ARGENTINA EN LA ENCRUCIJADA: AVANCE NEOLIBERAL O SEGUNDA OLA NACIONAL POPULAR Apuntes sobre la situación nacional CEFIPES·MARTES, 20 DE FEBRERO DE 2018 Por Gabriel Esteban Merino Introducción: resultado electoral y hegemonía Los resultados de las elecciones legislativas de 2017 significaron un avance de la Alianza Cambiemos (PRO-UCR-Coalición Cívica/ARI) en el poder político institucional y en el terreno de la legitimidad. Ello le permitió revertir en buena medida una sus debilidades mayores al asumir en diciembre de 2015 el gobierno nacional: estar en amplia minoría legislativa, lo que obliga a negociacionesconcesiones a otras fuerzas políticas y, por lo tanto, a un mayor costo de transacción programática y de recursos. La Alianza cambiemos avanzó electoralmente a pesar de la mala situación económico-social. El PBI per cápita bajó en dos años el 1,4% y en términos de ingresos la diferencia entre el 10% más pobre y el 10% más rico se amplió de 16 a 20. Este aumento de la desigualdad, también se verifica en el índice de Gini que pasó de 0,41 a 0,428.[i] Es decir, la torta a repartir por persona es más chica y, además, el porcentaje para las mayorías populares es menor. A su vez, el nivel de actividad industrial todavía es menor al de 2015 en 2,7% y la cantidad de trabajadores industriales en manufacturas disminuyó en 135.702 entre diciembre de 2015 y septiembre 2017.Los empleos generados son de peor calidad, predominando los monotributistas (40,65% del empleo creado) y no mostró un crecimiento el empleo privado registrado (supuesto objetivo del gobierno)[ii]. Por su parte, la deuda tomada llegó a los 80.000 millones de dólares en dos años, batiendo récords en un nuevo inicio de ciclo de hiperendeudamiento para pagar déficit, sostener las transferencias de riquezas al capital concentrado y a grandes terratenientes y garantizar la consecuente fuga de capitales que sólo en 2017 llegó a los 22.148 millones de dólares[iii]. Por último, la inflación acumulada en dos años fue de 78,5%, índice que aumenta para las clases populares cuya canasta de bienes y servicios aumentó más que el promedio. 1 El avance de la Alianza Cambiemos en el gobierno implica un fortalecimiento del Bloque “Financiero Neoliberal” en el Estado. Una fortaleza material y simbólica (legitimidad) para avanzar en su programa y, en términos estratégicos, intentar resolver a su favor la crisis de hegemonía que se abre en 1999 y estalla en 2001. Desde dicho año, la fortaleza de los principales actores del bloque Financiero Neoliberal en el plano económico se ve condicionada por el avance de otras fuerzas que se fortalecen en el plano político y en el plano ideológico. Además, ello se refuerza por la fractura política al interior de dicho bloque, porque desde el Estado ya no logra articularse. En esta transición histórica nacional, pero también latinoamericana y mundial, que se manifiesta con total claridad a partir de 1999, las fuerzas nacionales-populares pretendieron resolver dicha crisis de hegemonía desde otro proyecto políticoestratégico (aunque no necesariamente hubo un solo proyecto) y, dominantemente, a través de la emergencia de la identidad kirchnerista. En 2011 aparecieron las condiciones para avanzar en dicho sentido, pero en el punto de máxima acumulación de poder por parte de las fuerzas nacionales-populares, articuladas mayoritariamente aunque no totalmente como “kirchnerismo”, comienzan a ponerse de manifiesto un conjunto de contradicciones, tensiones y límites, señalando el inevitable declive.[iv] No es casualidad que a partir de allí, el Frente para la Victoria o identidades afines, hayan tenido malos resultados electorales: 2013, 2015 y 2017. En esta coyuntura, el Bloque Financiero Neoliberal –así llamamos resumidamente a la articulación política-social en el poder del Estado tanto por su composición, su cosmovisión, por el grupo dominante al interior y por los rasgos principales del modelo de acumulación que impulsan— obtuvo fortaleza para acelerar el llamado “gradualismo”, que no es más que la aceptación por parte del gobierno de que no cuenta con la relación de fuerzas para imponer a fondo su programa y que puede avanzar a medida que va rompiendo resistencias. Ello se plasmó en tres leyes claves: impositiva, laboral y previsional. La resistencia popular que desató especialmente la reforma previsional horadó rápidamente parte de la legitimidad obtenida en las elecciones por la Alianza Cambiemos. Además, generó que un conjunto de resistencias de índole 2 dominantemente gremial-sectorial-social produzcan un salto cualitativo hacia la lucha político-gremial. Aunque las jornadas de diciembre no hayan contado con una masiva movilización de la CGT y de otros sectores, la mayor parte de estas organizaciones públicamente rechazaron la reforma, legitimando la protesta. Incluso, este proceso se tradujo en una unidad política coyuntural de la oposición parlamentaria, cuya foto reflejaba a los distintos sectores en que se ha fragmentando el “kirchnerismo” desde 2012. Por ello, la marcha convocada para el 22 de febrero puede significar un nuevo capítulo en este proceso de rearticulación político gremial de las fuerzas nacionales populares. Donde el núcleo de la lucha “de calles” vuelve a ser, como durante la etapa neoliberal de 1991-2001, la fracción de la CGT históricamente vinculada el MTA, la(s) CTA y el movimiento estudiantil, y las organizaciones sociales de trabajadores desocupados y/o de la economía popular en dónde hoy se destaca la CTEP. A ello debería sumarse, de forma oscilante, organizaciones de pequeña empresa y cooperativas urbanas y rurales crecientemente afectadas por las políticas de gobierno. La situación es que el Bloque Financiero Neoliberal no logra tampoco resolver la crisis de hegemonía a su favor como en 1991, aunque sea la fuerza dominante en el Estado y logre mantener la iniciativa. Su apelación a la represión y a la “nueva” doctrina de seguridad tiene relación con este aspecto crucial: la dificultad para vencer las múltiples resistencias populares a su agenda programática (que amenaza con dar un salto cualitativo de rearticulación de la fuerza político-social nacional popular) y la necesidad represiva que ello suscita en sectores que tradicionalmente impusieron su programa a sangre, fuego y genocidios. Ello indica la imposibilidad de consenso, de cierre hegemónico. Desnuda la naturaleza del dominio político, cuya disimulación ya resulta harto contradictoria con un gobierno del gran Capital concentrado atendido por sus propios gerentes, ya casi sin mediaciones políticas. En esta transición histórica y crisis del Orden Mundial, donde todo es descomposición y reconfiguración, la definición del sentido del devenir se encuentra abierta, en plena disputa. Por qué retrocedieron las fuerzas nacional-populares desde 2012 3 1) En primer lugar porque se hizo presente el clásico cuello de botella a nivel económico de los proyectos distributivos. Con una estructura económica desequilibrada (sector primario de gran productividad y sector industrial de baja productividad), profundamente extranjerizada y concentrada, y primarizada a pesar de ciertas políticas re-industrializantes, aparecen los clásicos problemas: la restricción externa (que se expresa como faltante de divisas); las crecientes pujas distributivas (que se traducen en inflación); los problemas de inversión (falta el “actor” dinamizante de la misma); los grandes problemas para la mitad de los trabajadores que se encuentran en negro (33% en el mejor momento), sobreviviendo con planes sociales, desocupados y subocupados (6% y 6% respectivamente en el mejor momento); una pobreza estructural (20%) que se desarrolla entre 1976-2001 difícil de revertir sin profundos cambios estructurales, cuya temporalidad es el largo plazo. Los problemas económicos y la imposibilidad de cumplir año a año con la promesa de un mayor consumo entra en contradicción con una matriz ideológica cultural con un fuerte componente consumista, propia del capitalismo financiero global actual (también denominado “capitalismo salvaje”). Dicho componente consumista y en gran medida la propia matriz ideológica del capitalismo salvaje, no fue sustituida por otra matriz, lo que se traduce en otro “cuello de botella” fundamental. 2) A nivel regional no se consolidó un bloque de poder tendiente a un Estado continental. Sólo a partir de allí es posible obtener la masa de poder suficiente en el escenario internacional actual para conquistar la justicia social, la soberanía política y la independencia económica. Sólo a partir de allí, desde la concepción del Estado Continental de la Patria Grande, es posible avanzar en los 6 ejes críticos que se disputan globalmente para construir mayores niveles de autonomía relativa y romper con el problema de la dependencia: desarrollo de un complejo científicotecnológico, acceso y disponibilidad soberana de los recursos naturales, desarrollo del complejo industrial-militar, autonomía financiera y monetaria, desarrollo de un sistema de medios de comunicación regional, matriz ideológico-cultural autónoma. 4 Esta debilidad regional se pone en evidencia con la ofensiva que comienzan las plutocracias occidentales (con sus contradicciones) a partir de 2011 para disciplinar a los poderes emergentes, configurando un enfrentamiento entre las fuerzas unipolares –con conducción del globalismo con núcleo en EEUU y el Reino Unido— y las fuerzas multipolares –con toda su heterogeneidad y matices, y con los contradictorios y disputados BRICS como protagonistas. El bloque regional latinoamericano, bajo el paradigma del regionalismo autónomo, siente dicha embestida cristalizada en la constitución de la Alianza Pacífico (2011-2012) entre otras cuestiones. Allí comienza su retroceso. En esta transición histórica, con todos los bloques acumulando poder exacerbadamente y disputando cada territorio, se profundiza o se retrocede. Y en general, salvo excepciones, las conducciones políticas y militancias de las fuerzas anti-neoliberales nunca tuvieron consciencia real y práctica de ello a nivel regional. No hubo real conciencia de lo más básico y elemental para pensar cualquier proyecto nacional popular en la región, más en la escala del poder actual: la necesidad de una estatalidad continental Latinoamericana (a veces dicha cuestión no va más allá de una idea romántica de Latinoamericanismo…). 3) A ello se le agrega un proceso de desarticulación de la fuerza político-social a nivel nacional, que superficialmente aparece como un problema de conducción: A) Se exacerban las contradicciones secundarias y varias tensiones devienen antagónicas, en lugar de resolver las contradicciones en el amplio y heterogéneo campo popular bajo la fórmula expresada por García Linera de las Tensiones Creativas, en donde las mismas sirven para profundizar un proyecto transformador. La muerte de Néstor Kirchner que, en el esquema de conducción con Cristina hacía el rol de articulador de la fuerza político-social, contribuye a que ello se profundice. Este problema se agudiza, además, en un escenario de frazada “corta”, con restricción externa y menor crecimiento, que exacerba una creciente puja distributiva y política entre el sector empresarial del “modelo” comandado por la Unión Industrial Argentina y los trabajadores representados por la CGT-CTA. Dicha puja se ve claramente en la Ley de Participación de los Trabajadores en las Ganancias Empresarias, la Ley de ART, las paritarias, la definición de la 5 conducción de la CGT, etc. Lo que resulta paradójico es que si el ala neodesarrollista y las demandas de la UIA se imponen a partir de 2011-2012, es este sector un componente principal del “massismo” en las elecciones de 2013 que fractura al FPV en la provincia de Buenos Aires. Y también paradójico resulta el accionar de la buena parte de la CGT que en las tensiones con el gobierno se posiciona en el ala popular-profundizadora pero que luego políticamente termina en distintos esquemas electorales conservadores. En realidad lo que sucede es que al desarticularse la fuerza político-social ningún sector por separado puede avanzar, por el contrario, sólo hay condiciones para retroceder. B) Se pone de manifiesto una ausencia de programa político estratégico para resolver los problemas, cuellos de botella y límites evidentes. Programa que no puede ser mero producto de la imaginación de una persona o un grupo de personas (“la conducción”) sino que emerge como ideas-fuerza que cohesionan y dan sentido al movimiento y se sistematizan y operacionalizan en la conducción. Del obvio fracaso de la consigna neodesarrollista “sintonía fina” que se impone en 2012 y 2013, con la cual se asume que en términos estratégicos el “modelo” era el correcto (y no de transición, un mero equilibrio producto de las relaciones de fuerzas existentes, por cuya naturaleza era incapaz de resolver los problemas que se vislumbraban), se retoma la consigna “profundización” pero sin un claro contenido y con una cosmovisión dominada por el “progresismo” de sectores medios sobre otras líneas del campo nacional y popular (que hace hincapié en un conjunto de importantes avances de derechos civiles pero deja de lado en la agenda cuestiones fundamentales como el sistema financiero, el comercio exterior, etc.). La última política contundente en tal sentido fue la estatización parcial de YPF a principios de 2012, paradójicamente en plena “sintonía fina” pero ante una impactante restricción energética que torpedeaba las cuentas externas y una perspectiva de vaciamiento y caída en picada de la producción de la principal petrolera estatal. C) A partir de 2011-2012 avanza en el seno de las fuerzas “nacionales-populares” (en su sentido amplio) una concepción de la organización que aquí llamaremos de “Orga” y con contenidos liberales por sobre la concepción “movimientista”, de la tradición nacional popular. Bajo esta concepción, una organización particular 6 (orga) lucha para aparecer por encima de las otras, como organización principal, como vanguardia del movimiento, como expresión directa del líder, y a partir de allí se desarrollar círculos concéntricos de conducción. Ello produce una crisis de representación en el movimiento nacional-popular, una profunda exacerbación de las tensiones que devienen antagónicas y un límite muy estrecho para el desarrollo de la fuerza político-social. No se produce un proceso de síntesis de los diferentes referentes de frentes y organizaciones, un pasaje de movimiento a frente, sino que por el contrario, el movimiento se fragmenta al intentar subsumirlo en un elemento particular. Con ello, vuelve a cobrar peso la estructura burocrática de jefaturas por sobre la estructura de liderazgos; se priorizan las formas instrumentales del poder (dinero, cargos, etc.) con que la organización construye, desde el aparato estatal, la subordinación de otras organizaciones y se desarrolla a si misma, por sobre la construcción material y moral de la fuerza: desarrollo y formación de cuadros insertos en territorios sociales. Además, como en este tipo de estructura organizativa vale más la “obediencia” (diferente a la organicidad) que la construcción-formación para ocupar posiciones de mando, los cuadros poseen cada vez menores cualidades, no están insertos en territorios y dejan de ser articuladores de demandas y de tensiones para ser poleas de transmisión vertical y unidireccional del sistema de jefaturas. D) Se inicia un creciente proceso de desarticulación de los grandes lineamientos en que podemos caracterizar a las fuerzas nacionales-populares: el progresismo popular (con un fuerte legado socialdemócrata y gran presencia en sectores medios), el nacional neodesarrollismo (con base en sectores pymes), la izquierda latinoamericanista y el peronismo (mayoritario y con importantes líneas internas, donde por momentos aparece como todas las formas anteriores y más allá).[v] En las elecciones de provincia de Buenos Aires de 2017 ello es claro, apareciendo estos lineamientos que mayoritariamente formaban el kirchnerismo hasta 2011, en distintas proporciones en tres candidaturas: Cristina Fernández de Kirchner, Florencio Randazzo y Sergio Massa. 7 Esta situación de desarticulación, que en gran medida brota de la invisibilización de las causas del retroceso desde 2011-2012, impide a las fuerzas nacionalespopulares expresar en la política a las luchas gremiales-sociales que se vienen dando contra las políticas de “ajuste” del gobierno. Así, el escenario electoral en 2017 continuó siendo propicio para la Alianza Cambiemos, a pesar de la situación económico-social que describíamos con anterioridad: las fuerzas nacionales populares desarticuladas, sin iniciativa ni programa estratégico, muchos sectores jugando de forma subordinada al gobierno para negociar aspectos particulares y con la candidatura de una Cristina aislada (a pesar de su liderazgo y gran caudal electoral) que sirvió al gobierno para construir, desde un enorme poder de fuego mediático, la antinomia Kirchnerismo vs Antikirchnerismo, desplazando el eje ordenador de la elección sobre dicha antinomia y no en las políticas actuales del gobierno y sus resultados en dos años de instrumentación. Qué es el bloque financiero neoliberal y por qué avanza Ni bien triunfa la Alianza Cambiemos identificamos que el “Bloque Financiero Neoliberal” (BFN) pasaba a controlar el poder político.[vi] Llamamos BFN a la articulación política-social que se produce entre las fuerzas político-sociales constituidas principalmente por las fracciones de clase y los grupos que dominan la economía argentina (cuyo núcleo son 50 grupos) y las elites que los circundan, quienes ejercen una gran influencia en el campo ideológico-cultural (a través de medios de comunicación, universidades privadas y think tank locales y transnacionales). También poseen una fuerte presencia en las estructuras jurídicas del país por su capacidad en la formación de cuadros y su influencia en las estructuras institucionales del ejercicio permanente de la dominación. La fuerza dominante dentro del BFN es la transnacional de origen norteamericano e inglés (angloamericana) y ello no sólo en el programa dominante del gobierno, su cosmovisión y alineamiento geoestratégico, sino directamente en el control de los principales lugares del poder ejecutivo. Los CEOs de las redes financieras del HSBC (británico), JP Morgan (norteamericano), así como de las empresas productivas pertenecientes estas redes financieras como la Shell (británica8 holandesa), Farmacity (fondo Pegasus) o Pampa Energía (Tavistock Group de Joe Lewis), se desempeñan en el Ministerio de Producción, el Ministerio de Finanzas, el Ministerio de Energía, la Jefatura de gabinete, etc. La alianza con la oligarquía local también se expresa en forma directa con la presencia del expresidente de la Sociedad Rural Argentina en el Ministerio de Agroindustria. Y así podríamos continuar. Sin embargo, lo central es entender que este no es exactamente un gobierno de CEOs, sino de las fuerzas político-sociales construidas por el gran capital concentrado y los cuadros, think tank, universidades y ONGs afines. Es decir, es un gobierno del capital concentrado y las tradicionales elites conservadoras, es el gobierno del núcleo de 50 grupos que controlan la economía Argentina, cuya fracción dominante es el capital financiero transnacional. De hecho, resulta llamativo, aunque en realidad forme parte de una tendencia global, especialmente en Occidente con crecientes procesos de plutocratización, que el capital concentrado en su forma dominante (financiera transnacional, que contiene-subordina en su interior las demás formas de capital) ejerza el poder a través de sus propios gerentes. Es decir, los gerentes de los negocios privados pasan a ser gerentes de los negocios públicos, convirtiendo más que nunca al gobierno del Estado en la junta que administra los negocios del gran capital. Existe un proceso de crisis que dinamita el sistema de mediaciones políticas y queda completamente al descubierto el dominio del gran capital. Bajo el gobierno del Bloque Financiero Neoliberal (BFN), el aumento sideral de los servicios públicos, la baja de las retenciones a las exportaciones del agro y su eliminación en el caso de las mineras, la baja del salario real, la desregulación de la tasa de interés cobrada por los bancos, la elevación de la tasa de interés, la baja en los aranceles a la importación de productos y la eliminación de protecciones no arancelarias, vuelve a constituir una profunda modificación de los precios relativos de la economía a favor de los 50 actores económicos que dominan nuestra estructura económica y en detrimento de los sectores productores de bienes para el mercado interno y de los trabajadores. 9 El cambio de precios relativos es para consolidar un modelo de acumulación financiero primario exportador, de bajo valor agregado y con salarios baratos, para competir como país periférico en la producción de excedente a apropiarse por las redes financieras globales. Para ello se aplica de forma sistemática, aunque con resistencias, el clásico recetario de políticas económicas del capital financiero transnacional. Este se compone de nueve políticas principales, conocidas como el programa neoliberal: 1- Administración de la emisión monetaria y aumento de la tasa de interés en beneficio de los actores financieros dominantes. 2- Disminución de impuestos a los altos ingresos (con la excusa de incentivar la inversión, pero que históricamente sólo aumentó los ingresos de los sectores más concentrados derivando en la fuga de capitales, la cual para pero fue cubierta con endeudamiento externo). 3- Abolir controles a los flujos financieros, flujos de información y libre comercio (perdiendo todo control soberano de nuestra economía). 4- Creación de desempleo (para quebrar la resistencia de los trabajadores y bajar sus ingresos) 5- Coerción sobre huelgas y/o movilizaciones, persecución a dirigentes gremiales y legislación “anti-sindical” para debilitar a las clases trabajadoras. 6- Recorte “gastos” sociales (se dice "gasto" y no "inversión" pública para deslegitimar) para convertir los bienes públicos en mercancías (salud, educación, etc. mercantilizados). 7- Privatizaciones 8- Endeudamiento externo (récord en dos años con 80.000 millones de dólares) 9- Promoción a las Inversiones extranjeras como motor económico, que profundiza la dependencia y el subdesarrollo (aunque la esperada “lluvia de dólares” ni asomó, salvo para la timba financiera, porque no hay perspectivas de valorización en la economía real). 10 Este programa no puede avanzar completamente ni consolidarse bajo un proyecto hegemónico porque no tienen la correlación de fuerzas suficiente. Pero día a día meten el cuchillo y ven hasta donde llegan. Hay tres cuestiones cruciales en el desarrollo de la rearticulación del BFN. 1) el Foro de Convergencia Empresarial creado en abril de 2014 constituyó un espacio fundamental de articulación política y programática del capital concentrado de la Argentina. En este sentido, se conforma un espacio que reunifica a las fracciones de capital dominantes y al llamado “círculo rojo”, en profundas contradicciones desde 1999 a 2008 y, desde 2008 a 2014, en una posición expectante para recuperar el poder político. Lo crucial es que el conjunto de fracciones identificadas con un programa neoliberal se unifican con la gran mayoría de los actores que conforman en 1999 la conducción del Grupo Productivo (UIA-Techint, CAC, CRA), en 2000 el Frente Productivo (GP más cámaras pymes) y en 2001 el Movimiento Productivo Argentino (PJ-Duhalde, UCR-Alfonsín, FREPASO) para quebrar el bloque en el poder y proponer la salida neodesarrollista en 2001 frente a la profundización del proyecto financiero neoliberal. A partir de la conformación de Foro de Convergencia Empresarial el gran capital concentrado decide expresarse de forma unificada, ya no sólo a través de mediaciones (fuerzas políticas afines, think tank, medios de comunicación propios, etc.) sino de forma directa y sobre cuestiones político-estratégicas (proyecto de país) además de cuestiones gremiales-corporativas. Y para ello emiten un documento programático, que luego tomará como propio la Alianza Cambiemos. Igualmente, las contradicciones entre diferentes fracciones de capital continúan existiendo, por ejemplo en la profunda batalla en torno a la tasa de interés que pagan las Lebacs o los niveles de apertura económica. Por otro lado, muchos de los sectores industriales más débiles de lo que fue el Grupo Productivo, aquellos que conforman una burguesía local industrial mercado internista (como De Mendiguren y ese sector de la UIA), se expresan contrarios a la actual política de gobierno. En el ballotage de 2015 jugaron o incluso pasaron a formar los equipos técnicos de Scioli (por ejemplo Miguel Peirano). 11 2) La conformación de la Alianza Cambiemos y el fortalecimiento del PRO como partido político, con características propias. El PRO se consolida, desde la capital federal y la “city”, bajo un nuevo formato de partido político pro “mercado” (forma que invisibiliza al gran capital monopólico transnacional). Este formato guarda relación con el partido de promoción de candidatos que describía Weber a principios del siglo XX en los Estados Unidos, que emerge en contraposición al partido ideológico de masas (policlasismo en función de un programa y un conjunto de ideas fuerzas, que conforma una estructura de dirigentes, militante y afiliados movilizados). El PRO, al igual que los partidos políticos de las fuerzas plutocráticas de occidente, adquiere una nueva estructura dual conformada, por un lado, 1) por candidatos (que deben ser vendibles como paquetes de papas fritas) y cuadros estratégicos formados como CEOs y algunos dueños del Gran Capital, 2) multimedios oligopólicos de formación de opinión y ONGs, 3) audiencia y clientes. Históricamente, un medio o sistema de medios de comunicación puede ejercer funciones de partido, pero esencialmente en cuestiones de conducción teórica, en términos indirectos. En la actualidad ello cambia y pasa a ser el componente central de articulación teórica y práctica. La base de audiencia (máximo momento de desorganización, individualización, relación asimétrica de poder) y clientes constituye la “gente”, masa informe y consumista, nueva plebe de la aristocracia financiera global. No existe ya el ciudadano del liberalismo clásico, poseedor de derechos por ser integrante de una comunidad política, no por ser “víctima” o estar afectado o ser una minoría. Y menos aún el pueblo, sujeto clásico de los movimientos nacionales y populares, que pone de manifiesto la escisión de la comunidad política, y construye un sujeto colectivo de los oprimidos allí donde este se encuentra individualizado y aislado: como gente y como ciudadano. La insustancialidad, la falta de programa (público-mediático), la centralidad puesta en el marketing político con su uso permanente de palabras generales vacías de contenido y sin ningún significado concreto son los nuevos recursos de legitimación política de este paradigma –única forma de legitimar un proyecto profundamente excluyente y desigual, que históricamente pudo acceder al poder 12 proscribiendo políticamente y desplazando por la fuerza cívico-militar a las fuerzas nacional-populares. La cosmovisión dominante en Cambiemos es el globalismo, no el neoconservadurismo, aunque este sea parte de la articulación político-social (como Patricia Bullrich y en buena medida Elisa Carrió) y, obviamente, recupere también la tradición conservadora liberal con matices propios de las clases dominantes de Argentina. Esto la da al PRO y a Cambiemos la imagen de “nueva derecha” o de derecha moderna o derecha “new age”. El globalismo, cuyo núcleo es la city de Londres y Nueva York, tiene dos grandes líneas ideológico-políticas: el neoliberalismo y el progresismo financiero. Este último, cuya expresión sintética es la llamada Tercera Vía, constituye un reformismo al interior del proyecto de capitalismo financiero global con hegemonía angloamericana, que no pone en discusión el propio sistema, aunque concede reformas en derechos civiles y ciertos mecanismos regulatorios a la acumulación sin fin del capital para construir consenso en sus bases de sectores medios. Tony Blair, Gordon Brown, Obama, Al Gore o Santos en América Latina son claras expresiones políticas de esta línea. El globalismo, ya sea en su ala neoliberal como progresista, enfrenta al conservadurismo y a los ‘neocon’ con línea propia en el feminismo, el ecologismo, el indigenismo y los derechos humanos desde una perspectiva liberal. Expresa un reformismo en todos estos puntos que evita abordar el corazón de dichas contradicciones al evitar poner en relación al conjunto del sistema, a la naturaleza histórica del capitalismo financiero y salvaje, cada relación de subordinaciónopresión. (De este modo, por ejemplo, el ecologismo verde apunta al preservacionismo o a ciertas prácticas ambientalistas evitando abordar el drama ecológico como producto de un sistema de producción y consumo voraz, desigual y que explota a niveles imposibles al ser humano y a la naturaleza. El mundo y los pobres del mundo ya no aguantan más este sistema de explotación y descarte, parafraseando a Francisco. Y el crecimiento económico o la reducción de la pobreza bajo el actual modo de producción y consumo resultan ecológica y humanamente imposibles. Se impone un cambio profundo de rumbo. Y con urgencia.) 13 El otro elemento fundamental para la Alianza Cambiemos y el BFN fue la territorialidad capilar de la UCR a nivel nacional. Su penetración en el conjunto de provincias de Argentina le dio a la Alianza Cambiemos proyección nacional, posibilitando a la estructura de la UCR recuperar poder institucional (cargos) a cambio de ceder en la definición programática y ocupar un lugar segundario en el armado gubernamental. A su vez, estos sectores expresan un neodesarrollismo liberal-conservador y vestigios socialdemócratas al interior de la Alianza Cambiemos (como en la secretaría de política universitarias) que debate de forma subordinada al programa neoliberal dominante. Ello puede implicar fuertes contradicciones futuras. 3) A partir de 2011-2012, cuando comienza una ofensiva del polo angloamericano y sus aliados sobre las fuerzas multipolares (momento que se expresa con la guerra en Siria y en Libia, las tensiones en la península de Corea y en el mar de china, y la conformación de la Alianza Pacífico en América Latina), las fuerzas dominantes del BFN a nivel local encuentran condiciones favorables para re-articularse y avanzar en el Estado. [vii] Por ello y por las debilidades propias de las fuerzas nacionales-populares en la región, observamos que de un pico en el proceso de acumulación del bloque regional en 2010, cuando se conforma la CELAC –que viene de la conformación de la UNASUR en 2008, la cumbre del MERCOSUR en 2006 con la incorporación de Venezuela y la presencia de Fidel Castro, el No a la ALCA en noviembre de 2005, la conformación del ALBA en 2004— a partir de 2011 comienza una curva descendente, la cual no se ha revertido hasta hoy. Igualmente, nos encontramos en un proceso de amesetamiento de dicha pendiente descendente para las fuerzas nacionales populares a nivel regional y un posible cambio de etapa, con varias elecciones presidenciales cruciales en este año. ¿Nueva etapa? Lucha sociales, contradicciones del gobierno y condiciones internacionales 1) La situación internacional es de transición histórica, con una profunda crisis del Orden Mundial y agudización de la lucha entre polos de poder. Escenarios así siempre fueron de oportunidad histórica para las fuerzas nacionales, populares y 14 latinoamericanas y para el conjunto de los pueblos oprimidos: el Yrigoyenismo y el Peronismo se desarrollaron en escenarios similares al actual, en plena transición histórica del Orden Mundial, crisis económica mundial y lucha entre polos de poder. Este escenario no va a cerrarse en los próximos años. La disputa se da en mayor o menor medida en todos los territorios por lo cual, a la vez que escenarios de oportunidad histórica, también son escenarios de alta polarización y situaciones catastróficas para los pueblos en su enfrentamiento con imperios, oligarquías, fuerzas anti-populares en general que desatan genocidios, masacres, golpes, etc. También por la fractura interna de los pueblos y el desarrollo de antagonismos que pueden devenir en los casos más dramáticos en guerras civiles, en la cual intervienen de una u otra forma todos los polos y bloques de poder en pugna. Desde el punto de vista de la lucha entre polos de poder, la crisis se encuentra en su séptimo momento, el cual comienza con el triunfo de Trump en Estados Unidos, precedido por el triunfo del Brexit en el Reino Unido. Estos acontecimientos significaron la derrota política en el principal núcleo del poder mundial de las fuerzas globalistas angloamericanas, conductoras del capitalismo financiero global. La fractura del polo angloamericano debilita al principal polo de poder mundial. Sus principales efectos son: a) La fractura de la alianza “occidental” y del Norte Global, agudizándose las tensiones entre sus cuatro bloques constitutivos: Global Angloamericano, Continentalista Angloamericano, Germano-Francés, Japonés. La derrota electoral del globalismo puso en crisis sus grandes proyecciones geoestratégicas de poder, cristalizadas en el TTIP y el TTP, la expansión de la OTAN, la alianza militar del Asia Pacífico-Índico, la reconfiguración globalista del FMI, el BM y la OMC. b) El aumento del poder relativo de la alianza euroasiática cuyos pilares lo constituyen los polos de poder chino y ruso. El avance de la llamada Ruta de la Seda por tierra y por mar, “Una ruta un cinturón”, es una muestra de ello, así como el fortalecimiento de la influencia de China en el Asia Pacífico y en su proyección global. El avance tecnológico e industrial-militar de los polos Chino y Ruso, eclipsan crecientemente al Occidente geopolítico y el Norte global geoeconómico. 15 El triunfo parcial en Siria de la Alianza Rusia/Irán/Hezbollah/gobierno de Bashar Al-Assad, con la venia de China, sobre el Estado Islámico y las fuerzas apoyadas por la OTAN es un indicador del cambio de escenario. La “derrota” de Estados Unidos en Irak (país de mayoría chiita y con gran influencia iraní en la actualidad) así como el empantanamiento en Afganistán pone de manifiesto la pérdida de hegemonía de Estados Unidos y el polo angloamericano. E incluso su carácter de polo dominante, no ya hegemónico, puede verse eclipsado en los próximos años. El cambio en la doctrina de defensa y seguridad nacional de los Estados Unidos, en la cual define que el adversario no es más el terrorismo sino las dos potencias revisionistas del Orden Mundial que desafían su poder, China y Rusia, tiene que ver con este cambio de relaciones de fuerzas, así como también con la nueva conducción de la política de la Casa Blanca, más afín a las fuerzas dominantes del Complejo Militar Industrial del Pentágono (tres generales son parte del gabinete), que prioriza otras estrategias en el enfrentamiento con sus adversarios, apelando a un militarismo industrialista más clásico. Este escenario dista de ser propicio para el BFN en Argentina y para las fuerzas antipopulares en la región, ya que todos estos actores del drama regional tienen terminal en las fuerzas unipolares. A su vez, el neoliberalismo como ideología y como programa posee una profunda incapacidad de construir legitimidad y consenso en sus propios términos, acudiendo a distintas estratagemas para relegitimarse parcialmente, que no terminan de consolidarse. Y la variante neoconservadora al Consenso de Washington, con su mayor unilateralismo, keynesianismo militar y americanismo tiene aún mayores límites para a construcción hegemónica, apelando a la mera dominación por la fuerza sin zanahoria (ni siquiera limones o biodisel dejan entrar al mercado de EEUU a cambio del alineamiento a su política de defensa y seguridad regional y global). La crisis de sentido es cada vez más profunda en el propio Occidente, donde el capitalismo financiero global y el régimen democrático liberal tienen cada vez menos condiciones de reconciliarse ante el evidente desenmascaramiento de sus características plutocráticas, que van en aumento. La emergencia de expresiones anti-establishment y anti-plutocráticas por izquierda y por derecha son las formas 16 que adquiere una creciente crisis de legitimidad y de los partidos políticos tradicionales, que se retroalimenta con las luchas en las “alturas”. Un elemento fundamental en este nuevo escenario internacional, que también juega en contra de una reconstrucción de la hegemonía del BFN, es la presencia del papa Francisco en la conducción de la Iglesia Católica, con sus más de 1000 millones de feligreses, gran parte de los cuales se encuentran en América Latina. Además de profundizar y amplificar los lineamientos de la doctrina social de la Iglesia, el cambio de relaciones de fuerzas en el Vaticano en detrimento de las fuerzas conservadoras y antipopulares aliadas a las plutocracias occidentales, significó todo un cambio profundo en lo geopolítico y en la disputa de sentido. Con sus críticas al capitalismo salvaje, al consumismo, a la cultura del descarte deshumanizante, al materialismo occidental, al desastre ecológico actual, el papa Francisco se contrapone al espíritu de Davos y se ubica como referente del espíritu de Porto Alegre, parafraseando a Wallerstein. Con la enorme influencia de la Iglesia Católica en la región, cada vez se siente más fuerte (y es más explícito) su papel como legitimador y articulador de fuerzas populares anti-neoliberales, su acercamiento sincrético con los pueblos originarios de América Latina y su apelación a la construcción de la Patria Grande. La región A nivel regional, el reflujo de las fuerzas nacionales populares no es absoluto. Es evidente el avance del regionalismo abierto-dependiente y de las fuerzas neoliberales y neoconservadoras. Sin embargo, la lucha que se abre a partir de 1999 con la asunción de Hugo Chávez en Venezuela, en dónde se cristaliza a nivel institucional el resquebrajamiento del Consenso de Washington, va a continuar abierta por los próximos años. En el corto plazo no va resolverse de forma definitiva el rumbo de América Latina hacia ninguno de los proyectos en pugna englobados en la tensión entre el regionalismo autónomo y el regionalismo abiertodependiente. Y ello no tanto por razones generales descriptas anteriormente, como por la dinámica propia y las particularidades de cada país. En este sentido, el bloque popular que conduce el MAS en Bolivia tiene una importante fuerza relativa, continúa con importantes avances y está produciendo 17 una revolución en términos económicos y sociales, ocultada por los multimedios de formación de opinión dominantes en la región. En 12 años triplicó su PBI per cápita expresado en dólares, lideró en los últimos 4 años el crecimiento económico de Suramérica (5% en promedio), incrementó en 103% la potencia eléctrica, disminuyó la pobreza extrema del 38,2% al 18%, bajó la pobreza del 59,6% al 38,6% (2015) y se redujo la desigualdad según el índice de Gini (0,59 en 2005 a 0,46 en 2015). En Venezuela, a pesar de la extrema fragilidad de la situación política y económica (hiperinflación, desabastecimiento, contrabando), las fuerzas chavistas que respaldan al actual gobierno ganaron tres elecciones seguidas: la Asamblea Constituyente (con más de 8 millones de votos a favor o un 41,53% del censo electoral), la elección de gobernadores (19 de 23 gobernaciones) y las elecciones municipales (308 de 335 alcaldías, mientras la mayor parte de la oposición llamó boicotearlas y no se presentó). Con estos resultados, el chavismo logra superar la situación de empate catastrófico de fuerzas que se produce a partir del triunfo opositor en las elecciones para la Asamblea Legislativa en diciembre 2015, cuando se lanza a la destitución de Maduro. A pesar de la extrema crisis económica, el chavismo cuenta con una gran base de apoyo popular, del conjunto de sectores más beneficiados con políticas sociales e integrados en distintos mecanismos de participación política. Mientras que el exceso de los sectores más violentos de la oposición, así como su identificación con acciones de boicot económico y articulación con el gobierno de los Estados Unidos, llevó a un proceso de debilitamiento y fragmentación. La jugada del gobierno de Maduro de superar el empate catastrófico a nivel institucional mediante la convocatoria a la constituyente fue estratégico. En Brasil, si bien el gobierno de Temer claramente expresa a un conjunto de fuerzas articuladas por un programa neoliberal conservador con dominio de la fracción financiera global, el escenario político se encuentra abierto ante la falta de legitimidad política, las tensiones en los grupos de poder dominantes, la falta de un candidato del establishment con caudal electoral para las elecciones presidenciales de 2018 y el fortalecimiento progresivo de Lula, que sintetiza un proceso de rearticulación y re-moralización de las fuerzas nacionales y populares 18 (se destacan la CUT, el MST, el MTST, la UNE, junto a las distintas fuerzas políticas que forman parte de la alianza). La condena a Lula con una carencia absoluta de pruebas contundentes (más allá de las delaciones premiadas) y la confirmación de la sentencia en segunda instancia (de un tribunal que adelantó seis meses su decisión según está previsto en tiempos normales) parece indicar que se busca dejar fuera de juego al candidato que según todas las encuestas gana en primera y en segunda vuelta frente a cualquier adversario. La cuestión es si, a diferencia del golpe que tumbó a Dilma, se produce una suficiente reacción popular que rompa el cerco de la proscripción. Por su parte, el triunfo en Ecuador de Lenin Moreno contra Correa puede ser leído como un golpe para las fuerzas nacionales, populares y latinoamericanas, una avance del globalismo al estilo Tercera Vía. 2) La gran capacidad de lucha gremial y social de las distintas fracciones sociales del campo nacional popular. Desde la asunción del gobierno de Macri las distintas fracciones sociales populares vienen desarrollando importantes luchas sectoriales para impedir el avance de las políticas de ajuste y garantizar un piso de conquistas. Basta hacer un breve repaso para constatar esto: la huelga de ATE en febrero de 2016 frente a los despidos masivos en el sector público; la contundente movilización de las distintas CGT (menos la de Barrionuevo) y las CTA el 29 de abril de 2016 en defensa del empleo que aglutinó a cientos de miles; la marcha del sector universitario el 12 de mayo de 2016 sólo comparable en su masividad y heterogeneidad a la de 2001 contra el feroz ajuste de López Murphy; la gran movilización de San Cayetano en agosto de 2016 protagonizada por la CTEP y el conjunto de trabajadores precarizados; las importantes luchas de los trabajadores de Ciencia y Técnica contra el ajuste y el desmantelamiento del sistema científico y técnico nacional que explotaron en diciembre de 2016 obligando al gobierno a retroceder varios pasos; las movilizaciones masivas de marzo de 2017 de docentes (6/3), CGT (7/3) y del movimiento feminista (8/3); la huelga general de la CGT del 6 abril de 2017 que paralizó el país (y a la que se sumaron las CTA); la movilización de la CGT del 22 de agosto contra las políticas del gobierno (aunque sin consenso interno); la movilización de las CTA, Camioneros (y moyanismo) y la Corriente Federal de 19 Trabajadores contra las tres leyes impulsadas por el gobierno (previsional, laboral e impositiva) el 29 de noviembre; la movilización de la CTEP y otras organizaciones el 13 de diciembre; el paro de la CGT del 18 de diciembre contra la reforma previsional (aunqueque luego no fue realizado efectivamente por varios de los gremios que habían votado por el paro). El conjunto de fracciones de la clase trabajadora (profesionales y técnicos, obreros, trabajadores precarizados y de la economía popular), de los movimientos sociales (derechos humanos, género, etc.) se encuentran muy movilizados sectorialmente. También podemos agregar a capas del pequeño y mediano empresariado, aunque con un nivel menor de movilización (muchos que tenían grandes expectativas por el cambio de gobierno). Ello pone de manifiesto una gran capacidad de resistencia en términos gremiales y sociales que, en un escenario político que no es de Resistencia gremial social sino que está abierta la situación político-estratégica, ello deviene en capacidad de defensa de derechos. Aunque el BFN avance, su programa se encuentra sometido a una permanente obstaculización, negociación, idas y vueltas, pérdidas de capital político, etc. El gran problema para estos distintos sectores, movimientos, grupos y clases subordinados fue que dicha resistencia no se tradujo a la política, por el proceso de desarticulación de las fuerzas nacionales y populares. Pero el piso organizativo y de derechos conquistados sigue siendo elevado. Tanto los niveles salariales que existen en Argentina para buena parte de los trabajadores o el importante gasto social en los trabajadores precarizados y excluidos al que se vio obligado el gobierno por la lucha popular (a partir de lo cual se construye la economía popular y solidaria) indican que el programa del BFN tiene una importante barrera popular. Sin embargo, esta barrera va a ir retrocediendo paulatinamente si no se resuelva la rearticulación político-estratégica de las fuerzas nacionales populares. Los hechos de diciembre frente al avance de la reforma previsional pueden marcar probablemente otra etapa: un salto cualitativo de lo gremial-social-sectorial a lo político gremial (mayores niveles de unidad, organización, heterogeneidad y visión programática) para enfrentar a la política de gobierno. De avanzar la situación en este sentido, va a conformarse nuevamente y de manera progresiva un núcleo político gremial de los trabajadores y los sectores populares (núcleo 20 popular, desarrollo de la clase trabajadora), tal y como sucedió a fines de los 90’: una fracción de la CGT (como entonces fue el MTA y hoy moyanismo, CFT y otros), que por momentos motoriza a sectores del reformismo corporativo (los llamados “dialoguistas”: gordos, independientes, etc.) y sólo en ocasiones muy específicas al sindicalismo “amarillo” patronal (UATRE); las dos CTA; y la CTEP con el conjunto de fuerzas que organizan trabajadores precarizados, desocupados (a veces mal llamados barriales o territoriales). Este núcleo puede avanzar en alianzas con organizaciones que expresan pymes urbanas y rurales y cooperativas, para sumar heterogeneidad en la lucha, articulándose una fuerza político social de la Producción y el Trabajo. Tanto las articulaciones que se vienen dando entre estos sectores, como la marcha del 21 de febrero pueden avanzar en este sentido de consolidar un núcleo popular, un salto en el lucha de hacia lo político-gremial, que iría configurando un contra qué, un para qué (programa), un quién y con quienes (sujeto, alianza) y un qué (identidad). Y ello pude presionar para la rearticulación de los actores políticos de las fuerzas nacionales populares, como sucedió en la Cámara de Diputados en diciembre. Luego de las elecciones legislativas y el avance de Cambiemos en ciertas políticas claves de su proyecto, las distintas organizaciones políticas afines a lo nacional popular (o que contienen-representan parcialmente algunos sectores nacionales populares) se encuentran en un proceso de debate y reflexión para avanzar en mayores niveles de unidad. 3) Hay un conjunto de contradicciones que debe sortear el gobierno en la actual situación: a) Los límites al endeudamiento externo para cubrir el déficit, especialmente en una situación en que la Reserva Federal de Estados Unidos está subiendo la tasa, lo cual puede acelerarse en los próximos meses, encareciendo el crédito. Además el endeudamiento público ya superó los niveles de 2001 (del 54% del PBI al 58%, sumado a que el pago de intereses que llega a casi el 10% del presupuesto) aunque con otra composición. b) profundización del ajuste a las mayorías populares (que puede agudizarse en un contexto de encarecimiento del crédito internacional) supone todo una 21 contradicción en materia de gobernabilidad. Incluso ello implica una posibilidad de crisis con sectores de su base social y de sus votantes, como ya se observa en capas medias como la de maestros, trabajadores bancarios, etc. c) Las pujas internas entre fracciones de poder. Las contradicciones entre fracciones de capital por la política económica (tasas de interés, grado de apertura comercial, etc.) y, en relación a ello, las tensiones entre las líneas y grupos de poder: neoconservadores, neoliberales, neodesarrollistas conservadores. 4) La opción represiva del gobierno frente a la defensa popular de conquistas y derechos: la “nueva” doctrina de seguridad La doctrina de seguridad de nueva tiene muy poco. Es la misma que en los convulsionados años 2001-2002, en plena lucha por el rumbo de la Argentina, proponían los sectores a favor del ALCA, la dolarización (en sus distintos esquemas), la privatización de lo poco que quedaba en manos estatales (especialmente los bancos públicos) y la profundización neoliberal. En dicho entonces, sus voceros loales eran Brinzoni, Jaunarena y Ruckauf. Hoy son Bullrich o Aguad. La doctrina tiene seis aspectos fundamentales: 1) la subordinación al Comando Sur de los Estados Unidos y a las fuerzas de inteligencia y seguridad de dicho país, 2) Involucrar a las Fuerzas Armadas en seguridad interior, ya que no hay soberanía que defender, bajo la hipótesis del enemigo interno asociado a quienes sostienen demandas populares (la ocupación de territorio nacional por una potencia extranjera ni se menciona), 3) el eje sobre las Nuevas Amenazas (terrorismo, narcotráfico, migraciones, desastres naturales, crimen organizado), como antes lo fue el comunismo y el populismo, para legitimar su accionar y la intromisión de fuerzas de defensa y seguridad de Estados Unidos y el polo angloamericano, 4) Protección política y judicial, e incentivo encubierto, para los excesos de represión de las fuerzas de seguridad, agitadas por los enemigos internos que oculta la guerra de pobres contra pobres, lo cual va acompañado de una fuerte demagogia punitiva, 6) Compra de armamento, instalación de bases, servicios de seguridad y entrenamiento por parte de las fuerzas de defensa y seguridad del polo de poder angloamericano (en el que se incluye el actual gobierno neoconservador de Israel). 22 Sobran los datos para ver los avances en todos estos puntos. Sin embargo, la salida represiva, que desnuda la imposibilidad de consenso y la naturaleza del régimen de dominio, también puede actuar como boomerang en la situación actual, provocando un gran reacción popular y una deslegitimación profunda del gobierno. Oportunidad histórica Existen las condiciones históricas, un tiempo histórico para los pueblos de la región para tomar la iniciativa y avanzar en una segunda oleada nacional popular latinoamericana a nivel nacional y regional. Todo taller de Forja parece un mundo que se derrumba. Como nuestro mundo actual que ya no aguanta, bajo un capitalismo en crisis estructural y salvaje cuya salida es la guerra. Pero ese mundo que se derrumba es, al mismo tiempo, el mundo desde el cual construir una nueva forma de vida. La región se debate entre ser protagonista (sujeto) en la configuración del mundo por venir o ser territorio de disputa y saqueo (objeto) de los polos de poder en pugna. Ser protagonista es posible si, desde la conformación de un “núcleo popular”, el desarrollo de una “alianza” entre la Producción, la Ciencia y el Trabajo, y la rearticulación de las fuerzas políticas nacionales populares, construir un bloque nacional popular. En otras palabras, la actual encrucijada histórica se puede resolver desde la perspectiva de los pueblos si: A) Si el núcleo popular se expresa en la política, se amalgama con las fuerzas políticas y se rearticula la fuerza político-social nacional y popular en un nuevo momento, cualitativamente distinto y que requiere una característica de la fuerza cualitativamente distinta. Es decir re-articular no significa volver a una foto del pasado, sino reconstruir la fuerza político-social en un momento cualitativamente distinto de las luchas por la conducción del Estado. B) Si se desarrollan los frentes en una dialéctica entre lo gremial-social-sectorialparticular y lo político-estratégico-general. (por ejemplo, si el desarrollo del frente universitario trabaja en la dialéctica entre sus problemáticas de lucha particulares 23 al tiempo que elabora en articulación con los distintos sectores un proyecto de universidad) C) Si se fortalecen los cuadros, la militancia, que entrelaza y da vida al movimiento nacional popular. Para ello se debe trabajar sobre un conjunto de cuestiones: inserción territorial; capacidad de organización, coordinación, movilización; trabajo en Red; visión estratégica, programa de articulación político social y fuerza moral. [i] Ver informe UNDAV del año económico a 2017. [ii] https://www.cronista.com/economiapolitica/El-empleo-en-los-dos-primeros-anos-de-Macri- 20171204-0085.html [iii] http://www.iprofesional.com/notas/262041-banco-central-inversiones-dolar-mercado-de-capitales- pesos-fuga-de-capitales-moneda-demanda-divisas-privado-no-financiero-Se-acelera-salida-de-dolares-lafuga-de-capitales-se-duplico-en-un-ano-y-supero-los-us22000-millones[iv] En parte, dichas contradicciones y límites lo señalamos en marzo de 2012 en el artículo: “Kirchnerismo, contradicción principal y contradicciones secundarias”, que luego profundizamos un poco más en el trabajo de 2014: Crisis del Orden Mundial y encrucijada nacional-latinoamericana, y en sucesivos trabajos. [v] No se incluye dentro de las líneas políticas que conforman el campo nacional-popular al conservadurismo popular, a las líneas neodesarrollistas conservadoras, al nacionalismo aristocrático, al oportunismo camuflado en el mal llamado “pragmatismo”. Aunque debemos reconocer que ellas están presentes e influyen en el entramado del campo nacional-popular o gobiernos identificados en mayor o menor medida con este campo. Además, los lineamientos mencionados no son fijos ni existen en términos puros, mezclándose en distintas proporciones. [vi] https://www.facebook.com/notes/cefipes/borrador-de-an%C3%A1lisis-de-las-elecciones- presidenciales-de-2015-en-argentina-71220/1671905689716191/ . En cuanto a la composición del gobierno y su naturaleza, CIFRA publicó un muy buen trabajo en: http://www.centrocifra.org.ar/publicacion.php?pid=92 [vii] Esto está desarrollado en los http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=arti&d=Jpr7701 siguientes trabajos: y http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=arti&d=Jpr7992 24