Universidad Metropolitana Latin Campus

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UNIVERSIDAD
METROPOLITANA
LATIN CAMPUS
ALUMNO: Flavía Rita Camarena Aceves
Matricula:
1521-2200-2000
Materia: Opinión publica
Guía: 20203
Carrera:
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación.
Fecha:
8 de febrero del 2011
Sociabilidad y comunicación
Parte de la naturaleza del hombre es su sociabilidad, su unión y
coparticipación con otros hombres para satisfacer sus necesidades de
subsistencia, conservación de la especie y realización de objetivos comunes
que se originan en las relaciones humanas.
El comportamiento individual dentro de la sociedad es lo que se denomina
conducta social, sobre la cual ejercen influencia decisiva dos factores
principales o conjuntos de factores: biológicos y sociales. Es más, sin la
concurrencia de tales elementos es inimaginable la existencia del
comportamiento social.
Pero la sociabilidad o instinto de convivencia social no es atributo
exclusivo del ser humano; se da en otras especies de la escala zoológica como
en los insectos, aves, simios, etc. Las abejas y hormigas viven en colonias que
han sido y son todavía mencionadas como ejemplos de organización,
distribución del trabajo y sistemas eficientes de comunicación.
No todos los organismos biológicos observan el mismo comportamiento
social ni son igualmente permeables a todas las influencia de interrelación;
pero si, en la mayoría de las especies conocidas, se la podido comprobar la
disposición común a la asociación con otros individuos de la misma especie
para cumplir las funciones básicas de alimentación, defensa y procreación. La
psicología social la dedicado gran parte de sus esfuerzos al estudio del
comportamiento animal para compararlo con el comportamiento humano.
Desde luego, las investigaciones en animales tienen la ventaja, por lo menos
hasta ahora, de la observación y experimentación en laboratorio, en tanto que
al hombre no es posible —o por lo menos, licito— someterlo a la condición de
“conejillo de Indias” sin que una experiencia de tal magnitud repugne a la
conciencia, por el respeto que debemos a los valores y derechos también
naturales del ser humano.
“el hombre es un animal, aunque muy particular, y es probable que las
teoría que nos formulemos acerca de las sociedades de otros animales y de la
psicología de los mismos algo nos digan respecto del animal humano”.
La relación social del hombre solo es posible a través de la comunicación.
Sabemos, por los descubrimientos de la biología, la psicología y la sociología,
que un hombre aislado e incomunicado no podría subsistir ni física ni
psíquicamente por mucho tiempo. Es el conjunto de procesos comunicativos y
las interacciones e interrelaciones inherentes a ellos lo que permite el
desarrollo del organismo biológico y todo el proceso vital dentro del organismo
social.
Es ociosa la pregunta: ¿cuál de los factores de la sociabilidad es el más
importante, el biológico o el social? La elucidación de esta incógnita poco
interesa a los psicólogos sociales, pues la mayoría coincide en que ambos son,
por igual, indispensables y por lo mismo, importantes para la determinación de
la conducta social del individuo, sea que se estudien o no las condiciones de
variabilidad de los comportamientos. “si el individuo carece de la dotación
biológica necesaria o de un ambiente social adecuado, no puede aprender a
hablar. Pero es posible preguntarse si las diferencias observadas en el uso del
lenguaje dependen más de las diferencias que existen entre los organismos
que de las que se dan en el ambiente”, dice Newcomb.
Si como organismo animal el hombre depende de condiciones también
biológicas para subsistir, vale decir: respirar, alimentarse, reponer energías
mediante el descanso, reproducirse, etc. (tales condiciones implican formas
comunicativas que Newcomb califica de “imperativos biológicos”) como
individuo social depende de sus semejantes. Esta dependencia llega a cubrir
también el aspecto biológico en tanto cuanto es la sociedad la que brinda al
sujeto las condiciones aptas para su desarrollo animal, proporcionándole los
medios y bienes de subsistencia, abrigo, seguridad y protección contra los
fenómenos de la naturaleza. En otro sentido, la dependencia social del hombre
se traduce en los procesos de aprendizaje para la acomodación al grupo social,
terreno en el que se ubican todas las formas de interacción desde las que se
originan en la familia hasta las de grupos secundarios. Aquí hallamos otra vez
el elemento comunicación como prevaleciente o común denominador de las
relaciones humanas.
No es posible en la realidad comprobar la existencia de un individuo
totalmente aislado de los demás, o más precisamente, incomunicado. La fértil
fantasía de defoe hizo posible que Robinson Crusoe sobreviviera veintiocho
años, dos meses y diecinueve días, en la isla de la “desesperación”, en estado
de naturaleza y, hasta el rescate de viernes, sin comunicación con seres
humanos. Es posible que alguna base real, por mínima que sea, fortalezca la
narración de las aventuras de Crusoe, pero se trata de una posibilidad sujeta
todavía a comprobación.
La increíble historia del naufrago escocés Kreutznaer (del que deriva
Crusoe) parece haber sido construida con base en la experiencia del pirata
Alejandro Selkir también escocés, que durante cuatro años supervivió en una
isla del pacifico, en la que habla sido abandonado al negarse a continuar el
trayecto en el viejo barco Cinque -Ports. Al tiempo de dejarlo en la playa de la
isla de Juan Fernández, proveyeron a Selkirk de alimentos, utensilios, armas,
libros, instrumentos de navegación y otros objetos.
En el caso de Crusoe, la necesidad de comunicación con el mundo
externo, la posibilidad de uso de objetos indispensables para la subsistencia
del naufrago han sido solventados por el periodista y novelista ingles con
verdadera maestría.
Robinson cuenta, desde el día siguiente a su naufragio, con un lote de
bienes recuperados del barco, a saber: entre otros, madera, juegos de
herramientas de carpintería, dos docenas de hachas, escopetas, mosquetones,
pistolas, sables, pólvora en abundancia, papel, tinta, plumas, clavos, trancas,
cables metálicos, ropa, licores, instrumentos náuticos y geométricos, anteojos y
larga vistas; mapas, libros de marina, textos bíblicos y muchos otros libros más
en inglés y portugués. Cuenta también el desdichado naufrago con abundantes
alimentos que recupera de las bodegas del barco: azúcar, harina, pescado
seco, galletas, semillas de granos, etc. Por último, descubre a un perro y un por
de gatos que habrían de prestarle valiosísima compañía.
Sin esa cantidad de bienes, Crusoe no habría sobrevivido como lo hizo
durante tanto tiempo. Sus necesidades comunicativas en tan desesperante
soledad estaban, en algo, compensadas por la lectura de libros y el contacto y
el uso de los instrumentos de su propia cultura. Sin estos recursos
socioculturales, la historia de Daniel defoe perdería el nivel de apasionante
verosimilitud que es indispensable a todo producto literario.
Crusoe establece permanentes procesos de vínculos culturales, a través
de la comunicación intrapersonal; comunicación con su cultura almacenada a lo
largo de su existencia anterior; tesoro de conocimientos, capacidades,
adaptabilidad, etc., almacenado por la experiencia. El abandono e
incomunicación del naufrago son relativos. Refuerza esta aserción el siguiente
comentario de Salvador Reyes Nevares:
Defoe jamás supuso a su héroe al margen de la cultura. Al contrario;
puede afirmarse —y hay quien lo la afirmado— que el meollo del robinson
reside precisamente aquí, en la forma en que el naufrago logra salvarse y
hacer germinar las semillita, precisamente porque tenia consigo ese germen.
Las ropas, las armas, los libros, los manjares, los instrumentos que salvo del
barco constituían para las otras tantas prendas de su alianza indestructible con
el resto del género humano. Esos trebejos —vida humana objetivada, como
diría Recaséns Sicles— impiden que el protagonista se encuentre de veras
solo en su isla. Carece de rostros, de nombres, de voces reales que lo
circunden. Pero no está solo. Tiene ahí, en sus manos, en su cabeza, al
alcance de la vista, la reconfortante colección de sus utensilios. Tiene la Biblia,
que es muchísimo más que un utensilio de gran estilo. Tiene, en fin, toda la
historia de la civilización y gracias a ella sobrevive y se salva.”
Los niveles de la sintáctica, semántica y pragmática de la comunicación
están presentes en la vida de Crusoe. El de transmisión de información
(sintáctica), muy reducido en comparación con los significados de mensajes
(semántica) y los efectos sobre la conducta (pragmática). En este trípode, muy
original si se quiere para el caso tratado, descansa la viabilidad biológica de
este ser humano y su equilibrio psíquico. En el nivel pragmático de las
relaciones intrapersonales comunicativas y respecto al ambiente físico del
naufrago, están los valores que le inspira toda su cultura almacenada y el
reforzamiento que brota de la lectura de sus libros y, especialmente, de la
Biblia. Su conducta sufre notables modificaciones, con las formas
comunicativas de excepción de que dispone. Sin otro recurso que la esperanza
puesta en un rescate, robinson ejercita toda su cultura para adaptarse al medio.
Si a este respecto repasamos a Watzlawick, Beavin y Jackson, tendremos la
confirmación de que Crusoe no precisaba como un imperativo vital las formas
comunicativas personales, directas y reciprocas, pues los autores mencionados
sostienen: “Así, desde esta perspectiva de la pragmática, toda conducta y no
solo el habla, es comunicación, y toda comunicación, incluso los indicios
comunicaciónales de contextos impersonales, afectan a la conducta”.
La comunicación es, pues, un fenómeno psicosocial básico, sin el cual
resulta impensable la misma sociedad; tanto más, si la acumulación de
información e intercambio de ella es conditio sine qua non para el desarrollo de
la vida psíquica, biológica y social, de cualquier ser humano individual.
La necesidad de Informarse
El hombre moderno se halla frente a una realidad en la cual —y para
comprender la misma— es irrenunciable la información. El conocimiento
permanente de los fenómenos sociales, políticos, económicos, culturales, etc.,
genera una insaciable sed informativa, característica del hombre actual.
Cada vez más numerosos y complejos acontecimientos se extienden ante
el individuo, exigiendo de él actitudes; motivándolo, presionándolo. Este recibe
una abrumadora cantidad de información de diversa índole, a cada instante:
sobre ciencia, arte, tecnología, deporte, propaganda; toda una lluvia de datos y
más datos que sobrepasan, por su número y contenido, la capacidad humana
de absorción y almacenamiento. Tal avalancha de mensajes provoca,
ciertamente, Estados de confusión colectivos y coloca al individuo en una
situación de “observador” de resultados en cuya producción él parece no
participar, o por lo menos tiene la sensación de no-participación que le lleva —y
esto ocurre en las grandes masas— al estado de marginamiento social. Y todo
esto, a pesar de la conciencia de las mayorías en torno a su aporte y papel en
la construcción del sistema o de los sistemas sociales.
La noticia es un producto del medio, a través del cual el hombre satisface
sus necesidades informativas. Esta forma de conocimiento se traduce como
una natural tendencia a saber qué es lo que está ocurriendo en el ámbito en
que uno se desenvuelve. La recolección de datos sobre acontecimientos, su
elaboración y transmisión exigen capacitaciones óptimas, comunicadores
tecnificados y el conocimiento de los efectos que producen las noticias en los
receptores.
Se la demostrado la imposibilidad de abarcar todas las fuentes de
información, con lo cual tenemos una cantidad imprecisable de hechos que
quedan sin darse a conocer. Por otra parte, un individuo es incapaz de conocer
toda la información relativa a una determinada disciplina.
Ni siquiera un aspecto concreto de ella, habida cuenta de la enorme
cantidad bibliográfica, las interrelaciones disciplinarias y los nuevos
descubrimientos que se suceden con mayor rapidez en cada parcela del saber
humano.
En lo que corresponde a la información noticiosa ocurre otro tanto:
Nadie es capaz de enterarse de todos los sucesos que acontecen en el
mundo y, a menudo, ni siquiera de los acaeceres nacionales y locales.
Cuantitativamente, la información es excesiva. Miles de cables se
trasmiten todos los días a través de las agencias noticiosas internacionales y
nacionales. La producción bibliográfica constituye un torrente informativo
poderoso. Los diarios, semanarios, revistas, publicaciones mensuales, folletos,
avisos, carteles, volantes de propaganda política y comercial, entre otros
medios impresos, forman parte de una carga informativa demasiado pesada
para la endeble constitución mental del hombre y para su limitada existencia.
De hecho, nadie se pasa la vida leyendo ni a nadie le gustaría hacerlo.
Si a los mensajes impresos añadimos los verbales, audiovisuales,
cinestésicos y otros con los cuales nuestro contacto es más permanente,
tenemos por resultado un individuo acosado por informaciones, en una especie
de cerco de ruidos, imágenes, luces, colores, palabras, formas, en fin. . .
Recipiente más bien involuntario de inacabables descargas de mensajes que
no puede evitar, a menos que decidiera hacerse asceta en una de las riberas
de las amazonas.
Al mismo tiempo, el hombre contemporáneo recibe información que la sido
antes seleccionada por los medios; selección no siempre acorde con las
verdaderas necesidades informativas ni en consonancia con las expectativas
del receptor.
El estado de inconexión entre las motivaciones de los comunicadores y las
expectativas de los receptores da lugar, en muchos casos, a un flujo
informativo manipulado de mensajes cuyos contenidos revelan intenciones
comunicativas en veces contrarias a las aspiraciones, necesidades y
exigencias de los receptores. Comunicadores masivos hay que —sobre todo
con el dominio del comercio mayorista de noticias a través de agencias y
cadenas de diarios, revistas, canales de televisión y estaciones de radio—
trasmiten lo que les interesa solo a ellos trasmitir: es decir, lo que está dentro
de sus círculos de intereses políticos, económicos, sociales, de clase, de
poder. De esto tiene conciencia el hombre actual y de ahí resulta esa notoria
desconfianza, y clara indiferencia que preocupo a Gustav Lebon, frente a
mensajes en relación con receptores masivos.
El proceso de masíficación social, que al parecer tiene su punto de
partida en la revolución industrial, la convertido al hombre en un ser
dependiente de modo absoluto de los medios masivos, en cuanto a la
satisfacción de sus necesidades informativas. Es más fácil estar
informado acerca de lo que ocurre en Oceanía que conocer los
acontecimientos que se producen en el propio vecindario, y esto gracias
a la dependencia directa de la televisión, por ejemplo.
Pero si bien el hombre es dependiente de los medios masivos, éstos son,
a su vez, dependientes de sus públicos. No hay medios sin públicos, y la
carrera competitiva por atraer la mayor cantidad de lectores, oyentes o
televidentes demuestra la dependencia de los medios, en relación con los
receptores.
El poderío de un medio respecto del gobierno, por ejemplo se mide por el
número de receptores sobre los cuales el medio ejerce influencia. Ese ejercicio
de la influencia denota capacidad de formación de opinión pública y constituye
un instrumento, por consiguiente, de presión social, que redunda en una
presión de la institución de medios sobre los niveles de decisión.
La producción de bienes de consumo en serie permitió el desarrollo de las
técnicas publicitarias y el empleo De todos los medios posibles de
comunicación con un receptor/consumidor.
Sutilezas y variaciones innumerables se usan hasta hoy en la publicidad y
propaganda, apuntando lacia la persuasión, arte del que no está ausente, ni
mucho menos, el empleo de simbolismos hondamente psíquicos. La
propaganda acude con mayor frecuencia a los incentivos de la belleza y fuerza
físicas; el éxito amoroso, el triunfo social, entre otros, y manipula con los hasta
ahora inalcanzables sueños de bienestar, seguridad, felicidad. La propaganda
vende belleza, no higiene; estimación y admiración social, en vez de objetos de
utilidad práctica. Y Así es como utilizan los propagandistas comerciales e
ideológicos —vendedores de ilusiones y esperanzas— todo recurso psíquico y
psicosocial para introducir sus mercancías, en cuanto sea posible, a las
grandes masas.
No utilizamos el término “masa”, sino por comodidad y como
sinónimo de grupo o conjuntos de grupos sociales sui generis pues el
concepto de “masíficación” del hombre —aglomeración cuantitativa,
hacinamiento en las urbes industriales y receptores de información
multimedia— la sido abandonado por abstracto y amorfo y cedido su
lugar al concepto de “grupo sociocultural” en el que caben obviamente
infinidad de grupos sociales, a los que caracteriza la relación e
interacción de individuos coparticipantes en motivaciones, afinidades,
intereses recíprocos, estatus sociales más o menos definidos, etcétera.
Quizá nos ayude a comprender todavía más la diferencia entre
“masa” y grupo social el hecho de que, en la primera, tratamos con un
fenómeno de acumulación de individuos sin relaciones comunicativas
entre ellos: seres recíprocamente anónimos, indiferentes, sin nexos de
solidaridad; en cambio, en todo grupo, cualquiera que sea su dimensión,
descubrimos no seres naturales acumulados, sino miembros Unidos por
la comunicación reciproca, ligados por intereses comunes, expectativas
compartidas, roles definibles y compatibles, solidarios. En otras palabras,
“masa” es un montón de individuos sin comunicación; grupo social, un
producto asociativo y segregativo con comunicación entre sus miembros.
La idea de público denota una referencia también numérica, pero más
heterogénea que grupo y con la ya habitual diferencia de que publico es un
conjunto de personas reunidas, por lo general, para asistir a un acontecimiento
efímero, transcurrido el cual su disolución es inevitable; por ejemplo, los
espectadores de una competencia deportiva o de una representación teatral.
En ambos casos, como en otros ejemplos que puedan darse, el público
coparticipa de un mismo mensaje principal que es el objeto. Dicho mensaje
actúa como elemento aglutinante de individuos; pero, agotado el mensaje,
éstos se separan y el público queda disuelto. En cambio, el grupo social no se
disuelve tan fácilmente: una de sus características es, pues, la permanencia
más o menos prolongada de sus miembros. Cada integrante del público, a la
salida del espectáculo, pasa a integrarse en su grupo. La idea de pertenencia
grupal es lo que hace al hombre confluir en campos diversos de convenciones
sociales de las que se sirve y a las que sirve.
La opinión pública en el proceso de la comunicación social
En el proceso de la comunicación, el decodificador del mensaje es el
mismo receptor, al que llamaremos “consumidor de noticias”, o mejor dicho,
consumidor de una gama de informaciones qué recibe a través de diversos
medios, especialmente de aquellos de índole masiva:
Periódicos, radio, televisión y cine.
Y si entendemos por decodificar a aquel que traduce los signos/ señales
de un mensaje o lo que esos signos/señales parecen representar, tenemos
enfrente todo un proceso que se desarrolla en el cerebro del perceptor y del
que se ocupan la psicología y la semiologia, en lo referente a estímulos y
reacciones (efectos) la primera; y acerca de los sistemas de comunicación,
símbolos, señales/signos, la segunda.
En un esquema simplificado del proceso de la comunicación, del que es
autor el profesor Baumlauer, encontramos en primer jugar al emisor, juego el
mensaje y, por ultimo, el destino.
El lector, el televidente y el radioescucha y el espectador de cine son
destinatarios naturales de la corriente informativa de los medios masivos. El
sitio que ocupa la opinión pública, en dicho proceso, se localiza en el tercer
factor de la comunicación: el destino.
El decodificador, como intérprete del mensaje, no revela automáticamente
opinión pública alguna por el solo hecho de haber percibido y traducido un
mensaje.
La asociación de contenidos, el intercambio de datos, la libre discusión
entre dos o más personas, el arribo a una decisión acerca del tema de interés
colectivo en que se baso el debate; la expresión del acuerdo más o menos
compartido son, entre otros, requisitos inexcusables para la formación del
fenómeno en cuestión.
Cada receptor integrante del público experimenta reacciones individuales
ante el mensaje percibido, decodificándolo. La conjunción de reacciones
individuales planteara denominadores comunes en el juicio público y luego de
un proceso cuyos caracteres principales adelantamos páginas atrás, se
formará el resultado psicosocial de opinión pública.
No podemos eludir esta pregunta obvia: ¿cuál es el grado de deformación
que sufre el acontecimiento, desde que adquiere el carácter de hecho social,
periodísticamente importante, hasta que es recibido por el decodificador?
Puesto que la respuesta que se dé a esta cuestión puede determinar la relación
estrecha entre opinión pública y medios que la informan, por una parte, y
llevarnos a descubrir algo de la medida en que los medios presionan sobre el
publico, por otra es atendible el papel de los agentes de relación e influencia,
conocidos también como elementos o factores en la ciencia de la comunicación
humana.
¿Como son los medios de comunicación de masas y como se comportan?,
es algo que permanece bajo la lupa de los investigadores.
Los Estados totalitarios usan los medios —dicen sus
impugnadores— como instrumentos destinados a la formación de opinión
política y como mecanismos de control social rígido. Se censura también
acremente la conducta empresarial privada atribuyéndole el empleo de
los medios para exclusivo beneficio de sus intereses también privados;
pero lo demostrable es que, además de los regimenes totalitarios y los
intereses capitalistas, hay otros agentes que intervienen en la formación y
manipulación de la opinión pública.
El reportero está en dependencia del margen de seriedad, honestidad y
responsabilidad social de sus fuentes oficiales y, con mayor razón, de sus
informantes “oficiosos” que influyen en el momento de recolectar los datos. La
responsabilidad periodística impone la comprobación de los datos que arrojan
las fuentes, es cierto, pero esa responsabilidad no incluye suponer las
intenciones que esconde una aparentemente inofensiva y cándida declaración
ni las finalidades ilegitimas que puedan perseguirse con una estadística
adulterada sobre la producción agropecuaria, por ejemplo.
En la cobertura de las fuentes oficiales, se trabaja bajo la presunción de
bona fide y confianza en la credibilidad que merece un portavoz oficial. Es
materialmente imposible saber si dichos portavoces responden o no a tales
supuestos.
Intereses económicos, políticos, religiosos, deportivos, deseos de
figuración personal o de venganza, entre otros, son los que motivan
generalmente a los informantes.
El cronista soporta, asimismo, las presiones características del sistema
constituido por el medio y los subsistemas del mismo; si es un periodista
novato, la influencia de los más experimentados no se deja esperar; si es un
redactor avezado, no por ello escapa a las limitaciones de la línea impuesta por
el sistema de la institución de por medio; normatividad que fija la posición de
ésta ante la política, la economía, etc. Estas influencias afectan decisivamente,
incluso la manera como el periodista capta y entiende el suceso, y la forma en
que redacta su mensaje.
El medio o institución de medio, a su vez, resulta influido por otros
muchos agentes, entre ellos por el propio cronista, dado que no es posible
ejercer control absoluto sobre los procesos selectivos de mensajes de fuentes y
aun en la cobertura o frecuencia de la cobertura de fuentes a cargo del
reportero.
El mismo Charnley menciona una serie de limitaciones naturales del medio
periodístico; características, propósitos y actitudes de quienes lo manejan. Y a
la nomenclatura de Charnley habrá que agregar la situación de las instituciones
de medios, frente a los sistemas políticos, los factores económicos que crean
Estados de dependencias de la publicidad, el control de los materiales como el
papel y todos los instrumentos de presión, visibles e invisibles.
Por ultimo, mencionemos los factores de influencia en el receptor de la
información. El primer obstáculo parece estar en la selección y luego en el
proceso de descodificación del mensaje; es decir, en la interpretación de los
signos y señales que contiene el informe periodístico. Hablamos de la
comunicación como fenómeno de masas y el obstáculo mencionado radica en
la traducción personal que hace cada uno de los decodificadores, pues sabido
es que no existen dos interpretaciones idénticas ante un mismo mensaje.
Y lo que cada uno de los receptores hace con el mensaje es algo que no
tiene límites de previsión y que rebasa todo cálculo. A lo más, resulta
imaginable el contexto de condicionamientos y variables de los efectos de la
comunicación en el público. Entre los factores variables y condicionantes,
Chamley cita:
• Amplitud y profundidad del tema.
• Referencias de terceros sobre el o los acontecimientos.
• Diferentes informaciones a través de distintos medios sobre un mismo
hecho.
• Insistencia en algunos aspectos del hecho, en desmedro de otros.
• Falta de documentación.
• Carencia de conocimiento que inhabilite para comprender su
significación siquiera aproximada.
Opinión pública y opinión privada
Siendo la base de toda opinión un proceso comunicativo, tratemos de
hallar la diferencia entre opinión pública y opinión privada. Partiendo de lo
anterior, inferirnos que la característica de la opinión pública es la
comunicación pública también y aquí es necesario anotar que “comunicación
pública” involucra un concepto de difusión de mensajes con el empleo de todas
las formas comunicativas posibles y no solo restringiendo el proceso de
transmisión a los medios propiamente masivos. A la vez, el contenido de los
mensajes tendrá que ser de interés colectivo, vale decir: que afecte a un grupo
de personas y, finalmente, que la respuesta (feedback) cuente también con un
alcance de difusión masiva, o sea, que el ciclo completo de la comunicación
tenga lugar dentro del ámbito publicó (offentlichkeit). Lo que distingue ala
opinión privada es la comunicación privada o personal. Véanse los rasgos
distintivos de la opinión individual privada, en el capitulo 8, en que se describe
el proceso de formación de la opinión pública.
Hans Speier sostiene que pública significa “la opinión revelada a otros o
cuando menos notada por otros, de tal modo que las que se esconden o se
ocultan a las demás personas pueden ser llamadas opiniones privadas o
clandestinas”
Dijimos ya que la receptividad de un mensaje no hace por si sola un
producto de opinión, sino que es apenas la antesala Del fenómeno. El estimulo
que representa la información genera una redacción individual, misma que
confrontada con otras, establece un proceso colectivo que arroja una respuesta
al mensaje de la fuente; respuesta dirigida al emisor originario.
Sigamos en este punto a Speier: “entendemos por opinión pública los
conceptos sobre cuestiones de interés para la nación, expresados libre y
públicamente por gente ajena al gobierno, que pretende tener derecho a que
sus opiniones influyan o determinen las acciones, el personal o la estructura
estatal. En su forma más atenuada, este derecho se afirma como la
expectación de que el gobierno revelará y explicará públicamente sus
decisiones, para permitir ala gente que no pertenece al mismo, pensar y hablar
sobre estas decisiones o, para expresarlo en los términos de la conversación
democrática, para asegurar el éxito de la política seguida por el gobierno.
La opinión pública, comprendida de ese modo, es fundamentalmente una
comunicación de los ciudadanos con su gobierno y solo de manera secundaria,
una comunicación entre los ciudadanos. Además, si un gobierno niega
efectivamente que la opinión de los ciudadanos sobre las cuestiones públicas
sea pertinente, en una forma u otra, para la elaboración de la política, o si evita
la libre y publica expresión de tales opiniones, la opinión publica no existe”.
Sintetizando, podemos anotar:
A)
la opinión pública es comunicación producida por el
procesamiento de información que se introduce en un clima de opinión.
B)
el objeto de que trata es siempre de interés grupal.
C)
necesita acceso libre a la información.
D)
tiende a producir efectos que sean visibles en los niveles de
decisión y poder y no solo en la política.
Gracias a la concurrencia de los elementos mencionados, es deducible la
identidad que guarda la opinión pública con el proceso de feedback
(retroalimentación), dentro del cual el público opinante pasa a convertirse en
emisor de un mensaje: mensaje-respuesta dirigido a un destino que antes fue
emisor y que puede ser el gobierno, la jerarquía eclesiástica, una dirección
sindical, etcétera.
En la funcional del sistema de feedback observamos la interpolación de
funciones de los elementos concurrentes en el proceso comunicativo inicial; es
decir, que el emisor originario se transforma en receptor y el primitivo receptor
se convierte en emisor.
El mensaje originario cumple su papel de motivador de la respuesta; pero
lo que no se altera es el medio, elemento de la comunicación que permanece,
durante el proceso, sin soportar efectos y ellos es natural, si se trata del
conducto por donde se difunden las comunicaciones de ida y de retomo, de
estimulo y de respuesta. La cantidad y la calidad de los mensajes dependerá,
en ambos casos, del tratamiento que den los medios a los materiales
informativos, en las conocidas etapas de selección de fuentes y contenidos que
afectan la integridad y la fidelidad de las emisiones; pero ose es otro problema.
Lo que si se hace pertinente en este caso es la selección que realiza el público,
de aquellos mensajes que los medios ponen a su disposición, conforme a
expectativas personales y grupales y otros motivos. Klapper dice
Sobre esto ultimo: “la investigación de comunicación la revelado
firmemente, por ejemplo, que las personas tienden, en términos generales, a
leer, observar, escuchar las comunicaciones que presentan puntos de vista con
los cuales ellas mismas se encuentran en afinidad o simpatía y tienden a evitar
comunicaciones de matiz diferente”.
Iglesia y opinión pública
En época del papa Pío XX, la televisión comienza a penetrar en los
hogares. El Pontífice presta atención a los nuevos medios electrónicos (radio y
TV) calificándolos como “instrumentos del bien y del mal”. Recomienda su uso
para defender los derechos de la persona y la familia; que no solo entretengan
y trasmitan valores humanos, y protejan la cultura cristiana.
La doctrina de la iglesia sobre los medios de comunicación social tiene ya
una larga y rica tradición, desde que aparece en el escenario histórico la
prensa de Gutenberg. El papa san Pío v (Antonio Glislieri) dicto normas contra
las noticias y escritos heréticos y calumniosos en 1567, sentando así las bases
de una política de control de medios y mensajes. El papa Gregorio XV fundo,
más adelante, la Congregatio de propaganda fide (1622). A las pautas
eclesiales para una conducción de los medios de comunicación social se les
conoce con el nombre de moral publicista , que nada tiene que ver con lo que
hoy denominamos “publicidad” eufemismo de propaganda, sino que califica a
todo lo que es susceptible de ser comunicado o de adquirir notoriedad pública.
Esta moral plantea, en primer lugar, problemas de la fuente, del proceso de la
comunicación, del contenido de las noticias, de la empresa periodística, de los
destinatarios y de la publicidad, dentro de una concepción teológica de la
comunicación, fortalecida por la Encíclica Mirari vos, del 15 de agosto de 1832,
en el pontificado de Gregorio XVI. Juan XXIII y el Concilio vaticano II dan
nuevos frutos en forma de políticas para la prensa, la radio, la televisión y el
cine.
La iglesia postula un proceso de “formación cristiana” de la opinión
pública, con alcance universal, puesto que sostiene: “los mass media, gracias a
su ámbito universal, han creado y crean una opinión pública universal, cada
vez mas socializada”. Veamos algunos conceptos que permiten definir la
posición de la iglesia católica respecto del fenómeno que nos ocupa.
Las transcripciones que aparecen a continuación han sido tomadas del
documento ya citado, alusivo a la jornada mundial de las comunicaciones del
16 de mayo de 1986:
“la opinión pública ejerce un grandísimo poder en los regimenes
democráticos, es determinante para el gobierno y exige un clima de libertad
para su formación. La opinión pública es patrimonio de toda sociedad normal y
sana, una sociedad en que osta falte o enmudezca la de ser considerada como
enferma.
La opinión pública no solamente es susceptible de ser formada sino que
hay que empeñarse en su formación, con sujeción a las normas morales y
cristianas, en nuestro caso. Si resulta que las agencias de prensa y todos los
otros medios de comunicación social son formadores de la opinión pública —y
de ahí la gravísima responsabilidad del periodista, del comunicador, que es
mediador entre la verdad y el usuario, lector u oyente— la iglesia debe poder
actuar mediante esos medios: a través de aquellos propios o con el acceso a
aquellos comerciales, privados o estatales para su servicio al pueblo de Dios y
a la humanidad toda.
El formador de la opinión pública a de ser auténtico, veraz e
imparcial, ya que a la opinión publica no se le manipula sino que se le
sirve. El problema clave en la formación cristiana de la opinión pública
está en fundamentarse en principios permanentes y en respetar la
verdadera escala de valores. En un lenguaje que la gente entienda, el
comunicador, como formador de la opinión pública, y para merecer el
apelativo de cristiano, la de trabajar en favor de la paz, la unidad para la
búsqueda de la verdad, en favor de una concepción cristiana de la familia.
Un vicioso manejo de la opinión pública podría orientar a todo un pueblo
hacia la catástrofe. Y es que los mass media, en su prodigioso
crecimiento multiplican las posibilidades de ser influida; ésta puede
convertirse en brutal y apasionada o en juez de conciencia recta.
Si nos situamos en términos concretos de verdadera formación
cristiana de la opinión publica, nos colocamos en un contexto de
evangelización... Si, formación cristiana de la opinión pública es casi lo
mismo que decir evangelización”.
Hasta aquí, el tratamiento que da la iglesia al fenómeno de la opinión
pública y de esa conceptualización de su importancia deviene una política de
comunicación social con el uso de medios masivos, extendidos por todo el
planeta y especialmente por los países latinoamericanos, donde la iglesia
posee sistemas bien estructurados.
Comunicación, participación social, democratización y medios
alternativos
“El problema de la relación entre los medios de comunicación social y la
idea que se hace el hombre de la sociedad, está estrechamente relacionado
con el de la influencia de la comunicación sobre el desarrollo y la disponibilidad
de los individuos con miras a su participación en las actividades de desarrollo.”
La cita anterior constituye una proposición teórica en el nivel pragmático
de la comunicación humana, principalmente en lo que concierne a la imagen
que tiene el hombre de “su” sociedad, lo que en términos más amplios significa
la visión particular del entorno social.
Ese entorno social, tan complejo como dinámico, exige un comportamiento
múltiple del individuo, que se manifiesta en las diversas formas de pertenencia
social, llamadas roles o papeles sociales por la psicología.
Una de las críticas más enérgicas planteada ante la funcionalidad de los
medios masivos de comunicación se concentra en la verticalidad y
unidireccionalidad de los mensajes. Como señalo hace poco más de una
década Mangus Lans Enzensberger, detrás de esta critica puede haber, si no
se tiene cuidado, una sobreestimación de la importancia real de los medios
masivos, principalmente en los países no desarrollados. Ni sobreestimación ni
absolución: los medios masivos deben tratarse con equilibrio y rigor científico,
si se quiere arribar a conclusiones que permitan aclarar el panorama confuso
de las comunicaciones y señalar derroteros hacia metas de progreso y
liberación para América Latina.
¿Cuales son los efectos de los medios masivos en el receptor? Esta es
una pregunta que aun no se contesta. Todo lo que hasta ahora existe es un
importante conjunto de aportaciones empíricas fragmentarias, realizadas
desde diferentes puntos de vista disciplinarios, principalmente desde la
psicología de la percepción.
No obstante, no estamos en condiciones de afirmar: “estos son los
efectos de la comunicación en los receptores”. El problema se agrava si se
considera que el latinoamericano actual es un receptor múltiple, a diferencia
por ejemplo, del de comienzos de siglo, que solo disponía de los periódicos
para informarse. (habrá que exceptuar, por supuesto, a los grupos rurales que
en Bolivia, Perú, Guatemala, México y otros países que cuentan con una
importante densidad de campesinos, tienen acceso sobre todo a la radio, muy
poco a la tv y nada o casi nada a los medios impresos.)
A pesar de la imposibilidad de determinar los efectos de la comunicación,
es legítimo considerar hechos objetivos integrados en procesos de
comportamiento social. Que la comunicación no lo es todo en la vida, es una
verdad irrefutable; pero, que ella es la base de las relaciones humanas y de las
interrelaciones sociales, es otra realidad innegable tocamos, entonces, el
problema de la participación social, y para encararlo es necesario tener en
cuenta algunos niveles de participación relacionados con las formas de
comunicación existentes.
Una hipótesis aún no desmentida es aquella que dice: “el comportamiento
humano está basado en la información disponible”, la cual coincide con la
declaración de que las tomas de decisiones se fundan en la información;
ausente ésta, no hay decisión posible. Si admitimos este hecho,
conceptualizamos la participación como el resultado de un proceso de
recepción, percepción y procesamiento de datos para la acción humana en uno
o varios sentidos.
Actores y espectadores en América Latina
Dentro del amplio contexto comunicacional, América Latina es un campo
de experiencias donde una pequeña parte de su población actúa
protagonicamente en la toma de decisiones y una gran mayoría hace de
espectadora, respecto de dichas decisiones. Las complejas relaciones
intergrupales señalan, en alguna medida, una participación correspondiente a
la calidad de la información disponible por parte de tales grupos. Son los casos
en que, por ejemplo, los grupos empresariales privados, algunos partidos
políticos u otras instituciones cumplen una función critica reguladora del
sistema que apoyan, cuando se presentan desviaciones en materia de
inversiones, canalización de créditos, debate sobre alguna ley impositiva, etc.
El margen de acción de estos grupos está definido por las pautas fijas de los
regímenes de gobierno sostenedores del statu quo y de la dependencia. Esta
participación representa un grado de flexibilidad dentro de las reglas de juego
impuestas, principalmente en los sistemas militaristas y dictaduras civiles
basadas en el respaldo de la fuerza militar.
La participación de las mayorías nacionales no se da en el nivel de las
decisiones (privilegio de clases dominantes) sino en el terreno de las
consecuencias. En este caso, sería más correcto afirmar que esas mayorías no
participan (si nos sujetamos al sentido estricto de la palabra) sino que ejecutan,
cumplen, obedecen y sufren las consecuencias de políticas ejecutadas en su
nombre.
No obstante, esta dicotomía aparente actor/espectador no constituye sino
eso: una aparente dicotomía. De hecho, según los grados y las formas de la
pertenencia grupal, y los tipos de información inherentes, se es actor y
espectador, al mismo tiempo, tanto como se es o puede ser emisor-receptor. El
problema principal no radica en saber si se es actor y espectador o solo una de
estas cosas, sino en reconocer cuándo se es actor y cuándo espectador y en
qué tipo de relaciones y con qué posibilidades de acceso a las tomas de
decisión o, por lo menos, con qué probabilidades de influencia sobre ellas.
Las posibilidades de ser actor y no simple espectador están determinadas
por el acceso a la información. De ahí que planteemos que no puede haber
acción participativa sin previo acceso a la información. Sin embargo, en la
medida en que la información clave sea monopolizada, encerrada en sistemas
de dominio sectario, la participación será anulada y ésa es, entre otras cosas,
una de las causas del adormecimiento general y de la disociación que cumplen
los grandes medios masivos, que coadyuvan a lo que parece ser un plan
general para aislar al hombre, reducirlo cada vez más a un estado de sociedad
y bombardearle con información que le tenga ocupado (distraído) pero que
poco o nada tenga que ver con sus necesidades reales y mucho menos con los
principios de solidaridad y sociabilidad. La ya conocida teoría de la cosificación
se manifiesta en ese aislamiento del hombre respecto de otros hombres. En las
sociedades altamente industrializadas, esta situación es más dramática, como
lo demuestran innumerables estudios. En América Latina, el proyecto de
robotización enfrenta obstáculos que difícilmente podrá vencer y que resultan
de la cultura misma de los pueblos que integran la región.
En América Latina se da el caso excepcional de la vivencia simultánea de
grupos sociales en varias épocas; por ejemplo, en grandes porciones del
altiplano Boliviano, el campesino utiliza el radio de transistores (época de la
electrónica), pero alumbra su choza con un mechero de petróleo (época
anterior al descubrimiento de la electricidad) y labra su tierra con aperos
similares a los empleados en el antiguo Egipto. Esta simultaneidad de contacto
con productos de épocas y culturas diferentes define acciones que merecen
estudio e investigación.
Hacia una participación efectiva
Se la dicho antes que la contraposición actor-espectador es un problema
ideológico. La participación efectiva constituye una meta de una política
democratizadora global, realizada a partir de la democratización informativa.
Esto implica obviamente, una política educativa en todas sus fases.
Los medios masivos, según proposiciones teóricas entre las que destaca
el juicio autorizado del profesor Español José Luís Aranguren, han logrado, por
lo menos en los países industrializados, un alto grado de sustitución de los
canales naturales de comunicación, con lo que se aísla aún más a los
individuos, hasta el extremo de evitar cualquier relación entre los seres
humanos no funcional o inútil para el sistema. De ese modo, los canales de la
asamblea, la reunión de grupos, la interacción micro grupal, la asociación, etc.,
van perdiendo vigencia y en su lugar reinan la radio, la televisión, el casete, el
disco, el videocasete, el video-disco y otros instrumentos de uso cada vez más
personalizado. En este sentido hay una mayor similitud y aproximación
significativa entre “mi” cepillo de dientes, “mi” televisor de bolsillo y “mi’ tarjeta
de crédito bancario.
Esta atomización, aislamiento o individualización del hombre se
percibe en la incomunicación familiar. Cuántos hogares urbanos están
integrados por miembros que no se comunican entre si sino una vez por
semana, Cada individuo es llevado, entonces, hacia una mayor dependencia
de los medios masivos. Luego, la materia prima para la acción y participación
conducida procede de dichos medios, con lo que se controla el proceso de
formación de las opiniones públicas y los segundos flujos de información. En
América Latina, así como cada uno de nosotros absorbe un producto
manufacturado de una materia prima nacional, consume también, y cada vez
más, una interpretación reelaborada —nueva manufactura— de hechos y
acontecimientos noticiosos y culturales originalmente nuestros.
La autonomía no es alcanzable sin un proceso real de democratización,
entendido como el conjunto de acciones destinadas al libre acceso ala
información y a una efectiva participación en la toma de decisiones. ¿Como
alcanzar ese acceso y esa participación?
Una respuesta inicial sería: al reconocer que el problema de la
comunicación es esencialmente educativo y que la educación es sobre todo un
problema comunicacional. Dentro de este criterio, el analfabetismo es el primer
gran escollo de la democratización informativa; pero, un plan de alfabetización
integral y de contenido liberador puede ser el comienzo para articular y sentar
las bases de una democratización real.
Otra respuesta: el problema educativo el comunicacional tienen sus raíces
estructurales en el campo de la economía y en la correlación de fuerzas
productivas. La dependencia económica de América Latina determina el tipo de
dependencia cultural y viceversa. Es, pues, un sistema complejo dentro del
cual los componentes relevantes son economía, educación y comunicación. La
red de complejidades nos advierte que una política aislada de educación, que
no contemple las transformaciones económicas simultáneas, no sirve para
nada y está condenada al fracaso. Una política económica aislada, por su
parte, no tendrá mejor fin, si descuida el cambio paralelo en la educación y en
los sistemas de la comunicación. Apoya este punto de vista la conclusión de la
XVIII reunión de la comisión económica para América Latina (CEPAL)
celebrada en La Paz, Bolivia, en abril de 1979, en el sentido de que el nuevo
orden económico internacional (noel) exige prioritariamente un nuevo orden
informativo internacional (noil).
Una tercera respuesta: la participación, con vista a la democracia, tendrá
que ser integral y de ningún modo sectaria. Esto representa acceso pleno de
todos los sectores políticos, sociales, religiosos, deportivos, de grupos
formales, informales, cuasi grupos, grupos reales e imaginarios, etc., en la
información disponible por los canales artificiales y naturales; acceso a las
decisiones sobre políticas informativas nacionales, aspecto jurídico que
merece ser replanteado a la luz de los propósitos de liberación de América
Latina.
¿Cómo movilizar la participación?
Se trata de una pregunta de orden operativo. Cabe hacer aquí una
discusión: toda acción está estrechamente relacionada con procesos mentales,
excepto las acciones reflejas del organismo y las funciones biológicas que no
pasan por la conciencia, tales como los comportamientos hepáticos o aquellos
de los jugos gástricos. (Aunque, en el terreno de las reacciones psíquicas hay
también una correlación orgánico-mental.)
En el dominio de la acción humana social, la correlación teoría praxis es
evidente e inevitable. El nivel de las operaciones formales o abstractas requiere
de una proyección en el campo de las operaciones concretas; dicho de modo
más sencillo, se trata de articular los principios teóricos en la realización de
acciones materiales visibles.
Movilizar para la participación democrática demanda, dadas las
complejidades de la sociedad actual, el uso de medios de comunicación.
Para encarar dicha cuestión partimos de esta secuencia de ideas: la
comunicación alternativa apunta hacia la participación real de la sociedad y la
búsqueda de la democratización es la respuesta de América Latina a la
comunicación trasnacional y subsistemas internos ligados a ella que
representan intereses ajenos al continente.
De aquí podrán deducirse estrategias que conduzcan a los propósitos
descritos en el enunciado anterior y que confluyan en el vértice adecuado para
la ruptura de la dependencia de América Latina.
Medios alternativos
Parece legítimo hablar de medios alternativos en un clima en que
predomina la información unidireccional y se asienta el monopolio de las
trasnacionales con sus ramificaciones en la gran prensa continental.
¿Por qué “medios alternativos”? Porque se trata de ofrecer una nueva
visión de lo que es noticia; un nuevo concepto manejable de fuentes de
información y, lo que es más importante, se trata de entender que el
acontecimiento de interés social no es un simple suceso en si mismo, sino que
es un proceso que tiene como componentes esenciales un antecedente, una
manifestación actual y unos efectos o consecuencias sobre los receptores.
Porque, con base en la reformulación de modelos de comunicación coherentes
con la realidad Latinoamericana, se facilitará la transformación de la
información unilateral y unidireccional en comunicación, comunión y
participación bi y multidireccional. De aquí, el atributo de mercancía que el
juego comercial le ha atribuido a la noticia cederá su lugar al atributo de bien
social o producto cultural no monopolizable.
Alternativa no significa —no puede significar sin desnaturalizar su
esencia— la eliminación de los otros medios, porque si eso sucediera dejarla
de haber alternativa para retornar a la unidireccional criticada. Entonces, medio
alternativo es un instrumento de comunicación para la democracia informativa y
la participación social frente a los otros instrumentos comunicaciónales que
tratan de mantener el statu quo.
Entre los medios existentes pueden reconocerse dos categorías: a) los
que se manejan con el criterio ideológico de la dominación y actúan en
correspondencia con los intereses comerciales de la sociedad de consumo, y
b) los que apuntan hacia una información más equilibrada bajo la premisa del
bien social.
El desequilibrio entre ambos es notable. La prensa tradicional domina gran
parte de los instrumentos de comunicación y se preocupa en ampliar su
dominio sobre los grupos sociales.
Entre los medios alternativos pueden inscribirse legítimamente los
siguientes:
1.
Canales naturales de comunicación: púlpito, asamblea, sindicato,
asociación, club, cooperativa, etcétera.
2.
Formas micro grupales de comunicación: aula, seminario, el
circulo de estudios, etcétera.
3.
Vehículos para la transformación de grupos imaginarios en grupos
reales: amas de casa, estudiantes, lectores de mensajes impresos,
radioescuchas, televidentes, etc. Asimismo, canales para la capacitación de
estos grupos en torno a la comunicación, los medios tradicionales y los
alternativos, para desarrollar en ellos (los receptores) una conciencia crítica y
actitud selectiva de los mensajes que se les ofrecen.
4.
Canales artificiales de comunicación: medios impresos,
audiovisuales, auditivos, y otros existentes y por crearse.
5.
Canales culturales: teatro, títeres, marionetas, recitales de
música, poesía; revistas especializadas de arte y cultura, etcétera.
6.
Canales populares de expresión: murales, hojas mimeografiadas,
pintura, artesanía y manufacturas rudimentarias.
7.
Posibilidades de comunicación multimedia, habida cuenta de la
importancia del uso simultáneo de varios medios para una mayor receptividad
del mensaje.
La opinión pública y otras disciplinas
Aportes de varias disciplinas
El conocimiento de la opinión pública demanda dos niveles de
operaciones: formal y concreto. Dicho de otro modo: una información teórica y
una investigación práctica. La primera, con el concurso de otras disciplinas; la
segunda, con metodologías de medición de actitudes y opiniones, entre las que
la encuesta goza de mayor aceptación.
El estudio de la opinión pública conlleva el imperativo de información en
otras parcelas del saber humano, de las que puede extraerse el conjunto de
referencias necesarias para la comprensión del fenómeno y sus interrelaciones
La historia nos permite sondear el fenómeno en las épocas por las que
tuvo que atravesar la humanidad; con ella podemos identificar las raíces de las
manifestaciones públicas en lo que toca a problemas de la relación hombreestado y de las relaciones humanas. Las evoluciones del concepto de ámbito
público y participación de los grupos humanos en las decisiones de los
poderes públicos, la conquista de la libertad de expresión, los descubrimientos
científicos, el desarrollo de la tecnología, en fin, el desarrollo del hombre,
corresponden a la historia y en ella nos vemos forzados a escudriñar los
procesos formativos de las opiniones.
En la filosofía hallaremos respuestas a los eternos “porqués” del
fenómeno. Esta ciencia de ciencias, con la profundidad de sus interrogantes y
direcciones hacia la esencia misma de las cosas es indispensable para el
reconocimiento del objeto.
Al fin y al cabo han sido los filósofos y los historiadores quienes han
creado la escuela clásica y a ellos debemos gran parte de las proposiciones
distintivas acerca de la opinión pública. Historiadores y filósofos, preocupados
como estaban por encontrar una definición de este fenómeno nos han legado
una herencia teórica inestimable.
La psicología, en cuanto estudio científico de las reacciones del individuo
ante los estímulos que recibe, ayuda a comprender el proceso estimulorespuesta ante situaciones dadas. La psicología social, ciencia destinada al
estudio de las reacciones del individuo influido por otros individuos absorbe,
hasta ahora, el campo de la opinión pública, desde el momento que el
fenómeno tratado es psicosocial y eso significa que se produce en la esfera de
las relaciones humanas y, fuera de ellas, no es siquiera concebible. La
psicología social, pues, se ocupa de la conducta social del individuo, de las
interrelaciones grupales, de las presiones e influencias del grupo o los grupos
sobre el individuo, del problema de los lideres, del comportamiento social en los
niveles de la sexualidad, la política, las diferencias lingüísticas; ha construido
teorías acerca de las actitudes y opiniones; en fin, es hasta ahora la esfera
mayor donde cabe el fenómeno de la opinión pública. Puede decirse que es el
continente y la opinión pública uno de los contenidos. Hay esfuerzos, aunque
aislados, por emancipar a la opinión pública; pero, hasta ahora, con pocas
probabilidades de éxito.
La sociología, hija de la filosofía política, la filosofía de la historia, las
teorías de la evolución y de las agitaciones sociales y políticas del siglo XIX, se
ocupa de los fenómenos sociales, la población, la familia, el parentesco de las
instituciones sociales en general, de los tipos de grupos sociales, las
interrelaciones de éstos. Y la creado una serie de métodos para sus estudios,
de los que son aprovechables los resultados obtenidos en el último siglo.
También, como es natural, se la dedicado a observar el fenómeno opinión
pública, como lo la hecho con el divorcio o la delincuencia juvenil, por ejemplo.
Los pilares que sustentan el estudio de la opinión pública son, pues, la
sociología, la psicología (psicología social), la historia y la ciencia de la
comunicación. Esta última, en cuanto pretende unificar las escuelas
sociológicas alrededor del fenómeno de la comunicación humana en todas sus
formas; siendo la más joven de todas, pues no tiene más de cinco decenios de
existencia, otorga al estudio de la opinión pública el resorte de la comunicación
y del conocimiento de los procesos comunicativos del hombre y hace posible
inferir y descubrir los resultados previsibles del proceso mismo. Mediante la
ciencia de la comunicación podremos comprender las actitudes y opiniones
humanas, los grados de influencia del medio, los efectos de la comunicación
sobre el público y comprender muchísimos de los enigmas que hasta hoy
atormentan a los investigadores en el nivel de comportamientos comunicativos,
flujo y manipulación de información, etcétera.
Significados del término “opinión pública”
El término opinión pública encierra diversos significados. Desde luego,
conviene fijarse que está compuesta de dos voces: el sustantivo opinión y el
adjetivo pública.
Etimológicamente, opinión proviene del latín opinio, —onis, que significa
concepto.
Según la Real Academia de la Lengua Española, la primera acepción de
opinión es: “concepto o parecer que se forma de una cosa cuestiónable; fama o
concepto en que se tiene a una persona o cosa”.
Pública procede también del latín publicus, que significa “notoria, patente,
manifiesta, vista o sabida por todos”.
La Real Academia admite la siguiente significación de opinión
pública: “sentir o estimación en que coincide la generalidad de las
personas acerca de asuntos determinados”. La definición es harto
ambigua e imprecisa. Anota “sentir”, que nos lleva a considerar un acto
psíquico colectivo, lo cual limita los alcances del fenómeno, a la vez que
constriñe sus fuentes de origen. Luego, agrega: “o estimación”, que
sugiere la idea de valoración colectiva, pero esta palabra provoca graves
confusiones si tenemos en cuenta que con ella pueden significarse varias
cosas. Con “en que coincide la generalidad de las personas” se da un
rasgo más o menos constitutivo del fenómeno, como es el “consenso”;
pero otra vez propicia la confusión al hablarnos de “la generalidad” que,
si se refiere a la mayoría de los integrantes de un grupo social, desconoce
la opinión de minorías respetables y también constitutivas de opinión
pública.
Otro significado es el de número de electores, en un sistema democrático;
es decir, el conjunto de votantes cuyo parecer es necesario para el éxito o el
fracaso de un candidato.
El invento de Gutenberg
Entre los grandes inventos de todas las épocas, figura la imprenta o, mejor
dicho, los caracteres movibles, cuya paternidad se confiere al orfebre de
Maguncia, Jolann Gensfleiscl Gutenberg. En verdad, el maestro alemán no
invento la imprenta, sino el tipo metálico movible, pues la impresión xilográfica
data aproximadamente de dos mil años antes de Cristo, en China.
El arte de imprimir tiene sus orígenes en oriente. Litton la recogido algunas
valiosas referencias sobre la edición de libros y otros materiales impresos
mediante el sistema de xilografía, entre ellos el Diamond Sutra (del año 868), la
Biblia PauPerúm, e impresiones de monedas y naipes en Arabia, y otros.
Con su “tipo movible”, Gutenberg revoluciona la imprenta. Muchos
historiadores señalan ese acontecimiento como punto de partida de todas las
transformaciones sociales, políticas y de otra índole, sobre todo en Europa. En
cuanto a las comunicaciones a través de imágenes impresas, el invento del
maestro orfebre es, sin duda, el paso más largo dado por el hombre. Es de
Gutenberg de donde parte la masificación de la lectura y de donde deriva la
necesidad de alfabetización. La lectura se convierte de patrimonio de elites, en
producto cada vez más accesible a las mayorías. Piénsese, por ejemplo en el
adelanto que significo poder editar la Biblia solo en algunas semanas, cuando
el mismo trabajo, manuscrito, tardaba 30 o más años.
“la invención de la imprenta —dice Weili— suministra el instrumento
necesario para lo que llega a ser mas tarde el periódico, pero éste no aparece
en seguida.”
La opinión Pública a Través de la Historia
La historia de la opinión pública está por hacerse. El material de que
disponemos hasta ahora solo sirve de guía en el complejo de manifestaciones
de opinión habidas en las diversas épocas de la historia. Ubicamos referencias
útiles en la historia del periodismo, particularmente, ver las investigaciones de
la ciencia de la comunicación. Por lo demás, un análisis histórico con criterio
psicosocial conduciría a la averiguación del fenómeno y sus transformaciones
pero no se la estructurado aún esa investigación en lo que a la opinión pública
se refiere; Así, se hace obligatorio echar mano de la historia general, de la
historia política y de otras investigaciones.
Allí donde hay comunicación entre dos personas, hay terreno abonado
para la formación de una opinión y la correspondiente posibilidad de debate y
comparación, porque todo proceso comunicativo trae consigo el contenido de
un mensaje que genera respuesta y esa respuesta encierra, a su vez, una
opinión, la cual provoca otra reacción que guarda, asimismo, opinión y así,
sucesivamente, en una cadena de estímulos y efectos comunicativos. De
donde podemos deducir que la primera etapa de la opinión es la comunicación
total, personal, directa y reciproca; el poder formador de ésta radica en la
retórica (arte Del discurso). Luego, no hay opinión sin comunicación; Así lo
advirtieron Aristóteles y Platón; este último, cuando apunta el papel persuasivo
del discurso, dice: “maestros hay que me enseñen el arte de seducir al pueblo
y a los jueces, con artificiosos discursos.” Y en labios de Gorgias, el mismo
filosofo pone esta definición de retórica: “es, en mi opinión, el poder persuadir
mediante discursos a los jueces, en los tribunales; a los senadores en el
senado y al pueblo, en las asambleas; en una palabra, convencer a todos lo
que componen cualquier clase de reunión política. Ahora, un talento de esta
especie pondrá a tus plantas al medico y al maestro de gimnasia; y se vera que
el propietario se ha enriquecido no debiéndolo a si mismo, sino a un tercero, a
ti, que posees el arte de hablar y ganar las voluntades de la multitud”.
La aparición de la escritura, tres
mil años antes de Cristo,
aproximadamente, ensancha los horizontes de la humanidad y expande los
marcos de referencia, a la vez que enriquece las posibilidades —precarias
hasta entonces— de conservación de hechos y testimonio de ellos. Se crea,
con la escritura, el registro histórico perdurable que antes que— daba sujeto a
las contingencias de la memoria y a los peligros de la transmisión oral
solamente.
En efecto, la imprenta de Gutenberg no se utilizo de inmediato para la
difusión de noticias, pese al gran desarrollo comercial de los centros vitales de
Europa: Augsburgo y Venecia. Habían de pasar casi dos siglos antes de que el
invento del artesano alemán sirviera para la publicación de hojas informativas
periódicas. Lutero, formador de opinión
En 1517, Martín Lutero y, a su turno, Calvino y Zwinglio, fueron grandes
formadores y conductores de opinión en el siglo XVI. Lutero, monje agustino
inconforme con la política desarrollada por el Vaticano, opositor acérrimo de la
política de explotación agraria, a la vez que denunciante de la venta de
indulgencias, produjo un alegato político y de critica religiosa conocido como
“las 95 tesis”. El documento circuló en hojas impresas y manuscritas que se
pegaban en las puertas de las casas y en los portones de las iglesias. Lutero
usaba las cartas y el pulpito para propagar sus ideas. La poderosa influencia
de Lutero sobre el pueblo alemán se debió, en gran medida, a su elocuencia, a
la predicación cautivadora, con el uso de un lenguaje sencillo, popular, el
mismo lenguaje que empleo pacientemente para traducir el evangelio al
alemán. “se inspira en el idioma popular, con imágenes, comparaciones,
locuciones, aforismos corrientes entre obreros y campesinos, locuciones
proverbiales, aforismos, dichos populares que apreciaba, buscaba,
coleccionaba”.
Innovador del lenguaje, Lutero consiguió atraer multitudes y popularizar su
doctrina basada en su célebre “sola gratia, sola fides”, inspirada en San Pablo:
“un sabio adversario de Lutero, el canónigo Juan Cochlaus —su verdadero
nombre era Jolan Dobeneck—, se ve obligado a reconocer el éxito: ‘el nuevo
testamento (traducido por Lutero) se la multiplicado, los zapateros, las mujeres
y todas las categorías de los laicos lo leen, lo llevan consigo, de el se aprenden
trozos de memoria”. Este incansable reformista contó pronto con millares de
seguidores especialmente en Alemania; su influencia sobre la opinión pública
fue tal que la iglesia confronto serios problemas y tuvo que acudir a la adopción
de medidas drásticas para contrarrestar o por lo menos paliar los efectos de la
prédica protestante. Pío V y su sucesor, Gregorio XXIII, comprendieron el
peligroso vuelco que había dado la feligresía alemana y de otras naciones
europeas y se dieron a la tarea de enfrentar los hechos con las mismas armas
que los reformadores.
De Glanwill a Rousseau
El fenómeno opinión pública, con algunas de las características que hoy
reconocemos, fue observado por primera vez por Jean Jacques Rousseau y él
mismo fue quien denominó al hecho: “opinión pública”, en 1750; sin embargo,
en sus manifestaciones primarias, el fenómeno fue motivo de análisis en Grecia
y Roma, en los conventos medievales. Podríamos citar también a Oliverio
Cromwell, a Nicoiás Maquiavelo, Altusio y Groelo como a otros tantos
expositores de la opinión pública. Pero Rousseau tiene el mérito de haber
anotado las concomitancias psicosociales y políticas del fenómeno.
Glanwill, en 1661, formulo el concepto “clima de opinión”, constituyendo
así las bases sobre las que ulteriormente se asentarla la tendencia historicista
para el estudio de la opinión publica, conocida como “escuela clásica”. El
acierto de Glanwill consiste en plantear el estudio de todos los factores y
elementos del proceso cultural de un grupo social, con dedicación especial a
las fuentes de documentación, sistemas normativos, costumbres, tradiciones,
etcétera, para comprender las causas de determinada corriente de opinión, que
para Glanwill es “clima de opinión”, digamos, el producto de un proceso
concatenado de acontecimientos anteriores, es decir, en que las experiencias
pasadas tienen insoslayable importancia.
Veintiocho años antes de que Glanwill acuñara el concepto “clima de
opinión”, se produjo un acontecimiento histórico que añadió un elemento más al
proceso comunicativo y es lo que algunos autores designan como
“manipulación” de opinión pública; hecho citado también como uno de los
primeros intentos estructurados y organizados de propaganda, de relaciones
públicas y de control social. Se trata de la congregatio de propaganda fide,
institución fundada por el papa Urbano VIII, con objeto de difundir la doctrina de
Cristo y propagar la fe. “su propósito era —dice Young— educar sacerdotes
para las misiones y actuar como un movimiento misional destinado tanto a
convertir a las personas al catolicismo, como a combatir las incursiones del
protestantismo.
La palabra propaganda se empleo con un contenido político e incluso
militar, durante las guerras napoleónicas. “Napoleón —prosigue Young—
impuso un drástico programa de censura y empleo la propaganda para llenar
las lagunas que ésta dejaba en la información.
La revolución burguesa de 1789
La revolución francesa tiene un doble significado: marca, por una parte, el
fin de una época absolutista prelada de autoritarismo: l’etat c’est moi (el estado
soy yo), frase atribuida a Luís XIV, sintetiza el poder omnímodo, de pretendido
origen divino, que tenían en sus manos los monarcas europeos y, por otra
parte, esa revolución señala el comienzo de la llamada época contemporánea,
portadora de nuevas concepciones filosóficas, políticas, sociales y económicas
que sirvieron como fuente motriz de los ideales de independencia en América.
La revolución de 1789 fue el resultado de una larga gestación de cambio
en todos los órdenes de la convivencia social. Se menciona a los
enciclopedistas como a los padres de las ideas revolucionarias, entre ellos a
Rousseau, Voltaire, Montesquieu, D’alambert, Diderot. Ellos socavaron los
elementos de la monarquía, poniendo en tela de juicio el origen divino del
poder reclamado por los monarcas; sacudieron las estructuras ya endebles de
la sociedad clasísta, derrumbando los pilares más sólidos de ese estado de
cosas; el alto clero y la nobleza.
En su composición social, la Francia del siglo XVIII estaba dividida en tres
capas denominadas Estados: el alto clero, la nobleza y la plebe (estado llano).
El primero concentraba a los representantes de la alta jerarquía eclesiástica
cuyos miembros administraban grandes propiedades rurales. Al mismo tiempo,
percibían emolumentos del poder civil. La nobleza era propietaria de gran parte
de la tierra; su fuerza económica procedía de los arriendos elevados y los
derechos feudales como el diezmo, la primicia y la institución de la
servidumbre.
Hemos dicho “alto clero” para distinguirlo del bajo clero, constituido éste
por sacerdotes de origen plebeyo, sin acceso a los niveles jerárquicos
superiores de la administración de la iglesia y condenados a una vida
parroquial llena de privaciones.
El Estado llano congregaba a la burguesía (comerciantes, banqueros,
escritores, filósofos, periodistas), descontenta con las circunstancias; una clase
obrera tan incipiente como la industria de los tiempos y un campesinado
mayoritario sobre cuyas espaldas descansaba todo el poder feudal, pues el
campesino tributaba, pagaba rentas por la tierra e innumerables gabelas a las
clases altas.
En esta sumarisima referencia histórica podríamos señalar cuatro
antecedentes principales del movimiento revolucionario francés de 1789:
ideológico, social, económico y político. De los dos primeros determinantes
dijimos algo líneas arriba. La causa económica finca en el aumento cada vez
más leonino de los impuestos, las restricciones a la libertad de trabajo
impuestas por las corporaciones, los sistemas aduaneros que limitaban el
comercio exterior, la intermediación en la venta de productos agrícolas, y otros
fenómenos más. El antecedente político radica en el acceso al poder de
notables burgueses, en desmedro de los privilegios casi sagrados de la
nobleza, sobre todo en puestos de la administración pública. Asimismo, jugo un
importante papel la aspiración burguesa de acaparar y cubrir gradualmente la
totalidad del poder, bajo el principio ya en boga de la soberanía popular que
carcomía el pedestal del derecho divino del rey, revirtiendo ese derecho única y
exclusivamente al pueblo.
En la Francia prerrevoluciónaria “se ha calculado que aproximadamente el
57 % de los hombres y el 27 % de las mujeres sabían leer y escribir”.
El periodismo reconoce a de Renaudot como uno de sus pioneros. Este
medico, impugnador de las sangrías medievales, fundador de los montes de
piedad y de la oficina de direcciones del trabajo, supo aprovechar su doble
condición de protegido del cardenal Richelieu y medico del monarca Luís XIII
para fundar la gazette, un semanario que vio la luz pública al abrigo del poder
real, en mayo de 1631; contenía información Del exterior de Francia y, poco a
poco, incluyo noticias locales. Este órgano, contemporáneo del mercure
français sirvió, especialmente, para consolidar la posición de Richelieu en el
poder.
La difusión de las ideas a través de libros, cartas, panfletos, libelos,
semanarios, discusiones grupales, controversias y discursos en los cafés y
salones, fermentaban opinión a la medida y con las características del
momento y no cabe otro análisis de esa opinión que no sea dentro del contexto
histórico, como producto de un conjunto de factores psicosociales y políticos.
La dura represión desatada por Luís XV contra los enciclopedistas, la
prohibición de sus escritos y la censura de las información es, no bastaron para
frenar el caudaloso torrente de comunicación ya establecido y menos evitar la
difusión de las ideas revolucionarias, pues éstas circulaban clandestinamente
aun en los lujosos salones cortesanos y algo libremente en las capas medías
de la burguesía.
“los filósofos revolucionarios llegan a ser, en general, los mimados de la
aristocracia, las prohibiciones estaban en pie... Aunque ocurría, al mismo
tiempo, que algunos que osaban polemizar con ellos, eran reprimidos: Fréron,
por ejemplo, jamás pudo obtener un privilegio para L`année littéraire y, a cada
momento, su periódico era suspendido, porque había osado criticar a
D’alambert, Voltaire y aun al mismo Marmontel”, cuenta Alvear, citando a su
vez a Gaxotte.
Importantes centros de formación de opinión pública revolucionaria y de
divulgación de principios, proclamas y otros mensajes enfervizadores de las
masas fueron los famosos “clubes” de Paris cuyo poder creció después de la
toma de la Bastilla. Ellos fueron, en orden de importancia, el club de los
jacobinos, conducido por Maximiliano Robespierre; el club de los cordelieres,
encabezado por Danton, y el club de los feuillants, dirigido por Lafayette.
Habrían de constituirse en los embriones de los partidos políticos cuyo
desarrollo es uno de los acontecimientos más notables del siglo XIX, al calor
del parlamentarismo europeo y norteamericano, Duverger lo ratifica de este
modo: “en 1850, ningún país del mundo (con excepción de Estados Unidos)
conocía partidos políticos en el sentido moderno de la palabra: había
tendencias de opiniones, clubes populares, asociaciones de pensamiento,
grupos parlamentarios, pero no partidos propiamente dichos”.
Hemos mencionado cuatro antecedentes básicos en el proceso político de
la revolución francesa: ideológico, social, económico y político. Ahora bien,
cada uno de éstos tiene una inagotable connotación en el desarrollo de la
opinión pública francesa prerrevolucionaria. Lo ideológico se difunde a través
de las forras ya mencionadas; lo social sirve de base a las criticas y
planteamientos, demandas realizadas también públicamente. Lo económico
genera la motivación inmediata, pero esa motivación no es susceptible de
cohesión, sin que previamente se extienda y asimilen conceptos colectivos
acerca de las causas y efectos de la depauperación general. En lo político,
juegan los intereses de la burguesía y el descontento de algunos disidentes de
la nobleza; el estado de descontento, la imagen de injusticia social en las
clases bajas y otros factores. Todo esto, proyectado y convertido en letras de
molde, reafirma las expectativas De los miles de ciudadanos y sirve a las
publicaciones como instrumento, como espejo de autoafirmación de la
legitimidad de la causa perseguida.
El hecho de que durante el reinado de Luís XVI hubo una importante
corriente de opinión —decisiva en el momento de las acciones armadas— lo
demuestran los casi desesperados intentos del ministro de hacienda, Nécker,
por dar a conocer públicamente los planes económicos del estado. El sabia que
el consenso popular reclamaba tener conocimiento de las finanzas del país, y
estaba seguro de que la desesperante situación económica heredada de la
pésima administración de Luís XV no podía remediarse sino con una seria
reestructuración económica que comprometiera los intereses de la nobleza;
como Turgot, pensaba que en el ambiente político se agitaba un consenso
unánime que exigía: libertad de comercio en cereales, industria; abolición de
las rígidas disposiciones sobre cooperativismo artesanal, de los privilegios de la
nobleza sobre el comercio; anulación de la exención de impuestos para la
nobleza. Así pensaba también Maleslerbes y es que todos o casi todos los
ministros de hacienda de la corona comprendieron que era lo que bullía en las
mayorías y cuáles los objetivos que cohesionaban voluntades e iban gestando
el levantamiento en armas.
“cuando al fin estallo la revolución, Francia vio como su periodismo
también reflejaba las inquietudes, los odios de partido, las persecuciones
acerbas y la tendencia al derramamiento de sangre. Los periódicos se
multiplicaron como nunca, y cada grupo, cada individuo que estaba en
capacidad de hacerlo, lanzaba el suyo.”
La libertad de expresión había sido conquistada. Mirabeau veía,
complacido, como se iba convirtiendo en un hecho palpable su célebre por
encendida alocución de 1788 a los futuros elegidos de los tres estados:
“que la primera de vuestras leyes consagre para siempre la libertad de la
prensa, la libertad más inviolable, la más ilimitada, la libertad sin la cual no
serán jamás conseguidas las otras”. De hecho, esa libertad reinaba durante la
revolución hasta que la asamblea hubo de convertirla en norma de derecho.
Antes de la revolución: medios de comunicación verbales y escritos; entre
los primeros, son de notable importancia los salones donde se reunían
hombres y mujeres intelectuales cultores del “libre pensamiento”. “durante la
segunda mitad del siglo XVIII, los salones gobernaban la opinión en Paris más
efectivamente que la corte”. Entre los medios impresos, algunos periódicos,
especialmente los funcionarios por Mirabeau y Marat; paralelamente, panfletos,
volantes, cartas y documentos que circulaban profusamente dentro de los
salones y que nutrían los debates con ternas candentes.
Durante y después de la revolución: medios impresos masivos, casi los
más poderosos formadores de opinión. Simultáneamente, los debates en la
asamblea y las convenciones, como medios orales.
La opinión pública surge, pues, como resultado de un proceso largamente
gestado, de contenido político, y así la describieron en su turno Hobbes,
Rousseau y otros, como un producto de factores psicosociales y políticos,
económicos, ideológicos; canalizados, percibidos y difundidos en todas las
formas comunicativas conocidas en aquellos tiempos.
En lo externo, la revolución francesa tuvo decisiva influencia en la
formación de opinión en otros países. Robespierre pretendía la
“internacionalización” de la lucha contra las tiranías aristocráticas. Se la dicho
que el belicismo francés posrevolucionario obedecía a la necesidad de
expandir las ideas liberales de libertad, igualdad y fraternidad consagradas en
su territorio.
Influencia de la revolución francesa En la independencia de América
“! Viva Fernando VII, mueran los chapetones!”
Este fue el grito lanzado por los insurrectos de Charcas, encabezados por
los hermanos Zudáñez, el 25 de mayo de 1809; consigna que encubría el
verdadero propósito del alzamiento: la independencia de América del dominio
español. La aparente adhesión al monarca suplantado por José Bonaparte era
un buen pretexto. La frase “mueran los chapetones” expresa cabalmente la
decisión de expulsar a los peninsulares y organizar gobiernos autónomos
conducidos por los criollos, pero esta acción fue controlada rápidamente por
las fuerzas realistas.
Los primeros brotes de rebeldía contra España sucedieron en 1781 con
los levantamientos indígenas de Tupaj Amaru, en el Perú, y Tupa katari en el
alto Perú (hoy Bolivia), cruentamente sofocados y sus cabecillas sentenciados
a muerte por descuartizamiento. El ansia de libertad prosiguió, empero,
alimentada por los ideales de los enciclopedistas franceses cuyas obras
estudiadas clandestinamente en la Academia Carolina (precursora de la
Universidad de San Francisco Xavier) inspiraron la lucha extendida durante 15
años por todo el continente Americano.
“La suma filosófica del siglo XVIII “la enciclopedia francesa”, el
“Diccionario filosófico”, en que trabajaron Voltaire, Diderot, D’alembert, y
otros, así como las obras de Rousseau y el pensamiento político y
jurídico de Montesquieu se leían ávidamente en los círculos de
intelectuales, juntamente con los folletines, panfletos y periódicos como
el journal des debats, que publicaba la sociedad Amis de la constitución,
integrada por los miembros del club de los jacobinos. El mayor
entusiasmo de los rebeldes se cifraba en la construcción de un mundo
nuevo, mejor organizado y regido por los principios de libertad, igualdad
y fraternidad, como habían imaginado los filósofos y donde el derecho de
opinar y participar en los asuntos del estado era una de las primerisimas
demandas.
Los patriotas Americanos habían asimilado la frase de Montesquieu:
“el amor a la democracia es el amor a la libertad”, tanto como la
afirmación de Rousseau: “renunciar a la propia libertad es renunciar a la
condición humana así como a los derechos y deberes de la humanidad.
Tal renunciamiento es incompatible con la naturaleza del hombre’.
La chispa de 1809 encendió la hoguera desde México hasta Buenos Aires
y solo se extinguió con las derrotas de los españoles en las batallas de junio (7
de agosto de 1824) y Ayacucho (9 de diciembre de 1824).
Simón Bolívar viaja entre 1799 y 1803 por España, Francia e Italia. Adopta
los ideales de la revolución burguesa y los principios de la Convención de
1792, influido por su mentor y amigo Simón Rodríguez, quien se Declaraba
discípulo de Rousseau. Entre los libros de Bolívar y José de San Martín tenían
un lugar especial las obras de Quensay y Condiliac.
La dimensión de un hecho revolucionario se mide, entre otras cosas, por el
grado de influencia que pueda tener en otros pueblos. Los ideales de la
revolución francesa atrajeron y cautivaron tanto al prusiano Anacharsis Cloots
(el “amigo del género humano”) como a Thomas Paine (“el ciudadano Paine”),
inspirador de la declaración de la independencia de los Estados Unidos de
Norteamérica, y autor de la obra “los derechos del hombre en 1791”. Por sus
méritos, Paine fue nombrado ciudadano francés y diputado ante la asamblea.
La influencia de la revolución francesa tiene dimensión universal:
Comienza por inspirar los brotes insurreccionales, alimenta la guerra
de los 15 años, trasmite los principios de la declaración de los derechos
del hombre y de la asamblea de 1792, para sentar luego las bases
políticas y jurídicas de las nuevas repúblicas. Algunas, como México y
Venezuela, imitan el modelo norteamericano, pero otras se inspiran en el
sistema francés.
Bajo esa influencia, las constituciones de las repúblicas recién
libertadas optan por el sistema democrático representativo, donde la
soberanía reside en el pueblo y la democracia se fundía en la libertad de
opinión de los ciudadanos iguales ante la ley.
Diseñan un gobierno al estilo Montesquieu, consistente en la separación y
coordinación de poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Los países del gobierno
unitario se organizan territorialmente al modo francés, por departamento,
provincias y cantones. Las jóvenes repúblicas convirtieron en norma
constitucional los principios consagrados en la declaración de los derechos del
hombre, entre ellos, el de la “plena libertad de comunicación de las ideas y
opiniones”, en plena coincidencia con la proclama de Mirabeau, que reclamaba
para prensa y los ciudadanos una libertad irrestricta. Cuando se discutían las
reformas a la constitución mexicana, en 1856, el periodista Francisco Zarco
defendió ardorosamente la más amplia libertad de prensa, apelando en sus
argumentos a los principios del liberalismo francés: “no hay delitos de opinión;
sin libertad de imprenta son mentiras cualesquiera otras libertades”
Por extraño que parezca, la revolución francesa la extendido su influencia
al siglo xx, tal vez porque los supremos ideales de libertad, igualdad y
fraternidad son metas aun no alcahazadas. En la revolución mexicana, un
abogado y político, abuelo de Octavio Paz, instruyo a Emiliano Zapata en los
fundamentos liberales de la revolución francesa, para llevar adelante el
movimiento agrarista del líder campesino de Morelos. En buena medida, la
revolución bolchevique y la revolución China encabezada por Mao Tse Tung
son herederas o émulos de la revolución francesa.
El siglo XIX
Dijimos ya que Napoleón advirtió claramente el poder de la prensa y una
de sus miras políticas estaba precisamente dirigida a pulverizar toda oposición
para luego apoderarse de los medios; todo esto, con objetivos de propaganda
política y militar.
Las campañas napoleónicas, en efecto, no habrían contado con la devota
admiración popular ni con el decidido apoyo de la soldadesca sin la
propaganda impresa y sin el culto personalista a su jefe.
Las medidas restrictivas impuestas a la prensa en Francia, a comienzos
del siglo que nos ocupa, fueron muchísimo más severas que las disposiciones
constitucionales de 1793. Por lo tanto, se introdujo la prohibición de fundar
nuevos periódicos y, por decreto (1800) se clausuraron todas las imprentas,
menos las que imprimían los órganos oficiales; desaparecieron, con esta
medida, medio centenar de importantes publicaciones.
Napoleón exigía a los redactores y propietarios de diarios subsistentes la
condición de firmar un compromiso de “fidelidad a la constitución”, para
permitirles seguir en sus labores; en realidad, el compromiso no era otra cosa
que sometimiento al consulado. Se apodero de los periódicos el conquistador
Corzo pero tuvo el cuidado de guardar ciertas apariencias de respeto a la
propiedad privada de los mismos; no le interesaba tanto el dominio sobre la
institución física del medio, como controlar el producto del mismo. Así se
apodero del monitor universal
El despotismo de Napoleón tuvo en la propaganda y la corrupción de la
prensa uno de sus pilares fundamentales. Tal vez allí comienza a devaluarse
irremediablemente el significado originario de la palabra “propaganda”. Una
opinión pública conducida e inducida, a la vez que una oposición atemorizada y
acallada eran indispensables para el emperador. Sin embargo, esa política no
podía impedir que se formase una corriente sólida de opinión adversa al
régimen, sobre todo en las clases “altas”.
Entonces se organizaron, en los comedores de la policía, los famosos
desayunos a tenedor, presididos por Savary y donde se reunían habitualmente
los publicistas asalariados, corresponsales del emperador y los periodistas que
buscaban prebendas...
En Suiza y Alemania se implantaron sistemas de control y censura, en las
zonas conquistadas por Bonaparte. En Inglaterra, el periodismo se hizo más
combativo y el único instrumento verdaderamente opositor a las ambiciones de
Napoleón. Pero, paralelamente, el trono inglés temía a la difusión de las ideas
reivindicacionistas de una clase obrera naciente y decidió elevar las cargas
impositivas a los diarios, de tal manera que las hojas impresas fueron
accesibles solo a las capas pudientes. En 1804, un ejemplar del times costaba
14 peniques, aproximadamente cuatro dólares de nuestros días. La reventa de
diarios estaba severamente prohibida. En aquellos tiempos, la tirada máxima
del times era de 3 000 ejemplares, en una edición de ocho paginas.
Si la revolución francesa sienta las bases ideológicas y políticas para
la transformación de la humanidad, y al mismo tiempo supone el
crecimiento y fortalecimiento de la clase media, como fenómeno que
decidirá procesos posteriores, el siglo XIX se caracteriza por los grandes
inventos, el desarrollo industrial, la aparición de una clase trabajadora, la
urbanización de las ciudades y la consolidación del sistema económico
capitalista.
El gran salto que da la humanidad en el siglo XIX es producto de un
complejo de factores políticos, sociales, económicos, tecnológicos y científicos.
El hombre empieza a comunicarse más eficientemente y ahora, en masa. Los
medios de comunicación reciben los beneficios del avance técnico y, a su vez,
impulsan el despegue de la era industrial.
El rubro más costoso de la tarea periodística fue, en todos los tiempos, la
acumulación, recepción y transmisión de noticias procedentes de países
lejanos o de ultramar. Los diarios que contaban con servicios propios, como el
times, gastaban enormes sumas en proporcionarse dicho material, lo cual
encarecía el producto para el público.
Julius Reuter fundo en Inglaterra, en 1849, la primera agencia noticiosa
con características de proveedora permanente de noticias de larga distancia y
fue la primera que uso palomas mensajeras, correo a caballo y otros medios
para prestar servicios rápidos a sus clientes. El nacimiento de Reuter como
agencia internacional es también producto del crecimiento de la prensa y de las
necesidades informativas de los diarios.
En Estados Unidos de Norteamérica, Bennet aprovecha las bases
psicosociales de la guerra civil para introducir el periodismo de opinión,
siguiendo el conocido criterio de Bowles: “el periódico es y debe ser el
gran sacerdote de la historia, el animador de la sociedad, el gran
informador del mundo, el censor de la tierra, el vehiculo de la opinión
pública, la sangre vital circulando a través del espíritu humano; es el gran
enemigo de los tiranos, el brazo derecho de la libertad, y está destinado
mejor que cualquier otro instrumento a fundir las naciones del mundo en
una gran fraternidad que durante largos siglos ha sido el ideal de los
cristianos y de los filósofos”.
El siglo xx
En las comunicaciones humanas se registra el siglo xx como la era del
crecimiento extraordinario de los medios. Se perfeccionan y lanzan a los
grandes públicos la radio y la televisión; la prensa se beneficia con los
adelantos técnicos; proliferan las editoriales, surgen diversidad de
publicaciones, cada vez más especializadas, se agigantan los diarios hasta
convertirse en verdaderos monstruos de la información, debido a la cantidad de
tiradas; aparecen los pluridiarios, se organizan cadenas periodísticas, con
criterio comercial, sobre todo en la orbita occidental. En la oriental, la
unidereccionalidad de los medios responde a los propósitos de los partidos
comunistas, marxistas-Leninistas. Se sistematiza la propaganda política y
comercial, brota el interés científico en las comunicaciones y nace la ciencia de
la comunicación.
El reino de las comunicaciones masivas resulta de los acelerados
avances técnicos, por una parte, y la evolución política y su correspondiente
establecimiento del sistema democrático en países de estructura económica
liberal. En las democracias populares, la forma de gobierno estimula la
educación, pero controla y dirige todo aquello que no está de acuerdo con la
doctrina de la cual emana el concepto de estado.
Los medios técnicos ensanchan el hábitat del hombre y provocan grandes
cambios en sus modos de vida. La radio, la televisión y el cine se convirtieron
en poco tiempo en los más poderosos influyentes sobre la sociedad
organizada: relacionan a los hombres; a éstos, con las instituciones, a las
instituciones entre si, de múltiples maneras; llegaron como medios
característicamente masivos; nacieron al tomar contacto directo con los
grandes públicos. Selramm comenta este hecho de la siguiente manera:
“cuando uno trata de analizar los impactos sociales logrados por la
comunicación a través de maquinas, se llega a la conclusión de que así como
la imprenta jugo un papel muy importante en ciertas grandes revoluciones de la
mente y del estado, así el cine, y las trasmisiones radiofónicas y de la televisión
llegaron a lograr gran significación en el notorio cambio operado dentro de
nuestra forma de vida. Resulta prematuro calcular el papel exacto que han
jugado dichos medios en el cambio o la dirección hacia los demás, pero sin
duda es muy importante. Podemos decir que mientras la imprenta conquisto al
hombre por su habilidad para informar, el cine y las trasmisiones lo
conquistaron por su habilidad para divertir. Y, en tanto que la palabra impresa
se inicio como el medio de comunicación más intimo y estrecho y se
desenvolvió hasta convertirse en una forma masiva, el cine y las trasmisiones
nacieron para el propio publico y nunca supieron de otro modo de
comunicación; aun más que la palabra impresa, exigieron grandes
organizaciones para producirse”.
Al abrigo del sistema capitalista se organizan las cadenas de diarios y el
monopolio de la información, con las agencias noticiosas, de algunas de las
cuales pasan a formar parte importantes diarios, principalmente en Estados
Unidos.
Progresivamente, desde el primer monopolio de scripps, en 1887, las
cadenas de diarios absorben gran cantidad de publicaciones pequeñas que
irremediablemente confrontan la alternativa: o entran en el sistema de las
cadenas o perecen. Young informa, por ejemplo, que en 1930 las cadenas
periodísticas “controlaban el 43 % de los diarios y el 54 % de los periódicos
dominicales en Estados Unidos”.
Mientras esto sucedía en Norteamérica, en Europa el periodismo se
caracterizaba por una tendencia hacia la comercialización del aviso publicitario
y de contenidos informativos consonantes con los intereses nacionalistas; por
otra parte, Lenin afirmaba (1901) que la función de la prensa no es solamente
divulgar ideas o ganar adeptos políticos. El líder bolchevique proclamaba que
“el periódico es no solo un propagandista y un agitador colectivo, sino también
un organizador colectivo”.
WeIIi opina al respecto: “la guerra de 1914 puso de manifiesto la fuerza y
la debilidad de la prensa política: su fuerza, pues jamás los hombres en el
mundo entero sintieron tanto deseo de leer los periódicos; su debilidad, pues
todos los gobiernos redujeron o suprimieron su libertad, imponiéndole una
vigilancia minuciosa para impedirles suministrar informes que podrían servir al
enemigo. Y, sin embargo, comprendían la necesidad de utilizar el poder de los
periódicos para propagar las ideas y los sentimientos que debían contribuir al
éxito final. Refrenar la prensa como órgano de noticias, desarrollaría como
medio de propaganda, las dos finalidades eran tal vez contradictorias, o al
menos difíciles de conciliar.”
Los países beligerantes soportaron una crisis que determino la
transformación de su prensa; basada ésta en el anuncio comercial, sufrió
mermas económicas. Hubo carestía de papel, bloqueos marítimos, escasez de
materias primas, especialmente de minerales. Y todo esto, sumado a la férrea
censura, demarca una época de periodismo reducido en su contenido
informativo y manipulado en beneficio de los objetivos bélicos.
La propaganda interna, destinada a fomentar el espíritu de sacrificio y a
levantar la moral de las naciones, encontró un poderoso vehiculo en la prensa;
pero los mejores esfuerzos propagandísticos se desplegaron en campañas
dirigidas a los países neutrales para inclinarlos a tomar una posición definida o,
por lo menos, a ganar simpatías. En este sentido, hubo una competencia
alocada entre los servicios propagandísticos de Alemania, Francia, Estados
Unidos e Inglaterra, principalmente. Erzbcrger dirigía (1914) una central de
oficinas de propaganda al servicio de Alemania, tanto para los países neutrales
como para los ocupados y también para los enemigos.
La guerra fue eficientemente explotada por los diarios norteamericanos
para aumentar sus tirajes: el New York Times que había elevado el numero de
ejemplares de 9 000 a 250 000 entre 1896 y 1914, durante la guerra (19141918), registro ediciones de 370 000 ejemplares.
Inglaterra y Alemania pugnaban por influir sobre la opinión pública
norteamericana y, a través de ella, en el gobierno de Washington. Inglaterra
tenía como ventaja sus relaciones con los grandes diarios estadounidenses,
pero Alemania opuso su excelente organización. Lammerling, a cargo de la
asociación norteamericana de diarios editados en lenguas extranjeras
consiguió un pronunciamiento de 450 directores de periódicos que se oponían
a la fabricación y venta de armamento bélico; pero, a pesar de las
exhortaciones pacifistas, la unión se adhirió al pacto y participo en la guerra.
El gobierno echo mano de la publicidad para persuadir a los electores y
grupos de opinión estadounidenses sobre la urgente participación de Estados
Unidos en la contienda que sostenía en suelo europeo. Weill describe la
situación: “como la publicidad era la reina de este país, a ella recurrió el
gobierno para justificar su causa, arrastrar a los vacilantes y difundir el espíritu
de guerra; organizo el committee of public information, conducido por jefes
activos, sobre todo Creel y Josephine Roche. También fue preparada una
colosal propaganda para los diarios, el cine y la radio; trabajo especialmente
por conseguir a la cruz roja y suscriptores para los empréstitos de la unión. El
comité impulso a los diversos grupos de inmigrantes a formar, cada uno, una
royalty league; se mantenía en relaciones directas con 14 de estos grupos,
asegurándoles un servicio regular de despachos y de artículos que eran
distribuidos a 645 periódicos escritos en diversas lenguas”.
El crecimiento industrial de las naciones europeas a partir de la segunda
mitad del siglo XIX reflejaba un afán competitivo que se convirtió, a comienzos
Del siglo xx, en una abierta pugna por los mercados de consumo; en esa
carrera industrial participaban también Estados Unidos y Japón. Las potencias
tenían sus zonas debidamente repartidas, especialmente Gran Bretaña, que
dominaba los mercados de Asía, parte de Afrecha y América Latina y, con su
gigantesca flota mercante se sentía dueña de los mares. Pero el dominio ingles
avizoraba sombras sobre su esplendor comercial; veía crecer a otros países,
entre ellos
Francia, Bélgica y peligrosamente A Alemania, la única nación que solo
había podido obtener una migaja en el reparto de mercados y colonias en
ultramar. Londres temía la competencia alemana y desconfiaba de los fines
aparentemente pacifistas del progreso tecnológico germano. Alemania,
paralelamente, crecía como potencia mitra; construya acorazados, ensanchaba
el canal de kid, experimentaba con nuevos modelos de aviones y desarrollaba
modernos explosivos. Todo esto despertó susceptibilidades y desato aversión
contra Alemania en los medios ingleses.
Ferro relata: “en lo sucesivo, la rivalidad anglo alemana se convirtió en un
enfrentamiento publico que crearon y alentaron la gran prensa y las
actualidades cinematográficas”.
Los franceses abrigaban iguales sentimientos respecto a sus vecinos
alemanes. La Rusia zarista tampoco veía con buenos ojos la expansión
industrial germana.
En lo político, la internacional socialista amenazaba con producir un
estado de revolución permanente en Europa, pese a que dicha organización
había proclamado “guerra a la guerra”, durante el congreso de 1907 celebrado
en Stuttgart y exhibía un muy poco fiable espíritu pacifista.
El asesinato de Francisco Fernando, heredero al trono del imperio
austrohúngaro, atribuido a los activistas serbios es, probablemente, el dato
histórico mencionado con más frecuencia como punto de partida de la guerra;
pero, en realidad, el espíritu europeo estaba predispuesto para la conflagración
desde mucho antes. Existía un clima propicio para dejar caer sobre suelo
europeo una terrible tormenta de fuego.
En el arte de la guerra se reconocen dos estílos: el indirecto y el directo
que, según el general Gambiez, suponen dos fases que apuntan a un mismo
objetivo: la destrucción total del enemigo. Con el primer método (indirecto) se
busca el debilitamiento interno o la “Asfixia”, como dice Ferro. Con el estío
directo se pretende el aniquilamiento, la destrucción total del adversario en el
campo de batalla, poniendo en juego todo el poderío de que un ejército es
capaz.
Uno de los métodos más eficaces en la etapa de debilitamiento del
enemigo es la propaganda. Rovigatti la definió la propaganda como “el arte de
penetrar, superando prevenciones y prejuicios. . . Recurriendo aun a los
sentimientos, a la fantasía y a la emotividad”.
Ese arte de penetrar la conciencia fue ejercitado, perfeccionado y
metodizado durante la primera guerra mundial, usando todos los medios de
comunicación disponibles y sin descuidar ni desperdiciar pasividad alguna.
Ferro anota como se utilizo entonces la prensa: “desde el comienzo de las
hostilidades, los alemanes gozaron de una ventaja sobre sus adversarios,
cuyos territorios ocupaban en gran parte y donde, por tanto, podían publicar
periódicos de gran tirada, tales como la gazette des ardenes, los antwerpscle
tydingen, la gazet van brusel, glos stolley, de Varsovia, etc.; Así podían dar a
conocer a grandes sectores de la opinión, el punto de vista de las potencias
centrales y luego, dada la movilidad de los frentes, algunas de estas ideas
alcanzaban a las poblaciones de la retaguardia. Los medios oficiales de Paris
conocían perfectamente los temas desarrollados en la gazette des ardenes,
sabían que contribuyan a alimentar las querellas políticas y a debitar la unión
sagrada o la solidaridad entre los aliados. La gazette no dejaba de recordar las
simpatías del social-patriota sembat por Alemania, a la que consideraba antes
de la guerra como “el país más democrático de Europa”; asimismo, la misma
publicación atizaba la antigua desconfianza de los franceses frente al aliado
británico, insistiendo en las inmensas pérdidas sufridas por los primeros,
mientras los ingleses dejaban que éstos se dejaran matar por ellos, etcétera.
“los franceses difundían también periódicos en Alsacia y al otro lado de las
líneas alemanas, como el die feldpost, que mostraba la responsabiIidad de
Alemania en la guerra vigente, los horrores cometidos por el káiser en Bélgica,
los de la guerra submarina, etc. En Venecia, los servicios de Watson difundían,
incluso de Austria, informaciones que tenían por objetivo mostrar que el
propósito del káiser era, a fin de cuentas, resucitar en su provecho una gran
Alemania.
“pero, los amos de la intoxicación fueron, sin ningún lugar a dudas, los
Americanos; pues gracias a sus avances en el dominio de las ciencias sociales
utilizaron técnicas más elaboradas que los franceses y los alemanes.”
Los socialistas aliados agitaron a las masas contra la guerra, instando a
los proletarios del mundo a unirse para conseguir la paz, y acusaron en todos
los tonos al capitalismo, a los pervertidos burgueses, a la iglesia, a las
organizaciones patronales, de ser los únicos causantes de esa guerra “nacida
de un orden social que los nutre, que ellos defienden y que no sirve más que a
sus intereses”, como decía el pronunciamiento de la Convención socialista de
Zimmerwald (Suiza), de septiembre de 1915. En Rusia crecía la agitación
bolchevique y dos años más tarde daba sus frutos la difundidísima proclama,
bandera de lucha: “paz, pan y trabajo”, consigna revolucionaria dirigida por los
bolcheviques.
Pasada la guerra, se restableció la libertad de prensa en Estados Unidos,
Inglaterra, Francia e Italia, principalmente. Los nuevos Estados que nacieron
sobre la base de poblaciones y territorios del despedazado imperio
austrohúngaro, como Checoslovaquia, pronto asimilaron las ideas
democráticas e introdujeron en sus constituciones políticas y normas que
garantizaban el Vire ejercicio de la prensa y protegían la independencia de
información.
A partir de 1919 se robustece la industria en varios países; sobre todo en
Estados Unidos, donde se elabora una publicidad con criterio científico, fruto de
las experiencias de las campañas propagandísticas de la guerra, con la
transferencia de métodos de tiempos bélicos a una propaganda de tiempo de
paz.
Aumentan su poderío los consorcios y monopolios periodísticos y se
desarrollan la radio y la televisión, se perfecciona el cine. Aparece el fenómeno
Del sindicalismo con influencia
política; es decir, que el sindicalismo
“reivindicaciónista” evoluciona a un sindicalismo de lucha ideológica, con
contenido y conciencia clasistas.
La primera guerra mundial demostró una participación más nítida de la
opinión pública en la conducción de la política internacional de los países
beligerantes y de influencia en las actitudes de los neutrales. Wilson,
presidente de Estados Unidos, definió el cometido de esa opinión, señalando:
“por eso es que le dicho que ésta es una guerra del pueblo, no es la guerra de
un estadista. Los estadistas deben seguir el pensamiento común, claro, o se
arruinarán”; sin embargo, esa alta expresión de influencia de la opinión pública
declino notablemente en los años de posguerra, por lo menos en Estados
Unidos, a consecuencia de varios hechos que van desde el fracaso de la liga
de las naciones en sus intentos por contener el estallido de la conflagración,
hasta el recelo sobre la legitimidad y licitud de la propaganda.
La radiodifusión, si bien conocida ya antes de la guerra, inicio
regularmente sus trasmisiones después de aquélla. Durante la contienda, el
cine tuvo un destacado papel, por el atractivo que como todo invento
despertaba, y más aun siendo capaz de reproducir imágenes vividas. La
Warner Brothers de Holywood introdujo en 1926 el sonido, aditamento técnico
que desarrollo enormemente la industria del celuloide, convirtiendo al cine en lo
que IngIIs llama: “órgano maduro de comunicación con el publico”.
El ascenso de Hitler al poder ocurre en momentos en que Europa trata de
salir del desastre económico de la crisis que con mayor fiereza afectaba al II
reich fundado por Bismarck. Quiebras, desocupación, agitación política, se
mezclaban amasando el pan de cada día de los alemanes; se sumaba la fuga
de capitales o repatriación de aquellos que habían acudido después de la
guerra del 14, amparados en el plan Dawes. El Reich cala en total insolvencia y
no podía pagar las reparaciones de guerra; pero la hábil diplomacia de Berlín
pudo conseguir en la conferencia de Lausana (1932) la condonación de sus
obligaciones.
La idea mítica de raza —y Hitler no era precisamente un digno
representante de la pretendida “pureza” aria— fue un elemento inoculado a
través de rigurosas medidas propagandísticas.
En los países balcánicos se instauraban también regimenes totalitarios.
España se aprestaba a regirse por un gobierno popular y construir la segunda
república, cuando los falangistas, apoyados por Hitler y Mussolini, iniciaron la
guerra civil para instalar en la península otro régimen sanguinario. Europa sufre
la epidemia de las dictaduras.
Japón laborioso como el que más, incuba propósitos expansionistas. Un
nuevo sistema de lucha hegemónica va a librarse en el próximo decenio.
Alemania crece en poderío. El orgullo germano esta alimentado por la
propaganda intensiva sobre la “superioridad” racial.
Italia comienza a ensanchar sus fronteras y ocupa el norte de Afrecha y
Albania. Alemania se anexa Austria e invade Checoslovaquia, en 1939.
La propaganda fue para el nazismo y el fascismo el principal instrumento
de penetración, de terror psicológico y distorsión total de los acontecimientos;
sirvió, por ejemplo, para hacer aparecer ante los ojos del pueblo alemán y de
otros países la anexión de Austria y la invasión a Checoslovaquia como
“clamorosos” pedidos de los gobiernos de ambas naciones para “evitar”
catástrofes políticas. Al mismo tiempo, la propaganda mostraba a una Alemania
maternalmente protectora.
El aparato propagandístico nazi consiguió crear una opinión mundial
desfavorable y hostil hacia Checoslovaquia, cuando está adopto medidas
militares para evitar la agresión hitleriana.
La asamblea general de la liga de las naciones condeno a Checoslovaquia
como país agresor de la Alemania nazi. La joven república quedo
completamente sola. La prensa inglesa decía de los checos:
“arrogantes, testarudos, desconsiderados, inhumanos”; los franceses los
llamaban “desdeñosos de la opinión mundial, irresponsables, indignos de la
confianza que hemos depositado en ellos”, los soviéticos:
“rufianes, piratas, instrumentos del imperialismo”. No menos calibrados
eran los adjetivos empleados en Alemania: “criminales, violadores, gangsters”.
La radiodifusión fue inmediatamente aprovechada por los dictadores para
sus fines políticos; en Alemania, aun los niños eran obligados a escuchar
durante varias horas los discursos del fúhrer que trasmitía la radio.
Pero la radio sirvió también para difundir velozmente las noticias. El
ataque a Pearl Harbor realizado por la aviación Japonesa fue conocido en
Estados Unidos el mismo 7 de diciembre de 1941, merced a la transmisión
radiofónica. Al día siguiente, todo el pueblo norteamericano se informaría, por
el mismo medio, sobre la decisión de declaratoria de guerra al eje, dada a
conocer por el presidente Roosevelt.
La radio servía en el tercer Reich para enfervorizar al pueblo con cánticos,
marchas, discursos, slogans, casi todos elaborados por el equipo
propagandístico de Goebbels. La prensa de oposición desapareció, así como
todo vestigio de disidencia con el régimen. La información y opinión expresadas
públicamente tenían el mismo origen, la misma imposición vertical y se dirigían
al mismo objetivo: preparar a los alemanes para la blitzkrieg de donde surgiría
el imperio de los mil años.
Goebbels supo aprovechar todos los mecanismos y formas
propagandísticas en el mundo entero, atacando sucesivamente a Inglaterra
—la eterna enemiga—, a Francia, a la unión Soviética y a Estados Unidos;
pero los servicios ingleses y norteamericanos se encargaron de la
contrapropaganda y la desarrollaron también hábilmente.
El secreto de los propagandistas mas célebres —eficaces por
intuición mas que por dominio de la ciencia de la comunicación—
radicaba en que sabían interpretar el sentir colectivo, conocían las
premisas demandas de sus grupos sociales y sacar provecho de las
necesidades sociales; fascinaban con discursos y actitudes demagógicas
a gente desesperada. Eso fue lo que hicieron Hitler y Mussolini.
El fúhrer afirmaba que el primer encuentro del propagandista con su
público solo es posible cuando aquel se presenta como un buen interprete de
las más sentidas exigencias de éste.
Durante el fascismo, el slogan mil veces repetido por la radio: “Mussolini
siempre tiene la razón”, produjo efectos impactantes aun en el espíritu
tradicionalmente crítico de los italianos.
Pasada la guerra, la propaganda dejó sentir todavía sus efectos con
ocasión del famoso juicio de Núrenberg y tras la decisión de colocar a
Alemania bajo ocupación de las cuatro fuerzas vencedoras.
La propaganda adopta hasta nuestros días la forma de películas de
acción, producidas en Holywood, en las que sin exclusión alguna, los
réprobos criminales son siempre los alemanes y japoneses, y los
superhombres, los más valientes, justos y salvadores de la humanidad,
resultan los soldados norteamericanos.
La fuerza persuasiva de esas películas a creado intensos grados de
alineación, y muchos dictadores piensan que bien vale someterse a tan
distinguidos amos.
Y es que la imagen del “americano feo” quiere neutralizarse con
argumentos de limes difundidos por la televisión y en salas de todo el mundo.
La televisión evoluciono rápidamente gracias a los experimentos
electrónicos del siglo XIX, hasta que en 1923 Zworkin registra como invento
suyo el tubo denominado iconoscopio. Es en 1937 cuando se instalan las
primeras estaciones, pero en vía experimental, pues las investigaciones
respectivas se estancan durante la guerra.
La televisión nace, sobre todo en Estados Unidos, con un pecado
original: mercantilismo. Sea porque producir programas es demasiado
costoso, o porque los consorcios comerciales descubren un muevo filón
de ingresos con la difusión de sus productos, resulta muy lento el avance
hacia la cobertura de noticias, programación cultural o educativa (la
cenicienta de los medios).
Queda, en esta breve ojeada, mencionar el cine: poderoso medio
propagandístico durante las dos guerras, el más apreciado medio de
distracción de los grandes públicos en tiempo de paz; el más dócil
servidor de la publicidad y el más efectivo medio para alcanzar la
popularidad.
El cine, “hecho sobre todo para expresar las cosas del pensamiento,
el interior de la conciencia”, como dice Artaud se la utilizado ampliamente
para contar historias de un modo falsificado y ahí radica el secreto de los
propagandistas: en utilizar la cámara para distorsionar imágenes,
modelarlas a gusto, resaltar ciertos hechos, ocultar otros; manipular o
adormecer conciencias con banalidades y oropeles.
La segunda guerra mundial deja también en el plano mundial una profunda
transformación del equilibrio. Pirenne define tal modificación política de la
siguiente manera: “desde que termino la guerra se vio que en lo sucesivo
existían en el mundo dos potencias dominantes: Estados Unidos y la unión
Soviética”; en efecto, los dos violentos temporales de la primera mitad del siglo
dejaron finalmente un mundo de hegemonías, delimitado ideológica y
militarmente: oriente y occidente, capitalismo y socialismo, democracia liberal y
democracia popular.
Y si contémplanos los dos exponentes de dichas posiciones antagónicas
—al parecer—, descubrimos que el poderío de ambos es mitra y económico, y
que cada uno ejerce influencia sobre sus orbitas respectivas, del modo que
más le conviene.
Esos dos grandes bloques sostienen, hasta la entrevista Kennedy
Kruschev, una guerra fría y compiten en la carrera armamentista más
asombrosa, hasta ahora registrada, habiendo desarrollado armas nucleares
capaces de destruir en pocas horas el planeta.
China continental surge como el tercero en discordia, disidente con el
“revisionismo” moscovita y con el “imperialismo” norteamericano, pero entra en
el juego de la pacifica convivencia.
El fenómeno llamado del “tercer mundo” es caracterizado del siglo xx,
como producto de coincidencia política de los países atrasados, productores de
materias primas y dependientes económica, política y culturalmente de otros
altamente desarrollados.
Estos pueblos, latinoamericanos, asiáticos y africanos, tienen en común su
lucha por la Liberación de atadura neocoloniales que impiden su desarrollo y
los empobrecen cada días más.
Casi al finalizar este siglo, se ponen en boga las economías
“neoliberales” rescatadas por los economistas de la escuela de Chicago
para los países latinoamericanos, políticas económicas que se fundan en
la ley de la Iibre oferta y demanda, la privatización de los sectores
productivos y de servicios que antes administraba el estado, amplia
apertura a las inversiones extranjeras y una tendencia creciente a
disminuir la participación del estado en la actividad económica.
En el escenario y trama que ofrece la segunda mitad del siglo xx, los
medios de comunicación social tienen un papel preponderante en cuanto son
instrumentos que, bajo determinadas circunstancias, pueden influir
decisivamente en la toma de decisiones de alcance nacional e internacional.
Veamos algunos ejemplos:
1. Caso Watergate. La intensa campana desatada por el diario The
Washington Post para el esclarecimiento del escándalo watergate (espionaje
republicano en oficinas del partido demócrata, descubierto en junio de 1972)
movilizo a toda la nación de tal manera que se ejerció sobre el asunto un
control social extraordinario. La presión de la opinión pública, una vez conocida
la verdad, obligo al presidente Richard Nixon a presentar su renuncia, el 9 de
agosto de 1974.
2. Vietnam. La opinión pública volvió a actuar de manera decisiva en el
conflicto de Vietnam. La abierta comunicación de episodios de la lucha, a
través de los canales de televisión, revistas, diarios y cortos cinematográficos,
llevaron los horrores de la guerra hasta los hogares de los norteamericanos en
toda su crudeza. El publico pudo ver y juzgar por si mismo la matanza de niños,
mujeres y ancianos en la devastada aldea de My Lai, así como las muertes,
mutilaciones y agonías de jóvenes estadounidenses en tierras extrañas donde
se hallaban peleando sin saber exactamente por qué causa.
La retirada de Estados Unidos de esa guerra tuvo el valor de una
incuestionable derrota debido, principalmente, a la presión social y a la opinión
internacional adversa.
La lección de Vietnam fue bien aprovechada por el pentágono y el
departamento de estado, para evitar que en la guerra del golfo pérsico (febrero
de 1991) estuvieran presentes los medios de información con la misma libertad
que en Vietnam. El aparato de guerra hizo un control selectivo de la
información sobre las operaciones en contra de Irak. Mantuvo a la opinión
pública mundial y especialmente a la norteamericana bajo severa censura de
prensa. En el ámbito internacional, Estados Unidos impuso en las naciones
unidas sus puntos de vista y sus estrategias políticas, económicas y militares
para aplastar a Irak.
3. Narcotráfico. La pobreza critica del tercer mundo debida en gran medida
a la abultada deuda externa contraída en la década de los setenta; el poder
alcanzado por el narcotráfico y la expansión del terrorismo son manifestaciones
de una profunda crisis material y moral. Dentro de ella, surgen opiniones
pública más o menos afines en los países más agobiados por esos males.
Respecto al narcotráfico, el haber logrado que la comunidad internacional
admita que hay una responsabilidad compartida entre los países productores y
consumidores de narcóticos, es una muestra de la eficacia que puede tener
una opinión publica solidamente informada e inteligentemente conducida.
Toda opinión pública pretende influir sobre niveles de decisión. En
regimenes totalitarios, la opinión pública se manifiesta a través de actitudes
políticas, a despecho del mismo sistema. Golpes de estado, revoluciones,
acciones armadas, luchas estudiantiles, sobre todo en América Latina, revelan
que las opiniones públicas no oídas por las dictaduras, desembocan en
actitudes sociales y políticas que bien pueden considerarse efectos de las
mismas opiniones. Y sabemos que los ciudadanos no solo debaten y obtienen
conclusiones o se forman juicios acerca de cuestiones políticas o de la
conducción de los órganos administrativos del estado, sino también acerca de
la moralidad, la religión, la cultura, el deporte, etc. Pero es innegable que aun
en cualesquiera de estas áreas, la opinión precisa de un mínimo de
condiciones de libertad de expresión y de divulgación; de otro modo, las
opiniones solo encontrarían ámbito de realización en formas comunicativas
directas y casi privadas.
Steinberg y Bluem consideran, además, la necesidad de ese ambiente de
libertad de expresión “sin censura”, cuando afirman:”. . .la opinión pública se
convirtió en una fuerza operante cuando los ciudadanos se sintieron en libertad
de comunicar sus opiniones al gobierno, sin censura alguna”.
El clima de opinión
Algo que ha atraído poderosamente la atención de los investigadores es la
presencia de fenómenos sociales cuya diferenciación ofrece todavía hoy serias
dificultades; por ejemplo: entre opiniones, reacciones y actitudes, por una parte.
Pero, de ser posible una más o menos clara delimitación entre ellos, no
debemos olvidar que cada uno de estos fenómenos ofrece caracteres de
permanencia, unas veces, y de ocasíonalidad, otras. Por otra parte, resulta
necesario intentar una localización del fenómeno opinión pública entre los
valores también sociales de perdurabilidad y ocasíonalidad. Todavía tenemos
al frente una tercera tarea: descubrir qué opiniones corresponden a procesos
organizados de formación de criterios colectivos y cuáles son producto casual
de hechos o acontecimientos comunicados a un grupo.
Como se sabe, Carl Becker, en el siglo XVIII, puso en boga el término
“clima de opinión”; su aporte es otro de los esfuerzos, originados en la corriente
racionalista de esa época, dirigidos a establecer la existencia de leyes
racionales y de validez universal. En sus comentarios sobre la ilustración,
Becker parte de un análisis de la importancia que revestía en su tiempo la
formación de opinión política, especialmente alrededor de las ideas de los
grandes precursores de la revolución francesa.
El poderío de una opinión pública asentada en un clima que a su vez brota
de situaciones trascendentes y que es lo que reclaman los historiadores, se
traducía (1808) en realidad, si analizamos lo que Metternich escribía: “las
gacetas le valen a Napoleón como un ejército de 300 mil hombres... despreciar
la opinión pública es tan peligroso como despreciar los principios morales”.
Todo clima de opinión, ya se trate de consenso momentáneo o perdurable,
es un conjunto de criterios, de actitudes, reacciones, en una palabra, de
respuestas a estímulos sociales originados también en hechos sociales. Es
notoria la interacción e interrelación de los hechos sociales con las
manifestaciones públicas. Lo que confirma que la opinión es un sistema
producido, de todas maneras, dentro del sistema de retroalimentación o
feedback.
Los psicólogos sociales han llegado a la conclusión de que es posible
establecer una diferencia entre actitud y opinión. Ese aporte ilumina —como ya
se la dicho— los objetos de estudio de la ciencia periodística (opinión pública) y
de la psicología social (actitudes).
Newcomb dice al respecto: “todas las actitudes tienen origen en estados
de motivación ya existentes y se prolongan como Estados de disposición a ser
motivados”. “. . .motivos y actitudes (Estados de disposición a ser motivados)”.
KIineberg anota: “sería conveniente reservar la palabra actitud para indicar
lo que estamos preparados a hacer, y el término opinión para representar lo
que creemos o lo que consideramos cierto. Ambas cosas generalmente van
juntas, pero no necesariamente. En una gran parte de la investigación y de la
práctica actual, los dos términos se han usado en forma intercambiable; por
ejemplo, los estudios de la opinión pública a veces se denominan de actitudes.
Es muy probable que el empleo de la palabra haya contribuido a la
incertidumbre en cuanto al significado de actitud, lo que ha dado por resultado
definiciones conflictivas de los dos términos”. Las actitudes, según criterio de
Klineberg, se forman por la experiencia del individuo, la emulación y otros
factores que muy poco tendrían que ver con los consensos colectivos, pues se
trata de fases en que asoman criterios individuales, casi autónomos, de
diferenciación, identificación y selección de objetos. La forma que asume la
actitud es normalmente la de un estereotipo y el conjunto de estereotipos
compartidos, o si se quiere la interrelación y asociación de imágenes de los
demás, constituyen factor importantísimo en la formación de opinión pública.
En la comunicación masiva, el feedback denota una constante
interdependencia de fuente y receptor que, según los resultados de las
actitudes expresadas en el proceso de retorno, pueden consistir en feedback
de efectos positivos o de efectos negativos.
Para comprender este fenómeno de influencia e interrelación sobre y con
la fuente, volvamos a repasar a Berlo: “un periódico influye en sus lectores,
seleccionando las noticias que les está permitido leer. Por otra parte, los
lectores también influyen en el periódico (aunque no tanto como quisieran
hacemos creer algunos publicistas). Si los lectores no compran el diario
(feedback negativo) puede ocurrir que éste cambie la selección y
representación de sus noticias.
“los agentes publicitarios controlan los motivos dados al publico
para que éste compre tal o cual producto; pero el consumidor influye en
los primeros a través del feedback. Si el público compra más (feedback
positivo) el agente publicitario conserva los mismos mensajes. Si el
publico deja de comprar el producto (feedback negativo) el agente
publicitario cambia sus mensajes o los accionistas buscan otro gerente
de publicidad”.
Formación de la opinión pública
¿Como se forma la opinión pública? Una pregunta tan vieja como el
fenómeno mismo. Ese complejo del cual solo conocemos algunas de sus
características tiene que ser el resultado de algo también muy complicado y al
mismo tiempo, generador de algo. Irremediablemente, llegamos a un punto en
que es preciso plantear una formula que abra la brecha de la investigación y de
la especulación teórica sobre el origen de la opinión pública.
Proponemos esta formula: la opinión pública es, por su formación, un
producto de opiniones individuales sobre asuntos de interés común y que se
origina en las formas comunicativas humanas, en procesos individuales,
primero, y en procesos colectivos, después, en diversos grados, según la
naturaleza de las información es compartidas por los individuos, ala vez
influidas por los intereses particulares de los grupos afectados.
Una muy difundida explicación del problema es que la opinión pública es
“la suma” de opiniones individuales. Conviene diferenciar entre producto y
suma. En el primer caso, tenemos una conclusión más cualitativa que
cuantitativa, dada a diversos niveles, consecuencia de opiniones deliberadas,
discutidas, de información es intercambiada y actitudes asumidas. En el
concepto suma tenemos una conclusión fríamente cuantitativa; nos da la idea
de cifra, antes que de un contenido social, político, religioso o de otra índole;
nos lleva a pensar en elementos idénticos que, agregados, querrían
representar un criterio univoco. Resulta, pues, sumamente arriesgado aceptar
que la opinión pública sea una suma de opiniones. La suma, como operación
aritmética, no nos dice, por ejemplo, cuán complicados son los factores que
intervienen en la formación de opinión y cuán relativas son las “manifestaciones
de consenso”.
Elegimos el criterio de que la opinión pública es un producto, a condición
de que se relacione este punto de vista con las múltiples fases de formación de
opinión que operan como verdaderos sistemas propios. Con esta aclaración,
producto social equivale a un sistema.
Ya hemos insistido en que la opinión pública en sentido abstracto no existe
y lo que tenemos a la mano son formas de manifestación de opiniones
colectivas pertenecientes a grupos de opinión que constituyen núcleos de
intereses, de expectativas, de motivaciones mas o menos homogéneas entre
sus miembros.
El Worterbuch Zur Publizistik refuerza esta idea, cuando, al tratar sobre la
formación de la opinión, dice: “hay un acuerdo respecto a la cuestión de como
la opinión pública se realiza: es siempre el producto de opiniones individuales,
la formación de las cuales antecede a la cuestión de la opinión pública”.
En la sociedad de masas —advierte Young— han desaparecido casi
totalmente las formas comunicativas directas; se han modificado las
relaciones personales, por el crecimiento de las ciudades, la división del
trabajo, las estructuras del estado moderno, las exigencias culturales,
etc., y, sobre todo, por el auge de los medios de comunicación social.
Igual criterio expone Sprott: “para expresarlo algo exageradamente,
podemos decir que en la sociedad de masas tenemos nuestros amigos
pero no vivimos nuestras vidas entre ellos. A menos que vivamos en un
pueblo, cosa que la mayoría de nosotros no hace, pasamos una gran
parte de nuestra vida en contacto social con papeles especializados más
bien que con personas, y nosotros mismos somos números o clientes en
abstracto”.
De manera muy similar opina Calvo cuando habla del “asedio e
incomunicación del hombre”: “todo se desenvuelve en esta dimensión
—afirma—: su vecino servicial y atento del pasado la sido remplazado por
un ciudadano del que solo conoce su rostro; que ignora si es hosco o
espontáneo, si es inteligente o un necio o si piensa en los mismos o distintos
términos que el acerca de las cosas de la vida”.
En efecto, la comunicación tecnificada, a través de los medios e
instituciones de medios masivos la pasado a ocupar el primer lugar en la
información noticiosa.
El hombre actual es cada vez más dependiente de los medios de
comunicación social en la satisfacción de sus necesidades informativas
sobre su mundo exterior tan complejo. Los medios, empezando por la
prensa, llegaron como los intérpretes-intermediarios de los hombres,
mejor dicho en las relaciones de los hombres entre si, puesto que
comenzaron a tecnificar el “chisme” (Schramm), para divulgarlo rápida y
masivamente, bajo un contenido social.
A pesar del auge de los medios masivos, si bien las relaciones
interpersonales se han transformado y con ellas se han producido
mermas en la comunicación cara a cara, en cambio ésta no ha
desaparecido. Muchas aldeas se han convertido en grandes centros
urbanos, es verdad, pero también es evidente que la tendencia actual en
Europa y en los Estados Unidos es la conservación de las pequeñas
ciudades de algunos miles de habitantes, donde —no en casos
excepcionales— es posible encontrar formas comunicativas típicamente
aldeanas y con mayor razón en países latinoamericanos que conservan
tradiciones hispanas y donde a veces los medios masivos son una rareza,
a excepción de la radio.
En los pequeños pueblos de pocos miles de personas, las comunicaciones
personales siguen siendo las formas más eficaces de intercambio de
información y puntos de vista, con mayor razón si éstos tienen que ver con
intereses localistas que la gran prensa de las ciudades y los monopolios de
radio y televisión menosprecian y olvidan en la mayoría de los casos por
carecer para ellos de incentivo periodístico comercial y de interés en otros
grupos sociales.
No escapa a la observación el hecho de que las formas aldeanas se
mantienen y cultiva en las sociedades de masas. Podríamos decir que en
algunos aspectos, la aldea se la mudado a los grupos de pertenencia del
hombre. Ya casi no es posible contar en la gran ciudad con el amigo
farmacéutico ni con el pariente artesano de la vecindad, pero esa familiaridad
se encuentra en la oficina, en el taller, en los clubes deportivos o culturales,
núcleos sociales donde la misma cosmografía de la aldea ocasiona problemas
sociales e influye las relaciones comunicativas aunque de una manera menos
visible, desde luego.
La masificación no la logrado borrar del escenario de la
comunicación humana las formas directas y personales y menos la
influencia de éstas en el proceso formativo de opinión. Sostener lo
contrario conduciría al error de atribuir a los medios tecnificados toda la
responsabilidad del estado de las relaciones humanas y de las actitudes
que de ellas Emergen.
Precisamente en la sociedad de masas la base de la formación de
opiniones sigue siendo la comunicación directa, reciproca y personal. Los
medios masivos cumplen funciones de estimulo/refuerzo, de deformación e
influencia, según los casos y las intensidades manipulatorias, al mismo tiempo
que son vehículos de control social.
Etapas de formación
La opinión pública se forma con base en las opiniones individuales de
orden colectivo; ahora bien: debemos procurar una identificación de los
elementos concurrentes y luego seguir una suerte de itinerario del proceso
formativo.
Ensayemos algunas de las etapas básicas por las que atraviesa el
fenómeno:
A)
disposición individual y clima comunicativo.
1,)
información a través de medios masivos, e información no
tecnificada: personal, reciproca y directa.
C)
intercambio de puntos de vista entre los miembros del grupo
social, que equivale a procesamiento de la información, input energético
importado.
D)
problematización del hecho. Qué es lo que nos afecta y por qué;
cuál es su importancia.
E)
confrontación de puntos de vista con miras a integrar elementos
básicos de coincidencia.
F)
proposición de vías de solución o alternativas a los aspectos y
variantes que ofrece el problema.
G)
debate en tomo a las proposiciones.
L)
acuerdo más o menos compartido sobre el modo que es o parece
ser la vía de solución. Este puede ser controvertido por minorías, pues un
acuerdo total es imposible.
I) estimulación del consenso para pasar a la acción y completar el proceso,
retroalimentando la información.
J)
difusión del criterio finalmente admitido por la “mente colectiva”;
hecho que rebota en el mismo grupo y en cada uno de los miembros por efecto
de los mismos medios empleados para la información originaria y la
retroalimentación.
En este cuadro sintético —y por lo mismo incompleto— quedan incluidos
los sistemas y subsistemas de cada elemento interventor en el proceso de
opinión, así como los mecanismos de control, manipulación y otros estadios
intermedios entre las etapas mencionadas.
El proceso, cumplidas las 10 etapas básicas, arroja un resultado, al que
hemos denominado producto; “cualidad emergente” que puede ser una idea
inteligentemente adoptada o una tontería. Quizá se trate de una opinión con
alto valor político y capacidad de influencia sobre los actos de la fuente, o de
algo que no merezca tomarse en cuenta.
Este proceso se realiza en dos niveles: el de la comunicación privada y el
de la comunicación colectiva.
Formas de Opiniones y Actitudes
Vamos a tratar aquí algunas formas de opiniones y actitudes sociales que
revisten singular importancia en nuestro estudio, aunque no se laga una
investigación a fondo en cada una, pues esa tarea corresponde más bien a
sociólogos y psicólogos sociales.
Entre los principales factores de opiniones y actitudes sociales destacan
los estereotipos y prejuicios como formas típicas; en segundo lugar, tenemos
los mecanismos de presión e influencia sobre las masas, con la propaganda,
las relaciones públicas y la manipulación de información es y otros materiales
comunicables.
Los estereotipos
Cuando una persona quiere atribuir a otras cualidades que denoten una
determinada forma de ser, recurre a imágenes casi unánimemente admitidas o
usadas. Se oye decir, por ejemplo: “Pedro es un judío”, “tiene lenguaje de
carretero”, “charla como un peluquero”, etc., para significar que Pedro tiene
apego al dinero, o que el lenguaje de alguien es ordinario y soez y, por último,
que tal o cual habla hasta por los codos.
En la Argentina de 1870, la imagen generalizada del “gaucho” era más o
menos ésta: asaltante, faenador furtivo, ocioso, vago, haragán, ladrón de
mujeres, borrachín empedernido, forajido, cuchillero, lujurioso, embustero,
ladino, nómada, hereje, rebelde, traidor, bellaco, etc. Estos mismos adjetivos
eran atribuidos a negros, criollos e indios. Decir, entonces “gaucho”, importaba
un insulto. En ese mismo país, hasta 1945, se uso el término “cabecita negra”
para calificar despectivamente a toda persona procedente de las provincias,
atribuyéndole un sinnúmero de defectos.
Veamos de donde procede el término estereotipo y cuál es su significado.
Fue usado por Lippmann, como una extensión del vocablo, originariamente del
campo tipográfico, y que hace relación a las imágenes que cada individuo
modela para si de las referencias obtenidas del ambiente, acerca de
determinado objeto.
La estereotipia, en el sistema mecánico del periodismo, es un proceso
técnico de impresión, basado en los modelos que se obtienen de la
composición del material en plomo. Dichas formas planas se utilizan para
obtener una matriz a presión, generalmente en cartón o papel mascado. La
matriz o molde permite la obtención de una pieza en media luna que se coloca
sobre los cilindros de la rotativa para la impresión. Este es el proceso de
estereotipia. El molde de cartón se llama estereotipo. Su invención data del
siglo XVIII y se atribuye al escocés William Ged.
También se producen estereotipos en planchas planas y no solo de
páginas de diarios, sino también en fotografías, cartones de historietas, dibujos,
etc., que distribuyen las agencias noticiosas entre sus dientes.
Como duplicador de un contenido visual-semántico, el estereotipo es
idéntico al cliché, que también sirve para reproducir señales y signos impresos.
Este procedimiento mecánico la sido transferido por los investigadores del
comportamiento humano y de la opinión pública, en particular, al conjunto de
imágenes que guarda cada persona acerca de diversidad de objetos —objetos
en el sentido ontologico de la palabra.
El estereotipo sugiere la existencia de imágenes que conservamos por
experiencias anteriores y que han quedado almacenadas en nuestra memoria;
por cierto, poseemos ideas acerca de ciudades, pueblos, personajes, tipos
nacionales, etc., asimismo de actitudes, aun sin conocer tales objetos.
Reaccionamos en virtud de esas imágenes, ante nuevas información es que
nos trasmiten mensajes alusivos a ellos.
Los europeos, en gran medida, poseen una imagen estereotipada de
América Latina, producto de las películas, fotografías y diapositivas que
contienen mensajes sobre el exotismo y el folclorismo de este continente.
¿Quien no piensa, gracias a las películas, que los mexicanos son todos charros
de a caballo, con grandes sombreros, trajes bordados, anchos cinturones y
pistolas?
Qué tanto sabemos acerca de algo —antes de conocerlo— es la medida
que puede señalar la cualidad de modelos en confrontación con los cuales
reacciónamos. Qué tanto se nos la compelido por la propaganda, a través de la
tradición cultural, sutil o brutalmente a formar nuestros estereotipos, nos dará la
relativa cuantificación del proceso de manipulación de que hemos sido objeto.
Muchos estereotipos se fijan por la constante repetición de frases hechas,
estribillos, slogans de diversos contenidos: políticos, comerciales, extraídos de
discursos, de la moda, de textos literarios, porque suenan bonito, o porque las
pronuncio un líder de opinión, un gran novelista, porque la oímos de labios de
nuestra actriz o actor favoritos, o porque simplemente tratamos de aparentar
una cultivada formación. Con frecuencia, usamos frases adquiridas por el uso,
sin entender su significado.
A menudo, en las trasmisiones radiales y televisivas de partidos de fútbol,
por ejemplo, se dice: “fue un encuentro discreto”, “el equipo z demostró
positivismo”. En charlas –socialesse manosean términos como
“concientización”, “desarrollo”, “socializante”, “comúnizante”, “imperialismo”,
“militarismo”, etc. En frases ya establecidas como bloques invariables que se
acomodan con increíble facilidad a cualquiera divagación pueril.
Estos clisés se fijan en la memoria con relativa facilidad y se convierten en
estereotipos, casi de la misma manera como un papagayo almacena
secuencias de sonidos que puede repetir invariablemente. Y este proceso, al
parecer, no es una cualidad exclusiva del papagayo, sino también una “virtud”
muy extendida entre los seres humanos.
Allí que un cliché sea una expresión estereotipada, una frase preparada,
por decirlo así.
Los estereotipos o clisés invaden todos los campos de nuestras
experiencias, de nuestro aprendizaje, del conocimiento racional, sensible e
intuitivo del mundo externo. Esta formación de imágenes fijas, que bien pueden
ser alimentadas o Enriquecidas por los marcos de referencias en constante
aumento, se debe, en gran medida, a la influencia de los medios de
comunicación; a los sistemas de los códigos, patrones bajo los cuales
seleccionamos las información es; parámetros que permiten obtener elementos
de codificación y decodificación, en función de las intenciones comunicativas
de la fuente y agentes interventores en todas las fases del proceso
comunicativo. Los estereotipos tienen súbase en cada lenguaje y están
reforzados y divulgados por la comunicación.
Nuestro mundo de estereotipos está, entre otros, compuesto por los
siguientes elementos: señales físicas que van desde las mismas palabras que
integran un idioma, hasta códigos de señales, signos y símbolos de que se
ocupa la semiologia; sentencias, adagios, refranes, terminología científica y
técnica, creencias, dichos populares, frases literarias, versos, coplas
“anónimas”, bocadillos teatrales, slogans, lemas, etc., que recibimos como
herencia de generaciones anteriores, en unos casos; que nos hemos
acostumbrado a repetir desde la infancia, que imponen en la actualidad la
propaganda política, la publicidad comercial, el cine, las estaciones de radio, la
televisión, los diarios y revistas y aun las actitudes sociales como la moda y los
usos de cada época.
Se trata de multitud de formas expresivas que no nos pertenecen
auténticamente, sino que forman parte de experiencias almacenadas a través
de toda la cultura; frases construidas en situaciones especiales:
Quizás resulta legítimo hablar de formas estereotipadas alienantes,
cuando nuestras imágenes concuerdan con apariencias de otras realidades, de
otros pueblos, de otras mentalidades y contrastan o son absolutamente ajenas
a la realidad propia.
Nuestros juicios de valor, además de otras influencias, reciben las de
estereotipos cuya importancia la sido estudiada dentro del marco de las
“expectativas” que tenemos acerca del comportamiento de los otros. En
Estados Unidos, Katz y Braly se ocuparon de los estereotipos étnicos, allá por
1932.
El estadounidense común aprende desde niño, por sus lecturas de la
serie de Walt Disney, por ejemplo, a imaginarse los países
latinoamericanos como territorios habitados por seres mentalmente
inferiores, atrasados y casi primitivos.
La propaganda y las información es de los medios masivos
estadounidenses, a través de los cuales se explican los problemas del
subdesarrollo, los planes y proyectos, las actitudes de las empresas
capitalistas, la interpretación que se hace de los movimientos nacionales
de liberación, etc., en nada o muy poco difieren, en la mayoría de los
casos (salvo honrosas excepciones) del concepto patodonaldino de
América Latina, y el estadounidense se siente inclinado a enjuiciar
realidades que no conoce, sino por las apariencias hábilmente
manipuladas en servicio de intereses inconfesables.
El prejuicio
Muchas opiniones tienen su origen en la predisposición agresiva a
negativa de la persona hacia algo; ese algo puede ser otro grupo, otra persona,
una idea, una obra de arte, un deporte, un idioma, etc. El prejuicio es anterior a
la experiencia con el objeto. Es una manera de ver, un punta de vista adoptada,
un concepto preformado; por eso prejuicio, quiere decir juicio previo.
El prejuicio es muy parecido al estereotipo; en realidad, pueden
confundirse fácilmente y, de hecho, el prejuicio cae dentro de la orbita de los
estereotipos. Nada definitivo hay al respecto, pero aparentemente el
estereotipo puede ser positivo o negativo; es decir, “imagen” adversa o
favorable. Y cuando esa imagen lleva un contenido hostil, se convierte en
prejuicio. Lindgren anota que la naturaleza del prejuicio es la expresión hostil
que puede expresarse “de una manera simbólica y no directamente”.
Pero Klineberg sostiene que el prejuicio puede ser también positiva lo
define así: “coma su nombre lo indica, es un juicio previo, un sentimiento a
reacción hacia las personas a las cosas, anterior a la experiencia y, por tanto,
sin fundamento en ella”.
Si el prejuicio es aparentemente idéntico a los estereotipos, su base
verdadera es el comportamiento frente al objeto, mientras que el estereotipo es
una “imagen”, de donde podemos inferir que la relación estereotipo-prejuicio se
refiere a que el primero es anterior al segundo. Los estereotipos nutren de
imágenes a las actitudes y el comportamiento del individuo de los grupos
sociales, frente a objetos determinados, es el reflejo de la fuerza e influencia
de los estereotipos en tales comportamientos individuales y grupales.
Los estudios psicosociales ilustran mejor cuando en varios de ellos se
trata del prejuicio como una predisposición a actitud negativa y hostil, agresiva,
cuyos orígenes y transformación en comportamiento socialmente admitido aun
es objeto de investigaciones profundas. Los estereotipos —permítasenos
insistir en esto— constituyen los elementos de formación de los prejuicios.
El filosofo e historiador alemán Baumlauer, da esta definición:
“los prejuicios son auxiliares necesarios para la vitalidad de la orientación
por seguir, de las decisiones por tomar, a pesar de todos los prejuicios contra
el prejuicio”. Y añade: “¿qué haría el hombre si en todas las situaciones de la
vida cotidiana, en cada momento, tuviera que comenzar por hacer el análisis
racional de las circunstancias, a fin de poder decidir como conducirse?”
La definición citada refuerza el concepto de que los prejuicios son
elementos orientadores imprescindibles para nuestras actitudes frente a
objetos del mundo externo, y eso vale tanto para el comportamiento individual
como para el de índole social. Su importancia en la comunicación es, pues
notable, si consideramos que el proceso se rige por niveles de selección de
mensajes conforme a patrones de orientación entre los cuales descubrimos al
prejuicio.
En muchos casos, ese “elemento orientador vital” llamado prejuicio,
establece las referencias de los individuos por determinadas fuentes y su
rechazo o indiferencia por otras. En este sentido, el prejuicio es también un
poderoso mecanismo de selección de mensajes, contenidos, informaciones en
una palabra. Por él puede llegarse a la información unilateral y uniformada, en
todos sus niveles. Veamos algunos ejemplos: el prejuicio de clase, poderoso
gula, regula el comportamiento de los medios informativas ante las fuentes y
acontecimientos de tal manera que presten más atención a fuentes propias e
ignoren a minimicen las fuentes precedentes de otras clases sociales opuestas;
en muchas casas, el prejuicio deriva en distorsiones, falsedades y otras
deformaciones de la verdad, en beneficia de la clase dentro de cuyo sistema se
manipula con medios masivos. Los medios masivos, por eso, se comportan
exactamente de la misma manera como se comparta la clase social a que
pertenecen.
Otras veces, el receptor se niega sencillamente a establecer contacta, a
tener experiencia directa con el objeto sobre el cual está prejuiciado, coma
ocurre con algunas abras literarias. Y cuando establece la relación, por alguna
circunstancia forzosa, el prejuicio le lleva a asumir actitudes que podrían
reconocerse coma predisposiciones negativas, tendientes a “descubrir” todos
los defectos del objeto o a imaginarlos; en parte, también por la necesidad de
autoafirmación que lleva adherida a si todo individuo; es decir, el prejuicio actúa
de manera que el sujeto, ante la experiencia, buscara demostrarse a sí mismo
que estaba en lo cierta cuando sentía, suponía o deducía, y procurará
confirmar sus juicios anteriores.
La propaganda
Rovigatti anota: “ninguno de nosotros vive hay fuera de la propaganda. De
la mañana a la noche, estamos acosados por una enorme cantidad de
anuncios, opiniones, consejas, ordenes.
En efecto, nuestra vida está saturada de mensajes que tratan de
conducirnos a asumir determinadas actitudes, persuadimos de las bondades de
un producto, de hacemos tomar partido en favor de x causa, de elegir esto
sobre aquello.
Se nos dice por todas los medios visuales, auditivos, audiovisuales,
etcétera: “compre el jabón k”, “no use cerillas, use encendedores, fomente la
industria nacional comprando fósforos”, “vote por el candidata c”, “visite la playa
p”; “disfrute del hotel l”, “afíliese al partido p”. Algo parecido a órdenes con el
uso de frases y oraciones imperativas. Se nos informan puntos de vista por las
mismos medíos: “el comunismo es ateo”, “el capitalismo es explotador”, “la
alianza para el progreso ayuda al desarrollo”, “se construirán más viviendas”,
“Israel ataco a Siria”, “Siria comenzó el fuego”, “pelé prefiere pepsi-cola”,
etcétera.
Todos las medios están llenos de mensajes que buscan obligarnos a
asumir actitudes: se usan los carteles, letreros luminosos, hojas que reparten
niños en las esquinas, calcomanías para pegar en las ventanillas de los
automóviles, en las cubiertas de las valijas, etiquetas adheridas a las cajas de
cerillos, signos en los trajes e implementos deportivos; en fin dondequiera está
acechando un mensaje propagandístico.
La propaganda la creado ídolos, personajes, utiliza artistas, deportistas y
no pocos hombres cultos coma portadores de cualidades de un producto.
Recurre el atractivo sexual, coordinando las líneas de un nuevo automóvil con
la excitante silueta de una joven semidesnuda.
Rovigatti define de la siguiente manera: “la propaganda, en sustancia, es
el arte de hablar a las que no pueden o no quieren expresarse. Es el arte de
penetrar, superando prevenciones y prejuicios que podrían erigirse coma
cortinas de hierro, recurriendo aun a los sentimientos, a la fantasía, a la
emotividad”. Lenin decía: “lo más importante es la agitación y la propaganda en
todos los ambientes populares”. Según Packard, es “manipulación” dirigida a
influir sobre nuestra conducta. Gnecco distingue entre propaganda “comercial”
e “institucional”. A esta ultima le asigna funciones de relaciones públicas este
mismo autor ubica la propaganda como un media para estabilizar las relaciones
públicas y recuerda que significa advertising (publicidad). Lumley dice que
procede del latín propaganda, que se traduce coma sujetar, acordar, con objeto
de extender, aumentar. Para Klineberg, es “control a manipulación de
actitudes”. Doob, por su parte dice: “la propaganda puede ser llamada intento
para afectar las personalidades y controlar la conducta de los individuos hacia
fines que no se consideran científicos a que tienen un dudoso valor en la
sociedad, en un momento particular.
También Borden, como muchos otros, reconoce que la propaganda
es un método de manipulación, cuando afirma: “hay otras formas de
manipulación que tienen probado éxito. El uso de percepción subliminal
gano primicia a hace pocos años, cuando los publicistas decidieron
insertar rótulos coma popcorn a coca-cola en las películas regulares, de
manera que el ojo humano no pueda detectarlos conscientemente”.
Borden se ocupa de establecer hasta qué nivel la propaganda controla
nuestra conducta. La teoría norteamericana behaviorism (conductisma) la
demostrado que estamos en imposibilidad de escapar a la influencia de
aquello que percibimos; pero de lo cual no nos damos cuenta. Ese es el
terreno más explorado por los persuasores de masas a través de las
múltiples formas propagandísticas.
En primer lugar, con la propaganda se busca ejercer influencia sobre
los sentimientos humanos. Con la educación se pretende llegar a la
razón. Los mensajes de la cultura son científicos, tienen categoría de
verdad universal; las de la propaganda contienen argumentos
sofisticados, versan sobre apariencias. La educación requiere elementos
ordenados y sistematizados; la propaganda se sirve de lo casual y
momentáneo. La educación es lógica; la propaganda, psicológica.
La propaganda sistematizada sobre base científica, es un signo
característica de la sociedad de consumo, auxiliar poderoso de la expansión
capitalista, media para “vencer” a la competencia. Esta propaganda para
consumidores es lo que los técnicos en ventas han disfrazado con el nombre
de advertising, publielty. Es también signo de acción de masas, para
encauzarlas por los derroteros políticos y económicos útiles a los sistemas de
gobierno, a los partidos u organizaciones políticas. Hitler utilizo esta forma de
manipulación, coma hemos vista antes, para enardecer a los alemanes contra
las judíos, para justificar a explicar sus propósitos expansionistas; se usa hoy
para desprestigiar ante las masas a los enemigos políticos o a los rivales
comerciales.
En otros aspectos, la propaganda es creadora de estereotipos; Packard
investigo la relación que guarda ésta con las interrelaciones de la personalidad
de un individuo y el tipo de automóvil que éste usa.
Relaciones públicas
Si nos atenemos al concepto común de las relaciones públicas, estaremos
de acuerdo en que se trata de una actividad que tiene como objetivo atraer la
atención y conseguir la aceptación publica para contar con el favor de ella en
determinada causa comercial, política, religiosa, social, educativa, filantrópica,
deportiva, etc. La que quiere decir que el objeto de esa actividad es “crear y
mantener una imagen de prestigio”, coma dice Gnecca.
Public relation,s News definió: “es la función administrativa que evalúa las
actitudes publicas, identifica las políticas y los procedimientos de un individuo a
de una organización con el interés público y crea un programa de acción para
ganarse la comprensión y aceptación públicas”.
Johnson y Larris señalaban: “las casas comerciales, universidades,
gobiernos de Estados, el gobierna central, empresas ferroviarias, bancos e
innumerables organismos conocen el valor de la interpretación profesional de
sus actividades y propósitos”)
Steinberg dice: “los medios modernos y las relaciones públicas son
aspectos y resultados de la economía mercantil y competitiva del siglo xx”. Se
menciona a Ivy Lee, periodista vinculado con los negocios de Rockefeller,
como el “padre de las relaciones públicas modernos”, por haber “descubierto”
la importancia de las actitudes públicas (interrelación e interacción) sobre el
funcionamiento y mejoramiento de los negocios particulares, rasgo
eminentemente competitiva de la naciente actividad.
Las magnates de la industria, en tiempos de Lee, despreciaban
ostensiblemente la opinión del público; fue entonces cuando aquel se dio
cuenta de la importancia de esas opiniones y se puso a investigarlas; su
política fue atraer moscas al plato de miel y tuvo tal éxito que pronto habría de
ser emulado.
Como actividad humana, en el campo de los negocios, de la guerra, de la
industria y del arte, los orígenes de las relaciones públicas se remontan a la
antigüedad, formando parte indisoluble del periodismo, la propaganda, etc.,
pero como las entendemos hoy, implican planificación, organización y
tecnificación.
Cada individuo es promotor de si mismo; crea una imagen de si “para los
demás”; provoca una actitud del otro en concordancia con el modo en que
condujo sus relaciones personales. El efecto puede traducirse en un concepto:
“qué bueno es fulano de tal”, o “qué despreciable es”; o una actitud de
aceptación o rechazo, como cuando el vecino saluda con amabilidad o evita el
saludo.
Lo mismo ocurre con los grupos primarios como la familia, en los
secundarios como las instituciones sociales, pueblos y naciones y aun
continentes, en sus relaciones reciprocas a múltiples.
La vida del hombre está sujeta a las valorizaciones de las que emanan
actitudes sociales de aceptación, rechazo, indiferencia, crueldad, castigo,
perdón a indulgencia. Tarea ininterrumpida del hombre, desde que nace, es su
adaptación al grupo y en ese proceso, el juicio de los demás tiene tal
importancia que no puede sugerirse, sin él, la existencia de un individuo. La
opinión de los demás, esa “tercera ley” de que hablaba Locke, “ley de la
reputación”, es algo real, que influye poderosamente en todos los actos de
nuestra vida pública y privada.
Hemos dicho que la función de relación se dirige a influir la opinión
pública, de donde deducimos que ésta es otra forma de manipulación, pues
lleva consigo dos propósitos interacciónados: convencer y persuadir. Salvamos
el hecho de que está en debate la diferencia entre manipulación y persuasión.
Convencer es un proceso mediante el cual la mente queda ligada a
un conjunto de razonamientos; concatenación que el intelecto admite por
consideraciones de relación de objetos, deducción y asociación.
Puedo convencer a alguien si soy capaz de atrapar su atención y
llevarle a aceptar la lógica de razonamientos encadenados.
La persuasión es también un proceso, pero dirigida a estimular la
voluntad, con objeto de mover a alguien a realizar una acción.
Convencer y persuadir son funciones casi inseparables de las relaciones
públicas; convencer al consumidor de que el producto es bueno, útil,
conveniente; persuadir al vacilante para que otorgue su voto al candidato z.
Las técnicas de la propaganda son también empleadas por las grandes
organizaciones de relaciones
públicas; técnicas que se fundan—
principalmente cuando se trata de la persuasión oculta— en las investigaciones
psicológicas y en las análisis psiquiátricos, coma bien lo la revelado Packard:
“mientras tanto, muchas de los principales especialistas en relaciones públicas
de la nación están adoctrinándose en el saber psiquiátrico y social con el fin de
aumentar su capacidad para manejar y ganar nuestro consentimiento. Los que
dirigen colectas recurren ya al estudio en profundidad para sacarnos más
dinero. Un número considerable y creciente de firmas industriales, incluso
algunas de las de más envergadura, tratan de investigar y moldear el
comportamiento de su personal —en especial el de sus propios jefes—
mediante el uso de técnicas psiquiátricas y psicológicas. Por último, dicho
planteamiento adquiere proporciones nacionales con el uso intensivo, por parte
de políticos profesionales, de la manipulación simbólica y la reiteración,
aplicada al electorado, a quien se trata cada vez más coma a perro de Pavlov
con sus correspondientes reflejos condicionados”
El dominio de los recursos técnicos, por una parte, y la penetración en los
medios para llegar a las masas, por otra, son las principales aspectos que
perfeccionan los agentes de relaciones públicas.
¿Como llegar a los grandes públicos, si no a través de los medios
masivos? Y, ¿como llegar a las masas sin antes haber dominado los medios?
El control directo a indirecto de los medios de comunicación es esencial para el
buen éxito de las relaciones públicas.
Las relaciones públicas consisten en “hacer amigos” para, más adelante,
gozar de las beneficios que reparta una buena amistad.
Can el aflojamiento de las ataduras de la sociedad de aldea, el crecimiento
de las ciudades y las complicaciones cada vez mayores de la vida actual, es
común escuchar la siguiente declaración: “a mi me importa un comino lo que
piensen las demás”. Si bien esta posición revela una presuntuosa
autosuficiencia, altanería, vanidad y pedantería, indica también la plausible
independencia a, mejor dicha, un encomiable deseo de mantener alguna
identidad propia frente a la anonimización del hombre actual, inmersa en un
mundo complicado y en una sociedad consumista y uniformadora; se trata de
un propósito de ejercer, en cierto modo, la libertad.
Desde el punto de vista de las relaciones públicas, afirmar “a mi me
importa un comino lo que piense la gente” es la espada del harakiri o el camino
más corto y expedito al aislamiento, a la retracción, al fracaso en términos de
sistema eficientista.
Las relaciones públicas tienen, pues, por objeto crear una imagen
favorable, lo cual comprende algunas etapas:
• Información publica.
• Presentación del objeto de relaciones.
• Retroalimentación continúa.
La imagen favorable no siempre es el resultado de una acción de
relaciones. Esta nos coloca ante otra evidencia: las relaciones públicas pueden
ser positivas a negativas; pueden crear una buena a mala imagen inicial o
transformar una imagen anteriormente mala en buena y viceversa. Siempre
habrá, dadas las condiciones actuales, relaciones públicas elaboradas. Si son
negativas a positivas es asunto que compete al análisis de los resultados de la
acción, no se trata de un cuestionamiento sobre la existencia de la acción
misma.
Según los enfoques sistemáticos de Churchmann, las relaciones, públicas
encajarían mejor en el grupo eficientista, porque la formación de una imagen
favorable, tarea inherente a las relaciones públicas, no es un fin en si mismo,
sino un medio para alcanzar otra finalidad: la eficiencia del sistema del cual las
relaciones públicas son un subsistema operativo y de comunicación.
Queda todavía por caracterizar otro rasgo de las relaciones públicas.
Estas se dan dentro y fuera del sistema. Dentro, porque la imagen se dibuja,
pasa por periodos de gestación en el útero de toda entidad hecha para el
público. Las relaciones internas pueden darnos una idea de lo que es; las
relaciones externas, a relaciones públicas propiamente dichas, de lo que debe
ser el sistema ante las demás.
Aquí advertimos ya que las relaciones públicas están estrechamente
ligadas a las relaciones puras, naturales a espontáneas, y a las relaciones
humanas de tipo social, laboral y de otras índoles, a través de las formas de la
comunicación también humana y dentro de los grupos de pertenencia
psicosocial.
Las relaciones públicas actúan dentro del amplia y complejo ámbito de la
comunicación. De esta afirmación partimos hacia un intento descriptivo de las
relaciones públicas y el periodismo; este último como una de las formas
tecnificadas de la comunicación masiva, cuyo objeto directo es la noticia.
El periodismo existe porque hay acontecimientos, ideas, sentimientos
nuevos, que interesan a los hombres y que, al comunicárselos, hacen que
éstos modifiquen su comportamiento, pues les incitan a obrar a abstenerse en
tomas rápidas de decisión, a corto plazo. Esto es así porque el periodismo
ofrece conocimientos de disolución instantánea, como el nescafé para un
consumo fácil que ahorre tiempo y esfuerzo. Se diferencia de la comunicación
brindada por el libro a por la filosofía a paleontología, porque estas últimas son
de más lenta y difícil asimilación.
Los especialistas en relaciones públicas asignan al periodismo la función
principal de informar y divulgar mediante los medios masivos; la cual significa
que esta actividad puede ser un subsistema de las relaciones públicas. Los
expertos en periodismo, por su parte, advierten que un medio de comunicación
de masas no puede prescindir de tareas y acciones de relación pública; es
más, la presencia constante de un medio en la sociedad de masas, su llegada
al publico, constituye ya, de suya, una actividad de relación pública. El
comportamiento individual de un periodista, en la cobertura de sus fuentes de
información, en la calle o en un local publico, tiene un indudable contenido
relacionista, donde imprime la imagen del medio masivo al que pertenece.
Tenemos, consiguientemente, que las relaciones públicas, en el sentido
expresado en las últimas líneas, se convierten en un subsistema del
periodismo.
Se trata, en este punto, de funciones a parte de funciones que reducen el
concepto de relaciones públicas y periodismo, pero que no afectan el principio
de globalidad que como sistemas de derecho propio poseen las relaciones
públicas y el periodismo, por separado. Por eso, no es posible explicar o, mejor
dicho, definir las relaciones públicas desde el punto de vista particular del
periodismo, ni a este a partir de la óptica especifica de aquellas.
Los vínculos entre relaciones públicas y periodismo son funciónales, pero
este hecho la provocado confusiones. De ahí que todavía soportamos las
consecuencias desagradables de tal confusión; por ejemplo, cuando las
relaciones públicas de un ministerio a de una empresa comercial se reducen a
las de una oficina de prensa encargada de la edición de boletines a periódicos,
que hacen llegar a los medios masivos para su publicación. En este caso se
trata de una función sustitutiva, por lo general muy deficiente y poco a nada
objetivo del trabajo del reportero a redactor de los medios masivos. La
consecuencia es que buena cantidad de este trabajo va a llenarlos cestas de
basura, y lo poco rescatable se reduce a un material que necesita nuevo
procesamiento en las mesas de redacción.
Las relaciones públicas se confunden también con organizaciones
costosas de “relación social”; por ejemplo ceremonias, agasajos, fiestas, bailes,
y cócteles. Esta forma parte de la imagen y del decoro social, y es algo muy
importante, pero no es la función principal ni una actividad que deba aplicarse
necesariamente en todas las casos. Así, qué imagen se obtendría de una
empresa que para explicar a las periodistas o a otras personas, su
imposibilidad de conceder aumentos salariales reuniese a sus invitados en una
conferencia a la que siguiera una cena pantagruélica.
Se confunden las relaciones públicas, muy a menudo, con la propaganda.
Utilizo el término propaganda como el legítimo sustantivo de lo que no hace
mucho se ha tratado de eufemizar con el nombre de publicidad.
La propaganda tiene por objeto presionar, con el uso de las técnicas
persuasivas (psicología profunda), a las individuos para que pasen de
una actitud de duda entre A y B / la acción decisoria de comprar A o B. Y
esto vale tanto para la decisión acerca de militar en un partido político
como para comprar una pasta dental o un automóvil.
Con frecuencia, la identificación ilegitima de las relaciones públicas con la
propaganda comercial o ideológica y la mercadotecnia, se debe al hecho de
que se hacen exclusivamente relaciones
públicas para el producto
manufacturado, como una intrusión en terreno ajena, en desmedro del sistema
global. No es que esté mal crear una buena imagen para una marca de fideos,
pero ésta es, más bien, una tarea propagandística y accesoriamente
relacionista.
Otro hecho, a mi juicio más grave y reprochable, es que algunas
veces las relaciones públicas actúen como agencias de políticas de
corrupción, especialmente destinadas a la compra de conciencias de los
comunicadores masivos.
Esta actividad, extendida en varios países, va desde la
aparentemente civilizada entrega de un
presente navideño a los
periodistas, hasta el soborno en dinero constante y sonante (“chantaje”).
Esta forma cuasi maquiavélica destruirá, en poco tiempo, al mismo
sistema, porque no es posible demostrar que una finalidad altruista pueda
obtenerse con cierta permanencia a través de métodos que contradicen la
esencia del propósito. Es como si quisiéramos recaudar fondos para
emprender una campaña de lucha contra las drogas e instaláramos más
fábricas de cocaína: hay aquí una contradicción en la base. Una buena imagen
(función de las relaciones públicas) no se crea con actividades inmorales e
ilícitas. El engaño se descubre pronto y las consecuencias son invariablemente
fatales para el sistema.
Los nexos de las relaciones públicas con el periodismo son numerosos,
pero, ninguno de ellos es optima si no se tiene en cuenta el margen de
reciproco respeto y de ejercicio común de una conducta éticamente aceptable,
y si no se trazan formal y probablisticamente las diferencias necesarias en la
naturaleza y fines de dichos sistemas.
Claro que ciertas habilidades, puestas en práctica, conducen a lograr
resultados inmediatos o a producir éxitos efímeros, sorprendiendo la bona fide,
pero eso puede hacerse una, dos a tres veces, no indefinidamente.
Cada ser humano tiende más que a condenar, a auto justificar sus
acciones. Ya alguien ha dicho, con profunda ironía, que los crímenes y las
conductas más abominables que se reconocen en los demás, son en uno
mismo apenas experiencias desagradables.
Para nadie es un secreto que las relaciones públicas, tal como las
conocemos hoy, se han originado en un hecho negativamente reciente, a
saber, la revolución industrial, que, entre otras cosas, trajo consigo una
competencia creciente de productos y subproductos encarrilados hacia la
captura del mercado de consumidores.
Según relata Andrés Samper Gneco, en tiempos de Ivy Lee, precursor de
las relaciones públicas, no hace más de 50 años algunos industriales y
banqueros estadounidenses todavía decían sin enfado: “nada le debo yo al
publico, lo que ya lago o deje de hacer en mis negocios no es, en modo alguno,
de la incumbencia del publico, al diablo con el publico!”
Esta actitud es muy parecida al despotismo y suficiencia con que el único
panadero del pueblo atiende a sus clientes y al trato que recibimos todos los
días de los monopolios del transporte colectivo. Se podía y puede prescindir de
las opiniones de los demás, cuando se ejerce poder sobre ellas, pero ese
poder es temporal y, hoy día, menos exclusivo. La cesión de poder, o su.
Fragmentación, provoca un crecimiento proporcional del poder del publico
sobre las productores de bienes y manejadores del estado. Esto sucede
también en la política: Luís XIV, Napoleón y Bismarck podían reírse y
menospreciar a la opinión pública de sus respectivos pueblos; Nixon también
quiso reírse y acabo llorando desconsoladamente.
Esto nos demuestra un hecho: actualmente, la opinión pública está en La
retroalimentación es un componente indispensable para el cierre del ciclo
comunicacional y un factor cibernético de regulación de las desviaciones del
sistema. Es tan necesaria en las relaciones públicas que, sin ella, no seria
posible dar el segundo paso, por carencia de datos indicadores, acerca del
curso y efectos que produce el primer paso de la acción de relaciones .
La manipulación
Enzensberger ha definido: “etimológicamente, el término manipulación
viene a significar una consciente intervención técnica en un material dado. Si
esta intervención es de una importancia social inmediata, la manipulación
constituye un acto político”.
Verga anota que el manipuleo, sobre todo en las grandes empresas,
consiste en: “el trabajo que se hace con la noticia, la circulación dentro de la
estructura que tiene el periódico (del cronista que dio la noticia al redactor, de
éste al jefe de noticias; del jefe de noticias al secretario de redacción y, por
último, en muchas casos, cuando la información lo requiere, al secretario
general o al director) lleva implícitos, lógicamente, ciertos cambios, en principio,
de redacción, sintácticos, etc., que en última instancia, pueden ser causa de
modificaciones sustanciales o la información primitivamente realizada por el
cronista”.
La opinión de un especialista en televisión está contenida en estas frases:
“aquí, el manejo de las noticias difiere del de otros medios, en varios
aspectos”.’ “A veces lo que muestra la imagen no es lo que realmente sucedió,
y la verdadera noticia debe ser establecida y explicada.” y en otra parte, el
mismo autor expresa lo que es el periodista de tv: “su. Propósito fundamental
radica en contribuir a proporcionar un continuo flujo no solo de información,
sino del tipo de información que la sociedad necesita”.
La manipulación es, según el punto de vista de los periodistas, el manejo
de los materiales noticiosos; para el publicista, el propagandista y el agente de
relaciones públicas, es la técnica de atrapar la atención y el favor del público
hacia un fin específicamente predeterminado; para los psicólogos, el control de
motivaciones. Estos puntos de vista tienen importancia en la consideración del
fenómeno opinión publica, pues todo cuanta recibe el publico por los diferentes
medios la pasado previamente por mecanismos de producción donde las
materiales han sido adecuados y manejados, por varios subsistemas.
Se pueden encontrar todavía muchos otros vehículos de
manipulación como en las planes y programas educativos, en la
instrucción militar de las jóvenes, en las interpretaciones Históricas, en
fin, actualmente estamos confrontando una serie de predicciones que nos
hacen pensar en la proximidad de un mundo como el imaginado por
Orwell, donde los intereses del hermano grande y la lucha contra Samuel
Goldstein justifican el control del pensamiento a través de la policía del
pensamiento y una suerte de catarsis colectiva a cargo del ministerio de
la verdad, en la reelaboración acomodaticia de hechos históricos y del
ministerio del amor en el control de la pureza de convicciones del
individuo, miembro del Insoc.
Thurber hizo, hace más de tres décadas, una bella descripción de la
manipulación, a nivel de relaciones personales, con el empleo del rumor, en su
célebre fábula satírica “el ganso cantor” y apunto la importancia del rumor
sobre la opinión publica, como elemento superinfluyente en las actitudes
colectivas.
Un tanto adormecidos por el efecto del estereotipo “sociedad de
consumo”, suponemos erróneamente que todo el mundo esta envuelto en
la problemática de países donde la competencia comercial es gigantesca,
como desmesurados son los niveles de presión del sistema capitalista en
permanente acción sobre el individuo; un individuo con alta capacidad de
compra, merced al elevado poder adquisitivo de su salario. Esa si es una
situación socioeconómica particular de las países industrializados,
exportadores de mercancías y de tecnología; pero la cosa es muy distinta
en América Latina, donde no se puede hablar propiamente de
“sociedades de consumo”; al contrario, son sociedades de no consumo o
subconsumo, pues la lucha de la mayoría de los Estados semicoloniales
del río bravo para abajo, pretende romper sus lazos de dependencia y
lograr niveles de capacidad económica que permitan a las respectivas
poblaciones un acceso a los bienes materiales y culturales de consumo.
La desnutrición, las altas tasas de mortalidad infantil, los elevados
índices de analfabetismo, la escasez de viviendas, las altos porcentajes
de mano de obra desocupada y mano de obra barata, signos
inconfundibles de lo que los especialistas llaman “subdesarrollo” o más
eufemísticamente “países en vías de desarrollo”, demuestran que
América Latina consume muy poco, y las grandes masas no consumen
sino lo vitalmente indispensable y de rubros de autoabastecimiento,
como los campesinas de Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala, México, el
Norte de Argentina, etc. No hay, pues, sociedad de consumo en este
continente, exceptuando a Estados Unidos y Canadá.
Hecha la diferencia, salta a la vista que las formas manipulatarias de una
sociedad de consumo son distintas o, por lo menos, se dirigen a objetivos
diferentes de las manipulaciones en las Estados semicoloniales, donde la
mayoría de los esfuerzos de las dictaduras militares fascistas y de las
regimenes pseudo demócratas se concentraran en sofocar las movimientos de
liberación nacional y en desvirtuar las actitudes políticas progresistas. El
fantasma del “comunismo ateo” se desato en las columnas de los diarios, en
las escuelas, en los comentarios radiofónicas, en los filmes, en las pantallas de
televisión, para atemorizar, infundir pánico y desconfianza en cualquier
proposición de justicia social. Tales campañas llegaron al extremo de acusar
aun a la propia iglesia católica de “tener vinculaciones marxistas”, cuando
respetables sacerdotes y obispos lanzaron sus voces de protesta contra la
injusticia; eso es, típicamente, manipulación.
Algunas organizaciones han sido denunciadas de operar en América
Latina en programas de esterilización masiva de campesinas en Bolivia, en
1968, el norte Argentina, en 1969 y en Colombia, en 1974.
La tesis del control de la natalidad, propalada por el propio ex
secretario de estado de Estados Unidos, McNamara constituye un
ejemplo inconfundible de manipulación socioeconómica. Se la inventado
la formula más engañosa, pero que no resiste el más breve análisis, con
aquello de que las males de las pueblos atrasados se curaren con la
“planificación familiar”. A través de hábiles campañas públicas, los
manipuladores han hecho creer a mucha gente que la pobreza se debe al
número de hijos. Solución: menos hijos, más disponibilidad de recursos.
Mucha gente se lo ha creído y lo ha tragado juntamente con la pildorita
anticonceptiva. Obviamente, los manipuladores se han cuidado muy bien
de decir que los salarios no corresponden a la fuerza física vendida por el
obrero; por lo contrario, su falacia envuelve otra burla mayor: “el salario
es justo y si no te alcanza es porque no sabes planificar tu familia”.
Esta forma manipulatoria parece, paradójicamente, calcada del concepto
marxista de “conciencia de lo factible” (Zugereclte Bewusstsein).
Las comunicaciones manipuladas son formas propagandísticas, típicas; de
esta parece deducible que la manipulación tiende a crear situaciones que
imposibilitan o dificultan la formación de juicios racionalmente fundados y la
actuación según tales juicios racionales. La manipulación se encuentra bajo las
formas políticas del terror tanto como en los mensajes elaborados,
aparentemente inofensivos, y que responden a intenciones comunicativas
ocultas. Manipulación es, pues, la técnica del ajuste de las políticas editoriales
de los medios, ajuste de políticas informativas, estilos y modos de llegada al
receptor.
Proceso de la información periodística
El propósito de este capitulo es anotar, aunque de manera descriptiva, el
proceso de la comunicación en el campo del periodismo y en el de la prensa,
concretamente, en un intento por aplicar la teoría general de la comunicación al
terreno del medio impreso.
Proponemos, como primer paso, ensayar una definición de periodismo que
se adecue a los objetivos de esta exposición: el periodismo es un sistema
abierto de la comunicación masiva.
La teoría científica de la comunicación, en los periodísticos, importa toda
una investigación sistematizada y metódica de la noticia, pero no excluye los
atributos de arte inherentes al periodismo, por varias razones; entre ellas, el
aporte individual del periodista con sus conocimientos, talento, creatividad, etc.
Clarnely hace bien en decir del periodismo: “su práctica envuelve
contribuciones individuales de sus devotos, que nunca podrán fijarse en
teoremas”.
Una aclaración necesaria: la definición de periodismo, válida para las
medios masivos (prensa, radio, televisión, cine) representa una idea muy
general, desde el momento en que existen también otros sistemas abiertos
para la comunicación masiva distintos de los que encierra nuestra definición.
Ahora bien, partiendo de la primera parte de la definición propuesta: el
periodismo es un sistema. . . encontramos que, al decir sistema, le damos un
contenido de elementos básicos, comunes a todos los demás sistemas
comunicativos abiertos, o sea:
A) mensaje.
B) código.
C) comunicador = codificador.
D) medio.
E) receptor = decodificador = destino.
Es un sistema abierto, porque en el proceso comunicativo que representa
se producen interrelaciones constantes entre las materiales periodísticos,
interrelaciones e intercambios de información dentro del mismo sistema y
fuera de el tal como la interacción de los receptores entre si, de ellos con el
medio, de las respuestas con la fuente, etcétera.
La segunda parte de la definición de la comunicación masiva, nos lleva al
reconocimiento de un proceso comunicativo con sus factores:
Fuente-codificador-mensaje-decodificador-destino
La prensa es el medio masivo que utiliza la palabra escrita y la
representación grafica —signos y símbolos impresos— para la transmisión de
noticias —mensajes— a un publico lector —destino—; por tanto, esta dirigida a
la percepción visual de los receptores.
El esquema más simple del proceso comunicativo posee cinco elementos
importantes, que ya hemos anotado. Veamos ahora lo que cada uno de estos
cinco factores significa en el medio prensa; vale decir, en la transmisión de
noticias.
Fuente es la motivación u origen de un hecho noticiable y representa el
estimulo para el comunicador en su intención comunicativa. La denominación
comunicador lleva un sentido bastante amplio, en tanto cada individuo tenga
algo que decir y se opere en el la decisión de hacerlo.
Entendemos por hecho noticiable todo acontecimiento de la naturaleza o
del hombre que tiene un interés público. Aunque algunos tratadistas de la
teoría y práctica del periodismo sostienen que fuente es el hecho mismo y aun
el lugar donde ese hecho se produce, tales conceptos no deben llevarnos a
error, pues puede denominarse fuente, por simple comodidad enunciativa de la
pragmática periodística, a una oficina publica; pero, en rigor científico, fuente
no es la oficina mencionada, ni siquiera el acontecimiento allí ocurrido, sino la
motivación de la intención comunicativa que tengan los representantes de esa
oficina para comunicar tal acontecimiento, a el profesional periodista que
descubre ese algo importante que es el factor noticiable del hecho, y decide
comunicarlo.
Codificador es el elemento que tiene la función de traducir los signos y
señales de la fuente, o la que en este caso, el conjunto de signos y señales de
la noticia parecen significan. Codificador es, pues, el periodista, cronista,
reportero, redactor, editorialista, etcétera.
Mensaje es el producto comunicable que, con base en signos/ señales
procedentes de un hecho, elabora el codificador. El complejo de signos/señales
pasa por un proceso psicointelectual que representa el acto mismo de
codificación; por tanto, denominamos mensaje al material publicable: reportaje,
crónica, editorial o cualesquiera de las formas y contenidos que se disponen
para ser impresos.
Decodificador es el agente correspondiente en oposición al codificador;
significa el elemento que selecciona (descifra) el contenido mensaje-noticia
impresa, en un proceso también psicointelectual que se da en el receptor, con
las mismas características de interpretación acerca del significado de las
signos y señales de una página de diaria a lo que tales signos y señales
parecen decir; y subrayamos parecen decir, porque toda interpretación supone
un complejo de relaciones intrapersonales, elementos subjetivos, intereses,
fenómenos psíquicas, sociales, cuadros de referencia personales y de grupo,
etc., que influyen poderosamente en el acto y-el resultado de la decodificación.
Destino: denominase así al agente que percibe el mensaje decodificado;
es decir al mismo decodificadon; pero en tanto es destino, significa recipiente
de la noticia y en tanto es decodificador, representa todo un proceso perceptual
o interpretativa ante el contenido del mensaje. Se le designa también en ésta
su doble función, con el nombre de decodificador en destino.
Por otra parte, sabemos que el destino reacciona ante el mensaje,
provocando un fenómeno característico de la comunicación que es el feedback
o retroalimentación.
Transformación de la noticia
La comunicación de noticias presenta una serie de problemas. Situemos el
acontecimiento noticiable en primer término; pera puede ser tambien un
complejo de sucesos, unidos por la intención comunicativa. Frente al
acontecimiento situamos al reportero como codificador y al mensaje como
noticia, en el segmento que sigue. En seguida localizamos el canal, como
sinónimo de producto de la actividad periodística, como producto del medio: un
diario, una revista, en manos del lector. Y, por ultimo, el decodificadar en
destino.
En cada uno de los segmentos hallamos factores intermedios a los que
llamaremos subsistemas y sub-subsistemas que pertenecen a la fuente, al
medio y a los mecanismos técnicas que influyen en el sistema con sus
subsistemas como elementos del medio; por ejemplo, las agentes externos que
ejercen esa influencia tanto en la elaboración del producto como en su
distribución al destinatario. El triangulo del decodificador presenta otros
elementos concurrentes en el acta de descifrar el mensaje, y señalamos
algunos de ellos.
Vemos que a la fuente concurren una serie de subfuentes informativas que
sirven —contribuyendo con datos— a la fuente informativa misma tanto como
al comunicador-codificador que identificamos como el reportero.
Recurramos a un ejemplo sencillo para explicar este sistema: imaginemos
el choque de dos vehículos. La fuente principal o directa será, desde el punto
de vista de la información penalistico, el acontecimiento mismo. Dicha fuente
arrojaré los datos circunstanciales del hecho. Que ocurrió? —chocaron las
vehículos tal y cual. Donde? —en la calle x. como? —De frente. Cuando? —
esta mañana. Por qué? —exceso de velocidad. Supongamos luego que uno de
los conductores se fugo y el otra quedo gravemente herido e inconsciente. La
fuente no bastara para hacemos conocer sobre el hecho noticiable todas los
detalles periodísticos. Entonces, nos auxiliamos con las subfuentes
informativas 1, 2, 3, etc. Y ellas dirían lo que nos falta registrar. Por ejemplo, la
subfuente policial servirá eventualmente para la identificación del conductor
prófugo; la subfuente 2, un hospital, digamos, permita conocer el diagnostico
realizado al herido; la 3, pueden ser las familiares, parientes o amigos de aquel,
mas informarán acerca de otros detalles como su profesión, y quizá
descubramos que es una persona importante para algún grupo social; la
subfuente 4 podrían ser algunas testigos presénciales del choque, cuyas
versiones son periodísticamente necesarias. Quizá el hecho, por la distancia,
no sea de nuestro conocimiento directo ni tenga mas posibilidades de realizar
una cobertura propia; entonces la agencia de noticias, nacionales o extranjeras,
emisiones de radio o de televisión, constituyen subfuentes informativas para
nosotras.
Estos sistemas de flujo informativo son abiertos; pero tambien existen
otras de código, especialmente para la información cultural, literaria, etc., que
pueden servirnos si resulta que una de las protagonistas del hecho es, por
ejemplo, un escritor o un poeta. Pero puede ocurrir que algunas de estas
subfuentes lleguen hasta el destino independientemente del sistema
organizado de la comunicación del medio masivo prensa. En nuestro ejemplo,
se dará cuando los testigos presénciales comuniquen aspectos del
acontecimiento por ellos observado, a sus respectivos amigos, en un proceso
de comunicación interpersonal o directa. Fuente informativa y subfuentes sirven
hasta aquí para el adopta de datos sobre el hecho que interesa. El reportero se
da ahora a la tarea de codificar ese material. Esa supone, por un lada, una
primera evaluación de la noticia con el consiguiente planteamiento: qué es lo
que ocurrió y a quién o quiénes interesa? En este instante entran en juega una
serie de elementos propios de la personalidad del codificador-comunicador: su.
Experiencia profesional, su capacidad como periodista, su intuición, su
voluntad, sus condiciones deductivas y analíticas, sus conocimientos de otra
índole y no solamente de periodismo, etc. Si el codificador es un reportero
bisoño, al que le han proporcionado un nombre, que a el no le significa nada,
se contentara con los datos rutinarios y sobre ellos elaborará una crónica de
escaso interés; pero si el periodista tiene experiencia y sabe que el nombre que
le dieron pertenece a un destacado escritor, por ejemplo, seguirá enriqueciendo
sus datos, pues habrá evaluado la noticia de distinta manera que el
principiante.
Si codificar es seleccionar un conjunto de signos y señales para producir
un mensaje, detrás de esta labor que inicialmente le corresponde al reportero,
hay algo ineludible: utilizar signos y señales que sean comunes tanta al
codificador como al decodificador, pues no basta codificar, sino hacer que el
código usado sea comprensible para el destino, en la misma forma en que lo es
para el decodificador. Y esto significa que codificador y decodificadar deben
tener un campo de experiencias común, pues de otro modo el mensaje deja de
tener el significada que le da el comunicador y no surtirá las efectos esperados.
Si llega a mis manos un ejemplar de un diario escrita en búlgaro y no
conozco este idioma, ese producto de medio carece para mí de todo significado
comunicativo y se reducirá a un pedazo de papel con signos ininteligibles que
me parecerán manchas carentes de toda importancia. Si aun en el idioma que
hablo y comprendo, me llega un mensaje acerca de tecnología nuclear y yo no
conozco los códigos de esta especialidad, su significado será también
incomprensible para mí.
El proceso de la codificación tiene importancia en la prensa, desde el
momento en que se considera que este medio está dirigido no a las
especialistas, sino a un lector medio, aun destinatario cuyas expectativas están
en el conocimiento de lo que sucede o la sucedido recientemente y que es
nuevo para el, y cuya motivación va signada por la necesidad de informarse;
necesidad común al especialista y al que apenas sabe leer y escribir, al lego y
al erudito. Por ella, una de las reglas básicas del periodismo exige, por ejemplo,
el uso de un lenguaje escrito accesible a todos los públicos: sencillo, clara y
preciso. Y todo eso es aplicable y debe serlo en el momento de la codificación.
La noticia codificada presenta una imagen muy distinta de la noticia “en
fuente”; es decir, la que en su origen fue un conjunto de datos, de información
es casi dispersa, desordenadas, acerca de un acontecimiento. Pera tal suceso
constituye apenas una milésima o quizá millonésima parte del torrente
informativo cotidiano y bien puede llegar a convertirse en un mensaje difundido
a la masa, a perderse entre un montón de originales de material “de relleno” o
la espera de publicación y finalmente, por obsoleto, ir a parar al cesto de
desperdicios.
Para concluir, queda mencionar aunque sea brevemente el proceso de
retorno, retroacción a retroalimentación que se opera en todo sistema
comunicativo. El feedback ocasiona una inversión del proceso de la
comunicación, al convertir el destino, en fuente y a ésta, en destino del
mensaje-respuesta. En lo que toca al mensaje-contenido, en un medio impreso,
la retroalimentación puede darse como una llamada telefónica al mismo, una
carta, una petición de mayor información , aumenta de numero de suscriptores
a cancelación de ellas, representando cada una de estas formas un modo de
reacción ante el estimulo provocado pan la noticia a el comentario. No son
pocas las veces en que oiremos decir a un amigo: “no compro más este diario
porque no me dice nada importante”, a “me he decidido por leer este diario
porque lo encuentro bien informado; me satisface su lectura”.
Y es preciso anotar también, aunque tangencialmente, que los otros
medios masivos ejercen una permanente influencia sobre la prensa, dentro de
un contexto de reciprocas interacciones e interrelaciones, y que todas los
medios ejercen influencia sobre el destino, al presentar el mismo hecho de
diferentes maneras, con distintos procedimientos, con variados contenidos y
recursos técnicos; por tanto, no es posible medir el feedback en relación con
determinado medio, sino en relación con la totalidad de las medios masivos y
no masivos que participan en la transmisión de noticias; es decir, globalmente
en todos los sistemas y de ninguna en particular.
Los públicos
El valor semántico de los vocablos lector, pública, oyente, televidente, etc.,
es muy relativo, como lo es en casi todas las acepciones que usan las ciencias
sociales para la conceptualización de fenómenos concaminantes, con las
inherentes funciones descriptiva y distintiva. En el sistema general de la
comunicación podemos contar con públicos de lectores, de radioescuchas o de
televidentes que no constituyen verdaderos instituciones, sino grupos sociales
a los cuales el hombre concreta, lector de un diario, por ejemplo, pertenece o
tiene la sensación de pertenecer; aspecto detectable por los resultados de la
presión ejercida por un medio sobre los individuos, como cuando las encuestas
revelan actitudes similares atribuibles a influencias compartidas.
El uso de las denominaciones lector, publico, oyente, televidente, ofrece
una finalidad práctica, si se tiene en cuenta que son objetos analizables más
desde el punto de vista de receptores de mensajes que de entidades
compactas y consolidadas. El estudio de los efectos de los medios sobre tales
grupos es algo que todavía no ha logrado dar respuesta a las múltiples
problemas que la psicología social afronta en el campo de las actitudes y
opiniones. Sabemos muy poco acerca de las alcances de la televisión, por
ejemplo, sobre las receptores. Los medios electrónicos, con su avasalladora
influencia han rebasado los límites de la exploración científica. Mcluhan ha
ensayado su teoría de “la era del masaje” en el reino de las comunicaciones
tecnificadas, pero el escritor canadiense apenas ha descrito el problema, sin
llegar a mostrarnos cuáles son las efectos de ese “masaje” o “lavado cerebral”
que recibimos todos las días, a cada instante.
Una dificultad radica en la imposibilidad de contar con grupos de
receptores que lo sean exclusivamente de un medio. Las interacciones del
sistema abierto revelan que —excepto algunos grupos sociales de países
atrasados— las receptores se someten a las influencias de muchas medios al
mismo tiempo y, por lo mismos, de los poderosamente tecnificados.
Las mensajes multimedios ganaron campo de acción, por el
perfeccionamiento de las sistemas electrónicos y su cada vez mayor acceso a
grandes masas; sin embargo, hay comunidades cuyos miembros dependen
casi exclusivamente de la radio; por ejemplo, en zonas campesinas de México,
Guatemala, Perú, Bolivia y otras países latinoamericanos, africanos y asiáticos.
Tenemos que considerar también que los medios masivos no son
impermeables a las influencias de los otros medios, sino que
permanentemente están recibiendo cargas y presiones según las cuales
se comportan comunicativamente y mas advierten de la “impureza” de
sus mensajes. Vale decir, en breves palabras, que no existe un “mensaje”
radiofónico o una periodístico, o uno televisivo como producto
inmaculado del medio. Nos mas referimos, desde luego, a la técnica
televisiva, radiofónica a periodística de adecuación de las mensajes en
razón de las peculiares características del canal se la llegado a formular,
inclusive, una metodología de los lenguajes de los medios, pero ése es
otra aspecto, en el que tampoco está ausente la influencia de las otras
medios.
Entendemos por público —pars pro todo— al receptor, decodificador,
destino, de mensajes y en ese contexto usamos la discriminación que cabe en
relación con los medios masivos.
Los medios impresos se preocupan muchísimo por sus elevadas tiradas;
las estaciones de radio y televisión, por el rating. Estas preocupaciones tienen
generalmente un marcado propósito comercial que se traduce en más anuncios
publicitarios, más inserciones pagadas, más poder político y capacidad de
influencia sobre el gobierno y sobre la ciudadanía.
Por eso, son frecuentes los sondeos que hacen los medios entre sectores
de opinión: estudiantes, oficinistas, amas de casa, etc., con cuyos resultados
resuelven mantener un programa a crear uno nuevo; crear una columna
periodística o eliminarla. de una manera indirecta, esas sondeos pueden
revelar puntos de vista en torno a los contenidos de los mensajes y mostrar
algunas facetas de las relaciones entre las actitudes de los individuos y los
materiales informativos recibidos, pero el fondo sigue siendo comercial; es
decir, lo que interesa principalmente a quienes realizan una encuesta de este
tipo es medir el grado de aceptabilidad del producto entregado; algo así como
un registro y control permanente del nivel de ventas de una marca de jabón.
“el poder de los medios va a persuadir, por lo menos cuando hay una
controversia democrática, es mucho menor del que se supone generalmente;
pero su. Poder para informan es enorme. En el mundo moderno, todos
dependemos de los medios masivos para una gran parte de los hechos e
imágenes almacenadas que necesitamos a fin de movernos en las
complejidades de la vida; pero lo que hacemos con esa información es algo
que los medíos mismas no pueden controlar.”
“las personas con mayor interés en la campaña eran las más propensas a
tomar su decisión desde que se iniciaba aquella y a aferrarse a ella hasta el fin.
Lo que encontramos ahora es que las personas que más leyeron y oyeron
acerca de la campaña eran las menos expuestas a cualquier idea cuya
tendencia fuera hacerlas cambiar de opinión sobre quién debían elegir. Aunque
la propaganda de la campaña tenía la intención de cambiar las notas, casi
siempre llegaba a las personas menos susceptibles a tales cambios.
El poder de influencia de los medios sobre los receptores depende de
varios factores. Es muy importante considerar qué es lo que se comunica a qué
es lo que se dice; luego, quién es el que lo dice, como lo dice y a quien. Aquí
entran en juego las posibilidades persuasivas del modo en que se trate un tema
determinado, el punto de vista que se exponga, la validez de los argumentos, la
fuerza expresiva de ellos, habida cuenta de que el receptor deseo o prefiere
contenidos que reafirmen sus convicciones, llene sus expectativas, a por lo
menos transporten una esperanza, una promesa.
Es igualmente considerable quién lo dice, cuánto prestigio, cuanto
valor tiene el articulista, el comentarista de cualquier medio, en concepto
del público; el canal, cuyo prestigio es a veces difícil de deducir de otras
causas que no sean los del rating comercial, o de la mayor tirada.
Los grupos de opinión
La idea que tenemos de grupo es la de un conjunto de individuos; en
sentido lato, aludimos a toda reunión de dos a más personas y así,
consideramos grupo a la familia, a los estudiantes de un curso, a los
compradores en un mercado, concurrentes simultáneamente al acto de la
adquisición de mercancías; a los viajeros de un ómnibus, a las personas
congregadas en una sala de espectáculos, a las amigos que se reúnen en
casa, a las pandillas de jóvenes que se congregan en la barriada; en fin,
nuestro concepto de grupo es muy amplia y abarca muchísimas formas de
asociación de dos a más personas.
Para los sociólogos, el estudio de los grupos constituye un aspecto
importante en lo que toca a la comprensión de la estructura de una sociedad.
Para la ciencia de la comunicación, la importancia de los grupos radica en las
interacciones e interrelaciones que equivalen a nexos comunicativos con
efectos y acciones reciprocas.
Coma actúan los grupos en sus relaciones con otros, como ejercen
funciones en el complejo de instituciones sociales —estas últimas “módulos
duraderos de comportamiento” como las define Bottomore—,es problema que
interesa especialmente a la psicología social y a la ciencia de la comunicación;
a la primera, porque su objeto es descubrir el efecto que ejerce sobre el
individuo ese ambiente social al cual él pertenece y el efecto que produce en la
conducta el hecho de como los hombres se influyen recíprocamente; a la
segunda, porque toda conducta brotada de tales interrelaciones grupales tiene
significado de forma comunicativa.
Pero la composición grupal es muy compleja; no basta decir que un grupo
es un conjunto de dos o más personas: nos interesa conocer qué es lo que
hace dos a más personas se reúnan físicamente o participen espiritualmente
de algo.
Newcomb ha propuesto la siguiente definición de grupo: “consiste en dos a
mas personas que comparten normas con respecto a ciertas cosas y cuyas
papeles sociales están estrechamente ínter vinculados”.
Bottomore, por su parte, dice: “un grupo social puede ser definido como un
agregado de individuos en el que existen relaciones definidas entre los
individuos que lo componen y cada uno de ellas es conciente del grupo y de
sus símbolos”.
Lindgren anota: “un grupo consiste en dos a más personas que entablan
alguna clase de relación entre si. Incluso los grupos informales y efímeros
crean algunos elementos estructurales en sentido de que sus miembros
detentan rango, forman relaciones de acuerdo con su posición y desempeñan
papeles recíprocos”.
Bottomore los clasifica en dos grandes apartados:
A)
los grupos sociales, entre los que menciona a la familia, el pueblo,
la nación: “en otras palabras, un grupo social tiene por lo menos una estructura
y una organización rudimentaria (incluyendo reglas, ritos, etc.) Y una base
psicológica constituida por la conciencia de sus miembros”.
B)
los cuasígrupa. “un cuasígrupo, en cambio, es un agregado sin
estructura u organización y cuyos miembros pueden ser inconscientes o
débilmente conscientes de la existencia del grupo”. Ejemplos de estos grupos,
las clases sociales, los de sexos, edad, multitudes, etcétera.
No existe una radical diferencia, empero, entre los grupos sociales
Y los “cuasi grupos, pues es imposible trazar una línea separatoria entre
ambos. Grupos sociales y cuasígrupos tienen interrelaciones y variables
importantes; por ejemplo, los cuasígrupos pueden servir de base para la
organización de instituciones sociales. La clase social x da lugar a la formación
y estructuración del partido político z.
De hecho, ninguna persona individual pertenece a un solo grupo, sino a
muchos otros; de manera que esa pertenencia guarda ilimitadas posibilidades
de influencia dentro de sus grupos sociales y de sus cuasígrupos.
Las condiciones que exige Newcomb para la existencia de un grupo
podemos resumirla así:
• Que las personas compartan normas con respecto a algo;
• Que existan interrelaciones de papeles entre los participantes de un
grupo.
Young explica el fenómeno: “la mayor parte de los miembros de una
sociedad sumamente compleja pertenecen a una cantidad de grupos. A
menudo, los distintos fines y funciones de estos grupos pueden hallarse en
conflicto. A estas influencias conflictivas las llamamos “presiones opuestas” y
pueden definirse como “la gravitación de dos a más factores determinantes de
la opinión sobre el mismo individuo o grupo”
Noticias. Producen trastornos cuando por su naturaleza llevan un mensaje
novedoso.
Cambios en la experiencia real. Importan variaciones, alteraciones
conductuales, transformaciones en la situación económica, y en los fenómenos
físicos, sociales, etcétera.
Cambios en la práctica. Disonancias cognosetivas, desacuerdo entre la
que queremos decir y lo que decimos, entre lo que queremos escribir y lo que
en verdad escribimos.
Liderazgo. Representatividad de grupo y actuación en nombre de éste. La
influencia que tienen los medios sobre los líderes es mucho más importante
que la que ejercen sobre los propios receptores, en algunos casos.
Uno de los problemas que enfrenta el estudio de la dinámica de grupo es
el “riesgo”, o margen de riesgo social o grupal que difiere de la acometividad de
los individuos; esto, especialmente en nivel de decisiones de empresas a de
gobierno respecto a los asuntos políticos internacionales.
El Control Social
La sociedad esta regida por normas y valorizaciones que permiten el
mantenimiento de determinado orden conforme a tales códigos de
comportamiento humano.
Los grupos sociales, cualquiera que sea su composición, poseen un
conjunto de reglas de conducta; el sometimiento a ésos es condición
indispensable para la pertenencia al grupo, para la aceptación del individuo en
él.
Los grupos sociales ejercen control sobre los individuos, es decir, vigilan
que éstas cumplan con las convenciones, creencias, reglas, costumbres, usos,
etc., de una manera permanente. Sin ese control, el grupo se coloca en
inminente riesgo de disputas, desequilibrios, tenciones y conflictos que pueden
llevarlo a la disgregación y aun a la extinción. Por otra parte, debemos
consideran que en la sociedad ese control se plantea en dirección al
mantenimiento del orden social, de la convivencia armoniosa y civilizada.
Podemos definir el control social, de manera provisional, como el conjunto
de normas que regulan el comportamiento del hombre, a través de
mecanismos de organización colectiva.
El estado es el gran regulador de los limites de la libertad de los
individuos; es el quien señala los derechos y deberes, impone sanciones, vigila
y hace cumplir las normas de convivencia social. Y si descendemos de la
sociedad abstracta o los grupos concretos, encontramos siempre la sujeción a
normas.
Distinguimos, en primer lugar, los siguientes tipos de normas que el
hombre debe observar en sus relaciones con otros:
• Jurídicas;
• Morales, y
• Del trato social.
El primer caso, las normas jurídicas, se refiere al ordenamiento jurídico en
que se asienta el estado. La constitución, los códigos de derecho público y
privado, las resoluciones, vale decir toda la construcción jurídica. Así, este
ordenamiento regula los derechos de familia, el matrimonio, las sucesiones, los
contratos, los derechos y obligaciones civiles, las relaciones del trabajo, del
comercio, de la industria, del transporte, la política, el sistema bancario, la
navegación marítima y aeronáutica, sanciona y previene el delito; en fin, tiene
que ver con los actos humanos en relación con otros seres humanos.
Una característica de la norma jurídica es su heteronimia; es decir, que no
es impuesta de fuera, independientemente de nuestra voluntad, pues escapa al
fuero interno de cada individuo. Otra característica es su universalidad. El
estado legisla para todos. La norma jurídica está destinada a ser observada por
todo el grupo. Una tercera es la coercibilidad, entendida ésta como la
posibilidad de ejercer la coacción. Si no se cumple con una norma jurídica, el
estado posee los instrumentos y prerrogativas necesarias para dominar la
voluntad del renuente y obligarle, con el uso de la fuerza, o cumplir con esa
norma y/o reparar el daño que se hubiera ocasionado con la omisión o
violación de ella en perjuicio de otra u otros hombres; busca la concreción del
valor justicia.
La norma moral, en cambio, pertenece al fuero interno de cada individuo;
es autónoma, surge de adentro, no por imposición, sino por convicción: esta es
buena, me parece buena y actúo de esa manera, pertenece pues al campo de
la conciencia individual. La norma es el dictado de la conciencia; es ante ella,
ante quien responde el individuo por sus actos de índole moral. Debemos
reconocer que moral y derecho no están en disonancia, sino que, por lo
contrario, la moral es la esfera mayor dentro de la cual cabe la esfera jurídica.
Las filósofos del derecho están de acuerdo en que lo que caracteriza a la
norma moral es su autonomía. Aunque a veces el estado vigila el
comportamiento de los individuos baja disposiciones llamados “de preservación
de la moral pública” como, por ejemplo, cuando castiga o corrige el
comportamiento escandaloso, la embriaguez, etc., principalmente con
reglamentaciones policiales y prejudiciales; pero en ese caso debemos asimilar
inmediatamente esos conjuntos de normas a la estructura jurídica total.
Un ejemplo para distinguir la norma jurídica de la norma moral: la ley
prohíbe, baja pena, la bigamia. Pues bien, comete bigamia quien ha contraído
nupcias por segunda vez, sin que el primer vinculo matrimonial hubiese sido
disuelto. Pero no hay norma jurídica alguna que prohíba el establecimiento de
relaciones amorosas de una persona con dos o más de dos, del sexo opuesto.
Esta última conducta sale del círculo del derecho para entrar en el de la moral.
El derecho y la moral no son absolutos y, por lo mismo, tampoco pueden
ser inmutables; por ejemplo, hasta hace algunos años, muchas legislaciones
tipificaban el adulterio como delito; hoy ya no es materia que pertenezca al
campo del derecho penal. Y no es que hayan desaparecido las infidelidades
conyugales, parece más bien que se han multiplicado y han adquirido carta de
ciudadanía. La que ha ocurrido es que el concepto de adulterio, a la valoración
de tal conducta se ha transformado, de delito, en simple causal de divorcio.
La norma moral pretende la concreción del valor bien.
La norma del trato social se dirige a la consecución del decoro. No hay
ninguna norma jurídica que obligue a un individuo a saludar a su vecino o a ser
cortés y amable con las demás, tampoco puede considerarse como algo
inmoral el hecho de omitir esas formas convencionales del saludo o la cortesía
y amabilidad, y a nadie le tortura la conciencia por ella. Pero ese individuo, con
su conducta, está sujeta a las reacciones de su vecino, de los otros vecinos, en
cuyo concepto caerá como un sujeto ordinario, falto de educación. Y es
probable que su comportamiento le ocasione penalidades sociales que alteren
el equilibrio de sus relaciones con el grupo.
Las normas del trato social tiene muchísima similitud con las jurídicas,
pero una diferencia radical: carecen de la coacción; dicho de otro modo, el
sujeto no puede ser obligado por la fuerza, físicamente, a saludar a su vecino
o a ser amable con los demás, pero está forzado por la amenaza de la
marginación.
Tenemos luego otro tipo de normas originadas en los usos y costumbres,
en la religión, la educación, como integrantes del conjunto de reglas sociales.
El control social es una realidad inherente a las relaciones del hombre con
otros hombres y de los grupos entre si; su estudio comprende la búsqueda de
aquellas formas en que las reglas determinan el comportamiento del individuo o
influyen en la conducta personal, y determina qué efectos producen en el
proceso de formación de la opinión publica.
Otro aspecto prominente es el uso de medios de comunicación para el
control social, y el hecho de que los organismos sociales ejerzan la regulación
de la conducta a través de vehículos masivos en la comunicación de los
valores sociales.
El control social se ejerce a dos niveles: en los grupos sociales, a través
de los organismos de grupo y, en la sociedad, de una manera general, a través
de los instituciones jurídicas, políticas, económicas de jurisdicción más amplia,
competencia y jurisdicción delimitada por el mismo estado al crear los
organismos encargados de la elaboración, aprobación y sanción de leyes; de la
ejecución y cumplimiento de dichas leyes y de la aplicación de éstas en los
casos concretos; funciones todas ejercidas por el mismo estado y que se
conocen como legislativa, ejecutiva y judicial.
En el primer nivel de control dentro del mismo grupo, con mecanismos
creados por el mismo grupo, nos referimos al conjunto de regulaciones de la
conducta de sus miembros a través de los líderes o las clases sociales
particulares.
El control que una clase social, por ejemplo, ejerce sobre los individuos
que la integran, busca cohesión y acción definidas. La lucha de clases se
plantea cuando esta clase pretende abarcar un ámbito de influencia mayor
para dirigir y conducir, conforme a sus absolutos teóricos y metas prácticas, la
opinión de los miembros de otras clases e influir en las decisiones.
Podemos anotar un doble carácter del control social en lo que se refiere a
este punto: la regulación recae sobre el comportamiento de los individuos y la
situación real del grupo con influencia en los valores e ideología; doble carácter
que Bottomore lo plantea de este moda: “al hablar del control social hemos de
ocuparlos de las diversas formas en que determinados valores y normas
influyen sobre la conducta de los individuos. Pero también podemos examinar
las formas en que dichos valores y normas aparecen, cambian, se extienden o
son reducidos; esto es, podemos examinar los mismos fenómenos desde el
punto de vista de la sociología del pensamiento”.
La opinión publica constituye un cuerpo regulador que, como sistema en si
mismo, organiza el comportamiento social, lo que equivale a considerar a la
misma como un fenómeno de control social informal, con atributos propias, y
decimos informal, porque no es el ordenamiento jurídico, por ejemplo —control
social formal— que contiene estructuración, organización, elaboración
sistematizada. Pero la opinión publica participa en la organización del estado,
en la elaboración y sanción de leyes —claro esta, en una democracia— y, al
mismo tiempo, recibe una serie de influencias de otros ordenes: religioso,
económico, político, moral, etcétera.
Es complejo el problema del control social. En él intervienen una serie de
normas y mecanismos, tanta más, si las opiniones son mutables, lo es
igualmente el derecho, lo son las costumbres y las tradiciones. Y aun la
mutabilidad alcanza a los preceptos religiosos como lo han comprobado
estudios sociológicos.
Las creencias religiosas y las prácticas rituales forman parte de todo un
sistema de control social que en la historia de la humanidad han tenido y tienen
decisiva importancia en lo que hace a las actitudes, a las valorizaciones y a la
formación del fenómeno opinión publica.
La religión envolvía todo conocimiento, concentraba toda actividad:
derecho, medicina, política, ética, confluían en los principios religiosas. Y el
hombre tuvo que pasar por larguisimos periodos hasta entrar en la etapa laica
—siglo XIX— cuando la unidad en tormo a las creencias y observancia de ritos
se fracturo. No tomamos antecedentes específicos de los movimientos
reformistas de la iglesia católica romana que son anteriores al proceso laico
apuntado, sino que mencionamos, en conjunto, las deserciones que se
produjeron en Europa alrededor de 1850, sobre todo en la clase obrera,
fenómeno que demuestra también una disminución notable de la fe.
Los sociólogos y filósofos han planteado teorías acerca de los orígenes de
las religiones, han investigado el contenido de los preceptos morales, entre
aquellos, Durklelm, Loblause, Webcr, Marx, —solo para citar a algunos— y
sobre todo, la relación de tales preceptos religiosos con la conducta social.
La diversidad de doctrinas religiosas, iglesias, sectas y congregaciones en
todas partes, la libertad de cultos, como medida de régimen constitucional, a la
prohibición de otros cultos que no sean el o los aprobados oficialmente por un
estado; la lucha contra la religión, como en la Francia del siglo XVIII, donde sin
embargo se daba esta paradoja: no faltaba algún ciudadano diputado que
después de pronunciar encendido discurso de condenación a las creencias
religiosas y de abominar de los ritos, se reunía en el mayor secreto con algún
sacerdote de confianza para confesar y comulgar.
El peso de la religión, sobre todo en la cultura occidental, ha sido decisivo
en la formación de consensos y sigue siéndolo, aunque no con la gravitación
casi absoluta de aquel periodo de sumisión del poder temporal al poder divino a
la alianza de la espada y la cruz; época en que monarcas y guerreros no eran
moda sin el apoyo de los Papas.
La persecución religiosa en Francia marca otra de los aspectos que
tuvieron especial importancia en el intenta por desarraigar las creencias
religiosas y romper su efecto decisivo en la formación y expresión de opinión.
El pulpito ha sido uno de los más destacados sitios de emisión de opiniones, en
todas las épocas.
Consideremos el concepto masivo, en la edad media, acerca del pecado y
veremos como el catolicismo condujo y ejerció un control social efectivo.
En nuestros días tenemos el papel social de la iglesia concebido dentro de
lo que se ha denominado la doctrina social, consecuencia del Concilio Vaticano
Segundo. La división del clero en preconciliar y posconciliar ha señalado el
comienzo de una época de debates que todavía hoy tienen vigencia. Por otra
parte, dentro de este mismo estado de crisis dentro de la iglesia, notamos la
influencia que tienen las corrientes tercermundistas, de los que participan
muchos sacerdotes progresistas. Las pastorales y declaraciones del obispo
Cámara, por ejemplo, en Brasil, dieron forma a un consenso de opinión
alrededor de la política y de la dictadura que gobernaba ese país.
La proliferación de sectas religiosas en América Latina, de diversa
procedencia y denominación: iglesia, grupos religiosos, sectas; cristianas,
judías, islámicas, ha preocupado profundamente a la iglesia católica. Entre los
varios estudios que se han realizado sobre las presuntas causas del
crecimiento de dichas sectas, se anota un interés político imperialista. En ese
sentido, las sectas que han incursionado en ciudades y zonas rurales de
América Latina son “agentes secundarios” a coadyuvantes de la hegemonía del
imperialismo estadounidense en nuestro continente.
“A las sectas, también las podemos considerar como agentes del
imperialismo. Junto, por ejemplo, con los medios de comunicación social
(prensa, películas, radio, tv), ellas desempeñan un rol ideológico. A menudo
traen un mensaje que encaja con el imperialismo; incluso lo apoyan
abiertamente; preparan de esta manera a la gente para aceptar y colaborar con
este sistema; crean un ambiente antisocialista; propagan valores alienantes,
rompiendo así la resistencia popular. Es obvio que, de esta manera, muchas
sectas prestan un servicio al imperialismo. Sin embargo, es de gran
importancia que aquí, hagamos una distinción entre la que son los agentes
principales y los agentes secundarios.. . Las sectas son agentes secundarios
del imperialismo al que prestan un servicio de apoyo.”
El estudio encomendado a Franz Damen anota también que las
sectas religiosas son frecuentemente instrumentos de los gobiernos para
ejercer un mejor control social y político interno: “cabe observar que los
gobiernos no favorecen a las sectas por ser sectas sino porque las
consideran como elementos positivos dentro de su proyecto político”.
Podríamos señalar muchísimos e inacabables ejemplos de la influencia
obviamente poderosa de la iglesia en la formación de opinión y en el control
social, pero las limitaciones de este trabaja no nos permiten tal amplitud. Basta
apuntar que la religión influye sobre las cosas del estado de una manera
todavía considerable.
Y la conducta individual está en gran parte influida por las concepciones
religiosas del hombre, sea cual fuere el contenido de su creencia. Las normas
morales derivan, sino en su integridad, por lo menos en su mayoría, de los
preceptos religiosos. A veces el hombre se conduce más de acuerdo con sus
preceptos religiosos que con sujeción a las normas jurídicas.
Decíamos que el control social se ejerce —también— por los medios
masivos. Ahora bien, los problemas de la regulación asoman cuando nos
preguntamos acerca del tan conocido principio de la libertad de informar, por
una parte; por otra, la de estar informado. La libertad de informar se halla
dentro de la normatividad de formas de gobierno democrático, como un
derecho de expresión: la de estar informado, representa el derecho de acceso
libre a la información o, si se quiere, a la comunicación.
Prensa, radio, televisión y cine, principalmente, constituyen
mecanismos de control social, pues a través del contingente informativo
influyen en la conducta del individuo. Quizá los ejemplos más claros en el
caso de la prensa, sean las noticias sobre delitos sexuales y la lucha
política. Los diarios —acusan los psicólogos sociales— estimulan el
interés del público en torno a estas temas comunicables, en desmedro de
la información educativa. No analizaremos aquí las causas económicas y
de otra índole que determinan las políticas informativas de los medios,
pero si nos interesan los hechos comprobados por la investigación y la
observación cotidiana: política y crónicas policiales abundan en las
páginas de diarios en comparación con otros temas de interés social.
Los lideres de opinión
El fenómeno del liderazgo es psicosocial, producto de las relaciones de los
individuos entre si, de los efectos de esas relaciones. Responde básicamente a
un doble principio: autoafirmación y auto valorización, por parte del líder, y
sumisión y subestimación de parte de quien reconoce el liderazgo del otro. No
existe pues, líder que no surja de la interacción de las personas que comparten
situaciones sociales.
En una manada de búfalos, el más viejo y más fuerte tiene el papel de
conductor de los demás, ejerce autoridad, y las de su misma especie se le
someten. Entre los mandriles, unos pocos dominan a los demás, por ser los
más fuertes. Las aves se comportan de igual manera. En un corral, el gallo más
fuerte se impone sobre los otros y sobre las hembras. Ese dominar y ese
someterse en las especies zoológicas deriva de dos necesidades básicas: el
acceso a la comida y la posesión de las hembras.
En el niño se observa una tendencia hacia la dominación de los menores y
de sumisión hacia los mayores. Las sociedades primitivas son un ejemplo de
selección de conductores, jefes de tribu; reconocen como tales a quienes
destacan por su fuerza física, su conocimiento de la magia a su experiencia.
Los consejos de ancianos, el guerrero más audaz, o ambos, asumen la
autoridad del grupo primitivo.
La fuerza es, pues, uno de los primeros factores de la dominación. Y los
regimenes totalitarios militaristas muy poco tienen que envidiar a las
organizaciones primitivas, si el autoritarismo se impone por la fuerza de las
armas, como está ocurriendo en varios países Latinoamericanos, y como lo
ocurrido en el siglo que corre con el fascismo y el nacionalsocialismo europeos.
Pero hay otros factores que la ido imperando, paralelamente con el factor
fuerza, en la aparición de conductores sociales, de individuos influyentes,
capaces de dirigir, manipular, persuadir a los demás, ejercer autoridad, mandar
y ser obedecidos.
Spnott describe al conductor como “cualquier persona que actúe como
modelo para otros”. Con este concepto podemos referirnos a toda una gama de
agentes humanos con influencia sobre los demás: al organizador y guía de
una pandilla de muchachos de barrio, al capitán de un equipo de fútbol, al
capataz de una cuadrilla de obreros, al jefe de un sindicato, al director de una
orquesta, al maestro en relación con sus alumnos, al jefe político, al sacerdote
en nexo con sus feligreses, en fin. . . Y en cada una de estas ejemplos los
mecanismos de formación de ese principio de autoridad serán diferentes, las
motivaciones también y, en algunas casas, similares.
El nombre genérico, adoptado del inglés, es el de líder, término que
implica un principio de aceptación por parte de los demás, aunque en muchos
casos ese consentimiento está viciado por la presión física, el soborno, la
amenaza, la usurpación y otros medios.
El liderazgo es un problema que interesa especialmente a la sociología
política desde un punto de vista sociológico, es “el resultado de la
condensación, en un hombre, del instinto de poderío grupal”. Y sus fuentes
serán: 1. El carisma o prestigio y 2. La representatividad.
La función del líder y su autoridad son aspectos que resultan del mandato
y la representatividad, aunque a veces el caudillismo (Hitler, Mussolini) invierte
las cosas y el mandato se torna en carta blanca otorgada al líder con poderes
irrestrictos bajo una irracional, irreflexiva devoción a endiosamiento del sujeto
carismático.
El término líder cubre genéricamente a una serie de agentes conductores
de grupos, no importa su tamaño: en el sector publico y privado; en el primero
“jefe, dirigente, conductor, caudillo o su espécimen desfigurado, demagogo;
líder y gobernante; en el segundo: empresario, director gerente y
administrador”.
El común denominador, tanto en la clasificación sociológica que hemos
visto, como en la visión psicosocial, es que el liderazgo está rodeado del
atributo de poder, en el sentido de una facultad que el líder inviste para tomar
dediciones, impartir órdenes, en una palabra, actuar en nombre de los demás,
de sus seguidores y adeptos.
Le debemos a Viroux el diseño del líder, en los siguientes términos:
“el líder es un jefe natural, el individuo que toma la dirección de un grupo
tanto por su valor personal como en razón de la aceptación voluntaria de los
demás es un arrastrador, el que es capaz de influir sobre el comportamiento
colectivo del grupo y de orientar su conducta social”.
El verdadero líder será aquel cuya aceptación se produzca espontánea y
libremente por parte de los demás; pero la imposición no significa un liderazgo
auténtico, sino autoritario; pero que igualmente produce efectos sobre la
conducta de los demás a influye la formación de opinión.
Hay líderes naturales por sus atributos físicos, intelectuales, artísticos, su
conducta (tomada como ejemplar), etc. Pelé es un líder como lo es Carlos
Fuentes, como lo fue Pablo Neruda, como la fue Cantinflas, como lo es
cualquier ciudadano que goce del aprecio de sus vecinos, en su medida.
Los líderes, según los grupos formales e informales, pueden clasificarse
también en líderes formales o informales. Los primeros pertenecen a grupos
concretos, constituidos, por ejemplo el jefe de un sindicato; los segundos, a
grupos de pertenencias no organizados, por ejemplo, el escritor Carlos fuentes.
Esta división no es radical, pues el líder informal puede convertirse en líder
formal y lo es, le hecha, ante los ojos de sus admiradores.
La influencia del líder está en relación con el tipo de conducción que
ejerza aquél sobre sus seguidores; puede variar desde la decisión política
expresada en las urnas, hasta la adopción de una nueva marca de cigarrillos,
pasando por la imitación de actitudes, expresiones, moda, etcétera, como
ocurre con los admiradores de cantantes populares; la influencia de los
Beatles, por ejemplo.
Podemos distinguir también entre líderes visibles y lideres invisibles, vale
decir, los que ejercen influencia de una manera directa y aquellos cuyos actos
producen efectos, sin que podamos percatarnos de su existencia. Un ejemplo
para esto ultimo, el secretario a consejero privado de un dirigente político,
cuya influencia se produce a través de éste; la secretaria de un empresario,
cuya influencia sobre los miembros de la institución no es muy notoria, pero si
efectiva; especialmente si la secretaria maneja la correspondencia y casi todos
los sistemas comunicativos de su jefe, etcétera.
En lo que toca a las funciones de los lideres y sus interrelaciones con las
masas, Young propone estos rasgos de caracterización: “a) pueden ser los
primeros en plantear o definir una cuestión; b) tienen especial importancia
porque verbalizan y cristalizan los sentimientos vagos—pero no por ella menos
intensos— de las masas.
c) pueden manipular—Y a menudo lo hacen— los anhelos de las masas
en favor de sus propias fines, y d) en Estados Unidos, esto constituye una de
las más graves amenazas a la democracia. Al analizar el liderazgo en relación
con la opinión publica, es preciso consideran a la elite superior y a la de la
estructura de clases. Una importante función del estudio de la opinión pública
es determinar cuáles son las elites, a los elementos que influyen en la opinión
publica; es decir, quienes desempeñan un papel principal en la adopción de
decisiones . Con frecuencia, el muestreo estratificado no corresponde a las
realidades de la estratificación política. Necesitamos saber cuáles individuos
son los más atentos, los más interesados y los más informados. En otras
palabras, quiénes son la elite? del mismo modo, queremos saber quiénes son
los que no están informados, los que no tienen influencia , los que no prestan
atención, y los que no están comprometidos. Como ya señalamos, muchos
temas públicos no atraen la atención de las masas. Muchas encuestas
demostraron que grandes sectores del público no tienen conocimientos a son
indiferentes respecto de problemas particulares. Para decirlo de otra modo: es
posible que aquellos temas a los cuales los políticos conceden carácter público;
a lo hacen así quienes realizan encuestas —o aquellos grupos de intereses
especiales que podrían considerar importantes— no atraigan en absoluto la
atención de las masas”.
La importancia de los líderes en la formación de opinión es tal, que
muchas decisiones
derivan de esa influencia. Estudios realizados por
Lazarsfeld en E. U., señalaron que la influencia de los líderes es mayor que
aquella de los medios, sobre las opiniones individuales.
Lazarsfeld apunta: “los estudios de casos detallados nos ayudaran a
comprender las ventajas peculiares de las comunicaciones personales sobre y
contra los medios de masas, para alcanzar a las personas que aun no se han
decidido. La influencia personal acerca de un asunto, con frecuencia se ejerce
inesperadamente como tema marginal o lateral en una conversación fortuita.
Es, en consecuencia, más probable que llegue a su objetivo con los no
decididos a los opuestos. Los mensajes de los medios de masas, por contraste,
se inician con frecuencia con pleno conocimiento de sus objetivos. El contacto
personal es también más flexible y permite la respuesta inmediata y la
retroalimentación instantánea. Un individuo a diferencia de un medio masivo,
es capaz de presentan razonamientos y argumentos de pertinencia personal
inmediata al que escucha. Y finalmente, cuando alguien cede a la influencia
personal de otra para tomar una decisión, la recompensa en aprobación es
inmediata y personal”.
Citando a George C. Lomans, la profesora Argentina Carmen Ramírez
traza el perfil psicológico del Lider, comenzando por el don carismático y el
ejercicio de la autoridad sobre los demás, consistente en la aceptación de
órdenes, el control, la obediencia al conjunto de normas y creencias del grupo y
la interpretación de las expectativas comunes.
En cuanto a su conducta, la citada autora plantea:
1.
El líder debe mantener su propia posición: no podrá hacer nada
para dirigir a su grupo, a menos que se afirme como una persona de la cual
partirán las órdenes.
2.
El líder debe vivir en conformidad con las normas de su grupo:
Además debe ser tan celoso como el que mas en la obediencia de sus
propias ordenes. Es importante señalar que las normas en cuestión son las
normas reales del grupo y no las que el líder cree que debieran ser.
3. El líder debe dirigir: cualquier falla de su parte, en ese sentido, de tomar
la iniciativa, lo desacreditará.
4. El líder no debe dar órdenes que no serán obedecidas: cuando da
órdenes que no son obedecidas, con ella ha socavado su rango.
5.
Al dar órdenes, el líder debe utilizar las vías establecidas: siempre
que origina una interacción dando una orden y no trasmite esa orden al
lugarteniente, con ella menoscaba el rango de este último.
6. El líder no debe imponerse a sus seguidores en los acontecimientos
sociales: debe ser flexible en su pauta de interacción.
7.
El líder no debe censurar ni en general elogiar a un miembro de
su grupo en presencia de otros miembros: si lo hace, disminuye el nango de
estima que le confieren los miembros del grupo.
8.
El líder debe tener en cuenta la situación total: no guiarse por
hechos parciales.
9. Para mantenerse la disciplina, el Líder deberá preocuparse menos de
infligir castigos que por crear las condiciones en las cuales el grupo se
disciplinará solo.
10. El líder debe escuchar: debe estar informado acerca de la situación
total.
11. El líder debe conocerse a si mismo, debe someterse a un gran
autocontrol.
20203 OPINIÓN PÚBLICA
CUESTIONARIO DE EVALUACION.
1. El comportamiento individual dentro de la sociedad es lo que se denomina...
conducta social, sobre la cual ejercen influencia decisiva dos factores
principales o conjuntos de factores: biológicos y sociales. Es más, sin la
concurrencia de tales
comportamiento social.
elementos
es
inimaginable
la
existencia
del
2. ¿A través de qué sólo es posible la relación social del hombre? R: La
relación social del hombre solo es posible a través de la comunicación.
3. ¿Cuál es el fenómeno psicosocial básico, sin el cual resulta impensable la
misma sociedad? R: La comunicación es, pues, un fenómeno psicosocial
básico, sin el cual resulta impensable la misma sociedad; tanto más, si la
acumulación de información e intercambio de ella es conditio sine qua non para
el desarrollo de la vida psíquica, biológica y social, de cualquier ser humano
individual.
4. Es un producto del medio, a través del cual el hombre satisface sus
necesidades informativas. R: La noticia es un producto del medio, a través del
cual el hombre satisface sus necesidades informativas.
5. ¿Qué fenómeno es detectable en todas las formas de opiniones públicas
brotadas de procesos comunicativos? R: El fenómeno de la
retroalimentación es detectable en todas las formas de opiniones públicas
brotadas de procesos comunicativos diferentes a través de la historia.
6. Fenómeno de acumulación de individuos sin relaciones comunicativas entre
ellos. R: “masa” es un montón de individuos sin comunicación.
7. ¿Qué es opinión pública según Speier? R: “entendemos por opinión
pública los conceptos sobre cuestiones de interés para la nación,
expresados libre y públicamente por gente ajena al gobierno, que
pretende tener derecho a que sus opiniones influyan o determinen las
acciones, el personal o la estructura estatal. En su forma más atenuada,
este derecho se afirma como la expectación de que el gobierno revelará y
explicará públicamente sus decisiones, para permitir ala gente que no
pertenece al mismo, pensar y hablar sobre estas decisiones o, para expresarlo
en los términos de la conversación democrática, para asegurar el éxito de la
política seguida por el gobierno.
8. ¿Cuál es una de las críticas más enérgicas planteada ante la funcionalidad
de los medios masivos de comunicación? R: Una de las críticas más enérgicas
planteada ante la funcionalidad de los medios masivos de comunicación se
concentra en la verticalidad y unidireccionalidad de los mensajes
9. ¿Cómo se empleó la palabra propaganda en las guerras napoleónicas? R:
La palabra propaganda se empleo con un contenido político e incluso
militar, durante las guerras napoleónicas.
10. Enciclopedistas a quienes se les considera como a los padres de las ideas
revolucionarias. R: Rousseau, Voltaire, Montesquieu, D’alambert, Diderot.
11. ¿A quién se le considera como a uno de los pioneros en el periodismo? R:
El periodismo reconoce a de Renaudot como uno de sus pioneros. Este
medico, impugnador de las sangrías medievales, fundador de los montes de
piedad y de la oficina de direcciones del trabajo, supo aprovechar su doble
condición de protegido del cardenal Richelieu y medico del monarca Luís XIII
para fundar la gazette, un semanario que vio la luz pública al abrigo del poder
real, en mayo de 1631; contenía información Del exterior de Francia y, poco a
poco, incluyo noticias locales. Este órgano, contemporáneo del mercure
français sirvió, especialmente, para consolidar la posición de Richelieu en el
poder.
12. ¿Quién fundó en Inglaterra la primera agencia noticiosa con características
de proveedora permanente de noticias? R: Julius Reuter en 1849.
13. EI concepto de noticia, se elabora con caracteres en los que asoman los
principios de... los principios de universalidad y periodicidad.
14. Las relaciones públicas, se tratan de una actividad que tiene como objetivo
atraer la atención y conseguir la aceptación pública para contar con el favor de
ella en determinada causa comercial, política, religiosa, etc.
15. El periodismo es un sistema abierto de la comunicación masiva.
16. Entendemos por público al receptor, decodificador, destino, de mensajes y
en ese contexto usamos la discriminación que cabe en relación con los medios
masivos.
17. La opinión pública se forma con base en las opiniones individuales de
orden: colectivo.
18. Muchas opiniones tienen su origen en la predisposición agresiva a
negativa de la persona hacia algo; ese algo puede ser otro grupo, otra persona,
una idea, una obra de arte, un deporte, un idioma, etc. El prejuicio es anterior a
la experiencia con el objeto. Es una manera de ver, un punta de vista adoptada,
un concepto preformado; por eso prejuicio, quiere decir juicio previo.
19. Pretender que el sistema de opinión pública sea la suma de opiniones
contradice el principio básico de la no sumatividad.
20. La escuela clásica surge de los esfuerzos intelectuales de escritores, que
al tratar con diversas materias, tropezaron con el fenómeno de la opinión
pública.
21. Carl Becker en el siglo XVIII puso en boga el término “clima de opinión
22. Berlo nos hace saber que debemos entender la palabra actitud como
predisposición o tendencia.
23. A varios autores, especialmente norteamericanos., les preocupa de modo
especial la forma de gobierno de un país, para considerar las posibilidades de
una opinión pública.
24. Las normas morales pertenecen al fuero interno de cada individuo.
25. Las normas del trato social son muy similares a las jurídicas, pero carecen
de la coacción.
26. La sociedad está regida por normas y valorizaciones que permiten el
mantenimiento de determinado orden conforme a tales códigos de
comportamiento humano.
27. Para el nazismo y el fascismo ¿cuál fue el principal instrumento de
penetración y de terror psicológico? R: la propaganda.
28. ¿Qué instrumentos pueden influir decisivamente en la toma de decisiones
de alcance nacional e internacional? R: los medios masivos de
comunicación social.
29. ¿Cuáles son los dos tipos de opinión pública según Speier? R: Según
Speier, hay dos tipos de opinión pública: principal (comunicación de
ciudadanos con su gobierno) y secundaria (de los ciudadanos entre si)
30. Está definida por su incansable proceso de dilucidar el fenómeno. R: la
posición clásica. Se conoce también a esta posición con los nombres de
escuela clásica y tradición clásica, aunque quizá la denominación más
aproximada sea esta última, dado que sus fundadores y participes se han
enfrascado en la recolección de todas las tradiciones especulativas acerca de
la materia y aún en nuestros días perseveran en esa línea; sobre todo han
establecido allí una metodología controvertible.
31. Sostiene que es preciso dirigir las investigaciones por el derrotero de las
actitudes y reacciones de respuesta de grupos en sus relaciones con el
gobierno. R: la escuela empírica.
32. Es un conjunto de criterios, de actitudes, reacciones, de respuestas a
estímulos sociales originados también en hechos sociales. R: todo clima de
opinión.
33. ¿Cuál es la diferencia entre opinión y actitud? R: KIineberg anota: “sería
conveniente reservar la palabra actitud para indicar lo que estamos
preparados a hacer, y el término opinión para representar lo que creemos
o lo que consideramos cierto. Ambas cosas generalmente van juntas, pero
no necesariamente. En una gran parte de la investigación y de la práctica
actual, los dos términos se han usado en forma intercambiable; por ejemplo, los
estudios de la opinión pública a veces se denominan de actitudes. Es muy
probable que el empleo de la palabra haya contribuido a la incertidumbre en
cuanto al significado de actitud, lo que ha dado por resultado definiciones
conflictivas de los dos términos”. Las actitudes, según criterio de Klineberg, se
forman por la experiencia del individuo, la emulación y otros factores que muy
poco tendrían que ver con los consensos colectivos, pues se trata de fases en
que asoman criterios individuales, casi autónomos, de diferenciación,
identificación y selección de objetos. La forma que asume la actitud es
normalmente la de un estereotipo y el conjunto de estereotipos compartidos, o
si se quiere la interrelación y asociación de imágenes de los demás,
constituyen factor importantísimo en la formación de opinión pública.
Quizás un ejemplo pueda apoyar esta hipótesis diferencial entre actitud y
opinión: la disposición que tiene un ciudadano, la decisión adoptada para votar
por determinado candidato político, sería una actitud. El criterio formado por el
mismo ciudadano, el convencimiento acerca de las bondades y/o defectos de la
ideología sustentada por dicho candidato; sobre el partido que represcrita y, en
general en torno a la política, vendría a ser la opinión. Como se ve, es muy
difícil trazar la línea que marca de una manera definitiva, el deslinde entre
actitud y opinión. Tal vez eso es todavía imposible; pues se dirá, con razón,
que en el ejemplo propuesto, la convicción política del ciudadano puede ser la
fuerza motriz de la actitud. Y si la opinión no la sido expresada sino con el acto
mismo De emitir el voto, tenemos que actitud y opinión son la misma cosa,
pues éste es una actitud definida que conlleva una opinión manifesté, de una
manera implícita. Pero contemos también con la disonancia entre actitud y
opinión, o sea la falta de correspondencia entre la actitud y la opinión: opina
alguien de una manera y actúa de otra, por multitud de razones.
Hemos
distinguido brevemente entre actitud
y opinión (fenómenos
estrechamente vinculados) considerando a la primera como una
disposición (estado) para reaccionar ante una motivación. Dicho estado
puede ser solamente biológico, en las especies zoológicas inferiores. De
la opinión, dijimos que es una imagen que se forma el hombre en un
proceso de cognición del mundo exterior; imagen que equivale a un juicio
de valor que corresponde a algo en relación con la que suponemos
correcto (fundamento ético) y verdadero (fundamento lógico).
34. Al tratar sobre la formación de la opinión pública, el Wórterbuch zur
Publizistik dice... “hay un acuerdo respecto a la cuestión de como la
opinión pública se realiza: es siempre el producto de opiniones
individuales, la formación de las cuales antecede a la cuestión de la
opinión pública”.
35. Las opiniones individuales pertenecen al ámbito... R: al ámbito puramente
afectivo estético, subjetivo.
36. ¿Con base en qué se forma la opinión pública? R: La opinión pública se
forma con base en las opiniones individuales de orden colectivo.
37. ¿Qué es la estereotipia, en el sistema mecánico del periodismo? R: La
estereotipia, en el sistema mecánico del periodismo, es un proceso
técnico de impresión, basado en los modelos que se obtienen de la
composición del material en plomo. Dichas formas planas se utilizan para
obtener una matriz a presión, generalmente en cartón o papel mascado. La
matriz o molde permite la obtención de una pieza en media luna que se coloca
sobre los cilindros de la rotativa para la impresión. Este es el proceso de
estereotipia. El molde de cartón se llama estereotipo. Su invención data del
siglo XVIII y se atribuye al escocés William Ged.
38. Las relaciones públicas se clasifican en dos grandes grupos, que son:
1. Relaciones espontáneas.
2. Relaciones elaboradas.
39. Tres etapas de las relaciones públicas. R:
• Información publica.
• Presentación del objeto de relaciones.
• Retroalimentación continúa.
40. ¿Qué es la manipulación, según el punto de vista de los periodistas? R: La
manipulación es, según el punto de vista de los periodistas, el manejo de
los materiales noticiosos; para el publicista, el propagandista y el agente
de relaciones públicas, es la técnica de atrapar la atención y el favor del
público hacia un fin específicamente predeterminado; para los
psicólogos, el control de motivaciones. Estos puntos de vista tienen
importancia en la consideración del fenómeno opinión publica, pues todo
cuanta recibe el publico por los diferentes medios la pasado previamente por
mecanismos de producción donde las materiales han sido adecuados y
manejados, por varios subsistemas.
41. ¿A qué se refiere la adecuación de la información? R: La adecuación de la
información se refiere al tratamiento que se da a los materiales informativos
para su comunicación a los receptores: Manipulación de hechos, cuantitativa
y cualitativamente; es decir, qué se informa, en qué medida o proporción;
proceso de selección de fuentes de información y de las materias
comunicables para públicos definidos o mas o menos definibles.
42. Es el medio masivo que utiliza la palabra escrita y la representación gráfica.
R: la prensa.
43. ¿Qué se entiende por hecho noticiable? R: Entendemos por hecho
noticiable todo acontecimiento de la naturaleza o del hombre que tiene un
interés público. Aunque algunos tratadistas de la teoría y práctica del
periodismo sostienen que fuente es el hecho mismo y aun el lugar donde ese
hecho se produce, tales conceptos no deben llevarnos a error, pues puede
denominarse fuente, por simple comodidad enunciativa de la pragmática
periodística, a una oficina publica; pero, en rigor científico, fuente no es la
oficina mencionada, ni siquiera el acontecimiento allí ocurrido, sino la
motivación de la intención comunicativa que tengan los representantes de esa
oficina para comunicar tal acontecimiento, a el profesional periodista que
descubre ese algo importante que es el factor noticiable del hecho, y decide
comunicarlo.
44. Es el producto comunicable que, con base en signos/señales, elabora el
decodificador. El mensaje.
45. ¿Qué significa, en términos generales, “ruidos”? R: En el contacto del
medio con su destinatario, se puede observar la presencia de agentes
perturbadores en la recepción del mensaje, que los especialistas
denominan “ruidos” y que significan las interferencias mecánicas propias
del canal. Expliquemos con ejemplos: en una transmisión de radio, la estática
puede afectar el proceso comunicativo. La perdida de potencia en la emisión o
la superposición de frecuencias, son también “ruidos” que en términos
generales pueden mencionarse como todas las interferencias del canal, que
afectan la fidelidad, nitidez e integridad del mensaje.
Otra interferencia es conocida como “ruido semántico”, que ocurre cuando
el mensaje es incorrecta o indebidamente interpretado, aunque se haya
recibido sin interferencias técnicas.
46. ¿En qué consiste el ruido técnico en el caso de la prensa? R: En el caso
de la prensa, el ruido técnico vendría a ser la deficiente presentación y
caracterización del material, las manchas de tinta o defectos de la
fotografía, que hacen ilegibles o imperceptibles las señales-signos. Y el
ruido semántico se reconoce en todos aquellas signos-señales ajenos al
cuadro de referencia del decodificador, a bien que, estando dentro del cuadro
de referencia, tienen distinto significado del que les atribuyo el codificador; es
decir, el significado connotativo que tiene para el decodificador una palabra
determinada, entra a representar su papel.
47. Es el proceso de retorno, retroacción o retroalimentación que se opera en
todo sistema comunicativo. R: El feedback.
48. ¿Qué entendemos por público? R: Entendemos por público —pars pro
todo— al receptor, decodificador, destino, de mensajes y en ese contexto
usamos la discriminación que cabe en relación con los medios masivos.
Los medios impresos se preocupan muchísimo por sus elevadas tiradas;
las estaciones de radio y televisión, por el rating. Estas preocupaciones tienen
generalmente un marcado propósito comercial que se traduce en más anuncios
publicitarios, más inserciones pagadas, más poder político y capacidad de
influencia sobre el gobierno y sobre la ciudadanía.
49. ¿De qué son capaces los medios masivos, según encuestas realizadas en
el campo de la política? R: Según encuestas realizadas en el campo de la
política, los medios masivos son capaces de estimular a los indiferentes o
imparciales, antes que cambiar modos de pensar, pues —según esas
investigaciones— quienes poseen convicciones sólidas han asumido una
actitud militante decidida, difícilmente pueden someterse alas presiones de la
radio, cine, televisión a prensa y, consiguientemente, son escasas las
posibilidades de un cambio radical de opinión en ellas, atribuible a la influencia
de los medios.
“el poder de los medios va a persuadir, por lo menos cuando hay una
controversia democrática, es mucho menor del que se supone generalmente;
pero su Poder para informan es enorme. En el mundo moderno, todos
dependemos de los medios masivos para una gran parte de los hechos e
imágenes almacenadas que necesitamos a fin de movernos en las
complejidades de la vida; pero lo que hacemos con esa información es algo
que los medías mismas no pueden controlar.”
50. Definición de grupo social, según Bottomore. R: Bottomore, por su parte,
dice: “un grupo social puede ser definido como un agregado de individuos
en el que existen relaciones definidas entre los individuos que lo
componen y cada uno de ellas es conciente del grupo y de sus símbolos”.
51. ¿Cuáles son los cuatro tipos de alteraciones y modificaciones que Dicey ha
llamado circunstancias? R: las noticias, los cambios en la experiencia real,
aquellas realizados en la practica, y, finalmente, el liderazgo.
Noticias. Producen trastornos cuando por su naturaleza llevan un mensaje
novedoso.
Cambios en la experiencia real. Importan variaciones, alteraciones
conductuales, transformaciones en la situación económica, y en los fenómenos
físicos, sociales, etcétera.
Cambios en la práctica. Disonancias cognoscitivas, desacuerdo entre la
que queremos decir y lo que decimos, entre lo que queremos escribir y lo que
en verdad escribimos.
Liderazgo. Representatividad de grupo y actuación en nombre de éste. La
influencia que tienen los medios sobre los líderes es mucho más importante
que la que ejercen sobre los propios receptores, en algunos casos.
FALSO O VERDADERO
52. La filosofía, con la profundidad de sus interrogantes y direcciones hacia la
esencia misma de las cosas es indispensable para el reconocimiento del
objeto. (v)
53. La investigación histórica corrobora que fue en el ámbito griego en donde
aparecieron los primeros vahídos de un periodismo más firme y mejor perfilado
en occidente. (F) fue en el romano.
54. Lutero consiguió atraer multitudes y popularizar su doctrina gracias al
innovador lenguaje que utilizaba. (v)
55. Para Speier, Rousseau imaginaba la opinión pública como la norma de la
sociedad libre, pero la consideraba de valor dudoso desde un punto de vista
transpolitico. (v)
56. Para lograr la relación social del hombre no es necesaria la comunicación
(F)
57. Los portavoces de las fuentes oficiales siempre obran de buena voluntad
(F)
58. A pesar de la imposibilidad de determinar los efectos de la comunicación,
es legítimo considerar hechos objetivos integrados en procesos de
comportamiento social. (v)
59. El periodismo no reconoce a De Renaudot como a uno de sus pioneros.
(v)
60. La participación de las mayorías nacionales se puede observar en el nivel
de las decisiones y no únicamente en el terreno de las consecuencias. (F)
61. Movilizar para la participación democrática demanda, dadas las
complejidades de la sociedad actual, el uso de medios de comunicación. (v)
62. Para que exista verdadera comunicación no es necesario que exista una
acción recíproca entre los interlocutores. (v)
63. Los primeros brotes de rebeldía contra España sucedieron en 1781 con los
levantamientos indígenas de Tupaj Amaru y Tupa Katari. (v)
64. En 1886, Otto Mergenthaler inventa el linotipo. (v)
65. al abrigo sistema socialista se organizan las cadenas de diarios y el
monopolio de la información. (v)
66. ¿Cuáles son los pilares que sustentan el estudio de la opinión pública? R:
Los pilares que sustentan el estudio de la opinión pública son, pues, la
sociología, la psicología (psicología social), la historia y la ciencia de la
comunicación.
67. Monje agustino inconforme con la política desarrollada por el Vaticano y
opositor acérrimo de la política de explotación agraria. Martín Lutero.
68. ¿Por quién fue observado por primera vez, el fenómeno de la opinión
pública? R: por Jean Jacques Rousseau y él mismo fue quien denominó al
hecho: “opinión pública”
69. Glanwill, en 1661, formuló el concepto... Glanwill, en 1661, formulo el
concepto “clima de opinión”.
PUNTOS IMPORTANTES..
La propaganda
Rovigatti anota: “ninguno de nosotros vive hay fuera de la propaganda. De
la mañana a la noche, estamos acosados por una enorme cantidad de
anuncios, opiniones, consejas, ordenes.
En efecto, nuestra vida está saturada de mensajes que tratan de
conducirnos a asumir determinadas actitudes, persuadimos de las bondades de
un producto, de hacemos tomar partido en favor de x causa, de elegir esto
sobre aquello.
Se nos dice por todas los medios visuales, auditivos, audiovisuales,
etcétera: “compre el jabón k”, “no use cerillas, use encendedores, fomente la
industria nacional comprando fósforos”, “vote por el candidata c”, “visite la playa
p”; “disfrute del hotel l”, “afíliese al partido p”. Algo parecido a órdenes con el
uso de frases y oraciones imperativas. Se nos informan puntos de vista por las
mismos medíos: “el comunismo es ateo”, “el capitalismo es explotador”, “la
alianza para el progreso ayuda al desarrollo”, “se construirán más viviendas”,
“Israel ataco a Siria”, “Siria comenzó el fuego”, “pelé prefiere pepsi-cola”,
etcétera.
Todos las medios están llenos de mensajes que buscan obligarnos a
asumir actitudes: se usan los carteles, letreros luminosos, hojas que reparten
niños en las esquinas, calcomanías para pegar en las ventanillas de los
automóviles, en las cubiertas de las valijas, etiquetas adheridas a las cajas de
cerillos, signos en los trajes e implementos deportivos; en fin dondequiera está
acechando un mensaje propagandístico.
La propaganda la creado ídolos, personajes, utiliza artistas, deportistas y
no pocos hombres cultos coma portadores de cualidades de un producto.
Recurre el atractivo sexual, coordinando las líneas de un nuevo automóvil con
la excitante silueta de una joven semidesnuda.
Rovigatti define de la siguiente manera: “la propaganda, en sustancia, es
el arte de hablar a las que no pueden o no quieren expresarse. Es el arte de
penetrar, superando prevenciones y prejuicios que podrían erigirse coma
cortinas de hierro, recurriendo aun a los sentimientos, a la fantasía, a la
emotividad”. Lenin decía: “lo más importante es la agitación y la propaganda en
todos los ambientes populares”. Según Packard, es “manipulación” dirigida a
influir sobre nuestra conducta. Gnecco distingue entre propaganda “comercial”
e “institucional”. A esta ultima le asigna funciones de relaciones públicas este
mismo autor ubica la propaganda como un media para estabilizar las relaciones
públicas y recuerda que significa advertising (publicidad). Lumley dice que
procede del latín propaganda, que se traduce coma sujetar, acordar, con objeto
de extender, aumentar. Para Klineberg, es “control a manipulación de
actitudes”. Doob, por su parte dice: “la propaganda puede ser llamada intento
para afectar las personalidades y controlar la conducta de los individuos hacia
fines que no se consideran científicos a que tienen un dudoso valor en la
sociedad, en un momento particular.
También Borden, como muchos otros, reconoce que la propaganda es un
método de manipulación, cuando afirma: “hay otras formas de manipulación
que tienen probado éxito. El uso de percepción subliminal gano primicia a hace
pocos años, cuando los publicistas decidieron insertar rótulos coma popcorn a
coca-cola en las películas regulares, de manera que el ojo humano no pueda
detectarlos conscientemente”. Borden se ocupa de establecer hasta qué nivel
la propaganda controla nuestra conducta. La teoría norteamericana
behaviorism (conductismo) la demostrado que estamos en imposibilidad de
escapar a la influencia de aquello que percibimos; pero de lo cual no nos
damos cuenta. Ese es el terreno más explorado por los persuasores de masas
a través de las múltiples formas propagandísticas.
La tesis del control de la natalidad, propalada por el propio ex
secretario de estado de Estados Unidos, McNamara constituye un
ejemplo inconfundible de manipulación socioeconómica. Se la inventado
la formula más engañosa, pero que no resiste el más breve análisis, con
aquello de que las males de las pueblos atrasados se curaren con la
“planificación familiar”. A través de hábiles campañas públicas, los
manipuladores han hecho creer a mucha gente que la pobreza se debe al
número de hijos. Solución: menos hijos, más disponibilidad de recursos.
Mucha gente se lo ha creído y lo ha tragado juntamente con la pildorita
anticonceptiva. Obviamente, los manipuladores se han cuidado muy bien
de decir que los salarios no corresponden a la fuerza física vendida por el
obrero; por lo contrario, su falacia envuelve otra burla mayor: “el salario
es justo y si no te alcanza es porque no sabes planificar tu familia”.
Las creencias religiosas y las prácticas rituales forman parte de todo un
sistema de control social que en la historia de la humanidad han tenido y tienen
decisiva importancia en lo que hace a las actitudes, a las valorizaciones y a la
formación del fenómeno opinión publica.
La religión envolvía todo conocimiento, concentraba toda actividad:
derecho, medicina, política, ética, confluían en los principios religiosas. Y el
hombre tuvo que pasar por larguisimos periodos hasta entrar en la etapa laica
—siglo XIX— cuando la unidad en tormo a las creencias y observancia de ritos
se fracturo. No tomamos antecedentes específicos de los movimientos
reformistas de la iglesia católica romana que son anteriores al proceso laico
apuntado, sino que mencionamos, en conjunto, las deserciones que se
produjeron en Europa alrededor de 1850, sobre todo en la clase obrera,
fenómeno que demuestra también una disminución notable de la fe.
Los sociólogos y filósofos han planteado teorías acerca de los orígenes de
las religiones, han investigado el contenido de los preceptos morales, entre
aquellos, Durklelm, Loblause, Webcr, Marx, —solo para citar a algunos— y
sobre todo, la relación de tales preceptos religiosos con la conducta social.
La diversidad de doctrinas religiosas, iglesias, sectas y congregaciones en
todas partes, la libertad de cultos, como medida de régimen constitucional, a la
prohibición de otros cultos que no sean el o los aprobados oficialmente por un
estado; la lucha contra la religión, como en la Francia del siglo XVIII, donde sin
embargo se daba esta paradoja: no faltaba algún ciudadano diputado que
después de pronunciar encendido discurso de condenación a las creencias
religiosas y de abominar de los ritos, se reunía en el mayor secreto con algún
sacerdote de confianza para confesar y comulgar.
El peso de la religión, sobre todo en la cultura occidental, ha sido decisivo
en la formación de consensos y sigue siéndolo, aunque no con la gravitación
casi absoluta de aquel periodo de sumisión del poder temporal al poder divino a
la alianza de la espada y la cruz; época en que monarcas y guerreros no eran
moda sin el apoyo de los Papas.
La persecución religiosa en Francia marca otra de los aspectos que
tuvieron especial importancia en el intenta por desarraigar las creencias
religiosas y romper su efecto decisivo en la formación y expresión de opinión.
El pulpito ha sido uno de los más destacados sitios de emisión de opiniones, en
todas las épocas.
Consideremos el concepto masivo, en la edad media, acerca del pecado y
veremos como el catolicismo condujo y ejerció un control social efectivo.
En nuestros días tenemos el papel social de la iglesia concebido dentro de
lo que se ha denominado la doctrina social, consecuencia del Concilio Vaticano
Segundo. La división del clero en preconciliar y posconciliar ha señalado el
comienzo de una época de debates que todavía hoy tienen vigencia. Por otra
parte, dentro de este mismo estado de crisis dentro de la iglesia, notamos la
influencia que tienen las corrientes tercermundistas, de los que participan
muchos sacerdotes progresistas. Las pastorales y declaraciones del obispo
Cámara, por ejemplo, en Brasil, dieron forma a un consenso de opinión
alrededor de la política y de la dictadura que gobernaba ese país.
La proliferación de sectas religiosas en América Latina, de diversa
procedencia y denominación: iglesia, grupos religiosos, sectas; cristianas,
judías, islámicas, ha preocupado profundamente a la iglesia católica. Entre los
varios estudios que se han realizado sobre las presuntas causas del
crecimiento de dichas sectas, se anota un interés político imperialista. En ese
sentido, las sectas que han incursionado en ciudades y zonas rurales de
América Latina son “agentes secundarios” a coadyuvantes de la hegemonía del
imperialismo estadounidense en nuestro continente.
“A las sectas, también las podemos considerar como agentes del
imperialismo. Junto, por ejemplo, con los medios de comunicación social
(prensa, películas, radio, tv), ellas desempeñan un rol ideológico. A menudo
traen un mensaje que encaja con el imperialismo; incluso lo apoyan
abiertamente; preparan de esta manera a la gente para aceptar y colaborar con
este sistema; crean un ambiente antisocialista; propagan valores alienantes,
rompiendo así la resistencia popular. Es obvio que, de esta manera, muchas
sectas prestan un servicio al imperialismo. Sin embargo, es de gran
importancia que aquí, hagamos una distinción entre la que son los agentes
principales y los agentes secundarios.. . Las sectas son agentes secundarios
del imperialismo al que prestan un servicio de apoyo.”
El estudio encomendado a Franz Damen anota también que las sectas
religiosas son frecuentemente instrumentos de los gobiernos para ejercer un
mejor control social y político interno: “cabe observar que los gobiernos no
favorecen a las sectas por ser sectas sino porque las consideran como
elementos positivos dentro de su proyecto político”.
Podríamos señalar muchísimos e inacabables ejemplos de la influencia
obviamente poderosa de la iglesia en la formación de opinión y en el control
social, pero las limitaciones de este trabaja no nos permiten tal amplitud. Basta
apuntar que la religión influye sobre las cosas del estado de una manera
todavía considerable.
Y la conducta individual está en gran parte influida por las concepciones
religiosas del hombre, sea cual fuere el contenido de su creencia. Las normas
morales derivan, sino en su integridad, por lo menos en su mayoría, de los
preceptos religiosos. A veces el hombre se conduce más de acuerdo con sus
preceptos religiosos que con sujeción a las normas jurídicas.
Decíamos que el control social se ejerce —también— por los medios
masivos. Ahora bien, los problemas de la regulación asoman cuando nos
preguntamos acerca del tan conocido principio de la libertad de informar, por
una parte; por otra, la de estar informado. La libertad de informar se halla
dentro de la normatividad de formas de gobierno democrático, como un
derecho de expresión: la de estar informado, representa el derecho de acceso
libre a la información o, si se quiere, a la comunicación.
Prensa, radio, televisión y cine, principalmente, constituyen mecanismos
de control social, pues a través del contingente informativo influyen en la
conducta del individuo. Quizá los ejemplos más claros en el caso de la prensa,
sean las noticias sobre delitos sexuales y la lucha política. Los diarios —acusan
los psicólogos sociales— estimulan el interés del público en torno a estos
temas comunicables, en desmedro de la información educativa. No
analizaremos aquí las causas económicas y de otra índole que determinan las
políticas informativas de los medios, pero si nos interesan los hechos
comprobados por la investigación y la observación cotidiana: política y crónicas
policiales abundan en las páginas de diarios en comparación con otros temas
de interés social.
Empero, esa influencia es detectable, entonces en las operaciones
selectivas de la información, a cargo de las instituciones de medios. Pera los
medios están influidos también por sistemas ajenas y por subsistemas propios,
y aquí es donde se complica el problema.
Lindgrem ha establecido como caracteres del Liderazgo —el usa las
palabras “dirección” a “dirigentes”—, lo que sigue: poder y prestigio. Digamos,
entre paréntesis, que estos dos factores son atribuidos por Lindgrem a los
“dirigentes oficiales” como él denomina a los líderes reales, a los líderes
formales.
Veamos como explica ese autor ambos caracteres: “el poder es el grado
en que los dirigentes influyen la conducta de los demás. El poder varia según el
prestigio del dirigente; es decir, según el grado en que los demás consideren
que sus actos son significativos, pertinentes a importantes. El prestigio puede
estar relacionado con el rango; incluso los rangos de posición medio tienen un
mayor a menor grado de prestigio inherente con objeto de que el que los
ocupe, sea quien fuere, pueda ejercer determinada influencia. También los
individuos tienen más a menos prestigio que está basado, en parte, en los
rangos que ocupa en otros contextos, en parte también, en el moda en que los
demás perciben su conducta”.
El criterio empresarial de liderazgo atribuye a éste facultades
motivaciónales. En un articulo rotulado “conceptos sobre dirección, jefatura y
liderazgo”, Ochoa Icaza expone: “el líder es pensador e impulsor. Cuando se
conquista el liderazgo se facilitan los controles directos e indirectos, toda vez
que el carisma se impone por fuerza de ideas y realizaciones que, debidamente
participadas al personal apto, se encarga éste de “tutelar” (sic) por imbuirse en
la circunstancia de que se capitalizan en cada uno los aciertos y fracasos”.
En lo que toca a las funciones de los lideres y sus interrelaciones con las
masas, Young propone estos rasgos de caracterización: “a) pueden ser los
primeros en plantear o definir una cuestión; b) tienen especial importancia
porque verbalizan y cristalizan los sentimientos vagos—pero no por ella menos
intensos— de las masas;
c) pueden manipular—Y a menudo lo hacen— los anhelos de las masas
en favor de sus propias fines, y d) en Estados Unidos, esto constituye una de
las más graves amenazas a la democracia. Al analizar el liderazgo en relación
con la opinión publica, es preciso consideran a la elite superior y a la de la
estructura de clases. Una importante función del estudio de la opinión pública
es determinar cuáles son las elites, a los elementos que influyen en la opinión
publica; es decir, quienes desempeñan un papel principal en la adopción de
decisiones. Con frecuencia, el muestreo estratificado no corresponde a las
realidades de la estratificación política. Necesitamos saber cuáles individuos
son los más atentos, los más interesados y los más informados. En otras
palabras, quiénes son la elite? del mismo modo, queremos saber quiénes son
los que no están informados, los que no tienen influencia , los que no prestan
atención, y los que no están comprometidos. Como ya señalamos, muchos
temas públicos no atraen la atención de las masas. Muchas encuestas
demostraron que grandes sectores del público no tienen conocimientos a son
indiferentes respecto de problemas particulares. Para decirlo de otra modo: es
posible que aquellos temas a los cuales los políticos conceden carácter público;
a lo hacen así quienes realizan encuestas —o aquellos grupos de intereses
especiales que podrían considerar importantes— no atraigan en absoluto la
atención de las masas”.
La importancia de los líderes en la formación de opinión es tal, que
muchas decisiones
derivan de esa influencia. Estudios realizados por
Lazarsfeld en E. U., señalaron que la influencia de los líderes es mayor que
aquella de los medios, sobre las opiniones individuales.
Lazarsfeld apunta: “los estudios de casos detallados nos ayudaran a
comprender las ventajas peculiares de las comunicaciones personales sobre y
contra los medios de masas, para alcanzar a las personas que aun no se han
decidido. La influencia personal acerca de un asunto, con frecuencia se ejerce
inesperadamente como tema marginal o lateral en una conversación fortuita.
Es, en consecuencia, más probable que llegue a su objetivo con los no
decididos a los opuestos. Los mensajes de los medios de masas, por contraste,
se inician con frecuencia con pleno conocimiento de sus objetivos. El contacto
personal es también más flexible y permite la respuesta inmediata y la
retroalimentación instantánea. Un individuo a diferencia de un medio masivo,
es capaz de presentan razonamientos y argumentos de pertinencia personal
inmediata al que escucha. Y finalmente, cuando alguien cede a la influencia
personal de otra para tomar una decisión, la recompensa en aprobación es
inmediata y personal”.
Citando a George C. Lomans, la profesora Argentina Carmen Ramírez
traza el perfil psicológico del Liden, comenzando por el don carismático y el
ejercicio de la autoridad sobre los demás, consistente en la aceptación de
órdenes, el control, la obediencia al conjunto de normas y creencias del grupo y
la interpretación de las expectativas comunes.
En cuanto a su conducta, la citada autora plantea:
1.
El líder debe mantener su propia posición: no podrá hacer nada
para dirigir a su grupo, a menos que se afirme como una persona de la cual
partirán las órdenes.
2.
El líder debe vivir en conformidad con las normas de su grupo:
Además debe ser tan celoso como el que mas en la obediencia de sus
propias ordenes. Es importante señalar que las normas en cuestión son las
normas reales del grupo y no las que el líder cree que debieran ser.
3. El líder debe dirigir: cualquier falla de su parte, en ese sentido, de tomar
la iniciativa, lo desacreditará.
4. El líder no debe dar órdenes que no serán obedecidas: cuando da
órdenes que no son obedecidas, con ella ha socavado su rango.
5.
Al dar órdenes, el líder debe utilizar las vías establecidas: siempre
que origina una interacción dando una orden y no trasmite esa orden al
lugarteniente, con ella menoscaba el rango de este último.
6. El líder no debe imponerse a sus seguidores en los acontecimientos
sociales: debe ser flexible en su pauta de interacción.
7.
El líder no debe censurar ni en general elogiar a un miembro de
su grupo en presencia de otros miembros: si lo hace, disminuye el nango de
estima que le confieren los miembros del grupo.
8.
El líder debe tener en cuenta la situación total: no guiarse por
hechos parciales.
9. Para mantenerse la disciplina, el Líder deberá preocuparse menos de
infligir castigos que por crear las condiciones en las cuales el grupo se
disciplinará solo.
10. El líder debe escuchar: debe estar informado acerca de la situación
total.
11. El líder debe conocerse a si mismo, debe someterse a un gran
autocontrol.
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