EL MATADERO: UNA CRÍTICA ORIGINAL SOBRE LA SOCIEDAD ROSISTA En el breve argumento que posee El Matadero encontramos una fuerte crítica al contexto social histórico y político que se desarrolla en el siglo XIX durante la época rosista. La misma se lleva acabo mediante la descripción de las diversas costumbres que se desarrollan en esa época como la abstinencia de carne durante la cuaresma, el aumento de los precios de los alimentos a causa del diluvio, los personajes típicos del matadero y las características de una sociedad dividida por sus ideologías políticas en federales y unitarios, en donde los primeros ejercen la violencia contra cualquiera que no este de acuerdo con ellos. Sin embargo, no encontramos un narrador objetivo o neutral de los hechos, pues no sólo nombra los diversos acontecimientos sino también opina sobre los mismos mediante la ironía y los subjetivemas, y es aquí donde encontramos uno de los recursos más originales de la lectura de este cuento con respecto a sus contemporáneos. El relato comienza dando cuenta de un gran diluvio que afectó la economía del país. Se produjo una crisis en la provisión de alimentos y hubo falta de carne. Esta carencia, que por otra parte venía a coincidir fortuitamente con la cuaresma de la Iglesia, produjo un aumento en los precios de otros productos y la muerte de muchas personas. Sin embargo, aunque la institución religiosa advirtió a la población que no se debía comer carne por ser un pecado, no fue igual de rígida con los gobernantes y el cuerpo religioso, lo que dejó en evidencia la hipocresía del gobierno y del clero. Echeverría narra que ante la crisis, Rosas envía una reducida cantidad de novillos al matadero que son recibidos con alegría por la gente más pobre de la zona. El último de los animales que queda vivo resulta ser un toro que se escapa. Echeverría cuenta que por este hecho se produce indirectamente la muerte de un niño, decapitado por el chicotazo de un lazo al romperse. No obstante, esta tragedia es rápidamente olvidada por los asistentes, obsesionados por que se dé muerte al animal. Finalmente el toro es atrapado y matado. Luego pasa cabalgando por el lugar un joven, al que la muchedumbre identifica como unitario, por no llevar luto (por la muerte de la esposa de Rosas) ni la divisa punzó. El mozo es atrapado y llevado a la casilla del "Juez del Matadero", donde es interrogado y torturado. El joven unitario (personificación de Echeverría) se resiste y estalla de rabia, muriendo heroicamente y expresando abiertamente sus pensamientos acerca del régimen gobernante. Echeverría compara a la Argentina con un matadero de ganado y a Rosas como un gran matarife, él no escribe sobre un Matadero, escribe sobre un país donde no son los animales los degollados, son los hombres los que mueren a diario en la Argentina ante la presencia de un tirano. Describe un ambiente brutal: el solar del Matadero, la sangre, las vísceras, la grasa, los matarifes, las negras, los niños sucios y enloquecidos peleándose por las entrañas de los animales, la locura del ambiente, los gritos, los insultos, la caída de la cabeza del niño como si fuera la cabeza de una res al lodo y el sacrificio del joven unitario en la mesa del suplicio. Echeverría muestra el contexto rosista dando referencias sobre la historia de nuestro país en ese momento como los letreros rojos que aparecen en el Matadero (“Viva la Federación”, “Viva el Restaurador y la heroica Doña Encarnación Escurra” y abarcando temas como el poder que la Iglesia ejercía sobre el pueblo dejándolo sin voluntad y manejándolo junto con el gobierno a su antojo, la culpabilidad de los unitarios por la lluvia, la falta de carne que se relaciona con “la autoridad del Restaurador” que pide que se lleven cincuenta novillos al Matadero para evitar saqueos y guerras civiles y el Matadero como un espejo de la situación social de ese momento puesto que la violencia representada por el Juez del Matadero y Matasiete contra el unitario se asemeja al accionar de la Mazorca. Este panorama es tomado por el narrador a través de una manera de juzgar, una óptica personal, es decir una crítica. Dentro de ella está la ironía como una manera de enjuiciar a ciertos personajes a partir de una palabra superpuesta que modifica el sentido de la frase. Esto ocurre en varias ocasiones en donde se habla de la Iglesia como el imperio inmaterial sobre las conciencias y los estómagos y que están a cargo de los mandamientos carnifícinos o cuando se menciona la nobleza de alma de los federales y se dice que se juntan en pandillas sobre las víctimas inertes. Pero especialmente la crítica se da con la figura de Rosas, que a pesar de que la Iglesia había prohibido el consumo de carne por la cuaresma y que sólo estaba disponible para los niños y los enfermos, él acepta el primer novillo que se mata en el Matadero luego de la inundación. También la crítica se da a partir de ciertas palabras con rasgos afectivos y valorativos (subjetivemas) que evidencian la subjetividad de la persona que los menciona. Por ejemplo aparece cuando el narrador describe la casilla como algo ruin y cuando caracteriza el matadero como algo grotesco, cuando se refiere a los miembros de la Iglesia como beatos y beatas que gimotean haciendo plegarias y cuando tomando la voz de los federales se refiere a los unitarios como salvajes, perros y cajetillas. El autor también utiliza el recurso de la hipérbole ( exageración de un acontecimiento) como por ejemplo cuando habla de la guerra entre los estómagos y las conciencias diciendo que se manifestaba por sollozos y gritos descompasados en la peroración de los sermones y por rumores y estruendos subitáneos en las casas y calles de la ciudad. El Matadero no sólo refleja los hechos históricos sino que permite al lector conocer las ideas y la óptica del autor sobre la época rosista y sacar sus propias conclusiones sobre la violencia y la brutalidad que existía en esa época, y de esa forma evitar que se vuelva a repetir en el país. Por eso se destaca “El Matadero” como una de las mejores obras de este escritor argentino.