Universidad de Los Andes Semillero de Investigación HPE Viviana Urueña Julio 27 de 2009 Utilitarismo Desde el siglo XV hasta nuestros días, los académicos enfocados en distintas áreas que pretenden entender el comportamiento humano, han favorecido y criticado las distintas nociones que han surgido acerca del Utilitarismo. Hoy en día, este término resulta bastante útil para aquellos estudiantes de economía, cuya definición pasa desapercibida y su enfoque es puramente Matemático; sea la intención de este escrito detallar e ir más a fondo sobre las definiciones y características que se le han concedido a este término. De esta forma se inicia un recorrido a partir de sus cimientos, pasando por diferentes interpretaciones y terminando con una definición que ayudará a la comprensión de los futuros capítulos. Según Farré (1945) “El Utilitarismo que, en forma concreta, se originó en Inglaterra […] inicia la previa y necesaria tarea de estudiar y exponer los motivos concretos de nuestra conducta y la directa finalidad de la misma. Se inicia, como toda buena filosofía, en la observación de lo más cercano, de lo que regula nuestra acción, para luego admitir la posibilidad de otras regulaciones superiores, pero que deben encauzarse dentro de lo que hemos comprobado en la percepción directa”1. Partiendo de lo anterior, podemos iniciar nuestro recorrido con el filósofo Richard Cumberland (1631–1718), quien es conocido como el padre del utilitarismo inglés y el cual deja entrever en sus obras la pasión por las sensaciones del hombre, afirmando que cada una de ellas proviene de una deidad, de Dios; según Cumberland, cuando el hombre persigue sus pasiones obedece el mandato de Dios y por tanto es feliz. Siguiendo una línea cronológica, encontramos a Francis Hutcheson (1694-1746), máximo exponente de la teoría que afirma la existencia de los sentimientos morales y cómo estos conllevan a buenas acciones por parte del hombre promoviendo el bienestar comunal. En otras palabras “la medida de bondad debe computarse de acuerdo a la relación con la felicidad 1 FARRÉ, Luis. “Los utilitaristas: Jeremy Bentham, James Mill, John Stuart Mill”. Editorial Futuro. Buenos Aires, 1945. P.11 general”, ó mejor, “la mayor felicidad para el mayor número”2. Asímismo, Hutcheson proclamaba que el hombre podía tener ciertas nociones de “lo bueno” y “lo malo” sin tener conocimiento previo de Dios, pues su moralidad era su sentimiento más valioso y por tanto le permitía juzgar cuales acciones son consideradas como virtuosas y cuáles no lo eran. En el siglo XVIII, encontramos a Claude Adrien Helvétius (1715-1771) y a Cesare Beccaria (1738-1794), conocidos como grandes inspiradores del utilitarismo clásico. Helvétius, filósofo francés y literato aseguraba que las penas y los placeres serían por siempre los únicos principios de acción del hombre3. En su libro “A treatise on man”, Helvétius afirma haber probado que el alma no es más que la facultad de sentir; que la mente es el efecto de eso: Que en el hombre todo es sensaciones; que, consecuentemente la sensación corporal es el principio de sus deseos, sus pasiones, sus sociabilidades, sus ideas, sus juicios y sus acciones; y si todas estas cosas pueden ser explicadas a través de la sensibilidad corporal se hace innecesario buscar otra facultad en nosotros. El hombre es una máquina, que ha sido puesta en movimiento por la sensibilidad corporal con el fin de que todas éstas sean ejecutadas4. Por su parte, Beccaria, filósofo italiano y politólogo, afirmaba que “Un manantial de errores y de injusticias son las falsas ideas de utilidad que se forman los legisladores. Falsa idea de utilidad es aquella que antepone los inconvenientes particulares al inconveniente general; aquella que manda a los sentimientos en vez de excitarlos; que hace servir los sofismas de la lógica en lugar de la razón. Falsa idea de utilidad es aquella que sacrifica mil ventajas reales por un inconveniente imaginario o de poca consecuencia, que quitaría a los hombres el fuego porque quema, y el agua porque anega, que sólo destruyendo repara los males […] Falsa idea de utilidad es aquella que querría dar a una muchedumbre de seres sensibles la simetría y orden que sufre la materia brutal 2 ibid p.30 3 “Pleasure and pain, and always will be, the only principles of action on man” HELVÉTIUS, Claude Adrién. “A treatise on man; his intellectual faculties and his education, VOL I. Albion Press, 1810. p.146 4 “I have proved, that the soul is in us nothing but the faculty of sensation; that the mind is the effect of it: that in man all is sensation; that consequently, corporeal sensibility is the principle of his wants, his passions, his sociability, his ideas, his judgments, his desires and his actions; and that, in short, if all things can be explained by corporeal sensibility, it is useless to admit of any other faculty in us. Man is a machine, which being put in motion by corporeal sensibility, ought to perform all that it executes…” ibid p.149-150 e inanimada…”5; podría decirse, si se quiere, que el autor pretende contemplar a la utilidad, como aquella que incentiva al hombre a actuar y lo distingue respecto a cualquier objeto inanimado. Sin embargo, dichos actos deben enmarcarse dentro de la búsqueda de un bienestar o beneficio colectivo siendo éste mayor al individual. Llegado el siglo XIX, el utilitarismo cobrará mayor fuerza gracias a 3 de sus mayores exponentes: Jeremy Bentham(1748-1832), James Mill(1773-1836) y John Stuart Mill(1806-1873); cada uno a su manera asumirá el utilitarismo y aplicará sus conocimientos y creencias para establecer sus propias conclusiones y de esta forma llevarlas a cabo dentro de la sociedad. Jeremy Bentham jurista y filósofo inglés, dedicó su vida a escribir sobre el utilitarismo y sobre su importancia. Según Farré (1945), “Surgió en su mente la necesidad de formular un sistema que, reconociendo lo que es la naturaleza humana, sin pretensiones absurdas que la desligaran de su manera de ser, satisfaciera al hombre y a la sociedad por igual”6. Para Bentham, la naturaleza humana está gobernada bajo dos tipos de “soberanos”, el dolor y el placer; éstos son los únicos bajo los que se rige el hombre y sólo a través de estos es capaz de actuar, pensar y tomar sus decisiones. A partir de sus acciones, el hombre busca conservar la felicidad y el placer y es aquí donde Bentham incluye al gobierno, pues dice que éste es el encargado de promover y conservar la felicidad de la sociedad, pues ella está compuesta por individuos; todo esto es lo que el jurista llamaría el principio de utilidad, entendido como “[…] aquel que aprueba o desaprueba cualquier acción, de acuerdo a la cual se puede aumentar o disminuir la felicidad de aquellas personas cuyos intereses están en cuestión: o, lo que indica lo mismo con palabras diferentes, que promueve la felicidad o se opone a ella. Digo cualquier acción; y por esto entiendo no solamente cualquier acción de un individuo, sino también cualquiera medida del gobierno […] Una acción puede decirse que está de acuerdo con el principio de utilidad o, para ser breves, con la utilidad (entendiéndola con relación a la comunidad general), cuando la tendencia que tiene a aumentar la felicidad de la comunidad es mayor que cualquier otra intención para disminuirla”7. Dicho esto, podemos incluir que el ser humano, -el cual es gobernado por el placer y por el dolor- tiene como interés individual aumentar la suma total de placeres –maximizar el placer- y reducir la suma total de los dolores para que de esta forma pueda alcanzar la felicidad. 5 BECCARIA, CESARE. “De los delitos y de las penas”. Ed. Latinoamericana. Bogotá, 1992. P 95-96. 6 FARRÉ, Op.cit., p.31 FARRÉ, Op.cit., p.71-72 7 Una vez el jurista se convence y comprueba la existencia del principio de utilidad, empieza a escribir una serie de normas y reglas aplicadas a la sociedad, al gobierno y a la legislación que tienen como fin dar una mayor felicidad al mayor número de personas, proponiéndose con esto la creación de una moral basada en no juzgar la acción per sé, o de categorizarla como buena o mala de acuerdo a una serie de normas ya impuestas, sino que por el contrario según su sistema, una acción se considera como buena o mala en la medida que general un nivel determinado de placer y dolor; es decir, una acción es buena siempre y cuando aumente mi placer y reduzca mi dolor y viceversa. Es por esto que “[…] Bentham es quien, con más decisión y extremada consecuencia, ha querido hacer de la moral un sistema de gobierno del hombre y para el hombre en este mundo, sin intentar modificar a los que alimentan esperanzas ultraterrenas”8. Siendo el turno ahora de James Mill, podremos decir que el historiador, político, economista y filósofo se dedicó a explorar las sensaciones9 y las reacciones que éstas tenían en los individuos; afirmaba que existen 3 tipos, las agradables, desagradables y las indiferentes, y aseguraba que el hombre siempre busca prolongar las primeras y poner fin a las segundas; asimismo sostenía que las últimas eran las más comunes pero no por esto merecían importancia, pues éstas estaban por fuera de su interés. Para la clasificación de dichas sensaciones, el individuo se basa en la cantidad de placer y dolor que le produce cada una y de esta forma hace su elección; naturalmente, el ser humano favorecerá aquellas sensaciones que le producen placer y rechazará las que causan dolor; En palabras de Mill: “Cuando la idea de de un objeto está asociada con cien veces más placer que otra idea, ella es naturalmente cien veces más interesante. El objetivo final de la vida o, mejor dicho, la inevitable inclinación nuestra es e placer”10; dicho esto, resulta claro que mueve o que se esconde detrás de cada acción realizada por un individuo. Posteriormente, Mill desarrollaría una moral basada en las consecuencias que provocan las acciones de los individuos, clasificándolas en agradables y desagradables; de esta forma, podría identificar y categorizar aquellas que son virtuosas –conducen al placer- y aquellas que no lo son; en concreto, “las acciones de las cuales reportamos alguna ventaja han sido clasificados bajo los siguientes nombres: prudencia, coraje, justicia, beneficencia, las cuales constituyen la virtud 8 FARRÉ, Op.cit., p.38 Según Mill, dichas sensaciones provienen de asociaciones con el mundo exterior y son causadas por la cantidad de placer o dolor que inspiran, éstos a su vez tienen causas de diferente naturaleza, sean próximas o lejanas. Mill dará más importancia a las lejanas y las llamará como causas egoístas-procuran el bienestar individual-, sociales-afecciones con seres cercanos- y estéticas-apreciación y valoración del poder y la belleza-. Véase FERRÉ p.40-42 10 FARRÉ, Op.cit., p.40 9 perfecta […] si aprobamos en nosotros, o en otras personas, la manera de obrar de acuerdo a las virtudes mencionadas, es porque la aprobación se basa en una asociación de ideas que termina en placer”11. Al igual que Bentham, Mill se preocupó por la sociedad y por el gobierno, por esto consideraba que de acuerdo al principio utilitarista se debían escoger a unos representantes dignos de satisfacer, o mejor, de promover la felicidad de los individuos a través de la maximización de sus placeres y la minimización de los malestares que sufren a causa de su entorno social. Siguiendo la misma carrera de su padre, John Stuart Mill estaba de acuerdo con el principio de utilidad descrito y desarrollado por Bentham y favorecía así mismo la noción sobre utilitarismo que el jurista mantenía12. Sin embargo, para Stuart Mill la moral –a diferencia de Bentham-, debía estar enmarcada dentro de un contexto social más que individual y por esta razón clasificaría los placeres de acuerdo a su intensidad (más agradables) y a su valor; es decir, aquellos placeres que favorezcan únicamente al individuo en una forma física serán menos valorados que aquellos que pretenden elevar al individuo a un estado mayor –llámese intelectual, ser social- aún con cierta existencia de dolor –pues debe respetar intereses ajenos- pero que sin embargo harán del individuo algo valioso para sí mismo y para la sociedad. Si el hombre opta por satisfacer únicamente sus deseos puramente “animales”, olvidando que debe cometer sacrificios dada su condición de hombre -pues debe reconocer la imperfección del mundo y la existencia de otros seres a su alrededor, ya que, dada su naturaleza es un ser que debe vivir en comunidad-, no alcanzará tal nivel de felicidad como aquel que sacrifica un poco de aquellos placeres por obtener un status superior, pues no sólo conoce las imperfecciones del mundo sino que también es consciente de ellas y por esto puede someter parte de sus placeres a sus dolores sin que esto haga que envidie a aquél que olvida todo ante la persecución de su satisfacción completa; siguiendo a Mill, Es mejor ser un ser humano insatisfecho a un cerdo satisfecho; es mejor ser Sócrates insatisfecho que un tonto satisfecho13. 11 FARRÉ, Op.cit., p.42 John Stuart Mill sostenía que el hombre sólo busca su interés personal a través del placer y del dolor, al igual que lo aseguraba Bentham. A lo largo de sus estudios se dará cuenta que el individuo no sólo busca un bienestar individual sino también colectivo. 13 “It is better to be a human being dissatisfied than a pig satisfied; it is better to be Socrates dissatisfied than a fool satisfied”. MILL John Stuart, “Utilitarianism, Liberty and Representative Government” Temple Press Letchworth. Gran Bretaña, 1910. P.9 12 Según Farré (1945), para Stuart Mill “No solamente no están en conflicto el bien individual y el social, sino que el primero precisa del segundo para su completo desarrollo”14. Siguiendo lo anterior podemos afirmar que en la medida que el individuo apoye y facilite el bienestar de su prójimo, él mismo alcanzará el propio, e igualmente alcanzará su felicidad. Resumiendo lo expuesto por Mill, aunque la moralidad utilitaria reconozca la existencia del sacrificio por el bienestar, no considera que el sacrificio en si sea un bien (algo bueno), y por tanto, un sacrificio que no incrementa la felicidad de manera directa o indirecta, será entonces un desperdicio. La única renuncia a sí mismo que, entonces, se considera meritoria, es la devoción a la felicidad, o a alguno de los medios que conlleven a la felicidad, sean estos colectivos, o individuales dentro de los limites de los intereses de la sociedad15. Si se quisiera llegar a un breve consenso de acuerdo a lo mencionado por los diferentes filósofos, juristas, historiadores y economistas anteriormente expuestos, podría decirse que el utilitarismo consiste en aquella doctrina que tiene como fin la felicidad o la dicha del individuo y de la colectividad; felicidad que se consigue a través de favorecer los placeres y de la reducción de los malestares o las penas. Continuando con la caracterización del utilitarismo, es preciso mencionar los tipos que han surgido a partir de esta doctrina; utilitarismo de acto y utilitarismo de regla. Según se dice, el primero es aquel al que se refería Bentham, pues consiste en que la moralidad de cada acción debe ser juzgada de acuerdo a las consecuencias de las mismas; es decir, en los resultados favorables o desfavorables que se obtienen -una vez se realiza la acción- se califica como buena o mala. Por otro lado, el utilitarismo de regla se basa en una moralidad ya establecida y por tanto las acciones que se realizan son juzgadas como buenas o malas de acuerdo a aquellos impulsos que llevaron a su realización. Aunque desde sus cimientos el utilitarismo fue fuertemente criticado, pues se pensaba que era una doctrina puramente egoísta, diversos académicos desarrollaron sus teorías en base a este 14 FARRÉ, Op.cit., p.57 "The utilitarian morality does recognize in human beings the power of sacrificing their own greatest good for the good of others. It only refuses to admit that the sacrifice is itself a good. A sacrifice which does not increase, or tend to increase, the sum of total happiness, it considers as wasted. The only selfrenunciation which it applauds, is devotion to the happiness, or to some of the means of happiness, of others; either of mankind collectively, or of individuals within the limits imposed by the collective interests of mankind". Mill John Stuart, Op,cit., P.15-16 15 sistema, pero decidieron cambiar su nombre de tal forma que no se confundieran o se malinterpretaran sus ideas respecto a su predecesor. A esta se le conoce como consecuencialismo, término acuñado por G.E.Anscombe en 1958, y se basa en 3 principios16: a) La corrección (o moralidad) de una acción se mide por sus resultados, no por los principios que la informan b) La verdad se descubre por observación y se puede verificar por los sentidos c) La norma moral no atiende a reglas abstractas. Como puede apreciarse, el consecuencialismo respeta y concuerda con muchos de los principios del utilitarismo –particularmente el de acto-, en el sentido que los dos juzgan las acciones de acuerdo a la cantidad de placer o dolor que estas provocan, mostrando claramente una moralidad semejante. Para terminar es importante aclarar y enfatizar sobre 2 términos de vital importancia para el entendimiento de los capítulos futuros; utilidad y utilitarismo. La primera podemos entenderla como “aquella propiedad existente en cualquier objeto, por medio de la cual tiende a producir beneficio, ventajas, placer, bien o felicidad (todo esto, en el presente caso, viene a significar lo mismo), o (lo que también coincide en el mismo significado) que proviene contra el daño, el dolor, el mal, la desgracia a aquel cuyos intereses están en consideración: si se trata de la comunidad en general, entonces de la felicidad de la comunidad; si de un individuo particular, de la felicidad de este individuo”17Es así, que podemos considerar a la utilidad más que como un bien o una virtud, como una propiedad o cualidad que poseen los objetos para provocar en nosotros cierto placer o dicha y de esta forma nos permitan alcanzar la felicidad, siendo ésta considerada como fin del hombre. Por utilitarismo podemos entender a aquella filosofía que pretende estudiar el comportamiento humano a partir de sus acciones más inmediatas las cuales buscan maximizar sus placeres y disminuir sus penas; más allá de la acción realizada y de su correspondiente clasificación según la moralidad inculcada, el utilitarismo pretende entender la acción antes del juicio moral. Esta doctrina busca explicar la racionalidad que lleva al hombre a cometer tal o cual acción a partir de los dos soberanos que según los teóricos mencionados gobiernan al hombre, el dolor y el placer; se busca comprender que le genera placer y que le genera dolor al individuo y partiendo 16 Tomado de www.plataforma.uchile.cl/fb/cursos_trans/.../Powerpoint_6.ppt, consultada el 26 de Julio de 2009 17 FARRÉ, Op.cit., p.72 de allí, el gobierno le ayude al individuo para que éste maximice no sólo sus placeres y alcance la felicidad sino que de igual forma se logre una “mayor felicidad para el mayor número”.