UNIVERSIDAD METROPOLITANA LATIN CAMPUS ALUMNO: Flavía Rita Camarena Aceves Matricula: 1521-2200-2000 Materia: Opinión publica Guía: 20203 Carrera: Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Fecha: 8 de febrero del 2011 Sociabilidad y comunicación Parte de la naturaleza del hombre es su sociabilidad, su unión y coparticipación con otros hombres para satisfacer sus necesidades de subsistencia, conservación de la especie y realización de objetivos comunes que se originan en las relaciones humanas. El comportamiento individual dentro de la sociedad es lo que se denomina conducta social, sobre la cual ejercen influencia decisiva dos factores principales o conjuntos de factores: biológicos y sociales. Es más, sin la concurrencia de tales elementos es inimaginable la existencia del comportamiento social. Pero la sociabilidad o instinto de convivencia social no es atributo exclusivo del ser humano; se da en otras especies de la escala zoológica como en los insectos, aves, simios, etc. Las abejas y hormigas viven en colonias que han sido y son todavía mencionadas como ejemplos de organización, distribución del trabajo y sistemas eficientes de comunicación. No todos los organismos biológicos observan el mismo comportamiento social ni son igualmente permeables a todas las influencia de interrelación; pero si, en la mayoría de las especies conocidas, se la podido comprobar la disposición común a la asociación con otros individuos de la misma especie para cumplir las funciones básicas de alimentación, defensa y procreación. La psicología social la dedicado gran parte de sus esfuerzos al estudio del comportamiento animal para compararlo con el comportamiento humano. Desde luego, las investigaciones en animales tienen la ventaja, por lo menos hasta ahora, de la observación y experimentación en laboratorio, en tanto que al hombre no es posible —o por lo menos, licito— someterlo a la condición de “conejillo de Indias” sin que una experiencia de tal magnitud repugne a la conciencia, por el respeto que debemos a los valores y derechos también naturales del ser humano. “el hombre es un animal, aunque muy particular, y es probable que las teoría que nos formulemos acerca de las sociedades de otros animales y de la psicología de los mismos algo nos digan respecto del animal humano”. La relación social del hombre solo es posible a través de la comunicación. Sabemos, por los descubrimientos de la biología, la psicología y la sociología, que un hombre aislado e incomunicado no podría subsistir ni física ni psíquicamente por mucho tiempo. Es el conjunto de procesos comunicativos y las interacciones e interrelaciones inherentes a ellos lo que permite el desarrollo del organismo biológico y todo el proceso vital dentro del organismo social. Es ociosa la pregunta: ¿cuál de los factores de la sociabilidad es el más importante, el biológico o el social? La elucidación de esta incógnita poco interesa a los psicólogos sociales, pues la mayoría coincide en que ambos son, por igual, indispensables y por lo mismo, importantes para la determinación de la conducta social del individuo, sea que se estudien o no las condiciones de variabilidad de los comportamientos. “si el individuo carece de la dotación biológica necesaria o de un ambiente social adecuado, no puede aprender a hablar. Pero es posible preguntarse si las diferencias observadas en el uso del lenguaje dependen más de las diferencias que existen entre los organismos que de las que se dan en el ambiente”, dice Newcomb. Si como organismo animal el hombre depende de condiciones también biológicas para subsistir, vale decir: respirar, alimentarse, reponer energías mediante el descanso, reproducirse, etc. (tales condiciones implican formas comunicativas que Newcomb califica de “imperativos biológicos”) como individuo social depende de sus semejantes. Esta dependencia llega a cubrir también el aspecto biológico en tanto cuanto es la sociedad la que brinda al sujeto las condiciones aptas para su desarrollo animal, proporcionándole los medios y bienes de subsistencia, abrigo, seguridad y protección contra los fenómenos de la naturaleza. En otro sentido, la dependencia social del hombre se traduce en los procesos de aprendizaje para la acomodación al grupo social, terreno en el que se ubican todas las formas de interacción desde las que se originan en la familia hasta las de grupos secundarios. Aquí hallamos otra vez el elemento comunicación como prevaleciente o común denominador de las relaciones humanas. No es posible en la realidad comprobar la existencia de un individuo totalmente aislado de los demás, o más precisamente, incomunicado. La fértil fantasía de defoe hizo posible que Robinson Crusoe sobreviviera veintiocho años, dos meses y diecinueve días, en la isla de la “desesperación”, en estado de naturaleza y, hasta el rescate de viernes, sin comunicación con seres humanos. Es posible que alguna base real, por mínima que sea, fortalezca la narración de las aventuras de Crusoe, pero se trata de una posibilidad sujeta todavía a comprobación. La increíble historia del naufrago escocés Kreutznaer (del que deriva Crusoe) parece haber sido construida con base en la experiencia del pirata Alejandro Selkir también escocés, que durante cuatro años supervivió en una isla del pacifico, en la que habla sido abandonado al negarse a continuar el trayecto en el viejo barco Cinque -Ports. Al tiempo de dejarlo en la playa de la isla de Juan Fernández, proveyeron a Selkirk de alimentos, utensilios, armas, libros, instrumentos de navegación y otros objetos. En el caso de Crusoe, la necesidad de comunicación con el mundo externo, la posibilidad de uso de objetos indispensables para la subsistencia del naufrago han sido solventados por el periodista y novelista ingles con verdadera maestría. Robinson cuenta, desde el día siguiente a su naufragio, con un lote de bienes recuperados del barco, a saber: entre otros, madera, juegos de herramientas de carpintería, dos docenas de hachas, escopetas, mosquetones, pistolas, sables, pólvora en abundancia, papel, tinta, plumas, clavos, trancas, cables metálicos, ropa, licores, instrumentos náuticos y geométricos, anteojos y larga vistas; mapas, libros de marina, textos bíblicos y muchos otros libros más en inglés y portugués. Cuenta también el desdichado naufrago con abundantes alimentos que recupera de las bodegas del barco: azúcar, harina, pescado seco, galletas, semillas de granos, etc. Por último, descubre a un perro y un por de gatos que habrían de prestarle valiosísima compañía. Sin esa cantidad de bienes, Crusoe no habría sobrevivido como lo hizo durante tanto tiempo. Sus necesidades comunicativas en tan desesperante soledad estaban, en algo, compensadas por la lectura de libros y el contacto y el uso de los instrumentos de su propia cultura. Sin estos recursos socioculturales, la historia de Daniel defoe perdería el nivel de apasionante verosimilitud que es indispensable a todo producto literario. Crusoe establece permanentes procesos de vínculos culturales, a través de la comunicación intrapersonal; comunicación con su cultura almacenada a lo largo de su existencia anterior; tesoro de conocimientos, capacidades, adaptabilidad, etc., almacenado por la experiencia. El abandono e incomunicación del naufrago son relativos. Refuerza esta aserción el siguiente comentario de Salvador Reyes Nevares: Defoe jamás supuso a su héroe al margen de la cultura. Al contrario; puede afirmarse —y hay quien lo la afirmado— que el meollo del robinson reside precisamente aquí, en la forma en que el naufrago logra salvarse y hacer germinar las semillita, precisamente porque tenia consigo ese germen. Las ropas, las armas, los libros, los manjares, los instrumentos que salvo del barco constituían para las otras tantas prendas de su alianza indestructible con el resto del género humano. Esos trebejos —vida humana objetivada, como diría Recaséns Sicles— impiden que el protagonista se encuentre de veras solo en su isla. Carece de rostros, de nombres, de voces reales que lo circunden. Pero no está solo. Tiene ahí, en sus manos, en su cabeza, al alcance de la vista, la reconfortante colección de sus utensilios. Tiene la Biblia, que es muchísimo más que un utensilio de gran estilo. Tiene, en fin, toda la historia de la civilización y gracias a ella sobrevive y se salva.” Los niveles de la sintáctica, semántica y pragmática de la comunicación están presentes en la vida de Crusoe. El de transmisión de información (sintáctica), muy reducido en comparación con los significados de mensajes (semántica) y los efectos sobre la conducta (pragmática). En este trípode, muy original si se quiere para el caso tratado, descansa la viabilidad biológica de este ser humano y su equilibrio psíquico. En el nivel pragmático de las relaciones intrapersonales comunicativas y respecto al ambiente físico del naufrago, están los valores que le inspira toda su cultura almacenada y el reforzamiento que brota de la lectura de sus libros y, especialmente, de la Biblia. Su conducta sufre notables modificaciones, con las formas comunicativas de excepción de que dispone. Sin otro recurso que la esperanza puesta en un rescate, robinson ejercita toda su cultura para adaptarse al medio. Si a este respecto repasamos a Watzlawick, Beavin y Jackson, tendremos la confirmación de que Crusoe no precisaba como un imperativo vital las formas comunicativas personales, directas y reciprocas, pues los autores mencionados sostienen: “Así, desde esta perspectiva de la pragmática, toda conducta y no solo el habla, es comunicación, y toda comunicación, incluso los indicios comunicaciónales de contextos impersonales, afectan a la conducta”. La comunicación es, pues, un fenómeno psicosocial básico, sin el cual resulta impensable la misma sociedad; tanto más, si la acumulación de información e intercambio de ella es conditio sine qua non para el desarrollo de la vida psíquica, biológica y social, de cualquier ser humano individual. La necesidad de Informarse El hombre moderno se halla frente a una realidad en la cual —y para comprender la misma— es irrenunciable la información. El conocimiento permanente de los fenómenos sociales, políticos, económicos, culturales, etc., genera una insaciable sed informativa, característica del hombre actual. Cada vez más numerosos y complejos acontecimientos se extienden ante el individuo, exigiendo de él actitudes; motivándolo, presionándolo. Este recibe una abrumadora cantidad de información de diversa índole, a cada instante: sobre ciencia, arte, tecnología, deporte, propaganda; toda una lluvia de datos y más datos que sobrepasan, por su número y contenido, la capacidad humana de absorción y almacenamiento. Tal avalancha de mensajes provoca, ciertamente, Estados de confusión colectivos y coloca al individuo en una situación de “observador” de resultados en cuya producción él parece no participar, o por lo menos tiene la sensación de no-participación que le lleva —y esto ocurre en las grandes masas— al estado de marginamiento social. Y todo esto, a pesar de la conciencia de las mayorías en torno a su aporte y papel en la construcción del sistema o de los sistemas sociales. La noticia es un producto del medio, a través del cual el hombre satisface sus necesidades informativas. Esta forma de conocimiento se traduce como una natural tendencia a saber qué es lo que está ocurriendo en el ámbito en que uno se desenvuelve. La recolección de datos sobre acontecimientos, su elaboración y transmisión exigen capacitaciones óptimas, comunicadores tecnificados y el conocimiento de los efectos que producen las noticias en los receptores. Se la demostrado la imposibilidad de abarcar todas las fuentes de información, con lo cual tenemos una cantidad imprecisable de hechos que quedan sin darse a conocer. Por otra parte, un individuo es incapaz de conocer toda la información relativa a una determinada disciplina. Ni siquiera un aspecto concreto de ella, habida cuenta de la enorme cantidad bibliográfica, las interrelaciones disciplinarias y los nuevos descubrimientos que se suceden con mayor rapidez en cada parcela del saber humano. En lo que corresponde a la información noticiosa ocurre otro tanto: Nadie es capaz de enterarse de todos los sucesos que acontecen en el mundo y, a menudo, ni siquiera de los acaeceres nacionales y locales. Cuantitativamente, la información es excesiva. Miles de cables se trasmiten todos los días a través de las agencias noticiosas internacionales y nacionales. La producción bibliográfica constituye un torrente informativo poderoso. Los diarios, semanarios, revistas, publicaciones mensuales, folletos, avisos, carteles, volantes de propaganda política y comercial, entre otros medios impresos, forman parte de una carga informativa demasiado pesada para la endeble constitución mental del hombre y para su limitada existencia. De hecho, nadie se pasa la vida leyendo ni a nadie le gustaría hacerlo. Si a los mensajes impresos añadimos los verbales, audiovisuales, cinestésicos y otros con los cuales nuestro contacto es más permanente, tenemos por resultado un individuo acosado por informaciones, en una especie de cerco de ruidos, imágenes, luces, colores, palabras, formas, en fin. . . Recipiente más bien involuntario de inacabables descargas de mensajes que no puede evitar, a menos que decidiera hacerse asceta en una de las riberas de las amazonas. Al mismo tiempo, el hombre contemporáneo recibe información que la sido antes seleccionada por los medios; selección no siempre acorde con las verdaderas necesidades informativas ni en consonancia con las expectativas del receptor. El estado de inconexión entre las motivaciones de los comunicadores y las expectativas de los receptores da lugar, en muchos casos, a un flujo informativo manipulado de mensajes cuyos contenidos revelan intenciones comunicativas en veces contrarias a las aspiraciones, necesidades y exigencias de los receptores. Comunicadores masivos hay que —sobre todo con el dominio del comercio mayorista de noticias a través de agencias y cadenas de diarios, revistas, canales de televisión y estaciones de radio— trasmiten lo que les interesa solo a ellos trasmitir: es decir, lo que está dentro de sus círculos de intereses políticos, económicos, sociales, de clase, de poder. De esto tiene conciencia el hombre actual y de ahí resulta esa notoria desconfianza, y clara indiferencia que preocupo a Gustav Lebon, frente a mensajes en relación con receptores masivos. El proceso de masíficación social, que al parecer tiene su punto de partida en la revolución industrial, la convertido al hombre en un ser dependiente de modo absoluto de los medios masivos, en cuanto a la satisfacción de sus necesidades informativas. Es más fácil estar informado acerca de lo que ocurre en Oceanía que conocer los acontecimientos que se producen en el propio vecindario, y esto gracias a la dependencia directa de la televisión, por ejemplo. Pero si bien el hombre es dependiente de los medios masivos, éstos son, a su vez, dependientes de sus públicos. No hay medios sin públicos, y la carrera competitiva por atraer la mayor cantidad de lectores, oyentes o televidentes demuestra la dependencia de los medios, en relación con los receptores. El poderío de un medio respecto del gobierno, por ejemplo se mide por el número de receptores sobre los cuales el medio ejerce influencia. Ese ejercicio de la influencia denota capacidad de formación de opinión pública y constituye un instrumento, por consiguiente, de presión social, que redunda en una presión de la institución de medios sobre los niveles de decisión. La producción de bienes de consumo en serie permitió el desarrollo de las técnicas publicitarias y el empleo De todos los medios posibles de comunicación con un receptor/consumidor. Sutilezas y variaciones innumerables se usan hasta hoy en la publicidad y propaganda, apuntando lacia la persuasión, arte del que no está ausente, ni mucho menos, el empleo de simbolismos hondamente psíquicos. La propaganda acude con mayor frecuencia a los incentivos de la belleza y fuerza físicas; el éxito amoroso, el triunfo social, entre otros, y manipula con los hasta ahora inalcanzables sueños de bienestar, seguridad, felicidad. La propaganda vende belleza, no higiene; estimación y admiración social, en vez de objetos de utilidad práctica. Y Así es como utilizan los propagandistas comerciales e ideológicos —vendedores de ilusiones y esperanzas— todo recurso psíquico y psicosocial para introducir sus mercancías, en cuanto sea posible, a las grandes masas. No utilizamos el término “masa”, sino por comodidad y como sinónimo de grupo o conjuntos de grupos sociales sui generis pues el concepto de “masíficación” del hombre —aglomeración cuantitativa, hacinamiento en las urbes industriales y receptores de información multimedia— la sido abandonado por abstracto y amorfo y cedido su lugar al concepto de “grupo sociocultural” en el que caben obviamente infinidad de grupos sociales, a los que caracteriza la relación e interacción de individuos coparticipantes en motivaciones, afinidades, intereses recíprocos, estatus sociales más o menos definidos, etcétera. Quizá nos ayude a comprender todavía más la diferencia entre “masa” y grupo social el hecho de que, en la primera, tratamos con un fenómeno de acumulación de individuos sin relaciones comunicativas entre ellos: seres recíprocamente anónimos, indiferentes, sin nexos de solidaridad; en cambio, en todo grupo, cualquiera que sea su dimensión, descubrimos no seres naturales acumulados, sino miembros Unidos por la comunicación reciproca, ligados por intereses comunes, expectativas compartidas, roles definibles y compatibles, solidarios. En otras palabras, “masa” es un montón de individuos sin comunicación; grupo social, un producto asociativo y segregativo con comunicación entre sus miembros. La idea de público denota una referencia también numérica, pero más heterogénea que grupo y con la ya habitual diferencia de que publico es un conjunto de personas reunidas, por lo general, para asistir a un acontecimiento efímero, transcurrido el cual su disolución es inevitable; por ejemplo, los espectadores de una competencia deportiva o de una representación teatral. En ambos casos, como en otros ejemplos que puedan darse, el público coparticipa de un mismo mensaje principal que es el objeto. Dicho mensaje actúa como elemento aglutinante de individuos; pero, agotado el mensaje, éstos se separan y el público queda disuelto. En cambio, el grupo social no se disuelve tan fácilmente: una de sus características es, pues, la permanencia más o menos prolongada de sus miembros. Cada integrante del público, a la salida del espectáculo, pasa a integrarse en su grupo. La idea de pertenencia grupal es lo que hace al hombre confluir en campos diversos de convenciones sociales de las que se sirve y a las que sirve. La opinión pública en el proceso de la comunicación social En el proceso de la comunicación, el decodificador del mensaje es el mismo receptor, al que llamaremos “consumidor de noticias”, o mejor dicho, consumidor de una gama de informaciones qué recibe a través de diversos medios, especialmente de aquellos de índole masiva: Periódicos, radio, televisión y cine. Y si entendemos por decodificar a aquel que traduce los signos/ señales de un mensaje o lo que esos signos/señales parecen representar, tenemos enfrente todo un proceso que se desarrolla en el cerebro del perceptor y del que se ocupan la psicología y la semiologia, en lo referente a estímulos y reacciones (efectos) la primera; y acerca de los sistemas de comunicación, símbolos, señales/signos, la segunda. En un esquema simplificado del proceso de la comunicación, del que es autor el profesor Baumlauer, encontramos en primer jugar al emisor, juego el mensaje y, por ultimo, el destino. El lector, el televidente y el radioescucha y el espectador de cine son destinatarios naturales de la corriente informativa de los medios masivos. El sitio que ocupa la opinión pública, en dicho proceso, se localiza en el tercer factor de la comunicación: el destino. El decodificador, como intérprete del mensaje, no revela automáticamente opinión pública alguna por el solo hecho de haber percibido y traducido un mensaje. La asociación de contenidos, el intercambio de datos, la libre discusión entre dos o más personas, el arribo a una decisión acerca del tema de interés colectivo en que se baso el debate; la expresión del acuerdo más o menos compartido son, entre otros, requisitos inexcusables para la formación del fenómeno en cuestión. Cada receptor integrante del público experimenta reacciones individuales ante el mensaje percibido, decodificándolo. La conjunción de reacciones individuales planteara denominadores comunes en el juicio público y luego de un proceso cuyos caracteres principales adelantamos páginas atrás, se formará el resultado psicosocial de opinión pública. No podemos eludir esta pregunta obvia: ¿cuál es el grado de deformación que sufre el acontecimiento, desde que adquiere el carácter de hecho social, periodísticamente importante, hasta que es recibido por el decodificador? Puesto que la respuesta que se dé a esta cuestión puede determinar la relación estrecha entre opinión pública y medios que la informan, por una parte, y llevarnos a descubrir algo de la medida en que los medios presionan sobre el publico, por otra es atendible el papel de los agentes de relación e influencia, conocidos también como elementos o factores en la ciencia de la comunicación humana. ¿Como son los medios de comunicación de masas y como se comportan?, es algo que permanece bajo la lupa de los investigadores. Los Estados totalitarios usan los medios —dicen sus impugnadores— como instrumentos destinados a la formación de opinión política y como mecanismos de control social rígido. Se censura también acremente la conducta empresarial privada atribuyéndole el empleo de los medios para exclusivo beneficio de sus intereses también privados; pero lo demostrable es que, además de los regimenes totalitarios y los intereses capitalistas, hay otros agentes que intervienen en la formación y manipulación de la opinión pública. El reportero está en dependencia del margen de seriedad, honestidad y responsabilidad social de sus fuentes oficiales y, con mayor razón, de sus informantes “oficiosos” que influyen en el momento de recolectar los datos. La responsabilidad periodística impone la comprobación de los datos que arrojan las fuentes, es cierto, pero esa responsabilidad no incluye suponer las intenciones que esconde una aparentemente inofensiva y cándida declaración ni las finalidades ilegitimas que puedan perseguirse con una estadística adulterada sobre la producción agropecuaria, por ejemplo. En la cobertura de las fuentes oficiales, se trabaja bajo la presunción de bona fide y confianza en la credibilidad que merece un portavoz oficial. Es materialmente imposible saber si dichos portavoces responden o no a tales supuestos. Intereses económicos, políticos, religiosos, deportivos, deseos de figuración personal o de venganza, entre otros, son los que motivan generalmente a los informantes. El cronista soporta, asimismo, las presiones características del sistema constituido por el medio y los subsistemas del mismo; si es un periodista novato, la influencia de los más experimentados no se deja esperar; si es un redactor avezado, no por ello escapa a las limitaciones de la línea impuesta por el sistema de la institución de por medio; normatividad que fija la posición de ésta ante la política, la economía, etc. Estas influencias afectan decisivamente, incluso la manera como el periodista capta y entiende el suceso, y la forma en que redacta su mensaje. El medio o institución de medio, a su vez, resulta influido por otros muchos agentes, entre ellos por el propio cronista, dado que no es posible ejercer control absoluto sobre los procesos selectivos de mensajes de fuentes y aun en la cobertura o frecuencia de la cobertura de fuentes a cargo del reportero. El mismo Charnley menciona una serie de limitaciones naturales del medio periodístico; características, propósitos y actitudes de quienes lo manejan. Y a la nomenclatura de Charnley habrá que agregar la situación de las instituciones de medios, frente a los sistemas políticos, los factores económicos que crean Estados de dependencias de la publicidad, el control de los materiales como el papel y todos los instrumentos de presión, visibles e invisibles. Por ultimo, mencionemos los factores de influencia en el receptor de la información. El primer obstáculo parece estar en la selección y luego en el proceso de descodificación del mensaje; es decir, en la interpretación de los signos y señales que contiene el informe periodístico. Hablamos de la comunicación como fenómeno de masas y el obstáculo mencionado radica en la traducción personal que hace cada uno de los decodificadores, pues sabido es que no existen dos interpretaciones idénticas ante un mismo mensaje. Y lo que cada uno de los receptores hace con el mensaje es algo que no tiene límites de previsión y que rebasa todo cálculo. A lo más, resulta imaginable el contexto de condicionamientos y variables de los efectos de la comunicación en el público. Entre los factores variables y condicionantes, Chamley cita: • Amplitud y profundidad del tema. • Referencias de terceros sobre el o los acontecimientos. • Diferentes informaciones a través de distintos medios sobre un mismo hecho. • Insistencia en algunos aspectos del hecho, en desmedro de otros. • Falta de documentación. • Carencia de conocimiento que inhabilite para comprender su significación siquiera aproximada. Opinión pública y opinión privada Siendo la base de toda opinión un proceso comunicativo, tratemos de hallar la diferencia entre opinión pública y opinión privada. Partiendo de lo anterior, inferirnos que la característica de la opinión pública es la comunicación pública también y aquí es necesario anotar que “comunicación pública” involucra un concepto de difusión de mensajes con el empleo de todas las formas comunicativas posibles y no solo restringiendo el proceso de transmisión a los medios propiamente masivos. A la vez, el contenido de los mensajes tendrá que ser de interés colectivo, vale decir: que afecte a un grupo de personas y, finalmente, que la respuesta (feedback) cuente también con un alcance de difusión masiva, o sea, que el ciclo completo de la comunicación tenga lugar dentro del ámbito publicó (offentlichkeit). Lo que distingue ala opinión privada es la comunicación privada o personal. Véanse los rasgos distintivos de la opinión individual privada, en el capitulo 8, en que se describe el proceso de formación de la opinión pública. Hans Speier sostiene que pública significa “la opinión revelada a otros o cuando menos notada por otros, de tal modo que las que se esconden o se ocultan a las demás personas pueden ser llamadas opiniones privadas o clandestinas” Dijimos ya que la receptividad de un mensaje no hace por si sola un producto de opinión, sino que es apenas la antesala Del fenómeno. El estimulo que representa la información genera una redacción individual, misma que confrontada con otras, establece un proceso colectivo que arroja una respuesta al mensaje de la fuente; respuesta dirigida al emisor originario. Sigamos en este punto a Speier: “entendemos por opinión pública los conceptos sobre cuestiones de interés para la nación, expresados libre y públicamente por gente ajena al gobierno, que pretende tener derecho a que sus opiniones influyan o determinen las acciones, el personal o la estructura estatal. En su forma más atenuada, este derecho se afirma como la expectación de que el gobierno revelará y explicará públicamente sus decisiones, para permitir ala gente que no pertenece al mismo, pensar y hablar sobre estas decisiones o, para expresarlo en los términos de la conversación democrática, para asegurar el éxito de la política seguida por el gobierno. La opinión pública, comprendida de ese modo, es fundamentalmente una comunicación de los ciudadanos con su gobierno y solo de manera secundaria, una comunicación entre los ciudadanos. Además, si un gobierno niega efectivamente que la opinión de los ciudadanos sobre las cuestiones públicas sea pertinente, en una forma u otra, para la elaboración de la política, o si evita la libre y publica expresión de tales opiniones, la opinión publica no existe”. Sintetizando, podemos anotar: A) la opinión pública es comunicación producida por el procesamiento de información que se introduce en un clima de opinión. B) el objeto de que trata es siempre de interés grupal. C) necesita acceso libre a la información. D) tiende a producir efectos que sean visibles en los niveles de decisión y poder y no solo en la política. Gracias a la concurrencia de los elementos mencionados, es deducible la identidad que guarda la opinión pública con el proceso de feedback (retroalimentación), dentro del cual el público opinante pasa a convertirse en emisor de un mensaje: mensaje-respuesta dirigido a un destino que antes fue emisor y que puede ser el gobierno, la jerarquía eclesiástica, una dirección sindical, etcétera. En la funcional del sistema de feedback observamos la interpolación de funciones de los elementos concurrentes en el proceso comunicativo inicial; es decir, que el emisor originario se transforma en receptor y el primitivo receptor se convierte en emisor. El mensaje originario cumple su papel de motivador de la respuesta; pero lo que no se altera es el medio, elemento de la comunicación que permanece, durante el proceso, sin soportar efectos y ellos es natural, si se trata del conducto por donde se difunden las comunicaciones de ida y de retomo, de estimulo y de respuesta. La cantidad y la calidad de los mensajes dependerá, en ambos casos, del tratamiento que den los medios a los materiales informativos, en las conocidas etapas de selección de fuentes y contenidos que afectan la integridad y la fidelidad de las emisiones; pero ose es otro problema. Lo que si se hace pertinente en este caso es la selección que realiza el público, de aquellos mensajes que los medios ponen a su disposición, conforme a expectativas personales y grupales y otros motivos. Klapper dice Sobre esto ultimo: “la investigación de comunicación la revelado firmemente, por ejemplo, que las personas tienden, en términos generales, a leer, observar, escuchar las comunicaciones que presentan puntos de vista con los cuales ellas mismas se encuentran en afinidad o simpatía y tienden a evitar comunicaciones de matiz diferente”. Iglesia y opinión pública En época del papa Pío XX, la televisión comienza a penetrar en los hogares. El Pontífice presta atención a los nuevos medios electrónicos (radio y TV) calificándolos como “instrumentos del bien y del mal”. Recomienda su uso para defender los derechos de la persona y la familia; que no solo entretengan y trasmitan valores humanos, y protejan la cultura cristiana. La doctrina de la iglesia sobre los medios de comunicación social tiene ya una larga y rica tradición, desde que aparece en el escenario histórico la prensa de Gutenberg. El papa san Pío v (Antonio Glislieri) dicto normas contra las noticias y escritos heréticos y calumniosos en 1567, sentando así las bases de una política de control de medios y mensajes. El papa Gregorio XV fundo, más adelante, la Congregatio de propaganda fide (1622). A las pautas eclesiales para una conducción de los medios de comunicación social se les conoce con el nombre de moral publicista , que nada tiene que ver con lo que hoy denominamos “publicidad” eufemismo de propaganda, sino que califica a todo lo que es susceptible de ser comunicado o de adquirir notoriedad pública. Esta moral plantea, en primer lugar, problemas de la fuente, del proceso de la comunicación, del contenido de las noticias, de la empresa periodística, de los destinatarios y de la publicidad, dentro de una concepción teológica de la comunicación, fortalecida por la Encíclica Mirari vos, del 15 de agosto de 1832, en el pontificado de Gregorio XVI. Juan XXIII y el Concilio vaticano II dan nuevos frutos en forma de políticas para la prensa, la radio, la televisión y el cine. La iglesia postula un proceso de “formación cristiana” de la opinión pública, con alcance universal, puesto que sostiene: “los mass media, gracias a su ámbito universal, han creado y crean una opinión pública universal, cada vez mas socializada”. Veamos algunos conceptos que permiten definir la posición de la iglesia católica respecto del fenómeno que nos ocupa. Las transcripciones que aparecen a continuación han sido tomadas del documento ya citado, alusivo a la jornada mundial de las comunicaciones del 16 de mayo de 1986: “la opinión pública ejerce un grandísimo poder en los regimenes democráticos, es determinante para el gobierno y exige un clima de libertad para su formación. La opinión pública es patrimonio de toda sociedad normal y sana, una sociedad en que osta falte o enmudezca la de ser considerada como enferma. La opinión pública no solamente es susceptible de ser formada sino que hay que empeñarse en su formación, con sujeción a las normas morales y cristianas, en nuestro caso. Si resulta que las agencias de prensa y todos los otros medios de comunicación social son formadores de la opinión pública —y de ahí la gravísima responsabilidad del periodista, del comunicador, que es mediador entre la verdad y el usuario, lector u oyente— la iglesia debe poder actuar mediante esos medios: a través de aquellos propios o con el acceso a aquellos comerciales, privados o estatales para su servicio al pueblo de Dios y a la humanidad toda. El formador de la opinión pública a de ser auténtico, veraz e imparcial, ya que a la opinión publica no se le manipula sino que se le sirve. El problema clave en la formación cristiana de la opinión pública está en fundamentarse en principios permanentes y en respetar la verdadera escala de valores. En un lenguaje que la gente entienda, el comunicador, como formador de la opinión pública, y para merecer el apelativo de cristiano, la de trabajar en favor de la paz, la unidad para la búsqueda de la verdad, en favor de una concepción cristiana de la familia. Un vicioso manejo de la opinión pública podría orientar a todo un pueblo hacia la catástrofe. Y es que los mass media, en su prodigioso crecimiento multiplican las posibilidades de ser influida; ésta puede convertirse en brutal y apasionada o en juez de conciencia recta. Si nos situamos en términos concretos de verdadera formación cristiana de la opinión publica, nos colocamos en un contexto de evangelización... Si, formación cristiana de la opinión pública es casi lo mismo que decir evangelización”. Hasta aquí, el tratamiento que da la iglesia al fenómeno de la opinión pública y de esa conceptualización de su importancia deviene una política de comunicación social con el uso de medios masivos, extendidos por todo el planeta y especialmente por los países latinoamericanos, donde la iglesia posee sistemas bien estructurados. Comunicación, participación social, democratización y medios alternativos “El problema de la relación entre los medios de comunicación social y la idea que se hace el hombre de la sociedad, está estrechamente relacionado con el de la influencia de la comunicación sobre el desarrollo y la disponibilidad de los individuos con miras a su participación en las actividades de desarrollo.” La cita anterior constituye una proposición teórica en el nivel pragmático de la comunicación humana, principalmente en lo que concierne a la imagen que tiene el hombre de “su” sociedad, lo que en términos más amplios significa la visión particular del entorno social. Ese entorno social, tan complejo como dinámico, exige un comportamiento múltiple del individuo, que se manifiesta en las diversas formas de pertenencia social, llamadas roles o papeles sociales por la psicología. Una de las críticas más enérgicas planteada ante la funcionalidad de los medios masivos de comunicación se concentra en la verticalidad y unidireccionalidad de los mensajes. Como señalo hace poco más de una década Mangus Lans Enzensberger, detrás de esta critica puede haber, si no se tiene cuidado, una sobreestimación de la importancia real de los medios masivos, principalmente en los países no desarrollados. Ni sobreestimación ni absolución: los medios masivos deben tratarse con equilibrio y rigor científico, si se quiere arribar a conclusiones que permitan aclarar el panorama confuso de las comunicaciones y señalar derroteros hacia metas de progreso y liberación para América Latina. ¿Cuales son los efectos de los medios masivos en el receptor? Esta es una pregunta que aun no se contesta. Todo lo que hasta ahora existe es un importante conjunto de aportaciones empíricas fragmentarias, realizadas desde diferentes puntos de vista disciplinarios, principalmente desde la psicología de la percepción. No obstante, no estamos en condiciones de afirmar: “estos son los efectos de la comunicación en los receptores”. El problema se agrava si se considera que el latinoamericano actual es un receptor múltiple, a diferencia por ejemplo, del de comienzos de siglo, que solo disponía de los periódicos para informarse. (habrá que exceptuar, por supuesto, a los grupos rurales que en Bolivia, Perú, Guatemala, México y otros países que cuentan con una importante densidad de campesinos, tienen acceso sobre todo a la radio, muy poco a la tv y nada o casi nada a los medios impresos.) A pesar de la imposibilidad de determinar los efectos de la comunicación, es legítimo considerar hechos objetivos integrados en procesos de comportamiento social. Que la comunicación no lo es todo en la vida, es una verdad irrefutable; pero, que ella es la base de las relaciones humanas y de las interrelaciones sociales, es otra realidad innegable tocamos, entonces, el problema de la participación social, y para encararlo es necesario tener en cuenta algunos niveles de participación relacionados con las formas de comunicación existentes. Una hipótesis aún no desmentida es aquella que dice: “el comportamiento humano está basado en la información disponible”, la cual coincide con la declaración de que las tomas de decisiones se fundan en la información; ausente ésta, no hay decisión posible. Si admitimos este hecho, conceptualizamos la participación como el resultado de un proceso de recepción, percepción y procesamiento de datos para la acción humana en uno o varios sentidos. Actores y espectadores en América Latina Dentro del amplio contexto comunicacional, América Latina es un campo de experiencias donde una pequeña parte de su población actúa protagonicamente en la toma de decisiones y una gran mayoría hace de espectadora, respecto de dichas decisiones. Las complejas relaciones intergrupales señalan, en alguna medida, una participación correspondiente a la calidad de la información disponible por parte de tales grupos. Son los casos en que, por ejemplo, los grupos empresariales privados, algunos partidos políticos u otras instituciones cumplen una función critica reguladora del sistema que apoyan, cuando se presentan desviaciones en materia de inversiones, canalización de créditos, debate sobre alguna ley impositiva, etc. El margen de acción de estos grupos está definido por las pautas fijas de los regímenes de gobierno sostenedores del statu quo y de la dependencia. Esta participación representa un grado de flexibilidad dentro de las reglas de juego impuestas, principalmente en los sistemas militaristas y dictaduras civiles basadas en el respaldo de la fuerza militar. La participación de las mayorías nacionales no se da en el nivel de las decisiones (privilegio de clases dominantes) sino en el terreno de las consecuencias. En este caso, sería más correcto afirmar que esas mayorías no participan (si nos sujetamos al sentido estricto de la palabra) sino que ejecutan, cumplen, obedecen y sufren las consecuencias de políticas ejecutadas en su nombre. No obstante, esta dicotomía aparente actor/espectador no constituye sino eso: una aparente dicotomía. De hecho, según los grados y las formas de la pertenencia grupal, y los tipos de información inherentes, se es actor y espectador, al mismo tiempo, tanto como se es o puede ser emisor-receptor. El problema principal no radica en saber si se es actor y espectador o solo una de estas cosas, sino en reconocer cuándo se es actor y cuándo espectador y en qué tipo de relaciones y con qué posibilidades de acceso a las tomas de decisión o, por lo menos, con qué probabilidades de influencia sobre ellas. Las posibilidades de ser actor y no simple espectador están determinadas por el acceso a la información. De ahí que planteemos que no puede haber acción participativa sin previo acceso a la información. Sin embargo, en la medida en que la información clave sea monopolizada, encerrada en sistemas de dominio sectario, la participación será anulada y ésa es, entre otras cosas, una de las causas del adormecimiento general y de la disociación que cumplen los grandes medios masivos, que coadyuvan a lo que parece ser un plan general para aislar al hombre, reducirlo cada vez más a un estado de sociedad y bombardearle con información que le tenga ocupado (distraído) pero que poco o nada tenga que ver con sus necesidades reales y mucho menos con los principios de solidaridad y sociabilidad. La ya conocida teoría de la cosificación se manifiesta en ese aislamiento del hombre respecto de otros hombres. En las sociedades altamente industrializadas, esta situación es más dramática, como lo demuestran innumerables estudios. En América Latina, el proyecto de robotización enfrenta obstáculos que difícilmente podrá vencer y que resultan de la cultura misma de los pueblos que integran la región. En América Latina se da el caso excepcional de la vivencia simultánea de grupos sociales en varias épocas; por ejemplo, en grandes porciones del altiplano Boliviano, el campesino utiliza el radio de transistores (época de la electrónica), pero alumbra su choza con un mechero de petróleo (época anterior al descubrimiento de la electricidad) y labra su tierra con aperos similares a los empleados en el antiguo Egipto. Esta simultaneidad de contacto con productos de épocas y culturas diferentes define acciones que merecen estudio e investigación. Hacia una participación efectiva Se la dicho antes que la contraposición actor-espectador es un problema ideológico. La participación efectiva constituye una meta de una política democratizadora global, realizada a partir de la democratización informativa. Esto implica obviamente, una política educativa en todas sus fases. Los medios masivos, según proposiciones teóricas entre las que destaca el juicio autorizado del profesor Español José Luís Aranguren, han logrado, por lo menos en los países industrializados, un alto grado de sustitución de los canales naturales de comunicación, con lo que se aísla aún más a los individuos, hasta el extremo de evitar cualquier relación entre los seres humanos no funcional o inútil para el sistema. De ese modo, los canales de la asamblea, la reunión de grupos, la interacción micro grupal, la asociación, etc., van perdiendo vigencia y en su lugar reinan la radio, la televisión, el casete, el disco, el videocasete, el video-disco y otros instrumentos de uso cada vez más personalizado. En este sentido hay una mayor similitud y aproximación significativa entre “mi” cepillo de dientes, “mi” televisor de bolsillo y “mi’ tarjeta de crédito bancario. Esta atomización, aislamiento o individualización del hombre se percibe en la incomunicación familiar. Cuántos hogares urbanos están integrados por miembros que no se comunican entre si sino una vez por semana, Cada individuo es llevado, entonces, hacia una mayor dependencia de los medios masivos. Luego, la materia prima para la acción y participación conducida procede de dichos medios, con lo que se controla el proceso de formación de las opiniones públicas y los segundos flujos de información. En América Latina, así como cada uno de nosotros absorbe un producto manufacturado de una materia prima nacional, consume también, y cada vez más, una interpretación reelaborada —nueva manufactura— de hechos y acontecimientos noticiosos y culturales originalmente nuestros. La autonomía no es alcanzable sin un proceso real de democratización, entendido como el conjunto de acciones destinadas al libre acceso ala información y a una efectiva participación en la toma de decisiones. ¿Como alcanzar ese acceso y esa participación? Una respuesta inicial sería: al reconocer que el problema de la comunicación es esencialmente educativo y que la educación es sobre todo un problema comunicacional. Dentro de este criterio, el analfabetismo es el primer gran escollo de la democratización informativa; pero, un plan de alfabetización integral y de contenido liberador puede ser el comienzo para articular y sentar las bases de una democratización real. Otra respuesta: el problema educativo el comunicacional tienen sus raíces estructurales en el campo de la economía y en la correlación de fuerzas productivas. La dependencia económica de América Latina determina el tipo de dependencia cultural y viceversa. Es, pues, un sistema complejo dentro del cual los componentes relevantes son economía, educación y comunicación. La red de complejidades nos advierte que una política aislada de educación, que no contemple las transformaciones económicas simultáneas, no sirve para nada y está condenada al fracaso. Una política económica aislada, por su parte, no tendrá mejor fin, si descuida el cambio paralelo en la educación y en los sistemas de la comunicación. Apoya este punto de vista la conclusión de la XVIII reunión de la comisión económica para América Latina (CEPAL) celebrada en La Paz, Bolivia, en abril de 1979, en el sentido de que el nuevo orden económico internacional (noel) exige prioritariamente un nuevo orden informativo internacional (noil). Una tercera respuesta: la participación, con vista a la democracia, tendrá que ser integral y de ningún modo sectaria. Esto representa acceso pleno de todos los sectores políticos, sociales, religiosos, deportivos, de grupos formales, informales, cuasi grupos, grupos reales e imaginarios, etc., en la información disponible por los canales artificiales y naturales; acceso a las decisiones sobre políticas informativas nacionales, aspecto jurídico que merece ser replanteado a la luz de los propósitos de liberación de América Latina. ¿Cómo movilizar la participación? Se trata de una pregunta de orden operativo. Cabe hacer aquí una discusión: toda acción está estrechamente relacionada con procesos mentales, excepto las acciones reflejas del organismo y las funciones biológicas que no pasan por la conciencia, tales como los comportamientos hepáticos o aquellos de los jugos gástricos. (Aunque, en el terreno de las reacciones psíquicas hay también una correlación orgánico-mental.) En el dominio de la acción humana social, la correlación teoría praxis es evidente e inevitable. El nivel de las operaciones formales o abstractas requiere de una proyección en el campo de las operaciones concretas; dicho de modo más sencillo, se trata de articular los principios teóricos en la realización de acciones materiales visibles. Movilizar para la participación democrática demanda, dadas las complejidades de la sociedad actual, el uso de medios de comunicación. Para encarar dicha cuestión partimos de esta secuencia de ideas: la comunicación alternativa apunta hacia la participación real de la sociedad y la búsqueda de la democratización es la respuesta de América Latina a la comunicación trasnacional y subsistemas internos ligados a ella que representan intereses ajenos al continente. De aquí podrán deducirse estrategias que conduzcan a los propósitos descritos en el enunciado anterior y que confluyan en el vértice adecuado para la ruptura de la dependencia de América Latina. Medios alternativos Parece legítimo hablar de medios alternativos en un clima en que predomina la información unidireccional y se asienta el monopolio de las trasnacionales con sus ramificaciones en la gran prensa continental. ¿Por qué “medios alternativos”? Porque se trata de ofrecer una nueva visión de lo que es noticia; un nuevo concepto manejable de fuentes de información y, lo que es más importante, se trata de entender que el acontecimiento de interés social no es un simple suceso en si mismo, sino que es un proceso que tiene como componentes esenciales un antecedente, una manifestación actual y unos efectos o consecuencias sobre los receptores. Porque, con base en la reformulación de modelos de comunicación coherentes con la realidad Latinoamericana, se facilitará la transformación de la información unilateral y unidireccional en comunicación, comunión y participación bi y multidireccional. De aquí, el atributo de mercancía que el juego comercial le ha atribuido a la noticia cederá su lugar al atributo de bien social o producto cultural no monopolizable. Alternativa no significa —no puede significar sin desnaturalizar su esencia— la eliminación de los otros medios, porque si eso sucediera dejarla de haber alternativa para retornar a la unidireccional criticada. Entonces, medio alternativo es un instrumento de comunicación para la democracia informativa y la participación social frente a los otros instrumentos comunicaciónales que tratan de mantener el statu quo. Entre los medios existentes pueden reconocerse dos categorías: a) los que se manejan con el criterio ideológico de la dominación y actúan en correspondencia con los intereses comerciales de la sociedad de consumo, y b) los que apuntan hacia una información más equilibrada bajo la premisa del bien social. El desequilibrio entre ambos es notable. La prensa tradicional domina gran parte de los instrumentos de comunicación y se preocupa en ampliar su dominio sobre los grupos sociales. Entre los medios alternativos pueden inscribirse legítimamente los siguientes: 1. Canales naturales de comunicación: púlpito, asamblea, sindicato, asociación, club, cooperativa, etcétera. 2. Formas micro grupales de comunicación: aula, seminario, el circulo de estudios, etcétera. 3. Vehículos para la transformación de grupos imaginarios en grupos reales: amas de casa, estudiantes, lectores de mensajes impresos, radioescuchas, televidentes, etc. Asimismo, canales para la capacitación de estos grupos en torno a la comunicación, los medios tradicionales y los alternativos, para desarrollar en ellos (los receptores) una conciencia crítica y actitud selectiva de los mensajes que se les ofrecen. 4. Canales artificiales de comunicación: medios impresos, audiovisuales, auditivos, y otros existentes y por crearse. 5. Canales culturales: teatro, títeres, marionetas, recitales de música, poesía; revistas especializadas de arte y cultura, etcétera. 6. Canales populares de expresión: murales, hojas mimeografiadas, pintura, artesanía y manufacturas rudimentarias. 7. Posibilidades de comunicación multimedia, habida cuenta de la importancia del uso simultáneo de varios medios para una mayor receptividad del mensaje. La opinión pública y otras disciplinas Aportes de varias disciplinas El conocimiento de la opinión pública demanda dos niveles de operaciones: formal y concreto. Dicho de otro modo: una información teórica y una investigación práctica. La primera, con el concurso de otras disciplinas; la segunda, con metodologías de medición de actitudes y opiniones, entre las que la encuesta goza de mayor aceptación. El estudio de la opinión pública conlleva el imperativo de información en otras parcelas del saber humano, de las que puede extraerse el conjunto de referencias necesarias para la comprensión del fenómeno y sus interrelaciones La historia nos permite sondear el fenómeno en las épocas por las que tuvo que atravesar la humanidad; con ella podemos identificar las raíces de las manifestaciones públicas en lo que toca a problemas de la relación hombreestado y de las relaciones humanas. Las evoluciones del concepto de ámbito público y participación de los grupos humanos en las decisiones de los poderes públicos, la conquista de la libertad de expresión, los descubrimientos científicos, el desarrollo de la tecnología, en fin, el desarrollo del hombre, corresponden a la historia y en ella nos vemos forzados a escudriñar los procesos formativos de las opiniones. En la filosofía hallaremos respuestas a los eternos “porqués” del fenómeno. Esta ciencia de ciencias, con la profundidad de sus interrogantes y direcciones hacia la esencia misma de las cosas es indispensable para el reconocimiento del objeto. Al fin y al cabo han sido los filósofos y los historiadores quienes han creado la escuela clásica y a ellos debemos gran parte de las proposiciones distintivas acerca de la opinión pública. Historiadores y filósofos, preocupados como estaban por encontrar una definición de este fenómeno nos han legado una herencia teórica inestimable. La psicología, en cuanto estudio científico de las reacciones del individuo ante los estímulos que recibe, ayuda a comprender el proceso estimulorespuesta ante situaciones dadas. La psicología social, ciencia destinada al estudio de las reacciones del individuo influido por otros individuos absorbe, hasta ahora, el campo de la opinión pública, desde el momento que el fenómeno tratado es psicosocial y eso significa que se produce en la esfera de las relaciones humanas y, fuera de ellas, no es siquiera concebible. La psicología social, pues, se ocupa de la conducta social del individuo, de las interrelaciones grupales, de las presiones e influencias del grupo o los grupos sobre el individuo, del problema de los lideres, del comportamiento social en los niveles de la sexualidad, la política, las diferencias lingüísticas; ha construido teorías acerca de las actitudes y opiniones; en fin, es hasta ahora la esfera mayor donde cabe el fenómeno de la opinión pública. Puede decirse que es el continente y la opinión pública uno de los contenidos. Hay esfuerzos, aunque aislados, por emancipar a la opinión pública; pero, hasta ahora, con pocas probabilidades de éxito. La sociología, hija de la filosofía política, la filosofía de la historia, las teorías de la evolución y de las agitaciones sociales y políticas del siglo XIX, se ocupa de los fenómenos sociales, la población, la familia, el parentesco de las instituciones sociales en general, de los tipos de grupos sociales, las interrelaciones de éstos. Y la creado una serie de métodos para sus estudios, de los que son aprovechables los resultados obtenidos en el último siglo. También, como es natural, se la dedicado a observar el fenómeno opinión pública, como lo la hecho con el divorcio o la delincuencia juvenil, por ejemplo. Los pilares que sustentan el estudio de la opinión pública son, pues, la sociología, la psicología (psicología social), la historia y la ciencia de la comunicación. Esta última, en cuanto pretende unificar las escuelas sociológicas alrededor del fenómeno de la comunicación humana en todas sus formas; siendo la más joven de todas, pues no tiene más de cinco decenios de existencia, otorga al estudio de la opinión pública el resorte de la comunicación y del conocimiento de los procesos comunicativos del hombre y hace posible inferir y descubrir los resultados previsibles del proceso mismo. Mediante la ciencia de la comunicación podremos comprender las actitudes y opiniones humanas, los grados de influencia del medio, los efectos de la comunicación sobre el público y comprender muchísimos de los enigmas que hasta hoy atormentan a los investigadores en el nivel de comportamientos comunicativos, flujo y manipulación de información, etcétera. Significados del término “opinión pública” El término opinión pública encierra diversos significados. Desde luego, conviene fijarse que está compuesta de dos voces: el sustantivo opinión y el adjetivo pública. Etimológicamente, opinión proviene del latín opinio, —onis, que significa concepto. Según la Real Academia de la Lengua Española, la primera acepción de opinión es: “concepto o parecer que se forma de una cosa cuestiónable; fama o concepto en que se tiene a una persona o cosa”. Pública procede también del latín publicus, que significa “notoria, patente, manifiesta, vista o sabida por todos”. La Real Academia admite la siguiente significación de opinión pública: “sentir o estimación en que coincide la generalidad de las personas acerca de asuntos determinados”. La definición es harto ambigua e imprecisa. Anota “sentir”, que nos lleva a considerar un acto psíquico colectivo, lo cual limita los alcances del fenómeno, a la vez que constriñe sus fuentes de origen. Luego, agrega: “o estimación”, que sugiere la idea de valoración colectiva, pero esta palabra provoca graves confusiones si tenemos en cuenta que con ella pueden significarse varias cosas. Con “en que coincide la generalidad de las personas” se da un rasgo más o menos constitutivo del fenómeno, como es el “consenso”; pero otra vez propicia la confusión al hablarnos de “la generalidad” que, si se refiere a la mayoría de los integrantes de un grupo social, desconoce la opinión de minorías respetables y también constitutivas de opinión pública. Otro significado es el de número de electores, en un sistema democrático; es decir, el conjunto de votantes cuyo parecer es necesario para el éxito o el fracaso de un candidato. El invento de Gutenberg Entre los grandes inventos de todas las épocas, figura la imprenta o, mejor dicho, los caracteres movibles, cuya paternidad se confiere al orfebre de Maguncia, Jolann Gensfleiscl Gutenberg. En verdad, el maestro alemán no invento la imprenta, sino el tipo metálico movible, pues la impresión xilográfica data aproximadamente de dos mil años antes de Cristo, en China. El arte de imprimir tiene sus orígenes en oriente. Litton la recogido algunas valiosas referencias sobre la edición de libros y otros materiales impresos mediante el sistema de xilografía, entre ellos el Diamond Sutra (del año 868), la Biblia PauPerúm, e impresiones de monedas y naipes en Arabia, y otros. Con su “tipo movible”, Gutenberg revoluciona la imprenta. Muchos historiadores señalan ese acontecimiento como punto de partida de todas las transformaciones sociales, políticas y de otra índole, sobre todo en Europa. En cuanto a las comunicaciones a través de imágenes impresas, el invento del maestro orfebre es, sin duda, el paso más largo dado por el hombre. Es de Gutenberg de donde parte la masificación de la lectura y de donde deriva la necesidad de alfabetización. La lectura se convierte de patrimonio de elites, en producto cada vez más accesible a las mayorías. Piénsese, por ejemplo en el adelanto que significo poder editar la Biblia solo en algunas semanas, cuando el mismo trabajo, manuscrito, tardaba 30 o más años. “la invención de la imprenta —dice Weili— suministra el instrumento necesario para lo que llega a ser mas tarde el periódico, pero éste no aparece en seguida.” La opinión Pública a Través de la Historia La historia de la opinión pública está por hacerse. El material de que disponemos hasta ahora solo sirve de guía en el complejo de manifestaciones de opinión habidas en las diversas épocas de la historia. Ubicamos referencias útiles en la historia del periodismo, particularmente, ver las investigaciones de la ciencia de la comunicación. Por lo demás, un análisis histórico con criterio psicosocial conduciría a la averiguación del fenómeno y sus transformaciones pero no se la estructurado aún esa investigación en lo que a la opinión pública se refiere; Así, se hace obligatorio echar mano de la historia general, de la historia política y de otras investigaciones. Allí donde hay comunicación entre dos personas, hay terreno abonado para la formación de una opinión y la correspondiente posibilidad de debate y comparación, porque todo proceso comunicativo trae consigo el contenido de un mensaje que genera respuesta y esa respuesta encierra, a su vez, una opinión, la cual provoca otra reacción que guarda, asimismo, opinión y así, sucesivamente, en una cadena de estímulos y efectos comunicativos. De donde podemos deducir que la primera etapa de la opinión es la comunicación total, personal, directa y reciproca; el poder formador de ésta radica en la retórica (arte Del discurso). Luego, no hay opinión sin comunicación; Así lo advirtieron Aristóteles y Platón; este último, cuando apunta el papel persuasivo del discurso, dice: “maestros hay que me enseñen el arte de seducir al pueblo y a los jueces, con artificiosos discursos.” Y en labios de Gorgias, el mismo filosofo pone esta definición de retórica: “es, en mi opinión, el poder persuadir mediante discursos a los jueces, en los tribunales; a los senadores en el senado y al pueblo, en las asambleas; en una palabra, convencer a todos lo que componen cualquier clase de reunión política. Ahora, un talento de esta especie pondrá a tus plantas al medico y al maestro de gimnasia; y se vera que el propietario se ha enriquecido no debiéndolo a si mismo, sino a un tercero, a ti, que posees el arte de hablar y ganar las voluntades de la multitud”. La aparición de la escritura, tres mil años antes de Cristo, aproximadamente, ensancha los horizontes de la humanidad y expande los marcos de referencia, a la vez que enriquece las posibilidades —precarias hasta entonces— de conservación de hechos y testimonio de ellos. Se crea, con la escritura, el registro histórico perdurable que antes que— daba sujeto a las contingencias de la memoria y a los peligros de la transmisión oral solamente. En efecto, la imprenta de Gutenberg no se utilizo de inmediato para la difusión de noticias, pese al gran desarrollo comercial de los centros vitales de Europa: Augsburgo y Venecia. Habían de pasar casi dos siglos antes de que el invento del artesano alemán sirviera para la publicación de hojas informativas periódicas. Lutero, formador de opinión En 1517, Martín Lutero y, a su turno, Calvino y Zwinglio, fueron grandes formadores y conductores de opinión en el siglo XVI. Lutero, monje agustino inconforme con la política desarrollada por el Vaticano, opositor acérrimo de la política de explotación agraria, a la vez que denunciante de la venta de indulgencias, produjo un alegato político y de critica religiosa conocido como “las 95 tesis”. El documento circuló en hojas impresas y manuscritas que se pegaban en las puertas de las casas y en los portones de las iglesias. Lutero usaba las cartas y el pulpito para propagar sus ideas. La poderosa influencia de Lutero sobre el pueblo alemán se debió, en gran medida, a su elocuencia, a la predicación cautivadora, con el uso de un lenguaje sencillo, popular, el mismo lenguaje que empleo pacientemente para traducir el evangelio al alemán. “se inspira en el idioma popular, con imágenes, comparaciones, locuciones, aforismos corrientes entre obreros y campesinos, locuciones proverbiales, aforismos, dichos populares que apreciaba, buscaba, coleccionaba”. Innovador del lenguaje, Lutero consiguió atraer multitudes y popularizar su doctrina basada en su célebre “sola gratia, sola fides”, inspirada en San Pablo: “un sabio adversario de Lutero, el canónigo Juan Cochlaus —su verdadero nombre era Jolan Dobeneck—, se ve obligado a reconocer el éxito: ‘el nuevo testamento (traducido por Lutero) se la multiplicado, los zapateros, las mujeres y todas las categorías de los laicos lo leen, lo llevan consigo, de el se aprenden trozos de memoria”. Este incansable reformista contó pronto con millares de seguidores especialmente en Alemania; su influencia sobre la opinión pública fue tal que la iglesia confronto serios problemas y tuvo que acudir a la adopción de medidas drásticas para contrarrestar o por lo menos paliar los efectos de la prédica protestante. Pío V y su sucesor, Gregorio XXIII, comprendieron el peligroso vuelco que había dado la feligresía alemana y de otras naciones europeas y se dieron a la tarea de enfrentar los hechos con las mismas armas que los reformadores. De Glanwill a Rousseau El fenómeno opinión pública, con algunas de las características que hoy reconocemos, fue observado por primera vez por Jean Jacques Rousseau y él mismo fue quien denominó al hecho: “opinión pública”, en 1750; sin embargo, en sus manifestaciones primarias, el fenómeno fue motivo de análisis en Grecia y Roma, en los conventos medievales. Podríamos citar también a Oliverio Cromwell, a Nicoiás Maquiavelo, Altusio y Groelo como a otros tantos expositores de la opinión pública. Pero Rousseau tiene el mérito de haber anotado las concomitancias psicosociales y políticas del fenómeno. Glanwill, en 1661, formulo el concepto “clima de opinión”, constituyendo así las bases sobre las que ulteriormente se asentarla la tendencia historicista para el estudio de la opinión publica, conocida como “escuela clásica”. El acierto de Glanwill consiste en plantear el estudio de todos los factores y elementos del proceso cultural de un grupo social, con dedicación especial a las fuentes de documentación, sistemas normativos, costumbres, tradiciones, etcétera, para comprender las causas de determinada corriente de opinión, que para Glanwill es “clima de opinión”, digamos, el producto de un proceso concatenado de acontecimientos anteriores, es decir, en que las experiencias pasadas tienen insoslayable importancia. Veintiocho años antes de que Glanwill acuñara el concepto “clima de opinión”, se produjo un acontecimiento histórico que añadió un elemento más al proceso comunicativo y es lo que algunos autores designan como “manipulación” de opinión pública; hecho citado también como uno de los primeros intentos estructurados y organizados de propaganda, de relaciones públicas y de control social. Se trata de la congregatio de propaganda fide, institución fundada por el papa Urbano VIII, con objeto de difundir la doctrina de Cristo y propagar la fe. “su propósito era —dice Young— educar sacerdotes para las misiones y actuar como un movimiento misional destinado tanto a convertir a las personas al catolicismo, como a combatir las incursiones del protestantismo. La palabra propaganda se empleo con un contenido político e incluso militar, durante las guerras napoleónicas. “Napoleón —prosigue Young— impuso un drástico programa de censura y empleo la propaganda para llenar las lagunas que ésta dejaba en la información. La revolución burguesa de 1789 La revolución francesa tiene un doble significado: marca, por una parte, el fin de una época absolutista prelada de autoritarismo: l’etat c’est moi (el estado soy yo), frase atribuida a Luís XIV, sintetiza el poder omnímodo, de pretendido origen divino, que tenían en sus manos los monarcas europeos y, por otra parte, esa revolución señala el comienzo de la llamada época contemporánea, portadora de nuevas concepciones filosóficas, políticas, sociales y económicas que sirvieron como fuente motriz de los ideales de independencia en América. La revolución de 1789 fue el resultado de una larga gestación de cambio en todos los órdenes de la convivencia social. Se menciona a los enciclopedistas como a los padres de las ideas revolucionarias, entre ellos a Rousseau, Voltaire, Montesquieu, D’alambert, Diderot. Ellos socavaron los elementos de la monarquía, poniendo en tela de juicio el origen divino del poder reclamado por los monarcas; sacudieron las estructuras ya endebles de la sociedad clasísta, derrumbando los pilares más sólidos de ese estado de cosas; el alto clero y la nobleza. En su composición social, la Francia del siglo XVIII estaba dividida en tres capas denominadas Estados: el alto clero, la nobleza y la plebe (estado llano). El primero concentraba a los representantes de la alta jerarquía eclesiástica cuyos miembros administraban grandes propiedades rurales. Al mismo tiempo, percibían emolumentos del poder civil. La nobleza era propietaria de gran parte de la tierra; su fuerza económica procedía de los arriendos elevados y los derechos feudales como el diezmo, la primicia y la institución de la servidumbre. Hemos dicho “alto clero” para distinguirlo del bajo clero, constituido éste por sacerdotes de origen plebeyo, sin acceso a los niveles jerárquicos superiores de la administración de la iglesia y condenados a una vida parroquial llena de privaciones. El Estado llano congregaba a la burguesía (comerciantes, banqueros, escritores, filósofos, periodistas), descontenta con las circunstancias; una clase obrera tan incipiente como la industria de los tiempos y un campesinado mayoritario sobre cuyas espaldas descansaba todo el poder feudal, pues el campesino tributaba, pagaba rentas por la tierra e innumerables gabelas a las clases altas. En esta sumarisima referencia histórica podríamos señalar cuatro antecedentes principales del movimiento revolucionario francés de 1789: ideológico, social, económico y político. De los dos primeros determinantes dijimos algo líneas arriba. La causa económica finca en el aumento cada vez más leonino de los impuestos, las restricciones a la libertad de trabajo impuestas por las corporaciones, los sistemas aduaneros que limitaban el comercio exterior, la intermediación en la venta de productos agrícolas, y otros fenómenos más. El antecedente político radica en el acceso al poder de notables burgueses, en desmedro de los privilegios casi sagrados de la nobleza, sobre todo en puestos de la administración pública. Asimismo, jugo un importante papel la aspiración burguesa de acaparar y cubrir gradualmente la totalidad del poder, bajo el principio ya en boga de la soberanía popular que carcomía el pedestal del derecho divino del rey, revirtiendo ese derecho única y exclusivamente al pueblo. En la Francia prerrevoluciónaria “se ha calculado que aproximadamente el 57 % de los hombres y el 27 % de las mujeres sabían leer y escribir”. El periodismo reconoce a de Renaudot como uno de sus pioneros. Este medico, impugnador de las sangrías medievales, fundador de los montes de piedad y de la oficina de direcciones del trabajo, supo aprovechar su doble condición de protegido del cardenal Richelieu y medico del monarca Luís XIII para fundar la gazette, un semanario que vio la luz pública al abrigo del poder real, en mayo de 1631; contenía información Del exterior de Francia y, poco a poco, incluyo noticias locales. Este órgano, contemporáneo del mercure français sirvió, especialmente, para consolidar la posición de Richelieu en el poder. La difusión de las ideas a través de libros, cartas, panfletos, libelos, semanarios, discusiones grupales, controversias y discursos en los cafés y salones, fermentaban opinión a la medida y con las características del momento y no cabe otro análisis de esa opinión que no sea dentro del contexto histórico, como producto de un conjunto de factores psicosociales y políticos. La dura represión desatada por Luís XV contra los enciclopedistas, la prohibición de sus escritos y la censura de las información es, no bastaron para frenar el caudaloso torrente de comunicación ya establecido y menos evitar la difusión de las ideas revolucionarias, pues éstas circulaban clandestinamente aun en los lujosos salones cortesanos y algo libremente en las capas medías de la burguesía. “los filósofos revolucionarios llegan a ser, en general, los mimados de la aristocracia, las prohibiciones estaban en pie... Aunque ocurría, al mismo tiempo, que algunos que osaban polemizar con ellos, eran reprimidos: Fréron, por ejemplo, jamás pudo obtener un privilegio para L`année littéraire y, a cada momento, su periódico era suspendido, porque había osado criticar a D’alambert, Voltaire y aun al mismo Marmontel”, cuenta Alvear, citando a su vez a Gaxotte. Importantes centros de formación de opinión pública revolucionaria y de divulgación de principios, proclamas y otros mensajes enfervizadores de las masas fueron los famosos “clubes” de Paris cuyo poder creció después de la toma de la Bastilla. Ellos fueron, en orden de importancia, el club de los jacobinos, conducido por Maximiliano Robespierre; el club de los cordelieres, encabezado por Danton, y el club de los feuillants, dirigido por Lafayette. Habrían de constituirse en los embriones de los partidos políticos cuyo desarrollo es uno de los acontecimientos más notables del siglo XIX, al calor del parlamentarismo europeo y norteamericano, Duverger lo ratifica de este modo: “en 1850, ningún país del mundo (con excepción de Estados Unidos) conocía partidos políticos en el sentido moderno de la palabra: había tendencias de opiniones, clubes populares, asociaciones de pensamiento, grupos parlamentarios, pero no partidos propiamente dichos”. Hemos mencionado cuatro antecedentes básicos en el proceso político de la revolución francesa: ideológico, social, económico y político. Ahora bien, cada uno de éstos tiene una inagotable connotación en el desarrollo de la opinión pública francesa prerrevolucionaria. Lo ideológico se difunde a través de las forras ya mencionadas; lo social sirve de base a las criticas y planteamientos, demandas realizadas también públicamente. Lo económico genera la motivación inmediata, pero esa motivación no es susceptible de cohesión, sin que previamente se extienda y asimilen conceptos colectivos acerca de las causas y efectos de la depauperación general. En lo político, juegan los intereses de la burguesía y el descontento de algunos disidentes de la nobleza; el estado de descontento, la imagen de injusticia social en las clases bajas y otros factores. Todo esto, proyectado y convertido en letras de molde, reafirma las expectativas De los miles de ciudadanos y sirve a las publicaciones como instrumento, como espejo de autoafirmación de la legitimidad de la causa perseguida. El hecho de que durante el reinado de Luís XVI hubo una importante corriente de opinión —decisiva en el momento de las acciones armadas— lo demuestran los casi desesperados intentos del ministro de hacienda, Nécker, por dar a conocer públicamente los planes económicos del estado. El sabia que el consenso popular reclamaba tener conocimiento de las finanzas del país, y estaba seguro de que la desesperante situación económica heredada de la pésima administración de Luís XV no podía remediarse sino con una seria reestructuración económica que comprometiera los intereses de la nobleza; como Turgot, pensaba que en el ambiente político se agitaba un consenso unánime que exigía: libertad de comercio en cereales, industria; abolición de las rígidas disposiciones sobre cooperativismo artesanal, de los privilegios de la nobleza sobre el comercio; anulación de la exención de impuestos para la nobleza. Así pensaba también Maleslerbes y es que todos o casi todos los ministros de hacienda de la corona comprendieron que era lo que bullía en las mayorías y cuáles los objetivos que cohesionaban voluntades e iban gestando el levantamiento en armas. “cuando al fin estallo la revolución, Francia vio como su periodismo también reflejaba las inquietudes, los odios de partido, las persecuciones acerbas y la tendencia al derramamiento de sangre. Los periódicos se multiplicaron como nunca, y cada grupo, cada individuo que estaba en capacidad de hacerlo, lanzaba el suyo.” La libertad de expresión había sido conquistada. Mirabeau veía, complacido, como se iba convirtiendo en un hecho palpable su célebre por encendida alocución de 1788 a los futuros elegidos de los tres estados: “que la primera de vuestras leyes consagre para siempre la libertad de la prensa, la libertad más inviolable, la más ilimitada, la libertad sin la cual no serán jamás conseguidas las otras”. De hecho, esa libertad reinaba durante la revolución hasta que la asamblea hubo de convertirla en norma de derecho. Antes de la revolución: medios de comunicación verbales y escritos; entre los primeros, son de notable importancia los salones donde se reunían hombres y mujeres intelectuales cultores del “libre pensamiento”. “durante la segunda mitad del siglo XVIII, los salones gobernaban la opinión en Paris más efectivamente que la corte”. Entre los medios impresos, algunos periódicos, especialmente los funcionarios por Mirabeau y Marat; paralelamente, panfletos, volantes, cartas y documentos que circulaban profusamente dentro de los salones y que nutrían los debates con ternas candentes. Durante y después de la revolución: medios impresos masivos, casi los más poderosos formadores de opinión. Simultáneamente, los debates en la asamblea y las convenciones, como medios orales. La opinión pública surge, pues, como resultado de un proceso largamente gestado, de contenido político, y así la describieron en su turno Hobbes, Rousseau y otros, como un producto de factores psicosociales y políticos, económicos, ideológicos; canalizados, percibidos y difundidos en todas las formas comunicativas conocidas en aquellos tiempos. En lo externo, la revolución francesa tuvo decisiva influencia en la formación de opinión en otros países. Robespierre pretendía la “internacionalización” de la lucha contra las tiranías aristocráticas. Se la dicho que el belicismo francés posrevolucionario obedecía a la necesidad de expandir las ideas liberales de libertad, igualdad y fraternidad consagradas en su territorio. Influencia de la revolución francesa En la independencia de América “! Viva Fernando VII, mueran los chapetones!” Este fue el grito lanzado por los insurrectos de Charcas, encabezados por los hermanos Zudáñez, el 25 de mayo de 1809; consigna que encubría el verdadero propósito del alzamiento: la independencia de América del dominio español. La aparente adhesión al monarca suplantado por José Bonaparte era un buen pretexto. La frase “mueran los chapetones” expresa cabalmente la decisión de expulsar a los peninsulares y organizar gobiernos autónomos conducidos por los criollos, pero esta acción fue controlada rápidamente por las fuerzas realistas. Los primeros brotes de rebeldía contra España sucedieron en 1781 con los levantamientos indígenas de Tupaj Amaru, en el Perú, y Tupa katari en el alto Perú (hoy Bolivia), cruentamente sofocados y sus cabecillas sentenciados a muerte por descuartizamiento. El ansia de libertad prosiguió, empero, alimentada por los ideales de los enciclopedistas franceses cuyas obras estudiadas clandestinamente en la Academia Carolina (precursora de la Universidad de San Francisco Xavier) inspiraron la lucha extendida durante 15 años por todo el continente Americano. “La suma filosófica del siglo XVIII “la enciclopedia francesa”, el “Diccionario filosófico”, en que trabajaron Voltaire, Diderot, D’alembert, y otros, así como las obras de Rousseau y el pensamiento político y jurídico de Montesquieu se leían ávidamente en los círculos de intelectuales, juntamente con los folletines, panfletos y periódicos como el journal des debats, que publicaba la sociedad Amis de la constitución, integrada por los miembros del club de los jacobinos. El mayor entusiasmo de los rebeldes se cifraba en la construcción de un mundo nuevo, mejor organizado y regido por los principios de libertad, igualdad y fraternidad, como habían imaginado los filósofos y donde el derecho de opinar y participar en los asuntos del estado era una de las primerisimas demandas. Los patriotas Americanos habían asimilado la frase de Montesquieu: “el amor a la democracia es el amor a la libertad”, tanto como la afirmación de Rousseau: “renunciar a la propia libertad es renunciar a la condición humana así como a los derechos y deberes de la humanidad. Tal renunciamiento es incompatible con la naturaleza del hombre’. La chispa de 1809 encendió la hoguera desde México hasta Buenos Aires y solo se extinguió con las derrotas de los españoles en las batallas de junio (7 de agosto de 1824) y Ayacucho (9 de diciembre de 1824). Simón Bolívar viaja entre 1799 y 1803 por España, Francia e Italia. Adopta los ideales de la revolución burguesa y los principios de la Convención de 1792, influido por su mentor y amigo Simón Rodríguez, quien se Declaraba discípulo de Rousseau. Entre los libros de Bolívar y José de San Martín tenían un lugar especial las obras de Quensay y Condiliac. La dimensión de un hecho revolucionario se mide, entre otras cosas, por el grado de influencia que pueda tener en otros pueblos. Los ideales de la revolución francesa atrajeron y cautivaron tanto al prusiano Anacharsis Cloots (el “amigo del género humano”) como a Thomas Paine (“el ciudadano Paine”), inspirador de la declaración de la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, y autor de la obra “los derechos del hombre en 1791”. Por sus méritos, Paine fue nombrado ciudadano francés y diputado ante la asamblea. La influencia de la revolución francesa tiene dimensión universal: Comienza por inspirar los brotes insurreccionales, alimenta la guerra de los 15 años, trasmite los principios de la declaración de los derechos del hombre y de la asamblea de 1792, para sentar luego las bases políticas y jurídicas de las nuevas repúblicas. Algunas, como México y Venezuela, imitan el modelo norteamericano, pero otras se inspiran en el sistema francés. Bajo esa influencia, las constituciones de las repúblicas recién libertadas optan por el sistema democrático representativo, donde la soberanía reside en el pueblo y la democracia se fundía en la libertad de opinión de los ciudadanos iguales ante la ley. Diseñan un gobierno al estilo Montesquieu, consistente en la separación y coordinación de poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Los países del gobierno unitario se organizan territorialmente al modo francés, por departamento, provincias y cantones. Las jóvenes repúblicas convirtieron en norma constitucional los principios consagrados en la declaración de los derechos del hombre, entre ellos, el de la “plena libertad de comunicación de las ideas y opiniones”, en plena coincidencia con la proclama de Mirabeau, que reclamaba para prensa y los ciudadanos una libertad irrestricta. Cuando se discutían las reformas a la constitución mexicana, en 1856, el periodista Francisco Zarco defendió ardorosamente la más amplia libertad de prensa, apelando en sus argumentos a los principios del liberalismo francés: “no hay delitos de opinión; sin libertad de imprenta son mentiras cualesquiera otras libertades” Por extraño que parezca, la revolución francesa la extendido su influencia al siglo xx, tal vez porque los supremos ideales de libertad, igualdad y fraternidad son metas aun no alcahazadas. En la revolución mexicana, un abogado y político, abuelo de Octavio Paz, instruyo a Emiliano Zapata en los fundamentos liberales de la revolución francesa, para llevar adelante el movimiento agrarista del líder campesino de Morelos. En buena medida, la revolución bolchevique y la revolución China encabezada por Mao Tse Tung son herederas o émulos de la revolución francesa. El siglo XIX Dijimos ya que Napoleón advirtió claramente el poder de la prensa y una de sus miras políticas estaba precisamente dirigida a pulverizar toda oposición para luego apoderarse de los medios; todo esto, con objetivos de propaganda política y militar. Las campañas napoleónicas, en efecto, no habrían contado con la devota admiración popular ni con el decidido apoyo de la soldadesca sin la propaganda impresa y sin el culto personalista a su jefe. Las medidas restrictivas impuestas a la prensa en Francia, a comienzos del siglo que nos ocupa, fueron muchísimo más severas que las disposiciones constitucionales de 1793. Por lo tanto, se introdujo la prohibición de fundar nuevos periódicos y, por decreto (1800) se clausuraron todas las imprentas, menos las que imprimían los órganos oficiales; desaparecieron, con esta medida, medio centenar de importantes publicaciones. Napoleón exigía a los redactores y propietarios de diarios subsistentes la condición de firmar un compromiso de “fidelidad a la constitución”, para permitirles seguir en sus labores; en realidad, el compromiso no era otra cosa que sometimiento al consulado. Se apodero de los periódicos el conquistador Corzo pero tuvo el cuidado de guardar ciertas apariencias de respeto a la propiedad privada de los mismos; no le interesaba tanto el dominio sobre la institución física del medio, como controlar el producto del mismo. Así se apodero del monitor universal El despotismo de Napoleón tuvo en la propaganda y la corrupción de la prensa uno de sus pilares fundamentales. Tal vez allí comienza a devaluarse irremediablemente el significado originario de la palabra “propaganda”. Una opinión pública conducida e inducida, a la vez que una oposición atemorizada y acallada eran indispensables para el emperador. Sin embargo, esa política no podía impedir que se formase una corriente sólida de opinión adversa al régimen, sobre todo en las clases “altas”. Entonces se organizaron, en los comedores de la policía, los famosos desayunos a tenedor, presididos por Savary y donde se reunían habitualmente los publicistas asalariados, corresponsales del emperador y los periodistas que buscaban prebendas... En Suiza y Alemania se implantaron sistemas de control y censura, en las zonas conquistadas por Bonaparte. En Inglaterra, el periodismo se hizo más combativo y el único instrumento verdaderamente opositor a las ambiciones de Napoleón. Pero, paralelamente, el trono inglés temía a la difusión de las ideas reivindicacionistas de una clase obrera naciente y decidió elevar las cargas impositivas a los diarios, de tal manera que las hojas impresas fueron accesibles solo a las capas pudientes. En 1804, un ejemplar del times costaba 14 peniques, aproximadamente cuatro dólares de nuestros días. La reventa de diarios estaba severamente prohibida. En aquellos tiempos, la tirada máxima del times era de 3 000 ejemplares, en una edición de ocho paginas. Si la revolución francesa sienta las bases ideológicas y políticas para la transformación de la humanidad, y al mismo tiempo supone el crecimiento y fortalecimiento de la clase media, como fenómeno que decidirá procesos posteriores, el siglo XIX se caracteriza por los grandes inventos, el desarrollo industrial, la aparición de una clase trabajadora, la urbanización de las ciudades y la consolidación del sistema económico capitalista. El gran salto que da la humanidad en el siglo XIX es producto de un complejo de factores políticos, sociales, económicos, tecnológicos y científicos. El hombre empieza a comunicarse más eficientemente y ahora, en masa. Los medios de comunicación reciben los beneficios del avance técnico y, a su vez, impulsan el despegue de la era industrial. El rubro más costoso de la tarea periodística fue, en todos los tiempos, la acumulación, recepción y transmisión de noticias procedentes de países lejanos o de ultramar. Los diarios que contaban con servicios propios, como el times, gastaban enormes sumas en proporcionarse dicho material, lo cual encarecía el producto para el público. Julius Reuter fundo en Inglaterra, en 1849, la primera agencia noticiosa con características de proveedora permanente de noticias de larga distancia y fue la primera que uso palomas mensajeras, correo a caballo y otros medios para prestar servicios rápidos a sus clientes. El nacimiento de Reuter como agencia internacional es también producto del crecimiento de la prensa y de las necesidades informativas de los diarios. En Estados Unidos de Norteamérica, Bennet aprovecha las bases psicosociales de la guerra civil para introducir el periodismo de opinión, siguiendo el conocido criterio de Bowles: “el periódico es y debe ser el gran sacerdote de la historia, el animador de la sociedad, el gran informador del mundo, el censor de la tierra, el vehiculo de la opinión pública, la sangre vital circulando a través del espíritu humano; es el gran enemigo de los tiranos, el brazo derecho de la libertad, y está destinado mejor que cualquier otro instrumento a fundir las naciones del mundo en una gran fraternidad que durante largos siglos ha sido el ideal de los cristianos y de los filósofos”. El siglo xx En las comunicaciones humanas se registra el siglo xx como la era del crecimiento extraordinario de los medios. Se perfeccionan y lanzan a los grandes públicos la radio y la televisión; la prensa se beneficia con los adelantos técnicos; proliferan las editoriales, surgen diversidad de publicaciones, cada vez más especializadas, se agigantan los diarios hasta convertirse en verdaderos monstruos de la información, debido a la cantidad de tiradas; aparecen los pluridiarios, se organizan cadenas periodísticas, con criterio comercial, sobre todo en la orbita occidental. En la oriental, la unidereccionalidad de los medios responde a los propósitos de los partidos comunistas, marxistas-Leninistas. Se sistematiza la propaganda política y comercial, brota el interés científico en las comunicaciones y nace la ciencia de la comunicación. El reino de las comunicaciones masivas resulta de los acelerados avances técnicos, por una parte, y la evolución política y su correspondiente establecimiento del sistema democrático en países de estructura económica liberal. En las democracias populares, la forma de gobierno estimula la educación, pero controla y dirige todo aquello que no está de acuerdo con la doctrina de la cual emana el concepto de estado. Los medios técnicos ensanchan el hábitat del hombre y provocan grandes cambios en sus modos de vida. La radio, la televisión y el cine se convirtieron en poco tiempo en los más poderosos influyentes sobre la sociedad organizada: relacionan a los hombres; a éstos, con las instituciones, a las instituciones entre si, de múltiples maneras; llegaron como medios característicamente masivos; nacieron al tomar contacto directo con los grandes públicos. Selramm comenta este hecho de la siguiente manera: “cuando uno trata de analizar los impactos sociales logrados por la comunicación a través de maquinas, se llega a la conclusión de que así como la imprenta jugo un papel muy importante en ciertas grandes revoluciones de la mente y del estado, así el cine, y las trasmisiones radiofónicas y de la televisión llegaron a lograr gran significación en el notorio cambio operado dentro de nuestra forma de vida. Resulta prematuro calcular el papel exacto que han jugado dichos medios en el cambio o la dirección hacia los demás, pero sin duda es muy importante. Podemos decir que mientras la imprenta conquisto al hombre por su habilidad para informar, el cine y las trasmisiones lo conquistaron por su habilidad para divertir. Y, en tanto que la palabra impresa se inicio como el medio de comunicación más intimo y estrecho y se desenvolvió hasta convertirse en una forma masiva, el cine y las trasmisiones nacieron para el propio publico y nunca supieron de otro modo de comunicación; aun más que la palabra impresa, exigieron grandes organizaciones para producirse”. Al abrigo del sistema capitalista se organizan las cadenas de diarios y el monopolio de la información, con las agencias noticiosas, de algunas de las cuales pasan a formar parte importantes diarios, principalmente en Estados Unidos. Progresivamente, desde el primer monopolio de scripps, en 1887, las cadenas de diarios absorben gran cantidad de publicaciones pequeñas que irremediablemente confrontan la alternativa: o entran en el sistema de las cadenas o perecen. Young informa, por ejemplo, que en 1930 las cadenas periodísticas “controlaban el 43 % de los diarios y el 54 % de los periódicos dominicales en Estados Unidos”. Mientras esto sucedía en Norteamérica, en Europa el periodismo se caracterizaba por una tendencia hacia la comercialización del aviso publicitario y de contenidos informativos consonantes con los intereses nacionalistas; por otra parte, Lenin afirmaba (1901) que la función de la prensa no es solamente divulgar ideas o ganar adeptos políticos. El líder bolchevique proclamaba que “el periódico es no solo un propagandista y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo”. WeIIi opina al respecto: “la guerra de 1914 puso de manifiesto la fuerza y la debilidad de la prensa política: su fuerza, pues jamás los hombres en el mundo entero sintieron tanto deseo de leer los periódicos; su debilidad, pues todos los gobiernos redujeron o suprimieron su libertad, imponiéndole una vigilancia minuciosa para impedirles suministrar informes que podrían servir al enemigo. Y, sin embargo, comprendían la necesidad de utilizar el poder de los periódicos para propagar las ideas y los sentimientos que debían contribuir al éxito final. Refrenar la prensa como órgano de noticias, desarrollaría como medio de propaganda, las dos finalidades eran tal vez contradictorias, o al menos difíciles de conciliar.” Los países beligerantes soportaron una crisis que determino la transformación de su prensa; basada ésta en el anuncio comercial, sufrió mermas económicas. Hubo carestía de papel, bloqueos marítimos, escasez de materias primas, especialmente de minerales. Y todo esto, sumado a la férrea censura, demarca una época de periodismo reducido en su contenido informativo y manipulado en beneficio de los objetivos bélicos. La propaganda interna, destinada a fomentar el espíritu de sacrificio y a levantar la moral de las naciones, encontró un poderoso vehiculo en la prensa; pero los mejores esfuerzos propagandísticos se desplegaron en campañas dirigidas a los países neutrales para inclinarlos a tomar una posición definida o, por lo menos, a ganar simpatías. En este sentido, hubo una competencia alocada entre los servicios propagandísticos de Alemania, Francia, Estados Unidos e Inglaterra, principalmente. Erzbcrger dirigía (1914) una central de oficinas de propaganda al servicio de Alemania, tanto para los países neutrales como para los ocupados y también para los enemigos. La guerra fue eficientemente explotada por los diarios norteamericanos para aumentar sus tirajes: el New York Times que había elevado el numero de ejemplares de 9 000 a 250 000 entre 1896 y 1914, durante la guerra (19141918), registro ediciones de 370 000 ejemplares. Inglaterra y Alemania pugnaban por influir sobre la opinión pública norteamericana y, a través de ella, en el gobierno de Washington. Inglaterra tenía como ventaja sus relaciones con los grandes diarios estadounidenses, pero Alemania opuso su excelente organización. Lammerling, a cargo de la asociación norteamericana de diarios editados en lenguas extranjeras consiguió un pronunciamiento de 450 directores de periódicos que se oponían a la fabricación y venta de armamento bélico; pero, a pesar de las exhortaciones pacifistas, la unión se adhirió al pacto y participo en la guerra. El gobierno echo mano de la publicidad para persuadir a los electores y grupos de opinión estadounidenses sobre la urgente participación de Estados Unidos en la contienda que sostenía en suelo europeo. Weill describe la situación: “como la publicidad era la reina de este país, a ella recurrió el gobierno para justificar su causa, arrastrar a los vacilantes y difundir el espíritu de guerra; organizo el committee of public information, conducido por jefes activos, sobre todo Creel y Josephine Roche. También fue preparada una colosal propaganda para los diarios, el cine y la radio; trabajo especialmente por conseguir a la cruz roja y suscriptores para los empréstitos de la unión. El comité impulso a los diversos grupos de inmigrantes a formar, cada uno, una royalty league; se mantenía en relaciones directas con 14 de estos grupos, asegurándoles un servicio regular de despachos y de artículos que eran distribuidos a 645 periódicos escritos en diversas lenguas”. El crecimiento industrial de las naciones europeas a partir de la segunda mitad del siglo XIX reflejaba un afán competitivo que se convirtió, a comienzos Del siglo xx, en una abierta pugna por los mercados de consumo; en esa carrera industrial participaban también Estados Unidos y Japón. Las potencias tenían sus zonas debidamente repartidas, especialmente Gran Bretaña, que dominaba los mercados de Asía, parte de Afrecha y América Latina y, con su gigantesca flota mercante se sentía dueña de los mares. Pero el dominio ingles avizoraba sombras sobre su esplendor comercial; veía crecer a otros países, entre ellos Francia, Bélgica y peligrosamente A Alemania, la única nación que solo había podido obtener una migaja en el reparto de mercados y colonias en ultramar. Londres temía la competencia alemana y desconfiaba de los fines aparentemente pacifistas del progreso tecnológico germano. Alemania, paralelamente, crecía como potencia mitra; construya acorazados, ensanchaba el canal de kid, experimentaba con nuevos modelos de aviones y desarrollaba modernos explosivos. Todo esto despertó susceptibilidades y desato aversión contra Alemania en los medios ingleses. Ferro relata: “en lo sucesivo, la rivalidad anglo alemana se convirtió en un enfrentamiento publico que crearon y alentaron la gran prensa y las actualidades cinematográficas”. Los franceses abrigaban iguales sentimientos respecto a sus vecinos alemanes. La Rusia zarista tampoco veía con buenos ojos la expansión industrial germana. En lo político, la internacional socialista amenazaba con producir un estado de revolución permanente en Europa, pese a que dicha organización había proclamado “guerra a la guerra”, durante el congreso de 1907 celebrado en Stuttgart y exhibía un muy poco fiable espíritu pacifista. El asesinato de Francisco Fernando, heredero al trono del imperio austrohúngaro, atribuido a los activistas serbios es, probablemente, el dato histórico mencionado con más frecuencia como punto de partida de la guerra; pero, en realidad, el espíritu europeo estaba predispuesto para la conflagración desde mucho antes. Existía un clima propicio para dejar caer sobre suelo europeo una terrible tormenta de fuego. En el arte de la guerra se reconocen dos estílos: el indirecto y el directo que, según el general Gambiez, suponen dos fases que apuntan a un mismo objetivo: la destrucción total del enemigo. Con el primer método (indirecto) se busca el debilitamiento interno o la “Asfixia”, como dice Ferro. Con el estío directo se pretende el aniquilamiento, la destrucción total del adversario en el campo de batalla, poniendo en juego todo el poderío de que un ejército es capaz. Uno de los métodos más eficaces en la etapa de debilitamiento del enemigo es la propaganda. Rovigatti la definió la propaganda como “el arte de penetrar, superando prevenciones y prejuicios. . . Recurriendo aun a los sentimientos, a la fantasía y a la emotividad”. Ese arte de penetrar la conciencia fue ejercitado, perfeccionado y metodizado durante la primera guerra mundial, usando todos los medios de comunicación disponibles y sin descuidar ni desperdiciar pasividad alguna. Ferro anota como se utilizo entonces la prensa: “desde el comienzo de las hostilidades, los alemanes gozaron de una ventaja sobre sus adversarios, cuyos territorios ocupaban en gran parte y donde, por tanto, podían publicar periódicos de gran tirada, tales como la gazette des ardenes, los antwerpscle tydingen, la gazet van brusel, glos stolley, de Varsovia, etc.; Así podían dar a conocer a grandes sectores de la opinión, el punto de vista de las potencias centrales y luego, dada la movilidad de los frentes, algunas de estas ideas alcanzaban a las poblaciones de la retaguardia. Los medios oficiales de Paris conocían perfectamente los temas desarrollados en la gazette des ardenes, sabían que contribuyan a alimentar las querellas políticas y a debitar la unión sagrada o la solidaridad entre los aliados. La gazette no dejaba de recordar las simpatías del social-patriota sembat por Alemania, a la que consideraba antes de la guerra como “el país más democrático de Europa”; asimismo, la misma publicación atizaba la antigua desconfianza de los franceses frente al aliado británico, insistiendo en las inmensas pérdidas sufridas por los primeros, mientras los ingleses dejaban que éstos se dejaran matar por ellos, etcétera. “los franceses difundían también periódicos en Alsacia y al otro lado de las líneas alemanas, como el die feldpost, que mostraba la responsabiIidad de Alemania en la guerra vigente, los horrores cometidos por el káiser en Bélgica, los de la guerra submarina, etc. En Venecia, los servicios de Watson difundían, incluso de Austria, informaciones que tenían por objetivo mostrar que el propósito del káiser era, a fin de cuentas, resucitar en su provecho una gran Alemania. “pero, los amos de la intoxicación fueron, sin ningún lugar a dudas, los Americanos; pues gracias a sus avances en el dominio de las ciencias sociales utilizaron técnicas más elaboradas que los franceses y los alemanes.” Los socialistas aliados agitaron a las masas contra la guerra, instando a los proletarios del mundo a unirse para conseguir la paz, y acusaron en todos los tonos al capitalismo, a los pervertidos burgueses, a la iglesia, a las organizaciones patronales, de ser los únicos causantes de esa guerra “nacida de un orden social que los nutre, que ellos defienden y que no sirve más que a sus intereses”, como decía el pronunciamiento de la Convención socialista de Zimmerwald (Suiza), de septiembre de 1915. En Rusia crecía la agitación bolchevique y dos años más tarde daba sus frutos la difundidísima proclama, bandera de lucha: “paz, pan y trabajo”, consigna revolucionaria dirigida por los bolcheviques. Pasada la guerra, se restableció la libertad de prensa en Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia, principalmente. Los nuevos Estados que nacieron sobre la base de poblaciones y territorios del despedazado imperio austrohúngaro, como Checoslovaquia, pronto asimilaron las ideas democráticas e introdujeron en sus constituciones políticas y normas que garantizaban el Vire ejercicio de la prensa y protegían la independencia de información. A partir de 1919 se robustece la industria en varios países; sobre todo en Estados Unidos, donde se elabora una publicidad con criterio científico, fruto de las experiencias de las campañas propagandísticas de la guerra, con la transferencia de métodos de tiempos bélicos a una propaganda de tiempo de paz. Aumentan su poderío los consorcios y monopolios periodísticos y se desarrollan la radio y la televisión, se perfecciona el cine. Aparece el fenómeno Del sindicalismo con influencia política; es decir, que el sindicalismo “reivindicaciónista” evoluciona a un sindicalismo de lucha ideológica, con contenido y conciencia clasistas. La primera guerra mundial demostró una participación más nítida de la opinión pública en la conducción de la política internacional de los países beligerantes y de influencia en las actitudes de los neutrales. Wilson, presidente de Estados Unidos, definió el cometido de esa opinión, señalando: “por eso es que le dicho que ésta es una guerra del pueblo, no es la guerra de un estadista. Los estadistas deben seguir el pensamiento común, claro, o se arruinarán”; sin embargo, esa alta expresión de influencia de la opinión pública declino notablemente en los años de posguerra, por lo menos en Estados Unidos, a consecuencia de varios hechos que van desde el fracaso de la liga de las naciones en sus intentos por contener el estallido de la conflagración, hasta el recelo sobre la legitimidad y licitud de la propaganda. La radiodifusión, si bien conocida ya antes de la guerra, inicio regularmente sus trasmisiones después de aquélla. Durante la contienda, el cine tuvo un destacado papel, por el atractivo que como todo invento despertaba, y más aun siendo capaz de reproducir imágenes vividas. La Warner Brothers de Holywood introdujo en 1926 el sonido, aditamento técnico que desarrollo enormemente la industria del celuloide, convirtiendo al cine en lo que IngIIs llama: “órgano maduro de comunicación con el publico”. El ascenso de Hitler al poder ocurre en momentos en que Europa trata de salir del desastre económico de la crisis que con mayor fiereza afectaba al II reich fundado por Bismarck. Quiebras, desocupación, agitación política, se mezclaban amasando el pan de cada día de los alemanes; se sumaba la fuga de capitales o repatriación de aquellos que habían acudido después de la guerra del 14, amparados en el plan Dawes. El Reich cala en total insolvencia y no podía pagar las reparaciones de guerra; pero la hábil diplomacia de Berlín pudo conseguir en la conferencia de Lausana (1932) la condonación de sus obligaciones. La idea mítica de raza —y Hitler no era precisamente un digno representante de la pretendida “pureza” aria— fue un elemento inoculado a través de rigurosas medidas propagandísticas. En los países balcánicos se instauraban también regimenes totalitarios. España se aprestaba a regirse por un gobierno popular y construir la segunda república, cuando los falangistas, apoyados por Hitler y Mussolini, iniciaron la guerra civil para instalar en la península otro régimen sanguinario. Europa sufre la epidemia de las dictaduras. Japón laborioso como el que más, incuba propósitos expansionistas. Un nuevo sistema de lucha hegemónica va a librarse en el próximo decenio. Alemania crece en poderío. El orgullo germano esta alimentado por la propaganda intensiva sobre la “superioridad” racial. Italia comienza a ensanchar sus fronteras y ocupa el norte de Afrecha y Albania. Alemania se anexa Austria e invade Checoslovaquia, en 1939. La propaganda fue para el nazismo y el fascismo el principal instrumento de penetración, de terror psicológico y distorsión total de los acontecimientos; sirvió, por ejemplo, para hacer aparecer ante los ojos del pueblo alemán y de otros países la anexión de Austria y la invasión a Checoslovaquia como “clamorosos” pedidos de los gobiernos de ambas naciones para “evitar” catástrofes políticas. Al mismo tiempo, la propaganda mostraba a una Alemania maternalmente protectora. El aparato propagandístico nazi consiguió crear una opinión mundial desfavorable y hostil hacia Checoslovaquia, cuando está adopto medidas militares para evitar la agresión hitleriana. La asamblea general de la liga de las naciones condeno a Checoslovaquia como país agresor de la Alemania nazi. La joven república quedo completamente sola. La prensa inglesa decía de los checos: “arrogantes, testarudos, desconsiderados, inhumanos”; los franceses los llamaban “desdeñosos de la opinión mundial, irresponsables, indignos de la confianza que hemos depositado en ellos”, los soviéticos: “rufianes, piratas, instrumentos del imperialismo”. No menos calibrados eran los adjetivos empleados en Alemania: “criminales, violadores, gangsters”. La radiodifusión fue inmediatamente aprovechada por los dictadores para sus fines políticos; en Alemania, aun los niños eran obligados a escuchar durante varias horas los discursos del fúhrer que trasmitía la radio. Pero la radio sirvió también para difundir velozmente las noticias. El ataque a Pearl Harbor realizado por la aviación Japonesa fue conocido en Estados Unidos el mismo 7 de diciembre de 1941, merced a la transmisión radiofónica. Al día siguiente, todo el pueblo norteamericano se informaría, por el mismo medio, sobre la decisión de declaratoria de guerra al eje, dada a conocer por el presidente Roosevelt. La radio servía en el tercer Reich para enfervorizar al pueblo con cánticos, marchas, discursos, slogans, casi todos elaborados por el equipo propagandístico de Goebbels. La prensa de oposición desapareció, así como todo vestigio de disidencia con el régimen. La información y opinión expresadas públicamente tenían el mismo origen, la misma imposición vertical y se dirigían al mismo objetivo: preparar a los alemanes para la blitzkrieg de donde surgiría el imperio de los mil años. Goebbels supo aprovechar todos los mecanismos y formas propagandísticas en el mundo entero, atacando sucesivamente a Inglaterra —la eterna enemiga—, a Francia, a la unión Soviética y a Estados Unidos; pero los servicios ingleses y norteamericanos se encargaron de la contrapropaganda y la desarrollaron también hábilmente. El secreto de los propagandistas mas célebres —eficaces por intuición mas que por dominio de la ciencia de la comunicación— radicaba en que sabían interpretar el sentir colectivo, conocían las premisas demandas de sus grupos sociales y sacar provecho de las necesidades sociales; fascinaban con discursos y actitudes demagógicas a gente desesperada. Eso fue lo que hicieron Hitler y Mussolini. El fúhrer afirmaba que el primer encuentro del propagandista con su público solo es posible cuando aquel se presenta como un buen interprete de las más sentidas exigencias de éste. Durante el fascismo, el slogan mil veces repetido por la radio: “Mussolini siempre tiene la razón”, produjo efectos impactantes aun en el espíritu tradicionalmente crítico de los italianos. Pasada la guerra, la propaganda dejó sentir todavía sus efectos con ocasión del famoso juicio de Núrenberg y tras la decisión de colocar a Alemania bajo ocupación de las cuatro fuerzas vencedoras. La propaganda adopta hasta nuestros días la forma de películas de acción, producidas en Holywood, en las que sin exclusión alguna, los réprobos criminales son siempre los alemanes y japoneses, y los superhombres, los más valientes, justos y salvadores de la humanidad, resultan los soldados norteamericanos. La fuerza persuasiva de esas películas a creado intensos grados de alineación, y muchos dictadores piensan que bien vale someterse a tan distinguidos amos. Y es que la imagen del “americano feo” quiere neutralizarse con argumentos de limes difundidos por la televisión y en salas de todo el mundo. La televisión evoluciono rápidamente gracias a los experimentos electrónicos del siglo XIX, hasta que en 1923 Zworkin registra como invento suyo el tubo denominado iconoscopio. Es en 1937 cuando se instalan las primeras estaciones, pero en vía experimental, pues las investigaciones respectivas se estancan durante la guerra. La televisión nace, sobre todo en Estados Unidos, con un pecado original: mercantilismo. Sea porque producir programas es demasiado costoso, o porque los consorcios comerciales descubren un muevo filón de ingresos con la difusión de sus productos, resulta muy lento el avance hacia la cobertura de noticias, programación cultural o educativa (la cenicienta de los medios). Queda, en esta breve ojeada, mencionar el cine: poderoso medio propagandístico durante las dos guerras, el más apreciado medio de distracción de los grandes públicos en tiempo de paz; el más dócil servidor de la publicidad y el más efectivo medio para alcanzar la popularidad. El cine, “hecho sobre todo para expresar las cosas del pensamiento, el interior de la conciencia”, como dice Artaud se la utilizado ampliamente para contar historias de un modo falsificado y ahí radica el secreto de los propagandistas: en utilizar la cámara para distorsionar imágenes, modelarlas a gusto, resaltar ciertos hechos, ocultar otros; manipular o adormecer conciencias con banalidades y oropeles. La segunda guerra mundial deja también en el plano mundial una profunda transformación del equilibrio. Pirenne define tal modificación política de la siguiente manera: “desde que termino la guerra se vio que en lo sucesivo existían en el mundo dos potencias dominantes: Estados Unidos y la unión Soviética”; en efecto, los dos violentos temporales de la primera mitad del siglo dejaron finalmente un mundo de hegemonías, delimitado ideológica y militarmente: oriente y occidente, capitalismo y socialismo, democracia liberal y democracia popular. Y si contémplanos los dos exponentes de dichas posiciones antagónicas —al parecer—, descubrimos que el poderío de ambos es mitra y económico, y que cada uno ejerce influencia sobre sus orbitas respectivas, del modo que más le conviene. Esos dos grandes bloques sostienen, hasta la entrevista Kennedy Kruschev, una guerra fría y compiten en la carrera armamentista más asombrosa, hasta ahora registrada, habiendo desarrollado armas nucleares capaces de destruir en pocas horas el planeta. China continental surge como el tercero en discordia, disidente con el “revisionismo” moscovita y con el “imperialismo” norteamericano, pero entra en el juego de la pacifica convivencia. El fenómeno llamado del “tercer mundo” es caracterizado del siglo xx, como producto de coincidencia política de los países atrasados, productores de materias primas y dependientes económica, política y culturalmente de otros altamente desarrollados. Estos pueblos, latinoamericanos, asiáticos y africanos, tienen en común su lucha por la Liberación de atadura neocoloniales que impiden su desarrollo y los empobrecen cada días más. Casi al finalizar este siglo, se ponen en boga las economías “neoliberales” rescatadas por los economistas de la escuela de Chicago para los países latinoamericanos, políticas económicas que se fundan en la ley de la Iibre oferta y demanda, la privatización de los sectores productivos y de servicios que antes administraba el estado, amplia apertura a las inversiones extranjeras y una tendencia creciente a disminuir la participación del estado en la actividad económica. En el escenario y trama que ofrece la segunda mitad del siglo xx, los medios de comunicación social tienen un papel preponderante en cuanto son instrumentos que, bajo determinadas circunstancias, pueden influir decisivamente en la toma de decisiones de alcance nacional e internacional. Veamos algunos ejemplos: 1. Caso Watergate. La intensa campana desatada por el diario The Washington Post para el esclarecimiento del escándalo watergate (espionaje republicano en oficinas del partido demócrata, descubierto en junio de 1972) movilizo a toda la nación de tal manera que se ejerció sobre el asunto un control social extraordinario. La presión de la opinión pública, una vez conocida la verdad, obligo al presidente Richard Nixon a presentar su renuncia, el 9 de agosto de 1974. 2. Vietnam. La opinión pública volvió a actuar de manera decisiva en el conflicto de Vietnam. La abierta comunicación de episodios de la lucha, a través de los canales de televisión, revistas, diarios y cortos cinematográficos, llevaron los horrores de la guerra hasta los hogares de los norteamericanos en toda su crudeza. El publico pudo ver y juzgar por si mismo la matanza de niños, mujeres y ancianos en la devastada aldea de My Lai, así como las muertes, mutilaciones y agonías de jóvenes estadounidenses en tierras extrañas donde se hallaban peleando sin saber exactamente por qué causa. La retirada de Estados Unidos de esa guerra tuvo el valor de una incuestionable derrota debido, principalmente, a la presión social y a la opinión internacional adversa. La lección de Vietnam fue bien aprovechada por el pentágono y el departamento de estado, para evitar que en la guerra del golfo pérsico (febrero de 1991) estuvieran presentes los medios de información con la misma libertad que en Vietnam. El aparato de guerra hizo un control selectivo de la información sobre las operaciones en contra de Irak. Mantuvo a la opinión pública mundial y especialmente a la norteamericana bajo severa censura de prensa. En el ámbito internacional, Estados Unidos impuso en las naciones unidas sus puntos de vista y sus estrategias políticas, económicas y militares para aplastar a Irak. 3. Narcotráfico. La pobreza critica del tercer mundo debida en gran medida a la abultada deuda externa contraída en la década de los setenta; el poder alcanzado por el narcotráfico y la expansión del terrorismo son manifestaciones de una profunda crisis material y moral. Dentro de ella, surgen opiniones pública más o menos afines en los países más agobiados por esos males. Respecto al narcotráfico, el haber logrado que la comunidad internacional admita que hay una responsabilidad compartida entre los países productores y consumidores de narcóticos, es una muestra de la eficacia que puede tener una opinión publica solidamente informada e inteligentemente conducida. Toda opinión pública pretende influir sobre niveles de decisión. En regimenes totalitarios, la opinión pública se manifiesta a través de actitudes políticas, a despecho del mismo sistema. Golpes de estado, revoluciones, acciones armadas, luchas estudiantiles, sobre todo en América Latina, revelan que las opiniones públicas no oídas por las dictaduras, desembocan en actitudes sociales y políticas que bien pueden considerarse efectos de las mismas opiniones. Y sabemos que los ciudadanos no solo debaten y obtienen conclusiones o se forman juicios acerca de cuestiones políticas o de la conducción de los órganos administrativos del estado, sino también acerca de la moralidad, la religión, la cultura, el deporte, etc. Pero es innegable que aun en cualesquiera de estas áreas, la opinión precisa de un mínimo de condiciones de libertad de expresión y de divulgación; de otro modo, las opiniones solo encontrarían ámbito de realización en formas comunicativas directas y casi privadas. Steinberg y Bluem consideran, además, la necesidad de ese ambiente de libertad de expresión “sin censura”, cuando afirman:”. . .la opinión pública se convirtió en una fuerza operante cuando los ciudadanos se sintieron en libertad de comunicar sus opiniones al gobierno, sin censura alguna”. El clima de opinión Algo que ha atraído poderosamente la atención de los investigadores es la presencia de fenómenos sociales cuya diferenciación ofrece todavía hoy serias dificultades; por ejemplo: entre opiniones, reacciones y actitudes, por una parte. Pero, de ser posible una más o menos clara delimitación entre ellos, no debemos olvidar que cada uno de estos fenómenos ofrece caracteres de permanencia, unas veces, y de ocasíonalidad, otras. Por otra parte, resulta necesario intentar una localización del fenómeno opinión pública entre los valores también sociales de perdurabilidad y ocasíonalidad. Todavía tenemos al frente una tercera tarea: descubrir qué opiniones corresponden a procesos organizados de formación de criterios colectivos y cuáles son producto casual de hechos o acontecimientos comunicados a un grupo. Como se sabe, Carl Becker, en el siglo XVIII, puso en boga el término “clima de opinión”; su aporte es otro de los esfuerzos, originados en la corriente racionalista de esa época, dirigidos a establecer la existencia de leyes racionales y de validez universal. En sus comentarios sobre la ilustración, Becker parte de un análisis de la importancia que revestía en su tiempo la formación de opinión política, especialmente alrededor de las ideas de los grandes precursores de la revolución francesa. El poderío de una opinión pública asentada en un clima que a su vez brota de situaciones trascendentes y que es lo que reclaman los historiadores, se traducía (1808) en realidad, si analizamos lo que Metternich escribía: “las gacetas le valen a Napoleón como un ejército de 300 mil hombres... despreciar la opinión pública es tan peligroso como despreciar los principios morales”. Todo clima de opinión, ya se trate de consenso momentáneo o perdurable, es un conjunto de criterios, de actitudes, reacciones, en una palabra, de respuestas a estímulos sociales originados también en hechos sociales. Es notoria la interacción e interrelación de los hechos sociales con las manifestaciones públicas. Lo que confirma que la opinión es un sistema producido, de todas maneras, dentro del sistema de retroalimentación o feedback. Los psicólogos sociales han llegado a la conclusión de que es posible establecer una diferencia entre actitud y opinión. Ese aporte ilumina —como ya se la dicho— los objetos de estudio de la ciencia periodística (opinión pública) y de la psicología social (actitudes). Newcomb dice al respecto: “todas las actitudes tienen origen en estados de motivación ya existentes y se prolongan como Estados de disposición a ser motivados”. “. . .motivos y actitudes (Estados de disposición a ser motivados)”. KIineberg anota: “sería conveniente reservar la palabra actitud para indicar lo que estamos preparados a hacer, y el término opinión para representar lo que creemos o lo que consideramos cierto. Ambas cosas generalmente van juntas, pero no necesariamente. En una gran parte de la investigación y de la práctica actual, los dos términos se han usado en forma intercambiable; por ejemplo, los estudios de la opinión pública a veces se denominan de actitudes. Es muy probable que el empleo de la palabra haya contribuido a la incertidumbre en cuanto al significado de actitud, lo que ha dado por resultado definiciones conflictivas de los dos términos”. Las actitudes, según criterio de Klineberg, se forman por la experiencia del individuo, la emulación y otros factores que muy poco tendrían que ver con los consensos colectivos, pues se trata de fases en que asoman criterios individuales, casi autónomos, de diferenciación, identificación y selección de objetos. La forma que asume la actitud es normalmente la de un estereotipo y el conjunto de estereotipos compartidos, o si se quiere la interrelación y asociación de imágenes de los demás, constituyen factor importantísimo en la formación de opinión pública. En la comunicación masiva, el feedback denota una constante interdependencia de fuente y receptor que, según los resultados de las actitudes expresadas en el proceso de retorno, pueden consistir en feedback de efectos positivos o de efectos negativos. Para comprender este fenómeno de influencia e interrelación sobre y con la fuente, volvamos a repasar a Berlo: “un periódico influye en sus lectores, seleccionando las noticias que les está permitido leer. Por otra parte, los lectores también influyen en el periódico (aunque no tanto como quisieran hacemos creer algunos publicistas). Si los lectores no compran el diario (feedback negativo) puede ocurrir que éste cambie la selección y representación de sus noticias. “los agentes publicitarios controlan los motivos dados al publico para que éste compre tal o cual producto; pero el consumidor influye en los primeros a través del feedback. Si el público compra más (feedback positivo) el agente publicitario conserva los mismos mensajes. Si el publico deja de comprar el producto (feedback negativo) el agente publicitario cambia sus mensajes o los accionistas buscan otro gerente de publicidad”. Formación de la opinión pública ¿Como se forma la opinión pública? Una pregunta tan vieja como el fenómeno mismo. Ese complejo del cual solo conocemos algunas de sus características tiene que ser el resultado de algo también muy complicado y al mismo tiempo, generador de algo. Irremediablemente, llegamos a un punto en que es preciso plantear una formula que abra la brecha de la investigación y de la especulación teórica sobre el origen de la opinión pública. Proponemos esta formula: la opinión pública es, por su formación, un producto de opiniones individuales sobre asuntos de interés común y que se origina en las formas comunicativas humanas, en procesos individuales, primero, y en procesos colectivos, después, en diversos grados, según la naturaleza de las información es compartidas por los individuos, ala vez influidas por los intereses particulares de los grupos afectados. Una muy difundida explicación del problema es que la opinión pública es “la suma” de opiniones individuales. Conviene diferenciar entre producto y suma. En el primer caso, tenemos una conclusión más cualitativa que cuantitativa, dada a diversos niveles, consecuencia de opiniones deliberadas, discutidas, de información es intercambiada y actitudes asumidas. En el concepto suma tenemos una conclusión fríamente cuantitativa; nos da la idea de cifra, antes que de un contenido social, político, religioso o de otra índole; nos lleva a pensar en elementos idénticos que, agregados, querrían representar un criterio univoco. Resulta, pues, sumamente arriesgado aceptar que la opinión pública sea una suma de opiniones. La suma, como operación aritmética, no nos dice, por ejemplo, cuán complicados son los factores que intervienen en la formación de opinión y cuán relativas son las “manifestaciones de consenso”. Elegimos el criterio de que la opinión pública es un producto, a condición de que se relacione este punto de vista con las múltiples fases de formación de opinión que operan como verdaderos sistemas propios. Con esta aclaración, producto social equivale a un sistema. Ya hemos insistido en que la opinión pública en sentido abstracto no existe y lo que tenemos a la mano son formas de manifestación de opiniones colectivas pertenecientes a grupos de opinión que constituyen núcleos de intereses, de expectativas, de motivaciones mas o menos homogéneas entre sus miembros. El Worterbuch Zur Publizistik refuerza esta idea, cuando, al tratar sobre la formación de la opinión, dice: “hay un acuerdo respecto a la cuestión de como la opinión pública se realiza: es siempre el producto de opiniones individuales, la formación de las cuales antecede a la cuestión de la opinión pública”. En la sociedad de masas —advierte Young— han desaparecido casi totalmente las formas comunicativas directas; se han modificado las relaciones personales, por el crecimiento de las ciudades, la división del trabajo, las estructuras del estado moderno, las exigencias culturales, etc., y, sobre todo, por el auge de los medios de comunicación social. Igual criterio expone Sprott: “para expresarlo algo exageradamente, podemos decir que en la sociedad de masas tenemos nuestros amigos pero no vivimos nuestras vidas entre ellos. A menos que vivamos en un pueblo, cosa que la mayoría de nosotros no hace, pasamos una gran parte de nuestra vida en contacto social con papeles especializados más bien que con personas, y nosotros mismos somos números o clientes en abstracto”. De manera muy similar opina Calvo cuando habla del “asedio e incomunicación del hombre”: “todo se desenvuelve en esta dimensión —afirma—: su vecino servicial y atento del pasado la sido remplazado por un ciudadano del que solo conoce su rostro; que ignora si es hosco o espontáneo, si es inteligente o un necio o si piensa en los mismos o distintos términos que el acerca de las cosas de la vida”. En efecto, la comunicación tecnificada, a través de los medios e instituciones de medios masivos la pasado a ocupar el primer lugar en la información noticiosa. El hombre actual es cada vez más dependiente de los medios de comunicación social en la satisfacción de sus necesidades informativas sobre su mundo exterior tan complejo. Los medios, empezando por la prensa, llegaron como los intérpretes-intermediarios de los hombres, mejor dicho en las relaciones de los hombres entre si, puesto que comenzaron a tecnificar el “chisme” (Schramm), para divulgarlo rápida y masivamente, bajo un contenido social. A pesar del auge de los medios masivos, si bien las relaciones interpersonales se han transformado y con ellas se han producido mermas en la comunicación cara a cara, en cambio ésta no ha desaparecido. Muchas aldeas se han convertido en grandes centros urbanos, es verdad, pero también es evidente que la tendencia actual en Europa y en los Estados Unidos es la conservación de las pequeñas ciudades de algunos miles de habitantes, donde —no en casos excepcionales— es posible encontrar formas comunicativas típicamente aldeanas y con mayor razón en países latinoamericanos que conservan tradiciones hispanas y donde a veces los medios masivos son una rareza, a excepción de la radio. En los pequeños pueblos de pocos miles de personas, las comunicaciones personales siguen siendo las formas más eficaces de intercambio de información y puntos de vista, con mayor razón si éstos tienen que ver con intereses localistas que la gran prensa de las ciudades y los monopolios de radio y televisión menosprecian y olvidan en la mayoría de los casos por carecer para ellos de incentivo periodístico comercial y de interés en otros grupos sociales. No escapa a la observación el hecho de que las formas aldeanas se mantienen y cultiva en las sociedades de masas. Podríamos decir que en algunos aspectos, la aldea se la mudado a los grupos de pertenencia del hombre. Ya casi no es posible contar en la gran ciudad con el amigo farmacéutico ni con el pariente artesano de la vecindad, pero esa familiaridad se encuentra en la oficina, en el taller, en los clubes deportivos o culturales, núcleos sociales donde la misma cosmografía de la aldea ocasiona problemas sociales e influye las relaciones comunicativas aunque de una manera menos visible, desde luego. La masificación no la logrado borrar del escenario de la comunicación humana las formas directas y personales y menos la influencia de éstas en el proceso formativo de opinión. Sostener lo contrario conduciría al error de atribuir a los medios tecnificados toda la responsabilidad del estado de las relaciones humanas y de las actitudes que de ellas Emergen. Precisamente en la sociedad de masas la base de la formación de opiniones sigue siendo la comunicación directa, reciproca y personal. Los medios masivos cumplen funciones de estimulo/refuerzo, de deformación e influencia, según los casos y las intensidades manipulatorias, al mismo tiempo que son vehículos de control social. Etapas de formación La opinión pública se forma con base en las opiniones individuales de orden colectivo; ahora bien: debemos procurar una identificación de los elementos concurrentes y luego seguir una suerte de itinerario del proceso formativo. Ensayemos algunas de las etapas básicas por las que atraviesa el fenómeno: A) disposición individual y clima comunicativo. 1,) información a través de medios masivos, e información no tecnificada: personal, reciproca y directa. C) intercambio de puntos de vista entre los miembros del grupo social, que equivale a procesamiento de la información, input energético importado. D) problematización del hecho. Qué es lo que nos afecta y por qué; cuál es su importancia. E) confrontación de puntos de vista con miras a integrar elementos básicos de coincidencia. F) proposición de vías de solución o alternativas a los aspectos y variantes que ofrece el problema. G) debate en tomo a las proposiciones. L) acuerdo más o menos compartido sobre el modo que es o parece ser la vía de solución. Este puede ser controvertido por minorías, pues un acuerdo total es imposible. I) estimulación del consenso para pasar a la acción y completar el proceso, retroalimentando la información. J) difusión del criterio finalmente admitido por la “mente colectiva”; hecho que rebota en el mismo grupo y en cada uno de los miembros por efecto de los mismos medios empleados para la información originaria y la retroalimentación. En este cuadro sintético —y por lo mismo incompleto— quedan incluidos los sistemas y subsistemas de cada elemento interventor en el proceso de opinión, así como los mecanismos de control, manipulación y otros estadios intermedios entre las etapas mencionadas. El proceso, cumplidas las 10 etapas básicas, arroja un resultado, al que hemos denominado producto; “cualidad emergente” que puede ser una idea inteligentemente adoptada o una tontería. Quizá se trate de una opinión con alto valor político y capacidad de influencia sobre los actos de la fuente, o de algo que no merezca tomarse en cuenta. Este proceso se realiza en dos niveles: el de la comunicación privada y el de la comunicación colectiva. Formas de Opiniones y Actitudes Vamos a tratar aquí algunas formas de opiniones y actitudes sociales que revisten singular importancia en nuestro estudio, aunque no se laga una investigación a fondo en cada una, pues esa tarea corresponde más bien a sociólogos y psicólogos sociales. Entre los principales factores de opiniones y actitudes sociales destacan los estereotipos y prejuicios como formas típicas; en segundo lugar, tenemos los mecanismos de presión e influencia sobre las masas, con la propaganda, las relaciones públicas y la manipulación de información es y otros materiales comunicables. Los estereotipos Cuando una persona quiere atribuir a otras cualidades que denoten una determinada forma de ser, recurre a imágenes casi unánimemente admitidas o usadas. Se oye decir, por ejemplo: “Pedro es un judío”, “tiene lenguaje de carretero”, “charla como un peluquero”, etc., para significar que Pedro tiene apego al dinero, o que el lenguaje de alguien es ordinario y soez y, por último, que tal o cual habla hasta por los codos. En la Argentina de 1870, la imagen generalizada del “gaucho” era más o menos ésta: asaltante, faenador furtivo, ocioso, vago, haragán, ladrón de mujeres, borrachín empedernido, forajido, cuchillero, lujurioso, embustero, ladino, nómada, hereje, rebelde, traidor, bellaco, etc. Estos mismos adjetivos eran atribuidos a negros, criollos e indios. Decir, entonces “gaucho”, importaba un insulto. En ese mismo país, hasta 1945, se uso el término “cabecita negra” para calificar despectivamente a toda persona procedente de las provincias, atribuyéndole un sinnúmero de defectos. Veamos de donde procede el término estereotipo y cuál es su significado. Fue usado por Lippmann, como una extensión del vocablo, originariamente del campo tipográfico, y que hace relación a las imágenes que cada individuo modela para si de las referencias obtenidas del ambiente, acerca de determinado objeto. La estereotipia, en el sistema mecánico del periodismo, es un proceso técnico de impresión, basado en los modelos que se obtienen de la composición del material en plomo. Dichas formas planas se utilizan para obtener una matriz a presión, generalmente en cartón o papel mascado. La matriz o molde permite la obtención de una pieza en media luna que se coloca sobre los cilindros de la rotativa para la impresión. Este es el proceso de estereotipia. El molde de cartón se llama estereotipo. Su invención data del siglo XVIII y se atribuye al escocés William Ged. También se producen estereotipos en planchas planas y no solo de páginas de diarios, sino también en fotografías, cartones de historietas, dibujos, etc., que distribuyen las agencias noticiosas entre sus dientes. Como duplicador de un contenido visual-semántico, el estereotipo es idéntico al cliché, que también sirve para reproducir señales y signos impresos. Este procedimiento mecánico la sido transferido por los investigadores del comportamiento humano y de la opinión pública, en particular, al conjunto de imágenes que guarda cada persona acerca de diversidad de objetos —objetos en el sentido ontologico de la palabra. El estereotipo sugiere la existencia de imágenes que conservamos por experiencias anteriores y que han quedado almacenadas en nuestra memoria; por cierto, poseemos ideas acerca de ciudades, pueblos, personajes, tipos nacionales, etc., asimismo de actitudes, aun sin conocer tales objetos. Reaccionamos en virtud de esas imágenes, ante nuevas información es que nos trasmiten mensajes alusivos a ellos. Los europeos, en gran medida, poseen una imagen estereotipada de América Latina, producto de las películas, fotografías y diapositivas que contienen mensajes sobre el exotismo y el folclorismo de este continente. ¿Quien no piensa, gracias a las películas, que los mexicanos son todos charros de a caballo, con grandes sombreros, trajes bordados, anchos cinturones y pistolas? Qué tanto sabemos acerca de algo —antes de conocerlo— es la medida que puede señalar la cualidad de modelos en confrontación con los cuales reacciónamos. Qué tanto se nos la compelido por la propaganda, a través de la tradición cultural, sutil o brutalmente a formar nuestros estereotipos, nos dará la relativa cuantificación del proceso de manipulación de que hemos sido objeto. Muchos estereotipos se fijan por la constante repetición de frases hechas, estribillos, slogans de diversos contenidos: políticos, comerciales, extraídos de discursos, de la moda, de textos literarios, porque suenan bonito, o porque las pronuncio un líder de opinión, un gran novelista, porque la oímos de labios de nuestra actriz o actor favoritos, o porque simplemente tratamos de aparentar una cultivada formación. Con frecuencia, usamos frases adquiridas por el uso, sin entender su significado. A menudo, en las trasmisiones radiales y televisivas de partidos de fútbol, por ejemplo, se dice: “fue un encuentro discreto”, “el equipo z demostró positivismo”. En charlas –socialesse manosean términos como “concientización”, “desarrollo”, “socializante”, “comúnizante”, “imperialismo”, “militarismo”, etc. En frases ya establecidas como bloques invariables que se acomodan con increíble facilidad a cualquiera divagación pueril. Estos clisés se fijan en la memoria con relativa facilidad y se convierten en estereotipos, casi de la misma manera como un papagayo almacena secuencias de sonidos que puede repetir invariablemente. Y este proceso, al parecer, no es una cualidad exclusiva del papagayo, sino también una “virtud” muy extendida entre los seres humanos. Allí que un cliché sea una expresión estereotipada, una frase preparada, por decirlo así. Los estereotipos o clisés invaden todos los campos de nuestras experiencias, de nuestro aprendizaje, del conocimiento racional, sensible e intuitivo del mundo externo. Esta formación de imágenes fijas, que bien pueden ser alimentadas o Enriquecidas por los marcos de referencias en constante aumento, se debe, en gran medida, a la influencia de los medios de comunicación; a los sistemas de los códigos, patrones bajo los cuales seleccionamos las información es; parámetros que permiten obtener elementos de codificación y decodificación, en función de las intenciones comunicativas de la fuente y agentes interventores en todas las fases del proceso comunicativo. Los estereotipos tienen súbase en cada lenguaje y están reforzados y divulgados por la comunicación. Nuestro mundo de estereotipos está, entre otros, compuesto por los siguientes elementos: señales físicas que van desde las mismas palabras que integran un idioma, hasta códigos de señales, signos y símbolos de que se ocupa la semiologia; sentencias, adagios, refranes, terminología científica y técnica, creencias, dichos populares, frases literarias, versos, coplas “anónimas”, bocadillos teatrales, slogans, lemas, etc., que recibimos como herencia de generaciones anteriores, en unos casos; que nos hemos acostumbrado a repetir desde la infancia, que imponen en la actualidad la propaganda política, la publicidad comercial, el cine, las estaciones de radio, la televisión, los diarios y revistas y aun las actitudes sociales como la moda y los usos de cada época. Se trata de multitud de formas expresivas que no nos pertenecen auténticamente, sino que forman parte de experiencias almacenadas a través de toda la cultura; frases construidas en situaciones especiales: Quizás resulta legítimo hablar de formas estereotipadas alienantes, cuando nuestras imágenes concuerdan con apariencias de otras realidades, de otros pueblos, de otras mentalidades y contrastan o son absolutamente ajenas a la realidad propia. Nuestros juicios de valor, además de otras influencias, reciben las de estereotipos cuya importancia la sido estudiada dentro del marco de las “expectativas” que tenemos acerca del comportamiento de los otros. En Estados Unidos, Katz y Braly se ocuparon de los estereotipos étnicos, allá por 1932. El estadounidense común aprende desde niño, por sus lecturas de la serie de Walt Disney, por ejemplo, a imaginarse los países latinoamericanos como territorios habitados por seres mentalmente inferiores, atrasados y casi primitivos. La propaganda y las información es de los medios masivos estadounidenses, a través de los cuales se explican los problemas del subdesarrollo, los planes y proyectos, las actitudes de las empresas capitalistas, la interpretación que se hace de los movimientos nacionales de liberación, etc., en nada o muy poco difieren, en la mayoría de los casos (salvo honrosas excepciones) del concepto patodonaldino de América Latina, y el estadounidense se siente inclinado a enjuiciar realidades que no conoce, sino por las apariencias hábilmente manipuladas en servicio de intereses inconfesables. El prejuicio Muchas opiniones tienen su origen en la predisposición agresiva a negativa de la persona hacia algo; ese algo puede ser otro grupo, otra persona, una idea, una obra de arte, un deporte, un idioma, etc. El prejuicio es anterior a la experiencia con el objeto. Es una manera de ver, un punta de vista adoptada, un concepto preformado; por eso prejuicio, quiere decir juicio previo. El prejuicio es muy parecido al estereotipo; en realidad, pueden confundirse fácilmente y, de hecho, el prejuicio cae dentro de la orbita de los estereotipos. Nada definitivo hay al respecto, pero aparentemente el estereotipo puede ser positivo o negativo; es decir, “imagen” adversa o favorable. Y cuando esa imagen lleva un contenido hostil, se convierte en prejuicio. Lindgren anota que la naturaleza del prejuicio es la expresión hostil que puede expresarse “de una manera simbólica y no directamente”. Pero Klineberg sostiene que el prejuicio puede ser también positiva lo define así: “coma su nombre lo indica, es un juicio previo, un sentimiento a reacción hacia las personas a las cosas, anterior a la experiencia y, por tanto, sin fundamento en ella”. Si el prejuicio es aparentemente idéntico a los estereotipos, su base verdadera es el comportamiento frente al objeto, mientras que el estereotipo es una “imagen”, de donde podemos inferir que la relación estereotipo-prejuicio se refiere a que el primero es anterior al segundo. Los estereotipos nutren de imágenes a las actitudes y el comportamiento del individuo de los grupos sociales, frente a objetos determinados, es el reflejo de la fuerza e influencia de los estereotipos en tales comportamientos individuales y grupales. Los estudios psicosociales ilustran mejor cuando en varios de ellos se trata del prejuicio como una predisposición a actitud negativa y hostil, agresiva, cuyos orígenes y transformación en comportamiento socialmente admitido aun es objeto de investigaciones profundas. Los estereotipos —permítasenos insistir en esto— constituyen los elementos de formación de los prejuicios. El filosofo e historiador alemán Baumlauer, da esta definición: “los prejuicios son auxiliares necesarios para la vitalidad de la orientación por seguir, de las decisiones por tomar, a pesar de todos los prejuicios contra el prejuicio”. Y añade: “¿qué haría el hombre si en todas las situaciones de la vida cotidiana, en cada momento, tuviera que comenzar por hacer el análisis racional de las circunstancias, a fin de poder decidir como conducirse?” La definición citada refuerza el concepto de que los prejuicios son elementos orientadores imprescindibles para nuestras actitudes frente a objetos del mundo externo, y eso vale tanto para el comportamiento individual como para el de índole social. Su importancia en la comunicación es, pues notable, si consideramos que el proceso se rige por niveles de selección de mensajes conforme a patrones de orientación entre los cuales descubrimos al prejuicio. En muchos casos, ese “elemento orientador vital” llamado prejuicio, establece las referencias de los individuos por determinadas fuentes y su rechazo o indiferencia por otras. En este sentido, el prejuicio es también un poderoso mecanismo de selección de mensajes, contenidos, informaciones en una palabra. Por él puede llegarse a la información unilateral y uniformada, en todos sus niveles. Veamos algunos ejemplos: el prejuicio de clase, poderoso gula, regula el comportamiento de los medios informativas ante las fuentes y acontecimientos de tal manera que presten más atención a fuentes propias e ignoren a minimicen las fuentes precedentes de otras clases sociales opuestas; en muchas casas, el prejuicio deriva en distorsiones, falsedades y otras deformaciones de la verdad, en beneficia de la clase dentro de cuyo sistema se manipula con medios masivos. Los medios masivos, por eso, se comportan exactamente de la misma manera como se comparta la clase social a que pertenecen. Otras veces, el receptor se niega sencillamente a establecer contacta, a tener experiencia directa con el objeto sobre el cual está prejuiciado, coma ocurre con algunas abras literarias. Y cuando establece la relación, por alguna circunstancia forzosa, el prejuicio le lleva a asumir actitudes que podrían reconocerse coma predisposiciones negativas, tendientes a “descubrir” todos los defectos del objeto o a imaginarlos; en parte, también por la necesidad de autoafirmación que lleva adherida a si todo individuo; es decir, el prejuicio actúa de manera que el sujeto, ante la experiencia, buscara demostrarse a sí mismo que estaba en lo cierta cuando sentía, suponía o deducía, y procurará confirmar sus juicios anteriores. La propaganda Rovigatti anota: “ninguno de nosotros vive hay fuera de la propaganda. De la mañana a la noche, estamos acosados por una enorme cantidad de anuncios, opiniones, consejas, ordenes. En efecto, nuestra vida está saturada de mensajes que tratan de conducirnos a asumir determinadas actitudes, persuadimos de las bondades de un producto, de hacemos tomar partido en favor de x causa, de elegir esto sobre aquello. Se nos dice por todas los medios visuales, auditivos, audiovisuales, etcétera: “compre el jabón k”, “no use cerillas, use encendedores, fomente la industria nacional comprando fósforos”, “vote por el candidata c”, “visite la playa p”; “disfrute del hotel l”, “afíliese al partido p”. Algo parecido a órdenes con el uso de frases y oraciones imperativas. Se nos informan puntos de vista por las mismos medíos: “el comunismo es ateo”, “el capitalismo es explotador”, “la alianza para el progreso ayuda al desarrollo”, “se construirán más viviendas”, “Israel ataco a Siria”, “Siria comenzó el fuego”, “pelé prefiere pepsi-cola”, etcétera. Todos las medios están llenos de mensajes que buscan obligarnos a asumir actitudes: se usan los carteles, letreros luminosos, hojas que reparten niños en las esquinas, calcomanías para pegar en las ventanillas de los automóviles, en las cubiertas de las valijas, etiquetas adheridas a las cajas de cerillos, signos en los trajes e implementos deportivos; en fin dondequiera está acechando un mensaje propagandístico. La propaganda la creado ídolos, personajes, utiliza artistas, deportistas y no pocos hombres cultos coma portadores de cualidades de un producto. Recurre el atractivo sexual, coordinando las líneas de un nuevo automóvil con la excitante silueta de una joven semidesnuda. Rovigatti define de la siguiente manera: “la propaganda, en sustancia, es el arte de hablar a las que no pueden o no quieren expresarse. Es el arte de penetrar, superando prevenciones y prejuicios que podrían erigirse coma cortinas de hierro, recurriendo aun a los sentimientos, a la fantasía, a la emotividad”. Lenin decía: “lo más importante es la agitación y la propaganda en todos los ambientes populares”. Según Packard, es “manipulación” dirigida a influir sobre nuestra conducta. Gnecco distingue entre propaganda “comercial” e “institucional”. A esta ultima le asigna funciones de relaciones públicas este mismo autor ubica la propaganda como un media para estabilizar las relaciones públicas y recuerda que significa advertising (publicidad). Lumley dice que procede del latín propaganda, que se traduce coma sujetar, acordar, con objeto de extender, aumentar. Para Klineberg, es “control a manipulación de actitudes”. Doob, por su parte dice: “la propaganda puede ser llamada intento para afectar las personalidades y controlar la conducta de los individuos hacia fines que no se consideran científicos a que tienen un dudoso valor en la sociedad, en un momento particular. También Borden, como muchos otros, reconoce que la propaganda es un método de manipulación, cuando afirma: “hay otras formas de manipulación que tienen probado éxito. El uso de percepción subliminal gano primicia a hace pocos años, cuando los publicistas decidieron insertar rótulos coma popcorn a coca-cola en las películas regulares, de manera que el ojo humano no pueda detectarlos conscientemente”. Borden se ocupa de establecer hasta qué nivel la propaganda controla nuestra conducta. La teoría norteamericana behaviorism (conductisma) la demostrado que estamos en imposibilidad de escapar a la influencia de aquello que percibimos; pero de lo cual no nos damos cuenta. Ese es el terreno más explorado por los persuasores de masas a través de las múltiples formas propagandísticas. En primer lugar, con la propaganda se busca ejercer influencia sobre los sentimientos humanos. Con la educación se pretende llegar a la razón. Los mensajes de la cultura son científicos, tienen categoría de verdad universal; las de la propaganda contienen argumentos sofisticados, versan sobre apariencias. La educación requiere elementos ordenados y sistematizados; la propaganda se sirve de lo casual y momentáneo. La educación es lógica; la propaganda, psicológica. La propaganda sistematizada sobre base científica, es un signo característica de la sociedad de consumo, auxiliar poderoso de la expansión capitalista, media para “vencer” a la competencia. Esta propaganda para consumidores es lo que los técnicos en ventas han disfrazado con el nombre de advertising, publielty. Es también signo de acción de masas, para encauzarlas por los derroteros políticos y económicos útiles a los sistemas de gobierno, a los partidos u organizaciones políticas. Hitler utilizo esta forma de manipulación, coma hemos vista antes, para enardecer a los alemanes contra las judíos, para justificar a explicar sus propósitos expansionistas; se usa hoy para desprestigiar ante las masas a los enemigos políticos o a los rivales comerciales. En otros aspectos, la propaganda es creadora de estereotipos; Packard investigo la relación que guarda ésta con las interrelaciones de la personalidad de un individuo y el tipo de automóvil que éste usa. Relaciones públicas Si nos atenemos al concepto común de las relaciones públicas, estaremos de acuerdo en que se trata de una actividad que tiene como objetivo atraer la atención y conseguir la aceptación publica para contar con el favor de ella en determinada causa comercial, política, religiosa, social, educativa, filantrópica, deportiva, etc. La que quiere decir que el objeto de esa actividad es “crear y mantener una imagen de prestigio”, coma dice Gnecca. Public relation,s News definió: “es la función administrativa que evalúa las actitudes publicas, identifica las políticas y los procedimientos de un individuo a de una organización con el interés público y crea un programa de acción para ganarse la comprensión y aceptación públicas”. Johnson y Larris señalaban: “las casas comerciales, universidades, gobiernos de Estados, el gobierna central, empresas ferroviarias, bancos e innumerables organismos conocen el valor de la interpretación profesional de sus actividades y propósitos”) Steinberg dice: “los medios modernos y las relaciones públicas son aspectos y resultados de la economía mercantil y competitiva del siglo xx”. Se menciona a Ivy Lee, periodista vinculado con los negocios de Rockefeller, como el “padre de las relaciones públicas modernos”, por haber “descubierto” la importancia de las actitudes públicas (interrelación e interacción) sobre el funcionamiento y mejoramiento de los negocios particulares, rasgo eminentemente competitiva de la naciente actividad. Las magnates de la industria, en tiempos de Lee, despreciaban ostensiblemente la opinión del público; fue entonces cuando aquel se dio cuenta de la importancia de esas opiniones y se puso a investigarlas; su política fue atraer moscas al plato de miel y tuvo tal éxito que pronto habría de ser emulado. Como actividad humana, en el campo de los negocios, de la guerra, de la industria y del arte, los orígenes de las relaciones públicas se remontan a la antigüedad, formando parte indisoluble del periodismo, la propaganda, etc., pero como las entendemos hoy, implican planificación, organización y tecnificación. Cada individuo es promotor de si mismo; crea una imagen de si “para los demás”; provoca una actitud del otro en concordancia con el modo en que condujo sus relaciones personales. El efecto puede traducirse en un concepto: “qué bueno es fulano de tal”, o “qué despreciable es”; o una actitud de aceptación o rechazo, como cuando el vecino saluda con amabilidad o evita el saludo. Lo mismo ocurre con los grupos primarios como la familia, en los secundarios como las instituciones sociales, pueblos y naciones y aun continentes, en sus relaciones reciprocas a múltiples. La vida del hombre está sujeta a las valorizaciones de las que emanan actitudes sociales de aceptación, rechazo, indiferencia, crueldad, castigo, perdón a indulgencia. Tarea ininterrumpida del hombre, desde que nace, es su adaptación al grupo y en ese proceso, el juicio de los demás tiene tal importancia que no puede sugerirse, sin él, la existencia de un individuo. La opinión de los demás, esa “tercera ley” de que hablaba Locke, “ley de la reputación”, es algo real, que influye poderosamente en todos los actos de nuestra vida pública y privada. Hemos dicho que la función de relación se dirige a influir la opinión pública, de donde deducimos que ésta es otra forma de manipulación, pues lleva consigo dos propósitos interacciónados: convencer y persuadir. Salvamos el hecho de que está en debate la diferencia entre manipulación y persuasión. Convencer es un proceso mediante el cual la mente queda ligada a un conjunto de razonamientos; concatenación que el intelecto admite por consideraciones de relación de objetos, deducción y asociación. Puedo convencer a alguien si soy capaz de atrapar su atención y llevarle a aceptar la lógica de razonamientos encadenados. La persuasión es también un proceso, pero dirigida a estimular la voluntad, con objeto de mover a alguien a realizar una acción. Convencer y persuadir son funciones casi inseparables de las relaciones públicas; convencer al consumidor de que el producto es bueno, útil, conveniente; persuadir al vacilante para que otorgue su voto al candidato z. Las técnicas de la propaganda son también empleadas por las grandes organizaciones de relaciones públicas; técnicas que se fundan— principalmente cuando se trata de la persuasión oculta— en las investigaciones psicológicas y en las análisis psiquiátricos, coma bien lo la revelado Packard: “mientras tanto, muchas de los principales especialistas en relaciones públicas de la nación están adoctrinándose en el saber psiquiátrico y social con el fin de aumentar su capacidad para manejar y ganar nuestro consentimiento. Los que dirigen colectas recurren ya al estudio en profundidad para sacarnos más dinero. Un número considerable y creciente de firmas industriales, incluso algunas de las de más envergadura, tratan de investigar y moldear el comportamiento de su personal —en especial el de sus propios jefes— mediante el uso de técnicas psiquiátricas y psicológicas. Por último, dicho planteamiento adquiere proporciones nacionales con el uso intensivo, por parte de políticos profesionales, de la manipulación simbólica y la reiteración, aplicada al electorado, a quien se trata cada vez más coma a perro de Pavlov con sus correspondientes reflejos condicionados” El dominio de los recursos técnicos, por una parte, y la penetración en los medios para llegar a las masas, por otra, son las principales aspectos que perfeccionan los agentes de relaciones públicas. ¿Como llegar a los grandes públicos, si no a través de los medios masivos? Y, ¿como llegar a las masas sin antes haber dominado los medios? El control directo a indirecto de los medios de comunicación es esencial para el buen éxito de las relaciones públicas. Las relaciones públicas consisten en “hacer amigos” para, más adelante, gozar de las beneficios que reparta una buena amistad. Can el aflojamiento de las ataduras de la sociedad de aldea, el crecimiento de las ciudades y las complicaciones cada vez mayores de la vida actual, es común escuchar la siguiente declaración: “a mi me importa un comino lo que piensen las demás”. Si bien esta posición revela una presuntuosa autosuficiencia, altanería, vanidad y pedantería, indica también la plausible independencia a, mejor dicha, un encomiable deseo de mantener alguna identidad propia frente a la anonimización del hombre actual, inmersa en un mundo complicado y en una sociedad consumista y uniformadora; se trata de un propósito de ejercer, en cierto modo, la libertad. Desde el punto de vista de las relaciones públicas, afirmar “a mi me importa un comino lo que piense la gente” es la espada del harakiri o el camino más corto y expedito al aislamiento, a la retracción, al fracaso en términos de sistema eficientista. Las relaciones públicas tienen, pues, por objeto crear una imagen favorable, lo cual comprende algunas etapas: • Información publica. • Presentación del objeto de relaciones. • Retroalimentación continúa. La imagen favorable no siempre es el resultado de una acción de relaciones. Esta nos coloca ante otra evidencia: las relaciones públicas pueden ser positivas a negativas; pueden crear una buena a mala imagen inicial o transformar una imagen anteriormente mala en buena y viceversa. Siempre habrá, dadas las condiciones actuales, relaciones públicas elaboradas. Si son negativas a positivas es asunto que compete al análisis de los resultados de la acción, no se trata de un cuestionamiento sobre la existencia de la acción misma. Según los enfoques sistemáticos de Churchmann, las relaciones, públicas encajarían mejor en el grupo eficientista, porque la formación de una imagen favorable, tarea inherente a las relaciones públicas, no es un fin en si mismo, sino un medio para alcanzar otra finalidad: la eficiencia del sistema del cual las relaciones públicas son un subsistema operativo y de comunicación. Queda todavía por caracterizar otro rasgo de las relaciones públicas. Estas se dan dentro y fuera del sistema. Dentro, porque la imagen se dibuja, pasa por periodos de gestación en el útero de toda entidad hecha para el público. Las relaciones internas pueden darnos una idea de lo que es; las relaciones externas, a relaciones públicas propiamente dichas, de lo que debe ser el sistema ante las demás. Aquí advertimos ya que las relaciones públicas están estrechamente ligadas a las relaciones puras, naturales a espontáneas, y a las relaciones humanas de tipo social, laboral y de otras índoles, a través de las formas de la comunicación también humana y dentro de los grupos de pertenencia psicosocial. Las relaciones públicas actúan dentro del amplia y complejo ámbito de la comunicación. De esta afirmación partimos hacia un intento descriptivo de las relaciones públicas y el periodismo; este último como una de las formas tecnificadas de la comunicación masiva, cuyo objeto directo es la noticia. El periodismo existe porque hay acontecimientos, ideas, sentimientos nuevos, que interesan a los hombres y que, al comunicárselos, hacen que éstos modifiquen su comportamiento, pues les incitan a obrar a abstenerse en tomas rápidas de decisión, a corto plazo. Esto es así porque el periodismo ofrece conocimientos de disolución instantánea, como el nescafé para un consumo fácil que ahorre tiempo y esfuerzo. Se diferencia de la comunicación brindada por el libro a por la filosofía a paleontología, porque estas últimas son de más lenta y difícil asimilación. Los especialistas en relaciones públicas asignan al periodismo la función principal de informar y divulgar mediante los medios masivos; la cual significa que esta actividad puede ser un subsistema de las relaciones públicas. Los expertos en periodismo, por su parte, advierten que un medio de comunicación de masas no puede prescindir de tareas y acciones de relación pública; es más, la presencia constante de un medio en la sociedad de masas, su llegada al publico, constituye ya, de suya, una actividad de relación pública. El comportamiento individual de un periodista, en la cobertura de sus fuentes de información, en la calle o en un local publico, tiene un indudable contenido relacionista, donde imprime la imagen del medio masivo al que pertenece. Tenemos, consiguientemente, que las relaciones públicas, en el sentido expresado en las últimas líneas, se convierten en un subsistema del periodismo. Se trata, en este punto, de funciones a parte de funciones que reducen el concepto de relaciones públicas y periodismo, pero que no afectan el principio de globalidad que como sistemas de derecho propio poseen las relaciones públicas y el periodismo, por separado. Por eso, no es posible explicar o, mejor dicho, definir las relaciones públicas desde el punto de vista particular del periodismo, ni a este a partir de la óptica especifica de aquellas. Los vínculos entre relaciones públicas y periodismo son funciónales, pero este hecho la provocado confusiones. De ahí que todavía soportamos las consecuencias desagradables de tal confusión; por ejemplo, cuando las relaciones públicas de un ministerio a de una empresa comercial se reducen a las de una oficina de prensa encargada de la edición de boletines a periódicos, que hacen llegar a los medios masivos para su publicación. En este caso se trata de una función sustitutiva, por lo general muy deficiente y poco a nada objetivo del trabajo del reportero a redactor de los medios masivos. La consecuencia es que buena cantidad de este trabajo va a llenarlos cestas de basura, y lo poco rescatable se reduce a un material que necesita nuevo procesamiento en las mesas de redacción. Las relaciones públicas se confunden también con organizaciones costosas de “relación social”; por ejemplo ceremonias, agasajos, fiestas, bailes, y cócteles. Esta forma parte de la imagen y del decoro social, y es algo muy importante, pero no es la función principal ni una actividad que deba aplicarse necesariamente en todas las casos. Así, qué imagen se obtendría de una empresa que para explicar a las periodistas o a otras personas, su imposibilidad de conceder aumentos salariales reuniese a sus invitados en una conferencia a la que siguiera una cena pantagruélica. Se confunden las relaciones públicas, muy a menudo, con la propaganda. Utilizo el término propaganda como el legítimo sustantivo de lo que no hace mucho se ha tratado de eufemizar con el nombre de publicidad. La propaganda tiene por objeto presionar, con el uso de las técnicas persuasivas (psicología profunda), a las individuos para que pasen de una actitud de duda entre A y B / la acción decisoria de comprar A o B. Y esto vale tanto para la decisión acerca de militar en un partido político como para comprar una pasta dental o un automóvil. Con frecuencia, la identificación ilegitima de las relaciones públicas con la propaganda comercial o ideológica y la mercadotecnia, se debe al hecho de que se hacen exclusivamente relaciones públicas para el producto manufacturado, como una intrusión en terreno ajena, en desmedro del sistema global. No es que esté mal crear una buena imagen para una marca de fideos, pero ésta es, más bien, una tarea propagandística y accesoriamente relacionista. Otro hecho, a mi juicio más grave y reprochable, es que algunas veces las relaciones públicas actúen como agencias de políticas de corrupción, especialmente destinadas a la compra de conciencias de los comunicadores masivos. Esta actividad, extendida en varios países, va desde la aparentemente civilizada entrega de un presente navideño a los periodistas, hasta el soborno en dinero constante y sonante (“chantaje”). Esta forma cuasi maquiavélica destruirá, en poco tiempo, al mismo sistema, porque no es posible demostrar que una finalidad altruista pueda obtenerse con cierta permanencia a través de métodos que contradicen la esencia del propósito. Es como si quisiéramos recaudar fondos para emprender una campaña de lucha contra las drogas e instaláramos más fábricas de cocaína: hay aquí una contradicción en la base. Una buena imagen (función de las relaciones públicas) no se crea con actividades inmorales e ilícitas. El engaño se descubre pronto y las consecuencias son invariablemente fatales para el sistema. Los nexos de las relaciones públicas con el periodismo son numerosos, pero, ninguno de ellos es optima si no se tiene en cuenta el margen de reciproco respeto y de ejercicio común de una conducta éticamente aceptable, y si no se trazan formal y probablisticamente las diferencias necesarias en la naturaleza y fines de dichos sistemas. Claro que ciertas habilidades, puestas en práctica, conducen a lograr resultados inmediatos o a producir éxitos efímeros, sorprendiendo la bona fide, pero eso puede hacerse una, dos a tres veces, no indefinidamente. Cada ser humano tiende más que a condenar, a auto justificar sus acciones. Ya alguien ha dicho, con profunda ironía, que los crímenes y las conductas más abominables que se reconocen en los demás, son en uno mismo apenas experiencias desagradables. Para nadie es un secreto que las relaciones públicas, tal como las conocemos hoy, se han originado en un hecho negativamente reciente, a saber, la revolución industrial, que, entre otras cosas, trajo consigo una competencia creciente de productos y subproductos encarrilados hacia la captura del mercado de consumidores. Según relata Andrés Samper Gneco, en tiempos de Ivy Lee, precursor de las relaciones públicas, no hace más de 50 años algunos industriales y banqueros estadounidenses todavía decían sin enfado: “nada le debo yo al publico, lo que ya lago o deje de hacer en mis negocios no es, en modo alguno, de la incumbencia del publico, al diablo con el publico!” Esta actitud es muy parecida al despotismo y suficiencia con que el único panadero del pueblo atiende a sus clientes y al trato que recibimos todos los días de los monopolios del transporte colectivo. Se podía y puede prescindir de las opiniones de los demás, cuando se ejerce poder sobre ellas, pero ese poder es temporal y, hoy día, menos exclusivo. La cesión de poder, o su. Fragmentación, provoca un crecimiento proporcional del poder del publico sobre las productores de bienes y manejadores del estado. Esto sucede también en la política: Luís XIV, Napoleón y Bismarck podían reírse y menospreciar a la opinión pública de sus respectivos pueblos; Nixon también quiso reírse y acabo llorando desconsoladamente. Esto nos demuestra un hecho: actualmente, la opinión pública está en La retroalimentación es un componente indispensable para el cierre del ciclo comunicacional y un factor cibernético de regulación de las desviaciones del sistema. Es tan necesaria en las relaciones públicas que, sin ella, no seria posible dar el segundo paso, por carencia de datos indicadores, acerca del curso y efectos que produce el primer paso de la acción de relaciones . La manipulación Enzensberger ha definido: “etimológicamente, el término manipulación viene a significar una consciente intervención técnica en un material dado. Si esta intervención es de una importancia social inmediata, la manipulación constituye un acto político”. Verga anota que el manipuleo, sobre todo en las grandes empresas, consiste en: “el trabajo que se hace con la noticia, la circulación dentro de la estructura que tiene el periódico (del cronista que dio la noticia al redactor, de éste al jefe de noticias; del jefe de noticias al secretario de redacción y, por último, en muchas casos, cuando la información lo requiere, al secretario general o al director) lleva implícitos, lógicamente, ciertos cambios, en principio, de redacción, sintácticos, etc., que en última instancia, pueden ser causa de modificaciones sustanciales o la información primitivamente realizada por el cronista”. La opinión de un especialista en televisión está contenida en estas frases: “aquí, el manejo de las noticias difiere del de otros medios, en varios aspectos”.’ “A veces lo que muestra la imagen no es lo que realmente sucedió, y la verdadera noticia debe ser establecida y explicada.” y en otra parte, el mismo autor expresa lo que es el periodista de tv: “su. Propósito fundamental radica en contribuir a proporcionar un continuo flujo no solo de información, sino del tipo de información que la sociedad necesita”. La manipulación es, según el punto de vista de los periodistas, el manejo de los materiales noticiosos; para el publicista, el propagandista y el agente de relaciones públicas, es la técnica de atrapar la atención y el favor del público hacia un fin específicamente predeterminado; para los psicólogos, el control de motivaciones. Estos puntos de vista tienen importancia en la consideración del fenómeno opinión publica, pues todo cuanta recibe el publico por los diferentes medios la pasado previamente por mecanismos de producción donde las materiales han sido adecuados y manejados, por varios subsistemas. Se pueden encontrar todavía muchos otros vehículos de manipulación como en las planes y programas educativos, en la instrucción militar de las jóvenes, en las interpretaciones Históricas, en fin, actualmente estamos confrontando una serie de predicciones que nos hacen pensar en la proximidad de un mundo como el imaginado por Orwell, donde los intereses del hermano grande y la lucha contra Samuel Goldstein justifican el control del pensamiento a través de la policía del pensamiento y una suerte de catarsis colectiva a cargo del ministerio de la verdad, en la reelaboración acomodaticia de hechos históricos y del ministerio del amor en el control de la pureza de convicciones del individuo, miembro del Insoc. Thurber hizo, hace más de tres décadas, una bella descripción de la manipulación, a nivel de relaciones personales, con el empleo del rumor, en su célebre fábula satírica “el ganso cantor” y apunto la importancia del rumor sobre la opinión publica, como elemento superinfluyente en las actitudes colectivas. Un tanto adormecidos por el efecto del estereotipo “sociedad de consumo”, suponemos erróneamente que todo el mundo esta envuelto en la problemática de países donde la competencia comercial es gigantesca, como desmesurados son los niveles de presión del sistema capitalista en permanente acción sobre el individuo; un individuo con alta capacidad de compra, merced al elevado poder adquisitivo de su salario. Esa si es una situación socioeconómica particular de las países industrializados, exportadores de mercancías y de tecnología; pero la cosa es muy distinta en América Latina, donde no se puede hablar propiamente de “sociedades de consumo”; al contrario, son sociedades de no consumo o subconsumo, pues la lucha de la mayoría de los Estados semicoloniales del río bravo para abajo, pretende romper sus lazos de dependencia y lograr niveles de capacidad económica que permitan a las respectivas poblaciones un acceso a los bienes materiales y culturales de consumo. La desnutrición, las altas tasas de mortalidad infantil, los elevados índices de analfabetismo, la escasez de viviendas, las altos porcentajes de mano de obra desocupada y mano de obra barata, signos inconfundibles de lo que los especialistas llaman “subdesarrollo” o más eufemísticamente “países en vías de desarrollo”, demuestran que América Latina consume muy poco, y las grandes masas no consumen sino lo vitalmente indispensable y de rubros de autoabastecimiento, como los campesinas de Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala, México, el Norte de Argentina, etc. No hay, pues, sociedad de consumo en este continente, exceptuando a Estados Unidos y Canadá. Hecha la diferencia, salta a la vista que las formas manipulatarias de una sociedad de consumo son distintas o, por lo menos, se dirigen a objetivos diferentes de las manipulaciones en las Estados semicoloniales, donde la mayoría de los esfuerzos de las dictaduras militares fascistas y de las regimenes pseudo demócratas se concentraran en sofocar las movimientos de liberación nacional y en desvirtuar las actitudes políticas progresistas. El fantasma del “comunismo ateo” se desato en las columnas de los diarios, en las escuelas, en los comentarios radiofónicas, en los filmes, en las pantallas de televisión, para atemorizar, infundir pánico y desconfianza en cualquier proposición de justicia social. Tales campañas llegaron al extremo de acusar aun a la propia iglesia católica de “tener vinculaciones marxistas”, cuando respetables sacerdotes y obispos lanzaron sus voces de protesta contra la injusticia; eso es, típicamente, manipulación. Algunas organizaciones han sido denunciadas de operar en América Latina en programas de esterilización masiva de campesinas en Bolivia, en 1968, el norte Argentina, en 1969 y en Colombia, en 1974. La tesis del control de la natalidad, propalada por el propio ex secretario de estado de Estados Unidos, McNamara constituye un ejemplo inconfundible de manipulación socioeconómica. Se la inventado la formula más engañosa, pero que no resiste el más breve análisis, con aquello de que las males de las pueblos atrasados se curaren con la “planificación familiar”. A través de hábiles campañas públicas, los manipuladores han hecho creer a mucha gente que la pobreza se debe al número de hijos. Solución: menos hijos, más disponibilidad de recursos. Mucha gente se lo ha creído y lo ha tragado juntamente con la pildorita anticonceptiva. Obviamente, los manipuladores se han cuidado muy bien de decir que los salarios no corresponden a la fuerza física vendida por el obrero; por lo contrario, su falacia envuelve otra burla mayor: “el salario es justo y si no te alcanza es porque no sabes planificar tu familia”. Esta forma manipulatoria parece, paradójicamente, calcada del concepto marxista de “conciencia de lo factible” (Zugereclte Bewusstsein). Las comunicaciones manipuladas son formas propagandísticas, típicas; de esta parece deducible que la manipulación tiende a crear situaciones que imposibilitan o dificultan la formación de juicios racionalmente fundados y la actuación según tales juicios racionales. La manipulación se encuentra bajo las formas políticas del terror tanto como en los mensajes elaborados, aparentemente inofensivos, y que responden a intenciones comunicativas ocultas. Manipulación es, pues, la técnica del ajuste de las políticas editoriales de los medios, ajuste de políticas informativas, estilos y modos de llegada al receptor. Proceso de la información periodística El propósito de este capitulo es anotar, aunque de manera descriptiva, el proceso de la comunicación en el campo del periodismo y en el de la prensa, concretamente, en un intento por aplicar la teoría general de la comunicación al terreno del medio impreso. Proponemos, como primer paso, ensayar una definición de periodismo que se adecue a los objetivos de esta exposición: el periodismo es un sistema abierto de la comunicación masiva. La teoría científica de la comunicación, en los periodísticos, importa toda una investigación sistematizada y metódica de la noticia, pero no excluye los atributos de arte inherentes al periodismo, por varias razones; entre ellas, el aporte individual del periodista con sus conocimientos, talento, creatividad, etc. Clarnely hace bien en decir del periodismo: “su práctica envuelve contribuciones individuales de sus devotos, que nunca podrán fijarse en teoremas”. Una aclaración necesaria: la definición de periodismo, válida para las medios masivos (prensa, radio, televisión, cine) representa una idea muy general, desde el momento en que existen también otros sistemas abiertos para la comunicación masiva distintos de los que encierra nuestra definición. Ahora bien, partiendo de la primera parte de la definición propuesta: el periodismo es un sistema. . . encontramos que, al decir sistema, le damos un contenido de elementos básicos, comunes a todos los demás sistemas comunicativos abiertos, o sea: A) mensaje. B) código. C) comunicador = codificador. D) medio. E) receptor = decodificador = destino. Es un sistema abierto, porque en el proceso comunicativo que representa se producen interrelaciones constantes entre las materiales periodísticos, interrelaciones e intercambios de información dentro del mismo sistema y fuera de el tal como la interacción de los receptores entre si, de ellos con el medio, de las respuestas con la fuente, etcétera. La segunda parte de la definición de la comunicación masiva, nos lleva al reconocimiento de un proceso comunicativo con sus factores: Fuente-codificador-mensaje-decodificador-destino La prensa es el medio masivo que utiliza la palabra escrita y la representación grafica —signos y símbolos impresos— para la transmisión de noticias —mensajes— a un publico lector —destino—; por tanto, esta dirigida a la percepción visual de los receptores. El esquema más simple del proceso comunicativo posee cinco elementos importantes, que ya hemos anotado. Veamos ahora lo que cada uno de estos cinco factores significa en el medio prensa; vale decir, en la transmisión de noticias. Fuente es la motivación u origen de un hecho noticiable y representa el estimulo para el comunicador en su intención comunicativa. La denominación comunicador lleva un sentido bastante amplio, en tanto cada individuo tenga algo que decir y se opere en el la decisión de hacerlo. Entendemos por hecho noticiable todo acontecimiento de la naturaleza o del hombre que tiene un interés público. Aunque algunos tratadistas de la teoría y práctica del periodismo sostienen que fuente es el hecho mismo y aun el lugar donde ese hecho se produce, tales conceptos no deben llevarnos a error, pues puede denominarse fuente, por simple comodidad enunciativa de la pragmática periodística, a una oficina publica; pero, en rigor científico, fuente no es la oficina mencionada, ni siquiera el acontecimiento allí ocurrido, sino la motivación de la intención comunicativa que tengan los representantes de esa oficina para comunicar tal acontecimiento, a el profesional periodista que descubre ese algo importante que es el factor noticiable del hecho, y decide comunicarlo. Codificador es el elemento que tiene la función de traducir los signos y señales de la fuente, o la que en este caso, el conjunto de signos y señales de la noticia parecen significan. Codificador es, pues, el periodista, cronista, reportero, redactor, editorialista, etcétera. Mensaje es el producto comunicable que, con base en signos/ señales procedentes de un hecho, elabora el codificador. El complejo de signos/señales pasa por un proceso psicointelectual que representa el acto mismo de codificación; por tanto, denominamos mensaje al material publicable: reportaje, crónica, editorial o cualesquiera de las formas y contenidos que se disponen para ser impresos. Decodificador es el agente correspondiente en oposición al codificador; significa el elemento que selecciona (descifra) el contenido mensaje-noticia impresa, en un proceso también psicointelectual que se da en el receptor, con las mismas características de interpretación acerca del significado de las signos y señales de una página de diaria a lo que tales signos y señales parecen decir; y subrayamos parecen decir, porque toda interpretación supone un complejo de relaciones intrapersonales, elementos subjetivos, intereses, fenómenos psíquicas, sociales, cuadros de referencia personales y de grupo, etc., que influyen poderosamente en el acto y-el resultado de la decodificación. Destino: denominase así al agente que percibe el mensaje decodificado; es decir al mismo decodificadon; pero en tanto es destino, significa recipiente de la noticia y en tanto es decodificador, representa todo un proceso perceptual o interpretativa ante el contenido del mensaje. Se le designa también en ésta su doble función, con el nombre de decodificador en destino. Por otra parte, sabemos que el destino reacciona ante el mensaje, provocando un fenómeno característico de la comunicación que es el feedback o retroalimentación. Transformación de la noticia La comunicación de noticias presenta una serie de problemas. Situemos el acontecimiento noticiable en primer término; pera puede ser tambien un complejo de sucesos, unidos por la intención comunicativa. Frente al acontecimiento situamos al reportero como codificador y al mensaje como noticia, en el segmento que sigue. En seguida localizamos el canal, como sinónimo de producto de la actividad periodística, como producto del medio: un diario, una revista, en manos del lector. Y, por ultimo, el decodificadar en destino. En cada uno de los segmentos hallamos factores intermedios a los que llamaremos subsistemas y sub-subsistemas que pertenecen a la fuente, al medio y a los mecanismos técnicas que influyen en el sistema con sus subsistemas como elementos del medio; por ejemplo, las agentes externos que ejercen esa influencia tanto en la elaboración del producto como en su distribución al destinatario. El triangulo del decodificador presenta otros elementos concurrentes en el acta de descifrar el mensaje, y señalamos algunos de ellos. Vemos que a la fuente concurren una serie de subfuentes informativas que sirven —contribuyendo con datos— a la fuente informativa misma tanto como al comunicador-codificador que identificamos como el reportero. Recurramos a un ejemplo sencillo para explicar este sistema: imaginemos el choque de dos vehículos. La fuente principal o directa será, desde el punto de vista de la información penalistico, el acontecimiento mismo. Dicha fuente arrojaré los datos circunstanciales del hecho. Que ocurrió? —chocaron las vehículos tal y cual. Donde? —en la calle x. como? —De frente. Cuando? — esta mañana. Por qué? —exceso de velocidad. Supongamos luego que uno de los conductores se fugo y el otra quedo gravemente herido e inconsciente. La fuente no bastara para hacemos conocer sobre el hecho noticiable todas los detalles periodísticos. Entonces, nos auxiliamos con las subfuentes informativas 1, 2, 3, etc. Y ellas dirían lo que nos falta registrar. Por ejemplo, la subfuente policial servirá eventualmente para la identificación del conductor prófugo; la subfuente 2, un hospital, digamos, permita conocer el diagnostico realizado al herido; la 3, pueden ser las familiares, parientes o amigos de aquel, mas informarán acerca de otros detalles como su profesión, y quizá descubramos que es una persona importante para algún grupo social; la subfuente 4 podrían ser algunas testigos presénciales del choque, cuyas versiones son periodísticamente necesarias. Quizá el hecho, por la distancia, no sea de nuestro conocimiento directo ni tenga mas posibilidades de realizar una cobertura propia; entonces la agencia de noticias, nacionales o extranjeras, emisiones de radio o de televisión, constituyen subfuentes informativas para nosotras. Estos sistemas de flujo informativo son abiertos; pero tambien existen otras de código, especialmente para la información cultural, literaria, etc., que pueden servirnos si resulta que una de las protagonistas del hecho es, por ejemplo, un escritor o un poeta. Pero puede ocurrir que algunas de estas subfuentes lleguen hasta el destino independientemente del sistema organizado de la comunicación del medio masivo prensa. En nuestro ejemplo, se dará cuando los testigos presénciales comuniquen aspectos del acontecimiento por ellos observado, a sus respectivos amigos, en un proceso de comunicación interpersonal o directa. Fuente informativa y subfuentes sirven hasta aquí para el adopta de datos sobre el hecho que interesa. El reportero se da ahora a la tarea de codificar ese material. Esa supone, por un lada, una primera evaluación de la noticia con el consiguiente planteamiento: qué es lo que ocurrió y a quién o quiénes interesa? En este instante entran en juega una serie de elementos propios de la personalidad del codificador-comunicador: su. Experiencia profesional, su capacidad como periodista, su intuición, su voluntad, sus condiciones deductivas y analíticas, sus conocimientos de otra índole y no solamente de periodismo, etc. Si el codificador es un reportero bisoño, al que le han proporcionado un nombre, que a el no le significa nada, se contentara con los datos rutinarios y sobre ellos elaborará una crónica de escaso interés; pero si el periodista tiene experiencia y sabe que el nombre que le dieron pertenece a un destacado escritor, por ejemplo, seguirá enriqueciendo sus datos, pues habrá evaluado la noticia de distinta manera que el principiante. Si codificar es seleccionar un conjunto de signos y señales para producir un mensaje, detrás de esta labor que inicialmente le corresponde al reportero, hay algo ineludible: utilizar signos y señales que sean comunes tanta al codificador como al decodificador, pues no basta codificar, sino hacer que el código usado sea comprensible para el destino, en la misma forma en que lo es para el decodificador. Y esto significa que codificador y decodificadar deben tener un campo de experiencias común, pues de otro modo el mensaje deja de tener el significada que le da el comunicador y no surtirá las efectos esperados. Si llega a mis manos un ejemplar de un diario escrita en búlgaro y no conozco este idioma, ese producto de medio carece para mí de todo significado comunicativo y se reducirá a un pedazo de papel con signos ininteligibles que me parecerán manchas carentes de toda importancia. Si aun en el idioma que hablo y comprendo, me llega un mensaje acerca de tecnología nuclear y yo no conozco los códigos de esta especialidad, su significado será también incomprensible para mí. El proceso de la codificación tiene importancia en la prensa, desde el momento en que se considera que este medio está dirigido no a las especialistas, sino a un lector medio, aun destinatario cuyas expectativas están en el conocimiento de lo que sucede o la sucedido recientemente y que es nuevo para el, y cuya motivación va signada por la necesidad de informarse; necesidad común al especialista y al que apenas sabe leer y escribir, al lego y al erudito. Por ella, una de las reglas básicas del periodismo exige, por ejemplo, el uso de un lenguaje escrito accesible a todos los públicos: sencillo, clara y preciso. Y todo eso es aplicable y debe serlo en el momento de la codificación. La noticia codificada presenta una imagen muy distinta de la noticia “en fuente”; es decir, la que en su origen fue un conjunto de datos, de información es casi dispersa, desordenadas, acerca de un acontecimiento. Pera tal suceso constituye apenas una milésima o quizá millonésima parte del torrente informativo cotidiano y bien puede llegar a convertirse en un mensaje difundido a la masa, a perderse entre un montón de originales de material “de relleno” o la espera de publicación y finalmente, por obsoleto, ir a parar al cesto de desperdicios. Para concluir, queda mencionar aunque sea brevemente el proceso de retorno, retroacción a retroalimentación que se opera en todo sistema comunicativo. El feedback ocasiona una inversión del proceso de la comunicación, al convertir el destino, en fuente y a ésta, en destino del mensaje-respuesta. En lo que toca al mensaje-contenido, en un medio impreso, la retroalimentación puede darse como una llamada telefónica al mismo, una carta, una petición de mayor información , aumenta de numero de suscriptores a cancelación de ellas, representando cada una de estas formas un modo de reacción ante el estimulo provocado pan la noticia a el comentario. No son pocas las veces en que oiremos decir a un amigo: “no compro más este diario porque no me dice nada importante”, a “me he decidido por leer este diario porque lo encuentro bien informado; me satisface su lectura”. Y es preciso anotar también, aunque tangencialmente, que los otros medios masivos ejercen una permanente influencia sobre la prensa, dentro de un contexto de reciprocas interacciones e interrelaciones, y que todas los medios ejercen influencia sobre el destino, al presentar el mismo hecho de diferentes maneras, con distintos procedimientos, con variados contenidos y recursos técnicos; por tanto, no es posible medir el feedback en relación con determinado medio, sino en relación con la totalidad de las medios masivos y no masivos que participan en la transmisión de noticias; es decir, globalmente en todos los sistemas y de ninguna en particular. Los públicos El valor semántico de los vocablos lector, pública, oyente, televidente, etc., es muy relativo, como lo es en casi todas las acepciones que usan las ciencias sociales para la conceptualización de fenómenos concaminantes, con las inherentes funciones descriptiva y distintiva. En el sistema general de la comunicación podemos contar con públicos de lectores, de radioescuchas o de televidentes que no constituyen verdaderos instituciones, sino grupos sociales a los cuales el hombre concreta, lector de un diario, por ejemplo, pertenece o tiene la sensación de pertenecer; aspecto detectable por los resultados de la presión ejercida por un medio sobre los individuos, como cuando las encuestas revelan actitudes similares atribuibles a influencias compartidas. El uso de las denominaciones lector, publico, oyente, televidente, ofrece una finalidad práctica, si se tiene en cuenta que son objetos analizables más desde el punto de vista de receptores de mensajes que de entidades compactas y consolidadas. El estudio de los efectos de los medios sobre tales grupos es algo que todavía no ha logrado dar respuesta a las múltiples problemas que la psicología social afronta en el campo de las actitudes y opiniones. Sabemos muy poco acerca de las alcances de la televisión, por ejemplo, sobre las receptores. Los medios electrónicos, con su avasalladora influencia han rebasado los límites de la exploración científica. Mcluhan ha ensayado su teoría de “la era del masaje” en el reino de las comunicaciones tecnificadas, pero el escritor canadiense apenas ha descrito el problema, sin llegar a mostrarnos cuáles son las efectos de ese “masaje” o “lavado cerebral” que recibimos todos las días, a cada instante. Una dificultad radica en la imposibilidad de contar con grupos de receptores que lo sean exclusivamente de un medio. Las interacciones del sistema abierto revelan que —excepto algunos grupos sociales de países atrasados— las receptores se someten a las influencias de muchas medios al mismo tiempo y, por lo mismos, de los poderosamente tecnificados. Las mensajes multimedios ganaron campo de acción, por el perfeccionamiento de las sistemas electrónicos y su cada vez mayor acceso a grandes masas; sin embargo, hay comunidades cuyos miembros dependen casi exclusivamente de la radio; por ejemplo, en zonas campesinas de México, Guatemala, Perú, Bolivia y otras países latinoamericanos, africanos y asiáticos. Tenemos que considerar también que los medios masivos no son impermeables a las influencias de los otros medios, sino que permanentemente están recibiendo cargas y presiones según las cuales se comportan comunicativamente y mas advierten de la “impureza” de sus mensajes. Vale decir, en breves palabras, que no existe un “mensaje” radiofónico o una periodístico, o uno televisivo como producto inmaculado del medio. Nos mas referimos, desde luego, a la técnica televisiva, radiofónica a periodística de adecuación de las mensajes en razón de las peculiares características del canal se la llegado a formular, inclusive, una metodología de los lenguajes de los medios, pero ése es otra aspecto, en el que tampoco está ausente la influencia de las otras medios. Entendemos por público —pars pro todo— al receptor, decodificador, destino, de mensajes y en ese contexto usamos la discriminación que cabe en relación con los medios masivos. Los medios impresos se preocupan muchísimo por sus elevadas tiradas; las estaciones de radio y televisión, por el rating. Estas preocupaciones tienen generalmente un marcado propósito comercial que se traduce en más anuncios publicitarios, más inserciones pagadas, más poder político y capacidad de influencia sobre el gobierno y sobre la ciudadanía. Por eso, son frecuentes los sondeos que hacen los medios entre sectores de opinión: estudiantes, oficinistas, amas de casa, etc., con cuyos resultados resuelven mantener un programa a crear uno nuevo; crear una columna periodística o eliminarla. de una manera indirecta, esas sondeos pueden revelar puntos de vista en torno a los contenidos de los mensajes y mostrar algunas facetas de las relaciones entre las actitudes de los individuos y los materiales informativos recibidos, pero el fondo sigue siendo comercial; es decir, lo que interesa principalmente a quienes realizan una encuesta de este tipo es medir el grado de aceptabilidad del producto entregado; algo así como un registro y control permanente del nivel de ventas de una marca de jabón. “el poder de los medios va a persuadir, por lo menos cuando hay una controversia democrática, es mucho menor del que se supone generalmente; pero su. Poder para informan es enorme. En el mundo moderno, todos dependemos de los medios masivos para una gran parte de los hechos e imágenes almacenadas que necesitamos a fin de movernos en las complejidades de la vida; pero lo que hacemos con esa información es algo que los medíos mismas no pueden controlar.” “las personas con mayor interés en la campaña eran las más propensas a tomar su decisión desde que se iniciaba aquella y a aferrarse a ella hasta el fin. Lo que encontramos ahora es que las personas que más leyeron y oyeron acerca de la campaña eran las menos expuestas a cualquier idea cuya tendencia fuera hacerlas cambiar de opinión sobre quién debían elegir. Aunque la propaganda de la campaña tenía la intención de cambiar las notas, casi siempre llegaba a las personas menos susceptibles a tales cambios. El poder de influencia de los medios sobre los receptores depende de varios factores. Es muy importante considerar qué es lo que se comunica a qué es lo que se dice; luego, quién es el que lo dice, como lo dice y a quien. Aquí entran en juego las posibilidades persuasivas del modo en que se trate un tema determinado, el punto de vista que se exponga, la validez de los argumentos, la fuerza expresiva de ellos, habida cuenta de que el receptor deseo o prefiere contenidos que reafirmen sus convicciones, llene sus expectativas, a por lo menos transporten una esperanza, una promesa. Es igualmente considerable quién lo dice, cuánto prestigio, cuanto valor tiene el articulista, el comentarista de cualquier medio, en concepto del público; el canal, cuyo prestigio es a veces difícil de deducir de otras causas que no sean los del rating comercial, o de la mayor tirada. Los grupos de opinión La idea que tenemos de grupo es la de un conjunto de individuos; en sentido lato, aludimos a toda reunión de dos a más personas y así, consideramos grupo a la familia, a los estudiantes de un curso, a los compradores en un mercado, concurrentes simultáneamente al acto de la adquisición de mercancías; a los viajeros de un ómnibus, a las personas congregadas en una sala de espectáculos, a las amigos que se reúnen en casa, a las pandillas de jóvenes que se congregan en la barriada; en fin, nuestro concepto de grupo es muy amplia y abarca muchísimas formas de asociación de dos a más personas. Para los sociólogos, el estudio de los grupos constituye un aspecto importante en lo que toca a la comprensión de la estructura de una sociedad. Para la ciencia de la comunicación, la importancia de los grupos radica en las interacciones e interrelaciones que equivalen a nexos comunicativos con efectos y acciones reciprocas. Coma actúan los grupos en sus relaciones con otros, como ejercen funciones en el complejo de instituciones sociales —estas últimas “módulos duraderos de comportamiento” como las define Bottomore—,es problema que interesa especialmente a la psicología social y a la ciencia de la comunicación; a la primera, porque su objeto es descubrir el efecto que ejerce sobre el individuo ese ambiente social al cual él pertenece y el efecto que produce en la conducta el hecho de como los hombres se influyen recíprocamente; a la segunda, porque toda conducta brotada de tales interrelaciones grupales tiene significado de forma comunicativa. Pero la composición grupal es muy compleja; no basta decir que un grupo es un conjunto de dos o más personas: nos interesa conocer qué es lo que hace dos a más personas se reúnan físicamente o participen espiritualmente de algo. Newcomb ha propuesto la siguiente definición de grupo: “consiste en dos a mas personas que comparten normas con respecto a ciertas cosas y cuyas papeles sociales están estrechamente ínter vinculados”. Bottomore, por su parte, dice: “un grupo social puede ser definido como un agregado de individuos en el que existen relaciones definidas entre los individuos que lo componen y cada uno de ellas es conciente del grupo y de sus símbolos”. Lindgren anota: “un grupo consiste en dos a más personas que entablan alguna clase de relación entre si. Incluso los grupos informales y efímeros crean algunos elementos estructurales en sentido de que sus miembros detentan rango, forman relaciones de acuerdo con su posición y desempeñan papeles recíprocos”. Bottomore los clasifica en dos grandes apartados: A) los grupos sociales, entre los que menciona a la familia, el pueblo, la nación: “en otras palabras, un grupo social tiene por lo menos una estructura y una organización rudimentaria (incluyendo reglas, ritos, etc.) Y una base psicológica constituida por la conciencia de sus miembros”. B) los cuasígrupa. “un cuasígrupo, en cambio, es un agregado sin estructura u organización y cuyos miembros pueden ser inconscientes o débilmente conscientes de la existencia del grupo”. Ejemplos de estos grupos, las clases sociales, los de sexos, edad, multitudes, etcétera. No existe una radical diferencia, empero, entre los grupos sociales Y los “cuasi grupos, pues es imposible trazar una línea separatoria entre ambos. Grupos sociales y cuasígrupos tienen interrelaciones y variables importantes; por ejemplo, los cuasígrupos pueden servir de base para la organización de instituciones sociales. La clase social x da lugar a la formación y estructuración del partido político z. De hecho, ninguna persona individual pertenece a un solo grupo, sino a muchos otros; de manera que esa pertenencia guarda ilimitadas posibilidades de influencia dentro de sus grupos sociales y de sus cuasígrupos. Las condiciones que exige Newcomb para la existencia de un grupo podemos resumirla así: • Que las personas compartan normas con respecto a algo; • Que existan interrelaciones de papeles entre los participantes de un grupo. Young explica el fenómeno: “la mayor parte de los miembros de una sociedad sumamente compleja pertenecen a una cantidad de grupos. A menudo, los distintos fines y funciones de estos grupos pueden hallarse en conflicto. A estas influencias conflictivas las llamamos “presiones opuestas” y pueden definirse como “la gravitación de dos a más factores determinantes de la opinión sobre el mismo individuo o grupo” Noticias. Producen trastornos cuando por su naturaleza llevan un mensaje novedoso. Cambios en la experiencia real. Importan variaciones, alteraciones conductuales, transformaciones en la situación económica, y en los fenómenos físicos, sociales, etcétera. Cambios en la práctica. Disonancias cognosetivas, desacuerdo entre la que queremos decir y lo que decimos, entre lo que queremos escribir y lo que en verdad escribimos. Liderazgo. Representatividad de grupo y actuación en nombre de éste. La influencia que tienen los medios sobre los líderes es mucho más importante que la que ejercen sobre los propios receptores, en algunos casos. Uno de los problemas que enfrenta el estudio de la dinámica de grupo es el “riesgo”, o margen de riesgo social o grupal que difiere de la acometividad de los individuos; esto, especialmente en nivel de decisiones de empresas a de gobierno respecto a los asuntos políticos internacionales. El Control Social La sociedad esta regida por normas y valorizaciones que permiten el mantenimiento de determinado orden conforme a tales códigos de comportamiento humano. Los grupos sociales, cualquiera que sea su composición, poseen un conjunto de reglas de conducta; el sometimiento a ésos es condición indispensable para la pertenencia al grupo, para la aceptación del individuo en él. Los grupos sociales ejercen control sobre los individuos, es decir, vigilan que éstas cumplan con las convenciones, creencias, reglas, costumbres, usos, etc., de una manera permanente. Sin ese control, el grupo se coloca en inminente riesgo de disputas, desequilibrios, tenciones y conflictos que pueden llevarlo a la disgregación y aun a la extinción. Por otra parte, debemos consideran que en la sociedad ese control se plantea en dirección al mantenimiento del orden social, de la convivencia armoniosa y civilizada. Podemos definir el control social, de manera provisional, como el conjunto de normas que regulan el comportamiento del hombre, a través de mecanismos de organización colectiva. El estado es el gran regulador de los limites de la libertad de los individuos; es el quien señala los derechos y deberes, impone sanciones, vigila y hace cumplir las normas de convivencia social. Y si descendemos de la sociedad abstracta o los grupos concretos, encontramos siempre la sujeción a normas. Distinguimos, en primer lugar, los siguientes tipos de normas que el hombre debe observar en sus relaciones con otros: • Jurídicas; • Morales, y • Del trato social. El primer caso, las normas jurídicas, se refiere al ordenamiento jurídico en que se asienta el estado. La constitución, los códigos de derecho público y privado, las resoluciones, vale decir toda la construcción jurídica. Así, este ordenamiento regula los derechos de familia, el matrimonio, las sucesiones, los contratos, los derechos y obligaciones civiles, las relaciones del trabajo, del comercio, de la industria, del transporte, la política, el sistema bancario, la navegación marítima y aeronáutica, sanciona y previene el delito; en fin, tiene que ver con los actos humanos en relación con otros seres humanos. Una característica de la norma jurídica es su heteronimia; es decir, que no es impuesta de fuera, independientemente de nuestra voluntad, pues escapa al fuero interno de cada individuo. Otra característica es su universalidad. El estado legisla para todos. La norma jurídica está destinada a ser observada por todo el grupo. Una tercera es la coercibilidad, entendida ésta como la posibilidad de ejercer la coacción. Si no se cumple con una norma jurídica, el estado posee los instrumentos y prerrogativas necesarias para dominar la voluntad del renuente y obligarle, con el uso de la fuerza, o cumplir con esa norma y/o reparar el daño que se hubiera ocasionado con la omisión o violación de ella en perjuicio de otra u otros hombres; busca la concreción del valor justicia. La norma moral, en cambio, pertenece al fuero interno de cada individuo; es autónoma, surge de adentro, no por imposición, sino por convicción: esta es buena, me parece buena y actúo de esa manera, pertenece pues al campo de la conciencia individual. La norma es el dictado de la conciencia; es ante ella, ante quien responde el individuo por sus actos de índole moral. Debemos reconocer que moral y derecho no están en disonancia, sino que, por lo contrario, la moral es la esfera mayor dentro de la cual cabe la esfera jurídica. Las filósofos del derecho están de acuerdo en que lo que caracteriza a la norma moral es su autonomía. Aunque a veces el estado vigila el comportamiento de los individuos baja disposiciones llamados “de preservación de la moral pública” como, por ejemplo, cuando castiga o corrige el comportamiento escandaloso, la embriaguez, etc., principalmente con reglamentaciones policiales y prejudiciales; pero en ese caso debemos asimilar inmediatamente esos conjuntos de normas a la estructura jurídica total. Un ejemplo para distinguir la norma jurídica de la norma moral: la ley prohíbe, baja pena, la bigamia. Pues bien, comete bigamia quien ha contraído nupcias por segunda vez, sin que el primer vinculo matrimonial hubiese sido disuelto. Pero no hay norma jurídica alguna que prohíba el establecimiento de relaciones amorosas de una persona con dos o más de dos, del sexo opuesto. Esta última conducta sale del círculo del derecho para entrar en el de la moral. El derecho y la moral no son absolutos y, por lo mismo, tampoco pueden ser inmutables; por ejemplo, hasta hace algunos años, muchas legislaciones tipificaban el adulterio como delito; hoy ya no es materia que pertenezca al campo del derecho penal. Y no es que hayan desaparecido las infidelidades conyugales, parece más bien que se han multiplicado y han adquirido carta de ciudadanía. La que ha ocurrido es que el concepto de adulterio, a la valoración de tal conducta se ha transformado, de delito, en simple causal de divorcio. La norma moral pretende la concreción del valor bien. La norma del trato social se dirige a la consecución del decoro. No hay ninguna norma jurídica que obligue a un individuo a saludar a su vecino o a ser cortés y amable con las demás, tampoco puede considerarse como algo inmoral el hecho de omitir esas formas convencionales del saludo o la cortesía y amabilidad, y a nadie le tortura la conciencia por ella. Pero ese individuo, con su conducta, está sujeta a las reacciones de su vecino, de los otros vecinos, en cuyo concepto caerá como un sujeto ordinario, falto de educación. Y es probable que su comportamiento le ocasione penalidades sociales que alteren el equilibrio de sus relaciones con el grupo. Las normas del trato social tiene muchísima similitud con las jurídicas, pero una diferencia radical: carecen de la coacción; dicho de otro modo, el sujeto no puede ser obligado por la fuerza, físicamente, a saludar a su vecino o a ser amable con los demás, pero está forzado por la amenaza de la marginación. Tenemos luego otro tipo de normas originadas en los usos y costumbres, en la religión, la educación, como integrantes del conjunto de reglas sociales. El control social es una realidad inherente a las relaciones del hombre con otros hombres y de los grupos entre si; su estudio comprende la búsqueda de aquellas formas en que las reglas determinan el comportamiento del individuo o influyen en la conducta personal, y determina qué efectos producen en el proceso de formación de la opinión publica. Otro aspecto prominente es el uso de medios de comunicación para el control social, y el hecho de que los organismos sociales ejerzan la regulación de la conducta a través de vehículos masivos en la comunicación de los valores sociales. El control social se ejerce a dos niveles: en los grupos sociales, a través de los organismos de grupo y, en la sociedad, de una manera general, a través de los instituciones jurídicas, políticas, económicas de jurisdicción más amplia, competencia y jurisdicción delimitada por el mismo estado al crear los organismos encargados de la elaboración, aprobación y sanción de leyes; de la ejecución y cumplimiento de dichas leyes y de la aplicación de éstas en los casos concretos; funciones todas ejercidas por el mismo estado y que se conocen como legislativa, ejecutiva y judicial. En el primer nivel de control dentro del mismo grupo, con mecanismos creados por el mismo grupo, nos referimos al conjunto de regulaciones de la conducta de sus miembros a través de los líderes o las clases sociales particulares. El control que una clase social, por ejemplo, ejerce sobre los individuos que la integran, busca cohesión y acción definidas. La lucha de clases se plantea cuando esta clase pretende abarcar un ámbito de influencia mayor para dirigir y conducir, conforme a sus absolutos teóricos y metas prácticas, la opinión de los miembros de otras clases e influir en las decisiones. Podemos anotar un doble carácter del control social en lo que se refiere a este punto: la regulación recae sobre el comportamiento de los individuos y la situación real del grupo con influencia en los valores e ideología; doble carácter que Bottomore lo plantea de este moda: “al hablar del control social hemos de ocuparlos de las diversas formas en que determinados valores y normas influyen sobre la conducta de los individuos. Pero también podemos examinar las formas en que dichos valores y normas aparecen, cambian, se extienden o son reducidos; esto es, podemos examinar los mismos fenómenos desde el punto de vista de la sociología del pensamiento”. La opinión publica constituye un cuerpo regulador que, como sistema en si mismo, organiza el comportamiento social, lo que equivale a considerar a la misma como un fenómeno de control social informal, con atributos propias, y decimos informal, porque no es el ordenamiento jurídico, por ejemplo —control social formal— que contiene estructuración, organización, elaboración sistematizada. Pero la opinión publica participa en la organización del estado, en la elaboración y sanción de leyes —claro esta, en una democracia— y, al mismo tiempo, recibe una serie de influencias de otros ordenes: religioso, económico, político, moral, etcétera. Es complejo el problema del control social. En él intervienen una serie de normas y mecanismos, tanta más, si las opiniones son mutables, lo es igualmente el derecho, lo son las costumbres y las tradiciones. Y aun la mutabilidad alcanza a los preceptos religiosos como lo han comprobado estudios sociológicos. Las creencias religiosas y las prácticas rituales forman parte de todo un sistema de control social que en la historia de la humanidad han tenido y tienen decisiva importancia en lo que hace a las actitudes, a las valorizaciones y a la formación del fenómeno opinión publica. La religión envolvía todo conocimiento, concentraba toda actividad: derecho, medicina, política, ética, confluían en los principios religiosas. Y el hombre tuvo que pasar por larguisimos periodos hasta entrar en la etapa laica —siglo XIX— cuando la unidad en tormo a las creencias y observancia de ritos se fracturo. No tomamos antecedentes específicos de los movimientos reformistas de la iglesia católica romana que son anteriores al proceso laico apuntado, sino que mencionamos, en conjunto, las deserciones que se produjeron en Europa alrededor de 1850, sobre todo en la clase obrera, fenómeno que demuestra también una disminución notable de la fe. Los sociólogos y filósofos han planteado teorías acerca de los orígenes de las religiones, han investigado el contenido de los preceptos morales, entre aquellos, Durklelm, Loblause, Webcr, Marx, —solo para citar a algunos— y sobre todo, la relación de tales preceptos religiosos con la conducta social. La diversidad de doctrinas religiosas, iglesias, sectas y congregaciones en todas partes, la libertad de cultos, como medida de régimen constitucional, a la prohibición de otros cultos que no sean el o los aprobados oficialmente por un estado; la lucha contra la religión, como en la Francia del siglo XVIII, donde sin embargo se daba esta paradoja: no faltaba algún ciudadano diputado que después de pronunciar encendido discurso de condenación a las creencias religiosas y de abominar de los ritos, se reunía en el mayor secreto con algún sacerdote de confianza para confesar y comulgar. El peso de la religión, sobre todo en la cultura occidental, ha sido decisivo en la formación de consensos y sigue siéndolo, aunque no con la gravitación casi absoluta de aquel periodo de sumisión del poder temporal al poder divino a la alianza de la espada y la cruz; época en que monarcas y guerreros no eran moda sin el apoyo de los Papas. La persecución religiosa en Francia marca otra de los aspectos que tuvieron especial importancia en el intenta por desarraigar las creencias religiosas y romper su efecto decisivo en la formación y expresión de opinión. El pulpito ha sido uno de los más destacados sitios de emisión de opiniones, en todas las épocas. Consideremos el concepto masivo, en la edad media, acerca del pecado y veremos como el catolicismo condujo y ejerció un control social efectivo. En nuestros días tenemos el papel social de la iglesia concebido dentro de lo que se ha denominado la doctrina social, consecuencia del Concilio Vaticano Segundo. La división del clero en preconciliar y posconciliar ha señalado el comienzo de una época de debates que todavía hoy tienen vigencia. Por otra parte, dentro de este mismo estado de crisis dentro de la iglesia, notamos la influencia que tienen las corrientes tercermundistas, de los que participan muchos sacerdotes progresistas. Las pastorales y declaraciones del obispo Cámara, por ejemplo, en Brasil, dieron forma a un consenso de opinión alrededor de la política y de la dictadura que gobernaba ese país. La proliferación de sectas religiosas en América Latina, de diversa procedencia y denominación: iglesia, grupos religiosos, sectas; cristianas, judías, islámicas, ha preocupado profundamente a la iglesia católica. Entre los varios estudios que se han realizado sobre las presuntas causas del crecimiento de dichas sectas, se anota un interés político imperialista. En ese sentido, las sectas que han incursionado en ciudades y zonas rurales de América Latina son “agentes secundarios” a coadyuvantes de la hegemonía del imperialismo estadounidense en nuestro continente. “A las sectas, también las podemos considerar como agentes del imperialismo. Junto, por ejemplo, con los medios de comunicación social (prensa, películas, radio, tv), ellas desempeñan un rol ideológico. A menudo traen un mensaje que encaja con el imperialismo; incluso lo apoyan abiertamente; preparan de esta manera a la gente para aceptar y colaborar con este sistema; crean un ambiente antisocialista; propagan valores alienantes, rompiendo así la resistencia popular. Es obvio que, de esta manera, muchas sectas prestan un servicio al imperialismo. Sin embargo, es de gran importancia que aquí, hagamos una distinción entre la que son los agentes principales y los agentes secundarios.. . Las sectas son agentes secundarios del imperialismo al que prestan un servicio de apoyo.” El estudio encomendado a Franz Damen anota también que las sectas religiosas son frecuentemente instrumentos de los gobiernos para ejercer un mejor control social y político interno: “cabe observar que los gobiernos no favorecen a las sectas por ser sectas sino porque las consideran como elementos positivos dentro de su proyecto político”. Podríamos señalar muchísimos e inacabables ejemplos de la influencia obviamente poderosa de la iglesia en la formación de opinión y en el control social, pero las limitaciones de este trabaja no nos permiten tal amplitud. Basta apuntar que la religión influye sobre las cosas del estado de una manera todavía considerable. Y la conducta individual está en gran parte influida por las concepciones religiosas del hombre, sea cual fuere el contenido de su creencia. Las normas morales derivan, sino en su integridad, por lo menos en su mayoría, de los preceptos religiosos. A veces el hombre se conduce más de acuerdo con sus preceptos religiosos que con sujeción a las normas jurídicas. Decíamos que el control social se ejerce —también— por los medios masivos. Ahora bien, los problemas de la regulación asoman cuando nos preguntamos acerca del tan conocido principio de la libertad de informar, por una parte; por otra, la de estar informado. La libertad de informar se halla dentro de la normatividad de formas de gobierno democrático, como un derecho de expresión: la de estar informado, representa el derecho de acceso libre a la información o, si se quiere, a la comunicación. Prensa, radio, televisión y cine, principalmente, constituyen mecanismos de control social, pues a través del contingente informativo influyen en la conducta del individuo. Quizá los ejemplos más claros en el caso de la prensa, sean las noticias sobre delitos sexuales y la lucha política. Los diarios —acusan los psicólogos sociales— estimulan el interés del público en torno a estas temas comunicables, en desmedro de la información educativa. No analizaremos aquí las causas económicas y de otra índole que determinan las políticas informativas de los medios, pero si nos interesan los hechos comprobados por la investigación y la observación cotidiana: política y crónicas policiales abundan en las páginas de diarios en comparación con otros temas de interés social. Los lideres de opinión El fenómeno del liderazgo es psicosocial, producto de las relaciones de los individuos entre si, de los efectos de esas relaciones. Responde básicamente a un doble principio: autoafirmación y auto valorización, por parte del líder, y sumisión y subestimación de parte de quien reconoce el liderazgo del otro. No existe pues, líder que no surja de la interacción de las personas que comparten situaciones sociales. En una manada de búfalos, el más viejo y más fuerte tiene el papel de conductor de los demás, ejerce autoridad, y las de su misma especie se le someten. Entre los mandriles, unos pocos dominan a los demás, por ser los más fuertes. Las aves se comportan de igual manera. En un corral, el gallo más fuerte se impone sobre los otros y sobre las hembras. Ese dominar y ese someterse en las especies zoológicas deriva de dos necesidades básicas: el acceso a la comida y la posesión de las hembras. En el niño se observa una tendencia hacia la dominación de los menores y de sumisión hacia los mayores. Las sociedades primitivas son un ejemplo de selección de conductores, jefes de tribu; reconocen como tales a quienes destacan por su fuerza física, su conocimiento de la magia a su experiencia. Los consejos de ancianos, el guerrero más audaz, o ambos, asumen la autoridad del grupo primitivo. La fuerza es, pues, uno de los primeros factores de la dominación. Y los regimenes totalitarios militaristas muy poco tienen que envidiar a las organizaciones primitivas, si el autoritarismo se impone por la fuerza de las armas, como está ocurriendo en varios países Latinoamericanos, y como lo ocurrido en el siglo que corre con el fascismo y el nacionalsocialismo europeos. Pero hay otros factores que la ido imperando, paralelamente con el factor fuerza, en la aparición de conductores sociales, de individuos influyentes, capaces de dirigir, manipular, persuadir a los demás, ejercer autoridad, mandar y ser obedecidos. Spnott describe al conductor como “cualquier persona que actúe como modelo para otros”. Con este concepto podemos referirnos a toda una gama de agentes humanos con influencia sobre los demás: al organizador y guía de una pandilla de muchachos de barrio, al capitán de un equipo de fútbol, al capataz de una cuadrilla de obreros, al jefe de un sindicato, al director de una orquesta, al maestro en relación con sus alumnos, al jefe político, al sacerdote en nexo con sus feligreses, en fin. . . Y en cada una de estas ejemplos los mecanismos de formación de ese principio de autoridad serán diferentes, las motivaciones también y, en algunas casas, similares. El nombre genérico, adoptado del inglés, es el de líder, término que implica un principio de aceptación por parte de los demás, aunque en muchos casos ese consentimiento está viciado por la presión física, el soborno, la amenaza, la usurpación y otros medios. El liderazgo es un problema que interesa especialmente a la sociología política desde un punto de vista sociológico, es “el resultado de la condensación, en un hombre, del instinto de poderío grupal”. Y sus fuentes serán: 1. El carisma o prestigio y 2. La representatividad. La función del líder y su autoridad son aspectos que resultan del mandato y la representatividad, aunque a veces el caudillismo (Hitler, Mussolini) invierte las cosas y el mandato se torna en carta blanca otorgada al líder con poderes irrestrictos bajo una irracional, irreflexiva devoción a endiosamiento del sujeto carismático. El término líder cubre genéricamente a una serie de agentes conductores de grupos, no importa su tamaño: en el sector publico y privado; en el primero “jefe, dirigente, conductor, caudillo o su espécimen desfigurado, demagogo; líder y gobernante; en el segundo: empresario, director gerente y administrador”. El común denominador, tanto en la clasificación sociológica que hemos visto, como en la visión psicosocial, es que el liderazgo está rodeado del atributo de poder, en el sentido de una facultad que el líder inviste para tomar dediciones, impartir órdenes, en una palabra, actuar en nombre de los demás, de sus seguidores y adeptos. Le debemos a Viroux el diseño del líder, en los siguientes términos: “el líder es un jefe natural, el individuo que toma la dirección de un grupo tanto por su valor personal como en razón de la aceptación voluntaria de los demás es un arrastrador, el que es capaz de influir sobre el comportamiento colectivo del grupo y de orientar su conducta social”. El verdadero líder será aquel cuya aceptación se produzca espontánea y libremente por parte de los demás; pero la imposición no significa un liderazgo auténtico, sino autoritario; pero que igualmente produce efectos sobre la conducta de los demás a influye la formación de opinión. Hay líderes naturales por sus atributos físicos, intelectuales, artísticos, su conducta (tomada como ejemplar), etc. Pelé es un líder como lo es Carlos Fuentes, como lo fue Pablo Neruda, como la fue Cantinflas, como lo es cualquier ciudadano que goce del aprecio de sus vecinos, en su medida. Los líderes, según los grupos formales e informales, pueden clasificarse también en líderes formales o informales. Los primeros pertenecen a grupos concretos, constituidos, por ejemplo el jefe de un sindicato; los segundos, a grupos de pertenencias no organizados, por ejemplo, el escritor Carlos fuentes. Esta división no es radical, pues el líder informal puede convertirse en líder formal y lo es, le hecha, ante los ojos de sus admiradores. La influencia del líder está en relación con el tipo de conducción que ejerza aquél sobre sus seguidores; puede variar desde la decisión política expresada en las urnas, hasta la adopción de una nueva marca de cigarrillos, pasando por la imitación de actitudes, expresiones, moda, etcétera, como ocurre con los admiradores de cantantes populares; la influencia de los Beatles, por ejemplo. Podemos distinguir también entre líderes visibles y lideres invisibles, vale decir, los que ejercen influencia de una manera directa y aquellos cuyos actos producen efectos, sin que podamos percatarnos de su existencia. Un ejemplo para esto ultimo, el secretario a consejero privado de un dirigente político, cuya influencia se produce a través de éste; la secretaria de un empresario, cuya influencia sobre los miembros de la institución no es muy notoria, pero si efectiva; especialmente si la secretaria maneja la correspondencia y casi todos los sistemas comunicativos de su jefe, etcétera. En lo que toca a las funciones de los lideres y sus interrelaciones con las masas, Young propone estos rasgos de caracterización: “a) pueden ser los primeros en plantear o definir una cuestión; b) tienen especial importancia porque verbalizan y cristalizan los sentimientos vagos—pero no por ella menos intensos— de las masas. c) pueden manipular—Y a menudo lo hacen— los anhelos de las masas en favor de sus propias fines, y d) en Estados Unidos, esto constituye una de las más graves amenazas a la democracia. Al analizar el liderazgo en relación con la opinión publica, es preciso consideran a la elite superior y a la de la estructura de clases. Una importante función del estudio de la opinión pública es determinar cuáles son las elites, a los elementos que influyen en la opinión publica; es decir, quienes desempeñan un papel principal en la adopción de decisiones . Con frecuencia, el muestreo estratificado no corresponde a las realidades de la estratificación política. Necesitamos saber cuáles individuos son los más atentos, los más interesados y los más informados. En otras palabras, quiénes son la elite? del mismo modo, queremos saber quiénes son los que no están informados, los que no tienen influencia , los que no prestan atención, y los que no están comprometidos. Como ya señalamos, muchos temas públicos no atraen la atención de las masas. Muchas encuestas demostraron que grandes sectores del público no tienen conocimientos a son indiferentes respecto de problemas particulares. Para decirlo de otra modo: es posible que aquellos temas a los cuales los políticos conceden carácter público; a lo hacen así quienes realizan encuestas —o aquellos grupos de intereses especiales que podrían considerar importantes— no atraigan en absoluto la atención de las masas”. La importancia de los líderes en la formación de opinión es tal, que muchas decisiones derivan de esa influencia. Estudios realizados por Lazarsfeld en E. U., señalaron que la influencia de los líderes es mayor que aquella de los medios, sobre las opiniones individuales. Lazarsfeld apunta: “los estudios de casos detallados nos ayudaran a comprender las ventajas peculiares de las comunicaciones personales sobre y contra los medios de masas, para alcanzar a las personas que aun no se han decidido. La influencia personal acerca de un asunto, con frecuencia se ejerce inesperadamente como tema marginal o lateral en una conversación fortuita. Es, en consecuencia, más probable que llegue a su objetivo con los no decididos a los opuestos. Los mensajes de los medios de masas, por contraste, se inician con frecuencia con pleno conocimiento de sus objetivos. El contacto personal es también más flexible y permite la respuesta inmediata y la retroalimentación instantánea. Un individuo a diferencia de un medio masivo, es capaz de presentan razonamientos y argumentos de pertinencia personal inmediata al que escucha. Y finalmente, cuando alguien cede a la influencia personal de otra para tomar una decisión, la recompensa en aprobación es inmediata y personal”. Citando a George C. Lomans, la profesora Argentina Carmen Ramírez traza el perfil psicológico del Lider, comenzando por el don carismático y el ejercicio de la autoridad sobre los demás, consistente en la aceptación de órdenes, el control, la obediencia al conjunto de normas y creencias del grupo y la interpretación de las expectativas comunes. En cuanto a su conducta, la citada autora plantea: 1. El líder debe mantener su propia posición: no podrá hacer nada para dirigir a su grupo, a menos que se afirme como una persona de la cual partirán las órdenes. 2. El líder debe vivir en conformidad con las normas de su grupo: Además debe ser tan celoso como el que mas en la obediencia de sus propias ordenes. Es importante señalar que las normas en cuestión son las normas reales del grupo y no las que el líder cree que debieran ser. 3. El líder debe dirigir: cualquier falla de su parte, en ese sentido, de tomar la iniciativa, lo desacreditará. 4. El líder no debe dar órdenes que no serán obedecidas: cuando da órdenes que no son obedecidas, con ella ha socavado su rango. 5. Al dar órdenes, el líder debe utilizar las vías establecidas: siempre que origina una interacción dando una orden y no trasmite esa orden al lugarteniente, con ella menoscaba el rango de este último. 6. El líder no debe imponerse a sus seguidores en los acontecimientos sociales: debe ser flexible en su pauta de interacción. 7. El líder no debe censurar ni en general elogiar a un miembro de su grupo en presencia de otros miembros: si lo hace, disminuye el nango de estima que le confieren los miembros del grupo. 8. El líder debe tener en cuenta la situación total: no guiarse por hechos parciales. 9. Para mantenerse la disciplina, el Líder deberá preocuparse menos de infligir castigos que por crear las condiciones en las cuales el grupo se disciplinará solo. 10. El líder debe escuchar: debe estar informado acerca de la situación total. 11. El líder debe conocerse a si mismo, debe someterse a un gran autocontrol. 20203 OPINIÓN PÚBLICA CUESTIONARIO DE EVALUACION. 1. El comportamiento individual dentro de la sociedad es lo que se denomina... conducta social, sobre la cual ejercen influencia decisiva dos factores principales o conjuntos de factores: biológicos y sociales. Es más, sin la concurrencia de tales comportamiento social. elementos es inimaginable la existencia del 2. ¿A través de qué sólo es posible la relación social del hombre? R: La relación social del hombre solo es posible a través de la comunicación. 3. ¿Cuál es el fenómeno psicosocial básico, sin el cual resulta impensable la misma sociedad? R: La comunicación es, pues, un fenómeno psicosocial básico, sin el cual resulta impensable la misma sociedad; tanto más, si la acumulación de información e intercambio de ella es conditio sine qua non para el desarrollo de la vida psíquica, biológica y social, de cualquier ser humano individual. 4. Es un producto del medio, a través del cual el hombre satisface sus necesidades informativas. R: La noticia es un producto del medio, a través del cual el hombre satisface sus necesidades informativas. 5. ¿Qué fenómeno es detectable en todas las formas de opiniones públicas brotadas de procesos comunicativos? R: El fenómeno de la retroalimentación es detectable en todas las formas de opiniones públicas brotadas de procesos comunicativos diferentes a través de la historia. 6. Fenómeno de acumulación de individuos sin relaciones comunicativas entre ellos. R: “masa” es un montón de individuos sin comunicación. 7. ¿Qué es opinión pública según Speier? R: “entendemos por opinión pública los conceptos sobre cuestiones de interés para la nación, expresados libre y públicamente por gente ajena al gobierno, que pretende tener derecho a que sus opiniones influyan o determinen las acciones, el personal o la estructura estatal. En su forma más atenuada, este derecho se afirma como la expectación de que el gobierno revelará y explicará públicamente sus decisiones, para permitir ala gente que no pertenece al mismo, pensar y hablar sobre estas decisiones o, para expresarlo en los términos de la conversación democrática, para asegurar el éxito de la política seguida por el gobierno. 8. ¿Cuál es una de las críticas más enérgicas planteada ante la funcionalidad de los medios masivos de comunicación? R: Una de las críticas más enérgicas planteada ante la funcionalidad de los medios masivos de comunicación se concentra en la verticalidad y unidireccionalidad de los mensajes 9. ¿Cómo se empleó la palabra propaganda en las guerras napoleónicas? R: La palabra propaganda se empleo con un contenido político e incluso militar, durante las guerras napoleónicas. 10. Enciclopedistas a quienes se les considera como a los padres de las ideas revolucionarias. R: Rousseau, Voltaire, Montesquieu, D’alambert, Diderot. 11. ¿A quién se le considera como a uno de los pioneros en el periodismo? R: El periodismo reconoce a de Renaudot como uno de sus pioneros. Este medico, impugnador de las sangrías medievales, fundador de los montes de piedad y de la oficina de direcciones del trabajo, supo aprovechar su doble condición de protegido del cardenal Richelieu y medico del monarca Luís XIII para fundar la gazette, un semanario que vio la luz pública al abrigo del poder real, en mayo de 1631; contenía información Del exterior de Francia y, poco a poco, incluyo noticias locales. Este órgano, contemporáneo del mercure français sirvió, especialmente, para consolidar la posición de Richelieu en el poder. 12. ¿Quién fundó en Inglaterra la primera agencia noticiosa con características de proveedora permanente de noticias? R: Julius Reuter en 1849. 13. EI concepto de noticia, se elabora con caracteres en los que asoman los principios de... los principios de universalidad y periodicidad. 14. Las relaciones públicas, se tratan de una actividad que tiene como objetivo atraer la atención y conseguir la aceptación pública para contar con el favor de ella en determinada causa comercial, política, religiosa, etc. 15. El periodismo es un sistema abierto de la comunicación masiva. 16. Entendemos por público al receptor, decodificador, destino, de mensajes y en ese contexto usamos la discriminación que cabe en relación con los medios masivos. 17. La opinión pública se forma con base en las opiniones individuales de orden: colectivo. 18. Muchas opiniones tienen su origen en la predisposición agresiva a negativa de la persona hacia algo; ese algo puede ser otro grupo, otra persona, una idea, una obra de arte, un deporte, un idioma, etc. El prejuicio es anterior a la experiencia con el objeto. Es una manera de ver, un punta de vista adoptada, un concepto preformado; por eso prejuicio, quiere decir juicio previo. 19. Pretender que el sistema de opinión pública sea la suma de opiniones contradice el principio básico de la no sumatividad. 20. La escuela clásica surge de los esfuerzos intelectuales de escritores, que al tratar con diversas materias, tropezaron con el fenómeno de la opinión pública. 21. Carl Becker en el siglo XVIII puso en boga el término “clima de opinión 22. Berlo nos hace saber que debemos entender la palabra actitud como predisposición o tendencia. 23. A varios autores, especialmente norteamericanos., les preocupa de modo especial la forma de gobierno de un país, para considerar las posibilidades de una opinión pública. 24. Las normas morales pertenecen al fuero interno de cada individuo. 25. Las normas del trato social son muy similares a las jurídicas, pero carecen de la coacción. 26. La sociedad está regida por normas y valorizaciones que permiten el mantenimiento de determinado orden conforme a tales códigos de comportamiento humano. 27. Para el nazismo y el fascismo ¿cuál fue el principal instrumento de penetración y de terror psicológico? R: la propaganda. 28. ¿Qué instrumentos pueden influir decisivamente en la toma de decisiones de alcance nacional e internacional? R: los medios masivos de comunicación social. 29. ¿Cuáles son los dos tipos de opinión pública según Speier? R: Según Speier, hay dos tipos de opinión pública: principal (comunicación de ciudadanos con su gobierno) y secundaria (de los ciudadanos entre si) 30. Está definida por su incansable proceso de dilucidar el fenómeno. R: la posición clásica. Se conoce también a esta posición con los nombres de escuela clásica y tradición clásica, aunque quizá la denominación más aproximada sea esta última, dado que sus fundadores y participes se han enfrascado en la recolección de todas las tradiciones especulativas acerca de la materia y aún en nuestros días perseveran en esa línea; sobre todo han establecido allí una metodología controvertible. 31. Sostiene que es preciso dirigir las investigaciones por el derrotero de las actitudes y reacciones de respuesta de grupos en sus relaciones con el gobierno. R: la escuela empírica. 32. Es un conjunto de criterios, de actitudes, reacciones, de respuestas a estímulos sociales originados también en hechos sociales. R: todo clima de opinión. 33. ¿Cuál es la diferencia entre opinión y actitud? R: KIineberg anota: “sería conveniente reservar la palabra actitud para indicar lo que estamos preparados a hacer, y el término opinión para representar lo que creemos o lo que consideramos cierto. Ambas cosas generalmente van juntas, pero no necesariamente. En una gran parte de la investigación y de la práctica actual, los dos términos se han usado en forma intercambiable; por ejemplo, los estudios de la opinión pública a veces se denominan de actitudes. Es muy probable que el empleo de la palabra haya contribuido a la incertidumbre en cuanto al significado de actitud, lo que ha dado por resultado definiciones conflictivas de los dos términos”. Las actitudes, según criterio de Klineberg, se forman por la experiencia del individuo, la emulación y otros factores que muy poco tendrían que ver con los consensos colectivos, pues se trata de fases en que asoman criterios individuales, casi autónomos, de diferenciación, identificación y selección de objetos. La forma que asume la actitud es normalmente la de un estereotipo y el conjunto de estereotipos compartidos, o si se quiere la interrelación y asociación de imágenes de los demás, constituyen factor importantísimo en la formación de opinión pública. Quizás un ejemplo pueda apoyar esta hipótesis diferencial entre actitud y opinión: la disposición que tiene un ciudadano, la decisión adoptada para votar por determinado candidato político, sería una actitud. El criterio formado por el mismo ciudadano, el convencimiento acerca de las bondades y/o defectos de la ideología sustentada por dicho candidato; sobre el partido que represcrita y, en general en torno a la política, vendría a ser la opinión. Como se ve, es muy difícil trazar la línea que marca de una manera definitiva, el deslinde entre actitud y opinión. Tal vez eso es todavía imposible; pues se dirá, con razón, que en el ejemplo propuesto, la convicción política del ciudadano puede ser la fuerza motriz de la actitud. Y si la opinión no la sido expresada sino con el acto mismo De emitir el voto, tenemos que actitud y opinión son la misma cosa, pues éste es una actitud definida que conlleva una opinión manifesté, de una manera implícita. Pero contemos también con la disonancia entre actitud y opinión, o sea la falta de correspondencia entre la actitud y la opinión: opina alguien de una manera y actúa de otra, por multitud de razones. Hemos distinguido brevemente entre actitud y opinión (fenómenos estrechamente vinculados) considerando a la primera como una disposición (estado) para reaccionar ante una motivación. Dicho estado puede ser solamente biológico, en las especies zoológicas inferiores. De la opinión, dijimos que es una imagen que se forma el hombre en un proceso de cognición del mundo exterior; imagen que equivale a un juicio de valor que corresponde a algo en relación con la que suponemos correcto (fundamento ético) y verdadero (fundamento lógico). 34. Al tratar sobre la formación de la opinión pública, el Wórterbuch zur Publizistik dice... “hay un acuerdo respecto a la cuestión de como la opinión pública se realiza: es siempre el producto de opiniones individuales, la formación de las cuales antecede a la cuestión de la opinión pública”. 35. Las opiniones individuales pertenecen al ámbito... R: al ámbito puramente afectivo estético, subjetivo. 36. ¿Con base en qué se forma la opinión pública? R: La opinión pública se forma con base en las opiniones individuales de orden colectivo. 37. ¿Qué es la estereotipia, en el sistema mecánico del periodismo? R: La estereotipia, en el sistema mecánico del periodismo, es un proceso técnico de impresión, basado en los modelos que se obtienen de la composición del material en plomo. Dichas formas planas se utilizan para obtener una matriz a presión, generalmente en cartón o papel mascado. La matriz o molde permite la obtención de una pieza en media luna que se coloca sobre los cilindros de la rotativa para la impresión. Este es el proceso de estereotipia. El molde de cartón se llama estereotipo. Su invención data del siglo XVIII y se atribuye al escocés William Ged. 38. Las relaciones públicas se clasifican en dos grandes grupos, que son: 1. Relaciones espontáneas. 2. Relaciones elaboradas. 39. Tres etapas de las relaciones públicas. R: • Información publica. • Presentación del objeto de relaciones. • Retroalimentación continúa. 40. ¿Qué es la manipulación, según el punto de vista de los periodistas? R: La manipulación es, según el punto de vista de los periodistas, el manejo de los materiales noticiosos; para el publicista, el propagandista y el agente de relaciones públicas, es la técnica de atrapar la atención y el favor del público hacia un fin específicamente predeterminado; para los psicólogos, el control de motivaciones. Estos puntos de vista tienen importancia en la consideración del fenómeno opinión publica, pues todo cuanta recibe el publico por los diferentes medios la pasado previamente por mecanismos de producción donde las materiales han sido adecuados y manejados, por varios subsistemas. 41. ¿A qué se refiere la adecuación de la información? R: La adecuación de la información se refiere al tratamiento que se da a los materiales informativos para su comunicación a los receptores: Manipulación de hechos, cuantitativa y cualitativamente; es decir, qué se informa, en qué medida o proporción; proceso de selección de fuentes de información y de las materias comunicables para públicos definidos o mas o menos definibles. 42. Es el medio masivo que utiliza la palabra escrita y la representación gráfica. R: la prensa. 43. ¿Qué se entiende por hecho noticiable? R: Entendemos por hecho noticiable todo acontecimiento de la naturaleza o del hombre que tiene un interés público. Aunque algunos tratadistas de la teoría y práctica del periodismo sostienen que fuente es el hecho mismo y aun el lugar donde ese hecho se produce, tales conceptos no deben llevarnos a error, pues puede denominarse fuente, por simple comodidad enunciativa de la pragmática periodística, a una oficina publica; pero, en rigor científico, fuente no es la oficina mencionada, ni siquiera el acontecimiento allí ocurrido, sino la motivación de la intención comunicativa que tengan los representantes de esa oficina para comunicar tal acontecimiento, a el profesional periodista que descubre ese algo importante que es el factor noticiable del hecho, y decide comunicarlo. 44. Es el producto comunicable que, con base en signos/señales, elabora el decodificador. El mensaje. 45. ¿Qué significa, en términos generales, “ruidos”? R: En el contacto del medio con su destinatario, se puede observar la presencia de agentes perturbadores en la recepción del mensaje, que los especialistas denominan “ruidos” y que significan las interferencias mecánicas propias del canal. Expliquemos con ejemplos: en una transmisión de radio, la estática puede afectar el proceso comunicativo. La perdida de potencia en la emisión o la superposición de frecuencias, son también “ruidos” que en términos generales pueden mencionarse como todas las interferencias del canal, que afectan la fidelidad, nitidez e integridad del mensaje. Otra interferencia es conocida como “ruido semántico”, que ocurre cuando el mensaje es incorrecta o indebidamente interpretado, aunque se haya recibido sin interferencias técnicas. 46. ¿En qué consiste el ruido técnico en el caso de la prensa? R: En el caso de la prensa, el ruido técnico vendría a ser la deficiente presentación y caracterización del material, las manchas de tinta o defectos de la fotografía, que hacen ilegibles o imperceptibles las señales-signos. Y el ruido semántico se reconoce en todos aquellas signos-señales ajenos al cuadro de referencia del decodificador, a bien que, estando dentro del cuadro de referencia, tienen distinto significado del que les atribuyo el codificador; es decir, el significado connotativo que tiene para el decodificador una palabra determinada, entra a representar su papel. 47. Es el proceso de retorno, retroacción o retroalimentación que se opera en todo sistema comunicativo. R: El feedback. 48. ¿Qué entendemos por público? R: Entendemos por público —pars pro todo— al receptor, decodificador, destino, de mensajes y en ese contexto usamos la discriminación que cabe en relación con los medios masivos. Los medios impresos se preocupan muchísimo por sus elevadas tiradas; las estaciones de radio y televisión, por el rating. Estas preocupaciones tienen generalmente un marcado propósito comercial que se traduce en más anuncios publicitarios, más inserciones pagadas, más poder político y capacidad de influencia sobre el gobierno y sobre la ciudadanía. 49. ¿De qué son capaces los medios masivos, según encuestas realizadas en el campo de la política? R: Según encuestas realizadas en el campo de la política, los medios masivos son capaces de estimular a los indiferentes o imparciales, antes que cambiar modos de pensar, pues —según esas investigaciones— quienes poseen convicciones sólidas han asumido una actitud militante decidida, difícilmente pueden someterse alas presiones de la radio, cine, televisión a prensa y, consiguientemente, son escasas las posibilidades de un cambio radical de opinión en ellas, atribuible a la influencia de los medios. “el poder de los medios va a persuadir, por lo menos cuando hay una controversia democrática, es mucho menor del que se supone generalmente; pero su Poder para informan es enorme. En el mundo moderno, todos dependemos de los medios masivos para una gran parte de los hechos e imágenes almacenadas que necesitamos a fin de movernos en las complejidades de la vida; pero lo que hacemos con esa información es algo que los medías mismas no pueden controlar.” 50. Definición de grupo social, según Bottomore. R: Bottomore, por su parte, dice: “un grupo social puede ser definido como un agregado de individuos en el que existen relaciones definidas entre los individuos que lo componen y cada uno de ellas es conciente del grupo y de sus símbolos”. 51. ¿Cuáles son los cuatro tipos de alteraciones y modificaciones que Dicey ha llamado circunstancias? R: las noticias, los cambios en la experiencia real, aquellas realizados en la practica, y, finalmente, el liderazgo. Noticias. Producen trastornos cuando por su naturaleza llevan un mensaje novedoso. Cambios en la experiencia real. Importan variaciones, alteraciones conductuales, transformaciones en la situación económica, y en los fenómenos físicos, sociales, etcétera. Cambios en la práctica. Disonancias cognoscitivas, desacuerdo entre la que queremos decir y lo que decimos, entre lo que queremos escribir y lo que en verdad escribimos. Liderazgo. Representatividad de grupo y actuación en nombre de éste. La influencia que tienen los medios sobre los líderes es mucho más importante que la que ejercen sobre los propios receptores, en algunos casos. FALSO O VERDADERO 52. La filosofía, con la profundidad de sus interrogantes y direcciones hacia la esencia misma de las cosas es indispensable para el reconocimiento del objeto. (v) 53. La investigación histórica corrobora que fue en el ámbito griego en donde aparecieron los primeros vahídos de un periodismo más firme y mejor perfilado en occidente. (F) fue en el romano. 54. Lutero consiguió atraer multitudes y popularizar su doctrina gracias al innovador lenguaje que utilizaba. (v) 55. Para Speier, Rousseau imaginaba la opinión pública como la norma de la sociedad libre, pero la consideraba de valor dudoso desde un punto de vista transpolitico. (v) 56. Para lograr la relación social del hombre no es necesaria la comunicación (F) 57. Los portavoces de las fuentes oficiales siempre obran de buena voluntad (F) 58. A pesar de la imposibilidad de determinar los efectos de la comunicación, es legítimo considerar hechos objetivos integrados en procesos de comportamiento social. (v) 59. El periodismo no reconoce a De Renaudot como a uno de sus pioneros. (v) 60. La participación de las mayorías nacionales se puede observar en el nivel de las decisiones y no únicamente en el terreno de las consecuencias. (F) 61. Movilizar para la participación democrática demanda, dadas las complejidades de la sociedad actual, el uso de medios de comunicación. (v) 62. Para que exista verdadera comunicación no es necesario que exista una acción recíproca entre los interlocutores. (v) 63. Los primeros brotes de rebeldía contra España sucedieron en 1781 con los levantamientos indígenas de Tupaj Amaru y Tupa Katari. (v) 64. En 1886, Otto Mergenthaler inventa el linotipo. (v) 65. al abrigo sistema socialista se organizan las cadenas de diarios y el monopolio de la información. (v) 66. ¿Cuáles son los pilares que sustentan el estudio de la opinión pública? R: Los pilares que sustentan el estudio de la opinión pública son, pues, la sociología, la psicología (psicología social), la historia y la ciencia de la comunicación. 67. Monje agustino inconforme con la política desarrollada por el Vaticano y opositor acérrimo de la política de explotación agraria. Martín Lutero. 68. ¿Por quién fue observado por primera vez, el fenómeno de la opinión pública? R: por Jean Jacques Rousseau y él mismo fue quien denominó al hecho: “opinión pública” 69. Glanwill, en 1661, formuló el concepto... Glanwill, en 1661, formulo el concepto “clima de opinión”. PUNTOS IMPORTANTES.. La propaganda Rovigatti anota: “ninguno de nosotros vive hay fuera de la propaganda. De la mañana a la noche, estamos acosados por una enorme cantidad de anuncios, opiniones, consejas, ordenes. En efecto, nuestra vida está saturada de mensajes que tratan de conducirnos a asumir determinadas actitudes, persuadimos de las bondades de un producto, de hacemos tomar partido en favor de x causa, de elegir esto sobre aquello. Se nos dice por todas los medios visuales, auditivos, audiovisuales, etcétera: “compre el jabón k”, “no use cerillas, use encendedores, fomente la industria nacional comprando fósforos”, “vote por el candidata c”, “visite la playa p”; “disfrute del hotel l”, “afíliese al partido p”. Algo parecido a órdenes con el uso de frases y oraciones imperativas. Se nos informan puntos de vista por las mismos medíos: “el comunismo es ateo”, “el capitalismo es explotador”, “la alianza para el progreso ayuda al desarrollo”, “se construirán más viviendas”, “Israel ataco a Siria”, “Siria comenzó el fuego”, “pelé prefiere pepsi-cola”, etcétera. Todos las medios están llenos de mensajes que buscan obligarnos a asumir actitudes: se usan los carteles, letreros luminosos, hojas que reparten niños en las esquinas, calcomanías para pegar en las ventanillas de los automóviles, en las cubiertas de las valijas, etiquetas adheridas a las cajas de cerillos, signos en los trajes e implementos deportivos; en fin dondequiera está acechando un mensaje propagandístico. La propaganda la creado ídolos, personajes, utiliza artistas, deportistas y no pocos hombres cultos coma portadores de cualidades de un producto. Recurre el atractivo sexual, coordinando las líneas de un nuevo automóvil con la excitante silueta de una joven semidesnuda. Rovigatti define de la siguiente manera: “la propaganda, en sustancia, es el arte de hablar a las que no pueden o no quieren expresarse. Es el arte de penetrar, superando prevenciones y prejuicios que podrían erigirse coma cortinas de hierro, recurriendo aun a los sentimientos, a la fantasía, a la emotividad”. Lenin decía: “lo más importante es la agitación y la propaganda en todos los ambientes populares”. Según Packard, es “manipulación” dirigida a influir sobre nuestra conducta. Gnecco distingue entre propaganda “comercial” e “institucional”. A esta ultima le asigna funciones de relaciones públicas este mismo autor ubica la propaganda como un media para estabilizar las relaciones públicas y recuerda que significa advertising (publicidad). Lumley dice que procede del latín propaganda, que se traduce coma sujetar, acordar, con objeto de extender, aumentar. Para Klineberg, es “control a manipulación de actitudes”. Doob, por su parte dice: “la propaganda puede ser llamada intento para afectar las personalidades y controlar la conducta de los individuos hacia fines que no se consideran científicos a que tienen un dudoso valor en la sociedad, en un momento particular. También Borden, como muchos otros, reconoce que la propaganda es un método de manipulación, cuando afirma: “hay otras formas de manipulación que tienen probado éxito. El uso de percepción subliminal gano primicia a hace pocos años, cuando los publicistas decidieron insertar rótulos coma popcorn a coca-cola en las películas regulares, de manera que el ojo humano no pueda detectarlos conscientemente”. Borden se ocupa de establecer hasta qué nivel la propaganda controla nuestra conducta. La teoría norteamericana behaviorism (conductismo) la demostrado que estamos en imposibilidad de escapar a la influencia de aquello que percibimos; pero de lo cual no nos damos cuenta. Ese es el terreno más explorado por los persuasores de masas a través de las múltiples formas propagandísticas. La tesis del control de la natalidad, propalada por el propio ex secretario de estado de Estados Unidos, McNamara constituye un ejemplo inconfundible de manipulación socioeconómica. Se la inventado la formula más engañosa, pero que no resiste el más breve análisis, con aquello de que las males de las pueblos atrasados se curaren con la “planificación familiar”. A través de hábiles campañas públicas, los manipuladores han hecho creer a mucha gente que la pobreza se debe al número de hijos. Solución: menos hijos, más disponibilidad de recursos. Mucha gente se lo ha creído y lo ha tragado juntamente con la pildorita anticonceptiva. Obviamente, los manipuladores se han cuidado muy bien de decir que los salarios no corresponden a la fuerza física vendida por el obrero; por lo contrario, su falacia envuelve otra burla mayor: “el salario es justo y si no te alcanza es porque no sabes planificar tu familia”. Las creencias religiosas y las prácticas rituales forman parte de todo un sistema de control social que en la historia de la humanidad han tenido y tienen decisiva importancia en lo que hace a las actitudes, a las valorizaciones y a la formación del fenómeno opinión publica. La religión envolvía todo conocimiento, concentraba toda actividad: derecho, medicina, política, ética, confluían en los principios religiosas. Y el hombre tuvo que pasar por larguisimos periodos hasta entrar en la etapa laica —siglo XIX— cuando la unidad en tormo a las creencias y observancia de ritos se fracturo. No tomamos antecedentes específicos de los movimientos reformistas de la iglesia católica romana que son anteriores al proceso laico apuntado, sino que mencionamos, en conjunto, las deserciones que se produjeron en Europa alrededor de 1850, sobre todo en la clase obrera, fenómeno que demuestra también una disminución notable de la fe. Los sociólogos y filósofos han planteado teorías acerca de los orígenes de las religiones, han investigado el contenido de los preceptos morales, entre aquellos, Durklelm, Loblause, Webcr, Marx, —solo para citar a algunos— y sobre todo, la relación de tales preceptos religiosos con la conducta social. La diversidad de doctrinas religiosas, iglesias, sectas y congregaciones en todas partes, la libertad de cultos, como medida de régimen constitucional, a la prohibición de otros cultos que no sean el o los aprobados oficialmente por un estado; la lucha contra la religión, como en la Francia del siglo XVIII, donde sin embargo se daba esta paradoja: no faltaba algún ciudadano diputado que después de pronunciar encendido discurso de condenación a las creencias religiosas y de abominar de los ritos, se reunía en el mayor secreto con algún sacerdote de confianza para confesar y comulgar. El peso de la religión, sobre todo en la cultura occidental, ha sido decisivo en la formación de consensos y sigue siéndolo, aunque no con la gravitación casi absoluta de aquel periodo de sumisión del poder temporal al poder divino a la alianza de la espada y la cruz; época en que monarcas y guerreros no eran moda sin el apoyo de los Papas. La persecución religiosa en Francia marca otra de los aspectos que tuvieron especial importancia en el intenta por desarraigar las creencias religiosas y romper su efecto decisivo en la formación y expresión de opinión. El pulpito ha sido uno de los más destacados sitios de emisión de opiniones, en todas las épocas. Consideremos el concepto masivo, en la edad media, acerca del pecado y veremos como el catolicismo condujo y ejerció un control social efectivo. En nuestros días tenemos el papel social de la iglesia concebido dentro de lo que se ha denominado la doctrina social, consecuencia del Concilio Vaticano Segundo. La división del clero en preconciliar y posconciliar ha señalado el comienzo de una época de debates que todavía hoy tienen vigencia. Por otra parte, dentro de este mismo estado de crisis dentro de la iglesia, notamos la influencia que tienen las corrientes tercermundistas, de los que participan muchos sacerdotes progresistas. Las pastorales y declaraciones del obispo Cámara, por ejemplo, en Brasil, dieron forma a un consenso de opinión alrededor de la política y de la dictadura que gobernaba ese país. La proliferación de sectas religiosas en América Latina, de diversa procedencia y denominación: iglesia, grupos religiosos, sectas; cristianas, judías, islámicas, ha preocupado profundamente a la iglesia católica. Entre los varios estudios que se han realizado sobre las presuntas causas del crecimiento de dichas sectas, se anota un interés político imperialista. En ese sentido, las sectas que han incursionado en ciudades y zonas rurales de América Latina son “agentes secundarios” a coadyuvantes de la hegemonía del imperialismo estadounidense en nuestro continente. “A las sectas, también las podemos considerar como agentes del imperialismo. Junto, por ejemplo, con los medios de comunicación social (prensa, películas, radio, tv), ellas desempeñan un rol ideológico. A menudo traen un mensaje que encaja con el imperialismo; incluso lo apoyan abiertamente; preparan de esta manera a la gente para aceptar y colaborar con este sistema; crean un ambiente antisocialista; propagan valores alienantes, rompiendo así la resistencia popular. Es obvio que, de esta manera, muchas sectas prestan un servicio al imperialismo. Sin embargo, es de gran importancia que aquí, hagamos una distinción entre la que son los agentes principales y los agentes secundarios.. . Las sectas son agentes secundarios del imperialismo al que prestan un servicio de apoyo.” El estudio encomendado a Franz Damen anota también que las sectas religiosas son frecuentemente instrumentos de los gobiernos para ejercer un mejor control social y político interno: “cabe observar que los gobiernos no favorecen a las sectas por ser sectas sino porque las consideran como elementos positivos dentro de su proyecto político”. Podríamos señalar muchísimos e inacabables ejemplos de la influencia obviamente poderosa de la iglesia en la formación de opinión y en el control social, pero las limitaciones de este trabaja no nos permiten tal amplitud. Basta apuntar que la religión influye sobre las cosas del estado de una manera todavía considerable. Y la conducta individual está en gran parte influida por las concepciones religiosas del hombre, sea cual fuere el contenido de su creencia. Las normas morales derivan, sino en su integridad, por lo menos en su mayoría, de los preceptos religiosos. A veces el hombre se conduce más de acuerdo con sus preceptos religiosos que con sujeción a las normas jurídicas. Decíamos que el control social se ejerce —también— por los medios masivos. Ahora bien, los problemas de la regulación asoman cuando nos preguntamos acerca del tan conocido principio de la libertad de informar, por una parte; por otra, la de estar informado. La libertad de informar se halla dentro de la normatividad de formas de gobierno democrático, como un derecho de expresión: la de estar informado, representa el derecho de acceso libre a la información o, si se quiere, a la comunicación. Prensa, radio, televisión y cine, principalmente, constituyen mecanismos de control social, pues a través del contingente informativo influyen en la conducta del individuo. Quizá los ejemplos más claros en el caso de la prensa, sean las noticias sobre delitos sexuales y la lucha política. Los diarios —acusan los psicólogos sociales— estimulan el interés del público en torno a estos temas comunicables, en desmedro de la información educativa. No analizaremos aquí las causas económicas y de otra índole que determinan las políticas informativas de los medios, pero si nos interesan los hechos comprobados por la investigación y la observación cotidiana: política y crónicas policiales abundan en las páginas de diarios en comparación con otros temas de interés social. Empero, esa influencia es detectable, entonces en las operaciones selectivas de la información, a cargo de las instituciones de medios. Pera los medios están influidos también por sistemas ajenas y por subsistemas propios, y aquí es donde se complica el problema. Lindgrem ha establecido como caracteres del Liderazgo —el usa las palabras “dirección” a “dirigentes”—, lo que sigue: poder y prestigio. Digamos, entre paréntesis, que estos dos factores son atribuidos por Lindgrem a los “dirigentes oficiales” como él denomina a los líderes reales, a los líderes formales. Veamos como explica ese autor ambos caracteres: “el poder es el grado en que los dirigentes influyen la conducta de los demás. El poder varia según el prestigio del dirigente; es decir, según el grado en que los demás consideren que sus actos son significativos, pertinentes a importantes. El prestigio puede estar relacionado con el rango; incluso los rangos de posición medio tienen un mayor a menor grado de prestigio inherente con objeto de que el que los ocupe, sea quien fuere, pueda ejercer determinada influencia. También los individuos tienen más a menos prestigio que está basado, en parte, en los rangos que ocupa en otros contextos, en parte también, en el moda en que los demás perciben su conducta”. El criterio empresarial de liderazgo atribuye a éste facultades motivaciónales. En un articulo rotulado “conceptos sobre dirección, jefatura y liderazgo”, Ochoa Icaza expone: “el líder es pensador e impulsor. Cuando se conquista el liderazgo se facilitan los controles directos e indirectos, toda vez que el carisma se impone por fuerza de ideas y realizaciones que, debidamente participadas al personal apto, se encarga éste de “tutelar” (sic) por imbuirse en la circunstancia de que se capitalizan en cada uno los aciertos y fracasos”. En lo que toca a las funciones de los lideres y sus interrelaciones con las masas, Young propone estos rasgos de caracterización: “a) pueden ser los primeros en plantear o definir una cuestión; b) tienen especial importancia porque verbalizan y cristalizan los sentimientos vagos—pero no por ella menos intensos— de las masas; c) pueden manipular—Y a menudo lo hacen— los anhelos de las masas en favor de sus propias fines, y d) en Estados Unidos, esto constituye una de las más graves amenazas a la democracia. Al analizar el liderazgo en relación con la opinión publica, es preciso consideran a la elite superior y a la de la estructura de clases. Una importante función del estudio de la opinión pública es determinar cuáles son las elites, a los elementos que influyen en la opinión publica; es decir, quienes desempeñan un papel principal en la adopción de decisiones. Con frecuencia, el muestreo estratificado no corresponde a las realidades de la estratificación política. Necesitamos saber cuáles individuos son los más atentos, los más interesados y los más informados. En otras palabras, quiénes son la elite? del mismo modo, queremos saber quiénes son los que no están informados, los que no tienen influencia , los que no prestan atención, y los que no están comprometidos. Como ya señalamos, muchos temas públicos no atraen la atención de las masas. Muchas encuestas demostraron que grandes sectores del público no tienen conocimientos a son indiferentes respecto de problemas particulares. Para decirlo de otra modo: es posible que aquellos temas a los cuales los políticos conceden carácter público; a lo hacen así quienes realizan encuestas —o aquellos grupos de intereses especiales que podrían considerar importantes— no atraigan en absoluto la atención de las masas”. La importancia de los líderes en la formación de opinión es tal, que muchas decisiones derivan de esa influencia. Estudios realizados por Lazarsfeld en E. U., señalaron que la influencia de los líderes es mayor que aquella de los medios, sobre las opiniones individuales. Lazarsfeld apunta: “los estudios de casos detallados nos ayudaran a comprender las ventajas peculiares de las comunicaciones personales sobre y contra los medios de masas, para alcanzar a las personas que aun no se han decidido. La influencia personal acerca de un asunto, con frecuencia se ejerce inesperadamente como tema marginal o lateral en una conversación fortuita. Es, en consecuencia, más probable que llegue a su objetivo con los no decididos a los opuestos. Los mensajes de los medios de masas, por contraste, se inician con frecuencia con pleno conocimiento de sus objetivos. El contacto personal es también más flexible y permite la respuesta inmediata y la retroalimentación instantánea. Un individuo a diferencia de un medio masivo, es capaz de presentan razonamientos y argumentos de pertinencia personal inmediata al que escucha. Y finalmente, cuando alguien cede a la influencia personal de otra para tomar una decisión, la recompensa en aprobación es inmediata y personal”. Citando a George C. Lomans, la profesora Argentina Carmen Ramírez traza el perfil psicológico del Liden, comenzando por el don carismático y el ejercicio de la autoridad sobre los demás, consistente en la aceptación de órdenes, el control, la obediencia al conjunto de normas y creencias del grupo y la interpretación de las expectativas comunes. En cuanto a su conducta, la citada autora plantea: 1. El líder debe mantener su propia posición: no podrá hacer nada para dirigir a su grupo, a menos que se afirme como una persona de la cual partirán las órdenes. 2. El líder debe vivir en conformidad con las normas de su grupo: Además debe ser tan celoso como el que mas en la obediencia de sus propias ordenes. Es importante señalar que las normas en cuestión son las normas reales del grupo y no las que el líder cree que debieran ser. 3. El líder debe dirigir: cualquier falla de su parte, en ese sentido, de tomar la iniciativa, lo desacreditará. 4. El líder no debe dar órdenes que no serán obedecidas: cuando da órdenes que no son obedecidas, con ella ha socavado su rango. 5. Al dar órdenes, el líder debe utilizar las vías establecidas: siempre que origina una interacción dando una orden y no trasmite esa orden al lugarteniente, con ella menoscaba el rango de este último. 6. El líder no debe imponerse a sus seguidores en los acontecimientos sociales: debe ser flexible en su pauta de interacción. 7. El líder no debe censurar ni en general elogiar a un miembro de su grupo en presencia de otros miembros: si lo hace, disminuye el nango de estima que le confieren los miembros del grupo. 8. El líder debe tener en cuenta la situación total: no guiarse por hechos parciales. 9. Para mantenerse la disciplina, el Líder deberá preocuparse menos de infligir castigos que por crear las condiciones en las cuales el grupo se disciplinará solo. 10. El líder debe escuchar: debe estar informado acerca de la situación total. 11. El líder debe conocerse a si mismo, debe someterse a un gran autocontrol.