Orgapo be su Veperable Orbe') Cercera y (ofrabías erceb Dirección y Administración: PP. MERCEDÄRIOS Silva, 39. — Madrid (12) <> «o- 15 DE MARZO DE 1929 S T..T M 1R. NÚM. 3 10 LA SINGULAR REALEZA DEL PAPA, por Fr. Martín Ortúzar.—LA GRAN SEMANA, por Fray R. Delgado Capeáns.— VIÑETAS LIIÚCAS (poesía), por Fr. M. E.—MARÍA MAGDALENA, por Fr. Serafín Solaegui,—SANTORAL MERCEDARIO, por Fr. Guillermo Vázquez.—SAN PEDRO NOLASCO, por Fr. Miguel Escánez.—ANACDOTAS.—LAGARTIJILLA, por Julia G. Herreros. ¿CUÁNDO MURIÓ CRISTO? —LA QUINTA ANGUSTIA, por Fr. Tomás Domínguez—INSTANTÁNEAS, por Fr. P. Delgado.—MISCELÁNEAS.—IV CONGRESO NACIONAL DE MÚSICA SAGRADA, por Fr. José Miguélez.—EL LIBRO, GRAN AMIGO DEL HOMBRE. — HECHO INDISCUTIBLE. SUSCRIPCIÓN PARA EL ALTAR DE NTRA. SMA. MADRE, DE LA BUENA DICHA. — NOTICIAS.----INDULGENCIAS DE ABRIL — FAVORES DE NUESTRO SANTO PADRE. SURGE VELOCITER (HECHOS DE LOS APOST. 12, 7.) LA SINGULAR REALEZA DEL PAPA En la sala de los Papas del Palacio Apostólico de Letrán a 12 de febrero del año corriente, se firmó el tratado que resuelve definitivamente la cuestión romana, junto con el Concordato que fija las relaciones de la Iglesia y el Estado en Italia, y una convención de carácter financiero aneja al Tratado. El nuevo Estado Pontificio comprende además de la ciudad del Vaticano unos cuantos inmuebles situados como islotes en Roma y sus contornos. Estos islotes son: El palacio y la basílica de San Juan de Letärn, el palacio de la Cancillería y la villa de Castel-Gaudolfo. Si se mira, pues, por el lado del terreno, el Papa no ha hecho ninguna nueva adquisición con respecto d los inmuebles que por la ley de garantías de 1871 gozaban de inmunidad diplomática. Sin embargo, el estado de cosas actual es bien distinto del anterior al Tratado, pues ahora el Papa es Soberano sobre los metros que sean de terreno, mientras que antes era « súbdito y huésped de otro, quien debiera ser sola y principalmente soberano», como el Cardenal Rampolla escribía a los Nuncios en 1887. Con la sola ley de garantías, el Soberano Pontífice no gozaba de plena libertad, ni en teoría ni en práctica; pues lo que un parlamento aprobó pudo abrogarlo otro parlamento, y además las garantías eran insuficientes y fueron violadas más de una vez. La Iglesia es, ciertamente, un Reino esencialmente espiritual, pero las sustancias más espirituales si han de triunfar en la tierra tienen que revestir formas sensibles y humanas. Todas las soberanías que ha conocido la historia han llevado el atributo de la territorialidad. Quien ha recibido el mandato divino de Pedro no puede cumplirlo siendo súbdito de alguna soberanía terrena. «Aquella' cantidad de territorio, dice el Papa, sin la cual no podría Subsistir la soberanía, porque no tendría punto en que se apoyara. Nos ha parecido ver las cosas tal como se realizaban en la persona de San Francisco, el cual tenía de cuerpo lo suficiente para retener ei alma unida a sí g1 mismo fenómeno que ocurría en Otros santos: el cuerpo reducido a lo justamente necesario para servir al alma, para continuar la vida humana, y con la vida la acción benéfica. Será evidente para todos, como Nos lo creemos, que el Soberano Pontífice no tiene, en materia de territorio material, que lo estricta- 82 — mente indispensable para el ejercicio de un poder espiritual confiado a hombres en provecho de los hombres. No dudamos en P,proclamar que Nos complacemos de este estado de cosas; Nos complacemos en ver el dominio material reducido a límites tan restringidos que se puede y se debe considerarlo—el territorio—como espiritualizado por la inmensa, sublime y verdaderamente divina espiritualidad que esté destinado a soportar y servir.» El Concordato entre el Papa e Italia-, íntimamente ligado con el Tratado, representa un triunfo enorme de la Iglesia; baste por el momento decir que hace polvo todo el trabajo de los gobiernos masónicos o masonizantes que desde el año 70 se han sucedido en aquella nación. *** El Tratado de Letrán es un índice de importancia muy singular. La generación del año 1870 permitió que a la Soberanía espiritual se despojara de su libertad; la generación de 1929 se la restituye y todos miran con simpatía el acto de justicia. El Santo Padre en su reciente discurso a los universitarios de Milán ha elogiado a Mussolini como hombre que había sabido burlarse de los prejuicios de la escuela libet'al. Mussolini es un agudo conocedor de su época, cualidad primera en,un gran político. —83 -El ha visto que el materialismo y el liberalismo han fracasado en la gran prueba de la vida, en este ensayo de adaptación que se ha hecho con ellos en los siglos XVIII y XIX. Cada vez se ve más claro los grandes valores que sólo se conservan al calor de la fe católica y fuera de ella se desmoronan: la dignidad del matrimonio, la familia, la propiedad, honor a los padres, autoridad, recta evaluación de las cosas, es decir, todo un ciclo de vida civilizada. O teneis que renunciar a todos esos beneficios o teneis que abrazaros a la Iglesia de Cristo. El ímpetu de la vida tiene más fuerza que las construcciones de los sofistas. La vida es afirmación que por necesidad se apoya en algo absoluto; es una afirmación que quiere ser más plena, más perfecta cada día y en ese esfuerzo va describiendo dos líneas, una vertical que va a su más profundo apoyo, o sea Dios, y otra horizontal que va a sus semejantes en busca de un complemento necesario. Es muy fácil excluir a Dios, cerrar contra la sociedad, predicar la autonomía, la transcendencia subjetiva imponiendo la ley a lo objetivo—que por lo mismo deja de serlo—; pero ¿cuál es la perspectiva de todo eso? El horrible desierto de la negación absoluta y nada se puede apoyar sobre base tan estéril. Se plantea el problema de ser o no ser y la conciencia alborotada se adhiere a su existencia; siente la necesidad de afirmar y 'mira con cariño al que lo hace con la energía segura de sí misma. Son muchos los tristes que han atravesado la siniestra soledad de la negación absoluta y hoy lanzan este grito vital, el grito de afirmación. Cuando por todas partes se oye este grito, he aquí una institución bien visible, y arraigada en la historia con un vigor inimitable, con una serie de afirmaciones coherentes y profundas, que son-respuestas precisas a las necesidades fundamentales del hombre, .y a la vez la explicación total def Origen del Mundo y del destino - y propósito que preside a los elementos que lo componen. No es un interés académico el que despierta la Iglesia, sino mucho más íntimo. La timidez que los católicos han heredado de los fracasos del siglo último impide , que muchos de ellos vean y afirmen con la debida acentuación este aumento enorme de la influencia católica, que, en gran parte, parece reacción contra los sistemas decadentes de los dos siglos últimos. Con frecuencia lo ven esto mejor los que están fuera de la Iglesia. ¿,No acaba de decir Herriot que — 84 — el laicismo no tiene remedio en Francia? En su libro «Der Katholizismus, seine Ydee, und seine Erscheinung», estampó hace poco el conspicuo universitario de Mar burg Heiler estas sinceras palabras: «La Iglesia Romana está ejerciendo hoy una atracción poderosísima en el mundo católico. Los monasterios benedictinos de Alemania, en especial Beuron y María Laach, se han convertido en centros de peregrinación de los no católicos que hallan inspiración en la católica liturgia allá practicada. La nueva alta iglesia que se está formando en el protestantismo alemán se aproxima sin cesar a la Iglesia Romana, y uno dz sus directores acaba de ingresar en su gremio. Es más considerable aún el movimiento de conversión en Inglaterra...» La generación de 1929 tiene una imagen muy viva de la vanidad, de la inestabilidad de los poderes económicos y políticos del globo; ve sepultados en los campos de batalla Estados que parecían omnipotentes y eternos. Y en medio de estas ruinas ve a la Iglesia, el único organismo que, a pesar de ser universal, se conserva sereno, intacto en toda su integridad económica y política, tan joven corno el primer día, y eso que en cada siglo ha tenido que atravesar pruebas tan duras como la gran guerra. El tiempo no se ha hecho para la Iglesia; se ha hecho para las demás estructuras sociales. Esta grandeza externa de la Iglesia es la evidencia de la verdad, el esplendor de la ciudad de Dios para que todos vayan a ella. Mis lectores sabrán excusar la cita un poco larga de este pasaje conocido del gran Macaulay en su ensayo sobre Von Ranke: «No hay, no ha habido en esta tierra una obra de política humana tan digna de examen como la Iglesia Católica Romana. La historia de aquella Iglesia junta en un punto las dos grandes edades de la civilización humana. Ninguna otra institución queda en pie para restituir la mente a los tiempos en que el humo del sacrificio subía del Panteón y los camellos pardales y tigres brincaban en el anfiteatro de Flavio. Las más orgullosas reales casas no son más que de ayer comparadas con la línea de los Pontífices Supremos. Esta línea podemos remontarla en serie no interrumpida desde el Papa que coronó a Napoleón en el siglo XIX hasta el Papa que coronó a Pepino en el siglo VIII, y mucho más allá de Pepino se extiende la augusta dinastía hasta perderse en el crepúsculo de la fábula. La república de Venecia vino después en orden de antigüedad; pero la República de Venecia era moderna, confrontada con el Papado. El Papado permanece, no en decadencia, no como antigualla, sino llena de vida y de vigor juvenil. La Iglesia Católica aún sigue enviando a los más remotos puntos del globo misioneros tan celosos como los que desembarcaron en Kent con Augustinos, y sigue afrontando a reyes hostiles con el mismo espíritu que lo hizo a Atila. ... Ni vemos algún indicio de que se aproxime el término de su largo dominio. Ella vió el comienzo de todos los gobiernos y de todas las instituciones eclesiásticas que ahora existen y no sentimos la seguri- dad de que ella no esté destinada a ver el fin de todos ellos. Era ella grande y respetada antes que el Sajón pusiera pie en Bretaña, antes que los francos hubiesen atravesado el Rhin, cuando la elocuencia griega florecía aún en Antioquía, cuando aún se adoraba a ídolos en el templo de Meca. Y lo más probable es que, cuando algún viajero de Nueva Zelanda quiera tomar posición sobre el roto arco del Puente de Londres en medio de un a vasta desolación para dibujar las ruinas de San Pablo, persista ella con un vigor siempre nuevo.» FR. MARTIN ORTIIZAR LA GRAN SEMANA Es el mes de Nizán, cuando la Judea se encuentra conmovida por la celebración del Cordero Pascual. Por las tortuosas calles de Jerusalén transitan de dos en dos los legionarios romanos, ostentando en sus polvorientos cascos un ramo de olivo; allá sobre la torre Antonia asoman' los tostados rostros de los vigilantes centinelas prontos a dar la voz de alarma. Un pastor, al toque de bocina, pregona, desde un pórtico, corderos blancos, mientras por otro lado pasa una compacta peregrinación atronando el espacio con los ecos que arranca a los instrumentos músicos. En una de las colinas de la ciudad de, David fulguran los esbeltos palacios, rodeados de majestuosas palmeras; el torrente Cedrón va murmurando, suavemente, hasta que sus amarillentas aguas se pierden por Siloé. Por todas las puertas de la gran ciudad se ven entrar devotas caravanas de peregrinos envueltas en densas nubes de polvo al paso lento de sus cabalgaduras; ya son mercaderes de Joppe, bien samaritanos, saduceos, assenios... Por todas partes resuena el grito de Hossanna, acompañado del toque de las bocinas de los victoriosos legionarios y el sonido de los salterios de las piadosas hijas de Sión. — 87 — 86 — El Sanhedrín se turba, se inquieta, a la llegada a la ciudad santa de un hombre, que dicen es un sedicioso, un agitador, que subleva las masas del pueblo, salido de una pequeña aldea, que se dice ser el enviado de Dios y que se hace llamar Rey de los judíos. Se cuenta que es grande su poder y que realiza estupendas maravillas y sorprendentes prodigios; que las multitudes le siguen para escuchar de sus labios su doctrina nunca oída; que resucita a los muertos, da vista a los ciegos, y que a las puertas mismas de la ciudad y del templo tuvo el atrevimiento de dar la vida a su amigo Lázaro. Y ahora tiene la incalificable osadía de entrar en Jerusalén montado en una pollina, aclamado de todo el pueblo, que, rebosante de delirante entusiasmo y de intenso júbilo, grita: Bendito el que viene en nombre del Sefior; hossanna al hijo de David. Jesús atraviesa las calles hollando con los cascos de la pollina que montaba las capas romanas que le tendían a su paso, y, en medio de vistosos ramos de olivos y de blancas palmas, se pasea triunfante por las tortuosas calles y estrechas plazas de Jerusalén. Toda la ciudad se encuentra conmovida con la presencia del divino Rabí de Galilea; no se habla de otra cosa en la ciudad más que de las maravillas, de los milagros obrados por el hijo del carpintero... La Historia ha bautizado este día de la entrada triunfal de Jesús en la ciudad de Jerusalén, llamándolo Do- mingo de Pamos. La obra suprema de amor de Jesús. Por la noche celebró la última Cena con sus amados discípulos y en ella realizó la obra suprema de su amor: convirtió el pan en su cuerpo y el vino en su sangre, y se lo diö a comer y beber a sus Apóstoles. A esta obra suprema de su amor, añade también la obra suprema de su humildad: lava los pies y se los besa a sus discípulos, incluso al traidor Judas. Después se retiró al Huerto de los Olivos, a las altas horas de la noche, donde el pérfido Judas le había de entregar por treinta dineros, y la señal de su traición sería un beso, a cuyo estallido se estremecerían las mismas profundidades del averno. El Rabí de Galilea es preso y maniatado, como un criminal, a la puerta del jardín de los olivos y es conducido a los tribunales, azotado a una columna, quedando todo su cuerpo ensangrentado. Cubierto sus hombros con un pedazo de vieja púrpura, coronada su cabeza con una corona de espinas y teniendo en sus manos una caña, es presentado al pueblo. La muchedumbre, sedienta de la sangre del Justo, clama: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!; ¡que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Jesús es condenado a muerte. Hacia la montaña. La sentencia de muerte contra Jesús es acogida con vivas demostraciones de júbilo por parte del pueblo. El pretoriano estandarte flamea por los aires; la cohorte romana fórmase para acompañar al Divino Ajusticiado; por las estrechas y tortuosas calles de Jerusalén resuena el eco fatídico de la trompeta; Jesús, cargando sobre sus ensangrentados hombros un pesado madero en forma de cruz, custodiado por ocho soldados sirios, es conducido al Calvario, seguido por el pueblo que proclama la justicia del Pretor, salvando a Barrabás y condenando a Cristo. Por la angosta vía, que desde el Pretorio va hacia la puerta Judiciaria, se apiña la multitud para ver pasar el fúnebre cortejo. Los fariseos con sus túnicas azules; los plebeyos con sus andrajosos sayales; ambiciosos mercaderes salidos de las riberas de Tiberiades con sus amarillentas capas; los pastores de Iclumea con jubones de pieles; los escribas con papiros debajo del brazo y el cálamo al cinto; las mujeres de Jerusalén arrastrando, con gracia femenil, sus vistosas babuchas; las cortesanas de Babilonia con sus mitras doradas, y los miembros del Senhedrín con sus tiaras de rica pedrería, y todos se unen a la multitud que va en pos de Jesús. El Rabí de Galilea se siente desfallecer ante el enorme peso de la cruz y cae... Mientras un legionario con la punta de su lanza le obliga a levantarse y a proseguir el camino, bajo un pórtico un grupo de griegos, envueltos en sus flotantes clämides, leen, en voz alta, tres sentencias escritas en caracteres rojos: la de Dimas, ladrón de Bettebara, la de Gestas, asesino, y la de Jesús de Galilea. Jesús sigue su camino, pero como las fuerzas faltan, vuelve a caer en tierra, esta vez más aplastado por la cruz. Unas piadosas mujeres salen al encuentro del Hijo de María, profundamente conmovidas, al ver su estado lastimero. Contémplalas en silencio, y, al ver sus lágrimas, les dice: —Mujeres de Galilea, no Iloreis por mí; llorad por vosotras y por vuestros hijos. Ya en medio de las rocosas laderas del Calvario, de un grupo de mujeres sale una, e intrépida se acerca a Jesús, y, compasiva, le enjuga el rostro con un lienzo, y ¡oh, prodigio!, queda estampado en él la faz ensangrentada del Nazareno. La multitud se sorprende, muchos comentan el prodigio, un fariseo se admira, pero un escriba lo niega. —El rostro se ha impreso en el lienzo—les dice—y no hay nada más. Dos ilustres varones, José de Arimatea y Nicodemus, amigos de Jesús, y Pedro, terciado el manto y poseído de un temor senil, síguenle desde lejos... En este momento llegaban a la cima de la montaña y Jesús había hecho penosamente la ascensión. En el Calvario. Eran cerca de las doce del día; sobre la cumbre del Gólgota centelleaban al sol los cascos de los legionarios romanos; los ardientes rayos iluminaban con radiantes claridades las hosamentas calcinadas; abrasadas ráfagas de aire soplaban por los desolados campos de Jerusalén. Los 1 — 88 — soldados de la cohorte siria arrastran a Jesús y lo despojan de sus vestiduras, teñidas en su propia sangre, después de echar la cruz en tierra. Sobre el Calvario elévanse dos cruces bajo el revoloteo de los buitres y de las carnívoras águilas. Los sayones despojan a Jesús de sus últimas vestiduras, y alguien dale a beber el vino fuerte de Tharses, que el Nazareno rechaza. Es la hora «sexta». Y empieza la crucifixión con gran apresuramiento, porque el tiempo avanza y la ley prohibe las e j ecuciones después de la hora «nona)... El Rey de los judíos se extiend e sobre el lecho de la cruz y alarga a los verdugos las man os y los pies, que pronto quedan traspasados y cla vados en el madero; por fin, lo eleva al aire y aparece el Divino Ajusticia do ante la muchedumbre colgado d e la cruz. Sus últimas palabras. Con la cabeza coronada de espinas, los ojos oscurecidos por la sangre que mana de la frente, los brazos violentamente estirados, las manos y los pies destrozados por los clavos, el cuerpo llagado por los azotes, el Dios moribundo exhala siete quejidos, que son como el testamento eterno de su voluntad. Escuchemos sus últimas palabras. Mientras Jesús luchaba con las supremas agonías de la muerte, los legionarios romanos, los soldados sirios, las meretrices de las costas de Tiberiades, las muchedumbres de Ti- ro, de Sidon y hasta de Samaria, no cesaban de insultar al divino moribundo, y, dirigiéndose a él, le decían: «Si eres Cristo, Rey de Israel, baja ahora de la Cruz para que lo veamos y te creamos.» Otros, pasando por delante de la Cruz, decían: « ¡Ea...! Tú que destruyes el templo de Dios y en tres días lo reedificas, sálvate a Tí mismo bajando de la Cruz...» Mientras tanto Jesús, con la faz iluminada, agrandadas las órbitas, la mirada lívida, dirigiendo los ojos al cielo, exclama: —Padre mío, perdónales porque no sa ben lo que hacen... Jesús calla... Un fuerte dolor conmueve con violentas agitaciones su cuerpo, y, p ausadamente, como si hablase consigo mismo, pero dirigiéndose a Dimas que le demanda perdón, prométele el reino de su Padre. —En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso—dicele como promesa divina emanada de su alma... Hoy es el día de los excesos divinos. Ya tiene hechos dos el divino crucificado: ha pagado insultos con amor y ha prometido un reino a un asesino. ¿Qué hará ahora? En pie, junto y frente a la Cruz, está una mujer, transida de dolor, muda, las manos cruzadas, los ojos clavados en El; lágrimas, no las derrama, porque ya no las tiene. Es su Madre. Jesús la reconoce, y, hondamente conmovido, la dice: —Mujer, he ahí a tu hijo—señalando a San Juan—. Y dirigiéndose al discípulo amado: He ahí a tu Madre. Después una gran gritería del popula- — 89 — cho, sediento de su sangre, ahoga su voz... Hay un momento que parece desfallecer. De su pecho deja escapar , espues de treinta y tres año s de persecuciones y dolores , el primer quejido. Es que era 1 a hora suprema de su suprem o dolor, de su supremo desamparo. Ahora en lo alto de la Cruz se queja, porque ni hombres, ni ángeles, ni su propio padre tiene a su lado que lloren con El. —Elf, Elf, lamma savacthani? ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado? Y exhausto por la mucha sangre que había derramado, abrasadas las entrañas por los acervos dolores, resecos los labios, sediento de almas... con voz agónica, exclama: —Sed tengo. Un sayón levanta una esponja en la punta de su lanza y le da hidro- hiel. La obra de la Redención tocaba a su fin; la Justicia divina plenamente satisfecha; el eterno alcázar de la Gloria abría sus puertas; las profecías y los designios del Padre celestial estaban cumplidos; consumadas están también las dádivas de Jesús; próximo a expirar, con voz moribunda, dice: —Todo está consumado. Las sombras de la muerte envuelven la santa Humanidad del HombreDios; su divino semblante tórnase pálido, macilento; sus labios cárdenos; sus ojos se hunden; la respiración falla; un sudor frío baña todos sus desgarrantes miembros; su corazón va a dejar de latir... Jesús abre sus labios para encomendarse a su Padre, y exclama: —Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Después inclina la cabeza y expira. Un angustioso grito de liberación se escapa de todos los pechos; las cabezas de los rabinos sobresalen entre la muchedumbre; las corazas de los pretorianos resplandecen con vívidos fulgores, sus lanzas rutilan, mientras el penacho del Decurión, coronando el patíbulo, aparece sobre la compacta muchedumbre; paulatinamente van dejando solitario el Calvario; un centurión se golpea el pecho y, arrepentido, exclama: ¡Verda- deramente, este era el Hijo de Dios! Por encima de la montaña rondan los cuervos, los buitres y las águilas... Son las tres. Ave crux spes unica. La piedad. En la rocosa cumbre del Gólgota se acaba de consumar la Redención del género humano. El Salvador de los hombres acaba de expirar a la hora «nona». Y la voz débil, agónica, de Jesús, hizo conmoverse en sus mismas bases los mundos; a la presencia de aquella divina agonía, ante la suprema invocación de un Dios moribundo, toda la naturaleza se estremeció de dolor; un eclipse total cubre la tierra de sombras; los velos del templo se rasgan; resucitan los muertos; la tierra tiembla...; toda la creación está aterrada en aquel instante supremo; a la cruenta inmolación del Hijo, se descubre la infinita bondad del Padre. — 90 — En los solitarios peñascales del Calvario, al pie de la Cruz donde acaba de expirar el Divino Nazareno, velan tres mujeres: el más acendrado amor y la más sólida piedad se reflejaba en sus angustiosos semblantes: eran estas María, la Madre del Dios Ajusticiado, con el alma desgarrada por el supremo dolor de la muerte del Hijo amado; Magdalena, la hermosa arrepentida, a quien Jesús hacia tiempo la había arrancado del lodazal del vicio y señalado el camino del verdadero amor y de la virtud; y María Cleofás, la mujer desolada, a quien le había enseñado el camino del Cielo. La noche había extendido sus sombras sobre la ciudad deicida; del barrio de Bezetha salieron dos hombres envueltos en sus clámides; eran José de Arimatea y Nicodemus, que van a demandar de Poncius la entrega del cuerpo de Jesús, para darle honrosa sepultura. Pilato accedió; los jefes de la Sinagoga no se atrevieron a protestar; estaban aterrados por la manifiesta injusticia de aquel crimen. Una vez en el Calvario, descolgaron el ensangrentado cuerpo, y cubriéndolo con albos velos perfumados con mirra y áloe, lo depositaron en una sepultura abierta en una roca en el huerto de José de Arimatea. Allí debía reposar hasta el glorioso triunfo de su resurrección. La suprema piedad de los discípulos arrebataba los sagrados despojos del Dios Redentor al odio de sus enemigos. El primer pecado se había lavado en tan preciosa sangre y la nueva doctrina del celestial Maestro, doctrina de paz y de amor, reinaría para siempre en el mundo, inundando las almas y las sociedades con torrentes de luz, de piedad y de amor. FR. R. DELGADO CAPEANS O. VIÑETAS LÍRICAS GALAICAS Noche. Sobre el atrio frontero del templo fulguran calladas las rosas de/cielo. Con toca de nardos (de nardos de ensueño) la princesa luna les contaba un cuento mientras en las piedras del viejo Crucero» el rozar de la brisa es un dulce sollozo de violonchelo. Fr. M. E. San Claudio 27-11-1929. - DEM. María Magdalena Pasa la escena en Nain, pequeña ciudad de Galilea, o en sus alrededores. Jesús había sido convidado a comer en casa de un fariseo, y se puso a la mesa. « Había en la ciudad una mujer pecadora, que cuando supo que Jesús estaba a la mesa, en casa del fariseo, tomó un pomo de alabastro con perfume, y puesta detrás de él, a los pies y llorando, con sus lágrimas bariábale los pies, se los enjugaba con sus cabellos, llenábaselos de besos y ungíaselos con el perfume.) (Luc. V11-37). Este pasaje tan sencillo como conmovedor, sólo nos lo cuenta el detallista San Lucas y parece insinuarlo, como veremos después, San Juan. Por ser esta de la Magdalena, una figura por demás interesante, se la hace resaltar tanto en las relaciones evangélicas; también es cierto que por lo mismo se la ha estudiado con más cuidado y depurado su verdadera personalidad con más o menos acierto. En el ligerísimo estudio de esta pecadora, penitente y mística alma que presento hoy, se nos ofrecen varias cuestiones. Es preciso advertir, que a fuerza de repetir una idea nos la asimilamos de tal manera que nos choca el hecho de ponerla en tela de juicio. Quizá algo de esto le sucederá a algún lector al pasar la vista por estas mal trazadas líneas. Y vamos a la cuestión: 1. 0 La pecadora del pasaje antes citado de San Lucas, ¿es la misma que María Magdalena de la que Jesús lanzó siete demonios y de la. que nos habla el citado evangelista en el capítulo siguiente? 2.° Estas dos (o en el caso de que sean una sola), ¿tienen algo que ver coa María, hermana de Marta y de Lázaro? Como era de suponer, existen opiniones para todos los gustos; hay quien hace a las tres, completamente distintas, y hay quien las supone una misma persona, etc. Expondré brevemente los hechos. Algunos creen que la pecadora de que hemos hecho mención en el pasaje citado de San Lucas, es la her- 91 — mana de Lázaro, fundándose en la identidad de convites, el ahí descrito por San Lucas y el que los otros evangelistas ponen como celebrado en Betania, en el que la dicha hermana de Lázaro ejecutó una acción similar a la descrita por el evangelista primero citado. Y realmente tienen muchos puntos de semejanza, como el de que enjugaba los pies del Salvador con sus cabellos, derramando perfumes olorosos y quebrando el vaso de alabastro con la notable coincidencia de que los dos que invitaron al Señor a comer tenían por nombre Simón, y en las dos ocasiones tuvo que salir aquél en defensa de la piadosa mujer, en la primera contra el mismo que le había invitado, y en la segunda contra algunos de sus discípulos que murmuraban del proceder de aquella. Pero los que ven un sólo hecho en estas dos ocasiones, no se fijan en que el referido por San Lucas, tiene lugar en Galilea a muchos kilómetros de Jerusalén, y por lo menos un año antes de la Pasión del Señor; y el descrito por los otros evangelistas, pasa en Betania, a poca distancia de Jerusalén y seis días antes de la Pascua, o sea pocos días antes de la muerte de Jesús. Si se quiere, pues, identificar a esas dos mujeres, a la pecadora de Kafarnáun y a María, hermana de Lázaro, habrá que buscarlo en otra parte. Tenemos una prueba bastante fuerte, aunque no categórica, en el capítulo XI-1-2, de San Juan, de donde se saca, tanto la identidad de — 93 — 92 — las dos personas, como la diversi- San Lucas quien primero la hace dad de los dos hechos antes relata- entrar en la narración evangélica y dos. Hablando San Juan de la resu- nos da el detalle curioso de que serrección de Lázaro, dice de su her- guía a Jesús por gratitud, como mana María: « Esta María es aque- otras mujeres y que el divino Maeslla misma que derramó sobre el Se- tro « había lanzado de ella siete deñor el perfume, y le limpió los pies monios». (Luc. VIII-2). Por estas con sus cabellos, de la cual era palabras parece deducirse que hahermano Lázaro, que estaba enfer- bía sido posesa; por lo que algunos mo». (Joan. XI-1-2). Ni se argumente autores toman pie de aquí para concontra el valor de este texto, el que cluir, que se trata de la pecadora de San Juan hace en él alusión al he- Kafarnáum y que nosotros la hecho narrado por él mismo en el ca- mos identificado con María, hermapítulo siguiente v. 3, porque no hay na de Marta. Pero creo que no se duda ninguna que el cap. XI-1-2, es puede llegar a esa conclusión por anterior al XII-3, y no se puede meras conjeturas y coincidenconcebir cómo podía referirse a un cias. En favor de la identidad acaso no hecho no narrado aún. Luego se puedan presentarse más argumenrefiere a lo relatado por San Lucas en el cap. VII, 37, cuyo evangelio tos que los de la liturgia de la Igleera ya conocido entre los fieles, sia y de la tradición. En efecto: El cuando San Juan escribía el suyo. día 22 de julio, fiesta de Santa MaLa razón de la semejanza de los dos ría Magdalena, existe una antífona, convites que nos describen los di- que está tomada a la letra del evanversos evangelistas se puede expli- gelio de San Lucas, donde habla del car diciendo que, indudablemente, convite del fariseo y de la mujer acordándose la ya penitente, del pecadora; y en la oración de la misperdón otorgado por Jesús, de sus ma-Santa, reza la Iglesia, «que su muchos pecados, por agradecimien- hermano Ldzaro fué resucitado por to y viendo lo mucho que le había sus ruegos de ella. Donde implícitaagradado su proceder la primera mente admite la Iglesia, la identidad vez, lo repitió al ario siguiente en su de María Magdalena, María hermacasa. La coincidencia del nombre na de Lázaro y de la mujer pecadoSimón no puede servir de prueba ra. La tradición de esta identidad no alguna, por ser ese nombre muy es anterior al tiempo de San Grecomún entre los judíos. Es, pues, gorio Magno. Son pruebas estas más que verosímil que esas dos es- que pudieran pesar algo, si es que cenas nos describen a una misma no tuvieran otras en contra. Estas persona, en dos distintas ocasiones. pueden reducirse a las siguientes: Ofrece sin comparación mucha 1. 0 El nombre de María Magdalena mayor dificultad, la identificación parece indicar que ésta era natural de María Magdalena. Es también de Magdala, pueblecito a corta distancia y en el occidente del lago Genesaret, en la Galilea, cuando sabemos (y no se ha demostrado lo contrario), que la familia de Lázaro vivía en Betania cerca de Jerusalén. 2.° Al referir los sinópticos, la escena del Calvario hacen figurar en ella a María Magdalena, pero como una de las piadosas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea. Tenemos dos extremos claros, a saber: que estando Jesús en Galilea, le seguía allí, socorriéndole con sus bienes; y que cuando el Salvador subió a Jerusalén para ser entregado a las gentes, hasta aquí le siguió la Magdalena. Dice San Marcos (XV, 40) « Había también allí (en el Calvario) varias mujeres que estaban mirando desde lejos, entre las cuales estaba María Magdalena... que cuando estaba en Galilea (Jesús) le seguían y le asistían>. San Mateo (XVII 55) añade *que habían seguido a Jesús desde Galilea para cuidar de su asistencia». Si la Magdalena fuera la hermana de Lázaro, no tendría que venir desde Galilea, puesto que vivía en Betania. Aun suponiendo que antes de su arrepentimiento hubiera vivido en Galilea, hacía ya más de un ario que había conseguido del Señor el perdón de sus pecados, y es de suponer que después de ello, se retiraría a su casa de Betania, no pudiéndose explicar en este caso, lo de que « seguía a Jesús desde Galilea). Además, cuando enferma de muerte su <CD hermano Lázaro y sus hermanas envían recado al Señor para que se presente allí, encontramos a la supuesta Magdalena muy tranquila en su casa y no siguiendo a Jesús en sus correrías apostólicas. Los cuatro evangelistas, al hablar de la Magdalena (y por cierto que lo hacen muchas veces), ni por casualidad hacen referencia a la familia de Lázaro, siendo así que ésta debió de ser muy conocida entre los fieles de entonces e indudablemente sería más conocida y estimada por ese título que por el de lei Magda- lena. Tampoco se puede aducir como prueba para identificar las dos Marías, el hecho del carácter de ambas hacia Jesús, es decir, amor valiente, osado y aun violento (recuérdense las escenas del convite del fariseo, el Calvario y sobre todo el sepulcro), porque el amor de Dios cuando es intenso como en estas dos mujeres, produce análogos efectos, aun prescindiendo del carácter de las personas. Podemos concluir, pues, diciendo que probablemente la tantas veces repetida pecadora de Kafarnaúm y María hermana de Marta es una misma persona, pero que mientras no haya más argumentos, no podemos identificar con ésta a María Magdalena. FR. SERAFIN SOLAEGUI Sarria-III 929. — 94 — SANTORAL MERCEDARIO El P. Marcos de Ardon, célebre misionero t en 1558. El dominico P. Remesal, que imprimía en 1619 su « Historia de Chiapa y Guatemala», después de mencionar a este ilustre mercedario, añade: « Este es el padre fray Marcos tan conocido en esta provincia, que oy en día no le han olvidado los indios, nombrándole con título de Marcos Pále; fué muy ejemplar religioso, gran favorecedor de los indios y muy caritativo con ellos. El solo debió de bautizar más de un millón de almas. Era poco escrupuloso en el Catecismo y sobre esto tuvo algunos disgustos con el Padre fray Bartolomé de las Casas y los demás frayles dominicos, pero su buena intención lo salvaba en todo. Del nos acordaremos después, que no fué hombre para ser una sola vez nombrado> (1). El no haber estado conforme con Las Casas y sus fautores no es achaque particular del mercedario, sino de todos los españoles de entonces y de ahora. Cuantos vieron y trataron indios podían convencerse difícilmente de que fueran los hombres más inteligentes y hasta los más guapos que había sobre la tierra, como sostiene can razones (1) Historia de la provincia de Chiapa y Guatemala de la Orden de Santo Domingo, por el presentado Fray Antonio Remesal, natural de Allariz en el reino de Galicia. Madrid, 1619. En folio de 784 páginas. astronómicas el excéntrico Obispo,, que exigía para bautizarlos una instrucción que generalmente no tenían los europeos. La Historia Apologética, citada por Remesal y ahora publicada íntegra en la Nueva Biblioteca de Autores Españoles es uno de los libros divertidos que hay en castellano, y da la medida del juicio que poseía Fray Bartolome. El P. Marcos Pérez de Ardon, o Dardon, era hijo de la provincia mercedaria de Casti112, y en 1528 estaba ya de conventual en Santa Domingo, primer convento de la Merced en América. Volvió a España en 1532, y por orden de la reina i a quien se había %ofrecido, se preseritó al Consejo de ititiias, para informar sobre el estado de la naciente colonia. En 27 de abril de 1535 regresa a América en compañía de otros dos mercedarios en la nao de Diego González, que los dejó en Cartagena de Indias. De allí se dirigió el P. Marcos al Norte, donde trabajaban otros hermanos suyos desde los primeros días de la conquista, y donde el Señor le tenía reservada abundante mies (1). Los mercedarios figuran desde el principio con Alvarado, que en la conquista de México fue el brazo (1) Fr. Pedro Nolasco Pérez: Mercedarios que pasaron a la América española; pág. 88. O — 95 — derecho de Cortes y vivió en intimi- Audiencia de Guatemala en 1548 en dad con el célebre P. Olmedo. Con que se dice que un mercedario se Alvarado bajaron al Perú en 1534 había internado solo con los indios dos mercedarios, según él mismo lo de guerra, trayendo algunos pacifinotifica al Emperador desde Nica- cados (1). Fué el P. Marcos primer Vicario ragua el 18 de enero (1). cura Don Francisco Marroquín, de Guatemala desde los primeros días de la fundación y luego primer obispo de ella, dice en una información de 1558: «Que son los primeros que poblaron casa y perseveraron en esta ciudad de Guatemala, y cierto hacen todo lo que pueden y han hecho mucho fruto. Vuestra Majestad los favorezca con mandar que se les acabe la casa » (2). En 1538 hallamos al P. Dardon en Chiapa, donde hizo grandísimo fruto entre los indios, conquistándose con su abnegación el amor y veneración que perduraba cuando escribía Remesal (3). En vista de ello la Real Audiencia le nombró Protector y Defensor de, los indios, cargo que ejercitó con gran caridad unos cinco o seis arios. En el de 1545 llegaron a Chiapa los padres dominicos en compañía del nuevo obispo Las Casas y el mercedario hospedó algunos en su convento, curando a los que venían enfermos, que pronto recobraron la El P. Marcos de Ardon, célebre misionero, 1. en 1558. salud (4). Probablemente se refiere el Padre provincial de los rnercedarios de Dardon una comunicación de la Centro América y Comendador muchos arios de Guatemala. «A él se debe en gran parte la organización (1) Academia de la Historia. Colección Mude la provincia rnercedaria de Guañoz, tomo 80, fol . 10. (2) Pérez: Obra cit., pág 90. temala, tanto en lo que se refiere al Obra cit.. pág. 148. Copia documentos que (3) lo acreditan. (4) Remesa], päg 282. (1) Muñoz, tomo 85, fol. 59. — 96 — servicio de las doctrinas de indios, Señora de la Merced han servido en como a la fundación de conventos, estas partes a Dios y a Vuestra MaA petición del Licenciado Cerrato, jestad en la instrucción de los natuPresidente de la Audiencia, mandó rales en nuestra santa fe, y fueron Fray Marcos por el ario 1550 fundar los primeros que poblaron monastetres nuevas casas en Honduras, en nos en esta ciudad en tiempos de el pueblo de Gracias a Dios, en el Don Pedro de Alvarado y los pride Tencoa y en Valladolid de Coma- meros que tuvieron Escuelas y en yagua. El objeto de estas fundacio- ellas mostraron a los hijos de los nes fué para que los mercedarios se principales y de los naturales destas encargasen de algunos pueblos de partes la doctrina cristiana y los indios que carecían de doctrina, por comenzaron a poner policía, y les falta de sacerdotes» (1). enseñaron a leer, escribir y cantar El obispo de Guatemala, señor y ayudar a misa y otras cosas conMarroquin, se dejó influir a veces venientes a nuestra fe y salvación en sus juicios por Las Casas, pero de sus almas, y esto no sólo en esta luego reaccionó escribiendo contra ciudad, pero en las provincias de él una violentísima diatriba en Chiapa y Honduras.» 1545 (2). «Tienen poblado en esta ciudad Los manejos de Las Casas obli- un monasterio donde los religiosos garon al P. Dardon en 1551 a hacer que en él residen celebran los diviinformación ante la Audiencia de nos misterios y administran los Salos servicios prestados por los mer- cramentos, así a los naturales como cedarios y el obispo de Guatemala a españoles y negros, de que es depuso en ellaN«que están reparti- Nuestro Señor muy servido, y Fray dos algunos religiosos de la Orden Marcos de Ardon, comendador que de Nuestra Señora de la Merced en al presente es y Vicario de este dislos pueblos de esta provincia, ense- trito y otros religiosos que con él fiando y predicando la doctrina y estaban, hicieron lo mismo en Chiaadministrando los Santos Sacra- pa, poco después que se pobló de mentos, y que esto lo sabe porque cristianos, y fueron parte para quieste testigo les ha repartido gran tar muchos ritos y sacrificios diabópedazo de esta provincia, para que licos, y destruir muchos ídolos de la tengan a su cargo» (3). diversas maneras y otros pecados El 1. 0 de agosto de 1554, la Au- nefandos, e hizo edificar iglesias y diencia escribía también al Em pe- templos y decir misa, donde se adrador: « Sacra Real Majestad: Los ministran los Sacramentos, y los religiosos de la Orden de Nuestra puso en policía, y él mismo, por ser tal persona fué nombrado muchos (1) Pérez, obra cit., pág. 89. días por protector y defensor de los (2) Mufíoz, tomo 84, fol. 95. naturales, y en esto hizo grande (3) Pérez: Apostolado de los Mercedarios entre los indios de América. fruto y sirvió a Vuestra Majestad — en cinco o seis años que fué protector.» « Tienen pobladas otras casas en el Obispado de Honduras, donde tienen escuelas y enserian la doctrina cristiana y administran los Santos Sacramentos, etc.» (1). En otra información de 1572 declara Alonso Lavado de Dueñas que los religiosos de la Merced «tienen bien doctrinados e instruidos a los indios que están a su cargo en las cosas de nuestra santa fe católica, que preguntando este testigo a algunos indios en su lengua, que él habla y entiende, por cosas de cristianos, le han dado buena cuenta de ellas, y saben bien la doctrina cristiana.» « Y también ha visto que en el convento de dicha Orden los indios ayudan ordinariamente a los religiosos a oficiar la misa y los demás divinos oficios con música, haciendo su coro con pulicia y solemnidad, de manera que en cualquier parte de España parecería bien, y sabe que en los demás conventos de esta provincia los religiosos hacen lo mismo con los dichos naturales.» «Y ha visto traer de los pueblos a esta ciudad indios cantores y músicos que los religiosos tenían a su cargo, y entrados en el coro y música a los divinos oficios, lo hacían tan bien que los obispos que han sido desta ciudad se holgaban de oir los dichos indios, y daban a Dios (1) Pérez: 97 — muchas gracias por los ver tan doc trinados e instruidos en la fe.» «Y a Don Francisco Marroquin, primer obispo de esta ciudad, hallándose en una fiesta de Corpus Christi, que se celebraba en la iglesia de la Merced, le vido este testigo llorar de contento de ver los indios que allí se hallaban, cuan bien ayudaron a oficiar la misa y los divinos oficios con música, y abrazó a los dichos indios y los llevó a comer a su casa aquel día' (Ibid). Creo que estos testimonios bastan para demostrar que la labor del Padre Dardon y demás mercedarios no era tan superficial como suponía Las Casas. No sé si él haría otro tanto, pues el franciscano Fray Toribio de Motolinea o de Benavente asegura que no aprendió una sola lengua de indios, necesitando todo el tiempo para criticar y molestar a los demás. Con más imparcialidad que el Obispo de Chiapa, el P. Remesal dice entre otras cosas del convento de la Merced: « Autorizaron mucho estos arios con su virtud y letras los Padres Fray Juan de Zárate y Fray Francisco de Almaraz, entrambos famosos predicadores, y el Padre Fray Francisco sabía con eminencia la lengua mexicana, e importó mucho su buena doctrina para los indios que la entendían...» En la información de 1572 declara un testigo haber visto impresa la Gramática de lengua Montey por el mercedario Fray Antonio Bravo, y Remesal añade que él viö la de lengua Mamey, impresa en México en — 98 -1607 por el P. jerónimo Larios de la Cruz, mercedario también. El P. Dardon es uno de los gran- des obreros del Evangelio y de la civilización en América. Su nombre figura por última vez en los documentos de 1558. Por entonces debió de pasar a mejor vida, siendo sepultado en su convento de Guate. mala. FR. GUILLERMO VAZQUEZ San Pedro Nolasco Estampas de su vida. El futuro Fundador de la Merced era todavía una rosita de carne. Duerme ahora, y a veces ríe dulcemente soñando acaso con quien frecuentemente sueñan los niños al dormir. Su madre acaba de entrar muy callandito en la espaciosa y asol5da (estancia donde reposa. Lo ha contemplado unos instantes, lo ha tornado en sus brazos y, después de besarlo con amor, lo ha tornado a dejar, dormido, entre los linos y encajes de la cuna, olorosos aún a membrillos y a estoraque. Su carita de almendras, engastada en la albura de la pequeña almohada, tiene la frescura y encanto de una florecita de albérchigo. Es una mañana de abril, apacible, perfumada. Por entre los vidrios entornados de la ventana en ajimez, penetra la marea deliciosa de la campiña del medio día francés, toda de oro y de ámbar. Lleva en sus moradas alas un mensaje de alondras y de florecillas silvestres. Un perfume de habares y de cerezos en flor. Por las laderas de los alcores, y sobre los azarbes de las granjas, se deshilachan perezosamente, -en la bien entrada mañana, los últimos jirones, azul y rosa, de una tenue y vagarosa neblina. De improviso una rubia multitud de abejas, ébrias de sol y de alegría, se cuelga, zumbando, de la piedra de armas que corona el arco románico del portal en la vieja casona solariega de San Pedro Nolasco. Poco apoco, sin cesar en su festivo runruneo, han comenzado a ascender, como alado ovillo de oro, hasta penetrar por la ventana de la estancia donde reposa dulcemente el pequeñín. Con ellas han entrado tambMn, locuelas y curiosas, unas mariposillas que alegran el severo dormitorio con los colores de sus alas de plata, de raso y de terciopelo. Entretanto las abejas, desentrañándose solícitas, van construyendo en una de las manecitas extendidas del niño, un gracioso y diminuto panal... La miel gotea, dorada, cristalina y olorosa por entre los deditos de nácar... Una fragancia suave de tomillo y de romero trasciende por toda la estancia... ¡Rubias y aladas abejas, celestes mensajeras del Redentor divino, volcad, sí, volcad sobre esas manecitas, sobre el pequeño rojo cáliz de ese corazón, la sangre cristalina de todas las llores, la miel dorada del divino amor!... ¡Son muchas las lágrimas que ese niño ha de enjugar, muchas las amarguras que ha de endulzar, muchos los corazones destrozados, que él y sus hijos han de consolar!... F12. MIGUEL ESCANEZ sermón! Y al momento desaparecie ron los músicos. ANeCDOTAS Un matrimonio mal avenido tenía tres huevos para cenar. Sobre el reparto se armó una espantosa trifulca y mientras la mujer gritaba: ¡Yo comer dos!, le diá un soponcio y quedó como muerta. Al día siguiente cuando la llevaban al cementerio volvió en sí, e incorporada en el féretro gritó como la víspera: ¡Yo he comer dos! Soltaron la caja los que la llevaban y todo el mundo echó a correr. Un pobre cojo iba detrás gritando: ¡Que se quede otro conmigo, que yo me doy por comido! Ponderando la poca afición de los músicos a oir sermones, decía un predicador que hasta en el cielo sucedía lo mismo: En cierta ocasión los ángeles alborotaban con sus cantos cerca de la puerta del paraíso. Viéndose incapaz de poner silencio, San Pedro dió una palmada y dijo: ¡Eh! ¡Que va a comenzar el Un loco asomado a la balaustrada del puente de Sevilla, gritaba desaforadamente: ¡Nada, hombre! ¡Nada!... ¡Nada! Gran número de transeuntes se acercaron angustiados preguntando: Quién se ahoga? .Qué es? . Qué pasa? El loco se volvió a ellos y les contestó muy sosegado: ¡Nada, hombre, nada! Mercedario. (Oviedo) San Claudio 27-11-1929. Nota: Por errata de imprenta se lee en uno de los últimos versos de la composición «Jardín nocturno del pasado mes: «En la puerta de la fuente»; debe leerse: «En la plata de la fuente». Así reza el original. LAGARTIJILLA Era el anochecer de un día crudísimo del mes de marzo; un viento .fuerte y helado ahuyentaba las nubes cargadas de nieve que se agolpaban en plomizas montañas, ribeteadas de brillante plata en un extremo del horizonte. Lagartijilla miraba con terror aproximarse la noche, recordaba las anteriores en que el hielo, penetrando despiadadamente por la boca de su covacha, en que, en unión de otros compañeros de desamparo, se refugiaba, les había puesto en peligro de amanecer helados, como aquel infortunado viejo que, no habiendo tenido sitio en el fondo de la guarida, amaneciera rígido, amora- - 100 — tado, muerto de hambre y frío, según certificó el médico de la Casa de Socorro. .Quién era Lagartijilla? 0;?u é edad tenía? . Quién le había dado aquel extraño nombre, único que él conocía? Lagartijilla era un pequeño ser de cuerpecillo desmedrado, que lo mismo podía tener siete arios que catorce; tal vez la ligereza que debía a su pequeñez le había valido aquel sobrenombre. Aquel día el pobre niño tenía más frío y más hambre que nunca; había sido tal el número de pobres que acudiera a la puerta del cuartel, que apenas había podido alcanzar un poco de rancho. La noche anterior no había cenado nada; aquel viento helado le traspasaba, como afilados cuchillos, los andrajos, que se pegaban a sus ateridas carnes, y a todo esto se unía el terror de la perspectiva de otra noche como la anterior, en que la intensidad del hielo había sido más fuerte aún que sueño de niño y que al salir de un sopor doloroso se había hallado al lado de un cadáver. Lagartijilla vagaba por las calles; en vano tendió su mano entumecida implorando la caridad de los transeuntes; sólo recibía frases frías o malos tratos. Por primera vez en su vida las lágrimas acudieron a los ojos del pobre abandonado, que sobrellevaba eu miseria con ese estoicismo escéptico que se aprende en el arroyo. Se detuvo casi exánime a la puerta de un gran edificio, por cuya es- calinata subían y bajaban innumerables personas; nuestro héroe vió que algunos muchachos entraban también sin que nadie les impidiera el paso y pensando que allí dentro haría menos frío que en la calle, se decidió, subió las gradas de piedra, traspasó el alto pórtico ojival y levantando con mano temblorosa un pesado cortinón de terciopelo, se encontró dentró del edificio. Entonces el pobre muchacho se creyó presa de un sueño; se encontraba en un recinto extraño de que él no tenía la menor idea; una semiobscuridad le envolvía, perdiéndose en su sombra la alta cúpula; en el fondo se veían algunas luces que se movían a los lados de un objeto alto, muy alto, que se iba acércando lentamente; una suave música llenaba los ámbitos de aquel recinto. Lagartijilla miró a su alrededor buscando el lugar de donde salía la música, aquel canto jamás oído por él y sobre su cabeza vió como un cuadro luminoso en el que, seres extraños cubiertos con blancos ropajes, entonaban aquella melodía mientras, a intervalos iguales, el grupo misterioso que se acercaba lentamente precedido de aquellas lucecillas, contestaba al canto con otro dulce y plañidero. Y este canto, repetido una, dos, muchas veces, llegó a grabarse en el oído de Lagartijilla, que era can,tor a manera de los pájaros; y viendo que a su alrededor todos se unían a él, sin darse cuenta de cómo, su vocecilla de niño famélico, entonó a su vez estas palabras, las primeras Con las que su boca pronunciara el nombre de Dios: .¡Perdón, oh, Dios mío! Perdón e indulgencia, Perdón y clemencia, Perdón y piedad!» Y seguía el grupo acercándose, destacándose en su centro aquel objeto alto, muy alto, que no era sino una cruz, de la que pendía el Salvador del mundo, muerto por los pecados de los hombres, desnudo... aún más desnudo que el pobre La gartijilla que, arrebujado en su desgarrada chaqueta, siguió a la santa imagen, diciendo para sí: —Todos estos que besan el suelo y rezan así, serán buenos; si me dejaran pasar aquí la noche... II El Vía Crucis había terminado; el cuadro luminoso del Coro se había obscurecido. Sólo quedaban en la iglesia tres personas; un anciano sacerdote arrodillado en el presbiterio, el sacristán, que cruzaba las naves agitando las llaves, y nuestro héroe, arrebujado en el rincón de un altar en que una hermosa imagen de María Santísima cobijaba bajo su manto a un niño y a una niña, a los que parecía mirar llena de compasión. El sacristán llegó hastael muchacho, redoblando el repique de sus llaves: —Fuera de aquí!—dijo no 'con mucha dulzura—se va a cerrar. —10h, buen señor!—murmuró el pobre niño con voz suplicante—¡dé jeme dormir aquí; yo le juro no tocar nada.., pero no me eche fuera! El sacristán miró al muchacho lleno de asombro. —ITiene gracia!—exclamó colérico—. Ya te estás largando, o te saco de un brazo. —¡Pero, señor, si no tengo casa y me voy a morir de frío!—sollozó Lagartijilla , que sentía un dulce bienestar en aquel obscuro rinconcito, tan distinto de la helada caverna de los altos de la Moncloa. —Esto no es refugio de granujas; ¡fuera de aquí! Y alzando la voz más de lo que la santidad del lugar permitía, trató de coger al chico por un brazo. ---Qué es eso, Pascual?—dijo en esto el sacerdote que oraba en el presbiterio y se levantó del pie del altar acercándose atraído por las voces. —¡Este golfo!...—empezó a decir el sacristán, mientras Lagartijilla, juntando sus manos, se acercó al sacerdote, implorando: —1Déjeme dormir aquí, señor... me voy a helar ahí fuera!... El sacerdote le miró con tierna piedad, murmurando: —¡Pobre criatura! tienes casa ni padres? —No señor. Y no he comido hoy, y me muero de frío. —Cierra la puerta, Pascual—dijo el sacerdote al sacristán—y tú, hijo mío.., siguió, tendiendo al pobre Lagartijilla su mano. •— Me va usted a echar, señor?— balbuce ó el niño. — 103 — —Dios me libre; pero en la iglesia no se duerme; cenarás conmigo y dormirás en mi casa, y mañana... Dios dirá. Lagartijilla, creyéndose juguete de una alucinación, siguió al sacerdote. III Subieron ambos hasta la pequeña vivienda que, como capellán de aquel Convento, disfrutaba el anciano. Una viejecita les abrió la puerta, y al ver al muchacho no pudo contener un gesto de disgusto. —¡Pero señor Cura! Sabe . usted lo que nos trae?—exclamó. —Nuestro Señor que se digna visitarnos—dijo éste con una dulce sonrisa—. Sírvenos lo que haya de cena y prepara una cama a este po bi-e niño... ¡Anda, que está muerto de frío! La mesa estaba puesta; el ama colocó un cubierto frente al del buen Capellán, y no sin refunfuñar en voz baja, sirvió la cena. Cuando Lagartijilla se vió sentado frente a un plato de humeante sopa, con un buen pedazo de pan al lado y un vasito de rojo vino enfrente, se quedó como embobado mirando a su anfitrión como a un ser sobrenatural. Y en verdad que era aquel un cuadro que debía atraer las miradas del Eterno, llenas de dulce regocijo, y sus manos preñadas de celestiales bendiciones. De un lado el Sacerdote, de calva frente y cabellos como la plata, de mirada dulce y diáfana como su alma, acostumbrada a contemplar las dichas sobrenaturales, de sonrisa bondadosa; frente a él el rapazuelo, sucio, desgreñado, apenas vestido, con todas las ansias del hambre en el semblante y con el respeto temeroso de la miseria en su actitud. Entre ellos la comida, elevando al cielo su humo que en aquel momento tenía algo de incienso de oración. El Capellán bendijo la mesa, diciendo al niño: —Reza tú a la par que esta señora. Lagartijilla repitió lentamente siguiendo las frases de ésta: —El pan nuestro de cada día dánosle hoy... ¿Aquello era rezar? bk. Dios se le que Dios lo da? pide pan?... En el alma inculta del pobre niño, al recibir aquel pan de la caridad evangélica, entró el primer destello de la luz de la religión. Absorto contemplaba ora el plato, ora a su bienhechor, y fue preciso que éste le dijera:—Come, hijo mío, para que puedas acostarte, que buena gana tendrás—para que Lagartijilla tomara su cuchara y empezara a comer de tan buena voluntad, que en breve quedó su plato tan limpio como si le hubiera fregado. Y cuando una hora después, el infeliz Lagartijilla dormía profundamente en un blanco y limpio lecho, el santo Sacerdote se acercó a él y después de contemplarle con infinita lástima, trazó sobre su cabeza la ,serial de la cruz, diciendo mientras elevaba al Cielo su mirada: —Ya que le habéis traído aquí, -9ios mío, permitidme que arranque su alma de las garras del enemigo. JULIA GARCÍA HERREROS Cuándo murió Cristo Nuestro Señor murió a las tres de la tarde de un viernes. Se pregunta: Yué en aquel ario la pascua de los judíos desde la puesta de sol de jueves a la puesta de sol de viernes, o desde la del viernes a la del sábado? En la primera hipótesis Nuestro Señor comió el Cordero Pascual antes de la institución de la Eucaristía el jueves a la noche y por consiguiente murió dentro del día de Pascua. Ei la segunda suposicióh Nuestro Señor no comió el Cordero Pascual antes de la institución eucarística el jueves por la tarde y por consiguiente no munió el día de la pascua judía, sino unas tres horas antes, esto es, en los momentos en que los judíos se dedicaban a los preparativos de la gran fiesta, matando los corderos, etc.... Ahora, hay cierta aparente contradicción entre los tres Sinópticos por una parte, y San Juan por otra. Parece que según los tres murió Nuestro Señor el día mismo de Pascua; y según San Juan parece que murió el día anterior a la Pascua. Es blasfemo suponer equivocación. Más aún; desde un punto de vista simplemente crítico, es absurdo afirmar tal contradicción. ¿Por qué? Hoy está en el ambiente la llamada critica interna, método cuya utilidad para apreciar la autenticidad de documentos varios no vamos a negarla. Pero lo diremos cummica salis; pues su alcance es bastante limitado, necesita el apoyo de otras informaciones externas al texto que se discute, so pena de caer en las más grandes aberraciones. En nombre de esa crítica interna se disecan textos del nuevo Testa mento, se los separa del medio que los produjo, de las comunidades que los aprobaron y entendieron. El Nuevo Testamento, más que ninguno otro libro histórico o literario, aparece en función de la vida social; es una pieza de un gran movimiento que transformó los valores y el contenido de la historia en el sentido más espiritual y sublime que pudiera concebirse. La fe y la crítica más depurada están, pues, de acuerdo una vez más. Supongamos que el Señor murió el día de Pascua judía, ¿cómo nos arreglaremos entonces para conciliar el que parece ser sentido contradictorio de San Juan? Hay un punto difícil en el capítulo l8, versículo 28 de San Juan: «Condujeron a Jesús de la casa de Caifás al pretorio: era la mañana. Mas ellos no entraron en el pretorio para no mancharse y poder comer la Pascua». En consecuencia el Viernes a -- 104 — la mañana aún no habían comido el Cordero Pascual, que debía de ser comido entre la puesta del sol y el amanecer del mismo día de Pascua. Téngase presente que los judíos contaban el día desde un atardecer al otro atardecer. La Pascua, según este índice, no había llegado; era entonces viernes anterior al día de Pascua. ¿Cómo se desenreda este punto? Dicen algunos: el comer la Pascua en este pasaje de San Juan, no puede referirse al Cordero Pascual. Los judíos temían una mancha legal por entrar en morada de un pagano. Ahora bien, esta mancha duraba hasta el atardecer o puesta del sol, y como el Cordero Pascual debía ser comido después del atard-cer, poco importaba que hubieran entrado o no en el palacio de Pila- -.— 105 — tos. El temor de esa mancha legal puede muy bien explicarse, porque necesitarían comer alguna cosa antes de esa hora. El como' la Pascua, añaden, puede tomarse en un sentido amplio por comer las oblaciones pacíficas en la tarde de la festividad de los Panes ázimos, lo que se llamaba Chagiga. Tal sentido está autorizado por San Juan que en varios lugares de su Evangelio toma la palabra Pascua por los siete días completos de la solemnidad. Además, cuando se habla de ceremonias referentes al Cordero, se emplea la palabra «matar» o «preparar» y no el (comer» la Pascua. (Continuará). LA QUINTA ANGUSTIA IMPRESIONES En los días de este mes, cuando lleguen a los lectores las páginas de LA MERCED, estará celebrando la Iglesia los sublimes e incomprensibles misterios de nuestra Redención. Precisamente muchos de los lectores acompañarán a la Santísima Virgen en sus penas y dolores amarguísimos. ¿Y quién ante esa escena dolorosa, Jesús muerto en los brazos de su Madre, no siente, allá en lo íntimo de su ser, sentimientos de piedad para con la Señora, nena y dolor por haber tenido también parte en sus dolores por la muerte cruel e ignominiosa de su hijo? Manantial eterno de inspiración sublime para el arte ha sido siempre este amargo trance de aquella desolada Madre. No ha habido artista alguno que no haya ofrendado lo más puro y exquisito de su arte al plasmar con sus gubias o pinceles el momento más doloroso de aquella vida. En España no ha habido ni uno solo que no haya glosado tan sublime misterio. Enumerar sería prolijo. . Concretándonos en estas líneas a nuestros antiguos escultores, bien conocidas son sus obras sobre el particular. Por esta vez nos fijaremos en Gregorio Hernández, quien, como ninguno, sabe hacer vibrar el corazón al interpretar los supremos dolores de la Virgen en su hermosísimo grupo «La quinta angustia», titulo que encabeza estos renglones. II Es Gregorio Hernández el feliz continuador de la famosa escuela de escultura castellana, nacida con Berruguete y encumbrada con J'uní Sin embargo, ninguno de los dos llegó a sentir como Hernández el espíritu eminentemente religioso y creyente de su época. Por eso, ante Ja contemplación de sus obras, especialmente de Berruguete, nadie ha elevado al cielo ni una plegaria. «El reverso es Hernández, el escultor religioso que labra sus esculturas con devoción y a tono con su tiempo, preocupando tan sólo de enfervorizar y hacer sentir». Enfervorizar y hacer sentir, porque está a tono con el espíritu eminentemente religioso del pueblo, es, sin duda, el secreto de sus éxitos, de su popularidad. De sus serenos cinceles salió el admirable grupo vulgarmente conocido por «La quinta angustia», una de sus tres más famosas obras. A los pies de la Santísima Virgen, sentada al pie de la cruz, descansa el cuerpo ya difunto de Jesús, que reclina su bellísima cabeza sobre el pecho de su Madre. Está la Señora con los brazos ligeramente abiertos en actitud de dolor y angustia infinitos. Su hermosísimo rostro, en medio de tan agudísimos dolores, conserva esa serenidad augusta, ese dolor sereno y resignado que tan acertadamente sabe dar Hernández a tales figuras. Elevando, en un eterno interrogante, sus ojos al cielo, parece que sus labios temblorosos y vacilantes quieren repetir las lamentaciones del Profeta: «Atténdite et videte si est dolor sicut dolor mens». Atended y ved si hay dolor semejante a mi dolor. Amplio manto, que desde la cabeza y cubriendo todo el cuerpo, va extendiéndose a sus pies; sirve como de sudario al cuerpo de su divino Hijo. Del costado, lo mismo que de los pies y manos del Señor, corre aún abundante sangre que mancha de rojo carmín las capas de la madre. Nadie como Hernández en su «Quinta angustia» supo expresar el dolor y la muerte divinos. Nadie como él glosó con mayor sentimiento los inmensos dolores de aquella madre que, en un día muy lejano y ahora presente, oyó de labios de un santo anciano una terrible profecía que en este trance tuvo su cabal cumplimiento: «Et tuam ipsius animam pertransibit glaclius». Y tu alma será traspasada por una espada de dolor. Por eso hoy, como ayer, como hace trescientos años, prueba inequívoca del arte supremo de este insigne imaginero, al pasear por las -calles este portentoso grupo, cautiva el co- a - 106 — razón, hace brotar a los ojos copioso I lanto, y a los labios fervorosa y compungida oración. No sería dificil afirmar con un erudito comentarista que Gregorio HernánaTez fué el imaginero que más hondo hizo sentir, y que ninguno como él, modelando el supremo dolor de la Virgen, hizo vibrar el corazón. FP. TOMÁS DOMÍNGUEZ O. de M. INSTANTÁNEAS Desplazamiento hacia el Catolicismo. Las vibraciones del cable nos traen todos los días consoladoras noticias del desplazamiento hacia el Catolicismo de millares de almas que vienen o retornan a la Iglesia Católica. En la hora actual en que viven los pueblos se nota una marcada tendencia hacia un elevado espiritualismo, que nos acerca a la verdad. No ha mucho que el rector del colegio Extor, en Oxford, que profesa la religión anglicana, predicando en la Abadía de Westmindter, dijo: (Inglaterra sufre asiduamente un hecho que no debe pasar desapercibido para el pueblo inglés que me escucha, y creo de mi estricto deber exponerlo a vuestra consideración con entera claridad y franqueza, aunque signifique en sí un éxito para la Iglesia Romana. Pasan de 12.000 los ingleses que cada año se convierten a la Iglesia Romana, y la mayor parte de ellos son va- rones que se separan de la iglesia anglicana». Esto mismo puede afirmarse de Alemania, Suiza, Holanda y de todos los demás países protestantes. La Reforma va cediendo el paso a la Iglesia Católica, a cuyas filas reingresan todos los arios millares y millares de descendientes de los antiguos hermanos nuestros, alejados por la protesta luterana del hogar católico, halagados por el libertinaje que les ofrecían los pseudo reformadores. Los progresos que el Catolicismo está realizando en los Estados Unidos, son verdaderamente maravillosos, sorprendentes. El año de 1927 se convirtieron al Catolicismo 33.991 protestantes, habiendo retornado de ésta y de otras sectas, un total de 205.753 fieles. Con ser oficial en Norteamérica el protestantismo, la Iglesia Católica tiene una vida exuberante, pues suman los católicos 19.689.049. Su jerarquía eclesiástica está formada de 4 Cardenales, 13 Arzobispos y 90 Obispos; suman los templos católicos 18.293, con 25.773 sacerdotes, repartidos entre 99 diócesis; cuenta 136 seminarios con 14.861 aspirantes al sacerdocio; posee 615 hospitales; 147 asilos para ancianos y 35,1 para huérfanos, con un total de 51.961 niños. Los católicos, aprovechando la amplia libertad de enseñanza, han fundado grandes Universidades y grandes centros de cultura, dirigidos casi todos por religiosos; sostienen millares de escuelas católicas y una prensa que puede competir con los grandes rotativos. — 107 — Cómo pensaba Castelar del protestantismo. Hé aquí cómo pensaba Castelar del Catolicismo y del protestantismo. Hablando una tarde en la Cámara, dijo: «Yo, señores diputados, no pertenezco al mundo de la teología y de la fe; pertenezco, creo pertenecer, al mundo de la razón y de la filosofía. Pero si alguna vez volviera al seno de donde partí, no sería a la religión protestan- esa cruz que se levanta en el lugar para mí más sagrado de la tierra... ¡La tumba de mi madre...!» Verdaderamente consuela ver este hermoso retorno de los disidentes al, antiguo hogar de la Fe. Pero no hay que olvidar que estos gloriosos triunfos son debidos a la gracia y auxilios divinos, y después a la sólida organización cultural, religiosa, moral, intelectual y social que tienen las masas católicas, que ni un momento olvidan el carácter militante de la Iglesia Católica y la sumisión más absoluta a la autoridad de la misma. Siete reglas de oro. Vapor donde hizo la travesía por el río de San Francisco el R. Padre Mariano Ferrer. te, cuyo hielo seca mi alma, seca mi conciencia, esa religión enemiga de mi patria, de mi raza, de mi historia. Volvería a postrarme de hinojos ante la Virgen pura, que serenó con su sonrisa las primeras impresiones de mi infancia. Volvería a empapar mi alma en el aroma del incienso, en la nota del órgano, en la luz cernida por los cristales de colores de las bóvedas, reflejadas en las alas de los ángeles, eternos compañeros de mi juventud; volvería, señores diputados, a buscar un asilo bajo los brazos de Preguntaban a un padre cómo había, logrado educar a sus hijos con tan espléndido éxito, a lo que contestó: —El que he educado con más esmero es mi hijo mayor; su influjo influía benéficamente en la educación de los menores; así que tuve con ellos menos trabajo. En los demás he observado las reglas siguientes: I.—Nunca exigí nada de mis hijos que no hiciera yo primero; y siempre he pensado bien lo que les mandaba. II.—Exigí siempre pronta obediencia; los hijos deben convencerse de que es su deber; la obediencia debe hacérseles costumbre. 111. —Dí a mis hijos muchas pruebas de cariño, mas cuidando siempre de que no me perdiesen el respeto. 1V.—Nunca sufrí contradicciones ni protestas de su parte. V.—En presencia de los hijos es preciso que cuiden los padres de es- — 108 — lar en perfecta armonía entre sí y que no encuentren los hijos en la conducla de uno de los dos un pretexto para sustraerse a los mandamientos de Dios o de la Iglesia. VI.—He acostümbrado a mis hijos desde niños al trabajo, sin perder de vista el cuidado de la salud. VIL—Todos los días los he encomendado a la protección de Dios. Si todos los padres observaran eslas reglas, mucho más felices serían y labrarían un venturoso porvenir para sus hijos. Dos ilustres testimonios sobre el feminismo moderno. Visitaron en Kiel al emperador de Alemania, a bordo de su yacht, dos norteamericanas, acérrimas feministas. Una de ellas habló durante buen rato con Guillermo II acerca de la situación en que se hallan las mujeres alemanas. El emperador esperó con paciencia la terminación del furibundo discurso de la americana, y le contestó en los términos siguientes: —En este asunto soy de la opinión de mi esposa; y ¿saben ustedes lo que ella opina? Pues que las mujeres no se deben ocupar de más cosas que de las cuatro kas. —. ¡Las cuatro kas!—exclamaron las americanas. —Si, y perdonen que no haya caído en la cuenta de que no saben ustedes hablar el alemán. Las cuatro kas, son: Kinde, Kücher, Kirche y Kleider; los hijos, la cocina, la iglesia y los vestidos. Hé ahí cómo pensaba del feminismo el emperador Guillermo. Veamos ahora qué opinaba de las feminizantes la reina Margarita de Saboya. —Soy en absoluto opuesta—dicea esas extravagantes que se resumen en la sugestiva frase emancipación de la mujer. En cualquier condición en que la mujer se encuentre, su primer cuidado ha de ser el no renunciar a las cualidades distintivas de su sexo. Pobre o rica, alta o baja, debe educarse según sus circunstancias. Por encima de todo hay que evitar el que se desarrollen en ella las notas que caracterizan al hombre. Bueno que se le permita instruirse, aprender, trabajar, brillar en sociedad; pero acostumbrarla siempre a buscar en el padre, en el _hermano o en el marido, la guía y el consejo para las dificultades de la vida. La base de la educación es la instrucción religiosa, y especialmente para las mujeres, en las que determina un carácter vigoroso. Una joven educada religiosamente, se respetará en todas las ocasiones, mejor que una joven que en nada crea. La joven que en nada cree podrá llamarse esprit fort; pero, en realidad, no será alma fuerte. Perderá toda la gracia y toda la dulzura de la imaginación, y en cambio su corazón, agitado por las prosaicas experiencias de la vida, no logrará la fuerza necesaria para hacer frente a las adversidades y tristezas de la existencia. Una mujer sin religión es una flor sin perfume. P. DELGADO, O. DE M. ----- 109 — MISCELÁNEAS Palabras memorables. J. Nietzsche, que dijo tantas brutalidades en su vida, tiene a veces golpes de sonda muy bien hechos. «Lutero, dice, permitió casarse a los sacerdotes. Pero los tres cuartos de la reverencia que la humanidad es capaz de sentir, descansan en la creencia de que un hombre que es excepcional en este sentido, lo será también en otros.» Así escribe en su libro: Fröhliche Wissenschaft, pág. 295. La invasión del hielo. El Abate Moreux, cuyas obras científicas son conocidas entre nosotros, predijo un invierno particularmente frío para este ario en Europa. Hasta anunció el detalle de que se helaría el Támesis. Efectivamente, por el 15 del pasado febrero andaba el hielo muy cerquita de Windsor, y en Támesis como en otras partes hubiera avanzado mucho más a no ser por la moderna construcción de diques y arcos de puente. La nieve y el hielo han cubierto casi toda Europa, siendo España la mejor librada. En Berlín se ha registrado el frío más intenso que se conoce en 200 arios. Kaiserismo o Cesarismo. Con ocasión del septuagésimo aniversario del ex Kaiser Guillermo de Hohenzollern, se han produ- cido en Doorn cosas muy significativas. En la función religiosa predicó el doctor Vogel, que tomó como texto de su peroración aquellas palabras de San Pablo a los romanos, 1, v. 16: No me avergüenzo del Evangelio... He dicho mal, el texto fué escogido por su real dueño, a quien el doctor Vogel comparó, durante la charla, con Lutero y San Pablo. Acerca de esta última comparación tengo una duda y es que, como ocurre tantas veces, no sabe uno si el sacrilegio vence al ridículo o el ridículo supera al sacrilegio. Los santos que puede producir el Evangelio interpretado por Lutero son necesariamente de brocha gorda. Libertad de carne, mucho más que libertad de espíritu enserió y practicó el fraile de Wittenberg. Aunque el vanidoso ex emperador tenga algo de común con su maestro, creo que disfruta de mejor reputación, por lo que el elogio envuelve injuria notable. Una observación: si éstos llegan a imponer la ley al mundo, había para reirse de los reyes-papas del siglo XVI; habría que ir a Cayo para hallar una analogía más aproximada. — — 110 - IV Congreso Nacional de Música Sagrada Bajo la presidencia del Eminentfsimo Sr. Cardenal Primado tuvo lugar en la capital de Alava la celebración del IV Congreso Nacional de Música Sagrada los días 19 a 22 del pasado mes de Noviembre. El éxito superó las más lisonjeras esperanzas de los organizadores, pues el número de congresistas que han asistido se calcula en unos 3.500, pasando de 4.000 los que se han suscrito en una o en otra forma, esto es, como activos o como simplemente adheridos. El día 19, a las seis de la tarde, entraba en agujas el tren que conducía al ilustre Purpurado, y puede decirse que toda Vitoria estaba presente en la estación: autoridades eclesiásticas, civiles y militares, la Diputación y el Ayuntamiento, el clero secular y regular, el Seminario, la Junta del Congreso, los congresistas y todas las clases sociales de la ciudad, unidos con un solo entusiasmo para tributar un recibimiento indescriptible al que venía en el nombre del Señor y de su Vicario en la tierra Pío XI, el Pontífice felizmente reinante. Con el Prelado diocesano habían acudido también el Excelentísimo Sr. Arzobispo de Burgos y los Reverendísimos Sres. Obispos de Palencia y Lérida, quienes, con el Primado y las autoridades, formaban la presidencia que cerraba aquella magna comitiva. Desde la estación nos trasladamos a la amplia y hermosa iglesia de San Miguel, que era la destinada para la celebración de las sesiones solemnes, con el objeto de asistir a la sesión de apertura, a la que dió principio Su Eminencia entonando el 'Veni Creator» que prosiguió la 'Schola Cantorum» del Seminario, ejecutando el del insigne abulense, = Victoria, una de las glorias más encumbradas de la Polifonía Clásica, e inmediatamente, en medio de un silencio solemne, comienza la alocución del Primado, que dice: 'Sea la voz del Sumo Pontífice Pío XI, que Dios guarde, la voz que primeramente se deje oir bajo las bóvedas de este santo templo. Sean las primeras que se pronuncian e n estos momentos, dirigidas a los Reverendísimos Prelados, a los párrocos, religiosos y feligreses de España que toman parte en este magno Congreso de Música Sagrada, las palabras contenidas en esta carta que todos debemos poner sobre nuestras cabezas y nuestros corazones y en la que Nuestro Amantísimo Padre nos saluda, nos alienta y nos bendice.> Aquí lee Su Eminencia la aludida carta de Su Santidad Pío XI, que es como sigue: «A Nuestro Amado Hijo Pedro Segura y Sáenz, Presbítero Cardenal de la Santa Romana Iglesia, Arzobispo de Toledo. Pío, Papa XI. Amado Hijo Nuestro. Salud y Bendición Apostólica. Poco hä tuvimos noticia de que se celebraba en breve en la ciudad de Vitoria un Congreso para promover la Música Sagrada en toda España al cumplirse el año vigésimo quinto de la fecha en que nuestro Predecesor, de feliz recordación, Pío X, promulgó en su Motu Proprio la nueva ley sobre la Música que debe usarse en los templos. Oportunísima fué esta determinación que tomdsteis y completamente digna de la 111 — piedad ferviente con la que tanto se esfuerzan los españoles en procurar el decoro de la Casa de Dios. alay por ventura cosa que más convenga a la majestad del templo que el uso en la liturgia de los sagrados concentos que, conmoviendo el ánimo de los fieles, los hacen participar con mayor religiosidad en los divinos misterios, y, elevando su espíritu con mayor confianza a Dios, sirven de instrumento para celebrar su gran gloria? Trabajen, pues, con ahinco los Ordinarios y los Párrocos en constituir en todas partes, si posible fuera, Scholas Cantorum, atendiendo con predilección al canto llamado Gregoriano, el cual, si llega a cantarse debidamente por todo el pueblo, tiene tanta eficacia para excitar la piedad y la fe. Nos, que en Nuestra Carta dirigida a Nuestro amado Hijo el Cardenal Bisleti en 23 de Agosto de 1923, confirmamos y ratificamos la misma Ley que Pío X había promulgado en su Motu Proprio, abrigamos la confianza de que, así como las demás artes liberales embellecen la Casa de Dios, así la Música Sagrada, con el apoyo de todos los buenos, ha de lograr ahí la dignidad que corresponde a la majestad del lugar sagrado. Gozando Nos en esta esperanza, amantisimamente en el Señor, te damos en primer lugar a tí, amado Hijo Nuestro, a los demás Hermanos en el Episcopado y a todos aquellos que asistan al Congreso, la Apostólica Bendición, prenda de los divinos dones y testimonio de NuesIra paternal paternal benevolencia. Dado en Roma, en San Pedro, día dieciocho del mes de Octubre, en el año mil novecientos veintiocho, séptimo de Nuestro Pontificado. PIO, PAPA XI» Terminada la lectura de esta carta, Su Eminencia lanzó un entusiasta ¡viva Nuestro Santísimo Padre el Papa!, que fue contestado como puede suponerse por toda aquella multitud, la que hizo resonar otro grito vibrante de ¡viva el Cardenal Segura! A continuación se levanta a hablar el Prelado diocesano, que hace hermosas y muy adecuadas consideraciones sobre la finalidad del Congreso, para lo que le sirven de base el «Motu Proprio> de Pío X y algunas importantes palabras de la carta que con fecha 16 de Julio del ario que corría le dirigió el Cardenal Primado. Después del Dr. Múgica leyó un discurso el conocido crítico musical Dr. D. José Artero, actualmente Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Salamanca, sobre el tema: «Pío X y su Motu Proprio en la historia musical de España». Después del Sr. Artero, debía hablar el Reverendo Padre Casiano Rojo; mas por no serle posible a éste el hacerlo, a causa de una indisposición que le privó de asistir a las sesiones, se encargó de leer su trabajo, sobre el tema K EI arte y la Expresión en el Canto Gregoriano>, el Reverendo Padre Germán del Prado, como el Padre Rojo, monje Benedictino de Silos. Por último se dió cuenta a los señores congresistas de cómo estaban constituidas las mesas para las secciones de estudio, dándose por terminada la sesión de apertura. FR. JOSÉ MIGUALEZ (Continuará). — 112 ---- El libro, gran amigo del hombre (CONCLUSIÓN) V De propósito, señores, al hablar del libro, gran amigo del hombre, no hice distinción alguna entre libros buenos y libros malos. Aun cuando el buen sentido de todos los que me escuchan se ha hecho esa distinción como cosa espontánea y naturalísima, quiero dedicar un apartado de esta conferencia a este problema de capital importancia. Seré breve. Por desgracia, así como hay amigos buenos y amigos malos, también hay libros buenos y libros malos. Nada hay que con más tesón defienda cierto sector del intelectualismo moderno que la libertad de imprenta, y sin embargo yo cuanto más medito en ello, pocas cosas encuentro más absurdas. ¿Los mismos derechos al bien que al mal, a la verdad que al error, a la nobleza y caballerosidad que a la majeza y matonismo, a la sinceridad sana y edificante, que a la mentira descarada y vil, o a la hipocresía mal disfrazada? Es cierto que Dios dejó este mundo a las disputas de los hombres, pero a pesar de eso hay ciertos límites en la discusión, después de los cuales nos entramos de rondón por los campos de lo criminal o de la absurdo; y si a las discusiones en ese campo hemos de dar derechos y hemos de contemplar con respeto y consideración, suprímanse en psicología las distinciones de consciencia e inconsciencia, locura y perfecto equilibrio de la razón, suprimanse los manicomios, creación preciosa precisamente de un Mercedario, pues en el mundo o todos estamos locos o todos en nuestros cabales; en Etica, suprímase para siempre esa gran distinción entre el bien y el mal. Veamos unos cuantos contrastes para que resalte la falta de lógica respecto a la actual libertad de imprenta, tan cacareada en todos los países ultracivilizados como una de las más bellas conquistas del moderno progreso. A un loco se le encierra en un manicomio, a un criminal se le encierra en una prisión, y sin embargo se dejan circular libremente libros que enserian y contienen más locuras que las que se suelen oir una casa de salud o enserian el crimen en todas sus manifestaciones. Cómo queda aquí la lógica? Se persiguen los tóxicos y estupefacientes, grandes plagas de la actual sociedad con una energía que honra a las autoridades de todas las naciones y se permite la libre circulación de libros pornográficos, que son la deshonra y la degradación física y moral de la Humanidad. ¿Dónde está la razón de este criterio? Se afirma en todas las filosofías en rotunda tesis «El ateísmo teórico no — 113 — existe», y en los escaparates de mu- chas librerías aparecen libros con este título: « Dios no existe » . Se le prohibe la blasfemia a los carreteros, mozos de cuerda y gentes de baja estofa, como signo evidente de la degradación y salvajismo de un pueblo, y se permite a un catedrático de Normal, de Instituto o de Universidad blasfemar en numero sas páginas de sus libros de texto, obligando a los alumnos a que estu dien sus blasfemias. Se persigue al ratero, al carterista y al timador, y los kioskos de la prensa están cua • jados de libros de aventuras, en que se glorifica el latrocinio y se exalta la figura de grandes ladrones, como si se tratara de héroes beneméritos de la Patria. Las leyes nacionales y las ordenanzas municipales de todos los países civilizados persiguen con saña las falsificaciones de alimentos y otros artículos de primera necesidad, y permiten la libre circulación de recetarios en los que descaradamente se enseña a falsificarlo todo. No hay cosa más absurda ni más hipócrita que la libertad de imprenta. Y fijáos bien, señores, que hablo en tesis general como miembro de una sociedad que aspira a ser perfecta, como ciudadano en el sentido más laico de la palabra, y no desde el punto de vista católico. La Iglesia católica tiene su Indice de libros prohibidos y sus normas generales Colegio de las Hermanas de la Merced en Buenos Aires. 114 = prohibitivas de la lectura de ciertas publicaciones a todos sus súbditos bajo severísimas penas. Los católicos que leen esos libros, esas publicaciones, deben saber que viven en pecado mortal, y, por consiguiente, en desgracia de Dios. Pero los estados tienen en sus manos medios más eficaces de evitar el gravísimo mal, prohibiendo, más bien que la lectura, la publicación de esas obras demoledoras del orden social, y que más que nada contribuyen a la depravación de las costumbres públicas y de la ética colectiva. Sabido es que en la vida individual nada hay peor que los malos amigos. Un mal amigo en pocos días derriba la virtud más sólida y cimentada, fruto tal vez de muchos arios de lucha y de heroicas renunciaciones. Los padres de familia conscientes y que se preocupan de la virtud y de la moralidad de sus hijos, velan mucho por la clase de amigos que frecuentan. Todos estamos convencidos, señores, que es mejor no tener amigos que tenerlos malos, estar solos que mal acompañados. Pues bien, el peor de los amigos malos es un libro malo. Los libros malos con una constancia espantosa se infiltran en todos los rincones de la sociedad, suben a los palacios de los magnates y bajan a las chozas de los desheredados de la fortuna, portadores de toda depravación y ruina. Ellos enserian la irreligión, y después que con constancia satánica consiguen arrancar de las almas la Fe, empie- zan a llenar los vacíos con el amor de todo lo terreno y caduco, anegando en una oleada de materialismo todos los nobles ideales. Hay libros redomados que enserian el disimulo, el engaño y la ficción; los hay que glorifican el latrocinio presentando a los grandes bandidos como héroes de las leyendas de gesta; los hay que enserian el odio a la sociedad, preconizando la revolución violenta y el atentado personal con el fin de incubar furias con figura humana; los - hay canallescos, que defienden el divorcio y el neomaltusianismo, y hasta el amor libre, atacando a la familia, célula del organismo social; los hay que divinizan la lujuria más que el pueblo pagano adorador de Venus, y, en refinada y melosa literatura, describen hasta el detalle repulsivas escenas de erotismo morboso, con el propósito de llenar clínicas y hospitales y de acelerar el viaje a la eternidad a los incautos que caen en la trampa de creer que la lujuria es el placer cumbre del hombre; los hay que presentan a la mujer de vida airada, a esa gran vergüenza social, como algo ideal, artístico, digno de admiración y aplauso. Hay libros que defienden todas las aberraciones, todas las monstruosidades, todos los errores, todas las maldades, todas las locuras, con una seriedad que pasma. Y esos libros constante, paciente y universal atentado a todas las conveniencias e ideales de la Humanidad, andan sueltos por todas partes disfrutando de los mismos dere- — 115 — tentados nos ampara, pecadores nos vos, _y las imprentas, a modo de reprende, virtuosos nos aplaude, anfuentes envenenadas y pestilen- siosos de perfección y de sobrenates, siguen manando las deletéreas turales luces nos eleva hasta Dios aguas que anegan al mundo en una por las divinas moradas de Teresa. Un libro nos salió al paso cuando oleada de cieno. ¡Y los criminales vulgares están nuestros ojos fueron heridos por la primera luz y en una de sus páginas en la cárcel! ¿Quién hará más darlo a la socie- recibió nuestro nombre al inaugudad: Un libro de Tolstoi o un sindi- rar la vida, y otro anotará el inscalista pistolero de esos de a cien tante de nuestro último suspiro, para pesetas la víctima? ¿Una celestina que nuestro paso por el mundo no astrosa, de las perseguidas por la Po- sea como el del buque que surca la licía y por la Asociación de la Tra- clara linfa sin dejar rastro. El libro, señores, es el principal ta de Blancas, o un libro de Zola? marchamo del homo sapiens de Lin¿Un ratero más o menos audaz, un neo, el indiscutible rey de la Creatimador más o menos hábil, o las ción. Los gorilas, nuestros abuelos, de Candelas o aventuras de Rafles, según Darwin, jamás escribieron liEcija? de los Siete Niños de bros... ¡Ah, señores; hace pocos días he visto en las manos de una niña de HE DICHO catorce arios, hija de familia honrada, una novela de las más procaces de Joaquín Belda! Sentí espanto... Hecho indiscutible chos que los buenos y constructi- VI Con la salvedad, pues, de que los malos libros no debían venir al mundo y de que las personas que desean ser honradas deben huir de ellos mucho más que de las malas compañías, sean para el libro todos nuestros entusiasmos, toda nuestra devoción y cariño, como al amigo del alma que no nos abandona nunca y al cual le debemos tanto. El libro, señores ignorantes, nos instruye, desorientados nos guía, abatidos nos levanta, afligidos nos consuela, en las dudas nos ilustra, = Hace pocos arios en Ginebra en cierta reunión suscitóse una controversia sobre la confesión. Un pastor protestante dijo que ese sacramento, dando a los católicos la seguridad del perdón, les facilitaba las recaídas. —Valen los hechos...? (interrumpió un joven católico). Pues el hecho es que cuando acabo de confesarme salgo con propósito firmísimo de ser bueno; parezco otro hombre, nada se me pone delante. Cuando tardo en confesarme experimento por el contrario mi flaqueza. ¡Esta - 116 — , es la experiencia de cuantos se con 'fiesan! El público aplaudió el hecho, y el pastor tuvo que mascullar una excusa por haber tocado una tecla en falso. que ¿qué vale el altar sin el sacerdote? Mi cara es mi fortuna, dijo el otro. Si con una cara graciosa se ganan fortunas, ¡,el interés de nuestro Cristo no podrá más entre sus fieles? Dios quiere que unos dependamos de otros, y si vosotros no ayuSuscripción para el altar de dais nuestro postulantado central Nuestra Santísima Madre, en irá en disminución, Dios recibirá menos gloria, morirán más homla Buena Dicha bres en el pecado, aumentarán los infieles, la prensa impía se arraigaPesetas. rá más cada día. Cantidad recaudada .. . 1.890,60 Necesitamos 20 000 pesetas para Un devoto de Nuestra una beca, beca que ha de formar Santísima Madre. . . . 20.000,00 un apóstol que colme de bendicioTOTAL 21.890,60 nes a los bienhechores. Dad alegremente lo poco o mucho que Por fin apareció el dador alegre tengais disponible, que es para que tanto alaba Dios en la Escritu- Dios. ra. Gracias a él tendrá altar decoNuestro postulantado ha crecido roso Nuestra Santísima Madre en algo estos últimos años, porque esta iglesia. Dios nos ha bendecido. Esta benEl anónimo y generoso donante dición la hace depender generalha contraído un derecho muy espe- mente de la bondad de los fieles. cial a nuestros sufragios, las oraCada mes mandad algo a Silva, ciones de toda la Orden de la Mer- 59. Madrid, Se trata de una obra ced, que no le faltarán. No; y vivirá de Dios tan gloriosa como el posen el recuerdo y gratitud de todos tulantado de los mercedarios que los que nos sucedan en nuestros han de extender la vida nueva por puestos de honor, que son de ba- la tierra. talla incesante por la gloria de Con ésta queda abierta la SusDios. El se lo pagará además por cripción para una Beca. otras razones. Pero ahora necesitamos erigir (tr:› otro altar al Señor, pero un altar vivo. Llamo altar al sacerdote por- — 117 — NOTICIAS SANTUARIO DE GUADALUPE San Luis Potosí, 3 de febrero de 1929. M. R. P. Director de LA MERCED Madrid. Rvdo. Padre: Anexo a la presente me permito enviarle un ejemplar del programa por el que se rigieron los actos religiosos organizados en el Santuario de Guadalupe (hoy la Merced) de esta ciudad en honor de N. P. San Pedro Nolasco, el 3 del actual, pues por razones especiales hubo que trasladar la fiesta tres días después del 31. Sólo notará V. P. que no hubo asistencia de sacerdotes, pero esto se debe a los motivos que de todos son conocidos; sin embargo, aprovechando la relativa tolerancia que el Gobierno local ha concedido, la O. T. pudo sin dificultades organizar estos cultos, que estuvieron en extremo concurridos. El sermón que se leyó fué tomado de los sermones del P. Vicente Hernández, O. P., cuya lectura conmovió a tal grado a los asistentes que muchos prorrumpieron en llanto, y al terminar la solemnísima procesión pidieron la im posición de nuestro Santo Escapulario, pero aquí fue la mayor de las dificultades para corresponder a tan piadosos deseos, toda vez que no hay sacerdotes en ninguno de los templos y los que viven en casas particulares no salen por el temor de que se les haga víctimas de algún atentado, pues las circunstancias tan aflictivas para la iglesia mexicana no han cambiado absolutamente en nada. Hace poco tiempo llegué a esta ciudad, en donde me he entregado de lleno a la reorganización de la Cofradía de la Merced, pues con motivo de que no hay quien la dirija en los actuales momentos, todos los hermanos caminan sin rumbo y sin tino, no hay juntas mensuales, y cuando se muere alguno, nadie quiere recibir la patente en calidad de devolución y nadie acepta los cargos de la Mesa Directiva; sin embargo, logré hace poco ver al Supe rior encargado de la Mitra, quien accediendo a mis deseos, me facultó para reorganizar la Cofradía nombrando para el efecto nueva Mesa Directiva, y hasta me ofreció que siempre que sea con discreción hablara con el Padre que al suspenderse los cultos se encontraba encargado de este Santuario, a efecto de que en su habitación, aunque sea ea forma privada, imponga el Santo Escapulario de la Merced, pero aquí me tiene V. R. metido en el aprieto de que no encuentro nada absolutamente de cuadernillos que contengan las obligaciones, sumarios de indulgencias, etc., que conciernen a los cofrades, por haberse perdido todo en el saqueo que sufrió este templo el día que se retiraron los sacerdotes y esto me hace suplicar a V. R. me haga la caridad de man- — 118 — darme un ejemplar de cada cosa que se relacione a los cofradespara mandar hacer la impresión, pues no quiero errar en materia tan delicada. Los gastos que demande tanto esto como dos suscripciones que atentamente le suplico se sirva remitir a la Cofradía de la Merced, de este Santuario, serán debidamente pagados, pues causa verdadera tristeza que estos Hermanos ignoren las actividades de la Orden. Si tiene V. R. Sumarios de Indulgencias concedidas al Santo Escapulario, propios para colocar en marcos para lugares visibles para el mejor conocimiento de los fieles, ruégole me mande unos dos o tres. Tan pronto como quede esta Cofradía completamente organizada, se dará principio a traer de esa libros de autores mercedarios y todo aquello que se relacione con esta Sagrada Orden. Soy de V. P. M. R. afectísimo atento seguro servidor q. b. s. m., Luis Y. DAVILA 0. F. M. PROGRAMA de los actos del solemnísimo «Triduo gucarístico» que celebrará la Sección Adoradora Nocturna de Bilbao del 11 al 14 de abril de 1929, con motivo del XXV aniversario de su fundación. Del jueves al sábado, conferencias eucarísticas para hombres. Adoración diurna de señoras, en las distintas parroquias de la villa. 'Vigilia general extraordinaria de Tarsicios, el viernes día 12. Vigilia general extraordinaria de la Adoración Nocturna, el sábado 13 en la Santa Iglesia Parroquial y Basílica del Señor Santiago, con Misa solemne de madrugada. Plática del Rvdmo. Obispo Diocesano. Solemne sesión de clausura del «Triduo Eucarístico » , en la mañana del domingo 14. Procesión del Santísimo Sacramento, en la tarde del mismo domingo, de la Basílica de Santiago al Santuario de Begoña, donde se dará la bendición desde - la tribuna. (Oportunamente se darán instrucciones y detalles de estos actos.) Temas para el «Triduo Eucarístico». 1) La Adoración Nocturna levadura Eucarística en la familia cristiana. 2) La Adoración Nocturna y las Juventudes Católicas. 3) Los turnos de San Tarsicio en los Colegios, viveros de las Secciones Adoradoras Nocturnas. 4) Medio para conseguir que los Adoradores Nocturnos comulguen cada día que asistan al Santo Sacrificio de la Misa y no dejen pasar día alguno sin visitar a Jesús Sacramentado; sus frutos. 5) Manera práctica de asistir devotamente a la Santa Misa. 6) Conveniencia de que los Adoradores Nocturnos se ofrezcan como ayudantes a los Sres. Sacerdotes en el Santo Sacrificio de la Misa. 7) La Adoración Nocturna y el Viático de los Adoradores. 8) Marcha triunfal de la Adora- - 119 — ción Nocturna en las provincias Vascongadas y causas que hayan podido influir en ella. HUMERA (Madrid) Sanatorio de Nuestra Señora de las Mercedes.—Con grande solemnidad se ha celebrado en este Real Sana- torio la festividad de San Pedro Nolasco, fundador de la celestial Orden de la Merced, precediéndole antes una solemne Novena con Exposición, Manifiesto mayor y asistencia de estos buenos enfermitos; el día de la fiesta, 31 de enero, se celebró Misa solemne oficiada por el Sr. Capellán del Sanatorio D. Manuel del Río, ayudándole el venerable Capellán de las Siervas de Pozuelo y D. Emilio N.; el Sermón estuvo a cargo del eminente orador Sr. Párroco de Pozuelo, amante devoto de la Virgen de las Mercedes; su despejada elocuencia supo decir cosas tan nuevas y encomiásticas de nuestro Santo Padre, que nuestros enfermitos salieron loando al sabio orador. No dejaré de manifestar llena de júbilo la satisfacción que nuestro Santo Padre nos concedió en su día; un ario de lucha llevábamos con un enfermito refractario a la confesión acometido de frecuentes hemoptisis; todo era dar largas y excusas, ya pensábamos que algún día tendríamos el dolor de verle morir sin Sacramentos, cuando llegó el día 30, llamó a la Superiora para decirle que al día siguiente quiere comulgar y que aquella tarde desea con- fesarse; la Superiora vacila con el temor de ser engañada, pues ya otras veces se lo había prometido a las Hermanas, mas él le asegura que no trata de engañada, sino que quiere cumplir ese deber de -cristiano y dar gusto a Dios y a su buena enfermera Sor Cándida, que bien se lo merece por sus asiduos cuidados y continuos desvelos por sus enfermos, y más añadió: a esta Hermana, como ya he dicho otras veces, si estuviese en mi mano le impondría la Cruz de la Beneficencia, que la llevaría con más merecimiento que otras a quien se la han impuesto. Esta hermana lleva bastantes arios en este Sanatorio cuidando con verdadero heroísmo a los enfermos confiados' a sus solícitos cuidados. Llenas de satisfacción agradecemos a nuestro Santo Padre esta conquista obtenida por su poderosa intercesión. UNA MERCEDARIA VALENCIA Real Monasterio del Puig.—E1 24 del próximo pasado, un numeroso grupo de caballeros y jóvenes, entre los cuales se encontraba el conde de Trigona, el marqués de Lozoya, varios catedráticos y estudiantes de la Universidad y otras distinguidas personalidades, practicaron en este Monasterio, bajo la dirección del P. Delgado Capeáns, un «Día de Retiro Espiritual» con gran aprovechamiento para sus almas. Era verdaderamente edificante ver a las ilustres personalidades entre- — 120 — gadas, en absoluto, a tratar en el retiro y en la soledad del claustro el asunto más importante: la salvación de sus almas. reaparición y nos congratulamos sea ya una realidad. Gustosos establecemos el intercambio. Funerales por la Reina Doña María Cristina.—Con asistencia del ilustre Ayuntamiento, Unión Patriótica y numeroso público, se han celebrado en este histórico templo solemnes funerales por el eterno descanso de Ja Reina Doña María Cristina, que de esta manera quiso testimoniar su afecto a tan preclara Reina la Comunidad y las corporaciones de esta localidad. Indulgencias de abril. Día 17. Solemnidad de San José: Absolución general y otra indulgencia plenaria visitando la iglesia. Día 27. San Pedro Armengol: Absolución general y otra indulgencia plenaria.., asistiendo a la misa de Nuestra Santísima Madre. `M•1111n MADRID Nuestro saludo de bienvenida, y mejor dicho, de buen retorno al estadio de la Prensa, se lo dirigimos muy cordial a la Revista Mercedaria, segunda época, publicada por nuestros hermanos de la provincia del Tucumán (Argentina). Consideramos esa publicación como nuestra hermana mayor ; anhelábamos su Favores de nuestro Santo Padre Muy agradecida a Ntro. Padre San Pedro Nolasco por un favor que me ha concedido; lo publico como se lo prometí. P. C. Terciaria Mercedaria. CON LAS DEBIDAS LICENCIAS Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.