UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA “JOSÉ SIMEÓN CAÑAS” EL GENOCIDIO CULTURAL DE 1932 NARRATIVAS Y MEMORIAS DE LA REPRESIÓN TESIS PREPARADA PARA LA FACULTAD DE POSTGRADOS PARA OPTAR AL GRADO DE MAESTRO EN FILOSOFÍA IBEROAMERICANA POR RICARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ MAYO DE 2011 ANTIGUO CUSTATLÁN, EL SALVADOR, C.A. Rector Andreu Oliva De la Esperanza, S.J. Secretaria General Celina Pérez Rivera Decana de la Facultad de Postgrados Nelly Arely Chévez Reynosa Director de Maestría en Filosofía Iberoamericana Sajid Alfredo Herrera Mena Director de Tesis Roberto Valdés Valle Índice Introducción……………………………………………………………………...1 Capítulo I Genocidio Cultural: Diálogos teóricos, históricos y culturales sobre la represión de 1932………..12 1.- Causalidades de la rebelión y de la respuesta estatal……………………...15 2.- Conceptualizaciones y caracterizaciones sobre la represión del 32……...25 3.- El concepto de genocidio cultural…………………………………………39 4.- Reflexión filosófica sobre el genocidio cultural…………………………...47 5.- Conclusión…………………………………………………………………..63 Capítulo II El Genocidio Cultural de 1932, estudios testimoniales………………………..66 1.- Aproximaciones del concepto de Genocidio Cultural de 1932…………...67 2.- Criminalización racial y étnica en la década de los 30, la modernidad policial y la criminología……………………………………...81 3.- Los sucesos narrados por los sobrevivientes……………………………..101 4.- Conclusión………………………………………………………………….122 Conclusiones generales…..……………………………………………………125 Bibliografía…….……………………………………………………………….137 Entrevistas y registros orales………………………………………………….142 Introducción Los sucesos represivos de 1932 por parte de la dictadura cívico militar del General Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador cuentan con una narrativa controversial a la luz de los hallazgos de nuevas fuentes primarias, oficiales y de los sobrevivientes, así como novedosas interpretaciones analíticas de científicos sociales que obligan a replantear las bases teórico metodológicas y conceptuales que hacen posible un mayor despliegue en la historia de las ideas y las interpretaciones sobre aquellos acontecimientos. Este trabajo de investigación El Genocidio Cultural de 1932, narrativas y memorias de la represión para alcanzar el grado de Master en Filosofía Iberoamericana se centra en esa necesidad de reevaluar los alcances de la evolución del pensamiento, como parte de la historiografía enfocada a esos sucesos que describen el uso de la fuerza del Estado para sofocar la rebelión acaecida a inicios del año de 1932 en El Salvador, reconocidos como un hecho histórico de trascendencia para la cultural y la nación salvadoreña y para la identidad de sus ciudadanos. A partir de esto, el proceso metodológico aplicado para este estudio es la confrontación de las ideas expuestas y publicadas en diferentes medios, ya sean documentos oficiales, libros analíticos y testimonios directos registrados en varias entrevistas a profundidad con los sobrevivientes, recogidos a lo largo de las indagaciones en más de un año de recopilación, y ahora rehiladas en un discurso unitario que posibilite la creación de dos capítulos medulares titulados Genocidio Cultural: diálogos teóricos, históricos y culturales sobre la represión del 32 y El Genocidio Cultural de 1932, estudios testimoniales, síntesis de determinaciones conceptuales, a veces confrontadas, a veces coincidentes, que permiten llegar a alcanzar un concepto guía que estimule las ideas y los debates sobre el tema. Este concepto es el de genocidio cultural, uno que a mi juicio abarca en mayor grado y con mayor precisión la caracterización del uso de la fuerza del Estado para reprimir masivamente a un colectivo nacional étnico. De allí que el objetivo general de esta tesis sea proponer el concepto de genocidio cultural como la síntesis de las ideas y los debates en la historiografía hasta hoy desarrollada sobre los acontecimientos represivos de 1932 en El Salvador. Y 1 entendemos por genocidio cultural, como lo entiende la jurisdicción universal de los derechos humanos en una de sus partes, la que se refiere al exterminio físico de un grupo nacional étnico, y como derivación del delito de genocidio promulgado en la década de 1950. Surge, así, la conceptualización para su uso también en la historiografía sobre la ejecución de la fuerza del Estado contra quienes se les persiguió y exterminó por opositores políticos al régimen, con un marcado tamiz étnico: Todo acto consumado de destrucción o exterminio de un colectivo humano, en función de su origen cultural étnico, mientras cumpla todos o alguno de los siguientes considerandos, matanza de miembros del grupo; lesión grave a la integridad física y mental de los miembros del grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; medidas destinas a impedir nacimientos en el seno del grupo y traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. Esta descripción se basa en la tradición discursiva de los derechos humanos que logra en 1951 alcanzar su clímax sobre los crímenes de lesa humanidad. De tal manera que al integrar este concepto guía, el genocidio cultural permite ir más allá de las interpretaciones existentes y así lograr precisar la idea sobre la represión desatada contra miles de personas, indígenas en su inmensa mayoría, con un saldo de exterminio y aniquilación de amplios sectores sociales nacionales. El término genocidio cultural alcanza esta necesidad interpretativa que urge introducir en la historia de los conceptos descriptivos de la vasta historiografía sobre los acontecimientos de 1932. De este término se retomó uno de sus componentes en la jurisdicción universal de los derechos humanos, el del caso consumado del exterminio de un colectivo étnico, dejando por el momento a un lado tanto la premeditación del exterminio como los efectos destructivos de la identidad indígena de los Izalcos, su lengua, tradiciones, monumentos, organizaciones políticas y culturales, usos y costumbres, que en posteriores investigaciones podrían sugerirse para continuar en la tarea de consolidar el concepto en su amplitud y desarrollo porque, en el caso de la jurisdicción internacional de los derechos humanos, es un concepto en plena evolución, según su anclaje histórico determinado, contexto y aplicación. De tal 2 forma que la delimitación de este trabajo se circunscribe a los pensamientos expresados sobre la represión del Estado salvadoreño contra la población indígena, autóctona de la región de los Izalcos. Objetivos específicos también fueron plantados al inicio de esta investigación, por ejemplo, dialogar y debatir con la mayoría de los autores que han publicado sus ideas sobre las causas, el desarrollo y las consecuencias en torno a los acontecimientos del genocidio cultural de 1932 y de allí mostrar las caracterizaciones que hacen los autores discursivos, tanto presenciales como interpretativos. Las fuentes consultadas, tanto impresas como testimoniales orales, son de vital importancia para ello y fueron recogidos con el rigor metodológico, búsqueda de bibliografía, cotejo de fuentes primarias en los archivos nacionales, incluso extranjeros, y la inclusión e integración personal, con una dosis de paciencia, a las estructuras organizativas de los pueblos indígenas de la región donde fueron los acontecimientos, especialmente en Izalco en el Departamento de Sonsonate, con el fin de lograr registrar testimonios sobre los sucesos, memorias colectivas conmovedoras de aquellos acontecimientos. Por otro lado, se pretende mostrar que los conceptos usados en la historiografía publicada hasta el momento en varios formatos, sean ensayos, libros o tesis, tales como “matanza del 32”, “masacre del 32”, “asesinato en masa” y “etnocidio del 32” para describir la represión de indígenas en 1932 en El Salvador son hasta ahora imprecisos. El concepto de genocidio cultural aparece como la síntesis en la búsqueda de estas interpretaciones que de hecho cuentan con contenido, pero sin pronunciar aún el concepto amplio que abarque postulados e ideas sobre dicha represión. Asimismo, también se busca desarrollar el concepto de genocidio cultural a partir de su matriz filosófica, histórica y evolución en la jurisdicción internacional de los derechos humanos. El concepto propuesto no es una idea propia, ni mucho menos un invento conceptual para calzar forzadamente el andamiaje teórico hasta ahora desarrollado por otros estudios, sino que cuenta con una trayectoria en las historia de las ideas humanas a partir del inicio del periodo conocido como modernidad, que data de los orígenes de los Estados nacionales y la promulgación de los derechos del hombre y el ciudadano en la constituyente francesa de 1789 para alcanzar a partir de ese fecha 3 histórica el inicio de la historia del genocidio cultural como un sistema de ideas en desarrollo y evolución. Aquí se introducen narraciones conceptuales sobre la historia de la modernidad. Se hilan diálogos con autores, filósofos y sociólogos, que analizan este periodo como un constructo de determinaciones históricas y así mismo la piensan como en proceso contradictorio. Mientras los discursos de la modernidad se centraron en el desarrollo y el progreso, los efectos de las políticas impulsadas, según estos pensamientos, dieron origen a su negatividad social, es decir, a postrar a las mayorías en la desesperación, abandono y muchos casos llegar al exterminio; De esta manera, la voz modernidad se convirtió en la conculcación y violación de los derechos del hombre y el ciudadano en nombre de la civilización. Este análisis posibilita introducirlo a la historia propia de las ideas en El Salvador, con el enfoque de los acontecimientos de 1932, ya que este país centroamericano forma parte de ese resultado de equilibro internacional y complementario de los derechos humanos y forma también parte de la génesis de la historia de los Estados nacionales. Y por último, se trata de poner a prueba al concepto guía, describir el genocidio cultural de 1932 a partir de las ideas desarrolladas por los actores, sean estos oficiales, como los discursos de Maximiliano Hernández Martínez; testimoniales, como las declaraciones de los sobrevivientes de la represión; o interpretativos, como los estudios diversos que alcanzan más de una decena de libros publicados sobre aquellos fatídicos sucesos. De tal manera que se busca justificar al concepto de genocidio cultural como uno válido para los estudios historiográficos en curso, a partir del desarrollo de las ideas de los autores tratados en esta tesis y en contraste con fuentes primarias, tanto oficiales como de las propias víctimas sobrevivientes del 32. El capítulo I titulado Genocidio Cultural: diálogos teóricos, históricos y culturales sobre la represión de 1932 se compone de cinco apartados los cuales son: Causalidades de la rebelión y de la respuesta estatal, Conceptualizaciones sobre la represión del 32, El concepto de genocidio cultural, Reflexión filosófica sobre el genocidio cultural y Conclusiones. El primer apartado se desarrolla con la integración de varias interpretaciones discursivas sobre las causas del alzamiento de indígenas a partir del 22 de enero de 1932 en varias localidades del occidente salvadoreño. Estudiosos como Roque 4 Dalton, Thomas Anderson, Héctor Fuentes, Erik Ching, Rafael Lara, Patricia Parkman, Jeffrey Gold, Aldo Lauria, Segundo Montes, Julio Leyva y Pablo Benítez son puestos a dialogar entre sí sobre los orígenes del movimiento insurreccional y sobre la respuesta violenta del Estado salvadoreño que dirigió el General Maximiliano Hernández Martínez. Aquí algunos analistas sostienen la causalidad comunista, mientras otros aluden a causas estructurales y una tercera vía de interpretación se centra en la causalidad étnica. En cada interpretación se va comentando los diversos puntos de vista y también se van localizando debilidades conceptuales e imprecisiones en las categorías utilizadas. Con el fin de contener un rigor historiográfico se introdujeron fuentes primarias oficiales tanto del represente de la dictadura cívico militar, Hernández Martínez; el presidente de la Asamblea Legislativa J. Villacorta; como del Comintern Tercera Internacional Comunista y su representación legal en el Caribe, asentada en Nueva York, estos últimos localizados en los archivos rusos ahora accesibles al público sobre la información de fuentes militantes del comunismo salvadoreño. Tanto unos como otros, describen las aristas interpretativas de las causas de los sucesos del 32. En el segundo apartado de este mismo capítulo se hilan, en contraposición, los conceptos descriptivos por parte de los autores. Mientras unos llaman matanza a la represión estatal, otros la llaman masacre, mientras unos más la nombran como asesinatos en masa, otros como etnocidio. Aquí se valoran las fuentes primarias e interpretativas con el fin de proponer nuevos caminos de investigación con la introducción del concepto de genocidio cultural, como un término más amplio e integral que nos ayuda a describir con mayor precisión la represión de indígenas en 1932. En el tercer apartado se detalla a cabalidad el concepto de genocidio cultural que utilizaremos en las argumentaciones descriptivas para esta tesis, y se hace a partir del resultado de un proceso de desarrollo y consolidación de la jurisdicción internacional de los derechos humanos y su terminología empleada. El concepto ya cuenta con una tradición aceptada, puesto que se trata de una concepto derivado del genocidio ya aceptado en las convenciones internacionales, pero en este caso enfocado al exterminio de colectivos sociales étnicos. Esto abona al desenvolvimiento de las leyes internacionales para la consolidación del concepto, el 5 cual se ancla en la destrucción física y a la vez en la destrucción de lo que da identidad a los colectivos humanos tal como el idioma, la cultura, las formas de organización, los usos y las costumbres. Pero también es un concepto que abona nuevos análisis para la historiografía como la del 32 que se analiza aquí y para nuevas producciones intelectuales de otras disciplinas la contar con contenidos narrativos y cúmulo de ideas sobre esos sucesos. En el cuarto y último apartado de este primer capítulo, se circunscribe el análisis de la historia de las ideas sobre el concepto de genocidio cultural a partir de la crítica del constructo conceptual de la modernidad, concebida ésta como el proceso histórico que en nombre de la civilización y el progreso conculcó los derechos humanos, criminalizó las diferencias culturales e impuso regímenes de excepción al construir Estados nacionales represivos, según los autores citados y traídos al debate de las ideas sobre sus manifestaciones históricas. Aquí se dialoga con varios autores, filósofos y sociólogos, que en sus planteamientos van acuñando un pensamiento crítico para lograr identificar la raíz del concepto de genocidio cultural. Otros autores tratados son Walter Bejamin, Franz Kafka, Sergio Villena, Teodoro Adorno, Franz Horkheimer, Enzo Traverso, Enrique Dussel, Philippe Azis, Fernando Matamoros, Jaques Legoff, José Javier Esperza, William Summer, Emmanuel Levinas, Slavoj Zizek, L Poirier, Xavier Zubiri y Ernest Bloch, todos ellos de tradición multicultural y crítica sistémica de la modernidad, considerados de trayectoria anti hegemónica y anclados en el pensamiento periférico, es decir, fuera de los cánones convencionales del pensamiento occidental conceptualizaciones, se hegemónico. logran A diálogos partir de nutridos sus de ideas y densas consideraciones y planteamientos sobre las acciones represivas de los Estados modernos y de cómo a partir de su reconocimiento narrativo histórico podemos entender la acción represiva del Estado salvadoreño en 1932. El segundo capítulo de esta investigación se titula El genocidio cultural a la luz de los acontecimientos de 1932, estudios testimoniales y se compone de cuatro apartados: Aproximaciones del Concepto de Genocidio Cultural de 1932; Criminalización racial y étnica en la década de los 30, la modernidad policial y la criminología; Los sucesos narrados por los sobrevivientes y Conclusiones. 6 En el primer apartado se pone a prueba el concepto de genocidio cultural con base en los relatos testimoniales traídos y citados por los autores diversos que analizan los sucesos del 32. Tanto las fuentes primarias oficiales como las fuentes primarias testimoniales son analizadas como muestras de los componentes y materia prima de nuestro concepto genocidio cultural. Aquí se ponen a dialogar las narrativas que describen el contexto y ambiente del genocidio cultural, plegado de una opinión pública adversa al movimiento insurreccional indígena y con declaraciones de corte racista que describen una agresión no sólo física de los acontecimientos, sino también simbólica. Por otro lado, se incluyen las versiones de los vencidos, esto es, las memorias de aquellos colectivos indígenas agredidos, los cuales fueron también recogidos por algunos autores como Segundo Montes, quien a la luz de entrevistas directas logró asimilar los recuerdos de los sobrevivientes de las matanzas y también los pensamientos de aquellos considerados ladinos, testigos oculares que manifestaron en ocasiones animadversión hacia la insurrección indígena. Los encuentros con sus fuentes fueron hechos entre los años 1975 y 1976 y llegó a la siguiente conclusión: Todos los autores citados, así como también a los ladinos que he entrevistado, coinciden en sostener que desde hacía tiempo se venía preparando el levantamiento, y se hablaba de él. Por esta razón se habían tomado algunas medidas, entre las que se destaca el acuartelamiento de la tropa en los cuarteles principales, dejando en las otras poblaciones secundarias únicamente los puestos de guardia indispensables.1 En el segundo apartado, se integran investigaciones sobre el sesgo racista instrumentalizado en los métodos de detención y arresto por parte de la Policía Nacional durante el año de 1932. Con el uso y análisis de los Boletines Oficiales de ese cuerpo de seguridad se exponen cuadros estadísticos del número de detenciones según delitos o sospechas. Resaltan las personas arrestadas de sospecha por sus rasgos físicos y también aquellos considerados comunistas. Son cinco cuadros estadísticos que reflejan las tendencias de los arrestos con mayor incidencia en los Departamentos de la zona occidental de El Salvador, estos son Sonsonate, Ahuachapán, Santa Ana y La Libertad. Los datos incluidos en el primer tomo de una MONTES, Segundo. El Compadrazgo, una estructura de poder en El Salvador. Pág. 180. Ed. UCA Editores, San Salvador, 1979. 1 7 serie de cuatro que contienen los Boletines de 1932 a 19412, cuentan con una base ideológica inserta en textos que los acompañan para su interpretación. En este sentido, resalta el texto titulado Criminología Antropológica que asume una tendencia de análisis criminal a partir de los aspectos y formas corporales de las personas. Destaca los campos de investigación avanzados en criminología con el título “Primeros Postulados de la Criminología”3, usados por la policía con el fin de adecuarlos a la realidad del país centroamericano. Dice en el primer párrafo: En la actualidad… El estudio científico del delito, considerado objetivamente, obliga a considerarlo como una manifestación de la actividad del delincuente en sus relaciones con el medio social y en todas partes del mundo.4 A partir de esto se citan los campos de investigación de la criminología: Etiología criminal, Clínica Criminológica y Terapéutica criminal.5 El uso de estas técnicas se aplicó, según los documentos encontrados, con el fin de justificar perfiles a partir de los rasgos morfológicos de las personas. El tercer apartado y último de este capítulo se construye a partir de las fuentes informativas primarias de las víctimas sobrevivientes del genocidio cultural. Está integrado por testimonios recogidos por los autores analizados en esta tesis, dentro de los cuales destacan las entrevistas del Padre Segundo Montes, quien en 1979 las publicó en el libro El Compadrazgo, una estructura de poder en El Salvador6. Aquí, el autor logró reconocer la acción de represión estatal de voz de los protagonistas y sobrevivientes, así como de testigos oculares. En este mismo apartado se analiza la versión del líder comunista Miguel Mármol, quien es uno de los personajes destacados por la historiografía sobre los MATA, Miguel. “Los factores del delito, antropología criminal. Informe de la dirección de estadística de la policía.” Boletín oficial de la policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. No.1 año 1, San Salvador, abril de 1932. Tomo 1, Archivo del Museo Nacional David J. Guzmán. 2 INGENIEROS, José. “Primero postulados de la criminología.” Boletín Oficial de la Policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 15. No.1 año I, San Salvador, julio de 1932. Tomo 1, Museo Nacional David J. Guzmán. 3 4 Ídem. 5 Ídem. Pág. 17. MONTES, SEGUNDO. El Compadrazgo, una estructura de poder en El Salvador. Ed. UCA Editores, San Salvador, 1979. 6 8 acontecimientos del 32. Su relato a su amigo y compañero de militancia Roque Dalton generó una de las versiones más crudas sobre los procesos de fusilamiento masivo contra los identificados como comunistas e indígenas de la región. En el libro Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en El Salvador7, Mármol narra la dramática escena donde fue fusilado, pero sobrevivió. Este drama representa un ejemplo crudo de los fusilamientos en masa. Otros testimonios también fueron registrados por los historiadores Jeffrey Gould y Carlos Henríquez Consalvi. El resultado fue la producción de un video documental titulado 1932 Cicatrices de la Memoria8 donde se narran las experiencias traumáticas del exterminio de indígenas. Por ejemplo, Cayetana Flores, una anciana indígena de Nahuizalco, en breves palabras sentenció: “Vinieron, sacaron a la gente, casa por casa y los llevaban para arriba, los sacaron y entonces, los bajaron para Nahuizalco y casi los fusilaron a todos.”9 Otros testimonios de valor fueron integrados en tanto explicaban el uso de las fuerza de las armas por parte de la dictadura. Al final se integraron cuatro entrevistas primarias con sobrevivientes del genocidio cultural. Desde el año 2009, cuando la Alcaldía del Común, instancia de organización político cultural de los pueblos indígenas de Izalco, conmemoró otro aniversario de las masacres, por primera vez en décadas varios sobrevivientes hablaron en público pero solo una anciana logró articular palabras para expresar la traumática experiencia. De allí la necesidad de lograr entrevistas con ella y con quienes no hablaron, pero estaban dispuestos a hacerlo. Mediante un proceso largo de integración personal y aceptación por parte de ellos, se logró la confianza necesaria para hablar con estos sobrevivientes y generar una agenda de una serie de encuentros con el fin de conocer de viva voz las memorias que cargan sobre aquellos sucesos de la represión. Después de varios encuentros con tres mujeres y un hombre, logré el permiso para la grabación de sus 7 DALTON, Roque. Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en El Salvador. Ed. UCA Editores, San Salvador, 1993. GOULD, Jeffrey y CONSALVI, Carlos. 1932 Cicatrices de la Memoria. Documental Audiovisual, 57 min. Sistema Radio Venceremos, Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador, 2002. 8 9 Ídem. 9 respuestas. De allí, todos los entrevistados identificaron a quienes fueron los ejecutores de los fusilamientos y el exterminio y sin titubear señalaron al ejército como el artífice del genocidio cultural. Incluso una de ellas dio nombres y señas de los presuntos represores directos. Doña Catalina Cortez, quien perdió a sus dos hermanos en los fusilamientos, señaló a un General de apellido Trompa, jefe de la tropa en Izalco como uno de los responsables directos. La tesis con el título El Genocidio Cultural de 1932, narrativas y memorias de la represión es un trabajo de investigación con la meta de provocar mayores debates y estudios sobre los acontecimientos fijados en la memoria de los salvadoreños sobre los momentos críticos de 1932 y bajo el enfoque de la etnicidad y tradiciones sociales indígenas como raíces históricas no solo de El Salvador, sino también de América Latina, territorialidad de identidades comunitarias y colectivas. Este estudio se inserta en la tradición hispanoamericana de las aportaciones del filósofo de origen español José Gaos en el sentido de analizar la historia de las ideas desde la territorialidad cultural donde emergen, sean territorios latinoamericanos o ibéricos; y del filósofo mexicano Leopoldo Zea sobre hacer filosofía desde la propia historia colectiva en sus orígenes, como un esfuerzo de reflexionar sobre “realidades abiertas” en procesos de pensamiento, en ideas, memorias colectivas con identidad cultural propia. De tal manera que el seguimiento analítico en esta tesis se hace a través de la historia del 32 salvadoreño, los discursos y memorias que la evocan, la piensan y analizan pero sobre todo la registran como hechos históricos en impresiones escritas o se mantienen en el imaginario nacional. Se trata de la historia de las ideas sobre la represión del 32. Se centra, así, en el análisis del desarrollo de las percepciones de los actores político institucionales; las víctimas de la represión y los interpretadores sean estos historiadores, filósofos, sociólogos o de disciplinas a fin, enfocando a los mismos hechos narrados, pensados y mediatizados por percepciones e interpretaciones diversas. Se En síntesis, se analiza, cómo estos autores explican las causas y consecuencias del ejercicio del poder de las armas, así como su caracterización conceptual, al sofocar por medios violentos y fusilamientos masivos la rebelión de 10 miles de personas en el occidente del país centroamericano, asiento de la mayor población indígena en la nación, según datos oficiales del censo de 1930. 11 Capítulo I Genocidio Cultural: diálogos teóricos, históricos y culturales sobre la represión de 1932 En la historia de las ideas sobre los acontecimientos de la rebelión y la respuesta estatal de 1932 en El Salvador, se debaten concepciones sobre cómo nombrar o dar explicación sobre aquellos sucesos a la luz de nuevas evidencias primarias oficiales, testimonios recabados y a partir de diversos enfoques analíticos publicados hasta el momento. Este capítulo Genocidio Cultural: diálogos teóricos, históricos y culturales sobre la represión de 1932 se integra de 4 apartados que buscan hilar ideas, tesis y planteamientos sobre las perspectivas de estudio en la descripción, primero, de las causas tanto de la rebelión como de la respuesta represiva del gobierno militar liderado por el General Maximiliano Hernández Martínez; segundo, los conceptos y términos empleados en los diversos enfoques estudiados para describir la eliminación de amplios contingentes humanos en los sucesos de enero de 1932; tercero, la propuesta teórico metodológica del uso del término “genocidio cultural” como el concepto que describe desde mi punto de vista con mayor precisión la respuesta violenta de los órganos del Estado salvadoreño dirigido por una dictadura cívico militar, y aquí entendemos por este término, con base en la idea plasmada en la Convención sobre Genocidio10, como: todo acto premeditado o todo acto consumado de destrucción o exterminio de un colectivo humano, en función de su origen cultural étnico, mientras cumpla todos o alguno de los siguientes considerandos, matanza de miembros del grupo; lesión grave a la integridad física y mental de los miembros del grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; medidas destinas a impedir nacimientos en el seno del grupo y traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. Y cuarto y último apartado, las discusiones sobre el origen de este concepto, el genocidio cultural, desde un análisis filosófico y de la ONU. Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. “Artículo II de Las Partes Contratantes.” 12 de enero de 1951. Pág. 84. En http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/260III 10 12 historia de las ideas que le dieron cause a partir del periodo conocido como la modernidad, la cual para diversos historiadores arranca con la revolución francesa y la proclamación de los derechos universales del hombre y el ciudadano. En el primer apartado subtitulado Causalidades de la rebelión y de la respuesta estatal, se destacan diálogos y debates en torno a las causas de la rebelión y la respuesta gubernamental, los cuales son enfocados con diferentes matices. Algunos estudiosos apuntan a la causalidad comunista como determinante en la insurrección y el subsecuente aplastamiento, mientras que otros hablan de causalidades estructurales como la crisis económica, la inseguridad y la violencia generalizada en el occidente del país. Otros más, hablan de enfoques multi causales, pero sin enfatizar en alguno sobresaliente y, por último, analistas señalan la causalidad étnica como dimensión analítica que adquiere relevancia en los últimos trabajos publicados referidos a los sucesos de 1932. Aquí se abre un diálogo con los autores y se integran fuentes primarias ausentes en los análisis de los autores citados, como es el Diario Oficial, declaraciones de integrantes del ejército y evaluaciones del movimiento comunista internacional, encontrados en los archivos rusos del Comintern Tercera Internacional Comunista. El fin es contrastar las ideas que cada autor tiene sobre las causas de los acontecimientos referidos. En el segundo apartado, subtitulado Conceptualizaciones sobre la represión del 32, resulta importante el debate entre los analistas del hecho histórico, sobre todo en la utilización de los términos empleados para identificar la represión del gobierno militar. Son básicamente 5 los conceptos comúnmente utilizados en la mayoría de las publicaciones hasta ahora, a saber, matanza del 32, masacre del 32, asesinato en masa del 32, genocidio del 32 y etnocidio del 32. Todos los conceptos referidos son pronunciados o citados sin una investigación pormenorizada de cada uno de ellos, ni una explicación teórica metodológica que describa mejor lo que sucedió a partir del 23 de enero del año referido en el occidente salvadoreño. Tanto unos como otros analistas toman por sentado los conceptos matanza, masacre, asesinato en masa, genocidio o etnocidio, sin detenerse a explicarlos con rigor para contrastarlos con la realidad y los hechos en aras de consolidar sus tesis, hipótesis e investigaciones. Aquí se trata de exponer cómo el uso de los términos y conceptos claves que hilan 13 nuestras investigaciones son fundamental para la descripción o el sistema de ideas que empleamos sobre los acontecimientos históricos. En ese sentido y siguiendo la tradición del concepto de genocidio como un concepto en desarrollo en la jurisdicción universal de los derechos humanos, en el tercer apartado subtitulado El concepto de genocidio cultural, se orienta el análisis de la historia de las ideas que desemboca en este concepto, el genocidio, como el que mayor alcance tiene y mayor aceptación existe sobre actos de violencia estatal con el resultado del exterminio de amplios grupos o colectivos humanos. En instancias donde residen los procesos jurídico-internacionales, el término de genocidio cuenta con plena vigencia en las investigaciones jurídicas. Pero también, la utilización del concepto de genocidio da un mayor rigor de descripción en los estudios históricos y de otras disciplinas, en las ideas que se generan sobre el objeto de investigación, en este caso, en los hechos relacionados al uso de la fuerza del Estado y del Estado salvadoreño del siglo XX. De allí que el genocidio cobra vigencia plena al ser enfocado para comprender los sucesos de 1932. Como un resultado derivado del genocidio de 1932, aparece a la luz del desarrollo del concepto genocidio en la jurisdicción internacional de los derechos humanos, el término de genocidio cultural o etnocidio que se refiere al exterminio de grupos o colectivos humanos con características propias culturales, étnicas o religiosas. De tal forma que el genocidio cultural alcanza todavía una mayor cobertura conceptual a los sucesos de represión, eliminación y exterminio en masa de amplios contingentes humanos en su mayoría indígenas del occidente salvadoreño en 1932 por parte del ejército, la Guardia Civil y grupos paramilitares dirigidos por el gobernante Maximiliano Hernández Martínez a través del uso del poder del Estado. En consecuencia, propongo, mediante una argumentación metódica, que el uso de este término genocidio cultural se ajusta mejor a los acontecimientos estudiados y analizados en la historiografía sobre la rebelión y la represión de 1932 en El Salvador. Pero este concepto de genocidio cultural cuenta con una raíz filosófica. En el cuarto apartado titulado Reflexión filosófica sobre el genocidio cultural indago a partir de algunos textos analíticos sobre la historia de la época conocida como modernidad, la construcción del Estado moderno como hasta ahora lo conocemos y los mitos que siguieron a este desenvolvimiento histórico que tuvo su epicentro en Francia con la 14 revolución de 1789 y que se extendió por toda Europa hasta alcanzar otros continentes como el americano que a la luz del hecho reconocido como la conquista de América abrió una nueva etapa en la historia de la humanidad signada por la dominación, etnocentrismo y alterofobia, mecanismos concomitantes del genocidio cultural. De allí las bases que afirman al concepto de “genocidio cultural” como síntesis de determinaciones histórico narrativas que en la historia de las ideas va ganando terreno en la consecución del su uso para describir hechos donde los Estados nacionales ejercieron el monopolio de la violencia en quebranto de los derechos humanos. De tal forma que el contenido filosófico del término genocidio cultural cobra plena vigencia a la luz de acontecimientos como la represión de 1932 y el exterminio de amplios colectivos sociales indígenas. La hipótesis planteada de que la historia de las ideas sobre la represión de 1932 en El Salvador hasta el momento carece de precisión conceptual y por lo cual resulta necesario hilar los términos adecuados en referencia a los hechos y acontecimientos de ese momento con el fin de alcanzar una mayor descripción teórico metodológica de lo que realmente sucedió, se confirma. El uso del concepto “genocidio cultural” se integra, entonces, en los nuevos estudios y debates futuros sobre los acontecimientos del 32 y persigue abonar al debate sobre las causas, desarrollo y efectos que marcaron definitiva y profundamente la historia de El Salvador en el siglo XX. 1.- Causalidades de la rebelión y de la respuesta estatal Después de los acontecimientos de 1932, historiadores salvadoreños y extranjeros, políticos de diferente signo, así como actores sociales diversos, han analizado las causas y consecuencias de la decisión que tomó la dictadura liderada por el General Maximiliano Hernández Martínez de ordenar el fusilamiento en masa de miles de personas, sobre todo de aquellas de origen indígena asentadas en la zona occidental de El Salvador. Por un lado, algunos investigadores de las ciencias sociales y políticos hablan de la “causalidad comunista” como la fuente de la rebelión y la razón por la cual el Estado respondió con el uso de la fuerza de las armas. 15 Las condiciones políticas internas en El Salvador alentaron a la siguiente generación de estudiosos a reconfirmar la inspiración comunista de la rebelión de 1932… Esta creencia que denominamos la explicación de la causalidad comunista, se convirtió en un referente ideológico para tanto la derecha como la izquierda de El Salvador.11 El reconocido escritor Roque Dalton en sus obras sobre El Salvador: Monografía12; y Miguel Mármol, Los sucesos de 1932 en El Salvador13, llega a la conclusión de que el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) con apenas un poco más de año de vida, se puso a la altura de las circunstancias históricas para participar en el levantamiento campesino. Y coincide en sus dos escritos fundamentales sobre esta etapa histórica en que la respuesta represiva de los militares, quienes llegaron al poder mediante un golpe de Estado, fue con el fin de sofocar a toda costa la agitación comunista. De tal manera que entre la espada y la pared, los comunistas escogieron el camino de morir junto a su pueblo, a la cabeza de su pueblo.14 A estas mismas conclusiones llegó también el historiador Thomas Anderson, quien en un minucioso trabajo de investigación sobre los sucesos, con extensas fuentes escritas y testimoniales, identifica a la rebelión como el resultado de la acción política comunista. Este estudio nació de un vivo interés por la rebelión comunista de 1932 en El Salvador, acontecimiento que con frecuencia se menciona en trabajos acerca del comunismo en América Latina, pero que nunca ha sido explicado en detalle.15 Después de hacer un recorrido pormenorizado sobre el desarrollo político de la izquierda salvadoreña y su contexto nacional como internacional, Anderson va consolidando sus hipótesis de investigación en el sentido de que la formación de cuadros políticos con ideología comunista fueron a su juicio determinantes para la revuelta en varias localidad del occidente del país, pero que correspondía a un contexto global de dos proyecto históricos enfrentados, a saber, el capitalismo, FUENTES, Héctor y otros. Recordando 1932: la matanza, Roque Dalton y la política de la memoria histórica. Pág. 20. Ed. FLACSO, El Salvador, 2010. 11 12 DALTON, Roque. El Salvador: Monografía. Ed. UCA Editores, El Salvador, 2002. 13 DALTON, Roque. Miguel Mármol, Los sucesos de 1932 en El Salvador. Ed. UCA Editores, El Salvador, 2007. 14 Opus cit. Pág. 115. 15 ANDERSON, Thomas. El Salvador 1932, los sucesos políticos de 1932. Pág. 7. Ed. EDUCA, Costa Rica, 1979. 16 representado por la dictadura de Martínez, y el comunismo, representado por los comunistas alzados. La rebelión no fue una mera jacquerine, no fue el producto de un repentino impulso de los campesinos indígenas. Por el contrario fue el resultado de una larga cadena de sucesos, acaecidos dentro del país como fuera de él. Además se distingue por ser el primer movimiento revolucionario latinoamericano en el cual desempeñaron el papel más importante hombres considerados como comunistas internacionales.16 Desde otra perspectiva, pero en la misma línea de categorizar los acontecimientos del 32 como una conspiración roja, la versión oficial se centró en acusar a los comunistas de estar detrás de la insurrección, planificar y organizar la rebelión. El General Maximiliano Hernández Martínez dio a conocer en un pronunciamiento oficial fechado el 23 de enero de 1932 que el ejército y los órganos de seguridad ejecutaron acciones contra la población insurrecta con el fin de evitar el accionar de los comunistas en la zona occidental del país. En los últimos días, el gobierno se ha visto frente a graves acontecimientos de origen comunista y, con fundamento a las leyes patrias, ha tenido la imprescindible necesidad de sofocarlos con mano fuerte.17 El mismo gobierno cívico militar expuso que la respuesta efectiva y total de las fuerzas armadas fue con el fin de evitar la conspiración comunista, que buscaba desestabilizar el orden público y hundir al país en un crisis sin precedentes por lo que ameritaba, según su concepción, usar toda la fuerza del Estado. Por eso lamenta el Gobierno el derramamiento de sangre y las restricciones a las libertades, que se vio obligado a decretar para reprimir las vandálicas actividades comunistas, pero tiene la confianza en que una vez el pueblo salvadoreño forme con el gobierno un solo bloc de defensa, la paz, el orden constitucional y el régimen de libertad volverán a restaurarse, garantizados por la ideología política emancipadora que forma a los hombres del actual gobierno.18 16 Ídem. Pág. 10. HERNÁNDEZ, Maximiliano. “Manifiesto del Presidente de la República y Comandante General del Ejército al Pueblo Salvadoreño.” Diario Oficial. 23 de enero de 1932. Tomo 112, Núm. 18, Pág. 121. San Salvador, 1932. 17 18 Ídem. 17 Estos enfoque tanto oficiales como interpretativos contrastan con algunas fuentes primarias del movimiento comunista internacional que evaluaron la limitada participación del PCS o de grupos con la misma línea política. El Comité de Investigación del Buró del Caribe, con sede en Nueva York y perteneciente a la Tercera Internacional Comintern, hizo una evaluación hacia finales de 1932 sobre los sucesos de enero tras recibir testimonios de dirigentes comunistas salvadoreños. En un extenso texto accesible hoy en el Centro Ruso para la Conservación y el Estudio de Documentos de la Historia más Reciente, concluye: La otra lección de los eventos es muy grave y peligrosa que queda al descubierto por los acontecimientos que han surgido en El Salvador, esto es que no existe un gran partido comunista de masas para orientar a este gran movimiento, organizar a las masas y dirigirlas por el camino que resulta en la tensión de la lucha de clases, en la tensión de la dirección de clase, en la tensión de las organizaciones revolucionarias de las masas. En El Salvador, más que en cualquier otro lugar, hemos visto en la práctica esos grandes daños que emergen en el movimiento revolucionario de masas, cuando no se encuentra un fuerte partido comunista de masas, un fuerte movimiento sindical de masas, suficientes ligas de masas campesinas, suficientes ligas de la juventud comunista, para abrazar a las masas y darles una correcta dirección leninista.19 Estas versiones sobre la causalidad comunista atraviesan el mayor espectro de los análisis publicados a lo largo de la historia salvadoreña hasta nuestros días, al considerarla como argumentación sólida y verificable a través de algunas fuentes tanto escritas como testimoniales de la época y la carencia de otros enfoques analíticos que apunten a causas históricas, económicas y étnicas. Daban por sentado que el alzamiento en enero de 1932 tuvo categóricamente motivaciones comunistas y, por lo tanto, la respuesta estatal fue orientada a detenerlas hasta sus últimas consecuencias, al grado de llegar a mantener de manera indefinida a lo largo de 13 años la suspensión de garantías individuales. En segundo lugar, algunas versiones manifiestan ideas diferentes sobre las causas y la respuesta gubernamental, pero con menos énfasis y reconocimiento por los historiadores, pero expresada por posturas oficiales de aquella época. Por ejemplo, el gobierno militar identificó algunas de las causas del alzamiento como la BURO del Secretariado de El Caribe. “Reporte del Comité Ejecutivo del Comintern sobre El Salvador 1932.” Archivo del Estado ruso para la historia social y política. Fuente 495, apartado 119, inventario 2, pág. 6. Moscú, 1932. 19 18 delincuencia en las zonas rurales del país. Según esta postura, el debilitamiento de las instituciones permitió la proliferación de la violencia social, que conllevó a detonar la insurrección acompañada de expresiones violentas, pero sin motivaciones políticas. Turbas de campesinos armados con palos y machetes que ante la menor oportunidad quisieron hacer justicia por su propia mano. Entraron a las casas de los ricos, las saquearon y quemaron, así como generaron el terror hacia las clases medias y pudientes de la zona. El propio gobierno alentó este otra versión y justificó el uso de las armas para restituir el Estado de derecho, aunque en realidad nunca se cumplió, pues se decretó el Estado de Sitio para enfrentar la revuelta campesina y aniquilar los brotes sociales de inconformidad. Considerando que los hechos delictuosos que se desarrollaron en este Departamento y los de La Libertad, Sonsonate, Ahuachapán y Santa Ana, del 19 al 23 del año en curso, justifican la actitud del poder ejecutivo, que en uso de la facultad que le concede el art. 4 de la Ley respectiva, puso al país en Estado de Sitio, para reprimir con la eficacia que el caso requería las demasías de los perturbadores del orden y de la ley; que aunque el gobierno controla por completo todo el país, habiéndose restablecido el orden y el imperio de la Ley, para llevar a cabo las investigaciones de aquellos hechos delictuosos, se hace necesario el mantenimiento del Estado de Sitio.20 Una investigación oficial hecha por el periodista salvadoreño Joaquín Méndez, quien realizó un recorrido por las zonas donde se dieron los acontecimientos a menos de un mes, refuerza la idea de que los rebeldes cumplían más una función de delincuentes y saqueadores que otra categoría descriptiva sobre los autores de la insurrección. Méndez presentó una lista en la que se refiere a los daños y perjuicios ocasionados a las familias de acaudalados. De acuerdo a la lista, la familia Radaelli sufrió los daños mayores por 85 mil colones. Otras pérdidas significativas incluyeron la casa de familia de Mercedes Cáceres por 40, 000 colones y las casas de Lorenzo Ríos y Julia Salavarría por 50, 000. En total Méndez proporciona una lista de treinta propiedades y una pérdida total de más de 300, 000 colones.21 VILLACORTA, J. H. “Informe de la Presidencia de la Asamblea Legislativa.” Diario Oficial. 18 de febrero de 1932. Tomo 112, Núm. 41. Pág. 277. San Salvador, 1932. 20 FUENTES, Héctor y otros. Recordando 1932: la matanza, Roque Dalton y la política de la memoria histórica, pág. 47. Ed. FLACSO, El Salvador, 2010. 21 19 Un tercer enfoque en los análisis sobre el 32, como también se le conoce a este periodo histórico, es el que hace énfasis en las causas estructurales, más en la idea de atender causas cualitativas y cultivadas por largos años en el país, lo que permitieron condiciones propicias para la insurrección. En el libro, Insurrección no Violenta en El Salvador22, la autora Patricia Parkman identifica la falta de libertades políticas, la crisis económica y el despojo de tierras a campesinos pobres como las motivaciones del levantamiento. La gran depresión económica mundial de 1929 golpeó aún más la crítica situación de los trabajadores del campo y de las ciudades. Los precios de los productos primarios de consumo, maíz, frijol, café, azúcar, entre otros, decayeron drásticamente. La situación generó un masivo desempleo de mano de obra en las fincas. Parkman analiza los periodos precedentes y subsecuentes para señalar que los 13 años de gobierno sobre las armas pulverizaron la libertad, castigaron la disidencia y aniquilaron los descontentos sociales. Y ubica la respuesta violenta del Estado como un robustecimiento del ejercicio de poder autoritario con el fin de mantener el control y proteger a las clases altas, sobre todo a los terratenientes. Con ello a Hernández Martínez se le identifica más como la piedra angular de un sistema de desigualdades generacionales, falta de libertades democráticas y el inicio de un poder militar que se edificó durante la mayor parte del siglo XX en El Salvador. Martínez no era simplemente el agente de alguno de los sectores de la sociedad salvadoreña. Era un hábil político que trabajó incansablemente dentro de las limitaciones de aquella sociedad para acumular apoyo donde pudiera y neutralizar los focos de oposición real o potencial. Era el clásico dictador latinoamericano que dominaba personalmente a su gobierno.23 En este mismo renglón de análisis, Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria-Santiago en su texto 1932, Rebelión en la oscuridad24, describen cómo la crisis mundial golpeó con ferocidad a El Salvador, lo que motivo un acumulamiento de rabia, indignación y desesperación de miles de pequeños productores campesinos y colonos que trabajan 22 PARKMAN, Patricia. Insurrección no Violenta en El Salvador. Ed. Concultura, El Salvador, 2006. 23 Ídem. Pág. 59. GOULD, Jeffrey y LAURIA, Aldo. 1932 Rebelión en la oscuridad. Ed. Museo de la Palabra y la Imagen, El Salvador, 2008. 24 20 en las haciendas cafetaleras que se asentaron en el occidente de la nación centroamericana. Si las condiciones de vida y de trabajo cayeron habían sido pobres antes de la crisis, para 1930 se habían vuelto intolerables. Los hacendados respondieron a la rápida caída de los precios del café con recortes salariales que afectaron tanto a los semi proletarios como a los colonos.25 Muy pocos trabajos hasta ahora publicados se refieren a un cuarto enfoque, que es el que propongo en esta tesis como hilo conductor para llegar a definir la represión del 32 como un genocidio cultural y no solo como masacre o matanza. Se trata de seguir como causalidad importante y determinante sobre la rebelión el análisis étnico social o cultural indígena, las formas propias de organización comunitaria que practicaron los pueblos originarios como elementos sobresalientes que posibilitaron la explosión social de 1932 y, con mayor desarrollo en el análisis, la identificación del concepto de genocidio cultural como la respuesta violenta y represiva del Estado. Si bien en los sucesos del 32 estuvieron presentes como elementos que otros autores llaman causas como las conspiraciones comunistas, la violencia exacerbada, la pobreza y la marginación, no fueron las determinantes para anidar la explosión social de gran envergadura que significó el levantamiento los días 22 y 23 de enero de 1932 en varios Departamentos del occidente salvadoreño. En un estudio profundo realizado entre 1975 y 1976, el Doctor jesuita Segundo Montes integró una serie de trabajos de campo y entrevistas con la población que de una u otra forma estuvo relacionada con los sucesos, tanto indígenas como ladinos fueron consultados con el fin de obtener información primaria para sus análisis. Este trabajó fue el que arrojó mayores luces sobre la participación de los pueblos originarios, el cual fue publicado en 1979 ya como tesis doctoral con el título El Compadrazgo, una estructura de poder en El Salvador.26 En tanto, el también Padre de la Universidad Centroamericana explicaría en un ensayo reflexiones históricas en torno a los levantamientos sociales en El Salvador que el de 25Ídem. Pág. 58. MONTES, Segundo. El Compadrazgo, una estructura de poder en El Salvador. Ed. UCA Editores, El Salvador, 1979. 26 21 1932 fue más un movimiento de características étnicas que como fue tildado de raíz comunista. Hay que añadir el componente indígena bajo el liderazgo de Ama, quien aunque tuvo conversaciones y posible alianza con los dirigentes del partido comunista en formación… sin embargo, estaba motivado más bien por su etnia y buscaba los intereses propios de su comunidad indígena.27 El joven historiador de origen indígena, Julio Leiva rescata esta otra línea de investigación que muestra en su reciente libro Los Izalcos, testimonio de un indígena.28 Desde un enfoque indígena, lo único que hacían era reclamar sus tierras, las cuales desde nuestra tradición milenaria, son sagradas y sin dueño, pero los ladinos ricos se las habían arrebatado a nuestros ancestros, haciendo uso de la fuerza y el poder.29 Desde una perspectiva de análisis de largo plazo, las causas fueron cultivándose en décadas pasadas hasta el momento de la decantación y explosión social, potenciada y permitida por un tipo de organización social comunitaria, muy politizada en los asuntos públicos, pero con elementos identitarios, culturales y religiosos sólidos, que fueron permitiendo preservar la cohesión étnica a las comunidades, solidez a los pueblos y colectivos originarios entretejidos por la amalgama de las Cofradías, estructuras de corporación en la Colonia, pero con tradición ancestral de aquellos indígenas de la región. En pocos estudios sobre el 32 se hacen mención a determinados aspectos cultuales en este sentido. Si acaso se hacen algunas referencias generales sobre lo étnico, no se llega a desarrollar el término ni se logra identificar a los usos y las costumbres, las formas de organización política comunitaria como las Cofradías y la tradición de lucha en la defensa de su propiedad colectiva de tierras, aguas, así como saberes y conocimientos locales como las causas directas y sobresalientes del levantamiento, aunadas a las causas estructurales y, en menor grado, a otras causas contingentes como la presencia de organizaciones Montes, Segundo. “Levantamientos Campesinos en El Salvador”. Realidad, revista de ciencias sociales y humanidades. Núm. 1. Ene-feb 1988. Pág. 81. Ed. UCA, El Salvador, 1988. 27 LEIVA, Julio. Los Izalcos, testimonio de un indígena. Colección Bicentenario. Ed. Secretaría de Cultura de la Presidencia y Universidad de El Salvador, El Salvador, 2011. 28 29 Ídem. Pág. 17. 22 políticas de vanguardia, los comunistas, o la violencia social señalada en las versiones oficiales. Por ejemplo, Gould y Lauria desarrollan en un apartado de sus estudios a la identificación de una tensión social que cada día cobró mayor dimensión: la conflictividad étnica. Aunque reconocen su existencia, no profundizan en lo determinante que fue la organización comunitaria de los pueblos de Sonsonate y la Libertad, para el levantamiento. Se habla de raza, lengua y mestizaje, pero poco se detallas las bases donde descansa el tejido social indígena de la región, modos de organización política, cultural y religiosa que quedaron de forma secundaria en su análisis, así como, por ejemplo, en esta frase que se sobrepone el análisis de clase, al análisis de etnia. La radicalización de las clases trabajadoras en el Departamento de Ahuachapán tomó su lugar en un complejo tapiz étnico.30 Thomas Anderson en El Salvador, 1932 se refiere como efecto y no como causa la discriminación racial, la cual fue un elemento de persecución durante y después de la represión. Como analizamos antes, las motivaciones para él fueron más ideológicas que étnicas. Por supuesto que la rebelión de 1932 provocó una fuerte reacción contra la cultura indígena. Hubo una notable disminución en el número de personas que portaban indumentaria indígena, según sus costumbres o hablaban el dialecto.31 Tampoco en los estudios referidos a los diversos enfoques sobre las causas de la insurrección se describe, en este sentido, la respuesta violenta del Estado. En ningún caso se identifica con precisión y rigor a ese hecho como una respuesta organizada de la violencia o como un acto de fuerza para la preservación del Estado, ni como un crimen de Estado contra un grupo o colectivo social identificado como étnico, ni siquiera más descriptivamente alude las características del concepto que en este trabajo de investigación propongo y que desarrollaré en los siguientes apartados de GOULD, Jeffrey y LAURIA, Aldo. 1932 Rebelión en la oscuridad. Pág. 175. Ed. Museo de la Palabra y la Imagen, El Salvador, 2008. 30 ANDERSON, Thomas. El Salvador 1932. Los sucesos políticos de 1932. Pág. 31. Ed. EDUCA, Costa Rica, 1979. 31 23 este capítulo: un genocidio cultural. Este término, a mi juicio, da mayor contenido sustancial a la respuesta represiva del Estado ante la rebelión indígena. Uno de los pocos y últimos trabajos que asoman elementos de lo étnico con mayor alcance es el ensayo El Salvador 1932, los Cofrades Insurrectos.32 Allí, Pablo Benítez retoma algunos estudios pretéritos que le permiten llegar a la conclusión de que las estructuras corporativas de la Colonia en El Salvador permitieron la preservación de una tradición ancestral de los pueblos indígenas para organizarse en lo que ellos denominan el bien común, fortalecer lazos de identidad y solidaridad y reconocerse como entidades sociales de posesión colectiva de bienes naturales como la tierra y las aguas. Esas estructuras en El Salvador se conocen como Cofradías. Pasaron a ser espacios propicios para que las comunidades indígenas se organizaran políticamente y consolidaran sus lazos indentitarios y culturales… Con toda seguridad, las cofradías permitieron la consolidación de redes sociales muy fuertes, que facilitaron la organización de acciones políticas rebeldes. Son muchos los levantamientos indígenas ocurridos en los siglos XVIII, XIX y XX.33 Segundo Montes ya había advertido antes que las causas económicas no fueron las determinantes para la insurrección de Los Izalcos. Ambos autores, Montes y Benítez en tiempos diferentes coinciden en este planteamiento. Es preciso notar que los indígenas de la zona, en su mayoría tenían tierras de cultivo, parcelas de mucha fecundidad, y que el colapso del café no deterioró sus condiciones de vida…, por lo que el levantamiento de 1932 tiene un fuerte componente indígena que no era estrictamente material y económico.34 Ambos estudios ya alcanza un nivel de desarrollo mayor que los otros tres enfoques de causalidades en la historia de 1932, pero aún no logran identificar en sus análisis categorial frente a la respuesta estatal como un acto dirigido a menoscabar, aniquilar y destruir colectivos sociales étnicos, comunidades y pueblos enteros con un idioma propio (el náhuatl) formas organizativas colectivas excepcionales al canon general BENÍTEZ, Pablo. “El Salvador, 1932: Los Cofrades Insurrectos.” Revista Cultura, Núm. 105 enero/marzo 2011. Pág. 100-120. Ed. Secretaría de Cultura de la Presidencia, El Salvador, 2011. 32 33 Ídem. Pág. 187. MONTES, Segundo. “Levantamientos Campesinos en El Salvador”. Realidad, revista de ciencias sociales y humanidades. Núm. 1. Ene-feb 1988. Pág. 93. Ed. UCA, El Salvador, 1988. 34 24 como son las Cofradías, modos y conocimientos ancestrales sobre el uso de la tierra y las aguas, relación con la naturaleza; estudios complejos que faltarían profundizar para completar el análisis teórico de lo que fue la matanza de miles de personas en 1932. Si bien se contempla el análisis étnico social en el estudio de Benítez, habría que introducir el desarrollo de lo que he denominado como genocidio cultural de 1932, haciendo énfasis en la respuesta del Estado militar de ese entonces a la insurrección, pero dirigida a un tipo de sector social nacional, el indígena, como sujeto colectivo con identidad propia, reprimido por parte de la feroz dictadura del General Maximilano Hernández Martínez. Se trata de proponer elementos de estudio que apoyen para futuras investigaciones sobre los sucesos históricos de 1932, las causas y consecuencias de los hechos dramáticos en la zona occidental de El Salvador. A partir de un seguimiento a los escritos de algunos prominentes estudiosos sobre aquellos sucesos fatídicos, podemos señalar que en general se habla de matanza o masacre del 32, en menor grado como un etnocidio, y mucho menos aún se identifica la respuesta estatal como un genocidio cultural. 2.- Conceptualizaciones y caracterizaciones sobre la represión del 32 La respuesta represiva del gobierno militar de Maximiliano Hernández Martínez al levantamiento indígena de 1932 ha tenido varias interpretaciones conceptuales por parte de los estudiosos de aquellos sucesos. Se le ha denominado básicamente matanza de 1932, asesinato en masa del 32, masacre o etnocidio del 32, pero en cada una de las afirmaciones o calificaciones no se han explicado los conceptos. Se han dado por sentados o sobreentendidos, sin detenerse a categorizarlos ni darles contenido teórico explicativo. Hasta nuestros días se habla de la matanza o la masacre, términos que de alguna forma carecen de precisión y abstracción teóricometodológica para entender los sucesos históricos que significaron la destrucción física y cultural de amplios colectivos sociales, étnicos o religiosos de una nación que en 1932 fue sacudida por la experiencia traumática de desaparecer y aniquilar a miles de personas en pocas semanas con sus consecuencias devastadoras para la cultura originaria y la identidad salvadoreña. 25 Por ejemplo, el historiador Erik Ching en su ensayo “El Levantamiento de 1932” en el libro El Salvador Historia Mínima 35, define el accionar del Estado como: Un horrible y trágico episodio, uno de los peores casos de represión estatal en la historia moderna de América Latina. El asesinato en masa consolidó a los militares en el gobierno, lo cual resultó en 50 años de dictadura militar, el más largo capítulo de ininterrumpido control militar en la historia moderna de Latinoamérica.36 Si bien Ching reconoce a la respuesta violenta del Estado como “un hecho trágico” de “asesinato en masa”, no alcanza a describir a lo largo de este ensayo los argumentos que sostienen teóricamente una descripción válida para explicar el hecho real de un aniquilamiento de miles de personas en pocos días, ni toma en cuenta las características étnicas y culturales de la población agredida. Sabemos que allí sucedió un represión y una masacre, “un asesinato en masa”, pero no se describen las causas que dan contenido a este hecho de operación estatal de una dictadura como lo fue la de Hernández Martínez y, por lo tanto, resulta insuficiente, para categorizar mejor la destrucción física y cultural que padecieron las poblaciones sobre todo de la región occidental del país en enero de 1932. Más adelante, Ching, al describir el operativo montado por el gobierno de Martínez para sofocar la rebelión, se refiere como matanza a los acontecimientos de persecución, detención y fusilamiento. El gobierno nacional comenzó a organizar fuertes columnas de tropas provenientes de los departamentos del centro y del oriente. Solo tomó unos días para juntar a todas las tropas y colocarlas en el tren, por lo que no llegaron a Sonsonate durante la tarde del 25, momento en que las tropas ya habían recuperado el control de la región. Pero eso solo fue el comienzo de la matanza.37 Pero estas descripciones de “asesinato en masa” y “matanza” sobre los hechos represivos tampoco nos dan un panorama completo y a cabalidad de la compleja respuesta estatal a los sucesos, como si fueran solo respuestas a voluntad de los CHING, Erik. “El Levantamiento de 1932.” El Salvador Historia Mínima. Secretaria de Cultura de la Presidencia, El Salvador, 2011. 35 CHING, Erik. “El Levantamiento de 1932.” El Salvador Historia Mínima. Pág. 63. Secretaria de Cultura de la Presidencia, El Salvador, 2011. 36 37 Ídem. Pág. 66. 26 gobernantes o jefes militares, incluso de las tropas acantonadas en la región donde realizaron sus operaciones para controlar la rebelión, y no como resultado de una estrategia de consolidación y represión estatal para sofocar la rebelión indígena con el uso de la fuerza de las armas del Estado hasta llegar a la destrucción física de varios miles de personas, adscritas a una cultura determinada como lo es la población indígena náhuatl pipil. No se identifican a los responsables, quienes formaron parte de las instituciones gubernamentales, del Estado, como actores ejecutores de los crímenes. Lo que hicieron los agentes militares y el propio Maximiliano Hernández Martínez va más allá de un “asesinato” o una “matanza”, conceptos mal limitados que eximen la responsabilidad estatal, deja como responsables a los personajes históricos referidos de la época como responsables individuales y no como parte estructural del Estado y su acción punitiva. El término de matanza, según el Diccionario de la Real Academia Española se define como: “Mortandad de personas ejecutadas en una batalla, asalto, etc.”38 Para el análisis que seguimos, queda esclarecido que este concepto de “matanza” no es adecuado para describir la respuesta violenta del Estado salvadoreño de 1932 hacia los insurrectos indígenas campesinos. Si bien Ching es sus argumentaciones explica los hechos claramente determinados por la participación estatal, no los pronuncia como lo que realmente fueron, un genocidio y más concretamente un genocidio cultural, que en el siguiente apartado de este primer capítulo definiré con propiedad, extensión y cabalidad. Por el momento, el historiador nos detalla algunos de los elementos que dan contenido al concepto de genocidio que nos irán sirviendo para la argumentación teórico-metodológica del concepto de genocidio cultural. Las unidades militares se desplegaron por el campo matando a campesinos indiscriminadamente. Una de las tácticas militares al llegar a un pueblo era llamar a todos los hombres adultos a que se reportaran a la plaza central para recibir un salvoconducto y evitar ser confundido con un rebelde. Mientras se reunían todos los hombres eran ametrallados en masa. Bandos paramilitares de los pueblos locales que fueron reunidos, recurrieron al campo buscando a cualquiera que mereciera morir.39 38 REAL Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Pág. 112. Ed. ESPASA CALPE, España, 2001. 39 Opus cit. Pág. 66. 27 Como hemos analizado en el Diario Oficial de aquel año de 1932, no existe allí una versión oficial de cuántas muertes realmente sumaron los actos represivos del Estado. Lo que tenemos son testimonios, escritos, memorias y análisis de estudiosos sobre ellos, que dan algunas aproximaciones y que reflejan suficientemente la participación de los órganos de seguridad del Estado en los hechos, que determinaron la existencia de aquel resultado dramático en la historia del siglo XX en El Salvador. Dice Ching: No existe manera de determinar el número de personas muertas. Nadie hizo cuenta y los archivos no dicen nada al respecto. Todo lo que se tiene son varias descripciones de testigos y algunas de las fotografías de los cadáveres tirados en las calles y movilizados en carretas para ser colocados en fosas comunes. Certeramente se puede decir que varios miles de personas fueron asesinadas.40 Por su parte, Patricia Parkman en su libro Insurrección no violenta en El Salvador se refiere como “masacre” y la califica como indiscriminada la respuesta de los militares a los indígenas insurrectos. Pero los militares se desquitaron con ejecuciones masivas de campesinos que cobraron miles de vidas en las áreas afectadas… Esta masacre indiscriminada sin duda distanció a muchos salvadoreños.41 De hecho, la respuesta a la insurrección en el occidente salvadoreño en 1932 fue una masacre sin límites, pero este concepto tampoco nos precisa el hecho en su completa acepción. Una masacre, según el diccionario de la Real Academia Española se refiere: A una matanza de personas, por lo general indefensas, producida por un ataque armado o causa parecida.42 Para el caso de la muerte de miles de indígenas en 1932, Parkman también abstrae, con el uso del término “masacre”, la responsabilidad estatal. Si ciertamente es una matanza de personas con un ataque armado, también lo fue por orden directa de 40 41 42 Ídem. PARKMAN, Patricia. Insurrección no violenta en El Salvador. Pág. 52. Ed. Concultura, El Salvador, 2006. REAL Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Pág. 105. Ed. ESPASA CALPE, España, 2001. 28 Maximiliano Hernández Martínez y asumida por los hombres de armas, ni más ni menos que de un ejército constituido, el cual además asumió las directrices del gobernante durante y después de los ataques. La Secretaria a mi cargo se vio en la imperiosa necesidad de aumentar sus efectivos a fin de reforzar debidamente los cuarteles y poder restablecer la tranquilidad interior, imponer el orden y extirpar radicalmente aquellas manifestaciones antipatrióticas, malsanas y peligrosas.43 Según Thomas Anderson también Hernández Martínez promovió y organizó la Guardia Civil, estructura paramilitar que actuó en la matanza de indígenas bajo órdenes del ejército. “Martínez organizó la guardia en Santa Ana en forma de Guardia Civil.”44 Una masacre también puede ser también realiza por civiles, pero en este caso de la masacre de 1932 no fue el caso. Se trató de una masacre realizada por actores estatales, el ejército y grupos paramilitares (Guardia Civil) como describe la misma analista Patricia Parkman. Menos de dos meses después de que Martínez asumiera la presidencia, el conflicto a fuego lento en el campo, que tanto había mortificado a sus predecesores, finalmente hizo crisis. Solamente algunas de las comunidades predominantemente indígenas del occidente tomaron las armas y las tropas del gobierno restablecieron el control en aquella región en tres días.45 Por lo tanto, lo que queremos destacar con estos diálogos entre diversos autores y también de declaraciones oficiales es que no hacen énfasis sobre conceptualizar las ejecuciones del gobierno militar de Hernández Martínez. Solo se refieren a ellos, sin darle profundidad teórica a sus argumentaciones de cómo nombrar la respuesta represiva del Estado salvadoreño para aplastar la rebelión de 1932. Los historiadores Héctor Lindo, Erik Ching y Rafael Lara Martínez se refieren en su libro Recordando 1932 también como una matanza a las acciones VALDÉS, Joaquín. “Declaración oficial del Ministro de los Ramos Guerra, Marina y Aviación.” Diario Oficial, 20 de febrero de 1932. Pág. 302. San Salvador, 1932. 43 ANDERSON, Thomas. El Salvador 1932. Los sucesos políticos de 1932. Pág. 133. Ed. EDUCA, Costa Rica, 1979. 44 45 PARKMAN, Patricia. Insurrección no violenta en El Salvador. Pág. 52. Concultura, El Salvador, 2006. 29 militares contra los insurrectos. El capítulo 1 del texto referido, incluso lleva el título “El levantamiento y la matanza de 1932”46 y a lo largo de él los análisis manifestados hablan solo como la matanza del 32. El siguiente texto, pese a que describe la acción y ejecución estatal represiva del gobierno dictatorial, sobre todo después de la rebelión, no lo conceptualizan. Los militares sometieron a las zonas rurales del occidente a una brutal represalia. Unidades militares fuertemente armadas se desplazaron a gran velocidad por la densa población de la campiña, asesinando indiscriminadas a campesinos. Una de las tácticas más utilizadas para aligerar la matanza fue dar la orden para que la población masculina de los cantones vecinos se congregara en la plaza de un pueblo con el pretexto de entregarles salvoconductos; los soldados entonces los alineaban y los ametrallaban en masa.47 Estos elementos identifican que no sólo fue una matanza, ni una masacre, que fueron eso, pero más concretamente una responsabilidad estatal, ausente en los análisis. La muerte de miles de personas, indígenas en su inmensa mayoría, fue dándose en todo el occidente de El Salvador después de la insurrección. Una vez controlados los territorios por los militares, los aniquilamientos fueron sumándose hasta alcanzar cifras que varios analistas calculan entre 10 y 30 mil personas. En la medida que se repetían las masacres pueblo tras pueblo en todo el occidente, los cadáveres empezaron a apilarse a las orillas de los caminos y en montones dispersos. En lo posible, los soldados o los ciudadanos de la localidad los enterraban en fosas comunes, pero el número de muertos sobrepasó las capacidades de los pobladores y muchos cadáveres quedaron al descubierto durante días.48 Esta gran matanza como la califican los autores, es conceptualmente compartida por Thomas Anderson, quien logra también percibir los elementos que dan contenido sustancial al término de genocidio por la responsabilidad de los agentes del Estado, pero no alcanza a desarrollar esta tesis y llegar a este resultado, puesto que su análisis radica en otras coordenadas de interpretación causal, a saber, la conspiración comunista. FUENTE, Héctor y otros. Recordando 1932: La Matanza, Roque Dalton y la Política de la Memoria Histórica. Pág. 39. FLACSO, El Salvador, 2010. 46 47 Ídem. Pág. 54. 48 Ídem. Pág. 56. 30 La matanza que se llevó acabo es cosa que no puede sorprender. En los alrededores de Izalco empezó una redada de sospechosos. Como a excepción de los dirigentes, la mayor parte de los rebeldes no se podía identificar con facilidad. Se establecieron las más arbitrarias clasificaciones. A todos los que se les encontraba portando machetes se les consideraba culpables, todos aquellos que tenían fuertes rasgos de raza indígena, o que vestían los sucios trajes de manta de los campesinos, eran culpables.49 Por otro lado, autores como Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria comienzan a utilizar el término de genocidio para señalar los acontecimientos que van desde enero hasta marzo de 1932. Clasifican los hechos en tres etapas, la primera se refiere a las secuelas de la derrota de la insurrección, la segunda la que trata sobre los acontecimientos después del aplastamiento de la insurrección y la tercera sobre los mismos acontecimientos pero en mayor escala, hacia un área geográfica más extensa. Etapas en las cuales se registran masacres en la región occidental del país. El 24 de enero los militares comenzaron su campaña la cual duró más de un mes. Para aproximarse mejor a las distintas causas y métodos de las masacres, es analíticamente útil un desglose entre las distintas etapas de la represión, aun cuando la realidad histórica estuviese más matizada.50 Argumentan que en la primera etapa se cristalizó un tipo de genocidio haciendo alusión por primera vez a la Convención de las Naciones Unidas sobre la Prevención y el Castigo de Genocidio citado por el investigador estadounidense Eric D. Weitz en su texto Un siglo de genocidio: utopías de raza y nación51 donde enfatizan los autores la intencionalidad: “La intención de destruir en todo o en parte una raza, nacionalidad, religión o etnia.”52 Además, citan de igual forma a un caso donde se llevaron a cabo investigaciones sobre el genocidio de 1980 en Guatemala y que llegaron a la determinación de que no hubo intención de genocidio, sino que hubo un tipo de genocidio realizado por parte del ejército guatemalteco contra población ANDERSON, Thomas. El Salvador 1932. Los sucesos políticos de 1932. Pág. 196. Ed. EDUCA, Costa Rica, 1979. 49 GOULD, Jeffrey y LAURIA, Aldo. 1932, Rebelión en la oscuridad. Pág. 275. Ed. Museo de la Palabra y la Imagen, El Salvador, 2008. 50 51 WEITZ, Eric. Un siglo de genocidio: utopías de raza y nación. Ed. University Press. London, 2003. 52 Opus cit. Pág. 282. 31 indígena. Con estos dos principios jurídicos, intención y hecho consumado de genocidio, argumentan su planteamiento de nombrar como una “forma de genocidio” a la respuesta estatal del gobierno de Hernández Martínez. Al describirla con este concepto, por vez primera vez se establece de forma esclarecida en la historiografía existente sobre los acontecimientos del 32. Sin embargo, los autores no están claros sobre si existen “tipos de genocidio” o si solo se debe nombrar el genocidio para describir la acción represiva del gobierno salvadoreño de entonces. Al comparar ambas experiencias, la guatemalteca de los años 80 con más de 100 mil muertes a manos del ejército y 600 comunidades afectadas en dos años, y la salvadoreña del 32 con alrededor de 30 mil muertes en la zona occidental del país en menos de un mes, llegan a la conclusión de que las diferencias suelen ser marcadas y por tal motivo llaman al caso de El Salvador como “una forma de genocidio”. A pesar de las desigualdades, existe suficiente evidencia en cuanto a que las masacres salvadoreñas encalaron en una forma de genocidio. No hay duda de que el ´régimen militar de Martínez alentó los asesinatos en masa con órdenes directas, o de que el racismo condicionó esas órdenes o su ejecución.53 Para ellos, “el tipo de genocidio” tiene que ver más con la raza y lo étnico anclándose en la Convención de las Naciones Unidas, en lo expreso solamente a lo concerniente a un grupo indígena en cuestión, y tanto por intención como por hecho consumado. El motivo principal del régimen, aplastar la insurrección e infundir miedo y terror en los corazones y en las mentes de los pobres del campo, se fusionó con una intención enmarcada por el racismo y sobre determinada por el odio de clases, con el resultado de que se mató a miles de personas en una forma de genocidio.54 No obstante estas argumentaciones con base a lineamientos jurídico-políticos internacionales como los derechos humanos, los autores no precisan en sus investigaciones la ausencia de “formas de genocidio”, y no dan cuenta que sólo existe el genocidio como tal en la jurisdicción universal de los preceptos humanos. Por lo tanto, su planteamiento de “una forma de genocidio” es ambiguo y poco claro sobre cómo describir los acontecimientos que marcaron profundamente la 53 Opus cit. Pág. 284. 54 Ídem. 32 historia salvadoreña de la primera mitad del siglo XX, con alcances y reminiscencias hasta nuestra actualidad, ¿O es genocidio o es un tipo de genocidio? Entonces queda la pregunta ¿La respuesta del Estado dirigido por el presidente Maximiliano Hernández Martínez a la rebelión de 1932 fue un acto de genocidio? A mi juicio no solo fue un genocidio, sino un genocidio cultural o también llamado etnocidio como derivación del primer término reconocido en la jurisdicción universal de los derechos humanos, porque existen elementos en la documentación oficial, en los testimonios y en la historiografía del caso sobre la época que dan contenido a este planteamiento. Por otro lado, algunos análisis interpretativos acuñan el término de etnocidio para caracterizar a la matanza de los pueblos indígenas de la región occidente del país durante y después de la rebelión. Sin embargo, lo dan como un hecho y lo toman por sentado. El historiador Rafael Lara Martínez propone un texto controvertido titulado Política de la Cultura del Martinato55 que busca describir la política cultural del régimen de Hernández Martínez y la aceptación abierta o velada de la intelectualidad salvadoreña de la época en un contexto de la ausencia de legitimidad por los hechos represivos del 32. Para el análisis que nos concentra retomaré algunas frases y reflexiones donde acuña Lara el término de etnocidio. Al criticar a los historiadores Jeffrey Gold y Aldo Lauria en su texto 1932 Rebelión en la Oscuridad56 y a Erik Ching en Recordando 1932 la Matanza 57, por no referirse ni incluir los documentos primarios del oficialismo y del propio Hernández Martínez en sus argumentaciones sobre la masacre del 32 y el rol desempeñado por los intelectuales y artistas ante su política cultural, Rafael Lara reconoce que la matanza de 1932 fue un etnocidio. Ni siquiera los trabajos más acabados sobre el crimen primordial que se le atribuía a su régimen, la matanza o etnocidio de enero de 1932 en el occidente del país, se atrevían a explorar los expedientes primarios del implicado.58 55 LARA, Rafael. Política de la Cultura del Martinato. Ed. Universidad Don Bosco, El Salvador, 2011. GOULD, Jeffrey y LAURIA, Aldo. 1932 Rebelión en la oscuridad. Ed. Museo de la Palabra y la Imagen, El Salvador, 2008. 56 FUENTES, Lindo y otros. Recordando 1932: La Matanza, Roque Dalton y la Política de la Memoria Histórica. Pág. 20. FLACSO, El Salvador, 2010. 57 58 LARA, Rafael. Política de la Cultura del Martinato. Pág. 28. Ed. Universidad Don Bosco, El Salvador, 2011. 33 Pero aquí Lara no explica por qué fue un etnocidio, pese a que por otro nos invita a investigar la versión oficial de los hechos y pareciera que el concepto es tomado como hecho sin incluso ir a las fuentes primarias oficiales o testimoniales, ni en los análisis de otros estudios que se refieran al concepto. Lo da por sentado. El autor vuelve a utilizar el término de etnocidio en su ensayo titulado “Armas y Letras”, incluido en este mismo libro que se refiere al análisis de una producción literaria de la época: El Ateneo. En un pequeño resumen de este breve texto, el historiador explica en qué consiste su reflexión: “Armas y Letras” estudia la producción cultural de una institución salvadoreña: el Ateneo de El Salvador… Indaga la contribución de los Generales Maximiliano Hernández Martínez y José Tomás Calderón. Ambos personajes se vinculan con la supresión de una revuelta y etnocidio que ocurren en el occidente del país en enero de 1932.59 De allí en adelante deja de usar el concepto y asume que todo lector reconoce los hechos del 32 como un etnocidio. El autor, sin proponérselo, abre una paradoja. Mientras cree que la versión oficial radicó en una vehemente política indigenista, exaltando los valores de ésta, promoviendo los derechos de los pueblos indígenas y la visión multiculturalista para afianzar la identidad nacional, por el otro, califica de etnocidio la represión en el occidente salvadoreño. ¿Es posible sostener ambas diatribas, contradictorias entre sí? El etnocidio y la política indigenista se interponen y excluyen. O hubo un etnocidio, entendido como el exterminio de amplios sectores sociales con características culturales propias como los indígenas y una promoción hueca y sin fundamente de una política manipula de características indigenistas, o no existió tal exterminio de población autóctona porque la política del régimen era acorde a las necesidades culturales de los pueblos originarios. Lara se encuentra encerrado en esta paradoja y no logra resolverla. Si hipotéticamente Lara Martínez explicara, en el libro que estamos analizando, correctamente como lo que es un etnocidio, es decir, como un genocidio contra la población indígena, destacando la participación y responsabilidad del Estado salvadoreño de enfocar la represión contra los pueblos 59 Ídem. Pág. 70. 34 en sus formas propias culturales, políticas y sociales, su análisis apuntarían a cuestionar centralmente la política cultural del régimen como incoherente, puesto que mientras se destruyó una cultural dada (etnocidio) se generó también una política cultural indigenista para exaltar una visión paternalista, estatista y de asimilación cultural. Sin embargo, en la investigación realizada por Lara Martínez se pueden atender otros enfoques y reconocer valiosas aportaciones metodológicas para la historiografía, sobre todo aquello que apunta hacia la investigación de las fuentes primarias. Lara nos propone ir a las fuentes primarias, aunque sus fuentes utilizadas en este estudio son parciales, sólo nos detalla las fuentes oficiales y deja de lado las fuentes primarias de las víctimas del etnocidio, de los sujetos indígenas y su cultura. Carece de fuentes primordiales de cómo los indígenas directamente veían la política indigenista del gobierno militar, si la vinculación “armas y letras” fue aceptada por los propios pueblos originarios. No hay entrevistas primarias, ni citas en torno a los derechos culturales, ni la política de promoción y preservación de la cultura ancestral, ni tampoco el reparto y restitución de tierras comunales que nunca hubo, ni el reconocimiento a las formas tradicionales de organización política como las Cofradías. Todo esto se encuentra ausente y alude más bien a la política cultural desde el poder y la participación de los intelectuales que por cierto no eran indígenas en la exaltación de rasgos autóctonos, superpuestos para consolidar una identidad nacional como producto del mestizaje y el encuentro de “dos mundo”, el ladino y el indígena. Con ese mismo rigor que nos propone Lara Martínez del uso de las fuentes primarias, debería él también sostener un proceso metódico para la utilización de los conceptos, como el de etnocidio, síntesis de determinaciones históricas, políticas o culturales a partir de esas mismas fuentes primarias a las que alude. Sus novedosos estudios ayudarían mejor a investigaciones futuras. Con esta investigación exhaustiva de una revista literaria de El Salvador en absoluto pretendo legitimar la presidencia del general Maximiliano Hernández Martínez ante la opinión historiográfica en curso. Menos aún, anhelo eximirlo de su responsabilidad por el etnocidio (vuelve a repetirlo). La contribución apunta hacia un objetivo muy distinto: el rigor historiográfico.60 60 Ídem. Pág. 130. 35 Pero para la historiografía, los conceptos también son determinantes, claves y de vital importancia, sobre todo para los estudios críticos y las argumentaciones críticas sobre hechos del pasado. Y el etnocidio, como concepto empleado en los estudios críticos sobre los escritos de la historia de 1932 es necesario explicarlo para entender lo que sucedió a partir de la historia de las ideas generada desde entonces. Lo mismo pasa en su obra Balsamera bajo la guerra fría, El Salvador 1932, historia intelectual de un etnocidio.61En él, vuelve a usar el término sin explicarlo, aunque en este caso sí se analiza con mayor profundidad la causalidad étnica sobre los acontecimientos de la época tratada. Entre algunos de sus análisis el historiador concluye: “La represión cobra un sesgo de etnocidio o, si se prefiere, de limpieza étnica.”62 Los únicos autores que han analizado el término de etnocidio y llegan a concluir que el concepto es inconsistente para describir la represión oficial del 32 son Erik Ching y Virginia Tilley en su ensayo sobre “Indígenas, militares y la rebelión de 1932 en El Salvador”, el cual forma parte del libro Las masas, la matanza y el martinato en El Salvador.63 Dicen los autores: Los hallazgos que se presentan en este ensayo demuestran que la versión convencional de los acontecimientos de 1932, al menos en aquellos aspectos que se refieren al fin de la identidad indígena, tiene muchas cualidades propias de una leyenda. Todavía quedan muchas preguntas sin contestar, en particular el por qué la presunción de un etnocidio deliberado adquirió tanta fuerza en las décadas siguientes, aunque estas deberán esperar el resultado de futuras investigaciones, este escrito está pensado como el primer paso hacia una compresión más sólida sobre cómo se ha manifestado la identidad étnica, durante el siglo XX, en El Salvador.64 Los autores sostienen que la versión de etnocidio es vaga y, por lo tanto, poco fiable para utilizarla, en tanto que según la idea de etnocidio que ellos mismos tienen es la LARA, Rafael. Balsamera bajo la guerra fría, El Salvador 1932, historia intelectual de un etnocidio. Ed. Universidad Don Bosco, 2009, San Salvador. 61 62 Ídem, pág. 141. CHING, Erik y otros. Las masas, la matanza y el martinato en El Salvador. Ensayos sobre el 32. Ed. UCA Editores, El Salvador, 2007 63 64 Ídem. Pág. 100. 36 de la prohibición del uso de sus formas tradicionales de vida, vestimenta, cultura y lengua. Todas las fuentes oculares de la violencia, en sus primeros momentos, describen asesinatos a mansalva en muchos lugares del campo y fusilamiento, a primera vista de campesinos indígenas, pero ningún autor hace referencia a la prohibición explícita del uso de la vestimenta indígena o de expresiones de identidad étnica en general, y no se ha encontrado evidencia documental de semejante orden o política.65 Pero en este estudio, los autores no desarrollan argumentaciones de contenido para identificar los elementos del etnocidio, pese a que reconocen que hubo asesinatos a mansalva y fusilamientos, pero no indican por quién fue hecho, cosa fundamental, ya que quien comete etnocidios, son sólo los Estados o miembros de los Estados y no particulares tal y como detalla la legislación universal de los derechos humanos y que se explicará en el apartado 3 de este capítulo. Tampoco los autores no explican qué entienden por etnocidio, ni dan una definición como tal, ni citan autores que den características propias del etnocidio. Como los analistas anteriores, dan por sentado que lo que ellos entienden por etnocidio, o cualquier concepto para describir la represión del 32, es una convención aceptada por todos. Ching y Tilley, entonces, no dan cuenta que el concepto de etnocidio está ampliamente reconocido y estipulado por el orden jurídico internacional en su acepción más precisa y que forma parte del régimen de los derechos humanos. Para ambos autores pareciera en sus análisis que el etnocidio es la desaparición o asimilación de una cultura, que efectivamente es así, pero no es solo eso, sino también lo es el exterminio masivo de indígenas. Sin embargo, los autores solo se refieren al primer aspecto de la asimilación cultural y argumentan con base a ello que la matanza del 32 no fue un etnocidio, pues no encuentran tal evidencia de asimilación, ni en las fuentes primarias ni en los análisis sobre el caso a partir del censo nacional. Con estudios del censo de 1940 llegan a la conclusión que la población indígena de la región donde se registraron las represiones más severas, no decayeron los índices de población indígena, sino, por el contrario, crecieron. Argumentan: 65 Ídem. Pág. 102. 37 Luego de tomar los datos del nacimiento de cada 5 años de 1900 a 1950 en los departamentos de Sonsonate y Ahuachapán, el centro del territorio de la matanza… Los resultados que se presentan en la tabla 1 son reveladores. No se observa ni una caída brusca, ni siquiera leve, en el porcentaje de nacimientos indígenas después de 1932…Los registros de nacimientos revelan, de forma inesperada, tasas de indígenas relativamente altas.66 Y sostienen: Los cambios en las tasas de nacimiento no indican tampoco que estuvieron vinculados con los acontecimientos de 1932. Pareciera que la versión del etnocidio en 1932 está lejos de constituirse en una versión precisa de la asimilación indígena.67 Sin embargo, el censo de 193068 fechado hasta el mes de mayo, revela datos importantes. En el gráfico titulado “Población de la República Clasificada por Sexo, Nacionalidad, Domicilio, Raza, Instrucción, Propietarios y No Propietarios” se exponen la cantidad de población considerada ciudadana salvadoreña e indica que suman para ese año 1, 420, 968 salvadoreños de los cuales dice el mismo censo existen para el año de 1930, la cantidad de 79, 573 indios. Esto significa, que si la población indígena, con mayor presencia en el occidente salvadoreño, en los departamentos de Sonsonate y Ahuachapán, alcanzó hasta 30 mil muertes en los sucesos del año de 1932, estamos hablando que desapareció físicamente alrededor del 37. 70 por ciento. Son datos reveladores que muestran lo que pasó con la población originaria en apenas pocos meses de los acontecimientos. Una pulverización de la comunidad indígena y con consecuencias políticas, sociales y culturales para El Salvador. Este cálculo contrasta categóricamente con las conclusiones de Ching y Tilley. Por otro lado, el análisis del concepto de etnocidio no reside en aspectos cuantitativos, aunque nos revelen datos importantes como la calidad de personas asesinadas en masa en 1932, sino en aspecto cualitativos, en este caso de que el Estado salvadoreño dirigido por Hernández Martínez ordenó fusilamientos en masa 66 Ídem. Pág. 106 y 107. 67 Ídem. Pág. 110. MEJÍA, José. “Censo Nacional. Población de la República Clasificada por Sexo, Nacionalidad, Domicilio, Raza, Instrucción, Propietarios y No Propietarios.” Censo de Población de El Salvador 1930. Folio 2158. Pág. 7. En Biblioteca Virtual en Población Centro Centroamericano de Población. http://ccp.ucr.ac.cr/bvp/censos/El_Salvador/1930/index.htm 68 38 y fueron masacrados miles de personas, mayoritariamente indígenas, como todos los autores analizados en esta tesis coindicen. Pero Ching y Tilley concluyen que el etnocidio depende de registros cuantitativos y dejan de lado lo fundamental, lo que se refiere al exterminio de un sujeto colectivo, la comunidad indígena, la masa reprimida con una identidad propia. No se trata de si desaparece una comunidad, pueblo o individuo indígena, sino cómo esta comunidad, pueblo o individuo es objeto de agresión y alcanza a llegar hasta ser exterminada, en este caso, bajo orden y acción del Estado salvadoreño. A continuación desarrollaré esta premisa para que después en el capítulo II la concretice con los acontecimientos que circunscribieron la respuesta violenta y represiva del Estado hacia la rebelión indígena, con la integración de testimonios directos, documentos primarios y, algunos análisis sobre ellos mismos con el fin de dar forma y contenido al genocidio cultural o etnocidio de 1932. 3.- El concepto de genocidio cultural En principio debemos de explicar el concepto de genocidio, que precede teóricamente al genocidio cultural con el fin de hilar el desarrollo teórico argumentativo que nos lleve a describir este último. El genocidio, según la Convención de 1951 para la prevención y la sanción del delito genocidio aprobado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es descrito como: Cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: matanza de miembros de un grupo; lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; medidas destinadas a impedir el nacimiento en el seno del grupo; traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.”69 Esta declaración es asumida por todos los miembros, Estados y Naciones, de la ONU al reconocer que: ONU. Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. “Artículo II de Las Partes Contratantes.” 12 de enero de 1951. Pág. 84. En http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/260III 69 39 En todos los periodos de la historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad… (y) que es un flagelo tan odioso que necesita de la cooperación internacional… (y) las partes contratantes confirman que el genocidio, ya sea cometido en tiempos de paz o en tiempos de guerra, es un delito de derecho internacional que ellos se comprometen a prevenir y a sancionar.”70 Así, el genocidio como concepto alcanza un nivel de desarrollo importante a tal punto de ser aceptado por todos los países del mundo, gobiernos y pueblos, instituciones y ciudadanos, lo cual representa que es un concepto de reconocimiento convencional y un derecho internacional. Como delito, el genocidio es definido en la Convención de 1968 sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad como imprescriptible, es decir, que se puede investigar y sancionar a los responsables aún si esos actos no constituyen una violación del derecho interno del país donde fueron realizados, en cualquier momento, pasado o presente, vivos o muertos los responsables. En el artículo 1 de dicha convención se enlistan los crímenes que son imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido y dentro de ellos destaca el genocidio: El delito de Genocidio definido en la Convención de 1948 para la prevención y la sanción del delito de genocidio, aun si estos actos no constituyen una violación del derecho interno donde fueron cometidos.71 A partir de esta definición del genocidio, se deriva el de genocidio cultural a veces explicado con menor fuerza como etnocidio, el cual se ancla en la destrucción física y a la vez la destrucción de lo que da identidad a los colectivos humanos tal como idioma, cultura, formas de organización, usos y costumbres. Una primera aproximación del genocidio cultural se encuentra en el documento presentado en 2002 sobre los crímenes que sanciona la Corte Penal Internacional (CPI) como institución integral de la ONU. 70 Ídem. CONVENCIÓN sobre la Imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad. 26 de noviembre de 1968. Artículo 1. Pág. 51. En http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/2391XXIII 71 40 Los actos cometidos con la intención de impedir a los miembros de un grupo utilizar su idioma, practicar su religión o realizar las actividades culturales propias del grupo tendientes a desaparecerlos, o asimilarlos por otros grupos.72 Se trata de un acto premeditado o acto consumado en destruir un colectivo humano y con ello sus expresiones culturales, el idioma, la religión, usos y costumbres, sea nacional, étnico o religioso, en función de su origen. El genocidio cultural es un término en pleno desarrollo. Por ejemplo, ya existe como concepto jurídico-político y varios países del mundo lo han incorporado en sus leyes y normas generales como lo hizo recientemente la República del Ecuador el 6 de abril del 2009 y publicada en el Diario del Registro Oficial el 27 de abril del mismo año en concordancia con las Convenciones Internacionales de Genocidio, Crímenes de lesa humanidad y Corte Penal Internacional y su adecuación al Código Penal del país sudamericano. Ley reformatoria al código penal que tipifica el delito de genocidio y etnocidio. Artículo 1 Agréguese antes del artículo 441 del Código Penal, dentro del título VI del libro II, el siguiente capítulo innumerado. Capítulo de los delitos de genocidio, genocidio cultural y etnocidio.73 No obstante, el genocidio cultural aún no se encuentra plenamente integrado a todos los países miembros de la ONU y por lo tanto a la legislación universal de los derechos humanos, al no ser todavía aprobado por la mayoría calificada de los Estados y Naciones miembros de la ONU, pero como concepto descriptivo sobre el ejercicio del poder de un Estado cuenta con plena fuerza categorial para las ciencias sociales, la filosofía y el derecho como ejemplifica el Estatuto de Roma que da base conceptual a la CPI. En este sentido, el genocidio cultural, también conocido como etnocidio, cuenta con una historia y una tradición de exigencia por parte de amplios sectores sociales, juristas y filósofos que lo defienden como un derecho por tipificarse y hacerse útil al régimen internacional de los derechos del hombre, sobre todo al registrarse acciones estatales, o de miembros de los Estados ---que atentaron contra los principios culturales, étnicos y religiosos--- y con ello dan contenido CORPORACIÓN DE PROMOCIÓN Y DEFENSA DE LOS DERECHOS DEL PUEBLO. “Sobre la Comisión Internacional de los Derechos Humanos de la ONU.” Crímenes que sancionará la Corte Penal Internacional (CPI). Pág. 3. 09 de abril 2002. En http://www.codepu.cl/ 72 ASAMBLEA NACIONAL. Suplemento del Registro Oficial Nº 578 Año III. Quito, Lunes 27 de Abril del 2009. Oficio No. SCLF-2009. Pág. 171. En www.estade.org/leyes 73 41 material a las leyes en la marco de la existencia de los Estados modernos, de cualquier signo ideológico o político. El genocidio cultural se integra ya en los debates sobre inclusión normativa y sobre crímenes de lesa humanidad. Se incorpora este término en la definición de genocidio utilizada en el Estatuto de Roma que da espíritu y forma a la Corte Penal Internacional, siempre y cuando el “genocidio cultural” comparta alguno o todos los cinco principios de competencia, a saber: Matanza de miembros del grupo, Lesión grave a la integridad física y mental de los miembros del grupo, Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; Medidas destinas a impedir nacimientos en el seno del grupo; Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. Se deduce, entonces, que el “genocidio cultural” tiene su correlativa efectividad, como definición derivada, al cumplirse uno o alguno de estos elementos que definen al genocidio tal como se explica en el derecho internacional consuetudinario. En 1985, el Relator Especial designado por la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Benjamín Whitaker, se refirió al genocidio cultural como: Todo acto premeditado y cometido con la intención de destruir el idioma, la religión o la cultura de un grupo nacional, racial o religioso por razón de origen nacional o racial o de las creencias religiosas de sus miembros, actos tales como: la prohibición de emplear el idioma en las relaciones cotidianas o en las escuelas o la prohibición de imprimir o de difundir publicaciones redactadas en el idioma del grupo y la destrucción de las bibliotecas, los museos, las escuelas, los monumentos históricos, los lugares de culto u otras instituciones y de los objetos culturales del grupo o la prohibición de usarlos.74 Se advierten así métodos de acción u omisión por parte de los gobiernos o Estados hacia grupos nacionales, étnicos o religiosos. A la par del concepto de genocidio cultural surge, en el ámbito de los pueblos indígenas de América, el reconocimiento y la definición más local de etnocidio como mecanismo de “desarraigo cultural”. Los dos conceptos indican la misma acción del Estado orientada a la destrucción de WHITAKER, Benjamín. Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de la ONU. 1985. Pág. 2. En http://www.un.org/es/rights/ 74 42 colectivos sociales étnicos no sólo físicamente, sino también a su cultura en todas sus manifestaciones pero el término de etnocidio ha sido mayormente utilizado por parte de colectivos sociales en Latinoamérica. Es un término utilizado al momento de la defensa de los derechos de los pueblos y culturas originarias al denunciar el peligro que existe sobre el “derecho a la diferencia” como “muerte a la diferencia” de aquellas lenguas, saberes, vestimentas, usos y costumbres y culturas humanas. Así como lo indica el historiador Pablo Dávalos, al comentar la ley nacional ecuatoriana denominada Tipificación de los Delitos de Genocidio y Etnocidio que aprobó la Comisión Legislativa en abril de 2009, concluye: Diferencias radicales porque son irreductibles, porque perderlas implica la muerte cultural como preámbulo de la muerte social y hasta física.75 La propia Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio en conformidad con la CPI incluye del mismo modo el caso del genocidio étnico al referirse a la destrucción de un grupo étnico en tres aspectos: 1) Matanza de miembros del grupo, 2) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, 3) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo. El etnocidio, como concepto amplio no necesariamente adquiere una actitud violenta, sino, también puede ser una actitud más “optimista” con el fin de reconvertir a la población objetivo, lo fuera del canon cultural impuesto a lo considerado por quien o quienes lo imponen. Se trata de una transformación a semejanza de la cultura que hegemoniza, obligando a un grupo social a despojarse de su identidad para civilizarse o adquirir los modelos predominantes por relaciones históricas de dominación. No obstante, una nueva legislación que acuerpen las naciones del mundo, que incluya un desarrollo de la autonomía jurídica del genocidio cultural podría profundizar las consecuencias de ley para que sin duda se permita investigar hechos históricos que alumbren actos bárbaros y crímenes del pasado en la senda de la DÁVALOS, Pablo. “Ecuador: ley de etnocidio y genocidio: ¿una batalla perdida?”. ALAI, América Latina en Movimiento. 16 de abril de 2009, Bolivia, 2009. En http://alainet.org/ 75 43 justicia, con el apoyo de otros instrumentos de derecho internacional como el documento presentado en 1973 sobre los principios de cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad.76 Los crímenes de lesa humanidad, dondequiera y cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido, serán objeto de una investigación, y las personas contra las que existan pruebas de culpabilidad en la comisión de tales crímenes, serán buscadas, detenidas, enjuiciadas, y en caso de ser encontradas culpables, castigadas.77 El Estatuto de Roma, que fue adoptado el 17 de julio de 1998 por la ONU, incluye en el primer párrafo de su Preámbulo la siguiente frase: Conscientes de que todos los pueblos están unidos por estrechos lazos y sus culturas configuran un patrimonio común, y observando con preocupación que este delicado mosaico puede romperse en cualquier momento, teniendo presente que, en este siglo, millones de niños, mujeres y hombres han sido víctimas de atrocidades que desafían la imaginación y conmueven profundamente la conciencia de la humanidad…78 Así, vemos el reconocimiento de las culturas humanas como la base inicial y necesaria de todo régimen internacional. De allí el reconocimiento de culturas y pueblos con identidad propia, sobre todo a lo largo de la historia edificada y conocida como modernidad. Se trata de un principio de la mayor trascendencia en materia de los derechos humanos económicos, sociales y culturales en la época de los Estados nacionales. El Estatuto, el cual fue acordado en 1998 por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de la Corte Penal Internacional, representa lo más avanzado del desarrollo de la jurisprudencia a nivel global y de todos los tiempos, al dar razón y argumento a un órgano internacional que regule, investigue y sancione en torno a los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto y, ASAMBLEA General de la ONU. Principios de cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad. Diciembre de 1973. En www.oas.org 76 ASAMBLEA General de la ONU. Principios de cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de los crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad. Resolución 3074 (XXVIII). Pág. 2. 3 de diciembre de 1973. En www.oas.org 77 ORGANIZACIÓN de las Naciones Unidas. Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Distr. General A/CONF.183/9. 17 de julio de 1998. En www.derechos.net/doc/tpi.html 78 44 particularmente, para los pueblos con usos y costumbres propias como lo son los pueblos indígenas. Para el caso de los crímenes de lesa humanidad y los crímenes contra pueblos y culturas ancestrales, el Estatuto expresa la noción que tiene al respecto para cualquiera de los actos cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil o conocimiento de dicho ataque: Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte.79 De tal forma que la CPI, que comenzó a funcionar el 1 de julio de 2002, se ha convertido en una de las principales instituciones del sistema internacional que avanza en el reconocimiento expreso sobre los crímenes contra los pueblos originarios y da pauta para que se consolide un régimen de derecho respetado por los Estados miembros. En el ámbito legal, el Estatuto se ha convertido en el marco mínimo aceptable para la investigación y judialización de crímenes internacionales. Desde la tipificación de estos crímenes, pasando por los mecanismos de cooperación internacional, la participación de las víctimas y el derecho de defensa.80 En la CPI priva el principio de complementariedad de jurisdicción y cooperación global que permite ir consolidando una forma para encausar los crímenes cometidos contra poblaciones con identidad específica. Es así que en el mismo Estatuto de Roma se tipifica el delito de Apartheid, como una conducta que se reconoce como crimen internacional a partir de la política segregacionista durante el régimen de dominación de la minoría blanca en Sudáfrica. ORGANIZACIÓN de las Naciones Unidas. Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Distr. General A/CONF.183/9. 17. Art. 7 Núm. 1 Inc. H. Julio de 1998. En www.derechos.net/doc/tpi.html 79 MARALINO, Ezequiel. Implementación y Dificultades de Implementación del Estatuto de Roma a la luz de la experiencia latinoamericana. Pág. 491 y 492. Jan Editores. Chile, 2006. 80 45 Actos inhumanos cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales y con la intención de mantener este régimen.81 Con el fin de instaurar, imponer o mantener un régimen de dominación sobre un grupo racial al hacer uso de cualesquiera de los delitos de lesa humanidad como son las torturas, la violencia sexual o los traslado forzosos contemplados, se da un salto importante para la regulación del delito en la legislación penal internacional y sobre todo para las legislaciones de los países donde existen grupos o pueblos originarios. La Convención para la Prevención y el Castigo del crimen del Apartheid realizada en 1973 también establece que los crímenes de lesa humanidad pueden ser todos aquellos realizados para denegar a grupos con identidad particular su derecho a la vida, y eso incluye a su vida como colectivo, como pueblo, con su lengua, cultura, costumbres, formas propias de organización.82 Sin embargo, este reconocimiento en la CPI no está incluido como genocidio, sino como crimen de lesa humanidad, que de lo contrario daría la pauta para ejemplificar su concreción hacia una jurisdicción específica del genocidio cultural como aquel que se entiende no solo por la destrucción física de grupos sociales, sino también por la destrucción cultural, lengua, usos, costumbres y patrimonio, etc. Pueden tener varios motivos, pero entre ellos puede ser el que se refiere históricamente al de Sudáfrica: El motivo, a pesar de la gravedad, es que la intención de este régimen en África del Sur no era la destrucción de la mayoría negra, sino emplear todos los medios legales y políticos requeridos para preservar la supremacía de la minoría blanca.83 Otro antecedente importante a nivel internacional es la creación del Estatuto del Tribunal Internacional para la Ex-Yugoslavia.84 Después de la desintegración de una nación pluriétnica y la guerra de los Balcanes, con crímenes horrendos y deleznables, ORGANIZACIÓN de las Naciones Unidas. Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Distr. General A/CONF.183/9. 17. Art. 7 Núm. 2 Inc. H. Julio de 1998. En www.derechos.net/doc/tpi.html 81 82 Ídem. HERENCIA, Martín. La implementación del Estatuto de Roma en la Región Andina. Ed. Comisión Andina de Juristas Editores. Pág. 93, Chile, 2009. 83 CONSEJO de Seguridad de la ONU. Estatuto del Tribunal Internacional para la Ex-Yugoslavia. Mayo de 1993. En http://www.espaciosjuridicos.com.ar/datos/OTROS TRATADOS/ 84 46 la comunidad internacional creó esta instancia con el fin de investigarlos y procesar a los responsables. Se trató de una competencia en razón de materia (ratione materiae). Un tribunal que tiene competencia para juzgar los siguientes actos que se relacionan con el genocidio y con la destrucción del habitad cultural de poblaciones humanas. Violaciones a las leyes o prácticas de guerra. De acuerdo al Estatuto, tales violaciones comprenden, sin que esto impida reconocerse otras, las siguientes: La destrucción sin motivo de ciudades y pueblos, o la devastación no justificada por exigencias militares. La toma destrucción o daño deliberado de edificios consagrados a la religión, a la beneficencia y a la enseñanza, a las artes y a las ciencias, a los monumentos históricos, a las obras de arte y a las obras de carácter científico y enfatiza los actos que serán castigados: El genocidio, la colaboración para la comisión de genocidio, la incitación directa y pública a cometer genocidio, la tentativa de genocidio y la complicidad en el genocidio.85 A partir de esta descripción podemos concluir que el desarrollo de la jurisprudencia alcanza un nivel sin precedentes y que a medida que vaya desenvolviéndose lograremos más alcances en ideas y conceptos útiles para la historiografía, la historia de las ideas, y otras disciplinas a partir también de las propias prácticas con las que cuentan pueblos y comunidades en su reclamo por el derecho a la diferencia y la tipificación del genocidio cultural. 4.- Reflexión filosófica sobre el genocidio cultural El genocidio cultural cuenta con una matriz filosófica que data de la época del nacimiento de la modernidad, concebida ésta como: Un proceso de carácter global, de una realidad distinta a las precedentes etapas históricas, en la que lo económico, social, político y cultural se relacionan, se interpretan, avanzan a ritmos desiguales hasta terminar por configurar la moderna 85 Ídem, Pág. 1. 47 sociedad burguesa, el capitalismo y una nueva forma de organización política, el Estado Nación.86 Sus orígenes, entonces, se circunscriben en la época del Estado moderno y la naciente concepción de los derechos del hombre y del ciudadano aprobada en la Asamblea Nacional Constituyente francesa del 26 de agosto de 1789, al definir los derechos personales y colectivos como universales. Se trata de un documento precursor de los derechos humanos. Por tanto, su efectiva correlación a los derechos derivados a lo largo de la historia hasta nuestros días deviene en un proceso continuo y sugestivo para nuevos conceptos e ideas que hagan prevalecer los derechos universales. De allí que los conceptos genocidio, crímenes de lesa humanidad y genocidio cultural, en el marco de esta tradición, enfrentados y relacionados a los acontecimientos, hechos y sucesos que se han ido presentando en el devenir histórico, son el resultado del desenvolvimiento y el desarrollo de las ideas, concepciones y debates en torno a los derechos humanos. Pero estos términos nacen a la luz de los sucesos que marcan jurisprudencia universal, es decir, aquellos hechos que perturban, sacuden y engendran la violación de los derechos fundamentales y que en la época de la modernidad no son pocos ni excepcionales. Algunos filósofos y pensadores, incluso, analizan ese periodo de la humanidad llamado modernidad y llegan a la conclusión de que es una etapa de violación sistemática de los derechos del hombre y el ciudadano en nombre de nuevos mitos creados, dentro de ellos, el mito del progreso. En su obra monumental, Hacia una crítica de la razón mítica, el laberinto de la modernidad87, Franz Hinkelammert recorre las fases de este proceso histórico y concluye que se trata de otra etapa histórica donde se renuevan los mitos, pero ahora de la sociedad burguesa que impone sus ideas sobre el mundo y actúa en consecuencia para forzarlas como hechos consumados. El gran mito que sustenta la modernidad hasta hoy --- aunque ya se está quebrando-- es el mito del progreso. Surge con la modernidad y le da de su alma: su alma 86 REVUELTAS, Andrea. Modernidad y Mundialidad. Pág. 4. Ed. ITAM, México, 1990. HINKELAMMERT, Franz. Hacia un crítica de la razón mítica, el laberinto de la modernidad. Ed. Dríada, México, 2008. 87 48 mítica… Progreso que desde hace tiempo se está transformando en un monstruo… destruye la vida humana, por eso se transforma en un monstruo.88 De igual manera, otros filósofos, al analizar la época de la modernidad, concluyen que ésta se revierte contra el ser humano y que todas las promesas de libertad, fraternidad e igualdad, bases de los derechos humanos, se recluyen en su antítesis atrapada en el mito del progreso que actúa contra la humanidad. El progreso técnico que se transforma en dominio y destrucción de la naturaleza por el hombre, no se equipara con el desarrollo humano, sino por el contrario, produce una continua pérdida de libertad de hombres y mujeres.89 Y el Estado moderno, símbolo de la civilización occidental, deviene en la máquina destinada para su ejecución y realización. Una maquila sacrificial. La filosofía del progreso fue convertida en una religión estatal, que ha logrado seducir a la clase política.90 El escritor Franz Kafka, filósofo y literato, escribió en 1914 la obra cuento Colonia Penitenciaria91 en un esfuerzo por traducir concretamente el papel del Estado moderno y la cada vez mayor limitación de las libertades, que en sus inicios éste mismo constructo social conculcó. Llega a definir que en nombre del derecho se violaron los principios elementales de convivencia humana. En la Colonia Penitenciaria no hay visos de escapatoria a la acción coactiva y coercitiva de la máquina sacrificial de la modernidad, el Estado. La razón de Estado como el poseedor del monopolio de la violencia, en la realidad concreta, aparece en el ejercicio de las leyes como elemento cohesionador y modelador de su poder. En el diálogo que mantienen tanto el protagonista de la obra como el verdugo que lo liquidará, se destella una frase de este último: 88 Ídem. Pág. 57-58. VILLENA, Sergio. “Walter Bejamin o la historia a contrapelo.” Revista de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica 203, vol. II, núm. 100. Pág. 98. Ed. ALyC UCR, Costa Rica, 2003. 89 90 Ídem. Pág. 99. 91 KAFKA, Franz. La Colonia Penitenciaria. Ed. Trotta, España, 1975. 49 Nuestra sentencia no es aparentemente severa. Consiste en escribir sobre el cuerpo del condenado, mediante, la Rastra, la disposición que él mismo ha violado. Por ejemplo, las palabras inscriptas sobre el cuerpo de este condenado, y el oficial señaló al individuo, serán: HONRA A TUS SUPERIORES.92 Se trata de la soberanía del Estado moderno, ejercida en toda su extensión y alcance y en todo tiempo, a la cual, en las metáforas del escritor europeo, se carece de toda posibilidad de fuga, suspensión o desprendimiento, a menos que todo eso sea la muerte, la nada. Pero atrás de esta idea de la muerte y de la nada, se impone toda negación como totalidad. Se trata del uso de las leyes estatales contra quienes intenten rebelarse, oponerse y desafiarla, y sin las leyes estorban entonces suspenderlas y decretar el Estado de Sitio o el Estado de Excepción para mantener viva a la razón de Estado. El siguiente pasaje en La Colonia Penitenciaria es metafóricamente expositor: El explorador miró rápidamente al hombre… El explorador hubiera querido formular diversas preguntas, pero al ver al individuo, solo inquirió: --- ¿Conoce él su sentencia? --- No --- dijo el oficial, tratando de proseguir inmediatamente con sus explicaciones, pero el explorador lo interrumpió: --- ¿No conoce su sentencia?-- no, repitió el oficial callando un instante como para permitir que el explorador ampliara su pregunta--- Sería inútil anunciársela. Ya lo sabrá en carne propia.93 El Estado deviene en otro mito de la sociedad burguesa, un mito genial, que se define cómo imperio de la ley. Siguiendo a Hinkelammert, en otra acepción sobre los mitos de la modernidad, el mito del poder, explica y refuerza la tesis de Kafka: La institucionalización impone reglas de comportamiento, que en la modernidad son leyes. Pero como estas reglas no se cumplen espontáneamente debido a la contingencia del mundo, la institución presupone el ejercicio del poder. Este poder tiene que imponerse; lo que hace, en última instancia, por la amenaza de muerte.94 Ante la totalidad de la máquina sacrificial, la única huida parece ser otra totalidad, la de la muerte. Pero nadie quiere morir o seguir el sendero hacia la huida fatal. 92 ídem. Pág. 15. 93 Ídem. HINKELAMMERT, Franz. Hacia un crítica de la razón mítica, el laberinto de la modernidad. Pág. 62. Ed. Dríada, México, 2008. 94 50 La institución resulta ser administración de la muerte en función del orden. Esta función no cambia, aunque cambie históricamente el orden institucional que se impone. Siempre es última instancia de la imposición del orden y no se puede no imponer un orden: institución es administración de la muerte.95 Entonces lo que queda es la sumisión como negación de la dignidad humana, la resignación ante la omnipotencia del sistema Estado que necesita alimentarse de sus víctimas que conscientes o no lo aceptan como destino. En la totalidad como sistema no cabe la esperanza, no existe ni como guía ni como utopía, ni muchos menos como impulso emancipador puesto que todo intento resbala hacia el mismo punto convergente del sacrificio. De igual manera, el olvido y la amnesia son el combustible para el hastío, la evasión y el cansancio que impone la máquina automatizada, la autocomplacencia y el consenso social del que es el mejor de los mundos posibles y no hay otro. Se trata de una muerte anunciada para justificar orden, progreso y vida. El criterio de este dar muerte es el orden. Todos los mitos del poder se pueden resumir en estos términos, aunque cada uno de estos mitos es específicamente diferente de los otros, pero todos componen el gran circuito sacrificial.96 El ejemplo más perturbador de las conciencias en el siglo XX y que mayor análisis tuvo fue la experiencia del nazismo y el Estado totalitario de Hitler en la década de los 30 y Segunda Guerra Mundial. Allí se manifestó el alcance del poder del Estado en nombre de la modernidad, el progreso y la ciencia, dilapidando paradójicamente los derechos humanos también engendrados por la modernidad como negatividad y esperanza frente al mito del poder. Ya Teodoro Adorno y Max Horkheimer, representantes de la filosofía y las ciencias humanas en Frankfurt, Alemania, escribieron en Dialéctica de la Ilustración97 que el nacional socialismo es el resultado de un largo recorrido del racionalismo occidental. 95 Ídem. Pág. 63. 96 Ídem. ADORNO, Teodoro y HORKHEIMER, Max. Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos Filosóficos. Ed. Trotta, España, 1998. 97 51 Que había transformado la racionalidad emancipadora de las Luces en una racionalidad puramente instrumental, puesta al servicio de las fuerzas destructivas del fascismo, y el progreso industrial y técnico en regresión social y humana.98 En una conferencia dictada en 1966, Adorno explicó que el centro de reclusión y de concentración obligada de personas no gratas para los líderes nazis, Auschwitz, fue el símbolo de la barbarie y el resultado negativo de la moderna civilización humana. La civilización engendra por sí misma la anti civilización y además la refuerza de modo creciente, el ejemplo más claro es Auschwitz, pero la barbarie persiste mientras perdure en lo esencial las condiciones que hicieron madurarla.99 Pero así como la misma modernidad engendró la barbarie, el genocidio, engendró su negatividad crítica con los juicios de Neuremberg al investigar, procesar y deslindar responsabilidades sobre estos horrores del pasado y llegar a la producción de ideas y conceptos que permitieron un juicio crítico sobre los mitos generales. Es en Nuremberg que el concepto de genocidio alcanza su completa aceptación por el régimen internacional de los derechos humanos y una esperanza del principio general de los derechos del hombre proclamados en 1789. El 20 de noviembre de 1945, el proceso de los criminales de guerra se abrió en el Palacio de Justicia de Nuremberg… de este modo comenzó el mayor proceso de la historia.100 El análisis del genocidio en ese juicio fue determinante para instaurar los principios de Crímenes contra la Humanidad, entre ellos el genocidio, y en esa coyuntura histórica se orientaron sobre todo a los efectos contra los judíos, considerados un grupo nacional. Estos crímenes fueron: El asesinato en masa, el exterminio, genocidio, la reducción a la esclavitud, o cualquier otro trato inhumano y degradante por motivos políticos, raciales o religiosos.101 98 TRAVERZO, Enzo. Teodoro Adorno. Pág. 1. En http://okde.org/keimena/adorno_et_251203_es.htm ADORNO, Teodoro. “La Educación después de Auschwitz.” Radio Hesse, 18 de abril de 1966. Transcripción Pág. 1. En http://es.scribd.com/doc/4004800/1967-Teodor-Adorno-La-educacion-despuesde-Auschwitz. 99 100 AZIZ, Philippe. Los Criminales de Guerra. Pág. 67. Ed. DOPESA, España, 1974. 101 Ídem. Pág. 70. 52 Las conclusiones generales de estos procesos que sumaron 403 audiencias fueron la materia prima para la redacción del principio judice del genocidio, aceptado por los países integrantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que en su documento inicial reconocen no solo al nazismo como autor del genocidio, sino como la existencia de genocidios en la historia moderna: En todos los periodos de la historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad… (y) que es un flagelo tan odioso que necesita de la cooperación internacional…102 Esto también conllevó a la determinación que en la historia moderna de la humanidad existieron genocidios sin reparar, sin investigar ni juzgar. Por lo tanto, se marcó jurisprudencia y el inicio de investigaciones pretéritas y presentes sobre los crímenes de lesa humanidad, entre ellos el genocidio, y también una nueva etapa del uso convencional del término que permite una mayor aceptación de él en estudios de las diversas y muchas disciplinas existentes. Como un desarrollo derivado, también comienza, a la luz de sucesos en la historia, la conceptualización del genocidio cultural. Otro de los mitos de la modernidad es la del proceso emancipatorio del atraso y la ignorancia de los pueblos y culturas que deberían civilizarse a imagen y semejanza de las culturas civilizadas occidentales. Esta idea hegemónica hasta nuestros días ubica a aquél diferente, no occidental, como alguien o algo que tiene que civilizarse, modernizarse, hacerse hombre ciudadano de un Estado civilizado, de un Estado sacrificial que calcula sus acciones y determinación. Hinkelammert habla al respecto: El mito presente de una sociedad calculadora, de la eficacia, calcula la eficacia del sacrificio humano, aunque de manera completamente arbitraria y sin ningún argumento de fondo. Sociedades anteriores sacrificaron a los Dioses con igual arbitrariedad, pero con un mito del poder específicamente diferente.103 ONU. Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. “Artículo II de Las Partes Contratantes.” 12 de enero de 1951. Pág. 84. En http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/260III 102 HINKELAMMERT, Franz. Hacia un crítica de la razón mítica, el laberinto de la modernidad. Pág.65. Ed. Dríada, México, 2008. 103 53 El mito del poder actual es la destrucción atropellada o la subsunción de culturas y comunidades por Estados modernos. En nombre de la civilización, la modernidad y el progreso, amplios colectivos humanos sucumbieron por la fuerza o fueron absorbidos por los cánones impuestos hasta desaparecer como cultura. Una dinámica homogeneizadora del mundo que provoca la muerte de la diversidad cultural. Y este hecho comenzó con el proceso de colonización mundializada desde occidente, el cual se nombró descubrimiento de América. Ese primer choque del siglo XVI fue total entre lo antiguo y lo moderno. En ese momento clave se enfrentaron concepciones del mundo y del universo (Occidente y Mesoamérica)… en esta génesis de lo moderno y universal, 1492, nació el etnocidio y el genocidio. Ninguna obra civilizatoria está exenta de su labor destructora. La modernidad nace con la colonización como corolario. Con el sobreentendido de que el Occidente cristiano tenía la superioridad.104 Se trata de una suerte de etnocentrismo que equivale a la asimilación violenta o impositiva de una cultura o civilización por otra, echando mano de los mecanismos coercitivos y coactivos de los Estados modernos y sus órganos de seguridad que detentan el monopolio estatal de la violencia, independientemente de su orden político o ideológico. Casi por todas partes, las naciones retrasadas se encontraron frente a la equivalencia: modernización igual a occidentalización y el problema de lo moderno fue confrontado al de la identidad nacional, al de las fronteras geográficas e imaginarios del Otro reconstruyendo su mundo.105 La existencia y acción práctica de los pueblos indígenas en la historia de la modernidad en América se presenta, entonces, como actos de resistencia ante el intento modernizador que deviene en oposición, lucha y antagonismo. Con ello, los pueblos y etnias promovieron un discurso abierto como pueblos libres, pueblos originarios, pueblos de raíces milenarias, pueblos con ecología de saberes, es decir, como pueblos con una cultural basada en la diversidad y no en la homogeneidad. Esto último ha sido condenado, invisibilizado, desarraigado, perseguido y, en muchos casos, destruido, adquiriendo el nivel de genocidio cultural o etnocidio. José 104 MATAMOROS, Fernando. Memoria y Utopía en México. Pág. 51. Ed. Herramienta Ediciones, México, 2009. 105 LE GOFF, Jaques. Historia y Memoria. Pág. 33. Ed. Foliohistorie, Paris, 1988. 54 Javier Esparza, en una reflexión filosófica habla del etnocidio contra los pueblos, su mecánica y sus consecuencias de lo que él mismo llama el colonialismo cultural106, identifica varios elementos que nutren el concepto de genocidio cultural, un ejercicio de buena conciencia, ejercido por el bien del salvaje y concluye que sus resultados son tanto más atroces que los de la exterminación física. Así surge el etnocentrismo como sinónimo de autocentrismo cultural definido en 1906 por W.G. Summer 107, en el sentido que da una concepción del mundo según la cual el grupo al que se pertenece es el centro de todo y los demás grupos a la periferia deben pensarse en referencia al primero. Es un planteamiento que permite vislumbrar jerarquías en las concepciones y creencias de un grupo social sobre otro u otros que dan la pauta para escalonar y jerarquizar hacia abajo a comunidades y pueblos. Y se manifiesta como elogio de lo propio y desprecio de lo ajeno. El etnocentrismo, por ende, se expresa en la corriente hegemonizadora del mundo natural y social, provocando la desaparición de la diversidad cultural y la concepción destructora de la naturaleza como objeto de satisfactores y no como ambiente de vida equilibrada de complejas especies animales, flora y colectivos humanos, como analiza el filósofo mexicano radicado en Francia, Fernando Matamoros. Si para Europa es el signo de su supremacía y resplandor, para el mundo indígena periférico es destrucción, miseria y muerte.108 De allí podemos desgranar otros conceptos que enaltecen sin fundamentos la idea de lo inferior como la Alterofobia, o el odio a lo Otro, al canon general practicado en regímenes dictatoriales e imperios. Pero ese Otro tiene identidad, distinta al primero, por lo cual lo hace diverso en igualdad a aquél. A la lógica del hegemon se escapa la mirada del Otro, de los Otros. El rostro del Otro, ese próximo al que Levinas109 apunta como carnalidad sensible, una especie de Yo psíquico, es un ESPARZA, José Javier. “El etnocidio contra los pueblos: mecánica y consecuencias del neocolonialismo cultural.” www.paginadigital.com.ar/articulos/2004/2004terc/educacion1/e106068-4pl.asp 106 107 SUMMER, William. Caminos de Folkways. Pág. 7. Ed. Nuevo Mundo, 1906. 108 MATAMOROS, Fernando. Memoria y Utopía en México. Pág. 63. Ed. Herramienta Ediciones, México, 2009. LEVINAS, Emmanuel. ¿Es fundamental la ontología? Revue de métaphisique et de morale, número 1, eneromarzo de 1951. Traducción de José Luis Pardo en Entre Nosotros. Ensayos para pensar en otro, Pre-Textos, Valencia, febrero de 2001, p. 13. España, 2001. 109 55 víctima de esta máquina devoradora de la modernidad. El Estado que la representa, insaciable y perenne, destruye esa noción del Otro en su sacrificialidad inmanente y punzante. La crítica de Zizek110 a Levinas radica en que ese Otro, despojado de todo logos y conciencia, deja de ser Otro sujeto, y cuando se deja de ser Otro sujeto, queda la sumisión como los capturados en los campos de concentración nazi, que serían lo mismo que los secuestrados en los campos de concentración de las dictaduras militares en Latinoamérica o los fusilados en masa como en 1932 en El Salvador o los negros en Sudáfrica durante el Aparthied, o los pueblos indígenas desarraigados, aculturizados o sometidos en la conquista de América. El resultado, el hombre sometido, el Homo Sacer al que se refiere Hinkelammert, producto final del proceso de sacrificialidad de la máquina automatizada, que se abona como parte constitutiva del engranaje complejo de todo el sistema. Entonces emerge como dispositivo del mecanismo complejo de coerción y coacción que se afirma en totalidad, la totalidad estatal, a lo que nadie ni nada escapa. Un Estado represor con instituciones violentas pero legales y no necesariamente legítimas. Esa dinámica de sacrificialidad, no obstante, topa con la mirada del Otro, quien para la máquina no tiene sentido, puesto que deja de ser un sujeto. Quizá aquí Zizek no repara en que ese Otro de Levinas, en su peor condición de des-subjetivación, que momentáneamente deja de ser Otro, para ser igual a uno, al civilizado, nunca deja de serlo en su origen, sólo intrínseca e individualmente, sino que apela a los Otros que como él es corresponsable de la víctima. Y en esa condición de vida suspendida que le impone la máquina sacrificial, resiste a ella y alcanza en un momento dado su condición frente a los Otros y de allí surge la ética compartida con los Otros en condición extrema de sacrificio, bajo la condición de un genocidio cultural o muerte a la diferencia. Algunos filósofos reconocen en el Otro, la diferencia y la dignidad, como aquello de resiste a ser negado, destruido o aniquilado. Se trata de un reconocimiento al Otro, su vida, su cultura, su dignidad. Es, en todo caso, una respuesta a la modernidad y su eje sacrificial a partir de la responsabilidad con los Otros, una ética compartida con los otros, la ética de la vida, la búsqueda de la vida 110 ZIZEK, Slavoj. “Resurrecting the left (resucitar a la izquierda).” 30 de Noviembre de 2009. Reuters. Pág. 1. 56 en comunidad de la que habla el filósofo Enrique Dussel, quien se refiere, retomando el planteamiento de Lévinas sobre el Otro, a aquél que no es igual a mí, diferente en corporeidad y cultura, pero comparte la dignidad, la ética y la vida como un todo. Reconoce en los Otros la posibilidad de la ética y la llama ética de la vida como antítesis del Alterofobia y el genocidio cultural. El punto de partida es la víctima, el Otro, pero no simplemente como otra persona igual en la comunidad… sino ética e inevitablemente como Otro en algún aspecto negado, oprimido y afectado, excluido.111 Para los hombres y las mujeres en esa condición durante el nazismo o durante la masacre de 1932 en El Salvador u otro ejemplo de genocidios y genocidios culturales dados, la esperanza de escape, liberación o emancipación estuvo viva y se confirma como memoria histórica de los que en condición de hombres sometidos Homo Sacer, sobrevivieron y contaron y recrearon el horror vivido con el objetivo de que nunca más volviera a pasar. Ese nunca más fue convertido en denuncia por esos Otros, ética y políticamente corresponsables en la búsqueda de dar contenido a los conceptos de genocidio y genocidio cultural para que estos nunca más se repitan. Por eso, resulta la necesidad de nombrar con un preciso concepto ---los hechos de horror, pretéritos, presentes y futuros--- de genocidio y de genocidio cultural como los extremos del Estado moderno, el progreso y la civilización. Se trata del reconocimiento del Otro en calidad de víctima, de excluido, reprimido, marginado, masacrado. Por ejemplo, los indígenas masacrados en 1932 en El Salvador como lo que verdaderamente son: historia, cultura, comunidad, pueblos originarios. Genocidio y genocidio cultural son términos que se explican a través de los hechos y acontecimientos de la historia y la lucha de las ideas por nombrar a la barbarie. Cuando el etnocentrismo se potencia genera el Odio a lo Otro, a lo diferente de uno mismo. Tras de sí se esconde una insatisfacción cultural que es, dice José Esparza: “Pérdida del auto concepto de la comunidad étnica.”112 Y que consiste en la repudiación y en la asimilación. DUSSEL, Enrique. Ética de la Liberación en la Edad de la Globalización y la Exclusión. Pág. 417. Editorial Trotta, Argentina, 1998. 111 ESPARZA, José Javier. “El etnocidio contra los pueblos: mecánica y consecuencias del neocolonialismo cultural.” En www.paginadigital.com.ar/articulos/2004/2004terc/educacion1/e106068-4pl.asp 112 57 La repudiación consiste en que la relación de un grupo con el otro se interpreta según el esquema dualista naturaleza/cultura. La sociedad civilizada juzga a la sociedad salvaje como inferior, infra-humana… Esta dominación no excluye la violencia física o la aniquilación de una raza (genocidio), tampoco excluye el etnocidio, pero aquí este se produce como consecuencia directa del ejercicio de la dominación violenta.113 Por otra parte, la asimilación es una expresión concreta pero más sutil de la alterofobia. Consiste en la negación de la diferencia mediante la asimilación a sí mismo. El Otro es idéntico a uno… Se trata de un etnocidio con buena conciencia… que actúa en dos movimientos consecutivos. A) la aculturación que genera una heterocultura y la asimilación efectiva que es el etnocidio propiamente dicho114 La aculturación es el conjunto de contactos e interacciones recíprocas entre culturas. En el caso de una cultura autóctona frente a una cultura conquistadora, aunque se ha visto resistencia, se procesa un germen de cultura sincrética, lo que permite o da paso a la creación de agentes que promueven la aculturación generando una heterocultura como lo define el antropólogo L. Poirier: Procesos sostenidos de asimilación completa, desaparición definitiva de la cultura original, que acepta abierta o por dominación los valores del otro dominador.115 De allí que el etnocidio se explica como la muerte a la diferencia. Comparte una idea entorno al Otro, adopta una actitud violenta o una actitud “optimista”, según convenga. Si los Otros son “malos”, entonces son susceptibles a ser mejorados, modelados y reconvertirlos en “buenos”. Se trata, bajo ese discurso, de hacer un bien al salvaje, al Otro reconocido como inferior, violento, ignorante, pobre, sucio. Esta posición es una manifestación de la universalización de un prototipo de lo único e indivisible. Dice Esparza: Esta actitud se inscribe en el axioma de la unidad de la humanidad, en la idea del hombre universal y abstracto, en el arquetípico del hombre moderno genérico que 113 Ídem. 114 Ídem. POIRIER, L. Entidades Colectivas y Relaciones Interculturales. Pág. 38. Editorial Complexe Bruselas, Bélgica, 1978. 115 58 basa la unidad de la especie en un dato zoológico, con lo que la cultura es reconocida a la naturaleza: es una especie de regresión anticultural.116 Esto constituye la matriz ideológica del etnocidio, las ideas que guían su accionar. Se trata del hombre occidental moderno que deviene en modelo planetario. El etnocidio o genocidio cultural comenzó de hecho en América cuando los españoles impusieron la guerra de conquista. De allí el horror que alimenta la historia de los pueblos originarios del continente, y la muestra del camino atropellado de la llamada modernidad. Se trata de un apocalipsis o destrucción total anunciado y realizado en territorio americano. Pero no solo la conquista, sino ese devenir que se desplegó en la espacialidad y temporalidades del continente y que reflejó sus monstruosidades en ciertos momentos. Así se dio cause a la historia de la modernidad en este hemisferio occidental del mundo, y que podemos resumir como el apocalipsis que indican el uso de la fuerza de los Estados modernos para los pueblos y culturas originarias de América. El filósofo Franz Hinkelammert analiza el relato y otras interpretaciones que se dan torno a El Apocalipsis en las Sagradas Escrituras.117 Llega la conclusión de que el relato de Juan podría mostrar la existencia en proceso de las colectividades humanas como los pueblos indios: Habla (n) de un futuro en cuanto está contenido en su presente, por eso, al hablar del futuro, habla a la vez de su presente.118 Así, El Apocalipsis de Hinkelammert abre una puerta del futuro en el presente. El humano está situado en la historia, es decir, en una espacialidad y en una temporalidad, como considera Xavier Zubiri.119 Pero ese presente histórico humanizado es un fluir instantáneo y fugaz, que se ancla en el pasado como memoria y abre posibilidades para el futuro que no está dado, inconsistente y sólo 116 Opus cit. Hinkelammert, Franz. El Apocalipsis como visión de la historia occidental. www.pensamientocritico.info Pág. 1, febrero de 2004. 117 118 Ídem. Filósofo de origen español. Su obra se centra en el concepto de realidad y sensibilidad sentiente. Plantea que el sujeto se encuentra situado en la historia como realidad de suyo. En Inteligencia sentiente: inteligencia y logos. Ed. Alianza, España, 1982. 119 59 imaginado. Se trata de una historia de colectividades, y estas colectividades más activas han sido los pueblos originarios. En el relato de Juan en la Biblia se escuchan las trompetas anunciado lo que viene, pero lo que viene no lo conocemos, puede ser muerte y destrucción, pero también puede ser la vida y la reconstrucción, entonces lo que se anuncia en las trompetas es un spin, un giro que anuncia lo que puede venir a partir de lo que se hace y se tiene en el presente. Franz Hinkelammert dice al respecto: En la primera parte principal se abren los sellos y suenan las trompetas. La historia pasa por catástrofes, pero su destino queda oscuro. Sin embargo, aparece el grito: hasta cuándo, Señor. Con el sonido de la sexta y de la séptima trompeta se anuncia ahora la solución de este „hasta cuándo‟.120 Eso que queda al aire como la respuesta inconclusa es un panorama de incertidumbre, por eso el humano moderno se enfrenta a la incertidumbre del futuro porque no lo conoce y apenas lo puede adivinar en el presente, pero lo puede hacer dibujándose un panorama conmovedor o desolado, en esa dos vías generales, sobre todo a partir de su historia plegada de destrucción del Otro y negación de la alteridad, es decir, de sujetos sociales colectivos como son los pueblos de la América indígena. Lo contrario a la vida cultural es la catástrofe. El filósofo alemán Walter Benjamin describe este horror en la metáfora de la huida sin destino, la metáfora del ángel destructor de la modernidad que arrastra y atropella todo lo que ve a su paso, volteando atrás y horrorizándose de lo que hace. En las Tesis de Filosofía de la Historia121, Bejamin describe en su planteamiento titulado como IX: Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irrefrenablemente hacia 120 Opus cit. 121 BENJAMIN, Walter. Tesis de Filosofía de la Historia. Ed. Taurus Madrid, España, 1973. 60 el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.122 Pero no todo está perdido, también puede haber esperanza de que esto cambie, no desde el ángel destructor, sino desde las víctimas, desde los agredidos, desde los vilipendiados como han sido los pueblos indígenas. Ernest Bloch123 llamaría en términos positivos a esto el principio esperanza, como lo que viene construido en el presente, condensación del pasado y posibilidad inminente de un futuro mejor. Es la suerte del futuro echada al aire, que se revelará. De ese principio esperanza es evocado el principio de los derechos del hombre de 1789 en los anales de la historia. Es el misterio que subyace a la historia y que define su desenlace, el destino de la historia.124 Pero en el caso del Apocalipsis, el destino es un tránsito violento, un mal necesario para la redención de la humanidad. Entonces está claro que lo mejor llegará pero ¿a costa de qué? Es la pregunta clave de todo el texto que analiza el filósofo Franz Hinkelammert. La humanidad y su diversidad cultural tendrán que atravesar el camino de un futuro trágico que se respira y vive, como toda paradoja, anunciando su horizonte de salvación. Morir para vivir, contradicción aparente y discurso reiterado de los pueblos indígenas. Morimos hoy para vivir mañana, dicen los indígenas del estado de Chiapas en México. Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada.125 122 Ídem. Pág. 6. 123 BLOCH, Ernest. El Principio Esperanza. Ed. Trotta, Argentina, 2007. HINKELAMMERT, Franz. El Apocalipsis como visión de la historia occidental. Pág.8. www.pensamientocritico.info, 2004. 124 CCRI-EZLN. “Manifiesto zapatista en náhuatl. En Cuarta declaración de la Selva Lacandona, enero 1996.” http://enlacezapatista.ezln.org.mx/ 125 61 Se torna en principio un desaliento de lo que viene pues es amenazador, pero se resiste con la esperanza de algo mejor. En un primer momento es: el principio de agresividad inmanente a la modernidad occidental, que se manifiesta en código naturalista del ser viviente que actúa con violencia por instinto de sobrevivencia, por su propio bien y de los suyos, pero no de los Otros negados y que se puede manifestar como rebelión, de vuelta evocando el grito de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución francesa. Entonces es violencia legitimada por el sentido del bien para la transformación. ¿Pero bien de quién o para quién? Para la humanidad misma que lejos de sacrificar este horizonte de horror, sacrifica su existencia, en aras de un futuro promisorio. La justificación de la guerra de conquista de los pueblos originarios, la justificación de la masacre como mal necesario para salvar a la sociedad de cánceres sociales como el “comunismo”, tal y como se dio en 1932 en El Salvador que desde el poder formal se instruyó acciones estatales violentas contra la población local originaria fue la antítesis de la historia inicial de la modernidad, los derechos del hombre y del ciudadano y el derecho a la rebelión. Para evitarla se podría optar por el desvanecimiento del tiempo es uno solo. Es tiempo pasado-presente-futuro, en uno solo, que como Adorno sentenció cuando fue testigo del horror nazi y apeló a esos tiempos de la memoria-acción-provenir contra la barbarie: “Después de Autzwich no se podrá escribir más poesía.”126 Pero el aún-no de Bloch es la guía esperanzadora de la humanidad que busca quitarle el sentido trágico a la séptima trompeta que anuncia el final de los tiempos, el genocidio cultural, y marca un horizonte de posibilidades para el mañana que con la lámpara perenne de la memoria histórica (que por cierto es cultivada por los pueblos indígenas) nos dice a través del presente que puede evitarse el cataclismo anunciado, el genocidio y el genocidio cultural. ¿En la dialéctica destrucción-construcción que sugiere El Apocalipsis de Hinkelammert pueden existir otras posibilidades que lo eviten? El relato de Juan es de su tiempo, pero nos enseña a oler el nuestro y de allí buscar la respuesta a esta pregunta y hacerse esta otra ¿Pervivirán los pueblos indígenas para enseñarnos al 126 ADORNO, Theodor. Crítica, cultura y sociedad. Pág. 106. Ed. Siglo XX, México, 1989. 62 buen vivir con la naturaleza, respetarla, amarla, cuidarla como lo han hecho pese al genocidio cultural? El Apocalipsis abre estas posibilidades de reflexión y la manera de nombrar el futuro en el presente sin caer relativismos ni clarividencias. Es un texto que a mi juicio nos enseña a leer nuestro presente con la luz de la memoria para los caminos por recorrer, que esa luz que viene de siglos atrás de los primeros moradores de la historia cultural de nuestro continente, de esos pueblos indígenas que resisten ante la barbarie, destrucción, masacres, genocidios y genocidios culturales. 5.- Conclusión En este primer capítulo, reconocimos que en la historiografía sobre los sucesos de 1932 se encuentran amplios y extensos debates en torno a las causas que motivaron la rebelión y la respuesta estatal, lo que permite apreciar enfoques diversos con base a fuentes también diversas. Para algunos autores se mantiene hasta nuestros días la versión comunista, mientras que otros hacen mayor énfasis a las causas estructurales y otros tantos se centran en las consideraciones étnico-culturales que posibilitaron la revuelta y la acción represiva del Estado, el exterminio de miles de indígenas. La contraposición entre una y otras de las tesis planteadas surge la síntesis: son diversas las variables de los sucesos, pero también a partir de ellas logramos reconocer que en los últimos estudios hechos con fuentes oficiales, fuentes testimoniales de las víctimas y fuentes documentales de estudiosos, se arrojan resultados con mayor énfasis a los aspectos étnico-culturales de todo el entramado histórico de las ideas de los sucesos conocidos como acontecimientos del 32. También observamos que en todos los análisis expuestos de la diversidad de autores, se incluyeron conceptos para definir dichos acontecimientos, sobre todo los que se refieren a la respuesta violenta del Estado para sofocar la rebelión en la zona occidental de El Salvador. Todos los conceptos de mayor uso para describir la acción punitiva y represiva del gobierno del General Maximiliano Hernández Martínez carecen de precisión conceptual, mientras unos llaman matanza o masacre, otros lo describen como asesinatos en masa y pocos acuñan el término de etnocidio 63 sin clarificarlo. A partir de un diálogo con cada uno de los autores, llegamos a la conclusión de que todos dan por sentado una descripción vaga, sin rigor metodológico, para definir a partir de las ideas expuestas por los actores o por fuentes documentales, lo que fue el exterminio de miles de indígenas. De allí llegamos al reconocimiento de que existe un déficit conceptual de lo que pasó en aquel año fatídico para la historia de El Salvador y propusimos un concepto que a la luz de los debates sobre la jurisdicción universal de los derechos humanos, consideramos adecuado y justificado para el uso en los estudios historiográficos del 32, el concepto de genocidio cultural. Con base en el seguimiento a los derechos humanos y su desenvolvimiento en la historia de loa ideas, llegamos a la descripción del genocidio cultural como: todo acto premeditado o todo acto consumado de destrucción o exterminio de un colectivo humano, en función de su origen cultural étnico, mientras cumpla todos o alguno de los siguientes considerandos: matanza de miembros del grupo; lesión grave a la integridad física y mental de los miembros del grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; medidas destinas a impedir nacimientos en el seno del grupo y traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. Con esta descripción propusimos enfocar los acontecimientos represivos de 1932 y logramos reconocer que muchos de los autores que los han estudiado en sus análisis arrojan elementos que dan contenido a este término pero no logran nombrarlo como tal, por lo que sugerimos que este concepto forma parte y es resultado como síntesis de los debates en la historiografía del 32. Por último, logramos seguir el hilo conductor que nos llevó a la raíz filosófica del concepto de genocidio cultural y descubrimos que data desde los inicios de la época considerada como modernidad que tiene su punto de arranque con la Revolución Francesa y la aprobación en la Asamblea Constituyente de 1789, la proclamación de los derechos del hombre y del ciudadano como basamento de los derechos humanos hoy en boga y reconocidos por los Estados en el mundo. Al dialogar con filósofos, historiadores y sociólogos descubrimos el hilo de Aridna que nos llevó hasta reconocer el concepto de genocidio cultural; estos analistas y generadores de ideas centran sus análisis en torno a la aparición de los Estados 64 modernos, su historia, metamorfosis y accionar frente a colectividades humanas subalternas como los pueblos originarios que en América alcanzan una presencia visiblemente indiscutible y una historia de resistencias y contraposición a lo que se reconoce como modernidad, otro concepto que alcanza a describir una historia de atropellos para las comunidades indígenas que a lo largo de los años han resistido. Los estudios realizados sobre la dictadura cívico militar del General Maximiliano Hernández Martínez y el episodio de represión alcanzan un nuevo sendero de análisis y nuevas rutas de investigación con el concepto de genocidio cultural. En el siguiente capítulo se abordará la perspectiva del concepto propuesto a la luz de estudios teóricos y testimoniales sobre aquellos sucesos con el fin de mostrar que en las narrativas históricas de los actores del momento, oficiales y agredidos, así como analistas, se van tejiendo con los elementos que dan contenido y forma al término de genocidio cultural. 65 Capítulo II El Genocidio Cultural de 1932, estudios teóricos y testimoniales Con el concepto de genocidio cultural, desde su perspectiva étnica, podemos rehilar la historia de las ideas sobre los sucesos de 1932. A partir de esta consideración y punto de arranque es que este capítulo estará centrado en recoger testimonios de origen oral, fuentes primarias oficiales y análisis de los estudiosos del tema para ir desgranando las partes y elementos constitutivos del concepto genocidio cultural. En el primer apartado titulado Aproximaciones del Concepto de Genocidio Cultural de 1932 contrastaremos el concepto clave propuesto para nuevas investigaciones en la historiografía sobre aquellos acontecimientos en el occidente de El Salvador, con las declaraciones oficiales, testimonios, estudios y conclusiones sobre los hechos donde se expresa la acción represiva del Estado y que de alguna manera han sido citados por la diversidad de autores aquí analizados. En el segundo apartado titulado Criminalización racial y étnica en la década de los 30, la modernidad policial y la criminología se realiza una investigación y análisis sobre el uso de la criminología en el marco de los acontecimientos del 32 por parte de la policía a través de los Boletines oficiales de la policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo, los cuales se encuentra organizados en cuatro tomos en el archivo documental del Museo de Antropología David J. Guzmán. Aquí pude descubrir la base ideológica de los métodos de investigación, arresto, coacción y coerción de un órgano del Estado y se muestran en las mismas estadísticas que presentan los informes mensuales de las detenciones judiciales, cómo sectores de la población fueron arrestados por su aspecto físico o su filiación política. Además se incluyen textos citados de los documentos que dan orientación y base a la formación de los policía de esa época, basada en la idea de la modernización policial y la ciencia de la investigación, en una suerte de modernidad judicial en boga, adecuada según los sobrevivientes y las víctimas para criminalizar a quienes fueron catalogados como diferentes por su aspecto (los indígenas) o diferentes por su pensamiento (los comunistas). Este estudio se logró a partir de la existencia de los Boletines de la policía, 66 algunos de los pocos que existen, públicos o físicamente, en los archivos nacionales que tratan sobre el 32. En el tercer apartado titulado Los sucesos narrados por los sobrevivientes el mismo concepto de genocidio cultural se pone a prueba a partir de los testimonios de las víctimas sobrevivientes, la visión de los vencidos, reprimidos y perseguidos, quienes otorgaron entrevistas a algunos autores que han seguido en la narrativa historiográfica los sucesos, así como con las entrevistas que logré realizar a cuatro sobrevivientes gracias a un proceso de incorporación sistemática a los colectivos indígenas de los Izalcos, a sus instancias organizativas culturales como las Cofradías y a la Alcaldía del Común, representada por el Concejo de ancianos y líderes comunales. También se incluyen declaraciones oficiales, entrevistas hechas luego de los sucesos o testimonios de personas presenciales recogidas a lo largo de los estudios citados para este capítulo que por lo demás representan el grueso de las publicaciones realizadas hasta ahora en El Salvador que se refieren completamente tanto a la rebelión como a la respuesta represiva del gobierno. 1.- Aproximaciones del Concepto de Genocidio Cultural de 1932 Algunos investigadores y analistas apuntan a que acaudalados del occidente salvadoreño los sectores pudientes y mantuvieron como una de las preocupaciones mayores sobre el 32 que fuera un conflicto de cariz étnico, sobre todo por la posesión colectiva de la tierra que se oponía a la concepción mercantil y privada de ella, y la resistencia política al clientelismo de un Estado centralizado y autoritario como lo fue la dictadura cívico militar (aún dentro del gabinete se encontraban civiles de las élites económicas) conocida como la Tiranía de los 13 años. Podría afirmarse que el tema étnico y la posibilidad de revueltas indígenas preocupaban más a la élite salvadoreña a fines de la década de 1920 y comienzos de 1930 que el comunismo… Definían a los indígenas como amenazas al progreso.127 FUENTES, Lindo y otros. Recordando 1932: La matanza, Roque Dalton y la política de la memoria histórica, pág. 22. FLACSO El Salvador. San Salvador, 2010. 127 67 En este mismo sentido, los autores Gold y Lauria recogen testimonios de la élite económica y pudiente de la zona que nos ayudarían a entender el sentir de esta clase respecto a los acontecimientos. El hacendado Don Gabino Mata declaró lo siguiente: Los agricultores no aguantamos que nos toquen nuestros intereses… es inadmisible que nos toquen nuestros intereses, y esto no lo soportamos bajo ninguna razón o circunstancia o bajo pretexto alguno. Aquí estoy preparándome para defenderme y defender mi propiedad.128 Incluso, los autores sostienen que esta clase adinerada terrateniente fue preparándose con antelación para contener brotes de inconformidad. Una coalición contrarrevolucionaria, que involucraba a grupos de élite de hacendados, cafetaleros de plantaciones de tamaño medio, ganaderos, la iglesia y el ejército surgió antes de la insurrección.129 Joaquín Méndez López fue un periodista bajo los servicios del gobierno de Hernández Martínez. Recogió testimonios y relatos sobre los sucesos, específicamente para concentrar la mayor información necesaria al régimen. No obstante que el sesgo de sus investigaciones fue oficial, son valiosas para el fin que estamos tratando acá. Dos semanas después de los hechos de represión, trascribió las respuestas que le dio un ladino en Juayúa en referencia a los indígenas alzados: Nos gustaría que esta raza pestilenta fuera exterminada… Es necesario que el gobierno use mano dura. En Norteamérica tuvieron razón de matarlos a balazos antes de que pudieran impedir el progreso de la nación. Los mataron porque vieron que nunca los iban a pacificar. Aquí, en cambio, los tratamos como si fueran de la familia y ya ve los resultados. ¡Tienen instintos salvajes!130 Este sentimiento de rechazo se acrecentó e incluso se mantuvo después de la represión desatada. El historiador salvadoreño Rolando Alfaro en su texto la Insurrección Campesina Indígena de 1932131, explica: MATA, Gabino. Diario Latino, 3 de febrero de 1932. En 1932 Rebelión en la oscuridad. Pág. 274. Ed. Museo de la Palabra y la Imagen. San Salvador, 2008. 128 129 Ídem. 130 MÉNDEZ, Joaquín. Los Sucesos Comunistas de El Salvador de 1932. Pág. 105. San Salvador, 1932. ALFARO, Salvador. “La Insurrección Campesina Indígena.” El Salvador, Historia General. Ed. Nuevo Enfoque. Pág. 100, San Salvador, 2006. 131 68 Una de las consecuencias de mayor peso fue la descarga del más rencoroso racismo contra las expresiones indígenas, el cual ha sido un factor que efectivamente ha suprimido la cultura indígena en El Salvador.132 Existen visiblemente pocos testimonios oficiales o documentación institucional que apunte a la represión perpetrada por el gobierno de Hernández Martínez. Sin embargo, con material encontrado recientemente podemos confirmar que existe responsabilidad asumida por los mismos ejecutores de las masacres que devinieron en el genocidio cultural de 1932. Uno de los testimonios oficiales existentes lo hallaron los historiadores Ching, Lara y Lindo en Recordando 1932: La Matanza, Roque Dalton y la Política de la Memoria Histórica. Aquí citamos el testimonio oficial de uno de los responsables directos en una región del occidente salvadoreño. El General M. Figueroa, comandante local de Salcoatitlán, Sonsonate, quien presentó un informe sobre los acontecimientos que exponen una política planificada desde el gobierno militar que incluyó la destrucción física de un grupo nacional: “Fueron ejecutados por orden superior los que así lo merecieron… ”133 Esta declaración oficial es uno de los testimonios que destacan la responsabilidad gubernamental sobre los sucesos, sobre todo por ser miembro de las fuerzas armadas en activo al momento de las matanzas de indígenas. Así, el mismo militar reconoce la acción coercitiva y coactiva de un órgano de seguridad del Estado: La persecución de rebeldes sospechosos duró casi seis semanas después del levantamiento. „Es de lamentar, dijo, que todavía no se hayan podido localizar a los que huyeron, no obstante los esfuerzos que se han hecho persiguiéndolos las comisiones en distintos lugares‟.134 El soldado se refería a las comisiones militares que después de dos semanas de matanzas proseguían buscando, persiguiendo y deteniendo arbitrariamente a los identificados o señalaron como rebeldes, fueran o no participantes. Como hemos señalado, la mayoría de los ejecutados fueron indígenas, personas que manifestaron 132 Ídem. Pág. 103. FIGUEROA, M. comandante local de Salcoatitlán, a comandante Departamental, Sonsonate, 14 de marzo de 1932, AGM, MG, SS, Caja 2. En LINDO, Héctor y otros. Recordando 1932: La matanza, Roque Dalton y la política de la memoria histórica. Pág. 55 Editorial Flacso El Salvador. San Salvador, 2010. 133 134Ídem. 69 una forma cultural originaria, como la lengua o la vestimenta. Se trata de una de las pocas declaraciones sobre los hechos de responsabilidad estatal, pero es muy importante para nuestro caso de análisis al señalar que allí se cometió un genocidio y más concretamente un genocidio cultural. El mismo comandante Figueroa asume la responsabilidad estatal en la respuesta represiva, por lo tanto, asume que se trató de un acto de Estado. Prosigue, con plena conciencia, que actuaron y continuaron con sus acciones días después persiguiendo a los sospechosos. Si bien no revela explícitamente a quiénes se perseguía, los hechos reales y constatables es que fueron perseguidos los pueblos considerados en rebelión, y esos fueron fundamentalmente pueblos indígenas. El padre jesuita Segundo Montes, quien realizó estudios sobre las estructuras sociales de los pueblos originarios como el compadrazgo y las cofradías, a través de algunas entrevistas a sobrevivientes de la masacre, llegó a la conclusión siguiente: La matanza posterior fue bestial. No hay casa de naturales (así se les suele llamar a los indígenas de Sonsonate) en que no haya algún familiar, o varios, muertos. Lo que hicieron fue exterminar a los naturales, mataron a varios miles en Izalco.135 Por su parte, tanto Gould y Lauria como Anderson, investigadores prominentes de los sucesos, citan otras reflexiones de un militar que dio a conocer un texto dos décadas después, el libro mantuvo el título de Historia Militar.136 Allí reafirman la acción punitiva del Estado, el cual ya había decretado la suspensión de garantías individuales con el decreto del Estado de Sitio, que se extendió los 13 años de mandato y en los hechos representó un Estado de excepción y Ley Marcial que significa el control total del territorio por parte de las fuerzas armadas. Las ametralladoras empezaron a sembrar el pánico y la muerte en las regiones de Juayúa, Izalco, Nahuizalco, Colón, Santa Tecla, y todos los pueblos ribereños desde Jiquilisco hasta Acajutla.137 MONTES, Segundo. El Compadrazgo, una estructura de poder en El Salvador. Pág. 180. Ed. UCA Editores, San Salvador, 1979. 135 136 BUSTAMANTE. Historia Militar. San Salvador, El Salvador. 1952. L. GOULD, Jeffrey y LAURIA, Aldo. 1932 Rebelión en la oscuridad. Pág. 276. Ed. Museo de la Palabra y la Imagen. San Salvador, 2008. 137 70 Anderson cita otro pasaje del militar Bustamante: A todos los que se les encontraba portando machetes se les consideraba culpables. Todos aquellos que tenían fuertes rasgos de raza indígena, o que vestían sus sucios trajes de manta de los campesinos eran culpables.138 Además de ello, existen diversidad de testimonios recogidos por historiadores e investigadores de los sobrevivientes que relatan los hechos, así como testimonios de fuentes directas que para esta investigación de tesis yo mismo he recogido, y que tanto unos como otros serán expuestos en el apartado siguiente subtitulo Testimonios del genocidio cultural. La mayoría de documentos del año 32 y sobre todo en referencia a la masacre aún se encuentran desparecidos y sin conocerse. Incluso hubo varios intentos por parte de los investigadores de acceso a los archivos del gobierno, si es que todavía existen. Uno de ellos fue el historiador Thomas Anderson, quien cuenta su experiencia: Recientemente fui con el director de los archivos nacionales a ver al jefe del Estado Mayor del Ejército. ¡Sólo para que me dijera que los registros habían desaparecido!139 Igual otros autores más contemporáneos como Ching, Lindo y Lara también buscaron esos documentos oficiales sin respuestas positivas. Para esta tesis, yo también busqué el acceso a los archivos de la época con una petición expresa al Vice Ministro de la Defensa, José Atilio Benítez, sin resultados alentadores. No obstante, testimonios, documentos extranjeros y algunas versiones oficiales en otros archivos como el Diario Oficial y la Policía Nacional, logramos confirmar que en pocas semanas fueron asesinadas, en masa, por medio de fusilamientos, torturas y ahorcamientos a miles de personas, adscritas a un colectivo social determinado, indígenas náhuatl pipil de la zona occidental de El Salvador. El encargado de las operaciones por mandato del general Martínez fue el general José Tomás Calderón, quien sostuvo en una declaración pública: Hemos 138 ANDERSON, Thomas. El Salvador. Los sucesos políticos de 1932. Pág. 196. Ed. EDUCA. Costa Rica, 1976. 139 Ídem. Pág. 201. 71 liquidado 4, 800 comunistas,140 para mostrar que la rebelión estaba bajo control, en el contexto de la represión, y cuando los marinos estadounidenses y británicos estuvieron listos para desembarcar y actuar militarmente en el país. Aunque el propio militar se desdijo días después ante el periodista del oficialismo Joaquín Méndez, quien lo entrevistó para corregir su versión, queda constatada una responsabilidad propia del Estado en la ejecución del genocidio. He sabido que mi despacho de Acajutla ha sido malinterpretado en algunos países. Para aclarar esto he enviado a todos los periódicos del país un telegrama que dice así: „Ahuachapán, 3 de febrero de 1932. En varios periódicos he visto publicado la noticia que dice 4, 800 comunistas han sido muertos, lo cual no es un dato correcto. En el lacónico mensaje que fue mandado a Acajutla como saludo a los comandantes de los barcos de guerra, yo decía, 4, 800 liquidados, es decir, quebrantados totalmente y dislocados en su diabólico complot.141 De cualquier modo, las cifras adelantadas de miles de víctimas compaginan con los sucesos reales de las muertes por decenas de miles. Un oficial de la marina canadiense que viajó a la ciudad capital de San Salvador desde Sonsonate el día 25 de enero, donde proseguían las matanzas masivas, dijo en un informe enviado al Ministerio del Exterior inglés y que mantiene en los archivos del Estado británico: Durante este viaje, muchos cadáveres de indígenas se podían ver a lo largo de la vía férrea, especialmente en las cercanías de Sonsonate.142 El Coronel Julio Calderón, hermano del brazo ejecutor de Hernández Martínez en su Memorial Histórico, recogido por Thomas Anderson e integrado a su investigación, confirma la actuación del ejército salvadoreño en los sucesos de violencia estatal: PARADA, Alfredo. Maximiliano Hernández Martínez, ascenso y caída del general. Pág. 26. Ed. Universidad Francisco Gavidia. San Salvador, 2007. En ANDERSON, Thomas. El Salvador. Los sucesos políticos de 1932. Ed. EDUCA. Costa Rica, 1976. 140 141 MÉNDEZ, Joaquín. Los Sucesos Comunistas de El Salvador, 1932. Pág. 16 y 17. San Salvador, 1932. LEON, Samosc. “La Tierra que nunca fue. Los marinos canadienses y la insurrección salvadoreña de 1932.” Diario Canadiense sobre Latinoamérica y estudios del Caribe citado en Las masas, la matanza y el martinato en El Salvador. Pág. 111. Ed. UCA editores, San Salvador, 2007. 142 72 Mientras las tropas de Sonsonate pacificaban el Departamento, una columna salió el 25 de enero hacia Aguachapán con órdenes de recuperar Tacuba. El grupo era dirigido por el mayor Saturnino Cortéz y constaba de unos 50 u 80 guardias nacionales y el personal de una ametralladora Hotchkiss.143 Él mismo dirigió el tribunal militar en Ahuachapán. Según su versión encabezó enjuiciamientos en donde se presume la ejecución de 250 comunistas en aquella localidad. Luego de recitar los “crímenes” que cometieron los comunistas, sin comprobación que lo eran o no lo eran, levantó la voz diciendo: ¿Quién podrá quedarse de brazos cruzados ante estos crímenes? No, no. Eso no podría ser, los que capturaron eran tan fieros y pagaron por sus crímenes.144 El analista Julio Leiva en su libro Los izalcos, testimonio de una indígena también registró con base en la búsqueda de fuentes testimoniales que otro jefe militar en la región occidente participó en los operativos represivos. En el Municipio de Sonsonate, el Coronel Ernesto Bará, jefe del cuartel de esa localidad, estuvo al frente de los movimientos militares localmente y dio órdenes a las tropas bajo su mando. Dio órdenes al mayor Mariano Molina para que marchara sobre Izalco con una Brigada del Sexto Regimiento.145 Mientras tanto en Sonzacate, otro municipio donde se registró la rebelión, soldados del Octavo Regimiento de Infantería también realizaron acciones contra los rebeldes. Un oficial, armando con una submatralladora “Solotour”, roció de balas a los insurgentes, matándolos a todos.146 Timoteo Flores, para el 24 de enero de 1932, era subteniente de la Guardia Nacional, indicó que en un enfrentamiento en el camino de Ahuachapán hacia ANDERSON, Thomas. El Salvador 1932. Los sucesos políticos de 1932. Pág. 189. Ed. EDUCA. Costa Rica, 1976. En donde es citado el Memorial Histórico, pág. 1-2 y 4-5, el Coronel Julio Calderón. 143 144 Ídem. Pág. 198. LEIVA, Julio. Los Izalcos, testimonio de un indígena. Colección Bicentenario. Pág. 22. Ed. Secretaría de Cultura de la Presidencia. San Salvador, 2011. 145 L. GOULD, Jeffrey y LAURIA, Aldo. 1932. Rebelión en la oscuridad. Pág. 235. Ed. Museo de la Palabra y la Imagen. San Salvador, 2008. 146 73 Tacuba, los militares atacaron con ametralladoras a los insurrectos quienes no contaban con armas de fuego. Un contingente de 150 guardias partieron desde Ahuachapán para recuperar Tacuba…, fue una batalla sangrienta, fue un enorme baño de sangre. Mientras las ametralladoras rociaban balas intermitentes, las hordas de bandidos gritando salvajemente atacaban una y otra vez, siendo exterminados sin piedad por lar armas de fuego.147 También otro testimonio de una sobreviviente en Juayúa fue registrado 43 años después y el cual es citado en el libro Farabundo Martí, la biografía clásica.148 Según, el autor en aquél lugar se desató la represión masivamente. El líder del movimiento comunista en Juayúa fue el señor Francisco Sánchez, indígena jornalero de una finca del Municipio. Este hombre tuvo un gesto de mucha lealtad a su patrono, ya que los indujo para salir de la propiedad para no ser asesinados. A Francisco Sánchez lo fusiló la tropa frente a la iglesia parroquial, junto con muchos otros campesinos que pudieron ser más de 200. Según lo manifestaron los informantes que presenciaron esos hechos fue algo terrible… mire, es porque hombre… si es que francamente, si nosotros en ese tiempo no teníamos seguridad en la vida. Aquí tanto que sufrimos cuando entraron esos campesinos como cuando entró la tropa…, es que cuando entró la tropa le decía a algún enemigo, “este es comunista y ya lo fusilaban”.149 De esta forma, vemos cómo los historiadores siguieron a partir de diversas fuentes la acción militar con el fin de combatir el alzamiento indígena, lo que permite enfocar la participación de las fuerzas armadas en actos de represión. Pero también los hombres de armas tejieron una red civil de colaboradores, según testimonios y las conclusiones de otros estudiosos. Sotero Linares, un ladino de los alrededores de Izalco, declaró en entrevistas realizadas por Jeffrey y Carlos Henríquez Consalvi para el documental 1932 Cicatrices de la Memoria, que él participó en las guardias civiles para perseguir a los indígenas alzados. Su testimonio es un eslabón necesario para exponer la mano militar del régimen de Martínez en la construcción de grupos paramilitares o también conocidas como guardias blancas. 147 Ídem. Pág. 246. 148 ARIAS, Jorge. Farabundo Martí, la biografía clásica. Ed. Ocean Sur. Querétaro, México, 2010. 149 Ídem. Pág. 231-232. 74 En el cantón donde yo vivía, estaba el señor Agustín Palucha, era el Comandante y todos los que no éramos comunistas, él nos andaba recogiendo para que salieran a buscar a los comunistas a donde estaban escondidos, había ya donde íbamos a enterrarlos, habían hecho hoyos, así bien hondos y habían puesto tablas donde no se veían. Allí a nosotros nos habían ordenado que puyáramos así en los cafetales.150 Estas estructuras de civiles dirigidos por militares para tareas de contrainsurgencia y control de territorios en el occidente del país, abre otra línea de investigación documental sobre la existencia de organizaciones ilegales al amparo de la fuerza armada que actuó con impunidad bajo la consigna de la persecución contra los comunistas y la población indígena. Con base en este testimonio y otras indagaciones por parte del historiador Julio Leiva, este llega a evaluar un peso real en la participación de ladinos reclutados para hacer tareas de detección y señalamientos de supuestos implicados en la rebelión. El Dictador Maximiliano Hernández Martínez, ordenó al General José Tomás Calderón reprimir las protestas… De inmediato, el general Calderón alistó a toda la tropa e hizo un llamado a la población conservadora a integrar las guardias cívicas, que ya tienen meses de existir para que actúen contundentemente contra la insurrección indígena.151 Las Guardias Cívicas estaban compuestas por civiles armados que siguieron las órdenes al gobierno, según análisis de los textos citados, y Leyva llega a decir que la guardia civil jugó un papel clave después de la represión los días 23, 24, y 25 de enero de 1932. Jugaron un papel asesino contra la población indígena, principalmente en los días posteriores de haber sofocado el levantamiento… fueron grupos paramilitares de choque.152 También fueron registrados lesiones graves por parte de los elementos del ejército y de grupos civiles armados infligidas a miembros de grupos indígenas. El caso que mejor ejemplifica este hecho es la detención, las torturas, los azotes, el ahorcamiento y las quemaduras extremas a la persona de Feliciano Ama, líder indígena de Izalco. LINARES, Sotelo. En 1932 Cicatrices de la Memoria. Documental Audiovisual, 57 min editado por GOULD, Jeffrey y CONSALVI, Carlos.. Sistema Radio Venceremos, Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador, 2002. 150 151 Opus. Cit. Pág. 24. 152 Ídem. 75 La noche del 22 de enero de 1932, los pueblos indígenas sublevados tomaron el control del pueblo, atacaron la alcaldía y las guarniciones policiales, así como establecimientos de los ricos. Casi una semana después, a partir del 28 de enero, las tropas militares de Maximiliano Hernández Martínez irrumpieron para desatar una de las masacres más numerosas de aquellos acontecimientos. Feliciano Ama fue detenido por militares y luego linchado por ellos y otros civiles reconocidos como ladinos hasta morir. Fue colgado y arrastrado por las calles del pueblo. Nació en Izalco, Departamento de Sonsonate, en 1881, y murió linchado por una turba enardecida y xenofóbica de ladinos, prodictadura y terratenientes, luego fue colgado de un árbol con un lazo, para dar la impresión que había muerto ahorcado el 28 de enero de 1932. Usaba pelo corto, bigote y barba bien recortada, vestía camisa y pantalón de manta, caites de cuero y sombrero de palma, fue un hombre humilde, respetuoso, de voz apacible, firme y convincente, no hablaba mucho castellano sino en su lengua natal —el náhuatl—, trabajó de jornalero, gustaba sembrar maíz negro, era devotamente cristiano, querido y apreciado por los demás indígenas.153 En el marco de la acción represiva del Estado, se toleraron y alentaron linchamientos como estos. Se destruyó un tejido social compuesto por formas propias de organización comunitaria, cultura y política, además de los usos y costumbres ancestrales como las ceremonias y los cultos religiosos, lo mismo que el despojo de tierras comunales y la privatización de afluentes de agua que antes cuidaban de manera colectiva los comuneros indígenas. La Guardia Cívica tuvo su aparición precisamente con la matanza, según nos indica el historiador Jorge Arias Gómez. Tal fue el origen de la creación, en los días de la sofocación del movimiento insurreccional, de la denominada Guardia Cívica, cuyos mandos superiores e intermedios estuvieron a cargo de oficiales del ejército y que, como clases (sargentos y cabos) fungieron elementos de la alta sociedad.154 El sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial también se registró en los 153 MARTÍNEZ, Oscar. Apuntes de Mármol. Pág. 32. 154 ARIAS, Jorge. Farabundo Martí, la biografía clásica. Pág. 233. Ed. Ocean Sur. Querétaro, México, 2010. 76 acontecimientos de 1932. Jorge Arias interpreta los acontecimientos de la siguiente manera: Al régimen encabezado por el General Hernández Martínez no escapó la importancia de tener, en forma permanente y bastante económica, una fuerza represiva más, debidamente organizada y bajo su estricto control. Es así como el 27 de junio de 1932, son aprobados los primeros Estatutos de la Asociación Cívica Salvadoreña por el poder ejecutivo, medida que es reiterada al aprobarse nuevos estatutos el 11 de mayo de 1937.155 Contingentes enteros de campesinos indígenas fueron detenidos y concentrados en varios puntos de la región tomada por los militares. Allí, en grupos de decenas de hombres, mujeres y hasta niños fueron fusilados. No existieron procesos legales, ni detención con orden judicial, sino que simple y sencillamente, los asesinatos fueron indiscriminados. Miles de indígenas fueron llevados por la fuerza hacia las tumbas colectivas donde fueron enfilados y muertos frente a los cañones del fusil de los militares, guardias y guardias civiles (paramilitares). A partir de los acontecimientos, el poder de los militares se acrecentó en todo el país. Lograron un control de territorios, producto del Estado de Sitio decretado. En general, la responsabilidad manifiesta por parte de elementos del ejército, quienes participaron en las campañas como hemos visto, la piedra angular del régimen, el presidente Hernández Martínez, también asumió la responsabilidad el día de la insurrección del 23 de enero al decretar la suspensión de las garantías individuales. Por eso lamenta el Gobierno el derramamiento de sangre y las restricciones a las libertades, que se vio obligado a decretar para reprimir las vandálicas actividades comunistas.156 El analista Segundo Montes realizó una serie de entrevistas en los años 1975 7 1976 a personas que él denominó ladinas en Izalco y quienes vivieron los acontecimientos. Llegó a la siguiente conclusión: 155 Idem. Pág, 233-234. HERNÁNDEZ, Maximiliano. “Manifiesto del Presidente de la República y Comandante General del Ejército al Pueblo Salvadoreño”. Diario Oficial. 23 de enero de 1932. Tomo 112, Núm. 18, Pág. 121. San Salvador, 1932. 156 77 Todos los autores citados, así como también a los ladinos que he entrevistado, coinciden en sostener que desde hacía tiempo se venía preparando el levantamiento, y se hablaba de él. Por esta razón se habían tomado algunas medidas, entre las que se destaca el acuartelamiento de la tropa en los cuarteles principales, dejando en las otras poblaciones secundarias únicamente los puestos de guardia indispensables.157 La responsabilidad estatal se manifestó igual meses después de los sucesos. La Asamblea Legislativa controlada por Hernández Martínez dio mayores recursos económicos públicos para las campañas militares en el occidente del país centroamericano. La Asamblea Nacional legislativa decreta: Art. 1 Concédanse un crédito extraordinario por trescientos mil colones destinados a cubrir los gastos ocasionados por la reciente campaña anticomunista. Art. 2 La partida a la que se refiere en el artículo anterior quedará incorporada al título XV del presupuesto vigente comprendida, así: Capítulo XV Gastos extraordinarios destinados a la campaña anticomunista: 300, 000 mil colones.158 La reciente campaña anticomunista a la que se refiere fue iniciada el 24 de enero de 1932 con el movimiento de tropas, guardias y guardias civiles con el fin de reprimir la insurrección indígena. Pese a que oficialmente fue llamada “campaña anticomunista”, los objetivos claramente fueron personas con una adscripción étnica y las víctimas también corresponden a ese origen. Además, el Ministerio de Hacienda premió a los soldados que participaron en las acciones represivas contra los alzados. Ministro de Hacienda somete a la aprobación de la Asamblea un proyecto de ley por el cual se exime del Pago de Impuesto de Emergencia a los Jefes y Oficiales que actuaron en la recién pasada campaña anti comunista.159 MONTES, Segundo. El Compadrazgo, una estructura de poder en El Salvador. Pág. 180. Ed. UCA Editores, San Salvador, 1979. 157 VILLACORTA, J. “Informe Presidente Asamblea Legislativa.” Diario Oficial. 12 de mayo de 1932. Pág. 1, San Salvador, 1932. 158 PUENTE, J. “Proyecto de ley sobre pago de impuestos. Informe, Vicepresidente de la Asamblea Legislativa.” Diario Oficial. Pág. 206. San Salvador, 20 de mayo de 1932. 159 78 Otra vez, el propio General Maximiliano Hernández Martínez en un comunicado titulado “Pláticas con el Campesino: un mensaje de compresión y buena voluntad a los hermanos del campo” en la prensa en 1934 y citado por el autor del libro La crisis de integración nacional en El Salvador 1919-1935 Everett Alan Wilson, expone: El Estado, Padre de todos, había dictado unas leyes que todos los salvadoreños estaban obligados a obedecer; en ellas se permitían unas cosas, pero se prohibían otras. Ustedes ---vuelvo a advertirles que por ignorancia y no por maldad--quisieron burlarse de ellas, y el Estado se vio obligado a castigarles para evitar un mal irreparable a todo el país. Desde luego, el castigo fue más severo, pero no deben olvidar que también el daño habría sido mayor.160 La situación cada vez fue más oscura para las libertades civiles y democráticas. A partir de allí y durante los 13 años de gobierno fueron de un alto control social, investigaciones y limitaciones a la vida civil. Se obligó, por ejemplo, a portar una cédula de identificación donde las personas debían negar vínculos con los perseguidos. Aquí un ejemplo: Boleto de Identificación. Yo Rogelio Martínez Colorado, ciudadano salvadoreño, de 29 años de edad, de profesión un oficio contador y vecino de Santo Tomás, departamento de San Salvador… juró que no pertenezco ni perteneceré al comunismo ni agrupación o asociación que directa o indirectamente sustente fines contra los derechos y garantías individuales estatuidas por la Constitución política de la República, base legal y amparo de la misma, de la propiedad y de la armonía social en el seno de la misma. Tomada Razón. Folio 128. Lugar y Fecha: Santo Tomás, febrero 11 de 1932. Firma ilegible del Secretario.161 Hasta aquí, las investigaciones y análisis expuestos de diversos autores, así como las declaraciones oficiales de los miembros de las fuerzas armadas y del propio Hernández Martínez, apuntan a una innegable responsabilidad estatal sobre la represión contra la población en rebelión. Se infiere con los diálogos entre los diversos autores citados, que el gobierno dictatorial es responsable de lo que han llamado matanza o masacre de 1932. Según la tipología sobre el genocidio explicada HÉRNANDEZ, Maximiliano. “Pláticas con el campesino: un mensaje de compresión y buena voluntad a los hermanos del campo.” En La Crisis de la Integración Nacional en El Salvador, 1919-1935. Pág. 222. Ed. CONCULTURA, San Salvador, 2004. 160 Suplemento Dominical. “Boleto de Identificación.” La Prensa Gráfica. Pág. 1. San Salvador, 5 de abril de 1987. 161 79 en el capítulo anterior, los hechos narrados y estudiados apunta hacia allá, es decir, que en los días de inició de la revuelta en enero de 1932 el ejército actuó bajo el mando de Maximiliano Hernández Martínez con el uso de la fuerza represiva de militares, guardias y guardias civiles (paramilitares) para sofocar la rebelión de un sector social de la población. La detención sin orden judicial, los fusilamientos masivos, la criminalización sin previo juicio, la identificación de un grupo sea comunista, campesino o indígena, la destrucción física de ellos, dan contenido al concepto de genocidio. Se trató, entonces, en principio, de un genocidio. Los hechos registrados y analizados en la historiografía consultada nos indican que los días de la mayor matanza en el mes de enero, también nos dan cuenta y dan contenido a los principios de competencia que se destacan para el caso de genocidio: destrucción física, exterminio o matanza de un grupo o colectivo nacional, como el indígena; lesiones graves a la integridad física de los miembros del grupo como persecuciones y fusilamientos masivos, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que haya de acarrear a su destrucción física, total o parcial, y las detenciones masivas para formarlos y fusilarlos, en algunos casos cavar sus propias tumbas colectivas en zanjas como expondremos con testimonios de los sobrevivientes en el segundo apartado. Estos elementos cumplen la definición de genocidio, pero al mismo tiempo cumplen la definición de genocidio cultural al tratarse las víctimas, en su mayoría, de miles personas adscritas a un colectivo con identidad propia, el indígena. Por lo tanto, la definición que deriva como genocidio cultural por parte de la Corte Penal Internacional cobra plena vigencia para este hecho que sacudió la historia del siglo XX en El Salvador y por contener un carácter de imprescriptibilidad, los acontecimientos estudiados nos llevan a concluir que en 1932 se llevó a cabo un horrendo episodio de genocidio cultural. Ya hemos analizado cómo los historiadores e investigadores argumentan también la persecución étnica y cómo ellos mismos reconocen que los objetivos de las tropas en acción en 1932 fueron los pueblos indígenas, pero ahora vayamos a los testimonios de los actores principales, consideradas fuentes primarias para confirmar o descartar con ellos la idea de genocidio cultural. 80 2.- Criminalización racial y étnica en la década de los 30, la modernidad policial y la criminología162 Con el fin de comprender el contexto histórico de la masacre y los efectos destructivos de la cultura originaria, es necesario realizar el análisis del tratamiento a los grupos diferenciados o rasgos culturales particulares como los indígenas y su tratamiento policial y criminológico después de la represión desatada con mayor profundidad en el occidente salvadoreño. En el archivo de la Biblioteca del Museo de Antropología, David J. Guzmán, se encuentran ediciones desde el año de 1932 hasta el año de 1941 del Boletín Oficial de la Policía163, órgano informativo mensual de la dirección general de ese cuerpo del Estado. En 4 tomos previamente clasificados, se ordenan los ejemplares que con regularidad circulaban entre los elementos de la institución, así como entre sectores sociales interesados en el desenvolvimiento y las acciones que realizaban los encargados de la seguridad pública. En los diversos textos que componen los números de la publicación, encontramos ideas, diálogos, debates, artículos que exponen claramente el proyecto de modernidad que fue construyéndose a los largo de la historia salvadoreña desde mediados del siglo XIX y que alcanza gran parte del siglo XX. La siguiente idea tomada del editorial del mes de Julio de 1932 nos lo ejemplifica así: El boletín es un instrumento de educación, es una fuente de conocimientos prácticos para formar profesionales en esta especie de ciencia moderna que se llama policía164 Es esa modernización a la que se apela en el proyecto de la policía nacional salvadoreña se echa mano de la criminología, método y prácticas, como ciencia y elemento a instruir entre los integrantes. En el mismo número del mes de julio del Boletín se presenta un texto dirigido a los oficiales que destaca los campos de Para esta tesis, se realizó una investigación documental en el archivo de la Biblioteca del Museo de Antropología David J. Guzmán. Se solicitaron todos los ejemplares existentes de la época referida. 162 Boletín Oficial de la Policía de El Salvador. Cuatro Tomos 1932-1941. Archivo de la Biblioteca del Museo de Antropología David J. Guzmán. 163 Editorial. Boletín Oficial de la Policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 2. No.1 año I, San Salvador, julio de 1932. Tomo 1, Museo Nacional David J. Guzmán. 164 81 investigación avanzados en criminología, específicamente en Europa con el título “Primeros Postulados de la Criminología”165 con el fin de adecuarlos a la realidad del país centroamericano. Dice en el primer párrafo: En la actualidad… El estudio científico del delito, considerado objetivamente, obliga a considerarlo como una manifestación de la actividad del delincuente en sus relaciones con el medio social y en todas partes del mundo.166 Y para ello presenta los campos de investigación a los cuales se dirigen las acciones, investigaciones, instrumentalización y resultados de esta considera ciencia de la seguridad pública. Dice el texto: Existen campos de investigación, campos de estudio de la Criminología: 1) Etiología criminal 2) Clínica Criminológica y 3) Terapéutica criminal.167 A partir de estos ejes, la policía salvadoreña en aquel tiempo fue orientada a la modernización de la justicia y por ende el de la policía llegando a la siguiente conclusión. La aplicación del criterio científico al estudio del delito tiende a remplazar el derecho penal clásico por otro fundado en los datos de la criminología.168 Para amenizar los títulos de modernidad policial, los editores del Boletín incluyen una sección de literatura policiaca o del género de humor negro llamado Policías de Novela y Policías de Laboratorio con el fin de ejemplificar el nuevo tratamiento de investigación y práctica de la policía. En este caso se trata del análisis sobre el Crimen de la calle Morgue del escritor Edgar Alan Poe publicado con el título “El Doble asesinato de la Calle de La Morgue” en la edición del mes de septiembre de 1932.169 INGENIEROS, José. “Primero postulados de la criminología.” Boletín Oficial de la Policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 15. No.1 año I, San Salvador, julio de 1932. Tomo 1, Museo Nacional David J. Guzmán. 165 166 Ídem. 167 Ídem. Pág. 17. 168 Idem. Pág. 21. POE, Edgar. “Crimen de la calle Morgue”. Boletín Oficial de la Policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 36. No.3 año I, San Salvador, septiembre de 1932. Tomo 1, Museo Nacional David J. Guzmán. 169 82 He aquí el triunfo de un método, por decirlo así, psicológico, pues Dupin cuando llega al terreno, ya tiene una idea claramente establecida de que el criminal no es un hombre; el examen de los hechos no hace más que confirmar su opinión, debiéndose todo al razonamiento…170 La criminología se pondera como la madre activa de la investigación policial. Es a partir de aquí que da un salto en lo que se refiere a la acción coercitiva y punitiva del delito. Las tesis modernistas positivistas del orden y progreso justifican la acción represiva del órgano policiaco, llevadas al grado propagandístico entre sus propios integrantes, difundido masivamente entre sus filas y como carta de presentación ante la sociedad. Estos boletines conllevan tintes de cientificismo y positivismo altamente marcado, lo que revela una forma de abordar los estudios psicológicos y jurídicos sobre el crimen, una suerte de criminología científica. Vemos el siguiente texto: Ahora bien: si los caracteres fundamentales de la Policía (como representante que es el Conglomerado social en este caso), consiste en el ejercicio de un amplio derecho de represión contra todo acto que ponga en peligro la seguridad personal o colectiva, pero con el deber, ineludible, de no ir en empleo de su autoridad y de su fuerza más allá de lo necesario y lo oportuno, no se puede menos de convertir en que el cargo de agente de este Cuerpo urge cada día una mejor preparación, una preparación que le permita a quien lo desempeñe examinarlo, todo con rectitud, con claro discernimiento, con imparcialidad, con honradez…171 Asimismo el derecho positivo se toma como guía para el quehacer detectivesco y policial. Se toma de una persona dotada de formación recta, pero de carácter rudo para aplicar las leyes escritas. El policía es el protector, vigilante y guardia de la ley, más allá de la salvaguarda social, aunque ésta esté contemplada en los propios cánones y reglamentos de la institución. Como se ve no es mucho exigir todo esto a un hombre en el cual, por imperativos de su empleo, encarnará en un momento dado el espíritu de la ley… Y este será nuestro esfuerzo mayor: procurar que el miembro de la policía sea siempre recto, determinante, duro e imparcial…172 170 Ídem. 171 ídem. Pág. 40 172 Ídem. Pág. 41. 83 Se trata de erigir al policía a un rango de aplicador de la ley y corrector de la sociedad, un ser dotado de facultades impositivas, deterministas, que decide sobre quienes son considerados fuera de las leyes o violadores de las leyes. Así, los cuerpos de seguridad, tanto policías como militares, adquirieron una base de impunidad en nombre de la criminología que les permitió actuar con todo el poder y la fuerza en el caso de la rebelión indígena de 1932 y las persecuciones subsecuente en el occidente salvadoreño, y esto se confirma analizando los procedimientos de investigación, detención y represión del delito. En el Boletín de la Policía también se describe la aplicación técnica de las tesis de modernización, en el uso de herramientas usadas para la investigación y persecución del delito, como el Gabinete Dactiloscópico, para la labor efectiva del detective o policía. Dice el texto: En este gabinete de identificación y técnica policial, se procedió a fotografiar la repetida plancha de la caja registradora y la impresión digital asentada en ella. Al obtenerse la fotografía de la expresada huella, se hizo su estudio morfológico y la respectiva confrontación con los dactilogramas de las tarjetas correspondientes al tipo de la huella…, habiéndose encontrado a la mencionada huella… es idéntica al dactilograma correspondiente al dedo anular de la mano derecha del individuo, Lucio Pérez, conceptuado policialmente: “Ladrón Peligroso”.173 Un uso de estas técnicas para justificar perfiles se hizo a partir de los rasgos morfológicos de las personas en el apartado titulado la “Antropología Criminal”174, donde se realizaron los análisis sobre cómo seguir la pista a los considerados delincuentes desde la sospecha abierta a partir de los rasgos físicos del individuo. El campo en que principalmente la policía está llamada a obrar es, sin duda alguna, el de la antropología criminal. Se diferencia de la historia natural, porque toma la fisonomía y el cuerpo humano de la historia natural del hombre o antropología, y así de esta nace la antropología criminal, que es precisamente la historia natural del hombre delincuente.175 173 Ídem. Pág. 28. Editorial. “Los Factores del Delito, Antropología Criminal.” Boletín Oficial de la Policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 43. No.5 año I, San Salvador, julio de 1932. Tomo 1, Museo Nacional David J. Guzmán. 174 175 Ídem. Pág. 43. 84 Se trata de una manera de justificar la utilización de mediciones, tamaño de los miembros y partes del cuerpo, color de piel, complexión, color de ojos, etc., como si éstos fuesen elementos que nos permiten “descubrir” a delincuentes. Para 1932, este tipo de “métodos” de investigación fueron normalmente instrumentalizados con una carga ideológica de criminalización hacia el diferente como se dio con aquellos de rasgos indígenas. El delincuente no es un hombre normal, sino que constituye una clase especial, que, a causa de anormalidades orgánicas y psíquicas, representa en parte, en la sociedad moderna, las primitivas razas salvajes, entre las cuales las ideas y los sentimientos morales, aunque existen, se encuentran en estado antisocial.176 Desde el siglo XIX en Europa y luego en América con el ímpetu civilizador del colonialismo y los avances en el terreno de la ciencia, se comenzó a debatir en centros de investigación sobre todo en el centro de occidente, la idea de “mejorar la raza humana”. Para los años de 1853 y 1855 nacieron cuatro tomos de un libro titulado Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas de Ja Gobineau, primer texto organizado para justificar el desarrollo del capitalismo ultramar y la necesidad del centro imperial europeo por expandirse y civilizar a sociedad y hombres “desiguales y atrasados”. De allí la necesidad de caracterizar las diferencias físicas con base a “jerarquías” de color, raza, tamaño, rasgos, semblantes. A partir de allí y una clara tergiversación del darwinismo y el origen de las especies, nacieron pseudociencias como el biologismo, eugenesia, darwinismo social que dieron sustento ideológico para promover postulados aplicados a la vida social y a los humanos, como la criminología positiva. Algunos sectores de intelectuales salvadoreños seducidos por estas ideas retomaron los postulados “en su carácter de imitador de la intelectualidad orgánica salvadoreña de finales del siglo XIX respecto de Europa.”177 El Doctor en Filosofía Mario Oliva apunta en su tesis Ciudadanía e higienismo social en El Salvador178 que el 176 Ídem. OLIVA, Mario. Ciudadanía e higienismo social en El Salvador. Tesis para optar al grado de doctor en filosofía. Facultad de Postgrados de la Universidad Centroamericana (UCA). Pág. 88. Mayo 2011. En http://www.uca.edu.sv/filosofia/admin/files/1288365660.pdf 177 178 Ídem. 85 impacto de esta asimilación fue decisiva para formarse una idea de que el indígena era un ser dotado de rasgos inferiores a lo considerado occidental. Lo más importante es que se buscó asimilar elementos ideológicos que finalmente reforzaron las tradiciones coloniales respecto de la concepción minusvalorada del indio y el mestizo…, se estableció así una programática ideológica que fue desarrollada ampliamente por los intelectuales oficiales, quienes ciertamente buscaron invisibilizar la realidad del indígena y el ladino, creando un modelo civilizatorio de tipo europeo.179 Y concluye que eso permitió la creación de una masa de trabajadores, sobre todo rurales, en condiciones de sometimiento y explotación en las grandes fincas de un modelo de exportación basado en la producción de café. Ya dentro de las reformas liberales positivistas, se tradujo en un sistema de instituciones cuya principal divisa parece haber sido la de crear la infraestructura material e ideológica para neutralizar a estos grandes grupos de población y asimilarlos como fuerza de trabajo a las estructuras de la economía agroexportadora del cafetalera.180 Estas ideas erradas y aparejadas al proceso histórico del colonialismo cautivaron a sociólogos, médicos y hasta filósofos que comenzaron a buscar remilgos a tesis y planteamientos, no solo en El Salvador, sino en el resto de Latinoamérica. El derecho penal no escapó al festín de “las razas”. En el libro El delito, sus causas y remedios del italiano Cesare Lambrosio se dice que las causas de la criminalidad son genéticas (innatas) y depende de las formas físicas y biológicas. Basta con observar y medir ciertas partes del rostro (fisiognomía), la cabeza (frenología), o personalidad (personología) para obtener conclusiones científicas sobre equis delito.181 El Doctor Mario Oliva también destaca el accionar de la criminología en El Salvador de inicios del siglo XX respecto a enfoques raciales. 179 Ídem. Pág. 89 180 Ídem. Steinsleger, José. “Experimentos con Humanos”. Sección Opinión, La Jornada, México D.F., 27 de abril de 2011. 181 86 Los indígenas y ladinos fueron descritos por la Antropología Criminal en base a sus rasgos faciales, elementos vinculados al ambiente del cual procedían, costumbres, valores, etc. Lo anterior para efectos prácticos fue subsumido dentro de los distintivos específicos de la raza para con ello ser identificados y controlados mediante estos dispositivos generados por los saberes médicos y jurídicos de la época. Así, se legitimó el accionar de los sistemas de control y disciplinamiento social.182 Y dar contenido clasista y racial a los estudios de criminología. Esto demuestra que en 1932 las líneas de investigación policial se basaron en estas consideraciones raciales. Los ejemplos citados del Boletín Oficial de la policía de El Salvador nos muestran esta tendencia arraigada en los estudios del derecho de esa época. Los investigadores usan las estadísticas y los cuadros como guía con el fin de calcular tendencias de la criminalidad en El Salvador en 1932. A continuación se presentan los cuatro cuadros estadísticos de arrestos efectivos durante el año de 1932 que aparecen en los boletines de ese año, lo que ejemplifica la tendencia política y racial del uso de la acciones de investigación y persecución del delito. Aquí destacan “delitos” por los cuales se persigue y detienen a las personas. Cuadro Estadístico Demostrativo de los Arrestos por las Diferentes Secciones de la Policía de la República durante el mes de Abril de 1932183 Hombres Mujeres Total Deportados 2 Ebriedad 1,293 102 1,395 Vagancia 383 13 396 Sospechosos por sus rasgos físicos 83 182 2 83 Opus cit. Pág. 93. MATA, Miguel. “Los factores del delito, antropología criminal. Informe de la dirección de estadística de la policía.” Boletín oficial de la policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 31. No.1 año 1, San Salvador, abril de 1932. Tomo 1, Archivo del Museo Nacional David J. Guzmán. 183 87 Desertores 1 De orden de diferentes autoridades 257 Comunistas 38 1 0 97 38 En este cuadro podemos observar algunos de los tipificados como delincuentes. Destacan los sospechosos por sus rasgos físicos, los comunistas y los vagos, conceptos que nos señalan cómo fueron identificados estos sectores y arrestados por ser considerados como tal. La suma de 83 personas identificadas como sospechosas por sus rasgos físicos es un dato que llama la atención, tanto por su cantidad alta de detenidos como por ser meramente sospechosos. Y por el otro lado, los comunistas que suman 38 fueron arrestados por sus ideas, lo que en la actualidad se les denominaría como “presos de conciencia”. En los tres casos, por sus rasgos, comunismo y vagancia, claramente se observa el uso de la acción punitiva del Estado, antes de incluso ser investigados o procesados, donde se demuestre que verdaderamente hayan cometido un delito del orden común o de cualquier otro tipo. La ausencia de la ley que protege al imputado es visible a todas luces en aquel año. El doctor Oliva en su tesis doctoral vuelve a señalar la base ideológica que sustenta los proyectos judiciales. No extraña el fenómeno acaecido en 1932 dado que la operatividad del proyecto de hegemonía puede ser rastreado a conductas del antiguo régimen cuando el fraile capuchino Joaquín de Finestrad…, se expresó sobre los “vagos, díscolos y mal entretenidos” de la siguiente manera: La tolerancia de estos monstros de la República lejos de ser útil a la Corona es perjudicial a su conservación. Un miembro podrido en el cuerpo humano se corta para que no se comunique en contagio a los demás de su formación.184 En todos los boletines de la policía a nuestro alcance se integran estos cuadros que nos señalan y reiteran los conceptos mencionados, por ejemplo, en el siguiente se 184 Opus cit. Pág. 96. 88 vuelve a apreciar los elementos integradores de una política y método policial de arrestos y detenciones. Cuadro Estadístico Demostrativo de los Arrestos por las Diferentes Secciones de la Policía de la República durante el mes de mayo de 1932185 Hombres Mujeres Total Ebriedad 1, 274 100 1,374 Vagancia 410 15 425 Sospechosos por sus rasgos físicos 109 0 109 Desertores 2 De orden de diferentes autoridades 138 9 147 Comunistas 32 0 32 Deportados 2 En este nuevo cuadro del mes de mayo podemos encontrar que los niveles de personas arrestadas por sospecha ascendieron hasta 425, entre hombres y mujeres, haciendo énfasis en la detención de hombres. Claramente vemos esta división de la persecución del delito, en el que los hombres con rasgos físicos autóctonos fueron 185 Ídem. Pág. 33. Mayo de 1932. 89 detenidos por su “aspecto”. Aquí claramente se encuentran dos variables, por sus rasgos físicos y por ser hombres. Después de la represión de 1932, la mayoría de las personas sospechosas fueron fundamentalmente del género masculino quienes fueron identificados con las revueltas en el occidente salvadoreño. En el siguiente cuadro podemos apreciar cómo estuvieron los arrestos en los Departamentos de Santa Ana, Ahuachapán, Sonsonate y La libertad. Arrestos por Departamento en mayo de 1932186 Departamento Hombres Mujeres Total Santa Ana 199 33 232 Ahuachapán 80 21 101 Sonsonate 154 5 159 Este cuadro arriba nos damos también una idea de las zonas donde los arrestos fueron mayores, respecto a otras en El Salvador de 1932. Coincidentemente fueron cuatro Departamentos que se encuentran en el occidente del país donde, según el censo de la década de 1930, se concentró la mayor parte de pobladores indígenas. Por ejemplo en Santa Ana, según el estimado asciende a 4, 501 indígenas; en Ahuachapán suman en total 20, 572; Sonsonate la cantidad de 34, 764 personas originarias y la Libertad con 8, 749, que suman en total 68, 586, esto es, 86. 2 por MATA, Miguel. “Los factores del delito, antropología criminal. Informe de la dirección de estadística de la policía.” Boletín oficial de la policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 34. No.1 año 1, San Salvador, abril de 1932. Tomo 1, Archivo del Museo Nacional David J. Guzmán. 186 90 ciento de un total de población indígena en todo el país que asciende a 79, 573, según el mismo censo.187 En los dos siguientes cuadros de igual forma se mantiene la matriz de arrestos. Destacan los sospechosos y los comunistas, sobre todo porque en esos meses todavía la violencia del Estado estuvo activa en contra, según sus parámetros, de los responsables de la insurrección popular. Tanto en los meses de septiembre como diciembre, las detenciones contra los sospechosos como contra los comunistas fue elevada. Cuadro Estadístico Demostrativo de los Arrestos durante el tercer trimestre por las Diferentes Secciones de la Policía de la República durante el mes de septiembre 1932188 Hombres Mujeres Total Deportados 2 Ebriedad 3, 843 292 4,135 Vagancia Sospechosos por sus rasgos físicos 817 39 856 314 10 324 Desertores 4 De orden de diferentes autoridades Comunistas 2 4 138 9 147 5 0 5 MEJÍA, José. “Censo Nacional. Población de la República Clasificada por Sexo, Nacionalidad, Domicilio, Raza, Instrucción, Propietarios y No Propietarios.” Censo de Población de El Salvador 1930. Departamentos de Santa Ana, Ahuachapán, Sonsonate y La Libertad. Folio 2158. Pág. 7. En Biblioteca Virtual en Población Centro Centroamericano de Población. http://ccp.ucr.ac.cr/bvp/censos/El_Salvador/1930/index.htm 187 MATA, Miguel. “Los factores del delito, antropología criminal. Informe de la dirección de estadística de la policía.” Boletín oficial de la policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág.49. No.5 año 1, San Salvador, noviembre de 1932. Tomo 1, Archivo del Museo Nacional David J. Guzmán. 188 91 Aquí sumaron en total 324 las detenciones a los calificados como sospechosos y los detenidos por ser comunistas fueron cinco. Ya en el propio boletín de la policía se describe, como hemos visto, la clasificación de los sospechosos por sus rasgos físicos, pero en ese mismo Boletín de la policía no se encuentran las categorías que nos acerquen a describir a los comunistas, no hay al menos públicamente en los Boletines alguna forma de descripción de los catalogados, por sus ideas, como delincuentes. ¿Cómo los policías sabían que esos arrestados, antes de ser detenidos o incluso siendo detenidos, eran comunistas? Pareciera que más bien esos comunistas eran arrestados por algún otro tipo de seña, ya que en los estudios analizados hasta ahora la dictadura de Hernández Martínez nunca obtuvo un listado previo de los militantes comunistas o miembros del Partido Comunista Salvadoreño como afirma el propio dirigente comunista Miguel Mármol en su relato que realiza con Roque Dalton sobre los sucesos de 1932.189 A continuación se presenta un último cuadro estadístico de la policía con el fin de ir analizando los detalles que aparecen a la luz de estos hallazgos de fuentes primarias de investigación. El cuadro analizado se trata del mes de diciembre de 1932, es prácticamente cercano al primer aniversario de la represión y aún mantiene la tendencia de los arrestos. En este mes fueron 131 los hombres y una mujer los detenidos por sospecha, mientras que los comunistas fueron 16 hombres. Al concluir el año, seguían siendo altas las detenciones, lo que nos hace verificar que la política de seguridad y arrestos se mantuvo latente durante los doce meses del primer año de mandado de la dictadura, cabe destacar que a partir de los sucesos de enero de ese año se decretó el Estado de Sitio lo que facilitó a los hombres de la fuerza armada la detenciones, cateos y arrestos. 189 DALTON, Roque. Miguel Mármol, Los sucesos de 1932 en El Salvador. Ed. UCA Editores, El Salvador, 2007. 92 Cuadro Estadístico Demostrativo de los Arrestos por las Diferentes Secciones de la Policía de la República durante el mes de diciembre 1932190 Hombres Mujeres Total Ebriedad 1 655 82 1,737 Vagancia 194 9 203 Sospechosos por sus rasgos físicos 131 1 132 Desertores 1 De orden de diferentes autoridades 110 17 127 Comunistas 16 0 16 Deportados 1 Las observaciones prácticas y el estudio de la estadística publicadas en los boletines del año de 1932 nos muestran este sesgo racial y también el uso político de las leyes. Siguiendo las bases teóricas de la antropología criminal en relación a la delincuencia, el boletín de la policía apunta a dividir la sociedad en tres clases: La clase más elevada, que no delinque, porque es natural y orgánicamente honrada… esta categoría para la cual el Código Penal es completamente útil, es por desgracia la menos numerosa de la sociedad. Otro clase más baja está compuesta de individuos refractarios a todo sentimiento de honestidad, porque sin educación, siempre empeñados del modo más primitivo en una lucha terrible para la existencia, heredan de sus padres, y trasmiten a sus hijos por unión carnal con otros seres delincuentes, una organización anormal, que representa un verdadero regreso activo MATA, Miguel. Los factores del delito, antropología criminal. Informe de la dirección de estadística de la policía. Boletín oficial de la policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 49. No.7 año II, San Salvador, diciembre de 1932. Tomo 1, Archivo del Museo Nacional David J. Guzmán. 190 93 a las razas salvajes. De esta clase se recluta en su mayor parte el contingente de los delincuentes natos.191 A partir de la teoría y la práctica de los planteamientos “modernistas” tratados, el editorial de la revista de la policía del mes de septiembre de 1932 enfatiza: El boletín constituirá con el tiempo… la historia de la modernización de la Policía Nacional en su organización y en sus métodos de trabajo…192 Con base en la concepción determinista del aspecto físico se construyó una tipología del delincuente, por sus facciones, mirada y color de tez. En el número del mes de noviembre de 1932 se presentan varias fotos de quienes son considerados delincuentes para que los policías los identifiquen y los tengan en la memoria para su detención. Una fotografía de rasgos que expone las tendencias racistas intrínsecas. “Agente: ¡Fíjese en estas caras!”193, versa el titular de 6 fotos de presuntos delincuentes. En la página se detallan los caracteres de los delincuentes. En general, los ladrones tienen notable movilidad de cara y de manos, ojo pequeño, sin fijeza, mobilisimo, oblicuo a menudo, espesas cejas, la nariz torcida y roma.194 En El Salvador, la literatura y los escritos jurídicos doctrinarios para las fuerzas armadas mantuvieron un sesgo marcado de ideologización, racismo y uso de las leyes con fines políticos. La masacre de 1932 en el occidente salvadoreño mostró las barbaridades que un gobierno dictatorial y el uso de las leyes para aplicar la “razón de Estado” que pudo llegar hasta sus últimas consecuencias y reprimir, perseguir y luego aislar a colectivos humanos hasta su destrucción no solo física, sino también cultural. Editorial. “Los factores del delito, Antropología Criminal.” Boletín oficial de la policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 44. No.5 año I, San Salvador, julio de 1932. Tomo 1, Archivo del Museo Nacional David J. Guzmán. 191 Editorial. Boletín oficial de la policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 2 No. 3, año 1, San Salvador, septiembre de 1932. Tomo 1. Archivo del Museo Nacional David J. Guzmán. 192 Editorial. “Los Factores del Delito, Antropología Criminal, Capturas.” Boletín oficial de la policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 14. No.5 año I, San Salvador, julio de 1932. Tomo 1, Archivo del Museo Nacional David J. Guzmán. 193 Editorial “Los Caracteres de los Delincuentes, Antropología Criminal.” Boletín Oficial de la Policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 45. No.5 año I, San Salvador, julio de 1932. Tomo 1, Museo Nacional David J. Guzmán. 194 94 Del mismo diario policial se va más allá de lo físico, a lo psíquico del delincuente: En resumen, el estudio psicológico del delincuente revela en él dos grandes deficiencias: una intelectual, que se manifiesta en la impresión y en la defectuosa asociación de ideas y de relaciones de causalidad, la otra moral, que se manifiesta en la no repugnancia en cometer el crimen, en la falta de remordimiento después de haberlo cometido, y en la grave desproporción entre la causa a delinquir y el efecto criminoso.195 A partir del 1 de febrero de 1932, el diario El Día, uno de los periódicos más influyentes de El Salvador comenzó a publicar en su versión vespertina una serie de entregas de un controversial ensayo titulado La Amenaza del Sub-Hombre escrito por estadunidense Lohtrop Stoddard. Allí los jefes editoriales del rotativo explicaron la causa de la publicación sistemática durante días y la revelación de que el ensayo fue impreso para ser difundido masivamente contra la rebelión indígena. El diario de El Día fue uno de los órganos de la prensa del país, que primero inició una ofensiva ideológica contra la ideas disolventes que ahora han culminado con disturbios de carácter comunista en los Departamentos occidentales de la República…, acudió a la publicación de folletos que distribuyó gratuitamente a sus abonados.196 Se trató de una respuesta virulenta en el ámbito de la opinión pública para señalar a la insurrección indígena como producto de “perturbaciones sociales” y de la “fecundidad de los seres inferiores”.197 Esto nos indica como en la generación de la opinión pública, al menos en este diario de accesibilidad amplia a consumidores diversos, la ofensiva mediática de criminalización racial a la rebelión marcó las pautas editoriales. El ensayo citado pertenece en autoría a uno de los ideólogos supramacistas y antropólogo racial, promotor de la eugenesia de inicios del siglo XX y un rabioso antiinmigrante. Lothrop Stoddard publicó en 1922 La Revuelta en contra 195 Opus Cit. Pág. 46. EDITORIAL. “la Amenaza del Sub-Hombre”. Primera Entrega. El Día, Diario de la Tarde. Pág. 1. 1 de febrero de 1932. Año XII. Núm. 3,706. San Salvador, El Salvador. 196 197 Ídem. 95 de la Civilización198 en el capítulo I titulado “La Carga de la Civilización” explica que entiende él por civilización en su esquema racial. La civilización es el florecimiento de las especies humanas. Es a la vez dos cosas, de recién descubrimiento y frágil resultado. Civilización parece una buena cosa, es una protección ante la rudeza de la naturaleza…, pero nos encontramos en el camino con ramas de la especie humana que nos llevan a la pérdida y regresión de los más bajos niveles de barbarismo y salvajismo. 199 Siguiendo esta línea ideológica civilizatoria versus barbarismo de Stoddard, el diario El Día publicó: Así recordamos aquel célebre folleto La Amenaza del Sub-Hombre… enfoca los fenómenos sociales de la revolución rusa, bajo los aspectos nuevos de la psicología aplicados a la inexorable ley de desigualdad, el empobrecimiento racial, la selección natural, fecundidad de los seres inferiores, degeneraciones morbosas, evolución regresiva, empobrecimiento económico, disminución de la natalidad, regreso al estado primitivo, desarrollo de las revueltas, la rebelión del sub-hombre, locos, medio locos, alucinados… minorías dinámicas, defensa biológica, le dan un interés inusitado de actualidad.200 Con estas líneas El Día anunció la publicación diariamente en las páginas interiores hasta lograr la publicación completa de Stoddard que consta de 42 páginas en el libro de La Revuelta contra la Civilización. Así este periódico se convirtió en un mecanismo de movilización ideológica de corte racial, porque aquellos detenidos y fusilados “de evolución regresiva” fueron los señalados como comunistas en el occidente salvadoreño, que antes que todo eran primeramente indígenas y pobladores locales de la región. Hasta mañana pues y que las ideas consignadas en este folleto no queden sepultadas en los anaqueles de las bibliotecas, sino que deben esparcirse por todos los medios, haciéndolas llegar hasta lo más profundo de las conciencias de las clases sociales, como una contribución práctica y efectiva, para el restablecimiento de la tranquilidad pública, ahora amenazada por los disturbios comunistas.201 STODDARD, Lothrop. La revuelta contra la civilización. Ed. Charles Scribnes Son‟s. 1924, Nueva York. En http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?view=1up;size=100;id=mdp.39015001671968;page=root;seq=13;orient=0 #page/n9/mode/1up 198 199 Ídem. Pág. 3. EDITORIAL. “la Amenaza del Sub-Hombre”. Primera Entrega. El Día, Diario de la Tarde. Pág. 1. 1 de febrero de 1932. Año XII. Núm. 3,706. San Salvador, El Salvador. 200 201 Ídem. 96 Pero qué hay detrás de esta ofensiva mediática contra ese sub-hombre de la rebelión del occidente del país en 1932. La base ideológica, el sistema de ideas que dieron luz verde a esta orientación de la opinión pública a través de El Día se encuentran en el texto de Stoddard que a continuación analizaremos. Se trata de una caracterización de las revoluciones socialistas y dice que la revolución soviética de 1917 representó una revuelta contra la civilización. Esta manifestación de las clases proletarias, retrasadas en un país altamente rural y anclado en el pasado produjo una nueva radical situación, no sólo para Rusia, sino para todo el mundo, una situación de caos e incertidumbre desde los países atrasados. Así lo explica el autor: La revolución social no es, como ya hemos visto, progreso sino regresión, no es un paso adelante para un orden más alto, sino una caída a un escalón menor. Por lo tanto, países como Rusia con trayectorias atrasadas sin posibilidad de civilización y establecidas en el salvajismo, la instintiva barbarie refractaria, son altamente susceptibles al atavismo revolucionario.202 Esta concepción fue aceptada por el diario influyente de la época del 32, en el sentido que aquellos sectores atrasados y considerados salvajes pueden ser atraídos por las ideas de la revolución bolchevique. Se trata de una prueba irrefutable de que los indígenas del occidente salvadoreño por su aspecto, su cultural, sus rasgos raciales fueron identificados como comunistas. Desde este punto de vista los indígenas se convirtieron en sinónimo de comunistas. Siguiendo el análisis de libro citado, Stoddard llega a la conclusión de que la revolución rusa se hundió en una guerra de clases sangrienta, terrorismo, pobreza, frío, enfermedad. Y esto se expandió con la Tercera Internacional y sus tentáculos en todo el mundo y califica a esto como “una razón suficiente para de que el bolchevismo es destructivo y un movimiento regresivo.”203 Y acota: “La STODDARD, Lothrop. La revuelta contra la civilización. Pág. 179. Ed. Charles Scribnes Son‟s. 1924, Nueva York. En http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?view=1up;size=100;id=mdp.39015001671968;page=root;seq=13;orient=0 #page/n9/mode/1up 202 203 Ídem. Pág. 181. 97 característica fundamental del bolchevismo es la violencia.”204 En su esquema dice que los comunistas cuentan con problemas mentales, como maniaco homicida y perversiones sexuales como el sadismo “y si los líderes son así, los que los siguen, es mucho más claro, que los son en peor nivel.”205Al describir según su opinión la destrucción masiva de los bolcheviques, la tiranía de clases, la degradación humana, etc., el autor sentencia irónicamente: “¡Que buen trabajo ha hecho el subhombre!”206 Los deseos innatos de los comunistas son que su violencia se extienda por todo el mundo y que los salvajes los sigan en sus perturbaciones sociales, indica Stoddard al tiempo que sigue la trayectoria de los comunistas en varias partes del mundo, Asia, Europa y América orientada a la destrucción de la civilización occidental. El inusitado levantamiento de los ignorantes y atrasados, las masas brutas de orientales enclaustrados en su religión y costumbre y sumergidos en una relativa pequeña clase media, significará la destrucción de la civilización oriental.207 Lo muestra como un ejemplo de lo que pasaría en el mundo, y ante ello llama al combate contra los comunistas y sus seguidores. Así, en oriente como en occidente, en todo el mundo, cansado y sacudido por esta guerra, hay que encararla con una nueva guerra, la guerra contra el caos.208 Durante varios días estos párrafos ocuparon las planas de El Día con efectos importantes en la opinión pública. Recién habían pasado los días más violentos por parte de las fuerzas militares de la dictadura, y esto significó una justificación de las matanzas de miles de indígenas, considerados bajo estas premisas racistas como comunistas o tendientes a ser liderados por éstos. 204 Idem. Pág. 182. 205 Ídem. Pág. 192. 206 Ídem. Pág. 199. 207 Ídem. Pág. 218. 208 Ídem. Pág. 219. 98 En este mismo diario vemos otros mecanismos doctrinarios y corrosivos contra la rebelión indígena. En un artículo editorial titulado “El Alcohol, factor del comunismo”209se adjudica a las masas campesinas como alcohólicas, ya que según sostiene: “hay razones morales y biológicas de los individuos acostumbrados a esta droga.” Y busca que se regularice en las zonas donde hay más consumo. El obrero del campo y de la ciudad continúa saciando sus ansias de justicia en una droga, que aparte de las alegrías momentáneas que produce, le dará el salgo trágico de una generación completamente derrotada.210 La fuerza discursiva de los diarios de la época caló en el imaginario nacional y oriento una opinión pública adversa contra lo que se criminalizó: el comunismo, los indígenas y la rebelión en el occidente de El Salvador. Incluso se ubicó en una sola matriz discursiva a los insurrectos. Los indígenas fueron calificados como comunistas, un deslizamiento conceptual en el que los indígenas solo por ser diferentes fueron criminalizados y señalados como comunistas. El historiador Rafael Lara Martínez en su libro Balsamera bajo la guerra fría211 realiza un análisis sobre uno de los testimonios de una fuente ocular de nombre Juan de Izalco que vivió entre Sonsonate e Izalco en la época referida y que publicó sus apreciaciones en dos entregas en el Repertorio Americano212, publicación de origen costarricense. De allí nació el relato recogido por este semanario y analizado por Lara Martínez. En el apartado titulado “La matanza de indios según Juan de Izalco” 213, el historiador concluye que los términos comunismo e indios de alguna manera se traslaparon o fueron sinónimo en algún momento. Nos detendremos a analizar tres aspectos específicos de este testimonio, a saber: el deslizamiento del término “comunista” hacia el de “indio”, la breve utilización de EDITORIAL. “El alcohol, factor del comunismo”. El Día, Diario de la Tarde. Pág. 1. 3 de febrero de 1932. Año XII. Núm. 3,708. San Salvador, El Salvador. 209 210 Ídem. 211 LARA, Rafael. Balsamera bajo la guerra fría. Ed. Universidad Don Bosco, San Salvador, 2009. GARCÍA, Joaquín. El Repertorio Americano. Semanario de la Cultura Hispana. San José de Costa Rica. 19191958. 212 213 Opus cit. Pág. 138. 99 un imaginario crístico en un discurso marxista original, y lo que el autor llama la “razón política de la represión, la exagerada “matanza de indios”.214 Va criticando al autor de manera tal que devela la complejidad de su discurso cargado de mixturas entre marxismo e indigenismo y traslape de términos. Dice Lara al respecto: Este cuestionamiento es tanto más crucial cuanto que al avanzar en la lectura, nos percatamos que campesino se vuelve sinónimo de indio. El ensayo convierte una dicotomía de clase en otra de carácter étnico. Lara encuentra que la meta narrativa comunista que subsume el escritor Juan de Izalco deja entrever la realidad indígena del campo salvadoreño, sobre todo del occidente. Esta teoría formula en el Repertorio Americano no logra esconder los rasgos expuestos de la realidad del país centroamericano y aunque se asume una responsabilidad causal de la rebelión a los comunistas, da un rechazo inmediato a que por eso se haya que reprimir como lo hizo la dictadura. Al citar también un testimonio de un hacendado de la zona de Joayúa, Don Gabino Mata, Lara descubre la carga racial en las clases dominantes. “Don Gabino… pedía destrucción de todos los indios y convertir la República donde no hubiera un solo indio.” 215 Con estas dos reflexiones sobre las fuentes oculares Juan de Izalco y Don Gabino Mata, se llega de determinar lo siguiente: Dados así los hechos del etnocidio, Juan de Izalco asegura que la matanza adquiere un giro de carácter racista. Allí se expresa un conflicto por el poder local y por privatizar las tierras comunales indígenas… Una conciencia de diferenciación étnica vivida en cuanto distinción biológica-racial recubre el levantamiento enchapado de teoría marxista.216 Más adelante, Lara Martínez analiza el libro del periodista Joaquín Méndez Los Sucesos comunistas en El Salvador, ya referido ampliamente en esta tesis, y llega a la conclusión que con gran facilidad la palabra comunista se sustituye por la de indio. 214 Ídem. Pág. 140. 215 Ídem. Pág. 141. 216 Ídem. Pág. 146. 100 Dice que en los testimonios que recoge Méndez la identidad entre uno y otro concepto es absoluta. “No hay un indio que sea afiliado al comunismo devastador.” Al eliminar a todos los indios se extirpa el comunismo, se inaugura una nueva etapa de la utopía americana.217 De todos estos análisis y otros que sumerge al autor en reflexiones interesantes sobre la prevalencia de un ambiente racista en El Salvador con mayor visibilidad en la matanza y la persecución de 1932, Rafael Lara Martínez termina concluyendo: “El anticomunismo disfraza un racismo a ultranza.”218 3.- Los sucesos narrados por los sobrevivientes Algunos de los pocos trabajos testimoniales, entrevistas directas a los sobrevivientes y testigos oculares de los hechos del 32 fueron realizados por autores en los estudios analizados y citados a lo largo de este trabajo. Dentro de ellos destacan los registros de varias entrevistas a sobrevivientes y testigos oculares de los sucesos que realizó el Padre Segundo Montes en su trabajo El Compadrazgo, una estructura de poder en El Salvador219. Los testimonios que recogió Montes a finales de los años 70 poco aparecen en los escritos y libros publicados sobre el 32. Son una pieza fundamental ante la falta de más testimonios con el fin de saber la versión de las víctimas, como sujetos sociales étnicos agredidos y sobrevivientes del genocidio. Fueron 13 entrevistas de profundidad entre indígenas y ladinos, donde el enfoque central fueron las relaciones sociales culturales del compadrazgo, como una institución producto del sincretismo religioso español y los usos y costumbres de los pueblos originarios. Si bien el tema y las preguntas se basaron en esto, también en ellas se trataron los acontecimientos de 1932, bajo el enfoque de si quedó o no dañada la 217 Ídem. 218 Ídem. Pág. 149. MONTES, SEGUNDO. El Compadrazgo, una estructura de poder en El Salvador. Ed. UCA Editores, San Salvador, 1979. 219 101 institución, y si esto fuese confirmado en qué sentido se dio. Para el tema que estamos tratando aquí sobre el genocidio cultural, retomaré algunas declaraciones y respuestas a estas entrevistas como fuente testimonial importante en los trabajos hasta ahora producidos sobre el 32. La primera entrevista fue hecha a un artesano de unos 60 años de Nahuizalco. Luego de hablar el tema de los compadres, Segundo Montes preguntó si eso se había dañado con el levantamiento indígena y la represión. Más adelante logró acceder a información sobre quiénes formaban las filas de la insurrección y le explicaron que fueron naturales, como se les identificaba a los indígenas. --- Yo le quisiera hacer una pregunta ahora, porque según esto que hemos platicado del compromiso, las obligaciones que tiene un padrino con el ahijado, los compadres entre sí, que es algo bien sagrado ¿no?, cuando ocurrió lo del levantamiento este de los comunistas, en el 32, ¿Funcionó esto del compadrazgo, es decir, que los…? --- Mire, yo tuve una experiencia en esos días ¿verdad? Que en realidad cuando estalló el movimiento aquí del comunismo fue el 32 y entonces la población la tomaron ellos… Tuvimos la necesidad de venir otro día temprano a ver su habían sido rotas las puertas de nuestras casas confiados también en que todo el levantamiento del comunismo estaba en manos pues de gente natural, ¿verdad?... y en los retenes donde había compadres qué fue lo que pasó ¡Cómo no! Dando gracias porque no intentaban hacer nada contra nosotros, sino que lo que hicieron fue volver a agacharse pasando desapercibidos, ¿verdad? Como que no me habían visto… --- ¿Usted por qué estaba afuera, ya sabía que iba a haber el levantamiento, le avisaron? Sí, tuvimos la gran suerte que un día antes, fue el levantamiento general pues en todo el Departamento… nos fuimos a refugiar aquí en la población ¿verdad?, a una casa de naturales, que nosotros les teníamos mucha confianza… --- ¿Los del movimiento aquí eran naturales? --- Sí, en su totalidad aquí, eso fue lo que nos favoreció también que ninguno de los ladinos está comprometido. --- Y luego cuando vino la represión…? --- Bueno, en ese momento que dentraron las fuerzas del gobierno, allí no andaban preguntando a nadie que lo encontraban ¿verdad? sino que era cuestión de matarlos…220 Sobresale en esta entrevista que quienes nutrieron los contingentes rebeldes fueron población local originaria conocidos en el occidente salvadoreño como naturales. Esto es importante para el enfoque que estamos haciendo sobre todo porque el relato nos indica que luego de la irrupción de las fuerzas militares, la represión fue 220 Ídem. Pág. 252. 102 generalizada y sin preguntar, ni mediar detenciones ni juicios previos. En Nahuizalco también la represión alcanzó miles de muertes por fusilamientos. A un matrimonio de unos 50 años también Montes les entrevistó. Y esto fue lo que respondieron: --- ¿Ustedes creen que en esto del levantamiento comunista como que ya no respetaron la obligación y las costumbres estas del compadrazgo? --- No pues sí perdieron todo el contacto con la religión pues, de que aún pues en varias partes hasta a las iglesias les dieron fuego. --- Y luego cuando vino la tropa fusilaron a mucha gente ¿Se dio el caso contrario, por ejemplo, que la población ladina les salvara de la muerte a algunos porque eran sus compadres decían: “esto no es…”? --- a bueno, eso sí se dio bastante y claro que el que era comunista no los salvaban pues, pero el que no era sí decían “no, ese fulano no es” y allí lo apartaban y todo ¿verdad? Pues aquí murió bastante gente, campesinos más que todo, aún murieron gentes inocentes pues ¿verdad?221 En otra entrevista hecha a otro matrimonio de 80 años en Izalco, Montes recoge el testimonio de que a los naturales los aniquilaron por la posesión de las tierras, ya que ellos contaban con hectáreas reconocidas desde la Colonia. La fuente le dijo al entrevistador: Precisamente cuando el 32 aquí se conquistaron a los naturales, pero a ninguno le ofrecieron tierra, porque sabían entonces que se hubieran echado atrás y hubieran dicho “bueno nos van a quitar lo que tenemos”.222 Este mismo matrimonio describió la ruta que tomaron las tropas de Sonsonate que llegaron a Izalco el 25 de enero de 1932, un testimonio que indica la táctica militar de la toma de esa localidad luego de la revuelta indígena. Entonces trataron de tomar Izalco por tres o cuatro puntos. Tomaron un tren con tropas y Tito Calvo a la cabeza, a la estación de la Caluco, para entrar por la carretera de Caluco a Izalco. Tropas de Santa Ana por la carretera de Santa Ana para entrar por aquí, por la Agronomía y los otros por aquí, así fue como entraron, por tres partes, y entonces sí los coparon. Pero vea en ese momento desaparecieron todos los compadrazgos, porque estos Cal tenían un montón de ahijados. Las hermanas de ese Calvo que vivían aquí eran profesoras; y nadie dio aviso ni… --- ¿Murió mucha gente aquí? 221 Ídem. Pág. 260. 222 Ídem. Pág. 265. 103 --- Ah, bueno, los naturales, de los ladinos, no.223 En una siguiente entrevista a un matrimonio de 50 años en Juayúa, Montes registra ejecuciones masivas, fusilamientos a los alzados por parte de las tropas militares. Por mucho que fue compadres salvaron a los otros compadres que estaban para fusilarlos porque dicen que hicieron una zanja, allí por la Alcaldía que ponían todos en fila y los ametrallaban para fusilarlos. --- Ah, pero eso no lo he oído yo. --- eso fue la tropa. --- la tropa, sí.224 Otra entrevista se hace con un matrimonio de Tacuba. Eran campesinos indígenas con más de 60 años. Un testimonio describe el momento en que comienzan las tropas militares a incursionar en ese municipio de Ahuachapán, donde también se vivieron los acontecimientos del levantamiento indígena. A mojar la ropa yo iba cuando empezó la tirazón de aquí para abajo; entonces fue cuando dijeron “esa es la tropa que viene” porque la tropa entró aquí. Esa es la tropa, la que viene, porque era una cosa como que fuera granero, mire, cuando lo están apachando, ya ni se oía que eran tiros, sino que como que eran ametralladoras las que habían puesto. Era una sola descarga la que se oía. Entonces me dijeron “la tropa viene”, me dijo. Entonces digo yo en carrera y digo “sálganse de las casas, digo, al campo porque si no las van a matar, allí vienen matando en general a la gente”. Entonces vine yo y le di la ropa amontonada y la recogí aquí en el guacal y vine aquí a agarrar a los niños y nos fuimos para aquí para un lugarcito que le dicen San Luis, ¿verdad? allí estaba una gran finca, una gran casona, allí nos fuimos a meter como 50 mujeres en la misma casa, allí dormimos todas amontonadas, así, la noche y los aviones pasaban a ras de las tejas buscando a la gente y nosotras solo mujeres.225 También resulta valioso un testimonio del dirigente comunista Miguel Mármol, quizá el relato más conocido en toda la historiografía sobre el 32 hasta nuestros días. En varios encuentros con el escritor Roque Dalton, las vivencias del militante de izquierda alrededor de la rebelión fueron registradas y luego publicadas. En el libro Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en El Salvador226 Dalton organizó en varios capítulos, 223 Ídem. Pág. 271-272 y 275. 224 Ídem. 295. 225 Ídem. 317. 226 DALTON, Roque. Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en El Salvador. Ed. UCA Editores, San Salvador, 1993. 104 la historia inicial del Partido Comunista y los acontecimientos de la insurrección indígena, informaciones que le suministró uno de los sobrevivientes del genocidio cultural. Desde el primer momento se supo que la sangre corría a ríos y que la lucha era completamente desigual y desfavorable para el pueblo, a causa de la mayor organización y el total dominio de volumen de fuego de las fuerzas del gobierno.227 Miguel Mármol contó cómo lo detuvieron a las afueras de San Salvador. Él se encontraba organizando células comunistas en Soyapango cuando fue sorprendido por la policía judicial. Encarcelado con muchos otros obreros y campesinos, se percató que estaban destinados a morir. Después de los interrogatorios y torturas que le infligieron para conocer los pormenores del movimiento insurreccional, fue atado junto a otros y trasladado fuera del penal para ser fusilados. Mármol detalló los pormenores al momento de su tenso fusilamiento. El capitán Alvarenga preguntó: “a ver ¿Quién es el que quiere morir ahora?”. “Yo”, grité y di un paso al frente. El pelotón de fusilamiento estaba a un lado del camión y el paredón estaba del otro. Los policías sudaban a pesar del frío del verano. Todo el cuerpo me picaba y yo no me podía rascar por el amarre de los brazos. Comencé a atravesar el camino, cuando oí una voz serena: “A la par del camarada Mármol moriré yo.”228 Este drama de boca de Mármol, considerada fuente primaria, muestra las operaciones de fusilamiento que se multiplicaron en todo el occidente de El Salvador y otras regiones, Ahuachapán, Sonsonate, Izalco, Nahuizalco, Santa Tecla y San Salvador. El estado de Sitio se impuso por parte de la dictadura lo que permitió la detención de los considerados sospechosos, también permitió el recorrido y control de territorios por parte de los militares, pero éste concepto de Estado de Sitio en teoría y desde la óptica del derecho positivo no permite el exterminio, ni masacres, ni mucho menos fusilamientos sin investigaciones y juicios previos como sucedió en el marco de los sucesos de 1932. 227 Ídem. Pág. 253-254. 228 Ídem. Pág. 267. 105 Lo peor vino cuando pude oír que el bandido del capitán Alvarenga ordenaba que le diera el tiro de gracia a cualquier cuerpo que diera señales de vida. A Bonilla y a Bondanza los encontraron todavía vivos.229 Increíblemente, Miguel Mármol logró sobrevivir y escapar. Contó a cabalidad esta experiencia traumática para él y para la población blanco de ataque y exterminio. Esta narración representa un testimonio importante de los pocos con los que hasta ahora contamos para las investigaciones teóricas e históricas. También resultan importantes otros hallazgos de datos que en el año 2002 fueron registrados por los periodistas video-productores, Jeffrey Gould y Carlos Henríquez Consalvi, en 1932 Cicatrices de la Memoria.230 En este documental, se integra una breve secuencia de video imágenes que registra declaraciones del líder comunista Miguel Mármol. En formato tonos grises y algo dañado, el líder y fundador del Partido Comunista Salvadoreño dice que su organización política hizo todo lo posible para evitar el derramamiento de sangre e instó al gobierno de Hernández Martínez a dialogar con el fin de llegar a un acuerdo y responder a las demandas de la población al occidente salvadoreño. Tratamos de negociar con el General Martínez. Él aceptó parlamentar y ya estando por parlamentar, él se niega a discutir con ellos sobre la situación. El general Valdés, Ministros de Guerra, se niega a parlamentar, no hay nada y entonces pues se llega a la violencia.231 Este trabajo publicado y exhibido a lo largo del país durante casi una década, mantiene pocos de los testimonios que nos señalan la participación de los militares en la ejecución del genocidio. Cayetana Flores, una anciana indígena de Nahuizalco, en breves palabras dijo: Vinieron, sacaron a la gente, casa por casa y los llevaban para arriba, los sacaron y entonces, los bajaron para Nahuizalco y casi los fusilaron a todos.232 229 Ídem. Pág. 268. GOULD, Jeffrey y CONSALVI, Carlos. 1932 Cicatrices de la Memoria. Documental Audiovisual, 57 min. Sistema Radio Venceremos, Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador, 2002. 230 231 Ídem. 232 Ídem. 106 En tanto, Ramón Esquina, otro anciano indígena entrevistado en su tierra de siembra en Nahuizalco, sostuvo: Hay Jesús, hoy nos matan esta noche, pero según el caso, al siguiente día los puestos amanecieron abiertos de las tiendas del pueblito de Nahuizalco.233 Otra fuente de información fue Salomé Torres. Él relata los acontecimientos como dice que los vivió. Allí cerca de la entrada de Santa Tecla, en la cumbre, en Los Amates, allí se veía la gran caravana de todos los pueblos de la Costa pero como una cosa, poco más o menos como a las 5:30 vi yo que brotó un avioncito así y fue repuntando y ordenando que los levantaran, salí yo iba en la parte de atrás, cuando íbamos se miraba que dio la vuelta así y a ametrallar y yo me escondí.234 Siguiendo este mismo orden de análisis, el mismo historiador Jeffrey junto a Aldo Lauria publicó en 1932 rebelión en la Oscuridad (texto ampliamente citado aquí) e incluyó en ese trabajo los testimonios del documental. Lograron integrar mayores elementos que las fuentes testimoniales y con ello dar una idea general de lo que fue la rebelión indígena, sus causas, desarrollo, días del levantamiento y represión gubernamental. Por su parte, Julio Leyva también logra algunos testimonios primarios. Destaca la versión de Don Eulalio Tulina, un indígena sobreviviente que relata donde se cavaron fosas para aventar a los cuerpos de los fusilados. Dijo que Izalco es un gran cementerio, donde miles de cuerpos permanecen enterrados desde la represión desatada por el gobierno militar de Maximiliano Hernández Martínez. Estas zanjas fueron hechas en la calle que va al balneario Atecozol, en el cantón Cuntan, allí donde le dicen el puente caído. Don Eulalio Tutila tenía 12 años en 1932 y él es testigo de cuando mataron a una incontable cantidad de indígenas a 200 metros al poniente del lugar conocido como la Ceibita. Don Eulalio comentó que de dos en dos llevaban amarrados a los indios, uno llevaba la pala y otro la piocha y la columna de indios era larga. Según Don Eulalio, allí hay un cementerio.235 233 Ídem. 234 Ídem. LEIVA, Julio. Los Izalcos, testimonio de un indígena. Pág. 27. Ed. Secretaría de Cultura de la Presidencia, San Salvador, 2011. 235 107 Otro de los testimonios recogidos es el del anciano Alonso García, quien es parte de las Cofradías que aún perviven con mucha dificultad en Izalco. El señor Alonso García, mayordomo de la Cofradía del Padre Eterno y María Asunción, expresó que en los terrenos que fueron de su Cofradía, en el cantón Tres Ceibas y caserío El Corazo, hay bastantes cuerpos enterrados, entre ellos Los Tigüi (Vicente, Nicolás y Juan Tigüi)236 Los testimonios primarios aquí citados corresponden a la versión de los agredidos, de los sobrevivientes. Estos testimonios de gente que vivió los acontecimientos son de una enorme valía, sobre todo porque son escasos por varias causas, por ejemplo, el miedo a hablar, pensar que podrían ser objeto de ataques o discriminación. Fue un gran silencio que duró por muchas décadas. Gracias a la búsqueda de algunos autores y su perseverancia investigativa y la permisibilidad de las fuentes es que tenemos acceso a algunos de estos testimonios. Una de las necesidades más urgentes para hoy es indagar en los territorios donde se dio la rebelión la existencia de fuentes primarias, familias, personas presenciales directas, quienes hayan sobrevivido, antes de que el reloj vital nos cierre esa posibilidad. Con las voces recogidas por los estudiosos y las fuentes primarias recabadas quedó de manifiesto el uso de las estructuras del Estado, no solo de los órganos convencionales de represión, sino de la trama estatal en el exterminio de la población indígena del occidente de El Salvador, lo que apunta que allí se ejecutó un genocidio cultural, que alcanzó a trastocar la identidad, cultura, usos y costumbres de los pueblos indígenas de aquella región. Los otros trabajos citados a lo largo de estos diálogos carecen de estas fuentes primarias de las víctimas o son escasas. Por ejemplo, el trabajo de Lindo, Ching y Lara se centra en el análisis de la obra de Roque Dalton sobre Miguel Mármol, pero más allá de considerarlo una fuente que para nuestro estudio sobre el genocidio cultural de 1932 es importante, ellos resaltan una análisis literario del autor y lo califican más como una exposición narrativo literaria que un testimonio que describe la realidad de los eventos de la rebelión y la respuesta represiva del gobierno dictatorial. 236 Ídem. 108 De hecho, Miguel Mármol es más un collage que refleja la presencia de una gama amplia de fuentes e influencias. Entre éstas, Dalton fue el factor decisivo. Sometió las palabras del Dalton --- o al menos las que trascribió como tales --- a un proceso de re-configuración narrativa. El proceso a veces, alteró su significado en tanto se agregaban o quitaban palabras y se les utilizaba para adornar una trama imbuida con significación política…”237 Bajo esta óptica, los relatos de Mármol serían inútiles para nuestro estudio y profundidad de caracterizar las masivas matanzas como un genocidio cultural, sin embargo, apelando a los elementos que constituyen este concepto a la luz del derecho internacional como hemos visto en el capítulo I, las memorias interpretativas, la obra de Roque Dalton, con base en hechos irrefutables como los otros testimonios de sobrevivientes, son compatibles en tanto se encausan en determinan la existencia de un crimen de lesa humanidad como lo fue el del 32. A mi juicio, el relato de Mármol, mediado por Roque Dalton, arroja destellos de interpretación sobre el genocidio cultural convalidado por la historiografía y las obras que he tomado como referencia crítica. Fuentes, Ching y Lara en un apartado previo a su análisis sobre Mármol, incluyen una entrevista a un sobreviviente, una de sus escasas fuentes primarias de las víctimas que para el momento utilizaron los autores. Un anciano residente de Salcoatitlán, Salvador Pérez (nacido en 1914), nos concedió una entrevista en el año 2000 durante la cual dijo haber visto una masacre en la plaza central del pueblo… “Los soldados alinearon a los hombres contra la pared de la iglesia y les dispararon”… y después se asomó y vio hombres muertos en la plaza y otros todavía vivos, que se retorcían y gemían.238 Así, este otro testimonio vivo nos indica lo que pasó en aquél lugar y se enmarca en la globalidad de los hechos de represión. Cuenta con credibilidad, puesto que se trata de una persona presencial de los hechos a pesar de que los narra después de 68 años con todo y las influencias histórico narrativas que ha vivido en todo este tiempo. Lo mismo que el texto de Roque Dalton, las fuentes en ambos casos son FUENTES, Lindo y otros. Recordando 1932: la matanza, Roque Dalton y la política de la memoria histórica. Pág. 207-208. Ed. FLACSO El Salvador, San Salvador, 2010. 237 238 Ídem. Pág. 55. 109 primarias y por lo tanto útiles para nuestro propósito de señalar el genocidio cultural. Los textos de Thomas Anderson, El Salvador 1932; Rafael Lara, Política de la Cultura del Martinato; Alfredo Parada, Maximiliano Hernández Martínez, ascenso y caída del general; Erik Ching, Virginia Tilley y otros en Las masas, la matanza y el martinato en El Salvador; Erik Ching, El Levantamiento de 1932, El Salvador historia mínima; Rafael Guidos, El ascenso del militarismo en El Salvador; y Joaquín Méndez, Los sucesos comunistas en El Salvador, carecen de fuentes primarias de lado de las víctimas, lo que refleja una ausencia metodológica en las narraciones sobre los acontecimientos de 1932 y en un grado importante para el análisis que estamos haciendo sobre la determinación del genocidio cultural desde la visión de los vencidos de aquellos momentos. En el 78 aniversario del genocidio cultural de 1932, la Alcaldía del Común, organización comunitaria de los pueblos indígenas de Izalco, realizó una conmemoración para rendir honor a los 30 mil muertos que reconocen como mártires indígenas de Los Izalcos. Fueron invitadas cuatro personas mayores, sobrevivientes de aquellos sucesos que marcaron profundamente la historia de El Salvador, a exponer sus testimonios. Con la asistencia de alrededor 300 personas en el sitio El Llanito, a un lado de la Iglesia, solo una persona logró hablar entre lágrimas sobre los sucesos, mientras las otras no lograron articular frases para describir el horror vivido y que permanece como un tatuaje en la memoria de estas personas. El hecho es que fue un valiente intento de hacer público lo que las comunidades y pueblos recrean de generación en generación y de voz en voz, en el silencio familiar, pláticas comunitarias o prácticas de conmemoración colectivas propias de los pueblos originarios que aún perviven. El testimonio de Catalina Cortez fue el siguiente: Vinieron las tropas, descargaron su furia contra la gente. Murieron por montón. Aquí los apilaron y los tuncos los comieron como si fueran desperdicios. Esos fueron los soldados que vinieron a sacar a los hombres de las casas, los hicieron llamar para perdonarlos pero los pusieron en fila y los mataron. Eran muchos, muchos, muchos. Vociferaba la misma muerte. Vinieron en varias direcciones, entraron por Atecozol, por la calle principal y robaban a las mujeres o las violaban. Todo aquel que era indio era matado, mataron a mi padre, mataron a mi hermano, mataron a todos. Yo era una niña pero bien me recuerdo todo como si fuera hoy 110 mismo. (Llora y se detiene de la mano de su nieto Fredi Cortez, un indígena perteneciente a la Alcaldía del Común)239 Prosigue: Los fueron enterrando aquí de a montón y nadie más los desenterró. Allí están (señala un árbol) por eso este suelo es sagrado, porque están ellos, nuestros antepasados, nuestros pueblos indios, nuestra cultural. No nos dejaron nada, solo tristeza y así seguimos murieron con la tristeza. Llegará el día que se sepa toda la verdad, por eso vine porque me lo pidió mi nieto Fredi.240 Este breve, pero conmovedor testimonio, nos indica lo duro que ha sido para los sobrevivientes guardar los recuerdos del horror sufrido y el silencio que por décadas persistió por miedo, rencor y humillación. A partir de este relato-testimonio, busqué la posibilidad de entrevistar a las otras personas que no pudieron manifestar en esta ocasión sus memorias sobre los acontecimientos del 32. Mediante un proceso lento, paciente e integración a sus modos y costumbres, logré los primeros encuentros con los sobrevivientes en los años 2010 y 2011.241 Al cabo de un tiempo, conversamos sobre los hechos a partir de entrevistas que les hice. A continuación integro las partes esenciales de las entrevistas donde específicamente sobre el genocidio cultural de 1932. TESTIMONIO 1 Barrio de la Cruz, Izalco, Sonsonate. Entrevista con: Luisa Cruz Galana, Cofradía de los Izalcos. 90 años. 20 de enero de 2011. Alcaldía del Común. CORTEZ, Catalina. Testimonio narrado el 23 de enero de 2010 en Izalco, Sonsonate. En el marco de las conmemoraciones que realiza la Alcaldía del Común, seis personas adultas, sobrevivientes del genocidio cultural del 32 fueron invitadas por los mayordomos de los Izalcos para compartir sus testimonios ante los invitados al evento realizado en la tumba sagrada, conocida como El Llanito. 239 240 Ídem. Entrevistas de fuentes históricas testimoniales que se basan en aquellas que aportan datos, descripciones y opiniones sobre un acontecimiento o suceso presenciado. Para este caso del 32, el proceso fue definido en tres partes: a) integración al grupo entrevistado mediante asimilación cultural, reconocimiento territorial, usos y costumbres, y aceptación por dicho grupo desde el año 2009; b) selección de los entrevistados mediante un paciente trabajo de confianza y compromiso de difundir sus relatos, en 2010 c) entrevistas realizadas con la presencia de algunas de las Autoridades de la Alcaldía del Común, en 2011. 241 111 --- Doña Luisa, vemos que estos lugares realizan muchas actividades y festividades religiosas ¿Por qué realizan estos ritos, estos actos culturales casi todo el tiempo durante el año? --- 14, 15 y 16 de agosto conmemoran a La Virgen Muerta, a la cual velan como si fuera un muerto. Se realiza la profesión que es con blanco y azul y la Virgen se viste de rojo y amarillo, es la costumbre desde siglos tenerla así. Nosotros lo hacemos cada año. Tenemos en la memoria a nuestros muertos que son muchos. El 14 es la vela, el 15 la misa. --- ¿Ustedes recuerdan a sus muertos, a los del 32, los que se dicen murieron en las calles? --- Fueron muchos. Muertos por todas partes. Sí, los recordamos porque son nuestros familiares. Años de muerte. Los chanchos comían a la gente. Era de mucho miedo. Y ahora los recordamos allí en la Iglesia, en donde el Llanito. Allí están muchos. --- ¿Cómo los recuerdan, qué hacen en estos días de actos religiosos? --- Las mujeres son las que asumen unidas, haciendo las cosas de festividad. En lo de la virgen nunca se mató a reses, por respeto a nuestros muertos. Hacían chilayo, sopas, hacían las grandes peroladas. Atol también regalaban. Había torteadoras, se hacía una cofradía e incertadores de morro y allí cocinaban. También daban chile. Cada señora de la Cofradía, le daban su cargo. El cargo era de recibir la gente, la segunda era de repartir el café, la de tres le tocaba dar el almuerzo. Daban veladoras, otros las traían y las repartía y callamos por un tiempo recordando a nuestros muertos, son muchos, aquí murieron muchos. Eso se fue heredando de generación a generación y no olvidamos. ¿Qué vamos a hacer? --- ¿Cómo se organizan las conmemoraciones? --- Uno se hace mayordomo con consenso de la comunidad. Los eligen los pueblos. Ese mayordomo invita a la gente cada año. Se hacen las conmemoraciones aquí por voluntad propia. Y un requisito es tener compromiso de hacer las cosas, representar. Estas actividades son muy importantes porque es la forma en que nos comunicamos con nuestros muertos que ya no están, se fueron. --- ¿Todavía hay gente que hable su idioma natural, náhuatl? --- Náhuatl. Yo le he enseñado a hablar a una nieta. Y se les puede enseñar a más. Ya casi nadie habla. Cuando era uno niña no le enseñaban ese oficio. Antes sólo hablaban en náhuatl. Tutemuc: Padre Nuestro. Todas las familias platicaron así. Con los hechos del 32 perdieron la forma de hablar porque los perseguían, perdían todo. Pasaban hombres a caballo corriendo y le quitaban a la gente los refajos. A la gente la mataban y por eso ya no quisieron hablar así. Saqueaban y se metían a las casas y se llevaban los refajos, por eso mucha gente se quitó los refajos y se puso nahuas. Mataron a mi abuelito y un tío en el Carao, una finca. Nosotros encerradas, 112 con un tenamate y las tres piedras con un tecomal, la hoya de frijol y ya no se puede, ni podría traerse nada, nosotras encerradas dijimos cállate, no hablen decía mi abuela porque allí van los hombres armados, la tropa, y nosotros no sabíamos de que mi abuelo había muerto y mi abuela allí sentada, porque ni banquetas había, con un gran miedo de que se vayan a meter a la casa, pero de allí cuando vino un muchacho y fue a hablar con el papá, y tocó la puerta, al fin que dio el nombre y dijo Manuel, soy Manuel, el hijo de Nicolás Tihuén. Y entonces abrió la puerta mi abuelita. Aquí le traigo los caites ---dice Manuel--- porque a él ayer lo mataron por la ceiba, en un solar quedó. Y Valentín también por allí quedó y a tu papá también allí lo mataron e hicieron una matazón, y mi abuelita empezó a llorar y ella tenía un gallo, y se ponía a llorar y decía hay no, algo va a pasar aquí, algo y cabal los mataron. Muchos fueron a esconderse a las cuevas y muchos se salvaron y pasaban así las tropas, pasaron arriba, al lado de río y la sequía, viendo por donde están para matarlos. Así es como murió un tío, Pascual. No logró salvarse. No salíamos, por miedo. TESTIMONIO 2 Barrio de la Cruz, Izalco, Sonsonate Entrevista con doña Nicolasa de Jesús Chunco Domínguez. 89 años. Mayordoma de El Salvador del Mundo, Cofradía de los Izalcos. 23 de enero de 2011. Alcaldía del Común. --- Doña Nicolasa, usted era muy pequeña cuando los sucesos del 32 aquí en Izalco. ¿Se recuerda algo que nos indique esa fecha? --- El corre, corre, todos se fueron. Yo tenía 6 años y mi tía me llevó donde ella vivía, nos escondimos por muchos días y yo quería ver a mi mamá y mi papá Manuel Chunco. La tropa caminaba en la calle y cuando cantaba el gallo se venía un silencio. Mi tía Pedrina Chunco ponía agua a cocer, es la gran medicina, me dio, yo tenía fiebre, le hecha hojas de limón, y naranja, se hace un baño, le hecha sal. Para los pies hinchados y la fiebre. Yo no comprendí lo que pasa porque había llanto por todas partes. Las mujeres lloran y lloran. Yo dejé de ver a mi mamá, yo no la vi más… --- Había tropa entonces, significa que había militares del ejército que tomaron las calles y ¿Qué hacían allí? --- Todos se murieron. Los iban y los sacaban de las casas, los escuadrones de la muerte y los llevaba a matar y los que podían los aventaban al agua, allá por Atecozol. Los que anduvieron en eso murieron, mi tía me contó que los sacaron. Mi padre se salvó, y no lo encontraron nunca, se fue para la zona del Volcán huyendo, no sabía porque a los hombres los mataban y él, como era hombre, huyó. Él era bueno para trabajar, muy bueno. La tropa no lo miraba. No lo encontró 113 nunca y él regresó, pero mi mamá no regresó. Dicen que la llevaron y la enterraron, ella era trabajadora, vestía su refajo y su caites, y dicen que por eso la tomaron la tropa y la llevaron allá a la entrada de Izalco por el Llanito y quedó entre el montón de gente muerta. Pasó tiempo y salimos a buscarla, pero ya no la encontramos. Yo lloraba porque no la veía. La tropa seguía en las calles. La gente no los quería, no los querían, habían matado a todos. --- Doña Nicolasa ¿Supieron quienes mataron a toda esa gente? --- Los espíritus vienen. Y dicen fulano es. La tropa fue. 114 TESTIMONIO 3 Izalco, Sonsonate Catalina Cortez, sobreviviente masacre 1932. 90 años. Abuela indígena 28 enero de 2011. --- Doña Cata la otra vez usted habló allí en el Llanito sobre la masacre de indígenas en el 32, ¿Qué fue lo pasó? --- Mataban al que encontraban. Nos decían a los del pueblo „vayan a la iglesia‟, los escogían y a machetazos o con pistola en la nuca los ejecutaban de uno en uno hasta que no quedó ni un solo indio. Vociferaba la misma muerte. --- Según usted dijo perdió a toda su familia ¿cómo sucedió? --- Mi padre pasó cuatro días encerrado en la cárcel del pueblo, eso fue antes de los robos. Y lo supe porque mi tío me dijo que al quinto día a todos los compañeros de celda, algunos de ellos los mataron. También mis dos hermanos los mataron en la calle y siete mujeres fueron a buscarlos a recoger los cuerpos, pero fueron tomadas, violadas y colgadas. Yo escuché los gritos de la gente y me fui hacia el volcán donde permanecí como mi mama. Con miedo de ser encontradas por la tropa. 6 mujeres, niñas todas venían con nosotras y no hemos contado todo eso por miedo a que nos mataran. --- Supo Doña Cata, ¿quiénes fueron? ¿Quiénes mataron a la gente de Izalco? --- Fue el General Trompa, jefe de la tropa aquí en Izalco. Había más, Silvestre Morán, José Pachaca, Carlos Morán, Antonio Pachaca y Trompa. Yo sé sus señas porque mi mamá vendía sopa de pata en la iglesia y ellos iban a comer allí con grandes pistolones, así se movían (se mueve), eran de civil pero todos sabíamos que eran tropas, ellos se burlaban de nosotros, entre ellos platicaban y se burlaban de la gente pobre y de los indios. --- ¿Qué pasó con la gente, dónde las mataron y dónde quedaron sus cuerpos? --- Por todos lados. Montañas de muertos. Hasta los chanchos los comían, como si fueran perros comiendo desperdicio. Todos quedaron allí en grandes hoyos hechos por ellos mismos. Los mataron con pistola, con arma. Por todas partes quedaron a montones, nadie se atrevió a ir por los cuerpos, porque mataban al que se acercaba. Niños, mujeres, hombres. Muchos que yo conocí allí quedaron. Todos sabemos dónde quedaron, pero allí los dejaron. 115 TESTIMONIO 4 Izalco, Sonsonate Mario Matzin, Mayordomo de la Cofradía de La Unión de los Milagros y ex alcalde del común. 28 de enero de 2011. Alcaldía del Común. --- Don Mario, sabemos que es dura la experiencia del 32 para ustedes. ¿Cómo han logrado salir adelante con todo y esta experiencia? --- La mujer ha sido importante porque en 1932 todas las personas que eran indígenas y todo eso, especialmente los hombres, tuvieron que huir porque hubo una masacre. El general Martínez pensando que hacia la ley mandó a la tropa. En términos de 3 o 4 días mataron a 30 mil hombres dejando a la población terminada, ya a las mujeres cargaron con todo, ya en el 43 vino un ciclón, que era como un castigo como para limpiar toda esta tierra donde había corrido sangre. Mucha gente fue enterrada por montón en zanja y todo, incluso el Estado prohibió que vistiéramos con rojo. Llamaba sangre porque llamaba sangre, prohibido hablar en nahuátl, porque uno en su lengua podría reunirse y todo eso. Y en esos momentos estuvo a punto de desaparecer las Cofradías, nos quisieron recoger las imágenes para evitar las conmemoraciones y evitar aglomeraciones, porque si nosotros hablamos en náhuatl y ellos no podían identificar de qué estábamos hablando. Don Mario, ¿cuáles fueron las razones, las causas de esto? Todo antes del 32, la gente pobre era dueña de las tierras, vivíamos una vida feliz, pero no, eso nos vino a dar un giro de 360 grados. La mujer jugó un papel muy importante porque cuando se regresó ya había pasado la represión. Muchas mujeres se habían quitado el corte, se pusieron el vestido como personas particulares porque si andaban refajadas también eran comunistas, y todo eso. Se nos abolió el querer usar imágenes, de no hablar en náhuatl, de no usar el color rojo, porque eso decía sangre, uno era comunista, y muchos, verdad, fueron apresados después de la comuna, después de que en cuatro días se terminaron almas, niños, y en la verdad, adultos y mujeres, hubieron violaciones forzosas, se metían en los ranchos, violaban a las mujeres y lo poco que uno tenía se lo llevaron, porque se llevaban lo que uno tenía. --- Se cuenta que aquí uno de los líderes indígenas fue Feliciano Ama, ¿Lo conoció? Yo era un niño cuando oí hablar de él. La gente lo quería y todo eso. Compartía todo, dirigió esta Alcaldía del Común que yo también dirigí por un tiempo. Feliciano Ama era principal, Cacique del pueblo, de la villa de Dolores, y a él la tropa lo capturó y lo entregó a los ladinos ricos, ellos los ladinos ricos lo colgaron, lo mataron en la ceibita. Yo quisiera que el presidente Mauricio Funes indemnizara a la familia Ama, porque ha sido una familia sufrida que después de tener sus 116 tierras, después de la Comuna, se las expropiaron y eso ha quedado en el anonimato y ahora que el FMLN ha ganado la presidencia, yo sería en la idea que les diera el lugar a los indígenas, principalmente de Izalco. --- ¿Después de la masacre qué pasó con toda su cultura, sus tradiciones que hoy veo siguen practicando? --- Seguimos celebrando un poco, a pesar de que el gobierno mandaba a la Guardia. La chicha se puso en anonimato y enfrentaron a Guardias, pero siguieron celebrando pese a la represión. La amistad sobrevivió a través de las Cofradías, Nahulingo, Nahuizalco, Cuiznahuat, Jayaque, todos los pueblos se hermanaron, resistieron con sus muertos. A través del lenguaje que fue perseguido nos hemos entendido con los pueblos de alrededor y cercanos, y mantenemos la relación, la hermandad. --- ¿Dejaron de practicarse en algún momento? --- La mayoría de las tradiciones casi desaparecen. Dejaron de practicarse un tiempo, pero aún permanecen. Es un legado que seguimos trayendo de nuestros padres, de nuestros abuelos, que nos han enseñado a preservar la tradición y la costumbre en estos pueblos, y uno que esta viejo tiene que seguir enseñando, especialmente lo que es la fiesta de agosto que es la fiesta real de nuestro pueblo indígena y especialmente el mes de enero que es el de todos los muertos de todos. Fueron los cuatro testimonios registrados en mis encuentros con las personas, fuentes primarias, quienes hasta la fecha todavía vivían, solo Mario Matzin murió recientemente, este 14 de noviembre de 2011 a causa de la diabetes. Los que aún viven, puesto sabemos que existen todavía más personas en los alrededores de Izalco y otras regiones del occidente salvadoreño son fuente inagotable de información valiosa sobre la historia de 1932 que habría que buscar y profundizar, en tanto ellas y ellos consideren abrir curso a nuevas investigaciones y decidan hablar. Los cuatro testimonios de los sobrevivientes del genocidio cultural de 1932 fueron el resultado de una paciente incorporación a la vida de los pueblos indígenas organizados en la región de los Izalcos, en Sonsonate. Se trata de relatos e información primaria recabada, después de varias décadas de silencio, desde la visión de los vencidos, es decir, desde las víctimas. Si bien en esta investigación historiográfica se citan fuentes oficiales y fuentes interpretativas de analistas, ahora estos informantes anudan la tercera columna de 117 información elemental sobre los sucesos que estremecieron a El Salvador en la década de 1930. Los insumos orales sobre cómo perciben los hechos del 32 quienes sobrevivieron a los fusilamientos y matanzas masivas son de una riqueza inagotable para la continuación de las investigaciones sobre el tema en al menos tres vertientes: la narrativa silenciada sobre la historia de la rebelión desde el punto de vista de los pueblos insurrectos, la narrativa sobre el uso de la fuerza del Estado salvadoreño en aquél fatídico 1932, la narrativa sobre los efectos negativos a la cultural de los pueblos agredidos y víctimas sobrevivientes. En la primera entrevista, la señora Luisa Cruz Galana de 90 años de edad recrea en ideas sus vivencias en los momentos más crudos de los acontecimientos. A sus años logra recordar la muerte de sus seres queridos y personas cercanas de origen indígena, aquellos que formaron parte de la Cofradía de Izalco y que visiblemente fueron objeto de exterminio. En el marco de su alocución sobre las tradiciones culturales y festividades autóctonas, ella mezcla imágenes de sus ritos a sus muertos considerados como de vital trascendencia para la comunidad indígena con pasajes de los actos de represión militar. Reconoce a los actores que ejecutaron genocidio: Muchos fueron a esconderse a las cuevas y muchos se salvaron y pasaban así las tropas, pasaron arriba, al lado de río y la sequía, viendo por donde están para matarlos.242 Recuerda que su padre, su tío y otros familiares fueron asesinados en los lugares donde fueron fusilados amplios contingentes de indígenas. De allí que la muerte de un ser querido representó la muerte de una comunidad con lazos y tradiciones identitarias propias. Vivieron en comunidad, pero también fueron agredidos en colectivo. De allí de que los muertos para ellos son raíz de vida individual y comunitaria, los reconocen en su presente como antecesores directos de su arraigo étnico territorial y memorial: “Tenemos en la memoria a nuestros muertos que son muchos”, señala Cruz Galana en sus relatos, al tiempo que reconoce que esos muertos fueron eliminados en condiciones deplorables, al ser 242 Entrevista con Luisa Cruz Galana, sobreviviente del genocidio cultural. 20 de enero de 2011. 118 regados y amontonados por todos lados, sobre todo en ese lugar que al pasar de los años se convirtió en templo de oración, rito, memoria y dignidad conocido como el Llanito, a un lado de la Iglesia de Asunción en Izalco. Pese a la catástrofe que significó el genocidio cultural poco a poco las comunidades originarias fueron luchando por su restablecimiento, guardaron costumbres y actividades culturales muchas veces en silencio y herméticas, otras tantas lejos de los espacios públicos y más en los espacios comunitarios que con dificultad siguen preservando. Este relato está lleno de imágenes culturales, la conmemoración y la idea sobre la muerte, así como de momentos cruciales en la historia del occidente salvadoreño. Se trata de una narrativa rica en contenido para nuestros fines, donde la tradición originaria se manifiesta y habla en voz alta denunciando el genocidio cultural de 1932. En la segunda entrevista con Nicolasa de Jesús Chunco de 89 años, el relato es más claro respecto a la anterior en el sentido de identificar loa autores directos del genocidio cultural, los militares, las tropas. Explica que la pérdida de su madre a manos de los militares: Pero mi mamá no regresó. Dicen que la llevaron y la enterraron, ella era trabajadora, vestía su refajo y su caites, y dicen que por eso la tomaron la tropa y la llevaron allá a la entrada de Izalco por el Llanito y quedó entre el montón de gente muerta. Pasó tiempo y salimos a buscarla, pero ya no la encontramos. Yo lloraba porque no la veía. La tropa seguía en las calles. La gente no los quería, no los querían, habían matado a todos.243 Doña Nicolasa Chunco identifica claramente a los perpetradores de las matanzas de indígenas: “Los espíritus vienen. Y dicen fulano es. La tropa fue.” Al pasar de los años las ideas sobre los acontecimientos mantuvieron a Nicolasa con el reconocimiento primario de quienes fueron los autores. Aún con las décadas de silencio, ella deja entrever que su memoria se mantuvo fresca sobre los hechos del 32. Este testimonio mantiene una fuerza en tanto que es testimonio ocular de los hechos y nos sirve para comprender que los actores principales de las matanzas fueron militares. Este testimonio comparte análisis en la historiografía y las fuentes oficiales tratados en esta tesis de que los autores de las muertes de la población 243 Entrevista con Nicolasa Chunco, sobreviviente del genocidio cultural de 1932. 23 de enero de 2011. 119 fueron militares. Este testimonio de fuente primaria es irrefutable en tanto surge a partir de una vivencia y las percepciones de quien sobrevivió a los hechos de horror. En la tercera entrevista, Doña Catalina Cortez de 90 años mantiene un discurso todavía más contundente sobre la responsabilidad militar. Aquí describe la acción criminal de las masacres dirigida abiertamente a los indígenas: Mataban al que encontraban. Nos decían a los del pueblo „vayan a la iglesia‟, los escogían y a machetazos o con pistola en la nuca los ejecutaban de uno en uno hasta que no quedó ni un solo indio. Vociferaba la misma muerte.244 Al igual que las fuentes primarias anteriores, ella perdió a familiares cercanos. A dos de sus hermanos, quienes fueron colgados como a las siete mujeres que fueron a reclamar los cuerpos de estos indígenas. Incluso va más allá en su testimonio, pues cuenta con nombres de los presuntos autores directos de las muertes en Izalco: Fue el General Trompa, jefe de la tropa aquí en Izalco. Había más, Silvestre Morán, José Pachaca, Carlos Morán, Antonio Pachaca y Trompa. Yo sé sus señas porque mi mamá vendía sopa de pata en la iglesia y ellos iban a comer allí con grandes pistolones, así se movían (se mueve), eran de civil pero todos sabíamos que eran tropas, ellos se burlaban de nosotros, entre ellos platicaban y se burlaban de la gente pobre y de los indios.245 Doña Catalina fue una de las pocas personas que dieron testimonio en el acto organizado por la Alcaldía del Común en Izalco en enero de 2009, cuando por primera vez en la historia un grupo de ancianos sobrevivientes habló en público a la sombra de la ceiba en el Llanito, donde yacen según los cuerpos de los propios indígenas, los restos de miles de personas fusiladas o ultimadas con el tiro de gracia en la nuca los días 24, 25 y 26 de enero de 1932. Su relato claro y preciso se mantiene en la memoria colectiva de los pueblos de Izalco, manifestado el 23 de enero de 2009 cuando un grupo de mujeres se acercó a ella llorando luego de su testimonio estremecedor como un indicador que compartían la misma historia pero ahora contada desde una fuente sobreviviente. 244 Entrevista con Catalina Cortez, sobreviviente del genocidio cultural de 1932. 23 de enero de 2011. 245 Ídem. 120 En la cuarta y última entrevista a Don Mario Matzin, él explica con mayor detenimiento los acontecimientos, quizá con una acumulación de narrativas que holló o estudio a lo largo de estos años y como uno de los dirigentes históricos de la Cofradía. El mismo fue alcalde del común en periodos anteriores, lo que le permitió acumular versiones, historias, narrativas, relatos y dichos en torno a los acontecimientos, así como por su propia experiencia directa en ellos. Articula un mejor discurso y ya no ve solo directamente a los militares como ejecutores directos del genocidio cultural, sino que identifica a la piedra angular del régimen, el presidente Maximiliano Hernández Martínez: El general Martínez pensando que hacia la ley mandó a la tropa. En términos de 3 o 4 días mataron a 30 mil hombres dejando a la población terminada… Mucha gente fue enterrada por montón en zanja y todo, incluso el Estado prohibió que vistiéramos con rojo.246 Este relato apunta también no solo a la destrucción física de colectivos indígenas, sino a otra arista del genocidio cultural que es la destrucción de organizaciones culturales y políticas propias de los pueblos locales, por ejemplo las Cofradías. Dice que en aquella época, esta organización político cultural heredada de las tradiciones prehispánicas y reconocidas después por la Corona Española en el periodo de la Colonia, estuvo a punto de desaparecer con todo y sus modos propios comunitarios. Nos quisieron recoger las imágenes para evitar las conmemoraciones y evitar aglomeraciones, porque si nosotros hablamos en náhuatl y ellos no podían identificar de qué estábamos hablando. Aquí incluye esos otros elementos que dan cuerpo al genocidio cultural, la destrucción de la lengua, las costumbres, los elementos que dan identidad como la vestimenta y sus ceremonias culturales propias. Se trata de un elemento especial de análisis y narrativa discursiva. Esta cuarta entrevista, de una fuente principal logra englobar los efectos, sin mencionar el concepto más acabado del genocidio cultural, 246 Entrevista con Mario Matzin, sobreviviente del genocidio cultural de 1932. 30 de enero de 2011. 121 tanto el exterminio de indígenas, ya considerado un genocidio cultural, como la destrucción del sus manifestaciones tradicionales. 4.- Conclusión En este segundo capítulo, pusimos a prueba el concepto de genocidio cultural con las narrativas recogidas de los diversos estudios que evocan fuentes primarias y las reinterpretan sobre los sucesos represivos de 1932. Logramos, a partir de ellos, verificar la existencia de los elementos que dan consistencia y contenido al concepto propuesto como idea central en esta tesis que explica mejor los sucesos de aquél entonces. Logramos reflejar el ambiente de racismo imperante en esos momentos que enfatiza la línea de investigación étnico-cultural para reconocer el contexto previo, durante y después de la represión. Además hilamos citas oficiales o miembros del gobierno del General Maximiliano Hernández Martínez que asumen responsabilidad directa sobre los actos de represión, lo que es una avance en las investigaciones ya que con fuentes primarias e interpretativas, alcanzamos a citar los elementos de planeación, ejecución y consecución de las matanzas y sus efectos destructivos de un colectivo nacional étnico. También recabamos citas de los autores sobre fuentes primarias de las víctimas de la represión, de los civiles y de los indígenas que aunque son pocos, reconocen la versión sobre la responsabilidad del Estado en la ejecución del genocidio cultural de 1932. Con esto abrimos un sendero para la búsqueda más profunda de fuentes primarias sobre todo de aquellas que forman parte de las víctimas sobrevivientes. Con un análisis sobre los métodos de la criminología aplicada por las estructuras de seguridad del Estado salvadoreño en el 32, particularmente de la Policía Nacional, logramos mostrar el uso político y racial de los métodos judiciales que en nombre de la modernidad y la ciencia investigativa de los crímenes se aplicaron mecanismos de criminalización racial y política. A partir de citar a los boletines oficiales del cuerpo policial logramos identificar sesgos raciales e ideológicos en los arrestos al percatarnos de que por los aspectos físicos y por ser comunistas fueron detenidos cientos de personas, luego de los acontecimientos represivos con mayor énfasis en 4 municipios del occidente salvadoreño, Sonsonate, Ahuachapán, 122 La Libertad y Santa Ana. También con el estudio de los textos de formación policial logramos ver la base ideológica del accionar de la policía, la criminología antropológica, donde el énfasis racial predomina para la aplicación de la ley según los cánones científicos del positivismo en boga. Aquí cabe destacar también la ofensiva ideológica de los medios de comunicación contra la rebelión de los indígenas como una norma que se impuso en las pautas y coberturas informativas. El diario El Día formó parte de este complejo mediático de criminalización racial al señalar a los pueblos indígenas como hordas comunistas. A partir de allí logramos develar el discurso racista del Estado salvadoreño y los grupos de poder y de la élite dominante. Con base en ideologías supramacistas y racistas, la rebelión calificada de comunista fue deslizada a la supresión de las libertades democráticas y el aplastamiento de los pueblos originarios. Reconocimos que “el comunismo” como concepto se deslizó abiertamente por el régimen y sus detentadores al concepto de “los indios.” Ser indio en el 32 equivalió a ser comunista y viceversa. Por último, logramos introducir la visión de los vencidos en esta investigación como la tercera columna del andamiaje conceptual además de las fuentes oficiales e interpretativas. Testimonios recabados por los autores de los diversos estudios sobre el 32 y las entrevistas logradas con sobrevivientes de las matanzas nos pintan un cuadro narrativo explicativo sobre los hechos que conmocionaron la historia de El Salvador y que aún mantiene sus efectos de largo plazo como la invisibilización de los pueblos originarios sobrevivientes. La voz de los pueblos se mantiene y nos muestran que memoria, territorio e identidad siguen su paso pese a las adversidades. Con ello recreamos los acontecimientos que nutren nuestro planteamiento de nombrar con el concepto arraigado en la jurisdicción universal de los derechos humanos el genocidio cultural del 32 la represión ejecutada por la dictadura cívico militar del General Maximiliano Hernández Martínez. Con este análisis podemos enfocar los acontecimientos de aquella época. En específico, los hechos que sucedieron durante la insurrección y después de ella, las matanzas, fusilamientos en masa, torturas, ahorcamientos colectivos y persecución por sus rasgos físicos o filiación política o por sus ideas políticas, etc. Esto nutre aún más nuestro concepto de genocidio cultural. Para el caso de El Salvador, un país que 123 en su historia los crímenes de lesa humanidad y hechos similares se han realizado sin la debida y necesaria investigación, una normatividad referida a los crímenes del pasado y el genocidio cultural, será un instrumento de conciencia y de necesaria introducción. Para nuestro análisis, la historiografía presente y futura cuenta ahora con nuevas ideas, hipótesis y tesis basadas en lo étnico, comunitario e indígena, sobre todo en lo relativo a la insurrección del 32 y la subsecuente represión. En una visión panorámica, el genocidio cultural como término permite el análisis histórico de largo plazo y los debates en otras disciplinas, como lo son la jurisprudencia, la ciencia política y la filosofía. 124 Conclusiones generales Con el proceso de investigación para esta tesis de Maestría que comenzó prácticamente con la búsqueda de fuentes en tres líneas, oficiales, testimonial orales e interpretativas, se hizo un recorrido extenso en el laberinto de las ideas fijadas sobre el exterminio de miles de indígenas náhuatl pipil en 1932 en El Salvador. El resultado de cada paso dado permitió reconocer explicaciones diversas sobre los acontecimientos de ese momento, las caracterizaciones sobre la rebelión de miles de personas en la región occidental del país con marcada ascendencia de los pueblos originarios y las conceptualizaciones hechas por interpretes sobre la acción represiva del Estado. De tal manera que ubicamos conceptos contrapuestos que debaten narrativas sobre las causas, desarrollo y consecuencias del levantamiento social que cimbró las estructuras políticas y las conciencias de la época, así como de la respuesta violenta de la dictadura cívico militar liderada por el General Maximiliano Hernández Martínez para sofocarla. A partir de allí se reconoció que en la historiografía global del 32 se cuenta con diversos enfoques, algunos de ellos con más fuentes argumentativas que otros, pero que pintan un lienzo de ideas sobre lo que se piensa en torno al devenir de los acontecimientos y lo que realmente pasó con ellos en el 32. Por un lado, se apela a conceptos como el comunismo, la débil economía, la violencia rural o la etnicidad que articulan hipótesis y planteamientos, por el otro lado, se echa mano de fuentes del poder, civiles y de analistas para sostener sus argumentaciones, sin embargo, se vio que muchos de los trabajos hasta ahora hechos públicos han sido rebasados por nuevos elementos y nuevas fuentes no utilizadas hasta en la actualidad para rehilar las historias que tienen que ver con los hechos del tema en cuestión. A mi juicio, los estudios recientes sobre la etnicidad y causalidad étnica apuntan a nuevos senderos de investigación y desarrollan mejor las ideas fijadas sobre los hechos tratados y permiten desde una visión de las fuentes primarias testimoniales dar un giro a los análisis hasta ahora publicados. Desde una perspectiva de análisis de largo plazo, las causas de la rebelión fueron anidándose en 125 un proceso discontinuo y ascendente por décadas hasta el momento de su cenit: la explosión social. Ésta fue potenciada y permitida por un tipo de organización social comunitaria, con lazos identitarios propios trasladados de generación en generación por siglos de arraigo cultural. Fueron estructuras muy politizadas en los asuntos públicos que años atrás reclamaron libertades democráticas y la defensa de las tierras comunales, que fueron permitiendo preservar la cohesión étnica a las comunidades, solidez a los pueblos y colectivos originarios entretejidos por la amalgama de las Cofradías, estructuras de corporación en la Colonia, pero con una tradición ancestral de aquellos indígenas de la región como describe el historiador Pablo Benítez en su ensayo Los Cofrades Insurrectos.247 Por otro lado, los historiadores Gould y Lauria en su libro 1932 La Rebelión en la Oscuridad248 desarrollan en uno de sus apartados la identificación de una tensión social que cada día cobró mayor dimensión: la conflictividad étnica. De allí los estudios desembocan sobre la respuesta de la violencia institucional contra los indígenas, pese a la descripción institucional de combatir al comunismo, a la eliminación de colectivos humanos de origen étnico. No solo por su cantidad, sino por el énfasis en los fusilamientos de aquellos considerados rebeldes, “rojos” que fueron como revisamos en esta investigación señalados los grupos nacionales indígenas. También en la historiografía del 32 se apela a diversas descripciones teóricas conceptuales como matanza, masacre, asesinato en masa o etnocidio, pero para cada uno de estos términos se asume como dado, sin explicaciones ni definiciones metodológicas. Cada uno de estos conceptos carece de descripción y justificación discursiva. Todos los analistas dan por sentado estos hechos, aunque son verdaderos en algún sentido, también son imprecisos. Carecen de puntualización y abstracción teórico-metodológica con el fin de entender los sucesos históricos que significaron la destrucción física y cultural de amplios colectivos sociales, étnicos o religiosos de una nación que en 1932 fue sacudida por la experiencia traumática de desaparecer y BENÍTEZ, Pablo. “El Salvador, 1932: Los Cofrades Insurrectos.” Revista Cultura, Núm. 105 enero/marzo 2011. Pág. 100-120. Ed. Secretaría de Cultura de la Presidencia, El Salvador, 2011. 247 GOULD, Jeffrey y LAURIA, Aldo. 1932 Rebelión en la oscuridad. Ed. Museo de la Palabra y la Imagen, El Salvador, 2008. 248 126 aniquilar a miles de personas en pocas semanas con sus consecuencias devastadoras para la cultura originaria y la identidad salvadoreña. Mientras los autores citados se detienen en las conceptualizaciones clásicas, no se percatan que cuentan con elementos de contenido de aquel nuevo concepto que para este caso proponemos, el genocidio cultural, como síntesis de determinaciones narrativas, discursivas y la fijación de ideas sobre la historia salvadoreña. Por ejemplo, uno de los historiadores tratados es Erik Ching, quien en su ensayo “El Levantamiento de 1932” en el libro El Salvador Historia Mínima249, define el accionar del Estado como: Un horrible y trágico episodio, uno de los peores casos de represión estatal en la historia moderna de América Latina. El asesinato en masa consolidó a los militares en el gobierno, lo cual resultó en 50 años de dictadura militar, el más largo capítulo de ininterrumpido control militar en la historia moderna de Latinoamérica.250 Esta descripción contiene algunos de los elementos, materia prima, para la determinación del concepto de genocidio cultural, al reconocer la responsabilidad del Estado salvadoreño en el aplastamiento del levantamiento indígena en lo que se refiere al exterminio en masa. Incluso, es apoyada por la misma versión oficial que destaca el uso de la fuerza para controlar la insurrección. El propio de Ministro Guerra de la dictadura, el General Joaquín Valdés asumió la responsabilidad estatal, de los hombres de armas ni más ni menos que de un ejército constituido y el cual además siguió las directrices del gobernante Maximiliano Hernández Martínez durante y después de los ataques. La Secretaria a mi cargo se vio en la imperiosa necesidad de aumentar sus efectivos a fin de reforzar debidamente los cuarteles y poder restablecer la tranquilidad interior, imponer el orden y extirpar radicalmente aquellas manifestaciones antipatrióticas, malsanas y peligrosas.251 De allí que con base en los diálogos interpretativos y apoyos en fuentes nuevas, tanto oficiales como de las víctimas sobrevivientes, se logró proponer un concepto CHING, Erik. “El Levantamiento de 1932.” El Salvador Historia Mínima. Secretaria de Cultura de la Presidencia, El Salvador, 2011. 249 250 Ídem. Pág. 63. VALDÉS, Joaquín. “Declaración oficial del Ministro de los Ramos Guerra, Marina y Aviación.” Diario Oficial, 20 de febrero de 1932. Pág. 302. San Salvador, 1932. 251 127 general que dé pauta a nuevos caminos de interpretación en torno a la represión desatada. Se trata del concepto de genocidio cultural y su concomitante elemento de etnicidad. Con este término no solo se dio la crítica hacia los estudios hasta ahora hechos sobre el 32, sino que se subsumió los contenidos explicativos que los autores y las fuentes mantienen en sus discursos, para mostrar que esas mismas definiciones e ideas particularmente sobre la respuesta represiva del régimen, dan contenido sustancial al genocidio cultural que tiene su nacimiento como concepto jurídico en el desarrollo y desenvolvimiento constante de la jurisdicción internacional de los derechos humanos, y que ahora se permite desplegar hacia otras disciplinas del pensamiento como el caso de la historia de las ideas, historiografía o la filosofía. La voz genocidio cultural es propuesta como un eslabón más de los conceptos generados sobre todo en el siglo XX pero con alcances históricos que datan desde el inicio del periodo conocido como la modernidad que arranca con el nacimiento de los Estados nacionales y la promulgación en la Asamblea Constituyente de 1789 de los derechos del hombre y del ciudadano en Francia, luego de la primera insurrección popular en la modernidad conocida como Revolución Francesa que comenzó con la toma simbólica de la Bastilla. Luego de llegar al registro de experiencias traumáticas y hecatombes como los vividos en la Alemania nazi se alcanza la promulgación del delito de genocidio como antecedente directo del genocidio cultural. El genocidio, según la Convención de 1951 para la prevención y la sanción del delito genocidio aprobado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es descrito como: Cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: matanza de miembros de un grupo; lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; medidas destinadas a impedir el nacimiento en el seno del grupo; traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.”252 Esta declaración es asumida por todos los miembros, Estados y Naciones, de la ONU al reconocer que: ONU. Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. “Artículo II de Las Partes Contratantes.” 12 de enero de 1951. Pág. 84. En http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/260III 252 128 En todos los periodos de la historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad… (y) que es un flagelo tan odioso que necesita de la cooperación internacional… (y) las partes contratantes confirman que el genocidio, ya sea cometido en tiempos de paz o en tiempos de guerra, es un delito de derecho internacional que ellos se comprometen a prevenir y a sancionar.”253 Así, el genocidio como concepto alcanza un desarrollo importante, al punto de ser aceptado por todos los países del mundo, lo cual le da fuerza conceptual al ser un término de reconocimiento convencional y un derecho internacional. Como delito, el genocidio es definido en la Convención de 1968 sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad como imprescriptible, es decir, que se puede investigar y sancionar a los responsables, aún si esos actos no constituyen una violación del derecho interno del país donde fueron realizados, en cualquier momento, pasado o presente, vivos o muertos, los responsables en todo la historia moderna. En el artículo 1 de dicha convención se enlistan los crímenes que son imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido y dentro de ellos destaca el de genocidio: El delito de Genocidio definido en la Convención de 1948 para la prevención y la sanción del delito de genocidio, aun si estos actos no constituyen una violación del derecho interno donde fueron cometidos.254 Para nuestra propuesta analítica y conceptual, se retomó una parte sustancial del genocidio cultural, la que se define como todo acto consumado en destruir un colectivo humano en función de su origen. Así, este concepto de genocidio cultural es un término en pleno desarrollo y poco a poco va delimitando su margen descriptivo. Podemos decir entonces que para este trabajo el concepto alude a todo acto consumado de exterminio de un grupo nacional étnico y llegar a la conclusión que ese acto se cumple en los acontecimientos narrados por los autores primarios, fuentes oficiales y fuentes testimoniales de los sobrevivientes a la agresión, así como en las narrativas de los diversos autores que han interpretado los hechos de 1932 en El salvador. 253 Ídem. ONU. Convención sobre la Imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad. 26 de noviembre de 1968. Artículo 1. Pág. 51. En http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/2391XXIII 254 129 De tal forma que los conceptos genocidio, crímenes de lesa humanidad y genocidio cultural, en el marco de esta tradición crítica, enfrentados y relacionados a los acontecimientos, hechos y sucesos que se han ido presentando en el devenir histórico, son el resultado del desenvolvimiento y el desarrollo de concepciones y debates en torno a los derechos humanos. Pero estos términos, como se identificó aquí, nacen a la luz de los sucesos que marcan jurisprudencia universal, esto es, aquellos hechos que perturban, sacuden y engendran la violación de los derechos fundamentales y que en la época de la llamada modernidad no son pocos ni excepcionales. También se alcanzó a reconocer el desenvolvimiento de las memorias colectivas de este concepto, al escudriñar en los intersticios de los discursos críticos y contra-narrativas en el periodo histórico llamado modernidad. La respuesta del uso del monopolio de la violencia detentando por el Estado nacional es enfocada a partir de los diálogos sobre los autores críticos de la modernidad, en una suerte de reflejo teórico de las manifestaciones del constructo histórico que emergió como un contrato social entre poderes, el Estado. Así, se logró descubrir el origen más remoto del término y lo integramos a los diálogos sobre las expresiones, acciones y manifestaciones del Estado salvadoreño en lo que respecta al 32. Algunos filósofos y pensadores tratados en la tesis, incluso, analizan ese periodo a la modernidad y llegan a la conclusión de que es una etapa de violación sistemática de los derechos del hombre y el ciudadano en nombre de nuevos mitos creados, dentro de ellos, el mito del progreso. En su obra monumental, Hacia una crítica de la razón mítica, el laberinto de la modernidad255, Franz Hinkelammert recorre las fases de este proceso histórico y concluye que se trata de otra etapa más de la historia donde se renuevan mitos. El gran mito que sustenta la modernidad hasta hoy --- aunque ya se está quebrando-- es el mito del progreso. Surge con la modernidad y le da de su alma: su alma mítica… Progreso que desde hace tiempo se está transformando en un monstruo… destruye la vida humana, por eso se transforma en un monstruo.256 HINKELAMMERT, Franz. Hacia un crítica de la razón mítica, el laberinto de la modernidad. Ed. Dríada, México, 2008. 255 256 Ídem. Pág. 57-58. 130 Desde los intersticios del pensamiento filosófico moderno en su versión crítica vamos analizando el desenvolvimiento de la modernidad hasta llegar a considerar los matices esenciales del genocidio cultural. Otro de los mitos de la modernidad, según estos analistas es la del proceso emancipatorio del atraso y la ignorancia de los pueblos y culturas que deberían civilizarse a imagen y semejanza de las culturas civilizadas occidentales. Esta idea hegemónica hasta nuestros días vigente ubica a aquél diferente, no occidental, indígena, asiáticos, africano, como alguien o algo que tiene que civilizarse, modernizarse, hacerse hombre ciudadano de un Estado civilizado, de un Estado sacrificial como lo define Franz Kafka y que calcula sus acciones. El mito del poder actual es la destrucción atropellada o la subsunción de culturas y comunidades por Estados modernos. Se trata de una dinámica homogeneizadora del mundo que provoca la muerte de la diversidad cultural. Y este, según las ideas de los autores citados de hecho comenzó con el proceso de colonización mundializada desde occidente, el cual se nombró descubrimiento de América. Ese primer choque del siglo XVI fue total entre lo antiguo y lo moderno. En ese momento clave se enfrentaron concepciones del mundo y del universo (Occidente y Mesoamérica)… en esta génesis de lo moderno y universal, 1492, nació el etnocidio y el genocidio. Ninguna obra civilizatoria está exenta de su labor destructora. La modernidad nace con la colonización como corolario. Con el sobreentendido de que el Occidente cristiano tenía la superioridad.257 Por otro lado, se logra poner a prueba el concepto de genocidio cultural a partir de los discursos e interpretaciones diversas de los autores citados a lo largo de esta tesis. Fuentes oficiales y testimoniales de las víctimas, sus memorias colectivas, que dieron pauta a la convalidación del término de genocidio cultural porque tanto unos como otros y los análisis interpretativos coinciden en que se usó la fuerza represiva del Estado hasta llegar al exterminio físico de miles de personas, mayoritariamente indígenas, nombradas o no nombradas así con su acepción étnica. Los autores Gold y Lauria recogen testimonios de la élite económica y pudiente de la zona que nos ayudarían a entender el sentir de esta clase respecto a los acontecimientos. El hacendado Don Gabino Mata declaró lo siguiente: 257 MATAMOROS, Fernando. Memoria y Utopía en México. Pág. 51. Ed. Herramienta Ediciones, México, 2009. 131 Los agricultores no aguantamos que nos toquen nuestros intereses… es inadmisible que nos toquen nuestros intereses, y esto no lo soportamos bajo ninguna razón o circunstancia o bajo pretexto alguno. Aquí estoy preparándome para defenderme y defender mi propiedad.258 Con los pocos testimonios oficiales encontrados, ya que fueron desaparecidos o escondidos por el régimen, podemos deducir que la represión perpetrada por la dictadura de Martínez fue asumida oficialmente. Material encontrado recientemente es una luz en la oscuridad sobre los sucesos. De tal manera que el golpe represivo se fue preparando, según estas versiones, con antelación. Los sucesos sangrientos de 1932, fijados en las memorias colectivas contaron con una planificación sistemática que devino en muertes masivas de indígenas, adscritos a organizaciones comunitarias de tradición ancestral, cohesionadas y amalgamadas a través de su historia de identidades culturales. De igual forma se descubrieron los discursos raciales en la época donde se registra una de las mayores y cruentas represiones en la historia moderna de la humanidad como lo fue el genocidio cultural de 1932 en el occidente del país centroamericano. Los discursos oficiales como de grupos de poder, tanto hacendados como directivos de los medios de comunicación, desplegaron opiniones adversas a los nativo y original, a los naturales como se les identificó a los indígenas. Religaron ideas raciales y pusieron en práctica teorías de criminología antropológica en una suerte de criminalización racial y étnica hasta generar animadversión de lo tradicional indígena, por eso también la generación de un consenso de las élites para tratar de esa manera tan violenta la represión con fusilamientos masivos y amontonamiento de cadáveres por miles en los campos donde se registraron los brotes de inconformidad que devinieron en rebelión. La “Antropología Criminal”259 se conformó como la guía de investigaciones para los análisis sobre cómo seguirles la pista a aquellas personas consideradas delincuentes, desde la sospecha abierta a partir de los rasgos físicos del individuo. MATA, Gabino. Diario Latino, 3 de febrero de 1932. En 1932 Rebelión en la oscuridad. Pág. 274. Ed. Museo de la Palabra y la Imagen. San Salvador, 2008. 258 Editorial. “Los Factores del Delito, Antropología Criminal.” Boletín Oficial de la Policía, órgano mensual de la dirección general del cuerpo. Pág. 43. No.5 año I, San Salvador, julio de 1932. Tomo 1, Museo Nacional David J. Guzmán. 259 132 El campo en que principalmente la policía está llamada a obrar es, sin duda alguna, el de la antropología criminal. Se diferencia de la historia natural, porque toma la fisonomía y el cuerpo humano de la historia natural del hombre o antropología, y así de esta nace la antropología criminal, que es precisamente la historia natural del hombre delincuente.260 Se trata de una manera de justificar la utilización de mediciones físicas, tamaño de los miembros y partes del cuerpo, como el color de piel, complexión, color de ojos, etc., como si éstos fuesen elementos que nos permiten “descubrir a los delincuentes”. Para 1932, este tipo de “métodos” de investigación fueron normalmente instrumentalizados con una carga ideológica de criminalización étnica. Con base en ideas sobre las razas humanas y la tergiversación del darwinismo y el origen de las especies surgieron tendencias en el siglo XIX y XX de pensamientos raciales como la eugenesia, el biologismo y el darwinismo social, postulados base para la criminología positiva y criminología antropológica. El Doctor en Filosofía Mario Oliva apunta en su tesis Ciudadanía e higienismo social en El Salvador261que el impacto de esta asimilación ideológica fue decisiva para la formación de ideas en las cuales el indígena era un ser dotado de rasgos inferiores. Lo más importante es que se buscó asimilar elementos ideológicos que finalmente reforzaron las tradiciones coloniales respecto de la concepción minusvalorada del indio y el mestizo…, se estableció así una programática ideológica que fue desarrollada ampliamente por los intelectuales oficiales, quienes ciertamente buscaron invisibilizar la realidad del indígena y el ladino, creando un modelo civilizatorio de tipo europeo.262 En esa tesitura discursiva el diario El Día, uno de los más importantes de El Salvador en la década de los 30, se sumó a la ola de criminalización de los insurrectos del 32. A partir del 1 de febrero de ese año, el rotativo comenzó a publicar en su versión vespertina una serie de entregas de un controversial ensayo titulado La Amenaza del Sub-Hombre. El diario explicó en qué se basó la decisión para su publicación: 260 Ídem. Pág. 43. OLIVA, Mario. Ciudadanía e higienismo social en El Salvador. Tesis para optar al grado de doctor en filosofía. Facultad de Postgrados de la Universidad Centroamericana (UCA). Pág. 88. Mayo 2011. En http://www.uca.edu.sv/filosofia/admin/files/1288365660.pdf 261 262 Ídem. Pág. 89. 133 El diario de El Día fue uno de los órganos de la prensa del país, que primero inició una ofensiva ideológica contra la ideas disolventes que ahora han culminado con disturbios de carácter comunista en los Departamentos occidentales de la República…, acudió a la publicación de folletos que distribuyó gratuitamente a sus abonados.263 Fue una ofensiva mediática con el fin de orientar la opinión pública contra la insurrección indígena al señalarla como el resultado de “perturbaciones sociales” y de la “fecundidad de los seres inferiores”.264 La pauta en las redacciones de El Día fue marcadamente racista. El texto citado y publicado en varias entregas a partir de esa fecha pertenece a Lohtrop Stoddard, uno de los más destacados ideólogos de la antropología racial y la eugenesia de inicios del siglo XX. El texto titulado El SubHombre trata sobre una caracterización que el autor hace de las revoluciones socialistas y señala que la revolución soviética de 1917 representó una revuelta contra la civilización. Según su concepción la manifestación de las clases proletarias en aquella revolución en un contexto de atraso económico y anclado en el pasado produjo una nueva situación radical, no sólo para Rusia, sino para todo el mundo, un nuevo escenario de caos e incertidumbre. Así lo explica el autor: La revolución social no es, como ya hemos visto, progreso sino regresión, no es un paso adelante para un orden más alto, sino una caída a un escalón menor. Por lo tanto, países como Rusia con trayectorias atrasadas sin posibilidad de civilización y establecidas en el salvajismo, la instintiva barbarie refractaria, son altamente susceptibles al atavismo revolucionario.265 Esto fue hecho con el fin de comparar esta idea sobre la revolución rusa con la rebelión de los indígenas en el occidente salvadoreño. Pero el diario no solo se dedicó a seguir cada día con su publicación, sino que mostró con lo que según considera como ejemplos, lo que pasaría en el mundo y ante ello llama al combate contra los comunistas y sus seguidores. EDITORIAL. “la Amenaza del Sub-Hombre”. Primera Entrega. El Día, Diario de la Tarde. Pág. 1. 1 de febrero de 1932. Año XII. Núm. 3,706. San Salvador, El Salvador. 263 264 Ídem. STODDARD, Lothrop. La revuelta contra la civilización. Pág. 179. Ed. Charles Scribnes Son‟s. 1924, Nueva York. La traducción es mía. En http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?view=1up;size=100;id=mdp.39015001671968;page=root;seq=13;orient=0 #page/n9/mode/1up 265 134 Así, en oriente como en occidente, en todo el mundo, cansado y sacudido por esta guerra, hay que encararla con una nueva guerra, la guerra contra el caos.266 Recién habían pasado los días más violentos por parte de las fuerzas militares de la dictadura, y la publicación de El Día significó una justificación de las matanzas de miles de indígenas, considerados bajo estas premisas racistas como comunistas o tendientes a ser liderados por éstos. Se trató de equiparar a los comunistas con los indígenas y viceversa. El historiador Rafael Lara Martínez intuye un deslizamiento del término “comunista” al término “indio” y logró entrever en los discursos de la época y de la gente considerada ladina que, al referirse con el concepto comunista, se referían a los indígenas. En el Repertorio Americano267, un semanario de origen costarricense dirigido por Joaquín García, Lara Martínez encuentra un texto titulado “La matanza de indios según Juan de Izalco”268 que analiza en su libro Balsamera bajo la guerra fría269, y el historiador concluye que los términos comunismo e indios, de alguna manera se traslaparon o fueron sinónimo en algún momento en las memorias presentes de 1932. Y su análisis se centró en algunos elementos: Nos detendremos a analizar tres aspectos específicos de este testimonio, a saber: el deslizamiento del término “comunista” hacia el de “indio”, la breve utilización de un imaginario crístico en un discurso marxista original, y lo que el autor llama la “razón política de la represión, la exagerada “matanza de indios”.270 A partir de este análisis, el autor ubica la prevalencia de un ambiente racista en El Salvador, con mayor nitidez en los momentos de las matanzas de indígenas y la persecución a la que fueron objeto en 1932. Rafael Lara Martínez concluye: “El anticomunismo disfraza un racismo a ultranza.”271 266 Ídem. Pág. 219. GARCÍA, Joaquín. El Repertorio Americano. Semanario de la Cultura Hispana. San José de Costa Rica. 19191958. 267 STODDARD, Lothrop. La revuelta contra la civilización. Pág. 138. Ed. Charles Scribnes Son‟s. 1924, Nueva York. La traducción es mía. En http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?view=1up;size=100;id=mdp.39015001671968;page=root;seq=13;orient=0 #page/n9/mode/1up 268 269 LARA, Rafael. Balsamera bajo la guerra fría. Ed. Universidad Don Bosco, San Salvador, 2009. 270 Ídem. Pág. 140. 271 Ídem. Pág. 149. 135 Por otro lado, se logró de igual forma sostener una línea argumentativa desde las ideas y memorias de los pueblos agredidos, es decir, de las víctimas en voz de los sobrevivientes. Al integrarse las voces que pueden dar fe sobre los acontecimientos, se logró levantar la tercera columna que realmente faltaba de edificar en la historiografía sobre el tema: las versiones de los vencidos, las víctimas sobrevivientes. Estas voces han sido muy escasas en los análisis anteriores y esto a causa de varias razones, por ejemplo, el silencio de décadas o la invisibilización como fuente creíble para los estudios historiográficos sobre el 32. Desde mi punto de vista, las fuentes primarias de las víctimas eran un pendiente fundamental para la historia de las ideas en El Salvador. Estos testimonios orales son de una riqueza inagotable de información, sobre todo de las memorias colectivas de los pueblos indígenas de los Izalcos que, pese al pasar de los años, lograron recrear uno de los episodios más dramáticos de su vida como colectividades humanas, como pueblos con identidad propia. De allí la necesidad de continuar con el proceso de adaptación e integración a sus estructuras sociales y comunitarias con el fin de registrar y sistematizar sus memorias históricas. Por último, con este estudio abonamos a la tradición historiográfica iberoamericana de reflexionar en voz alta desde los orígenes de los acontecimientos y los pensamientos a su alrededor. Pensar las memorias colectivas desde la periferia, es decir, desde los territorios donde se dan vida interpretativa permite acrecentar el bagaje de ellas desde nuestras realidades. Repensar el 32 es fijar las memorias que dan identidad a El Salvador. 136 Bibliografía y documentación consultadas --- ADORNO, Theodor. Crítica, cultura y sociedad. Ed. Siglo XX, México, 1989. --- ADORNO, Teodoro y HORKHEIMER, Max. Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos Filosóficos. Ed. Trotta, España, 1998. --- ADORNO, Teodoro. “La Educación después de Auschwitz.” Radio Hesse, 18 de abril de 1966. 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