El inicio de la historia moderna del sistema financiero mexicano, el cual ha jugado un papel preponderante en la evolución de la economía mexicana, puede situarse en 1925 con la creación del Banco de México. Los primeros años de operación del Banco de México, que van de 1925 a 1931, fueron extremadamente difíciles para que éste cumpliera cabalmente sus funciones como banco central. Por una parte, la desconfianza que existía hacia el billete bancario se reflejó en que los billetes representaran una fracción casi insignificante del total de oferta monetaria. Además, el banco central no tenía el poder de decidir sobre las acuñaciones de nueva monedas, por lo cual no podía controlar la emisión de dinero. Por lo que respecta al control de la tasa de interés a través del redescuento de documentos derivados de operaciones mercantiles, durante los primeros años de operación del Banco de México esto tampoco pudo realizarse, ya que para acudir a éste, era requisito que el banco comercial estuviese asociado al Banco de México, y a principios de 1932 únicamente 14 instituciones lo estaban. Esto se constituyó como una limitante para la emisión de billetes a través de este mecanismo. El incipiente desarrollo del sistema bancario mexicano, se reflejó en la continua escasez de crédito en la economía, lo cual se constituyó, en parte, como una limitante al crecimiento económico durante esos años. En los siguientes diez años, posteriores a 1931, se presentaron en la economía mexicana dos eventos que llevarían a la consolidación del sistema financiero nacional. En primer lugar en 1931, ante la depresión mundial, las cuentas externas de México experimentaron un considerable deterioro, lo cual repercutió en un disminución en el ritmo de la actividad económica así como una continua pérdida de oro. Esta situación llevó a las autoridades a introducir una reforma monetaria, mejor conocida como la "Ley Calles", la cual se promulgó el 25 de julio de 1931. Entre las medidas que fijaba esta Ley, la más importante fue la desmonetización del oro y la prohibición del uso de este metal en los contratos comerciales, exceptuando los de carácter internacional. Además, se suspendieron las acuñaciones de monedas de plata, únicas autorizadas para circular. La nueva Ley Monetaria, que derogó a la "Ley Calles", tenía como reforma principal permitir nuevamente la acuñación de monedas de plata, buscando con ello reactivar a la economía. La nueva Ley Constitutiva del Banco de México, que sustituyó a la original de 1925, hizo de éste un verdadero banco central, al confirmar la prohibición al Banco de México realizar operaciones directamente con el público. La Ley de Instituciones de Crédito de 1932 sentó las bases para el fortalecimiento del sistema bancario mexicano. En primer lugar, permitió que cualquier tipo de banco realizara todas las operaciones permitidas, siempre y cuando se respetaran las operaciones pasivas y activas en función de sus plazos. Por último, se emitió la Ley de Títulos y Operaciones de Crédito, la cual dio un fuerte impulso a las emisiones de títulos y bonos, tales como los hipotecarios, financieros, certificados de depósito y bonos de prenda de los Almacenes Generales de Depósito.