Hacia una declaración política de la CES y un plan de acción en favor de servicios públicos sostenibles (Conclusiones de la Conferencia de la CES "Los Servicios de Interés General (SIG) y el mercado interior - ¿Qué futuro tendrán?", Lisboa, 9 a 11 de abril de 2008) 1. Introducción Los servicios públicos constituyen un pilar del modelo social europeo y son importantes para la cohesión territorial, económica y social. Desde mediados de los años 90, la CES está exigiendo un planteamiento horizontal que, originalmente, tenía que haber sido integrado en un protocolo anexado al Tratado de Niza. Su objetivo principal consistía en establecer reglas más equilibradas a fin de brindar a los Servicios de Interés General (SIG) una base jurídica más sólida en el marco del desarrollo del mercado interior. En noviembre de 2006, la CES lanzó una petición de recogida de firmas a favor de un marco europeo de este tipo y, un año más tarde, se presentó con más de medio millón de firmas ante el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso. La CES pidió, asimismo, una moratoria en la liberalización de los servicios públicos, así como una evaluación de sus consecuencias. En noviembre de 2007, los alcaldes de algunas capitales europeas (Bruselas, París, Londres, Viena, Luxemburgo, Lisboa, Sofía, Ámsterdam, Tallinn, entre otras) firmaron una declaración en favor de “servicios públicos de alta calidad y accesibles para todos”. 2. Desafíos europeos 2.1 Mayores preocupaciones ante las tendencias neoliberales Son numerosos los ciudadanos y sindicatos europeos que expresan sus dudas con respecto a la naturaleza y los objetivos del proyecto europeo. Éstos están cada vez más preocupados por la transposición de la Directiva “Servicios”, las consecuencias de las sentencias Laval, Viking, Rüffert y otras, los resultados mediocres de la Comisión actual en el ámbito social, la tendencia hacia la desregulación cuando se revisan las Directivas en vigor, como es el caso de la Directiva sobre la jornada laboral, así como por el estancamiento de la Directiva sobre trabajo interino y la liberalización actual de los servicios públicos, entre otros. Dentro del paradigma político dominante en la UE, la liberalización, los servicios públicos han quedado rezagados. No resulta para nada obvio que los usuarios perciban una parte equitativa de la liberalización de las industrias de red. Además de ello, la disminución de la formación y de la calidad del trabajo debido a la subcontratación genera preocupaciones. Hay que reconocer que el trabajo representa una contribución fundamental para los SIC. Los SIG y los Servicios de Interés Económico General (SIEG) no pueden ser 1 John Monks, General Secretary Boulevard du Roi Albert II, 5 • B – 1210 Bruxelles • Tel: +32 2 224 04 11 Fax: +32 2 224 04 54 / 55 • e-mail: etuc@etuc.org • www.etuc.org infravalorados – mientras que las economías europeas se enriquecen, estos últimos son sometidos a una presión presupuestaria y financiera cada vez mayor. Los sindicatos europeos organizan campañas con el fin de buscar soluciones alternativas a las restricciones presupuestarias (como, por ejemplo, el criterio artificial del 3%). El reto consiste en poder llevar el proceso de decisión política a los niveles local, regional y nacional disminuyendo los obstáculos presupuestarios y burocráticos. 2.2 La solidaridad y los derechos fundamentales amenazados por las reglas del mercado interior Las reglas del mercado interior crean incertidumbre jurídica en lo que se refiere a los SIG/SIEG, pero también con respecto a los derechos fundamentales. Se admiten excepciones en lo que concierne a las misiones de interés general, pero, ante el vacío que deja el legislador europeo, el Tribunal de Justicia establece las normas de funcionamiento y de financiación por la vía de la jurisprudencia. Esta profusa jurisprudencia crea una verdadera maraña jurídica que viene a añadirse a la ausencia de claridad jurídica que ya existe y con la que se topan los actores a nivel local, regional y nacional (autobuses, servicios de ambulancias, tratamiento de las aguas, cooperación pública entre los municipios, etc.). Cuando las libertades de mercado priman sobre los derechos fundamentales, se pone en juego el principio de los servicios públicos y se asesta un duro golpe a la idea de la Europa social. Esta tendencia adquiere mayor fuerza con los casos Laval y Viking, donde se han involucrado los poderes públicos y se han cuestionado las reglas de la contratación pública. Las autoridades locales o regionales han supeditado la aceptación de la oferta del prestatario de servicios extranjero al respeto de los convenios colectivos. La obligación de los poderes públicos de someter a licitación las obras y los servicios que les sean suministrados coloca a éstos en el centro mismo del debate. Éstos pueden aplicar criterios sociales, pero de manera restrictiva. Los derechos fundamentales, así como la autonomía sindical, están actualmente en peligro. Los sindicatos y los trabajadores de toda Europa están muy preocupados por la defensa de sus sistemas nacionales y de sus servicios públicos, y corremos el peligro de que se produzca una reacción proteccionista. El proyecto de la Directiva “Servicios”, conocida como Directiva Bolkestein, provocó el descarrilamiento del Tratado Constitucional de la UE. Las sentencias Laval y Rüffert, en particular, podrían perjudicar la ratificación del Tratado de Lisboa si se tuviese conciencia de todas las implicaciones que tienen dichas sentencias. Podría ocurrir que los sindicatos se vean en la obligación de justificar, eventualmente ante los tribunales, la proporcionalidad de las medidas que éstos toman para contrarrestar las maniobras de los empresarios que invocan la libre circulación como pretexto para llevar a cabo operaciones de dumping social. 3. Tendencias actuales positivas en el contexto europeo 2 El Parlamento Europeo y el Consejo, conjuntamente con los sindicatos europeos, lograron eliminar del proyecto Bolkestein inicial el principio del país de origen que hubiera facilitado el dumping social en detrimento de la calidad y de la seguridad de los servicios, así como la redefinición de la legislación sobre el desplazamiento de los trabajadores, pasando de una directiva de mínimos (base de derechos) a una directiva de máximos (tope de derechos). Por otra parte, el texto final de la directiva reconoce la especificidad de los SIG a través de una derogación general aplicable a los servicios no económicos de interés general y la exclusión de los servicios de salud y los servicios sociales. Ocho años después de la aprobación del Tratado de Niza, el Tratado de Lisboa responde satisfactoriamente a algunas exigencias fundamentales de la CES: la Carta de los Derechos Fundamentales se vuelve, en virtud del artículo 6(1), jurídicamente vinculante – principal razón por la cual la CES apoya este tratado. La Carta establece en su artículo 36 el derecho de acceso a los SIEG “con el fin de promover la cohesión social y territorial de la Unión”. Por otra parte, la Carta establece varias disposiciones que requieren la existencia de una misión de interés general. Así, como ejemplo, el derecho a la educación (Art. 14), el derecho de los menores a la protección y a los cuidados necesarios (Art. 24.1), el derecho a una ayuda social y ayuda de vivienda (Art. 34.3) y el derecho a la protección de la salud (Art. 35) constituyen derechos fundamentales reconocidos y protegidos por la Unión. Así mismo, el nuevo protocolo sobre los SIG establece las disposiciones de interpretación relativas a los valores comunes de la UE en lo que respecta a los SIEG y confirma el amplio margen de maniobra del que disponen los Estados miembros para proveer, hacer ejecutar, financiar y organizar los SIEG. El Tratado de Lisboa modifica igualmente el actual artículo 16 CE, que se convierte en el futuro artículo 14, añadiendo una base jurídica. El artículo 14 no deja alternativa al legislador comunitario, ya que impone el instrumento (reglamento) y el procedimiento para su adopción (el procedimiento legislativo ordinario). Los reglamentos no dejan libertad de acción alguna a los Estados miembros en lo que se refiera a su puesta en práctica y pueden, por consiguiente, plantear dificultades a la hora de establecer un consenso sobre su aprobación, si bien esto no es una tarea imposible, como lo ha demostrado el nuevo reglamento relativo al transporte de viajeros por ferrocarril y carretera (1370/2007). El Tratado de Lisboa constituye un hito importante en la construcción de la nueva estructura de los SIG y un enfoque regulador transversal en lo que se refiere a los SIEG, no sólo por el hecho de hacerla viable en el futuro desde el punto de vista legal, sino también por hacerla necesaria a la luz de las directrices que ahora se encuentran solidamente ancladas en el derecho primario (Protocolo). En lugar de un planteamiento derogatorio, el artículo 14 aboga por un planteamiento positivo en lo que se refiere a las reglas del mercado interior, teniendo en cuenta los valores compartidos que caracterizan los servicios públicos en la UE. Estas disposiciones entrarán en vigor una vez que haya terminado el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa. 3 4. La nueva estrategia de la CES El Tratado de Lisboa acarrea nuevos avances institucionales que exigen una actualización de la estrategia de la CES. La lógica del Tratado de Lisboa implica una mayor apertura en el debate en torno a los SIG, relacionada con la democratización del proceso de toma de decisiones a nivel europeo: introducción de la codecisión conjuntamente con los poderes discrecionales de la Comisión basados en el actual artículo 86 del Tratado de la CE. La Comisión desea, si no ignorar, por lo menos atenuar la importancia de este nuevo contexto político, jurídico e institucional. La Carta de los Derechos Fundamentales, conjuntamente con el artículo 14 y el nuevo protocolo, puede servir de instrumento para instaurar de manera real una noción que asocie a los SIG con valores comunes de la UE. La UE está ahora en condiciones de pasar de un planteamiento que actúa en función de derogaciones únicamente, como ha sido el caso hasta ahora, a una noción de valores comunes, es decir, de solidaridad y cohesión social y territorial. Cabe también señalar que el Tratado otorga a las autoridades locales y regionales un poder original de autodeterminación y autonomía. La CES mantiene su planteamiento horizontal de cara a las cuestiones específicas y a las directivas sectoriales que deberán volver a ser examinadas a la luz de las disposiciones del nuevo Tratado y completadas por la cláusula Monti y una cláusula social. Otra tarea importante será encontrar soluciones específicas por medio de reglamentos para aquellos puntos que han sido dejados en suspenso (tratados siguiendo el enfoque de la directiva marco). Se deberá aprovechar plenamente las posibilidades que ofrece el nuevo protocolo. Las reglas de la subsidiariedad son importantes para encontrar un equilibrio entre los servicios públicos establecidos a nivel nacional y las normas europeas relativas a la competencia y el mercado interior. Sin embargo, podría parecer imposible que se encontrase un equilibrio a nivel europeo entre los servicios públicos y el mercado interior, ya que la Comisión sigue considerando los servicios públicos como una simple excepción a las normas generales. Poder exigir «requisitos mínimos» con el fin de adoptar un planteamiento positivo con respeto a la subsidiariedad es importante. Hay que recalcar la preeminencia de las misiones de interés general establecidas por los Estados miembros en relación a la aplicación de las reglas del tratado. Los Estados miembros disponen de un amplio poder, reforzado por el nuevo tratado, para definir las misiones y las obligaciones de interés general, y la Comisión no puede poner en duda esta capacidad, salvo en caso de error manifiesto. Las acciones sectoriales y transversales deben combinarse, en lugar de oponerse. Teniendo en cuenta el nuevo marco jurídico que ofrece el Tratado de Lisboa, la CES propone la siguiente estrategia coherente: 4.1 Se deberá realizar evaluaciones pluralistas a todos los niveles, y los trabajadores y sus representantes deberán participar en este proceso. Para cada propuesta legislativa 4 relativa a los servicios de interés general, la Comisión deberá hacer una evaluación de las consecuencias sobre la calidad, la salud y la seguridad, la accesibilidad, la igualdad de tratamiento, el acceso universal, los derechos del usuario, la situación del empleo, las condiciones de trabajo y la diversidad de los servicios ofrecidos. Estas evaluaciones deberían estar respaldadas por investigaciones científicas encomendadas a aquellos institutos o consultores independientes que hayan resultado seleccionados tras una consulta de los interlocutores sociales europeos, así como de las organizaciones representativas de usuarios, consumidores y defensores del medio ambiente. 4.2 Los Estados miembros están capacitados para suministrar, encargar o financiar los SIEG. Debido a la gran incertidumbre e inseguridad que existe actualmente en el plano jurídico, sería conveniente aclarar las condiciones de aplicación en los reglamentos, es decir: a) las condiciones de definición de los SIG, SIEG, SIG no económicos y SIG sociales – con respecto a la competencia de los Estados miembros en materia de definición. Se debería igualmente aclarar las condiciones de las “misiones particulares”, sus métodos de puesta en práctica y los métodos de designación de los operadores; b) la definición de sus formas de organización – en qué condiciones se puede decidir sobre derechos exclusivos o especiales y, de manera más general, qué tipo de excepciones se podrán aplicar a las reglas de los tratados, cuáles serán las condiciones aplicables a la elección de los métodos de gestión, particularmente para los “domésticos” o las concesiones de servicio público, y las condiciones de cooperación de las actividades y/o de los servicios entre poderes públicos locales; c) la financiación de los SIEG – particularmente desde el punto de vista de la aplicación de las normas de vigilancia de las ayudas estatales, dentro del contexto de una revisión del paquete "Altmark" (de noviembre de 2005). Convendría establecer claramente cuáles son las compensaciones que no entran en el marco de las disposiciones del tratado relativas a las ayudas estatales. 4.3 La CES propone una cláusula social que tendría como objetivo aclarar la relación entre el mercado interior y los derechos sociales fundamentales. Pedimos una acción rápida a fin de que se garantice a los sindicatos que los derechos fundamentales no se socavarán por causa de las reglas del mercado interior y/o de las disposiciones europeas sobre la libre circulación en Europa. La CES insiste en la necesidad de introducir una cláusula social en toda la legislación del mercado único donde se especifique que la legislación no puede interferir en los derechos laborales y las normas de la seguridad social. 4.4 La estrategia del mercado único debería fortalecer el bienestar social y los derechos de los trabajadores y garantizar condiciones de trabajo equitativas para todos los europeos. Es preciso examinar las directivas sectoriales en vigor a la luz de 5 la interpretación del protocolo del Tratado sobre los SIG y velar por que las nuevas disposiciones de derecho primario sean tomadas en cuenta durante la revisión o la actualización de las directivas sectoriales. Los servicios sociales forman parte de la “zona gris”, lo que podría perjudicar el cumplimiento de las misiones que les son encomendadas. Estos servicios se enfrentan a un grado de inseguridad jurídica, de incertidumbres y de litigios cada vez mayor. Por tanto, los futuros reglamentos a favor de los servicios sociales y de salud deberían tener plenamente en cuenta las nuevas disposiciones del tratado. Cualquier excepción a las normas del mercado interior debería ser aplicada con arreglo a las condiciones estipuladas en el artículo 86, apartado 2 CE, dado que el desarrollo del comercio no se ve realmente afectado (en el caso de los servicios sociales: ausencia de ánimo de lucro, servicios locales, funcionamiento en base al principio de solidaridad, etc.). 4.5 Cuando se somete un contrato a los procedimientos de licitación pública, los afiliados deberían ser convocados para verificar si y en qué medida la legislación nacional sobre contratos públicos ha contemplado la posibilidad de aplicar criterios sociales, especialmente en lo que se refiere a los sueldos y las condiciones de trabajo. 4.6 Considerando la feroz controversia surgida en torno a la Directiva “Servicios”, la CES pide con insistencia que se incluya la cláusula Monti (reglamento CE 2679/98). El objetivo de esta cláusula es dejar anclados los derechos fundamentales en toda la legislación relativa al mercado único. La cláusula garantizará que la puesta en práctica de las libertades fundamentales económicas del mercado único no comprometa los derechos a los convenios colectivos ni el derecho de huelga, tal y como lo establece la legislación nacional. La cláusula Monti, que ya figura en algunos textos legislativos sectoriales, es un instrumento eficaz para alcanzar el equilibrio entre la consecución del mercado interior y el mantenimiento de un alto nivel de bienestar social. La puesta en práctica de la Directiva “Servicios” en el derecho nacional debería ser supervisada a fin de evitar efectos negativos. 4.7 La CES propone que los Estados miembros establezcan un registro de los servicios de interés no económico general, excluidos de la aplicación de las reglas comunitarias sobre la prestación de servicios, sobre la competencia y sobre las ayudas estatales. 4.8 Por lo anteriormente expuesto, la CES pide: • a la Comisión, que aplique desde ahora mismo las disposiciones del nuevo tratado en todas las nuevas propuestas legislativas; • al Consejo, que constituya un grupo de trabajo sobre los SIG/SIEG con miras a la transposición de las disposiciones del nuevo tratado, y • al Parlamento Europeo, que establezca un informe completo sobre las consecuencias de las disposiciones del nuevo tratado. 6