3(1929)

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Orbe') Cercera y (ofrabías
erceb
Dirección y Administración:
PP. MERCEDÄRIOS
Silva, 39. — Madrid (12)
<> «o-
15 DE MARZO DE 1929
S T..T M 1R.
NÚM. 3
10
LA SINGULAR REALEZA DEL PAPA, por Fr. Martín Ortúzar.—LA GRAN SEMANA, por Fray
R. Delgado Capeáns.— VIÑETAS LIIÚCAS (poesía), por Fr. M. E.—MARÍA MAGDALENA, por
Fr. Serafín Solaegui,—SANTORAL MERCEDARIO, por Fr. Guillermo Vázquez.—SAN PEDRO
NOLASCO, por Fr. Miguel Escánez.—ANACDOTAS.—LAGARTIJILLA, por Julia G. Herreros.
¿CUÁNDO MURIÓ CRISTO? —LA QUINTA ANGUSTIA, por Fr. Tomás Domínguez—INSTANTÁNEAS, por Fr. P. Delgado.—MISCELÁNEAS.—IV CONGRESO NACIONAL DE MÚSICA SAGRADA, por Fr. José Miguélez.—EL LIBRO, GRAN AMIGO DEL HOMBRE. — HECHO INDISCUTIBLE.
SUSCRIPCIÓN PARA EL ALTAR DE NTRA. SMA. MADRE, DE LA BUENA DICHA. — NOTICIAS.----INDULGENCIAS DE ABRIL — FAVORES DE NUESTRO SANTO PADRE.
SURGE VELOCITER
(HECHOS DE LOS
APOST. 12, 7.)
LA SINGULAR REALEZA DEL PAPA
En la sala de los Papas del Palacio Apostólico de Letrán a 12 de
febrero del año corriente, se firmó
el tratado que resuelve definitivamente la cuestión romana, junto
con el Concordato que fija las relaciones de la Iglesia y el Estado en
Italia, y una convención de carácter
financiero aneja al Tratado.
El nuevo Estado Pontificio comprende además de la ciudad del
Vaticano unos cuantos inmuebles
situados como islotes en Roma y
sus contornos. Estos islotes son:
El palacio y la basílica de San Juan
de Letärn, el palacio de la Cancillería y la villa de Castel-Gaudolfo.
Si se mira, pues, por el lado del
terreno, el Papa no ha hecho ninguna nueva adquisición con respecto d los inmuebles que por la
ley de garantías de 1871 gozaban
de inmunidad diplomática.
Sin embargo, el estado de cosas
actual es bien distinto del anterior
al Tratado, pues ahora el Papa es
Soberano sobre los metros que
sean de terreno, mientras que antes
era « súbdito y huésped de otro,
quien debiera ser sola y principalmente soberano», como el Cardenal
Rampolla escribía a los Nuncios en
1887.
Con la sola ley de garantías, el
Soberano Pontífice no gozaba de
plena libertad, ni en teoría ni en
práctica; pues lo que un parlamento
aprobó pudo abrogarlo otro parlamento, y además las garantías eran
insuficientes y fueron violadas más
de una vez.
La Iglesia es, ciertamente, un
Reino esencialmente espiritual, pero
las sustancias más espirituales si
han de triunfar en la tierra tienen
que revestir formas sensibles y humanas.
Todas las soberanías que ha conocido la historia han llevado el
atributo de la territorialidad.
Quien ha recibido el mandato divino de Pedro no puede cumplirlo
siendo súbdito de alguna soberanía
terrena.
«Aquella' cantidad de territorio,
dice el Papa, sin la cual no podría
Subsistir la soberanía, porque no
tendría punto en que se apoyara.
Nos ha parecido ver las cosas tal
como se realizaban en la persona
de San Francisco, el cual tenía de
cuerpo lo suficiente para retener ei
alma unida a sí g1 mismo fenómeno que ocurría en Otros santos:
el cuerpo reducido a lo justamente
necesario para servir al alma, para
continuar la vida humana, y con la
vida la acción benéfica.
Será evidente para todos, como
Nos lo creemos, que el Soberano
Pontífice no tiene, en materia de
territorio material, que lo estricta-
82 —
mente indispensable para el ejercicio de un poder espiritual confiado
a hombres en provecho de los hombres. No dudamos en P,proclamar
que Nos complacemos de este estado de cosas; Nos complacemos
en ver el dominio material reducido
a límites tan restringidos que se
puede y se debe considerarlo—el
territorio—como espiritualizado por
la inmensa, sublime y verdaderamente divina espiritualidad que esté
destinado a soportar y servir.»
El Concordato entre el Papa e
Italia-, íntimamente ligado con el
Tratado, representa un triunfo enorme de la Iglesia; baste por el momento decir que hace polvo todo el
trabajo de los gobiernos masónicos o masonizantes que desde el
año 70 se han sucedido en aquella
nación.
***
El Tratado de Letrán es un índice
de importancia muy singular. La generación del año 1870 permitió que
a la Soberanía espiritual se despojara de su libertad; la generación de
1929 se la restituye y todos miran
con simpatía el acto de justicia.
El Santo Padre en su reciente
discurso a los universitarios de Milán ha elogiado a Mussolini como
hombre que había sabido burlarse
de los prejuicios de la escuela libet'al. Mussolini es un agudo conocedor de su época, cualidad primera
en,un gran político.
—83 -El ha visto que el materialismo y
el liberalismo han fracasado en la
gran prueba de la vida, en este ensayo de adaptación que se ha hecho con ellos en los siglos XVIII y
XIX.
Cada vez se ve más claro los
grandes valores que sólo se conservan al calor de la fe católica y
fuera de ella se desmoronan: la
dignidad del matrimonio, la familia,
la propiedad, honor a los padres,
autoridad, recta evaluación de las
cosas, es decir, todo un ciclo de
vida civilizada. O teneis que renunciar a todos esos beneficios o teneis que abrazaros a la Iglesia de
Cristo.
El ímpetu de la vida tiene más
fuerza que las construcciones de
los sofistas. La vida es afirmación
que por necesidad se apoya en algo
absoluto; es una afirmación que
quiere ser más plena, más perfecta
cada día y en ese esfuerzo va describiendo dos líneas, una vertical
que va a su más profundo apoyo,
o sea Dios, y otra horizontal que
va a sus semejantes en busca de
un complemento necesario.
Es muy fácil excluir a Dios, cerrar contra la sociedad, predicar la
autonomía, la transcendencia subjetiva imponiendo la ley a lo objetivo—que por lo mismo deja de
serlo—; pero ¿cuál es la perspectiva de todo eso? El horrible desierto de la negación absoluta y
nada se puede apoyar sobre base
tan estéril.
Se plantea el problema de ser o
no ser y la conciencia alborotada
se adhiere a su existencia; siente la
necesidad de afirmar y 'mira con
cariño al que lo hace con la energía
segura de sí misma.
Son muchos los tristes que han
atravesado la siniestra soledad de
la negación absoluta y hoy lanzan
este grito vital, el grito de afirmación. Cuando por todas partes se
oye este grito, he aquí una institución bien visible, y arraigada en la
historia con un vigor inimitable,
con una serie de afirmaciones coherentes y profundas, que son-respuestas precisas a las necesidades
fundamentales del hombre, .y a la
vez la explicación total def Origen
del Mundo y del destino - y propósito que preside a los elementos
que lo componen.
No es un interés académico el
que despierta la Iglesia, sino mucho más íntimo. La timidez que los
católicos han heredado de los fracasos del siglo último impide , que
muchos de ellos vean y afirmen
con la debida acentuación este aumento enorme de la influencia católica, que, en gran parte, parece
reacción contra los sistemas decadentes de los dos siglos últimos.
Con frecuencia lo ven esto mejor
los que están fuera de la Iglesia.
¿,No acaba de decir Herriot que
— 84 —
el laicismo no tiene remedio en
Francia?
En su libro «Der Katholizismus,
seine Ydee, und seine Erscheinung», estampó hace poco el conspicuo universitario de Mar burg
Heiler estas sinceras palabras: «La
Iglesia Romana está ejerciendo hoy
una atracción poderosísima en el
mundo católico. Los monasterios
benedictinos de Alemania, en especial Beuron y María Laach, se
han convertido en centros de peregrinación de los no católicos que
hallan inspiración en la católica
liturgia allá practicada. La nueva
alta iglesia que se está formando
en el protestantismo alemán se
aproxima sin cesar a la Iglesia Romana, y uno dz sus directores acaba de ingresar en su gremio. Es
más considerable aún el movimiento de conversión en Inglaterra...»
La generación de 1929 tiene una
imagen muy viva de la vanidad, de
la inestabilidad de los poderes económicos y políticos del globo; ve
sepultados en los campos de batalla Estados que parecían omnipotentes y eternos. Y en medio de
estas ruinas ve a la Iglesia, el único
organismo que, a pesar de ser universal, se conserva sereno, intacto
en toda su integridad económica y
política, tan joven corno el primer
día, y eso que en cada siglo ha
tenido que atravesar pruebas tan
duras como la gran guerra. El
tiempo no se ha hecho para la Iglesia; se ha hecho para las demás
estructuras sociales.
Esta grandeza externa de la Iglesia es la evidencia de la verdad, el
esplendor de la ciudad de Dios
para que todos vayan a ella. Mis
lectores sabrán excusar la cita un
poco larga de este pasaje conocido
del gran Macaulay en su ensayo
sobre Von Ranke: «No hay, no ha
habido en esta tierra una obra
de política humana tan digna de
examen como la Iglesia Católica
Romana. La historia de aquella
Iglesia junta en un punto las dos
grandes edades de la civilización
humana.
Ninguna otra institución queda
en pie para restituir la mente a los
tiempos en que el humo del sacrificio subía del Panteón y los camellos pardales y tigres brincaban en
el anfiteatro de Flavio.
Las más orgullosas reales casas
no son más que de ayer comparadas con la línea de los Pontífices
Supremos. Esta línea podemos remontarla en serie no interrumpida
desde el Papa que coronó a Napoleón en el siglo XIX hasta el Papa
que coronó a Pepino en el siglo
VIII, y mucho más allá de Pepino
se extiende la augusta dinastía hasta perderse en el crepúsculo de la
fábula. La república de Venecia
vino después en orden de antigüedad; pero la República de Venecia
era moderna, confrontada con el
Papado.
El Papado permanece, no en decadencia, no como antigualla, sino
llena de vida y de vigor juvenil.
La Iglesia Católica aún sigue enviando a los más remotos puntos
del globo misioneros tan celosos
como los que desembarcaron en
Kent con Augustinos, y sigue afrontando a reyes hostiles con el mismo espíritu que lo hizo a Atila.
... Ni vemos algún indicio de que
se aproxime el término de su largo
dominio. Ella vió el comienzo de
todos los gobiernos y de todas las
instituciones eclesiásticas que ahora existen y no sentimos la seguri-
dad de que ella no esté destinada a
ver el fin de todos ellos.
Era ella grande y respetada antes que el Sajón pusiera pie en
Bretaña, antes que los francos hubiesen atravesado el Rhin, cuando
la elocuencia griega florecía aún en
Antioquía, cuando aún se adoraba
a ídolos en el templo de Meca.
Y lo más probable es que, cuando algún viajero de Nueva Zelanda
quiera tomar posición sobre el roto
arco del Puente de Londres en
medio de un a vasta desolación
para dibujar las ruinas de San Pablo, persista ella con un vigor siempre nuevo.»
FR. MARTIN ORTIIZAR
LA GRAN SEMANA
Es el mes de Nizán, cuando la Judea
se encuentra conmovida por la celebración del Cordero Pascual.
Por las tortuosas calles de Jerusalén transitan de dos en dos los legionarios romanos, ostentando en sus
polvorientos cascos un ramo de olivo;
allá sobre la torre Antonia asoman'
los tostados rostros de los vigilantes
centinelas prontos a dar la voz de
alarma. Un pastor, al toque de bocina,
pregona, desde un pórtico, corderos
blancos, mientras por otro lado pasa
una compacta peregrinación atronando el espacio con los ecos que arranca a los instrumentos músicos. En
una de las colinas de la ciudad de,
David fulguran los esbeltos palacios,
rodeados de majestuosas palmeras;
el torrente Cedrón va murmurando,
suavemente, hasta que sus amarillentas aguas se pierden por Siloé.
Por todas las puertas de la gran
ciudad se ven entrar devotas caravanas de peregrinos envueltas en densas nubes de polvo al paso lento de
sus cabalgaduras; ya son mercaderes
de Joppe, bien samaritanos, saduceos, assenios... Por todas partes
resuena el grito de Hossanna, acompañado del toque de las bocinas de
los victoriosos legionarios y el sonido de los salterios de las piadosas
hijas de Sión.
— 87 —
86 —
El Sanhedrín se turba, se inquieta,
a la llegada a la ciudad santa de un
hombre, que dicen es un sedicioso,
un agitador, que subleva las masas
del pueblo, salido de una pequeña
aldea, que se dice ser el enviado de
Dios y que se hace llamar Rey de los
judíos. Se cuenta que es grande su
poder y que realiza estupendas maravillas y sorprendentes prodigios; que
las multitudes le siguen para escuchar
de sus labios su doctrina nunca oída;
que resucita a los muertos, da vista a
los ciegos, y que a las puertas mismas de la ciudad y del templo tuvo el
atrevimiento de dar la vida a su amigo
Lázaro. Y ahora tiene la incalificable
osadía de entrar en Jerusalén montado
en una pollina, aclamado de todo el
pueblo, que, rebosante de delirante
entusiasmo y de intenso júbilo, grita:
Bendito el que viene en nombre del
Sefior; hossanna al hijo de David.
Jesús atraviesa las calles hollando
con los cascos de la pollina que montaba las capas romanas que le tendían a su paso, y, en medio de vistosos ramos de olivos y de blancas
palmas, se pasea triunfante por las
tortuosas calles y estrechas plazas de
Jerusalén.
Toda la ciudad se encuentra conmovida con la presencia del divino
Rabí de Galilea; no se habla de otra
cosa en la ciudad más que de las maravillas, de los milagros obrados por
el hijo del carpintero...
La Historia ha bautizado este día
de la entrada triunfal de Jesús en la
ciudad de Jerusalén, llamándolo Do-
mingo de Pamos.
La obra suprema de amor de
Jesús.
Por la noche celebró la última Cena
con sus amados discípulos y en ella
realizó la obra suprema de su amor:
convirtió el pan en su cuerpo y el
vino en su sangre, y se lo diö a comer y beber a sus Apóstoles. A esta
obra suprema de su amor, añade también la obra suprema de su humildad:
lava los pies y se los besa a sus discípulos, incluso al traidor Judas. Después se retiró al Huerto de los Olivos, a las altas horas de la noche,
donde el pérfido Judas le había de entregar por treinta dineros, y la señal
de su traición sería un beso, a cuyo
estallido se estremecerían las mismas
profundidades del averno. El Rabí de
Galilea es preso y maniatado, como
un criminal, a la puerta del jardín de
los olivos y es conducido a los tribunales, azotado a una columna, quedando todo su cuerpo ensangrentado.
Cubierto sus hombros con un pedazo
de vieja púrpura, coronada su cabeza
con una corona de espinas y teniendo
en sus manos una caña, es presentado al pueblo. La muchedumbre,
sedienta de la sangre del Justo, clama: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!; ¡que
su sangre caiga sobre nosotros y
sobre nuestros hijos!
Jesús es condenado a muerte.
Hacia la montaña.
La sentencia de muerte contra Jesús
es acogida con vivas demostraciones
de júbilo por parte del pueblo. El pretoriano estandarte flamea por los
aires; la cohorte romana fórmase para
acompañar al Divino Ajusticiado; por
las estrechas y tortuosas calles de
Jerusalén resuena el eco fatídico de la
trompeta; Jesús, cargando sobre sus
ensangrentados hombros un pesado
madero en forma de cruz, custodiado
por ocho soldados sirios, es conducido al Calvario, seguido por el pueblo que proclama la justicia del Pretor, salvando a Barrabás y condenando a Cristo.
Por la angosta vía, que desde el
Pretorio va hacia la puerta Judiciaria,
se apiña la multitud para ver pasar el
fúnebre cortejo. Los fariseos con sus
túnicas azules; los plebeyos con sus
andrajosos sayales; ambiciosos mercaderes salidos de las riberas de Tiberiades con sus amarillentas capas;
los pastores de Iclumea con jubones
de pieles; los escribas con papiros
debajo del brazo y el cálamo al cinto;
las mujeres de Jerusalén arrastrando,
con gracia femenil, sus vistosas babuchas; las cortesanas de Babilonia
con sus mitras doradas, y los miembros del Senhedrín con sus tiaras
de rica pedrería, y todos se unen a la
multitud que va en pos de Jesús. El
Rabí de Galilea se siente desfallecer
ante el enorme peso de la cruz y
cae... Mientras un legionario con la
punta de su lanza le obliga a levantarse y a proseguir el camino, bajo
un pórtico un grupo de griegos, envueltos en sus flotantes clämides,
leen, en voz alta, tres sentencias escritas en caracteres rojos: la de Dimas, ladrón de Bettebara, la de Gestas, asesino, y la de Jesús de Galilea.
Jesús sigue su camino, pero como
las fuerzas faltan, vuelve a caer en
tierra, esta vez más aplastado por la
cruz. Unas piadosas mujeres salen al
encuentro del Hijo de María, profundamente conmovidas, al ver su estado
lastimero. Contémplalas en silencio,
y, al ver sus lágrimas, les dice:
—Mujeres de Galilea, no Iloreis
por mí; llorad por vosotras y por
vuestros hijos.
Ya en medio de las rocosas laderas
del Calvario, de un grupo de mujeres
sale una, e intrépida se acerca a Jesús, y, compasiva, le enjuga el rostro
con un lienzo, y ¡oh, prodigio!, queda
estampado en él la faz ensangrentada
del Nazareno. La multitud se sorprende, muchos comentan el prodigio, un
fariseo se admira, pero un escriba lo
niega.
—El rostro se ha impreso en el
lienzo—les dice—y no hay nada más.
Dos ilustres varones, José de Arimatea y Nicodemus, amigos de Jesús, y Pedro, terciado el manto y poseído de un temor senil, síguenle
desde lejos...
En este momento llegaban a la cima
de la montaña y Jesús había hecho
penosamente la ascensión.
En el Calvario.
Eran cerca de las doce del día; sobre la cumbre del Gólgota centelleaban al sol los cascos de los legionarios romanos; los ardientes rayos
iluminaban con radiantes claridades
las hosamentas calcinadas; abrasadas
ráfagas de aire soplaban por los
desolados campos de Jerusalén. Los
1
— 88 —
soldados de la cohorte siria arrastran
a Jesús y lo despojan de sus vestiduras, teñidas en su propia sangre, después de echar la cruz en tierra.
Sobre el Calvario elévanse dos
cruces bajo el revoloteo de los buitres
y de las carnívoras águilas.
Los sayones despojan a Jesús de
sus últimas vestiduras, y alguien dale
a beber el vino fuerte de Tharses,
que el Nazareno rechaza.
Es la hora «sexta».
Y empieza la crucifixión con gran
apresuramiento, porque el tiempo
avanza y la ley prohibe las e j ecuciones después de la hora «nona)...
El Rey de los judíos se extiend e
sobre el lecho de la cruz y alarga a
los verdugos las man os y los pies,
que pronto quedan traspasados y cla
vados en el madero; por fin, lo eleva
al aire y aparece el Divino Ajusticia
do ante la muchedumbre colgado d e
la cruz.
Sus últimas palabras.
Con la cabeza coronada de espinas,
los ojos oscurecidos por la sangre
que mana de la frente, los brazos violentamente estirados, las manos y los
pies destrozados por los clavos, el
cuerpo llagado por los azotes, el Dios
moribundo exhala siete quejidos, que
son como el testamento eterno de su
voluntad.
Escuchemos sus últimas palabras.
Mientras Jesús luchaba con las supremas agonías de la muerte, los legionarios romanos, los soldados sirios, las meretrices de las costas de
Tiberiades, las muchedumbres de Ti-
ro, de Sidon y hasta de Samaria, no
cesaban de insultar al divino moribundo, y, dirigiéndose a él, le decían:
«Si eres Cristo, Rey de Israel, baja
ahora de la Cruz para que lo veamos
y te creamos.» Otros, pasando por delante de la Cruz, decían: « ¡Ea...! Tú
que destruyes el templo de Dios y en
tres días lo reedificas, sálvate a Tí
mismo bajando de la Cruz...» Mientras tanto Jesús, con la faz iluminada,
agrandadas las órbitas, la mirada lívida, dirigiendo los ojos al cielo, exclama:
—Padre mío, perdónales porque no
sa ben lo que hacen...
Jesús calla... Un fuerte dolor conmueve con violentas agitaciones su
cuerpo, y, p ausadamente, como si hablase consigo mismo, pero dirigiéndose a Dimas que le demanda perdón,
prométele el reino de su Padre.
—En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso—dicele
como promesa divina emanada de su
alma...
Hoy es el día de los excesos divinos. Ya tiene hechos dos el divino
crucificado: ha pagado insultos con
amor y ha prometido un reino a un
asesino. ¿Qué hará ahora? En pie,
junto y frente a la Cruz, está una mujer, transida de dolor, muda, las manos cruzadas, los ojos clavados en
El; lágrimas, no las derrama, porque
ya no las tiene. Es su Madre. Jesús la
reconoce, y, hondamente conmovido,
la dice:
—Mujer, he ahí a tu hijo—señalando a San Juan—. Y dirigiéndose al
discípulo amado: He ahí a tu Madre.
Después una gran gritería del popula-
— 89 —
cho, sediento de su sangre, ahoga su
voz...
Hay un momento que parece desfallecer. De su pecho deja escapar , espues de treinta y tres año s de persecuciones y dolores , el primer quejido.
Es que era 1 a hora suprema de su suprem o dolor, de su supremo desamparo. Ahora en lo alto de la Cruz se
queja, porque ni hombres, ni ángeles,
ni su propio padre tiene a su lado que
lloren con El.
—Elf, Elf, lamma savacthani?
¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me
has desamparado?
Y exhausto por la mucha sangre que
había derramado, abrasadas las entrañas por los acervos dolores, resecos los labios, sediento de almas...
con voz agónica, exclama:
—Sed tengo.
Un sayón levanta una esponja en la
punta de su lanza y le da hidro- hiel.
La obra de la Redención tocaba a
su fin; la Justicia divina plenamente
satisfecha; el eterno alcázar de la Gloria abría sus puertas; las profecías y
los designios del Padre celestial estaban cumplidos; consumadas están
también las dádivas de Jesús; próximo
a expirar, con voz moribunda, dice:
—Todo está consumado.
Las sombras de la muerte envuelven la santa Humanidad del HombreDios; su divino semblante tórnase pálido, macilento; sus labios cárdenos;
sus ojos se hunden; la respiración
falla; un sudor frío baña todos sus
desgarrantes miembros; su corazón
va a dejar de latir... Jesús abre sus
labios para encomendarse a su Padre,
y exclama:
—Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Después inclina la cabeza y expira.
Un angustioso grito de liberación
se escapa de todos los pechos; las
cabezas de los rabinos sobresalen entre la muchedumbre; las corazas de
los pretorianos resplandecen con vívidos fulgores, sus lanzas rutilan,
mientras el penacho del Decurión, coronando el patíbulo, aparece sobre la
compacta muchedumbre; paulatinamente van dejando solitario el Calvario; un centurión se golpea el pecho y, arrepentido, exclama: ¡Verda-
deramente, este era el Hijo de Dios!
Por encima de la montaña rondan
los cuervos, los buitres y las águilas...
Son las tres.
Ave crux spes unica.
La piedad.
En la rocosa cumbre del Gólgota se
acaba de consumar la Redención del
género humano. El Salvador de los
hombres acaba de expirar a la hora
«nona». Y la voz débil, agónica, de
Jesús, hizo conmoverse en sus mismas bases los mundos; a la presencia
de aquella divina agonía, ante la suprema invocación de un Dios moribundo, toda la naturaleza se estremeció de dolor; un eclipse total cubre la
tierra de sombras; los velos del templo se rasgan; resucitan los muertos;
la tierra tiembla...; toda la creación
está aterrada en aquel instante supremo; a la cruenta inmolación del Hijo,
se descubre la infinita bondad del
Padre.
— 90 —
En los solitarios peñascales del
Calvario, al pie de la Cruz donde
acaba de expirar el Divino Nazareno,
velan tres mujeres: el más acendrado
amor y la más sólida piedad se reflejaba en sus angustiosos semblantes:
eran estas María, la Madre del Dios
Ajusticiado, con el alma desgarrada
por el supremo dolor de la muerte del
Hijo amado; Magdalena, la hermosa
arrepentida, a quien Jesús hacia tiempo la había arrancado del lodazal del
vicio y señalado el camino del verdadero amor y de la virtud; y María
Cleofás, la mujer desolada, a quien
le había enseñado el camino del Cielo.
La noche había extendido sus sombras sobre la ciudad deicida; del barrio de Bezetha salieron dos hombres
envueltos en sus clámides; eran José
de Arimatea y Nicodemus, que van a
demandar de Poncius la entrega del
cuerpo de Jesús, para darle honrosa
sepultura. Pilato accedió; los jefes de
la Sinagoga no se atrevieron a protestar; estaban aterrados por la manifiesta injusticia de aquel crimen.
Una vez en el Calvario, descolgaron el ensangrentado cuerpo, y cubriéndolo con albos velos perfumados
con mirra y áloe, lo depositaron en
una sepultura abierta en una roca en
el huerto de José de Arimatea. Allí debía reposar hasta el glorioso triunfo
de su resurrección.
La suprema piedad de los discípulos arrebataba los sagrados despojos
del Dios Redentor al odio de sus enemigos. El primer pecado se había lavado en tan preciosa sangre y la nueva doctrina del celestial Maestro, doctrina de paz y de amor, reinaría para
siempre en el mundo, inundando las
almas y las sociedades con torrentes
de luz, de piedad y de amor.
FR.
R. DELGADO CAPEANS
O.
VIÑETAS LÍRICAS GALAICAS
Noche. Sobre el atrio
frontero del templo
fulguran calladas
las rosas de/cielo.
Con toca de nardos
(de nardos de ensueño)
la princesa luna
les contaba un cuento
mientras en las piedras
del viejo Crucero»
el rozar de la brisa es un dulce
sollozo de violonchelo.
Fr. M. E.
San Claudio 27-11-1929.
-
DEM.
María Magdalena
Pasa la escena en Nain, pequeña
ciudad de Galilea, o en sus alrededores. Jesús había sido convidado a
comer en casa de un fariseo, y se
puso a la mesa. « Había en la ciudad
una mujer pecadora, que cuando
supo que Jesús estaba a la mesa, en
casa del fariseo, tomó un pomo de
alabastro con perfume, y puesta detrás de él, a los pies y llorando, con
sus lágrimas bariábale los pies, se
los enjugaba con sus cabellos, llenábaselos de besos y ungíaselos con
el perfume.) (Luc. V11-37). Este pasaje tan sencillo como conmovedor,
sólo nos lo cuenta el detallista San
Lucas y parece insinuarlo, como
veremos después, San Juan. Por ser
esta de la Magdalena, una figura
por demás interesante, se la hace
resaltar tanto en las relaciones
evangélicas; también es cierto que
por lo mismo se la ha estudiado con
más cuidado y depurado su verdadera personalidad con más o menos
acierto.
En el ligerísimo estudio de esta
pecadora, penitente y mística alma
que presento hoy, se nos ofrecen
varias cuestiones. Es preciso advertir, que a fuerza de repetir una idea
nos la asimilamos de tal manera
que nos choca el hecho de ponerla
en tela de juicio. Quizá algo de esto
le sucederá a algún lector al pasar
la vista por estas mal trazadas líneas. Y vamos a la cuestión: 1. 0 La
pecadora del pasaje antes citado de
San Lucas, ¿es la misma que María
Magdalena de la que Jesús lanzó
siete demonios y de la. que nos habla el citado evangelista en el capítulo siguiente? 2.° Estas dos (o en el
caso de que sean una sola), ¿tienen
algo que ver coa María, hermana de
Marta y de Lázaro? Como era de
suponer, existen opiniones para todos los gustos; hay quien hace a las
tres, completamente distintas, y
hay quien las supone una misma
persona, etc. Expondré brevemente
los hechos.
Algunos creen que la pecadora de
que hemos hecho mención en el pasaje citado de San Lucas, es la her-
91 —
mana de Lázaro, fundándose en la
identidad de convites, el ahí descrito por San Lucas y el que los otros
evangelistas ponen como celebrado
en Betania, en el que la dicha hermana de Lázaro ejecutó una acción similar a la descrita por el
evangelista primero citado. Y realmente tienen muchos puntos de semejanza, como el de que enjugaba
los pies del Salvador con sus cabellos, derramando perfumes olorosos
y quebrando el vaso de alabastro
con la notable coincidencia de que los
dos que invitaron al Señor a comer
tenían por nombre Simón, y en las
dos ocasiones tuvo que salir aquél
en defensa de la piadosa mujer, en
la primera contra el mismo que le
había invitado, y en la segunda
contra algunos de sus discípulos
que murmuraban del proceder de
aquella. Pero los que ven un sólo
hecho en estas dos ocasiones, no se
fijan en que el referido por San Lucas, tiene lugar en Galilea a muchos kilómetros de Jerusalén, y por
lo menos un año antes de la Pasión
del Señor; y el descrito por los otros
evangelistas, pasa en Betania, a
poca distancia de Jerusalén y seis
días antes de la Pascua, o sea pocos
días antes de la muerte de Jesús. Si
se quiere, pues, identificar a esas
dos mujeres, a la pecadora de Kafarnáun y a María, hermana de Lázaro, habrá que buscarlo en otra
parte.
Tenemos una prueba bastante
fuerte, aunque no categórica, en el
capítulo XI-1-2, de San Juan, de
donde se saca, tanto la identidad de
— 93 —
92 —
las dos personas, como la diversi- San Lucas quien primero la hace
dad de los dos hechos antes relata- entrar en la narración evangélica y
dos. Hablando San Juan de la resu- nos da el detalle curioso de que serrección de Lázaro, dice de su her- guía a Jesús por gratitud, como
mana María: « Esta María es aque- otras mujeres y que el divino Maeslla misma que derramó sobre el Se- tro « había lanzado de ella siete deñor el perfume, y le limpió los pies monios». (Luc. VIII-2). Por estas
con sus cabellos, de la cual era palabras parece deducirse que hahermano Lázaro, que estaba enfer- bía sido posesa; por lo que algunos
mo». (Joan. XI-1-2). Ni se argumente autores toman pie de aquí para concontra el valor de este texto, el que cluir, que se trata de la pecadora de
San Juan hace en él alusión al he- Kafarnáum y que nosotros la hecho narrado por él mismo en el ca- mos identificado con María, hermapítulo siguiente v. 3, porque no hay na de Marta. Pero creo que no se
duda ninguna que el cap. XI-1-2, es puede llegar a esa conclusión por
anterior al XII-3, y no se puede meras conjeturas y coincidenconcebir cómo podía referirse a un cias.
En favor de la identidad acaso no
hecho no narrado aún. Luego se
puedan
presentarse más argumenrefiere a lo relatado por San Lucas
en el cap. VII, 37, cuyo evangelio tos que los de la liturgia de la Igleera ya conocido entre los fieles, sia y de la tradición. En efecto: El
cuando San Juan escribía el suyo. día 22 de julio, fiesta de Santa MaLa razón de la semejanza de los dos ría Magdalena, existe una antífona,
convites que nos describen los di- que está tomada a la letra del evanversos evangelistas se puede expli- gelio de San Lucas, donde habla del
car diciendo que, indudablemente, convite del fariseo y de la mujer
acordándose la ya penitente, del pecadora; y en la oración de la misperdón otorgado por Jesús, de sus ma-Santa, reza la Iglesia, «que su
muchos pecados, por agradecimien- hermano Ldzaro fué resucitado por
to y viendo lo mucho que le había sus ruegos de ella. Donde implícitaagradado su proceder la primera mente admite la Iglesia, la identidad
vez, lo repitió al ario siguiente en su de María Magdalena, María hermacasa. La coincidencia del nombre na de Lázaro y de la mujer pecadoSimón no puede servir de prueba ra. La tradición de esta identidad no
alguna, por ser ese nombre muy es anterior al tiempo de San Grecomún entre los judíos. Es, pues, gorio Magno. Son pruebas estas
más que verosímil que esas dos es- que pudieran pesar algo, si es que
cenas nos describen a una misma no tuvieran otras en contra. Estas
persona, en dos distintas ocasiones. pueden reducirse a las siguientes:
Ofrece sin comparación mucha 1. 0 El nombre de María Magdalena
mayor dificultad, la identificación parece indicar que ésta era natural
de María Magdalena. Es también de Magdala, pueblecito a corta
distancia y en el occidente del lago
Genesaret, en la Galilea, cuando
sabemos (y no se ha demostrado lo
contrario), que la familia de Lázaro
vivía en Betania cerca de Jerusalén.
2.° Al referir los sinópticos, la escena del Calvario hacen figurar en
ella a María Magdalena, pero como
una de las piadosas mujeres que
habían seguido a Jesús desde Galilea. Tenemos dos extremos claros,
a saber: que estando Jesús en Galilea, le seguía allí, socorriéndole con
sus bienes; y que cuando el Salvador subió a Jerusalén para ser entregado a las gentes, hasta aquí le
siguió la Magdalena. Dice San Marcos (XV, 40) « Había también allí
(en el Calvario) varias mujeres que
estaban mirando desde lejos, entre
las cuales estaba María Magdalena... que cuando estaba en Galilea
(Jesús) le seguían y le asistían>. San
Mateo (XVII 55) añade *que habían
seguido a Jesús desde Galilea para
cuidar de su asistencia». Si la Magdalena fuera la hermana de Lázaro,
no tendría que venir desde Galilea,
puesto que vivía en Betania. Aun
suponiendo que antes de su arrepentimiento hubiera vivido en Galilea, hacía ya más de un ario que
había conseguido del Señor el perdón de sus pecados, y es de suponer
que después de ello, se retiraría a
su casa de Betania, no pudiéndose
explicar en este caso, lo de que « seguía a Jesús desde Galilea). Además, cuando enferma de muerte su
<CD
hermano Lázaro y sus hermanas
envían recado al Señor para que se
presente allí, encontramos a la supuesta Magdalena muy tranquila en
su casa y no siguiendo a Jesús en
sus correrías apostólicas.
Los cuatro evangelistas, al hablar
de la Magdalena (y por cierto que lo
hacen muchas veces), ni por casualidad hacen referencia a la familia
de Lázaro, siendo así que ésta debió
de ser muy conocida entre los fieles de entonces e indudablemente
sería más conocida y estimada por
ese título que por el de lei Magda-
lena.
Tampoco se puede aducir como
prueba para identificar las dos Marías, el hecho del carácter de ambas hacia Jesús, es decir, amor valiente, osado y aun violento (recuérdense las escenas del convite del
fariseo, el Calvario y sobre todo el
sepulcro), porque el amor de Dios
cuando es intenso como en estas
dos mujeres, produce análogos efectos, aun prescindiendo del carácter
de las personas.
Podemos concluir, pues, diciendo
que probablemente la tantas veces
repetida pecadora de Kafarnaúm y
María hermana de Marta es una
misma persona, pero que mientras
no haya más argumentos, no podemos identificar con ésta a María
Magdalena.
FR.
SERAFIN SOLAEGUI
Sarria-III 929.
—
94 —
SANTORAL MERCEDARIO
El P. Marcos de Ardon, célebre misionero
t en 1558.
El dominico P. Remesal, que imprimía en 1619 su « Historia de Chiapa y Guatemala», después de mencionar a este ilustre mercedario,
añade: « Este es el padre fray Marcos tan conocido en esta provincia,
que oy en día no le han olvidado los
indios, nombrándole con título de
Marcos Pále; fué muy ejemplar religioso, gran favorecedor de los indios y muy caritativo con ellos. El
solo debió de bautizar más de un
millón de almas. Era poco escrupuloso en el Catecismo y sobre esto
tuvo algunos disgustos con el Padre
fray Bartolomé de las Casas y los
demás frayles dominicos, pero su
buena intención lo salvaba en todo.
Del nos acordaremos después, que
no fué hombre para ser una sola
vez nombrado> (1).
El no haber estado conforme con
Las Casas y sus fautores no es
achaque particular del mercedario,
sino de todos los españoles de entonces y de ahora. Cuantos vieron
y trataron indios podían convencerse difícilmente de que fueran los
hombres más inteligentes y hasta
los más guapos que había sobre la
tierra, como sostiene can razones
(1) Historia de la provincia de Chiapa y Guatemala de la Orden de Santo Domingo, por el
presentado Fray Antonio Remesal, natural de
Allariz en el reino de Galicia. Madrid, 1619. En
folio de 784 páginas.
astronómicas el excéntrico Obispo,,
que exigía para bautizarlos una instrucción que generalmente no tenían los europeos. La Historia Apologética, citada por Remesal y ahora publicada íntegra en la Nueva
Biblioteca de Autores Españoles es
uno de los libros divertidos que hay
en castellano, y da la medida del
juicio que poseía Fray Bartolome.
El P. Marcos Pérez de Ardon, o
Dardon, era hijo de la provincia
mercedaria de Casti112, y en 1528
estaba ya de conventual en Santa
Domingo, primer convento de la
Merced en América.
Volvió a España en 1532, y por
orden de la reina i a quien se había
%ofrecido, se preseritó al Consejo de
ititiias, para informar sobre el estado de la naciente colonia.
En 27 de abril de 1535 regresa a
América en compañía de otros dos
mercedarios en la nao de Diego
González, que los dejó en Cartagena de Indias. De allí se dirigió el
P. Marcos al Norte, donde trabajaban otros hermanos suyos desde los
primeros días de la conquista, y
donde el Señor le tenía reservada
abundante mies (1).
Los mercedarios figuran desde el
principio con Alvarado, que en la
conquista de México fue el brazo
(1) Fr. Pedro Nolasco Pérez: Mercedarios que
pasaron a la América española; pág. 88.
O
—
95 —
derecho de Cortes y vivió en intimi- Audiencia de Guatemala en 1548 en
dad con el célebre P. Olmedo. Con que se dice que un mercedario se
Alvarado bajaron al Perú en 1534 había internado solo con los indios
dos mercedarios, según él mismo lo de guerra, trayendo algunos pacifinotifica al Emperador desde Nica- cados (1).
Fué el P. Marcos primer Vicario
ragua el 18 de enero (1).
cura
Don Francisco Marroquín,
de Guatemala desde los primeros
días de la fundación y luego primer
obispo de ella, dice en una información de 1558: «Que son los primeros
que poblaron casa y perseveraron
en esta ciudad de Guatemala, y
cierto hacen todo lo que pueden y
han hecho mucho fruto. Vuestra
Majestad los favorezca con mandar
que se les acabe la casa » (2).
En 1538 hallamos al P. Dardon en
Chiapa, donde hizo grandísimo fruto entre los indios, conquistándose
con su abnegación el amor y veneración que perduraba cuando escribía Remesal (3). En vista de ello la
Real Audiencia le nombró Protector y Defensor de, los indios, cargo
que ejercitó con gran caridad unos
cinco o seis arios.
En el de 1545 llegaron a Chiapa
los padres dominicos en compañía
del nuevo obispo Las Casas y el
mercedario hospedó algunos en su
convento, curando a los que venían
enfermos, que pronto recobraron la El P. Marcos de Ardon, célebre misionero, 1. en 1558.
salud (4).
Probablemente se refiere el Padre provincial de los rnercedarios de
Dardon una comunicación de la Centro América y Comendador muchos arios de Guatemala. «A él se
debe en gran parte la organización
(1) Academia de la Historia. Colección Mude la provincia rnercedaria de Guañoz, tomo 80, fol . 10.
(2) Pérez: Obra cit., pág 90.
temala, tanto en lo que se refiere al
Obra cit.. pág. 148. Copia documentos que
(3)
lo acreditan.
(4) Remesa], päg 282.
(1) Muñoz, tomo 85, fol. 59.
—
96 —
servicio de las doctrinas de indios, Señora de la Merced han servido en
como a la fundación de conventos, estas partes a Dios y a Vuestra MaA petición del Licenciado Cerrato, jestad en la instrucción de los natuPresidente de la Audiencia, mandó rales en nuestra santa fe, y fueron
Fray Marcos por el ario 1550 fundar los primeros que poblaron monastetres nuevas casas en Honduras, en nos en esta ciudad en tiempos de
el pueblo de Gracias a Dios, en el Don Pedro de Alvarado y los pride Tencoa y en Valladolid de Coma- meros que tuvieron Escuelas y en
yagua. El objeto de estas fundacio- ellas mostraron a los hijos de los
nes fué para que los mercedarios se principales y de los naturales destas
encargasen de algunos pueblos de partes la doctrina cristiana y los
indios que carecían de doctrina, por comenzaron a poner policía, y les
falta de sacerdotes» (1).
enseñaron a leer, escribir y cantar
El obispo de Guatemala, señor y ayudar a misa y otras cosas conMarroquin, se dejó influir a veces venientes a nuestra fe y salvación
en sus juicios por Las Casas, pero de sus almas, y esto no sólo en esta
luego reaccionó escribiendo contra ciudad, pero en las provincias de
él una violentísima diatriba en Chiapa y Honduras.»
1545 (2).
«Tienen poblado en esta ciudad
Los manejos de Las Casas obli- un monasterio donde los religiosos
garon al P. Dardon en 1551 a hacer que en él residen celebran los diviinformación ante la Audiencia de nos misterios y administran los Salos servicios prestados por los mer- cramentos, así a los naturales como
cedarios y el obispo de Guatemala a españoles y negros, de que es
depuso en ellaN«que están reparti- Nuestro Señor muy servido, y Fray
dos algunos religiosos de la Orden Marcos de Ardon, comendador que
de Nuestra Señora de la Merced en al presente es y Vicario de este dislos pueblos de esta provincia, ense- trito y otros religiosos que con él
fiando y predicando la doctrina y estaban, hicieron lo mismo en Chiaadministrando los Santos Sacra- pa, poco después que se pobló de
mentos, y que esto lo sabe porque cristianos, y fueron parte para quieste testigo les ha repartido gran tar muchos ritos y sacrificios diabópedazo de esta provincia, para que licos, y destruir muchos ídolos de
la tengan a su cargo» (3).
diversas maneras y otros pecados
El 1. 0 de agosto de 1554, la Au- nefandos, e hizo edificar iglesias y
diencia escribía también al Em pe- templos y decir misa, donde se adrador: « Sacra Real Majestad: Los ministran los Sacramentos, y los
religiosos de la Orden de Nuestra puso en policía, y él mismo, por ser
tal persona fué nombrado muchos
(1) Pérez, obra cit., pág. 89.
días
por protector y defensor de los
(2) Mufíoz, tomo 84, fol. 95.
naturales, y en esto hizo grande
(3) Pérez: Apostolado de los Mercedarios
entre los indios de América.
fruto y sirvió a Vuestra Majestad
—
en cinco o seis años que fué protector.»
« Tienen pobladas otras casas en
el Obispado de Honduras, donde
tienen escuelas y enserian la doctrina cristiana y administran los Santos Sacramentos, etc.» (1).
En otra información de 1572 declara Alonso Lavado de Dueñas
que los religiosos de la Merced «tienen bien doctrinados e instruidos a
los indios que están a su cargo en
las cosas de nuestra santa fe católica, que preguntando este testigo a
algunos indios en su lengua, que él
habla y entiende, por cosas de cristianos, le han dado buena cuenta de
ellas, y saben bien la doctrina cristiana.»
« Y también ha visto que en el
convento de dicha Orden los indios
ayudan ordinariamente a los religiosos a oficiar la misa y los demás
divinos oficios con música, haciendo su coro con pulicia y solemnidad, de manera que en cualquier
parte de España parecería bien, y
sabe que en los demás conventos de
esta provincia los religiosos hacen
lo mismo con los dichos naturales.»
«Y ha visto traer de los pueblos a
esta ciudad indios cantores y músicos que los religiosos tenían a su
cargo, y entrados en el coro y música a los divinos oficios, lo hacían
tan bien que los obispos que han
sido desta ciudad se holgaban de oir
los dichos indios, y daban a Dios
(1) Pérez:
97 —
muchas gracias por los ver tan doc
trinados e instruidos en la fe.»
«Y a Don Francisco Marroquin,
primer obispo de esta ciudad, hallándose en una fiesta de Corpus
Christi, que se celebraba en la iglesia de la Merced, le vido este testigo llorar de contento de ver los indios que allí se hallaban, cuan bien
ayudaron a oficiar la misa y los divinos oficios con música, y abrazó
a los dichos indios y los llevó a comer a su casa aquel día' (Ibid).
Creo que estos testimonios bastan
para demostrar que la labor del Padre Dardon y demás mercedarios
no era tan superficial como suponía Las Casas. No sé si él haría
otro tanto, pues el franciscano Fray
Toribio de Motolinea o de Benavente asegura que no aprendió una sola
lengua de indios, necesitando todo
el tiempo para criticar y molestar a
los demás.
Con más imparcialidad que el
Obispo de Chiapa, el P. Remesal
dice entre otras cosas del convento
de la Merced: « Autorizaron mucho
estos arios con su virtud y letras los
Padres Fray Juan de Zárate y Fray
Francisco de Almaraz, entrambos
famosos predicadores, y el Padre
Fray Francisco sabía con eminencia la lengua mexicana, e importó
mucho su buena doctrina para los
indios que la entendían...»
En la información de 1572 declara
un testigo haber visto impresa la
Gramática de lengua Montey por el
mercedario Fray Antonio Bravo, y
Remesal añade que él viö la de lengua Mamey, impresa en México en
— 98 -1607 por el P. jerónimo Larios de la
Cruz, mercedario también.
El P. Dardon es uno de los gran-
des obreros del Evangelio y de la
civilización en América. Su nombre
figura por última vez en los documentos de 1558. Por entonces debió
de pasar a mejor vida, siendo sepultado en su convento de Guate.
mala.
FR. GUILLERMO VAZQUEZ
San Pedro Nolasco
Estampas de su vida.
El futuro Fundador de la Merced
era todavía una rosita de carne.
Duerme ahora, y a veces ríe dulcemente soñando acaso con quien frecuentemente sueñan los niños al dormir.
Su madre acaba de entrar muy callandito en la espaciosa y asol5da (estancia donde reposa. Lo ha contemplado unos instantes, lo ha tornado
en sus brazos y, después de besarlo
con amor, lo ha tornado a dejar, dormido, entre los linos y encajes de la
cuna, olorosos aún a membrillos y a
estoraque.
Su carita de almendras, engastada
en la albura de la pequeña almohada,
tiene la frescura y encanto de una
florecita de albérchigo.
Es una mañana de abril, apacible,
perfumada. Por entre los vidrios entornados de la ventana en ajimez, penetra la marea deliciosa de la campiña del medio día francés, toda de
oro y de ámbar.
Lleva en sus moradas alas un mensaje de alondras y de florecillas silvestres. Un perfume de habares y de
cerezos en flor. Por las laderas de
los alcores, y sobre los azarbes de las
granjas, se deshilachan perezosamente, -en la bien entrada mañana,
los últimos jirones, azul y rosa, de
una tenue y vagarosa neblina.
De improviso una rubia multitud
de abejas, ébrias de sol y de alegría,
se cuelga, zumbando, de la piedra de
armas que corona el arco románico
del portal en la vieja casona solariega
de San Pedro Nolasco. Poco apoco,
sin cesar en su festivo runruneo, han
comenzado a ascender, como alado
ovillo de oro, hasta penetrar por la
ventana de la estancia donde reposa
dulcemente el pequeñín.
Con ellas han entrado tambMn, locuelas y curiosas, unas mariposillas
que alegran el severo dormitorio con
los colores de sus alas de plata, de
raso y de terciopelo.
Entretanto las abejas, desentrañándose solícitas, van construyendo en
una de las manecitas extendidas del
niño, un gracioso y diminuto panal...
La miel gotea, dorada, cristalina y
olorosa por entre los deditos de nácar... Una fragancia suave de tomillo
y de romero trasciende por toda la estancia...
¡Rubias y aladas abejas, celestes
mensajeras del Redentor divino, volcad, sí, volcad sobre esas manecitas,
sobre el pequeño rojo cáliz de ese
corazón, la sangre cristalina de todas
las llores, la miel dorada del divino
amor!...
¡Son muchas las lágrimas que ese
niño ha de enjugar, muchas las amarguras que ha de endulzar, muchos los
corazones destrozados, que él y sus
hijos han de consolar!...
F12. MIGUEL ESCANEZ
sermón! Y al momento desaparecie
ron los músicos.
ANeCDOTAS
Un matrimonio mal avenido tenía
tres huevos para cenar. Sobre el reparto se armó una espantosa trifulca y mientras la mujer gritaba: ¡Yo
comer dos!, le diá un soponcio y
quedó como muerta.
Al día siguiente cuando la llevaban al cementerio volvió en sí, e incorporada en el féretro gritó como
la víspera: ¡Yo he comer dos! Soltaron la caja los que la llevaban y
todo el mundo echó a correr. Un
pobre cojo iba detrás gritando: ¡Que
se quede otro conmigo, que yo me
doy por comido!
Ponderando la poca afición de los
músicos a oir sermones, decía un
predicador que hasta en el cielo sucedía lo mismo: En cierta ocasión
los ángeles alborotaban con sus
cantos cerca de la puerta del paraíso. Viéndose incapaz de poner silencio, San Pedro dió una palmada
y dijo: ¡Eh! ¡Que va a comenzar el
Un loco asomado a la balaustrada del puente de Sevilla, gritaba
desaforadamente: ¡Nada, hombre!
¡Nada!... ¡Nada! Gran número de
transeuntes se acercaron angustiados preguntando: Quién se ahoga?
.Qué es? . Qué pasa? El loco se volvió a ellos y les contestó muy sosegado: ¡Nada, hombre, nada!
Mercedario.
(Oviedo) San Claudio 27-11-1929.
Nota: Por errata de imprenta se lee en
uno de los últimos versos de la composición «Jardín nocturno del pasado mes:
«En la puerta de la fuente»; debe leerse:
«En la plata de la fuente». Así reza el original.
LAGARTIJILLA
Era el anochecer de un día crudísimo del mes de marzo; un viento
.fuerte y helado ahuyentaba las nubes cargadas de nieve que se agolpaban en plomizas montañas, ribeteadas de brillante plata en un extremo del horizonte.
Lagartijilla miraba con terror
aproximarse la noche, recordaba
las anteriores en que el hielo, penetrando despiadadamente por la boca
de su covacha, en que, en unión de
otros compañeros de desamparo, se
refugiaba, les había puesto en peligro de amanecer helados, como
aquel infortunado viejo que, no habiendo tenido sitio en el fondo de la
guarida, amaneciera rígido, amora-
- 100 —
tado, muerto de hambre y frío, según certificó el médico de la Casa
de Socorro.
.Quién era Lagartijilla? 0;?u é edad
tenía? . Quién le había dado aquel
extraño nombre, único que él conocía?
Lagartijilla era un pequeño ser de
cuerpecillo desmedrado, que lo mismo podía tener siete arios que catorce; tal vez la ligereza que debía
a su pequeñez le había valido aquel
sobrenombre.
Aquel día el pobre niño tenía más
frío y más hambre que nunca; había
sido tal el número de pobres que
acudiera a la puerta del cuartel, que
apenas había podido alcanzar un
poco de rancho. La noche anterior
no había cenado nada; aquel viento
helado le traspasaba, como afilados
cuchillos, los andrajos, que se pegaban a sus ateridas carnes, y a todo
esto se unía el terror de la perspectiva de otra noche como la anterior,
en que la intensidad del hielo había
sido más fuerte aún que sueño de
niño y que al salir de un sopor doloroso se había hallado al lado de un
cadáver.
Lagartijilla vagaba por las calles;
en vano tendió su mano entumecida
implorando la caridad de los transeuntes; sólo recibía frases frías o
malos tratos. Por primera vez en su
vida las lágrimas acudieron a los
ojos del pobre abandonado, que sobrellevaba eu miseria con ese estoicismo escéptico que se aprende en
el arroyo.
Se detuvo casi exánime a la puerta de un gran edificio, por cuya es-
calinata subían y bajaban innumerables personas; nuestro héroe vió
que algunos muchachos entraban
también sin que nadie les impidiera
el paso y pensando que allí dentro
haría menos frío que en la calle, se
decidió, subió las gradas de piedra,
traspasó el alto pórtico ojival y levantando con mano temblorosa un
pesado cortinón de terciopelo, se encontró dentró del edificio.
Entonces el pobre muchacho se
creyó presa de un sueño; se encontraba en un recinto extraño de que
él no tenía la menor idea; una semiobscuridad le envolvía, perdiéndose en su sombra la alta cúpula; en el
fondo se veían algunas luces que se
movían a los lados de un objeto alto,
muy alto, que se iba acércando lentamente; una suave música llenaba
los ámbitos de aquel recinto. Lagartijilla miró a su alrededor buscando
el lugar de donde salía la música,
aquel canto jamás oído por él y sobre su cabeza vió como un cuadro
luminoso en el que, seres extraños
cubiertos con blancos ropajes, entonaban aquella melodía mientras, a
intervalos iguales, el grupo misterioso que se acercaba lentamente
precedido de aquellas lucecillas,
contestaba al canto con otro dulce y
plañidero.
Y este canto, repetido una, dos,
muchas veces, llegó a grabarse en
el oído de Lagartijilla, que era can,tor a manera de los pájaros; y viendo que a su alrededor todos se unían
a él, sin darse cuenta de cómo, su
vocecilla de niño famélico, entonó a
su vez estas palabras, las primeras
Con las que su boca pronunciara el
nombre de Dios:
.¡Perdón, oh, Dios mío!
Perdón e indulgencia,
Perdón y clemencia,
Perdón y piedad!»
Y seguía el grupo acercándose,
destacándose en su centro aquel objeto alto, muy alto, que no era sino
una cruz, de la que pendía el Salvador del mundo, muerto por los pecados de los hombres, desnudo...
aún más desnudo que el pobre La
gartijilla que, arrebujado en su desgarrada chaqueta, siguió a la santa
imagen, diciendo para sí:
—Todos estos que besan el suelo
y rezan así, serán buenos; si me dejaran pasar aquí la noche...
II
El Vía Crucis había terminado; el
cuadro luminoso del Coro se había
obscurecido. Sólo quedaban en la
iglesia tres personas; un anciano sacerdote arrodillado en el presbiterio, el sacristán, que cruzaba las
naves agitando las llaves, y nuestro
héroe, arrebujado en el rincón de un
altar en que una hermosa imagen
de María Santísima cobijaba bajo su
manto a un niño y a una niña, a los
que parecía mirar llena de compasión.
El sacristán llegó hastael muchacho, redoblando el repique de sus
llaves:
—Fuera de aquí!—dijo no 'con
mucha dulzura—se va a cerrar.
—10h, buen señor!—murmuró el
pobre niño con voz suplicante—¡dé
jeme dormir aquí; yo le juro no tocar nada.., pero no me eche fuera!
El sacristán miró al muchacho
lleno de asombro.
—ITiene gracia!—exclamó colérico—. Ya te estás largando, o te saco
de un brazo.
—¡Pero, señor, si no tengo casa y
me voy a morir de frío!—sollozó Lagartijilla , que sentía un dulce bienestar en aquel obscuro rinconcito,
tan distinto de la helada caverna de
los altos de la Moncloa.
—Esto no es refugio de granujas;
¡fuera de aquí!
Y alzando la voz más de lo que la
santidad del lugar permitía, trató de
coger al chico por un brazo.
---Qué es eso, Pascual?—dijo en
esto el sacerdote que oraba en el
presbiterio y se levantó del pie del
altar acercándose atraído por las
voces.
—¡Este golfo!...—empezó a decir
el sacristán, mientras Lagartijilla,
juntando sus manos, se acercó al
sacerdote, implorando:
—1Déjeme dormir aquí, señor...
me voy a helar ahí fuera!...
El sacerdote le miró con tierna
piedad, murmurando:
—¡Pobre criatura!
tienes casa
ni padres?
—No señor. Y no he comido hoy,
y me muero de frío.
—Cierra la puerta, Pascual—dijo
el sacerdote al sacristán—y tú, hijo
mío.., siguió, tendiendo al pobre Lagartijilla su mano.
•— Me va usted a echar, señor?—
balbuce ó el niño.
— 103 —
—Dios me libre; pero en la iglesia
no se duerme; cenarás conmigo y
dormirás en mi casa, y mañana...
Dios dirá.
Lagartijilla, creyéndose juguete
de una alucinación, siguió al sacerdote.
III
Subieron ambos hasta la pequeña
vivienda que, como capellán de
aquel Convento, disfrutaba el anciano.
Una viejecita les abrió la puerta,
y al ver al muchacho no pudo contener un gesto de disgusto.
—¡Pero señor Cura! Sabe . usted
lo que nos trae?—exclamó.
—Nuestro Señor que se digna visitarnos—dijo éste con una dulce
sonrisa—. Sírvenos lo que haya de
cena y prepara una cama a este po
bi-e niño... ¡Anda, que está muerto
de frío!
La mesa estaba puesta; el ama
colocó un cubierto frente al del buen
Capellán, y no sin refunfuñar en
voz baja, sirvió la cena.
Cuando Lagartijilla se vió sentado frente a un plato de humeante
sopa, con un buen pedazo de pan al
lado y un vasito de rojo vino enfrente, se quedó como embobado mirando a su anfitrión como a un ser sobrenatural.
Y en verdad que era aquel un
cuadro que debía atraer las miradas
del Eterno, llenas de dulce regocijo,
y sus manos preñadas de celestiales
bendiciones.
De un lado el Sacerdote, de calva
frente y cabellos como la plata, de
mirada dulce y diáfana como su
alma, acostumbrada a contemplar
las dichas sobrenaturales, de sonrisa bondadosa; frente a él el rapazuelo, sucio, desgreñado, apenas
vestido, con todas las ansias del
hambre en el semblante y con el
respeto temeroso de la miseria en
su actitud.
Entre ellos la comida, elevando al
cielo su humo que en aquel momento tenía algo de incienso de oración.
El Capellán bendijo la mesa, diciendo al niño:
—Reza tú a la par que esta señora.
Lagartijilla repitió lentamente siguiendo las frases de ésta:
—El pan nuestro de cada día dánosle hoy...
¿Aquello era rezar? bk. Dios se le
que Dios lo da?
pide pan?...
En el alma inculta del pobre niño,
al recibir aquel pan de la caridad
evangélica, entró el primer destello
de la luz de la religión.
Absorto contemplaba ora el plato, ora a su bienhechor, y fue preciso que éste le dijera:—Come, hijo
mío, para que puedas acostarte, que
buena gana tendrás—para que Lagartijilla tomara su cuchara y empezara a comer de tan buena voluntad, que en breve quedó su plato
tan limpio como si le hubiera fregado.
Y cuando una hora después, el infeliz Lagartijilla dormía profundamente en un blanco y limpio lecho,
el santo Sacerdote se acercó a él y
después de contemplarle con infinita lástima, trazó sobre su cabeza la
,serial de la cruz, diciendo mientras
elevaba al Cielo su mirada:
—Ya que le habéis traído aquí,
-9ios mío, permitidme que arranque su alma de las garras del enemigo.
JULIA GARCÍA HERREROS
Cuándo murió Cristo
Nuestro Señor murió a las tres
de la tarde de un viernes. Se pregunta: Yué en aquel ario la pascua
de los judíos desde la puesta de sol
de jueves a la puesta de sol de viernes, o desde la del viernes a la del
sábado? En la primera hipótesis
Nuestro Señor comió el Cordero
Pascual antes de la institución de la
Eucaristía el jueves a la noche y
por consiguiente murió dentro del
día de Pascua. Ei la segunda suposicióh Nuestro Señor no comió el
Cordero Pascual antes de la institución eucarística el jueves por la
tarde y por consiguiente no munió
el día de la pascua judía, sino unas
tres horas antes, esto es, en los momentos en que los judíos se dedicaban a los preparativos de la gran
fiesta, matando los corderos, etc....
Ahora, hay cierta aparente contradicción entre los tres Sinópticos
por una parte, y San Juan por otra.
Parece que según los tres murió
Nuestro Señor el día mismo de Pascua; y según San Juan parece que
murió el día anterior a la Pascua.
Es blasfemo suponer equivocación.
Más aún; desde un punto de vista
simplemente crítico, es absurdo afirmar tal contradicción. ¿Por qué? Hoy
está en el ambiente la llamada critica
interna, método cuya utilidad para
apreciar la autenticidad de documentos varios no vamos a negarla.
Pero lo diremos cummica salis;
pues su alcance es bastante limitado, necesita el apoyo de otras informaciones externas al texto que se
discute, so pena de caer en las más
grandes aberraciones.
En nombre de esa crítica interna
se disecan textos del nuevo Testa mento, se los separa del medio que
los produjo, de las comunidades
que los aprobaron y entendieron.
El Nuevo Testamento, más que ninguno otro libro histórico o literario,
aparece en función de la vida social;
es una pieza de un gran movimiento
que transformó los valores y el contenido de la historia en el sentido
más espiritual y sublime que pudiera concebirse.
La fe y la crítica más depurada
están, pues, de acuerdo una vez más.
Supongamos que el Señor murió
el día de Pascua judía, ¿cómo nos
arreglaremos entonces para conciliar el que parece ser sentido contradictorio de San Juan? Hay un
punto difícil en el capítulo l8, versículo 28 de San Juan: «Condujeron
a Jesús de la casa de Caifás al pretorio: era la mañana. Mas ellos no
entraron en el pretorio para no
mancharse y poder comer la Pascua». En consecuencia el Viernes a
-- 104 —
la mañana aún no habían comido el
Cordero Pascual, que debía de ser
comido entre la puesta del sol y el
amanecer del mismo día de Pascua.
Téngase presente que los judíos
contaban el día desde un atardecer
al otro atardecer. La Pascua, según este índice, no había llegado;
era entonces viernes anterior al día
de Pascua. ¿Cómo se desenreda este
punto? Dicen algunos: el comer la
Pascua en este pasaje de San Juan,
no puede referirse al Cordero Pascual. Los judíos temían una mancha
legal por entrar en morada de un
pagano. Ahora bien, esta mancha
duraba hasta el atardecer o puesta
del sol, y como el Cordero Pascual
debía ser comido después del atard-cer, poco importaba que hubieran
entrado o no en el palacio de Pila-
-.— 105 —
tos. El temor de esa mancha legal
puede muy bien explicarse, porque
necesitarían comer alguna cosa antes de esa hora.
El como' la Pascua, añaden, puede tomarse en un sentido amplio
por comer las oblaciones pacíficas
en la tarde de la festividad de los
Panes ázimos, lo que se llamaba
Chagiga.
Tal sentido está autorizado por
San Juan que en varios lugares de
su Evangelio toma la palabra Pascua por los siete días completos de
la solemnidad.
Además, cuando se habla de ceremonias referentes al Cordero, se
emplea la palabra «matar» o «preparar» y no el (comer» la Pascua.
(Continuará).
LA QUINTA ANGUSTIA
IMPRESIONES
En los días de este mes, cuando
lleguen a los lectores las páginas de
LA MERCED, estará celebrando la
Iglesia los sublimes e incomprensibles misterios de nuestra Redención.
Precisamente muchos de los lectores acompañarán a la Santísima
Virgen en sus penas y dolores amarguísimos.
¿Y quién ante esa escena dolorosa, Jesús muerto en los brazos de
su Madre, no siente, allá en lo íntimo
de su ser, sentimientos de piedad
para con la Señora, nena y dolor por
haber tenido también parte en sus
dolores por la muerte cruel e ignominiosa de su hijo?
Manantial eterno de inspiración
sublime para el arte ha sido siempre
este amargo trance de aquella desolada Madre.
No ha habido artista alguno que
no haya ofrendado lo más puro y
exquisito de su arte al plasmar con
sus gubias o pinceles el momento
más doloroso de aquella vida.
En España no ha habido ni uno
solo que no haya glosado tan sublime misterio. Enumerar sería prolijo.
. Concretándonos en estas líneas a
nuestros antiguos escultores, bien
conocidas son sus obras sobre el
particular.
Por esta vez nos fijaremos en Gregorio Hernández, quien, como ninguno, sabe hacer vibrar el corazón
al interpretar los supremos dolores
de la Virgen en su hermosísimo grupo «La quinta angustia», titulo que
encabeza estos renglones.
II
Es Gregorio Hernández el feliz
continuador de la famosa escuela de
escultura castellana, nacida con Berruguete y encumbrada con J'uní
Sin embargo, ninguno de los dos
llegó a sentir como Hernández el
espíritu eminentemente religioso y
creyente de su época. Por eso, ante
Ja contemplación de sus obras, especialmente de Berruguete, nadie ha
elevado al cielo ni una plegaria. «El
reverso es Hernández, el escultor religioso que labra sus esculturas con
devoción y a tono con su tiempo,
preocupando tan sólo de enfervorizar
y hacer sentir».
Enfervorizar y hacer sentir, porque
está a tono con el espíritu eminentemente religioso del pueblo, es, sin
duda, el secreto de sus éxitos, de su
popularidad.
De sus serenos cinceles salió el
admirable grupo vulgarmente conocido por «La quinta angustia», una
de sus tres más famosas obras.
A los pies de la Santísima Virgen,
sentada al pie de la cruz, descansa
el cuerpo ya difunto de Jesús, que
reclina su bellísima cabeza sobre el
pecho de su Madre.
Está la Señora con los brazos ligeramente abiertos en actitud de dolor
y angustia infinitos. Su hermosísimo
rostro, en medio de tan agudísimos
dolores, conserva esa serenidad augusta, ese dolor sereno y resignado
que tan acertadamente sabe dar Hernández a tales figuras. Elevando, en
un eterno interrogante, sus ojos al
cielo, parece que sus labios temblorosos y vacilantes quieren repetir las
lamentaciones del Profeta: «Atténdite
et videte si est dolor sicut dolor
mens». Atended y ved si hay dolor
semejante a mi dolor.
Amplio manto, que desde la cabeza
y cubriendo todo el cuerpo, va extendiéndose a sus pies; sirve como de
sudario al cuerpo de su divino Hijo.
Del costado, lo mismo que de los
pies y manos del Señor, corre aún
abundante sangre que mancha de
rojo carmín las capas de la madre.
Nadie como Hernández en su
«Quinta angustia» supo expresar
el dolor y la muerte divinos. Nadie
como él glosó con mayor sentimiento
los inmensos dolores de aquella madre que, en un día muy lejano y ahora presente, oyó de labios de un
santo anciano una terrible profecía
que en este trance tuvo su cabal cumplimiento: «Et tuam ipsius animam
pertransibit glaclius». Y tu alma será
traspasada por una espada de dolor.
Por eso hoy, como ayer, como
hace trescientos años, prueba inequívoca del arte supremo de este insigne
imaginero, al pasear por las -calles
este portentoso grupo, cautiva el co-
a
- 106 —
razón, hace brotar a los ojos copioso
I lanto, y a los labios fervorosa y
compungida oración.
No sería dificil afirmar con un erudito comentarista que Gregorio HernánaTez fué el imaginero que más
hondo hizo sentir, y que ninguno
como él, modelando el supremo dolor
de la Virgen, hizo vibrar el corazón.
FP. TOMÁS DOMÍNGUEZ
O. de M.
INSTANTÁNEAS
Desplazamiento hacia el Catolicismo.
Las vibraciones del cable nos traen
todos los días consoladoras noticias
del desplazamiento hacia el Catolicismo de millares de almas que vienen o retornan a la Iglesia Católica.
En la hora actual en que viven los
pueblos se nota una marcada tendencia hacia un elevado espiritualismo,
que nos acerca a la verdad. No ha
mucho que el rector del colegio Extor, en Oxford, que profesa la religión anglicana, predicando en la
Abadía de Westmindter, dijo: (Inglaterra sufre asiduamente un hecho que
no debe pasar desapercibido para el
pueblo inglés que me escucha, y creo
de mi estricto deber exponerlo a vuestra consideración con entera claridad
y franqueza, aunque signifique en sí
un éxito para la Iglesia Romana. Pasan de 12.000 los ingleses que cada
año se convierten a la Iglesia Romana, y la mayor parte de ellos son va-
rones que se separan de la iglesia
anglicana». Esto mismo puede afirmarse de Alemania, Suiza, Holanda y
de todos los demás países protestantes. La Reforma va cediendo el paso
a la Iglesia Católica, a cuyas filas
reingresan todos los arios millares y
millares de descendientes de los antiguos hermanos nuestros, alejados
por la protesta luterana del hogar católico, halagados por el libertinaje
que les ofrecían los pseudo reformadores.
Los progresos que el Catolicismo
está realizando en los Estados Unidos, son verdaderamente maravillosos, sorprendentes. El año de 1927
se convirtieron al Catolicismo 33.991
protestantes, habiendo retornado de
ésta y de otras sectas, un total de
205.753 fieles. Con ser oficial en Norteamérica el protestantismo, la Iglesia
Católica tiene una vida exuberante,
pues suman los católicos 19.689.049.
Su jerarquía eclesiástica está formada
de 4 Cardenales, 13 Arzobispos y 90
Obispos; suman los templos católicos
18.293, con 25.773 sacerdotes, repartidos entre 99 diócesis; cuenta 136 seminarios con 14.861 aspirantes al sacerdocio; posee 615 hospitales; 147
asilos para ancianos y 35,1 para
huérfanos, con un total de 51.961
niños.
Los católicos, aprovechando la amplia libertad de enseñanza, han fundado grandes Universidades y grandes
centros de cultura, dirigidos casi todos por religiosos; sostienen millares
de escuelas católicas y una prensa
que puede competir con los grandes
rotativos.
— 107 —
Cómo pensaba Castelar del protestantismo.
Hé aquí cómo pensaba Castelar del
Catolicismo y del protestantismo. Hablando una tarde en la Cámara, dijo:
«Yo, señores diputados, no pertenezco al mundo de la teología y de la fe;
pertenezco, creo pertenecer, al mundo
de la razón y de la filosofía. Pero si
alguna vez volviera al seno de donde
partí, no sería a la religión protestan-
esa cruz que se levanta en el lugar
para mí más sagrado de la tierra...
¡La tumba de mi madre...!»
Verdaderamente consuela ver este
hermoso retorno de los disidentes al,
antiguo hogar de la Fe. Pero no hay
que olvidar que estos gloriosos triunfos son debidos a la gracia y auxilios
divinos, y después a la sólida organización cultural, religiosa, moral, intelectual y social que tienen las masas
católicas, que ni un momento olvidan
el carácter militante de la Iglesia Católica y la sumisión más absoluta a la
autoridad de la misma.
Siete reglas de oro.
Vapor donde hizo la travesía por el río de San
Francisco el R. Padre Mariano Ferrer.
te, cuyo hielo seca mi alma, seca mi
conciencia, esa religión enemiga de
mi patria, de mi raza, de mi historia.
Volvería a postrarme de hinojos ante
la Virgen pura, que serenó con su
sonrisa las primeras impresiones de
mi infancia. Volvería a empapar mi
alma en el aroma del incienso, en la
nota del órgano, en la luz cernida por
los cristales de colores de las bóvedas, reflejadas en las alas de los ángeles, eternos compañeros de mi juventud; volvería, señores diputados,
a buscar un asilo bajo los brazos de
Preguntaban a un padre cómo había,
logrado educar a sus hijos con tan
espléndido éxito, a lo que contestó:
—El que he educado con más esmero es mi hijo mayor; su influjo influía benéficamente en la educación
de los menores; así que tuve con ellos
menos trabajo. En los demás he
observado las reglas siguientes:
I.—Nunca exigí nada de mis hijos
que no hiciera yo primero; y siempre
he pensado bien lo que les mandaba.
II.—Exigí siempre pronta obediencia; los hijos deben convencerse de
que es su deber; la obediencia debe
hacérseles costumbre.
111. —Dí a mis hijos muchas pruebas
de cariño, mas cuidando siempre de
que no me perdiesen el respeto.
1V.—Nunca sufrí contradicciones ni
protestas de su parte.
V.—En presencia de los hijos es
preciso que cuiden los padres de es-
— 108 —
lar en perfecta armonía entre sí y que
no encuentren los hijos en la conducla de uno de los dos un pretexto para
sustraerse a los mandamientos de
Dios o de la Iglesia.
VI.—He acostümbrado a mis hijos
desde niños al trabajo, sin perder de
vista el cuidado de la salud.
VIL—Todos los días los he encomendado a la protección de Dios.
Si todos los padres observaran eslas reglas, mucho más felices serían
y labrarían un venturoso porvenir
para sus hijos. Dos ilustres testimonios sobre el
feminismo moderno.
Visitaron en Kiel al emperador de
Alemania, a bordo de su yacht, dos
norteamericanas, acérrimas feministas. Una de ellas habló durante buen
rato con Guillermo II acerca de la
situación en que se hallan las mujeres
alemanas.
El emperador esperó con paciencia
la terminación del furibundo discurso
de la americana, y le contestó en los
términos siguientes:
—En este asunto soy de la opinión
de mi esposa; y ¿saben ustedes lo
que ella opina? Pues que las mujeres
no se deben ocupar de más cosas que
de las cuatro kas.
—. ¡Las cuatro kas!—exclamaron las
americanas.
—Si, y perdonen que no haya caído
en la cuenta de que no saben ustedes
hablar el alemán.
Las cuatro kas, son: Kinde, Kücher,
Kirche y Kleider; los hijos, la cocina,
la iglesia y los vestidos.
Hé ahí cómo pensaba del feminismo
el emperador Guillermo.
Veamos ahora qué opinaba de las
feminizantes la reina Margarita de
Saboya.
—Soy en absoluto opuesta—dicea esas extravagantes que se resumen
en la sugestiva frase emancipación de
la mujer.
En cualquier condición en que la
mujer se encuentre, su primer cuidado
ha de ser el no renunciar a las cualidades distintivas de su sexo. Pobre
o rica, alta o baja, debe educarse según sus circunstancias. Por encima
de todo hay que evitar el que se desarrollen en ella las notas que caracterizan al hombre.
Bueno que se le permita instruirse,
aprender, trabajar, brillar en sociedad; pero acostumbrarla siempre a
buscar en el padre, en el _hermano o
en el marido, la guía y el consejo
para las dificultades de la vida.
La base de la educación es la instrucción religiosa, y especialmente
para las mujeres, en las que determina un carácter vigoroso. Una joven
educada religiosamente, se respetará
en todas las ocasiones, mejor que una
joven que en nada crea. La joven que
en nada cree podrá llamarse esprit
fort; pero, en realidad, no será alma
fuerte. Perderá toda la gracia y toda
la dulzura de la imaginación, y en
cambio su corazón, agitado por las
prosaicas experiencias de la vida, no
logrará la fuerza necesaria para hacer
frente a las adversidades y tristezas
de la existencia. Una mujer sin religión es una flor sin perfume.
P. DELGADO, O. DE M.
----- 109 —
MISCELÁNEAS
Palabras memorables.
J. Nietzsche, que dijo tantas brutalidades en su vida, tiene a veces
golpes de sonda muy bien hechos.
«Lutero, dice, permitió casarse a
los sacerdotes. Pero los tres cuartos
de la reverencia que la humanidad
es capaz de sentir, descansan en la
creencia de que un hombre que es
excepcional en este sentido, lo será
también en otros.»
Así escribe en su libro: Fröhliche
Wissenschaft, pág. 295.
La invasión del hielo.
El Abate Moreux, cuyas obras
científicas son conocidas entre nosotros, predijo un invierno particularmente frío para este ario en Europa. Hasta anunció el detalle de
que se helaría el Támesis. Efectivamente, por el 15 del pasado febrero
andaba el hielo muy cerquita de
Windsor, y en Támesis como en
otras partes hubiera avanzado mucho más a no ser por la moderna
construcción de diques y arcos de
puente. La nieve y el hielo han cubierto casi toda Europa, siendo España la mejor librada. En Berlín se
ha registrado el frío más intenso
que se conoce en 200 arios.
Kaiserismo o Cesarismo.
Con ocasión del septuagésimo
aniversario del ex Kaiser Guillermo de Hohenzollern, se han produ-
cido en Doorn cosas muy significativas. En la función religiosa predicó el doctor Vogel, que tomó como
texto de su peroración aquellas palabras de San Pablo a los romanos,
1, v. 16: No me avergüenzo del
Evangelio... He dicho mal, el texto
fué escogido por su real dueño, a
quien el doctor Vogel comparó, durante la charla, con Lutero y San
Pablo. Acerca de esta última comparación tengo una duda y es que,
como ocurre tantas veces, no sabe
uno si el sacrilegio vence al ridículo o el ridículo supera al sacrilegio.
Los santos que puede producir el
Evangelio interpretado por Lutero
son necesariamente de brocha gorda. Libertad de carne, mucho más
que libertad de espíritu enserió y
practicó el fraile de Wittenberg.
Aunque el vanidoso ex emperador
tenga algo de común con su maestro, creo que disfruta de mejor reputación, por lo que el elogio envuelve injuria notable.
Una observación: si éstos llegan
a imponer la ley al mundo, había
para reirse de los reyes-papas del
siglo XVI; habría que ir a Cayo
para hallar una analogía más aproximada.
—
— 110 -
IV Congreso Nacional de Música Sagrada
Bajo la presidencia del Eminentfsimo Sr. Cardenal Primado tuvo
lugar en la capital de Alava la celebración del IV Congreso Nacional
de Música Sagrada los días 19 a 22
del pasado mes de Noviembre.
El éxito superó las más lisonjeras
esperanzas de los organizadores,
pues el número de congresistas que
han asistido se calcula en unos
3.500, pasando de 4.000 los que se
han suscrito en una o en otra forma,
esto es, como activos o como simplemente adheridos.
El día 19, a las seis de la tarde,
entraba en agujas el tren que conducía al ilustre Purpurado, y puede
decirse que toda Vitoria estaba presente en la estación: autoridades
eclesiásticas, civiles y militares, la
Diputación y el Ayuntamiento, el
clero secular y regular, el Seminario, la Junta del Congreso, los congresistas y todas las clases sociales
de la ciudad, unidos con un solo entusiasmo para tributar un recibimiento indescriptible al que venía
en el nombre del Señor y de su Vicario en la tierra Pío XI, el Pontífice felizmente reinante.
Con el Prelado diocesano habían
acudido también el Excelentísimo
Sr. Arzobispo de Burgos y los Reverendísimos Sres. Obispos de Palencia y Lérida, quienes, con el Primado y las autoridades, formaban
la presidencia que cerraba aquella
magna comitiva.
Desde la estación nos trasladamos a la amplia y hermosa iglesia
de San Miguel, que era la destinada
para la celebración de las sesiones
solemnes, con el objeto de asistir a
la sesión de apertura, a la que dió
principio Su Eminencia entonando
el 'Veni Creator» que prosiguió la
'Schola Cantorum» del Seminario,
ejecutando el del insigne abulense,
=
Victoria, una de las glorias más encumbradas de la Polifonía Clásica,
e inmediatamente, en medio de un
silencio solemne, comienza la alocución del Primado, que dice:
'Sea la voz del Sumo Pontífice
Pío XI, que Dios guarde, la voz que
primeramente se deje oir bajo las
bóvedas de este santo templo. Sean
las primeras que se pronuncian e n
estos momentos, dirigidas a los Reverendísimos Prelados, a los párrocos, religiosos y feligreses de España que toman parte en este magno Congreso de Música Sagrada,
las palabras contenidas en esta carta que todos debemos poner sobre
nuestras cabezas y nuestros corazones y en la que Nuestro Amantísimo Padre nos saluda, nos alienta
y nos bendice.>
Aquí lee Su Eminencia la aludida carta de Su Santidad Pío XI,
que es como sigue:
«A Nuestro Amado Hijo Pedro
Segura y Sáenz, Presbítero Cardenal de la Santa Romana Iglesia, Arzobispo de Toledo.
Pío, Papa XI.
Amado Hijo Nuestro.
Salud y Bendición Apostólica.
Poco hä tuvimos noticia de que se
celebraba en breve en la ciudad de
Vitoria un Congreso para promover la Música Sagrada en toda España al cumplirse el año vigésimo
quinto de la fecha en que nuestro
Predecesor, de feliz recordación, Pío
X, promulgó en su Motu Proprio la
nueva ley sobre la Música que debe
usarse en los templos. Oportunísima
fué esta determinación que tomdsteis y completamente digna de la
111 —
piedad ferviente con la que tanto se
esfuerzan los españoles en procurar
el decoro de la Casa de Dios. alay
por ventura cosa que más convenga
a la majestad del templo que el uso
en la liturgia de los sagrados concentos que, conmoviendo el ánimo
de los fieles, los hacen participar
con mayor religiosidad en los divinos misterios, y, elevando su espíritu con mayor confianza a Dios,
sirven de instrumento para celebrar
su gran gloria? Trabajen, pues, con
ahinco los Ordinarios y los Párrocos en constituir en todas partes, si
posible fuera, Scholas Cantorum,
atendiendo con predilección al canto
llamado Gregoriano, el cual, si llega
a cantarse debidamente por todo el
pueblo, tiene tanta eficacia para excitar la piedad y la fe. Nos, que en
Nuestra Carta dirigida a Nuestro
amado Hijo el Cardenal Bisleti en
23 de Agosto de 1923, confirmamos
y ratificamos la misma Ley que Pío
X había promulgado en su Motu
Proprio, abrigamos la confianza de
que, así como las demás artes liberales embellecen la Casa de Dios,
así la Música Sagrada, con el apoyo de todos los buenos, ha de lograr
ahí la dignidad que corresponde a
la majestad del lugar sagrado.
Gozando Nos en esta esperanza,
amantisimamente en el Señor, te
damos en primer lugar a tí, amado
Hijo Nuestro, a los demás Hermanos en el Episcopado y a todos aquellos que asistan al Congreso, la
Apostólica Bendición, prenda de los
divinos dones y testimonio de NuesIra paternal
paternal benevolencia.
Dado en Roma, en San Pedro, día
dieciocho del mes de Octubre, en el
año mil novecientos veintiocho, séptimo de Nuestro Pontificado.
PIO, PAPA XI»
Terminada la lectura de esta carta, Su Eminencia lanzó un entusiasta ¡viva Nuestro Santísimo Padre
el Papa!, que fue contestado como
puede suponerse por toda aquella
multitud, la que hizo resonar otro
grito vibrante de ¡viva el Cardenal
Segura!
A continuación se levanta a hablar el Prelado diocesano, que hace
hermosas y muy adecuadas consideraciones sobre la finalidad del
Congreso, para lo que le sirven de
base el «Motu Proprio> de Pío X y
algunas importantes palabras de la
carta que con fecha 16 de Julio del
ario que corría le dirigió el Cardenal Primado.
Después del Dr. Múgica leyó un
discurso el conocido crítico musical
Dr. D. José Artero, actualmente
Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Salamanca, sobre el tema:
«Pío X y su Motu Proprio en la historia musical de España».
Después del Sr. Artero, debía hablar el Reverendo Padre Casiano
Rojo; mas por no serle posible a
éste el hacerlo, a causa de una indisposición que le privó de asistir a
las sesiones, se encargó de leer su
trabajo, sobre el tema K EI arte y la
Expresión en el Canto Gregoriano>,
el Reverendo Padre Germán del
Prado, como el Padre Rojo, monje
Benedictino de Silos.
Por último se dió cuenta a los señores congresistas de cómo estaban
constituidas las mesas para las secciones de estudio, dándose por terminada la sesión de apertura.
FR. JOSÉ MIGUALEZ
(Continuará).
— 112 ----
El libro, gran amigo del hombre (CONCLUSIÓN)
V
De propósito, señores, al hablar
del libro, gran amigo del hombre,
no hice distinción alguna entre libros buenos y libros malos. Aun
cuando el buen sentido de todos los
que me escuchan se ha hecho esa
distinción como cosa espontánea y
naturalísima, quiero dedicar un
apartado de esta conferencia a este
problema de capital importancia.
Seré breve.
Por desgracia, así como hay amigos buenos y amigos malos, también hay libros buenos y libros
malos.
Nada hay que con más tesón defienda cierto sector del intelectualismo moderno que la libertad de
imprenta, y sin embargo yo cuanto
más medito en ello, pocas cosas encuentro más absurdas. ¿Los mismos
derechos al bien que al mal, a la
verdad que al error, a la nobleza y
caballerosidad que a la majeza y
matonismo, a la sinceridad sana y
edificante, que a la mentira descarada y vil, o a la hipocresía mal
disfrazada?
Es cierto que Dios dejó este mundo a las disputas de los hombres,
pero a pesar de eso hay ciertos límites en la discusión, después de los
cuales nos entramos de rondón por
los campos de lo criminal o de la
absurdo; y si a las discusiones en
ese campo hemos de dar derechos y
hemos de contemplar con respeto y
consideración, suprímanse en psicología las distinciones de consciencia e inconsciencia, locura y perfecto equilibrio de la razón, suprimanse los manicomios, creación preciosa precisamente de un Mercedario,
pues en el mundo o todos estamos
locos o todos en nuestros cabales;
en Etica, suprímase para siempre
esa gran distinción entre el bien y
el mal.
Veamos unos cuantos contrastes
para que resalte la falta de lógica
respecto a la actual libertad de imprenta, tan cacareada en todos los
países ultracivilizados como una de
las más bellas conquistas del moderno progreso.
A un loco se le encierra en un
manicomio, a un criminal se le encierra en una prisión, y sin embargo se dejan circular libremente libros que enserian y contienen más
locuras que las que se suelen oir
una casa de salud o enserian el crimen en todas sus manifestaciones.
Cómo queda aquí la lógica? Se persiguen los tóxicos y estupefacientes, grandes plagas de la actual sociedad con una energía que honra a
las autoridades de todas las naciones y se permite la libre circulación
de libros pornográficos, que son la
deshonra y la degradación física y
moral de la Humanidad. ¿Dónde
está la razón de este criterio? Se
afirma en todas las filosofías en rotunda tesis «El ateísmo teórico no
— 113 —
existe», y en los escaparates de mu-
chas librerías aparecen libros con
este título: « Dios no existe » . Se le
prohibe la blasfemia a los carreteros, mozos de cuerda y gentes de
baja estofa, como signo evidente de
la degradación y salvajismo de un
pueblo, y se permite a un catedrático de Normal, de Instituto o de
Universidad blasfemar en numero
sas páginas de sus libros de texto,
obligando a los alumnos a que estu
dien sus blasfemias. Se persigue al
ratero, al carterista y al timador, y
los kioskos de la prensa están cua •
jados de libros de aventuras, en que
se glorifica el latrocinio y se exalta
la figura de grandes ladrones, como
si se tratara de héroes beneméritos
de la Patria. Las leyes nacionales y
las ordenanzas municipales de todos los países civilizados persiguen
con saña las falsificaciones de alimentos y otros artículos de primera
necesidad, y permiten la libre circulación de recetarios en los que
descaradamente se enseña a falsificarlo todo.
No hay cosa más absurda ni más
hipócrita que la libertad de imprenta. Y fijáos bien, señores, que hablo
en tesis general como miembro de
una sociedad que aspira a ser perfecta, como ciudadano en el sentido
más laico de la palabra, y no desde
el punto de vista católico. La Iglesia católica tiene su Indice de libros
prohibidos y sus normas generales
Colegio de las Hermanas de la Merced en Buenos Aires.
114 =
prohibitivas de la lectura de ciertas
publicaciones a todos sus súbditos
bajo severísimas penas. Los católicos que leen esos libros, esas publicaciones, deben saber que viven en
pecado mortal, y, por consiguiente,
en desgracia de Dios. Pero los estados tienen en sus manos medios más
eficaces de evitar el gravísimo mal,
prohibiendo, más bien que la lectura, la publicación de esas obras demoledoras del orden social, y que
más que nada contribuyen a la depravación de las costumbres públicas y de la ética colectiva.
Sabido es que en la vida individual nada hay peor que los malos
amigos. Un mal amigo en pocos
días derriba la virtud más sólida y
cimentada, fruto tal vez de muchos
arios de lucha y de heroicas renunciaciones.
Los padres de familia conscientes
y que se preocupan de la virtud y
de la moralidad de sus hijos, velan
mucho por la clase de amigos que
frecuentan. Todos estamos convencidos, señores, que es mejor no tener amigos que tenerlos malos, estar solos que mal acompañados.
Pues bien, el peor de los amigos malos es un libro malo.
Los libros malos con una constancia espantosa se infiltran en todos
los rincones de la sociedad, suben a
los palacios de los magnates y bajan a las chozas de los desheredados de la fortuna, portadores de
toda depravación y ruina. Ellos enserian la irreligión, y después que
con constancia satánica consiguen
arrancar de las almas la Fe, empie-
zan a llenar los vacíos con el amor
de todo lo terreno y caduco, anegando en una oleada de materialismo todos los nobles ideales.
Hay libros redomados que enserian el disimulo, el engaño y la ficción; los hay que glorifican el latrocinio presentando a los grandes
bandidos como héroes de las leyendas de gesta; los hay que enserian el
odio a la sociedad, preconizando la
revolución violenta y el atentado
personal con el fin de incubar furias
con figura humana; los - hay canallescos, que defienden el divorcio y
el neomaltusianismo, y hasta el amor
libre, atacando a la familia, célula
del organismo social; los hay que
divinizan la lujuria más que el pueblo pagano adorador de Venus, y,
en refinada y melosa literatura, describen hasta el detalle repulsivas
escenas de erotismo morboso, con
el propósito de llenar clínicas y hospitales y de acelerar el viaje a la
eternidad a los incautos que caen en
la trampa de creer que la lujuria es
el placer cumbre del hombre; los
hay que presentan a la mujer de
vida airada, a esa gran vergüenza
social, como algo ideal, artístico,
digno de admiración y aplauso. Hay
libros que defienden todas las aberraciones, todas las monstruosidades, todos los errores, todas las
maldades, todas las locuras, con
una seriedad que pasma.
Y esos libros constante, paciente
y universal atentado a todas las
conveniencias e ideales de la Humanidad, andan sueltos por todas partes disfrutando de los mismos dere-
— 115 —
tentados nos ampara, pecadores nos
vos, _y las imprentas, a modo de reprende, virtuosos nos aplaude, anfuentes envenenadas y pestilen- siosos de perfección y de sobrenates, siguen manando las deletéreas turales luces nos eleva hasta Dios
aguas que anegan al mundo en una por las divinas moradas de Teresa.
Un libro nos salió al paso cuando
oleada de cieno.
¡Y los criminales vulgares están nuestros ojos fueron heridos por la
primera luz y en una de sus páginas
en la cárcel!
¿Quién hará más darlo a la socie- recibió nuestro nombre al inaugudad: Un libro de Tolstoi o un sindi- rar la vida, y otro anotará el inscalista pistolero de esos de a cien tante de nuestro último suspiro, para
pesetas la víctima? ¿Una celestina que nuestro paso por el mundo no
astrosa, de las perseguidas por la Po- sea como el del buque que surca la
licía y por la Asociación de la Tra- clara linfa sin dejar rastro.
El libro, señores, es el principal
ta de Blancas, o un libro de Zola?
marchamo
del homo sapiens de Lin¿Un ratero más o menos audaz, un
neo,
el
indiscutible
rey de la Creatimador más o menos hábil, o las
ción.
Los
gorilas,
nuestros
abuelos,
de
Candelas
o
aventuras de Rafles,
según
Darwin,
jamás
escribieron
liEcija?
de los Siete Niños de
bros...
¡Ah, señores; hace pocos días he
visto en las manos de una niña de
HE DICHO
catorce arios, hija de familia honrada, una novela de las más procaces de Joaquín Belda! Sentí espanto...
Hecho indiscutible
chos que los buenos y constructi-
VI
Con la salvedad, pues, de que los
malos libros no debían venir al
mundo y de que las personas que
desean ser honradas deben huir de
ellos mucho más que de las malas
compañías, sean para el libro todos
nuestros entusiasmos, toda nuestra
devoción y cariño, como al amigo
del alma que no nos abandona nunca y al cual le debemos tanto.
El libro, señores ignorantes, nos
instruye, desorientados nos guía,
abatidos nos levanta, afligidos nos
consuela, en las dudas nos ilustra,
=
Hace pocos arios en Ginebra en
cierta reunión suscitóse una controversia sobre la confesión. Un pastor protestante dijo que ese sacramento, dando a los católicos la seguridad del perdón, les facilitaba
las recaídas.
—Valen los hechos...? (interrumpió un joven católico). Pues el hecho es que cuando acabo de confesarme salgo con propósito firmísimo de ser bueno; parezco otro hombre, nada se me pone delante. Cuando tardo en confesarme experimento
por el contrario mi flaqueza. ¡Esta
- 116 —
, es la experiencia de cuantos se con 'fiesan!
El público aplaudió el hecho, y el
pastor tuvo que mascullar una excusa por haber tocado una tecla en
falso.
que ¿qué vale el altar sin el sacerdote? Mi cara es mi fortuna, dijo el
otro. Si con una cara graciosa se
ganan fortunas, ¡,el interés de nuestro Cristo no podrá más entre sus
fieles?
Dios quiere que unos dependamos de otros, y si vosotros no ayuSuscripción para el altar de dais nuestro postulantado central
Nuestra Santísima Madre, en irá en disminución, Dios recibirá
menos gloria, morirán más homla Buena Dicha
bres en el pecado, aumentarán los
infieles, la prensa impía se arraigaPesetas.
rá más cada día.
Cantidad recaudada .. . 1.890,60
Necesitamos 20 000 pesetas para
Un devoto de Nuestra
una beca, beca que ha de formar
Santísima Madre. . . . 20.000,00
un apóstol que colme de bendicioTOTAL 21.890,60 nes a los bienhechores. Dad alegremente lo poco o mucho que
Por fin apareció el dador alegre tengais disponible, que es para
que tanto alaba Dios en la Escritu- Dios.
ra. Gracias a él tendrá altar decoNuestro postulantado ha crecido
roso Nuestra Santísima Madre en algo estos últimos años, porque
esta iglesia.
Dios nos ha bendecido. Esta benEl anónimo y generoso donante dición la hace depender generalha contraído un derecho muy espe- mente de la bondad de los fieles.
cial a nuestros sufragios, las oraCada mes mandad algo a Silva,
ciones de toda la Orden de la Mer- 59. Madrid, Se trata de una obra
ced, que no le faltarán. No; y vivirá de Dios tan gloriosa como el posen el recuerdo y gratitud de todos tulantado de los mercedarios que
los que nos sucedan en nuestros han de extender la vida nueva por
puestos de honor, que son de ba- la tierra.
talla incesante por la gloria de
Con ésta queda abierta la SusDios. El se lo pagará además por cripción para una Beca.
otras razones.
Pero ahora necesitamos erigir
(tr:›
otro altar al Señor, pero un altar
vivo. Llamo altar al sacerdote por-
— 117 —
NOTICIAS
SANTUARIO DE GUADALUPE
San Luis Potosí, 3 de febrero de
1929.
M. R. P. Director de LA MERCED
Madrid.
Rvdo. Padre: Anexo a la presente
me permito enviarle un ejemplar del
programa por el que se rigieron los
actos religiosos organizados en el
Santuario de Guadalupe (hoy la
Merced) de esta ciudad en honor de
N. P. San Pedro Nolasco, el 3 del
actual, pues por razones especiales
hubo que trasladar la fiesta tres días
después del 31.
Sólo notará V. P. que no hubo
asistencia de sacerdotes, pero esto
se debe a los motivos que de todos
son conocidos; sin embargo, aprovechando la relativa tolerancia que
el Gobierno local ha concedido, la
O. T. pudo sin dificultades organizar estos cultos, que estuvieron en
extremo concurridos. El sermón que
se leyó fué tomado de los sermones
del P. Vicente Hernández, O. P., cuya lectura conmovió a tal grado a
los asistentes que muchos prorrumpieron en llanto, y al terminar la solemnísima procesión pidieron la im
posición de nuestro Santo Escapulario, pero aquí fue la mayor de las
dificultades para corresponder a tan
piadosos deseos, toda vez que no
hay sacerdotes en ninguno de los
templos y los que viven en casas
particulares no salen por el temor
de que se les haga víctimas de algún
atentado, pues las circunstancias
tan aflictivas para la iglesia mexicana no han cambiado absolutamente en nada.
Hace poco tiempo llegué a esta
ciudad, en donde me he entregado
de lleno a la reorganización de la
Cofradía de la Merced, pues con
motivo de que no hay quien la dirija
en los actuales momentos, todos los
hermanos caminan sin rumbo y sin
tino, no hay juntas mensuales, y
cuando se muere alguno, nadie quiere recibir la patente en calidad de
devolución y nadie acepta los cargos de la Mesa Directiva; sin embargo, logré hace poco ver al Supe rior encargado de la Mitra, quien
accediendo a mis deseos, me facultó
para reorganizar la Cofradía nombrando para el efecto nueva Mesa
Directiva, y hasta me ofreció que
siempre que sea con discreción hablara con el Padre que al suspenderse los cultos se encontraba encargado de este Santuario, a efecto
de que en su habitación, aunque sea
ea forma privada, imponga el Santo
Escapulario de la Merced, pero aquí
me tiene V. R. metido en el aprieto
de que no encuentro nada absolutamente de cuadernillos que contengan las obligaciones, sumarios de
indulgencias, etc., que conciernen a
los cofrades, por haberse perdido
todo en el saqueo que sufrió este
templo el día que se retiraron los
sacerdotes y esto me hace suplicar
a V. R. me haga la caridad de man-
— 118 —
darme un ejemplar de cada cosa
que se relacione a los cofradespara
mandar hacer la impresión, pues no
quiero errar en materia tan delicada.
Los gastos que demande tanto
esto como dos suscripciones que
atentamente le suplico se sirva remitir a la Cofradía de la Merced, de
este Santuario, serán debidamente
pagados, pues causa verdadera tristeza que estos Hermanos ignoren
las actividades de la Orden.
Si tiene V. R. Sumarios de Indulgencias concedidas al Santo Escapulario, propios para colocar en
marcos para lugares visibles para
el mejor conocimiento de los fieles,
ruégole me mande unos dos o tres.
Tan pronto como quede esta Cofradía completamente organizada,
se dará principio a traer de esa
libros de autores mercedarios y todo
aquello que se relacione con esta
Sagrada Orden.
Soy de V. P. M. R. afectísimo
atento seguro servidor q. b. s. m.,
Luis Y. DAVILA
0. F. M.
PROGRAMA
de los actos del solemnísimo «Triduo
gucarístico» que celebrará la Sección
Adoradora Nocturna de Bilbao del 11
al 14 de abril de 1929, con motivo del
XXV aniversario de su fundación.
Del jueves al sábado, conferencias eucarísticas para hombres.
Adoración diurna de señoras, en
las distintas parroquias de la villa.
'Vigilia general extraordinaria de
Tarsicios, el viernes día 12.
Vigilia general extraordinaria de
la Adoración Nocturna, el sábado
13 en la Santa Iglesia Parroquial y
Basílica del Señor Santiago, con
Misa solemne de madrugada. Plática del Rvdmo. Obispo Diocesano.
Solemne sesión de clausura del
«Triduo Eucarístico » , en la mañana
del domingo 14.
Procesión del Santísimo Sacramento, en la tarde del mismo domingo, de la Basílica de Santiago
al Santuario de Begoña, donde se
dará la bendición desde - la tribuna.
(Oportunamente se darán instrucciones y detalles de estos actos.)
Temas para el «Triduo Eucarístico».
1) La Adoración Nocturna levadura Eucarística en la familia cristiana.
2) La Adoración Nocturna y las
Juventudes Católicas.
3) Los turnos de San Tarsicio en
los Colegios, viveros de las Secciones Adoradoras Nocturnas.
4) Medio para conseguir que los
Adoradores Nocturnos comulguen
cada día que asistan al Santo Sacrificio de la Misa y no dejen pasar día
alguno sin visitar a Jesús Sacramentado; sus frutos.
5) Manera práctica de asistir devotamente a la Santa Misa.
6) Conveniencia de que los Adoradores Nocturnos se ofrezcan como ayudantes a los Sres. Sacerdotes en el Santo Sacrificio de la Misa.
7) La Adoración Nocturna y el
Viático de los Adoradores.
8) Marcha triunfal de la Adora-
- 119 —
ción Nocturna en las provincias
Vascongadas y causas que hayan
podido influir en ella.
HUMERA (Madrid)
Sanatorio de Nuestra Señora de las
Mercedes.—Con grande solemnidad
se ha celebrado en este Real Sana- torio la festividad de San Pedro Nolasco, fundador de la celestial Orden de la Merced, precediéndole antes una solemne Novena con Exposición, Manifiesto mayor y asistencia de estos buenos enfermitos; el
día de la fiesta, 31 de enero, se celebró Misa solemne oficiada por el
Sr. Capellán del Sanatorio D. Manuel del Río, ayudándole el venerable Capellán de las Siervas de
Pozuelo y D. Emilio N.; el Sermón estuvo a cargo del eminente
orador Sr. Párroco de Pozuelo,
amante devoto de la Virgen de las
Mercedes; su despejada elocuencia
supo decir cosas tan nuevas y encomiásticas de nuestro Santo Padre,
que nuestros enfermitos salieron
loando al sabio orador.
No dejaré de manifestar llena de
júbilo la satisfacción que nuestro
Santo Padre nos concedió en su día;
un ario de lucha llevábamos con un
enfermito refractario a la confesión
acometido de frecuentes hemoptisis;
todo era dar largas y excusas, ya
pensábamos que algún día tendríamos el dolor de verle morir sin Sacramentos, cuando llegó el día 30,
llamó a la Superiora para decirle
que al día siguiente quiere comulgar y que aquella tarde desea con-
fesarse; la Superiora vacila con el
temor de ser engañada, pues ya
otras veces se lo había prometido a
las Hermanas, mas él le asegura
que no trata de engañada, sino que
quiere cumplir ese deber de -cristiano y dar gusto a Dios y a su buena
enfermera Sor Cándida, que bien se
lo merece por sus asiduos cuidados
y continuos desvelos por sus enfermos, y más añadió: a esta Hermana,
como ya he dicho otras veces, si estuviese en mi mano le impondría la
Cruz de la Beneficencia, que la llevaría con más merecimiento que
otras a quien se la han impuesto.
Esta hermana lleva bastantes
arios en este Sanatorio cuidando con
verdadero heroísmo a los enfermos
confiados' a sus solícitos cuidados.
Llenas de satisfacción agradecemos a nuestro Santo Padre esta conquista obtenida por su poderosa intercesión.
UNA MERCEDARIA
VALENCIA
Real Monasterio del Puig.—E1 24
del próximo pasado, un numeroso
grupo de caballeros y jóvenes, entre los cuales se encontraba el conde de Trigona, el marqués de Lozoya, varios catedráticos y estudiantes de la Universidad y otras distinguidas personalidades, practicaron
en este Monasterio, bajo la dirección del P. Delgado Capeáns, un
«Día de Retiro Espiritual» con gran
aprovechamiento para sus almas.
Era verdaderamente edificante ver
a las ilustres personalidades entre-
— 120 —
gadas, en absoluto, a tratar en el
retiro y en la soledad del claustro el
asunto más importante: la salvación de sus almas.
reaparición y nos congratulamos
sea ya una realidad. Gustosos establecemos el intercambio.
Funerales por la Reina Doña María
Cristina.—Con asistencia del ilustre
Ayuntamiento, Unión Patriótica y
numeroso público, se han celebrado
en este histórico templo solemnes
funerales por el eterno descanso de
Ja Reina Doña María Cristina, que
de esta manera quiso testimoniar su
afecto a tan preclara Reina la Comunidad y las corporaciones de esta
localidad.
Indulgencias de abril.
Día 17. Solemnidad de San José:
Absolución general y otra indulgencia plenaria visitando la iglesia.
Día 27. San Pedro Armengol:
Absolución general y otra indulgencia plenaria.., asistiendo a la misa
de Nuestra Santísima Madre.
`M•1111n
MADRID
Nuestro saludo de bienvenida, y
mejor dicho, de buen retorno al estadio de la Prensa, se lo dirigimos
muy cordial a la Revista Mercedaria, segunda época, publicada por
nuestros hermanos de la provincia
del Tucumán (Argentina). Consideramos esa publicación como nuestra
hermana mayor ; anhelábamos su
Favores de nuestro
Santo Padre Muy agradecida a Ntro. Padre
San Pedro Nolasco por un favor
que me ha concedido; lo publico
como se lo prometí.
P. C.
Terciaria Mercedaria.
CON LAS DEBIDAS LICENCIAS
Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.
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