EL LIBRO NEGRO DEL EMPRENDEDOR Los lamentables motivos del emprendedor La idea es el objeto del negocio, pero nunca un motivo válido. Pensar que la idea o la oportunidad detectada es el motivo que le induce a emprender es un autoengaño flagrante y demasiado habitual. La idea es el vehículo de la actividad emprendedora, pero nunca una motivación sólida y duradera. Existen también otros motivos como: odiar al jefe o a la empresa, desear tener libertad de horario, ganar más dinero que trabajando por cuenta ajena, demostrar algo a los demás o a uno mismo, dedicarse a un tema que gusta y al cual no es posible dedicarse si no es emprendiendo, entre otros motivos lamentables. Estos motivos son en realidad huidas hacia delante de una situación personal o profesional que amarga y deprime a mucha gente, es el caso de personas que anhelan un cambio de vida que no saben cómo acometer. Se debe pensar en qué le mueve realmente a emprender, un escritor no se convierte en tal porque tiene un argumento, sino porque desea ser escritor. Pues lo mismo para el emprendedor. ¿Es usted un emprendedor de verdad o un probador de fortuna? Sin embargo, existen también excepciones. Se da el caso de personas que, sin comerlo ni beberlo, se dieron cuenta de que no tenían más remedio o salida que emprender y tuvieron un éxito formidable. Para cada motivo lamentable, encontraremos no una, sino infinidad de personas a las que les fueron bien las cosas. La razón de estas excepciones se debe a que el motivo que provoca su decisión no es importante mientras haya una ilusión real. Se dice que: «Sólo hay un rasgo que caracteriza al emprendedor verdadero, que es la voluntad e ilusión auténtica». Para explotar, una bomba precisa de un detonador y de dinamita; un símil del motivo y la motivación. Emprendedores y Bomberos Existen auténticos emprendedores y falsos emprendedores que se engañan a sí mismos. Emprender no es dar de alta una sociedad en el registro mercantil o independizarse de la empresa en la que uno trabaja. Eso son sólo trámites administrativos o legales que permiten trabajar por cuenta propia en lugar de por cuenta ajena. Emprender no es dar de alta una sociedad, no es montar una tienda, una agencia de publicidad o una empresa de exportación. Emprender no es montar un negocio. Emprender no es siquiera un modo de trabajo. Emprender es una forma de enfrentarse al mundo, es una manera de entender la vida con la que no todo el mundo se siente a gusto. El verdadero emprendedor es aquel a quien lo incierto procura un especial placer. El bombero disfruta con la incertidumbre y la experiencia del riesgo. He aquí la primera prueba de fuego que deben pasar un bombero y un emprendedor. Pues igual que la persona con vocación de bombero acaba siéndolo, el emprendedor con vocación, tarde o temprano, también. La característica esencial que todo emprendedor debe tener es el deseo de moverse en un entorno incierto. Emprender es el acto de reducir la incertidumbre en uno de los actos más antiguos de la humanidad: el intercambio, el comercio. Emprender es esa forma de vida y de encarar el mundo: aceptar la incertidumbre como el principal de los ingredientes. Un rasgo que caracteriza a los auténticos emprendedores es que no contemplan la posibilidad del fracaso, su ilusión puede más que todo lo demás. La segunda característica del emprendedor es que emprender se convierte en un medio y en un fin al mismo tiempo. Es parecido a lo que sucede con la creatividad. Asistimos a la denominada motivación intrínseca de las cosas. Bajo esa motivación, cualquier estimación de riesgo es estéril. Sencillamente, se desea lo que se hace y punto. El amor a la incertidumbre y el placer por la propia actividad emprendedora proporcionan tanto el motor como el combustible que mueve al emprendedor: la ilusión. El verdadero emprendedor no necesita motivos externos. Lo hace para sí mismo, tiene que ver con su carácter.