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¿Qué son las tecnologías para la Inclusión Social? - Por Thomas, Juarez & Picabea (2015)

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Colección
TECNOLOGÍA Y DESARROLLO
Cuadernillo Nº1:
¿Qué son las Tecnologías
para la Inclusión Social?
Editores
Hernán Thomas, Paula Juarez y Facundo Picabea
Colección Tecnología y Desarrollo
Tecnologías para la Inclusión Social
Cuadernillo Nº1:
¿Qué son las Tecnologías para la Inclusión Social?
Editado por Hernán Thomas, Paula Juarez y Facundo Picabea
1ra. Edición
Red de Tecnologías para la Inclusión Social y
Universidad Nacional de Quilmes, 2015
Thomas, Hernán
¿Qué son las tecnologías para la inclusión social? / Hernán Thomas ; Paula Juarez ;
Facundo Picabea. - 1a ed. - Bernal : Universidad Nacional de Quilmes, 2015.
40 p. ; 21x14 cm.
ISBN 978-987-558-358-0
1. Tecnologías. 2. Inclusión Social. I. Juarez, Paula II. Picabea, Facundo
CDD 306
Fecha de catalogación: 22/04/2015
Publicado por:
Universidad Nacional de Quilmes
Roque Sáenz Peña 352, Bernal
Buenos Aires – Argentina
Teléfono: (+54) 11 4365 7100 interno 5851
iesct@unq.edu.ar/info@redtisa.org
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Sos libre de compartir y adaptar esta publicación bajo las siguientes condiciones: (1)
Debes especificar la autoría del trabajo a los autores o la RedTISA, y (2) si alteras,
adaptas o construís nuevo conocimiento a partir de este trabajo, debes distribuir los
resultados del trabajo bajo las mismas o similares condiciones que esta publicación.
Para mayor información:
http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5/ca/
Índice
Tecnologías para la Inclusión Social
Prefacio
6
Introducción
11
1. Tecnología y Sociedad
17
2. ¿Qué son las Tecnologías para la
Inclusión Social?
25
3. Trayectoria histórica de las Tecnologías
para la Inclusión Social
35
4. Hacia los Sistemas Tecnológicos Sociales
57
Referencia bibliográfica
65
Equipo Editor
73
Prefacio
La Red de Tecnologías para la Inclusión Social Argentina
(REDTISA) fue creada en año 2011 con el objetivo de construir
capacidades analíticas y tecno-cognitivas para la resolución
de problemas sociales y ambientales a nivel local y regional.
A estos fines la REDTISA realiza investigación, formación de
formadores, paneles de expertos para iniciativas sociales, proyectos de intervención territorial, divulgación y comunicación,
y asistencia técnica a instituciones públicas de I+D y otras organizaciones para el diseño e implementación de Tecnologías
para la Inclusión Social.
Luego de cinco años de trabajo, en la REDTISA hemos logrado
sistematizar y compilar una serie de aprendizajes y capacidades colectivas que hoy adoptan la forma de una colección
de cuadernillos sobre Tecnología y Desarrollo. Estos cuadernillos abordan diferentes áreas problemáticas relevantes para
diseñar y gestionar políticas y proyectos de desarrollo inclusivo
sustentable en América Latina y otras regiones del mundo. Entre
las más áreas más destacadas podemos mencionar:
•
•
•
•
•
Estrategias y Políticas Tecnológicas para la Inclusión Social,
Economía, Tecnología y Desarrollo Social,
Género y Diálogo de Saberes,
Análisis de dinámicas problema-solución, y
Aprendizajes de las Iniciativas Sociales.
Tecnologías para la Inclusión Social
La colección tiene como objetivo invitar a funcionarios públicos, académicos, actores sociales y la comunidad en general
a repensar y generar nuevas estrategias de desarrollo para la
resolución de problemas sociales y ambientales.
Agradecemos las contribuciones y comentarios realizados por
distintos colaboradores del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnologías de la Universidad Nacional de Quilmes, el
Programa CREES-ICOTEA, la Fundación Plurales, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, el Instituto Nacional de
Tecnología Industrial y el Programa Concejo de la Demanda
de Actores Sociales del Ministerio de Ciencia, Tecnología e
Innovación Productiva.
También agradecemos el apoyo y financiamiento del Instituto
de Estudios sobre la Ciencia y Tecnología (UNQ), el programa
de extensión de la Universidad Nacional de Quilmes, el Ministerio de Educación de la Nación y el proyecto “Transit Social
Innovation” del 7º Programa Marco de Unión Europea y el Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales (Ministerio
de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva).
Esta colección es editada por Hernán Thomas, Paula Juarez y
Facundo Picabea.
7
Tecnologías para la Inclusión Social
Introducción
Las tecnologías desempeñan un papel central en los procesos de cambio social; materializan ideologías, orientan
conductas de personas e instituciones, ordenan y organizan la estructura económica y política de la sociedad. Las
tecnologías ejercen influencia sobre cómo se producen y
distribuyen los bienes, sobre quiénes tienen acceso a ellos
y quienes no; configuran métodos y estilos para determinar
qué es un problema y cómo debe generarse su solución.
Eso significa que la tecnología por sí misma no resuelve
ningún problema; sino que la sociedad y la tecnología
–los actores sociales y los artefactos y sistemas- se relacionan y construyen mutuamente.
Las tecnologías son construcciones sociales tanto
como las sociedades son construcciones tecnológicas.
Por ello hablamos de lo “socio-técnico”.
Si pensamos la ciudad como un gran sistema socio-técnico, nos encontramos con un trazado urbano, sistemas
de servicios energéticos y de comunicaciones, una red
de transporte público y transporte privado, industrias, comercios, empresas de servicios, etc. Una compleja trama
que si bien orienta y configura parte de nuestra conducta
(desde lo tecnológico), no es suficiente para determinarla,
11
puesto que esa misma ciudad es una consecuencia de
la acción de actores y grupos de actores sociales; es un
escenario en el que tomamos cotidianamente, con ciertos
márgenes de libertad, un sinnúmero de decisiones, configurándolo como tal.
Tradicionalmente, cuando las ciencias sociales piensan
la relación tecnología-sociedad lo hacen en el marco de
abordajes deterministas lineales: o consideran que la tecnología determina el cambio social (determinismo tecnológico), o consideran que la sociedad determina la tecnología (determinismo social). En la práctica estos abordajes
teóricos construyen una separación tajante entre problemas sociales y problemas tecnológicos. Constituyen dos
territorios diferentes que difícilmente se comunican.
Así, la resolución de problemáticas sociales como la pobreza, la exclusión o el subdesarrollo no pueden ser abordadas (tanto para su análisis como para su transformación),
sin tener en cuenta la dimensión tecnológica. Tanto para
la producción de alimentos, transporte, energía, la construcción de viviendas, el acceso a conocimientos y bienes
culturales, como el ambiente y la organización social en
sus múltiples formas. América Latina fue pionera en la generación de alternativas a las teorías y políticas sobre el
desarrollo creadas por los países centrales. Sin embargo,
la reflexión sobre la relación tecnología-pobreza, ha sido
escasamente abordada en la región. Más allá de algunos
intentos aislados, la cuestión tecnológica no aparece dentro de la agenda de la política pública como herramienta
para la resolución de problemas sociales y ambientales.
En este escenario es imprescindible plantear nuevos conceptos y criterios para el diseño, generación e implementación de Tecnologías para la Inclusión Social (TIS). Si bien
los tempranos abordajes sobre TIS –generados durante los
Tecnologías para la Inclusión Social
años ‘60 y ‘70- fueron centrales para comenzar a pensar la relevancia de la tecnología en la resolución de los
problemas sociales, veremos que presentan algunas limitaciones teóricas y de implementación. En este cuadernillo nos proponemos una revisión crítica de los principales
enfoques teóricos e implementaciones de los últimos 50
años para repensar el movimiento de “Tecnologías para la
Inclusión Social”.
Dado el alcance y la profundidad de la problemática de
la pobreza en la región, el desarrollo de TIS reviste una
importancia estratégica para el futuro de América Latina.
Asumir esta necesidad implica proponer nuevos insumos
para la generación de políticas públicas y estrategias institucionales de desarrollo social y económico, basadas en la
implementación de Sistemas Tecnológicos Sociales (STS).
La inclusión de comunidades y grupos sociales dependerá,
fundamentalmente, de la capacidad local y regional para
generar dinámicas de desarrollo sustentable a través de
soluciones tecnológicas y productivas, socio-técnicamente
adecuadas.
13
Los problemas del
pensamiento determinista
Los enfoques tradicionales consideran que el
desarrollo de la ciencia y la tecnología, o bien
responden a las demandas que reciben desde
esferas sociales, económicas y políticas; o bien
poseen cierto grado de autonomía que genera
resultados a nivel social y ambiental en diferentes esferas como la producción, el consumo, la
comunicación, el ambiente, la educación, etc. Los
estudios dedicados al análisis de las tecnologías
desde las ciencias sociales puede clasificarse, en
principio, en dos grandes enfoques: internalistas, que derivan en argumentos deterministas
tecnológicos, y externalistas, asociados a explicaciones deterministas sociales.
Para el determinismo tecnológico las invenciones: nuevos productos, nuevos procesos
productivos, determinan los cambios sociales.
Tienden a describir una línea evolutiva del conocimiento científico y tecnológico, un proceso
interno e independiente de sustitución progresiva y lógica, que no considera en su explicación
condiciones políticas, económicas o culturales.
El progreso técnico está dado por la superación
Tecnologías para la Inclusión Social
de los problemas que presentaban las versiones
anteriores, el aumento de la productividad o la
ejecución de tareas más complejas.
Para el determinismo social los procesos sociales determinan los estilos tecnológicos en particular y el cambio tecnológico en general. Se
centran en los aspectos de tipo institucional de
la producción de tecnologías, haciendo referencia a las condiciones sociales para el desarrollo
de dichos artefactos, dejando de lado las características materiales de los artefactos y técnicas
propiamente dichos. En esta perspectiva, las
demandas sociales determinan la aparición de
nuevos artefactos y técnicas.
15
1
Tecnologías para la Inclusión Social
Tecnología y
Sociedad
Un homínido recoge una gruesa rama del suelo. Juega
con ella entre sus manos torpes y sucias. La balancea, la
sopesa, la blande. Luego de largos minutos decide llevarla
consigo. Se cruza con otro homínido y, de una sola vez,
aporrea a su adversario, abriéndole un claro surco de sangre en el cuero cabelludo. Un acto simple lo convierte, al
mismo tiempo, en asesino, sujeto de poder...y generador
de un artefacto. En este caso, de un “naturfacto” (una herramienta creada por la mera acción de tomar algo de la
naturaleza en el estado en que se encuentra y asignarle
una cierta función, una cierta utilidad).
La existencia de hombres y mujeres sobre la Tierra (y en el
espacio exterior, ¡claro!), es impensable sin tecnologías.
Haga usted un simple ejercicio mental. ¿Cuál de las actividades que realiza cotidianamente es posible sin recurrir
al uso de alguna tecnología?, ¿despertarse?, ¿bañarse?,
¿desayunar café, jugo y medialunas?, ¿viajar a su trabajo?, ¿su trabajo?, ¿o, tal vez, ir al cine o al teatro?
No hablemos de cosas obvias, como ver un programa de
televisión, o chatear en su computadora, o hablar por telé17
fono. Todo lo que se vincula a su existencia, desde la más
simple de las comunicaciones verbales hasta el complejo
acto de leer este cuadernillo participa de una dimensión
estrictamente humana: la tecnología.
Y no se trata solamente de los artefactos que utiliza usted,
y de las múltiples redes de las que estos artefactos forman
parte (energía, transporte, logística, comunicación, etc.),
sino también de los conocimientos necesarios para producir y utilizar esas tecnologías. Aun de todas aquellas que
usted utiliza sin saber cómo es que sabe operarlas. Aquellas que aprendió a utilizar por el mero hecho de estar allí.
¿Ya pensó también en las múltiples, infinitas series de prácticas estereotipadas que usted pone en juego en cada
acto de su vida, desde escribir o jugar al tenis, hasta manejar su automóvil o diseñar programas de computación?
Centenares de miles de técnicas, tácitas o codificadas,
que usted aprendió a desplegar, con mayor o menor competencia, a lo largo de su vida.
Es que, en verdad, no se trata de “sus tecnologías y usted”,
o en un nivel más abstracto, de la relación entre “tecnología y sociedad”. Usted esta tecnológicamente constituido.
Usted es un ser tecnológico, más allá de que esta idea
le resulte agradable o no. Porque las sociedades están
tecnológicamente configuradas, exactamente en el mismo
momento y nivel en que las tecnologías son socialmente
construidas y puestas en uso. Todas las tecnologías son
sociales. Todas las tecnologías son humanas (por más inhumanas que a veces parezcan).
Pero no solo se trata de considerar a las tecnologías como
productos o procesos productivos. Solo recientemente hemos percibido que las formas de organización son también tecnologías. Desde aquellas que asignan un orden a
un conjunto de operaciones de producción, de acciones
Tecnologías para la Inclusión Social
bélicas, o de sistemas de evacuación de un estadio, hasta
aquellas que adquieren formatos normativos, como los sistemas legales o las regulaciones de comercio. En este nivel
organizacional, una legislación no se diferencia de otros
artefactos tecnológicos: es un instrumento generado para
producir efectos, para alterar o estabilizar “artificialmente”
el estado de las cosas.
La dimensión tecnológica atraviesa la existencia humana.
Desde la producción hasta la cultura, desde las finanzas
hasta la política, desde el arte hasta el sexo.
Lo curioso es que, normalmente, reflexionamos
poco sobre la tecnología. Pasa desapercibida,
naturalizada como la lluvia o las olas. Solo se hace
visible en dos momentos particulares: cuando deja
de funcionar o cuando cambia rápidamente.
Recién cuando se corta el suministro de energía pensamos
–normalmente, entre maldiciones- en la compañía eléctrica, las regulaciones del sistema de energía local, el servicio de atención al público.
¿Y por qué maldecimos? No simplemente porque se han
apagado las lámparas, sino porque percibimos que con el
apagón han dejado de funcionar el ascensor, la heladera,
el teléfono inalámbrico, la televisión, la radio, y todos los
artefactos que nos rodean cotidianamente. Si pensamos
un poco más, también tomamos conciencia de la eventual
escasez de agua, del estado de los alimentos, del lavado
de nuestras ropas, del profundo aburrimiento que nos invade lentamente cuando lo único que queda por hacer es
aguardar el regreso de la energía a la luz de una vela.
Claro que la vela es también un artefacto de iluminación.
19
Solo que correspondiente a otro sistema tecnológico, que
no requería electricidad, pero si producción de cera, y
un sistema de transporte, distribución y comercialización.
¿Habremos comprado velas?, ¿durarán hasta que vuelva
la luz? Porque siempre regresa, en algún mágico momento
en que nos alegramos por haber superado la crisis, y podemos volver a nuestras prácticas cotidianas.
Pero, durante ese luctuoso momento en que solo podemos
reflexionar a oscuras, a veces podemos percibir otra de las
características básicas de las tecnologías que manejamos:
su interconexión, su interdependencia. Hacemos un viaje
imaginario que comienza en el interruptor y continua en los
sistemas de cables. Recorremos la casa visualizando todo
lo que está directamente conectado a la red. Avanzamos
hasta los sistemas troncales de distribución, pasamos por
subestaciones y llegamos a las unidades de generación
(turbogeneradores, centrales eléctricas). ¡Y no hay por qué
detenerse! Desde sistemas de producción, distribución y
abastecimiento de gas y fueloil a regímenes de lluvia y
nieve en la cordillera, nos trasladamos hasta pozos de
petróleo, guerras en Medio Oriente o fenómenos de cambio climático. Las ramificaciones que se nos presentan son
múltiples: minas de cobre, fibras ópticas, sistemas de control informatizado, formación de recursos humanos, regulaciones de servicios eléctricos, políticas de privatización,
estrategias de desarrollo industrial, políticas de ajuste, empresas, inversiones, ideologías. Y el recorrido se complica
aún más si incorporamos (¡y cómo excluirlos!) políticos,
empresarios y negocios, técnicos e ingenieros, publicistas
y científicos, agentes de atención al público y funcionarios
burocráticos públicos y privados, productores y usuarios.
Para colmo, no se trata de poder clasificar a priori esas
acciones en series homogéneas de artefactos tecnológicos
y actores sociales. Porque los ingenieros se entremezclan
Tecnologías para la Inclusión Social
con los procesos de toma de decisión, los políticos con
los sistemas financieros, los negocios con el mantenimiento
del tendido eléctrico, los cables con los economistas, las
lámparas con las empresas transnacionales, las centrales
eléctricas con Greenpeace, la luz que no se enciende y la
carne que se deteriora en la heladera, con corporaciones
transnacionales y funcionarios locales.
Y no se trata de que nos hayamos vuelto maniacos obsesivos, sino de que las relaciones entre humanos y artefactos
nos llevaron, en un viaje de causas a efectos, a reconstruir
un laberinto heterogéneo de hombres y máquinas, de grupos sociales y sistemas tecnológicos. Llega un momento
en que nos detenemos porque regresó la luz y podemos
volver a distraernos con otros artefactos en los que gastamos nuestros salarios, o porque comenzamos a marearnos
por la complejidad del entramado de actores y artefactos.
Vivimos no solo con tecnologías singulares, sino dentro de
sistemas tecnológicos. Cientos de millones de interjuegos
se producen a cada instante para reproducir nuestra existencia. Y, a veces, para cambiarla. No hay una relación
sociedad-tecnología como si se tratara de elementos discretos, de ámbitos separados.
Lo social y lo tecnológico son indisociables, la idea
de la tecnología como algo neutral es insostenible.
La tecnología puede ser desarrollada en un entorno restrictivo con el objetivo de promover el lucro privado, y
de esta forma producir mayor exclusión. Las tecnologías
excluyentes favorecen la acumulación y la apropiación
de renta en pocas manos, la generación de monopolios
relativos de mercado y la apropiación de conocimientos. En general, las tecnologías excluyentes promueven
el control centralizado.
21
De la misma forma, también podemos identificar un conjunto de tecnologías que, por sus condiciones de diseño e implementación, promueven la inclusión social y el desarrollo
sustentable. En este grupo encontramos desarrollos orientados específicamente por dar soluciones tecnológicas a
problemáticas sociales y se caracterizan por promover la
generación distribuida y equitativa de beneficios, la participación de los usuarios en el diseño e implementación,
los aprendizajes colectivos, la adecuación a condiciones
locales y el control socializado de los artefactos, procesos
o conocimientos generados.
¿Tienen política los artefactos? (fragmento)
Todo el que haya viajado alguna vez por las autopistas norteamericanas y se haya acostumbrado a la altura habitual de sus pasos
elevados puede que encuentre algo anormal en los puentes sobre
las avenidas de Long Island, en Nueva York. Muchos de esos pasos elevados son extraordinariamente bajos, hasta el punto de tener
tan sólo nueve pies de altura en algunos lugares. Incluso aquellos
que perciban esta peculiaridad estructural no estarían inclinados a
otorgarle ningún significado especial. En nuestra forma habitual de
observar cosas tales como carreteras y puentes, vemos los detalles
de forma como inocuos, y raramente pensamos demasiado en ellos.
Resulta, no obstante, que los cerca de doscientos pasos elevados
de Long Island fueron deliberadamente diseñados así para obtener
un determinado efecto social. Robert Moses, el gran constructor
de carreteras, parques, puentes y otras obras públicas de Nueva
York entre los años veinte y setenta, construyó estos pasos elevados
de tal modo que fuera imposible la presencia de autobuses en sus
avenidas. De acuerdo con las evidencias presentadas por Robert
A. Caro en su biografía de Moses, las razones que el arquitecto
ofrecía reflejaban su sesgo clasista y sus prejuicios raciales. Los
blancos de las clases “ricas” y “medias acomodadas”, como él los
llamaba, propietarios de automóviles, podrían utilizar libremente
Tecnologías para la Inclusión Social
los parques y playas de Long Island para su ocio y diversión. La
gente menos favorecida y los negros, que normalmente utilizaban
el transporte público, se mantendrían a distancia de dicha zona
porque los autobuses de doce pies de altura no podrían transitar
por los pasos elevados. Una consecuencia era la limitación del
acceso de las minorías raciales y grupos sociales desfavorecidos
a Jones Beach, el parque público más alabado de los que Moses
construyó. Moses se aseguró de que los resultados de sus diseños
fueran efectivos vetando poco después una propuesta de extensión
del ferrocarril de Long Island hasta Jones Beach.
Como parte de la historia de la política americana reciente, la
vida de Robert Moses es fascinante. Sus tratos y acuerdos con alcaldes, gobernadores y presidentes, y su cuidadosa manipulación
de asambleas legislativas, bancos, sindicatos, prensa y opinión
pública son otros tantos casos de estudio de los que los científicos políticos podrían ocuparse durante años. Pero los resultados
más importantes y duraderos de su trabajo son sus tecnologías,
los grandes proyectos de ingeniería que dieron a Nueva York gran
parte de su actual aspecto. Después de generaciones, los pactos
y alianzas que Moses forjó han desaparecido, pero sus obras públicas, especialmente las autopistas y puentes que construyó con
el fin de favorecer el uso del automóvil frente al desarrollo de los
trasportes públicos, continuarán dando forma a la ciudad. Muchas
de sus estructuras monumentales de acero y hormigón encarnan
una desigualdad social sistemática, una forma de ingeniería de las
relaciones personales que, después de cierto tiempo, se convierte
sin más en parte del paisaje. Como el diseñador Lee Koppleman
comentó a Caro acerca de los puentes tan bajos de Wantagh
Parkway: “El viejo (..) se aseguró bien de que los autobuses nunca
lograran acceder a sus malditas avenidas.” (Caro, 1974: 952)
Publicación original: Langdon Winner, (1983), “Do Artifacts Have
Politics?”, en: D. MacKenzie et al. (eds.), The Social Shaping of
Technology, Philadelphia: Open University Press, 1985.
23
2
Tecnologías para la Inclusión Social
¿Qué son las
Tecnologías para la
Inclusión Social?
Es posible definir las Tecnologías para la Inclusión Social
como una forma de diseñar, desarrollar, implementar y gestionar tecnología orientada a resolver problemas sociales
y ambientales. A su vez, este tipo de tecnologías generan
–o al menos intentan dar soporte material a- dinámicas
políticas y económicas de inclusión social y de desarrollo
sustentable.
Las TIS alcanzan un amplio abanico de producciones de
tecnologías de producto, proceso y organización: alimentos, vivienda, energía, agua potable, transporte, comunicaciones, entre otras.
Los principales protagonistas de los procesos de desarrollo de TIS en la región son los movimientos sociales, las
cooperativas populares, las ONGs, las unidades públicas
de Investigación y Desarrollo (I+D), las divisiones gubernamentales, los organismos descentralizados, las empresas
públicas y, en menor medida, las empresas privadas.
25
¿Funcionan todas las Tecnologías para
la Inclusión Social?
A lo largo de la historia de más de medio siglo de concepción y uso de tecnologías orientadas a la resolución
de problemas de pobreza y exclusión social es posible
registrar una significativa cantidad de experiencias consideradas como fracasos. Muchos de estos desarrollos
tecnológicos, aunque fueron pensados para resolver
problemas sociales relevantes y partieron de las mejores
intenciones, fueron discontinuados o generaron significativos efectos no deseados.
Por ello es preciso responder algunos interrogantes
fundamentales:
• ¿Por qué “funcionan” algunas TIS?
¿Por qué “no funcionan” otras?
• ¿Para quién “funcionan”? ¿Para quién “NO”?
Las Tecnologías para la Inclusión Social se
definen como “formas de diseñar, desarrollar,
y gestionar tecnologías orientadas a la resolución de problemas sociales y ambientales”.
A continuación presentamos dos experiencias de tecnologías para la inclusión social en Latinoamérica que nos
permiten analizar los diferentes elementos (de diseño,
implementación, relacionales, locales, sistémicos, etc.),
que pueden alcanzar resultados virtuosos o no.
Tecnologías para la Inclusión Social
“Así sí”:
Programa Una tierra y Dos Aguas (P1+2)
El programa “P1+2” es una iniciativa pública que surge
a partir de debates en la región del Semiárido brasileño
que hicieron eje en la convivencia con el ambiente local
y revalorizaron prácticas y experiencias de organizaciones campesinas y políticas como el Programa Articulación del Semi-árido (ASA).
El objetivo de este programa –un típico caso de “tecnologías sociales”, como veremos más adelante- es fomentar
la construcción de procesos participativos de desarrollo
rural en el Semiárido brasileño y promover la soberanía,
la seguridad alimentaria y nutricional y la generación
de empleo y renta para las familias agricultoras. Para
cumplir el objetivo, la principal estrategia es el acceso y
manejo sustentable de la tierra y del agua para producción de alimentos. El 1 significa tierra para producción
y el 2 corresponde a dos tipos de agua: potable para
consumo humano y agua para producción de alimentos.
El programa articula y coordina la organización y gestión comunitaria del agua, provee una serie de tecnologías de provisión de agua (cisternas de placa, tanque
peatonal, represas, zanja trinchera, presa subterránea,
cisterna de piedra, estanque, bomba de soga, entre
otras), promueve la capacitación de las familias, la definición de la localización de las iniciativas, la dinámica
de producción (agricultura, pecuaria, u otros) y las formas de manejo productivo.
Una de las claves del programa es la generación de
criterios de diagnóstico, diseño e implementación que le
permite alcanzar el mayor nivel de adecuación local, tanto a nivel social como ambiental. Las características del
suelo, la formación rocosa (cristalina, sedimentarias, are27
niscas), la ubicación de las implementaciones, la lógica
de la producción (agricultura, ganadería, extracción) y
las formas de gestión, son también requisitos observados
en la elección de las familias y en el tipo de tecnología
considerada más adecuada para cada experiencia.
Programa ASA, disponible en: http://www.asabrasil.
org.br/portal/Default.asp
¿Por qué funcionó la experiencia del Programa
Una tierra y Dos Aguas?
La principal característica del programa fue la articulación
y coordinación de diferentes tecnologías -de producto, de
proceso y organizacionales- como parte de una intervención caracterizada por la adecuación local y la activa
participación de los pobladores locales (como productores tecno-cognitivos del diseño del problema y la implementación que llevó a la solución.
En este caso, los beneficiarios del P1+2 co-diseñaron la
iniciativa y fueron parte del proceso de implementación,
reaplicación y escalamiento. Por otro lado, las capaciTecnologías para la Inclusión Social
dades quedaron instaladas en las familias rurales y las
organizaciones de base de la región.
Para explicar el “funcionamiento” de esta política pública
es necesario explicitar algunos elementos:
a) aspectos políticos e institucionales como la construcción del problema desde las bases sociales, la gestión
comunitaria del programa;
b) aspectos socio-institucionales como la generación
de espacios locales y regionales permanentes para tomar
decisiones, administrar y mantener del sistema desde las
organizaciones locales y regionales;
c) aspectos socio-culturales, las familias consideraron el
programa y sus tecnologías como propios, constituyeron
lazos de confianza entre las organizaciones comunitarias
y el Estado,
d) aspectos tecno-cognitivos, las soluciones a los problemas locales fueron propuestas por los usuarios.
Estos elementos configuraron un Sistema Tecnológico
Social, en el marco de una estrategia socio-técnica
inclusiva y sustentable.
“Así no”:
Los colectores de niebla de Chungungo
El proyecto de “Colectores de niebla” es una experiencia
orientada a la provisión de agua potable, desarrollada en
la localidad de Chungungo (norte de Chile), a finales de
la década de 1980. El objetivo originario del proyecto
era la obtención de agua para forestación mediante la
captura de la humedad ambiente. Este proyecto -un típico
29
caso de “innovaciones sociales”, como veremos más adelante- recibió financiamiento del IDRC (Canadá) y fue desarrollado por investigadores de la Universidad Católica
de Chile y la Corporación Nacional Forestal (CONAF).
El sistema consistía en un conjunto de colectores de agua
(estructuras rectangulares con mallas dobles de nylon de
cuatro metros de altura y doce de largo sumado a un sistema de almacenamiento y distribución). Era administrado
conjuntamente por la CONAF y un comité de aguas local.
Los diseñadores consideraron que el sistema era sencillo de
construir, operar y mantener; que requeriría un bajo nivel de
conocimientos previos, por lo que era fácilmente comprensible para usuarios con escasa formación tecnológica.
En las experiencias piloto, los atrapanieblas lograban recolectar 237 litros de agua por día a un promedio de
5 litros por metro cuadrado. Al observar los resultados
Tecnologías para la Inclusión Social
Sistema de colectores de humedad ambiente. Chungungo, Chile (2002).
obtenidos y el volumen de agua que se podía recolectar
con este sistema, los grupos sociales involucrados consideraron que podía servir para abastecer de agua potable
a una población aislada.
Con un fuerte apoyo institucional y financiero, desde finales
de 1980 y hasta 1996 se instalaron 92 colectores. Sin
embargo, hacia 2001 sólo funcionaban 12, y sólo como
complemento de la provisión de agua potable a través de
camiones cisterna. Discontinuado el apoyo inicial, diversas
dificultades se conjugaron en el abandono del proyecto.
Dependiendo de cómo se diseñan y desarrollan las
tecnologías orientadas a la inclusión social pueden
(o no) generar fracasos y efectos no deseados.
31
¿Por qué no funcionaron los colectores de agua?
Para explicar por qué no funcionaron los colectores de
niebla es necesario analizar diferentes dimensiones del
proceso de diseño e implementación de la tecnología:
a) aspectos políticos e institucionales como la privatización de la empresa de servicios sanitarios (antes comunitaria) que deslocalizó la administración del emprendimiento;
b) aspectos socio-institucionales como la inexistencia de
una estructura local permanente para tomar decisiones,
administrar y mantener del sistema a través de técnicos
especialistas;
c) aspectos socio-culturales, fundamentalmente, la desconfianza creciente de los pobladores ante una tecnología que
comenzaron a percibir como inestable y poco confiable;
d) aspectos tecno-cognitivos, como las matrices de generación de conocimiento que favorecen la articulación entre académicos y tecnólogos con los usuarios, por lo cual
pueden excluir o incluir la participación de ellos en el diseño de artefactos, procesos o políticas. El sistema no era
tan “fácil” de mantener como suponían los diseñadores.
Cuando una tecnología no funciona refleja los problemas
sobre cómo se conciben, diseñan e implementan los artefactos. El análisis de estas experiencias resulta útil para
identificar problemas en la concepción de la relación tecnología-sociedad, especialmente cuando el no-funcionamiento de la tecnología es consecuencia de un conjunto
de expectativas sobre el comportamiento de las personas
y los artefactos que luego no se produce. Esto en general
marca el fin de la experiencia, que es explicado por los
propios desarrolladores por la “falta de adopción” de los
usuarios de un artefacto “técnicamente bien diseñado”. El
Tecnologías para la Inclusión Social
diseño completo de los atrapanieblas suponía una cierta organización social, unas capacidades cognitivas por
parte de los usuarios, una administración local. No sería
correcto concluir que se trató simplemente de “problemas
de implementación” de esta tecnología. Un análisis más
profundo revela que es posible registrar problemas de
concepción de diseño, derivados de problemas conceptuales sobre la propia tecnología.
Gran parte de los efectos no deseados que configuraron
el no funcionamiento de los atrapanieblas eran previsibles, o al menos analíticamente identificables en las propias dinámicas de configuración del problema y diseño
de la solución. O, en otras palabras, los problemas de
implementación deberían haberse pensado como parte
del problema y no como un factor humano externo al proceso “neutral” y “técnico” del diseño de los artefactos.
El diseño de Tecnologías para la Inclusión Social debe
concebirse y abordarse como una secuencia de procesos
socio-técnicos.
Por ello es necesario realizar una revisión crítica de los
supuestos normalmente utilizados por los diseñadores, políticos, científicos y tecnólogos, agentes públicos, activistas sociales y miembros de ONGs a la hora de concebir,
implementar, gestionar y analizar TIS: para minimizar los
riesgos y evitar los efectos no deseados.
33
3
Tecnologías para la Inclusión Social
Trayectoria histórica
de las tecnologías
para la inclusión social
A lo largo de su trayectoria, las Tecnologías para la Inclusión Social aparecen atravesadas por una tensión que se
debate entre dar una solución alternativa, inmediata y puntual para combatir la pobreza en sociedades periféricas e
intervenciones estructurales y sustentables a los problemas
de desarrollo, que promuevan la inclusión de los excluidos,
pero que sean válidas para toda la sociedad. Esta tensión
se ha manifestado tanto a nivel de las ideas, como de los
diferentes modelos de intervención luego implementados.
De esta forma es válido preguntarse:
•
¿Cuáles fueron sus objetivos?
•
¿Qué alcances se propusieron en términos de inclusión y desarrollo?
•
¿Se configuraron como proyectos estratégicos sistémicos?
Antes de las iniciativas contemporáneas de TIS han existido otras formas de pensar la relación tecnología-desarrollo. Desde mediados de la década de 1960 comenzó a
35
proliferar en el mundo el diseño y producción de un tipo
de tecnologías denominadas apropiadas, intermedias, alternativas, o, más recientemente, innovaciones sociales,
tecnologías sociales y grassroots innovations (innovaciones de base). El objetivo explícito de estas tecnologías
era responder a problemáticas de desarrollo comunitario,
generación de servicios y alternativas tecnológicas y productivas en escenarios socio-económicos caracterizados
por situaciones de extrema pobreza. Por ello, si bien la
generación de ideas y programas puede situarse en los
países desarrollados, los espacios de aplicación siempre
fueron países subdesarrollados de Asia, África y, en menor
medida, América Latina.
Algunos ejemplos de este tipo de tecnología son los reactores de biomasa, sistemas energéticos de bajo costo
(basados en energía solar y eólica), materiales y técnicas
constructivas para viviendas sociales, sistemas de cultivo
agroecológico y, más recientemente, proyectos educativos
de alcance masivo como “One Laptop Per Child” (una
computadora por niño).
La reconstrucción de la trayectoria histórica de las Tecnologías para la Inclusión Social presenta dos etapas o
generaciones desde su surgimiento hasta la actualidad.
La primera generación tuvo como prioridad romper con
la lógica de la producción capitalista a partir de estilos
de baja escala, capital escaso, trabajo intensivo y simplicidad tecnológica. La segunda generación internalizó
las conceptualizaciones de economía de la innovación,
considerando en algunos casos el aprovechamiento de las
capacidades creativas de los usuarios de base y, en otros,
la disponibilidad de conocimientos en instituciones de I+D
y Universidades. A continuación desarrollamos cada una
de las etapas
Tecnologías para la Inclusión Social
Para una lectura más exhaustiva sobre
cada uno de los enfoques que se analizan
pueden consultarse los siguientes trabajos,
detallados al final de este cuadernillo: “Tecnologías democráticas” (Mumford, 1964;
Winner, 1988), “Tecnologías apropiadas”
(Schumacher, 1973; deMoll, 1977; Jecquier, 1976 y 1979; Kohr, 1981; Bourrieres, 1983; Reedy, 1983; Robinson 1983;
Ahmad, 1989), “Tecnologías intermedias”
(Schumacher, 1973, Pack, 1983; Riskin,
1983), “Tecnologías alternativas” (Dickson,
1980), “Grassroots” (Gupta et alli., 2003),
“Social Innovations” (Anderson, 2006;
Martin y Osberg, 2007), “Base de la pirámide” (Prahalad, 2006).
37
La Primera Generación de TIS
El actual movimiento de Tecnologías para la Inclusión
Social se originó a mediados del siglo pasado en las
experiencias orientales antiimperialistas en la India y en
la República Popular China, en las décadas de 1940 y
1950. Posteriormente, algunas de estas ideas
Un destacado portavoz de la primera generación
de TIS fue el líder hindú, Mahatma Gandhi. En su
obra, Gandhi expresa que las supuestas ventajas
de la revolución industrial y el trabajo mecanizado
son falsas. El ahorro de tiempo, el reemplazo de
fuerza humana por fuerza motriz, la producción en
masa que promueve la abundancia, la multiplicación de los intercambios comerciales, no aseguran
de ninguna forma el bienestar para el conjunto de
la humanidad.
Para Gandhi, en lugar de mejorar las condiciones
humanas, el trabajo industrial promovía una sociedad de desempleados, incapaces de producir, tristemente dependientes del empleo y consumidores
de productos que en su mayor parte no necesitan.
Por el contrario, Gandhi propone hacer un uso
razonable y limitado del trabajo industrializado:
“Debemos servirnos de la máquina, con tal de que
sepamos también prescindir de ella”; “La máquina
encadena, la mano libera”; “La máquina ha ganado al hombre. El hombre se ha hecho máquina.
Funciona, pero no vive.”
Tecnologías para la Inclusión Social
fueron recuperadas y conceptualizadas por algunos teóricos e ideólogos de movimientos sociales en Occidente.
La idea de desarrollar Tecnologías Democráticas surgió
a inicios de la década de 1960 e implicó más bien un
tratamiento teórico del tema que un planteo de política
pública. En un en un artículo llamado Tecnologías Autoritarias y Democráticas, de 1964, Lewis Mumford denunció los riesgos políticos de la producción en gran escala,
sosteniendo que en los últimos 200 años la democracia
política no había logrado consolidarse debido a que las
tecnologías de gran escala (propias de la era industrial)
necesitaban de direcciones centralizadoras, verticales y
autoritarias. Frente a ello, Mumford contraponía la necesidad de generar “tecnologías democráticas”, caracterizadas por producciones de pequeña escala, basadas
en las habilidades humanas, la energía animal, o en
pequeñas máquinas, bajo una activa dirección comunitaria, con un uso discreto de los recursos naturales.
En la década de 1960 surgió la noción de Tecnologías
intermedias, que proponía la creación de pequeñas industrias, orientadas a la resolución de problemas de abastecimiento de bienes de consumo para mercados locales,
basadas en tecnologías maduras (consideradas obsoletas
en sus sistemas tecno-productivos de origen), y en el uso
intensivo de las materias primas y los recursos humanos
locales disponibles. Estos criterios, sostenían sus promotores, las hacían adecuadas para la solución del problema
de desempleo en los países sub-desarrollados. Las tecnologías intermedias se presentaron como una alternativa
al problema de producción masiva de bienes industriales
y de servicios, proponiendo producciones de mediana
escala que evitaran recurrir a tecnologías de última generación ni a insumos industriales requeridos por la gran
industria de alta complejidad. Si bien la propuesta no
39
se focalizaba en la restricción de la escala de las producciones, las principales intervenciones mantuvieron la
inhibición sobre tecnologías intensivas en conocimiento.
En el plano socio-económico, la propuesta tendía a generar un modelo de dos sectores: uno intensivo en capital, dinámico y orientado al mercado tradicional y otro
intensivo en mano de obra, estático y orientado a la
comunidad local. De esta forma, la solución, lejos de
transformar, sólo afianzaba los problemas estructurales
del desarrollo en países periféricos.
Al restringir las operaciones tecnológicas a la simplificación de tecnologías ya maduras, estas intervenciones
resultaron, en términos dinámicos, estrategias de desarrollo de bajo contenido innovativo.
Las Tecnologías Apropiadas tuvieron una primera fase
durante la década de 1960, en la cual se realizaron un
conjunto de propuestas de corte ético-filosófico, siguiendo el principio de “lo pequeño es hermoso”, título del conocido libro de E. F. Schumacher. El autor realizaba una
extensa crítica a la noción de crecimiento y desarrollo
que descansaba detrás de la industrialización y la modernidad misma. La propuesta de Schumacher sostenía
la necesidad de una reorientación de los objetivos de la
economía y la tecnología, para ponerlas al servicio -y a
la escala- del hombre.
Ya en la década de 1970 el movimiento de Tecnologías
Apropiadas se orientó hacia una propuesta centrada en
la economía aplicada y la ingeniería, que privilegiaba
la eficiencia de las intervenciones financiadas por agencias internacionales y gubernamentales. Sus preceptos
iniciales fueron la conveniencia de generar, transferir replicar y difundir tecnologías que enfatizaran la pequeña
Tecnologías para la Inclusión Social
Algunos ejemplos típicos de tecnologías
apropiadas son: pequeños colectores de
agua y unidades de almacenamiento,
herramientas para agricultura familiar,
pequeñas fábricas de ladrillos y azulejos, molinos de viento, pequeñas usinas
hidroeléctricas, reactores de biomasa,
bombas de agua manuales, tecnologías
de procesamiento y almacenamiento de
alimentos, viviendas, lámparas solares,
servicios sanitarios ecológicos.
41
escala (familiar o comunitaria), la madurez y simplicidad
de las instalaciones, muy bajos requerimientos de conocimiento científico y tecnológico, costos por unidad de
producción baratos, bajo consumo energético y el uso
de mano de obra intensiva. Tanto la escala reducida,
la utilización de equipamiento simple y/o usado como
la utilización de insumos de muy bajo costo, permitirían
que el nivel de inversiones fuera adecuado para las economías subdesarrolladas y la implementación de programas de asistencia internacional.
La propuesta de tecnologías apropiadas implicó la apertura de un proceso de reflexión crítica sobre la selección
de tecnologías en una perspectiva focalizada en la comunidad de usuarios. En ese sentido, el planteo significó
un aporte clave para el desarrollo de las Tecnologías
para la Inclusión Social.
Pero la implementación de tecnologías apropiadas en experiencias concretas acabó restringiéndose a un espacio
de resolución de problemas puntuales, en el que especialistas de los países desarrollados diseñaron y transfirieron
tecnologías que generaron nuevas contradicciones.
1- En el plano tecnológico, la rigidez de los principios de las tecnologías apropiadas impedían realizar algunas acciones concretas: rechazaban de
plano todo tipo de producción a gran escala y sustitutivas de tecnologías intensivas en mano de obra.
Estas restricciones organizaron un estilo de producción de bienes y servicios limitada.
2- En el plano del conocimiento, presentaba contradicciones, puesto que al promover tecnologías
simples y maduras, de bajo contenido científico y
tecnológico, limitaban la innovación, desaproveTecnologías para la Inclusión Social
chaban los nuevos conocimientos científico-tecnológicos disponibles y consolidaban la dependencia
de los países periféricos.
Una década más tarde de su surgimiento, la definición
de una tecnología apropiada debía incorporar el análisis de diferentes variables: disponibilidad de mano de
obra calificada y su costo relativo; el capital incorporado en la maquinaria, en los insumos y en el proceso de
producción y la disponibilidad de recursos humanos en
el área de gestión. La idea de “tecnología apropiada
eficiente” intentó definir, de forma más integral, tecnologías tanto para los países subdesarrollados como para
países desarrollados; tanto para pequeñas comunidades
como para empresas multinacionales. Así, en una segunda fase, las tecnologías apropiadas generaron nuevas
herramientas de análisis y criterios de planificación, diseño, implementación y evaluación, mediante el uso de
variables cuantificables.
Al mismo tiempo, el replanteo suponía un nivel más integrador, puesto que ahora incluía no sólo el desarrollo de
tecnologías para países subdesarrollados y poblaciones en
situación de extrema pobreza, sino también la producción
a escala orientada al mercado en países desarrollados. La
noción ortodoxa de eficiencia penetró en las tecnologías
apropiadas. De hecho, la integración de conceptos de la
economía clásica y de la ingeniería reforzó aún más el carácter instrumental y mecanicista de la propuesta.
Finalmente, las restricciones conceptuales iniciales y los
conceptos neoclásicos de la segunda fase, provocaron
que las implementaciones de tecnologías apropiadas
continuaran profundizando –paradójicamente- las diferencias sociales que nominalmente pretendían superar.
Este análisis crítico es necesario, en particular, porque
43
durante las décadas de 1970 y 1980 las tecnologías
apropiadas se convirtieron en un terreno de aplicación
de políticas públicas e intervención de agencias internacionales de apoyo. El movimiento de tecnologías apropiadas se extendió mucho más allá de una comunidad
especializada y marginal. Fue implementado por bancos
internacionales de desarrollo, centros de investigación
agrícola, agencias de financiamiento extranjero, asociaciones voluntarias y firmas industriales privadas.
Con el objetivo de resolver algunos problemas conceptuales, otros autores plantearon la necesidad de instrumentar
un nuevo enfoque denominado Tecnologías Alternativas.
Los calentadores solares y
los sistemas alternativos
del riego son un ejemplo
de Tecnologías Intermedias
Tecnologías para la Inclusión Social
En la práctica, estas tecnologías serían instrumentos, máquinas y técnicas necesarias para reflejar y mantener modos de producción social contrarios a la opresión, la manipulación y la explotación con respecto al medio ambiente
natural. En este sentido, el aporte de este nuevo enfoque
puede ser considerado más un criterio ideológico-político
que un programa de producción e implementación de tecnologías. De todos modos, no consiguió escapar de la
restricción determinista tecnológica que cuestionaba.
Problemas de las Tecnologías de
Primera Generación
En la década de 1980 se alzaron algunas voces críticas sobre las tecnologías apropiadas. La implementación
de tecnologías intermedias y apropiadas, sin un previo
cuestionamiento de los supuestos detrás del diseño e implementación de éstas, implicaba continuar reproduciendo la concepción neutral y determinista de la tecnología
como medio de cambio social. Otras críticas se basaron
en las tendencias románticas y utópicas del movimiento
de tecnologías apropiadas y alternativas. Cuestionaron
en particular el anti-modernismo que generaba consecuencias negativas puesto que favorecía el desarrollo de un
mercado de tecnologías específico para los pobres del
Tercer Mundo.
Por otra parte, se formularon diversas críticas de corte
socio-económico, principalmente focalizadas en los inconvenientes enfrentados durante la implementación de
tecnologías apropiadas. A su vez, durante la década de
1980 se verificó una disminución relativa del apoyo de
las agencias internacionales de cooperación que implicó una merma del número relativo de experiencias. Así y
45
todo, algunos países, en particular la India y China continuaron con el desarrollo de estas experiencias.
Pero a fines de la década de 1990, en el marco del resurgimiento de los enfoques económicos vinculados a las
teorías del desarrollo y de la producción de tecnologías
ambientalmente sustentables, se retomaron políticas de
tecnologías apropiadas.
La Segunda Generación de Tecnologías
para la Inclusión Social
A fines del siglo XX se puede identificar un quiebre en
los enfoques orientados a analizar e implementar TIS, por
lo que puede hablarse de una segunda generación de
ideas y desarrollos que se enfocaron en la generación de
procesos de innovación, la adecuación local de los desarrollos y, principalmente, la participación de los usuarios
en el diseño e implementación de tecnologías.
Tecnologías para la Inclusión Social
En la década de 1990 surgió un nuevo enfoque denominado Grassroot innovations (innovaciones de base), que
fue concebido como un proyecto orientado a investigar
y rescatar los conocimientos tecnológicos de los sectores
vulnerables de la sociedad. Una de las premisas del enfoque es recuperar la capacidad de innovación de las
personas pertenecientes a sectores marginados de la población para generar soluciones a problemas prácticos
con alternativas tecnológicas baratas, eficientes y ecológicamente sustentables.
Así, la mayoría de las innovaciones relevadas se basan en conocimientos tradicionales de las comunidades
a las que pertenecen. A diferencia de todos los planteos anteriores, Grassroots supone la valorización del
conocimiento tácito y consuetudinario acumulado por las
poblaciones en situación de pobreza. Para relevar los
desarrollos tecnológicos y apoyar a los innovadores se
organizó a mediados de la década de 1990 la Honey
Bee Network (Red de Miel de Abeja), que actúa en India, China, Brasil y otros países en desarrollo.
La red administra y distribuye recursos para mejorar y difundir diseños tecnológicos alternativos en países en desarrollo: económicos (créditos para el desarrollo de las
innovaciones), organizativos (relación con organizaciones
de ciencia y tecnología, asociativismo, incubadoras) y
simbólicos (festivales, concursos para posicionar los desarrollos e innovadores). Luego de un extenso período de
relevamiento, la red Honey Bee ha documentado más de
diez mil innovaciones. Sin embargo, muy pocas de estas
innovaciones han alcanzado desarrollo posterior.
A inicios del año 2000 surgió un nuevo enfoque denominado Social Innovations, innovaciones sociales, fundamentalmente orientado al desarrollo y difusión de tecnolo47
gías organizacionales destinadas a favorecer el cambio
social mediante la satisfacción de necesidades de grupos
sociales desfavorecidos.
La Red Honey Bee utiliza la
imagen de la polinización de
las abejas como una metáfora de la necesidad de utilizar
y mejorar el conocimiento
local a partir de cooperación
con otros actores.
Existe, en realidad, un abanico de propuestas en términos
de social innovation. Algunas experiencias innovativas se
caracterizan por la resignificación de nuevas tecnologías
como internet o la telefonía celular para la gestión o coordinación de procesos productivos.
También pueden plantearse nuevas formas de organización o simple combinación de ideas, como sistemas de
educación a distancia, grupos de ayuda comunitaria,
sistemas de guarderías de niños comunitarias, cooperativas de consumo, etc. A diferencia de la innovación
convencional, que se concentra en objetivos económicos
como la obtención de ganancias, la innovación social se
preocupa por alcanzar metas sociales, culturales y políticas. La innovación social no es producida exclusivamente
por expertos o científicos, sino que incluye conocimientos
prácticos derivados de la experiencia.
La mayoría de los abordajes de social innovation promueven la implementación de regímenes de responsabilidad
social. En el plano político, lo que se busca es la asistenTecnologías para la Inclusión Social
cia técnica de instituciones de I+D de países desarrollados
para la superación de problemas puntuales de poblaciones
de países subdesarrollados. A diferencia de las de la primera generación, la social innovation se basa en nuevos
desarrollos teóricos de la economía del cambio tecnológico, poniendo especial consideración en el uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs).
Pensada desde los países desarrollados, las propuestas
de este tipo implican, en la práctica, un planteo de asistencialista (ofertista y lineal), que supone una convergencia de intereses entre la sociedad civil y el mercado.
Base de la pirámide es una propuesta que se orienta al desarrollo de innovaciones tecnológicas “destinadas al mercado de
los pobres”, que respondan a sus “verdaderas” necesidades.
49
Este enfoque propone una crítica a las políticas de asistencia y alivio de la pobreza caracterizadas por la intervención directa y paternalista del Estado u organismos
internacionales, Base de la pirámide propone que la importancia cuantitativa de los pobres representa un potencial grupo de demanda, por lo que el propio sector privado podría convertirse en un actor central para generar
tecnologías para resolver problemas sociales.
Quienes proponen este enfoque afirman que existe un
mercado en la Base de la Pirámide (BDP) de 4 mil millones de personas (el 80% de la población mundial), que
si son tratados como consumidores (y no como pobres o
excluidos) podrían entonces despertar su potencial de desarrollo económico y no ser tratados como pobres. Para
construir este inmenso mercado, no sirven los enfoques tradicionales de producción que focalizan en la cima de la
Pirámide. Hace falta (dicen), un nuevo enfoque, orientado
a la innovación, que reconozca las verdaderas necesidades de las clases pobres del mundo. La propuesta “base
de la pirámide” remite a la creación de un mercado de
consumidores (habilitados a partir de la percepción de pequeñas rentas, de microcréditos y del accionar de ONG
comunitarias), que posibilite su acceso a bienes diseñados especialmente, producidos por empresas nacionales
y transnacionales. En ese sentido, base de la pirámide
explora una dimensión prácticamente relegada por otros
abordajes. Pero deja la resolución de los problemas de
excluisón librados a las “fuerzas del mercado.”
En los últimos diez años, América Latina comenzó a realizar análisis, desarrollos y políticas públicas en el campo
a través del concepto de Tecnología Social. Una de las
definiciones más difundidas es la adoptada por la Rede
de Tecnologia Social de Brasil: “la Tecnología Social comprende productos, técnicas y/o metodologías reaplicables,
Tecnologías para la Inclusión Social
desarrolladas en interacción con la comunidad, y que representan efectivas soluciones de transformación social”.
La trayectoria institucional en la región inició en Brasil, a
partir de la creación del Banco de Tecnologías Sociales
en 2001. Posteriormente se creó el programa Rede de
Tecnologia Social, con apoyo de la Secretaria de Ciencia
e Tecnologia para a Inclusão Social, del Ministerio de
Ciencia e Tecnologia, la Fundação Banco do Brasil y la
empresa pública Petrobrás. En este contexto, se desplegó una iniciativa de reconceptualización de “Tecnología
Social”, que condujo a la noción de “re-aplicación” de
la tecnología: operación de adecuación – vía re-significación- y difusión no mecánica a diversos contextos locales.
Problemas de las Tecnologías de
Segunda Generación
Existe una diversidad de formas de entender e intervenir
en la generación de TIS acumuladas a nivel mundial a los
51
largo de los últimos 50 años que derivó en un conjunto
de normas y prescripciones para el diseño, desarrollo,
producción, gestión y evaluación de Tecnologías para la
Inclusión Social. Aún cuando el escenario actual es superador del anterior, puesto que se ha instalado en la
agenda pública una nueva forma de pensar la relación
tecnología-sociedad, cada una de los abordajes revisados anteriormente presenta contradicciones y limitaciones
en la concepción e implementación de tecnologías para
la resolución de problemas sociales.
Uno de los principales problemas de Grassroot Innovations son las escasas implementaciones realizadas a la
fecha. Sin embargo, es posible observar también inconsistencias en la viabilidad de esta concepción como respuesta a dinámicas de exclusión social. La ortodoxia del
planteo de Gupta restringe el potencial del concepto al
registro de artefactos orientados a soluciones puntuales,
de escaso contenido tecnológico. La propia estructura de
microcréditos y asociativismo de la Red Honey Bee parece suponer otro límite de las experiencias, basadas excluyentemente en relaciones de mercado y la subyacente
idea de generación de micro-emprendedores.
Por su parte, el enfoque Base de la Pirámide presenta dos
grandes dificultades: por un lado, no expresa ninguna posición respecto de la participación de los usuarios en el
diseño de los artefactos; por otro lado, y mucho más significativa, es la importancia asignada al “mercado” para
dar cuenta de los problemas sociales. En ese nivel, este
enfoque sigue los supuestos clásicos y neo-clásicos que consideran al mercado (y no al Estado o la sociedad civil),
como el mejor asignador de los recursos. Si por el contrario, aceptamos las asimetrías de los actores en el mercado
(grandes corporaciones productoras y/o comercializadoras frente a pequeños y dispersos consumidores), así como
Tecnologías para la Inclusión Social
las tendencias a la concentración económica que favorece
el sistema capitalista, la propuesta de Base de la Pirámide
es mucho más propensa a reproducir e incluso incrementar
y consolidar asimetrías y desigualdades que generan las
situaciones de exclusión y pobreza estructural.
En general, estos dos enfoques comparten una confianza absoluta en las relaciones de mercado, hasta hoy no
justificadas ni por la teoría ni por la experiencia. Los mercados (en todos sus niveles), no han sido ni eficientes reguladores de la distribución de la renta, ni orientadores
de la producción tecnológica local hacia la satisfacción
de necesidades sociales (las crisis de comienzo del siglo
XXI en los países centrales son un ejemplo más de ello).
De hecho, si el mercado no ha generado en la región
dinámicas de interacción entre empresas e instituciones
de I+D para la producción innovaciones en tecnologías
convencionales ¿por qué pensar que esto se daría mejor
en el campo de las TIS?
Si estas nuevas Tecnologías para la Inclusión Social no
logran ser superadoras de las convencionales, si no consiguen transformar el sentido común, y con él la noción
misma de eficiencia, imponiéndose como solución a las
ineficiencias sistémicas de las tecnologías convencionales, sólo generarán –a mediano plazo- nuevas situaciones
problemáticas de asimetría interna, exclusión social y desbalance económico.
En el caso de las Tecnologías Sociales de Brasil, el principal obstáculo hasta el presente es su progresiva pérdida
de importancia relativa del programa, en especial debido
al alto grado de paternalismo que los patrocinadores generaron. Si bien la adopción del concepto “re-aplicación”
constituye un aporte significativo, la conceptualización de
tecnología social adoptada aún supone amplios márge53
nes de ambigüedad. ¿Se trata de una propuesta ofertista
(a partir de un banco de tecnologías registradas)? ¿Se
restringe a la concepción de tecnologías orientadas por la
resolución de problemas puntuales de grupos desfavorecidos? Por otra parte, y lamentablemente, la experiencia de
la Rede de Tecnologías Sociais fue discontinuada por la
Fundación Banco do Brasil (lo que revela, por otra parte,
la estructura vertical de la que la propia red dependía).
En síntesis, existe una diversidad de definiciones para nuevas formas de pensar el rol de la tecnología para dar solución a la problemática del desarrollo inclusivo sustentable
acumuladas a los largo de décadas. De estas conceptualizaciones derivaron estilos de intervención y una serie
de normativas y prescripciones que orientaron la política
pública para el diseño, desarrollo, producción, gestión y
evaluación de Tecnologías para la Inclusión Social. Aún
cuando esta trayectoria conceptual fue central para colocar a la tecnología como una importante variable para
resolver los problemas del subdesarrollo y la exclusión,
cada uno de los enfoques disponibles presenta restricciones y contradicciones significativas, de distinto signo:
• Determinismo tecnológico
• Ofertismo
• Voluntarismo
• Paternalismo
• Uso excluyente de tecnologías maduras
• No uso intensivo de conocimientos científicos y
tecnológicos
Tecnologías para la Inclusión Social
• No uso de conocimientos tácitos y
consuetudinarios
• Uso intensivo de mano de obra
• Restricción al uso intensivo de maquinaria y
sistemas complejos
• No aprovechamiento de economías de escala
• Resolución de problemas puntuales
(soluciones no sistémicas)
• Ignorancia de relaciones de mercado
• Generación de economías de dos sectores
• Uso parcial o inexistente de herramientas
de análisis disponibles (por ej: economía de
la innovación)
• Restricción a la dinámica del mercado como
vía excluyente de relaciones económicas
Pero, tal vez el mayor de los problemas radique en que
todas estas ideas estaban basadas en su objetivo social
último: desarrollar soluciones prácticas y baratas a los
problemas de acceso a bienes y servicios de los pobres.
Lejos de proponer soluciones sistémicas a los problemas
sociales y ambientales, se presentaron como soluciones
puntuales paliativas, como parches a los problemas de
exclusión de la economía capitalista.
55
4
Tecnologías para la Inclusión Social
Hacia los sistemas
tecnológicos sociales
Dadas las limitaciones y restricciones, divergencias e inconsistencias de los diferentes abordajes históricos señaladas
en el punto anterior, y, al mismo tiempo, intentando aprovechar los diversos profundos –y a veces traumáticos- aprendizajes de las experiencias desarrolladas durante más de
medio siglo, parece ineludible la tarea de construir nuevos
conocimientos, nuevas conceptualizaciones, nuevos aparatos analíticos orientados tanto a superar estos problemas
como generar nuevas políticas públicas vinculadas al desarrollo inclusivo sustentable de los países de la región.
Si los problemas son sistémicos, las soluciones no pueden ser puntuales. Las Tecnologías para la Inclusión Social pueden operar como generadoras de capacidades
para la resolución de problemas sistémicos, antes que
para la resolución de un problema puntual. Para ello es
necesario desarrollar dinámicas locales de producción,
cambio tecnológico e innovación, centradas no sólo en
lo que, ocasionalmente, emerge como un problema, sino
en todo el conjunto de relaciones, en el sistema en el
cual este problema está inserto.
57
El enfoque socio-técnico constituye una visión analítica
sistémica, donde difícilmente exista una solución puntual
para un problema puntual. Por el contrario, esta visión
analítica posibilita la aparición de una nueva forma de
concebir soluciones socio-técnicas (combinando, por
ejemplo, la resolución de un déficit de energía con la
gestación de una cadena de frío, vinculada a su vez a un
sistema de conservación de alimentos y la potencial distribución del excedente, o -como en el caso del programa
“Una tierra y dos Aguas- vincula producción y recolección
de agua para producción y para consumo con capacidades locales de construcción, formas colaborativas de
organización comunitaria con producción agropecuaria,
sistemas de distribución de alimentos con energías renovables, y aún capacidades de transporte, y producción de
materiales, herramientas e insumos...).
Por esto es conveniente hablar de Sistemas Tecnológicos
Sociales antes que de soluciones tecnológicas puntuales.
SI aceptamos que la integración de un artefacto o sistema
en un escenario y momento determinado es sólo una parte constitutiva de una serie de transformaciones en todos
los elementos heterogéneos (sociales, cognitivos, políticos,
culturales, económicos y ambientales) que interactúan, es
necesario –ineludible- comenzar a pensar en términos sistémicos, abandonando las concepciones lineales ligadas a
la provisión de esas soluciones puntuales. Y si, además, se
trata de promover procesos de inclusión, la noción de Sistemas Tecnológicos Sociales provee un marco más adecuado para trabajar en las múltiples dimensiones implicadas.
¿Qué son los Sistemas Tecnológicos Sociales?
Los Sistemas Tecnológicos Sociales son sistemas sociotécnicos heterogéneos (de actores y artefactos, de comunidades y sistemas de TIS) orientados a la generación
Tecnologías para la Inclusión Social
de dinámicas de inclusión social y económica, democratización y desarrollo sustentable para el conjunto de la
sociedad. Suponen el diseño integrado de productos, procesos productivos y tecnologías de organización focalizados en relaciones problema/solución inclusivas: sistemas
productivos, tecnologías de organización, bienes de uso
/ insumos y productos finales, sistemas normativos y regulatorios, servicios públicos e infraestructura.
Los Sistemas Tecnológicos Sociales no se restringen a
un tipo de tecnologías o a un sector social; comprenden toda la matriz material de afirmaciones y sanciones
de una sociedad:
–
–
–
–
Sistemas normativos y regulatorios
Servicios públicos
Infraestructura
Bienes de uso / insumos y productos finales
Gráfico de planificación
comunitaria
Frente a los sistemas tecnológicos basados en la maximización de la renta (concentradores, excluyentes, generadores de trabajo alienado, generadores de riesgo
59
ambiental), los Sistemas Tecnológicos Sociales son adecuados para la socialización de bienes y servicios, la
democratización del control y las decisiones, el empoderamiento de las comunidades:
•
•
•
•
•
•
La
La
La
La
La
La
igualación de derechos;
generación de espacios de libertad y justicia
distribución igualitaria de bienes y servicios
calidad de vida de la población
profundización de la democracia
preservación del ambiente
El desarrollo de las Tecnologías para la Inclusión Social
debe colocarse al servicio de una nueva visión estratégica:
nuevos senderos de desarrollo, nuevas formas de concebir
problemas y soluciones socio-técnicas. De forma no ingenua, se orientan al diseño de dinámicas de inclusión de
diferentes grupos sociales en procesos de re-significación
de tecnologías y construcción de funcionamiento (así como
de construcción de no-funcionamiento de tecnologías excluyentes rivales). Así, pensar en términos de Sistemas Tecnológicos Sociales viabiliza el diseño, implementación, uso y
reconfiguración de artefactos, sistemas y procesos en estrategias de desarrollo inclusivo sustentable.
Un abordaje sistémico de los problemas
permitirá superar las limitaciones de los enfoques
lineales y deterministas, paternalistas y
asistencialistas, reproductores de las diferencias
que dicen combatir, orientados por principios
como “transferencia y difusión”
(como se pudo observar en el análisis crítico de los enfoques hasta ahora disponibles). Y posibilitará concebir, entonces, nuevos senderos de desarrollo, nuevas formas de
Tecnologías para la Inclusión Social
concebir problemas y soluciones socio-técnicas.
Porque –¡Cuidado!!- los problemas (todos los problemas),
son socio-históricamente situados, no universales: cada grupo social construye los (sus) problemas de forma diferente,
según sus:
• Conocimientos y saberes (incluidas las soluciones
conocidas: “causalidad revertida”)
• Condiciones materiales percibidas de entorno y
ambiente
• Configuración ideológica
• Historia y experiencia previa
• Situación socio-económica y posicionamiento
socio-institucional
• Subjetividad y afectividad…
¿Y por qué esto es fundamental? Porque la configuración
de los problemas condiciona el funcionamiento y pertinencia de la solución correspondiente.
Aún permanece vacante en la trayectoria de estos abordajes la explicitación de las formas de participación activa
de los usuarios en el diseño e implementación de las tecnologías a partir de dinámicas de integración de saberes
y prácticas de los usuarios en sistemas socio-técnicos y procesos de re-significación de tecnologías. Es imprescindible
generar nuevas formas de ciudadanía basadas en la democratización de las tecnologías, de la base material de
producción, distribución, uso y consumo de bienes y servicios. Es ineludible generar nuevos conocimientos, en base
al diálogo de saberes diversos, producidos por distintas
comunidades a lo largo de su experiencia de aprendizaje,
salvando las diferencias políticas entre “expertos y legos”.
Abordar la cuestión del desarrollo de Tecnologías para la
Inclusión Social de esta manera implica constituir la resolución de los problemas vinculados a la pobreza y la exclusión como un desafío del campo científico-tecnológico.
61
De hecho, el desarrollo local de Tecnologías para
la Inclusión Social intensivas en conocimiento
podría generar utilidad social de los conocimientos científicos y tecnológicos producidos localmente (tanto a nivel nacional como regional),
hasta hoy muy poco utilizados en América Latina
fuera del ámbito académico.
Reunión de planificación
del Proyecto INTA-UNQ
Derecho de Acceso a
Bienes: Agua para el
Desarrollo
Obviamente, no se trata de construir un banco o repositorio
de artefactos, procesos y conocimientos tecnológicos para
la resolución de problemas sociales a la espera de usuarios
que los soliciten. Este tipo de propuestas ya fueron implementadas (como en el caso de la Red de Tecnologías Sociales), y se han caracterizado como ofertistas, ya que en
la práctica, resultaron tan poco adecuadas para la resolución de problemas sociales como el modelo de innovación
schumpeteriano para empresas de la región.
Tecnologías para la Inclusión Social
Parece entonces ineludible la necesidad de construir nuevas formas de entender, analizar e intervenir en la relación
entre actores y artefactos, orientadas tanto a superar estos
problemas teóricos como a mejorar las políticas públicas
(de producción, ciencia y tecnología, salud, educación,
transporte, vivienda y hábitat, …) y las estrategias institucionales (de universidades y ONG, organizaciones sociales
de base y programas estatales, instituciones de I+D y cooperativas de trabajo) vinculadas al desarrollo socio-económico de los países de la región.
No sólo es necesario generar un nuevo escenario, sino
también construir las herramientas para analizar, diseñar,
producir, implementar, re-aplicar, gestionar y evaluar Tecnologías para la Inclusión Social:
• Habilitar de nuevos actores en los procesos de
cambio tecnológico
• Generar nuevas dinámicas usuario/productor
• Dar lugar a nuevos procesos de aprendizaje
colaborativo y cooperativo
• Generar nuevas capacidades tecno-productivas
con mayor potencial de desarrollo económico,
inclusión y democratización.
Así, los Sistemas Tecnológicos Sociales pueden ser la forma
más democrática de diseñar, desarrollar, producir, implementar, gestionar y evaluar la matriz material de nuestro futuro.
El destino de nuestras sociedades probablemente dependa
de nuestra capacidad de concepción y diseño de estrategias de desarrollo sustentable basadas en la aplicación de
Sistemas Tecnológicos Sociales.
63
Tecnologías para la Inclusión Social
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Tecnologías para la Inclusión Social
69
Los autores
Hernán Thomas
Coordinador de la Red de Tecnologías
para la Inclusión Social Argentina
(REDTISA). Doctor en política científica y
tecnológica (UNICAMP). Director del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la
Tecnología (UNQ). Investigador Principal
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Profesor universitario y de posgrados. Se
desempeña como director de diferentes
proyectos nacionales e internacionales entre los que se destaca el Proyecto
INTA-UNQ “Derecho de Acceso Bienes:
Agua para el Desarrollo” (DAPED).
Tecnologías para la Inclusión Social
Paula Juarez
Facundo Picabea
Coordinadora de la REDTISA.
Doctoranda en Ciencias Sociales
(UBA-CONICET). Investigadora del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la
Tecnología de la Universidad Nacional
de Quilmes. Experta en política y gestión tecnológica. Se desempeña como
coordinadora de numerosos proyectos
de investigación e intervención orienta-
Asesor técnico de la REDTISA. Doctor
en Ciencias Sociales (UBA), Magíster
en Economía Política (FLACSO). Profesor
en Historia (UNLu). Profesor universitario
de grado y posgrado. Investigador Asistente del CONICET radicado en el del
Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la
Tecnología de la Universidad Nacional
de Quilmes. Actualmente, es miembro
dos al desarrollo inclusivo y sustentable
entre los que se destacan: el Proyecto
DAPED, el Programa Internacional SEDCERO, el Proyecto Transformative Social
Innovation Theory de Unión Europea,
entre otros.
de varios programas de investigación
sobre Tecnologías para la Inclusión Social en Argentina y América Latina en los
que coordina el área de Hábitat.
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Tecnologías para la Inclusión Social
Equipo de Redacción
Hernán Thomas, Paula Juarez y Facundo Picabea
Diseñador
Guillermo Galinski
Equipo de Apoyo
Josefina Moreira
Auspicios
Ministerio de Educación de la Nación
Universidad Nacional de Quilmes
“TRANSIT Social Innovation”
7º Programa Marco Unión Europea
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