Comentario de texto estilístico de los Santos Inocentes

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Departamento de Lengua y Literatura
Colegio “La Merced”
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Los santos inocentes
Colaboraciones de alumnos
Comentario de texto estilístico de un fragmento de Los Santos
Inocentes
“Y alzaba el hombro izquierdo… mañana salgo a correr el cárabo”
y (el señorito de la Jara) alzaba el hombro izquierdo, como resignado, o sorprendido, aunque
ya se sentía al Azarías rascando los aseladeros o baldeando el tabuco del Gran Duque y
arrastrando la herrada por el patio de guijos, y, de este modo, iban transcurriendo las semanas
hasta que un buen día, al apuntar la primavera, el Azarías se transformaba, le subía a los labios
como una sonrisa tarda, inefable, y, al ponerse el sol, en lugar de contar los tapones de las
válvulas, agarraba al búho y salía con él al encinar y el enorme pájaro, inmóvil, erguido sobre
su antebrazo, oteaba los alrededores y, conforme oscurecía, levantaba un vuelo blando y
silencioso y volvía, al poco rato, con una rata entre las uñas o un pinz´ñon y allí mismo, junto al
Azarías, devoraba su presa, mientras él le rascaba entre las orejas, y escuchaba los latidos de la
sierra, el ladrido áspero y triste de la zorra en celo o el bramido de los venados del Coto de
Santa Ángela, apareándose también, y, de cuando en cuando, le decía,
la zorra anda alta, milana, ¿oyes?,
y el búho le enfocaba sus redondas pupilas amarillas que fosforecían en las tinieblas,
enderezaba lentamente las orejas y tornaba a comer y, ahora ya no, pero en tiempos se oía
también el fúnebre ulular de los lobos en el piornal las noches de primavera pero desde que
llegaron los hombres de la luz e instalaron los postes del tendido eléctrico a lo largo de la
ladera, nos e volvieron a oír, y, a cambio, se sentía gritar al cárabo, a pausas periódicas, y el
Gran Duque, en tales casos, erguía la enorme cabezota y empinaba las orejas y el Azarías venga
de reír sordamente, sin ruido, sólo con las encías, y musitaba con voz empañada,
¿estás cobarde, milana?, mañana salgo a correr el cárabo,
Fragmento del libro primero de Los Santos Inocentes
Este texto es un fragmento perteneciente a la obra de los Santos Inocentes cuyo
autor es Miguel Delibes quien nació en 1920, dándose a conocer con “La sombra
del ciprés es alargado” y recibiendo el Premio Nadal por ésta. Ha recibido otros
galardones como el Premio Nacional de Literatura, el de la Crítica, el Premio
Nacional de las Letras y fue elegido como miembro de la Real Academia en
1973.
El fragmento pertenece al Libro Primero y por tanto a la primera parte de la
obra, donde se perfila con profusión de detalles al personaje de Azarías.
Desde el punto de vista de la estructura formal, el fragmento se da en prosa
tratándose de un texto narrativo con un matiz de descripción del entorno,
transmitiendo sintonía con la naturaleza.
En cuanto a la perspectiva temática, en esta pequeña parte de la obra se narra la
llegada e influencia de la primavera en el Azarías quien se transforma y en lugar
de desempeñar sus tareas ordinarias en La Jara opta por mostrar su lado más
humano dedicándole tiempo a la milana. Se pueden apreciar tres partes
diferenciadas:
La primera parte abarca desde el inicio del fragmento hasta “transcurriendo las
semanas” donde se tratan y enumeran brevemente algunas de las actividades que
el Azarías desempeña rutinariamente en la Jara (rascando los aseladeros,
baldeando el trabuco del Gran Duque, arrastrando la herrada por el patio de
guijos…)
La segunda parte comienza en “hasta que un buen día” y concluye con “no se
volvieron a oír”. En ella se cuenta la llegada de la primavera y los síntomas que
ésta provoca en el Azarías quien con una sonrisa decide salir con la milana al
encinar y apreciar la belleza de la naturaleza en armonía con ellos, para lo cual el
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autor se sirve de una pequeña descripción de los distintos sonidos que tenían
lugar alrededor de Azarías y la milana (latidos de la sierra, el ladrido áspero y
triste de la zorra en celo, bramido de los venados…)
La tercera parte está constituida por la percepción y presencia del cárabo y la
reacción que éste provoca en la milana (erguía la enorme cabezota y empinaba
las orejas). En el texto transcurre desde “y, a cambio se sentía gritar al cárabo”
hasta “mañana salgo a correr el cárabo”.
El autor se sirve de una serie de recursos estilísticos o literarios para la
elaboración precisa del texto, presentes por tanto en todo el fragmento
consiguiendo transmitir una sensación de cohesión, armonía y unión a los ojos
del lector.
Como recurso inicial del fragmento, característico y común en la obra completa
se aprecia el polisíndeton o abundancia de nexos conjuntivos cuyo uso reiterado
puede ser signo de oralidad, en este caso de la conjunción copulativa “y” (y
alzaba; y arrastrando; y, de este modo; y, al ponerse el sol; y salía; y el enorme
pájaro; y conforme…) Con este empleo del nexo, Miguel Delibes consigue
resaltar la ligazón entre las acciones y nos transmite un efecto de agilidad
narrativa, detallismo al desarrollar el conjunto de hechos que conforman un
suceso.
Se puede observar la predominancia de construcciones paratácticas o abundancia
de proposiciones coordinadas con lo que logra dar la impresión de que interesa
sobre todo la concatenación de episodios y el discurso gana en viveza expresiva
y verosimilitud lingüística.
Este recurso se encuentra fuertemente vinculado con el citado anteriormente, ya
que la presencia del nexo copulativo “y” supone la unión de dos proposiciones
coordinadas (agarraba al búho y salía con él al encinar y el enorme pájaro,
inmóvil, erguido sobre su antebrazo, oteaba los alrededores y conforme
oscurecía, levantaba un vuelo blando y silencioso y volvía…)
El fragmento está dotado de una base o tono oral al que esta completando con
los recursos inmediatamente explicados (polisíndeton y construcciones
paratácticas); lo que mejor refleja este carácter oral es la extraordinaria
flexibilidad con que se construye cada periodo narrativo. Se observa una
versatilidad sintáctica que el autor consigue introduciendo rasgos característicos
como el hipérbaton o ruptura del orden lógico de los elementos en la oración
para dotar de mayor importancia o recalcar aquello que se dice prioritariamente
aunque aquí presenta un fin más bien estético (le subía a los labios como una
sonrisa tarda, inefable, enderezaba lentamente las orejas, pero en tiempos se oía
el fúnebre ulular de los lobos). Las frecuentes enumeraciones para otorgar, en
este caso, un matiz de descripción y facilitar la aportación de datos de
información ya que se trata de enumeraciones de acciones y sucesos o de
adjetivos (enorme pájaro, inmóvil, erguido; escuchaba los latidos de la sierra, el
ladrido áspero y triste de la zorra en celo o el bramido de los venados). Las
numerosas elipsis de verbos y sustantivos también son frecuentes para favorecer
la agilidad y fluidez del fragmento: y alzaba el hombro izquierdo (estaba) como
resignado; en lugar de contar los tapones de válvulas (el Azarías) agarraba al
búho; el enorme pájaro (que estaba) inmóvil, erguido…
Otro aspecto de gran importancia para configurar ese carácter de habla viva y
coloquial es el diálogo, aunque en este fragmento se trata exactamente de
apelaciones de Azarías a la milana (la zorra anda alta, milana ¿oyes?; ¿Estás
cobarde, milana?
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Mediante el vocativo del término “milana” el autor consigue mantener fidelidad
absoluta al carácter cariñoso y a la relación de afecto que el Azarías mantiene
con dicho animal. Lo lleva a cabo mediante un estilo directo, con presencia de
verbo dicendi introductor de la secuencia (le decía; musitaba) Así se confiere al
fragmento verosimilitud, ausencia de artificio y fuerte impresión de realidad. Se
aprecia en el texto un carácter onomástico al estar presente la costumbre rural de
anteponer el artículo al nombre propio (el Azarías) También es perceptible la
naturaleza rural en el léxico y la fraseología, un vocabulario específicamente
rural que añade riqueza léxica, precisión y claridad al lenguaje (pinzón: pájaro
insectívoro del tamaño del gorrión; piornal: terreno poblado de piornos,
arbustos)
En cuanto al tiempo verbal se observa el empleo del pretérito imperfecto de
indicativo dotando al texto de ese carácter descriptivo ya citado (alzaba, se
sentía, iban, se transformaba, le subía, volvía, le enfocaba, se oía). Este tiempo
verbal se ve interrumpido por el pretérito perfecto simple en un fragmento más
narrativo cuando hace alusión a la llegada del hombre al instalar tendidos
eléctricos (llegaron, instalaron, volvieron)
Remarcable también ha de ser la riqueza y variedad de adjetivos en el fragmento
contribuyendo a la estética, facilitando la comprensión y dotando de mayor
verosimilitud a los sustantivos a los que acompaña (sonrisa tarda, inefable;
enorme pájaro inmóvil, erguido; vuelo blando y silencioso; ladrido áspero y
triste; redondas pupilas amarillas; fúnebre ulular)
En la primera apelación de Azarías a la milana se da la presencia de un verbo
omnibus (la zorra anda alta, milana ¿oyes?) donde el verbo “andar” actúa con un
significado atributivo sustituyendo al verbo copulativo “estar” o en cualquier
caso al verbo “ir” (va)
Vinculados al uso de los adjetivos, el autor emplea en este fragmento sinestesias
con un fin similar al de los calificativos, embellecer el texto y otorgar
comprensión de este a los ojos del lector (vuelo blando y silencioso; ladrido
áspero)
Como carácter general del fragmento del Libro Primero he de aludir a la relación
tan sólida de afecto y cariño que hay establecida entre el Azarías y la milana a la
que da un matiz de personificación al dirigirse a ella como a cualquier otro
humano, incluso con más delicadeza y sutileza si cabe, dejando entrever hasta
qué límite los humanos podemos sentirnos vinculados a los animales.
Carolina Navarro Rodríguez 2ºD
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