El Casino de Santa Cruz de Tenerife

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VFILEÍÍRNO
WEYLER
R HISTORin
GRRN CR9IN0
M^
CEL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE)
VALERIANO
WEYLER
LA PEQUEÑA HISTORIA
DE UN
GRAN CASINO
(EL CASI^JO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE)
EDICIONES
1964
ISIS
Es propiedad. Queda hecho el Depósito que marca la Ley.
En todos los paises se reservan todos
los derechos.
Impreso en España —Printed in Spaln— 1964
BdicieaM tSIS-Tenerif*
N.* de R^lstro TF. 8|M
Depósito Ujal tF. n.* 3t^M
PREFAaO
Hace ya algunos años que venía abrigándose el propósito de
editar una pequeña Memoria que recogiese los mas destacados
acontecimientos que ha registrado el Casino de Tenerife desde su
fundación. Sin que fuese una idea obsesiva, ni mucho menos constituyese una acuciente necesidad, parecía a muchos de nosotros
que, por tratarse de una Sociedad mas que centenaria, convendría reunir los datos dispersos que se encontrasen en archivos
y otras fuentes para agruparlos en un trabajo que, sin grandes
pretensiones, sirviese para ilustración de todos los asociados, pero especialmente de los mas jóvenes. Durante los últimos tiempos
siempre figuró en el calendario de nuestros deseos tal idea, pero
siempre también por una causa o por otra fué retrasándose su
realización.
No hace todavía mucho, como dice en el prólogo el autor de
esta obra, y por íntimas razones, se le ocurrió escribir algo que se
aproximaba a lo qua ya era para nosotros viejo deseo. Le alentamos en su intento y algunas semanas después nos sorprendió
gratamente con unas docenas de cuartillas en las que se compendiaba en forma sencilla y amena lo que él llama la «La Pequeña
Historia de un Gran Casino». Nos dijo entonces que su trabajo
estaba escrito al correr de la pluma sin mayores pretensiones, v
que si merecía la aprobación de la Junta Directiva que me honro
en presidir, por personales sentimientos afectivos y en virtud de
los lazos que unen a este Archipiélago con sus mayores, de todo
corazón lo obsequiaba al Casino, para que la Sociedad lo editase
si asi lo creía oportuno.
Es posible que por tratarse de un tema de carácter histórico,
escrito además con prisa, no haya podido Valeriano Weyler ofrecernos una obra acabada, pero es indudable que por no ser un
neófito con la pluma, ha sabido darnos con algunas pocas pincC'
ladas una estampa cabal de lo que fué el Casino y de lo que actualmente es, sin caer nunca en la farragosa sucesión de fechas, cifras
y nombres que esta clase de trabajos suelen contener. Yo estoy
seguro de que todos encontrareis en sus páginas algún dato o
algün hecho ignorado, dentro de un fondo siempre sugestivo.
Como Presidente del Casino, es muy grato para mí ofreceros
lo que por tanto tiempo esperabais, en la confianza de que, como
supremos jueces, aprobéis nuestro empeño. También en nombre
de esta Junta Directiva me congratulo por haber tenido la oportunidad de dedicar con este libro un emocionado recuerdo a todos los socios actuales y a las varias generaciones que nos precedieron, y cuya representación encarnaron nobles ciudadanos
que ahora yo tengo el honor de suceder como principal rector de
esta Sociedad.
GUMERSINDO ROBAYNA GALVÁN
Santa Cruz de Tenerife, Mayo de 1964
PROLOGO
Por diversas razones de índole personal y afectiva, se me ocurrió no hace mucho bucear entre
viejos papeles del Casino de Santa Cruz de Tenerife
•con la intención de reconstruir su pasado y rendir
asi un tributo a todos los hombres que, con su tesón
y desinteresado esfuerzo, hicieron posible esta ma^
nífica realidad que hoy disfrutamos.
Parecióme entonces empresa fécil, mas conforme iba adentrándome en la materia, fui comprendiendo que era preciso hacer una ardua labor de
investigación para lograr siquiera unos mediocres
resultados. No en vano la historia del Casino, la pequeña historia delCasino de Tenerife, está intimamente ligada a la Historia, con mayúscula, de la
noble y heroica Ciudad en que tiene su asiento, lo
que equivale a decir a la Historia de las Islas Cana,
rias, a la Historia de España, en fin. Hube, pues, de
buscar en las obras históricas de carácter general y
local, en las publicaciones de toda índole y en los
periódicos de la época, datos y hechos que hicieran posible ambientar convenientemente este modesto trabajo, que no obstante su escasa pretensión,
está muy por encima de mis cortas fuerzas.
Será necesaria mucha comprensión por parte de
mis pacientes lectores para encontrar disculpa a mis
muchos errores; pero la buena fé del propósito quizá tenga un sólo mérito: el de trazar una senda por
la que mas autorizadas plumas puedan mañana düicurrir para lograr un trabajo más valioso.
Santa Cruz de Tenerife, Mayo de Í964
EL aUTOR
INTRODUCCIÓN
Digno exponente del tesón y del esfuerzo de los hijos de la
Isla, es la creación de éste magnifico Casino de Tenerife, qup se
alza hoy majestuoso frente al mar y a las puertas de la Ciudad
gracias al desvelo, preocupaciones y amarguras sufridas por varias
generaciones de tinerfeños meritorios.
Pero antas de seguir adelante, permítasenos siquiera elgtines
líneas para que el lector de otras latitudes pueda quedar convenientemente ambientado en lo geográfico y en lo histórico.
El archipiélago Canario está situado en el Océano Atlántico, a
pocos kilómetros de la costa africana, aproximadamente entre los
paralelos 2T32' y 29*27' de latitud Norte, y los 13»25' y 18°13' de
longitud Oeste. Todas las islas que lo componen están recorridas
por cadenas montañosas que hipotéticamente hacen suponer son
id prolongación de la Cordillera del Atlas. Goza el Archipiélago
de un clima agradable que, pese a su proximidad al Trópico, se*
meja una primavera eterna merced a la influencia de los vientos
alisios. Su vegetación de tipo templado le permite poseer una floreciente agricultura, sostenida por unos hombres de un temple
poco comün.
Las Canarias fueron conocidas por fenicios y griegos, quienes
las cantaron qon elogio encendido, hasta ser denominadas «Islas
Afortunadas». Olvidadas después largamente, fueron más tarde
exploradas por diversos navegantes, hasta que a finales del siglo
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XV los Reyes Católicos decidieron, mediante el envió de tropas,
incorporarlas a su dominios: fueron entonces llamadas «Las Realengas».
Mucho podría escribirse sobre el papel que las Islas Afortunadas han jugado en la Historia, en la Mitología y en la literatura,
pero aunque con pena, forzosamente habremos de apartarnos de
esos campos para circunscribirnos a la Isla de Tenerife, como primer paso hacia nuestro fundamental objetivo.
La Isla de Tenerife, como todas las del Archipiélago, es de
origen volcánico y está formada por un conglomerado montuoso;
por una áspera y elevada cordillera compuesta por ingentes masas de basalto. El Pico del Teide, con sus 3.716 metros de altitud,
domina a todos los demás volcanes inactivos, a los enormes campos de lava, a los impresionantes barrancos salvajes, y a los fértiles terrenos de cultivo. Desde esa elevación, que emerge con frecuencia de las nubes que la envuelven, se pueden ver lo mismo
las escarpadas costas del Oeste que las arenosas playas del Este;
también las extensiones de tierras de uno y otro lado, tan dispares,
que no ha faltado quien denominase a Tenerife como «La Isla de
las dos Caras». No menos sorprendente es el contraste entre el
fértil y verde valle de La Orotava y el manto blanco con que se
cubre el Teide en los meses de crudo invierno. Y es que él preside toda la geografía isleña y le dá su carácter, hasta el punto de
que, por su nieve, toda la Isla fué bautizada con el nombre de
«Nlvaria», es decir, monte de las nieves. La fauna es escasa y la vegetación muy variada, lo que proporciona a toda su extensión una
nota de colorido sorprendente.
Los primitivos pobladores fueron los guanches, cuyo origen
es ignorado. Habitaban en cuevas naturales, vivian del pastoreo y
desconocían los metales. También para ellos el Teide era importante, pues en las entrañas del «Echeíde» habitaba, segün ellos,
un ser temido y demoniaco al que llamaban «Guayóte*.
Y ya, partiendo de estas pocas consideraciones acerca de Las
Canarias en general y de la isla de Tenerife en particular, es llegado el momento de fijarnos en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde tiene su asiento el Casino cuya historia pretendemos
relatar.
Tendremos para ello que situarnos en «El Añaza», que fórmalo
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ba parte del msnceyato de Anaga. Era un terreno inculto, donde
no existían otras plantas que las silvestres, cortado por barrancos
y poblado por unos guanches cuya única fortuna estaba constituida por algunas pobres cabezas de ganado.
Dí'sde tiempos remotos fué esa una de las zonas preferidas
para entradas desde la mar, las mas de las vecís con intenciones
nada santas. También allí desembarcó en 1464 Sancho de Herrera,
construyéndose poco después un torreón que fué el primer establecimiento español que existió en tierras de «Añaza». Las desavenencias con los Menceyes obligaron a evacuar el lugar, siendo
destruidos por los guanches los vestigios que alH quedaron.
A primeros de Mayo de 1494 hace su entrada en «Afiaza»
Don Alonso Fernández de Lugo al frente de mas de mil hombres,
causando de nuevo el asombro entre los nativos, Fija sobre la
arena una tosca Cruz de madera y el 3 de ese mismo mes todos
los expedicionarios oyen con el mayor recogimiento la Santa
Misa. Es en memoria de aquel día que la futura población habria
de llamarse Santa Cruz.
El campamento estaba defendido por unas rústicas estacas de
madera y en el recinto había cabanas de enramada para almacenes. Los Jefes teni,an tiendas y la tropa se abrigaba bajo unos colgadizos. Un templete alrededor de la Cruz hacia de Altar.
Hay un cuadro del ilustre pintor Don Gumersindo Robayna,
hoy en poder de su descendiente de igual nombre, que reproduce
el solemne acto del Sacrificio de la Misa en aquel lugar y momento.
Fernández de Lugo no pierde tiempo. Sube hacia la Vega de
Agüere y allí comprende que no puede efectuarse una penetración pacífica en la Isla. Regresa a «Afiaza» y manda construir una
torre o castillo que le deje a cubierto de emboscadas y sorpresas.
En Junio repite el intento. Atraviesa Agüere y marcha hacia
Taoro; pero los bien armados españoles menosprecian la capacidad de los retrasados guanches, que los sorprenden. Se produce
el choque y ni los caballos ni las corazas logran imponerse a
aquellos hombres que atacan con piedras y armas primitivas. Sobreviene una espantosa carnicería en el lugar que aun se denomina «La Matanza de Acentejo» y Fernández de Lugo ha de retroceder precipitadamente y casi solo. Es atacado en su propio
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castillo de «Añaza» y al fin reembarca rumbo a Gran Canaria.
En noviembre de 1495 vuelve a poner pié en «Añaza», encontrándose allí la Cruz que dejara. Reconstruye el castillo y marcha
hacia Agüere, donde ésta vez los mosquetes y la caballería dan el
triunfo a los españoles. Retorna a «Añaza» para volve«" de nuevo a
combatir a los guanches, obteniendo la victoria en Acentejo. A
fines de 1496 la Isla es conquistada definitivamente para España
por el que, con justicia, puede llamarse el mejor conquistador de
Canarias y el primer Gobernador de Tenerife.
Queda, pues, claro que el Real de Santa Cruz existió antes
que cualquier otra población de la Isla, toda vez que es anterior a
la conquista misma. Al amparo del fuerte fueron surgiendo chozas
diseminadas a ambos lados del Barranco de Santos y después se
edificaron las primeras casas, construida con la madera procedente de la tala de los árboles que había más al sur. El vecindario
estaba compuesto por modestos artesanos, pescadores y guanches convertidos. El Adelantado Don Alonso Fernández de Lugo
mandó construir en 1496 la pequeña Ermita de la Consolación y
algunos años después, una Iglesia Parroquial.
No faltó quien denominase a aquel conglomerado de edifica'
cit)nes dispersas con el pomposo nombre de «Villa», pero en realidad no era otra cosa que un «lugar», un «puerto». Y asi siguió,
con pequeños progresos, por mucho tiempo, porque el Adelantado, por razones subjetivas, militares o políticas, determinó establecer la capitalidad en San Cristóbal de La Laguna, la antigua
Agüere. AUi afluyeron las familias mas destacadas y la ciudad
creció y se hermoseó por días, en tanto que las otras poblaciones
que iban surgiendo progresaban con lentitud.
Por aquellas fechas Santa Cruz no era otra cosa que un «lugar», aunque muy Importante para La Laguna, porque era su mejor
y más natural salida al mar, su más fácil medio de comunicación
con el exterior. No estaban estas poblaciones tan comunicadas
entre sí como esa necesidad demandaba, pero como tal puerto, el
Adelantado dispuso ya desde 1511 que se construyesen las defensas marítimas apropiadas. Si bien fueron varios los baluartes y
fortalezas que se elevaron, no se llegó a dar con el emplazamiento adecuado hasta que en 1575 se comenzaron las obras del
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Castillo de San Cristóbal, iwevío el traslado de fa Ermita de ía
Consolación a te pequeña Plaza del Mercado,
No debe suponerse n» por un momento, que est«s obras de
defensa surgieron caprichosamente. Si ya antes las playas de
«Aftaza» habían sido visitadas por los aventureros del mar, al surgir Santa Q-uz se ofreaa a los saqueadores esperanzas de mayor
botín. Pero además, después de la hazaña de Colón, las Islas Canarias se hideron indispensables para el viafe a América, y los
veleros aproaban a sus costa» en demanda de agua y provisiones
con que afrontar la larga travesía. Si este era un aliciente ndicional para los piratas, mucha mayor atracción ejercían sobre ellos los
galeones que regresaban del Nuevo Mundo cargados con su rica
mercancía. Tampoco debe dejar de tenerse en cuenta que desde
Jas propias Canarias partían no pocas expediciones con la intención de lograr botín en la» costas de África, aun cuando las mas de
las veces no consiguieran otra eos» que prisioneros berberiscos.
Todo este tráfico naval y el que necesariamente se e}ercia entre las
Islas, atraía fuertemente la codiciosa mirada de los profesionales
de la rapiña.
Por eso, la presencia de los piratas en las costas de Canarias
va en aumento desde casi los primeros tiempos de la estancia
española en ellas. Las alertas, los cañont os entre defensas terrestres y buques, los desembarcos fracasados y los duelos en alta
mar son cosa frecuente. Asi, en 1552, el corsario Santoígne es rechazado por la artilleria de Santa Cruz; en 1560, Hawktns hace su
aparición y en 1571, William Winter es también repelido por la»
defensas. Por aquellas fechas estaban en boca de las gentes los
nombres de los más famosos y temidos piratas y Jos poblados
costeros vivían en continua alerta, siempre recelosos de los ataques de que pudieran ser víctimas por parte de los enemigos de
la Corona,
Por si esto fuera poco, hizo por entonces su aparición en la
Isla la peste llamada de «Las Landres» (fiebre amarilla), terrible
azote que ocasionó millares de muertos. Unos años después se
sufría la plaga de «la langosta».
La pM-íncipal riqueza era por entonces la caña de azúcar, que
se enviaba a la Península y a otros países, siendo numerosos los
ingenios que existían. Cuando este producto fué afectado por la
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CT¡sis, los cultivos de caña fueron sustituyéndose por la explotación de la vid, de donde se obtenían los maravillosos vinos de
malvasia, que alcanzaron justa fama universal. Los ingleses fueron
sus principales consumidores, y tanta resonancia alcanzaron en
la Rubia Albión, que el inmortal Shakespeare alude a ellos en su
obra «El Rey Enrique IV» y otro tanto hace Waiter Scott en el
«Anticuario».
A principios del siglo XVII se fabricó en Santa Cruz una especie de muelle con tres peldaños, que facilitó grandemente el desembarque de las mercancias. También durante aquellos primeros
años del siglo se reforzaron las defensas con la construcción del
Fuerte de San Juan Bautista y el Castillo de Paso-Alto, a unos dos
kilómetros del de San Cristóbal. Aunque sus fuegos no se cruzaban, constituían un buen complejo defensivo con las baterías intermedias, complejo que en 1657 sería sometido a dura prueba.
Regresaba de México una flota española cargada de tesoros
al mando de Don Diego de Egües. Rebasadas ye las Canarias y
noticiosos los españoles por buques que bejaban de la proximidad
de una flota inglesa compuesta por más de treinta velas, se decidieron por virar en redondo y acogerse a la protección de Santa
Cruz. Desembarcados los tesoros para mayor seguridad, Egües
aguardó la embestida de Blake, que no se hizo esperar. El cañoneo
duró tres horas, y cuando los ingleses intentaron abordar a los
navios españoles, sus propias tripulaciones les pegaron fuego,
saltando por los aires en una infernal pirotecnia defensores y atacantes. El Castillo de Paso-Alto sufrió daños, pero los ingleses
llevaron la peor parte, teniendo que retirarse al amparo de la noche con más de 500 bajas. Entre los héroes de aquella jornada
meinorable se honra Santa Cruz en contar con el ejemplar comportamiento de Hipólita Cibó Sopranís, injustamente olvidada.
En menos de doscientos años las Canarias habian dado sobradas pruebas de su inquebrantable fidelidad a la Corona, no solo
rechazando valerosamente los ataques de sus enemigos y desoyendo pérfidos cantes de sirena, sino tamjbien soportando en silencio sus plagas y epidemias, y contribuyendo ccn homhies y recursos a las empresas que la Patria reclamaba, no importa que
fuese en Flandes o en América.
Nuevamente pone de manifiesto Santa Cruz su noble condí20 —
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Una curiosa estampa del viejo Casino tomada desde el histórico Castillo de San Cristóbal, hoy desaparecido.
A ambos extremos de la Plaza, el Triunfo de la Candelaria y la Cruz de mármol que la adornaban. (Foto A. Benítez)
Uno de los salones del primitivo Casino, donde se celebraban las señoriales y memorables fiestas cuyo
recuerdo todavía se evoca con nostalgia. (Foto A. Benítez)
ción en 1706. Esta vez oponiendo el valor y la lealtad al cañón y
al engaño utilizados infructuosamente por el Almirante inglés
Gennings. Su intento de desembarco es enérgicamente rechazado
y su emisario desoído. Los trece navios que componen su flota
tienen que resignarse a abandonar la codiciada presa.
Un desgraciado acontecimiento vino a aumentar la importancia que ya tenia Santa Cruz para la Isla, producido en esta ocasión
por un nuevo fenómeno volcánico de los tantos que ha sufrido Tenerife. Los vestigios indelebles que en toda su geografía se observan prueban bien claramente tal aserto, y si de los tiempos más
remotos no tenemos noticia cierta de los mismos, hay referencias
de erupciones en 1393, 1430 y 1492, esta última debida al Diario de
Cristóbal Colón. Después hubo otras en 1604, 1605, 1705 y 1706,
que es la que nos ocupa. El 5 de Mayo de ese año se produjo una
formidable erupción en la cúspide de una montaña próxima a Garachico, como consecuencia de la cual la ciudad quedó arruinada
y el puerto cegado, no pudiendo ya en lo sucesivo recuperarse.
Santa Cruz quedó desde entonces como único puerto de la Isla
digno de tal denominación.
Hacia mediados del siglo XVIII el puerto de Santa Cruz era
emporio del comercio entre Europa y América, asi como del Archipiélago. Contaba con varios buques de alto bordo para el Comercio de Indias y con un gran número de bergantines. El viejo
muelle ensanchado varias veces, fue sustituido por otro hecho con
buena sillería, que acababa rematado en un corto martillo. Bien
protegido de todos los vientos, si se exceptuaba el del sur, sus
limpias aguas ofrecían seguro amparo para los numerosos buques
que lo frecuentaban,
La protección contra los elementos estaba completada por las
defensas construidas contra las no menos temibles furias humanas.
Toda la marina estaba fortalecida con murallas, castillos, baterías
y reductos. Tanta importancia había adquirido la defensa de Santa
Cruz, que ya para aquella época se habia trasladado el asiento de!
alto mando militar desde San Cristóbal de La Laguna a su puerto.
El Castillo de San Cristóbal era el más antiguo y estaba emplazado muy cerca del mar y del muelle, dando la espalda a toda
la población. Ocupaba la parte baja de la Plaza Real, que el Cabildo habia contribuido a formar mediante la compra y demoli-
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ción de la manzana de casuchas que la ocupaban, con el fin de
despejar el Castillo y disponer de espacio para las revistes que
se pasaban a la Guarnición. En esa Plaza habia un gran triunfo de
mármol de Carrera que representaba la aparición de la Virgen de
Candelaria a los guanches. Habia también una Cruz de la misma
piedra y una fuente para el abastecimiento público, cuyas aguas
venían por canales desde muy lejos.
Junto a esas costas bañadas por el Atlántico, bajo un cielo
limpio y disfrutando de un clima suave, se extendía la población
santacrucera, con sus casas terreras —sin que faltasen las de dos
y mas pisos— y con muchos comercios y almacenes. Existían ya
las calles del Castillo, Sol, Candelaria, Cruz Verde, San José,
San Francisco y la Marina mas o menos formadas, y aunque
la Parroquia de la Concepción había sido consumida por las
llamas, se habían fundado en cambio los Conventos de Santo
Domingo y San Francisco, y mas recientemente un Hospital Civil.
Por añadidura, se tendió el llamado puente de Zurita, que entonces constituyó un verdadero alarde de ingeniería, y se mejoró el
camino hacia La Laguna.
No faltaban los extranjeros, pero sin embargo el número de
habitantes no habia crecido mucho, posiblemente por la eterna
amenaza de los corsarios y en buena parte también por las pestes
y epidemias que diezmaban las poblaciones.
En la noche del 28 de Septiembre de 1784 una auténtica prueba de fuego se abatió sobre los habitantes del puerto: un horroroso incendio, iniciado en la Calle del Sol, puso en peligro los hogares y las vidas de muchos de los circunvecinos, hasta el punto
de tener que recurrirse al heroico remedio de derribar a cañonazo
limpio muchas de las casas lindantes para aislar el fuego. Después de largas horas de lucha, pudo sbfocarse el incendio, con un
saldo de mas de cincuenta casas arruinadas. Rudo golpe que una
vez mas sería superado por aquellos esforzados ciudadanos.
Y aqui llegamos a otro hito de la Historia de Santa Cruz.
Tiene su origen en una de tantas paradojas con que la Historia nos
sorprende: en una revolución que iniciada al grito de «Igualdad,
Libertad y Fraternidad» termina en guerra de agresión. Napoleón
marcha victorioso por los campos de Europa y Eispaña habrá de
plegarse a unas presiones por las que tendrá que arrepentirse
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amargamente después, Pero no nos adelantemos. Canarias permanece fiel Y arrostTü impasible su destino. Un oprobioso destino
•que pretende marcarle un hombre tan ambicio») de gloria como
«1 propio Napoleón, al que combate. Nelson llegaré a ser un héroe para su país contribuyendo e derrumbar el poder de sus enemigos en decisivas acciones navales, pero en Santa Cruz no lo
logra; en Santa CruE es «xcepcáonalmente derrotado y pierde por
añadidura un brazo en combate. De Canarias no se lleva otra cosa
que el apelativo de «el manco de Tenerife».
El pretexto también esta vez se basa en el posible botin que
puede obtenerse de un galeón y de una fragata españoles que regresan de Am^-ioa, aunque en realidad se trata de un proyecto
mucho mas ambicioso.
Nelson se acerca a la «Isla de los Vinos» con once buques que
portan en total cprca de 400 cañones y ZOOO hombres destinados
al desembarco. Estamos en el mes de julio de 1797.
Precisamente por la importancia universal de esta acción y
por no ser este el lugar adecuado, nos consideranros relevados de
describir en detalle todas sus incidencias. Bástenos oonsignar
que el viento no le fué propicio al agresor, que la sorpresa en el
desembarco no fué lograda y que como consecuencia, su primer
intento terminó en fracaso.
La segunda tentativa que «por honor de nuestro Rey de nuestra Nactón» persigue N*"lson, tampoco esta destinada a obtener
mejores frutos. Entre el fragor del cañón y las descargas de mosquete y fusileiia, una parte de los briténicos logra poner pié en
tierra con crecidas bajas y una fracción de ellos consigue adentrarse en la población para acabar refugiándose en el Convento de
Santo Domingo. Es un loco intento, pero la partida queda definitivamente ganada para las armas españolas. El General Gutiérrez,
defensor de la Plaza, se siente magnánimo y permite reembarcar a
los que virtualmente son sus prisioneros, incluso con armas. Por
añadidura los obsequia con algunos presentes entre los que no
puede faltar alguna barrica del preciado néctar de Malvasía. No
es una zalema hacia el que esté ya definitivamente derrotado,
sino un gesto hidalgo para el que se ha de retirar dolorido y maltrecho. Los españoles se sienten suficientemente recompensados
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con el triunfo y con las banderas y trofeos ganados al enemigo en
el campo de batallaAntes de levar anclas con rumbo a otros mares mas propicios,
el futuro héroe de Trafaígar —un auténtico héroe inglés, pero no
el único entre tantos Churrucas y anónimos valientes como murieron en aquel épico combate— agradece los presentes en una
sentida comunicación enviada a sus afortunados enemigos.
iFelices tiempos aquellos de las pelucas empolvadas y de
los vistosos uniformes de abigarrados bordados, en lo» que aun se
consideraba posible hermanar el valor y la cortesía!
Esta brillante defensa tuvo para Santa Cruz una gran repercusión, como no podía ser de otro modo. Cuatro dias después de la
heroica acción se acordó pedir al Rey la confirmación de los
acuerdos tomados, asf como el privilegio de villazgo para eí
puerto y plaza de Santa Cruz de Santiago. No deja de ser un valor
convenido lo que se buscaba, porque lo mismo que en un principio se la quiso denominar «Villa» sin serlo, ahora ya lo era de
hecho, aunque le faltase el aval oficial. Sin embargo, siempre satisface el reconocimiento de unos legitimes méritos, y asi se hizo
constar en la Real Cédula qtie Carlos IV expidió en San Ildefonso
el 28 de Agosto de 1803. La «Muy Noble, Leal e Invicta Villa» tuvo
también su Escudo de Armas.
Se formó la nueva Corporación Municipal a finales de aquel
mismo año y en medio del mayor regocijo todo el vecindario celebró el gran acontecimiento con fiestas que duraron varios dias.
24-
CAPITULO I
EN BUSCA DE UN CASINO
-jtí'
alegre y picaresca población que prolifera entre transeúntes, soldados y marineros, no importa en qué latitud o longitud del Planeta. Crecía un comercio cada vez más próspero y al amparo del
puerto se hacían buenos negocios.
La Plaza Principal o Real, que ya se conocia por el nombre de
Plaza de la Pila oor la fuente que había en su centro, era un hervidero de actividad. Las gentes que subían hacia la Calle del Castillo y adyacentes se confundían con las que bajaban hacia el
puerto, y lo mismo podía verse al estirado caballero de neta estirpe
hispana que al otro cuyas características físicas recordaban al
guanche; a la noble dama ensombrerada y a la humilde que acudía
con su vasija a la cabeza para recoger agua; al pescador y al comerciante; al marinero y a los soldados, que ponían su bizarra
nota de color en aquel provinciano ambiente: los uniformes azules
de los artilleros que guarnecían los fuertes; de los. Cazadores de
Canarias, con sus cabos encarnados y solapa verde sobre guerrera
blanca, o la oscura y pantalón claro de los Granaderos Provinciales...
Santa Cruz progresaba pese a les calamidades que rodeaban a
la Invicta Villa. En los años que marcaron el paso de uno a otro
'Siglo las cosechas de la Isla habían sido mediocres y los víveres
habían llegado a alcanzar precios fabulosos. Esto produjo en los
habitantes cierto descontento, que tampoco podía mitigar la llegada de mercancías del exterior. Años después, la propia Península
era invadida por las tropas napoleónicas. Su repercusión en Canarias estuvo signada por dudas, desórdenes y problemas. En lugar
de recibir ayuda, se organizó un batallón expedicionario para
coadyuvar a la Independencia. Para colmo de males, se declaró
una epidemia que no terminó hasta 1811.
Aun en medio de tanto contratiempo, y a pesar de la penuria
económica del Ayuntamíeto santacrucero, no se descuidó ni por
un momento el enbellecimiento de la Villa. La fuente que adornaba
la Plaza de la Pila fué trasladada al patío del Castillo de San Cristóbal, recobrando el lugar el nombre de Plaza Principal. Se gestionó la adquisición en propiedad del edificio de la Carnicería y
con obras costosas se mejoró el nivel de dicha Plaza. Estos y otros
esfuerzos tendían a dar a la Villa el rango que merecía y fueron
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factor no despreciable para que superase al fin a sus eternos
rivales.
Entre tanto, la Guerra de la Independencia había terminado,
pero no asi la lucha política. Fernando VII, que había reconocido
a regañadientes las Constitución, se atrevió después a repudiarla
con ayuda extranjera, volviéndose contra las mismas fuerzas que
habían hecho posible su regreso. Esto probablemente explique
que Santa Cruz, de espíritu abierto y españolisimo, recibiese con
júbilo el inoportuno alzamiento de Riego. Decimos españolisimo
y no exageramos, porque mientras algunas de nuestras posesiones
ultramarinas aprovechaban la Guerra de la Independencia para
alcanzar la suya, Canarias sentía al unisono los problemas peninsulares y reforzaba su adhesión a la Patria de la que formaba
parte.
A finales de Octubre de 1.821 las Cortes designaron a la Muy
Noble, Leal e'Invicta Villa de Santa Cruz por Capital del Archipiélago Canario. Las protestas en contra no obtuvieron el menor eco y
el vecindario recibió la noticia con fiestas y luminarias. El Municipio se sintió estimulado para impulsar las obras en curso e iniciar
otras nuevas.
El funesto reinado de Fernando VII ventiló ideas liberales y
absolutistas con los consiguientes desbordamientos pasionales, de
los que no se libró Canarias; pero además dejó la triste herencia
de una guerra civil que por fortuna no prendió en el Archipiélago,
que ya tenia bastante con soportar sus muchas y propias dificulta
des. Esta afortunada circunstancia hizo que las Islas prosiguiesen
pacificamente su dura lucha por la vida y que la nueva Capital
asumiese dignamente el puesto que se le había asignado. A su
crecimiento material y a su embellecimiento siguió la inquietud
por alcanzar otros valores del espíritu, y asi, tímidamente primero, con tanteos no siempre afortunados, los hombres mas distinguidos de la Villa comenzaron a planear la creación de alguna forma de sociedad que los agruipase fuera del sagrado recinto de la
familia o del vulgar café. Algo así como lo que con tanto éxito
lograra en La Laguna muchos años atrás el Marqués de Villanueva
del Prado, pero adaptado al lugar y a la época.
Se poseen algunos datos sobre todo esto, pero envueltos en
una nebulosa que no nos permite ver claro. No sabemos de quien
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partió la idea, ni en qué lugar fué expuesta a los amigos, así como
tampoco el proyecto de organización en que pensaban basarse,
ni como se consiguió e! primer núcleo de partidarios. Todo aparece borroso ahora para nosotros, excepto la fecha —1.840— en que
un grupo de señores resolvieron fundar un Centro que denominaron
«De Lectura y Recreo». También sabemos que el capital necesario
para el logro de sus propósitos estaba constituido por los cuarenta reales de vellón que cada uno aportó como cuota de entrada,
lo que no era ciertamente mucho.
Con tin modesto bagaje se dispusieron a dar vida al flamante
•Centro de Lectura y Recreo», ocupando como local social una
sala en el número 4 de la Plaza Principal. Un discreto mobiliario
permitía celebrar la tertulias y los juegos, y en una pequeña biblioteca fueron colocándose los volúmenes que justificaban el
principal objetivo de la naciente Sociedad. Para su sostenimiento
cada uno de sus componentes aportaba diez reales de cuota
mensual.
No puede decirse que fuese la floreciente situación económica la que sostuvo durante sus primeros pasos a aquel gabinete de
lectura y recreo, sino mas bien la amistad y el entusiasmo de ese
grupo de pioneros que, sin saberlo, habían puesto los sólidos
cimientos de una futura Sociedad próspera y pujante.
Durante nueve largos años sostuvieron—mas que disfrutaron—
aquel salón insuficiente y poco confortable, mal ventilado y peor
Iluminado, hasta que en 1.849 decidieron, no ya disolverse, sino
expandirse. Merced a su tesonero esfuerzo la Asociación se habia
afianzado lo suficiente como para poder considerar la posibilidad
de un traslado a mas amplio y cómodo local, y se fijaron en una
casa terrera muy próxima al salón que ocupaban. Desgraciadamente, ya habia sido arrendada por su propietaria a un comerciante que se proponía establecer en ella un bar, pero al fin todo pudo
arreglarse. Los promotores de la idea se pusieron de acuerdo con
ambos interesados en el inmueble, y después de los convenios económicos pertinentes, se inició la construcción de una planta superior destinada al «Centro de Lectura y Recreo».
No llegarían a sopechar jamás en su vida aquellos destacados
caballeros la importancia que tendría para el futuro el no haber
movido de la Plaza Principal el asiento de su sede, porque todo
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31
lo que entonces estorbaba la guarnición y la mole del Castillo de
San Cristóbal, dificultando la vista al mar por aquel sector, sería
compensado con creces al correr de los años, convirtiéndose en
la parte mas valiosa de la futura Ciudad.
Pero volvamos a nuestra historia, que prosigue precisamente
cuando los componentes del Centro resuelven «matarlo> para dar
vida a una nueva forma de asociación bajo el nombre de «Casino
de Santa Cruz de Tenerife». Coincide este hecho con su mudanza
a los altos del proyectado nuevo café de la Plaza Principal, ya
bien entrado el año 1.850.
Hay una relación de los socios existentes por aquellos primeros años que bien puede considerarse como la de los fundadores
del nuevo Casino. La Directiva fué la misma con que contaba el
«Centro de Lectura y Recreo» a su disolución.
Aunque, como queda dicho, el Casino absorbió el pequeño
patrimonio que poseía la Sociedad anterior, se imponían no pequeños desembolsos para amueblar adecuadamente el nuevo y mas
amplio local, que contaba con salón de lectura, tertulia, baile, comedor y los servicios correspondientes, además de salas para el
juego de cartas, billar y otros. Enorme espacio si se compara con
el primitivo salón. Además del mobiliario y las mesas para los diferentes juegos, se compraron mas librerías, un piano, dos telescopios y dos anteojos, sin contar las lámparas de techo y todos los
demás elementos adicionales precisos.
Fué necesario elevar la cuota de entrada a cien reales, y si
bien durante los dos años siguientes el número de miembros se
elevó a mas de un centenar, las finanzas de la Sociedad se resintieron susiancialmente. Por fortuna todo fué superado gracias al
espíritu de lucha y la competencia de los directivos.
A expansas de la planta baja del edificio, el Casino pasó por
sucesivas ampliaciones, siempre reclamadas como consecuencia
d é l a marcha ascendente que llevaba la Sociedad. La complejidad
de sus servicios obligó a implantar un sistema contable bastante
perfecto, se comenzaron a elaborar presupuestos y en Marzo de
1.855 se imprimieron los estatutos.
Santa Cruz ya tenía un Centro Social digno de su importancia,
siendo frecuentados sus salones por las gentes mas selectas de la
Capital. Los distinguidos caballeros acudían a él para sostener
32
-
reposadas charlas sobre los temas más candentes de la actualidad
—una actualidad que en lo que se refiere al exterior siempre estaba retrasada—, o para jugar una mano a las cartas a Ii tenue luz
de unos historiados candelabros, o en fin, para sostener un incruento desafío taco en mano mientras las bolas de marfil discurrían serenamente sobre el tapete verde. Algún estudioso bucearía
en cada vez más nutrida biblioteca, mientras otro, quizá un viejo
lobo de mar, empuñaría con parsimonia un catalejo tratando de
descubrir algún nuevo Nelson que osase atacar el puerto. En ocasiones, los sirvientes encenderían todos lo;5 viejos candiles y velones disponibles y los más modernos quinqués y mecheros, sin olvidar, claro está, las lujosas lamparas de techo. Entonces la luz se
desparramaría por todos los salones y pasillos, se reflejaría en
barrocas cornucopias y espejos y daría comienzo en el salón de
baile un ceremonioso minué, o tal vez un atrevido y moderno vals,
ante el horror de las emperifolladas abuelas de la osadas damitas
que lo iniciasen. ¡Cuantos idilios terminados en boda no tendrían
principio en aquellos salones a través de elocuentes miradas de
fingido recato, o valiéndose del expresivo lenguaje del abanico!.
Pero si el Casino cubría una necesidad de la próspera Villa y
constituía una patente muestra de su pujanza, el vigor de su Municipio estaba lejos de agotarse. Desde el punto de vista portuario
el muelle iniciado un siglo antes había sido prolongado considerablemente, y a él atracaban los veleros que desde la Península
traían las mercancías y la correspondencia, que luego se distribuía
entre las restantes Islas. En cuanto a obras urbanas, aparte de las
llevadas a cabo muchos años antes en la Iglesia y Convento de
San Francisco, se había terminado en Santa Cruz el teatro que era
ornato de la Villa y la Plaza del Mercado contigua al mismo.
Para aquellas fechas el cultivo de la vid había decaído para ser
poco a poco sustituido por otros, en especial el de la cochinilla,
que produjo grandes beneficios. También se había logrado en 1852
el régimen de Puertos Francos, muy favorable pera la vida de las
Islas.
El 29 de Mayo de 1859, por un Decreto de la Reina, se concedía a la villa de Santa Cru?, Capital de la Provincia, el título de
Ciudad.
Su Casino, su modesto y comprometido Casino, en la medida
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de sus fuerzas, se identificaba con las ansias y anhelos de la
Ciudad que lo albergaba, como lo prueba la suscripción de mil
quinientos reales con que contribuyó a las obras de la Alameda
del Príncipe.
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-
CAPITULO 11
EL CASINO DE TENERIFE EN
.EL SIGLO XIX
s
)I no queremos reconocer como fecha fundacional la del
año 1.840, que es cuando nació a la vida el "Centro de
Lectura y Recreo", al menos habrá que aceptar que en 1.850 ya
existía "El Casino de Santa Cruz de Tenerife", heredero directo del
primero. Asentado en uno de los lugares más tradicionales de la
Ciudad, fué consolidándose y progresando de forma sorprendente
durante los diez primeros años de su existencia, de tal suerte que
en Mayo de 1.860 los locales que ocupaba ya resultaban notoriamente insuficientes.
La situación económica del Casino no era muy brillante, pero
por fortuna los componentes de la Junta Directiva que lo regía no
se dejaron arredrar por esas minucias. Rescindieron los compromisos que les ataba a los arrendatarios de su local social y alquilaron otra casa situada en la misma Plaza Principal, con esquina
a la calle de la Marina y a la de Peligros. La subsiguiente mudanza, ampliación y nuevas adquisiciones significaron carga pesada para el tesoro exhausto de la Sociedad, que hubo de aceptar
créditos muy importantes. Para 1860 se adeudaba la respetable
cifra de 50.000 reales de vellón, que al año siguiente se elevó a la
inquietante cantidad de 72.000 Todo este pasivo fué enjugándose
a través de largos años con paso firme y decidido.
Tan seguros estaban los directivos sobre el cumplimiento de
sus obligaciones, que no tuvieron inconveniente en colaborar
en el año 1861 a la adquisición de UQ^órsíano con destino a la Iglesia de la Concepción, de sostener con dignidad el ritmo progre-37
sivamente acelerado de la Sociedad e incluso de ofrecer un baile
especial ol heroico general Don Juan Prim —en cuya persona se
reunían tantas y tan bien ganadas distinciones—, que llegó a la
Isla al mando de las tropas expedicionarias destinadas a México.
Otro baile memorable fué el que el 9 de Enero de 1865 se celebró
en honor del Infante Don Enrique de Borbón, de cuyo paso por el
Casino se conservan en el Libro de Oro de la Sociedad unas
sentidas líneas manuscritas.
Este deseo de identificarse con la vida activa de la Nación no
debe interpretarse como motivado por el afán de inmiscuirse en
la política, tan agitada entonces. Por el contrario, una buena parte
del éxito del Casino se ha debido siempre a permanecer ajeno y
sordo a cualquier clase de intrigas, solamente atento al cumplimiento de su genuina misión social.
Por eso no debe extrañarnos que para el Casino pasase prácticamente inadvertida la presencia en Tenerife de los generales
Don Francisco Serrano y Domínguez, Duque de la Torre, su sobrino Don J o s é López Domínguez y Don Francisco Serrano Bedoya, que cumplían destierro por razones políticas. La importancia de
estos militares era notoria, y vino a confirmarla muy poco después
su victoria en Alcolea, que con la huida de la Reina Isabel II les
abrió las puertas del Poder.
Es mas que probable que en el Casino se respirase un ambiente progresista, pero la algarada, los gritos, las celebraciones y las
pedradas estaban en la calle, puertas afuera de la Sociedad. La
vida del Casino continuó imperturbable lo mismo durante la Regencia de Serrano que durante el corto reinado de Don Amadeo
de Saboya; en tiempos de República que en los de pronunciamientos, bien fueran de Pavía o de Martínez Campos.
Mas motivo de preocupación inspiraban los problemas internos; los de las cosechas y los de los transportes marítimos, siempre sin resolver en forma adecuada. Por pocos años se había establecido un servicio entre la Península y las Antillas coh escala
en Santa Cruz de Tenerife, pero las comunicaciones regulares y
frecuentes con los restantes puertos españoles seguían siendo
poco menos que una utopía. Canarias —triste es decirlo— para el
Gobierno Central no era otra cosa que un archipiélago remoto
e ignorado que sólo servía para sostener a buen recaudo a los
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conspiradores políticos de turno. La inquebrantable lealtad de los
isleños nunca fué entendida ni menos atendida como sus necesi*
dades mas urgentes demandaban.
En medio de este abandono, unos cuantos hombres de buena
fe seguían haciendo patria en la medida de sus fuerzas y posibilidades. Al pie del timón del Casino se preocupaban por perfeccionar su organización interna, por el mejor funcionamiento de sus
locales, por 1?» mayor disciplina del personal, por llevar una contabilidad en regla y por registrar con la mayor escrupulosidad los
acaeceres de la Asociación en un L.ibro de Actas, logrando al pro'
pió tiempo adaptar los reglamentos a las nuevas exigencias. Siempre atentos a los intereses generales de la Capital, se recurrió
a una suscripción entre los socios para ayudar al sostenimiento del
Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Cruz.
En relación a esa preocupación del Casino por los intereses
generales, no puede de}ar de aludirse aquí al periodo de permanencia en el Archipiélago Canario del general Weyler, que fué
designado para el Mando Militar de las Islas a principios del año
1.878. Venía precedido de una bien ganada aureola de imbatido en
los campos de gue/ra y también acompañado por una injusta fama
de excesivamente ordenancista y duro. Es fácil comprender que,
con estos atributos, fuese recibido en medio de un asombro espect^nte y tf^meroso, que luego se trocaría en gesto admirativo.
Con una diligencia desconocida hasta entonces, no solo se
ocupó de su genuina misión militar, sino que acometió obras de
gran valor para la Provincia y en especial para Santa Cruz. Durante los cinco años de mando, cabe destacar entre sus logros el de
la posesión por España de Santa Cruz de Mar Pequeña, después
de negociar con los delegados del Sultán de Mogador. En Las
Palmas, la construcción de un edificio para el Gobierno Militar, la
reforma del Cuartel de San Francisco y la ampliación del muelle
del Puerto. En la Isla de Tenerife, la apertura de la Plaza de Armas
de la Orotava y la construcción de pabellones en La Laguna para
el cuadro y oficiales del Batallón Provincial. En la propia Capital
facilitó e impulsó las obras del puerto, la apertura de varias calles,
la creación de una compañía de bomberos, el establecimiento de
líneas de vapores interinsulares y el tendido del cable a la Penínsu-39
la. Por añadidura, y sin que le costase al Estado ni un céntimo,
construyó un Hospital Militar.
Con ser todo eso muchísimo para cualquier época, pero mucho más para aquella en que el Archipiélago estaba tan olvidado y
tan lejos en el tiempo, hizo otra cosa más de verdadera transcendencia. Como la Capitanía General estaba instalada en una casa
alquilada y que reunía escasas condiciones, mandó construir, también sin auxilio del Estado, un palacio digno de la Capital, donde
poder recibir a los almirantes de la escuadras extranjeras que con
frecuencia la visitaban. El emplazamiento elegido fue un acierto y
contribuyó al ensanche de la Ciudad, como lo prueba el hecho de
que en la actualidad se encuentre en su propio centro Lo terminó
en un año, urbanizando también la plaza que da a su fachada. Esa
plaza fué decorada con jardines por el Ayuntamiento y bautizada
con su nombre que aún conserva.
A la innata bondad del canario se une la gran condición de
poseer un corazón agradecido. Por eso no ha de extrañar que en
una de las ausencias de Weyler para resolver asuntos propios de
su alto cargo, como se corrió el infundado rumor de que iba a cesar en el mismo, fuese recibido a su regreso con grandes festejos
populares, música, vítores y arcos triunfales. El Ayuntamiento le
nombró hijo adoptivo de Santa Cruz de Tenerife y cuantos Centros existían le hicieron Socio de ív'érito.
En la sesión de Junta General del Casino celebrada el 10 de
Enero de 1879, se propuso por la Junta Directiva que el próximo
baile de reglamento se dedicase al Capitán General del Distrito, y
así se acordó. «Por la misma Junta se propuso para Socio de
Mérito de este establecimiento al referido Capitán General
Excmo. Sr Don Valeriano Weyler y Nicolau, como una muestra de
gratitud a los beneficios que le es deudora esta población y por
concurrir en su persona cuantas circunstancias exige.» En votación
secreta y unánime se hizo el iniicado nombramiento, probandola
Sociedad una vez más hasta qué punto se solidarizaba con el sentir
genera! de su Capital. Como decía un periódico de la época, en
tantos años como llevaba de vida el Casino de Santa Cruz, solamente había nombrado a otro Socio de Mérito anteriormente: al
que habia sido digno Gobernador Civil de la Provincia Don J o s é
Cabezas de Herrera.
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Una vista del actual Casino de Tenerife, tomada desde la Plaza de España.
(Foto A. Benitez)
Composición alegórica pintada por Don ^u=,c Agujar, que decora el gran Haii del Casino. (Foto A. Benítez)
El hosco general Weyler acudió complacido al baile con que
el Casino le distinguía y departió con franqueza con todos sus socios. El que andando •! tiempo habría de ser el primer Marqués de
Tenerife y Senador del Reino por Canarias, se retiró del salón a
la desacostumbrada hora de las tres de la madrugada.
Todas estas muestras prueban claramente que el Casino quería estar, y estaba, presente en la vida del país, no en función
política, sino patriótica y socialmente. Pudo patentizarlo nuevamente contribuyendo en 1881 a los gastos del traslado de los restos
del primer Adelantado desde las ruinas del convento franciscano a
la Iglesia de los Remedios, en La Laguna.
En cuanto a su vida interna, los reglamentos sufrieron diferentes modificaciones en 1883,1889, y en 1896. El número de socios
había aumentado considerablemente y se pusieron a su disposición
nuevos servicios que para el momento constituían el colmo del
refinamiento: exposición de los partes telegráficos, información
sobre el movimiento de buques y otras noticias de interés más o
menos palpitante. Como muestra del espíritu progresista que animaba a los rectores del Casino, fué sustituido en las postrimerías
del siglo el alumbrado de gas por el eléctrico, novedad que todavía muy pocos habían adoptado. El Casino de Santa Cruz ya habia
ganado justa fama de ser uno de los mejores de España, no tanto
por sus locales como por su distinción, por sus cuidados servicios
y por la brillantez de sus fiestas.
Aunque la Capital del Achipiélago distaba entonces mucho
de alcanzar el auge que en los últimos tiempos ha cobrado, en los
pocos años que llevaba titulándose Ciudad había dado un paso de
gigante. Los avances logrados habían sido grandes y meritorios,
porque no estuvieron nunca exentos de dificultades. Una epidemia
en Tenerife había costado en 1893 la vida a más de cuatrocientas
personas, paralizando en parte la actividad de la Isla y amenazando sus comunicaciones marítimas, ya en período de transformación
al generalizarse en los barcos la propulsión a vapor. Las ayudas
peninsulares siguieron brillando por su ausencia, aunque bien es
verdad que el Gobierno de Madrid poco hubiera podido hacer en
aquellos calamitosos tiempos en que las guerras ultramarinas
absorbían toda su atención. La pérdida de Cuba y Filipinas marcaban el final de lo que habia sido un gran Imperio. En lo sucesivo,
— 41
serían las Islas Canarias las tierras más avanzadas en el Atlántico
en las que ondease el pabellón español. Seguirían siendo, como
desde hacía siglos, no una posesión más o menos autónoma, sino
una parte de España misma.
42
CAPITULO III
EL CASINO PROPIETARIO
Ci.INCUENTA años de existencia tenía
ya el Casino al alborear nuestro si^Io- Cincuenta años cuajados de acontecimientos externos y fecunda vida interior; una institución plenamente lograda, en suma, aunque no por eso satisfecha. De haberlo
estado no hubiera llegado hasta nosotros, porque lo que se estanca
y no progresa, muere.
Muy lejos de los dirigentes del Casino estaba la idea de lo
estático. Como si la inauguración de la nueva centuria les hubiese
traído nuevos bríos-, su inquietud crecía sin cesar. Los reglamentos
son nuevamente modificados en 1902, 1903 y 1905. El eterno problema del espacio les mueve a efectuar diversas mudanzas dentro
del mismo edificio que ocupan, buscando siempre una mejor ubicación para todos los servicios, que tratan de aumentar por todos
los medios a su alcance. Como novedad, instalan un salón do esgrima a cargo de un profesor y más tarde establecen otra clase
para billaristas principiantes. La primera se sostiene por muchos
años, acaso mientras prevaleciese la funesta costumbre entre
caballeros de dirimir sus diferencias en el mal llamado campo del
honor, donde la justicia o la venganza se ponían al arbitrio de la
suerte o la destreza. En fin, se trata de ofrecer el mayor número
de alicientes a los componentes de la Sociedad, en tanto que el
fuego sagrado se sostiene con los restantes recreos, con las reposadas tertulias y con los banquetes y fiestas bailables —de reglamento y extraordinarias— que se organizan. Es sin discusión el
primero y mas selecto Centro recreativo de la Ciudad.
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45
No fueron pocos los bailes de etiqueta que por aquellos años
felices celebró el Casino, e inolvidable los tés que se ofrecieron,
entre ellos los dedicados a los jefes y oficiales del crucero «Rosia»
y del cañonero «Infanta Isabel».
Eran tiempos gratos durante los cuales los días iban transcurriendo inexorables, pero tan pausada y plácidamente como las
cuentas de un rosario que no pareciera tener fin. Se disfrutaba de
una bendita paz que los hombres no sabían valorar en su justa
medida, signada por un proáreso lento, pero fecundo. Las artes
discurrían por cauces convencionales y las ciencias avanzaban con
pasos muy cortos. Entonces todavía surcaban los mares los airosos
veleros, pero eran unas reliquias flotantes que ya rendían sus armas, no al torpe buque de ruedas o al tímido mixto, sino al decidido vapor de hélices. El automóvil seguía dando pasos dubitativos
sin atreverse a hacer una verdadera presentación ante el público,
en tanto que el aeróstato todavía pretendía ser superior a aquellos
primeros pajarracos mecánicos mas pesados que el aire. El
cinematógrafo —el mudo, naturalmente— se disponía a dar su
gran batalla al eterno teatro.
Dentro de ese mundo, tan dichoso como el que puede lograr
la pobre humanidad, el Casino de Tenerife proseguía su marcha
ascendente hacia metas de mayor perfección, siempre gobernado con acierto por las directivas que anualmente se turnaban.
Sería temerario señalar quienes de entre sus componentes lograron los mejores y más decisivos aciertos. Digamos a lo sumo que
quienes mas larga permanencia alcanzaron como Directores
—porque entonces se llamaban así, y no Presidentes— fueron
Don Abel Aguilar, Don Santiago del Campo, Don Lorenzo García
del Castillo, Don Tadeo Canino y Don Rafael Calzadilla, todos
ellos dentro del siglo pasado, y ya en este, los propios Don Rafael
Calzadilla y Don Lorenzo García del Castillo, Don Blas Cabrera y
Don Arturo Ballester.
También significaría una relación inacabable el pormenorizar
todos los logros con que se enriqueció el Casino por aquellos años
que siguieron al 900. Un dia es la eliminación del bello pero insano bosque de palmeras que se alineaban en el patio; otro, el decorado del zaguán con sobrias columnas; antes, la costosa adquisición de muebles estilo Luis XVI, tallados y dorados en oro fino^
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-
para el salón de fiestas... Y todo ello sin olvidar la noble inclinación hacia el bien general, siempre presente en la mente de los
asociados. Cuando en 1911 se originó el pleito de la división territorial, los comisionados que viajaron a Madrid tuvieron una
subvención por parte del Casino; otras ayudas fueron otorgadas
para la construcción de la Casa de Socorro, el Asilo de Ancianos,
Hospital de Niños y diversas instituciones benéficas; y en fin, hacia
esas mismas fechas también se adquirieron ejemplares de le obra
del Dr. Mascart «Impresiones de un viaje a Tenerife», con el propósito de contribuir a su difusión.
Claro esté que todas estas ayudas fueron posibles gracias a
que la Institución gozaba de unas finanzas bastante saneadas, no
obstante los costosos desembolsos y los compromisos que se proponía adquirir dentro de un futuro inmediato.
En efecto, desde principios de siglo el Casino ensayaba sus primeros pasos como propietario, al suscribir en Enero de 1904 la
escritura de compra del local que ocupaba. De este modo se convertía en el dueño prácticamente de media manzana, llegando a poseer
accesos secundarios a las calles de la Marina y de Peligros, con
entrada principal a la Plaza de la Constitución, que antes se había
llamado Plaza Real, de la Pila y Principal. Era un edificio viejo, de
costoso sostenimiento e insuficiente, pero al menos propio. Esperemos que nadie se asombre de una adquisición que, por las
condiciones enumeradas, debiera parecer absurda, y absurda
hubiera sido de no tratarse de una decisión que estaba encaminada a ser base de empresas más brillantes: era el primer eslabón
de una cadena conducente a un objetivo que por su misma envergadura aun no podía ser exteriorizado.
Fué en la Junta General del 17 de Diciembre de 1911 en la
que ye se planeó y fué aprobada por los socios la construcción de
un nuevo edificio que comprendiese toda la manzana, con las consiguientes adquisiciones y obras. Este fue el resultado de muchas
horas de dudas y cambio de impresiones. No faltaron en aquella
sesión señores que exteriorizaran sus temores y natural desconfianza ante la magnitud de! proyecto, porque no hay que dejar de
considerar que los gastos para convertir esa idea en realidad se
estimaron en un millón doscientas cincuenta mil pesetas, cantidad
que no nos atrevemos a traducir a pesetas actuales, pero que en
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cualquier caso, eran de lenta y difícil amortización. Tampoco dejaron de oirse entonces y después voces conservadoras que llegaron
a obtener algún eco, si bien no el suficiente como para que el propósito dejase de prosperar.
Hubo, sin embargo, una serie de factores que lo retrasaron
por largos años, y no fué el de menor importancia la guerra que
se fraguaba tras aquella aparente calma. Mientras los Estados
Mayores activaban febrilmente los preparativos bélicos que llevarían a los pueblos a la mayor hecatombe que había conocido la
humanidad y las Cancillerías desarrollaban una labor no menos
tenebrosa, los habitantes próximos a esos mismos centros neurálgicos —en las propias grandes capitales europeas— llevaban
una existencia feliz y alegre. No podía pedirse, por tanto, otra
cosa de las ciudades mas alejadas de aquellos polvorines prestos
al masivo cataclismo.
El dia 3 de julio de 1908 el Casino de Tenerife celebraba un
baile en honor del Príncipe Eugenio de Prusia, al que acompañaban los altos jefes de la escuadra visitante; el 19 de Junio de 1910
ofrecía otro baile y recepción en obsequio de la Serenísima Señora Doña Isabel de Borbón, Infanta de España, y el 25 de Enero de
1913 otro baile para el Príncipe de Gales. Es decir, que en los pocos años que precedieron a la primera guerra mundial, en los salones del Casino resonaron los duros taconazos de un principe
teutón casi junto a las imperiales pisadas del heredero de la Corona Británica, apenas mitigados los ecos del primero por el suave
tránsito de una dama que simbolizaba a un país que sería neutral.
En Agosto de 1914 se desataba la tormenta que durante cuatro
dantescos años rugiría por toda Europa sembrando el pavor y la
muerte a escala de millones. Las declaraciones de guerra se
produjeron en cadena y a velocidad vertiginosa. Los hombres y
las máquinas chocaron con infernal estruendo mientras que la
actividad pacífica de las naciones entraba en colapso, en una negra
noche que solo se aprovechaba para ayudar a los jinetes de la
apocalipsis en su afanosa tarea de rabiosa destrucción.
Por todo el Orbe se esparcen lúgubres los nombres de El
Marne, Verdún, El Aisne, los Lagos Masurianos, Tannenberg, Caporetto o los Dardanelos, mezclados con los de Foch, Petain,
Ludendorff, Hinderburg... La artillería mejora su rapidez de tiro y
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aparecen cañones de calibres antes desconocidos; tos proyectiles
se hacen mas perfectos y mortíferos; las armas ligeras adquieren
un ritmo de fuego insospechado y en los campos de batalla irrumpen los primaros tanques, los demoniacos lanzallamas y los terroríficos gases asfixiantes, como la hlperita. Los primeros combatientes dejan de ser hombres y van convirtiéndose en seres
monstruosos, con sus botas llenas del barro de la trinchera que han
aceptado como guarida, con sus cascos de acero camouflados, sus
uniformes raidos y las caretas antigás que los asemeja a feroces
jabalíes. Cuando se prepara un ataque, se concentran los cañones
por millares y los hombres por centenares de miles„ y entonces se
desencadena una pavorosa tempestad de acero y explosivos que
han de soportar día y noche aquellos pobres autómatas con fatal
resignación. Unos cuantos metros ganados o perdidos significan
ríos de sangre. Y asi un año, dos, tres, cuatro, sin tregua ni cuartel,
sin piedad, sólo con un miedo perpetuo que hace que los hombres
miren a la muerte casi con simpatía, como una liberación de su
bestial existencia. Cuando ia guerra termina, no son veteranos lo
que queda, sino guiñapos humanos sin voluntad y sin propósitos.
El aire, que hasta entonces habia permanecido inmaculado,
se puebla de globos de observación artillera, de explosiones y de
dirigibles. Los primeros aviones militares hacen su aparición sobre
los campos de batalla, lentos e inseguros, pilotados por verdaderos caballeros andantes que se arremeten en singular desafio y
con escalofriantes pasadas: el vencedor es el que logra «coser»
primero al aparato enemigo, que cae envuelto en llamas. Es el
único espectáculo emocionante que pueden presenciar sin peligro
los infortunados soldados de la trinchera.
El rumor de ese pandemónium terrorífico llega a las Islas Canarias atenuado, apenas perceptible. No se oyen obsesionantes tableteos de ametralladora, ni el barrenar de los proyectiles al desgarrar el aire, ni se ven alambradas o embudos en la tierra. Todo esté
lejos, pero sin embargo en Nivaria también se siente la guerra, O
cuando menos también se sufren sus consecuencias. No en vano los
únicos caminos que conducen a Las Afortunadas son los que trazan
en la mar las afiladas rodas de ios navios. Y en la mar también se
desarrolla una batalla tenaz y casi sorda, pero no menos enconada.
Los Imperios Centrales están cercados en tierra por una línea
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de frentes de batalla que no pueden romper y que amenaza con
asfixiarles. La única entrada que les queda está defendida por la
potente flota de Alta Mar, pero que vigila celosamente la Home
Fleet. Se forcejea por obtener la supremacía sobre el líquido elemento Y hasta se produce una batalla de gran estilo —Jutlandia—
que no altera los resultados. En esas circunstancias, Alemania
tendrá que capitular por hambre y por falta de elementos, mientras los aliados trafican con sus buques por todos los mares. Puesto que no pueden utilizar los germanos las rutas oceánicas, intentan que sus adversarios tampoco las surquen. En tanto que sus
buques de líneas permanecen en sus bases, despachan en busca
de barcos enemigos submarinos cada vez mas numerosos y perfectos. Los torpedos de los peces de acero envían al fondo millones de toneladas de buques con su precioso cargamento, y los
aliados, en vista de los desastrosos efectos del contrabloqueo, se
ven forzados a efectuar un ingente despliegue de elementos: minas, cargas de profundidad, redes, buques-trampas, patrulleros,
destroyers y convoyes fuertemente escoltados. Vencen al fin, pero
no sin angustias.
Las consecuencias de todo ello fueron una gran escasez de
fletes, cuyos seguros además se elevaron de una manera alarmante. El esfuerzo de guerra demandó la utilización de todos los buques de los países aliados, muy mermados por Jas pérdidas ocasionadas por lo submarinos, en tanto que los barcos de sus enemigos
permanecían inmovilizados. Para los neutrales la navegación estuvo entorpecida por no pooas dificultades y peligros, que con frecuencia no se superaron.
Es fácil comprender por qué fueron tan pocos los barcos
extranjeros que tocaron en puertos canarios durante aquellos cuatro años, y los barcos españoles que llegaban resultaban insuficientes para atender las normales necesidades de las Islas. La agricultura se resintió sustancialmente y los plátanos y tomates no
siempre se pudieron embarcar.
La vida en general entró en un ritmo mas lento y pausado, del
que no pudo librarse, como es natural, el Casino de Tenerife. Si
bien en el Centro Social no faltaron los periódicos bailes, su existencia languidecía y escaseaban las oportunidades de hacer algo
diferente a la monótona rutina. Si acaso alguna vez estas se pre50
-
sentaban era con motivo de la llegada al puerto de algún buque
de guerra propio, y tales ocasiones no se desaprovechaban. Así, a
fines de 1914 se celebró un baile de etiqueta en honor de los jef«s
y oficiales del «Princesa de Asturias», pomposamente denominado
crucero- acorazado, y en Octubre del año siguiente un té para los
del cañonero «Laya» y del crucero «Reina Regente», que más tarde
habría de hacerse tristemente famoso por su misterioso naufragio.
Tan escasas eran esas oportunidades, que se organizó por aquellas
fechas otro baile de etiqueta con motivo de la presencia en Tenerife de un grupo de exploradores de Gran Canaria. Si se exceptúa
la conferencia que sobre el Teide pronunció el catedrático Don
Luis Fernández Navarro, ninguna otra novedad verdaderamente
digna de mención cabe añadir a la vida del Casino por los años
de la primera Guerra Mundial.
Acabados los zarpazos mortíferos de la conflagración, entrábamos en otro capítulo de la Historia a un compás diferente también y que demostraba a la desgarrada Europa que los Estados
Unidos de Norteamérica no solamente habían estado presentes
en la guerra con sus tropas y recursos. El recuerdo nostálgico del
can-can —piernas levantadas en correcta formación de medias
negras—seria borrado por los estridentes trompeteos del negroide
jazz-band. De la guerra y sus miserias nadie querría acordarse; no
quedaría otro vestigio que la moda de unos inefables bigotes tan
contradictorios como sus estilos: a lo Kaiser o a lo Clemenceau.
No nos metamos en elucubraciones acerca de si la paz es un
espacio entre dos guerras o el tiempo necesario para preparar
otra. Lo importante para nuestro trabajo es que ese espacio o ese
tiempo fue aprovechado concienzudamente por los directivos de!
Casino de Tenerife para hacer realidad la más cara de sus ilusiones.
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51
CAPITULO
IV
UN GRAN PROYECTO EN EJECUCIÓN
la paz y superadas las dificultades a que más
R.ESTABLECIDA
adelante nos referíamos, el Casino pudo recuperar también su pulso normal. Fué entonces cuando volvió a considerarse la
posibilidad de poner en vías de ejecución el ambicioso proyecto de
construir un edificio que abarcase toda la manzana. Naturalmente
que por tratarse de empresa de tal envergadura no podía ser obra
de un día ni trabajo de uno sólo: se llevarían largos años y en él
intervendrían muchas juntas directivas, muchos socios.
Como primer.objetivo de esta segunda etapa, se imponía la
necesidad de adquirir los viejos inmuebles componentes de la
manzana en la que estaba enclavada la sede social. Fueron muchas
las gestiones y los trabajos que se llevaron a cabo, pero omitiendo
farragosos detalles, consignaremos que llegaron a comprarse sucesivamente las casas números 3 y 5 de la Calle de la Marina y las
de la de San José números 1 y 3. Todos los compromisos de pago
fueron satisfechos antes de que finalizase el primer cuarto del siglo. Dado este paso trascendente, había que preparar los anteproyectos del edificio, aunque las limitaciones financieras y de otros
órdenes impusiesen una pausa forzosa.
Entre tanto, la vida de la Sociedad iba recobrando su antiguo
esplendor. En 1920 se celebraba un brillante baile en obsequio del
Infante Don Fernando María de Baviera. En Junio de 1923 fué
ofrecido un té a la genial intérprete de «María Rosa», del autor canario Guimeré; nos referimos a la eximia actriz Doña María Guerrero, que venía acompañada por su esposo el aristócrata Don
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Fernando üíaz de Mendoza. A principio de 1924 se daba otro té
en honor de los jefes y oficiales aviadores que formaban parte de
la escuadrilla que realizaba el raid Lar.tche Canarias, que en aquellos tiempos no estaba exento de mérito. Los bailes de etiqueta,
en fin, menudeaban y ponían la nota de elegancia y distinción que
rompía periódicamente la vulgar mon itonía.
No exageramos un ápice al afirmar que aquellos bailes constituían acontecimientos auténticamente memorables. Eran varios
los de etiqueta que tenían lugar en los salones de la Sociedad
anualmente, quizá el más df^stacado de ellos el que se celebraba
para conmemorar la fecha de incorporación de Tenerife a la Corona de Castilla.
En esas oportunidades se desbordaba la luz y el colorido por
la fachada y los salones del edificio, los servidores aparecían impecablemente uniformados y los encargados de la organización
no omitían detalle para lograr que todo resultase perfecto. En
cuanto a los propios concurrentes, prestaban su mayor entusiasmo con el fin de que el acto tuviese el realce necesario El Capitán General, el Gobernador Civil, el Presidente de la Audiencia y
las más destacadas Autoridades de la Isla daban con su presencia
el toque de solemnidad a la fiesta.
Hacia las once de la noche se iniciaba la ininterrumpida llegada de socios e invitados, que acudían en sus relucientes vehículos
y vistiendo sus mejores galas. La nota destacada la daban, como
es natural, las representantes del bello sexo, que con su radiante
belleza, sus elegantes trajes y deslumbrantes joyas y pieles, penetraban en el Casino del brazo de algunos de los miembros de la
Junta Directiva, quienes así querían aunar su deber de caballeros
con el de perfectos anfitriones.
En el salón superior se reunía toda la selecta concurrencia.
Bajo la luz potente de las grandes y magníficas arañas de techo se
extendía la gran pista de baile, sobre la que destacaban los impecables trajes de etiqueta y los vistosos uniformes militares de gala,
difuminando incluso ese bello conjunto al abigarrado decorado
rococó de la estancia. La fiesta se iniciaba con un ceremonioso
rigodón cuyas notas se esparcían desde la concha bajo la que se
cobijaba lo orquesta.
Todo se desarrollaba con una refinada ceremonia que para la
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juventud actual es desconocida y diríamos que hasta molesta,
pero que no dejaba de tener su encanto evocador de otros tiempos ya idos. Incluso la concesión de un baile tenía su ineludible
trámite; en lugar discretamente visible aparecía el anuncio de las
piezas y el orden en que iban a interpretarse, y las damas y
damitas eran portadoras de sendos cuadernillos en los que escrupulosamente anotaban las danzas que iban concediendo a los corteses caballeros que se les acercaban en solicitud de tal honor: el
requisito de la petición era insoslayable.
Pasada la media noche, los concurrentes penetraban en el comedor para tomar una cena tan liáera como la ocasión requería:
consomé, fiambres, vinos y champagne.
A los acordes de «Los Lanceros» se reanudaba el baile, que se
prolongaba hasta altas horas de la madrugada, sin que faltasen ya
ni las pastas ni otras exquisitas viandas ofrecidas con delicadeza
extrema.
En días sucesivos la atención y los comentarios de las gentes
se centraban en las incidencias del acontecimiento, hasta que su
recuerdo era definitivamente borrado por otra fiesta de la misma
importancia.
Todo había cambiado mucho en el Mundo. La Rusia zarista
había sido barrida para dar paso a un revolucionario sistema político en el que pocos creían, pero que significaba una terrible
amenaza para el resto de los países; Alemania se debatía convulsa después de su abrumadora derrota, sin acertar con el camino
que habría de seguir; en Italia se ensayaba un antídoto del Comunismo con resultados alentadores, en tanto que el resto de las
naciones permanecían especiante anta tanta mudanza.
Para España eran los años de la Guerra de África, en los que
alternaban las manifestaciones de optimismo con las noticias de
sangrientos desastres. También eran los de la agitación anarquista y del desconcierto político, causas ambas que desembocarían
en la Dictadura del general Don Miguel Primo de Rivera, sobrino
del Capitán General que fué el primer Marqués de Estella.
Tampoco para Canarias había transcurrido vanamente el tiempo. Gozaban de un saludable aislamiento en el que desenvolvían
pacificamente su existencia apegada al terruño, sin creer en falsos
dioses, mas sin renunciar por eso al progreso constructivo.
— 57
Ya habían resignado sus poderes las valientes diligencias que
con sus resistentes tiros de sangre comunicaban las poblaciones
de Tenerife dejando tras de sí espesas nubes de polvo. Esas
diligencias que por su capacidad de pasaje se denominaban
«ómnibus» habían dejado libre paso a otros omnibuses movidos
por energía eléctrica o por motor de explosión, que se llamaron tranvías y «guaguas», adoptando un vocablo al parecer procedente de Cuba. Los tranvías, sujetos al paralelo trazado de sus
raíles, partían desde muy cerca del muelle y discurriendo por
las arterias mas vitales de la Ciudad, pasaban por el puente de
Zurita y La Laguna y finalizaban su recorrido en Tacoronte. En
cuanto a las «guaguas» que según la estructura de sus carrocerías
se distinguen en «perreras» y «jardineras», sus trayectos eran más
variados, tanto en lo que se refiere al transporte urbano como a
los más alejados.
La dictadura había dividido el Archipiélago en dos Provincias
diferentes y Santa Cruz, que había sido su Capital durante un siglo, pasó a serlo de u la de esas Provincias, que comprendía
además de Tenerife, a la Palma, Gomera y Hierro. Esto no quiere
decir en modo alguno que Santa Cruz se hubiese estancado en su
progreso, que era evidente, sino que Las Palmas había avanzado también muchísimo y reclamaban el puesto rector a que se
creían con derecho. La importancia de Santa Cruz siguió siendo la misma de siempre.
Su población había crecido y la Ciudad se embellecía por días.
Inevitablemente el progreso también exige sus sacrificios y por
ello la modernización de la Urbe reclamaba la desaparición paulatina pero inexorable de los recuerdos del pasado, de las reliquias
de otros tiempos heroicos. Así habría de ocurrir no pasando mucho tiempo con el Castillo de San Cristóbal. Aquellos cañones que
habían sido testigos activos de momentos gloriosos, serian retirados sin mucha ceremonia de sus emplazamientos y la piqueta
iniciaría la destructora labor que ni Gennings ni Nelson habían
podido llevar a cabo con sus potentes navios. Su solar proporcionaría momentáneamente el prosaico espacio para taxis y «jardineras» y el Casino gozaría de una panorémica más amplia. Lo mismo
que al centenario Castillo, le iría sucediendo a las tienduchas y
pobres casas terreras que afeaban la Ciudad. Santa Cruz, sin dejar
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de ser ta misma en espíritu, se acicalaba y estrenaba sin cesar
nctevos atavíos.
Precisamente a causa de la inquietud progresista del Municipio santacrucero, tuvo el Casino que precipitar sus proyectos, ya
que no entró nunca dentro de su trayectoria la idea de estorbar
las iniciativas de su Ayuntamiento. Se trataba por un lado de la
remodelacíón que con motivo del derribo del Castillo requería la
Plaza de la Constitución en su conjunto, que naturalmente habría
de afectar a la fachada del Casino. Por otro, de la demolición de
algunas de las casas que no hacía todavía muchos años había
adquirido la Sociedad, por haber sido declaradas Inhabitables. La
acuciante necesidad de resolver el primer problema y la pérdida
de rentas que necesitaba el segundo, empujaban a los directivos
a volver los ojos hacia planes ya anteriormente estudiados, pero
que permanecían ociosos dentro de sus carpetas.
Correspondería la ejecución de estas importantes decisiones
a la Junta Directiva que, con ligeras variantes dentro de sus componentes, presidiría por largos años Don Faustino Martín Albertos, sucesora de otras directivas que encabezaron Don José Maldonado y Don Arturo Ballester, y con menos años de permanencia,
Don Miguel Díaz Llanos, Don Antonio Vivanco y Don Rafael
Hardisson.
Se planteaba la alternativa de derribar los viejos edificios
adquiridos y construir en sus solares otras dependencias que
adosados al Casino constituyesen un conjunto armónico con él,
o bien proceder a elevar un inmueble enteramente nuevo que
ocupase toda la manzana. Cada una de las soluciones tenía sus
pros y sus contras, que se consideraron cuidadosamente en sucesivas juntas directivas y en varias generales que se convocaron
al efecto. Fueron presentados varios anteproyectos, entre los
cuales mereció la aprobación el del arquitecto canario Don Miguel Martín Fernández de la Torre. En cuanto a la contrata, se
optó por la que aparentemente ofrecía mejores condiciones. Resueltas, en fin, las dificultades de financiación, comenzaron en las
postrimerías del año 1929 los primeros trabajos de derribo de los
edificios adosados al Casino propiamente dicho.
Durante aquellos meses la vida de la Sociedad prosiguió sin
. grandes alteraciones, pero al avanzar las obras se hizo preciso el
—W
abandono parcial de los locafes, como lo prueba el hecho de
el baile d e carnaval del año 1931 tuviese que celebrarse en el
Teatro Guimerá. El último piso de esa parte del Casino fué terminado en Abrí de 1931, pocos días después de que en Madrid s e
hubiera proclamado la República.
Acabada virtualmente esa primera íase de la obra, en Agosto
d e 1932 comenzó el derribo del antiguo local del Casino. Estos
trabajos e prolongaron más de lo previsto, pero tuvieron una feliz culminación. Como consecuencia del plan destinado a urbanizar la Plaza de la Constitución, se impuso el establecimiento de
otra rasante, viéndose la Sociedad en el caso de edificar de acuerdo con la nueva alineación. Hubo que modificar los planos y efectuar unas inversiones superiores a las previstas, pero se ganó en
monumentalidad y en superficie, al avanzar el frontis hasta a
misma línea que ocupaba el palacio del Gobierno Civil, He aquí
como el Castillo de San Cristóbal influyó con su desaparición en
beneficio del Casino de Tenerife.
Por fin, a primeros de Febrero de 1935 tuvo lugar la entrega
provisional del edificio por parte del contratista. Las primitivas
varias casas que componían la manzana habían dejado su espacio
a un gran inmueble que comprendía en lineas generales una planta de tiendas, tres destinadas a los fines específicos de la Sociedad y una superior de habitaciones para los socios.
Mientras avanzaban las obras, la Junta Directiva no dejó de
la mano la decoración y el amueblado distinguido que la nueva
sede requería. Ya unos años antes de que hubieran concluido las
tareas de los albañiles, fueron contratados varios trabajos decorativos, entre ellos obras de los prestigiosos pintores canarios Don
Néstor Martín Fernández de la Torre y Don José Aguiar, así como
dos estatuas al escultor Don Francisco Borges. El Casino cumplía
de este modo con lino de sus objetivos, cual era el de fomentar el
arte canario, mas al propio tiempo se enriquecía con adquisiciones verdaderamente valiosas y lograba para sus dependencias un
decorado realmente bello. Pero de estas y otras muestras del arte
insular, que llenan de legítimo orgullo a la Sociedad que las posee,
habremos de ocuparnos con más detenimiento en otro capítulo.
El nuevo Casino de Tenerife se inauguraba con un animadísimo baile el día 4 de Mayo de 1935. No se reparó en gastos, la
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El Presidente del Casino rodeado de las señoritas hijas de socios que fueron presentadas en Sociedad
durante una de las fiestas anuales que con tal motivo se vienen celebrando. (Foto A. Benítez)
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Panorámica de la espaciosa terraza del Casino, que durante la mayor parte del año sirve para
distracción de los socios. (Foto A. Benítez)
alegría fué general y las exquisitas viandas y el champagne s e
ofrecieron en abundancia. Fué una de las más vistosas y concurridas fiestas que por aquellos años precedentes a nuestra Guerra
Ovil conoció Santa Cruz.
Como ya hemos venido señalando, la historia del Casino ha
sido un constante tejer y destejer semejante a la famosa tela de
Penélope. Siempre con signo ascendente y positivo, ha ido evolucionando a costa de traslados, mudanzas v obras que han representado cuantiosos gastos y sacrificios. En la empresa trascendente que acababa de realizarse no podía ser de otro modo; para
ampliar sus posibilidades tenía que hipotecar tiras de su propio
pellejo, que por fortuna en esta ocasión también salvó. Los compromisos económicos contraídos fueron más grandes que a los
que jamás había hecho frente antes, y como resultado se impuso
una nueva ordenación: a las alteraciones que el Reglamento había
sufrido en 1921 y en 1926 se agregaron las modificaciones fundamentales que aparecieron en la edición del mismo hecha en 1935.
Aunque por poco tiempo, al nuevo Casino le soplaron vientos
de inefable prosperidad, y un símbolo de ésta es que «Miss Casino», la gentil señorita Alicia Navarro, sería distinguida con el
preciado título de «Miss Tenerife», para alcan:iar a continuación
el cetro de «Miss España» y «Miss Europa».
La meritoria gestión de la esforzada Junta Directiva que presidió los destinos de la Sociedad durante aquellos años decisivos,
recibió por parte de sus componentes su bien merecido galardón,
más preciado si se quiere por la tacañez con que siempre se otorgó: todos los que habían formado parte de la misma fueron nombrados Socios de Mérito. Podían recibir complacido un espaldarazo tan bien ganado, antes de marchar satisfechos para dar paso
a nuevos nombres, a una savia más joven que sabría igualmente
mantener izado su mismo estandarte.
Así concluía una etapa del Casino de Tenerife para dar vida
a otra más brillante, pero que las circunstancias todavía retrasarían por espacio de algunos dramáticos años.
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CAPITULO V
EL CASINO SUPERA UN GRAN ECLIPSE
lÜiL magnífico y titievo Casino de Tenerife; una vez inaugurado, sé dispuso a proseguir su vieja tradición, tecibiendo
además y como siemiíté éri ¡sus salones a los més ilustres visitantes de la Isla. Durante los primeros irnésés del año 1936 sé honró
con la presencia idéí knclánb filosofó y misionero francés fe! famoso Cardenal Jean Verdier, así corrió la del no menos famoso autor
de «Pygmalióñ», el rhdrdaz Irlandés Géorge Bei-nard Shaw.
Sin embargo, bieri pronto quedarían truncados tan prometedores principios. «La República, que había sido instaurada dé forma incruenta algunos años antes, fué peulatinamentie- degenerando
en sectarismos, hasta ei punto dé que en la conciencih de todos los
españoles llegase á arraigar la convicción de ¡que la guerra civil
que se habla evitado al caer la Móriarquía, sería un hecho muy
pronto. Lamentablemente así ocurrió, ¡sirviendo nuestra Patria
para enisayar armas y procedimientbs que més tardé se utilizarían
a gran escala en la Segunda Guerra Mundial, que ya estaba fraguándose también.
En Julio de 1936 la tensión política y social llega en España
hasta el paroxisnio, y el choque entre las ideas rtias extremas se
produce con uñ encono insospechado: la guerra estalla.
FráiñCG salé de Santa Cruz en el correíllo «Viera y Clávijo»
con rumbo a Las Palmas, pero no regresé. En avión mdrchá b
Marruecos y de allí á la Península, para ponerse al frente dé las
tropas nacionalistas. Sobreviene la marcha ¡sobre Madrid, y la liberación del Alcázar de Toledo, la gesta de Oviedo, las tomas de
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Bilbao y otros puertos norteños, las batallas de Brúñete, Teruel,
el Ebro y tantas otras de aquellos tres años de pesadilla.
Canarias tampoco permanece indiferente durante el trance dcoroso. A los primeros voluntarios siguen otras expediciones de
hombres que arrostran la peligrosa travesía para incorporarse a
os frentes de combate y para reponer bajes. Las entradas de buques
al Archipiélago escasean, pero además la economía isleña se resiente por la falta de brazos en el campo. Cerca de 60.000 canarios
sufren los horrores de la guerra y las inclemencias de aquellos
crudos inviernos. Son centenares los que alcanzan las estrellas de
Alférez Provisional y muy honrosas distinciones, pero también
muchísimos los que riegan con su sangre generosa los campos de
batalla: un millar de sus mejores hijos no regresa a sus hogares.
Como hemos dicho, la guerra significó para el Casino de Tenerife una natural paralización de sus actividades, y ésto por múltiples razones. Primero por el estado emocional que lógicamente la
contienda producía en las gentes en general y en particular en muchísimas familias que tenían alguno de sus componentes lejos y en
peligro; y en segundo lugar porque la Sociedad no podía contemplar con indiferencia la situación reinante. De ahí que prestase su
concurso al esfuerzo v a la angustia pública de la mejor manera
que le fué posible: facilitando habitaciones destinadas a sanatorio
de soldados y cediendo parte de sus locales para servicios militares. Contribuyó además de otras formas a la lucha y —lo que es
más importante— hubo de lamentar al final de la contienda la falta
de treinta de sus socios, que habían ofrecido con la esperanza de
una España mejor, el holocausto de sus vidas. En recuerdo de
ellos contribuyó el Casino a la erección del Monumento a los Caídos, que hoy se alza sobrio y majestuoso en la Plaza de Espeña,
frente a su esquina principal, como una muda y elocuente presencia de los que no han de volver.
Concluida nuestra guerra, parecía que nos sería permitido restañar nuestras heridas en paz, pero el destino no lo quiso así. El
ensayo general que se había efectuado durante nuestra guerra, estaba destinado a reproducirse a escala mundial: la recuperación
de España habría de hacerse desesperadamente lenta y por añadidura peligrosa. Tampoco esta vez se librarían las Islas Canarias de
esa lentitud ni de ese peligro.
66 —
Efectivamente, pocos meses después de terminada nuestra guerra comenzaba la Segunda Mundial, impidiendo a nuestro pais la
desmovilización y el necesario relajamiento de la enorme tt='nsión
a que habia estado sometido. Muy por el contrario, se hizo preciso
mantener levantada la guardia para salvar una paz tan durom-^nte
conseguida.
La Segunda Guerra Mundial fué, con las naturales variantes,
una reproducción de la Primera, y también en aquella ocasión Alemania puso en la mar el mayor esfuerzo de sus submarinos, aviones y aún de buques de superficie para lograr el colapso de los
transportes navales aliados, que tampoco entonces consiguió. Sin
embargo, las comunicaciones marítimas de los países no combatientes se hicieron muy difíciles y Canarias se encontró en circunstancias parecidas a las que soportó de 1914 a 1918. Incluso podríamos decir en justicia que peores, porque España, recién salida de
su propia guerra, tenía su flota mercante muy mermada y por añadidura era mirada por los Aliados con recelo. Hasta se habló de la
ocupación por los Anglo-Sajones de las Azores, Cabo Verde y Canarias para que no fueran utilizadas por las Potencias del Eje, y aunque tal versión nunca ha podido ser confirmada, hacia 1942 parecía
inminente un desembarco. Acaso la posible represalia contra Gibraltar disuadiese'a los Aliados, ya que medios materiales y experiencia no les faltaban
Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que mientras las grandes
ciudades europeas sufrían los horrores de los bombardeos aéreos
masivos y se comb itía en tres continentes con encarr.izamiento, la
agricultura de Canarias sufrió gravísimos pcjuicics y su economía
estuvo al borde de la ruina. Escasearon muchísimos artículos de
primera necesidad, el comert io con el exterior estuvo paraliíado y
se hizo imposible reponer equipos de toda c'ase o renovar el viejo
material rodante.
Huelga decir que en tales circunstancias la vida del Casino
desde el punto de vista social discurrió con pena y sin gloria. Claro
está que esto no significa demérito para las Juntas Directivas que
lo rigieron, puesto que, por el contrario, se requirió gran tino pata
sortear el cúmulo de problemas con que se enfrentaron.
A la larga presidencia de Don Faustino Martín Albertos siguió
pof los años de nuestra guerra la de Don Luis Moreno Alcántara, y
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ya terminada la contienda, la de Don Carlos Hardisson Pizarroso
y la de Don Fernando Marín Delgado, que daría paso al largo
mandato de Don Lorenzo Machado y Méndez Fernández de Lugo.
Son pocos los acontecimientos memorables para el Casino
durante aquellos calamitosos tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Acaso merezca citarse, por su importancia para la Sociedad,
la fiesta especial que se celebró el 18 de Septiembre de 1941, en
ocasión de ser colocado por su propio autor, Don José Agular, el
lienzo de 11 por 3 metros que le fuera encargado para decorar el
nuevo Casino y que con motivo de haber sido expuesto en París y
Madrid, se perdió durante nuestra guerra y no fué hallado hasta
aquellas fechas. Posiblemente también resulte curioso mencionar
la recepción que en Noviembre de 1945 se ofreció al Campeón
Mundial de Ajedrez, Sr. Alekhine, quien sostuvo en los salones de
la Sociedad una simultánea de treinta tableros.
Como prueba de la preocupación que se sentía por las proyecciones futuras del Casino, diremos que el 26 de Mayo de 1943 se
concertó un intercambio social con el Gabinete Literario de Las
Palmas y el 21 de Diciembre de 1945 la misma correspondencia
con el Círculo del Liceo de Barcelona.
Al fin, con la prueba real de las terroríficas bombas atómicas,
había terminado la Segunda Guerra Mundial, pero aun tendría que
transcurrir algün tiempo hasta que la normalidad y la recuperación
llegasen a las naciones, aunque fuese dentro de una paz en precario; una paz marcada por la angustia producida por una guerra fría
permanente que en cualquier momento pudiera calentarse a base
de las alucinantes bombas de hidrógeno.
Fué entonces cuando comenzaron a desaparecer las anacrónicas "guaguas" y a agilizarse los transportes urbanos y por carretera, a animarse el puerto con la llegada de numerosos buques, a
recibirse fertilizantes para el agotado campo y, en suma, a prepararse la Isla para un gran salto hacia el progreso, que sería vertiginoso.
Para el Casino fué también el tan esperado momento de su
expansión, volviendo a celebrarse las fiestas tradicionales con su
acostumbrada concurrencia y dentro de su animado y elegante
marco.
Durante aquellos años de la post-guerra gobernó los destinos
66
-
del Casino de Tenerife la Junta Directiva presidida por Don Lorenzo Machado y Méndez, y habría de volver poro tra larga y fecunda etapa después de las presidencias de Don Carlos La Roche Lecuona y Don Fernando Beautell Meléndez. Con et general Machado cumpliría el Casino de Tenerife un siglo de vida, de una existencia cuajada de dinamismo q u e habia ocupado la atención d e
tres éeneraciones de linerfeños. Sin incurrir en hipérbole, era ya
una Sociedad secular.
Como algo simbólico que quisiera significar para el Casino eí
fin de un ciclo y ef comienzo de otro nuevo, unos meses después
de ese centenario fallecía Don Faustino Martín Albertos, cuyo r e cuerdo quiso perpetuar la Sociedad con el encargo de un busto. Y
como sí una vez más n o s quisiera señalar el dedo del Destino que
el más antiguo Centro Social del Archipiélago seguía unido entrañablemente a la Historia de Cariarlas, la muerte del antiguo presidente casi coincidía en el tiempo con la de Don Francisco García
Escámez, Capitán General de las Islas, que también dejaba tras d e
SÍ una valiosa obra hecha en ellas.
N o ha de extrañar que siendo el más antiguo del Archipiélago
fuese denominado por las gentes "Casino Principal", aunque tal
denominación nunca fuese la suya oficialmente. En cambio sí parece lógico que su prini.itivo nombre de "Cesino de Santa Cruz d e
Tenerife" fuese reemplazado paulatinamente por el de "Cesino de
Tenerife", porque, en efecto, cuando se fundó, acudir a él, por
ejemplo desde La Laguna, significaba un molesto viaje, en tanto
que un siglo después era un pequeño paseo, y no mucho más largo
era hacerlo desde La Orotava o el Puerto de la Cruz: los medios
de transporte habían conseguido el milagro.
Por eso, al aumento racional de socios santacruceros que ingresaban en el Casino atraídos por sus servicios y magníficas
condiciones, había que añadir los de otros muchos lugares de la
Isla, para los cuales frecuentar sus salones ya no era un problema difícil. Téngase en cuenta además que la Isla entera había experimentado un crecimiento considerable y que el incremento del
turismo le ha proporcionado en los últimos años una gran riqueza
y una masa de población flotante numerosa.
Exponente del enorme auge turístico de la Isla es el Puerto
de la Cruz, que ha pasado de ser un puebleclto más o menos pin- 69
toresco a un complejo compuesto por numerosos y modernísimos hoteles, cada día más frecuentados por el turismo de invierno
europeo. También la transformación que esté sufriendo Bafamar y
la apertura a! turismo que esté experimentando el Sur de la Isla,
con sus ma^tf icas playas, aunque todavía deficientemente comunicadas por carretera. Las estadísticas pueden perecer engañosas,
pero es evidente que la capacidad hotelera ha crecido a un ritmo
fabuloso y que el turismo de crucero y de estancia ofrece cada día
cifras más alentadores.
Si bien nos quejamos con frecuencia de que a! maravilloso
clima de Canarias se le ayuda poco pare fomentar el turismo, es
innegable que es mucho lo que ya se ha hecho. Las importaciones y fas exportaciones son cada dfa mayores, los planes para
el meforaraiento de las carreteras son muy importantes y la iniciativa privada ha hecho una gran labor en diversas direcciones.
Factor fundamental para el turismo es el puerto de Santa Cruz
de Tenerife y el aeropuerto. El primero ha ido ampliando su capacidad constantemente con la prolongación de sus muelles, que
para 1953 llegaron a cerca de los tres mil metros, en tanto que el
segundo ha pasado de las modestas 17 hectáreas que tenía en 1929 a
una pista de 2.^)0 metros por ^X) de ancho en 1956. Las obras de
reacondicionamisnto y modernización le permitirán en un cercano
futuro poseer ias condiciones precisas para atender el cada vez
más frecuente tráfico de modernos aviones.
Como siempre desde el tiempo de los guanches, las obras
hechas de las manos del hombre, con ser tan importantes, están
presididas por el Padre Teide, que también en esta hora del turismo sigue gobernándolo todo y haciendo que cuantos llegan a la
Isla se postren a su pie para rendirle el merecido tributo de admiración respetuosa. A esa general veneración nivariana tampoco es
afeno el Casino de Tenerife, como lo prueba el hecho de que mucho tiempo ante ya intuyera la necesidad de hacer algo para resaltarla. Cuando el turismo no era más que una caricatura de lo que hoy
es, allá por el año 1933, la Sociedad planeó la construcción de un
refugio en las Cañadas que sirviese de descanso para sus componentes, idea que más tarde mereció la atención por parte del Cabildo en un sentido más amplio y general. Otras iniciativas ha
tenido el Casino en pro del Turismo, atendiendo además siempre
70-
con cariño todo lo que pudiera significar un incremento beneficioso del mismo.
No cabe duda de que las Directivas que se han sucedido en
la dirección del Casino a través de generaciones han sabido actuar
como los buenos padres de una gran familia, pero también interpretar el sentir de los asociados como miembros de la Ciudad, de
la Isla y de la Nación: cuanto queda consignado hasta ahora así lo
prueba ciertamente, y lo que seguiré tampoco ha de desmentirlo.
No queremos dejar de consignar aquí una novedad que fué
establecida por acuerdo de la Junta Directiva que presidió el 12 de
Noviembre de 1952 don Cándido Luis García Sanjuan, tan original
y tan bien acogida, que tuvo muy pronto seguidores en otros Centros sociales de España. Nos referimos a la fiesta que por primera
vez se celebró el día 25 de Diciembre de aquel mismo año para
presentar en sociedad a las jóvenes hijas de los señores socios
que lo deseasen. Ese día las señoritas inscritas fueron verdaderas
invitadas de honor del Casino, y ya en años sucesivos no ha dejado de celebrarse con enorme concurrencia tan simpático acto
social.
En líneas generales la fiesta se desarrolla así: las señoritas
acuden al Casino vistiendo preciosos trajes blancos y acompañadas de sus padres. Son recibidas a la puerta de la Sociedad por la
Directiva, y en el hall su Presidente entrega a cada una de ellas
un bello ramo de flores y un libreto para anotar los bailes que
más adelante concederán. Una vez a la entrada del salón de baile,
son llamadas sucesivamente y de nuevo el Presidente del Casino
les ofrece un obsequio como recuerdo de tan importante fecha
Del brazo de sus padres desfilan entre aplausos y van a sentarse
a la mesa junto al acompañante joven que previamente han designado. Concluida la cena, el Presidente abre el baile, danzando cada una de las señoritas el primer vals con su padre. Ya a partir de
ese momento prosigue la fiesta sin mayor ceremonial. Su mayor
mérito estriba en la originalidad y el buen gusto que preside el
desarrollo del acto
Estamos ya en los últimos años de nuestra biografía del Casino; en la última década, que inaugura la Junta Directiva presidida
por Don Gumersindo Robayna Galván, tan fecunda en innovaciones y reformas internas como fueron algunas de las que la prece-
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dieron. Durante los tres primeros años de su mandato se planearon obras de gran importancia para el Casino, y se hizo algo fuera
de lo común para colaborar con los intereses insulares: se acogió
por espacio de casi un mes a los componentes del Congreso Internacional de Aviación Civil, celebrado en 1954.
Al decir que esa etapa fué trascendente para la vida y el porvenir del Casino, no hacemos otra cose que ceñirnos a la objetividad que desde el principio quisimos darle a este trabajo. Fueron
pocos los Presidentes que prefirieron la inercia a la acción, pero
como es lógico, los que se decidieron por no decidir nada tienen en
la pequeña o la gran Historia un puesto muy secundario, tan secundario y anónino como la cómoda actitud que adoptaron. Por
fortuna fueron abrumadora mayoría los que quisieron y acertaron
a imprimir a la Sociedad el rumbo que en cada momento requería,
bien fuese éste modesto o brillante, y esos señores sí que son
acreedores a la gratitud del resto de los socios. La medida de esa
gratitud ya es cuestión que no queremos ni debemos abordar, porque como humanos somos fácilmente impresionables. Vemos los
resultados y por ellos nos guiamos, sin acertar fácilmente a calibrar
el valor de determinadas decisiones en circunstancias también determinadas. Nuestra gratitud hacia el que tuvo el valor de llegar a
la hipoteca para construir un edificio; también nuestra gratitud para el que ordenó decorar un salón o adquirir una obra de arte en
momentos menos favorables; la misma gratitud para el que compró un sillón o admitió a un nuevo empleado cuando las posibilidades materiales eran casi cero; idéntica gratitud hacia el que suscribió un contrato de arrendamiento sin tener la seguridad de poder pagarlo al mes siguiente. En un siglo fueron muchos directivos
los que se hicieron acreedores al agradecimiento de la Sociedad
por sus iniciativas, y no pocos los dignos de admiración por sus
aciertos. Durante ese siglo el Casino había subsistido gracias a las
renovaciones y mejoras que se habían hecho, pero el tiempo al pasar siempre exige algo nuevo. Si alguien creyó que con la construcción del nuevo edificio ya estaba todo conseguido, se equivocó. A
los veinte años de h obra comenzaron a entreverse nuevas necesidades; todavía no podía llamarse viejo al inmueble, pero una
vez más en la historia del Casino, se tornaba insuficiente.
Se imponían reformas que tuvieron que ser estudiadas, pla72 -
neadas y puestas en ejecución durante la etapa presidencial del
Sr. Robayna. Entre ellas destacan las aprobadas en 1955 para que
ia azotea fuese transformada en terraza utilizable por los socios,
así como otras obras que convirtieron el salón de baile y los colaterales en uno amplísimo que sirviese mejor a las necesidades del
momento. El decorado de la terraza corrió a cargo del Sr. Manrique y los trabajos del salón fueron dirigidos por el arquitecto Sr.
Cabrera
Muchas otras cosas quisiéramos citar de estas y posteriores
fechas, pero el temor de cometer un desenfoque en nuestros analíticos prismáticos nos impone el comedimiento. De este modo
tratamos de evitar que, por la excesiva proximidad al obietivo, el
presente nos resulte desproporcionado en nuestra pequeña historia
en relación al pasado remoto.
Diremos sintetizando que por haber sido designado para desempeñar la Alcaldía de Santa Cruz de Tenerife, abandonó el Dr.
Robayna su puesto directivo en el Casino con el expreso sentimiento de la Sociedad. Fue Presidente para el año 1957 Don
J u a n Martín Rodríguez y a este siguió entre los año 1958 y 1960 la
Junta encabezada por Don Fernando Lecuona y García Fuelles.
Al año siguiente, y ya abandonada la Alcaldía, volvió a presidir la
Junta Directiva del Casino Don Gumersindo Robayna Galván,
puesto que aún desempeña. Añadamos como dato curioso y que
una vez más prueba la íntima conexión entre el Casino y la Ciudad,
que fué reemplazado en el alto cargo municipal por Don Joaquín
Amigó de Lara, que en la Directiva saliente fué primer VicePresidente de la Sociedad.
Por supuesto que tal noticia no puede sorprender demasiado.
Si se tiene en cuenta que el Casino agrupa a las más relevantes
personalidades de la Isla y que para tan altos cargos se designa a
ciudadanos prestigiosos, nada de extraño hay en que entre los
socios se encuentren con harta frecuencia nombres que han figurado a la cabeza de la Corporación Municipal y desempeñado otros
destacados puestos públicos. Como confirmación de lo que apuntamos diremos que de los 110 Alcaldes que desde 1803 ha tenido la Ciudad, una veintena de ellos fueron también presidentes
o více-presidentes del Casino, lo que representa mes de un 187o-
73
Esa proporción aun resulta más elevada si se considera que algunos de ellos fueron Alcaldes varías veces y que el Casino no existe sino desde 1850. El percentaje sería abrvfmador si incluyésemos
a otros directivos y asociados que también gobernaron la Ciudad.
74 —
CAPITULO
VI
EL CASINO, HOY Y MAÑANA
O í nos aproximamos a Tenerife a bordo de un navio por el
suroeste, como si rindiésemos viaje procedentes de algún
puerto de América del Sur, aparecería primero en la lejanía un
promontorio de tierra a modo de pirámide, cuyo vértice más alto
sería él pico del Teide. Ganada alguna distancia, perderíamos la
bella perspectiva en altura para ir precisando las costas arenosas del Médano y distinguir poco después el faro de la Punta de
Abona. Más adelante contemplaríamos los poblados de Los Roques, Güímar y Qandelaria, y al fondo, la Punta de Antequera. Antes de ella ya podríamos precisar la presencia de una gran ciudad,
y si fuera al atardecer, los mecheros de la magnifica Refinería que,
como descomunales antorchas, nos anunciarían que estábamos
frente a Santa Cruz de Tenerife.
Rebasada ya la Refinería de Petróleos aparecería ante nuestra vista una recta y gran carretera que se perdería montaña
arriba, y más allá la moderna Capital con bellos edificios de mediana alzada, destacando entre ellos algún que otro tímido y modesto rascacielos. Tendríamos que navegar todavía un buen trecho
para rebasar por fuera la larga línea que forma el Muelle Sur, para
enfilar por fin. invirtiendo nuestro rumbo, la bocana del puerto.
A la derecha tendríamos la carretera de San Andrés y delante de
ella el Balneario y las instalaciones del Club Náutico. Luego de
pasar frente al corto Muelle Norte, entreveríamos el comienzo de
la señorial avenida del General Franco, que abraza la mayor parte de la Ciudad y discurre frente al Hotel Mencey, el bellísimo
— 77
Parque Municipal y el coso taurino. Un poco más adelante se
presentaría a nuestra contemplación la ancha avenida de Anaga,
de la que destaca el Muelle de Ribera, y frente a la proa de nuestro barco, la Plaza de España, que es como un imán por el que
pasan todos los que desembarcan para adentrarse en la Ciudad y
en la Isla.
La Plaza de España ya es familiar para nosotros. Nos evoca
el desaparecido Castillo de San Cristóbal, en su centro se alza el
gran Monumento a los Caídos y frente a ella está el Casino de
Tenerife. Es la antesala de la Capital, enmarcada por la fachada
del Palacio del Cabildo Insular y el edificio de Correos y Telégrafos.
A continuación de la Plaza de España y en dirección a la urbe se encuentra la también para nosotros entrañable Plaza de la
Candelaria, que es una continuación de la primera. Su importancia fué un día enorme y aún sigue teniéndola, aunque haya desaparecido la Cruz de Piedra, la Capitanía General, el Gobierno
Civil, los bancos públicos y hasta la música con que antaño se solazaban los alegres y pacíficos transeúntes durante algunas noches de la semana.
La Plaza de la Candelaria en realidad semeja, más que una
pla7a, el comienzo de una avenida que muere, apenas iniciada, en
la calle del Castillo, que sube recta hacia el corazón de la Ciudad.
Hoy tiene la Plaza grandes edificios. Como el del Círculo Mercantil, el magnífico que ahora ocupa el Banco Español de Crédito o el
propio Casino, cuya noble fachada realza el conjunto. La nota de
progreso y actividad la dan los automóviles que se alinean alrededor del andén central, donde todavía esté el Triunfo de mármol
rematado por la imagen de la Virgen de Candelaria.
Sí volvemos la mirada hacia el Casino, nos impresiona la sobria escalinata enmarcada en mármol negro de su acceso principal, la noble piedra picada que cubre gran parte de la fachada y las
airosas columnas de la parte alta. Muy bella es también la fachada
que da a la Calle de la Marina y Plaza de España. Lo mismo que
otras dependencias superiores situadas hacia cl ala de la Calle de
San J o s é , la mayor parte del perímetro del edificio en su linea baja esté ocupada por tiendas que por razones económicas de otros
tiempos fué preciso alquilar, pero que por fortuna no afean el con78
-
iunto porque en su mayoría son modernos comercies instalados
con buen gusto y elegancia cosmopolita.
No todo el mundo tiene entrada al Casino, pero no resistimos
al impulso de hacer una somera descripción de su interior en
este trabajo.
Si remontamos la escalinata de mármol de su entrada principal nos encontramos en frente con una gran cristalera que da acceso al hall. A la derecha y al fondo está el salón de tertulia y a la
izquierda, el bar-parrilla, perfectamente instalado y en el que se
celebran varios dias a la semana bailes amenizados por la orquesta de la Sociedad.
En el amplio hall abunda el mármol como elemento decorativo de zócalos y columnas, tiene una buena iluminación eléctrica y
el mobiliario está compuesto por varios tresillos. Allí está la centralita que sirve a todos los teléfonos del Casino y de esa planta
parten dos modernos ascensores hacia las restantes del edificio.
También del hall arranca una despejada y señorial escalera doble,
frente a la cual está montado el gran oleo de Aguiar al que nos
referíamos en el capítulo anterior y que es una composición alegórica de la agricultura y la pesca.
Al fondo del hall y por la parte opuesta a la puerta principal
hay una pequeña escalera que conduce al salón de los billares,
completamente dotado, y hacia otra gran sala que se utiliza ocasionalmente. Otra puerta lateral nos lleva a la salida secundaria
de la Calle de San J o s é , de donde parte el ascensor de servicio.
El entresuelo no ocupa toda la superficie del hall con el fin
de que el techo de éste último goce de mayor altura y ventilación.
Forma, por lo tanto, como un amplio pasillo que brinda entrada a
todas las dependencias de esa planta. Está decorado con una estatua en bronce reproducción del «Mercurio» de J e a n de Bologne,
del Museo del Louvre. Hay también un cuadro grande de Ángel
Romero Mateo, premiado en la Exposición de Bellas Artes de
Madrid del año 1901 y que se llama «Hogar Canario» o «Las tres
Generaciones»; una marina de López Ruiz y cinco acuarelas del
maestro Bonnin, representando paisajes de la Isla.
En esa planta se encuentra la biblioteca del Casino, que merece especial mención por su importancia. Ocupa un amplio salón
que, sin embargo, ya es insuficiente para albergar tanto volumen.
-
79
De. los 315 que poseía la Sociedad en 1860, pasó a 3.182 en 1923,
llegando hoy a la cifra de cerca de los 6.000, algunos de ellos muy
valiosos. Son muchos los socios que acuden a la biblioteca para
efectuar consultas en los libros o para repasar los periódicos y
revistas nacionales y extranjeras a las que en gran número está
suscrita la Sociedad.
En el entresuelo también hay una gran sala especialmente
dedicada a los juegos de bridge y las oficinas generales con sus
archivos.
Si subimos al salón por la espaciosa escalera, antes de desembocar en su enorme superficie, nos tropezaremos con una magnífica visión del Teide, debida al pincel de Martín González, su
devoto intérprete.
Originalmente ese salón estaba dividido en otros varios: a la
derecha, con vistas a la Plaza de la Candelaria, estaba el Gris o de
Honor; enfrente, hacia la Plaza de España, el Salón Restaurante;
y a la izquierda, mirando a la Calle de San J o s é , el Verde, que
nunca llegó a utilizarse para el juego de ruleta como estaba concebido. En el centro quedaba un gran cuadro destinado a pista de
baile.
Ya hemos indicado que hace pocos años, eliminando tabiques,
puerta y cortinas, toda esa superficie ha quedado perfectamente
comunicada y capaz de albergar a muchos cientos de personas.
Aunque todavía se acusan los diferentes estilos, la variedad no
le quita armonía al conjunto. Hay una plataforma para orquesta
con los necesarios difusores de sonido y un magnífico mostrador
capa^: de servir a una numerosa clientela.
La decoración más monumental del salón se debe a Néstor
Martín Fernández de la Torre. Es una obra muy decorativa que
ocupa una superficie de 90 metros cuadrados y que está dividida
en dos grandes paneles. Ocupan dos frontis del salón central, cada uno de los cuales representa una faceta de la vida insular. Uno
de ellos alude al sur de la Isla, cuya mayor riqueza es la pesca;
es una barca cuya proa parece querer salirse del cuadro, llevada
a hombros por pescadores, mientras otros portan nasas y unas
mujeres sostienen aestas con pescado. El otro es el norte agrícola,
y en él aparecen unas bellas isleñas cabalgando majestuosos camellos; se ve la platanera, los tomates y el milenario drago.
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(Foto A. Benítez)
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Vista parcial del gran salón de recepciones, con sus bellos decorados.
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Detalle de uno de los frontis, debidos a don Néstor Martín Fernández de la Torre, que enriquecen
el salón de recepciones. (Foto A. Benítez)
En esa misma planta hay las reproducciones del llamado «Poema del Mar», dei mismo autor. También dos alegóricos desnudos
femeninos de tamaño natural debidos al escultor Francisco Borges, así como otros bellos elementos decorativos, entre los que
destacan sobre sus pedestales varios grandes jarrones.
Cuando la importancia de la fiesta hace prever gran afluencia
de asociados, es en ese enorme salón donde se instalan las mesas
para las cenas señoriales, en las que las damas hacen alarde de
sus ricos trajes de noche cuya vistosidad y elegancia contrasta
con los sobrios smokings O bien donde se desborda el colorido
de los disfraces carnavalescos y se da rienda suelta a la sana alegría de las serpentinas y los confetis que caen en las copes del
burbujeante champagne. También donde tienen lugar los solemnes banquetes a cuyos postres los más calificados recrean con su
elocuencia o aburren al auditorio por su falta de inspiración.
Antes de subir al otro piso añadiremos que en un ángulo de
la gran planta se encuentra la Sala de Juntas, de donde parten las
directrices rectoras de la vida de la Sociedad. Alrededor de una
gran mesa reluciente se encuentran las doce sillas talladas que
utilizan los señores directivos durante sus frecuentes reuniones.
El decorado es austeramente señorial: dos panoplias con armas
antiguas, el busto de D. Faustino Martín Albertos, que años antes
había encargado el Casino, y un retrato titulado «Paje Luis XIII».
de Manuel González Méndez.
La planta de habitaciones no merece mención especial. Unas
docenas de ellas sirven para dormitorios de los socios que por
cualquier circunstancia se hallan solos. Se han hecho mejoras en
los tjltimos años y constantemerite se requiere hacer otras. Existen diversas dependencias y sf^rvicios y también una carpintería
que no cesa de atender trabajos y reparaciones del inmueble.
Tenemos, por último, la terraza, que hasta no hace mucho
tiempo tué azotea. Después de las reformas requeridas, dispone
de un amplio espacio parcialmente cubierto para sillas y mesas,
una pista de baile, entarimado para orquesta, dos bares y cocina.
Está resguardada de los vientos del mar por unas grandes cristaleras desde las que se ofrece una excelente panorámica del puerto, de la plaza de España y de la de Candelaria. Hay quienes hacen
ascender la concurrencia en el día de su inauguración a mil per-
- 81
sonas, lo que proporciona una idea de su gran capacidad. Se utiliza
preferentemente en el verano, desde la caída de la tarde hasta
bien entrada la noche
Dispone también el inventario artístico del Casino de un trabajo de Diego Crosa, una marina a la acuarela de Bonnin, dos
dibujos alegóricos de Francisco Borges y otros cuadros de menor
importancia.
Para el servicio de este gran Casino de Tenerife se cuenta con
cerca de cincuenta empleados, entre personal de oficina, conserjes,
ordenanzas, porteros, botones, mozos, mujeres para la limpieza,
camareras y operarios.
Los socios se rigen por un reglamento, cuya última modificación data del año 1961. Hay en la actualidad diez socios de mérito,
37 exentos de cuota por permanecer en la Sociedad por más de 45
años, 1.128 propietarios, 405 de número y cerca de otros 200
entre femeninos y transeúntes.
Existe correspondencia social, además de con el Gabinete Literario de Las Palmas y el Círculo de Liceo de Barcelona, ya citados anteriormente, con el Casino Gaditano y el Círculo de Recreo
de Valladolid. Desde hace muy poco tiempo, también con el Casino de Madrid.
Puede comprenderse, después de esta somera descripción,
que el Casino de Tenerife dispone de unos ingresos saneados que
le permiten desenvolverse con desahogo —siempre relativo—,
atender sus numerosos compromisos e ir paulatinamente amortizando los débitos que adquirió durante la construcción del actual
edificio y con motivo de otras obras de importancia efectuadas
posteriormente. Los presupuestos ordinario y extraordinario para
el año 1964 se elevan a la cantidad de 5.700.000 Ptas. en números
redondos, cifra en verdad importante.
Sin embargo, ya no es posible, como antaño, ofrecer a los socios en ninguna fiesta señalada abundantes buffets y champagne
sir» tasa por cuenta de la Sociedad, debido al alto costo actual de
esos productos, a los muchos compromisos económicos y a que
en la actualidad ya no se perciben por juegos los grandes ingresos
de entonces.
Hecha esa excepción, hoy como ayer se celebran fiestas reglamentarias y extraordinarias, se cursan invitaciones a los marl82
-
nos de guerra que visitan nuestro puerto y a ilustres personalidades, se ofrecen recepciones y se procura estar, como siempre,
presente en todo aquello que pueda ser de interés para el País.
Todavía esté en el recuerdo de todos la visita del anciano político y diplomático alemén Franz Von Papen, y las de los Ministros del Ejército y de la Vivienda, señores Barroso y Sénctiez
Arjona; la del Alcalde de Madrid, Conde de Mayalde, durante su
estancia en la Isla con motivo de la inauguración de la Exposición
Antológica de Historia Madrileña, celebrada en el Museo Municipal de esta Ciudad; o las posteriores del Príncipe Don Juan Carlos de Borbón y el Ministro de información y Turismo, Don Manuel Fraga Iribarne, por no citar sino las mes importantes.
En cuanto a las celebraciones que el Casino tiene en su calendario como normales, destacan por su importancia las que
tienen lugar durante las Fiestas de Invierno, en las que la Sociedad desborda animación; la del 2 de Mayo, en honor de la Reina
de la Primavera y su Corte; la de la apertura de la terraza para la
temporada de verano, siempre concurridísima; la del 25 de Diciembre, dedicada a la presentación en sociedad de las hijas de
los señores socios, y las de fin de año.
Ocasionalmente se han ofrecido maravillosos conciertos,
conferencias y actds culturales Es cierto que en los últimos tiempos no se han repetido las exposiciones de pintura que se vinieron
sucediendo desde que en 1926 inauguró esa modalidad el conocido
artista tinerfeño Don Alfredo de Torres Edwars, debido fundamentalmente a que hoy se hacen en el nuevo edificio del Círculo
de Bellas Artes; pero en cambio en 1961 se celebró en el Casino
el X Campeonato de España de Bridge. De un modo indirecto
participó dos años después del éxito del XXIV Congreso de la
Asociación Internacional de los Skal Clubs, que tanta trascendencia puede tener para nuestro turismo, y esto gracias a la feliz coincidencia de que su Presidente, Don Gumersindo Robayna Calvan, lo era también del Skal tinerfeño, organizador en la Isla de
ese importante acontecimiento. Con ese motivo concurrieron al
Casino las más destacadas figuras del turismo mundial.
En fin, en los últimos años se ha instaurado otra costumbre
tan social como las otras, pero en otro sentido, y es la comida de
confraternidad que cada año celebra le Directiva con sus empleados,
-
83
forma cordial de agradecer los buenos y leales servicios de la
mayoría de ellos y estimular a los menos en el cumplimiento del
deber.
Para colaborar con las Fiestas de Invierno, el Casino ha hecho
desfilar por las calles de la Capital en sucesivos años vistosas
carrozas que han obtenido importantes premios, y en ocasiones el
más codiciado. Siempre el impoíte de los mismos se ha destinado
a obras benéficas, hermanando así en lo posible el interés social
en sus diferentes facetas.
Como dijera en cierta ocasión un distinguido directivo de la
Sociedad, con la autoridad que le daba el haber sido también Alcalde de Santa Cruz de Tenerife, el Casino ha sido por largos años
la Casa Solariega de la Capital, siempre dispuesta a dejar en buen
lugar a la Ciudad en cuantas ocasiones le ha sido dable hacerlo,
recibiendo además con señorial nobleza a cuantos visitantes ilustres llegaban a sus puertas. Esto no es ninguna frase hecha: es
una realidad que hemos podido palpar durante nuestra proyección al pasado y nuestra revisión del presente.
En cuanto al futuro ¿Qué podríamos decir? Dentro de lo previsible, el Casino proseguirá su vida normal, con renovaciones,
compras, nuevas decisiones y nuevos planteamientos. Los tiempos exigen cada día algo nuevo, y en esta etapa que la televisión
ha inaugurado en la Isla, es seguro que las directivas que se sucedan sabrán también acertar con el buen camino.
84
APÉNDICE
RELACIÓN DE LOS PRIMEROS DIRECTORES QUE TUVO EL CASINO
Año de 1.850
1.851
1.852
1.853
1.854
1.855;
1.856
1.857
1.858
1 860
1.862
1.863
1.864
1.865
1.867
1.869
1.871
Don Lorenzo Tolosa y Marín
Segundo María Carros
Fernando üuezala
Francisco María de León Morales
J u a n Manuel de Foronda'
J o s é Librero
Vicente Clavijo
Patricio Madan
Rafael Montesoro
Rafael Bethencourt
Bernardo Forstall
Bernabé Rodríguez
Rafael Montesoro
Carlos Caffins
Rafael Bethencourt
Eladio Roca
Patricio Madan
RELACIÓN DE JUNTAS DIRECTIVAS QUE TUVO EL CASINO A
PARTIR DE ESA FECHA
Junta General,
27-XII-1.872.
Director
I//ce-Dírecfor
Tesorero
Contador
Uice-Contadof
Bibliotecario
Secretario
Don Fernando Viejo Bueno
Agustín Guimerá
Ramón Gil Roldan
José Samon Banüs
Filiberto Lallier
Miguel Maffiotte
Felipe Revina C.
Junta General,
29.Xn-l.873
Director
I/ice-Direofor
Tesorero
Contador
Vice-Contadof
Bibliotecario
Secretario
Gabriel Cuba.s
Francisco de León
Pedro Ravina
Nicolás Puentes
Rafael Mandillo
Menando Cámara
Ángel Crosa
Junta General,
23-XIH.874
Dírecfw
Uice-Director
Tesorero
Juan N . Arceo Russell
Ángel Crosa
Pedro Ravina
-87
Contador
Uice-Contador
Bibííotecario
Secretario
Don
»
»
»
Eduardo Bethencourt
Rafael Mandillo
Isidro Guimerá Ravina
Bernardo Buitrago
Junta General,
17-XII.1.875
Director
Uice-Direclor
Tesorero
Contador
Uice-Contador
Bibííotecario
Secretario
Abel Aguilar
Luis J . Dugái
C. Hamilton
Alfredo Chanlan
Francisco Palenzuela
Adolfo Hoser
Rafael Calzadilla y Catzadilla
Junta General,
16-XII-1.876
Director
Uice-Director
Tesorero
Contador
Uic9-Contador
Bibliotecario
Secretario
Abel Aguilar
Luis Duggi
Carlos H. Hamilton
Alfredo Chanlan
Francisco Palenzuela
Adolfo Hoser
Rafael Calzadilla y Calzadilla
Junta General,
13-Xn-1^77
Director
Uice-Director
Contador
Uice-Contador
Bibliotecario
Sscreíario
Santiago del Campo
Ignacio de Villalba
Tonnás de Lara
José Calzadilla y Quevedo
Lorenzo García del Castillo
Antonio Domínguez
Francisco Fdez. de Bethencourt
Director
Uice-Director
Tesorero
Contador
Uice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Santiago del Campo
Ignacio de Villalba
Tomás de Lara y Calzadilla
J o s é Calzadilla y Quevedo
Lorenzo G a r d a del Castillo
Antonio Domínguez Alfonso
Francisco Fdez. de Betfiencourt
Tesorero
Director
I/ice-Direcfor
Hugo H. Hamilton
Rafael del Campo y Tamayo
Agustín E. Guimerá
Tesorero
Junta General,
30-X1I-1.87&
Junta General,
28-XII.1.879
3e-XH.l,879
88 -
ContaiJor
Vice-Contadar
Bibliotecario
Seoreíario
Don
»
»
•
José Calzadilla y Ouevedo
Luis La-Roche
Bernardo Buitrago
Eduardo Bethencourt
J u n t a General,
24-Xn-1.880
Director
ffce-DireCtor
Tesorero
Contador
fice-Cortlador
BíbJiolecarfo
Secretario
Eduardo Etomlnguez
Rafael Calzadilla
Cartos Hamillon
J u a n M. Ballester
Fernando del Hoyo
Ernesto Rumeu
Pedro Schwarfz
J u n t a General
7-XII-l .381
Director
I/íce-Director
Tesorero
Contador
Vice-Coníador
Bibliotecario
Secretario
Santiago del C«nnpo
Ángel Crosa
Ramón Santos
FilibeTto Lallier
Ricardo Armas
Miguel Soto
Estdsan D . Hernéndez
J u n t a General,
19-XIJ-1.&8I
Director
fice-Director
Jesorero
Contador
Vice-Confador
Bibliotecario
Socretario
Eduardo Domínguez
Rafael Calzadilla
Carlos H . Hamilton
J u a n M. Ballester
Fernando del Hoyo
Ernesto Rameu
Pedro Scdiwarte
J u n t a General
íl-XÜ-í 882
Director
I/ice-Director
Tesorero
Contador
Vice-Confador
Bíbliotecaí io
Secretario
Rafael BelzB y Ivk>nagas
Adolfo Büchle
J o s é Calzadilla y Quevedo
J u n t a General,
19-Xn-1683
Direchsr
í/ice-Dírecfof
Tesorero
Contador
Vice-Contador
Bibliotecario
Secretario
LMÍS La-Roche
Francisco AguilaT y Aguilar
Ángel de Fuentes
Isidro Guimerá y Ravina
Lorenzo G a r d a del Castillo
J o s é Calzadilla y Quevedo
Pablo Martin
Marcos Peraza
Rafael Hardisson
Pedro Ravina
Btilisario Guimerá
89
Junta General,
12-Xn-l.884'
Director
Üice-Director
Tesorero
Confador
Vice-Contaidor
Bibliotecario
Secrefario
Junta Generat,^
12-XII-I.885
Director
U ice-Director
Tesorero
Contador
Vice-Contador
Bibliafecario
Secretario
Lorenzo Garcfer def Castillo
Rafael Calzadillai
José Calzadilia
Marcos Peraza
Santiago Cifra
Carfos Hamilton
Luis La-Roche
Junta General,
20-XIU.886
Director
Uice-Director
Tesorero
Contador
Üice-Contador
B/Wiofecerío»
Secrefario
hfdro Gtrimerá y P o n s
Luis J . D u ^ i
Adolfo Büchler
Juan M. Balleater
Pedro Ravina y Casfro
Miguel Maííiolfe
Luis.CaQdellot y Gutiérrez
Junta Generaí,
28-XlI-1^7
Director
I/ice-Direcfor
Tesorero
Contador
í/ice-Coníador
BibÜatecarío
Secretario
Junta Genefaí,
Z4-XJI-1-888
Díreciar
Uice-Director
Tesorero
Contador
Vice-Contador
Bibliotecario
Secretario
90
Don
»
»
>
»
»
»
' m
»
»
»
•
»
»
»
Lorenzo Garcfa defCasfíTI»
J o s é Calzadilla y Q u e v e d o
Pablo Martín
Marcos Peraza y Vega
Vilehaldo CarprarioPedro Ravína
Isidro-Guiroerá y Ravína
J o s é Caízadiria y Quevedo
Rafael Calzadilia
Carlos H. Hamilfcm
Luis C»ndelk>t y Gutiérrez.
Isidro Guimerá y Ravina
Ramón Gi( Rolden
Sebastiá» Ramos Serrano
Tadeo Canino
Agustín E. Guimerá
Gabriel Izquierdo
Marcos Peraza»
J o s é Hardisson
Gonzalo Armendáríz
Marcelino de Oraa
Junta Genferat,
Dfrecíor
Don Tadéo Canino'
28-Xn4.885
Uice-Direator
tesorero
Contador
Vice-Contadop
Bibliotecario
Secretacio<
Junta Gofferaír
28-XII-1.890
Díreetor
JJice-Direttor
Tesorero
Contador
Vice-Contadow
Bibliotecario
Secretario'
RafaerCafeadffla y Calzadilla
Agustin E. Guitnefá
Gabriel Izquierdo, y Azcárates
José CalzadiHa y Quevedo
Isidro Guimerá y Ravina
Restituto Tenes
Enrique Pérez^ Soto
Jonta Generar,
IS-XIU.SM
Díi-ccfor
I/ice-Direcfor
Tesorero
C&iúador
Vice-Conlador
JBibíiotecerioSecrefari»
Rafaer Calsradilk
Agustín E. Gcrimerá
Gabriel Izquierdo Azcórate
JeséCaíZadilla y Q u e v e d o
Isidro Guimerá y Ravin»
Restituto Tenes
Enrltiue Pérez Soto
Juftfa General,
18-XIH.892
Director
Uice-Diredor
Tesorero
Contad»
Í^ice-Confador
Bibliotecario'
STecrefario
Director
Tesorero"
Contador
í/ice-Confador
Secretario
Üíce-Director
Tesorero
Bibliotecario
Edua«ío Domínguez A ,
Francisco de Miera V.
Rafael Hardfsson
Carlos H , Hamilton
Arturo Ballester
Enriíjue Irabien L.
Francisco Maffiote
J o s é Calzadilla y Quevedo
Hugo H,HamiLfon
Miguel Ferrar
Rosendo Mauriz
Isidro Guimerá y Ravina
Junta General,
Junta General,
23-IV-1^93
»
»
»
»
»•
»
Agustín E. Guimerá
Gabriel Izquierdo Azcáratei
Marcos Peraza
J o s é Hawlisson
Gonzalo Armendériz
Patricio Estébanes
Patricio Gutérrez
Ezequiel Mandillo
J o s é Haidisson
- 91
J u n l a Gemerral,
25-Xn-l .893
Viretílar
Uice-Director
Tesorero
Contador
I/fce-ConfadcBr
BibUtítecario
S&cr-etario
Don
»
»
»
»
»
•»
Antonio Lecuona y Cálveras
Marcos Pereza y Vega
José R. Salas
Ullses Guimerá
D i e ^ Guiáou y Costa
Carlos Calzadilla
Bernardo Benttez de Lugo
•Junta General
23.XJI-1J94
Direcitor
I/ice-Director
Tesorero
Contador
Vice-Confader
<B&íioíecario
Secretario
*
•»
»
»
»
»
i>
Elicio Cambrelenl y Berriz
Alfredo Chan!an
J o s é R. Salas
Ulises Guimerá
Dieáo Guiáou
Garios Calzadilla
Bernardo Bejnitez de L,u¿o
J u n t a General,
29-XII.1.8Í5
Director
i'ice-DirecteT
Tesorero
Contador
Vice-Contadar
Bíbí/ofecarío
Secretar4o
Tomis Clav^o
Gonzalo Cáceres B.
Carlos Jaacks
Nicolás Dehesa
Emiiio Urqula
Martín Rodríguez Peraza
Aicardo de Armas del Marmol
J u n t a General
20-XlM 696
Director
Uíce-DirectoT
Tesorero
Contador
Vice-Gonía<Jor
Bifa/iotecario
Secretario
Director
Uice-Director
Tesorero
Contador
Vice-Contadof
Secretario
J o s é Sansón
J u a n Dodero
Eustaquio García
Pedro Mendizabal
Rafael deJ Campo
Francisco Valderrama
Francisco de Armas
Rafael Calzadilla
Raifael Hardisson
Francisco de Armas
Juan Cayuela
Rafael V. del Campo
MijueJ L/íaz
J u n t a General,
20-Xn-1.89ó
92
-
Don
»
»
•
»
»
»
Rafael Calzadilla
Rafael Hardiíson
Francisco Armas Clós
Rafael V. del Campo
Juan La Roche
Rosendo Mauriz
Miguel Díaz Llanos
Junfa General,
19X11-1.897
Dírecfor
Uíce-Director
Tesorero
Contador
yice-Contador
Bibliotecario
Secreíario
Junta General,
18.XII-1.898
Dírecfor
í/ice-Director
Tesorero
Contador ,
í/íce-Confador
Bibliotecario
Secreíario
Rafael Calzadilla
Rafael Hardisson
Francisco de Armas Clós
Rafael V. del Campo
Juan La-Roche Aguilar
Rosendo Mauriz
Miguel Diaz Llanos
Junta General,
15-X1I-1.899
Director
Vice-Dtrector
Tesorero
Contador
Vice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Rafael Calzadilla
Rafael Hardisson
Francisdo de Armas Clós
Rafael V. del Campo
Juan La-Roche
Rosendo Mauriz
Miguel Diaz LLanos
Junta General,
21-xn-1.900
Director
Uice-Director
Tesorero
Contador
Uice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Director
Uice-Director
Tesorero
Contador
Uice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Rafael Calzadilla
Rafael Hardisson
Francisco de Armas Clós
Rafael V. del Campo
Juan-La Roche
Rosendo Mauriz
Miguel Diaz Llanos
Lorenzo García del Castillo
Marcos Peraza
Pablo Florejachs
Francisco Cambreleng
Agustín Guimerá Fragoso
José L. Cullén
Emilio Calzadilla
Junta General,
30-XIM.900
Junta General,
15-XII-1.901
I/Jcc'Contador
» Antonio Vivanco Santillar»
- 93
Junta General,
30-XII-1.901
Director
Uice-Director
Tesorero
Contador
Uice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Don
'
»
»
»
»
»
Carlos Calzadilla y Calzadilla
Rafael Hardisson y Espou
Ángel de Villa
Teodoro Marco
Sixto Lecuona
Miguel A. Cullén
Juan Rumeu Garcfa
Junta General,
26X11-1.902
Director
L/fce-Dírecfor
Tesorero
Contador
I/ice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Junta General,
10-1-1.903
Por primera vez se elige
otro Vice-Director y tres vocales
Junta General,
26-XII-1.903
Director
í.° Uice-Dir.
2." Vice-Dir.
Tesorero
Contador
V ice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Vocales
Antonio Vivanco
Marcos Peraza
Rosendo Mauriz
Emilio Calzadilla
Juan La-Roche
Héctor Rumeu
J u a n P. Valderrama
Arturo P. Zamora
Ángel de Fuentes
Nicolás Martí Dehesa
Mariano Murga
Junta General,
30-XII-1.904
Director
í° Uice-Dir.
2.° Vice-Dir.
Tesorero
Contador
Více-Contador
B/ib/iofecarío
Secretario
Vocales
Lorenzo ü a r d a del Castillo
Blas Cabrera y Tophan
Eustasio González Velasco
Nicolás Dehesa y Díaz
Francisco de Armas y CIós
Rafael Calzadilla y Calzadi
Rafael Hardisson y Espou
Ángel de Villa y López
Teodoro Marco
Sixto Lecuona
Miguel A. Cullén
J u a n Rumeu y García
Gonzalo Cáceres Sánchez
Agustino, del Castillo V.
Juan Marín de Foronda
F Cambreleng
P. Jordán
S. Clavijo
94
-
Junta Geireral,
18-XIM.905
Director
l.oL'ice-Dir.-
2» .
.
Tesorero
€ontad&r
Uiee-Contador
Sibliotecdño
Secretario'
Vocal
Don Lorenzo García derCasfilfo'
»
»
,
»
y
»
»
»
»
»
1»
y
Junta General',
5-III-1.906
Director
I/ocal
»
Junta General,
25:X11-1.906
Director
t.° Vice-Dir.
2.» .
Tesorero
Contador
I/ice-Confacíbr
Bibíiofecario
Secretario
Vosal
w
y
9
»
»
»
>
»
»
y
V
»•
>
y
Junta General,
29-1-1.907
I/ice-Contador
Vocaí
y-
Junta Generaí,
ZXXII 1.907
DirecioT
1° Uice-Dir.
»
»
»
»
»'
>
>'
»
2* '
.
Tesorero
Contador
Vice-ConfacíoiBibliotecarioSecretario
Vocal
»-
Blas Cabrera y Tophan
Eustasio González de Velasccs
Nicolás Eíehesa Díaz
Franeisco de Armas Clós
GonzafccCáceres Sánchez
Agustín Guimerá del Castillc»
Juan Marín de Foronda
F. Cambreleng
M. Esfanga
Salvador Clavifo B.
Blas Cabrera Tophan
Fíancisc» Bonnín
Blais Cabrera Tophan
Francisco de Armas Ció»
J u a n Ivíartí Dehesa
Airtonio T. Valle
Claudio Aiarcó
Gonzalo Cáceres
Agustín Guimerá C. Valero
Juan Marírt de Foronda
Francisco Bonnin
Francisco Cambreleng
Emilio Calzadifla
Miguel A. Cullén
El y Sansón y Pons
Bías Cabrera y Tophaní
Frasncisco de Armas Clós
Nicolás Marti Dehesa
Amonio Valle
J a a n La Roche
Felipe Mwtinez
Agustín Guimerá C. V.
Juan Marín de Foronda
% Francisco Cambreleng
Francisco Bonnín
Junta General,'
3-11-1.908
Junta General,
18-IV-1.908
Ccmtacíor
BiWioteGario
2 " Více-Dír.
Contador
Eloy Sansón Pons
Joaquín Apolinario
ülises Guimsrá Tejera
Juan Cólogan
Pablo Florejachs
^ 95
J u n t a General,
21-XH-1:908
Director
í.° Vice-Dir,
2." »
*
Tesorero
Contador
Vice-Contad«r
KbhoíecaríQ
Secreíarí»
ítocaí
.
•
J u n t a General,
19-XII-1.909
Director
J.» Vice-Dir,
2" .
.
i3on
•
»
»
•»
••
»
•
•
-'
••
Artu'ro Baflester yMarflnex O.
Diego Costa Izquierdo
Miguel Díaz Liairas
Luis IvSoresto Alcántara
Ángel Crosa y Costa
J o s é SiHuto González
Arttiro Rodrigue!; Ortiz
José Maldonado Dugour
J o s é Clav^o y Clavijo
Esteban Mandillo
Julio Fuentes Serrana
Tesorero
Contador
U ice-Contador
BibÜotecaria
Secretario
Vocal
J u n t a General,
23-XlI-l 910
Arturo Ballesler y Marflnez O.
Diego Costa Izquierdo
Miguel DlaT Llanos y Fdez.
Luis Mereno Alcárttara
Ángel Crosa y "Costa
J o s é Siliuto González
Arturo Rodríguez Ortií
AnatoHo Fttentes y <3arda
J o s * Ctevifo y Clavijo
Esteban Mandflio y Tej«"a
J u l i o Puentes Serrano
Arturo Bafleáter y Martínez O.
Diego Costa Izquierdo
Miguel Dlaí Llanos
Luis Moreno Alcántara
Ángel OroM y Costa
J o s é Siliuto González
Arturo Rodrigues; Orttz
J o s é Maldonado Dugour
J o s é Clavijo y Clavijo
Director
í.° Vice-Dir.
2.'" .
Fesoreno
Contador
UicG-ContadoT
Bibliotecario
Secretario
Vocal
Esteban Mandillo
Julio Fueiites Serrano
Junta General,
17-X1M.911
96 -
Diteciot
i.'Vice-Dir.
2.' » *
Tesorero
>
»
>
*
Arturo Ballestér y MafUnfez 0
Nicolás Martí Dehesa
Miguel Díaz Llanos
Luis Moreno Alcántara
Contador
l/ice-Coníador
Bibliotecario
Secretario
Vocal
Don
»
»
»
»
»
»
»
Miguel G. Rumeu
José Siliuto
Arturo Rodríguez Ortiz
José Maldonado
Miguel A. Cullén
Esteban Mandillo
José Clavijo
Agustín Guimerá y del CastilloV.
Junta General,
22-1-1.912
Bibliotecario
Junta Genera!,
27-XII-1.912
Director
i.° Vice-Dír.
2.» .
»
Tesorero
Contador
1/ice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Vocal
Junta General,
21-11-1.913
Blibliotecario
Junta General
29.Xn-1.913
Director
1." Vice-Dir.
2.° »
.
Tesorero
Contador
Vice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Vocal
Arturo Ballester y Martínez O .
Nicolás Martí Dehesa
Miguel Díaz Llanos
Luis Moreno Alcántara
Miguel G. Rumeu
José Siliuto
Felipe Ravina y Veguilla
José Maldonado Dugour
Miguel A. Cullén
Esteban Mandillo
Jacinto Casariego
Junta General,
26-XII-1.914
Director
2.' .
•
1.» Vice-Dir.
Tesorero
Contador
Arturo Ballester y Martínez O.
Nicolás Maiti Dehesa
Miguel Díaz Llanos
Luis Moreno Alcántara
Miguel G. Rumeu
Arturo Ballester y Martínez O.
Nicolás Martí Detiesa
Miguel Díaz Llanos
Luis Moreno Alcántara
Miguel G. Rumeu
José Siliuto
Agustín Quimera y C. Valero
José Maldonado Dugour
Miguel Ángel Cuiten
Esteban Mandillo
Jacinto Casariego
Felipe Ravina y Veguilla
97
Vice-Confador
Bibliotecario
Secretario
Vocal
Don
»
»
»
»
»
Junta Genera!,
28-V1I-1.915
Director
í.* Vice-Dir.
2." .
.
Tesorero
Contador
Vice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Vocal
»
•
»
»
•
»
»
•
»
•
.»
Junta General,
22-Xn-1.915
Director
í." Vice-Dir.
2." »
.
Tesorero
Contador
Uice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Vocal
Juan Marti Dehesa
Francisco Hernández Sayer
Estanislao Brotons y Poveda
Luis Moreno Alcántara
Enrique Albert Hernández
Guillermo Mackay Monteverde
Juan Augusto R. y Hardisson
Francisco Clavijo Bethencourt
Eloy Sansón y Pons
J o s é Freixa y Martí
Ramón Martín Espino
Junta General,
7-1-1.916
Director
Rafael Hardisson
Junta General,
20-XI.-1.916
Director
1." Vice-Dir.
2.' .
.
Tesorero
Contador
Uice-Contador
Bibliotecario
José Maldonado Dugour
Pedro Matos Massieu
Salvador Clavijo Bethencourt
Mariano Murga Villalonga
Antonio T. Valle
Eugenio Campos Bento
Faustino Martín Albertos
98
Jusé Siliuto
Agustín Guimerá y Castillo V.
José Maldonado Dugour
Miguel Ángel Cullén
Esteban Mandilio
Jacinto Casariego
Arturo Ballester y Martínez O.
Miguel Diaz Llanos
Nicolás Marti Dehesa
Luis Moreno Alcántara
Rafael Lecuona Hardisson
Eugenio Campos
José Rodríguez Febles
Guilietmo Cabrera Tophan
José Maldonado Dugour
Salvador Clavijo Bethencourt
Carlos Hamilton Monteverde
Secretario
Vocal
Don
»
*
»
Juan A. Rumeu Hardisson
Francisco La-Roche
Felipe Ravina Veguillas
Agustín Guimerá C. Valero
Junta General,
23-Xn-1.917
Director
í.' Více-Dir.
2." •
Tesorero
Contador
í/ice-Confador
Bibliotecario
Secretario
Vocal
Junta General,
29.Xn-1.917
Director
1.' Vice-Dir.
2.* »
.
Tesorero
Contador
Vice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Voca/
Miguel Díaz Llanos y Fernández
Sergio Lojendio y Carin
Francisco Hernández Sayer
Alfonso Moreno Urefta
Sixto Lecuona Hardisson
Sixto Fernández del Castillo
José Rodríguez Febles
Guillermo Cabrera Felipe
Andrés Orozco Batista
Juan Mandillo Tejera
Vicente Cambreleng y C. de Mesa
Junta General,
21-Xn-1.918
Director
i." Vice-Dir.
2.» .
•
Tesorero
Contador
Vice-Contador
Bibliotecario
Secretñrío
VocaJ
Miguel Diaz Llanos y Fernández
Francisco Casariego Ghlrlinda
Antonio Toribio Valle
Alfonso Moreno Ureña
Amado Zurita Colet
Arturo Sansón y Pons
José María Fragoso
Eugenio Campos Bento
Ulises E. Guimerá Tejera
Juan Yanes Perdomo
Domingo Arozarena
José Maldonado Du^our
Pedro Matos Massieu
Salvador Clavijo y Bethencourt
Mariano Murga Villslonga
Antonio Toribio Valle
Eugenio Campos Bento
Faustino Martin Albertos
Juan A. Rumeu Hardisson
Francisco La-Roche Aguilar
Felipe Ravina Veguillas
Agustín Guimerá C. Valero
-
99
Junta General,
26-XII-1.919
Junta Genera],
31-1-1.920
Junta General,
27-Xn-1.920
Director
1.° Uice-Dir.
2." .
.
Tesorero
Contador
Uice-Contador
Bibliotecario
Secretario
Vocal
»
»
Tesorero
Vocal
Director
i.' Více-Dir.
2.» .
.
Tesorero
Contador
l/ice-Coníador
Bibliotecario
Junta General,
13-1-1.921
Junta General,
25-VI-1.92t
Junta Genera],
17-11-1.922
Junta General,
lO-VI-1.922
Director
I/ice-Contador
Vocal
» Antonio Vivancos y Santillán
» Domingo Arozarena
» Rafael Lecuona Hardisson
Uocal
í.* Vfce-Dir.
Contador
Blibíiotecarío
>
»
»
>
>
>
Vocal
100 —
9
José Maldonado Dugour
Fernando Bethencourt Viejo B.
Miguel Estarriol
Francisco Clavijo Betliencourt
Agustín Guimerá y Castillo V.
Maximiliano Díaz Navarro
Pedro Guezala
Felipe Poggi González
Belisario Guimerá Castillo V.
Luis Miranda Núfíez
Felipe Ravina Veguillas
Juan Yanes Perdomo
Francisco Rensliaw Machado
Carlos Buclile Soto
Vocal
»
»
2." Více-Dir.
Tesorero
Contador
Secretario
Junta General,
5-1-1.923
»
>
»
>
»
»
»
»
»
»
»
.
»
Secretario
Junta General,
7-1-1.921
Don1 Mijuel Díaz Llanos y Fernández
» Luis Moreno Alcántara
» Esteban Mandillo Tejera
» Agustín Guimerá Castillo Valero
» César Casariego Caprario
» Eugenio Campos Bento
» Rosendo García Ramos
» Faustino Martin Albertos
» Eloy Sansón y Pons
9
Daniel Fernández del Castillo M.
(vacante)
» Rodolfo Godinez
» Alfonso Moreno Ureña
Director
í.* Uice-Dir.
2* > .
Alonso Perdigón
Jacinto Casariego Otiirlanda
Alfonso Moreno Ureña
Francisco Corona Calvo
Felipe Posgi Oonzéiez
Ulises E. Guimerá Tejera
Arturo Ballester y Martínez O.
José Maldonado
Miguel Díaz Llanos
Tesorero
Contador
Vjce-Confador
Bibliotecario
Secretario
Vocal
»
»
Don
>
»
>
>
»
»
»
Luis Moreno Alcántara
Juan A. Rumeu Hardisson
Eugenio Campos Bento
Ajustin Guiínerá Castillo Valero
Francisco La-Roctie Aguilar
Francisco Clavijo Bethencourt
José Freixa Martí
Faustino Martín Albertos
Junta General,
23-VI-1.923
Director
2.' Vice-Dir.
Tesorero
Vice-Confador
Vocal
Arturo Ballester y Martínez O.
Miguel Diaz Llanos y Fdez.
Luis Moreno Alcántara
Eugenio Campos Bento
Francisco Clavijo Bethencourt
Faustino Martin Albertos
Junta General,
lO.VI-1.924
IDirecíor
1.' Vice-Dir.
2.» »
Tesorero
Contador
I/ice-Contador
Bibliotecario
Secretarlo
Vocaí
Arturo Ballester y Martínez O.
José Maldonado Dugour
Miguel Díaz Llanos Fernández
Félix Claverie y Vizcaya
Juan A. Rumeu Hardisson
Agustín Guimerá Castillo Valero
Francisco Clavijo Bethencourt
Faustino Martín Albertos
Luis Moreno Alcántara
Juan de los Mártires Tudela
Francisco La-Roche Aguilar
Junta General,
Director
1.' Vice-Dir.
2.» .
Tesorero
Contador
Arturo Ballester y Martínez O.
José Maldonado Dugour
Miguel Diaz Llanos y Ferníndez
Félix Claverie y Vizcaya
Juan A. Rumeu Hardisson
I/ice-Contador
Felipe Ravina y Veguillas
Bibliotecario
Secretario
Vocal
Agustín Guimerá Castillo Valero
Faustino Martin Albertos
Luis Moreno Alcántara
Francisco Qavljo Bethencourt
Juan de los Mártires Tudela
7-VI-1.925
- 101
Junta General,
17-VI-1.926
Director
í.'Vice-Dir
2.° »
»
Tesorero
Contador
Více-Confador
Bibíiotecario
Secretario
Vice-Secref.
Vocal
»
>
Junta General,
30-XII-1926
Presidente
1.° Vice-Presid.
2.' .
.
Secretario
U ice-Secretario
Contador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecerio
Vocal
José Maldonado Dugour
Francisco La-Roche Aguilar
Gabriel Oliver Martínez
Aurelio Ballester Pérez Armas
José Calzadilla Izquierdo
Maximiliano Díaz Navarro
Francisco García López
Guillermo Mackay Monteverde
Ramón González de Mesa
Rosendo García Ramos
Juan Díaz Llanos Paz
Martín Valderrama Miranda
Junta General,
27-Xn-1.927
Presidente
í." Vice-Presid.
José Maldonado Dugour
Rodolfo Codinez Diez
Gabriel Oliver Martínez
Aurelio Ballester y Pérez Armas
Gumersindo Robayna Galván
Francisco García López
Martín Valderrama Miranda
Rodolfo Renshaw Machado
Pelayo López y Martín Romero
José Fariña Alvarez
Ramón González de Mesa
Rosendo García Ramos
2.» .
.
Secretario
V/ce-Secret.
Contador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
102
Don
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
Rafael Hardissoh Espou
Guillermo Cabrera Felipe
Esteban Arrlaga Adán
Francisco La-Roche Aguilar
Belisario Guimerá C. Valero
José de Aro Cárpenter
Antonio Lecuona Hardisson
Miguel A. Zerolo Fuentes
Juan Díaz Llanos Paz
Anatolio de la Fuente
Rosendo García Ramos
Francisco Renshaw
Junta General,
29-XII-1.928
Presidente
í.'Vice-Pres.
2." »
»
Secretario
Vice-Secreí.
Contador
Vice-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
»
»
Don
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
Faustino Martín Albertos
Félix Claverie Vizcaya
Tomás Zerolo Fuentes
Manuel Vivanco Bethencourt
J u a n Meló Camacho
Luis Durango Pardini
Pedro Alemany Sitjé
José CalzadiUa Izquierdo
J u a n Oliver Martínez
Belisario Guimerá Castillo V.
Carlos La-Roche Lecuona
José Perera Rodríguez
Junta General,
27-XIM.929
Presidente
1." Vice-Pres/d.
2." .
.
Secretario
fice-Secretario
Contador
I/ice-Coníador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Faustino Martín Albertos
Félix Claverie y Vizcaya
Tomás Zerolo y Fuentes
Manuel Vivanco Bethencourt
Juan Me'o Camacho
Luis Durango Pardini
Pedro Alemany Sitjá
José CalzadiUa Izquierdo
Juan Oliver Martínez
Carlos La-Roche Lecuona
J o s é Perera Rodríguez
Francisco García López
Junta General,
26-XII-1930
Presidente
1.° Vice-Presid.
2.0 .
.
Secretario
Vice-Secret.
Contador
I/ice-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Faustino Martín Albertos
Félix Claverie y Vizcaya
Tomás Zerolo Fuentes
Manuel ViVanco Bethencourt
Juan Meló Camacho
Luis Durango Pardini
Pedro Alemany Sitjá
J o s é CalzadiUa Izquierdo
Juan Oliver Martínez
Carlos La-Roche Lecuona
José Perera Rodríguez
Francisco García López
- 103
Junta General,
22-XIM.931
Presidente
í.'Vfce-Pres.
2,* »
»
Secretario
Více-Secreí.
Contador
I/ice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
»
*
Don Faustino Martin Albertos
. Félix Claverie y Vizcaya
» Tomás Zerolo Fuentes
• Manuel Vivanco Bethencourt
» Juan Meló Camacho
> Luis Durando Pardini
* Pedro Alemany Sit|á
> José Calzadilla Izquierdo
» Juan Oliver Martínez
» Carlos La-Roche Lecuona
> Francisco García López
* José Perera Rodríguez
Junta General,
23-XII-1.ra2
Préndente
í.' Vice-Pres.
2.* •
.
Secretario
Vice-Secref.
Contador
Vice-Confador
Faustino Martín Albertos
Félix Claverie y Vizcaya
Tomás Zerolo Fuentes
Manuel Vivanco Bethencourt
Juan Meló Camacho
Luis Durango Pardini
Pedro Alemany Sitjá
José Calzadilla Izquierdo
José Perera Rodríguez
Carlos La-Roche Lecuona
Francisco García López
Juan OUver Martínez
Tesorero
Biblioteca rio
Vocal
Junta General,
22-XIM.933
104 -
Presidente
í.' Vice-Pres.
2.' .
•
Secretario
Vice-Secref.
Contador
¡Jice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Faustino Martín Albertos
Félix Claverie y Vizcaya
Tomás Zerolo y Fuentes
Manuel Vivanco Bethencourt
Juan Meló Camacho
Luis Durango Pardini
Pedro Alemany Sitjá
José Calzadilla Izquierdo
José Perera Rodríguez
Carlos La-Roche Lecuona
Francisco García López
Juan Oliver Martínez
Junta General,
27-Xn-1.934
Presidente
1.'Uice-Pres.
2." » »
Secretario
Vice-Secret.
Contador
Uice-Conteáor
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
»
»
Don Faustino Martín Albertos
• Félix Claverie y Vizcaya
» Tomás Zerolo Fuentes
» Manuel Vivanco Bethencourt
» Juan Meló Camacho
» Luís Durando Pardiní
' Pedro Alemany Sítjé
» José Calzadilla Izquierdo
> José Perera Rodríguez
' Carlos La-Roche Lecuona
» Francisco García López
» Juan Olivar Martínez
Junta General,
26-XII.1.935
Presidente
í." Vfce-Pres.
2.» .
.
Secretario
Vice-Secreí.
Contador
I/fce-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Faustino Martín Albertos
Ernesto Díaz Llanos Lecuona
Jorge Menéndez Rodríguez
José Manuel Guímerá Gurrea
Rafael Martin de la Escalera H.
Luis Martínez González
José Ruíz de Arteaga y Cuezala
Adolfo Renshaw Machado
José Rafael Valcárcel
Guillermo Olsen
Virgilio Ghlrlanda
Diego M. Guigou Costa
Junta General,
28-XII-1.936
Presidente
1.* Vice-Presjd.
1' . »
Secretario
Vice-Secref.
Contador
I/ice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Luis Moreno Alcántara
Ernesto Díaz Llanos Lecuona
Jorge Menéndez Rodríguez
José Manuel Guímerá Gurrea
José R. Valcárcel
Luis Martínez González
José Hamilton
Adolfo Renhaw Machado
Gonzalo Cáceres Crosa
Vlr^lio Chirianda
José Ruiz de Arteaga y Guezala
Guillermo Olsen
- 105
Junta General,
27-Xn-1.937
Presidente
í.» Vice-Presid.
2." »
»
Secretario
Vice-Secret.
Contador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
>
»
Junta General,
26-XIM.938
Presidente
í." Vice-Presid.
Secretario
Vice-Secret.
Contador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Junta General,
27-XII-1.939
t06 —
Presidente
í." Vice-Presid.
2.' »
.
Secretario
fice-Secref.
Contador
Vice-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Don
*
*
»
»
»
»
»
>
»
»
»
Luis Moreno Alcéntara
Ernesto Díaz Llanos Lecuona
Domingo Cabrera Cruis
J o s é Manuel Guimerá Gurrea
Fernando Lecuona y G a r d a P.
Luis Martínez González
José Hanriilton y Monteverde
Maximiliano Díaz Navarro
Gonzalo Cáceres Crosa
Guillermo C Isen
José Ruiz de Arteaga y Guezala
Virgilio Ghirlanda
Luis Moreno Alcántara
Ernesto Díaz Llanos Lecuona
Domingo Cabrera Cruz
José M. Guimerá Gurrea
Fernando Lecuona y García P.
Guillermo Guigou
José Hamilton y Monteverde
Maximiliano Díaz Navarro
Gonzalo Cáceres Crosa .
Guillermo Olsen
J o s é Ruíz de Arteaga y Guezala
Virgilio Ghirlanda
Joaquín García Pallasar
Julio Fuentes Serrano
Ramón González de Mesa
Cándido L. García Sanjuan
Miguel Zerolo Fuentes
Tomás Machado Bello
César Casariego Capra*io
Francisco Menéndez Rodríguez
Juan Yanes Perdigón
Eladio Ruiz Frías
Rafael Martín de la Escalera
J o s é de Arroyo y Perdigón
Don Luis Gabarda Sitjar
Jorge Menéndez Rodríáuez
José Quevedo Franchy
Fernando Marín Delgado
Rafael Martín Martínez
Luis Martín González
Félix Díaz y Díaz Botas
Alberto Camacho Gonzélvez
Ernesto Lecuona Delgado
Juan La-Roche Izquierdo
Juan Amigó de Lara
Juan Martín Rodríguez
Junta General,
15-M.940
Presídenfe
í," Vice-Presid.
2." .
.
Secret&rio
I/ice-Secrefario
Contador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Junta General,
29-1-1.940
Presidente
f.o i/ice-Presid.
2." .. »
Vice-Contador
Carlos Hardisson Pizarroso
Carlos La-Roche Lecuona
Ángel Guimeré Castillo V.
Guillermo H. Olsen
Junta General,
27-X1I-1940
Presidente
1.' Vice-Presid.
2." .
.
Secretario
Vjce-Secref.
Contador
I/ice-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Fernando Marín Delgado
Fernando Beautell Meléndez
Luis Martínez Gonzélez
Rafael Martín Martin
Juan Amigó de Lara
César Casariego Caprario
Elias Fdez. del Castillo
Juan Fallero Sánchez
Juan Yanes Perdigón
Juan Martín Rodríguez
Rafael Martin de la Escalera H.
Miguel Zerolo Fuentes
Junta General,
24-XII-1.941
Presidente
1.* Vice-Pres.
2." »
.
Secretario
Vice-Secret.
Contador
Vice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Fernando Marín Delgado
Luis Martínez González
Miguel Zerolo Fuentes
Rafael Martín Martín
Juan Amigó de Lara
César Casariego Caprario
Elias Fernández del Castillo
Juan Fallero Sánchez
Juan Yanes Perdigón
»
Juan Martin Rodríguez
Rafael Martín de la Escalera H.
José Ruiz de Arteaga y Guezala
- 107
Junta General,
28-Xn-1.942
Presidente
1 / Vice-Pres.
2.* »
»
Secrefario
Vfce-Secret.
Coníador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocaí
.
»
Junta General,
27-XII-1.943
Presidente
í." Vice-Presid.
2." »
»
Secrefario
Vice-Secref.
Contador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Junta General,
25-XII.1.944
Presidente
í." Vice-Presid.
2.' .
.
Secretario
í/ice-Secret.
Contador
Vice-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
108
-
Don
»
»
»
»
•
>
>
»
»
»
»
Lorenzo Machado y Méndez F.L.
César Casariego Caprario
Ildefonso La-Roche Lecuona
Rafael Martin Martin
J o s é Martin Bencomo
Juan Amigó de Lara
J o s é Rutz Arteaga y Guezala
Fernando Lecuona y García P .
José Ascanio y León Huerta
Gumersindo Robayna Galván
Melchor Ordeñes Díaz
Alonso Arroyo y Perdigón
Lorenzo Machado y Méndez F.L.
César Casariego Caprario
Ildefonso La-Roche Lecuona
Rafael Martín Martín
J o s é Martín Bencomo
Juan Amigó de Lara
J o s é Rodríguez Salazar
Fernando Lecuona García P.
Juan Yanes Perdigón
Gumersindo Robayna Galván
Alonso Arroyo Perdigón
Juan Martín Rodríguez
Lorenzo Machado y Méndez F.L.
César Casariego Caprario
Gumersindo Robayna Galván
Rafael Martín Martín
J o s é Martín Bencomo
Joaquín Amigó de Lora
J o s é Rodríguez Salazar
Fernando Lecuona y García P .
Fernando Arozena García P.
Juan Ravina Méndez
Alonso Arroyo Perdigón
J o s é Maldonado Calzadilía
Junta General,
27-X1I-1.945
Presidente
1." yice-Pres.
2." »
»
Secretario
Vice-Secret.
Contador
Vice-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
»
»
Don
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
«
Faustino Martín Albertos
Carlos La-Roche Lecuona
Julio Fdez. del Castillo
Pedro Alemany Sitjá
José CalzadiUa Izquierdo
José Fariña Alvarez
Marcos Guimeré Peraza
Francisco García López
Leopoldo de la Rosa Olivera
Gonzalo Cáceres Crosa
J u a n Oliver Martínez
Jorge Hodgson Lecuona
Junta General,
8-M.946
Presidente
1.° Uice-Presid.
2.° » .
Secretario
Uice-Secret.
Contador
í/ice-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Lorenzo Machado y Méndez F.L.
César Casariego Caprario
Gumersindo Robayna Galván
Rafael Martín Martin
J o s é Martín Bencomo
Joaquín Amigó de Lara
José Rodríguez Salazar
Fernando Lecuona y Garcia P.
Fernando Arozena y G . ' de P .
J o s é Maldonado CalzadiUa
Francisco Rodríguez Salazar
Jorge Hodgson Lecuona
Junta General,
30-XII-t.946
Presidente
1." Vice-Presid.
2." .
»
Secrefario
Vice-Secret.
Contador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Carlos La-Roche Lecuona
Augusto Machado y Méndez F.L.
Isidoro Hernández González
Manuel Ravina Méndez
José R. Varcárcel del Campo
J u a n Oliver Martínez
J o s é García López
Adolfo Renshaw Machado
Fernando Arozena y García P.
Juan Martín Rodríguez
J o s é Maldonado CalzadiUa
Miguel Fernández de Lugo
109
Don
>
»
»
Juan Amigó de Lara
Rafael Martín Martin
José Maldonado Calzadilla
Manuel Ravina Méndez
Junta General,
31-M .947
í.° Uice-Presid2." •
Secretario
2.''Voca/
Junta General,
29-XII.1.947
Presidente
í.'Uice-Pres.
2." .
.
Secreíario
Vice-Secref.
Contador
I/ice-Contador
Tesorero
Bíb/iofecarío
Vocal
Carlos La-Roche Lecuona
Rafael Martin Martin
Juan Martin Rodríguez
José Maldonado Calzadilla
Pablo Matos Martin
José García López
Domingo García López
José Rodríguez Salozar
Fernando Arozena y García
Alberto Martin Domínguez
Francisco Domínguez Díaz C.
Luis Díaz de Losada y García
Junta General,
24-V.1.948
Presidente
í." Vice-Pres.
2.» .
.
Secretario
Vice-Secret.
Contador
í/ice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Fernando Beautell Meléndez
Gumersindo Robayna Galván
Juan Martín Rodríguez
José Maldonado Calzadilla
Miguel Castro Quesada
Joaquín Amigó de Lara
Alberto Martín Domínguez
José Rodríguez Salazar
Fernando Arozena García P.
Fernando Lecuona García P.
Domingo García López
Enrique Abad Benítez
Vocal
Junta General,
29-XII-1.948
Presidente
Lorenzo Machado y Méndez F.L.
í." Vice-Presid.
2.' .
Gumersindo Robayna Galvén
Juan Martin Rodríguez
Secretario
Vice-Secref.
Contador
José Maldonado Calzadilla
Enrique Abad Benítez
Joaquín Amiáó de Lara
i/ice-Contador
Alberto Martín Domínguez
Rafael Martín Martín
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Fernando Arozena y García P.
Fernando Lecuona García P.
José Rodríguez Salazar
José M. Mandillo Espinosa
110 —
Junta General,
28-XII-1.949
Presidente
1.' Vlce-Presid.
2.' .
.
Secretario
I/ice-Secretario
Contador
I/ice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Junta General,
30-1-1.950
1." I/ice-Presid.
2.' .
Secretario
Junta General,
24-VUI-1.950
Secretario
Don
»
>
•
»
»
»
»
»
»
>
»
>
>
»
Lorenzo Machado y Méndez F L.
Gumersindo Robayna Galván
Juan Martin Rodríguez
César Casariego Caprario
Enrique Abad Benitez
Joaquín Amigó de Lara
Alberto Martín Domínguez
Rafael Martin Martin
Fernando Arozena y García P.
Fernando Lecuona Garda P.
José Rodríguez Salazar
José M. Mandillo Espinosa
Cándido Luis García Sanjuan
Julián Sáenz Bethencourt
José Martín Bencomo
» Jorge Yanes Perdigón
Junta General,
29-XII-1950
Presidente
i.' Vice-Presid.
2.» .
.
Secretario
Vice-Secret.
Contador
fice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Lorenzo Machado y Méndez F.L.
Cándido L. García Sanjuan
Juan Martín Rodríguez
Jorge Yanes Perdigón
Félix Claverie Rodríguez
Joaquín Amigó de Lara
Alberto Martín Domínguez
Rafael Martín Martín
Fernando Arozena y García P.
José M. Mandillo Espinosa
José García López
Pedro Ravina Méndez
Junta General,
Presidente
1.* Vice-Pres.
2.» .
.
Secretario
Vice-Secret.
Contador
Více-Confador
Tesorero
BifaJiotecarío
Vocal
Lorenzo Machado y Méndez F.L.
Cándido L. García Sanjuan
Pedro Alemany Sitjá
José Peraza Oramas
Arturo Durango Ballester
Joaquín Amigó de Lara
José M. Mandillo Espinosa
José García López
Lázaro Sánchez Pinto
Diego Tabares Lugo
Pedro Ravina Méndez
Pablo Matos Martín
28-X1I.1.951
111
Don
»
»
»
»
»
»
»
»
'
»
»
»
Lorenzo Machado y Méndez F.L.
Juan Ravina Méndez
Joaqufn Anriigó de Lara
Pablo Matos Martín
Luis Miranda Beautell
J o s é García López
Antonio Pérez y Pérez
Francisco Sánchez-Pinto Hdez.
Miguel Zerolo Valderrama
José M. Mandillo Espinosa
José Conejo Zurita
Arturo Durango Ballester
Adolfo Muñoz Reja Izü
Junta General,
26-XII-1.952
Presidente
i." Ulce-Ptes.
2." .
.
Secretario
Vice-Secreí.
Contador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Junta General,
20-IM.953
2.' Vocal
Junta General,
1-1-1-1.954
Presidente
1." Vice-Pies.
2.» .
Secretario
Více-Secref.
Confacíor
í/íce-Contador
Tesorero
Bib/ioíeca rio
Vocal
Gumersindo Robayna Galván
César Casariego Caprario
J u a n Ravina Méndez
Luis Bartlett Rodríguez de la S.
Rafael Guimerá Sicilia
José Luis García Moreno
José Luis Mestres Navas
Francisco Sánchez-Pinto Hdez
Jorge Yanes Perdigón
Antonio Pérez y Pérez
Miguel A. Trujillo Carrillo
Marcelo Rodríguez Herrera
Junta General,
30-XIM.954
Presidente
1.° Vice-Presid.
2.' .
Secretar/o
Více-Secref.
Contador
Uice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Gumersindo Robayna Galvón
César Casariego Caprario
Juan Ravina Méndez
Luis Bartlett Rguez. de la S.
Rafael Guimerá Sicilia
José Luís García Moreno
J o s é Luis Mestres Navas
Francisco Sánchez-Pinto Hdez
Jorge Yanes Perdigón
Antonio Pérez y Pérez
Miguel Ángel Trujillo
Marcelo Rodríguez Herrera
112
Junta General,
3-1-1.956
Presidente
1." Vice-Pres.
2.» .
.
Secretario
Vice-Secref.
Contador
I/ice-Confador
Tesorero
Bjbljotecario
Vocaí
Junta General,
6-III-1.956
I." Ufce-Presid.
2.» Uocal
Junta General,
29.XII-1.956
Presidente
i." Vice-Pres.
2.' »
.
Secretario
Vice-Secref.
Contador
Vice-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Junta General,
30-XII-1.957
Junta General,
71-1.958
Presidente
2." Vice-Pres.
Secretario
Vice-Secret.
Contador
Tesorero
Bibliotecario
1." Uocal
1." I/ice-Presid.
Vice-Confador
Vocal
Don
»
»
»
>
.
*
»
»
»
»
»
»
»
Gumersindo Robayna Galván
J o s é Duque Martínez
J u a n Martín Rodríguez
J o s é Luis Mestres Navas
Rafael Guimerá Sicilia
J o s é Luis García Moreno
Luis Díaz de Losada García
Adolfo Muñoz Reja-Izú
J o s é Fernández Mirón
Marcelo Rodríguez Herrera
Enrique Abad Benltez
Julio López Fragoso
Juan Martín Rodríguez
Jorge González Delgado
Juan Martín Rodríguez
Luis Martínez González
Marcelo Rodríguez Herrera
J o s é Luis Mestres Navas
Miguel Castro Quesada
J o s é Luis Castro Moreno
Arturo Juan Escuder Croff
Adolfo Muñoz Re|a-Izú
José Fernández Mirón
Luis Díaz de Losada García
Jorge González Delgado
Julio López Fragoso
Fernando Lecuona y García P.
José Rodríguez Salazar
J o s é Luis Mestres Navas
César Casariego Fuentes
Francisco Sánchez-Pinto Hdez.
Adolfo Muñoz Reja-lzu
Cristóbal Domínguez Domínguez
Carlos Díaz López
Joaquín Amigó de Lera
Jorge González Delgado
Rafael Pérez Zarate
Salvador Martín Afonso
- 113
Junta General,
29-XII-1.958
Presidente
i.' Vice-Presid.
2.' »
»
Secretario
Vice-Secret.
Contador
I/ice-Con£ador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
»
»
Junta General,
30-XII-1.959
Presidente
1." Uice-Presid.
2." » .
Secretario
Uice-Secret.
Contador
I/ice-Confador
Tesorero
BiWíofecario
Vocal
Fernando Lecuona García P.
Joaquín Amigó de Lara
J o s é García López
José Luis Mestres Navas
César Casariego Fuentes
Alvaro Padród Benítez
José M . ' Machado Brier
Salvador Martín Afonso
Cristóbal Domínguez Domínguez
Rafael Guimeró Sicilia
Antonio Martínez Pérez
Jorge González Delgado
Junta General,
30-XII-l .960
Presidente
Uice-Pres.
2' » »
Secretario
Gumersindo Robayna Galván
José Luis Mestres Navas
Mario Machado González
Pablo Hurtado Samper
Rodolfo Machado Tschusi
Alvaro Padrón Benltez
José M.* Machado Brier
Miguel Martín Afonso
Antonio Martín Pérez
Vice-Secret.
Contador
Vice-Coníacíor
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Don
.
»
»
»
»
»
»
»
•
»
»
Fernando Lecuona G a r d a P.
Joaquín Amiáó de Lara
J o s é Ráuez. de Azero y Salazar
José Luis Mestres Naves
César Casariego Fuentes
Francisco Sánchez-Pinto Hdez.
Jorge González Delgado
Adolfo Muñoz Reja-Izú
Cristóbal Domínguez Domínguez
Carlos Díaz López
Rafael Pérez Zarate
Salvador Martín Afonso
Matías Guigou Costa
Teodomiro Robayna García
Ángel de J u a n Togores
114
-
Junta General,
30-X!I-1.961
Presidente
1.'Vice-Pres.
2.* » »
Secretario
Vice-Secret.
Contador
I/Jce-Contador
Tesorero
Bifalioíecario
Vocal
»
»
Junta General,
27-XI1-1.962
Presidente
í." Vice-Presid.
2.» •
»
Secretario
Vice-Secret.
Contador
fice-Confador
Tesorero
Bibliotecario
Vocal
Gumersindo Robayna Galván
José Luis Mestres Navas
Mario Machado González
Pablo Hurtado Samper
Martín Tabares de Nava
Rafael Guimerá Sicilia
Leoncio Gramas Tolosa
Miguel Martin Afonso
Antonio Martín Pérez
Teodomiro Robayna García
Ángel de Juan Togores
Matías Guigou Costa
Junta General,
30-X1I-1.963
Presidente
í." Vice-Presid.
2.' .
.
Secretario
Uice-Secret.
Contador
Vice-Contador
Tesorero
Bibliotecario
Gumersindo Robayna Galván
José Luis Mestres Navas
Miguel Martin Afonso
Pablo Hurtado Samper
Ángel Piñeiro A costa
Leoncio Gramas Tolosa
Ricardo L. Keating
Jorge González Delgado
Antonio Martín Pérez
Ángel de Juan Togores
Teodomiro Robayna García
Matías Guigou Costa
Vocal
Don
•
»
»
»
»
•
»
»
»
*
»
Gumersindo Robayna Galván
José Luis Mestres Navas
Mario Machado González
Pablo Hurtado Samper
Rodolfo Machado Tschusi
Rafael Guimerá Sicilia
José M.* Machado Brier
Miguel Martín Afonso
Antonio Martín Pérez
Matías üuigou Costa
Teodomiro Robayna García
Ángel de Juan Togores
115
ALCALDES DE LA CIUDAD QUE FUERON PRESIDENTES O VICEPRESIDENTES DEL CASINO
CASINC)
AYUNTAMIENTO
cargo
fecha
desde
hasta
Don Loranzo Tolosa M.
Presidente
1.850
Don J o s é Librero
Presidente
1.855
18-1-1.845
26-X1-1.856
30-VI-1.848
30-1-1.846
27-111-1.857
IO-VI.1.850
Don Patricio Madan
Presidente
»
Don Benabé Forstal
Presidente
1.857
.1.871
1.862
Don Bernabé Rodríguez
Presidente
1.863
Don Eladio Roca
Presidente
1.869
Don J o s é Calzadilla
Vice-Presidente 1.883
»
»
1.884
1.887
Presidente
»
1.893
1.883
Presidente
»
1.903
>
1.900
Vice-Presidente 1.893
»
»
1.900
1.903
»
»
1.893
Presidente
28-IV-1863
12-X-1.875
7-1-1.835
5-1-1.838
7-1-1.843
4-IV-1.857
27-X-1.868
6-V-1.870
8-VII-1.879
22-XI-1.882
16-X-1.840
21-111-1.866
3-VIII-1878
lO-X-1.835
29.XII-1.838
23-111-1844
1-11-1.859
23-XI-t.868
12-IV-1.871
l-VII-1881
30-VM.883
30-XII-1.841
6X1-1.883
21-IV-1.886
1-II-1.912
19-XM.913
Nombres y Apellidos
Don Lorenzo García del
Castillo
Don Marcos Peraza
Don J o s é Sansón
Don Antonio Vivanco S.
Don J u a n Martí Dehesa
Don Jacinto Casariego G.
Don Esteban Mandillo T.
1.903
1.921
2." VicePresid. 1.906
2.915
Presidente
Vice-Presidente 1.918
1.922
2." Vico-Presid. 1.919
Presidente
l-VII-1.909
No ic poiciioii¿
4-X1-1-914
4-VII-1.917
1-1-1.902
l-I-l 910
1-1-1916
1-1-1.916
21-XI-1.917
1-1-1.904
1-1-1912
4-V1I-1.917
18-I-t 918
l-lV-1.920
4.XI-1.914
Don Juan Yanes Perdomo
»
»
»
1.921
23X1-1.913
Don Miáuel Zerolo Fuentes
»
»
»
1.941
6.V-1.949
9-X1I-1.950
-
117
Don Gumensindo Robayna
Galván
2.° Vice Presid. 1.944
» »
.
1.946
Vice-Presidente 1.948
6-11-1,955
14-1-1.960
6.V-1.949
1.949
Presidente
1.954
1.954
1.956
1.960
1.961
1.962
1.963
Don Céndido Luis García
Sanjuán
Vice-Presidente 1.950
»
.
1.950
1,951
16.V-1.946
Don Joaqufn Amigó de Lara
Vice-Presidente 1.958
14-1-1.960
1.958
1.959
118
ACTUALES SOCIOS DE MÉRITO DEL CASINO
Don
»
*
»
»
»
»
»
»
»
José Calzadilla Izquierdo
Luis Durango Pardini
Pedro Alemany Sitjá
Manuel Vivanco Bethencourt
Juan Meló Camacho
José Perera Rodríguez
Carlos La-Roche Lecuona
Francisco García López
Juan Oliver Martínez
Lorenzo Machado y Méndez Fernández de Lugo
— 119
Í N D I C E
Prefacio
7
Prólogo del Autor.
,
11
Ifltroducción
13
Las Canarias.—La Isla de Tenerife.—Santa Cruz de Tenerife: fundación del «Ju^ar», evolución, ataques desde la mar y
privilegio de villazgo.
Capitulo L—En busca de un Casino
.25
La L^ifía de Santa Cruz a principios del siglo XIX.—La Uilla,
Capital del fírchipiélago.—Fundación del «Centro de Lectura y Recreo».—El "Casino de Santa Cruz de Tenerife:~Su
primer local social- La ciudad de Santa Cruz de Tenerife.
Capítulo IL-El Casino de Tenerife en el Siglo XIX . . .
35
Mudanza del Casino —Su L^ida Social —Identificación del
Casino con el sentir de la Ciudad.
Capitulo III.—El Casino propietario
43
Su vida en 1900.—Primera escritura de compra-venta —
Proyectos.—La Guerra de Í9Í4-Í8
Capitulo IV.—Un gran proyecto en ejecución
. . . .
53
Nuevas compras.—Construcción del nuevo Casino.—Inauguración
Capitulo V.-El Casino supera un eclipse
63
La Guerra Civil —La segunda Guerra Mundial. - La última
etapa.
Capítulo VI.—El Casino, hoy y mañana
.75
Santa Cruz y el Casino, hoy.—El Casino por dentro.—El
presente.
APÉNDICES:
Directivas del Casino desde su fundación
87
Presidentes del Casino que fueron alcaldes de la Ciudad .
.117
Socios de Mérito
119
Índice •
121
Fé de Erratas
125
- 123
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