mental. Es decir, o se tienen siempre en la memoria sobre
las "vistas" posibles de cualquier objeto a ser rotado o se construye un modelo mental para
inferir cómo se vería el cuerpo.
En este sentido la noción de modelo mental orientó una serie de estudios de caso
(Otero, 2002) realizados para analizar posibles efectos de las representaciones visuales
(animaciones, simulaciones y applets) en la representación mental. Los resultados sugieren
que las visualizaciones dinámicas "on-line" de los estudiantes no fueron afectadas por el
software y que tampoco se modificaron sustantivamente sus representaciones pictóricas
externas como dibujos de los sistemas físicos. Al parecer las visualizaciones dinámicas
ocurrirían cuando los sujetos se enfrentan a una situación que conciben como "nueva" y
acerca de la cual no poseen información conceptual, ni disponen de información perceptiva
para derivar la respuesta. Un dato de interés, es que las personas que experimentan una
visualización dinámica o modelo pictórico, realizan gestos corporales con sus manos y su
cuerpo. Lo cual nos trae de nuevo a la concepción de Maturana acerca de que conocer es
hacer.
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IV ENCONTRO NACIONAL DE PESQUISA EM EDUCAÇÃO EM CIÊNCIAS
VIII. ¿De qué hablamos, cuando hablamos de imágenes externas? o ¿cómo clasificar las
imágenes que se utilizan en la Enseñanza de las Ciencias?
Actualmente son frecuentes los estudios que analizan cómo los textos presentan las
imágenes en las distintas áreas del conocimiento y qué conceptualizaciones equivocadas
podrían originar. Las investigaciones de base semiótica asumen la importancia de analizar la
estructura gramatical de las imágenes que aparecen en los textos de ciencias. Pocos los
estudios que adoptan una visión cognitiva y se animan a preguntar ¿es adecuado que los libros
actuales sustituyan palabras por imágenes? ¿hay razones cognitivas, didácticas o epistémicas
para proponer un uso más cauteloso de las imágenes?
Un problema que encontramos al analizar libros de texto (Otero, Moreira, Greca,
2002; Otero, 2002) es definir un criterio para clasificar qué tipos de imágenes aparecen en
ellos. Nuestro trabajo consideró a las imágenes que aparecen en los textos según su grado de
iconicidad (grado de similitud con aquello que codifican). Así en los textos identificamos:
Fotografías, que en los libros de ciencias se destinan a ofrecer una representación lo
más directa posible de personajes célebres, montajes experimentales, aparatos, edificios, etc.
Ilustraciones -ilustrar significa iluminar- o dibujos que los libros utilizan para reducir la
abstracción de un texto guardando gran parecido con la situación que se proponen representar.
Su diferencia icónica con las fotografías reside en el trazo manual de líneas y formas.
Historietas y Caricaturas o dibujos que incorporan elementos icónicos y verbales conjunciones de texto y dibujo individuales o en una secuencia- Añaden el recurso del humor
y pueden contener una carga de significado adicional para el lector. Esquemas, que contienen
notaciones más abstractas, vinculando elementos de naturaleza intermedia entre lo simbólico
y lo icónico. Suelen involucrar información de carácter general, menos específico y detallado
que las ilustraciones y las fotografías, también menos analógico. Gráficas, construidas a
partir de una tabla o matriz de datos. Por ejemplo, gráficos estadísticos, mapas y gráficas
relacionadas con la noción de función. Ellas suponen un alto grado de abstracción y
generalización, como hacen uso de un conjunto de convenciones y formalismos, su
interpretación requiere el dominio y conocimiento de nociones matemáticas específicas.
Un resultado que encontramos en los libros de Física es que aún los de las series más
bajas utilizan muchos más esquemas de lo que cabría esperar. En general hallamos que los
esquemas y los gráficos se tratan de una manera superficial, quizás porque se los suele
considerar auto- explicativos, como sucede con el resto de las representaciones visuales
externas.
Como decíamos, son interesantes los trabajos que emplean clasificaciones basadas en
la estructura gramatical de las imágenes. Krees and van Leeuwen (1996) distinguen entre
imágenes que tienen estructura narrativa (representan a los participantes en una acción, en un
momento particular) y las que tienen estructura conceptual (representan relaciones y
características fijas). Ambas pueden ser naturalistas (realistas) o abstractas. Sin embargo, si
bien las imágenes utilizadas en los textos para enseñar ciencias deberían tener la intención de
comunicar conceptos científicos y apoyarse en una estructura conceptual, es muy frecuente
encontrar que prevalecen las que plantean una estructura narrativa.
Estudios de base semiótica realizados en Física reportan interpretaciones de los
estudiantes muy alejadas de los conceptos que se pretende comunicar, a raíz de que se apoyan
en la estructura narrativa de la imágenes y las leen como un cuento. Las historietas parecen
ejemplos evidentes de estructura narrativa, pero si se las usa para enseñar ciencias ¿no
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necesitan también una evidente estructura conceptual? En la medida que la interpretación de
una imagen involucra la comprensión de las relaciones entre sus componentes, es complejo
precisar cuál es la estructura gramatical unilateralmente, sin considerar al representador. De
allí que algunos semiólogos como Bertin (1967) circunscriban las prescripciones gramaticales
sólo a la gráficas.
TIP O D E IMAGE N E MP LE A D O P OR C A D A TEX TO
T 41 -UNIV
T 40-UNIV
T 39-UNIV
T 37-UNIV
T 36-UNIV
T 35-UNIV
T 34-UNIV
T 33-UNIV
T 32-UNIV
T 31 -P OLI
T 30-P OLI
T 29-P OLI
T 27-P OLI
T 26-P OLI
T 25-P OLI
T 24P OLI
T 23-P OLI
T 1 9-P OLI
T 1 8-P OLI
T 1 7-P OLI
T 1 6-P OLI
T 1 5-P OLI
T 1 4-P OLI
T 1 3-P OLI
T 1 2-E GB3
T1 1 T 1 0-E GB3
T 9-E GB3
T 8-E GB3
T 7-E GB3
T 6-E GB3
T 5-E GB3
T 4-E GB3
T 3-E GB3
T 1 -E GB3
0%
20%
F O T O GRAF IAS
40%
ILUST RACIO NES
60%
HIST O RIET A
80%
ESQUEMAS
100%
G RAF ICAS
GRAFICO 1
También es posible relativizar las dimensiones naturalista (realista) - abstracto. A
veces se encuentran imágenes que clasificaría simultáneamente como naturalista, narrativa,
conceptual y ¡abstracta! Es decir que las representaciones imagísticas no parecen aportar a los
estudiantes la sencillez y transparencia que ingenuamente se les atribuye, ellas plantean
iguales o mayores dificultades y exigencias de interpretación que el lenguaje verbal.
Los trabajos de base semiótica (Stylianidou & Ogborn, 2002; Pintó, 2002; Testa,
2002; Colin, Chauvet & Viennot, 2002) señalan la preeminencia de interpretaciones narrativas
que distorsionan el significado y la distinción de lo relevante. Aunque las imágenes
simbólicas parecen más adecuadas, los estudiantes prefieren las concretas y las usan para
interpretar las otras. Los estudiantes no leen las descripciones de las imágenes a menos que se
les diga que lo hagan, aunque la lectura de los comentarios puede modificar
considerablemente la interpretación. Con respecto a los profesores, los estudios semióticos
destacan que no toman en cuenta las dificultades de lectura que las imágenes plantean a los
estudiantes.
En nuestro trabajo con los libros de Física, encontramos que utilizan las imágenes,
ignorando las dificultades de la representación interna del conocimiento. Proceden como si
existiera una relación directa y lineal entre las representaciones externas y las internas. El
Nivel Educativo al que se dirigen orienta la utilización de recursos visuales y la selección de
representaciones imagísticas: desde las marcadamente icónicas como dibujos e ilustraciones -
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ingenuamente concebidas como más sencillas- hasta las más abstractas como esquemas y
gráficas. Esto es coherente con la idea de que las imágenes son más adecuadas para los
niveles iniciales del desarrollo cognitivo. Los textos dirigidos a los niveles elementales de la
educación media son los que realizan un uso más intensivo y a la vez menos cuidadoso de las
imágenes. Con relación al plano epistemológico las imágenes se utilizan como si fueran
portadoras de "verdad" lo cual las vuelve incuestionables, y con relación a los aspectos
cognitivos no se distingue lo relevante de lo irrelevante y se ofrece una complejidad visual
que podría complicar la interpretación en lugar de auxiliarla.
En síntesis, se detecta la ausencia de un uso de las imágenes externas que se
corresponda con los resultados más recientes de las investigaciones cognitivas, y también con
posturas que señalan la relevancia de la comunicación visual en las prácticas discursivas
dirigidas a la comunicación y a la generación del conocimiento científico.
Uno de los aspectos que mejor expresa la poca importancia asignada a las
complejidades cognitivas de la imagen -interna y externa- es la atribución de sencillez, que
deriva en considerar a la imagen pertinente para los niveles iniciales de la escolaridad.
Contrariamente a este eslogan pedagógico y de psicología popular, las investigaciones
cognitivas (Kosslyn, 1986, 1996; Schwartz, 1999) señalan que es más una cuestión de
disponibilidad de representaciones, cuál de los formatos se usa y no de simplicidad, ni de
edad.
La elevada cantidad de imágenes por página que se encuentra en los textos para la
enseñanza media elemental, puede no ayudar a la comprensión ni a la construcción de
modelos mentales -las imágenes generan una gran demanda a la memoria de trabajo y pueden
incrementar la ambigüedad-. Para interpretar y entender el discurso visual y verbal (imágenes
y palabras) se construye una representación mental en la memoria de trabajo, y a partir de la
interacción entre representaciones internas y externas se desarrolla un proceso interpretativo
de naturaleza estratégica. Mientras los procesos basados en reglas y algoritmos garantizan el
éxito (si las reglas usadas son correctas y se aplican adecuadamente, un proceso estratégico como leer un libro de texto- no tiene esa garantía, ni proporciona una representación única del
discurso (van Dijk, 1992). La integración de las imágenes científicas -no narrativas, no de la
vida cotidiana- en una conversación propia de la cultura científica es un punto muy relevante
¡en esto hay que investigar!.
A partir del análisis de los libros de texto, inferimos un pequeño conjunto de
concepciones de "psicología popular" acerca de la imagen, parcialmente fundamentadas en la
"metáfora de la figura en la cabeza". Tales concepciones parecen subyacer al uso pedagógico
de la imagen en los libros de texto y quizás también en el trabajo del aula. Las concepciones
serían las siguientes:
1. Habría una relación directa entre imágenes externas e internas.
2. Las imágenes serían más “sencillas”que las palabras y se recordarían y
comprenderían más fácilmente.
3. Las imágenes son transparentes, “auto- evidentes”, entonces no necesitan explicación
ni decodificación.
4. Las imágenes representan conocimiento “verdadero”.
5. Las imágenes externas son más adecuadas para los niveles iniciales de la escolaridad
(aún en la escuela media) porque se comprenden mejor que las palabras.
6. Las imágenes internas serían como "fotos en la cabeza" y se “guardan como tales”.
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7. Las imágenes narrativas y las naturalistas son las que más favorecen la comprensión
de los estudiantes.
De los supuestos anteriores se derivan usos de la imagen que denominamos tradicionales,
apoyados en la idea de que emplear imágenes -mostrarlas- mejora la comprensión y el
rendimiento de los alumnos, tal como surge del análisis de los textos escolares (Otero,
Moreira, Greca, 2002). Como ya señalamos, en un trabajo realizado para contrastar dichos
usos, no obtuvimos diferencias estadísticamente significativas al comparar el rendimiento
escolar en Física de dos grupos de alumnos, cuando en uno el profesor utilizaba muchas
imágenes externas -científicas- de manera tradicional, y en el otro, muy pocas (Otero, Greca,
Silveira, 2003).
La lista de eslóganes propuesta está orientando en la actualidad una investigación sobre las
ideas de los profesores acerca del uso de las imágenes en la enseñanza (Fanaro y Otero,
2003).
Además investigamos la relación entre imágenes externas y visualización dinámica en Física
y entre imaginamiento dinámico y producción de representaciones externas como gestos,
palabras, dibujos y lenguaje matemático (Otero, 2002). Las visualizaciones dinámicas -en la
medida en que sean adecuadas- podrían ser una fuente a partir de la cual se generen relaciones
causales, dinámicas, que representadas en formatos manejables decaigan hacia otras formas
de representación más estables (Moreira, 2002; Greca y Moreira, 2002; Otero, 2002). Una
forma de saber si las visualizaciones ocurren y si son adecuadas, podrían ser los gestos de los
estudiantes, razón por la cual la encontramos en la perspectiva de Maturana elementos para
dar cuenta de la integración de emociones -gestos corporales- y lenguaje (verbal y visual) en
las clases de ciencias. Este es una campo completamente abierto y de enorme importancia.
La problemática de las imágenes en la educación en ciencias, tendría que incorporarse en la
formación de los nuevos profesores y en la capacitación de aquellos que se encuentran en
servicio. La importancia de una relación entre imágenes y palabras en conversaciones que
usan las imágenes y las palabras de la ciencia, también parece fundamental. Esperamos que
esta apretada síntesis opere como invitación para comenzar a investigar en imágenes en sus
áreas específicas.
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