San Beda el Venerable (+735) Adviento Juan el Bautista, el anuncio y la penitencia “Juan apareció en el desierto bautizando y predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados… predecía un bautismo de penitencia para remisión de los pecados en Cristo en cuyo solo bautismo se nos concede la remisión de los pecados (p. 67). … Quien desea ser bautizado en la fuente de la vida no es por otra cosa sino porque se arrepiente de estar sometido a la perniciosa muerte… El bautismo de Juan era un signo de fe y penitencia. En efecto se daba para que todos aquellos que lo recibían se abstuvieran de pecar, insistieran en dar limosnas, creyeran en Cristo y consideraran un deber acercarse, en cuanto Él apareciera (p. 68), a aquel bautismo. (Juan) amonestaba a sus oyentes para que se apartaran de sus pecados, por medio de la penitencia, se apartaba de los vicios de los pecadores, no sólo por la pureza de su mente, sino por el lugar donde habitaba corporalmente…. De otra parte, simbólicamente, el desierto en el que Juan permanecía es imagen de la vida de los santos, apartada de los encantos del mundo. Estos… se deleitan en unirse solo a Dios en lo profundo de su corazón y en poner en Él su esperanza (p. 69). En definitiva, el Señor, tras haber liberado de Egipto al pueblo gracias a la sangre del cordero y haberlo conducido a través del mar Rojo, lo tuvo primero durante cuarenta años en el desierto y después le introdujo en la tierra prometida. Por eso, no es sorprendente que el pueblo fiel no pueda soportar el gozo de la patria celestial inmediatamente después del bautismo, sino que en primer lugar debe ejercitarse en una prolongada lucha por las virtudes, para después ser premiado con los dones de la bienaventuranza suprema. Acudía a él toda la región de Judea y los habitantes de Jerusalén… Mas, puesto que Judea significa ‘confesión’ y Jerusalén ‘visión de paz’ podemos interpretar de una manera alegórica que tienes han aprendido la confesión de la fe…, quienes han abrazado la visión de la paz celestial se encuentran incluidos en esta expresión. Una vez oída la palabra de Dios, se apartan de su comportamiento anterior y acceden a la soledad de la vida espiritual (p. 70),… se purifican, como con un bautismo diario en el Jordán y con las lágrimas de su compunción, de todo tipo de contagio con vicios…. De ahí que el Jordán haya sido interpretado con razón como el ‘río del juicio’, …cuanto más solícitamente examinan a fondo su conciencia, tanto más caudalosos son los ríos de lágrimas que fluyen desde la profunda fuente de su corazón… vuelcan las inmundicias de su fragilidad en las aguas de la penitencia (p. 71). El misterio de Cristo Salvador Y si alguno desea interpretar el vestido y la comida de Juan como figura del Señor nuestro Salvador … de buen grado hay que seguir esa interpretación y admitir que los pelos de camello por su aspereza simbolizan a quienes intentan limpiar sus pecados con penitencia, ayuno y lágrimas; el cinturón de cuero, por la muerte del animal del que está hecho señala a quienes han crucificado su carne junto con sus pasiones y concupiscencia. Y puesto que está escrito: Así pues, cuantos en Cristo habéis sido bautizados, os habéis vestido de Cristo, esos tales, al estar adheridos a Cristo en virtud de un amor inquebrantable, se visten con pelos del cabello y ciñen sus lomos con un cinturón de cuero (p. 72). Tras la descripción del lugar, la misión, el vestido y el alimento de Juan, a continuación se añade el contenido de su predicación, porque se dice: Y predicaba diciendo: tras de mi viene uno más fuerte que yo. En verdad es muy fuerte el que bautiza para que se confiesen los pecados, pero más fuerte es el que bautiza para que estos sean perdonados. Es fuerte quien es digno de tener el Espíritu Santo, pero más fuerte quien lo infunde (p. 73). … Y para que no creyeran que este bautismo les bastaba para obtener la salvación, antes bien se acercaran presurosos al bautismo de Cristo, añadió en consecuencia: pero Él os bautizará en el Espíritu Santo…. En verdad bautiza en el Espíritu el que perdona los pecados con la fuerza del Espíritu Santo (p. 75). Prepararnos a la Navidad Procuremos, hermanos míos, mantener íntegra y pura su gracia en nosotros en cada momento, perseverando en las buenas obras. Y sobre todo ahora, cuando nos disponemos a celebrar la Natividad de nuestro Salvador, afanémonos con más solicitud de lo habitual, vigilando para limpiar con más rapidez lo que hayamos sorprendido que existe en nosotros de negligencia oculta. Esforcémonos por adquirir cuanto antes lo que veamos que falta en nosotros de la virtud que deberíamos tener, apartando de nosotros la maleza de las discordias, denuestos, riñas, murmuraciones y demás vicios. Plantemos en nosotros la caridad, el gozo, la paz, la paciencia, la bondad, la benignidad, la confianza, la mansedumbre, la continencia y los demás frutos insignes del Espíritu, a fin de que en aquel día merezcamos comparecer ante el altar del Señor con corazón limpio y conciencia pura y unirnos a los sacramentos sacrosantos de Aquel que vive y reina con el Padre en la unidad del Espíritu Santo” (p. 76). (Beda, Homilía I en el Adviento, Homilías sobre los evangelios, 1, Biblioteca de Patrística 102, Ciudad Nueva, Madrid 2016).