Conferencia de Prensa de la Alta Comisionada de las Naciones

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Conferencia de Prensa de la
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Navi Pillay
Guatemala, jueves 15 de marzo de 2012
Buenos días,
Muchas gracias por asistir a esta conferencia de prensa. Ha sido un gran placer visitar Guatemala en
este momento crítico de su historia. Algunos esfuerzos importantes se han realizado en la lucha contra
la impunidad y en diversas reformas destinadas a mejorar la promoción y protección de los derechos
humanos de todas y todos los guatemaltecos – sin embargo aún persisten grandes retos.
Guatemala debe decidir entre romper con el pasado y transformarse en un Estado moderno firmemente
cimentado en la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho, o si desea más del mismo
viejo sistema fracasado que ha beneficiado sólo a unos pocos. He visto señales promisorias de que el
país está haciendo la elección correcta, y deseo en esta oportunidad resaltar algunos de los principales
temas pendientes.
La crítica situación actual de Guatemala, 15 años después de la firma de los Acuerdos de Paz, proviene
directamente del hecho de que esos Acuerdos no han sido cumplidos y por tanto los problemas
estructurales permanecen sin resolverse. Deseo enfatizar que los Acuerdos de Paz continúan siendo
válidos y contienen la agenda que Guatemala necesita seguir para alcanzar la paz duradera, el
desarrollo y la reconciliación dentro del marco del Estado de Derecho y el respeto de los derechos de
todas y todos los guatemaltecos. Me he reunido con el Presidente Otto Pérez Molina y él me ha
reafirmado su compromiso de implementar los Acuerdos. Espero, por el bien de los guatemaltecos, que
esta promesa sea cumplida.
Durante mi visita también me reuní con los Ministros de Relaciones Exteriores, Gobernación y Defensa,
así como con el Presidente y la Vicepresidenta del Congreso, y los Presidentes de las Comisiones de
derechos humanos y asuntos constitucionales. Tuve la oportunidad de sostener reuniones con el
Procurador de los Derechos Humanos, la Comisión Presidencial de Derechos Humanos, la Secretaría
de la Paz y el Programa Nacional de Resarcimiento.
Me reuní también con la Fiscal General, la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia, el Presidente y
los magistrados de la Corte de Constitucionalidad, la Comisión Internacional contra la Impunidad en
Guatemala, y con representantes del equipo de país del Sistema de Naciones Unidas y del cuerpo
diplomático. Asimismo, me reuní en varias ocasiones con la sociedad civil, autoridades y líderes
indígenas, y representantes del sector privado.
Deseo agradecer al Gobierno por su hospitalidad y por su diálogo sincero y abierto. También deseo
agradecer a todos y cada uno de aquellos, tanto en el Estado como en la sociedad civil, que
generosamente me dedicaron su tiempo y compartieron su visión para que pudiera comprender mejor
este maravilloso y complejo país. Deseo agradecer a las Autoridades Ancestrales de los 48 Cantones
de Totonicapán por la calurosa bienvenida que me brindaron, así como a la Fiscal General por la
organización de un evento muy importante sobre impunidad. Un agradecimiento especial a Oliviero
Toscani por las más bellas fotografías que reflejan la riqueza de la diversidad de este país, incluyendo
a indígenas, mestizos, asiáticos y afrodescendientes.
Durante mi estancia en el país he conversado con muchas personas y he escuchado sus historias historias de abuso y violaciones, pero también de perseverancia y optimismo, de esperanza y de
sueños. Mi Oficina en Guatemala recién presentó la semana pasada mi informe anual, el cual contiene
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un análisis detallado de la situación de los derechos humanos en el país, por lo que no repetiré ese
análisis ahora. Me enfocaré en algunas de mis principales conclusiones al término de mi visita a
Guatemala.
Impunidad
Como mencioné anteriormente, he visto muchas señales alentadoras respecto a la dirección que
Guatemala está tomando para hacer frente a la alarmante impunidad: saludo la ratificación del Estatuto
de Roma, la cual envía un claro mensaje de que la impunidad en graves crímenes –del pasado, del
presente o del futuro- no será tolerada. También resulta esperanzador que durante los dos últimos
años, por primera vez, hayan sido llevados ante la justicia casos de violaciones de derechos humanos
cometidas en el pasado, tales como las sentencias dictadas por la masacre de Dos Erres y las
investigaciones en curso por el caso de genocidio en la región Ixil, que incluye un ex presidente de
facto. Debo enfatizar que esto ha sido posible sólo gracias a los incansables esfuerzos de los familiares
de las víctimas, organizaciones de la sociedad civil, y al firme liderazgo y compromiso de la Fiscal
General. La importante coordinación entre el Ministerio Público, el Organismo Judicial, el Ministerio de
Gobernación y la Policía, con el apoyo de la CICIG, también ha contribuido a este logro.
El martes visité el cementerio La Verbena y me conmovió el poder atestiguar los enormes esfuerzos
para buscar a personas desaparecidas, y para devolver la identidad y dignidad de quienes han sido
enterrados como “XX”. Estas personas también tienen esperanzas y sueños y no deben ser olvidadas.
A pesar de los logros, aún permanecen pendientes en el Congreso varias reformas sustantivas que son
urgentes para permitir que el sistema de justicia supere obstáculos estructurales y sea verdaderamente
independiente, imparcial y accesible a todos. Esta no es una tarea fácil, pero es posible –sólo se
necesita de suficiente voluntad política para hacerla realidad.
También saludo los recientes logros en la lucha contra el crimen organizado. Cuando los delitos del
pasado permanecen sin castigo, la impunidad fomenta la comisión de nuevos delitos, desde graves
violaciones a los derechos humanos hasta otras actividades ilegales. Los esfuerzos para acabar con la
impunidad del pasado darán como fruto la mejora en la seguridad y la estabilidad de Guatemala, tanto
en el presente como en el futuro - pero los retos son inmensos.
Violencia e inseguridad
En la actualidad la inseguridad, la violencia y el crimen son serias preocupaciones para todos los
guatemaltecos y guatemaltecas. Hoy día hay más muertes violentas cada año, que en tiempos del
conflicto armado interno, y vemos altos niveles de homicidios y violencia contra las mujeres.
Al tiempo que condeno enfáticamente los brutales métodos y acciones empleados por el crimen
organizado, debo enfatizar que esto no debe ser utilizado por el Estado como excusa para operar fuera
del marco de la ley. Atacar las contravenciones a la ley y el orden ignorando el Estado de Derecho
ciertamente no es un enfoque sostenible, recomendable, ni lógico.
Para luchar contra la inseguridad, la violencia y el crimen, debemos atender primero sus causas
estructurales y luego adoptar una estrategia integral, que abarque la prevención de la violencia, el
control y la sanción, la rehabilitación y la protección de grupos en riesgo, y que esté firmemente basada
en los derechos humanos de toda persona. Reitero que para ser exitosas, las políticas de seguridad
necesitan estar enfocadas en medidas preventivas y atender las necesidades de aquellos grupos que
tienen más riesgo, tanto de convertirse en víctimas como de caer presas del crimen, especialmente la
juventud. Las medidas represivas a menudo aumentan el riesgo de estigmatización y pueden
inadvertidamente terminar criminalizando actividades lícitas y el ejercicio de libertades civiles. Confío en
que la reforma fiscal recientemente aprobada proporcionará los recursos adecuados, así como las
medidas efectivas, para combatir el crimen y la violencia, la inequidad, la exclusión social, la pobreza y
el hambre, atendiendo especialmente la situación que afrontan las y los jóvenes.
El tema de la inseguridad es complejo y multidimensional. Además de lo que he mencionado, es
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necesario reformar y fortalecer a la Policía Nacional Civil, implementar un control de armas efectivo y
supervisar a las empresas privadas de seguridad. Enfatizo que el Estado no puede delegar su
obligación de garantizar la seguridad de toda la población, sin discriminación. Es imperativo priorizar la
reforma de la Policía para asegurar el establecimiento de una fuerza policial profesional y
suficientemente dotada de recursos.
Veo también con preocupación las denuncias sobre el creciente uso del ejército en funciones de
seguridad. Deseo recalcar que cualquier participación de las fuerzas armadas debe ser como apoyo a
la función propia de la policía y sin desviar recursos de la policía; bajo protocolos claros y
preestablecidos, limitada en tiempo y alcance; y sujeta a dirección y control civiles, a fin de asegurar la
rendición de cuentas. El Presidente me ha asegurado que cualquier participación de militares en
funciones de seguridad es temporal.
Pueblos indígenas
Otro de los principales retos de Guatemala continúa siendo cómo superar el racismo y la discriminación
racial. En todos los lugares que visité, fui consciente de crecientes divisiones y veo que las posibilidades
de diálogo y acercamiento se debilitan a medida que pasa el tiempo.
Aunque los pueblos indígenas constituyen la mayoría de la población, continúan siendo sujetos de
exclusión y negación de sus derechos humanos. Durante mi reunión con las autoridades indígenas
ancestrales en Totonicapán el pasado martes, me impactaron las voces unánimes que describieron la
exclusión en todas las esferas, incluyendo el acceso a servicios básicos, propiedad de la tierra, acceso
a la justicia, participación en entidades y procesos de toma de decisión, así como la criminalización de
líderes indígenas que ejercían su derecho a disentir.
Derecho a la consulta
Estoy especialmente preocupada por el impacto que los proyectos económicos de inversión tienen en
los pueblos indígenas. Guatemala fue promotora de la Declaración de Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, adoptada por la Asamblea General en 2007 y uno de sus primeros
signatarios. La Declaración subraya que los pueblos indígenas tienen el derecho a participar en la toma
de decisión de asuntos que afecten sus derechos, no obstante los representantes de los pueblos
indígenas me indicaron que esto no está sucediendo. La Declaración establece que los “Estados deben
consultar a los pueblos indígenas con el fin de obtener el consentimiento libre e informado, previo a la
aprobación de cualquier proyecto que afecte sus tierras, territorios y recursos”. Me he reunido con
representantes del sector privado, quienes expresaron su preocupación con respecto a las consultas.
Mi respuesta para ellos fue la necesidad de aplicar las provisiones específicas contempladas en la
Declaración.
Aunque la Constitución reconoce de manera general una protección para las tierras y territorios
indígenas, no existen leyes que reconozcan las prácticas tradicionales de tenencia, posesión y
propiedad colectivas de las comunidades indígenas. Quisiera resaltar la necesidad de que el Estado
lleve a cabo una revisión exhaustiva de las leyes y políticas existentes relativas a las tierras indígenas,
minerías y medio ambiente, en particular una reforma a la Ley de Minería, de acuerdo a los estándares
internacionales, de modo que se evite el aumento del número de desalojos que mi Oficina ha
documentado.
Como mi Oficina observó en Alta Verapaz y El Petén, en un contexto de inseguridad jurídica de la
tenencia de la tierra, los desalojos forzosos han constituido una violación múltiple a los derechos
humanos, incluyendo el derecho a la vida, a la integridad personal, a la alimentación y a una vivienda
adecuada. He hecho un llamamiento urgente a las autoridades para seguir el ejemplo de la Fiscalía
General para establecer un protocolo que pueda prevenir los abusos y garantizar el derecho de defensa
y al debido proceso.
Defensoras y defensores de derechos humanos
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En Totonicapán también he escuchado de procedimientos judiciales contra personas que protestan
legítimamente en defensa de sus derechos. Me gustaría destacar el papel sustancial que las y los
defensores de los derechos humanos desempeñan en Guatemala - de hecho, me reuní con la sociedad
civil y me enteré de las dificultades diarias que enfrentan trabajando en temas de justicia e impunidad,
seguridad, migrantes, derechos económicos, sociales y culturales, derechos de la mujer, derechos de
las personas con discapacidad y los derechos de las Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex.
He urgido al Gobierno a reconocer públicamente su contribución a la justicia y la democracia, así como
a adoptar e implementar un mecanismo de protección efectivo para aquellos que están en riesgo o
enfrentan amenazas, ataques, intimidación y criminalización debido a su labor en derechos humanos.
También animo al Gobierno a hacer uso del conocimiento, el compromiso y la experiencia de la
sociedad civil para desarrollar políticas en una amplia variedad de sectores.
Elección del Procurador de los Derechos Humanos
Entiendo que el Congreso pronto elegirá a un nuevo Procurador de los Derechos Humanos. Durante mi
reunión con el Legislativo fui informada sobre los procedimientos de elección de esta institución clave.
Quiero reiterar la importancia de este proceso de selección y espero que se lleve a cabo bajo los
principios de transparencia, objetividad, publicidad y participación. Exhorto a la sociedad civil -incluidos
los medios de comunicación - para monitorear activamente el proceso de selección con el fin de
asegurar el cumplimiento de los principios que he mencionado anteriormente. Mi Oficina, presente en el
país desde 2005, observará de cerca este proceso.
El nuevo Gobierno ha expresado su voluntad de abordar todos estos temas y preocupaciones respecto
a los derechos humanos, y doy la bienvenida a su compromiso.
Para finalizar, quiero subrayar una vez más que una agenda clara, bien pensada y consensuada con
todos los sectores de la sociedad guatemalteca para superar los problemas de derechos humanos más
graves en Guatemala ha estado pendiente durante 15 años: la misma está contenida en los Acuerdos
de Paz. El Presidente me informó hoy día de los tres pactos que quiere aprobar para avanzar en la
implementación de dichos Acuerdos - en materia de paz, justicia, seguridad; Hambre Cero; y reforma
fiscal. Mi Oficina, al igual que el Sistema de Naciones Unidas, está dispuesta a contribuir con estos
esfuerzos y a dar seguimiento a su evolución, y así garantizar el pleno disfrute de todos los derechos de
todas y todos los guatemaltecos.
FIN
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