UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS INVESTIDURA COMO DOCTOR «HONORIS CAUSA» DEL EXCMO. SR. D. Rodrigo de Rato y Figaredo MÓSTOLES 2009 LAUDATIO PRONUNCIADA POR D. FERNANDO BECKER ZUAZUA EN LA INVESTIDURA COMO DOCTOR HONORIS CAUSA POR LA UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS DE D. RODRIGO DE RATO Y FIGAREDO UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS Móstoles, 28 de enero de 2009 Excelentísimo y Magnífico Sr. Rector Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades Miembros del Claustro Universitario Queridos compañeros y amigos Señoras y señores: Para la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales y para la Universidad Rey Juan Carlos, el Doctorado Honoris Causa constituye el mayor reconocimiento que nuestra Institución puede ofrecer. El prestigio y la valía del claustro de doctores, constituye un capital intangible y extremadamente valioso para el Campus Universitario. La pertenencia al mismo de un nuevo Doctor de reconocido prestigio, como es el Dr. D. Rodrigo de Rato y Figaredo, nos llena de satisfacción y es para mí un honor pronunciar en nombre de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid esta laudatio. Rodrigo de Rato y Figaredo tiene sus orígenes en la tierra de D. Pelayo, Asturias. Sus padres nacieron en pueblecitos próximos entre sí, su madre en Figaredo y su padre en Caldenes. Pero aunque asturiano de familia, Rodrigo de Rato nació en el Madrid de 1949, y el mismo afirma: “Yo he vivido toda la vida en Madrid, es mi ciudad y la conozco muy bien”. Por aquel entonces la Villa de Madrid contaba con 1,9 millones de habitantes; Pedro Lain Entralgo publicaba “La España como problema”; en el Teatro Español se estrenaba la obra de Antonio Buero Vallejo “la Historia de una Escalera” y el hoy Rey de España D. Juan Carlos I y entonces Príncipe de Asturias iniciaba sus estudios de Bachillerato en esta ciudad. Es un tiempo en el que la innovación tecnológica experimentó avances muy importantes tales como la invención de los denominados circuitos impresos, también por aquel entonces la RCA desarrolla el televi- 9 sor en color completamente electrónico y Maurice V. Wilkes construye en Manchester el primer ordenador con memoria de trabajo electrónico. En economía el que sería premio Nobel en 1986 James Buchanan publica “The pure theory of public finance: a suggested approach”, que sentará los enunciados de la provechosa teoría de la elección pública. Rodrigo se educó en las aulas del Colegio Nuestra Señora del Recuerdo y obtuvo la Licenciatura en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, donde años más tarde obtendría el Doctorado en Economía. Allí recibe las enseñanzas del Derecho Mercantil de los M. Broseta, R. Uría y Garrigues, el Civil de Castán Tobeñas, y aprendió la Hacienda Pública de E. Fuentes Quintana. En esta etapa universitaria de finales de los 60 convivió con los ecos de los sucesos del Mayo del 68 francés, cuyos acontecimientos decisivos inspiraron el papel histórico que debía jugar la Universidad en la nueva sociedad, que no era otro que el aprovechamiento máximo de su potencial científico, acabar con un modelo agotado y preparar a los estudiantes para afrontar los nuevos retos de una sociedad post-industrial moderna. Seguramente el inconformismo inherente a su formación jesuítica, junto con el apoyo de sus padres, contribuyera a realizar su viaje a U.S.A. para estudiar el Máster en Business Administration en la Universidad de Berkeley en California. Ello le permitió completar su formación económica que luego le iba a servir de gran ayuda en sus comienzos empresariales y más tarde en su futuro como dirigente político. El hecho de entrar en contacto con una sociedad vanguardista en cuyo trasfondo sonaban los versos de la “beat generation” y la música de los Rolling Stones conformaron sin duda el carácter liberal, abierto, moderno y atlantista de Rodrigo. Ahora bien, su trayectoria profesional en economía va a alcanzar su mayor relieve como “servidor de lo público”. Sus biógrafos atribuyen su interés por la política porque ésta forma parte de su álbum familiar. No en vano cuenta con antecesores políticos muy ilustres, bisnieto del conservador D. Faustino Rodriguez San Pedro que fue alcalde de Madrid, brillante parlamentario y varias veces Ministro del Gobierno de Antonio Maura, ocupando también la cartera de Hacienda. Las estrechas relaciones familiares con Manuel Fraga y José María Gil-Robles van a contribuir a despertar su interés por la política. Se manifiesta abiertamente: “Siempre me gustó la política y me metí cuando tuve oportunidad. Yo pensaba que en mi país tenía que haber gente que creyera que existían otras maneras de hacer las cosas, otras explicaciones acerca de donde queríamos llegar. Por eso me metí en política”. Su incorporación a Alianza Popular como 10 Vicesecretario General le permitió desarrollar una carrera meteórica, adquiriendo cada vez mayor peso tanto en los órganos del partido, como también desde la tribuna de oradores como diputado por Cádiz en el Congreso de los Diputados. Desde los inicios de la formación política, desempeñó el cargo de Secretario de la Comisión de Economía de Alianza Popular, presidida en aquel momento por Abel Matutes, con el objetivo fundamental de elaborar una alternativa económica del centro-derecha español. Esta alternativa debería ser sólida y creíble por cuanto debería aplicarse, cuando las urnas así lo decidieran, a la economía de este país. En el Grupo Parlamentario destaca como Portavoz brillante tanto por la calidad de sus discursos como por la eficacia en su oratoria. Pronto se perfila como uno de los jóvenes líderes de una nueva generación de políticos que más tarde o más temprano tendrán que desempeñar las tareas del Gobierno de España. Su perfil político es el de un hombre entregado a sus responsabilidades como militante, lo que le hace entrar en contacto con el pueblo llano, y lo combina con un permanente análisis de propuestas y alternativas que le sirven de base para elaborar un discurso atractivo, que contenga aquellas medidas de política económica capaces de solucionar los problemas de los ciudadanos y generar empleo y riqueza. Su riguroso y generoso trabajo como servidor público le ha ocupado la mayor parte de su trayectoria profesional, siendo su etapa como Vicepresidente y Ministro de Economía y Hacienda una de las más visibles al conseguir un nuevo y exitoso modelo de crecimiento para la economía española. Su forma de hacer política ha estado siempre impregnada de un espíritu pragmático, propio de la actividad empresarial. Quizás esta cualidad proviene de su experiencia en la empresa privada, donde ejerció diversos puestos de responsabilidad en varias empresas en los primeros años de su carrera profesional. Este sentido práctico y su innata capacidad para el diálogo y para llegar a acuerdos, resultaron clave cuando tuvo que acometer la difícil tarea de formar una coalición con los grupos nacionalistas, que hiciera posible la gobernación con la suficiente estabilidad tras las elecciones de 1996. El éxito de estas negociaciones fue fundamental para que se pudieran poner en marcha las reformas estructurales necesarias capaces de modernizar la economía y poder acceder a la Unión Monetaria Europea. La economía española se enfrentaba por entonces a enormes desafíos. El nivel de endeudamiento de nuestra economía se situaba por encima del 65% del PIB, el déficit público superaba ampliamente el 5%, la tasa de paro estaba por encima del 20% y el gasto público suponía cerca 11 del 45% del PIB. En suma, una economía muy endeudada, con una enorme dependencia de la Administración Pública, en la que los recursos humanos, financieros y tecnológicos estaban muy lejos de una utilización óptima desde el punto de vista productivo. El modelo que Rodrigo Rato y su equipo pusieron en marcha tenía como señas de identidad el escrupuloso cumplimiento del equilibrio en las cuentas públicas, la rebaja fiscal, la apertura de los mercados, la liberalización de sectores, el aumento de la competencia, el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, la expansión internacional del tejido productivo español y la atracción de inversiones extranjeras. Este modelo, instauró la “cultura de la estabilidad macroeconómica”, cuyo principal pilar de apoyo fue la estabilidad presupuestaria. Durante el periodo en el que estuvo en el Gobierno, el déficit público se transformó en superávit, y este reequilibrio de las cuentas gubernamentales, contribuyó a que el crecimiento de España estuviera por encima del de la Eurozona incluso cuando el ciclo económico comenzó a debilitarse. Ello permitió otorgar mayor protagonismo a la actividad privada, y por tanto mitigó el efecto expulsión (crowding out), redimensionando el tamaño del sector público y aumentando su eficacia. Otro elemento esencial de este modelo han sido las reformas fiscales, realizadas con el objetivo de incentivar el ahorro y movilizarlo hacia la inversión productiva impulsada desde la iniciativa privada. Estas reformas (creación de mínimo exento, reducción del número de tramos impositivos así como de los tipos marginales), propiciaron reducciones y simplificaciones en las tarifas impositivas avanzando hacia unos impuestos más justos y eficientes. Impacto decisivo tuvieron las reformas estructurales en el mercado de bienes y servicios. La economía española consolidó su tendencia aperturista y permitió que el sistema de precios reflejase las tensiones de oferta y demanda en un régimen de competencia, y reservar sólo para situaciones muy excepcionales la intervención. El mercado laboral también reflejó rápidamente los beneficios del modelo. Se llegaron a crear 4 millones y medio de empleos, con lo que la tasa de paro se redujo en más de 10 puntos porcentuales, lo que supuso un éxito sin precedentes de la política económica y mereció el reconocimiento internacional. La estabilidad macroeconómica, basada en la confianza de los agentes económicos, posibilitó una reducción aproximadamente del 18% de la deuda en términos del PIB, haciendo desaparecer el déficit público desde valores cercanos al 5% hasta un superávit presupuestario que se 12 registró al final de su mandato. En resumen, este modelo propició un crecimiento económico creador de empleo sin recurrir a desequilibrios macroeconómicos, lo que permitió a la economía española cumplir los requisitos exigidos para poder acceder a la Unión Monetaria y dio lugar a un “círculo virtuoso” de empleo y crecimiento gracias al cual se produjo un intenso proceso de convergencia con los estándares de vida europeos. Se cumplía así el viejo sueño europeísta de importantes personalidades tales como J. Ortega y Gasset, R. Perpiñá Grau, A. Ullastres y M de Torres entre otros, que únicamente veían una España con futuro a través de su incorporación a Europa. Gracias a su valía y a los éxitos conseguidos en su etapa al frente del Ministerio de Economía, Rodrigo Rato alcanzó un notorio prestigio internacional que le ayudó a convertirse en junio de 2004 en Director Gerente del FMI, el noveno desde su creación en 1946. Nunca un español había llegado a dirigir una institución tan relevante, a ello contribuyó su experiencia y su buen hacer en organismos financieros internacionales tan señeros como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Europeo de Inversiones durante su etapa como Ministro de Economía. A su paso por la dirección del FMI, y como respuesta a los nuevos desafíos que se planteaban en el escenario económico internacional, puso en marcha un proceso de reformas en la actuación y estructura del citado organismo. Este impulso reformista es, sin duda, uno de los principales legados de su mandato. Asimismo, consiguió aumentar el peso de los países en vías de desarrollo, gracias a la reforma que modificó las cuotas de los socios acordada en la Asamblea de Singapur de 2006. Ello significó el reconocimiento de las economías emergentes en el contexto de la economía mundial. El progresivo avance de la globalización, aconsejaba dar una dimensión internacional a aspectos tales como el análisis de la capacidad productiva en uso o la dualidad ahorro-inversión. Promovió un sistema de préstamos más ágil y de mayor volumen con el fin de poder reaccionar de forma eficaz ante futuras crisis e inició una reforma para lograr un sistema de financiación más transparente y no sólo basado en préstamos a países en dificultades. Asimismo, durante su dirección se aprobó un nuevo marco legal que establece las pautas de vigilancia del FMI a las políticas económicas de los países miembros, de forma que se garantizase que las políticas aplicadas sean consistentes con los intereses nacionales y con los de la comunidad internacional. Pero su logro más importante fue conseguir en un breve periodo de tiempo que la economía española cumpliese con los exigentes Crite- 13 rios de Maastricht para ingresar como miembro de pleno derecho en la Unión Monetaria, lo que redundaría en importantes cuotas de bienestar para todos los españoles. Y termino, no sin antes mencionar a Ortega en relación con la importancia de la pedagogía en el binomio política y educación, muy al hilo de toda la trayectoria de Rodrigo. Decía Ortega al referirse a la pedagogía: La pedagogía parte de que hay que educar a la ciudad para educar al individuo, la pedagogía es pedagogía social. La pedagogía es la ciencia de transformar las sociedades, a esto le llamamos política. Así pues, considerados y expuestos todos estos hechos, dignísimas autoridades y miembros de la Comunidad Universitaria, solicito con toda consideración y encarecidamente ruego que se otorgue y confiera al Excelentísimo Señor Don Rodrigo de Rato y Figaredo el supremo grado de Doctor Honoris Causa por el Departamento de Economía Aplicada I de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. 14