MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA XXIV JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2016 PRIMERA PARTE: ANUNCIO I. MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA JORNADA DE ORACION POR LOS ENFERMOS 2016 Confiar en Jesús misericordioso como María: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5) Queridos hermanos y hermanas: La XXIV Jornada Mundial del Enfermo me ofrece la oportunidad de estar especialmente cerca de ustedes, queridos enfermos, y de todos los que los cuidan. Debido a que este año dicha Jornada será celebrada solemnemente en Tierra Santa, propongo meditar la narración evangélica de las bodas de Caná (Jn 2,111), donde Jesús realizó su primer milagro gracias a la mediación de su Madre. El tema elegido, «Confiar en Jesús misericordioso como María: “Haced lo que Él les diga”» (Jn 2,5), se inscribe muy bien en el marco del Jubileo extraordinario de la Misericordia. La Celebración eucarística central de la Jornada, el 11 de febrero de 2016, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, tendrá lugar precisamente en Nazaret, donde «la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14). Jesús inició allí su misión salvífica, aplicando a sí mismo las palabras del profeta Isaías, como dice el evangelista Lucas: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19). La enfermedad, sobre todo cuando es grave, pone siempre en crisis la existencia humana y nos plantea grandes interrogantes. La primera reacción puede ser de rebeldía: ¿Por qué me ha sucedido precisamente a mí? Podemos sentirnos desesperados, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido… En esta situación, por una parte la fe en Dios se pone a prueba, pero al mismo tiempo revela toda su fuerza positiva. No porque la fe haga desaparecer la enfermedad, el dolor o los interrogantes que plantea, sino porque nos ofrece una clave con la que podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver cómo la enfermedad puede ser la vía que nos lleva a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado cargado con la cruz. Y esta clave nos la proporciona María, su Madre, experta en esta vía. 1 En las bodas de Caná, María aparece como la mujer atenta que se da cuenta de un problema muy importante para los esposos: se ha acabado el vino, símbolo del gozo de la fiesta. María descubre la dificultad, en cierto sentido la hace suya y, con discreción, actúa rápidamente. No se limita a mirar, y menos aún se detiene a hacer juicios, sino que se dirige a Jesús y le presenta el problema tal como es: «No tienen vino» (Jn 2,3). Y cuando Jesús le hace presente que aún no ha llegado el momento para que Él se revele (cf. v. 4), dice a los sirvientes: «Hagan lo que Él les diga» (v. 5). Entonces Jesús realiza el milagro, transformando una gran cantidad de agua en vino, en un vino que aparece de inmediato como el mejor de toda la fiesta. ¿Qué enseñanza podemos obtener del misterio de las bodas de Caná para la Jornada Mundial del Enfermo? El banquete de bodas de Caná es una imagen de la Iglesia: en el centro está Jesús misericordioso que realiza la señal; a su alrededor están los discípulos, las primicias de la nueva comunidad; y cerca de Jesús y de sus discípulos está María, Madre previsora y orante. María participa en el gozo de la gente común y contribuye a aumentarlo; intercede ante su Hijo por el bien de los esposos y de todos los invitados. Y Jesús no rechazó la petición de su Madre. Cuánta esperanza nos da este acontecimiento. Tenemos una Madre con ojos vigilantes y compasivos, como los de su Hijo; con un corazón maternal lleno de misericordia, como Él; con unas manos que quieren ayudar, como las manos de Jesús, que partían el pan para los hambrientos, que tocaban a los enfermos y los sanaba. Esto nos llena de confianza y nos abre a la gracia y a la misericordia de Cristo. La intercesión de María nos permite experimentar la consolación por la que el apóstol Pablo bendice a Dios: «¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios! Porque lo mismo que abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, abunda también nuestro consuelo gracias a Cristo» (2 Co 1,3-5). María es la Madre «consolada» que consuela a sus hijos. En Caná se perfilan los rasgos característicos de Jesús y de su misión: Él es Aquel que socorre al que está en dificultad y pasa necesidad. En efecto, en su ministerio mesiánico curará a muchos de sus enfermedades, dolencias y malos espíritus, dará la vista a los ciegos, hará caminar a los cojos, devolverá la salud y la dignidad a los leprosos, resucitará a los muertos y a los pobres anunciará la buena nueva (cf. Lc 7,21-22). La petición de María, durante el banquete nupcial, puesta por el Espíritu Santo en su corazón de madre, manifestó no sólo el poder mesiánico de Jesús sino también su misericordia. En la solicitud de María se refleja la ternura de Dios. Y esa misma ternura se hace presente también en la vida de muchas personas que se encuentran junto a los enfermos y saben comprender sus necesidades, aún las más ocultas, porque miran con ojos llenos de amor. Cuántas veces una madre a la cabecera de su hijo enfermo, o un hijo que se ocupa de su padre anciano, o un nieto que está cerca del abuelo o de la abuela, confían su súplica en las manos de la Virgen. Para 2 nuestros seres queridos que sufren por la enfermedad pedimos en primer lugar la salud; Jesús mismo manifestó la presencia del Reino de Dios precisamente a través de las curaciones: «Vayan a anunciar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan» (Mt 11,4-5). Pero el amor animado por la fe hace que pidamos para ellos algo más grande que la salud física: pedimos la paz, la serenidad de la vida que parte del corazón y que es don de Dios, fruto del Espíritu Santo que el Padre no niega nunca a los que se lo piden con confianza. En la escena de Caná, además de Jesús y su Madre, están también los que son llamados «sirvientes», que reciben de Ella esta indicación: «Hagan lo que Él les diga» (Jn 2,5). Naturalmente el milagro tiene lugar por obra de Cristo; sin embargo, Él quiere servirse de la ayuda humana para realizar el prodigio. Habría podido hacer aparecer directamente el vino en las tinajas. Sin embargo, quiere contar con la colaboración humana, y pide a los sirvientes que las llenen de agua. Cuánto valora y aprecia Dios que seamos servidores de los demás. Esta es de las cosas que más nos asemeja a Jesús, el cual «no ha venido a ser servido sino a servir» (Mc 10,45). Estos personajes anónimos del Evangelio nos enseñan mucho. No sólo obedecen, sino que lo hacen generosamente: llenaron las tinajas hasta el borde (cf. Jn 2,7). Se fían de la Madre, y con prontitud hacen bien lo que se les pide, sin lamentarse, sin hacer cálculos. En esta Jornada Mundial del Enfermo podemos pedir a Jesús misericordioso por la intercesión de María, Madre suya y nuestra, que nos conceda esta disponibilidad para servir a los necesitados, y concretamente a nuestros hermanos enfermos. A veces este servicio puede resultar duro, pesado, pero estamos seguros de que el Señor no dejará de transformar nuestro esfuerzo humano en algo divino. También nosotros podemos ser manos, brazos, corazones que ayudan a Dios a realizar sus prodigios, con frecuencia escondidos. También nosotros, sanos o enfermos, podemos ofrecer nuestros cansancios y sufrimientos como el agua que llenó las tinajas en las bodas de Caná y fue transformada en el mejor vino. Cada vez que se ayuda discretamente a quien sufre, o cuando se está enfermo, se tiene la ocasión de cargar sobre los propios hombros la cruz de cada día y de seguir al Maestro (cf. Lc 9,23); y aun cuando el encuentro con el sufrimiento sea siempre un misterio, Jesús nos ayuda a encontrarle sentido. Si sabemos escuchar la voz de María, que nos dice también a nosotros: «Hagan lo que Él les diga», Jesús transformará siempre el agua de nuestra vida en vino bueno. Así, esta Jornada Mundial del Enfermo, celebrada solemnemente en Tierra Santa, ayudará a realizar el deseo que he manifestado en la Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia: «Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con [el Hebraísmo, el Islam] y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación» (Misericordiae Vultus, 23). Cada hospital o clínica puede ser un signo visible y un lugar que promueva la cultura del encuentro y de la paz, y en el que la experiencia de la enfermedad y del 3 sufrimiento, así como también la ayuda profesional y fraterna, contribuyan a superar todo límite y división. Son un ejemplo para nosotros las dos monjas canonizadas en el pasado mes de mayo: santa María Alfonsina Danil Ghattas y santa María de Jesús Crucificado Baouardy, ambas hijas de la Tierra Santa. La primera fue testigo de mansedumbre y de unidad, ofreciendo un claro testimonio de la importancia que tiene el que seamos unos responsables de los otros, de que vivamos al servicio de los demás. La segunda, mujer humilde e iletrada, fue dócil al Espíritu Santo y se convirtió en instrumento de encuentro con el mundo musulmán. A todos los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren, les deseo que estén animados por el ejemplo de María, Madre de la Misericordia. «La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, a fin de que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios» (ibíd., 24) y llevarla grabada en nuestros corazones y en nuestros gestos. Encomendemos a la intercesión de la Virgen nuestras ansias y tribulaciones, junto con nuestros gozos y consolaciones, y dirijamos a ella nuestra oración, para que vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos, especialmente en los momentos de dolor, y nos haga dignos de contemplar hoy y por toda la eternidad el Rostro de la misericordia, su Hijo Jesús. Acompaño esta súplica por todos ustedes con mi Bendición Apostólica. Dado en el Vaticano, el 15 de setiembre de 2015 Memoria de Nuestra Señora de los Dolores. Francisco 4 II. TEMA: LA COMPASIÓN, MEDICINA DE DIOS 1. LA COMPASIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO. Seré muy breve en este punto, en realidad solo dos elementos se comentaran del Antiguo Testamento Dios tiene compasión con los más necesitados y enfermos El libro nos deja ver que Tobit queda ciego, y se nos narra un pasaje que después de cuatro años con la ceguera, tiene una discusión con Ana, su esposa; Tobit en su tristeza, suspirando, llorando y entre gemidos ora a Dios, y su oración inicia reconociendo la justicia y la misericordia de Dios, pues dice: “Tú eres justo, Señor, y justas son todas tus obras. Misericordia y verdad son todos tus caminos. Tú eres el Juez del Universo.” Tob. 3,2. En su oración inicia reconociendo la misericordia de Dios, y después reconoce sus pecados, dolor y sufrimiento lo llevan a implorar la muerte, pero sobre todo que Dios no aparte su rostro de él. Si bien, Tobit ha sido objeto principal de la misericordia de Dios, ahora tiene fe en que Dios va a mostrar la compasión con su pueblo y lo reunirá. La compasión de Dios escucha al abandonado “El oprobio me rompe el corazón, me siento desfallecer. Espero en vano compasión, […] consoladores, y no encuentro.” Sal. 69,21. Encontramos en este Salmo que “la súplica es una oración “in extremis” para que Dios socorra al que ha abandonado. El salmista clama compasión que no encuentra y voltea a mirar a Dios. 2. EL EVANGELIO DE SAN LUCAS, EVANGELIO DE LA COMPASIÓN, MEDICINA DE DIOS Clave interpretativa del Evangelio: Jesús que va de camino y al ir caminando mostrar el Rostro Misericordioso de Dios. La compasión, un modelo Lc 6, 36-38 San Lucas introduce el término de la compasión en su evangelio en el capítulo seis en el verso 36, el cual dice “sean compasivos como su Padre es compasivo.” Además, hace “la exhortación a dar con espíritu de misericordia.”1 A desprenderse y dar con generosidad, sin reservas, que el corazón de las acciones sean de la misma manera que Dios ha sido compasivo con cada uno de nosotros, nos va a poner en el centro, es decir, nos invita a pensar cómo Dios ha sido compasivo con nosotros debemos ser compasivos con los demás; vemos con ello que Lucas “quiere transmitir a sus lectores sólo el mandato positivo del amor y la paciencia 1 SCHMID JOSEF, “El Evangelio de Lucas”, en AA.VV. Comentario Ratisbona al nuevo testamento III, Herder, Barcelona, 1968, p.199 5 sin límites.”2 Si bien, es claro que “el amor tiene que estar por encima de cualquier interés.”3 El Papa Francisco menciona en Misericordiae Vultus: “Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos.” 4 Dios Padre es el modelo de compasión y de misericordia, pero ¿quién es misericordioso? “es misericordioso quien se deja afectar por la miseria del hombre, el que está abierto a la necesidad ajena y presta ayuda donde halla a alguien oprimido por la carga.”5 Esta es la manera en que ha de actuar el hombre, el que ha sido impactado y se ha dejado afectar por la miseria del hombre, el que reconoce y esta pronto a atender la necesidad de los demás, prestando ayuda, o bien, regalándose así mismo, su tiempo y su presencia a quien requiere de su ayuda, aun sin que se lo manifiesten; es por ello que podemos decir que “Lucas escoge la compasión como fuente de una conducta cristiana.”6 San Lucas teniendo enfrente al Dios perfecto, omnipotente y distante ha elegido al Dios lleno de misericordia y cercano a los hombres; y nos lo presenta como modelo a seguir, en imperativo, pide que sea esta imagen una referencia constante y modelo para los discípulos y seguidores de Jesús,7 por ende, un modelo para todo cristiano. Dios Padre y modelo de compasión, que mira a los hombres siendo compasivo con los demás, no deja pasar por alto este hecho, sino que ofrece una “superabundancia de la paga que recibirá la dádiva misericordiosa.”8 Las palabras de Lucas sobre la recompensa son: “una medida buena, apretada, remecida, rebosante.” Lc. 6,38. El Papa Francisco menciona que “para ser capaces de misericordia debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios […]. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida.” (MV 13)9. Por medio del jubileo extraordinario de la misericordia “nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometemos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros.” (MV 14). El tema es de suma importancia para el Papa, pues el lema de este año santo es: “Misericordiosos como el Padre.” (MV 14). San Lucas pone como modelo de misericordia del Padre, parte de ahí para decir que los hijos han de proceder de la misma manera, es decir, con los gestos de 2 SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 196. GÓMEZ ACEBO ISABEL, Lucas, Verbo Divino, Navarra, 2008, p.182. 4 FRANCISCO, Bula de convocación del jubileo extraordinario de la misericordia, Misericordiae Vultus, n.9. 5 STÖGER ALOIS, El Evangelio según san Lucas I, Herder, Barcelona, p. 188. 6 BOVON FRANCOIS, El evangelio según san Lucas I, Sígueme, Salamanca, 20052, p. 458. 7 Cfr., GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 183. 8 SCHMID JOSEF, “El evangelio de Lucas…, P. 199. 9 MV abreviatura para mencionar la Bula Misericordiae Vultus. 3 6 misericordia tal como el Padre lo hace; propone que todo juicio hacia nuestros hermanos tenga de trasfondo ese amor misericordioso que el Padre ha tenido con cada uno de nosotros. La compasión fuente de vida nueva. Lc 7, 11-17 (la viuda de Naim) Este relato tiene como eje central la compasión y el poder de Dios que se hace patente en la persona de Jesús que siente compasión, con solo el hecho de mirar a la viuda en su dolor y desde el fondo de su corazón brota la compasión. En la escena tenemos a una viuda, que lleva a sepultar a su hijo único, una muchedumbre la acompañan pero pocos pueden hacer algo por ella; el dolor es inmenso, “una viuda que no habla, pero que con su llanto hace más que expresivo su dolor.”10 Ante el dolor desgarrador de la viuda, Jesús se acerca y “le ofrece a la mujer una palabra de consuelo: no llores […]”11 Jesús es el único que puede calmar el dolor y el llanto de la viuda, por eso le dice no llores, sin embargo, ni a Jesús ni a la mujer le bastan el consuelo de las palabras, con lo que el relato nos deja instancia de otras acciones.12 El dolor de la viuda es de una magnitud especial, pues lleva a sepultar a su hijo único, el que velaría y se hubiese hecho cargo de ella, de esta forma queda totalmente desamparada, sin la protección económica ya que las mujeres dependían de los varones de su familia y así ella permanece a expensas de la comunidad, sólo implora la misericordia de Dios; y es precisamente la magnitud de este dolor lo que produce la compasión de Jesús.13 A primera instancia ella parece no estar sola, pues, “la magnitud de la desgracia halla misericordia en la gran multitud de la ciudad que la acompañaba. Podían consolarla, pero nadie podía socorrerla,”14 sin embargo, ninguno de ellos podía ofrecerle lo que realmente ella necesitaba. Ante tanto dolor, interviene el Hijo de Dios, ya que, “Jesús se sintió lleno de compasión. Él mismo predica y trae la misericordia de Dios con los que se lamentan y lloran. Dios toma posesión de su reino mediante su misericordia con los oprimidos.”15 Jesús el Hijo y enviado de Dios interviene para ofrecer no sólo el consuelo, sino para socorrer a la viuda. El actuar de Jesús es preciso e inmediato, no espera ninguna súplica, no espera a que le imploren su ayuda, sino que “Jesús se hace cargo de la situación como Señor […] todo comienza por la mirada de Jesús, que se dirige a la madre y no al 10 GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 195. GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 196. 12 GÓMEZ ACEBEDO I., Lucas…, p. 196. 13 Cfr., SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 207. 14 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas I…, p. 203. 15 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas I…, p. 204 11 7 hijo. Esta mirada provoca, o acompaña, un sentimiento en Jesús: la compasión.”16 La compasión va a ser el motor para que Jesús intervenga y socorra a la viuda, devolviéndole a su hijo, restituye su papel de madre y su posición en la vida de la sociedad, de esta forma ella ya no queda desamparada; Jesús alivia su dolor presente y le regala el guardia y vigía de sus días futuros: su hijo. Ella ya no estará sola ni desamparada. La compasión y ternura del Padre. Lc 15 11-32 (El hijo pródigo) En este relato del Evangelio vemos la naturaleza íntima del Padre, el hijo menor ha pedido la herencia que le corresponde y el Padre ha accedido a dársela y este se ha marchado; el Padre está a la espera de su hijo, sin saber, desde luego que éste regresará; Josef Schmid narra este encuentro de la siguiente manera: Desde lejos reconoce ya a su hijo, y no espera en actitud fría y reservada a que se le acerque, aún menos le rechaza con ira e indignación, sino que embargado de amor y compasión se apresura a salir al encuentro de su desgraciado hijo, colmándole de las manifestaciones de su imperturbable amor paternal.17 El Padre que está a la espera y que desde lejos ve y reconoce al hijo, se conmueve profundamente, siente compasión por su hijo, esta compasión hace correr al Padre para el encuentro con su hijo, y lo primero que realiza es echarse a su cuello y llenarlo de besos (Cfr. Lc 15,20). Es enorme el gesto de amor que el Padre ha tenido con su hijo, pues, “olvida su dignidad y le prodiga todas las muestras de su amor paterno. Besándolo en la mejilla lo acoge como hijo antes de que él haya podido pronunciar sus palabras de arrepentimiento.”18 El amor del Padre es enorme, al igual que su alegría que no permite que el hijo pronuncie palabra alguna, no permite que diga el discurso que había planeado.19 Se resalta en este punto el amor de Dios por el hijo perdido, pero de igual forma “junto al amor de Dios, del Padre, queda aquí expuesto también de manera conmovedora el hecho de la culpa humana.” 20 También se resalta el reconocimiento de la culpa del hijo, pues se adentra en sí reconociendo que ha fallado y hace un itinerario junto con un plan a seguir una vez que esté delante de su Padre, no espera estas muestras de afecto, pero es conocedor del amor del Padre. Caso contrario del Padre que está a la espera y no ha planeado nada, pero “una vez que el hijo ha recuperado la compostura propia de su rango hay que dar 16 BOVON FRANCOIS, El Evangelio según san Lucas I, Sígueme, Salamanca, 20052, p. 512. SCHMID JOSEF, “El evangelio de Lucas…, p. 365. 18 STÖGER ALOIS, El Evangelio según san Lucas II, Herder, Barcelona, 19793, p. 69. 19 Cuando se menciona que el padre ha olvidado su dignidad, es porque el hecho de estar al pendiente del hijo, al pie de la puerta, más aún el hecho de correr y abrazarlo; esto es propio de la madre no del padre. 20 SCHMID JOSEF, “El evangelio de Lucas…, p. 363. 17 8 comienzo a la celebración. Es necesario compartir el gozo, y el Padre lo va a hacer con exceso […]”21 el amor y la alegría se conjugan con la llegada del hijo y hace que se desborde en una fiesta de la comunidad, el gesto de amor del Padre ante él no se agota con la llegada y el recibimiento efusivo sino que incluye a toda la comunidad en una fiesta, es un alegría compartida. En esta parábola “Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona […] encontramos en núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra con la fuerza que todo lo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón.” (MV 9). Es claro, en este caso, que al Padre “no le importan las motivaciones de la vuelta: lo decisivo es que su hijo esté a su lado, que haya vuelto a su vida anterior, a reintegrarse en el núcleo familiar, a vivir como hijo amado.”22 El amor del Padre lo lleva a perdonar su pecado, “misericordia: es la vía que une Dios y hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amado no obstante el límite de nuestro pecado.” (MV 2). Además, “ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona.” (MV 3). La misericordia, bondad y composición de Dios es grande, si bien, “el padre no aguarda para perdonar a que se cumplan todos los requisitos de la penitencia. A través de la imagen de este padre se nos presenta la imagen del Padre celestial, que nos ama anticipadamente.” 23 Dios nos ama antes de reconocer nuestro pecado, antes de elaborar discursos, antes de presentarnos a Él, este es el amor del Padre y esta es su naturaleza. La misericordia “proviene de los más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.” (MV 6). El hijo reconoce y medita lo que ha hecho, se adentra en sí mismo y reconoce que ha fallado, es por ello que “el hijo no quiere hablar de su situación jurídica: sabe bien que no tiene derecho filial alguno a los bienes de su padre. Declara que ha perdido su honor, su identidad, y hasta su nombre de hijo.” 24 Solo espera convertirse en un trabajador más de su Padre; y su amor rebasa las expectativas, pues, “[…] se niega a aceptar la indignidad de su hijo, y que lo mantiene o lo restablece en su condición tal.”25 El hijo no esperaba tanto del Padre y el Padre lo reincorpora al seno familiar; o mejor aún, “el joven es rehabilitado en su dignidad de hijo.”26 Se le asigna otra vez su lugar en la familia. En esta parábola se nos muestra la forma de ser del Padre, pues se “destaca la compasión paterna, la prisa suscitada por la emoción, los abrazos, los besos.”27 21 GOMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 437. GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 438. 23 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 70. 24 BOVON FRABCOIS, El Evangelio según san Lucas III, Sígueme, Salamanca, 2004, p. 68 25 BOVON F., El Evangelio según san Lucas III…, p. 69. 26 BOVON F., El Evangelio según san Lucas III…, p. 69. 27 BOVON F., El Evangelio según san Lucas III…, p. 61. 22 9 Se nos muestra a un Padre lleno de amor y de misericordia por sus hijos, en forma especial, por el retorno del hijo que se había perdido y regresa al Padre. Jesús nos “revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y misericordia.” (MV 9). La compasión como un amor eficaz. Lc 10, 29-37 (EL buen samaritano) En la parábola se “nos habla de un hombre, (anthropos), del que no nos ofrece muchos datos para que oyentes y lectores se puedan identificar con su persona.”28. En la parábola se pone al hombre en una situación delicada, pues, “su vida pende de un hilo que, si alguien no lo remedia, se puede cortar. Éstas son las circunstancias que el relato quiere enfatizar: un ser humano entre la vida y la muerte.” 29 Esta situación crítica va a ser el punto de partida para mostrar al hombre compasivo. Ante la situación del hombre herido “sólo le queda a Jesús insistir en la necesidad de llevar realmente a la práctica el precepto y decir la manera como hay que hacerlo. Según sus palabras no hay amor de Dios sin la práctica de las obras de misericordia. De ello depende la salvación.” 30 De la acción de misericordia depende la salvación del hombre y de quien lo auxilia. En el relato surge de inmediato la pregunta por el prójimo y “Jesús no da en su respuesta una definición de prójimo, no dice: todas las personas, sino da una muestra, por medio de una narración ejemplar, de la manera en que procede el auténtico amor al prójimo.”31 Es en el mismo relato que se ofrece la respuesta a esta interrogante, el prójimo es el que procede con amor eficaz, es el que tiene compasión. El samaritano es quien atiende al necesitado, no pasa por alto sino que se detiene y se acerca, “hace con el herido abandonado todo lo que el caso requiere, ni más ni menos. Con ello ha cumplido, de manera perfecta, el precepto del amor al prójimo.” 32 Sin prejuicios, sin interrogaciones, sólo se detiene y socorre con delicadeza al necesitado. El samaritano es quien llega junto al herido, al verlo siente compasión, así “cuando una persona lleva realmente el amor en el corazón, él le hará ver la persona de su prójimo,”33 este es el punto central de la parábola; es ante todo “la necesidad de mostrar misericordia con el necesitado con independencia de su religión o raza.”34 El samaritano solo se acerca y atiende todas las necesidades, primero las más 28 GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 307. GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 307. 30 SCHMID J., “El evangelio de Lucas…, p. 274. 31 SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 276. 32 SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 277. 33 SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 277. 34 GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 306. 29 10 urgentes. El amor al prójimo ha de realizarse con los acciones que se tienen con él, en el apoyo, en la atención y en las necesidades hay que socorrer, además “el amor al prójimo no es sólo precepto divino, sino también imitación de Dios mismo. Este amor no se limita a ser un sentimiento, sino que se acredita por medio de las obras. «Practicar el amor es llevar a cabo obras benéficas.»” 35 Un amor desinteresado que sólo ve el bien y la salvación del otro. La razón del amor al prójimo radica en el amor a Dios, que lo convierte en un amor eficaz, Schmid lo enuncia con las siguientes palabras: El amor al prójimo tiene su razón de ser en el amor a Dios y es, a su vez, la verificación del mismo. Así como no es posible un amor de Dios auténtico sin amor al prójimo, así tampoco amor al prójimo sin amor a Dios. Si el amor al prójimo se separara del amor a Dios, que es su razón de ser, descendería en seguida a un nivel de puros sentimientos humanitarios. En cambio por el reconocimiento de que Dios como Padre bondadoso de todos los hombres es el amor acabado, queda el hombre situado en una nueva relación frente al «prójimo». Precisamente por ser el amor al prójimo imitación de Dios (Lc 6,36), que es bueno para con todos los hombres, se extiende también a todos ellos, pero en el sentido de que es llevado a la práctica con respecto a aquel que, en cada momento, se nos ofrece como necesitado de nuestra ayuda.36 El amor que mueve a actuar al samaritano es generoso y desinteresado, ya que “el amor exigido por Jesús es también independiente del sentimiento y la inclinación, y puede convertirse, por ello, en desprendido servicio de los demás, aún más, en amor al enemigo y en oración en favor del que nos persigue.”37 Es un amor que hace actuar en el momento preciso y procura todo los medios para la salvación. Este es un amor que “salva entonces a aquel hombre, no pregunta por la nacionalidad y la confesión. El samaritano encuentra, al borde del camino, un hombre medio muerto, que le es totalmente desconocido, un extraño; pero no se para a preguntar por su procedencia, sino que actúa.”38 Un amor que no espera ni se detiene sino que es pronto en el auxilio y atención al otro totalmente desconocido. Es un amor “que exige y lleva consigo, a veces, la negación de sí mismo en su más alto grado.”39 En comparación con los otros dos personajes, para el samaritano, es claro que “el amor es más importante que todo acto de culto, y éste no tiene valor alguno si con él recibe menoscabo el amor a los demás (Mt 5,23s) Por tanto, el precepto del amor está más alto que el precepto del sábado, que tiene que quedar en segundo lugar ante aquél.”40 Se ha de atender al hombre necesitado que es hijo de Dios, 35 SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 279. SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 279. 37 SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 280. 38 SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 276. 39 SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 281. 40 SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 281. 36 11 esto es mucho más importante que el precepto del sábado. El samaritano que va de camino, vive también un encuentro con el herido, la diferencia es que desde su corazón siente compasión por él; Bovon narra este encuentro de la siguiente forma: El samaritano…también ve al herido, pero a diferencia de sus predecesores se deja tocar. Se llena de compasión. Se establece una relación entre el herido y el samaritano. El cuerpo vulnerable del uno despierta el corazón atento del otro. Le conmueve las entrañas, literalmente, aquellas huellas visibles de la desgracia. Y el samaritano se llena de solicitud… el samaritano comprende la situación, se acerca al herido, sufre con él e intenta aliviar sus dolores.41 Es importante desglosar lo que el samaritano hace ante el necesitado, si bien, tanto el sacerdote como el levita no se detuvieron ante el herido; se tienen cinco gestos del samaritano, los cuales los señala Francois Bovon: Los primeros cuidados del samaritano son tres: curar, transportar, albergar… el cuarto gesto es la entrega de los dos denarios al posadero. Si el sacerdote y el levita no se preocuparon de detenerse ni un instante, el samaritano anuncia que volverá a pasar. Este quinto gesto, al ser virtual, es una manera de limitar la dependencia del herido respecto a él.42 El samaritano obra tal como se debe obrar en esta situación. San Lucas describe cuidadosamente los actos de amor que realiza el samaritano, con una mayor sencillez y naturaleza, no solo lo realiza en el momento presente sino que procura su bienestar posterior y anuncia que volverá; le da un seguimiento al herido, y esto es maravilloso, el cuidado y atención posterior hasta asegurarse que todo está bien;43 de los cinco gestos que propone Bovon, nosotros le agregamos uno que sería el gesto de acercarse, por en los seis actos de amor que se practican son: acercarse, curar, vendar, transportar, hospedar, y el seguimiento que le da, es decir, cuidar de él hasta el regreso. No se requiere mucho para amar al prójimo sólo se pide “un corazón accesible a la miseria, el sentir misericordia o, como lo expresa la sencilla psicología de la Biblia: el «conmoverse las entrañas» a la vista de la miseria humana. Cuando un hombre se siente mal al ver la miseria, está preparado para el amor.” 44 Eso es precisamente lo que siente nuestro buen samaritano. Fe en Dios compasivo. Lc 18, 35-43 (el ciego de Jericó) El ciego de Jericó que se encuentra en la orilla del camino pidiendo limosna, olvidado y abandonado; sólo está a expensas de la caridad de la gente; al 41 BOVON FRANCOIS, El Evangelio según san Lucas II, Sígueme, Salamanca, 2002, p. 120. BOVON F., El Evangelio según san Lucas II…, p. 120. 43 Cfr., STÖGER A., El Evangelio según san Lucas I…, p. 310. 44 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas I…, p. 311. 42 12 escuchar la muchedumbre indaga de quien se trata y al enterarse que se trata de Jesús “el ciego grita su confesión de fe y pide socorro a los oídos de todos.”45 Hace lo que puede para ser escuchado por Jesús y este “grito del ciego turba el silencio en que marcha el pueblo, en santa peregrinación. Aunque reprenden al ciego, él grita todavía más fuerte.”46 Su insistencia es mayor ante la gente que lo quiere silenciar e implora a fuerte voz la compasión de Jesús. El impulso, arrojo y gritos del ciego cumplen su cometido, pues “Jesús le oye, se para, pues nada hay más importante que atender al necesitado, y pide que se lo acerquen, dando por sentado que el ciego necesita de un lazarillo.”47 La voz del ciego llega a los oídos de Jesús, y se detiene la peregrinación, es el momento de prestar ayuda al necesitado. Son muchas las situaciones que ponen al ciego en contra, primero su ceguera, luego el estar en la orilla del camino, le sumamos el rechazo y desprecio de la gente, peor aún la multitud trata de callarlo y que no moleste al Maestros; se enfrenta a todo ello y lo único con que cuenta es su voz y su fe que permanece intacta y llena de luz, pues desde su corazón sabe que Jesús es el Mesías, el hijo de David, el enviado de Dios, sabe que puede sanarlo; y esta es la única oportunidad de acercarse a él e implorar su compasión; el ciego insiste y grita hasta ser atendido, pues ya había sido escuchado pero trataban de silenciarlo. Cuando el ciego se acercó, Jesús le preguntó: ¿qué quieres que haga por ti? Siendo esta la oportunidad en que el ciego hace su petición, ¡Señor, quiero ver! Y Jesús cumple su petición, pues hace que recobre la vista; el ciego tiene una gran fe en el Dios compasivo, y esta fe ha sido compensada justamente con lo que tanto anhelaba. El ciego nos ha mostrado que a pesar de las adversidades, tenemos que insistir en la compasión de Dios, esta insistencia debe estar sujeta a una gran fe en Dios. El milagro no termina con devolverle la vista al ciego, ya que va más allá, pues “el ciego sigue a Jesús, glorificando a Dios. Gracias a él, el pueblo entero da gloria a Dios. El ciego, con su fe, reúne una nueva comunidad cultual. La imagen de la Iglesia se hace visible."48 El ciego se integra nuevamente a la comunidad, pero ahora es una comunidad que alaba a Dios, él mismo muestra su gratitud con las alabanzas. El ciego nos muestra que debemos implorar la compasión de Dios con todas nuestras fuerzas y debemos tener fe, la fe en Jesús que nos salva, pero tenemos que empezar con una profesión de fe, confesar que Cristo es el Señor y después seguirlo.49 El ciego muestra una gran fe en Dios, que hace todo lo posible para 45 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 140. STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 140. 47 GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 501. 48 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 142. 49 Cfr., STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 141. 46 13 acercarse, vive un encuentro con Jesús y lo sana; pero ahí no acaba sino que da gracias y alaba a Dios por este gesto misericordioso que ha vivido; el ciego nos muestra la fe y la gratitud en Dios compasivo. Compasión que salva Lc 17, 11-19 (Los diez leprosos) En este pasaje hay diez leprosos que piden compasión a Jesús, llamándole Maestro. Jesús los escucha y les dirige la “instrucción de cumplir la ley relativa a la purificación de la lepra, todavía antes de que hayan quedado limpios.”50 Sin que hayan sido sanados Jesús los envía al templo y les pide “mostrarse al sacerdote para que constate su purificación, antes de haberlos curado, lo cual tiene como fin poner a prueba su fe, ya que la orden tiene sólo un sentido si la curación ha de realizarse mientras se dirigen al sacerdote.”51 Jesús solo los ha enviado y este envío presupone su sanación. El texto nos menciona que mientras van de camino los diez leprosos quedan limpios, “pero sólo uno considera también como su deber alabar a Dios por ello vuelve los pasos hacia su bienhechor para mostrarle su agradecimiento, un samaritano.”52 Regresa a dar gracias al autor de su salvación, ve necesario dar marcha atrás para agradecer a quien ya había llamado Maestro. Esta gratitud del samaritano la describe Schmid con las siguientes palabras: El acto de echarse a los pies de Jesús va provocado por un elemental sentimiento de gratitud y no tiene carácter religioso. La pregunta de Jesús por los nueve judíos es sólo expresión de su enojo. No es que exija para sí también el agradecimiento de los otros, sino que el hecho de que ninguno de ellos vuelve, muestra que su gratitud para con Dios no tiene raíces profundas.53 Tal como lo reconocen los leprosos “Jesús es maestro de la ley, lleno de poder y de misericordia. En Él ha amanecido el reino de Dios, que se revela en poder y misericordia a todos los hombres.”54 Su misericordia llega a todos, pues ha sanado a los diez. Jesús los manda al templo, a presentarse con el representante de Dios: el sacerdote, pero el samaritano reconoce que “Dios actúa por Jesús. El curado pronuncia su alabanza de Dios delante de Jesús, postrándose a sus pies. Dios causa la salvación por Jesús. La gracia de Dios apareció en él. Esto se reconoce mediante la acción de gracias.”55 La respuesta del samaritano a la compasión de Dios, es que reconoce en Jesús el poder salvador de Dios y su ser sacerdotal, por ello regresa a darle gracias, y es así como debe ser. 50 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 105. SCHMID J., El Evangelio de Lucas..., p. 391. 52 SCHMID J., El Evangelio de Lucas…, p. 391. 53 SCHMID J., El Evangelio de Lucas…, p. 391. 54 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p.105. 55 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 105. 51 14 El encuentro con Dios causa una gran emoción, quien vive esta proximidad de Dios clama a grandes voces y el leproso se ha dado cuenta de este encuentro y sabe que “en Jesús se hace visible el poder y la misericordia de Dios. Jesús es la epifanía de Dios. En Él está presente el reino de Dios.”56 Por ello se postra a sus pies alabando a Dios. Con esta parábola y en especial la actitud del samaritano entendemos que “la sencillez y los nobles sentimientos humanos son un camino hacia la salvación si van unidos a la fe en la palabra de Jesús, en la que se encierran la ley y los profetas. La palabra da fruto si se acoge en un «corazón noble y generoso» (8,15).”57 Con este gesto ya se encamina el evangelio a los paganos, por lo tanto se declara que la compasión de Dios alcanza a todos. La compasión y misericordia de Dios se desborda, ya que “el camino de la salvación está abierto a todos, incluso a los extranjeros, a los pecadores, a los gentiles. Lo que salva es la fe, la decisión y entrega a la palabra de Jesús y a la acción salvífica de Dios a través de Él.”58 La fe, la conversión y la gratitud en Dios es lo que lo salva. El retorno del samaritano es de especial significación, si bien, “la «vuelta» implica una «conversión», es decir, un reconocimiento de Jesús como su salvador.”59 Cosa que él ha hecho, y tiene presente que la gracia de Dios se ofrece a todos los hombres y esto ha sucedido gracias a su mensajero. Hemos hecho un breve recorrido de la compasión de Dios en el Evangelio de san Lucas, primero descubrimos a Dios como el modelo de la compasión para con todos, pero de forma especial para aquellos que somos sus hijos, hemos de seguir el ejemplo amoroso del Padre; además, el Dios compasivo se hace presente en persona de Jesús, el cual nos muestra la compasión con quienes más sufren, en este caso con la viuda de Naim. Si Dios Padre es el modelo de compasión, ahora se nos detalla este amor en dos parábolas, la de hijo pródigo; que muestra la gran ternura y compasión por el hijo perdido, y el en buen samaritano, el amor que se ha de tener con los que viven situaciones límite en su vida, al cual debemos de utilizar todos nuestros medios para proteger. Por medio de la oración y de una gran fe podemos experimentar la compasión de Dios y finalmente la forma en que debemos de agradecer al Dios compasivo por medio de la alabanza. 56 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 105. STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 106. 58 STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 107. 59 FITZMYER JOSEPH A., El Evangelio según san Lucas III, Ediciones cristiandad, Madrid, 1987, p. 803. 57 15 SEGUNDA PARTE: CELEBRACIÓN 1. ROSARIO DEL ENFERMO Rosario compartido por Pastoral de la Salud de Sonora A considerar los misterios luminosos. SEÑAL DE LA CRUZ +Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. +En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. ACTO DE CONTRICIÓN Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA AL PADRE. JACULATORIA Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren. SALVE Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, 16 gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. 1. BAUTISMO EN EL JORDÁN (Mt 3, 13, 16-17) “Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él (...). Salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado, en quien yo me complazco.” PETICIÓN Señor, que sea tu voz, la que un día se escuchó complaciéndose en tu hijo muy amado, la que recuerde en lo más profundo de mi ser que me amas y que ese amor sea el que me consuele en los momentos difíciles de mi enfermedad y el que me ilumine cuando tenga dudas de tu presencia a mi lado. Amén. PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE… JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren. 2.-SU AUTORREVELACIÓN EN LAS BODAS DEL CANÁ (Jn 2,1-5) “Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: No tienen vino. Jesús le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Dice su madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga.” PETICIÓN Señor, que a ejemplo de tu madre María, que fue ejemplo de misericordia en las bodas de Cana, dame el valor y el coraje de la compasión, enséñame a ser sensible a las realidades de los demás y déjame envolver en ese misterio de las penas y alegrías que envuelve a la persona y a hacerme cercano en los momentos de crisis, enfermedad, dificultad, pero sobre todo, enséñame y permíteme llevar a los demás hacia ti. PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE… 17 JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren. 3. EL ANUNCIO DEL REINO DE DIOS INVITANDO A LA CONVERSIÓN (Mc 1, 15, 21; 2,3-11; Lc 7, 47-48) “Marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva (...). [Luego] llegan a Cafarnaúm (...) y le vienen a traer a un paralítico. (...) Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo (...) y a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (...), a ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.” (Lc 7, 47-48) Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.» Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.» PETICIÓN Señor, te doy gracias por aquellos que han cuidado o están cuidando de mi cuando he estado limitado en mi salud. Gracias por mis familiares, amigos, médicos, enfermeras y aquellos que me han visitado mostrándome su cariño. Te pido perdón por las ocasiones que no he sido agradecido con ellos, por no valorar sus esfuerzos y atenciones hacia mi persona. Agrándales sus corazones y su voluntad para que puedan continuar a mi lado y consuélales en sus personas como sólo tú sabes hacerlo PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE… JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren. 4. TRANSFIGURACIÓN (Mt 17, 1-3, 5) “Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. (...) [Y] una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle." 18 PETICIÓN Que al contemplarte glorioso, señor, en la transfiguración, me alegre en el corazón y me motive el descubrir que aun en mi enfermedad y en mis crisis de la vida, me invitas a seguirte y estar a tu lado. Que pueda escucharte, ahora, con un sentido nuevo, ese que me da la enfermedad y pueda ofrecértela llena, ahora, de un significado nuevo, ese que da el amor. PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE… JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren. 5. INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA, EXPRESIÓN SACRAMENTAL DEL MISTERIO PASCUAL. (Jn, 13, 1; Mt 26, 26-29) “Sabiendo Jesús, que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Y “mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados”. PETICIÓN Señor, tu que te entregaste por nosotros porque nos amaste totalmente en el momento que sabias que era tu hora, que yo pueda prepararme para mi entrega total a este mundo y que lleve en mis manos el significado de la totalidad de mi vida para entregártela a ti; te pido por aquellos que están en su proceso de muerte para que puedan tener paz en sus corazones y tengan un encuentro cara a cara contigo en la casa del padre PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE… JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que sufren. POR LAS NECESIDADES DEL SANTO PADRE FRANCISCO Y DE CADA OBISPO: PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA AL PADRE… 19 LETANIAS DE LOS ENFERMOS Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22) Ten piedad de nosotros Señor Jesús que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Jericó (Mt 20,29) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a un ciego y mudo (Mt 12,22) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste al sordomudo en Decápolis (Mc 7,34) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mc 1,41) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste al paralítico de Cafarnaúm (Mt 9,1) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina (Jn 5,1) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste al hombre de la mano atrofiada (Mt 12,9) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a la mujer hemorroísa (Lc 8,42) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a un hombre hidrópico (Lc 14,1) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste al siervo del centurión (Mt 8,5) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste al hijo del funcionario real (Jn 4,50) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a la suegra de san Pedro (Mc 1,29) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a un niño lunático (Mt 17,18) Ten piedad de nosotros 20 Señor Jesús, que curaste al poseso de Cafarnaúm (Mc 1,25) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a un poseso mudo (Lc 11,14) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a una joven posesa de Canán (Mc 7,24) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que curaste a dos posesos de Gerasa (Mt 8,28) Ten piedad de nosotros Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5,41) Ten misericordia de nosotros Señor Jesús, que resucitaste al hijo de una viuda (Lc 7,14) Ten misericordia de nosotros Señor Jesús, que resucitaste a tu amigo Lázaro (Jn 11,1-43) Ten misericordia de nosotros Señor Jesús, que resucitaste Tú mismo del sepulcro (Mc 16,6) Ten compasión de nosotros Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Perdónanos Señor. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Óyenos, Señor. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Ten piedad de nosotros. Dios te salve María Santísima, hija de Dios Padre, Virgen purísima y castísima antes del parto, en tus manos encomiendo mi fe para que la alumbres, llena eres de gracia etc. Santa María… Dios te salve María Santísima, madre de Dios Hijo, Virgen purísima y castísima antes del parto, en tus manos encomiendo mi esperanza para que la alientes, llena eres de gracia etc. Santa María… Dios te salve María Santísima, esposa del Espíritu Santo, Virgen purísima y castísima después del parto, en tus manos encomiendo mi caridad para que la inflames, llena eres de gracia etc. Santa María… 21 ¡Dios te salve! Reina y Madre de misericordia… Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros; ¡Oh! Y Virgen gloriosa y bendita, ruega por nosotros, Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. AMEN. 2. CELEBRACIÓN PENITENCIAL La Penitencia para robustecer o recuperar la gracia bautismal Canto: Salmo 50 En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo R: Amén La gracia, la misericordia y la Paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro Salvador esté con ustedes. R: Y con tu Espíritu Oremos, hermanos, ya que habiendo olvidado, con nuestros pecados, la gracia del bautismo, nos podamos renovar en ella mediante el sacramento de la reconciliación. Inclinemos nuestras cabezas ante Dios. (Todos oramos por algunos momentos en silencio). Señor, tú has purificado a tus hijos por el Bautismo; Guárdanos con tu acostumbrada bondad, Para que habiendo sido redimidos por tu Pasión, Nos alegremos con tu resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R: Amén LITURGIA DE LA PALABRA Lc. 15,11-32: Parábola del hijo pródigo. “En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos. Entonces les dijo esta parábola. Dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y 22 deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano. "Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado." Examen de conciencia (Después de la Homilía o reflexión se hace el examen de conciencia, según los textos que se encuentran a continuación. Siempre es conveniente tener un tiempo de silencio, para que cada uno pueda hacerlo de una manera más personal. En particular se hará el examen sobre las promesas bautismales que se renuevan en la noche de pascua). Esquema para el examen de conciencia (Cada uno debe someter su vida a examen, a la luz de la palabra de Dios). I. Dice el Señor: “Amarás a tu Dios con todo el corazón” ¿En medio de la enfermedad, busco el sacramento de la misericordia de Dios? ¿Reniego de la enfermedad? ¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre, o, por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Cuándo eh estado desesperado he buscado a charlatanes, brujos o adivinos, etc., para en ellos encontrar la solución a mis enfermedades? ¿Culpo a Dios de mis sufrimientos? 23 II. Dice el Señor: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” ¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis hermanos utilizándolos para mis fines o comportándome con ellos como no quisiera que se comportasen conmigo? ¿Los he escandalizado gravemente con palabras o acciones? ¿Cómo me relaciono con mi familia? ¿Soy agradecido con ellos o me aprovecho de mi enfermedad siendo mal agradecido con ellos? Acto penitencial (Quien preside se dirige a la asamblea con estas u otras palabras:) Ha llegado, hermanos, el tiempo de gracia, el día del perdón de Dios y de la salvación de los hombres, en el cual la muerte fue vencida y tuvo comienzo la vida eterna: cuando en la viña del Señor, mientras se van a plantar nuevos sarmientos, se podan los antiguos para que den mayor fruto. Ahora cada uno de nosotros se reconoce pecador, y mientras se mueve a penitencia por el ejemplo y las oraciones de los hermanos, con el salmista afirma públicamente: “Reconozco mis culpas, tengo siempre presente mi pecado. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso”. Que la misericordia del Señor venga en ayuda de los que así le dirigimos nuestras súplicas, y pedimos su perdón con corazón contrito: para que cuantos en el pasado hemos desagradado a Dios con nuestras maldades, nos alegremos ahora de agradarle entre los vivos, con Cristo resucitado, autor de nuestra vida. (Luego todos juntos recitan el Yo confieso y el Padre Nuestro y luego se acercan a los ministros del sacramento. Cuando han concluido las confesiones individuales o en el momento que se considera oportuno quien preside dice:) Padre, que creaste con amor al género humano y lo restauraste por tu misericordia; que redimiste con la sangre de tu Hijo único al hombre privado de la felicidad eterna por envidia de Satanás; vivifica, por medio de tu Espíritu Santo, a los que no quieres que perezcan. Tú que no los abandonas cuando se extravían, Acógelos cuando se arrepienten. Conmuévete, Señor, la confesión humilde y confiada de estos hijos tuyos: sana sus heridas de alma y cuerpo, extiende tu mano salvadora a los que han caído, para que la muerte eterna no se apodere de los nacidos a nueva vida en el bautismo de salvación. A ti, Señor dirigimos nuestras súplicas. Perdona, a cuantos se reconocen culpables, para que la muerte eterna no se apodere de los nacidos a nueva vida en el bautismo de salvación. 24 A ti, Señor, dirigimos nuestras súplicas, perdona, a cuantos se reconocen culpables, para que apartados del error y vueltos al camino de la justicia, nunca más reciban nuevas heridas sino que mantengan íntegro y para siempre lo que donó tu gracia y lo que reformó tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Y la celebración concluye con un canto apropiado y la despedida del pueblo. 25 TERCERA PARTE: SOLIDARIDAD Hemos visto cómo los Discípulos Misioneros han de ser compasivos; en la actualidad tenemos muchos rostros sufriente de Cristo que nos reclaman compasión, en necesario recordad que Jesús muestra una predicción por los más pequeños, a los pobres y a los enfermos, de hecho en ellos está presente pues lo que hagamos con estos pequeños a Dios mismo lo hacemos, es claro que en muchos lugares podemos encontrar el rostro de Cristo, pero en este apartado contemplamos su rostro en los pobres, enfermos, ancianos, adictos dependientes. 1. Los pobres En la Iglesia hay una preocupación que se tiene y es “por la dignidad humana, […] por los millones de latinoamericanos y latinoamericanas que no pueden llevar una vida que responda a esa dignidad.” (DA n. 391)60 Nuestros pueblos viven una fe donde se proclama que “Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre” (DA n. 218). Por eso “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza.” (DA n. 392). Los pobres son rostros sufrientes de Cristo donde se ha de recurrir pronto a socorrer con amor misericordioso para atenderlos, al respecto Aparecida menciona: Estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: “Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo”. Ellos interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo: “Cuanto lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25, 40). (DA n. 393). Desde la fe en Cristo brota la solidaridad como una actitud permanente de encuentro, hermandad y servicio con los más vulnerables y excluidos (Cfr. DA n. 394). La Iglesia ha de tener siempre la preocupación por los pobres, Aparecida menciona que: “el servicio de caridad de la Iglesia entre los pobres “es un ámbito que caracteriza de manera decisiva la vida cristiana, el estilo eclesial y la programación pastoral.” (DA n. 394). En la vida de la Iglesia, sus actividades e iniciativas han de estar permeadas por esta preocupación por los más necesitados. A esto sumamos la voz del Santo Padre que “[…] nos ha recordado que la Iglesia está convocada a ser <abogada de la justicia y defensora de los pobres> ante <intolerables desigualdades sociales y económicas>, que <claman al cielo>.” (DA n. 395). Toda la Iglesia ha de estar llamada a ser sacramento de compasión y misericordia para con todos en especial con los predilectos del Señor… los pobres. En este amor y cuidado de los pobres, el documento de Aparecida detalla un poco 60 DA será la abreviatura para referirinos al Documento de Aparecida. 26 más y menciona que no sólo debe ser una preocupación sino que llevar actividades y labores efectivas en la atención de los pobres sin adoptar una actitud paternalista: Nuestra opción por los pobres corre el riesgo de quedarse en un plano teórico o meramente emotivo, sin verdadera incidencia en nuestros comportamientos y en nuestras decisiones. Es necesaria una actitud permanente que se manifieste en opciones y gestos concretos, y evite toda actitud paternalista. Se nos pide dedicar tiempo a los pobres, prestarles una amable atención, escucharlos con interés, acompañarlos en los momentos más difíciles, eligiéndolos para compartir horas, semanas o años de nuestra vida, y buscando, desde ellos, la transformación de su situación. No podemos olvidar que el mismo Jesús lo propuso con su modo de actuar y con sus palabras: “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos” (Lc 14, 13). (DA n. 397). La Iglesia que tiene el papel de instaurar el Reino de Dios, debe, por amor, ser cercana a los pobres, ser amiga de los pobres, que conozca sus anhelos y su modo propio de vivir su fe; son un centro importante de promoción humana integral y de evangelización, mejor aún de aprendizaje por la forma en que buscan constantemente a Dios y por su peregrinar en la Iglesia. La opción preferencial por los pobres ha de ser un amor efectivo que ayude a la promoción humana y la lucha por la dignidad de la persona. Dios Padre amoroso ha mostrado su predilección tanto para los pobres como para los justos es por ello que “no cabe el reinado de un Dios que es Padre con la existencia de los pobres. Dios no es indiferente, no puede ser indiferente, ante esta situación de injusticia; Dios está a favor de los pobres, de los indefensos.”61 Desde la creación Dios es compasivo con los pobres, además, “la evangelización de los pobres es el corazón mismo de la predicación de Jesús.”62 La iglesia ha de mostrar ese amor compasivo de Dios con los pobres. La caridad para con los pobres también ayuda a la santificación de la Iglesia y a posicionarse en medio de la realidad para dar luces del Reino de Dios. “Sólo una Iglesia que se acerca a los pobres y a los oprimidos, se pone a su lado y de su lado, lucha y trabaja por su liberación, por su dignidad y por su bienestar; puede dar testimonio coherente y convincente del mensaje evangélico.” 63 Somos y estamos hechos para amar y en la medida en que nos responsabilizamos por el otro dignificamos nuestra vida y la de los demás; a nosotros nos corresponde hacer conciencia del amor de Dios por los pobres, es cierto que “los pobres no han entrado todavía en la vida de muchísimos cristianos.”64 Tarea que nos queda es de toda la Iglesia: el salir e invitar a los pobres, lisiados, cojos y ciegos al banquete 61 EZCURRA FLORENTINO, Educar en la caridad y la justicia, Verbo Divino, Navarra, 2002, p. 47. EZCURRA FLORENTINO, Educar en la caridad…, p. 47. 63 La Iglesia y los Pobres, 10, Comisión Episcopal de Pastoral Social de España, en EZCURRA Florentino, Educar en la caridad…, p. 71. 64 URIARTE JUAN. MARIA., Esperanza, misericordia, fidelidad, PPC, Madrid, 1996, p. 117. 62 27 del Reino de Dios.65 Iglesia es la que convoca a todos a participar del Reino y banquete del Señor, a nosotros como miembros de la Iglesia esta llamados a ser efectiva esa convocatoria, para reunir a los demás, pero sobre todo para hacerlos partícipes del Reino. Estamos llamados a ser una Iglesia misionera pero también una Iglesia comprometida con los más pobres. Aún nos queda por hacer conciencia que ellos son pieza esencial en la vida de Jesús, nosotros fiel a su proyecto también debemos tener ese amor y cuidad por ellos. 2. Los enfermos Otro de los rostros sufrientes que nos piden compasión son los enfermos, la Iglesia ha de responder a las interrogantes de la vida por el sufrimiento y la muerte a la luz de la muerte y de la resurrección del Señor. (Cfr. DA n. 418) La actitud de la Iglesia ante la necesidad de atender y mostrar su amor a los enfermos ha actuado de la siguiente manera: En las visitas a los enfermos en los centros de salud, en la compañía silenciosa al enfermo, en el cariñoso trato, en la delicada atención a los requerimientos de la enfermedad, se manifiesta, a través de los profesionales y voluntarios discípulos del Señor, la maternidad de la Iglesia que arropa con su ternura, fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo acompaña en el tránsito definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, el Sacramento de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. (Cfr. DA n. 420) Esta ha sido la tarea, pero la Iglesia tiene que ir más allá, tiene que ser una Iglesia “samaritana”, como el buen samaritano que ofrece todos los medios para la salvación del enfermo y le da una continuidad en el proceso, pues le promete volver. Es importante señalar que a la luz del Evangelio la enfermedad puede ser un tiempo de gracia, un tiempo en que el amor divino penetra más profundamente en los que sufren; a la vez que le ofrendan su sufrimiento en la fe, el amor y la esperanza, esto contribuye a la santificación de los demás.66 El Agente de Pastoral de la Salud ha de tener presente de que “el hombre enfermo confía en que el amor compasivo, la misericordia y la justicia divina le liberen y le salven de sus angustias y de sus dolores.”67 Así la forma de obrar del Agente se ha de dar en un ambiente compasivo y misericordioso, recordemos que la compasión de Jesús “hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos.”68 Corresponde a la Iglesia hacer presente el amor compasivo de Dios hacia 65 Cfr. Lc. 14, 13. Cfr., JUAN PABLO II, Carta Apost., Salvifici Doloris, (11 de febrero de 1984): AAS 76 (1984) 201-250. 67 BOROBIO D., Los sacramentos de caridad, cuadernos phase 217, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2014, p.72. 68 BOROBIO D., Los sacramentos de…, p.74. 66 28 los enfermos y adoptar actitudes compasivas para con ellos; para ello ha de crear condiciones de acogida, ayuda y fraternidad procurando los medios materiales y humanos necesarios para una vida sana y saludable; ha de brillar en su relación servicial y amorosa para todos.69 En la celebración de la unción del enfermo, “el amor compasivo ofrecido encuentra su máxima expresión, […] signo eficaz agraciante y sanante de ese mismo amor respecto a la persona enferma.”70 La atención del enfermo para la unción ha de ser una muestra del amor compasivo, se ha de dar con la delicadeza y ternura, sobre todo en una compresión profunda para con el enfermo, sin prisas ni premuras, es el tiempo del enfermo, no es nuestro, debemos estar abiertos y atentos en la escucha. Cuando se visita al enfermo también se tiene que tener en cuenta que esta visita “es la prolongación de la misma visita de Dios a los hombres, y manifiesta de forma personal el amor y solicitud del mismo Dios hacia los enfermos.”71 Hemos dicho que en el enfermo encontramos el rostro sufriente de Cristo, Dionisio Borobio menciona al respecto: “quien sirve a los enfermos, sirve y cuida al mismo Cristo. Quien celebra el sacramento de la unción con el enfermo, es agraciado por Dios a través del mismo enfermo, y del mensaje que emite, y la actitud de fe que manifiesta.”72 Los enfermos son el tesoro de la Iglesia en ellos hay una fuente de riqueza; su testimonio su fe acrisolada por las adversidades, la entrega generosa de sí, de su dolor, sufrimiento y muchas de veces de su soledad; han aprendido asociar el dolor a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo; aparte del acompañamiento que se les da esta es la meta. 3. Los ancianos Otro encuentro con Cristo se nos da en la persona de los ancianos, es una gran riqueza porque nos trasmiten su experiencia y sabiduría de vida, pero también es un campo de acción de la Iglesia compasiva, que ha de llevar el amor y la bendición de Dios para con ellos; una Iglesia donde se muestre el respeto y la gratitud por ellos, algo que desde luego, también corresponde a la familia; ellos necesitan de nuestro apoyo aunque no lo expresen; la Iglesia es una compañera de ellos en su soledad y fragilidad (Cfr. DA n. 448). El documento de Aparecida nos ofrece luces para ello, pues menciona que: Merecen ser reconocidos como hijos e hijas de Dios, llamados a compartir la plenitud del amor, y a ser queridos, en particular, por la cruz de sus dolencias, la capacidad disminuida o la soledad. La familia no debe mirar sólo las dificultades que trae el convivir con ellos o el atenderlos. La sociedad no puede considerarlos 69 Cfr., BOROBIO D., Los sacramentos de…, p.76. BOROBIO D., Los sacramentos de…, p.77. 71 BOROBIO D, Los sacramentos de…, p.78. 72 BOROBIO D., Los sacramentos de…, p.86. 70 29 como un peso o una carga. (DA n. 449) La Iglesia está comprometida en procurar la atención humana integral de las personas mayores, acompañándoles y ayudándoles a vivir el seguimiento de Cristo desde su condición.73 Se han de desplegar las fuerzas para la atención de las personas mayores, ya algunas comunidades de religiosos, religiosas o bien de laicos han trabajado muy bien y llevan un trabajo excelente en este sector; se ha de compartir las experiencias para renovar las estructuras pastorales; esto que ayude la formación de los Agentes para desarrollar mejor el ministerio de caridad para con los ancianos. 4. Los toxicodependientes Uno de los sectores más abandonados del Pueblo de Dios, es precisamente los adictos dependientes, siempre la sociedad ha mostrado un rechazo para con ellos, se les ve y se les trata mal, la Iglesia no ha puesto mucho esfuerzo en este campo o al menos no se conocen los esfuerzos, por lo regular no se les brinda un seguimiento y acompañamiento quienes están viviendo esta problemática. En este grupo vulnerable también tenemos el rostro sufriente de Cristo al cual debemos de atender. En documento de Aparecida se nos ofrece como la Iglesia ha de trabajar: Su labor se dirige especialmente en tres direcciones: prevención, acompañamiento y sostén de las políticas gubernamentales para reprimir esta pandemia. En la prevención, insiste en la educación en los valores que deben conducir a las nuevas generaciones, especialmente el valor de la vida y del amor, la propia responsabilidad y la dignidad humana de los hijos de Dios. En el acompañamiento, la Iglesia está al lado del drogadicto para ayudarle a recuperar su dignidad y vencer esta enfermedad. En el apoyo a la erradicación de la droga, no deja de denunciar la criminalidad sin nombre de los narcotraficantes que comercian con tantas vidas humanas, teniendo como meta el lucro y la fuerza en sus más bajas expresiones. (DA n. 422) Estas tres líneas de acción nos da una pauta para trabajar sobre ellos, ahí poder mostrar el amor compasivo de Dios, también es importe investigar, pue es un hecho que algunas parroquias, sacerdotes, religiosos, religiosas o laicos están haciendo una labor titánica en este campo; a partir de los logros que ya se han hecho se puede seguir trabajando y estructurar un plan de pastoral con un equipo multidisciplinario, además de tener en cuenta los testimonios de laicos que ya han recorrido este doloroso caminar, ellos pueden ir iluminando el caminar para mostrar el rostros de la Iglesia compasiva. 73 Cfr. Ap., n.450. 30 10 PUNTOS CLAVE PARA ENTENDER Y VIVIR EL AÑO DE LA MISERICORDIA DESDE LA BULA “MISERICORDIAE VULTUS” DE SS FRANCISCO Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es la característica de Dios, la forma como viene a nuestro encuentro, es la que abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre a pesar de nuestro pecado. En Pascua la liturgia de la Iglesia nos transmite la increíble noticia de que el perdón auténtico existe para el hombre, no es sólo una leyenda, (algo bellísimo, pero inalcanzable). !No! Jesús ha destruido «la nota de cargo que había contra nosotros; y la ha suprimido clavándola en la cruz» (Col 2, 14). Ha destruido todo. «Ninguna condenación pesa ya para los que están en Cristo Jesús» (Rm 8, 1). ¡Ninguna condenación! ¡De ningún tipo! Es por eso que, como primer deber antes de empezar este tiempo de gracia, debemos creer que esa misericordia es real. Interiorizar lo que significa en nuestra vida y en la vida de la Iglesia. ¡No podemos, como cristianos, dejar cerrada la puerta de la misericordia que un Dios lleno de amor nos está abriendo de par en par! ¡Entremos de lleno en este misterio! preparémonos para entrar por esa puerta santa que pronto se abrirá y dejemos atrás todos los miedos y dudas que nos lo impiden. En la Misericordiae Vultus (el rostro de la misericordia), la bula de convocación para este año extraordinario, el Santo Padre nos da puntos fundamentales. Elementos claves: (todos ellos tomados del texto de la bula), que a nuestro parecer, nos ayudarán a comprender que significa este tiempo de gracia: 1. El Llamado a la Iglesia de contemplar el misterio de la misericordia: Como un don recibido gratuitamente que trae consigo la responsabilidad de anunciarlo. 2. Reconocer a Dios como un Padre que jamás se da por vencido hasta que no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia: “Porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón”. 3. Que la Iglesia y las parroquias sean oasis de misericordia: El Papa remarca como cada Iglesia particular estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual para acoger a todos con misericordia. 4. Ser misioneros de la misericordia: “Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: « Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso » (Lc 6,36)”. 5. Impulsar las peregrinaciones como estímulo para la conversión: “Esto será 31 un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio”. “Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: «Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso» (Lc 6,36)”. 6. Redescubrir las obras de misericordia, corporales y espirituales: “El amor, después de todo, nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros”. 7. Vivir la cuaresma con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios: En la meditación y la escucha atenta de la Palabra de Dios. 8. Promover la indulgencia por la que Dios hace evidente este amor que es capaz de destruir el pecado de los hombres: Es necesario comprender que la reconciliación con Dios es posible por medio del misterio pascual y de la mediación de la Iglesia. 9. Tiempo oportuno para cambiar de vida. Tiempo para dejarse tocar el corazón: “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes, la dignidad, los afectos, la vida misma”. 10. Que nuestro pensamiento se dirija a María madre de la misericordia: Para que en la mirada de María podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. 32