El Peruano Año 106 // 3ª etapa // 443 // Viernes 22 de enero de 2016 DIARIO OFICIAL GANDHI PERUANO EL ‘ALMA GRANDE’ DEL BARRIO CHINO Orlando Espinoza, curandero, místico y ambulante en la calle Capón. Pág. 2 LETRAS EXPERIENCIAS E ALEXIÉVICH: HONORES PARA LA NO FICCIÓN Pág. 3 LOS PITILLO: EL ARTE DE HACER REÍR Pág. 8 CARLOS LEZAMA CARNAVAL EN AYACUCHO CELEBRA EL ANDE RITUAL Y COLORIDO DE UNA FIESTA POPULAR Págs. 4 y 5 2 PERSONAJES Viernes 22 de enero de 2016. El Peruano Variedades desvistiendo para la sesión de fotos. FAMA Y ALMA Místico. A Orlando Espinoza, el parecido físico con Gandhi le sirve para ganarse la vida. Ha concedido entrevistas a decenas de periodistas, tanto peruanos como foráneos. CUESTIÓN DE KARMA ! Habla, Gandhi!, le grita un muchacho desde la otra orilla de la calle. En el antiguo Barrio Chino casi nadie lo conoce por su nombre verdadero. Una mujer, que no parece devota de ningún santo, se acerca y le pide que bendiga su negocio de taxis. Orlando Espinoza Yacila le hace una señal con la mano y la mujer lo despide con un efusivo abrazo. “Algunos me han pedido hasta milagros”, comenta. Sin embargo, asegura que su único milagro ha sido sobrevivir al desempleo durante la crisis de la década de 1980, en el gobierno de Alan García, y después en los diez años de Fujimori. En realidad, todo empezó con la lectura de las cartas hace más de cuarenta años, cuando llegó a Lima procedente de su querida Piura para labrarse un futuro en la capital. Por entonces no llevaba ni un centavo en el bolsillo y tuvo que recurrir al esoterismo para ganarse los frejoles. “Literalmente, tuve que hacer magia para comer”, recuerda. Había trabajado algunos años en la empresa estatal de transportes Enatru Perú, pero tras el proceso de privatización en Los transeúntes que se aglomeran en la calle Capón en busca de productos chinos y remedios para el alma, lo reconocen de inmediato. Orlando Espinoza Yacila, el Gandhi peruano, fue un combativo dirigente sindical y hoy se ha convertido en una suerte de curandero con aspecto de monje budista. TEXTO Y FOTO ALBERTO GONZALES los años 90 no le quedó más que retomar su trabajo de tarotista. Parecía predestinado al esoterismo. EL DOBLE Desempleado y cada vez con menos cabello, cuenta que se hundió en una aguda depresión, hasta que un amigo suyo le aconsejó raparse el poco cabello que tenía. Orlando pensó que le estaba tomando el pelo y quiso ahorcarlo, pero su amigo tenía razón. Con la cabeza rapada y lentes redondos era el vivo retrato de Gandhi. No lo pensó dos veces. Desde ese momento decidió convertirse en la copia del líder espiritual indio que hizo retroceder al ejército británico con su protesta pacíica. Tres años de estudio de medicina natural lo prepararon para su nueva vida. A los 40 años, totalmente calvo y sin trabajo, se instaló en una esquina de la calle Capón, en el tugurizado Barrio Chino. Allí empezó su revolución de vendedor ambulante. Tras el proceso de privatización en los años 90, a Orlando Espinoza no le quedó más que retomar su trabajo de tarotista. El Ghandi limeño nos conduce a la galería Capón, donde alquila un pequeño stand. Dentro del diminuto ambiente emergen muñecos africanos y otros objetos que le regalan las personas que lo visitan desde diferentes partes. Sobre un altar decorado con velas rojas se encuentra un retrato suyo junto a la imagen del Mahatma, escaneada e impresa en un banner. Mientras señala la imagen de Ganesh, pegado en uno de los muros de su estudio, Orlando se va “¿Para qué canal me dices que trabajas?”, me pregunta desconiado. Sentado en una especie de camilla médica y semidesnudo, el doble de Gandhi adopta la postura de rigor para las cámaras: las piernas dobladas en posición budista. Orlando parece acostumbrado a las sesiones fotográicas. Nunca imaginó ser tan famoso. De joven, cuando trabajaba en la empresa de transportes, formó parte del sindicato y se caracterizó por ser un aguerrido dirigente que defendía los derechos de sus compañeros. Como todo piurano dicharachero, tiene fresco en el recuerdo la frase de la revolución de Velasco Alvarado: “Campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza”. Nunca imaginó que terminaría convertido en un paciista, mucho menos en una especie de santo. Siempre fue un luchador social y hoy, a sus 63 años, todavía expresa sus puntos de vista políticos con cierta vehemencia. “Supongo que es el karma”, dice, resignado. Pero la fama no le ha sido esquiva. Hace un par de años recibió la visita de unos reporteros de Univisión que viajaron desde Miami hasta su aposento curativo, ubicado en Barrios Altos, para hacerle un reportaje. Los periodistas le prometieron regalarle unos pasajes de avión para viajar a la India, a la tierra del verdadero Gandhi. Orlando todavía espera los boletos. Su fama ha recorrido el mundo y atrae a periodistas nacionales y foráneos por su parecido con el célebre líder indio. Este parecido le ha permitido montar un modesto negocio en que ofrece servicios de isioterapia y cartomancia. Desde una esquina en la calle Capón, Orlando observa el paso del río de gente que discurre como el Ganges y sueña que es el Mahatma, reencarnado en el cuerpo de un vendedor ambulante. Director fundador: Clemente Palma | Director (e): Félix Alberto Paz Quiroz | Editor: César Chaman Alarcón | Jefe de Edición Gráfica: Daniel Chang Llerena Jefe de Diagramación: Julio Rivadeneyra Usurín | Editor de Fotografía: Jack Ramón Morales | Teléfono: 315-0400, anexo 2182 Correos: variedades@editoraperu.com.pe cchaman@editoraperu.com.pe Variedades Viernes 22 de enero de 2016. El Peruano PERIODISMO 3 LAS CRÓNICAS CENTELLADAS El Nobel de Literatura otorgado a la bielorrusa Svetlana Alexiévich consagra a la escritura de la no ficción y aviva el debate sobre si la razón del periodismo no es más que transmitir noticias. ESCRIBE ELOY JÁUREGUI L os vecinos de la última nobel de literatura Svetlana Alexiévich en la gélida ciudad de Minsk, capital de Bielorrusia, aseguran que el departamento de la escritora ya no es el mismo desde que ella obtuvo el premio a inales del año pasado. Y nos les falta razón. Alexiévich, quien vive hace un lustro en esa casa forrada en madera, desde donde observa el río Svisloch, no se niega a las entrevistas y visitas y, de un tiempo a este parte, aprendió a codearse con la aureola de la fama. Aunque no olvida que es solo una periodista. Cuando el jueves 8 de octubre de 2015 el portavoz de la Academia Sueca anunció que Alexiévich ganaba el Nobel de Literatura, solo hizo avivar las brasas de una vieja discusión: ¿puede el periodismo llegar a ser literatura? No obstante, los académicos honraban una vieja deuda pendiente. Era un premio que se merecía, por ser de justicia, el polaco Ryszard Kapuscinski y que no se lo dieron porque se murió en la víspera. Cierto, era un galar- dón que había sacado roncha antes, cuando se lo otorgaron a historiadores como Churchill y Mommsen, o a ilósofos como Russell y Bergson. Harina de otro costal, para los puristas. El presidente del Comité del Nobel de Literatura, Per Wästberg, argumentó, por ejemplo, que en el libro Voces de Chernóbil la periodista desarrolla “la historia mental de ciudadanos soviéticos que ella asocia a una tumba, a un baño de sangre y a un diálogo interminable entre verdugos y víctimas. Es como una taquígrafa en un alto tribunal que enumera las injusticias más atroces. Aquí están las palabras de cientos de testigos, por primera y única vez. Sin ella, nunca habrían visto la luz”. Digo yo que el periodismo no tiene la obligación de ser una escritura brillante ni esplendorosa –me basta con que cuente la noticia con verdad y en su momento– pero si ella misma es una exposición luminosa y centellante es mejor, atrae más y tiene mucho más lectores. En su discurso de aceptación del premio, la periodista exhibió su reconocida mirada ácida de la cultura de su realidad, aunque aseguró que era un tiempo de esperanza que “ha sido sustituido por el momento del miedo, donde es diícil hablar de amor”. INVESTIGACIÓN Alexiévich es periodista de raza. De las duras, de aquellas que trabajan en ese rubro que aquí se llama “de investigación” y que debe ser obligatorio para todos los que hacemos prensa. Así, sus textos demuestran un rigor extremo de inmersión, acuciosidad y detalle. Así parece cabalgar en la perfección de la poesía y así también en la geometría de los cuentos exactos. Acaso con la innegable inluencia de Chejov, el maestro del relato corto. Es bueno, entonces, recordar lo que Gabriel García Márquez aseguraba hace un tiempo: “El periodismo es un género literario”. Sí, lo decía pero también lo sustentaba con su texto de más de 2,000 palabras que llamó “El mejor oicio del mundo”. En octubre de 2015, Masha Gessen escribía en The New Yorker un texto titulado “The Memory Keeper”. Allí se en- cuentran algunas pistas sobre la vida y la vocación literaria de Alexiévich. Que era hija de maestros rurales y que había estudiado periodismo en la Universidad Estatal de Minsk porque era lo más parecido a una escuela de escritura. Trabajaba en un periódico y escribía poesía, teatro y guiones. Escribía a borbo- “Era un premio que se merecía, por ser de justicia, el polaco Ryszard Kapuscinski y que no se lo dieron porque se murió en la víspera”. tones, digo yo otra vez. Los críticos entonces, muy a su pesar, cuando leyeron Voces de Chernóbil, aceptaron que se trataba de mucho más que una crónica o un ensayo. Dijeron que Alexiévich, en aquel modelo de polifonía textual, había creado un nuevo género: la novela de voces. Esta nobel no es profusa. En español, Aleksiévich apenas completó con El in del Homo sovieticus su tercer libro. Antes, había escrito La guerra no tiene rostro de mujer. Entonces uno la imagina en un taller. Así pareciera que utilizara un estilete, mejor un bisturí, para diseccionar ese cuerpo en el que habita lo inverosímil, lo pavoroso, lo inolvidable. En una reciente entrevista –ya de nobel– cuenta que en 1980, cuando empezó a escribir, sentía que no podía tomar notas a mano, la realidad y los testimonios la ganaban. Entonces se dijo que necesitaba conservar las palabras; sobre todo, los silencios. Así, se compró una grabadora que le costó tres meses de sueldo. Pero que unos amigos escritores le prestaron el dinero. SOBRE LA TÉCNICA Su técnica es como la de cualquier periodista que se respete. Ella ubica a los testigos, pregunta, escucha las conversaciones, las trascribe, y ahí comienza su labor como creadora. Cierto, a pesar de que trabaja en cientos de entrevistas, no utiliza todas. Reconoce que, al inal, desecha material y trabaja con ciertos entrevistados. Así conforma un tejido de voces. Así trabaja y trabajó siempre, dando el protagonismo a quien se lo merece. Aquellas exclamaciones, los clamores, hilarán los temas esenciales. Algunos nombres son icticios, para que estas personas no corran riesgo. Alexiévich siempre supo que sus textos aspiran a una perdurabilidad que pocas veces lo consigue el periodismo informativo. Al respecto, leí a la cronista argentina Leila Guerriero argumentar: “Es importante hacer esta diferencia, puesto que, cuando se dice ‘literatura’, muchos piensan inmediatamente en icción, y el periodismo es un género literario que trabaja solo con materia prima obtenida de la realidad”. Por ello el mérito es doble. Y no porque la realidad, a veces, deslumbre más que la imaginación, sino porque lo perdurable es producto más de la brillantez que del sudor. 4 CELEBRACIONES Variedades RITO TERRENAL La intensidad de una celebración puede medirse en los rostros y los movimientos de sus danzantes e invitados. El hatun tupanakuy, la fiesta grande del carnaval ayacuchano, encarna el terco empeño de un pueblo por perdurar en sus costumbres. TEXTO Y FOTOS CARLOS LEZAMA VILLANTOY El Peruan CELEBRACIONES 5 no. Viernes 22 de enero de 2016 Colorido. La costumbre se repite generación tras generación, como señal de la permanencia y la fortaleza de una cultura milenaria. Fiesta. En enero y febrero, el corazón de Ayacucho late al ritmo del carnaval. Las comunidades rurales se reencuentran con la alegría. D omingo, dos de la tarde en Ayacucho, este ‘rincón de muertos’ que bufa en el intento por quitarse de encima el lastre del terror y el olvido. Mucho tiempo, tanto dolor. Y en medio de ese trance, emerge intacto el carnaval, la celebración y el reencuentro con la Pachamama. Medio centenar de comparsas –unas más, algunas menos– han llegado desde las comunidades rurales que salpican el mapa de las once provincias ayacuchanas. Las convoca la Madre Tierra para el hatun tupanakuy, la iesta grande del carnaval que comienza en enero y se interna hasta bien avanzado febrero. Percibo en este cónclave alborotado un empeño por perdurar en la costumbre. Los danzantes llegan ataviados a la usanza del ande: colores encendidos, sombreros de paño, serpentinas, pantalones de bayeta, ojotas, pellejos de animales en “Las convoca la Madre Tierra para el hatun tupanakuy, la fiesta grande del carnaval que comienza en enero”. señal del triunfo del hombre sobre la iera. Los carnavales ayacuchanos tienen algo de desborde, de alud, de huaico, de movimiento telúrico. La ceremonia comienza con el ancestral pago a la tierra, tal como los invitados aprendieron de sus padres. La cadena de transmisión de saberes de una generación a otra no va a romperse nunca en Ayacucho. Aquí hay gente de Vinchos, Pichari, Víctor Fajardo, Concepción, Chiara, Tambillo, Paccha. A los costados de la cancha principal del barrio de Canaan Bajo, las comparsas ensayan sus coreograías y desplazamientos. Niños, adultos y ancianos entonan cánticos en quechua, cada cual más sonoro y sentido. Nadie se niega a posar para la foto, todos te regalan una sonrisa. Y, entonces, los dientes de oro con incrustaciones en forma de corazón y estrella saltan a la vista. La vida luye con energía en el territorio de Ayacucho. 6 SONIDOS N o lo pensaron dos veces cuando hubo que bautizarse. Cocaína calzaba perfecto. Sacaron la palabra del título de una de las primeras canciones compuestas por su voz principal, Ignacio Briceño, sin connotaciones adicionales ni ganas de hacerle apología a nada. Si alguna analogía cabe entre el nombre del grupo y lo que este es, sería la de esa tremenda sensación de euforia que sus cinco integrantes generan desde los escenarios. “Por una hora y media sales de ti mismo, acompañado por otras cuatro personas –reiere Jorge Ramírez, baterista y segunda voz de la agrupación–. En ese momento necesitas de ellas para ser lo que quieres ser. Y ellas necesitan también de ti”. A diferencia de lo que suele ocurrir en el rock independiente peruano, la intensidad que Cocaína es capaz de lograr sobre el escenario, se hizo extensiva desde el comienzo también a sus grabaciones. Las pruebas están en los tres discos que han editado desde 2012. El más reciente de estos, Nadie enciende el mundo, sigue mostrando su fuerza, pero temperada por la experiencia que dan los años y el amor a la música. MUTACIONES “Lo que coagula a este disco, lo que mantiene juntas a sus canciones es la chamba de mezcla Viernes 22 de enero de 2016. El Peruano ROCK, POESÍA Y EUFORIA Pasión y sudor es lo que el grupo Cocaína deja en el escenario en cada presentación, y esa intensidad se refleja en cada disco que edita. El tercero y más reciente no es la excepción, y por eso figura en casi todos los recuentos especializados de 2015. Nos internamos en sus entretelones para entenderlo mejor. ESCRIBE FIDEL GUTIÉRREZ M. / FOTO MUSUK NOLTE y posproducción que hemos tenido en él”, reiere Ramírez, quien recuerda además que varias canciones pasaron por una transformación en el estudio de grabación, incluso en sus letras. Sucedió con ‘Estío’, un tema que por su estructura, algo psicodélica y por su aire épico, marca la diferencia con la visceralidad por la que el grupo ha ido haciéndose conocido. “Esa sensación debe ser porque lo que canta Ignacio allí son haikus’, dice el baterista. El tema inicialmente se iba a llamar ‘CV’, por César Vallejo, pero su mutación en la consola de grabación llevó las cosas a otra parte. Haikus, Vallejo... Los referentes poéticos son recurrentes en el trabajo de Cocaína. Este nuevo disco lleva por título Nadie incendia el mundo, frase tomada del título de un poemario de Victoria Guerrero, una de las poetas limeñas más interesantes de la generación del 90. ‘Alabarda’, uno de los temas en él incluidos, es un poema de Jorge Pimentel, luidamente musicalizado. De hecho, en su anterior trabajo (14 ba- ladas, entregas breves de amor y desarraigo, 2014), el grupo musicalizaba varios poemas del libro Ave Soul, de Jorge Pimentel, uno de los pilares del colectivo poético Hora Zero. Antes, en su debut, el entonces trío se atrevía a hacer lo mismo con Eielson y Brecht. No por gusto Jorge e Ignacio, sus miembros fundadores, se conocieron estudiando Literatura en la universidad. Luego se les plegó el bajista Juan Francisco Ortega. “La unión entre el rock y la poesía está en la actitud”, argumenta Ramírez. “Si están hermanados es por una cuestión primigenia, por un grito primario; no tan posible de deinir en palabras”. NO A LAS ARGOLLAS Adjetivos como primario y visceral perseguían a Cocaína cuando había que deinir a su música. Pero tras la explosión roquera inluenciada por el punk y otras sonoridades crudas, plasmada en su primer disco, el grupo ha ido explorando otros ambientes. El proceso de creación de Nadie incendia el mundo se inició en 2014, paralelamente al del disco 14 baladas.... Pero por razones logísticas, recién pudo ver la luz un año después. En ese lapso, el grupo creció de trío a quinteto, y el aporte de los dos nuevos miembros puede apreciarse más directamente en Variedades “La unión entre el rock y la poesía está en la actitud. Si están hermanados es por una cuestión primigenia”. esta producción. De los cinco integrantes del grupo, Gustavo Villegas es el único músico con formación académica, lo que supone un aporte adicional para el sonido colectivo. El guitarrista Erick Baltodano, por su parte, aporta juventud (con 22 años es el menor de todos) y también un fervor inusual hacia la música de Cocaína, pues pasó de ser seguidor a miembro activo. “Él es trujillano –explica Jorge–. Lo más loco es que estuvo durante un año viniendo a Lima dos ines de semana por mes, para ensayar. ¡Se gastaba la plata de su sueldo en pagar los pasajes!”. Ese tipo de gestos ilustran la emoción que la música de Cocaína puede suscitar. De hecho, esta tiene fuertes posibilidades de ser apreciada fuera de las fronteras peruanas. Hasta que eso pase, el grupo busca llevar su nueva producción –que se presentará el 29 de enero en el Salón Imperial, del Centro de Lima– a Arequipa, Huancayo y Trujillo, ciudades en las que antes han tocado. En la capital, mientras tanto, “quisiéramos salir del circuito Centro de Lima-Barranco-Miralores, y tocar en los conos, pero las argollas son bien duras”, reiere Ramírez. Eso, felizmente, no desanima al grupo. “Tenemos en proyecto grabar canciones escritas por Allen Ginsberg”, señala. “También hay un cancionero de García Lorca, para niños, que nos gustaría hacer”. Con tanta poesía introducida en el rock, ¿no temen el riesgo de convertirse en un cliché ‘arty’ o culturoso? “No”, dice Jorge, categórico. “Son cosas que afrontaremos roqueramente y que también nos van a nutrir, haciéndonos mejores músicos”. Variedades Viernes 22 de enero de 2016. El Peruano LETRAS 7 Eslava, conocido escritor y poeta que alguna vez fue su profesor de Literatura. Una frase que rige en este taller: “Una cosa es escribir bien y otra cosa es escribir bien”. “Él se refería a que escribir de forma correcta en lo relacionado con lo ortográico, o lo gramatical, no comunica necesariamente. Lo que comunica es la emoción, lo que puedes poner a la luz pública y que se sienta verdadero. De ahí nace esa fuente de placer y ese vicio incontrolable que encontramos al escribir”. Guevara, conocida en las redes sociales por las columnas y textos que escribe con el nombre de La Calata Culta, subraya la importancia de enseñarle a la gente a no sentir vergüenza por basarse en lo real al momento de escribir. MATERIA PRIMA Impulso. Lo estimulante del trabajo literario con niños es la espontaneidad de sus creaciones, destacan Leslie Guevara y César Bedón, conductores de un taller de verano. C onversar con César Bedón y Leslie Guevara, ambos autores en diferentes plataformas, sobre el placer de leer y de escribir puede ser un ejercicio que se extiende por horas. En una cafetería de Miralores, con libros y capuccinos helados sobre la mesa, intentamos resumir esa experiencia en una entrevista de tiempo moderado. “Escribir es un proceso misterioso porque hay guías básicas que todos conocemos, pero siempre buscamos saber más porque sabemos que hay más para aprender”, explica Bedón, autor del libro Un sol en invierno, para introducir el concepto del taller que brinda actualmente en la Casa de la Cultura del distrito limeño de San Miguel. TODAS LAS EDADES “Trabajamos los principios básicos de la escritura creativa con un público de todas las edades, por lo que tenemos desde chicos de 12 años hasta adultos. Y al trabajar ESCRITURA MISTERIOSA César Bedón y Leslie Guevara, dos escritores jóvenes, de esos que conocen las idas y venidas del trabajo literario en tiempo de redes sociales, conducen los talleres creativos que organiza un municipio local para fomentar la aparición y la consolidación de los nuevos talentos de las letras. TEXTO Y FOTOS LUIS M. SANTA CRUZ con niños te das cuenta que ellos tienen mucha espontaneidad y escriben de una forma más desvergonzada. Y al tener a cargo a grupos de un margen etario más abierto, te das cuenta también que hay mucha gente que lee y escribe, a pesar de la idea popular de que somos un país alejado de esos hábitos. Lo notas, por ejemplo, en el sentido de la narración más allá de los detalles, que se pueden ir corrigiendo en el proceso”. En esa línea, César cita una frase irónica de Jorge TALLER ABIERTO L as inscripciones para el taller de escritura creativa se realizan en la misma Casa de la Cultura de San Miguel, ubicada en la avenida Federico Gallese 420. Además, Bedón y Guevara organizan talleres de forma independiente y de los cuales se puede obtener mayor información en la página de Facebook de su grupo, llamado Machucabotones. “Es básico trabajar con los propios recuerdos, con la propia materia prima. No debería haber tantas trabas para jugar con los sentimientos, y en el proceso conocernos más. Escribir es una forma de descubrir por dónde sangras y dónde te duele; usar eso a tu favor para crear grandes cosas”. Con casi dos meses de taller por delante, las expectativas son enormes, pero al mismo tiempo pueden resumirse en un párrafo, ejempliicando, sin querer, la magia de las letras de la que tanto se ha hablado. “El principal logro es que, al inal, todos los participantes puedan decirme que han encontrado cosas que no conocían de ellos mismos. Y esto queremos lograrlo con base en la conianza y la buena onda que permite que se suelten y se liberen usando las palabras”, airma Leslie, colocando el punto inal a la conversación. Aunque todos los que escribimos sabemos que nunca se termina de hablar sobre la literatura, porque siempre quedará mucho por decir y, sobre todo, por escribir. Así que los tres dejamos, quizá de manera inconsciente, que esta historia se suspenda temporalmente para continuar en otra ocasión. 8 Viernes 22 de enero de 2016 2 El Peruan Peruano “ Pajarón, pajarón el que no salta, el que no baila / Pajarón el que no canta, el que no juega / el que no ríe es un pajarón”. Así comenzaba una de las canciones infantiles del show w de ‘Pitillo’ y ‘Piti ‘Piti-llín’ en La Perla, en los años 80. Yo, decididamente, no quería ser un pajarón a los cinco años; quería ser como mi papá. Así que me puse a saltar, a reír, a cantar, a jugar desde entonces y hasta ahora. Hugo Muñoz Olguín tenía 14 años cuando lo atrapó el circo y se convirtió en ‘Tony Pitillo’. ‘Tony’ se les llama a los payasos en Chile. Pasarían muchos años para que, en 1962, con el circo peruano África de Fieras, llegara desde el sur y el amor lo hiciera quedarse con Silvia Luisa, o Lucha, o ‘La China’, como la llama Pitillo papá. La madrina no solo es su mánager y entusiasta admiradora, sino también la madre de una dinastía de hijo, nietos, ahijados y, pronto, bisnietos amantes del circo, las luces y las risas. EVOLUCIÓN PROPIA Hugo Muñoz Cisneros ha tenido una vida llena de pruebas, cada cual más dura que la anterior, que han hecho de él un hombre que dejó de ser ‘Pitillín’ para convertirse en el ‘Nuevo Pitillo’. No solo lleva en sí las habilidades del padre, sino que también ahora ha incursionado con su propio circo y con la escritura, aunque aún le falta confeccionar marionetas, como hace el papá. Hace giras con César, el ‘Nuevo Pitillín’, su sobrino, y acaba de publicar El maniiesto del payaso (presentado en la FIL Lima 2015), un libro soñado por años, e Historia de un payaso (que no quería ser payaso), un cuento para niños y adultos. “Para el ‘Gran Pitillo’, quien motivó mi vocación circense desde épocas infantiles. Fernando Zevallos. Lima 30/07/2010”. Así escribía el director de La Tarumba en la página interior del libro por los 25 años del circo. El que sí actuó en La REYES DE LA ALEGRÍA Padre e hijo llevan el mismo nombre –Hugo Muñoz– y comparten el muy natural oficio de hacer reír. Este es un trabajo que les ha traído reconocimientos: Hugo padre fue nombrado ‘Embajador del circo chileno’; y el hijo es ‘Primer payaso del Perú’. Esta es su historia. ESCRIBE MARY ANN AGURTO Tarumba fue ‘Pitillo’ hijo y, luego de eso, le llegó la fama total con un comercial que prácticamente dio la vuelta al mundo. Él con su violín. “Trabajé en los espectáculos de Varieté; la Bimbambum era una revista cómica; en El club de los millonarios, un programa infantil que se emitía por canal 4 en 1963 y muchos otros”, reiere ‘Pitillo’ papá. En 1968 hice el Tribunal de la risa y ahí estaba ‘La China’, que de espectadora pasó a ser mi esposa y por la que no me fui del Perú, sentencia. En 1972 nace Hugo. En los 90 enferma gravemente y se cura años después, en lo que su madre llama “un milagro”. Esta penosa situación une a la familia y hace que nazca el personaje de ‘La Pitilla’, con Marilú, nieta de ‘La China’ e hija de ‘Mamu’, que era aicionada al circo y por la que comenzó toda esta historia. TODOS AL CIRCO ‘Pitillo’ hijo estuvo once años fuera del Perú, en Asia, Norteamérica, Sudamérica, el Caribe y otros lares, “Hugo Muñoz Olguín tenía 14 años cuando lo atrapó el circo y se convirtió en ‘Tony Pitillo’. ‘Tony’ se les llama a los payasos en Chile”. creciendo y aprendiend aprendiendo, como muestra su madre en un álbum de fotograías que q le enviaron unos amigos de México, con fotos de Huguito Hugu sonriendo mientras se m maquillaba. No solo están las fotos, sino también la h historia del hijo amado. No quería ser paya payaso, dice Hugo, pero no le cr creo. Para quien creía que su papá pa era dos personas (el paya payaso y el papá; con maquillaj maquillaje y sin maquillaje) y que antes an de los seis años, ciertame ciertamente, no quería ser payaso, payaso el amor por el circo lo ganó ga bajo el nombre de Blan Blanca, la novia del contorsionis contorsionista. Solo necesitaba un empuj empujón, eso es todo. Los artistas le damos o otra profesión al hijo porque aq aquí no hay apoyo, dice Hugo p padre. Una cuestión de siemp siempre para los artistas de este país. A pesar de las vicisitudes, ambos son payasos y nada más, y nos otorgan un espectáculo sano, limpio y bonito. Conocí el circo a través de los padrinos, vi el ambiente entre telas y lentejuelas, pinturas y murales, los animales y los artistas. Un espectáculo completo que podían resumir en dos horas en casa de cualquier niño o niña. Un minicirco es lo que tenía en casa cada 31 de enero. Piano de botellas, violín y órgano, trompeta y saxo, la lauta y el acordeón, marionetas, animales amaestrados y mucho, mucho más. Hoy ambos están en el Circo de la Alegría que, en Lima, se presenta en Fiestas Patrias con lleno total. Desde 2015, el padrino acompaña a su hijo. Este año también porque un payaso nunca se jubila. Tenemos ‘Tony Pitillo’ para rato. Yo recuerdo las iestas de Juan Agurto, mi papá, y las tortas de fresa con chantillí del tío Edmundo. Por esa infancia alegre… ¡este año todos al circo!