La montaña, fuente de bienes y cultura ecológica Texto: Pedro Montserrat Recoder Fotografías: Federico Fillat A sus 87 años el autor sigue estudiando admirado cómo las biocenosis, el trabajo conjunto de plantas y animales que defienden su casa -el suelo-, dan lugar a los pastos, una riqueza natural que sólo se deteriora con el abandono. Sufre por ver la crisis de la comunidad rural y, lo que es peor, por el desánimo de los jóvenes para superarla. Quiere aportar su visión reanimadora, insistir en que hay posibilidades si se da un cambio de actitud: reorganizar rebaños que sepan sobrevivir, y reorganizar una sociedad rural que sepa gestionar sus riquezas naturales, sin malgastar el terreno público sólo en instalaciones de ocio mientras los pueblos se abandonan ace poco, en el IV Congreso Forestal Español (Zaragoza, 29 septiembre, H 2005), con Luis Villar comentamos la bajada de coluvios en ladera de montaña, un flujo de suelo que antes se aprovechaba según su dinamismo natural y que frena, incluso evita, la erosión. También Vicente Rodríguez-Estévez (en el número anterior, núm. 22 de esta revista) comentaba lo que se pierde por ese abandono del mundo rural. Perdemos unos recursos propios prefiriendo lo que llega de lejos, en especial gracias a un turismo en aumento que puede fallar. Si conviene opinar sobre el uso de recursos, es también porque muchos países pobres nos contemplan y les estamos dando un mal ejemplo al despilfarrar ahora lo que antes nos daba de comer. Dinámica en laderas de alta montaña En la foto de la montaña apreciamos un "marco geofísico" con actividad vegetal desde hace más de 8.000 años, cuando desapareció el hielo que había profundizado el valle. Hay roca caliza (color claro) y la del flysch (color oscuro), con el pasto productivo instalado en el pedregal, sobre la glera (cascajar) dominante. Caen los llamados "bolos" que arrastran piedra menuda, como también los 61 La fertilidad de la tierra n° 23 La montaña influye en la parte baja, más productiva. Vemos aquí una muestra representativa, el valle Sorrosal en Linás de Broto, próximo al Parque Nacional de Ordesa. Esta fotografía es muy instructiva, por evidenciar el dinamismo geofísico que rellena, suaviza las vertientes y además diversifica los pastos Revitalizar lo rural aludes que dejan piedra suelta de color claro en unas vías que lo indican y contrastan con el pasto que verdea; esos pastos de glera tienen plantas adaptadas a ser despuntadas sin morir. Hay suelo cubierto por piedras protectoras y un pasto semienterrado en toda la glera, pero varía su densidad con planta rala si es máxima la movilidad del pedregal, y partes cubiertas ya con un césped denso y un suelo lleno de vida. La parte baja presenta ya un pasto continuo, pero con "bolos" no cubiertos aún por el césped; el agua es retenida, frenada por el pedregal que abona y refresca el pasto. Destaca un pasto denso al pie de peñas que dan agua escurrida del roquedo; así se formó un suelo lleno de vida, con animales excavadores muy preparados (selección natural) para evitar la erosión y así conservar su casa. En la parte alta vemos también céspedes sobre suelo margoso del flysch y otras gleras con pasto, una hierba que ya escasea en los peñascos calizos superiores. En esta foto se adivinan los milenios empleados en suavizar la pendiente, por ese pedregal enorme que actúa como "esponja", reteniendo el agua y soltándola poco a poco; así pudo prosperar la vida vegetal, un césped esencial para los herbívoros. Hay mucha vida, diversidad, y además rigen unas normas, una organización maravillosa conseguida con el ajuste genético de plantas y animales: se trata de unos biosistemas que podemos potenciar, pero la erosión acecha siempre y vemos que actuó en el césped con mucho suelo, cortado casi en línea recta por avalanchas que "rejuvenecieron" la glera en esa parte basal tan interesante de la foto. Organizarse para conservar produciendo y exportando La ganadería de montaña que hace paisaje se aprecia en Parques o Reservas y nos muestra la estrategia de pastar mejorando los recursos, es decir, conservando. Esa es la maravilla que han conseguido esos sistemas de montaña; en caso contrario ya no tendríamos nada, sólo rocas y despeñaderos. En alta montaña el pasto se debe al pastoreo del rebeco (sarrio, isard) que forma sistema con él, verdea entre las rocas y lo mantiene, circunstancia que permite conocer la organización conseguida. Los herbívoros necesitan comida y el pasto ya estaba preparado para superar las mutilaciones, el pisoteo, las estercoladuras; también los herbívoros se adaptaron al pasto disponible por la evolución continuada de sus manadas o rebaños. Teníamos razas con gran movilidad y muy adaptadas que ahora conviene recuperar en hatos especializados para "conocer" sus montes. Son pastos que admiten rebaños de ovejas con cabras en pleno verano y "deben conocer" sus peligros; un rebaño no se improvisa y nuestros abuelos lo sabían muy bien. Deben ser animales criados con los viejos que guían y así forman un rebaño "situado", ligado al medio, que funciona como un biosisterna, esencial para mantener los bellos paisajes de montaña. Esta sociabilidad gregaria también vale y resulta esencial en otras montañas del norte peninsular. Conviene destacar un caso muy significativo: en el Parque Natural del Moncayo, se investigan 8 rebaños de la tierra que conocen sus pastos, los aprovechan y mejoran manteniendo una diversidad paisajística y biótica. Conocemos un rebaño con pastor compenetrado que adivina el comportamiento de sus ovejas, disfruta observándolas y comunica su ilusión al ecólogo interesado en comportamiento gregario (de grupo) que tiene tantas posibilidades. Este año tan seco aprovecharon las matitas que apenas tocan otros años y sus ovejas no perdieron sino que más bien ganaron, disminuyendo además el peligro de incendio en el Parque. Es un rebaño "adaptado" (no son animales ajenos al sistema) que conoce sus montes, su animal guía, sus pastos, y además tiene un pastor que disfruta por estar integrado culturalmente al sistema, desde su niñez. Pero antes de continuar, conviene completar la descripción del pasto capaz de acumular suelo en alta montaña. El Los sarrios en la solana de las Tres Martas, límite oriental del Parque de Ordesa Monte Perdido suelo, una riqueza en laderas erosionables Quiero insistir y se hará en otros artículos, en aspectos relacionados con la ganadería extensiva, la ecológica de verdad que "hizo paisaje" por tener su base tradicional en el mismo lugar, enraizada, y que ahora nos conviene recuperar. Por lo tanto, no es un negocio con pautas de actuación previstas, estandarizadas, sino que se aprovecha y mejora una riqueza natural que usaron los antepasados y que aún puede mejorar gracias al uso adecuado. La hierba despuntada produce renuevo: hay plantas, como la Festuca nigrescens subsp. microphylla, que sufrieron un pastoreo intenso durante millones de años y ahora pueden formar los céspedes más densos. Una lluvia persistente puede ahogar esa vida edáfica, pero la glera drena bien. Los topillos (Microtus arvalis, varias microspecies) —al excavar galerías, tuberías profundas con "alfombra verde", unas hojas cortadas de la F estuca La fertilidad de la tierra n. 23 • 7 La montaña, fuente de bienes y cultura ecológica eskia dominante— evitan la erosión, tan peligrosa tras un deshielo rápido como tras una lluvia intensa. Por encima de los 2.000m, hasta los 2.600m de altitud, esa festuca —con sus topillos— mantiene un suelo profundo, como el que antes mencioné al pie del acantilado y resulta estable, productivo. Al fundirse la nieve, estos pastos se aprovechaban con yeguas que despuntaban su hoja punzante, después subían las vacas y finalmente los rebaños de ovejas los apuraban en verano. Debemos conservar esa vida del suelo, porque podría sufrir "aplastamientos" por la maquinaria pesada que ahora lo invade todo, mientras que el pastoreo tradicional favorecía esa vida edáfica. Las estaciones de esquí, renovadas, modernizadas científicamente, deberían usar ese pastoreo mejorante del césped porque es la manera de conservar el suelo en la montaña. Dinámica en laderas con suelo "acumulado" Los árboles acumulan y conservan un suelo deslizante, coluvial, que ha sido retenido en la parte baja por los bosques. El hombre aprovechó esa riqueza "caída de arriba", aclarando los bosques y consiguiendo así unos pastos con muchas especies y más estables que los cultivados. Como necesitaban cereal (centeno, trigo, cebada) y las comunicaciones eran difíciles, roturaron suelo acumulado en morrenas o rellanos; sus bancales o "panares" ahora ya son prados en suelo fértil, "acumulado" por esa bajada coluvial lenta, imperceptible casi, pero tan eficaz. Las bajadas catastróficas, excepcionales, eran "filtradas" por el bosque y también por los prados y sus setos. Es en esa parte forestal humanizada donde tenemos pueblos o prados con su borda donde se podría iniciar una recuperación cultural muy necesaria. Urge tener cultura ganadera, educar a los niños, porque sólo así podrán amar, disfrutar con lo suyo y además estarán preparados para revitalizar las reservas de naturaleza o de biodiversidad que ahora proliferan. El tema es complejo y se relaciona con el ansia de conservación actual, pero no basta con conservar especies vegetales o animales, con sus razas conseguidas por adaptación al pastoreo, urge tener personas preparadas para sustituir al pastor improvisado. Oportunidades organizadoras Teníamos organización pero la perdimos y conviene recuperarla, sin olvidar por qué hacían las cosas de una determinada manera. Se impondrá pronto la escuela interactiva (EFA), la borda-escuela: prados y forrajes para practicar alternando con la teoría. Porque en la montaña hay que actuar con precisión, en el momento adecuado (situación del sistema en el tiempo), ni antes ni después. Eso es cultura ganadera y sólo cabe simplificar una gestión siempre difícil. Urge también la preparación del rebaño con animales cuyo trabajo será guiar a los demás. Se habla mucho de la 8 • La fertilidad de la tierra n° 23 "El hombre que vive para las plantas" Así definió un botánico francés a Pedro Montserrat (Mataró 1918). Jubilado pero en activo, en los últimos tres años ha sido nombrado Miembro de la Academia de CC de Zaragoza; de la Real Sociedad E. de Historia; Premio Heraldo al Desarrollo del Conocimiento y los Valores Humanos; y los vecinos y el Ayuntamiento de Jaca han dado su nombre a un parque, grabándolo en un monolito junto a su Rosa J'acetona P. Montserrat (subordinada a la Rosa Pouzinii), que descubrió y estudió en el monte Oroel. En la foto, Pedro y su esposa Pilar el día de la inauguración en junio del 2005 selección racial, genética, pero poco de seleccionar por comportamiento y menos aún de alargar la vida del animal guía. Esa sería la manera de que permaneciera el rebaño apropiado, renovando individuos, pero que el conjunto conozca sus pastos evitando los peligros conocidos, tanto por la experiencia del rebaño como por la de sus pastores. Las "subvenciones", tan perturbadoras, se convertirán en inversiones y créditos útiles para crear esa organización: la escuela, unos prados renovados, el ganado adecuado, las empresas cooperativas (sociedad limitada) que darán el "ambiente" popular del asociado local, además de quienes son ganaderos, y animarán al joven emprendedor. Esta ganadería reducirá esfuerzos al pastor y aumentará en cambio su capacidad para gozar a fondo "su" montaña. Un porvenir halagüeño que debe animar a los jóvenes, tan esenciales, que sin ser retrógrados pueden aprovechar del pasado lo más útil ahora y en el futuro.