Historia de Europa Oxford Historia de Europa Oxford Editor de la colección: T. C. W. Blanning Editor de la colección: T. C. W. Blanning PLAN DE LA OBRA: La Grecia clásica (publicado) Robin Osborne Europa desde 1945 Los romanos (pub!. prevista: 2004) La alta Edad Media (pub!. prevista: 2004) Rosamond McKitterick Edición de Mary Fulbrook El eenit de la Edad Media (publ. prevista: 2004) DavidPower La baja Edad Media (pub!. prevista: 2003) Maleolm Vale El siglo XVI Traducción castellana de [oan L1uís Riera (pub!. prevista: 2003) Evan Cameron El siglo XVII (pub!. prevista: 2003) Joseph Bergin El siglo XVIII (publ. prevista: 2002) T. C. W. Blanning El siglo XIX (publ. prevista: 2002) T. C. W. Blanning Europa 1900-1945 (pub!. prevista: 2002) Julian[ackson Europa desde 1945 (publicado) Mary Fulbrook CRÍTICA Barcelona ÜXFüRD VNIVERSITY PRESS Prefacio del editor de la colección Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes,la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. © Oxford University Press 2001 Europasince 1945 was originally published in Bnglish in 2001. This translation is published by arrangement with Oxford University Press. Europadesde 1945 se publicó originalmente en inglés en 2001. Esta traducción se publica por acuerdo con Oxford University Press. © 2002 de la traducción castellana para España y América: EDITORIAL CRITICA, S. L. Provenlfa, 260 08008 Barcelona e-mail: editorialé'ed-critica.es http://www.ed-critica.es ISBN: 84-8432-308-0 Depósito legal: B. 3556-2002 Impreso en España 2002. _A & M Orafic, S. L., Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona) Escribir una historia general de Europa es una tarea que presenta muchos problemas, pero lo más dificil, sin duda, es conciliar la profundidad del análisis con la amplitud del enfoque. Todavía no ha nacido el historiador capaz de escribir con la misma autoridad sobre todas las regiones del continente y sobre todos sus variados aspectos. Hasta ahora, se ha tendido a adoptar una de las dos soluciones siguientes: o bien un único investigador ha intentado realizar la investigación en solitario, ofreciendo una perspectiva decididamente personal del periodo en cuestión, o bien se ha reunido a un equipo de expertos para que redacten lo que, en el fondo, es más bien una antología. La primera opción brinda una perspectiva coherente, pero su cobertura resulta desigual; en el segundo caso, se sacrifica la unidad en nombre de la especialización. Esta nueva serie parte de la convicción de que es este segundo camino el que presenta menos inconvenientes y que, además, sus defectos pueden ser contrarrestados, cuando menos en gran parte, mediante una estrecha cooperación entre los diversos colaboradores, así como la supervisión y encauzamiento del director del volumen. De esta forma, todos los colaboradores de cada uno de los volúmenes han leído el resto de capítulos, han analizado conjuntamente los posibles solapamientos u omisiones y han reescrito de nuevo sus aportaciones, en un ejercicio verdaderamente colectivo. Para reforzar aún más la coherencia general, el editor de cada volumen ha escrito una introducción y una conclusión, entrelazando los diferentes hilos para formar una sola trenza. En este ejercicio, la brevedad de todos los volúmenes ha representado una ventaja: la necesaria concisión ha obligado a centrarse en las cuestiones más relevantes de cada periodo. No se ha hecho el esfuerzo, por tanto, de cubrir todos los ángulos de cada uno de los temas en cada uno de los países; lo que sí les ofrecemos en este volumen es un camino para adentrarse, con brevedad, pero con rigor y profundidad, en los diferentes periodos de la historia de Europa y sus aspectos más esenciales. T. C. W. Blanning Sidney SussexCollege Cambridge 6 Relaciones internacionales y de seguridad en Europa Klaus Larres Hasta 1989-90, la historia de Europa desde 1945 se caracterizó por la división del continente en dos bloques enfrentados dominados el uno por los Estados Unidos de América y el otro por la Unión Soviética. Muy pocos países europeos lograron mantenerse realmente neutrales. Durante estas cuatro décadas y media la historia de Europa Occidental se fue hilvanando con cuatro hilos diferentes pero fuertemente entrelazados: la guerra fría, el movimiento de integración europea, la relación transatlántica entre Europa Occidental y Estados Unidos, y el control autoritario ejercido por la URSS sobre la Europa del Este. Hasta el fin de la guerra fría y la disolución de la Unión Soviética en diciembre de 19911a5 naciones de Europa del Este no pudieron participar en el proceso de integración europea ni en las relaciones transatlánticas. Además, por lo que respecta a la guerra fria, casi nunca tuvieron otra elección que ser espectadores pasivos y leales partidarios de la URSS. También la relación entre los paises de Europa Occidental y los poderosos Estados Unidos de América tenía su parte de inquebrantable lealtad. Pero la posición hegemónica de Washington en Europa Occidental era de una naturaleza cualitativamente muy distinta de la del imperio ganado coercitivamente por Moscú en el Este del continente. El continente europeo tenía en común que todos sus países se vieron involuntariamente expuestos a ingentes sacrificios económicos, financieros y político-culturales que impusieron en el mundo la guerra fría en ge- RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 205 neral y el conflicto entre superpotencias en particular. Sin duda fueron las naciones del Este las que soportaron el peso de los sacrificios más severos. Durante la guerra fría la calidad y cantidad de producción industrial y, por consiguiente, la calidad de vida se mantuvieron terriblemente bajas en naciones como Bulgaria, Rumanía y Albania, las más pobres de todas) pero también en Polonia, Checoslovaquia! y Hungría. Estos países no se encontraban en posición de competir con los milagros económicos que caracterizaron el desarrollo de los años cincuenta y sesenta en Alemania Occidental, países del Benelux, Francia, Gran Bretaña, Escandinavia e Italia. Además) en los años setenta y ochenta España, Portugal y Grecia, y más tarde Irlanda en los noventa, experimentaron también sus propios «milagros económicos». En particular, Alemania Occidental prosperó durante toda la era de posguerra y logró integrarse plenamente en el mundo occidental. La Alemania del Este tuvo que pagar por la solución temporal al problema alemán: la división del país realizada entre 1945 y 1949. Sólo desde la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 se ha producido una cierta convergencia en el continente europeo. Los países de Europa Occidental y Oriental han comenzado a reconectarse gradualmente entre sí y a descubrir su herencia europea común. Este capítulo trata de las experiencias de la Europa Occidental y Oriental durante la guerra fría antes de pasar a analizar el desarrollo de una Europa cada vez más integrada desde 1990 que) paradójicamente, parece caracterizarse por un entusiasta multilateralismo y) al mismo tiempo) un deseo de unidad. El capítulo se organiza en varias secciones temáticas. Comienza con una breve mirada al papel de la ideología en la historia de Europa. Luego se presta atención al concepto de año cero y a la importancia del problema alemán en la Europa post-1945. Le síguen varias partes donde se analiza el desarrollo de la Europa Occidental y Oriental durante la guerra fria. La última sección se dedica al desarrollo de la integración europea y de las instituciones europeas comunes desde principios de los años cincuenta hasta finales de los noventa. 1 El1 de enero de 1993 la República Socialista Checoeslovaca (Checoslovaquia) se disolvió para ser reemplazada por dos estados soberanos (enlazados por una unión arancelaria y comercial): la República Eslovaca y la más próspera República Checa, con el antiguo escritor de teatro y disidente Vaclav Havel como presidente. 206 EUROPA DESDE 1945 Factores ideológicos de la historia de la Europa de posguerra Los cuatro factores que presidieron el desarrollo de buena parte del continente entre 1945 y 1990 (la guerra fria, la integración europea, las relaciones transatlánticas y el dominio político de la Unión Soviética sobre la Europa del Este) tenían dimensiones políticas, militares y económicas, además de ideológicas. Todas ellas, en un momento ti otro, dieron pie a graves disputas entre los países implicados y, a causa de una serie de acontecimientos y desarrollos únicos (generalmente económicos o militares), fueron causa de numerosas crisis políticas, bien que de intensidad muy variable. Un aspecto a menudo pasado por alto en el desarrollo de la Europa de la posguerra, el ideológico, es quizá el más polémico. Por ejemplo, durante la segunda mitad del siglo xx, visiones del mundo radicalmente diferentes tuvieron una gran influencia sobre los debates acerca de los propósitos y objetivos de la integración europea. Los países de Europa Occidental se hallaban marcadamente divididos entre federalistas (presentes en su mayor parte en Alemania, los países del Benelux, Italia y, hasta cierto punto, Francia), que abogaban por el desarrollo de una Europa cada vez más integrada tanto en términos económicos como políticos, y los funcionalistas, más euroescépticos y pragmáticos, que predominaban en Gran Bretaña y los países escandinavos. Los primeros se inclinaban por el desarrollo de instituciones supranacionales y por la pérdida gradual de soberanía de cada una de las naciones estado implicadas en el proceso. Los funcionalistas tendían a creer que la integración europea debía limitarse a la creación de un mercado económico único, sin las dimensiones políticas, de seguridad y monetarias. Así pues, veía en la integración algo deseable únicamente en relación con un número limitado de áreas claramente definidas (por ejemplo, las industrias del carbón y el acero en los años cincuenta, y la agricultura en décadas posteriores). En su opinión, mantener la soberanía nacional y la independencia era fundamental para el bienestar de cada una de las naciones estado europeas. La cuestión ideológica desempeñó asimismo un importante papel con respecto a la dimensión económica (libre comercio) de las relaciones transatlánticas. Durante buena parte del período post-1945, la política de muchos países europeos occidentales, en particular Italia, Francia y Ale- RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 207 mania Occidental, estuvo presidida por fuertes creencias democristianas y socialdemocráticas en los valores de una economía de mercado social y regulada, en la economía keynesiana y en el estado del bienestar. Habían de vérselas con una filosofía muy distinta en Estados Unidos, donde durante la mayor parte del período de posguerra predominó la doctrina del libre comercio, que contemplaba la eliminación de tarifas proteccionistas y restricciones monetarias y abogaba por el desarrollo de una economía de mercado libre de toda inhibición con un fuerte énfasis en la economía de oferta. Otro importante factor semi-ideológico de desacuerdo entre Washington y muchos países de Europa Occidental durante la era post-1945 tenía que ver con la OTAN, con la estrategia militar de la comunidad atlántica y con la exclusión de Europa de las decisiones sobre armamento nuclear. Lasestrategias de la OTAN estuvieron presididas por el pensamiento americano de «represalia en masa» y, posteriormente, por la no mucho más discreta política de «respuesta flexible». En Europa se tenía la impresión de que, detrás de estas estrategias se hallaban dos enojosas obsesiones americanas: las tentaciones de Washington de guarecerse en el aislacionismo con su continua consideración de una retirada o reducción sustancial de su presencia militar en el continente europeo, y la aparente disposición de Estados Unidos a recurrir a un primer uso de las armas nucleares en una guerra con la Unión Soviética sin consultar previamente a sus aliados europeos. Se temía, pues, que cualquier conflicto menor pudiera intensificarse rápidamente hasta convertirse en una contienda nuclear y, en el proceso, llevar a la destrucción de una buena parte de Europa. No obstante, esta tensión ideológica en las relaciones transatlánticas estuvo intercalada con preocupaciones político-económicas de naturaleza más pragmática. Los europeos dependían fuertemente de la protección que les ofrecía la seguridad nuclear americana. Además, por razones presupuestarias y con respecto a la opinión pública nacional, nunca estuvieron en posición de gastar tanto dinero en fuerzas convencionales como los expertos militares occidentales creían necesarios para rechazar cualquier ataque a Europa Occidental sin haber de recurrir a la guerra nuclear. Los políticos y los escritores sobre el tema nos han presentado a menudo la guerra fría como un enfrentamiento de poder político y corno una prueba de voluntad entre Este y Oeste. Este es el carácter que ha marcado los debates académicos entre ortodoxos, revisionistas y postrevisionistas sobre el origen de la guerra fría y las responsabilidades al 208 EUROPA DESDE 1945 respecto." Se solía restar importancia a la ideología en favor de la primacía del poder político y la seguridad, de acuerdo con lo promulgado por las teorías realistas y neorrealistas de las relaciones internacionales." Además, el mundo occidental sólo atribuía motivos ideológicos siniestros para la guerra fria al marxismo-leninismo de inspiración soviética y a su doctrina expansionista y su ambición por exportar el comunismo internacional al resto del mundo. Pero la Unión Soviética no era la única que se guiaba por un fuerte impulso doctrinario; también lo hacía Estados Unidos. De hecho, ambos países se esforzaron por ampliar sus mutuamente exclusivos sistemas nacionales. Pero los Estados Unidos sólo ejercieron su liderazgo hegemónico sobre los países de Europa Occidental con el consentimiento de éstos. El así llamado «imperio por invitación» se basaba en gran medida en los principios de la democracia participativa." Las frecuentes violaciones de estos principios, las demandas de los europeos occidentales de una mayor co-determinación, la «arrogancia de poden> de los Estados Unidos, la retórica recargada en favor del consumo público) y tantos otros problemas no llevaron a un cuestionamiento serio y duradero de la presencia americana en Europa Occidental. Prácticamente el único político notorio que renegó del liderazgo hegemónico americano en Europa Occidental fue el presidente francés Charles de Gaulle. Los europeos occidentales nunca hubieron de renunciar a su voz y voto en sus propios asuntos, por bien que en materia de seguridad algunos países (Italia, Alemania Occidental) estuvieron muy cerca. En cambio, parece que durante todo el período post-1945, Europa Occidental consiguió influir en la política americana, no sólo política y económica, sino incluso militar, en grado considerable." Además, desde un buen principio y de acuerdo con el modelo de su pro- 2 Véase G. Lundestad, «Moralism, Presentism, Bxceptionalism, Provincialism, and Other Extravagances in American Writings on the Early Cold War Years», Diplomatic History, 13 (1989), 527-45; M. P. Leffier, «New Approaches, Old Interpretations, and Prospective Reconfiguratíons», Diplomatic History, 19 (1995), 173-96. 3 Véase H. J. Morgenthau, Politics amongNations: 111e Struggle forPower andPeace, 6 a ed. (Nueva York:Knopf, 1985); R.O. Keohane (ed.),Neorealism and itsCritics (Nueva York:1986); R. O. Keohane y J. S. Nye, Power and Interdependence, z- ed. (Glenview, Ill., 1989). 4 G. Lundestad, «Empire by Invitatlon! The United States and Western Europe, 19451952»), Journal ofPeace Research, 23 (I986), 263-77. 5 J. G. Ikenberry, «Rethinkíng the Originsof American Hegemony», Political Science Quarterly, 104 (1989), 375-400; T. Risse-Kappen, Cooperation amongDemocracies: The European Infiuence on USForeign Policy (Princeton: Princeton University Press, 1995). RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 209 pia experiencia nacional, los Estados Unidos se convirtieron en un entusiasta partidario de la creación de unos Estados Unidos de Europa caracterizados por una estabilidad política, por la construcción de unas sólidas fuerzas militares y por la creación de un ingente mercado común listo para absorber la producción americana." Aunque no se tratase de una empresa enteramente altruista, el imperio informal de los Estados Unidos sobre Europa Occidental fue cualitativamente muy distinto del imperio mucho más directamente controlado de la Unión Soviética en Europa del Este, más claramente empujado por fuertes motivaciones anti-occidentales de naturaleza tanto ideológica como política y de poder. El año cero y la importancia del problema alemán A pesar del importante punto de inflexión en la política mundial que representa el fin de la Segunda Guerra Mundial y el lanzamiento de las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, no parece sensato considerar a 1945 como el año cero. Aunque la guerra fría, el domino de la Unión Soviética sobre Europa del Este, la integración europea y las relaciones transatlánticas comenzaron mayormente durante los años que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial, todos estos hilos históricos independientes de la historia europea de posguerra estaban profundamente enraizados en el pasado de Europa. La guerra fría tuvo sus raíces en el conflicto Este-Oeste que comenzó con la revolución bolchevique de 1917 y la intervención aliada en la guerra civil rusa. Pese al acercamiento entre la OTAN y Rusia durante los años noventa (por ejemplo, el acuerdo de «Partnership for Peace» de 1995 y el convenio de cooperación política de 1997), los serios desacuerdos con Rusia y, sobre todo, con China, durante la guerra de Kosovo de 1999 (y después) indican que el conflicto Este-Oeste probablemente no haya llegado a su fin. Además, los rusos se sienten profundamente decepcionados por el fracaso del capitalismo occidental al estilo laissez-iaire a la hora de reformar drásticamente la economía de su país, y culpan de ello sobre todo a occidente. Tampoco se tomó bien Moscú la ampliación de la OTAN hacia el 6 G. Lundestad, (Empim' by Integration: The United States and European lntegration, 1945-1997 (Oxford: Oxford University Press, 1998). 210 EUROPA DESDE 1945 Este en abril de 1999 con la admisión de varios antiguos miembros del Pacto de Varsovia (Polonia, Hungría y República Checa). La intención de admitir antiguas partes de la Unión Soviética en la OTAN, como los estados Bálticos, el «extranjero cercano» de Rusia, se recibe como algo si cabe más humillante, amén de un grave riesgo potencial para la seguridad nacional de Rusia. El movimiento post-1945 para la integración europea se encarna sobre todo en los esfuerzos que tras la Primera Guerra Mundial realizó el primer ministro francés Aristide Briand por unificar Europa a fin de minimizar el peligro potencial que representaba Alemania y evitar otra guerra de gran envergadura. La integración se cimentaba intelectualmente en la Unión Pan-Europea del Conde Coudenhove-Kalergi y, durante la guerra, en la visión de Altiero Spinelli de una federación europea. Al acabar la Segunda Guerra Mundial estas ideas eran muy influyentes, conjuntamente con la exhortaciones del economista francés [ean Monnet y del político belga Paul- Henri Spaak al establecimiento de una unidad federal europea. Este era también el objetivo del trabajo de organizaciones como la Liga Europea del belga Paul van Zealand, la Unión de Europeos Federalistas, con base en Francia, y el Movimiento por una Europa Unida, fundado con la ayuda de Winston Churchill en 1947. De igual modo, las raíces de las relaciones transatlánticas crecieron al amparo de la participación americana en los asuntos europeos durante los años de entreguerras. Mientras que los tres gobiernos americanos de aquella década demostraron fuertes convicciones aislacionistas con respecto a su participación en la política y seguridad internacionales, no fue así con relación a la economía internacional. Por ejemplo, los bancos americanos proporcionaron créditos y préstamos a los necesitados países europeos (especialmente Alemania) para ayudarles a reconstruir sus economías. Además, en nombre del gobierno central de Washington, los banqueros americanos tuvieron una especial influencia como mediadores entre la República de Weimar y los Aliados de la Primera Guerra Mundial para alcanzar un acuerdo sobre las indemnizaciones alemanas (por ejemplo, los Planes de Dawes y de Young). La llamada «relación especial» anglo-americana, una parte integral de las relaciones transatlánticas contemporáneas, tuvo su origen en la decisiva participación americana en la Primera y, sobre todo en la Segunda Guerra Mundial y en la buena, bien que no siempre armoniosa, relación entre Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill. Por consiguiente, no faltaban imágenes y recuerdos del pasado que pudieran influenciar fuertemente la política en la Europa post-1945. Hasta RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 211 cierto punto, las percepciones subjetivas y las interpretaciones preferidas del pasado fueron responsables de la construcción de un cierto marco para el futuro del continente europeo y de las relaciones bilaterales y multilaterales dentro de Europa. Por ejemplo, no fue hasta los años ochenta y noventa que la fuerte creencia general en la importancia de respetar la plena soberanía de la nación estado comenzó a dar muestras de debilitarse en Europa Occidental, aunque no así en Europa del Este y en el mundo eslavo. En particular, durante el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, les resultaba muy difícil a las autoridades decisorias salirse de los carninas trillados del pensamiento. Esto se aplicaba sobre todo a los muchos problemas que necesitaban ser resueltos con respecto al futuro de Alemania. Después de todo, los Aliados Occidentales siempre fueron conscientes del fracaso del tratado de paz de Versalles para la reintegración pacífica de Alemania en la comunidad de naciones tras la Primera Guerra Mundial. Tras el colapso del Reich de Hitler y la rendición incondicional de Alemania el 8 de mayo de 1945, los problemas de administración, gobierno y reconstrucción económica de este país centroeuropeo, junto con la desnazificación y reeducación del pueblo alemán eran algunas de las tareas más apremiantes. Además, era necesario abordar el problema de la tradicional enemistad entre Francia y Alemania, que tres humillantes invasiones alemanas de Francia en un plazo de setenta años no habían hecho más que alimentar. La influencia del comunismo sobre los estados inestables y económicamente devastados de la Europa continental (sobre todo Alemania, Francia, Italia y Grecia) además del llamado complejo Rapallo preocupaban también a los Aliados. Este último tenia sus raíces en el totalmente inesperado Tratado de Rapallo y en el comienzo de la cooperación anti-occidental entre Alemania y la Unión Soviética que culminó en el Pacto Hitler-Stalin de 1939.7 En la base de toda esta inquietud estaba la enormidad del territorio y la población de Alemania, así como su potencial económico e industrial, con sus centros tradicionales de producción de carbón y acero en los Valles del Ruhr y del Saar. Era esencial abordar la cuestión de la conveniencia (que defendieron con fuerza los franceses hasta 1947-8) de reducir el 7 K. Lacres, «Germany and the West: The «Rapallo Pactor» in German Foreign Poliey from the 1950s to the 1990s», en K. Iarres y P. Panayi (eds.), The Federal Republic of Germany since 1949; Poíitics, Society and Economy before and after Unification (Londres: Longmn, 1996). 212 RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA EUROPA DESDE 1945 país a un tamaño más manejable e incluso convertirlo en un gran estado agrícola (como defendía el Plan Morgenthau firmado por Roosevelt y Churchill en 1944). Sin embargo, pronto se reconocieron las consecuencias económicas potencialmente negativas de estas políticas para los vecinos de Alemania. Existía asimismo un claro peligro de que el caos económico y el descontento nacional con la administración independiente de cuatro zonas de ocupación organizadas de forma muy distinta tuviera consecuencias desastrosas. Claramente, no podía descartarse que el país pudiera caer una vez más víctima de un movimiento político extremista, bien fuera desde la derecha, bien desde la izquierda, como parecía más probable dadas las actividades de Moscú. Al fin y al cabo, en 1945 el Ejército Rojo había ocupado Alemania, incluida la capital, Berlín, hasta el Elbe, y la ocupación soviética no 'daba muestras de querer establecer instituciones democráticas en Alemania Oriental y abandonar, llegado el momento, su zona de ocupación. El papel central de Alemania en el continente europeo la convertía en la única nación llamada a desempeñar un importante papel en los cuatro hilos con que se había de tejer el futuro de Europa: la guerra fría, la integración europea, las relaciones transatlánticas y la esfera de influencia del Kremlin en la Europa del Este y, en particular, su control de Alemania Oriental. Gran Bretaña, en cambio, se había quedado relegada a un papel de influencia en la guerra fría (especialmente durante los primeros diez o quince años) y en las relaciones transatlánticas (especialmente en los años sesenta) y en la integración europea. Francia y Alemania Occidental, juntamente con Italia y los países del Benelux, forman el núcleo de seis países que estableció la Comunidad Económica Europea (CEE) en 19571958. Las cuatro últimas naciones únicamente han tenido una influencia internacional destacable en el marco del proceso de integración europea. Lo mismo se aplica en buena medida a los países del sur y norte de Europa. No obstante, Portugal y España todavía tenían (y tienen) cierta influencia en América Latina y en sus antiguas colonias. G;ecia, con su turbulenta historia económica y política durante la posguerra (régimen militar de 1967 a 1974) y su participación en el conflicto de Chipre con Turquía, estuvo también fuera de la política dominante en Europa Occidental hasta 1974. Si bien Turquía (y Grecia) pasó en 1952 a ser miembro de la OTAN, sus graves violaciones de los derechos humanos (especialmente con respecto a la cuestión kurda en el norte) han mantenido en suspenso su solicitud de integración en la Comunidad Europea, que-este país presentó ya en 1964. 213 La guerra fría y la seguridad europea Hasta cierto punto está justificado caracterizar la guerra fría y el mundo en gran medida bilateral de 1945-1990 como un período de «paz duradera»." Sin embargo, esta calificación hace oídos sordos a las numerosas guerras que tuvieron lugar (Corea, Vietnam y los muchos conflictos por poderes que se desarrollaron en países en vías de desarrollo). También parece restar importancia a los inmensos sacrificios humanos, económicos y socioculturales realizados por toda la comunidad internacional, y en particular por el mundo comunista y envías de desarrollo. Hablar de una «paz duradera» parece sólo apropiado para referirse a la guerra fria en Europa. Después de todo, la guerra no volvió al continente europeo hasta los largos conflictos de Bosnia (1992-5) y Kosovo (1999) en la antigua Yugoslavia.Aun así, incluso durante los años de la guerra fría, la paz en Europa se vio seriamente perturbada por las despiadadas intervenciones militares del Kremlin para atajar los levantamientos anti-soviéticos en Alemania del Este (1953), Hungría (1956) y Checoslovaquia (1969). Además, la imposición de la ley marcial en Polonia en diciembre de 1981 (hasta julio de 1983) posíblemente haya evitado otra aplicación de la Doctrina de Breznev por parte de Moscú según se articuló en 1968: la invasión por el Ejército Rojo de un país considerado como parte de la esfera de influencia de la URSS en Europa del Este. En lugar de una «paz duradera» quizás sea más adecuado hablar de una incómoda estabilidad forzada en el continente europeo durante la guerra fría. La guerra fría en Europa se puede dividir en tres fases: primero, el período de transición, ocupación y años iniciales de la guerra fría entre 1945 y 1953; segundo, los intentos de cooperación pacifica y la renovada guerra fría entre 1953, el año de la muerte de Stalin, y finales de los años sesenta; y, por último, el comienzo gradual de un período de distensión a principios de los setenta, un nuevo período de alta tensión a principios de los ochenta, y el fin de la guerra fría en 1990-1. 8 J. L. Gaddis, TheLongPeace: Inquiries into theHistory af the Cold War (Nueva York: Ox- ford University Press, 1987). 214 EUROPA DESDE 1945 RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 215 Al acabar la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción del continente europeo y la esperanza en la cooperación continuada entre occidente y la Unión Soviética dominaron la política europea. Hubo también algunos fuertes movimientos de bases (especialmente en Italia, Bélgica y Países Bajos) orientados a conseguir una Europa federal unida a fin de impedir que se repitieran los horrores del pasado, en la creencia de que, si Europa continuaba estando dominada por estados hostiles y competitivos, tendría tendencia a sucumbir de nuevo en un gran conflicto. Sin embargo, ni la cooperación entre Este y Oeste ni la integración europea tuvieron inicialmente mucho éxito. En el período inmediatamente posterior al final de la Segunda Guerra Mundial el sueño de la creación de una Europa unida condujo únicamente a poner en práctica la ya de antiguo proyectada unión aduanera (desde 1944) entre Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo que entró en vigor en enero de 1948 (Benelux). Los países escandinavos establecieron un Consejo Nórdico de carácter consultivo en 1951, y tomaron en consideración la unión de sus aduanas en 1954. Otras actividades no trascendieron su naturaleza simbólica. Por ejemplo, la gran convención en La Haya en 1948, en la que participaron Churchill y otros grandes estadistas, no logró absolutamente nada, aunque atrajo una gran atención al abogar por unos Estados Unidos de Europa que contemplaran la reintegración de la derrotada Alemania en la comunidad de naciones. El establecimiento del Consejo de Europa en Estrasburgo en mayo de 1949 tampoco dio como resultado ningún paso hacia la integración económica o política de Europa. La Organización para la Cooperación Económica Europa (OCEE, renombrada OCDE en 1960) fue asimismo incapaz de contribuir a la unidad del continente europeo." La OCEE se estableció en 1949 en respuesta al anuncio del secretario de estado norteamericano George Marshall, en su discurso en la Universidad de Harvard en junio de 1947, del Programa de Recuperación Europea. Enormemente beneficioso para la reconstrucción económica de Europa Occidental, fue también crucial para socavar la tentación de Italia, Grecia y la inestable Cuarta República Francesa de acercarse al dominio comunista. No obstante, e! Plan Marshal1 y la OCEE condujeron a una polarización política aún más acusada del continente europeo. De forma no completamente insospechada, en una conferencia de ministros de exteriores realizada en París a finales de junio y principios de julio de 1947 el ministro de asuntos exteriores soviético, Molotov, rechazó airadamente las condiciones económicas liberal-capitalistas impuestas por los Estados Unidos para la participación de los paises europeos en el Plan Marchan. Stalin prohibió estrictamente a Polonia y Checoslovaquia que persistieran en su gran interés por participar en la conferencia de dieciséis naciones que habia de tener lugar en París de julio a septiembre de 1947 y que había sido convocada para organizar el Programa de Recuperación Económica que generosamente financiaban los Estados Unidos. 10 En Europa del Este, se ventilaron en 1947-8 los planes para la unión entre Yugoslavia y Bulgaria y entre Yugoslavia y Albania, pero no hallaron el favor de Stalin. En su lugar, el dictador soviético centró sus esfuerzos en consolidar toda la Europa del Este bajo el tutelaje soviético por medio de la renovación o establecimiento de tratados de asistencia mutua entre Moscú y los estados de Europa de! Este. En enero de 1949 este desarrollo culminó en la creación de Consejo para la Asistencia Económica Mutua (Comecon) entre la URSS, Polonia, la República Checoeslovaca, Hungría, Bulgaria y Rumania. El conflicto entre Stalin y el independiente líder de Yugoslavia, Tito, llevó al boicot económico del país y a su no-inclusión en el Comecon. También se puso :fina los tratados bilaterales entre países del bloque del Este. Aunque Stalin había insistido en anexionar los estados bálticos y el este de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, después de 1945 no anexionó ningún otro estado vecino como Finlandia, que consiguió mantener su independencia en delicado equilibrio. En conjunto, la cooperación económica en la Europa del Este se inclinaba fuertemente hacia las necesidades de reforma agraria de la Unión Soviética y hacia el interés de Moscú en favorecer la industria pesada y de maquinaria y una economía centralmente planificada. Esto a menudo se saldó en desventaja para las naciones de Europa del Este. Se prestó muy 9 Los miembros eran Alemania Occidental, Austria, los países del Benelux, Dinamarca, Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Italia, Noruega, Portugal, el Reino Unido, Suecia, Suiza y Turquía, desde octubre de 1949; los Estados Unidos y Canadá se convirtieron en miembros asociados en 1950. to M. Hagan, TheMarshall Plan: America, Britain, and theReconstruction of El/TOpe (Cambridge: Cambridge University Press, 1987); A. Milward, The Reconstruction of Western Europe, 1945-1951 (Berkeley: University of California Press, 1984); véase también A. Milward, <tWas he Marshell Plan Necessary!», Diplomatic History, 13 (I 989),231-53. Los años de transición, ocupación y reconstrucción, 1945-1953 216 EUROPA DESDE 1945 poca atención a las demandas de bienes de consumo y de formas de vida más liberales para satisfacer a las poblaciones de estos países relativamente desarrollados e industrializados. Se hizo necesario el uso despiadado de la fuerza para reprimir estos deseos como, por ejemplo, durante el primer y repentino estallido de descontento en Alemania Oriental y en Bulgaria en 1953. Los distintos países comunistas, que pronto dominaron los gobiernos de la mitad soviética del continente, fueron los más efectivos instrumentos de Moscú para su feroz ejercicio del poder. Así quedó demostrado con su papel en purgas, juicios amañados y ejecuciones de los espíritus críticos y democráticos de muchos paises de Europa del Este, así como de la propia URSS, en el curso de los primeros años de la posguerra. Comienza la guerra fria Ya en los estadios finales de la Segunda Guerra Mundial la tensión y las distintas ideas sobre el nuevo orden de Europa en la posguerra se habían hecho patentes entre los cuatro aliados de la coalición anti-Hitler. Pero como Hitler todavía no había sido derrotado cabalmente y todavía resistía en su bunker de Berlín) todavía era posible contener los desacuerdos. Una vez acabada la guerra en Europa (mayo de 1945) y poco después en Asia (agosto de 1945), los cada vez más profundos desacuerdos entre los aliados occidentales (Estados Unidos, Reino Unido y Francia) y la Unión Soviética se hicieron cada vez más evidentes. Aunque la guerra fría estalló inicialmente a raíz de desacuerdos con respecto a la innecesariamente prolongada ocupación por la Unión Soviética de yacimientos petrolíferos en Irán y los intentos de Moscú de presionar a Turquía para conseguir el acceso de la URSS al Mediterráneo, el naciente conflicto Este-Oeste pronto se centró en los acontecimientos del continente europeo. En Europa los desacuerdos se hicieron particularmente manifiestos durante las distintas conferencias de ministros de asuntos exteriores convocadas por las cuatro potencias aliadas en el curso de la Conferencia de Potsdam en julio-agosto de 1945. Su objetivo era resolver cualesquiera problemas pendientes territoriales o financieros surgidos de la Segunda Guerra Mundial. En particular, las relaciones entre los antiguos Aliados se deterioraron gravemente a raíz de graves desacuerdos sobre las reparaciones de guerra de Alemania. Las relaciones sufrieron también por causa de las vehementes actividades soviéticas encaminadas a establecer un régimen comunista leal bajo e! liderazgo de Walter Ulbricht y la supresión RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 217 de todos los partidos democráticos en su zona de ocupación alemana. Igualmente controvertidos fueron los exitosos empeños de la Unión Soviética de establecer gobiernos comunistas en Polonia y los otros estados de la Europa Oriental. Sin embargo, fue sobre todo e! golpe de estado de febrero de 1948 en Checoslovaquia, un país con una firme tradición democrática, lo que más decepcionó al mundo occidental. La sustitución de casi todos los ministros del gobierno democrático de Praga con otros comunistas, las subsiguientes purgas en el país y la implantación de una eCOnOITÚa de planificación central contribuyeron decididamente a la creciente convicción en el mundo occidental de que Stalin no estaba interesado en la cooperación pacífica y en mantener unido el continente europeo. Para 1947-8 estaba ya claro que se estaban formando dos esferas de influencia opuestas en Europa y dos concepciones políticas y filosóficas muy distintas sobre el futuro de Europa. Además, la creación del Cominforro en septiembre de 1947) durante una conferencia en Polonia con la participación de los comunistas de Europa del Este más los franceses y los italianos} se interpretó como el primer paso de la intención de Stalin de exportar su modelo dictatorial a Europa Occidental. Se dio por hecho que Stalin no dudaría en usar la fuerza de ser necesario y que, alternativamente) podía concentrar sus esfuerzos en socavar los cimientos de las débiles economías y democracias occidentales. De hecho, el Cominform parecía una imitación de la Internacional Comunista de Lenin (abolida en 1943). Estaba claramente dirigida a organizar centralmente todos los partidos comunistas europeos, tanto orientales como occidentales, para extender la revolución. No obstante, los débiles gobiernos de coalición de Francia e Italia sobrevivieron. Los intensos esfuerzos de los partidos comunistas de ambos países, mediante huelgas generales, por impedir que sus países aceptaran la ayuda de! Plan Marshall y, por ende, e!liderazgo de los Estados Unidos) no se saldaron con éxito. Por una vez, los esfuerzos clandestinos y bien financiados de la CIA habían triunfado sobre e! apoyo de Moscú a los comunistas. Además, Yugoslavia siguió siendo una espina clavada en el costado de Stalin. En 1948 Tito fue expulsado de! Cominform y desde entonces e!mundo occidental intentó ganarse el favor de su país y su estatuto semi-neutral. Se creyó, equivocadamente, que la habilidad de Tito para insistir en su independencia significaba e! principio del fin de! bloque soviético. De modo parecido, en los años setenta y ochenta el bloque occidental atribuyó erróneamente una gran importancia al conflicto del dictador rumano Nicolae Ceaucescu con la Unión Soviética. A pesar del empobrecimiento 218 EUROPA DESDE 1945 de su país y las numerosas violaciones de los derechos humanos durante su largo período en el poder (1965-89), el intento de Ceauceseu de perseguir una politica exterior bastante independiente fue celebrado por los anticomunistas occidentales. Inicialmente había sido el gobierno laborista post-1945 de Gran Bretaña, y particularmente el Secretario de Asuntos Exteriores Ernest Bevin, quien se había convencido de la imposibilidad de cooperar con la Unión Soviética en la Europa de la posguerra. Las visiones de la administración americana de Truman hacia Moscú fluctuaban considerablemente entre una plácida creencia en la buena voluntad soviética y la firme condena de las actividades de Stalin en Europa del Este. En gran parte fue el dramático discurso de Churchill en Fulton (Missouri) de marzo de 1947 lo que gradualmente cambió todo esto cuando llamó la atención del mundo hacia el Telón de Acero que había «descendido desde Stettin en el Báltico hasta Trieste en el Adriático».'! No obstante, no fue hasta marzo de 1947, durante una sesión conjunta del Congreso, que Truman dejó clara la política exterior americana. El presidente aprovechó el momento en que los británicos retiraron su apoyo a las fuerzas anticomunistas en Grecia y Turquía por razones financieras para anunciar la Doctrina Truman global: que los Estados Unidos apoyarían a todo país amante de la paz que fuera amenazado por el comunismo internacional. Sin embargo, aún entonces quedaba poco claro si el mito del aislacionismo americano era realmente una cosa del pasado y si el prolongado compromiso de los Estados Unidos con Europa sería moral además de práctico. 12 En Londres los políticos mantuvieron su pesimismo con respecto a la posibilidad de persuadir a los Estados Unidos de mantener su compromiso con Europa. Algunos políticos de la izquierda del Partido Laborista y de la derecha patriótica del Partido Conservador negaban además la conveniencia de convencer a los americanos de permanecer en Europa. Pero el gobierno británico comenzó a defender sus planes para una unión económica y militar occidental (sobre todo con respecto a una estrecha cooperación franco-británica). Se albergaba también la esperanza de que esto facilitara la construcción de una fuerza independiente liderada por 11 Véase F.Harbutt, Thelron Curtain: Churchill, America and the Origins ofthe ColdWar (Nueva York: Oxford University Press, 1986). 12 J. L. Gaddis, «Was the Truman Doctrine a Real Turning Poinr?», Poreign Affairs,52 (1973-4),386-402; M. P. Leffler, Preponderance ofPower: NationalSecurity, theTrumanAdministratíon, and the Cold War (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1992). RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 219 los británicos en los asuntos internacionales corno contrapunto a las potencias americana y soviética. Sin embargo, pronto se hizo patente que, a la vista de los considerables compromisos globales de Gran Bretaña desde Malasia a la India (además de sus caras responsabilidades zonales en Alemania) y sus agotadas reservas económicas, Londres sería incapaz de asumir este papel. El rápido deterioro de las relaciones con la Unión Soviética, así como la creciente conciencia de Gran Bretaña de su propia debilidad dejaron clara la absoluta necesidad de una mayor participación económica, política y militar de los Estados Unidos en el continente europeo. Así, el Reino Unido tomó inmediatamente la iniciativa de establecer la Organización del Tratado de Bruselas (OTB) con Francia y los países del Benelux en 1948 cuando Estados Unidos indicó que, a la vista de la patente amenaza soviética, Washington podría estar interesada en cooperar con Europa Occidental en asuntos de seguridad. No obstante, Estados Unidos esperaba una iniciativa previa de los europeos dirigida a proveer su propia seguridad." Así, una vez creada la OBT a principios de 1948, dieron comienzo las negociaciones para el establecimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. A la vista de las actividades de Stalin en el Este,para 1948 las fuerzas occidentales de ocupación habían decidido también elaborar planes para establecer un estado liberal-democrático en Alemania Occidental, y para reformar la economía de Alemania Occídental y de Berlín Occidental por medio de la introducción de una nueva moneda. Las zonas británica y americana de Alemania ya se habían unido en enero de 1947. Sin embargo, Stalin todavía parecía esperar que en algún momento del futuro la parte occidental de Alemania y el Berlín Occidental pudieran escapar a la influencia de los Aliados Occidentales y volverse neutral; al parecer no albergaba esperanzas de que Alemania Occidental se hiciera comunista. Así pues, Stalin se oponía a la división formal de Alemania. En junio de 1948 Moscú impuso el bloqueo de Berlín con la intención de forzar a los países occidentales a rescindir sus planes separatistas. Pero le salió el tiro por la culata. Occidente respondió con la introducción de un programa masivo de envíos aéreos para evitar la hambruna en la población del Berlín Occidental. La solidaridad occidental con la población de la ciudad dividida en el frente de la guerra fría constituyó un factor de peso en el acercamiento entre los alemanes y los países occidentales. Tan sólo tres años 13 The 1947 Dunkirk Treaty entre Gran Bretaña y Francia todavía fue un tratado militar bilateral dirigido contra una potencial reanudación de una agresión alemana. 220 EUROPA DESDE 1945 después del suicidio de Hitler, el puente aéreo daba a los alemanes occidentales la sensación de «pertenecer» al mundo occidental. El bloqueo de Berlín también fortaleció la resolución de Washington de formar parte de la OTAN y por tanto, por primera vez, comprometerse a un despliegue prolongado de tropas de tierra en el continente europeo en tiempos de paz. En cuanto estuvo claro que los Estados Unidos mantendrían su compromiso de apoyar militarmente al continente europeo, el gobierno británico perdió todo interés en el concepto de la Unión de Europa Occidental. Londres claramente estaba a favor de la cooperación atlántica. Así, la OBT no fue más que el medio para obtener el Pacto del Atlántico Norte, que fue firmado en abril de 1949 por los miembros de la OBT más los Estados Unidos, Canadá, Italia, Islandia, Noruega, Dinamarca y Portugal. Para deleite.de Gran Bretaña, la OTAN era una alianza entre varios países soberanos, aunque firme y claramente liderada por los Estados Unidos, pero no era una organización supranacional. Desde entonces, los responsables de la política de Gran Bretaña han creído siempre que lo mejor para los intereses del Reino Unido en materia económica, política y estratégica nuclear era que su país centrara sus esfuerzos en fortalecer y ampliar su «relación especial» bilateral con los Estados Unidos. Londres comenzó a demostrar una clara falta de interés en la integración del continente europeo. Pero esto, paradójicamente, iba en contra de la política americana. A finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta los responsables de la política americana reconocieron que solamente una Europa Occidental unida y en paz consigo misma podía conformar un frente coordinado contra la amenaza militar e ideológica de la Unión Soviética. Además, sólo una Europa así podía asegurar la reconciliación de la República Federal de Alemania (RFA) con los países de! mundo occidental y generar una duradera amistad franco-alemana al tiempo que evitara las tendencias hacia el neutralismo y el derrotismo. En la base de la visión americana estaba sobre todo la suposición-de que sólo una Europa plenamente integrada, estable y económicamente viable podía evolucionar hacia un continente pacífico y democrático. A su debido tiempo esta estrategia tendría la ventaja adicional de hacer innecesaria la ayuda económica americana a Europa. La prosperidad de Europa Occidental parecía depender de la creación de un mercado único. Así pues, durante el período de posguerra Gran Bretaña y otros países europeos fueron amonestados frecuentemente para que adoptaran una actitud más pro-integracionista. Después de todo, en Washington el apoyo activo del gobierno americano RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 221 y la interferencia en asuntos europeos siempre se vieron como algo limitado y temporal. Además, se esperaba que una Europa económicamente sana fuera capaz de componer unas fuerzas militares fuertes y acatar una política de fuerza frente a la Unión Soviética. En alguna ocasión se contempló incluso la posibilidad de que a su debido tiempo fuera posible liberar a los «pueblos cautivos» de Europa del Este por medio de la fuerza. La política occidental de impedir que la Unión Soviética extendiera sus tentáculos en Europa más allá del río Elbe, que dividía las esferas de influencia de Este y Oeste en el continente europeo, vino a conocerse como «estrategia de la contención». Su principal autor fue el diplomático americano Georges F. Kennan. Pero en tanto que Kennan creía firmemente en su concepción original económico-política de contención, la administración de Truman prestó cada vez más atención a su dimensión militar. La crisis del bloqueo de Berlín había dejado claro que existía una amenaza real de conflicto militar con la Unión Soviética en la dividida ciudad de Berlín en el centro de Alemania. La creencia de Washington en la necesidad de rearmar a los países de Europa Occidental (entre ellos, controvertidamente, el nuevo estado de Alemania Occidental) y de expandir y modernizar las fuerzas convencionales y nucleares de Estados Unidos fue enormemente reforzada por el estallido de la guerra en Corea. En junio de 1950 las fuerzas comunistas de Corea del Norte invadieron Corea del Sur, un protectorado americano. No tardaron en establecerse paralelos con la precaria situación de la dividida Alemania en Europa. Además, en marzo de 1950 se había anunciado que la Unión Soviética había hecho explotar su primera bomba atómica en agosto de 1949 -c-mucho antes de lo que esperaban Washington y Londres. Gran Bretaña no logró realizar sus primeras pruebas nucleares hasta 1952, y Francia hubo de esperar a 1960 (China hizo explotar su primera bomba nuclear en 1962). Asi pues, por efecto de la guerra de Corea e! ingente programa de rearme que recomendaba e! documento NSC-68 de Estados Unidos fue constituido en ley por e! Presidente Truman. En septiembre de 1950 la OTAN creó una estructura de mando integrada a las órdenes de un comandante supremo aliado americano con base en París. En 1952 la conferencia de la OTAN en Lisboa confirmó la voluntad de Europa Occidental de llevar a cabo un fuerte rearme convencional. No obstante, las realidades económicas y financieras de Europa Occidental impedirían que se realizaran estos objetivos tan ambiciosos como poco realistas. Con la muerte de Stalin en marzo de 1953 y la subida al poder de un liderazgo colectivo en Moscú con el prímus ínter pares Georgi Malenlcov se 222 EUROPA DESDE 1945 produjo una cierta suavización de las relaciones Este-Oeste. En la mayoría de los países de Europa Occidental (pero no tanto en Estados Unidos) se desarrolló la percepción de que la amenaza militar del Este comenzaba a disminuir. Pero en 1953 la guerra fría ya había llevado a la división firme del continente europeo. Sólo un puñado de países neutrales o semineutrales (Suiza, Liechtenstein, Austria, Suecia, España, Andorra, Irlanda, quizás Yugoslavia) no se habían visto forzados a tornar partido por uno ti otro bando. Cooperación Este-Oeste, política nuclear en la cuerda floja, y crisis sobre Berlín y Cuba, 1953-1963 Durante los años cincuenta se hizo cada vez más claro que tanto la Europa Oriental como la Occidental no pasaban de ser meros espectadores en el conflicto entre dos superpotencias. Al comprenderlo, británicos y franceses realizaron esfuerzos desesperados por mantener sus papeles de gran potencia. Pero a principios de los sesenta la guerra fría multipolar se había convertido en un conflicto bipolar. Tras la crisis de los misiles de Cuba de octubre de 1962, que llevó al mundo a las puertas de una guerra nuclear, se inició una cauta cooperación entre Este y Oeste, con importantes repercusiones en el continente europeo. La guerra de Vietnam y las políticas anti-americanas del presidente francés de Gaulle también tuvieron hondas reverberaciones en la política europea. No obstante, en cada una de las partes de Europa la superpotencia correspondiente consiguió consolidar su posición hegemónica. Esto dio como resultado numerosos conflictos estratégicos y económico-monetarios entre Washington y sus aliados occidentales, la mayoría de los cuales pudieron ser resueltos por medio de largos procedimientos consultivos. Pese a haberse logrado un cierto grado de prosperidad económica en los países de Europa del Este en los años sesenta, existía un creciente descontento con el dominio cada vez más opresivo de Moscú, que tuvo que recurrir a la fuerza para mantener su influencia. En lo que respecta al continente europeo, los años cincuenta todavía estuvieron presididos por la preocupación por el problema alemán. Para la Unión Soviética inicialmente la cuestión era cómo escindir la RFA de Occidente y establecer una Alemania unida y neutral. Para occidente la cuestión era encontrar la mejor manera de integrar Alemania Occidental en el mundo occidental de modo irreversible y cómo favorecer el acerca- RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 223 miento entre Bonn y París. Esto último se intentó por medio de la integración europea y, a la vista de las abrumadoras fuerzas convencionales de Moscú, mediante el rearme de Alemania Occidental. Pero los franceses se negaron categóricamente a acceder al rearme e integración de un ejército alemán en la OTAN, algo en lo que los americanos habían insistido durante una conferencia de ministros de exteriores en Washington en septiembre de 1950. En lugar de establecer un ejército alemán separado, el primer ministro francés Pleven sugirió una contribución alemana a un ejército europeo dentro de una Comunidad Europea de Defensa (CED) dirigida por un ministro de defensa europeo. Pero el Plan Pleven discriminaba a la Alemania Occidental: no permitía al gobierno de Bonn establecer su propio estado mayor y el ejército europeo consistía en divisiones mixtas, sin ninguna unidad enteramente alemana. Además, los estados miembros del CED sólo pretendían integrar una parte de su ejército en el CED, y retener una parte substancial de sus fuerzas armadas en forma de ejércitos nacionales independientes para sofocar las cada vez más frecuentes revueltas nacionalistas en sus colonias, como por ejemplo en la Indochina francesa o el Congo belga. Además, el Reino Unido rehusaba a participar en un CED supranacional. En Londres se argumentaba que la calidad de un ejército se definíapor el entusiasmo nacionalista de los soldados individuales por defender su país de origen; era poco probable que un soldado quisiera arriesgar su vida en nombre de una Europa vagamente definida. Existía asimismo el temor fundamentado de que la OTAN y el compromiso de Estados Unidos con Europa se vieran debilitados con la creación de un CED. Inicialmente, el gobierno americano se mostró muy escéptico sobre el valor militar del CED, pero gracias a la capacidad de persuasión de [ean Monnet, Washington cambió de opinión. En mayo de 1952 Francia, la RFA, Italia y los paises del Benelux concluían el tratado del CED, al tiempo que se firmaban los llamados acuerdos contractuales que habían de transformar la Alemania Occidental en un estado casi soberano. Era el premio que recibía el canciller Adenauer a cambio de la participación de Alemania Occidental en el CED. Durante 1953-4 el Reino Unido adquirió a efectos prácticos un estatuto de asociado del CED y accedió a una cooperación militar estrecha. Estos gestos no convencieron a la opinión pública francesa. El sacrificio de la identidad nacional de las fuerzas armadas era inaceptable. Además, antes de firmar el tratado el canciller alemán había logrado cambios muy notables en el tratado del CED que garantizaban un tratamiento más igualitario de 224 Alemania Occidental pero parecían debilitar el potencial dominio francés del CED. Los franceses temían cada vez más que los alemanes acabaran por dominar el CED en términos tanto económicos como militares. Al fin y al cabo, existía una considerable presión por parte de Italia y Holanda para expandir el CED hacia una organización política y económica." En agosto de 1954 el CED fue desestimado en el parlamento francés, lo que propinaba un fuerte revés a todo el proyecto de anclaje de Alemania Occídental en el Oeste y de estabilización del continente europeo. Fue el ministro de asuntos exteriores británico, Anthony Eden, quien recibió el reconocimiento por la propuesta de poner el práctica el plan original americano de integrar las fuerzas armadas alemanas en la OTAN. No obstante, antes de unirse a la OTAN en pie de igualdad con . los otros estados miembros, la RFA había de unirse (junto a ltalia) al renovado y reformado OTB, ahora llamado Unión Europea Occídental (VEO). La UEO se utilizaría para organizar la procuración de defensa de sus estados miembros y dar así a cada estado miembro el veto de la compra de armas de cualquiera de los otros estados miembros. De este modo, gracias a la participación de Alemania Occidental en la VEO era posible controlar los esfuerzos de rearme de los alemanes. Además, Adenauer prometió «voluntariamente» que su país no tenía interés alguno en obtener armas ABe (atómicas, biológicas, químicas). Para acabar de tranquilizar a los franceses, Eden prometió también que Gran Bretaña no retiraría del continente sus fuerzas de la OTAN sin el consentimiento de los países de la DEO. Al final, la fórmula tradicional de nación estado de Gran Bretaña de abordar los problemas de integración europea, de seguridad europea y la cuestión alemana se llevaba la palma. En mayo de 1955, Alemania Occidental entraba en la OTAN y, a cambio, se convertía en un estado plenamente soberano dentro del concierto de naciones occidentales (salvo por algunas condiciones aliadas respecto a Berlín y al conjunto de Alemania, entre ellas la reunificación). La Unión Soviética no se mostró tan hostil a este desarrollo como habían hecho pensar algunas previsiones pesimistas. La respuesta del Krernlin a la admisión de Alemania Occidental en la OTAN fue la creación, el 14 de mayo de 1955, del Pacto de Varsovia, la organización militar dominada por la Unión Soviética que más o menos inLos italianos y los holandeses se las ingeniaron incluso para llevar a la asamblea de la CED a esbozar una constitución federal que contenía una cláusula en previsión de la unidad política y económica de los estados miembros. 14 225 EUROPA tegraba los estados satélite de Europa del Este; la RDA se convirtió en miembro de pleno derecho en enero de 1956. Los Estados Unidos y Europa Occidental sintieron un gran alivio con la integración de la RFA en Occidente. Al fin y al cabo, justo antes de que se firmara el tratado original del CED en mayo de 1952, Stalin había hecho todo lo posible por tentar a los alemanes occidentales para que se alejaran de occidente. Por medio de su famosa nota de marzo de 1952, Stalin había ofrecido a los alemanes la reunificación. Incluso parecía ofrecer la liberación de la Alemania Oriental de su esfera de influencia si Alemania Occidental abandonaba el bando occidental y se convertía en un país neutral. La verdadera intención de esta nota es aún hoy una cuestión muy debatida en la bibliografía académica." A pesar de la fuerte presión de los partidos de la oposición en el parlamento de Alemania Occidental de «examinar» la oferta de Stalin, el gobierno de Bonn inmediatamente alentó a los Aliados occidentales a que rechazaran la oferta, lo que éstos hicieron de buen grado. Sin embargo, para horror de políticos de Washington, Bonn y demás, solamente un año más tarde, apenas unos meses después de la repentina muerte de Stalin en marzo de 1953, el primer ministro británico Churchill (que había vuelto al poder a finales de 1951) hizo una propuesta muy parecida. Inspirado por el aparentemente más liberal curso del nuevo liderazgo colectivo de Moscú, defendió una Alemania reunida y neutral, así corno la firma de un tratado de amistad germano-soviético (un Locarno occidental) que sería supervisado por Gran Bretaña. Churchill esperaba que esta posición y un pronto fin de la guerra fria permitieran al Reino Unido centrarse en su reconstrucción económica y mantenerse así como uno de los líderes mundiales. Estaba también convencido de que la continuada división de Alemania sólo podía traer convulsiones, y hasta guerra nuclear, a Europa. La estabilidad en el continente sólo se podría conseguir si se satisfacían las aspiraciones nacionales de los alemanes. Las revueltas en Alemania Oriental de junio de 1953 parecían confirmarlo. Sin embargo, ni siquiera en Londres encontraron mucho apoyo las ideas del primer ministro. La mayoría de los otros países europeos estaban menos entusiasmados con la idea de haber de tratar con una Alemania 15 Para las dos visiones opuestas: R. Stelninger, The German Question: The Stalin Note vf 1952 and the Problem ofReunification (Nueva York: Columbia University Press, 199D); G. wettlg, «Stalin and German Reunification: Archival gvidence on Soviet Poreign Policy in Spring 1952», Historical Ioumal, 37 (1994), 411-19. 226 EUROPA DESDE 1945 reunificada. Sólo Suecia mostró cierta simpatía hacia las ideas de Churchill. La indecisión del nuevo liderato soviético a acceder a una cumbre de las cuatro potencias, además de una colaboración secreta germanoamericana en el verano de 1953, dieron al traste con las posibilidades de realización de la propuesta de Churchill para la solución del problema alemán." El repentino consentimiento de la Unión Soviética al tratado del estado de Austria durante las negociaciones de Moscú de abril de 1955, tras años de desacuerdos con occidente respecto al futuro de este país, puso fin a la ocupación y dio pie al establecimiento de una Austria plenamente independiente con sus fronteras de 1938. No obstante, Austria no estaba obligada a renunciar a futuras intenciones de unión con Alemania y adoptar una posición de país neutral e independiente de los dos sistemas enfrentados de alianzas. El beneplácito de Moscú al tratado del estado de Austria y la expectativa de que la RFA quisiera seguir el ejemplo de la solución austriaca probablemente deba verse como el último intento de la Unión Soviética de alejar a la RFA del bando occidental. Pero Moscú no consiguió lo que deseaba. Una vez Alemania Occidental estuvo plenamente integrada en la Alianza Occidental, en mayo de 1955, la URSS perdió todo interés en cualesquiera planes de neutralidad y reunificación. El nuevo líder soviético, Nikita Khrushchev, comenzó a defender su «teoría de los dos estados» y, por ende, la división permanente de Alemania. Incapaz de impedir la incorporación de Alemania Occidental en el bloque occidental, Moscú se vio obligado a aceptar la nueva realidad. La Unión Soviética comenzó entonces a defender el reconocimiento internacional de su estado alemán. Moscú ya no estaba dispuesta a sacrificar la existencia de la RDA. En 1955 Europa habia quedado definitivamente dividida en una mitad occidental y una mitad oriental. Todo esto quedó simbolizado sobre todo en la invitación soviética al canciller de Alemania Occidental para que viajara a Moscú, lo que fue visto con gran desconfianza en Washington y en la mayoría de capitales europeas. Durante su visita de septiembre de 1955 Adenauer acordó iniciar relaciones diplomáticas con la URSS e intercambiar embajadores a cambio de la liberación de los últimos 10.000 prisioneros de guerra alemanes 16 K. Larres, «Integrating Europe or Ending the Cold War? Churehill's Post-War Foreign Policy», loumal ofEuropean lntegration History, 2 (1996), 15-49; K. Larres, «Preserving Law and Order: Britain, the United States and the East German Uprising of 1953», Twentieth CenturyBritish History, 5 (1994),320-50. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 227 que permanecían en la Unión Soviética. Sin embargo, el inicio de relaciones oficiales con el Kremlin amenazaba con socavar el no-reconocimiento de la RDA por Alemania Occidental y todo el mundo occidental, puesto que Bonn había establecido relaciones diplomáticas con un país que reconocía la legitimidad de la RDA y de la linea Oder-Neisse como frontera oriental de Alemania con Polonia. Por ello, Adenauer anunció que la Unión Soviética, en tanto que una de las cuatro potencias de ocupación, era un caso especial. El reconocimiento del régimen del Berlín Este por cualquier otro país habría sido visto como un acto hostil que debía recibir la respuesta apropiada. Era la llamada Doctrina Hallstein, fuertemente apoyada por los Estados Unidos y los estados de Europa Occidental. Como los acontecimientos demostrarían, hacia finales de los años cincuenta y durante los sesenta se haría cada vez más difícil insistir en el noreconocimiento internacional de la RDA. El reconocimiento oficial de la RDA en 1957 por Yugoslavia y en 1963 por Cuba llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas entre la RFA y estos países. La observancia de la Doctrina Hallstein estaba llamada a convertirse en la manzana de la discordia entre Alemania Occidental y sus aliados en Europa Occidental, cada vez más deseosos de aprovechar las oportunidades comerciales que la RDA ofrecia. En particular, Francia, Gran Bretaña, los países escandinavos e, inicialmente, Suiza, estuvieron tentados a intensificar las relaciones comerciales con Alemania Oriental. De hecho, con la excepción de los bienes estratégicos incluidos en la llamada lista COCOM de bienes prohibidos para el comercio con el bloque Este, los vínculos comerciales entre Europa Occidental y Europa Oriental se intensificaron desde mediados de los años cincuenta. Para cuando Adenauer visitó Moscú, ya había tenido lugar en Ginebra, en julio de 1955, la primera cumbre de las cuatro potencias desde Potsdam. Le siguió una conferencia de los ministros de exteriores de las cuatro potencias en octubre. Aunque ninguna de las dos conferencias logró resolver ninguno de los problemas pendientes de la guerra fria, al menos condujeron a un clima internacional más relajado. Los primeros síntomas parecian indicar que sería posible contener la guerra fría en Europa pacíficamente y consentir en el desacuerdo, una política que dio en llamarse «coexistencia pacífica». Khrushchev también intentó abrir un nuevo capítulo con respecto a los asuntos nacionales soviéticos. Pero su política de desestalinización se le volvió en contra. Durante un discurso secreto en febrero de 1956 (que casi de inmediato fue filtrado a los medios de comunicación occidentales), 228 EUROPA DESDE 1945 RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 229 condenó las políticas del hasta entonces tan admirado Stalin y lo acusó de crímenes horrendos. Su discurso llevó a muchos en Europa del Este a albergar la esperanza de que Moscú fuera a emprender un curso más liberal. Estaban equivocados. Moscú reprimió sin piedad las revueltas de 1956 en Hungría (y las menos dramáticas protestas de Polonia) con la matanza de miles de personas y la ejecución del primer ministro lmre Nágy. El KremÍin forzó a Budapest a rescindir su decisión de abandonar el pacto de Varsovia y a dar marcha atrás en su decisión de construir un sistema multipartidista. Con todo, hasta finales de los años cincuenta las relaciones internacionales europeas se caracterizaron por un inquieto espíritu de distensión. Pero esta desintensificación (temporal) de la tensión Este-Oeste tenía poco que ver con las distintas propuestas de retirada y creación de zonas neutrales desmilitarizadas en el centro de Europa a lo largo de la frontera esteoeste de Alemania que fueron sugeridos, entre otros) por Anthony Eden, George Kennan y (en forma de un plan aún más ambicioso) por el ministro polaco de asuntos exteriores Adam Rapacki. J7 En lo que concierne a Moscú, la cada vez más obvia fractura Sino-Soviética contribuyó al deseo del Kremlin de mantener relaciones pacíficas en su frente occidental. Además) los levantamientos de 1956 en Europa del Este tuvieron lugar en un momento en que, en el curso de la controvertida crisis de Suez, dos democracias occidentales estaban ocupadas en el bombardeo de un país que había actuado en contra de sus deseos (véase más adelante). De modo que la atención occidental se centraba entonces en el Oriente Medio. Nadie en Occidente defendía seriamente el ofrecimiento de apoyo militar a Hungría, puesto que esto inevitablemente habría conducido a un peligroso conflicto con Moscú. Hasta cierto punto el acercamiento entre Este y Oeste a mediados de los años cincuenta se vio perturbado por el llamado «choc del Sputnik» de 1957) que sacudió al mundo occidental y especialmente a los Estados Unidos, que de la noche a la mañana parecía haber perdido su superioridad en tecnología de misiles. Moscú había conseguido por primera vez en el mundo poner un satélite en órbita, y había logrado lanzar el primer misil balistico intercontinental. Las ciudades americanas, y no sólo las europeas, podían ser alcanzadas por las bombas atómicas soviéticas. Pronto los políticos comenzaron a hablar de una «brecha» en la tecnología de misiles en p.~rjuicio de Occidente. En respuesta a ello, Washington pUSO en marcha un programa frenético y bien financiado para alcanzar a Moscú. Sputnik contribuyó a que el gobierno americano se mostrara más que nunca interesado en centrarse en la contención nuclear y esperara que Europa Occidental proporcionara los más costosos medios convencionales de defensa del continente europeo ante una eventual invasión soviética. Para irritación de los Estados Unidos, los europeos eran tan reacios como incapaces de dedicar a defensa los recursos esperados. Hacerlo hubiera afectado seriamente sus esfuerzos de recuperación económica. Entre 1958 y 1963 Europa quedó abrumada por una repentina e inesperada intensificación de la guerra fría. La crisis de Berlín y, sobre todo, la crisis cubana de los misiles de octubre de 1962 llevó al mundo al borde de una guerra nuclear. El Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares de agosto de 1963 entre los Estados Unidos, el Reino Unido, la URSS y cualquier otro estado que deseara participar en este acuerdo internacional que hada ilegal la explosión de bombas nucleares en la atmósfera fue una de las lecciones aprendidas a raíz de la crisis de los misiles. Otra fue la instalación de una línea telefónica directa entre Washington y Moscú. Además, después de Cuba, la distensión Este-Oeste se percibía como la única opción que podía asegurar la supervivencia del mundo a largo plazo. Por lo que respecta al continente europeo, lo que causó una especial tensión fue la segunda gran crisis de Berlín (1958-62). En su ultimátum de noviembre de 1958 el líder soviético Khrushchev exigió el reconocimiento de la RDA como estado independiente y soberano, la retirada de las potencias occidentales de Berlín y la creación de una ciudad libre independiente en Berlín Occidental. Esta crisis no sólo provocó un serio conflicto Este-Oeste con el enfrentamiento de tanques soviéticos v aliados en las calles de Berlín, sino que también causó una gran fricción dentro de la Alianza occidental. El primer ministro británico Macmillan se oponía a la rígida negativa de Washington a aceptar una solución de compromiso con Khrushchev. Macmillan se inclinaba por reconocer la RDA y consentir a la retirada de las fuerzas occidentales del Berlín Occidental a cambio de una solución pacífica a la crisis. Fue especialmente a raíz de la visita de su primer ministro a Moscú en 1959 que Gran Bretaña se vio seriamente enfrentada a Alemania Occidental, Francia y los Estados Unidos y hubo de abandonar su fórmula del compromiso." La crisis de Berlin se resolvió con la construcción del Muro de Berlín en agosto de 1961. 17 E. Hlnterhoff Disengagement (Londres; Stevens, 1959); M. Howard, Disengagement in Europe (Harmondsworth: Penguín, 1958). 18 J. P. S. Gearson, HaroldMacmillan and the BeríinWallCrisis, 1958-1962: The Limits of lnterests anáForce (Basingstoke: Macmillan, 1998). 230 EUROPA DESDE 1945 Aunque odiada por los alemanes, fue tácitamente aceptada por la mayoría de europeos del Este y el Oeste como una solución incómoda pero necesaria para superar el problema alemán y rebajar el potencial de un enfrentamiento militar Este-Oeste en Berlín. Para entonces tanto Gran Bretaña como Francia habían sido eliminados a efectos prácticos del club de grandes potencias mundiales. Esto quedó simbolizado sobre todo con la crisis de Suez de 1956, cuando Gran Bretaña y Francia (en colusión con Israel) atacaron el Egipto de Nasser con la intención de revocar la nacionalización del Canal de Suez por el presidente egipcio. La ira del gobierno americano por no haber sido consultado y el temor de Washington de que la acción británicofrancesa abriera las puertas de Oriente Medio a la Unión Soviética (como efectivamente ocurrió) desembocó en la primera ocasión en que americanos y soviéticos se encontraron en el mismo bando, enfrentados a los dos paises europeos. La Unión Soviética llegó incluso a amenazar con el uso de armas nucleares contra Londres y París. Pero la actuación de Washington fue más eficaz. Una gran presión, inspirada por Washington, sobre la libra esterlina y la imposición efectiva de un embargo de petróleo sobre Gran Bretaña por el presidente Eisenhower tuvieron el efecto deseado. Para enojo de Francia, que causó un gran resentimiento anti-británico en París, Gran Bretaña notificó a los franceses que tenía que retirarse de Egipto. Suez dejó claro que si incluso antiguas potencias mundiales como Gran Bretaña y Francia, que todavía conservaban una gran influencia global, no podían emprender acciones internacionales independientes sin la aprobación y el apoyo de los Estados Unidos y la Unión Soviética, otros países europeos del Este o del Oeste serían del todo incapaces de hacerlo. La crisis de Suez simboliza el declive de la Europa del Este y del Oeste hasta la condición de meros estados satélite de las dos superpotencias. Los vehementes esfuerzos de Londres por obtener el apoyo tecnológico de los Estados Unidos para su programa «independiente» de armamento nuclear durante los años siguientes no hicieron más que confirmar su decadencia. Sin los misiles americanos Skybolt y Polaris para sus cabezas nucleares, Gran Bretaña no habría conseguido mantener su condición de tercera potencia nuclear. Además, en el curso de otra aventura en Oriente Medio, durante la invasión británica y americana del Líbano en 1957, se hizo patente que las grandiosas ambiciones del gobierno de Macmillan en la región estaban firmemente contenidas y controladas por Washington. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 231 Con la excepción del acuerdo cuatripartito de Berlín de 1971-2, la fallida conferencia de las cuatro potencias en París de 1960 fue la última gran cumbre hasta las conferencias de dos-más-cuatro de 1990 (que condujeron a la unificación de Alemania) en que participaron Gran Bretaña y Francia. Después de 1960 la guerra fría se había convertido a todos los efectos en un conflicto entre superpotencias, como gradualmente llegaron a aceptar Francia y Gran Bretaña. En Londres condujo a las relaciones cada vez más estrechas del primer ministro Macmillan con los Estados Unidos y a una poco entusiasta petición de entrar a la CEE. En París, el presidente de Gaulle intentó desesperadamente forjar un papel de gran potencia para su país en oposición a los Estados Unidos." La visión europea de de Gaulle, 1963-1969 Mientras que durante los años cincuenta los políticos del Este y del Oeste se habían centrado sobre todo en los intentos por hallar una solución para el problema alemán, los años sesenta estuvieron dominados por las políticas anti-americanas del presidente francés De Gaulle, así como por el creciente descontento europeo con la participación americana en Vietnam. La creciente inclinación de Washington a basar su política exterior en la existencia de un continente europeo permanentemente dividido en esferas de influencia también encontró una gran oposición en Europa. En particular, los alemanes occidentales que, cada vez más seguros de sí mismos, deseaban participar en las tomas de decisión nucleares de la OTAN/Otemían con razón que Washington había arrumbado el objetivo de lograr la reunificación alemana. De Gaulle tampoco estaba satisfecho con la tendencia de los poderes anglo-sajones de estabilizar el status quo de la guerra fría y mantener el dominio americano sobre el continente 19 R. O. Paxton y N. Wahl (eds.}, De Gaul1e and the United States: A Centennial Reappraisal (Oxford: Berg, 1994), 20 Esto condujo a la propuesta, por parte de Washington, de crear una fuerza nuclear multilateral (MLF) que daría a los europeos la oportunidad de participar en el proceso de toma de decisiones nucleares de la OTAN al tiempo que permitiría a Estados Unidos conservar el dedo en el gatillo nuclear. Sin embargo, aunque Alemania Occidental se mostró interesada, la MLF acabó en nada cuando el Reino Unido y Francia expresaron su preferencia por mantener un control real sobre sus fuerzas nucleares en lugar de obtener la ilusión de control sobre una MLF controlada por Norteamérica. 232 EUROPA DESDE 1945 europeo hasta un futuro indefinido. Después de todo) su propuesta de 1958, poco después de volver al poder, de establecer un directorado americano-británica-francés para supervisar la estrategia de la guerra fría en el mundo occidental había sido cortésmente rechazada. En respuesta, De Gaulle retiró su flota mediterránea de la OTAN. Al mismo tiempo, De Gaulle comenzó a desarrollar sus propias ideas sobre el futuro de Europa. En conjunto, su política exterior se caracterizó por un intenso anti-americanismo y por sus intentos de revitalizar el papel «natural» de Francia como poder global convirtiéndola en líder de una «Europa europea>~. En 1962-3, una vez De Gaulle hubo conseguido apaciguar su sangrienta guerra en el Norte de África retirándose y accediendo a la independencia de Argelia, y una vez hubo desarrollado la capacidad nuclear francesa, comenzó a defender activamente sus propios planes para Europa: una Europa liderada por los franceses que fuera independiente de los Estados Unidos y cimentada en acuerdos bilaterales con Alemania Occidental. De Gaulle estaba convencido de que si la Europa continental conseguía organizarse a sí misma y organizar cabalmente sus recursos, podía llegar a desafiar la hegemonía americana y soviética en el continente europeo y eventualmente superar el conflicto Este-Oeste. Esto explica por qué en enero de 1963 De Gaulle vetó la solicitud de entrada de Gran Bretaña en la CEE. No estaba dispuesto a permitir que Londres socavara su estrategia europea con su «relación especial» con los Estados Unidos. Veían en Gran Bretaña a un caballo de Troya americano y, en consecuencia, objetaba al ingreso de Gran Bretaña en la CEE. De Gaulle veía en el tratado bilateral franco-alemán de 1963 un paso adelante hacia una tercera vía, liderada por Francia, para la política mundial. Pero la decepción no tardó en llegar. No sólo insistió el parlamento de Alemania Occidental en añadir un preámbulo al tratado en el que se hacía hincapié en los estrechos vínculos que unían la RFA con los Estados Unidos y con la Alianza Atlántica, sino que el sucesor de Adenauer, Ludwig Erhard, era un atlantista convencido. Resultó imposible empujar a Bonn a escoger entre Washington y París en favor del último. Además, de Gaulle estaba cada vez más irritado con la cada vez más obvia preferencia de los americanos a tratar con la Unión Soviética bilateralmente y a desestimar a los europeos -incluso a los dos países europeos con armamento nuclear. La crisis de los misiles de Cuba, las negociaciones de las prohibiciones de pruebas nucleares, la nueva «estrategia de respuesta flexíble» que los Estados Unidos gradualmente desarrollaban e imponían a RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 233 la OTAN/ 1 así como la desacertada política americana en Vietnam, fueron todas puestas en práctica sin consultar para nada con los europeos, lo que contribuyó no poco al resentimiento de De Gaulle.A mediados de los años sesenta, cuando ya se había dado cuenta de la futilidad de intentar alejar a Bonn de Washington, De Gaulle comenzó a desarrollar una nueva estrategia para aumentar la independencia de Francia en la política mundial. Ya entre 1960 y 1965 había comenzado a retirar unidades militares francesas de los ejercicios militares de la OTAN y, a mediados de 1966, el presidente francés decidió retirar completamente a su país del mando militar integrado de la OTAN, aislándolo así deliberadamente. Más importante, y estrechamente vinculada a su estrategia con la OTAN, fue la decisión de De Gaulle de emprender una Ostpolitik {epolítica para el Este»] a lafrancaise. Confiaba en que, a la larga, esta política condujera a un mundo menos bipolar, que fortaleciera a Francia económicamente y le propinara un papel de mediador en el conflicto entre Este y Oeste. A principios de 1964 Francia reconoció diplomáticamente a China. En 1965 el ministro de asuntos exteriores soviético Grornyko visitó París. En 1966 el mismísimo De Gaulle realizó una fructífera visita de estado a Moscú, que fue correspondida al año siguiente, cuando el jefe de estado soviético Kosygin vino a París. La Guerra de los Seis Días en Oriente Medio en junio de 1967 encontró a los franceses del lado de Europa del Este, Moscú y los estados árabes, mientras que la mayoría de los países europeos occidentales (ente ellos la RFA) y los Estados Unidos apoyaban a Israel. Para entonces De Gaulle había comenzado ya a firmar tratados comerciales con todos los países de Europa del Este con la excepción de la RDA. En vista de las sensibilidades de Alemania Occidental, De Gaulle rehusó reconocer la RDA. Continuó cortejando políticamente a Alemania Occidental cuado en Bonn gobernaba la Gran Coalición (1966-9). En ocasiones el presidente francés todavía confiaba en debilitar la estrecha relación entre Alemania Occidental y los Estados Unidos. Obviamente había subestimado hasta qué punto Bonn confiaba en su relación con Washington en lo concerniente a su seguridad exterior, su bienestar 21 Esto significaba, en esencia, que la OTAN utilizaría primero armamento convencional, luego armamento nuclear de alcance medio (las llamas armas nucleares de campo de batalla), antes de emprender una guerra nuclear total contra un ataque soviético a Europa Occidental. Para una sólida revisión del tema, puede consultarse B. Heuser, «The Development ofNATO's Nuclear Strategy», Contemporary European History, 4 (1995), 37-66. 234 EUROPA DESDE 1945 RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 235 económico y la situación de Berlín. El presidente francés llegó incluso a declarar repetidas veces que su concepto de una «casa común europea» incluía la reunificación de Alemania con la conclició~ de que Bonn aceptara la línea Oder-Neisse y prometiera no obtener nunca armamento nuclear." Esta estrategia gozaba al parecer de dos ventajas para De Gaulle. Indicaba a la Alemania Occidental que si no defería a la política pan-europea de De Gaulle, éste podía reconocer a la RDA y con ello socavar definitivamente las aspiraciones de Bonn de unificación y su pretensión de hablar por la nación alemana entera. Asimismo, mantenía la política de Bonn con Europa del Este bajo control francés, ya que impedía cualquier acción que no hubiera sido consentida previamente por Francia. Al fm y al cabo, si Bonn emprendía su propia Ostpolitik podía esperarse que condujera a un aumento de la influencia política y económica de Alemania Occidental en Europa del Este. Además, las frecuentes declaraciones públicas de De Gaulle con referencia al derecho de los alemanes a reunificarse fijaban la atención de Europa del Este (y especialmente de Polonia) en las posibles aspiraciones revanchistas de Bonn. De este modo, se dirigirían a Francia para compensar las ambiciones de Alemania Occidental. París confiaba en que esto impidiera que surgieran vínculos independientes entre Alemania Occidental y las naciones de Europa del Este y, por ende, cualquier política que pudiera desafiar las aspiraciones francesas a liderar Europa. Sin embargo, cuando en 1968 tanto la administración americana como la Gran Coalición en Bonn emprendieron una política más activa con Europa del Este, la Ostpolitik francesa se paralizó. Había varias razones para ello. Tanto los Estados Unidos como Alemania Occidental eran, tanto económica como política y estratégicamente, consortes más interesantes para Moscú que París. Como remate, los acontecimientos casi revolucionarios acaecidos en París en mayo de 1968 socavaron fundamentalmente la reputación de De Gaulle y de sus estrategias políticas. La Doctrina Breznev y la invasión soviética de la República Checoeslovaca en agosto de 1968, así como la deposición del régimen comunista liberal dirigido por Alexander Dubéek, pusieron un fin abrupto a cualquier esperanza de que la Unión Soviética estuviera dispuesta a tolerar algún grado de independencia en Europa Oriental. Esto llevó a De Gaulle a cuestionar su propia Ostpolitik. Al fin y al cabo, el principal objetivo de su política en Europa del Este había sido la superación de la divisoria Este-Oeste y la creación de Aunque en su conjunto la Ostpolitik de De Gaulle debe verse como un fracaso, al parecer su ejemplo tuvo un efecto estimulador sobre los políticos de Bonn, que se movía con mucha más cautela que la «Grand Nation». De mediados a finales de los años sesenta Alemania Occidental parecía inclinarse por la eliminación de la cada vez más anticuada Doctrina Hallstein. Bonn se fue dando cuenta de que los rígidos aspectos políticos y legales de la estrategia tradicional de Adenauer con Europa del Este, la «política de la fuerza», era contraproducente. Pero Bonn todavía no estaba preparada para seguir la declaración de los paises del Pacto de Varsovia de 1967 según la cual Alemania Occidental debía reconocer a la RDA antes de que se pudiera producir un acercamiento entre el Este y el Oeste. Sin embargo, algunos de los principales políticos de Alemania Occidental se dieron cuenta de que la unificación sólo era posible en el marco de un acuerdo de ámbito europeo. En este contexto Francia y los Estados Unidos habían de ser partícipes en la apertura de Alemania Occidental a Europa del Este. Por consiguiente, los politicos de Alemania Occidental no estaban en 22 De Gaulle no excluía la posibilidad de que Bonn pudiera participar en la decisión sobre el uso del armamento nuclear por las grandes potencias, Francia incluida. 23 A. Stent, Prom Embargo to Ostpolitik: The Political Economy ofWest' German-Soviet Reíations, 1955-1980 (Cambridge: Cambridge University Press, 1981), 155. una Europa guiada por Francia y en gran medida libre de la influencia de las dos superpotencias. La invasión dejaba claro que, en Moscú, Francia y las estrategias de De Gaulle nunca se habían considerado tan importantes. Asimismo, desde la invasión soviética de Praga en 1968, la URSS se había mostrado más decidida que nunca a «llegar a un acuerdo con Occidente para el reconocimiento de la legitimidad de la influencia soviética en Europa del Este que minimizara la probabilidad de una nueva Checoslovaquia»." Esto, sin embargo, no se refería tanto a un acuerdo con Francia como con Washington y Bonn. En los últimos meses de su presidencia, De Gaulle comenzó a dar señales de estar dispuesto a considerar cierta coordinación de las fuerzas nucleares de Francia y de la OTAN, y a admitir la entrada de Gran Bretaña en la CEE. Esta política de acercamiento a Gran Bretaña con el fin de utilizar a este país como contrapeso a una Alemania Occidental cada día más segura de sí misma y económicamente más fuerte continuaría, aunque en un grado menor, con el sucesor de De Gaulle, Georges Pompidou. Ostpolitik y el fin de la guerra fría EUROPA DESDE 1945 posición de elegir entre Paris y Washington, como De Gaulle les había instado a hacer. Comprendieron siempre que debían mantener buenas relaciones con estos dos países, así como con los otros países europeos.- El problema era que los políticos de Alemania Occidental tenían que hacerse más flexibles e independientes, pero evitando provocar con ello la sospecha en Estados Unidos y Europa Occidental de que Bonn estaba poniéndose de parte de Moscú y Europa del Este. A este respecto, los alemanes occidentales eran afortunados (e inspirados) por el hecho de que su Ostpolitik correspondiese con el inicio de un período general de distensión gradual de las superpotencias desde el advenimiento de la administración de Nixon en Washington a principios de 1969. La Ostpolitik fue seguida enérgicamente por el gobierno social-democrática-liberal del canciller Willy Brandt (1969-74), y condujo a la firma de tratados con la URSS (agosto 1970) y Polonia (diciembre 1970). Su política contribuyó asimismo al Acuerdo de Berlín entre las cuatro potencias aliadas (diciembre 1971-junio 1972) qne resolvió la situación de crisis permanente que rodeaba a Berlín. Clarificó la posición según la cual las potencias occidentales tenían derecho a retener sus fuerzas militares en el Berlín Occidental y que el Berlín Occidental estaba estrechamente vinculado a Alemania Occidental, aunque constitucionahnente se mantenía como una entidad separada. Por encima de todo, la Ostpolitik dio como fruto el Tratado Básico entre los dos estados alemanes (diciembre 1972).24 La importancia de los tratados con Moscú, Varsovia y Berlín Oriental consistía en que Alemania Occidental aceptaba ahora las fronteras de posguerra en Europa, entre ellas la frontera entre las dos Alemanias, así como la línea Oder- Naisse como frontera entre Alemania y Polonia. Con ello, Alemania Occidental renunciaba defacto (aunque no dejure, lo que habría de aguardar hasta 1990) a los territorios perdidos durante la Segunda Guerra Mundial. También aceptaba a la RDA como un segundo estado alemán legítimo y reconocía, por tanto, la división de Alemania, aunque manteniendo la ambición de lograr una unificación pacífica en el futuro." W. Brandt, My Lifein Politics (Nueva York: viking, 1992), 154-241, No obstante, la RFA no reconoció la soberanía del estado de Alemania Oriental con respecto a cuestiones como las fronteras de la RDA, la ciudadanía, la reunificación y la pertenencia a organizaciones internacionales. Bonn deseaba preservar la noción de una «relación especial» entre Bonn y Berlín Este y la existencia de «una nación alemana» pero dos estados alemanes. Por ello, Bono y Berlín Este no intercambiaron embajadores, sino representantes permanentes. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 237 Con estos drásticos cambios de política, el gobierno de Bonn siguió las necesidades de la cambiante situación internacional, así como los deseos de sus aliados occidentales y los países de Europa Oriental. Se creía que la resolución de la cuestión alemana y la aceptación de las fronteras europeas de la posguerra darian pie a una más intensa cooperación política y económica entre Europa Occidental y Oriental. Y, en efecto, los vinculas comerciales en Europa se expandieron enormemente desde principios de los años setenta. La serie de tratados bilaterales inspirados por la Ostpolitik concluyó cuando Bonn firmó un tratado de reconciliación con Checoslovaquia en diciembre de 1973. Desde entonces, la Ostpolitik pasó a estar integrada en el proceso general de distensión de las superpotencias y las negociaciones de desarme que habían comenzado tímidamente durante los años setenta. Su primer logro fue la firma del primer Tratado para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT 1) el 26 de mayo de 1972, durante la visita a Moscú del presidente Nixon. En noviembre de ese mismo año comenzaron en firme las conversaciones para una conferencia sobre seguridad y cooperación en Europa (CSCE), que dieron como resultado una serie de reuniones entre 1973 y 1975 que concluyeron con la importante conferencia de Helsinki de julio-agosto de 1975. 26 Los Acuerdos de Helsinki fueron firmados el 1 de agosto de 1975 por treinta y cinco paises europeos además de los Estados Unidos y Canadá. Solamente Enver Hoxha, el líder comunista de línea dura y pro-maoista de Albania, rehusó firmar el tratado. A causa de la situación de pobreza y las inclinaciones pro-chinas de Albania, Hoxha había dejado el Comecon en 1961 yel Pacto de Varsovia en 1968. El establecimiento del CSCE fue un avance extremadamente importante. Hasta el fin de la guerra fría fue el único foro que reunía regularmente a todos los estados europeos, comunistas o capitalistas, además de los Estados Unidos y Canadá." En conjunto, los Acuerdos de Helsinki facilitaron una drástica disminución de las tensiones entre Este y Oeste. Por ello, fueron muy criticadas por muchas fuerzas ardientemente anti-comunistas tanto en los Estados Unidos corno en Europa Occidental. Después de todo, Moscú había obtenido Z4 25 26 Véase A. Heraclides, Security and Co-operatian in Butope: The Human Dimension, 1972-1992 (Londres: Frank Cass, 1993). 27 Belgrado 1977-8, Madrid 1980-3, Viena 1986-9 y Helsinki 1992, cuando la CSCE con sus cincuenta y tres miembros fue reformada y pasó a ser una agencia de las Naciones Unidas. EUROPA DESDE 1945 aquello por lo que había luchado desde los años cincuenta: el reconocimiento de las fronteras de posguerra en Europa tal como resultaron de la Segunda Guerra Mundial y, con ello, la legitimación de su esfera de influencia en Europa del Este. A cambio, la Unión Soviética y todos sus países satélite se comprometieron a intensificar la cooperación entre Este y Oeste. Mediante la firma de la Cesta III de los Acnerdos de Berlín, acordaron también prestar una mayor atención al respeto de los derechos humanos en Europa del Este (incluido el derecho a viajar y la libertad de expresión política y religiosa). En el curso de los años setenta y ochenta, los Acuerdos de Berlín estimularon la constitución de un número cada vez mayor de movimientos disidentes en la URSS y en mnchos países de Europa del Este (especialmente en la RDA, Polonia, Hungría, y la República Checoeslovaca). Juntamente con el estancamiento económico en Europa del Este, la Ostpolitik y la CSCE contribuyeron a un ánimo general de descontento e insatisfacción con el status quo de la Europa Oriental. Todavía se discute en la bibliografía académica si Helsinkí y la Ostpolitik desempeñaron algún papel en el desencadenamiento de las llamadas «revoluciones de terciopelo» de Europa del Este de 1989-90 o si, en cambio, ayudaron a consolidar y por tanto prolongar el imperio de la Unión Soviética en Europa. Lo que sí parece claro es que la Ostpolitiky Helsinki tuvieron a la larga un considerable efecto indirecto sobre la auto-liberación de los países de Europa del Este; ayudaron al menos a acelerar los desarrollos que culminaron en los acontecimientos de 1989-90. A corto plazo, en cambio, los resultados fueron decepcionantes. Por ejemplo, grupos humanitarios como la Carta Checoslovaca 77 intentaron que el gobierno de Praga refrendara con hechos los Acuerdos de Helsinki, pero sus miembros fueron a menudo perseguidos y encarcelados por sus actividades. Lo mismo ocurrió en Polonia y en la RDA. En respuesta a las protestas de los países occidentales, la Unión Soviética insistió en que era ilegal que occidente interfiriera en los asuntos internos de Europa del Este. La disposición de Washington a principios de los años setenta de emprender un período de distensión con la Unión Soviética y de acceder, ante las peticiones de los europeos, a una relajación de la guerra fría, estuvo fuertemente influenciada por los problemas económicos y financieros de los Estados Unidos. Algunos comentaristas comenzaron a hablar de una relativa decadencia americana y del fin del siglo de América. Así quedó compendiado cuando Nixon puso fin en 1971 al sistema económico de Bretton Woods de 1944 con la repentina suspensión de la convertibili- RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 239 dad del dólar con el oro, lo que tuvo como consecuencia el cambio libre de las monedas internacionales y la devaluación del dólar. Al mismo tiempo, el presidente impuso una tarifa protectora del diez por ciento sobre todos los bienes importados. Estas medidas fueron dictadas única y exclusivamente por las necesidades económicas nacionales de los Estados Unidos, sin tener en cuenta las posibles consecuencias económicas negativas para sus aliados europeos. Los problemas de América se debían en gran medida al coste de la Guerra de Vietnam, a la carga persistente de la financiación de los programas nacionales de la «gran sociedad» de los años sesenta, y a la relativa sobrevaluación del dólar, que ayudaba a las exportaciones europeas y japonesas. La imposición en la CE de contingentes, controles sobre el cambio y licencias de importación para los bienes procedentes de otros países, así como la proteccionista política agraria común (PAC) de la Comunidad, inaugurada en 1966, contribuyeron al creciente déficit presupuestario de los Estados Unidos. Este país no sólo había acumulado un considerable déficit de la balanza de pagos, sino que, desde 1971 y por primera vez desde 1883, tenía también un considerable déficit comercial además de problemas inflacionarios, aumento del desempleo y salarios casi congelados, y la posición del dólar, la principal moneda de reserva del mundo, se estaba debilitando. La situación no tardó en empeorar en el ominoso clima económico internacional que siguió a la Guerra Árabe-Israelí de octubre de 1973, que condujo a la imposición de un embargo del petróleo árabe en la mayoría de los países occidentales y, en consecuencia, a un aumento global del precio del petróleo. Washington y los europeos necesitaban adaptarse a la nueva situación, que debía incluir un grado mucho mayor de cooperación mutua en igualdad de condiciones. Pese a la competencia económica y la enorme ira que se desató, por ejemplo, tras la decisión del secretario de estado americano, Henry Kissinger, de declarar 1973 como Año de Europa sin haber consultado antes a los propios europeos, en conjunto Washington y Europa Occidental se las arreglaron, aunque no sin grandes dificultades, para resolver sus diferencias. En última instancia, los Estados Unidos no tuvieron más elección que aceptar la emancipación de Europa Occidental del tutelaje americano. Desde mediados a finales de los años setenta comenzó a notarse que los países de Europa Occidental y Oriental comenzaban a divergir gradual y cautamente de las politicas seguidas por sus patrones en Washington y Moscú. Con la perspectiva que no da la historia parece que las naciones europeas fueron recuperando gradualmente su identidad europea común 240 EUROPA DESDE 1945 y se hicieron más conscientes de sus intereses compartidos en los asuntos mundiales. De hecho, cuanto mayores eran sus respectivas dificultades con Washington y Moscú, más unidos estaban los países europeos. A mediados de los años setenta podían observarse graves problemas en la cooperación entre las superpotencias. Por ejemplo, las extensas conversaciones MBFR (Redncción Mutua y Equilibrada de Fuerzas) sobre control de armas que tuvieron lugar en Ginebra y Viena después de 1973 y las negociaciones del SALT II durante la administración Carter comportaron grandes dificultades para las relaciones Este-Oeste. Además, el fortalecimiento del movimiento neo-conservador americano en los años setenta parecía presagiar una nueva fase hostil en la guerra fria. La opinión pública europea y muchos políticos de Europa Occidental rehusaron cooperar. Pero el creciente consenso en los Estados Unidos de que la Unión Soviética estaba en realidad intentando conseguir una superioridad militar y nuclear a socapa de los acuerdos de reducción de armas comenzó gradualmente a preocupar también a algunos países europeos de la OTAN como Alemania Occidental y Gran Bretaña. Con el tiempo condujo a la decisión de la OTAN de rearme «a dos vías» de diciembre de 1979. Se trataba de un intento de negociar con Moscú para conseguir la reducción e incluso eliminación de los misiles SS-20 de alcance medio del Kremlin que apuntaban a Europa Occidental. Si esto resultara inviable, como en efecto ocurrió, se desplegaría armamento americano equivalente, misiles de crucero y misiles pershing, en territorio de Europa Occidental, sobre todo en Alemania Occidental. Pero la opinión pública europea criticó acremente esta decisión. En Bonn contribuyó a la caída del gobierno de Schmidt y a su sustitución por el gobierno de centro-derecha de Helmut Kohl de 1982. Causó también numerosas revueltas populares en Francia e Italia y condujo al rápido desarrollo de un movimiento pacifista europeo. Éste último benefició sobre todo a los nuevos partidos verdes pacifistas, ambientalistas e izquierdistas de Europa Occidental, que eran especialmente fuertes en la RFA, Francia y los países del Benelux. La creciente oleada de eurocomunismo que afectaba al sur de Europa (en particular a Italia, Francia y España) desde mediados de los años setenta preocupaba también a los Estados Unidos mucho más que a los europeos. A pesar de la independencia de Moscú de los eurocomunistas y de su ambición de democratizar sus estructuras de partido, Washington temía que la OTAN no pudiera sobrevivir a los desarrollos internacionales de los años setenta. Después de todo, Grecia se retiró de la OTAN en 1974 a la vista de la actitud ambigua de los paises occidentales frente a RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 24 ' la invasión turca de la isla de Chipre tras el golpe de estado suscitado por Grecia. El régimen militar gobernante en Atenas confiaba en poder unir Chipre con Grecia y mejorar así su deteriorada popularidad nacional. Además, existía la posibilidad de que los comunistas lograran carteras de ministro en países como Italia, Francia, la España post-franquista, y el inestable y revolucionario Portugal. Hasta 1974 y 1975, estos dos últimos habían sido todavía estados autocráticos dominados por gobiernos fascistas. También podían observarse serios desacuerdos entre Washington y sus aliados acerca de la relajada actitud de los europeos occidentales hacia las diferencias en Estados Unidos y la Unión Soviética sobre las guerras civiles por poderes de Angola y Etiopía-Somalia de mediados de los años setenta. Lo mismo se aplicaba a la invasión soviética de Afganistán en diciembre de 1979, que preocupó a los europeos mucho menos que a los Estados Unidos. La elite política americana estaba embargada cada vez más por un ardiente anti-comunismo que culminó con la elección del presidente Reagan a finales de los ochenta. Reagan, como ya antes que él [immy Carter durante los dos últimos años de su presidencia, no dudó en volver a las recias actitudes de la guerra fría de los años cincuenta y principios de los sesenta, aunque Washington por regla general obvió consultar o incluso informar a sus aliados europeos. Los europeos occidentales juzgaron que eran ellos los que más tenían que perder con una vuelta a la guerra fría. Por ello, se propusieron continuar con la distensión en Europa. Para consternación de Washington, el presidente francés Giscard d'Estaing llegó incluso a visitar al envejecido Breznez en Moscú en mayo de 1980 para atemperar la crisis de Afganistan. Al mismo tiempo, cada vez con más frecuencia el gobierno polaco, guiado por los soviéticos, intentaba aplacar con mano dura las manifestaciones y huelgas convocadas por el sindicato Solidaridad con motivo de la falta de alimentos. También el gobierno de Alemania Oriental comenzó a aplicar mano dura contra la proliferación de movimientos disidentes en la RDA. Sin embargo, los cancilleres de Alemania Occidental Schmidt y Kohl estaban tremendamente interesados en seguir estrechando lazos políticos y comerciales con las elites gobernantes del Berlín Este y de Varsovia. A excepción de la primera ministra británica, Margaret Thatcher, muchos gobiernos de Europa Occidental rechazaron también el consejo americano de criticar abiertamente las violaciones de los derechos humanos en el bloque Este, acabar con acuerdos económicos como la ayuda para la construcción de un oleoducto y gasoducto de Siberia a Europa Occidental, y emprender programas de rearme. EUROPA DESDE 1945 Estas diferencias de opinión entre la mayoría de países de Europa Occidental y Estados Unidos se fundamentaban sobre todo en visiones políticas del mundo muy distintas. Muchos políticos americanos creían en una más o menos burda estrategia de «percha y zanahoria», En Europa se creía que, pese a todas las actividades reprensibles de los gobiernos de Moscú y Europa del Este, no había más alternativa que mantener las conversaciones con estas administraciones a fin de mejorar al conjunto de gentes de Europa del Este a largo plazo. Por consiguiente, el boicot americano a los Juegos Olímpicos de 1980 en Moscú no halló eco más que en unos pocos países de Europa Occidental, entre ellos Alemania Occidental, que se sentía especialmente vulnerable a los disgustos americanos. De hecho, la fuerte tensión entre los países de Europa Occidental y los Estados Unidos con respecto a los sacrificios económicos y políticos que Washington esperaba para castigar las desviaciones de la Unión Soviética de la distensión y de Helsinki contribuyó al desarrollo de una identidad europea. De buen seguro contribuyó a dar nuevo aliento a los esfuerzos por construir una Europa Occidental cada vez más estrechamente integrada e independiente. En 1984 hubo intentos de revivir la moribunda UEO como brazo militar de un Europa unida. A mediados de los años ochenta parecía que Europa Occidental estaba cambiando de opinión respecto a la invitación que había ofrecido a los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial de asumir el liderazgo de la mitad occidental del continente europeo. Asimismo, en Europa del Este se desarrolló durante los años ochenta una política un tanto más independiente. Los gobiernos de, sobre todo, Alemania Oriental, Hungría y Rumanía demostraron un deseo cada vez más ferviente de intensificar sus lazos económicos y comerciales con Europa Occidental. Esto no parecía necesario únicamente para rescatar las profundamente afectadas economías de estos países. Se pretendía también, especialmente en el caso de la RDA, apaciguar a los disidentes políticos, cada vez más abiertamente críticos, con más lazos culturales entre Este y Oeste. Sin embargo, la mayoría de las veces, los ciudadanos disidentes eran encarcelados o, en el caso de Alemania Oriental, «alentados» a emigrar a Alemania Occidental. La helada atmósfera de las relaciones Este-Oeste cambió gradualmente durante el segundo mandato de Reagan cuando Mijail Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética, llegó al poder en 1985. No obstante, acontecimientos como las diversas cumbres entre Reagan y Gorbachov de 1986-8 que condujeron a drásticos tratados de reducción de armas fueron un asunto entre superpotencias. Los gobiernos europeos tanto del Este RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 243 como del Oeste fueron poco más que espectadores pasivos. Además, no sólo Moscú, sino también Washington seguían demostrando una absoluta falta de interés por consultar con sus aliados en Europa. De hecho, hasta mediados-finales de 1989, los políticos de Europa Occidental como Margaret Thatcher en Londres y Helmut Kohl en Bonn estaban profundamente preocupados por los acuerdos americano-soviéticos de reducción de armas nucleares (como, por ejemplo, el acuerdo INF [Fuerzas Nucleares de Alcance Medio] de diciembre de 1987). Estos acuerdos pa· recían garantizar la seguridad del continente americano, pero ofrecían muchas menos ventajas para Europa. Además, hacía aún más cuestionable que hasta entonces la estrategia de «respuesta flexible» de la OTAN. Pese a la retirada voluntaria ordenada por Gorbachov de una parte de las tropas soviéticas destacadas en Hungría y otros países de Europa del Este en la primavera y verano de 1989, los europeos se encontraron todavía enfrentados a la abrumadora superioridad de fuerza militares convencionales de la Unión Soviética. No faltaban tampoco suspicacias en Europa del Este. Por ejemplo, durante un encuentro entre los líderes de los países del Pacto de Varsovia en Bucarest en julio de 1989, Gorbachov recibió fuertes críticas por no haber intervenido contra los regímenes reformistas de Polonia y Hungría. En particular, el líder de Alemania Oriental, Erich Honecker, el presidente Checolovaco Gustav Husak, el de Rumanía, Nicolae Ceausescu, y el presidente búlgaro Todor Zhivkov, no estaban preparados para adoptar un curso más liberal y reformista. En Hungría ya se había tomado este rumbo con el desarrollo de un sistema multipartidista de inspiración democrática en enero de 1989. A principios de mayo el país comenzó incluso a desmantelar los controles fronterizos con Austria, lo que permitió a un número aún mayor de alemanes orientales escapar a la RFAa través de Hungría, lo que socavaba gravemente el gobierno de Honecker. El gobierno polaco de laruzelski había iniciado conversaciones de mesa redonda con el líder de Solidaridad Lech Wale§a y con la iglesia católica en febrero de 1989. Llegado el mes de abril se habían acordado ya importantes reformas políticas y económicas, entre ellas la constitución de un sistema multipartidista. En agosto de 1989 las elecciones libres que habían tenido lugar en junio condujeron al nombramiento de un líder de Solidaridad, Tadeusz Mazowiecki, como primer ministro, la primera vez que este cargo era ocupado por un político no comunista en un país de la esfera de influencia soviética en Europa del Este. El énfasis de Gorbachov en una «casa común europea» y sus frecuentes comentarios de que veía a Europa como un continente con una 244 EUROPA DESDE 1945 identidad cultural e histórica unida fueron intentos de tranquilizar a los europeos acerca de la naturaleza pacífica de su política. No obstante, estas ideas y sus tremendamente populares visitas a Bonn, Berlín Este) Londres y París a mediados de 1989, durante las cuales defendió su visión europea) no lograron disolver las sospechas que embargaban a buena parte de Europa Occidental respecto a las intenciones de la Unión Soviética. La situación s6lo se aclaró cuando Moscú aceptó las revoluciones populares acaecidas en todos los países de Europa del Este en 1989 y principios de 1990. Tal como Gorbachov había prometido cuando rescindió públicamente la Doctrina Brezhnev en su discurso ante las Naciones Unidas de diciembre de 1988, no intervino militarmente para impedir la caída de los regímenes comunistas de Polonia, Hungría, la República Checoeslovaca, Bulgaria, Rumanía y Albania. Los estados que conformaban la URSS eran otra cuestión. Gorbachov envió tropas a Lituania en marzo de 1990 (aunque pronto las retiró de nuevo) para impedir la secesión del país de la URSS después de que tuvieran lugar las primeras elecciones libres de la historia de -la Unión Soviética, que se saldaron con la elección del presidente no comunista Vytautas Landsbergis. A principios de 1990, tras cierta oposición inicial, el Krernlin accedió incluso a renunciar al país que había sido una de sus posesiones más florecientes y apreciadas durante la guerra fría: Alemania Oriental. El acontecimiento decisivo, en gran parte por razones simbólicas, fue la repentina e inesperada apertura del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989. Poco después, Gorbachov y el nuevo presidente americano Bush declararon el fin de la guerra fría durante una cumbre bilateral celebrada en la costa de Malta en diciembre de 1989. El año 1990 vio el establecimiento de gobiernos elegidos democráticamente en la mayoría de los países de Europa del Este. En octubre de 1990 Alemania fue reunificada, y para diciembre de 1991 ya se habla disuelto la Unión Soviética. En el Kremlin Gorbachov fue reemplazado por Boris Yeltsin corno Presidente de Rusia. Yeltsin dirigió también la débilmente organizada Comunidad de Estados Independientes (CE!) de antiguos estados soviéticos, la mayoría de los cuales eran ya naciones soberanas, entre ellas Ucrania, Azerbaijan, Armenia, Moldavia y Bielorrusia. Georgia y los tres estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) se convirtieron en estados plenamente soberanos e independientes y no se unieron al CE!. No obstante, parecía claro que no habían sido los gobiernos europeos, sino las gentes europeas, los que habían desencadenados estos drásticos desarrollos. Solamente a lo largo de 1990-1 lograron los gobiernos europeos electos reafirmar su control de la política europea. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 245 La integración de Europa: del plan Schuman a los años noventa El deseo de integrar la Europa Occidental después de la Segunda Guerra Mundial estaba motivado principalmente por la necesidad de impedir otra guerra en Europa. Para esto era necesario incitar un acercamiento duradero e irreversible entre Francia y Alemania, los dos estados más grandes y económicamente potentes del continente. Un motivo secundario era facilitar una rápida recuperación económica de Europa de las devastadoras consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Además, en los años setenta y ochenta la rápida globalización de la producción y el comercio mundiales hacía imperativa una coordinación cada vez más estrecha de las políticas económicas, financieras y comerciales si las naciones europeas querían seguir siendo internacionalmente competitivas. Esto se aplicaba en particular a los estados europeos menores o económicamente más débiles, es decir, todos menos Alemania, el motor económico de la Comunidad Europea. Durante la mayor parte del período de posguerra la RFAfue la tercera nación en volumen de comercio después de los Estados Unidos. Aunque el país pronto se convirtió en el principal contribuyente neto a la economía de la CE, los alemanes occidentales recibían también considerables beneficios económicos de su pertenencia a la CE. Además, los gobiernos y las gentes de Alemania se mantenían unidos a la CE por razones políticas. El legado nazi del país aconsejaba que los gobiernos demostraran su honradez y fiabilidad mediante su lealtad a la CE (ya la OTAN). Sólo durante principios y mediados de los años noventa pudo notarse un cierto euroescepticismo en la Alemania unida. No obstante, esta actitud más crítica hacia la integración europea era compartida por la mayoría de los otros países europeos en los años noventa, lo que condujo, por ejemplo, a que la participación en las elecciones europeas de junio de 1999 fuera muy baja. No obstante, durante la mayor parte de la historia de la integración europea hubo siempre mucho escepticismo acerca de su valor inherente y de las perspectivas de éxito económico y politico de esta política. La primera organización europea común fue la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) que, como el nombre indica, creó un mercado común para el carbón y el acero entre los países del Benelux, Italia, Francia y Alemania Occidental. La ambiciosa política fue anunciada por el ministro de asuntos exteriores francés Robert Schuman a principios EUROPA DESDE 1945 de mayo 'de 1950. De acuerdo con Schuman, la CECA había de ser una organización supranacional gobernada por una alta autoridad cuyos miembros habían de ser independientes en relación con sus gobiernos nacionales y con las industrias del carbón y el acero de cada uno de los países. A instancias de los países del Benelux (especialmente los holandeses) existiría también un tribunal de apelaciones, una (bastante débil) asamblea parlamentaria y un consejo de ministros con una fuerte autoridad para controlar el proceso de toma de decisiones de la alta autoridad. Uno de los motivos que había detrás de la CECA era que los franceses anticipaban que pronto tendría lugar una inmensa expansión de la producción de las industrias alemanas del carbón y el acero que podía amenazar la recuperación de la propia industria francesa del carbón y el acero. Por tanto, la CECA se fundó por razones de competencia industrial pero, lo que es más importante, también para controlar la capacidad bélica de Alemania. Era necesario integrar la industria alemana del carbón yel acero -las industrias consideradas esenciales para sostener una guerra -a fin de impedir cualquier aumento de la producción alemana de carbón y acerode cara a un rearme. Además,la CECAtambién tenía la misión de coordinar precios, productividad, inversiones y relaciones industriales, y de tomar decisiones respecto a las tarifas externas de la Comunidad y a las políticas generales de cárteles y de competencia. Todas estas cuestiones eran al principio motivo de disputas, y al final fue la presión ejercida por los Estados Unidos lo que ayudó a resolver los graves conflictos entre los miembros de la CECA.Así, tras enconadas negociaciones, el Plan Schuman fue firmado en abril de 1951 y [ean Monnet se convirtió en su primer presidente (hasta 1955). En retrospectiva, la CECA fue el primer paso hacia una Europa federal y fue decisiva para el desarrollo de buenas relaciones franco-alemanas. Los británicos no participaron en la CECA. Con su floreciente y entonces muy productiva industria del carbón y el acero, Gran Bretaña no se vio inclinada a participar en una asociación con las mucho más débiles industrias de los países de la Europa continental. También fueron factores importantes las cuestiones de soberanía nacional, la importancia de la Commonwealth, y el escepticismo respecto al éxito potencial del Plan Schuman. Londres estaba especialmente enfurecido porque los franceses esperaban que Gran Bretaña firmara el principio de una alta autoridad supranacional antes de las negociaciones y no al acabar las conversaciones. Londres concluyó que los franceses no teman ningún deseo de que Gran Bretaña participara en la CECA. No obstante, en di- RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 247 ciembre de 1954 Gran Bretaña se convirtió en un miembro asociado de la CECA. A pesar del revés que supuso para la integración europea el fracaso de la CED en agosto de 1954 (véase más arriba), sólo unos pocos meses más tarde surgieron dos nuevas propuestas para estimular el proceso de integración. La propuesta del ministro de asuntos exteriores holandés Beyen giraba en torno a una unión arancelaria con una sustancial reducción de las tarifas externas; deseaba evitar que simplemente se establecieran acuerdos bilaterales de comercio entre países europeos. La sugerencia del ministro de exteriores belga Spaak se basaba en realizar avances sectoriales hacia la integración europea centrándose primero en la energía atómica. En vista del agotamiento del petróleo, un recurso energético no renovable, anunciado para un futuro cercano, la energía nuclear se consideraba vital para asegurar el bienestar del mundo industrializado. Secretamente, Francia también confiaba en desarrollar armamento nuclear para aumentar así su influencia global. Las dos propuestas enfrentadas se sometieron a examen en la reunión del consejo de ministros de la CECA en Messina en junio de 1955.Pero los ministros estaban claramente divididos. Además, incluso dentro de cada uno de los gobiernos nacionales existían graves desacuerdos sobre qué camino seguir. Por consiguiente, los ministros decidieron deferir las cuestiones a un grupo de estudio presidido por Spaak que pronto destacó por las acres disputas entre sus delegados. Los británicos participaron en las discusiones del grupo de estudio, pero estaban representados únicamente por un oficial de poco rango. Una vez más, el Reino Unido no estaba dispuesto a ofrecer un firme compromiso con los resultados de las negociaciones. Gran Bretaña fracasó además a la hora de defender la alternativa de una área de libre comercio entre los estados miembros de la aCEE. En consecuencia, Londres no tardó en poner fin a su participación en las conversaciones, esencialmente por las mismas razones por las que se había sentido incapaz de participar en el Plan Schuman: una mezcla de anti-federalismo y de creencia en la soberanía y continuada influencia global de Gran Bretaña. En abril de 1956 se hizo público el Informe Spaak. Éste recomendaba la confección de un tratado Euratom para la investigación sobre los usos pacíficos de la energía nuclear y, con referencia al ejemplo de los Estados Unidos, una unión aduanera. El informe Spaak «estaba alentado por una visión de crecimiento e integración a través de la competencia»." Fue el ~8 P. M. R. Stirk, A History ofEuropean Integration since 1914 (Londres: 1996), 141. EUROPA DESDE 1945 gobierno alemán el que insistió en vincular los dos tratados. Bonn temía que Francia perdiera todo interés en el tratado del mercado común si se firmaba antes el tratado Euratom. En junio de 1956 comenzaban las negociaciones. Pronto se hizo patente que la energía atómica, con su reducido papel en Europa, no era el asunto importante. Lo importante era el tratado del mercado único. Se topó con problemas relativos a la armonización de todos los aspectos del estado del bienestar, entre ellos los costes de la seguridad social y las condiciones de trabajo, que los franceses consideraban extremadamente importantes puesto que querían evitar cualquier tipo de desventaja para Francia en el mercado común. Era también necesario buscar soluciones de compromiso respecto a la estructura de toma de decisiones de la nueva organización con respecto a los territorios de ultramar de Bélgica y Francia. Los alemanes accedieron a contribuir notablemente a las inversiones necesarias para modernizar estos territoríos." Así quedó establecido el patrón por el cual Alemania pagaba sustancialmente más que los otros estados a cambio de concesiones políticas y respetabilidad internacional. Francia, Alemania Occidental, Italia y los países del Benelux firmaron los tratados en Roma el25 de marzo de 1957. Los tratados de Roma, ypor tanto Euratom y la Comunidad Económica Europea (CEE), entraron en vigor el l de enero de 1958. Existían entonces tres instituciones europeas distintas: la CECA, Euratom y la CEE. Las tres estaban asesoradas (y has. ta cierto punto supervisadas) por un parlamento común europeo con sedes en Bruselas y en Estrasburgo. También se instauró un consejo de ministros formado por ministros de los estados nacionales que tenían que acordar por unanimidad cada nuevo paso hacia la integración europea, así como una Comisión Europea con base en Bruselas. El cometido de esta última era fundamentalmente iniciar y luego supervisar la implantación de la legislación. Se instauró asimismo un tribunal europeo. Después de 1958 el progreso hacia la creación de una unión arancelaria, una tarifa externa común y una política comercial común fue rápido. Aunque era responsabilidad de la Comisión proponer legislación que sustituyera las políticas nacionales con políticas europeas comunes, la Comisión necesi- 29 Esta política fue desarrollada por medio de la Convención de Yaoundé de 1963 y la Convención de Lomé de 1975, que incluía las antiguas colonias de Gran Bretaña y fue renegociado en 1980 y 1985. Proporcionó ayuda económica europea a los países en vías de desarrollo, aunque, a causa de la PAC, sus oportunidades de comercio de productos agrícolas con Europa se vieron gravemente limitadas. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 249 taba la aprobación del consejo de ministros y, por tanto, de cada uno de los estados miembros, para poder proceder con la integración. Llegado el momento, el tribunal europeo decretó que las leyes europeas tenían prioridad sobre las leyes nacionales. Este decreto aumentó considerablemente el supranacionalismo y fue decisivo para el desarrollo posterior de la Comunidad. Yaen febrero de 1957 Gran Bretaña había propuesto una Área Europea de Libre Comercio y la eliminación de todas las tarifas sobre los bienes industriales (las tarifas sobre los productos alimentarios tuvieron que mantenerse a causa de los acuerdo de preferencia imperial de Gran Bretaña con los países de la Commonwealth). Se entró en negociaciones, pero en septiembre de 1958 Francia declaró públicamente que el proyecto briténico era inaceptable y Londres suspendió las conversaciones. Se dio cuenta que era poco probable que París mudara de opinión por temor a que la competencia económica pusiera en peligro la viabilidad del mercado común. No obstante, Londres pronto entabló negociaciones con los países escandinavos, cuyas conversaciones sobre una unión arancelaria de los países nórdicos también se habían estancado. En julio de 1959 estas negociaciones condujeron a un acuerdo sobre una área de libre comercio que se desarrolló dentro de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC). La AELC fue establecida en mayo de 1960 e incluía a Austria, Gran Bretaña, Dinamarca, Noruega, Suecia, Portugal y Suiza. Más tarde se les unirían Islandia (1970), Finlandia (1985) y Liechtenstein (1991), que está vinculado a Suiza por una unión monetaria y arancelaria. La organización estaba dominada por su consejo de ministros, que tendía a tomar decisiones por unanimidad y por tanto simbolizaba la naturaleza intergubernamental de la AELC. Por encima de todo, y a diferencia del Tratado de Roma, laAELC no contenía ningún compromiso de desarrollar una unión política más estrecha entre los estados miembros. Así pues, a finales de los años cincuenta Europa Occidental había quedado dividida económicamente en dos partes: los seis estados miembros de la CEE y los siete países de la AELC.Además, con la vuelta de Charles de Gaulle al poder a finales de mayo de 1958, los franceses habían comenzado a seguir una trayectoria política cada vez más nacionalista dirigida a devolver a su país la importancia global en competición con Washington y Londres (y más tarde con Bonn). Esto tuvo también importantes repercusiones en el desarrollo de la Comunidad Europea. Por ejemplo, de Gaulle rechazó en dos ocasiones la solicitud británica de entrada en la CEE (en 11963 y 1967). La Política Agraria Común (PAC) establecida en 1966, 250 EUROPA DESDE 1945 cara, de gran alcance y, pese a todos los intentos de reforma, cada vez más difícil de manejar, se mantuvo sin embargo sobre todo por la presión de Francia, que quería asegurar la base económica de su gran comunidad agrícola. De GaulIe no dudó en causar una enorme crisis boicoteando todos los actos de la CEE durante seis meses en 1965 (la estrategia de la «silla vacía») porque se oponía al Plan Hallstein para la financiación de la PACo Consideraba que este plan haría a la Comisión Europea más independiente a medida que la CEE obtuviera sus propios recursos de las recaudaciones de aranceles e impuestos agrícolas y aumentaría también los poderes presupuestarios del parlamento europeo. Además, De Gaulle se oponía firmemente a cualquier forma de dilución de la influencia individual de las naciones estado y a la ampliación de los poderes supranacionales de la CEE. Aspiraba a una «Europa de las patrias», no a unos Estados Unidos de Europa. Al fin el presidente francés accedió a un compromiso por el que se retiraba el Plan Hallstein, se limitaban los poderes de la Comisión, se establecía un nuevo marco para la PAC, y se confirmaba que para los principios importantes se mantendría la unanimidad en la toma de decisiones (el «compromiso de Luxemburgo»). Éste último ha sido el más controvertido y ha dificultado el proceso de toma de decisiones en la CE-UE hastahoy. El l de julio de 1967 las administraciones separadas de la CECA, Euratom y la CEE se unieron para formar la Comunidad Europea (CE). Tras la dimisión de De Gaulle en 1969, a principios de los setenta dieron inicio las negociaciones para la primera ampliación de la CE. Con el gobierno de Edward Heath el Reino Unido logró finalmente unirse a la CE el l de enero de 1973. Esto fue confirmado en junio de 1975 por un referéndum convocado por el gobierno laborista de Harold Wilson. Noruega retiró su solicitud de entrada después de que un referéndum dejara bien claro que los ciudadanos de su país no estaban a favor de la entrada en la CE. En cambio, Dinamarca y la República de Irlanda se convirtieron en miembros desde enero de 1973. Hacia principios de los años setenta las relaciones franco-alemanas, que habían sido el núcleo de la CEE, comenzaron inclinarse a favor de Alemania Occidental. No obstante, antes de las elecciones generales alemanas del 19 de noviembre de 1972 y la firma del Tratado Básico con la RDA en diciembre de 1972, Bonn intentó apaciguar las demandas francesas respecto a Europa a fin de obtener el respaldo francés a la Ostpolitik. Así, hasta finales de 1972, cuando la mayoría parlamentaria del canciller RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 251 Brandt era muy justa y la Ostpolitik se encontraba todavía en fase de negociación, las necesidades nacionales y exteriores del gobierno de Alemania Occidental dieron a Francia ciertas ventajas con relación a las relaciones bilaterales franco-alemanas y la política de la CE. Tanto Brandt como el presidente francés Pompidou estaban muy interesados en desarrollar la CE. Los eslóganes de Pompidou eran «finalización», «profundización» y «ampliación». Se referian a la política agraria de la CE, a la reforma de las instituciones de la CE y, en particular, a una mayor coordinación monetaria, y al fuerte apoyo de Pompidou a la entrada de Gran Bretaña en la CE para contrarrestar la creciente influencia económica y política de una Alemania Occidental resurgente. Durante la importante cumbre de la CE de La Haya de diciembre de 1969 ambos políticos lograron regenerar la Comunidad Europea tras la constante atmósfera de crisis creada por la política de de Gaulle." Se alcanzó un compromiso en materia agraria y también en la introducción gradual de nuevas políticas económicas y monetarias que culminaron en la decisión de desarrollar una Unión Monetaria Europea (UME) que, como el Informe Werner pronto detallaria, se esperaba conseguir hacia 1980. Sin embargo, para irritación de Pompidou, el Informe Werner recomendaba una considerable transferencia de soberanía a la CE. Hubo además acuerdo en la introducción de cooperación política europea (CPE), el primer paso hacia la conversión de la CE de una organización puramente económica a una organización más política, tras persuadir a los estados miembros a que coordinaran su política exterior en el consejo de ministro. Los detalles de la cooperación política se pormenorizaron más tarde en el Informe Davignon. Los franceses en particular se mostraron muy interesados en la cooperación política porque el desarrollo de una clara identidad europea en el campo político reafirmaría la independencia europea en la política mundial y podría redundar en una mayor importancia de Francia en la escena global. Después de todo, al igual que De Gaulle, Pompidou albergaba la esperanza de que los franceses lideraran Europa. Su política se caracterizó por un igual por una honda aversión hacia los Estados Unidos y una fuerte rivalidad con este país. Además, Pompidou comenzó a inquietarse por la creciente independencia de la Ostpolitik de Alemania Occidental. Así se explica el acercamiento gradual de las relaciones entre Pompidou y el primer ministro so H. Simonian, Tf1e Privileged Partnership: Franco-German Relations in the European Community (Oxford: Clarendon Press, 1985). 252 EUROPA DESDE 1945 británico Heath que se pudo observar a principios de los años setenta. Pompidou confiaba en que un nuevo eje París-Londres pudiera contrarrestar la fuerza de una floreciente Alemania Occidental. A pesar de la fuerte oposición, tanto por parte de De Gaulle como de Pompidou, a que Alemania Occidental dominara la CE y tomara las riendas de la política europea oon Europa del Este, esto es precisamente lo que ocurrió a partir de 1973 -paradójicamente 1973 era el décimo aníversa-: rio del tratado franco-alemán de Adenauer y De Gaulle. Los acontecimientos demostraron que la entrada de Gran Bretaña en la CE no bastó para invertir esta tendencia y fortalecer las reivindicaciones francesas al liderazgo de Europa. También fracasaron los intentos franceses de excluir gradualmente a los Estados Unidos de todo papel sustancial en los asuntos europeos. La Declaración de Identidad Europea de 1973 alentaba a los miembros de la CE a utilizar el instrumento de la CPE para coordinar las posiciones de la politica exterior entre los países de la CE, algo que, no obstante, raramente se consiguió." Pese a la lograda gestión de la crisis económica y monetaria de Europa de mediados a finales de los años setenta de la mano, sobre todo, del canciller alemán Helmut Schmidt y del presidente francés Giscard d'Estaing, ambos antiguos ministros de finanzas, la mayoría de autores ven la década de los setenta como una «edad oscura» o «década de estancamiento" en la integración europea." Las dos crisis del petróleo y la recesión económica con alta inflación que las acompañó (Io que algunos autores han caracterizado como «estanflación») que afectaron sobre todo a Gran Bretaña e Italia, así como la ampliación de la CE de seis a nueve países en 1973, causó una grave y prolongada crisis de adaptación dentro de la Comunidad." En conjunto, este «desgobierno europeo>, benefició a Estados Unidos. Washington consiguió insistir en la importancia del marco atlántico y reconquistar su posición como «potencia líder entre países socios que sólo actuaban como una unidad bajo su dirección»." Pero los Estados 31 Véase D. Dinan, BverCloser Union? An Introduction to the European Community (Basingstoke: Macmillan, 994), 75-87. 32 J. Peterson, Europe and Americain the 1990s: The Prospeetsfor Partnerships (Aldershot: Edward Elgar, 1993),42; Keith Míddlemas, citado en Lundestad, «Empire» by Integracion, 109. 33 Véase D. W. Urwin, The Community of Europe: A Historyof European Integratíon since 1945, 2 a ed. (Londres: Longman, 1995), 157 Ysigs. 34 A. Grosser, The Western Alliance: Buropean-American Retatians since 1945 (Londres: Macmillan, 1980),281. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 253 Unidos prosiguieron con su tendencia a no consultar a los europeos sobre importantes cuestiones Este-Oeste. Como reacción a estos desarrollos, durante los años ochenta se produjo una fuerte tendencia hacia una más estrecha cooperación económica y política en Europa, impulsada sobre todo por el presidente francés Francois Mitterrand y por el canciller de Alemania Occidental Helmut Kohl con la fuerte oposición de la primera ministra británica Margaret Thatcher. En 1987 los esfuerzos de KoW y Miterrand llevaron a la implantación en 1986 del Acta Única Europea (AVE), que en esencia reformaba el Tratado de Roma de 1957. La AUE perseguía la creación de un auténtico Mercado Único y la eliminación de todas las barreras comerciales y aduaneras para enero de 1993. Además, reformaba los procedimientos de toma de decisiones de la CE. A fin de permitir nuevas ampliaciones de la CE después de la adhesión de Grecia en 1981 y de España y Portugal en 1986, se sustituyó el requisito de unanimidad por el de mayoría absoluta para las decisiones del consejo de ministro, lo que equivalía a tilla nueva dosis de supranacionalidad en lo que respecta a cuestiones del Mercado Único (que eran, sobre todo, el libre movimiento de trabajo, capital, servicios y productos dentro de Europa). También dio poderes legislativos al parlamento europeo. Además, se reorganizó la cooperación en política exterior entre los estados miembros; por bien que hasta el Tratado de Maastricht la política exterior no formó parte del marco legal de la CE. Tras la guerra fría: la reunificación de Europa en los años noventa La conferencia intergubernamental de Maastricht de diciembre de 1991 fue un paso fundamental en el proceso de integración europea. Una conferencia intergubernamental es una negociación formal concerniente a la revisión de tratados entre los gobiernos (y no entre los gobiernos y la Comisión el parlamento) de los estados miembros de la UE. Traslas ampliaciones de los años setenta y ochenta, los acuerdos alcanzados en Maastricht condujeron a una decisiva «profundización» de la integración europea en cuanto a política económica y monetaria, pero también en otras áreas, como las cuestiones de justicia y asuntos de interior o la politica regio- ° 254 EUROPA DESDE 1945 nal y social. El Tratado de Maastricht entró en vigor elI de noviembre de 1993. La CE fue entonces reemplazada por la Unión Europea (UE). El tratado estableció los reglamentos y fechas límite para la VME, cimentada en el sistema monetario europeo (SME) establecido a finales de los años setenta. Una vez introducido el Mercado Único en 1993 y ampliada nuevamente la VE con la admisión de Austria, Finlandia y Suecia," se logró por fin realizar la VME, por bien que más tarde de lo esperado. Así pues, el Tratado de Maastricht condujo a un avance decisivo hacia la unión económica y la moneda única de Europa con la creación del banco central europeo. Aunque la mayoría de países de la VE había acordado sacrificar su soberanía financiera en Maastricht, los estados miembros retuvieron el derecho a no participar en la moneda común si así lo deseaban. El gobierno Conservador del Reino Unido, dirigido por el primer ministro Iohn Majar, firmó el Tratado de Maastricht, pero decidió renunciar a la moneda común. En Francia fue necesario un referéndum, y dos en Dinamarca, para lograr en 1992 una muy estrecha mayoría a favor del Tratado de Maastricht. La conferencia intergubernamental de Amsterdam de 1997 (que entró en vigor en mayo de 1999) confirmó las metas de Maastricht y produjo nuevos avances en el proceso de «profundización» de Europa. También alentó la formulación de una politica de exterior y de seguridad común (PESC) europea como ya preveía el Tratado de Maastricht. También habia designado ya a la UEO como el pilar de defensa europeo. Asimismo, el Tratado de Amsterdam elaboraba el Tratado de Maastricht con respecto a conferir más derechos al parlamento europeo. Por ejemplo, en Amsterdam el parlamento recibió una mayor capacidad de control sobre la Comisión a fin de resolver el muy criticado déficit democrático de la UE. Desde 1999,la introducción de una nueva Comisión Europea precisa también de la confirmación por el parlamento europeo, algo meridianamente necesario tras los escándalos de fraude sin precedente que forzaron la dimisión al completo de la Comisión Europea dirigida por el presidente de la Comisión Iacques Santer en la primavera de 1999. Se acordó también realizar más votaciones por mayoría en el consejo de ministros. En particular, el Tratado de Amsterdam creó «estrategias comunes». Ahora la aplicación de políticas ya acordadas por previos consensos sólo requerirá una mayoría de votos. as Como esto hubiera dejado a los pequeños paises Suiza, Liechtenstein y Islandia como únicos miembros de laAELC, esta organización se disolvió el l de enero de 1995. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 255 En 1998 los jefes de gobierno de la UE decidieron qué paises de la UE habían demostrado la capacidad de satisfacer los fuertes requisitos para la participar en la unión monetaria (a saber, baja inflación y bajo déficit presupuestario). Con la excepción de Grecia, los quince países de la UE cumplieron con los requisitos para la moneda común." Se habían albergado ciertas dudas acerca de la capacidad de Italia para cumplir los requisitos, pero el Primer Ministro Romano Prodi logró esta fenomenal tarea. Posteriormente, en el verano de 1999, Prodi fue nombrado sucesor de Jacques Santer, de Luxemburgo, como presidente de la Comisión Europea. Por razones políticas y económicas, el Reino Unido y Dinamarca decidieron no unirse a la zona euro. El euro fue introducido oficialmente como unídad oficial de pago europea elide enero de 1999. Al mismo tiempo, el Instituto Monetario Europeo, establecido en 1994, se convirtió en banco central de la UE, con sede en Frankfurt. En enero de 2002 se distribuirán monedas y billetes y, tras una corta fase de transición, el euro se convertirá en la única moneda de curso legal en los doce países de «eurolandia», Se fijó para el año 2000 la siguiente conferencia intergubernamental. Tras el éxito inicial de la «profundización» de la UE en 1993-9, su objetivo era preparar la VE para la prevista ampliación de la VE a principios del siglo XXI. No obstante, la creciente convergencia económica de Europa Occidental hace que la inclusión de paises como Polonia, Hungría y la República Checa sea muy difícil y económicamente costosa. Al cambio de milenio, Europa del Este se encontraba todavía a medio camino de un tortuoso proceso de reestructuración económica desde una economía de planificación central a una capitalista. Por lo tanto, la VE ha esbozado un marco financiero para los años 2000-6 que prevé profundas reformas fiscales destinadas a posibílítar la ampliación de la UE hacia el Este y a liberar sustanciales recursos financieros para lograrlo. Durante la cumbre de la UE de Berlín de marzo de 1999 el programa llamado Agenda 2000, así como los acuerdos para aplicar modestas reformas a la PAe y para concentrar los fondos estructurales de la VE en las regiones más necesitadas de asistencia financiera, se juzgaron esenciales si la UE había afrontar con éxito la difícil ampliación hacia el Este. Sin embargo, en 1999 la guerra de Kosovo en la antigua Yugoslavia desvió la atención dentro de la VE desde las a menudo exageradas diferencias de opinión sobre los costes presupuestarios y otros aspectos materiales 36 Greda adoptaría el euro a finales del 2000. 256 EUROPA DESDE 1945 entre los países de la DE hacia los valores fundamentales que subyacen a la integración europea: la creencia en un continente liberal-democrático y la necesidad de conservar la paz y la estabilidad en Europa. Así, en muchas capitales de la DE la guerra en Europa contribuyó a un mayor entendimiento de los valores más profundos de la cooperación política europea en el marco de la integración europea. Por encima de todo, la guerra en Kosovo condujo a un mayor esfuerzo de parte de Francia, Gran Bretaña, Alemania y otros países de la DE de desarrollar una estructura de defensa y una identidad europeas. Se había considerado ya una ampliación del Acuerdo Anglo-Francés de Saint Malo de diciembre de 1998 referente a una plataforma europea de defensa. Tanto Francia como Gran Bretaña, los dos únicos países europeos con un potencial militar notable, expresaron la intención de desarrollar una capacidad europea de defensa que pudiera actuar coordinadamente con la OTAN pero sin la necesaria participación de los Estados Unidos. Después de todo, las prioridades europeas a menudo distan mucho de los intereses americanos. Aunque siempre se había pensado en Saint Malo como el principio de una más amplia política europea de defensa que incluyera otros países de la VE (entre ellos Alemania), la Guerra de Kosovo aceleró drásticamente estos planes. Además, los franceses cambiaron de opinión acerca de la idea de convertir a la VEO en el principal elemento de una identidad europea común de defensa. Durante la cumbre franco-alemana de Toulouse de finales de mayo de 1999 ambos paises dejaron bien claro que la UE debía proveerse de unos medios independientes para afrontar crisis graves en Europa. Esto potencialmente podía llevar a la constitución de una fuerza europea de reacción rápida, posiblemente a partir de la brigada franco-alemana establecida en 1993, en la que participaban también Bélgica) Luxemburgo y España. La cumbre del Consejo Europeo de principios de junio de 1999 en Colonia vino a confirmar estas consideraciones. Se confirmó que la VEO se incorporaría plenamente en la UE. Esto incluía las llamadas «tareas de Petersburgo», que daban a la VE la responsabilidad de organizar intervenciones humanitarias y de mantenimiento de la paz. Además) durante la cumbre de Colonia se decidió unánimemente nombrar a Xavier Solana, el secretario-general saliente de la OTAN) representante de la VE en política exterior y de seguridad. De este modo se atribuía a Solana la responsabilidad de supervisar el desarrollo de una genuina política exterior europea. Aunque el desarrollo de una dimensión de política exterior en la UE ha sido objeto de mucha polémica durante toda la existencia de la CE-VE, RELA<ClCimis INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 257 bajo los efectos de la Guerra de Kosovo los quince miembros de la VE) incluidos Gran Bretaña y Francia) se mostraron de acuerdo en que ésta era una meta deseable. El descontento con las restricciones nacionales y las prevaricaciones de la administración Clinton durante la guerra) así como la envidia europea del abrumador poder militar, y por tanto político, de Washington contribuyeron al sentimiento de que Europa debía realizar un mayor esfuerzo por desarrollar su propia política exterior y de seguridad. En 1999) la guerra en Europa ofreció a la VE el incentivo necesario para iniciar un esfuerzo mucho mayor que nunca para provocar un cambio importante en la política europea. Tras la unión monetaria, la introducción de una moneda única y la prevista ampliación de la VE hacia el Este, la política exterior y de seguridad es el área que por razones de soberanía nacional había quedado más desatendida hasta el momento. La creación de la PESC y la ampliación hacia el Este son los dos mayores retos a los que la VE habrá de enfrentarse a principios del siglo XXI. Al fin y al cabo, desde 1990 los paises de Europa del Este han vuelto a conectar con su larga tradición europea y han comenzado a desempeñar un papel político) cultural y también económico cada vez más importante en Europa. Polonia) la República Checa y Hungría, además de Eslovenia y Estonia, han recibido claras indicaciones de que a principios del nuevo siglo se consideraría seriamente su admisión en la VE. Asimismo) se ha ofrecido a muchos otros países de Europa del Este antiguamente controlados por la Unión Soviética la condición de asociados de la VE. Así pues, sólo desde 1990 se ha desarrollado la «casa común europea» que Charles de Gaulle había imaginado en los años sesenta y que Mijail Gorbachov pedía a finales de los ochenta. Mientras los países de Europa del Este estaban ocupados deshaciéndose de las tristes experiencias de su pasado socialista y comunista) la experiencia liberal-democrática y capitalista de Europa Occidental se convertía en el modelo para toda Europa en el siglo XXI. De hecho, la gran mayoría de países de Europa del Este estaban desesperados por olvidar e incluso pasar por alto su agitada historia durante la era de la guerra fría para ponerse al día de los progresos integracionistas ocurridos en Europa Occidental. Después de todo) visto con la perspectiva de las cinco últimas décadas del siglo xx, la integración europea ha beneficiado enormemente al continente europeo) tanto por lo que respecta al mantenimiento de la paz como al sustancial aumento de la calidad de vida. 7 Interacción con el mundo no europeo David Armstrong y Erik Goldstein A riesgo de simplificar en exceso una temática vasta, la interacción de Europa con el mundo puede examinarse en el contexto de tres grandes temas: la guerra fría (y su fin), que estableció limitaciones e imperativos sobre un continente dividido; la descolonización y sus consecuencias inmediatas, que definieron las relaciones de Europa Occidental con la mitad del mundo y también ayudaron a condicionar la posición de la Unión Soviética con las antiguas colonias de sus adversarios; y el proceso de globalización e intemacionalización, responsable en gran medida del medio internacional político, económico y cultural en el que tuvieron lugar los desarrollos durante este período. La guerra fría La guerra fría arrastró a las dos partes de Europa hacia dos estrechas relaciones con los Estados Unidos: a Europa Occidental a una relación de dependencia) aceptaba a veces a regañadientes, con el poder militar y económico de los Estados Unidos; a Europa del Este hacia una relación de adversarios) igualmente intrincada) con dimensiones ideológicas) militares) políticas y económicas. El periodo crucial durante el cual se estableció este modelo se prolongó de 1944, cuando la conferencia de Bretton Woods confirió al dólar americano el papel esencial que desempeñaría en la economía internacional de la posguerra, hasta 1949, con la firma del Tratado del Atlántico Norte. Otras fechas clave son 1946, cuando los Es- INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 259 tados Unidos se comprometieron con la reconstrucción de Alemania (en lugar de mantener a este país en un estado permanente de debilidad económica, como anteriormente se había pretendido) y enviaron un destacamento naval especial al Mediterráneo en una demostración de fuerza como respuesta a la reafirmación por Rusia de sus tradicionales reivindicaciones sobre Turquía; 1947, cuando Gran Bretaña, después de hallar cada vez más intolerable el coste de su ayuda al gobierno monárquico de Grecia frente a una insurgencia comunista, anunció que ya no era capaz de desempeñar su tradicional papel en Grecia y Turquía y los Estados Unidos respondieron con la Doctrina Truman, que en términos prácticos significaba que asumía las responsabilidades británicas en el área, y el Plan Marshall, por el que los Estados Unidos proporcionaron ayuda económica por valor de 13.200 millones de dólares para un programa cuatrienal de recuperación económica de Europa; y 1948-9, cuando el intento soviético de imponer el bloqueo de Berlín fue desbaratado por el envío aéreo de ayuda americana. Durante este período) los Estados Unidos servían a sus propios intereses de seguridad y económicos y no hay duda que sus empresarios se beneficiaron enormemente del requisito de que la ayuda del Plan Marshall se gastara en bienes americanos, pero está igualmente fuera de discusión que el plan, y el posterior boom de la Guerra de Corea, rescató las economías de Europa Occidental de la condición desesperada en que se hallaban inmediatamente después de la guerra. No obstante, el hecho cada vez más patente de que los estados europeos, que durante siglos habían estado acostumbrados a ser los cabecillas del mundo, dependían ahora de su ostentoso socio del otro lado del Atlántico inevitablemente topó con una respuesta mixta de parte de los europeos occidentales. Los intereses globales de Gran Bretaña y su condición de invicto al finalizar la guerra le llevaron a la pretensión, un tanto ilusoria) de que sería capaz de continuar con su papel de potencia mundial, y su política descansó sobre lo que en un principio se veía como tres pilares iguales: una relación ligeramente condescendiente y medio independiente con Europa) los lazos políticos y comerciales con la Commonwealth, donde pensaba que podría desempeñar un papel de líder, y una relación especial con Estados Unidos. Tal como fueron las cosas, la Commonwealth resultó ser una empresa que mereció la pena, pero relativamente insignificante, mientras que la integración europea resultó ser un proceso mucho más rápido y colmado de éxitos de lo que Gran Bretaña había supuesto, lo que obligó a esfuerzos tardíos para integrarse en la UE. Pero la estrecha relación con los Estados 260 EUROPA DESDE 1945 Unidos siguió siendo un principio central de la política británica pese al frecuente debate en este país acerca del valor de esta relación. Los Estados Unidos habían demostrado que podían hacer caso omiso a los intereses de Gran Bretaña, por ejemplo en sus firme exclusión de Gran Bretaña y otros aliados de guerra de cualquier papel en la ocupación de Japón, o cuando forzó a Gran Bretaña y a Francia a poner fin a su intervención en Suez en 1956, entre otras tácticas, contribuyendo a montar una crisis de la libra esterlina, o cuando el presidente Reagan ordenó la invasión de Granada, un miembro de la Cornmonwealth británica, en 1983, sin informar previamente a la primera ministra británica, MIs. Thatcher. Aun aSÍ, los gobiernos británicos han porfiado siempre en la idea de que las ventajas que les reportaba la relación ~entre ellas el acceso a la tecnología militar y la posibilidad de seguir actuando en el escenario global, y no sólo en el regional- compensaban con creces la desventaja de no pasar de ser un socio menor. Esto no quiere decir que Gran Bretaña fuera incapaz de tomar iniciativas propias: reconoció a la China comunista en 1950 y fue influyente en la negociación de un acuerdo indo-chino en 1954, en ambos casos a contrapelo de los Estados Unidos, y también se abstuvieron de participar en el embrollo americano de Vietnam. Pero en cualquier otro lugar u ocasión, en la Guerra de Corea (1950-3), en el bombardeo americano de Libia (1986), en la Guerra del Golfo (1990-1), yen la intervención de la OTAN en Kosovo (1999), Gran Bretaña se ha apresurado a presentarse como el más fiel amigo de los Estados Unidos. Por lo general, Estados Unidos le siguió el juego, ofreciéndole valiosa información durante el conflicto de las Falkland (Maivinas), por ejemplo, aunque hacia los noventa la unificación alemana y su mayor poder económico tendieran a dar a Alemania el papel central tanto en Europa como en el papel de aliado económico a los ojos de muchos americanos. De hecho, puede decirse que Alemania ha conseguido asegurarse para sí lo mejor de los dos mundos: un papel casi hegemónico en la Unión Europea al tiempo que una estrecha relación con Estados Unidos. En cualquier caso, Mrs. Thatcher estaba convencida de que los Estados Unidos querían hacer de Alemania, en lugar de Gran Bretaña, su principal aliado en Europa. Las opiniones francesas sobre los Estados Unidos desde 1945 han sido siempre más ambivalentes que las británicas. Esto se debe en parte a que los franceses, a diferencia de los británicos, han tendido a ver la cultura americana y su lenguaje como algo profundamente subversivo, y en parte a que los franceses no podían permitirse el lujo de la postura británica de distanciarse de Europa, y por ello se sentían incómodos con la manera INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 261 en que los intereses americanos en la guerra fria impulsaban la política americana sobre Europa (por ejemplo, presionando para el rearme de Alemania), y en parte a la influencia del orgulloso y nacionalista General de Gaulle. Bajo su liderazgo, Francia redujo enormemente sus compromisos con la OTAN, vetó la solicitud británica, apoyada por Estados Unidos, de entrada en la CEE, desarrolló una política independiente para China y la Unión Soviética, y criticó la política americana en Vietnam y en otros lugares. Tras la dimisión de De Gaulle en 1969, las relaciones franco-americanas mejoraron un poco, pero la antipatía francesa hacia los Estados Unidos sobrevivió a De Gaulle. En 1973 Francia y otros estados europeos adoptaron una posición sobre la Guerra de Oriente Medio radicalmente diferente de la adoptada por Estados Unidos, un presagio temprano de una política de Francia (y hasta cierto punto de Europa Occidental) hacia la región cada vez más independiente. En 1974 Francia rehusó participar en la Agencia Internacional de Energía, patrocinada por Estados Unidos. Con todo, no debe exagerarse la magnitud de estos desacuerdos: Francia retuvo unos fuertes lazos con Estados Unidos y cooperó con este país en muchas regiones, y en particular en el Líbano en 1983 (ocasión en que Italia también aportó tropas) y durante la Guerra del Golfo. En esencia, Francia ha llevado la voz cantante de un sentimiento compartido en alguna medida por muchos europeos. La presencia de Estados Unidos en Europa ha sido bienvenida y necesaria, pero los desequilibrios de poder y riqueza de la magnitud de los que existen entre Estados Unidos y cualquier país de Europa inevitablemente provocan tensiones. No obstante, la opinión pública europea, según desprenden las encuestas, se ha mostrado en general partidaria de mantener lazos estrechos con Estados Unidos. La opinión francesa fue parcialmente una excepción durante los años cincuenta y sesenta, pero no en los ochenta y noventa, cuando las posiciones más hostiles se encontraron en Grecia y España. El final de la guerra fría no modificó sustancialmente este patrón básico de relaciones entre Europa Occidental y Estados Unidos. En realidad, cuando la relativa estabilidad de los años de guerra fría, con su única pero tremenda amenaza de guerra nuclear, dio paso a una escena muchos menos predecible, con muchas más amenazas, aunque menos peligrosas, la contribución americana a la seguridad de Europa se manifestó tan necesaria como siempre. Rusia se demostró incapaz de progresar gradual y firmemente hacia una democracia bien establecida dentro de una próspera economía que otros antiguos países del Pacto de Varsovia sí consiguieron, y continuó representando una amenaza potencial para la paz general en 262 EUROPA DESDE 1945 Europa. Los Balcanes volvieron a emerger como fuente de un amargo conflicto étnico que Europa se vio incapaz o reacia a afrontar sin el apoyo militar americano, especialmente en cuanto a las fuerzas aéreas. Cuando varias economías asiáticas cayeron en picado y las principales economías europeas comenzaron a frenar a finales de los noventa, el papel de Estados Unidos como locomotora de la economía mundial resultó indispensable. Al mismo tiempo, Europa se movía hacia una mayor integración, y la unión de los recursos de la Unión Europea le proporcionaron el potencial de igualar el poder militar y económico de Estados Unidos -siempre que exista una voluntad de conseguirlo. Para la Unión Soviética, Estados Unidos desempeñó Un papel igualmente crucial en su política exterior de posguerra (y, en último término, en su supervivencia). En esencia, la guerra fría obligó a la Unión Soviética a transformarse de una potencia regional a una potencia mundial y de paso a adquirir toda la parafernalia militar y económica que la calidad de superpotencia exigía. Hubo momentos -por ejemplo, cuando lanzó el primer satélite artificial- en que la Unión Soviética parecía merecer el calificativo de superpotencia, pero, corno ahora sabemos, Moscú estuvo siempre luchando por mantener la paridad militar con Washington, un empeño que al final casi le costó su propia economía. Moscú tuvo más éxito, aunque no sin algunos problemas graves, en el aspecto diplomático de su búsqueda de influencia global. La insistencia de Washington en la centralidad de su relación con Israel le dio a Moscú oportunidades en otras partes del Oriente Medio, en particular en Egipto, Irak y Siria. El Este Asiático siempre ha sido una región de interés directo para la Unión Soviética por razones geográficas -su larga frontera con China y el importante puerto de Vladivostok- pero después de la victoria bolchevique de 1917 se hizo importante también como campo de batalla ideológico donde los soviéticos podían presentarse a sí mismos como el principal aliado contra el imperialismo. Desde 1945, la región ha sido testigo además de dos conflictos «candentes» durante la guerra fría, Corea y Vietnam. Aunque las tropas soviéticas no intervinieran en ninguno de los dos conflictos, la Unión Soviética proporcionó una inmensa ayuda económica y militar a sus aliados comunistas. Pero al comenzar la década de los cincuenta, el mayor éxito soviético era, aparentemente, la victoria comunista en la guerra civil china, a la que siguió un tratado de alianza Sino-Soviético en 1950. Mientras vivió Stalin, el líder chino, Mao Zedong, se contentó con un papel subordinado, y China demostró su valor como aliado soviético llevando el peso de la lucha armada del bando INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO de los comunistas en la Guerra de Corea. Por aquel entonces el bloque occidental parecía estar enfrentado a un frente comunista unido que abarcaba la mayor parte de las tierras eurasiáticas. Pero las apariencias engañan, y durante los diez años que siguieron a la muerte de Stalin en 1953 surgieron grandes diferencias entre los dos gigantes comunistas. Mao y Khruschev no se tenían en mucho aprecio, pero más importantes eran las diferencias en sus visiones del mundo -los chinos se inclinaban por una postura global más enérgica que la contemplada por los soviéticos- y, lo que era crucial, los soviéticos no estaban dispuestos a compartir con China su tecnología nuclear. Al tiempo que las divergencias entre los dos bandos se desarrollaban rápidamente, los soviéticos comenzaron a recurrir a sanciones más tangibles como, en el caso más notorio, retirando de China a sus técnicos expertos en 1960, en un momento en que China experimentaba una hambruna. La firma del Tratado de Prohibición de Pruebas de Armas Nucleares entre las tras potencias nucleares -que China interpretó como un intento de excluirla del desarrollo de armamento nuclear- intensificó la polémica y, lo que era más inquietante, llevó a China ventilar el problema de su larga frontera con la Unión Soviética. Los graves enfrentamientos que se produjeron a lo largo de la frontera en 1969 llevaron a Rusia a amenazar veladamente a China con un ataque nuclear. Esto resultó en una mayor moderación de China, que además, para contrarrestar la amenaza soviética, decidió mejorar sus relaciones con Estados Unidos. Desde entonces, aunque continuaron los disparos verbales, se produjo una cierta normalización de las relaciones entre los dos bandos. Esto no impidió conflictos potenciales, como en 1979, cuando China atacó Vietnam, un aliado de Moscú, y durante los años ochenta ambos países procuraron reforzar su potencia naval en la región. Con todo, ambos países comenzaron a verse como posibles perdedores al final de la guerra fria, con los Estados Unidos como única superpotencia, y esto ayudó a que se produjera un notable acercamiento después de 1989, subrayado por una declaración conjunta en 1997, aunque hasta 1999 no pudieron anunciar que por fin se habían resuelto todos los problemas de la frontera. Los soviéticos veían su alianza con China en parte como una necesidad como prevención ante un posible renacer del Japón. Washington había iniciado en 1947 el proceso de desarrollar a Japón como fuerza contrapuesta al poder soviético, un procesó que culminó con el tratado de paz con Japón de 1951. Los soviéticos rehusaron firmarlo porque no habían conseguido varias de sus demandas, entre ellas la desmilitarización de EUROPA DESDE 1945 Japón y la eliminación de las bases americanas, además de la aceptación por los chinos de la soberanía soviética de las islas Kuriles, que habían ocupado en 1945 (y que previamente habían perdido ante japón en 1905). Al tratado de paz le siguió un tratado de seguridad EE.UU.-Japón, pero después de muchas conversaciones beligerantes los soviéticos siguieron una política de normalización de sus relaciones con Japón. Esto reportó beneficios económicos, y para 1980 el comercio entre los dos países se había multiplicado por cien, por bien que esto no condujo a unas relaciones de seguridad más fáciles. El tratado de paz y amistad Sino-japonés de 1978 fue interpretado por Moscú como anti-soviético en su intención y en sus implicaciones, un punto de vista que vino a confirmarse cuando la Carta Blanca de japón sobre defensa de 1978 nombró explícitamente a la Unión Soviética por primera vez como enemigo potencial de Japón. Después de 1989 la cuestión de las Islas Kuriles siguió sin resolverse, aunque la diplomacia rusa ha intentado mejorar la relación general entre los dos países. En otras partes de Asia, la Unión Soviética desarrolló una relación cálida con la India, especialmente después de la Guerra Sino-India de 1962, pero demostró estar preparada para la utilizar la fuerza además de la diplomacia para defender sus intereses en esta región cuando invadió Mganistán en 1979 en apoyo del gobierno pro-soviético de aquel país, un paso que lo abocó a un conflicto largo, amargo y en último término imposible de ganar. Fue en parte este atolladero lo que, a partir de mediados de los ochenta, llevó a una Unión Soviética estirada mucho más allá de sus posibilidades a intentar liberarse del patrón impuesto por la guerra fria. En el período de 1945 a 1990 la Unión Soviética había financiado dos guerras contra los Estados Unidos y una contra China, había ayudado a convertir la Indonesia de Sukarno en una potencia naval mundial (al menos sobre el papel) a principios de los años sesenta, ayudó primero a China para luego luchar contra ella, desarrolló su potencia naval al norte de Japón y luego en toda la región del Pacífico,y sufrió su propia versión de la Guerra de Vietnam en Mganistán -y todo ello mientras mantenía un ingente arsenal en Europa. Aunque sin duda al hacerlo ayudó a mantener a raya a los Estados Unidos e infligir la mayor derrota de la guerra fría a su adversario, se hace difícil ver qué otros beneficio concretos reportó a la Unión Soviética su postura asertiva, cuando no agresiva, hacia en Asia. Lo mismo puede decirse del intento de la Unión Soviética de erigir su influencia y enfrentarse a Estados Unidos en otras regiones fuera de Asia, especialmente en América Latina y África. En ambos casos la relación con INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 265 Cuba fue crucial. Tras casi obtener el dudoso honor de ser la causa de la Tercera Guerra Mundial en 1962, Cuba -con enorme ayuda de la Unión Soviética- envió tropas para intervenir en la guerra civil angoleña desatada después de que los portugueses renunciaran a su colonia en 1973. Al mismo tiempo Moscú comenzó a desarrollar una estrecha relación con otra antigua colonia portuguesa, Mozambique. Esto era parte de una política general soviética de aumentar su influencia en África durante los años setenta, lo que comportó, por ejemplo, una importante participación soviética en los conflictos del Norte de África. Al parecer, el objetivo soviético era alinearse con la campaña africana contra Sudáfrica y fomentar los regímenes de izquierdas susceptibles de acabar en la esfera de influencia soviética. Pero África resultó imposible de colocar en categorías fáciles y las perspectivas de conseguir regímenes socialistas revolucionarios del tipo que Moscú deseaba fueron siempre muy magras. Cuando después de 1989 Rusia dejó de ofrecer ayuda, se desvaneció con ella la retórica marxista de regímenes como los de Angola o Mozambique. Aunque una Rusia de cualquier color -imperial, nacional o soviética- vería siempre a Asia y el Pacífico como regiones de interés legítimas, la magnitud de su implicación en esta región, y el hecho de que Rusia se interesara significativamente por África y América Latina, se derivaba principahnente de su confrontación fría con Estados Unidos (y, en segundo plano, con China). Cuando las dos superpotencias estuvieron a punto de entrar en guerra «caliente» a raíz de la crisis de los misiles de Cuba en 1962, intentaron buscar diferentes vías diplomáticas y políticas para coexistir y mantener su conflicto dentro de unos límites controlados. Entre estas vías se encuentra el Tratado Parcial de Prohibición de Pruebas de Armas Nucleares de 1963, e!Tratado de! Espacio Ultraterrestre de 1967, y e! Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de 1968. Tras la llegada de Richard Nixon a la presidencia se dio inicio a un enfoque más general de reducción de las tensiones, la llamada détente o distensión, en cuyo núcleo se encontraba una serie de importantes iniciativas de control de armamento. La primera de estas, las Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT) se consolidó como tratado en 1972, pero los Acuerdos SALT II, firmados en 1979, no llegaron a ser ratificados nunca por Estados Unidos a causa de la invasión soviética de Mganistán. Durante las eras de Gorgachov y Yeltsin se consumaron acuerdos de mayor alcance sobre reducción de armamento. La mayoría de estados europeos, juntamente con los Estados Unidos, firmaron los Acuerdos de Helsinki en 1975. Éstos dieron a la Unión Soviética el reconocimiento 266 EUROPA DESDE 1945 de las fronteras europeas post-1945 tras el que iban desde hada largo tiempo, pero también otorgaron a Occidente el derecho legítimo a implicarse en asuntos de derechos humanos en los países del Pacto de Varsovia. Aunque Moscú casi ciertamente vio esto último como una cesión relativamente inocua que le permitía alcanzar su principal objetivo, en la práctica los países occidentales explotaron al máximo este compromiso, que se resultó ser uno de los factores que ayudaron a socavar los cimientos de la Unión Soviética durante la década de los ochenta. La descolonización Conviene dividir la relación entre Europa y el mundo no europeo después de 1945 en dos partes: sus relaciones con aquellas partes del mundo que dominaban al fmalizar la Segunda Guerra Mundial, y la parte del mundo, más pequeña, sobre la que nunca se había extendido el gobierno imperial europeo. Desde el siglo xv hasta la Primera Guerra Mundial, Europa llegó a dominar gradualmente la mayor parte del mundo no europeo. Pero después de las dos guerras mundiales que asolaron a Europa, y en parte a consecuencia de éstas, Europa perdió la mayor parte de su control territorial en un par de décadas. Para Europa, buena parte de la relación con el mundo no europeo de después de 1945 consistió en adaptarse a esta revolución. Ésta se desarrolló en tres fases: la primera fue el propio proceso de descolonización, realizado a ritmos diferentes y con distintos grados de buena voluntad por las distintas potencias coloniales europeas; la segunda fase fue una especie de período de sombra en el que, después de haber perdido el imperio, las antiguas potencias coloniales intentaron, con distintos grados de éxito, mantener un imperio informal, o al menos algún tipo de influencia sobre partes de sus antiguos imperios coloniales; finalmente, una vez se hubieron desvanecido los recuerdos y emociones del pasado colonial, en la mayoría de los casos se intentó establecer relaciones internacionales normales con la mayoría de los antiguos territorios imperiales. En 1945 la mayor parte del mundo no europeo formaba parte del orden político y económico europeo, pero esta relación estaba a punto de experimentar un cambio sísmico. Entre 1946 y 1975 sesenta y cinco territorios coloniales se convirtieron en estados soberanos. No obstante, en 1945 la descolonización no era el objetivo de las potencias coloniales. Con INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 26 7 el fin de la Segunda Guerra Mundial las potencias coloniales europeas volvieron a afirmar, o intentaron afirmar, su control sobre las posesiones que babían sido ocupadas por el Eje. Los holandeses hubieron de enfrentarse a un movimiento independentistaenlas Indias Orientales Holandesas (Indonesia). Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial los Países Bajos no se encontraban en posición de reclamar inmediatamente el control de su colonia, y la ocupación de la región fue a parar a manos británicas. A medida que se acercaba el fin de la guerra fue surgiendo un movimiento independentista dirigido por Sukarno, que declaró la independencia de la República de Indonesia en agosto de 1945. Las fuerzas británicas y Sukarno cooperaron hasta cierto punto, pero cuando los holandeses reemplazaron a los británicos en noviembre de 1946, procedieron a moverse en contra del movimiento de independencia, bloqueándolo allí donde había logrado el control. Al final los holandeses se vieron incapaces de hacer acopio de los recursos necesarios para retener el control de Indonesia, y por medio de un acuerdo negociado en la ONU nacieron los Estados Unidos de Indonesia, con Sukarno como primer pre. sidente, teóricamente como país asociado a los Países Bajos según un modelo inspirado en la Commonwealth británica. Este acuerdo duró hasta 1956, cuando Sukarno unilaterahnente abrogó el acuerdo. Durante el siguiente año el gobierno tomó y nacionalizó las extensas plantaciones holandesas, y la mayor parte de los colonos holandeses que quedaban en el país marcharon. La única posesión holandesa que quedó en la región, la Papua Nueva Guinea occidental, no tardó en convertirse en objetivo de las ambiciones indonésicas, y la ONU intervino de nuevo para ayudar a alcanzar un acuerdo, por el que Indonesia ganó este territorio en 1969. El imperio británico era el imperio colonial más grande jamás creado. Mientras que los otros estados europeos con posesiones en ultramar tenían fuertes intereses europeos, Gran Bretaña siempre había centrado su interés en su imperio marítimo. Su proceso de descolonización es precisamente extraordinario porque, dada la centralidad del imperio para Gran Bretaña en comparación a las otras experiencias de descolonización, no realizó ningún esfuerzo serio por conservar sus posesiones una vez comprendió que las demandas locales de independencia estaban fuertemente arraigadas. En cuestión de unos pocos años se dio la independencia a las colonias y se deshizo un imperio construido durante varios siglos de conquistas a menudo militarmente arduas. El proceso comenzó en firme con la India en 1947 y concluyó en 1997 con el retorno de Hong Kong a China. 268 EUROPA DESDE 1945 La agitación popular por el auto-gobierno de la India ya había comenzado antes de la Segunda Guerra Mundial, bajo e! liderazgo de Mahatma Gandhi. Varios intentos británicos de alcanzar una solución de compromiso durante el período de entreguerras habían resultado infructuosos, y después de la Segunda Guerra Mundial e! gobierno Laborista de Clement Attlee decidió que la única solución era la independencia. Como último virrey eligió a Lord Mountbatten, un pariente de la familia real británica y héroe de guerra. El vasto imperio sub continental británico de la India, el Raj, que en otro tiempo había convertido a Gran Bretaña en la mayor potencia de Asia, se estaba fracturando a lo largo de líneas confesionales, y se decidió que la única solución era la división, con la India, predominantemente hindú, en el centro, flanqueada por Pakistán, predominantemente musulmán, y que a su vez se dividió más tarde en Pakistán y Bangladesh. La partición de la India desató una violencia popular que se saldó con la muerte de al menos un millón de personas. También obtuvieron la independencia en 1947 Burma y Ceilán (Sri Lanka). Casi inmediatamente después de los acontecimientos de la India, Gran Bretaña hubo de enfrentarse a una situación cada vez más deteriorada en Oriente Medio en su mandato en Palestina. Asignada a Gran Bretaña después de la Primera guerra Mundial, el objetivo marcado para Palestina era, en parte, proporcionar una patria al pueblo judío. Después de la Segunda Guerra Mundial las crecientes tensiones entre los habitantes judíos y árabes, así como la presión para permitir que los judíos que habían sobrevivido a la política de exterminio alemana pudieran instalarse en Palestina, llevaron a Gran Bretaña a pasar la cuestión a la ONU. La recomendación de un Comité Especial la ONU para Palestina, adoptada por la ONU y aceptada por Gran Bretaña, fue la partición del territorio. Pero la puesta en práctica no resultó nada fácil. La cuestión de las líneas de división y la creación de un estado judío provocaron violentas reacciones en la región. El gobierno británico reaccionó retirándose rápidamente de la región, dando fin a su mandato en mayo de 1948. Fue el preludio al establecimiento del Estado de Israel en una parte del antiguo mandato, la independencia del Reino de Iordania en otra parte del mandato, y a una guerra árabe-israelí que se prolongó hasta 1949. La última fase importante de descolonización llegó para Gran Bretaña en África. La Colonia de la Costa de! Oro (Ghana) fue e! primer experimento de concesión de independencia en 1958, y para 1965 prácticamente todas las colonias africanas habían obtenido la independencia. El único conflicto grave que hubo de afrontar Gran Bretaña fue Kenia, que en INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 269 los años cincuenta era una de las colonias más valiosas que le quedaban a Gran Bretaña, con importantes intereses en plantaciones. Un movimiento rebelde, el Mau Mau, emprendió una campaña de terror contra el gobierno británico que condujo a una significativa intervención militar británica. No obstante, en línea con su política general de retirada de las colonias, Gran Bretaña concedió la independencia a Kenia en 1963. A diferencia de Gran Bretaña, la renuencia de Francia a la pérdida de su imperio de ultramar la llevó a una serie de enervantes guerras que en última instancia amenazaron la estabilidad del orden político en Francia. La Cuarta República Francesa de la posguerra vino acompañada de una innovación constitucional, la Unión Francesa. Ésta comprendía la república francesa, sus departamentos de ultramar y los territorios asociados, todos presididos por el presidente francés y un consejo de representantes. Su objetivo no era facilitar la devolución del poder sino, en línea con las tradiciones burocráticas francesas, consolidar aún más el poder en el centro. Pero a pesar de tan imaginativa estructuración de sus disposiciones constitucionales, Francia se vio enfrentada al mismo impulso por la independencia en sus colonias que las otras potencias europeas, y entre el final de la guerra y 1962 estuvo siempre involucrada en una serie de duras guerras libradas en un vano intento por conservar su imperio. Francia no fue capaz de reafirmar plenamente su posición en Oriente Medio en el período inmediatamente posterior a la guerra y a regañadientes reconoció la independencia de Líbano y Siria, que había controlado como mandatos de la Liga de las Naciones desde la Primera Guerra Mundial. De igual modo, India ejerció presión sobre Francia para que entregara los pequeños enclaves que le quedaban en el subcontinente. Pero las principales luchas se produjeron en Vietnam y Argelia. El imperio colonial francés en Indochina comprendía Vietnam, Laos y Camboya, adquiridos en parte a raíz de las guerras franco-indochinas del siglo XIX. Durante la Segunda Guerra Mundial e! área fue ocupada por los japoneses, aunque una administración títere francesa leal a la Francia de Vichy fue dejada nominalmente en el poder. A medida que se acercaba el final de la guerra, Japón reemplazó este régimen con un emperador vietnamita, Bao Dai, proclamó la independencia de Francia y designó un gobierno pro-japonés. En Vietnam los comunistas habían formado un eficaz movimiento de resistencia anti-japonés, el Vietminh, que era más fuerte en el norte, donde tenía la ventaja de una base en China. Cuando Japón se rindió en agosto de 1945, el Vietminh se apresuró a llenar el vacío de poder y proclamó la independencia de la República Democrática 270 EUROPA DESDE 1945 de Vietnam. Su control se extendió con rapidez y ayudó a precipitar la abdicación de Bao Dai. Pero Francia todavía albergaba la esperanza de recobrar el control sobre Indochina y volver a ocupar las principales ciudades. Hasta principios de 1946105 franceses se beneficiaron de la presencia de tropas británicas, inicialmente destacadas allí para asistir con la rendición de las fuerzas japonesas. La primera confrontación directa entre el Vietminh y los franceses tuvo lugar cuando el Vietminh disparó contra un buque de guerra francés que intentaba bloquear la entrega de armas en el principal puerto vietnamita de Haiphong en noviembre de 1946. Los franceses tomaron represalias con un ataque aéreo en el que murieron 6.000 vietnamitas. A éste le siguió una ofensiva vietnamita contra los franceses. En un intento infructuoso de calmar a los vietnamitas, Francia reorganizó sus posesiones en una Federación Indochina que prometía una mayor autonomía local. Ésta fue más tarde sustituida por un acuerdo para la creación del Estado Asociado del Vietnam, que había de ser independiente en todo menos en política exterior y de defensa dentro de la Unión Francesa. Las potencias occidentales reconocieron este gobierno. El Vietminh, sin embargo, estaba decidido a conseguir la plena independencia y emprendió una campaña de guerrillas. Su República Democrática del Vietnam fue reconocida por la Unión Soviética y por la República Popular de China. La fase inicial del conflicto fue principalmente una guerra de guerrillas, en 1947-9, que acabo en tablas entre los combatientes. La situación fue alterada por la victoria comunista en China en 1949, que proporcionó al Vietminh un poderoso aliado en el norte. Durante 1950 el Vietminh forzó a los franceses a retirarse de la mayor parte del norte de Vietnam. Poco a poco, el control francés sobre el país quedó confinado a las ciudades y a la costa. La presión financiera de la guerra comenzaba asimismo a representar una carga demasiado dura para la economía francesa, todavía no recuperada de la Segunda Guerra Mundial, y a partir de 1952 los Estados Unidos cargaron con casi todo el peso financiero. En un intento dramático de invertir el rumbo de la guerra, los franceses adoptaron un plan para tentar al Vietminh a un enfrentamiento donde pudieran aplastarlos. El lugar elegido fue Dien Bien Phu, a unos 350 kilómetros al oeste de Hanoi, cerca de la frontera con Laos, y allí destacaron a unos 15.000 soldados. El Vietminh rodeó el lugar y el sitio de Dien Bien Phu se prolongó desde noviembre de 1953 hasta mayo de 1954, cuando acabó con la rendición de la guarnición francesa. Esto marcó el final del poder francés en Indochina. La guerra se había hecho cada vez menos popular en Francia, y el INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 27' gobierno optó por desligarse lo mejor que pudo, accediendo a un alto el fuego ese mismo junio. En 1954 los Acuerdos de Ginebra dividieron Vietnam en dos zonas. La zona norte estaría gobernada por la República Democrática del Vietnam (es decir, el Vietminh) yel sur estaría gobernado por el Estado de Vietnam. Oficialmente, Vietnam seguía siendo un único país, y la intención era realizar elecciones nacionales seguidas de reunificación política. Las elecciones nunca se produjeron. El papel de Francia en la región fue gradualmente desplazado por Estados Unidos, que se involucró cada vez más a causa de su preocupación por frenar cualquier expansión del comunismo, que se veía como una extensión del poder soviético. La cuestión del, futuro control del Vietnam se convirtió así en un asunto de la guerra fría y condujo a la participación de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam de 1964-73. Justo cuando el conflicto de Vietnam comenzaba a resolverse para Francia estalló un nuevo conflicto en Argelia. Argelia llevaba mucho tiempo siendo tratada como parte integral de Francia, y en 1947 se concedió la ciudadanía francesa a los argelinos. La asamblea local, sin embargo, era elegida por dos colegios electorales, uno de 1,2 millones de europeos yel otro de 8,5 millones de árabes. En 1959, violentas manifestaciones acompañaron a demandas de independencia, marcando el principio de una larga y brutal guerra. En su punto álgido se desplegó un ejército francés de 400.000 soldados para reprimir la rebelión, pero sin éxito. Los colonas franceses rehusaban dar su aprobación a cualquier compromiso, y la crisis provocó la vuelta a la vida política francesa del General de Gaulle. Se esperaba que el líder de la Francia Libre de la guerra consiguiera llevar a los franceses nuevamente a la victoria en Argelia. De Gaulle, sin embargo, consideraba que era imposible ganar esta guerra y comenzó los preparativos para la independencia argelina. Esto provocó un motín dirigido por un grupo de oficiales franceses destinados en Argelia. Tras tomar brevemente el control de Argel, los amotinados fueron reprimidos y De Gaulle forzado a acceder a la independencia de Argelia en los términos de los Acuerdos de Evian de 1962. Francia retuvo importantes derechos petrolíferos y una base naval en Mers-el-Kebir durante quince años. Tras la decisión, 900.000 habitantes europeos de Argelia se fueron a vivir a Francia, lo que causó a corto plazo falta de viviendas y de empleo. Tras la independencia, Argelia experimentó un período de peligrosa agitación política, pero De Gaulle, que buscaba mantener alguna influencia en la región, aportó considerable ayuda al gobierno, lo que ayudó a estabilizar la situación política. 272 EUROPA DESDE 1945 Como parte de su asunción al poder De Gaulle rescribió la constitución francesa, dando entrada así a la Quinta República Francesa, necesaria en gran medida por la turbulencia causada por los distintos embrollos coloniales en los que Francia se encontraba metida y que habían debilitado considerablemente la Cuarta República. La Unión Francesa fue reemplazada entonces por la Comunidad Francesa, que daba a todos los componentes del imperio francés el derecho a auto gobernarse y el derecho a independizarse. Los miembros conservaban una tarifa favorable con Francia. Sólo Guinea rehusó unirse a la nueva estructura. A modo de lección, Francia dejó el país, despojándolo de paso de tanta infraestructura como podía llevar consigo y cortando toda la ayuda económica. El imperio colonial belga había estado limitado al Congo, una región rica en minerales que era objeto de intensa explotación por compañías belgas. Bélgica había invertido muy poco en desarrollar la capacidad de la población local, y todavía en 1960 no había apenas graduados universitarios ni profesionales especializados. A medida que las vecinas colonias francesas y británicas comenzaban a prepararse y obtenían la independencia, surgió en el Congo un movimiento similar. Tras los primeros disturbios violentos de 1959 en apoyo de la independencia el gobierno belga decidió abandonar el país precipitadamente, en un plazo de seis meses, sin preparar para nada a la población local para el autogobierno. El resultado fue el casi inmediato estallido de una guerra civil. En pocos días un movimiento secesionista se había hecho con el control de la provincia sureña de Katanga, rica en minerales. La Unión Soviética, que buscaba un papel en el mundo descolonizado tras la retirada de las potencias europeas, comenzó a proporcionar apoyo al asediado gobierno central, mientras que Bélgica apoyaba a los secesionistas a fin de proteger sus más valiosos intereses en la zona. La ONU intentó restablecer el orden, y en el curso de las negociaciones el secretario general de la ONU, Dag Hammarskjold, fue asesinado durante una misión al Congo. En el caos que envolvió al Congo uno de los grupos rebeldes retuvo numerosos rehenes occidentales en la ciudad clave de Stanleyville. Esto condujo al despliegue de paracaidistas, con ayuda americana, para rescatar a los rehenes. Varios estados africanos condenaron este despliegue de fuerzas de la antigua potencia imperial como un ejercicio de neo-imperialismo. En los años que siguieron, en numerosos estados africanos, las antiguas potencias coloniales seguirían interviniendo ocasionalmente para apoyar a una u otra facción. Los últimos estados europeos en arrostrar la cuestión de la descolonización fueron Portugal y España, que desde los años treinta habían esta- INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 273 do gobernados por gobiernos conservadores y autoritarios que se negaban a dar su aprobación a ningún movimiento de independencia, que veían como una amenaza contra su legitimidad en el poder. Portugal había inaugurado el ímpetu europeo por adquirir coloniales durante la era de los descubrimientos, y su imperio fue uno de los últimos en ser desmantelado. El proceso comenzó cuando la India se apoderó de la colonia portuguesa de Goa en 1961. El mismo año comenzaron a producirse levantamientos armados en el gran imperio colonial que Portugal tenía en África, en un momento en que el resto de África acababa de conseguir la independencia de sus correspondientes potencias europeas. Estas revueltas comenzaron en Angola y se extendieron hacia la Guinea Portuguesa y Mozambique. Esto llevó a Portugal a involucrarse en una larga y extenuante lucha por mantener el control de su imperio africano. En 1974 estalló en Portugal la Revolución de los Claveles a raíz de la propuesta del general Antonio Spinola de reestructurar el imperio portugués con la intención de poner fin a la guerra. La revolución en Portugal desembocó en un rápido proceso de concesión de independencia a sus posesiones africanas durante 1975-6, aunque Timor Oriental fue apropiado por Indonesia. La última colonia de Portugal, Macao, que fue también la última colonia europea en Asia,fue cedida a China en 1999,poniendo fin así a cuatro siglos de presencia territorial europea en Asia. El ya anciano dictador de España, Francisco Franco, había resistido todos los intentos de descolonización de España, pero durante su enfermedad final los últimos restos del antaño vasto imperio colonial español llamaron la atención. Los estados vecinos al Sahara Español, rico en fosfatos, intentaron hacerse con este territorio, para lo que el rey marroqui organizó una marcha pacífica formada por miles de marroquíes con el fin de apoderarse del Sahara, mientras Argelia daba su respaldo a un movimiento independentista y Mauritania intentaba también conseguir parte del territorio. En 1975 España dejó la colonia, pero su futuro seguía siendo disputado por los estados de la región. La ola de descolonización que siguió a la Segunda Guerra Mundial fue seguida por los esfuerzos de una parte de las antiguas potencias imperiales de retener lazos con sus antiguos imperios, en incluso alguna forma de control sobre ellos. Algunos de estos lazos eran fundamentalmente simbólicos y facilitaron la transición en la relación. Gran Bretaña animó a sus antiguas posesiones a unirse en la Commonwealth británica, y algunas incluso retuvieron durante algún tiempo el monarca británico como jefe oficial de su estado; Francia creó la Comunidad Francesa; los Países Bajos 274 EUROPA DESDE 1945 buscaron una unión bajo un soberano común; y la revolución portuguesa de 1974 se produjo como parte de un esfuerzo por crear una Confederación Lusitana que mantuviera alguna conexión entre Portugal y sus colonias. Tanto Gran Bretaña como Francia intentaron retener un papel financiero y establecieron sistemas monetarios que mantuvieran los vínculos con algunas de sus antiguas colonias en forma de control financiero. El bloqueo británico de la libra esterlina de la pre-guerra se transformó tras la guerra en e! Overseas Sterling Area (OSA). Como parte de! intento británico de mantener la imagen de un papel internacional, Gran Bretaña insistió en que la libra esterlina fuera una moneda de reserva en el sistema de Bretton Woods que se estableció a finales de la guerra para asegurar el equilibrio económico en la posguerra. En tanto que reserva monetaria públicamente reconocida servía como moneda de respaldo del dólar americano, lo que por confería un cierto prestigio reflejado a Gran Bretaña. Pragmáticamente, fue también un intento de asegurar que se retuviera a Londres como centro financiero internacional, lo que reportaba al país unos dividendos invisibles. Fue útil también para proporcionar mercados para los bienes británicos porque Gran Bretaña, en tanto que administrador de OSA, fijaba las tasas de conversión entre las monedas participantes. Pero esta posición tenía también desventajas para Gran Bretaña. Una vez la libra esterlina se hizo plenamente convertible en 1958, se convirtió en objeto de especulación, lo que causó varios episodios embarazosos de presión sobre la libra. La libra ya había sido devaluada en 1949 de 4,03 dólares a 2,80 dólares. En 1967 e! gobierno se vio forzado a devaluarla aún más hasta 2,40 dólares. Aunque esta devaluación se realizó por causa de apremiantes problemas nacionales, tuvo el efecto de devaluar también todas las monedas de la OSA en el mismo 14 por ciento. El resultado fue que las otras monedas de la OSA colocaron el dinero en otra moneda y dejaron de tratar a la antigua moneda imperial como reserva. En 1987 los Acuerdos de Basle pusieron fin definitivamente a la OSA. La mayoría de los países del antiguo imperio sub-sahariano de Francia adoptaron el franco CFA (Cornmunauté Pinanciere Africaine) como moneda, con un cambio fijo con el franco francés. Los miembros de la zona franco mantienen la mayoría de sus reservas de divisas en francos franceses. Gran Bretaña retuvo considerables intereses económicos en Irán, y en los años cincuenta la Corporación Petrolera Anglo-Iraní era la inversión británica más importante en el extranjero. Las amenazas de nacionaliza- INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 275 ción por el régimen nacionalista del primer ministro iraní Mohammed Mossadegh llevaron a Gran Bretaña a conspirar con Estados Unidos, que estaba preocupado por las posibles simpatías pro-soviéticas de parte de Mossadegh, para derrocar a su gobierno. Aunque había perdido muchos territorios, Gran Bretaña deseaba continuar siendo la principal potencia en el cada vez más importante Oriente Medio, de donde procedía el 70 por ciento del suministro de petróleo de Europa Occidental. Por ello, tomó la iniciativa para establecer e! Pacto de Bagbdad en 1955, modelado a imagen de la OTAN, y que comprendía Gran Bretaña, Irak, Turquía e Irán. Gran Bretaña también mantuvo una fuerte influencia en lordania. El principal oponente de la influencia británica era el líder nacionalista egipcio, el coronel Nasser. La creciente confrontación entre el Egipto de Nasser y las antiguas potencias imperiales, Gran Bretaña y Francia, desembocó en la crisis de Suez de 1956. Una vez Gran Bretaña y Francia se hubieron retirado de Oriente Medio, la región continuó estando en el centro de una compleja red de conflictos. La monarquía egipcia había sido derrocada en 1952 y el coronel Nasser había llegado a presidente en 1954. Él gobierno de Nasser emprendió una campaña de creciente enfrentamiento con Israel. Egipto bloqueó e! paso de los barcos israelíes por el canal de Suez y fuera de! Golfo de Aqaba. Nasser comenzó a reforzar el ejército egipcio con armamento comprado en el bloque soviético en 1955, una jugada que causó preocupación entre las potencias occidentales y que, en la interpretación de muchos, traía el Oriente Medio a la guerra fría. Francia tenía malas relaciones con Egipto a causa de su apoyo de los insurgentes que luchaban por la independencia en Argelia. A su vez, Gran Bretaña tenía malas relaciones con Egipto, que generalmente se oponía a la influencia británica y a los regímenes pro-británicos en la región. De acuerdo con e! Tratado Anglo-Egipcio de 1954 Gran Bretaña retiró sus últimas tropas del Canal de Suez en junio de 1956. Enseguida, al mes siguiente, Nasser decidió nacionalizar el Canal de Suez, que era propiedad conjunta de Francia y Gran Bretaña, a fin de recoger fondos para la construcción de un 'vasto complejo hidroeléctrico en Asuan. Esto decidió a Gran Bretaña, Francia e Israel a llevar a cabo una acción conjunta contra su enemigo común. Se acordó que Israel atacaría Egipto, moviéndose hacia el canal, y que Gran Bretaña y Francia exigirían entonces que los países beligerantes se retiraran del área del canal para poder garantizar su protección, que quedaría garantizada por una fuerza anglo-francesa que intervendria para tomar el control del canal de acuerdo con el tratado EUROPA DESDE 1945 anglo-egipcio, que permitía la intervención si la seguridad del canal se veía amenazada. Este acto de «colusión» tenía por objeto proporcionar una excusa para una intervención anglo-francesa. Israel puso en marcha el plan atacando Egipto a finales de octubre. Las fuerzas israelíes tuvieron un enorme éxito, alcanzando el Canal de Suez y reabriendo e! Golfo de Aqaba. De acuerdo con e! plan de colusión se emitió un ultimátum anglo-francés el 30 de octubre, pero hasta els de noviembre no llegaron al canal, en paracaídas, las primeras fuerzas anglofrancesas. A esto le siguió un desembarco anfibio. Entretanto, tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética, en un raro acto de concordancia, exigieron un alto el fuego a través de la ONU e12 de noviembre. Ante esta presión internacional, pero especialmente americana, los británicos y los franceses accedieron a desistir y se acordó un alto el fuego el 6 de noviembre. Inmediatamente se destacó en la zona una fuerza de emergencia de la ONU para separar a las partes beligerantes en el Sinaí, y se evacuaron las tropas anglo-francesas, mientras que las tropas israelíes abandonaban Egipto y la Franja de Gaza. Una respuesta anglo-francesa más rápida quizá hubiera conseguido el objetivo. El retraso en el desembarco de las tropas permitió a la opinión pública internacional alzarse contra ellos. La Unión Soviética aprovechó la oportunidad causada por esta distracción para aplastar el gobierno liberal húngaro, que estaba intentando separarse del bloque soviético. En Oriente Medio el prestigio francés y británico se vio seriamente dañado tras su humillante retirada. El primer ministro británico, Anthony Eden, que había apoyado la intervención, dimitió. Suez marcó el fin del papel de Gran Bretaña y Francia como grandes potencias capaces de actuar al mismo nivel que los dos estados más potentes del sistema internacional. Después de 1956 quedó claro que el sistema internacional se había convertido en un mundo bipolar en el que Estados Unidos y la Unión Soviética eran las superpotencias. Suez había revelado los limites del poder europeo. Después de Suez, Gran Bretaña pasó por un proceso de reposicionamiento que durante los cinco años siguientes condujo al proceso parejo de entrar en la CEE y de deshacerse de algunos fragmentos de! imperio que ya no satisfacían los intereses británicos tras el amplio proceso de descolonización ya consumado. Gran Bretaña estaba pasando conscientemente de ser un estado encarado a sus posesiones de ultramar a ser un estado encarado a Europa. El gobierno conservador decidió en 1959 retirarse de África tan rápidamente como fuera posible tras las siguientes INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 277 elecciones generales. En 1960 en Ciudad del Cabo el primer ministro británico Harold Macmillan habló de los «vientos de cambio) que recorrían África. En 1963 Gran Bretaña había liquidado casi todo su antaño vasto imperio africano. A mediados de los años sesenta el gobierno Laborista del primer ministro Harold Wilson afrontó la realidad de que, con la pérdida del imperio, su poder había disminuido, tanto económica como militarmente, y adoptó una nueva visión estratégica que requería que Gran Bretaña pusiera fin a su posición al «este de Suez». De modo que, para evitar que algunas de las antiguas colonias no se sintieran demasiado dejadas a su suerte, la Commonwealth recibió un poder más elevado y su propio secretariado. Simultáneamente, cierto número de antiguas colonias recibieron de repente, e incluso inesperadamente, la independencia. La retirada de Gran Bretaña fue gradual. Todavía apoyó a Malasia, que había logrado la independencia de Gran Bretaña en 1957, cuando Indonesia inició una política de acoso dirigida a Malasia. La amenaza indonésica fue rechazada con la ayuda de 50.000 soldados de la Commonwealth proporcionados por Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda. La confrontación se alargó hasta 1964, y durante este período Indonesia continuó amenazando con intensificar el conflicto al tiempo que se deshacía en un caos económico, hasta que un fracasado golpe de estado comunista precipitó la toma de poder por e! ejército en 1965 y e! gradual desplazamiento de Sukarno del poder. Sukarno había afirmado que el auténtico enemigo era el imperialismo y neo-colonialismo británico, que había creado una Malasia títere. Las tensiones económicas y políticas de la confrontación agravaron la situación dentro de Indonesia y contribuyeron al descontento que finalmente provocó la caída de Sukarno. El intento de repetir el éxito de la confrontación anterior con los Países Bajos había fracasado gracias a la firmeza británica. En consecuencia, el prestigio británico aumentó gracias a su eficaz apoyo a Malasia. Gran Bretaña, en tanto que antigua potencia imperial, también desempeñó un importante papel como intermediario en la transición hacia un gobierno de mayoría en Rhodesia-Zimbabwe, durante la cual Gran Bretaña se convirtió brevemente en el poder gobernante para supervisar las elecciones. Francia fue la más activa de todas las antiguas potencias coloniales europeas a la hora de intentar mantener una esfera de influencia en sus antiguos territorios. Aunque para mediados de los años sesenta la Comunidad Francesa ya había perdido todo significado fundamental, Francia continuó desempeñando un papel activo en su antiguo imperio subsahariano, apoyando el ampliamente usado franco centroafricano y manteniendo EUROPA DESDE 1945 una presencia militar que a menudo fue decisiva para mantener un régimen o desempeñar un papel en un cambio de gobierno. Un ejemplo de la continua participación francesa en la región es la guerra entre Chad y Libia. El régimen libio del Coronel Gaddafi tenía el firme propósito de reclamar la franja de Aozu, rica en minerales, del vecino Chad. Varios intentos libios de tomar el control de la franja habían sido rechazados por Chad con ayuda francesa. Cuando esto volvió a ocurrir en 1983, el presidente de Francia, Mitterrand, decidió intervenir directamente con tropas francesas. Un cuerpo francés de unos 3.000 soldados estableció una zona prohibida, la zone rouge, entre los ejércitos enfrentados. En septiembre de 1984 se alcanzó un acuerdo para la retirada de las tropas extranjeras, pero mientras que los franceses se retiraron, los libios se quedaron. En febrero de 1986 las fuerzas libias avanzaron, confiados en que las elecciones parlamentarias francesas que entonces tenían lugar distraerían la atención francesa. Pero rápidamente se desplegaron fuerzas francesas, y Estados Unidos proporcionó ayuda por valor de la millones de dólares. Con tan importante apoyo franco-americano, las fuerzas del Chad lograron avanzar hacia el norte, derrotando a los libios y reconquistando e! control de la franja de Aozu. Francia ha sido reacia a renunciar a los últimos fragmentos de su imperio colonial. Ha encontrado en la Guyana Francesa una base conveniente para el lanzamiento de satélites, en tanto que sus territorios en el Océano Pacífico le proporcionaron hasta 1996 un lugar para sus pruebas de armas nucleares. En 1985 agentes franceses abordaron y hundieron un barco de Greenpeace en Nueva Zelanda que protestaba contra las pruebas nucleares francesas, una acción que condujo a una seria ruptura de las relaciones. Francia se adelantó a cualquier tipo de reparación por parte de Nueva Zelanda utilizando su peso en la CE para amenazar a este país con represalias económicas. Todavía quedan varios fragmentos de un vasto imperio colonial que siguen bajo el control de estados europeos. Gran Bretaña conserva varias posesiones isleñas, especialmente en el Caribe y el Atlántico. Una de éstas, las Palklands, fueron causa de una guerra entre Argentina y Gran Bretaña en 1982. Gran Bretaña y Argentina mantenían desde hacía tiempo una disputa territorial acerca de la soberanía de las Islas Falkland (Las Malvinas), que están situadas a unas 300 millas al este de la costa argentina. El gobierno militar de Argentina buscaba un triunfo para restablecer su decaída popularidad en una espectacular victoria. Así, aumentó la presión para la retirada británica de las islas. Había indicaciones de que el gobierno INTERACCIÓN CON EL MuNDO NO EUROPEO 279 británico podía estar preparado para llegar a un acuerdo sobre las islas, y probablemente se creía que Gran Bretaña no estaría dispuesta, o sería incapaz, de hacer una guerra distante por poco más de 1.800 personas y 400.000 ovejas. La guerra estalló a raíz del desembarco ilegal de un grupo de comerciantes argentinos de chatarra en South Georgia, una dependencia de la colonia de las Islas Falkland, en marzo de 1982. Le siguió la invasión total de las islas por Argentina. Las fuerzas invasoras argentinas rápidamente tomaron las guarniciones de las Falkland y de South Georgia, y e! gobernador inglés fue deportado. Gran Bretaña respondió a la crisis enviando un destacamento naval especial, que llegó a finales de abril tras un viaje de 8.000 millas. Durante este período de calma todos los esfuerzos por alcanzar una solución diplomática al conflicto resultaron infructuosos. Gran Bretaña declaró una «zona de exclusión total» de 200 millas alrededor de las Falklands. Se produjo entonces un polémico incidente con el hundimiento del buque de guerra argentino General Belgrano cuando se encontraba fuera de la zona de exclusión total. Las fuerzas británicas pronto recapturaron South Georgia, a fmales de abril, a lo que siguió una serie de desembarcos en las Palldands que rápidamente aplastaron las guarniciones argentinas. A consecuencia de su derrota el gobierno militar argentino hubo de dejar el poder. El nuevo gobierno aceptó e!final defacto a las hostilidades, y las relaciones anglo-argentinas mejoraron tras el restablecimiento de un gobierno civil en Argentina a finales de 1983. El crecimiento de la VE, y el legado progresivamente más pequeño de la era colonial, condujeron lentamente a una reformulación de las relaciones de Europa con el mundo no europeo. Las Convenciones de Lomé de 1975 y 1980 entre la CE y sesenta estados africanos, caribeños y del Pacífico, permitieron la entrada de casi todos los productos agrícolas de estos países en la CE sin impuestos, al tiempo que permitían un impuesto común sobre los bienes procedentes de la CE. Europa, que durante siglos había sido un foco de emigración, en la era de posguerra se convirtió en foco de inmigración, y una gran cantidad de personas, predominantemente del antiguo mundo colonial, buscó establecerse en Europa, y generalmente en la antigua potencia colonial. Al principio, cuando, al acabar la Segunda Guerra Mundial, el país sufría una grave falta de mano de obra, Gran Bretaña atraía ávidamente a inmigrantes de su antiguo imperio. Un hito importante fue la llegada en junio de 1948 de! Empire Windrush de Jamaica con el primer grupo de inmigrantes. Todos los ciudadanos de la Commonwealth disfrutaban 280 EUROPA DESDE 1945 del libre derecho a la inmigración, pero con el aumento de la cantidad de inmigrantes, el gobierno británico aprobó en 19721a Ley de Inmigración de la Commonwealth, que intentaba por vez primera controlar el númefa de inmigrantes. Desde 1945 han venido a Europa muchos inmigrantes a causa de los problemas políticos o económicos de sus países de origen. En 1951 Gran Bretaña tenía una población de 74.000 habitantes procedentes de los países de la nueva Cornmonwealth; en 1981 esta cifra había aumentado hasta 2,2 millones. Francia tenía en 1990 una población de 1,5 millones de inmigrantes africanos, y casi 0,5 millones de inmigrantes asiáticos. España y Portugal, que históricamente habían sido países de emigración, comenzaron también a recibir inmigración. Portugal, tras el colapso de su imperio, se encontró con una población de 800.000 inmigrantes de una población total de tan sólo 10 millones. Los levantamientos políticos en las antiguas colonias siguieron afectando a las antiguas potencias mucho tiempo después de la independencia. En 1972 Uganda expulsó a su población étnica asiática, lo que provocó que 29.000 personas con pasaporte británico se desplazaran a Gran Bretaña, donde acabaron por convertirse en uno de los grupos de mayor éxito económico. También quedan restos de un notable flujo de emigración británica. Por ejemplo, durante los años de dificultades económicas de principios de los ochenta hubo en Gran Bretaña más emigración que inmigración; así, 465.000 personas emigraron a países de la Antigua Commonwealth y a los Estados Unidos durante 1979-83. Tales movimientos de población han contribuido a cambiar el mapa cultural de Europa, puesto que por primera vez Europa Occidental y Central cuentan con una notable población musulmana. Los inmigrantes económicos de Turquía han aumentado este fenómeno. Uno de los efectos de esto ha sido que Europa se ha visto involucrada en asuntos del mundo islámico. En 1989 el autor británico nacido en la India Salman Rushdie fue objeto de una fatwa emitida por el máximo lider religioso de Irán, el Ayatolá Iomeini, que pidió la muerte del escritor por un cargo de blafemia en su libro Losversos satánicos. Esto condujo a una larga ruptura de relaciones anglo-iraníes y a un corto estallido de eventos de quema de libros considerados blasfemos en algunas comunidades musulmanas, en apoyo de la fatwa. La interacción entre Europa y el mundo no europeo se basa en una larga y compleja historia. En el antiguo mundo colonial permanece a menudo un legado lingüístico, que sigue siendo un lazo importante. El lenguaje INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 281 común ha permitido el acceso a la literatura y las películas de los antiguos estados coloniales, y en una era de rápida expansión de los medios de radiodifusión y televisión, esto proporciona a Europa una importante influencia cultural. Las antiguas potencias coloniales siguen siendo un destino importante para la educación superior de parte de los estudiantes de sus antiguos imperios. La globalización de la información ha ayudado a conectar el antiguo mundo colonial con las antiguas potencias coloniales. Justo cuando la descolonización parecía acabar separando a las potencias europeas del mundo no europeo, la globalización permite su acercamiento por otras vías. Globalización e internacionalización Dos procesos estrechamente relacionados han establecido muchos de los contextos sociales, económicos y políticos en los que se ha desarrollado la interacción entre Europa y el mundo no europeo. «Globalización» hace referencia a la manera en que una gran parte de la actividad económica desde 1945 ha pasado a tener lugar cada vez más en mercados esencialmente mundiales en lugar de estar confinada dentro de fronteras nacionales o incluso regionales. Los mercados globales ayudan a producir actores globales, como las ingentes corporaciones transnacionales, o magnates de los medios de comunicación como Rupert Murdoch, así como una cultura global, mayormente occidental o (dirían algunos) norteamericana. «Internacionalización» hace referencia a la manera en que los estados han respondido a la globalización y a otras presiones aunando sus recursos -c-económicos, diplomáticos y militares- en una amplia gama de organizaciones internacionales. Ambos procesos han afectado profundamente todos los aspectos de la politica mundial y de la economía politica global. Aunque se ha producido un intenso debate acerca del verdadero alcance de la globalización y su impacto sobre la nación estado, algunos hechos básicos están fuera de discusión: las transacciones financieras diarias en todo el mundo superan el billón de dólares, la velocidad con la que estas transacciones tienen lugar en la actualidad se ha visto reducida a menos de un segundo, las mejoras en la productividad combinadas con la continua reducción de barreras al comercio han favorecido la concentración de varias actividades económicas en corporaciones transnacionales cada vez más grandes, y el comercio ha aumentado de forma continua desde 1945, EUROPA DESDE 1945 tanto en volumen total como en porcentaje del producto interior mundial total. Además, se puede aportar toda una serie de estadísticas que muestran la centralidad de Europa (especialmente Europa Occidental) en todos estos procesos -y por tanto su dependencia de ellos y su vulnerabilidad. Solamente los bancos situados en Gran Bretaña sostienen casi una cuarta parte de los préstamos internacionales, la UE es responsable de cerca del 40 por ciento del comercio total y del 20 por ciento del comercio fuera de la Unión, y más de la mitad de las inversiones totales del mundo fluyen entre la UE, de un lado, y América del Norte y Japón, del otro lado. La UE es también responsable de un 31 por ciento de la producción total mundial, en comparación a un 27 por ciento de Estados Unidos y un 21 por ciento de Japón. Hasta los años noventa los países del Pacto de Varsovia habían estado excluidos de estos procesos porque seguían políticas que caían entre la autarquía y la división del trabajo entre los miembros del Comecon, establecido en 1949 para promover la cooperación económica entre ellos. Su experiencia desde 1989 ha sido diversa: la mayoría se consideraron inicialmente mercados emergentes que ofrecían interesantes perspectivas de crecimiento, y algunos recibieron grandes préstamos e inversiones. El mayor receptor de préstamos, Rusia, ha fracasado en su intento de realizar su potencial económico y ha caído aún más profundamente en deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras fuentes de préstamos. Otras economías, como las de Polonia y Eslovenia, comienzan a demostrar una tendencia firme y continuada al crecimiento. El ímpetu inicial para la integración de Europa no provino tanto de la globalización como de una serie de presiones políticas. Entre estas se incluye la insistencia americana en que Europa proporcionara una respuesta común a la ayuda del Plan Marshall, lo que llevó al establecimiento en 1948 de la Organización para la Cooperación Económica Europea (más tarde Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, con Estados Unidos y Canadá). También un producto de la presión americana fue el establecimiento un año antes del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que creó el foro más importante para el discurso comercial entre los estados más importantes. También aquí, a la vista de la creciente tensión sobre cuestiones comerciales con los Estados Unidos, los socios de la UE han tendido a funcionar como una sola unidad. Las disputas comerciales alcanzaron un pico en los años ochenta, cuando cada bando acusó al otro de prácticas restrictivas y proteccionismo, especialmente en las áreas de agricultura y políticas de contratación INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO pública. Esto no impidió que la Ronda de Uruguay de negociaciones comerciales, que comenzó en 1986, alcanzara un acuerdo en 1994 que incluia el establecimiento de un sucesor del GATT,la Organización Mundial del Comercio. GATT era una de las tres organizaciones económicas internacionales establecidas después de la guerra para proveer cierto nivel de administración de la economía global; las otras eran el FMI y el Banco Mundial. Su cometido inicial, canalizar la asistencia a Europa, quedó después reemplazado por la nueva función de proporcionar préstamos a países en vías de desarrollo. Para 1970 Japón se había unido a los Estados Unidos y Europa Occidental como uno de los tres principales centros de poder económico. Tras el derrumbe del sistema de Bretton Woods en 1971 y la primera de una serie de grandes subidas del precio del petróleo en 1973, estos tres centros añadieron una importante institución informal: las cumbres del Grupo de los Siete (G7). Éstas tuvieron su origen en una iniciativa del presidente francés, Valéry Giscard D'Estaing, de 1975. Su idea original era hacer reuniones irregulares y muy informales de «los que son realmente importantes en el mundo» -los jefes de gobierno de Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Canadá, Francia e Italia- con el objetivo de centrar su conocimiento colectivo en los grandes problemas del momento, libres de las limitaciones impuestas por los ejércitos de burócratas. Esta imagen un tanto romántica del poder en el mundo moderno naufragó contra los escollos de los distintos sistemas políticos y culturales representados por los siete: otros líderes políticos no disfrutaban del período de siete años en la presidencia que tenía el presidente francés y tenían menos tiempo para centrarse en el contexto global a expensas de consideraciones electorales de corto plazo. Además, los líderes europeos y, hasta cierto punto, los japoneses, tendían a tener más experiencia a nivel gubernamental, a menudo en oficinas financieras, que sus homólogos americanos, lo que hacía que el presidente de Estados Unidos fuera reacio a entablar discusiones de alto nivel sin que sus consejeros estuvieran presentes. En consecuencia, las reuniones se hicieron mucho más formales, regulares, altamente publicitadas y bien organizadas que en la idea original francesa. También comenzaron a considerar un abanico mucho más amplio de cuestiones que las relacionadas con la economía internacional, y así aparecieron en sus agendas cuestiones medioambientales, terrorismo y la crisis de los Balcanes. Cuando comenzaron las reuniones del G7, la ortodoxia económica predominante era todavía la creencia en las posibilidades del modelo EUROPA DESDE 1945 keynesiano de gestión de la demanda. Esto condujo a varias estrategias para abordar coordinadamente los problemas globales de la economía, de las que la de mayor éxito posiblemente sea la fraguada en la cumbre de 1978 en Bonn, cuando Alemania Occidental y Japón acordaron ref1acionar sus economías a cambio de un compromiso americano de hacer una política fiscal más estricta para contrarrestar la inflación. No obstante, los alemanes llegaron más tarde a la conclusión de que habían sido empujados a adoptar una política que agravaba su propia inflación sin tener ningún efecto a largo plazo sobre los problemas económicos globales: una visión que se ajustaba a la ortodoxia neoliberal de los años ochenta que encarnaban Ronal Reagan y Margaret Thatcher. Reagan intentó también utilizar las reuniones para promover su estrategia de confrontación con la Unión Soviética, lo que dio origen a varias disputas graves con sus aliados europeos, de las que la más notoria fue la ocurrida en la cumbre de 1982 en Versalles, cuando Reagan intentó presionar a los rusos frenando el acuerdo sobre la propuesta de un oleoducto trans-siberiano: una jugada que podía haberles costado muchos empleos a los europeos. Ocho años más tarde, cuando la cuestión era qué hacer con una Unión Soviética en el umbral del colapso, los países del G7 fueron igualmente incapaces de alcanzar un acuerdo, puesto que Francia y Alemania optaban por continuar con sus programas bilaterales de ayuda, EE.UU. pedía más concesiones de seguridad, Japón solicitaba que la ayuda estuviera vinculada a progresos en la disputa sobre las Islas Kuriles, y Gran Bretaña pedía una reestructuración más minuciosa. Rusia es en la actualidad un miembro más de este pequeño círculo -más a causa de aprensiones por el peligro de dejar a Rusia al margen, que porque Rusia satisfaga los criterios económicos para ser miembro del club, aunque la presencia de Rusia en la cumbre del G8 de 1999 fue valiosa por sus lazos con el intransigente gobierno de Yugoslavia, que por entonces estaba siendo bombardeada por aviones de la OTAN en respuesta a su política de «limpieza étnica» en la provincia sureña de Kosovo. La declaración de la cumbre del G7 de 1991 afirmaba que el grupo pretendía hacer un mayor uso de la ONU para la resolución de conflictos, la diplomacia preventiva y la cooperación en varias áreas políticas, económicas, ecológicas y humanitarias. Esto marcó un giro respecto a la posición de varios miembros del G7 durante las décadas de los setenta y ochenta, cuando tendían a ver la ONU como una organización anti-occidental e ineficaz. Cuando se creó la ONU en 1945, estaba dominada por Estados Unidos y sus aliados, Gran Bretaña y Francia recibieron dos de INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO 2 85 los cinco escaños permanentes en el consejo de seguridad, y América Latina y Europa Occidental comprendían la mayoría de la asamblea general. Europa Occidental también proporcionó los dos primeros secretarios generales de la ONU, el noruego Trygve Lie y el sueco Dag Hammarskjold -ambos objeto de la ira de la Unión Soviética por su presunto sesgo pro-occidental. Pero a mediados de los años sesenta la mayoría de los miembros de la ONU eran estados afro-asiáticos, que impulsaron vigorosamente una agenda en la que los problemas de desarrollo y anti-colonialismo tenían prioridad sobre las cuestiones de la guerra fría. El apoyo occidental a Israel y, en menor medida, Sudáfrica, contribuyó a crear una atmósfera en la que Estados Unidos y las principales potencias coloniales de antaño como Gran Bretaña a menudo se encontraban en el lado cortante de discursos y resoluciones impotentes pero airados de la asamblea general. Al mismo tiempo la dificultad de garantizar la necesaria unanimidad entre los cinco permanentes del consejo de seguridad impedía que la ONU pudiera desempeñar el importante papel en la seguridad internacional que en un principio se había pretendido. Por ello, la declaración del grupo G7 de 1991 era importante porque simbolizaba un nuevo intento occidental de aprovecbar plenamente el potencial de la ONU, Al final, el «nuevo orden mundial», del que este retorno a la ONU era una parte significativa, resultó ser ilusorio. Hubo una importante contribución europea en las actividades de pacificación de la ONU en Somalia, Ruanda, Bosnia y otros lugares, pero con resultados variables, y cuando la OTAN decidió bombardear Yugoslavia en 1999, se abstuvo de buscar un mandato de la ONU debido a la probabilidad de un veto ruso en el consejo de seguridad. Una importante respuesta institucional internacional a la globalización ha sido la búsqueda, por parte de los miembros de la UE, de respuestas coordinadas, si no comunes, a varios retos internacionales. En ciertas áreas -especialmente en las negociaciones sobre comercio, agricultura y pesca-la UE funciona como una unidad; en otras, como en la ayuda a los países en vías de desarrollo, la politica global de la UE viene regida por instrumentos como la Convención de Lomé, aunque cada uno de los miembros de la VE difiere considerablemente en la cantidad de ayuda que ofrecen. Con el Tratado de Maastricht la UE se comprometió a avanzar hacia una politica exterior y de seguridad común (PESC). El desarrollo minucioso de la PESC ha servido para poner de manifiesto los problemas de este concepto, aunque en la práctica la UE ha avanzado hacia una política común realizada ad hoc en problemas como el medio 286 EUROPA DESDE 1945 ambiente y los derechos humanos y también en su orientación hacia otros grupos regionales. El Tratado de Maastricht incluía un compromiso con el desarrollo sostenible que fue reafirmado en los mandatos de los nuevos Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo y Banco Europeo de Inversiones. Más concretamente) la DE adoptó una posición negociadora común en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992 yen la.Conferencia de Kyoto sobre elCambio Climático Global de 1997. Sin embargo, aunque la primera de éstas logró establecer unos principios generales, la segunda reveló grandes diferencias entre la VE y el resto de los principales participantes. El principal objetivo de Kyoto era establecer compromisos específicos para la reducción de las emisiones de gases causantes del efecto invernadero, de las que los Estados Unidos son responsables de una cuarta parte, y la UE del 15 por ciento. La posición de la UE era que los principales estados industrializados redujeran sus emisiones en un 15 por ciento para el año 2010 respecto al nivel de referencia de 1990. Al final sólo se pudo acordar una reducción total del S por ciento, correspondiente a una reducción del 8 por ciento para la mayoría de países europeos, del 7 por ciento para Estados Unidos, y del 6 por ciento para Japón. Pero otras fuentes de gases invernadero de creciente importancia global, como China y la India, sólo recibieron objetivos voluntarios de reducción de emisiones. El problema del calentamiento global va camino de convertirse en una de las principales fuentes de tensión internacional durante las próximas décadas. Mientras que Europa en conjunto quizá consiga reducir su propia contribución al problema siempre y cuando Europa Occidental se haga cargo de la mayor parte de la carga económica que el acuerdo supone para Europa Oriental, las naciones en vías de desarrollo que obtienen su energía mayormente de la quema de carbón y están en rápido proceso de industrialización se niegan en efecto a recortar sus emisiones a no ser que el enorme coste (1 billón de dólares) de la conversión a tecnologías alternativas sea sufragado por los países occidentales. No sólo no hay indicios de que esto vaya a ser así, sino que parece que Estados Unidos tiene toda la intención de seguir siendo uno de los mayores emisores de gases. Europa, que ha sido el escenario de las mayores violaciones de los derechos humanos de la historia, entre las que hay que incluir la reciente experiencia (años noventa) de la antigua Yugoslavia, ha concebido sin embargo el sistema más efectivo y de mayor alcance para la protección internacional de los derechos humanos en la forma del Consejo de Europa, INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO con cuarenta miembros. En los últimos diez años, la VE ha intentado, con creciente interés, promover los principios del «buen gobiemo», como la democracia, la observancia de los derechos humanos y el estado de derecho, fuera de Europa. Este compromiso fue puesto por escrito en el Acuerdo de Lomé IV con sus asociados en el mundo en vías de desarrollo, y resaltado aún con mayor énfasis en documentos posteriores. En 1995 dos importantes declaraciones realizadas por la Comisión de la UE dejaron bien claro que todos los acuerdos de la UE con terceros incluirían cláusulas referentes a los derechos humanos, y que se contemplaría la suspensión de los acuerdos en caso de violación de los derechos humanos. La cuestión de la protección internacional de los derechos humanos siempre ba estado llena de dificultades, y la experiencia de la DE ha tendido a confirmar esto. Las distintas culturas y religiones encaran de forma distíntas las cuestiones de derechos humanos, los estados siempre reclamarán su derecho soberano a resolver las cuestiones nacionales en el marco de su propia jurisdicción, y los intereses comerciales y de seguridad tienden a llevar a los estados a aplicar distintos raseros al cumplimiento de los derechos humanos. En el caso de la UE, esta última consideración ha llevado a seguir una línea de actuación más suave con China que con los asociados de Lomé de la VE, así como a hacer oídos sordos a los malos tratos contra los pueblos indígenas en Norteamérica y Australia. En cambio, muchos países africanos han recibido sanciones europeas de distinto tipo por causa de cuestiones de derechos humanos, aunque incluso aquí la práctica no es uniforme: Francia logró evitar la imposición de sanciones en su antigua colonia Camerún. El fortalecimiento de distintos procesos de integración regional en todo el mundo durante los últimos veinte años se ha interpretado generalmente como una respuesta a la globalización. A medida que aumentaban las fuerzas comerciales y financieras a las que tenían que hacer frente los estados, éstos comenzaron a sentir la necesidad de unir sus recursos tanto para sobrevivir como para obtener el máximo beneficio de la globalización. Los estados excluidos de un grupo regional buscaron oportunidades en otros: Rusia entró en el Grupo Asia-Pacífico de Cooperación Económica en 1997, mientras que Turquía, también excluida de la UE pese a largos años de buscar la admisión, intentó establecer fuertes lazos con Asia Central y Oriente Medio. Este proceso no sólo afectó a los estados: las empresas de negocios, desde las de telecomunicaciones, aeroespaciales y automovilísticas a las del petróleo, la banca o los refrescos protagonizaron una oleada de fusiones tanto dentro de regiones como entre 288 EUROPA DESDE 1945 regiones. Una consecuencia inevitable de esto es que los grupos regionales cada vez negocian entre sí más como bloques que como países individuales. Por ejemplo, la VE y la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN) alcanzaron un Acuerdo de Cooperación en 1980, y en 1996 la VE y diez estados asiáticos, entre ellos siete miembros de ASEAN, acordaron formalizar y avanzar en su diálogo mediante el inicio de los Encuentros Asia-Europa. Del mismo modo, la DE y.el grupo Mercosur de estados sudamericanos (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), con los que la DE realiza la mayor parte de su comercio con la región -unos 50.000 millones de dólares en total-firmaron un Acuerdo Marco en 1995 que se considera el precursor de lazos de mayor alcance. Conclusión En 1945 Europa todavia -formalmente- dominaba la mayor parte del mundo. En realidad su poder se había debilitado tanto en relación con las superpotencias como en relación con la tarea de mantener el dominio sobre sus colonias, muchas de las cuales habían recibido muchas promesas de Japón, que se las había dado de liberador de la dominación blanca durante la guerra. La aceptación de la pérdida del imperio fue irregular: Gran Bretaña se desprendió de las colonias con relativa facilidad, pero a cambio le costó bastante admitir que había dejado de ser un jugador en el escenario mundial para aceptar su papel a escala regional; Francia jugó extraordinariamente bien su mano en la partida de la política europea en lo que concierne a sus propios intereses, pero le resultó enormemente difícil renunciar a su antigua grandeza imperial. En el Este, Rusia se encontróy no por primera vez -en Europa pero no de Europa. En ciertos aspectos su respuesta a esta situación no fue enteramente distinta a la de sus enemigos de Europa Occidental a pesar de las diferencias ideológicas y de otro tipo. Por ejemplo, al igual que Gran Bretaña y Francia en sus propias maneras, Moscú intentó hacerse con un papel de líder mundial en parte para contrarrestar el poder de Estados Unidos. También intentó establecer en Europa del Este un sistema rival al que se estaba formando en Europa Occidental, por bien que unido esencialmente por la fuerza. Al final, Moscú fue el gran perdedor en la gran contienda de la era de posguerra, y tuvo que renunciar a buena parte de su territorio soberano, perdió a sus aliados de Europa del Este, y ganó poco o nada de sus costo- INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO sas aventuras fuera de Europa. Pero al final de la década de los noventa había comenzado a tomar forma un cierto sentido de un destino común en lo que Gorbachev había llamado <muestra casa común europea». En el sentido más amplio, esto podía verse como un producto de la globalización. Alemania en particular, pero también otras potencias europeas, se dieron perfecta cuenta de que las consecuencias de un colapso económico, político y social en Rusia no podrían confinarse dentro de las fronteras de Rusia, y se mostraron dispuestos a ayudar considerablemente a las facciones moderadas en Rusia para que mantuvieran el control de la situación. En otro contexto, la respuesta renuente pero en última instancia eficaz de la OTAN a lo acontecido en la antigua Yugoslavia sugiere que alguna forma de globalización ética comenzaba a influir en los eventos, de manera que los estados -al menos los estados europeos- tenían que estar a la altura de unos mínimos de comportamiento civilizado para obtener la plena aceptación de la comunidad internacional. La OTAN, que no había disparado un solo tiro montado en cólera durante la guerra fría, emerge ahora como el instrumento de esta nueva concepción de las relaciones internacionales (no sin cierta inquietud por parte de algunos de sus nuevos miembros, la República Checa, Polonia y Hungría, así como de algunos de los miembros antiguos, especialmente Grecia e Italia). Además, aunque Rusia frecuentemente ha expresado su preocupación por estos desarrollos, también se ha mostrado dispuesta a participar en las intervenciones internacionales en Bosnia y Kosovo. Aunque hizo lo posible por distanciarse de la OTAN (especialmente de cualquier implicación de control por la OTAN de sus fuerzas armadas) en estas actividades, la sorprendente realidad es que Estados Unidos,' Rusia y los miembros europeos de la OTAN perseguían un propósito común en la antigua Yugoslavia. Como pasa tantas veces en las relaciones internacionales, también esto puede torcerse, pero es al menos un desarrollo notorio con implicaciones potencialmente profundas en las próximas décadas.