Las estructuras de la población.

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LAS ESTRUCTURAS DEMOGRÁFICAS ESPAÑOLAS.
Peculiaridades de Castilla y León
as estructuras demográficas hacen referencia a la composición de la población. Se suelen distinguir
las estructuras biológicas, es decir, la distribución de la población según su edad y su sexo, y las estructuras soioeconómicas, esto es, según la población sea activa o no, esté parada o empleada y según
el sector económico en el que trabaje. El conocimiento de la estructura demográfica de una población
(envejecimiento, población activa, categoría socioprofesional de sus habitantes, etc.) es fundamental
para la organización del territorio.
L
1.
La estructura biológica
La estructura biológica se refiere a la composición de una población atendiendo al sexo y a la edad, es decir,
la proporción que existe entre varones y mujeres (sex ratio) y a la distribución por grupos de edades significativas desde el punto de vista económico y social: población joven (0-14 años), población adulta (15-64 años) y población vieja (65 años y más).
La edad y el sexo de la población son variables demográficas con influencia directa en la dinámica natural de la
población (natalidad y mortalidad) y en el funcionamiento de los sistemas económico-sociales (oferta de mano
de obra, necesidad de bienes y servicios —educación, sanidad...—). Pero a su vez, la estructura por edad y sexo
es el resultado de otras variables demográficas como la fecundidad, la esperanza de vida o las migraciones.
La forma más habitual de representar gráficamente la estructura biológica son las pirámides de población, gráficos de barras que permiten una rápida percepción de fenómenos demográficos como el envejecimiento de la
población, el equilibrio o desequilibrio entre sexos, los comportamientos sociales ante la nataliad, e incluso el
efecto demográfico de catástrofes y guerras.
1.1. La intensa transformación de la estructura por sexo y edad
La estructura biológica de la población española ha experimentado cambios relevantes en las últimas décadas,
que se pueden resumir en dos ideas: feminización y envejecimiento de la población, que, en parte, se han visto
paliados por el peso creciente de los inmigrantes, personas mayoritariamente jóvenes y de sexo masculino.
A. Sexo: mayor presencia femenina en la estructura demográfica española
La principal característica de la estructura por sexos de la población española es la existencia de un mayor número
de mujeres que de hombres. En España la relación de masculinidad es de 97 varones por cada cien mujeres.
Este predominio de las mujeres sobre los varones tiene que ver con la mayor esperanza de vida de la mujer.
Nacen más niños que niñas (106 niños por cada 100 niñas), pero debido a la sobremortalidad masculina (ya desde
el momento del nacimiento) la sex ratio se va modificando con el aumento de edad, alcanzándose el equilibrio
entre sexos en torno a los 50 años. A partir de entonces aumenta la presencia femenina, hasta llegar a una proporción de más de dos mujeres de 85 años por cada varón de la misma edad.
En el último siglo ha crecido algo más la población masculina que la femenina debido a los aportes de la inmigración (con mayor presencia de varones), lo que hace que, en su conjunto, la población masculina en España
se acerque a la femenina.
La excepción al predominio femenino se da en las zonas rurales, donde existe una mayor tasa de masculinidad
debido a que es la mujer soltera la que más emigra a la ciudad, quedándose el varón más arraigado al campo.
Existen también diferencias notables entre las sex ratio de las distintas comunidades autónomas. Presentan
una mayor presencia de varones aquellas CC.AA. con una mayor inmigración masculina (Murcia, Castilla la Mancha, Baleares, Canarias, Aragón, La Rioja). Por el contrario, comunidades con menor presencia de inmigrantes y
un mayor envejecimiento (Asturias, Galicia, Cantabria y País Vasco) tienen un mayor predominio de mujeres.
Las estructuras demográficas en España
B. Edad: el progresivo envejecimiento de la población española
La estructura por edades de la población española pone de manifiesto el pronunciado y progresivo descenso de
la población joven, paralelo al aumento de la población vieja , y la gran importancia cuantitativa de las generaciones adultas, en especial las nacidas entre 1955 y 1975 (baby boom).
Como resultado de ello, España presenta en la actualidad una estructura por edades envejecida, con una tasa
de envejecimiento cercana al 17 % y un índice de envejecimiento por encima de 1,15 que evidencia el enorme
y creciente peso de la población vieja con respecto a la población joven.
Este envejecimiento de la población ha sido un proceso progresivo a lo largo del siglo XX, y acentuado desde los
años ochenta, siguiendo con retraso el modelo europeo. A lo largo de ese siglo los jóvenes redujeron su proporción
a menos de la mitad (de 33,5 % a 14 %), mientras que la proporción de ancianos se triplicó (de 5,2 % a 17 %).
1. Hasta finales del siglo XIX se puede afirmar que la estructura demográfica española era claramente joven:
los ancianos no alcanzaban el 5 % de la población total y los menores de 15 años se acercaban al 35 %.
2. Desde principios del siglo XX, y hasta finales de los años 70, las estructuras demográficas muestran un
proceso de envejecimiento progresivo que se manifiesta en una proporción cada vez mayor de los adultos y en menor medida en un aumento también de la población vieja; el grupo joven va disminuyendo su
proporción, salvo en los años sesenta –baby boom–. Como consecuencia, el índice de envejecimiento aumenta, pero sin presentar aún el porcentaje propio de una estructura envejecida (la población vieja no rebasa todavía el 10 % de la población).
3. A partir de 1980, España posee ya una estructura demográfica claramente envejecida. Así, en el año 2000
la población vieja supera a la población joven, por lo que el índice de envejecimiento es superior a 1 –es
decir, existe ya más población anciana que población joven–. Los porcentajes de población adulta (cerca
del 70 % de la población total) son los mayores de toda la historia de España.
Las causas demográficas de este envejecimiento de la población española radican en el bajo índice de fecundidad (por
debajo de 1,3 hijos por mujer, que no permite el relevo generacional y hacen que la pirámide de población decrezca en
los grupos de edades más jóvenes) y en el aumento de la esperanza de vida (que se sitúa hoy en torno a los 82 años).
Aún así, en la última década el aumento de la fecundidad y los aportes de la inmigración comienzan a tener consecuencias positivas en este campo, produciendo un ligero rejuvenecimiento de la población.
1.2. Problemas relacionados con el envejecimiento de la población
El progresivo envejecimiento demográfico tiene importantes repercusiones demográficas, sociales y económicas.
a) Demográficas: la potencialidad de natalidad actual irá disminuyendo, al incorporarse a la edad de procrear generaciones cada vez menos numerosas, lo que unido al aumento de la tasa de mortalidad por el
envejecimiento, ocasionará un crecimiento vegetativo negativo de la población española.
Ahora bien, el crecimiento natural no depende sólo del potencial de natalidad, sino de decisiones personales acerca del número de hijos deseados. Ello explica que a finales de los años noventa –cuando mayor
era en España la proporción de población femenina en edad fértil (las generaciones del baby boom), y por
tanto con una natalidad potencial enorme– se dieron sin embargo las tasas de natalidad más bajas de
toda la historia de España. Por otro lado, la inmigración de población adulta joven, con una mentalidad
más natalista, puede compensar los posibles déficit nacionales.
b) Económicas: la estructura demográfica actual supondrá un incremento de la tasa de dependencia. De
mantenerse las actuales tendencias demográficas, cada año llegarán a la edad de trabajar menos personas de las que se jubilan, lo que incrementará la tasa de dependencia de los ancianos respecto de los activos y, por tanto, crecerá el gasto de las pensiones, del sistema sanitario (estancias hospitalarias,
medicinas) y de los servicios sociales.
Ahora bien, ha de tenerse en cuenta que el equilibrio de este sistema no depende sólo del factor demográfico, sino también de los niveles de actividad económica –que pueden compensarse con la inmigración
de mano de obra y el necesario aumento de la tasa de actividad laboral femenina–. El problema no es
tanto demográfico como, sobre todo, económico.
a) Sociales: uno de los problemas más acuciantes es la soledad y aislamiento de los ancianos, lo que hace imprescindible la ampliación de los programas de asistencia a domicilio, la puesta en marcha de residencias
a precios asequibles, la apertura de centros de día, etc.
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Las Estructuras demográficas en España
1.3. Diferencias espaciales en cuanto a las estructuras biológicas
El envejecimiento de la población no es homogéneo en todo el territorio nacional.
La población anciana es mayor en las zonas rurales que en las urbanas. Pueden establecerse diferencias en el grado
de envejecimiento según el tamaño de los municipios. Como promedio, los municipios de más de 100.000 habitantes presentan una tasa de envejecimiento inferior al 15 %, mientras los de menos de 5000 sobrepasan el 20 %.
También se observan diferencias a escala
regional. Las estructuras biológicas españolas, aunque son envejecidas ya en todas
las comunidades autónomas, no lo son en el
mismo grado en todas ellas. Existe, en general, una clara diferencia entre las regiones
del Noroeste (más envejecidas) y las del sur
y mediterráneas (más jóvenes).
a) El envejecimiento es más acusado
en las zonas del interior de la mitad
norte, y en especial del Noroeste.
Las zonas que presentan una estructura demográfica más envejecida son
Asturias, Castilla y León, La Rioja, Aragón y la Galicia interior. Corresponden a zonas donde a los reducidos
índices de fecundidad se superpone el
envejecimiento que resulta de la emigración sostenida de jóvenes trabajadores durante la etapa del
“desarrollismo” hacia las áreas industriales del país, y en algunos casos el
retorno como jubilados de antiguos emigrantes. Esta última causa explica el envejecimiento de zonas natalistas de la mitad sur de la península (Extremadura).
b) Las zonas con una estructura de población más joven corresponden a las comunidades con mayores
niveles de fecundidad (Canarias, Murcia, Andalucía) o a zonas receptoras de inmigrantes que han rejuvenecido la población (Madrid, Barcelona, País Vasco, Valladolid, Zaragoza, Galicia costera).
Estos acusados contrastes regionales tienen gran trascendencia para la demografía y la economía de las distintas comunidades españolas. Las Comunidades más envejecidas, dado que presentan una situación económica menos dinámica y que en ellas existe un gran porcentaje de población jubilada, han de hacer frente
a importantes gastos sociales (sanidad, pensiones...). La situación es mucho mejor en las Comunidades con
población menos envejecida que además disponen de una estructura económica más sólida. En el otro lado,
las comunidades que presentan un mayor porcentaje de población joven (las del sur) se encuentran con una
mayor presión sobre el mercado laboral.
El ejemplo de Castilla y León
En muchas de las cuestiones planteadas, Castilla y León puede servir de ejemplo sobre el futuro inmediato que
aguarda al conjunto de la población española, puesto que nuestra región se puede considerar como una de las
más envejecidas demográficamente. En efecto, de todas las comunidades autónomas, es la que presenta mayor
proporción de ancianos (por encima del 22% ), a la vez que está también entre las que tienen menor proporción
de adultos (que son los que trabajan), y esta situación se agrava especialmente con la disminución del porcentaje de adultos jóvenes (15-44 años, la población fértil) y del grupo de población joven. A esta distribución por edades se añade una elevada tasa de masculinidad durante la edad fértil (107 %).
No obstante, el envejecimiento no se distribuye de forma equilibrada en todo el territorio: Valladolid (18 %) y Burgos (21 %), las provincias con mayor dinamismo, presentan menos porcentaje personas mayores de 65 años; en
el otro extremo, Zamora, tiene un 28 % de mayores de 65 años.
Esta estructura biológica tan envejecida tiene como consecuencia que esta comunidad tenga una de las tasas
de población activa más reducidas de España y que sea una de las regiones españolas con mayor tasa de deIES Núñez de Arce
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Las estructuras demográficas en España
pendencia y un crecimiento vegetativo negativo..., que apuntan a un futuro incierto en lo que se refiere al desarrollo económico y social de esta comunidad. Estas características demográficas apenas son paliadas por la inmigración, que, con su mayor potencial natalista, compensa levemente el crecimiento vegetativo negativo.
No obstante, el problema no es tanto demográfico como económico. Hoy, una parte de los jóvenes, precisamente los más formados, se ven obligados a emigrar fuera de la comunidad por falta de trabajos acordes con su
preparación. La demografía en Castilla y León, como en el resto de España, está condicionada por la evolución
económica.
2.
Las estructuras socioeconómicas
A la estructura demográfica por edades se yuxtapone una estructura socioeconómica, que expresa la composición de una población respecto a la actividad económica.
2.1. Población activa, empleo y paro en España
En los momentos actuales se pueden señalar dos rasgos significativos en relación con la población activa. Uno
es el crecimiento de la población activa desde los años 70, sobre todo en términos absolutos (crecimiento que
se detiene desde la crisis económica de 2008). El otro lo constituye las elevadas cifras del paro de la población
española.
a. Crecimiento de la población activa, sobre todo femenina
Se entiende por población activa aquella que está en edad laboral (16 o más años) y participa en la producción
de bienes y servicios –o está disponible para hacerlo–. La población activa se subdivide en población ocupada
(la que tiene un empleo retribuido) y población parada (la que no trabaja, aunque desearía hacerlo –busca empleo activamente y no lo encuentra–). La población inactiva es la que no tiene ni busca trabajo remunerado. Incluye a los jubilados, los estudiantes, las amas de casa, los incapacitados, rentistas, retirados...
La actividad de una población se mide mediante la tasa de actividad o porcentaje de la población activa respecto
a la población potencialmente activa (todos los mayores de 16 años):
La tasa de actividad en España se sitúa en el 60 % (23 millones de activos), una cifra que se ha incrementado de
forma importante en las dos últimas décadas, aunque es todavía inferior a la de los países europeos (65 %). Este
crecimiento es debido en buena parte a la incorporación creciente de la mujer al mercado laboral y a los recientes aportes de la inmigración.
Por sexos, existe un predominio de la tasa de actividad masculina (66 %) respecto a la femenina (54 %). Esta
situación ha vivido un importante cambio en los últimos años. La tasa de actividad masculina, que había ido descendiendo en España a lo largo del siglo XX –con la emigración exterior, la prolongación de la escolaridad obligatoria y la generalización de la jubilación pagada y su adelantamiento a edades más tempranas–, se incrementa
desde los años noventa con el cambio de ciclo económico y la llegada de importantes contingentes de inmigrantes.
Pero el rasgo más destacado es el crecimiento de la tasa de actividad femenina, por numerosos factores: la creciente terciarización de la economía (que facilita el empleo femenino), la buena
marcha de la economía en los últimos años, los cambios ideológicos de la sociedad española y los cambios en los hábitos de fecundidad. Sin embargo, la tasa de actividad femenina todavía no
ha alcanzado las cifras de otros países desarrollados y aún está
lejos de la masculina .
Las tasas de actividad presentan diferencias regionales, que reflejan a su vez diferencias en la estructura por edades y en el grado de
dinamismo económico. Las tasas de actividad más elevadas (en
torno al 65 %) se dan en los focos industriales –que recibieron una
fuerte inmigración (Madrid, Cataluña)– y en el litoral mediterráneo
y Canarias por el turismo. Las más bajas (en torno al 55 %) corresponden a las regiones más envejecidas (Asturias, Galicia y Castilla y
León) y a las de menor dinamismo económico (Extremadura).
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Las estructuras demográficas en España
b. Una tasa de paro muy elevada en la actualidad
El paro se ha convertido en uno de los principales problemas de la sociedad española, con notables implicaciones económicas y sociales.
El paro evoluciona según los ciclos económicos, ya que depende preferentemente de la marcha de la economía más
que de la estructura por edades:
1. Hasta 1975, la tasa de paro en España era
muy baja (no superaba el 3 % de la población activa), debido a la emigración a Europa y a la débil incorporación de la mujer
al mercado laboral.
2. Esta tasa se dispara desde la segunda
mitad de los setenta, alcanzando el 21 %
en 1985 (casi tres millones de parados)
debido a la destrucción de empleo durante la crisis económica y posterior reconversión industrial de los años setenta y
ochenta y al aumento del número de "activos" con la llegada a edad laboral de la generación del baby
boom y el incremento de la presencia de la mujer en el mundo laboral.
3. La fase de recuperación económica posterior (1985-1990) hace disminuir el paro, pero no de forma
substancial, pues no desciende del 15 % en 1990, a pesar del crecimiento económico experimentado durante ese período.
4. El paro vuelve a repuntar con la recesión económica reiniciada en 1991, elevándose de nuevo las cifras de
paro a cotas más altas en 1994 (el porcentaje de parados se acerca al 25 %).
5. A partir de 1995, la conjunción de desarrollo económico y entrada en el mercado laboral de generaciones menos numerosas lleva
la tasa de paro a sus mínimos de los últimos
treinta años (8 % en 2007).
6. Desde mediados del 2007, se produce un
gran deterioro del mercado laboral, como
consecuencia de la crisis económica, que
lleva la tasa de paro española al 27 % de la
población activa, con 6,2 millones de parados (EPA, 1º trimestre de 2013). A partir de
ese momento, la tasa de paro inicia una progresiva reducción (23,7 %, con 5,5, millones
de parados a fines de 2014).
La raíz de las elevadísimas cifas de paro españolas, muy por encima de la media europea, hay que buscarla en la estructura productiva de la economía espñaloa, especializada en actividades que utilizan mucha mano de obra (construcción y servicios de bajo nivel), lo que explica en buena parte tanto la creación de empleo en la época de bonanza
económica como la caída tan rápida e intensa del empleo durante la crisis. Estas cifras están también con un mercado laboral con una elevada tasa de temporalidad, que facilita la rápida destrucción de empleos.
El paro experimenta variaciones importantes en función de aspectos como la edad (el paro afecta más a los jóvenes), el sexo (la tasa de paro es ligeramente mayor entre las mujeres que entre los hombres, aunque en números absolutos sea mayor el número de hombres parados que de mujeres), el nivel de instrucción (más paro
cuanto menor cualificación) o la época del año (paro estacional, que aumenta en invierno, con la menor demanda del sector turístico).
España presenta, además, una distribución espacial bastante desigual, reflejo de las diferencias en la estructura por edades y en el desarrollo económico de las regiones españolas. En los niveles más bajos de paro (en
torno al 15%) se sitúan País Vasco, Navarra y La Rioja. Las mayores tasas de paro (por encima del 30 %)aparecen
en Andalucía y Canarias. El menor desarrollo económico, una estructura de población más joven y un mayor deterioro del mercado laboral en las regiones que tenían mayor dependencia del sector de la construcción y del sector servicios (principalmente el turismo) explican las mayores tasas de desempleo.
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2.2. Distribución sectorial de la población activa española
La composición de la población activa española por sectores económicos española presenta características
similares a las de nuestro entorno europeo (terciarización), aunque se haya incorporado a ellas con cierto retraso.
En estos momentos el sector primario ocupa una parte ínfima de la población activa, por debajo del 5% de la
población, en un umbral que se acerca ya mucho a los países europeos más avanzados. El sector terciario emplea a dos tercios de la población activa, mientras que el sector secundario se reduce ya a la mitad del terciario.
Estamos, pues, en una sociedad que no sólo ha dejado de ser agraria o rural, sino que, dentro de ella, se ha impuesto ampliamente el sector servicios frente al sector industrial. Nos encontramos, por tanto, en una sociedad
urbana que ya no es industrial, sino postindustrial.
Esta situación es el resultado de una evolución de la actividad económica que se ha mostrado rezagada frente
a la mayoría de los países de Europa Occidental.
• Hasta los años 50 la sociedad española todavía se podía considerar como agraria y
rural, pues en torno a la mitad de la población activa vivía de actividades relacionadas
con el sector primario. El avance industrial del
primer tercio del siclo XX, frenado por la Guerra Civil y la postguerra, no fue suficiente para
consolidar una sociedad industrial y urbana.
• Desde finales de la década de los años cincuenta, España culmina con rapidez un proceso de industrialización y en los años setenta
la sociedad española ya es mayoritariamente
urbana, es decir, trabajaba ya mayoritariamente en actividades secundarias y terciarias asentadas en las ciudades. La actividad industrial era la más
importante, llegando a ocupar en la década del setenta a casi el 40 % de la población activa.
• Desde mediados de los años setenta se asiste, dentro del proceso de crisis económica que acompaña
a la llamada tercera revolución industrial, a un proceso de progresión acelerada de la actividad terciaria
y a un declive rápido de la actividad primaria, sobre todo agraria, manteniendo el sector industrial un
peso todavía importante en términos ocupacionales, pero en descenso lento, aunque su trascendencia
económica siga siendo notable, tanto en términos absolutos como relativos.
Este proceso de cambio no ha seguido el mismo ritmo espacial en su evolución. La composición sectorial de la
población activa española, aun siendo mayoritariamente terciaria, presenta algunas diferencias territoriales
según sectores económicos.
• La actividad terciaria domina en
toda España, y pocas regiones
destacan de forma significativa
por encima de la media nacional
en este sector: las islas (turismo);
Madrid (por su papel económico
y político) y Ceuta y Melilla (por
su carácter de plazas militares).
• Las zonas con un porcentaje de población activa primaria superior a la media española
están situadas en la mitad sur peninsular (Andalucía, Murcia, Extremadura, Castilla la Mancha) y se prolonga hacia el Norte por
Castilla-León, Galicia, y La Rioja.
• La población activa industrial tiene una
presencia proporcional mayor que la media
nacional en el cuadrante nordeste (Cataluña,
País Vasco, Navarra, Aragón y La Rioja), con
ramificaciones hacia la Comunidad Valenciana.
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