dialectologia-2011-01 3/6/11 12:36 Página 1 Revista y dialectología tradiciones populares Revista y dialectología tradiciones populares Antropología • Etnografía • Folklore Antropología • Etnografía • Folklore Volumen LXVI Nº 1 enero-junio 2011 280 págs. ISSN: 0034-7981 Volumen LXVI Nº 1 enero-junio 2011 Madrid (España) ISSN: 0034-7981 Artículos María-Paz Aguiló-Alonso.—Introducción. Introduction. Gerardo Díaz Quirós.—El arca en el mobiliario de la Asturias preindustrial: piezas del concejo de Grado. Chests in Asturian preindustrial furniture: pieces from the concejo of Grado. Cristina Ordóñez Goded.—En torno al deterioro del mobiliario. Factores de degradación y conservación preventiva. Concerning the deterioration of furniture: factors in decay and preventive conservation. Juan Manuel Corrales.—Muebles virreinales oaxaqueños realizados en zumaque. La marquetería de Villa Alta. Viceregal furniture from Oaxaca carried out in zumaque. The marquetry of Villa Alta. Luis Ramón-Laca Menéndez de Luarca.—Mobiliario y pintura en las casas de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) entre los siglos XVII y XVIII. Furniture and paintings in the houses of the marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) between the 17th and 18th centuries. Mónica Piera Miquel.—El comercio de muebles en Cataluña durante el siglo XVIII. The furniture trade in Catalonia during the 18th century. Sofía Rodríguez Bernis.—“No comprar sin visitar la Casa Apolinar”. La empresa de muebles de Apolinar Marcos. “Don’t buy without visiting the House of Apolinar’: the furniture firm of Apolinar Marcos. María-Paz Aguiló-Alonso.—La valoración social del despacho institucional en el primer tercio del siglo XX. Social valuation of institucional office furniture during the first of the 20th century. Sonsoles Caruana Moyano.—La fortuna del mueble español en el mercado de arte como reflejo de su valoración social. The fate of Spanish furniture on the art market as reflection of its social valuation. Nota Jesusa Vega.—Monumentalizar la ciudad y registrarla, una contribución moderna al conocimiento. Monumentalizing and recording the city, a modern contribution to knowledge. Notas de libros Furniture: testimony to a changing society María-Paz Aguiló-Alonso (coordinadora) INSTITUTO CSIC http://rdtp.revistas.csic.es www.publicaciones.csic.es El mueble: testimonio de una sociedad cambiante Revista de dialectología ytradiciones populares El mueble: testimonio de una sociedad cambiante Furniture: testimony to a changing society María-Paz Aguiló-Alonso (coordinadora) Volumen LXVI | Nº 1 | 2011 | Madrid Sumario DE LENGUA, LITERATURA Y ANTROPOLOGÍA CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Volumen LXVI Nº 1 enero-junio 2011 Madrid (España) ISSN: 0034-7981 EL MUEBLE: TESTIMONIO EL ANTROPÓLOGO COMO AUTOR, O DE LA REFLEXIVIDAD DE DEL UNASUJETO SOCIEDAD CAMBIANTE EURO-AMERICANO THE ANTHROPOLOGIST AS AUTHOR OR, ON THE REFLEXIVITY FURNITURE: TESTIMONY OF THE EURO-AMERICAN SUBJECT TO A CHANGING SOCIETY FERMÍN DEL P INO DÍAZ , coordinador M ARÍA -P AZ A GUILÓ -ALONSO, coordinadora CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Volumen LXVI Nº 1 enero-junio 2011 Madrid (España) ISSN: 0034-7981 REVISTA DE DIALECTOLOGÍA Y TRADICIONES POPULARES Revista publicada por el Instituto de Lengua, Literatura y Antropología, CCHS, CSIC Fundada en 1944, es hoy la más antigua de las publicaciones periódicas españolas dedicadas a la antropología social y cultural. Edita dos números al año, uno de ellos de carácter monográfico, que configuran un volumen anual de 576 páginas. Mantiene, como secciones fijas, las de artículos de fondo, notas, materiales de archivo y reseñas de libros. Destinada a un público especializado, publica artículos originales que, además de contribuir al conocimiento antropológico, enriquezcan el debate crítico entre los investigadores, con especial atención a las aportaciones teóricas, metodológicas y a la etnografía de campo. Edición digital: http://rdtp.revistas.csic.es/ Established in 1944, is at present the Spanish journal of longest standing devoted to social and cultural anthropology. By publishing two issues per year, one of them monographic, the annual volume offers 576 pages of scholarly work. The journal’s regular sections include major articles, notes, archival documents and book reviews. Aimed at a learned readership, it publishes original contributions to anthropological knowledge while enriching scholarly debate, especially on theoretical and methodological questions as well as on ethnographic fieldwork. Electronic edition:http://rdtp.revistas.csic.es/ Directora: Carmen Ortiz García (Instituto de Lengua, Literatura y Antropología, CCHS, CSIC) Secretario: Antonio Cea Gutiérrez (Instituto de Lengua, Literatura y Antropología, CCHS, CSIC) Consejo de Redacción: Luis Calvo Calvo (IMF, CSIC) Antonio Carreira (Investigador Independiente) Antonio Cea Gutiérrez (ILLA, CCHS, CSIC) Jesús-Antonio Cid (Univ. Complutense) Margarita del Olmo Pintado (ILLA, CCHS, CSIC) Luis Díaz G. Viana (ILLA, CCHS, CSIC) Paloma Díaz Mas (ILLA, CCHS, CSIC) Matilde Fernández Montes (ILLA, CCHS, CSIC) Francisco Ferrándiz Martín (ILLA, CCHS, CSIC) Pilar García Mouton (ILLA, CCHS, CSIC) Manuel Gutiérrez Estévez (Univ. Complutense) Carmen Ortiz García (ILLA, CCHS, CSIC) Javier Portús Pérez (Museo del Prado) Pedro Tomé Martín (ILLA, CCHS, CSIC) Consejo Asesor: Samuel G. Armistead (Univ. de California, Davis) Stanley Brandes (Univ. de Berkeley, California) María Cátedra Tomás (Univ. Complutense) Jean-Pierre Chaumeil (CNRS, París) William A. Christian Jr. (Univ. de Barcelona) Fermín del Pino Díaz (ILLA, CCHS, CSIC) José Joaquim Dias Marques (Univ. del Algarve, Faro) Andrés Fábregas (Univ. Intercultural de Chiapas, México) James Fernandez (Univ. de Chicago) Julián López García (UNED) Bruce Kapferer (Univ. de Bergen, Noruega) Gabriel Llompart (Investigador Independiente) Dorothy Noyes (Univ. Estatal de Ohio, Columbus) Joan Prat i Carós (Univ. Rovira i Virgili) Augustin Redondo (Univ. de la Sorbona Nueva, París) Luis Ángel Sánchez Gómez (Univ. Complutense) Honorio M. Velasco Maíllo (UNED) Coordinación y gestión editorial y técnica: Unidad de Apoyo a la Edición de Revistas (Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC) REDACCIÓN E INTERCAMBIO Revista de Dialectología y Tradiciones Populares Unidad de Apoyo a la Edición de Revistas Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC Albasanz, 26-28 28037 Madrid. 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Presente en Latindex (en Catálogo) y European Reference Index for the Humanities, ERIH (ESF). © CSIC, 2011 Las opiniones y hechos consignados en cada artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas no se hace responsable, en ningún caso, de la credibilidad y autenticidad de los trabajos. Los originales de la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, publicados en papel y en versión electrónica son propiedad del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, siendo necesario citar la procedencia en cualquier reproducción parcial o total. ISSN: 0034-7981 eISSN: 1988-8457 NIPO (en papel): 472-11-059-4 NIPO (en línea): 472-11-060-7 Depósito legal: M. 566-1958 Impreso en España. Printed in Spain Imprime: Imprenta Taravilla, S.L. Mesón de Paños, 6. 28013 Madrid taravilla.sl@gmail.com The opinions and facts stated in each article are the exclusive responsibility of the authors. 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Factores de degradación y conservación preventiva Concerning the deterioration of furniture: factors in decay and preventive conservation 47-56 JUAN MANUEL CORRALES Muebles virreinales oaxaqueños realizados en zumaque. La marquetería de Villa Alta Viceregal furniture from Oaxaca carried out in zumaque. The marquetry of Villa Alta 57-88 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA Mobiliario y pintura en las casas de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) entre los siglos XVII y XVIII Furniture and paintings in the houses of the marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) between the 17th and 18th centuries MÓNICA PIERA MIQUEL El comercio de muebles en Cataluña durante el siglo The furniture trade in Catalonia during the 18th century 89-108 XVIII 109-138 6 SUMARIO Págs. SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS “No comprar sin visitar la Casa Apolinar”. La empresa de muebles de Apolinar Marcos ‘Don’t buy without visiting the House of Apolinar’: the furniture firm of Apolinar Marcos 139-166 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO La valoración social del despacho institucional en el primer tercio del siglo XX Social valuation of institutional office furniture during the first of the 20th century 167-196 SONSOLES CARUANA MOYANO La fortuna del mueble español en el mercado de arte como reflejo de su valoración social The fate of Spanish furniture on the art market as reflection of its social valuation 197-228 NOTA JESUSA VEGA Monumentalizar la ciudad y registrarla, una contribución moderna al conocimiento Monumentalizing and recording the city, a modern contribution to knowledge NOTAS DE LIBROS MARCEL MAUSS.—Ensayo sobre el don. Forma y función del intercambio en las sociedades arcaicas (Luis Ángel Sánchez Gómez) ....................................................................................... Performance, art et anthropologie (Sonia Cajade Frías) ............ CATERINA VALRIU LLINÀS.—Paraula viva: Articles sobre literatura oral (Antoni Serrà Campins) .............................................. LAURA MARTÍNEZ MARTÍN.—“Asturias que perdimos, no nos pierdas”. Cartas de emigrantes asturianos en América (18631936) (Alfonso López Alfonso) ............................................... KARINA BIONDI.—Junto e misturado, una etnografia do PPC (Fernando Giobellina Brumana) .............................................. BEGOÑA GARCÍA PASTOR.—“Ser gitano” fuera y dentro de la escuela: Una etnografía sobre la educación de la infancia gitana en la ciudad de Valencia (Ceferina Anta Cabreros) ..... ANTONIO GARCÍA FERNÁNDEZ y otros.—Las Aulas de Enlace a examen. ¿Espacios de oportunidad o de segregación? (Margarita del Olmo) ........................................................................ GONZALO A. SARAVÍ.—Transiciones vulnerables: Juventud, desigualdad y exclusión en México (Pilar Cucalón Tirado) ..... DEMETRIO-E. BRISSET.—La rebeldía festiva. Historias de fiestas ibéricas (Antonio Cea Gutiérrez) ............................................ 229-240 241-244 244-246 246-248 248-250 251-253 253-256 256-260 260-264 264-273 Revista de Dialectología INTRODUCCIÓN y Tradiciones Populares,9 vol. LXVI, n.o 1, pp. 9-12, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, 0 Introducción Introduction María-Paz Aguiló-Alonso Instituto de Historia. CCHS. CSIC. Madrid La idea de reunir y publicar un número de la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares dedicado al mueble surgió durante la celebración del Seminario Estudios de mobiliario “Hacia la formación de un Centro de Investigación sobre el Mueble”: Nuevas perspectivas de investigación, que tuvo lugar en la sede del Centro de Humanidades del CSIC en febrero de 2007, bajo los auspicios de Departamento de Historia del Arte y del Instituto de Historia. Aquellas reuniones de trabajo trataban de comprobar si la investigación sobre mobiliario, hasta entonces centrada fundamentalmente en el conocido como “mueble de estilo”, prestando particular atención a las colecciones reales y al mobiliario de los estratos más altos de la sociedad, aspecto incurso dentro de la historia del arte, podría quizás extenderse a otros ámbitos más interdisciplinares. Parcelas como la del mueble “popular” o “tradicional” encuentran una aplicación más idónea para su investigación en la antropología, en los estudios sociológicos sobre la utilización del mobiliario en zonas rurales de antaño. No olvidemos que aún hoy los estudios siguen de cerca las publicaciones de Fritz Krüger allá por los años sesenta, las aún más antiguas de Manuel Jorge Aragoneses sobre el mueble popular en Murcia o las “Notas para el estudio del mueble popular: lo culto y lo popular en el mueble pirenaico” de María José Álvaro Zamora (1987). Por ello en nuestro seminario se abordaron nuevos aspectos en este ámbito como los referidos al mundo rural o al amueblamiento de interiores en los siglos XIX y XX, tanto en el ámbito doméstico como en edificios institucionales o religiosos. Dando a conocer algunas iniciativas de estudios recientes realizados en México, Cataluña, Extremadura, Asturias, Canarias y Madrid, pretendimos potenciar la discusión de la viabilidad de su interés científico, para intentar lograr una puesta en común de la actividad investigadora que pudiera ser de interés para el sector del diseño del mueble. Los nuevos aspectos tratados en aquel seminario fueron precisamente los que se referían al ámbito rural, incluyendo el mueble popular y el tradicioRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 9-12, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457 10 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO nal, trazándose unas finas diferencias entre ambos conceptos a partir de las discusiones sobre Mobiliario y mundo rural en Salamanca en la documentación de los siglos XVI al XIX esbozado por Antonio Cea Gutiérrez (CSIC), El mueble popular, artesano y tradicional de Extremadura presentado por Miguel Elena Roselló y Adrián Montero Calvo del Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal de la Junta de Extremadura (ICMC), cuyos objetivos eran profundizar en el mobiliario extremeño a lo largo de su historia y estudiar la posibilidad de incorporar al diseño del mueble actual sus aspectos estilísticos, o El “mueble popular” en la sociedad preindustrial e industrial por Gerardo Díaz Quirós (Universidad de Oviedo). La Asociación para el Estudio del Mueble de Barcelona, representada por su directora Mónica Piera Miquel (AEM) presentó con sus Líneas de actuación y nuevos proyectos, la posibilidad de abordar en conjunto diversos programas entre los que se podrían contar El mueble: guardar su memoria, como iniciativa para llevar a cabo su estudio, preservación y valoración social, tanto en relación con el mueble antiguo como con el del siglo XX. La aproximación al estudio del mueble contemporáneo, no había sido prácticamente abordada hasta ahora, presentándose nuevos aspectos a tener en cuenta, como el amueblamiento de los edificios representativos de las clases sociales emergentes: bancos, casinos, círculos recreativos o literarios, o el mobiliario neogótico a punto de desaparecer, que fueron presentados dentro del epígrafe Mobiliario institucional por María Paz Aguiló (CSIC), y los panoramas de los años 50 a 70, El mueble contemporáneo por Pedro Feduchi Canosa (UPM). A estas iniciativas en Cataluña, Extremadura, Canarias y Madrid, se sumaron nuevas actuaciones que se estaban entonces realizando a nivel internacional como El proyecto Paul Getty para el Museo Franz Mayer de México (Jose Manuel Corrales, IAHM). Los aspectos económicos y sociales, están presentes y condicionan la existencia, calidad y cantidad de los muebles, desde el escalón más básico (Edward Lucie-Smith decía que «La simple posesión de muebles indica un nivel culturar superior al de la subsistencia»), hasta el grado superior, en el cual su función social se delata cuando se acumulan muebles y enseres que no tendrán otra finalidad que la ostentación. Y se llega así al hecho, no infrecuente, de que terminan por perderse, incluso, las cualidades inherentes —como funcionalidad o comodidad— que en origen decidieron su existencia. Quizás ha llegado el momento de poner en marcha estos estudios, aplicando una metodología precisa igualmente válida para etnólogos como para historiadores del arte, echada en falta por Aragoneses en 1960. Por ello en este número monográfico se desarrollan varios de los temas que entonces se apuntaron agrupándolos en los tres apartados que entonces se sugirieron como posibles ámbitos de investigación: el mundo rural, representado aquí por el artículo de Gerardo Díaz Quirós (Universidad de RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 9-12, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457 INTRODUCCIÓN 11 Oviedo) El arca en el mobiliario de la Asturias preindustrial: piezas del Concejo de Grado. Otro de los aspectos hasta ahora poco valorados o conocidos es el tema de la prevención, que nos presenta Cristina Ordóñez (Arcaz) para inducir a la concienciación colectiva sobre este importante aspecto, En torno al deterioro del mobiliario. Factores de degradación y conservación preventiva, que va más allá de los procedimientos restauradores incidiendo en la concienciación de la sociedad sobre la conservación de elementos que constituyen la memoria histórica como es el mobiliario. En el mismo sentido patrimonial se encuadra el estudio del foco productor de un importante tipo de mueble virreinal, escasamente conocido en Europa, por Juan Manuel Corrales (Galería del Palacio Nacional de México), Muebles virreinales oaxaqueños realizados en zumaque, que permitirá en el futuro el estudio conjunto de nuevos aspectos artístico-sociales presentes en los intercambios comerciales y sus motivaciones entre España y América. Los estudios comparativos de los ajuares de familias nobles asturianas alejadas de la Corte, realizados por Luis Ramón-Laca (Universidad de Alcalá), Mobiliario y pintura en las casas de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) entre los siglos XVII y XVIII abren caminos a los posibles cauces de comercialización en la Península y a la constatación de influencias centro-periferia. El aspecto comercial del mueble encuentra precisamente en este número un abanico que posibilita el acercamiento al conocimiento de métodos de producción y venta desde el siglo XVIII, como se constata ya con el artículo de Mónica Piera, El comercio de muebles en Cataluña durante el siglo XVIII. En los principios del XX en Madrid, aparecen nuevos métodos de comercialización, como podría ser la actividad de un industrial mueblista tipo, expuesta por Sofía Rodríguez Bernis (Museo Nacional de Artes Decorativas) en “No comprar sin visitar la Casa Apolinar”. La empresa de muebles de Apolinar Marcos, y el inicio de la actividad contratadora de la Administración Pública en materia de mobiliario, con la documentación gráfica y archivística del Ministerio de Hacienda por María Paz Aguiló, La valoración social del despacho institucional en el primer tercio del siglo XX, en el que se advierte la prioridad del interés económico sobre cualquier consideración estética. Finalmente el más moderno aspecto que incluye al mueble en el mercado de arte, el mundo de las subastas, La fortuna del mueble español en el mercado de arte como reflejo de su valoración social es presentado por Sonsoles Caruana. Con todo ello pretendemos un acercamiento a cuestiones referentes al mobiliario, a caballo entre la visión cultural y la dimensión social, que coloca al mueble en una parcela no inmersa exclusivamente en la actividad artística, sino en la consideración de artefacto útil y necesario, cualidades que debe alcanzar sin menoscabo de su calidad artística. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 9-12, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457 Revista PREINDUSTRIAL: de DialectologíaPIEZAS y Tradiciones Populares, EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS DEL CONCEJO... 13 vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 El arca en el mobiliario de la Asturias preindustrial: piezas del concejo de Grado Chests in Asturian preindustrial furniture: pieces from the concejo of Grado Gerardo Díaz Quirós Universidad de Oviedo RESUMEN Con la idea de contribuir al conocimiento del mobiliario en la Asturias preindustrial se estudia un conjunto de arcas del concejo asturiano de Grado. Previo repaso al papel jugado por esta tipología en el mobiliario asturiano y a sus características básicas, tanto estructurales como decorativas, se ofrece análisis más pormenorizado de una selección de piezas representativas. Palabras clave: Mueble popular, Asturias, Ebanistería, Motivos decorativos. SUMMARY With the intention of contributing to knowledge of preindustrial Asturian furniture, the author studies a group of chests from the concejo of Grado. He establishes the role played by this typology in Asturian furniture and its basic characteristics, structural as well as decorative, and then presents a detailed analysis of a selection of representative pieces. Key words: Traditional Furniture, Asturias, Cabinetmaking, Decorative Motifs. En la sencillez extrema de su estructura, el arca ha sido uno de los muebles más presentes en el ajuar doméstico a lo largo del tiempo, de la geografía o de las clases sociales. En Asturias, donde se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX como el mueble más rico de la vivienda en amplias zonas de su territorio, goza en la actualidad de especial prestigio, hasta el punto de ser, probablemente, la pieza más identificada con lo vernáculo y por tanto objeto de reproducciones y reinterpretaciones. A pesar de todo, el conocimiento que se tiene del arca es sumario y dista mucho de sus posibilidades interpretativas. Los cambios operados en el mundo rural asturiano en la RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 14 GERARDO DÍAZ QUIRÓS segunda mitad del siglo XX afectaron —como no podía ser de otra forma— al mobiliario tradicional, que se vio relegado frente a nuevos tipos y materiales, pasando muchas piezas, en el mejor de los casos, al mercado de antigüedades. Casonas y palacios vieron desperdigados con frecuencia sus enseres con ocasión de reformas y cambios de uso. Sin duda son muchas las piezas que se han perdido o se consumen en el abandono, pero se cuentan también por cientos las que continúan amueblando espacios y sirviendo en el fondo al mismo fin esencial para el que fueron concebidas. EL CONOCIMIENTO DEL MUEBLE EN ASTURIAS Si el interés por el estudio del mueble español arranca en el último tercio del siglo XIX, citándose la fecha de 1879 y a Juan Facundo Riaño como punto de partida en el ámbito de las publicaciones (Aguiló 1993: 9), apenas ha tenido desarrollo esta parcela de la investigación en el caso de Asturias1. Tan sólo algunos muebles de la Catedral de Oviedo (Ramallo 1999: 270-286) y los que forman la colección de la familia Selgas Fagalde (González 1998: 101-161) han sido objeto de atención detenida en fecha relativamente reciente. En lo que respecta a lo que se viene llamando “mueble popular” la fortuna no ha sido mayor. Entre los investigadores que se aproximaron en las primeras décadas del siglo XX al mundo popular con frecuencia las referencias al mobiliario o el ajuar doméstico resultan más una evocación literaria —amparada en un conocimiento directo de la realidad, obtenido mediante numerosas visitas o consecuencia del trabajo de campo desarrollado en el transcurso de otros estudios- que el fruto de una investigación sistemática (Cabal 1931; de Llano 1922); línea que se mantuvo, aunque con otro carácter en fechas más recientes (Lago 1988; Mases 1994)2. A través de los datos aportados por diversos informantes —cita expresamente el autor los facilitados por M. Menéndez García y L. RodríguezCastellano— así como a partir de la consulta de las obras de Constantino Cabal, de la monografía de Martínez Torner sobre Llanuces y de estudios lingüísticos como el de María Josefa Canellada sobre el bable de Cabranes, el de Martínez Neira sobre el habla de Lena, el de J. A. Fernández sobre Sisterna o el de Rodríguez Castellano sobre el vocabulario del bable occidental, algunos datos sobre el mueble popular en Asturias se incorporan a 1 Para una aproximación a la historiografía del mueble español ver Moya (1990). 2 La vía abierta en los años 30 con algunos estudios monográficos sobre enseres muy concretos (Ferreiro 1931; Artiñano 1935) fue apenas seguida, volcándose los trabajos en el ámbito del folklore en el mundo de las mentalidades o la cultura inmaterial. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 15 la colosal obra de Fritz Krüger (1963) sobre el mobiliario popular en los países románicos. Si ya en 1946 Julio Caro Baroja señalara en una nota de su libro, Los pueblos de España la inexistencia de un estudio sobre las arcas asturianas y el interés del mismo, L. M. Feduchi —autor de la compilación sobre mueble español más seguida durante décadas— le anotaba a Krüger para esta publicación (1963: 56) que: Merecería este mueble un estudio especial por su enorme difusión y permanencia. Todavía en España en casi todas las casas populares, rústicas o burguesas provincianas, es tal la abundancia de arcas con diversos usos, formas y calidades que pueden contarse por docenas. El propio Krüger (1963: 1, 2) repara en la riqueza decorativa de algunos de estos muebles, por más que no se considere la persona adecuada para llevar a término su estudio y análisis. “La decoración artística del arca —escribe— ha originado en muchos países una variedad tal de estilos y motivos que este aspecto, por importante que sea, debe ser reservado a los especialistas en obras de arte”. Más adelante (1963: 5) al referirse a las tipologías insiste en que “sería interesante seguir en detalle esta última fase de la evolución vinculada con la historia de los estilos de arte y sus manifestaciones en los diversos países”. La publicación en castellano del texto de Krüger no supuso, sin embargo, el estímulo definitivo para iniciar un trabajo en Asturias que se aproximase por lo menos a algunas de las monografías citadas en la abundantísima bibliografía compilada por el filólogo de Spremberg. Por lo que tiene —lamentablemente— de excepción consideramos relevante la aparición en 1984 del catálogo de la colección etnográfica del Museo Arqueológico Provincial (Escortell 1984: 81-92). Si bien las propias características de la colección condicionaban en buena medida el estudio —entre otras cosas se desconoce la procedencia de la mayoría de las piezas— y el resultado pone en evidencia el escasísimo conocimiento que se tenía en ese momento del mueble en Asturias, el propio esfuerzo de catalogación contribuye a la dignificación de las piezas3. Y para refrendar el carácter excepcional de este catálogo sirva con anotar que ninguno de los museos asturianos que conserva algún número importante de muebles incorporados a sus colecciones —sea de la amplia Red de Museos Etnográficos de Asturias 3 La colección del Museo Arqueológico tiene como núcleo básico las piezas donadas en 1951 por los herederos de D. Manuel González-Longoria Leal, Marqués de la Rodriga, viéndose acrecentada por las adquisiciones que José Fernández Buelta había realizado por indicación de la Diputación Provincial para la creación de un frustrado museo etnográfico. En el trabajo citado se catalogan un total de 42 piezas de mobiliario. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 16 GERARDO DÍAZ QUIRÓS o de otro ámbito— ha dado a la imprenta hasta el momento catalogación de esas piezas4. La mayor aportación al conocimiento del mobiliario popular asturiano llegará de manos de Juaco López Álvarez y Armando Graña García. Vinculados desde finales de la década de los 70 del siglo XX a los estudios etnográficos, iniciaron, con escasos apoyos y justo cuando en el ámbito rural asturiano los cambios comenzaban a ser vertiginosos, una serie de estudios sobre aspectos de la cultura material que resultaron de extraordinaria relevancia desde distintas perspectivas. Trabajar con método, conceder importancia extrema al trabajo de campo, al estudio del objeto o la estructura en su contexto mientras fuese posible, atender a la información de base documental pero también a la tradición oral, sistematizar; aplicar en definitiva a esta parcela las reglas de la investigación en casi cualquier otra disciplina supuso alcanzar resultados del máximo interés. Particular trascendencia tuvieron sus estudios sobre hórreos y paneras y las manifestaciones artísticas aplicadas sobre ellos5, a partir de los cuales fue posible perfilar de forma solvente una historia y evolución del hórreo, definir sus características estructurales y poner de relieve la riqueza de sus decoraciones rescatando la figura de talleres, carpinteros y entalladores. La localización de cartelas labradas o pintadas con fechas y autorías obligó a revisar conceptos como el de anonimato o atemporalidad asociados a lo etnográfico o a lo popular. Como se ha apuntado, fruto del intenso trabajo de campo realizado y de su interés por las manifestaciones artísticas populares fueron algunos breves artículos que se convirtieron durante décadas en los materiales de referencia para quién pretendiese una mínima aproximación al mobiliario en la región (Lopez y Graña 1986 y 1988b). En colaboración publicaron dos entregas de “Materiales para el estudio del mobiliario en Asturias”, centrada la primera en una tipología específica como es la de las arcas de tres llaves 4 Por su relación directa con este trabajo y a modo de ejemplo, quede anotado que el Museo Etnográfico de Grado no contaba en el momento de redactar estas notas más que con un documento referido en su título como “Descripción de los fondos que constituyen la colección del Museo Etnográfico de Grado” y que en su introducción se presenta como “inventario” de los fondos a 3 de marzo de 2005. Consta de 27 páginas en las que los fondos museográficos se organizan por espacios expositivos, dándoles un número correlativo y una identificación mínima. “Arca pequeña tallada”, “Arca grande tallada” o “Arcón tallado” son los términos empleados para referirse a las piezas objeto de nuestro interés, sin más descripción y sin elemento gráfico de apoyo alguno. 5 No consideramos oportuno ofrecer relación completa de las publicaciones al respecto, pero se recogen en la bibliografía final dos de referencia: su trabajo sobre los hórreos y paneras del concejo de Allande y una aproximación al arte y los artistas populares en los hórreos y paneras de Asturias (Lopez y Graña 1983 y 1985). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 17 y la segunda en las arcas con decoración tallada. Reconociendo el “suficiente interés como para ser objeto de un estudio más detenido” prometían abordar un trabajo sobre el arca “en fecha no muy lejana”, pero sin que llegase a verificarse. Su reivindicación del interés del estudio del mueble y la voluntad de dignificación del llamado arte popular se ha ido materializando en otro tipo de reseñas o recapitulaciones que, por integrarse en proyectos editoriales de enorme difusión, han sido ciertamente importantes para el desarrollo del aprecio a las piezas y por tanto para su conservación (López y Graña 1988a, 1996, 2005). Siguiendo su estela, atendiendo especialmente a la necesidad que reconocían de “hacer catálogos de los muebles que aún pueden localizarse en el campo” como medio para “conocer las características particulares de las distintas áreas de la región”6 y aprovechando también el conocimiento de la carpintería y la ebanistería de un área concreta proporcionado por el estudio exhaustivo de los hórreos y paneras de la zona, así como de las técnicas y motivos decorativos (Díaz 2001) publicamos unas notas sobre arcas decoradas en el concejo de Gozón ensayando cronologías y justificando atribución de autoría para algunas piezas (Díaz 2005)7. Resulta evidente que el estudio del mueble en cualquiera de sus manifestaciones exige la localización y estudio de ejemplares conservados sobre los que volcar cuantos datos indirectos puede aportar la consulta documental o la evocación literaria. Desde estas premisas venimos realizando algunas campañas de localización y estudio de muebles por distintas áreas de Asturias. Los resultados más relevantes del trabajo en una de estas zonas conforman, precisamente, la última parte de este artículo. ARCA, ARCÓN, ARCONA. DENOMINACIÓN, TIPOLOGÍAS Y FUNCIONES En la nota preliminar a su Historia del Mueble Luis Feduchi señala al arca como uno de los cuatro tipos originarios a partir de los cuales cabría hacer derivar a todos los muebles8. Sobre los problemas de nomenclatura y clasi6 Ya Jorge Aragoneses (1954: 607), en una línea similar aunque de mayor radio, había subrayado la importancia de la publicación “de ejemplares encontrados en las diferentes provincias, si se quiere ir elaborando un inventario de éstas y al mismo tiempo contribuir a la formación del catálogo general de las artes de la madera en España”. 7 Una revisión más detenida del estado de la cuestión de la historia del mueble popular en Asturias puede verse en Díaz (2007: 307-322). 8 “Puede decirse que todos los muebles derivan de cuatro tipos originarios que acompañan al hombre desde los albores de su inteligencia social: la silla, la mesa, el arca y RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 18 GERARDO DÍAZ QUIRÓS ficación ahonda Aguiló Alonso (1993: 81-95) que le dedica al arca un amplio capítulo en su trabajo sobre el mueble español de los siglos XVI y XVII, obra de referencia para el estudio del mueble en España. Señala que “de la utilización del arca como principal mueble de contener desde la Edad Media se derivaron sus diferentes tipos y materiales, según las funciones a que estaba destinada”, precisando que “las diferentes denominaciones encontradas en los inventarios y las fuentes documentales, arca, cofre, baúl, se deben más a diferencias conceptuales de los propios escribanos, que a modismos regionales o locales”9. Aguiló (1993: 70) recuerda igualmente la clásica división que, siguiendo a Eames, distingue entre arcas con cubierta plana y patas que aíslan el contenido del suelo y las que descansan directamente sobre el suelo y presenten tapa curva, mejor adaptadas a las condiciones del viaje. Subraya, además —completando con una fundamentación de uso la de esencialidad estructural apuntada por Feduchi— que “en una época en que la movilidad y la seguridad de los bienes constituía la consideración primordial, la adaptabilidad del arca, en sus formas más variadas hicieron de ella el artículo más indispensable”10. En Asturias las voces arca, arcón o arcona, remiten al mismo modelo tipológico, caracterizado por una forma de paralelepípedo conformado por tablas enterizas engarzadas por cola de milano en los costados11 —a veces reforzadas con clavos de hierro—, con el fondo clavado y tapa practicable en la parte superior por medio de bisagras de goncios (anillas enlazadas) y cerradura en el frente. Suele presentar patas cortas, en ocasiones formadas por dos travesaños colocados hacia los extremos, del mismo fondo que el mueble y que reciben algún trabajo en el extremo que ha de verse en el frontal. Sólo excepcionalmente las arcas localizadas en Asturias presentan faldones decorados. Cuando reciben trabajo de talla —frecuentemente las arcas la cama” (Feduchi 1986: 7) Aunque la primera edición es de 1949, citaremos por la edición de 1986. 9 El apartado dedicado a las arcas en el capítulo IV de este trabajo es una de las más completas revisiones generales sobre este mueble, constituyendo una referencia básica de inicio para estudios locales o para contextualizar el fenómeno de producciones populares. 10 En su tesis doctoral Aguiló (1993) dedica un capítulo específico a los gremios de carpinteros y ebanistas en España. A partir de los documentos citados se pueden precisar numerosas cuestiones de nomenclatura; se habla, por ejemplo durante siglos de cofreros para quienes se dedican a la confección de arcas, baúles y cofres —segregándose en la Sevilla del siglo XIV la voz bauleros— o de guarnicioneros para quienes fabrican estuches y maletas, entre otros ejemplos. 11 No es raro, sobre todo en piezas del siglo torneadas tapando estos ensambles en los frentes. XVIII encontrarse medias columnillas RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 19 que ocupaban lugares preeminentes de la casa, concebidas por tanto para ser vistas, salvo en las tierras del interior de la zona occidental de Asturias, donde no parece que llegase a extenderse tal costumbre— éste se centra en el frente principal, rara vez en los costados y nunca en la tapa o la trasera12. Salvo para responder a funciones muy concretas —arcas de cofradías que se utilizan también como cepillos petitorios, por ejemplo— los interiores no presentan divisiones, aunque sí es frecuente un cajoncillo adosado a uno de los costados con tapa móvil encajada y que se conoce como estoyu. Nogal y en mucha mayor medida castaño serán las maderas más utilizadas para su confección. Será el tamaño el que lleve a ha2blar de “arcón” o “arcona” para los de gran formato, aunque no exclusivamente (Fig. 1). FIGURA 1. Tipo de arca más común entre las conservadas en Asturias. Colección particular, Oviedo. S. XVIII. En su ya referido estudio sobre el mobiliario popular en los países románicos, Fritz Krüger dedica un amplio capítulo a las arcas, cofres y baúles, prestando particular atención justamente a aquellos muebles que por su 12 Es frecuente encontrarse en la actualidad con piezas que presentan los costados tallados, casi siempre con motivos tomados del frente y adaptados al formato de los laterales, fruto de intervenciones realizadas a partir del primer tercio del siglo XX. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 20 GERARDO DÍAZ QUIRÓS calidad de traza y ejecución habían quedado en un claro segundo plano en los estudios sobre el mueble español que hemos venido citando. Reconoce que “entre los muebles que en las casas rurales de la Romania se han conservado hasta los tiempos recientes el arca de madera ocupa un lugar destacado” y señala una serie de funciones que encajan perfectamente con las que tiene esta pieza en Asturias: depósito de granos, sal y otras provisiones, siendo además el ropero básico hasta la tardía aparición del armario. Presta también servicio de asiento —llegando incluso a la forma más desarrollada del arca-banco— y puede ser utilizada incluso para dormir13. Atendiendo a su estructura, distingue entre arcas excavadas en un tronco de un árbol; arcas cuyas paredes se encajan en cuatro sólidas pilastras que sirven a su vez de elementos de soporte y arcas cuyas distintas piezas se unen directamente formando una caja que a su vez pude presentarse elevada por medio de distintos elementos. Resulta clara la existencia en Asturias de arcas excavadas en troncos, práctica por otra parte frecuente en la Europa central a partir del siglo XI. Excelentes ejemplos son el arca de tres llaves del antiguo Concejo de Leitariegos —fechado en el siglo XIV aunque con un modelo tipológico consolidado ya en la centuria anterior— y el arca de la Colegiata de Salas —de un tardío para la tipología siglo XVI—, ambos estudiados por Juaco López y Armando Graña (1986). Describen el primero, realizado sobre un tronco de castaño y reforzado con herrajes, como: Arca construida con una sola pieza de madera, de grandes dimensiones, que ha sido ahuecada parcialmente en su tramo central para obtener el espacio útil a su función, pequeño en proporción al tamaño total de la pieza: poco más de la mitad de su longitud. De proporciones alargadas, sus costados han sido labrados para hacerlos planos y dar al mueble una sección cuadrangular, excepto en la cara superior, que conserva la superficie ligeramente convexa del tronco de árbol, tan sólo descortezado. Está trabajada toscamente, con hacha y azuela, por lo que las aristas resultan sinuosas y todo el conjunto ofrece un acabado irregular. El hueco practicable está cerrado por una tapa rectangular, formada por un grueso tablón que cubre algo más del espacio ahuecado y por tanto no ocupa más que una parte reducida de la cara superior del arca; dado que ésta es convexa se le hizo un rebaje en el que encaja la tapa. La segunda de las piezas, aunque realizada sobre un tronco ahuecado a hacha y azuela presenta una factura diferente, con las superficies escuadradas y un espacio interior practicable mucho mayor. 13 Aún es posible recoger testimonio orales de cómo el arca abierta servía de lecho, aprovechando la ropa guardada en él —generalmente ropa blanca de cama— como colchón. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 21 Por otra parte, los términos truébano o duerna remiten a este tipo de contenedores. El último de ellos ha llegado hasta fechas recientes reservado para distintas operaciones de la matanza del cerdo y como contenedor de la carne y huesos conservados en sal14. Las arcas utilizadas en Asturias para la conservación de grano —y de judías tras su incorporación de tierra americana— mantienen las características estructurales definidas en el inicio de este apartado, aunque suelen carecer de decoración y presentar grandes formatos (Fig. 2). En la zona occidental de Asturias suelen identificarse como huchas15; tuñas cuando aparecen asociadas al hórreo o la panera hasta el punto de formar parte de la estructura de su cámara o colondra y perder en parte su condición mueble. Conviene tener presente que se han dado con frecuencia cambios de FIGURA 2. Tipo característico de arca para grano. Museo Etnográfico de Grado. Asturias. 14 Una pieza especialmente interesante por lo singular de su forma puede verse en la Casa Museo del Marqués de Sargadelos. Con este término se denomina también — posible como masculino duerno o duernu— a la artesa en la que se maya la manzana previamente a su incorporación al llagar para pisar la sidra. La violencia del golpeo con mayos —potentes mazos de madera— exigía un recipiente especialmente sólido y resistente, haciendo particularmente apropiado el conseguido a partir del vaciado interno de un tronco. 15 El término, sin embargo, no es exclusivo para esta función, pues lo hemos oído en la actualidad referido a muebles destinados a guardar ropas. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 22 GERARDO DÍAZ QUIRÓS uso, dedicando a arcas de grano algunas piezas en origen concebidas con otra función, pero que son reutilizadas al verse sustituidas en su función primitiva por piezas nuevas o de distinta tipología, aunque también dotando de usos ligados al ajuar doméstico arcas de gran sencillez pero con maderas de calidad que habían sido usadas en lugares no preeminentes de la casa como meros contenedores. Respecto a los tipos señalados por Krüger, no se conocen en Asturias arcas con tapa a doble vertiente, que se tiene por particularmente primitivo y que se ha emparentado con el arca-sarcófago medieval. De arcas de pilastras conocemos algunos ejemplares aislados, lo que parece apuntar sin demasiadas dudas que se trata de piezas llegadas desde el entorno vasco, donde este sistema de armar fue el más común durante los siglos XVII y XVIII. Una pieza de estas características, de excelente calidad pero origen desconocido, se conserva en el Museo Etnográfico de Grado. Arcas de soportes laterales y de soportes frontales tampoco están representadas en Asturias. PRESENCIA DEL ARCA ENTRE EL MOBILIARIO EN ÉPOCA PREINDUSTRIAL16 Conforme se viene presentando en las revisiones de carácter general, presente ya en el Mundo Antiguo, el arca se convierte en el mueble más importante del Medievo. Evolucionando quizás a partir de las formas de sarcófagos griegos y romanos, alcanza en los siglos del románico su diseño más habitual en forma de caja alargada de tapa casi siempre plana y que frecuentemente recibe talla, se recubre con tela —arcas ensayaladas— o cuero (arcas encoradas) y se refuerza con clavos y herrajes17. Si bien el tesoro de la Catedral de Oviedo cuenta con arquetas de excelente factura —algunas, además, de particular valor simbólico, como el Arca Santa, la Caja de las Ágatas o la Arqueta de Santa Eulalia— no conocemos piezas de uso do16 Tan sólo se pretende en este apartado trazar de forma muy sucinta los rasgos básicos de la evolución del uso del arca y sus formas en España, insertando algunos comentarios sobre la situación asturiana entre las principales convenciones sobre el uso y las formas de este mueble. 17 La relación entre sarcófagos y arcas —tipológicamente muy próximos en lo formal aunque evidentemente distintos en su estructura y modo de armar por la propia disparidad de materiales— ofrece piezas sorprendentes. Simplemente a título de ejemplo, podría citarse la proximidad —en la técnica de talla y en los motivos decorativos— entre el sarcófago procedente del Monasterio de Sant Pere de Casserres (Osona) conservado en el Museu Episcopal de Vic (MEV 10623) y algunas piezas entre los siglos XVI y XIX del norte de España. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 23 méstico más comunes ni sus características18. La documentación escrita resulta además de escasa ayuda para el mundo del mueble en Asturias en esta época, pues las referencias son mínimas y extraordinariamente sucintas. Otro tanto ocurre con las piezas de época gótica. Los estudios sobre mueble español insisten en señalar como comunes en este período las arcas con tracerías en los frentes, talladas o —en menor medida— caladas, precisando que se dejará notar de forma más intensa la influencia mudéjar y un desarrollo técnico que introduce armaduras y paneles. Hasta bien entrado el siglo XVI se utilizó mucho en Castilla la decoración de pergaminos (paneles que presentan como motivo tallado una suerte de pergamino sucesivamente plegado sobre sí mismo) mientras que en Valencia y Cataluña serán frecuentes las arcas doradas o policromadas. Una vez más, el grado de representación de piezas de estas características en Asturias es prácticamente nulo. A la luz de la documentación conservada de la baja Edad Media y muy especialmente de los testamentos, parece que el mobiliario, incluso entre las clases más acomodadas, era escaso y sin piezas particularmente apreciadas. Son excepcionales las citas entre los bienes dejados a alguna cama —aludiendo en ocasiones a la ropa de la misma y no a la estructura—, arquilla o arca con llave19. Queda constancia clara, no obstante, de la presencia del arca como mueble de seguridad (como “arcas de tres 18 Según refiere César García de Castro (1999) el Arca Santa “consiste en un cajón de madera de roble, labrado a azuela […] estando fijados los tableros y barrotes mediante pasadores cilíndricos de madera, espigas, muescas y rebajes, sin clavos metálicos”. La madera está recubierta de chapa de plata nielada en la tapa y láminas de plata repujada claveteadas en las restantes caras. García de Castro reivindica además la concepción del arca precisamente como contenedor precioso y no como altar. 19 En el testamento de 9 de junio de 1289 de Pedro Díaz I de Nava (Torrente Fernández 1982: doc. 12) se mencionan unos lechos de ropa y una cama formada por un almadraque de flojel y otro de lana, tres faceruelos y un cabezal de flojel bordado en seda, una colcha cárdena, otra blanca y cuatro sábanas de tres paños cada una. Entre otros bienes suntuarios cita igualmente una caja con engastes y cadenas de plata. Referencia a la cama igualmente se realiza, aunque menos prolija, en el testamento de Arias Díaz de Noreña en 1324 (Torrente Fernández 1982: doc. 28bis) Por otra parte, el testamento de 1348 de Suer Alfonso II de Areces, que menciona “la ropa e preseas e estrongo de casa”, cita concretamente la existencia de un arca con llave en su casa de Oviedo. Debemos estos datos a la generosidad de Jesús A. González Calle, autor de la tesis doctoral La nobleza en Asturias durante la baja Edad Media: génesis y evolución de linajes representativos (inédita). Como documento número 121 de su apéndice se recoge, de hecho, el último de los documentos citados. El propio González Calle señala que “Las noticias acerca de los objetos más preciados por los miembros de los linajes estudiados son ciertamente escasas, hasta el punto de que para algunos no contamos con una sola referencia”. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 24 GERARDO DÍAZ QUIRÓS llaves” se conocen en general) en el que se custodiaban sellos, documentos, alhajas y caudales de todo tipo de instituciones y asociaciones; caso de concejos y ayuntamientos20. A finales del siglo XV, la denuncia realizada por Martín Alonso de Oviedo en noviembre de 1491 de un robo del que acusa a Juan de Argüelles nos ofrece referencia exacta del uso de un arca y de los elementos que podía contener21. Declara exactamente que se le abrió un arca: en que tenía dineros e plata, e que le llevó y furtó d’ella una taça grande de plata e una copa de plata e una çinta de plata, e çiertas cucharas, e ocho sortijas de oro con sus piedras, e ciertos ducados e castellanos, que diz que podía todo valer más de treynta mille maravedís A pesar de la incorporación de algunos nuevos tipos de muebles y de la redefinición de los interiores, el arcón continúa siendo un mueble omnipresente en los siglos del Renacimiento22. En el caso de las piezas más lujosas —destinadas generalmente a guardar ropa y otras alhajas— los frentes reciben ahora decoración ajustada a los nuevos gustos y estilos 23, manteniéndose además una corriente popular que tiene en un repertorio de sencillos motivos geométricos que resuelve con una talla a bisel —y que 20 Recogen López y Graña (1986: 26) que en las cartas de población que otorga el Obispo de Oviedo a los vecinos de Castropol (1300) Langreo (1338) o Las Regueras (1421) se incluye siempre la condición de que “el sello del dicho concello que estia en vna arca en casa hun omne bono morador en la dicha pobla, e que a la tal arca que la pongan dos cerraduras e en cada cerradura la sua llave”. Parece que hasta el siglo XIX estuvo en uso el arca de tres llaves del ayuntamiento de Salas y aún en 1798 la Junta General del Principado encarga a Juan Pruneda Cañal, por entonces ya “Maestro de Evanista Ensamblador de Nogal”, la ejecución de un arca de tres llaves para función de archivo (Friera 2007: 68). 21 Archivo General de Simancas. Registro General del Sello, 1491, noviembre, folio 43. Tenemos conocimiento de este documento por Jesús A. González Calle, que nos ha facilitado también su transcripción. Quede constancia de nuestra gratitud. 22 Iglesias y conventos comienzan a desarrollar muebles específicos más aptos para guardar sus enseres y ornamentos, generalizándose armarios y cajoneras, mientras que el arca permanece como mueble de uso en los interiores domésticos (Aguiló 1993: 117) De todos modos, es evidente que muchas arcas permanecerán en uso. De las ejecutadas para la catedral de Oviedo han llegado a nosotros cajoneras de las contratadas en 1668 y de las ejecutadas en varias tandas en la segunda mitad del XVIII, sin embargo, las alhajas de la Capilla del Rey Casto —una de las más importantes del templo— se guardaban aún en el siglo XVIII en arcas y cajas de madera. 23 Sin variaciones sustanciales en la estructura, se incorpora talla de bustos y grutescos y se mantiene aunque desplazado el diseño de los pergaminos. Según refiere Aguiló (1987: 123) “el tipo que más abundantemente se da es el de un solo panel, que ocupa todo el frente, tallado con escudos entre tallos con animales y figuras fantásticas, o con escenas”. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 25 comparte toda la Europa agraria— nómina eficaz para responder a una demanda de decoración que lleva implícitos frecuentemente también otros significados y finalidades (Fig. 3). Dado el enfoque de este trabajo, resulta especialmente interesante la apreciación de Mª. Paz Aguiló (1987: 124) respecto a que “en el norte comienzan a aparecer los primeros inventarios que permiten atribuir al siglo XVI tipos de decoraciones que aparecen en el mobiliario popular de los siglos XVII y XVIII”. Es posible rastrear en Asturias a través de los documentos una presencia creciente del arca entre las piezas de mobiliario doméstico, contándose además entre las más apreciadas. Así, por ejemplo, en el inventario de bienes realizado por María Pérez, viuda del armador de pesca candasín Bastián García de Folguera, en 11 de enero de 1611 —y recurrimos a esta cita por cuanto puede ofrecer una imagen de la presencia de este tipo de mueble entre una clase acomodada pero no noble ni ligada al poder— se citan dos arcas grandes con sus cerraduras, otra más pequeña también con cerradura y dos arcas viejas, una en el hórreo y otra en la casa24. Particular atención han despertado entre el mobiliario español de este período las arcas catalanas, que penetran a través de Venecia en los últimos compases del gótico para experimentar una compleja y rica evolución y que FIGURA 3. Hexapétala inscrita en un círculo. con frecuencia incorporan decoUno de los motivos más comunes en el arte ración pintada25. popular de la Europa agraria, particularmente La importancia adquirida por la atlántica. la madera en las artes españolas de los siglos del Barroco afectó sin duda al mundo del mueble. La carpintería y la ebanistería, unidos vectorialmente a talleres de escultura, experimenta un notable avance y el mueble se hace partícipe de todos los elementos que configuran el nuevo estilo. El arca se mantiene como una pieza omnipresente en el amueblamiento, si bien la generalización a lo largo del siglo XVI de muebles como 24 Tenemos noticia de este documento a partir de un artículo publicado por la profesora M.ª Josefa Sanz Fuentes (2008). 25 Ver Aguiló (1974: 249-271) y, para una revisión más reciente. Piera y Mestres (1999). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 26 GERARDO DÍAZ QUIRÓS el escritorio o algunos modelos de armario hará que pierdan preeminencia en entornos cultos o más receptivos a las modas. Aguiló Alonso (1993: 85) realiza una interesante apreciación al distinguir entre las arcas de excelente factura y que solían tener una ubicación permanente y aquellas destinadas a contener grano o enseres domésticos. De estas últimas dice que “aún las más decoradas correspondientes a las zonas del Norte, pertenecen al arte popular”, añadiendo en nota al pie que a pesar de existir algunos ejemplares del siglo XVII, los tipos quedan fijados a partir del siglo XVIII. Según esta misma investigadora (Aguiló 1987: 191), es de las arcas de novia —siempre de esmerada factura— de donde arrancan los tipos regionales y populares que habrán de repetirse con escasa variación a lo largo de los siglos XVII y XVIII. A pesar de que en determinados ambientes el armario, según se ha apuntado ya, va adquiriendo cada vez más importancia, persisten cofres y arcas, que sólo entre las clases más elevadas encuentra competencia en la cómoda. Insiste Feduchi (1986: 92) para este período en que “los muebles más originales e interesantes son los que pertenecen al grupo popular”, realizados por “artistas castellanos, educados y acostumbrados a nuestro Renacimiento, recio y austero, y a sus características; en él entra perezosamente el arte nuevo y el rococó francés, y se producen obras interesantes de tiempos pasados (arcón, bargueño, frailero) con un sello netamente regional”. A partir del siglo XVI la doctora Aguiló Alonso (1987: 192-193) deja perfectamente perfilado el panorama en su evolución general. En el catálogo de la exposición Mueble Español. Estrado y dormitorio profundiza ya la investigadora en las peculiaridades regionales (Aguiló 1990) esbozando la evolución del arca catalana —tema al que dedicara uno de sus primeros estudios, ya citado— y apuntando el de otras regiones. Así, por ejemplo, refiere como comunes en Castilla, especialmente en la zona de Valladolid, arcas de castaño o nogal de gran sencillez que incorporan hierros calados en las esquinas. Cita agrupadas las arcas populares de las regiones cantábricas, singularizándolas por la decoración tallada o incisa de un repertorio de motivos entre los que se cuentan abanicos, discos radiales y jarrones con flores, dispuestos frecuentemente de forma simétrica en torno a una cruz, un emblema o una inscripción eucarística que funciona como eje. Señala igualmente que es común la presencia de fechas e inscripciones de autoría y precisa respecto a la evolución estilística de estos motivos que “las composiciones más geometrizadas de la primera mitad del siglo dejan paso, en contacto con el barroco, a líneas más movidas con tallos ondulantes, flores, pájaros y corazones”. Reconoce dos modelos un tanto peculiares; un tipo de arca con decoración de paneles compartimentados con columnas torneadas o anilladas con decoración vegetal y faldón con arquería RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 27 calada de balaustres y por otro lados las denominadas kutxas vascas, entre las que se encuentran las denominadas kutxas de caballos estudiadas por Manso de Zúñiga (1962). Aunque no cita específicamente el caso asturiano, como tendremos ocasión de repasar a continuación, el marco general expuesto es referencia válida para interpretar las arcas de Asturias y su decoración. Es posible rastrear a través de la abundante documentación conservada de los siglos XVII y XVIII —especialmente en testamentos, inventarios y capitulaciones matrimoniales— la presencia del arca en los espacios de uso de distintas clases sociales26 —evidentemente, de aquellas con capacidad para dejar rastro escrito—, pero muy rara vez se anotan datos respecto a la decoración o la calidad de las piezas. Su ubicación en alguna de las dependencias de la vivienda, su condición de vieja o retirada, la materia con la que está confeccionada en el mejor de los casos, y casi siempre la cantidad y estado de sus cerraduras constituyen los datos referidos más comúnmente. La incorporación del armario al mobiliario común de las casas asturianas no debió producirse, y entre las clases más acomodadas, hasta mediado el siglo XVIII. Si en el inventario de alhajas que deja el Marqués de Valdecarzana en su casa de Grado, fechado en 171927, no se cita aún ningún armario —frente a veinte arcas en uso, más cajas y cofres—, no hemos encontrado en el espigueo llevado a cabo hasta el momento entre los inventarios del Archivo Histórico Provincial cita alguna a armario entre campesinos propietarios, artesanos o comerciantes, que siguen teniendo en el arca su principal mueble de guardar, ni siquiera en las últimas décadas del siglo28. Es evidente que por más que en el mobiliario español del siglo XIX y del XX el arca se convierta en una pieza residual sigue muy presente entre las clases populares asturianas. Heredadas, recibidas en ocasiones por los colonos procedentes de las casas señoriales de los propietarios de sus tie26 López y Graña (1988b: 333, 334) ofrecen un ejemplo de las diferencias de mobiliario entre colonos y campesinos propietarios a partir de tres inventarios del primer tercio del siglo XVIII en el concejo de Colunga protocolizados por el escribano Benito de Arguero. 27 Transcrito como apéndice documental en De la Madrid (2005). 28 A modo de ejemplo, hasta siete arcas —dos al menos para ropas y efectos personales— tenía el acomodado labrador de Ventanielles (Oviedo) Pedro Álvarez Valdés según el inventario realizado el 27 de enero de 1790; tres arcas “buenas” —una de ellas “chica”— y dos cofres en su casa, y dos arcas más en la tienda el comerciante de tejidos Juan Rodríguez Ridoces, también asentado en Oviedo y cuyos bienes se inventarían en el mismo año. (Ante Antonio Fernández Solís, Archivo Histórico de Asturias. Sección Protocolos Notariales del Distrito de Oviedo. Caja 8359, ff. 25 r y sigs. y 44 r y sigs.). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 28 GERARDO DÍAZ QUIRÓS rras, las arcas continuaron siendo una pieza de prestigio en el mundo rural y en muchos casos prácticamente el único mueble contenedor de envergadura hasta bien entrado el siglo XX. Se experimentarán avanzada esta centuria distintos fenómenos; por una parte muchas de estas piezas modificarán su uso y su ubicación —dejando su lugar de privilegio en salas y alcobas para ocupar zaguanes, pasillos, y en mayor medida hórreos y trasteros—, al tiempo que serán objeto de interés por parte de algunos miembros de la burguesía local, que las adquiere con cierto sentido coleccionista y que lleva hoy a encontrarse en chalets, palacetes y casonas de los ensanches burgueses de ciudades y villas asturianas con agrupaciones notables de piezas. DECORACIÓN DE ARCAS EN ASTURIAS. MOTIVOS Y EVOLUCIÓN Es claro que en buena parte de Asturias estuvieron decoradas las arcas destinadas a contener ropa de ajuar u otros elementos preciados y que formaron parte del mobiliario principal de las dependencias más nobles de la casa. No creemos que haya existido una diferenciación tipológica o estructural entre las piezas usadas por las distintas clases sociales —aquellas que tenían algo que guardar—, aunque resulta fácil pensar que conforme se ascienda en su pirámide aumentaría el número de ejemplares por vivienda y su calidad; calidad que residiría fundamentalmente en la de la madera —a los más pudientes quedarían reservadas las arcas de nogal— y en la decoración. Un campesino avezado pudo, sin duda, labrar con pericia alguno de sus muebles, bien desarrollando su propia creatividad en el sentido más pleno o bien copiando o reinterpretando algún modelo que hubiese pasado por su retina. En el extremo opuesto, el estado noble acudiría a ebanistas y ensambladores de prestigio, con talleres abiertos en las principales ciudades y villas de la región, sin olvidar que tendrían capacidad como para adquirir piezas de enclaves foráneos, como demuestra la documentación que hicieron29. En medio quedarían abiertas muchas posibilidades que cubrirían desde campesinos con conocimientos de carpintería y que, como señala el Catastro de Ensenada, trabajan la mitad del año en pequeños talleres locales que componen y decoran hórreos y paneras, realizan carpintería de obra o armaduras y cierres varios de madera, según la demanda30. 29 Con frecuencia la zona o localidad de origen se incorporó al nombre de la pieza, citándose así en los inventarios y recuentos. Es frecuente, por ejemplo, la alusión a “escritorios de Salamanca”. No hemos localizado, hasta el momento, referencia alguna similar para las arcas. 30 Poco se sabe sobre el oficio de la carpintería y la ebanistería en Asturias en el Antiguo Régimen. El grado de implicación de los carpinteros de ribera en obras de otra RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 29 La propia movilidad del mueble, sobre todo cuando la pieza conservada es el único elemento susceptible de analizar, sin apoyo documental, dificulta enormemente su estudio y la posibilidad de establecer una secuencia evolutiva en las formas que pueda perfilar una cronología o contribuir a la adscripción de autoría. Frente a la relativa abundancia de cartelas e inscripciones asociadas a la labra de hórreos y paneras, decisiva para trazar su historia31, y que consideramos un referente de enorme utilidad para abordar el análisis del mueble popular, éstas son en el mueble prácticamente inexistentes. De hecho, tan sólo conocemos un arca fechada en la parroquia de Logrezana (Carreño), y de fecha tan tardía como 1879. La mayor parte de las piezas conocidas, además, se corresponden a lo que se viene denominando “corriente popular”, por lo que no siempre mayor tosquedad formal implica mayor antigüedad. Esto es, encontramos “barajadas” piezas que en su día dieron satisfacción a la demanda de clases sociales distintas, que proceden de épocas distintas y cuya localización actual sólo excepcionalmente se corresponde con la original. Concebida como mueble arrimadero, el arca presenta la trasera siempre labrada de forma tosca —frecuentemente son reconocibles las marcas de la azuela en un regruesado que ni siquiera se detiene en el uso de garlopa o cepillos— volcando la decoración al frente principal, de proporciones alargadas. Regla básica en la composición es siempre la de la simetría. La disposición centrada de la cerradura traza un eje en torno al cual se disponen los elementos, si bien es cierto que no es raro que en el detalle éstos presenten algunas variaciones mínimas de forma o diseño que rompen lo estricto del esquema. Conocemos piezas que despliegan en sus frentes desarrollos geométricos muy próximos, si no idénticos, a algunos motivos frecuentes en la decoración arquitectónica del siglo XVII consistentes en la alternancia de círculos y cuadrados encadenados, así como algunos cuajados de rectángulos moldurados a modo de cuarterones o con cierto recuerdo de la imagen interior de papeleras y escritorios, pero son casos excepcionales. Es común entre las arcas conservadas en Asturias que la pieza que funcione como froníndole e incluso en la confección de mobiliario, la repercusión de los talleres catedralicios sobre el amueblamiento de los palacios ovetenses, la envergadura de pequeños talleres locales, sus modelos e influencias, son entre otros muchos aspectos, cuestiones aún pendientes de estudio. 31 Se conoce un pequeño número de fechas de principios del siglo XVI que ha permitido atribuir a esta cronología por tipología, detalles estructurales e identidad estilística centenares de hórreos; hay mayor número de fechas del XVII y el nombre ya de varios maestros carpinteros, aumentando la cifra de fechas y nombres para los siglos XVIII y XIX. Remitimos a la bibliografía reseñada sobre hórreos y paneras de Asturias. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 30 GERARDO DÍAZ QUIRÓS tal reciba una moldura perimetral retirada unos centímetros de los bordes y quebrada en el espacio que albergará la cerradura, incluso cuando ésta no haya sido instalada nunca. Sencillos boceles, zing-zags incisos, cenefas de barras, triángulos biselados o en espina de pez, así como orlas conseguidas jugando con golpes de gubia vaciados con mayor o menor realce o sólo marcados, se encuentran entre los motivos más frecuentes32. Ese ligero estrangulamiento central será el que marque tres áreas básicas en la organización de la decoración: un espacio central coincidente con el eje de simetría, y por tanto de algún modo privilegiado, y dos campos iguales a izquierda y derecha. Cada uno de ellos pueden verse ocupados por motivos diversos de forma aislada o compartimentarse al tiempo con nuevas molduras o enmarques. Esos marcos tienden a estructurar el espacio en plafones cuadrangulares, variando el número en función del formato del frontal. En dos grupos se podrían organizar los motivos empleados; por un lado está el fecundo repertorio de motivos circulares, comunes entre los pueblos agrarios de la Europa Atlántica (rosetas —de forma especialmente abundante la hexapétala—, radiales rectos y curvos, tetrasqueles, comas), y por otro estilizaciones vegetales (florones, rosetas, hojas), en muchos casos sometidas a enmarques geométricos, que pueden adquirir sabor barroco (Fig. 4). Es difícil saber en qué medida los primeros se han convertido en meros motivos decorativos de fácil trazado con el conocimiento de reglas sencillas de geometría y sin más herramientas que una escuadra y un compás o perviven en ellos viejos significados que asocian aún esos motivos circulares con el Sol, astro del bien FIGURA 4. Florón de hojas de roble del frente y de la vida, y que mantienen por de un arca. Colección particular, Heres, Gozón. S. XVIII. tanto un sentido protector33. Los se32 El gusto por la variedad y la lectura de la multiplicidad de motivos como riqueza hará, no obstante que sean frecuentes las excepciones. Así, es posible encontrar arcas que carecen de este enmarque —caso de algunas de las que analizaremos en el apartado siguiente—, arcas que presentan cenefa tan sólo en la parte superior e inferior del frente; cenefas que se interrumpen en torno al plafón o escudo de la llave, sin trazar su perfil, o arcas que recurren a motivos distintos para trazar cada uno de los segmentos de la cenefa. 33 Para una revisión general de los principales significados de estos motivos, su pervivencia y evolución en el tiempo, con abundancia de ilustraciones (Álvarez 2002). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 31 gundos, dentro de esquemas muy próximos, mostrarán un sinfín de posibilidades interpretativas, de combinaciones y ejecuciones. Motivos zoomorfos y antropomorfos son claramente excepcionales. Aves afrontadas aparecen en algunas piezas y aún más raramente figuración humana. Aunque se hayan apuntado algunas ideas singulares en clave local para explicar la existencia de las primeras, sobre todo cuando van asociadas a la cruz en contextos populares (Hevia 2004: 16, 17, 33), hay que entenderlas entre las más habituales de las de composición heráldica desde antiguo (del mundo Antiguo a tejidos orientales pasando por todas las representaciones plásticas del mundo medieval y especialmente la miniatura). Utilizadas en mosaicos, relieves o tejidos, se encuentran también entre los motivos presentes en el mueble culto. Respecto a la figuración humana, resultan interesantes varias piezas localizadas en el concejo de Gozón en las que aparece presidiendo la composición una figura femenina de traza absolutamente ingenua pero que creemos explicita el carácter nupcial que comparten muchas de las arcas (Díaz 2005: 136, 137). Si bien en las arcas de menor alzada el espacio central bajo la llave suele estar ocupado por un motivo decorativo, es frecuente que ahí se trace un diseño de claro carácter protector. El más común será sin duda la cruz, ajustada a distintos modelos34, aunque aparece también la custodia35 —más o menos estilizada en su traza— o cartelas con conocidos anagramas piadosos como IHS o la M y la A enlazadas de carácter mariano36 (Fig. 5). Cabría agrupar un buen número de piezas que despliegan partiendo de la cruz sinuosas estilizaciones vegetales rematadas en abanicos que traducen de forma más o menos directa inflorescencias. Este desarrollo puede llegar a ocupar el tercio central del arca, e incluso más, acompañándose en los extremos por plafones cuadrados centrados siempre por motivos circulares (estilizaciones vegetales en unos casos, radiales rectos en otros). El esque34 Abundan las cruces latinas sobre monte triangular, incisas o cuajando el campo de celdillas a bisel para generar plásticos claroscuros. Llevan en ocasiones comas o vírgulas —estilización máxima de aves, quizá— asociadas, así como motivos geometrizados de sentido astral. Más raras son las de Malta, aunque se conocen algunos ejemplares. 35 La custodia enlaza en lo formal, sobre todo en los diseños más esquemáticos, con todos esos motivos circulares que tiene asimilados la memoria popular. Ni siquiera hay ruptura en el significado cultual al presentar a Jesús Sacramentado como “nuevo sol” y convertir la pieza litúrgica que lo expone en elemento protector que trae asociadas, además, resonancias de fiesta y abundancia. Ver Díaz Quirós (2003). 36 Conocemos un arca en la parroquia de San Jorge de Heres (Gozón) con una inscripción mariana a tinta en la parte interior de la tapa. Se trata del inicio de una conocida oración, “María madre de gracia madre de misericordia…”, que en la parte no explicitada adquiere, una vez más, un sentido protector. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 32 GERARDO DÍAZ QUIRÓS FIGURA 5. Arca con cruz de Malta. Colección particular, Oviedo. ma parece iniciarse a finales del XVII, desarrollándose en el XVIII para llegar a finales de la centuria con trazas de gran elegancia en la que los tallos vegetales se han convertido en tornapuntas en “C” y en “S” bien perfiladas que funcionan como pie de sencillas cruces (Fig. 6). El arcaísmo de la factura —con tipos que aún no responden al formato rectangular del frente tan común en adelante—, la disposición de motivos con inusitada libertad y la importancia concedida entre estos a motivos cir- FIGURA 6. Arca. Colección particular, Luanco, Gozón. S. XVIII. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 33 culares, usando además de una técnica de talla a bisel, próxima a la que conocemos para hórreos fechados en el siglo XVI, nos lleva a pensar en esta centuria para algunas piezas, si bien muy escasas en número. Como señalara la doctora Aguiló, según se ha referido, parece probable que hayan sido algunos modelos de calidad del siglo XVII los que en mayor medida dejasen su impronta en la producción local, fijando modelos para el siglo siguiente. Entre estas piezas se encontrarían algunas realizadas en nogal que componen frentes de gran elegancia utilizando sencillos rebajes y motivos vegetales de delicada factura, trazados sobre esquemas geométricos igualmente sencillos, sin la pretendida exuberancia barroca ni el gusto por el abigarramiento frecuente más adelante37. Como demuestran nuevamente los trabajos de talla realizados sobre hórreos y paneras o sobre la carpintería de obra de edificios religiosos, casonas y palacios, en la segunda mitad del siglo XVIII —superadas las graves crisis de las dos primeras décadas del siglo— se desarrollaron, sobre todo en el área central de Asturias, numerosos talleres locales de trabajos en madera que mantendrán su actividad, con obras de gran vistosidad y notable calidad técnica, hasta finalizar la centuria. Sin descartar que artesanos formados en talleres dedicados a la imaginería religiosa y la talla de retablos se viesen abocados a la ebanistería (López y Graña 1988: 337) lo cierto es que no apreciamos una auténtica trasposición de modelos o motivos. De igual modo, por más que la decoración de hórreos y paneras resulte, como hemos defendido, un referente desde distintos ángulos para abordar el estudio de la aplicada sobre muebles, salvo casos puntuales —de gran interés, por otra parte— la repetición de diseños en uno y otro ámbito por la misma mano resulta menos frecuente de lo que pudiera aventurarse38. Uno de estos casos sería el del taller gozoniego de los Fernández Corugedo, activo en las décadas centrales del siglo XVIII y cuya obra sobre graneros conocemos bien por haber dejado significativas cartelas con fecha y firma (Díaz 2005: 135-137, nota 19). Si bien ninguno de los muebles conocidos y que suponemos de su mano presenta firma, la singularidad de algunos de sus motivos tallados —particularmente un campo reticulado cuajado de palmetas que parecen arrancar en su diseño de una flor de lis y dobles ces al bies— 37 Hemos localizado en el área central de Asturias un buen número de piezas que, en conjunto o en algunos detalles significativos están muy próximas a un ejemplar reproducido por Krüger (1963: foto 35) e identificado como obra leonesa del XVII. 38 Para profundizar en las características de la talla aplicada a hórreos y paneras en el siglo XVIII ver Díaz (2001), González (2002) o Díaz (2006), con cita exhaustiva en este último caso de la bibliografía sobre el tema hasta la fecha. Hemos dado a imprenta recientemente un trabajo sobre maestros y talleres del área central de Asturias. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 34 GERARDO DÍAZ QUIRÓS y la técnica con que se resuelven facultan para una atribución con pocas dudas39 (Fig. 7). Según se ha apuntado, florones vegetales, hojas —especial predicamento tendrán las del roble, por conocidas y por su alabeado perfil— y rosetas de carácter vegetal se convierten en motivos predominantes en el siglo XVIII. Los viejos diseños circulares, sobre todo la hexapétala, no desaparecen, pero reciben un tratamiento distinto tanto en composición como en ejecución. El horror vacui se hace evidente en la mayoría de los trabajos, cuajando los fondos de punteados, rasgados o marcas de gubia cuando la talla de mayor plasticidad no recubre por completo la superficie decorada. El siglo XIX traerá a las arcas un aire nuevo. Los jarrones con flores, presentes ya en obras de taracea anteriores, pero trazados ahora de una forma absolutamente esquemática, se convierten en un motivo frecuente. A su vez, la nómina de motivos que se presentara organizada en dos grupos se mantiene, si bien resuelta con mucha menor coherencia y calidad técni- FIGURA 7. Arca del taller de los Fernández Corugedo. Museo Marítimo de Asturias, Luanco. Mediados del siglo XVIII. 39 Además de las piezas estudiadas en el artículo citado hemos localizado recientemente varias arcas más y dos excelentes bancos con respaldo recto sobre balaustre torneado, tallado precisamente con los motivos característicos del taller. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 35 ca. Como norma, y sin perjuicio de piezas de talla excelente, evidentemente, los motivos vegetales se simplifican, recurriendo al gallonado rehundido a modo de pétalos o a la mera incisión de trazos efectistas o formas caprichosas. En las décadas finales del XIX y las primeras del XX, en gran medida como consecuencia de la fuerte emigración, se popularizará el uso de cofres y baúles de viaje, generalmente realizados en pino, forrados al interior con telas o más comúnmente papeles estampados y reforzados en el exterior por costillas de madera claveteada, herrajes y paneles de latón que protegen y decoran al tiempo. Muchas de estas piezas terminaron por servir como muebles habituales en cuartos y alcobas. Fruto también de las experiencias transatlánticas será la recepción de algunas arcas de gran sencillez pero ricas maderas exóticas40. A un paulatino descenso de la ejecución de arcas, que ya no estaban entre las piezas demandadas por las clases más pujantes y acomodadas de la sociedad asturiana conforme avanzaba el siglo XIX, parece haber seguido un repunte en el primer tercio del siglo XX que pervivirá en los años 40. Parece probable la fusión de una tradición no extinguida con una nueva demanda en la órbita del regionalismo y que convive con la explosión del estilo remordimiento o padecimiento español. Esa incoherencia en el uso de motivos a la que antes aludíamos se verá entonces acrecentada, utilizando motivos diversos de entre los frecuentes en la tradición anterior combinados con formas nuevas; diseños tomados de repertorios publicados e industrializados o fruto de la inventiva de ebanistas y artesanos. Así, existen arcas con cabezas de guerreros, escenas del Quijote, reinterpretaciones de cenefas, roleos o candelieri, hojas de acanto y un amplio etcétera en piezas que quedan reducidas prácticamente a una función decorativa y que ven menguado considerablemente su formato. La pretensión de antigüedad llevará a recurrir a estereotipos, aplicando, por ejemplo, hierros, bisagras y escudos de cerraduras muy trabajados montados sobre fieltros de color al modo de lo conocido —y cada vez más publicado— de otras áreas geográficas. El reaprovechamientos de piezas antiguas o la copia literal de algunos motivos no hará fácil siempre reconocer la cronología de algunas de estas obras. 40 Caso de una de madera de cedro llegada a Gurullés, Reconco. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 36 ARCAS GERARDO DÍAZ QUIRÓS EN EL CONCEJO DE GRADO En el contexto de un trabajo de campo orientado a la localización de piezas susceptibles de ser incorporadas a la colección de su Museo Etnográfico tuvimos ocasión de localizar varias arcas, un buen número de ellas con decoración, en el concejo asturiano de Grado41. Presentamos una selección de piezas que por distintas razones consideramos de interés, con la intención de contribuir a la generación de un corpus de mobiliario que permita un día generalizaciones fundadas. El propio Museo Etnográfico de Grado custodia un total de seis arcas; cinco de las cuales están expuestas de forma permanente, mientras que una más, muy deteriorada, se encuentra en los almacenes. De entre las expuestas, una de ellas se ubica en la sección dedicada a los trabajos de carpintería; arca de castaño de gran formato (70 x 193 x 64 cm), de tablas enterizas ensambladas con cola de milano para armar la caja, clavado el fondo y sin decoración, ha sido reaprovechada en época indeterminada para recoger ordenadas diferentes herramientas de carpintero, habiéndosele clavado en su interior distintas piezas de madera especialmente orientadas a este fin. De las dos arquillas pequeñas (de menos de 40 cm de alto) existentes, ambas muy intervenidas, resulta original la decoración de una de ellas, que recurre a dos motivos circulares —y un segmento de igual diseño para el espacio bajo la llave— inscritos en un plafón cuadrangular cuyos ángulos, rebajados, rellenan hojas de perfil quebrado conseguidas con sencillos golpes de gubia. Si bien es este esquema muy común entre piezas del siglo XVIII, más novedosa es la traza de los motivos circulares, compuestos en su interior por una suerte de tracerías. La otra presenta por toda decoración un sencillo trabajo de talla a bisel con triángulos rehundidos. Obra nueva en ambos casos son los faldones de perfil recortado. En la estancia que trata de evocar la sala se expone un arca de buena factura. Obra de nogal, con costados, fondo, tapa, trasera y frente (de 57 x 155 cm) de una pieza, ensamblada con colas de milano actualmente ocultas por cantonera estriada, sin duda fruto de una intervención posterior, conserva goncios para el movimiento de la tapa y huella de un abisagrado anterior. Sin cerradura actualmente, una pieza de madera tapa el hueco de 41 Ubicado en la zona centro occidental de Asturias, el concejo de Grado está formado en la actualidad por 28 parroquias y una población que no llega a los 11.000 habitantes (de los cuales más de 7000 viven en la Villa de Grado, que ejerce como capital). Es de justicia dejar constancia de nuestra gratitud a todas las personas que nos facilitaron el acceso a sus piezas con exquisita amabilidad o nos proporcionaron información. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 37 la que fuera su mortaja. La decoración tallada del frente resulta un buen ejemplo del gusto de la segunda mitad del siglo XVIII. Tres campos cuadrangulares organizan el espacio, dividiéndose a su vez los de los extremos, idénticos, en cuatro para trazar florones de siete hojas lanceoladas, con nervio central y golpes de gubia, que parten de una corola con botón central. El espacio de una octava hoja, siempre orientada al centro, se reserva para una nueva corola común de ocho pétalos. El tramo central, en el que se deja espacio para el escudo de la cerradura, usa de nuevo de las corolas, de relieve más plano en este caso, pero incorpora también motivos nuevos. Conforme a lo expuesto ya en apartado anterior, preside la composición una cruz; doble en este caso, pues una sencilla asentada directamente sobre el borde del frente se ve reforzada por una celdilla de triángulos vaciados a bisel también de diseño cruciforme. El espacio se rellena, en esa búsqueda de riqueza por acumulación que preside el conjunto, con abanicos y rosetas hexapétalas agrupadas dos a dos en torno al cierre, que como se ha señalado también se cuentan entre los motivos más frecuentes del arte popular de toda la Europa agraria y muy especialmente de la atlántica (Fig. 8). Bien perfiladas, vaciadas con pulcritud, las formas no adquieren gran FIGURA 8. Arca. Museo Etnográfico de Grado, Asturias. Segunda mitad del S. XVIII. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 38 GERARDO DÍAZ QUIRÓS realce, pero resultan eficaces en la consecución de una idea de riqueza y exuberancia. Es obra muy próxima, si no de la misma mano, al trabajo decorativo de una panera trasladada desde La Granda en el concejo de Llanera a la parroquia de Biedes en Las Regueras, limítrofe con Grado42. Hemos citado ya la existencia también en el museo de un arca de excelente factura que consideramos pieza de procedencia vasca. Anchos montantes se prolongan a modo de patas sobre los que arman los costados —conformados por dos piezas— y el frente, que encaja a su vez sobre faldón recortado. La decoración, de cuidado diseño y ejecución, se vuelca al frente principal, trazando en las patas series de radiales rectos y curvos —alternando dextrosos y sinestrosos— sometidos a enmarques rectos y sencillas orlas de golpes de gubia vaciada. Preside el frente una cruz sobre pie semicircular flanqueada por dos grandes motivos circulares complejos; dobles radiales concéntricos con gallones interiores curvos en movimiento de sentido contrario. En el palacio que fuera de Miranda-Valdecarzana, actual edificio municipal que alberga distintos servicios culturales, se han quedado presumiblemente varias piezas de su mobiliario original. Nos interesan ahora dos de ellas; un arca de castaño de grandes proporciones (70 x 193 x 64 cm) (Fig. 9), sin decoración labrada, y otra, también de castaño pero con el frente tallado (Fig. 10). La primera, que refuerza con hierros ensambles y clavazón y presenta asas en los costados, parece especialmente adaptada para el transporte y encaja con modelos muy habituales en la zona leonesa. La segunda participa del principio compositivo descrito para la más labrada de las piezas del museo, si bien resolviéndolo con menor calidad de talla y de diseño. Hexapétalas inscritas en círculos y florones de ocho hojas lanceoladas buscan ocupar por completo y de forma simétrica los extremos del frente, trazando en el centro un sencillo abanico y tetrapétalas en varias combinaciones. Ya en domicilios o colecciones particulares nos encontramos con piezas muy diversas que podrían ejemplificar los distintos tipos de decoración esbozados en el apartado anterior. Hay un conjunto de arcas de factura tosca, bien representado, por ejemplo, en un mueble localizado en Baselgas o en dos piezas de una colección particular en la Villa. El primero (Fig. 11) juega en su frente —tapa y fondo son piezas nuevas— apenas con rosetas hexapétalas y formas circulares concéntricas conseguidas en los motivos de mayor desarrollo con golpes de formón; los mismos que forman la orla perimetral y las barras de enmarque interior. Las segundas combinan motivos circulares y florones de inspiración vegetal, pero resueltos de modo 42 Imágenes de la talla de esta panera pueden verse en Graña (2006: 216). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 39 FIGURA 9. Arca de viaje. Palacio Miranda-Valdecarzana, Grado. Asturias. FIGURA 10. Arca. Palacio Miranda-Valdecarzana, Grado. Asturias. S. XVIII. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 40 GERARDO DÍAZ QUIRÓS FIGURA 11. Arca. Colección particular, Baselgas. Grado. Asturias. ingenuo. Poco más que un dibujo inciso hay en una de ellas, dando forma a radiales curvos cuajados en su interior y en el borde del círculo que los encierra de golpes de gubia flameantes dando unas formas muy próximas a las de algunos respiraderos de hórreos de fines del XVII o la primera mitad del XVIII. En la otra (Fig. 12) sorprenden los peculiares radiales rectos con pequeño tetrasquel central o los grandes plafones con segmentos curvos en los ángulos. Que sencillez en el esquema compositivo y economía técnica y de motivos puede dar resultados más armónicos lo demuestra una arqueta también de Baselgas (Fig. 13). Compuesta en cerezo, parece obra del XVIII que recurre a radiales curvos centrando plafones con los ángulos matados por abanicos para ornar el frente. Frente a estas obras, un arca de castaño barnizado en tono oscuro mate —que vira con el tiempo a negro y que probablemente trataba de conferir a muebles de calidad la apariencia de nogal— puede ejemplificar la obra de carpinteros especializados o ebanistas locales en la segunda mitad del siglo XVIII (Fig. 14). Medios balaustres torneados ocultan en el frente los ensambles, armonizando las patas con la sinuosidad de su perfil. Molduras sencillas pero labradas con limpieza articulan el frente para enmarcar dos RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... 41 FIGURA 12. Arca. Colección particular, Grado. Asturias. FIGURA 13. Arquilla. Colección particular, Baselgas, Grado. Asturias. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 42 GERARDO DÍAZ QUIRÓS FIGURA 14. Arca. Colección particular, Grado. Asturias. S. XVIII. plafones cuadrados de estilizados gallones con botón floral y espejos ovales reticulados. En un término medio, con marcado sabor “popular” pero calidad mayor a los ejemplos comentados al inicio, se situaría un arca fechable en el siglo XVIII y conservada hoy en un palacete burgués de Grado capital y cuyo origen se desconoce. Medios balaustres torneados ocultan nuevamente el engarce a cola de milano, enmarcando el frente. Se articula éste en tres campos regulares, de los cuales el central recibe la bocallave y una hexapétala inscrita en círculo de gran tamaño entre cenefas de picos de diferente resalte. A uno y otro lado, un aspa genera cuatro espacios triangulares que se pueblan con hexapétalas y formas aveneradas. Muy próximas en composición y ejecución —usando también el motivo avenerado, nada frecuente en las arcas asturianas— son las piezas de Casa Xuan Antonio en el Concejo de Gozón (Díaz 2005: 135) y El Valle en Carreño (López y Graña 1988b: fig. 13), sin duda obra de la misma mano. Pieza excepcional es un arca de taracea, probablemente del siglo XVII, conservada también en un palacete burgués de la Villa (Fig. 15), según información oral del actual propietario, fruto de adquisición a principios de siglo en el mismo concejo. Nogal, limoncillo y boj se emplean para componer los motivos decorativos del frente y los costados, respondiendo estructuralmente al esquema común en Asturias ya descrito43. Una cadeneta de eslabones ovales en cuyo campo interior, oscuro, se recorta en madera clara una estilización vegetal de perfil muy quebrado 43 La pieza merece un análisis más detenido que permita precisar muchos aspectos, sobre todo de orden técnico y de uso de materiales, que abordaremos tan pronto nos sea posible su acceso. De igual modo, conforme se vaya contando con mayor número de piezas taraceadas localizadas será posible abordar su estudio desde otros ángulos. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 EL ARCA EN EL MOBILIARIO DE LA ASTURIAS PREINDUSTRIAL: PIEZAS DEL CONCEJO... FIGURA 15. Arca con trabajo de madera embutida. Siglo Grado. XVII. 43 Colección Particular, funciona como orla de enmarque del frente, recortando conforme al esquema usual el espacio para la cerradura. El campo interior se organiza simétricamente —una simetría estricta regirá la traza de cada uno de los motivos también—, disponiendo un jarrón o cestillo del que emerge un potente tallo de remate floral en abanico —esquematizado pero que recuerda vivamente las formas del clavel— flanqueado por sendos tallos de gran sinuosidad que juegan entre sí solapándose en los cruces y que rematan también en inflorescencias. Este esquema se repetirá a uno y otro lado, aprovechando el mayor espacio de las áreas laterales para trazar jarrones más complejos, estrangulados a la altura del pie y del cuello y con desarrolladas asas. Un sencillo despiece geométrico organiza los costados, segregando un círculo central que ocupará a su vez un motivo circular de gran elegancia, a medio camino entre la estilización vegetal y la geometría. Florones de hojas quebradas se adaptarán al espacio de los ángulos, en esquema muy utilizado en la plástica de la segunda mitad del XVIII. Una pieza de menor formato, en cuyo frontal aparecen dos de los jarrones más desarrollados usados en este caso, dibujan José Luis y Efrén RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 44 GERARDO DÍAZ QUIRÓS García Fernández (1976: 165) como de “Casa Don Liberto” en la parroquia de Noceda. A pesar de lo sumario del dibujo, parece evidente que son obra de la misma mano. El estado de la investigación sobre el mueble en Asturias no permite precisar respecto al origen de piezas de estas características o su cronología. Se piensa en la existencia de talleres avezados en el trabajo de la taracea, activos durante el siglo XVII en la zona oriental asturiana y cuyos tipos permanecieron en la centuria siguiente, pero no es posible afinar aún respecto a su relación con los talleres de la zona de Palencia, Burgos o los del valle de Cabuérniga en Cantabria (Aguiló 1993: 102, 103). Por otra parte, además de arcas, existen —sobre todo vinculados a casonas y palacios asturianos— sillas, bancos, mesas, bufetes y escritorios que participan de esta técnica, que habría que estudiar en conjunto y que constituye uno de los aspectos más interesantes de esa historia del mueble en el Principado aún por hacer. BIBLIOGRAFÍA CITADA Aguiló Alonso, M. P. 1974. “Muebles catalanes del primer tercio del siglo XVI”. Archivo Español de Arte 187: 249-271. Aguiló Alonso, M. P. 1987. El mueble clásico español. Madrid: Cátedra. Aguiló Alonso, M. P. 1990. “Mobiliario en el siglo XVII”, en Mueble español. Estrado y dormitorio: 103-132. Madrid: Comunidad de Madrid. Aguiló Alonso, M. P. 1993. El mueble en España. Siglos XVI y XVII. Madrid: CSIC y Ed. Antiqvaria. Álvarez Peña, A. 2002. Simbología mágico-tradicional. Gijón: Picu Urriellu. Artiñano, P. M. 1935. “Los lizos para fabricación de cintas en la región asturiana”. Anales del Museo del Pueblo Español I: 68-70. Cabal, C. 1931. 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LXVI, n.o 1, pp. 13-46, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.01 Revista de Dialectología Tradiciones Populares, EN TORNO AL DETERIORO DEL MOBILIARIO. FACTORES DE y DEGRADACIÓN... 47 vol. LXVI, n.o 1, pp. 47-56, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.02 En torno al deterioro del mobiliario. Factores de degradación y conservación preventiva Concerning the deterioration of furniture: factors in decay and preventive conservation Cristina Ordóñez Goded Grupo Arcaz RESUMEN Tras una exposición sobre algunos de los principales factores de deterioro del mobiliario (iluminación, humedad relativa, temperatura, biodegradación y elemento humano), este artículo refiere brevemente al conjunto de intervenciones de mantenimiento que pueden llevarse a cabo de cara a su preservación, denominadas “de conservación preventiva”. Se habla de labores que, si bien no evitan el natural envejecimiento de los muebles, sí pueden retardar la degradación de sus materiales constitutivos. Entre ellas podríamos destacar el mantenimiento de unas condiciones ambientales óptimas del lugar en el que se encuentran ubicadas las obras, la revisión periódica de éstas con el fin de comprobar si existe o no infestación biológica, la limpieza regular de las mismas, etc. Palabras clave: Conservación, Factores ambientales, Prevención de deterioros. SUMMARY This article outlines some of the principle factors in the deterioration of furniture (lighting, relative humidity, temperature, biodegradation and the human element) and presents the type of maintenance work that can be carried out for their preservation denominated “preventive conservation.” These methods, while not eliminating the natural ageing of furniture, at least manage to slow down the decay of their constituent materials. Among the most important are the maintenance of optimal environmental conditions in the place where the works are located, their periodical inspection to check for possible biological infestation and their cleaning at regular intervals. Key words: Preservation, Conservation, Environmental Factors, Decay Prevention. Los muebles, al igual que los demás bienes culturales de tipo material, están sujetos al deterioro ya que sus materias constitutivas (madera, metal, papel, tela, cerámica, cristal, carey, marfil, hueso, etc) se van volviendo RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 47-56, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.02 48 CRISTINA ORDÓÑEZ GODED vulnerables con el paso del tiempo, principalmente aquellos de carácter orgánico. Además, con frecuencia en una misma obra se combinan varios de ellos, que al reaccionar de manera diferente ante los factores ambientales, pueden provocar tensiones entre sí y consecuentemente daños en ella. De ahí que, con el fin de conservar estos objetos de la manera más adecuada posible, sea imprescindible conocer las causas de degradación de los materiales con los que están realizados. FACTORES DE DETERIORO Lo factores de deterioro del mobiliario se podrían resumir en: condiciones ambientales, biodegradación y elemento humano (Ordóñez, Ordóñez y Rotaeche 1997: caps, 1-3; Ordóñez 2004). 1. Condiciones ambientales Entre los factores ambientales que más influyen en la degradación de los muebles podemos destacar las fuentes de luz, la humedad relativa y la temperatura. La luz, particularmente la visible y la ultravioleta, produce daños irreversibles y acumulativos en los materiales orgánicos (VV.AA. 1969a: 311-313; Kuhn 1986: 144-147). Uno de sus efectos más visibles y comunes es la alteración cromática de la madera expuesta a ella, que varía según las especies. Así por ejemplo la encina, el cerezo o el nogal alemán pueden amarillear con la luz, mientras que el tilo o el palo rosa suelen volverse marrones. Cuando la exposición a la luz es prolongada el colorido de las maderas puede virar hacia el gris (Rivers y Umney 2003: 290). También las superficies pintadas de los muebles pueden sufrir cambios cromáticos con la luz, así como los acabados, adhesivos, el papel, la piel, determinados tejidos, etc. (VV.AA. 1969a: 310-313; Kuhn 1986: 142-143). Especialmente vulnerables a la luz son los colorantes usados en las marqueterías. De ahí que la mayor parte de ellas no conserven en la actualidad su colorido original (Ordóñez, Ordóñez y Rotaeche 1997; Rivers y Umney 2003: 290). La cantidad de luz que los objetos reciben se mide en lux. Con el fin de evitar los daños que se producen se aconseja que éstos se expongan a los mínimos niveles de lux necesarios para que se puedan ver con comodidad. Dichos niveles deben situarse por debajo de los 150 lux, y ante materiales especialmente susceptibles a sus efectos, como el papel o la tela, es conveniente mantenerlos por debajo de los 50 lux. Para reducir al máximo el tiempo de exposición de los muebles a la luz, resulta conveniente tomar ciertas medidas, como el mantener las luces apaRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 47-56, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.02 EN TORNO AL DETERIORO DEL MOBILIARIO. FACTORES DE DEGRADACIÓN... 49 gadas de las habitaciones cuando no se está en ellas, o evitar que reciban la luz directa del sol mediante la colocación de filtros, cortinas y persianas en las ventanas (Rivers y Umney 2003: 248-252). Pero la luz que reciben los muebles no solo debe ser moderada sino indirecta. Es decir, nunca se deben someter a la iluminación directa de un foco luminoso. Los muebles también pueden sufrir daños por efecto de la humedad (Plenderleith y Werner 1986: 16-18), tanto por el exceso o defecto de humedad relativa, como por las fluctuaciones de la misma. Una alta humedad relativa puede provocar la aparición de manchas en la madera, la corrosión de los metales o la proliferación de microorganismos y xilófagos. Pero unos niveles reducidos de humedad relativa pueden incidir en la pérdida de las propiedades adhesivas de las colas, provocar desprendimientos de materia, etc. Por su parte, muchos de los materiales constitutivos de los muebles como la madera, el marfil o el carey poseen la propiedad de ser higroscópicos. Esto quiere decir que el volumen de agua contenido en su estructura interna varía dependiendo de la humedad relativa del ambiente. Pero a la vez son anisótropos; es decir se expanden al absorber agua del ambiente y se contraen al soltarla. El primer fenómeno trae consigo la deformación plástica o cambio de dimensión de los materiales, mientras que el segundo conlleva el agrietamiento de su superficie (Díaz Martos 1975: 14-15). De ahí la incidencia de las fluctuaciones ambientales de humedad relativa en el estado de conservación de las obras, sobre todo en aquellas polimatéricas, debido a las reacciones heterogéneas que con ellas sufren sus diferentes materiales constitutivos. Por todo ello es imprescindible mantener unos niveles constantes de humedad relativa apropiados, tanto para la madera como para otros componentes de los muebles, del 58-60 % (Plenderleith y Werner 1986: 11-18; Rivers y Umney 2003: 252-260; VV.AA. 1969a: 314-315). El mantenimiento del grado de humedad relativa deseado se puede conseguir mediante equipos específicos de aire acondicionado que permiten a su vez conservar una temperatura constante y el aire limpio de gases contaminantes, de polvo y de microorganismos. Para elevar o disminuir puntualmente la humedad relativa se puede hacer uso de humidificadores o deshumidificadores (Rivers y Umney 2003: 258). Otro factor ambiental de deterioro del mobiliario es la temperatura (Kuhn 1986: 137) Esta incide directamente en la humedad relativa, que desciende cuando aumenta la temperatura y asciende cuando esta disminuye. Por dichos motivos resulta imprescindible mantener una relación óptima y estable entre humedad relativa y temperatura. El nivel de temperatura adecuado para la conservación del mobiliario a una humedad relativa de 58-60 % es de unos 22o centígrados. Para conseguir estas constantes es necesario RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 47-56, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.02 50 CRISTINA ORDÓÑEZ GODED controlar las fuentes de calor de los lugares en los que se ubican los muebles: calefacción central, chimeneas, estufas, iluminación eléctrica, etc. El control de la temperatura ambiental se puede lograr mediante termómetros comunes (Rivers y Umney 2003: 252-260). La contaminación atmosférica y el polvo también pueden provocar deterioro en los muebles (Plenderleith y Werner 1986: 18-19). Determinados productos químicos de los motores de gasolina y de los contaminantes industriales afectan al metal produciendo decoloración, manchas y corrosión. También pueden provocar alteraciones cromáticas en la madera, los barnices, el papel o los tejidos. En lo que se refiere al polvo, éste puede manchar muchas de las superficies de los muebles, alterar y rayar1 los acabados y potenciar la proliferación de insectos xilófagos y microorganismos. Para combatir la acción de la contaminación y el polvo se pueden instalar equipos de aire acondicionado que filtran el aire polucionado. También podemos proteger los muebles con fundas cuando no están siendo exhibidos. Conviene señalar que la limpieza del polvo debe realizarse con asiduidad, antes de que llegue a convertirse en suciedad, ya que la eliminación de ésta requiere de costosos tratamientos de restauración propiamente dicha que deben ser llevados a cabo por especialistas. 2. Biodegradación Cuando las condiciones ambientales son favorables, los materiales orgánicos se vuelven susceptibles a la infestación biológica de hongos e insectos xilófagos que pueden llegar a destruirlos por completo2. Los hongos afectan a la materia orgánica del mobiliario. Absorben el agua contenida en ella produciendo contracciones y agrietamientos. También provocan manchas. En cuanto a los insectos, todos aquellos que se alimentan de material orgánico pueden producir efectos negativos en el mobiliario. Los insectos que atacan la madera se denominan xilófagos. Existen dos tipos de insectos xilófagos: los Coleópteros y los Isópteros. La presencia de los primeros en el mobiliario se puede detectar por la aparición de polvillo de madera y por los orificios que practican en ella. Son gusanos que en su fase de larva excavan galerías en el interior de la misma con el fin de ir 1 Si el polvo se acumula en los objetos, la acción para eliminarlo podrá contribuir a rayar su superficie. 2 Sobre este argumento véase Liotta (1991), VV.AA. (l969a: 57-72). También VV.AA. (1969b: 84-87); Ordóñez, Ordóñez y Rotaeche (1997: 77-78); Ordóñez (2004: 6-8); Díaz Martos (1975: 19-26); Rivers y Umney (2003: 266-268). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 47-56, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.02 EN TORNO AL DETERIORO DEL MOBILIARIO. FACTORES DE DEGRADACIÓN... 51 alimentándose de sus sustancias nutritivas. A su paso van rompiendo la estructura de la madera y convirtiéndola en una materia muerta de aspecto acorchado. Los isópteros o termitas son verdaderas plagas destructoras de la madera, difíciles de erradicar ya que suelen construir su nido fuera de los muebles. Al igual que los coleópteros, horadan la madera con sus mandíbulas en busca de alimento. Como no soportan la luz y necesitan de la humedad, su vida transcurre en galerías de barro que ellos mismos forman mediante la glucosa y el almidón de la madera, taponando con esta misma sustancia los orificios de entrada. Estas galerías y la ausencia de orificios y de polvo de madera facilitan su identificación, pudiéndose distinguir así de los coleópteros. Una de las maneras de evitar la aparición de insectos y hongos consiste en el mantenimiento de un ambiente inhóspito para su desarrollo. Un ambiente limpio con una temperatura de unos 22º C y una humedad relativa del 58 al 60 %. Pero también es fundamental mantener los objetos limpios. Asimismo es importante hacer supervisiones visuales continuas en los propios objetos, para detectar este tipo de infestaciones. Los tratamientos contra los agentes biológicos que provocan deterioro en el mobiliario son de diferente tipo y deben de encomendarse a especialistas por la toxicidad y/ o complejidad de los mismos (Rivers y Umney 2003: 270-272; Ordóñez, Ordóñez y Rotaeche 1997: 99-100; Valentín 1990; Valentín, Algueró y Martín de Hijas 1992; Valentín 1993). 3. El elemento humano Se trata de uno de los factores que más afectan al mobiliario. Los seres humanos podemos dañar los muebles, tanto por usos o manipulaciones indebidas, como por intervenciones o reparaciones inadecuadas (Ordóñez 2004: 7-8). Lógicamente donde más expuestos suelen estar los muebles a la acción humana es en las casas particulares, debido principalmente a que, con frecuencia y a pesar de su edad, se los intenta seguir utilizando como si estuvieran recién construidos. El pretender usar los muebles a ultranza, como si fueran eternos no tiene sentido ya que el envejecimiento de sus materiales constitutivos los han vuelto vulnerables al uso. De ahí que, a menudo, ya no puedan seguir ofreciendo las mismas prestaciones que tuvieron en origen (Ordóñez y Ordóñez 2002: 9; 2007: 20-23). Los muebles antiguos sólo pueden ser utilizados si su estado de conservación lo permite, pero de manera limitada y cuidadosa y evitando darles usos para los que no fueron concebidos. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 47-56, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.02 52 CRISTINA ORDÓÑEZ GODED En cuanto a los perjuicios ocasionados a los muebles por reparaciones incorrectas, es posible afirmar que esto es algo que se produce con mucha frecuencia. Reparaciones que pueden comportar la eliminación de elementos fundamentales de la obra, el uso de materiales y tratamientos irreversibles, reintegraciones deficientes, el empleo de clavos para unir piezas de madera entre sí que impiden su movimiento y provocan grietas y roturas, etc. CONSERVACIÓN PREVENTIVA La conservación de los muebles antiguos requiere de una serie de labores preventivas que, si bien no impiden su natural envejecimiento, si pueden conseguir minimizar la degradación de sus materiales constitutivos (Ordóñez, Ordóñez y Rotaeche 1997: 63; Ordóñez 2004: 8-10). Entre ellas podríamos destacar el mantenimiento de unas condiciones ambientales óptimas del lugar en el que se encuentran ubicados los muebles, la revisión periódica de los mismos con el fin de comprobar si existe o no infestación biológica, la limpieza regular de estos objetos, etc. Asimismo, tanto la manipulación y uso adecuados de las obras, como el impedir restauraciones incorrectas se pueden considerar como actos de mantenimiento. Por ejemplo es conveniente tomar las precauciones pertinentes para que los muebles no se vean afectados a la hora de moverlos de un lugar a otro (moverlos adecuadamente evitando hacerlo de las manillas laterales, cuando existen, o en el caso de los asientos de los brazos, etc) Y en concreto, en lo que se refiere a la actitud para con estos objetos en los domicilios particulares, es necesario tener en cuenta la fragilidad que les confiere su antigüedad y evitar los usos inadecuados y abusivos (Ordóñez y Ordóñez 2002: 99; Ordóñez 2004: 8; Ordóñez y Ordóñez 2007: 23). Se deberá huir, por ejemplo, de la tan extendida costumbre de colocar directamente sobre la superficie de los muebles plantas u otros objetos que puedan deteriorar su acabado3. Por otro lado, como hemos dicho antes, es necesario limpiar el polvo de los objetos con regularidad. Este tipo de limpiezas rutinarias pueden realizarse en seco con un paño suave de algodón o con una brocha de pintor. A la hora de ejecutar esta acción conviene actuar con delicadeza en las superficies frágiles (con poca adhesión al soporte, con craqueladuras, etc.). Este es el único tipo de limpieza que se debe llevar a cabo por las personas que no son profesionales, debiéndose evitar aplicar sobre estos objetos 3 Es aconsejable para estos casos la colocación de muletones sobre la superficie de madera con el fin de no dañarla. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 47-56, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.02 EN TORNO AL DETERIORO DEL MOBILIARIO. FACTORES DE DEGRADACIÓN... 53 sustancias acuosas, así como cualquier producto limpiador ya que con ello se pueden ver dañados no solo los acabados sino la policromía, el oro, los tintes o incluso la madera. Tampoco debe aplicarse producto comercial alguno (incluidas las ceras) sobre la superficie de los muebles con el objetivo de reavivar el aspecto de la madera o su acabado si no se conoce su composición exacta y sus reacciones con el paso del tiempo. Muchos de estos productos pueden dañar irremediablemente las obras, ya que contienen aceites o sustancias como la silicona que dejan una película difícil o imposible de remover, que puede obstaculizar futuros tratamientos profesionales aplicados sobre su superficie. En el pasado se decía que los muebles se tenían que nutrir con aceite para evitar que la madera se deshidratara. Conviene huir de ese tópico ya que, si bien determinadas sustancias pueden mejorar el aspecto de los muebles momentáneamente, éstas nunca impedirán que la madera se deshidrate. Lo único que impide la desnutrición y sequedad de la madera es el mantenimiento de la misma en unas condiciones ambientales idóneas. Además los aceites no son recomendables para la conservación de los muebles ya que oscurecen la madera irreversiblemente y crean superficies pegajosas e insolubles que atraen suciedad (Ordóñez, Ordóñez y Rotaeche 1997: 151; Ordóñez y Ordóñez 2000: 194). En algunos casos, para muebles sin recubrimiento (es decir que no están dorados, lacados, pintados, etc.) y cuyas superficies no se encuentran en deficiente estado de conservación, la cera virgen (siempre que no esté adulterada) puede ser un buen material a emplear sobre la madera ya que es muy estable y reversible. Además puede protegerla de la humedad y de los agentes contaminantes (VV.AA. 2005). La aplicación de cualquier otro tipo de acabado que no sea la mencionada cera virgen, debe dejarse en manos de los restauradores profesionales, quienes cuentan con los conocimientos y experiencia necesaria para llevar a cabo adecuadamente dicha tarea sin provocar daños en las obras. Por último, cabe recomendar que cuando un elemento se suelta de un mueble se guarde en el interior del mismo para que el especialista a quien se le encomiende su restauración lo pueda volver a fijar en su sitio. Para finalizar, nos referiremos a la necesidad de prevenir las intervenciones incorrectas en los muebles. A la hora de encargar una restauración, el propietario del mueble en cuestión deberá asegurarse de que lo deja en manos de un auténtico profesional, que como si de un médico se tratase, va a aplicar en él los tratamientos beneficiosos pertinentes para “curarlo de sus males”. Deberá negarse por ejemplo a que lo lijen, ya que esta práctica es enormeRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 47-56, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.02 54 CRISTINA ORDÓÑEZ GODED mente perjudicial. La lija afecta a la pátina de los muebles, a los acabados, a los colorantes y a la propia madera sobre todo si se trata de chapa4. Deberá tener en cuenta que, en los países pioneros en el campo de la restauración de muebles, la eliminación de los acabados para volver a barnizar hace tiempo que ha dejado de ser una práctica común. Los acabados antiguos pueden ser tan importantes como cualquier otra técnica (marquetería, dorado, pintura, etc.), así como contener en sí mismos datos relevantes para la investigación sobre este tipo de objetos. Además forman parte de la historia de cada obra y una vez eliminados no se pueden recuperar (VV.AA. 2005). Un acabado antiguo con la pátina que solo puede conseguir el tiempo añade belleza y valor a una pieza. La eliminación y sustitución de un acabado por otro se considera el último recurso cuando fallan otros métodos de conservación. Por eso siempre que sea posible, lo adecuado es proceder a su regeneración (Ordóñez, Ordóñez y Rotaeche 1997: 145-151; Ordóñez y Ordóñez 2000: 187). El propietario de un mueble también debe saber que es deseable que las restauraciones no borren aquellas señales significativas presentes en él que le aportan identidad y que pueden contribuir al conocimiento del mismo, tanto en lo que se refiere a su técnica de elaboración como a su historia (marcas de herramientas o del uso, etiquetas, estampillas, adiciones antiguas que no afectan a la obra, etc) (Alcouffe 1977: 16). En definitiva, no deberá permitir el empleo de métodos o materiales que dañen la integridad física de las obras o que las transformen alterando su legibilidad. Como vemos en este texto, algunas de las labores de mantenimiento o de conservación preventiva a llevar a cabo en los muebles en buen estado de conservación, son simples y de pura lógica y las puede poner en práctica cualquiera que actúe con el cuidado y la sensibilidad necesarios. Sin embargo, las tareas de restauración propiamente dichas se deben de confiar a un restaurador-conservador profesional. 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De entre los diversos trabajos oaxaqueños destacan los realizados con una técnica particular de la zona serrana denominada, comúnmente, zumaque. Estas producciones realizadas en la Villa Alta de San Ildefonso, entre los siglos XVII al XIX, se limitan exclusivamente a ciertas tipologías de muebles civiles; escritorios, papeleras, escritorillos o arquillas de estrado, arcas, arquetas y cajas. Este artículo presenta la investigación más reciente y completa sobre el tema adentrándose en la problemática terminológica, los orígenes del centro productor, las diversas técnicas constructivas y decorativas empleadas así como el estudio analítico de sus maderas y la pasta de relleno. Palabras clave: Mueble virreinal, Resina vegetal, México, Modelos europeos, Siglo XVIII. SUMMARY During the Viceregal period, the Mexican region of Oaxaca was a major furniture production center. Among the diverse Oaxacan works those executed in a technique specific to the mountain region commonly known as zumaque stand out. These pieces made in the Villa Alta de San Ildefonso during the 17th to 19th centuries are limited to 1 Agradezco la colaboración de las siguientes personas: María Paz Aguiló, Virginia Armella, Teresa Calero, Mariana Castillo, Paloma Cuesta, Gustavo Curiel, Dona Donadio, Rosa Dopazo, Ignasi Girones, Gustavo Guevara, Mónica Martí, Ana Ortiz, Alejandra Quintanar, Sofía Rodríguez Bernis, Eumelia Hernández, Rodrigo Rivero-Lake, Alberto RojasHernández Salvador Rueda, Mario S. Somera, Guillermo Tovar de Teresa, Jorge Vertiz, Michel Zabe y Sandra Zetina. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 58 JUAN MANUEL CORRALES certain types of civil furniture: writing desks, papeleras, little desks and chests for female use, coffers, little chests and boxes. This article offers the most recent and complete research on the subject and deals with the problematic terminology, the origins of this production center, the diverse construction and decorative techniques utilized and the analytic study of the wood and fillers employed. Key words: Viceregal Furniture, Vegetable Resin, Mexico, European Models, 18th Century. INTRODUCCIÓN Las diversas culturas prehispánicas contaban, antes de la llegada de Hernán Cortés en 1519, con escasas piezas de mobiliario en palacios y casas. El arribo de mobiliario español posibilitó que tanto los maestros carpinteros españoles como los aprendices indígenas tuvieran modelos que reproducir, y así abastecer la demanda de una incipiente sociedad hispánica que pretendía emular los lujos de la metrópoli (Armiño 1966). Poco a poco, se combinaron las técnicas de carpintería europeas con las técnicas decorativas que tuvieron sus orígenes en el México prehispánico, dando inicio al rico mestizaje cultural en las artes decorativas y suntuarias novohispanas presentes en los hogares criollos. Dentro de las piezas de mobiliario que durante el siglo XVI llegaron a territorio novohispano destacan por su importancia los escritorios, las papeleras y las arcas (Corrales 2006). Los dos primeros muebles eran emblemáticos de cualquier casa que se preciara, remitiéndonos a universos epistémicos donde los objetos eran símbolo de origen social, moral y de distinción, unidos a la ritualidad y a cierto lenguaje propio (Carrillo 1957). Junto a ellos, las arcas ofrecían a sus propietarios una forma de guardar enseres y tejidos. El establecimiento de la navegación regular con las Filipinas en 1573 dio paso a un fluido comercio oriental2, dando inicio al lujo exótico de las casas virreinales. En cualquier morada de altos recursos económicos del siglo XVII coexistían muebles y objetos europeos, asiáticos y los producidos en este territorio, creándose un peculiar gusto tripartito (Curiel 1994, 1999, 2003, y 2005: 81), al que puede agregarse el gusto por los muebles sudamericanos provenientes de Perú y los caribeños de Cuba. Bernardo de Balbuena expresa en este excepcional soneto, recogido por Benítez (1953: 63-64), los ideales y alcances del imperio español con relación a México: En ti se juntan España con la China, Italia con Japón y finalmente un mundo entero en trato y disciplina. 2 A través de la ruta del Galeón de Manila o Nao de China, de la que Schurtz (1992: 203-229) detalla el recorrido. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 59 Esta exuberancia artística se verá reflejada en el mobiliario de las casas desde el inicio de las rutas comerciales (Rojas, Rea y Medina 1998; Romero de Terreros 1913, 1957), como bien ejemplifica Gómez (1983) en su obra El mobiliario y la decoración en la Nueva España en el siglo XVI. EL ZUMAQUE El zumaque es conocido como una técnica decorativa particular de los muebles novohispanos realizados en la región de Oaxaca entre los siglos XVII y XIX. Se empleó únicamente en la decoración de escritorios, papeleras, escritorillos de estrado, baúles, cajas, arcas, arquetas, cofrecillos, y baulillos de uso civil. En el ámbito religioso se conservan algunas cruces y cajas aisladas, llamando la atención el excepcional conjunto que atesora la iglesia de Tlacochahuaya, también en el estado de Oaxaca, por la singularidad que presentan el púlpito, el facistol, la balaustrada del coro y dos armarios de sacristía, todos ellos realizados con esta técnica, siendo estas las únicas piezas de este tipo que se conocen y conservan como grupo o ajuar en el templo para el que fueron realizados. Según la tradición, la técnica consiste en recortar chapas y reengruesos3 —según la época— de maderas diversas, sobre los que, para evitar que se abran o astillen, se realizan incisiones y desbastes poco profundos, mediante buriles de diferente calibre, según un diseño preestablecido, que se rellenan de una pasta, hasta ahora llamada zumaque, que delimita y realza los diseños incisos en la madera. En esta investigación se ha constatado el empleo de chapas y reengruesos de madera de zumaque, género Rhus, nunca antes estudiado, para ocultar las maderas comunes con que están construidos estos muebles zumacados, ello provoca una gran confusión en cuanto al origen, la técnica y la terminológica que el presente artículo intentará aclarar. PROBLEMÁTICA TERMINOLÓGICA Y ORIGEN Existe una gran incertidumbre en relación con el origen de esta técnica y su nomenclatura. Armella (1994: 60-77) clasifica estos trabajos como labores de nielado, técnica decorativa empleada en metalurgia mediante la cual se logran decoraciones en hueco rellenas con esmalte negro que suelen estar realizadas en plata y plomo fundidos con azufre sobre el metal (Diccionario 2001). Aunque el resultado decorativo pudiera ser parecido a los traba3 Las chapas tienen un grueso inferior a dos milímetros, a partir de este grosor se trata de reengruesos (Rodríguez 2006: 106 y 285). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 60 JUAN MANUEL CORRALES jos en madera, no tiene ninguna similitud al tratarse de materiales y técnicas muy diferentes, con tratamientos decorativos distintos. Una definición similar es referida por Gámez (2002: 56) al describir la técnica de un escritorillo oaxaqueño decorado con zumaque perteneciente al Museo José Luis Bello y González, en Puebla. En iguales términos se pronuncia Zahar (2000: 71), al hablar de la taracea en México, comparando los trabajos en zumaque con el nielado. Carlos Ovando (1962: 62) se refiere a esta técnica como combinaciones de dibujos grabados y quemados, aludiendo al pirograbado. Sin embargo, en estos muebles, los diseños nunca están quemados o grabados, sino excavados y rellenos; además, en los ejemplares más tempranos, del siglo XVII, se emplean diversas gamas cromáticas combinadas con el negro. El pirograbado es una técnica decorativa que presenta un terminado distinto, por lo que no es correcto emplear los términos grabado o quemado para referirse al zumaque. En cuanto al origen de esta técnica, Armella (1994: 23 y 49) sugiere la influencia ejercida por los talleres y ebanistas alemanes que trabajaron en la Península Ibérica en el zumaque oaxaqueño relacionándolos con los escritorios de marquetería bávara de los siglos XVI y XVII, que presentan perspectivas arquitectónicas y paisajes mediante la contraposición de diversas maderas teñidas y en color natural (Fig. 1). Curiel por su parte (2003: 137) también relaciona los trabajos en zumaque oaxaqueños con la llegada de cajas de Alemania (Augsburgo y Nuremberg) al Virreinato, pero en realidad las labores de los ebanistas alemanes, de delicadas y precisas composiciones creadas con gran maestría técnica, carecen de incisiones y rellenos de pasta por lo que no se asemejan a los trabajos novohispanos en zumaque, en cuyas decoraciones chapadas, además, es habitual la presencia de taquetillos para evitar deformaciones. Por el contrario, sí pueden relacionarse los trabajos de marquetería ecuatoriana, de los siglos XVIII y XIX, en los que las vistas arquitectónicas de ciudades, con varios planos de perspectivas, son mucho más afines en técnica y diseño a los trabajos marqueteados bávaros (Fig. 2). Los términos zulaque4 y zumaque5, que se emplean habitualmente para nombrar esta técnica, suelen aparecer escritos tanto con z como con s, aumentando la confusión. Al no encontrarse documentos antiguos novohispanos que hagan referencia a estos términos aplicados a la decoración de este tipo 4 En el catálogo de la exposición Grandeza Mexicana Virreinal, Curiel (2003: 36), al describir uno de estos muebles oaxaqueños, perteneciente al Museo Franz Mayer, nombra la técnica como zulaque. 5 En el libro aniversario de los veinte años del Museo Franz Mayer. Curiel (2006: 344) describe la técnica de uno de estos muebles oaxaqueños como zumaque. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 61 FIGURA 1. Detalle, escritorio alemán, siglo XVII. Museo Franz Mayer, México. (CBD-0022). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 62 JUAN MANUEL CORRALES FIGURA 2. Detalle, cómoda escritorio, Ecuador, siglo (CES-0007). XVIII. Museo Franz Mayer, México. de muebles oaxaqueños, resulta más difícil aún puntualizar la terminología correcta. Analizando y estudiando ambas palabras para definir su relación con esta técnica encontramos que el Diccionario de Autoridades (1726-1739) no incluye zumaque y define el zulaque como ‘betún’. Una definición similar es recogida por García Salinero (1968: 457-465) El Diccionario de la Lengua Española (2001) define el término zulaque como: Betún en pasta hecho con estopa, cal, aceite y escorias o vidrios molidos, a propósito para tapar las juntas de los arcaduces en las cañerías de agua y para otras obras hidráulicas. El betún es el nombre genérico de una sustancia compuesta principalmente por carbono e hidrógeno que se encuentra en la naturaleza y que en México recibe el nombre de chapapote6. Analizando las expresiones 6 Referido en el tratado sobre pegamentos, gomas y resinas del México prehispánico, (Martínez 1974: 125). Su origen etimológico proviene del náhuartl chapopohtli o chapupuhtli (Montemayor 2007: 38). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 63 populares españolas recogidas por Urdiales (2006: 332) en su Diccionario, encontramos que tiene el significado ya mencionado. Como se ha podido comprobar, el zulaque era un tipo de pasta utilizada para evitar las filtraciones de agua. Dicha materia se empleaba también en todo lo relacionado con la arquitectura vinculada con el agua, como refiere López Moreno (2005: 163-170) al hablar del espigón y murallas de Punta Cantera en Cádiz: Todas las piedras exteriores serían labradas convenientemente, adheridas con mortero hidráulico y con las uniones selladas con zulaque. Esta misma pasta era preparada para aislar las juntas de los sillares que formaban los aljibes y para la reparación de ollas y cazuelas según la tradición popular. En México se emplea una pasta similar en la que se mezcla sebo amasado con cal y pelos de burro o gato como aislante en las construcciones hidráulicas7. En un documento naval, el general Antonio de Ullóa (1784: fol.12), marqués de González de Castejón, describe, ante el Consejo de Guerra, cómo algunos navíos llevaban en sus cargas zulaque: Habiendo reconocido la vela, se halló ser portuguesa, nombrada Nuestra Señora de la Gloria, su capitán, Miguel Arnauz, hace 8 días salió de Oporto con carga de zulaque. Todos estos datos demuestran que el término zulaque no puede ser empleado para definir y nombrar la técnica decorativa del mueble que estamos estudiando. Castelló (1972: 40-41) y otros autores, al hablar de las lacas y el maque8 mexicanos de Chiapa de Corzo, emplean el término sulaque para referirse a una pasta hecha con polvo de tiza, del náhuatl tizatle o tizatl9, que se bate en agua de aje o axe, sustancia grasa que se obtiene de las hembras de un insecto hemíptero llamado Coccus axin que vive en los árboles (Montemayor 2007: 23), y cuya grasa tiene propiedades mordentes que empleaban los naturales de estas tierras en la preparación de las piezas que se van a laquear para tapar los poros y las imperfecciones. Estos procesos ya fueron descritos por Hernández (1959: 384) y Sahagún (1956: 139-140). 7 Véase Armijo (2005: 92) quien al hablar del acueducto de Chapultepec en la época virreinal hace referencia a este tipo de argamasa hidráulica. 8 En las regiones del sur de México, es común el empleo de este término para definir un tipo de laca muy particular y común, empleada en la decoración de objetos y muebles, Thiele (1982: 35-42). 9 Arcilla terrosa blanca de magnesio similar al blanco de España, Diccionario (1982: 582). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 64 JUAN MANUEL CORRALES El Diccionario de la Lengua Española (2001) no define sulaque y dice del maque que es como laca o barniz, zumaque del Japón, relacionándolo con los trabajos laqueados orientales. En Nueva España, desde los trabajos precortesianos, referidos por Pérez (1990: 23-30) hasta la llegada de artesanos orientales, en la Nao de China a partir el siglo XVI y sobre todo en el siglo XVIII, existe una gran tradición de estos acabados decorativos. Los barnices orientales se realizan, desde tiempos remotos, gracias a la sabia de un arbusto, del género Rhus, similar al zumaque, por lo que, muy probablemente, la palabra maque derive del término zumaque. Sobre el zulaque, Loyzaga (1985: 87), recoge la descripción que hace Behrens de esta técnica aplicada a la decoración de las producciones oaxaqueñas: Pasta hecha de pelo de chivo, cal, carbón vegetal y aceite de linaza, con la cual se forman hilos que se insertan a presión en las ranuras de la madera taraceada, destinados a la formación de motivos decorativos. Se sustituye el carbón vegetal con materiales colorantes, en el caso que dichos motivos lo requieran. Armella (1994: 70), recoge una receta muy similar del zulaque, como una mezcla de betún, pelo de chivo y tinta de huizache, al igual que Martínez del Río (1990: 440). Llama la atención el empleo de dos tintes negros: el betún, del que ya hemos hablado con anterioridad; y el huizache o Acacia farnesiana que es un arbusto, endémico de México, de cuyas vainas y raíces se extrae un tinte negro (Prieto 2006), el huitz-ixachi, empleado en la escritura, la elaboración de códices y en las lacas o maque por su intenso color, (Montemayor 2007: 69). Resulta difícil la aplicación de estas recetas en los delicados trazos incisos de las piezas zumacadas del siglo XVII (Fig. 3), ya que al ser tan sutiles no permiten la colocación de una pasta compuesta con pelos, y menos la aplicación pelo por pelo o en hilos en cada incisión, a no ser que los pelos estén molidos en la mezcla y esta sea muy fina. El pelo formado por queratina, sustancia albuminoide rica en azufre, pudiera emplearse en este compuesto para otorgarle mayor dureza y resistencia. En los trabajos más populares del siglo XVIII (Fig. 4), en los que los espacios incisos son de mayor tamaño y más profundo, siempre en negro, sí es posible incluir estos compuestos, ya que en los ejemplares estudiados se aprecian ciertas craqueladuras en la pasta. Sería necesario realizar un muestreo de la pasta de relleno para analizarlo químicamente y poder determinar su composición, ya que la queratina, junto con el calcio y el fosfato son unos de los componentes que dan fuerza y rigidez a los huesos, por lo que pudiera emplearse en esta mezcla con ese fin. Se han comprobado ciertas características físicas del zumaque entre RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... Figura 3. Detalle, baúl oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo Colección particular, México. 65 XVII. FIGURA 4. Detalle, escritorio oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo Museo Franz Mayer, México. (CBD-0030). XVIII. las que la dureza de la pasta es una de sus mayores cualidades. A ellas pueden agregarse la resistencia a los movimientos de la madera, el ser impermeable al agua y otros líquidos, ser suave al tacto, denso y compacto, con gran estabilidad y brillo intenso, presentando ligeras craqueladuras y resquebrajamientos por el paso del tiempo, con una apariencia similar al lacre10 y a las lacas. Los componentes de las dos recetas mencionadas de zulaque son muy similares a las referidas en el sulaque hidráulico; de ello 10 Compuesto por sebo, carbonato de cal, cera y colorante (Blanco 1919: 343-347). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 66 JUAN MANUEL CORRALES debe provenir el erróneo uso de estas palabras para referirse a la pasta de relleno de los objetos zumacados. Tanto Loyzaga (1985: 73-90) como Zahar (2000: 71) clasifican este trabajo como taracea, técnicamente relacionada con el recubrimiento mediante chapas, chapeado o enchapado, de la marquetería por el tamaño y la disposición de las piezas empleadas11. Zahar también vincula la técnica oaxaqueña con el esgrafiado y la intarsia. Del esgrafiado Sofía Rodríguez Bernis (2006: 166) dice que son incisiones realizadas en la madera que se entintan con sulaque, tinte vegetal, que confiere un aspecto parecido al grabado. El esgrafiado en los muebles está íntimamente relacionado con las producciones italianas del Cuatrocento, como lo refiere Aguiló (1993: 162) al hablar de la tarsia y grafito, diciendo de ella que es una técnica en la que las líneas incisas son marcadas mediante estuco oscurecido. Si bien el estuco no se emplea en el zumaque, la técnica tiene mucho parecido, aunque el Diccionario de la Lengua Española (2001) nos dice que esgrafiar es trazar dibujos con el garfio o punzón con el que, sobre una superficie estofada, se hacen dibujos y labores, haciendo saltar algunas capas superficiales dejando así al descubierto el o los colores siguientes. Para evitar posibles confusiones, parece lógico referirse a esta técnica como labor incisa y no esgrafiada. Hay quienes relacionan esta técnica decorativa del mueble oaxaqueño con la llegada de la primera imprenta a Guatemala12. Esta hipótesis asocia el entintado y el tallado de las letras en madera de la imprenta con el zumaque, por la influencia que hubiera ejercido el camino recorrido por la primera imprenta guatemalteca a su paso por estas tierras oaxaqueñas: desde la ciudad de Puebla de los Ángeles, donde fue adquirida por fray Francisco de Borja, entre 1659 y 1660, hasta su llegada a Santiago de Guatemala, como figura en la descripción de Tlaxcala de Muñoz (2000: 17). Parece poco probable que el paso de la imprenta por la región influyera en este nuevo estilo decorativo del mueble oaxaqueño; si a ello agregamos que se conservan piezas en zumaque, con motivos renacentistas y platerescos, realizadas desde la primera mitad del siglo XVII la hipótesis pierde validez. El Diccionario de la Lengua Española (2001) define el zumaque con varias acepciones; la que interesa aquí “Zumaque del Japón. Sustancia 11 El término taracea (Autoridades 1726: 460), es un adorno de una cosa de dos colores hecho como a manchas con proporción y hermosura. Su empleo ha sido confuso en los documentos antiguos, aunque la gran mayoría de los investigadores lo relacionan con la marquetería, otros, por el contrario, lo asocian con el embutido sobre madera. Véase Rodríguez (2006: 323). 12 Entre ellos el historiador mexicano Guillermo Tovar de Teresa quien me lo ha manifestado en diversas conversaciones mantenidas sobre el origen de esta técnica. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 67 resinosa afín a la laca, segregada por una especie botánica del género Rhus”, refiriéndose al nombre vulgar del Rhus vernicífera, conocido también como árbol urushi, árbol de cuya savia se extrae la goma empleada para la realización de la laca. Existe también un falso zumaque que se obtiene del Ailanthus altísima, conocido como “barniz del Japón”, “falso barniz”, “árbol del cielo” y “árbol de los dioses”13. El género botánico Rhus, con unas 250 especies, incluye un tipo de arbusto de la familia de las Anacardiaceas, estudiadas por Hendrick (1972: 314), del que existen cuatro variedades relacionadas con la presente investigación. El Rhus typhina, conocido comúnmente como zumaque de Virginia, es un arbusto de cinco o seis metros de altura que segrega una savia o resina empleada en la realización de las lacas (Beck 2007: 66-67). El Rhus coriaria, conocido vulgarmente como zumaque, produce un tipo de fruto que, molido, se emplea para curtir cueros por su alto contenido en taninos (13 % al 28 %) que hace al cuero más resistente a la luz, debido a las propiedades antioxidantes del ácido gálico que también posee. En ocasiones también se emplea la savia para fijar diversos colores al cuero por sus cualidades mordentes o adhesivas. El Rhus muelleri, conocido como zumac de Müller, es un tipo de arbusto siempre verde, endémico de México, que se encuentra en la Sierra Madre Oriental y en el Altiplano, en zonas boscosas de pinos y encinos. El Rhus oaxacana, conocido también como zumaque, es un arbusto endémico oaxaqueño que crece de forma espontánea o salvaje en las sierras de la región14. Esta investigación ha constatado, por primera vez, a través de los análisis realizados por la Dra. Alejandra Quintanar (UANM), el empleo de madera de Rhus oaxacana o zumaque en estos muebles oaxaqueños, con lo que el término “zumaque”, tradicionalmente empleado sin una justificación precisa, tiene una ahora una acepción clara y concreta en estas producciones. Es posible que en la pasta de los rellenos decorativos se emplee también la savia, utilizada en Japón para la elaboración de lacas y en Oaxaca para fijar colores, por sus cualidades adhesivas y mordente. Pudiendo intervenir también en la pasta las semillas, las molidas, por sus particulares antioxidantes. Si se confirmara, mediante el análisis químico, la presencia 13 Nombres populares empleados comúnmente tomados de Internet .infojardin.com/ arboles/ailanthus-altissima-ailanto-arbol-cielo.htm –www.botanicoatlantico.org/.../ailantoarbol-de-los-dioses-arbol-del-cielo.es.wikipedia.org/wiki/Ailanthus_altissima 14 En los trabajos de campo realizados, en 2010, en la zona montañosa limítrofe a Villa Alta se constató la presencia de abundantes arbustos de zumaque que fueron mostrados y muestreados por los pobladores, quienes conocían sus diversos usos, entre ellos la aplicación en el mobiliario, mientras que las poblaciones cercanas, a unos diez kilómetros, carecen de ellos, desconociendo sus habitantes su presencia. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 68 JUAN MANUEL CORRALES de estos dos productos del Rhus en la pasta, esta también podría nombrarse zumaque como tradicionalmente se viene haciendo15. Rodríguez (2006: 689), al referirse al zumaque, lo relaciona con el empleo de madera proveniente del Rhus coriaria, europeo. Al describir sus características, destaca su color amarillo con vetas verdosas, comentando que se empleó en trabajos de ebanistería francesa e italiana desde el siglo XVIII, siendo conocida también como Madera de Hungría. En el caso de los muebles novohispanos se emplea la madera de este género pero de una especie endémica y particular de la región oaxaqueña con vetas color castaño. Si bien es cierto que el origen de estos muebles zumacados se circunscribe a la región oaxaqueña (Romero de Terreros 1982: 253), antiguamente llamada Antequera, estas producciones están estrechamente ligadas a la localidad de Villa Alta de San Ildefonso16 o Villalta, en la Mixteca Alta, como han señalado Armella (1994: 17) y Curiel (2003: 137; 2006: 344). San Ildefonso de Villa Alta, fundado el 25 de enero de 1526, fue un gran centro productor de grana cochinilla durante el Virreinato17. Sus trabajos característicos están 15 Actualmente, la Universidad Autónoma Metropolitana, en México, y la Universidad Politécnica de Valencia, en España, analizan en sus laboratorios de química y física los componentes de la pasta de estos muebles para poder definirlos con precisión y así saber cómo está elaborada. Los primeros análisis realizados con las técnicas instrumentales de Espectroscopia Infrarroja por Transformada de Fourier (FTIR) y Pirólisis-Cromatografía de Gases-Espectrometría de masas (Py-GC-MS) confirman que las sustancias que intervienen en su composición son de tipo glicérico, polisacáridos, céridos, oxalatos de calcio, resinas y sales cálcicas. Es necesario ahora muestrear en el campo los posibles materiales empleados para comparar los resultados y poder determinar los componentes con precisión. 16 Situada al noreste de estado de Oaxaca a 1,750 msnm, la separa de los valles de Oaxaca una cadena montañosa conocida como Sierra Zapoteca. Su fundación realizada en 1526 por Diego de Figueroa fue motivada por la avanzada militar española, para contener los ataques indígenas de la sierra. Al adquirir el rango de villa se convirtió en cabecera de alcaldía mayor, sede de cabildo y morada de religiosos dominicos. Fue la quinta receptoría en importancia de las ocho que existían en la Intendencia de Oaxaca y era un punto importante dentro de las rutas comerciales de la región. Su aislada situación geográfica permitió que, además de ser estratégico enclave militar, cubriera como cabecera de distrito a más de cincuenta poblaciones cercanas. Todo ello la convirtió en un importante núcleo mercantil en el que se comercializaba principalmente grana cochinilla y tejidos de algodón. 17 Hacia 1600 pasó a ser una de las villas más codiciadas por los comerciantes y Alcaldes Mayores, dada su excepcional capacidad para producir estas mercancías, y por la calidad de las mismas. Se puede decir que el siglo XVIII fue su “época dorada” por su floreciente mercado y la demanda internacional que tuvo del tinte cochinilla, que era exportado a España, Francia, Holanda e Inglaterra. Al paso del tiempo, diversas epidemias disminuyeron a la población indígena que se encargaba del cultivo de la grana, RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 69 relacionados con los textiles18, la talabartería19 y la producción de mobiliario. Estos últimos son citados, en múltiples ocasiones, en inventarios y testamentarías consultados, ejemplificando las tipologías más características, como sucede en el del Alférez Nicolás Oñes de Gamboa (1683: Leg, 4, exp. 14, foja 20) en el que se describen dos cajas taraceadas, obra de Villa Alta. En el de Juan Martín de Villalonga (1682: Leg. 4, exp. 2, foja 10) se citan dos baúles taraceados, obra de Villa Alta, en el de Pedro Canon de Amaya (1687: Lej. 7, exp. 4, foja 15) se cita un escritorio obra de Villa Alta, así como en el de Alonso Sarmiento de Sebreros (1712: Leg. 13, exp. 22, foja 19), dos escritorios grandes y otros dos pequeños, obra de Villa Alta y en el de Bartolomé Groso (1726: Leg. 14, exp. 14, foja 12), una papelera, obra de Villa Alta. Estos datos corroboran que Villa Alta fue un centro productor de muebles, muy renombrado en la región, durante el Virreinato20, aunque no se detalla la técnica decorativa empleada en su ejecución, a excepción del término taraceado que figura en alguno de los documentos citados. El único mueble estudiado que permite asegurar fehacientemente el origen de estas piezas se encuentra en la colección Carlton Hobbs en Nueva York (fig. 5). Este escritorio del siglo XVII, además de poseer magnífica calidad técnica, iconográficamente es de gran exhuberancia, dándonos las pruebas de su origen en los motivos decorativos externos. En la tapa central se representa el plano de la Villa Alta de San Ildefonso con la leyenda “MAPA D LA VI ALTA DE SILLEFONSO” (Fig. 6), mientras que en el interior aparecen las con lo que dio inicio la decadencia productiva de la afamada tintura. Otros factores que incidieron en el colapso de su producción fueron la competencia que se estableció con Guatemala y el surgimiento de los tintes químicos. Durante la Guerra de Independencia el negocio textil floreció nuevamente en la región, entre otras cosas porque las tropas insurgentes vestían uniformes de algodón, confeccionados en Villa Alta. Hoy por hoy, el difícil acceso a Villa Alta y su mermada población laboral motivada por la emigración y la falta de producciones comerciales, ha llevado al olvido a este importante centro productor de muebles marqueteados, de cuya activad se conoce muy poco. 18 En el Inventario de los bienes del Teniente Coronel de Infantería D. Joseph Mariano Martínez (1766: Leg. 34, exp. 8, foja, 28), se señalan diez y seis mantas de Villa Alta. Para completar esta información véase la Carta del administrador de alcabalas de Villa Alta a la Dirección de Alcabalas, 30 de abril de 1804. Archivo General de la Nación, México, Alcabalas, caja 1192. 19 En la zona, son muy comunes los arbustos salvajes de zumaque, del que se aprovechaban los frutos y la savia en las labores de talabartería. Esta abundancia de zumaque posibilitó el empleo de su madera en el revestimiento de los muebles estudiados. 20 Es interesante apreciar cómo en ninguno de los documentos consultados figuran piezas de mobiliario, decoradas con zumaque, diferentes a las conservadas y a las descritas con anterioridad. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 70 JUAN MANUEL CORRALES cuatro estaciones rodeando al sol (Fig. 7). En los laterales figuran el Barrio de Analco21 “BARRIO DANALCO” (Fig. 8) y el Salto del Agua “SALTO DAGUA” (Fig. 9) ubicados en la localidad. FIGURA 5. Escritorio oaxaqueño abierto, decoración en zumaque, siglo Carlton Hobbs, Nueva York. XVII. Colección 21 Este barrio, situado al oeste de la Villa, era eminentemente indígena (tlaxcaltecos) estando gobernado por un cuerpo de principales; albergaba una “Casa de República”, una ermita dedicada a la Virgen de la Asunción y varios caseríos indígenas, según describe el Testimonio sobre la compra de una casa en Villa Alta por Don Pedro de Ortega (1786-1790), AGNM, vol. 30, exp. 1, ff. 1-5v. El que fueran indígenas tlaxcaltecos los habitantes del Barrio de Analco, puede relacionarse con algunas crónicas, siglo XVI, sobre la llegada de los españoles a Cholula, población Tlaxcalteca en la época prehispánica, en las que relatan cómo, los pobladores nativos de estas tierras sacrifican niños al dios Quetzalcohuatl, para evitar desbordamiento e inundaciones, mezclando su sangre con cal, a manera de zulaque, para tapar los manantiales y las fuentes (Muñoz Camargo 2000: Lib. II, cap. V). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 71 FIGURA 6. Detalle exterior de la tapa frontal abatible donde se representa el plano de Villa Alta de San Ildefonso, Oaxaca. Escritorio oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo XVII. Colección Carlton Hobbs, Nueva York. FIGURA 7. Detalle interior de la tapa frontal abatible donde se representan las cuatro estaciones y el sol. Escritorio oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo XVII. Colección Carlton Hobbs, Nueva York. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 72 JUAN MANUEL CORRALES FIGURA 8. Detalle exterior del costado derecho donde se representa el Barrio de Analco, en Villa Alta de San Ildefonso, Oaxaca. Escritorio oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo XVII. Colección Carlton Hobbs, Nueva York. FIGURA 9. Detalle exterior del costado izquierdo donde se representa el Salto del Agua, en Villa Alta de San Ildefonso, Oaxaca. Escritorio oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo XVII. Colección Carlton Hobbs, Nueva York. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... LAS 73 MADERAS Los muebles zumacados suelen estar construidos con maderas comunes y poco llamativas de la familia Pinaceae del género Pinus, esto es, pino común, (Cronquist 1981: 33) y de la familia Meliaceae, del género Cederla como el cedro rojo, abundante en la sierra oaxaqueña (Arce 2001: 33-34). Esta estructura o alma, realizada en maderas poco costosas, sin valor estético, se recubre y oculta, interior22 y exteriormente, con finas chapas y reengruesos de zumaque (Fig. 10), Rhus, arbusto de la familia de las Anacardiaceas, del género Rhus, con reducido diámetro, en tronco y ramas, pegadas mediante adhesivos o colas naturales23. Para reforzar la cohesión entre las chapas y el alma se emplean pequeños taquetillos o toretillos de madera. Entre sus características macroscópicas24, destaca el color crema con vetas irregulares en tono castaño oscuro, por lo que se emplean cortes tangenciales para aprovechar sus contrastes cromáticos25. Por lo regular, en las decoraciones chapeadas exteriores, son las chapas de maderas claras, más delicadas, las que presentan mayor número de taquetes (Fig. 11), debido a la pérdida de rigidez que motivan los recortes y los trabajos incisos. En las chapas oscuras también es palpable la presencia de taquetes aunque en menor número26. La utilización de estos taquetillos es frecuente en las piezas más antiguas, realizadas en el siglo XVII, mientras que en las dieciochescas casi no están presentes, lo que nos indica que en esta centu22 No en todos los muebles estudiados, los interiores están recubiertos de chapas, en algunos, los poco costosos, los interiores muestran la madera secundaria con la que están construidos. 23 Hobbs (1943: 33-45), en su tratado sobre el enchapado, describe en detalle los procedimientos empleados para la fijación de las chapas, haciendo hincapié en los adhesivos más empleados. 24 No presentan albura y duramen definidos. Las zonas de crecimiento son visibles a simple vista, marcadas por parénquima marginal y una serie de poros describiendo una tendencia semicircular. El parénquima axial es visible con aumento de 10x. La textura es de fina a mediana, el hilo es entrecruzado con olor y sabor no característicos. 25 En ninguno de los muebles estudiados por la Dra. Quintanar se ha detectado el uso de cortes radiales. 26 Ya que los motivos decorativos, sobre madera clara de zumaque están incluidos en chapas más oscuras, más resistente, a modo de la técnica parte y contra parte empleada en Francia, por André Charles Boulle en las decoraciones de carey y bronce. Véanse a detalle las esquinas del escritorio de la colección Cartlon Hobbs LLC. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 74 JUAN MANUEL CORRALES FIGURA 10. Detalle, interior de escritorio oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo XVII. Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 75 FIGURA 11. Detalle, escritorio oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo XVII. Colección particular, México. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 76 JUAN MANUEL CORRALES ria contaban con mayores avances técnicos. En raros ejemplares encontramos los interiores decorados con incisiones rellenas de pasta27. Las chapas oscuras y veteadas, que aparecen como fondo de la decoración marqueteada, suelen provenir de maderas de la familia Leguminosae, analizadas por Lewis (2005: 57), del género Lonchocarpus o machiche y del género Platymiscium o granadillo y en ocasiones se han detectado chapas del género Dalbergia o palosanto. Las chapas claras, como se ha dicho, provienen de arbustos de Rhus o zumaque y de árboles de la familia Meliaceae, de los géneros Swietenia y Melia, conocidos como caoba o caobilla. De la familia de Leguninosae, se emplea la Acacia mexicana (Rico 2005: 89-92) y de la familia Lauraceae, del género Phoebe, el aguacatillo, analizadas en México por Lorea-Hernández (2005: 61-87). Por lo regular, son las chapas más claras las que presentan decoraciones incisas y rellenas, manteniéndose en contraste con las chapas de madera oscura sin trabajar28. LA TÉCNICA DEL ZUMAQUE Una vez construido el mueble, se procede a seleccionar las chapas de las diversas maderas según la composición cromática determinada previamente, se traza el diseño decorativo, presumiblemente, mediante plantillas de papel. Diseño recortado que recuerda, en cierta medida, los famosos trabajos mexicanos de los papeles picados, de gran tradición en la zona oaxaqueña, empleados en la decoración efímera de festividades, tanto civiles como religiosas, para engalanar calles, iglesias, altares y casas. Es habitual, sobre todo en las obras más tempranas, que las chapas recortadas de madera clara no encajen a la perfección con las oscuras; esto motiva, en los diseños más complicados, la aplicación de pequeñas piezas oscuras entre los contornos claros con un abundante relleno de pasta en las oquedades, logrando limitar con mayor fuerza los contornos y las formas de los motivos decorativos. 27 Como las del escritorillo de la colección Colegio de San Ignacio de Loyola (Las Vizcaínas), México. 28 El estudio de estas maderas, muestreando unas quince piezas decoradas con zumaque pertenecientes al Museo Franz Mayer, ha sido realizado por la Dra. Alejandra Quintanar, asistida por Mariana Castillo. De esta investigación se destaca, además de la identificación de las maderas, la presencia de este tipo de especies botánicas en la foresta oaxaqueña, lo que nos indica que los maestros en la técnica empleaban árboles propios de la región, para los trabajos en zumaque y algunas otras maderas foráneas llegaban a la zona a través de las rutas comerciales. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 77 En casos excepcionales, ya mencionados, la decoración es aplicada sobre las chapas de madera oscuras mientras las claras, sin decorar, actúan como fondo de la decoración29 (Fig. 12). FIGURA 12. Escritorillo oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo Museo Franz Mayer, México. (CCB-0019). XVII. Las incisiones de los motivos decorativos pueden relacionarse, dada la similitud de trazos que forman los diseños, con la técnica de grabado sobre lámina de cobre y con la xilografía o grabado en madera ampliamente difundidos, ya que emplean materiales y herramientas similares, con resultados contrastados muy parecidos. Generalmente, la pasta resalta los motivos decorativos en negro aunque algunos ejemplares de gran calidad, sobre todo los realizados en el siglo XVII, presentan diversas tonalidades combinadas como el verde y el rojo. En raros casos algunas tonalidades son aplicaciones mediante pincel sobre la madera y la pasta. 29 De igual manera, en algunas de las piezas estudiadas se observa la ausencia de madera de zumaque siendo esta reemplazada por otras maderas claras similares como el limoncillo, endémico de la región, sobre la que se realiza la misma técnica decorativa. Esto podría obedecer a carencias en la producción forestal de la zona o a encargos particulares. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 78 JUAN MANUEL CORRALES Llama la atención que no existan en el mercado del arte y en los trabajos artesanales reproducciones de piezas decoradas en zumaque ni obras originales posteriores al último cuarto del siglo XIX. Ello nos indica que el o los talleres zumaqueros, al cerrar sus puertas en el siglo XIX, sin un motivo conocido aun30, no continuaron con este rico arte y los maestros no pudieron transmitir sus conocimientos a generaciones futuras. PARTICULARIDADES CONSTRUCTIVAS DE LOS MUEBLES ZUMACADOS Los escritorios, papeleras y arquillas novohispanos decorados y realizados con zumaque reúnen ciertas particularidades constructivas que los diferencian de los realizados en otras regiones del contexto hispánico. Todos ellos siguen el esquema constructivo de caja prismática, abierta o cerrada según los casos, en la que los laterales se unen mediante ensambladuras de lazos de cola de milano vista o almenada con la solera o fondo (Fig. 13) y la parte superior31. Las traseras, por lo regular cuidadas pero no para ser vistas, dado que las piezas estaban arrimadas a la pared, se ensamblan con colas de milano o almenada y a tope con clavos de hierro forjado o taquetes de madera sobre los cantos de los anteriores. En algunos ejemplares las traseras se unen a media madera sobre los laterales, por lo común en aquellas piezas en las que la decoración abarca la parte trasera de los escritorillos, arquillas y baulillos de estrado, lo que permitiría una visión circular. Las ensambladuras suelen carecer de escuadras y ángulos en hierro que las refuercen; algunos han sido colocados posteriormente, como trabajo de anticuario. Los herrajes realizados en hierro forjado, recortado, calado y biselado, habitualmente dorados, casi nunca eran colocados en Nueva España sobre terciopelo. Los herrajes se emplean únicamente en asas bisagras extendidas, cerraduras, cerrajillas, fallebas, palastros y tiradores (Fig. 14), siguiendo diseños y formas europeas pero con un tratamiento propio de la metalurgia novohispana que corrobora el mestizaje cultural32. 30 Pero en el que presumiblemente influyeron la caída de las producciones comerciales de grana y de textiles, las diversas epidemias de sus habitantes, el olvido de las rutas comerciales virreinales tras la consumación de la Independencia de México en 1821, los movimientos prerrevolucionarios, la emigración de sus pobladores y la deforestación de la zona. 31 Sistema constructivo empleado también en los baúles, arquetas y baulillos zumacados. 32 En los Cuadernos de viento (registran las mercancías cuyo valor fuera inferior a 10 pesos, que entraban semanalmente en Villa Alta) y los Libros reales (aquellos que ano- RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... FIGURA 13. Detalle, escritorio oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid. Cat. 3124. 79 XVII. FIGURA 14. Detalle de palastro y cerradura, escritorillo oaxaqueño, decoración en zumaque siglo XVII. Colección particular, México. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 80 JUAN MANUEL CORRALES La compartimentación interior o muestra, constructivamente mantiene esquemas compositivos muy similares a los de los ejemplares llegados de ultramar, predominando el estilo misional (Aguiló 1990: 120), en el que una puerta o gaveta central, a modo de nicho, incluye una imagen religiosa, vinculada con la devoción del propietario, rodeada de gavetas33 (Fig. 15). FIGURA 15. Escritorillo oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo Museo Franz Mayer, México. (CBD-0030). XVIII. Es inusual el empleo de puertas laterales y las centrales suelen ser gavetas simulando puertas aunque en raros casos sí se muestran como tales, como se puede apreciar en el escritorillo de la colección Josephus Daniels (Fig. 16), publicado por Shorto (1996: 102-103). Llama la atención en las piezas novohispanas que los atajos, compuestos por tabicas verticales y entrepaños horizontales, están realizados a media madera, es decir, no llegan al fondo del mueble o a tres cuartos del tan las operaciones cuyos montos fueran superiores a 10 pesos), figuran como efectos de Castilla mercancías tales como herrajes y barras de hierro. Véase los Cuadernos de viento correspondientes a: 1791, 1792, 1793 y 1794, y los Libros reales de 1790 y 1795 del Archivo General de la Nación, México. 33 En los escritorios, papeleras y escritorillos estudiados llama la atención la ausencia de gavetas ocultas o compartimentos secretos al interior de la muestra. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 81 FIGURA 16. Escritorillo oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo XVIII. Colección Josephus Daniels, Estados Unidos de Norteamérica. mismo, como sucede en los escritorios europeos y españoles de calidad media. Por el contrario, abarcan la mitad del espacio interior y dejan libre la otra mitad (Fig. 17). En otros casos hemos constatado el empleo de guías o listones de madera ensamblados a las tabicas y a los entrepaños para detener las gavetas. Esta particularidad puede obedecer a un ahorro de madera en aquellas partes no visibles y apoya la teoría de que los carpinteros novohispanos no pudieron analizar en profundidad las características constructivas internas de las obras foráneas. Los atajos se ensamblan entre sí a tope o en cuña, reforzados con toretes ocultos bajo la decoración enchapada, Por lo regular las calles suelen ser más anchas que los registros en las piezas de gran formato. En cuanto a las arcas y baúles decorados mediante zumaque34, siguen los modelos constructivos españoles, con diversas tipologías según el tama34 Uno de los más bellos ejemplares participó en la exposición Oro y plata de las Indias en la época de los Austrias, Meleón (1990: 111). Esta importante pieza se encontraba en Italia, fue adquirida por un anticuario mexicano y ahora se encuentra en una colección particular en México. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 82 JUAN MANUEL CORRALES FIGURA 17. Detalle interior, escritorio oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo Museo Franz Mayer, México. (CBD-0030). XVIII. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 MUEBLES VIRREINALES OAXAQUEÑOS REALIZADOS EN ZUMAQUE. LA MARQUETERÍA... 83 ño y la forma, siendo una característica particular novohispana que los interiores estén enchapados de pedacería diversa de zumaque. Entre las de gran tamaño, algunas conservan los pies o zancos a juego (Fig. 18), para evitar que la humedad del suelo afecte el contenido. Figura 18. Baúl con zancos oaxaqueño, decoración en zumaque, siglo Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid. XVII, La decoración empleada en todas las piezas zumacadas es de una amplia variedad, abarcando desde los temas emblemáticos hasta los motivos religiosos, pasando por la heráldica y las escenas costumbristas, los animales y las plantas. En las cenefas se emplean diseños muy variados, geométricos, florales y combinados, algunos tomados de los motivos decorativos prehispánicos (Mitla en Oaxaca) y otros de grabados. La diversidad de los temas RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 57-88, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.03 84 JUAN MANUEL CORRALES requeriría un artículo especial. Solamente mencionaremos el importante papel que desempeñó el grabado en la difusión de motivos decorativos convertidos en el medio común para la divulgación, tanto de estilos artísticos como de modelos a seguir en los lejanos territorios de la monarquía hispánica (Corrales 1998, 2000). A ello puede sumarse la influencia que ejercieron los libros impresos y los libros de coro bellamente ilustrados (Checa 1988). Esta afluencia de modelos popularizará los motivos más aceptados por la clientela que encargaba las piezas zumacadas. Un estudio profundo de los motivos decorativos que se está realizando, podrá abrir nuevas vías de investigación sobre los talleres que realizaron estas piezas en épocas pretéritas. A manera de conclusión y una vez analizadas las piezas conservadas, las terminologías empleadas en diversas épocas, las maderas y las técnicas constructivas y decorativas de estos singulares muebles, sería conveniente agruparlos bajo único término general “La Marquetería de Villa Alta”, resumiendo en él las particularidades de esta sublime y olvidada producción virreinal novohispana en la que interviene, generalmente en chapas y reengruesos, la madera de zumaque junto a otras para conformar llamativos mosaicos sobre los que se aplica la decoración esgrafiada y rellena de pasta. BIBLIOGRAFÍA CITADA Aguiló, M. P. 1987. El mueble clásico español. Madrid: Cuadernos de Arte Cátedra. Aguiló, M. P. 1990. “Mobiliario en el siglo XVII”, en Mueble español, estrado y dormitorio: 103-128. Madrid: Comunidad de Madrid. Aguiló, M. P. 1993. El mueble en España, siglos XVI-XVII. Madrid: CSIC y Ed. Antiquaria. Aguiló, M. 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LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 Mobiliario y pintura en las casas de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) entre los siglos XVII y XVIII Furniture and paintings in the houses of the marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) between the 17th and 18th centuries Luis Ramón-Laca Menéndez de Luarca Universidad de Alcalá RESUMEN A través de documentos inéditos de archivo, se analizan y estudian en detalle los conjuntos de muebles y la colección de pintura que quedaron a la muerte de don Sebastián Vigil de Quiñones y la Rúa y de su hija Jacinta, en sus casas de la villa de Pola de Siero y Oviedo (Asturias). Tanto los muebles como los cuadros se destruyeron o quizá dispersaron durante la Guerra de Independencia, cuando la Casa de la Rúa de Oviedo fue saqueada en reiteradas ocasiones. No obstante, los inventarios transcritos en este artículo ilustran perfectamente la riqueza de la que hacía gala en Asturias la nobleza de la época, como se comprueba comparando los inventarios estudiados con los de otras familias emparentadas con los Vigil de Quiñones, por ejemplo los Miranda, marqueses de Valdecarzana. Palabras clave: Mobiliario, Inventarios, Colección de pintura, Nobleza, Siglos Asturias. XVII y XVIII, SUMMARY Using unpublished archival documents, the author studies and analyses in detail the collections of furniture and paintings left at the time of their deaths by Sebastián Vigil de Quiñones y la Rúa and his daughter Jacinta in their houses in the town of Pola de Siero and the capital, Oviedo (Asturias). Both furniture and paintings were destroyed —or perhaps dispersed— during the Napoleonic Wars, when la Rúa’s house in Oviedo was repeatedly sacked. Nevertheless, the inventories here transcribed perfectly demonstrate the wealth displayed by the Asturian nobility of the period, which can be verified by comparing these inventories with those of other families related to the Vigil de Quiñones, for example the Miranda, marqueses de Valdecarzana. Key words: Furniture, Inventories, Painting Collection, Nobility, 17th & 18th Centuries, Asturias. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 90 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA INTRODUCCIÓN Los inventarios post-mortem se han utilizado frecuentemente como fuente básica para el conocimiento de las mentalidades y la cultura material de las sociedades en diferentes épocas y lugares (Bennassar 1982). El hecho de que en España se haya conservado un enorme número de protocolos notariales ha permitido reconstruir a la perfección (basándose casi exclusivamente en este tipo de documentos), por ejemplo, el coleccionismo de pintura en el Madrid del Siglo de Oro (Burke y Cherry 1997). Como señalan Burke y Cherry (1997: XIII), aquella época fue testigo de una moda, casi una manía, el coleccionismo de obras de arte (sobre todo pintura), que afectó en el momento a una variada gama de españoles, desde el Rey, sus nobles y sus ministros hasta individuos relativamente humildes que vivían en Madrid. En este caso, analizaremos los inventarios post-mortem de un padre y una hija, don Sebastián y doña Jacinta Vigil de Quiñones, I Marqués y II Marquesa de Santa Cruz de Marcenado; el primero de su Casa del Jardín de Pola de Siero y el segundo de la Casa de la Rúa de Oviedo, ambos referentes a Asturias. Como suele ser habitual en este tipo de documentos, no se hace referencia a la situación concreta de las pinturas o los muebles, mezclándose unas con otros, ya que los inventarios se realizaban de corrido, habitación por habitación. En el caso del inventario de los bienes que quedaron a la muerte del I Marqués, el documento, fechado en 1692, ofrece pocos detalles sobre la Casa del Jardín; por el contrario, en el de su hija, de 1717, sí aparecen mencionadas las diferentes habitaciones de la Casa de la Rúa, lo que permite imaginar el ambiente interior de dicha casa a principios del siglo XVIII. Es sabido que este tipo de inventarios se llevaban a cabo tras la muerte de los poseedores de los bienes: en el primer caso, para llevar a cabo las particiones correspondientes a los hijos de don Sebastián, fruto de dos matrimonios, de los bienes (procedentes de Madrid) aportados al matrimonio por su segunda mujer, doña María Josefa de Ribas Guerra; en el caso de doña Jacinta Antonia, el inventario se llevó a cabo seguramente por cuestiones relacionadas con la testamentaría correspondiente, aunque en ese caso los hijos de la II Marquesa eran fruto de un único matrimonio, con don Juan Antonio Navia-Osorio. Como es habitual, el inventario de los bienes tras la muerte de don Sebastián lo llevaron a cabo los miembros de la familia, asistidos por el escribano de Siero, Andrés Vigil Bernardo. En ausencia de parientes, en el caso del inventario de doña Jacinta, lo llevó a cabo don Juan Bautista Burgalés de Aguilar, gobernador político y militar de Oviedo y del Principado de Asturias; el primogénito, don Álvaro Navia-Osorio se enconRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 MOBILIARIO Y PINTURA EN LAS CASAS DE LOS MARQUESES DE SANTA CRUZ... 91 traba en aquel momento en el Puerto de Santa María (Cádiz), al frente de los ejércitos del rey Felipe V. LOS PROPIETARIOS Don Sebastián Vigil de Quiñones y la Rúa Don Sebastián Vigil de Quiñones y la Rúa nació en el concejo de Siero y fue bautizado en la parroquia de Santa María de Moldano (Lieres, Asturias) el 20 de enero de 1638 (Calatrava 2795). En el expediente para la concesión del hábito de Calatrava, fechado en 1669, se afirma que “dicho Don Sebastián Bijil se alla dueño de casas de conocida nobleça y renta en Asturias, y con serbicios y puestos honoríficos sus ascendientes”. Sus padres fueron Bernabé de Vigil, del concejo de Siero, y Antonia de la Concha, de la ciudad de Oviedo; sus abuelos paternos, Bernabé Vigil, también del concejo de Siero, e Isabel de la Rúa, natural de Oviedo, y los maternos, Diego de la Concha, natural del valle de Carriedo e Isabel de Cifuentes, de la ciudad de Oviedo (Abol 1986). En 1679 se le concedió el título de Marqués de Santa Cruz de Marcenado por Real Despacho (de 28 de agosto). Don Sebastián se casó dos veces, la primera con doña Isabel Bernardo de la Rúa y Valdés, madre de doña Jacinta Antonia y doña María Teresa, y la segunda con doña María Josefa de Ribas (o Rivas) Guerra, madre de doña Rosa Gertrudis y doña María Josefa. La segunda mujer del I Marqués, a juzgar por los bienes que aportó al matrimonio, fue una mujer rica. María Josefa era hija de Vicente de Ribas, quizá un Vicente de Rivas, director de la Compañía de Caracas, de Madrid, que aparece como testigo en 1680 en el expediente para la concesión del hábito de Alcántara a don Joaquín Zapata y Mendoza (Cadenas y Vicent 1991: 105). Doña Jacinta Vigil de Quiñones y Bernardo de la Rúa Su hija Jacinta Vigil de Quiñones y Bernardo de la Rúa, fruto del primer matrimonio de don Sebastián (con doña Isabel Bernardo de la Rúa y Valdés), heredó el título a la muerte de su padre, acaecida en 1692. Doña Jacinta contrajo matrimonio con don Juan Antonio Navia-Osorio, del que tuvieron tres hijos: Álvaro, Bernarda y Josefa, la última muerta antes que su madre. La II Marquesa murió el 10 de julio de 1717 en la Casa de la Rúa de Oviedo, habiendo testado un mes antes: [...] este que hago y otorgo zerrado y sellado ante el presente escribano, y firmado de mi nombre en las mismas casas de la Rúa, a seys días del mes de junio RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 92 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA de mil setecientos y diez y siete años. [...] doña Jazinta Antonia Vigil de la Rúa, Marquesa de Santa Cruz de Marcenado, viuda del señor don Juan Antonio Navia y Osorio [...]. Conoziéndome mortal y temiendo de la ora, por achaques en que muchos días me hallo, deseando morir en grazia de Dios [... ] es mi voluntad [que mi cuerpo] sea sepultado en la yglesia del convento de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, extra muros de dicha ciudad, y en el sepulcro que en dicha yglesia tiene la mi Casa de la Rúa. [...] Y también digo tengo por mis hijos lexítimos y de el dicho don Juan Antonio Navia y Osorio, mi marido, a Don Alvaro de Navia Osorio, vizconde de Puerto, coronel de ynfantería española, brigadier de los ejérzitos de Su Magestad, Ynspector Jeneral de las Armas de Andalucía y costa de Granada, residente al presente en la gran çiudad y Puerto de Santa María, [...a] doña Bernarda de Navia Osorio [...y a] doña Josepha Navia Osorio (difunta). [...] Y también es mi voluntad que si yo falleciese antes que llegue a esta çiudad el Vizconde mi hijo, los que lo son suios y duplicados míos, don Juan Alonso y doña Jazinta Navia y Osorio mis dos amados nietos, a quienes siempre e tenido en mi compañía, con el amor y cariño de duplicada madre, se mantengan en estas dichas mis casas de la Rúa con los mismos criados y asistenzia que e tenido y tengo asta que el dicho su padre y mi hijo llegue y disponga [...] (AHPA 1717 bis). Llama la atención el hecho de que doña Jacinta mencione en su testamento una suma de dinero que su padre había malgastado y que debía haberse empleado en la fundación de una capellanía: [...] y también declaro que haviendo benido a poder de D. Bernabé Vigil quatro mill y tantos ducados de los Reinos de Indias para fundar una capellanía, adbocazion de Santa Polonia sita en la parrochial de San Phelix de Baldesoto y no lo aver echo a causa de aberse muerto, y aber pasado dicho caudal con poder del Señor Don Sevastián de Vigil mi padre, y abérsele consumido su señoría, por cuia causa para fundar dicha capellanía en lugar de dicho caudal consigno ochenta fanegas de pan sitas en el qoncejo de Bimenes (AHPA 1717 bis). LAS CASAS La Casa del Jardín de Pola de Siero La Casa del Jardín se construyó formando parte, sin duda, del mismo proceso de enaltecimiento que don Sebastián desplegó a lo largo de su vida, incluyendo la concesión del hábito de Calatrava en 1669 y del título de marqués en 1679, así como su política matrimonial. En efecto, don Sebastián se casó dos veces, y las dos con mujeres ricas, primero con una representante de la hidalguía de Oviedo y después con una mujer procedente de Madrid que aportó al matrimonio una importante dote (Díaz Álvarez 2002; Díaz Álvarez 2006). En este contexto, tiene todo el sentido la construcción RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 MOBILIARIO Y PINTURA EN LAS CASAS DE LOS MARQUESES DE SANTA CRUZ... 93 de una nueva residencia en las afueras de Pola de Siero, en la que poder albergar la extensa colección de enseres, muebles y pintura que el I Marqués había llegado a acumular. Hasta entonces, los Vigil de Quiñones habían vivido en sus casas principales de Pola de Siero: [...] las casas principales en que vive en esta villa dicho señor don Sebastián Vigil con sus entradas y salidas y dos orrios de seis pies tras dichas casas con sus suelos y corradas de entre medias de dichas casas y de dichos orrios según que por la parte hacias las campas lindan dichos vienes con árboles de la casa de Zelles y con otra casa de este apeo y huerto que está pegado a ella, y de la parte de hacia arriva con una calle fuera de entre dichas casas y casa de don diego de Argüelles y de la parte de abajo con una plazuela que pega con el río, según dichas casas tienen un pasadizo desde ella a la capilla de Santa Catalina de la yglesia de esta villa [...] (Díaz Álvarez 2007: 202, n. 8). La Casa del Jardín se conserva hoy parcialmente, transformada en casa de cultura. En origen, es posible que su planta fuera cuadrada, alrededor de un patio cuadrado, con torres en las esquinas; hoy presenta forma de U. Es propiedad del Ayuntamiento de Siero, que lo compró a los descendientes del I Marqués en 1993 (información del Catálogo Urbanístico de Siero). Tenía unos jardines importantes, hoy transformados en el llamado Parque de Alfonso X, que estaban rodeados por un muro, hoy desaparecido. En el inventario de bienes que quedaron del Marqués, realizado en la villa de Siero el 19 de enero de 1692 en su casa de la villa, se mencionan, entre otros bienes, una colección de pintura formada por 44 cuadros, más dos espejos grandes y dos pequeños, varias mesas (entre ella tres de seis patas, una de cinco patas, otra “de encaje” de tres piezas y otra de cuatro pies embutida), una mesa de billar (“de trucos con sus bolas y tacos”), sillas “de baqueta de moscobia”, bancos (entre ellos “un bancón de nueve a diez varas de largo y media de ancho”) una silla de manos, tres bufetes (entre ellos uno de cuatro patas), dos escritorios de granadillo, un escaparate, varios baúles, arcas y varias camas (entre ellas una de madera tallada, la cama del Marqués, otra blanca dorada con dosel, otra de ébano con colgaduras de damasco encarnado guarnecido de seda y otra encarnada con colgaduras, dosel y guarnición de damasco verde), arcas y baúles y una alfombra turca (ACHV 1692, doc. 1). La colección de pintura, en su mayor parte formada por obras aportadas al matrimonio por doña María Josefa Ribas Guerra, incluía 55 cuadros: cuatro Ángel de la Guarda (uno algo dorado y otro con letrera), una Virgen de las Angustias, un cirujano con jeringa, tres cristos (uno con San Francisco y otro “enarbolado en la cruz”), un David, una Encarnación, dos espejos grandes y dos pequeños dorados, tres fruteros (uno viejo), unas lágrimas de San Pedro de gran tamaño (“algo dorado”), un león, un lobo, RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 94 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA tres magdalenas (una convertida y otra difunta), un retrato del I Marqués, un San Antonio, un San Diego de Alcalá, un San Fernando con las llaves de Sevilla, dos San Francisco (uno ya viejo y otro de la tentación), un San Ignacio, un San Jerónimo, un San José, dos San Juan (uno con el cordero), un San Lorenzo (pequeño de marco dorado), un San Pablo, dos San Pedro (uno con sus llaves), dos San Sebastián, una Santa Catalina, una Santa Clara (sin marco), una Santa Isabel Reina de Portugal, una Santa Marina, una Santa Rosa de Viterbo, una Santa Rosa del Perú, un Santo Domingo con otras imágenes, un Santo Domingo soriano, dos tigres, varias vírgenes (entre ella Nuestra Señora de la Asunción, Nuestra Señora de la Concepción, Nuestra Señora de la Encarnación con marco dorado, Nuestra señora de la Soledad, Nuestra Señora de los Siete Dolores, una Virgen del Rosario pequeña y una Virgen en contemplación grande). Entre los muebles, llama la atención la “mesa de trucos con sus bolas y tacos”, el “bancón de nueve a diez varas de largo y media de ancho” (unos 8 metros) la silla de manos, los escritorios de granadillo, el “escaparate grande nuevo con las armas de la casa de Vigil para la plata y los vidrios con su escalera” que estaba en el cuarto “de las chimineas”, el “baúl de granadillo con listas blancas”, la cama del Marqués (de ébano con barandillas) y varias camas con dosel (una blanca dorada) y colgaduras (una de ébano y damasco encarnado y otra de damasco verde), la alfombra turca y una piel de oso. La Casa de la Rúa a comienzos del siglo XVIII La Casa de la Rúa, que pasó a los marqueses de Santa Cruz de Marcenado por el matrimonio en 1655 de doña Isabel Bernardo de la Rua con don Sebastián Vigil de Quiñones, está situada en la calle de la Rúa de Oviedo. Hasta la década de los treinta del siglo XX, su fachada daba frente a la calle de Platerías, que tras el derribo de una manzana completa se incluyó en la plaza de la Catedral que hoy conocemos (plaza de Alfonso II el Casto) (Ramón-Laca y Ríos 2008). La Casa se levanta sobre un solar de estructura típicamente medieval, estrecho y largo, con una superficie de unos 1.250 metros cuadrados, de los que el edificio en sí ocupa unos 645 metros cuadrados en planta baja, 550 en la segunda, 500 en la tercera y 275 en la cuarta. El resto de la parcela, situada tras el edificio —hacia el oeste—, está ocupada por un jardín. La Casa que ha llegado hasta nosotros corresponde principalmente a la reforma llevada a cabo entre 1928 y 1929 según el proyecto del arquitecto madrileño Miguel Ángel García Lomas. Aunque se considera generalmente RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 MOBILIARIO Y PINTURA EN LAS CASAS DE LOS MARQUESES DE SANTA CRUZ... 95 la casa más antigua de la ciudad, de la primitiva construcción, realizada posiblemente a finales del siglo XV o principios del XVI, únicamente queda la fachada principal y el siguiente muro paralelo a ésta en las dos primeras plantas. En el siglo XVIII, se adosó a la fachada medieval un cuerpo de tres pisos de altura, obra probable del arquitecto asturiano Manuel Reguera. Diversos autores han venido sosteniendo que esta es la única casa existente en la actualidad que se salvó del incendio de Oviedo, ocurrido en la noche de Nochebuena de 1521. Sin embargo, los trabajos de restauración de la Casa dirigidos por el autor de este trabajo durante los últimos años han demostrado que el incendio de Oviedo afectó gravemente a la casa, a consecuencia del cual se llevaron a cabo una serie de intervenciones durante los siglos XVI y XVII. El interior de la casa correspondiente a aquella época aparece descrito en el inventario realizado en 1717 tras la muerte de la II Marquesa (AHPA 1717 bis, doc. 2). Para llevar a cabo el inventario, el recorrido fue el siguiente: (se refieren seguramente a la planta alta), comenzaron por una “antesala que cae a la calle pública”, de allí pasaron “al otro cuarto de estrado que sigue a dicha antesala y cae a la calle”, de allí “al pasadizo y primer quarto de él correspondiente a dicho estrado”, de allí “al segundo quarto del mismo pasadizo”, de allí “al quarto del estrado que cae al jardín”, de allí “al dormitorio que corresponde a dicho quarto de estrado, que es él en donde fallezió la dicha Marquesa”, de allí “a la sala grande que cae al Jardín”, de allí “a la antesala de la sala referida”, de allí “al cuarto del corredor que está a espaldas de la sala y que corresponde al patio de dichas casas”, de allí “a otros dos quartos nuebos que corresponden al mismo patio” (hasta aquí la planta alta), de allí “al quarto que llaman de sorriba”, de allí “al pasadizo de él que se halla junto a la escalera de la torre”, de allí “al quarto grande de la cozina y un dormitorio”, de allí “al corredor que corresponde al jardín” y finalmente de allí “al oratorio que se halla a un lado del mismo corredor”. La colección de pintura estaba formada por siete cuadros grandes de santas y virtudes, tres cuadros viejos pequeños, tres paisajes (“países”) largos con marcos dorados, tres cuadros grandes de pintura fina, un cuadrito pequeño viejo, cuatro pinturas grandes antiguas, cinco cuadros pequeños, nueve cuadros grandes sin marcos, un cuadro pequeño y viejo, más una efigie del Santo Cristo de plata y un San Sebastián (además de láminas, un misal y ornamentos) que había en el oratorio, lo que hace un total de 37 pinturas (más una imagen). Entre los muebles, se encontraron tres mesas de madera (dos de seis y una de cuatro pies y una mesa grande con dos tiradores), seis bancos de respaldo (cuatro de ellos torneados), doce sillas y un taburete de vaqueta RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 96 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA de Moscovia, seis escritorios (dos de ellos de tortuga finos con sus mesillas, uno de madera negro sin mesilla, uno antiguo viejo de madera, otro viejo de tortuga y otro grande de madera), tres mesillas, un Niño Jesús en un escaparate con vidriera, una estera fina de ochos clavada en la pared, almohadas de damasco encarnado y de damasco negro de estrado, una mesa de nogal embutido de estrado, cuatro cortinas de morlés en puertas y ventanas, tres cortinas de damasco encarnadas y tres de tafetán verde, cuatro cortinas de estameña verdes, arcas (una en el dormitorio de la II Marquesa que contenía 18 bollos de libra chocolate) y baúles, una arqueta pequeña y larga, varias camas (tres de nogal, una de ellas de campo de nogal embutida, una de madera vieja, una de granadillo bronceada con colgadura de damasco de seda encarnada [seguramente la citada en Pola de Siero], una de granadillo, otras de madera ordinarias, una de madera encarnada con colgadura de damasco verde y rodapiés de lo mismo [seguramente la citada en Pola de Siero]), dos espejos grandes de vestir, un brasero bronceado, un biombo viejo, un cajón de madera en el que estaba el servicio de mesa, es decir, la plata (un taller, una salvilla, una fuente, un jarro, una palangana, un bernegal, cuatro vasos, ocho tenedores, once cucharas, cuatro candeleros, cuatro tenedores, un cáliz y una patena) y el menaje de cocina (tres herradas, siete calderas, un almirez con mano, un pote de hierro, cazos, dos asadores, dos chocolateras, cinco docenas de platos de peltre y seis fuentes de peltre). Además, entre los bienes se incluyen un furgón con dos mulas y una esclava negra que se llamaba Teresa de Jesús. CONCLUSIONES Aunque la colección de pintura descrita en el inventario de la Casa del Jardín correspondía en su mayoría a bienes privativos de doña María Josefa Ribas, es posible que algún cuadro pasara a la Casa de la Rúa, ya que las cifras tienen alguna relación: 55 obras en Siero y 38 en Oviedo. Asimismo, otros enseres acabaron en la Casa de la Rúa, lo que al final significó su destrucción, por ejemplo las “sillas de baqueta de Moscovia” que aparecen citadas en los dos inventarios, y sobre todo las camas más ricas, cuyas descripciones coinciden perfectamente: Casa del Jardín (Pola de Siero) [...] una cama de hévano en que dormía dicho señor marqués con sus barandillas en el mismo quarto, una cama blanca dorada y un dosel a la cavezera de ella en el quarto de junto al prado, una cama de hévano con sus colgaduras de damasRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 MOBILIARIO Y PINTURA EN LAS CASAS DE LOS MARQUESES DE SANTA CRUZ... 97 co encarnado guarnecida en seda y [...] sin dosel a la cavezera de lo mismo y laminitas pendientes de la otra cama doradas. [...] una cama que está en la galería en el quarto más un [...] de la capilla que es en él encarnada contadas sus colgaduras de damasco verde la guarnición con su dosel de lo mismo [...] (ACHV 1692). Casa de la Rúa (Oviedo) [...] Y de allí se passó al dormitorio que corresponde a dicho quarto de estrado, que es él en donde fallezió la dicha Marquesa, en donde se halló una cama de granadillo bronceada con su colgadura de damasco de seda encarnado, un jergón, quatro colchones, dos sávanas, quatro almoadas con su lana y una colcha de lienzo [...]. Y de allí se pasó al quarto que llaman de sorriba, en donde se encontró una cama de madera encarnada con su colgadura de damasco verde y rodapiés de lo mismo, con tres colchones, dos sávanas, quatro almoadas con su lana y una colcha de damasco encarnada [...] (AHPA 1717bis). Que sepamos, todos los bienes descritos en estos inventarios se destruyeron o dispersaron, por haber pasado probablemente la mayor parte de ellos a la Casa de la Rúa de Oviedo. Esta fue saqueada en reiteradas ocasiones durante la Guerra de Independencia, asunto que demostró perfectamente el padre Patac sobre la base de documentos conservados en el archivo de la propia casa: (Escrita desde el 16 de mayo hasta el 2 de julio de 1809) Excmos. Señores Marqueses de Santa Cruz: [...] Cuando ya se marcharon los enemigos [los franceses] de la capital, me vine a ella y en las casas de V.E., mía y de otros muchos, se hallaron todos los muebles y efectos robados en la mayor parte y los que no hechos pedazos inservibles, sin dejar vidriera, cerradura, puerta ni ventana que no padeciese la misma suerte y lo propio algunos tabiques y paredes, en lo cual me sobraron también los malos y desafectos paisanos, que en esta clase de robos se distinguieron poco a los enemigos, con la diferencia de que éstos se tiraban a la plata, alhajas y ropas finas y los otros a todo esto y a los asientos y muebles, caminando de acuerdo los de las dos casas en destrozo y daños. [...] En la Casa de la Rúa estoy reparando sus puertas, ventanas y peslleras [cerraduras], tapiando de nuevo la comunicación de la huerta a la casa de la viuda, que abrieron los enemigos para servirse más fácilmente de las dos, poniendo en el posible aseo los efectos y papeles destrozados que han dejado, para su seguridad, hasta que V.E. diga el destino y si se ha de reparar de las demás quiebras RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 98 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA de puertas, ventanas y peslleras interiores, algunos trozos de pared y tabiques por intención depravada, no contando de 4 a 6 vidrieras sin lesión, pues todas las demás las han quebrantado, habiendo otras urgencias a que acudir y de mayor apunto, aunque por otro lado, si se trata de arrendar, siempre sería preciso repararla de lo puramente necesario (Patac 1980: 57-60). Oviedo y julio 16 de 1809 Excmo. Sr. Marqués de Santa Cruz [..] Los enemigos, he dicho en mi anterior, habían robado parte de los efectos que habían quedado en la Casa de la Rúa y hecho pedazos otros más, como sucedió a varios. Los espejos de cuerpo entero padecieron esta suerte, lo mismo un cajón de Talavera o china, vidrieras, algunos de los catres, baúles, mesitas y otras cosas, dejando lo inservible; sólo se halló sin lesión la cama de V.E., sofá, sillas finas con la cubierta de tafetán, que recogí de la Universidad, las otras de pajas, algunas mesas de las grandes y ordinarias, pues las otras dos chiquitas han sido también destrozadas, y algún otro mueble, sobre los cuales y su destino me dirá V.E. qué he de hacer. Estoy preparando los papeles que han quedado en un cofre y dejaron desordenados y hechos una inmundicia, algunos de ellos. Según los que he visto alguna vez, no advierto en el volumen de lo que ocupaban en el baúl, puedan faltar algo de consideración, en medio que hasta ahora no puedo asegurar cuántos y cuáles sean los extraviados o no. En la tarde del jueves antecedente, al día en que entró el enemigo, he dicho a D. Antonio formase un cajón para el resguardo de papeles; el dará razón de si se hizo o no, en donde quedaron, así fueron a Gijón con el demás ajuar. La criada de cocina y Gertrudis, estando aquí los franceses pudieron recoger de la casa algunos efectos, como calderas y algún otro que llevaron a la Ribera, en donde existen, habiendo dicho a Trelles me pase una lista de ellos. Estas furias de los abismos han hecho en el pueblo tal destrozo y revoltijo de efectos, pasándolos de unas casas a otras que son incalculables los daños causados a los naturales e importan millones de reales. Ignorando el paradero del coche, lo pregunté a Cifuentes y en duda me dice le parecía haberle visto en la casa del Marqués de S. Esteban, pero promete darme razón más fija. Vea V.E. que es lo que quiere que se haga con él (Patac 1980: 62-63). La casa de Pola de Siero se vendió por parte de los descendientes de don Sebastián en la década de los 90 del siglo XX al Ayuntamiento de Siero, mientras que la Casa de la Rúa, aunque permanece en la actualidad en manos de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado, no contiene ningún mueble anterior al siglo XX. Por otra parte, los documentos estudiados representan un vivo retrato de la vida cotidiana de la nobleza asturiana, a caballo entre los siglos XVII y RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 MOBILIARIO Y PINTURA EN LAS CASAS DE LOS MARQUESES DE SANTA CRUZ... 99 XVIII, y pueden compararse con la de otras familias, como por ejemplo los Miranda, emparentados directamente con los de la Rúa. De los Miranda, se conserva en el archivo del Real Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo) un inventario de 1719 (prácticamente contemporáneo, por tanto, del inventario de los bienes de doña Jacinta Antonia) (RIDEA 1719, doc. 3), que incluye los bienes que quedaron tras la muerte del Marqués de Valdecarzana en sus casas de Grado, Muros de Nalón, Villanueva, Teverga y Oviedo. Los bienes que quedaron en la casa de Oviedo, por ejemplo, presentan claras similitudes con los de la Casa de la Rúa y los de la Casa del Jardín. Aparecen en el inventario referencias a las piezas de estrado, a una colección de pintura formada por 36 cuadros, así como bufetes, escaparates con niños Jesús de cera, mesas, baúles, etc. Llaman la atención, sobre todo, las referencias a “dos coches enteramente compuestos, uno de verano y otro de ybierno”, a “la mesa cubierta de paño, tres bolas y algunos tacos, rodeado de bancos y dos mesitas” y a “dos silleteras de madera, y en una la silla de manos de raso alto con sus arcos”. Otros inventarios de casas nobles asturianas, por ejemplo el palacio de Toreno en Cangas de Narcea, mencionan una alfombra de Flandes, un reloj de campana de bronce y caja de nogal y cuatro escaparates de concha guarnecidos de bronce (Díaz Álvarez 2007). BIBLIOGRAFÍA CITADA Abol, M. de 1986. “La familia «de la Concha»: el mayorazgo en la Asturias del Antiguo Régimen”, en Liber amicorum profesor don Ignacio de la Concha: 21-50. Oviedo: Universidad de Oviedo. Bennassar, B. 1982. “Los inventarios post-mortem y la historia de las mentalidades”, en Actas del II Coloquio de metodología histórica aplicada. La documentación notarial y la historia. Vol. 2: 139-146. Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de Compostela. Burke, M. B. y P. Cherry 1997. Collections of paintings in Madrid, 1601-1755. Los Ángeles: Provenance Index of the Getty Information Institute. Cadenas y Vicent, V. 1991. Caballeros de la Orden de Alcántara que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo XVIII. Tomo 1. Madrid: Instituto Salazar y Castro. Díaz Álvarez, J. 2002. “Aproximación al patrimonio rústico de Sebastián Vigil de Quiñones”, en F. J. Aranda Pérez (ed.), El mundo rural en la España moderna: 435451. Ciudad Real: Universidad de Castilla-La Mancha. Díaz Álvarez, J. 2006. Ascenso de una casa asturiana: los Vigil de Quiñones, Marqueses de Santa Cruz de Marcenado. Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos. Díaz Álvarez, J. 2007. “La residencia del grupo nobiliario asturiano en el siglo XVIII: arquitectura, interiores, decoración”, en F. Núñez Roldán (ed.), Ocio y vida cotidiana en el mundo hispánico en la Edad Moderna: 199-210. Sevilla: Universidad de Sevilla. Patac de las Traviesas, J. M. 1980. La Guerra de Independencia en Asturias en los documentos del archivo del Marqués de Santa Cruz de Marcenado. Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 100 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA Ramón-Laca, L. y S. Ríos 2008. “La Casa de la Rúa de Oviedo: hipótesis antes de su restauración”, en Actas del Congreso Internacional AR&PA 2008. Valladolid: Junta de Comunidades de Castilla y León. FUENTES DOCUMENTALES ACHV (1692). Archivo de la Chancillería de Valladolid, Registro de Ejecutorias, caja 312412. Calatrava (1680). Expediente de solicitud del hábito por don Joaquín Zapata y Mendoza Guevara y Zapata, Archivo Histórico Nacional, OM, Calatrava, exp. 2869. Calatrava (1669). Expediente de solicitud del hábito por don Sebastián Vigil de la Rúa, Archivo Histórico Nacional, OM, Calatrava, exp. 2795, Madrid. AHPA (1717). Testamento y tres codicilos de la II Marquesa de Santa Cruz de Marcenado, doña Jacinta Antonia de Vigil y Bernardo de la Rúa, Oviedo, 6 de junio de 1717, Archivo Histórico de Protocolos de Asturias, protocolo notarial 7595. AHPA (1717 bis). Ymbentario de los vienes que quedaron por muerte de la señora doña Jazinta Antonia Vigil de la Rúa, Marquesa que fue de Santa Cruz de Marcenado, Oviedo, 8 de julio de 1717, Archivo Histórico de Protocolos de Asturias, protocolo notarial 7596. RIDEA (1719). Ymbentario que se hizo en el año de 1719 de las alaxas que el Marqués de Baldecarzana dejó en sus casas de la villa de Grado, Muros, Villanueva, Teberga y la desta ziudad de Oviedo que llaman de Miranda, y en las del campo de dicha ziudad, Archivo del Real Instituto de Estudios Asturianos, Valdecarzana 13/54. ANEXO Documentos de archivo Doc. 1: Inventario de los bienes que quedaron en la Casa del Jardín (Siero) a la muerte del I Marqués en 1692 (ACHV 1692) “[...] Ante mí, Andrés Vijil Bernardo, en la villa de Siero el día mes y año arriba dichos, nos, teniendo en mi presencia a la señora doña María Josepha de Ribas, biuda que quedó de dicho Señor Marqués, que la ley y en el auto de arriba en persona, que lo oió y entendió y aviendo jurado según se ve, que fue dando dicho ymbentario en la forma siguiente: Primeramente, una dozena de sillas de felpa encarnada con clavazón dorada que dixo dicha Señora aver traído de Madrid quando se casó con dicha Señor Marqués y también quatro taburetes de felpa hermanos de dichas sillas, que también dizen vinieron de Madrid. Más catorze sillas de baqueta de moscobia viejas, más una frasquera de nueve frascos, más una piel de oso, más un quadro de Santa Rosa de Viterbo,más otro quadro de San Sebastián, más otro quadro de David, más otro quadro de Nuestra Señora, más otro quadro de Nuestra Señora de la Conzepzión, más otro quadro de San Ignacio, más otro quadro de la Magdalena, más un quadro del retrato de dicho Señor Marqués, otro RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 MOBILIARIO Y PINTURA EN LAS CASAS DE LOS MARQUESES DE SANTA CRUZ... 101 quadro de Nuestra Señora de los Siete Dolores, otro quadro del glorioso San Joseph,otro quadro de la Santa Marina, otro quadro del señor San Onofre, otro de Nuestra Señora de la Conzepzión ya biexo, otro de Santa Isavel Reyna de Portugal, otro de un Santo Xristo y el glorioso San Francisco,otro de la Santa Chatalina, otro del señor San Juan con el cordero, otro del señor San Jerónimo, otro de Santa Rosa del Perú, otro del Santo Rei don Fernando con las llaves de Sevilla, otro del señor San Antonio, otro de la Magdalena difunta, otro de San Diego de Alcalá, otro en que está pintado un tigre, otro con la pintura de un león, otro frutero, otro de la pintura de un lobo, otro de la Magdalena combertida, otro de un santo Cristo, otro del Ángel de la Guarda, otro de la Encarnazión, otro de San Francisco ya biexo, otro de Santo Domingo soriano, otro también del Ángel de la Guarda, otro frutero, otro del señor San Sebastián, una estampa de papel, otro quadro de la tentación de San Francisco, otro del zirujano con la jeringa, otro frutero biexo, otro quadro de Nuestro Señor que le enarbolaron en la cruz dize dichas pinturas la Marquesa que binieron de Madrid. Uno de Nuestra Señora de la Encarnazión con marcos dorados que dize dicha Señora binieron de Madrid, otro de Nuestra Señora de la Soledad, dos espejos grandes que dize dicha Señora binieron de Madrid, otro quadro de las Angustias, otro quadro de un tygre, otros dos espejos pequeños dorados, un San Lorenzo pequeño de marco dorado, otro relicario pequeño viejo, una lámina de san Elifonso de piedra de ágata que dize dicha Señora bino de Madrid, otra lámina de Nuestra Señora de la Encarnazión, un espejo que también dize bino de Madrid, más una lámina de bronze de San Joseph y el Niño con unas piedra que también dize bino de Madrid, otro relicario negro que también dize bino de Madrid, otra lámina grande de Nuestra Señora de bronze con quatro santos que también dize bino de Madrid, más otra lámina con marco negro de una ymajen que también dize bino de Madrid, mas otra lámina fde otra [...] dize bino de Madrid, más otra lámina grande con su figura que también dize vino de Madrid, otra lámina dorada de Nuestra Señora y el niño Jesús que también dize vino de Madrid, otra lámina también dize que vino de Madrid, otra lámina de San Reymundo, otra lámina del Santo Cristo de Burgos que también dizen bino de Madrid, otro parezido pequeñito que también dize bino de Madrid, más una mesa con dos tiradores seis pies de tres varas de largo o poco más o menos, la mesa de los trucos con sus bolas y tacos, otros dos quadros yguales con marcos dorados de San Pedro y San Pablo que también dize la Señora binieron de Madrid, otro quadro grande algo dorado con el Ángel de la Guarda en lo alto, otro quadro del mismo tamaño de San Pedro con sus llaves, otro quadro más pequeño de la galería de la Virgen del Rosario, otro quadro grande de la Virjen en contemplación que también dize vino de Madrid, otro quadro de las lágrimas de San Pedro de gran tamaño algo dorado, otro quadro de medio canpo de Nuestra Señora que está en duda dicha Señora si vino de Madrid, otro quadro del santo Ángel de la Guarda con su letrera, otro quadro de Nuestra Señora de la Asunzión marco todo dorado que dize dicha Señora vino de Madrid, otro quadro de Santa Clara sin marco, otro quadro de Santo Domingo con otra himájenes, otro quadro de San Juan, una silla de manos, un vufete de quatro pies de vara de ancho y bara y media de largo con su tirador, un banco de respaldo exerido de clavos de concha, dos escritorios de granadillo, el uno con nuebe gavetas y [...], el otro tapados con sus baquetas, una mesita de quatro pies embutida, una mesa de nogal nueba de seis pies de tres varas de largo poco más o menos y casi otra de ancho, otra mesa de seis pies de vara en ancho y quatro de largo, otra mesa de encaje de tres piezas y seis pies vara de ancho seis pies de largo poco más o menos, otra mesa de zinco pies RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 102 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA en una de zinco quartas de ancho y quatro [...] y más de dos baras de largo, otra mesa de la misma echura, tres vancos de respaldo de tornillos de buen largo, otro vanco de respaldo con clavos de concha, un cajón a la subida de la escalera, otro cajón como se entra a la cozina con dos apartados, y otro cajón en riba del otro cajón en el mismo sitio de sus dos puertas, y arriva su alazena con reja, otro vanco de respaldo en las cozinas con clavos de concha, mesita vieja pequeña en la cozina, otro banco sin respaldo en dicha cozina, una arquilla pequeñita nueba que ará zinco [...], otra mesita pequeña de quatro pies y bara de largo, otra arca en dicha cozina con zerradura y llave, otras [...] enzima de una otra en dicha cozina que la una ará quatro anegadas y la otra tres y la otra dos poco más o menos , y en el corredor un cajón viejo de dos puertas, una harqueta enbutida que hará [...], un baúl viejo de mediano tamaño, un cofre claveteado de mediano tamaño con sus dos zerraduras. Y en el quarto de las chimineas un escaparate grande nuebo con sus armas de la cassa de Vijil que sirve para la plata y vidrios con su escalera, un baúl biejo con sus dos zerraduras de mediano tamaño, otro vaúl también biejo con sus tres zerraduras, otro baúl negro de granadillo listas blancas con su zerradura, dos arcas de vuen tamaño de dos zerraduras cada una cubiertas con baqueta y llaves todas de clavos de vronze, otro banco de respaldo grande con clavos de concha, otro banco de respaldo de tornillo, una muleta pequeña de cama enbutida de [...] con su caja en [...] de otras y otras dos arcas que ará cada una seis o siete anegadas, otras dos que arán cada una quatro ... poco más o menos, otra más pequeña que ará dos anegadas y media poco más o menos, y todas con zerraduras y [...] otro baúl biejo en el quarto berde de mediano tamaño con una zerradura, y en el mismo quarto una cama berde, una frasquera vieja sin frascos en el quarto blanco, una cama de hévano en que dormía dicho señor marqués con sus barandillas en el mismo quarto, una cama blanca dorada y un dosel a la cavezera de ella en el quarto de junto al prado, una cama de hévano con sus colgaduras de damasco encarnado guarnecida en seda y [...] sin dosel a la cavezera de lo mismo y laminitas pendientes de la otra cama doradas, en el quarto que llaman de la sala dos camas de madera con cordel, más en el quarto de las chimineas un bufete de quatro pies con su cajón más en [...] otro bufete de quatro pies un tirador en el quarto primero de la galería, otra cama de madera con tablas en el quarto de [...] otra cama de madera sus tornillos [...] más un arca con dos zerraduras larga y vieja [...], un baúl biejo, otro mayor, otro claveteado con clavos de bronze y con zerraduras llave [...] de las cántaras, otro baúl biejo con su zerradura y esfta declaración que dos baúles que ban inventariados en este inbentario por esta erenzia no le son de que estavan en la Pola ha poco, que son de Doña Rosa Jertrudis y Doña Serafina Josepha, hijas de dicho Señor Marqués, por havérselos dado el Señor Don Vizente de Ribas, su abuelo paterno y por ser tarde se suspendió el proseguir este ymbentario asta mañana a que fueron juntos el susodicho Thoribio Suárez, abad de Marzenado y don Bernardo Vijil Hebia, vezino deste concejo, de que doy fe y lo firmó dicha Señora Marquesa, la Marquesa, ante mí Andrés Vijil Bernardo. En la villa de Siero, a veinte y seis días de dicho mes y año prosiguiendo en dicho ynbentario. La dicha Señora Marquesa debajo de dicho juramento quedando por ynbentario las cosas y vienes siguientes: una cama que está en la galería en el quarto más ynmediato de la capilla que es en él, encarnada, contadas sus colgaduras de damasco verde, la guarnición con su dosel de los mismo. Más se pone por ynbentario por averse allado en el quarto llamado de la torre lo siguiente: una mesa de nogal de vara RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 MOBILIARIO Y PINTURA EN LAS CASAS DE LOS MARQUESES DE SANTA CRUZ... 103 y media poco más o menos y tres quartas de ancho con sus cajones de quatro pies y su zerradura, más otra arca con su zerradura que ará tres anegadas de zevada antes más que menos esta, dicha Señora dize las tenía dado [...] dicho Señor Marqués al lizenciado don Thoribio Suárez tenía su capellán para [...] sus alajas, más otra arca en dicho quarto que ará zinco o seis anegadas de zevada con llave y zerradura, más un banco de respaldo, una cama de nogal con sus cordeles, un bufetico pequeño de vara de largo y dos terzias de ancho de quatro pies torniado más dos sillas de baqueta de moscobia además de las referidas en este ynbentario [...] que se alló en dicho quarto lo de los herederos del lizenziado Don [...] Miranda, abad que fue de Santa Cruz de Marzenado, que residía en dicho quarto y por ser así notorio no se pone por ynbentario, más otra arca grande en el portal desta casa con su llave y zerradura que ará diez anegadas de zevada poco más o menos, un bancón largo en el [...] que pasa al jardín de nuebe a diez baras de largo y media de ancho antes más que menos, más en el quarto [...] a la puerta de la calle de la mano sinistra como se entra una cama de madera tallada de tabla [...]. Ante mí, Andrés Vijil Bernardo, en la villa de Siero a veinte y ocho días de enero de mil seiscientos y noventa y dos. [...] Más una alfonbra turquesa grande que se alló en estas dichas cassas del jardín, dize mi señora la marquesa que dicha alfonbra no es de esta erenzia y por serlo de dicha doña Rosa Jertrudes su hija por habérsela dejado la señora doña francisca de Guerra su abuela como constava del testamento devajo de cuya disposición [...] escribió ante mí en [...] de mil seis zientos y ochenta y zinco, sinado y firmado a lo que pareze de las de Villa Vinaga, escribano del Rey Nuestro Señor [...]”. Doc. 2: Inventario de los bienes que quedaron en la Casa de la Rúa (Oviedo) a la muerte de la II Marquesa en 1717 (AHPA 1717 bis). “Ymbentario de los vienes que quedaron por muerte de la señora doña Jazinta Antonia Vigil de la Rúa, Marquesa que fue de Santa Cruz de Marcenado (Oviedo, 1717) hecho por el señor don Juan Bautista Burgalés de Aguilar, alferez maior de las Reales Guardias de Corps, brigadier de los Reales Exércitos de Su Magestad, gobernador político y militar de esta ciudad y Principado [...] En las casas de la Rúa (8 julio 1717) [...] Primeramente en la antesala que cae a la calle pública se hallaron dos mesas de madera, la una en seis pies y la otra de quatro, sin ferraduras ni llaves, con sus carpetas, y también quatro vancos de respaldo torneados, y también siete quadros grandes de santas y virtudes, y también otros tres quadros viejos pequeños, y también quatro sillas de vaqueta de moscobia viejas y no otra cosa. Y de allí se paso al otro quarto del estrado que sigue a dicha antesala y cae a la calle, en donde se encontraron dos escriptorios de tortuga finos con sus mesilla, y en ambos las llaves de sus navetas, que aviéndose visto y reconozido estas en ellas no se halló cosa alguna, y también otra mesilla con su carpeta de damasco encarnado, y sobre ella un niño Jesús en un escaparate con su vidriera, y también tres quadros largos, sus pinturas paýses con sus marcos dorados, RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 104 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA otros tres quadros grandes sin marcos de pintura fina, más otro quadrito pequeño viejo, y también seis silla de vaqueta, una estera fina con ochos, almoadas de damasco encarnado uno y otro estrado, y también quatro cortinas de morlés en las puertas y ventanas de dicho quarto, una mesa de madera de nogal embutido y de estrado, y en el no se halló otra cosa. Y de allí se pasó al pasadizo y primer quarto de el correspondiente a dicho estrado, en donde se halló un escriptorio antiguo viejo de madera y para el reconozimiento de que en sí conservaba dicho señor gobernador para con la llave que paraba en su poder, pasó a abrir la dicha arca, de la qual sacó las que dentro de ella estaban, dejando esta pestillada y zerrada [...] se halló el dicho scriptorio antiguo y haviendo visto y reconozidos sus navetas, en ellas no se halló otra cosa que unos mazos de carta viejas y antiguas escriptas por diferentes personas a don Juan Bernardo de la Rua, dueño y poseedor que fue de estas dichas casas, que por no ser de utilidad alguna, dicho señor Governador hizo se quedasen en dichas navetas sin que de ellas se hiziese memoria, dejando dicho scriptorio zerrado con sus llaves, las quales dijeron paraban en poder de doña María Francisca Castro, vez de doncella en estas dichas casas, a quien dicho señor Governador hizo llamar para que abriese dicho vaúl y arca como con efecto lo hizo y, aviéndose reconozido lo que en sí enzerraban, se hallaron los vestidos y ropas del cuerpo de la susodicha, quien bolbió a zerrar y recoger dichas llaves, y también una cama de madera pintada de encarnado con su jergón, colcha blanca, y también otros dos colchones, dos cobertores, dos sávanas y dos almoadas con su lana, la una de texer y la otra de lienzo, y también diez almoadas de damasco negro de estrado, y también una silla de baqueta vieja, y en dicho primer quarto del pasadizo no se halló otra cosa. Y de allí se pasó al segundo quarto del mismo pasadizo, en donde se halló un scriptorio viejo de tortuga, y sus navetas abiertas que aviéndose rejistrado en ella no se halló cosa alguna, y también otro scriptorio de madera grande zerrado con su llave que haviéndose abierto en él no se halló cosa alguna, y también otra arqueta pequeña y larga de madera con zerradura y llave que haviéndose abierta en ella no se halló nada, y también otro escriptorio de madera negro sin mesilla, con su zerradura y llave, que aviéndose abierto en él no se halló cosa alguna, y también una cama de campo de madera de nogal enbutida con su jergón, dos colchones, un cobertor, dos sávanas, dos almoadas con su lana y colcha blanca de lienzo, y también otra cama de madera vieja sin testera, con su jergón y una colcha blanca, y en dicho quarto no se halló otra cosa. Y de allí se paso al quarto del estrado, que cae al jardín, en donde se hallaron quatro grandes pinturas finas antiguas, otros zinco quadros pequeños, una estera fina clavada en la paré, dos espejos grandes de vestir, un brasero bronceado con su copa de metal, y en dicho quarto no se halló otra cosa alguna. Y de allí se passó al dormitorio que corresponde a dicho quarto de estrado, que es él en donde fallezió la dicha Marquesa, en donde se halló una cama de granadillo bronceada con su colgadura de damasco de seda encarnado, un jergón, quatro colchones, dos sávanas, quatro almoadas con su lana y una colcha de lienzo, y dentro de dicho dormitorio se halló la arca de cuia llave se hizo entrego a dicho Señor Governador, la que bolbió a mandar abrir con ella, y aviéndose rejistrado en ella se encontraron asta dozena y media de bollos de chocolate de a libra y por labrar, como cosa de media arroba poco más o menos, y diferentes papeles, cuio reconozimiento suspendió por aora su señoria y dicha arca la bolbió a zerrar con su llave, y también una arca y un vaul grande con sus zerraduras llaves, que haviéndose avierto y rejistrado solo se hallaron diferentes papeles en atados, y algunos libros manuscriptos enpergaminados, cuio reconozimiento de lo que ellos conRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 MOBILIARIO Y PINTURA EN LAS CASAS DE LOS MARQUESES DE SANTA CRUZ... 105 tienen dicho señor gobernador lo suspendió por aora asta los poner en su lugar y con toda distinzión y claridad, dejando zerrado con sus llaves dicha arca y baul, y también otra arca mediana y un baulillo de camino con sus cerraduras llaves que aviéndose avierto en ellas no se halló cosa alguna, y en dho dormitorio no se halló más. Y de allí se pasó a la sala grande que cae al jardín, en donde se hallaron nuebe quadros grandes, sin marcos, una mesa grande con dos tiradores zerraduras y sin llaves, dentro de los quales no se halló cosa alguna, y dicha mesa cubierta con su carpeta, dos vancos de madera de respaldo, quatro cortinas de estameña verdes, y en dicha sala no se halló otra cosa. Y de allí se pasó a la antesala de la sala referida, en donde se halló una mesa de madera de seis pies, una arca de madera con su zerradura y llave que aviéndose abierto en ella no se halló cosa alguna, otro cajón de madera donde se entra el servizio de mesa, dentro del qual se halló la plata siguiente: primeramente un taller sobredorado con su azeitera, vinagera, pimentero, azucarero y salero, una salvilla con quatro vasos de encaje, una fuente del recado de mesa sobredorada, un jarro asimismo dorado, una palangana, un bernegal con su plato hechura de salvilla, otros quatro vassos, ocho tenedores, onze cucharas y entre ella la una partida, quatro candeleros, los dos grandes y los otros dos pequeños, otros quatro tenedores, un cáliz con su patena, todo de plata, un biombo viejo, y en dicha antesala no se halló otra cosa, y toda la referida plata susodicha el señor governador mediante el usso de ella la encargó la tubiese con toda guarda y custodia a Juan de Estevano, criado que corre con ella, quien dijo lo haría con toda fidelidad. Y de allí se pasó al cuarto del corredor que está a espaldas de la sala, y que corresponde al patio de dichas casas, en donde se halló una cama de granadillo con su jergón , dos colchones, dos sávanas, dos almoadas, un cobertor y una colcha de seda color pajizo, ya usada, y también otros dos colchones, dos sávanas, dos almoadas y una carpeta, una mesilla de madera de nogal, una silla y un taburete de vaqueta de moscovia viejo y un quadro pequeño y viejo, y en dicho quarto no se halló otra cosa. Y de allí dicho señor governador pasó a otros dos quartos nuebos que corresponden al mismo patio, y en el primero se halló una cama de nogal con su jergón, colchón, cobertor, dos sávanas y dos almoadas. Y en el segundo otro cama de nogal con su jergón, colchón, cobertor, dos sávanas y dos almoadas con su lana y, en este mismo quarto, otro colchón con su cobertor, una colcha y dos sávanas viejas y gruesas, y no otra cosa. Y de allí se pasó al quarto que llaman de sorriba, en donde se encontró una cama de madera encarnada con su colgadura de damasco verde y rodapiés de lo mismo, con tres colchones, dos sávanas, quatro almoadas con su lana y una colcha de damasco encarnada, una mesilla con su carpeta, tres cortinas de damasco encarnadas, una mesilla con su carpeta, tres cortinas de las de tafetán verde, y en dicho quarto no se halló otra cosa. Y de allí se pasó al pasadizo de él, que se halla junto a la escalera de la torre, en donde se hallaron tres arcas, la una grande y las dos medianas con sus zerraduras y llaves que aviéndose avierto se halló asta ocho fanegas de escanda, las quales se bolbieron a zerrar con su llave, y en dicho sitio no se halló otra cosa. Y de allí se pasó al quarto grande de la cozina y en un dormitorio se hallaron dos camas de madera ordinaria y cada una con su jergón, colchón, dos sávanas gruesas, dos mantas, un cobertor, y en la una una colcha vieja de lienzo y en dicha cozina dos arcas viejas, dos mesas y un cajón viejo, todo sin llaves, y aviéndose abierto en lo uno y otro no se halló nada, tres ferradas con su canjilón, siete calderas grandes y pequeñas, las quatro de cobre y las tres de azofre, una almirez con su mano, un pote de fierro, ocho cazos los zinco de fierro, dos de azofre y uno de cobre, dos asadores y un cavallete de fierro, dos chocolateras, zinco RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 106 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA docenas de platos de peltre con seis fuentes de lo mismo, y en dicha cozina no se halló otra cosa. Y de allí se pasó al corredor que corresponde al jardín, en donde se halló un cajón a modo de scriptorio con su zerradura y llave, que aviéndose avierto en él no se halló cosa alguna, y faltoso de navetas, y en dicho corredor no se halló otra cosa. Y de allí se passó al oratorio que se halla a un lado del mismo corredor, en donde se halló formado un altar, con su ara, cubierta con una sábana, la efixie de un santo Christo de plata, de una quarta de largo y en lo superior de dicho altar un quadro con la ymajen de San Sevastián y a los lados algunas láminas, misal y corporales, casulla, alba y más [...] para se bestir qualquiera sacerdote y poder dezir misa y no otra cosa. Y también se pone asimismo por ymbentario un furlón con dos mulas de coche, sillas, frenos y más peltrechos para un transporte y en dicha casa no se halló otra cosa alguna más que tan solo una esclava negra llamada Theresa de Jesús, la qual con todos los vienes que ban expresados dicho sñor governador dejó en ella encargado lo uno y lo otro a dicho señor Vizconde, quien le hallara no a le tener a derecho, y entregarlo siempre que por su señoría se le mande, y las llaves de dichos papeles y arcas, en donde se han en poder de su señoría dicho señor governador para proseguir dicho ymbentario quando y como convenga, y para que conste lo mando poner por diligencia, y mismo junto con dicho Vizconde de Puerto, de que doi fee”. Doc. 3: Inventario de los bienes que quedaron en la Casa de Oviedo a la muerte del Marqués de Valdecarzana en 1719 (RIDEA 1719) “En la Casa de Miranda de esta ciudad de Oviedo: Primeramente en el rezivimiento de las piezas de estrado, quatro fruteros apaisados de bara y media de largo Ytt. siete retratos de querpo entero de diferentes señores de la Casa de Miranda Ytt. un bufetillo de nogal con sus traveseros de hierro Pieza primera del estrado: Ytt. dos países grandes, con diferentes figuras Ytt. dos fruteros más pequeños Ytt. un quadro de San Sebastián de cuerpo entero y sin marco Ytt. un Christo echado Ytt. un San Lorenzo Ytt. un San Bizente grande con su marco Ytt. un quadro apaisado con su marco de la efixie de Jesucristo pidiéndole San Pedro Ytt. un quadro de la resurrezión con su marco Ytt. un quadro de San Francisco de medio cuerpo Ytt. otro del templo de Salomón Ytt. otro de Nuestra Señora y el Padre Eterno Ytt. otro del Prendimiento de San Andrés Ytt. otro de San Juan en el desierto RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 MOBILIARIO Y PINTURA EN LAS CASAS DE LOS MARQUESES DE SANTA CRUZ... Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. 107 dos escaparates con sus Niños de zera dos bufetillos pequeños, el uno de nogal y el otro de cañamazo quatro cántaros de barro fino un escaparate con sus marcos dorados un friso en dicha sala Pieza segunda: Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. Ytt. un quadro grande de San Andrés sin marco otro de la misma efixie de arriba y tamaño otro de Nuestra Señora de la Asunzión con su marco de vara y quarto de largo un espexo de armar con su marco de ébano un quadro de San Diego sin marco dos de San Pedro y Santo Domingo orlados de flores dos países grandes de montería un quadro de San Pedro Regalado con su marco orlado de flores otro grande de Nuestra Señora y San Ildefonso dos escaparates negros con sus bufeticos y fundas de rasetta tres frisos Pieza tercera: Un bufetillo de nogal con sus barrotes de hierro Ytt. otro de lo mismo con barrotes de madera Ytt. un marco de espexo dorado Ytt. un baúl forrado en piel de buey Una arca mediana de nogal Otra de castaño Más otra de pino Quarto de las criadas: Una arca mediana de nogal Otras dos grandes Ytt. unas lazenillas de madera Más dos sillitas de madera vieja [...] Cochera: Dos coches enteramente compuestos, uno de verano y otro de ybierno Una rueda del juego delantero Quatros vidros medianos hordinarios Bodega: Tres pipas y un duerno de hazer sanmartín RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 108 LUIS RAMÓN-LACA MENÉNDEZ DE LUARCA Quarto de los trucos: La mesa cubierta de paño, tres bolas y algunos tacos, rodeado de bancos y dos mesitas Patio: Quatro arcas de echar escanda Dos silleteras de madera, y en una la silla de manos de raso alto con sus arcos”. Fecha de recepción: 15 de junio de 2009 Fecha de aceptación: 22 de diciembre de 2009 RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 89-108, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.04 Revista de Dialectología Tradiciones EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL ySIGLO XVIII Populares, 109 vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 El comercio de muebles en Cataluña durante el siglo XVIII1 The furniture trade in Catalonia during the 18th century Mónica Piera Miquel Asociación para el Estudio del Mueble. Barcelona RESUMEN A partir de documentación de distinta índole conocemos los diferentes sistemas de venta y consumo utilizados en el comercio interno de muebles en Cataluña durante el siglo XVIII. Ofrecemos informaciones sobre la construcción de piezas y sobre su comercio desde los talleres de carpinteros, tanto de obras nuevas como de segunda mano y sus precios. Igualmente, estudiamos el importante negocio de muebles de alquiler ofrecido por carpinteros y por ropavejeros. Palabras clave: Mueble, Carpinteros, Siglo Cataluña, Consumo. XVIII, Sistemas de producción, Comercio, SUMMARY Through various types of documentation it is possible to determine the different methods of sale and consumption used in the internal furniture trade in Catalonia during the 18th century. The author offers information concerning the construction and commerce of pieces —new as well as second-hand ones— from the workshops of carpenters, and their prices. She also studies the major business of rentals offered by carpenters and secondhand dealers. Key words: Furniture, 18th Century, Trade, Catalonia, Consumption. 1 Para la redacción de este artículo hemos utilizado información incluida en nuestra tesis doctoral “La ‘calaixera’ o cómoda catalana y sus variantes tipológicas en el siglo XVIII” presentada en la Universidad de Barcelona en 2002. No hubiéramos podido escribirlo sin la ayuda de Francesc Cirera, al que agradecemos su dedicada colaboración. Las siglas de los archivos citados corresponden a ADG, Archivo Diocesano de Gerona; AHCB, Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona; AHPB, Archivo Histórico de Protocolos de Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 110 MÓNICA PIERA MIQUEL La información disponible, referente al comercio de mobiliario en Cataluña durante el siglo XVIII, es escasa y la obtenemos a partir de datos aislados recogidos en documentos de diferente procedencia que intentaremos aquí reunir y comentar. Comprobaremos que el siglo XVIII no aportó grandes novedades en los sistemas de venta de muebles, aunque la reactivación de la economía catalana en la segunda mitad de siglo acarreó un aumento del consumo, con su consecuente dinamismo comercial y el aumento de negocios dedicados a satisfacer la demanda de objetos para los interiores domésticos. Hemos centrado el interés en el comercio de muebles locales y en especial en el de la capital catalana, pero igualmente incluimos datos de otros centros, especialmente de las comarcas de Gerona, en concreto de Gerona capital, Olot, la Bisbal, Tossa de Mar y Torroella de Montgrí. Dejamos para otra ocasión, ya que sobrepasa el ámbito de este trabajo, el comercio exterior, que es sin duda de gran interés y merece ser estudiado minuciosamente. VENTA DESDE LAS CARPINTERÍAS Muebles por encargo Los documentos nos informan de que el artesano que construía muebles tenía tres principales sistemas para comercializarlos: el encargo, el semiencargo y la venta directa. Cuando M. Paz Aguiló estudió el mobiliario de los siglos XVI y XVII en España citó la compra directa y los encargos desde los talleres artesanales como métodos habituales en su comercio (Aguiló 1993: 31); desveló que un buen número de muebles eran encargados directamente por los clientes al carpintero de confianza y que las más bellas piezas se adquirían a través de mercaderes. Por nuestra parte, al analizar varios talleres abiertos en Barcelona en el siglo XVII, pudimos conocer ejemplos como el de Lluís Massot, carpintero activo hasta 1608, con un volumen de negocio espectacular que utilizaba la subcontratación para poder satisfacer la alta demanda y construía muchas piezas de forma seriada para su venta directa desde el taller. Este artesano acumulaba las partes de los muebles más comerciales cortadas y preparadas para montar, que ensamblaba y acababa a medida que recibía encargos, mientras que el número de muebles totalmente listos que esperaban comprador era pequeño. Además de particulares, entre sus clientes contaba con negociantes que le ayudaban a dar salida a la producción. En aquel estudio observamos también que a finales de siglo XVII no se detectaban novedades en el comercio de muebles desde los talleres y que los carpinteros seguían utilizando los mismos mecanismos que a comienzos de siglo para vender los muebles que construían, aunque en RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 111 ningún caso localizamos un obrador tan importante como el de Massot (Piera 2006b). Ya en referencia al siglo XVIII, y en concreto a la venta de cómodas en Cataluña, Mainar afirma que el encargo es el sistema más común (Mainar 1989: 74)2. Efectivamente, la venta por encargo seguía siendo el procedimiento de adquisición de un gran número de muebles, sobre todo de calidad, ya que permitía que el cliente escogiera todos los detalles de las piezas. Desconocemos hasta qué punto el comprador se implicaba realmente en el proceso de producción, pero sí sabemos que el carpintero, sillero o el tallista aconsejaban al cliente acerca de sus trabajos, para lo cual se ayudaban de alguna traza o boceto y de piezas acabadas o a medio hacer que utilizaban de muestra. Una parte de los principales muebles de las casas acomodadas se realizaron por encargo expreso del cliente. Si se deseaba un mueble con particularidades determinadas, ya fuera con materiales mejores de lo habitual, de medidas o formas especiales, o si se buscaba una pieza novedosa, espectacular o sorprendente, esa era la forma de llegar a conseguirla. Aquellos clientes que deseaban un mueble que todavía no estaba popularizado lo encargaban a su carpintero de confianza, a partir de algún modelo visto en el mismo país o en el extranjero. La principal ocasión para el encargo de objetos de lujo eran los enlaces matrimoniales. No sólo los muebles que formaban parte de una dote eran de encargo, siempre que la economía familiar lo permitiera, sino que además el acondicionamiento que se emprendía en las viviendas con ocasión de las celebraciones y para alojar al nuevo matrimonio solía provocar reformas, modernización de las mismas y encargo de algunos muebles, principalmente la cama de la nueva pareja. Documentos relativos al encargo de muebles son escasos en Cataluña. Normalmente, cuando un particular deseaba una pieza llegaba a un sencillo acuerdo, que podía ser oral o escrito, sobre sus detalles, su precio y el plazo de entrega, pero no solía acudir al notario para registrarlo. Lo dicho permite entender la dificultad para conseguir información escrita que docu2 “La seva confecció (de la calaixera) posava a prova l´habilitat i el bon gust del mestre ebenista que les construïa, quasi sempre, per encàrrec” dice Mainar. No nos parece apropiado denominar ebanista al artesano catalán anterior al siglo XIX que realiza muebles, como hace Mainar. La documentación muestra que los artesanos que realizan muebles hasta el siglo XVIII formaban parte del gremio de fusters, es decir de carpinteros, y no tenían una consideración específica. Sabemos que algunos de ellos trabajan realmente con chapas y utilizan maderas exóticas, pero en la época no recibían un tratamiento diferenciado. El término ebanista sólo lo hemos encontrado en referencia a artesanos carpinteros de fuera de Cataluña, o a partir del 1800. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 112 MÓNICA PIERA MIQUEL mente este sistema de venta. A medida que el carpintero trabajaba una pieza, detallaba el tiempo empleado y los gastos en su libro de cuentas. Luego entregaba una copia de estos apuntes al cliente, papel que servía de factura. En él se contabilizaban los jornales, junto al barniz o el acabado correspondiente, la cerradura, llave, bisagras u otros materiales que hubiera necesitado. Se facturaban incluso los clavos requeridos, la cola y el tiempo empleado en el trasporte, el mismo procedimiento que se utilizaba en trabajos de carpintería para la construcción pero, en el caso de los muebles, sin pasar por el notario. En muchos inventarios de carpinterías se registran libretas de cuentas y notas de pagos. En los libros de cuentas del taller de la familia Martí de Tossa que han llegado hasta nosotros (Moré 2000) quedan apuntados los gastos y jornales en la realización de armarios, mesas y otros muebles, y entre medio de las hojas de la libreta se conservan todavía algunos papeles sueltos que deben responder a las notas de gastos que el carpintero presentaba al cliente3. Normalmente el comprador tenía que entregar un anticipo para que el carpintero iniciara el trabajo y para costear la compra del material, especialmente la madera. En estos casos, el maestro firmaba un recibo donde anotaba el precio total de la pieza, la cantidad cobrada y la fecha de entrega. El registro de una de estas pagas y señales lo conocemos por la denuncia que el herrero Jaime Sala interpuso contra Francesc Morató. El denunciante declaró que había adelantado 30 libras de las 40 que se habían estipulado por la construcción de un buró y una cómoda que debían ser entregados en el plazo de un mes y que el acusado no había cumplido lo pactado. El veguer dictaminó otorgar a Morató un plazo de 15 días para acabar los muebles bajo la pena de una multa de 25 libras. El carpintero reaccionó pronto y consiguió que un colega construyera los muebles por él, solventando así el asunto4. En casos de denuncia como el anterior, podemos localizar referencias relativas a la venta de muebles a particulares. Una información que procede de las situaciones irregulares, ya que aunque la mayoría de los encargos dejaban satisfechos a los clientes, el incumplimiento del contrato privado podía ocasionar incluso cárcel. Un ejemplo límite lo encontramos en la relación profesional que se estableció entre el noble afincado en Gerona, Josep Francisco de Caramany, y el ebanista francés avecindado en la ciudad, Antoine Seux. En 1803 firmaron un documento privado donde el segundo 3 En estos libros de cuentas del taller de Tossa se apunta que en 1798 el taller Martí había “treballat per la calaxera de Nogueras, jornals so és 12 de meus y 2 del noy”. 4 AHCB, Arxiu del veguer i del corregidor. XXXVII-1177. Año 1776 (nº 83). 1776, abril, 30, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 113 se comprometía a acabar un gran mueble escritorio con librería que en aquel momento se encontraba en el taller de un ensamblador de apellido Saunier. El señor Caramany accedió a pagar por adelantado el trabajo que debía realizarse directamente en la casa del cliente e incluía el chapeado con diferentes maderas exóticas, además de los vidrios y metales. El artesano se retrasó más de dos años en el cumplimiento del contrato y el documento privado que habían firmado sirvió al noble para reclamar una y otra vez ante la ley y enviar al artesano a la cárcel. Se intentó que desde allá acabara la obra, para lo cual se le iba enviando todo el material necesario, hasta que cansado de problemas, en 1806, el señor Caramany consiguió rescindir el contrato y que la obra fuera terminada por otro carpintero de la ciudad. Aunque la existencia de casas comerciales europeas dedicadas a la venta de mobiliario y de objetos relacionados con la decoración de interiores viene de siglos anteriores (Aguiló 1993: 31), su presencia aumentó en Cataluña a partir de la segunda mitad de siglo XVIII, a medida que crecían las transacciones comerciales y el interés por embellecer las casas. La de Jan[cko] Kruybick con sede en Barcelona, por ejemplo, sirvió los vidrios y espejos de la casa del señor Caramany en Gerona, incluidos los del atropellado mueble5. Por su parte, carpinteros locales emprendedores probaron fortuna entrando también en el mundo de los negocios, con el objetivo de mejorar su situación económica y pasando a considerarse negociantes en lugar de artesanos. Las biografías de los carpinteros muestran cómo algunos, sin dejar el oficio, dieron ese paso (Arranz 1991), como es el caso de los hermanos Llausàs. Esta familia de carpinteros de Barcelona, procedentes de Flaçà en el Gironés, fue mejorando su posición económica en la ciudad y en 1785 Pere y Agustí crearon una compañía dedicada a la venta de madera y, todavía más: ellos dos, junto al tercer hermano Feliu, carpintero y tallista, fundaron otra compañía, en este caso para la construcción de sillas6. Siendo la cómoda y el buró tipologías que se pusieron de moda en la casa catalana a partir de 1730, es razonable pensar que los clientes inquietos que las deseaban, las encargaban, sin embargo, las informaciones al respecto las hemos localizado a partir de fuentes indirectas. En el inventario post mortem datado en 1735 del militar Josep de Duran Mora, quien vivía en Barcelona en la calle Lladó, podemos leer la siguiente descripción: Se troba en casa de Sebastià Aldebó, fuster, una calaixera nova a la ingles[s]a ab quatre calaixos grans y quatre calaixets petits, dins dita calaixera de fusta de noguer y alba nova ab dos manillas y escuts de llautó a quiscun de dits calaixos grans y 5 Archivo Patrimonial Caramany. 6 AHPB, Not. Francisco Madriguera Galí, 1792(I), fol. 253v-258r. 1792, abril, 10, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 114 MÓNICA PIERA MIQUEL ab son pany en quiscun de dits calaixos y bomba7 de dita cala[i]x[i]era y dos claus ço és la una per dits calaixos y la altre per dita calaixera. La qual de ord[r]e de dit senyor Joseph de Duran ha fet y treballat dit Sebastià Aldebó per adorno de la casa de dit senyor Duran8. El buró para el señor de Duran fue construido por encargo —de ordre, dice el documento—. No sabemos cuándo se hizo el pedido, pero debió ser en el mismo año de 1735, porque los encargos de este tipo solían tardar un mes en ser entregados. Estamos hablando de una fecha en la cual la cómoda se estaba consolidando como nuevo contenedor de moda entre la nobleza y la burguesía comercial, pero en la que todavía no estaba suficientemente implantada como para que los talleres las tuvieran preparadas para su venta. En realidad, no hemos encontrado ningún inventario de carpintero catalán de esta década que tuviera cómodas acabadas o a medio hacer en el taller, y en cambio, sí tenían otros artículos de mayor demanda, como arcas, arquillas o sillas. Esto permite deducir que las primeras cómodas fueron, o bien realizadas por encargo del cliente, o bien procedían de importación, como así lo demuestran otros ejemplos. Sebastià Aldabó, el artesano al que se le encomendó realizar el mueble, nació en 1670 y pertenecía a un linaje de carpinteros y escultores de Barcelona activo desde la primera mitad de siglo XVII (Arranz 1991: 3). De Sebastià era conocida su labor en las obras del altar de Nostra Senyora del Roser del convento de Santa Catarina, junto al escultor de Manresa Josep Sunyer. Curiosamente este trabajo se le encargó el mismo año que el escritorio del señor Duran. Desconocemos otras de sus obras de carpintería, pero la coincidencia cronológica de estas dos muestra la falta de especialización y la capacidad de combinar tareas de distinta índole en el taller de Aldabó. Los materiales del buró fueron el álamo blanco y el nogal, siendo los tiradores en forma de anillas y los escudetes de cerradura de latón. Es decir que, aunque esta pieza era de encargo, estaba realizada con los materiales más frecuentes en las cómodas 7 Debe querer decir tomba, es decir tapa del escritorio. 8 AHPB, Pau Mollar, Inv. et Auctionibus, 1722-1743, fol. s/n.1735, septiembre, 19, Barcelona. Queremos hacer notar que el notario denomina calaixera a la anglesa a este mueble que en realidad es un escritorio del tipo buró (escriptori, en catalán) y no es la única ocasión en que esto ocurre. Curiosamente, la parte del escritorio se cita como calaixera, mientras que los cajones de la cómoda se nombran bajo el término calaixos. Inglaterra, en concreto el puerto de Londres, ejerce una influencia que será determinante para el escriptori. Creemos que sus scrutoires —anglicismo del término escritoire, o más bien de escritorio, que se referencia desde finales del siglo XVII— actualmente conocidos como bureau, así como sus variantes, bureau bookcase y bureau cabinet, son muebles fundamentales en la configuración y evolución del escriptori y el escriptori amb canterano en Cataluña. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 115 catalanas. El mueble se componía de cuatro cajones largos y cuatro más estrechos dentro de la tapa del escritorio, distribución habitual, aunque no tan común como la que dividía la fila superior de los cajones grandes en dos pequeños. En resumen, nos encontramos con un buró de estructura y materiales que nos son familiares, pero con la particularidad de saber que se trata de un trabajo mandado hacer por el comprador. La mayor parte de los encargos de muebles por parte de particulares registrados ante notario los tenemos, o bien porque el cliente encomienda la pieza o piezas a la vez que trabajos de construcción, reformas integrales de casas o renovaciones de estancias, o bien porque formaban parte de algún crédito o censal. En los libros de cuentas de don Salvador de Puig i Diern, recogidos cronológicamente desde el 21 de marzo de 1758, leemos que en el año 1770, entre otras partidas relacionadas con las obras de la casa de la plaza del Vi de Gerona, se anotaron unos pagos a Miquel Ros e Ignasi Albrador, artesanos que realizaron buena parte de la carpintería. Acordaron los precios antes de iniciar la obra, de tal manera que los múltiples y diversos trabajos que a lo largo de los años generó la reforma integral, se ajustaban a una tabla de precios redactada en 1765 cuando se inició su labor. Se detalla el pago de la cama principal, que era de escultura, para la cual el artesano tenía que utilizar la madera que le proporcionaba el cliente. Esta fórmula de servir el cliente la materia prima era común en las zonas rurales, donde las familias acomodadas, propietarias de bosques, se enorgullecían de suministrar la madera de los muebles principales de su vivienda. El señor Puig pagó 39 libras, 9 sueldos y 6 dineros por los trabajos de la cama. En el mismo año encargó la construcción de dos canapés por valor de 33 libras, 12 sueldos y 3 dineros y, aparte, compró —que no encargó— 24 sillas con asiento de paja por valor de 8 sueldos y 6 dineros cada una; piezas que estaban pensadas para decorar las salas de la planta principal de su magnífica residencia. Entre las partidas más caras cabe destacar la que corresponde a tres espejos, un juego de veinticuatro cornucopias y tres arañas, una de ellas, la más grande, destinada al gran salón. El total de este conjunto de objetos de vidrio y cristal ascendió a 623 libras y 15 sueldos, cantidad a la que se debían sumar los portes, las cajas para su traslado y los derechos, lo cual informa, además, de que llegaron de fuera de la ciudad9. Contamos con muchas cartas de pago firmadas por carpinteros que cobran trabajos en obras de construcción, donde se indican los jornales y material empleados. En alguna de ellas se incluye el coste de los muebles 9 (1758 y ss) ADG 5.2. Casa Carles libro 31. Heretats i possessions de la casa Puig de Torroella de Montgrí: Inclou les despeses de la casa de Torroella i les de la compra i obres de la casa de Gerona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 116 MÓNICA PIERA MIQUEL encargados simultáneamente. Este es el caso de la ápoca que el carpintero de Barcelona Salvador Mayol firmó en 1775 por las obras realizadas en casa del señor Ramón Constansó, notario de la ciudad, donde además de importantes reformas en la estructura de la vivienda, construyó las librerías de los estudis; es decir, del despacho, realizadas de tal manera que hacían las veces de tabiques10. Por su parte, Joan Soler firmó carta de pago a favor de don Fèlix de Prats y Santos, barón de Serrahí. En el documento se contabilizan los trabajos de madera para las obras de su casa y también los muebles que se realizaron para decorar la vivienda entre 1777 y 1779, cobrados en 1781. Destaca la pareja de cómodas para guardar la ropa blanca del barón, piezas teñidas en color caoba y barnizadas que, con tiradores de latón, costaron 41 libras y 10 sueldos. Fijémonos que, en este caso, la pareja de cómodas era propiedad de un señor y fue él mismo quien las utilizó, lo que cuestiona la idea de que todas las parejas de cómodas procedan de dotes y sean propiedad de la mujer. También es interesante anotar que el acabado que se escogió para estas piezas de la década de 1770 es el barnizado y el color caoba. En el mismo momento, Félix de Prats encargó otras piezas teñidas en el mismo tono; en concreto, una pareja de cómodas rinconeras para colocar en los ángulos de la alcoba, que ascendieron a 17 libras y 10 sueldos, un armario por el que pagó 40 libras y 10 sueldos, que el documento especifica claramente que era para guardar indumentaria, cosa poco común en la época, y una mesa con las patas cabriolé, por 7 libras. Joan Soler también le construyó un archivo de álamo blanco por 35 libras y 15 sueldos y una librería con vidrios en su frente, realizada en madera de pino sin teñir, por valor de 30 libras. En el mismo taller se hicieron veinticuatro taburetes en nogal torneado que sumaron 5 libras, 12 sueldos y 6 dineros y se proveyeron las anillas de madera para las cortinas y las mamparas que servían de doble cerramiento a las puertas de la casa, compuestas, como era habitual, por un armazón de madera y forradas de tela11. La obra conocida más importante del taller de Joan Soler es la carpintería realizada para el Palacio Moja en la Rambla de Barcelona entre 1775 y 1790 por encargo de la propietaria, Maria Lluïsa Descatllar, marquesa de Cartellá de Moja y cuya factura ascendió a 27.730 libras, 12 sueldos y 9 dineros (Alcolea 1987). La carta de pago fue firmada por Joan Soler Planas y detalla la participación del padre en las obras; de 10 AHPB, Not. Mariano Avellà, Man. 1775, fol. 97v-99r. La firma estampillada de este artesano la localizamos en su día en una cómoda que se conserva en el Museu Maricel de Sitges (Piera y Mestres 1999: 161). 11 AHPB, Not. Jacint Sendil, Protocolum, diciembre 1781, fol. 19v-20v. 1781, diciembre, 21, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 117 ella se deduce la subcontratación de otros especialistas que se ocuparon de trabajos puntuales: los serradores, el escultor Gerona Mauri, que realizó seis cartelas de madera para las puertas exteriores, y el tornero al que, entre otras cosas, se le encomendaron botones para detrás de los porticotes, pomos para decorar los pilares de la camas, el torneado de los pies del mismo mueble, ruedecillas de boj para hacer correr las cortinas, una cruz para un cabecero y las poleas de bronce para bajar la cortina de la alcoba. Este mismo carpintero fue el responsable de servir “las pells vermellas empleadas per cobrir tot lo cintra del armari de la plata”12. Otro mueble de encargo es la cómoda de sacristía de la misma casa Moja, pero en este caso construida por otro importante taller de la ciudad, el de los Casadevall. Se trataba de una cómoda de nogal y con los interiores de álamo, decorada con pilastras y los compartimentos necesarios para los ornamentos, y los cajones llevaban tiradores nuevamente de latón por un coste de 36 libras 13. Una interesante información la hemos obtenido gracias a que el pago se incluía en un censal. Nos referimos a que don Anton de Foxà i Mora mandó hacer a Josep Font una cómoda por 33 libras, un tocador por 10 libras y una cama por 17 libras, 7 sueldos y 6 dineros, todo para su hija Maria Bernarda con motivo de su ingreso en el monasterio de Sant Joan de Jerusalem de Barcelona14. Eran éstos los tres muebles necesarios para cualquier mujer de su nivel social, aunque ingresara en un monasterio. De las piezas, la cómoda fue la más cara, porque sin duda el tocador de una novicia no incluía las joyas y la plata que se podría encontrar en uno de novia, ni la cama se adornaría con los cortinajes y dorados de los mejores ejemplares. La única carta de pago exclusivamente redactada por la fabricación de muebles y que, por tanto, consideramos excepcional, es la firmada en 1782 por Joan Llor de Olot a favor de Anton Pasqual, domiciliado en Ripoll, donde deja saldado el pago de la construcción de dos cómodas que formaron parte de la dote de su hija Josepa Eudalda cuando casó con Ignasi Vayreda. Sólo la excelente calidad de los muebles y su alto precio pueden hacer entender la decisión de redactar este recibo que no incluye ningún otro concepto más que las 123 libras y 10 sueldos que se pagó por ellas15. 12 AHPB, Not. Grau Cassani, Man. 1792, fol. 152r-154r. 1792, noviembre, 12, Barcelona. 13 AHPB, Not. Grau Cassani, Manuale 1792, fol. 150v-151v. 1792, noviembre, 12, Barcelona 14 AHPB, Not. Gaietà Olzina Massana, Primus Manuale 7º Instr. 1776, fol. 168v-169r. 1776, febrero, 14, Barcelona. 15 AHCO, Not. Pau Casabona i Queralt, Man. 1782, fol. 109r. 1782, junio, 3, Olot. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 118 MÓNICA PIERA MIQUEL El hecho de que, en la segunda mitad de siglo XVIII, la cómoda fuera un mueble común en los talleres barceloneses no es óbice para que los clientes siguieran comprándola por encargo. Hemos comentado que las bodas eran buena ocasión para ello, especialmente en el caso de este contenedor, así como de los tocadores y las camas. El barón de Maldà explica cómo hizo construir las cómodas que formaron parte de la dote de su hija Maria Escolástica en el taller de Manuel Riera y comprobamos cómo él en persona controlaba el trabajo en 1798: En una botiga molt gran, i portal tan gran como que de botiga de fusters no se´n veu a altres més alts i amples, en lo carrer del Carme, passat Betlem i carrer d´en Joglar, davant de casa d´un sastre, treballen, ab altres fadrins fusters i aprenents, en obres de calaixeres del primor del dia, dos minyons, fills de l´amo, lo més gran nomenat Manuel Riera, d´edat setze anys, i altre més petit nomenat Francisco, que havien servit d´escolans dos o tres anys atràs en la iglésia de Betlem; i són galants minyons, quals me coneixen, alomenos Manuel Riera, de quan era escolà. I en dita botiga se treballa lo parell de calaixeres per casa Castellbell (Amat 1987, IV: 30). Efectivamente, Manuel Riera regentaba uno de los más grandes y renombrados talleres de Barcelona. Era hijo del también carpintero Agustí, procedente de Moià. Manuel consiguió la maestría en 1770 y ejerció diferentes cargos en el gremio. Su trabajo ha sido conocido a partir de los escritos de Rafel de Amat, pero a su holgada situación económica contribuyó el hecho de haber entrado en negocios paralelos, como el de proveer nieve a la ciudad (Arranz 1991: 412). Los muebles podían encargarse también a artesanos de fuera de la capital. De entrada sorprende constatar que, teniendo Barcelona tantos talleres abiertos, se recurriera a pueblos alejados para su construcción, pero en la Cataluña del siglo XVIII algunos centros consiguieron un prestigio que les permitió la comercialización de sus productos fuera de su entorno. En este sentido es interesante el caso del taller Quintà de Maçanet de Cabrenys, un pequeño pueblo en los Pirineos, ya de camino a Francia. Hemos localizado dos muebles sobre los cuales Salvador Quintà firma de su puño y letra y detalla el cliente al que van destinados, en los dos casos de Barcelona. El más antiguo es un buró datado en 1742, en cuya trasera el maestro indica que fue construido para Gerònim Alterachs, oficial primero del Archivo Real de Barcelona16, mueble construido en dos partes superpuestas, posiblemente para facilitar su traslado (Piera 2006a: 21-22). La segunda pieza es un armario guardarropa de 1751 que realizó para el médico Josep Fornés de la capital catalana. Nos son desconocidos los métodos de mercadear y las 16 El artesano escribe Archivero Real, pero en realidad el cargo más alto que tuvo Alterachs en el archivo fue el de oficial primero. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 119 vías para llegar al público de Barcelona, pero las piezas citadas y el considerable número de muebles conocidos atribuibles a este taller permiten concluir que su estrategia comercial fue buena y beneficiosa para su negocio. Cuando en 1805 la Junta de Comercio interrogó al gremio de carpinteros de Barcelona sobre el destino de las obras que fabricaban sus agremiados y su precio con el objetivo de mejorar la industria nacional, la respuesta fue verdaderamente imprecisa, como la de alguien a quien se le pregunta por un secreto profesional, sin embargo, el documento confirma que las obras de lujo se seguían realizando por encargo: Y oida y ben entesa dita proposició nominal discrepante fos resolt que los prohoms del present Gremi, en cumpliment de la citada ordre, foran present a la Real Junta de Comers, que los individuos de est Gremi han fabricat en dits anys tota espècie de carpinteria y de evanista y en edificis de casa com en diferents cosas de comoditat y lujo, instruments de treballar las arts y, en fi, tot cuant se pot desitjar en dita art de carpinteria, podent tenir la vanaglòria que igualan ab lo estranger. Que no es fàcil espressar sos destinos, perque los que no quedan al pais, que són los que més ocupan als individuos, los de lujo, los que manan fabricarlos no espressan lo destino los donan. Tampoch és fàcil espressar los preus, perque a proporció de la solidez o lujo de la obra és son valor y que en assó se possan de accort lo fabricant y lo comprador y en fi esposian y manifestian tot lo demés que mirian convenient17. A diferencia de los pedidos de particulares, los realizados por instituciones o entidades, como cofradías, iglesias, ayuntamientos, etc., han dejado gran constancia documental, ya que en estos casos se redactaba un contrato donde se especificaban todas las condiciones y se exigía al artesano que siguiera la traza presentada a la firma del documento. Así ocurre cuando las iglesias decidían construir o renovar las cajoneras de sacristía. Plazos, estructura, materiales, número de llaves o procedencia de las maderas son datos concienzudamente indicados. Todo se reflejaba por escrito, incluso si se deseaba contrafondos de cajones para que no entraran las ratas. El precio se acordaba en el contrato, quedando a cargo del artesano todos los gastos que pudieran derivarse de la fabricación. Esta condición se anotaba en términos como estos: “posant el fuster tots els recaptes, això és fusta, mans, claus, ferramenta, panys i tot lo que sigui menester”. Los pagos solían efectuarse en tres plazos, el primero al inicio, el segundo a media obra y el último al término de la obra y una vez pasada la revisión. Un buen ejemplo es el contrato para la construcción de la cajonera de sacristía de la iglesia de la Mercè de Barcelona por el carpintero Josep Osset en 168718, o 17 AHCB, Gremial 37-7, fol. 75r-75v. 18 AHCB, Consell de Cent, serie XIII, vol. 68, año 1686-1688, fol. 190v-191v. 1687, octubre, 21, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 120 MÓNICA PIERA MIQUEL la de la Iglesia del Pino, encargada a Francisco Carreras en 1755 por valor de 307 libras19. Muebles de semi-encargo Otro sistema de venta desde los talleres era el que podríamos llamar de semi-encargo. El carpintero disponía de muebles empezados a la espera de que fuera el comprador el que decidiera la técnica decorativa, las ornamentaciones o su acabado; opción que ofrecía muchas ventajas, tanto al comprador como al vendedor. Por un lado, el cliente podía satisfacer sus necesidades en un plazo de tiempo más corto que el de las piezas por encargo y, en cambio, tenía la posibilidad de escoger muchos detalles del mueble. Al carpintero este método le ayudaba a agilizar la venta de objetos de fuerte demanda y se evitaba invertir tiempo y material en aquellos que no sabía cuando vendería, por lo que era especialmente utilizado para muebles grandes como cómodas, burós o para piezas decoradas, como las camas pintadas, en momentos de venta segura. Cuando Pau Andreu intentaba explicar desde Mataró en 1778 cómo eran las cómodas de moda, dejó claro que la “calaixera amb escambell” estaba anticuada y que por aquella fecha ya se hacían de sólo cuatro filas de cajones pero, en cambio, pormenorizó que se realizaban a gusto del comprador, que escogía entre el frontis movido o recto (Martí Coll 1967: 127): No tinch ben present las calaxeras, pero seràn naturalment com las que es feian algun temps de tres calaxos grans y dos de xichs y sobre tres o quatre calaxons; ara se fa ab tres calaxos grans y los dos xichs, sens los calaxos de sobre y nobstant de ferlas massissas se fan ab entradas y eixidas al frente o llisas, conforme lo gust del comprador, pero sempre aparexen mes visibles ab torta y en punt a perfils si fa lo que si vol, suposat no parlam de fullola sinós noguera massisa. Es posible que el tocador neoclásico con marquetería que Rafel de Amat vió al pasar por un taller de Barcelona en 1797 respondiera a una de estas obras de semi-encargo, ya que se había dejado la parte central de la decoración vacía y preparada para poner un escudo: En la botiga de fusters, [...] s’ensenyava un tocadores, ab sos quatre petges prims i polidets, tot fusta, sens entrar-hi en sos vius colors —encarnat, blau, groc, etc.— pinzell algun, sí tot unió de fustes d’estos colors, ab un com quadro al mig, ab figures, i un com escut per posar-hi armes; [...] fa veure clar l’adelantament de nostres artesans, fent honor a nostre nació catalana (Amat 1987-1996, III: 210). 19 AHPB, Not. Joan Olzina Cabanes, Manuale 20 Instr. 1754-1755, fol. 43r-45v. 1755, enero, 16, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 121 Los obradores que ofrecían muebles, a menudo disponían de algunos prácticamente acabados, de los cuales el cliente elegía pequeños detalles, como la inscripción de la fecha, en el caso de armarios u otras piezas que la llevaban grabada o embutida, o la imagen del patrono de la casa, el escudo familiar u otras referencias personales que quisiera mostrar. La decoración llevada a cabo por doradores y pintores de muchas de las camas policromadas parece responder a este método de trabajo. Una serie de modelos se repiten una y otra vez, mostrando fondos decorativos iguales y encontrándose las diferencias únicamente en las representaciones en el interior de la cartela central, donde se presenta una imagen religiosa determinada o los santos escogidos por la familia. El trabajo más o menos seriado daría respuesta a la diferente mano observada entre el contorno y el interior de la cartela de los cabeceros. Creixell (1999: 282) plantea esta hipótesis que creemos acertada y que nos sirve de ejemplo de muebles de semiencargo. Cuando nos encontramos una descripción de cama de matrimonio con las imágenes de los patronos de la casa puede responder a una obra hecha por encargo o de semi-encargo, ya que los modelos se ofrecían indistintamente: ... i en la capçalera, pintada i jaspeada, quedaven, al mig, pintats, sant Francesc i santa Rosa de Lima, noms d´aquells marit i mòller (Amat 1987-1996, III:146). Un trabajo que siempre se dejaba para cuando el mueble estuviera vendido era la colocación de los metales. En otros casos, el carpintero dejaba acabado su parte del trabajo a la espera de que otro artesano se lo llevara para terminarlo. Esto ocurría en piezas que debían pintarse o dorarse, como la cama de pie de gallo que Pau Esplugas tenía en el taller en 1770 a la espera, como detalla el documento, de que el dorador la pintara al óleo20. Venta directa desde el taller A medida que una tipología de mueble era demandada con continuidad los talleres la ofrecían acabada y a medio acabar en una cantidad superior a la de los encargos que pudieran tener. Estas piezas servían de reclamo de su trabajo y les permitía cerrar ventas de forma inmediata. Es verdad que el tamaño de los muebles no dejaba acumular muchos de los grandes, como cómodas, armarios o burós, a diferencia de los que ocupaban menos espacio, como braseros o sillas, pero no es menos cierto que los más activos carpinteros de Barcelona llegaron a tener siete, nueve, diez 20 AHPB, Not. Carlos Carbonell, Primus Liber Inv. et Enc. 1760-1773, fol. 188r-190v. 1770, junio, 25, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 122 MÓNICA PIERA MIQUEL o incluso doce ejemplares de muebles voluminosos acabados. No nos debe extrañar que, entonces, algunos se vieran obligados a colocar parte de esta mercancía por las diferentes estancias de su vivienda. Para estas piezas, el artesano seguía aquellos diseños que estaban de moda e introducía pocos cambios en los modelos que sabía que se vendían bien. ¿Cómo entender, si no, las enormes similitudes de muchas de nuestras piezas de mobiliario? A la hora de construirlos, el carpintero no arriesgaba y repetía las características formales que resultaban exitosas. De todos los llegados hasta nuestros días, muy pocos ejemplares se salen de los modelos conocidos y aunque todas las piezas son distintas, las diferencias son de detalle. En 1741 Bernardí Pruns tenía para vender tres cómodas nuevas, tipología que a partir de ese momento algunos talleres de Barcelona empezaron a tener acabada a disposición de los clientes. Su taller era grande con ocho bancos de trabajo y servía a miembros de la nobleza catalana que, cuando acudían al obrador, podían admirar ejemplares acabados de arcas, papeleras, escaleras o incluso armarios21. Por su parte, en 1758, Francisco Soler Campins tenía listas para vender siete cómodas chapeadas, tres camas de álamo blanco con patas esculpidas en nogal, tres camas de pie de gallo, cuatro sillas en nogal esculpidas y seis cornucopias con corladura. Además, en el obrador había a medio hacer una pareja y nada menos que diez frontales de cómodas, un armario y un buró, y es que en esas fechas la venta de estos muebles estaba prácticamente asegurada para esta importante carpintería barcelonesa22. Cuando Joan Llausàs falleció en 1764, dejó en el taller una pareja de cómodas de nogal y un armario ya chapeados, ocho banquetas y tres sillas para tapizar y un buró a medio hacer23. En el inventario del escultor y carpintero Anton Compte Bofill en 1792 se encontraron diferentes trabajos para vender y entregar. Además de florones, sacras o urnas, se anotaron facistoles, candeleros, tamboretillos, soportes de peluca y cuatro camas a lo imperial con sus correspondientes cabeceros24. A final de siglo, el número de muebles disponibles en los talleres aumentó, paralelamente a la demanda. En 1799 a Salvador Cahís, con taller especializado en marquetería y chapeados 21 AHPB, Not. Sever Pujol, Liber 3 Inv. 1737-1741, fol. 275r-276v.1741, agosto, 12, Barcelona. 22 AHPB, Not. Joan Olzina Cabanes, Man. 3 Inv. 1756-1758, fol. 179r-187v. 1758, agosto, 10 – septiembre, 7, Barcelona. 23 AHPB, Not. Ignasi Claramunt Gavarró, 1r. Man. Inv. 1747-1767, fol. 296r-300v. 1764, septiembre, 13, 16, Barcelona. 24 AHPB, Not. Cayetano Olzina Massana, Man. 5º Inv. 1792, fol. 33r-38v. 1792, enero, 30-marzo, 2, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 123 en la misma plaza del Pi de Barcelona, se le contabilizaron doce cómodas, entre acabadas, ya chapeadas, o a medio hacer, además de un tocador25. El carpintero era un artesano muy preocupado por la competencia que le pudiera venir de los productos extranjeros, así como por los límites del trabajo de artesanos de profesiones cercanas. Estaba siempre dispuesto a defender sus intereses y a pleitear contra ellos, justo antes de que se impusiera el libre comercio. Pero, en cambio, constatamos que los carpinteros no se mostraban muy imaginativos a la hora de buscar medios para publicitar y vender sus productos. A diferencia de otros profesionales, rara vez colocaban anuncios en la fachada del obrador para llamar la atención sobre su presencia ni solían disponer de escaparates para colocar muestras de los géneros que vendían. Comerciaban dentro de las tiendas-talleres y su única herramienta de seducción debía ser el olor a serrín, cera o barniz. En todo caso, dejaban la puerta abierta para que los transeúntes pudieran husmear y obras acabadas a la vista para que fueran admiradas antes de ser entregadas al cliente. Este fue el caso de las cómodas que encargó el barón de Maldá para la boda de su hija, y de las que estaba bien orgulloso: Llest enterament lo parell de calaixeres nuvials per casa Castellbell del treball primorós del fuster Manuel Riera, en lo carrer del Carme, que és qui les ha treballades, i del treball de daurador Jaume Eroles, en lo carrer d´en Petritxol, quedaven visibles en aquella gran botiga de dit Riera. I, en efecte, se poden comptar sobresalients a quantes s´han fetes en Barcelona, per lo primorós de sa escultura en muntats istriats, figures de mig bustos en sos cantons, figures com perles, tot dorat, ab los escuts y panys rodons de plata, sobredorats; i el color de dites calaixeres, sent tot de caoba, esta vermellenca, tirant a color de cirera, ben enllustrada i envernissada, a punt ja d´entregar-se (Amat 1987-1996, IV: 87). Posiblemente, el carpintero pensara que la mejor publicidad era la del boca a boca, la del cliente satisfecho y la del trabajo bien hecho. Arranz nos ilustró sobre la preocupación que sentía la menestralía barcelonesa por su imagen profesional, su honradez y su reputación y es esta preocupación la que le motivaba a trabajar dignamente (Arranz 2001: 62). Procurar la satisfacción de sus clientes era para ellos la mejor manera de conseguir nuevos encargos y no parecían preocuparse por probar nuevas fórmulas para vender los productos. Incluso a final de siglo, cuando pagaban anuncios en el Diario de Barcelona, normalmente dirigían la venta a piezas concretas y no para hacer publicidad de su taller. Publicitaban un producto sin dejar constancia del nombre del taller o del carpintero y dando como única refe25 AHPB, Not. Fèlix Veguer y Avella, Man. Inv. 1799, fol. 367r-370v.1799, septiembre, 3, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 124 MÓNICA PIERA MIQUEL rencia la localización del taller dentro de la ciudad. Anuncios como este son de redacción común: El carpintero del cementerio de las Moreras de Santa Maria del Mar, dará razón de los mostradores de nogal y otros enseres de tienda que está para vender26. La profesionalidad permite entender que muchos de los carpinteros fueran hombres de confianza, que mantenían los clientes durante largo tiempo, a los que les hacían no sólo los muebles necesarios, sino también otros trabajos de madera de la casa. Esta idea de carpintero de la familia, encargado de las mejoras de la casa y también de aquellos muebles u herramientas de madera necesarios, parece confirmarse entre los de clase social alta. Los señores tenían el taller de toda la vida, muchas veces del barrio, que hacía grandes y pequeños remiendos. Precios de muebles de nueva construcción En 1704 la tarifa de precios para gravar las importaciones detalla el coste estimado de varias tipologías de muebles que nos orientan sobre su valor en el mercado27. El documento estima una arquilla de carey con capilla y cornisa, de seis palmos, en 55 libras; una de ébano de cuatro palmos, en 16 libras y 10 sueldos, mientras que las de nogal grandes se valoraban en 20 libras. Por su parte, un arca de nogal se estimaba en 15 libras y una de pino en sólo 3 libras. Según los datos de que disponemos sobre precios en el mercado de Barcelona, los precios de esta tarifa parecen bajos, ya que, por ejemplo, en 1673 se pagan 178 libras y 15 sueldos por una pareja de arquillas de segunda mano decoradas en carey y bronce, aunque, como sucede a menudo con este tipo de documentación, nos faltan datos para poder establecer comparaciones claras28. Desde la Edad Media, las camas eran los muebles más costosos de la casa, sobre todo si se enriquecían con doseles y cortinajes de bellos tejidos. También en 1673 se pagaron 330 libras por los damascos verdes, pasamanería y decoración en oro de una cama con dosel y cortinas. Estos tejidos eran mucho más caros que el trabajo de la madera, aunque ésta se dorara. Más de un siglo después, la carpintería de una cama con pilares y 26 Diario de Barcelona, 1815, tomo 69, nº 2, p. 4. 27 La tarifa de preus de les teles, y altres sorts de robes, y mercaderies, que entren en lo principat de Catalunya, y Comtats de Rosselló, y Cerdanya [...]. Transcrito el apéndice documental en Piera y Mestres (1999: 294). 28 AHPB, Jacint Sescases, Primus Liber Inventariorum 1668-1680, doc. 52. 1673, noviembre, 28. Inventario y encantes de los bienes que fueron de Joan Guitart. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 125 cabecera en caoba, con decoración en talla y aplicaciones en latón podía costar 85 libras29 y la pintura color caoba y el dorado de la cama y el cabecero del marqués de Moja ascendió a 45 libras, en este caso sin contar los trabajos de carpintería30. Naturalmente se podía adquirir una cama sin necesidad de este dispendio, ya que un sencillo lecho de peu de gall 31, es decir de pata bifurcada, costaba 5 libras y 5 sueldos, y si se le incluía cabecero se podía llegar a pagar unas 7 libras y 6 sueldos32. Podemos ofrecer el precio aproximado del mueble rey del siglo XVIII, la cómoda. El número de contratos, ápocas o facturas referentes a muebles nuevos es escasa, pero suficiente para entender el esfuerzo que suponía su compra. En cambio, los capítulos matrimoniales no permiten conocer su precio, a pesar de que en algunos de ellos se cuantifique la dote. La razón es que en ellos se hace una valoración del ajuar en conjunto que incluye además de los muebles, los vestidos y las joyas, siendo entonces imposible deducir el coste de cada una de las partes. Cuando los contrayentes son de familia noble o pertenecen a la burguesía comercial, las dotes pueden llegar a 24.000 libras y el ajuar se puede componer de hasta tres cómodas donde colocar la ropa y joyas de la novia, que puede ascender a 6.000 libras, pero los documentos no especifican el precio de cada uno de los bienes del ajuar. A mediados de siglo, comprar una cómoda nueva de calidad media costaba entre 20 y 30 libras. Por esta cantidad, el armazón sería de álamo blanco, chopo u otra madera blanca e iría chapeada en nogal, dispondría de las correspondientes llaves y cerraduras, y sus tiradores y escudetes serían de latón. Este precio podría verse aumentado o rebajado, dependiendo de los materiales elegidos y la calidad del trabajo. En el caso de que la cómoda estuviera chapeada con alguna madera exótica, como palisandro o caoba y si, en lugar de latón, llevara los tiradores y escudetes de plata, el precio que se tendría que pagar sería más del doble, unas 65 libras. En 1753, una pareja de cómodas de nogal nuevas costó 50 libras barcelonesas en el taller Lamarca de Olot33. En 1776 se pagó por una cómoda 30 29 La descripción de la cama se detalla con estas palabras: “dos llits ab pilans ab sas capsaleras y guarnició de talla, ferramenta estanyada, virollas als pilans de llautó y fusta de cahova envernissada, cent setanta lliras”. (A.H.P.B., Francesc Madriguera Galí, Manuale (II) 1791, fol. 149v-150v. Apoca de Josep Monsech a favor de don Josep Manuel de Pascali). 30 AHPB, Gerard Cassani, 16 Manuale Instr. 1791, fol. 113r-116r. 31 Sobre el significado del término peu de gall consultar Piera; Mestres, (1999:104, 143 y 148). 32 Anexo I. Documentos. Apocas, actas de asiento, contratos y ventas. 1776, febrero, 14. 33 Anexo I. Documentos. Apocas, actas de asiento, contratos y ventas. 1768, septiembre, 10. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 126 MÓNICA PIERA MIQUEL libras y el mismo año por un buró y una cómoda de nogal, con metales de latón, se adeudaron 40 libras34. La información más fidedigna referente al precio de una cómoda nos la ofrece un papel enganchado en el interior de una pieza que ha llegado hasta nosotros y se conserva en el Museu Rural de la Espluga de Francolí en la provincia de Tarragona. Se trata una calaixera amb escambell de cantos achaflanados y frente ligeramente serpentino, del típico modelo catalán en nogal con un sencillo trabajo de fileteado de boj. En el papel en cuestión el artesano dejó constancia de las penurias del momento y reveló el precio exacto de venta: La i feta jo Jph Miquel de la Espluga de Francolí, juriol del any 1802, lo preu sens guarnimens 32 lliures, ne val 35 però com és any de misèria per tot arreu se agut sic de balafia lo blat [ant lo ata] a 45 pacetas. En 1791 un arca nupcial costaba 8 libras y 5 sueldos, aunque no sabemos la madera, ni la estructura del mueble; una mesa de nogal 12 libras, una mesa pintada de amarillo 6 libras y cada silla poltrona desmontable en corazón de nogal, 8 libras35. El precio de los armarios de Gerona era muy superior a estas cantidades, porque también entraban más jornales en su construcción. El coste de un buen guardarropa, incluyendo jornales, madera, cerradura, llave, tiradores y el barniz, superaba las 81 libras, ya que solo los jornales para construir un armario ascendían a más de 51 libras36. En 1791, se cobraron 104 libras por tres interesantes armarios desmontables, que posiblemente eran de madera blanca, dos de ellos decorados con flores en oro37. Uno de los problemas que compartían todos los talleres era la demora en los cobros. En muchos inventarios post mortem de carpinteros, junto a los bienes del artesano, se detalla una lista de deudores, y en ciertos casos se explica que las deudas eran incobrables. Los carpinteros Lamarca tuvieron que esperar quince años para percibir el dinero de una cómoda y éste no fue un caso aislado38. Pagos con ocho, diez o doce años de retraso eran 34 El documento utiliza el término “cobre”, pero suponemos que se refiere al latón, porque cita “se acostumbran poner en semejantes halajas”. Anexo I. Documentos. Requerimientos, denuncias, sanciones y otros documentos gremiales. 1776, abril, 30. 35 AHPB, Not. Francesc Madriguera Galí, Manuale (II) 1791, fol. 149v-150v. Apoca de Josep Monsech a favor de don Josep Manuel de Pascali. 36 El precio de los armarios lo recogemos de los libros de cuentas del taller Martí en Tossa, conservados en el Arxiu Municipal de Tossa. 37 A.H.P.B., Not. Francesc Madriguera Galí, Manuale (II) 1791, fol. 149v-150v. 38 Anexo I. Documentos. Apocas, actas de asiento, contratos y ventas. 1768, septiembre, 10. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 127 generalizados. Los muebles y trabajos de carpintería que Josep Monsech cobró en 1791 se le habían encargado en 1783, teniendo él que adelantar el dinero a otros profesionales que colaboraron en las obras. Esta carga económica debía ser una de las principales razones de la escasa solvencia de los carpinteros y de verse obligados a menudo a pedir hipotecas y préstamos39. A la dificultad de hacer efectivos los cobros, se añadían los gastos que se debían afrontar sin demora, especialmente los sueldos, las tasas gremiales y el material necesario para el trabajo. Este hecho explica la escasa acumulación de maderas de los talleres, la poca presencia de maderas exóticas, así como el retraso en la compra de los tiradores y escudetes hasta que las piezas no se hubieran vendido. Creemos no errar si decimos que la cantidad de maderas disponible en cada taller es uno de los datos que mejor refleja el volumen de negocio y la solvencia de cada maestro menestral. Esta información permite entender porqué, en los trabajos por encargo, el carpintero exigía un anticipo que le permitiera satisfacer, por lo menos, la compra del material y esta es además la razón de que muchos carpinteros buscaran fortuna con el comercio de estas materias primas. VENTAS ILEGALES Paralelamente a la venta de muebles desde las carpinterías, en la Cataluña del siglo XVIII existían otros modos para la adquisición de mobiliario. Uno era la compra clandestina en talleres de artesanos no agremiados en aquellas poblaciones donde los profesionales estaban regulados por este sistema. Los agremiados al Gremi de Fusters de Barcelona eran las únicas personas que podían construir y vender muebles en la ciudad. En el transcurso del siglo XVIII, fueron cuantiosos los pleitos que confrontaron a este colectivo con otras corporaciones a causa de las delimitaciones de sus respectivos campos de trabajo. El gremio, necesitado de aportaciones económicas, sancionaba a todos aquellos artesanos ajenos que se extralimitaban en sus competencias: a los torneros porque construían y vendían sillas, a los carreteros por hacer coches y carrozas, a los quincalleros por vender almohadillas de costura y a los merceros por hacer muebles. Hasta la construcción de unos estantes y un tablero por parte de unos quincalleros fue suficiente para expedientarlos. Normalmente la multa ascendía a 10 libras, además de 39 Varios son los documentos que dan referencia de los problemas económicos de los carpinteros. Dos ejemplos referentes al primer cuarto de siglo XIX los comentamos en Piera y Mestres (1999: 217). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 128 MÓNICA PIERA MIQUEL confiscarse la pieza trabajada, ante lo cual muchos afectados preferían pagar un poco más si con ello conseguían mantener en su poder el mueble. Consideramos interesante citar algún ejemplo de los muchos documentos referentes a estas ventas ilegales. En 1737 el gremio de carpinteros firmó una denuncia contra dos hermanos romanos, Domingo y Gerònim, cuyo apellido sólo sabemos que empieza por N, por construir dos burós (calaixeres a tall de escriptori, dice el documento). Por fuerza debían perjudicar estos romanos al gremio de carpinteros de Barcelona, pues tenían la experiencia de haber trabajado en una ciudad donde se construían magníficos escritorios en nogal, que podrían ser la envidia de cualquier carpintero barcelonés. Burdas excusas, como alegar que el nogal y el pino no ensamblan bien, eran utilizadas por los agremiados, para no reconocer el verdadero problema: La competencia de muebles importados y de artesanos extranjeros cualificados instalados en Barcelona podían reducir el volumen de negocio, así como mostrar la mejor calidad de sus productos. La respuesta del gremio fue la quema de los escritorios, tan radical como ineficaz (Piera y Mestres 1999: 153). Las demandas de los forasteros se intensificaron a medida que avanzaba el siglo. Ellos pedían la liberalización del mercado o al menos la posibilidad de entrar en el gremio, pero los carpinteros barceloneses intentaron por todos los medios limitar su entrada. El proceso seguido por el carpintero francés Jean Boulier hasta conseguir ser admitido en la cofradía, es un referente del conflicto (Arranz 1991: 76-77). En la segunda mitad de siglo se extremó la lucha contra el mercado ilegal, cuando aumentó la competencia y cuando era muy cuestionada la validez del sistema gremial. Personas ajenas al gremio construían y vendían muebles aprovechando el momento de debilidad de estas instituciones e intentando hacer negocios de cualquier tipo. La cofradía actuaba contra los mancebos carpinteros que trabajaban como si fueran maestros, como es el caso de Josep Rusiñol en 1757, quien utilizaba un pequeño obrador en los bajos de la Real Audiencia para construir cómodas que vendía por medio de uno de los alguaciles. Rusiñol declaró que trabajaba al servicio del maestro carpintero Joan Andalt y que, por ello, no contravenía ninguna ordenanza; pero el gremio, desoyendo sus explicaciones, confiscó la pieza y las herramientas y le sancionó con una multa de 10 libras. También se levantó acta al alguacil por haber favorecido la existencia del taller clandestino y por haber vendido una de las cómodas. Intentó buscar excusas y alegó que se había construido el mueble para él y que al no haber sido de su agrado decidió venderlo. En relación al taller, el alguacil argumentó que en realidad era regentado por un maestro carpintero. Donde se contradijeron las declaraciones entre el mancebo y el alguacil fue al intentar explicar quién RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 129 era el maestro propietario del taller y consecuentemente se obligó al alguacil a pagar también una multa de 10 libras40. La misma multa se impuso a Blas de Paz en 1759 por vender unas librerías (canteranos, dice el documento) nuevas, pero él, como buen negociante que era, propuso pagar trece libras y quedarse con la mercancía. El gremio de carpinteros aceptó el acuerdo, cogió el dinero y marcó los muebles con “las marcas del gremio” a fin de “que pudiese hazer con ellos lo que le pareciesse” 41. Por otro lado, en 1765 se sancionó al carpintero barcelonés Lluís Sagués por tener dos talleres abiertos, algo que también prohibían las ordenanzas. En realidad, Sagués tenía a cuatro oficiales trabajando por su cuenta en el taller de un tornero llamado Xuriach, desde donde le suministraban muebles42. Estas denuncias son una prueba de las continuas tensiones entre los artesanos que intentaban ganarse la vida en Barcelona construyendo muebles y de la fuerte competencia en un momento en que el número de carpinterías había alcanzado los trescientas (Arranz 2001: 173). Se debía conseguir trabajo como fuera y aprovechar cualquier ocasión para vender. Muebles como cómodas, tocadores o burós estaban de moda a partir de 1730 y eran una segura e importante fuente de riqueza por la que valía la pena arriesgarse, aún infringiendo leyes. VENTA DE SEGUNDA MANO Un método muy común para adquirir muebles y todo tipo de objetos era la venta de segunda mano, tanto en talleres que ofrecían esta mercancía, como, sobre todo, en almonedas. La venta de segunda mano desde las carpinterías la podemos deducir a partir de los diferentes muebles viejos o usados que se encontraban en muchas de las tiendas. Por ejemplo, en 1750 Pere Costa, que era un carpintero con taller pequeño en la calle Fusteria de Barcelona, guardaba además de unos interesantes muebles acabados o a medio hacer —diez y seis taburetes de estrado torneados, una docena de sillones torneados, dos mesas circulares a la inglesa de chopo, dos escritorios, una artesa y una mesa de tijera de pino—, otros que se adjetivaron como viejos, entre los que destacamos una pareja de arcas nupciales de nogal, dos papeleras y una 40 AHPB, Not. Jaume Tos Romà, 20 Man. Sive Protoc. diciembre 1756 - abril 1757, fol. 97v-99r. 41 AHPB, Not. Jaume Tos Roma, 22 Man. Sive Protoc. diciembre 1758-junio 1759, fol. 426r-426v. 42 AHCB., Concells del Gremi de Mestres Fusters, 37-6, fol. 46r-64v. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 130 MÓNICA PIERA MIQUEL mesa de álamo43. De esta manera, los carpinteros se erigían como comerciantes de muebles usados, negocio paralelo al de su fabricación. Es cierto que el desorden, la falta de espacio y la tendencia en la época a no tirar nada y reaprovechar muebles viejos llevaban a acumular trastos y a reutilizar algunas de las partes para la construcción de nuevos muebles. Pero una cosa son las piezas adjetivadas en los inventarios como inútiles y otra diferente las que se consideran usadas. Sabemos que entre estos muebles usados había arcas y arquillas vacías y que por consiguiente no formaban parte del material del taller, sino que parecen responder a muebles para la venta de segunda mano. Aparte de los nuevos muebles —taburetes, mesas de juego, camas, cómodas— en 1810 el carpintero Jaume Martí ofrecía un buen conjunto de muebles viejos —braseros, camas, burós, cómodas, mesas, cuadros—. Su número hace pensar que también él se dedicaba al negocio de segunda mano, igual que la cantidad de hierro acumulado nos informa de que compaginaba el oficio de la madera con el propio del herrero. En el taller descubrimos hierro en bruto, otro para hacer fogones y clavos, bisagras, golfos, etc. Sólo de cerraduras para cajón de armario y de arcas se contaron ciento veinticinco44. Excepcionalmente y ya en época tardía, los muebles de segunda mano se localizaban en talleres de otros profesionales, como los registrados en este anuncio: En casa del cerrajero Ignacio Farriol, calle de la Lleona, núm 16, darán razón de una cómoda, vulgo calexera, quasi nueva, y con guarnición á la inglesa, que se divide en dos mitades, para la facilidad del transporte, teniendo cada una su caxon, parte de las quales sirven de mesas estando de asiento, y se dará á precio muy cómodo45. Que el carpintero se convirtió en el intermediario entre particulares que deseaban vender y comprar muebles también queda documentado en los anuncios publicados en la prensa. Los muebles podían trasladarse a un taller o almacén del artesano o mantenerse en casa del vendedor, a donde acudirían los clientes con la intervención del carpintero. Manuel Riera publicitaba con estas palabras la venta de muebles de un particular en 1815: Se repite el aviso de que el Sr. Manuel Riera, maestro carpintero, que vive en la calle del Carmen, informará del sugeto que quiere vender los muebles siguientes: 43 AHPB, Not. Fèlix Avella, Liber 2 Inv. et Enc. 1741-1754, fol. 169r-173r. 1750, noviembre, 21, Barcelona. 44 AHPB, Not. Francesc J., Elías Bosch, Inv. 9, 1789-1815, 13v-16r.1810, marzo, 27, Barcelona. 45 Diario de Barcelona, 1802, 25: 99. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 131 una mesa muy elaborada, pintada y dorada, con su correspondiente piedra: según el gusto del día, propia para debajo de un espejo grande: un armario grande y bueno por el estilo de los de Gerona: y unos mapas también muy grandes y buenos, que contienen las quatro partes del mundo, con sus correspondientes guarniciones negras y doradas: el todo se arreglará a un precio equitativo46. A partir de la documentación encontrada en los archivos notariales podemos conocer el importante movimiento de bienes que suponían las almonedas, así como, la clase de objetos que se vendían y sus precios. Los muebles formaban parte de las ventas y los compradores podían ser de toda clase y condición social, siendo el grupo de los menestrales uno de los más numerosos. Se ofrecían todo tipo de géneros y a menudo salían a la venta objetos prácticamente nuevos que suscitaban gran interés. Éste es el caso de la cómoda con seis cajones descrita como molt bona que se puso a la venta en la almoneda de los bienes de la señora Josepha Solà, mujer del dorador Gaspar Montagut en 1718, una fecha temprana para que esta tipología se vendiera de segunda mano. El mueble subió a 24 libras y fue la pieza más cara de la venta47. Los carpinteros se citan entre los profesionales que pujaban habitualmente en las ventas públicas comprando bienes de segunda mano y, en especial, muebles. Quizás adquirían los muebles para aprovechar la madera, también podía ser que los compraran a bajo precio para su venta como objeto de segunda mano o, finalmente, para su alquiler, que es otra de las actividades que ejercen, como ahora veremos. Fuera cual fuera su finalidad, el comercio con objetos usados justificaría las asiduas compras de los artesanos de la madera en las almonedas de las ciudades y pueblos. En general, constatamos que cada profesión adquiría en las ventas públicas objetos propios de su oficio: los colchoneros, colchones y los vidrieros espejos y vidrios. Los carpinteros eran buenos clientes de muebles y objetos de madera, ya que restaurando o reconstruyendo estas piezas podían hacer negocio. La presencia de carpinteros es especialmente numerosa en los encantes de bienes de otros compañeros de profesión, atraídos por la oportunidad de aprovechar gran parte del material vendido. Por su parte, las almonedas de los bienes de personas acomodadas se convertían en todo un acontecimiento social, donde acudían no sólo ropavejeros y menestrales, sino también la nobleza. En los encantes de los bienes de Manuela de Cruilles, que tuvieron lugar en enero de 1798 fue la baronesa de Rocafort quien compró su buró por valor de 30 libras. 46 Diario de Barcelona 1815, 50: 256. 47 AHPB, Not. Buenaventura Galí, Liber Secundus Inv. et Enc. 1713-1726, fol. 139r- 140v. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 132 MÓNICA PIERA MIQUEL Precios de muebles de segunda mano Hemos podido conocer los precios de muebles de segunda mano a partir de los encantes que siguen a algunos inventarios post mortem. Normalmente, en estos documentos no se hace una descripción de los objetos, sólo se apunta el nombre del comprador, la pieza que se adquiere y el precio pagado por ella. Pero en ciertos casos, podemos conocer más datos del objeto si logramos identificarlo entre los que se describen en el inventario que antecede a los encantes. Otra fuente de información para conocer los precios de segunda mano son las estimaciones que se encargaban para valorar los bienes que una mujer viuda aportaba en dote a su nuevo matrimonio. Los precios de los muebles usados pueden ser muy distintos incluso entre piezas de la misma tipología debido a sus particularidades, así como a su estado de conservación. Para entendernos, podríamos decir que la información obtenida de los encantes del siglo XVIII es parecida a la que podemos recoger actualmente de los catálogos de las casas de subastas, donde los precios son poco reveladores si no se mencionan las características particulares de cada lote. Sólo una muestra amplia con ejemplos que detallen estos datos puede servir de fuente de información. El hecho de que un objeto sea de segunda mano no parece que afecte siempre a su precio, ya que si procedía de una buena colección o la pieza era especial, estos factores incidían positivamente en su valor y eran más decisivos a la hora de tasarlos que el de ser un objeto usado. Teniendo en cuenta estas premisas, creemos interesante comentar el valor económico de algunos muebles de los que han trascendido sus características principales. Hemos comentado la cómoda de segunda mano vendida en 1718 por valor de 24 libras, siendo el objeto más caro de una almoneda, similar al de un ejemplar de nueva construcción. Exactamente en el mismo precio se valoró la cómoda en nogal y con cinco cajones, que Anna Maria Bosch constituyó en dote en ocasión de su segundo matrimonio, en 177648. Fue el único mueble que componía el ajuar, cuyo precio total fue de 246 libras y 15 sueldos. En 1745, otra cómoda usada, en esta ocasión de cinco cajones y decorada con figuras de escultura, propiedad de un comerciante, se vendió en 28 libras. Esta estimación alta correspondía, sin duda, a una pieza de calidad. En el mismo documento se estimaba una arca genovesa por 4 libras y 10 sueldos, cuatro sillas de Marsella con respaldo tallado y asiento de fibra 48 AHPB, Not. Magí Artigas, Primus Liber Inv. et Enc. 1765-1791, fol. 44v-47v. 1775, mayo, 16, Barcelona RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 133 vegetal, 4 libras, una pareja de arquillas grandes con sus soportes, decoradas con vidrios pintados, casi con seguridad napolitanas, ya pasadas de moda a estas alturas de siglo, se estimaban juntas en 32 libras, y un bonito baulito de carey con decoraciones en plata e incluso cerradura y llave de este material, en 10 libras y 4 sueldos49. En 1819 la pareja de cómodas que la señora doña María Asumpta de Baldrich y Arandes aportó en segundas nupcias al señor don Joan de Amat y Jovany se tasaron juntas en 60 libras, siendo los tiradores de latón, mientras que el tocador en forma de mesa con dos cajones pintado de color blanco y espejo con marco dorado que incluía adornos de talla se valoró en 30 libras50. La almoneda de los bienes de Bartomeu Minguell en 1762 debió ser un gran acontecimiento en Barcelona. Este rico comerciante era una persona culta, interesada por la física, en especial por la óptica y también por la música. Entre otras cosas, disponía de cámara oscura, caja óptica y varios instrumentos musicales, incluso un Stradivarius. De la venta de sus bienes nos interesan las 110 libras que se pagaron por la cómoda con librería (calaixera amb canterano), cuyo cuerpo inferior de cuatro cajones imitaba mármol y abría por anillas en latón, mientras que la librería, pintada de azul, llevaba puertas acristaladas y se remataba con copete tallado y dorado. El precio incluía la porcelana y otros objetos que se guardaban en su interior. En los mismos encantes, por una pareja de cómodas de nogal pagaron 47 libras51. También destacada debía ser la pareja de cómodas en nogal que en 1774 aportó en dote Isabel Soler, procedente de su anterior matrimonio, ya que se valoraron juntas en nada menos que 70 libras, nuevamente el precio más alto de los encantes y más caras que muchas de las de nueva construcción52. Otra de las ventas públicas de interés fue la ya comentada de la señora Manuela de Cruilles. Puso en el mercado abundante plata, como las tres docenas de fuentes que pesaban 751 onzas y se vendieron por 1.442 libras, e incluso, una berlina por 250 libras. Los muebles más caros adjudicados fueron dos cómodas de color rojo por 60 libras, un armario por 40 libras, el mismo precio que dos espejos grandes con marcos dorados y el buró, arriba citado, de 30 libras, una cama pintada de blanco con perfiles y dosel 49 AHPB, Jaume Tos Romà, Man. 8 Sive Protoc. 1745, fol. 359v-367r. 1745, agosto, 19, Barcelona 50 AHPB, Not. Juan Bautista Maymó, Man. 1819, fol. 50v-55v. 51 AHPB, Not. Sebastià Prats, Liber 6 Cap. 1762-1764, fol. 162r-202r y 409r-432v. 1762, diciembre, 17, Barcelona. 52 AHPB, Joseph Serch y de Boquet, Man. 29, 1774, fol. 76v.1774, febrero, 24, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 134 MÓNICA PIERA MIQUEL por 25 libras y una silla paridera por 4 libras y 10 sueldos. Las otras cómodas de esta almoneda se aproximaron a las 20 libras, un precio que ya hemos visto que se puede considerar medio entre las de primera mano53. Entre las piezas caras de segunda mano, subrayamos una pareja de cómodas que había pertenecido al noble Francisco Xavier de Blanes Centellas y Carros, conde de Centellas, por la que se pagaron 122 libras y 10 sueldos en la almoneda de sus bienes en 1799. Aunque la documentación no informa de sus materiales, deducimos que se trataba de la pareja con metales de plata, mencionada en su inventario. En la misma venta las tapicerías del estrado, dormitorio y alcoba subieron a 243 libras, la librería, 22 libras y las dos docenas de sillas holandesas, casi 50 libras54. El precio acostumbrado para una cómoda de nogal sencilla de segunda mano estaría en torno a las 9 libras, aunque las había también de 16; mientras que las más baratas, construidas en pino pintado de blanco, podían costar tan sólo 4 libras y 10 sueldos. El precio de los burós era, en igualdad de condiciones, superior al de las cómodas. Cuando en 1785 se valoró una calaixera amb escambell, chapeada en nogal en 24 libras, un buró también chapeado en nogal con sus metales se estimaba en 32 libras y un espejo grande y cuatro cornucopias en 20 libras55. Si comparamos estos precios con los de las arcas, podemos entender que una de las razones de la lenta entrada de la cómoda y sus derivados en algunos estamentos sociales era, en parte, una cuestión económica. Pensemos que una pareja de arcas de nogal decorada en pinyonet, es decir con embutido de hueso y boj, costaba 25 libras y una pareja de arcas, también en nogal, pero sin decorar 11 libras, 12 sueldos y 6 dineros en el mercado de segunda mano. Si el arca era de álamo blanco su precio podía quedar en algo más de 2 libras. Viendo estos precios, podemos comprender porqué, en capítulos matrimoniales entre familias de nivel económico medio, el padre de la novia ofrecía a su hija la opción de escoger entre una cómoda o una pareja de arcas (Piera 2005: 265). 53 AHPB, Not. Francesc Joan Elías Bosch, Man. 26 Inv. 1788-1803, fol. 1r-19r. 1798, enero, 13- 27, Barcelona. 54 AHPB, Josep Ribes y Granés, Prot. Inv. 1798-1803, fol. 37r-47v. 1799, enero, 2, 24, 29, Barcelona. 55 AHPB, Josep Ponsico, Pactis et Aliis, 1784-1787, fol. 97r-99v. 1785, enero, 9, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII ALQUILER 135 DE MUEBLES Por último, era posible alquilar los muebles, en lugar de comprarlos. Aguiló ya habló de este negocio en el Madrid del siglo XVII, en aquella ocasión regentado por un dorador (Aguiló 1993: 31). En la Barcelona del siglo XVIII, el aumento del número de forasteros que acudían por temporadas más o menos cortas a la ciudad, fue el motivo principal para la apertura de negocios dedicados al alquiler de todo tipo de bienes, pero en especial de muebles, ropa de la casa, disfraces, ropa personal y de trabajo. Cuando se quedaban pocos días en la ciudad podían alojarse en una posada, pero si su estancia era más prolongada solían buscar casa, algo que no era nada fácil, para lo cual necesitarían alquilar muebles. Imprescindible era la cama con toda su ropa, pero también se podía necesitar vestir la casa con brasero, mesas, sillas, espejos o consolas. Otros se alojaban en casa de algún familiar o conocido, debiendo en muchos casos alquilar la cama o al menos el colchón, la sábana y la almohada. El alquiler de muebles también era un recurso utilizado ante la celebración de una fiesta o cualquier acontecimiento social, destacando las bodas por la cantidad de muebles que se demandaban para tal ocasión. Vistos los altos precios de los muebles de primera mano es fácil darse cuenta de que el alquiler era para muchos un buen recurso. En 1774 el comerciante Martí Creus y el colchonero Francesc Ventura abrieron una compañía para la venta de tejidos y el alquiler de ropas y muebles. Dos años más tarde redactaron un inventario para comprobar el estado de cuentas. En él se detallan todos los bienes, los deudores y las personas que en aquel momento tenían alquilado alguno de los objetos de la compañía. El listado permite apreciar la importancia del negocio que hacía necesario un almacén, aparte de la tienda para guardar la mercancía. La tienda estaba ubicada en Les Voltes dels Encants, lo que les permitía estar informados de todo objeto que se vendiera en los encantes de interés para su negocio. El número de colchones y de ropa de cama con el que contaban era muy elevado, pero también alquilaban ropa personal y muebles. Se citan nada menos que treinta y dos cornucopias y espejos, además de mesas, canapés, sillas, braseros y burós, todo para su alquiler. Disponían de camas de bancales grandes y pequeñas y alguna era pintada. Los clientes eran numerosos y de distinta procedencia. Los que adquirían lana u otras ropas eran en su mayoría colchoneros y sastres de Barcelona o procedentes de poblaciones como Arenys, Mataró, Calaf o Vilafranca. Entre los deudores de piezas alquiladas se cita al noble Francesc de Copons, aunque mayoritariamente eran extranjeros, cargos públicos y sobre todo, militares. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 136 MÓNICA PIERA MIQUEL Un ejemplo de este activo negocio es el listado de objetos alquilados el 25 de septiembre de 1776 a unos franceses que vivían en el primer piso del edificio de Martí Creus: Un llit gran compost de dos banchs, quatre pots, quatre matalasos, dos llansols, dos coxins, dos coxineras, una colxa, un cobrillit de indianas, dos llits petits compostos de quatre banchs, sis pots, dos màrfegas, dos matalassos, quatre llansols, dos coxins, dos coxineras, dos flassadas, la una vermella, y la altre grisa, trenta y tres cadiras, dos taulas de petges forts, y una de rodona, un ganapé ab matalàs, dos coxins, unas cortinas de indianas novas, vuit cornocòpias ab figuras, arrimaderos de indianas nous, un mirall, un quadro de Nostra Senyora de la Mercè, una calaxera, un canterano y un tapete de indianas nou, una cortina blanca per lo balcó y dos barretas56. Otra tienda dedicada a la venta y alquiler, todavía con más actividad que la anterior, era regentada por el ropavejero Joan Guix. Su inventario post mortem, datado en 1799, nos demuestra el volumen de su negocio, nuevamente situado junto a los Encantes de Barcelona. Los diferentes bienes los disponía por distintas estancias de la casa, pero además era propietario de almacenes con un número importantísimo de trajes, disfraces, toallas, colchones, almohadas, sábanas y muebles. Los cubrecamas para las camas de alquiler los guardaba en un armario específico y otro lo utilizaba para los vestits de màscara. El documento cita ocho cómodas y burós que estaban alquilados en ese momento. Si contamos los bienes repartidos entre la tienda, el almacén y las casas de los diferentes clientes, sumaban cincuenta mesas, cuarenta cornucopias, veintitrés docenas de sillas, además de biombos, mesas de juego, braseros, armarios, alfombras. También tenía ropa para vender, parte nueva y parte de segunda mano, alguna de gran calidad en terciopelo con bordados en plata, y se contabilizan muchos uniformes de guardia y de miguelete57. Algunos carpinteros entraron en este negocio de alquiler de muebles. Para ellos resultaba fácil incluir entre las tareas del taller la construcción de unas cuantas piezas sencillas o su compra en mercados públicos para ser alquiladas. Tenemos constancia del alquiler de camas, pero, como comentábamos anteriormente, quizá algunos de los otros muebles inventariados en las carpinterías podían servir también para ser alquilados. Josep Llunell era uno de los carpinteros de Barcelona que se había adentrado en este negocio. Cuando falleció, en 1774, en el taller de la calle Portadores se encon56 AHPB, Not. J. Fco. Claramunt Cardeñes, Man. 20 Prot. 1776, fol. 209r-226r. 1776, noviembre, 5, 6, 10, Barcelona. 57 AHPB, Not. Joseph Ribes y Granés, Prot. Inv. 1798-1803, fol. 11r-16r.1799, enero, 10, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 EL COMERCIO DE MUEBLES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII 137 tró el libro de registro de las camas de alquiler, dos libros de cuentas y diversos papeles que mostraban que su clientela incluía personas de origen francés. Almacenaba colchones, mantas, catres, una silla de campaña para niños, sillas poltronas, sillas pintadas y con asiento de enea y mesas, todo ello además de los muebles nuevos para su venta58. El alquiler se convirtió, así, en otro recurso comercial de los carpinteros, que aunque en la mayoría de los casos no abandonaron el trabajo artesanal, intentaron con ello dinamizar la actividad de sus talleres. Fue un mecanismo más de los utilizados por los artesanos para luchar contra la dura competencia y para dar respuesta a las necesidades de una clientela dispar, propia de un contexto de alta actividad económica y comercial. El consumo de bienes de uso doméstico se llevaba a cabo por diversas vías, siendo la pieza de encargo y la compra de muebles nuevos sólo una opción más entre las diversas posibles. El alquiler y la compra de segunda mano jugaban en el mercado del mueble catalán un papel fundamental que permitía que una buena parte de la población accediera a aquellos bienes de consumo deseados. BIBLIOGRAFÍA CITADA Aguiló, M. P. 1993. El mueble en España Siglo XVI y XVII. Madrid: CSIC y Ed. Antiqvaria. Alcolea, S. 1987. El Palau Moja. Barcelona: Generalitat de Catalunya. Amat, R. 1987-1996. Calaix de Sastre. Barcelona: Curial. Edición a cargo de R. Boixareu. Arranz, M. 1991. Mestres d´obres i fusters. La construcció a Barcelona en el segle XVIII. Barcelona: Col.legi d´Aparelladors i Arquitectes Técnics de Barcelona. Arranz, M. 2001. La Menestralia de Barcelona al segle XVIII. Els gremis de la construcció. Barcelona: Proa. Creixell, R. 1999. “Els llits policromats. Revisió de la tipologia ‘d’Olot’”. Annals Patronat d’Estudis Històrics d’Olot i Comarca: 271-291. Mainar, J. 1989. Vuit segles de moble català. Barcelona: Rafael Dalmau. Marti Coll, A. 1967. Cartes d´un mestre veler, 1770-1794. Mataró: Caixa d´Estalvis de Mataró. Moré, D. 2000. Cas Fuster: La família Martí a través dels seus documents. Tossa de Mar: Quaderns d’Estudis Tossencs. Piera, M. 2005.”La cómoda y el tocador, muebles de prestigio en la sociedad catalana del siglo XVIII”. Pedralbes 25: 259-282. Piera, M. 2006a. “El moble de l’Empordà al segle XVIII”, en El moble de l’Empordà al segle XVIII: 7-25. Gerona: Fundació Caixa de Gerona. Piera, M. 2006b. “El mueble en la documentación de Barcelona en el siglo XVII. El inventario y la almoneda de los bienes del carpintero Lluís Massot de 1608 y el inven- 58 AHPB, Not. Carlos Carbonell, Manuale 2 Inv. et Enc. 1774-1779, fol. 5v-11v. 1774, marzo, 9, Barcelona. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 138 MÓNICA PIERA MIQUEL tario de Joan Francesc Pratnarbona de 1688”, en El moble del segle XVII a Catalunya i la seva relació amb altres centres europeus: 69-82. Barcelona: Associació per l’Estudi del Moble. Piera, M y A. Mestres 1999. El mueble en Cataluña. El espacio doméstico del gótico al modernismo. Manresa: Angle. Fecha de recepción: 19 de diciembre de 2007 Fecha de aceptación: 20 de enero de 2008 RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 109-138, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.05 Revista de Dialectología y Tradiciones “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES...Populares, 139 vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “No comprar sin visitar la Casa Apolinar”. La empresa de muebles de Apolinar Marcos ‘Don’t buy without visiting the House of Apolinar’: the furniture firm of Apolinar Marcos Sofía Rodríguez Bernis Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid RESUMEN En este artículo se repasa la actividad comercial de la firma madrileña Apolinar Marcos en sus dos etapas principales, a partir de la exhumación de su archivo personal que incluye proyectos de decoraciones y muebles, modelos, láminas, fotografías y dibujos propios, ofrecidos como catálogos. Se repasan los métodos de aprovisionamiento de materiales, el sistema de adquisición de piezas y conjuntos a otras compañías, la amplia red de proveedores incluso de fuera de España, que le enviaban género a modo de muestrarios o depósitos, y su método usual de venta. Palabras clave: Mobiliario, Firmas comerciales, Madrid, Primera mitad siglo todos de fabricación y venta de muebles. XX, Mé- SUMMARY This study deals with the commercial activities of the Madrid firm Apolinar Marcos during its two main stages, through the use of their archive containing projects for interior decoration and furniture, models, prints, photographs and drawings used as catalogues. The methods employed for obtaining materials, the system of acquiring individual and groups of pieces from other firms, the wide range of suppliers —even outside of Spain— that sent pieces as samples or on deposit, and their habitual sales methods are discussed. Key words: Furniture, Commercial Firms, Madrid, First Half 20th Century, Methods of Manufacture and Sale of Furniture. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 140 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS INTRODUCCIÓN Apolinar Marcos Clemente (¿?-1936) fue un conocido mueblista madrileño y un personaje influyente que llegó a ostentar el cargo de concejal suplente del Ayuntamiento de Madrid en 1927. Su producción y actividades comerciales están bien documentadas en el archivo que conservan sus descendientes en la Fundación Fernando de Castro. Asociación para la Enseñanza de la Mujer1, compuesto por proyectos de decoraciones y muebles que se pueden fechar entre la primera década del siglo XX y los años cincuenta, un libro de contabilidad que incluye los años 1908 y 1909, láminas sueltas de mobiliario procedentes de distintas publicaciones que sirvieron de inspiración a los dibujantes de la casa, fotografías, algo de correspondencia y abundantes facturas de suministradores; éstas últimas discurren entre 1920 y 1940, con un silencio en 1937 y 1938. En suma, un acervo muy rico que ilustra el procedimiento de trabajo de una empresa dedicada a las artes industriales, típica del primer tercio del siglo XX, el carácter de sus producciones y su sistema de comercialización2. Hasta los años ochenta del siglo XIX los talleres y las pequeñas industrias que iban incorporando máquinas herramienta eran, en general, muy modestas en número de trabajadores y en volumen de producción. La competencia del extranjero, sobre todo en lo que respecta a la fabricación de los productos por entonces englobados en la denominación “artes industriales”, codiciados por las clases medias y altas, estrangulaba las iniciativas españolas. Francia en primer lugar, y en menor medida Inglaterra, Alemania y Austria, procuraban a los españoles mobiliario, vidrio y cristal, porcelana y loza, papeles pintados, moquetas, tejidos y tapicerías, metales manufacturados y, en general, objetos para la decoración a precios que iban desde los altos a los módicos. Era “incontestable [la] autoridad que le concede [a Francia] su abolengo en el progreso artístico, y la sólida reputación conquistada desde larga fecha en cuanto al refinamiento y depurado gusto con que saben presentar sus manufacturas” (Alzola 2000: 47). Los gobiernos españoles no entraron de forma seria en la lucha euro1 Fundada en 1870 por Fernando de Castro, se dedicó a la docencia dirigida a las mujeres, con el objetivo de procurarles una educación que les permitiera independencia intelectual y económica, gracias a las destrezas impartidas por sus escuelas de secretariado, taquigrafía y mecanografía, y telegrafía. 2 El Fondo Apolinar se halla reunido en cajas de archivo, pero todavía no se ha catalogado ni siglado, debido a que la riqueza del Archivo y de la Biblioteca exigen un trabajo considerable a su archivero. Por esta razón las citas serán anárquicas. Para la mayor parte de los materiales documentales se citará la fecha a modo de referencia. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 141 pea de la competencia, para proteger las producciones nacionales y tratar de conquistar mercados extranjeros, hasta fines del siglo XIX. Durante la segunda mitad de la centuria, y para alentar los progresos industriales, se fomentaron, con altibajos, la publicación de revistas y monografías de carácter técnico3, la celebración de exposiciones y concursos de bienes de consumo4, la asistencia a las exposiciones universales de los industriales españoles y la mejora del sistema de las enseñanzas, en particular de las llamadas artísticas. La política arancelaria fue, durante décadas, perjudicial para los fabricantes nacionales; las rebajas establecidas en la base quinta de la Ley de 1869 tuvieron como consecuencia el cierre de muchas manufacturas y la moderación del ritmo de fabricación de otras. Hubo que esperar a 1891 para que un nuevo arancel proteccionista creara un clima de seguridad que consolidara la tendencia generalizada a la multiplicación de empresas del sector. En este caldo de cultivo favorable comenzó Apolinar Marcos sus negocios. HISTORIA DE LA FÁBRICA. PRIMERA ÉPOCA La fundación de la firma Apolinar Marcos (o Casa Apolinar), que se remonta a fines de los años ochenta del siglo XIX, debió tener lugar en torno a 1885. Durante los primeros años, su propietario se dedicó al comercio y la distribución de madera para pasar, en un momento indeterminado, a producir sus propios artículos. La fábrica de muebles se estableció en la calle Buenavista 37 —y durante poco tiempo también en Zurita 32—, y la tienda en el número 1 de la de las Infantas5. El libro de contabilidad mencionado más arriba se escribió en un momento clave de transición y crecimiento. Muestra cómo la empresa pasó de vender la mayoría de los muebles que fabricaba a distribuidores con nombre propio y a “almacenistas residentes en esta Corte”, a despachar casi toda 3 Vieron la luz, aunque muchas no disfrutaron de larga vida, Los Anales de la Construcción y de la Industria, La Semana Industrial, La Gaceta Industrial, La Ciencia Eléctrica y otras de menor relevancia. 4 Tras la celebración de algunas exposiciones no muy ambiciosas, en 1871 el Fomento de las Artes convocó una muestra local, a la que siguieron las de 1873, ya de carácter nacional, 1875, 1877 y 1883, organizadas por diversas instituciones y agrupaciones privadas. Las que sin duda pusieron a España a la altura europea fueron la Exposición Universal de Barcelona (1888), que transformó una zona de la ciudad, y la Exposición Nacional de Industrias Artísticas, e Internacional de Reproducciones (Barcelona, 1892). 5 El edificio, que era propiedad del Conde de Romanones, amigo de Apolinar, fue adquirido con posterioridad. Sólo se conserva un anteproyecto de la portada fechado ya en 1957. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 142 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS FIGURA 1. Fachada de la tienda de la calle de las Infantas. su producción de forma directa a particulares a partir de enero de 1909. Este salto revela el éxito de sus creaciones y la decisión de adquirir una personalidad propia definitiva, una imagen de marca, como se diría hoy, avalada por la consolidación de la venta al detalle. Los industriales a los que suministraba muebles Apolinar eran Felipa Frutos, Santiago López, Ignacio Morlans, Luis Somovila, Hijos de Grases, Godínez, Moreno y Compañía, Rufino Pinillos y Thonet Hermanos. La documentación que pueda ilustrar sus respectivas historias todavía no ha sido exhumada; Thonet Hermanos era la franquicia de una de las empresas más modernas y de mayor difusión del siglo XIX, fundada por Michael Thonet en Viena, especializada en muebles de madera curvada, que tenía tiendas en Madrid y en Barcelona (calle Pelayo 40). Además de las conocidas piezas caracterizadas por las curvas y contracurvas de su trazado, realizadas de forma industrial en haya moldeada al calor húmedo, ofrecían otras de gusto historicista, que son las suministradas por Apolinar y quizá por algún otro fabricante de muebles. La venta de maderas, que fue el origen de su negocio, se mantiene en 1908, procurando ganancias modestas: 1.149,54 pesetas, frente a las 102.235,61 obtenidas por la venta de muebles. El comercio de madera desaparece del libro de contabilidad al año siguiente, en el que comienzan a mencionarse obras de carpintería de interiores6, si bien aún modestas, apuntando una vía de expansión que se desarrollaría más tarde. 6 Se trata de las obras de carpintería de una tienda situada en la calle Tribulete, 1 (Libro de Cuentas, p. 157). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 143 Las cifras de ventas de 1908 y 1909 muestran un ligero descenso en el segundo año, resultante de la asunción del riesgo generado por la mayor independencia, aunque su volumen total es muy alto y revela la consolidación comercial y financiera de Apolinar. Si en 1908 la venta de muebles proporcionó 102.235,61 pesetas brutas, al año siguiente sólo procuró 66.019,5. Esta cifra no se debe interpretar como un fracaso, sino como el inicio de la etapa más brillante de la fábrica que, tras prescindir de intermediarios, pudo conquistar a título propio el favor de un público que no dejó de aumentar hasta 1936. Bien debieron marchar las cosas de forma inmediata, ya que la firma recibió, en 1915, un Diploma de Honor en el Concurso Nacional de Industrias, Comercios y Fábricas. Infraestructuras, equipamiento y suministros Si las ganancias eran elevadas también lo fueron los gastos de mantenimiento de la tienda y del taller. Los asientos fijos de los “gastos de casa” del libro de contabilidad incluyen los alquileres del taller y de la tienda, la contribución urbana, las facturas del teléfono y de la electricidad, los pagos del seguro de los obreros (a la sociedad Hispania) y las cuotas de la Beneficencia y el Círculo Mercantil, a los que se añaden otros extraordinarios del mismo tenor. Su cuantía es variada, y oscila entre las doscientas y las novecientas pesetas, si bien en una ocasión suben más porque se adquiere una estufa para el taller. Las mercaderías se adquirían a distintas empresas. Los suministradores eran muy variados. Las maderas de pino se compraban en grandes cantidades a la Sociedad Belga del Paular, en tanto que otras procedían de Valsaín, donde en 1884 se había inaugurado el Real Taller de Aserrío Mecánico, con maquinaria belga e inglesa, que suministraba madera de sierra para obras de taller al mercado madrileño, además de piezas acabadas para la decoración de interiores7. Las cantidades de material registradas son abundantes, llegándose incluso en julio de 1909 a pagar “por portes, aforo y acarreo de 7 Fabricaban entarimados, zócalos, jambas, cornisas, pilastras, medias cañas, molduras, guardavivos, bastones para cortinas, pasamanos y junquillos. Fue el primer taller que se mecanizó a gran escala, con un motor principal de vapor horizontal sistema Corliss, de 90 caballos, de la marca Prosper van der Kerchove (Gante), y calderas multibulares e inexplosibles del sistema Naeyer, de Villebroeck, también belgas; las máquinas de la sala de máquinas procedían en su mayoría de la casa Ransome de Londres, y eran casi todas sierras de diverso tipo —circulares, de cinta, verticales— cepilladoras, machihembradoras y molduradoras. Asimismo, contó con una pequeña herrería para las reparaciones. Exposición Universal de Barcelona. Catálogo razonado de los objetos expuestos por el Cuerpo de Ingenieros de Montes (Madrid, 1888). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 144 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS un vagón de madera de Valsaín, 216,20 pesetas”8. Para la adquisición de otras especies Apolinar recurría a comerciantes especializados: el castaño lo procuraba un tal Aparicio y el nogal, Rodríguez y Serrano, que también proporcionaba los artículos de ferretería. En los años de 1908 y 1909 no constan en el Libro de cuentas las especies más costosas, que sí figuran en el catálogo de los muebles vendidos, en macizo y, sobre todo, en chapeado: caoba fundamentalmente, satín o limoncillo de Indias y cedro; es posible que Apolinar conservara un buen repuesto de su época de comerciante en maderas9. Otros materiales que adquiría a otros fabricantes son las lunas de Viuda de Goya y de Guerra y Cía, para espejos de armarios y tocadores, los cristales para aparadores, los mármoles de Hijos de Almodóvar, de Alejandro Acero y de Cárcamo para tableros de aparadores y mesas, y los tejidos de Rodríguez Hermanos para las tapicerías de los asientos. Además, se procuraba palanganas y juegos de lavabo, colchones de muelles, asientos de rejilla y relojes que incorporaba a sus piezas y a sus conjuntos de piezas. La voluntad de encaminarse por el camino de la decoración empieza a apuntar ya en esta época. Los operarios y el sistema de trabajo Apolinar tenía en su taller un número estable de empleados, que parecen ser carpinteros y ebanistas en su totalidad, a los que pagaba semanalmente. Un oficial cobraba seis pesetas al día, y un ayudante, alrededor de dos. En los períodos de más trabajo los reforzaba con ayudantes y aprendices por jornadas o medias jornadas. Además, recurría a ciertos especialistas para decoraciones y acabados, a los que pagaba por cada intervención. Era, sin duda, más económico que incluirlos en plantilla. Se trataba de artesanos de pequeño taller, no de empresa, a los que la documentación identifica por sus nombres: el barnizador Ramírez, el tornero Emilio García y el tallista Ángel Crespo. El grabado de lunas se hacía también fuera. A otros artífices se les encargan muebles10. Son todavía pocos, pero su presencia en las cuentas muestra el deseo de Apolinar de diversificar su 8 Libro de cuentas, p. 179. 9 Hay otros nombres de suministradores de maderas, como Vicente Lillo o Pedro Valdehita (que escribe Valdeita). Sólo a Nicomedes Herrero se le paga en una ocasión 612,50 pesetas por maderas sin especificar, quizá finas. 10 En 1909 se paga a Miguel Escobar, “por dos góndolas Luis XV, 110 pesetas” (Libro de cuentas, p. 183), y a Cayuela, “por construcción muebles caoba, 125 pesetas”; “por construcción de sillas, 46” (id., p.193); y a un ebanista cuyo nombre no figura, “por la construcción de un comedor caoba y una mesa de despacho, 430 pesetas” (id., p. 197). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 145 oferta. En las facturas posteriores a 1920, como veremos, el número de fabricantes de muebles con catálogo propio que comercializa es ya muy numeroso. El monto total de los jornales alcanza cifras considerables: en 1908 asciende a 32.153,25 pesetas, y en 1909 a 21.785,70. La diferencia a favor del primer año se explica porque, al dejar de suministrar géneros a otros mayoristas, Apolinar redujo el número total de empleados. A pesar de eso contrató un escribiente, cuyo sueldo mensual era de 30 pesetas, probablemente porque preveía que la gestión del negocio, ya dirigido mayoritariamente a particulares, se iba a hacer más compleja. Asimismo, comenzó a pagar a un fotógrafo que documentara sus creaciones, al que se llega a satisfacer la respetable cantidad de 163,90 pesetas en mayo de 190911. Aunque la tienda contaba con una cierta cantidad de género manufacturado y listo para llevar, la mayor parte de las ventas se hacían por encargo, razón por la cual las fotografías debieron hacerse necesarias para mostrar al cliente la amplitud del catálogo. Para el mismo fin servían los dibujos, pocos todavía los de esta época. Los portes para los particulares se realizaban con mozos de cuerda contratados para cada ocasión; por los embalajes se cargaba del 3 % al 6 % del precio total. Los de los mueblistas al por mayor no aparecen en las cuentas, ya que correrían por su cuenta, como era costumbre. Estilos y tipos de muebles Como ya era habitual por entonces, los muebles o los conjuntos de muebles —dormitorios, comedores y despachos principalmente— se identificaban con un número de catálogo. En estos años el de Apolinar llega a ofrecer un registro de casi cuarenta grupos de distinto tipo. La firma apostó desde el principio por el historicismo consolidado desde el siglo XIX, opción conservadora que compartió con la mayoría de los fabricantes y comerciantes de bienes de consumo de la época. Su oferta fue, además, ecléctica y ajustada a las modas en boga en cada momento. La documentación de estos años tempranos manifiesta una declarada preferencia por el “estilo Luis XV”, por el “Luis XVI” y por el “estilo inglés”. De los dos primeros, que se repiten en los dormitorios y en sillerías de salón, se conserva un conjunto de dibujos, que son los de fecha más temprana de entre los del archivo. Reflejan el ornamento rococó y neoclásico, ligero, de trazos nerviosos y menudos, que se extendió en Francia hacia 1900, superpuesto a trazados de líneas sinuosas voladas, próximas al Art Nouveau, con 11 Libro de cuentas, p. 197. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 146 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS algunas asimetrías de la misma filiación. El modernismo, más contenido y geométrico, se presenta en los muebles denominados “modernos”, de línea escueta, “terminados de lunas y de cristales”12, muchas veces biselados perimetralmente, a la manera que pusieron de moda algunos de los diseñadores ingleses relacionados más o menos directamente con el movimiento Arts & Crafts, como Bruce Talbert, y que luego tuvo continuidad en el modernismo sobrio de efecto bidimensional que se propagó por toda Europa, desde París a Berlín y desde Barcelona a Copenhague. El “estilo inglés” está emparentado con los revival británicos del siglo XIX, sobre todo con los “estilos” del XVIII y en particular con los que se distinguieron por el uso profuso de la pata cabriolé: el Reina Ana y el Chippendale13 o, por lo menos, la idea un tanto estereotipada que el historicismo tenía de ambos y que se popularizó en España a partir de 189514. FIGURA 2. Tocador Luis XV, primer cuarto del siglo XX. FIGURA 3. Cama Luis XVI, primer cuarto del siglo XX. 12 “Un juego de despacho estilo Moderno n.º 54 en caoba barnizada, terminado de lunas y cristales, compuesto de dos librerías, una mesa, tres sillones, cuatro sillas tapizadas en blanco”, Libro de cuentas, p. 15. 13 “Un comedor estilo inglés n.º 39 en roble compuesto de chinero, trinchero, mesa de comedor y seis sillas, terminado de lunas y mármoles”, Libro de cuentas, p. 33. 14 El Almanaque Bailly Baillière de 1895 dedica un artículo a “La historia del mueblaje” profusamente ilustrado con figuras de asientos de distinto tipo, entre los que figura un grupo “de caoba barnizada o de madera clara de estilo moderno” que reproduce modelos Chippendale, Sheraton y William Morris (p. 319). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 147 A las corrientes internacionales se le añaden conjuntos “estilo Renacimiento”, en proporción menor, pero tomando posiciones para un posterior ascenso de ventas fulgurante. Aunque el “estilo español”, el que buceaba en las fuentes pretendidamente genuinas de la creación nacional, se remonta a los años setenta del siglo XIX —e incluso a fechas anteriores—, fue durante las dos primeras décadas del XX cuando se concretó en la peculiar interpretación del Renacimiento y del Barroco que hoy se ha dado en llamar, en burlas, remordimiento, que tuvo larga vida. Las maderas a veces se asocian a determinados estilos, como por ejemplo el satín —o limoncillo—, el roFIGURA 4. Sellette con reloj, ble y la caoba, a los ingleses y el “moderna”. nogal, al español; sin embargo, su elección se ajusta también al gusto y al bolsillo del consumidor: un “comedor estilo Renacimiento n.º 32 en nogal y castaño” costaba 610 pesetas, y “otro idem en roble y castaño” ascendía a 450; el castaño se empleaba en la armadura y las otras maderas en las partes vistas15. Las tipologías que se mencionan en la documentación de esta época, y que no varían sustancialmente hasta la Guerra Civil, son las que se estimaban necesarias para amueblar una casa completa, sin demasiadas fantasías pero incluyendo algunas piezas de adorno o de funcionalidad un tanto caprichosa. El conjunto estrella es el comedor, destinado a la estancia que en el último tercio del siglo XIX se había situado, en los pisos, junto a la sala, en la posición en la que mantiene todavía. Se componía de mesa —a menudo extensible o colisa—, sillas y dos aparadores: chinero y trinchero; el primero solía ser alto, de dos cuerpos, con compartimentos abiertos y cerrados para la vajilla, al modo de los grandes buffet a la francesa de la segunda mitad del siglo XIX; el segundo, de un solo cuerpo, derivado de los sideboards ingleses que se remontan al último cuarto del XVIII, contaba a lo sumo con un arrimadero superior de madera o con espejo. La combinación 15 Libro de cuentas, p. 61. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 148 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS FIGURA 5. Comedor renacimiento, hacia 1920. de ambos se había fijado ya en los años setenta del XIX. Después de la Gran Guerra, al aligerarse las masas de los muebles, se prefirió la combinación de dos trincheros, uno más amplio y corpulento que el otro, proceso que se observa con claridad en el catálogo de Apolinar. Los dormitorios contaban con una cama de matrimonio, o con una o dos individuales, mesillas de noche, armario de luna, tocador y sillas —coquetas o descalzadoras—. El lavabo con palangana todavía se estilaba a principios de siglo, aunque fue abandonado a medida que el agua corriente se instaló en las casas pudientes, lo que permitió instalar el cuarto de baño, con lavabo integrado, junto al dormitorio. Mesas auxiliares y biombos para desnudarse castamente completan el conjunto, en el que tiene cabida, con carácter extraordinario, un escritorio de señora16. El salón combina muebles más variados, entre los que destaca la sillería, a la que se añaden jardineras, que pasarán de moda después de 1915, 16 “Un dormitorio estilo inglés n.º 19 en caoba barnizada, interior roble compuesto de armario de tres lunas, cama de matrimonio, lavabo, dos mesas de noche, una mesa de tocador con espejo, una mesita auxiliar con tapa de luna, un biombo de 3 hojas y 4 sillitas a juego [...] más un espejo de chimenea en medida de luna de 156 x 96 haciendo juego a dichos muebles, un escritorio de señora a juego con pantalla de lunas y un silloncito coqueta”. Libro de contabilidad, p. 37. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 149 y espejos. Apolinar no ofrece muchas más tipologías de sala, por lo menos en sus primeros tiempos. El despacho, por fin, consta de librerías, mesa, sillón y sillas. Los muebles de Apolinar son para la burguesía de los pisos grandes y medianos. Son conjuntos para las piezas principales, no para las habitaciones de servicio. Tampoco comercia con las piezas propias de los palacetes de la aristocracia de sangre o del dinero, como las mesas de juego o de billar, los muebles de fumador o los comedores de gala. HISTORIA DE LA FIRMA. SEGUNDA ÉPOCA El fondo documental del archivo Apolinar se interrumpe entre 1910 y 1919; no así el conjunto de dibujos, entre los que se puede identificar un grupo realizado durante la segunda década del siglo. Se conserva un abundante acopio de facturas de proveedores, fechadas entre 1920 y 1940, aunque ninguna relativa a los tratos de Apolinar con sus clientes, que muestran con precisión la evolución de la firma durante dos décadas. Entre 1920 y 23 el volumen de negocio era ya considerable, pero fue a partir de 1924 cuando se incrementó de forma regular hasta alcanzar su máximo desarrollo en torno a 1929. La bonanza perduró hasta la crisis de 1933 y 1934, años difíciles durante los que hubo que aplazar los pagos a varios proveedores; otros tuvieron que rogarle que hiciera lo propio con los suyos, afectados por las huelgas y la recesión de los encargos. La poca correspondencia que se conserva está relacionada con esta situación. En 1935 la firma experimentó un repunte —es quizá su año de mayor expansión—, que frustró la Guerra Civil: 1936 fue un año muy flojo, en el que los encargos cayeron en picado desde primavera y cesaron súbitamente cuando Apolinar fue asesinado en Paracuellos del Jarama y la fábrica incendiada. Parece que la firma permaneció cerrada en 1937 y 1938, hasta que en 1939 su hija Trinidad y su yerno, Rafael Muñoz-Yusta de Illara y Ruiz de Zárate, tomaron las riendas, reiniciando la venta y solicitando a los proveedores extranjeros que esperaran para cobrar facturas que habían quedado largo tiempo pendientes de pago. Una carta que el representante legal de la casa escribió a una fábrica alemana de guarniciones metálicas señala que “esta casa ha quedado totalmente esquilmada y sin una peseta”17. La recuperación fue dificultosa, como todo en aquella época. En 1939 apenas si se hicieron algunos arreglos y reparaciones de muebles. Una carta de 1940 al mueblista valenciano Salvador Blat dice: “aunque estamos en septiembre y parece que esto empieza a moverse algo, [este año] comercialmente ha sido malísimo, 17 Carta de 22 de noviembre de 1939 a Bocklenberg, Motte & Cº mbh, Ronsdorf. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 150 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS hasta tal punto que todavía tengo tres alcobas de usted intactas, por lo que le agradecería que por ahora se abstenga de enviarme nada de género”18. A partir de entonces, y hasta los años cincuenta, el negocio siguió produciendo los diseños de la preguerra, según cuentan los descendientes de los fabricantes, y como lo indican anotaciones de fechas correspondientes a los años 40 realizadas al dorso de dibujos de décadas anteriores. Estos muebles seguían siendo muy del gusto de una burguesía media-alta, poco permeable a las novedades del diseño europeo, que sólo eran conocidas por un grupo de avanzados que muchas veces salieron de sus mismas filas. Además, el almacén acumulaba un abundante stock de piezas, a las que se dio salida progresivamente. Se conservan, asimismo, proyectos de amueblamiento y decoración de estos años, en gran parte de oficinas y despachos, algunos de gran envergadura. El sistema de trabajo. Los dibujos Entre 1909 y 1920 Apolinar había pasado de vender lo que fabricaba en sus talleres a distribuir, además, mobiliario de otros fabricantes. Los proyectos decorativos fueron asimismo una parte importante de su negocio. Sabemos qué fabricaba, a partir de 1920, gracias a la colección de diseños y a las compras de materias primas y de guarniciones textiles y metálicas para sus muebles. Los varios centenares de dibujos conservados, que presentan muebles sueltos o conjuntos a juego, se mostraban al cliente, a modo de catálogo, para que hiciera sus encargos, por lo que son en extremo cuidados y se adecuan a los estilos de moda de la ilustración y del cartelismo, sobre todo a aquéllos que no se decantaban de forma franca por las rupturas formales de las vanguardias, sino por los modos de expresión plástica más decorativos y amables. La compra por encargo era a la carta: no hacía falta quedarse con todos los componentes de un conjunto, sino sólo con los que se necesitaran; y a menudo se introducían correcciones en las medidas o pequeñas variaciones formales. Muchos dibujos tienen anotaciones como “Este es el elegido”, o “Este modelo, que lo hagan lo antes posible”. Parte de los dibujos, que se deben a varias manos, son anónimos. Un grupo datable en los años veinte y treinta, de estilo más personal, está firmado por su autor, Salvador J. Díaz19, del que nada sabemos, excepto que tuvo un hermano llamado Tomás que dibujaba como él y que también trabajó para Apolinar. En contadas ocasiones figuran otras firmas, una de un 18 14 de septiembre de 1940. 19 Sólo uno de los dibujos de su mano está fechado en 1923. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 151 FIGURA 6. Boceto de una cuna en varias versiones para presentar a un cliente. FIGURA 7. Versión elegida por el cliente. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 152 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS Joan Martínez que quizá corresponda al dibujo de un proveedor; también hay láminas con siglas (R.S.S., E.G., C.E.). El proceso de creación y producción de un modelo empezaba por la búsqueda de inspiración en lo que estaba de moda, en España o fuera, siempre dentro de unos límites conservadores que raras veces transgredían el historicismo. Los modelos se buscaban en las revistas ilustradas de decoración, por lo que han quedado en el Archivo muchas hojas sueltas20 y algunas colecciones de láminas encarpetadas, como Mobiliarios completos 21 y Habitaciones amuebladas 22. Este género de publicaciones, muy abundantes a partir de mediados del XIX, estaba concebido en parte para talleres y fábricas, a través de los que actuaron como agentes difusores del gusto. En el fondo Apolinar también hay fotos de otros fabricantes, algunas de las cuales sirvieron asimismo de ejemplos para su taller. Una vez seleccionados los modelos, las formas y las decoraciones, se dibujaban los proyectos que la fábrica se proponía materializar. Con toda probabilidad los dibujantes de la casa traducirían al papel las ideas de Apolinar, al que aconsejaría su Jefe de Taller, como era habitual. A partir de los dibujos, los ebanistas hacían FIGURA 8. Dormitorio Luis XV realizado por el mueblista Román González a fines de los años veinte y comercializado por Apolinar (al dorso de una de las fotos, a lápiz: “de Román”). 20 Muchas de ellas son alemanas. 21 Serie II, Sucesores de J.M. Fabre y Caselles Moncanut Hermanos, 1935. 22 Serie II, M. Bayés, Barcelona, s.d. (principios de los años veinte). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 153 FIGURA 9. El mismo dormitorio de la figura 8 dibujado por Salvador J. Díaz para presentar a la clientela de Apolinar. los despieces en partes y elementos de armaduras y decoraciones que servían para dibujar plantillas a tamaño real. La observación anotada en el bosquejo de un biombo, “Me parece demasiado grande comparado con otro que tengo yo”, y las descuidadas anotaciones sobre medidas y materiales que ensucian muchos de los dibujos, hacen pensar que las piezas se proyectarían primero sobre el papel, que después se harían las correcciones y que, finalmente, se construirían. Es posible que los muebles de menor importancia o complicación no necesitaran seguir todos estos pasos, y que con sólo dar indicaciones verbales o procurar una foto o una imagen al jefe de taller, fuera suficiente. El archivo guarda recortes de fotos y de grabados de muebles sencillos a los que se han añadido, a tinta, indicaciones como “en roble y tapizado”, “en roble y cuero”, que pasarían directamente a manos de los operarios. Es de presumir que muchos de los dibujos, sobre todo los de factura cuidada, se harían ya después de fabricado el primer mueble de un determinado tipo, para que fueran fieles a la realidad y pudieran mostrarse al cliente con todas las garantías; algunos se harían ex profeso para individuos concretos. Sin embargo, no existen grandes diferencias de concepción entre los diseños previos y los dibujos-catálogo. Hay otro tipo de ilustraciones, que corresponden a proyectos específicos, que son quizá los más espectaculares. Los mejores, muy bien presentados en papel de excelente calidad, son de mano de Salvador J. Díaz, del que se guarda asiRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 154 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS mismo un croquis en papel de seda, un apunte previo que, después de ser aprobado por Apolinar, serviría para realizar el proyecto definitivo. En los proyectos decorativos se yuxtaponían piezas del propio Apolinar con otras de sus suministradores: en un álbum que recoge la propuesta para amueblar la zona de oficiales y suboficiales de todo un establecimiento militar —academia o cuartel—, en el que figuran despachos, sala de juntas, sala de fumar, sala de banderas y dormitorios, en estos últimos figuran las camas metálicas que se solían adquirir a José Puente (“Fábrica de camas de hierro”) y a Eleuterio Guzmán (“Camas de bronce”). Muchos de los dibujos están marcados con números. Contrariamente a otros mueblistas, que numeraban correlativamente toda su producción, Apolinar parece que prefirió numerar por series, e incluso por proyectos, en los que a cada mueble se le asignaba una cifra, empezando por el 1. De ahí que menudeen mucho los números bajos, que se repiten de forma recurrente. Sí se debió de llevar un registro de tipo más general, o varios, por períodos, ya que en algunos proyectos figuran números superiores al millar. Proveedores y clientes Las maderas de esta etapa siguen proviniendo en parte de los bosques de la Sierra de Madrid, a los que se añade el haya de Piedralaves, distribuida por Pedro García Fogeda. A Venancio Crisóstomo se le adquiría un gran volumen de castaño, y el nogal a Balbino Moeda Illana. Quizá el almacén de maderas que procuraba mayor variedad era el de Eustasio Cepeda, del que constan entregas de especies habituales como haya, chopo, nogal, castaño y “roble liso”, junto a “roble de malla”, okume, caoba, “caoba Grand Bassam”, caoba de Cuba y haya esterilizada. Durante estos años el auge de los chapeados plumeados y de las maderas de rica textura obligó a multiplicar las fuentes de suministro. En menores cantidades, Apolinar pidió a Viuda de Andrés Miera (“Maderas de Europa y América. Depósito en El Grao de Valencia”) tablones de abedul americano. Los muebles diseñados en casa Apolinar a veces eran fabricados por ebanistas independientes, es de suponer que por su baratura, por su especial pericia en determinados trabajos o por la saturación de encargos que se debía producir en algunos periodos. Esta forma de trabajar se comprueba gracias a una factura que la firma de Manuel Gómez remitió el 28 de julio de 1934, en la que se menciona “un comedor en madera de haya compuesto por un aparador, con repisa sin lona, trinchero, mesa cerrada según diseño enviado por Vd y seis sillas”. Lacadores y rejilleros eran también trabajadores por cuenta propia. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 155 En 1920 Apolinar compraba mucho a otras compañías. Parte de estas adquisiciones estaban destinadas a completar la hechura de sus muebles, a guarnecerlos o a rematar sus proyectos decorativos. Durante los años veinte el Taller de Tornero Mariano García (“Se hacen toda clase de trabajos en madera, hueso y marfil”) le procuró columnas, remates, pies, patas y piezas de torno de cierta complicación para sus muebles, por ejemplo, “colunas [sic] de perchero”, pies de cama con y sin casquillo [ruedecillas], balaústres y “cebollas” de distintas maderas —las últimas sin duda de estilo Elizabethan, tan de moda por entonces—, “pies gordos y cortos” para meridiana, pies torneados para sillones, pies “torcidos” que también llama “ponpellanas”, etc. Los asientos, tanto los propios como los suministrados en esqueleto (sólo la armadura) o en blanco (sin tela de tapicería, pero henchidos y rematados con una tela blanca) por otros ebanistas, se entregaban tapizados al cliente, que podía elegir tela y pasamanerías dentro de una oferta estándar. Apolinar las encargaba a fábricas y distribuidores que procuraban los tejidos por piezas y por metros. Durante los años veinte recurrió a casas madrileñas: Tapicerías Peña, Rodríguez Hermanos (“Tejidos para muebles. Cortinajes de arte”), Antonio Tejero, A. A. del Valle, Sucesor de Hijos de F. y A. Rodríguez (“Proveedor de Palacio”). Desde fines de los veinte, coincidiendo con un aumento del volumen de negocio, comenzó a pedir a provincias, donde podía encontrar precios más convenientes para encargos más abundantes, y quizá géneros de aspecto más novedoso: desde 1928 a García Graciano, de Vitoria (“Grande Fabrique de Tapisserie” Londres-París-Vitoria), y a partir de 1929 a J. Ramón Blay, de Valencia (“Obrador de tapicería”) y a otros de la misma ciudad o de sus alrededores como Joaquín Motes Estela (“Fábrica de tejidos de seda”), Ricardo Sada Moneo (“Fábrica de terciopelos labrados”) y Viuda de Bernabé Rosell. En Barcelona recurrió a E. Navarro Roquejoffre y a la Casa De-Negri (“Fábrica de bordados mecánicos y a mano”). En casi todos adquiría telas por metros, sobre todo damascos de diverso tipo, terciopelos y panas. En la década de los treinta amplió la nómina de suministradores valencianos y catalanes, y extendió los encargos a Bélgica, a la Agemeene Fluweelweverij N.V., sita en Kortrijk, especializada en “moquette de coton”, “shaft velours” y “Jacquard velours”. Con los metales ocurrió lo mismo que con los tejidos: Apolinar comenzó tratando con casas españolas para, a fines de los años veinte, iniciarse en la importación de guarniciones de Bocklenbeg, Motte & Cº, de Ronsdorf (Alemania) —con los que contactó a través de los intermediarios bilbaínos Conrad & Cia— que le enviaron regularmente “cerraduras de embutir”, “asas de cajones”, “escudos con entrada”, “asas para puerta”, “ruedas de sillón”, maquinarias de reloj y sonerías, y llaves. Entre éstas últimas hay algunas con RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 156 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS “aumento [de precio] por ser las esferas con inscripción ‘Apolinar Marcos Madrid’ a 7,50 pesetas”, de diseño geométrico y desornamentado, acorde con la popularización de algunos de los presupuestos racionalistas entre las grandes industrias alemanas. También probó a importar, en 1935, “piezas corbateras herrenfreunde en niquelado” de la casa Gonnemann & Cº, pero parece que el trato duró poco. En los años treinta, con la extensión del gusto por los metales plateados y cromados hubo un incremento de suministradores de metales de calidad, como el taller electroquímico de Luis Vivas Vázquez, que le entregaba barras de cortinas y anillas, o la Ferretería Hispano-Americana S.L., especializada en anillas, escudos, tiradores, bisagras y cerraduras “galvanizadas y plateadas”. Además, aumentó los pedidos de piezas ornamentales, como los capiteles, garras (para pies), conteras (calzos para pies), apliques, canastillos, remates, marcos de tocador y de espejo y grecas de Vicente Martínez Ibáñez, de Valencia (“Manufacturas de bronces”), que destinaría a muebles de aspecto más tradicional. Los cueros para asientos de sillas se adquirían, ya preparados, a Viuda de Manuel Amillo y a Juan Prida, ambos de Madrid, en cuyas facturas aparecen apuntes como el siguiente23: “2 cueros de asientos para sillón, cuero de 1ª color avellana y 80 tachuelas”. En 1935 Apolinar se atrevió con las imitaciones de piel, aunque no a gran escala, como el “Granitol” de R. M. Nosworthy, establecido en Barcelona y Madrid. Parece que parte de los colchones de las camas se confeccionaban y se rellenaban en el taller, al que Hermógenes Egido (“Lana y colchonería”) entregaba lana de vellón por quilos y por arrobas, miraguano, telas de colchón y “hechuras de colchones”, y Francisco Igual Vila, pluma “blanca y gris”. Los mejores somieres procedían, a partir de 1929, de Clemente Camarasa (“Fábrica de sommiers [sic] de madera y jergones de hierro”), que era, si damos crédito a la propaganda de su propietario “La más importante de Aragón. Exportación a provincias”. Los vidrios y lunas de armarios y aparadores se fueron enriqueciendo a partir de las mismas fechas, que es cuando empiezan a aparecer facturas de vidrieras emplomadas de La Artística (“Esmaltes sobre cristal. Muestras transparentes”) y de Cristal Madrid S.A. (“Espejos biselados, toda clase de vidrería extranjera de grandes dimensiones y de alta novedad. Vidrieras emplomadas y con armadura de metal”). Las bombillas “Philis [sic] vela” que imitaban la luz de las candelas eran de Vicente Zúmel, al que volveremos a encontrar más abajo. Pero la mayor parte de los suministros son muebles acabados de otras firmas, que Apolinar comercializaba en su tienda. Parece que tenía un stock variable y moderado de los otros fabricantes, a modo de muestra, y que 23 Factura de 11 de junio de 1925. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 157 solicitaba nuevos suministros cuando tenía encargos en firme de los clientes. Aunque la correspondencia es muy parca, dos cartas de 193124 y 193325 ponen de manifiesto que las solicitudes se sucedían en goteo, debido a la costumbre de introducir modificaciones en las medidas y los materiales de los modelos a capricho de cada comprador: “Le ruego que envíe una cama de 105 cm de modelo n.º 215 en color limoncillo, procurando que haga completo juego a lo último servido por Vd., que fue un armario, un tocador y una mesita, y tengo vendido dicho juego que entregaré mañana Dios mediante con una sola cama, y necesito dos”; “Formulo la presente para manifestarle que tengo un cliente que desea un juego de dormitorio para dos niñas, de madera de citrón [limoncillo], del modelo n.º 255, pero haciendo el armario 15 cm más de frente [...] Y los muebles que se desean son los siguientes: armario de 3 cuerpos según encargo, dos camas para colchón de 90 cm, una mesa de noche de 60 cm, un comodín tocador [...] Lo que sí me permito rogarle es que procure poner todos los tableros que van chapeados de limoncillo, de buena clase, y un poquito más gruesos que los remitidos en los juegos que tengo en esta, porque en la actualidad, los dos juegos que tengo, están resquebrajados”. La fabricación estandarizada en serie resultaba impensable con este sistema de funcionamiento. El número de proveedores creció con los años. En la década de los veinte Apolinar trabajaba con una decena de carpinteros y ebanistas madrileños. Algunos eran silleros modestos, que le procuraban género más o menos corriente, como Francisco García, Francisco Guallart, Sillerías Segura y Ángel Asiaín. A ellos hay que añadir una ebanistería de Badajoz, Viuda de Francisco Guerri (“Grandes fábricas de muebles”), con la que tuvo una larga relación comercial que mantuvo por afecto o por costumbre, ya que el volumen de los pedidos, al principio muy crecido, no aumentó con el correr de los años. Otros suministradores tenían industrias más importantes, y mantenían negocios de características similares al del propio Apolinar, con catálogo propio, talleres y tienda; algunos se dedicaban también a los proyectos decorativos. C. Maximino Cerezo, Casa Aparicio y Andrés Alonso fueron los más destacados, de entre los que pareció preferir al último. Desde finales de los años veinte aumentó la nómina de proveedores de muebles construidos. Algunos eran madrileños, como Román González (“Constructor de muebles de lujo”), Remigio Sapina Chornet (“Taller de ebanistería”), Francisco Cappa, Tomás Jacinto, Juan Mayor, Francisco Esquitino, Antonio Monterde, Leonardo Maderuelo, Román Palacios, Pedro Cartagena, y otros, de los que aún no sabemos nada; pero la mayor parte 24 De 23 de septiembre, dirigida al mueblista Manuel Alfonso, de Valencia. 25 De 5 de abril, dirigida al mismo. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 158 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS eran valencianos: Jaime Badía Bru, Juan Blat, Juan Camps, José Franco, Leandro Sospedra, Manuel Gómez, Viuda e Hijos de Murguía, José Alonso, Emilio Estrada, Ramón Sanchiz, y un largo etc. Muchas de estas compañías estaban especializadas en la realización de muebles de madera curvada, pero no aparece ninguno de este género en las facturas que enviaban a Apolinar, que prefería la sólida ebanistería tradicional. De vez en cuando, entre las abundantes y abultadas facturas de todos ellos, aparecen otras sueltas, más magras, de ebanistas a los que Apolinar quiso probar pero que no debieron gustarle. Entre los suministradores los hay de dos tipos: los de taller modesto y los de fábrica importante. Los segundos tienen un catálogo amplio, que se manifiesta en los números asociados a los muebles (dormitorio 336, comedor 760, sillón de despacho 1034...), números que son correlativos en muchos casos, y que van subiendo de año en año, revelando una incesante renovación de los diseños; las piezas de Santos Luque, de Madrid, y de Alonso y Cia., de Valencia, llegan a sobrepasar el número 1000 de sus respectivos catálogos. El de los mueblistas corrientes, si es que lo tienen, apenas llega a la cincuentena o, a lo sumo, al centenar de números. Facilitan tipos de muebles simples y no muy variados, fundamentalmente asientos y comedores. En los años treinta Apolinar recurrió preferentemente a las fábricas de mayores medios y catálogos más amplios que, aunque mantenían los nombres de sus fundadores, se iban acercando en cuanto a sistema de trabajo y organización a las sociedades limitadas modernas. Si los talleres de tipo tradicional le vendían la mercancía a la entrega, las fábricas se la cedían en calidad de depósito durante períodos limitados, tras los cuales satisfacía las letras correspondientes. Por si las facturas no fueran suficientemente reveladoras acerca de estos procedimientos, se conserva una carta de enero de 1934 en la que Tomás Jacinto Díaz (“Muebles artísticos”) escribe: “Me es grato hacerle presentación de esta [factura] correspondiente al detalle de entrega del dormitorio Barroco moderno n.º 60, el cual se encuentra en su poder en calidad de depósito para su venta”. Con el transcurrir de los años Apolinar se fue decantando por una cierta especialización a la hora de elegir los suministradores. Si los de los años veinte eran ebanistas de tipo general, con posterioridad se aprecia un aumento de los que tenían alguna peculiaridad técnica, estilística o material. Los valencianos le enviaban muchas piezas chapeadas en maderas de rica textura, adornadas con los plumeados y los efectos de veta irregular que tan en boga estuvieron en los años treinta; en los documentos de Jaime Badía y de otros se mencionan “mallas”, “rarezas”26 y maderas de raíz, y 26 Maderas de fibra de efecto poco habitual resultantes de veteados irregulares. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 159 aparecen combinaciones efectistas como “sicómoro color nogal”, “sicómoro imitación nogal difuminado” y “palma de caoba”; también figuran muebles tallados, con “talla rozada pulimento a brillo”, como los de Bru. Otros ebanistas estaban especializados en determinados muebles: Antonio Prieto, de Madrid, en “bargueños de estilo Renacimiento español” y en “sillas de estilo español de balaústres”; la Fábrica de muebles de Las Tres Águilas de Francisco Esquitino, en armarios; la Viuda e Hijos de C. Murguía, de Vitoria, en burós (que en las cuentas aparecen elegantemente denominados “bureaus”). El mismo Apolinar trabajaba principalmente en juegos de comedor, de dormitorio y de despacho. FIGURA 10. Despacho renacimiento, años treinta. Por fin, a otros comercios acudía por piezas muy especiales: a la Ferretería Hispano Americana porque tenían juegos de poleas para cortinas y portieres; a Vicente Ramón Castelló, de Valencia, por sus pedestales para radio; a La Metálica, de Bilbao, por las “bastoneras de plata oxidada modelo n.º 10 GUERRERO Y ÁGUILAS”, y por el “modelo METÁLICA en cobre oxidado”, etc. También se registran encargos únicos, búsquedas de piezas o adornos poco frecuentes a demanda del cliente, y tan dispares como “un escudo bordado de Madrid de 34 x 27” pagado a Vicente Rosillo (“Fábrica de bordados mecánicos”) en 1935, o una “mesa de cama Labernie cromada, modelo A” conseguida en el Garage [sic] Citroën de M. Negrete. ¿Cómo elegía Apolinar los muebles y los objetos de los fabricantes, sobre todo de los de provincias? Quizá los visitara, pero además las numerosas fotos que conservó en el archivo le sirvieron como referencia; la mayor RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 160 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS parte son anónimas y de calidad regular, pero las hay de algún fotógrafo conocido, como Alfonso (Alfonso Sánchez), uno de los profesionales más prestigiosos de Madrid. La mayor parte ostentan los números de referencia de sus fabricantes. Alguna se ha podido identificar, como una “alcoba Luis XVI, n.º 7” o el “comedor Chippendale en caoba compuesto de aparador, trinchero, mesa con torno, seis sillas y dos sillones” que Román González facturó en 192827, conjuntos de los que el archivo conserva la fotografía y la factura. Sillas y asientos se encargaban también a talleres de tapicería, en particular los que requerían una labor de henchido de envergadura que superaba la importancia de las maderas. Se seguía así una tradición iniciada en el siglo XIX, cuando los asientos se fueron convirtiendo en pelouches, proceso que aprovecharon los tapiceros para convertirse en mueblistas y decoradores. Apolinar trabajó mucho, desde los años veinte, con Ramón Vergara (“Se conserva y reforma toda clase de obra de tapicería. Construcción de toda clase de muebles. Se cortan fundas”). También los tapizados dificultosos de cuero se confiaron progresivamente a especialistas, por lo que menudean en el archivo facturas poco importantes por trabajos puntuales como la que pasó Salvador Aulés “Por poner cuero de primera, lona y tachuelas a un sillón giratorio”28. Por último, Apolinar compró adornos y objetos de diverso género para incluir en sus proyectos decorativos. Los más abundantes son las colgaduras confeccionadas, como los estores, cortinas y portieres (antepuertas), cuya colocación también se pagaba aparte: conceptos como “la colocación de cortinas” o “la colocación de huecos” (conjuntos de colgaduras para vanos) son recurrentes en las facturas. A esto se añaden las pantallas para lámparas de José Camps, o los bronces artísticos plateados y policromados de Francisco y Cía, composiciones que responden a títulos tan característicos de la época como “Invasión de los bárbaros”, “Costumbres romanas”, “Rendición de Breda”, “Numancia”, “Sagrado Corazón de Jesús”, “Sarcófago egipcio”, “Cervantes”, “Gallina ciega [Goya]” y la inevitable “Cabeza de guerrero”. Estos datos contribuyen a aclarar un sistema de trabajo complejo, en el que un mueble podía pasar por varias empresas con nombre propio antes de ponerse en manos del cliente. Tomemos por caso la ocasión en la que el tapicero Ramón Vergara mandó una cuenta “por forrar un tresillo ynglés de Alonso en pana verde”29: Apolinar, bajo encargo, había pedido a la em27 Facturas de 10 de diciembre. 28 Factura de 9 de agosto de 1924. 29 De 15 de diciembre de 1923. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 161 presa de Andrés Alonso (“Arte Decorativo. Ebanistería y tapicería”) un sillón a la inglesa, suponemos que en esqueleto o en blanco, que envió más tarde a Vergara para que hiciera un trabajo que se hubiera podido completar en la primera. Estas combinaciones se debían, sin duda, a razones económicas unas veces y de búsqueda de una determinada calidad otras, pero hemos de suponer que también eran fruto del deseo de ofrecer un producto diferenciado, con sello propio, que se obtenía diluyendo la personalidad de los otros fabricantes al yuxtaponer sus respectivas habilidades. Este juego era compartido por todos los industriales de mediana escala. Si un competidor ofrecía buenos precios y calidad ¿por qué no aprovecharlos en beneficio propio? El concepto de la competencia incluía por entonces algunos rasgos de colaboración que atemperaban la pura lucha por el mercado para beneficio de pocos. Todos cabían en este entorno de pequeña y mediana empresa, en el que la multiplicación de talleres fomentaba la expansión. El trato directo con el cliente para ofrecerle exactamente lo que necesitaba, y la cuidadosa organización de un complejo y equilibrado entramado de encargos a otros fabricantes para atender con precisión a la propia clientela, eran la garantía del éxito. Los estilos Entre 1920 y la Guerra Civil se mantuvo el tono historicista. El rococó se fue abandonando, pero los estilos ingleses se mantuvieron, sobre todo aquéllos que se extendieron en Inglaterra a partir de los años setenta del siglo XIX: el Elisabethan, el Queen Anne, el Georgiano, el Sheraton eduardiano y, por encima del resto, el Chippendale, llamados aquí de todas las maneras imaginables: elizabon, chipendal... Los más frecuentes son los muebles “españoles”, estilo entre renacentista y barroco, muy sobrecargados de tallas, realizados sobre todo en oscuros nogales o en maderas “imitación de nogal”. Todas las tipologías se sometieron al dictado de “lo español”, pero fueron los bargueños, que Apolinar no fabricaba pero que encargaba a la Casa Alpema y a Antonio Prieto, los arcones, las jamugas, los bancos y los percheros (o “perchas”, o “gabaneros”) los que mejor adoptaron el lenguaje nacional. Las bastoneras de Talavera con águilas de Jaime Forné Comas y de otros ceramistas los complementaban a la perfección. Por 745 pesetas se podía adquirir en 1929 en la Casa Apolinar, a la que se lo había suministrado Santos y Luque, “un banco estilo español E978, un gabanero lira estilo español E998, dos mesas redondas estilo español E1048, un perchero estilo espalo E1077 y un bargueño estilo español E1098”. En estos años lo calificado de “moderno” es el Art Déco, de líneas RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 162 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS geométricas domadoras de las vanguardias, texturas lígneas ricas, tapicerías claras y brillantes de colores entre los que predomina el salmón y metales plateados, en general niquelados. El taller de tapicería Valentín González sirvió en 1935 “dos sillones cubistas con almohadones”30 y José Martínez muchos muebles con “pata de escalones”. FIGURA 11. Sala art déco, años treinta. La empresa Rolaco, de Luis Feduchi, había introducido los muebles de tubo metálico del Movimiento Moderno en Madrid. Apolinar, y quizá otros mueblistas, no tuvieron más remedio que imitar sus radicales innovaciones, si bien tímidamente y pactando a veces con la tradición. Para ello adquirió en 1934 “tubo de acero” a Viuda de Subero , pero prefirió encargar las piezas ya manufacturadas a otros industriales que contaban con infraestructuras más adecuadas para la manipulación de materiales industriales, como Francisco Cappa, al que pidió “un aparador de haya barnizada tipo Rolaco” en 1934, o Enrique Juan Castell, de Valencia, al que compró en 1935 un “tresillo asiento elástico, respaldo con muelles, con tubos de metal cromado, pulimentado en color nogal, con talla [...] y mesita de centro a juego”. El mis30 Factura de 29 de noviembre. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 163 mo Cappa le suministró en 1935 dos sillones Morris que, aunque relativamente comunes, seguían considerándose innovadores. FIGURA 12. Mesa auxiliar “tipo Rolaco”, años treinta. Los clientes y los trabajadores Pocas noticias se tienen sobre los compradores, gente acomodada en general, entre los que se encuentran algunos nombres conocidos como Diez de Rivera o Herráiz, que puede ser el mueblista. Estos y otros se recogen en las cuentas que pasa, en los años treinta, Francisco Caamaño, dependiente que trabajaba a sueldo y a comisión para Apolinar. Al sueldo, de 250 pesetas, se suman cantidades de unas 150 sobre un monto total de ventas de más de 30.000. Este Caamaño figura en un Libro de matrícula de operarios mantenido entre 1940 y 45, en el que se anotan los restos del abundante personal de la preguerra. Por estas fechas sólo quedan cinco empleados, dos dependientes, dos mozos y un individuo del que no se especifica el oficio. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 164 SOFÍA RODRÍGUEZ BERNIS Difusión y publicidad Apolinar Marcos fue consciente, como la mayor parte de los empresarios de su época, del poder de la publicidad como medio de atracción de la clientela. En la prensa del primer tercio de siglo es habitual encontrar inserciones de la firma cuyos textos se adecuan al perfil de los lectores de cada periódico. Las publicaciones son las principales de la época: Vida Económica, La Tribuna, El Heraldo de Madrid, La Correspondencia, El Universo, El Correo Español, El Imparcial, ABC, Ingeniería y Arquitectura, El Diario Universal, El Eco de Alcalá y El Pueblo Manchego. Existe un muestreo, que se realizó en los días de la I Guerra Mundial (hacia 1917 o 1918), que reúne recortes encolados, en las hojas finales del libro de contabilidad de 1908-1909. Una mano cuidadosa ha pegado ordenadamente varios anuncios, a los que ha adjuntado una cartela pulcramente escrita con el nombre de la publicación, el precio de la inserción —que oscila entre las cuatro y las casi nueve pesetas— y la frecuencia de la misma —días alternos, hasta quince al mes—. La inversión total resulta bastante respetable. En general, Apolinar se presenta en los anuncios con un perfil alto y medio alto, aunque la palabra “lujo”, que menudea en sus textos publicitarios, es un reclamo que pretende tentar a un amplio sector de la burguesía, a la que se anima a elevar su nivel de vida y a mejor parecer adquiriendo los artículos de la casa. En Vida económica la inserción dice: “Establecida esta casa y dedicada con especialidad al mueble de lujo hace veinte años, invita a su distinguida clientela a visitar su Gran Exposición”; en El Pueblo Manchego, en cambio, habla de “baratura, elegancia y buen gusto”; y en Ingeniería y Arquitectura presenta sus muebles como “los más fuertes, los más lujosos, los más baratos”. Asimismo, Apolinar se anunció en otros soportes, como el programa que se ofrecía con motivo de los conciertos que la Banda Municipal interpretaba en el Teatro Español, y en postales de distintos tamaños con reproducciones de piezas, en alguna de las cuales ofrece el “arreglo y restauración de toda clase de camas”, y especifica: “Nuestros barnices dorados son a fuego”. Buena calidad, pues, a precios no exactamente asequibles pero sí posibles de alcanzar haciendo un esfuerzo. BIBLIOGRAFÍA CITADA Fondo documental “Apolinar Marcos” (veinte cajas y carpetas, y un libro de cuentas, sin inventariar). Archivo de la Fundación Fernando de Castro. Asociación para la Enseñanza de la Mujer. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 “NO COMPRAR SIN VISITAR LA CASA APOLINAR”. LA EMPRESA DE MUEBLES... 165 Alzola y Minondo, P. 2000 [1892]. El arte industrial en España. Bilbao: Imprenta de la Casa de Misericordia. Anónimo. 1895. “La historia del mueblaje”. Almanaque Bailly Baillière 1895. Pequeña enciclopedia popular de la vida práctica. Sin paginar. Catálogo oficial especial de España 1888. Exposición Universal de Barcelona. Barcelona: Imprenta de los Sucesores de N. Ramírez. Exposición Nacional de Industrias Artísticas, e Internacional de Reproducciones 1892. Barcelona: Imprenta de Henrich y Cía. Exposición Universal de Barcelona. Catálogo razonado de los objetos expuestos por el Cuerpo de Ingenieros de Montes 1888. Madrid: Imprenta de Moreno y Rojas. Habitaciones amuebladas. Serie II. S.d. (principios de los años veinte). Barcelona: M. Bayés. Mobiliarios completos Serie II. 1935. Barcelona: Sucesores de J.M. Fabre y Caselles Moncanut Hermanos. Fecha de recepción: 14 de febrero de 2008 Fecha de aceptación: 15 de junio de 2008 RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 139-166, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.06 Revista de Dialectología Tradiciones Populares, LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN ELy PRIMER TERCIO... 167 vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 La valoración social del despacho institucional en el primer tercio del siglo XX1 Social valuation of institutional office furniture during the first of the 20th century María-Paz Aguiló-Alonso Instituto de Historia. CCHS-CSIC. Madrid RESUMEN Documentar la labor de ebanistería en el Madrid finisecular ha permitido estudiar las condiciones sociales que en los edificios públicos implicaron el desarrollo del despacho, como elemento representativo de los distintos estadios existentes, sobre todo a nivel ministerial y cuya evolución marcará la pauta de los sistemas de amueblamiento modernos. Este estudio se realiza sobre la base documental y gráfica conservada en el Ministerio de Hacienda, sobre tres acciones coordinadas en todas las Delegaciones de Hacienda, permitiendo registrar una amplia lista de casas comerciales y talleres activos entre 1900 y 1936. Palabras clave: Mobiliario, Talleres, Casas comerciales, Industriales, Ministerio de Hacienda, Delegaciones, Despachos, 1901-1934. SUMMARY The documentation of cabinetwork in Madrid at the turn-of-the-century has allowed for the study of the social conditions implied in the development of institutional office furniture in public buildings. It can been seen as representative of the different levels existing especially on the ministerial plane, the evolution of which will establish the guidelines for systems of modern furnishings. This study has been carried out using the documentary and graphic materials preserved in the Spanish Treasury Department (Ministerio de Hacienda), on three coordinated actions in the local offices of this Department, thereby allowing for the registration of a full list of commercial firms and workshops active between 1900 and 1936. Key words: Furniture, Workshops, Commercial Firms, Industrialists, Treasury Department. 1 Este trabajo se inserta en el Proyecto de Investigación “60 años de ebanistería madrileña (1868-1936)”, financiado por la CAM Ref. 06/0172/2002. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 168 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO La finalidad del proyecto “60 años de ebanistería madrileña (1868-1936)” fue la de intentar documentar la labor de ebanistería en el Madrid del cambio de siglos, el comprender la amalgama de estilos utilizados y sus posibles fuentes gráficas y buscar la actividad desarrollada por los ebanistas cuyos nombres aparecían en las listas y anuarios de los industriales de entonces2, lo que nos llevó a investigar sus métodos de trabajo y su clientela, por lo que se procedió al vaciado de archivos institucionales conservados, intentando asimismo encontrar piezas referenciadas en un buen número de edificios institucionales, que comenzaron su actividad precisamente entre los últimos veinte años del siglo XIX y los primeros treinta del siglo XX. Las sedes centrales de los grandes bancos, ministerios, casinos, las Reales Academias, las cámaras de representantes, Congreso de los Diputados y Senado, sedes de Correos o el Círculo de Bellas Artes (Aguiló 2005), todas ellas vivieron unos momentos de intensa actividad decorativa para adecuar las nuevas necesidades que se requerían en los edificios de nueva construcción, tanto para el ingente número de empleados como para los cargos de responsabilidad rígida y jerárquicamente establecidos. Todo ello coincidiría con el auge de las Exposiciones Universales y las Nacionales de Artes Industriales, no solo de Bellas Artes, exposiciones públicas que dieron a conocer los últimos adelantos en materia de decoración. Para la difusión de este conocimiento tuvieron un valor similar tanto las Retrospectivas de Arte Sacro a nivel nacional o las del Antiguo Mobiliario Español —esta dentro de las propuestas por la Sociedad Española de Amigos del Arte de 1912—, así como la Exposición de Arte Decorativo de 1911 en la que comenzaban a exponerse novedades en los diversos campos de las artes aplicadas y en la que ya se hacía hincapié en los nombres de los creadores. Fue realmente a partir de 1900 cuando todas las entidades públicas comenzaron a racionalizar nuevas dependencias con mobiliario creado específicamente para ellas: despachos con distintos niveles de representatividad, salas de juntas, recibidores, escaleras, bibliotecas y salas comunes donde realizaban sus funciones los numerosos empleados que todas estas instituciones requerían. Cada ministerio y dentro de ellos cada negociado, equivalente a la Dirección General de hoy, debía obligatoriamente disponer por ejemplo de una Tesorería propia, de una Asesoría Jurídica propia, de una Intervención propia, de una Sala de Visitas para cada una de estas secciones, además de los correspondientes despachos de altos cargos, directores, subdirectores, diferentes grados de oficialías, de cuerpos medios, de secre2 En el siglo XIX comienzan a denominarse así las empresas que suministraban todos los elementos de decoración de interiores, bien fueran fabricantes o no. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 169 tarias, de ordenanzas, etc. La demanda para amueblar todos ellos era muy alta, sobre todo cuando se cayó en la cuenta de la importancia del concepto de “representatividad” y el empaque social que un amueblamiento adecuado significaba, dignificando cualquier entidad. Las campañas para soslayar bien las necesidades básicas o las simples carencias, raramente se afrontaban de un modo continuado, sino que se iban sucediendo en periodos determinados por los previos presupuestos anuales, los cuales, al cabo de meses, generalmente años, y tras largas negociaciones, lo permitían. El método de contratación del mobiliario, también en aquellos momentos, requería la presentación de varios presupuestos3, la emisión de una factura y la inclusión de las partidas en las actas y memorias anuales. El caso que analizamos aquí, el amueblamiento institucional del Ministerio de Hacienda y sus dependencias entre 1901 y 1934, es válido como punto de partida para la normalización del mobiliario institucional español por varios motivos: En primer lugar, por ser el único edificio en cuyos archivos se conserva la documentación ordenada de las diferentes campañas llevadas a cabo para la renovación, para el “adecentamiento” —en el lenguaje de la época— de las diversas dependencias, tanto de su sede central como de las delegaciones provinciales, lo cual permite abarcar un abanico mayor de posibilidades y modelos. En segundo lugar, porque esa documentación refleja puntualmente el sistema de demanda, los procedimientos utilizados, tanto la adjudicación directa, como el comienzo de los concursos, en base a los presupuestos presentados, el número de los necesarios para concursar, en aumento con el paso de los años, las razones para su adjudicación, etc. La documentación conservada se compone exclusivamente de presupuestos y facturas, muy pocas veces algún dibujo asociado o una fotografía de alguna novedad en el apartado del mobiliario referente a elementos de conservación (es decir tipos de armarios con destinos especiales), y su estudio conduce efectivamente a la posibilidad de tipificar los elementos componentes de los despachos, según las estrictas categorías de sus destinatarios, tanto en número de piezas como en clases de maderas y elementos complementarios: despachos para varias personas o unipersonales, que llegarán a clasificarse, ya en los presupuestos, por el cargo: despacho de director, de subdirector, de secretaria, de jefe de servicio, etc., muchos de los cuales implican a su vez una serie de estancias anexas también a amueblar, como salas de juntas, de visitas, etc. 3 Generalmente encontramos para los treinta primeros años del siglo, uno o a lo sumo dos. Fue más tarde cuando se exigió la presentación de un tercero. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 170 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO Por otra parte, este estudio al ser de ámbito nacional, permite mostrar la diversidad de opiniones y gustos en todo el territorio, ya que los encargos en la mayoría de los casos, se hacían, en principio, a los diferentes talleres o industriales locales4 y, por último, nos permite cuantificar la actividad real de talleres de ebanistería de lujo y su diferenciación con las firmas o casas de decoración, los industriales, en general, las cuales incluían en sus ofertas desde tapizados, revestimientos, pinturas, muebles nuevos y restauración de los existentes, lámparas, alfombras, visillos, hasta grabados decorativos, que completaban sin mayores quebraderos de cabeza la decoración total de los despachos, además de simplificar los trámites de facturación. A este último apartado hay que añadir el que esta documentación permite sacar a la luz la actividad de un sector casi olvidado por completo, el de la ebanistería, del que apenas hay datos numéricos de la primera mitad del siglo XX5. El estudio se ha dividido en tres espacios temporales correspondientes a tres campañas diferentes6: la realizada de 1901 a 1905 en el edificio de la calle de Alcalá, la de 1924 a 1929 comprendiendo la renovación de las Delegaciones Provinciales de Hacienda y la de 1928 a 1934, con nuevas actuaciones sobre las diversas dependencias de la sede central en Madrid7. 4 Con el paso de los años y la mayor facilidad del transporte a partir de los años setenta una firma de Madrid podía ofrecer condiciones más ventajosas incluso en el amueblamiento de otras sedes provinciales. 5 Para Madrid, desde los recogidos por Madoz en el siglo XIX, los de Capella, los registros de la Contribución Industrial, los anuarios de actividades industriales como los de Bailly-Ballière, además de los puntuales ofrecidos en las revistas ilustradas, pero que precisamente no suelen recoger, salvo casos excepcionales, la decoración de edificios como las sedes ministeriales. 6 Apoyándonos en la conservación de documentos agrupados en tres legajos del Archivo del Ministerio de Hacienda, actualmente en el Archivo Histórico Nacional, bajo la signatura. Fondos Contemporáneos, Ministerio de Hacienda, Legajos 6.470-2, correspondientes a los años 1901-1905 y Legajos 6468 a 6470-2, reagrupados el año 1929 – reorganización del Archivo Central. 7 Tras la utilización del edificio como sede de la Junta de Defensa, al mando del general Miaja desde noviembre de 1936 hasta marzo de 1939, se devolvió el edificio al servicio del Ministerio de Hacienda, se reordenaron las dependencias en los años 40, con una gran actuación a principios de los setenta en la que se reordenó y todo el edificio, con especial énfasis en las zonas nobles de la planta principal. Aunque la documentación sobre esta actuación no se ha exhumado, si aparece documentada gráficamente en el libro de Buades Torrent (1988). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... PRÍMERA ÉPOCA, 171 1900-1905 Durante estos años solamente se realizaron arreglos y compras puntuales. Las primeras tuvieron que ver con la coronación de Alfonso XIII, evento para el cual se contrató con urgencia con la Real Fábrica de Tapices la realización de diecisiete reposteros con destino a las ventanas y balcón principal del edificio y otros ventisiete para los huecos de la Intervención Central. Anteriormente se habían comprado a la misma entidad alfombras grandes para las dependencias del Tribunal Gubernativo, así como para la Tesorería General, la Subsecretaría y, ya fuera del edificio central, para la Dirección de Loterías y otras dependencias de la Casa de la Moneda. En las nueve actuaciones documentadas sobre adquisición de mobiliario de este periodo sólo aparecen cinco ebanistas diferentes, repitiéndose varias veces las compras al industrial Vda. De Alonso8. Tras unos arreglos en 1903 acomete en 1904 el mobiliario completo de la Tesorería y las dependencias de Loterías de la Casa de la Moneda y además suministra un biombo con destino al despacho del Sr. Subsecretario. La necesidad de su compra viene detallada por el habilitado de material en el informe de 24 diciembre de 1904: por las fuertes corrientes que vienen del pasillo y por la deficiente calefacción y porque allí se celebran las sesiones del Tribunal Gubernativo y la Junta clasificadora de las obligaciones procedentes de Ultramar, se aconseja poner un biombo que evite aquellos inconvenientes y tratándose de un salón donde constantemente han de ser recibidos Senadores y Diputados y otras personas distinguidas es indispensable que todo el mobiliario este en consonancia y guarde una debida simetría para que el decorado resulte propio del objeto a que se destina9. Entre 1904 y 1905 se reorganiza la decoración del Tribunal Gubernativo y de la Subsecretaría, para ello se presupuestan 4.000 ptas. trimestrales suministrando la misma casa muebles, cortinajes, estores. Al despacho de la Inspección General se destinaba una sillería en caoba tapizada en terciopelo de Génova con mampara a juego, mientras que para la Secretaría del Subsecretario se realizaba otra “en nogal tallada, guarnecida con maderas vistas forrada en peluches de lino compuesta de sofá, dos sillones y seis sillas estilo Luis XV”. Esta es la primera vez que aparece una distinción de 8 Véase Anexo. 9 Subsecretaría. Negociado Central. Año de 1904. Mobiliario. Registro de negociado M-14. Diciembre presupuesto y recibo de “un biombo de 4 hojas de 2,00 x 2,20 m de alto estilo Imperio con marco de caoba forrado en terciopelo de seda, lunas biseladas y aplicaciones de bronce para el despacho del Sr. Subsecretario”. 1250 ptas. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 172 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO clases de madera, caoba o nogal, dependiendo del destino de los muebles. Pero, sin embargo, para el mobiliario del despacho pequeño del Ministro, la misma casa provee una sillería guarnecida a la inglesa con mesa de nogal para escritorio a la cera con piel inglesa10 y para el despacho del Subsecretario mezcla tres sillas estilo Imperio en caoba con bronces y fileteadas de metal con una mesa de nogal para escritorio a la cera con piel inglesa; y como se puede observar sin ninguna correspondencia lógica entre ellas. El sistema de trabajo para el personal subalterno11 era diferente de los usos y costumbres que se desarrollaron posteriormente. Se trabajaba en “mesas dobles de pupitres fijos para 4 o 6 personas”12, con sillas y sillones de haya o plátano con asiento de cuero color avellana y clavos grandes dorados que aparecen citados en las compras sucesivas. Una nota a destacar es que queda explicitado que las remesas que se van adquiriendo hagan juego con las precedentes. “Había viejos pupitres con tapas ruidosas en los que había que trabajar de pie” (Barea 2007: II, 189), unos tipos de mesas actualmente relacionadas con el uso escolar y bibliotecario (Rodríguez Bernis 2006: 281). El resto de los industriales que surten al Ministerio en estas fechas son: Mariano Abollo, Manuel Sillo, Juan Herrera y Benjamín Roig. El primero hace sillones de piel y una librería giratoria para el despacho del Subsecretario13. SEGUNDA ÉPOCA 1924-25. RENOVACIÓN HACIENDA DE LAS DELEGACIONES PROVINCIALES DE Refundidas en 1869 las Administraciones y Contadurías-Tesorerías en una dependencia denominada Administración Económica, esta fue modificada y confirmada en 1881 bajo el nombre de Delegaciones Provinciales de Hacienda, entidades que dan nombre jurídica y formalmente a “los diversos órganos y dependencias establecidos en cada provincia para el servicio Económico del Estado con el fin de mejorar la imagen de la Administración de la Hacienda pública de cara al contribuyente, atendiendo a la simplificación de servicios, reducción de trámites, etc.” (Delegaciones 1981: 1161). Bajo la 10 Presupuesto 24 de febrero/ factura 19 abril 1905, por 3605 ptas. 11 Como el personal “tamponero”, el de la Contaduría y el de la Deuda, por citar solamente las secciones para las que se adquiere mobiliario. 12 AHP. FFCC.M.H.Leg. 6470 Expediente instruido para la adquisición de mobiliario con destino a la Subsecretaría de este Ministerio. 13 Subsecretaría. Negociado Central. Año de 1901 Mobiliario. Registro de negociado A-5- MARIANO ABOLLO, 30 -IX-30-XI: ”Cuenta de los muebles que se han construido para la Subsecretaría del Ministerio de Hacienda”. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 173 jefatura de un Delegado de Hacienda, se organizaron en oficinas que fueron clasificadas en 1889 en tres grupos: De 1ª clase: Barcelona, Cádiz, Coruña, Granada, Madrid, Málaga, Sevilla y Valencia. De 2ª clase Alicante, Burgos Córdoba, Murcia, Oviedo, Toledo, Valladolid, Zaragoza perteneciendo las otras 29 a la 3ª clase. En 1924 un Real Decreto14 reorganizaba los servicios centrales y provinciales de Hacienda, lo que supuso la creación de la Administración de Rentas Públicas en todas las delegaciones. Las Tesorerías-Contadurías integraron a las antiguas depositarias de Hacienda y Tenedurías de libros de las Intervenciones de Hacienda. Apareció como órgano intermedio el Tribunal Económico Administrativo, albergando cada Delegación la Intervención (Fiscal y de Tributos), la Administración de Rentas Públicas, la Abogacía del Estado, la Tesorería y la Inspección, creándose además en junio de 1926 subdelegaciones en otras ciudades. Algunas delegaciones, bien por ocupar espacios nuevos, bien al multiplicarse las secciones y por tanto las oficinas, tuvieron que ser amuebladas completamente. En otras, las más de las veces, de menor entidad, solo se contempló amueblar el despacho del delegado y como mucho su secretaría, contratándose en muchos de los casos reparaciones y retapizados de asientos. Por lo mismo los presupuestos fueron variables, en un abanico económico que oscilaba entre 1500 hasta 30.000 ptas. En la documentación recogida en el Ministerio de Hacienda15 se observa que la decisión de las adquisiciones de mobiliario estaba en manos del propio Delegado Provincial. Tipos de muebles utilizados La mayoría de las partidas que se contemplan en esta documentación se componen de presupuestos y facturas, y los conceptos casi siempre incluyen sillerías y mesas de despacho. Con respecto a las primeras se observa que aún no aparece el tresillo (conjunto compuesto de sofá y dos butacas), que como tal denominación comienza a utilizarse posteriormente, sino el de sillería con composición variable. Una media razonable podría ser la presupuestada por Antonio González Del Rey, de Salamanca, compuesta de un sofá, tres sillones y cuatro sillas forradas16. Aparece también entonces la denominación mesa ministro y por estas fechas por primera vez con tapa de luna, pero no solo en las mesas de 14 RD de 21 junio de 1924. 15 AHP. FFCC.M.H. Leg. 6381-1 y 6381-2. 16 Incluida en su catálogo con el nº 340 (Presupuesto 2.350 ptas. r.n.47/2121923, 3 diciembre de 1925). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 174 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO despacho de dimensiones regulares sino también en las grandes. Arturo Barea, en su insuperable descripción del Madrid de esos años, expresa bien el poco sentido que el seguimiento de la moda tenía: hace menos de un mes que se cubrieron todas las mesas con lunas de cristal. Las mesas en su mayoría tienen un tablero central forrado de hule rojo o verde y un marco ancho de madera barnizada alrededor. Directamente sobre este marco pusieron las lunas y claro han quedado en hueco en el centro […] cuando pusieron las lunas pedí una plancha de goma porque veía que la iba a romper (Barea 2007: I, 357). Inversiones comparativas en la compra de mobiliario en las diferentes Delegaciones de Hacienda Entre las inversiones mayores realizadas destaca la de la Delegación de Hacienda de Granada para la misma sede de la calle Buen Suceso, utilizada desde 1889, que se ampliaría más tarde a la calle Escudo del Carmen. Se presentaron dos presupuestos en 1925 para todas las oficinas de la delegación: de la Amuebladora Granadina (Manuel Campos) de 41.100 ptas, y el otro, que fue el aceptado, de Miguel Mavit de 20.700 ptas. La diferencia de presupuesto se explica porque este último, además de adjuntar un inventario de lo que hay viejo y de lo que hace falta, presupuesta pormenorizadamente el despacho del delegado con muebles “estilo Renacimiento” mientras que para el resto de las dependencias lo hace con sillones, sillas y percheros de madera curvada. La Delegación de Hacienda de Almería en 1930 estaba dividida en dos sedes, una en la calle Reyes Católicos 5, que albergaba el Tribunal Económico Administrativo provincial y otra en la calle Gerona 17, en la que radicaba la Administración de Rentas Públicas, la Tesorería y la Delegación de Hacienda propiamente dicha. Igual que para la anterior se presentan dos presupuestos, uno por Ubaldo Abad Carretero del Bazar “El León” de casi 40.000 ptas., justificado por “el estado deplorable de las dependencias” y otro, el aceptado, de aproximadamente 23.000 ptas. presentado por Rogelio Ferrer17, muy detallado en cuatro presupuestos para la Administración de Rentas, para la Tesorería, para el despacho del Delegado y para la Intervención. En Lugo también se presentan dos presupuestos de 20.000 ptas. para toda la Delegación, sita en el desamortizado convento de monjas dominicas, por los Almacenes “La Gran Bretaña” con muebles americanos y por Manuel C. Varela18. 17 Véase Anexo. 18 Véase Anexo. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 175 En el extremo opuesto, las cantidades mínimas presupuestadas oscilando entre 1000 y 3.000 ptas., comprendían no toda la Delegación, sino solamente determinadas oficinas, como el presentado por Badillo para la Abogacía del Estado de Sevilla; Para el mismo destino en Logroño es el presentado por Dionisio Navajas19, ambos en “estilo Renacimiento español” o el de Víctor Gómez de Toledo20 también ofertando sillas de nogal “estilo español antiguo”, o Redondo Hermanos de San Sebastián, Hijos de H. Hervada de La Coruña21, Gregorio de Frutos de Segovia, para el Tribunal Económico Administrativo22 en 1926. Dos presupuestos presentaron también Florencio Arcos y los Almacenes “La Competidora”, ambos de Ceuta, en diciembre de 1930. En Barcelona, antes de su traslado a la Vía Layetana en 1928, la Delegación ocupaba dos inmuebles en la calle de las Corts y en la Ronda de la Universidad. Para la Tesorería Contaduría en 1925 la Casa Munné presupuestaba muebles, librerías, mesas y sillas de haya por 988 ptas.23, mientras Antonio González del Rey en Salamanca o Eladio Campe Amaya “Casa Campe” de Cádiz y Adolfo Ramírez, un presupuesto para la Oficina de Rentas Públicas24, y González Calvo de Segovia en 1931 presupuesta una mesa para la Delegación, sita en el palacio Arias Dávila en la calle Colón n.º 425. Tanto Burgos, como Sevilla, Lérida —esta para la Intervención y para la Oficina del Personal— y Santander26 presupuestan un máximo de de 5.000 a 11.000 ptas. Maderas utilizadas y tipos de muebles Es norma general que las casas proveedoras ofrezcan para estas renovaciones muebles fabricados en las maderas más abundantes y generalizadas en cada región, así en La Coruña todo se ofrece en madera de castaño, en Logroño se ofertan más resistentes, de haya y para un tablero de mesa 19 AHN FFCC MH Legajo 6381-2. 20 AHN FFCC MH Legajo 6381-2, R:N: 72/300. 21 Representante de varias compañías de vapores AHN FFCC MH Legajo 6381-2, RN 57/247 22 AHN FFCC MH Legajo 6381-2, R:N: 68/254. 23 Figura en el Registro de contribución con Tarifa 1ª, clase 3, epígrafe 4 n.º 364 como “vendedor de muebles finos”. AHN FFCC MH Legajo 6381-1, folleto17, R.N. 68/ 283/1926. 24 Otras Delegaciones de Madrid. 25 (Con un dibujo) solo una mesa de haya de Hungría con tapa de “mulesquín” (hule). 26 AHN FFCC MH Legajo 6381-2/1932, incluyendo dibujos para la Junta de Contrabando. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 176 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO de nogal del país y, mas acorde con las tendencias europeas, en Barcelona se utilizan para este fin muebles de haya y de madera curvada. Entre todas las Delegaciones, las de Granada, Sevilla, Vitoria, Toledo, Logroño, Almería y Lugo se decantan en esta remodelación por proponer y comprar mobiliario “estilo Renacimiento español”. Esencialmente se trata de mesas, alguna librería y asientos, sillas de tijera, que claramente aparecen citadas como hamugas —como en Granada— o sillones “estilo español antiguo”. Solo en un caso —en Sevilla, para la Abogacía del Estado— se acepta un presupuesto de un despacho compuesto de una mesa y un sillón frailero de cuero tallado y dorado. Si bien algunas mesas se especifica que sean de nogal, o al menos que sus tableros sean de nogal “del país”, existe una diferencia fundamental entre el mueble Renacimiento y este mueble “estilo Renacimiento” que se realiza en haya color nogal. También es relativamente habitual que el haya se barnice en color caoba, en cuyo caso se propone como estilo Luis XVI. En roble “del país encerado” presenta un presupuesto A. Bonilla en Vitoria para librerías, una mesa de vestíbulo de la misma madera “Renacimiento español” o “Barroco con hierros de su estilo”, junto con un banco a juego de otro que ya existía. Del mismo tipo son los encargados para San Sebastián: “varios muebles de roble cerados”, una librería con la parte de arriba con puertas de cristales y una mesa con su tapa de luna y cinco cajones, junto con dos sillones ingleses. Solo la casa Munné de Barcelona y la de Pedro Martí Armengol de Lérida ofrecen “sillones de madera curvada con asiento de haya estriados”, remitiendo foto recortada de su catálogo. Si bien hasta aquí, tras consultar la documentación del Archivo de Hacienda, tendríamos que establecer las conclusiones sobre los tipos de muebles utilizados entonces para esta clase de amueblamiento “funcional”, en la acepción más común de este término, es decir para despachos de una oficina provincial de uno de los departamentos ministeriales más relevantes y posiblemente más dotados económicamente de toda la Administración del Estado, se podría establecer de un modo genérico una clara diferenciación que aparece reflejada en el tratamiento decorativo de los despachos principales, para el Delegado y en los diferentes departamentos que componen todas las delegaciones, como la Administración Provincial, el Jurado de Utilidades, el Tribunal Económico, la Administración de Rentas Públicas, la Tesorería de Hacienda, la Oficina del Catastro, la Aduana (en los casos en que esta estaba establecida, como en La Coruña o en Cádiz), y el resto del amueblamiento de estas que aparece englobado en una cantidad total “para el resto de la Delegación”. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 177 Excepto unas pocas delegaciones distribuidas en varios edificios como Almería27, Granada28 o Barcelona29 y las varias de Madrid30 hasta la construcción en 1929 de la oficina de la calle Montalbán, lo común es que las oficinas ocuparan edificios preexistentes, en muchos casos conventos desamortizados: el de San Francisco en Lérida, el de monjas dominicas en Lugo, el monasterio de San Vicente en Oviedo, o edificios singulares como el palacio Anaya en Salamanca o el de Arias Dávila en Segovia y son estos despachos los primeros en la Administración del Estado que aparecen descritos como conjuntos de uno u otro estilo: Renacimiento, Barroco o, a lo sumo, Luis XVI, si bien en su composición solo se nombran mesas, sillones, algún confidente, algún sofá, estanterías y en pocos casos armarios. Todavía no aparecen el antedespacho, la sala de juntas, los despachos para personal auxiliar, tanto secretarías, como otros oficiales, algo que surgirá con claras diferenciaciones años más tarde. El conocimiento de todo estos tipos de muebles debe hacerse por aproximación estilística a lo conservado en oficinas similares tanto de la administración pública como de entidades privadas, que hayan podido mantenerse desde entonces con más o menos adiciones o recompuestos, ya que estamos refiriéndonos a más de setenta años de antigüedad, con el consiguiente deterioro, incluyendo los años de la guerra civil, que supuso la destrucción total o parcial de muchos de ellos. Las oficinas de las Abogacías del Estado en las Delegaciones de Hacienda Hemos tenido la fortuna de poder acercarnos de un modo fidedigno al conocimiento real de una de las oficinas de más relevancia en todas las delegaciones provinciales de Hacienda como es la de los Abogados del Estado, gracias a la publicación de un libro conmemorativo del cincuenta aniversario de la creación del Cuerpo, que tuvo lugar en 1931 y que recoge el testimonio gráfico de todos sus componentes en esas fechas31. Se trata de 27 El Tribunal Económico y la Administración Provincial en el edificio de la calle Reyes Católicos 5, y el resto en el de la calle Gerona 17. 28 Calles Buen Suceso y Escudo del Carmen. 29 Ronda de la Universidad, y calle de Cortes desde 1910, hasta su unificación en la Vía Layetana en 1928. 30 1900 en el edificio anteriormente propiedad de las Platerías Martínez, en 1905 en la Casa de los Cinco Gremios, en la calle de Atocha, la Dirección General de Tesoro, la Oficina de Rentas Públicas en la de Infantas, o la casa de la Moneda. 31 Agradezco vivamente al archivero del Ministerio de Hacienda, Agustín Torreblanca, tanto la localización de la documentación de aquellos años, como el conocimiento de la publicación conmemorativa del cincuenta aniversario de la creación del Cuerpo de RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 178 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO un registro precioso para conocer no solo los nombres, sino las características físicas de todos ellos y, lo que es más importante para nosotros, de sus despachos, pues, además de las imágenes tomadas en la celebración de aquellos actos, todos sus componentes se fotografiaron individualmente en sus lugares de trabajo habituales32. Hay que hacer constar que los Abogados del Estado ostentaban funciones especiales no solo ante la Administración sino también ante los tribunales de justicia, siendo el Director de lo Contencioso el jefe del Cuerpo de Abogados del Estado, cuerpo con distintivos propios33, estando establecidas sus funciones, no solo en el Ministerio de Hacienda y sus correspondientes delegaciones y subdelegaciones provinciales y locales. Se establecen también asesorías jurídicas en otros departamentos ministeriales: Fomento, Instrucción Pública y Bellas Artes, Gobernación, Trabajo y Previsión, Estado, Economía, Presidencia del Consejo de Ministros, Dirección General de Comunicaciones, de Aduanas, de la Deuda y Clases Pasivas y por supuesto en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, en la Dirección General del Timbre, Cerillas, Explosivos y en la Representación del Estado en el Arrendamiento de Tabacos, así como en la Delegación del Gobierno cerca de la Compañía arrendataria del Monopolio de Petróleos, Junta Superior del Catastro, Caja de Depósitos, Consejo de Administración de las Minas de Almadén y en el Patronato Nacional de Turismo. En los despachos que aparecen fotografiados encontramos peculiaridades diversas que, más que al mobiliario, que pasaremos a describir de inmediato, afectan al tipo de convivencia que el trabajo de los Abogados del Estado conllevaba. El número de estos cargos variaba, tanto en la Administración Central como en las Delegaciones y en las Asesorías Jurídicas reseñadas, por ello encontramos desde despachos colectivos, de hasta cuatro personas, con mesas iguales y armarios comunes, hasta los unipersonales —los menos— destinados a los altos cargos. La mayoría de ellos reflejan una funcionalidad rayana en la austeridad, cuando no en un absoluto desinterés por la comodidad o el gusto por la decoración, exceptuándose casi exclusivamente el correspondiente a los más altos cargos. La fotografía del conde de Paredes en su amplio despacho de Director General de lo Contencioso, con sus paredes enteladas, su arrimadero de Abogados del Estado (El cuerpo de Abogados del Estado) y de toda la documentación gráfica del mismo. 32 En algunos casos las fotografías fueron retocadas en la fecha de la edición del libro, para ocultar alguna persona o para emparejar a los pertenecientes a una misma delegación u otra oficina de la Administración. 33 R.O. Ministerio de Gracia y Justicia de 21 de febrero de 1906. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 179 madera, el retrato del creador del Cuerpo de Abogados del Estado, Juan Francisco Camacho Alcorta34, el reloj inglés de caja lacada del siglo XVIII y la gran alfombra, aparece razonablemente amueblado con su pequeña mesa de reuniones, cómodos sillones “de góndola, a la inglesa” con ruedas y tapizados en piel y su mesa “ministro” o de pedestal con tapa de luna, situada bajo el retrato de Carlos III copia del de Mengs de 176135. Curiosamente ha sido necesaria la extensión de un cable eléctrico para lo que parece un micrófono y no ha habido problema en tenderlo, desde detrás del fichero de persiana, rodear la puerta, hacerlo descender y dirigirse sobre la madera hasta la supuesta mesa auxiliar, justo debajo de Carlos III (Fig. 1). Ante el despacho, una estrecha sala de visitas con mobiliario compuesto de dos bancos, dos sillas de brazos, dos taburetes centrando una silla de caderas, FIGURA 1. Despacho del Director General de lo Contencioso. 34 Encargado expresamente al pintor Ignacio Pinazo Camarlench. La Hacienda Pública (1980 n.º 609). 35 Copia del realizado por Mengs en 1761 (Museo del Prado). En la información ofrecida en La Hacienda pública (1980) se afirma que este cuadro llegó al Ministerio en 1974 procedente de la Delegación de Hacienda de Madrid, pero en la fotografía de 1932 aparece ya en el despacho del Director de lo Contencioso. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 180 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO arrimada a una mesilla de fiadores de hierro, todo en el más puro “estilo español antiguo”, posiblemente conservada desde la fecha de creación del cuerpo, junto con un despacho con muebles similares y sillas de estilo portugués, de respaldo alto, cueros grabados y grandes clavos de latón, que se pusieron de moda en el siglo XIX como representantes del barroco español, y una biblioteca, formada por armarios de cuatro cuerpos con puertas de cristales (Figs. 2 y 3) todo ello desaparecido durante la guerra civil. Otra cosa eran los despachos de rango inmediatamente inferior. Los subdirectores primero y segundo ocupaban despachos estrechos y angostos, el primero con un tresillo tipo inglés tapizado con dibujos grandes a juego con las banquetas y demás elementos integrantes de la tapicería, habitual a finales del siglo XIX, como el tapete cubrechimeneas sobre la que destaca un amplio espejo, mientras que el subdirector segundo en un despacho aún más pequeño solo tiene cabida para la mesa, ya no tipo “ministro” sino de cinco cajones y que además no hace juego en absoluto con las sillas de brazos con asientos de cuero y clavazón dorada, iguales a la estantería y al estrecho armario archivador, de tres cuerpos situado tras la mesa. El del subdirector tercero, se podría ya denominar casi angosto cuchitril, con cabida justa para su mesa de haya de cinco cajones y la auxiliar para la máquina de escribir y sendas sillas de dos alturas con asiento de cuero grabado, situadas justo ante los escalones que suben a la pequeña ventana de la entonces última planta del edificio36. Los diversos negociados de la Dirección General de lo Contencioso agrupan un amplio número de Abogados del Estado: en varios despachos aparecen hasta seis mesas, del tipo americano habitual en estos años 1920-40, todas iguales, de haya barnizada con “tapa de luna”, cinco cajones con tiradores aparentes en sus frentes, pero acompañadas en cambio por sillas de brazos “tipo español antiguo” con asientos y respaldos de cuero con el escudo de la abogacía del estado grabado a un lado. Estos despachos tienen por toda decoración un reloj y un calendario, además de un elemento tan anacrónico como la escupidera (Fig. 4), pero demuestran, a pesar de su escaso interés decorativo, un deseo de unificación que se tradujo en una adquisición relativamente numerosa en la década de los veinte, mejorando un poco la desastrosa ubicación física de los letrados que componían la asesoría jurídica del Ministerio (Fig. 5). De un modo algo diferente aparecen los despachos de los Abogados del Estado al frente de las asesorías jurídicas integradas en otros departamentos. Si en algunos casos como en la Dirección General de la Deuda y en el de Aduanas, es una adición de dos mesas diferentes entre sí, o una polvo36 Las plantas cuarta y quinta del edificio fueron construidas entre 1940 y 1963. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 181 FIGURAS 2 y 3. Sala de visitas de la Dirección General de lo Contencioso. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 182 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO FIGURA 4. Dirección General de lo Contencioso. Negociados de Causas, Capellanías y Pleitos. FIGURA 5. Asesoría Jurídica del Ministro. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 183 rienta y anticuadísima como la de la Caja de Depósitos, o estrechos despachos con pasados enseres como en la Fábrica Nacional de la Moneda (Fig. 6), tanto en el Ministerio de Fomento, en el de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la presidencia del Consejo de Ministros o en los Tribunales de Madrid (Fig. 7) y Barcelona estaban situados en despachos razonables. Unos posiblemente heredados o construidos en “estilo Renacimiento”: mesas con fiadores de hierro profusamente talladas y armarios a juego, también tallados y a veces con cristales emplomados y otros estaban amueblados a la inglesa en el más puro estilo Chippendale, como el del Ministerio de Trabajo y Previsión o el del Consejo de las Minas de Almadén (Fig. 8), también a la inglesa pero más cercano al estilo Reina Ana con sus buenas butacas chester37. En estos despachos más evolucionados de las asesorías parece que se dice FIGURA 6. Asesoría Jurídica. Dirección General de la Fábrica de la Moneda y Timbre. 37 Sofá Chesterfield “Tapizado en piel, capitoneado, de respaldo y brazos ligeramente exvasados. Asociado a las estancias masculinas y se considera adecuado para salas de billar, halls y bibliotecas” (Rodríguez Bernis 2006: 313). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 184 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO FIGURA 7. Abogados del Estado en los Tribunales de Madrid. FIGURA 8. Asesoría Jurídica en el Consejo de Administración de las Minas de Almadén. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 185 adiós a la silla de brazos con asiento y respaldo de cuero, apareciendo ya sillones giratorios de tipo americano. En los asientos es donde se aprecia una mayor aproximación a la búsqueda de la comodidad, comenzando a aparecer para la mesa de despacho, sillas giratorias, sillones de respaldo alto tapizados, bien en cuero o tela, y sobre todo en los complementarios: tresillos completos, sofás o simples butacas “confortables”, en sustitución de los bancos tapizados arrimados a la pared, que se pueden apreciar en los despachos más antiguos. La documentación gráfica de los Abogados del Estado también resulta ilustrativa para el conocimiento de las Delegaciones Provinciales de Hacienda. Según la documentación de archivo recogida más arriba, los amueblamientos realizados en el quinquenio 1925-30 reflejaban un apego a la tradición de lo que debería ser un despacho representativo de un delegado provincial, recogiéndose la contratación del mobiliario y demás elementos incluso para la decoración de sus viviendas oficiales. Así por ejemplo, estudiando las compras para el delegado de Granada se cita una “mesa de nogal estilo Renacimiento” y “sillones de los llamados hamugas” y se especifica que “para el resto de las dependencias se ofrecían sillones y percheros de madera curvada”38. Para la Abogacía del Estado de Sevilla el presupuesto incluye junto a la mesa, un “sillón frailero de cuero tallado y dorado”39. Mesas y armarios tallados estilo Renacimiento o Barroco los encontramos en los despachos de los Abogados del Estado de Gerona, Lérida, Logroño y Ávila o la silla de la subdelegación de Alcoy. Un ejemplo paradigmático de un despacho tipo “Renacimiento” podría ser el del Abogado del Estado en la Delegación de Hacienda de Madrid, en la calle Montalbán (Fig. 9), que consta de mesa, armario, bargueño y sillas de cadera a modo de confidentes, todo profusamente tallado, incluido el gran armario de cinco cuerpos con cristales emplomados y el emblema del Cuerpo de Abogados del Estado. Este tipo de armario se encuentra también en los despachos de Salamanca, si bien la mayoría son despachos sencillos, estrechos y con muebles grandes, producto de un escaso detenimiento en la decoración de los mismos, como en el caso de Murcia, o producto casi de una normalización, como en los diversos negociados de la Delegación de Hacienda de Madrid (Fig. 10). En otros casos hay un apego formalista a la tradición autóctona, como el compuesto por tipologías y tallas de tipo popular gallego en el de la subdelegación de Santiago. También pueden encontrarse despachos grandes y aparentemente destartalados con muebles pequeños, pero conservando aspectos definitorios 38 AHN FF.CC. M.H. Leg.6.381-1 Subsecretaría. Negociado Central. Año de 1925. Mobiliario Reg.Neg. 52-230. 39 Ibidem Reg.N. 50-256. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 186 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO FIGURA 9. Abogacía del Estado de la Delegación de Hacienda de Madrid. FIGURA 10. Delegación de Hacienda de Madrid. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 187 del mueble local como en Baleares. En otros casos, como en San Sebastián (Fig. 11) o Bilbao, están mas cercanos a la tradición inglesa, sobre todo en cuanto a la utilización de mesas de pedestal, tipo “ministro”, sillas y sillones tipo chester, incluidos algunos elementos curiosos como silletas o banquetas altas, tapizadas en cuero capitoneados y mesillas auxiliares, también cercanas al gusto inglés. Un número relativamente abundante de los despachos destinados a los Abogados del Estado en las delegaciones y en algunas subdelegaciones, así como en varios negociados del propio Ministerio, se amueblan con el material de oficina, denominado ya en la época “estilo americano”40, generalmente de roble, en principio solo encerado —como muchos de los que aparecen en los presupuestos y facturas para las delegaciones— y mas tarde barnizados. Son muebles muy resistentes y de líneas depuradas que han soportado muy bien el paso del tiempo, tanto física como estilísticamente. FIGURA 11. Abogado del Estado. Delegación de Hacienda de Guipúzcoa. 40 Existían varias casas especializadas en este tipo de muebles. En Madrid destacó Luis Asín Palacios, Preciados 23, Muebles de Oficina, activa durante todo el primer tercio del siglo, conservándose interesantes ejemplares en el CCHS procedentes del Instituto de Estudios Árabes y la mayoría de los que componían el mobiliario de la antigua sede del CSIC en la calle Duque de Medinaceli 6. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 188 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO Por último, hay que destacar un cierto número de despachos en los que primó el deseo de coherencia con los tiempos: nuevos diseños, nuevas disposiciones de las estancias, que pueden servir como ejemplo de los tímidos avances de la Administración Pública en este campo. Las novedades principales llegaron en el capítulo de los asientos. Así se conservan algunos bancos-librerías de respaldo alto, muebles puestos de moda en tiempos del Modernismo, creaciones interesantes en relación a su utilidad y estética, aunque no tanto —y esta posiblemente fue la causa de su fracaso— en lo que respecta a su movilidad y conservación, pudiendo considerarse como decoración fija. De ellos hay algunos ejemplos, el más antiguo el de la delegación de Alicante, encajado en una librería y en mal estado de conservación por lo que aparece recubierto de una tela clara, que muestra su pertenencia a un momento anterior, o el de la de Albacete (Fig. 12) donde dos mesas en forma de cajón semicircular, con sus sillones de respaldo alto, encuadran un banco también de respaldo alto tapizado y con sobrecuerpo sombrerero, siguiendo el concepto antiguo de mueble útil, claramente destinado a las visitas, pero que se ha realizado a juego con las mesas, los sillones y la banqueta, realizados todos en madera oscura y con tachones metálicos redondos en los frisos de todos sus elementos. Otro estilo, menos “elegante” pero igualmente cohesionado aparece en las fotografías del despacho que ocupó Luis Pérez y Flórez Estrada en la delegación de Álava (Fig. 13). Se trata de una habitación de altas puertas de cristales con visillos en sus dos tercios inferiores y capialzados de terciopelo con FIGURA 12. Abogacía del Estado en la Delegación de Hacienda de Albacete. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 189 FIGURA 13. Abogacía del Estado en la Delegación de Hacienda de Álava. pasamanería, entre las que se situaba una mesa grande de tipo cajón rectangular y listoneado vertical, en color claro, a juego con un biombo, muy en la línea centroeuropea de principios del siglo XX41, un armario con cuerpos de cristales a los lados y fichero de gavetillas central y como confidentes dos butacas tipo cajón con grandes almohadones delante y con las sillas, en la misma línea de madera vistas y pequeño respaldo tapizado, propias de este conjunto. En él se conserva asimismo un elemento interesante de estos despachos-oficinas: la mesa auxiliar para máquina de escribir escamoteable, situada junto al escritorio, alta y con tres alas, lo que indica que era utilizada por el propio letrado. También destaca el despacho de la Abogacía del Estado en la subdelegación de Jerez, amplio y confortable, con sillas tapizadas en cuero de aspecto directamente inglés y butacas con costados de rejilla y resto tapizado, con un mesita baja de cantos achaflanados, 41 Una mesa listoneada de tipo centroeuropeo aparecen también en la Delegación de Guipúzcoa. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 190 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO situadas ante una librería corrida bajo alto friso de madera, siguiendo las tendencias eduardianas. El mismo sistema de disposición de despacho se observa en la delegación de Santander: dos mesas amplias, con sus correspondientes ficheros verticales de persiana a los lados, encuadran un banco central con listones en el respaldo, que en este caso se ha realizado incluido en el paramento posterior de armarios y librería cubriendo la pared hasta una altura media (Fig. 14). Para la delegación de Santander se conserva un presupuesto con dibujos y planos presentado por Manuel Restegui42 en el que se incluye un interesante escritorio clasificador victorero, fabricado por “Victorero y hermanos. Lastres. Asturias”. TERCERA ÉPOCA. MINISTERIO DE HACIENDA, 1927-1934 Paralelamente a la labor emprendida en las delegaciones de Hacienda, la sede central del Ministerio cree oportuno remodelar y rejuvenecer sus secciones más tradicionales, haciendo especial hincapié en la planta noble del edificio de la calle de Alcalá, sobre todo en lo referente a la carpintería fija de los espacios cercanos a los despachos del Ministro y Subsecretario. FIGURA 14. Delegación de Hacienda de Santander. 42 AHN. FFCC. M.H.Leg. 6381-2. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 191 El encargado de dirigir estas reformas fue Miguel Durán, arquitecto director de las obras del Ministerio de Hacienda, quien durante varios años contratará a los mejores ebanistas y mueblistas activos en Madrid, en aquel momento43. Todos los datos figuran en el “Expediente sobre aprobación del presupuesto adicional de decoración y reforma de los locales de acceso al despacho del Sr. Ministro, salones inmediatos al mismo y portería y alfombrado de los referidos locales y escalera”. La cuenta rendida por Miguel Durán es de 30.526 ptas con cargo al remanente del suplemento de crédito concedido por R.D. de 26 de julio de 1929, que completaba al figurado en el capítulo adicional al presupuesto del mismo año, sección 11. Informado favorablemente el 29 agosto de 1930, Santa María realizaría las tapicerías y los empanelados de caoba, Vicente Zumel, las lámparas, recogiéndose además los presupuestos de vidrieras de Maumejean y de alfombras de Los Pontones. Así, a los trabajos de Juan Martín, Vicente Mosteiro, Demetrio Martínez o Cándido Casas, quienes se encargan de la carpintería fija, empanelados y zócalos incluyendo los cubrerradiadores de caoba con costados de haya perforada del antedespacho del Ministro, de la sala de visitas de la Dirección General de lo Contencioso, esta con tableros “estilo antiguo”, y todos los pasillos y despachos de este organismo, se añadirán los contratos de Algueró e Hijo en 1934 y 1936, para rehacer los zócalos de caoba y entarimado del despacho del Director General de lo Contencioso y realizar la chimenea de mármol para el despacho de la Dirección General del Tesoro44. Es el momento en que se restauran los desperfectos de las pinturas de los techos del salón de actos y del despacho del Subsecretario. Junto a ellos aparecen los nombres de mueblistas de moda en Madrid entre 1929- 1930 como Manuel López (Muebles de lujo y ebanistería) quien emite una factura el 26 septiembre de 1930 por 25.457 ptas. por mobiliario suministrado y trabajos efectuados en las dependencias que se indican: portería mayor, despacho grande y pequeño del ministro, entelado y restauración de mobiliario del subsecretario y de su secretaría particular45. El detalle de la factura permite apreciar que se restaura una mesa de centro estilo imperio, un biombo de cuatro hojas, quizás el mismo que vimos comprar al inicio de este trabajo en 1904, y que se surte a la Subsecretaría de sillas de roble con asiento y respaldo de cuero. También queda registrada la empresa SantaMaría y Cia., que factura por las tapicerías del “salón azul y oro”, del 43 AHN. FF.CC. M.H. Leg. 6468-1 año 1928. 44 AHN. FF.CC. M.H. Leg. 6469-2 y 6470-1 años 1933-36. 45 Ibidem Leg. 6469-1 (1929-30). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 192 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO antedespacho del Ministro, puertas de caoba y un balcón de caoba del mismo lugar. La cerrajería se encargó toda a Terán y Aguilar46. FIGURAS 15 y 16. Muebles conservados. Ministerio de Hacienda. FIGURA 17. La “Mesa de Miaja”. Ministerio de Hacienda. Aparte de unos pocos arreglos realizados por Algueró e hijos entre los años 1931-3647, no se conserva más documentación hasta muchos años después. Del periodo que estudiamos nos quedan tres elementos conservados 46 Gran Premio Exposición Internacional del Mueble de París. 1929. 47 AHN. FF.CC. M.H. Leg 6470. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 193 en la exposición que se hizo sobre el asedio del edificio (Figs. 15, 16 y 17): Un par de sillones de cuero de tipo español que podrían ser cualquiera de los referidos en las cuentas y que aparecen documentados fotográficamente en algunos registros de actos, una librería de aspecto y recuerdo escurialense, realizada en madera de roble con columnas con capiteles corintios, cornisa con casetones etc., ante la que aparece el general Miaja en su foto oficial, y la mesa usada por el Estado Mayor de la Defensa conocida como “la mesa de Miaja”, que aparece repetidamente en las crónicas gráficas conservadas48. En los salones de representación se conserva un valioso mobiliario, así como la documentación pertinente que permite el estudio de la actividad de otras empresas en el periodo comprendido entre 1940 y 1980, pero que queda fuera del espacio temporal tratado en este estudio. ANEXO Casas Comerciales y Ebanistas en España en el periodo estudiado (ordenados cronológicamente) Primera época 1900-1905. Madrid VIUDA DE ALONSO. Ebanistería y Tapicería. Calle del Prado nº 15.Frente a la de León. / Se construyen muebles De Todos estilos y épocas. Especialidad en sillas de cuero / Decorado de Habitaciones. MARIANO ABOLLO. Cardenal Cisneros 66. Madrid. “Proveedor de la Real Casa”. “se construye toda clase de muebles de lujo ,especialidad en cortinajes y decorado de habitaciones”. MANUEL SILLO. JUAN HERRERA . Fuencarral, 10 principal. Se construyen para todos los gustos. Despachos, comedores, alcobas “Cortinajes, sillerías, gabinetes, armarios, chineros, aparadores, espejos” BENJAMÍN ROIG. Se construyen para todos los gustos. Despachos, comedores, alcobas “Cortinajes, sillerías, gabinetes, armarios, chineros, aparadores, espejos”. Segunda época. 1924-1930. Toda España MIGUEL MAVIT. Plaza del Carmen 27. Granada. Muebles de estilo clásicos y modernos. Restauración de cuadros y muebles. UBALDO ABAD CARRETERO del Bazar “El León”. Bazar y escritorio, calle Tiendas 6. Almería. Almacenes Rostrico 2-4 y 7. Talleres Humilladero 5. Muebles, loza y cristal. Batería 48 Tipo conocido como “mesa de refectorio” con tablero de 3 m de largo, sobre patas en forma de ménsulas, utilizada por varios servicios del Ministerio y recuperada para la exposición permanente. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 194 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO de cocina y aluminio. Artículos para regalos. FÁBRICA DE MUEBLES. Palma de honor y medalla de Oro en la Exposición Internacional de París. ROGELIO FERRER. Casa especializada en instalaciones para bancos, ayuntamientos y casinos. c/ Real 9. Almería. MANUEL C. VARELA (Lugo) Talleres de Ebanistería y Tapicería, San Pedro 5. Se construyen oratorios, retablos y confesonarios, pulpitos y atriles./ Géneros de primera. Especialidad con lavabos de alta novedad. ANTONIO GONZÁLEZ DEL REY. Salamanca. BADILLO. Sucesor P. Arenas. Alfonso XII 19 Sevilla. DIONISIO NAVAJAS. Fábrica de muebles. Exportación a provincias; especialidad en sillas y camas. Soliciten catálogos y presupuestos. Talleres Rua Vieja n.º 65 y Marqués de San Nicolás 106 Logroño. VÍCTOR GÓMEZ. Nuncio Viejo19. Toledo, inscrito en la Contribución industrial con el n.º 187. REDONDO HERMANOS. Ebanistería y tapicería c/ San Martín 48. San Sebastián. HIJOS DE H. HERVADA. Ferretería, Quincallería, Maquinaria agrícola. Muebles. Piedras francesas para molinos. Representantes de varias compañías de vapores. La Coruña. GREGORIO DE FRUTOS. Ebanista, Calle de Colón n.º 9 Segovia. FLORENCIO ARCOS. “LA CONSTRUCTORA”. Fábrica de Muebles y Somieres. Calle Linares 10 Ceuta. ALMACENES “LA COMPETIDORA”. Antonio Mena López en calle Primo de Rivera 67 Ceuta. CASA MUNNÉ. Grandes Almacenes. Barcelona. Muebles Munné. Ronda de San Antonio 80 y 82. Figura en el Registro de contribución con Tarifa 1ª, clase 3, epígrafe 4, n.º 364 como vendedor de muebles finos. ANTONIO GONZÁLES DEL REY. Salamanca. ELADIO CAMPE AMAYA. “Casa Campe”. Cádiz. ADOLFO RAMÍREZ. Conde Duque 4. Madrid. GONZÁLEZ CALVO. Antes “casa Sessé”. Juan Bravo 36. Segovia. JULIO ÍÑIGUEZ. Calle del General Sanz Pastor n.º 4. Ebanistería y almacén de muebles. PEDRO ARMENGOL MARTÍ. Rambla Fernando 16. Lérida. MANUEL RESTEGUI . Muebles, bronces artísticos y decoración. Alameda de Oviedo 47. Santander. ANTONIO BONILLA. Gran fábrica de muebles de todas clases. Vitoria. Tercera época. 1927-1934. Madrid ALGUERÓ E HIJO. Industrias Artísticas.Oficinas Maldonado 5 - talleres Mª de Molina 15almacenes Chamartín de la Rosa. / escultura / bronces / ebanistería / arte / decoración / mármoles. CÁNDIDO CASAS. Antonio López 4. ÁNGEL CANOSA. Travesía de Pozas 4 (frente a la Universidad). Carpintería, persianas, embalajes. CRISTALERÍA VIC. Los Madrazo 24. Lunas biseladas, con y sin escudo. Portería. JULIÁN GALVÍN. Ebanistería y carpintería. Ayala n.º 19. tel. 53414 / Construye toda clase de obra de carpintería / Construcción y restauración de toda clase de muebles. JUAN GARCÍA, DORADOR Y DECORADOR. Se doran altares y muebles. se restauran cuadros antiguos. especialidad en flores pintadas al óleo”. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 LA VALORACIÓN SOCIAL DEL DESPACHO INSTITUCIONAL EN EL PRIMER TERCIO... 195 LISSARRAGA & SOBRINOS. Muebles artísticos decorados. Carrera de San Jerónimo 39/ Talleres Conde de Barajas 2 / Directores propietarios J. y J. VILLALBA. MANUEL LÓPEZ. Muebles de lujo y tapicería (membrete con angelitos). LOS PONTONES. Fábrica de alfombras y tapices. Paseo de las Acacias n.º 2. Oficinas Serrano 22. JUAN MARTÍN. Ponzano 43. Tel. 80180. “Talleres mecánicos de carpintería y ebanistería. / Especialidad en mobiliario para escuelas, universidad y academias / Construcción de toda clase de obras de carpintería, ebanistería y tapicería”. DEMETRIO MARTÍNEZ. San Gregorio 27. VICENTE MOSTEIRO. Luisa Fernanda 10. Tel. 8885. “Se hacen toda clase de muebles. Se hace toda clase de obra de carpintería. Especialidad en tiendas”. F. NICOLI. Talleres y Almacén de Mármol. Calle del Comercio n.º 2 y Pórtico 28 central Alcalá 50. 1929. MANUEL NÚÑEZ. Carpintería. “Construcción y restauración de toda clase de obra de carpintería / muebles, persianas y entarimados / embalador a la francesa” RÁMAGA R. RODRÍGUEZ. Hnos. Clavel 2. “tapicerías, alfombras, decoración”. SANTA MARÍA. Talleres en San Martín de Vargas 3; Batalla del Salado 9 y Palos de Moguer 25. S. SANTA-MARÍA Y CÍA. Talleres: Agustín Durán nº 33. Exposición Jovellanos 5. Tel. 11258. “Muebles y Decoración. Dirección artística L.S. Santa-María. L.M.Feduchi Arquitecto”. SOCIEDAD MAUMEJEAN. Hnos. de Vidriería artística S.A. Casa fundada en 1860. Vidrieras de arte , Mosaicos Venecianos/ Madrid Paseo de la Castellana 76/ San Sebastián. Pedro de Egaña 8 / Paris, 6 rue Bezou.t XVIe arrondi / Hendaya. Puente de Santiago. TERÁN Y AGUILAR S.A. Bronces de Arte. Gran Premio Exposición Internacional del Mueble de Barcelona. Zurbano 65. Tel. 33903. Apdo. 252. Realiza manillas, placas, manivelas, cremotas. VICENTE ZUMEL. “Talleres de Arte Español. Exposición y venta Gran Vía 16. Talleres Doctor Esquerdo 6. Madrid. Fabricante de arañas de bronce para alumbrado eléctrico, Hierros artísticos y repujados. Especialidad en lámparas plateadas Renacimiento español”. BIBLIOGRAFÍA CITADA Aguiló-Alonso, M.-P. 2005. “Mobiliario y decoración en la historia del CBA”, en El Círculo de Bellas Artes de Madrid. Ciento veinticinco años de historia 1880-2005: 49-64. Madrid: Círculo de Bellas Artes. Barea, A. 2007. La forja de un rebelde. (1ª edición inglesa 1941-44). Madrid: Alianza. Buades Torrent, J. 1988. El edificio del Ministerio de Hacienda y su tesoro artístico. Madrid: Ministerio de Economía y Hacienda (1ª ed. 1982). Despachos. 1953. Monografías “Arte y Hogar”. Madrid: Editorial Cigüeña. Díez De Monleón, C. 1986. Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo XIX. Madrid: Siglo XXI Editores. El Cuerpo de Abogados del Estado 11 marzo 1881-10 marzo 1931. Madrid: Imprenta de Jesús Gómez. Las Delegaciones De Hacienda. Su historia (1881-1981). 1981. Madrid: Instituto de Estudios Fiscales. La Hacienda Pública en la época de los Borbones. 1980. Catálogo exposición. Madrid. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 196 MARÍA-PAZ AGUILÓ-ALONSO Ministerio de Hacienda. Crónica gráfica (1852-2005). 2005. Madrid: Ministerio de Economía y Hacienda. Rodríguez Bernis, S. 2006. Diccionario de Mobiliario. Madrid: Ministerio de Cultura. Tesoros de la Real Casa de la Aduana. Ministerio de Economía y Hacienda. PDF. VV.AA. 2005. Visita guiada a la Real Casa de la Aduana. Ministerio de Economía y Hacienda. Fecha de recepción: 11 de diciembre de 2007 Fecha de aceptación: 11 de diciembre de 2008 RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 167-196, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.07 Dialectología Tradiciones Populares, LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOLRevista EN EL de MERCADO DE ARTEy COMO REFLEJO... 197 vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 La fortuna del mueble español en el mercado de arte como reflejo de su valoración social The fate of Spanish furniture on the art market as reflection of its social valuation Sonsoles Caruana Moyano TDA Tasaciones de Arte “Todo necio confunde valor y precio” Antonio Machado RESUMEN El mueble no comenzó a ser tratado en España como objeto de estudio científico —salvo honrosas excepciones— hasta la década de 1970. En ese momento irrumpe además en el panorama nacional una nueva forma de venta de arte, al margen de anticuarios y marchantes: las subastas, nacidas dos siglos atrás en Inglaterra. Así, lo académico y lo comercial se aúnan: publicaciones rigurosas, estudios concienzudos y catálogos de mobiliario, favorecen la aparición de nuevas piezas en muchas ocasiones a través del canal del mercado del arte, que, a su vez, nutren dichos estudios. Se aprende a valorar, en el sentido más amplio del término, el mobiliario. Lo que lleva a su conservación, su divulgación y también, por qué no, a establecer su valor pecuniario. Palabras clave: Muebles, Mercado de arte, Subastas, España. SUMMARY In Spain furniture did not begin to be dealt with as material for scholarly research —with notable exceptions— until the 1970s. Likewise at that time a new form of art sales appeared on the national scene in addition to antique and art dealers: auctions, invented in England 200 years earlier. Thus the scholarly and the commercial came together: rigorous publications, thorough studies and catalogues of furniture which encouraged the appearance of new pieces, in many instances via the channel of the art market- that in turn nourished serious studies. Consequently furniture began to be valued in the broadest sense of the term, leading to its conservation, its dissemination and fixing its monetary worth. Key words: Furniture, Art Market, Auctions, Spain. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 198 VALORACIÓN SONSOLES CARUANA MOYANO TRADICIONAL DEL MUEBLE EN ESPAÑA La celebración de la exposición “Mueble Español. Estrado y Dormitorio”, hace ya veinte años, puede ser considerada —a nuestro juicio— reflejo de la culminación y del punto de partida que supusieron para la historiografía del mueble en España aquellos años. Culminación, por ser consecuencia materializada de un progresivo interés por abordar el estudio del mobiliario desde una óptica estrictamente científica, algo que se venía constatando en nuestro país de una manera más plausible desde los años 70, tal y como repasa en la introducción a su catálogo Gabriel Moya (1990: 11-22). A partir de entonces una nueva generación de investigadores abordará desde ese mismo interés el estudio del mobiliario, si bien desde perspectivas muy diferentes ya que, por su propia naturaleza, el mueble es susceptible de ser estudiado desde muy diversos puntos de vista; ya sea atendiendo a su calidad artística, a su carácter etnográfico, a su diseño, o a factores colaterales como son su conservación y restauración. De este modo, se ha multiplicado en este tiempo la aparición de artículos y monografías sobre el mueble español, tanto divulgativas como científicas. De forma paralela se ha incrementado la oferta de cursos, seminarios, incluso exposiciones que parecen ser reflejo de un creciente interés por las artes decorativas en general y por el mueble en particular, por encima de modas y otras coyunturas. Es lógico, habida cuenta de que en nuestro país ha sido un campo tradicionalmente tratado como de “segundo orden” en lo que a la investigación se refiere, prácticamente ignorado en los programas universitarios. Además del vacío hasta entonces constatado, este campo se ha consolidado en los últimos años como objeto de salidas laborales interesantes, precisamente por su vinculación con el mercado de arte. Valores del mueble. Consideraciones generales Los muebles son objetos necesarios de los que el ser humano se ha servido a lo largo de la historia. Asegurados comida y abrigo se busca la comodidad; y de una preocupación estética y un afán diferenciador, en ocasiones, derivan en objetos artísticos e incluso, algunos, llegando a tener la consideración de obras de arte. Supone por tanto el mobiliario un factor para conocer el grado de desarrollo alcanzado por una sociedad, así como de aspectos dispares como su capacidad tecnológica y las costumbres y relaciones sociales establecidas. Es sabido que diferentes etiquetas, protocolos o modos de comportamiento tienen en los muebles uno de sus principales accesorios y símbolos (Aguiló RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 199 1993: 15-24). Susceptibles a las modas, se hacen eco de los cambios de gusto de una manera más rápida y directa que otras artes. Precisamente ese carácter de inmediatez es el que también provoca que sea lo primero que se recicle, deseche o rehaga a la hora de adaptarse a nuevas modas y corrientes, de ahí junto a su esencia eminentemente funcional la dificultad de que los más antiguos (y los que no lo son tanto) lleguen a nuestros días intactos y raramente en su contexto, lo que produce dificultades añadidas a su estudio. Que el mueble en sus formas y materiales no ha sido cuestión baladí se vislumbra en el hecho de que destacados teóricos hayan reflejado la preocupación estética y formal que han sentido por el tema en sus escritos, presentando aquellos enseres como manifestación material del estatus y del poder económico; aún es más, como reflejo de aquello intangible ligado al individuo, intentando hacerse eco, y engrandeciendo, las virtudes y cualidades de su dueño. Han sido objeto de cambio, de regalos diplomáticos; tratados inevitablemente como mercancías, variando a lo largo de la historia el modo de adquisición, ya fuera a través de encargos mediante el mecenazgo de monarquías, familias de abolengo o de la propia Iglesia; por venta directa en talleres de artistas y artesanos, en ferias periódicas o, más adelante, con la aparición de los marchantes, tiendas de anticuarios y galerías. Las obras de arte —los objetos artísticos y las antigüedades— son pues un hecho plural, donde convergen diferentes dimensiones, una plástica o estética, sin duda la más trascendente, pero evidentemente poseen una dimensión social y, por supuesto, también económica. Sin embargo en los ámbitos académicos ligados a la historia del arte se ha obviado repetidamente este aspecto, nos hacemos eco de una acertada reflexión: parece como si ambos conceptos, arte y mercado, o quizá, mejor, belleza y dinero, nos suscitasen una especie de incompatibilidad de conciencia: la belleza artística estaba asociada al placer visual, un sentimiento desinteresado por antonomasia, no puede ser tasado. Tendemos a enmascarar la circunstancia económica del arte bajo términos tales como gusto, mecenazgo, coleccionismo, preservación de patrimonio, turismo, extensión cultural, identidad o protección a la creación […] en el mundo contemporáneo (las obras de arte) han estado y están sometidas a intereses económicos como cualquier otro producto de consumo. Es evidente que el arte constituye una mercancía que se compra y se vende. Como a toda mercancía, por lo tanto, la sociedad les concede un valor y la ley de la oferta y la demanda termina por ponerle un precio (Reyero 2009: 1). En el mercado del arte y antigüedades esa dimensión económica se materializa, interviniendo para ello muchos y muy diferentes factores, algunos inherentes a la pieza como son la calidad, la antigüedad, el diseño, el RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 200 SONSOLES CARUANA MOYANO ebanista que la realizara, la riqueza de los materiales empleados y, por supuesto, su estado de conservación. Otros, sin embargo, vienen determinados por el propio mercado en función de la demanda: la escasez, la originalidad, incluso el lugar y el momento donde se efectúe la venta pueden terminar por condicionar un precio concreto. Además existen otros factores a tener en cuenta relacionados con los posibles avatares de una determinada pieza, tales como su destino, para quién o para dónde fue concebida, o los propietarios que haya podido tener a lo largo de su historia, que pueden dotarla de un aura especial que en el circuito comercial se traduce en una revalorización económica respecto a otras de similares características. Sirva como ejemplo una mesa escritorio victoriana en madera de caoba y una silla en nogal, muebles ambos del siglo XIX vendidos en pública subasta por un precio final de 548.495 e, algo a todas luces incomprensible, a no ser por el hecho de que fueron utilizados en su día por Charles Dickens1. Más flagrante aún es el caso del asiento más caro del mundo, vendido en 2009 por casi 22 millones de euros, resultando el segundo mueble por el que más se ha pagado en la historia. La butaca, conocida como the Dragon chair, un diseño de la arquitecta y artista irlandesa Eileen Grey (1878-1976), perteneció, y lo tuvo como favorito en vida, al modisto francés Yves Saint Laurent2, lo que hizo subir su precio final hasta cotas tan desmedidas. Por tanto, en el ámbito económico, el mueble, como cualquier otra obra artística, está sujeto a factores socioculturales que hacen que determinadas piezas alcancen precios muy destacados sin tener porqué ser excepcionales desde un punto de vista estético, artístico o histórico. Este punto se pone especialmente de manifiesto por otra circunstancia, la inapelable vinculación existente entre decoración y mobiliario, que somete a esta disciplina, a nivel comercial, a los vaivenes de “lo que dicta la moda”. Por ejemplo, en los últimos años se viene constatando un interés general en decoración por el mueble oriental, especialmente chino y tibetano, lo que se ha traducido en una ingente cantidad de piezas salidas a mercado, de una calidad muy desigual y en ocasiones con precios desorbitados. La misma lectura puede hacerse para el mueble de diseño del siglo XX, que se impone en decoración como una de las últimas tendencias, lo que provoca que se paguen simples copias casi como originales, y como, efectivamente, se venden, llegan a inundar el mercado de arte y antigüedades. En este mismo sentido, pero en otro orden de cosas, los muebles producidos en ámbitos locales con una marcada identidad cultural también al1 Christie’s Londres, 4 de junio de 2008, con una estimación inicial de 50.000-80.000 Libras. 2 Christie’s Londres, 23 de febrero de 2009, con una estimación inicial de 2.000.0003.000.000 de euros. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 201 canzan precios por encima de mobiliario de similares características y época, producido en otros lugares. Este fenómeno que podríamos denominar como “localismo” suele estar refrendado por una clase empresarial con poder adquisitivo elevado, dispuesta a invertir en piezas vinculadas a su lugar de origen. En España quizá el caso más paradigmático sea el de Galicia, y aunque no son los muebles la prioridad de aquellos compradores, también puede hacerse esta lectura a través de los precios que estos, comparativamente, alcanzan. AGENTES DE MERCADO Las subastas y el comercio del mueble: valoración histórica. El caso español Aunque de hecho ya los griegos, y antes los egipcios ptolemaicos, utilizaban este sistema, la antigüedad de las subastas como forma de venta de objetos queda patente en el propio término, cuyo origen (tanto en español como en italiano) deriva de la expresión latina sub hasta venditio —vender bajo el asta— reflejo de la costumbre romana de clavar un asta militar en el lugar donde se realizaba la venta del botín y de los prisioneros de guerra. Asimismo el inglés y alemán toman el vocablo de la voz latina auctio, ascender, en relación al proceso de venta (García Morcillo 2005: 13-15). Desde el siglo XVI se generaliza en España la almoneda como medio de venta tras el fallecimiento de una persona de determinado rango. Definida por el Diccionario de Autoridades como “la venta de las cosas que públicamente se hace con intervención de la justicia y a voz de pregonero, que publica la cosa que se vende y el precio que dan por ella, para que vayan pujando unos a otros los compradores y se acreciente el precio y el remate”. La duración de la almoneda venía determinada por la venta del último objeto, prolongándose a veces durante meses. Esta forma de liquidación de bienes fue común a toda Europa, sobre todo en las casas regias y nobles “una de las cosas más notables y que más holgaba en la corte eran las almonedas porque en muriendo un señor o una mujer se vende cuanto hay en la casa” son las palabras de Pinherio da Veiga en La Fastiginia, recogidas por Aguiló (1990: 33). Caso paradigmático fue la hoy conocida como “Almoneda del siglo”, de la colección de Carlos I de Inglaterra celebrada, tras su ejecución, en 1649, donde Felipe IV adquirió algunas de las más importantes obras que hoy cuelgan en las paredes del Museo del Prado, y a la que la pinacoteca madrileña dedicó una exposición hace algunos años. Esta costumbre llega incluso hasta bien entrado el siglo XX, y así en 1931 tras la muerte de la Infanta Isabel de Borbón, RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 202 SONSOLES CARUANA MOYANO “La Chata”, se celebró la almoneda de sus pertenencias. Debió ser uso extendidísimo, anunciándose en prensa y poniendo a la venta objetos de lo más variopinto en cuanto a condición y calidad, justificada por defunciones, traslados, cierres de negocio o incluso matrimonios frustrados3. Una viñeta satírica firmada por Juan Pérez Zúñiga aparecida en prensa a finales del siglo XIX se hace eco de este tipo de ventas, con buena dosis de humor4 (Fig. 1). En la actualidad el concepto de subasta se puede definir, de manera general, como una “venta basada en un proceso de licitación en el que el autor de la mejor puja se convierte en el comprador del bien” (Gaspar de Lera 2005: 23). Hoy día éstas además ofrecen, dado su carácter oficial y público, los parámetros que hacen posibles las valoraciones económicas. Es decir, partiendo de los precios estipulados como de salida y, fundamentalmente el del remate obtenido, se realizan las previsiones de valoración económica para piezas similares. Teniendo para ello en cuenta todo tipo de salvedades y factores adicionales, como se ha venido advirtiendo. Los negocios modernos de subastas aparecen en el siglo XVIII en Londres5 donde a partir de 1731, ante la ingente cantidad de copias de arte y antigüedades que invadían el exitoso mercado, comienzan a legislarse. Es entonces cuando nacen las dos grandes casas de subastas conocidas a nivel internacional, Sotheby’s, creada en 17446, dedicada en un primer tiem3 Muy sonada y totalmente excepcional fue en Madrid la exposición y subasta de los bienes de la Casa Ducal de Osuna por ruina del X Duque. Concebida quizá como la primera subasta moderna realizada en España, con la edición de un catálogo en el que además de recogerse las piezas, agrupadas por categorías y su valor valor de tasación, se señalan las normas y codiciones que regirán el proceso de compra, muy similares a los que se utilizan en la actualidad. (Narciso Sentenach. Catálogo de los cuadros, esculturas, grabados y otros objetos artisticos de la antigua Casa Ducal de Osuna, expuestos en el Palacio de la Industria y de las Artes. Segunda edición, corregida y aumentada. Madrid, Est. tip de la Viuda é Hijos de M. Tello, 1896). 4 A modo de catálogo ilustra algunos de los muebles del supuesto difunto que la viuda pretendería vender bajo el reclamo de “¡Gran Almoneda!”, así un dibujo de una silla cochambrosa en la que no queda un solo muelle en su sitio se presenta con el número uno del catálogo bajo el epígrafe “Preciosísima butaca de palo santo, con mezcla de palo dulce, la construyó un boticario durante la guerra de África para el rey Felipe IV”, o una mesa de comedor, igualmente maltrecha, el número diez del catálogo, de la que se acaba por aclarar “ (Es mueble en buen uso; aunque me ha manifestado su dueña que necesita patas nuevas en el acto.) Nota. No tiene tablero”. Pérez Zúñiga (1891: 12). 5 Se consideran las casas de subastas más antiguas del mundo a Spink de Londres en funcionamiento desde 1666 y dedicada principalmente a monedas y la Auktionsverk de Estocolmo, fundada en 1674. 6 Fundada por Samuel Baker a quien se asociaría Georger Leigh, y más adelante su sobrino Jonh Sotheby, familia que abondonó la sociedad en 1861, aunque mantuvo su nombre. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 203 FIGURA 1. “¡Gran Almoneda!” Blanco y Negro, 12 de julio de 1891. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 204 SONSOLES CARUANA MOYANO FIGURA 2. “Sala de subastas de Christie’s”, dibujo de Thomas Rowlandson y Augustus Pugin para The Microcosm of London. 1808. po a libros y manuscritos; fue a principios del siglo XIX cuando incorporó lotes de pintura y artes decorativas (Armañanzas 1993: 37)7. James Christie fundó poco más de veinte años después, en 1766, la firma que lleva su nombre, dedicada desde su nacimiento a la venta de objetos de arte (Fig. 2). Con la Revolución Francesa se establece un punto de inflexión para el mercado de arte a nivel internacional, cuando numerosas obras y objetos artísticos pertenecientes a la nobleza salieron del país galo con destino a Londres, siendo entonces la capital inglesa centro de las subastas de arte. 7 Según la autora, Peter Cecil Wilson quien fue presidente de la compañía entre 1958 y 1980 y anteriormente había desempeñado el cargo de director de subastas, dio un giro al poner en venta obras de arte y objetos hasta entonces ajenos a este tipo de ventas. “Sellos, monedas, joyas, vinos, muebles, coches, armas, bastones, instrumentos científicos, alfombras, fotografías, objetos de personajes famosos son ya habituales en las subastas de arte”. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 205 Asimismo, diferentes acontecimientos históricos acaecidos durante el siglo XIX en otros países como España, Rusia, Holanda o Prusia obligaron a la aristocracia, hasta entonces la gran poseedora de obras de arte, a desprenderse de sus colecciones que pasaron a engrosar el circuito comercial. Durante el siglo XX cambian los protagonistas, pues es la burguesía tanto de la vieja Europa como del Nuevo Continente quien va cobrando el protagonismo en la adquisición de obras de arte. Sin embargo se vive un proceso similar ante determinados hechos, de manera especial con el crack de la Bolsa de Nueva York en 1929 y las dos guerras mundiales. Precisamente los casos más conocidos de dispersión de obras de arte se dieron en la Alemania de Hitler a través del saqueo en toda la Europa ocupada de importantes colecciones de adineradas familias de origen judío, muy conocidos son los casos de los Rothschild8, Wildenstein, Rosenberg o Kahn. Las subastas de arte alcanzan mayor peso a nivel internacional tras la II Guerra Mundial. París, por aquel entonces, se presentaba como la primera potencia del mercado, sus salas tuteladas por el Estado facturaron en los años 1951-1952, 3.470 millones de francos, mientras que Sotheby’s y Christie’s juntas no llegaron a los 2.500. A lo largo de la década de los 60 la capital francesa dejará de ser el centro más importante de subastas de arte, coincidiendo con la apertura de sucursales de las casas inglesas, primero en otros lugares de Europa y posteriormente en Estados Unidos. Concretamente Sotheby’s abre sus puertas en Nueva York en 1955, adquiriendo en 1967 Parke-Bernet, la casa de subastas de objetos de arte más grande de América. Christie’s sin embargo no desembarcó en suelo americano hasta 1977 (Armañanzas 1993: 35-39, 48). Durante la década de los 70 es cuando el mercado del arte comienza a cobrar verdadero protagonismo en España. Hecho éste favorecido por una sociedad cambiante con un mayor nivel cultural y una percepción general de mayores posibilidades en cuanto a sus expectativas económicas. Todo ello se ve refrendado por la incipiente creación de la infraestructura necesaria para asentar las bases de lo que conducirá a lo que se ha dado en llamar la socialización de la cultura, con la aparición de nuevos museos, fundaciones, galerías de arte y, también, de casas de subastas. Es en este contexto donde nace la que se consolidará hasta nuestros días como la más importante feria nacional de arte y antigüedades, cuando aparecen los primeros negocios españoles de subastas y cuando las firmas internacionales Sotheby’s y Christie’s celebran sus primeras licitaciones en nuestro país. 8 El inventario realizado por los nazis alcanza los 5.000 objetos, y aunque no fue lo habitual la mayoría de ellos fueron restituídos a sus legítimos dueños al término de la guerra. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 206 SONSOLES CARUANA MOYANO A este respecto Castedo Moya (1974: 11) recogía en un artículo publicado en la revista Cambio 16 a finales de 1972: Por las buenas o por las malas este país se civiliza. Primero se acabaron las hambrunas; después pudimos montar en coche, y ahora hasta el arte se puso de moda. Y tan de moda se puso que en el plazo de dos o tres años ha dado lugar a un boyante mercado en el que muchos centenares de millones de pesetas se invierten en bienes tan poco “camp” como óleos, acuarelas o esculturas […] Las razones de este reciente estallido del mercado son muchas: subida general del nivel de vida, fortalecimiento de un nuevo sector de ejecutivos y profesionales cultos y bien pagados, aparición de muchos potentados enriquecidos en la vorágine de la industrialización […]. El hecho de que la pintura española, especialmente la del siglo pasado, fuera casi desconocida y estuviera, por tanto, claramente infravalorada, contribuyó sin duda a hacer aún más atractivo el mercado […] quizá valga más la especulación en un mercado boyante que la vuelta al hermetismo del monipodio o del Rastro. Las salas de subastas se revelan pues como una novedad que irrumpe con fuerza en el panorama del comercio del arte en España hasta entonces en manos de los anticuarios, lo que supondrá un hito en el sector, ya que por su condición de venta pública —en el más estricto sentido del término— ofrecen, por lo menos en principio, la manera más transparente y rápida de acceder, tanto a las propias piezas, como a las cuantías en que estas han sido adquiridas, a diferencia de las tiendas de anticuario donde los precios son prácticamente inaccesibles9. Un artículo del diario Ya se refería a la nueva modalidad de comercio artístico en los siguientes términos: […] Las subastas son por tanto necesarias. Ellas demuestran que esta clase de mercancía no recuerda a ninguna otra. Que el arte se da a quien quiere pagarlo, pero su misterio no pasa de ser de quien quiere, si no de quien puede. […] da igual comprar con fines de inversión, especulación, jactancia, juego o cariño. Lo interesante es que el arte circule, compita, acceda a ser de uno o de otro, penetre en las casas y quede en estas a la expectativa de ser lanzado nuevamente cuando las circunstancias lo aconsejen. Estoy seguro de que algunos compradores de este tipo no podrán, cuando las circunstancias lo aconsejen, desprenderse de lo que adquirieron como acciones de bolsa o solares para el día de mañana (Faraldo 1971: 34). El peso específico mayor de las subastas correspondía, entonces y ahora, a la pintura10. Las artes decorativas —incluido el mobiliario—, siguen sien9 En este sentido se puede afirmar que en la actualidad se está dando un paso más allá, gracias a las nuevas tecnologías, de manera especial con las subastas on line. 10 En 2006 se realizaron 9.200 subastas, poniendo en circulación 400.000 lotes de los que el 47,6 % eran pinturas (Tendencias del Mercado, abril 2007: 60). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 207 do tratadas como de segundo orden. En este sentido cabe utilizar el mismo razonamiento que el autor del artículo citado empleaba para referirse a la valoración por aquel entonces de la pintura española del XIX. El desconocimiento y la escasez, hasta el momento, de rigurosos trabajos de investigación sobre mueble contribuyeron a la falta de valoración general, en todos los sentidos. Como se ha comentado al principio, será en estos años cuando se empiece a tratar a las piezas de mobiliario con cierta continuidad en clave científica, lo que equivale a su adecuado conocimiento y por tanto a su consideración. Así pues, durante los primeros años de la década se produce lo que la prensa y medios especializados de la época denominaron como un auténtico boom de esta nueva forma de compra-venta en el mercado español. En el año 1973 se contabilizaban once casas de subasta en Madrid, dejando al margen aquellas que funcionaban como tales de manera esporádica (Gazeta del Arte 7, 1973: 29) y hacia la mitad de la década llegaron a convivir hasta dieciocho, descendiendo a cinco a finales (G. Maroto 1977: 61). La primera sala española en funcionar de una manera ordenada y regular fue Subastas Durán, que celebró su primera licitación en mayo de 1969. No será hasta la subasta núm. 12, acaecida los días 21 y 22 de octubre del 1970, cuando por primera vez aparezcan muebles entre las piezas de su catálogo. A partir de entonces se irán ofertando de manera intermitente e irregular. No obstante, salieron a la venta algunas piezas interesantes y el mercado a través de su precio de remate se hizo eco de ello. En marzo de 1974 salió a pujas una cama barroca de ébano con aplicaciones de bronce dorado que subió desde las quince mil pesetas iniciales hasta las doscientas cincuenta mil. En el mismo año un arcón español recubierto de cuero del siglo XVII alcanzó un precio de remate de ochocientas mil pesetas, habiendo partido en un inicio de setenta mil. Resulta indicativo que en el artículo de la época del que se han extraído los datos se defina a este tipo de objetos como “lotes aparentemente sencillos y de escaso interés” y se achaque que “puedan alcanzar precios insospechados si se encuentra por medio la honrilla de dos coleccionistas testarudos” (G. Maroto 1977: 62). Es este un factor que ha existido siempre, intrínseco a la esencia de las subastas, pero la aseveración parece excesiva; aparente reflejo de la falta de estima por el mobiliario en el momento, pues era considerado por la generalidad un capricho o una curiosidad más que un objeto artístico poseedor de una dimensión económica que, al igual que la pintura, pudiera ser tratada, en este sentido, como una inversión. Tampoco hay que obviar las estrategias comerciales de cada negocio a la hora de estimar los precios de salida. Así lo recogía una crónica sobre una subasta, de una publicación especializada del momento: RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 208 SONSOLES CARUANA MOYANO Y ya que estamos a nivel de caprichos, nada más indicado el comentario de los “varios” de las subastas Durán. Cuando llega el turno de las cerámicas, los marfiles, los iconos, los muebles, etcétera, lo mejor es olvidarse de la palabra “lógica” y asistir estupefacto al espectáculo que se desarrolla cada mes en las sala de Serrano 12. […] Durán comienza siempre por marcar precios de salida bajísimos a cada lote de “varios”. Esto crea un ambiente electrizado en la sala, donde siempre hay alguien que sueña en llevarse uno de esos objetos a su casa en un precio ridículo. El resultado es muy distinto. Lo que normalmente allí se paga supera con creces los cálculos más optimistas. Así pudimos ver como una sillería de caoba, isabelina, del XIX, llegaba a las 210.000 ptas. salía en 35.000. El estado de conservación de las 12 sillas, dos sillones y un canapé no era nada atrayente, pero esto no debió ser obstáculo […] (Gazeta del Arte 19, 1974: 27 y 28). En 1973 Christie’s celebra en España su primera subasta, los días 13 y 14 de diciembre, en el Hotel Palace de Madrid. Aquella puja se reveló como todo un evento social, así lo recoge unos años después G. Maroto (1977: 61): “El martillo fue manejado por el Archiduque de Austria, doctor Geza Gellet von Habsburg, y estuvieron presentes los más importantes coleccionistas de arte de todo el país”. Muy descriptiva del ambiente que allí se vivió resulta la crónica que a ese propósito se publicó en la Gazeta del Arte: La subasta de Christie’s ha constituido un show de repercusión nacional. Las mil y pico plazas del salón Medinaceli11, del Hotel Palace de Madrid, estuvieron cubiertas por un público, no solo madrileño, sino de muchísimas provincias. […] Y de este modo llegaron a la coronación del show, en el cual fotógrafos, periodistas y cámaras de televisión amén del brillante aderezo y empolvado de muchas señoras, dieron al show una lucida apariencia de festejo high society (Gazeta del Arte 13, 1973: 26). La primera sesión estuvo dedicada a pintura española de los siglos XIX y XX, mientras que la segunda acogió muebles franceses, porcelana europea, tapices y algo de pintura antigua. Se batió entonces el récord de mobiliario, pagándose por una mesa escritorio Luis XV en madera de tulípero la cantidad de dos millones doscientas mil pesetas. En su segunda subasta en Madrid, celebrada en junio de 1974, los muebles tuvieron una buena acogida entre los compradores, destacando un brasero hispano-morisco del siglo XV que se remató en 380.000 ptas. (Gazeta del Arte 24, 1974: 27). 11 Ante la novedad comercial era habitual la masiva afluencia de público como acontecimiento social a las licitaciones, así según recogen las crónicas del momento salas de subastas acogían cientos de espectadores. “La fuerza de seguridad tuvo que cerrar a las once de la noche el acceso a la sala, materialmente repleta de asistentes, que desbordaban pasillos y escaleras. Varios centenares de personas hubieron de esperar en la vía pública la posibilidad de hallar un sitio hasta que, perdida toda esperanza, hubieron de renunciar a su propósito. Otros aficionados siguieron el desarrollo de las ofertas desde el portal y desde la misma calle”. ABC Sevilla, 30 de mayo de 1971: 53. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 209 A partir de estas fechas, y probablemente contagiados por los éxitos de Christie’s, las piezas de mobiliario van apareciendo con mayor frecuencia en las subastas españolas. Cuando las obras son de interés, los medios de comunicación se hacen eco de ventas y remates, y esto genera que se dediquen espacios a ilustrar al lector sobre el “buen mueble”12. En 1975 la casa inglesa —siete licitaciones después de su apertura— suspendió las subastas en España —aunque mantuvo una oficina abierta en Madrid, principalmente dedicada a labores de intermediación—, achacándose el cese de las ventas a la falta de rentabilidad, entre otras cosas, por el entonces vigente impuesto del lujo, que gravaba los precios de los artículos con un 24,20 %13. Casi veinticinco años más tarde, en 1999 celebró de manera extraordinaria una subasta en España que quizá haya sido, en su conjunto, la más importante celebrada hasta la fecha en lo que respecta al mueble español. Se trató de una House Sale donde salieron a la venta todos los enseres: pintura, mobiliario, escultura, textiles y demás objetos, del castillo de Bendinat y Ca’n Puig en Mallorca, alcanzando un valor por el total de los lotes de 1.249.705.000 pesetas, batiendo récords de venta en todos los ámbitos14. En el apartado de mobiliario salieron a pujas trescientos cuatro muebles datados entre los siglos XVII y XX, que obtuvieron una recaudación total de alrededor de cuatrocientos seis millones de pesetas. La cifra más alta la pagó un coleccionista americano por una pareja de armarios vitrina mallorquines en madera tallada, dorada, pintada e incisa (Fig. 3). Superaron el precio máximo nunca pagado por un mueble en España, con un remate de cincuenta millones de pesetas, dejando atrás los treinta y dos millones obtenidos un año antes por un secrétaire francés del siglo XVIII vendido en Castellana Subastas en Madrid (Mateos 1999: 29). Entre el mobiliario destacaron de manera contundente otros remates, como los pagados por una pareja de mesas italianas de scagliola adquiridas por un marchante británico en unos treinta millones y una pareja de escritorios napolitanos con escenas en vi12 Así lo hacían los dominicales de los periódicos, y otras publicaciones como La Gazeta del Arte solicitando a los especialistas en la materia su opinión sobre determina-dos tipos. Esta práctica continúa en la actualidad en revistas del sector y también en publicaciones no especializadas como diarios generales o revistas dedicadas a la decoración. 13 G. Maroto (1977: 64), recoge las palabras que en 1975 ofreció el director de la sala, D. François Curiel, al respecto: “No queremos comprometer nuestro prestigio de subastadores puros, creemos que aquí no se pueden realizar verdaderas subastas. Los altos impuestos nos obligan a comprar pinturas baratas para sacarla nosotros mismos a subasta y no hemos venido aquí a hacer la competencia a los comerciantes”. 14 En lo que respecta a pintura la mayor recaudación la obtuvo un bodegón del maestro de Hartford activo a finales del XVI que se remató en 180 millones de pesetas. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 210 SONSOLES CARUANA MOYANO FIGURA 3. Pareja de armarios vitrina mallorquines (uno de dos), siglo XVIII. Christie’s. Castillo de Bendinat. 1999. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 211 drio pintado al estilo de Luca Giordano rematados en veintiséis millones de pesetas (Suffield 1999: 44). Resulta esclarecedor el hecho de que, tomando como referencia los diez lotes más caros de mobiliario subastado durante todo el año en España, los ocho primeros fueran piezas vendidas en esta licitación y que, pasada ya más de una década desde su celebración aún se mantengan algunos de los lotes entre los mejor pagados en la historia de las subastas de mueble en nuestro país (Tabla 1). Entre el mobiliario de producción nacional que se vendió, al margen de los ya citados armarios, cabe destacar dos parejas de cómodas. Unas del siglo XVIII, construidas en madera de palo de rosa con tiradores de plata, y fernandinas de comienzos del XIX las otras, atribuidas al taller de Sacanell (siguiendo diseños de su maestro Adrián Ferrá) realizadas en caoba con aplicaciones de bronce. Todas de producción mallorquina, obtuvieron el mismo remate, doce millones de pesetas. Alrededor de los diez millones lograron asimismo otra pareja de muebles, unas consolas españolas del siglo XVIII en madera dorada con tapa de mármol. TABLA 1 Muebles españoles mejor pagados en subastas15 Fecha Sala de subastas Lugar Objeto Material/técnica 2007 Christie’s Nueva York Biombo Antonio Gaudí (Fig. 5) 2005 Sotheby’s Nueva York Buró neoclásico. Caoba con aplicaciones de Gabriel Gómes 13 bronce de febrero de 1817 2007 Alcalá Madrid Mesa de cartas náuticas de Juan Riuvadets 2009 Christie’s Londres Pareja de cómodas Palisandro, tulípero y marque- 193.250 £ Carlos IV, h. 1800 tería 1999 Christie’s Mallorca Pareja de armarios, Madera tallada, pintada, dora- 50.000.000 pta s. XVIII da e incisa 2010 Christie’s Londres Biblioteca, Rafael Contreras e hijo, Alambra c. 1890 Caoba y tuya, plata galvaniza- 181.250 £ da, hueso y ébano 2005 Christie’s Nueva York Pareja de espejos Plateado y metal 2002 Retiro Madrid Cómoda Carlos IV Palosanto, caoba, nogal y con escudo de otras maderas Godoy 15 Roble y cristal esmerilado Remate 1.385.000 $ 769.000 $ Raíz de Olmo, tuya y maderas 350.000 e finas 192.000 $ 100.000 e Nos ceñimos a los datos y catalogaciones propuestas por cada casa de subastas. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 212 SONSOLES CARUANA MOYANO Coincidió ese mismo año otra significativa subasta para el mueble y el coleccionismo español. La venta tenía como base la colección de Ángel Lucas, uno de los más reputados anticuarios y quizá de los mejores conocedores de mueble español por esas fechas. La subasta fue celebrada el 27 de mayo en Londres por Christie´s bajo el epígrafe The Lucas Collection, y aunque se alcanzaron las expectativas depositadas en ella, las mejores obras fueron retenidas por el Estado español, que, debido a su interés, prohibió su salida del país declarándolas inexportables, por lo que no llegaron a ser subastadas. A pesar de todo, algunos de los lotes en licitación rebasaron con creces la estimación dada por los organizadores. La recaudación total ascendió a más de 638.000 libras con 157 lotes vendidos. Dentro de esta subasta y como una de las piezas de mobiliario español más notables se encontraba una mesa extensible de factura aragonesa realizada en madera de nogal y fechada hacia el tercer cuarto del siglo XVI, en muy buen estado de conservación, que partía con una estimación inicial de 12.000-18.000 libras y se remató en 32.200; el mueble en cuestión había sido publicado años antes (Aguiló 1990: 337-338). También significativas por su calidad y su precio de remate fueron una pareja de cómodas mallorquinas de mediados del s. XVIII, que se vendieron en 31.050 libras. Sotheby’s, por su parte, se había unido en 1974 a la casa española Saskia para celebrar subastas en nuestro país, abriendo su propia oficina en Madrid en 197916 con motivo de la venta de los enseres del palacio de El Quexigal en Cebreros (Ávila), propiedad por entonces de la familia Hohenlohe, que alcanzó un precio total de venta de 102 millones de pesetas, lo que supuso un récord de recaudación en subastas celebradas en España. Los lotes más numerosos e interesantes correspondían a obra pictórica. En el apartado de mobiliario español las piezas en su gran mayoría pertenecían al siglo XVII, las más caras eran escritorios de tipo mudéjar con una estimación entre 200.000-450.000 pesetas. El Estado español declaró inexportables la mayoría de las obras con lo que, al retirarse los compradores extranjeros, los precios alcanzados no subieron tanto como hubiese cabido esperar. Excepcionalmente, ambas subastas, El Quexigal y Bendinat, siguieron el modelo de subastas anglosajón, incluyendo la cuidadosa edición de un documentado catálogo en el que se narraba la historia familiar y de la casa 16 En 1985 pasó a funcionar como filial de la casa inglesa bajo el nombre de Sotheby’s España S.A. Cuatro años después es adquirida por Edmund Peel, hasta entonces consejero delegado, dando paso a Edmund Peell & Asociados S.A, con representación exclusiva de Sotheby’s en España. En el 1992 Sothebys Holding Inc. volvió a hacerse con el control (Armañanzas 1993: 40-41). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 213 permitiendo conocer las obras en su contexto, algo poco habitual en España, en primer lugar por la propia idiosincrasia de las clases altas españolas, que perciben la venta de las posesiones como algo, en muchas ocasiones, deshonroso. Y en segundo, por pura estrategia comercial de las salas a las que no resulta rentable ediciones tan caras en relación a las piezas que suelen salir a pujas en España. Un año después, el 2 de febrero de 1980, Sotheby’s llevó a cabo otra importante subasta en el hotel Ritz de Madrid, bajo el epígrafe “La decoración en España en los siglos XVIII y XIX”, dedicada casi en exclusiva a muebles y objetos. Como pieza más destacada salió a la venta un secrétaire Carlos IV con tapa abatible en caoba y marquetería de limoncillo con herrajes de plata fechado en 1806, rematado por un copete con las armas de la familia Caramany (Fig. 4); pieza muy ligada a las habitaciones de maderas finas de El Escorial. En la catalogación se apuntaba la posibilidad de que alguno de sus artífices, Pablo Palencia, Teodoro Oncell o Ángel Maeso, hubiesen intervenido en su ejecución. El mueble se remató en seis millones de pesetas, tras incrementarse el precio de salida en dieciocho pujas, situándose económicamente por encima de otros interesantes lotes, atribuyéndose el mejor resultado de la subasta. Coincidiendo con el mítico año 1999 Sotheby’s dejó de realizar licitaciones en España, manteniendo su oficina en Madrid. Christie’s, por su parte, desde octubre de 2004 reanudó su actividad comercial en nuestro país con una única subasta anual, dedicada casi exclusivamente a pintura, esta licitación se ha convertido en punto de referencia para el mercado nacional, tanto por la calidad de las obras, como por los precios que alFIGURA 4. Secrétaire Carlos IV con las armas de la familia Caramany. Sotheby’s. canzan. Madrid, 1980. El panorama actual ofrece una veintena de casas de subastas españolas concentradas en su gran mayoría entre Madrid y Barcelona, casi todas ofertan mobiliario entre las páginas de sus catálogos, pero los grandes coRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 214 SONSOLES CARUANA MOYANO leccionistas y poseedores de piezas prefieren el extranjero para realizar sus ventas donde previsiblemente alcanzarán unas mayores expectativas, así son muchos los ejemplos de interesantes subastas internacionales que se nutren de colecciones españolas. TABLA 2 Muebles mejor pagados en subastas en España Fecha Sala de subastas Lugar Objeto Material/técnica Remate 2004 Alcalá Madrid Arca de bodas de Marquetería Juana y Felipe, Florencia o Milán s. XVI y XIX 1.000.000 e 2008 Alcalá Madrid Pareja de espejos sicilianos s. XVII 650.000 e 2007 Alcalá Madrid Mesa de cartas náu- Raíz de Olmo, tuya y maderas 350.000 e ticas de Juan Riuva- finas dets 1999 Christie’s Mallorca Pareja de armarios, s. XVIII Madera tallada, pintada, dorada e incisa 300.000 e 2010 Fernando Durán Madrid Cabinet alemán Marfil y carey 250.000 e 1998 Castellana 150 Madrid Secrétaire a abattant. Roble, nogal y otras Francia s. XVIII 32.000.000 pta 2002 Alcalá Madrid Cómoda francesa 180.000 e 1999 Christie’s Mallorca Pareja de mesas italianas Scaggiola, mármol y madera sobredorada 2006 Alcalá Madrid Pareja de espejos venecianos, h. 1680 Madera tallada, dorada y vidrio 160.000 e eglomisé 1999 Christie’s Mallorca Pareja de bargueños Decorados con cristales pinnapolitanos, f. S. XVII tados 2003 Alcalá Madrid Cabinet-secrétaire Reina Ana 2006 Alcalá Madrid Biombo escuela me- Papel pintado y pan de oro jicana S. XVIII papel pintado y pan de oro 130.000 e 1999 Christie’s Mallorca Mesa escritorio Luis XVI Palma de caoba, bronce dorado 20.000.000 pta 2002 Retiro Madrid Cómoda Carlos IV con escudo de Godoy Palosanto, caoba, nogal y otras maderas 100.000 e Coral, bronce dorado y esmaltes Madera lacada 30.000.000 pta 26.000.000 pta 130.000 e RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 215 Las ferias: reunión de anticuarios Las actuales ferias de arte y antigüedades aparecen como resultado de la agrupación periódica de tiendas de anticuarios en un mismo espacio físico buscando, tanto repercusión y estima social, como estimulación de las ventas a través de la apertura de su mercado. Surgidas en parte como respuesta comercial del sector al fenómeno de las subastas, suelen presentarse acompañadas de gran publicidad y las más importantes son tratadas como verdaderos eventos culturales. A nivel internacional la feria más prestigiosa es la conocida como TEFAF de Maastricht (The European Fine Art Fire). Nació en 1975 bajo el nombre de “Pictura”, especializada en pintura antigua y escultura medieval. El éxito de esta feria propició el nacimiento, tres años después, de “Antiqua”, rebautizada en 1979 como “Antique Maastrich”. Por fin, en 1985 ambas ferias, “Pictura” y “De Antiquairs Internacional” se fusionaron, dando lugar a la actual, que, tras varios cambios de denominación, pasó a conocerse como “TEFAF. Maastrich”. Desde la década de los ochenta celebra reconocidas exposiciones en relación con destacados museos. La reputación de esta feria viene avalada por veintitrés comités de investigación integrados por más de ciento cuarenta expertos internacionales que hacen de ella el modelo a seguir principalmente por su rigor en la selección de las obras presentadas. Sólo tres marchantes españoles han sido invitados a participar desde entonces: Luis Elvira, el primer español admitido desde 1992, López de Aragón, desde 1995, y Caylus, desde el año 2001. En España la feria que cuenta con más prestigio es “Feriarte” inaugurada en 1974 con la participación de setenta y dos anticuarios españoles. Con las exposiciones y subastas de antigüedades completan el triángulo que encierra el buen momento del mercado artístico en nuestro país. Faltaba acaso que diesen el “gran golpe” manifestativo cara al público. Y lo han dado con Feriarte (Logroño 1974: 93). La feria volvió a celebrarse en 1976, superando el doble de la cifra de anticuarios que acudieron a la primera cita. Desde entonces se convoca anualmente, en la actualidad bajo el auspicio de la Asociación de Anticuarios de Madrid. Acoge a marchantes de todo el territorio nacional a los que, en los últimos años, se ha sumado un creciente número de expositores internacionales. En la convocatoria de 2006 reunió un total de 208 profesionales, entre los que se incluyen empresas de publicaciones y otros servicios relacionados con el arte y las antigüedades. La feria, que se sitúa entre las cinco más importantes de Europa, ofrece una percepción global del RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 216 SONSOLES CARUANA MOYANO mercado español. Sin embargo en los últimos años el número de profesionales de las antigüedades que se dan cita en esta convocatoria ha descendido hasta más de un 30 % en 2009. Las piezas presentadas en la feria deben ceñirse a ciertos preceptos como que los objetos y muebles posean un mínimo de cien años de antigüedad, salvo aquellas integradas en los estilos Art Decó, Art Nouveau, Eduardino y Alfonsino. La pintura y escultura contemporáneas deben pertenecer a un autor de reconocido prestigio e importancia histórico-artística; por otro lado, la obra en cuestión debe haber sido realizada como mínimo diez años antes de la fecha del certamen en curso. El debido cumplimiento de la normativa, así como la autenticidad de las piezas viene avalada por un Comité Científico, que en los últimos tiempos intenta equilibrar entre sus miembros el número de anticuarios con el de especialistas independientes. En 2006, debido a las dimensiones espaciales alcanzadas por la feria se optó por su sectorización, al estilo de la TEFAF de Maastrich o la Bienal de París. Asimismo se estableció una regulación entre galerías y anticuarios, considerándose las vanguardias históricas y el F IGURA 5. Biombo diseñado por Gaudí en arte a partir de 1945 como arte 1901 para la Casa Milá. Christie’s Nueva York. contemporáneo; de este modo, el 2007. profesional definido como anticuario solo podría tener un máximo de cinco piezas contemporáneas en su espacio, en tanto que los englobados en el sector de los galeristas podrían exhibir pintura de cualquier época, pero tendrán un limite máximo de cinco antigüedades. Esta medida se conecta con la tendencia actual de compra en la feria, que es la de invertir en pintura de vanguardia española de principios del siglo XX. Feriarte se ha convertido en un verdadero acontecimiento cultural en Madrid, y este hecho viene refrendado por el apoyo institucional que recibe. El Museo Nacional de Artes Decorativas apoya la feria con su presencia, ya que cada año se reserva un espacio para la exhibición temática de fondos de sus colecciones. En 2001, coincidiendo con el XXV aniversario de su nacimiento, la muestra estuvo dedicada a las piezas que el museo había adquirido a lo largo de los veinticinco años de vida de la feria, no en vano puede decirse de esta institución que ha sido su comprador más destacado. El éxito de estas convocatorias ha dado lugar a la proliferación de ferias, algunas con décadas de funcionamiento y otras de más reciente creaRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 217 ción, no obstante se observa cierta saturación en el mercado, tanto por la cantidad de certámenes convocados como por la proximidad temporal con que se celebran; así, en 2007 el número de ferias dedicadas al arte y antigüedades en el territorio nacional rozó las sesenta convocatorias. Entre las más destacadas en el sector de la antigüedades se sitúan Almoneda y Artemanía en Madrid, Antiquaris de Barcelona, Las Atarazanas en Sevilla, la Feria de Arévalo (Feria de Antigüedades de Castilla y León), Antic Art en Baleares, Anticuarios de Zaragoza, la Bienal de Úbeda, la Feria de antigüedades de Vic, en San Lúcar de Barrameda, en El Puerto de Santa María, en Palencia, Antic Art de Palma de Mallorca, o La Bisbal d’Ampordá, entre otras. De todo lo expuesto se desprende en que modo el mercado de arte y antigüedades, específicamente con las casas de subastas, y también con las ferias, ha contribuido a la difusión y a la concienciación del patrimonio. Piezas que permanecían ocultas en colecciones, negocios o casas particulares, han visto la luz y han podido ser rescatadas de ese olvido, estudiadas, y las más significativas han ido a completar y enriquecer las colecciones estatales, o lo que es lo mismo nuestro patrimonio. Asimismo piezas importantes localizadas fuera de nuestras fronteras17 han podido ser recuperadas. De este modo ferias de arte y antigüedades así como determinadas subastas, que en principio deberían reducirse al ámbito de lo comercial, se han revelado como verdaderos acontecimientos culturales, hecho propiciado principalmente, por la propia naturaleza del objeto de venta. TRATAMIENTO DEL MUEBLE EN EL MERCADO DE ARTE EN LA ACTUALIDAD: EL CASO DE LAS SUBASTAS. Entre los años 1987 y 199018 las subastas alcanzan el protagonismo del mercado del arte (Armañanzas 1993: 23). Esto se refleja en el mercado de mueble a nivel internacional, que ve subir sus precios en los remates de las subastas, encontrándose ejemplos relativamente frecuentes (en muebles de primerísima línea) que sobrepasan el medio millón de dólares, algunos 17 El expolio artístico en España tuvo lugar sobre todo antes de la Ley 16/1985, del 25 de junio del Patrimonio Histórico Español. Desarrollada de manera parcial en el Real Decreto 111/986 del 10 de enero, a su vez modificado por el Real Decreto 64/1994 del 21 de enero y el Real Decreto 1680/1991 del 15 de noviembre, las cuales han limitado la salida ilícita de piezas. 18 1990 se considera el punto álgido del mercado del arte y el coleccionismo en España. En 2006 se dio un incremento de las cotizaciones del 25,4%, sólo un 5% por debajo de ese momento. Ese mismo año se produjeron 9.200 subastas poniendo 400.000 lotes a la venta de los cuales el 47,6 % era obra pictórica. Tendencias del Mercado de Arte, abril 2007. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 218 SONSOLES CARUANA MOYANO con creces, fundamentalmente en mobiliario parísino del siglo XVIII de ebanistas reconocidos como Martin Carlin, Jean-Enri Reisener o Roger Lacroix, y Chippendale americano firmado por autores como Thomas Tufft, Thomas Affleck o John Goddard. Precisamente es en 1990, año considerado como el punto álgido del mercado del arte y del coleccionismo, cuando se bate el récord internacional pagado por un mueble en subasta, doce millones y medio de euros alcanzados en Christie’s, por el conocido como Badminton Cabinet, último gran trabajo comisionado por los Médicis en Florencia. Esta cota se mantuvo vigente hasta el año 2004, otro momento cumbre en el mundo de las subastas, cuando este mismo mueble salió de nuevo a pujas y batió su propio récord, alcanzando los veintiocho millones de euros19. Sotheby’s y Christie’s son las entidades con un mayor volumen de negocio a nivel mundial (la primera cotiza en el mercado de valores) tienen salas y oficinas por todo el mundo y celebran sus subastas en cuatro continentes. Nueva York y Londres se presentan como los epicentros del mercado internacional de subastas de arte. En lo que concierne a mobiliario y artes decorativas también en París y Milán se celebran algunas de las más destacadas licitaciones (Tabla 3). En general, el tratamiento que se otorga a los muebles como objetos artísticos en las casas de subasta internacionales dista mucho del que reciben a nivel nacional. Tomando como ejemplo la casa FIGURA 6. The Badminton Cabinet. Christie’s, Londres 2004. Sotheby’s, se observa una estructura interna que engloba quince grandes especialidades que a su vez contienen departamentos más pequeños. En la materia que nos ocupa, dentro de la sección denominada Furniture and Decorative Arts, se incorporan los siguientes departamentos relacionados con mobiliario: 19th century Furniture, sculpture and Decorative 19 Subastado en Christie’s el 11 de diciembre de 2004 es la obra no pictórica más cara vendida en subastas. Adquirida para el Liechtenstein Museum de Viena. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 219 TABLA 3 Muebles mejor pagados en subastas internacionales Fecha Lugar Objeto 2004 Sala de subastas Christie’s Londres The Badminton Cabinet, s. XVIII Piedras duras, bronces, ébano 28.000.000 e 2009 Christie’s París Drangon Chair, Eileen Gray, c.1917 Madera lacada 1999 Christie’s Londres Cómoda Luis XVI, Jean Henri Riesener Marquetería de maderas finas, 7.041.500 £ aplicaciones de bronce dorado 1989 Christie’s Nueva York Escritorio librería, Caoba Atrib. John Goddard 12.100.000 $ 2009 Sotheby’s Hong Kong 85.700.000HK $ 2005 Sotheby’s Nueva York Mesa de té, Atrib. Caoba John Goddard, c. 1760 8.416.000 $ 1999 Sotheby’s Nueva York Mesa-librería Atrib. Job Townsed y Samuel Casey Caoba y monturas en plata 8.252.500 $ 2007 Sotheby’s Nueva York Gueridon Table des Palais Royaux 1816 Bronce dorado y porcelana 6.201.000 $ 2009 Christie’s Londres The March Cucci cabinet Madera ebonizada, piedras duras, carey y bronce 4.521.250 £ 2010 Sotheby’s Londres Harrintong Commode Palo de rosa, tulípero y mar- 3.793.250 £ c. 1770 quetería 1998 Christie’s Nueva York Cómoda Luis XIV 2011 Christie’s Nueva York Escritorio, Atrib. John Caoba Goddard, c. 1765 5.682.500 $ 2000 Christie’s Nueva York Newport Chest 4.700.000 $ 1990 Christie’s Nueva York Mesa Chippendale, Thommas Tufft, c. 1765-66 Trono imperial Dinastía Qing, período Qianlong Material/técnica Madera de zitan Remate 21.900.000 e Marquetería, metales y montu- 5.726.000 $ ras de bronce Caoba 4.620.000 $ RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 220 SONSOLES CARUANA MOYANO Works of Art; 20th Century Decorative Arts & Design; American Furniture, Decorative Works of Arts & Folk Art; Arcade: Furniture, Decorative Works of Art & Carpets; Decorative Arts & Jewellery; English Furniture & Decorations; European Furniture; French & Continental Furniture, Decorations & Tapestries; General Furniture & Decorations; Houses Sales. Cuentan, además, con la colaboración sistemática de los más reputados especialistas académicos en las distintas materias, quienes en muchos casos, son los encargados de elaborar las pertinentes catalogaciones. Poseen publicaciones propias en las que ofrecen amplia información sobre sus subastas a nivel mundial y sobre piezas en concreto, además de los catálogos de ventas en los que se cuidan en extremo la edición, las imágenes y los textos. En todo ello no se debe perder de vista la evidente campaña de marketing que existe; al fin y al cabo el objetivo final es la venta del bien. En España, por las peculiaridades del propio mercado las casas de subastas actúan habitualmente como generalistas. Un departamento con el nombre genérico de “muebles y objetos” o “muebles y artes decorativas” da cabida a las piezas más variopintas, resultando un panorama bastante irregular, donde se entremezclan muebles de las más diversas épocas, calidades, procedencias y precios. Como consecuencia, y de manera general, las catalogaciones suelen ser poco precisas, dejando a un lado por no ser objeto de este trabajo el espinoso tema de las copias y las falsificaciones que, inevitablemente, circulan por el mercado. Hasta hace relativamente pocos años las piezas de mobiliario español aparecían frecuentemente mal catalogadas y bajo atribuciones incorrectas, debido a un conocimiento comparativamente inferior en el campo del mueble. Este debería ser hoy un hecho subsanado, pues, en general, existe información suficiente para aportar, cuanto menos, una correcta catalogación del mobiliario. En este sentido se ha de puntualizar que en el mercado internacional, y con un afán presumiblemente comercial, no es extraño que aparezcan piezas de mobiliario español de calidad atribuyendo, no obstante, su origen a otros países (Castellanos 2006: 90). Este hecho tiene su explicación en que, para el comercio internacional, el mueble español ha sido considerado tradicionalmente como un segmento menor, en parte porque son relativamente escasas las piezas de primera calidad en circulación. La supremacía natural de la pintura sobre cualquier otra disciplina artística, tanto en España como en el extranjero, es una realidad inapelable. Esto se refleja, tanto en la cantidad de piezas que salen a la venta —casi las tres cuartas partes, son lotes de pintura y obra gráfica— como en los precios de remate que alcanzan. La razón hay que buscarla en diversos factores; por un lado es el campo que ofrece un mayor espectro especulativo, lo que atrae a un número elevado de coleccionistas. Por otro lado es el más abunRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 221 dante y manejable, a la hora de ser transportado y posteriormente ubicado; además de la garantía que para el comprador ofrece la pieza firmada, cosa que de manera general ocurre con las obras pictóricas y no así con el mobiliario, al menos en lo que al caso español se refiere. No obstante en las últimas tres décadas el mercado de arte y antigüedades ha experimentado una creciente demanda de objetos que se circunscriben dentro del ámbito de las llamadas artes decorativas, convirtiéndose éstas en piezas de coleccionismo e inversión20 como alternativa a la pintura. En concreto, el mercado español de artes decorativas ha ido creciendo en casi todas las áreas. En esto influye, al margen de coyunturas económicas y otros factores circunstanciales, el mayor conocimiento sobre la materia que se ha experimentado en los últimos años. Aunque comparativamente escasas, las mejores piezas españolas pueden competir a nivel internacional en términos de calidad con las de otros países. Sin embargo la escasez de obras así como la falta de tradición de coleccionismo hacen del mercado español un sector irregular y bastante limitado. Pese a que en líneas generales la venta de mobiliario español dentro del panorama comercial no pasa por su mejor momento, entre las piezas más valoradas económicamente se encuentra el mueble cortesano del siglo XVIII y muy principios del XIX; teniendo en cuenta el perfil del comprador, quizá se deba también a sus dimensiones y a un carácter funcional —alejado de los muebles de aparato de centurias anteriores—, más fácil de acomodar en las viviendas contemporáneas. En este sentido, los tipos de muebles más cotizados, de manera general, son las cómodas, butacas y mesas, ya sean de estilo barroco o neoclásico; todo este mobiliario se caracteriza por una clara influencia europea, francesa e italiana. En el circuito español el mueble francés de calidad se impone al inglés en lo que a precios se refiere. Sin embargo, ante piezas de calidad similar son las españolas de época de Carlos III y Carlos IV las más cotizadas. Especial interés suscita el mueble de marquetería de este periodo que alcanza los precios más altos, aunque siguen siendo muy inferiores a los que se obtienen en el extranjero. De manera general la “Alta época”, los buenos muebles del XVIII y el mobiliario de diseño del XX y Art Decó, son las piezas más cotizadas. Mención aparte merece el mueble colonial —de los virreinatos americanos o de las Indias Orientales— muy similar en tipologías a lo español pero realizado con distintos y exóticos materiales que si goza del reconocimiento internacional. 20 Los inicios de la consideración del arte como una inversión económica se establecen en el S. XIX de manera prudente entre algunos marchantes de cuadros. Fue realmente a partir de la década de los setenta cuando se trataron las obras como productos financieros susceptibles de otorgar altas plusvalías. Ver Armañanzas (1993: 102). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 222 SONSOLES CARUANA MOYANO A pesar de la falta de tradición en estos negocios y de la modestia del mercado nacional según un informe emitido por la empresa francesa Artprice, en el que se realiza un balance a nivel mundial del mercado de arte —basado en las salas de las subastas—, España ocupa la octava posición en volumen de negocio con un 0.8%21. Según un Informe del Banco de España en 2005 el 18% de los hogares españoles había invertido en “obras de arte, joyas y diversas antigüedades”, convirtiéndose el arte en la tercera opción inversora, tras la inmobiliaria y los productos financieros (GarcíaOsuna 2006: s/n). El arte frente a la inestabilidad del resto de los mercados se muestra como un valor inalterable, lo que en situaciones de crisis provoca que gran parte del capital vea en él una inversión segura. Aún así el mercado nacional de arte y antigüedades está muy alejado de los grandes centros internacionales encabezados por Nueva York y Londres, tanto en la magnitud de las piezas ofertadas, y en consecuencia de los precios que alcanzan, como en el número de las mismas. Difícilmente se podrían realizar en España, de manera regular, subastas con muebles como únicos protagonistas circunscritos a una época o a un estilo concreto, práctica regular a nivel internacional. TABLA 4 Adquisiciones del Estado de mobiliario 1999-2007 22 Año Objeto Clasificación Modo de Adquisición 1999 Atril caoba, hierro Graupner 1770 y bronce dorado 1999 Tocador Mallorca, época Carlos IV 1999 Arca ensayalada Finales s. XV Oferta de venta 15.000.000 pta 1999 Arqueta relicario Papa Sixto V Finales s. XVI-p. XVII Oferta de venta 152.191.293 pta 1999 Escritorio 2ª mitad s. 1999 Pareja de banque- 1790-1800 tas neoclásicas XVII Derecho de tanteo Precio de adquisición 4.640.000 pta Destino MNAD MNAD Oferta de venta 29.000.000 pta Oferta de venta irretas neoclásicas 6.932.000 pta MNAD 21 Estados Unidos casi 45 %, Gran Bretaña 26,9 % Francia 6,4 % China 4,9 % Alemania 2,9 % Italia 2,8 % Suecia y Holanda 1,1 % en Antiqvaria n.º 260: 3 22 Datos extraídos de “Adquisiciones de Bienes Culturales”. Subdirección General de Protección del Patrimonio Histórico”, Madrid, 1999, 2000, 2001, 2002, 2003, 2004 2005, 2006 y 2007. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... Año Objeto Clasificación Modo de Adquisición Precio de adquisición 223 Destino 1999 Sillón de aparato Carlos IV, c. 1800 Oferta de venta irrevocable 3.500.000 pta 2000 Biblioteca arquitectónica s. XIX. Planchas de marquetería Derecho de tanteo 19.000.000 pta MNAD 2000 10 dibujos de Françesc Vidal proyectos de (1880-1900) muebles y elementos decorativos Derecho de tanteo 154.128 pta MNAD 2000 Dos burós Jorge III Giles Gredey s. XVIII Oferta de venta irrevocable 11.856.000 pta MNAD 2000 Caja Boulle s. XIX. Oro, lapislázuli, marfil y plata. Oferta de venta irrevocable 6.800.000 pta MNAD 2000 Arquilla sículonormanda s. XII marfil pintado y cobre dorado Oferta de venta irrevocable 15.000.000 pta MNAD 2001 Escritorio aragonés Mediados s. XVI. Nogal, hueso y boj. Técnica del pinyonet Derecho de tanteo 29.987,50 e MNAD 2001 Armario-oratorio España, 1719. Madera Oferta de venta irrepolicromada vocable 54.091,09 e MNAD 2001 Mesa tocador Francia, 1760-1780 Oferta de venta irrevocable 54.091,09 e MNAD 2002 Mesa Alvar Aalto. Firmada y fechada “Finna Ltd. 1935” Derecho de tanteo 1.408,80 e MNAD 2002 Cabinet on stand Atribuido a Henry con escudo de Van Soest, Amberes armas de Felipe V c. 1700 Subastas en el extranjero23 1.247.466,00 e MNAD 2003 Escritorio Méjico? h. 1700. Firmado “Bartolomé Sousa me fecit” Derecho de tanteo 61.177,47 e MAM 2003 Cofre nambam Momoyama. Laca, madreperla y latón Derecho de tanteo 11.740,00 e MNAD 2003 Cabinet secrétaire Inglaterra 1710-1720 Reina Ana Derecho de tanteo 152.620,00 e MNAD 2003 Espejo Madrid c. 1755 Derecho de tanteo 12.679,00 e MNAD 2003 Consola Madrid c. 1755 Derecho de tanteo 10.566,00 e MNAD 2003 Cornucopia España, c. 1760-1770 Derecho de tanteo 17.613,00 e MNAD 23 Vendido en Sotheby’s, Londres el 30 de octubre de 2002, lote 75. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 224 SONSOLES CARUANA MOYANO Año Objeto Clasificación 2004 Consola Madrid c. 1750 2004 Cama barroca Tercer cuarto s. Modo de Adquisición XVII Precio de adquisición Derecho de tanteo 6.466,90 e Subasta en el extranjero 80.600,00 e Destino Oferta de venta 55.000,00 e Oferta de venta 3.000,00 e Derecho de tanteo 23.600,00 e MCM Derecho de tanteo 118,56 e MNA Sillón de despacho Caoba, pino, vidrio Carlos IV Oferta de venta eglomisé y bronce dorado 21.000,00 e MNAD 2005 Escritorio Carlos IV Caoba, palo de rosa, raíz y latón Oferta de venta 150.000,00 e MNAD 2005 Mesa fernandina s. Oferta de venta 2.630,00 e MNAD 2005 Arqueta Limoges Francia, p. s .XII Oferta de venta 106.650,00 e MNAD 2005 Arcón Momoyama Laca y nácar Oferta de venta 35.550,00 e MNAD 2005 Panel marquetería Madera de tuya de Gaspar Homar y otras Oferta de venta irrevocable 3.261,00 e MNAD 2005 Tablero mesa de piedras duras Roma, c. 1565-1590 Subasta en el extranjero 750.291,26 e MNAD 2006 Sillón episcolar o capitular Virreinato del Perú h. 1770-1780 Oferta de venta 1.304,00 e MNA Derecho de tanteo 106.650,00 e MNAD Derecho de tanteo 2.371,00 e MNAD 2004 Arca ensayalada finales s. 2004 Sillón Francia, último cuarto s. XVIII 2005 Consola Carlos III Segunda mitad s. 2005 Cuna Mongolia, s. 2005 XV XVIII. XIX XVIII XIX Caoba 2006 Cama China, h. 1900 2006 Asiento de ceremonia Costa de marfil s. 2006 Carrito para niño China Derecho de tanteo 331,96 e MNA 2006 Estantería Tafialet, Marruecos Derecho de tanteo 355,68 e MNA España 1815-1833 Oferta de venta 30.000,00 e MNAD Oferta de venta 7.500,00 e MNAD Oferta de venta 30.000,00 e MNAD Oferta de venta irrevocable 35.550,00 e MNAD Oferta de venta 60.000,00 e MNAD Oferta de venta irrevocable 100.000,00 e MNAD 2006 Sofá fernandino 2006 Pareja de sillas Sole España, h. 1850 2006 Mesa scagliola XVIII Nápoles o Sicilia, tercer cuarto siglo XVII XVIII 2006 Cinco espejos España, mediados 2006 Caja carey Finales 2006 Pareja de espejos España, mediados XVII XVIII RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 225 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... Año Objeto Clasificación Modo de Adquisición Precio de adquisición Destino 2006 Pareja de espejos España siglo XVIII Oferta de venta irrevocable 25.000,00 e MNAD 2007 Cofre Colombia, s. XVIII Oferta de venta 25.000,00 e MAM 2007 Consola España, 1763-1768 Oferta de venta 60.000,00 e MNAD 2007 Escritorio taller barcelonés, s.XVI Oferta de venta 130.000,00 e MNAD 2007 Arqueta España, p. 100.000,00 e MNAD 2007 Sillería París, Francia h. 1710 Oferta de venta irrevocable 266.000,00 e MNAD 2007 Tocador de dama Jennigs & Bettidge, Birmingham, tercer cuarto s. XIX 8.214,00 e MR COLECCIONISMO XVI Oferta de venta Derecho de tanteo DE MOBILIARIO EN ESPAÑA : EL COMPRADOR CIRCUNSTANCIAL, ANTICUARIOS Y MARCHANTES, EL ESTADO Son muchos los factores que pueden llevar a un individuo a adquirir un objeto artístico, ya sea comprar por el mero placer de poseer y disfrutar la pieza; por alcanzar cierto prestigio social que el objeto artístico puede proporcionar; o simplemente hacerlo como una inversión. En España la figura del coleccionista (base del mercado artístico) de mobiliario, es prácticamente inexistente, ni siquiera son muchas las grandes casas en las que se hayan conservado colecciones importantes por acumulación de muebles24, sobre todo en comparación con otros países como Reino Unido. Una de las razones fue en gran medida al carácter inestable que tuvo la corte en España hasta casi entrado el siglo XIX, junto a la propia peculiaridad española del “usar y tirar” que ha venido degenerado en una falta de “cultura del mueble” a nivel general. El perfil del comprador de mueble en España se define dentro de unos parámetros de adquisiciones para uso y decoración. En este sentido es poco habitual que un cliente español puje en una subasta por encima de los doce mil euros por una pieza de mobiliario, y de manera genérica se puede afirmar que en las subastas españolas se considera excepcional que un mueble se remate por encima de los treinta mil. Esto repercute de manera indudable en el mercado. El hecho de que existan escasos coleccionistas metódicos que creen y desarrollen su colección en un campo concreto tiene como consecuencia lógica que los marchantes tampoco se especialicen, 24 Entre las más destacadas están las de Alba y Sueca. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 226 SONSOLES CARUANA MOYANO resultando un sector bastante heterogéneo, en muchos aspectos, y que adolece por lo general de conocimiento especializado. Las fundaciones culturales por su implicación en el coleccionismo de arte juegan un papel importante como estimuladores del mercado, sin embargo tampoco éstas se han ocupado especialmente del mobiliario, dedicadas en su mayoría a la pintura. Destaca por su colección de muebles el Banco Central Hispano, actualmente colección Santander. Casos excepcionales son los de iniciativa particular, como el del recién inaugurado Museo del Modernismo Catalán, que cuenta con una representación exponencial de los principales mueblistas catalanes de la época a la que se circunscribe la colección. Compradores habituales son también los comerciantes y anticuarios extranjeros, que encuentran entre las piezas que aparecen en el mercado nacional, principalmente en pintura antigua y muebles, bajos precios a los que sacar altos rendimientos en sus países de origen25. También los anticuarios españoles son compradores habituales, y además suministradores de piezas, ya que ven en esta práctica un manera fácil y rápida de dar salida a obras que han pasado años sin encontrar comprador, y que en muchas ocasiones ocupan un importante espacio físico en su tienda o galería. En este sentido los precios de las subastas han sido vistos como precios al por mayor, enfocados principalmente a los propios anticuarios (Frey 2000: 159). A finales del siglo XIX los museos e instituciones europeas comienzan a comprar en subastas rivalizando con los coleccionistas privados. En España, superado el consabido retraso temporal con respecto al continente, el estado se ha perfilado en los últimos años como el gran comprador en subastas de arte, enriqueciendo y completando las colecciones estatales con importantes piezas, satisfaciendo así en parte el mandato establecido en el artículo 46 de la Constitución Española (Tabla 4). En el periodo comprendido entre 2004 y 2006 el Estado adquirió 1.800 obras de arte para los museos públicos, lo que supuso una inversión directa de 19 millones de euros, al margen de los pagos por dación. La Administración26 distingue diferentes 25 De entre los muchos ejemplos nos ha parecido interesante el de un mueble francés sacado a la venta en 1999 por Castellana 150, en Madrid. Se trataba de un secréteaire a abattant Luis VI, rara pieza que atrajo el interés de marchates internacionales. Las pujas se elevaron de los 3 millones de pesetas en los que se estableció la salida, a 32 millones. Fue adquirido por un grupo de reconocidos marchantes Parísinos, entre los que figuraban Nicolas Jugel, Jean Marie Rossi y Maurice Segoura. Presentaba un complejo trabajo de marquetería que, en opinión de los compradores, seguía una pintura de Pierre Antoine Demarchy, del palacio de la Moneda en París. El Periódico del Arte, 18 de enero de 1999: 38. 26 Amén de la Administración central, hay que tener cada vez más en cuenta el importante papel de las Administraciones Autonómicas que se vienen manifestando como destacadas compradoras del sector. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 197-228, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.08 LA FORTUNA DEL MUEBLE ESPAÑOL EN EL MERCADO DE ARTE COMO REFLEJO... 227 formas de adquirir obras de arte, ya sea por oferta de venta directa; por oferta de venta directa irrevocable (es decir, aquellas originadas por solicitudes de exportación —tanto definitivas como temporales— con posibilidad de venta); en pago por dación de impuestos o por compra en subastas, en las de ámbito nacional ejerciendo su derecho de tanteo, mientras que en las internacionales limitándose a actuar como un cliente más. Aquellas obras adquiridas en subasta responden a propuestas de compra emitidas por la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, órgano consultivo dependiente de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales cuyas decisiones de compra determinan irremediablemente el devenir del mercado artístico nacional. En el apartado de mobiliario el museo estatal que más ha visto aumentar sus colecciones, gracias a las compras del Estado, ha sido lógicamente el Museo Nacional de Artes Decorativas. Destacadas piezas de mobiliario han ido a completar sus fondos, ejerciendo un importante papel en la difusión y el conocimiento del mueble español. La compra de obras por la Administración y la incorporación de estas a las colecciones públicas lleva consigo la retirada definitiva de estas piezas de los circuitos comerciales, esto tiene una consecuencia lógica que deriva no ya en una escasez de obras en circulación, pero sí cuantitativamente en una menor calidad de las mismas, de modo que cada vez resulta más complejo encontrar en el comercio piezas de calidad de determinados periodos, especialmente de “Alta Época”. BIBLIOGRAFÍA CITADA Aguiló Alonso, M.P. 1993. El mueble en España. Siglos XVI y XVII. Madrid: CSIC y Antiqvaria. Armañanzas, E., 1993. El color del dinero. 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En consecuencia, las bases para la recepción de la fotografía se establecieron en el periodo ilustrado, de modo que en el objetivo de fijar la imagen de la cámara oscura no existió ninguna ruptura. Estrechamente relacionado con la cámara oscura estaba el ‘cajón óptico’; se estableció un mercado internacional de estampas y las imágenes de mayor éxito fueron las vistas de ciudades y monumentos. Entre esas estampas se encontraban las que mostraban a España. Palabras clave: Cámara oscura, Cajón óptico, Vistas, Siglo XVIII, España. SUMMARY At the turn of the 19th Century the camera obscura was a fundamental machine both in the design of early photographic cameras and in the continuity of ways of seeing. Thus, the groundwork for the advent of photography was laid during the Enlightenment; in terms of the objective —that of fixing an image of the visible world— there was no real break between the 18th and the 19th century. Closely related to the camera obscura was the ‘optique’, also known in England as the Zograscope. An international market for prints was established and the most successful images were views of cities and monuments. Among these prints there were those which depicted Spain. Key words: Camera Obscura, Zograscope, Perspective Views, 18th Century, Spain. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 230 JESUSA VEGA El impacto que la fijación de la imagen de la cámara oscura pudo tener en relación con la cultura española, concibiendo esta expresión como memoria, construcción de identidad y mirada, nos sitúa en el terreno de la transición de las técnicas gráficas a las fotográficas y, a medida que vamos teniendo un mayor conocimiento del mismo, se comprueba que el paso de una a otra tecnología se hizo desde la fluidez y la continuidad, y no desde la ruptura. En consecuencia, los productos —estampas y fotografías—, se constituyen como vehículos privilegiados de conocimiento y belleza, expresión directa e inmediata de cultura, y testimonios válidos del pasado. Es decir, la simple aplicación del carácter evolutivo que hemos aceptado para el instrumento, de la cámara oscura a la cámara fotográfica, permite valorar en otros términos cuál fue el alcance de la revolución fotográfica. En la respuesta comprobamos que, del mismo modo que la fotografía no fue pionera en el uso de la máquina, tampoco lo fue en el establecimiento del sistema de representación, en su manera de presentarse en sociedad o de penetrar en ella a través de su uso (Vega 2006). Este contexto dominado por la carencia de novedades revolucionarias se comprueba igualmente si nos centramos en el modo en que se desarrolló para registrar los grandes monumentos urbanos y la afición que hubo por conocerlos a través de representaciones fiables, entendiendo esta fiabilidad no tanto en función de la calidad de la información como por el modo en que era percibido por quien las visionaba, desde el siglo XVIII, en que se sentaron las bases de una manera de ver y reconocer, propias del mundo moderno. Los modos de interpretar la realidad, previamente vista y registrada, sufrieron una profunda renovación y avance desde la segunda mitad del Siglo Ilustrado, debido a la producción y circulación a gran escala de instrumentos ópticos para la visión asistida. Fue decisiva en el caso español la creación de la Real Fábrica de cristales en la Granja de San Ildefonso, manufactura desde donde se suministró todo tipo de óptica, así como las crecientes relaciones intelectuales y comerciales con otros reinos de Europa, principalmente con Francia e Inglaterra. En la actualidad se considera que la primera descripción de la cámara oscura se la debemos al físico y filósofo natural de origen milanés, Girolamo Cardano, en su obra De Subtilitate (1550): “si te interesa ver lo que ocurre en la calle cuando el sol está brillando, coloca en tu ventana un cristal circular y habiendo cerrado la ventana podrás ver las imágenes proyectadas a través de la abertura en la pared; pero los colores son mate” (Sleadman 2001: 6). En cuanto a la presencia de la cámara oscura en España, la primera referencia la hace en 1657 Kaspar Schott, discípulo de Athanasius Kircher, en su Magia Universalis Naturae et Artis, Sive Recondita Naturalium Artificialium rerum Scientia publicada entre 1657 y 1659, donde dice que un “viajero que RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 MONUMENTALIZAR LA CIUDAD Y REGISTRARLA, UNA CONTRIBUCIÓN MODERNA... 231 había venido de España le había hablado acerca de una camera obscura lo suficientemente pequeña para poder llevarla debajo del brazo” (Gernsheim 1966: 13)1. Ciertamente pronto se hizo portátil sirviéndose, como explica el abate Nollet (1757: 6, 331), físico experimental de origen francés y de referencia en España, en lugar de una cámara “de un cajón, cuyo tamaño, forma y disposición se ha variado de mil modos, aunque guardando siempre lo esencial que hay en él; esto es, un vidrio lenticular, que tiene su foco en un fondo blanco, puesto en un sitio oscuro”. Fue en el siglo XVIII cuando se convirtió en un instrumento de uso y entretenimiento en buena parte de los domicilios urbanos de las principales ciudades españolas; su uso trascendió la práctica artística y educó, directa o indirectamente, a la mayor parte de la población. Ver a través de la cámara se convirtió en algo bastante habitual; además, se consideraba que esa era la visión natural del ojo al haberse admitido de forma generalizada la concepción de Kepler, según la cual, este órgano era una cámara oscura con una lente. Nos encontramos ante un ejemplo sobresaliente de cómo se construye la mirada, y hay que tener en cuenta que ese es el modo por el cual la realidad se somete a la historia, pues cada época tiene su mirada. Es decir, como explica Caro Baroja (1990: 19), “sobre un órgano que es igual siempre a sí mismo, el ojo, actúa un principio de relativismo cultural impresionante”, de manera que la actitud del que ve modela aquello que tiene frente a él —el referente externo del que habla Dubois (1994, 19)—. En conclusión, se puede decir que a lo largo del setecientos tuvo lugar la transformación de ese proceso que denominamos “ciclo de visión”, y la realidad se conformó definitivamente a ser vista a través de la cámara oscura. La fuerza de esa mirada es la que va a condicionar la manera de hacer el registro, y de ella dependen, tanto el lugar en el que se ha de situar el artista como la recepción que pueda tener el resultado por parte del observador. Cuando la aspiración de fijar la imagen de la cámara oscura se hizo realidad y la fotografía se desarrolló como medio eficaz para su registro, la nueva técnica no hizo otra cosa más que sumarse a una forma de ver que ya era común en la Europa dieciochesca y el testimonio más elocuente que tenemos en este sentido son las vistas ópticas, un género dentro de la producción de estampas, que fue de lento nacimiento pues parece que es el resultado de un progresivo proceso de autonomía con respecto a las vistas en perspectiva. Si a ciencia cierta no se sabe cuándo vio la luz la primera 1 Para una descripción de la cámara oscura u ojo artificial del siglo XVIII además se puede consultar Almeida (1785: 97), y el más tardío, pero interesante porque incorpora ya su aplicación al daguerrotipo, de Beudant (1839); para una descripción actual Kemp (2000) y Cabezas (2002), además del ya citado Sleadman (2001). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 232 JESUSA VEGA vista óptica, lo que sí se asume actualmente de manera generalizada es que los primeros en comercializar a escala este tipo de estampa fueron los editores londinenses en el segundo cuarto del siglo XVIII. Entre las características principales que debe reunir una buena vista óptica se encuentra, como explica Kaldenbach (1985: 87), que su visionado permita una experiencia convincente del túnel que es propio de la visión binocular, y por esta razón cuando se trate de un monumento o arquitectura debe mostrar un ángulo más amplio que el que corresponde al campo del ojo humano normal, razón por la que “tienen un aspecto similar a las fotografías tomadas con un gran angular”. Para su visionado era precisa la utilización del cajón óptico o máquina óptica, instrumento que tampoco se inventó en el siglo XVIII, pero fue en esa centuria cuando se generalizó y se multiplicaron los modelos. No obstante, coincidimos con Kaldenbach2, y creemos lógico pensar que en España, como en el resto de Europa, la de uso más corriente fue la “máquina óptica diagonal” —es la que figura descrita en la Enciclopedia— aunque, lógicamente, no se conoció por este nombre. Esta se compone de una lente doble convexa de tamaño grande y un espejo fijo dispuesto en ángulo, justo detrás de ella. Era de mesa y el pie permitía que el aparato quedara a la altura de los ojos cuando se estaba sentado. Al mirar por ella lo que se experimenta es una ilusión de recesión, de profundidad de visión binocular, gracias a que la lente convexa refracta los rayos de forma paralela y provoca que el cerebro interprete las dos imágenes como una sola desde una gran distancia, creando la ilusión de un túnel de visión. La ventaja del cajón óptico, con respecto a la cámara oscura, es que si ésta ofrecía “un pequeño mundo de imágenes luminosas y coloreadas” en movimiento (Mannoni 1995: 49), aquel permitía hacer creer, a través de la visión de estampas debidamente manipuladas (iluminados, traslúcidos, calados, perforados, etc.), que se había logrado lo que era tan anhelado: figurar y retener paisajes, escenas callejeras, fiestas, monumentos, etc. Es significativo que de todos los instrumentos ópticos que florecieron en el setecientos fuera en éste donde se diera una verdadera conjunción de intereses entre fabricantes, artistas y comerciantes; igual ocurriría en el siglo siguiente con la fotografía estereoscópica, la más sugestiva y atractiva para ver precisamente monumentos y ciudades. La creciente demanda generó una verdadera red europea de producción y circulación de instrumentos e imágenes a la que se fueron sumando las principales ciudades españolas, con la capital del reino a la cabeza. La internacionalización del mercado llevó a una normalización del tamaño de 2 El autor hace un estudio detallado de las máquinas que se emplearon en aquellos años en Europa. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 MONUMENTALIZAR LA CIUDAD Y REGISTRARLA, UNA CONTRIBUCIÓN MODERNA... 233 las estampas y como el tema estelar fueron las vistas urbanas y de monumentos, se generalizó un formato horizontal, de 300 x 450 mm la lámina de cobre, ocupando la imagen unos 230 x 400 mm, con una oscilación de entre 50 y 100 mm. Por otro lado, los artistas locales fueron poco a poco sumándose a esta actividad, pero hubo en Europa una centralización de la producción masiva en cuatro núcleos principales: Augsburgo, Bassano, París y Londres, destacándose los dos últimos por la calidad y cantidad de la producción, razón por la que se erigirán como centros de referencia3. Una de las cuestiones que se nos plantea cuando vemos estas estampas es hasta qué punto quien las contemplaba creía estar viendo una imagen certera de la realidad, experiencia que no dudamos tiene quien contempla una fotografía. Hay que tener en cuenta, como escribe Milano (1990: 1315), que las tiradas eran enormes por estar destinadas a atender la demanda de un público muy amplio que consideraba este bien de consumo un medio para colmar su curiosidad, evocar un recuerdo, o sorprender y suscitar sensaciones. Ciertamente, los mecanismos de reproducción que se emplearon fueron muy similares a los de la estampa popular, por un lado el primer objetivo era la difusión de la imagen a través de precios reducidos, por otro siempre había que estar dando novedades, y la necesidad de publicar nuevas estampas llevaba al reciclado de imágenes de las más diversas procedencias. Aquí se deben valorar dos hechos: la credibilidad social que tuvo la técnica utilizada, el grabado en cobre considerado el medio más eficaz para la transmisión de la información con garantías de objetividad; y la relación existente con la veduta, relación que contribuía a ponderar favorablemente la fiabilidad de las vistas ópticas. “La veduta”, como escribe Corgnati (1990: 29-30), “no es simplemente pintura de paisaje” sino que “es aquel paisaje descrito con precisión y reconocimiento, del cual resulta un testimonio ‘en figura’ de un lugar y de un ambiente determinado, paisaje, no obstante, históricamente objetivo”. Es decir, la actitud del pintor de veduta es de “una fidelidad absoluta en la percepción óptica de la realidad”, y “la apariencia” 3 Sobre los centros de producción véanse los pioneros estudios de Keiser (1962) y Kaldenbach (1985), y los más recientes de Milano (1990: 17-27) y Brunetta (1997: 247297); en la capital francesa el mercado se centralizó en la rue de Saint Jacques, famosa por sus estamperías. Garófano Sánchez (2007: 100-101) hace una relación de las vistas ópticas que ha localizado de Cádiz editadas en París, Londres y Augsburgo. Sobre la producción de estampas en Augusta Vindelicorum, normalmente figura abreviado (Aug. Vind o Aug. Vindel, o A. V.), véase Seitz (1986), donde se recoge una selección de los más importantes dibujantes, grabadores y editores de los siglos XVII y XVIII, interesándose particularmente por los que se dedicaron a las vistas topográficas; y Seitz (1988), donde estudia exclusivamente las vistas ópticas. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 234 JESUSA VEGA de la misma. Se considera entonces que las vistas ópticas producidas en Europa entre 1750 y 1830 se pueden calificar como un género particular de vista que, como las pinturas de veduta, responde al criterio general de significar “un paisaje históricamente objetivo” reconocible, descrito con exactitud; en una palabra “testimonio de la vista”. De este modo, como explica Brunetta (1997: 256), se desarrolla un tipo de “espectáculo culto y popular al mismo tiempo, que interpreta, del modo más significativo, el espíritu viajero que mueven la conquista cultural y visiva de las maravillas arquitectónicas, urbanísticas y paisajísticas del continente”. Este último aspecto, información y comunicación, es significativo pues las vistas ópticas fueron agentes fundamentales en la construcción de una cultura común occidental y verdaderos pilares del conocimiento acumulado por esa figura que Brunetta ha denominado el “icononauta”, es decir, “el viajero de las imágenes”. Existe un claro paralelismo entre los relatos de viajes y las vistas ópticas. En el siglo XVIII fue reformulado “el viaje como empresa literaria y como género” adoptando una dimensión narrativa que tuvo verdadero éxito porque supo “resumir y predicar los valores y las aspiraciones de la propia Ilustración” (Pimentel 2003: 216). Mas, no es posible explicar su éxito si no tenemos presente que de la mano iba en muchas ocasiones una experiencia visual que trascendía con mucho las ilustraciones que acompañaban al texto impreso y que, además de completar la información, trataban de crear la ilusión del desplazamiento. Podemos reconocer entonces la irrupción de una nueva figura, la del turista sedentario, personaje diverso y curioso, beneficiario directo de estas lecturas e imágenes que pasaron a ser del dominio público. Pero, si a través de la literatura podíamos hablar de un ciudadano europeo como un “politropo”, es decir, como alguien que está en muchos lugares, con más motivo podemos hacerlo cuando incorporamos la experiencia visual, teniendo presente que “cuanto más sabe mirar, más se alarga su viaje”. Ciertamente el viaje era un buen momento para adquirir este tipo de estampas y, a pesar de no haber sido los españoles grandes viajeros, aquellos que se aventuraban más allá de los Pirineos solían traer, además de las experiencias vividas, las imágenes más relevantes de los lugares por donde pasaron. Con todo, esta minoría no es, por lo menos en el caso español, representativa. Lo cierto es que durante la segunda mitad del siglo XVIII, las vistas ópticas formaron, como explica Brunetta, “el léxico, la morfología y la sintaxis de esta nueva lengua [visual], creando formas tangibles de alfabetización difundidas en Rusia, los Países Bajos, o la Península Ibérica”. Esta lengua se legitima, difunde y se estabiliza gracias a la constitución de un “mercado común de las imágenes”, fuente primordial de conocimiento del “icononauta”, RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 MONUMENTALIZAR LA CIUDAD Y REGISTRARLA, UNA CONTRIBUCIÓN MODERNA... 235 al cual accedieron diferentes públicos: aquel con mayor poder adquisitivo si no hacía físicamente el viaje, podía adquirir la máquina y las estampas, o contratar en exclusiva los servicios de los agentes y exhibidores callejeros; a través del espectáculo que ofrecían estos últimos, el famoso tutilimundi, el resto de las gentes se incorporaban a esa lengua común y al conocimiento. Con las estampas no se precisaba saber leer, pues no era necesario documentarse. Aquellos que no tuvieran la información contaban con el auxilio de un narrador que iba acompañándoles por los distintos destinos. A diferencia de la lectura, el icononauta apenas había puesto un pie en la calle, cuando se encontraba en situación de emprender su viaje guiado. En el microespacio de la máquina óptica se podía participar de forma alternativa, “de una aventura excitante y educativa de viaje con el gasto mínimo, sin ningún riesgo y sin ningún imprevisto”4. Una aventura que, para los burgueses que se iban para el Gran Tour, “podía tener una función propedéutica”, pero “para la mayoría de los espectadores populares constituían la única ocasión para viajar de toda su existencia”. Se trata entonces de la “primera forma de apropiamiento cultural que encuentra la nueva clase burguesa en la Europa de la Ilustración” (Brunetta 1997: 258 y 247), un “acto depredador de una mentalidad burguesa” que “tendía principalmente hacia la posesión material del mundo” y lo realizaba “en el ámbito del espectáculo óptico” (Zotti Minici 1988: 34). Se definió entonces una manera de ver, conocer y trasmitir que pervivirá durante todo el siglo XIX y de la que todavía en la actualidad se rastrea su herencia. Es decir, es en el siglo XVIII cuando se acuñan los estereotipos urbanísticos y se fijan los hitos sobre los que se asienta la moderna monumentalización de la ciudad donde se descontextualizan visualmente las fábricas arquitectónicas o determinados enclaves urbanos: la fotografía y la tarjeta postal apenas cambiaron los temas y los puntos de vista5. El retrato de las ciudades que se ofrece es una divulgación de aquello que se considera característico y representativo, y la penetración de esta imagen tópica de las urbes se vio potenciada exponencialmente por tratarse en su mayoría de copias sistemáticas donde, una y otra vez, se ponía ante los ojos del 4 “Carta del castellano de Avilés a un amigo suyo en Madrid, sobre la presente guerra de Alemania, la corte y estado del Rey de Prusia su vida, tropa, gobierno etc.”, fechada en Oviedo el 14 de diciembre de 1757; el anónimo autor añadía: “Los dos principales objetos de los viajistas son, por lo regular, el instruirse y divertirse; a estos fines deben procurar hallarse en los países por los tiempos oportunos” (Ochoa 1870: 62, 184-193). 5 Está por estudiar el impacto que tuvo este proceso de descontextualización y aislamiento en las representaciones de los monumentos sobre el derribo del caserío que rodeaba a muchos de ellos en el proceso finisecular de modernización de las ciudades y a lo largo del siglo XX. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 236 JESUSA VEGA espectador los mismos monumentos ya que siempre se buscaba el reconocimiento inmediato (Corgnati 1990: 31-34). Desde esta perspectiva, se puede valorar mejor ese sentido de Estado que se desarrolló entre nuestros ilustrados para generar campañas de documentación y registro de ciudades y monumentos, y que a lo largo de todo el siglo XIX se mantuviera vivo este deseo a pesar de los fracasos: las vistas ópticas que comenzó a publicar la Academia de San Fernando dibujadas por Diego de Villanueva no alcanzó la decena y solo se publicaron las que figuran en el anuncio que insertó la institución en el Diario Noticioso el 3 de febrero de 17626; la Colección de estampas de Fachadas ó Vistas de Palacios, Edificios, y Monumentos antiguos, y modernos no solo de la Corte, de Madrid, y Sitios Reales, sino también de los Estados que componen en la Monarquía Española, que dedicó al Conde de Floridablanca, Primer Secretario de Estado, Bernardo Espinalt y Garcia, aprobada por la misma Academia en 1789 no parece que tuviera mucho éxito a pesar de considerar también al mercado internacional ya que el texto era bilingüe en francés; tampoco parece que prosperara la iniciativa que tuvo en esos mismos años Isidro González Velázquez, quien hizo diferentes vistas de los nuevos enclaves urbanos con los que Carlos III embelleció y dotó a la urbe, pero sólo vieron la luz dos estampas con las fuentes de Cibeles y Neptuno del Salón del Prado7. Ya en el nuevo siglo fue Gómez de Navia uno de los más activos artistas en este campo: presentó un ambicioso proyecto para hacer una colección de vistas de El Escorial pero, a pesar del apoyo que recibió de la Academia de San Fernando, la empresa se vio bastante mermada por su inviabilidad económica8; durante la guerra acometió la iniciativa de una Colección de las mejores vistas de los edificios más suntuosos de Madrid, pero sólo vieron la luz tres cuadernos9. La imagen de un país o de un reino se construye y el medio más eficaz será definitivamente el visual. En el caso español los conflictos políticos del siglo XIX, la carencia de una ciencia sistemática, la perpetuación de la enseñanza académica que rechazaba cualquier novedad referente a las técnicas 6 De la mayor parte de la colección se conservan las láminas en la Calcografía Nacional (2004: núms. 2219-2226). 7 Se conservan dos dibujos similares con una vista del Observatorio Astronómico de Madrid, que no se llegó a grabar, y que mostraba el edificio terminado aunque no era ésta la realidad (Moleón 2009: núms.30 y 31). 8 Toda la documentación referente a este tema se encuentra en el Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid (16-44/1). Las láminas de cobre se conservan en la Calcografía Nacional (2004: núms. 2490-2502). 9 El 7 de octubre de 1812 se anunciaba en el Diario de Madrid el primer cuaderno; el texto era bilingüe francés/español. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 MONUMENTALIZAR LA CIUDAD Y REGISTRARLA, UNA CONTRIBUCIÓN MODERNA... 237 gráficas y la debilidad del comercio, hicieron que durante una buena parte de la centuria fueran las iniciativas particulares las que se ocuparan del registro monumental y urbano. En todas ellas se aprecia una sensación de urgencia ante la decadencia y el abandono, a la vez que un sentimiento de orgullo por un pasado en el que proyectarse como seña de identidad. Francisco Javier Parcerisa, Valentín Carederera, Genaro Pérez Villaamil, los hermanos Bécquer, etc., recorrerán con nostalgia el país coincidiendo en ocasiones con viajeros extranjeros que ayudarán a descubrir nuevos parajes, pero en esencia siempre serán los mismos y a medida que avance la fotografía irá quedando registro de ellos. Y de este modo, como ocurriera con las vistas ópticas, la fotografía asumió, en palabras de Gustavo Adolfo Bécquer, ese mismo papel de “cicerone vulgar” que reproducía “vistas y edificios” haciéndolos comunes “a fuerza de ver siempre repetida la misma cosa bajo idéntico punto de vista”. Y esta idea de la vulgarización a través de la fotografía la tendrán en el fondo hasta sus propios defensores y pervivirá hasta el siglo XX. Por ejemplo, los editores del periódico ilustrado de referencia del último tercio del siglo XIX, a través de cuyas páginas el gran público se familiarizó con la fotografía monumental de España, hacían el 22 de diciembre de 1907 el siguiente comentario: “Respecto a nuestras grandes catedrales, el catálogo artístico de La Ilustración Española y Americana, antes de que la fotografía las vulgarizase, fue toda una revelación cuando en el mundo se supo que no eran solo León, Burgos, Toledo, Sevilla y Santiago las poseedoras de estos edificios elevados a grandiosos monumentos nacionales”10. La belleza que hoy apreciamos en la obra de Charles Clifford y Juan Laurent, herederos de esa mirada dieciochesca, agentes fundamentales en la construcción de la imagen de España y la monumentalización de sus ciudades, no fue vista en su momento. El mismo Bécquer consideraba que la verdadera ventaja de la fotografía sobre “el arte”, entendida esta última expresión como pintura y dibujo principalmente, era su capacidad para “abarcar grandes conjuntos” con “prolijidad de detalles” pero, por lo común, su impresión dejaba traslucir, en su opinión, algo de la aridez y la prosa de un “procedimiento mecánico e ininteligente”, faltando en sus producciones ese sello de buen gusto, ese tacto para dejar o tomar aquello que más conviene al carácter de la cosa, ese “misterioso espíritu”, en fin, que “domina en la obra del artista, la cual no siempre hace aparecer el objeto tal cual realmente es, sino como se presenta a la imaginación, con un relieve y acento particular en ciertas líneas y detalles que producen el efecto que sin duda se propuso su autor al concebirlo y trazarlo” (Bécquer 1995, II, 964). 10 La Ilustración Española y Americana, 1907, vol. 2, p. 381. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 238 BIBLIOGRAFÍA JESUSA VEGA CITADA Almeida, T. de. 1785. Recreación filosófica o diálogo sobre la filosofía natural para instrucción de personas curiosas que no frecuenten las aulas. Madrid: Viuda de Ibarra, 8 vols. Bécquer, G. A. 1995. Obras completas. Madrid: Turner, 2 vols. Beudant, F. S. 1839. Tratado elemental de física, escrito en francés […] Miembro de la Academia de ciencias, Caballero de la Legión de Honor y profesor de mineralogía de la facultad de Ciencias de París traducida al castellano por don Nicolás Arias. Madrid: Imprenta de Arias, 2ª ed. Brunetta, G. P. 1997. Il viaggio dell’icononatua dalla camera oscura di Leonardo alla luce dei Lumière. Venecia: Marsilio Editore. Cabezas, L. 2002. “Las máquinas de dibujar. Entre el mito de la visión objetiva y la ciencia de la representación”, en J. J. Gómez Molina, Máquinas y herramientas de dibujo: 83-347. Madrid: Cátedra. 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Le meraviglie della visione dal ‘700 alla nascita del cinema. Bassano: Mazzota. Fecha de recepción: 24 de junio de 2010 Fecha de aceptación: 15 de julio de 2010 RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 229-240, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2011.09 Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.001 NOTAS DE LIBROS MAUSS, Marcel: Ensayo sobre el don. Forma y función del intercambio en las sociedades arcaicas (Buenos Aires: Katz Editores, 2009), 269 pp. Estudio preliminar y edición por Fernando Giobellina Brumana. Traducido por Julia Bucci. No sé si será un buen negocio reeditar la principal obra del muy citado, pero mucho menos leído, Marcel Mauss. Lo que sí resulta evidente es la valentía y el buen hacer de la editorial argentina Katz, que en menos de un lustro de vida ha conseguido dar forma a un catálogo de publicaciones tan atípico como atractivo. También es obvio que, al margen de las cuestiones puramente crematísticas, la reedición del famosísimo ensayo (publicado originalmente en el tomo primero de la nueva serie de L’Année Sociologique, de 1923-24) es un verdadero acierto desde una perspectiva académica. Además, debemos recordar que no existía hasta el momento ninguna edición individualizada del texto en español, y que la única traducción disponible era la incluida en la recopilación coordinada por Lévi-Strauss en 1950 y editada en España por Tecnos, con el título de Sociología y Antropología, en la década de 1970, con una última reimpresión en 1991. Antes de comentar el estudio preliminar, debemos llamar la atención sobre una de las características más destacadas de la nueva edición: la muy correcta y fluida versión en español. Y es que, si siempre resulta complicado realizar una buena traducción, traducir a Mauss acarrea un elevado plus de complejidad, como el propio editor nos recuerda. Otra dificultad añadida ha sido la vinculada con la prolija y no poco caótica acumulación de notas a pie de página de la obra, en las que no faltan errores e inconcreciones. Al parecer, la edición francesa de referencia (PUF, 2007) no aborda una revisión de todo este material, tarea que sí se ha intentado concretar (hasta donde ha sido posible) en la edición de Katz. De todas formas, teniendo en cuenta el gran número y la enorme extensión de esas notas, el carácter extremadamente erudito de muchas y el relativo interés (actual) de las referencias bibliográficas que incluye, creo que hubiera convenido situarlas al final del libro. De hecho, es imposible (al menos para mí) revisar las notas sin romper por completo un ritmo de lectura que ya en alguna ocasión se torna algo complejo (aunque no tanto como a veces se afirma) debido a la propia estructura de la obra. Y es que lo verdaderamente importante habría de ser precisamente eso: leer de un tirón un estudio tan breve como denso, al margen de disquisiciones eruditas sobre la diversidad de datos etnográficos e históricos que aporta. El estudio preliminar al Ensayo sobre el don corre a cargo de Fernando Giobellina. En medio centenar de páginas, y sin pretender hacer un análisis en profundidad de la obra, Giobellina ofrece la información adecuada para situar a Mauss y su ensayo en su momento histórico, para valorar su vinculación (y sus diferencias) con la obra de 242 NOTAS DE LIBROS Durkheim y, sobre todo, para comprender el profundo significado que tuvo y sigue teniendo el texto en el desarrollo del pensamiento sociológico y antropológico. Todo ello no es obstáculo para que el editor reconozca su arcaica conceptualización de la investigación etnológica, anclada en un modelo decimonónico que diferencia de forma radical entre el etnógrafo (o trabajador de campo) y el verdadero investigador, el erudito (el mismo Mauss), encargado de analizar e interpretar los datos del primero. Pero que Mauss fuera un antropólogo de gabinete, que se mantuviera siempre al margen de vivir experiencia alguna entre “sociedades arcaicas”, no resta un ápice de relevancia a su obra, por muy dispersa y heterodoxa que ésta sea. Su transcendencia es enorme y se puede afirmar que, pese a no agotarse en este texto, es en el Ensayo donde encontramos el núcleo de su revolución teórica. Giobellina destaca la importancia, que el propio Mauss estuvo lejos de comprender, de un buen puñado de sus propuestas analíticas, muy especialmente del concepto de “hecho social total”, ejemplificado de modo magistral en las formas de intercambio que son el objeto de análisis del ensayo. No menos importante es la relevancia que Mauss otorga al carácter simbólico de la realidad social, yendo con ello mucho más allá de algo que ya apuntara Durkheim, pues no sería sólo que esa realidad sociedad se articulara mediante símbolos, sino que su propia constitución tendría ese carácter. Como consecuencia de tales planteamientos, resulta inevitable que Mauss, como él mismo afirma, no crea mucho en los sistemas científicos y que únicamente se plantee la búsqueda de “verdades parciales”. Y aquí, Giobellina recuerda que este posicionamiento teórico posibilita un acercamiento entre etnología e historia similar al que décadas después propondrá Evans-Pritchard. Tras plantear este repaso global a la obra maussiana, el editor se centra en el ensayo. Al margen de las contradicciones que no pocos críticos han apuntado, y asumiendo que todos sabemos cuál es el objeto de la obra, no podemos dejar de anotar que la clave del texto de Mauss es el estudio de un modelo de intercambio económico propio de sociedades arcaicas que resulta esencial para su propia cohesión social: la cesión ceremonial de propiedades que conservan una especie de “inercia simbólica” que pervive en el tiempo y que de algún modo “fuerza” a la devolución del don (el famoso hau maorí, que otros autores interpretan de forma diferente a Mauss). Aunque Mauss ofrece muy variados ejemplos históricos y etnográficos de tales modelos de intercambio, sus ámbitos de referencia básicos son el potlatch y el kula. Y aquí encontramos ya una de sus no escasas contradicciones, al menos aparentes, pues aunque considera que ambos modelos responden a esquemas diferentes de intercambio, en no pocas ocasiones se refiere al malinowskiano kula de las Trobriand con el término de potlatch. Otro aspecto problemático del texto de Mauss es la condición “agonística” que atribuye a tales intercambios, especialmente el potlatch. Aunque Giobellina duda de que sea el adjetivo más apropiado y recuerda que numerosos autores han llamado la atención sobre la condición excepcional de las formas de potlatch descritas a finales del siglo XIX y que sirven de base a la interpretación de Mauss, no considera que esta circunstancia sea especialmente relevante, pues lo significativo sería la “condición pautada, meditada y premeditada” del acto. Quizás tenga razón, pero ésta es precisamente una de las cuestiones más peliagudas del acercamiento que hicieran primero Boas y, a través suyo, Mauss al fenómeno del potlatch. Aquí hubiera convenido una reflexión del editor sobre tal circunstancia y, ampliando el enfoque, sobre el significado propiamente económico y material de esa “guerra de regalos” en su contexto no estrictamente agonístico; y, ya puestos en faena, sobre el vínculo entre don y deuda, RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 243 entendida ésta tanto desde una perspectiva estrictamente económica como simbólica o moral. Antes de concluir, desearía llamar la atención sobre algunas de las reflexiones finales (en principio, no estrictamente “científicas”) vertidas por Mauss en su ensayo que, pese a ser mencionadas por Giobellina, considero que requieren algo más de atención. Me refiero a la vertiente “aplicada”, quizás podríamos llamarla socio-política, de su trabajo. Se recogen en el capítulo cuarto y último de su ensayo, que titula “Conclusión”, en singular, aunque en realidad lo organiza en tres apartados: “Conclusiones de moral”, “Conclusiones de sociología económica y de economía política” y “Conclusiones de sociología general y de moral”. Aunque de nuevo aquí volvemos a toparnos con el (relativo) carácter asistemático de Mauss, y pese a que en la sección segunda del capítulo vuelve a citar ejemplos etnográficos de “sociedades arcaicas”, es evidente que las treinta páginas de conclusiones se enfocan directamente a la sociedad europea, al modelo de vida que caracteriza a la sociedad capitalista del periodo de entreguerras (y posterior). En su condición de socialista militante —pero no de marxista, como recuerda el editor—, Mauss no es ajeno a las graves circunstancias sociales, políticas y económicas por las que atraviesa el llamado mundo civilizado, que resultan especialmente dramáticas para las clases menos acomodadas. Sin ni siquiera imaginar la posible destrucción del sistema capitalista, Mauss sí considera que, “en este momento, toda una parte del derecho, el de los industriales y los comerciantes, se encuentra en conflicto con la moral” (p. 231). Y añade: “los prejuicios económicos del pueblo, los de los productores, provienen de su firme voluntad de seguir la cosa que han producido y de la fuerte sensación de que su trabajo es revendido sin que ellos participen del beneficio” (id.). Mauss debe de tener en mente el concepto de hau, pero no es necesario forzar el análisis para explicar los “prejuicios” de los productores a través del concepto marxista de plusvalía. Asumiendo la extraordinaria relevancia del don y la obligación de su devolución en las sociedades arcaicas, Mauss cree posible (y necesario) “dar marcha atrás” en los principios del sistema capitalista para conseguir que los empresarios, la sociedad y, en último término, el Estado devuelvan al trabajador al menos una parte de todo aquello que éste les ha entregado a través de su esfuerzo. Curiosamente, Mauss compara la necesidad de que el Estado reconozca esa “inercia simbólica” existente en aquello que el trabajador produce e intercambia con el derecho a la propiedad intelectual; sin duda, a la SGAE debe de resultarle una observación más que acertada. Como primeros pasos en ese reconocimiento, cita Mauss algunas prestaciones asistenciales ya puestas en marcha, pero considera que se ha de ir mucho más allá, hasta conseguir establecer una verdadera “moral grupal” que estructure un “sistema de prestaciones totales”. Y el nuevo “precepto moral” que lo habría de articular no sería aplicable únicamente a las instituciones, sino que también habría de guiar la conducta particular de los ciudadanos, sobre todo de los más acomodados, a través de la práctica de lo que califica como “gasto noble”. Se ha de retornar, según Mauss, a “los gastos obligatorios del edil y de los personajes consulares” documentados en las civilizaciones antiguas, hasta conseguir que “los ricos vuelvan a considerarse —libremente y también de manera forzada— como una especie de tesoreros de sus conciudadanos” (p. 235). Como compensación a esta revolución paternalista, Mauss anota la necesidad de que “el individuo trabaje”, de que “esté obligado a depender de sí mismo más que de los otros”, pues “el exceso de generosidad y el comunismo serían tan nocivos para él y la sociedad” como el presente individualismo (id.). En RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 244 NOTAS DE LIBROS todo caso, preconiza la necesidad de que exista “más buena fe” y de que se limiten “los frutos de la especulación y de la usura”. La prosperidad de las sociedades y la felicidad de sus ciudadanos sólo se podrán alcanzar si se cumple con el principio moral básico que realmente hace progresar a la humanidad: “dar, recibir y, por último, devolver” (p. 257). Todo este discurso suena tremendamente paternalista y no demasiado revolucionario, al menos desde la perspectiva clásica de la lucha de clases. Seguramente, ya en su tiempo tales planteamientos debieron de resultar excesivamente cándidos. Y hoy, por mucho que se pueda alabar su fundamento moral, la mayoría pensará que Mauss tuvo que ser la inocencia personificada. En todo caso, y aunque no se haya prestado demasiada atención a estas “conclusiones morales”, he creído oportuno recordarlas porque el mero hecho de ser incluidas en un trabajo tan académico y profundamente erudito como lo es el Ensayo sobre el don nos permite contemplar la obra y la figura de Mauss desde una perspectiva algo más cercana, más humana y menos mítica. Su revisión es una razón más para acercarnos a esta nueva y acertada reedición de su principal obra. LUIS ÁNGEL SÁNCHEZ GÓMEZ Universidad Complutense. Madrid Performance, art et anthropologie. Colloque international organisé par Caterina Pasqualino et Arnd Schneider (París: Musée du Quai Branly, 2009). Entre los días 11 y 12 de Marzo de 2009 se celebró el Coloquio Internacional “Performance, Art et Antropologie” en el Teatro Claude Lévi-Strauss del Museo du Quai Branly de París, organizado por Arnd Schneider (Departamento de Antropología Social, Universidad de Oslo) y Caterina Pasqualino (Centre National de la Recherche Scientifique, París). Ahora se publican las actas de las conferencias y debates que tuvieron lugar en este coloquio y que pueden encontrarse en la página web: http:// actesbranly.revues.org/109. En este espacio de encuentro entre la antropología y el arte contemporáneo se abordaron desde diferentes perspectivas las relaciones entre arte contemporáneo y ritual, entre performances y rituales tradicionales, temas que hasta el momento han sido escasamente estudiados desde la antropología social y cultural. Apostando por un enfoque interdisciplinar, en este coloquio sobre performance y ritual participaron investigadores sociales de diversa procedencia, tanto de la antropología como de la historia del arte, como George Marcus, Chris Wright, Richard Schechner, Craigie Horsfield, Barbaro Martínez-Ruiz, Kjersti Larsen, Catherine ChoronBaix y Paul Ardenne, así como también artistas y performers, entre ellos Miquel Barceló y Josef Nadj, ORLAN, Barthélémy Toguo y Marthe Torshaug. Además de las ponencias y de los debates que generaron, se utilizaron también los medios audiovisuales para poner de relieve la confluencia de significados entre performances y rituales tradicionales. Este fue por ejemplo el caso de los documentales proyectados por Lucien Castaing-Taylor sobre los pastores de ovejas en Montana, la performance a cuatro manos en “Paso doble” de Miquel Barceló y Josef Nadj, la película “Comancheria”, cruzando géneros de documental y ficción, sobre los indios comanches, filmada por Marthe RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 245 Torshaug o la proyección sobre los “Campi nomadi” en Roma y las acciones urbanas a cargo de Francesco Careri y Lorenzo Romito. En este espacio de encuentro entre arte contemporáneo y antropología se pusieron de este modo en contacto diferentes elementos en aparente oposición: performance y ritual, sociedad contemporánea y sociedades tradicionales. Las posibles confluencias y divergencias de significados entre ritual y performance que se presentan en torno a elementos como la espacialidad, la interacción artista-público, el papel del cuerpo o la acción simbólica, fueron exploradas a lo largo de este coloquio a través de temáticas diversas, como la apropiación y colaboración con artistas en Argentina en el contexto ritual de la procesión de Santa Ana, dando lugar a productos híbridos entre arte y antropología (Arnd Schneider), el estudio comparativo en la utilización de la voz dentro del flamenco en Andalucía, la religión del Palo en Cuba y algunos artistas vanguardistas occidentales como Schwitters y Dubuffet (Caterina Pasqualino), las posibilidades que ofrece el teatro y el arte conceptual para la refundación de la etnografía (George Marcus), o el proceso de transformación del cuerpo y su repercusión en procesos de reconstrucción de la identidad en determinados rituales en Zanzibar (Kjersti Larsen). En este contexto de contraste entre ritual y performance, Chris Wright abordó las posibilidades que proporciona el material visual en términos de observación y contextualización para desarrollar una antropología del arte contemporáneo. Aplicando este uso de los medios audiovisuales, Barbaro Martinez-Ruiz destacó la potencialidad que ofrece el análisis del lenguaje del cuerpo, los gestos, diversos tipos de movimientos y ritmos para proporcionar significados culturales, a través de su estudio comparativo entre la música y tradición oral del Congo y sus raíces en el Caribe y Norteamérica (hip-hop, etc.). Por su parte, Richard Schechner centró su análisis en la relación entre el ritual y el body art y su variedad de arte contra el cuerpo —que incluyen la delicate self-mutilation, uso de la sangre, autolesión, etc., como ocurre en el caso de los tatuajes, piercings y determinadas performances—, poniendo así por otra parte en cuestión los límites éticos y estéticos de este tipo de prácticas. Destacando también la capacidad del cuerpo como medio de expresión —y por tanto de interpretación— de significados culturales, Barthélémy Toguo (artista, Camerún/París) presentó su trabajo visual sobre determinados ritos de circuncisión que perviven actualmente en algunas poblaciones del oeste de África y, a partir de esa práctica ritual, mostró también la performance que inspiró a este artista, a través de la cual representa a través de su cuerpo, el espacio y determinados elementos, los distintos estados por los que pasan los jóvenes adolescentes en este tipo de rito dentro de ese contexto social. El arte contemporáneo como objeto de estudio ha sido hasta el momento insuficientemente conocido y muy esporádicamente tratado desde la antropología sociocultural, la cual ha centrado tradicionalmente su atención dentro de este campo en el estudio de las artes populares y el folklore, en el contexto de pequeñas comunidades de estudio. Como producto social y cultural específico, el arte contemporáneo refleja importantes aspectos de la sociedad actual, proyectando a través de sus creaciones cuestiones y dilemas característicos de la época —tales como la globalización, el terrorismo, la violencia en sus diversas formas, la inmigración, la incomunicación, la sociedad de consumo, la marginación, la relación del individuo con las estructuras burocráticas, los problemas éticos de la ciencia y la tecnología, etc—; al mismo tiempo, las prácticas artísticas contemporáneas poseen la potencialidad de interpretar y expresar mediante diferentes materiales (plástica, teatro, cine, literatura, etc.) esos dilemas, ofreciendo posibles soluciones o por lo menos nuevas perspectivas desde las que RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 246 NOTAS DE LIBROS interpretarlos. De ahí la relevancia que posee potencialmente el arte contemporáneo como objeto de estudio para la antropología social y cultural, pues proporciona un ángulo privilegiado desde el cual poder analizar importantes rasgos característicos de nuestra sociedad. En este sentido, el presente coloquio sobre “Performance, Arte y Antropología”, que reúne a especialistas de distintas disciplinas en torno a este tema, constituye un importante impulso para la investigación de este campo social desde una perspectiva antropológica. Al mismo tiempo, las prácticas híbridas del arte contemporáneo pueden también resultar un estímulo epistemológico para la antropología. Entre los antecedentes de este evento se encuentran los simposios internacionales, organizados también por Arnd Schneider, “Fieldworks: Dialogues between Art and Anthropology” (Tate Modern, Londres, 2003) y “Art/Anthropology: Practices of Differences and Translation” (Museum of Cultural History, Oslo, 2007). SONIA CAJADE FRÍAS UNED. Madrid VALRIU LLINÀS, Caterina: Paraula viva: Articles sobre literatura oral (Palma-Barcelona: Edicions UIB - Institut d’Estudis Baleàrics - Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2008) (Biblioteca Miquel dels Sants Oliver, 31), 425 pp. No sé como explicar que en el ámbito lingüístico catalán sean precisamente las universidades periféricas las que de manera más clara y persistente muestren su interés por la literatura oral tradicional y que sean donde esta materia ocupa un lugar más destacado en el currículum de los estudios de Filología Catalana. Este es el caso, entre otros, de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona y la Universitat de les Illes Balears. En la Universitat Rovira i Virgili nació el Grup d’Estudis Etnopoètics, que agrupa profesores de Catalunya, València y Balears. El grupo fue creado por iniciativa del Dr. Josep M. Pujol y la Dra. Carme Oriol, autores del excelente e indispensable Índex tipològic de la rondalla catalana y creadores de un Arxiu de Folklore en su universidad. En la Universitat de les Illes Balears el Dr. Josep A. Grimalt y el Dr. Jaume Guiscafrè trabajan en una rigurosa y documentada edición crítica de l’Aplec de rondaies mallorquines de Antoni M. Alcover, que ya cuenta con cinco volúmenes publicados. En esta misma universidad el Dr. Gabriel Janer Manila prepara un diccionario de poetas orales y se ha constituido un Grup de Recerca en Etnopoètica de les Illes Balears (GREIB) que trabaja diversos aspectos de la literatura oral. También es donde se han gestado los estudios que integran el libro Paraula viva, resultado de la intensa y continuada actividad docente e investigadora de la Dra. Caterina Valriu, profesora de la universidad isleña. Distribuido en tres partes, el libro contiene veintiocho artículos que se habían publicado entre 1980 y 2008, quince de ellos se refieren a los cuentos populares tradicionales, siete a las leyendas y cinco a aspectos diversos de la poesía oral. Algunos son extensos y otros breves. La mayoría son monográficos, resultado de un riguroso trabajo de investigación, y unos pocos tienen un carácter divulgativo, pero igualmente científico. Un prólogo de Carme Oriol encabeza el conjunto. La primera parte se abre con una exposición clara de los aspectos básicos del cuento RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 247 popular tradicional, muy útil para aquellos que quieran iniciarse en esta forma tan interesante, rica y antigua de la narrativa oral tradicional en prosa, al tiempo que sirve de preámbulo a los catorce artículos siguientes sobre aspectos más concretos del género. Trata, entre otras cuestiones, de la presencia de motivos de raíz folclórica en la Història de Jakob Xalabín y de elementos legendarios y del cuento popular en obras de escritores de los siglos XIX y XX —como Canigó de Verdaguer, Visions i cants de Maragall, y Tradicions i fantasies de Costa i Llobera—, de las muchas reelaboraciones literarias de las leyendas relativas al conde Arnau, san Jordi y el dragón, Ramon Llull y bandoleros como Joan de Serrallonga. Dedica una bien merecida atención al Aplec de rondaies mallorquines de Antoni M. Alcover, que además de ser una extensa colección de cuentos populares es también una de las más grandes obras de la narrativa en prosa de la literatura catalana y universal, equiparable a la de los Grimm, a pesar de la poca atención que suelen dedicarle los diccionarios y las historias de la literatura catalana. También trata de la ideología reaccionaria o subversiva que algunos estudiosos han querido descubrir en los cuentos populares, del carácter universal y al mismo tiempo territorial de las versiones catalanas, del papel de las mujeres como protagonistas de los relatos, etc. La segunda parte está dedicada a un género poco estudiado de la narrativa oral en prosa relativa a tres grandes personajes del imaginario popular de las tierras de lengua catalana. Contiene seis artículos sobre el vasto y variado legendario referido a Jaume I el Conqueridor y a la expansión territorial que llevó a cabo, en los cuales explica cómo la personalidad del rey y los hechos históricos que protagonizó son asimilados a modelos míticos. Dedica otro artículo al conde Mal, versión mallorquina del conde Arnau, personaje del legendario, las baladas populares y la literatura culta. El artículo que cierra la sección está dedicado al corpus legendario de san Vicenç Ferrer en Mallorca, donde en 1413 este dominico valenciano pasó seis meses dedicado a la predicación y en donde dejó vivo recuerdo de ciertos milagros que, según la voz popular, allí hizo y que han permanecido hasta hoy en la memoria colectiva. La tercera y última parte comienza con un interesante trabajo sobre un tema prácticamente desatendido hasta hoy. Es un conjunto de fórmulas —muchas de ellas cómicas y rimadas— que los adultos usaban reiteradamente y de forma automática cuando hablaban con los niños. Son respuestas evasivas, absurdas, “para responder sin responder” a ciertas preguntas habituales de los menores, otras son preguntas-trampa y exhortaciones o exclamaciones que los adultos hacían reiteradamente a las criaturas en situaciones determinadas. A continuación hay otro artículo dedicado a las canciones populares relativas al enamoramiento, la sexualidad y el matrimonio desde el punto de vista de la mujer en la sociedad tradicional mallorquina. El tercero edita y estudia diversas composiciones en verso (glosats) de carácter social y político relativas a hechos acaecidos en Mallorca entre 1932 y 1936. En tanto que el cuarto está dedicado a Francesc de B. Moll como estudioso y editor del Cançoner popular de Mallorca, una tarea a la que dedicó muchas horas, especialmente en la revisión, clasificación y estudio del rico material recogido por Rafael Ginard. Este artículo, muy bien documentado, hace justicia a uno de tantos trabajos que tenemos que agradecer a Moll, este gran filólogo que —desde Mallorca— tanto hizo por la cultura catalana. Finalmente, un artículo sobre los elementos populares que usó Costa i Llobera en su poemario Tradicions i fantasies cierra el libro. Paraula viva es, pues, una aportación importante al conocimiento de la literatura oral tradicional y a los préstamos que esta continuamente ha hecho y hace a la liteRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 248 NOTAS DE LIBROS ratura culta. Por el interés de los temas tratados, la claridad expositiva y el rigor científico de los veintiocho estudios que lo conforman, el libro es un instrumento útil para los expertos en la materia y, al mismo tiempo, una lectura atractiva para cualquier persona interesada en la literatura. ANTONI SERRÀ CAMPINS Universitat de Girona MARTÍNEZ MARTÍN, Laura: “Asturias que perdimos, no nos pierdas”. Cartas de emigrantes asturianos en América (1863-1936) (Gijón: Muséu del Pueblu d’Asturies, 2010), 294 pp. En Cayucos, un libro publicado hace unos años por el periodista canario José Naranjo, se nos informaba de que una de las vías de acceso que utilizaban los subsaharianos para llegar a Europa era a través de Argelia. En esta ruta atravesaban buena parte de su continente con el único objetivo de alcanzar un futuro tolerable lanzándose al mar en embarcaciones precarias. A esa travesía del desierto la denominaban, lúcida y sobriamente, “la aventura”. Los emigrantes que salieron de Irlanda, de Italia, de España, de buena parte de Europa, en fin, desde mediados del siglo XIX, corrían también su “aventura”. La travesía en el barco, las esperanzas puestas en un futuro mejor, el amor, la amistad, la muerte, el desengaño, el desamor, la desesperación, la soledad, la nostalgia, todo está inscrito en los ojos del joven Vito Corleone que observa desde el barco la Estatua de la Libertad justo antes de recalar en Ellis Island. Sí, esas imágenes de El Padrino II representan muy bien lo que significó aquel tipo de emigración: por una parte se abría para el emigrante una posibilidad de mejorar; por otra, normalmente había que pasar duros trámites y penalidades. Los emigrantes asturianos que protagonizan el libro de Laura Martínez Martín no tuvieron, en general, que enfrentarse a las circunstancias por las que pasó el Vito niño en Ellis Island, pero entre estas páginas, más de un niño entrevemos en circunstancias parecidas. Manuel Rodríguez le escribía el 25 de octubre de 1913 desde La Habana a su hermano Avelino Rodríguez, que se había quedado en Barcia (Valdés, Asturias), acerca de las vicisitudes de su viaje. Le describía la música que escuchó en el barco o los inaguantables mareos, y también le hablaba de algunos emigrantes que iban en bastante peor situación que él: “Llega un muchacho […] a pasar lista, el hombre le pregunta ¿cuánto dinero llevas? él responde: 40 p[ese]t[a]s, ¿quién te pagó el pasaje? mi padre ¿y a dónde vas a parar? y contesta muy formal: a Triscornia. El hombre se echó a reír y dijo: nunca mejor, verdad ¿has dicho a Triscornia? a Triscornia vas a parar, y el muchacho se marchó tan contento”. Triscornia era precisamente un centro de internamiento diseñado a semejanza del de la isla de Ellis en Nueva York e instalado por las autoridades norteamericanas en Cuba en 1900, mientras administraban la isla que España había perdido en la guerra de 1898. En aquel centro, al que a menudo iban a parar los emigrantes con menos posibles y más desprotegidos, tenían que pagarse la manutención diaria y estaban obligados a realizar trabajos hasta que eran reclamados por algún familiar o amigo con la garantía de un empleo. Sin embargo, más allá de esa y otras miserias, lo cierto es que, como indica Laura Martínez, la emigración supuso un gran aporte económico y cultural para el país de origen. Se calcula que de RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 249 España salieron entre mediados del siglo XIX y el comienzo de la Guerra Civil más de tres millones de personas, en el caso de Asturias la cifra es de unas trescientas mil, y no cabe ninguna duda de que estas personas contribuyeron con sus remesas a la modernización del país ni de que sirvieron como puente de transferencia de ideas entre América y España. En el caso de Asturias, además, la emigración sirvió de válvula de escape a una mano de obra excedentaria que era mayor de lo que podían absorber la minería y la industria incipiente. Laura Martínez Martín, licenciada en Humanidades e Historia por la Universidad de Alcalá de Henares, realizó el trabajo de selección, comprensión y exposición que supone “Asturias que perdimos, no nos pierdas” investigando en los fondos del Muséu del Pueblu de Asturias (Gijón) en el marco de varios contratos de investigación suscritos entre el museo y la universidad de la que procede la investigadora. El libro se imbrica, por tanto, en un amplio proyecto que incluye la tesis doctoral sobre correspondencias de emigrantes asturianos en América en época contemporánea que Laura Martínez prepara. Autora de varios artículos especializados sobre este tema, forma además parte del Seminario Interdisciplinar de Estudios sobre Cultura Escrita de la Universidad de Alcalá y es coordinadora técnica de la Red de Archivos e Investigadores de la Escritura Popular. El trabajo realizado en “Asturias que perdimos, no nos pierdas”, está por tanto, y como era de esperar, bien estructurado, resuelto con eficacia y, hasta donde uno llega con estas cosas —que no es demasiado allá, todo hay que decirlo— parece académicamente muy solvente. El corpus de 125 “cartas de emigrantes asturianos” que se anuncia en la cubierta, es precedido por un amplio estudio preliminar, dedicado en gran medida a contextualizar los escritos epistolares en el ámbito del momento y el espacio al que pertenecen: la emigración, un fenómeno histórico tan extendido que prácticamente forma parte de la propia identidad asturiana —en Asturias, quien más quien menos cuenta en su árbol genealógico con algún emigrante a América—. El epistolario que se nos muestra lleva una introducción y una explicación de cada uno de los bloques que lo componen, desde la salida del hogar hasta la nostalgia del retorno. El trabajo de Laura Martínez nos parece muy competente y la selección de misivas representativa de lo que debió ser la emigración asturiana a América. “Asturias que perdimos, no nos pierdas”, desde ese título inspirado en los famosos versos de Pedro Garfias, reconstruye parte de un mundo desaparecido y aquí vertebrado en un discurso que abarca los preparativos previos al viaje y la propia travesía, pero también las alegrías y penurias de la estancia, y hasta la añoranza del regreso con el paso de los años y la esperanza de realizar el viaje de vuelta. Dejaban los emigrantes la casa natal para buscar un futuro mejor, un futuro que algunas veces alcanzaban y otras no. Allá, al otro lado del Atlántico, se encontraban con familiares, con amigos, con vecinos de la aldea de origen y daban a los de casa noticias de los conocidos, como lo hace en 1908 José Moldes Barreras desde Chile a su hermano Florentino, de Castropol: “Los chicos de Piñerma de Barres, Fernando se porta bien y sigue en la Patria de Machiavelo y C[ompañ]ía, y el pequeño, José, me dijo su hermano que estaba hecho un perdido, estando actualmente de tiznado en la of[ici]na Ramírez, hecho un roteque [pobre diablo]; veremos si puedo meterlo en cintura y lo pueda volver a ocupar”. También les exponen sus dudas y problemas, como Elvira Rodríguez, que escribía desde Cuba a su hermano Avelino: “Alfredo, además, dice que casi se avergüenza de escribir para decirte que aún no encontró negocio; tiene una impaciencia que, después de todo, a nada conduce; en peores condiciones hay muchos más y se RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 250 NOTAS DE LIBROS conforman”; y confidencias a los amigos, como las que le hace Amado García desde La Habana a su amigo Manuel Suárez Roza, de Cancienes, Corvera de Asturias: “Manolo, te embidio porque me dices que estás gozando tanto en el baile y bailando con la mi rapaza, tú me dices que tiene un hermano y el padre, es mentira eso, es un primo de ella, pero que se baya para el carajo. Yo le e escrito una carta y no me a contestado, me es ygual, chiquitas más bonitas que ella a patadas, y más aquí en este país que tiene fama de tener muy buenas embres y mulatas sobre todo, que están más sabrosas y tienen un meneo de cintura que eso es morirse a plazos. Ya tú berás cuando tú bengas para ésta, también te digo que te aprobeches y gozes todo lo más que puedas que luego aquí se acaba todo: romerías, bailes, todo todo. Tú sabes que yo gozaba bastante i me daba bas[tan]te gusto, pues todavía me pesa el no aber gozado más. Aquí ay que trabajar mucho y pegar muy duro y aguantar muchas calamidades”; o de las circunstancias políticas que entonces eran actualidad, como la instauración de la II República, de la que se alegraba enormemente Bernardo Antuña desde New Jersey el 27 de abril de 1931 en carta a su amigo Herminio Fernández, de Noreña: “Yo, en esta lejana tierra donde tenemos República federada, sentí en mí una alegría que no podía contenerla, sin saber qué me pasaba, devido tal vez a que tenía las esperanzas de no verla a mi hedad plocamada la tan deseada República, pero al fin vino y con mucha honrra para España sin derramamiento de sangre”. Esta escritura, nacida de la necesidad más que de la voluntad de escribir —muchos de los que se iban probablemente no hubieran escrito en su vida una carta de no ser porque se vieron en la necesidad de comunicarse con el mundo del que procedían— nos permite husmear, partiendo de su prosa llana y funcional, en los anhelos, las desdichas, las bienaventuranzas de quienes habían estado unidos y a quienes la necesidad, el deseo de librar el servicio militar o las ansias de aventura habían llevado al otro lado de un vasto océano: a Cuba, México y Argentina principalmente, pero también a Chile, Estados Unidos, Puerto Rico y otros destinos. La correspondencia privada de quienes ya no están, de nuestros antepasados, como los desnudos picantes de las fotografías de finales del siglo XIX o aquellas películas que veía Alfonso XIII, no excita nuestra parte frívola y morbosa —aunque no deje de haber detalles que causen gracia, como esos padres que se ponen a morir porque su hijo, que se supone emigra para contribuir económicamente al sostenimiento de la familia y ha de hacer gala de cierta honorabilidad, cae en hábitos lascivos y se lía con mujeres de malvivir— sino que nos hablan del mundo que habitaron los que estuvieron aquí antes que nosotros y con sus detalles nos ayudan a reconstruir ese mundo con más nitidez a medida que lo vamos haciendo pasar por nuestra imaginación. Estas cartas, nos dice Laura Martínez, “servían para ‘dialogar’ con aquel que se había marchado, y las que se recibían se guardaban y conservaban para tener más cerca a la persona que se añoraba y que estaba lejos. Esta correspondencia solía ocupar un puesto privilegiado en los hogares y permitía a los ausentes estar presentes en la memoria familiar”. Son, por tanto, una vez caducada la información personal que contenían, una fuente inagotable de conocimiento de lo que fueron aquellos de los que venimos. ALFONSO LÓPEZ ALFONSO RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 251 BIONDI, Karina: Junto e misturado, una etnografia do PCC (São Paulo: Editora Terceiro Nome, 2010), 245 pp. ¿Una organización no criminal de criminales? Esta sería quizás la realidad del PCC, el Primer Comando Capital, el PPC (llamado generalmente “el Partido”), de São Paulo, Brasil, cuya descripción emprende Karina Biondi en su disertación de Maestría, convertida ahora en libro. Antes de cualquier cosa, se trata de una investigación realizada en circunstancias muy particulares. La introducción de la investigadora en esta etnografía fue súbita, involuntaria, dolorosa: su marido, acusado de un delito del que no se nos da detalle, pasó seis años en prisión preventiva para ser finalmente absuelto, no sin pasar por distintos centros de detención paulistas. Biondi fue sumergida así en un trabajo de campo, dice ella, tan asistemático como la existencia de su objeto de estudio. Investigación a-sistemática, fragmentaria, parcial (¿pero no lo son todas nuestras investigaciones?) que se llevaba a cabo, principalmente, en los días de visita. Desde el primero de estos, tuvo que socializarse no ya como observadora, sino como “nativa”: los códigos, los procederes, las relaciones con los familiares de los otros presos, con los otros presos, con los funcionarios. Esa conjunción de investigadora e investigada, poco frecuente en las monografías, puede ser encarada de distintas maneras; la empleada por la autora es la de la sobriedad, la de la contención: evitar al máximo transmitir las cargas emocionales de la experiencia, salvo para fines de conocimiento. Tras una revista previa al ingreso a la prisión, una de las primeras veces, Biondi fue objeto por parte de unas funcionarias de un trato particularmente vejatorio, pero, en los propios sentimientos, lo que le importa es la comprensión que así se le abre: “Ya no conseguía contener las lágrimas que corrían por mi cara. Aquel día conseguí entender lo que los presos llamaban humillación, sentimiento vinculado a una sensación de impotencia mezclada con rebeldía que puede llevar al odio” (p. 39). Separar la Biondi observante de la Biondi observada quizás haya sido un mecanismo de protección ante una experiencia tan brutal: es en la grafía etnográfica, nos dice, donde encontraba la separación con sus compañeras de padeceres: “La diferencia entre yo y las otras colegas no aparecía en el lugar de la investigación (y de la visita), sino que se establecía en la escritura posterior de lo que me era dado conocer” (p. 45). También es posible que parte de ese mecanismo de preservación de sí sea la utilización de literatura teórica con frecuencia innecesaria (aunque, otra posibilidad no excluyente, es que en este exceso puedan intervenir las reglas vigentes para la escritura académica de una disertación). Un ejemplo extremo: para definir “árbitro”, “mediador” e “intermediario”, términos de sentido obvio, echa mano de un viejo texto de antropología “procesualista” (p. 126, n. 119), por más que páginas más adelante exprese algo que la lectura del libro vuelve evidente, la incapacidad de buena parte de las nociones de la disciplina para dar cuenta de las relaciones en las cárceles (p. 130). Una cuestión diferente, que no puedo abordar en esta reseña, es la vuelta a Tarde, el adversario de Durkheim, vía Latour, asumida por Biondi, primando la conciencia de los actores, su capacidad de construir las relaciones en las que se ven envueltos. Solo una observación: para Tarde se trata de la realidad social en la que los agentes nacen y se desarrollan, el mundo cotidiano en toda su inmediatez, facticidad e irrecusabilidad. Las cárceles tienen una realidad diferente; son un fuera del mundo, un margen con una lógica propia en la que cada recluso va a ser —con éxito o no— resocializado de manera alternativa y hasta contraria a como lo ha sido originalmente. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 252 NOTAS DE LIBROS Esta nueva socialización le exigirá respuestas propias; cada preso deberá inventarse como preso. En este caso, la racionalidad y la consciencia de las que habla Biondi tienen una cabida que no veo en sus referentes teóricos. Pero lo que importa de este libro, aquello que la autora nos exige poner en primer plano, como ella lo ha hecho, aquello por lo que vale, es la realidad que nos revela, la vida en las cárceles en las que la presencia del PCC es manifiesta. Vamos a ello. El PCC tiene un mito de origen, como lo declara en uno de sus periódicos “salves” (comunicados): “Todo comenzó y nació en la cárcel tras 1992, con el hecho más cruel y cobarde, una masacre contra los presos, la muerte de ‘111’ presos en Carandirú1” (p. 68, n. 51). A partir de este momento, se abrió un proceso de descentralización de las prisiones, su alejamiento de los principales centros urbanos, la disminución del porte de las que se iban construyendo. Todo esto coincidió con la duplicación de la población carcelaria: entre 1992 y 2002 esta pasó de 52.000 a casi 110.000, mientras que los centros pasaron de 43 a 80. La disminución de la visibilidad de las cárceles ante los ojos de la población para nada redundó en una mejora de sus pésimas condiciones de vida, lo que llevó a una “mega-rebelión” en 2001, en veintinueve prisiones paulistas, con 28.000 presos envueltos y dirigida por el PCC. Este fue su bautismo ante la opinión pública, desbaratando la tentativa de las autoridades de negar primero y después minimizar su existencia. El PCC no nacía en medio de la nada, sino que, por el contrario, vino a competir con organizaciones semejantes, y tras su surgimiento, se formaron otras, como el Comando Revolucionario Brasileño de la Criminalidad, que controla algunas prisiones paulistas. El surgimiento del PCC —esa es la imagen que Biondi transmite a partir de su contacto con presos y sus familiares— cambió de manera radical la situación anterior. Ante todo, acabó con la violencia entre los presos, los abusos sexuales, la primacía del más fuerte: “[…] cuando le pregunté a un preso que pasó más de treinta años de su vida en prisión si hubo algún cambio tras el surgimiento del PCC, sonrió y me dijo con los ojos brillantes: ‘!Ah…el Partido! Con el Partido nuestra situación mejoró; no se puede comparar’” (p. 72). El Partido es una disciplina y una ética que apuntan a mejorar las condiciones de reclusión (“cumplimiento digno de la pena”), regular las relaciones entre los internos bajo el principio de respeto mutuo (“paz entre los ladrones”), y entre estos y los funcionarios. Este último objetivo a veces es logrado por maniobras diplomáticas, en las que la capacidad retórica de los portavoces es un instrumento particularmente eficaz, y otras lleva a confrontaciones fuera de los recintos carcelarios tan graves como los de mayo de 2006 que terminaron con la muerte de más de cuarenta agentes del orden, además de haber logrado paralizar el transporte público de una ciudad de casi dieciocho millones de habitantes, repetidos en julio del mismo año, con menos víctimas aunque con el mismo caos. El propósito central del trabajo de Biondi es mostrar la lógica del funcionamiento de los miembros del PCC, de los “hermanos”, en las cárceles, su gramática; no se trata, por cierto, de una lógica subterránea, ajena a la consciencia de sus agentes, sino, 1 Cárcel relativamente céntrica de la ciudad de São Paulo, superpoblada en el momento del motín y su sangrienta represión, que hace tiempo ha sido desmantelada. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 253 por el contrario, un sistema de códigos con los que estos operan, que son objeto de su reflexión y que sufren oportunas modificaciones. El cambio más notable, ocurrido junto al crecimiento de la organización y su expansión a cada vez más cárceles, es la suma a las tres consignas iniciales —Paz, Justicia y Libertad— de una cuarta, Igualdad, que ha llevado a diluir y hasta eliminar las jerarquías en la organización. La práctica del PCC, entonces, debe poder manejarse con la contradicción de que sus órdenes no sean ya órdenes, sino que deban ser más y más consensuadas, un Comando sin comando. Esta es una de las paradojas en las que debe moverse y que el texto de Biondi nos presenta y discute. El ámbito en el que se juega este ajedrez donde la vida está en riesgo es una relación entre PCC y funcionarios en que una y otra parte permanentemente intentan recortar el poder de la otra. Unos y otros, “hermanos” y guardianes, actúan, al menos teóricamente, como fuerzas monolíticas. Así, por ejemplo, no hay intercambio de favores entre miembros del PCC y funcionarios; una práctica tal está prohibida por la organización que expulsaría a quien cayese en ella. Al mismo tiempo, los presos exigen a sus orientadores eficacia en el trato con las autoridades: la intervención violenta, ilegal e injustificada de los funcionarios contra los presos es vista por estos como una falla de la capacidad negociadora de los “hermanos”. La autora muestra la dinámica de esa gramática en acontecimientos de tan gran magnitud como una rebelión y fuga, de la que fue “observadora participante” como visita a la que la casualidad le hizo estar en esa cárcel en ese día, a esa hora; otros de magnitud media como un traslado de presos que acabó en el control por parte del Comando de un nuevo presidio, o de magnitud minúscula como una riña menor entre un par de reclusos en una celda. La extrema austeridad del estilo se abre, en estos casos, a descripciones en las que las palabras de los protagonistas están puestas en primer plano; el libro habla del Comando al mismo tiempo que sus miembros hablan a través suyo para darnos una visión inmediata, hasta sensorial, de la cuestión, algo más fructífero, desde mi punto de vista, que la abducción de su práctica y de su teoría desde una práctica teórica tan exótica como la de Deleuze/Guattari o la de Foucault a la que asistimos en diversas partes del libro. FERNANDO GIOBELLINA BRUMANA Universidad de Cádiz GARCÍA PASTOR, Begoña: “Ser gitano” fuera y dentro de la escuela: Una etnografía sobre la educación de la infancia gitana en la ciudad de Valencia (Madrid: CSIC. Biblioteca de Dialectología y Tradiciones Populares, XLVIII, 2009), 448 pp. En la historia escolar de las y los gitanos con frecuencia su fracaso y absentismo escolar se atribuye a sus circunstancias familiares, sociales y culturales; sin embargo, en el proceso educativo intervienen otros actores que tienen gran incidencia y se analizan con menor énfasis. El objetivo fundamental que se propuso la investigadora al iniciar este trabajo fue el de conocer y comprender el proceso cultural e intercultural que opera en la interacRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 254 NOTAS DE LIBROS ción social entre la minoría gitana y la mayoría paya, analizando pormenorizadamente los entornos próximos de referencia, el barrio, la familia y la escuela, con el fin de indagar y poder mostrar las relaciones interétnicas en la educación de las y los niños del grupo minoritario de etnia gitana. En este sentido la autora trata de entender cómo el nivel de adaptación escolar de las y los niños gitanos, el escaso éxito académico alcanzado, el absentismo y el abandono escolar son algunas de las causas que ponen de manifiesto un fracaso colectivo de índole social, política y educativa que desde una perspectiva etnográfica puede explicarse como un proceso contextualizado, reflejando en gran media el desencuentro intercultural entre la minoría gitana, la escuela y la población mayoritaria. Bajo estas perspectivas, en este libro, resultado de un trabajo arduo al que no le ha faltado una gran dosis de entusiasmo y coraje por parte de la autora, se presenta una investigación etnográfica sobre la educación de la infancia gitana. El estudio se centra en un colegio de Educación Primaria en un barrio periférico de la ciudad de Valencia (España), donde se analizan minuciosamente durante un curso académico todas y cada una de las actividades desarrolladas —programas específicos impartidos— (Educación Compensatoria e Inmersión Lingüística) compartiendo y recogiendo las múltiples vivencias y conversaciones en los distintos escenarios donde se desarrollan. Fruto de la información recogida entre las personas que participan en el contexto social y educativo, reúne aproximadamente 300 testimonios procedentes de los siguientes colectivos: • Personal docente del colegio: maestras/os; claustro de profesores; educadoras/es; psicólogas; monitores y la directora de una guardería • Colectivo gitano: padres; madres niños/as; mozos/as; abuelo y el Pastor del culto • Colectivo de payos: madres y padres Con el conjunto de las entrevistas se muestra la visión personal y profesional sobre la percepción que tienen hacia la educación de la minoría de etnia gitana. Este amplio volumen de datos obtenidos mediante los testimonios recogidos, el aporte teórico que la investigadora maneja de las 161 fuentes bibliográficas referenciadas, su experiencia como partícipe en el proyecto europeo de investigación OPRE ROMA “La educación de la infancia gitana en Europa”, su estancia en un colegio realizando una prueba piloto durante unos meses en el curso 2000/2001, con el objetivo de tener un referente específico sobre la investigación a realizar, y la inmersión entre las familias de etnia gitana del barrio en el que está el centro objeto de la investigación y en el que permaneció hasta finalizar el curso académico 2001-2002, son el preámbulo con el que la investigadora inicia el trabajo de análisis y reflexión entre el colectivo de educadores y educandos en el centro al que asisten los niños de etnia gitana del barrio y donde observó todas las clases y niveles de educación infantil y primaria. Con el material que se cita, las notas recogidas y la experiencia acumulada la investigadora ha dado forma al libro a lo largo de 10 capítulos. En los capítulos 4 y 5 hace una descripción del barrio, su origen, la composición de su población —payos y gitanos— la relación del grupo minoritario de etnia gitana con el mayoritario de payos y analiza sus modos de vida, costumbres y las interrelaciones en el propio entorno, valorando el desarrollo social, cultural y laboral de sus habitantes en un mismo espacio común en el que conviven desde hace 30 años. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 255 En el capítulo 6 observa el proceso de socialización y evolutivo, desde la infancia hasta la juventud, de las familias gitanas en las distintas etapas: niñez, adolescencia y juventud, interesándose por sus expectativas educativas, laborales y profesionales, de ocio y las interrelaciones con el grupo de iguales del entorno donde viven y se desenvuelven, estableciendo las similitudes y las diferencias. En los capítulos del 7 al 10 analiza las actividades escolares y las relaciones intergrupales en todos los escenarios en los que tienen lugar, desde la etapa de educación infantil hasta finalizar la primaria, explorando minuciosamente las actividades relativas al proceso educativo y justificando o poniendo en entredicho la forma de gestionarlas. Así por ejemplo: • Valora la composición y distribución del alumnado en los distintos programas y los criterios con los que han sido asignados, no siempre acordes con la legislación vigente. • Examina las imágenes escolares que implican cotidianamente a las niñas/os gitanos, haciendo especial hincapié en los estereotipos proyectados sobre el grupo minoritario que inciden de forma negativa, a la hora de alcanzar las expectativas socioeducativas que las familias y la población del barrio esperaba del colegio. • Compara el bajo rendimiento académico de las y los gitanos con el resto de alumnos, circunstancia reiterada a través del tiempo, aunque no siempre es así, y que provoca sentimientos de frustración entre las familias que han depositado sus expectativas de progreso en la escuela, analizando la implicación que tienen sus componentes —el colectivo gitano y el equipo docente—. • Observa que la disminución progresiva del número de alumnos payos matriculados coincide con el pluralismo de la población escolar —aumento de niños emigrantes— y el incremento proporcional de niñas y niños gitanos, situación que se origina desde 1995 en adelante. • Se cuestiona por qué el colegio a pesar de estar, oficialmente, a favor de la integración y después de la dilatada convivencia que tenía con alumnado gitano, aun no había conseguido superar la desigualdad de los resultados escolares del grupo étnico minoritario e indaga sus causas. • Presenta un caso de integración positiva, de una de las docentes de infantil, razonando su actitud y las dificultades a las que tuvo que enfrentarse. La información que la autora se proponía poder obtener desde la perspectiva etnográfica cuando inició el trabajo ha quedado ampliamente documentada, mediante los argumentos recogidos, a través de la observación activa y las justificaciones científicas que con anterioridad otros etnógrafos/as han aportado. La lectura del libro es de interés para docentes, investigadores y público en general pues ofrece con detalle fragmentos de historias de vida de individuos de la etnia gitana y del colectivo escolar, donde relatan sus costumbres, sistemas de valores y la percepción y aspiraciones que tienen de y hacia la escuela. Aunque esta experiencia no revela datos alentadores, y sí preocupantes, sirve para conocer cómo hay que actuar desde dentro y dónde la administración escolar y las políticas educativas han de tomar la debida nota para no empañar las muchas experiencias positivas que existen. Por último, igual que en las investigaciones realizadas por otros especialistas que se han dedicado a la etnografía escolar, a la autora no le ha resultado fácil entender la realidad escolar; sin embargo, la elaboración del libro es un aporte cualitativo más, con el que poder superar las dificultades con las que en ocasiones se encuentra la RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 256 NOTAS DE LIBROS educación intercultural, ya que lejos de considerarla y ponderarla como un valor de enriquecimiento global, aun hay casos que hacen de ella un foco de conflictos inadmisibles en un mundo globalizado y donde el pluralismo cultural está generalizado. CEFERINA ANTA CABREROS Instituto de Estudios Documentales sobre la Ciencia y la Tecnología. CCHS. CSIC. Madrid GARCÍA FERNÁNDEZ, Antonio; Isidro MORENO HERRERO; Primitivo SÁNCHEZ DELGADO; Raúl GARCÍA MEDINA; Cristina GOENECHEA PERMISÁN; Carmelo CLUSE CHAPA; Inma PLANCARTE y Peterson GONZÁLEZ: Las Aulas de Enlace a examen. ¿Espacios de oportunidad o de segregación? (Madrid: Compañía española de reprografía y servicios. S.A., 2009), 197 pp. Como indica su título, se trata de un análisis, desarrollado en tres fases, de las Aulas de Enlace (una medida puesta en marcha por la Comunidad de Madrid en el año 2003 para ayudar la transición de los alumnos extranjeros que se incorporan durante el curso escolar al sistema educativo y especialmente centrada en la enseñanza del español como lengua vehicular). La primera fase, que ocupa la parte inicial del libro titulada “los datos”, está basada en un análisis cuantitativo de 161 respuestas recibidas a los 230 cuestionarios enviados, uno por cada Aula de Enlace que funcionaba en el momento en el que se realizó la investigación. Las conclusiones del análisis se presentan ilustradas con diagramas de barras sencillos que tienden a ser monótonos, pero que, sin embargo, presentan dos ventajas con respecto a otros estudios: su amplio ámbito de representación, por un lado, y por otro y como consecuencia directa de lo anterior, el hecho de que ofrecen un contexto de análisis útil para otras investigaciones de mayor profundidad, pero centradas en un universo de análisis menor. Por otro lado, me veo obligada a señalar un detalle que creo puede provocar confusión en el lector e inducir a error: se identifica lo que dicen los profesores que responden a los cuestionarios con lo que hacen, porque los investigadores dan por hecho que lo que se dice es lo que se hace; sin embargo como etnógrafa creo necesario distinguir claramente los dos niveles, porque lo que un cuestionario puede analizar no es lo que ocurre en un Aula de Enlace, ni tampoco lo que los profesores hacen, sino únicamente lo que dicen que hacen. La segunda parte, “De la normativa institucional a la práctica cotidiana”, se centra en la segunda fase del análisis basado en las entrevistas en profundidad que hizo el equipo, contactando con algunos de los profesores y profesoras que habían remitido el cuestionario. No se trata de entrevistas abiertas, en el sentido de que las respuestas (que se incluyen como anexo al final de la obra, al igual que el cuestionario que se empleó en la primera fase) han sido anteriormente predeterminadas, pero es interesante saber que se han seleccionado sobre la base de las respuestas recibidas a los cuestionarios, lo que permite profundizar en determinados aspectos que en la fase anterior se mostraron como especialmente interesantes o confusos. Adolece esta parte del mismo defecto que he imputado a la primera, es decir, asumir que lo que dicen los profesores entrevistados es lo mismo que lo que hacen en las aulas. Por otro lado, RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 257 el análisis gana en profundidad e interés y, en mi opinión, su mayor mérito es la oportunidad que ofrece al lector de relacionar las conclusiones obtenidas a partir de las entrevistas con el análisis de las respuestas de los cuestionarios. Otro mérito de este apartado consiste en citar literalmente a los profesores, y hacerlo frecuentemente, sin que resulte en absoluto excesivo, ni rompa la argumentación, porque los extractos de las entrevistas han sido muy bien elegidos, tanto con respecto al tema que se está argumentando, como por haber sido capaces de seleccionar lo más pertinente. Finalmente, señalar otra de las ventajas que aprecio en este universo de análisis: el incluir un apartado que titulan “posibles modos de mejorar la práctica educativa”, en el que recogen las opiniones del profesorado al respecto. La tercera parte, “Hacer visible lo invisible”, está basada en el análisis de tres casos de estudio a través de un periodo corto (entre un mes y dos) de observación participante en el aula. Desgraciadamente esta sección no está bien integrada, ni entre sí (un caso con otro, parece que los investigadores han escrito su parte independientemente sin conocer el texto que corresponde a los demás casos), ni con respecto a los otros dos niveles de análisis, lo que yo creo que hubiera sido especialmente interesante. Sin embargo, y aunque los periodos de observación participante son muy cortos (comparados con un trabajo etnográfico que llevaría al menos un curso escolar completo), el análisis resulta muy interesante al estar construido comparando lo que dicen los profesores con lo que el investigador observa que hacen y señalando cuando existen discrepancias (por ese motivo me parece chocante que no se haya empleado esta distinción, analíticamente tan rica, en el resto de la obra). Como ocurre también con las etnografías, los estudios de los casos seleccionados no son representativos, pero sí ilustrativos. Tienen además la ventaja de que el resto del estudio permite al lector contextualizarlos como ejemplos en profundidad del análisis. Pero como los autores profundizan en el estudio de las discrepancias entre lo que se dice que se hace y lo que se observa que se hace, los resultados y las conclusiones de cada uno de los estudios permiten hacer algo mucho más que meramente “ilustrar” el resto de la investigación. Además de las tres primeras partes que corresponden a las tres fases de análisis, el libro presenta los resultados finales divididos en dos secciones más, una se dedica a conclusiones y la otra a recomendaciones. De ambos apartados voy a citar las ideas que considero pueden resultar más útiles para otros investigadores interesados en el tema. En primer lugar se refieren a la organización del aula y a sus estrategias didácticas, sobre las que afirman: “En buena parte de las aulas de enlace las estrategias didácticas […] no difieren de […] aquellas aulas ordinarias donde prima la homogeneización de los alumnos fundada en un estilo de enseñanza transmisiva y de comunicación unidireccional” (p. 171), y continúan haciendo la siguiente apreciación: “En la enseñanza del castellano los docentes siguen las mismas pautas que se utilizan en la enseñanza de la L1, sin considerar que la mayor parte del alumnado ya viene alfabetizado/ escolarizado en su lengua materna y que la enseñanza de la L2 debe orientarse por pautas metodológicas distintas” (p. 172). En lo referente a la relación del programa de las Aulas de Enlace con el resto del centro concluyen que “[los] centro[s] procuran mantener este recurso, para lo cual [incluso] cubren las plazas con alumnado fuera del perfil” (p. 172), es decir, cuando no les corresponde este programa que requiere un mínimo de 12 alumnos/as, y añaden además que “estas aulas presentan cierto aislamiento con respecto a la organización general del centro” que “se refleja en muchos casos incluso físicamente” (pp. 172-173). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 258 NOTAS DE LIBROS Sobre el proceso de integración en los cursos ordinarios de los alumnos que han seguido el programa en las aulas regulares, que es el objetivo principal de las Aulas de Enlace, argumentan que “Destacan tres condiciones que influyen decisivamente sobre la integración: […] el grado de implicación del profesorado de las aulas de referencia […], el tiempo que permanece el alumno en este tipo de aulas a lo largo de la jornada y de la semana, [y] la implicación del equipo directivo y la cultura organizativa (democrática) del centro” (p. 173). En relación con el profesorado que se encarga del programa concluyen que “asume como dificultades para su trabajo cotidiano las situaciones propias de su alumnado —vinculadas a su diversidad— con lo cual, el enfoque que tiene acerca de la heterogeneidad de sus alumnos y alumnas es el de dificultad-problema, y no el de una realidad propia de su alumnado” (p. 175) y además que “el alumnado que asiste a estas aulas debería ser responsabilidad de todo el profesorado del centro” (p. 175), y no sólo de quien está al frente del Aula de Enlace. Finalmente ofrecen una evaluación general del programa: “Las aulas de enlace constituyen un recurso de carácter utilitarista que sirve a un modelo escolar competitivo al que le cuesta aceptar la diversidad. Este modelo favorece que el profesorado de las aulas ordinarias se autoperciba ajeno a la responsabilidad del alumnado que se incorpora al centro sin el dominio lingüístico o curricular necesario para ‘seguir’ su programa, para lo que considera imprescindible ‘nivelarse’ en ambos aspectos con el estándar que se supone en el grupo, inexistente por otra parte. De otro lado, la mayor atención e implicación por parte de los docentes de estas aulas y su entrega constituyen su mayor ventaja, lo que las convierte en ‘burbujas’ o ‘islas’ de acogida, en las que el alumnado encuentra un entrono psico-social menos competitivo y afectivamente seguro”. Mi propio análisis (Del Olmo 2010), realizado fundamentalmente desde la perspectiva de la integración social en vez desde el estudio de los procesos de enseñanza aprendizaje como se hace aquí, coincide con estas afirmaciones aunque, lógicamente, a través de otros argumentos. También coincido con las recomendaciones (pp. 177-179) de estos autores: a) que cualquier propuesta debe dirigirse, no a las Aulas de Enlace en particular, sino al modelo educativo en general; b) que el programa contribuye “a que el profesorado ordinario no se sienta responsable de la educación de este alumnado hasta que éste domine la lengua vehicular”; c) que “las políticas educativas deben asumir más decididamente la composición plural de la sociedad y de los centros escolares, e inclinarse más por la inclusión de todo el alumnado, contando con su diversidad lingüística”; d) que “el alumnado debería adquirir el dominio de la segunda lengua en el centro donde va a escolarizarse”, porque aunque la normativa lo aconseje así, muchas veces, una vez que los alumnos/as han terminado el programa tienen que marcharse a otro centro escolar para integrarse en un aula ordinaria; e) que el Proyecto Educativo de Centro debe contemplar la articulación del aula de enlace en el sistema; f) que “debe mantenerse un plan sistemático para hacer competente [a este alumnado], no sólo en el aspecto conversacional, sino en el académico”, una reclamación de la que se hacen también eco otros investigadores que analizan situaciones semejantes en contextos sociales distintos (Suárez-Orozco, Suárez-Orozco y Todorova 2008); g) que son deseables buenas prácticas y experiencia positivas como las del alumno-mentor y las agendas interactivas para facilitar la comunicación familia-centro; y finalmente h) que resulta “sumamente positivo la celebración de encuentros de intercambio de experiencias entre el profesorado de las aulas de enlace”. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 259 Es una lástima que la bibliografía incluya solamente cinco referencias a otros trabajos y que los investigadores no se hayan beneficiado de otros estudios publicados sobre el mismo tema, discutiendo aquellos puntos en los que discrepan y contribuyendo a la argumentación de conclusiones comunes. Cito aquí sólo los que considero más directamente relacionados: Franzé (2002), Franzé y Jociles (2008), Franzé, Jociles y Poveda (2009), Lucko (2008), los textos reunidos en la obra colectiva Fernández Montes y Müllauer-Seichter (2009) de los que dos se refieren explícitamente a las Aulas de Enlace (Llorente Torres 2009 y Del Olmo 2009), la obra colectiva coordinada por Martín Rojo y Mijares (2007), especialmente el capítulo de Pérez Milans (2007), el artículo de las mismas autoras (Martín Rojo y Mijares 2007), Ortiz Cobo (2006), Boyado Revilla, Estefanía Lera, García Sánchez y Homedes Gili (2004), Cucalón Tirado (2007), mis propios trabajos sobre el tema (Del Olmo 2007, 2009 y 2010), o un artículo recientemente publicado por algunos de los propios autores del libro (Moreno et al 2010), obviando los que se han realizado en otras comunidades del Estado español o en el extranjero sobre medidas similares. BIBLIOGRAFÍA CITADA Boyado Revilla, M.; J. L. Estefanía Lera, H. García Sánchez, y M. Homedes Gili. 2004. Aulas de Enlace: orientaciones metodológicas y para la evaluación. Madrid: Comunidad de Madrid. Cucalón Tirado, P. 2007. “El desarrollo de un proceso de investigación etnográfica en un Aula de Enlace”. Gazeta de Antropología 23. Del Olmo, M. 2007. “La articulación de la diversidad en la escuela. Un proyecto de investigación en curso sobre las ‘Aulas de Enlace’”. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares 62 (1): 187-203. Del Olmo, M. 2009. “Análisis crítico de las ‘Aulas de Enlace’ como medidas de integración”, en M. Fernández Montes y W. Müllauer-Seichter (eds.), La integración escolar a debate: 170-181. Madrid: Pearson. Del Olmo, M. 2010. Re-Shaping Kids Through Public Policy. Lessons from Madrid. Viena: Navreme. Fernández Montes, M. y W. Müllauer-Seichter (eds.). 2009. La integración escolar a debate. Madrid: Pearson. Franzé, A. 2002. Lo que sabía no valía. Escuela, diversidad e inmigración. Madrid: Consejo económico y social. Franzé, A. y M. Jociles. 2008. ¿Es la escuela el problema? Perspectivas socio-antropológicas de etnografía y educación. Madrid: Trotta. Franzé, A.; M. Jociles y D. Poveda. 2009. “La diversidad cultural en la Educación Secundaria en Madrid: Experiencias y prácticas institucionales con alumnado inmigrante latinoamericano”. Papeles de trabajo sobre cultura, educación y desarrollo humano. 5: 1-42. Lucko, J. 2008. “La identidad emergente de los latinos en Madrid”, en J. A. Téllez (ed.), Educación intercultural: miradas interdisciplinares: 97-110. Madrid: Catarata. Martín Rojo, L. y L. Mijares. 2007. “‘Sólo en español’: una reflexión sobre la norma monolingüe y la realidad multilingüe en los centros escolares”. Revista de educación 343: 93-112. Martín Rojo, L. y L. Mijares (eds.) 2007. Voces del Aula. Etnografías de la escuela multilingue. Madrid: Ministerio de Educación. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 260 NOTAS DE LIBROS Moreno, I. et al. 2010. “Estudio del sistema y funcionamiento de las aulas de enlace. De la normativa institucional a la realidad cotidiana”. Revista de educación 352: 473-493. Ortiz Cobo, M. 2006. “Mecanismos de transmisión del español como Segunda Lengua en contextos escolares de inmigración”. Revista educación y futuro 15: 91-108. Pérez Milans, M. 2007. “Las aulas de enlace: un islote de bienvenida”, en L. Martín Rojo y L. Mijares (eds.), Voces del Aula. Etnografías de la escuela multilingue. Madrid: Ministerio de Educación. Suárez-Orozco, C.; M. Suárez-Orozco e I. Todorova. 2008. Learning a New Land. Immigrant Students in American Society. Cambridge, MA: Harvard University Press. MARGARITA DEL OLMO CCHS. CSIC. Madrid SARAVÍ, Gonzalo A.: Transiciones vulnerables: Juventud, desigualdad y exclusión en México (México D. F.: Publicaciones de la Casa Chata-CIESAS, 2009), 334 pp. El autor comienza explicando, brevemente, la situación socioeconómica de México desde la segunda mitad del siglo XX. Señala que, a partir de dichas décadas, se da un proceso de desarrollo, modernización y secularización del país, aunque de forma incompleta y limitada. Este escenario genera que muchos grupos queden al margen de estas transformaciones o las experimenten a un ritmo muy lento, dando lugar a una fuerte fragmentación social (por un lado, existen minorías privilegiadas y por otro, una gran parte de la población subsiste en situaciones de pobreza, vulnerabilidad y privación). En este contexto, Gonzalo Saraví desarrolla el tema central de su libro: la transición a la edad adulta de la población joven en México. Entendiendo la juventud no como un momento estático, sino como un proceso de transformación personal y profesional. Los resultados de este estudio han sido desarrollados gracias a un trabajo de campo que combina técnicas de carácter cualitativo y cuantitativo, y atiende a diferentes aspectos, que exploraré a lo largo de este texto. Saraví, a la hora de trabajar sobre las transformaciones en las trayectorias de los y las jóvenes mexicanos y mexicanas, no sólo centra su mirada en la esfera pública sino que la interrelaciona constantemente con la privada. La intersección de ambos ámbitos es cada vez más frecuente en esta clase de investigaciones, debido principalmente a dos motivos: a) la necesidad de profundizar en las interdependencias existentes entre las condiciones estructurales y la “agencialidad” y b) la posibilidad de indagar sobre las influencias del mercado de trabajo en la vida privada. El autor revisa diferentes datos de carácter estadístico para mostrar cómo los y las jóvenes mexicanos y mexicanas han postergado la edad de formación de una nueva familia (primera unión y nacimiento del primer hijo). Sin embargo, existen contradicciones respecto a dicha afirmación, ya que para determinados grupos sociales tal demora no se ha dado. Un ejemplo es la alta la tasa de madres menores de 20 años en México (17%) en comparación con países como Francia (6%) o Japón (2%). Las cifras le permiten afirmar que la transición a la edad adulta realza la brecha existente entre sectores sociales, ya que la permanencia en el sistema escolar, que genera un acceso diferencial al mercado laboral, no es semejante para todos. La salida del hogar y la creación de una nueva familia son estrategias tomadas en diferentes momentos vitales, RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 261 dependiendo de las personas, pero indudablemente también de factores socioestructurales que las condicionan. Conecta las variables de nivel educativo, nivel socioeconómico y atmósfera familiar (formas y mecanismos de relación entre los miembros) para explicar cómo viven los cambios residenciales y familiares determinados grupos sociales. La interrelación entre deficiencia educativa, nivel socioeconómico bajo y atmósfera familiar hostil genera una mayor probabilidad de transiciones tempranas y poco preparadas. Los sectores más desfavorecidos se ven sometidos a una acumulación de desventajas, que puede llevarles a una situación de exclusión social. La interrelación mencionada permite a Saraví elaborar un análisis que entrelaza los aspectos sociales y psicológicos. Consiguiendo, de este modo, complejizar el estudio de las trayectorias personales y profesionales de las personas de estratos socioeconómicos y educativos diferentes. No obstante, me parece que no ha sido cuidadoso a la hora de indicar a qué se refiere con la categoría ambiente familiar. Contraponer un clima hostil frente a un clima contenedor, como hace el autor, sin profundizar en las causas psicológicas, sociales, históricas, políticas y económicas de su conformación puede generar una imagen que culpabiliza de sus circunstancias a los propios actores involucrados. Sin embargo, considero oportuna su indagación en dos aspectos: por un lado, su examen sobre el significado del cambio de vivienda y por otro, su atención constante a la dimensión de género. Gracias al primer elemento, podemos comprender la importancia que los jóvenes dan al abandono del hogar familiar en la construcción y reafirmación de su propia individualidad. El segundo nos permite entender que las mujeres tienen mayores dificultades a la hora de llevar a cabo una trayectoria personal y profesional postergada. Algunos de los planteamientos de Saraví pueden ponerse en relación con los de autores como Ogbu, por ejemplo cuando indica que las expectativas y percepciones de los chicos y chicas en México deben estudiarse de forma intrínseca a los factores socioestructurales. Ogbu (1993 [1981]) demuestra, en su trabajo con jóvenes afroamericanos en Estados Unidos, la correlación entre el sistema escolar y las oportunidades diferentes y diferenciadoras que la sociedad ofrece. Es decir, la población afrodescendiente se encuentra limitada por un techo de empleo que le impide encontrar trabajos bien remunerados y en correspondencia a su nivel formativo. La educación y el trabajo son componentes claves para la integración o exclusión social, según Saraví. Sin embargo, la inclusión en cada mecanismo no tiene que ser explicación de integración social en sí, ya que dicha inclusión puede darse de diversas maneras. La inserción laboral en México, y especialmente para la población joven, está marcada por la precariedad, la informalidad y los escasos ingresos. Además, los jóvenes con capital escolar y capital económico bajos tienen mayores probabilidades de vivir una trayectoria profesional definida por la inestabilidad y los limitados recursos. La posibilidad de simultanear empleo y escuela no existe para algunos, de tal modo que se ven abocados a priorizar el primero sobre la segunda y a incorporarse a trabajos ubicados en las últimas capas de cualificación y remuneración. La investigación señala dos aspectos importantes: a) las diferencias entre escuelas respecto a su eficacia y b) la brecha existente entre la primaria y secundaria en cuanto a satisfacción y éxito escolar. Durante mi trabajo de campo en México1 entrevisté a 1 Realicé trabajo de campo en México durante seis meses en el año 2008: observación participante en una escuela de primaria de la Delegación de Milpa Alta (Ciudad de RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 262 NOTAS DE LIBROS distintas personas, que permanecían en el sistema escolar hasta niveles universitarios y posteriores y pertenecían a familias de escasos niveles socioeconómicos y académicos, y pude indagar acerca del significado que otorgaban a cada una de las diferentes etapas educativas. Casi todos los entrevistados resaltaban el contraste entre la primaria y secundaria en relación a sus deseos a la hora de seguir estudiando y al trato mantenido con sus profesores, de tal modo que la estancia en secundaria les había resultado más penosa que en primaria. Al mismo tiempo, es preciso resaltar que definían su paso por el bachillerato de la UNAM2 como gratificante y significativo en su devenir académico, relacional y emocional (Cucalón 2009). Gonzalo Saraví indica que la escuela no acaba en sus muros espaciales y temporales sino que las tareas requeridas se prolongan horas después. Esta situación conlleva necesariamente, según el autor, buenas condiciones de habitabilidad para el estudio, un clima afable de convivencia y altas expectativas en el hogar de cara a la formación. Respecto a los dos últimos aspectos considero que la investigación puede contribuir a una representación homogénea e irreal de las personas de recursos económicos bajos. En mi trabajo de campo logré comprobar los esfuerzos de este tipo de familias a la hora de ofrecer una escolarización adecuada a sus descendientes y la relación directa que establecían entre nivel académico y bienestar económico y prestigio social (Cucalón 2009). Además, en las familias de clases medias es posible que el ambiente y la resolución de conflictos no sea tan cordial como se presupone en el trabajo de Saraví. En esta línea, el autor se aproxima a las percepciones de algunos jóvenes, que pertenecen a sectores populares y habitan barrios periféricos de la Ciudad de México3, en relación a la escuela y el trabajo. Nos plantea un sistema educativo “acotado”, incapaz de cumplir las expectativas de las personas a las que se dirige, con grandes dificultades en cuanto a recursos disponibles y formación del profesorado. La permanencia en dicho sistema por parte de algunos de los entrevistados se presenta en competencia con la constitución de una nueva familia, la posesión de un empleo (lo cual no sólo les da autonomía económica sino que les ayuda en su construcción identitaria, al posibilitarles prácticas de consumo y distinción social) y el inicio de un proceso migratorio (casi siempre hacia Estados Unidos). Escuela y trabajo eran tradicionalmente mecanismos de movilidad e integración social, sin embargo, indica Saraví, ambas son instituciones en crisis, que pierden sentido entre las generaciones más jóvenes. Y plantea, de forma semejante a Rossana Reguillo, que México) y entrevistas a los actores mencionados en el párrafo. Este estudio fue llevado a cabo gracias a una “Beca de Convenios Internacionales entre la Universidad Complutense de Madrid y la UNAM”. 2 La Universidad Nacional Autónoma de México tiene dos bachilleratos, la Escuela Nacional Preparatoria y el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH). Estos subsistemas cuentan con programas de estudios diferentes, el primero responde a una programación anual y el segundo a una semestral, estos se cursan en tres años. El CCH y la Escuela Nacional Preparatoria son instituciones de enseñanza media superior, que ocupa una posición intermedia entre los estudios de licenciatura y la enseñanza básica, esta última, en México, incluye la escuela secundaria. 3 Entrevistó a 21 jóvenes de Nezahualcóyotl (Delegación de Iztapalapa-Ciudad de México). RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 263 muchos jóvenes mexicanos emplean la violencia como una estrategia de subsistencia y ascenso social. Reguillo explica la espiral del crimen en la que se introducen, comenzando en bandas juveniles y llegando hasta el narcotráfico, y apunta a su doble identidad como asesinos y víctimas en el interior de estas estructuras. Asesinan por el mantenimiento de unas formas de consumo, que les interpelan, pero que de otro modo no podrían alcanzar, ya que las condiciones estructurales bajo las que permanecen precarizan al máximo sus existencias (Reguillo 2008). En el contexto mexicano analizado por Saraví, abandonar el hogar de padres y madres se lleva a cabo bajo un modelo ideal, en el que dicha salida va unida al matrimonio. Sin embargo, dicho referente está plagado de excepciones, como es el caso del uso de la migración por parte de algunos de los jóvenes entrevistados. En las razones que arguyen para explicar su movimiento migratorio se entremezclan las causas estructurales, culturales y personales. Algunos de los estudiosos sobre migraciones, como Sandro Mezzadra (2005), inciden en la necesidad de centrar la mirada en el sujeto, en la historia personal y la reflexividad de los migrantes para comprender sus deseos de desplazamiento. Acercarse a los sujetos en su complejidad conduce necesariamente a aproximarse a los procesos de subjetivación, que les llevan a apropiarse de las condiciones de explotación, exclusión y estigmatización que experimentan, por razones de género, clase, etnia, sexualidad y/o raza, y buscar sus propias estrategias de adaptación y resistencia ante las situaciones impuestas. Tales circunstancias no implican que sus cuerpos no se impregnen de dolor y sufrimiento. En el seno de estas experiencias elaboran una imagen de sí mismos, de sus trayectorias personales y expectativas de futuro que, como Saraví ha indicado, en algunos de los casos estudiados conlleva un proceso de “de-subjetivación”. Dicha de-subjetivación es una pérdida de control sobre la propia vida, se trata de estar a merced de lo que acontezca y va más allá de una mera resignación, ya que afecta directamente a la idea que el sujeto construye de sí mismo y su capacidad de acción. A mi juicio es imprescindible rescatar en esta reseña el trabajo llevado a cabo por este autor en cuanto al estudio de las experiencias de los jóvenes en el marco de una sociabilidad urbana marcada por la desigualdad. Como antropóloga que investiga los significados del sistema educativo en los actores que lo habitan, considero que otro aspecto fundamental a la hora de indagar la experiencia de los chicos y chicas es profundizar en las interacciones cotidianas que se producen en el marco de la escuela, un lugar, que, como el urbano, produce diferenciación social y está concebido bajo una jerarquización que se materializa a través de espacios físicos diferenciados. Me gustaría terminar este texto con las principales aportaciones del trabajo de Saraví. La lectura de los primeros capítulos me resultó ardua, ya que me peleé con el aburrimiento que conllevaba para mí revisar datos estadísticos. Al mismo tiempo, reconocí la pertinencia de dichas cifras de cara al objetivo final que el autor se planteaba. Eran las primeras capas de un análisis socio-antropológico y pormenorizado de las historias de vida de personas de carne y hueso. Los extractos de entrevista recogidos me sobrecogieron por el desgarro de las narraciones y las tempranas edades en las que estaban siendo producidas. De alguna manera, me evocaban experiencias vividas y realidades cercanas. Este texto me generó múltiples emociones: viajé desde el cansancio al entusiasmo, me moví desde la empatía al rechazo, desde la lectura tranquila y sosegada hasta la ansiosa por terminar un capítulo. Sensaciones y saberes encarnados que me han llevado a la necesidad de mirar con más detenimiento los estudios sociales y culturales centrados en la vida de los jóvenes. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 264 NOTAS DE LIBROS BIBLIOGRAFÍA CITADA Cucalón, P. 2009. “Trayectorias escolares excepcionales. Análisis discursivo de algunas experiencias educativas”, en T. Aguado y M. del Olmo (eds.), Educación Intercultural. Perspectivas y propuestas: 285-301. Madrid: Editorial Ramón Areces. Mezzadra, S. 2005. Derecho de fuga. Migraciones, ciudadanía y globalización. Madrid: Traficantes de Sueños. Ogbu J. 1993 [1981]. “Etnografía escolar. Una aproximación a nivel múltiple”, en H. Velasco, J. García Castaño y A. Díaz de Rada (eds.), Lecturas de antropología para educadores: 145-174. Madrid: Trotta. Reguillo, R. 2008. “Las múltiples fronteras de la violencia: jóvenes latinoamericanos entre la precarización y el desencanto”. Pensamiento Iberoamericano 3 (2ª época): 205226. PILAR CUCALÓN TIRADO CCHS. CSIC. Madrid BRISSET, Demetrio-E.: La rebeldía festiva. Historias de fiestas ibéricas. Prólogo de Agustín García Calvo (Girona: Luces de Gálibo y Junta de Andalucía, 2009), 485 pp. + 44 figuras. La rebeldía festiva es el resultado de un estudio etnohistórico sobre los ritos festivos en España que Demetrio Brisset ha llevado a cabo durante 30 años de pesquisas y vivencias, adoptando un método comparativo histórico-formal y cultural, en línea con el magisterio de Caro Baroja. Eligió como eje vertebral las fiestas granadinas que sirven de soporte, en una esfera más amplia, a las de Andalucía, con un siguiente nivel de intensidad para las fiestas de León y de Galicia, además de otras investigaciones sobre fiestas por todas las regiones españolas peninsulares e insulares, a lo que hay que añadir las campañas etnográficas que el autor realizó en los antiguos territorios aztecas, mayas, e incas, proporcionándole un valioso material comparativo con un resultado de más de un millar de fiestas estudiadas y atendiendo con especial dedicación a la categoría de las llamadas “fiestas de conquista”, que son para el autor, junto con las fiestas de toros, las más representativas de la cultura hispánica. Para Brisset la historia de las fiestas en España es, en gran mayoría, la de sus prohibiciones por parte del Poder y la de la rebelión de los que siempre han necesitado disfrutarlas. Distribuye para ello su trabajo en cuatro grandes apartados: “Los fenómenos festivos” (Cap. 1-3); “Las fiestas de primavera-verano” (Cap. 4-23); “Fiestas de otoño-invierno” (Cap. 24-45) —atendiendo a una categorización de lo frío y lo caliente—; “Recapitulación” (Cap. 46-47) y “Epílogo”. El estudio de Demetrio Brisset comienza con un delantal a manera de prólogo o “mandilín” de Agustín García Calvo para quien la manifestación y raíz de la fiesta es la rebeldía frente al Poder, que da quizá pie al autor para incorporar el concepto de rebeldía como inicial ingrediente de la fiesta: la subversión en la diversidad que, a su vez, debe generar duda. En el capítulo 1: Investigar las fiestas, plantea el complejo festivo greco-romano sobre el que se asentó el sistema de fiestas cristiano, las definiciones sobre la voz “fiesta” y la reorganización de su calendario en 1643 por edicto pontificio, fijando su RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 265 número anual en solo 33 festividades litúrgicas (seguramente en alusión a los años que vivió Cristo). Resalta el autor el interés, a finales del siglo XX, por el estudio de las fiestas —dentro de la antropología cultural— como medio para el conocimiento de nuestra sociedad, rituales que han de contemplarse desde una perspectiva de continuidad, sujetos a la evolución de sus formas y significados, y estableciendo investigaciones comparativas que permitan desvelar la composición de “la estructura festiva”. Analiza las actuales fiestas conservadas, los principales estudios realizados, las teorías sobre su fijación y posterior desarrollo y transformación. Desde los años 70 del pasado siglo se categorizó la estructura festiva con diversas denominaciones en relación al interés que podían ofrecer al fenómeno del turismo con declaraciones denominadas “De Interés Turístico Singular, Nacional e Internacional” y la suprema como “Patrimonio Inmaterial”. Se plantean las distintas posiciones sobre los rituales, entendidos con una continuidad temporal, fija, o variable, y como un sistema en constante transformación. En el capítulo 2: Cíclicos rituales festivos, analiza el autor el origen de las fiestas religiosas actuales y su relación con la mitología, las fuerzas de la Naturaleza, la astrología, las estaciones climáticas y el ciclo anual estructurado por la lunas y por tanto con un calendario móvil en relación a las fiestas de la vita Christi y un calendario fijo para las del santoral. Formula el interés de los espacios sagrados naturales cristianizados, el valor litúrgico y sagrado de los diversos tipos de luz, los espacios sanadores o la importancia socio-religiosa de los distintos ritos procesionales y su vertebración y las fiestas surgidas de los Contraria oppossitorum: bandos enfrentados, vencedores y vencidos, Bien y Mal. En Los organizadores de las fiestas, tema que ocupa el capítulo 3, trata la regularización o reglamentación festiva y plantea lo debido y lo indebido, lo decoroso y lo llamado deshonesto, lo respetuoso y lo profanativo; la correcta utilización de los espacios de veneración y su abuso durante la noche: leyes civiles y eclesiásticas materializadas en pragmáticas y actas conciliares. Bajo el subepígrafe “los otros organizadores”, acomoda el autor los resultados que suceden a las fiestas con la acomodación de las normas generales y fundacionales a las locales ordenanzas y mayordomías y al tema de las prohibiciones, primero en sinodales y luego en los anuales mandatos de Santa Visita a través de los distintos libros parroquiales, especialmente durante los siglos XVII y XVIII. En la fiesta de las fiestas o Pascua de Resurrección (Cap. 4), repasa Demetrio Brisset sus principales elementos y rituales: procesiones del encuentro entre una imagen de la Virgen y otra del Resucitado o Aleluya, muchas veces suplantado por un Niño Jesús triunfante o por el propio Sacramento en la custodia, reverencias, cambio del manto negro de María por uno blanco de alegría y escenificación cantada; romerías de hornazos; toros del Aleluya; lunes de Aguas junto a sermones burlescos y a irreverentes fiestas de locos en uno de esos días señalados en el calendario donde se festeja la inversión de los valores establecidos en lo que se conocía como Risa Paschalis; los huevos y las monas de Pascua y otras fiestas que tienen lugar en la principal de las tres Pascuas, conocida como la Pascua Florida, con especial incidencia en Castilla-León (yo incluiría, además, Galicia y Asturias). San Jorge, el dragón y la doncella (Cap. 5). Dentro de las romerías primaverales la festividad de San Jorge (patrono entre otros reinos de la Corona de Aragón) representa la celebración de la victoria del dragón y del bien sobre el mal —eco menor de la victoria de la resurrección de Cristo, según la frase paulina: “¿muerte dónde está tu RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 266 NOTAS DE LIBROS victoria?”—, Satanás, la Bicha del Apocalipsis que aparece en la loa albercana como caballo del demonio y representada con cabeza de carnero y alrededor otras siete de serpientes, cuerpo de león, sexo y cola de toro y extremidades de águila. Tema icónico cuya otra mitad es la salvación de la mujer —la del apocalipsis, la Tota Pulchra e inmaculada, o la doncella de San Jorge. Completa el autor este tema festivo con el del dragón, guardián de un tesoro y abatido, en el ejemplo de la leyenda de la translación del cuerpo del apóstol Santiago y la reina Lupa en el gallego Pico Sacro; idea que se puede estirar hasta el romance de la fiera Cuprecia. En Las romerías primaverales (Cap. 6), enumera el autor los tres tipos de romería: la visita a los santos lugares de Roma; la anual que cada localidad celebra comunitariamente a un lugar cercano, a veces extracomunitario con carácter religioso y festivo, y la que periódicamente efectuaba cada comunidad a una ermita o santuario en rogativa papa pedir “los buenos temporales” cantando las letanías de los santos en el itinerario. Las dos litúrgicamente establecidas por Clemente VII y que no llegaron a desaparecer hasta bien entrado el siglo XVIII, criticadas aún por Jovellanos. Cautiverio y rescate de la Virgen. Se analiza en este capítulo 7 —quizá excesivamente resumido y generalizador— el tema de las deas Mater y las romerías a los santuarios de las grandes advocaciones marianas, en especial al de la Virgen de la Cabeza, la más antigua de las romería andaluzas, cuya fama ya describió Cervantes en el “Persiles y Sigismunda”. En el capítulo 8: El árbol de Mayo, destaca el autor el cambio litúrgico de la fiesta del 1 de mayo en honor de San José, Obrero o Artesano para sacralizar la fiesta del Trabajo relegando la de los apóstoles San Felipe y Santiago el Menor, popularmente conocido como “el Verde”, primo de Cristo y del que tradicionalmente se resalta su parecido físico con el Mesías (y así se canta en una letrilla en la fiesta que se celebra en Llanes): “De Santiago se decía, en vida del Salvador, que se parecía mucho al divino redentor”. Es el día en que se planta el Mayo y se celebra o inicia el culto a la Maya; también fiesta de los quintos, especialmente en áreas de Castilla y León. La fiesta de La Veracruz (Cap. 9). El tema de las cruces de Mayo y las costumbres y rituales de los Mayos en Andalucía, Canarias y Galicia principalmente (arquitecturas efímeras, paralelas en parte a las del Monumento del Jueves Santo y a los altares y posas para la fiesta del Corpus), se basa en la más popularizada y general de las tres que en honor a la Cruz se celebran: la del 3 de Mayo en que se presenta la cruz como árbol de la Vida cuya tradición deriva de la leyenda sagrada que nace del llamado “Árbol de la Misericordia”, en tiempos de Adán, hasta el de la cruz o del Nuevo Adán. El 3 de mayo es la fiesta de la Invención de la Cruz, celebrando el hallazgo por Santa Elena y cuya fiesta más destacada es la de Calatrava. El 16 de julio se celebra El Triunfo de la Cruz (por Breve de Gregorio XIII de 1572) para conmemorar la victoria de la batalla de Úbeda y de las Navas en 1212. Finalmente, la fiesta de la Exaltación de la Cruz, el 14 de septiembre, que recuerda la victoria de Heraclio en el 629 sobre Cosroes. Estas dos últimas festividades agrupan muchas romerías a distintas advocaciones de Cristos, principalmente en Galicia y Asturias, que no se tratan aquí. En el capítulo 10, dedicado a la figura de San Isidro Labrador, el día 15 de mayo, glosa el autor lo escrito sobre la hagiografía e historia del santo en relación a Madrid, a su canonización y milagros y a las actuales fiestas que celebran su patronazgo, fiesta que vino a suplantar otras relacionadas en el mundo clásico con las Cerealia y la propia de San Iricio, uno de los discípulos de Santiago. Fuera de la devoción madrileña que analiza Brisset, la figura de san Isidro, especialmente en el área castellanoRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 267 leonesa, y su fiesta ha venido a suplantar —y a compartir— la protección de los campos y su bendición, reservada a La Cruz de Mayo y a San Gregorio y San Miguel de mayo y, sobretodo, para asumir la titularidad y patronazgo de cooperativas y hermandades de vino y de grano. Votos públicos y eternos (Cap. 11), el importante tema de patronazgo de una divinidad (virgen o santo) sobre una población por una gracia recibida y por la protección constante suele tener su día de voto señalado en la semana de Pentecostés. El ritual de romería consta siempre de los mismos elementos: La comunidad y las autoridades que la representan acuden ese día a dar gracias cumpliendo voto al lugar santo con sus guiones e insignias A veces y para la elección de divino protector se utilizan fórmulas similares a las de adjudicación de contratos de obra en carta de obligación, encendiendo para ello tantas velas como candidatos haya, cada una señalada con un nombre. La última en apagarse es la que recibe la adjudicación (este ritual lo utilizó el cabildo catedralicio de Santander cuya protección y consiguiente voto recayó en San Matías). En este sentido, el autor baraja una amplia casuística. Entre las más antiguas cabría mencionar la romería de la Zamorana virgen de la Concha al santuario de la Hiniesta, con una historia ya de más de 900 años. En esta línea y dentro del capítulo 12 sobre la Pascua de Pentecostés, centra Brisset el fenómeno, de las grandes romerías en la tan masiva del Rocío, que acapara hoy el protagonismo no solo entre las andaluzas sino en toda la Península. El subepígrafe: ¡Rocío, guapa, guapa, guapa¡ que enmarca el tema del Rocío, reproduce el piropo con que actualmente la invocan y jalean durante la procesión por la aldea del Rocío y parece estar retomado de la granadina procesión de la Aurora, la madrugada del viernes santo. El expandido fenómeno rociero que centra este capítulo de la Pentecostés desplaza injustamente, creo yo, y eclipsa el más antiguo y no menos importante de la romería de la Cabeza de Andújar, bipolaridad hagiográfica femenina en que se repartía la devoción en lugares selváticos de las dos Andalucías: la del Rocío en el Occidente y en el Oriente la de la Cabeza. Fundamenta el autor estas manifestaciones y su inclusión en este momento del calendario en pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento. En el capítulo 13: Las novias de San Antonio, hace un doble juego el autor con el propio número 13, día en que se celebra la fiesta del santo capuchino de Lisboa y de Padua y la devoción e invocación de noviazgo. San Antonio de Padua, tonsurado e imberbe, que presenta como atributio infalible la azucena en su mano derecha y el Niño Jesús acariciando al santo en sacra conversazione, sentado o de pie sobre un libro abierto, el que la tradición que recoge Brisset en Camas, dice haber perdido y que originó la fórmula mágica para hallar objetos; oración más conocida como el “Responsorio”. Analiza las fiestas de este popularísimo santo, al que a veces el pueblo confunde con San Antonio Abad e incluso con San Francisco de Paula, en contextos andaluces y gallegos. Además de los oficios de buscador y casamentero, según constata el autor de este libro, se le atribuye en Cataluña abogacía contra las caídas de albañiles y canteros. Lo menciona en Galicia con presencia en petos de Ánimas como “limosnero eficaz”, confundido, quizá por el hábito, con la imagen de San Francisco de Asís, que sí se presenta como alternativa de la imagen del Carmen o complemento suyo, junto con la figura del Espíritu Santo, a cuyo cordón se acogen las ánimas para salir del purgatorio. También presenta su fiesta asociada a la época de la siega e incipit de la recolección cuyo cenit es la de Nuestra Señora de Agosto, y su epígono, la de Nuestra Señora de Septiembre cuando en algunas comarcas se inicia la vendimia. No RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 268 NOTAS DE LIBROS se menciona en cambio de este santo su patronazgo sobre los niños, que tanta importancia tuvo en los años 50 del pasado siglo en zonas de la cornisa cantábrica. El día del divino sol o El preludio del verano (Cap. 14). En este amplio capítulo, el autor trata de complementar con una vasta recopilación etnográfica y en un amplio territorio los dos capítulos que dedica a esta fiesta Caro Baroja en su Estío Festivo (1984, pp. 51-89 de Brisset). Partiendo de la creación de esta fiesta por el papa Urbano IV en 1264, como gran fiesta urbana y que completa en clave de alegría la pasionaria del Jueves Santo, analiza los precedentes festivos en ejemplos como el tan famoso de los Corporales de Daroca en 1239; la visión de la beata Julia de Lieja en 1209 y la relación de esta fiesta contra los heréticos albigenses en 1209. Su institución en España y sus diversas y amplísimas manifestaciones festivas en la inigualable procesión: arquitecturas efímeras, bailes de moros y judíos, danzas de espadas y de cascabel, tarascas, representaciones, autos sacramentales y carros triunfales, figuraciones de los apóstoles, evangelistas sansebastianes, san Juan Degollado, momos, hombres de musgo, Vicios y Virtudes, etc., en ejemplos de Gerona, Barcelona, Valencia, Madrid, Baza, Tenerife, Béjar, Huéscar, Burgos, Betanzos, Verín, Ripoll, Zamora, Jaén, Granada, La Alberca, Camuñas y, cómo no, Toledo. Estuvo durante siglos considerada como la gran fiesta de la cristiandad y hoy pervive, trasladada en casi todos los lugares al domingo y no siendo ya uno de los “tres jueves del año que brillan más que el sol (junto con el Jueves Santo y la Ascensión, trasladada también a domingo), salvo que se mantenga en el calendario laboral como fiesta local. Fue, probablemente, la fiesta más popular y que aglutinó un número mayor y más variado de lo que se conoce como manifestaciones folclóricas. Fiesta del 24 de junio. A esta fecha y santo dedica el autor dos capítulos: La mágica noche y El soleado día de San Juan (Caps. 15 y 16). Es esta la fecha de mayor concentración de antiguas costumbres y juegos de cañas, danzas primas, aparición de tesoros y xanas encantadas. Costumbres recogidas y resguardadas en el cancionero y en el romancero tradicional para celebrar al “mayor de los nacidos de mujer”, en palabras del propio Cristo, su primo. Dentro de la graduación y jerarquía que la Iglesia tiene establecido en su cielo para ofrecer culto a sus divinidades está en primer lugar el culto de latría, solo para Dios; el de hiperdulía, culto reservado a la Virgen y el de dulía para el resto de los santos, salvo el Bautista, superior o de protodulía. El soleado día de San Juan lo inicia Brisset con el incipit, como introducción poética, del romance sobre la Pérdida de Antequera: “La mañana de San Juan / al tiempo que alboreaba / grande fiesta hacen los moros / por la vega de Granada”, versos, prestados del romance de “La infanta y la Virgen”, conocido también como “La flor del agua”, que se canta para enramar las fuentes en Asturias. El momento del alba es para ver en ese día bailar el sol, la recogida de plantas medicinales y de purificación con el agua. Completa el autor este capítulo con los antecedentes de la figura de San Juan a través de otros personajes bíblicos y pasajes sobre la paralización del sol para ganar una batalla, tema repetido en otros ejemplos medievales peninsulares y que dan lugar a topónimos como Tentudía. Además, de resaltar la importancia en la Historia de San Benito y la de los cluniacenses y cistercienses, la historia de Montecasino. Evoca la fiesta de San Juan del Condestable Iranzo, unida al tema de le enramada; costumbre documentada en comarcas de Salamanca en el siglo XVI y que ha pervivido en puntos de Asturias. Igualmente, subraya la devoción de los Reyes Católicos, y en particular de la reina, por los Santos Juanes, tomando el águila del de Patmos a manera de alfiz en su escudo de armas (insignia de la que el propio Franco llegó a RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 269 apropiarse). Importancia de Mascaradas, Caballadas, alardes y fiestas de cañas, no solo en contexto cristiano sino en el islámico, día llamado del Ámsara. Bajo el epígrafe Las pasaderas de San Pedro, que ocupa en esta obra el capítulo 17, destaca entre las fiestas a san Pedro una verbena que se celebra en el Albaicín, recuperada en 1983, que está emparentada con otras de la comarca leonesa de la Cabrera. En ella se prueba la virginidad de las mozas si pasaban por unos troncos resbaladizos sin caerse. Destaca también las batallas de vino celebradas este día en la Rioja para festejar al príncipe de los apóstoles, cuyo atributo más popular es el de las llaves para su oficio de portero del cielo. San Pedro y San Pablo suelen ofrecer una iconografía geminada o en pareja, a los lados del sagrario o en las portadas de las iglesias: San Pedro de caracteres pícnicos, con las llaves y san Pablo, más atlético, con la espada, como ciudadano romano. La festividad de San Pedro es en realidad prolongación y epígono de las de San Juan en danzas y temas mágicos, en cuyo centro, el día 26, está la del andaluz San Pelayo, tal y como reza el cantar: “Entre San Juan y San Pedro, San Pelayo está en el medio”. Esta es, pues, la trinidad masculina y martirial cristianizada del Festum solis et acquae. Enlaza Brisset estas fiestas del culto al agua con las fiestas y Procesiones marítimas en su capítulo 18, entre las que sobresale la del Carmen, el 16 de julio, aunque existen otras anteriores de gremios de mareantes, especialmente en áreas del Cantábrico en honor de San Nicolás, San Telmo y Santa Ana. Glosa Brisset la historia del eremita Simón Stok en la cueva del Monte Carmelo, luego santo fundador de esa Orden de carmelitas, que tiene como co-patrón al profeta Elías, y la aparición de la Virgen en 1251 entregándole el escapulario, aparición que se convirtió en fiesta en 1609, extendida luego a toda la Iglesia en 1726. Ejemplifica el patronazgo de esta advocación sobre la Marina y sobre varios pueblos costeros con la escenificación de la salvación milagrosa en un naufragio ocurrido en Laxe por el propio protagonista a partir de 1962. En el capítulo 19 dedicado a Los Patronos de las Españas, plantea el autor la figura evangélica de Santiago el Mayor, —hijo de Zebedeo y de María Salomé, y también primo de Cristo—, y la denominada Historia Menor con la leyenda de su predicación en Hispania, la historia gallega de la reina Lupa y su traslación desde el pico Sacro a Compostela, con dos fiestas: la del 25 de julio y la del 30 de diciembre. Bajo el epígrafe Los patrocinios de las huestes de la cruz, se analiza la gestación de esta figura como luchador y vencedor del Mal a través de la iconografía de Matamoros y la figura paralela de San Millán en la Rioja, en relación con los monjes de la Cogolla más la importancia de la Orden Militar de Santiago y los avatares de su patronazgo, compartido en la advocación del Pilar y la Inmaculada Concepción, para finalizar en la evolución de su iconografía, de sedente en peregrino y caballero; aludiendo, además, a sus fiestas peninsulares y leyendas como la del Paso Honroso en el Órbigo, mascaradas, lidias de toros, etc. El Abogado de los Apestados (Cap. 21) y El pueblo se amotina, en alusión al de Aranjuez (Cap. 22), son en el libro epígrafes de dos fiestas emparedadas entre las importantísimas de la Virgen: La Dormición-Asunción o Nuestra Señora de Agosto (Cap. 20) y la de la Natividad de María el 8 de septiembre (Cap. 23). De la de San Roque —uno de los tres santos llamados “de la Peste”, junto con San Fabián y San Sebastián— destaca Brisset la expansión de su culto por la Corona de Aragón a la que pertenecía en su tiempo Montpellier, lugar de nacimiento del santo, y se detiene en el análisis de las representaciones de los dances aragoneses, y en concreto en el “Dance de San Roque” con elementos que aclararían el origen de las fiestas de Moros y CrisRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 270 NOTAS DE LIBROS tianos, uno de los temas preferidos y más estudiados del autor. Se echan en falta alusiones, siquiera generales, al culto de esta advocación en el Camino de Santiago (en el de la Costa y en el Francés). Probablemente hay más imágenes de San Roque en Galicia que del propio Santiago, encarnando ambas la figura del peregrino y con expresiones festivas tan interesantes como la danza “Peregrina” a San Roque en Llanes. Ante la imposibilidad de sintetizar las innumerables fiestas a la Asunción de María —sin duda la más celebrada en España— y conocida antiguamente como “Diagosto”, nombre que se conserva en la Alberca donde se celebra con Ofertorio y Loa, se fija el autor en la variante de la Dormición de María y la representación del Misterio de Elche. Esta iconografía y devoción, está muy arraigada en Levante y especialmente en Valencia, probablemente por devoción de las monjas franciscanas, acarreada al propio Madrid donde la veneran las Descalzas Reales, con capilla propia, a Cantabria, bajo el nombre de Virgen de la Cama, en la localidad de Sobremazas, en el convento zamorano del Tránsito o en Portugal. La advocación de la Asunción, mucho más que la de la Inmaculada, es la que más titularidades y patronazgos ofrece en parroquias y catedrales en España, presentando como emblema y logo el “jarro con las azucenas”. Bajo esta advocación de la Asunción se acogen otras toponímicas, igual que sucede con la fiesta del 8 de septiembre, de cuyo día entresaca Brisset algunos milagros en santuarios marianos. Bajo el epígrafe Las vendimias de San Dionisio (Cap. 24), articula el autor la hagiografía del santo con que se inicia la estación otoñal y los misterios dionisíacos, los orígenes festivos del vino y las antiguas y nueva fiestas vinícolas, su relación con la Eucaristía, la regulación comercial del vino y las “batallas” de vino. El culto al Arcángel San Miguel, príncipe de las milicias celestiales, ocupa el capítulo 25 de esta obra, cuya iconografía agrupa, bipolarizada, la materialización del Bien y del Mal. La fiesta de San Miguel de Septiembre era una de las fechas (junto con las de San Juan y San Pedro) en que anualmente se “cogía” o se “soltaba” amo. De entre las actuales fiestas a San Miguel destaca el autor en las de Valsequillo, Ágreda y Armilla algunos de los rituales más destacados que se conservan. En el capítulo 26, Las cofradías del Rosario, se destacan los orígenes de esta advocación y cofradías con subepígrafes como La victoria de Lepanto, Breve historia de las cofradías con la oficialización de esta fiesta, o la curiosa y popular procesión conocida como “El Rosario de la Aurora” que originó la expresión “Acabar como el Rosario de la Aurora” cuando algo termina mal. Las estructuras festivas, la elección de los Patronos y los poderes del santoral son aspectos que se abordan en el capítulo 27, en torno al amplio tema de “Las ferias patronales”. Se trata de la elección de los santos con patronazgo, la relación de sus atributos y la hagiografía, vinculado a los distintos estratos sociales, gremios y oficios que los proclaman como tales. Las obligaciones, ordenanzas, celebraciones, estructura social de los cargos, rituales y celebraciones anuales son algunas de las voces que se abordan aquí. En el capítulo 28, Los toros bravos, se abordan los distintos tipos de fiesta en torno a este animal, fiesta extendida por toda la Península y América. Historia de estos rituales, orígenes del culto al toro y las múltiples variantes conservadas que se ofrecen, junto a la oposición actual de las corridas de toros y de otras manifestaciones como el conocido “toro de la Vega” en Tordesillas, las sociedades protectoras de animales y la utilización política de continuar con estos rituales o de su prohibición. El capítulo 29, La noche de las Ánimas, uno de los más extensos de esta obra, se RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 271 inicia con la costumbre del “magosto” o “magüestu” asturiano, excluido aquí, y su relación con el culto del llamado “Mes de las Ánimas” o noviembre (especie de novena que duraba todo el mes y que estuvo vigente en el culto católico en el ámbito rural y en el urbano hasta el Vaticano II). Se adentra luego el autor en los orígenes prehistóricos del culto a los muertos y su parte más negativa, la de los espíritus malignos, de la que ha quedado presencia hoy en entrañables personajes como el “Jarramplás”, el “Cipotegato”, los diablillos de Corpus y, creo yo, las todavía presentes figuras del “Gracioso” o “Bobo de la danza” que golpea con una vejiga a los danzarines si se pierden y hace guardar el orden en la procesión de fiestas salmantinas.; personaje bifronte de lo jocoso y lo terrible. Bajo el epígrafe Relación entre fiestas y difuntos, espiga Brisset una serie de rituales y costumbres entorno a la fiesta de Difuntos: toques o badajadas, la luz de los muertos, los enterramientos, las cofradías de la Misericordia y “Halloween”, para finalizar con el complejo tema del culto a las Reliquias Santas, su uso y abuso. Adentrado ya el autor en el mes de diciembre (Cap. 30), lo inicia con la fiesta de San Nicolás y las fiestas de Obispillos, los regalos de Navidad y las antiguas celebraciones del Episcopus puerorum, elegido entre los niños cantores o niños de coro, principalmente de las catedrales, fiesta puesta de relieve por Caro Baroja. En la fiesta y el culto a la Inmaculada Concepción en España, que ocupa el capítulo 31, el autor plantea los antecedentes históricos, los substratos teológicos y dogmáticos y la implantación de su devoción, los votos en los distintos reinos y universidades, a lo que hay que añadir las incontables obras literarias y artísticas, además de la evolución iconográfica desde el tema de la Mujer apocalíptica y la Tota Pulchra hasta llegar las Inmaculadas, tan populares. También el tema de los Bandos teológicos —dominicos y franciscanos— hasta su definición dogmática por Pío IX en 1854. Como residuos del fervor concepcionista describe Brisset algunas fiestas y rituales derivados de la celebración del Voto: procesiones, hogueras, vigilias, representaciones teatrales y coloquios. En el capítulo 32, Pascua de Navidad, plantea y justifica el autor con gran habilidad el paso del mes de las Ánimas al de diciembre y la Navidad, el triunfo del invierno europeo y del sol, dentro de un contexto naturalista desde un “marco etno-ecológico que rige las festividades navideñas en la Península Ibérica” (p. 315). Explica el ajuste y reajuste del culto precristiano, el del mundo clásico (mitraico, saturnalia y januaria) a la teología y calendario cristiano-oriental, y al romano, en el epígrafe “El ciclo de las doce noches”. Sigue el desarrollo e implantación de las representaciones litúrgicas teatralizadas: canto de la Sibila, el Oficium Pastorum y autos de Navidad y de Reyes, loas, corderadas y pastoradas, gozos, aguinaldos y villancicos, con autorías en unos casos oscuras y otras veces obra de Jorge Manrique, De la Encina, Lope, Santa Teresa y Calderón, representadas, tanto en ambientes palaciegos y conventuales como en catedrales, o humildes iglesias. Concluye el capítulo con las “Costumbres tradicionales”, comunitarias y familiares, donde entran en juego la gastronomía, la colocación de belenes o nacimientos, los cantos litúrgicos y rituales como los de las llamadas “Kalendas”, especialmente en conventos femeninos, o la implantación del árbol de Navidad. Ciclo y fiestas que litúrgicamente continúan hasta la de la Candelaria o Candelas, el día 2 de febrero. Se completa este ciclo con las fiestas de los “Santos Inocentes”, “Noche Vieja” o “Fin de Año”, donde incluye la Toma del Castillo o Toma de Granada; la Epifanía o Los Magos de Oriente y la fiesta de La Candelaria (capítulos 33-34-35-36, 40). Entremedias se incluyen las fiestas de San Antón (Cap. 38) con las procesiones de animaRDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 272 NOTAS DE LIBROS les, el llamado cerdo de San Antón, los demonios de sus tentaciones y el fuego sacro, en relación con las epidemias y hospitales que albergaron a sus enfermos. Con un cirio aparece San Antón pintado por Juan de Flandes en una de las paredes del claustro alto, junto a la biblioteca en la Universidad de Salamanca, en este caso como icono disuasorio contra las aguas menores de los estudiantes. Esta imagen quedó popularizada como frase proverbial en el refranero de Correas: “Pintar santantones en rincones y llamas” y comenta: “Como en las escaleras de escuelas mayores de Salamanca, para amenaza al que se atreviere a mear en tal lugar”. De la Fiesta de San Sebastián, el 20 de enero (Cap. 39), relacionada con las Fiestas de Mozos o de Quintos, a los que el autor dedica el capítulo 43, destaca algunas danzas procesionales, tamborradas, soldadescas y milicias. La de San Blas, al día siguiente de la de la Candelaria, el 3 de febrero (Cap. 41) y sus rituales van asociados a los males de garganta, de los que este obispo es sanador. No alude a la fiesta de Santa Águeda, el 5 de febrero, relacionada con las dolencias de los pechos y la reivindicación del poder femenino en fiestas de mayordomas y alcaldesas, como las de Zamarramala y Miranda del Castañar. Todas estas fiestas de invierno que celebran a estos santos curanderos siguen muy arraigadas en áreas castellano-leonesas. Concluye el autor la rueda del calendario con el llamado Tiempo de Cuaresma —que tiene como preludio el “Carnaval” o “Antruejo” (en el Cap. 43) y las Fiestas de Quintos, que en realidad suele ir asociada a los mozos y solteros en la de San Sebastián— y la Semana Santa (Cap. 44), donde aborda temas sobre “El viaje al Más Allá” y la evolución histórica de estas fiestas en España y la “etnografía contemporánea” que esta semana festiva genera, incluyendo aspectos de alguna manera subversivos y paralelos como el la procesión en León del Santo Entierro a Genarín; dedicando un último capítulo a la “Quema del Judas” (el 45). Particular atención merecen los dos capítulos con que concluye esta obra (46 y 47): El de La renovación festiva después de Franco, donde incorpora las nuevas familias de fiestas que nacen en el siglo XX, algunas como la “Fiesta del árbol de 1914”, de carácter naturalista, las surgidas por intereses comerciales y turísticos con sus correspondientes etiquetas de Declaración de interés turístico, nacional o internacional en razón a sus características y valores de autenticidad, originalidad y conservación, o las que se incluyen como Patrimonio inmaterial de la Humanidad (el Misteri de Elche, etc.) y aquellas desacralizadas, especialmente en Galicia, que tienen por santo y patrono la comensalidad y la gastronomía en innumerable panoplia de variantes: la fiesta del Pulpo, la del Albariño, el Cocido, la Sardiñada, la Almeja, la festa do Carneiro o Espeto, etc.; además de aquellas derivadas de oficios y labores: Rapas das Bestas, Rosa del azafrán, Las Matanzas, etc. También las relacionadas con las identidades y las autonómicas: las de los Vaqueiros de Alzada, el Día de América en Asturias, la fiesta Vikinga. Por si fuera poca la presencia icónica de los pasos procesionales, han proliferado, además, nuevas dramatizaciones vivientes de Navidad y de Pasión. También las rememoraciones y recreaciones cívico-históricas en comunidades judías como las de Hervás o Ribadavia, mercados y cenas llamadas “medievales” y nuevas versiones de batallas, aparte de las tradicionales de Moros y Cristianos, con flores, tomates, vino, agua, etc. Concluye este estudio con un Análisis Global de las fiestas (Cap. 47), a sabiendas de la inabarcabilidad de las más de 20.000 populares contabilizadas por Brisset, entre las tradicionales y las más recientes, mostrando el autor los instrumentos y taxonomía empleados para su estudio científico con sus diversos niveles de complejidad. RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NOTAS DE LIBROS 273 En el Epílogo sintetiza en enunciados temáticos este complejo milenrama del árbol de las fiestas: las conexiones entre los diversos rituales, la evolución, raíces, significados, superposición de acciones y elementos, las motivaciones sociales y religiosas de las fiestas, o el placer, catarsis y liberación que producen, así como el control religioso o político a que pueden estar sometidas dando lugar a prohibiciones y originando transformaciones y desobediencias; la “Rebeldía” que encabeza el título de esta obra, sin olvidar la necesaria gestión de las identidades y la memoria histórica de cada comunidad. Termina Brisset ofreciendo como colofón una propuesta de interpretación antropológica sobre una de las estructuras y rituales más populares, al menos en el área y tema que más domina, el llamado de las “Soldadescas”, vinculado a las representaciones de Moros y Cristianos, como la materialización o “mandilín” / prólogo de Agustín García Calvo que da, quizá, pie al autor para incluir el concepto REBELDÍA como ingrediente de la Fiesta: la SUBVERSIÓN en la DIVERSIÓN que, a su vez, debe generar la DUDA. ANTONIO CEA GUTIÉRREZ CCHS. CSIC. Madrid RDTP, vol. LXVI, n.o 1, pp. 241-274, enero-junio 2011, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10 NORMAS PARA LOS COLABORADORES DE LA RDTP La Revista de Dialectología y Tradiciones Populares tiene una tradición consolidada que la convierte en un verdadero archivo de las tradiciones culturales españolas. En la actualidad es una publicación científica que se dirige a un público especializado en antropología social y cultural de carácter internacional, entendiendo la investigación antropológica en un sentido teórico y metodológico amplio y plural. Los idiomas de publicación son el español y el inglés. Se publican dos fascículos anuales con diferentes secciones: artículos de investigación, materiales de archivo, notas y notas de libros. Los trabajos propuestos deben ser originales y no pueden haber sido publicados en cualquier otro formato y/o idioma. No podrán ser presentados para su publicación simultáneamente en otra revista. Para su selección, los originales son examinados, de forma anónima, por evaluadores externos según el sistema doble ciego, además de por los miembros de los consejos de Redacción y Asesor. El Consejo de Redacción, teniendo en cuenta las evaluaciones externas, decide la aceptación o no de los trabajos, así como el volumen en el que se publicarán. El plazo máximo transcurrido desde la llegada de los artículos hasta que se informe al autor de su aceptación o rechazo es de un año. 1. Los originales propuestos para su publicación en la Revista tendrán una extensión máxima de treinta páginas, en formato DIN-A4, que se presentarán numeradas, escritas a doble espacio. Se incluirá una sinopsis, de no más de doscientas palabras y entre cuatro y seis palabras clave. Estos elementos, así como el título, deben traducirse al español e inglés. 2. La bibliografía manejada debe aparecer al final, bajo el epígrafe “Bibliografía citada”; los trabajos incluidos en ella irán ordenados alfabéticamente por el apellido del autor o autores, de la siguiente manera: Artículos de revista: Hughes-Freeland, F. 1997. “Consciousness in performance: A Javanese theory”. Social Anthropology 5: 55-68. Libros: Carrasco Saavedra, B. y M. Aladay Aspee. 1983. Sínodos de Santiago de Chile de 1688 y 1763. Madrid: CSIC. Contribuciones a libros: Asad, T. 1991. “El concepto de la traducción cultural en la antropología social británica”, en J. Clifford y G. Marcus (eds.), Retóricas de la antropología: 205-234. Barcelona: Júcar. Los apellidos y nombres de los autores deberán aparecer siempre en minúsculas, no se podrán emplear versales ni tampoco mayúsculas (salvo la letra inicial). Tampoco se podrán utilizar guiones para sustituir el nombre del autor cuando se citan seguidas varias obras de una misma persona, en ese caso, se debe repetir el nombre del autor tantas veces como obras de él se citen. En el texto, estos artículos, libros o contribuciones a libros deben ser señalados mediante el apellido del autor o autores, seguido del año de publicación del trabajo, dos puntos y la página o páginas relevantes; apareciendo todo ello, o parte de ello, entre paréntesis, según el contexto de la redacción del pasaje. Ejemplos: —“Como ha señalado Burley (1979: 44), el desarrollo del esqueleto humano...” —“...la hipótesis ha sido sugerida recientemente por algunos investigadores (Daniels 1992: 24-32; Etkin 1994: 3-7), tras comprobar que...” 3. Se escribirán siempre en cursiva las palabras sueltas en otra lengua. Se deben poner también en cursiva las abreviaturas latinas: et al. (y otros); ibid. (sin acento, designa la misma obra); id. (designa al mismo autor); i. e. (es decir); infra; op. cit.; passim (páginas en general); s. v. (sub voce); supra. Se exceptúa Cf., en redonda. Los párrafos citados textualmente dentro del artículo, se reproducirán en cuerpo menor, sangrados y sin entrecomillar. 4. Las notas se presentarán a pie de página. Los agradecimientos, si es que ha de haberlos, o cualquier otra circunstancia que se quiera hacer constar, deben constituir la primera nota, y la llamada “1” tiene que aparecer inmediatamente después del título del trabajo. 5. Todo el material debe ser enviado en soporte electrónico (PC). El envío podrá realizarse mediante correo electrónico (rdtp.cchs@cchs.csic.es) o postal, dirigido a Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Unidad de Apoyo a la Edición de Revistas, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC. Albasanz, 26-28, 28037. Madrid. España. En hoja aparte se enviarán los datos del autor: título del artículo, nombre y apellidos, dirección de correo postal, teléfono, correo electrónico, situación académica, nombre de la institución a la que pertenece y fecha de envío del trabajo. El texto se enviará preferentemente en formato Word y se indicará en él la ubicación de las ilustraciones y gráficos, que estarán identificados con números arábigos y deben ser citados en el texto. Cada imagen debe enviarse en un archivo independiente, en formato TIFF o JPEG, con una resolución mínima de 300 ppp. Los gráficos y dibujos se presentarán en archivos vectoriales. Toda ilustración debe tener un pie de foto, y cada tabla un título identificativo que se presentarán en hoja aparte. 6. El autor recibirá por correo electrónico las pruebas de imprenta, y dispondrá de un plazo de 15 días para su corrección, que deberá limitarse a la subsanación de posibles erratas y a pequeñas rectificaciones; no se admitirán variaciones significativas ni adiciones al texto. Posteriormente, podrá reenviarlas a la revista en formato electrónico o impreso. 7. La publicación de artículos en las revistas del CSIC no da derecho a remuneración alguna; los derechos de edición son del CSIC y es necesario su permiso por escrito para cualquier reproducción parcial o total. El autor recibirá gratuitamente un CD con la versión PDF de su artículo y un ejemplar del volumen en el que se publique. 8. Las editoriales o autores que deseen que sus obras sean incluidas en la sección de Notas de Libros, dedicada a las reseñas bibliográficas de obras especializadas de los últimos dos años, deberán enviar a la Redacción dos ejemplares para este fin. 9. Los originales que no se adapten a estas normas se devolverán a su autor para que los modifique. GENERAL GUIDELINES FOR SUBMISSIONS TO REVISTA DE DIALECTOLOGÍA Y TRADICIONES POPULARES Revista de Dialectología y Tradiciones Populares (RDTP) has a long history as a valuable repository of Spanish cultural traditions. Today it is an academic journal with an international readership of specialists in the fields of social and cultural anthropology, which encourages a broad, plural and scholarly interpretation —either in Spanish or English— of the theory and methods of anthropological research. RDTP is published twice a year. These are divided into various sections: research articles, archive material, research notes and book reviews. Submissions to the journal should be the result of original work unpublished previously in any format or language. Manuscripts may not be presented for publication elsewhere while submission to RDTP is being processed. Submissions are evaluated by external reviewers using a “double blind” system of anonymous assessment. They are also examined by members of the Editorial Board and the Editor of RDTP. Final decisions regarding the publication of manuscripts and their inclusion in a given issue of the Journal rest entirely with the Editorial Board. Authors will be informed of the acceptance or rejection of submissions within one year of receipt. In preparing a manuscript, authors must keep the following in mind: 1. Articles should be no longer than 30 pages. Pages should be of A4 size and numbered. The text should be double-spaced and accompanied by an abstract of no more than 200 words, with four to six keywords. The title of the article, the abstract and the keywords ought to be presented in English as well as Spanish. 2. The article must include at the end a “Bibliography of Works Cited”, which must include all works referred to in the text by the author or authors. The form for the listing of the references —alphabetically by the first cited author’s surname— is exemplified thus: Journal articles: Levine, H. B. 1999. “Reconstructing Ethnicity”. The Journal of the Royal Anthropological Institute 5 (2): 165-180. Books: Carrasco Saavedra, B., and M. Alday Aspee. 1983. Sínodos de Santiago de Chile de 1688 y 1763. Madrid: CSIC. Sections of Books: Asad, T. 1991. “El concepto de la traducción cultural en la antropología social británica”, en J. Clifford and G. Marcus (eds.), Retóricas de la antropología: 205-234. Barcelona: Júcar. Surnames and names of the authors cited should always be written in small-case; small capitals and capitals should not be used, except for the first letter. Neither should a hyphen (-) be used instead of authors’ names when listing multiple works by the same author. References to journal articles, books and sections of books in the text must be made using the surname(s) of their author(s), followed by the year of publication, a colon (:) and the relevant page number or numbers. Depending on the syntactical context of the citation, this information should be either wholly or partially enclosed in brackets. For example: —“As has been pointed out by Burley (1979: 44), the development of the human skeleton...” —“...this hypothesis has recently been advanced by some scholars (Daniels 1992: 24-32; Etkin 1994: 3-7) after realizing that...” 3. Isolated words in a language other than that of the submitted manuscript should always be italicized; as should be the abbreviations of Latin terms: et al. (and others); ibid. (in the same work); id. (same author); i. e. (that is); infra; op. cit.; passim (pages in general); s. v. (sub voce); supra. The exception is Cf., which should not be italicized. Long quotations must be indented and typed in a font smaller than that used regularly in the text. No enclosing of the quotation in inverted commas is necessary. 4. Although any notes accompanying the manuscript will appear in the publication as footnotes, the author must submit them as endnotes. Any acknowledgements that he or she may wish to make, or any circumstantial note regarding the preparation of the manuscript, should constitute Note 1, signalled right after the title. 5. All submissions must be prepared in digital format (PC compatible) and be sent to the Editorial Board of RDTP either by email (rdtp.cchs@cchs.csic.es) or by post (“Revista de Dialectología y Tradiciones Populares”, Unidad de Apoyo a la Edición de Revistas, Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, Albasanz 26-28, 28037 Madrid, Spain). The following details about the author(s) and the manuscript submitted ought to be written on a separate sheet of paper: title of the manuscript, name and surname(s) of the author(s), postal address, telephone number, email address, academic position, institutional affiliation and date of submission. Submissions should preferably be Word files. Illustrations and graphs must be numbered and their location in the text clearly indicated in the manuscript with Arabic numerals. Each image must be sent as a separate file, in TIFF or JPEG format, with a resolution of at least 300 dpi. Graphs and illustrations must be submitted as vector graphics. Images must be accompanied by captions; and tables, by titles. Captions and titles must be listed on a separate page. 6. Authors of manuscripts approved for publication in RDTP will receive proofs by email for revision. Authors will have no more than 15 days to make any necessary corrections. These corrections should be limited to the elimination of errata and other minor emendations; substantial modifications or additions to the text of accepted manuscripts will not be allowed at this point. Revised, corrected proofs can be returned to the Editorial Board in either digital or paper format. 7. Publication of a manuscript in any of the CSIC journals entitles authors to no form of payment for their work. Copyright of the publication is reserved to the CSIC, the written permission of which is therefore required for any partial or complete reproduction of the publication. Authors, however, will receive from the Editorial Board, free of charge, a copy of the printed version of the issue plus a CD containing the PDF version of their published work. 8. Publishers or authors who wish to submit books for inclusion in the Journal’s “Book Reviews” section, dedicated to the review of scholarly work published within the last two years, should send copies (one per book) to the Editorial Board. 9. Submissions that do not comply with these guidelines will be returned to their author(s) for modification. SUSCRIPCIÓN Y PEDIDOS DATOS DEL PETICIONARIO: Nombre y apellidos ......................................................................................................... Razón social ................................................................ NIF/CIF ........................................ Dirección ........................................................................................ CP ............................. Localidad ........................................................ Provincia ................................................... País/Estado ................................. Teléfono .................................. Fax .............................. / / e-mail ................................................................ Fecha de la solicitud ............................ Suscripción: Precios suscripción año 2011: Año completo: España 43,95 euros Extranjero 66,32 euros Números sueltos: CANT. REVISTA AÑO VOL. FASC. Precios números sueltos año 2011: España: 28,77 euros (más gastos envío) Extranjero: 39,15 euros (más gastos envío) A estos precios se les añadirá el 4 % (18 % en soporte electrónico) de IVA. Solamente para España y países de UE. Forma de pago: Factura pro forma G Transferencia bancaria a la cuenta número: C/c 0049 5117 26 2110105188 SWIFT/BIC CODE: BSCHESMM - IBAN NUMBER: ES83 0049 5117 2621 1010 5188 G Cheque nominal al Departamento de Publicaciones del CSIC G Tarjeta de crédito, VISA / Master Card / Eurocard / 4B Número: ......... ......... ......... ......... Fecha de caducidad: ....../...... 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Cristina Ordóñez Goded.—En torno al deterioro del mobiliario. Factores de degradación y conservación preventiva. Concerning the deterioration of furniture: factors in decay and preventive conservation. Juan Manuel Corrales.—Muebles virreinales oaxaqueños realizados en zumaque. La marquetería de Villa Alta. Viceregal furniture from Oaxaca carried out in zumaque. The marquetry of Villa Alta. Luis Ramón-Laca Menéndez de Luarca.—Mobiliario y pintura en las casas de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) entre los siglos XVII y XVIII. Furniture and paintings in the houses of the marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) between the 17th and 18th centuries. Mónica Piera Miquel.—El comercio de muebles en Cataluña durante el siglo XVIII. The furniture trade in Catalonia during the 18th century. Sofía Rodríguez Bernis.—“No comprar sin visitar la Casa Apolinar”. La empresa de muebles de Apolinar Marcos. “Don’t buy without visiting the House of Apolinar’: the furniture firm of Apolinar Marcos. María-Paz Aguiló-Alonso.—La valoración social del despacho institucional en el primer tercio del siglo XX. Social valuation of institucional office furniture during the first of the 20th century. Sonsoles Caruana Moyano.—La fortuna del mueble español en el mercado de arte como reflejo de su valoración social. The fate of Spanish furniture on the art market as reflection of its social valuation. Nota Jesusa Vega.—Monumentalizar la ciudad y registrarla, una contribución moderna al conocimiento. Monumentalizing and recording the city, a modern contribution to knowledge. Notas de libros Furniture: testimony to a changing society María-Paz Aguiló-Alonso (coordinadora) INSTITUTO CSIC http://rdtp.revistas.csic.es www.publicaciones.csic.es El mueble: testimonio de una sociedad cambiante Revista de dialectología ytradiciones populares El mueble: testimonio de una sociedad cambiante Furniture: testimony to a changing society María-Paz Aguiló-Alonso (coordinadora) Volumen LXVI | Nº 1 | 2011 | Madrid Sumario DE LENGUA, LITERATURA Y ANTROPOLOGÍA CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS