COMENTARIO DE TEXTO DE MAQUIAVELO RESUELTO PARA LA PAEG [Contexto histórico] Maquiavelo vivió en la Florencia del siglo XV, en pleno Renacimiento. En el momento de la fundación de los modernos Estados-Nación, las pequeñas repúblicas independientes italianas se veían constantemente acosadas por las grandes superpotencias europeas (España o Francia), por lo que su arma principal será la inteligencia política, cuyo máximo ejemplo será el pensador florentino. [Tema/problemática] Con respecto al tema, El Príncipe pretende ser un manual para gobernantes (estará dedicado a Lorenzo de Médicis) que, realmente, tuviera utilidad práctica, en oposición a la literatura política de la época, más centrada en aspectos éticos que emulaba los ideales griegos. [Enumeración de las ideas principales] Las ideas principales serían las siguientes: si queremos planear la política de un modo realista debemos ir a la realidad tal cual es y no cómo debería ser; hay una enorme distancia entre el funcionamiento real de un Estado y cómo debería ser (ética), lo que hace inútil el comportamiento ético de un goberante; y, por lo tanto, si un gobernante quiere mantenerse en el poder deberá comportarse con habilidad política antes que éticamente. [Desarrollo de las ideas principales] Maquiavelo comienza criticando el planteamiento utópico en la política, en la primera frase del texto, pues cree de poca utilidad estudiar la dinámica del poder político, como es su propósito, desde un punto de vista puramente teórico, partiendo de un modelo de Estado inexistente. Por el contrario, nuestro autor propone partir de los hechos, y ese es el planteamiento de la obra a la que pertenece este fragmento, que se propone describir cómo funcionan los Estados y de qué manera se adquiere, se mantiene y se pierde el poder político. Cree Maquiavelo que eso es más útil que prescribir cómo debe ser un Estado. La política, como todas las ciencias, debe partir de la experiencia. Y como todas ellas, debe limitarse a su objeto de estudio. Por eso opina Maquiavelo que la política debe describir el funcionamiento del Estado remitiéndose nada más que a los hechos. Nuestro autor rompe con la tradicional unión griega entre ética y política, o con el planteamiento medieval que subordina la política a la religión. Se le ha señalado como el iniciador del proceso secularizador en nuestra cultura, debido a que quiere separarla no sólo de la ética, sino también de la religión. A veces incluso se ha comparado a Maquiavelo con Galileo, por la independencia que para su disciplina exige este filósofo, o con Leonardo, por su atención a la experiencia. La calificación de positivismo político a su pensamiento expresa claramente la actualidad del mismo. La preservación del poder, como indica el texto, depende de que se esté pendiente de cómo son los hombres y cómo viven, no de cómo deberían ser y cómo deberían vivir. Por eso, El Príncipe de Maquiavelo es la antiutopía del Renacimiento, porque prescinde del plano ideal y se centra pragmáticamente en lo empírico. Vivimos entre hombres reales y de ahí la idea del texto que afirma que quien se fije en lo bueno se labrará su ruina, porque la mayoría no lo hace. Si la conducta real de los hombres está alejada de una ética ideal, quien quiera sobrevivir entre ellos deberá prescindir de la bondad ética. Y quien más hábilmente deberá comportarse sin referencia a la ética será el gobernante. Maquiavelo previene aquí al destinatario de su obra (Lorenzo de Médicis) de que su conducta, aunque a veces debe parecerlo, no debe estar pendiente de la ética nunca, sino de la realidad humana en la que se desenvuelve. El príncipe debe aprender a ser bueno o malo en función de sus intereses, que son para él la única guía. Maquiavelo tiene como modelo seguramente a su admirado César Borgia, hábil militar y gobernante que nunca tuvo escrúpulos de ningún tipo para sacar adelante sus objetivos. Por la novedad de sus planteamientos, podemos decir que Maquiavelo es uno de los teóricos más notables del Renacimiento, y que con ellos abre el camino de la modernidad. La polémica en la obra de Maquiavelo consiste en la legitimidad de la razón de Estado, concepto perfilado por él y que consiste en que el gobernante debe buscar siempre el interés de su Estado, si es necesario cometiendo actos éticamente reprobables, pero sabiendo ocultarlos hábilmente. Al gobernante le interesa el bien del Estado porque será su propio bien, he ahí la conjunción entre el poder egoísta y el interés público que continuamente superpone Maquiavelo, y que es el lugar común de las discusiones sobre su interpretación. El gobernante deberá incluso utilizar alguna religión para mantener la cohesión social, independientemente de su valor de verdad o de su carga ética. De ahí la frase “El fin justicia los medios”, que nunca dijo Maquiavelo, pero que cuadra bien con su pensamiento. Las críticas habituales al florentino consisten en reprobar la inmoralidad de las acciones motivadas por la razón de Estado, y proponer una política que esté basada en algún tipo de ética, ya sea la cristiana (como hacían sus críticos renacentistas o modernos) o basada en un consenso social (como dicen sus críticos actuales). El caso es que para Maquiavelo cualquiera de esas éticas podría ser válida si se convierte en un instrumento al servicio del poder, en lugar de condicionarlo, porque él se mueve en un nihilismo ético que algunos emparentan con Nietzsche. Además de la Razón de Estado, otro concepto maquiavélico que vemos reflejado en el texto (la capacidad a la que se refiere en la última frase) y que muestra el carácter innovador de su pensamiento es la “virtú” que el príncipe debe tener, y que consiste en ese cinismo pragmático que sabe usar la ética, la religión, cualquier ideología o la propia apariencia para, a la vez, mantener y fortalecer el propio poder político y fortalecer al estado gobernado. No es que la virtud maquiavélica sea puramente egoísta, como hemos indicado, porque para él el beneficio del gobernante pasa necesariamente por el fortalecimiento del Estado, cosa que según él beneficiaría a todos. De esta manera, tenemos el planteamiento paradójico de que el gobernante maquiavélico debe ser una persona a la que todo el mundo censure éticamente (porque miente, incumple acuerdos, finge bondades, traiciona…), pero a la vez se alegre de que lleve los asuntos públicos con esa sagacidad (virtú), porque en asuntos de política, como indica en el texto, todo aquel que quiera comportarse como una buena persona labrará su ruina (y con ella la de su Estado). Recordemos que Maquiavelo está describiendo el funcionamiento real de los Estados eficientes de su tiempo, que él conocía de primera mano por sus años de trabajo como diplomático en la corte florentina. Ese funcionamiento es el que recomienda en esta obra para el príncipe que logre unificar Italia, expulsar de ella a los extranjeros, y convertirla en una potencia de la talla de la Francia o España de aquella época, como él quería. [Relación entre las ideas principales] Con respecto a la relación entre ideas, Maquiavelo parte de la distinción entre lo que es y lo que debe ser en la realidad política, subrayando inmediatamente la distancia entre ambas. Seguidamente, argumenta que un político que se comporte siguiendo el deber ser, pronto se labrará la ruina en un mundo en el que nadie lo hace. Es por ello que, si un gobernante quiere mantenerse en el poder, tendrá que anteponer sus intereses estratégicos antes que cualquier consideración ética.