Domingo EL EL PAÍS PAÍS 20.02.11 20.02.11 30 años después Las claves, los testimonios, los secretos del 23-F Entrevista / Francisco Laína, presidente del Gobierno provisional en el 23-F, revela las claves ocultas del golpe Una jornada particular, artículo de Juan Luis Cebrián ¿Qué hiciste aquel día? Escriben: José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, José Bono, Esperanza Aguirre, Pascual Sala, Carlos Dívar, Baltasar Garzón, Carme Chacón, Julio Rodríguez, Fulgencio Coll y Félix Sanz Foto: EL PAÍS TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F Francisco Laína PRESIDENTE DEL GOBIERNO PROVISIONAL EN EL 23-F “El Rey me puso en alerta: ‘¡Cuidado con Armada!” Por JOSÉ LUIS BARBERÍA L argamente esperado por los investigadores y estudiosos del 23-F, Francisco Laína, el hombre que ejerció de presidente en funciones durante las 18 interminables horas de ocupación del Congreso de los Diputados, accede finalmente a aportar su testimonio sobre aquellos hechos. Lo hace para EL PAÍS, preocupado por la germinación, en los últimos años, de versiones fantasiosas, erróneas o deliberadamente falsas sobre el 23-F, y consciente de que el tiempo está acabando con los protagonistas y testigos principales de la intentona golpista. De hecho, él es, junto al Rey y Adolfo Suárez, aquejado de alzhéimer, el único superviviente de la Junta de Defensa Nacional que, una vez finalizado el secuestro de los diputados y del Gobierno, se reunió en La Zarzuela la tarde del 24-F para abordar la crisis. Licenciado en Derecho, técnico de la Administración Civil del Estado y ex gobernador civil de León, Las Palmas y Zaragoza, Francisco Laína (18 de mayo de 1936, La Carrera, Ávila) abandonó su puesto de director de Seguridad del Estado y la política activa en 1982, pero se mantiene al tanto de la actualidad y sigue con particular interés la evolución del problema terrorista en el País Vasco, su otro viejo caballo de batalla. Sobre la mesa de la sala de estar en su casa de Ávila descansa para la ocasión, subrayado y salpicado de anotaciones, el libro El enigma del elefante, editado hace 20 años por El País-Aguilar. Dice que está escribiendo un libro en el que narra únicamente los acontecimientos de aquellas fechas que él vivió en primera persona y sobre los hechos de los que dispone de pruebas fehacientes. Ágil de movimientos y con una planta física que parece desmentir su edad, Laína ha cerrado las puertas de la habitación y ya no cogerá los teléfonos en las horas siguientes. No quiere interrupciones mientras desgrana su “verdad” del 23-F, un relato rico en novedades y altamente provechoso que permite hacerse una idea cabal de lo acontecido ese día. Lo que sigue es un anticipo sincopado de su libro y también la respuesta cumplida a la petición de entrevista que este periódico le formuló hace exactamente dos décadas. A propósito de la atmósfera reinante en los meses precedentes a la intentona golpista: atentados un día sí y otro también, crisis económica, agitación e intoxicación desde los medios “ultras”, división interna en la UCD gobernante, dura confrontación política…, el exdirector de Seguridad del Estado guarda en su memoria dos escenas relevantes. La primera de ellas transcurre en una iglesia de Madrid, en el funeral por una de las víctimas de ETA. Francisco Laína descubre con sorpresa que entre los asistentes al acto se encuentra el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero que había sido condenado a una pena irrisoria, pese a haber sido reconocido culpable del frustrado proyecto de asalto al palacio de la Moncloa, conocido como Operación Galaxia. “Tenía a mi lado al director de la Guardia 2 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 Civil, José Luis Aramburu Topete, quien ha muerto hace pocas semanas. Le pregunté: ‘¿Oye, qué hace Tejero aquí, en Madrid?’. ‘Ya no tiene mando, está en situación de disponible’, contestó. Me quedé pensando que aunque no tuviera mando disponía de 24 horas al día para conspirar. Dejarle en Madrid libre de vigilancia fue un error de los servicios de información”. En la segunda escena, el director de Seguridad del Estado con el Gobierno de la UCD le entrega al presidente Adolfo Suárez un informe confidencial elaborado por los servi- “En el informe policial se indicaba que el Rey no se recataba en criticar a Suárez y planteaba la conveniencia de un relevo” “Hay bulos que llevan 30 años por ahí. Que si la Reina quería una junta militar... que si hay cientos de grabaciones...” “Cuando hablé con Tejero, me dijo que solo obedecía órdenes de Milans del Boch y de Armada, y me colgó el teléfono” “A Aramburu Topete le pregunté si podía contar con la Guardia Civil. Dijo: ‘Conmigo sí, pero no sé si obedecerán mis órdenes” cios de información policiales. “Antes, se lo había pasado a mi ministro de Interior, Juan José Rosón, pero cuando lo leyó me dijo: ‘Paco, esto es muy duro. ¿Por qué no lo despachas tú directamente con Adolfo?”. En el informe, de dos folios, se indicaba que el Rey no se recataba en criticar duramente al presidente Suárez en sus conversaciones con personas y ambientes muy diversos. Se añadía que el monarca expresaba abiertamente su disconformidad con decisiones adoptadas por Suárez y planteaba la conveniencia de un posible relevo del presidente. También se daba cuenta de una comida que el general Alfonso Armada, gobernador militar de Lleida y antiguo preceptor del Rey, había mantenido con el responsable de asuntos de Defensa del PSOE y número tres de ese partido, Enrique Múgica, en la casa del alcalde de esa capital, Antoni Siurana. En el informe se aludía a los asuntos supuestamente tratados en esa comida y a los comentarios suscitados en torno al encuentro. Acudí a La Moncloa a finales de diciembre a entregar el informe. Después de leerlo detenidamente, Suárez guardó un momento de silencio y luego me dijo: “No me cuentas nada nuevo”. Pregunta. ¿El Rey instó a Adolfo Suárez a dimitir? Respuesta. [En este punto de la conversación, Laína se ha fumado ya el segundo cigarrillo de la larga ristra que quemará durante la entrevista]. Adolfo nunca me lo manifestó así en las abundantes charlas que mantuvimos antes de que la enfermedad le minara la memoria. De todas formas, Suárez era un hombre valiente y de coraje, y el que le conocía sabía que no iba a arredrarse fácilmente. La irrupción de Tejero en el Congreso me pilló en mi despacho estudiando un informe sobre la construcción de la Escuela de Policía de Ávila, mientras seguía por la Cadena Ser la retransmisión de la sesión de investidura de Calvo Sotelo. Recuerdo que de fondo se oían como un sonsonete los nombres de los diputados llamados a votar cuando surgieron los gritos y los tiros. Antes de cinco minutos sonó el teléfono de comunicación con La Zarzuela, que estaba integrado en un sistema protegido llamado Malla Cero, reservado para las comunicaciones entre las altas instituciones del Estado. Era el Rey. Me preguntó qué sabía de lo que estaba pasando en el Congreso y le tuve que decir que no más que lo que contaban por la radio, aunque le añadí mi sospecha de que ese teniente coronel de la Guardia Civil que acababa de ocupar el Congreso podría ser Tejero, el mismo de la Operación Galaxia. Como primera autoridad civil, en calidad de presidente de la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios que asumió las funciones gubernativas, Laína habló esa tarde noche repetidas veces con La Zarzuela, casi siempre con Sabino Fernández Campo, secretario general de la Casa del Rey, pero también con el monarca. “Sobre las 19.45, el Rey me llamó para advertirme: ‘¡Paco, cuidado con Armada! Te paso a Sabino para que te lo explique’. Sabino me reiteró que sobradamente la advertencia: ‘¡Ojo con Armada, que está metido hasta las cejas”. A esas horas, el juego del antiguo preceptor del Rey había quedado al descubierto porque, visto que los golpistas decían seguir órdenes de su Majestad y sostenían como prueba que Armada estaba en ese momento en La Zarzuela, el general José Juste, jefe de la poderosa División Acorazada Brunete, asentada en Madrid, había optado por tomarles la palabra y verificar personalmente el dato. Llamó a La Zarzuela, preguntó por el general Alfonso Armada y obtuvo de Sabino Fernández Campo la respuesta que ha quedado para la posteridad: “Ni está, ni se le espera”. A partir de ahí, los intentos del antiguo preceptor del monarca de ser llamado a La Zarzuela resultaron infructuosos y la coartada real se fue desvaneciendo. “Reconozco que hasta entonces no había sospechado de Armada. Cuando hablé con Tejero, me dijo que él solo obedecía órdenes del capitán general de Valencia, Jaime Milans del Boch, y del general Alfonso Armada, y acto seguido me colgó el teléfono”. P. ¿Fue el Rey quien le designó presidente del Gobierno interino, como se ha escrito? R. Pese a lo que se ha dicho y escrito, la constitución de la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios no fue iniciativa del Rey ni de Sabino Fernández Campo, sino de José Terceiro Lomba, secretario general del ministro adjunto al presidente. Él se lo propuso a Luis Sánchez Harguindey, subsecretario de Interior, y este a mí. Me pareció oportuno y se sometió a la consideración de Sabino y del Rey. La comisión funcionó por la vía de los hechos, y el Rey no intervino más allá de darle su aprobación y su impulso. Lo que pasó es que como director de Seguridad el que tenía más información de lo que estaba pasando era yo. Sobre el papel, los escenarios se limitaban al Congreso ocupado por Tejero; a Valencia, donde Milans había sacado los tanques a la calle, y a la Acorazada Brunete, pero según avanzaba la noche se advertía cierta inestabilidad en los Estados Mayores de algunas capitanías generales porque, como nos indicaban los servicios de información y los gobernadores civiles, había coroneles y tenientes coroneles que pretendían extender la situación impuesta por Milans en Valencia. Toda la tarde noche fue un continuo pulso, una dura pelea en la que el Rey y Sabino tuvieron que aplicarse a fondo para sujetar a los regimientos. La obediencia de la Acorazada estuvo mucho tiempo en el aire, al igual que la lealtad democrática de ciertos sectores de la Guardia Civil y de la policía. Lo peor en aquellos momentos, y así se lo dije a los representantes de los partidos, era que la gente saliera a la calle a manifestarse para defender la democracia, ya que esa era la excusa que muchos militares esperaban para restablecer la normalidad y hacerse con el control de la calle. Con Fernando Castedo, director de RTVE, tuve que ponerme muy serio para que acatara mis órdenes. Pretendía ofrecer una información continuada de todo lo que estaba pasando y a mí me parecía que en una situación como aquella, tan explosiva y confusa, transmitir el golpe en vivo y en directo era una irresponsabilidad que podía alentar a los involucionistas. Contra eso, el antídoto era la normalidad: que los transportes funcionaran, que la gente se fuera a dormir, que los colegios abrieran por la mañana... P. ¿Hasta qué punto la autoridad democrática contó con la lealtad de las fuerzas policiales? R. Vistas las miradas que me lanzaron algunos cuando acudí al puesto de mando del hotel Palace, tuve la sensación de que muchos de los que estaban allí simpatizaban, en realidad, con los ocupantes del Con- TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F greso. El gobernador civil de Madrid, Mariano Nicolás, amigo mío, me informaba desde una cabina telefónica que había cerca del Palace —yo oía caer las monedas, mientras me daba las novedades—, porque no se fiaba un pelo de la gente que tenía alrededor. A Aramburu Topete le pregunté si podía contar con la Guardia Civil en el caso de que hubiera que entrar en el Congreso a liberar a los diputados. Su respuesta fue: “Conmigo sí, pero no sé si obedecerán mis órdenes”. Por el contrario, el general inspector de la Policía, José Antonio Saénz de Santamaría, me dijo que estaba en condiciones de ofrecerme el pleno apoyo de sus hombres. Lo que no podía ofrecerme eran vehículos blindados, muy necesarios ya que había que contar con que los de dentro nos responderían con fuego real. Todas las tanquetas policiales estaban en el País Vasco. Además de eso, el problema estaba en que de acuerdo con los planos del edificio del Congreso, que nos costó Dios y ayuda localizar, los puntos más débiles, menos reforzados, de la estructura por los que podíamos penetrar eran justamente los tabiques de las estancias en las que mantenían secuestrados al presidente del Gobierno y a los líderes políticos. Descartamos el asalto puesto que volar esos muros entrañaba el riesgo de herir o matar a los secuestrados. Pero de todos modos, como no quería que Tejero se sintiera tranquilo y seguro, comenzamos a cortarle las líneas telefónicas. Lo hicimos paulatinamente, de acuerdo con las recomendaciones de tres psicólogos llamados por Sánchez Harguindey al ministerio que nos aconsejaban no aislarle totalmente. “Esos hijos de puta me están cortando los teléfonos”, se quejó Tejero a su amigo y cómplice el ultraderechista Juan García Carrés en una de las conversaciones telefónicas que intervinimos. Como último recurso, Tejero terminó usando el teléfono del coche del presidente Suárez. Esa noche, los psicólogos nos adelantaron con gran precisión el momento en el que empezarían las disensiones internas entre los asaltantes y los abandonos. Nos explicaron que al no ser unidades regulares, sino gente diversa cogida a lazo por Tejero “para prestar un servicio muy importante a la patria”, sobre las nueve o diez de la mañana acabarían viniéndose abajo. Y es lo que pasó. A esa hora, bastantes guardias empezaban a descolgarse y a salir por las ventanas. P. ¿Por qué el Rey tardó tanto en emitir su declaración televisiva de condena del golpe y de compromiso con la Constitución y la democracia? R. Contra lo que se ha escrito, el problema no fue la ocupación militar de TVE, ya que los soldados fueron retirados bastante pronto, no estarían más de una hora. De hecho, el comunicado que yo emití en mi condición de director de Seguridad antes de que se constituyera la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios fue difundido por TVE entre las 21.10 y las 21.15 del 23-F. Eso significa, teniendo en cuenta el tiempo que necesitó el cámara para llegar a mi despacho en la calle de Amador de los Ríos, grabar mi intervención y volver, que los estudios de TVE estaban ya libres de la vigilancia militar muy tarde, a eso de las 20.30. Me preocupaba mucho la tardanza del Rey en emitir el mensaje que previamente Sabino me había anunciado. Yo le apremiaba: “Sabino, el mensaje del Rey tiene que salir ya”, y él me respondía: “Paco, antes tiene que hablar con todos los capitanes generales, quiere tener todo amarrado”. En un momento dado, me preguntó si yo sabía dónde estaba Ángel Campano, el capitán general de la VII Región Militar con base en Valladolid, al que no había forma de localizarle. Llamé al gobernador civil de Valladolid y me confirmó que Campano se hallaba en la Capitanía General, pero, al parecer, no quería ponerse al teléfono con el Rey. Tengo que decir que las órdenes del Rey esa noche fueron impecablemente democráticas. Sabino me apuntaba: “Paco, convendría detener al general Armada”, pero yo no podía detenerle, así como así, porque a un militar le detiene otro militar y aquella noche había militares que podían hacerlo. P. ¿El general Armada siguió pugnando por un Gobierno de salvación nacional después del mensaje real? Francisco Laína, fotografiado en Ávila, el 16 de febrero de 2011. Foto: Gorka Lejarcegi Pasa a la página siguiente EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 3 TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F Viene de la página anterior R. Cuando Armada salió del Congreso, una vez que su amistosa conversación inicial con Tejero desembocó en agria discusión, le indiqué a Mariano Nicolás que trajese a Armada a mi despacho. “¿Y si se niega?”. “Venga, Mariano”, le dije, “que tú eres un tipo bregado y sabes cómo se hacen estas cosas”. Armada llegó a mi despacho con su ayudante Bonet armado y muy pegadito a él. A Bonet le dije que saliera de mi despacho y me quedé con Mariano Nicolás y con el subsecretario de Interior, Luis Sánchez Harguindey, como testigos. A esa hora, ya se había difundido el mensaje del Rey, o sea, que era más tarde de la 1.13 del 24 de febrero. Armada me indicó que el Rey se había equivocado, que su mensaje iba a dividir al Ejército y que, en todo caso, ese era un asunto de militares que debía resolverse entre militares. “¿Pero el Rey no es el jefe de las Fuerzas Armadas con arreglo a la Constitución? Lo que tenéis que hacer Milans, Tejero y tú es cumplir las órdenes del Rey”, le subrayé. De manea sibilina, vino a decirme que lo mejor era que nos sumáramos al golpe. Al final, al ver que no nos convencía se nos derrumbó allí mismo. Mientras se tomaba un café llamé a Sabino. “Tengo a Armada en mi despacho”. Le pasé el teléfono, pero la conversación entre ellos no llegó ni a 30 segundos. Con la excusa de que necesitaría protección y como temía que siguiera enre- decieron los ojos, inclinó la cabeza, se tapó la cara con una mano y al retirarla vi cómo le caían dos lágrimas por las mejillas. Sacó un pañuelo y se secó los ojos. Luego me dijo: “Paco, no sé cómo agradecerte lo que has hecho por la Monarquía y por mí”. El cese de Milans se aprobó en la Junta de Defensa, pero no es cierto que en esa reunión Suárez diera instrucciones a Gabeiras para que detuviera a Armada y que Gabeiras se mostrara allí renuente. El arresto de Armada se concretó el día 25, en otro escenario. A la salida de la junta, el ministro de Defensa, Agustín Rodríguez Sahagún, me convocó para el día siguiente en su despacho a las 11 de la mañana. “Vamos a detener a Armada y quiero que estés presente en la reunión que voy a tener con Gabeiras y Quintana, pero no intervengas si no te lo digo”, me indicó. Llegué con algo de antelación y me encontré en la antesala del despacho con Guillermo Quintana Lacaci, el capitán general de la I Región Militar con sede en Madrid, que había frenado la salida de la Acorazada Brunete y desbaratado el golpe en su región militar. “¿Has visto qué panda de locos y de payasos tenemos?”, me comentó, aludiendo a los golpistas. Llegó Gabeiras y empezó la reunión. El ministro le preguntó cómo llevaba el asunto de la detención del general Armada. “Es que no sé hasta qué punto, él…”, acertó a decir. “Es un traidor y está en esto hasta las cachas. Hay que arres- R. Es un cuento. Repito: no hay más grabaciones que las de la mujer de Tejero y las de García Carrés, que se quedaron en la Comisaría General de Información de Manuel Ballesteros. Yo no podía grabar las conversaciones de las capitanías generales o de La Zarzuela: no se me habría ocurrido, habría sido ilegal y, además, ¡buena estaba la no- “Existió una trama civil: excombatientes, falangistas, algunos empresarios. No tengo pruebas sobre el Cesid” “El general Armada me indicó que el Rey se había equivocado, y que su mensaje iba a dividir al Ejército ” Creo que la anécdota más exitosa del género novelado del 23-F es la que sitúa a Adolfo Suárez en La Zarzuela entre tres capitanes generales. El Rey se ausenta a atender una llamada telefónica y los capitanes militares le instan a dimitir. Cuando el presidente les pregunta que con qué autoridad plantean esa exigencia, uno de los capitanes generales extrae una pistola nacarada —lo de nacarada parece que acentúa la credibilidad del relato—, la coloca encima de la mesa y dice: “Por esto”. Cualquiera que conociera algo a Adolfo sabe que es imposible que hubiera asistido a esa escena y no hubiera ordenado la detención inmediata de ese militar. ¡Pero si cuando viajaba a Valencia le exigía a Milans que acudiera a recibirle y a despedirle al aeropuerto! Jamás comentó algo parecido a eso. Hace unos días, comentaba eso mismo con su cuñado. En estas historietas inventadas, nunca hay un testigo, una fuente, una prueba, pero a fuerza de ser repetidas pasan a convertirse en la verdad de mucha gente. P. No se expurgó la trama civil, ni se aclaró mucho el papel del Cesid. R. Existió una trama civil: falangistas, excombatientes nostálgicos y algunos empresarios, pero no había muchas pruebas y tampoco creo que tuvieran un papel importante en el golpe. De lo que no tengo pruebas es de la posible intervención del Cesid en el golpe. Alguno de sus miembros fue conde- El rey Juan Carlos preside la reunión de la Junta de Defensa Nacional, tras el intento de golpe de Estado del 23-F. Laína es el tercero por la derecha. Foto: EFE dando —nos había llegado información de que aprovechando las ausencias del jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), José Gabeiras, había estado intrigando por teléfono en las capitanías generales—, le puse una escolta para asegurarme de que iría derecho a su despacho en el Estado Mayor. La cúpula militar, los jefes de los tres ejércitos, manifestaron su lealtad al Rey desde el primer momento y estoy seguro de que actuaron con la mejor voluntad al redactar el comunicado en el que informaban de que asumían todos los poderes para asegurar la legalidad. Antes de difundirlo, lo pusieron en conocimiento del Rey que no autorizó su difusión porque consideró que podía ser mal interpretado. P. ¿Qué hay de cierto en la versión de que el Rey se echó a llorar en la Junta de Defensa Nacional del día 24 al escuchar la cinta de las conversaciones telefónicas grabadas al general Armada? R. Yo no pertenecía a la junta, pero me incorporé a ella por orden del presidente Suárez. Por indicación de él y aceptación del Rey puse para la escucha colectiva la cinta en la que Tejero, desde el Congreso, habla con García Carrés. Teníamos intervenido el teléfono de este último porque era un conspirador declarado que frecuentaba todos los círculos golpistas. En la cinta, Tejero le dice a García Carrés que Armada “ha venido al Congreso porque lo que quiere es la poltrona y le da igual una junta militar que un Gobierno con comunistas. Le he echado de aquí”. Al escuchar la cinta, al Rey se le hume4 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 tarle”, le interrumpió Quintana en un tono muy excitado. Entonces, Gabeiras extrajo de una carpetita marrón una orden de arresto contra Armada, pero sin firma y se la pasó al ministro. Este la leyó y le dijo: “No, esa orden no la firmas aquí, la firmas en tu despacho y me la traes”, le indicó Sahagún. A los pocos minutos, Gabeiras volvió con la orden ya firmada. P. ¿Qué decían las otras cintas grabadas aquella noche? R. Las únicas grabaciones existentes fueron las obtenidas en las intervenciones de los teléfonos de las casas de García Carrés y de Tejero. No hay más cintas que esas. Teníamos el teléfono de Carrés intervenido porque era el más sospechoso de los ultras, se movía por los círculos golpistas y hablaba a menudo con el director del diario El Alcázar, Antonio Izquierdo, que hizo un gran daño a la democracia. En cuanto me pasaron las cintas ordené detener a García Carrés. La mujer de Tejero se pasó toda la noche al teléfono. Teníamos diez horas de grabaciones de ella con gente muy diversa, incluidos los periodistas Emilio Romero y Luis María Anson. No se podía controlar telefónicamente a los militares a través de los servicios de información del Ministerio del Interior y, a veces, el aviso de la autorización de nuestras solicitudes de intervención telefónica les llegaba antes a los ultras sospechosos que a nosotros. P. Alfonso Guerra aludió a la existencia de 125 horas de conversaciones interceptadas de los teléfonos del Congreso. “Al escuchar la cinta, al Rey se le humedecieron los ojos. Vi cómo le caían dos lágrimas por las mejillas” “Mi impresión es que Armada les engañó a todos: convenció e implicó a Milans y utilizó al Rey” che para cometer errores! Forma parte de todos esos bulos que llevan 30 años dando vueltas: que si el maletín con el que huyó el capitán Gil Sánchez Valiente contenía decretos del futuro Gobierno, que si esos decretos fueron guardados en la caja fuerte del Congreso, que si la Reina había dicho en una ocasión que era partidaria de una junta militar. Todo son fabulaciones y mentiras sin dueño conocido, pero lo increíble es que todavía sigan circulando. nado. Tenían una gran división interna y el jefe del servicio no controlaba nada. Luego, tras la sentencia, se produjo un ajuste de cuentas: voladuras de locales del servicio secreto, el incendio de la vivienda del padre del comandante José Luis Cortina que falleció a consecuencia del fuego. P. ¿Cuál es la tesis de Francisco Laína? R. Mi impresión es que Armada les engañó a todos, convenció e implicó a Milans y utilizó al Rey. El presidente del Gobierno provisional en el 23-F llega al final de su relato con el cenicero repleto y el brillo en la mirada, como si el retrospectivo paseo por aquellas horas convulsas, tan trascendentales para la sociedad española, hubiera desatado en su interior un apretado nudo de fuertes sensaciones, sentimientos y afectos. Tres décadas después, Francisco Laína aguarda con ilusión el reencuentro que los integrantes de la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios han dispuesto para este 23-F en el Museo Adolfo Suárez y de la Transición en Cebreros (Ávila), la cuna del presidente Adolfo Suárez. Dice que guardará siempre en su memoria el cerrado aplauso que le dispensaron sus compañeros de la comisión gubernativa cuando, tras la firma del llamado Pacto del Capó, los diputados y el Gobierno salieron del Congreso y volvieron a respirar, libres de la amenaza de las armas. Cómo olvidarlo, si aquel fue el único momento en el que el presidente en funciones del 23-F, un hombre de carácter, cedió ante las emociones y rompió a llorar. O TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F El teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, pistola en mano, en la tribuna del Congreso durante el golpe de Estado del 23-F. Foto: Efe Tres tramas en la sombra La dimisión de Adolfo Suárez fue aprovechada por los golpistas para lanzar su intentona, tras un cruce de proyectos golpistas que trabajaban en secreto. Ni el general Armada ni el teniente general Milans del Bosch contaban con la decisiva intervención de don Juan Carlos Por JOSÉ LUIS BARBERÍA y JOAQUÍN PRIETO T res décadas más tarde, la intentona golpista del 23-F que desbarató el Rey todavía se resiste a ser enterrada para la historia con la losa de una interpretación definitiva. Aunque los hechos han quedado esclarecidos en su casi totalidad, las últimas versiones publicadas divergen en función del énfasis con que se subraya la importancia del papel desempeñado por cada una de las tramas que convergieron aquel día. ¿Fue fundamentalmente un tejerazo improvisado, un audaz golpe de mano llevado a cabo por elementos espontáneos, o un pronunciamiento militar que se sirvió de la acción detonante de los primeros? Y en la intención de algunos de los protagonistas, ¿no se trataba de una operación política estancada en la vía parlamentaria que quedó desvirtuada al tratar de imponerla por la presión de las armas? Está suficientemente acreditado que a finales de 1980 había una operación política en marcha inspirada en los negros presagios sobre el futuro inmediato de España que el presidente de la Generalitat de Cataluña, Jo- sep Tarradellas, venía realizando desde su regreso del exilio. Esa operación, avalada o auspiciada por el Rey, contaba también con la conformidad de algunos dirigentes del PSOE, PCE, Alianza Popular (AP) y de la propia Unión de Centro Democrático (UCD) gobernante, que temían que la grave situación económica y política del momento desembocara en un golpe de Estado y que la democracia volviera a ser, como también dijo Adolfo Suárez en su discurso de dimisión, “un paréntesis en la historia de España”. La idea era remover al presidente Suárez con una moción de censura que contara con el respaldo de la oposición y del sector de UCD liderado por Miguel Herrero de Miñón. Se trataba de formar un Gobierno de concentración para llevar a cabo el “golpe de timón” propuesto por Tarradellas: superar la crisis económica, combatir a ETA, corregir el rumbo del proceso autonómico —“corremos el riesgo de que el Estado se vaya por el sumidero”, había dicho el propio presidente de la Generalitat— y enfriar los ánimos golpistas latentes en los cuarteles de los que el Rey, como jefe de las Fuerzas Armadas, tenía constancia. Ese Gobierno debía estar presidido por un militar para apaciguar a los sectores más encrespados del Ejército y transmitir a la sociedad un mensaje de firmeza. Y ese militar debía ser monárquico, ya que había que asegurarse de que, a la vuelta de dos o tres años, dejaría su puesto a indicación del Rey. Durante algún tiempo, la duda estuvo en el nombre del pretendido mirlo blanco militar. El jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, fue considerado candidato potencial, pero al final se optó por un perfil menos jurídico y más militar. El elegido, Alfonso Armada, antiguo preceptor del Rey y hombre que bebía los vientos por el Monarca, había luchado con la División Azul en el frente de Rusia y era amigo del capitán general de Valencia, Jaime Milans del Bosch, el La idea de 1980 fue que Suárez fuera removido con una moción de censura y sustituido por un militar monárquico otro alto militar de más declarada pasión monárquica. Milans no disimulaba su irritación por el rumbo político del país y había llegado a insinuar que convendría “hacer algo”, antes de que le llegara su pase a la reserva, en marzo de 1981. El Rey necesitaba devolver a Madrid al general Armada, en un puesto visible y de rango superior al que ocupaba como gobernador militar de Lleida y jefe de una división de montaña, lo que implicaba vencer la resistencia del Gobierno. El antiguo preceptor del Rey había tenido que dejar su cargo de secretario de la Casa del Rey porque Adolfo Suárez y el vicepresidente Manuel Gutiérrez Mellado pensaban que ejercía una influencia negativa sobre el Monarca. La pluma que 12 años atrás había redactado la carta con la que el entonces príncipe Juan Carlos comunicó a Franco su disposición a saltarse a su padre en la línea sucesoria no parecía darse cuenta de que el niño había crecido y era el Rey. Pero en el otoño de 1980, preocupado, alarmado más bien, por la situación, el Monarca normalizó los contactos con su antiguo preceptor, que no renunciaba a recuperar el favor real. Armada se comprometió a tenerle al tanto de los movimientos en Pasa a la página siguiente EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 5 TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F que la primera no dejaba de ser constitucio- promover la Operación Galaxia, un proyecel Ejército y se mostró bien dispuesto a “sa- nal, por discutible que lo fuera políticamen- to de asalto al palacio de la Moncloa. El crificarse” y a presidir, llegado el caso, un te, y la segunda implicaba forzar el brazo de capitán general de Valencia estaba también la democracia con la intolerable presión mi- al tanto de las tramas de coroneles y tenienGobierno de concentración. Concebida como alternativa para una si- litar. Por mucho que se exagerara la grave- tes coroneles que trabajaban minuciosatuación de emergencia —algunos líderes dad de la situación —y en esto los involucio- mente y en silencio en un golpe más duro y, exageraron la gravedad del momento de ca- nistas encontraron un sorprendente eco en por supuesto, sabía que otros capitanes gera a poder justificar ante sus bases la even- la frivolidad de algunos demócratas—, Espa- nerales, franquistas rendidos como él, quetual elección de un militar como presiden- ña no estaba perdiendo la guerra en Argelia rían acabar con el estado de cosas en la te—, la Operación Armada entró a partir de y no tenía al general Jacques Massu que España de la Transición. Tras el encuentro del 10 de enero en Vaentonces en fase de efervescencia. Durante amenazaba con tomar París y el resto de las los meses previos al 23-F, el gobernador mili- capitales si no se le entregaba el poder al lencia, en el que Armada le habló de atribuirtar de Lleida se ocupó de tomar la tempera- general Charles de Gaulle. No existía esa guetura a los políticos: mantuvo más de un cen- rra, ni ese general ni ese ultimátum, pero tenar de encuentros con personas relevan- alguien pensó que podría fabricarse. Alfontes, al tiempo que la situación de Suárez se so Armada conocía muy bien el caso francés hacía insostenible. Suárez conocía las críti- porque inició sus estudios en la Escuela de cas del Rey a su gestión, pero no dimitió por Guerra de París en 1959, al año siguiente de eso, ni por el conocimiento de un golpe en que, bajo la presión del ultimátum militar, De Gaulle fuera votado como presidente de ciernes. El primer aldabonazo de que iba cami- la República. A finales de 1980, el teniente coronel de no de convertirse en cadáver político le llegó a Suárez de sus propias filas con el nom- la Guardia Civil Antonio Tejero era un hombramiento de Miguel Herrero de Miñón co- bre sin destino profesional, profundamente mo portavoz parlamentario de UCD. Era la resentido e irritado, que llevaba un proyecto señal de que la moción de censura contra de golpe de Estado bajo el brazo. Había estuél estaba próxima y contaría con el respal- diado técnicamente la ocupación del Palado de un sector de su partido. El segundo cio Nacional de Managua llevada a cabo por aldabonazo fue constatar el empeño real el líder de la guerrilla nicaragüense Edén en nombrar a Armada segundo jefe del Esta- Pastora, Comandante Cero, dos años antes y do Mayor del Ejército. Suárez comprendió pensaba que él también podría realizar una que la operación Gobierno de concentra- acción similar. En las vacaciones navideñas ción con general al frente estaba lanzada y organizó cenas en Madrid con oficiales de la que la tenaza creada en torno a él empeza- Guardia Civil destinados en el País Vasco, y ba a cerrarse. Valeroso como era, todavía a una de esas cenas asistió Vicente Gómez pensó en quemar un último cartucho y rei- Iglesias, capitán de la Guardia Civil adscrito vindicarse ante el congreso de su partido al Cesid que, años antes, había compartido en Palma de Mallorca, pero el aplazamiento del acto, obligado por una huelga de controladores aéreos, le llevó a arrojar la toalla. El 29 de enero dimitió con el propósito de arrumbar así la Operación Armada y darle la alternativa sucesoria a su vicepresidente para Asuntos Económicos, Leopoldo Calvo Sotelo, que fue elegido candidato a la presidencia por UCD el 6 de febrero, en medio de una fortísima división interna. Con el presidente en situación de dimisionario, la decisión del ministro de Defensa y hombre de su confianza, Agustín Rodríguez Sahagún, de aceptar la sugerencia de La Zarzuela para nombrar a Armada segundo jefe del Ejército le llenó de inquietud. “Rodríguez Sahagún nos preguntó a Javier Calderón (secretario general del servicio de información Cesid en el 23-F) y a mí por Alfonso Armada, y le dijimos que era un tipo estupendo y un buen jefe”, señala hoy Florentino Ruiz Platero, coronel de Artillería ya retirado. Calderón y él formaron parte del grupo de militares de confianza de Manuel Gutiérrez Mellado, a los que Rodríguez Sahagún consultaba los nombramientos y cambios de destinos en el Ejército. A consecuencia de esos inforEl rey Juan Carlos I se dirige a la nación en la madrugada del 24 de febrero de 1981. mes, Milans del Bosch fue destinado a la capitanía general de Valencia, y no a la de Madrid como pretendía, y el general Torres Rojas fue rele- destino con él en la Comandancia de Guivado de la jefatura de la división acorazada púzcoa. Durante la cena, tras dibujar un panoraBrunete, acuartelada en Madrid y sus proximidades, y destinado a A Coruña. Por lo ma catastrófico, Tejero les instó a hacer almismo, en sentido contrario y de cara a ase- go. “¿Y qué haría el Ejército?”, preguntó un gurar Madrid, centro neurálgico del poder capitán. “Con ellos no se puede contar, son político, el teniente coronel Emilio Alonso unos calzonazos que harán lo que les diga el Manglano fue ascendido a jefe de Estado Rey”, le respondió Tejero. “Entonces no hay nada que hacer. ¿Qué puede hacer la GuarMayor de la Brigada Paracaidista (Bripac). La dimisión de Suárez desactivó la Opera- dia Civil por su cuenta?”. El interrogante ción Armada como proyecto parlamentario quedó flotando en el aire, pero hubo quien legal, pero acentuó las circunstancias objeti- ató cabos y pensó que el imprescindible apovas de vacío de poder, descrédito y división yo militar podía venir de la mano del capipolítica que aprovecharon los golpistas: los tán general de Valencia, Jaime Milans del del golpe blando, partidarios de presionar Bosch, que ejercía cierto liderazgo entre sus militarmente a los políticos para imponerles pares y no ocultaba su enfado. Por su ayuun Gobierno de firmeza; y los del golpe du- dante, el teniente coronel Pedro Mas Oliver, ro, que pretendían volver a la dictadura. El que tenía casa en Madrid y se relacionaba 23-F cabalga sobre el equívoco establecido con el ultraderechista García Carrés, muy entre la Operación Armada y la Operación amigo de Tejero, Milans supo que el tenienDe Gaulle. Ambas fueron nombradas indis- te coronel de la Guardia Civil había concebitintamente en artículos de los periodistas do un nuevo golpe de mano, el segundo, ya Emilio Romero y Luis María Anson, pese a que dos años antes había sido arrestado por Viene de la página anterior Armada se mostró bien dispuesto a “sacrificarse” y a presidir, llegado el caso, un Gobierno de concentración La dimisión de Suárez desactivó la operación, pero creó las circunstancias objetivas que estimulan a los golpistas Milans se erigió en jefe de la conspiración, congeló las operaciones en marcha y las supeditó a la solución ‘Armada’ El factor sorpresa permitió a Tejero ocupar el Congreso porque el Gobierno lo ignoraba todo. ¿También el Cesid? 6 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 le el cargo de jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor, Milans convocó una reunión de grupos golpistas en el domicilio de su ayudante Mas Oliver en Madrid, en la calle del General Cabrera. En aquel encuentro, celebrado el día 18 de enero y al que asistieron los generales Carlos Alvarado, Francisco Dueñas, Luis Torres Rojas y Carlos Iniesta Cano, entre otros, Milans se erigió en jefe de la conspiración, congeló las operaciones en marcha y las supeditó a la solución Armada que debía permitir modificar la Constitución y encauzar el proceso autonómico. Armada excusó su asistencia por la necesidad de atender otros compromisos ineludibles. Milans se lo reprocharía meses más tarde, durante el juicio: “Alfonso, tú siempre te escapas, tú siempre guardándote”. Sobre el papel, la retirada de Adolfo Suárez y de su vicepresidente para Asuntos de la Defensa, Manuel Gutiérrez Mellado, la otra “bestia negra” de los conspiradores, debía contribuir a calmar los ánimos involucionistas, pero los golpistas no se resignaron a dejar pasar la ocasión. Espoleado por la ultraderecha civil y por una serie de generales retirados, parte de los cuales asumió posteriormente la defensa profesional de los procesados, Antonio Tejero decidió lanzarse y abortar la investidura del sucesor de Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo. ¿Hubo alguien más, fuera de su círculo, que le dijo “ahora”? La muerte por torturas en comisaría del activista de ETA Joseba Arregui, que falleció el 13 de febrero de 1981, crispó todavía más las relaciones políticas y enconó los exaltados ánimos de los ultras, que juzgaban intolerable que se pidiera cuentas a la policía por un etarra. Uno de los oficiales de la Guardia Civil asistentes a la cena navideña, el capitán Jesús Muñecas, se ofreció a Tejero: “Cuente conmigo si se decide a hacer algo”. Ese oficial mandaba solo a una treintena de hombres, pero a Tejero le pareció suficiente para echar a andar. El 20 de febrero, viernes, envió a Milans el mensaje de que la operación estaba lanzada y ya no se podía parar. Era falso, puesto que en ese momento no contaba con la tropa necesaria para llevar a cabo la operación. Tenía, eso sí, una poderosa razón para improvisar sobre la marcha la ejecución de su plan, y es que su proyecto de asalto a La Moncloa había sido abortado en noviembre de 1978 porque a uno de los guardias implicados le entró el vértigo de la responsabilidad y acabó yendo a la policía. Apremiado por Tejero —“a mí no me empujan los tenientes coroneles”, dijo—, parece que el capitán general de Valencia vaciló inicialmente antes de subirse al carro, el de combate, un gesto familiar en él puesto que lo había invocado a menudo en las charlas de sobremesa. Pero su ayudante, Mas Oliver, y sobre todo su segundo en el mando, el coronel Diego Ibáñez Inglés, que era su enlace con Armada y el cerebro organizador de la capitanía, terminaron de despejarle las dudas: “Mi capitán general, ahora no podemos dejar tirada a la Guardia Civil”. Todo se decantó durante el fin de semana. El domingo por la mañana, Milans comunicó a Armada que iba haber una acción importante; convocó al comandante Pardo Zancada a Valencia para encargarle de que activara a la Brunete; envió al gobernador militar de A Coruña, Luis Torres Rojas, el recado de que acudiera a Madrid a hacerse cargo de la jefatura de esa misma división —todavía el mismo lunes, 23-F, por la mañana, tardaron dos horas en localizarle porque estaba haciendo footing—, y ultimó el programa de despliegue de tropas en su región. Durante el juicio y con posterioridad, Milans, Ibáñez Inglés y Mas Oliver sostuvieron que el general Armada transmitió por teléfono su conformidad con la acción detonante (tejerazo) que debía desencadenar la intervención militar. Como Armada ha negado siempre esas llamadas del domingo 22-F, los antiguos mandos del Cesid Javier Calde- TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F rón y Florentino Ruiz Platero, autores del libro Algo más que el 23-F, apuntan la posibilidad de que, por indicación de Ibáñez Inglés —planificó el golpe en Valencia, incluida la detención de la antena del Cesid en esa capital—, alguien se hiciera pasar por Armada al otro lado del teléfono para convencer a Milans de que la Corona estaba de acuerdo. De esas conversaciones, reales o ficticias, salió el anuncio de que Armada estaría el 23-F por la tarde en La Zarzuela asesorando al Rey y la idea, utilizada igualmente a modo de consigna con la que vencer resistencias, de que la operación tenía una cabeza bicéfala: Milans-Armada, los dos generales más declaradamente monárquicos. El 23-F fue el infame tránsito de la Operación Armada a la Operación De Gaulle, abortado por Tejero con su proyecto de junta militar y su irrupción vocinglera y violenta que, transmitida en vivo y directo por la radio, forzó a más de uno a volverse atrás. Y es que en el plan diseñado por los conspiradores de salón hacía falta un poco de presión, pero no tanta. Bastaba, seguramente, un amago de golpe, la escenificación del malestar en el Ejército y las Fuerzas Armadas, y estaban de más los disparos en el avalar la consigna de que se actuaba a las órdenes del Rey. El antiguo tutor del príncipe incumplió el precepto monárquico de “no hablarás en nombre del Rey en vano”, incluso mientras el Monarca trataba de sujetar al Ejército y parar el golpe. “Eres tan monárquico que para salvar al Rey eres capaz de cargarte la monarquía”, le había indicado Manuel Gutiérrez Mellado en una de sus discusiones. Armada aterrizó con su proyecto de Gobierno de concentración en una situación de emergencia que él no había organizado personalmente, pero se sirvió de ella para tratar de hacer cumplir, esta vez con la presión de las armas, su sueño de presidir el Gobierno. “Yo era bastante vanidoso antes de ir a la cárcel”, ha admitido. Está fuera de toda duda que, como señala Javier Calderón, “Alfonso Armada incurrió, al menos, en un pecado de omisión”, ya que él mismo ha reconocido que sabía que “algo importante” iba a pasar en Madrid y que el movimiento se iba a iniciar en A Coruña (no pensó en Torres Rojas, interpretó que la iniciativa le correspondería al capitán general de Galicia, Manuel Fernández Posse). En su defensa, el antiguo preceptor del Rey argumenta que si no informó al paña pasa por una situación similar a la del 23-F. “Hemos llegado a un punto peligroso. Yo proponía otra cosa distinta: una España con autonomía administrativa, como decía el testamento de Franco, pero no este galimatías de las 17 autonomías. El 23-F yo saqué a los diputados sanos y salvos”, enfatiza. A su manera, ¿no contribuyó también a colocarles bajo el cañón de las armas? El factor sorpresa permitió a Tejero ocupar el Congreso porque el Gobierno lo ignoraba todo. ¿También el Cesid? Pese a los años transcurridos, ese sigue siendo un terreno movedizo desde que Tejero, en una de las cuatro versiones judiciales que dio sobre los hechos, acusó al entonces comandante José Luis Cortina, del Cesid —absuelto en el juicio—, de haberle empujado a actuar y haber preparado la supuesta, nunca probada, reunión suya con Armada. ¿Hay algo de verdad en ese testimonio que cerraría el círculo Tejero-Milans-Armada o forma parte en su totalidad de las versiones que los procesados y sus defensores urdieron durante el juicio para implicar lo más posible al Rey, servirse así de la coartada exculpatoria de la “obediencia debida” y, de paso, contaminar a las instituciones? Nadie que conozca a los personajes se imaginaría a Tejero y a José Luis Cortina remando en la misma barca, aunque algunos oficiales reformistas confiaron ciegamente en Armada porque veían en él el escudo del Rey y no concebían que pudiera traicionarle. Puede que tocaran la música sin conocer la letra y ese día se llevaran una sorpresa mayúscula. El informe interno del Cesid elaborado por el teniente coronel Juan Jáudenes dejó constancia de la implicación de Vicente Gómez Iglesias, condenado en la vista, y de que el cabo Rafael Monge guió por Madrid con un coche a la columna del capitán Muñecas en su ruta hacia el Congreso y, según declaraciones de uno de sus compañeros, se jactó de haber sido advertido por uno de sus superiores con una semana de antelación de la inminencia de una “acción importante”. Jáudenes confirmó, sobre todo, la existencia de un clima interno de fuerte división y versiones contrapuestas. Javier Calderón, que dirigió el Cesid entre 1996 y 2001, y Florentino Ruiz Platero aseguran que el servicio, como tal, no estuvo implicado en la intentona golpista y reducen el asunto a algunas actitudes personales, poco significativas. Claro que, según al- Varios guardias civiles zarandean al general Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente del Gobierno, mientras el presidente Adolfo Suárez (a la izquierda) acude en su auxilio. Foto: Efe hemiciclo, el tono y lenguaje cuartelero, la humillación y violencia contra un hombre mayor y tan digno como Gutiérrez Mellado. También Milans se retrató esa noche con su comportamiento. Mandó al comandante Pardo Zancada, de la División Acorazada, que acudiera al Congreso con su unidad de policía militar a respaldar la posición de Tejero, al tiempo que ordenaba a este último que obedeciera a Armada y le permitiera postularse ante los diputados para que, con el miedo en el cuerpo, le votasen presidente del Gobierno. Armada, maestro de las medias verdades, habilísimo a la hora de solaparse y fabricar coartadas, consiguió de Milans que reuniera y controlara a las tramas golpistas “por si surge un movimiento que el Rey necesite encauzar”, y luego, cuando las piezas saltaron del tablero, excitadas con la oportunidad y animadas con tantos reclamos, no las denunció, ni desactivó. La tarde del 23-F trató de ser convocado a La Zarzuela para Monarca, tampoco cuando supo que la acción era inminente, fue porque pensó que, como en ocasiones precedentes, el Monarca le remitiría a Gutiérrez Mellado. “Tengo 90 años y algunos achaques, pero estoy muy bien de cabeza, y le digo que el 13 de febrero de 1981 ya le advertí a Gutiérrez Mellado del peligro que había y él me contestó: ‘Tú sueñas’, y me instó a dejar de alarmar al Rey con lo del malestar en el Ejército”, manifestó Alfonso Armada, semanas atrás, a este periódico. “El día que comí con Enrique Múgica (encargado de las cuestiones de Defensa del PSOE) no hablamos del golpe, ni de política. Él me preguntó por otras personas, que cómo era Sabino Fernández Campo… Me atribuían la presidencia de un futuro Gobierno y yo tenía el prestigio y estaba dispuesto a sacrificarme”, subraya. Alfonso Armada, que sigue definiéndose “español, católico, apostólico, romano y monárquico”, dice que todavía no entiende por qué le acusó el Rey. Piensa que también ahora Es- Alfonso Armada, “español, católico, apostólico, romano y monárquico”, dice que todavía no entiende por qué le acusó el Rey Armada: “Yo proponía una España con autonomía administrativa, como decía el testamento de Franco, pero no 17 autonomías” gunos de los libros publicados, los que atribuyen la intentona golpista a una ingente tarea de inteligencia y manipulación a cargo del Cesid, este hombre, Javier Calderón, sería poco menos que el cerebro del 23-F. Tres décadas después, parte del anecdotario que los condenados y sus abogados fabricaron durante el juicio sigue todavía circulando en boca de catedráticos e investigadores. Es como si, en lugar de actuar de trilla que separa el grano de la paja, depura y consolida la verdad, el paso del tiempo agitara los sedimentos de las evidencias ya establecidas y aventara de nuevo rumores y ficciones. “Curioso país, el nuestro, que gusta de dar verosimilitud a los rumores, sean del 23-F o del 11-M, y hace suya la frase ‘cuando el río suena, agua lleva’, especialmente si el agua que corre es agua turbia”, comenta con ironía y acidez Javier Calderón. ¿No cabe pedirles ya a Antonio Tejero y otros protagonistas que se sinceren en aras de la verdad histórica? O EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 7 TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F EL CONSEJERO DELEGADO DEL GRUPO PRISA Y PRIMER DIRECTOR DE EL PAÍS CUENTA CÓMO SE VIVIÓ EL 23-F EN ESTE PERIÓDICO Y CÓMO DECIDIÓ SACAR UNA EDICIÓN ESPECIAL A FAVOR DE LA CONSTITUCIÓN EN PLENO GOLPE DE ESTADO Una jornada particular POR JUAN LUIS CEBRIÁN A las seis y veinte de la tarde del 23 porque sugerí que el deterioro político era de febrero de 1981 bajé el volu- tal en la España de entonces, esa que apellimen de la radio de mi escritorio daban “del desencanto”, que no podíamos al tiempo que el secretario del descartar una intervención militar. La posiCongreso pedía a viva voz el voto de los bilidad de la misma se venía barajando desparlamentarios para la investidura de Leo- de el descubrimiento, a finales de 1978, de la poldo Calvo Sotelo como presidente del operación Galaxia, en la que el propio TejeGobierno. Me dispuse a recibir a Antonio ro había colaborado activamente y que en Ramos, que aguardaba desde hacía un cierta medida resultaba un prólogo de lo cuarto de hora para verme y a quien que- que comenzábamos a vivir ahora. La debiliría entrevistar antes de contratarle como dad del Gobierno a la hora de reprimir aqueredactor de EL PAÍS en Andalucía. Apenas se aposentó frente a mi mesa, Augusto Delkáder, subdirector del periódico, me llamó por el telefonillo interior. Parecía alarmado. —¿Estás siguiendo el pleno del Congreso? —He bajado el volumen, no me interesan las votaciones. —¡Sube la radio, sube la radio cuanto antes! —me espetó. Giré el botón y escuché algunos golpes, voces pocos distinguibles, confusión, y a un locutor que murmuraba aturdido: entra gente armada en el salón de plenos, es la Guardia Civil, no sabemos qué sucede. —Perdona, Antonio —dije a mi visitante— ¿no te importa esperar un poco más ahí fuera, hasta que se aclare esto? Nos vemos enseguida. Y llamé a Augusto para que viniera cuanto antes a mi despacho. En la radio seguía escuchándose ruido a soldadesca. El locutor se preguntaba si los guardias habían entrado persiguiendo a un comando etarra, pero enseguida oímos un estertor, ¡quieto toPrimera página de la edición especial de EL PAÍS el día del golpe. do el mundo!, y supimos que quien se dirigía a los diputados, pistola en mano desde la tribuna, era el teniente coronel Tejero. Entonces ya no hubo duda. Se estaba produciendo un golpe de Estado. ¿Nos pilló de sorpresa? En absoluto. Desde luego no esperábamos una escena tan histriónica como aquella, pero la posibilidad de una intervención del ejército contra el régimen democrático se rumoreaba desde hacía meses y era comentario habitual en los cenáculos políticos. La reciente dimisión del presidente Suárez había alimentado esos rumores en medio de un espeso ambiente erosionado por la división interna del partido en el poder, y eran frecuentes y sonoras las demandas de un “gobierno fuerte” por parte de los sectores más reaccionarios de la opinión pública, aunque también las expresaban los líderes de la oposición. Recordé que menos de un año antes, en un congreso celebrado en la Universidad de Vanderbilt, en los Estados Unidos, me había enzarzado en una discusión con el venerado hispanista Raymond Carr, escandalizado No esperábamos una escena tan histriónica, pero se rumoreaba la posibilidad de una intervención del ejército Bajé a la redacción y pedí a los periodistas que ocuparan sus puestos porque íbamos a publicar EL PAÍS 8 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 lla primera intentona degeneró en una acumulación de incidentes sediciosos protagonizados por el generalato de origen franquista. Todo ello era fiel reflejo de un estado de cosas brillantemente definido por Winston Churchill durante la Segunda Guerra mundial, cuando le preguntaron cuál era la situación. “Toda Europa —contestó— está ocupada por el ejército alemán, salvo España, que se encuentra ocupada por su propio ejército”. O sea que no era preciso tener ningún tipo de información privilegiada para saber que, cinco años después de la muerte del dictador, los uniformados constituían todavía el primer obstáculo y la amenaza más identificable contra la recién estrenada democracia y que el papel fundamental reservado al rey Juan Carlos durante la Transición no había sido el de motor del cambio, como lo definió José María de Areilza, sino el de freno de las veleidades de los milicos. Ahora acababan de entrar en el Parlamento, como Pavía, dispuestos a disolverlo aunque fuera a tiro limpio. Algunas de estas reflexiones se embarullaban en mi cerebro mientras mi despacho, acosado de visitantes de urgencia, comenzaba a parecerse al camarote de los hermanos Marx. La plana mayor de la redacción y del Consejo de Administración del diario se congregó allí, discutiendo confusamente sobre los acontecimientos cuando todavía faltaba información. Radio Nacional y la cadena SER dejaron enseguida de transmitir desde el Congreso, lo mismo que TVE, pero el descuido de los rebeldes permitió que una de las cámaras siguiera grabando para la Historia lo que sucedía allí dentro. Yo me encontraba entonces bajo protección policial por amenazas terroristas, y mi escolta fue convocado, como el resto de los que hacían ese tipo de servicio, a las dependencias del Ministerio del Interior. “Me quedo aquí, contigo, por si hacen falta pistolas”, me dijo, al tiempo que recomendaba que cerrara los accesos al periódico. De todas maneras todavía algunos dudaban de que aquello fuera un golpe de Estado en toda regla y se apuntaban a la teoría de que se trataba solo de una nueva payasada macabra de Tejero, caricatura viviente de la peor imagen de la Guardia Civil caminera. Como todo el Gobierno se encontraba secuestrado en el hemiciclo, se me ocurrió telefonear al Secretario de la Casa del Rey, el general Fernández Campo, que me informó de que estaban siguiendo la situación pero todavía no tenían un análisis preciso. Poco antes de las siete de la tarde una llamada de Ana Cristina Navarro, redactora de Televisión Española, me alertó de que las tropas habían entrado en las insta- laciones de Prado del Rey, e irrumpido violentamente en el despacho del director. Pedí que me pusieran con él y Fernando Castedo me contestó en tono tranquilo, no exento de ironía: te hablo en presencia del capitán Nosequién, que está al mando de los ocupantes del edificio, no puedo comentarte nada. Casi al mismo tiempo Delkáder me entregó los cables que daban cuenta de la proclamación del estado de excepción por el general Milans del Bosch en Valencia, y ya no cupieron más vacilaciones: el golpe era algo organizado y afectaba a otras regiones militares aparte de la de Madrid. Jesús Polanco se puso en contacto con el capitán general de Burgos, pariente lejano suyo, quien le comentó que la mayoría de sus colegas —por no decir todos— apoyaban la conspiración, aunque al parecer (yo no asistí al diálogo, que se desarrolló desde mi secretaría) él aseguraba no estar implicado. Ese fue el momento en el que comuniqué a los reunidos en mi despacho que en mi opinión debíamos sacar una edición especial de inmediato, de acuerdo con lo acostumbrado por EL PAÍS cuando sucedía una noticia de extraordinario interés. ¿Una edición para qué?, me preguntaron. Para lo que un periódico como el nuestro tiene que hacer: contar lo que pasa y emitir una opinión al respecto. El debate se convirtió en discusión y luego en caos. José Ortega y Jesús Polanco no estaban seguros de que aquella fuera una buena decisión. Javier Baviano, gerente del diario, puso de relieve que no habría furgonetas para distribuirla y que los quioscos habían cerrado ya que las gentes, atemorizadas, se habían recluido en sus casas. Ade- TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F más, aunque muchos redactores se encontraban para esa hora en el periódico, la mayoría de los operarios de talleres había terminado su turno y no podíamos contar con ellos. Carlos Montejo, representante del Comité de Empresa, se apresuró a decir que él convocaría a los que fueran necesarios y que si se precisaban voceadores los sindicalistas venderían la edición en las calles. Alguien comentó que eso era muy peligroso, que podían agredirlos los fachas. Delkáder y Martín Prieto, mis dos subdirectores, me urgían a tomar una decisión, la única posible según ellos: sacar el diario cuanto antes. El consenso parecía imposible y el guirigay de alteradas voces, incontrolable, o sea que al fin di un manotazo sobre la mesa de cristal de mi despacho y dije: aunque sea lo último que haga como director, vamos a sacar esta edición. A partir de ahí cesó el desorden y todos se pusieron a lo suyo. Bajé a la Redacción, que hervía de rumores y pedí a los periodistas que ocuparan sus puestos de trabajo porque íbamos a publicar EL PAÍS. Era lo único que estaba en nuestras manos para contribuir a parar el golpe. Añadí que me habían comunicado que tropas del regimiento Saboya nº 6 avanzaban hacia la capital con la misión específica de ocupar nuestras instalaciones. Por lo tanto, como el miedo era libre, si alguno quería marcharse y no participar estaba en su derecho de hacerlo. Mi única preocupación, concluí, era que los soldados llegaran antes de que hubiéramos sido capaces de terminar la edición, paralizándola, con lo que el esfuerzo habría sido vano y la amenaza contra nosotros subiría de tono al comprobar los militares lo que estábamos haciendo. De modo que era preciso no perder ni un minuto. Nadie lo dudó, dejaron de hacer corrillos y comenzaron a organizar el trabajo. Yo sí lo hice: por un momento fui presa del miedo al que me acababa de referir. Entonces imaginé que si en vez de salir solo EL PAÍS hubiera otros diarios que hicieran lo mismo, todos estaríamos más protegidos. Me encerré en un despacho, en presencia de Eduardo San Martín, un combativo periodista de izquierdas que luego fue director adjunto de Abc; y llamé a Pedro J. Ramírez, a la sazón director de Diario 16. Le expuse mi preocupación y le pedí que publicaran también ellos una edición extraordinaria. No podemos, me contestó, en ese tono de dubitante seguridad que todavía utiliza cuando habla por la radio. A estas horas no tenemos obreros, no tenemos periodistas, no tenemos capacidad técnica. Pensé que lo que no tenían en realidad eran huevos y se lo dije, aunque no con esas mismas palabras. Comprendí por lo demás que estábamos solos, que aquella era una decisión que solo los periodistas compartíamos, con el apoyo de los trabajadores del taller, y otra imagen del pasado me vino a la mente: la del presentador de la televisión checa, en agosto de 1968, cuando los tanques soviéticos invadieron el país y acabaron con la Primavera de Praga, el experimento de liberalización llevado a cabo por Dubcek. La cara descompuesta del locutor, reflejada en una pantalla llena de interferencias, y su llamada de auxilio me habían perseguido desde entonces: “Nos invaden, ayúdennos”. Pensé entonces que era necesario contar fuera lo que estaba pasando, que Periodistas de distintos medios, en las escaleras del hotel Palace, leen una de las siete ediciones que EL PAÍS sacó durante la noche del golpe de Estado. precisábamos de la solidaridad de la prensa y la opinión pública internacional si queríamos que el golpe no triunfara. Pedí a Jesús Hermida, a Ángel Luis de la Calle, a Sol Álvarez Coto, que se pusieran en contacto con el New York Times, con Le Monde, con el Ti- Llamé a Pedro J. Ramírez y le pedí que ellos también publicaran una edición. No podemos, me contestó Nuestros periodistas alertaron al ‘New York Times’, a ‘Le Monde’, al ‘Times’ de Londres para informarles de los sucesos mes de Londres, con las agencias extranjeras, para informarles de los sucesos y les aconsejé que mantuvieran abiertas las líneas telefónicas. Mientras tanto Javier Pradera comenzó a escribir el editorial que debería aparecer en la edición y yo telefoneé a mi amigo Francisco Pinto Balsemao, primer ministro portugués, compañero de estudios del Rey, para contarle con precisión lo que sucedía. También hablé con mi padre, un periodista del Régimen que había dirigido el diario de la Falange, y después de tranquilizarme sobre la seguridad física de mis cuatro hijos me animó a que sacara el diario cuanto antes. A lo largo de la tarde haría lo mismo repetidas veces con el propio Delkáder, con quien hablaba para saber cómo andaban las cosas, pues no quería interrumpirme a mí. En muy poco tiempo la edición estaba preparada. Sólo cambiamos de momento dos páginas del periódico del día. La cuestión era estar a la venta cuanto antes. No habían llegado todavía las fotos de la intentona que fue capaz de escamotear el reportero de la agencia Efe y decidimos ilustrar la primera página con una estampa de la fachada del Congreso. El editorial, como todos los de Javier, era preciso y contundente, pero quise añadirle un párrafo introductorio con dos ideas clave: 1. EL PAÍS sale a la calle en defensa de la ley y la Constitución. 2. Los españoles deben movilizar todos los medios a su alcance en defensa de la voluntad popular. Luego quedaba por definir el titular. Desde que fundáramos el periódico la página de opinión y los titulares de la primera eran Pasa a la página siguiente EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 9 TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F y la paz de los ciudadanos. Aunque se había Viene de la página anterior decisiones reservadas a la única voluntad anunciado una comparecencia del monarca del director. Jesús Hermida vino en mi ayu- en televisión, ésta se hacía esperar. Decían da. Discutimos brevemente. Yo quería dar la que por motivos técnicos pero los rumores noticia, pero también el mensaje que trans- apuntaban que antes de dirigirse al país demitía el editorial. Entre los dos, creo recordar bía estar seguro de que Milans había depuesque en realidad la idea se debió más a él que to su actitud. El convencimiento de que los a mí, al final escribimos: GOLPE DE ESTA- cazas de la base de Manises estaban dispuesDO. E inmediatamente abajo: El país con la tos a abrir fuego contra los tanques desplegaConstitución. A los pocos minutos Jesús vol- dos por el capitán general en las calles de vió a mi despacho con la prueba de la prime- Valencia, si éste no se rendía, habría inclinara página. Nos quedamos contemplándola y do finalmente el fiel de la balanza. Cuando me vino una intuición: si pusiéramos El País, Juan Carlos apareció en la pantalla, con unicon mayúsculas, los lectores entenderían forme militar y gesto adusto, comprendique no solo los ciudadanos en general, sino mos que el golpe había sido abortado. Pero el periódico en particular, nos pronunciába- Gobierno y congresistas seguían secuestramos contra los rebeldes. Tuvimos dudas, pe- dos y los ocupantes del Parlamento no parero las resolvimos enseguida. Aquello funcio- cían dispuestos a deponer las armas. Cunnaba. A las ocho y media de la tarde las día el temor de que el exceso de alcohol y el cansancio de la tropa degenerara además rotativas comenzaron a escupir papel. Los quioscos estaban en su mayoría ce- en incidentes violentos que pudieran ocasiorrados, según Baviano había advertido, y de- nar una masacre. Fue entonces cuando cidimos enviar unos miles de ejemplares al Francisco Laína, jefe del gobierno de subsecentro de la ciudad y al hotel Palace, donde se habían concentrado la cúpula militar, los jefes de la policía y guardia civil y decenas, quizá centenares, de periodistas que trataban de seguir desde allí los sucesos. El general Sáenz de Santa María, que años atrás había decidido aplicarme la ley antiterrorista y enviarme a casa una decena de guardias civiles de paisano armados hasta los dientes en busca de Antonio María de Oriol, presidente del Consejo de Estado secuestrado por el Grapo, estaba ahora del lado de los buenos. A raíz de aquella bárbara intrusión, y pese a la brutalidad contra mí ejercida, habíamos terminado por trabar una buena amistad. Cuando recibió la edición especial de EL PAÍS decidió enviar una mano de ejemplares al interior del Congreso. Poco después Tejero se presentaba en el hemiciclo desplegando con descaro las páginas de nuestro periódico. Javier Solana me contaría más tarde que al verlo pensó: si EL PAÍS ha salido a la calle es que el golpe no ha triunfado fuera. A él y a otros rehenes ese detalle sirvió para insuflarles ánimo. Más tarde me llamó Balsemao. Había hablado con el Rey y le había encontrado tranquilo. Juan Carlos estaba telefoneando a todos los capitanes generales, a fin de desarticular minuciosamente tanto el golpe como la patraña de que se trataba de algo dirigido o apoyado por la Corona, pero Milans se resistía a acatar órdenes. Balsemao me dijo que si quería pedir asilo político podía acercarme a la embajada portuguesa y me lo concederían de inmediato. Ni se me había pasado por la cabeza y además yo estaba seguro de que el golpe no acabaría triunfando, Varios guardias civiles abandonan el Congreso por una ventana, horas antes de la rendición del teniente coronel Tejero. en cualquier caso mi obligación era seguir en el periódico. Lo comprendo, comentó él, pero te lo digo porque Fulano está cenando preci- cretarios creado por Juan Carlos para evitar samente hoy allí y le ha pedido asilo al que la cúpula militar ocupara el vacío de embajador. Aproximadamente a esa mis- poder, tal y como habían pretendido los gema hora, un valiente gudari representante nerales, me preguntó mi opinión sobre la de la izquierda abertzale proetarra escapa- conveniencia de que los geos tomaran por ba a Francia a bordo de una chalupa fleta- asalto el Congreso y acabaran de una vez con el problema. Le expresé mi sorpresa anda en Ondarribia. La radio había estado transmitiendo du- te semejante interrogante, me faltaba inforrante toda la tarde música, pero a partir de mación para hacerme un criterio al respeccierto momento la SER retomó sus emisio- to. En realidad, añadí, lo que me preguntas nes y comenzó a narrar el golpe. En provin- es qué va a decir EL PAÍS mañana si ordecias, algunos alcaldes reunieron a la Corpo- náis el ataque y sale mal, pero a eso no te ración y a cientos de sus convecinos en los puedo responder ahora. Luego hablé de nuesalones del Ayuntamiento: siguieron así to- vo con el general Fernández Campo para dos juntos los acontecimientos a través de comentarle esa conversación y para confirlas ondas. Juntos andaban igualmente los mar que, aunque estaba previsto desde haobispos españoles, reunidos en conferencia cía semanas que el Rey me recibiera precisapor casualidad esa misma tarde, y protago- mente el día 24 de febrero a las diez de la nistas de un silencio más culpable que co- mañana, daba por hecho que la audiencia barde. La misma Iglesia que había bendeci- quedaba cancelada. Mientras todo esto sucedía la situación do y apoyado décadas atrás el levantamiento fascista del general Franco, callaba ahora parecía cada vez más controlada, el periódiante una agresión armada contra la libertad co producía edición especial tras edición es- Laína me preguntó mi opinión sobre la conveniencia de tomar por asalto el Congreso y acabar de una vez Cuando Juan Carlos apareció en pantalla, con uniforme y gesto adusto, comprendimos que el golpe había sido abortado No cabíamos en nuestro asombro al ver que los sublevados se iban tan tranquilos a casa o a sus cuarteles Aquel día pensé que no habíamos hecho sino lo que nos correspondía: contar las noticias y emitir libremente una opinión 10 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 pecial, con las imágenes de Tejero empuñando el arma bajo su tricornio de charol, y la televisión difundía los planos en que el general Gutiérrez Mellado se enfrentaba a los rebeldes mientras solo Suárez y Carrillo permanecían impasibles en sus escaños en medio de la balacera desatada. Pero la ocupación del Congreso continuaba y los nervios de los derrotados golpistas no auguraban nada bueno. En la madrugada acabó la euforia de los conspirados y comenzaban a llegar anécdotas ilustrativas. Un capitán general de una de las regiones más extensas e importantes había celebrado medio borracho y rodeado de bellas damas el triunfo del golpe, mientras un embajador en un importante país europeo hacía un brindis por el fin de EL PAÍS y de todo lo que representaba. En cuanto a la columna motorizada encargada de ocupar el periódico, las disputas entre los oficiales que la mandaban por el número de walkietalkies e impedimenta correspondiente a cada unidad y la necesidad de parar en la gasolinera de la esquina para repostar los camiones les habían hecho perder un tiempo precioso, o sea que nunca llegaron hasta nuestras instalaciones. Durante toda la noche, centenares de personas mantuvimos la vela, como en el resto de los medios de comunicación, aguardando la liberación de los rehenes y el fin de la dramática charlotada. A mediodía del martes, y tras intensas negociaciones, por fin comenzaron los rebeldes a abandonar, a través de las ventanas, las instalaciones del Congreso. Los policías y guardias civiles que estaban en la calle les ayudaban a salvar la distancia con la acera, sujetándoles el subfusil. Luego los sublevados recuperaban el arma y se iban, tan tranquilos, a sus casas o a sus cuarteles. Algunos no cabíamos en nuestro asombro pues esperábamos ver cómo aquellos criminales eran esposados y conducidos a las comisarías en coches celulares. La mayoría de los sediciosos nunca fue castigada. Pero en aquel momento, la alegría inevitable de los liberados y la sensación de alivio de todos los españoles bastaron para superar cualquier actitud crítica. Salí del periódico hacia las tres de la tarde del día 24. Nadie habíamos pegado ojo en toda la noche pero no nos sentíamos cansados. Javier Baviano me entregó las llaves de un apartamento que había alquilado a nombre de un desconocido por si yo estimaba que era peligroso volver a casa. Lo mismo había hecho, sin consultármelo, un hermano mío. Yo no había sentido otro temor durante toda la jornada que el que me inspiró brevemente la decisión de publicar la edición especial. Desapareció de inmediato gracias a la actividad desplegada y al convencimiento de que la única manera de resistirnos ante la barbarie era cumplir con nuestra obligación profesional. A la hora de la siesta, tumbado sobre el lecho, me dije que en realidad los redactores y trabajadores de EL PAÍS no habíamos hecho sino lo que nos correspondía: contar las noticias a nuestros lectores y emitir, libremente, una opinión al respecto. Pero ahora pienso que fue precisamente aquel día el que consagró a nuestro diario, dentro y fuera de España, como el icono mediático de la Transición. **** CUATRO AÑOS MÁS TARDE, en la presentación de la edición andaluza de EL PAÍS, en Sevilla, se acercó una persona a darme un abrazo. ¿Te acuerdas de mí?, me preguntó con una sonrisa iluminada. La verdad es que no, le confesé entre tímido y aturdido. “Soy Antonio Ramos. Estuve en tu despacho el 23-F y me pediste que te aguardara diez minutos mientras se aclaraba lo que pasaba en el Congreso”. No nos habíamos vuelto a ver desde entonces. O TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F ¿Qué hiciste aquel día? JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO TENÍA 20 AÑOS Y ESTUDIABA AQUELLA TARDE PARA UN EXAMEN PARCIAL. MARIANO RAJOY SE ENTERÓ DEL GOLPE POR LA RADIO, EN PONTEVEDRA, MIENTRAS SE CORTABA EL PELO. LA MINISTRA CHACÓN ERA UNA NIÑA DE 9 AÑOS Y RECUERDA A SU MADRE, TEMEROSA, ESCUCHANDO EL TRANSISTOR. REPRESENTANTES POLÍTICOS, MILITARES Y JUECES RECUERDAN SU PARTICULAR 23-F. “Pasé la noche pegado a la radio, era una pesadilla” POR JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO. PRESIDENTE DEL GOBIERNO R ecuerdo el 23 de febrero de 1981 con mucha claridad: yo tenía 20 años y aquella tarde estaba en casa de mis padres en León estudiando para un examen parcial de Hacienda Pública y escuchaba de fondo la radio, porque emitían en directo el debate de investidura. Así que pude oír en directo, en medio de la votación, los disparos y los primeros momentos de confusión. Rápidamente me fui al despacho de mi padre para comentárselo, pero desde los primeros momentos tuve claro que nuestro país estaba haciendo frente a un golpe de Estado, a una situación extremadamente grave. A partir de ahí fue una tarde larga y complicada, sobre todo por la falta de noticias fiables en torno a la situación; todo eran rumores. Recuerdo que mi padre se puso en contacto con amigos suyos, abogados y políticos, y en todos había la misma gran inquietud. Pasamos la tarde en casa, intentando averiguar qué estaba sucediendo; tengo todavía nítida en mi memoria la imagen de mi hermano, mi padre y yo intentando saber con todos los medios a nuestro alcance qué estaba sucediendo. No dormí en toda la noche, pegado, como tantos españoles, a la radio. Evidentemente, lo viví con desasosiego y con inquietud, no tanto por lo que podía sucedernos personalmente, aunque mi familia siempre había manifestado abiertamente sus simpatías progresistas, sino, sobre todo, por lo que este golpe calles, en los centros públicos, de Estado podía significar para en las facultades, era de solidarinuestro país. Era como una pesadad con nuestro incipiente sistedilla que repetía los peores moma democrático que, no lo olvimentos de nuestra historia. Pero demos, todavía era muy joven. además sentía una enorme indigDespués de pasar ese día parnación personal porque pensaticipando en la organización de ba que estaban intentando haactos de defensa de la Democracer a nuestra generación lo que cia, el 27 de febrero fui a la gran ya habían conseguido hacer a manifestación celebrada en memuchas generaciones de españodio de un emocionante clima de les: truncar nuestras esperanzas solidaridad, de respeto y de conde desarrollo personal y colectivicción democrática y, también, vo, impedirnos vivir una vida plepor qué no decirlo, de alegría cona de libertad; llenar de nubarrolectiva. Creo que entre los miles nes un horizonte prometedor. de ciudadanos que estuvimos en Rápidamente empezamos a la manifestación se vivió un amhacer cosas concretas para lubiente difícilmente repetible, char por la Democracia, para maque luego pudimos comprobar nifestar nuestra repulsa por lo que se había extendido por todo que había sucedido, porque enel país. El pueblo español salía a tendimos que había que demosla calle para manifestarse públitrar rápidamente en las calles y camente en defensa de su Constien todos los ámbitos el apoyo de tución: queríamos escribir nuesla gente a la Constitución. Así tra propia historia y que nadie la que en cuanto empezó el nuevo escribiera por nosotros. día nos movilizamos, pude haJosé Luis Rodríguez Zapatero, que tenía 20 años, estudiaba esa tarde Treinta años después, creo blar por teléfono con algunos para un examen parcial de Hacienda Pública. que para los que entonces éraamigos de clase con inquietudes mos jóvenes y empezábamos a políticas, jóvenes que entonces descubrir la realidad de este también compartían militancia, y organizamos un acto en el hall de la las libertades, que significaron mucho pa- país, su política y su historia, ese 23-F Facultad de Derecho bajo un cartel en el ra nosotros porque confirmaron que la supuso el convencimiento de que, por enque se podía leer: “¡Viva la Constitución! gente no tenía miedo. Recuerdo que se cima de todas las resistencias y las dificulprodujo algún pequeño incidente porque tades, la lengua materna de nuestra geneEn defensa de la Democracia”. Se sucedieron entonces numerosos ac- algunos grupos, muy minoritarios, nos in- ración y de las siguientes era ya, irreversitos de afirmación democrática y apoyo a creparon, pero el ambiente general en las blemente, la de la Democracia. O “Me pilló recién acabada la ‘mili’ en Valencia” POR MARIANO RAJOY. PRESIDENTE DEL PARTIDO POPULAR E l 23-F me pilló en Pontevedra y no en Valencia por una cuestión de semanas. Acababa de terminar la mili, que pasé destinado precisamente en la Capitanía General de Valencia. De milagro no me convertí en testigo directo del estado de excepción dictado por Milans. La noticia la conocí en el momento en que se produjo, por la radio, mientras me estaba cortando el pelo. Aquella no era una sesión parlamentaria más y los medios la estaban retransmitiendo en directo. Salí de la peluquería y me fui a casa; a partir de ese momento ya me quedé enganchado a la radio durante toda la jornada, seguí también en directo el mensaje del Rey y todo lo que sucedió en las in- Mariano Rajoy tenía 25 años y acaba de terminar la ‘mili’ en la Capitanía General de Valencia. Foto: Xurxo Lobato mediaciones del Congreso de los Diputados. Mi primera impresión fue una mezcla de sorpresa, confusión y profunda incredulidad: no me podía creer lo que estaba pasando. Luego vino el temor a regresar a una época de atraso brutal e incluso un cierto bochorno por aquellas imágenes de España que estaban viendo en todo el mundo. Pasado el primer impacto de la noticia, vi claro que aquello no podía triunfar. Como tantos otros millones de españoles salí a manifestar mi apoyo a la democracia después de la intentona. Unos cuantos meses después, a finales de aquel mismo año, comencé a dedicarme en serio a la política. O EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 11 TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F Una vuelta por detrás del Congreso POR ESPERANZA AGUIRRE. PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID E l 23 de febrero de 1981 yo llevaba ya cinco años como funcionaria del Ministerio de Comercio y Turismo (había ingresado en el Cuerpo de Técnicos de Información y Turismo en enero de 1976) y era jefa del Servicio de Publicidad de la Secretaría de Estado de Turismo, que tenía las oficinas en el edificio de Alcalá, 44. Y allí estaba cuando se produjo el asalto al Congreso. Recuerdo que, al oír la noticia, me fui con tres compañeros y amigos del Cuerpo, Ignacio Vasallo, Amado Giménez y Paloma Notario, a dar una vuelta por la parte de atrás del Congreso de los Diputados, que está muy cerca. Allí vimos que había un cordón de la policía y decidimos irnos al Círculo de Bellas Artes para, desde allí, seguir las informaciones. Estuvimos entre Aguirre, a los 29 años, era funcionaria. En la foto, con su hijo Álvaro. El día en que mamá se puso al mando POR CARME CHACÓN. MINISTRA DE DEFENSA A ún no había cumplido 10 años, pero conservo nítidos algunos recuerdos. Llegué del colegio con mi hermana pequeña y encontré a mi madre pegada a la radio, temerosa. Mi padre trabajaba en Almería y emprendió rápido trayecto hacia Barcelona para reunirse con nosotras; llamó más tarde diciendo que no podía cruzar Valencia. Ahí supe de los tanques en la calle. Y que lo que tuviera que ser, sería sin mi padre. Mi madre se puso al mando y nos organizó a mi hermana y a mí para empaquetar libros y documentos que intuí comprometedores, peligrosos para los tiempos que se avecinaban. La llegada de mi avi [abuelo] aclaró las cosas: sucediera lo que sucediera, no nos moveríamos de Barcelona. No pensaba volver a Carme Chacón tenía 9 años cuando el golpe. el círculo y la oficina hasta que nos enteramos de que el Rey había grabado un mensaje y, pasadas las diez, nos fuimos a nuestras casas a escucharlo. Todos los de mi familia, además, seguíamos lo que estaba pasando con un interés añadido porque mi tío Ignacio Aguirre, que era Secretario de Estado de Turismo, fue uno de los que formaron parte de la llamada Comisión de Subsecretarios, que actuó, de facto, como Consejo de Ministros, ya que los ministros estaban secuestrados en el Congreso. O refugiarse en Francia; él se haría cargo de nosotras. También nos aseguró que no ocurriría nada grave. Nos infundió una seguridad que entonces me convenció a medias y que ahora recuerdo forzada, fingida. La aparición del Rey en televisión es el último recuerdo y está asociado a una explosión de alegría. Hoy, 30 años después, nuestras Fuerzas Armadas son la institución más valorada por los españoles. Es en ese magnífico recorrido democrático donde yo las he conocido: primero en Bosnia, en 1996, y después en mis once años como parlamentaria. Hoy tengo el privilegio de dirigir el Ministerio de Defensa. O “Estuvimos muy cerca del desastre” Julio Rodríguez tenía 32 años, era capitán y pilotaba un Mirage III. mucha preocupación. La situación en la ciudad de Valencia era tensa, las cabinas telefónicas de la base, llenas de monedas, se bloquearon y teníamos una sensación de aislamiento. Después, tras el mensaje del Rey, algo más de tranquilidad, y finalmente, cuando todo terminó, una sensación de que habíamos estado muy cerca del desastre. Un desastre del que nos salvaron comportamientos muy dignos, siendo el de Su Majestad el Rey fundamental.O Félix Sanz Roldán era capitán y contaba entonces con 36 años. ta, y cuando pudimos escuchar en una pequeña radio a pilas el mensaje de nuestro Comandante Supremo, monté el servicio de seguridad y les ordené descansar. Al día siguiente me indigné al ver las imágenes de guardias civiles, de uniforme, entre ellos un teniente coronel, zarandeando a un teniente general en el Hemiciclo del Congreso, al que no le guardaban el respeto que exige la Ordenanza. “Nunca estaré de su lado”, me dije. Al volver de maniobras supe que muchos compañeros capitanes sintieron lo mismo. O Fulgencio Coll tenía 32 años y era capitán de Operaciones Especiales. muy bueno, cinturón negro de karate y relacionado con los socialistas, que quería saber si le podía recibir. Nos vimos y ante su preocupación por la situación, le dije que aquello al día siguiente habría terminado, porque ni podíamos ni queríamos una aventura como esa. Es más, me jugué una cena que gané… y que aún estoy esperando. O POR JULIO RODRÍGUEZ. JEFE DEL ESTADO MAYOR DE LA DEFENSA Q ué noche la de aquel día! Ese día estaba de servicio en la base aérea de Manises. Era capitán y, como piloto de Mirage III, estaba prestando servicio de alerta en el barracón de alarma donde siempre estábamos preparados para salir al aire en menos de 15 minutos, como parte integrante del Sistema de Defensa Aérea. Mi primera reacción, cuando me comunicó el suboficial de servicio lo que ocurría en el Congreso de los Diputados, fue de sorpresa. Al conectar la radio (local) y escuchar solamente música militar y el bando de Milans del Bosch, que era emitido cada media hora, vi claro que todo apuntaba hacia un golpe de Estado de libro. Después, cuando fuimos capaces de sintonizar radios de Madrid y extranjeras, donde se decía que la situación en el resto de España no era la de Valencia, nos tranquilizamos un poco. Oír esa información y el anuncio en TVE (por parte de Iñaki Gabilondo, Rosa María Mateo, etcétera) de que el Rey iba a emitir un mensaje ayudó a relajar el ambiente. Mis sentimientos iniciales fueron de “Me dije: nunca estaré de su lado” POR FÉLIX SANZ ROLDÁN. DIRECTOR DEL CNI S iempre he pensado que la historiografía sobre el 23-F, tan abundante en lagunas de detalle como certera en la reconstrucción general de cuanto aconteció, ha dedicado aún poco esfuerzo a señalar el comportamiento de los capitanes aquella tarde-noche. Cualquiera que conozca mínimamente cómo funciona y se organiza la milicia sabrá que un capitán, principalmente en el Ejército de Tierra, posee una enorme autoridad moral y efectiva sobre su compañía; batería en mi caso, pues soy oficial de Artillería. Aquella tarde, el comportamiento de la inmensa mayoría de los capitanes fue de lealtad absoluta a la Corona y a la Constitución, y de respeto a nuestra cadena de mando, lo que hacía presagiar el fracaso de aquella intentona, ajena en mucho a nuestras principales virtudes. El 23 de febrero de 1981 yo era uno de esos capitanes. Servía en el Grupo de Artillería Autopropulsada XI, parte de la División Acorazada “Brunete”, y estaba, con mis hombres, de maniobras en el campo de San Gregorio (Zaragoza). Cuando recibí la noticia de lo que pasaba en el Congreso, ordené el repliegue a nuestro campamento. No he podido olvidar la mirada de mis subordinados que, a pesar de su inquietud, mostraban confianza en mis decisiones. Les mantuve informados y en aler- “Sentí perplejidad y asombro” POR FULGENCIO COLL. JEFE DEL ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO DE TIERRA E se día estaba en Barcelona. Tenía 32 años, era capitán y mandaba la Compañía de Operaciones Especiales n.º 41. En aquella hora había finalizado la jornada y me encontraba en casa. Antes de nada he de decir que la noticia me llegó a través de mi vecino, el coronel del Regimiento. Recuerdo que me comentó: fíjate, mira qué barbaridad está pasando, y que poco después, al perder la 12 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 señal de TV, me pidió si tenía un transistor y se lo dejé. Sentí perplejidad y asombro. Recuerdo que esa misma tarde, se me acercó un brigada de la COE [Compañía de Operaciones Especiales]que también vivía cerca de casa y me preguntó si necesitaba algo, para a continuación decirme que conocía en un pueblo cerca de Barcelona a un antiguo soldado de operaciones especiales, TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F Cuando se nos acabó el tabaco POR JOSÉ BONO. PRESIDENTE DEL CONGRESO A quella tarde estaba en el pleno del Congreso, en mi puesto de secretario cuarto de la Mesa. Antes de que irrumpiese Tejero, se escuchó un disparo, que muchos atribuimos a un portazo, porque no podíamos concebir que alguien disparase en la casa de la soberanía popular. Pero era un tiro y se produjo en el pasillo de entrada al hemiciclo. Cuando entró Tejero pensé: “Es Ynestrillas”. Había visto una foto de la Operación Galaxia en la que estaban juntos y, como Tejero no era entonces tan famoso, lo confundí. De lo que no tuve duda alguna desde el primer instante es de que aquello era un golpe de Estado. No me pasó como a la mujer de un diputado socialista, que salió del Congreso después del asalto y llamó a mi esposa para tranquilizarla. “No te preocupes que cuando yo salía ya entraba la Guardia Civil”, le dijo. Recuerdo que los miembros de la mesa podíamos ir al baño sin pedir permiso. Los demás diputados tenían que salir acompaña- dos por un agente armado. Tanto es así que Miguel Ángel Martínez tuvo que decirle al guardia civil que le escoltaba: “O retira usted la escopeta de ahí o no me la encuentro”. A nosotros, por un raro privilegio, nos dejaban ir al servicio siempre que queríamos y yo aprovechaba para hacerlo cuando salían los ministros, en la creencia de que coincidiendo en los urinarios podría obtener una información más valiosa. Pero no fue así. Aunque ahora nos choque, entonces se podía fumar en el hemiciclo. Cuando se nos acabó el tabaco, solo nos quedaban los celtas cortos de Gómez Llorente, que no le gustaban ni a Landelino ni a casi a nadie de la Mesa. Así que le pedí permiso al guardia que tenía al lado para ir a buscar un cartón de Winston a mi despacho. Subimos y, una vez allí, me dijo si podía llamar a su esposa. “Como usted comprenderá”, le respondí, “a los secuestrados no se les pide permiso”. Le pasé el teléfono y dijo: “María, estoy en el Pala- Los tanques y el país maldito POR PASCUAL SALA. PRESIDENTE DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL E l 23 de febrero de 1981 era yo magistrado de lo contencioso-administrativo de la entonces Audiencia Territorial de Valencia. La tarde de ese día había llevado a mi hijo al oculista y al volver a mi casa, sobre media tarde, el encargado del garaje me dio la noticia de que ETA había entrado en el Congreso de los Diputados. Me pareció inverosímil y subí a mi piso extrañado por lo confuso de la información. La preocupación vino nada más entrar en mi casa y decirme mi mujer, muy alterada, que unos guardias civiles habían entrado en el Congreso y secuestrado a los diputados. Efectivamente, en televisión pude comprobar esta realidad al observar las imágenes de to- dos conocidas. Percibí la gravedad de la situación y la realidad de que se había producido un golpe de Estado en Madrid, aunque, en el momento, sin tener conocimiento de cuál era su alcance y extensión. Intenté inútilmente contactar telefónicamente con mis amigos y compañeros de Madrid, y buscando por la radio pude oír desde una emisora valenciana el bando del general Milans del Bosch declarando el estado de excepción, reproducción del que acompañó la sublevación de Franco contra la República en julio de 1936. Entonces, y poco después de escuchar en una ciudad con las calles vacías el ruido de los carros de combate tomando posiciones, comprendí la mag- “Las horas transcurrían despacio” POR CARLOS DÍVAR BLANCO. PRESIDENTE DEL SUPREMO Y DEL CGPJ R ecuerdo que el 23 de febrero de 1981 era titular del Juzgado Central de Instrucción nº 4 de la Audiencia Nacional y me encontraba en mi despacho cuando tuve noticia de lo sucedido en el Congreso de los Diputados durante la sesión de investidura de D. Leopoldo Calvo-Sotelo. Ante la gravedad de los hechos, decidí permanecer en el Juzgado para poder atender inmediatamente cualquier actuación que, como juez, pudiera plantearse para la aplicación de la Constitu- José Bono tenía 30 años y era secretario cuarto de la Mesa del Congreso de los Diputados. nitud del golpe, que aparentemente pare- Rey y las noticias que entonces sí pude recicía, al menos desde Valencia, muy extendi- bir de Madrid, y algunas antes de Cataluña, el golpe, localizado finalmente en Valencia, do. Sentí que una vez más se frustraba en había sido abortado. Claro que hay que recordar que en mi ciudad España la posibilidad de duró hasta las 5 de la mañaun Estado democrático, cona del día siguiente. mo era el instaurado por Lo importante, a mi juila Constitución de 1978 cio, fue la reacción popular después de una dictadura unánime que se produjo de 40 años y que al mardías después con masivas gen de la represión que se manifestaciones en toda Esavecinaba —los antecepaña en defensa de la Consdentes no dejaban lugar titución y la democracia. para la duda—, parecíaFue impresionante cómo mos un país maldito en acudimos a ellas —yo en vez de un Estado a punto Valencia, claro— acompade incorporarse a realidaPascual Sala tenía 45 años. ñados de nuestros hijos y des tan palpables como cómo aprendimos a valolas de las comunidades eurar nuestra Constitución coropeas, garantizadoras de progreso, democracia y reconocimiento in- mo instrumento absolutamente necesario para nuestra convivencia y, aún más, nuesternacional. Menos mal que tras la intervención del tra subsistencia. O ción y de la legalidad entonces vigente. En esa época —año 1981— el Consejo General del Poder Judicial ocupaba las últimas plantas del mismo edificio en el que estaban los Juzgados Centrales de Instrucción, en la calle García Gutiérrez esquina con Génova (Madrid); su entonces presidente, Federico Carlos Sainz de Robles, regresó apresuradamente desde Mallorca, donde se encontraba de visita oficial en los tribunales de Baleares, y me mantuve en contacto con él así como con el vocal, hoy magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, An- Prismáticos para vigilar el cuartel POR BALTASAR GARZÓN. CONSULTOR DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL N ada fue lo mismo después del 23 de febrero de 1981 para los españoles. Todos vivimos desde una u otra posición aquel aciago día en el que la alta bota y la larga mano del fascismo estuvieron a punto de retomar la dirección de nuestro país. Se ha escrito mucho del cómo, del quién y del porqué, pero siempre será insuficiente porque, a pesar de las investigaciones judicial, periodística e histórica, siempre habrá unas zonas menos nítidas que otras en torno a un hecho que durante unas horas nos transportó al arcano más rancio y cuartelero de España. Aquel fue para mí un día como cualquier otro. Se cumplían exactamente diez días de mi toma de posesión en mi primer destino, Valverde del Camino (Huelva). Después de la celebración de los carnavales, apenas había comenzado a examinar los miles de casos acumulados en un juzgado sin titular desde hacia casi dos años cuando esa tarde mi colega Fernando Tesón, juez de Aracena (Huelva) y con iguales días de antigüedad, me llamó y me dijo: “Tejero ha entrado en el Congreso”. Si tengo que decir la verdad, inicialmente no le di demasiado crédito, pero la seriedad de Fernando me hizo comprender que era cierta la noticia. Después de un ¡joder! arrastrado en la sílaba final, nos quedamos en silencio y ambos decidimos, pasadas las seis de la tarde, irnos a los respectivos domicilios para esperar acontecimientos. Guardé algunos papeles, principalmente aquellos que no tenían que ver con el juzgado, y me fui rápido hasta el piso que habíamos alquilado días antes. La terraza de la casa estaba en línea recta con el cuartel de la Guardia Civil. Lo primero que hice fue agarrar unos prismáticos, siempre con el transistor al lado y la televisión encendida, y me puse a observar los movimientos que se hacían en el cuartel. Tengo que reconocer que no fueron anormales, ni sospechosos. Me imagino que estaban tan cio de la Moncloa…” Cuando lo escuché me quedé espantado. Aislados y sin noticias de lo que sucedía en el exterior, temí que, en un macabro juego de la oca, los salvapatrias nos metieran otra vez en el pozo de la historia. Afortunadamente no fue así. Supe que el golpe había fracasado a través de EL PAÍS. Una de las veces que fui al baño un guardia estaba hojeando un periódico y, cuando pasé a su lado, lo cerró. Pude leer el titular que decía: “El País, con la Constitución”. A mi regreso al hemiciclo, informé a Landelino y a todos los demás de lo que había leído en el periódico. Pero aquello pudo acabar muy mal. Acabábamos de hacer un seguro de vida para los diputados y Leopoldo Torres, en un rasgo de humor negro, me pasó un papel en el que había escrito: “350 por 10 [millones de pesetas] =3.500 millones. La ruina de la Unión y el Fénix”. O Garzón, con 25 años, se estrenaba como juez. sorprendidos como yo. Así me lo dijo días después el capitán de la línea. Lo cierto y verdad es que mientras los vecinos iban llegando para quedarse en nuestro piso al creer que con el juez de instrucción estarían más seguros, yo pensaba que, después de tanto esfuerzo de mis padres y mío drés Martínez Arrieta, a quien había conocido al coincidir nuestro destino judicial anterior en el País Vasco. El Consejo fue la primera institución que emitió esa misma noche un comunicado en defensa de la Constitución y en apoyo de la legalidad que se pretendía subvertir; las largas horas transcurrían despacio y, en un salón de la planta 4ª, junto a la biblioteca, seguimos en televisión la intervención de Su Majestad el Rey; a partir de ese momento el panorama empezó a despejarse y, poco a poco, la normalidad se fue recuperando. O para llegar a ser juez, tan solo diez días después se iba a terminar, si triunfaba el golpe, porque no me veía yo juzgando a personas en una dictadura. Nunca lo habría hecho. Afortunadamente no fue así y pasó aquella tarde-noche en la que las libertades recién conquistadas estuvieron al borde del abismo. La cordura y la firmeza del pueblo español se impusieron por encima de aquellos golpistas de opereta que casi acaban, antes de que naciera, con la esperanza de todo un pueblo. Me quedan de aquellos días dos certezas y una duda. En cuanto a las primeras: la defunción de los métodos fascistas para gobernar y la convicción de que la fortaleza de los ciudadanos unidos puede evitar, cuando quiere, la humillación violenta de unos pocos. Y la duda de si la justicia hizo todo lo posible para sancionar severamente a los culpables. De lo que no cabe duda es que aquel hecho, finalmente, nos fortaleció a todos y nos dotó de nuevas energías, frente a quienes todavía dudaban de la democracia, para continuar. Hoy, 30 años después, no debemos olvidar que el bacilo de la peste (el fascismo), como decía Camus, puede estar por siglos latente para reaparecer en cualquier momento y adueñarse de todo. O EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 13 TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F Mi general: con usted, no Las calles se vaciaron mientras se libraba la batalla de jefes en que derivó el 23-F. Después, una explosión de apoyo popular dejó claro que el tiempo de los ultras se había acabado Por JOAQUÍN PRIETO y JOSÉ LUIS BARBERÍA D e las impresionantes escenas del pueblo en las calles y enfrentándose a la represión, proporcionadas por las revueltas del presente en el mundo árabe, no hubo nada en la España del 23 de febrero de 1981. Prácticamente todo el mundo se metió en casa para esperar el desenlace de la batalla de jefes que dirimió la intentona. Es un hecho que la reacción popular no fue inmediata. ¿Los sindicatos, los partidos políticos, el pueblo en general deberían haberse lanzado a las calles el día del golpe? ¿Los valencianos habrían tenido que colocarse delante de los tanques? Pese a la tradición de manifestaciones durante los años anteriores, la Transición había sido obra principalmente de políticos y en ellos se había depositado la confianza para facturar las reformas. El pánico provocado por los golpistas y las exhortaciones del Rey y del Gobierno de facto (dirigido por Francisco Laína) a evitar concentraciones públicas contribuyeron a vaciar las calles. La gran mayoría de la población se confinó en sus casas y una minoría de personas, que se sintió en peligro inminente, trató de esconderse ante la previsible represión que se avecinaba. Todo cambió tras el desenlace del golpe. El 27 de febrero, un inmenso gentío llenó el centro de Madrid, transformando lo que comenzó como cabeza de la manifestación en “centro” de la enorme concentración humana, incluidos dirigentes políticos y sindicales de un amplio abanico, desde la Alianza Popular encabezada en aquel tiempo por Manuel Fraga, hasta el Partido Comunista dirigido por Santiago Carrillo. Otras grandes manifestaciones se celebraron en Valencia, Sevilla, Barcelona, Zaragoza y otras decenas de lugares. Al fin, la fuerte presencia popular dejaba muy 14 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 claro que España no estaba por la vuelta atrás. Para que esa explosión popular fuera posible tuvo que producirse antes la batalla de jefes. Fue la lucha del 23 y 24 de febrero, por fortuna incruenta, en la que ganaron los que, pese a que estaban apresados el Ejecutivo y los parlamentarios, contaban con un mando claro. Y en la que perdieron los rebeldes, que carecían de un jefe definido. Enredados durante años en elucubraciones sobre quién podía ser aquel a quien durante el juicio del 23-F se aludió enigmáticamente como el Elefante Blanco, se ha perdido de vista que a los cabecillas golpistas no les dio tiempo a establecer un mando alternativo al representado por el Rey y el Gobierno de facto. Habría sido más complicado desbaratar el golpe de haber surgido un jefe bien caracterizado entre los golpistas, que se hi- Tras el golpe salieron a manifestarse ciudadanos de clases acomodadas, por primera vez desde la muerte de Franco Habría sido más difícil desbaratar el golpe de haber contado los conjurados con un jefe bien caracterizado cieron un lío monumental: el teniente coronel Tejero, asaltando el palacio del Congreso y colocándose a la espera de “una autoridad militar, por supuesto”; el teniente general Milans del Bosch, que lanzó tropas a la calle, pero solo en su región militar; el coronel José Ignacio San Martín, que recibió noticias del despliegue de unidades acorazadas en Madrid a través de un subordinado, Ricardo Pardo Zancada, que se había enterado el día anterior de que había que mover a toda una división, y hubo de localizar a toda prisa al general Torres Rojas para que corriera a ayudarles; o de un general Armada que estuvo y no estuvo en el 23-F, y cuando quiso entrar de lleno, se encontró con que otro de los conjurados, a la sazón Tejero, le paraba los pies y le dejaba con las manos vacías. La verdad es que la atropellada ejecución del golpe del 23-F tuvo su origen en una decisión de Adolfo Suárez. No se trata de su tantas veces alabada actitud en el hemiciclo ocupado por Tejero y sus guardias, reclamando respeto a su condición de presidente del Gobierno, ni por negarse a besar el suelo mientras silbaban las balas. Fue su dimisión de semanas antes, el 29 de enero de 1981. La renuncia de Suárez puso en marcha el mecanismo constitucional para relevarle en la presidencia del Ejecutivo, y esto solo podía conducir a la designación del candidato del partido con más diputados, la UCD. Cuando los rebeldes interrumpieron la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo lo hicieron de manera tan zarrapastrosa que, treinta años más tarde, el 23-F ya solo es un lejano recuerdo. Aún así, el triunfo de Suárez no pudo evitar un fracaso: el golpe, y sobre todo la gestión del golpe, terminaron de hundir para siempre las posibilidades de una fuerza moderada y de centro en España, iniciándose así el camino que ha conducido, a la postre, a la polarización política y la crispación en la vida pública. El espacio de la modera- ción se lo repartieron fuerzas de perfiles mucho más definidos y muy enfrentadas incluso en temas que en otras democracias maduras se consideran “asuntos de Estado”. Eso no es una consecuencia directa del 23-F, pero sí podría apuntarse como una de sus víctimas colaterales. Lo sucedido entre el 23 y el 24 de febrero de 1981 tuvo otras consecuencias positivas, como la ruptura de la ósmosis entre la ultraderecha y gran parte del mando militar. En los años previos al 23-F, los ultras llevaron a cabo ruidosas campañas de agitación, difundidas a través del diario El Alcázar y otras publicaciones, basadas en la idea de que ellos representaban a la verdadera España y que tenían el derecho de parar las decisiones políticas que no les parecieran oportunas. Sostenían que el Ejército era una cosa, y otra muy distinta el teniente general Gutiérrez Mellado —el principal apoyo militar de Suárez—, a quien llamaban despectivamente el “señor Gutiérrez”, para ellos un traidor al servicio de las fuerzas que habían hecho de parteras de las autonomías (o sea, del posible desmembramiento de la patria), la partitocracia, cierto sometimiento de las Fuerzas Armadas al poder civil y debilidad frente a los asesinos de ETA. La banda terrorista mataba entonces a razón de 130 personas por año, la mayoría militares y policías. Y en el ambiente cargado de electricidad de la división acorazada Brunete se había pensado por su propio jefe, el general Torres Rojas (más de un año antes del 23-F), que si caía uno de sus subordinados, la división entraría inmediatamente en estado de alerta; lo cual forzó al ministro de Defensa a suspender los movimientos nocturnos de tropas que, a título de “ejercicios”, realizaba el mando de la Brunete. (Este es el general que fue destituido y enviado a A Coruña, desde donde regresó el día del golpe). En varios funerales de asesinados por ETA se gritó repetidamente “Ejército al po- TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F Cabecera de la marcha del 27 de febrero de 1981 en Madrid, en apoyo a la democracia. A la izquierda, detrás de la pancarta, se distingue a Felipe González y, a su derecha, Enrique Múgica, Simón Sánchez der”. ¿Trama civil oculta? Era bastante públiMontero, Nicolás Sartorius, José Luis Corcuera y José María Zufiaur, entre otros. También se observa en ca. ¿Quiere esto decir que miles de personas primera fila a Nicolás Redondo, Marcelino Camacho, Rafael Calvo Ortega y Agustín Rodríguez Sahagún. sabían que Tejero iba a ocupar el Congreso, En la parte derecha de la foto figura Manuel Fraga. Foto: EL PAÍS o que Milans del Bosch pretendía sacar los tanques el 23-F? No. Que existieran miles de voluntades empujando a “militares de prestigio” no implica que los ejecutores del 23-F concibieran aquello con “paisanos” más o menos incontrolados. El propio teniente general Milans del Bosch impidió al civil Juan García Carrés, dirigente de los antiguos sindicatos franquistas, que asistiera a la reunión de conspiradores celebrada en Madrid semanas antes del golpe. Los generales que ejecutaron el 23-F pretendían forzar un pronunciamiento “institucional” de las Fuerzas Armadas. Pero nadie lo encabezó abiertamente. El propio general Armada se vio impedido de consumar su sacrificio como nuevo jefe del Gobierno, en el que pensaba implicar a personas de diversos partidos, porque tal proyecto horrorizó a Tejero. Armada colaboró incluso en un desenlace incruento de la ocupación del Congreso. Actitud que al juez instructor del 23-F, el general José María García Escudero, le recordaba la de Francisco Franco en la primavera de 1936, Despliegue de tanques en Valencia por orden de Milans del Bosch, el 23 de febrero de 1981. “reservándose hasta el último momento, entrando a medias en la conspiración, desligándose a medias también cuando no vio el éxito cla- to de que don Juan Carlos le preguntó qué ro, aunque en definitiva se quedó dentro y pasaría si algún exaltado decidiera actuar triunfó. Armada se quedó fuera y perdió”, por su cuenta. Ocho días antes, Milans del Bosch había aprovechado unas maniobras ha dejado escrito en sus memorias. Don Juan Carlos y su pequeño equipo de para encontrarse con San Martín, a quien La Zarzuela dieron prioridad —y acerta- preguntó cuál era el estado de ánimo de la ron— a abortar las tentaciones de sumarse Brunete; el coronel le contestó que si el Rey al golpe de varios capitanes generales. En el requería un apoyo firme, lo obtendría sin el deseo de no ser descubiertos y de jugar con menor titubeo. Minutos antes de que Tejero ocupara el el efecto sorpresa, los conspiradores del sector Milans-Tejero acortaron tanto los plazos Parlamento y sus aledaños con los 445 guarque no les dio tiempo a preparar decente- dias civiles que había reclutado, los mandos mente el golpe. Aún así, pudo triunfar si la de la Brunete recibieron órdenes de situar división acorazada Brunete hubiera actuado tropas en Madrid, “al servicio de España y como catalizador para los mandos dubitati- en nombre del Rey”. Se les habían asignado vos. El 18 de noviembre de 1980, en una las siguientes posiciones: la carrera de San audiencia que hoy podría resultar sorpren- Jerónimo (eran los tanques y la “autoridad dente, el coronel José Ignacio San Martín, militar” que esperaban Tejero y sus capitaentonces jefe de Estado Mayor de la divi- nes), el parque del Retiro, el canal de Isabel sión, fue recibido por el Rey, a quien le dijo II, el Campo del Moro (adyacente al Palacio que el Ejército estaba de luto (por el terroris- de Oriente) y medios de comunicación. Las mo) y que en la división se encontraban tropas de la Brunete no llegaron a esos luga“cabreados, muy cabreados”. Hasta el pun- res gracias a la energía desplegada por el El fracaso de la intentona rompió la ósmosis entre la ultraderecha y parte de la milicia A los golpistas no les dio tiempo a establecer un mando alternativo al representado por el Rey y el Gobierno de facto capitán general de Madrid, Guillermo Quintana, que contuvo a los mandos de las unidades que ya estaban saliendo; secundado más tarde por el jefe de la Brunete, el general José Juste, al darse cuenta de que el Rey no había ordenado ningún movimiento de tropas, contra lo que le habían anunciado los conspiradores. Quién sabe si habría cambiado el curso de la historia si el comandante Pardo Zancada, en lugar de ir al Congreso, se hubiera decidido a acudir con sus policías militares a la capitanía general de Madrid como planeaba, según dijo San Martín en su día (el excomandante no ha querido perder tiempo en hablar con este periódico). El teniente general Elícegui, capitán general de Zaragoza, hizo caso al Rey y tampoco usó el centenar de carros de combate que realizaban maniobras a las afueras de la capital aragonesa. “Papá… ¿qué va a pasar?” Esta pregunta la planteó don Felipe de Borbón al comienzo de la larga noche del 23-F. Entonces tenía 13 años. El propio don Juan Carlos le obligó a quedarse en el despacho junto con sus principales colaboradores, los generales Nicolás de Cotoner y Sabino Fernández Campo. “La Corona”, le contestó el monarca, “en estos momentos está en el aire y yo voy a hacer todo lo posible para que caiga del buen lado”, según palabras atribuidas a don Juan Carlos en sus conversaciones con el escritor José Luis de Vilallonga. Nunca el Rey ejerció tanto poder como aquella noche, desde la promulgación de la Constitución, aunque al día siguiente dejó claro a los líderes políticos que no volvería a hacerlo. Es decir, que el restablecimiento de la normalidad constitucional y del juego político previsto por la ley lo era a todos los efectos. En fin, la movilización ciudadana en los días posteriores a la intentona no se debió solo a la izquierda, entonces más ducha en esas lides, sino a ciudadanos y ciudadanas de las clases acomodadas que votaban opciones de centro o de derecha. Esto era la primera vez que sucedía masivamente desde la muerte de Franco. Les enviaron un fuerte mensaje a los militares ultras, a los herederos del franquismo: que no estaban con ellos; que su tiempo se había acabado definitivamente. O EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 15 TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F Los que quedan del golpe Armada escribe sobre Jovellanos. Tejero se prodiga poco. Pardo Zancada se ha vuelto un defensor de la Constitución. Cortina, que fue absuelto, es un exitoso empresario hice fue informar el 13 de febrero de lo que iba a pasar al general Gutiérrez Mellado, que no me hizo caso. Luego, ese día me limité a obedecer en todo al general Gabeiras. Estuve toda la noche con él, sin despegarme, y obedeciendo su iniciativa fui a ver a Tejero y le ofrecí un avión para salir de España, y firmé el que se ha llamado pacto del capó. Todo eso de que iba a ser presidente del Gobierno es ridículo”. Armada parece cada vez más apegado a la historia familiar. “Tengo esa finca heredada de mi padre, en Santa Cruz, y allí he puesto un vivero de camelias. He escrito mis recuerdos de Galicia, un libro en el que hablo de [Gaspar Melchor] Jovellanos, porque ahora se cumplen 200 años de su muerte. Y es que era un poco pariente nuestro. Pasó allí temporadas y hay correspondencia suya que he podido utilizar”. ¿Tiene alguna espina clavada por esos casi diez años pasados en prisión? “No. Pese a todo, estoy contento, porque lo que ocurrió ha servido para afianzar la monarquía, y yo soy católico, español y monárquico, y estoy muy orgulloso de ello”. iglesia. Tejero, casado con Carmen Díez, maestra jubilada, tiene seis hijos, uno de ellos teniente coronel en la Guardia Civil, y 16 nietos. Su hijo Ramón, párroco en n civil y 32 militares fueron prouna localidad de la Costa del Sol, es el cesados por el intento de golpe único que contesta al teléfono: “Mi padre de Estado del 23 de febrero de no tiene nada que decir. Y cuando quiera 1981. Solo tres fueron absueltos. decir algo, ya se pondrá en contacto con Uno de los implicados, el entonces capitán ustedes, los periodistas”, explica, antes de de la Guardia Civil Gil Sánchez Valiente, colgar para ir a un cursillo de bautismo. huyó de España dos días después de la inMálaga, que fue uno de los destinos de tentona, en circunstancias nunca aclaradas, Tejero en la Guardia Civil, es el lugar dony no regresó hasta abril de 1987. Fue condede veranea y donde, al menos hasta hace nado a dos años de prisión y expulsado del cuatro años, cultivaba aguacates. Los Tejecuerpo por abandono de destino. Una quinro son una piña. Y en torno al exteniente cena de oficiales del Ejército y de la Guardia coronel se ha creado un círculo de incondiCivil recibieron condenas de uno a tres cionales. Aunque su hijo sacerdote, Raaños de cárcel, con lo que pudieron reincormón Tejero Díez, es el más encendido de porarse a sus puestos sin mayores problesus defensores. En febrero de hace un par mas. De los protagonistas de la intentona, de años envió una carta al diario Abc llena han fallecido ya Jaime Milans del Bosch, de elogios a su padre, en la que recordaba Luis Torres Rojas, José Ignacio San Martín, lo que le dijo este, la mañana del 23-F, Diego Ibáñez Inglés y Pedro Mas Oliver. antes de dirigirse al Congreso. “Al salir de También han muerto otros dos personajes la capilla, con una mirada penetrante —y menos relevantes de los que se habló mume atrevería a decir que trascendente—, cho: el capitán de navío Camilo Menéndez contempló la Bandera Nacional y, con voz Vives y el civil Juan García Carrés. serena, tranquila y gallarda, me dijo: ‘Hijo, Los supervivientes del núcleo duro del por Dios y por Ella hago lo que tengo que golpe, el exgeneral Alfonso Armada, el ex hacer...”. teniente coronel Tejero y el excomandan- »Antonio Tejero Molina Tejero Molina pasó 15 de los 30 años a te Pardo Zancada, viven en Madrid dedica- El cabecilla visible de la intentona golpisdos a sus familias numerosas, y siguen ta, a punto de cumplir los 79 años de edad los que fue condenado en tres diferentes defendiendo que fueron engañados o in- (el 30 de abril próximo), es un malagueño penales militares: en Ferrol, en Figueres (Gijustamente castigados. Paradójicamente, que vive en Madrid, no lejos de Alfonso rona), donde el coronel al mando le ofreció el entonces comandante del Cesid José Armada. De misa diaria, como el exgene- una cena-homenaje, y en la prisión de AlcaLuis Cortina Prieto, absuelto de todos los ral, alguna vez han coincidido en la misma lá de Henares. Su imagen, tocado con el tricornio, pistola en mano, y cargos, no se reincorporó al la primera frase que pronunservicio de información. ció al entrar en el hemiciclo del Congreso: “¡Quieto todo »Alfonso Armada el mundo!”, han pasado a Comyn simbolizar el 23-F incluso en la prensa internacional. Otra El aristocrático exgeneral del de las frases célebres que se Ejército, marqués de Santa le atribuyen: “Se sienten, coCruz de Ribadulla, acaba de ño”, no está claro que la procumplir 91 años de edad (el nunciara él, y hay quien sos12 de febrero) y, pese a su delitiene que fue dicha por Vicencada salud, lleva una vida sote Ramos Rueda, uno de los cial bastante activa. Contesta oficiales de la Guardia Civil al teléfono con amabilidad y que le acompañaban. responde a todas las pregunEn una rara entrevista, de tas. En persona, sin embargo, febrero de 2006, Tejero declaArmada es cortante y escueto. ró al diario italiano La RepubUn jueves de febrero llega, a blica: “Yo de aquel día no habordo de un taxi, a la sede de blo, porque no sé qué ocurrió la Santa, Pontificia y Real Heraquel día”. Y añadió: “Quien mandad del Refugio y Piedad habría debido hablar, se cade Madrid, una institución de lló. Alguien traicionó, hay de1705 a la que pertenecen tamArmada abandona el Congreso, el 23 de febrero de 1981. Foto: Marisa Flórez masiadas sombras todavía. bién los Reyes. De hecho, fue Yo cumplí con mi deber de en el refugio, como lo denomiespañol, he pagado por culna coloquialmente, donde vio pas que no tengo. La historia lo dirá”. a don Juan Carlos por última vez, “hará siete Tejero es muy aficionado a la pintura y u ocho años”. Armada, un anciano enjuto y le encantan los trabajos de albañilería, aunconsumido, vestido con abrigo oscuro, acuque la política sigue siendo central en su de a una reunión del patronato de la instituvida. Desde la cárcel, en 1982, promovió un ción y a una misa. Todos le saludan con partido, Solidaridad Española. El lema de la respeto. “Mi general”, “don Alfonso, cuánto campaña era: “Entra con Tejero en el Contiempo sin verle”. Armada no quiere posar greso”. La candidatura fracasó, pero su actipara el fotógrafo en el interior del edificio y vismo político no ha menguado. Periódicale apremia para que acabe pronto. mente escribe cartas a la prensa quejándoPese a los achaques, el que ocupara duse de la situación política. Resulta sorprenrante más de 15 años la Secretaría del Príncidente, no obstante, que pudiera montar el pe primero y después del Rey se conserva 23-F tres años después de su detención cobien. “Tengo una gran familia que me cuida mo uno de los conspiradores en la trama mucho”, dice. “De mis 10 hijos, uno es jesuigolpista conocida como Operación Galaxia. ta; otro, misionero comboniano y lleva años en África; otros siete están casados, y tengo una hija soltera. Son 25 nietos y 14 bisnietos »Ricardo Pardo Zancada ya”, confiesa orgulloso. Pasa el año entre su Nacido en Badajoz, era comandante de pazo gallego y Madrid. Va a misa a diario. infantería de la División Acorazada BruneSobre el 23-F dice: “Yo no conocía a los golte, en Madrid. La madrugada del 24 de pistas, a ninguno de ellos; yo no soy uno de febrero de 1981 se presentó con 113 polilos nombres famosos de aquella historia. ¡Se cías militares en el Congreso de los Dipuhan contado tantas mentiras de mí! Lo que Por LOLA GALÁN U “Me limité a obedecer en todo al general Gabeiras. Esa noche no me despegué de él”, dice el exgeneral Armada “Cuando mi padre quiera hablar ya les llamará a ustedes”, dice Ramón, el hijo sacerdote de Antonio Tejero 16 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 tados, cuando era ya evidente que el golpe había fracasado. Fue el encargado de firmar el llamado pacto del capó, que contenía las condiciones para la rendición de los golpistas. Pardo Zancada, de 75 años, lleva una vida discreta y rechaza hablar del 23-F. “No participo en estas cosas. No colaboro con la prensa. Y en cuanto a mi vida, es algo que solo le interesa a mi familia y a mis amigos”. Pero el golpe le interesa. Le ha dedicado dos libros: 23-F. La pieza que falta, publicado en 1998, y una revisión del mismo, que salió a las librerías en el 25º aniversario de la intentona: 23-F: las dos caras del golpe. Ese año, en una entrevista concedida al diario minutodigital.com, declaró: “Los ejecutantes creyeron en el impulso soberano, porque así lo afirmaban los dos generales de mayor grado implicados en la acción —Milans del Bosch y Armada—, también debo decir que la intervención televisada del Rey fue decisiva en la resolución del golpe. Recordaré a este respecto las palabras del entonces capitán general Quintana Lacaci al ministro Oliart: “El Rey me ordenó parar el golpe, y lo hice; si me hubiera ordenado asaltar las Cortes, las habría asaltado”. En la misma entrevista se declaraba defensor de la Constitución, pese a reconocer que votó en contra de la Carta Magna en 1978. En 2006, la consideraba como el único freno a los separatismos. Condenado a 12 años de cárcel, pasó siete en la de Alcalá-Meco, tiempo que aprovechó para estudiar periodismo. Y como periodista trabajó al salir en libertad. Fue director de la revista Iglesia Mundo y colaborador del semanario MC, del ex banquero Mario Conde. Pardo Zancada es ultracatólico, de derecha radical, y tiene fama de persona vehemente. Le interesa la vida cultural y está atento a lo que se publica. Al menos una vez acudió a la presentación de un libro de Pío Moa. En julio de 2006, en una carta abierta a la entonces líder del PP en el País Vasco, María San Gil, que reprodujo la web franquista generalisimofranco. com, Pardo Zancada rompía su imagen de golpista. “No espero ni deseo”, decía en el párrafo final, “que sean los militares quienes bajen al ruedo para enderezar una situación que es cada día más alarmante. Creo, con toda sinceridad, que debe ser la sociedad civil la que ponga las cosas en su sitio”. »José Luis Cortina Prieto Cortina, de 72 años, estaba en 1981 al frente de la Agrupación de Operaciones para Misiones Especiales (AOME) del Cesid. Detenido a raíz de las declaraciones de Tejero, entre otros, pasó un año en la cárcel hasta que el Consejo Supremo de Justicia Militar le absolvió, en junio de 1982. Poco después se casaba con Margarita Aracil Pizarro, veinte años más joven. Cortina, que dejó el Ejército en 1991 con todas las condecoraciones posibles (la Cruz Blanca del Mérito Militar y la Cruz y Placa de San Hermenegildo, que se otorga “a una conducta militar intachable”) es hoy un exitoso empresario. Preside i2V, una consultora en torno a la que se ha creado el grupo de actividades Atenea, que se dedica al asesoramiento y análisis de mercados para empresas de Defensa, edita una revista, Atenea, y tiene un diario electrónico dedicado también al mundo militar. El grupo se ha convertido en un think tank, que colabora tam- TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F bién con universidades y escuelas de Defensa en promover la información sobre estos temas. A Cortina se le puede ver en lugares como el Salón de Tecnologías de la Defensa, que organiza su firma en Ifema, o en buenos restaurantes cerrando algún trato empresarial. Vive en Madrid, ha engordado un poco, tiene blanco el escaso pelo que conserva. El excomandante del Cesid pasó a la reserva con el grado de coronel. Pese a haber sido absuelto de cualquier implicación en la intentona golpista, su nombre sigue ligado al 23-F en los miles de artículos, análisis o libros que se han escrito sobre el tema. Cortina, por puro culto a la discreción, a la cultura de silencio en la que se ha formado, no concede entrevistas ni ha hecho declaraciones públicas para aclarar nada. Los que lo conocen aseguran que sigue insistiendo en que no hubo intervención del Cesid en el golpe, ni la más remota implicación del Rey en el mismo. Dicen que lee con morbosa curiosidad todos los libros que se escriben sobre el 23-F, y le parecen auténticas “novelas”, en las que los autores no aciertan jamás cuando hablan de él. De la misma promoción que el Rey en la Academia Militar de Zaragoza, y de su misma compañía, todavía decora su despacho empresarial la foto de una audiencia que le concedió el Monarca. La que tenía dedicada de puño y letra de don Juan Carlos se quemó en el trágico incendio que se produjo en su casa de Madrid en 1983, en el que falleció su padre. Tras su detención, Cortina no regresó al Cesid quizá por temor a que su reincorporación fuera interpretada erróneamente. Pero, tras una etapa en Barcelona, re- Dicen que Cortina lee con morbosa curiosidad todos los libros del 23-F, y le parecen auténticas “novelas” inexactas En una carta abierta a San Gil, en 2006, Pardo se declara favorable a que la acción política recaiga en la sociedad civil Alfonso Armada, exgeneral condenado por el intento del golpe del 23-F, en una calle céntrica de Madrid, la semana pasada. Foto: Luis Sevillano gresó al Cuartel General del Ejército, donde se produce el pequeño escándalo de los papeles filtrados sobre los planes para enviar una brigada española a la primera guerra del Golfo. Cortina era uno más de los muchos que se había llevado esos papeles a su casa, y eso provocó una sanción, pero una investigación posterior le exculparía de la filtración. En 1991 sale del Ejército con el grado de coronel. Es notoria su falta de sintonía con Tejero y con Pardo Zancada. Para Cortina, el 23-F fue un intento chapucero de torcer el destino de España. Un golpe de fin de semana que no tenía posibilidades de triunfar, ni conexión alguna con las rumoreadas negociaciones, en aquellos años de profunda crisis de la Transición, para crear un Gobierno de concentración, con la aquiescencia del Rey, posiblemente presidido por el general Armada e integrado por algunos socialistas. Tejero le inculpó en el juicio del 23-F asegurando haber recibido ayuda de los servicios secretos militares, y aunque Cortina fue absuelto, un hombre del Cesid, el capitán de la Guardia Civil Vicente Gómez Iglesias, fue condenado por su participación en el golpe a seis años de cárcel y tuvo que dejar el cuerpo. Gómez Iglesias no estuvo mucho tiempo en prisión porque recibió el indulto en 1984.O EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 17 TREINTA ANIVERSARIO DEL 23-F Un país con pérdida de renta, paro y una inflación del 15% Datos clave ESPAÑA 1980 Por MIGUEL ÁNGEL NOCEDA EL AÑO 1981 HABÍA ARRANCADO con la imagen de una España muy debilitada. El mundo sufría el impacto de una brusca subida de los precios del petróleo y se tambaleaba en una crisis de dimensiones parecidas a la actual; pero para España existía la diferencia importante de que no estaba dentro del paraguas comunitario y, menos, de una moneda única. Las razones eran palpables: la producción nacional solo cubría el 31% del consumo de energía, por lo que la dependencia del petróleo era inevitable. Y esa dependencia afectaba a la demanda interna, la balanza de pagos, la inflación y el empleo. Hace 30 años, como ratificaría posteriormente el Banco de España, la economía española se había empobrecido tres veces más que la del resto de países de la OCDE en el periodo 1979-1981. La pérdida real de renta había sido de tres puntos porcentuales para esos países y de seis para España. El panorama, por tanto, no era nada halagüeño en materia económica como para calmar las revueltas aguas políticas. No hay más que mirar los datos. No obstante, los salarios, que partían de una base muy baja, habían aumentado un 50%, exceptuando el sector agrícola, entre 1973 —anterior crisis del petróleo— y 1980, cuando en los países industrializados el crecimiento había sido del 11%. Eso explicaba en parte el aumento imparable de la inflación, que cerró 1980 con un 15,3%, y, según el Banco de España, que se generara más paro como resultado de la compresión de los márgenes de excedentes empresariales y la rentabilidad y la consecuente reducción de la inversión productiva del sector privado. La política económica concedió prioridad a la lucha contra la inflación, seguramente porque tres años antes, cuando se firmaron los Pactos de la Moncloa, había superado los 25 puntos. Pero eso no arreglaba los otros problemas. De hecho, provocó más paro. El empleo no agrario cayó un 2,3% en 1980 dejando la tasa de desempleo en el 12,43%, es decir, 1,674 millones de personas sobre una población activa de 13,4 millones. En resumen, 1980 había sido un año de lento crecimiento (el PIB, no obstante, creció el 1,4%, gracias al sector primario), bajos niveles de actividad y fuertes desequilibrios; el consumo privado avanzó el 1%, y el público, un 3,5%; la actividad productiva recibió el mayor impulso de la demanda interior, pero apenas de la exterior; la formación bruta de capital (inversión) se elevó, en términos reales, un 2,3%. Y el encarecimiento de las importaciones y la caída del comercio mundial empujaron la balanza de pagos a un déficit de más de 3.000 millones de dólares. Población total Población activa Paro Inflación PIB* Déficit público Exportación* Importación* Parque de coches 37,5 millones 13,4 millones 12,4% 15,3% 95.333 3,3% del PIB 8.974 14.728 9.556.511 ESPAÑA 2010 47,7 millones 23,4 millones 20,3% 3,0% 1.062.591 9,0% del PIB 279.001 301.995 22.300.000 * En millones de euros. El de 2010 es una estimación. EL PAÍS Asimismo, por entonces se estaba todavía digiriendo una reestructuración bancaria de calado, con la desaparición de cerca de un centenar de entidades bancarias. En 1980, el Fondo de Garantía de Depósitos procedió al saneamiento de una docena de bancos. Por primera vez, el dinero dedicado a sanear créditos y valores superó a los beneficios, que fueron de 128.840 millones de pesetas (aumento del 11,8% sobre el año anterior y del 21,1% en las cajas). O Cordones de vigilancia en las cercanías del Congreso durante la madrugada del 24-F, cuando las fuerzas de Tejero y de Pardo Zancada retenían en el interior a los parlamentarios y al Gobierno en funciones. Foto: EL PAÍS Humillados en la habitación del pánico No había teléfonos móviles, ni Facebook, tampoco Twitter. Lo que sobraba era miedo Por JUAN FRANCISCO JANEIRO H an pasado treinta años y es imposible olvidar. Los periodistas seguíamos la votación nominal para la investidura de Calvo Sotelo como presidente del Gobierno en sustitución de Adolfo Suárez cuando en medio de la letanía de nombres nos sorprendieron extraños ruidos y voces en los pasillos. El secretario de la Cámara, Víctor Carrascal, enmudeció tras citar al diputado Manuel Núñez Encabo. Eran las seis y veintitrés de la tarde. Una mezcla de perplejidad y angustia nos sacudió al ver la entrada de Tejero con su inconfundible bigote y un pistolón que agitaba bravucón y altanero: “¡Quieto todo el mundo!”. El obstinado golpista había conseguido superar todas las barreras para llegar con un grupo de fanáticos hasta el hemiciclo; un recinto que debería ser infranqueable, una especie de habitación del pánico a salvo de cualquier agresión, sobre todo en una jornada en la que se elige al presidente del Gobierno. Una cadena de errores y la contundencia de las 18 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 armas permitieron a Tejero adueñarse del lugar. La sensación de impotencia y abatimiento se incrustó en todos los que nos amontonábamos en la zona de informadores. Nos miramos sin cruzar palabra, sin escribir una línea, atónitos ante lo que estábamos presenciando. Instantes después escuchamos esa frase imperativa que ha hecho historia: “¡Al suelo, al suelo todo el mundo!”. El general Gutiérrez Mellado intentó hacer valer sus galones para detener aquella locura y fue zarandeado por Tejero y su gente. Los guardias empezaron a disparar hacia el techo obsesionados en convencernos a todos de que no presenciábamos una comedia bufa y que la intentona iba en serio. Solo tres personas mantuvieron el tipo y no se arrastraron ante metralletas y pistolas: Suárez, Carrillo y, por supuesto, Gutiérrez Mellado. Varios balazos impactaron a pocos centímetros de la tribuna de prensa. Apretujados y estrujados bajo las sillas, nadie soltó un grito. Lo peor podía llegar en cualquier momento. La tensión era máxima. Un inquietante silencio lo dominaba todo. Desde allí, al lado de la cámara que más tiem- po permaneció enfocando aquel patético escenario —hasta que un golpista la giró hacia la pared—, podíamos ver a las taquígrafas bajo su mesa de trabajo, el ir y venir de guardias civiles, las espaldas dobladas de diputados. Poco a poco, los ministros se deciden a emerger y sentarse. Víctor Carrascal opta por encender un cigarrillo, muchos le siguen en un intento de controlar el nerviosismo. Aparece un oficial —posteriormente identificado como el capitán Muñecas— que con tono pausado quiere sosegar los ánimos: “No va a ocurrir nada, pero vamos a esperar unos momentos a que venga la autoridad Madrid eran paradas de autobuses llenas de gente que quería irse a casa y comercios echando el cierre antes de la hora militar competente para disponer lo que tenga que ser… y lo que el mismo diga”. Unas palabras que disparan infinidad de interrogantes entre los presentes y que todavía hoy siguen estimulando las disecciones de los historiadores. A las siete y media, los asaltantes nos mandaron salir a los periodistas. Camino del periódico para contar lo ocurrido, pudimos comprobar que el pánico también estaba fuera. Paradas de autobuses repletas de gente que quería volver a casa, todos los taxis ocupados, los comercios bajando sus persianas antes de la hora… Era como si los gases paralizantes del franquismo —que sostuvieron la dictadura hasta la muerte de su creador— volvieran a surgir de las alcantarillas. Al echar la vista atrás en estas fechas, cuando los egipcios acaban de liquidar con sus movilizaciones una larga etapa de opresión, resulta un tanto vergonzante la escasa reacción popular ante aquel secuestro de la democracia española que, como diría el poeta Celso Emilio Ferreiro, estuvo a punto de devolvernos a una larga noche de piedra. No había móviles, no había Facebook y tampoco Twitter. Sobraba miedo. O OPINIÓN DON DE GENTES Chicas de novela Juan Cruz Anónimos Fotograma de la serie de televisión ‘Mad Men’. Elvira Lindo LOS TACONES son para la noche. Cuando me los pongo sé que lo que mis pies sufran estará compensado con lo que yo, la mujer que camina sobre ellos, disfrute. Primero, han de cumplir su función cultural, asistiendo a un acto literario. Luego, emprenderán camino hacia una lucecita que nos promete refugio en este bosque urbano, el neoyorquino, tan pobremente iluminado. La luz de neón reza “P. J. Clarke’s”. Llevo dos años sin pisar esta taberna del corazón de Manhattan que ha resistido milagrosamente desde hace siglo y medio el azote de la especulación. Ya no habrá quien la derrumbe. La pequeña casita construida a mediados del diecinueve es ya una rareza histórica rodeada de rascacielos. Mientras camino hacia ella, con el frío mordiéndome las piernas, pienso que si no vamos más a menudo al P. J. Clarke’s es porque sabemos que siempre estará ahí, acogiendo a diario al batallón de ejecutivos del Midtown que, tras quitarse la corbata y metérsela en el bolsillo, superan la ansiedad laboral con una cerveza de grifo, masticando a dos carrillos la que se anuncia pomposamente como “la mejor hamburguesa de la ciudad” y completando este cóctel revitalizante con una copa en uno de esos vasos cortos que parecen estar hechos para que los personajes de las películas puedan beberse un whisky de un solo trago. Las películas. Ninguna guía turística podrá competir jamás con los sueños que nos despierta la ficción por ciertos lugares. Para estos jóvenes ejecutivos de pecho de toro que se apiñan en la barra, el P. J. Clarke’s es una vía de escape tan cotidiana que es posible que no sean conscientes ya de su rústica belleza. Frank Sinatra solía terminar sus juergas en esta taberna y celebraba el encanto del lugar diciendo: “Ah, esos urinarios”. Urinarios para un Gulliver en el país de los gigantes. Pero nosotros, extranjeros, por más que nos familiaricemos con la ciudad, nos valemos de la ficción para hacerla nuestra. En este local algunos de nuestros personajes más queridos se han acodado a la barra. La experiencia que a nosotros nos falta la compensan ellos. Recuerdo a una chica memorable, Peggy Olson, esa secretaria de la serie Mad Men que a fuerza de talento y tesón acaba introduciéndose en el universo de los creativos publicitarios. Peggy estuvo aquí y nosotros con ella. Peggy, en esta sala en la que ahora nos sentamos, bailando una canción que sale del jukebox, todavía vestida con su conjuntito cateto de chica de barrio obrero, a punto de convertirse en otra. Peggy, transformada ya en mujer de Manhattan, peleando a diario porque su ta- Ninguna guía turística podrá competir jamás con los sueños que nos despierta la ficción por ciertos lugares A la protagonista de la novela ‘Brooklyn’, le he puesto la cara de Elisabeth Moss, actriz que da vida a Peggy Olson lento sea reconocido, acodada a esta misma barra y diciéndole a un muchacho que acaba de conocer: “¿Que mi acento no parece de Brooklyn? Deja que haga efecto esta copa y verás cómo sale”. Mientras devoro una hamburguesa, que no sé si es la mejor de la ciudad pero se acerca, le recuerdo la escena de Peggy a la actriz Carmen Ruiz, que vive entre la emoción y la sorpresa continuas su primera visita a Nueva York. “Sí, Peggy baila en esta misma sala”. Carmen recorre el lugar con otros ojos, con los ojos de quien ha estado aquí antes. No, una guía turística informa, es necesaria, pero la ficción permite que entendamos que cada lugar contiene la gran novela urbana, la que encierra la vida de cada una de las personas que estuvieron aquí. A la protagonista de Brooklyn, la novela de Colm Tóibín, le he puesto la cara de la actriz que da vida a Peggy Olson, Elisabeth Moss. Tal vez porque se trata de otro personaje humilde e inteligente que intenta labrarse un futuro en mundo ajeno. A oídos de un neoyorquino, Brooklyn suena como el barrio obrero, con carácter, rudo y peculiar en su acento que todavía es, a pesar de que haya zonas colonizadas por chicos modernos o por escritores como Paul Auster. En los oídos de un español, la palabra Brooklyn carece de rudeza, Brooklyn suena a un paraíso de casas antiguas adosadas. Pero historias como la que Tóibín cuenta, la de la chica irlandesa que llega en los años cincuenta a Brooklyn a mejorar un destino que en su pueblo natal ya estaba escrito, nos sitúan a la misma altura que la de las personas comunes, nos hacen comprender mejor la riqueza y la dureza de un barrio en el que los inmigrantes recién llegados se refugiaban entre los paisanos que habían llegado antes, conformando un crisol de países: aquí, la pequeña Irlanda; allí, la pequeña Italia; más allá, los judíos del este de Europa. Cada comunidad recelando de la comunidad fronteriza, pero aprendiendo a convivir con ella. Solo una novela puede colarse en los anhelos de una joven que llega a Brooklyn con miedo y esperanza; solo en la ficción (cuando está escrita por un hombre como Tóibín, que con tanto respeto reproduce la voz de las personas humildes) encontramos cómo la nostalgia de los primeros meses se va transformando en familiaridad y la chica de pueblo se convierte en chica de barrio. Esas dos jóvenes Peggy y Eilis, las dos con el rostro de Elisabeth Moss, me enseñan a mirar la ciudad sin olvidar el pasado que habitó en sus aceras. Siento el impulso de correr al rincón de la vieja gramola, meter un dólar y hacer que suene Lullaby of Birland, de Georges Shearing, que acaba de morir y que seguro que más de una vez estuvo aquí. O DE LA MANIFESTACIÓN de los anónimos llamados Anonymous que se manifestaron el domingo último a las puertas del Teatro Real para poner verdes a la ministra y a los actores y a otros asistentes a la gala de los Goya me llamó la atención que los manifestantes fueran precisamente anónimos, es decir, que no enseñaran sus caras. Ha tomado carta de naturaleza el anonimato como una de las bellas artes de la era de Internet. Pocos se oponen, me resulta intrigante. ¿Por qué? En otros tiempos, los anónimos, o los seudónimos, ocultaban nombres propios en peligro, que necesitaban protegerse; o nombres propios que hacían doblete, por ejemplo, en el periodismo. En este caso, era gente que escribía en un medio y al mismo tiempo lo hacía en otro, y, por tanto, tenía que disimular sus dos sueldos. Pero eso ahora no pasa, o no pasa de manera tan abundante como para llamar la atención. Cuando nació este periódico, pocos meses después de que muriera Franco, que también tuvo seudónimo, el Libro de estilo obligaba a que firmáramos con nombre y apellido y jamás con seudónimo. Había —y hay— nombres tan notorios que no necesitaban apellidos u otras especificaciones: Peridis, Máximo, Forges, Romeu… Pero en el periódico no se aceptaban seudónimos ni siquiera en las Cartas al director. En fin. Pero ahora en el periodismo digital ha tomado carta de naturaleza el anonimato en las conversaciones con los blogueros, en los comentarios a las informaciones o a las opiniones, y a mí me parece que eso crea un ruido formidable pues las conversaciones se hallan distorsionadas por la evidente desigualdad de los términos del diálogo: quien escribe dice su nombre y apellidos, pero quien le replica estima oportuno guardarse la identidad bajo innumerables nicks que cambia según su libérrimo criterio para expresar sus libérrimas —y muchas veces insultantes— opiniones propias. ¿Cómo se puede expresar anónimamente una opinión propia? Ese anonimato que se presenta bajo tantas formas (nicks, anónimos propiamente dichos, nombres supuestos, nombres de otras personas que se usan falsamente, e impunemente) se ha Grupo de Anonymous, en los Goya 2011. Foto: Cristóbal Manuel. trasladado ahora a la calle; los hemos visto en Londres y en otras capitales, y el domingo último desembarcaron en Madrid esas caretas idénticas tras cuyo amparo se esconden personas como cualquiera de nosotros que, en su caso, parecen querer decirle a la ministra de Cultura y a sus antiguos colegas del cine que no están de acuerdo con lo que ellos piensan acerca de la ahora llamada ley Sinde. Lo que no se comprende muy fácilmente es que en esta sociedad, donde se dice en la prensa, en la radio, en los taxis, en la universidad y en el mercado lo que nos da la real gana sin tartamudeo alguno, alguien tiene que ponerse una careta y titularse anónimo para decir lo que se le antoja. Puede ocurrir que este disfraz obedezca a razones estéticas, que les parece conveniente usar una careta para darle dramatismo a la situación, para llamar la atención. Pues podrían llevar la careta en el envés de la cabeza, de modo que aparecieran por un lado con su rostro y por el otro con esa inquietante careta que ahora convierte su aparición en un símbolo de tan innecesario anonimato. O jcruz@elpais.es EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 19 OPINIÓN CAJERO AUTOMÁTICO por El Roto La feria Javier Pradera Candidato superlativo LOS AVATARES PROCESALES del caso Gürtel —un escándalo de corrupción que anega a varias organizaciones regionales del PP— han mantenido durante semanas las incertidumbres en torno a la candidatura del presidente de la Generalitat valenciana para las autonómicas del próximo 22 de mayo. Enterrado en falso —a comienzos de agosto de 2009— por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia (TSJCV) un sumario por cohecho pasivo contra Francisco Camps y otros tres imputados del PP regional, el Supremo ordenó a instancias de la fiscalía —en mayo de 2010— la reapertura de las actuaciones. El pasado 25 de enero, el juez encargado de la causa declaró concluida la instrucción. Las conclusiones provisionales del ministerio público formuladas hace 10 días solicitan la pena de 41.250 euros por un delito de cohecho pasivo cometido por el presidente de la Generalitat al aceptar de una empresa de la trama Gürtel el regalo de 11 trajes, 5 americanas, 5 pares de zapatos y 4 corbatas valorados en 14.000 euros. No acaban aquí los peligros de que la campaña electoral en ciernes sea interferida en Valencia y en el resto de España por los escándalos de corrupción. Tras un fatigoso viaje ralentizado a causa del obstruccionismo procesal del PP, el Tribunal Superior de Madrid se inhibió el pasado sep- El presidente de la Generalitat valenciana fuerza su candidatura para las elecciones autonómicas tiembre a favor del TSJCV (que aún no ha asumido la competencia) respecto a la parte del sumario dedicada a las operaciones triangulares entre el PP, la trama Gürtel y algunos empresarios beneficiados por la Generalitat a fin de pagar clandestinamente gastos electorales del PP por importe de varios millones de euros. Aunque el desfachatado vicesecretario de comunicación del PP Esteban González Pons se mofe del regalo de “cuatro trajes y cuatro corbatas” a Camps (“por eso no se vende un presidente”) y ponga “las dos manos en el fuego” por su inocencia (sería imprudente que ampliase el riesgo a otras partes aún más delicadas de su cuerpo), resulta lógico que Rajoy aplazase lo más posible la proclamación electoral de esa acicalada bomba de relojería atacada de los nervios. Inquieto por el retraso, el presidente de la Generalitat pisó a fondo el acelerador y forzó el pasado lunes su atropellada designación por el Comité Electoral Regional, con la impertinente y antiestatutaria posdata de que el Comité Electoral Nacional del PP deberá ratificar la propuesta. Con la mueca sonriente y desafiante que solían desplegar los actores secundarios de un típico péplum hollywoodense al saltar a la arena de un circo romano para ser devorados por los leones, Camps aseguró tras su bautismo electoral que “es el candidato más respaldado de todos los candidatos de la historia de las democracias occidentales en todo el mundo”. Ni siquiera el también imputado en la causa Ricardo Costa podría mejorar —con una expresión pija al estilo de “hipermegasupercandidato”— ese larguísimo autopiropo superlativo. O 20 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 LA COLUMNA Un nuevo sujeto político Josep Ramoneda EL AÑO 1968 REPRESENTÓ la aparición de la juventud como nuevo sujeto político. De Tokio a Berkeley, de México a París, de Milán a Praga, un sinfín de movilizaciones antiautoritarias, cada una de ellas con sus peculiaridades locales específicas, dieron cuenta de que el aumento de la esperanza de vida daba coherencia social y significación política a una franja de edad a la que hasta entonces no se le habían atribuido intereses propios: los jóvenes. Aquellos jóvenes, al meter una cuña en las viejas estructuras culturales y morales de las dos culturas de la guerra fría, abrieron la transición liberal que culminaría con el hundimiento de los sistemas de tipo soviético. Ahora, las revueltas árabes de 2011 es probable que queden para la historia como símbolo del momento en que nació otro sujeto político: las redes sociales. Con la clase obrera fragmentada en grupos de intereses diversos y, a menudo, contradictorios, con los valores de la burguesía desvencijados por la arrogante hegemonía del poder financiero, se venía buscando un nuevo sujeto de cambio. Ya está aquí. Un nuevo modo de producción —la sociedad de la información— necesita nuevas formas políticas. La crisis ha acabado con la utopía del fin de la historia, de la superación del conflicto y de la inutilidad de la política. Y han aparecido estos nuevos sujetos políticos que identificamos co- mo redes sociales. Empieza otro flirteo entre lo nuevo y lo viejo que cristalizará en nuevas formas de institucionalización. No estoy haciendo pronósticos sobre el destino de las revoluciones árabes. En Egipto, técnicamente lo que tenemos es un golpe de Estado incruento que ha llevado a una junta militar a asumir todos los poderes. Las primeras promesas son esperanzadoras: nueva Constitución, nuevas elecciones. Pero Mohamed Tantaui, el líder de los militares, es un hombre involucrado en el régimen anterior hasta las cejas. ¿Será el buen traidor, como fue el rey Juan Carlos entre nosotros, o será el encargado de cambiar lo mínimo para que no cambie nada? La explosión ha llevado las reivindicaciones sociales a la calle, lo que puede tensar las cosas. El estado de revuelta es por definición provisional. El día después siempre lleva consigo limitaciones y frustraciones. Pero la irrupción de las redes sociales como motor de cambio es ya irreversible. Naturalmente, el primer problema que aparece es cómo traducir la indignación de las redes sociales en proyecto político. Y todo el mundo está pensando en qué partidos políticos asumirán la representación de la revuelta. El propio El Baradei ha pedido a los militares que retrasen las elecciones para dar tiempo a crear los partidos que Egipto hoy no tiene. Pero la cuestión es: ¿pueden salir de las redes sociales partidos como los que conocemos? ¿O tenemos que empezar a pensar en organizaciones de otro tipo más permeables, menos cerradas y, por tanto, menos abocadas a la obediencia incondicional y a los incontrolables manejos de los aparatos? Todo nuevo sujeto político es portador de una utopía. En este caso, quizá el defecto utópico esté en la forma de organización. Las informaciones de Wikileaks sobre el enriquecimiento de los autócratas árabes han sido uno de los catalizadores de las protestas. En contra de lo que dice el simplismo occidental, las revueltas no tienen tanto que ver con la miseria y la desesperación como con el deseo de los ciudadanos de disponer de sus vidas y de acabar con la humillación sistemática a la que les someten Gobiernos indecentes. La estrategia de las redes sociales ha ido directamente al objetivo: descabezar el régimen, sin perderse en rodeos por las vías tradicionales del antiamericanismo y del antisemitismo. Lo cual es una relevante novedad en el mundo árabe. Las líneas fronterizas de los combates ideológicos están cambiando. Las redes sociales significan la multiplicación y la propagación de la información hasta límites insospechados. Es una nueva cultura que mezcla la relación punto a punto —el individualismo, la gran conquista de la modernidad que ha llegado a amenazar la misma idea de sociedad en los últimos años— con la realidad de una conexión constante, creativa y amplificada con los demás. Este fenómeno transversal que son las redes rompe la sumisión al Uno que, como explicó La Boétie, ha conformado la servidumbre voluntaria y la cultura del miedo que tiene atrapados a los ciudadanos. Todo lo oculto puede disolverse con los rayos de las redes sociales. Esta es la gran arma y el gran problema. ¿Se lo van a permitir? ¿Se lo podrán impedir? No hay consolidación de un nuevo sujeto político sin confrontación. O OPINIÓN PUNTO DE OBSERVACIÓN Por Soledad Gallego-Díaz Den un paso al frente Joaquín Estefanía Obama y el ajuste VAN PASANDO LAS SEMANAS y la Unión Europea sigue lastimosamente sin dar señales de reacción ni de comprensión de lo que está sucediendo en el mundo árabe. “Estamos actuando como si se tratara de una crisis humanitaria, del envío de unos sacos de comida o de unos millones de euros, y no se trata de nada de eso. Esta es una crisis política, importante y esperanzadora, y lo que hace falta es que la Unión Europea sea capaz de reaccionar con política: con una gran, enorme, presencia y actividad política”, se queja un importante, y frustrado, funcionario de la UE. Las sociedades árabes están dando pruebas continuamente de ser mucho más maduras y abiertas de lo que sus dictadores habían dejado entrever, pero la respuesta que obtienen de Europa es claramente insuficiente, tanto a nivel nacional como de la propia institución, y corre el riesgo de paralizarse todavía más con los acontecimientos de Bahréin. Es cierto que algunos países del área mediterránea (los que deberían estar más entusiasmados) atraviesan una pésima situación. Francia ha visto sus relaciones en la zona muy deterioradas con el escándalo de los negocios familiares de su ministra de Exteriores en Túnez. Italia, el país que hace 20 años habría sido decisivo en impulsar la reacción europea, esta enfangada en la porquería de su primer ministro, Silvio Berlusconi, que pretende convertir la crisis política del norte de África es una especie de problema de seguridad interna. Y España, que no tiene esos problemas, que podría aprovechar la situación para aumentar su protagonismo en Europa, que tiene a su favor, incluso, que la nueva ministra de Asuntos Exteriores no mantuvo relaciones personales con los dictadores anteriores, resulta que está simplemente exangüe, sin tan siquiera la sensatez de recurrir a sus mejores funcionarios europeos (o exfuncionarios, como Javier Solana) para crear una célula de análisis que impulse, en estos momentos, y no dentro de meses, propuestas y contactos. No se trata solo de un problema de dinero, aunque seguramente tanto Túnez como Egipto necesiten rápidas inversiones para el desarrollo de sus zonas más deprimidas. Se trata de apoyar a Túnez en el FMI o en el Banco Mundial, de conseguir que no le suban las tasas de interés, de lograr que Egipto disponga de todos los instrumentos que precise para identificar liderazgos internos y promover una estructura sólida de partidos. ¿Acaso ya nadie se acuerda del formidable apoyo internacional que tuvo el proceso de transición democrática española? ¿De los centenares de expertos, cursos, becas y contactos personales que ayudaron al desarrollo de la política en España? ¿De las continuas visitas de líderes europeos, con mensajes de ánimo e impulso? ¿A qué espera Europa para volcar en el mundo árabe todos los recursos políticos de que dispone? Quizá los ciudadanos europeos tengamos que tomar ejemplo de los egipcios o los tunecinos, en el sentido de presionar directamente por lo que queremos, sin esperar a que nos caiga del cielo. Quizá algunos europeos prominentes deberían empezar ya a exigir acción y responsabilidades. Si la alta representante, Catherine Ashton, es manifiestamente incapaz de hacer frente a la situación (¿cuántos países europeos o del norte de África conocía esta ilustre británica antes de ser elegida para el importante cargo que desempeña?); si el presidente Herman van Rompuy es un especialista en componendas internas (muy valiosas en ocasiones, nadie lo niega), pero un pésimo comunicador hacia el exterior, empeñado como está en colgar videomensajes en su página web, pero en desaparecer de cualquier escenario público… entonces es quizá el momento de que este grupo de prominentes europeos, que saben perfectamente que esta es una ocasión única, para el mundo árabe y para la UE, se atreva a dar un paso al frente y lanzar el mensaje político, profundamente democrático y europeo, que nuestra propia historia reciente se merece y que nadie pronuncia. O ¿A qué espera la Unión Europea para volcar en el mundo árabe todos los recursos políticos de que dispone? TORMENTAS PERFECTAS La orquesta del ‘Titanic’ Lluís Bassets EL CRUJIDO DE LAS CUADERNAS debiera hacernos estremecer. Un mundo entero, el mundo que hemos conocido, se está hundiendo. Dentro de poco no podremos reconocerlo. Es como una segunda réplica del final de la guerra fría, un arreón que se está llevando por delante lo que quedó de todo aquello. Congelados en la historia, los pueblos árabes se habían convertido en la variable fija sobre la que se asentaban todos los otros cambios. Los antiguos países comunistas accedieron a la libertad; terminó el apartheid en Sudáfrica; Europa se encaminó con desigual fortuna a su unificación; emergieron las potencias del futuro bajo el rótulo de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China); el islamismo democrático llegó y se asentó en el poder en una Turquía también emergente; y Estados Unidos, país fundado por terratenientes ilustrados y esclavistas, puso al fin a un afroamericano en la Casa Blanca. Y los pueblos árabes, mientras tanto, siguieron petrificados en su régimen de siempre, bajo la bota de unos autócratas casi siempre corruptos y ladrones. Era la fatalidad, el destino. Maktub. Estaba escrito. Hasta ahora, cuando el choque de placas tectónicas o la colisión con el iceberg, no importa la metáfora, ha resquebrajado el casco de este buque, que es el de nuestro viejo mundo, el del mundo tal como lo hemos conocido. No sabemos cómo será y hay que confiar en que sea mejor e incluso echar una mano para que así sea, en vez de lamentarse por su hundimiento o despotricar contra quienes han permitido que se hundiera. Pero será distinto. Ya no desde Marruecos hasta Bahréin. Aquí mismo, en la Europa que se creía un balneario y se verá ahora obligada a tomar el pulso a la criatura y adaptarse a su ritmo. Costará. Y mucho. Para empezar, enterarse de lo que está ocurriendo. En dos meses han caído dos regímenes. No hay país árabe que no se halle afectado por la llamada a la revuelta, dirigida por los jóvenes y sus habilidades tecnológicas. ¿Hay conciencia ahora mismo en España de lo que supondría una revolución democrática en Marruecos, que pusiera en jaque a la monarquía feudal de Mohamed VI? ¿Tienen nues- tro Gobierno y nuestra oposición ideas claras sobre cómo quisiéramos que fuera el Marruecos del futuro? ¿Saben qué papel deben desempeñar Ceuta y Melilla? ¿Estamos preparados para ayudar a su transición hacia una monarquía constitucional y un Estado descentralizado y democrático? Donde más costará enterarse, está visto, es donde menos debiera. Mientras se incuba la revuelta entre nuestros vecinos marroquíes, aquí seguimos con nuestra vieja y aburrida música doméstica, ajena a los crujidos del buque. Ocupados por obligación en la rectificación de nuestras cuentas y medios de vidas, y por devoción a desprestigiar al adversario, somos los músicos del Titanic, dispuestos a seguir con la murga mientras el transatlántico se hunde. O OBAMA HA PRESENTADO los Presupuestos del año fiscal 2012, que en EE UU comienzan el 1 de octubre del ejercicio anterior. La novedad más subrayable es que son los primeros de este presidente en los que predomina una reducción del gasto, aunque no tanta como exigen sus oponentes. Los demócratas, que han sufrido una muy dura recesión de dos años y medio, en la que se perdieron ocho millones de empleos, buscan el equilibrio entre la vuelta a la ortodoxia fiscal y evitar una recaída en el crecimiento que traslade más parados al ejército de reserva. Aunque ha previsto un crecimiento del 3,6% del PIB en 2012, la creación de empleo en enero pasado fue muy tímida (36.000 personas, la cifra más baja en cuatro meses y cuatro veces menos de lo pronosticado). El déficit fiscal asciende ahora en EE UU a casi un 11% de su PIB. El director de la Oficina del Presupuesto de la Casa Blanca, Jack Lew, ha declarado que el plan de reducción supondrá un ahorro de un billón de euros (la producción de un país como España en todo un año) de aquí a 2021. Pero, como decía Keynes, a largo plazo todos muertos. Más significativa es la secuencia inmediata: entre 2011 y 2012 Los demócratas quieren encontrar un equilibrio entre la reducción del déficit fiscal y el estímulo al crecimiento se prevé una reducción del déficit fiscal de cuatro puntos, y para 2015, volver a la senda de un 3% máximo de desequilibrio fiscal. Es decir, dos años más de flexibilidad para volver a la “normalidad” fiscal de los que se ha dotado Europa, cuyos países tienen que llegar a ese objetivo en 2013. Ello significa que la principal parte del ajuste comienza ahora en EE UU, cuando el país ya ha recuperado el crecimiento. Esos cuatro puntos —del 11% al 7%— se pretenden lograr con una reducción del gasto y un incremento de los ingresos. Lo más significativo es la composición de esas dos partidas: se van a tocar gastos sociales de segunda magnitud por su volumen (subsidios a la calefacción de los hogares más desfavorecidos, becas, ayudas a instituciones educativas afroamericanas, programas ambientales secundarios, etcétera) y el presupuesto de Defensa, pero no se va a sacrificar el grueso del peculiar Estado de bienestar americano (ayudas a los jubilados, mayores de edad y pensiones) y los capítulos dedicados a educación, infraestructuras, innovación y energías renovables. Los mayores ingresos llegarán por el incremento de los impuestos a las rentas más altas y el recorte de exenciones fiscales a la compra de viviendas. Esto es lo que pretende Obama, pero es difícil que se aproxime a lo que ocurra dada la correlación de fuerzas entre demócratas y republicanos en el Congreso. Estos últimos pretenden reducciones más fuertes del déficit público y la historia remite a las tremendas dificultades de este tipo de negociación. Por ejemplo, los Presupuestos de 2011 todavía no han sido aprobados y la Administración de EE UU gasta en una especie de excepción legislativa. Si no se llegase a un acuerdo, se podría volver a los tiempos de Clinton en los que se paralizó la actividad estatal. O EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 21 Pasatiempos SUDOKU KILLER CLARITY MEDIA | PLANET SYNDICATION TREDOKU® MARCA REGISTRADA PROPIEDAD DE © MINDOME (UK) LTD. 2010 En el killer se siguen las reglas del sudoku, pero en vez de colocarse algunos números iniciales se agrupan casillas por medio de una línea punteada y se da la suma de estas. El objetivo, como siempre, es completar los números del tablero. No se puede repetir un número dentro de las líneas punteadas. DIST. EN EXCLUSIVA EN ESPAÑA: WWW.CREATIVESERVICES.ES KENKEN © 2009 TETSUYA MIYAMOTO | GAKKEN Como en el sudoku, rellene las casillas con los números del 1 al 9, de modo que no se repitan en la misma fila o columna, ni en el cuadrado de 9 casillas. En el tredoku, Las reglas del juego son las siguientes: debe colocar los dígitos del 1 al 6, sin repetirse, en cada fila y cada columna del cuadrado. En este aparecen bloques remarcados por una línea gruesa, y en cada uno de ellos hay un número junto al símbolo de suma, resta, multiplicación o división. Este dígito es el resultado, en cada caso, de sumar, restar, multiplicar o dividir los números contenidos en el bloque. Averigüe el número de cada casilla. las líneas de los cuadrados de 9 casillas pueden ser rectas o curvas. Siga la dirección de cada línea en busca de pistas. CRUCIGRAMA Por Eduardo Delgado CRUCIGRAMA BLANCO Por Mambrino 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 1 1 1 2 2 3 3 4 4 5 5 6 6 7 7 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 8 8 9 9 10 10 11 11 12 12 13 Horizontales: 1. Antonio Banderas se pasa al otro lado de la cámara en esta valiente y visceral visión de la adolescencia (cinco palabras) / 2. Todas las llamadas a los bomberos son pocas ante estas lenguas de fuego. Como no se mueve, vale para político / 3. Aglomeración confusa de sucesos, de gentes o de cosas en movimiento, torbellino. Como apellidos, Fernández lo es de Fernando; Martínez, de Martín / 4. Mirando hacia atrás con ella escribió John Osborne. ¿Qué es esto?: sacar la cabeza del tiesto. Melodía canaria. Hablamos más de la cuenta, “_” la lengua a paseo / 5. Hagan deporte en Bremen. Procede contra alguien judicialmente, lo... Viva... de espaldas al vecindario. Entrada en falta / 6. Afirmaciones. Me valí de. Secuela o señal de una enfermedad o achaque. Donde se salta del laberinto al 30 / 7. El shakespeariano rey de Bretaña. Saco sin fondo. La ciudad italiana de la Villa d’Este. En el Pirineo, la Val d’... / 8. Cuaderno de anillas. Santo patrón de Madrid. Insustanciales (pero como medicamentos, calmantes) / 9. Aplicará el médico el fonendoscopio al paciente, lo... El mayor río de Venezuela, limítrofe con Colombia. Cola de perdiz / 10. En camisas del rey. Reemplazó a Karachi como capital de Pakistán. Disparate, despropósito, barbaridad / 11. En 2003, fue nombrado primer ministro turco. Dedos que están para chupárselos. Gas noble, usado en radioterapia / 12. El beatle que se pasó una semana encamado como protesta por la guerra de Vietnam. Chico para todo de un hotel. La que paga mal y nunca. 22 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 Verticales: 1. Lindo es todo lo que escribe. Y aquí, un buque que no sube / 2. Sientas vivamente la muerte de un amigo, lo... Le saque pasta al negocio, se... / 3. ¡Qué poco duran a la puerta de un colegio! Don / 4. La de llaves de Rebeca. El éxito de la Viagra / 5. De color rojo oscuro. Asco me da el musgo / 6. Cuando llueve y hace sol, sale este arco de color. Eluden una dificultad en Cuba, la... / 7. Ciudad portuaria de Francia, meta de caminantes. No están al completo, pero Laurel sí / 8. Célebre teatro parisino. Tailandia también vale una misa. La hepatitis que causa cirrosis / 9. David no prueba el vino. ¿Cómo está Schwarzenegger?: cerrado por cuatro líneas rectas iguales que forman otros tantos ángulos rectos / 10. Émulos de Kim Philby. La capital del reino alauí / 11. Lujos, los mínimos. A Sue toda vacación así le parece corta. Poco mal y bien quejado: me pica una araña y me “_” una sábana / 12. Te decantas por. La más delgada. Por él juraba el vikingo / 13. Ruina en el Sardinero. Nombre del gran arquitecto finlandés Aalto. Ley con un pie fuera / 14. Volveros por donde habéis venido. Las musas / 15. Se queda frito el bebé al oírla. Payasos de igual a igual / 16. Esteres de los ácidos grasos con la glicerina. El mandarín paralítico / 17. Acercará posturas enfrentadas, “_” asperezas. Hijo de Dédalo / 18. Raíz o vocablo de que procede otro. Encestar el baloncestista / 19. La higuera egipcia, de madera incorruptible, con que se hacían los sarcófagos. Un pirado / 20. Noticias. Palacios del juego / 21. ¡Socorro! Un incondicional. Sector. 14 15 Horizontales: 1. Momento de descanso / 2. Inspeccionase el sabueso / 3. Programas de nutrición / 4. Camas de campaña / 5. Kierkegaard el Filósofo / 6. Plato popular de Madrid. Criaturas arbóreas de J. R. R. Talkien / 7. Bikini, en ocasiones. Prepare el barbecho / 8. Frases de los frontispicios. Bahías protegidas / 9. Se da cuenta de repente. Como el realismo de García Márquez / 10. Huésped del establo. Desgastaras por el uso continuado / 11. Filtro de cocina / 12. Fiestas del Rey Momo / 13. Profesión de carrera (?). Personaje de cabalgata / 14. Laureles. ”_” plaisir, mademoiselle. / 15. Fila ordenada. Enemiga de Aníbal. Verticales: 1. Copia con papel carbón. Josep autor de Viatge a Catalunya / 2. Miras desde la torre de control. Verdosa tinta de imprenta / 3. Disfrutan del bufé. Peligro de terrenos montañosos / 4. Lucio Cornelio enfrentado a Mario. En un tiempo ya pretérito / 5. Piezas de fontanería. Bruckner organista y compositor / 6. Grabaron escenas en película. Damnificada de Ricitos de Oro / 7. Lo más granado de la sociedad. Hijo de Indira / 8. Pasa por el colador. Esconder detrás / 9. Invite a medirse en el campo del Honor. Opuesto al cénit. Hizo la colada / 10. ¿Conque “_” tenemos? Estallido final. ¡A ver cómo salgo de esta! / 11. Anillos de compromiso (?). Masas neuronales. Nada mojada. PASATIEMPOS AUTODEFINIDO Por Tarkus RAZA CANINA MADRIGUERA MACHO ALADO ZEUS DE LA VENDIMIA DUCADO DE LA UE PREMIO SUECO NÚCLEO DEL ISLAM LATIDO RELOJERO POLICÍAS CATALANES DÉJELA LIBRE VA DE LUN. A DOM. PATITO NUMÉRICO PICAR TARDE HILERA RITMO HIP-HOP RODEADO DE MISTERIO ... VITAE, SOLUCIÓN ETÍLICA OBRAS DE BROADWAY PRODUCTO DE LAVADO SUCESOR DE CLINTON RIVAL DE PIKOLIN SALEN SIN PERMISO CÚMULO ESTELAR POSTERGAR QUESO CREMOSO EQUIPO DE LA NFL ENSAYA ANTES LUMINOSA CHICO ARGENTINO SUCIEDADES GORRO DEL PAPA EMITE DE SI RESULTA CANSINO CAPITAL DE UCRANIA HOMBRE DE CIENCIA (?) PERRA ESPACIAL DADOS ÓSEOS SALUDADA CON AMOR DISPOSITIVO HINCHABLE CHUPAR LA ABEJA SENSOR OCULAR PEGUE VIVIENDAS PELÍCULA EN 3D BARCOS DEPORTIVOS DAMERO MALDITO PorVirginia Montes 3 M 4 SOLUCIONES F 5 B 6 K 7 A 8 O 9 I 10 J : 11 D 12 G 23 L 24 F 13 L 14 N 25 M 15 F 16 H 17 K 18 B 19 O 20 E 21 A 22 I 26 N 27 C 28 D 29 G 30 A 31 E 32 B 41 M 42 G 43 E 54 K 75 E . 33 L 34 I , 35 J 36 O 37 38 K F 39 40 C N , 44 45 I B 46 47 H J 48 L 49 C 50 O 51 D 52 A 53 I 64 D , 55 G 65 K 66 E 76 F 77 K 87 D 88 M 56 78 N H 57 B 58 J 67 H 68 M 79 C 80 B 89 K 90 B 69 91 C A 59 C 60 F 61 L 62 O 63 A 70 N 71 B 72 O 73 A 74 L 81 I 82 N 83 O 84 E 85 G 86 F 92 C 96 F 97 O 93 N 94 H 95 J 104 E 105 J 106 G , 98 M 99 D 100 B 101 L 102 N 103 A 107 O . A. Profesión de la ley de Moisés .......................................................................................................... ––– ––– 91 73 B. Se dice del lance o suerte en que el diestro se pasa el engaño por encima de la cabeza ........ ––– ––– 18 32 C. Escudo, arma defensiva .................................................................................................................. ––– ––– 49 79 D. Novillo desde los dos años hasta cumplir los tres ........................................................................ ––– ––– 28 87 E. Echen las plantas raíces que penetren bien en la tierra .............................................................. ––– ––– 20 84 F. Pasan por alto o de largo, dejando de lado alguna dificultad ...................................................... ––– ––– 60 24 G. Alcanzar con la vista algo ................................................................................................................ ––– ––– 85 55 H. Punto que en la órbita de un planeta dista más del Sol ................................................................ ––– ––– 46 67 I. Huella que en forma de circunferencia deja en el suelo la caballería que saca agua de una noria o da movimiento a otra máquina semejante ........................................................................ ––– ––– 9 34 J. Estimulan a las bestias para que echen a andar, o para que sigan caminando, o para que aviven el paso.................................................................................................................................... ––– ––– 58 95 K. Conjunto de ganado caballar .......................................................................................................... ––– ––– 77 37 L. Coloquialmente, reprensión corta, pero fuerte.............................................................................. ––– ––– 33 13 M. Confirmar, probar, sostener alguna opinión o doctrina ................................................................ ––– ––– 41 98 N. Que carece de pericia (femenino) .................................................................................................. ––– ––– 102 40 O. Basto y mal hecho ............................................................................................................................ ––– ––– 8 62 ––– 30 ––– 90 ––– 92 ––– 99 ––– 75 ––– 96 ––– 29 ––– 78 ––– 52 ––– 5 ––– 27 ––– 11 ––– 31 ––– 86 ––– 106 ––– 2 ––– 7 ––– 100 ––– 69 ––– 51 ––– 104 ––– 38 ––– 12 ––– 16 ––– 21 ––– 45 ––– 59 ––– 64 ––– 43 ––– 4 ––– 1 ––– 94 ––– 63 ––– 80 ––– 39 ––– 103 ––– ––– 57 71 ––– 66 ––– ––– 76 15 ––– 42 ––– ––– ––– ––– 44 81 22 53 ––– 47 ––– 89 ––– 23 ––– 88 ––– 93 ––– 72 ––– 105 ––– 65 ––– 101 ––– 25 ––– 82 ––– 83 ––– 10 ––– 54 ––– 48 ––– 3 ––– 14 ––– 50 ––– 35 ––– 17 ––– 61 ––– 68 ––– 56 ––– 36 ––– 6 ––– 74 ––– 70 ––– 97 ––– 26 ––– ––– 19 107 TREDOKU H DIOSES DOMÉSTICOS MOTORISTA DE LA FOTO UNIDAD DE RAM DONAD 2 PREPARE LA PASTA RÍO RUSO CASSIUS DEL BOXEO NOVIA DE WALL-E KENKEN REED CANTANTE CAMPO DE CEPAS TALLA GRANDE DEAMBULAR SUDOKU KILLER GENTE 10 HORNEA CRUCIGRAMA BLANCO (Los l corresponden a las casillas negras). Horizontales: 1. El camino de los ingleses / 2. Llamaradas l Paralítico / 3. Vorágine l Patronímicos / 4. Ira l Esto l Isa l Sacamos l / 5. Remen l Encausa lléroM lF / 6. Asertos lUsé lLacra lOca / 7. llLear lSa lTívoli l Aran / 8. Bloc l Isidro l Anodinos l / 9. Auscultará l Orinoco l Iz / 10. JC l Islamabad lDesatino / 11. Erdogan lDátiles lRadón / 12. Lennon lBotones lMorosa. Verticales: 1. Elvira l Bajel / 2. Llores l Lucre / 3. Caramelos l Dn / 4. Ama l Erección / 5. Magenta l Usgo / 6. Iris l Orillan / 7. Nantes l Stan l / 8. Odeón l Siam l B / 9. Da ll Cuadrado / 10. Espías l Rabat / 11. L l Asueto l Ató / 12. Optas l I l Odín / 13. Sar l Alvar l Le / 14. Iros l Aónides / 15. Nana l Clones l / 16. Glicéridos l M / 17. Limará l Ícaro / 18. Étimo l Anotar / 19. Sicomoro lIdo / 20. Ecos lCasinos / 21. SOS lFan lZona. CRUCIGRAMA Horizontales: 1. Recreo / 2. Oliese / 3. Dietas / 4. Catres / 5. Soren / 6. Cocido. Ents / 7. Atolón. Are / 8. Lemas. Radas / 9. Cae. Mágico / 10. Asno. Ajaras / 11. Tamiz / 12. Carnavales / 13. Piloto. Paje / 14. Lauros. Avec / 15. Andana. Roma. Verticales: 1. Calca. Pla / 2. Oteas. Cian / 3. Comen. Alud / 4. Sila. Otrora / 5. Codos. Antón / 6. Rodaron. Mamá osa / 7. Élite. Rajiv / 8. Cierne. Agazapar / 9. Rete. Nádir. Lavó / 10. Esas. Traca. Ejem / 11. Oes. Sesos. Seca. AUTODEFINIDO Horizontales: 2. Baco. Esotérico. Aqua / 3. Lux. Musicales. Bush / 4. Nobel. Escapan. Frito / 5. Mírenlo. Aplazar / 6. Sol. Jets. Brie. Asa / 7. Pibe. XXL / 8. Perrault. Eva. Ural / 9. Lou. Laika. Marc Coma / 10. Viñedo. Airbag. Libar / 11. Tabas. Retina. Adose / 12. Besada. Avatar. Yates. Verticales: 2. Palomo. Élite / 3. Cubil. Roñas / 4. Bóxer. Prueba / 5. Lejía. Dad / 6. Sem. Nebulosa / 7. Suéltela / 8. Mossos. Tiara / 9. Tic. Kiev / 10. Meca. Harta / 11. Rap. Bit / 12. Fila. Emana / 13. Cenar. Vagar / 14. Dos. Pixar / 15. Flex. Clay / 16. Labra. Lúcida / 17. Quizá. Robot / 18. Gustas. Amase / 19. Ahora. Lares. DAMERO MALDITO “Ala y raíz: la eternidad es eso. / Y aquí, de frente al mar, en la ribera, / la vida es como un fruto que cayera / de un alto gajo, por su propio peso”. Leídas verticalmente las iniciales de las palabras obtenidas con las definiciones dadas, deben decir: J. A. Buesa: Ala y raíz. CHARLES DE CAPERUCITA ROJA G YA MISMO EN BRAZOS DE MORFEO ESTUDIO DE CARS OBSÉRVENLO ZONA DEL TENDIDO 1 ¿TE APETECE? PUDIERA SER TRABAJA CON LOS BUEYES EL PAÍS DOMINGO 20.02.11 23 24 EL PAÍS DOMINGO 20.02.11