Disertación de estudio del presidente Ikeda CONFERENCIAS SOBRE GOSHO “ LA HERENCIA DE LA LEY SUPREMA DE LA VIDA” Capítulo 12 - 13 SOKA GAKKAI INTERNACIONAL DE CHILE CONFERENCIAS SOBRE EL ESCRITO LA HERENCIA DE LA LEY SUPREMA DE LA VIDA [ Capítulo 10 ] “Los deseos mundanos son la iluminación” y “los sufrimientos de la vida y la muerte son el nirvana”: Convertir la ilusión y el sufrimiento, alegría y esperanza Decídase a extraer el inmenso poder de la fe, y entone Nam-myohorenge-kyo con la oración de que su fe sea correcta y firme en el momento de la muerte. Jamás busque otra manera de heredar la Ley suprema de la vida y la muerte, y manifiéstela en su vida. Sólo entonces comprenderá que los deseos mundanos son la iluminación y que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana. Aun el hecho de abrazar el Sutra del loto resultaría inútil sin la herencia de la fe. En otra oportunidad le daré más detalles. Con mi profundo respeto, Nichiren, el shramana1 del Japón En el undécimo día del segundo mes, noveno año de Bun´ei (1272), signo cíclico mizunoe-saru. Respuesta al honorable Sairen-bo Disertación El poder benéfico de la Ley Mística es indescriptible. Si mantenemos la práctica correctamente, tal como enseña el Daishonin, podemos lograr el supremo estado de Budeidad en esta existencia presente cuyo valor es inapreciable. En el último pasaje de La herencia de la Ley suprema de la vida, el Daishonin esclarece la clave de la fe correcta para heredar la Ley y nos pide que construyamos una existencia en verdad insuperable. Sólo la Soka Gakkai ha heredado de Nichiren Daishonin la Ley suprema de la vida y la muerte, y sólo nuestra organización ha mantenido y practicado esta enseñanza en forma correcta, propagándola al mundo ampliamente de acuerdo con sus instrucciones. Por esta razón, el poder infinito de la Ley Mística brota con potencia en la vida de cada uno de aquellos que se esfuerzan en bien del kosen-rufu. Cuando hacemos surgir en nuestro interior el júbilo inmenso que deriva de comprender que somos entidades de la Ley Mística, podemos convertir en sabiduría hasta el problema más recalcitrante y el sufrimiento más arraigado, y aprovechar esa sabiduría para crear valor. Poseemos en forma inherente el 1 Shramana: (Sansc.) El que busca el Camino. En la India, originariamente la palabra se aplicaba a cualquier asceta, ermitaño, mendicante o practicante religioso que renunciaba a la vida secular y se marchaba de su hogar en busca de la verdad. poder de superar cualquier atolladero o situación aparentemente imposible. Cuando creemos con convicción rotunda y absoluta en nuestro poder innato de “convertir el veneno en remedio” ––la fuerza de convertir cualquier sufrimiento o adversidad en un trampolín hacia la felicidad absoluta––, desaparecen todos los miedos. La Ley Mística es el medio fundamental para hacer surgir ese poder ilimitado que cada uno lleva en su interior. Esa fuerza nos permite convertir en sabiduría todos los deseos mundanos o impulsos derivados de la ilusión, así como el fuego consume la leña para dar luz. También podemos transformar una existencia marcada por las desdichas del nacimiento y la muerte en una vida coronada por la alegría vibrante e ilimitada, así como el sol primaveral derrite el hielo y la nieve para formar un arroyo fluido. El tema primordial del budismo es la transformación de la vida propia. La filosofía de Nichiren Daishonin es una enseñanza que permite cambiar al vida en forma real y tangible. Todo parte de nosotros mismos y de nuestra revolución humana. Esto forma la trama profunda del budismo expuesto por Nichiren Daishonin y de las actividades que hacemos en la Soka Gakkai. En el párrafo final de La herencia de la Ley suprema de la vida, el Daishonin parecería decirnos: “¡Tomen conciencia del inmenso poder que poseen!”, “¡Hagan daimoku con la firme convicción de que podrán construir una vida espléndida, de tremenda satisfacción!”; “¡De esto se trata la verdadera herencia!”. Concluye este escrito explicando que la “herencia de la fe” es el único medio por el cual nosotros y todas las personas podemos compartir la herencia de lograr la Budeidad. La esencia de la fe para heredar la Ley En La herencia de la Ley suprema de la vida, vibra el espíritu budista fundamental de conducir a cada persona al logro de la iluminación. En este escrito palpita el inmenso deseo compasivo del Daishonin de hacer que toda la humanidad viva enfocada en la felicidad suprema. En la entrega anterior, tal como habíamos estudiado, el Daishonin declara que él está llevando a cabo la práctica que debería emprender el bodhisattva Prácticas Superiores, heredero de la Ley de la vida y la muerte, quien juró aparecer en el Último Día de la Ley. Como se desprende de este hecho, la Gran Ley para la iluminación de todos los seres fue establecida nada menos que por Nichiren Daishonin, el “maestro de la verdadera causa”. El pasaje final, que sigue a continuación, establece los elementos esenciales de la fe que deben reunir los seres humanos en el Último Día para heredar del Daishonin la Ley que conduce al logro de la Budeidad. Estos elementos están plasmados en expresiones como “el inmenso poder de la fe”; “una fe correcta y firme ene l momento de la muerte”; “la comprensión de que los deseos mundanos son la iluminación y que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana”, y la “herencia de la fe”. En esta entrega y en la siguiente, analizaré estos principios y su práctica. Ahora analicemos este fragmento, renglón por renglón. En primer lugar, el Daishonin dice: “Decídase a extraer el inmenso poder de la fe”, y recalca que ese “inmenso poder de la fe” es la base para que cada persona comparta la herencia de la Ley. “Decídase” implica un compromiso y una determinación conscientes. Podría decirse que el “inmenso poder de la fe” es la capacidad de seguir dedicándonos siempre, cada día con nueva disposición, y de abastecer nuestro corazón con una vitalidad siempre renovada. A continuación, el Daishonin explica, concretamente, cómo debemos enfocar nuestra postura en la práctica budista. Dice: “Entone Nam-myoho-renge-kyo con la oración de que su fe sea correcta y firme en el momento de la muerte”. Ya desarrollamos en forma detallada en esta serie el concepto de tener una postura de fe correcta y firme en el momento de la muerte. En otras palabras, cerrar el telón de nuestra existencia con una profunda sensación de plenitud y serenidad, producto de nuestra fe en la Ley Mística, sin dejarnos perturbar por la obstrucción de la muerte ni por otras funciones negativas, es lo que nos conduce a un estado de felicidad ilimitada que perdure por toda la eternidad. Como ya estudiamos antes, para tener una postura de fe correcta y firme en el momento de la muerte, es fundamental que nos esforcemos día tras día, mes tras mes, con la actitud esencial de vivir cada instante como si fuera el último: vivir siempre de tal forma que no tengamos nada que lamentar ni que reprocharnos. Para llegar a este estado interior, el Daishonin nos enseña a profundizar nuestra oración cada día, y a perseverar con la decisión de practicar la fe sin escatimar la vida. También nos informa que no hay otra manera de heredar la Ley suprema de la vida y la muerte, salvo practicar correctamente el budismo haciendo surgir “el inmenso poder de la fe” y entonando Nam-myoho-renge-kyo para la felicidad de uno y de los demás, con la convicción de que nuestra postura de fe sea correcta y firme en el momento de la muerte. En la raíz de la herencia de la Ley anida la propia transformación interior Como conclusión de este escrito, el Daishonin enfoca lo que cada uno de nosotros debe hacer para lograr la iluminación. El budismo de la verdadera causa propagado por Nichiren Daishonin es una enseñanza para que las personas reales, de carne y hueso, pongan en acción el principio causal para lograra la Budeidad. La base está en el ser humano: cada persona es fundamental. Si no se pone en práctica el espíritu de atesorar a cada individuo, hablar de la herencia de la Ley es un pura teoría hueca, por muchas palabras exaltadas que empleemos en nuestra retórica. Como interpretación adicional, aquellos que practican el budismo del Daishonin deben tener la conciencia y la convicción de que es posible cambiar infaliblemente la vida en el nivel más profundo. El motivo por el cual Nichiren Daishonin expresa: “Jamás busque otra manera de heredar la Ley suprema de la vida y la muerte, y manifiéstela en su vida” es que la herencia de la Ley no existe fuera de la fe en el budismo de la verdadera causa, que permite a cada individuo transformarse por dentro y lograr la Budeidad en esta existencia, basado en su práctica de Nam-myoho-renge-kyo. ¿De qué manera, entonces, se transforma nuestra vida? ¿Qué clase de estado espiritual obtenemos mediante la fe? En relación con esto, el Daishonin escribe: “Sólo entonces comprenderá que los deseos mundanos son la iluminación y que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana”. En otras palabras, uno sólo comprende que los deseos mundanos son la iluminación y que las aflicciones del nacimiento y la muerte son el nirvana cuando se decide a hacer surgir el gran poder de la fe y entona el daimoku con lograr este estado de vida es el verdadero beneficio del budismo de Nichiren Daishonin. Esto quiere decir que mediante el poder de una fe firme e inconmovible, y de la práctica de Nam-myoho-renge-kyo, podemos convertir las ilusiones y padecimientos en un medio para desplegar sabiduría creadora de valor, y consolidar un estado de vida interior de completa alegría y tranquilidad. El estado espiritual que permite a una persona vivir sus deseos mundanos como iluminación y experimentar las aflicciones del nacimiento y la muerte como un nirvana interior equivale al logro de la Budeidad con la forma que cada uno posee. Y es, también, el gran beneficio de “transformar el veneno en remedio”. En el budismo de la verdadera causa de Nichiren Daishonin, todas las personas, mediante el poder de la fe, pueden establecer en lo más hondo de su vida el estado colosal e indestructible de la Budeidad. Ahora quisiera extenderme un poco más en este estado espiritual que permite experimentar los deseos mundanos como iluminación y vivir los sufrimientos del nacer y del morir como el nirvana. El estado de vida y el beneficio de lograr la Budeidad con la forma que uno posee Para comenzar, reafirmemos el significado de estos dos principios budistas: “los deseos mundanos son la iluminación” y “los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana”. Ambos expresan la capacidad de transformación inherente a la vida. Que los deseos mundanos sean la iluminación significa que la sabiduría para lograr la Budeidad (o sea, la iluminación) se manifiesta en una vida dominada por los deseos mundanos o impulsos derivados de la ilusión. Que los sufrimientos del nacimiento y la muerte sean el nirvana significa que el estado de verdadera paz y tranquilidad del Buda (es decir, el nirvana) se manifiesta en una vida impregnada por las aflicciones del nacimiento y la muerte. Cuando nos referimos a los escritos del Daishonin, vemos que hay muy pocos casos en que se mencione alguno de estos dos principios sin incluir también el otro. En la mayoría de los casos, aparecen juntos para expresar ya sea el estado de vida o bien el beneficio de lograr la Budeidad con la forma que cada uno posee. La causalidad de las “semillas de los opuestos” y la Ley Mística de “convertir el veneno en remedio” Tomados en sentido literal, los “deseos mundanos” y la “iluminación” son opuestos diametrales, y no pueden identificarse entre sí. Lo mismo cabe afirmar de los términos tan antagónicos como las “aflicciones del nacimiento y la muerte” y el “nirvana”. En todo caso, la similitud estaría entre los deseos mundanos y los sufrimientos del nacimiento y la muerte. Como bien se sabe, el buda Shakyamuni percibió profundamente el papel causal que había entre deseos mundanos como la codicia, el odio y la estupidez, y la generación de los sufrimientos del nacimiento y la muerte. Este enfoque de la causalidad derivó en la práctica budista del Hinayana consistente en buscar la extinción de los deseos mundanos como medio para suprimir los sufrimientos fundamentales. Sin embargo, esta práctica budista conducía a la gente a despreciar y a buscar eludir los sufrimientos del nacimiento y la muerte. Pues se concentraba sólo en eliminar los deseos mundanos (el mal) partiendo de una comprensión parcial de la causalidad, según la cual el mal es el único resultado posible del mal. Con un enfoque como este, el afán de erradicar por completo el mal se destina a ser tan frustrante como inútil. Aunque las enseñanzas provisionales del Mahayana enseñaron, luego, los principios de que los deseos mundanos son la iluminación y de que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana, la práctica real de tales enseñanzas conllevaba el hecho de aspirar a la Budeidad ya fuese mediante la acumulación de buenas causas ––como se ve, por ejemplo, en la práctica de austeridades a lo largo de muchísimas existencias–– o bien depositando la posibilidad de toda salvación en un buda absoluto y trascendental, fuera de este mundo. Con todo, en última instancia estas prácticas y creencias del Mahayana también conducían a la gente a rechazar los sufrimientos del nacimiento y la muerte y a buscar cómo escapar de este mundo. Y era así, porque tales prácticas y creencias se basaban en un concepto parcial de la causalidad que afirmaba que el bien sólo podía ser producido por el bien. Pero ¿qué sucedía entonces? Las personas que llevaban a cabo una práctica autónoma y de motivación interna como bodhisattvas sólo tenían esperanza de lograr la iluminación en el futuro inconcebiblemente distante, y los que practicaban con una fe dependiente, no tenían más remedio que confiar en la intervención de un buda absoluto, como Amida, que los liberara de este mundo saha y les permitiera renacer en las “buenas” circunstancias de una tierra pura, donde les fuese posible retomar su esfuerzo para acumular buenas causas. Pero de un modo u otro, no había ninguna garantía de obtener en esta existencia el fruto de la práctica. En definitiva, esta perspectiva causal era sólo la inversa de la creencia en que el mal sólo generaba el mal. Sea como fuere, la gente que vivía capturada en las ilusiones de los deseos mundanos y en las aflicciones del nacimiento y la muerte no podía experimentar la auténtica alegría de romper esas cadenas, y no había nada que les brindara ninguna esperanza o confianza real en cuanto al logro de la iluminación. El Daishonin describe así los enfoques erróneos de las enseñanzas anteriores al Sutra del loto con respecto a los deseos mundanos y a las aflicciones del nacimiento y la muerte, en relación con la iluminación y el nirvana: La esencia de las enseñanzas anteriores al Sutra del loto es que uno debe descartar los deseos mundanos, despreciar los sufrimientos del nacimiento y la muerte y buscar la iluminación y el nirvana fuera de ellos, en otro lugar. El espíritu del Sutra del loto es que los deseos mundanos son la iluminación y que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana. En tal caso, ¿qué significa considerar los deseos mundanos y las aflicciones del nacimiento y la muerte son inseparables de la iluminación y del nirvana? En un escrito titulado El significado de escuchar por primera vez el vehículo de la Budeidad, dirigido a su discípulo laico Toki Jonin, el Daishonin afirma que la esencia de las personas comunes que practican el Sutra del loto se encuentra en el concepto de las “semillas de los opuestos”. El principio de las “semillas de los opuestos” significa que aquello que es lo opuesto al efecto o fruto de la Budeidad ––es decir, los deseos mundanos y las aflicciones del nacimiento y la muerte–– se convierte en la causa o semilla para el logro de la Budeidad. Dicho de otro modo, ambas concepciones parciales de la causalidad ––ya sea ver el mal como el único producto posible del mal o ver el bien como único producto resultante del bien–– son inadecuadas para conducir a la iluminación a las personas comunes. En última instancia, los enfoques que trazan una línea tajante y absoluta entre el bien y el mal no pueden sino causar a la gente un estado de desesperanza, en la medida en que al ser humano no le queda más opción que vivir rodeado del mal. Si nos preguntamos por qué muchas de las escuelas budistas en tiempos del Daishonin acabaron distanciándose de la realidad o sucumbiendo a un elitismo estrecho, centrados sólo en un pequeño puñado de practicantes o sacerdotes, una causa posible sería su probada incapacidad de dar esperanza a la población de una época malvada e impura, derivada de ver el bien y el mal como dos términos diferentes y separados. Cabe suponer que el Daishonin recalcó el concepto de las “semillas de los opuestos” por haber comprendido que las personas, para sentir genuina esperanza en la vida, necesitaban contar con una visión de la causalidad que les presentara la posibilidad del bien como derivado del mal; es decir, la posibilidad de que algo negativo pudiera ser transformado en algo positivo. En El significado de escuchar por primera vez el vehículo de la Budeidad, el Daishonin describe esta causalidad de las “semillas de los opuestos” como el principio de “convertir el veneno en remedio”, según el cual así como un médico excelso toma una sustancia ponzoñosa y la transforma en un medicamento eficaz, mediante el poder de la Ley Mística los seres humanos podemos transformar los tres caminos de los deseos mundanos, el karma y el sufrimiento en las tres virtudes del cuerpo del Dharma, la sabiduría y la emancipación. En verdad, los deseos mundanos se convierten en la iluminación y las aflicciones del nacimiento y la muerte se transforman en el nirvana. En el mismo escrito, el Daishonin concluye planteando que sólo es posible superar los padecimientos del nacimiento y la muerte, y sólo es posible decir que uno ha “escuchado de verdad el Sutra del loto en sentido real” cuando se llega a la convicción profunda de que los tres caminos son, en esencia, las tres virtudes. Dicho de otra forma, cuando creemos con todo nuestro ser que los deseos mundanos son la iluminación y que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana, los hechos del vivir y del morir dejan de ser para nosotros un motivo de sufrimiento. Entonces, podemos de verdad “escuchar el Sutra del loto”. El principio de las “semillas de los opuestos”, también mencionado como “abrir y fusionar las semillas de los opuestos”, significa unificar términos que están en contradicción y revelar su significado más profundo, a través de verlos desde una perspectiva más amplia y superadora. Con respecto a los deseos mundanos que son la iluminación, y a las aflicciones del nacimiento y la muerte que son el nirvana, este principio implica dar un nuevo significado más profundo a los “deseos mundanos” y a los “sufrimientos del nacimiento y la muerte”, en tanto opuestos a los términos de la iluminación y del nirvana. Precisamente porque tenemos sufrimientos, podemos orar sinceramente al Gohonzon. La determinación de confrontar nuestras desdichas con seriedad hace que brote y se fortaleza más y más en nosotros el poder fundamental inherente a nuestra vida. En ese mismo momento, nuestros sufrimientos ––es decir, nuestros deseos mundanos–– se convierten en “deseos mundanos como causa de iluminación”; podría decirse, incluso, que nuestros deseos mundanos, de hecho, contienen la iluminación. En cierto sentido, los deseos mundanos, de hecho, contienen la iluminación. En cierto sentido, los deseos mundanos experimentan un cambio cualitativo: dejan de ser “deseos mundanos que causan angustia” y pasan a ser “deseos mundanos que pueden transformarse en iluminación”. Lo que torna posible este cambio sustancial es el poder de Nam-myoho-renge-kyo, la Ley Mística de la simultaneidad de causa y efecto. Somos budas tal como somos No hay posibilidad real de lograr la iluminación fuera de los deseos mundanos y de las aflicciones del nacimiento y la muerte que experimentan las personas comunes. Para lograr la Budeidad no debemos convertirnos en seres sobrehumanos que trascienden todo lo mundano. Este es un punto que el presidente Toda siempre recalcaba. Una vez comentó: Los principios de que “los deseos mundanos son la iluminación” y de que “las aflicciones del nacimiento y la muerte son el nirvana” describen una vida que se deleita en la felicidad y en la paz interior, pero experimentando los deseos mundanos tal como estos son. […] La iluminación no es nada fuera de lo normal. Como tenemos deseos mundanos, podemos experimentar la satisfacción. Y como experimentamos satisfacción, podemos entregarnos a la felicidad. Despertar cada mañana con una clara sensación de sentir angustia o preocupación por la vida… Vivir de este modo es estar iluminado. No es nada excepcional. Así que no interpretemos equivocadamente el principio de que los deseos mundanos son la iluminación deduciendo que habremos de convertirnos en seres de ultraterrenos o especiales. El señor Toda era un maestro en el arte de ser natural y fiel a uno mismo. Por fuera, era en todos los respectos un hombre común. Pero su mente y su corazón estaban siempre enfocados en el avance de la Soka Gakkai. Por sobre todas las cosas, su sentido de la responsabilidad por el kosen-rufu eran reflejo de su monumental estado de iluminación. El maestro Toda vivía desplegando un febril deseo mundano de lograr el kosen-rufu, y su compromiso con esta causa trascendía la vida y la muerte, pues se basaba en un inmenso estado de vida que yo describiría como “iluminación expresada en forma de responsabilidad”. “Ser tal como somos” significa cultivar incesantemente nuestra vida sin perder nuestra individualidad personal. En otras palabras, en su aspecto esencial, hacer la revolución humana es dar prueba real de haber logrado la Budeidad, cada uno con la forma que posee. Los principios de que los deseos mundanos son la iluminación y de que las aflicciones del nacimiento y la muerte son el nirvana se ponen en acto en nuestra vida, en el devenir de nuestra práctica budista por forjarnos y desarrollarnos mediante la fe. La máxima alegría entre las alegrías Hay un inmenso júbilo en el hecho de esforzarnos con la conciencia de que los deseos mundanos son la iluminación y de que la aflicciones del nacimiento y la muerte son el nirvana. No hay alegría más grande que llegar a la profunda conciencia de que “las personas comunes son idénticas al nivel más elevado del ser” y de que uno es “un Buda en la vida y en la muerte”. Nuestro afán de lograr la Budeidad con la forma que poseemos, y de expresar así los principios de que los deseos mundanos son la iluminación y de que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana, siempre están imbuidos de dicha. Por ejemplo, cuando enfrentamos un problema o sufrimiento determinado y activamos la sabiduría que nos permite darle solución, casi sin darnos cuenta experimentamos un estado de inmenso deleite. Nuestra vida rebosa de potente vitalidad, y esto nos permite evaluar todo lo sucedido desde una perspectiva más elevada, donde cada circunstancia termina siendo un puro beneficio. El estado de vida de la Budeidad vibra de júbilo incontenible; esta es una de sus cualidades inherentes, pues en él palpita la alegría de la Ley, que es el gozo de comprender la verdad última. La vida de Buda, habiendo adquirido un estado capaz de trascender la muerte, rebosa eternamente con la alegría de experimentar la vida. Manifestar la Budeidad significa hacer surgir desde lo profundo del ser la alegría del Buda. Si practicamos la Ley Mística y actuamos con bravura, surgirá en nosotros la fuerza vital de la Budeidad, que nos permite remontar cualquier clase de dificultades. Y si poseemos una esperanza intrépida, capaz de brillar aun ante los reveses más duros de la vida, esa fuerza vital jamás se extinguirá. Mediante el poder de la Ley Mística, llegamos a reconocer que aunque antaño nos hayan deprimido las dificultades y los obstáculos, en realidad poseemos la fortaleza interior de enfrentar y superar cualquier adversidad. Si nos dedicamos al gran objetivo del kosen-rufu, podemos entender que nuestras propias problemas y sufrimientos son la fuerza motriz para mejorar nuestra vida y mostrar la validez del budismo de Nichiren Daishonin. Así llegamos a apreciar que nuestra postura de no dejarnos vencer por el sufrimiento es una inspiración y un aliento para muchas otras personas. A partir de mantener siempre vivo el espíritu de luchar por el kosen-rufu terminamos comprendiendo que nosotros mismos somos originariamente Budas. El Sutra del loto dice que “el corazón se colmó de una infinita alegría”. En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, la frase “infinita alegría” aparece comentada con las siguientes palabras: “los deseos mundanos son la iluminación; los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana”. El estado e vida que nos permite lograr la Budeidad, cada uno con la forma que posee, es la mayor de todas las alegrías, como lo es también comprender que los deseos mundanos son la iluminación y que las aflicciones del nacimiento y la muerte son el nirvana. El Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente continúa diciendo: “Este pasaje se refiere a la infinita alegría que uno experimenta al comprender por primera vez que nuestra vida, desde el mismísimo comienzo, ha sido el Buda. Nam-myoho-renge-kyo es la máxima alegría entre las alegrías”. Los principios de que los deseos mundanos son la iluminación y las aflicciones del nacimiento y la muerte son el nirvana indican que podemos construir una vida plena, fuerte y satisfactoria, donde hasta las desdichas y aflicciones sean percibidas con deleite. Recuerdo las siguientes palabras de Tolstoi: ¡Regocíjate! ¡Regocíjate! Nuestra misión y nuestra obra en la vida son una alegría. Regocíjate del cielo, del sol, de las estrellas, de la hierba, de los árboles y animales, y de los semejantes. Y mantente siempre alerta para que nada destruya ese gozo. Pues si tu alboroto se desvaneciera, significaría que has errado en algún punto. Descubre ese error y enmiéndalo. Cuando el célebre autor proclama que “nuestra misión y nuestra obra en la vida son una alegría”, ¿no está expresándose en el mismo tenor que nuestra profunda filosofía budista? La práctica del budismo nos permite sentir en nuestra vida ese caudal de júbilo inmenso. Tolstoi nos exhorta a detectar cualquier error de nuestra parte que destruya esa dicha profunda y a tomar medidas para corregirlo. Desde el punto de vista del budismo, esto corresponde a la práctica de transformar positivamente los deseos mundanos y los sufrimientos del nacimiento y la muerte. Es decir, internalizar los principios de que los deseos mundanos son la iluminación y las aflicciones del nacimiento y la muerte son el nirvana, y esforzándonos por transformar nuestro karma. Los miembros de la SGI, que practicamos y proclamamos la Ley Mística, quizá experimentemos períodos de sufrimiento o de ilusión, pero en realidad estamos transitando el camino de los campeones de la filosofía y la sabiduría sin parangón. A través de nuestra fe en el budismo del Daishonin, podemos convertir positivamente cualquier veneno en el supremo remedio benéfico de la Ley Mística. El Daishonin escribe: Mediante el extraordinario poder del ideograma myo o “maravilloso”, este veneno [de los deseos mundanos y de las aflicciones del nacimiento y la muerte] se convierte en la comprensión de que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana y de que los deseos mundanos son la iluminación. La Ley Mística es una brillante enseñanza para construir una vida de victoria absoluta. El éxito del budismo expuesto por Nichiren Daishonin, que permite a cada persona compartir la herencia de la Ley suprema de la vida y la muerte, queda demostrado en la cantidad creciente de personas que, basadas en la Ley Mística, están viviendo de manera triunfal con la conciencia de que los deseos mundanos son la iluminación y las aflicciones del nacimiento y la muerte son el nirvana. CONFERENCIAS SOBRE EL ESCRITO LA HERENCIA DE LA LEY SUPREMA DE LA VIDA [ Capítulo 13 (último) ] La herencia de la fe: La herencia para el logro de la Budeidad fluye en la vida de los discípulos que trabajan por la felicidad de las personas con el mismo corazón que su mentor Decídase a extraer el inmenso poder e la fe, y entone Nam-myohorenge-kyo con la oración de que su fe sea correcta y firme en el momento de la muerte. Jamás busque otra manera de heredar la Ley suprema de la vida y la muerte, y manifiéstela en su vida. Sólo entonces comprenderá que los deseos mundanos son la iluminación y que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana. Aun el hecho de abrazar el Sutra del loto resultaría inútil sin la herencia de la fe. En otra oportunidad le daré más detalles. Con mi profundo respeto, Nichiren, el shramana2 del Japón. En el undécimo día del segundo mes, noveno año de Bun´ei (1272), signo cíclico mizunoe-saru. Respuesta al honorable Sairen-bo Disertación Este escrito, como ya vimos, constituye la respuesta de Nichiren Daishonin a la pregunta de Sairen-bo sobre la transmisión de la Ley suprema de la vida y la muerte. En él se esclarece que Myoho-renge-kyo es la Ley suprema que puede liberar a todas las personas de las aflicciones del nacimiento y la muerte. Además de esbozar en diferentes niveles el significado de creer en esta Ley y practicarla, la carta recalca a Sairen-bo la importancia de adoptar como maestro al Daishonin ––que actúa desempeñando la función del bodhisattva Prácticas Superiores3 en el Último Día de la Ley–– y de practicar la fe con el mismo espíritu que él para superar los sufrimientos del nacimiento y la muerte. El pasaje final, a continuación, concluye señalando que la herencia de la fe es 2 Shramana: (Sansc.) El que busca el Camino. En la India, originariamente la palabra se aplicaba a cualquier asceta, ermitaño, mendicante o practicante religioso que renunciaba a la vida secular y se marchaba de que su hogar en busca de la verdad. Luego, se aplicó específicamente a la persona que renuncia al mundo para practicar el budismo. 3 Referencia al Buda que eternamente sobrelleva el ciclo de nacimiento y muerte en estado de Budeidad, para enseñar y convertir a los seres vivos en el mundo saha. En el capítulo “Duración de la vida” (16º) del Sutra del loto, Shakyamuni revela que desde que logró la iluminación, en el remoto pasado, hace kalpas numerosos como las partículas de polvo de un gran sistema planetario, su vida ha venido existiendo y seguirá haciéndolo en el eterno futuro, pues en última instancia no tiene comienzo ni fin. el único medio verdadero por el cual las personas pueden heredar la Ley de Myoho-renge-kyo, la Ley suprema de la vida y la muerte. Esta conclusión apunta al corazón del budismo. La cuestión de la vida y la muerte es una fuente primordial de sufrimiento para el ser humano, y la transmisión de la Ley suprema de la vida y la muerte es el medio para resolver dicha angustia. Por espléndida que parezca una enseñanza, si no explica al pueblo la clave para superar las aflicciones del nacimiento y la muerte, no tiene ninguna sustancia real. La herencia de la fe, en todos sus aspectos La forma más segura y certera de transmitir la Ley suprema a los demás es mediante la fe. La Ley no puede transmitirse por medio de fenómenos ilusorios y relativos, como la autoridad sacerdotal, los rituales y las ceremonias. La fe es de absoluta importancia a la hora de transmitir la Ley suprema y genuina, en la medida en que sólo la fe puede atravesar la oscuridad de la ignorancia que envuelve nuestra vida y permitirnos tomar contacto con el infinito poder de la Ley Mística que todos poseemos en forma inherente. Compartir la herencia de la Ley significa hacer surgir este poder ilimitado desde nuestro interior. Por eso, en este escrito, el Daishonin se esmera en brindarnos una explicación completa y en múltiples dimensiones sobre la herencia de la fe, que ya hemos analizado en detalle a lo largo de esta serie de conferencias. En esta entrega final, confirmemos los puntos esenciales. Ante todo, destaquemos el aspecto de la fe correcta asentada en la comprensión de que “no hay ninguna diferencia o separación entre el buda Shakyamuni ––quien obtuvo la iluminación hace incontables kalpas––,4 el Sutra del loto ––que conduce a todas las personas a la Budeidad––5 y nosotros, las personas comunes”. Es un punto crucial, referido a la sustancia de la fe en la Ley Mística. En este escrito, el Daishonin señala que hacer daimoku con esta convicción es “una cuestión de importancia primordial” para sus discípulos. El mensaje esencial de esta declaración es creer que nuestra identidad presente es una entidad de Myoho-renge-kyo y que podemos manifestar la Budeidad con la forma que poseemos en esta existencia. En segundo término, está el aspecto de esforzarnos plenamente en la fe de tal manera que no tengamos arrepentimientos, basados en la conciencia de que “este es el último momento de nuestra vida” y de lograr “una fe correcta y firme en el momento de la muerte”. Practicar la fe con alma y vida, día tras día y mes tras mes, y mantener esta práctica durante toda la vida, nos asegura lograr la Budeidad en esta existencia. Aquí, el Daishonin explica la herencia de la fe desde la perspectiva de la profundidad de nuestra fe y la continuidad de nuestra práctica budista. Por otro lado, cuando logramos la Budeidad en esta existencia, nuestra vida y nuestra muerte a través del ciclo de renacimiento en el pasado, presente y 4 Referencia al Buda que eternamente sobrelleva el ciclo de nacimiento y muerte en estado de Budeidad, para enseñar y convertir a los seres vivos en el mundo saha. En el capítulo “Duración de la vida” (16º) del Sutra del loto, Shakyamuni revela que desde que logró la iluminación, en el remoto pasado, hace kalpas numerosos como las partículas de polvo de un gran sistema planetario, su vida ha venido existiendo y seguirá haciéndolo en el eterno futuro, pues en última instancia no tiene comienzo ni fin. 5 El Sutra del loto, como enseñanza que revela que todas las personas poseen en forma inherente la naturaleza de Buda, y que expone el medio para que ingresen en el camino del Buda y logren la iluminación. futuro se convierten en “la vida y la muerte como funciones de Myoho-rengekyo”,6 y siguen el ritmo del nacimiento y la muerte en estado de Budeidad.7 Esta existencia en que hemos nacido como seres humanos es irreemplazable; ella determinará la dirección de nuestra vida a lo largo del eterno ciclo de nacimiento y muerte. En tercer lugar, está la importancia de la unión en la fe, y del compromiso de propagar ampliamente la Ley con la postura de “ser distintas personas pero centradas en un mismo propósito”. La herencia de Myoho-renge-kyo no existe para nosotros mismos. Todas las personas son entidades de Myoho-renge-kyo y, como tales, pueden ser parte de la herencia para el logro de la Budeidad. El kosen-rufu es, precisamente, hacer esto posible; o sea, cumplir el gran deseo o juramento del Buda. Y esto sólo puede ser logrado por la comunidad armoniosa de practicantes, unidos en la fe en pos de ese objetivo compartido. Aquí, el Daishonin esclarece la herencia de la fe desde el punto de vista del kosen-rufu y de la comunidad armoniosa de creyentes. Como ya sinteticé antes, el Daishonin explica el significado de la herencia de la fe en distintos niveles: 1) la sustancia de la fe; 2) la profundidad de la fe y la continuidad de la práctica; 3) el kosen-rufu y la comunidad armoniosa de practicantes. En ello, nos brinda un cuadro completo de la clase de fe que hace falta tener para compartir la herencia de la Ley suprema de la vida y la muerte. La clave está en compartir el mismo compromiso que el maestro Además, el Daishonin se refiere al maestro que corporifica todos estos aspectos de la herencia de la fe. Es el bodhisattva Prácticas Superiores. El significado multifacético de la herencia de la fe puede ser explicado en palabras, y de hecho lo está. Pero para que muchas personas lleguen a compartir efectivamente esta herencia en su propia vida, es necesario tener un maestro que la corporifique o encarne integralmente. Si bien las palabras explican separadamente cada uno de los aspectos de la herencia de la fe, un maestro cuya personalidad y comportamiento representen la Ley de Myohorenge-kyo puede, de una sola vez y en forma total, transmitir la herencia y hacer que las personas tomen conciencia de ella. Por eso, en este escrito el Daishonin nos exhorta a entonar y practicar Nammyoho-renge-kyo, la Ley transmitida por el bodhisattva Prácticas Superiores, y da a entender que su propia lucha por propagar esta enseñanza corresponde a la aparición de Prácticas Superiores, tal como está predicho en el Sutra del loto. Después de estas observaciones referidas al maestro, el Daishonin concluye recalcando la importancia de la herencia de la fe. En otras palabras, la clave y 6 La vida y la muerte como funciones de Myoho-renge-kyo: La vida y la muerte son aspectos inherentes originarios de Myoho-renge-kyo, que es la Ley fundamental que impregna el universo y todas las formas de vida. Ya que Myoho-renge-kyo abarca los diez estados, todos los fenómenos, como entidades de Nammyoho-renge-kyo, experimentan las dos fases de vida y muerte en los diez estados. En consecuencia, la fe en la Ley Mística nos permite convertir el nacimiento y la muerte en los nueve estados ilusorios, en nacimiento y muerte en el estado iluminado de Budeidad. 7 El nacimiento y la muerte en el estado de Budeidad: Experimentar libremente el ciclo de nacimiento y muerte, basados en la conciencia de que nuestra vida es una entidad de la Ley universal de Myoho-renge-kyo, y de que la vida y la muerte son funciones inmanentes de Myoho-renge-kyo. Además, se refiere a encarnar el inmenso amor compasivo y la vitalidad ilimitada inherente al universo, como así también a practicar el camino del Buda en existencia tras existencia, para guiar a todos los seres vivos a la iluminación. la vía suprema para compartir la herencia yace en esforzarnos en la fe con el mismo compromiso que el maestro. Podemos considerar que este escrito, en su totalidad, constituye una explicación detallada sobre la herencia de la fe. La visión de la vida y la muerte, según el budismo de Nichiren Daishonin: Un manantial de esperanza para la humanidad Desde mi juventud, he tenido la convicción de que un cambio en la forma de examinar la vida y la muerte, basado en las enseñanzas del budismo de Nichiren Daishonin, proporcionaría una esperanza indescriptible a la humanidad. También he sentido que esto representaría un cimiento indispensable en la construcción efectiva de la paz mundial. Es un tópico que me ocupé de analizar en muchos niveles, cada vez que tuve la oportunidad. En mi diálogo con el historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) [publicado en español con el título Elige la vida], que fue el primero de mis muchos diálogos con eruditos y líderes del mundo, debatimos abierta y profundamente la cuestión de la vida y la muerte. “¿Persiste la vida después de la muerte, o pertenece sólo a este mundo? Y si continúa después de morir, ¿es eterna o finita? ¿Y en qué estado perdura?”. El doctor Toynbee escuchó con seriedad mis francas preguntas. Y me ofreció los mesurados comentarios de un erudito: “La posibilidad de que la vida sea de naturaleza eterna es una importante cuestión, con aristas imposibles de dirimir en base a pruebas fácticas”. Pero agregó: “Creo que estas preguntas pueden ser respondidas desde el punto de vista de ku [el concepto budista de la no sustancialidad] o de la eternidad, pero no desde la perspectiva del tiempo y del espacio”. Infirió que la cuestión de la vida y la muerte era fundamental, quizá de mayor valor para la religión que para el estudio intelectual, y me devolvió la pregunta, diciendo que tal vez me correspondería a mi, como budista, brindar respuestas. La perspicaz conclusión de este gran intelectual de Occidente fue que la respuesta a este interrogante pertenecía al campo de la religión. El problema de la vida y la muerte constituye un enigma eterno para la humanidad, y a la vez es un eje central para las religiones. No es exagerado decir que en este tópico, precisamente, se encuentra la razón de ser de las religiones. En su obra El sistema pedagógico para la creación de valores,8 el primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, hace la siguiente observación: Con referencia a nuestras actividades vitales, en su relación con la totalidad del universo, al confrontar directamente el problema de la vida y la muerte ––aunque seamos personas muy instruidas o estudiosas, o individuos de gran heroísmo o iniciativa empresaria––, advertimos cuán minúsculo es, comparativamente, nuestro propio poder. En ese momento, debemos escrutar el poder del universo, que es verdaderamente apabullante e inmenso. Nuestras actividades en el terreno religioso o 8 El sistema pedagógico para la creación de valores: Tratado en que el fundador y primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, estableció métodos pedagógicos desarrollados y preconizados por él. El primer volumen de esta obra fue publicado el 18 de noviembre de 1930, y señaló el inicio oficial de la Soka Gakkai. espiritual derivan de este reconocimiento. Y, de hecho, nuestras actividades vitales vinculadas a la sociedad pueden ser vistas como un elemento que forma parte de nuestro quehacer espiritual o religioso.9 Aquí nos dice que si deseamos resolver el problema de la vida y la muerte, tenemos que reconocer el inmenso poder del universo y abrir nuestra propia vida al impulso espiritual o religioso que hay en nosotros. Y también vale la pena reflexionar sobre su otra observación: que nuestras actividades en la sociedad deben ser vistas como parte de nuestras actividades religiosas o espirituales. Como practicantes del budismo de Nichiren Daishonin, la poderosa vitalidad que desarrollamos gracias a nuestras actividades de índole espiritual es el motor que nos permite desplegar actos positivos y valiosos en la sociedad. Aquí, la herencia de la fe es la clave de una vida espiritual sintonizada con el inmenso poder del universo que abarca tanto la vida como la muerte. El espíritu de búsqueda de Abutsu-bo hacia el Daishonin En este punto, basado en la orientación que el Daishonin daba a sus seguidores, quisiera destacar la importancia decisiva de la herencia de la fe, especialmente el aspecto de luchar con el mismo compromiso que el mentor, para superar los sufrimientos del nacimiento y la muerte. A Abutsu-bo 10 se lo considera un prominente representante de los seguidores que compartieron la herencia de la fe en los tiempos del Daishonin y, de ese modo, superaron las aflicciones del nacimiento y la muerte y lograron la Budeidad en esta existencia. En una carta a la monja laica Sennichi acerca de su esposo fallecido, Abutsu-bo, el Daishonin escribe: Algunos quizá se pregunten dónde está el espíritu de Abutsu-bo en este momento. Yo, Nichiren, usando el claro espejo del Sutra del loto para reflejar en él su imagen, lo veo en la asamblea del Pico del Águila, sentado en la Torre de los Tesoros del buda Muchos Tesoros, mirando al este. Aquí, el Daishonin dice que Abutsu-bo está “mirando al este”; es decir que está sentado directamente frente a los dos budas, Shakyamuni y Muchos Tesoros, que están uno al lado del otro en la Torre de los Tesoros, en la tierra pura del Pico del Águila.11 Sin duda, eta es la verdadera imagen de Abutsu-bo, quien había arriesgado la vida con tal de apoyar y ayudar al Daishonin. Por ejemplo, durante el crudo invierno en la isla de Sado, sin pensar en su propia seguridad, Abutsu-bo reiteradamente visitó al Daishonin al abrigo de la noche, yendo secretamente hasta el Sammai-do donde él vivía en Tsukahara, para hacerle llegar provisiones. Y aun cuando el Daishonin concluyó en su 9 Makiguchi, Tsunesaburo: Soka Kyoikugaku Taikei (Sistema pedagógico para la creación de valores). 10 Abutsu-bo (m. 1279): Seguidor laico de Nichiren Daishonin que vivió en la provincia de Sado, isla situada en el mar del Japón. Cuando Nichiren fue desterrado a Sado, a fines de 1271, Abutsu-bo y su esposa Senshi se convirtieron a sus enseñanzas. El matrimonio asistió al Daishonin en su exilio durante más de dos , proveyéndole alimentos y otros artículos, hasta que fue indultado y regresó de la isla en 1274. Cuando Nichiren Daishonin se radicó en el monte Minobu, Abutsu-bo hizo varios viajes para ir a su encuentro. 11 El Pico del Águila es el lugar donde Shakyamuni predicó el Sutra del loto. También simboliza la tierra de Buda, o estado de Budeidad, como en la expresión “tierra pura del Pico del Águila”. exilio y se marchó a vivir al monte Minobu, Abutsu-bo, pese a su avanzada edad, hizo nada menos que tres veces el largo y extenuante viaje desde Sado hasta la espesura para visitar a su mentor.12 El fallecido Abutsu-bo, nos dice el Daishonin, hoy reside en la tierra pura del Pico del Águila, y está frente a los budas que habitan la Torre de los Tesoros, con el mismo espíritu serio y sincero con que toda su vida buscó al Daishonin. Esto significa que los discípulos sin falta tienen asegurado el logro de la Budeidad, si se esfuerzan en la fe con espíritu de búsqueda enfocado en el mentor que expone y practica la Ley Mística. Una orientación a Nanjo Hyoe Shichiro A continuación, quisiera citar un pasaje del escrito Aliento a una persona enferma, carta que envió el Daishonin en 1264 a Nanjo Hyoe Shichiro,13 padre de Nanjo Tokimitsu.14 Los dos, padre e hijo, practicaban la fe en la Ley Mística. Shichiro había caído enfermo ese año, y moriría al año siguiente. Podemos ver este texto como el aliento sincero del Daishonin a un discípulo que se preparaba a morir, esclareciéndole el camino esencial para lograr la Budeidad. En la carta, leemos: Si usted llegase a partir de este mundo antes que yo, preséntese ante Brahma, Shakra, los cuatro reyes celestiales y el rey Yama.15 Diga qu es discípulo del sacerdote Nichiren, el devoto del Sutra del loto más prominente del Japón. Entonces, ya no lo podrán tratar de manera descortés. Pero si usted tiene dos inclinaciones distintas, si alterna la práctica del Nembutsu16 con la recitación del Sutra del loto, y teme lo que otros puedan decir, en tal caso, aunque se identifique como discípulo de Nichiren, su palabra no será aceptada. Cuando ello ocurra, entonces, no se enfade conmigo. En esta carta, El Daishonin enseña a Shichiro la postura y la práctica del devoto del Sutra del loto, basado en las cinco guías para la propagación.17 Como aclara el Daishonin cuando dice que ellas representan “la actitud mental que debería caracterizar al devoto del Sutra del loto en su esfuerzo por 12 En una carta dirigida a Sennichi, esposa de Abutsu-bo, el Daishonin escribe: “En los cinco años transcurridos desde que vine a vivir, desde el undécimo año de la era Bun´ei (1274) hasta este año, primero de la era de Koan, usted ha enviado tres veces a su esposo desde la provincia de Sado a visitarme”. 13 Nanjo Hyoe Shichiro (m. 1265): Seguidor laico de Nichiren Daishonin y padre de Nanjo Tokimitsu. Funcionario del sogunato de Kamakura, administraba la aldea de Nanjo, en la provincia de Izu. También se lo conocía como Ueno, nombre derivado de su función gubernamental. Inicialmente, había sido seguidor de la escuela Tierra Pura (Nembutsu), pero cuando escuchó predicar al Daishonin decidió adptarlo como maestro. Se considera que enfermó aproximadamente a fines de 1264, y que murió al año siguiente. 14 Nanjo Tokimitsu (1259-1332): Seguidor laico de Nichiren Daishonin y segundo hijo varón de Nanjo Hyoe Shichiro. Además de apoyar materialmente al Daishonin, Tokimitsu ayudó a Nikko Shonin, discípulo directo del Daishonin, y a su sucesor Nichimoku, a establecer la propagación de las enseñanzas en el área de Fuji. También proporcionó ayuda indispensable a sus compañeros de fe durante la persecución de Atsuhara. 15 Deidades y reyes representados en la mitología budista. Brahma y Shakra son las dos deidades tutelares principales del budismo. Los cuatro reyes celestiales prestan servicio a Shakra y protegen los cuatro cuadrantes del mundo. El rey Yama es rey del mundo de los difuntos, a quienes juzga para establecer las recompensas y retribuciones kármicas que merecen. 16 La práctica del Nembutsu consiste en invocar el nombre del buda Amida (Namu Amida Butsu), y es la que impugna la escuela budista Tierra Pura. 17 Los cinco criterios para la propagación del budismo: 1) la enseñanza; 2) la capacidad de la población; 3) la …..; 4) el país y 5) la secuencia u orden de la propagación. propagar las enseñanzas”, son cinco parámetros importantes que los practicantes deben tener en cuenta a la hora de difundir la Ley Mística. Aquí, el Daishonin, maestro del kosen-rufu, en realidad no hace sino describir su propio espíritu y su comportamiento como devoto del Sutra del loto. En esta carta, intenta explicar a Shichiro ––quien, convaleciente, espera la muerte–– la importancia de esforzarse en la fe con el mismo espíritu que él. Esto indica que practicar la fe con el mismo compromiso que el mentor ––el devoto del Sutra del loto–– es de inmensa utilidad para superar las aflicciones del nacimiento y la muerte, y lograr la Budeidad en esta existencia. En otras palabras, el Daishonin le da a Shichiro el siguiente consejo: “Si llegase usted a morir, dígales con orgullo a las deidades celestiales que es un discípulo del devoto del Sutra del loto. Ellas sin duda lo protegerán. Pero si usted se deja influir negativamente por los sufrimientos de la enfermedad y la muerte, y esto hace que afloren resabios de su anterior creencia en el Nembutsu, generando en usted una dualidad hacia la fe, en tal caso yo ya no puedo hacerme responsable del resultado que se manifieste”. El Daishonin volcó alma y vida en esta admonición a su discípulo, con el sincero deseo de que él lograse la Budeidad. Este aliento le permitió a Shichiro superar las dudas y hacer surgir una firme fe en el Sutra del loto. El Daishonin luego se enteraría de que, un año después su discípulo había muerto con una actitud correcta y firme en sus últimos instantes.18 El orgullo de construir una vida de valor insuperable El camino de maestro y discípulo en la Soka Gakkai también se ha caracterizado por un compromiso compartido y por una labor intensa orientada a propagar el budismo de Nichiren Daishonin en la sociedad. Tengo la convicción de que la valerosa lucha de nuestros miembros, desde los primeros días de la Soka Gakkai, corporifica el legado humanístico del Sutra del loto. La noche del 14 de agosto de 1947, hace sesenta años, conocí al presidente Toda en un encuentro de diálogo que se realizó en el área Kojiya, en Kamata, Tokio. Mi mentor tenía cuarenta y siete años, en aquel entonces, y yo diecinueve. Cuando entré en la sala aquel día trascendental, mi mentor estaba explicando el tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra. Y declaró: “Quiero erradicar el sufrimiento y el dolor de la faz de la tierra. ¿Quieren hacerlo junto conmigo?”. Era la primera vez que oía hablar al señor Toda. Sus palabras me parecieron un clamor anunciando la aurora de un nuevo y gran movimiento del pueblo. Ese día, le pregunté cuál era la forma correcta de vivir la existencia humana. En la respuesta del presidente Toda no advertí ni un solo devaneo intelectual, ni una sola especulación. Todas sus contestaciones brillaban con auténtico humanismo. Era un hombre que vivía, de verdad, basado en el Sutra del loto, y que había trascendido las aflicciones del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Ese día, mi mentor y yo iniciamos nuestro periplo juntos, con un mismo compromiso. El señor Toda me enseñó la verdadera naturaleza de la vida y la muerte. Y, con el paso del tiempo, yo comencé a sentir que mi deber como 18 El Daishonin escribe: “Aunque su difunto padre fue un guerrero, tuvo una fe constante en el Sutra del loto y, por eso, […] sé que terminó su vida con la actitud mental de un verdadero creyente [con una postura correcta y firme en el momento de morir]”. discípulo era esclarecer y revelar con pruebas fácticas cómo se pueden trascender los sufrimientos del nacimiento y la muerte. Cuando los discípulos luchan en inseparabilidad con su mentor, y comparten la misma dedicación rotunda al kosen-rufu, pueden extraer una fortaleza infinita. El mentor, basado en su profundo entendimiento de la cuestión primordial de la vida y la muerte, piensa y actúa para ayudar a todos a manifestar su potencial innato y a llevar una existencia feliz y triunfal. Yo aprendí del señor Toda el camino de la fe en el budismo de Nichiren Daishonin, la clave para la victoria absoluta. Él lo aprendió del maestro Makiguchi. Y el señor Makiguchi lo aprendió del Daishonin y de su oración al Gohonzon. Esta es la herencia de maestro y discípulo que palpita en la Soka Gakkai. Cuando los discípulos se unen espiritualmente a su mentor, pueden superar las aflicciones del nacimiento y la muerte y, en esta existencia, adquirir un estado que les permita saborear la ilimitada alegría de la Ley, que se despliega a través de las tres existencias. Este es el propósito del budismo. En consecuencia, la clave para heredar la Ley suprema de la vida y la muerte yace en la fe, imbuida del espíritu de no escatimar la vida en la lucha por el kosen-rufu y por la felicidad de los demás, con el mismo espíritu que el mentor. Una vez, dediqué el siguiente poema a unos miembros que se me habían sumado en el juramento de librar una gran lucha abnegada: Inseparabilidad de maestro y discípulo… Principio fundamental de la Soka y del budismo de Nichiren, herencia de la vida que existe en ustedes mismos. Ya ha comenzado la brillante segunda fase del kosen-rufu mundial. Ha llegado la hora de que fluya por todo el mundo la herencia de la Ley suprema de la vida y la muerte. Recién acabamos de comenzar… No hay vida más noble o valiosa que hacer que la gente de todo el mundo se sume a esta suprema herencia y disfrute un estado de vida de inmensa alegría, tanto en la vida como en la muerte. El mundo espera el despliegue del humanismo Soka, que tiene el poder de elevar la vida de los pueblos para que disfruten de eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza. El mundo observa con expectación las proezas triunfales del maestro y los discípulos de la SGI. ** Así concluye la serie “Disertaciones sobre La herencia de la Ley suprema de la vida” **